EL RESTAURADOR FARMACEUTICO

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EL RESTAURADOR FARMACEUTICO PERIODICO OFICIAL DÉ LA SOCIEDAD FARMACEUTICA DE SOCORROS MUTUOS. MEDIDAS SANITARIAS. Como verán nuestros lectores en otro lugar de este número, se íia pensado en formar un depósito pora los cadáveres inmediato á los campos santos, á fin de observarlos debidamente basta el tiem- po de su inhumación y evitar ta posibilidad de mandar á la huesa una persona viva. Esta medida cuyo objeto no podemos menos de aplaudir, pero en cuya realización creemos ver inconvenien- tes muy atendibles, y que podcia suplirse por otros medios , nos ha hecho recordar ideas que muchas veces nos ha llamado la atención relativamente al modo de custodiar y conducir los cadá- veres y aun á la situación de los campos santos. Si no estamos mal iníormados existen disposiciones gubernativas que prohiben esponer á la vista del público los difuntos y conducirlos destapa- dos por las calles, y sin embargo de esto y de que hemos visto lle- var a efecto tan saludable medida en los patios y bóvedas de algu- nas parroquias, vemos que en otras sucede lodo lo contrario. Hay iglesia donde se espone al público un cadaver por espacio de vein- ticuatro y mas horas: en las bóvedas de otras llama la atención de cuando en cuando el gran aparato de luces que esta invitando al transeúnte á asomarse á las rejas por donde se ofrece á su vista un cadáver que por mas que se adorne con cintas, guirnaldas cruces, mantos y condecoraciones no deja de ser un cadáver, esto es, un foco de putrefacción encerrado en un pequeño y mal venti- lado recinto donde la combustion de tanta cera que impregna de ácido carbónico la atmóslera aumenta la insalubridad del sitio, y contribuye con la alta temperatura que produce á la mas rápida descomposición del cuerpo muerto. En las casas particu!ares_ se colocan también los difuntos en la pieza mas accesible á la vista del público, presentando el mismo ó semejante aspecto repugnan- te queen las bóvedas y rodeados de todos sus inconvenientes: y mas de cuatro veces se oye decir tanto de las iglesias como de ias bó- vedas y casas particulares, que ha habido que cerrar la caja de D. Fulano porque no se podia parar del mal olor que despedía. ¿Si esto es asi, si diariamente se toca este mal, porque no se remedia? La prohibición de tales depósitos nos parece bien sencilla. Respecto de la conducción al camposanto, vemos difuntos pri- vilegiados: pues mientras ios unos van en sus cajas cerradas como debe ser, otros especialmente los niños y ias jóvenes solteras van des- papados, como si la tierna edad de aquellos ó el estado honesto de es- tas les dispensase del horroroso aspecto de la muerte y de ir exa- lando miasmas nada saludables para la población. Esta infracción de las disposiciones vigentes debe corregirse también haciendo que se observe lo mandado. La situación y construcción de los campos santos es otro de los puntos sobre que las autoridades deben fijar grandemente la aten- ción. Hace treinta años no habia en Madrid mas campos santos que los dos generales situados fuera de la puerta de Toledo el uno, y de la de Fuencarral el otro, y el de S. Isidro del campo de posterior crea- ción. A ellos se llevaban todos los cadáveres inclusos los del Hos- pital, á pesar de que tiene su cementerio dentro del recinto de su cerca, cuyo uso justamente se condenó. La situación de los tres no era desacertada: construidos á una distancia proporcionada de la población en parages aislados y bien ventilados, llenaban casi lodas las condiciones higiénicas que son de apetecer; y la voluntad decidida del gobierno en su establecimiento acabó con los enterra- mientos en las iglesias y bóvedas que no fué poco en la época de su inauguración. Pero después acá en vez de progresar hemos ido retrogradando espantosamente en este particular. El cementerio de S. Nicolás y el de S. Sebastian se han edificado en uno de los pun- tos mas bajos de las afueras, á la inmediación de las alcantarillas y formando calle con una porción de casas á distancia de diez ó doce pasos. El cementerio general de fuera déla puerta de Fuen- caral le han sitiado con edificios casi por todo al rededor, en tér- minos que por algunos puntos no dista mas que lo preciso para formar calle con la casa de enfrente. La acumulación de la pobla- ción por aquella parte ha invadido sus alrededores y amenaza ha- cer otro tanto con el de la Patriarcal, S. Luis y otros que se están construyendo un poco mas allá. No sabemos cómo se ha dado permiso para edificar allí, ó sí se Año».0—i^ium, 2®. ha hecho sin él: de todos modos urge remediar los males que la aglomeración de edificios junto á los cementerios puede ocasionar. Respetamos como el que mas el derecho de propiedad, pero este derecho no debe ejercerse en daño de toda una población. El día que se desarrolle una epidemia; si por ejemplo, volviese el cólera á visitarnos, como es de esperar de su propagación en Europa ¿ha- bría gobierno que permaneciese con las manos aladas por no i r contra el derecho de propiedad, y mantuviese aquel foco de per- petuidad de la epidemia? No. Entonces entrarían las prisas, se atropellada por todo, se derribarían los edificios, se aumentada el desorden consiguiente á la calamidad que aíligiria á la corte, se presenlarian dificultades por los propietarios que no dejarían de aprovecharse de la confusion del momento para suscitar obstácu- los que cuando menos distraerían á las autoridades impidiéndolas ocuparse de otras medidas necesarias á la sazón, y todo se haría mal. Pues este caso ú otro análogo debe prevenirse: las reglas sa- nitarias que son convenientes en tiempos estraordínarios lo son también en los normales: los gobiernos no deben esperar á que amenace un mal para conjurarle, sino que han de estar siempre pre- venidos para recibirle; y lo que puede hacerse en tiempos de cal- ma para aminorar sus estragos no debe esperarse á hacerlo cuan- do estos sean mas difíciles de atajar. Otra de las observaciones que se nos ocurren es la perjudicial construcción de los nichos y panteones. Si la vanidad y la ostenta- ción han dado márgen á la colocación délos muertos á modo de cajones de droguería, la salud públici que es la suprema ley pros- cribe todo lo que no se conforme con las invariables reglas pres- critas por la naturaleza para la conservación del hombre. ¿Que ga- rantías presenta de la salubridad esa anaquelería de tabiques de pandero permeables á todos los gases y emanaciones deletéreas de la fermentación pútrida? No estarían mejor bajo de tierra los millares de cadáveres que hoy ocupan los nichos difundiendo sus miasmas pestilenciales que se dejan percibir á distancia razonable de las tapias de los cementerios? Mas una vez que hasta después de la muerte el rico quiere ostentar su vanidad y pretende ser mas que los demás hombres, satisfágasele enhorabuena este capri- cho, déjesode perpetuar su memoria en pirámides, sarcófagos, tú- mulos, inscripciones y leyendas de todo género; pero sus restos mortales sirvan de cimiento á tales monumentos, de modo que la mole que descanse sobre ellos impida que sean perjudiciales á sus semejantes. Ya que los modernos campos santos van mejorando las condiciones higiénicas de los antiguos por los plantíos de vejc- tales que purifican algún tanto la atmósfera y dan un aspecto me- nos tétrico á su recinto, avance la reforma mas adelante y desliér- rense para siempre esas estanterías insalubres ai par que ridicu- las. Seis píes de tierra caliza sobre el cadáver de un hombre bas- tan á contentar las exigencias de la salud pública: una humilde cruz de madera, ó una pirámide como las de Egipto encima son los estremos de la escala en que pueden contentar las suyas el mas pobre de los ciudadanos y el mas orgulloso potentado. Como nuestro objeto en este artículo no se estiende mas allá de las me- didas higiénicas que entendemos deben tomarse sobre el asunto que nos ocupa, nada diremosacerca de la creciente aticion á cemen- terios y su prodigiosa multiplicación de pocos años á esta parte, que si sigue en la progresión actual, á vuelta de un siglo ocuparán mas los campos santos que la población, de modo que el estrange- ro que llegue á Madrid creerá que entra en el valle de los sepul- cros. Omitirnos hacer por ahora reflexiones sobre ello porque á nuestros descendientes toca dar por el pie á estos monumentos cuyos fundadores viven persuadidos de que se perpetuarán hasta la resureccion déla carne, y se lisongean con la idea de que hasta entonces permanecerán encerrados ellos y su milésima generación en los panteones de familia que dejan ya pagados por adelantado. Para concluir diremos que en nuestro concepto es del mayor ínteres que el gobierno lome en consideración este punto de sani- dad con tiempo, ya por la eventualidad de una epidemia, ya por que los abusos no crezcan de día en día, y haya mas obstáculos para desterrarlos. Lo mismo decimos relativamente á los depósitos y conducción de los cadáveres. Las nedidas que hemos indicado en este discurso no son de dilicil ejecución: si se resienten de ellas tic seaicmbrc tie 1858.

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E L RESTAURADOR FARMACEUTICO PERIODICO OFICIAL

DÉ L A S O C I E D A D F A R M A C E U T I C A D E S O C O R R O S MUTUOS.

MEDIDAS SANITARIAS.

Como verán nuestros lectores en otro lugar de este n ú m e r o , se íia pensado en formar un depós i to pora los cadáve re s inmediato á los campos santos, á fin de observarlos debidamente basta el t i e m ­po de su i n h u m a c i ó n y evitar ta posibilidad de mandar á la huesa una persona viva . Esta medida cuyo objeto no podemos menos de aplaudir, pero en cuya real ización creemos ver inconvenien­tes muy atendibles, y que podcia suplirse por otros medios , nos ha hecho recordar ideas que muchas veces nos ha llamado la a tención relativamente al modo de custodiar y conducir los c a d á ­veres y aun á la s i tuación de los campos santos. Si no estamos mal in ío rmados existen disposiciones gubernativas que prohiben esponer á la vista del público los difuntos y conducirlos destapa­dos por las calles, y sin embargo de esto y de que hemos visto lle­var a efecto tan saludable medida en los patios y bóvedas de a lgu ­nas parroquias, vemos que en otras sucede lodo lo contrario. Hay iglesia donde se espone al públ ico un cadaver por espacio de v e i n ­ticuatro y mas horas: en las bóvedas de otras llama la a tenc ión de cuando en cuando el gran aparato de luces que esta invitando al t r a n s e ú n t e á asomarse á las rejas por donde se ofrece á su vista un cadáver que por mas que se adorne con cintas, guirnaldas cruces, mantos y condecoraciones no deja de ser un c a d á v e r , esto es, u n foco de pu t re facc ión encerrado en un pequeño y mal ven t i ­lado recinto donde la combustion de tanta cera que impregna de ác ido ca rbón ico la a tmós le ra aumenta la insalubridad del si t io, y contribuye con la alta temperatura que produce á la mas ráp ida descomposic ión del cuerpo muerto. En las casas particu!ares_ se colocan t a m b i é n los difuntos en la pieza mas accesible á la vista del públ ico , presentando el mismo ó semejante aspecto repugnan­te queen las bóvedas y rodeados de todos sus inconvenientes: y mas de cuatro veces se oye decir tanto de las iglesias como de ias bó ­vedas y casas particulares, que ha habido que cerrar la caja de D. Fulano porque no se podia parar del mal olor que d e s p e d í a . ¿Si esto es asi, si diariamente se toca este m a l , porque no se remedia? La prohib ic ión de tales depósi tos nos parece bien sencilla.

Respecto de la conducc ión al camposanto, vemos difuntos p r i ­vilegiados: pues mientras ios unos van en sus cajas cerradas como debe ser, otros especialmente los niños y ias jóvenes solteras van des­papados, como si la tierna edad de aquellos ó el estado honesto de es­tas les dispensase del horroroso aspecto de la muerte y de i r exa­lando miasmas nada saludables para la población. Esta infracción de las disposiciones vigentes debe corregirse t a m b i é n haciendo que se observe lo mandado.

La s i tuación y cons t rucc ión de los campos santos es otro de los puntos sobre que las autoridades deben fijar grandemente la aten­c ión . Hace treinta años no habia en Madrid mas campos santos que los dos generales situados fuera de la puerta de Toledo el uno, y de la de Fuencarral el otro, y el de S. Isidro del campo de posterior crea­c i ó n . A ellos se llevaban todos los cadáve res inclusos los del Hos­pi ta l , á pesar de que tiene su cementerio dentro del recinto de su cerca, cuyo uso justamente se c o n d e n ó . La s i tuación de los tres no era desacertada: construidos á una distancia proporcionada de la población en parages aislados y bien ventilados, llenaban casi lodas las condiciones h ig i én icas que son de apetecer; y la voluntad decidida del gobierno en su establecimiento acabó con los enterra­mientos en las iglesias y bóvedas que no fué poco en la época de su i n a u g u r a c i ó n . Pero d e s p u é s acá en vez de progresar hemos ido retrogradando espantosamente en este par t icular . E l cementerio de S. Nicolás y el de S. Sebastian se han edificado en uno de los pun­tos mas bajos de las afueras, á la inmediac ión de las alcantarillas y formando calle con una porción de casas á distancia de diez ó doce pasos. El cementerio general de fuera d é l a puerta de F u e n -caral le han sitiado con edificios casi por todo al rededor, en t é r ­minos que por algunos puntos no dista mas que lo preciso para formar calle con la casa de enfrente. La acumulac ión de la pobla­ción por aquella parte ha invadido sus alrededores y amenaza ha ­cer otro tanto con el de la Patriarcal, S. Luis y otros que se es tán construyendo un poco mas al lá .

No sabemos cómo se ha dado permiso para edificar a l l í , ó sí se A ñ o » . 0 — i ^ i u m , 2 ® .

ha hecho sin é l : de todos modos urge remediar los males que la aglomeración de edificios junto á los cementerios puede ocasionar. Respetamos como el que mas el derecho de propiedad, pero este derecho no debe ejercerse en daño de toda una poblac ión . El d ía que se desarrolle una epidemia; si por ejemplo, volviese el có l e r a á visitarnos, como es de esperar de su propagac ión en Europa ¿ h a ­bría gobierno que permaneciese con las manos aladas por no i r contra el derecho de propiedad, y mantuviese aquel foco de p e r ­petuidad de la epidemia? No. Entonces en t r a r í an las prisas, se atropellada por todo, se d e r r i b a r í a n los edificios, se aumentada el desorden consiguiente á la calamidad que aí l ig i r ia á la corte, se presenlarian dificultades por los propietarios que no de jar ían de aprovecharse de la confusion del momento para suscitar o b s t á c u ­los que cuando menos d i s t rae r ían á las autoridades impid iéndo las ocuparse de otras medidas necesarias á la sazón, y todo se h a r í a mal. Pues este caso ú otro análogo debe prevenirse: las reglas sa­nitarias que son convenientes en tiempos e s t r ao rd ína r io s lo son también en los normales: los gobiernos no deben esperar á que amenace un mal para conjurarle, sino que han de estar siempre pre­venidos para recibir le ; y lo que puede hacerse en tiempos de cal­ma para aminorar sus estragos no debe esperarse á hacerlo cuan­do estos sean mas difíciles de atajar.

Otra de las observaciones que se nos ocurren es la per jud ic ia l const rucción de los nichos y panteones. Si la vanidad y la ostenta­ción han dado márgen á la colocación d é l o s muertos á modo de cajones de d r o g u e r í a , la salud púb l i c i que es la suprema ley pros­cribe todo lo que no se conforme con las invariables reglas pres ­critas por la naturaleza para la conservac ión del hombre. ¿Que g a ­rant ías presenta de la salubridad esa a n a q u e l e r í a de tabiques de pandero permeables á todos los gases y emanaciones d e l e t é r e a s de la fermentac ión pú t r ida? No es tar ían mejor bajo de t ierra los millares de cadáve re s que hoy ocupan los nichos difundiendo sus miasmas pestilenciales que se dejan percibir á distancia razonable de las tapias de los cementerios? Mas una vez que hasta d e s p u é s de la muerte el rico quiere ostentar su vanidad y pretende ser mas que los demás hombres, satisfágasele enhorabuena este c a p r i ­cho, déjesode perpetuar su memoria en p i rámides , sarcófagos , t ú ­mulos, inscripciones y leyendas de todo g é n e r o ; pero sus restos mortales sirvan de cimiento á tales monumentos, de modo que la mole que descanse sobre ellos impida que sean perjudiciales á sus semejantes. Ya que los modernos campos santos van mejorando las condiciones h ig ién icas de los antiguos por los plantíos de vejc-tales que purifican a lgún tanto la a tmósfera y dan un aspecto m e ­nos té t r i co á su recinto, avance la reforma mas adelante y des l ié r -rense para siempre esas es tan te r í a s insalubres ai par que r i d i c u ­las. Seis píes de t ierra caliza sobre el cadáve r de un hombre bas­tan á contentar las exigencias de la salud públ ica : una humilde cruz de madera, ó una p i r ámide como las de Egipto encima son los estremos de la escala en que pueden contentar las suyas el mas pobre de los ciudadanos y el mas orgulloso potentado. Como nuestro objeto en este a r t í cu lo no se estiende mas allá de las m e ­didas h i g i é n i c a s que entendemos deben tomarse sobre el asunto que nos ocupa, nada diremosacerca de la creciente aticion á cemen­terios y su prodigiosa mul t ip l i cac ión de pocos años á esta parte, que si sigue en la p rogres ión actual, á vuelta de un siglo o c u p a r á n mas los campos santos que la poblac ión , de modo que el estrange-ro que llegue á Madrid c ree rá que entra en el valle de los sepul­cros. Omitirnos hacer por ahora reflexiones sobre ello porque á nuestros descendientes toca dar por el pie á estos monumentos cuyos fundadores viven persuadidos de que se p e r p e t u a r á n hasta la resureccion dé l a carne, y se lisongean con la idea de que hasta entonces p e r m a n e c e r á n encerrados ellos y su mi lés ima gene rac ión en los panteones de familia que dejan ya pagados por adelantado.

Para concluir diremos que en nuestro concepto es del mayor í n t e r e s que el gobierno lome en consideración este punto de sani­dad con tiempo, ya por la eventualidad de una epidemia, ya por que los abusos no crezcan de día en d ía , y haya mas obstáculos para desterrarlos. Lo mismo decimos relativamente á los depósi tos y conducción de los cadáve r e s . Las nedidas que hemos indicado en este discurso no son de d i l i c i l e jecución: si se resienten de ellas

tic seaicmbrc tie 1858.

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102 as p r á c t i c a s envejecidas ó los intereses "personales, no por eso d e b e r á arredrarse la au tor idad: la salud p ú b l i c a es la supre­ma ley.

HOSPITAL DE L A PRINCESA.

Tenemos la mayor sat is facción en a n u n c i a r á nuestros lectores que las obras del Hospital de la Princesa siguen con la mayor act ividad gracias al celo y sol ic i tud de su di rector el arqui tecto I) . An íba l Alvarez. He aqui la d e s c r i p c i ó n que hace de ellas nues­tro apreciable colega el Bolet ín de Medic ina , Círuj ia y Farmacia , cuyos redactores han tenido el gusto de examinarlas personal­mente.

«El sitio que se ha elegido para su c o n s t r u c c i ó n , dice el citado per iód ico , es el mas á propós i to y adecuado para hospital por su terreno elevado casi horizontalmente, al Norte de la corte, lo des­pejado en todas direcciones, y completamente aislado entre la prolongación de las calles Ancha de S. Bernardo y Conde-Duque, el paseo de la Ronda que se dirige á la Cuesta de Areneros y esta poblac ión .

Entre el muro actual de cerramiento y la fachada pr incipal del edificio queda una desahogada plaza, á la que d e b e r á n tener sa­lida las calles del Acuerdo y S. Dimas.

La forma del hospital, muy parecida , sino i g u a l , á la del ge­neral de Bnrdeos, es la de un gran rec tángu lo con un pabel lón central saliente á la fachada posterior. Ocupa en su lolalidad una superficie de 67,963 pies, d é l o s cuales contienen los patios 23,330 y la parte cubierta del edificio 44,633 pies superficiales.

Cons t a r á de una planta general de sótanos que se elevan unos cinco píes sobre el terreno esterior; de los pisos bajo y pr incipal con 15 píes de altura cada uno , y de piso segundo solo en la parte cent ra l .

Para la mejor inteligencia en su d i s t r i b u c i ó n , puede conside­rarse dividido el hospital en tres grandes secciones.

Las dos laterales, esclusivamente destinadas para las enferme­r ías de ambos sexos se componen cada una de cuatro crujías para­lelas á la fachada principal separadas por tres p a t í o s , y contienen en sus dos pisos i 6 salas capaces de treinta camas: cada sala t i e ­ne 100 píes de longi tud , 24 de ancho y 13 de a l tu ra , y á sus es-tremos una pequeña cocina y bot iquín , cuartos de practicantes, enfermero de guardia ó hermana de la Caridad , y su correspon­diente c o m ú n .

La sección central contiene todas las oficinas y dependencias del hospi tal : está dividida en tres trozos separados por dos patios En el comprendido entre la fachada principal y el primer pa t ío está la entrada por dos escalinatas laterales que salvan el zócalo general, v e s t í b u l o , oficinas de admin i s t r ac ión y la del reconoci-laiento de enfermos, sala de jun ta s , escalera de subida al piso pr incipal , y en él la capilla y estancia de los empleados de todas ciases; y ei piso segundo con tr ibuna á l a capilla, destinado esclu­sivamente á las hermanas de la Caridad.

La parte comprendida entre los dos patios contiene todas las oficinas principales para el pronto servicio del establecimiento, y en sus tres pisos se hallan los almacenes, lavaderos, cocina y bo­t ica, b a ñ o s de hombres y mujeres, refectorio de dependientes, sa­la de operaciones, con otras dos para los aparatos y vendajes.

El trozo del testero, formando un cuerpo saliente aislado, está destinado para salas de los enfermos de paga con todas las piezas necesarias á su mejor servicio, terminando el edificio con un a n ­fiteatro a n a t ó m i c o .

Para el mas pronto servicio, del hospital existen diversas gale­r í a s , y en los ángu los del patrio central cuatro escaleras interiores que bajan hasta los só tanos ; por dichas ga le r ías se estraen los ca­d á v e r e s . Con el fin de establecer corrientes constantes de aire, se dejan ventiladores de las g a l e r í a s á los pat íos inmediatos , y de los só t anos á las salas de enfermos.

La cons t rucc ión del hospital se encuentra bastante adelantada: se ven terminados los cimientos, edificadas var ías bóvedas de la­dr i l lo que cubren parte de los só tanos y s o s t e n d r á n el pavimento de las oficinas principales; está s e n t á n d o s e , y va muy adelantado, el zócalo general ó el basamento compuesto de cuatro hiladas de can t e r í a , á pesar de la gran estension de 2510 pies en que se de­sarrolla su l ínea : ú l t i m a m e n t e , hallanse á punto de concluirse las alcantarillas y atageas, que están bien dispuestas y son de una es­merada c o n s t r u c c i ó n , o b s e r v á n d o s e que todos los sótanos anejos á los departamentos de la botica, cocina, baños y d e m á s dependen­cias se ven cubiertos con bóvedas interceptadas por lunetas nume­rosas que les facilitan cuanta luz puedan necesitar.

Para que el coste total del edificio no esceda de cuatro m i l l o ­nes,, van á construirse entramadas todas las fachadas traviesas y tabiques divisorios: los suelos y armaduras t amb ién se rán de ma­dera.

Sensible es, que por una economía mal entendida, se haya adoptado cons t rucc ión tan mezquino, principalmente en las facha­

das, inferior á la de muchas casas particulares; y en nuestro con­cepto poco conveniente rpara garantir á los enfermos de las v i o ­lentas |variaciones atmosfér icas que por desgracia esperimentamos en Madrid .

ACTOS D E L GOBIERNO-GOBIERNO DE L \ PROVINCIA DE MADRID,—El Excmo. Sr. Ministro de

la Gobernac ión del reino, con fecha 12 del p róx imo pasado, se ha servido comunicarme de real orden lo siguiente:

« E x c m o . Sr,—Con el fin de evitar que personas agenas á las d i ­ferentes facultades de la ciencia de curar puedan hacerse por me­dios i l eg í t imos con t í tu los profesionales de las mismas, y de con ­formidad con lo propuesto por el ministerio de Gracia y Justicia, la Reina' (Q. D, G.) se ha servido resolver que remita V , E. á este ministerio los respectivos á los profesores que fallezcan en esa provincia, escepto en el caso de que lo reclamasen sus^familias, pues entonces se Ies e n t r e g a r á n d e s p u é s de horadados é i n ú t i l e s ; dando conocimiento á este min i s t e r io .»

Lo que se publica en el Bole t ín Of ic ia l y Dia r io de Avisos, á fin de que los s e ñ o r e s subdelegados de la ciencia de curar j d e m á s autoridades á quienes coresponda, remitan á este gobinnin h.s t í tu los de los facultativos que fallezcan en esta provincia, en los t é r m i n o s que índica la espresada real orden,

Madrid 4 de setiembre de 1833,—Antonio B e n a v í d e s . —MINISTERIO DE LA GÜERRA-SANIDAD MILITAR. Habiéndose digna­

do S. M . la Reina ( Q . D . G ) resolver, en vista de las razones es­puestas por esta di rección general, que se prorogue hasta el día 20 de! próximo mes de octubre el plazo designado para firmar las opo­siciones á las plazas vacantes en el cuerpo , se hace saber por medio de este anuncio á fin de que llegue á noticia de los que de­seen tomar parte en dichos actos,

Madrid 12 de setiembre de 1853.—Manuel Monteverde . —Por otra real ó r d e n fecha 9 del corriente se dan diversas r e ­

glas escitando el celo de los ayuntamientos para que promuevan la cons t rucc ión de edificios en los barrios es t reñ ios de las pobla­ciones, á fin de que sirvan de habi tac ión á las clases jornaleras y menesterosas; estableciendo como m á x i m u m el alquiler de 120 rs. mensuales en Madrid y Barcelona, y en cada casa cuartos de todos valores debienao ser al menos las dos terceras partes jus t iprec ia­dos dentro de los precios ínf imos.

NOTA SOBRE EL ESTRACTO DE GUAYACO por M . Monigault, f a r m a c é u ­tico de Agen; miembro corresponsal de l a sociedad de f a rmac ia de Pa r i s .

¿Es ventajoso hacer muchas decocciones sucesivas del guayaco para apurar esta sustancia y sacar todo el estracto que pueda c o n ­tener? ó ¿es preciso, por el c o n t r a r í o suspender la o p e r a c i ó n des­pués de la primera, segunda, tercera ó cualquiera otra d e c o c c i ó n porque entonces ya el trabajo y el combustible valen masque el producto obtenido? Por ú l t i m o , ¿es menester en cada decocc ión emplear la cantidad de agua prescrita portel Godex, es decir diez veces el peso del guayaco empleado?

Estas son las cuestiones c|ue hemos tratado de resolver por rnadío de los siguientes e s p e r í n i e n t o s .

Se pusieron á cocer l igeramente ( d i g e s t i ó n ) , por espacio de 4 horas 8 quilogramos de rasuras de guayaco, tal como corre en el comercio, con poco mas de su t r ip lo de agua destilada. La masa fuertemente esprimida en un saco de tela díó 10 q u i l ó g . de l í q u i ­do, que d e s p u é s de dejado en reposo convenientemente y evapora­do, produjo 116 gram, de estracto de buena consistencia; es decir que cada quilogramo díó 7,23 gram, de estracto. (1)

El residuo de esta primera decocc ión pesaba, con el saco 18,5 qu i lóg : el saco solo seco, antes de la esper ienc ía pesaba 0,5 qu i lóg . de modo que restando este pesa del total .hallaremos que el r e s i ­duo y el l íquido retenido en él y en el saco pesaban 18 qu i lóg . y r e ­bajando ademas los 8 qu i l óg . de guayaco empleado se hal lará que el peso de la humedad deque estabaa'empapados el residuo y el sa­co era 10 qu i lóg . Suponiendo quepiubieran podido sacarse por es-presion estos 10 qui lóg . hubieran producido á razón de 7,25 gram, cada uno, 72,5 gram, mas de estracto. Sabemos, pues, que estos 72,5 gram, de estracto existen en la masa: Pasemos á otra e spe r i enc í a la cual nos demostrara t a m b i é n sí toda la parte estractiva habla salido de las rasuras de guayaco, y no h a c í a mas que flotar en el l íquido de que estaban impregnadas.

Otra segunda decocc ión por espacio de 4 horas con cantidad suficiente de agua, díó 17 qui lóg . de l í qu ido , que evaporados con­venientemente produjeron 85 gramos de, estracto. Dividiendo íes te n ú m e r o 83, peso del estracto, por 17, n ú m e r o de q u i l ó g . se halla que cada uno ha producido 3 gramos.

Según la primera suposic ión, esto es sí no hubiesen retenido na­da las rasuras y toda la parte estractiva hubiese flotado en el l í qu í -

1 En estos n ú m e r o s debe estar equivocado alguno, como puede ver c u a l ­quiera que quiera comprobar la cuenta. iY. del T.)

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do do que estaba impregnado el residuo, no deberiamos haber sa­cado mas que 72,5 gram.de eslracto, aun conlando con la porción que retiene todavía el residuo, y puesto que hemos sacado mas, es claro que por la primera digestion es tábamos lejos de haber estraido del leño toda la parte soluble que contenia.

El residuo y el saco de esta segunda digestion pesaban como la primera vez 18,5 qui lóg. de modo que habia 10 qui lóg . de l íquido interpuesto. Si fuese posible estraer este l iquido, calculando, se­g ú n hemos esperimentado, 5 gram, de residuo por qu i lóg . podria producir 50 gram. Veamos lo que sucede por un nuevo t r a t a ­miento.

Puesto en digestion y aun hervido el residuo precedente por es­pacio de 4 horas con suficiente cantidad de agua, d e s p u é s de es-primido y dejado en reposo, dió 19 qu i lóg . de l íquido que evaporado produjo 29,5 gram, de eslracto, lo que hace cerca de 1,5 gram, por q u i l ó g . de l íquido . Esta cantidad nos pa rec ió tan corla que crcimos seria inú t i l prolongar mas el trabajo, mucho mas cuando no era suficiente para pagar el coste y el combust ible .

El res'duo y el saco, impregnados como siempre ide la misma cantidad de l íquido no c o n t e n d r í a n mas que de 15 á 16 gram, de estrado, á razón de 1,5 por qui log. Añadidos estos 15 ó 16 gram, á los 29,5 de estrado obtenidos ya, formaran un total de 45 á 46 g ram. , cantidad algo menor que la que hab íamos supuesto por la esperiencia anterior; pero sino hemos hallado los 50 gram, que existían es por las pé rd idas ocasionadas por la adherencia del es-tracto con los vasos e v a p ó r a t e n o s , adherencia que no es propor­cional nunca á la cantidad de estrado que se obtiene.

Esta ú l t ima esperiencia demuestra que por las dos primeras, decocciones se ha privado al leño de toda la parte es t radiva; la nueva cantidad que se obtiene ulteriormente no proviene sino del l íquido impregnado en el saco, d e s p u é s de la segunda y tercera decocc ión .

Conclusion. De todo lo que precede, se deduce:

1 . ° Que bastan dos ligeras decocciones (digestion) continuadas por espacio de 4 horas con tres partes de agua y una de guayaco para estraer todas las partes solubles de este.

2. ° Que no se puede compensar el combustible y el trabajo (1) con el producto de otra tercera d e c o c c i ó n ,

3. ° Que la cantidad de agua indicada por el Codex es escesiva y puede reducirse en vez de 10 á 3 veces ó 3 1/2 el peso del guayaco empleado. { J o u r n . de P h a r m . et de Chim.)

SOBRE IA AFINIDAD QUÍMICA POR M . Bunsen,

M . Bunsen acaba de publicar una memoria muy importante so­bre algunas nuevas manifestaciones de la afinidad. Sabido es el mo­do con que Berthollet ha formulado la influencia particular que las masas de loscuerpos ejercen sobre la afinidad, pues según la ley enun­ciada por este cé lebre autor de la es tá t ica qu ímica , un cuerpo sobre el cual reaccionen dos sustancias diferentes por su masa y na tu ra ­leza se fracciona entre ellas según una re lación proporcional á los productos de sus masas y afinidades respectivas. Si llamamos A y B los masas de las dos sustancias que ejercen r eacc ión sobre el cuer­po C y qne se hallan en esceso, a y j3 los coeficientes de sus a f i n i ­dades respectivas para con este cuerpo, las cantidades a y 6 q u é se combinentcon el cuerpo G se rán entre sí corno a A es á B . De modo que la relación de la afinidad de las sustancias A y B para con el cuerpo C está espresada por la e c u a c i ó n . .

«• aB

M . Bunsen ha querido someter esta ley á la esperiencia , que hasta ahora no la habia sancionado, y habiendo obtenido resultados contrarios, pensó establecer otra ley que parece dar alguna luz so­bre la naturaleza ín t ima y las manifestaciones de la afinidad. E s ­ta nueva ley puede enunciarse en las cuatro siguientes proposi­ciones.

I.0 Cuando se ofrecen á un cuerpo A , en circunstancias favora­bles a l a combinac ión , dos ó mas cuerpos B, B ' . . . . que se hallan en esceso, el cuerpo A se combina con cantidades de los cuerpos B, B ' . . . . que es tén entre sí en re lac ión simple, de modo que se forman 1 ,2 , 3. . . . equivalentes de una d é l a s combinaciones al mismo tiempo que 1, 2, 3, 4 . . . equivalentes de la otra.

2.° En el caso en que se forme también con un equivalente de la combinación A - f - B , otro de la combinac ión A - + - B ' , se puede a u ­mentar hasta cierto l ímite la masa del cuerpo B con re lac ión á la del cuerpo B ' sin que sufra modif icación la re lac ión a tómica de las combinaciones que se forman. Pero fuera de este l ímite la relación cambia repentinamente, de 1:1 llega á ser 1: 2 , 1 : 3, 2: 3 . . . . etc. Entonces puede aumentarse de nuevo la masa de uno de estos cuerpos sin que cambie la re lación hasta llegar á otro cierto l ími te ,

i Según el actual valor del guayaco, aunque no hayamos calculado d i r e c ­tamente el precio y el trabajo, se ve que 29,3 de estracto por la tercera de­cocción no indemnizan el gasto que hay que hacer para obtener y evaporar 19 quilogramos de l iqu ido .

103 pasando del cual vuelvo á e spe r ímcn la r otra nueva modif icación.

3. ° Cuando un cuerpo A ejerce una acción reduclr iz sobre una combinación B - i - C que se halle en esceso, de modo que quede en libertad C y se forme un co-npuesto A - t - B , si el cuerpo C puede reducir á su vez el compuesto A + B, el resultado final de la descomposic ión es tal que la porción de la combinac ión r e d u ­cida está en relación a tómica simple con la que no lo ba sido.

4. ° En todas estas reducciones puede aumentarse la masa de uno de los cuerpos hasta cierto l ími te sin que sufra a l te rac ión la re lac ión a tómica de las combinaciones formadas, pero fuera de es­te límite cambia r á p i d a m e n t e , siguiendo siempre, sin embargo, r e ­laciones muy simples.

La falta de espacio no nos permite mas que dar una idea gene­ral del método esperimental adoptado por M . Bunsen en sus inves­tigaciones sobre la afinidad.

[ Para estudiar la influencia de las masas, este dist inguido q u í ­mico ha hecho sus esperimentos con mezclas de gases que hacia reaccionar en diferentes proporciones. Sí se inflaman dos gases combustibles, óxido de carbono é h i d r ó g e n o , por ejemplo, con una cantidad de óx igeno , insuficiente para producir una completa com-hus t íon , eloxígeno se divide entre los dos gases combustibles, de modo que las cantidades de ácido carbónico y de agua formadas,se hallan en re lac ión a tómica simple, según la indicada ley. Haciendo variar las relaciones de ambos gases cbmbustibles[enlre s í , subsiste esta re lación hasta cierto l í m i t e , pasando del cual se cambia repen­tinamente en otra. En las numerosas esperiencias que ha hecho M . Bunsen con este mot ivo , ha observado las relaciones siguientes entre los v o l ú m e n e s de vapor de agua y de ácido carbónico f o r ­mados.

1 vo iúraen de vapor de agua 2 vo l . 2 vo l . 3 vo l . 4 vo l .

2 vo l . 1 vo l . 1 vol . 1 vo l . 1 vol

de ác ido ca rbón ico .

Estos resultados pueden interpretarse admitiendo que en d i f e ­rentes mezclas de gas h i d r ó g e n o y óxido de carbono incompleta­mente quemados por el ox ígeno , los productos de la combustion corresponden á cinco hidratos de ác ido ca rbón i co representados por las formulas siguientes:

HO. 2C02. HO, C02. 2HO, C02. 3HO, G02. 4HO, C02. M . Bunsen trata en seguida la cues t ión de saber sí la simplicidad de las relaciones que se hallan entre los productos de la combus­t ion, depende precisamente de la formación de estos hidratos de ác ido ca rbón ico ; y d e s p u é s de una profunda discus ión la resuelve negativamente.

Pasando en seguida á otra sér ie de esperiencias indica los r e ­sultados que ha obtenido por la combustion incompleta del c i a n ó -geno. En estas circunstancias se forma ázoe , ácido carbónico y óxido de carbono, en proporciones muy simples, s e g ú n la indicada ley. En efecto el oxígeno forma en este caso con el carbono de! c i a n ó g e n o , no ác ido ca rbón i co ni óxido de carbono puros, sino u n . mezcla de los dos gases en re lac ión a tómica s imple , corno si so hubiese formado la combinac ión 2GO + C02 ó C. 05.

Cuando se inflama una mezcla de h i d r ó g e n o , de ácido c a r b ó n i ­co y de ox ígeno , el ácido ca rbón ico se halla espueslo á la vez á la influencia r educ t r í z del h i d r ó g e n o y á la acción del ox ígeno que en cierto modo es t án en lucha. En tal caso se observa siempre el hecho notable de que la parte de gas ác ido ca rbón i co que se halla heducida está en una re l ac ión a tómica simple con la no reducida .

Reasumiendo los resultados de todas las esperiencias hechas sobre este asunto se llega á concluir que la acción reductr iz del h i d r ó g e n o , ó la acc ión oxidante del ox ígeno tiene lugar como si se formasen las combinaciones. 2CO, C02; 3CO, C02; 3CO, 2C02; HO, 2C02 HO, C02, 2HO, C02;

3HO, C 0 2 ; 4HO, C02 Casi todas estas fó rmulas corresponden á combinaciones descono­cidas. Si nos fuera permitido considerarlas como la espresion do materias verdaderamente existentes, es claro que las esperiencias cuyos resultados indican, hubieran dado el modo de determinar de antemano y esperimentalmente, las relaciones a tómicas de sustan­cias aun desconocidas.

Pero sobre todo, cualquiera que sea la significación que quiera a r r íbu i r se á estas notables fó rmu la s , es evidente que se puede, desde ahora, mirarlas como espresando un modo de acción entera­mente particular de la afinidad, y que por lo tanto las relaciones n u m é r i c a s que se descubren en ellas, y que se pueden designar con el nombre de coeficientes de a f in idad deben distinguirse de los coeficientes de combinac ión ó de los n ú m e r o s a tómicos (equiva -lentes).

UNGÜENTO DE URATO DE AMONIACO.

T ó m e s e : Urato de a m o n í a c o . . . de 2 dracmas á 1 onza. Manteca 1 onza.

Se mezclan esadamente y se aplica con un p inceüto dos veces

Page 4: EL RESTAURADOR FARMACEUTICO

104 sil d ía sobre Ins erupciones cuUmeas c r ó n i c a s ; y sobre las caras an -lerior y posterior del pecho en las afecciones tuberculosas del p u l ­m ó n .

ÜSO DEL SLLFO-TARTRATO DE QUININA EIS LAS FIEBRES INTERMITENTES.

El doctor BASTILLE, médico italiano, lia publicado una larga m e ­moria sobre el uso del sal ía lo de quinina unirlo al ácido t á r t r i c o ení las liebres intermitentes; ha aquí las conclusiones de dicha me­mor ia , relativas á la acc ión , dósis y modo de admin i s t r ac ión del nuevo medicamento.

1. a E l sulfato de quinina unido á una cantidad igual del ácido t á r t r i c o , es mas activo que el sulfato de quinina aislado, mas ven ­tajoso en la p r ác t i ca , en razón de la menor dósis que es precisa para triunfar de una fiebre intermitente, y bajo el aspecto e c o n ó ­mico preferible t ambién al sulfato de qu in ina , que ya es la mas barata de todas las preparaciones q u í n i c a s . .

2 . a Por regla general, puede establecerse que la cantidad su­ficiente para suplir proporcionalmente á otra de sulfato de quinina, es la mí tád del nuevo medicamento; no obstante, se comprende que esto no puede establecerse de una manera absoluta y que la í idministracion de este metlicamento debe sujetarse á las mismas reglas que los demás an l ipe r iód i cos .

3. a En cuanto a! modo y tiempo de administrar el su l fo- lar t ra-to de quinina, puede asegurarse que es mas activo si se adminis ­tra en una corta cantidad de vehículo y en el periodo de sudor.

El doctor BASTILLE ha podido observar después de u s á r o s t e medicamento febr í fugo, que los habitantes del campo que por f a l ­ta de medios descuidaban antes su c u r a c i ó n , tenian d e s p u é s mas cuidado de sí mismos, y que el n ú m e r o de reca ídas era menor. E l descubrimiento del sulfo-tartrato dé quinina debe llamar seria­mente la a t enc ión , por sus ventajas económicas , de las personas que tienen bajo su d i recc ión los hospitales y demás establecimien­tos en que suele haber acumulac ión de enfermos tercianarios.

EXTRACTO ANTI-TÍSICO.

Hace a l g ú n tiempo se usa en Alemania una preparac ión conoc i ­da con el nombre de l iquor coriario-r-quercinus inspissatus, que no es otra cosa que el resultado de evaporaren b a ñ o de m a i i a hasta consistencia de extracto el l íquido claro y amaril lo proceden­te del curtido de los cueros por la corteza de encina. Se ie a t r i ­buye la propiedad que indica su nombre, por lo que se emplea en las afecciones pulmonales c rón icas y con especialidad la d s í s , y aun t ambién contra el raqui t ismo. Se administra en pildoras, mis ­tu ra y poc ión , solo ó unido ai ruibarbo, al agua de laurel cerezo, á la morfina, al l iquen, etc, en dosis de 3 á 8 granos al dia. Dicese que conviene ocultar al enfermo el origen de este medicamento.

—Leemos bu la Union médica . Causa de causas. Después de vista en el inferior en segunda instancia y por fin en sala de d i s ­cordias, la querella sostenida por el homeópa ta Sr. N u ñ e z contra el Sr. Ruiz Jimenez, resulta ahora que la parte querellante ha te ­nido la bondad de interponer una súpl ica como si aun no fueran bastantes los disgustos que nos ha producido por motivos tan l i v i a ­nos como los de que se q u e j ó . •

PROYECTO— Se nos ha asegurado que ha pasado á informe del ayuntamiento de esta capital una proposición ó proyecto presenta­do al Gobierno para construir en las inmediaciones de los campos santos ciertos edificios janálogos á los que existen en Francia y en I ta l ia , á p ropós i to para que sirvan de depósi to de ios cadáve res , que se conse rva rán allí con las debidas precauciones y bajo la v i ­gilancia de facultativos autorizados, desde poco d e s p u é s del fa l leci­miento hasta que deba dárse les sepultura s e g ú n lo dispongan los r e ­feridos profesores. El objeto principal de este pensamiento, además de evitar el peligro que hay en algunas ocasiones de que pueda sar enterrada una personaantes cíe que realmente haya fallecido, es el de ahorrar á la familia escesivos gastos que por una vanidad mal entendida, se creen muchas veces en la necesidad de hacer en la conducciones de los c a d á v e r e s , que por decoro á consideraciones de clase se verifican por el centro de la capital y atravesando sus principales calles, con una os ten tac ión y un lujo gravoso y per ju­dicia l á los interesados que creen no poder prescindir de desple­garle.

A pesar de todo, a l g ú n per iódico político se manifiesta hosti l á la adopción de dicha reforma, que mas pronto ó mas tarde, confia­mos ver planteada.

FORMULARIO DE LOS HOSPITALES; El de los hospitales generales que ha ocupado largo tiempo á una comisión de facultativos del es-Uiblecimiento está ya en prensa y se pondrá muy pronto á la venta. La comis ión ha procurado con el mayor esmero poner en manos de los profesores todos los auxilios ímed ic ína l e s , á fin de que los enfer­mos del hospital puedan ser asistidos como las personas mas aco­modadas. Comprende el formulario una rica co lecc ión de las fór­

mulas mas acreditadas, que puede prestar gran servicio á los p ro ­fesores en la p r á c t i c a domic i l ia r ia .

REGLAMENTO UNIVERSITAIUO. Parece que el gobierno ha aprobado ya el reglamento para el r ég imen in te r io r de la universidad cen­t r a l , propuesto por el entendido Sr. Rector de la misma y en el que han trabajado diversas comisiones de c a t e d r á t i c o s de todas las facultades. Todo induce á creer que se rá una obra á la al tura del bri l lante estado que hoy tiene esta c o r p o r a c i ó n .

— E l dia i . a de octubre t end rá lugar la solemne apertura del próximo curso a c a d é m i c o , en la s i la de actos de la un ive r ­sidad central. P r o n u n c i a r á la orac ión i n a u g u r a l el Sr. D . Pedro Felipe Monlau c a t e d r á t i c o de filosofía.

IIVMENSA MASA DE COBRE. S e g ú n el N e w Y o r k Tr ibune se ha e n ­contrado en la mina Nor th American una masa de cobre puro de 42 pies de long i tud , 20 de anchura y dos de grueso.

—Ha fallecido en Francia á la edad de 72 años el doctor Prune-lle inspector honorario de las aguas de V i c h y .

- T a m b i é n ha muerto en Inglaterra ei cé l eb re profesor Bransby Cooper sobrino del i lustre Astley Cooper, y cirujano del hospital de Guido.

—Igualmente tenemos el sentimiento de anunciar la muerte clel Sr. D . Jacobo María de Llanos médico del hospital general de es­ta corte: se d i r ig í a á Santiago de Galicia con su esposa, cuando atacado de la morta l dolencia tuvo que detenerse en Leon donde falleció el 12 del c ó r l e n t e .

— E l 22 de agosto ú l t imo se ha abierto en Arras la v i g é s i m a secion del congreso científico de Francia bajo la presidencia del ba rón Stassart presidente d é l a academia de Bélg ica .

—Se saca á oposición por t é rmino de un mes que_ c u m p l i r á en fin de este, la plaza de conservador-preparador de piezas a n a t ó m i ­cas de la universidad de Santiago, con la dotac ión de 6000 rs . Los aspirantes, que d e b e r á n ser e spaño ie s , mayores de 24 años y l i c e n ­ciados en medicina por lo menos, p r e s e n t a r á n sus solicitudes a c o m p a ñ a d a s de sus t í tu los y relaciones de mér i tos , en la secreta­ria general de dicha universidad dentro del referido t é r m i n o .

—Se ha jubilado el distinguido ca t ed rá t i co de m i n e r a l o g í a del museo de esta corte D. Donato García qne por espacio de cerca de 40 años ha d e s e m p e ñ a d o esta asignatura con el aplauso y b r i l l a n ­tez que son notorios. Su retirada no dejará de ser sentida por t o ­dos los amantes de la ciencia. El brillante estado en que se halla la r ica colección de minera log ía admirada por todos los sabios es-trangeros, indica bien el celo y singulares conocimientos del c é ­lebre á la par que modesto ca t ed rá t i co que la ha tenido á su car­go. El sucesor que se le ha nombrado, D. Juan Chavarri , tiene que cumplir una misión harto espinosa al ocupar la vacante del p r o ­fesor cuya r e p u t a c i ó n científica es europea. Esperamos que sus es­fuerzos para reemplazarle dignamente no serán infructuosos y que la farmacia podrá vanagloriarse de que haya salido de su seno u n digno sucesor de tan respetable singularidad m i n e r a l ó g i c a .

AMiVCIOS. Se enagena por defunción de su d u e ñ o una botica bien surtida

en la vida de Torrelavega, distante cuatro leguas y media de San­tander y en su carretera. Se c e d e r á con equidad, y aun á plazo su pago, e n t e n d i é n d o s e al efecto con D. Juan Fnnc i s co de la Cuesta Gaviedes, vecino de Ja villa de Cabezón de la sal en la misma p r o ­vincia de Santander.

—Se halla vacante la plaza de cirujano mayor t i tu la r de la v i l l a de Briones en la provincia de L o g r o ñ o , cuya do tac ión anual con ­siste en cinco m i l y quinientos r s . qua se sat isfarán por t r imes­tres iguales en esta forma; los ochocientos por el depositario de iondos municipales y el resto por la co rporac ión munic ipal . Los as­pirantes que d e b e r á n ser cirujanos de segunda clase ó primera y contar ademas seis años de prác t ica en pueblos, hospitales ó cole­gios, podrán d i r i g i r sus solicitudes al presidente del ayuntamiento en todo el mes de setiembre.

Historia un tu r a l t i c l a s d r o g a s simples, ó V a d e «te* CMSU d e l f a r m a c é u t i c o . Traducida de la cuarta y ú l t ima e d i ­c ión , corregida y considerablemente aumentada, por el licenciado en farmacia D . Ramon Ruiz . {Obra declarada detesto para los alumnos de f a r m a c i a . ) Cuatro tomos en 4.° de letra compacta con 360 l á m i n a s intercaladas en el testo.

Precio de esta obra ' I I S ^ rs. en Madrid y M ^ e n provincias. Para que haya mas facilidad en su adquis ic ión y no sea tan sen­

sible su coste, á los profesores de farmacia que la quieran, se les e n t r e g a r á ó r e m i t i r á integra la obra, bajo recibo á condic ión de pa­gar 40 rs.en el acto de recibir la y el resto en plazos de diez reales mensuales sin i n t e r r u p c i ó n . Los pedidos se h a r á n directamente á la r e d a c c i ó n , calle del Avemaria, n ú m . 18, cuarto 2 . ° , ó po1 conducto de los corresponsales del Restaurador.

D i r e c t o r , D . PEDROCALVO ASENSIO.

Imprenta á cargo de Manuel A . G i l , Estudios 9.