Anatomia de Un Instante

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    sal de Pars Match en M a d r i d , e s c r i b a : La s i t u a c i n e c o n -mica de E s p a a roza la ca ts t rofe , el terrorismo aumenta, elescepticismo respecto a las instituciones y sus representanteshiere profundamente el alma del pas , el Estado se desmoronabajo el asalto del feudalismo y de los excesos a u t o n m i c o s , yla pol t ica exterior espaola es un f iasco; conclua: En el airese huele el golpe de estado, el p r o n u n c i a m i e n t o . Todo elmundo saba que p o d a ocurrir, pero nadie o casi nadie sabae l c u n d o , el c m o y el d n d e ; en cuanto al q u i n , no eranprecisamente candidatos a dar un golpe de estado lo que faltaba en el e jrc i to , aunque es seguro que apenas i r r u m p i el teniente coronel Tejero en el hemiciclo todos o casi todos losdiputados debieron de reconocerle de inmediato, porque sucara haba ocupado las pginas de los p e r i d i c o s desde que, amediados de noviembre de 1978, Diario 6 dio la noticia deque haba sido detenido por planear un golpe consistente ensecuestrar al gobierno reunido en consejo de ministros en elpalacio de la Moncloa y aprovechar el vaco de poder para tomar el control del estado; tras su d e t e n c i n , Tejero fue sometido ajuicio, pero la condena que le impuso el tribunal mil i ta ra c a b siendo i r r i sor ia y pocos meses ms tarde ya estaba otravez en libertad y en s i tuac in de disponible forzoso, es decirsin una o c u p a c i n profesional concreta, es decir sin otra ocup a c i n que organizar los preparativos de su segunda intentonacon la m x i m a reserva y contando con el m n i m o n m e r o depersonas, lo que deba impedir la filtracin que dio al traste conla primera. As, en el ms absoluto secreto, contando con unn m e r o r e d u c i d si m o de militares conjurados y con un alt si-m o grado de i m p r o v i s a c i n , se u r d i el golpe, y as se explicaen gran parte que, de todas las amenazas golpistas que se cernan sobre la democracia e s p a o l a desde el verano anterior,sta fuera la que acabase finalmente m a t e r i a l i z n d o s e .

    Las amenazas contra la democracia espaola , sin embargo,no h a b a n empezado el verano anterior. Mucho tiempo desp u s de que S u r e z abandonara el poder un periodista le preg u n t en q u momento haba empezado a sospechar que p o d a

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    producirse un golpe de estado. En el momento en que tuveuso de razn pres idenc ia l , contes t Surez . No m e n t a . Me nos que un accidente de la historia, en E s p a a el golpe de estado es un r i t o v e r n c u l o : todos los experimentos d e m o c r t i -cos han terminado en E s p a a con golpes de estado, y en los l t i m o s dos siglos se han producido m s de cincuenta; el l t i -m o h a b a tenido lugar en 1936, cinco a o s d e s p u s de instaurada la R e p b l i c a ; en 1981 se c u m p l a n t a m b i n cinco aosdesde el arranque del proceso d e m o c r t i c o y , combinado conel mal momento que atravesaba el pas, ese azar se c o n v i r t i enuna s u p e r s t ic i n n u m r i c a y esa s u p e r s ti c i n n u m r i c a aguijon e entre la clase dirigente la psicosis de golpe de estado. Perono era s lo una psicosis, ni s lo una s u p e r s t i c i n . En realidad,Surez tuvo todava ms motivos que cualquier otro presidente d e m o c r t i c o e s p a o l para temer un golpe de estado desdeel mismo momento en que d e m o s t r con los hechos que sup r o p s i t o no era, como pudo parecer al principio de su mandato, cambiar algo para que todo siguiese igual , prolongandoel fondo del franquismo bajo una forma maquillada, sino restaurar un r g i m e n p o l t i c o similar en lo esencial a aquel contra el que cuarenta aos atrs Franco haba levantado en armasa l e j rc i to : no se trataba s lo de que cuando Surez l leg alpoder el e jrc i to fuera casi uniformemente franquista; se trataba de que era, por mandato e x p l c i t o de Franco, el g u a r d i nde l franquismo. La frase ms famosa de la t rans ic in desde ladictadura a la democracia (Todo est atado y bien atado) nola p r o n u n c i ninguno de los protagonistas de la t r a n s i c i n ; lap r o n u n c i Franco, lo que tal vez sugiere que Franco fue elverdadero protagonista de la t r a n s i c i n , o por lo menos unode los protagonistas. Todo el mundo recuerda esa frase pronunciada el 30 de diciembre de 1969 en el discurso de fin dea o , y todo el mundo la interpreta como lo que es: una garan t a extendida por el dictador a sus fieles de que d e s p u s desu muerte todo c o n t i n u a r a exactamente igual que antes de sumuerte o de que, como dijo el intelectual falangistaJess Fue-yo, despus de Franco, las Ins t i tuc iones; no todo el mundo

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    recuerda, en cambio, que siete aos antes Franco p r o n u n c i en un discurso ante una asamblea de ex combatientes de laguerra c iv i l reunidos en el cerro de Garabitas una frase casiidnt ica ( todo es t atado y ga r a n t i z a do ) , y que en aquellaocas in aadi: Bajo la guardia fiel e insuperable de nuestroejrci to. Era una orden: tras su muerte, la m i s i n del e jrc i toconsist a en preservar el franquismo. Pero poco antes de morirFranco dio a losmilitares en su testamento una orden distinta,y es que obedecieran al Rey con la misma lealtad con que loha b a n obedecido a l . Por supuesto, ni Franco ni los militaresimaginaban que ambas r de ne s pod a n llegar a ser contradictorias y, cuando las reformas pol t i cas internaron al pas en lademocracia demostrando que s lo eran, porque el Rey desertaba del franquismo, la m a y or a de los militares vac i l : debanelegir entre obedecer la primera orden de Franco, impidiendo la democracia por la fuerza, y obedecer la segunda, aceptando que era contradictoria con la primera y la anulaba, yaceptando por consiguiente la democracia. Esa v a c i l a c i n esuna de las claves del 23 de febrero; t a m b i n explica que casidesde el mismo momento en que l l e g a la presidencia en j u -li o de 1976 Surez viviera rodeado de rumores de golpe de estado. A principios de 1981 los rumores no eran ms tenacesque en enero o en abri l de 1977, pero nunca como entonces las i tuac in pol t i ca haba sido tan favorable para un golpe.

    Desde el verano de 1980 la crisis del pas es cada vez msprofunda. Muchos comparten el d i a gns t i c o del corresponsalde ParsMatch: la salud de la e c o n o m a es mala, la descentraliz a c i n del estado est desarbolando el estado y exasperando alo s militares, Su r e z se muestra incapaz de gobernar mientrassu partido se disgrega y la opos i c i n trabaja a conciencia paraterminar de hundirlo, el encanto inaugural de la democraciaparece haberse desvanecido en pocos a os y en la calle se palpa una mezcla de inseguridad, pesimismo y miedo;* a d e m s ,

    * La palabra del momento es la palabra desencanto; si hizo fortuna comod e s c r i p c i n de esta p o c a es porque reflejaba una realidad: en la segunda mitad

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    est el terrorismo, sobre todo el terrorismo de E T A , que alcanza dimensiones desconocidas hasta entonces mientras seceba con la guardia c iv i l y el e jrc i to . El panorama es alarmante, y empieza a hablarse de arbitrar soluciones de emergencia: no s lo lo hacen los eternos partidarios del golpe mil i tar -franquistas irredentos y despojados de sus privilegios queincendian con soflamas pat r i t i cas diarias los cuarteles-, sinot a m b i n gente de antigua militancia de m oc r t i c a , comoJosepTarradellas, un viejo pol t i co republicano y ex presidente delgobierno a u t o n m i c o c a t a l n que desde el verano de 1979v e n a pidiendo un golpe de t i m n capaz de cambiar el rumboextraviado de la democracia y que en j u l i o de 1980 exiga ungolpe de bis tur para enderezar el pas. Golpe de t i m n , g o l -pe de bis tur , cambio de rumbo: sa es la temible terminologa que impregna desde el verano de 1980 las conversacionesen los pasillos del Congreso, las cenas, comidas y tertuliaspol t i cas y los a r t c u lo s de prensa en el p e q u e o M a d r i d delpoder. Tales expresiones son simples eufemismos, o m s bienconceptos v a c o s , que cada cual rellena s e gn su i n t e r s , yque, a d e m s de las resonancias golpistas que evocan, s lo t i e -nen un punto en c o m n : tanto para los franquistas como paralos demcra tas , tanto para los ultraderechistas de Blas Pinar oG i r n de Velasco como para los socialistas de Felipe G o n z -le z y para muchos comunistas de Santiago Ca r r i l l o y muchoscentristas del propio Su r e z , el n i c o responsable de aquellacrisis es A do l f o Su r e z , y la primera c o n d i c i n para terminarco n la crisis es sacarlo del gobierno. Es una pr e t e ns i n l e g t i -ma, en el fondo sensata, porque desde mucho antes del veranoSu r e z es un po l t i c o inoperante; pero la pol t i ca es t a m b i n

    de 1976, poco d e s p u s de la llegada de S u r e z al poder, el 78 por ciento de losespao les p r efer an que las decisiones po l t i cas fueran tomadas por representantes elegidos por el pueblo, y en 1978, ao en que se a p r o b la Constit uc i n , el 77 por ciento se def in an como d e m c r a t a s incondicionales; pero, seg n el Instituto Metroscopia, en 1980 apenas la mitad de los espao les p r efer ala democracia a cualquier otra forma de gobierno: el resto dudaba o le dabaigua l , cuando no apoyaba la vuelta a la dictadura.

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    A principios de septiembre de 1976, cuando ocupaba la jefatura del Estado Mayor del e jrc i to y faltaban slo unos daspara que Ado l f o Su r e z lo metiera en p o l t i c a n o m b r n d o l ovicepresidente de su primer gobierno, el general G u t i r r e zMellado era uno de los militares m s respetados por sus compa e r os de armas; slo unos meses m s tarde era el m s odiado.N o falta quien atribuye este cambio fulminante a los erroresde la pol t i ca mi l i t a r de G u t i r r e z Mellado; es muy probableque los errores existieran, pero es indudable que, de no haberexistido, el resultado hubiera sido el mismo: para el e jrc i to-para la m a yor a del e j r c i t o , p t r e a m e n t e instalada en lamentalidad del franquismo- el error de G u t i r r e z Melladofue su apoyo sin condiciones a las reformas de m oc r t i c a s deAdo l f o Su r e z y su papel de aval mil i t a r y de pararrayos castrense del presidente. Ambas cosas las p a g caras: G u t i r r e zMellado v i v i los l t i m os a os de su vida entre el despreciode sus c o m p a e r o s de armas, tratando en vano de digerir sude f e c c i n colectiva, convertido en una sombra del mil i t a r orgulloso que ha b a sido, admirado por gentes cuya a d m i r a c i nle halagaba pero no le importaba mucho y recusado por gentes cuyo afecto no haba hecho otra cosa que buscar. Amabac on pa s i n el e j r c i t o , y el odio que s in t i caer sobre l lod e r r o t ; t a m b i n fue la causa de la drst ica metamorfosis quee x p e r i m e n t durante su breve carrera pol t i ca : a principios delos aos setenta, cuando se hallaba destinado en el A l t o EstadoMayor a las r d e n e s del general Manuel Diez Alegr a un mi -

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    l i tar de talante l iberal y ribetes ilustrados de quien a partir deentonces se c o n s i d e r d i s c p u l o - , G u t i r r e z Mellado era unhombre serio, cordial, sosegado y dialogante; menos de unad c a da ms tarde, cuando a b a n d o n el gobierno de s pu s del23 de febrero, se haba convertido en un hombre hosco, nervioso, desconfiado e irascible, reacio a encajar con pacienciauna ob j e c i n o una cr t ica. La pol t i ca lo t r i t u r : aunque enlos aos setenta ha b a desarrollado una fuerte vocacin pol t i ca- f r u t o en parte de sus contactos con mandos militares de pasesd e m o c r t i c o s , que le h a b a n persuadido de la ineficacia dele jrc i to espaol , del anacronismo tercermundista del papeltutelar que d e s e m p e a b a en el pas y de su propia capacidadpara llevar a cabo una reforma impostergable-, no estaba preparado para la pol t i ca ; aunque la reforma mil i t a r que i m p u l s desde el gobierno supuso la m o d e r n i z a c i n de un ejrci to envejecido, menesteroso, arcaico, sobredimensionado y pocooperativo, la reforma pol t i ca , la intransigencia de sus compae r os y sus propios errores acabaron oc u l t ndo l a ; aunque supr ops i t o p r i nc ipa l fue apartar al ejrci to de la pol t i ca (O sehace pol t i ca y se deja de ser mili tar , o se es mil i t a r y se deja lapol t ica , dec a) , no c ons i gu i que sus c o m p a e r o s de armasaceptasen un divorc io que l fue el primero en aplicarse sol i citando su pase a la reserva y c onv i r t i ndos e en general retirado, ni c o n s i g u i que no le acusasen de seguir siendo mil i t a rmientras haca pol t i ca ; aunque se haba pasado la vida entremilitares, no parec a conocer la mentalidad de los militares desu tiempo, o qu i z es que se resista a conocerla o a reconocerque la c onoc a : nunca r e c o n o c i la evidencia de que la mayorparte del ejrci to no aceptaba la democracia o slo laaceptabaa r e ga a d i e n t e s ; nunca r e c o n o c i la evidencia de que la mayor parte del e jrc i to se resista a someterse al poder c iv i l encarnado en el gobierno y aspiraba a gozar de un margen dea u t o n o m a amplio que le permitiera, bajo el mando directode l Rey, administrarse con arreglo a criterios propios y orientar o vigi l a r la marcha del pas; tal vez porque apenas habaejercido el mando directo en tropa, no e n t e n d i o ha b a o l v i -

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