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2 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 THE MALTESE FALCON by Dashiell Hammett Vintage, New York, 1992 Copyright 1929, 1930 by Alfred A. Knopf, Inc. Dedicated to JOSE I. Spade & Archer Samuel Spade’s jaw was long and bony, his chin a jutting V under the more flexible V of his mouth. His nostrils curved back to make another, smaller, V. His yellow-grey eyes were horizontal. The V motif was picked up again by thickish brows rising outward from twin creases above a hooked nose, and his pale brown hair grew down—from high flat temples— in a point on his forehead. He looked rather pleasantly like a b l o n d S a t a n . He said to Effie Perine: “Yes, sweetheart?” She was a lanky sunburned girl whose tan dress of thin woolen stuff clung to her with an effect of dampness. Her eyes were brown and playful in a shiny boyish face. She finished shutting the door behind her, leaned against it, and said: “There’s a girl wants to see you. Her name’s Wonderly.” “A customer?” “I guess so. You’ll want to see her anyway: she’s a knockout.” “Shoo her in, darling,” said Spade. “Shoo her in.” Effie Perine opened the door again, following it back into the outer office, standing with a hand on the knob while saying: “Will you come in, Miss Wonderly?” A voice said, “Thank you,” so softly that only the purest articulation made the words intelligible, and a young woman came through the doorway. She advanced slowly, with tentative steps, looking at Spade with cobalt-blue eyes that were both shy and probing. She was tall and pliantly slender, without angularity anywhere. Her body was erect El Halcón Maltés de Dashiell Hammett tr. de Francisco Páez de la Cadena Obras completas, Tomo I, Debate, Barcelona, 1994 A José CAPÍTULO I Spade y Archer Samuel Spade tenía una mandíbula larga y huesuda y la barbilla le formaba una protube- rante V bajo la V menos rígida de su boca. Las fosas nasales se curvaban hacia atrás, forman- do otra V de menor tamaño. Los ojos, de un gris amarillento, eran horizontales. Pero el mo- tivo en V volvían a retornarlo las cejas, más bien espesas, desarrollándose a partir de unas arrugas gemelas por encima de la nariz ganchuda, lo mismo que el pelo castaño claro que, arrancando desde las sienes altas y aplana- das, moría en punta sobre la frente. En conjun- to tenía el agradable aspecto de un satán rubio. Contestó a Effie Perine: —¿Sí, corazón? Ella, una chica morena y desgarbada, llevaba un vestido fino de lana tostada que se le ajustaba como si estuviera mojado. Tenía ojos pardos y juguetones y un rostro brillante, algo masculino. Terminó de ce- rrar la puerta, se apoyó en ella y dijo: —Hay una chica que quiere verte. Se lla- ma Wonderly. —¿Cliente? —Me parece que sí. De todos modos te gustará verla: es un bombón. —Que pase, encanto —dijo Spade—. Que pase. Effie Perine volvió a abrir la puerta y se asomó al despacho contiguo manteniendo la mano en el pomo mientras decía: —¿Quiere pasar, señorita Wonderly? Una voz dijo «Gracias» tan quedamente que sólo una excelente vocalización hizo inteligible la palabra, y una joven cruzó el umbral. Avanzó lentamente, a pasos indecisos, mientras miraba a Spade con sus ojos azul cobalto, a la vez tímidos y penetrantes. Era alta, delgada y flexible, nada angulosa. Tenía un cuerpo erecto y el pe- EL HALCÓN MALTÉS de Dashiell Hammett [downloaded from eMule, Nov. 2005, Escaneo y OCR: khanzat & Revisión: Gra] [traducción no atribuida a Fernando Calleja, de la edición de Alianza Editorial, S.A. Madrid, Spain, 1967-1969] “Para José” 1. SPADE Y ARCHER Samuel Spade tenía larga y huesuda la quijada inferior, y la barbilla era una V pro- tuberante bajo la V más flexible de la boca. Las aletas de la nariz retrocedían en curva para formar una V más pequeña. Los ojos, horizontales, eran de un gris amari- llento. El tema de la V lo recogía la abultada sobreceja que destacaba en media de un doble pliegue por encima de la nariz ganchuda, y el pelo, castaño claro, arran- caba de sienes altas y aplastadas para terminar en un pico sobre la frente. Spade tenía el simpático aspecto de un Satanás rubio. —¿Sí, cariño? —le dijo a Effie Perine. Era una muchacha larguirucha y tostada por el sol. El vestido de fina lana se le ceñía dando la impresión de estar mojado. Los ojos, castaños y traviesos, brillaban en una cara lu- minosa de muchacho. Acabó de cerrar la puer- ta tras de sí, se apoyó en ella y dijo: —Ahí fuera hay una chica que te quie- re ver. Se llama Wonderly. —¿Cliente? —Supongo. En cualquier caso, querrás verla. Es un bombón. —Adentro con ella, amor mío —dijo Spade—, ¡adentro! Effie volvió a abrir la puerta y salió al primer despacho, conservando una mano so- bre la bola de la puerta, en tanto que decía: —¿Quiere usted pasar, miss Wonderly? Una voz dijo «gracias» tan quedamente que sólo una perfecta articulación hizo in- teligible la palabra, y una mujer joven pasó p or la puer ta. Avanzó despacio, como tanteando el piso, mirando a Spade con ojos del color del cobalto, a la vez tímidos y penetrantes. Era alta, cimbreña , sin un solo ángulo . Se mantenía dere- * Es probable que no se acredite al traductor por- que se hayan hecho algunos cambios, desgra- ciadamente no para mejor como se verá; para más inri, a ello se añade la tozuda insistencia de su continua publicación. X revisar separación de párrafos a partir de página 40 del libro knockout an outstanding or irresistible person or thing; mujer atractiva, bombón X rangy tall and slim, skinny, (larguirucho), gangling, gangly, lanky, rangy tall and thin and having long slender limbs; lanky avellanado, enjuto; lanky hair=lacio cabello, X tentative vacilante, cauteloso, incierto, indeciso tentative 1 done by way of trial, experimental. 2 hesitant, not definite ( tentative suggestion; tentative acceptance).

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THE MALTESE FALCON

by

Dashiell Hammett

Vintage, New York, 1992Copyright 1929, 1930by Alfred A. Knopf, Inc.

Dedicated to JOSE

I.

Spade & Archer

S a m u e l S p a d e ’s j a w w a s l o n ga n d b o n y, h i s c h i n a j u t t i n g Vunder the more f l ex ib l e V o f h i smouth . His nos t r i l s curved back tom a k e a n o t h e r , s m a l l e r , V. H i sye l low-grey eyes were hor i zon ta l .The V motif was picked up again bythickish brows rising outward fromtwin creases above a hooked nose,a n d h i s p a l e b r o w n h a i r g r e wd o w n — f r o m h i g h f l a t t e m p l e s —i n a p o i n t o n h i s f o r e h e a d . H el o o k ed rather pl e a s a n t l y l i k e ab l o n d S a t a n . He said to Effie Perine:“Yes, sweetheart?”

She was a lanky sunburned girlwhose tan dress of thin woolen stuffclung to her with an effect of dampness.Her eyes were brown and playful in ashiny boyish face. She finished shuttingthe door behind her, leaned against it,and said: “There’s a girl wants to see you.Her name’s Wonderly.”

“A customer?”

“I guess so. You’ll want to see heranyway: she’s a knockout.”

“ S h o o h e r i n , d a r l i n g , ” s a i dSpade. “Shoo her in.”

Effie Perine opened the door again,following it back into the outer office,standing with a hand on the knob while saying:“Will you come in, Miss Wonderly?”

A voice said, “Thank you,” so softly thatonly the purest articulation made the wordsintelligible, and a young woman camethrough the doorway. She advanced slowly,with tentative steps, looking at Spade withcobalt-blue eyes that were both shy and probing.She was tall and pliantly slender, withoutangularity anywhere. Her body was erect

El Halcón Maltés

de

Dashiell Hammett

tr. de Francisco Páez de la Cadena

Obras completas, Tomo I,Debate, Barcelona, 1994

A José

CAPÍTULO I

Spade y Archer

Samuel Spade tenía una mandíbula larga yhuesuda y la barbilla le formaba una protube-rante V bajo la V menos rígida de su boca. Lasfosas nasales se curvaban hacia atrás, forman-do otra V de menor tamaño. Los ojos, de ungris amarillento, eran horizontales. Pero el mo-tivo en V volvían a retornarlo las cejas, más bienespesas, desarrollándose a partir de unasarrugas gemelas por encima de la narizganchuda, lo mismo que el pelo castaño claroque, arrancando desde las sienes altas y aplana-das, moría en punta sobre la frente. En conjun-to tenía el agradable aspecto de un satán rubio.

Contestó a Effie Perine:—¿Sí, corazón?

Ella, una chica morena y desgarbada,llevaba un vestido fino de lana tostada quese le ajustaba como si estuviera mojado.Tenía ojos pardos y juguetones y un rostrobrillante, algo masculino. Terminó de ce-rrar la puerta, se apoyó en ella y dijo:

—Hay una chica que quiere verte. Se lla-ma Wonderly.

—¿Cliente?

—Me parece que sí. De todos modos tegustará verla: es un bombón.

—Que pase, encanto —dijo Spade—.Que pase.

Effie Perine volvió a abrir la puerta y seasomó al despacho contiguo manteniendola mano en el pomo mientras decía:

—¿Quiere pasar, señorita Wonderly?

Una voz dijo «Gracias» tan quedamenteque sólo una excelente vocalización hizointeligible la palabra, y una joven cruzó elumbral. Avanzó lentamente, a pasosindecisos, mientras miraba a Spade con susojos azul cobalto, a la vez tímidos y penetrantes.

Era alta, delgada y flexible, nadaangulosa. Tenía un cuerpo erecto y el pe-

EL HALCÓN MALTÉS

de

Dashiell Hammett

[downloaded from eMule, Nov. 2005,Escaneo y OCR: khanzat & Revisión: Gra]

[traducción no atribuida a Fernando Calleja,de la edición de Alianza Editorial, S.A.Madrid, Spain, 1967-1969]

“Para José”

1.

SPADE Y ARCHER

Samuel Spade tenía larga y huesuda laquijada inferior, y la barbilla era una V pro-tuberante bajo la V más flexible de la boca.Las aletas de la nariz retrocedían en curvapara formar una V más pequeña. Los ojos,horizontales, eran de un gris amari-llento. El tema de la V lo recogía laabultada sobreceja que destacaba en mediade un doble pliegue por encima de la narizganchuda, y el pelo, castaño claro, arran-caba de sienes altas y aplastadas paraterminar en un pico sobre la frente. Spade tenía elsimpático aspecto de un Satanás rubio.

—¿ S í , c a r i ñ o ? — l e d i j o aE f f i e P e r i n e .

Era una muchacha larguirucha y tostadapor el sol. El vestido de fina lana se le ceñíadando la impresión de estar mojado. Los ojos,castaños y traviesos, brillaban en una cara lu-minosa de muchacho. Acabó de cerrar la puer-ta tras de sí, se apoyó en ella y dijo:

—Ahí fuera hay una chica que te quie-re ver. Se llama Wonderly.

—¿Cliente?

—Supongo. En cualquier caso, querrásverla. Es un bombón.

—Adentro con ella, amor mío —dijoSpade—, ¡adentro!

Effie volvió a abrir la puerta y salió alprimer despacho, conservando una mano so-bre la bola de la puerta, en tanto que decía:

—¿Quiere usted pasar, miss Wonderly?

Una voz dijo «gracias» tan quedamenteque sólo una perfecta articulación hizo in-teligible la palabra, y una mujer jovenpasó por la puerta. Avanzó despacio,como tanteando el piso, mirando a Spade con ojos delcolor del cobalto, a la vez tímidos y penetrantes.

E r a a l t a , c i m b r e ñ a , s i n u ns o l o á n g u l o . S e m a n t e n í a d e r e -

* Es probable que no se acredite al traductor por-que se hayan hecho algunos cambios, desgra-ciadamente no para mejor como se verá; paramás inri, a ello se añade la tozuda insistenciade su continua publicación.

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revisar separación de párrafos apartir de página 40 del libro

knockout an outstanding or irresistible personor thing; mujer atractiva, bombón

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rangy tall and slim, skinny, (larguirucho), gangling,gangly, lanky, rangy tall and thin and havinglong slender limbs;

lanky avellanado, enjuto; lanky hair=lacio cabello,

Xtentative vacilante, cauteloso, incierto, indecisotentative 1 done by way of trial, experimental. 2 hesitant,

not definite ( tentative suggestion; tentativeacceptance).

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and high-breasted, her legs long, her handsand feet narrow. She wore two shades ofblue that had been selected because of hereyes. The hair curling from under herb lue ha t was da rk ly r ed , he r fu l llips more brightly red. White teethglistened in the crescent her t imidsmile made.

Spade rose bowing and indicatingwith a thick-fingered hand the oakenarmchair bes ide his desk. He wasq u i t e s i x f e e t t a l l . T h e s t e e prounded s lope of h is shou lders madehis body seem almost comical—n obroader than it was thick—and kepthis freshly pressed grey coat from fittingvery well.

Miss Wonderly murmured, “Thankyou,” softly as before and sat down on theedge of the chair’s wooden seat.

Spade sank into his swivel-chair,m a d e a q u a r t e r- t u r n t o f a c e h e r ,smiled politely. He smiled withouts e p a r a t i n g h i s l i p s . A l l t h ev ’ s i n h i s f a c e g r e w l o n g e r .

T h e t a p p i t y - t a p - t a p a n dt h e t h i n b e l l a n d m u f f l e dw h i r o f E ffie Perine’s typewritingc a m e t h r o u g h t h e c l o s e d d o o r.Somewhere in a neighboring office apower-driven machine vibrated dully.On Spade’s desk a l imp cigare t tesmoldered in a brass tray filled witht h e r e m a i n s o f l i m p c i g a r e t t e s .Ragged grey flakes of cigarette-ashdotted the yellow top of the desk andthe green blotter and the papers thatwere there. A buff-curtained window,e ight or te n i n c h e s o p e n , le t infrom the court a current of air faintlyscented with ammonia. The ashes onthe desk twitched and crawled inthe current.

Miss Wonderly watched the greyf lakes twitch and crawl . Her eyeswere uneasy. She sa t on the veryedge o f t he cha i r. He r f ee t we ref l a t o n t h e f l o o r, a s i f s h e w e r eabou t t o r i s e . He r hands i n darkg l o v e s c l a s p e d a f l a t d a r kh a n d b a g i n h e r l a p . S p a d erocked back in his chair and asked:“Now what can I do for you, MissWonderly?”

She caught her breath and looked ath im. She swal lowed and sa idhurriedly: “Could you—? I thought—I—that is—” Then she tortured herlower lip with glistening teeth andsa id no th ing . Only her da rk eyesspoke now, pleading.

Spade smiled and nodded as if heunderstood her, but pleasantly, as ifnothing serious were involved. He said:“Suppose you tell me about it, fromthe beginning, and then we’ll knowwhat needs doing. Better begin as farback as you can.”

cho alto, piernas largas, manos y pies estre-chos. Iba vestida en dos tonos de azul, es-cogidos a juego con el color de sus ojos. Elcabello que le caía en rizos por debajo delsombrero azul era de un rojo oscuro, y loslabios tenían un tono rojo más vivo. Losdientes le brillaban, blancos, en la medialuna que formaba su tímida sonrisa.

Spade se levantó haciendo una inclina-ción mientras le indicaba con su mano dededos gruesos un sillón de roble junto al es-critorio. Spade [350] medía casi un metroochenta. La caída redondeada de sus hom-bros le hacía parecer casi cónico, no másancho que grueso, e impedía que su trajegris recién planchado le ajustara convenien-temente.

La señorita Wonderly murmuró «Gracias»con la misma suavidad que anteriormente y sesentó en el borde del sillón de madera.

Spade se dejó caer en su silla girato-ria, dio un cuarto de vuelta para quedarfrente a ella y sonrió cortésmente. Son-reía sin abrir los labios. Todas las uvesde su rostro se alargaron.

El t e c l e o ___________, el so-nido fino de la campanita y el sordoronroneo mecanográfico que producía EffiePerine llegaban a través de la puerta ce-rrada. En un despacho cercano se oía vibrarsordamente una máquina eléctrica. Sobreel escritorio de Spade un cigarrillo informehumeaba en un cenicero de bronce reple-to de colillas de informes cigarrillos.Desgarrados copos grises de cenizasalpicaban la superficie amarillenta del es-critorio, el secante verde y los papeles que habíapor allí. Una ventana con cortinas amarillentasabierta casi un palmo dejaba entrar unacorriente de aire del patio, levementeolorosa a amoníaco. Las cenizas del es-critorio bailoteaban y se arrastrabanbajo aquella brisa.

La señorita Wonderly se quedó observandoel bailoteo________ de los copos de ceniza.Su mirada revelaba inquietud: estaba sentadaen el mismísimo borde del sillón; los pies, apoya-dos de plano sobre el suelo, como si estuviera apunto de levantarse; las manos, enguantadas ennegro, se crispaban sobre un bolso negro yplano que sostenía en el regazo.

Spade se echó hacia atrás y preguntó:—Bien, ¿qué puedo hacer por usted,

señorita Wonderly?

Ella contuvo el aliento y le miró. Tra-gó saliva y dijo apresuradamente:

—¿Podría usted...? Yo creo que... yo...o sea que... —y luego se mordió el la-bio inferior con sus bri l lantes dien-tes y no añadió más. Sólo hablabansus ojos, suplicantes.

Spade sonrió y asintió con la cabeza como sila comprendiera, pero con simpatía, como si nose tratara de nada preocupante. Intervino:

—Imagine que me lo cuenta todo,desde el principio, y luego pensamosqué se debe hacer. Mejor que se remon-te todo lo que le sea posible.

cha y e ra a l t a de pec ho. _____ _____ __ _ _______________ Iba vestida endos tonos de azul, elegidos pensando enlos ojos. El pelo que asomaba por debajodel sombrero azul era de color rojo oscuro, ylos llenos labios, de un rojo más encendido. Através de su sonrisa _____ brillaba la blancu-ra de los dientes.

Spade se levantó, saludó inclinándose yseñaló con la mano de gruesos dedos el si-llón de roble junto a la mesa. Era alto, almenos de seis pies de estatura. El fuerte de-clive redondeado de los hombros hacía quesu cuerpo pareciera casi cónico -no más an-cho que gordo e impedía que la americanar e c i é n p l a n c h a d a l e s e n t a r ab i e n .

—Gracias —dijo la muchacha en unmurmullo, antes de sentarse en el bordede madera del sillón.

Spade se dejó caer en su sillón giratorio yle hizo dar un cuarto de vuelta para quedar defrente a la muchacha, sonriendo cortésmente.Sonreía sin separar los labios. Todas las uvesde su rostro se hicieron más largas.

El r u i d i l l o d e l t e c l e o , el débilretinglar del timbre y el apagado rumordel carro de la máquina d e escribirde Effie llegaban a través de la puerta ce-rrada. En alguna oficina cercana vibra-ba sordamente el m o t o r d e u n a m á -q u i n a . S o b r e l a m e s a d e S p a d ehumeaba un cigarrillo_________ en uncenicero colmado de fláccidas colillas.El tablero amarillo de la mesa, el secante verde ylos papeles que sobre él había estaban espolvoreadosde c o p o s g r i s e s d e c e n i z a . U n av e n t a n a c o n c o r t i n a s c o l o r garbanzo,entreabierta unas o cho o diez pulga-das, dejaba entrar del patio un aireque ol ía a amoníaco. Los copo s dec e n i z a tembla ban y se arrastrabanlentamente sobre la mesa en la corriente.

Miss Wonderly contempló a los copos gri-ses estremecerse y reptar. Sus ojos estabanintranquilos. Permanecía sentada sobre elborde del sillón. Los pies, apoyados de planosobre el suelo, daban la sensación de que es-taba a punto de levantarse. Las manos, calzadasde guantes oscuros, se apretaban sobre un bolsooscuro plano que tenía en el regazo.

Spade se meció en su sillón y preguntó:—Bien, ¿en qué puedo servirle, miss

Wonderly?

Ella contuvo la respiración, le miró,tragó saliva y dijo apresuradamente:

—¿Podría usted...? He pensado... Yo..., es decir...Se mordisqueó e l lab io in ter ior

con d ientes br i l lan tes y ca l ló . Sólolos o jos o scu ros hab laban ahora ,sup l icando .

Spade sonrió y asintió con la cabeza comosi la comprendiera, pero placenteramente,cual si de nada grave se tratara, y dijo:

—¿Por qué no me lo cuenta todo,desde el principio, y entonces sabre-mos qué hay que hacer? Remóntesetodo lo que pueda.

X

twitch I 1 (una cortina) dar un tirón a 2 (la nariz)mover nerviosamente II (las cejas, la nariz)moverse nerviosamente

buff 1 adj (color) beige 2 n fam aficionado,-a: he’sa computer buff, es aficionado a los ordenado-res 3 verbo transitivo dar brillo a

X

X

retinglar. Del lat. *retinniculare, de retinnire. 1. intr.Vallad. Producir estampido. Esta escopetaRETINGLA mucho.

X

X

X

smolder o smoulder arder lentamente X

X

X

Xragged 1 (ropa) andrajoso, 2 (persona) ha-

rapiento, 3 (corte) desigual, irregular; ragged edge orilla, fila, contorno tosca,

desigual, irregular

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“That was in New York.”

“Yes.”

“I don’t know where she met him.I mean I don’t know where in NewYork. She’s five years younger thanI—only seventeen—and we didn’th a v e t h e s a m e f r i e n d s . I d o n ’ tsuppose we’ve ever been as close assisters should be. Mama and Papa arein Europe. It would kill them. I’vegot to get her back before they comehome.”

“Yes,” he said.

“They’re coming home the first of the month.”

S p a d e ’ s e y e s b r i g h t e n e d .“ T h e n w e ’ v e t w o w e e k s , ” h es a i d .

“I didn’t know what she had doneuntil her letter came. I was frantic.”H e r l i p s t r e m b l e d . H e r h a n d sm a s h e d t he da rk handbag in he rlap. “I was too afraid she had dones o m e t h i n g l i ke t h i s t o go t o t hepolice, and the fear that somethinghad happened to her kept urging meto go. There wasn’t anyone I couldgo to for advice. I didn’t know whatto do. What could I do?”

“Nothing, of course,” Spade said,“but then her letter came?”

“Yes, and I sent her a telegramasking her to come home. I sent it toGeneral Delivery here. That was theonly address she gave me. I waited awhole week, but no answer came, notanother word from her. And Mamaand Papa’s return was drawing nearera n d n e a r e r. S o I c a m e t o S a nFrancisco to get her. I wrote her Iwas coming. I shouldn’t have donethat, should I?”

“Maybe not. It’s not always easy to knowwhat to do. You haven’t found her?”

“No, I haven’t. I wrote her that Iwould go to the St. Mark, and I beggedher to come and let me talk to her evenif she didn’t intend to go home withme. But she didn’t come. I waited threedays, and she didn’t come, didn’t evensend me a message of any sort.”

S p a d e n o d d e d h i s b l o n d s a t a n ’shead, frowned sympathetically, andtightened his lips together.

“It was horrible,” Miss Wonderlysaid, trying to smile. “I couldn’t sitt h e r e l i k e t h a t — w a i t i n g — n o tknowing what had happened to her,what might be happening to her.” Shes t o p p e d t r y i n g t o s m i l e . S h eshuddered. “The only address I hadwas General Delivery. I wrote hera n o t h e r l e t t e r , a n d y e s t e r d a yafternoon I went to the Post Office.I stayed there until after dark, but I

—A Nueva York entonces.

Sí.

—No sé dónde le conoció. Quie-r o d e c i r _____________ de NuevaYork. Ella t iene cinco años menosque yo, sólo diecisiete, y no tenía-mos los mismos amigos. Yo creo quen i s iqu ie ra hemos e s t ado un idas ,como ocurre con las hermanas. Mamáy papá están en Europa. Se morirían.Tengo que hacer que vuelva antes deque ellos regresen.

—Sí —dijo Spade.

—Llegan el día uno.

Los ojos de Spade se iluminaron.[351] —Entonces tenemos dos sema-nas —dijo.

—Yo no sabía qué había hechoel la hasta que recibí su car ta . Mepuse frenética —le temblaban los la-bios. Sus manos aplastaban el bol-so que tenía sobre la fa lda—. Measustó tanto que hiciera una cosa queni quise i r a la pol icía , aunque elmiedo de que le hubiera ocurr idoalgo me impulsaba a ir. Yo no podíapedirle consejo a nadie. No sabía quéhacer. ¿Qué podía hacer yo?

—Nada, desde luego —comentó Spade—. ¿Fue entonces cuando recibió su carta?

—Sí, y le mandé un telegrama pi-diéndole que volviera a casa. Lo man-dé a lista de correos. Era la única di-rección que me había dado. Esperéuna semana entera, pero no tuve con-testación, ni una palabra más. Y seacercaba el regreso de mamá y papá.Así que me vine a San Francisco pararecogerla. Le escribí diciéndole quevenía. No debía haberla advertido, ¿aque no?

—Puede. No siempre es sencillo saberlo que hay que hacer. ¿La ha encontrado?

—No, no. Le escribí diciendo que esta-ría en el St. Mark y le rogué que fuera allípara que pudiéramos hablar incluso aunqueno pensara volverse conmigo a casa. Perono ha aparecido. He esperado tres días, yno ha aparecido y ni siquiera me ha manda-do ningún recado de ninguna clase.

Spade asintió con su cabeza de ru-bio satán, frunció el ceño compren-sivamente y apretó los labios.

—Es horr ib le —di jo la señor i taWonder ly in tentando sonreí r—. Nop u d e q u e d a r m e s e n t a d a t a l c u a l ,esperando, s in saber qué le habíapasado, qué le podr ía es tar pasan-do —de jó de in t en ta r l a son r i sa ;tuvo un esca lof r ío—. La única d i -recc ión que yo ten ía e ra la l i s ta decorreos . Volv í a escr ib i r le y ayerpor la ta rde fu i a Correos . Es tuvehas ta después de anochecer, pero

—Fue en Nueva York.

—Sí.

—No sé en dónde le conoció ella.Bueno, quiero decir en qué parte deNueva York. Tiene cinco años menosque yo, sólo diecisiete, y no tenemoslos mismos amigos. Nunca hemos te-nido la intimidad que sería lógica en-tre dos hermanas. Mamá y papá estánen Europa. Lo que ha ocurrido los ma-taría. Tengo que llevarla a casa antesque vuelvan.

—Sí —dijo él.

—Volverán el pr imero de mes.

—Bueno, entonces tenemos dossemanas —dijo Spade, y se le ale-graron los ojos.

—Yo no sabía lo que había hecho has-ta que llegó su carta. Me dejó destrozada.

Le temblaban los labios. Manoseaba eloscuro bolso que tenía sobre las piernas.

—Tuve demasiado miedo de que hu-biese hecho algo así como para acudira la policía, y al mismo tiempo, el te-mor de que le hubiera ocurrido algo meempujaba a hacerlo. No tenía a nadiea quien pedir consejo. No sabía qué ha-cer. ¿Qué podía hacer?

—Nada, evidentemente —dijoSpade—. ¿Y entonces llegó la carta?

—Sí , y l e mandé un t e legramadiciéndole que volviera a casa. Lodir igí a la l is ta de Correos. Era laúnica dirección que me dio. E s p e -r é una semana entera, pero no recibírespuesta; no supe ni una palabra másde ella. Y el regreso de mamá y papás e a c e r c a b a . ________ ________________ ______ Le escr ib í que ven-dr ía aquí . Tal vez no debí hacer lo .¿Qué cree?

—Puede que no. No siempre es fácilsaber qué hacer. ¿No la ha encontrado?

—No. Le escribí que iría al hotelSt. Mark, y le supliqué que viniesea hablar conmigo, aunque no pensa-ra regresar a casa conmigo. Pero noha venido a verme. He esperado tresdías y no ha aparecido, y ni siquie-ra me ha enviado un recado.

Spade movió su satánica cabe-za rubia , f runció el ceño compren-sivamente y apretó los labios.

—Ha s ido horr ib le —dijo la mu-chacha , t ra tando de sonre í r—. Nopodía quedarme sentada , esperan-do, s in saber qué le había ocurr i -do y qué le podía es ta r pasando. —Cesó en sus esfuerzos para sonreí r.Se e s t r emec ió—. La ún ica d i r ec -c ión que ten ía de e l la e ra la l i s tade Correos . Le escr ib í o t ra car ta ,y ayer por la ta rde fu i a Correos .E s t u v e a l l í h a s t a q u e o s c u r e c i ó ,

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didn’t see her. I went there again thismorning, and still didn’t see Corinne,but I saw Floyd Thursby.”

S p a d e n o d d e d a g a i n . H i s f r o w nw e n t a w a y. I n i t s p l a c e c a m e al o o k o f s h a r p a t t e n t i v e n e s s .“ He wouldn’t tell me where Corinnewas,” she went on, hopelessly. “Hewouldn’t te l l me anything, exceptthat she was well and happy. But howcan I believe that? That is what hewould tell me anyhow, isn’t it?”

“ S u r e , ” S p a d e a g r e e d . “ B u t i tmight be true.”

“I hope it is. I do hope it is,” sheexclaimed. “But I can’t go back homelike this, without having seen her,without even having talked to her onthe phone. He wouldn’t take me toher. He said she didn’t want to seeme. I can’t believe that. He promisedto tell her he had seen me, and tobring her to see me—if she wouldcome—this evening at the hotel. Hes a i d h e k n e w s h e w o u l d n ’t . H ep romised t o come h imse l f i f shewouldn’t. He—”

S h e b r o k e o f f w i t h a s t a r t l e dh a n d t o h e r m o u t h a s t h e d o o ro p e n e d .

T h e m a n w h o h a d o p e n e dt h e d o o r c a m e i n a s t e p , s a i d ,“ O h , e x c u s e m e ! ” h a s t i l yt o o k h i s b r o w n h a t f r o m h i sh e a d , a n d b a c k e d o u t .

“It’s all right, Miles,” Spade toldhim. “Come in. Miss Wonderly, thisis Mr. Archer, my partner.”

Miles Archer came into the officeagain, shutting the door behind him,ducking his head and smiling at MissWonderly, making a vaguely politegesture with the hat in his hand. Hewas of medium height, solidly built,wide in the shoulders, thick in theneck, with a jovial heavy-jawed redface and some grey in h i s c lose -trimmed hair. He was apparently asmany years past forty as Spade waspast thirty.

S p a d e s a i d : “ M i s s Wo n d e r l y ’ssister ran away from New York witha f e l l o w n a m e d F l o y d T h u r s b y.They’ re here . Miss Wonder ly hasseen Thursby and has a date with himtonight. Maybe he’ll bring the sisterwith him. The chances are he won’t.Miss Wonderly wants us to find thes is ter and get her away from hi ma n d b a c k h o m e . ” H e l o o k e d a tMiss Wonderly. “Right?”

“Yes,” she said indistinctly. Theembarrassment that had gradually beendriven away by Spade’s ingratiating smilesa n d n o d s a n d a s s u r a n c e s

no la v i . He vuel to a i r a es ta ma-ñana y no he v is to a Cor inne , peros í a Floyd Thursby.

Spade volvió a asentir. Dejó de frun-cir el ceño y en su lugar apareció una mi-rada agudamente interesada.

—No quiso decirme dónde estabaCorinne —prosiguió desesperanzada—.No quiso decirme nada, salvo que ellaestaba bien y era feliz. ¿Pero cómo me lovoy a creer? Eso es lo que me diría decualquier manera, ¿no?

—Seguro —asintió Spade—. Pero po-dría ser cierto.

—Eso espero. Espero que lo sea— e x c l a m ó — . P e r o n o m e p u e d ovolver a casa así , s in haberla vis-to , s in n i s iqu ie ra haber hab ladopor teléfono con el la . Él no quisol levarme a verla . Dijo que el la noq u e r í a v e r m e . N o m e l o p u e d ocreer. Me prometió que le dir ía queme había visto y que la acompaña-r ía a verme al hotel , s i es que el laquería . Me di jo que sabía que el lano querr ía . Me prometió que ven-dría él s i e l la no quería . Me. . .[352]

Se in t e r rumpió l l evándose unamano asustada a la boca cuando seabrió la puerta.

E l h o m b r e q u e h a b í a a b i e r t ol a p u e r t a a v a n z ó u n p a s o , d i j o« O h , p e r d ó n » , a t o d a p r i s a s eq u i t ó e l s o m b r e r o m a r r ó n d e l ac a b e z a y s a l i ó r e c u l a n d o .

—E s t á b i e n , M i l e s — l e d i j oSpade—. Pasa. Señori ta Wonderly,este es el señor Archer, mi socio.

Miles Archer volvió a entrar al des-pacho, cerrando la puerta tras de sí,agachando la cabeza y sonriendo a laseñorita Wonderly, haciendo un vago ges-to de cortesía con el sombrero que teníaen la mano. Era de mediana estatura, ma-cizo, ancho de hombros, cuello fuerte,cara roja y jovial con pesadas mandíbulas ya lgunas hebras g r i ses en e l pe lo ,muy corto. Debía pasar de los cua-renta y tantos años, como Spade delos t re inta .

Spade dijo:—La hermana de la señorita Wonderly

huyó de Nueva York con un tipo lla-mado Floyd Thursby. Están aquí. Las e ñ o r i t a Wo n d e r l y h a v i s t o aThursby y es ta noche ha quedadocon é l . Puede que é l vaya con laher mana, pero más bien parece que no. Laseñorita Wonderly q u i e r e q u e l a e n -c o n t r e m o s , q u e l a s e p a r e m o sd e é l y l a d e v o l v a m o s a c a s a— m i r ó a la joven*—. ¿Es así?

—Sí —di jo con poca c l a r idad .E l desconc ie r to , que hab ía i do amen o s g r a c i a s a l a s z a l a m e r í a s ya los gestos de complicidad __________ ,

pero no la v i . Esta mañana he vuel-to , pero tampoco v i a Cor inne . Aquien v i fue a F loyd Thursby.

Spade volvió a asentir con la cabe-za . Desapareció e l ceño f runcido,Ahora pareció prestar gran atención.

—No me quiso decir en dónde estaba Corinne—siguió diciendo, desesperanzadamente—. Noqu i so dec i rme nada , excep to quees taba b ien y contenta . Pero ¿cómolo voy a creer? Eso es lo que me diría encualquier caso, ¿no?

—Claro —asintió Spade—. Pero pu-diera ser verdad.

—Así lo espero. ¡Así lo espero! —exclamó—. Pero no puedo volverme acasa así, sin haberla visto, sin siquie-ra haber hablado con ella por teléfo-no. Floyd no me quiso llevar a verla.Me dijo que no me quería ver. Eso nolo puedo creer. Me prometió que lediría a Corinne que me había visto yque la traería para que hablara con-migo, si ella quería, esta noche en elhotel. Pero me dijo que sabía que noquerría venir. En ese caso, me prome-tió que vendría él. Él...

Se interrumpió y se llevó la mano a laboca con ademán de temor, cuando seabrió la puerta.

El hombre que había abierto la puertadio un paso y dijo:

—¡Ah, perdón! —y quitándose elsombrero de color castaño comenzó asalir de espaldas.

— E s t á b i e n , M i l e s — l e d i j oSpade—. Pasa . Miss Wonder ly, e smi soc io , mis t e r Arche r.

Mi l e s Arc h e r v o l v i ó a e n t r a re n e l d e s p a c h o . Cerró la puer ta ,inclinó la cabeza y sonrió a la mucha-cha, en tanto que hacía unas vagasflorituras de cortesía con el sombrero.Era de estatura mediana, recio, anchode hombros, grueso de cuello y de ros-tro colorado, jovial y pragmático*, conel pelo muy corto y ligeramente gris.Representaba más de cuarenta años,en igual medida que Spade parecía ha-ber rebasado los treinta.

—La hermana de miss Wonderly —dijoSpade— se ha escapado de casa, en NuevaYork, con un sujeto llamado FloydThursby. Están aquí. Miss Wonderly havisto a Thursby y tiene una cita con él estanoche en el hotel. Tai vez lleve consigo asu hermana, pero probablemente no lohará. Miss Wonderly quiere que encontre-mos a su hermana, que la separemos de ély que la hagamos volver a casa. ¿No es así?—dijo mirando a la muchacha.

—Sí —dijo ella, con voz poco clara.El sonrojo que, poco a poco, las amables son-

risas, los movimientos de cabeza y las consoladorasafirmaciones de Spade habían hecho desaparecer,

* en la traducción original de la editorial Alianza --a la que a todas luces corresponde esta versiónelectrónica, supuestamente basada en la de Fer-nando Calleja aunque no se la acredita así enlos créditos iniciales-- figura «prognáticas» no«pragmático»; en el alguna versión del texto in-glés figura «prognate» --aunque debiera ser‘prognathous’ -- no en esta versión electrónicaque utilizo aquí y que alguien con ignorancia si-milar al traductor español, pensó que debía ser‘pragmática’ y así le encaja el adjetivo a la man-díbula de Sam Spade sin importarle lo alejado de‘prognato’ que por mal y poco común que sueneel vocablo, figura en el DRAE:

prognato, ta. Del gr. 1. adj. Dícese de lapersona que tiene salientes las mandíbulas.

Nada que ver con «pagmáticas» para uno y«prognáticas» para otro.

En cuanto a la traducción de Cadena de «pe-sadas» por «heavy» digamos que cuesta enten-der cómo encajan en una cara «jovial» unas «pe-sadas mandíbulas».

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X X* trastoca el tono

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w a s p i n k e n i n g h e r f a c e a g a i n .S h e l o o k e d a t t h e b a gi n h e r l a p a n d picked nervouslyat it with a gloved finger.

Spade winked a t h is par tner.

M i l e s A r c h e r c a m e f o r w a r d t os t a n d a t a c o r n e r o f t h e d e s k .W h i l e t h e gi r l l o o k e d a t h e r b a gh e l o o k e d a t h e r . H i s l i t t l eb r o w n e y e s r a n t h e i r b o l da p p r a i s i n g g a z e f r o m h e rl o w e r e d f a c e t o h e r f e e t a n d u pt o h e r f a c e again. Then he lookeda t S p a d e a n d m a d e a s i l e n twhist l ing mouth of appreciat ion.

S p a d e l i f t e d t w o f i n g e r s f r o mt h e a r m o f h i s c h a i r i n a b r i e fw a r n i n g g e s t u r e a n d s a i d :

“ We shouldn’t have any troublewith it. It’s simply a matter of havinga man at the hotel this evening toshadow him away when he leaves,and shadow him until he leads us toyour sister. If she comes with him,and you persuade her to return withyou, so much the better. Otherwise—if she doesn’t want to leave him afterwe’ve found her—well, we’ll find away of managing that.”

Archer said: “Yeh.” His voice washeavy, coarse.

M i s s Wo n d e r l y l o o k e d u p a tS p a d e , q u i c k l y, p u c k e r i n g h e rforehead between her eyebrow s.

“Oh, but you must be careful!”Her voice shook a little, and her lipss h a p e d t h e w o r d s w i t h n e r v o u sjerk iness . “ I ’m dea th ly a f ra id ofhim, of what he might do. She’s soyoung and his bringing her here fromN e w Yo r k i s s u c h a s e r i o u s —M i g h t n ’ t h e — m i g h t n ’ t h e d o —something to her?”

S p a d e s m i l e d a n d p a t t e dt h e a r m s o f h i s c h a i r . “Justleave that to us,” he said. “We’ll knowhow to handle him.”

“But mightn’t he?” she insisted.

“ T h e r e ’ s a l w a y s a c h a n c e . ”S p a d e n o d d e d j u d i c i a l l y .“ B u t y o u c a n t r u s t u s t ot a k e c a r e o f t h a t . ”

“ I d o t r u s t y o u , ” s h e s a i dearnestly, “but I want you to knowthat he’s a dangerous man. I honestlydon’t think he’d stop at anything. Idon’t believe he’d hesitate to—to killCorinne if he thought it would savehim. Mightn’t he do that?”

“You didn’t threaten him, did you?”

“I told him that all I wanted wasto get her home before Mama andPapa came so they’d never know

v o l v i ó a c o l o r e a r l e l a c a r a .M i r a b a e l b o l s o q u e t e n í a enel regazo y lo pellizcaba nerviosamen-te con un dedo enguantado.

Spade guiñó un ojo a su socio.

Miles Archer avanzó hasta colocar-se junto a una de las esquinas del es-critorio, y mientras la chica observabasu bolso, él la observó a ella. Suso j i l los pa rdos l a recor r ie ronapreciativamente desde el rostro abati-do hasta los pies y de éstos nuevamentehasta el rostro. Luego miró a Spade ypuso los labios como para lanzar unsilbido silencioso de admiración.

Spade levantó dos dedos del bra-zo de su sillón a modo de breve ges-to de advertencia y dijo:

— N o n o s v a a s e r d i f í c i l . S et r a t a s i m p l e m e n t e d e t e n e r a u nhombre en e l ho te l es ta t a rde , par aseguirle cuando se vaya, hasta quenos conduzca a su hermana. Si ellaaparece con él y usted la convencepara regresar con usted, pues tantomejor. Si no es así, y ella no quieredejarle una vez que la hayamos en-contrado.. . bueno, ya nos apañare-mos para salir de ésa.

Archer asintió: [353]—Sí —tenía una voz pesada, áspera.

Rápidamente la señorita Wonderly le-vantó la mirada hacia Spade, frunciendoel entrecejo:

—¡Pero es que hay que tener mu-cho cuidado! —la voz le temblabaun poco y sus labios formaban laspalabras a sacudidas nerviosas—.Tengo un miedo de muerte a lo quepueda hacer él. Ella es tan joven, ytraerla aquí desde Nueva York es tanser io . . . ¿Podría é l . . . podría é l ha-cerle. . . algo.. .?

Spade sonrió y palmeó los brazosde su sillón.

—Déjenos lo a nosot ros —di jo—. Ya sabremos cómo manejar le .

—¿Pero podría? —insistió ella.

—Siempre hay a lguna pos ib i l i -dad —admi t ió Spade , ju ic ioso—.Pero puede estar segura de que no-sotros nos ocuparemos de eso.

—Lo es toy —di jo con s ince r i -dad—, pero quiero que sepan que esun hombre pel igroso. Sinceramen-t e , n o c r e o q u e s e d e t e n g a a n t enada. No creo que dude en. . . matara Corinne si cree que eso puede sal-varle . ¿Podría hacerlo?

—Usted no le amenazó, ¿verdad?

—Le dije que lo único que queríaera llevármela a casa antes de quevolvieran mamá y papá para que no

comenzó de nuevo a colorear su rostro.M i r ó e l b o l s o _________ _______________ y lo punzó nerviosamentecon un dedo _________.

Spade le hizo un guiño a su socio.

Archer avanzó unos pasos y se quedóde pie junto a una esquina de la mesa.Mientras la muchacha contemplaba elbolso, Miles la miraba a ella. Sus ojilloscastaños fueron examinándolaapreciativamente, desde la cara inclinadahasta los pies, y de vuelta hasta la cara.M i r ó e n t o n c e s a S p a d e y l e h i z ou n g e s t o d e s i l b a r c o n m a n i f i e s -t a a p r o b a c i ó n .

Spade alzó dos dedos del brazo del si-llón para hacer un fugaz ademán de ad-vertencia y dijo:

—No va a sernos dif íci l . Se t ra-ta , senci l lamente , de mandar a unhombre esta noche al hotel para quesiga a Thursby cuando se vaya, y quelo haga hasta que nos lleve adonde estésu hermana. Si ella va con él y usted lapuede convencer de que vuelva a casa,tanto mejor. Si no, si ella no quiere de-jarle después que la hayamos encontra-do, bueno, ya encontraremos la manerade arreglarlo.

—Sí —dijo Archer. Tenía la voz bron-ca y ordinaria.

M i s s W o n d e r l y m i r ó a S p a d e ,r á p i d a m e n t e , f r u n c i e n d o l af r e n t e e n t r e l a s c e j a s :

—¡Oh, pero habrán de tener cuida-do! —la voz le tembló ligeramente ylos labios formaron las palabras conestremecimientos nerviosos—. Le ten-go un miedo mortal, miedo de lo quepueda hacer. ¡Corinne es tan joven, ytraerla hasta aquí, desde Nueva York,es tan terrible! ¿No creen que podría...?¿No irá a... hacerle algo?

Spade sonrió y dio unas palmaditas so-bre los brazos del sillón:

—Déjenoslo a nosotros —dijo—. Sa-bemos cómo entendérnoslas con él.

—Pero ¿no podría...? —insistió.

—Siempre es posible —dijo Spade,moviendo la cabeza con aire judicial—.Pero puede usted confiar en que nos en-cargaremos de eso.

—Sí, sí, confío en ustedes —dijo sin-ceramente—, pero quiero que sepan quese trata de un hombre peligroso. Creo muyde veras que no se detendría ante nada.Creo que no dudaría en... matar a Corinnesi creyera que con eso podía salvarse. ¿Nopodría hacerlo?

—Usted no le amenazó, ¿verdad?

—Le dije que lo único que queríaes que Corinne volviera a casa antesdel regreso de mamá y papá, para que

to shadow secretly follow and watch themovements of

tailing shadow or follow closely

pucker v.tr. & intr. (often foll. by up) gather orcause to gather into wrinkles, folds, orbulges (puckered her eyebrows; this seamis puckered up). Hacer visajes, torcer,

puckered .wrinkled, fiolded, ceñuda, funcida,surcada de arrugas, en puchero

n. such a wrinkle, bulge, fold, etc. Fruncimien-to,

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what she had done. I promised himI’d never say a word to them about itif he helped me, but if he didn’t Papaw o u l d c e r t a i n l y s e e t h a t h e w a sp u n i s h e d . I — I d o n ’t s u p p o s e h ebelieved me, altogether.”

“Can he cover up by marryingher?” Archer asked.

T h e g i r l b l u s h e d a n dr e p l i e d i n a c o n f u s e d v o i c e :“He has a wife and three chi ldrenin England. Corinne wrote me that ,t o exp la in why she had gone o ffwith him.”

“They usual ly do,” Spade sa id ,“though not always in England.” Heleaned forward to reach for penciland pad of paper. “What does he looklike?”

“Oh, he’s th i r ty-f ive years old ,perhaps, and as tall as you, and eithernatural ly dark or quite sunburned.His hair is dark too, and he has thickeyebrows. He talks in a rather loud,blus tery way and has a ne rvous ,i r r i t a b l e m a n n e r. H e g i v e s t h eimpression of being—of violence.”

S p a d e , s c r i b b l i n g o n t h e p a d ,a s k e d w i t h o u t l o o k i n g u p :“W h a t c o l o r e y e s ? ”

“ T h e y ’ r e b l u e - g r e y a n dw a t e r y , t h o u g h n o t in a weak way.A n d — o h , y e s — h e h a s a m a r k e dcleft in his chin.”

“Thin, medium, or heavy build?”

“ Q u i t e a t h l e t i c . H e ’s b r o a d -shouldered and carries himself erect,has what could be called a decidedlymilitary carriage. He was wearing alight grey suit and a grey hat when Isaw him this morning.”

“What does he do for a living?” Spadeasked as he laid down his pencil.

“I don’t know,” she said. “I haven’tthe slightest idea.”

“What time is he coming to see you?”

“After eight o’clock.”

“ A l l r i g h t , M i s s Wo n d e r l y ,w e ’ l l h a v e a m a n t h e r e . I t ’ l lh e l p i f — ”

“Mr. Spade, could either you orMr. Archer?” She made an appealingg e s t u r e w i t h b o t h h a n d s . “ C o u l deither of you look after it personally?I don’t mean that the man you’d sendwouldn’t be capable, but—oh!—I’mso afraid of what might happen toCorinne. I’m afraid of him. Couldy o u ? I ’ d b e — I ’ d e x p e c t t o b ec h a rg e d m o r e , o f c o u r s e . ” S h eopened her handbag wi th nervousfingers and put two hundred-dollar

se enteraran de lo que había hecho.Le prometí que nunca les diría ni unapalabra si me ayudaba, pero que sino lo hacía desde luego papá se ocu-paría de aplicarle un castigo. No... nocreo que me creyera en absoluto.

—¿Podría él arreglarlo casándo-se con ella? —preguntó Archer.

La chica se sonrojó y repuso convoz avergonzada:

—Tiene mujer y tres hijos en In-glaterra. Corinne me lo di jo en lacarta para explicar por qué se habíafugado con él.

—Normalmente tienen familia —dijo Spade—, aunque no siempre enInglaterra —se echó hacia adelantepara coger un lápiz y un cuadernode notas—. ¿Qué aspecto tiene?

—B u e n o , t i e n e c o m o t r e i n t a ycinco años, y así de alto como ustedy es moreno o toma mucho el sol .También tiene el pelo oscuro y ce-jas espesas . Habla as í como muyfuerte y en plan fanfarrón , y es ner-vioso e irritable. Da la impresión deser. . . de violencia.

Spade, que garabateaba en el cua-derno, preguntó sin levantar la vista:

—¿Ojos de qué color?

— S o n a z u l g r i s á c e o yacuosos , aunque no parecen débiles.Y.. . ah, sí . . . t iene en la barbilla unhoyo muy profundo.

—¿Delgado, normal o fuerte?

— B a s t a n t e a t l é t i c o . T i e n eh o m b r o s a n c h o s y v a m u y d e r e -c h o , t i e n e l o q u e p o d r í a l l a m a r -s e u n p o r t e m i l i t a r . E s t a m a ñ a -n a l l e v a b a u n t r a j e g r i s c l a r o yu n s o m b r e r o g r i s .

—¿Cómo se gana la vida? —pregun-tó Spade mientras dejaba el lápiz.[354]

—No lo sé —dijo ella—. No ten-go ni la más remota idea.

—¿A qué hora va a ir a verla?

—Después de las ocho.

—Muy bien, señori ta Wonderly,a l l í t endremos a un hombre . Nosayudaría si . . .

—Señor Spade, ¿podría ser usted,o el señor Archer? —hizo un gestosuplicante con ambas manos—. ¿Po-dría alguno de ustedes dos ocuparsepersonalmente? No es que diga queel hombre que vayan a enviar sea in-capaz pero.. . ah.. . tengo tanto mie-d o d e l o q u e p u e d a p a s a r l e aCorinne.. . Le tengo miedo. ¿Podríaser? Yo.. . ya supongo que me cobra-rán más, claro —abrió el bolso condedos nerviosos y puso dos billetes

nunca se enteraran de lo que habíahecho. Le prometí no decirles unapalabra si él me ayudaba; pero quesi no lo hacía, papá se encargaría deque recibiera su merecido. Me pare-ce que no me creyó del todo.

—¿Puede él arreglar las cosas casán-dose con ella? —preguntó Archer.

La muchacha se sonrojó y repuso, convoz avergonzada:

—Tiene mujer y tres hijos en In-g l a t e r r a . C o r i n n e m e l o e s c r i b i ópara explicarme que por eso se ha-bía escapado con él.

—Sí, suelen tenerlos —dijo Spade—, aunque no siempre en Inglaterra. —Einclinándose hacia adelante para alcan-zar un lápiz y un papel, añadió—: ¿Quéaspecto tiene él?

—Bueno, tiene quizá treinta y cincoaños y es tan alto como usted. Es more-no naturalmente o está muy quemado porel sol. El pelo también lo tiene oscuro ytiene grandes las cejas. Habla bastantealto, como un fanfarrón, y sus movimien-tos son de hombre nervioso e irritable. Daimpresión de ser... de violencia.

Spade estaba garrapateando sobre el bloquede notas y ahora preguntó, sin alzar la vista:

—¿De qué color tiene los ojos?

—Ent re g r i ses y azu les yl a g r i m o s o s , p e r o n o d e h o m -b r e d é b i l . Y. . . ¡ a h ! , t i e n e u nhoyo muy pronunciado en la barbilla.

—¿Delgado, regular o gordo?

—Parece un atleta. Tiene hombros an-chos y camina muy derecho. Tiene unporte que pudiera decirse que esmarcadamente militar. Cuando le vi estamañana llevaba un traje gris claro y unsombrero también gris.

—¿Cómo se gana la vida? —preguntóSpade, soltando el lápiz.

—No lo sé. No tengo la más remotaidea.

—¿A qué hora tienen la cita?

—Después de las ocho.

—Perfectamente, señorita, tendremosa un hombre allí a esa hora. Sería buenoque...

—Mister Spade, ¿podría usted omister Archer...? —preguntó, haciendoun ademán de súplica con las manos—.¿No podría uno de ustedes dos encar-garse de ello personalmente? No es quecrea que otro hombre que ustedes pu-dieran mandar fuera incompetente, pero¡tengo tanto miedo de lo que pueda ocu-rrir a Corinne! Le tengo miedo a él. ¿Nopodrían ustedes? Claro, comprendo quetendría que pagar más. —Abrió el bol-so con dedos nerviosos y puso dos bi-

blustery manner bluster 1 behave pompously andboisterously; utter empty threats. 2 (of the windetc.) blow fiercely. 1 noisily self-assertive talk. 2empty threats.

brabuconería,

watery acuoso, [cristalino, rutilante,tornasolado]

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bills on Spade’s desk. “Would that beenough?”

“Yeh,” Archer said, “and I’ll lookafter i t myself.”

M i s s Wo n d e r l y s t o o d u p ,i m p u l s i v e l y h o l d i n g a h a n d o u tt o h i m . “ T h a n k y o u ! T h a n ky o u ! ” s h e e x c l a i m e d , a n d t h e ng a v e S p a d e h e r h a n d , r e p e a t i n g :“ T h a n k y o u ! ”

“ N o t a t a l l , ” S p a d e s a i do v e r i t . “ G l a d t o . I t ’ l l h e l ps o m e i f y o u e i t h e r m e e tT h u r s b y d o w n s t a i r s o r l e tyourself be seen in the lobby withhim at some t ime.”

“ I w i l l , ” s h e p r o m i s e d , a n dthanked the partners again.

“ A n d d o n ’ t l o o k f o r m e , ”A r c h e r c a u t i o n e d h e r . “ I ’ l l s e eyou a l l r i gh t . ”

Spade went to the corridor-doorw i t h M i s s Wo n d e r l y. W h e n h ereturned to his desk Archer noddeda t t h e h u n d r e d - d o l l a r b i l l st h e r e , g r o w l e d c o m p l a c e n t l y ,“ T h e y ’ r e r i g h t e n o u g h , ” p i c k e do n e u p , f o l d e d i t , a n d t u c k e d i tin to a ves t -pocke t . “And they hadbr others in her bag . ”

S p a d e p o c k e t e d t h e o t h e r b i l lbefore he sat down. Then he said:“Well, don’t dynamite her too much.What do you think of her?”

“ S w e e t ! A n d y o u t e l l i n g m en o t t o d y n a m i t e h e r . ” A r c h e rguffawed sud d e n l y w i t h o u tm e r r i m e n t . “ M a y b e y o u s aw herf irs t , Sam, but I spoke f i rs t .” H ep u t h i s h a n d s i n h i st r o u s e r s - p o c k e t s a n dt e e t e r e d o n h i s h e e l s .

“ Yo u ’ l l p l a y h e l l w i t h h e r ,y o u w i l l . ” S p a d e g r i n n e dw o l f i s h l y , s h o w i n g t h e e d g e s o ft e e t h f a r b a c k i n h i s j a w .“ Yo u ’ v e g o t b r a i n s , y e s y o uh a v e . ” H e b e g a n t o m a k e acigare t te .

de cien dólares sobre el escritorio deSpade—. ¿Será suficiente?

—Sí —dijo Archer— y me ocupa-ré yo personalmente.

La señorita Wonderly se puso en piey le tendió una mano impulsivamente.

—¡ G r a c i a s ! ¡ G r a c i a s ! — e x -c l a m ó y l u e g o l e t e n d i ó l am a n o a S p a d e , r e p i t i e n d o — :¡ G r a c i a s !

—De nada —repuso Spade ha -ciendo una reverencia—. Encanta-dos. Nos ayudaría si pudiera reunir-se con Thursby en e l ves t íbu lo obien que se dejara ver usted con élen algún momento.

—Lo haré —prometió, y volvió adar las gracias a los dos socios.

—Y no me busque —le adv i r t ióA r c h e r — . Ya m e o c u p a r é y o d eve r l a a us t ed .

Spade acompañó a la señoritaWonderly a la puerta que daba al descan-sillo. Cuando regresó a su escritorioArcher gruñía y miraba complacientementelos dos billetes de cien dólares:

—S o n d e v e r d a d — c o g i ó u n o ,l o d o b l ó y s e l o m e t i ó e n e lb o l s i l l o d e l c h a l e c o — . Y t e n í amás hermanitos en el bolso.

Spade se embolsó e l o t ro y sesentó. Luego dijo:

—Bueno, no la exprimas dema-siado. ¿Qué te parece?

—¡ U n b o m b ó n ! Y m e d i c e sq u e n o l a e x p r i m a — A r c h e rso l tó una carca jada r epen t ina yforzada—. Puede que la v ieras p r i -m e r o , S a m , p e r o y o h a b l é p r i m e -r o — s e m e t i ó l a s m a n o s e n l o sb o l s i l l o s d e l o s p a n t a l o n e s yse balanceó sobre los talones.

— L o p a s a r á s b i e n c o n e l l a ,y a l o v e r á s — S p a d e s o n r i óz o r r u n o , m o s t r a n d o l o sc o l m i l l o s ___________________— . S í , t ú t i e n e s p e s q u i s , y al o c r e o — y c o m e n z ó a l i a ru n c i g a r r i l l o .

lletes de cien dólares sobre la mesa—.¿Bastará con eso?

—Sí —dijo Archer—. Yo mismo meencargaré del asunto.

La muchacha se puso de pieimpulsivamente y le ofreció la mano:

— ¡ G r a c i a s , g r a c i a s ! — e x c l a -m ó , y l u e g o l e d i o l a m a n o aS p a d e , r e p i t i e n d o — : ¡ M u c h a sg r a c i a s !

—De nada —dijo Spade, inclinán-dose sobre la mano—. Es un placer.Nos facilitaría el trabajo que usted seencontrara con Thursby abajo, o que sedejara ver con él en el vestíbulo un mo-mento.

—Así lo haré —prometió, y les dio lasgracias a los dos socios una vez más.

—Y no trate de buscarme —le advir-tió Archer—. Descuide, que ya la veré yoa usted.

Spade acompañó a la muchacha has-ta la puerta del pasillo. Cuando volviójunto a su mesa. Archer indicó con ungesto los billetes de cien dólares y dejóoír un ruido de satisfacción.

—Son buenos —dijo. Cogió uno deellos, lo dobló y se lo guardó en el bolsi-llo del chaleco, añadiendo—: Y habíahermanos gemelos en el bolso.

Spade se guardó e l o t ro bi l le teantes de sentarse, y entonces dijo:

—Bueno, no la vayas a apretar de-masiado. ¿Qué te parece?

— ¡ P r e c i o s a ! ¡ Q u e n o l aa p r i e t e ! — d i j o c o n u n arisotada repentina carente de alegría—.Puede que tú la vieras antes que yo, Sam;pero fui yo quien habló primero.

Archer se metió las manos en losbolsi l los del pantalón y comenzó ac o lumpiarse sobre los talones.

—Lo pasarás muy rebién con ella,seguro —contestó Spade, sonriendorijosamente y dejando ver la punta delos colmil los _____________________— . T i e n e s t a l e n t o . S e g u r oq u e l o t i e n e s .

Y comenzó a liar un cigarrillo.

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guffaw v.i. reírse a carcajadas: the man guffawedduring the performance, el hombre se reía a car-cajadas durante la función; soltar una carcajada

guffawing: laughing in a loud, vulgar mannerguffaw utter a coarse or boisterous laugh.

boisterous 1(of a person) rough; noisily exuberant. 2 (of the sea,

weather, etc.) stormy, rough.

teeter vt balancearse, tambalearse, oscilar, columpiarse;teeter-totter (seesaw) nm balancín (juego para niños) teeter-totter (seesaw) nm sube y baja (juego para niños) teeter-totter (seesaw) nm subibaja (juego para niños)

teeter v. intr. 1 totter; stand or move unsteadily. 2 hesitate; beindecisive. Bambolearse; tambalearse (= hesitate) vacilar;titubear

teeter on the brink (or edge) be in imminent danger (ofdisaster etc.).

pesquis 1. m. Cacumen, agudeza, perspicacia.

X

XXXwolfishly 1fiercely 2 rapaciously, ravenously

rijoso 1. adj. Pronto, dispuesto para reñir o conten-der. 2. Inquieto y alborotado a vista de la hembra.Caballo RIJOSO. 3. Lujurioso, sensual.

grin : mueca o contorsión del rostro 1 a facialexpression characterized by turning up thecorners of the mouth; usually shows pleasureor amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o gesticu-lación facial (desdeñosa, burlona, etc.)

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II.

Death in the Fog

A t e l e p h o n e - b e l l r a n g i nd a r k n e s s . W h e n i t h a d r u n gt h r e e t i m e s b e d - s p r i n g sc r e a k e d , f i n g e r s f u m b l e d o nw o o d , s o m e t h i n g s m a l l a n dh a r d t h u d d e d o n a c a r p e t e df l o o r , t h e s p r i n g s c r e a k e da g a i n , a n d a m a n ’s v o i c e s a i d :“Hello. . . . Yes, speaking. . . . Dead?. . . Ye s . . . . F i f t e e n m i n u t e s .Thanks.”

A s w i t c h c l i c k e d a n d aw h i t e b o w l h u n g o n t h r e e g i l d e dc h a i n s f r o m t h e c e i l i n g ’s c e n t e rf i l l e d t h e r o o m w i t h l i g h t .S p a d e , b a r e f o o t e d i n g r e e n a n dw h i t e c h e c k e d p a j a m a s , s a t o nt h e s i d e o f h i s b e d . H e s c o w l e da t t h e t e l e p h o n e o n t h e t a b l ew h i l e h i s h a n d s t o o k f r o m b e s i d ei t a p a c k e t o f b r o w n p a p e r s a n da s a c k o f B u l l D u r h a m t o b a c c o .C o l d s t e a m y a i r b l e w i n t h r o u g ht w o o p e n w i n d o w s , b r i n g i n gw i t h i t h a l f a d o z e n t i m e s am i n u t e t h e A l c a t r a z f o g h o r n ’ sd u l l m o a n i n g . A t i n n y a l a r m -c l o c k , i n s e c u r e l y m o u n t e d o n ac o r n e r o f D u k e ’s C e l e b r a t e dCriminal Cases o f Amer ica—facedown on the table—held its hands atfive minutes past two.

S p a d e ’ s t h i c k f i n g e r s m a d e ac i g a r e t t e w i t h d e l i b e r a t e c a r e ,s i f t i n g a m e a s u r e d q u a n t i t y o ft a n f l a k e s d o w n i n t o c u r v e dp a p e r , s p r e a d i n g t h e f l a k e s s ot h a t t h e y l a y e q u a l a t t h ee n d s w i t h a s l i g h t d e p r e s s i o ni n t h e m i d d l e , t h u m b s r o l l i n gt h e p a p e r ’ s i n n e r e d g e d o w na n d u p u n d e r t h e o u t e r e d g ea s f o r e f i n g e r s p r e s s e d i to v e r , t h u m b s a n d f i n g e r ss l i d i n g t o t h e p a p e rc y l i n d e r ’ s e n d s t o h o l d i te v e n w h i l e t o n g u e l i c k e d t h ef l a p , l e f t f o r e f i n g e r a n dt h u m b p i n c h i n g t h e i r e n dw h i l e r i g h t f o r e f i n g e r a n dt h u m b s m o o t h e d t h e d a m ps e a m , r i g h t f o r e f i n g e r a n dt h u m b t w i s t i n g t h e i r e n d a n dl i f t i n g t h e o t h e r t o S p a d e ’ sm o u t h .

H e p i c k e d u p t h e p i g s k i n a n dn i c k e l l i g h t e r t h a t h a d f a l l e n t ot h e f l o o r , m a n i p u l a t e d i t , a n dw i t h t h e c i g a r e t t e b u r n i n g i n ac o r n e r o f h i s m o u t h s t o o d u p . H et o o k o f f h i s p a j a m a s . T h es m o o t h t h i c k n e s s o f h i s a r m s ,l e g s , a n d b o d y, t h e s a g o f h i s b i gr o u n d e d s h o u l d e r s , m a d e h i sb o d y l i k e a b e a r ’s . I t w a s l i k e as h a v e d b e a r ’ s : h i s c h e s t w a sh a i r l e s s . H i s s k i n w a s c h i l d i s h l ys o f t a n d p i n k .

CAPÍTULO II

Muerte en la niebla

E n l a o s c u r i d a d s o n ó e l t i m -b r e d e l t e l é f o n o . A l t e r c e r t i m -b r a z o c r u j i e r o n l o s m u e l l e s d el a c a m a , u n o s d e d o s t a n t e a r o ne l m u e b l e , a l g o d u r o y p e q u e ñ ocayó sordamente al suelo alfombra-do, volvieron a crujir los muelles yuna voz de hombre dijo:

— D í g a m e . . . S í , s o y y o . . .¿Muer to? . . . S í . . . Quince minutos . . .G r a c i a s .

Sonó el chasquido de un interrup-tor y un cuenco blanco suspendido deltecho por tres cadenas doradas llenóde luz la habitación. Spade, descalzoy con un pijama de cuadros verdes yblancos, se sentó en el borde de lacama. Frunció el ceño mientras con-templaba el teléfono que había sobrela mesilla, de la que sus manos cogie-ron un librillo de papel pardo y unsaco de tabaco Bull Durham. Por lasdos ventanas abiertas entraba una bri-sa fría y húmeda, acompañada seisveces por minuto del gemido monó-tono de la baliza antiniebla de Alca-traz. Un despertador de hojalata enequilibrio inestable sobre una esqui-na del libro, boca abajo sobre la me-silla, Famosos casos criminales deNorteamérica, de Duke, marcaba consus manecillas las dos y cinco.

Los dedos gruesos de Spade liaron uncigarri l lo con deliberada premiosidad ,e c h a n d o u n a m e d i d a c a n t i d a d decopos marrones sobre el papel aca-nalado, extendiendo luego los coposde modo que se dis t r ibuyeran porigual en los extremos con una levedepresió n en el centro; los pulgaresenrollaron el borde interno del papel,hacia abajo y hacia arriba __________ ,pasándolo bajo el otro borde mientraspresionaba con los índices, en tanto lospulgares y los demás dedos se desliza-ban hacia los extremos del cilindro depapel para mantenerlo en equilibriomientras la lengua lamía la solapa;después , e l índice y e l pulgar iz -quierdos pinzaron el correspondien-te extremo mientras el pulgar y el índi-ce derechos suavizaban el borde húme-do, doblaban su extremo y llevabanel cigarril lo así formado a la bocade Spade.

Recogió e l mechero de p ie l decerdo y n íquel que había ca ído a lsue lo , lo encendió y, con e l c iga-r r i l lo prendido en la comisura delos lab ios , se puso en p ie . Se qui -tó e l p i jama. Su cuerpo, grueso yl i so como sus brazos y p iernas , yla caída de sus grandes hombros re-dondeados, era como el de un oso.Como el cuerpo de un oso pelado:no tenía pelos en el pecho. Tenía lap i e l i n f a n t i l m e n t e s u a v e ysonrosada.[356]

2.

Muerte en la niebla

En la oscuridad sonó el timbre de unteléfono. Después de que hubo sonadotres veces, se oyó el chirrido de los mue-lles de una cama; unos dedos palparonsobre la madera, algo pequeño y durocayó con ruido sordo sobre la alfombra,los muelles chirriaron nuevamente, yuna voz de hombre exclamó:

—¿Diga? . . . S í , yo soy. . . ¿Muer-t o ? . . . S í . . . E n q u i n c e m i n u t o s .G r a c i a s .

Sonó el ruidillo de un interruptor,y la luz de un _____ globo que colgabadel techo, sostenido por tres cadenasdoradas, inundó el cuarto. Spade, des-calzo y con un pijama a cuadros verdesy blancos, se sentó sobre el borde de lacama. Miró malhumoradamente al te-léfono que había en la mesilla mientrassus manos cogían un estuche de papelde fumar color chocolate y una bolsa detabaco Bull Durham.

Un aire frío y mojado entraba pordos ventanas abiertas, trayendo con-sigo el bramido de la sirena contrala niebla de Alcatraz, media docenade veces por minuto. Un desperta-dor de ruin metal, con inseguro aco-modo sobre una esquina de Casoscriminales famosos de Estados Uni-dos , d e D u k e , b o c a a b a j o , m a r -c a b a l a s d o s y c i n c o .

Los gruesos dedos de Spade lia-ron con calmosa minuciosidad un ci-garrillo, echando la justa medida dehebras morenas sobre el papel comba-do, extendiendo las hebras por igual enlos extremos y dejando una ligera depre-sión en el centro, haciendo que los pul-gares condujeran con movimiento rota-torio el filo interior del papel hacia arri-ba _________ y luego lo pasaran por de-bajo del borde superior, en tanto que losdemás dedos ejercían presión para lue-go, junto con los pulgares, deslizarsehasta las puntas del cilindro de papel ysujetarlas, mientras la lengua humede-cía el borde, al tiempo que el índice yel pulgar de la mano izquierda pellizca-ban el extremo a su cuidado y los dedoscorrespondientes de la mano derecha ali-saban la húmeda juntura, tras lo que elíndice y el pulgar derecho retorcieron lapunta que les correspondía y llevaron elcigarrillo hasta la boca de Spade.

S p a d e c o g i ó e l e n c e n d e d o r d ep ie l de ce rdo y n íque l que se ha -b ía ca ído a l sue lo , l o h i zo func io -na r y se puso en p i e , con e l c iga -r r i l l o en una e squ ina de l a boca .Se qu i tó e l p i j ama . La suave gor-dura de b razos , p i e rnas y to r so , l aca ída de los hombros poderosos yredondeados , daban a su cuerpo e laspecto de un oso . De un oso afe i -tado: no crec ía ve l lo en e l pecho.Tenía la p ie l suave y rosada de unniño chico .

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premioso, sa. (De premiar2).1. adj. Dicho de una persona: Falta de expedición o

de agilidad, tarda, torpe para la acción o la ex-presión.

2. adj. Dicho de una persona: Que habla o escribecon mucha dificultad.

3. adj. Dicho del lenguaje o del estilo: Que carece deespontaneidad y soltura.

4. adj. Muy ajustado o apretado, que dificultosamen-te se puede mover.

5. adj. gravoso (? molesto).6. adj. Que apremia o estrecha.7. adj. p. us. Rígido, estricto

El traducir «care» por «premiosidad» es undisparate.

El narrador objetivo o dramático se limita general-mente a describir las acciones y a observar y atranscribir los diálogos; evita decir lo que lospersonajes piensan o sienten. Procede como unaespecie de reportero que se dedica simplemente afilmar objetivamente los acontecimientos tal y comosuceden. En el siguiente pasaje de El halcón maltésde Dashiell Hammett, el narrador cuenta con talobjetividad cómo Spade, detective privado y unode los protagonistas más famosos de la novelanegra, lía un cigarrillo, tras comunicársele que susocio ha sido asesinado:

L o s d e d o s g r u e s o s d eS p a d e l i a r o n c o n m i n u c i o -s o c u i d a d o u n c i g a r r i l l o ,e c h a n d o u n a j u s t a m e d i -d a d e p i c a d u r a m a r r ó ns o b r e e l p a p e l c o m b a d o ,e x t e n d i e n d o l u e g o l a p i c a d u r ap o r i g u a l e n l o s e x t r e -m o s y d e j a n d o u n a f i n ad e p r e s i ó n e n e l c e n t r o ;l o s p u l g a r e s en ro l l ando e lf i l o i n t e r i o r d e l p a p e l hac iaa r r i ba y debajo del bor d e e x t e r i o rm i e n t r a s l o s í n d i c e s e j e r -c í a n p r e s i ó n , p a r a ,a s í , p u l g a r e s y d e -m á s d e d o s d e s l i z a r -s e h a s t a l a s p u n t a sd e l c i l i n d r o d e p a p e l ys u j e t a r l a s r e c t a s a lh u m e d e c e r l a l e n g u a l as o l a p a , a l t i e m p o q u eí n d i c e y p u l g a r i z q u i e r d o sp i n z a r o n u n e x t r e m oy p u l g a r e í n d i c e d e -r e c h o s a l i s a b a n l a h ú -m e d a j u n t u r a h a s t a e lo t r o ; p u l g a r e í n d i c e d e r e -c h o s r e t o r c i e r o n l ap u n t a y l l e v a r o n l ao p u e s t a a l a b o c a d eS p a d e .

El momento en que tiene lugar esta ac-ción es muy crítico; Spade acaba de ser des-pertado en medio de la noche por una llama-da telefónica que le informa de que su com-pañero ha sido asesinado. Incluso en mo-mentos de un estrés así, Spade manifiestaun comportamiento reflexivo, tranquilo, eficien-te y minucioso. El narrador que aplicase to-dos estos adjetivos a Spade ejercería unaintrusión omnisciente que destruiría el puntode vista objetivo. El efecto sería completa-mente distinto.

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H e s c r a t c h e d t h e b a c k o f h i sneck and began to dress . He put ona t h i n w h i t e u n i o n - s u i t , g r e ys o c k s , b l a c k g a r t e r s , a n d d a r kb r o w n s h o e s . W h e n h e h a dfas tened his shoes he picked up thete lephone, ca l led Grays tone 4500,and ordered a tax icab . He put on ag r e e n - s t r i p e d w h i t e s h i r t , a s o f twhi te co l la r, a green neckt ie , thegrey su i t he had worn tha t day, aloose tweed overcoat , and a darkgrey ha t . The s t ree t -door-be l l ranga s h e s t u f f e d t o b a c c o , k e y s , a n dmoney in to h is pockets .

Where Bush S t r ee t r o o f e dStockton before slipping downhill toChinatown, Spade paid his fare andl e f t t he t ax i cab . San F ranc i s co ’sn i g h t - f o g , t h i n , c l a m m y , a n dpenetrant, blurred the street. A fewy a r d s f r o m w h e r e S p a d e h a dd i s m i s s e d t h e t a x i c a b a s m a l lg r o u p o f m e n s t o o d l o o k i n gu p a n a l l e y . Tw o women stoodwith a man on the other side of BushStreet , looking at the al ley. Therewere faces at windows.

S p a d e c r o s s e d t h e s i d e w a l kbetween iron-railed hatchways thatopened above bare ugly stairs , wentt o t h e p a r a p e t , a n d , r e s t i n g h i shands on the damp coping , looke dd o w n i n t o S t o c k t o n S t r e e t .

An automobile popped out of thetunnel beneath him with a roaring swish,as if it had been blown out, and ran away.Not far from the tunnel’s mouth a manwas hunkered on his heels before abillboard that held advert isements ofa m o v i n g p i c t u r e a nd a gaso l ineacross the front of a gap between twos t o r e - b u i l d i n g s . T h e h u n k e r e dman’s head was ben t a lmos t t o thes idewa lk so he cou ld look unde rt h e b i l l b o a r d . A h a n d f l a t o nt h e p a v i n g , a h a n d c l e n c h e do n t h e b i l l b o a r d ’ s g r e e nf r a m e , h e l d h i m i n t h i sg r o t e s q u e p o s i t i o n . Twoo t h e r m e n s t o o d a w k w a r d l yt o g e t h e r a t o n e e n d o f t h ebi l lboard , peeping through the fewi n c h e s o f s p ace between it and thebuilding at that end. The building at theoth e r e n d h a d a b l a n k g r e ys i d e w a l l t h a t l o o k e d d o w n o nt h e l o t b e h i n d t h e b i l l b o a r d .L i g h t s f l i c k e r e d o n t h es i d e w a l l , a n d t h e s h a d o w so f m e n m o v i n g a m o n gl i g h t s .

Spade turned from the parapet andwalked up Bush Street to the alley where menwere grouped. A uniformed policemanchewing gum u n d e r a n e n a m e l e ds i g n t h a t s a i d B u rr i t t St . i nw h i t e a g a i n s t d a r k b l u ep u t o u t a n a r m a n da s k e d : “What do you want here?”

S e r a s c ó e l c o g o t e y e m p e z ó av e s t i r s e . S e p u s o u n a c a m i s e t ay c a l zoncillos blancos de una pieza,calcetines grises, ligas negras y za-patos marrón oscuro. Una vez atadoslos cordones de los zapatos cogió elteléfono, marcó Graystone 4500 y pi-dió un taxi. Se puso una camisa blan-ca con rayas verdes, cuello flexible decolor blanco, corbata verde, el trajegris que había llevado ese día, un am-plio abrigo de lanilla y un sombreronegro. Mientras se metía en los bolsillosel tabaco, las llaves y el dinero, se oyó eltimbre del portero automático.

En el lugar en que Bush Street coronaStockton antes de deslizarse colinaabajo hasta Chinatown, Spade pagó altaxista y se bajó del taxi. La calle sedesdibujaba bajo la niebla nocturna, del-gada, pegajosa y penetrante de SanFrancisco. Unos metros más allá dedonde Spade había despedido al taxi,un grupito de hombres observaba uncallejón. Dos mujeres estaban con otrohombre en la acera de enfrente, tam-bién mirando hacia el callejón. Habíagente asomada a las ventanas.

Spade cruzó la acera entre los en-trantes con barandillas que dabana feas y desnudas escaleras, se acer-có a un pretil y descansando las ma-n o s s o b r e l a a l b a r d i l l a húmeda ,miró hacia Stockton Street.

B a j o é l , u n a u t o m ó v i l s a l i ód e l t úne l con un rug ient e silbido,como si lo hubieran disparado, y des-apareció. No lejos de la boca del túnelhabía un hombre en cuclil las delantede un letrero con anuncios de pel í -c u l a y d e g a s o l i n a , j u s t a m e n t ean te e l hueco que hab ía en t re dosa lmacenes . L a c a b e z a d e l h o m -b r e a c u c l i l l a d o c a s i r o z a b a l aace ra pa ra poder mi ra r po r deba -jo de l ca r t e l . Una mano se apoya-ba de p lano sobre e l pav imen to yla o t r a se ce r raba sobre e l r ebor-d e v e r d e d e l l e t r e r o , h a c i é n d o l ea d o p t a r u n a p o s t u r a g r o t e s c a .Otros dos hombres estaban de pie,en postura forzada al otro lado delletrero, escudriñando por la ranuraque quedaba entre el letrero y el al-macén. El otro edificio que queda-ba al otro extremo del cartel presentabauna pared s in huecos , de color gris,que daba al solar tapado por el letrero .L a s l u c e s p a r p a d e a b a n sob re e lparamento y también se veían lassombras de algunos hombres movién-dose entre las luces.

Spade abandonó el pretil y subió porBush Street hacia el callejón ante el quese agrupaban los hombres. Un policíade uniforme que mascaba chicle bajo elletrero esmaltado, rotulado BURRIT STen blanco sobre azul oscuro, levan-tó un brazo y preguntó:

—¿Qué quiere usted?

Se rascó la nuca y comenzó a ves-t irse. Se puso una combinación decamiseta y calzoncillos , calcetinesgrises, l igas negras y zapatos colorde cuero oscuro . Así que se huboatado los zapatos, cogió el teléfono,llamó al 4.500 de Graystone y pidióun taxi. Se puso luego una camisablanca con rayas verdes, un blanco cue-llo blando, una corbata verde, el traje grisque había llevado durante el día, un amplioabrigo de tela esponjosa y un sombrero co-lor gris oscuro. En el momento en que semetía en el bolsillo el tabaco, las llaves yel dinero, sonó el timbre de la puerta.

En el lugar donde la Bush Street sirve de techumbrea la Stockton, antes de bajar hacia elBarrio Chino, Spade pagó y despidióel taxi . La niebla nocturna de SanFrancisco, sutil , pegajosa y pene-t r a n t e , e s f u m i n a b a l a c a -l l e . A u n a s y a r das de distancia dedonde Spade había despedido el taxi, unpequeño grupo de hombres miraba ha-cia un callejón. Dos mujeres y un hom-bre estaban parados en la otra acera de BushStreet, mirando también hacia el callejón. Seveían caras en las ventanas.

Spade cruzó la acera sorteando lasentradas enrejadas que se abrían so-bre escaleras ruines y desnudas, lle-gó hasta el pretil y, apoyando las ma-nos sobre el húmedo caballete, miróhacia abajo, a la Stockton Street.

Del túnel que tenía a sus pies surgió repent ina-m e n t e u n a u t o m ó v i l , cual ráfaga estruendosa,como si le hubieran disparado, y sealejó veloz. Cerca de la boca del túnel habíaun hombre hecho un burujo sobre lostalones, ante un cartel que anuncia-ba una pel ícula y una marca de ga-sol ina, en el hueco que quedaba en-tre las casas de dos pisos. El hom-b r e e s t a b a d o b l a d o c a s i h a s t a e lsuelo para poder mirar por debajode la car te lera . Una mano abier tapue s t a s o b r e l a a c e r a y o t r aq u e s e a g a r r a b a a l b a s t i d o rv e r d e d e l a n u n c i o l e m a n t e -n í a n e n t a n g r o t e s c a p o s t u r a .Ot r o s d o s hombres estaban de pie,juntos, en postura forzada, en un ex-tremo del cartel, ojeando por la an-gostura de pocas pulgadas que que-daba entre el anuncio y el edificiocontiguo. La casa del otro lado teníaun muro lateral , gris y sin ventanasque daba al solar de detrás del anuncio.Unas luces p a r p a d e a b a n e n l aa c e r a , y u n a s s o m -b r a s h u m a n a s s e m o v í a ne n t r e e l l a s .

Spade dejó el pretil y echó a andar BushStreet arriba, hacia el callejón en donde es-taba el grupo. Un policía uniformado, quemascaba goma debajo de una placa esmal-tada en la que se leía Burritt Street en le-tras blancas sobre un fondo azul os-curo, extendió el brazo y preguntó:

—¿Qué busca usted aquí?

X

X

sidewall 1 paredes laterales 2. costado o flanco delneumático de los coches

paramento 1. m. Adorno o atavío con que se cubreuna cosa. 2. Sobrecubiertas o mantillas del ca-ballo. 3. Arq. Cualquiera de las dos caras de unapared. 4. Cant. Cualquiera de las seis caras deun sillar labrado.

paramentos sacerdotales. 1. Vestiduras y demás adornos que usan los sa-

cerdotes para celebrar misa y otros divinos ofi-cios.

2. Adornos del altar.pavimento; suelo artificial

X

union-suit prenda interior de cuerpo entero

coping n. the top (usu. sloping) course of masonryin a wall or parapet.

albardilla 4. f. Caballete o tejadillo que se pone enlos muros para que el agua de la lluvia no lospenetre ni resbale por los paramentos.

X

X

X

swishing rustling, hissing, zumbido, chasquido

clammy unpleasantly damp and sticky orslimy. (= damp, dank) frío y húmedo; (= sticky)pegajoso, sudoroso

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“ I ’m Sam Spade . Tom Po lhausphoned me.”

“Sure you are .” The pol iceman’sa r m w e n t d o w n . “ I d i d n ’t k n o wy o u a t f i r s t . We l l , t h e y ’ r e b a c kthere .” He je rked a thumb over h isshoulder. “Bad bus iness .”

“ B a d e n o u g h , ” S p a d ea g r e e d , a n d w e n t u p t h e a l l e y.H a l f - w a y u p i t , n o t f a rf r o m t h e e n t r a n c e , a d a r ka m b u l a n c e s t o o d . B e h i n d t h eam b u l a n c e , t o t h e l e f t , t h e a l l e yw a s b o u n d e d b y a w a i s t - h i g hf e n c e , h o r i z o n t a l s t r i p s o fr o u g h b o a r d i n g . F rom the fencedark ground fe l l away s teep ly tot h e b i l l b o a r d o n St o c k t o n S t r e e tbe low.

A ten-foot length of the fence’stop rail had been torn from a postat one end and hung dangling fromthe other. F i f t e e n f e e t d o w nt h e s l o p e a f l a t b o u l d e rs t u c k o u t . I n t h e n o t c hb e t w e e n b o u l d e r a n d s l o p eM i l e s A r c h e r l a y o n h i s b a c k .Tw o m e n s t o o d o v e r h i m . O n e o ft h e m h e l d t h e b e a m o f a ne l e c t r i c t o r c h o n t h e d e a d m a n .O t h e r m e n w i t h l i g h t s m o v e d u pa n d d o w n t h e s l o p e .

One of them hailed Spade, “Hello,Sam,” and clambered up to the alley,his shadow running up the slope beforehim. He was a barrel-bellied tall manwith shrewd small eyes, a thick mouthand careless ly shaven dark jowls .H i s s h o e s , k n e e s , h a n d s ,a n d c h i n w e r e d a u b e d w i t hb r o w n l o a m .

“ I f igured you’d want to see i tbefore we took him away,” he said ashe stepped over the broken fence.

“ T h a n k s , To m , ” S p a d e s a i d .“ W h a t h a p p e n e d ? ” H e p u t a ne l b o w o n a f e n c e - p o s t a n dl o o k e d d o w n a t t h e m e n b e l o w,n o d d i n g t o t h o s e w h o n o d d e dt o h i m .

To m P o l h a u s p o k e d h i s o w nl e f t b r e a s t w i t h a d i r t y f i n g e r.“Got him right through the pump—with this .” He took a fat revolverfrom his coat-pocket and held it outto Spade. Mud inlaid the depressionsi n t h e r e v o l v e r ’ s s u r f a c e . “ AWebley. English, ain’t i t?”

Spade took h i s e lbow f rom thef e n c e - p o s t a n d l e a n e d d o w n t olook a t t he weapon , bu t he d id no tt o u c h i t . “ Ye s , ” h e s a i d ,“ We b l e y - F o s b e r y a u t o m a t i cr e v o l v e r. T h a t ’s i t . T h i r t y - eight,eight shot. They don’t make them anymore. How many gone out of it?”

—Soy Sam Spade. Me llamó TomPolhaus.

—Ah, claro —el policía bajó elb razo—. No le hab ía reconoc ido .Bueno, están ahí detrás —y señalócon un movimiento del pulgar porencima del hombro—. Mal asunto.[357]

— Y t a n t o — a s i n t i ó S p a d e ,y s e m e t i ó e n e l c a l l e j ó n .

A medio camino, no lejos de laentrada, aguardaba una ambulanciaoscura . Det rás , a l a i zqu ie rda , e lcallejón estaba rodeado por una va-lla que llegaba a la cintura, hecha abase de tablones de madera coloca-dos hor izonta lmente . Más a l lá , e lterreno caía abruptamente hacia ell e t r e r o q u e h a b í a m á s a b a j o , e nStockton Street.

D e l a b a r a n d i l l a s e v e í aa r r a n c a d o u n t r o z o d e t r e s m e -t r o s , s u j e t o a h o r a p o r u n s o l oe x t r e m o . C i n c o m e t r o s d e t e r r a -p l é n m á s a b a j o , s e v e í a u n p e -d r u s c o p l a n o . E n e l n i c h o q u ef o r m a b a n p e d r u s c o y t e r r a p l é n ,M i l e s A r c h e r y a c í a d e e s p a l d a s .S o b r e é l s e i n c l i n a b a n d o s h o m -b r e s . U n o d e e l l o s a l u m b r a b a a lm u e r t o c o n u n a l i n t e r n a . O t r o sh o m b r e s c o n l i n t e r n a s s u b í a n yb a j a b a n p o r e l t e r r a p l é n .

Uno de ellos saludó a Spade —« H o l a , S a m » — y t re p ó h a s t a e lcal le jón precedido por su sombra.E r a u n h o m b r e a l t o y b a r r i g u -d o , m i r a d a a s t u t a , b o c a g r u e s ay mejillas oscuras descuidadamenteafeitadas. Tenía los zapatos, las rodillas,las manos y la barbilla embadurnadosde barro pardo.

—Pensé que querrías verlo antes deque nos lo lleváramos —dijo mientrassaltaba por encima de la valla.

—Gracias, Tom —dijo Spade—.¿Qué ha ocurrido? —apoyó un codoen uno de los postes de la valla ymiró a los hombres que se movíanabajo, saludando con la cabeza a losque le saludaban.

Tom Polhaus se hurgó el pechoizquierdo con un dedo sucio.

—Le dieron en mitad del corazón,con esto —se sacó un revólver gruesodel bolsillo del abrigo y se lo ten-dió a Spade. El barro estaba incrus-tado en los entrantes del revólver—. UnWebley. Inglés, ¿no?

S p a d e a p a r t ó e l c o d o d e l av a l l a y s e i n c l i n ó p a r a m i r a r e la r m a , p e r o n o l a t o c ó .

—Sí —dijo—, un revólver auto-m á t i c o We b l e y - F o s b e r y. E s o e s .Del t reinta y ocho, ocho disparos.Ya no los fabr ican . ¿Cuántas handisparado?

—Soy Sam Spade. Tom Polhaus me hallamado por teléfono.

—¡Claro que es usted Spade! —dijo elguardia, bajando el brazo—. Así, de golpe,no le reconocí... Bueno, pues allí los tieneusted —añadió, señalando con rápido ade-mán con el pulgar—. Mal asunto.

—Sí que es malo —dijo Spade, al mismotiempo que echaba a andar por el callejón.

A medio camino, no lejos de la bocadel callejón, estaba parada una ambu-lancia de color oscuro. Al otro lado dela ambulancia, a la izquierda, el calle-jón acababa en una valla, formada porlistones horizontales sin cepillar, quellegaba hasta la cintura. El callejón des-cendía en fuerte pendiente desde la va-lla hasta el cartel de anuncio de laStockton Street.

El larguero superior de la vallaestaba arrancado de uno de los pos-tes y colgaba del que había en el extre-mo opuesto. Como a cinco yardas de lacima de la pendiente se veía una piedraachatada que sobresalía. En el recovecoque formaba con el piso al salir estabaMiles Archer, caído, de espaldas. Dos hom-bres se hallaban de pie junto a él. Uno deellos dejaba caer sobre el muerto el cho-rrito luminoso de una linterna eléctri-ca. Otros hombres provistos de lucessubían y bajaban la cuesta.

Uno de los hombres le saludó con un«hola, Sam», y trepó hasta el callejón pre-cedido por su sombra, que corrió delantede él cuesta arriba. Era un tipo barrigudo, alto,de ojillos sagaces, boca de labios gruesosy mejillas en las que azuleaba la bar-b a a f e i t a d a con descu ido . Ten íamanchados de barro oscuro los zapatos,las rodillas, el mentón y las manos.

—Imaginé que querrías verlo antes quenos lo llevásemos —dijo al salvar la va-lla rota.

—Gracias, Tom —dijo Spade—. ¿Quéha ocurrido?

Apoyó un codo en el poste de la valla ymiró hacia los hombres de abajo, devol-viendo el saludo a los que le saludaban conla cabeza.

Tom Polhaus se punzó con un suciodedo la tetilla izquierda y dijo:

—Le acertaron en el mismo corazón..., con esto.—Y sacó del bolsillo del gabán un revólver chatoy se lo a l a rgó a Spade . Ten ía ba -r r a embut ido en todos lo s en t r an -t e s d e l a s u p e r f i c i e — . U n«Webley». Es inglés , ¿no?

S p a d e q u i t ó e l c o d o d e l p o s -t e y s e i n c l i n ó p a r a e x a m i n a re l a r m a , p e r o n o l a t o c ó .

— S í , u n r e v ó l v e r« W e b l e y - F o s b e r y » , a u t o m á t i -c o . E s o e s . C a l i b r e 3 8 , o c h o t i -r o s . Ya n o l o s f a b r i c a n . ¿ C u á n -t a s b a l a s l e f a l t a n ?

jowl 1 the lower jawbone in vertebrates; it is hingedto open the mouth; mandíbula o quijada inferior2 a fullness and looseness of the flesh of thelower cheek and jaw (characteristic of aging),papada, papo, carrillo, drooping mofletes,

fat panzudo

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notch (in wood, metal) muesca f; (on belt)agujero, corte

notch up (colloq) apuntarse

top notch de primera categoríatop notch de primera clase

X X

clamber over/up sth climb with hands and feet, esp.with difficulty or laboriously;; trepar sobre algo, su-bir gateando sobre algo

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“One pill .” Tom poked his breasta g a i n . “ H e m u s t ’ v e b e e n d e a dw h e n h e c r a c k e d t h e f e n c e . ”H e r a i s e d t h emuddy revolver. “Ever seen this before?”

S p a d e n o d d e d . “ I ’ v e s e e nWebley-Fosberys ,” he sa id wi thoutin t e re s t , and then spoke r ap id ly :“ H e w a s s h o t u p h e r e , h u h ?Standing where you are , wi th h isb a c k t o t h e f e n c e . T h e m a n t h a ts h o t h i m s t a n d s h e r e . ” H e w e n taround in f ront of Tom and ra iseda h a n d b r e a s t - h i g h w i t h l e v e l e dforef inger. “Lets h im have i t andMi les goes back , tak ing the topof f the fence and going on throughand down t i l l the rock catches him.That i t?”

“That’s i t ,” Tom replied slowly,working his brows together. “The blastburnt his coat .”

“Who found him?”

“The man on the beat , Shilling.He was coming down Bush, and justas he got here a machine turn ingthrew headlights up here, and he sawthe top off the fence. So he came upto look at it, and found him.”

“What about the machine that wasturning around?”e

“Not a damned thing about it, Sam.Shilling didn’t pay any attention to it, notknowing anything was wrong then. Hesays nobody didn’t come out of here whilehe was coming down from Powell orhe’d’ve seen them. The only other way outwould be under the billboard on Stockton.Nobody went that way. The fog’s got theground soggy, and the only marks arewhere Miles slid down and where thishere gun rolled.”

“Didn’t anybody hear the shot?”

“ F o r t h e l o v e o f G o d , S a m , w eo n l y j u s t g o t h e r e . S o m e b o d ym u s t ’ v e h e a r d i t , w h e n w e f i n dt h e m . ” H e t u r n e d a n d p u t a l e go v e r t h e f e n c e . “ C o m i n g d o w nf o r a l o o k a t h i m b e f o r e h e ’ sm o v e d ? ”

Spade said: “No.”

Tom halted astride the fence andlooked back at Spade with surprisedsmall eyes.

S p a d e s a i d : “ Y o u ’ v es e e n h i m . Y o u ’ d s e ee v e r y t h i n g I c o u l d . ”

To m , s t i l l l o o k i n g a t S p a d e ,nodded doubtfully and withdrew hisleg over the fence.

“His gun was tucked away onhis h ip ,” he sa id . “ I t hadn’t beenf i red . His overcoat was but toned.

—Una sola —Tom volvió a hur-garse e l pecho—. Tenía que es tarmuerto ya cuando rompió la valla —l e v a n t ó e l r e v ó l v e rembarrado—. ¿Los conoces?

Spade asintió.—He visto otros Webley-Fosbery

—dijo sin interés, y luego habló conrapidez—: Le dispararon aquí arri-ba, ¿no? De pie donde tú estás, deespaldas a la val la . Y el que dispa-ró estaba aquí —se puso por delan-te de Tom y levantó una mano a la altu-ra del pecho con el índice horizontal—.O s e a , q u e l e a c i e r t a y M i l e sc a e h a c i a a t r á s , d e s p r e n -d i e n d o l a p a r t e d e a r r i b a de lavalla y rueda hacia abajo hasta quela roca detiene la caída. ¿No?

—Eso es —repuso Tom lentamen-te, frunciendo el ceño—. El disparole quemó el abrigo.[358]

—¿Quién lo encontró?

—El que es taba de serv ic io ,Shilling. Bajaba por Bush y al llegaraquí había un coche dando la vuelta eiluminó la zona y entonces pudo verla parte de arriba de la valla. Vino aechar un vistazo y le encontró.

—¿Y qué hay del coche que esta-ba dando la vuelta?

—Ni rastro. Shilling no le prestóatención al no saber que ocurrieranada. Dice que de aquí no salió na-die mientras él bajaba por Powell ,porque de lo contrario lo habría vis-to. La otra salida es a Stockton, pa-sando por debajo del letrero. Y porahí no salió nadie. La niebla ha de-jado el suelo embarrado y las úni-cas huel las son las de la caída deMiles y las del revólver.

—¿No oyó nadie el disparo?

—Sam, por amor de Dios, acaba-mos de llegar. Alguien debe haberlooído, ya encontraremos a alguien —se volvió y pasó una pierna por en-cima de la valla—. ¿Bajas a echarleun vistazo antes de que nos lo lle-vemos?

Spade repuso:—No.Tom se quedó a horcajadas en la

val la y se volvió a mirar a Spadecon oj i l los sorprendidos.

Spade añadió:—Tú lo has vis to . Ya has vis to

todo lo que podría ver yo.

To m , s i n d e j a r d e m i r a r aSpade , a s in t ió dub i t a t ivo y vo lv ióa ba ja r se de l a va l l a .

—Le habían quitado el revólverde la c in tura —di jo—. No lo handisparado. Tenía el abrigo abrocha-

Tom volvió a pincharse el pecho conel dedo y añadió: —Una___. Debía deestar ya muerto cuando rompió la va-lla. ¿Has visto esto antes? —pregun-tó, alzando el revólver ________.

Spade afirmó con la cabeza y dijo, sin mostrar interés:—He visto revólveres «Webley-Fosbery».Y luego dijo, hablando rápidamente:—Le mataron aquí, ¿eh? Estaba de es-

paldas a la valla, en donde estás tú aho-ra. El que le disparó estaba aquí. —Pasópor delante de Tom, dando la vuelta, yalzó una mano a la altura del pecho con el bra-zo extendido y el dedo índice apuntando—: Hace fuego contra él y Miles cae con-tra la valla, se lleva la parte superior alcaer a través de ella y rueda por la cues-ta hasta que esa piedra le detiene. ¿Fueasí?

—Así fue —Tom respondió muy des-pacio, juntando las cejas—. El fogonazole chamuscó el abrigo.

—¿Quién le encontró?

—El guardia de ronda, Shilling. Ba-jaba por Bush Street y en el momento enque llegó a este lugar un automóvil viró yarrojó hasta aquí la luz de los faros.Shilling vio rota la valla, subió para in-vestigar y le encontró.

— ¿ Y e l c o c h e q u e d i o l av u e l t a ?

—No sabemos nada de él , Sam.Shilling no le prestó atención, pues nosabía que hubiese ocurrido algo. Diceque por aquí no pudo salir nadie mien-tras él bajaba de Powell, pues le hu-biera visto. La otra salida es por deba-jo del anuncio de Stock t o n . N a d i ep a s ó p o r a l l í . L a n i e b l a h aembarrado el piso, y las únicas señalesque hay son las hechas por Miles al caery por el revólver al rodar.

—¿Nadie oyó el tiro?

—¡Por el amor de Dios, Sam! ¡Acaba-mos de llegar! Alguien tiene que haberoído el disparo. Ya lo encontraremos.

Dio media vuelta y pasó una pierna porencima de la valla:

—¿Bajas para verlo antes de que se lolleven?

—No —dijo Spade.

Tom, a caballo sobre la valla, se detu-vo y miró a Spade con ojuelos de extra-ñeza.

—Ya lo has visto tú —dijo Spade—.Todo lo que yo pudiera descubrir ya lohabrás visto.

Sin dejar de mirar a Spade, Tom asintió conexpresión de duda y pasó de nuevo la pierna porencima de la valla, en dirección contraria.

—Miles llevaba su revólver en lapistolera de la cadera —dijo—. No hasido disparado. Tenía abrochado el

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haciendo la ronda, patrullando, de guardia,en su ronda

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There’s a hundred and s ixty-someb u c k s i n h i s c l o t h e s . Wa s h eworking, Sam?”

S p a d e , a f t e r a m o m e n t ’shesitation, nodded.

Tom asked: “Well?”

“He was supposed to be tailing afellow named Floyd Thursby,” Spadesaid, and described Thursby as MissWonderly had described him.

“What for?”

S p a d e p u t h i s h a n d s i n t oh i s o v e r c o a t - p o c k e t s a n db l i n k e d s l e e p y e y e s a t T o m .T o m r e p e a t e d i m p a t i e n t l y :“What for?”

“He was an Englishman, maybe. Id o n ’ t k n o w w h a t h i s g a m e w a s ,exactly. We were trying to find outw h e r e h e l i v e d . ” S p a d e g r i n n e dfa in t ly and took a h a n d f r o m h i sp o c k e t t o p a t To m ’ s s h o u l d e r.“Don’t crowd me” He put the handin his pocket again. “I’m going outto break the news to Miles’s wife.”He turned away.

Tom, scowling, opened his mouth,c l o s e d i t w i t h o u t h a v i n g s a i dany th ing , c l ea r ed h i s t h roa t , putthe scowl off his face, and spokewith a husky sort of gentleness:

“ I t ’s tough, h im ge t t ing i t l ikethat. Miles had his faults same as therest of us, but I guess he must’ve hadsome good points too.”

“I guess so,” Spade agreed in atone that was utterly meaningless,and went out of the alley.

I n a n a l l - n i g h t d r u g - s t o r eo n t h e c o r n e r o f B u s h a n dTa y l o r S t r e e t s , S p a d e u s e d at e l e p h o n e .

“Precious,” he said into it a l i t t lewhile after he had given a number,“Miles has been shot Yes, he’s dead.. . . Now don’t get excited . . . . Yes.. . . You’ll have to break it to Iva. . .. No, I’m damned if I will . You’vegot to do it . . . . That’s a good girl . .. . A n d k e e p h e r a w a y f r o m t h eoffice. . . . Tell her I’ l l see her—uh—some time. . . . Yes, but don’ttie me up to anything. . . . That’s thestuff. You’re an angel. ‘Bye.”

Spade’s t inny a la rm-c lock sa idthree- for ty when he turned on thel ight in the suspended bowl again .He d ropped h i s ha t and ove rcoa to n t h e b e d a n d w e n t i n t o h i sk i tchen, re turn ing to the bedroom

do. Lleva ciento sesenta y un dóla-r e s e n c i m a . ¿ E s t a b a d e s e r v i c i o ,Sam?

Spade, tras un momento de vaci-lación, asintió.

Tom preguntó:—¿Y...?—Se supone que debía seguir a un tipo

llamado Floyd Thursby —dijo Spade, ydescribió a Thursby tal como se lo habíadescrito la señorita Wonderly.

—¿Y para qué?

Spade se metió las manos en losbolsillos del abrigo y parpadeó mi-rando con ojos soñolientos a Tom.

Tom, impaciente, repitió:—¿Y para qué?

—Es posible que sea inglés. Nosé exactamente detrás de qué va. Es-tábamos tratando de averiguar dón-de vivía —Spade sonrió levementey se sacó una mano del bolsillo paradarle una palmada a Tom—. No mea p r i e t e s —v o l v i ó a m e t e r s e l amano en e l bo l s i l l o—. Voy a da r -l e l a no t i c i a a l a muje r de Mi le s—y se dio la vuelta.[359]

Tom, frunciendo el ceño, abrió laboca, la volvió a cerrar s in haberd i c h o n a d a , c a r r a s p e ó , r e l a j ól a car a y h a b l ó c o n u n aespecie de ronquera deferente :

—Es du ro que haya t e rminadoasí. Miles tenía sus cosas, como to-dos nosotros, pero supongo que tam-bién tendría sus cosas buenas .

—Eso creo yo —asintió Spade entono ___________ i n t r a s c e n d e n t e ,y salió del callejón.

Desde un autoservicio abierto lasveinticuatro horas en la esquina deBush Street y Taylor Street, Spadehizo una llamada.

—Encanto —dijo al cabo de unrato de haber pedido un número—,h a n d i s p a r a d o a M i l e s . . . s í , e s t ámuerto... Vamos, no te pongas nerviosa...Sí. . . Tendrás que decírselo a Iva .. .No, yo no pienso hacerlo, tendrásque hacer lo tú . . . Buena chica. . . Yque no vaya por la of ic ina. . . Di leque.. . que ya iré a verla. . . en cual-qu ie r momen to . . . S í , pe ro no mecomprometas a nada.. . Eso es. Eresun ángel . Adiós.

El despertador de hojalata marca-ba las t res cuarenta cuando Spadevolvió a encender la lámpara colga-da del techo. Tiró el sombrero y elabrigo sobre la cama y se fue a lacocina, regresando a la habitación

abrigo. Llevaba encima ciento sesen-ta y tantos dólares. ¿Estaba trabajan-do en algo?

S p a d e v a c i l ó u n m o m e n t o ya s i n t i ó .

—¿Bien? —preguntó Tom.

—Estaba siguiendo a un sujeto llama-do Floyd Thursby —dijo Spade, y descri-bió a Thursby tal y como miss Wonderlyse lo había descrito a él.

—¿Por qué?

S p a d e m e t i ó l a s m a n o s e n l o sbolsi l los del abrigo y miró a Tom,guiñando los ojos soñolientos.

—¿Por qué? —repitió Tom, impa-cientemente.

—Es un inglés, quizá. No sé exacta-mente qué se trae entre manos. Estába-mos tratando de averiguar en dónde vive.

Spade sonrió ligeramente y sacó unamano del bolsillo para dar una palmadasobre el hombro de Tom:

—No me apures —dijo, y volvió ameter la mano en el bolsillo—. Voy adarle la noticia a la mujer de Miles.

Se dio la vuelta.

To m , c o n g e s t o d e m a l h u m o r ,a b r i ó l a b o c a , l a c e r r ó s i n h a -b l a r , c a r r a s p e ó , borró de la cara elmalhumorado gesto, y d i j o c o n u n ae s p e cie de ronca dulzura:

—Es t r i s te que lo mataran as í .Mi les t en ía defec tos , como todoslos tenemos, pero seguro que tam-bién tendría cualidades .

—Seguro que sí —asintió Spade en un tonode voz que no quería decir absolutamente nada,y salió del callejón.

S p a d e u t i l i z ó u n t e l é f o n o d e u ndrug-store que permanecía abier totoda la noche en la esquina de lascalles Bush y Taylor.

—Preciosa —dijo un poco des-pué s de lograr la comunicación—, aMiles le han pegado un tiro.. . Sí, sí ,está muerto... Bueno, no te excites.. .Sí . . . Tendrás que darle a Iva la no-t icia . . . No, no; antes me aspan. Lotienes que hacer tú. . . Buena chica. . .Y no la dejes que vaya por la of ici-na. . . Dile que ya la veré, en cual-qu i e r momen to . . . S í , pe ro no mecomprometas a nada. . . Eso es . Eresun ángel . Adiós.

E l despe r t ador ba ra to marcabalas t r es y cuaren ta cuando Spadevolvió a encender el globo suspen-dido del techo. Dejó caer el abrigoy el sombrero, fue a la cocina y re-gresó a la alcoba con un vaso y una

tailing shadow or follow closely

Don’t crowd me harass or pressure

deferente 1. adj. Que defiere al dictamen ajeno,sin querer sostener el suyo. 2. adj. Respetuo-so, cortés.

conducto deferente conducto excretor yeyaculador en cada uno de los testículos

Xgentleness; softness (douceur); mildness;mellowness; smoothness;

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grin : mueca o contorsión del rostro 1 a facialexpression characterized by turning up thecorners of the mouth; usually shows pleasureor amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o gesticu-lación facial (desdeñosa, burlona, etc.)

excited y excitado conllevan la idea de alegre, en-tusiasta, pero excited tiene más denotaciones,como nervioso, agitado, acalorado, emocionan-te. To excite y excitar se refieren a estimular, en-tusiasmar, pero to excite significa además emo-cionar / conmover, poner nervioso / agitado, pro-vocar [emociones], instigar [desórdenes], albo-rotar [gente], y to get excited es acalorarse. A suvez, excitar se usa para to raise [dudas], arouse[curiosidad, apetito]. Excitedly significa agitada-o acaloradamente.

Don’t get excited = no te pongas nervioso.

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wi th a wineglass and a ta l l bot t leof Bacardi . He poured a dr ink andd r a n k i t s t a n d i n g . H e p u t b o t t l eand g lass on the tab le , sa t on thes ide o f the bed fac ing them, andr o l l e d a c i g a r e t t e . H e h a d d r u n khis th i rd g lass of Bacardi and wasl i g h t i n g h i s f i f t h c i g a r e t t e w h e nt h e s t r e e t - d o o r - b e l l r a n g . T h eh a n d s o f t h e a l a r m - c l o c kregis tered four- th i r ty.

S p a d e s i g h e d , r o s e f r o m t h eb e d , a n d w e n t t o t h e t e l e p h o n e -box bes ide h i s ba th room door. Hep r e s s e d t h e b u t t o n t h a t r e l e a s e dthe s t r ee t -door- lock . He mut te red ,“ D a m n h e r , ” a n d s t o o ds c o w l i n g a t t h e b l a c kt e l e p h o n e - b o x , b r e a t h i n gi r r e g u l a r l y w h i l e a d u l l f l u s hg r e w i n h i s c h e e k s .

The grat ing and ratt l ing of theelevator-door opening and closingcame from the corridor. Spade sigheda g a i n a n d m o v e d t o w a r d s t h ecorridor-door. Soft heavy footstepss o u n d e d o n t h e c a r p e t e d f l o o routside, the footsteps of two men.Spade’s face br ightened. His eyeswere no longer harassed. He openedthe door quickly.

“ H e l l o , To m , ” h e s a i d t o t h eb a r r e l - b e l l i e d t a l l d e t e c t i v ew i t h w h o m h e h a d t a l k e d i nB u r r i t t S t r e e t , a n d , “ H e l l o ,L i e u t e n a n t , ” t o t h e m a n b e s i d eTo m . “ C o m e i n . ”

T h e y n o d d e d t o g e t h e r, n e i t h e rs a y i n g a n y t h i n g , a n d c a m e i n .Spade shu t t he door and ushe redthem in to h is bedroom. To m sa t ona n e n d o f t h e s o f a b y t h ew i n d o w s . T h e L ieutenant sa t ona chai r bes ide the tab le .

T h e L i e u t e n a n t w a s ac ompac t ly bu i l t man wi th a roundh e a d u n d e r s h o r t - c u t g r i z z l e dh a i r a n d a s q u a r e f a c e b e h i n da s h o r t - c u t g r i z z l e d m u s t a c h e .A f i v e - d o l l a r g o l d - p i e c e w a sp i n n e d t o h i s n e c k t i e a n d t h e r ew a s a s m a l l e l a b o r a t e d i a m o n d -s e t s e c r e t - s o c i e t y - e m b l e m o nh i s l a p e l .

Spade brought two wine-glassesin from the kitchen, filled them andhis own with Bacardi, gave one toeach of his visi tors , and sat downwith his on the side of the bed. Hisface was placid and uncurious . Heraised his glass, and said, “Successto crime,” and drank it down.

Tom emptied his glass, set it onthe floor beside his feet, and wipedhis mouth with a muddy forefinger.He stared at the foot of the bed as ift ry ing to remember someth ing o fwhich it vaguely reminded him.

con un vaso de vino y una botellagrande de Bacardi. Llenó el vaso yse lo bebió de pie. Dejó el vaso y labotella sobre la mesa, se sentó en elborde de la cama mirándolos y l ióun c iga r r i l lo . Ya l l evaba beb idostres vasos de Bacardi y estaba en-cendiendo su quinto cigarrillo cuan-do llamaron al t imbre. Las maneci-llas de su despertador marcaban lascuatro y media.

Spade suspiró, se levantó de lacama y se acercó al telefonillo quehabía al lado de la puerta del cuartode baño. Apretó el botón que abríala puerta del portal. Murmuró «Mal-dita mujer» y se quedó mirando conel ceño fruncido el telefonil lo ne-gro, respirando entrecortadamentemientras las meji l las se le enroje-cían levemente.

Del rellano llegaron el chirrido y el golpede la puerta del ascensor al abrirsey cerrarse. Spade volvió a suspirary avanzó hacia la puer ta . Afuera ,sobre el suelo alfombrado, se oíanpasos suaves y decididos, pasos dedos hombres. A Spade se le iluminóel rostro. Sus ojos ya no traslucíancontrariedad alguna. Abrió la puer-ta rápidamente.

—Hola, Tom —saludó al detecti-ve alto y barrigudo con el que habíaestado hablando en Burrit Street yañadió—: Hola, teniente —dirigién-dose a l hombre que le acompaña-ba—. Pasen.

Los dos hombres saludaron con lacabeza, sin decir nada, y entraron.Spade cerró la puerta y los introdu-jo en su dormitorio. Tom se sentó en[360] un extremo del sofá, cerca delas ventanas. El teniente se sentó enuna silla al lado de la mesa.

E l t e n i e n t e e r a u n h o m b r e d ecomplexión maciza y cabeza redon-da, con el pelo entrecano muy cortoy con un rostro cuadrado agazapadotras un bigotito también entrecano .Llevaba una moneda de oro de cincodólares como alfiler de corbata y enla solapa lucía el emblema de dia-mantes, pequeño y complicado, deuna sociedad secreta.

Spade sacó dos vasos de vino dela cocina, los l lenó de Bacardi, lomismo que el suyo, los entregó a susvisitantes y se sentó en el borde dela cama. Tenía el rostro apacible yexento de curiosidad . Levantó suvaso, brindó «Por los éxitos del cri-men» y lo apuró de un trago.

Tom vació el suyo, lo dejó en elsuelo, a sus pies, y se limpió los la-bios con un índice embarrado. Sequedó mirando a los pies de la camacomo si tratara de encontrar en ellosalgo que recordara vagamente.

botel la grande de Bacardi . Se s i r-vió un t rago y se lo bebió de pie .Dejó la botel la y el vaso sobre lamesa, se sentó en la cama mirandohacia el los y l ió un cigarro. Se ha-b í a b e b i d o y a e l t e r c e r v a s o d eB a c a r d i y e s t a b a e n c e n d i e n d o e lq u i n t o c i g a r r i l l o c u a n d o s o n ó e lt imbre de la puerta . Las maneci l lasdel despertador marcaban las cua-tro y t reinta minutos.

Spade suspiró, se levantó de lacama y fue hasta la puerta del cuartode baño. Apretó el botón que en la ta-bla del teléfono interior abría desdearriba la puerta de la calle.

—¡Maldita sea esa...! —masculló, mi-rando airadamente a la tablilla negra delteléfono, respirando entrecortadamentemientras su rostro se sonrojabaapagadamente.

Se oyó en e l pas i l lo e l rechinary golpe teo de la puer ta de l ascen-s o r a l a b r i r s e y c e r r a r s e . S p a d esuspi ró de nuevo y se d i r ig ió ha-c ia la puer ta . Oyó pasos rec ios yapagados sobre la a l fombra ex te -r ior, los pasos de dos hombres . Sele a legró e l ta lan te . Sus o jos ya noe x p r e s a b a n c o n t r a r i e d a d a l g u n a .Abr ió la puer ta ráp idamente .

—Hola , Tom —le d i jo a l de tec-t ive a l to y bar r igudo con quien ha-b ía es tado hablando en la Burr i t tSt ree t—. Hola , t en ien te —le d i joa l h o m b r e q u e a c o m p a ñ a b a aTom—. Pasad.

Los dos inclinaron la cabeza al mis-mo tiempo sin decir palabra y entra-ron en la habitación. Spade cerró lapuerta y los condujo a su alcoba. Tomse sentó en un extremo del sofá, juntoa las ventanas. El teniente lo hizo enuna silla al lado de la mesa.

El ten iente era un hombre apre-tado de carnes , de cabeza redondacoronada por cabello muy corto y grisy d e r o s t r o c u a d r a d o c o n u nb i g o t e g r i s y m u y c o r t a .L l e v a b a u n a moneda de oro decinco dólares como alfiler de corba-ta, y en la solapa, un pequeño emble-ma de alguna sociedad secreta, ador-nado con diamantes.

Spade trajo dos vasos de la coci-na, los l lenó de Bacardi, e hizo lomismo con el suyo; dio uno a cadavisitante y se sentó con un vaso sobrela cama. La expresión de su rostro eraplácida y no denotaba curiosidad.Alzó su vaso y dijo: «Por el buen éxi-to del crimen», y lo apuró.

E l t en i en te con templó su vasoduran te una docena de segundos ,tomó un sorbi to de lo que conteníay l o de jó en l a mesa , j un to a sucodo. Examinó la habi tación dete-nidamente y luego miró a Tom.

harass v.tr. 1 trouble and annoy continually or repeatedly.2 make repeated attacks on (an enemy or opponent).

agobiar, hostigar, presionar, acosar

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The Lieutenant looked at his glassfor a dozen seconds , took a verysmall sip of its contents, and put theglass on the table at his elbow. Hee x a m i n e d t h e r o o m w i t h h a r ddeliberate eyes, and then looked atTom.

To m m o v e d u n c o m f o r t a b l y o nthe sofa and, not looking up, asked:“Did you break the news to Miles’swife, Sam?”

Spade said: “Uh-huh.”

“How’d she take it?”

Spade shook his head. “I don’tknow anything about women.”

Tom said sof t ly : “The hel l youdon’t.”

The Lieutenant put his hands onhis knees and leaned forward. Hisgreenish eyes were fixed on Spade ina peculiarly rigid stare, as if theirfocus were a matter of mechanics, tobe changed only by pulling a leveror pressing a button.

“What kind of gun do you carry?”he asked.

“ N o n e . I d o n ’ t l i k e t h e mm u c h . O f c o u r s e t h e r e a r e s o m ei n t h e o f f i c e . ”

“I’d like to see one of them,” theLieutenant said. “You don’t happento have one here?”

“No.”

“You sure of that?”

“Look around.” Spade smiled andwaved his empty glass a little. “Turnthe dump upside-down if you want. Iw o n ’ t s q u a w k — i f y o u ’ v e g o t asearch-warrant.”

Tom protested: “Oh, hell , Sam!”

Spade set his glass on the tableand stood up facing the Lieutenant.“ W h a t d o y o u w a n t , D u n d y ? ” h ea s k e d i n a v o i c e h a r d a n d c o l da s h i s e y e s .

Lieutenant Dundy’s eyes had movedto maintain their focus on Spade’s.Only his eyes had moved.

Tom shifted his weight on the sofaagain, blew a deep breath out throughhis nose, and growled plaint ively:“We’re not wanting to make armytrouble, Sam.”

S p a d e , i g n o r i n g T o m ,s a i d t o D u n d y : “W e l l , w h a td o y o u w a n t ? T a l k t u r k e y .W h o i n h e l l d o y o u t h i n ky o u a r e , c o m i n g i n h e r et r y i n g t o r o p e m e ? ”

E l t e n i e n t e e s t u v o m i r a n d o s uv a s o u n a d o c e n a d e s e g u n d o s , d i ou n s o r b i t o y d e j ó e l v a s o e n l am e s a q u e t e n í a j u n t o a l c o d o . E s -c u d r i ñ ó l a h a b i t a c i ó n c o n o j o sd u r o s y r e f l e x i v o s y l u e g o m i r óa Tom.

Tom se removió incómodo en el sofáy, sin levantar la mirada, preguntó:

¿Le has dado la noticia a la mu-jer de Miles, Sam?

Spade dijo:—Ajá.—¿Cómo se lo ha tomado?

Spade meneó la cabeza.—No sé nada de mujeres.

Tom dijo con suavidad:—Que te crees tú eso.

El teniente se puso las manos en lasrodillas y se inclinó hacia adelante. Te-nía los ojos verdosos y fijos en Spade,con una mirada particularmente rígida,como si el enfoque fuera una cuestiónmecánica que cambiara con sólo levan-tar una palanca o apretar un botón.

—¿Qué tipo de arma usa usted?—preguntó.

—Ninguna. No me gustan mucho.Aunque naturalmente en la oficinahay algunas.

—Me gustaría ver una de ellas —dijo el teniente—. ¿No tendrá algunaaquí por casualidad?

—No.

—¿Seguro?

—Eche un vistazo —Spade son-rió e hizo un gesto con el vaso—.Póngalo todo patas arriba si ustedquiere . No protestaré . . . s i es quetiene una orden de registro.

Tom protestó:—¡Mierda, Sam!

[361] Spade dejó el vaso en la mesa y sepuso en pie encarándose con el teniente.

—¿Qué quiere usted, Dundy? —preguntó con una voz igual de duray de fría que su mirada.

Los ojos del teniente Dundy semovieron para enfocar los ojos deSpade. Sólo movió los ojos.

Tom volvió a remover su humanidaden el sofá, respiró fuertemente por lanariz y gruñó quejumbroso:

—N o p r e t e n d e m o s m e t e r t e e nlíos, Sam.

S p a d e , s i n h a c e r c a s o a To m ,l e d i j o a D u n d y :

—Bueno, ¿qué quieren? Hablen claro.¿ Pero quién demonios se c r e e n q u es o n p a r a v e n i r a q u í i n t e n t a n d omez clarme ?

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Tom se rebulló muy poco a gusto enel sofá, y preguntó, sin alzar la mirada:

—¿Le diste la noticia a la mujerde Miles, Sam?

Spade dejó oír un ruido posiblementeafirmativa.

—¿Cómo lo ha tomado?

—No sé nada de mujeres —dijo Spade,sacudiendo la cabeza.

—¡No sabes poco! —dijo Tom, en vozqueda.

El teniente puso las manos sobre lasrodillas y se inclinó hacia delante. Teníalos ojos verdosos clavados sobre Spadecon una mirada de extraña fijeza, comosi el enfocarlos fuera una cuestión mecá-nica que sólo pudiera lograrse tirando deuna palanca o apretando un botón.

—¿Qué armas sueles llevar encima?—preguntó.

— N i n g u n a . N o m e g u s t a ng r a n c o s a . C l a r o , e n e l d e s p a c h oh a y a l g u n a s .

—Me gustaría ver una de ellas —dijoel teniente—. ¿No tendrás aquí algunapor casualidad?

—No.

—¿Estás seguro?

—Puedes buscar —dijo Spade, sonriendo y tra-zando un arco en el aire con el vaso vacío—. Vuélve-lo todo patas abajo, si quieres. No voy a protestar...,si es que traes una orden judicial de re-gistro, claro.

— ¡ P e r o , h o m b r e , S a m ! —p r o testó Tom.

Spade dejó el vaso sobre la mesa yse puso en pie, de frente al teniente.

— ¿ Q u é b u s c a s , D u n d y ? —d i j o c o n v o z t a n d u r a y f r í ac o m o s u s o j o s .

Los ojos del teniente Dundy se habían mo-vido para permanecer enfocados sobre Spade.Únicamente los ojos se habían movido.

Tom cambió otra vez de postura en elsofá, respiró con fuerza echando el aire porla nariz y gruñó en son de queja:

—No queremos crear dificultades,Sam.

S p a d e p r e s c i n d i ó d e T o my l e d i j o a D u n d y :

— B u e n o , ¿ q u é q u i e r e s ? H a b l ac l a r o . ¿ Q u i é n d i a b l o s t e h a s c r e í -d o q u e e r e s , v i n i e n d o a q u í p a r at r a t a r d e l i a r m e ?

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squawk 1 : to utter a harsh abrupt scream2 : to complain or protest loudly or vehemently

deliberate: 1(intentional) ‹act/attempt› deliberado,intencionado, (considered) reflexivo, (unhurried)pausado, lento 2 v. deliberar (sobre algo), deli-berar sobre

deliberate 1 (a propósito) deliberado, intenciona-do, premeditado a deliberate attempt to kill sb,un intento premeditado de matar a alguien

2 (con cuidado) prudente (cautious) ,(sin prisas) pausado

3 verbo transitivo deliberar: the jury have beendeliberating over their verdict for a number ofdays, el jurado ha estado deliberando sobre elveredicto durante varios días

verbo intransitivo deliberar [on, about, sobre]

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“Al l r igh t , ” Dundy sa id in h i schest, “sit down and listen.”

“ I ’ l l s i t o r s t a n d a s Id a m n e d p l e a s e , ” s a i d S p a d e ,n o t m o v i n g .

“ F o r C h r i s t ’ s s a k e b ereasonable,” Tom begged. “What’sthe use of us having a row? If you wantto know why we didn’t talk turkeyi t ’s because when I a sked you whoth i s Thursby was you as good ast o l d m e i t w a s n o n e o f m ybus ines s . You can ’t t r ea t u s t ha tw a y, S a m . I t a i n ’ t r i g h t a n d i twon’t ge t you anywheres . We go tour work to do .”

L i e u t e n a n t D u n d y j u m p e du p , s t o o d c l o s e t o S p a d e , a n dt h r u s t h i s s q u a r e f a c e u p a t t h et a l l e r m an’s.

“I’ve warned you your foot was goingto slip one of these days,” he said.

S p a d e m a d e a d e p r e c i a t i v em o u t h , r a i s i n g h i s e y e b r o w s .“ E v e r y b o d y ’ s f o o t s l i p ss o m e t i m e , ” h e r e p l i e d w i t hd e r i s i v e m i l d n e s s .

“And this is yours.”

S p a d e s m i l e d a n d s h o o k h i sh e a d . “ N o , I ’ l l d o n i c e l y , t h a n ky o u . ” H e s t o p p e d s m i l i n g . H i su p p e r l i p , o n t h e l e f t s i d e ,t w i t c h e d o v e r h i s e y e t o o t h . H i se y e s b e c a m e narrow and sultry .H i s v o i c e c a m e o u t d e e p a s t h eL i e u t e n a n t ’s . “ I d o n ’ t l i k e t h i s .What are you sucking around for?Te l l m e , o r g e t o u t a n d l e t m eg o t o b e d . ”

“ W h o ’ s T h u r s b y ? ” D u n d yd e m a n d e d .

“I told Tom what I knew about him.”

“You told Tom damned little.”

“I knew damned little.”

“Why were you tailing him?”

“ I w a s n ’ t . M i l e s w a s — f o r t h es w e l l r e a s o n t h a t w e h a d ac l i e n t w h o w a s p a y i n g g o o dU n i t e d S t a t e s m o n e y t o h a v eh i m t a i l e d . ”

“Who’s the client?”

Placidi ty came back to Spade’sface and voice. He said reprovingly:“ Yo u k n o w I c a n ’ t t e l l y o u t h a tu n t i l I ’ v e t a l k e d i t o v e r w i t h t h ec l i e n t . ”

“You’ l l t e l l i t t o me o r you’ l lte l l i t in cour t ,” Dundy sa id hot ly.“ T h i s i s m u r d e r a n d d o n ’ t y o u

—Está bien —dijo Dundy con vozprofunda—. Siéntese y escuche.

—Me sen ta ré o me queda ré dep ie , como coño me p lazca —di joSpade sin moverse.

—Por el amor de Dios, Sam, sérazonable —le imploró Tom—. ¿Quévamos a sacar enfadándonos? Si quieressaber por qué no hemos hablado en platae s p o r q u e c u a n d o t e p r e g u n t éq u i é n e r a e l t a l T h u r s b y m e d i j i s -t e p o c o m e n o s q u e n o e r a a s u n t om í o . N o p u e d e s t r a t a r n o s a s í ,S a m . N o e s t á b i e n y a s í n o v a s an i n g u n a p a r t e . Te n e m o s q u e h a -c e r n u e s t r o t r a b a j o .

El teniente Dundy se puso en piede un salto, se quedó de pie cercade Spade y se encaró con aquel hom-bre más alto que él.

—L e a d v e r t í q u e i b a a m e t e r l ap a t a a l g ú n d í a — d i j o .

Spade puso cara de desprecio ylevantó las cejas.

—Todo el mundo mete la pata tar-de o temprano —replicó con tran-quilidad desdeñosa .

—Y esta vez le toca a usted.

Spade sonrió, meneando la cabeza.— N o , y o v o y b i e n , g r a c i a s —

d e j ó d e s o n r e í r . E l l a b i o s u p e -r i o r _____ ______ _________ _____ letemblaba, dejando el colmillo al descubierto.Ent recer ró los o jos sensualmente .La voz le salió igual de profunda que alteniente—. Es to no me gus ta . ¿Quéh a c e n u s t e d e s h u s m e a n d o p o raquí? Díganmelo o lá rguense y de-jen que me acues te .

—¿Quién es Thursby? —exigióDundy.

—Ya le he dicho a Tom lo que sé de él.

—A Tom le ha dicho bien poquito.

—Es que sé bien poquito.

—¿Por qué le estaba vigilando?

—Yo no le estaba vigilando. Mi-les sí . . . por el magnífico motivo deque teníamos un cliente que pagó subuen dinerito norteamericano paraque le siguiéramos .

—¿Quién es el cliente?[362]La voz y el rostro de Spade recobraronla placidez. Dijo reprobadoramente:

—Sabe que no se lo puedo decirh a s t a h a b e r l o c o m e n t a d o c o n m icliente.

—O me lo dice a mí o lo dice enel juzgado —dijo Dundy, acalora-do—. Se trata de un asesinato, no lo

—Está bien —dijo Dundy, con vozhueca—. Siéntate y escucha.

—Me sentaré o me quedaré de pie, se-gún me dé la gana —dijo Spade, sin mo-verse.

—¡Por D ios , hombre , s é r azo -n a b l e ! — l e s u p l i c ó To m — . ¿ D equé s i rve que nos pe leemos? S i nohemos hablado claro desde el prin-cipio es porque cuando te preguntéque quién era ese Thursby poco me-nos que me dijiste que no era asuntomío. No puedes tratarnos así, Sam.No está bien y no te llevará a ningu-na parte. Nosotros tenemos una obli-gación que cumplir.

El teniente se puso en pie de unsalto, se arrimó a Spade y avanzó elrostro hacia el del otro hombre, másalto que él.

—Ya te tengo dicho que un buen díavas a dar un tropezón —le advirtió.

Spade hizo una mueca de desprecio ysubió las cejas:

— T o d o s t r o p e z a m o s a l g u -n a v e z — r e p l i c ó , c o n t r a n -q u i l o d e s d é n .

—Esta vez eres tú el que ha tropezado.

Spade sonrió y negó con la cabeza:—No, ya me las arreglaré, gracias.Le tembló nerviosamente el labio su-

perior, en la parte izquierda, por encimadel colmillo superior. Sus ojos se tornaronrendijas calenturientas. Y cuando habló, lavoz le salió de iguales honduras que al teniente:

—No me gusta esto. ¿Se puede saberqué andáis husmeando? O me lo decís oya os estáis marchando para dejarme vol-ver a la cama.

—¿Quién es Thursby? —preguntóDundy, con voz exigente.

—Ya le dije a Tom lo que sé de él.

—A Tom le has dicho bien poco.

—Bien poco es lo que sé.

—¿Por qué le estabas siguiendo?

—Yo no le estaba siguiendo. Milesestaba siguiéndole, por la magníficarazón de que un cliente nos estaba pa-gando buen dinero de curso legal paraque le siguiéramos.

—¿Quién es el cliente?

La placidez volvió a la cara y a la vozde Sam al decir en tono de amonestación:

—Sabes muy bien que eso no puedodecírtelo hasta que haya hablado con elcliente.

—Me lo vas a decir a mí o se lo vas adecir al juez —dijo Dundy,acaloradamente—. Se trata de un asesi-

suck 3 : to act in an obsequious manner <whenthey want votes.. . the candidates comesucking around — W. G. Hardy> <sucked upto the boss>

1 : to draw something in by or as if by exerting asuction force; especially : to draw milk from abreast or udder with the mouth 2 : to make asound or motion associated with or caused bysuction <his pipe sucked wetly> <flanks suckedin and out, the long nose resting on his paws —Virginia Woolf>

Xeyetooth 1 colmillo 2 diente canino

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forget i t . ”

“Maybe. And here’s somethingfor you to not forget, sweetheart.I ’ l l t e l l i t o r no t as I damnedplease. It’s a long while since Iburs t out cry ing becausepolicemen didn’t like me.”

Tom lef t the sofa and sa t on thef o o t o f t h e b e d . H i s c a r e l e s s l ys h a v e n m u d - s m e a r e d f a c e w a st i red and l ined .

“Be reasonable, Sam,” he pleaded.“Give us a chance. How can we turnup anything on Miles’s killing if youwon’t give us what you’ve got?”

“ Yo u n e e d n ’ t g e t a h e a d a c h eo v e r t h a t , ” S p a d e t o l d h i m . “ I ’ l lb u r y m y d e a d . ”

L i e u t e n a n t D u n d y s a t d o w na n d p u t h i s h a n d s o n h i s k n e e sa g a i n . H i s e y e s w e r e w a r mg r e e n d i s c s .

“I thought you would,” he said. Hesmiled with grim content . “That’sjust exactly why we came to see you.Isn’t it, Tom?”

Tom groaned , bu t sa id no th inga r t i cu la t e . Spade wa tched Dundywarily.

“That’s just exactly what I said toTom,” the Lieutenant went on . “ Isa id : ‘Tom, I ’ve got a hunch thatS a m S p a d e ’s a m a n t o k e e p t h ef a m i l y - t r o u b l e s i n t h e f a m i l y. ’That’s just what I said to him.”

The wariness went out of Spade’seyes . He made his eyes dul l wi thboredom. He turned his face around toTom and asked with great carelessness:“ W h a t ’ s i t c h i n g y o u r b o y -f r i e n d n o w ? ”

D u n d y j u m p e d u p a n d t a p p e dSpade’s chest with the ends of twobent fingers.

“Just this ,” he said, taking painst o m a k e e a c h w o r d d i s t i n c t ,emphasizing them with his tappingf i n g e r - e n d s : “ T h u r s b y w a s s h o td o w n i n f r o n t o f h i s h o t e l j u s tth i r ty - f ive minu tes a f t e r you l e f tBurri t t Street .”

S p a d e s p o k e , t a k i n ge q u a l p a i n s w i t h h i sw o r d s : “ K e e p y o u rG o d d a m n e d p a w s o f f m e . ”

Dundy withdrew the tapping fingers,but there was no change in his voice:“To m s a y s y o u w e r e i n t o o m u c ho f a h u r r y t o e v e n s t o p f o r a l o o ka t y o u r p a r t n e r. ”

To m g r o w l e d a p o l o g e t i c a l l y :“Well, damn it, Sam, you did run off

olvide.

—Puede ser. Y aquí t iene ustedalgo que tampoco debe olvidar, co-razón. Lo diré o no según qué coñome plazca. Hace ya mucho que nome echo a l lorar por no gustarle ala policía.

Tom se levantó del sofá y fue asentarse a los pies de la cama. Te-nía el rostro embarrado y mal afei-tado, cansado y l leno de arrugas.

—Sé razonable, Sam —le suplicó—. Danos una oportunidad. ¿Cómo vamosa sacar algo en el asesinato de Miles sino nos cuentas lo que tienes?

—No os calentéis la cabeza poreso —le replicó Spade—. Ya ente-rraré yo a mis muertos.

El teniente Dundy volvió a sentar-se, colocando otra vez las manos so-bre las rodillas. Sus ojos eran discosde un verde cálido.

—Ya me lo imaginaba yo —dijo. Son-rió con alegría un tanto siniestra—.Exactamente por eso hemos venidoa verle. ¿No es así, Tom?

T o m g r u ñ ó p e r o n o d i j on a d a i n t e l i g i b l e . S p a d e m i r ócautelosamente a Dundy.

—Es exactamente lo que le dije aTom —prosiguió el teniente—. Le dije«Tom, no sé por qué me da que SamSpade es un hombre al que le gusta de-jar los líos de familia dentro de la fa-milia». Exactamente lo que le dije.

La cautela desapareció de la mira-da de Spade. Sus ojos se llenaron deaburrimiento. Se volvió a Tom y pre-guntó con absoluta despreocupación:

—¿Qué mosca le ha picado ahoraa tu amigo?

Dundy d io un sa l to y d io unosgolpecitos en el pecho de Spade condos dedos doblados:

—Pues nada más que esto —repuso,esforzándose por vocalizar bien todas laspalabras, reforzándolas con golpecitosde sus dedos—: A Thursby le dispararonjustamente delante de su hotel treinta ycinco minutos después de que usted semarchara de Burrit Street.

S p a d e h a b l ó , e s f o r z á n d o -s e a s u v e z :

—Quí teme de enc ima sus mana-zas de mierda .

Dundy apartó las manos pero suvoz no se alteró:

—Tom dice que usted tenía tantaprisa que ni siquiera tuvo tiempo deecharle un vistazo a su socio.

Tom gruñó en tono de disculpa:—Bueno , mald i t a sea , Sam, es

nato, no lo olvides.

—Puede ser. Y escucha tú, precio-so, algo que tú no debes olvidar. Telo diré o no, según me venga en gana.Hace ya mucho tiempo que no llo-ro cuando no le caigo simpático aun policía .

Tom se levantó del sofá y fue a sen-tarse a los pies de la cama. El rostromal afeitado y sucio de barro estabacansado y con arrugas.

—Sé razonable, Sam —le rogó—. Ayú-danos un poco. ¿Cómo vamos a descubriralgo acerca de la muerte de Miles si te em-peñas en no decirnos lo que sabes?

—Por eso no os llevéis ningún mal rato—le dijo Spade—. Yo me encargaré de en-terrar a mis muertos.

El teniente se sentó y volvió acolocar las manos sobre las rodi -l las . Sus ojos parecían dos discosverdes encendidos.

—Eso es lo que pensé —dijo, sonrien-do con aviesa alegría—. Hemos venido averte precisamente por eso. ¿Verdad,Tom?

T o m g i m i ó , p e r o n o p r o -n u n c i ó u n a p a l a b r a . S p a d e ,a l e r t a , m i r ó a D u n d y .

—Eso es, precisamente, lo que le dijea Tom —continuó el teniente—. Le dije:«Tom, me hue lo que Sam Spade eshombre que p re f i e re que los d i s -gus tos de famil ia queden en casa.»Eso es exactamente lo que le dije.

La tranquilidad volvió a los ojos deSpade. Una expresión de tedio apagó sumirada. Volvió la cara hacia Tom y le pre-guntó, con estudiada indiferencia:

—¿Se puede saber qué le preocupaahora a tu amigo?

Dundy saltó de la silla y dio unosgolpecitos sobre el pecho de Spade condos dedos doblados.

—Nada más que esto —dijo, tratandode pronunciar cada palabra muy clara-mente y subrayando cada una de ellas congolpes de la punta de los dedos—. AThursby le han pegado un tiro, justo de-lante de su hotel, a los treinta y cinco mi-nutos de irte tú de la Burritt Street.

Spade contestó, tomándose igualesmolestias con las palabras:

—¡Quítame las manazas de encima!¡No me toques!

Dundy retiró los dedos, pero no se ad-virtió cambio alguno en su voz:

—Tom dice que tenías tanta prisa queni siquiera te quedaste para ver de cercaa tu socio.

—Bueno, Sam —dijo Tom, rezongan-do para disculparse—, es verdad que te

[ Hace mucho que rompoa l lorar porque no legusto a la policía. ]

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grim [gr?m] adj (grimmer, grimmest)1 (persona, aire) adusto,-a, severo,-a2 (perspectiva) desalentador,-ora: thesituation looks grim, la situación tienemal aspecto3 (sitio) lúgubre, sombrío,-a: the grim courtyard, el patio lúgubre4 (determinación) inexorable5 (lucha, batalla) denodado,-a6 familiar mal, enfermoto feel grim, encontrarse fatal

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like that.”

“And you didn’t go to Archer ’sh o u s e t o t e l l h i s w i f e , ” t h eLieutenant said. “We called up andthat girl in your office was there, andshe said you sent her.”

Spade nodded. His face was stupidin its calmness.

Lieutenant Dundy raised his twobent fingers towards Spade’s chest,q u i c k l y l o w e r e d t h e m , a n d s a i d :“I give you ten minutes to get to aphone and do your ta lk ing to thegir l . I give you ten minutes to gett o T h u r s b y ’s j o i n t — G e a r y n e a rLeavenworth—you could do i t easyin that t ime, or f i f teen at the most .And tha t g ives you ten or f i f teenm i n u t e s o f w a i t i n g b e f o r e h eshowed up.”

“ I k n e w w h e r e h e l i v e d ? ”S p a d e a s k e d . “ A n d I k n e w h eh a d n ’ t g o n e s t r a i g h t h o m ef r o m k i l l i n g M i l e s ? ”

“ Yo u k n e w w h a t y o u k n e w, ”Dundy rep l i ed s tubborn ly. “Whattime did you get home?”

“Twenty minutes to four. I walkedaround thinking things over.”

T h e L i e u t e n a n t w a g g e dh i s r o u n d h e a d u p a n d d o w n .“We k n e w y o u w e r e n ’ t h o m e a tt h r ee - t h i r t y. We t r i ed t o ge t youo n t h e p h o n e . W h e r e ’ d y o u d oyour wa lk ing?”

“ O u t B u s h S t r e e t a w a y a n db a c k . ”

“Did you see anybody that—?”

“No, no witnesses ,” Spade saidand laughed pleasantly. “Sit down,Dundy. You haven’t f inished yourdrink. Get your glass, Tom.”

Tom said: “No, thanks, Sam.”

D u n d y s a t d o w n , b u t p a i d n oattention to his glass of rum.

Spade filled his own glass, drank,set the empty glass on the table, andreturned to his bedside-seat.

“I know where I stand now,” he said,looking with friendly eyes from one ofthe police-detectives to the other. “I’msorry I got up on my hind legs, but youbirds coming in and trying to put thework on me made me nervous. HavingMiles knocked off bothered me, andt h e n y o u b i r d s c r a c k i n g f o x y .That’s all right now, though, now that Iknow what you’re up to.”

To m s a i d : “ F o r g e t i t . ” T h eLieutenant said nothing.

que te fuiste así.[364]

—Y us ted no ha ido a casa deArcher para decírselo a su mujer —dijo el teniente—. Fuimos allí y esta-ba la chica esa de su oficina, que dijoque la había enviado usted.

Spade asintió. Su cara estaba tancalmada que parecía estúpido.

El teniente Dundy levantó sus dos de-dos doblados hacia el pecho de Spade,los bajó inmediatamente y añadió:

— L e d o y d i e z m i n u t o s p a r ac o g e r a l t e l é f o n o y h a b l a r c o nl a c h i c a . O t r o s d i e z p a r a i r a lrefugio de Thursby, en Geary esqui-na Leavenworth... cosa que pudo ha-cer perfectamente, en quince minutoscomo mucho. Lo cual le deja diez oquince minutos para esperar hasta queél apareciera.

— ¿ Y y o s a b í a d ó n d e v i v í a ? —p r e g u n t ó S p a d e — . ¿ Y s a b í a q u en o h a b í a i d o d e r e c h o a s u c a s ad e s p u é s d e m a t a r a M i l e s ?

—Usted sabía lo que supiera —rep l i có obs t inadamente Dundy—.¿A qué hora l legó a casa?

—A las cuatro menos veinte. Diuna vuelta para pensar las cosas.

E l t e n i e n t e m o v i ó l a c a b e z a a r r i -b a y a b a j o .

—Sabemos que no estaba en casaa las tres y media. Intentamos loca-lizarle por teléfono. ¿Por dónde es-tuvo paseando?

— P o r B u s h S t r e e t a r r i b a ya b a j o .

—¿Vio a alguien que.. .?

—No, no t engo t e s t igos —di joS p a d e r i e n d o f r a n c a m e n t e — .Siéntese Dundy, no se ha terminadosu copa. Coge tu vaso, Tom.

Tom repuso:—No, gracias, Sam.Dundy se sentó, pero no hizo caso

de su vaso lleno de ron.

Spade llenó el suyo, bebió, dejóel vaso vacío en la mesa y regresó ala cama que le servía de asiento.

—Ahora sé por dónde me ando —di j o , m i r a n d o a m i s t o s a m e n t e d euno a otro policía—. Siento habermeencabritado, pero me puse nerviosoal ver ______ que venían a intentar echar-me las cosas encima. El que hayaneliminado a Miles me ha contrariado, y lue-go vienen ustedes haciéndose los listos.Pero ahora que ya sé lo que buscan,ya no pasa nada.

Tom dijo:—Olvídalo.El teniente no dijo nada.

largaste.

—Y no fuiste a casa de Archer paradecírselo a su mujer —continuó el tenien-te—. Llamamos y contestó esa chica detu oficina, y nos dijo que tú la habías man-dado allí.

Spade asintió. A fuerza de calmosa, suexpresión parecía estúpida.

Dundy subió los dos dedos doblados ala altura del pecho de Spade, los volvió abajar con rapidez y dijo:

—Te doy diez minutos para llegarhasta un teléfono y hablar con la mu-chacha. Te doy otros diez para ir alhotel de Thursby, en Geary cerca deLeavenworth. Podrías hacer el recorri-do en ese tiempo: en quince minutoscomo mucho. Y eso te deja de diez aquince minutos para esperar a que lle-gara Thursby.

—Entonces —preguntó Spade—, ¿yosabía en qué hotel estaba? ¿Y sabía tam-bién que no había vuelto al hotel inme-diatamente después de matar a Miles?

—Tú sabías lo que sabías —replicóDundy, cabezonamente—. ¿A qué horavolviste a casa?

—A las cuatro menos veinte. Estuvedando un paseo, reflexionando.

El teniente movió lentamente su re-donda cabeza, varias veces.

—Sabíamos que a las t res y me-dia no es tabas en casa . Te l lama-mos por te lé fono. ¿Por dónde es-tuvis te paseando?

—Di un paseo desde la Bush Street, yluego volví.

—¿Viste a alguien que...?

—No, no tengo testigos —dijo Spade,y se echó a reír con buen humor—. Sién-tate, Dundy. No has acabado tu copa. Traetu vaso, Tom.

—No, gracias, Sam —dijo Tom.

Dundy se sentó, pero no prestó aten-ción al vaso de ron.

Spade l lenó su vaso , lo de jó va-c ío sobre la mesa y volv ió a sen-tarse sobre la cama.

—Ahora ya sé cuál es mi situación—dijo paseando la mirada amistosa-mente de un detective a otro—. Sien-to haberme mostrado desagradable ,pero eso de que ______ v in ie ra i s atratar de sonsacarme me puso nervio-so. La muerte de Miles me sentó m u ymal , y también vuestras as tuc ias .P e r o y a p a s ó , a h o r a q u e s é l oq u e qu eréis .

—Olvídalo —dijo Tom.El teniente no dijo nada.

joint garito, guarida,

birds = mendas, tios,

cracking=poniéndoos, haciéndoosfoxy= zorrunos, astutos, sly, wily X

X

wag menear

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Spade asked: “Thursby die?”

Whi le the Lieu tenant hes i ta tedTom said: “Yes.”

Then the Lieutenant said angrily:“And you might just as well knowit—if you don’t—that he died beforehe could tell anybody anything.”

S p a d e w a s r o l l i n g a c i g a r e t t e .H e a s k e d , n o t l o o k i n g u p :“ What do you mean by tha t? Youthink I did know it?”

“ I m e a n t w h a t I s a i d , ” D u n d yreplied bluntly.

Spade looked up at him and smiled,holding the finished cigarette in onehand, his lighter in the other.

“You’re not ready to pinch meyet, are you, Dundy?” he asked.

Dundy looked with hard green eyesat Spade and did not answer him.

“Then,” said Spade, “there’s noparticular reason why I should givea damn wha t you th ink , i s the re ,Dundy?”

Tom sa id : “Aw, be reasonab le ,Sam.”

S p a d e p u t t h e c i g a r e t t e i n h i smouth, se t f i re to i t , and laughedsmoke out.

“ I ’ l l b e r e a s o n a b l e , To m , ” h ep r o m i s e d . “ H o w d i d I k i l l t h i sThursby? I’ve forgotten.”

T o m g r u n t e d d i s g u s t .L i e u t e n a n t D u n d y s a i d : “ H ew a s s h o t f o u r t i m e s i n t h e b a c k ,w i t h a f o r t y - f o u r o r f o r t y - f i v e ,f r o m a c r o s s t h e s t r e e t , w h e n h es t a r t e d t o g o i n t h e h o t e l .N o b o d y s a w i t , b u t t h a t ’ s t h ew a y i t f i g u r e s . ”

“And he was wearing a Luger in ashoulder-hols ter, ” Tom added. “ I thadn’t been fired.”

“What do the hotel-people knowabout him?” Spade asked.

“Nothing except that he’d beenthere a week.”

“Alone?”

“Alone.”

“What did you find on him? or inhis room?”

Dundy drew his lips in and asked:“ W h a t ’ d y o u t h i n k w e ’ df i n d ? ”

S p a d e m a d e a car e l e s s* c i r c l ew i t h h i s l i m p c i g a r e t t e .“Something to tell you who he was,

Spade preguntó:—¿Thursby ha muerto?Mientras el teniente vacilaba en

contestar, Tom dijo:—Sí.Luego el teniente añadió enfadado:—Y también debería saber, si es que

no lo sabe, que Thursby murió antesde que pudiera decirle nada a nadie.[365]

Spade liaba un cigarrillo. Pregun-tó, sin levantar la mirada:

—¿ Q u é q u i e r e d e c i r c o n e s o ?¿Cree que yo lo sabía?

—Quiero decir lo que he dicho —replicó bruscamente Dundy.

Spade levantó la vista hacia él y son-rió, sosteniendo el cigarrillo ya liado enuna mano y el encendedor en la otra.

—¿No está listo todavía para agarrarme,eh , Dundy? —preguntó . Los o josverdes de Dundy le miraron con du-reza, pero no dijo nada.

—E n t o n c e s — d i j o S p a d e — n ohay ningún motivo especial para queme importe un comino lo que pien-sa usted. ¿O sí lo hay, Dundy?

Tom dijo:—Eh, Sam, sé razonable.

Spade se puso el cigarrillo entrel o s l a b i o s , l o p r e n d i ó y s o l t ó e lhumo con una carcajada.

—Seré razonable, Tom —prome-tió—. ¿Y cómo maté al tal Thursby?Se me ha olvidado.

Tom gruñó , disgus tado . E l t e -niente Dundy dijo:

—Le dispararon cuatro tiros porla espalda, con una del cuarenta ycuatro o del cuarenta y cinco, desdela acera de enfrente cuando iba aentrar en el hotel. No lo vio nadie,pero eso es lo que parece.

—Y l l evaba una Luge r en unafunda colgada al hombro —añadióTom—. Sin disparar.

—¿Qué sabían de él los del ho-tel? —preguntó Spade.

—Nada salvo que llevaba allí unasemana.

—¿Él solo?

—Solo.

—¿Qué le encontraron encima, oen su habitación?

Dundy abrió la boca y preguntó:—¿Y qué cree usted que encon-

t ramos?

Spade describió un círculo desganadamentecon su informe cigarrillo.

—Algo que les dijera quién era,

—¿Ha muerto Thursby? —preguntóSpade.

Mientras vacilaba el teniente, Tom dijoque sí.

Y entonces, el teniente dijo airadamente:—Y da lo mismo que sepas , s i

es que no lo sabes ya , que mur ióantes de poder hablar.

Spade estaba liando un cigarro. Y pre-guntó, sin alzar la vista:

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Queya lo sabía?

—He querido decir lo que he dicho —dijo el teniente, abiertamente.

Spade le miró y sonr ió , con e lc igar r i l lo ya l iado en una mano ycon e l mechero en la o t ra .

—Todavía no estás listo para detenerme,¿verdad, Dundy? —preguntó.

Dundy le miró con ojos duros y ver-des, pero no respondió.

— S i n o l a e s t á s , e n t o n c e s n oh a y m o t i v o a l g u n o p a r a q u e m ei m p o r t e u n b l e d o l o q u e c r e a s ,¿ n o e s a s í , D u n d y ?

—¡Venga, Sam, hombre! Sé razonable—dijo Tom.

Spade se l levó e l c igar r i l lo a laboca , lo encendió y dejó e scaparhumo a l re í r.

—Voy a ser razonable, Tom —pro-metió—. ¿Cómo maté a Thursby? Seme ha olvidado.

Tom manifestó su enfado con un gru-ñido. El teniente respondió:

—Le pegaron cuatro tiros por laespalda, con un arma del cuarenta ycuatro o del cuarenta y cinco, desdeel otro lado de la calle, cuando ibaa entrar en el hotel . Nadie lo vio,pero parece que ocurrió así.

—Y llevaba una «Luger» en unapistolera de pecho —añadió Tom—.Estaba sin disparar.

—¿Qué sabe de él la gente del hotel?—preguntó Spade.

—Nada; sólo que llevaba allí una se-mana.

—¿Sin compañía?

—Solo.

—¿Y qué habéis averiguado de él o en-contrado en su cuarto?

Dundy se chupó los labios hacia den-tro y preguntó:

—¿Qué supones que encontramos?

Spade t razó un círculo en el a i re con el______ cigarrillo, mostrando sólo indiferencia .

—Algo que indicara quién era, sus ac-

* «careless» va referido al círculo no a Spade

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disgust dar asco, repugnar, indignar ; aversion,loath disgusting asco , repugnante

disgustar annoy, upset, molestar; disgusto fas-tidio, enfado,

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what his story was. Did you?”

“We t h o u g h t y o u c o u l d t e l l u st h a t . ”

Spade looked a t the Lieutenantwith yellow-grey eyes that held analmost exaggerated amount of candor.“I’ve never seen Thursby, dead oralive.”

L i e u t e n a n t D u n d y s t o o d u pl o o k i n g d i s s a t i s f i e d . To m r o s eyawning and stretching.

“ W e ’ v e a s k e d w h a t w ec a m e t o a s k , ” D u n d y s a i d ,f r o w n i n g o v e r e y e s h a r d a sg r e e n p e b b l e s . H e h e l d h i sm u s t a c h e d u p p e r l i p t i g h t t oh i s t e e t h , l e t t i n g h i s l o w e rl i p p u s h t h e w o r d s o u t .“ W e ’ v e t o l d y o u m o r e t h a ny o u ’ v e t o l d u s . T h a t ’ s f a i re n o u g h . Y o u k n o w m e , S p a d e .I f y o u d i d o r y o u d i d n ’ ty o u ’ l l g e t a s q u a r e d e a l o u to f m e , a n d m o s t o f t h e b r e a k s .I d o n ’ t k n o w t h a t I ’ d b l a m ey o u a h e l l o f a l o t — b u t t h a tw o u l d n ’ t k e e p m e f r o mn a i l i n g y o u . ”

“ F a i r e n o u g h , ” S p a d er e p l i e d e v e n l y . “ B u t I ’ d f e e lb e t t e r a b o u t i t i f y o u ’ d d r i n ky o u r d r i n k . ”

Lieutenant Dundy turned to thet a b l e , p i c k e d u p h i s g l a s s , a n ds l o w l y empt i ed i t . Then he sa id ,“Good night ,” a n d h e l d o u t h i sh a n d . T h e y s h o o k h a n d sc e r e m o n i o u s l y. To m a n d S p a d es h o o k h a n d s c e r e m o n i o u s l y .S p a d e l e t t h e m o u t . T h e n h eu n d r e s s e d , t u r n e d o f f t h e l i g h t s ,a n d w e n t t o b e d .

y a qué se dedicaba. ¿No?

—Creímos que usted mismo noslo podría decir.

Spade miró a l teniente con suso jos amar i l logr i sáceos , que pare-cían candorosos hasta el exceso.

—No he visto jamás a Thursby, nivivo ni muerto.

El teniente Dundy se puso en pie,con aire de insatisfacción. Tom selevantó bostezando y estirándose.

—Ya hemos preguntado lo que he-mos venido a preguntar —dijo Dundy,frunciendo el ceño por encima de sumirada dura como un pedernal verde.Tenía el labio superior, con su bigotito,muy pegado a la dentadura, dejando quelas palabras salieran de su labio infe-rior—. Le hemos dicho más de lo queusted nos ha contado a nosotros. Juegomás que limpio. Usted me conoce,Spade. Tanto si lo hizo como si no, demí [365] recibirá un trato justo , y lasm e j o r e s p o s i b i l i d a d e s . S il o h a h e c h o u s t e d , n o s e r é y oq u i e n l e e c h e l a c u l p a ________ ,p e r o t a m p o c o d e j a r é d ed e t e n e r l e .

—Juego más que limpio —repli-có Spade sin alterarse—. Pero mesentiría mucho mejor si se bebierasu copa.

E l t e n i e n t e s e v o l v i ó h a c i al a m e s a , c o g i ó s u v a s o y l o v a -c i ó l e n t a m e n t e . L u e g o d i j o«Buenas noches» y le tendió la mano.Se dieron un apretón de manos cere-moniosamente. Tom y Spade tambiénse dieron la mano ceremoniosamen-te. Spade los acompañó a la puerta.Luego se desnudó, apagó las luces yse metió en la cama.

[366]

tividades. ¿La encontrasteis?

—Creíamos que eso nos lo podrías de-cir tú.

Spade fijó sus ojos grisáceos y amari-llentos sobre el teniente con una expre-sión casi excesivamente candorosa.

—Jamás he visto a Thursby, ni muertoni vivo.

D u n d y s e p u s o e n p i e c o nc a r a d e d i s g u s t o . To m s e l e v a n -t ó b o s t e z a n d o y e s t i r á n d o s e .

— Te h e m o s p r e g u n t a d o l o q u e v i -n i m o s a p r e g u n t a r t e — d i j o D u n d y,f r u n c i e n d o e l c e ñ o p o r e n c i m a d eojos tan duros como dos piedras verdes.A p r e t ó e l l a b i o s u p e r i o r a d o r n a d op o r e l b i g o t e c o n t r a l o s d i e n t e s yd e j ó q u e e l l a b i o i n f e r i o r s e e n c a r-g a r a d e d e j a r s a l i r l a s p a l a b r a s — : Teh e m o s d i c h o m á s d e l o q u e t ú n o s h a sd i c h o . E s i g u a l . Ya m e c o n o c e s ,S p a d e . L o h a y a s h e c h o o n o , t e t r a -t a r é c o n j u s t i c i a a b s o l u t a y t e d a r écasi toda clase d e f a c i l i d a d e s .N o t e c u l p o e x c e s i v a m e n -t e p o r l o q u e . . . , p e r oe s o n o m e i m p e d i r í ad e t e n e r t e i g u a l .

—Bueno, es una ac t i tud jus ta —repl icó Spade , con voz ser ena —,pero me sent i r ía mejor s i acabarasla copa .

Dundy se volv ió hac ia la mesa ,tomó e l vaso y lo vac ió len tamen-te . Luego a largó la mano y d i jo :

—Buenas noches.S e e s t r e c h a r o n l o s d o s l a

m a n o c e r e m o n i o s a m e n t e . To my S p a d e h i c i e r o n l o m i s m o .S p a d e l e s a b r i ó l a p u e r t a .L u e g o s e d e s n u d ó , a p a g ó l al u z y s e a c o s t ó .

square deal buen trato

most of the breaks las mejores condiciones

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III.

Three Women

W h e n S p a d e r e a c h e d h i s o f f i c ea t t e n o ’ c l o c k t h e f o l l o w i n gm o r n i n g E f f i e P e r i n e w a s a t h e rd e s k o p e n i n g t h e m o r n i n g ’s m a i l .H e r b o y i s h f a c e w a s p a l e u n d e ri t s s u n b u r n . S h e p u t d o w n t h eh a n d f u l o f e n v e l o p e s a n d t h eb r a s s p a p e r - k n i f e s h e h e l d a n ds a i d : “ S h e ’s i n t h e r e . ” H e r v o i c ew a s l o w and warning.

“ I a s k e d y o u t o k e e p h e ra w a y, ” S p a d e c o m p l a i n e d . H et o o k e p t h i s v o i c e l o w.

Effie Perine’s brown eyes openedwide and her voice was irritable ash i s : “Yes , bu t you d idn’ t t e l l mehow.” Her eyelids went together al i t t l e and her shoulders drooped .“Don’t be cranky , Sam,” she saidwearily. “I had her all night.”

Spade stood beside the gir l , puta hand on her head, and smoothedh e r h a i r a w a y f r o m i t s p a r t i n g .“ S o r r y , a n g e l , I h a v e n ’ t — ”H e b r o k e o f f a s t h e i n n e rd o o r o p e n e d . “ H e l l o , I v a , ”h e s a i d t o t h e w o m a n w h oh a d o p e n e d i t .

“Oh, Sam!” she said.

She was a blonde woman of a fewmore years than thir ty. Her facia lpre t t iness was perhaps f ive yearspast i ts best moment. Her body forall its sturdiness was finely modeleda n d e x q u i s i t e . S h e w o r e b l a c kclothes from hat to shoes. They hada s m o u r n i n g a n i m p r o m p t u a i r.Having spoken , she s tepped backfrom the door and stood waiting forSpade.

H e t o o k h i s h a n d f r o m E f f i ePerine’s head and entered the inneroff ice, shutt ing the door. Iva camequickly to him, rais ing her sad facefor his kiss . Her arms were aroundhim before his held her. When theyh a d k i s s e d h e m a d e a l i t t l emovement as i f to release her, butshe p ressed her face to h i s ches tand began sobbing.

He stroked her round back, saying:“Poor darling.” His voice was tender.His eyes, squinting at the desk that hadbeen his partner ’s, across the roomfrom his own, were angry. He drew hislips back over his teeth in an impatientgrimace and turned his chin aside toavoid contact with the crown of herha t . “Did you send fo r Mi les ’sbrother?” he asked.

“ Y e s , h e c a m e o v e r t h i sm o r n i n g . ” T h e w o r d s wereblurred by her sobbing and his coatagainst her mouth.

CAPÍTULO III

Tres mujeres

Cuando Spade l l egó a su o f i c i -n a a l a s d i e z d e l a m a ñ a n a s i -gu ien te , E ff i e Pe r ine e s t aba sen -t ada a su mesa ab r i endo e l co r reom a t u t i n o . B a j o e l c o l o r t o s t a d o ,su ros t ro de ch icazo e s t aba pá l i -do . De jó e l puñado de sobres y e labrecartas de bronce que sostenía y dijo:

—Está ahí dentro —su voz sona-ba lúgubre y admonitoria.

—Te pedí que la mantuvieras ale-jada —se quejó Spade. También élhabló en voz baja.

Effie Perine abrió unos ojos como pla-tos y repuso con voz igualmente irritada:

—Sí, pero no me dijiste cómo —l u e g o e n t r e c e r r ó l o s o j o s yd i s t e n d i ó l o s h o m b r o s — . N os e a s caprichoso, Sam —dijo con voz can-sada—. Llevo con ella toda la noche.

Spade se ace rcó a l a ch i ca , l epuso una mano en la cabeza y l eacarició el pelo._______________

—Perdona , ángel , yo no . . . —seinterrumpió a l abr i rse la puer ta deldespacho—. Hola , Iva —di jo , d i -r ig iéndose a la mujer que la habíaab ie r to .

—¡Sam! —exclamó ella.

Era una mujer rubia, de treinta ypocos años. Su belleza facial quizáhubiera estado en su mejor momen-to hacía cinco. Pese a su robusteztenía un cuerpo finamente modela-do y exquisito . Iba de negro de lacabeza a los pies: como ropa de lutoparecía un tanto improvisada . Des-pués de su exclamación, retrocedióy se quedó esperando a que Sam en-trara.

Spade retiró la mano de la cabezade Effie Perine y entró en el despa-cho interior, cerrando la puerta. Ivase le acercó en seguida, levantando lacara para recibir su beso; le rodeó consus brazos antes de que él la abraza-ra. Después de besarse, Spade hizo unmovimiento como para soltarla, peroella apretó la cara contra su pecho yempezó a sollozar.

Él le acarició la espalda torneadadiciendo «Pobrecilla», con voz tier-na. Miraba de reojo el escritorio quehabía sido de su socio, enfrente delsuyo, con o jos en fu rec idos . H izouna mueca impaciente mordiéndo-se los labios y giró la barbi l la parano tocar _______ el sombrero de Iva.

—¿Has mandado l lamar a l her-mano de Miles? —preguntó él .

—Sí, ha llegado esta mañana —so-l lozante y apoyando la boca en elabrigo de Spade, las palabras no seentendían bien .

3.

Tres mujeres

Cuando Spade l legó al despachoa las diez de la s iguiente mañana,Effie estaba sentada ante su mesa,a b r i e n d o e l c o r r e o m a t u t i n o . S uc a r a d e m u c h a c h o e s t a b a p á l i d a ,bajo la piel tostada por el sol . Dejósobre la mesa e l puña d o d e c a r t a sy l a p l e g a d e r a d e m e t a l b l a n c o ,y d i j o e n v o z b a j a d e a v i s o :

—La tienes ahí dentro.

—¿No te di je que no la dejarasvenir? —se quejó Spade, hablandotambién en voz baja.

Effie abrió más los ojos castaños, y suvoz sonó tan irritada como la de él:

—Sí, pero no me dijiste cómo hacerlo— s u s p á r p a d o s s e e n t o r n a r o n ydijo con voz cansada y bajando los hombros—: Y no rezongues, por favor, Sam. He disfru-tado de ella toda la noche.

Spade se detuvo junto a la muchacha, le pusouna mano en la cabeza y le atusó el pelo, conuna caricia, desde la raya que lo partía en dos.

—Perdona, ángel mío, no he querido...Se interrumpió cuando se abrió la

puerta de su despacho, y dirigiéndose ala mujer que apareció en ella, dijo:

—Hola, Iva.

—¡Ay, Sam! —dijo la mujer.

Era rubia, de poco más de treintaaños. La belleza de su cara conocióprobablemente su plenitud cinco añosantes. A pesar de ser apretada de car-nes, tenía el cuerpo bien modelado yexquisito. Iba vestida de negro desde elsombrero a los zapatos. Como luto, la ropapresentaba un aire de improvisación. Asíque hubo hablado, retrocedió desde lapuerta y quedó esperando a que Spadeentrara.

Este retiró la mano de la cabeza deEffie, entró en el segundo despacho ycerró la puerta. Iva se llegó a él rápida-mente, ofreciéndole la afligida carapara que la besara. Lo rodeó con losbrazos antes que Spade la tuviera en lossuyos. Después de besarse, él hizo unligero movimiento como para soltarse,pero Iva le apretó la cara contra el pe-cho y comenzó a sollozar.

Spade le acarició la redonda espalda, di-ciendo: «¡Pobre amor mío!» La voz era tier-na, la mirada de los ojos entreabiertos, clava-da sobre la mesa del que fue su socio, al otrolado de la habitación, era de cólera. Una mue-ca de impaciencia hizo que sus labios dejaranver los dientes. Spade apartó la barbilla paraevitar el roce de la copa del sombrero.

—¿Has mandado a buscar al hermanode Miles? —preguntó.

—Sí, ha llegado esta mañana —las pa-labras sonaron apagadas por los sollo-zos y por la chaqueta de Spade, sobre laque la boca se apoyaba.

cranky ill-tempered or crotchety, regañóncranky 1 colloq. eccentric, esp. obsessed with a

particular theory (cranky ideas about women).2 working badly; shaky. 3 esp. US ill-temperedor crotchety, peevish, irritable. Maniatico,chiflado.

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«caprichoso» establece un tipo de relación en-tre Sam y Effie que no es la que asume«cranky». Su relación con él es de afectuosa-mente respetuosa en complicidad y camara-dería, además de laboral.

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exquisite traduce exquisito, como perfecto, delicado, pri-moroso, fino y, además, agudo, vivo, intenso [dolor,placer]. Por otra parte, exquisito se puede referir algusto, y en este caso traduce delicious. Exquisitenesses exquisitez [excelencia, delicadeza, primor] y, ade-más, intensidad, agudeza [de dolor, placer].

exquisite 1 extremely beautiful or delicate. 2 acute; keenlyfelt (exquisite pleasure). 3 keen; highly sensitive ordiscriminating (exquisite taste). — n. a person ofrefined (esp. affected) tastes.

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The woman s t i r red in h is a rmsand ra ised her face again . Her b lueeyes were wet , round, and whi te-r inged. Her mouth was mois t .

“Oh, Sam,” she moaned, “did youkill him?”

S p a d e s t a r e d a t h e r w i t hbulging eyes. H i s b o n y j a w f e l ldown. He took his arms from her andstepped back out of her arms. Hescowled at her and cleared his throat.

S h e h e l d h e r a r m s u p a s h eh a d l e f t t h e m . A n g u i s h c l o u d e dh e r e y e s , p a r t l y c l o s e d t h e mu n d e r e y e b r o w s p u l l e d u p a tt h e i n n e r e n d s . H e r s o f t d a m pr e d l i p s t r e m b l e d .

S p a d e l a u g h e d ah a r s h s y l l a b l e , “ H a ! ”a n d w e n t t o t h e b u f f - c u r t a i n e dwindow. He s tood the re wi th h i sb a c k t o h e r l o o k i n g t h r o u g h t h ec u r t a i n i n t o t h e c o u r t u n t i l s h estarted towards him. Then he turnedquickly and went to his desk. He satdown, put his elbows on the desk, hischin between his fists, and looked ather. His ye l lowish eyes gl i t teredbetween narrowed lids .

“Who,” he asked coldly, “put thatbright idea in your head?”

“I thought—” She lifted a hand toher mouth and fresh tears came toher eyes. She came to stand besidet h e d e s k , m o v i n g w i t h e a s ysurefooted grace in black sl ipperswhose sma l lnes s and hee l -he igh tw e r e e x t r e m e . “ B e k i n d t o m e ,Sam,” she said humbly.

He laughed a t her , h is eyes s t i l lg l i t t e r i n g . “ Yo u k i l l e d m yhusband, Sam, be k ind to me.” Hec l a p p e d h i s p a l m s t o g e t h e r a n dsaid : “Jesus Christ.”

She began to cry audibly, holdinga white handkerchief to her face. Hegot up and stood close behind her. Heput his arms around her. He kissedher neck between ear and coat-collar.He said: “Now, Iva, don’t.” His facewas expressionless. W h e n s h e h a dstopped crying he put his mouth toh e m e a r a n d m u r m u r e d : “ Yo us h o u l d n ’t h a v e c o m e h e r e t o d a y,precious. It wasn’t wise. You can’tstay. You ought to be home.”

S h e t u r n e d a r o u n d i n

Spade volvió a hacer una muecay agachó la cabeza para mirar su-brept ic iamente e l re lo j . La rodea-ba con su brazo izquierdo, la manoapoyada en su hombro. El puño dela camisa es taba lo suf ic ientemen-t e r emangado como pa ra dejar elre loj a l descubierto . Marcaba lasdiez y diez.

La mujer se ag i tó y volv ió a le -vantar la cara . Tenía sus o jos azulp á l i d o b o r d e a d o s d e u n c í r c u l ob l a n c o . Te n í a l a b o c a h ú m e d a .

— Oh, Sam —gimió—. ¿Lo hasmatado tú?

Spade se la quedó mirando cono j o s p r o t u b e r a n t e s y l a b o c aa b i e r t a . S e s e p a r ó d e s u a b r a -z o y s e a l e j ó d e e l l a . L a m i r ófrunciendo el ceño y carraspeó.

Ella siguió con los brazos levanta-dos, tal como Spade los había dejado.La angustia la cegaba y tenía los ojossemicerrados bajo la presión de las ce-jas fruncidas. Le temblaban los rojoslabios, suaves y humedecidos.

Spade sol tó una carca jada , unasílaba áspera «ja!» y se acercó a laventana de cort inas amari l lentas .Se quedó mirando a t ravés de losv i s i l l o s , d á n d o l e l a e s p a l d a a l am u j e r h a s t a q u e e l l a s e l e a c e r -c ó . Entonces se dio la vuelta rápi-damente y se dirigió a su escritorio.Se sentó, apoyó los codos en la mesay la barbilla en los puños y l a mi ró .Sus o jos amaril lentos relumbraban ,entrecerrados .

—¿Quién te ha metido en la cabeza tanbrillante idea? —preguntó con frialdad.

—C r e í q u e . . . — s e l l e v ó u n am a n o a l a b o c a y s e e c h ó a l l o -r a r o t r a v e z . S e a c e r c ó h a s t aq u e d a r s e d e p i e j u n t o a l e s c r i t o -r i o , m o v i é n d o s e g r á c i l y s e g u r ac o n s u s z a p a t o s d i m i n u t o s y d ea l t í s i m o t a c ó n —. Sé amable conmigo,Sam —dijo humildemente.

Se rió de ella, con los ojos aún brillantes.— H a s m a t a d o a m i m a r i d o ,

S a m , s é a m a b l e c o n m i g o —d i o u n a s p a l m a d a s y a ñ a -d i ó : — D i o s m í o .

Ella lloró con fuerza llevándoseun pañuelo blanco a la cara.

Él se levantó y se le acercó pordetrás. La rodeó con sus brazos. Labesó en el cuello, entre la oreja y elcuello del abrigo. Le dijo: «No, Iva,n o . » S u r o s t r o e r a i n e x p r e s i v o .Cuando ella dejó de llorar, acercó laboca y le murmuró al oído: «No ten-drías que haber venido hoy, encan-to. No ha sido acertado. No puedesquedarte. Deberías estar en casa.»

Ella se volvió s in desprenderse

Spade volvió a hacer una muecae i n c l i n ó l a c a b e z a p a r a m i r a rdisimuladamente su reloj de pulse-ra. El brazo izquierdo abrazaba a lamujer, con la mano sobre su hombro.El puño de la chaqueta estaba lo su-f icientemente subido para dejar elre loj a l descubierto . Marcaba lasdiez y diez.

La mujer se movió en el abrazoy volvió a alzar la cara. Tenía losazules o jos mojados y con o je rasblanquecinas, y la boca húmeda.

— ¡ S a m ! — g i m i ó — . ¿ L e m a -t a s t e t ú ?

Spade la contempló con ojos a punto dedesorbitarse. Abrió con asombro su huesudaquijada, bajó los brazos y se zafó delos de ella dando un paso atrás. La miródesabridamente y se aclaró la garganta.

Iva permaneció con los brazos en alto,tal como él los dejó. Los ojos se le nubla-ron de angustia y se cerraron en parte bajolas cejas, cuyos extremos interiores apun-taban hacia arriba. Sus labios húmedos yrojos temblaron.

Spade rió agriamente con una sola sílaba:—¡Ja!Y se dirigió hacia la ventana de cortinas agarbanzadas.

Allí permaneció, de espaldas a ella,mirando por entre las cortinas al patiohasta que Iva comenzó a moverse ha-cia él. Se volvió entonces rápidamen-te y fue a su mesa. Se sentó, puso loscodos sobre el tablero, apoyó la barbi-lla entre los puños y se quedó mirándo-la . Sus o jos amar i l lentos brillabanbajo los párpados medio caídos.

—¿Quién te ha dado esa luminosaidea? —preguntó, fríamente.

—Pensé...Se llevó la mano a la boca, y nuevas

lágrimas aparecieron en los ojos. Se acer-có a la mesa y allí quedó en pie, tras mo-verse con fácil y segura gracia sobre loszapatos negros de tamaño extremadamen-te pequeños y de tacones muy altos.

— S é b u e n o c o n m i g o , S a m —d i j o h u m i l d e m e n t e .

Spade, aún brillantes los ojos, se rió de ella.—Has matado a mi marido, Sam; sé

bueno conmigo.Spade d io una fuer te pa lmada y

dijo una palabrota.

Iva comenzó a llorar con ruido, conser-vando un pañuelo blanco contra la cara.

Spade se levantó y quedó de pie, a poca dis-tancia, a espaldas de Iva. La rodeó con los brazos.La besó entre la oreja y el cuello del abrigo.

—¡Vamos, Iva, vamos! No llores.Su cara no tenía expresión. Cuando Iva

dejó de llorar, le acercó la boca a la orejay dijo, en voz baja:

—No has debido venir aquí hoy, pre-ciosa mía. No ha sido prudente. No pue-des quedarte. Deberías estar en tu casa.

Iva se volv ió , aún abrazada , se

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h i s a r m s t o f a c e h i m a n da s k e d : “ Y o u ’ l l c o m et o n i g h t ? ”

H e s h o o k h i s h e a d g e n t l y .“ N o t t o n i g h t . ”

“Soon?”

“Yes.”

“How soon?”

“As soon as I can.”

He k issed her mouth , led her tot h e d o o r , o p e n e d i t , s a i d ,“ G o o d b y e , I v a , ” b o w e d h e r o u t ,shu t t h e d o o r , a n d r e t u r n e d t oh i s d e s k .

He took tobacco and c igare t te -papers f rom his ves t -pockets , butd i d n o t r o l l a c i g a r e t t e . H e s a tholding the papers in one hand, thetobacco in t he o the r, and lookedw i t h b r o o d i n g e y e s a t h i s d e a dpartner ’s desk.

Effie Perine opened the door andc a m e i n . H e r b r o w n e y e s w e r euneasy. Her voice was careless. Sheasked: “Well?”

S p a d e s a i d n o t h i n g . H i sbrooding gaze did not move f romhis partner’s desk. The girl frowneda n d c a m e a r o u n d t o h i s s i d e .“ We l l , ” s h e a s k e d i n a l o u d e rv o i c e , “ h o w d i d y o u a n d t h ew i d o w m a k e o u t ? ”

“She thinks I shot Miles,” he said.Only his lips moved.

“So you could marry her?”

Spade made no reply to that.

The girl took his hat from his headand pu t i t on the desk . Then sheleaned over and took the tobacco-sack and the papers from his inertfingers.

“The police think I shot Thursby,”he said.

“ W h o i s h e ? ” s h e a s k e d ,separating a cigarette-paper from thepacket, sifting tobacco into it.

“Who do you think I shot?” he asked.When she ignored that question he s a i d :“ T h u r s b y ’s t h e g u y M i l e s w a ss u p p o s e d t o b e t a i l i n g f o r t h eWo n d e r l y g i r l . ”

H e r t h i n f i n g e r s f i n i s h e ds h a p i n g t h e c i g a r e t t e . S h e l i c k e di t , s m o o t h e d i t , t w i s t e d i t s e n d s ,a n d p l a c e d i t b e t w e e n S p a d e ’sl i p s . H e s a i d , “ T h a n k s , h o n e y, ”p u t a n a r m a r o u n d h e r s l i mw a i s t , a n d r e s t e d h i s c h e e k

del abrazo y se le encaró para pre-guntarle:

—¿Vendrás esta noche?Él negó suavemente con la cabeza.—Esta noche, no.

—¿Pero pronto?

—Sí.

—¿Cuándo?

—En cuanto pueda.

L a b e s ó e n l a b o c a , l a a c o m -p a ñ ó a l a p u e r t a , a b r i ó , d i j o«Adiós, Iva», hizo un gesto de des-pedida, cerró la puerta y regresó asu escri tor io.

De los bolsillos del chaleco sacóel tabaco y el l ibrillo de papel, perono lió un cigarrillo. Por el contra-rio, se quedó con el l ibrillo en unamano y el tabaco en la otra, miran-do con ojos pensativos el escritoriode su difunto socio.

Effie Perine abrió la puerta y entró.Sus ojos pardos se mostraban inquietos.Con voz despreocupada, preguntó:

—¿Y?

Spade no dijo nada. Su mirada pen-sativa siguió fija en el escritorio desu socio. La chica frunció el ceño yse acercó a él rodeando la mesa.

— B u e n o — p r e g u n t ó e n v o zm á s a l t a — . ¿ C ó m o h a b é i s t e r m i -n a d o l a v i u d a y t ú ?

—Cree que l e ma t é yo —di jo .Spade sólo había movido los labios.

—¿Para poderte casar con ella?

A eso Spade no respondió.

La chica le qui tó el sombrero ylo dejó sobre e l escr i tor io . Luegose incl inó y le qui tó de las manosinertes el l ibri l lo y el saquito de ta-baco.

—La policía cree que yo maté aThursby —dijo Spade.

—¿Y ése qu ién es? —preguntóella, cogiendo una hoja de papel defumar y rellenándola con tabaco.

—¿Y tú a quién crees que he matado? —preguntó él.Y como ella pasara por alto la pregunta, añadió:—Thursby es el tipo al que se supone

que tenía que seguir Miles por encargo dela Wonderly.

Los finos dedos de Effie Perinehabían acabado de formar el cigarri-l lo . Lo chupó, lo a l i só , ce r ró losextremos y se lo puso en los labiosa Spade. «Gracias, chata», dijo él ,pasándole un brazo por su estrechacintura y apoyando cansadamente la

quedó mirándole a la cara y le pre-gun tó :

—¿Vendrás esta noche?— N o, esta noche no —respondió

Spade, sacudiendo la cabeza dulcemente.

—¿Pronto?

—Sí.

—¿Cuándo?

—Tan pronto como pueda.

La besó en la boca, la llevó hasta lapuerta, abrió ésta y dijo:

—Adiós, Iva —y después de inclinar-se ante ella, cerró la puerta y volvió a sumesa.

S e s a c ó d e l o s b o l s i l l o s d e lc h a l e c o t a b a c o y p a p e l d e f u m a r,p e r o n o l i ó c i g a r r i l l o a l g u n o . S eq u e d ó c o n e l p a p e l e n u n a m a n oy e l t a b a c o e n l a o t r a , m i r a n d oc o n o j o s t a c i t u r n o s h a c i a l a m e s ad e l s o c i o m u e r t o .

Effie abrió la puerta y entró. Tenía in-tranquilos los ojos castaños. Habló entono de indiferencia cuando preguntó:

—¿Qué tal?

Spade no contestó. La taciturnamirada no se apartó de la mesa de susocio. La muchacha arrugó el entrecejo, yrodeó la mesa hasta quedar junto a Spade.

— B u e n o — p r e g u n t ó e n v o zm á s a l t a — . ¿ Q u é t a l t e h a i d oc o n l a v i u d a ?

—Cree que maté a Miles —dijo, sinque nada se moviera salvo los labios.

—¿Para poder casarte con ella?

Spade no respondió.

La muchacha le quitó el sombrerode la cabeza y lo dejó sobre la mesa.Luego se inclinó y tomó el papel defumar y la bolsa de tabaco de entre losdedos inertes.

—La policía cree que maté a Thursby—dijo.

— ¿ Q u i é n e s ? — d i j o e l l a , c o -g i e n d o u n p a p e l d e f u m a r ye c h a n d o t a b a c o e n é l .

—Y tú, ¿a quién crees que he matado? —preguntóSpade. Effie hizo caso omiso de la pregunta. Spade continuó:

— T h u r s b y e s e l f u l a n o a q u i e n M i l e st e n í a q u e s e g u i r p o r c u e n t a d e e s a c h i c a ,l a Wo n d e r l y.

Los finos dedos de la muchacha aca-baron de dar forma al cigarrillo. Hume-deció y alisó el pitillo, le retorció las pun-tas y lo colocó entre los labios de Spade.

—Gracias, cariño —dijo él.Y luego de rodear el esbelto talle con

un brazo, descansó con gesto de cansan-

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w e a r i l y a g a i n s t h e r h i p , s h u t t i n gh i s e y e s .

“Are you going to marry Iva?”she asked, looking down at his palebrown hair.

“ D o n ’ t b e s i l l y , ” h em u t t e r e d . T h e u n l i g h t e dc i g a r e t t e b o b b e d u p a n d d o w nwith the movement of his lips.

“She doesn’t think it’s silly. Whyshould she—the way you’ve playedaround with her?”

He s ighed and sa id : “ I wish toChrist I’d never seen her.”

“ M a y b e y o u d o n o w . ” Atrace of spitefulness came into thegirl’s voice. “But there was a time.”

“I never know what to do or sayt o w o m e n e x c e p t t h a t w a y, ” h egrumbled, “and then I d idn’t l ikeMiles.”

“That’s a lie, Sam,” the girl said.“You know I think she’s a louse, butI’d be a louse too if it would give mea body like hers-”

Spade rubbed his face impatientlyagainst her hip, but said nothing.

Effie Perine bit her lip, wrinkledher forehead, and, bending over fora be t t e r v i ew o f h i s f ace , a sked :“Do you suppose she cou ld havekilled him?”

Spade sat up straight and took hisarm from her waist. He smiled at her.His smile held nothing but amusement.He took out his lighter, snapped on the flame,and applied it to the end of his cigarette.“Yo u ’ r e a n a n g e l , ” h e s a i dt e n d e r l y t h r o u g h s m o k e , “ a n i c er a t t l e - b r a i n e d a n g e l . ”

She smiled a bit wryly . “Oh, amI? Suppose I told you that your Ivah a d n ’ t b e e n h o m e m a n y m i n u t e swhen I arrived to break the news atthree o’clock this morning?”

“Are you telling me?” he asked.His eyes had become alert though hismouth continued to smile.

“She kept me waiting at the doorw h i l e s h e u n d r e s s e d o r f i n i s h e dundressing. I saw her clothes whereshe had dumped them on a cha i r.Her hat and coat were underneath.H e r s i n g l e t t e , o n t o p , w a s s t i l lwarm. She said she had been asleep,but she hadn’t. She had wrinkled upthe bed , but the wr inkles weren’tmashed down .”

S p a d e t o o k t h e g i r l ’ s h a n da n d p a t t e d i t . “ Y o u ’ r e ad e t e c t i v e , d a r l i n g , b u t ” — h es h o o k h i s h e a d — “ s h e d i d n ’ t

mej i l l a en la cadera mien t ras ce -rraba los ojos.

—¿Vas a casarte con Iva? -pre-guntó ella, mirándole el pelo casta-ño claro.

— N o s e a s b o b a — m u r m u r ó .E l c i g a r r i l l o s i n e n c e n d e rs e ag i tó de arr iba abajo con e lmovimiento de sus labios.

—A ella no le parece ninguna ton-tería. ¿Por qué habría de parecérselo...tal como has jugado con ella?

Él suspiró y dijo:—Ojalá no la hubiera conocido.

—Eso es lo que piensas ahora —en la vozde la chica había un tinte de desprecio—. Perono pensabas así hace un tiempo.

—Nunca sé qué hacer o qué de-c i r le a las mujeres s i no es as í —g r u ñ ó — , y a d e m á s M i l e s n o m ecaía b ien .

—Eso es mentira, Sam —dijo la chica—. Ya sabes que me parece una sinvergüenza,pero no me importaría ser una sinvergüen-za si tuviera un cuerpo como el suyo.

Spade frotó su rostro, impaciente, contrala cadera de la chica, pero no dijo nada.

Effie Perine se mordió un labio, arru-gó la frente y, bajando un poco la cabe-za para verle mejor la cara, preguntó:

—¿Crees que puede haberle mata-do ella?

S p a d e s e e n d e r e z ó e n e l s i -l l ó n y r e t i r ó e l b r a z o . S o n r i ó .E r a u n a s o n r i s a d i v e r t i d a .S a c ó e l e n c e n d e d o r y a p l i c ó l al l a m a a s u c i g a r r i l l o .

— Eres un ángel —dijo tiernamen-te en medio de una nube de humo—,un ángel encantador y sin seso .

Ella sonrió un poco forzadamente.—¿Ah, sí? ¿Y qué te parece si te digo que

tu Iva no llevaba en su casa más que unospocos minutos cuando aparecí yo para darlela noticia a las tres de la madrugada?

—¿Me lo estás diciendo? —preguntó él.Tenía la mirada alerta, aunque la sonrisano había desaparecido de su boca.

—Me tuvo esperando en la puertahasta que se desvistió, o terminó de des-vestirse. Vi cómo había dejado la ropaencima de una silla, toda amontonada.El sombrero y el abrigo estaban debajo.Y la camiseta, que estaba arriba del todo,estaba aún caliente. Me dijo que estabadormida, pero no es así. Había arrugadoun poco la cama, pero las arrugas no es-taban aplastadas.

S p a d e c o g i ó l a m a n o d e l a c h i -c a y l e d i o u n a s p a l m a d i t a s .

—Eres una detective, encanto —dijo, meneando la cabeza—, pero ella

cio una mejilla contra la cadera de la mu-chacha y cerró los ojos.

—¿Te vas a casar con Iva? —pregun-tó Effie, dejando caer la mirada hasta elpelo castaño desvaído.

—No digas tonterías.Y al hablar, el c igar r i l lo apagad o

s u b i ó y b a j ó c o n e l m o v i m i e n -t o d e l o s l a bios.

—Ella no cree que son tonterías. Y notiene por qué creerlo, si se tienen en cuen-ta tus líos con ella.

—¡Ojalá no la hubiera visto nunca! —dijo Spade, con un suspiro.

—Eso lo dirás ahora —dijo ella, y en suvoz se advirtió un matiz de resentimiento—, pero hubo un tiempo...

—Nunca sé qué decirles a las mujeressi no llevo las cosas por ese camino —gruñó Spade—. Y, además, no me gusta-ba Miles.

—Eso es mentira —dijo Effie—. Sa-bes perfectamente que Iva me parece unbicho, pero no me importaría ser un bi-cho si tuviera un cuerpo como el suyo.

Spade restregó la cara impacientemen-te contra la cadera, pero calló.

Effie se mordió el labio, arrugóla frente e, inclinándose para verlemejor la cara, le preguntó:

— ¿ C r e e s q u e I v a p u d o m a -t a r l o ?

Spade se irguió en el asiento, y dejóde rodear el talle de la muchacha con elbrazo. Su sonrisa sólo mostraba regocijo.Sacó el mechero, hizo brotar en él la llama yla aplicó al extremo de su cigarrillo.

—¡Eres un ángel! —dijo t ierna-mente a través del humo—. Un án-gel delicioso y sin seso .

Effie sonrió con cierta acritud.—¡Ah! ¿Sí? Supón que te digo que tu

querida Iva no llevaba muchos minutosen casa cuando llegué a las tres de la ma-drugada para darle la noticia.

—¿Qué estás diciendo? —dijo Spade,y los ojos se pusieron sobre aviso, aun-que la boca continuó sonriendo.

—Me hizo esperar en la puer tamientras se desnudaba o acababa dedesnudarse. Vi su ropa hecha un ba-rullo, tirada sobre una silla. El som-brero y el abrigo estaban debajo detodo. La combinación, encima, toda-vía caliente. Me dijo que había estadodormida, pero no era verdad. Habríarevuelto las ropas de la cama, pero enlas sábanas no había arrugas.

S p a d e l e t o m ó u n a m a n o y l aacarició con unas palmaditas:

—Eres un buen detective, amor mío,pero Iva no lo mató —dijo, sacudiendo

rattle- brained empty-headed chatterer, des-organizado, marujeo

mashed down = aplastadas, revueltas

wryly irónica o sarcásticamente 1. Dryly humorous,often with a touch of irony. 2. Temporarily twistedin an expression of distaste or displeasure:made a wry face. 3. Abnormally twisted or bentto one side; crooked: a wry nose. 4. Being atvariance with what is right, proper, or suitable;perverse

bob 1 : to strike with a quick light blow 2 : to moveup and down in a short quick movement <bob thehead> 3 : to polish with a bob 5 bobsled, bobride a bobsled; «The boys bobbed down the hillscreaming with pleasure» menearse, agitar-se, bazucar= menear o revolver una cosa líqui-da moviendo la vasija en que está

1 a : to move up and down briefly or repeatedly <acork bobbed in the water> b : to emerge, arise, orappear suddenly or unexpectedly <the questionbobbed up again> 2 : to nod or curtsy briefly 3 :to try to seize a suspended or floating object withthe teeth <bob for apples>

bob I verbo intransitivo 1 balancearse en el agua:the boats bobbed up and down, los barcos sebalanceaban en el agua 2 cortarse el pelo porencima de los hombros pero cubriendo la nucaII nombre 1 movimiento sobre las olas 2 pelocorto 3 Bob, sobrenombre de Robert 4 GB che-lín

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k i l l h i m . ”

E f f i e P e r i n e s n a t c h e d h e rh a n d a w a y . “ T h a t l o u s e w a n t st o m a r r y y o u , S a m , ” s h e s a i db i t t e r l y . H e m a d e a ni m p a t i e n t g e s t u r e w i t h h i sh e a d a n d o n e h a n d . S h ef r o w n e d a t h i m a n d d e m a n d e d :“ D i d you see her las t n ight?”

“No.”

“Honestly?”

“Honestly. Don’t act like Dundy,sweetheart. It ill becomes you.”

“Has Dundy been after you?”

“Uh-huh . He and Tom Po lhausd r o p p e d i n f o r a d r i n k a t f o u ro’clock.”

“Do they really think you shot thiswhat’s-his-name?”

“Thursby.” He dropped what wasleft of his cigaret te into the brasstray and began to roll another.

“Do they?” she insisted.

“ G o d k n o w s . ” H i s e y e s w e r eo n t h e c i g a r e t t e h e w a s m a k i n g .“They d id have some such no t ion .I d o n ’ t k n o w h o w f a r I t a l k e dt h e m o u t o f i t . ”

“Look at me, Sam.”

H e l o o k e d a t h e r a n d l a u g h e ds o t h a t f o r t h e m o m e n tm e r r i m e n t m i n g l e d w i t h t h ea n x i e t y i n h e r f a c e .

“You worry me ,” she sa id ,seriousness returning to her face as shetalked. “You always think you knowwhat you’re doing, but you’re tooslick for your own good, and some dayyou’re going to find it out.”

H e s i g h e d m o c k i n g l y a n drubbed his cheek against her arm.“ T h a t ’s w h a t D u n d y s a y s , b u t y o uk e e p I v a a w a y f r o m m e , s w e e t ,a n d I ’ l l m a n a g e t o su r v i v e t h er e s t o f m y t r o u b l e s . ” H es t o o d u p a n d p u t o n h i s h a t .“ H a v e t h e S p a d e & A r c h e rt a k e n o f f t h e d o o r a n d S a m u e lSpade pu t on . I ’ l l be back i n anhour, or phone you.”

Spade went through the St. Mark’sl o n g p u r p l i s h l o b b y t o t h e d e s ka n d a s k e d a r e d - h a i r e d d a n d yw h e t h e r M i s s Wo n d e r l y w a s i n .The red-haired dandy turned away,a n d t h e n b a c k s h a k i n g h i s h e a d.“ S h e c h e c k e d o u t t h i s m o r n i n g ,Mr. Spade .”

no le mató.

Effie Perine retiró bruscamente la mano.—Esa sinvergüenza quiere casarse

contigo, Sam —dijo con amargura.É l h i z o u n g e s t o i m -

p a c i e n t e c o n l a c a b e -z a y l a m a n o .

Ella frunció el ceño y le preguntó:—¿Estuviste con ella anoche?

—No.

—¿De verdad?

—De verdad. No te pongas comoDundy, cariño. No te pega nada.

—¿Dundy ha ido por ti?[370]

—Ajá. Él y Tom Polhaus pasaron atomar una copa a las cuatro y media dela mañana.

—¿De verdad creen que tú matastea ese como se llame?

—Thursby. —Dejó caer en el ceni-cero de bronce lo que le quedaba delcigarrillo y se puso a liar otro.

—¿De verdad lo creen? —insistió ella.

—Sabe Dios —tenía los ojos f i -jos en el cigarr i l lo que estaba l ian-d o — . D e s d e l u e g o , a l g o a s í s ecreían. No sé hasta qué punto lesquité la idea a base de hablar.

—Sam, mírame.

Él la miró y soltó una carcajada, demanera que por un momento EffiePerine mostró un rostro que era unamezcla de alegría y preocupación.

—Me preocupas —dijo, volviendoa adoptar una expresión de seriedad—. Siempre crees que sabes lo que es-tás haciendo, pero para tu propio bieneres excesivamente astuto , y cual-quier día lo descubrirás de golpe.

Él fingió un suspiro y frotó su meji-lla con el brazo de Effie.

—Eso es lo que dice Dundy, pero túmantén a Iva alejada de mí, eh cariño, yyo me las apañaré para mantener a rayael resto de mis preocupaciones —se pusoen pie y se caló el sombrero—. Que qui-ten el letrero de Spade & Archer de lapuerta y que coloquen uno que ponga sóloSamuel Spade. Volveré dentro de unahora, o te llamaré por teléfono.

Spade atravesó el largo vestíbulo púr-pura del St. Mark hasta llegar al mostradorde recepción y preguntar a un pollopera pe-lirrojo si estaba la señorita Wonderly. Elpollopera pelirrojo se dio la vuelta y se girónuevamente meneando la cabeza.

—Se ha marchado hoy por la maña-na, señor Spade.

la cabeza.

Effie apartó la mano de un tirón y dijo:—Esa sabandija quiere casarse conti-

go, Sam —y su voz se hizo agria.Spade esbozó un ademán de impa-

ciencia con la cabeza y con una mano.Ella le miró con el ceño fruncido y pre-

guntó, perentoriamente:—¿Estuviste anoche con ella?

—No.

—¿De veras?

—De veras . Y no te parezcas aDundy, cariño. Te sienta muy mal.

—¿Ha estado Dundy molestándote?

— U n p o c o . Vi n o c o n To mP o l h a u s a t o m a r u n a c o p a e n m icasa a las cuatro.

—¿De veras creen que mataste a esequé sé yo cómo se llama?

—Thursby —y dejando caer en el ce-nicero de metal lo que quedaba del ciga-rrillo, comenzó a liar otro.

—¿Lo creen? —insistió Effie.

—¡Dios sabe! —repuso Spade, con losojos ocupados en vigilar el cigarrillo queestaba liando—. Sí, parecían tener esaidea. No sé hasta qué punto se la he qui-tado de la cabeza hablando con ellos.

—Mírame, Sam.

S p a d e l a m i r ó , y r i ó d e t a l m a -n e r a q u e e n e l r o s t r o d e E ff i e s em e z c l a r o n d u r a n t e u n m o m e n t o e lr e g o c i j o y l a a n g u s t i a .

—Me preocupas —dijo la mucha-cha, y según hablaba volvió a su ros-t ro la expres ión grave—. Siemprecrees saber lo que estás haciendo, peroeres demasiado listo para tu propiobien, y un día lo vas a descubrir.

Spade suspiró en broma y se acaricióla mejilla con el brazo de la muchacha.

—Eso es lo que dice Dundy. Pero si con-sigues mantener lejos de mí a Iva, amor mío,creo que me las arreglaré para escapar convida del resto de mis complicaciones.

Se levantó del sillón y se puso el sombrero.—Manda quitar de la puerta el letrero

de Spade y Archer y que pongan otro quediga Samuel Spade. Estaré de vuelta den-tro de una hora, o te telefonearé.

Spade atravesó el largo vestíbulo colormorado del St. Mark hasta llegar a la con-serjería. Allí preguntó a un lechuguino pe-lirrojo si miss Wonderly estaba en el hotel.

El lechuguino pelirrojo se volvió yluego regresó denegando con la cabeza.

—Ha dejado el hotel esta mañana,mister Spade.

slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.

anxious 1 inquieto, angustiado, desasosegado, pre-ocupado to be anxious about sthg, estar preocu-pado por algo 2 (entusiasmado) interesado,ansioso, con ganas : I am anxious to meet him,tengo muchas ganas de conocerle

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“Thanks.”

Spade walked past the desk to analcove off the lobby where a plumpy o u n g - m i d d l e - a g e d m a n i n d a r kc l o t h e s s a t a t a f l a t - t o p p e dmahogany desk. On the edge of thed e s k f a c i n g t h e l o b b y w a s atr iangular pr ism of mahogany andbrass inscribed Mr. Freed.

The plump man got up and camearound the desk holding out his hand.

“I was awfully sorry to hear aboutArcher, Spade,” he said in the toneof one trained to sympathize readilywithout intrusiveness. “I’ve just seenit in the Call . He was in here lastnight, you know.”

“Thanks, Freed. Were you talking to him?”

“No. He was sitting in the lobbywhen I came in early in the evening.I d i d n ’t s t o p . I t h o u g h t h e w a sprobably working and I know youfellows l ike to be left alone whenyou’re busy. Did that have anythingto do with his—?”

“ I d o n ’ t t h i n k s o , b u t w e d o n ’ tk n o w y e t . A n y w a y, w e w o n ’t m i xt h e h o u s e u p i n i t i f i t c a n b eh e l p e d . ”

“Thanks.”

“ T h a t ’ s a l l r i g h t . C a n y o ug i v e m e s o m e d o p e o n a n e x -g u e s t , a n d t h e n f o r g e t t h a t Ia s k e d f o r i t ? ”

“Surely.”

“A Miss Wonder ly checked outthis morning. I’d l ike to know thedetails .”

“Come along,” Freed said, “andwe’ll see what we can learn.”

Spade stood still, shaking his head.“I don’t want to show in it.”

Freed nodded and went out of thea l c o v e . I n t h e l o b b y h e h a l t e dsuddenly and came back to Spade.

“ H a r r i m a n w a s t h e h o u s e -detective on duty last night,” he said.“He’s sure to have seen Archer. ShallI caution him not to mention it?”

Spade looked at Freed from thecorners of his eyes. “Better not. Thatwon’t make any difference as long asthere’s no connect ion shown wi tht h i s Wo n d e r l y. H a r r i m a n ’s a l lr i g h t , b u t h e l i k e s t o t a l k , a n dI ’ d a s lief not have him think there’sanything to be kept quiet.”

Freed nodded again and went away.Fifteen minutes later he returned.

—Gracias.

Spade se dirigió a un nicho que ha-bía un poco más allá del vestíbulo, enel que un hombre rollizo de medianaedad vestido con traje oscuro estabasentado ante un escritorio de caoba. Enel borde del escritorio, y de cara al ves-tíbulo, había un prisma triangular decaoba y bronce que rezaba: SR. FREED.

El hombre rollizo se levantó y rodeóel escritorio para estrecharle la mano.

—Siento muchísimo lo de Archer,Spade —dijo, con la entonación dequien está acostumbrado a compadecer-se rápidamente sin resultar molesto—.Acabo de verlo en el Call. Estuvo aquíanoche mismo, ya sabes.[371]

—Gracias, Freed. ¿Hablaste con él?

—No. Estaba sentado en el vestí-bulo cuando yo llegué a media tar-de. No me paré; pensé que estaba deserv ic io y ya os conozco lo suf i -c i e n t e c o m o p a r a d e j a r o s s o l o scuando estáis ocupados. ¿Tenía esoalgo que ver con su.. .?

—No lo creo, pero no lo sabemostodavía. De todas formas, no vamos aponer la casa patas arriba si podemosevitarlo.

—Gracias.

—E s t á b i e n . ¿ P u e d e s p a s a r m einformación de un ex c l iente delhotel y luego olvidarte de lo que tehe preguntado?

—Pues claro.

—Una tal señorita Wonderly se hamarchado esta mañana. Me gustaría co-nocer los detalles.

—Ven por aquí —dijo Freed—, va-mos a ver qué podemos averiguar.

Spade se quedó inmóvil, meneando la cabeza.—No quiero que me vean.

F r e e d a s i n t i ó y s a l i ó d e lnicho . En e l ves t íbulo se detuvobruscamente y se volvió hacia Spade.

—El detective de servicio ayer porla noche era Harriman —dijo—. Segu-ro que vio a Archer. ¿Le digo que no lomencione?

Spade miró a Freed de reojo.—Mejor que no. No querría decir

nada siempre que no se demuestre nin-guna re lac ión con la señor i t aWonder ly, y Harr iman es buen chi -c o p e r o l e g u s t a h a b l a r , a s í q u eprefiero que no crea que hay algo so-bre lo que debe ser discutido.

Freed volvió a asentir y se marchó.Regresó al cuarto de hora.

—Gracias.

Pasó más allá del mostrador del con-serje hasta llegar a un entrante del vestí-bulo, en donde un hombre bajo, grueso yde mediana edad estaba sentado ante unescritorio de caoba. Al borde de la mesa,de frente al vestíbulo, un prisma triangu-lar de caoba y metal tenía un rótulo quedecía: Mr. Freed.

El hombre regordete se levantó, rodeó lamesa y avanzó con la mano extendida:

—He sentido muy de veras lo deArcher, Spade —dijo en el tono de quienestá bien adiestrado en expresar pésamessin dar sensación de entrometido—. Loacabo de leer en el Call. ¿Sabe usted queestuvo aquí anoche?

—Gracias, Freed. ¿Le habló usted?

—No. Estaba sentado en el vestíbulocuando llegué a primera hora de la no-che. No me detuve. Supuse que estaba tra-bajando en algo, y sé muy bien que a us-tedes les gusta que los dejen tranquiloscuando andan ocupados. ¿Tuvo esto algoque ver con su...?

—Creo que no, pero todavía no lo sa-bemos. En cualquier caso, no mezclare-mos el nombre del hotel en ello, si pode-mos evitarlo.

—Gracias.

—No hay de qué. ¿Podría usted dar-me algunos informes acerca de una via-jera que se ha hospedado aquí y olvidarque se los he pedido?

—Desde luego.

—Una tal miss Wonderly se fue del ho-tel esta mañana. Me gustaría saber algu-nos detalles.

—Venga conmigo —dijo Freed—, yveremos qué podemos averiguar.

Spade sacudió la cabeza y no se movió.—No quiero figurar en el asunto.

Freed expresó su conformidad y salióal vestíbulo. Una vez allí, se detuvo derepente y volvió junto a Spade.

—El detective del hotel que estuvoanoche de servicio es Harriman. Seguroque le vio a Archer. ¿Quiere usted que leadvierta que no lo diga?

Spade le miró de reojo y respondió:—Será mejor que no lo haga. Da-

r ía igual , con tal que su nombre noaparezca mezclado con e l de es taWonderly. Harriman es bue n a p e r -s o n a , p e r o l e g u s t a h a b l a r , yprefer ir ía que no fuese a pensarque hay algo que ocultar.

Freed asintió nuevamente y se alejó.Regresó a los quince minutos.

lief adv. archaic gladly, willingly.

alcove nicho, hueco, hornacina, rincón, ga-binete, cuartito, glorieta; no es alcoba(bedroom)

alcove nicho, hueco, hornacina, rincón, ga-binete, cuartito, glorieta; no es alcoba(bedroom)

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“ S h e a r r i v e d l a s t Tu e s d a y,r e g i s t e r i n g f r o m N e w Yo r k . S h eh a d n ’t a t r u n k , o n l y s o m e b a g s .There were no phone-calls charged toher room, and she doesn’t seem tohave received much, if any, mail. Theo n l y o n e a n y - b o d y r e m e m b e r shaving seen her with was a tall darkman of thirty-six or so. She went outat half-past nine this morning, cameback an hour later, paid her bill, andhad her bags carried out to a car. Theboy who carried them says it was aNash touring car, probably a hiredone. She left a forwarding address—the Ambassador, Los Angeles.”

S p a d e s a i d , “ T h a n k s al o t , F r e e d , ” a n d l e f t t h eS t . M a r k . W h e n S p a d er e t u r n e d t o h i s o f f i c eE f f i e P e r i n e s t o p p e dt y p i n g a l e t t e r t o t e l l h i m :“ Yo u r f r i e n d D u n d y w a s i n . H ewanted to look at your guns.”

“And?”

“I told him to come back whenyou were here.”

“ G o o d g i r l . I f h e c o m e s b a c kagain let him look at them.”

“And Miss Wonderly called up.”

“It’s about time. What did she say?”

“She wants to see you.” The girlpicked up a slip of paper from herdesk amid r ead the memorandumpenciled on it: “She’s at the Coronet,on California Street, apartment onethousand and one. You’re to ask forMiss Leblanc.”

Spade said, “Give me,” and heldout his hand. When she had givenhim the memorandum he took outhis l ighter, snapped on the f lame,set i t to the s l ip of paper, held thepaper unti l a l l but one corner wascurling black ash, dropped it on thelinoleum floor, and mashed it underhis shoesole .

T h e g i r l w a t c h e d h i m w i t hdisapproving eyes.

He grinned at her, said, “That’sjust the way it is, dear,” and went outagain.

Llegó el martes, diciendo que ve-nía de Nueva York. No tenía male-ta, sólo algunas bolsas. No se le car-garon llamadas a la habitación y noparece haber recibido muchas car-tas, si es que recibió alguna. Con elúnico con quien recuerdan haberla vis-to fue con un hombre alto y moreno, deunos treinta y seis años. Salió hoy porla mañana, a las nueve y media, volvióuna hora después, pagó la cuenta e hizoque le llevaran las bolsas a un coche.El chico que las llevó dice que era unturismo, un Nash, seguramente al-q u i l a do. Dejó d i rección. . . Hote lAmbassador, en Los Ángeles.

S p a d e d i j o :— M u c h í s i m a s g r a c i a s , F r e e d

— y s a l i ó d e l S t . M a r k .Cuando Spade regresó a su ofi-

cina, Eff ie Perine dejó de escribiruna carta a máquina para decir le:

—Ha venido tu amigo Dundy. Que-ría ver tus armas.

—¿Y?

—Le dije que volviera cuando estu-vieras tú.[372]

—Buena chica. Si vuelve otra vez,enséñaselas.

—Y ha llamado la señorita Wonderly.

—Ya era hora. ¿Qué dijo?

—Quie re ve r t e —la ch ica cog ióun tr ozo de pape l de su e sc r i to r ioy l eyó l a no ta que hab ía e sc r i to—: Es tá en e l Corone t , en Ca l i fo rn iaSt ree t , apa r t amen to mi l uno . Ti e -nes que p regun ta r po r l a señor i t aL e b l a n c .

Spade dijo:— D a m e — y a l a rg ó l a m a n o .

Cuando el la le hubo dado la nota,s acó e l encendedor, l o encend ió ,aplicó la llama al pedazo de papel,lo sujetó hasta que todo salvo unaesquina se hubo convertido en unaceniza negra y rizada, lo soltó sobreel suelo de linóleo y lo aplastó conla suela del zapato.

La chica le observó con miradadesaprobadora.

Él le dirigió una sonrisa , d i jo«Así son las cosas, querida» y volvióa marcharse.

—Llegó el martes pasado, y al regis-trarse dijo que procedía de Nueva York.No trajo baúl; sólo unas maletas. No cons-tan llamadas de teléfono en su cuenta, yno parece que recibiera mucho correo, sies que recibió alguno. La única personaque recuerdan haber visto en su compa-ñía es un hombre alto y moreno, como deunos treinta y seis años. Esta mañana sa-lió a las nueve y media, regresó mediahora más tarde, pagó su cuenta e hizo quele bajaran el equipaje a un coche. El chi-co que bajó las maletas dice que era unNash abierto, probablemente alquila-do . De jó como d i recc ión e l hotelAmbassador de Los Ángeles.

— M u c h a s g r a c i a s ,F r e e d — d i j o S p a d e , ya b a n d o n ó e l S t . M a r k .

Cuando volvió a su oficina, Effie,que estaba escribiendo una carta amáquina, se interrumpió y le dijo:

—Tu amigo Dundy ha venido. Queríaver tus armas.

—¿Y?

—Le dije que volviera cuando tú es-tuvieras aquí.

—Buena chica. Si vuelve otra vez, dé-jale que las vea.

—Y ha llamado miss Wonderly.

—Ya era hora. ¿Qué dijo?

— Q u i e r e v e r t e — l a m u c h a c h ac o g i ó u n ______ p a p e l e n e l q u eh a b í a e s c r i t o u n a n o t a c o n l á p i zy d i j o — : E s t á e n e l C o r o n e t , e nl a C a l i f o r n i a S t r e e t . A p a r t a m e n -t o 1 . 0 0 1 . D e b e s p r e g u n t a r p o rm i s s L e b l a n c .

—Dame eso —dijo Spade, alargando la mano.Cuando Effie le dio la nota, sacó el

mechero, lo encendió, lo aplicó al tro-zo de papel y mantuvo a éste entre losdedos por una esquina hasta que todoél, menos la esquina, quedó convertidoen negra y rizada ceniza. Entonces lotiró al suelo y lo convirtió en polvo conla suela del zapato.

Effie le estuvo mirando con ojos decensura.

Spade la sonrió y le dijo:—No lo olvides, encanto.Y salió de nuevo.

X

X

grin : mueca o contorsión del rostro 1 a fa-cial expression characterized by turning upthe corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth,in a smile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupidsmile.

2 tr. express by grinning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: thelittle boy grinned from ear to ear , el pe-queño sonreía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o ges-ticulación facial (desdeñosa, burlona,etc.)

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IV.

The Black Bird

M i s s Wo n d e r l y , i n a b e l t e dgreen c repe s i lk d ress , opened thed o o r o f a p a r t m e n t 1 0 0 1 a t t h eC o r o n e t . H e r f a c e w a s f l u s h e d .H e r d a r k r e d h a i r , p a r t e d o n t h el e f t s i d e , s w e p t b a c k i n l o o s ewaves ove r he r r igh t t emple , wassomewha t tous l ed .

Spade took off his hat and said:“Good morning.”

His smile brought a fainter smileto her face. Her eyes, of blue thatwas almost violet, did not lose theirtroubled look. She lowered her headand said in a hushed, t imid voice:“Come in, Mr. Spa de.”

She led him past open kitchen-,bathroom-, and bedroom-doors in ac r e a m a n d r e d l i v i n g - r o o m ,a p o l o g i z i n g f o r i t s c o n f u s i o n :“ E v e r y t h i n g i s u p s i d e - d o w n . Ihaven’t even finished unpacking.”

S h e l a i d h i s h a t o n at a b l e a n d s a t d o w n o n aw a l n u t s e t t e e . H e s a t o n ab r o c a d e d o v a l - b a c k e dc h a i r f a c i n g h e r .

S h e l o o k e d a t h e r f i n g e r s ,work ing them toge ther, and sa id :“Mr. Spade, I’ve a terrible, terribleconfession to make.”

Spade smiled a polite smile, whichshe did not lift her eyes to see, andsaid nothing.

“Tha t—tha t s to ry I to ld youyes te rday was a l l—a s to ry,” shestammered, and looked up at him nowwith miserable frightened eyes.

“ O h , t h a t , ” S p a d e s a i dl i g h t l y . “ W e d i d n ’ t e x a c t l yb e l i e v e y o u r s t o r y. ”

“ T h e n — ? ” P e r p l e x i t y w a sa d d e d t o t h e m i s e r y a n df r i g h t i n h e r e y e s .

“We believed your two hundreddollars.”

“You mean—?” She seemed to notknow what he meant.

“I mean that you paid us more thanif you’d been telling the truth,” hee x p l a i n e d b l a n d l y , “ a n d e n o u g hmore to make it all right.”

Her eyes suddenly lighted up. Shelifted herself a few inches from the settee,settled down again, smoothed her skirt,leaned forward, and spoke eagerly:“ A n d e v e n n o w y o u ’ d b ew i l l i n g t o — ? ”

CAPÍTULO IV

El pájaro negro

La señorita Wonderly, con un vesti-do de crujiente seda verde con cintu-rón, abrió la puerta del apartamento1001 del edificio Coronet. Estaba so-focada. Tenía el cabello rojo oscuro,con la raya a la izquierda, cayéndolehacia atrás en ondas sueltas sobre lasien derecha, un tanto enmarañado.

Spade se quitó el sombrero y dijo:—Buenos días.

Su sonrisa provocó otra desvaídaen la ch ica . Sus o jos , de un azu lcasi violeta , no perdieron su aspec-to preocupado. Bajó la cara y dijocon voz t ímida, apagada:

—Entre, señor Spade.

Le condujo dejando a un lado las puertas abier-tas de la cocina, del cuarto de baño y del dormito-rio, hasta un salón decorado en tonos rojos y cre-mas, mientras se excusaba por el desorden:

—Tengo todo revuelto. No he termi-nado todavía de deshacer las maletas.

Dejó el sombrero de Spade sobre unamesa y se sentó en un sofá de nogal.Spade hizo lo propio en un sillón derespaldo oval y tapizado con brocados,frente a ella.

E l l a s e m i r ó l o s d e d o s ,s e l o s e s t r u j ó y d i j o :

—Señor Spade, tengo que confesar-le una cosa horrible, horrible.

Spade sonrió cortésmente, con unasonrisa que ella, al no levantar la mi-rada, no vio, y no dijo nada.

—Eso . . . e so que l e con té aye rera... era un cuento —tartamudeó ylevantó la cabeza para mirarle conojos asustados y desgraciados.

—Ah, eso —dijo Spade alegremen-te—. La verdad es que no nos lo creí-mos demasiado.

—¿ E n t o n c e s . . . ? — a l t e m o r y al a desdicha que revelaban sus ojos, se unióuna expresión de perplejidad.

— C r e í m o s e n s u s d o s c i e n t o sdó lares .

—¿Quiere decir que...? —pero noparecía saber qué quería decir.

—Quiero decir que nos pagó usted másque si hubiera dicho la verdad —explicóél afablemente— y bastante más de lo ne-cesario para que nos pareciera bien.[374]

Ella levantó la mirada súbitamente. Seincorporó unos centímetros _______, vol-vió a dejarse caer otra vez, se alisó la falda, seinclinó hacia adelante y habló con ansiedad:

—¿Y a pesa r de e so s igue us t edqueriendo...?

4.

El pájaro negro

Miss Wonderly abrió la puerta delapartamento 1.001 del Coronet. Lle-vaba puesto un vestido de ____ sedaverde, con cinturón. Tenía arrebatadoel color de la cara. Su pelo rojo oscu-ro con raya a la izquierda, peinado ensueltas ondas sobre la sien derecha,parecía estar algo alborotado.

Spade se quitó el sombrero y dijo:—Buenos días.

Su sonrisa hizo aparecer otra en la carade la muchacha. Sus ojos, de puro azules,parecían color violeta. No desapareció deellos la expresión de preocupación. Bajóla cabeza y dijo, en voz callada y tímida:

—Pase, mister Spade.

Le llevó por delante de las puertas abiertasde la cocina, del cuarto de baño y de la alcobahasta llegar a un saloncito decorado en colorcrema y rojo, por cuyo desorden se disculpó:

—Está todo revuelto. Ni siquiera heacabado de deshacer el equipaje.

La muchacha dejó el sombrero deSpade sobre una mesa y se sentó en unpequeño sofá de nogal. Spade tomó asien-to en un sillón de respaldo ovalado con ta-picería de brocado, enfrente de ella.

Miss Wonderly se miró los dedos, mo-viéndolos nerviosamente y dijo:

—Mister Spade, tengo que hacerle unaconfesión terrible, muy terrible.

Spade se sonrió cortésmente -lo queno pudo advertir ella, pues no levantó losojos- y no dijo nada.

—Todo ese cuento que le conté ayerno fue... no fue más que un cuento —tar-tamudeó, y alzó los ojos para mirarle conojos acongojados y llenos de miedo.

—¡Ah, eso! —dijo Spade, sin darle importan-cia—. La verdad es que creer, lo que se dice creeren su relato, bueno, no lo creímos.

—¿Entonces...?A la congoja y al temor vino a sumar-

se ahora en sus ojos la perplejidad.

— C r e í m o s e n s u s d o s c i e n t o sd ó l a r e s .

—¿Quiere usted decir que...? —preguntó, sin en-tender al parecer lo que Spade había querido decir.

—Quiero decir que nos pagó usted másque si nos hubiera dicho la verdad —ex-plicó tranquilamente—, y más que sufi-ciente para que nos pareciera bien.

A la muchacha se le iluminaron los ojosde repente. Se levantó unas pulgadas del sofá,volvió a sentarse, se alisó la falda, se inclinóhacia adelante, y habló con vehemencia:

—¿E incluso ahora estaría usteddispuesto a...?

tousle v.tr. 1 make (esp. the hair) untidy; rumple,dishevel, tangle. 2 handle roughly or rudely. Al-borotados, despeinados, desgreñados

tousle 1 to tangle, ruffle, or disarrange 2 to treatroughly 3 a disorderly, tangled, or rumpled state4 a dishevelled or disordered mass, esp. of hair

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso(water) tranquila, serena

‹colors/music›soso;‹food/taste› insípido;

‹statement/reply› anodino;‹smile/manner› insulso

(mild) ‹food› suave X

crepe: Textured silk, sometimes pebbled or crinkled.The warp threads are more twisted than weftones, which gives it a crosswise rib. Its surfaceis wrinkled and matt, and it can shrink. There aresome types of Crepe.

crespón: Del latín crispus, ensortijado, rizado. Es untejido de seda cuya urdimbre está más retorcidaque la trama, lo que le confiere un característicoaspecto estriado. Su superficie es arrugada y mate,y conviene lavar antes una muestra por si encogeo se arruga. Existen diferentes tipos.

crepe (also crêpe) n. 1. a light, thin fabric with awrinkled surface: [as adj.] a silk crepe blouse.

2 (Also crepe rubber) hard-wearing wrinkledrubber, used esp. for the soles of shoes.

3. black silk or imitation silk, formerly usedfor mourning clothes.

4. A band of such fabric formerly worn arounda person’s hat as a sign of mourning.

5. thin pancake.

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Spade stopped her with a palm-upmotion of one hand. The upper part ofhis face frowned. The lower part smiled.“That depends ,” he sa id . “The he l lo f i t i s , M i s s — I s y o u r n a m eWonder ly or Leblanc?”

She blushed and murmured: “It’sr e a l l y O ’ S h a u g h n e s s y — B r i g i dO’Shaughnessy.”

“ T h e h e l l o f i t i s , M i s sO ’ S h a u g h n e s s y, t h a t a c o u p l e o fmurders” — she winced— “comingt o g e t h e r l i k e t h i s g e t e v e r y b o d ystirred up, make the police think theycan go the l imit , make everybodyhard to handle and expensive. I t ’snot—”

He stopped talking because sheh a d s t o p p e d l i s t e n i n g a n d w a swaiting for him to finish.

“Mr. Spade, tell me the truth.” Herv o i c e q u i v e r e d o n t i m e v e rg e o fh y s t e r i a . H e r f a c e h a d b e c o m ehaggard around desperate eyes. “AmI to blame for—for last night?”

S p a d e s h o o k h i s h e a d . “ N o tunless there are things I don’t knowabout,” he said. “You warned us thatThursby was dangerous. Of courseyou lied to us about your sister andall, but that doesn’t count: we didn’tb e l i e v e y o u . ” H e s h r u g g e d h i ssloping shoulders. “I wouldn’t say itwas your fault.”

S h e s a i d , “ T h a n k y o u , ” v e r ysoftly, and then moved her head fromside to side. “But I’ll always blamemyself.” She put a hand to her throat.“ M r. A r c h e r w a s s o — s o a l i v eyes terday af te rnoon, so so l id andhearty and—”

“Stop it,” Spade commanded. “Heknew what he was doing. They’re thechances we take.”

“Was—was he married?”

“Yes, with ten thousand insurance,no children, and a wife who didn’tlike him.”

“ O h , p l e a s e d o n ’t ! ” s h ewhispered.

Spade shrugged again. “That’s theway it was.” He glanced at his watchand moved f rom h i s cha i r t o t hesettee beside her. “There’s no timef o r w o r r y i n g a b o u t t h a t n o w. ”H i s v o i c e w a s p l e a s a n t b u tf i r m . “ O u t t h e r e a f l o c k o fp o l i c e m e n a n d a s s i s t a n t d i s t r i c tattorneys and reporters are runningaround with their noses to the ground.What do you want to do?”

“I want you to save me from—from i t a l l ,” she repl ied in a th int remulous vo ice . She pu t a t imid

Spade la acalló levantando la palmade la mano. Había fruncido el ceño,pero seguía sonriendo.

—Eso depende —dijo—. El proble-ma está en. . . , señorita. . . ¿se l lamaWonderly o Leblanc?

Ella se sonrojó y murmuró:—La verdad es que O’Shaughnessy...

Brigid O’Shaughnessy.

—E l p r o b l e m a e s t á , s e ñ o r i t aO ’ S h a u g h n e s s y, e n e s e p a r d easesinatos —ella hizo una mueca—,porque al producirse juntos agitan atodo el mundo, hacen pensar a la po-licía que puede haber más y todo elmundo se vuelve caro y difícil de ma-nejar. No es...

Dejó de hablar porque ella había de-jado de escucharle y estaba esperandoa que terminara.

—Señor Spade, dígame la verdad —letemblaba la voz, casi al borde de la histeria.En torno a sus ojos se destacaron poderosa-mente las ojeras—. ¿Me pueden... me pue-den echar la culpa de lo de anoche?

Spade meneó la cabeza.—No, a menos que haya cosas que

yo desconozca —dijo—. Usted nos ad-virtió que Thursby era peligroso. Cla-ro que nos mintió sobre lo de su her-mana y demás, pero eso no cuenta:nosotros no le creímos —encogió sushombros caídos—. Yo no diría que hasido culpa suya.

Ella dijo:—Gracias —suavemente, y luego

agitó su cabeza de uno a otro lado—.Pero no dejaré de culpabilizarme —se llevó una mano a la garganta—. Elseñor Archer estaba ayer tan. . . tanvivo, ayer por la tarde, tan sano y lle-no de...

—Vale —le ordenó Spade—. Él sa-bía lo que estaba haciendo. Esos son losriesgos que corremos.

—¿Estaba... estaba casado?

—Sí, sin hijos, y tenía un seguro dediez mil dólares y una esposa que no lequería.

—¡ N o , p o r f a v o r , n o ! — s u -s u r r ó e l l a .

Spade volvió a encogerse de hombros.—Así estaban las cosas —echó un

vistazo a su reloj y luego dejó su s i-t io en el s i l lón y se sentó cerca dee l la—. No hay t iempo ahora parapreocuparse de eso —tenía una vozagradable pero f i rme—. Ahí fuerah a y u n m o n t ó n d e p o l i c í a s , d ef i s c a l e s y d e p e r i o d i s t a s q u e a n -d a n h u s m e á n d o l o t o d o . ¿ Q u équiere usted hacer?

—Q u i e r o q u e m e s a l v ed e . . . d e t o d o — r e p l i c ó c o nv o z t r é m u l a . L e p u s o u n a

Spade la detuvo, alzando la manoabierta. La parte alta de su cara tenía ungesto adusto: la inferior sonreía.

— E s o d e p e n d e . L o m a l o d e la s u n t o , m i s s . . . ¿ S e l l a m a u s t e dWonderly o Leblanc?

Se sonrojó y murmuró:—El verdadero es O’Shaughnessy.

Brigid O’Shaughnessy.

—Bueno, pues lo malo del asunto, missO’Shaughnessy, es que un par de asesinatos—ella hizo un gesto de dolor al oír la pala-bra— así, ocurridos al mismo tiempo, han cau-sado conmoción considerable, han hecho creera la policía que pueden llegar hasta el límite,han hecho que todo el mundo resulte difícil ycostoso de manejar. No es...

Calló al advertir que ella había deja-do de escucharle y que sólo estaba aguar-dando a que dejara de hablar.

—Mister Spade, dígame la verdad —y la voz le tembló al borde de la histeriay la cara pareció demacrarse alrededorde unos ojos desesperados—. ¿Tuve yoalguna culpa de... lo de anoche?

Spade denegó con la cabeza:—No, a no ser que haya cosas

que yo no sepa. Usted nos advirtióque Thursby era peligroso. Claro,nos mintió acerca de su hermana yde todo lo demás, pero eso no cuen-t a ; n o l a c r e í m o s — e n c o g i ó l o shombros________ —. No, yo no diríaque la culpa haya sido suya.

—Gracias —dijo ella, en voz baja ysuave. Luego meneó la cabeza de un ladoa otro—. Pero siempre me creeré culpa-ble. —Se llevó una mano al cuello—.Ayer por la tarde, mister Archer estabatan... vivo, parecía tan de verdad, tananimado, tan...

—Déjelo ya —ordenó Spade—. Sa-bía lo que estaba haciendo. Son alburesque corremos a sabiendas.

—¿Estaba..., estaba casado?

—Sí, con un seguro de diez mil dóla-res, sin hijos y con una mujer que no lequería.

—¡No, por favor! —susurró la mu-chacha.

Spade volvió a encogerse de hombros:—Es la verdad.Miró el reloj y puso la silla junto

al sofá, al lado de ella.—No hay tiempo para que nos pre-

ocupemos por eso ahora —dijo convoz amable pero firme—. En la callehay montones de policías y de ayudan-tes de fiscal, y de periodistas yendo deaquí para al lá husmeándolo todo.¿Qué quiere usted hacer?

—Quiero que me ahorre..., que me loahorre todo —respondió la muchacha, envoz baja y trémula, y puso una mano so-

haggard 1 looking exhausted and distraught, esp.from fatigue, worry, privation, etc. 2 (of a hawk)caught and trained as an adult. careworn

X

Xsettee n. a seat (usu. upholstered), with a backand usu. arms, for more than one person. Sofá,tresillo.

sofa n. a long upholstered seat with a back andarms, for two or more people.

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hand on his sleeve. “Mr. Spade, dothey know about me?”

“Not ye t . I wan ted t o s ee youfirst.”

“What—what would they think ifthey knew about the way I came toyou—with those lies?”

“It would make them suspicious. That’swhy I’ve been stalling them till I couldsee you. I thought maybe we wouldn’thave to let them know all of it. We oughtto be able to fake a story that will rockthem to sleep, if necessary.”

“ Y o u d o n ’ t t h i n k I h a da n y t h i n g t o d o w i t h t h e — t h em u r d e r s — d o y o u ? ”

Spade gr inned at her and sa id :“ I f o r g o t t o a s k y o u t h a t .D i d y o u ? ”

“No.”

“That’s good. Now what are wegoing to tell the police?”

She squirmed on her end of thes e t t e e a n d h e r e y e s w a v e r e dbetween heavy lashes, as i f t ryinga n d f a i l i n g t o f r e e t h e i r g a z ef rom his . She seemed smaller, andvery young and oppressed.

“Must they know about me at all?”she asked. “I think I’d rather die thanthat, Mr. Spade. I can’t explain now,but can’t you somehow manage so thatyou can shield me from them, so Iwon’t have to answer their questions?I don’t th ink I could s tand be ingquestioned now. I think I would ratherdie. Can’t you, Mr. Spade?”

“Maybe,” he said, “but I’ll haveto know what it’s all about.”

She went down on her knees at his knees.She held her face up to him. Her face was wan,t a u t , a n d f e a r f u l o v e rt i g h t - c l a s p e d h a n d s .

“I haven’t l ived a good life,” shecried. “I’ve been bad—worse thanyou cou ld know—but I ’m no t a l lbad . Look a t me, Mr. Spade . Youknow I’m not a l l bad, don’t you?You can see that , can’t you? Thencan’t you trust me a li t t le? Oh, I’mso a lone and af ra id , and I ’ve gotnobody to help me if you won’t helpme. I know I’ve no right to ask youto trust me if I won’t trust you. I dotrust you, but I can’t tell you. I can’ttel l you now. Later I wil l , when Ic a n . I ’ m a f r a i d , M r. S p a d e . I ’ mafraid of trusting you. I don’t meanthat. I do trust you, but—I trustedF l o y d a n d — I ’ v e n o b o d y e l s e ,nobody e l se , Mr. Spade . You canhelp me. You’ve said you can helpme. If I hadn’t believed you couldsave me I would have run away today

m a n o e n l a m a n g a — . S e ñ o rS p a d e , ¿ e l l o s s a b e n d e m í ?[375]

—Todav ía no . Quer í a ve r l a yoprimero.

—¿Qué... qué pensarían si supieracómo le conocí yo... contando todasesas mentiras?

—Les haría sospechar. Por eso leshe estado dando largas hasta que yopudiera verla. Creí que sería mejor nodejarles saberlo todo. Tendríamos queinventar una historia que les hicieradormirse, si es necesario.

—¿Usted no cree que yo haya teni-do algo que ver con... los asesinatos...verdad?

Spade le dirigió una sonrisa y repuso:—Se me olvidó preguntárselo. ¿Tuvo

algo que ver?

—No.

—Estupendo. Entonces, ¿qué le va-mos a contar a la policía?

Ella se removió en su extremo del sofáy sus ojos se agitaron bajo las pestañas den-sas, como si trataran de quitarse de enci-ma la mirada de Spade_________. Daba laimpresión de ser más baja, muy joveny estar abrumada.

—¿Tienen que saber... algo... de mí?—preguntó—. Creo que preferiría mo-rirme antes que eso, señor Spade. No selo puedo explicar ahora, pero ¿no podríaorganizarlo usted para ocultarme, demanera que no tenga que contestar a suspreguntas? No creo que ahora pudiera to-lerar un interrogatorio. Preferiría morir-me. ¿Podría, señor Spade?

—Puede ser —dijo él—, pero yo ten-go que saber en qué consiste todo esto.

Ella se arrodilló ante él. Levantó elrostro hacia él: un rostro macilento,tenso y aterrorizado por encima de susmanos fuertemente entrelazadas.

—Mi vida no ha sido ninguna maravi-lla —lloró—. Me he portado mal... peorde lo que pueda imaginarse... pero tampo-co soy tan mala. Míreme, señor Spade.Usted sabe que no soy tan mala, ¿a que sí?¿A que lo ve, a que sí? Pues entonces, ¿nopuede fiarse de mí un poquito? Ah, estoytan sola y tan asustada, y si usted no meayuda no tengo a nadie que me ayude. Séque no tengo derecho a pedirle que confíeen mí si yo no confío en usted. Yo sí mefío de usted, pero no se lo puedo contar.Ahora no se lo puedo contar. Se lo conta-ré más adelante, cuando pueda. Tengo mie-do, señor Spade. Tengo miedo de fiarmede usted. No, eso no. Yo me fío de usted,pero... me fiaba de Floyd y... ahora no ten-go a nadie más, a nadie más, señor Spade.Usted puede ayudarme. Usted ha dicho quepuede ayudarme. Si no hubiera creído queusted podría salvarme, me habría marcha-

bre el brazo de Spade tímidamente—.Mister Spade, ¿saben que existo?

— T o d a v í a n o . A n t e s q u i s ev e r l a .

—¿Qué. . . pensar ían s i supierancómo acudí a usted... con todas esasmentiras?

— L e s h a r í a s o s p e c h a r. P o r e s o h ee s t a d o m a n t e n i é n d o l o s a d i s t a n c i ah a s t a v e r l a . P e n s é q u e q u i z á n otendr íamos que contar les todo. Po-demos inven ta r a lgún cuen to quelos despis te , s i es necesar io .

—Usted no cree que yo haya tenidonada que ver con los... los asesinatos,¿verdad?

Spade sonrió y dijo:—Se me había olvidado preguntárse-

lo: ¿tuvo usted que ver con ellos?

—No.

—Lo celebro. Y ahora, ¿qué le vamosa decir a la policía?

Brigid se rebulló nerviosa en el extre-mo del sofá y sus ojos se movieron deba-jo de las espesas pestañas, como si estu-viera tratando de rehuir la mirada deSpade y no lograra hacerlo. Parecía máspequeña y muy joven y deprimida.

—¿Tienen que enterarse de que exis-to? —preguntó—. Creo que preferiríamorir antes, mister Spade. No se lo pue-do explicar ahora, pero ¿no podría ustedprotegerme de la policía para que no tu-viera que contestar a sus preguntas? Creoque no podría soportar ahora un interro-gatorio. Creo que preferiría morirme.¿Puede hacerla, mister Spade?

—Tal vez, pero tendré que saberlotodo.

La muchacha se arrojó de rodillas delante deSpade. Alzó la cara hacia él. Su cara, pálida yatemorizada, le miraba por encima de lasmanos ____________ cruzadas.

—No he sido buena —gimió—, hesido mala, peor de lo que pueda usted su-poner, pero no tan mala. Míreme, misterSpade. Usted sabe que no soy completa-mente mala, ¿verdad? Lo puede notar, ¿no?Entonces, ¿no podría fiarse de mí un poco?¡Estoy tan sola! ¡Tengo tanto miedo! Y nopodré contar, si usted no quiere hacerlo,con nadie que me ayude. Sé que no tengoderecho a pedirle que se fíe de mí si yo nome fío de usted. Sí que me fío de usted.Pero no puedo decírselo. Ahora no puedo.Más tarde le contaré todo, cuando pueda.Tengo: miedo, mister Spade. Tengo miedode confiar en usted. No, no quiero decireso. Confío en usted, pero... me fié deFloyd y... No tengo a nadie más, a na-die más, mister Spade. Usted puedeayudarme. Ha dicho que puede ayu-darme. Si no creyera que usted mepuede salvar , h oy hubiese huido, en

stalling obstructing, blocking, delaying.

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grin : mueca o contorsión del rostro 1 a fa-cial expression characterized by turning upthe corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth,in a smile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupidsmile.

2 tr. express by grinning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: thelittle boy grinned from ear to ear, el pe-queño sonreía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o ges-ticulación facial (desdeñosa, burlona,etc.)

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instead of sending for you. If I thoughtanybody else could save me would Ibe down on my knees like this? I knowthis isn’t fair of me. But be generous,Mr. Spade, don’t ask me to be fair.You’re s t rong, you’re resourceful ,you’re brave. You can spare me someof that strength and resourcefulnessand courage, surely. Help me, Mr.Spade. Help me because I need help sobadly, and because if you don’t wherewill I find anyone who can, no matterhow willing? Help me. I’ve no right toask you to help me blindly, but I doask you. Be generous, Mr. Spade. Youcan help me. Help me.”

Spade, who had held his breaththrough much of this speech, nowemptied his lungs with a long sighingexhalation between pursed lips ands a i d : “ Yo u w o n ’ t n e e d m u c h o fanybody’s help. You’re good. You’revery good. It’s chiefly your eyes, Ithink, and that throb you get intoyour voice when you say things like‘Be generous, Mr. Spade.’”

She jumped up on her feet . Herface cr imsoned pa infu l ly, but sheheld her head erect and she lookedSpade straight in the eyes.

“ I d e s e r v e t h a t , ” s h e s a i d . “ Ideserve it, but—oh!—I did want yourhelp so much. I do want it, and needit, so much. And the lie was in theway I said it, and not at all in what Isaid.” She turned away, no longerholding herself erect. “It is my ownfault that you can’t believe me now.”

S p a d e ’s f a c e r e d d e n e d a n d h elooked down at the floor, muttering:“Now you are dangerous.”

Brigid O’Shaughnessy went to thetable and picked up his hat. She cameb a c k a n d s t o o d i n f r o n t o f h i mholding the hat , not offer ing i t tohim, but holding it for him to take ifhe wished. Her face was white andthin . Spade looked a t h is ha t andasked: “What happened last night?”

“Floyd came to the hotel at nineo’clock, and we went out for a walk.I suggested that so Mr. Archer couldsee him. We stopped at a restaurant inGeary Street, I think it was, for supperand to dance, and came back to the hotelat about half-past twelve. Floyd left meat the door and I stood inside andwatched Mr. Archer follow him downthe street, on the other side.”

“ D o w n ? Yo u m e a n t o w a r d sMarket Street?”

“Yes.”

“Do you know what they’d be doing inthe neighborhood of Bush and Stockton,where Archer was shot?”

“Isn’t that near where Floyd lived?”

do hoy en lugar de pedirle que viniera. Sihubiera creído que cualquier otro me po-dría salvar, ¿me habría arrodillado así?Ya sé que no soy justa. Pero sea generoso,señor Spade, no me pida que sea justa. Us-ted es fuerte, tiene recursos, es usted va-liente. [376] Usted puede prestarme algode su fuerza, de su valor, de sus recursos,seguro que sí. Ayúdeme, señor Spade. Ayú-deme porque necesito muchísimo una ayu-da, y porque si no, ¿dónde voy a encon-trar a alguien que pueda ayudarme, aun-que quisiera? Ayúdeme. No tengo derechoa pedirle que me ayude a ciegas, pero selo pido. Sea generoso, señor Spade. Ustedpuede_______ . Ayúdeme.

Spade, que durante la mayor parte deeste discurso había contenido el aliento,vació sus pulmones con un largo suspi-ro de sus labios entreabiertos y dijo:

—Usted no necesita mucha ayuda denadie. Lo hace bien. Muy bien. Creo quedeben ser sus ojos, sobre todo, y ese es-tremecimiento que pone en la voz cuan-do dice cosas como «Sea generoso, se-ñor Spade».

Ella se puso en pie de un salto. Te-nía el rostro dolorosamente púrpura,pero siguió con la cabeza erguida y miróa Spade directamente a los ojos.

—Me lo merezco —dijo—. Me lomerezco, pero... ¡ah!, deseaba tantoque me ayudara. Deseo que me ayude,lo necesito, y mucho. Mentí en el modode decirlo, pero no en lo que dije, enabsoluto —se dio la vuelta, ya sin man-tenerse erguida—. La culpa de que nome crea ahora la tengo yo.

Spade se sonrojó y se quedó miran-do al suelo, murmurando:

—Ahora se ha vuelto peligrosa.

Brigid O’Shaughnessy se dirigió a lamesa y cogió el sombrero de Spade. Re-gresó y se quedó frente a él, con el som-brero en la mano, sin ofrecérselo, perososteniéndolo por si quería cogerlo.Tenía el rostro lívido y extenuado.

Spade miró su sombrero y preguntó:—¿Qué ocurrió anoche?

—Floyd llegó al hotel a las nueve ynos fuimos a dar un paseo. Yo se lo su-gerí para que el señor Archer pudieseverle. Paramos en un restaurante deGeary Street, creo que era, para cenar ybailar, y regresamos al hotel alrededorde las doce y media. Floyd me dejó enla puerta y yo me quedé mirando desdedentro cómo el señor Archer le seguíacalle abajo, por la acera de enfrente.

—¿Calle abajo? ¿Quiere decir porMarket Street?

—Sí.

—¿Sabe qué habían estado haciendoen los alrededores de Bush y Stockton,donde mataron a Archer?

—¿No está cerca de donde vivía Floyd?

l u g a r d e b u s c ar le . S i c reyera quecualquier o t ra persona puede sa l -varme, ¿cree us ted que es tar ía as í ,d e r o d i l l a s , d e l a n t e de usted? Séque pido mucho. Pero sea generoso,mister Spade, no me impida que seamás justa. Puede ofrecerme parte desu fuerza, de sus recursos, de su valor.Ayúdeme, mister Spade. Ayúdeme,porque estoy muy necesitada de ayu-da, y porque si no lo hace no sé quiénpodría hacerlo, aunque quisiera. Ayú-deme. No tengo derecho a pedirle queme ayude a ciegas, pero se lo pido.Sea generoso, mister Spade. Puedeayudarme. Hágalo.

Spade, que había contenido la respiración durantebuena parte de este discurso, vació ahora los pulmonescon una larga espiración, un prolongado suspiro, dejan-do escapar el aire por entre los labios fruncidos y dijo:

—No necesitará usted mucha ayu-da de nadie. Vale usted. Vale mucho.Lo digo principalmente por sus ojos.Y por esa palpitación de la voz cuan-do dice cosas como eso de «sea gene-roso, mister Spade».

La muchacha se puso en pie de unsal to . El rostro se le enrojeció dedolor, pero conservó erguida la ca-beza y miró a Spade cara a cara:

—Me lo merezco. Me lo he me-recido; pero deseaba muy de verasque me ayudara. Y lo deseo y lo ne-cesi to mucho. La mentira consist ióen cómo se lo conté, no en todo loque le conté. Yo tengo la culpa deque ahora no pueda creerme.

Se volvió. Ya no se mantenía erguida.

Enrojeció la cara de Spade, que miróal suelo y farfulló:

—Ahora es usted peligrosa.

Brigid O’Shaughnessy fue a la mesa y co-gió el sombrero de Spade. Volvió junto a él yse quedó delante, sujetando el sombrero, sinofrecérselo, pero conservándolo en la manopara que él lo tomara si ésa era su voluntad.Tenía el rostro blanco y sin expresión.

Spade miró el sombrero y preguntó:—¿Qué ocurrió anoche?

—Floyd vino al hotel a las nuevey salimos a dar un paseo. Lo propu-se yo, para que mister Archer le pu-diese ver. Entramos en un restauran-te en la Geary Street, creo, para ce-nar y bailar, y regresamos al hotel aeso de las doce y media. Floyd medejó en la puerta. Yo estuve all í yvi cómo mister Archer le siguió ca-lle abajo, por la otra acera.

—¿Calle abajo? ¿Quiere usted decir endirección de la Market Street?

—Sí.

—¿Sabe usted qué hacían en la vecin-dad de Bush y Stockton, en donde mata-ron a Archer?

—¿No está eso cerca de donde vivía Floyd?

pursed contracted and wrinkled, frunció X

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“ N o . I t w o u l d b e n e a r l y ad o z e n b l o c k s o u t o f h i s w a y i fh e w a s g o i n g f r o m y o u r h o t e l t oh i s . We l l , w h a t d i d y o u d o a f t e rt h e y h a d g o n e ? ”

“I went to bed. And this morning whenI went out for breakfast I saw the headlinesin the papers and read about—you know.Then I went up to Union Square, where Ihad seen automobiles for hire, and got oneand went to the hotel for my luggage. AfterI found my room had been searchedyesterday I knew I would have to move,and I had found this place yesterdayafternoon. So I came up here and thentelephoned your office.”

“Your room at the St. Mark wassearched?” he asked.

“Yes, while I was at your office.”She bit her lip. “I didn’t mean to tellyou that.”

“That means I’m not supposed toquestion you about it?”

S h e n o d d e d s h y l y . H ef r o w n e d . S h e m o v e d h i s h a t al i t t l e i n h e r h a n d s . H el a u g h e d i m p a t i e n t l y a n d s a i d :“ S t o p w a v i n g t h e h a t i n m yf a c e . H a v e n ’ t I o f f e r e d t o d ow h a t I c a n ? ”

She smiled contritely, returned thehat to the table, and sat beside himon the settee again.

He said: “I’ve got nothing againsttrusting you blindly except that I won’t beable to do you much good if I haven’t someidea of what it’s all about. For instance,I’ve got to have some sort of a lineon your Floyd Thursby.”

“I met h im in the Orient .” Shespoke s lowly, l ook ing down a t apointed finger tracing eights on thesettee between them. “We came herefrom Hongkong last week. He was—hehad promised to help me. He tookadvantage of my helplessness anddependence on him to betray me.”

“Betray you how?”

S h e s h o o k h e r h e a d a n d s a i dnothing.

Spade, frowning with impatience, asked:“ W h y d i d y o u w a n t h i ms h a d o w e d ? ”

“I wanted to learn how far he hadgone. He wouldn’t even let me knowwhere he was staying. I wanted tofind out what he was doing, whom hewas meeting, things like that.”

“Did he kill Archer?”

She looked up at him, surprised.“Yes, certainly,” she said.

—No, le quedaba como a doce man-zanas desviándose de su camino si esque iba desde su hote l , señor i taO’Shaughnessy, al suyo. Bueno, ¿quéhizo después de que se marcharan?

—Me fui a la cama. Y esta mañana,cuando salí a desayunar, vi los [377]titulares de los periódicos y leí lo de...ya sabe. Entonces subí hasta UnionSquare, donde había visto que alquila-ban automóviles, cogí uno y volví a mihotel por el equipaje. Después de queayer me registraran la habitación, sabíaque tenía que marcharme y había des-cubierto ayer este sitio. Así que me tras-ladé aquí y llamé a su oficina.

—¿Le registraron su habitación delSt. Mark? —preguntó él.

—Sí, mientras estaba en su oficina—se mordió el labio—. No pensabadecírselo.

—¿Se supone entonces que no debo pre-guntarle sobre eso?

Ella asintió con timidez. Él f runcióe l ceño. El la jugueteó un poco conel sombrero . Él r ió con c ier ta im-paciencia , y d i jo :

—Deje de darme viento con el som-brero. ¿Es que no le he ofrecido hacertodo lo que pueda?

Ella sonrió arrepentida, dejó el som-brero sobre la mesa y volvió a sentarseen el sofá junto a él.

Spade prosiguió:—No tengo nada en contra de fiar-

me de usted ciegamente, salvo que nopodré servirle de mucho si no tengocierta idea de lo que ocurre. Por ejem-plo: neces i to saber a lgo de su ta lFloyd Thursby.

—Le conocí en Oriente —hablaba conlentitud, sin dejar de mirarse un dedo quetrazaba ochos sobre el tapizado del sofá quequedaba entre ambos—. Llegamos deHong Kong la semana pasada. Era... ha-bía prometido ayudarme. Se aprove-chó de mi desamparo y de que yo de-pendía de él para traicionarme.

—Para traicionarla ¿cómo?

Ella meneó la cabeza y no di jonada.

Spade, irritado por la impaciencia, dijo:— ¿ P o r q u é q u e r í a q u e s e l e

s i g u i e r a ?

—Quería saber hasta dónde ha-bía l legado. Ni s iquiera quiso de-cirme dónde se alojaba. Quería ave-r iguar qué hacía, a quién veía, co-sas de ésas.

—¿Mató a Archer?

Levantó la mirada, sorprendida.—Claro, naturalmente,

—No. Queda a cas i doce man-zanas de su camino , s i e s que sed i r ig ió a su ho te l desde e l de us -t e d . . . B u e n o , ¿ y q u é h i z o u s t e dcuando e l los se fue ron?

—Acostarme. Y esta mañana, cuandosalí a desayunar, vi los titulares de los pe-riódicos y leí..., usted sabe. Entonces fuia la Unión Square, en donde había vistoque se alquilaban coches, alquilé uno yvolví al hotel por mi equipaje. Cuandodescubrí que habían registrado mi habi-tación ayer, comprendí que me tenía quemudar de hotel, y encontré este aparta-mento ayer por la tarde. Así que aquí mevine y telefoneé a su oficina.

—¿Dice usted que registraron su ha-bitación en el St. Mark?

—Sí. Mientras estaba en su oficina —se mordió el labio—. No quería habérselodicho.

—Supongo que eso quiere decir queno debo hacerle preguntas sobre ello.

Ella asintió avergonzada. Spade frun-ció el ceño. La muchacha movió ligera-mente el sombrero que tenía en la mano.Spade se echó a reír, impaciente, y dijo:

—Deje de moverme el sombrero de-lante de los ojos. ¿No le he ofrecido ha-cer lo que pueda?

Brigid sonrió contritamente, dejó elsombrero en la mesa y volvió a sentarseen el sofá junto a Spade.

—No tengo inconveniente en fiarmede usted a ciegas —dijo Spade—, pero noserá mucho lo que pueda hacer por ustedsi no sé de qué se trata. Por ejemplo, metendría que decir algo acerca de FloydThursby.

—Lo conocí en Extremo Oriente —ha-blaba pausadamente, mientras contempla-ba un dedo que dibujaba ochos en el sofá,entre los dos—. Llegamos aquí la sema-na pasada, desde Hong Kong. Él estaba...me prometió ayudarme. Pero me traicio-nó aprovechándose de mi indefensión, deque estaba por completo en sus manos.

—¿Traicionarla? ¿Cómo?

Brigid sacudió la cabeza y no respon-dió.

Spade hizo un gesto de enojo y dijo:—¿Para qué quería usted que siguié-

ramos a Thursby?

—Quer ía saber has ta dónde ha-b ía l legado. Ni s iquiera aceptó de-c i rme en dónde v iv ía . Quer ía sa -ber qué es taba hac iendo , a qu iénveía , y cosas as í .

—¿Mató a Archer?

Brigid le miró sorprendida.—¡Sí, claro que sí!

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“He had a Luger in a shoulder-holster. Archer wasn’t shot with aLuger.”

“ H e h a d a r e v o l v e r i n h i sovercoat-pocket,” she said.

“You saw it?”

“Oh, I’ve seen it often. I know healways carries one there. I didn’t seei t las t night , but I know he neverwears an overcoat without it.”

“Why all the guns?”

“He lived by them. There was astory in Hongkong that he had comeout there, to the Orient, as bodyguardto a gambler who had had to leavethe States, and that the gambler hadsince disappeared. They said Floydknew about his disappearing. I don’tknow. I do know that he always wentheavily armed and that he never wentto sleep without covering the floora r o u n d h i s b e d w i t h c r u m p l e dnewspaper so nobody could comesilently into his room.”

“ Yo u p i c k e d a n i c e s o r t o fplaymate.”

“ O n l y t h a t s o r t c o u l d h a v ehe lped me , ” she s a id s imp ly, “ i fhe had been loya l . ”

“ Ye s , i f . ” S p a d e p i n c h e d h i sl o w e r l i p b e t w e e n f i n g e r a n dthumb and looked gloomi ly at her.T h e v e r t i c a l c r e a s e s o v e r h i sn o s e d e e p e n e d , d r a w i n g h i sb r o w s t o g e t h e r . “ H o w b a d ahole are you ac tua l ly in?”

“As bad,” she said, “as could be.”

“Physical danger?”

“ I ’m no t he ro i c . I don ’t t h inkthere’s anything worse than death.”

“Then it’s that?”

“It’s that as surely as we’re sittinghere” —she shivered— “unless youhelp me.”

He took his fingers away from hismouth and ran them through his hair.“I’m not Christ ,” he said i rr i tably.“I can’t work miracles out of thin air.”He looked a t h is watch . “The day’sg o i n g a n d y o u ’ r e g i v i n g m enothing to work wi th . Who ki l ledThursby?”

She put a crumpled handkerchieft o h e r m o u t h a n d s a i d , “ I d o n ’tknow,” through it.

“Your enemies or his?”

“I don’t know. His, I hope, but I’mafraid—I don’t know.”

llevaba una Luger en la sobaquera.Pero a Archer no lo mataron con unaLuger.

—Llevaba un revólver en el bolsillode abrigo —dijo ella.

—¿Lo vio usted?

—Bueno, lo he visto muchas ve-ces. Sé que siempre lo lleva. Ano-che no lo vi, pero sé que nunca lle-va el abrigo sin el revólver.

—¿Y por qué tanta arma?

—Les debía la vida. Por Honk Kongcorría la historia de que había llegado allí,a Oriente, como guardaespaldas de un ta-húr que había tenido [378] que abando-nar Estados Unidos y del que, a partir deentonces, no se había vuelto a saber nada.Se decía que Floyd sabía de aquelladesaparición. Yo no lo sé. Lo que sí sé esque siempre iba fuertemente armado y queno se dormía nunca sin haber cubierto elsuelo alrededor de la cama con papel deperiódico arrugado de modo que nadiepudiera entrar sin ser oído.

—Menuda clase de acompañante es-cogió usted.

—De la única clase que me habríapodido ayudar —dijo con sencillez—,de haberme sido leal.

—De haberle sido leal —Spade se pe-llizcó con el índice y el pulgar el labioinferior y la miró melancólicamente.L a s a r r u g a s v e r t i c a l e s q u e t e n í as o bre la nar iz se le ahondaron a ljuntar las cejas—. ¿Cómo de malo esel lío en el que se ha metido?

—Pues de lo peor —repuso ella.

—¿Riesgo físico?

—No soy una heroína. No creo quehaya nada peor que la muerte.

—O sea que se trata de eso.

—Tan segura estoy como de que es-tamos sentados aquí —dijo con un es-calofrío—, a no ser que me ayude.

Spade se quitó la mano de la bocay se la pasó por la cabeza.

—No soy Dios —dijo con irrita-ción—. No puedo hacer milagros de la nada—miró la hora—. El día se pasa y us-ted sigue sin proporcionarme nada parapoder empezar a trabajar. ¿Quién matóa Thursby?

Ella se llevó a la boca un arrugadopañuelo y dijo sin quitárselo:

—No lo sé.

—¿Los enemigos suyos o los de usted?

—No lo sé. Los de él, espero, perotemo que... no lo sé.

—Llevaba una «Luger» en la pistole-ra de pecho. A Archer no le mataron conuna «Luger».

—Llevaba un revólver en el bolsillodel abrigo.

—¿Lo vio usted?

—Bueno, se lo he visto muchas veces.Sé que siempre llevaba uno en ese bolsi-llo. Anoche no lo vi, pero sé que nunca salíacon abrigo sin echárselo al bolsillo.

—¿A santo de qué tantas armas?

—Vivía de e l las . En Hong Kongcorr ía la h is tor ia de que fue a l Ex-t remo Or ien te como guardaespa l -das de un jugador profes ional quetuvo que sa l i r de Es tados Unidos ,y que e l jugador desaparec ió y queFloyd sabía cómo ocurr ió . No sé .Pero s í sé que s iempre iba armadohas t a l o s d i en te s y que nunca seacos taba s in rodear la cama por to-das par tes de per iódicos ar rugadospara que nadie pudiese ent rar en lahabi tac ión s in hacer ru ido .

—¡Buen camarada se fue usted abuscar!

—Sólo una persona de su calaña po-día ayudarme —contestó Brigid senci-llamente—, pero siéndome leal.

—Sí, siéndole leal.Spade comenzó a pellizcarse el labio inferior

con el índice y el pulgar y la miró desoladamente.Las arrugas encima de la nariz se hi-cieron más pronunciadas y las cejasse acercaron entre sí.

—¿En qué clase de apuro está usted?

—En el peor posible.

—¿Corre usted peligro físico?

—No soy ninguna heroína. No creoque haya nada peor que la muerte.

—Entonces..., ¿de eso se trata?

—Tan seguro como que estamos sen-tados aquí —dijo con un estremecimien-to—, a no ser que usted me ayude.

Spade dejó de pellizcarse el labio y sepasó la mano abierta por entre el pelo.

—Yo no soy Dios —dijo, irritado—.No puedo hacer milagros. —Miró el re-loj y añadió—: Pasan las horas, va a aca-bar el día y no me dice nada que puedaservirme de punto de partida. ¿Quiénmató a Thursby?

La muchacha se llevó el pañuelo arrugado ala boca y dijo, a través de la bola que formaba:

—No lo sé.

—¿Los enemigos de usted o los de él?

—No lo sé. Espero que los suyos, perotemo... No lo sé.

out of thin air por arte de magia, de la nadathin air a state of invisibility or non-existence

(vanished into thin air).thin air aire menos denso, con menos presión,

tenue, sutil, ligero o enrarecido (a 20Km. dealtitud); a state of invisibility or non-existence (vanish into thin air : evaporarse,desaparecer por completo)

* en el audio se oye ‘God’

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“ H o w w a s h e s u p p o s e d t o b ehelping you? Why did you bring himhere from Hongkong?”

She looked at him with frightenedeyes and shook her head in silence.Her face was haggard and pitifullystubborn.

S p a d e s t o o d u p , t h r u s t h i sh a n d s i n t o t h e p o c k e t s o f h i sj acke t , and scowled down a t her .“This is hopeless,” he said savagely. “Ican’t do anything for you. I don’t knowwhat you want done. I don’t even knowif you know what you want.”

S h e h u n g h e r h e a d a n dw e p t . H e m a d e a g r o w l i n ga n i m a l n o i s e i n h i s t h r o a t a n dw e n t t o t h e t a b l e f o r h i s h a t .“ Yo u w o n ’ t , ” s h e b e g g e d i n as m a l l c h o k e d v o i c e , n o t l o o k i n gup , “go to the po l i ce?”

“Go to them!” he exclaimed, hisvoice loud with rage. “They’ve beenr u n n i n g m e r a g g e d s i n c e f o u ro ’c lock th i s morn ing . I ’ v e m a d em y s e l f G o d k n o w s h o w m u c ht r o u b l e s t a n d i n g t h e m o f f . F o rwhat? For some crazy not ion tha t Ic o u l d h e l p y o u . I c a n ’ t . I w o n ’ ttry.” He put h is hat on his head andpul led i t down t ight . “Go to them?All I ’ve got to do is stand stil l andthey’ l l be swarming a l l over me .Well, I’ll tell them what I know andyou’ll have to take your chances.”

She rose from the settee and heldherself straight in front of him though herknees were trembling, and she held herwhite panic-stricken face up high thoughshe couldn’t hold the twitching musclesof mouth and chin still . She said:“You’ve been patient. You’ve tried tohelp me. It is hopeless, and useless,I suppose .” She s t re tched out herright hand. “I thank you for what youhave done. I—I’ll have to take mychances.”

Spade made the growling animal noise inhis throat again and sat down on the settee.“How much money have you got?” heasked.

The quest ion s tar t led her. Thenshe pinched her lower l ip betweenher teeth and answered reluctantly:“ I ’ve abou t f i ve hund red do l l a r sleft.”

“Give it to me.”

She hesitated, looking timidly athim. He made angry gestures withmouth , eyebrows , hands , andshoulders. She went into her bedroom,returning almost immediately with asheaf of paper money in one hand. Hetook the money from her, counted it,and said: “There’s only four hundredhere.”

—¿Y cómo se suponía que debíaayudarla a usted? ¿Por qué se lo trajodesde Hong Kong?

Ella le miró con ojos asustados ymeneó en silencio la cabeza. Tenía elrostro ojeroso y mostraba una terque-dad lamentable.

Spade se levantó, se metió las ma-nos en los bolsillos de la chaquetay dijo con cara de pocos amigos:

—Todo esto no sirve de nada. Nopuedo hacer nada por usted. No sé quéquiere usted que se haga. Ni siquiera sési usted sabe lo que quiere.

Ella dejó caer la cabeza y se echó allorar. Spade produjo un sonido gutu-ral, como un animal, y se acercó a lamesa a recoger su sombrero.

—¿No irá —le suplicó ella con voztenue y entrecortada, sin levantar la mi-rada—, no irá a la policía?

—¡Cómo voy a ir a la policía! —ex-clamó él, con voz llena de ira—. Me hanestado machacando desde las cuatro dela madrugada. Ni sé [379] cuánto hepodido perjudicarme por tratar de qui-tármelos de encima. ¿Y por qué? Puesporque se me había metido en la cabe-za que podría ayudarla. Y no puedo. Nilo voy a intentar —se puso el sombre-ro, bien calado—. ¿Ir a la policía? Mebasta con quedarme quietecito y ya seencargarán ellos de darme la tabarra.Bueno, yo les contaré lo que sé y alláusted si quiere arriesgarse.

Ella se levantó del sofá y se man-tuvo erguida ante él aunque le tem-blaban las rodillas, con el rostro lí-vido de pánico bien levantado aun-que sin poder controlar los múscu-los de la boca y la barbilla. Dijo:

—Ha tenido paciencia. Ha inten-tado ayudarme. No hay nada que ha-cer y no sirve de nada, supongo —letendió la mano derecha—. Le agra-dezco lo que ha hecho. Ten... tendréque arriesgarme.

Spade volvió a producir aquel gru-ñido animal y se sentó en el sofá.

—¿Cuánto dinero tiene? —le pre-guntó.

La p regunta l e so rprend ió . Lue-g o s e m o r d i ó e l l a b i o i n f e r i o r yrespond ió con re t i cenc ia :

—Me quedan unos quinientos dóla-res.

—Démelos.

Ella vaci ló, mirándole con t imi-dez. Él hizo gestos de enfado conla boca, las cejas , las manos y loshombros. Ella se fue a su dormito-r io y regresó casi de inmediato conun fajo de bi l le tes en la mano.

É l l e c o g i ó e l d i n e r o , l oc o n t ó y d i j o :

—Aquí sólo hay cuatrocientos.

—¿En qué forma se supone que la es-taba ayudando? ¿Por qué le trajo aquí des-de Hong Kong?

Brigid le miró con ojos atemorizadosy sacudió la cabeza en silencio. Su caradesencajada denotaba un empeño dignode lástima.

S p a d e s e p u s o e n p i e , m e t i ól a s m a n o s e n l o s b o l s i l l o s d e l ac h a q u e t a y l a m i r ó c o n d u r e z a .

—Es inútil —dijo, ferozmente—. Nopuedo hacer nada por usted. No sé quéquiere que yo haga, y tampoco estoy se-guro de que usted lo sepa.

La muchacha ba jó l a cabeza ycomenzó a l l o ra r. Spade se l l egóa l a mesa en busca de l sombre robufando como un an ima l .

—¿No irá usted a acudir a la poli-c ía? —suplicó el la , en voz baja yentrecortada, sin alzar la vista.

—¡Ir a la policía! —exclamó Spade, entono recio y rabioso—. ¡Me han traído porla calle de la amargura desde esta mañanaa las cuatro! ¡Dios sabe las complicacio-nes que me habré buscado yo por tratar deganar tiempo con la policía! ¿Y por qué?Pues porque se me ocurrió la insensata ideade que podría ayudarla a usted. Pero nopuedo. Ni voy a tratar de hacerlo —dijo,calándose el sombrero—. ¡Ir a la policía!¡Lo único que tengo que hacer es perma-necer quieto y en seguida los tendré enci-ma! Está bien, diré a la policía lo que sé yusted tendrá que arreglárselas.

Brigid se levantó del sofá y que-d ó e r g u i d a y f i r m e a n t e S p a d e ,aunque le temblaban a lgo las rodi -l las , y a lzó la cara b lanca y a te r ra-da , pero s in poder dominar e l tem-blor de los lab ios y la barb i l la .

—Ha tenido usted mucha pacienciaconmigo. Ha procurado ayudarme. Su-pongo que es imposible y que sería in-útil. Le agradezco lo que ha hecho. Ten-dré que afrontarlo todo yo sola —dijo,ofreciéndole la mano.

De la garganta de Spade salió de nuevo unruido animal. Volvió a sentarse en el sofá.

—¿ C u á n t o d i n e r o t i e n eu s t e d ?

La pregunta dejó a la mujer de unapieza. Luego se mordió el labio inferiory respondió a disgusto:

—Me quedan unos quinientos dó-lares.

—Démelos.

Brigid vaciló, mirándole tímida-mente. Spade hizo gestos de impa-ciencia con la boca, las cejas, las ma-nos y los hombros. La mujer fue a laalcoba y regresó casi inmediatamentecon un puñado de billetes en la mano.

S p a d e l o s t o m ó , l o s c o n t ó yd i j o :

—Aquí sólo hay cuatrocientos.

haggard 1 looking exhausted and distraught, esp.from fatigue, worry, privation, etc. 2 (of a hawk)caught and trained as an adult. careworn

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“I had to keep some to live on,”she explained meekly, putting a handto her breast.

“Can’t you get any more?”

“No.”

“You must have something youcan raise money on,” he insisted.

“I’ve some rings, a little jewelry.”

“You’ll have to hock them,” hesaid , and held out his hand. “TheR e m e d i a l ’ s t h e b e s t p l a c e —Mission and Fifth.”

She looked pleadingly at him. Hisy e l l o w - g r e y e y e s w e r e h a r d a n dimplacable. Slowly she put her handinside the neck of her dress, broughtout a slender roll of bills, and putthem in his waiting hand.

He smoothed the bi l l s out andcounted them—four twenties, four tens,and a five. He returned two of the tensand the five to her. The others he put inhis pocket. Then he stood up and said:“I’m going out and see what I can dofor you. I’ll be back as soon as I canwith the best news I can manage. I’llr ing four t imes—long, short , long,short—so you’ll know it’s me. Youneedn’t go to the door with me. I canlet myself out.”

He left her standing in the centerof the floor looking after him withdazed blue eyes.

Spade went into a reception-roomwhose door bore the legend Wise,Merican & Wise . The red-haired girlat the switchboard said: “Oh, hello,Mr. Spade.”

“Hello, darling,” he replied. “Is Sid in?”

H e s t o o d b e s i d e h e r w i t h ah a n d o n h e r p l u m p s h o u l d e rw h i l e s h e m a n i p u l a t e d a p l u ga n d s p o k e i n t o t h e m o u t h p i e c e :“ M r . S p a d e t o s e e y o u , M r .Wi s e . ” S h e l o o k e d u p a t S p a d e .“ G o r i g h t i n . ”

H e s q u e e z e d h e r s h o u l d e r b yway o f acknowledgmen t , c ros sedt h e r e c e p t i o n - r o o m t o a d u l l yl ighted inner corr idor, and passedd o w n t h e c o r r i d o r t o a f r o s t e dglass door at its far end. He openedthe frosted glass door and went intoan office where a small olive-skinnedman with a tired oval face under th ind a r k h a i r d o t t e d w i t h d a n d r u f fs a t b e h i n d a n i m m e n s ed e s k o n w h i c hb a l e s o f paper were heaped.

T h e s m a l l m a n f l o u r i s h e d

Te n g o q u e q u e d a r m e c o n a l g opara vivir —explicó ella dócilmen-te, l levándose una mano al pecho.

—¿No puede conseguir más?

—No.

—Tendrá algo de donde sacar dine-ro —insistió él.

—Tengo algunas sortijas, algunas joyas.

—Tendrá que empeñarlas —dijo,tendiéndole la mano—. El Remedial esel mejor sitio... está en la esquina deMission con la Quinta.

E l l a l e m i r ó s u p l i c a n t e . L o so jos g r i se s amar i l l en tos de Spadee ran duros e implacab les . Len ta -m e n t e , e l l a s e l l e v ó l a m a n o a le sco te , ex t r a jo un ro l l i t o de b i l l e -t e s y se lo s puso en l a mano .

Spade los extendió y los alisó, con-tándolos... cuatro de veinte, dos de diezy uno de cinco. Le devolvió los dos dediez y el de cinco; los demás se los me-tió en el bolsillo. Luego se levantó y dijo:

—Voy a salir a ver qué puedo ha-cer por usted. Volveré en cuanto ten-ga alguna noticia que sea buena, a verqué consigo. Llamaré cuatro veces,larga, corta, larga, corta, para quesepa que soy yo. No hace falta que meacompañe, sé salir solo.

Spade la dejó inmóvil de pie en elcentro de la habitación mientras sus ató-nitos ojos azules le veían marcharse.

[380]

S p a d e e n t r ó e n l a r e c e p c i ó nc u y a p u e r t a e s t a b a r o t u l a d aW I S E , M E R I C A N & W I S E . L ap e l i r r o j a d e l a c e n t r a l i t a d i j o :

—Ah, hola, señor Spade.

—Hola, encanto —contestó él—. ¿Está Sid?

Se quedó de pie junto a ella, unamano apoyada en su hombro regordete,mientras ella introducía una clavija ydecía por el micrófono:

—E l s e ñ o r S p a d e q u i e r e v e r -l e , s e ñ o r Wi s e — m i r ó a S p a d e —. E n t r e s i n l l a m a r.

Spade le apretó el hombro a modo dereconocimiento, cruzó la recepción hastallegar a un pasillo interior escasamenteiluminado y atravesando el pasillo llegóhasta una puerta de cristal esmeriladoque había al final. Abrió y entró enuna oficina en la que un hombreci-llo de piel olivácea y rostro ovaladoy cansado, coronado por una mata depelo ralo y oscuro salpicado de caspa,s e h a l l a b a s e n t a d o t r a s u n e s -c r i t o r i o i n m e n s o e n e l q u e s eamontonaban resmas de expedientes.

E l h o m b r e c i l l o a p u n t ó a

—He tenido que quedarme con algo parapoder vivir —explicó Brigid mansamente y lle-vándose al mismo tiempo una mano al pecho.

—¿No puede conseguir más?

—No.

— T e n d r á a l g u n a s c o s a s d ev a l o r ___________ .

—Algunas sortijas. Unas joyas...

—Tendrá que empeñarlas —dijoSpade, alargando la mano—. El mejor si-tio es el Remedial, en la esquina de laMission Street con la Quinta.

La muchacha le miró con expresión desúplica. Los ojos grises y amarillentos deSpade mostraban una mirada dura e impla-cable. Brigid se metió lentamente la manoen el escote, sacó un rollito de billetes y lospuso en la mano que las aguardaba.

Alisó Spade los billetes y los contó:cuatro de veinte dólares, cuatro de diez yuno de cinco. Le devolvió dos de diez yel de cinco. Los demás se los guardó enel bolsillo. Se puso entonces de pie y dijo:

—Voy a ver qué puedo hacer por us-ted. Volveré lo antes posible con las me-jores noticias que pueda conseguir. Lla-maré al timbre cuatro veces: largo, corto,largo, corto, para que sepa usted que soyyo. No necesita acompañarme a la puer-ta. Puedo salir sin ayuda.

La dejó de pie en el centro de la habi-tación, mirándole con ojos aturdidos.

Spade entró en un antedespacho encuya puerta se leía Wise, Merican y Wise.La muchacha pelirroja que estaba senta-da delante de la centralilla le saludó:

—¿Qué tal, mister Spade?

—Hola, cariño. ¿Está Sid?

Spade se quedó junto a la muchacha yle puso una mano sobre el hombro carno-so, mientras ella manipulaba las clavijasy decía en la bocina:

—Mister Spade desea verle, mister Wise.Alzó la mirada hasta Spade y le dijo:—Pase usted.

Spade le apretó suavemente el hom-bro para darle las gracias, cruzó elantedespacho, entró en un pasillo pocoiluminado y lo recorrió hasta llegar auna puerta de cristal esmerilado quehabía al final. Abrió la puerta y entróen un despacho en el que un hombrepequeño, de tez aceitunada, cara de can-sancio y pelo oscuro que comenzaba adescansar y espolvoreado de caspa, seh a l l a b a s e n t a d o a n t e u n a m e s ai n m e n s a s o b r e l a q u e h a b í ag r a n d e s r i m e r o s d e p a p e l e s .

E l h o m b r e p e q u e ñ o a g i t ó e n

hock ‘em pawn, pledge.

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a c o l d c i g a r - s t u b a t S p a d ea n d s a i d : “ P u l l a c h a i ra r o u n d . S o M i l e s g o t t h eb i g o n e l a s t n i g h t ? ”N e i t h e r h i s t i r e d f a c e n o rh i s r a t h e r s h r i l l v o i c e h e l da n y e m o t i o n .

“ U h - h u h , t h a t ’ s w h a t Ic a m e i n a b o u t . ” S p a d ef r o w n e d a n d c l e a r e d h i s t h r o a t .“I think I’m going to have to tel l acoroner to go to hell , Sid . C a n Ih i d e b e h i n d t h e s a n c t i t y o f m yc l i e n t s ’ s e c r e t s a n d i d e n t i t i e sa n d w h a t - n o t , a l l t h e s a m ep r i e s t o r l a w y e r ? ”

Sid Wise lifted his shoulders andl o w e r e d t h e e n d s o f h i s m o u t h .“Why not? An inquest is not a court-tr ial . You can try, anyway. You’vego t t en away wi th more than tha tbefore this.”

“ I k n o w, b u t D u n d y ’s g e t t i n gsnot ty, and maybe i t i s a l i t t l e b i tth ick th is t ime. Get your ha t , S id ,and we’ l l go see the r ight people .I want to be safe.”

S id Wise looked a t t he pape r smassed on h i s desk and g roaned ,bu t he go t up f rom h is cha i r andwent to the closet by the window.“You’re a son of a gun, Sammy,” he saidas he took his hat from its hook.

Spade returned to his office at tenminutes past five that evening. EffiePerine was sitting at his desk readingTime . Spade s a t on t he de sk andasked: “Anything stirring?”

“ N o t h e r e . Yo u l o o k l i k e y o u ’ ds w a l l o w e d t h e c a n a r y . ”

He grinned contentedly. “I thinkwe’ve got a fu t u r e . I a l w a y s h a d a ni d e a t h a t i f M i l e s w o u l d g o o f fa n d d i e s o m e w h e r e w e ’ d s t a n d ab e t t e r c h a n c e o f t h r i v i n g . Wi l ly o u t a k e c a r e o f s e n d i n g f l o w e r sf o r m e ? ”

“I did.”

“You’re an invaluable angel. How’syour woman’s intuition today?”

“Why?”

“What do you think of Wonderly?”

“ I ’m fo r he r , ” t he g i r l r ep l i edwithout hesitation.

“ S h e ’s g o t t o o m a n y n a m e s , ”Spade mused, “Wonderly, Leblanc,a n d s h e s a y s t h e r i g h t o n e ’sO’Shaughnessy.”

“I don’t care if she’s got all thenames in the phone-book. That girl

S p a d e c o n l a c o l i l l a d e u n p u r oa p a g a d o y l e d i j o :

— Acerca una s i l la . ¿Así que aMiles le d ieron anoche e l pasapor-te , eh? —ni su ros t ro cansado ni suv o z a l g o c h i l l o n a d e m o s t r a b a nemoción a lguna.

— A j á , y p o r e s o h ev e n i d o — S p a d e f r u n c i óe l c e ñ o y c a r r a s p e ó — .Creo que voy a tener que mandar a lamierda al juez instructor, Sid. ¿Puedoalegar la inviolabilidad de los secretosy las identidades de mis clientes y yoqué sé qué más, como cualquier cura ocualquier abogado?

Sid Wise se encogió de hombros ybajó las comisuras de la boca:

—¿Por qué no? Una vista previa noes un juicio. Por lo menos puedes in-tentarlo. Ya has salido de cosas peoresque ésta.

—Ya lo sé, pero es que Dundy está demala uva y puede que esta vez la cosa seaalgo más cruda. Ponte el sombrero, Sid,y vayamos a ver a quien corresponda.Quiero tener las espaldas cubiertas.

Sid Wise echó una mirada a los papelesque se le amontonaban en la mesa y gru-ñó, pero se levantó del sillón y se acercó aun armario que había cerca de la ventana.

—Eres un hijo de tal, Sammy —dijomientras cogía el sombrero del perchero.

Spade regresó a su despacho a las cincoy diez de la tarde. Effie Perine estaba senta-da ante la mesa de Spade leyendo Time.Spade se sentó en la mesa y le preguntó:

—¿Novedades?

—Por aquí ninguna. Parece como si fuerastú quien se ha tragado el canario. [381]

Él sonrió satisfecho.—Creo que tenemos posibilidades.

Siempre creí que si Miles salía y semoría por ahí, a nosotros nos quedabanmejores posibilidades de prosperar. ¿Note importará mandar unas flores en minombre?

—Ya lo he hecho.

—Eres un ángel inestimable. ¿Cómoestás hoy de intuición femenina?

—¿Por qué?

—¿Qué te parece la Wonderly?

—Estoy por ella —repuso la chicasin vacilar.

—Tiene demasiados nombres —pon-deró en voz alta Spade—: Wonderly,Leblanc y dice que el de verdad esO’Shaughnessy.

—Me da igual que tenga tantos nom-bres como la guía telefónica. Esa chica

e l a i r e la col i l la apagada de unpuro y dijo:

— S i é n t a t e . ¿ A s í q u e a M i -l e s l e d e s p a c h a r o n a n o c h e ?

N i s u c a r a c a n s a d a n i s u v o za l g o c h i l l o n a e x p r e s a r o n e m o -c i ó n a l g u n a .

—En resumidas cuentas, sí. De eso ve-nía a hablarte.

Spade frunció el entrecejo y carraspeó:—Me parece que voy a tener que mandar al

diablo a todo un juez instructor del caso, Sid. ¿Pue-do alegar para callarme la sagrada inviolabili-dad de los asuntos de mi cliente y del secretode su identidad, hablando del sacerdocio de laabogacía y de todas esas pamplinas?

Sid se encogió de hombros y dibujó con la bocauna sonrisa cuyos extremos apuntaban al suelo.

—¿Por qué no? Una encuesta noes un juicio. Al menos puedes inten-tarlo. Cosas mucho peores te han sa-lido bien.

—Lo sé. Pero Dundy se está poniendodifícil. Y quizá esta vez se trate de algomás gordo. Ponte el sombrero, Sid, y va-mos a ver a las personas indicadas.No quiero correr riesgos.

Sid miró los papeles que se amontonabansobre la mesa y lanzó un suspiro de queja ,pero se levantó de la s i l la , se acercó a un pe-queño armario empotrado que había junto ala ventana, sacó el sombrero y di jo:

—Sammy, eres un pelma.

Spade regresó a su despacho aque-l la tarde a las c inco y diez . Eff iePerine estaba ante la mesa del inves-tigador leyendo el Times .

—¿Alguna novedad? —preguntó Spade.

—Aquí, no. Oye, ¿qué te pasa? Tienes una carade satisfacción que me haces sospechar algo.

—Creo que la cosa marcha —dijoSpade, con una sonrisa traviesa—.Siempre tuve el presentimiento de quesi Miles decidía morirse alguna vez,tendr íamos más probabi l idades deprosperar. ¿Quieres encargarte de man-dar unas flores?

—Ya las he enviado.

—Eres un ángel; no tienes precio. ¿Quétal funciona hoy tu intuición femenina?

—¿Por qué?

—¿Qué te parece esa Wonderly?

—Estoy de su parte —respondió lamuchacha, sin vacilar.

—Tiene demasiados nombres —dijoSpade, meditativamente—. Wonderly...Leblanc..., y ahora dice que el verdaderoes O’Shaughnessy.

—Me es igual que tenga tantos nom-bres como la guía telefónica. Esa chica

stirring stimulating, exciting, rousing

grin : mueca o contorsión del rostro 1 a fa-cial expression characterized by turning upthe corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth,in a smile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupidsmile.

2 tr. express by grinning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: thelittle boy grinned from ear to ear, el pe-queño sonreía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o ges-ticulación facial (desdeñosa, burlona,etc.)

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is all right, and you know it.”

“ I w o n d e r. ” S p a d e b l i n k e dsleepily at Effie Perine. He chuckled.“ A n y w a y s h e ’s g i v e n u p s e v e nhundred smacks in two days , andthat’s all right.”

Effie Perine sat up straight and said:“Sam, if that gir l’s in t rouble andyou let her down, or take advantageof it to bleed her, I’ll never forgiveyou, never have any respect for you,as long as I l ive.”

Spade smiled unnaturally. Then hefrowned. The frown was unnatural.He opened his mouth to speak, butthe sound o f someone’s en t r ancethrough the corr idor-door s toppedhim. Effie Perine rose and went intothe outer office. Spade took off hisha t and sa t in h is cha i r. The g i r lre turned wi th an engraved card—Mr. Joel Cairo .

“This guy is queer,” she said.

“In with him, then, darling,” saidSpade.

M r . J o e l C a i r o w a s a s m a l l -b o n e d d a r k m a n o f m e d i u mh e i g h t . H i s h a i r w a s b l a c k a n ds m o o t h a n d v e r y g l o s s y . H i sf e a t u r e s w e r e L e v a n t i n e . As q u a r e - c u t r u b y, i t s s i d e sp a r a l l e l e d b y f o u r b a g u e t t ed i a m o n d s , g l e a m e d a g a i n s t t h ed e e p g r e e n o f h i s c r a v a t . H i sb l a c k c o a t , c u t t i g h t t o n a r r o ws h o u l d e r s , f l a r e d al i t t l e o v e r s l i g h t l yp l u m p h i p s . H i s t r o u s e r sf i t t ed h i s round l egs more snug lyt han was the cu r ren t f a sh ion . Theuppers of his patent- leather sh o e sw e r e h i d d e n b y f a w n s p a t s .H e h e l d a b l a c k d e r b y h a t i na c h a m o i s - g l o v e d h a n d a n dc a m e t o w a r d s S p a d ew i t h s h o r t , m i n c i n g ,b o b b i n g s t e p s . T h e f r a g r a n c eof chypre came with him.

S p a d e i n c l i n e d h i sh e a d a t h i s v i s i t o r a n dt h e n a t a c h a i r , s a y i n g :“Sit down, Mr. Cairo.”

C a i r o b o w e de l a b o r a t e l y o v e r h i sh a t , s a i d , “ I thank you,” in ah i g h - p i t c h e d t h i n v o i c e a n d s a tdown. He sat down primly , crossinghis ankles , p lacing his hat on hisknees , and began to draw off h i syellow gloves.

Spade rocked back in his chair andasked: “Now what can I do for you,Mr. Cairo?” The amiable negligenceof his tone, his motion in the chair,were precisely as they had been whenhe had addressed the same questiont o B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y o n t h e

es legal y tú lo sabes.

—No lo sé —Spade guiñósomnolientamente los ojos a Effie Peri-ne. Soltó una risita—. De cualquiermodo, ha soltado setecientos dólares endos días, y eso sí que está bien.

Effie Perine se irguió en el asiento y le dijo:—Sam, como esa chica es té en

apuros y le fal les , o te aprovechesde el la para sangrarla , no te perdo-naré nunca y no te respetaré nuncamás mientras viva.

Spade sonrió forzadamente. Luegofrunció el ceño. También _____ forza-damente. Abrió la boca para decir algo,pero el ruido de alguien que entraba porla puerta que daba al pasillo le contuvo.

Effie Perine se levantó y salió al des-pacho exterior. Spade se quitó el som-brero y se sentó en su sillón. La chicaregresó con una tarjeta impresa: Sr.JOEL CAIRO.

—Este tipo es un mariposón —dijo ella.

—Que pase entonces, cariño —con-testó Spade.

J o e l C a i r o e r a u n h o m b r e c i -l l o c e t r i n o y e s c u e t o , d e m e -d i a n a e s t a t u r a . Te n í a e l p e l on e g r o , s u a v e y m u y b r i l l a n t e yf a c c i o n e s l e v a n t i n a s . U n r u b ít a l l a d o , flanqueado en sus cua-tro caras por sendos diamantes o b l o n g o s ,r e f u l g í a sobre el verde oscuro de sucorbata. Su americana negra, cortada muyajustada a sus hombros estrechos, tenía unpoco de vuelo a l a a l t u r a d elas caderas, levemente rollizas . Lasper n e r a s d e l o s pantalones le ajus-taban __________ ________ más de loque es taba de moda. Sus zapatos dechar ol te rminab an en una s polainasde g a m u z a ___________________ .C o n u n a m a n o e m b u t i d a e n u nguan te de gamuza sostenía un som-brero _____ hongo, mientras se acerca-ba a Spade con pasitos remilgados ys a l t a r i n e s , d e s p r e n d i e n d o p o rd o q u i e r a r o m a d e C h i p r e .

Spade hizo una inclinación de ca-beza a su visitante y luego en direc-ción a una silla, diciendo: [382]

—Siéntese, señor Cairo.

C a i r o h i z o u n a r e v e r e n -c i a c o m p l i c a d a p o r e n c i m ad e s u s o m b r e r o y d i j o «Gra-cias» con voz muy aguda y fina, para sentar-se después. Se sentó muy estirado, cruzan-do los tobillos y colocando el sombre-ro sobre sus rodillas, y después comen-zó a sacarse los guantes.

Spade se recostó en su sillón y preguntó:—Y bien, ¿qué puedo hacer por us-

ted, señor Cairo? —la amable negligen-cia de su tono y sus movimientos sobreel sillón fueron copia exacta de los quehabía empleado cuando hizo la mismapregunta a Brigid O’Shaughnessy el día

es una chica como es debido, y tú lo sa-bes.

—No sé —dijo, guiñándole a Effie con ojoscargados de sueño—. En cualquier caso, se hadesprendido de setecientos dólares en dosdías, y eso está bien.

Effie se irguió sobre el sillón y dijo:—Sam, si esa muchacha está en un

apuro y tú no le ayudas o te aprovechasde ello para sacarle el dinero, jamás teperdonaré, jamás volveré a sentir respetopor ti, por muchos años que viva.

S p a d e s o n r i ó f o r z a d a m e n t e yl u e g o f r u n c i ó l a s c e j a s . E l c e ñ or e s u l t ó f o r z a d o . A b r i ó l a b o c ap a r a h a b l a r , p e r o u n r u i d o e n l apue r t a de l pas i l l o l e h i zo ca l l a r .

Effie salió al primer despacho. Spadese quitó el sombrero y se sentó en un si-llón. La muchacha volvió llevando en lamano una tarjeta de visita grabada:mister Joel Cairo.

—Este fulano es un sarasa —dijo.

—Adentro con él , cariño —dijoSpade.

M i s t e r J o e l C a i r o e r a m e -n u d o d e h u e s o s y d e e s t a t u -r a m e d i a n a . T e n í a e l p e l on egro y muy a tusado y brillante .Las facciones eran balcánicas. Enmedio de la corbata de plastrón color ver-de oscuro lucía un rubí en forma de tabla consus cua t ro b i se l e s bo rdeados p o rd i a m a n t e s a l a r g a d o s . S u a b r i g on e g r o , a j u s t a d o a l o s e s t r e -c h o s h o m b r o s , s e a c a m p a n a b al i g e r a m e n t e e n l a s c a d e r a s a l g oa n c h a s . L a s p e r n e r a s d e s u sp a n t a l o n e s s e a j u s t a b a n m á s alas piernas que lo que la moda exi-gía. Las cañas de sus zapatos de charol quedabanocul tas por botines de color cas taño claro .L levaba en l a mano , ca lzada conguante de piel de Suecia, un sombre-r o h o n g o n e g r o : a v a n z ó h a c i aS p a d e c o n p a s i t o s a f e c t a d o s ysaltarines . Emanaban de él fragan-cias de perfumería __________.

S p a d e s a l u d ó a s u v i s i t a n t ec o n u n a i n c l i n a c i ó n d e c a b e z a ,l e i n d i c ó u n a s i l l a y l e d i j o :

—Tome asiento, mister Cairo.

Cairo se inclinó con un ceremonio-so saludo por encima de su hongo, sesentó y dijo con voz atiplada:

—Gracias.Se había sentado de forma peripuesta,

cruzando los tobillos y colocando el som-brero sobre las rodillas, en tanto que sequitaba los guantes amarillos.

Spade se columpió en el sillón y preguntó:—¿En qué puedo servirle, mister Cairo?La amable suavidad del tono de Spade

y la manera en que se movió sobre el si-llón fueron exactamente las mismas queempleó el día anterior cuando hizo unapregunta parecida a Brigid

X

XX

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smack A) 1 (golpe) bofetada 2 (sonido) ruido sonoro 3 argot heroína B) 1 dar una bofetada a 2 familiar pegar 3 figurado to smack one’s

lips, relamerse C) vi fig to smack of, tener un saborcillo asmack in the middle justo en el mediosmack into chocar contrasmack 1 — n. 1 a sharp slap or blow esp. with the palm of the hand or a flat

object. 2 a hard hit at cricket etc. 3 a loud kiss (gave her a heartysmack). 4 a loud sharp sound (heard the smack as it hit the floor).

— v. 1 tr. strike with the open hand etc. 2 tr. part (one’s lips) noisily ineager anticipation or enjoyment of food or another delight. 3 tr.crack (a whip).

4tr. & intr. move, hit, etc., with a smack. — adv. colloq. 1 with a smack. 2 suddenly; directly; violently (landed

smack on my desk). 3 exactly (hit it smack in the centre). smacks Money, dollars. Can be coin, bills or a combination of

both have a smack at colloq. make an attempt, attack, etc., at. a smack in the eye (or face) colloq. a rebuff; a setback.smack 2 v. & n. (foll. by of) — v.intr. 1 have a flavour of; taste of (smacked of garlic). 2 suggest

the presence or effects of (it smacks of nepotism).— n. 1 a flavour; a taste that suggests the presence of something. 2

(in a person’s character etc.) a barely discernible quality (just asmack of superciliousness). 3 (in food etc.) a very small amount(add a smack of ginger).

smack 3 n. a single-masted sailing-boat for coasting or fishing.

spat a past tense and a past participle of spit.spat n., pl. spat or spats. 1 An oyster or similar

bivalve mollusk in the larval stage, especially whenit settles to the bottom and begins to develop ashell. 2 The spawn of an oyster or a similarmollusk.

spat n. cloth or leather gaiter covering the shoe upperand the ankle and fastening under the shoe witha strap. Often used in the plural. botines

spat n. 1 a brief quarrel. 2 Informal. A slap orsmack. 3 A spattering sound, as of raindrops.

spat v., spat·ted, spat·ting, spats. v.intr. To engagein a brief quarrel. To strike with a light spatteringsound; slap

X

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snug 1 a cosy, comfortable, sheltered; well enclosedor placed or arranged. b cosily protected fromthe weather or cold. 2 (of an income etc.) allowingcomfort and comparative ease.

snugly 1 cómodamente, acogedoramente 2 to fitsnugly, (la ropa) ajustarse bien

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previous day.

C a i r o t u r n e d h i s h a t o v e r ,d r o p p i n g h i s g l o v e s i n t o i t , a n dplaced i t bot tom-up on the cornerof the desk neares t h im. Diamondstwinkled on the second and four thf ingers of h is lef t hand, a ruby thatmatched the one in h is t ie even tothe su r round ing d iamonds on theth i rd f inger of h is r ight hand. Hishands were sof t and wel l cared for.Though they were no t l a rge the i rf lacc id bluntness made them seemc l u m s y. H e r u b b e d h i s p a l m st o g e t h e r a n d s a i d o v e r t h ew h i s p e r i n g s o u n d t h e y m a d e :“May a s t ranger offer c o n d o l e n c e sf o r y o u r p a r t n e r ’s u n f o r t u n a t ed e a t h ? ”

“Thanks.”

“May I ask, Mr. Spade, if therewas, as the newspapers inferred, acer ta in—ah—relat ionship betweenthat unfortunate happening and thed e a t h a l i t t l e l a t e r o f t h e m a nThursby?”

S p a d e s a i d n o t h i n g i na b l a n k - f a c e d d e f i n i t ew a y .

C a i r o r o s e a n d b o w e d .“ I b e g y o u r p a r d o n . ”H e s a t d o w n a n d p l a c e dh i s h a n d s s i d e b y s i d e ,p a l m s d o w n , o n t h e c o r n e ro f t h e d e s k . “ M o r e t h a ni d l e c u r i o s i t y m a d e m e a s k t h a t ,Mr. S p a d e . I a m t r y i n g t o r e c o v e ra n — a h — o r n a m e n t t h a t h a sb e e n — s h a l l w e s a y ? — m i s l a i d . It h o u g h t , a n d h o p e d , y o u c o u l da s s i s t m e . ”

S p a d e n o d d e d w i t h e y e b r o w slifted to indicate attentiveness.

“The ornament i s a s tatuet te ,”C a i r o w e n t o n , s e l e c t i n g a n dmouthing his words carefully, “theblack figure of a bird.”

S p a d e n o d d e d a g a i n , w i t hcourteous interest.

“ I a m p r e p a r e d t o p a y , o nb e h a l f o f t h e f i g u r e ’ s r i g h t f u lo w n e r , t h e s u n o f f i v et h o u s a n d d o l l a r s f o r i t sr e c o very.” Cairo ra ised one handfrom the desk-corner and touched aspot in the air with the broad-nailedt i p o f a n u g l y f o r e f i n g e r. “ I amprepared to promise that—what is thephrase?—no questions will be asked.”He put his hand on the desk again besidethe other and smiled blandly over themat the private detective.

“Five thousand is a lot of money,”S p a d e c o m m e n t e d , l o o k i n gthoughtfully at Cairo. “It—”

anterior.

Cairo volteó el sombrero, dejó caerdentro sus guantes y lo colocó bocaarriba en la esquina de la mesa que lequedaba más cerca. Brillaron los dia-mantes en los dedos índice y anular desu mano izquierda, lo mismo que unrubí con sus correspondientes diaman-tes oblongos a juego con el de la cor-bata en el dedo corazón de su mano de-recha. Tenía unas manos blandas y biencuidadas. Aunque no eran grandesofrecían cierta contundencia flácidaque las hacía aparecer torpes. Se frotólas manos y, al mismo tiempo que pro-ducían su sonido sibilante, dijo:

—¿Puede un extraño ofrecerle suscondolencias por la infortunada muertede su socio?

—Gracias.

—¿ P u e d o p r e g u n t a r l e , s e ñ o rSpade, si hay, como parecen deducirlos per iód icos , una c ie r ta . . . r e la -ción... entre ese desafortunado suce-so y la muerte poco después del hom-bre llamado Thursby?

S p a d e n o d i j o n a d ay p u s o c a r ai n e x p r e s i v a .

Cairo se levantó e hizo una inclinación de cabeza.—Le ruego que me perdone —

volvió a sentarse y apoyó las palmasde las manos, una junto a otra, so-bre la esquina del escritorio—. Fuea l g o m á s q u e u n a c u r i o s i d a do c i o s a l a q ue me impulsó a pregun-társelo, señor Spade. Estoy intentan-do recuperar un... bueno... un adornoque ha sido... digamos... extraviado .Creía , y esperaba, que usted podríaayudarme.

Spade asintió con las cejas enarcadasen un gesto que indicaba atención.

—El adorno es una estatuilla —pro-siguió Cairo, escogiendo y pronunciandolas palabras con todo cuidado—, una fi-gura negra, de un pájaro.

Spade volvió a asentir con cor-tés interés.

—E s t o y d i s p u e s t o a p a g a r, e nn o m b r e d e l v e r d a d e r o p r o p i e t a r i od e e s a e s t a t u i l l a , l a s u m a d e c i n -c o m i l d ó l a r e s p o r s u r e c u p e r a -c i ó n — C a i r o s e p a r ó u n a m a n o d e le s c r i t o r i o y t o c ó u n p u n t o e n e la i r e c on l a pun ta de l a ancha uñade un feo índ ice—. Es toy d i spues -to a p romete r que . . . ¿cómo d i r í a -mos? . . . no se ha rán p regun tas —v o l v i ó a p o s a r l a m a n o s o b r e e le sc r i t o r io y son r ió blandamen t ea l d e t e c t i v e p r i v a d o .[383]

—Cinco mil es mucho dinero —co-mentó Spade, mirando a Cairopensativamente—. Eso...

O’Shaughnessy.

Cairo dio la vuelta al sombrero, dejócaer en él los guantes y lo puso bocaarriba en la esquina más cercana de lamesa. En el dedo anular y en el índicede la mano izquierda destellaban sen-dos diamantes; y un rubí que hacía jue-go con el de la corbata, incluso par losdiamantes que le rodeaban, hacía otrotanto en el dedo corazón de la mano de-recha. Tenía las manos suaves y biencuidadas. Aunque no eran grandes,su rechoncha blandura les daba as-p e c t o d e t o r p e z a . S e l a s f r o t óabier tas y d i jo por enc ima de l leveruido de su roce :

—¿Le permite usted a un desconoci-do que le exprese su pésame por la des-graciada muerte de su socio?

—Gracias.

—¿Me permite preguntar, misterSpade, si como infirieron los perió-dicos, existe una cier ta . . . relaciónentre tan desgracia ocurrencia y lamue r t e de e se Thu r sby, a caec idapoco después?

Spade no contesto y adoptó una ex-presión desprovista por completo de sig-nificado.

Cairo se levantó de la silla, se incli-nó, dijo «perdón», y volvió a sentarse;colocó luego ambas manos, juntas yabiertas, sobre la esquina de la mesa.

—Me ha inducido a preguntarlet a l cosa , mi s t e r Spade , a lgo másque una curiosidad innata . Est o yt r a t a n d o d e r e c u p e r a r u n . . .o r n a m e n t o q u e h a s i d o . . .¿ d i g a m o s e x t r a v i a d o ? Y c r e íy e s p e r é q u e u s t e d p o d r í aa y u d a r m e .

Spade inclinó la cabeza y levantó lascejas para expresar atención.

—Este ornamento es una estatuilla —siguió diciendo Cairo, eligiendo y sabo-reando cada palabra con deleite—. La es-tatuilla de un pájaro negro.

Spade volvió a inclinar la cabeza conatención cortés.

—Estoy dispuesto a pagar, por cuenta dellegítimo propietario de la figurilla, cinco mildólares a quien consiga recuperarla.

Alzó una mano de la esquina dela mesa y punzó el a ire con la pun-ta de un tosco dedo índice ampara-da por una uña de gran anchura.

—Estoy dispuesto a prometer que... ¿Cuáles la frase? Sí, que no habrá preguntas.

Cairo volvió a descansar la mano so-bre la mesa, junto a la otra, e inclinándo-se por encima de ella, brindó al detectiveparticular una dulce sonrisa.

—Cinco mil dólares es mucho dinero—comentó Spade, mirandopensativamente a Cairo—. Es...

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso,meloso

(water) tranquila, serena‹colors/music›soso;

‹food/taste› insípido;‹statement/reply› anodino;

‹smile/manner› insulso(mild) ‹food› suave, meloso

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Fingers drummed l ightly on thedoor.

When Spade had cal led, “Comein,” the door opened far enough toa d m i t E ff i e P e r i n e ’s h e a d a n dshoulders. She had put on a smalldark felt hat and a dark coat with agrey fur collar.

“ I s t h e r e a n y t h i n g e l s e ? ” s h easked.

“No. Good night. Lock the doorwhen you go away, will you?”

“ G o o d n i g h t , ” s h e s a i d a n dd i s a p p e a r e d b e h i n d t h e c l o s i n gd o o r.

Spade turned in his chair to faceC a i r o a g a i n , s a y i n g : “ I t ’s a ninteresting figure.”

The sound of the corridor-door ’sclosing behind Effie Perine came tothem.

Ca i ro smi l ed and took a sho r tcompact flat black pistol out of aninner pocket. “You will please,” hesaid, “clasp your hands together atthe back of your neck.”

Sonaron unos golpecitos en la puer-ta.

Una vez que Spade hubo dicho«Adelante», la puerta se abrió lo justopara que Effie Perine asomara la cabe-za y los hombros. Llevaba puesto unsombrerito de fieltro negro y un abrigooscuro con cuello de piel gris.

— ¿ A l g u n a c o s a m á s ? — p r e -g u n t ó .

—No. Buenas noches. ¿No te impor-ta echar el cerrojo cuando salgas?

— B u e n a s n o c h e s — d i j o e l l a ,y d e s a p a r e c i ó c e r r a n d o l a p u e r -t a .

Spade giró en el sillón para encarar-se con Cairo diciendo:

—Es una cifra interesante *.

El ruido de la puerta del pasillo ce-rrándose tras Effie Perine llegó hastaellos.

Cairo sonrió y se sacó una pistolita ne-gra, corta y compacta, de un bolsillo interior:

— M e h a r á e l f a v o r — d i j o —d e c o l o c a r s e l a s m a n o s d e t r á sd e l a c a b e z a .[384]

* Juego de palabras intraducible con la pa-labra figure, que además de figura, estatua,significa cifra, guarismo. (N. del T.)

[¿plata?]

Unos dedos tamborilearon sobre lapuerta.

Cuando Spade dijo «pase», la puertase abrió lo suficiente como para permitirque asomaran la cabeza y los hombros deEffie. Se había puesto un sombrerillo defieltro oscuro y un abrigo oscuro con cue-llo de piel gris.

—¿Manda usted algo más? —pregun-tó.

—No. Cierre la puerta con llave cuan-do salga, ¿quiere hacer el favor?

—Buenas noches —dijo Effie, y des-apareció detrás de la puerta al cerrarseésta.

Spade volvió su sillón hacia Cairo yvolvió a decir:

—Es una cifra interesante.

H a s t a e l l o s l l e g ó e l r u i d o d el a p u e r t a d e l p a s i l l o , a l s e r c e -r r a d a p o r E f f i e .

Cairo sonrió, sacó una pistola corta yplana de un bolsillo interior y dijo:

—H a g a e l f a v o r d e c o g e r -s e l a s m a n o s p o r d e t r á s d e lc u e l l o .

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V.

The Levantine

Spade did not look at the pistol.He raised his arms and, leaning backin his chair, intertwined the fingersof his two hands behind his head. Hise y e s , h o l d i n g n o p a r t i c u l a rexp re s s ion , r ema ined focused onCairo’s dark face.

Cairo coughed a little apologeticcough and smiled nervously with lipsthat had lost some of their redness.H i s d a r k e y e s w e r e h u m i d a n db a s h f u l a n d v e r y e a r n e s t .“ I i n t end t o s ea r ch you r o f f i c e s ,Mr. Spade . I warn you tha t i f youa t t e m p t t o p r e v e n t m e I s h a l lce r t a in ly shoo t you .”

“Go ahead.” Spade’s voice was asempty of expression as his face.

“You will please stand,” the manwi th the p i s to l i n s t ruc t ed h im a twhose th ick ches t the p i s to l wasaimed. “I shall have to make sure thatyou are not armed.”

Spade stood up pushing his chairb a c k w i t h h i s c a l v e s a s h estraightened his legs.

Cairo went around behind him. Hetransferred the pistol from his righthand to his left . He l if ted Spade’sc o a t - t a i l a n d l o o k e d u n d e r i t .Holding the pistol close to Spade’sback, he put his right hand aroundSpade’s side and patted his chest.The Levantine face was then no morethan s ix inches below and behindSpade’s right elbow.

S p a d e ’ s e l b o w d r o p p e d a sS p a d e s p u n t o t h e r i g h t .C a i r o ’ s f a c e j e r k e d b a c k n o tf a r e n o u g h : S p a d e ’s r i g h t h e e lo n t h e p a t e n t - l e a t h e r e d t o e sa n c h o r e d t h e s m a l l e r m a n i n t h ee l b o w ’s p a t h . T h e e l b o w s t r u c kh i m b e n e a t h t h e c h e e k - b o n e ,s t a g g e r i n g h i m s o t h a t h e m u s th a v e f a l l e n h a d h e n o t b e e nh e l d b y S p a d e ’ s f o o t o n h i sf o o t . Spade’s e lbow went on pastt h e a s t o n i s h e d d a r k f a c e a n ds t r a i g h t e n e d w h e n S p a d e ’s h a n dstruck down at the pistol. Cairo letthe pistol go the instant that Spade’sf ingers touched i t . The pis tol wassmall in Spade’s hand.

Spade took h i s foo t o ff Ca i ro ’sto comple te h i s abou t - f ace . Wi thh i s l e f t h a n d S p a d e g a t h e r e dtoge the r t he sma l l e r man’s coa t -l a p e l s — t h e r u b y s e t g r e e n t i eb u n c h i n g o u t over his knuckles—while his right hand stowed the capturedweapon away in a coat-pocket. Spade’syellow-grey eyes were somber. His facewas wooden, with a trace of sullennessaround the mouth.

CAPÍTULO V

El levantino

S p a d e n o m i r ó l a p i s t o l a . L e -van tó l o s b r azos y, r e cos t ándoseen e l s i l l ón , en t r e l azó l o s dedosde l a s manos por de t r á s de l a ca -beza . Sus o jos , s in expres ión de -t e rminada , s igu ie ron c l avados ene l ros t ro oscu ro de Ca i ro .

Cairo produjo una tosecilla como de disculpay sonr ió ne rv ioso con l ab ios quehabían perdido par te de su vivo co-l o r . T e n í a l o s o j o s h ú m e d o s ,a v e r gonzados , y muy a tentos .

—Tengo la intención de registrar suoficina, señor Spade. Le prevengo quesi intenta impedírmelo tenga la seguri-dad de que dispararé sobre usted.

—Adelante —la voz de Spade era taninexpresiva como su rostro.

—Me hará el favor de levantarse—le indicó el hombre de la pis tolaal hombre a cuyo pecho _____ apun-taba—. Tendré que asegurarme deque no va us ted armado.

Spade se levantó, echando haciaatrás el sillón con las corvas mientrasenderezaba las piernas.

Cairo rodeó el escritorio para acer-carse a él. Se pasó la pistola de la manoderecha a la izquierda. Le levantó elfaldón de la chaqueta y miró debajo.Manteniendo la pistola muy cerca de laespalda de Spade puso la mano derechaen su costado y le cacheó el pecho. Ellevantino tenía la cara a menos de quin-ce centímetros por debajo y por detrásdel codo ______ de Spade.

Spade bajó el codo al tiempo quese giraba hacia la derecha. El rostrode Cairo retrocedió de golpe haciaatrás, pero no lo suficiente: el talónde Spade anclaba el pie pisándole losdedos cubiertos de charol y m a n t e -niendo as í a l hombreci l lo en la t ra-yector ia del codo. Éste golpeó bajola barbi l la hac iéndole tambalearsey habr ía ca ído de no haber es tadoc l a v a d o p o r e l p i e d e S p a d e . E lcodo de és te pasó an te e l oscuror o s t r o a t ó n i t o y s e e n d e r e z ó a lt i e m p o q u e l a m a n o g o l p e a b a l apis to la . Cairo la dejó caer en cuan-to la tocaron los dedos de Spade .En manos de Spade resul taba máspequeña .

Spade levantó el pie que sujetaba elde Cairo para terminar de encarársele.Con la mano izquierda, Spade agarró lasdos solapas de la chaqueta del hombreci-llo: el pasador de rubí de la corbata verdesobresalía por encima de sus nudillos, mientrascon la derecha ponía a buen recaudo en un bolsi-llo de su americana el arma arrebatada. Los ojosgrises amarillentos de Spade tenían un tinte som-brío. Tenía el rostro pétreo con un rastro de malhu-mor en las comisuras de la boca.

5.

El hombre de los Balcanes

Spade no miró a la pistola. Subiólos brazos, y, echándose hacia atrásen el sillón, entrelazó los dedos deambas manos detrás de la nuca. Susojos, sin ninguna expresión especial,quedaron enfocados sobre la cara ce-trina de Cairo.

Cairo dejó oír una tosecilla de disculpay sonr ió nerv iosamente con lab iosque habían perd ido par te de su co-lor ro jo . Tenía los o jos húmedos ,vergonzosos y anhelantes .

—Tengo el propósito, mister Spade, deregistrar su despacho. Le advierto que sitrata de impedírmelo dispararé contra us-ted sin vacilar.

—Comience a registrar —dijo Spade, conuna voz tan inexpresiva como su rostro.

—Me hará el favor de ponerse de pie—dijo el hombre de la pistola al hombrea cuyo ancho pecho apunaba el arma—.Tendré que asegurarme de que no estáusted armado.

Spade se puso en pie, echando paraatrás el sillón con las pantorrillas al en-derezar las piernas.

Cairo dio la vuelta y se colocó de-trás de él. Se pasó la pistola de la manoderecha a la izquierda. Levantó la cha-queta de Spade y miró debajo de ella.Con la pistola apuntando de cerca a laespalda del detective, rodeó a éste conel brazo derecho y le tocó en el pecho.La cara del balcánico estaba no másd e s e i s p u l g a d a s p o r d e b a j o d e lcodo derecho de Spade.

El codo cayó al mismo tiempo que Spadegiraba hacia la derecha sobre los talones.Cairo procuró esquivarlo apartándose, perono se retiró lo suficiente: el talón derechode Spade pisaba ya la charolada punterade sus zapatos, y anclándole y haciéndolepermanecer en la trayectoria del codo. Elcodo de Spade golpeó a Cairo algo por de-bajo del pómulo y le hizo vacilar de tal ma-nera que hubiera caído al suelo a no ser porhaberlo impedido el talón de Spade sobresu pie. El codo de Spade pasó por delantedel atónito rostro aceitunado; y todo el bra-zo se enderezó cuando la mano se dirigióviolentamente hacia la pistola. Cairo la sol-tó en el mismo momento que los dedos deSpade la rozaron. No parecía muy grandedentro de la mano del detective.

Spade levantó el talón y dejó en libertadel pie de Cairo para acabar de dar la mediavuelta. Usando la mano izquierda, juntó am-bas solapas del hombre pequeño, con lo quela corbata verde sujetada por el rubí casi leenvolvió la mano, y con la mano derechase guardó el arma en un bolsillo de la cha-queta. Los ojos amarillentos y grises deSpade miraban sombríos, su cara parecíade madera, y en su boca se advertía unmatiz de enojo.

apologetic 1 regretfully acknowledging orexcus ing an o ffence or fa i lu re . 2di ff ident. 3 of reasoned defence orvindication.

— n. (usu. in pl.) a reasoned defence, esp.of Christianity.

thick stupid, dull X

X

X

calf n. (pl. calves) the fleshy hind part of thehuman leg below the knee.

pantorrilla. (De pantorra). 1. f. Parte carnosa yabultada de la pierna, por debajo de la corva.

corva 4. f. Parte de la pierna, opuesta a la rodilla,por donde se dobla y encorva.

X

stow 1 (nautical) [ cargo] estibar; arrumar (= putaway) guardar

stow esconder, viajar de polizónstow v.tr. 1 pack (goods etc.) tidily and compactly.

2 Naut. place (a cargo or provisions) in its properplace and order. 3 fill (a receptacle) with articlescompactly arranged. 4 (usu. in imper.) sl. abstainor cease from (stow the noise!).

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Cairo’s face was twisted by painand chagrin. There were tears in hisd a r k e y e s . H i s s k i n w a s t h ecomplexion of polished lead exceptwhere the elbow had reddened hischeek.

Spade by means of his grip on theLevantine’s lapels turned him slowlyand pushed him back unti l he wasstanding close in front of the chairhe had lately occupied. A puzzledlook replaced the look of pain in thel e a d - c o l o r e d f a c e . T h e n S p a d esmiled. His smile was gentle , evendreamy. His right shoulder raised afew inches. His bent right arm wasdriven up by the shoulder’s lift. Fist,wrist, forearm, crooked elbow, andupper arm seemed all one rigid piece,with only the limber shoulder givingthem motion. The fist struck Cairo’sface, covering for a moment one sideof his chin, a corner of his mouth,a n d m o s t o f h i s c h e e k b e t w e e ncheek-bone and jaw-bone.

C a i r o s h u t h i s e y e s a n d w a sunconscious.

Spade lowered the limp body intothe chair, where it lay with sprawleda r m s a n d l e g s , t h e h e a dlolling back against the chair ’s back,the mouth open.

Spade emptied the unconsciousman’s pockets one by one, workingmethodically, moving the lax bodywhen necessary, making a pile of thepockets’ contents on the desk. When thelast pocket had been turned out hereturned to his own chair, rolled andlighted a cigarette, and began to examinehis spoils . He examined them withgrave unhurried thoroughness.

There was a large wallet of darksof t lea ther. The wal le t conta inedt h r e e h u n d r e d a n d s i x t y - f i v ed o l l a r s i n U n i t e d St a t e s b i l l s o fs e v e r a l s i z e s ; t h r e e f i v e - p o u n dn o t e s ; a m u c h - v i s a e d G r e e kpassport bearing Cairo’s name andp o r t r a i t ; f i v e f o l d e d s h e e t s o fp inkish on ion-sk in paper coveredw i t h w h a t s e e m e d t o b e A r a b i cw r i t i n g ; a r a g g e d l y c l i p p e dnewspaper-account of the f ind ingof Archer ’s and Thursby’s bodies;a post-card-photograph of a duskywoman with bold cruel eyes and atender drooping mouth; a large si lkhandkerchief , yel low with age andsomewhat cracked a long i ts folds;a t h i n s h e a f of Mr. J o e l C a i r o ’sengraved cards; and a t icket for anorchestra seat at the Geary Theatrethat evening.

Besides the wallet and its contentsthere were three gaily colored silkhandkerchiefs fragrant of chypre ; aplatinum Longines watch on a platinumand red gold chain, attached at the other

Cairo tenía el rostro contraído dedolor y de contrariedad. Tenía los ne-gros ojos llenos de lágrimas. Su pielparecía de plomo pulido, salvo el pun-to en el que el codo le había enrojeci-do las mejillas.

Una vez que le tuvo agarrado por lassolapas, Spade hizo girar al levantinolentamente, haciéndole recular hasta quele tuvo ante el mismo sillón que hacíapoco había ocupado. La mirada de doloren el rostro de plomo fue reemplazadapor otra de desconcierto. Luego Spadesonrió. Era una sonrisa amable, inclu-so soñadora. Su hombro derecho se le-vantó unos centímetros, arrastrando trasde sí el brazo contraído. Puño, muñeca,antebrazo, el codo doblado y brazo pa-recían una única pieza movida tan só lop o r e l h o m b r o f l e x i o n a d o . E lp u ñ o g o l p e ó e l r o s t r o d e C a i r o ,cubr iendo duran te un ins t an te me-d i a b a r b i l l a , u n a c o m i s u r a y l amayor pa r t e de l a me j i l l a en t r e e lpómulo y l a mand íbu la .

Cairo cerró los ojos y quedó incons-ciente.

Spade dejó resbalar el cuerpo inertesobre el sillón, donde quedó tendidoabierto de brazos y piernas, la cabezacolgando sobre el respaldo, con la bocaabierta.

Spade le vació los bolsillos uno auno, trabajando metódicamente, mo-viendo aquel cuerpo laxo cuando eranecesario y apilando el contenido de losbolsillos en el escritorio. Cuando hubovuelto del revés el último bolsillo,Spade regresó a su sillón, lió y prendióun cigarrillo y comenzó a examinar subotín. Lo hizo, sin prisa, con solemnemeticulosidad.

Había una billetera grande de cuero flexi-ble oscuro. La billetera contenía trescientos se-senta y cinco dólares en billetes estadouniden-ses de distinto valor; tres billetes de cinco li-bras; un pasaporte griego, a nombre de Cairoy con su fotografía, lleno de visados; c in-co hojas dobladas de papel cebo-l la rosado escr i tas por todas par -tes con lo que parec ían ser carac-teres arábigos; un recor te de per ió-dico rasgado que hablaba de l des-c u b r i m i e n t o d e l o s c u e r p o s deArcher y Thursby; una fotografía ta-maño postal de una mujer morena deojos crueles y atrevidos y de bocacaída y tierna; un gran pañuelo de seda,amarilleado por el tiempo y un tantodeshi lachado por los bordes ; unmontoncito de tarjetas impresas a nom-bre de Joel Cairo; y una entrada para larepresentación de esa noche en el tea-tro Geary.

Además de la billetera y de su con-tenido, había tres pañuelos de seda decolores alegres perfumados con Chipre;un Longines de platino con cadena deplatino y oro rojo, cadena que en su otro

Cairo tenía la cara descompuesta porel dolor y la mortificación. En sus ojososcuros temblaban unas lágrimas. La tezhabía tomado el aspecto de plomo puli-do, excepto en donde el codo de Spadehabía coloreado la mejilla.

Con las solapas de Cairo agarradas,Spade le obligó a dar lentamente la vuel-ta y le empujó hacia atrás, hasta dejarlede pie delante de la silla en que antes es-tuvo sentado. La expresión dolorida delrostro fue reemplazada ahora por otra deperplejidad. Y Spade se sonrió. Fue unasonrisa dulce e incluso soñadora. Suhombro derecho se elevó unas pulgadas.Esto hizo que también se desplazara ha-cia arriba el brazo doblado. Puño, mu-ñeca, antebrazo, codo doblado y brazoparecieron formar un todo rígido al quesólo el flexible hombro daba movimien-to. El puño cayó sobre el rostro de Cairo,cubriendo durante un instante un lado dela barbilla, una esquina de la boca y lamayor parte de la mejilla entre el pómu-lo y la quijada.

Ca i ro ce r ró lo s o jos y s e des -vanec ió .

Spade dejó sobre la silla el cuerpoi n e r t e , q u e quedó despatarrado ,c o n l o s b r a z o s a b i e r t o s , l a c a b e -z a reposando sin vida sobre el respaldode la silla y la boca abierta.

Spade vació los bolsillos del hom-bre desmayado de manera muy metó-dica, moviendo el cuerpo relajadocuando era necesario y formando unmontón sobre la mesa con todo lo quefue encontrando. Una vez vacío el úl-timo bolsillo, volvió a su sillón, lió yencendió un cigarr i l lo y comenzó aexaminar su bot ín . Y lo h izo conminuciosidad grave y lenta.

Había una cartera de bolsillo, grande yde piel oscura y suave. Contenía trescien-tos sesenta y cinco dólares norteamericanosen billetes de varios valores; tres billetes decinco libras esterlinas; un pasaporte griegocon gran cantidad de visados en el queaparecían el nombre y la fotografía deCairo; cinco hojas de papel rosado, muyfino, dobladas y cubiertas de lo que pa-recían ser caracteres árabes; un recortearrancado de un periódico en el que seleía la noticia del hallazgo de los cadá-veres de Archer y Thursby; una fotogra-fía tamaño postal de una mujer muymorena de ojos descarados y crueles yboca tierna caída; un gran pañuelo deseda, que ya amarilleaba con los años yandaba algo rozado por los dobleces; unmontoncito de tarjetas de mister JoelCairo; y una entrada de butaca para la fun-ción de aquella misma noche en el teatroGeary.

Junto a la cartera y su contenido ha-bía tres pañuelos de seda y alegre colo-rido, muy perfumados _________ ; unreloj Longines de platino con cadena deplatino y oro rojo, la cual acababa en

spoil loot, saqueo

limber 1 adj. 1 lithe, agile, nimble. 2 flexible. Ágil,flexible; he’s very limber for his age, estámuy agil para su edad limber up vi entraren calor l imber up (sports) vi hacerprecalentamiento

v. (usu. foll. by up) 1 tr. make (oneself or apart of the body etc.) supple. 2 intr. warm upin preparation for athletic etc. activity.

limber 2 n. the detachable front part of a gun-carriage, consisting of two wheels, axle, pole,and ammunition-box. Armón de artillería

v. 1 tr. attach a limber to (a gun etc.). 2 intr.fasten together the two parts of a gun-carriage.

loll 1 colgar (parte del cuerpo), pender 2 repanti-garse (postura, estado de ánimo)

loll 1 intr. stand, sit, or recline in a lazy attitude. 2intr. (foll. by out) (of the tongue) hang out. 3 tr.(foll. by out) hang (one’s tongue) out. 4 t r. let(one’s head or limbs) rest lazily on something.

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end to a small pear shaped pendantof s o m e w h i t e m e t a l ; a h a n d f u l o fU n i t e d S t a t e s , B r i t i s h , F r e n c h ,a n d C h i n e s e c o i n s ; a r i n g h o l d i n gh a l f a d o z e n k e y s ; a s i l v e r a n do n y x fountain-pen; a metal comb ina leatheret te case; a nai l - f i le in al e a t h e r e t t e c a s e ; a s m a l l s t r e e t -guide to San Francisco; a SouthernP a c i f i c b a g g a g e - c h e c k ; a h a l f -f i l led package of violet past i l les; aS h a n g h a i i n s u r a n c e - b r o k e r ’sbus iness -card ; and four shee ts o fHotel Belvedere wri t ing paper, onone of which was wri t ten in smallp r e c i s e l e t t e r s S a m u e l S p a d e ’sn a m e a n d t h e a d d r e s s e s o f h i soff ice and his apartment .

Having examined these ar t ic lescarefully—he even opened the backof the watch-case to see that nothingwas h idden ins ide—Spade l eanedover and took the unconscious man’swr i s t be tween f i nge r and t humb ,feeling his pulse. Then he droppedthe wrist, settled back in his chair,a n d r o l l e d a n d l i g h t e d a n o t h e rcigarette. His face while he smokedwas, except for occasional slight andaimless movements of his lower lip,so still and reflective that it seemeds tup id ; bu t when Ca i ro p resen t lymoaned and f lu t t e red h i s eye l idsSpade’s face became bland , and heput the beginning of a friendly smileinto his eyes and mouth.

J o e l C a i r o a w a k e n e d s l o w l y .Hi s eyes opened f i r s t , bu t a fu l lm i n u t e p a s s e d b e f o r e t h e y f i x e dthe i r gaze on any de f in i t e pa r t o ft h e c e i l i n g . T h e n h e s h u t h i sm o u t h a n d s w a l l o w e d , e x h a l i n gh e a v i l y t h r o u g h h i s n o s ea f t e r w a r d . H e d r e w i n o n e f o o ta n d t u r n e d a h a n d o v e r o n h i st h i g h . T h e n h e r a i s e d h i s h e a df r o m t h e c h a i r - b a c k , l o o k e da r o u n d t h e o f f i c e i n c o n f u s i o n ,saw Spade , and sa t up . He openedh i s m o u t h t o s p e a k , s t a r t e d ,c l apped a hand to h i s f ace whereSpade’s f i s t had s t ruck and wherethe re was now a f l or id bruise .

C a i r o s a i d t h r o u g h h i s t e e t h ,painfully: “I could have shot you,Mr. Spade.”

“You cou ld have t r i ed ,” Spadeconceded.

“I did not try.”

“I know.”

“Then why did you strike me afterI was disarmed?”

“Sorry,” Spade said, and grinnedwolf ishly , showing his jaw-teeth ,“ b u t i m a g i n e m y e m b a r r a s s m e n twhen I found tha t f ive - thousand-dollar offer was just hooey.”

extremo iba enganchada a un dije pe-queño en forma de pera y de un metalblanco; un puñado de monedas estado-unidenses, británicas, francesas y chi-nas; una anilla con media docena de lla-ves; una pluma estilográfica de plata yónice; un peine de metal en estuche decuero; un pequeño callejero de SanFrancisco; un resguardo de equipaje dela Southern Pacif ic; un envase me-dio l leno de past i l las violetas; unatarjeta de visi ta de un corredor deseguros de Shangai; y cuatro hojasdel hotel Belvedere, en una de lascua l e s e s t aban e sc r i t o s con l e t r aclara y pequeña el nombré de Sa-muel Spade y las direcciones de suoficina y su domici l io .

Después de haber examinado cui-dadosamente todos aquellos objetos(llegó a abrir la tapa trasera del relojpa r a comproba r que no e scond í anada), Spade se echó hacia adelantey, cogiendo la muñeca del hombre in-consciente entre el índice y el pulgar,le tomó el pulso. Luego dejó caer lamuñeca, se arrellanó en su sillón y lióy prendió otro cigarri l lo. Mientrasfumaba, y salvo movimientos leves ysin intención de su labio inferior, surostro se mantuvo tan inmóvil y re-flexivo que parecía el de un idiota;pero en cuanto Cairo gimió y agitó lospárpados, el rostro de Spade se ablandó eincluso apuntó un principio de sonri-sa en ojos y boca.

Joel Cairo fue despertándose len-tamente. Primero abrió los ojos, peropasó un minuto completo antes de po-der fijar la mirada en algún punto con-creto del techo. Luego cerró la bocay tomó aire, para exhalarlo despuésruidosamente por la nariz. Recogió unpie y volvió una mano apoyándola enuno de sus muslos. Luego levantó lacabeza del respaldo, echó una miradaconfundida a la habi tac ión , v io aSpade y se sentó. Abrió la boca parahablar, empezó a decir algo y se lle-v ó u n a m a n o a l a c a r a , a l p u n t oe n e l q u e e l p u ñ o d e S p a d e l e h a -b í a g o l p e a d o y d o n d e a h o r a t e n í au n a m a g u l l a dura colorada.

Cairo dijo entre dientes, dolorido:—Hubiera podido dispararle, señor

Spade.

—Pudo haberlo intentado —conce-dió Spade.

—No lo intenté.

—Ya lo sé.

—Entonces, ¿por qué me golpeócuando estaba desarmado?

—Lo siento —dijo Spade, y sonriólobuno mos t rando lo s dien te s—,pero imagínese mi decepción al des-cubrir que la oferta de los cinco milno era más que un farol .

el otro extremo en un colgante en for-ma de pera, de un metal blanco; un pu-ñado de monedas norteamericanas, in-glesas, francesas y chinas; un llaverocon media docena de llaves; una plu-ma estilográfica de plata y ónice; unpeine de metal con su carterita de piel; unalima para las uñas, con su carterita de piel;una pequeña guía de las calles de San Fran-cisco; un resguardo de equipaje de laSouthern Pacific; medio paquete de pas-tillas de violeta; una tarjeta de un agen-te de seguros de Shanghai; y cuatro ho-jas de papel de escribir del hotel Belve-dere, en una de las cuales estaban escri-tos con letra pequeña y muy clara elnombre de Samuel Spade y las direccio-nes de su despacho y de su casa.

Cuando acabó de examinar cuidado-samente todos estos artículos -inclusoabrió la tapa del reloj para ver si ocul-taba algo-, Spade se inclinó hacia de-lante y, cogiendo la muñeca del hom-bre inconsciente con el índice y el pul-gar, le tomó el pulso. Dejó caer la mu-ñeca, se acomodó en el sillón y lió yencendió otro cigarrillo. En tanto quefumaba, su cara presentaba un aspectotan inmóvil y reflexivo -excepto algúnmovimiento muy ligero y casual del la-bio inferior- que parecía estúpido; perocuando Cairo, pasado algún tiempo, gi-mió y parpadeó, la expresión del rostrose hizo más suave y Spade procuró es-bozar una sonrisa incipiente con losojos y la boca.

Joel Cairo recobró el sentido paulati-namente. Primero abrió los ojos, mashubo de transcurrir un minuto entero an-tes que la mirada se fijase sobre un puntoconcreto del techo. Entonces cerró laboca, tragó saliva y después espiró rui-dosamente el aire por la nariz. Luego en-cogió una pierna y dio la vuelta a una delas manos, descansándola sobre el mus-lo. Alzó la cabeza del respaldo de la silla,miró alrededor del despacho aún aturdi-do, vio a Spade y se incorporó. Abrióla boca para decir algo, se estreme-ció sobresaltado y se llevó la manoal lugar de la cara que el puño deSpade había golpeado y que presen-taba una hermosa contusión.

— P u d e p e g a r l e u n t i r o —d i j o h a b l a n d o c o n d i f i c u l t a de n t r e d i e n t e s .

— P u d o i n t e n t a r l o — r e c o n o c i óS p a d e .

—No lo intenté.

—Lo sé.

—Entonces, ¿por qué me agredió des-pués de desarmarme?

—Lo siento —dijo Spade, y su sonrisalobuna dejó al descubierto los colmillos—,pero puede imaginar mi desconcierto al com-prender que la oferta de los cinco mil dólaresera, sencillamente, un chasco.hooey nonsense, humbug

floreciente, florida

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso(water) tranquila, serena

‹colors/music›soso;‹food/taste› insípido;

‹statement/reply› anodino;‹smile/manner› insulso

(mild) ‹food› suave

[jaw-teeth dentada mandíbula???]wolfishly 1fiercely 2 rapaciously, ravenously

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“You are mis taken , Mr. Spade .That was, and is, a genuine offer.”

“What the hell?” Spade’s surprisewas genuine.

“ I a m p r e p a r e d t o p a y f i v et h o u s a n d d o l l a r s f o r t h e f i g u r e ’sr e t u r n . ” C a i r o t o o k h i s h a n da w a y f r o m his bruised face and satup prim and bus iness - l ike aga in.“You have it?”

“No.”

“ I f i t i s n o t h e r e ” — C a i r ow a s v e r y p o l i t e l y s k e p t i c a l —“ w h y s h o u l d y o u h a v e r i s k e ds e r i o u s i n j u r y t o p r e v e n t m ys e a r c h i n g f o r i t ? ”

“ I s h o u l d s i t a r o u n d a n d l e tpeople come in and s t ick me up?”Sp a d e f l i c k e d a f i n g e r a tC a i r o ’ s p o s s e s s i o n s o n t h ed esk. “ Yo u ’ v e g o t m y a p a r t m e n t -a d d r e s s . B e e n u p t h e r e y e t ? ”

“Yes, Mr. Spade. I am ready to payfive thousand dollars for the figure’sreturn, but surely it is natural enoughthat I should try first to spare theowner that expense if possible.”

“Who is he?”

Cairo shook his head and smiled.“You wi l l have to forgive my notanswering that question.”

“Wi l l I ?” Spade l eaned fo rwardsmi l ing wi th t i gh t l i p s . “ I ’ve go ty o u b y t h e n e c k , C a i r o . Yo u ’ v ew a l k e d i n a n d t i e d y o u r s e l f u p ,p l e n t y s t r o n g e n o u g h t o s u i t t h epo l i ce , w i th l a s t n igh t ’s k i l l i ngs .We l l , n o w y o u ’ l l h a v e t o p l a ywi th me or e l s e . ”

C a i r o ’ s s m i l e w a s d e m u r ea n d n o t i n a n y w a y a l a r m e d .“ I m a d e s o m e w h a t e x t e n s i v ei n q u i r i e s a b o u t y o u b e f o r et a k i n g a n y a c t i o n , ” h e s a i d ,“ a n d w a s a s s u r e d t h a t y o uw e r e f a r t o o r e a s o n a b l e t oa l l o w o t h e r c o n s i d e r a t i o n st o i n t e r f e r e w i t h p r o f i t a b l ebusiness relations.”

S p a d e s h r u g g e d . “ W h e r e a r ethey?” he asked.

“I have offered you five thousanddollars for—”

Spade thumped Cairo’s wallet withthe backs of his f ingers and said:“There’s nothing like five thousanddollars here. You’re betting your eyes.Yo u c o u l d c o m e i n a n d s a yy o u ’ d p a y m e a m i l l i o n f o r ap u r p l e e l e p h a n t , b u t w h a t i nh e l l w o u l d t h a t m e a n ? ”

“I see, I see,” Cairo said thoughtfully,

—Se equivoca, señor Spade. Era, yes, una oferta genuina.

—¿Qué me dice? —la sorpresa deSpade también fue genuina.

— E s t o y d i s p u e s t o a p a g a r c i n -c o m i l d ó l a r e s p o r e l r e s c a t e d el a e s t a t u a — C a i r o s e q u i t ó l am a n o d e l r o s t r o m a g u l l a d o y s es e n t ó o t r a v e z estirado y eficaz—.¿La tiene?

—No.

—Pues si no esta aquí —Cairo semostró educadamente escépt ico—,¿cómo es que ha corr ido un ser iop e l i g r o d e r e s u l t a r h e r i d o p a r aimpedirme el registro?

—¿Es que tengo que quedarme sentado ydejar que la gente entre y me atraque? —Spade hizo un gesto con un dedo a laspertenencias de Cairo que había sobreel escritorio—. Tiene la dirección de miapartamento. ¿Ya ha estado allí?

—Sí, señor Spade. Estoy dispuestoa pagar cinco mil dólares por recobrarla figura, pero es bien natural que pri-mero intente ahorrarle al propietariosemejante dispendio.

—¿Quién es?

Cairo meneó la cabeza y sonrió.—Tendrá que perdonarme que no le

conteste a esa pregunta.

—¿Tendré? —Spade se echó haciaadelante sonriendo con los labios apreta-dos—. Le tengo cogido por el cuello ____. Ha entrado usted aquí y se ha puestoen manifiesta evidencia, por lo menospara la policía, en relación con los ase-sinatos de anoche. Pues bien: o juegaconmigo o lo otro.

La sonrisa de Cairo fue comedida yen absoluto alarmada.

—H e h e c h o a m p l i a s a v e r i g u a -c i o n e s s o b r e u s t e d a n t e s d e e m -prender n inguna acc ión —di jo—,y m e h e a s e g u r a d o d e q u e u s t e de r a d e m a s i a d o r a z o n a b l e c o m opara pe rmi t i r que o t r a s cons ide ra -c iones in t e r f i e ran en una r e l ac ióncomerc ia l bene f i c iosa .

Spade se encogió de hombros.—¿Dónde están? —preguntó.

— L e h e o f r e c i d o c i n c o m i ld ó l a r e s p o r. . .

Spade golpeó la billetera de Cairocon los nudillos y dijo:

—Aquí no hay nada que se parezcaa cinco mil dólares. Eso es un farol.Lo mismo podr ía ent rar y dec i rmeque me iba a pagar un mi l lón porun e lefante rosa , pero y eso ¿quésent ido tendr ía?

—Ya, ya —dijo Cairo pensativamente,

—Está usted equivocado. Fue y siguesiendo una oferta auténtica.

—¿Cómo dice? —y la sorpresa deSpade fue, precisamente, auténtica.

—Estoy dispuesto a pagar cinco mildólares por la devolución de la estatuilla.

Cairo se quitó la mano de la caratumefacta, se incorporó en la silla, volvió apresentar un aspecto relamido y dijo:

—¿Está en su poder?

—No.

—Si no está aquí —y la voz deC a i r o e x p r e s ó i n c r e d u l i d a d c o r -tés—, ¿por qué iba usted a arr ies-garse a sufr ir un grave daño f ís icopara impedirme que la buscara?

—¿Cree usted que debo permanecer impá-vido cuando me atracan a punta de pistola?—y señalando al montón de objetos propie-dad de Cairo que había sobre la mesa, aña-dió—: Veo que tiene usted mi dirección par-ticular. ¿Ha estado usted allí ya?

—Sí, mister Spade. Es cierto que es-toy dispuesto a pagar cinco mil dólarespor la estatuilla, pero también es naturalque antes procure ahorrar ese gasto a sudueño, si es posible.

—¿Quién es el dueño?

Cairo sacudió la cabeza, sonrió y dijo:—Me tendrá usted que disculpar si no

contesto a esa pregunta.

—¿Usted cree? —dijo Spade, inclinándo-se hacia delante y sonriendo con los labiosapretados—. Le tengo en mi poder _____. Havenido usted aquí y se ha complicado conlos asesinatos de anoche de manera lo sufi-cientemente clara como para satisfacer a lapolicía. Ahora tendrá que mostrarse algo máscomplaciente, o de lo contrario...

La sonrisa de Cairo fue modesta, perono denotó alarma alguna.

—Me tomé la molestia de hacer investi-gaciones bastante minuciosas acerca de ustedantes de actuar —dijo—. Y llegué a la con-clusión, a la segura conclusión, de que es us-ted lo suficientemente razonable como parano permitir que consideraciones de cualquierotra índole perjudiquen sus relaciones econó-micamente beneficiosas.

—¿Qué consideraciones? —dijo Spade,encogiéndose de hombros.

—Le he ofrecido cinco mil dóla-res por.. .

Spade dio un golpe con los nudillos so-bre la cartera de Cairo y dijo:

— A q u í n o h a y c i n c o m i ld ó l a r e s . H a b l a d e b o q u i l l a .I g u a l p o d r í a d e c i r m e q u e m ep a g a r í a u n m i l l ó n p o r u n e l e -f a n t e m o r a d o , p e r o ¿ q u é s i g -n i f i c a r í a e s o ?

—C omprendo, comprendo —di jo C a i r o ,

stick me up rob or threaten with a gun

demure (= modest) recatado; (= coy) tímido y algo coquetodemure adj. 1 composed, quiet, and reserved;

modest, comedida. 2 affectedly shy and quiet;coy. 3 decorous (a demure high collar). RE-CATADO, pundoroso, discreto

demur 1 (often foll. by to, at) raise scruples orobjections. 2 Law put in a demurrer. Objetar,poner reparos

— n. (usu. in neg.) 1 an objection (agreed withoutdemur). 2 the act or process of objecting.

prim adj remilgado,-a: she’s extremely prim andproper, never seeming to enjoy herself, es tre-mendamente remilgada, nunca da muestras deestar divirtiéndose

prim adj. 1 (of a person or manner) stiffly formaland precise. 2 (of a woman or girl) demure. 3prudish. 4 affected 5 stiffly (extremely,thoroughly, completely) proper, formal, gazmo-ño, remilgado, que gasta muchos cumplidos(= etiquetero), altanero, estirada, repipi, frun-cida, escrupulosa

1 form (the face, lips, etc.) into a prim expression.2 make prim.

or else ya sabes X

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screwing up his e y e s . “ Y o u w i s hs o m e a s s u r a n c e o f m ys i n c e r i t y. ” H e b r u s h e d h i s r e dl o w e r l i p w i t h a f i n g e r t i p .“ A r e t a i n e r , w o u l d t h a t s e r v e ?”

“It might.”

Cairo put his hand out towards hiswallet, hesitated, withdrew the hand,a n d s a i d : “ Yo u w i l l t a k e , s a y, ahundred dollars?”

Spade picked up the wallet andtook out a hundred dollars. Then hefrowned, said, “Better make it twohundred,” and did.

Cairo said nothing.“Your first guess was that I had

the bird,” Spade said in a crisp voicewhen he had put the two hundredd o l l a r s i n t o h i s p o c k e t a n d h a ddropped the wallet on the desk again.“There’s nothing in that. What’s yoursecond?”

“That you know where it is, or, ifnot exactly that, that you know it iswhere you can get it.”

Spade neither denied nor affirmedthat: he seemed hardly to have heardit. He asked: “What sort of proof canyou give me that your man is theowner?”

“ Ve r y l i t t l e , u n f o r t u n a t e l y .T h e r e i s t h i s , t h o u g h : n o b o d ye l s e c a n g i v e y o u a n y a u t h e n t i ce v i d e n c e o f o w n e r s h i p a t a l l . A n di f y o u k n o w a s m u c h a b o u t t h eaf f a i r a s I s u p p o s e — o r I s h o u l dn o t b e h e r e — y o u k n o w t h a t t h emeans by wh ich i t was t aken f romh i m s h o w s t h a t h i s r i g h t t o i t w a sm o r e v a l i d t h a n a n y o n e e l s e ’s —c e r t a i n l y m o r e v a l i d t h a nT h u r s b y ’s . ”

“What about his daughter?” Spadeasked.

E x c i t e m e n t o p e n e d C a i r o ’ se y e s a n d m o u t h , t u r n e d h i sf a c e r e d , m a d e h i s v o i c e s h r i ll.“He is not the owner!”

S p a d e s a i d , “ O h , ” m i l d l y a n dambiguously.

“ I s h e h e r e , i n S a nF r a n c i s c o , n o w ? ” C a i r o a s k e di n a l e s s s h r i l l , b u t s t i l le x c i t e d , v o i c e .

S p a d e b l i n k e d h i s e y e ss l e e p i l y a n d s u g g e s t e d :“ I t might be bet ter a l l around ifwe put our cards on the table.”

Cairo recovered composure with alittle jerk. “I do not think it wouldbe better.” His voice was suave now.“If you know more than I , I shal lprofit by your knowledge, and so willyou to the extent of f ive thousand

mientras giraba los ojos—. Usted de-sea tener alguna prueba de mi sinceri-dad —se acarició el enrojecido labioinferior con la yema de un dedo—.¿Podría servirle... un anticipo?

—Podría.

Cairo extendió la mano hacia la bi-lletera, vaciló, retiró la mano y dijo:

— D i g a m o s q u e a c e p t a r í a . . .¿ c i e n d ó l a r e s ?

Spade tomó la billetera y sacó ciendólares. Luego frunció el ceño y dijo:

— M e j o r d o s c i e n t o s — y c o -g i ó o t r o s c i e n .

Cairo no dijo nada.— S u p r i m e r a i d e a f u e q u e y o

t e n í a e l p á j a r o — d i j o S p a d ea n i m a d a m e n t e u n a v e z q u e s eh u b o e m b o l s a d o l o s d o s c i e n t o sdó la res y hubo so l t ado o t r a vez l ab i l l e t e ra—. De eso nada . ¿Cuá l e ssu segunda idea?

—Que sabe dónde está o, si no exac-tamente eso, que sabe dónde puede en-contrarlo.

S p a d e n i a f i r m ó n i n e g ó : a p e -n a s p a r e c í a h a b e r l o o í d o . P r e -g u n t ó : —¿Qué prueba puede ofre-cerme de que su hombre es el pro-pietario?

—Muy poca, desgraciadamente.S í puedo dec i r l e e s to : nad ie más[388] puede ofrecerle ninguna otraprueba de propiedad. Y si usted co-noce todo lo que yo supongo. , por-que de lo cont ra r io yo no es ta r íaaquí , sabrá que los medios por loscua le s l e fue a r r eba tado p ruebanque su derecho sobre e l pájaro esmayor que e l de cua lquier o t ro . . .mucho más que el de Thursby, des-de luego.

—¿Y qué hay de su hija? —pregun-tó Spade.

L a e x c i t a c i ó n l e h i z o a b r i ro j o s y b o c a , l e s o n r o j ó y l e a g u -z ó l a v o z .

—¡Él no es el dueño!

Spade dejó caer un ¡Ah! ambiguo ysuave.

—¿Está él ahora aquí, en San Fran-cisco? —volvió a preguntar Cairo conexci tación aunque en tono de vozmenos agudo.

S p a d e p a r p a d e ós o ñ a d o r a m e n t e y s u g i r i ó :

—Será mucho mejor que pongamosnuestras cartas sobre la mesa.

Cairo dio un pequeño respingo y re-cobró la compostura.

—Yo no lo creo así —su voz se ha-bía tranquilizado—. Si sabe ustedmás que yo, yo debo beneficiarme desus conocimientos, igual que usted de

pensativamente y entornando los ojos—. Deseausted alguna prueba de mi sinceridad. —Se acarició el enrojecido labio inferiorcon la punta de un dedo, y preguntó—: ¿Quizá alguna cantidad como señal...?

—Quizá.

Ca i ro a l a rgó l a mano hac ia sucartera, vaciló, la retiró y dijo:

—¿Quiere usted tomar... digamos ciendólares?

Spade cogió la cartera y sacó de ella ciendólares. Mas luego arrugó el ceño y dijo:

— M e j o r d o s c i e n t o s — yl o s c o g i ó .Cairo no dijo nada—.S u p r i m e r a s u p o s i c i ó n f u e q u ey o t e n í a e l p á j a r o — d i j o c o n v o zs e c a d e s p u é s d e m e t e r s e l o s d o s -c i e n t o s d ó l a r e s e n e l b o l s i l l o yd e d e j a r l a c a r t e r a s o b r e l am e s a — . E s u n e r r o r. ¿ C u á l e s s us e g u n d a s u p o s i c i ó n ?

—Que sabe usted en dónde está;y si no lo sabe exactamente, sí cómoconseguirlo.

Spade ni confirmó ni denegó la supo-sición, que apenas pareció oír, pero dijo:

—¿Qué clase de pruebas puede ustedofrecerme de que su hombre es el legíti-mo dueño?

—Desgraciadamente, muy pocas. Perohay algo que lo compensa: ninguna otrapersona puede ofrecerle a usted pruebasfehacientes de ser el dueño. En absoluto.Y si está usted enterado del asunto, y asílo creo, pues de lo contrario yo no me en-contraría aquí, sabrá que el procedimien-to empleado para desposeer a mi repre-sentado del pájaro prueba que sus títulosde propiedad son más válidos que los decualquier otra persona, indudablementemás válidos que los de Thursby.

—¿Qué me dice de su hija? —pregun-tó Spade.

La emoción abrió los ojos y la boca deCairo, y su rostro enrojeció. Afiló su vozcuando dijo:

—¡El dueño no es él!

—¡Ah! —dijo Spade, suave y ambi-guamente.

— ¿ E s t á é l a q u í a h o r a , e n S a nF r a n c i s c o ? — p r e g u n t ó C a i r o , e nv o z a l g o m e n o s a g u d a , p e r o a ú ne x c i t a d a .

S p a d e g u i ñ ó l o s o j o sa d o r m i l a d o s y p r o p u s o :

—Acaso sea mejor en todos sentidosque pongamos las cartas boca arriba.

Cairo había recobrado su composturacon una pequeña sacudida. Cuando hablólo hizo con voz comedida:

—No creo que fuera mejor. Si usted sabemás que yo, me beneficiaré al conocer sus in-formes y usted también saldrá ganando, ga-

retainer servant (servidor, siervo, sirviente),employee, adherente, partidario 2 anticipo,provisión de fondos, comisión, depósito 3 pró-tesis, puente o corrector dental

retainer n. 1 a person or thing that retains. 2 Lawa fee for retaining a barrister etc. Anticipo 3 ahist. a dependant or follower of a person of rank.b joc. an old and faithful friend or servant (esp.old retainer). 4 Brit. a reduced rent paid to retainaccommodation during a period of non-occupancy.

suave (Sp) 1. adj. Liso y blando al tacto, en contra-posición a tosco y áspero. 2. Blando, dulce, gra-to a los sentidos. 3. V. espíritu, manjar suave. 4.fig. Tranquilo, quieto, manso. 5. fig. Lento, mo-derado. 6. fig. Dócil, manejable o apacible.Aplícase, por lo común, al genio o natural.

suave (En) adj.1 (of a person, esp. a man) smooth;polite; sophisticated. Afable, amable fino, cortés,diplomático / zalamero. 2 (of a wine etc.) bland,smooth.

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excited y excitado conllevan la idea de alegre, en-tusiasta, pero excited tiene más denotaciones,como nervioso, agitado, acalorado, emocionan-te. To excite y excitar se refieren a estimular, en-tusiasmar, pero to excite significa además emo-cionar / conmover, poner nervioso / agitado, pro-vocar [emociones], instigar [desórdenes], albo-rotar [gente], y to get excited es acalorarse. A suvez, excitar se usa para to raise [dudas], arouse[curiosidad, apetito]. Excitedly significa agitada-o acaloradamente.

Don’t get excited = no te pongas nervioso.

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dol lars . I f you do not then I havemade a mistake in coming to you, andto do as you suggest would be simplyto make that mistake worse.”

S p a d e n o d d e d i n d i f f e r e n t l ya n d w a v e d h i s h a n d a t t h ea r t i c l e s o n t h e d e s k , s a y i n g :“ T h e r e ’s y o u r s t u ff ” ; a n d t h e n ,when Ca i r o w a s r e t u r n i n g t h e mt o h i s p o c k e t s : “ I t ’ su n d e r s t o o d t h a t y o u ’ r e t o p a ym y e x p e n s e s w h i l e I ’ mg e t t i n g t h i s b l a c k b i r d f o ry o u , a n d f i v e t h o u s a n d d o l l a r sw h e n i t ’ s d o n e ? ”

“ Ye s , M r. S p a d e ; t h a t i s , f i v et h o u s a n d d o l l a r s l e s s w h a t e v e rmoneys have been advanced to you—five thousand in all.”

“ R i g h t . A n d i t ’s a l e g i t i m a t ep r o p o s i t i o n . ” S p a d e ’s f a c e w a ss o l e m n e x c e p t f o r w r i n k l e s a tt h e c o r n e r s o f h i s e y e s . “ Yo u ’ r en o t h i r i n g m e t o d o a n ym u r d e r s o r b u r g l a r i e s f o r y o u ,b u t s i m p l y t o g e t i t b a c k i fp o s s i b l e i n a n h o n e s t a n dl a w f u l w a y. ”

“If possible,” Cairo agreed. Hisface also was solemn except for thee y e s . “ A n d i n a n y e v e n t w i t hdiscretion.” He rose and picked uphis hat. “I am at the Hotel Belvederewhen you wish to communicate withm e — r o o m s i x - t h i r t y - f i v e . Ic o n f i d e n t l y e x p e c t t h e g r e a t e s tmutual benefit from our association,Mr. Spade.” He hesi ta ted. “May Ihave my pistol?”

“Sure. I’d forgotten it.”

Spade took the pistol out of hiscoat-pocket and handed it to Cairo.

Cairo pointed the pistol at Spade’schest.

“ Yo u w i l l p l e a s e k e e p y o u rh a n d s o n t h e t o p o f t h e d e s k , ”C a i r o s a i d e a r n e s t l y. “ I i n t e n d t os e a r c h y o u r o ff i c e s . ”

Spade said: “I’ll be damned.” Then helaughed in his throat and said: “All right.Go ahead. I won’t stop you.”

los cinco mil. Y si no, entonces he co-metido un error al venir a verle, y ha-c e r l o q u e u s t e d s u g i e r e s e r í aempeorarlo aún más.

Spade asintió indiferente y agitó unamano señalando los objetos que habíaencima del escritorio, mientras decía:

— E s o e s s u y o — y l u e g o a ñ a -d i ó , m i e n t r a s C a i r o s e l o s i b am e t i e n d o e n l o s b o l s i l l o s— . ¿ Q u e d a b i e n e n t e n d i d o q u eu s t e d p a g a m i s g a s t o s m i e n -t r a s y o l e b u s c o e l _____ p á j a r oy l o s c i n c o m i l c u a n d o s e l oc o n s i g a ?

—S í , s e ñ o r S p a d e ; e s o e s , c i n -c o m i l d ó l a r e s m e n o s l o sa n t i c i p o s q u e l e v a y a h a c i e n d o . . .c i n c o m i l e n t o t a l .

—De acuerdo. Es una propues tajus ta —el ros t ro de Spade denota-b a s o l e m n i d a d s a l v o u n a sar rugui l las en las comisuras de loso jo s—. Que cons t e que u s t ed nome cont ra ta para ases inar n i robar,s ino s implemente para recuperar -lo s i es pos ib le de manera honraday lega l .

—Si es posible —asintió Cairo. Tam-bién su rostro era solemne a excepciónde sus ojos—. Y en cualquier caso, condiscreción —se levantó y recogió susombrero—. Estoy en el hotel Belvede-re para cuando quiera ponerse en con-tacto conmigo... habitación seis treintay cinco. Espero con absoluta confianzael máximo beneficio mutuo de nuestraasociación, señor Spade —vaciló—.¿Puede devolverme mi pistola?

—Desde luego. Se me había olvidado.

Spade se sacó la pistola del bolsillodel abrigo y se la tendió.

C a i r o a p u n t ó a l p e c h o d eS p a d e .

—Me hará el favor de dejar las ma-nos quietas sobre el escritorio —dijoCairo con toda seriedad—, porque pien-so registrar su oficina. Spade repuso:

—Que me aspen —luego soltó unacarcajada gutural—. De acuerdo. Ade-lante. No se lo impediré.

nando la cifra de cinco mil dólares. Pero si nosabe más que yo, el venir aquí habrá sido pormi parte un error, que resultaría agravado encaso de que hiciera lo que usted propone.

Spade i nc l i nó l a c abeza con i n -d i f e r e n c i a , s e ñ a l ó a l o s o b j e t o sq u e h a b í a s o b r e l a m e s a y d i j o :

—Ahí tiene usted sus cosas.Y cuando Cairo estaba metiéndoselas

en los distintos bolsillos, añadió:—Queda entendido que usted me pa-

gará los gastos mientras me ocupo en de-volverle ese pájaro negro, y que me abo-nará cinco mil dólares cuando se lo en-tregue, ¿conformes?

—Sí, mister Spade. Es decir, cincomil dólares menos aquellas cantidadesque le haya anticipado. Cinco mil dó-lares en total.

—Está bien. Es una proposición co-rrecta —dijo Spade, con expresión solem-ne excepto por las arruguillas que apare-cieron en las comisuras de los ojos—. Seentiende que usted no me contrata paracometer asesinatos o robos por su cuen-ta, sino sencillamente para recuperar elpájaro por medios honrados y legales, siello es posible.

—Si ello es posible —asintió Cairo, y tam-bién su rostro se mostró solemne, excepto losojos—. Y en cualquier caso, discretamente.

Se levantó de la silla y tomó el sombrero.—Estoy en el hotel Belvedere, si

quiere usted decirme algo. Habita-ción 635. Tengo plena confianza enque nuestras re laciones resul taránd e l m á x i m o b e n e f i c i o m u t u o . —Dudó unos s egundos y añad ió—:¿Podría usted devolverme la pistola?

—Sí, claro. Lo olvidé.

Spade sacó la pistola del bolsillo y sela entregó a Cairo.

C a i r o l e a p u n t ó a l p e c h o c o ne l l a .

—Tenga la bondad de conservarlas manos encima de la mesa —dijosin bromear—. Tengo la intención deregistrar su oficina.

—¡Esta sí que es buena! —dijo Spade,soltando una carcajada—. Está bien. Ade-lante. No pienso impedírselo.

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VI.

The Undersized Shadow

For half an hour after Joel Cairohad gone Spade sat alone, stil l andfrowning, at his desk. Then he saidaloud in the tone of one dismissinga problem, “Well, they’re paying forit ,” and took a bottle of Manhattancocktai l and a paper dr inking-cupfrom a desk-drawer. He f i l led thecup two-thirds full , drank, returnedthe bottle to the drawer, tossed thecup into the wastebasket, put on hish a t a n d o v e r c o a t , t u r n e d o ff t h elights, and went down to the night-li t street.

A n u n d e r s i z e d y o u t h o ft w e n t y o r t w e n t y - o n e i n n e a tg r e y c a p a n d o v e r c o a t w a ss t a n d i n g i d l y o n t h e c o r n e rb e l o w S p a d e ’s b u i l d i n g .

Spade walked up Sutter Street toKearny, where he entered a cigar-s t o r e t o b u y t w o s a c k s o f B u l lD u r h a m . W h e n h e c a m e o u t t h ey o u t h w a s o n e o f f o u r p e o p l ew a i t i n g f o r a s t r e e t - c a r o n t h eopposite corner.

S p a d e a t e d i n n e r a t H e r b e r t ’sG r i l l i n P o w e l l S t r e e t . W h e n h ele f t the Gr i l l , a t a quar te r to e igh t ,t h e y o u t h w a s l o o k i n g i n t o anearby haberdasher’s window.

S p a d e w e n t t o t h e H o t e lBelvedere, asking at the desk for Mr.Cairo. He was told that Cairo was notin. The youth sat in a chair in a farcorner of the lobby.

Spade went to the Geary Theatre,failed to see Cairo in the lobby, andposted himself on the curb in front,f a c i n g t h e t h e a t r e . T h e y o u t hloitered with other loiterers beforeMarquard’s restaurant below.

At t en minu tes pas t e igh t Joe lCa i ro appea red , wa lk ing up GearyS t r e e t w i t h h i s l i t t l e m i n c i n gbobbing s teps . Apparent ly he d idn o t s e e S p a d e u n t i l t h e p r i v a t ed e t e c t i v e t o u c h e d h i s s h o u l d e r.H e s e e m e d m o d e r a t e l y s u r p r i s e df o r a m o m e n t , a n d t h e n s a i d :“Oh, yes, of course you saw the ticket.”

“Uh-huh. I’ve got something I want toshow you.” Spade drew Cairo back towardsthe curb a little away from the other waitingtheatre-goers. “The kid in the cap downby Marquard’s.”

Cairo murmured, “I’ l l see,” andlooked at his watch. He looked upG e a r y S t r e e t . H e l o o k e d a t at h e a t r e - s i g n i n f r o n t o f h i m o nw h i c h G e o r g e A r l i s s w a s s h o w ncostumed as Shylock, and then hisdark eyes crawled sidewise in their

CAPÍTULO VI

Un espía bajito

Después de que Joel Cairo se mar-chara, Spade se quedó sentado ante suescritorio durante media hora, inmóvil,con el ceño fruncido. Luego, con eltono de quien desecha una preocupa-ción, dijo en voz alta: «Qué más da,me pagan por ello», y sacó una botellade cóctel Manhattan y un vaso de pa-pel de un cajón. Llenó dos tercios delvaso, bebió, devolvió la botella a su si-tio, tiró el vaso a la papelera, se pusoel sombrero y el abrigo, apagó las lu-ces y bajó a la calle iluminada por lanoche.

Un joven de ve in t e o ve in t iúnaños, más bajo de lo que correspon-día a su edad, con gorra y abrigo gri-ses, aguardaba ocioso en la esquinadel edificio de Spade.

Spade echó a andar por Su t t e rStreet hasta llegar a Kearny, dondeentró en un estanco para comprar dosbolsas de Bull Durham. Cuando salió,el joven era una de las cuatro perso-nas que esperaban el tranvía en la es-quina opuesta.

Spade cenó en e l asador Herber tde Powel l St ree t . Cuando sa l ió de lasador a las ocho menos cuar to , e lj o v e n e s t a b a c u r i o s e a n d o e n e l______ escaparate de una camisería.

Spade entró en el hotel Belvedere ypreguntó por el señor Cairo en recep-ción. Le dijeron que no estaba. El jo-ven se sentó en un sillón en un rincónal otro extremo del salón.

Spade se fue al teatro Geary, nopudo encontrar a Cairo en el vestí-bulo y entonces se apostó en la ace-ra opuesta, cara al teatro. El jovenmerodeaba por allí como un paseantemás ante el restaurante Marquard.

A las ocho y diez apareció JoelCai ro , sub iendo por Geary St ree tc o n s u s p a s i t o s r e m i l g a d o s ysaltarines. Pareció no ver a Spadehas ta que e l de tec t ive p r ivado l etocó en el hombro; entonces pareciómoderadamente sorprendido un ins-tante y en seguida dijo:

—Ah, ya, usted vio la entrada.

—Ajá. Quiero enseñarle algo —Spade apartó a Cairo un poco del pasode los otros viandantes que se dirigíanal teatro—. Ese chico de la gorra queestá junto al Marquard.

Ca i ro murmuró «Ya» y mi ró l ahora . Obse rvó Geary St ree t . Mi ról a c a r t e l e r a d e l t e a t r o q u e t e n í ae n f r e n t e , e n l a q u e u n G e o r g eA r l i s s a p a r e c í a v e s t i d o d eShy lock , y luego sus o jos oscurosfue ron ro tando hac ia un lado has-

6.

El espía de bolsillo

Una vez que Cairo se hubo ido, Spadepermaneció sentado en soledad durante me-dia hora, inmóvil, con el ceño fruncido, fren-te a la mesa de escribir. Finalmente, dijo envoz alta, en el tono de quien descarta un pro-blema: «¡ Bueno! ¡Lo pagan!», tras lo cualsacó del cajón de la mesa un vaso de papel yuna botella de cócteles Manhattan ya prepa-rados. Llenó el vaso en dos terceras partesde su capacidad, bebió, volvió a guardar labotella en el cajón, tiró el vaso al cesto delos papeles, se puso el sombrero y el abrigo,apagó las luces y salió a la calle, iluminadapor la noche.

Un muchacho desmedrado, como deveinte a veintiún años, con una pulcragorra gris y un abrigo de igual color, es-taba parado sin aparente ocupación en laesquina de la casa.

Spade fue andando por la Sutter Streethasta la de Kearny. Allí entró en un es-tanco para comprar dos bolsas de tabacode hebra Bull Durham. Cuando salió, elmuchacho era una de las cuatro personasque esperaban el tranvía en la esquina deenfrente.

Spade c e n ó e n l a P a r r i l l a d eHerbert, en la Powell Street. Cuandosalió de allí, a las och o menos cuar-to, el muchacho estaba curioseando elescaparate de una camisería cercana.

Spade se dirigió al hotel Belvedere ypreguntó en la conserjería por mister Cairo.Le dijeron que no estaba en el hotel enaquel momento. El muchacho se sentó enuna silla en una esquina del vestíbulo.

S p a d e f u e a l t e a t r o G e a r y, n ov i o a C a i r o e n e l v e s t í b u l o y s ea p o s t ó e n l a a c e r a d e e n f r e n t em i r a n d o a l t e a t r o . E l m u c h a c h oestuvo paseando con otros transeúntes por delantedel restaurante Marquard, un poco más abajo.

A l a s o c h o y d i e z v i o v e n i rp o r l a G e a r y St r e e t a C a i r o , q u ea v a n z a b a c o n s u s _______ p a s i t o se l á s t i c o s . Cairo no se percató dela presencia del detect ive hasta queéste le tocó en un hombro. Duranteunos instantes pareció l igeramentesorprendido, pero luego di jo:

—Claro, vio usted la entrada.

—Sí. Hay algo que le quiero mostrar—dijo Spade, llevando a Cairo hacia laacera, a alguna distancia de la gente queacudía al teatro—. Mire usted a ese mu-chacho de la gorra junto a Marquard.

—Voy —dijo Cairo, en voz baja.Primero observó su reloj. Luego

miró calle arriba. Y también dirigió lamirada al cartel del teatro que tenía de-lante, en el cual se veía a George Arlisscaracterizado de Shylock. Al fin, susojos oscuros se movieron lentamente en

loiter idle, hogazanear, merodear, zanganear, deam-bular

loitered travelled indolently & with long pausesloitering parsimonioso, cachazudo,loiterer lingerer someone who lingers aimlessly in or

about a place, curioso

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haberdasher n. 1 Brit. a dealer in dress accessoriesand sewing-goods. 2 US a dealer in men’sclothing. Comerciante de tejidos

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sockets unt i l they were looking atthe kid in the cap, at his cool palef a c e w i t h c u r l i n g l a s h e s h i d i n glowered eyes .

“Who is he?” Spade asked.

Cairo smiled up at Spade. “I donot know him.”

“ H e ’s b e e n t a i l i n g m e a r o u n dtown.”

C a i r o w e t h i s l o w e r l i pw i t h h i s t o n g u e a n d a s k e d :“Do you think it was wise, then, tolet him see us together?”

“How do I know?” Spade replied.“Anyway, it’s done.”

C a i r o r e m o v e d h i s h a t a n dsmoo thed h i s ha i r w i th a g lovedh a n d . H e r e p l a c e d h i s h a tc a r e f u l l y o n h i s h e a d a n d s a i dwi th eve ry appea rance o f candor:“I give you my word I do not knowhim, Mr. Spade. I give you my word Ihave nothing to do with him. I haveasked nobody’s ass i s tance excep tyours, on my word of honor.”

“Then he’s one of the others?”

“That may be.”

“I just wanted to know, because ifhe gets to be a nuisance I may haveto hurt him.”

“Do as you think best. He is not afriend of mine.”

“ T h a t ’s g o o d . T h e r e g o e s t h ecur ta in . Good night ,” Spade sa id ,and c rossed the s t ree t to board awestbound street-car. The youth in thecap boarded the same car.

Spade left the car at Hyde Streetand went up to his apartment. Hisrooms were not great ly upset , buts h o w e d u n m i s t a k a b l e s i g n s o fhaving been searched. When Spadehad washed and had put on a freshshirt and collar he went out again,w a l k e d u p t o S u t t e r S t r e e t , a n dboarded a westbound car. The youthboarded it also.

Within half a dozen blocks of theCoronet Spade left the car and wentinto the ves t ibule of a ta l l browna p a r t m e n t - b u i l d i n g . H e p r e s s e dt h r e e b e l l - b u t t o n s t o g e t h e r. T h estreet-door-lock buzzed. He entered,passed the elevator and stairs, wentdown a long yellow-walled corridorto the rear of the building, found aback door fastened by a Yale lock,and le t h imsel f out in to a narrowcourt. The court led to a dark backstreet , up which Spade walked fortwo blocks. Then he crossed over toCal i forn ia St ree t and went to theCoronet. It was not quite half-past

t a e n f o c a r a l c h i c o d e l a g o r r a ,a q u e l r o s t r o p á l i d o y f r í o d ep e s t añas rizadas que escondían unosojos fijos en el suelo.

—¿Quién es? —preguntó Spade.

Cairo sonrió a Spade.—No le conozco.

—Me ha estado siguiendo por todala ciudad.

Cairo se humedeció el labio inferiorcon la lengua y preguntó:

—¿Le parece entonces inteligentehaberle dejado que nos vea juntos?

—¿Y cómo voy a saberlo? —replicóSpade—. En cualquier caso, ya está hecho.

Cairo se quitó el sombrero y sealisó el pelo con una mano enguan-tada. Volvió a colocarse el sombrerocon todo cuidado y dijo con lo queparecía una sinceridad absoluta:

—Le doy mi palabra de que no le co-nozco, señor Spade. Le doy mi palabrade que no tengo nada que ver con él.No he recabado ayuda de nadie, salvola suya, tiene mi palabra de honor.

—¿Entonces es uno de los otros?

—Pudiera ser.

—Sólo quería saberlo, porque si seconvierte en un estorbo lo mismo ten-go que hacerle daño.

—Haga lo que mejor le parezca. Noes amigo mío.

—Estupendo. Van a levantar el telón.Buenas noches —dijo Spade y cruzó lacalle para abordar un tranvía que iba ha-cia el oeste. El chico de la gorra subióal mismo tranvía.

Spade se bajó en Hyde Street y su-bió a su apartamento. Sus habitacionesno estaban demasiado revueltas, peromostraban señales inequívocas de ha-ber sido registradas. Una vez que sehubo lavado y se hubo cambiado de ca-misa y de cuello, Spade volvió a salir,subió hasta Sutter Street y abordó untranvía que iba hacia el oeste. El jovenhizo lo propio.

A media docena de manzanas delCoronet, Spade se bajó del tranvía y en-tró en el vestíbulo de un edificio deapartamentos alto y de color parduzco.Llamó a tres timbres simultáneamente.Se oyó el ruido del portero automático.Entró, dejó a un lado el ascensor y lasescaleras, avanzó por un largo pasillode paredes amarillas hasta llegar a laparte trasera del edificio, encontró unapuerta asegurada con una cerradura Yaley salió a un patio estrecho. El patio dabaa una oscura calle posterior por la queSpade subió a lo largo de dos manza-nas. Después cruzó California Street yse dirigió al edificio Coronet. Todavía

las órbitas para mirar de reojo al mu-chacho de la gorra, a su pálido rostro ya sus rizadas pestañas que sombreabanlos ojos bajos.

—¿Quién es? —preguntó Spade.

Cairo sonrió y dijo:—No le conozco.

—Ha estado siguiéndome por toda laciudad.

Cairo se humedeció el labio inferiorcon la lengua y preguntó:

—¿Cree usted que ha sido prudente de-jar que nos vea juntos?

—¿Cómo lo voy a saber? —respondióSpade—. En fin, ya está hecha.

Cairo se quitó el sombrero y sea t u s ó e l p e l o c o n u n a m a n oenguantada. Volvió a ponerse cuida-dosamente el sombrero, y dijo en vozque sonó completamente sincera:

—Le doy mi palabra de que no leconozco, mister Spade. Le aseguroque nada tengo que ver con él. Pala-bra de honor que a nadie, excepto austed, le he pedido que me ayude.

—Entonces, ¿es uno de los otros?

—Eso pudiera ser.

—He querido saberlo porque si me damucho la lata, puede que tenga que ha-cerle daño.

—Haga usted lo que juzgue oportuno.No es amigo mío.

— E s t á b i e n . Va a s u b i r e l t e -l ó n . B u e n a s n o c h e s — d i j oS p a d e , y c r u z ó l a c a l l e p a r a s u -b i r a u n t r a n v í a e n d i r e c c i ó n a lo e s t e d e l a c i u d a d .

El muchacho de la gorra tomó el mis-mo tranvía. Spade bajó del tranvía en laHyde Street y subió a su apartamento. Sushabitaciones no estaban muy desordena-das, pero se notaba claramente que habíansido registradas. Después de lavarse y deponerse una camisa limpia, volvió a sa-lir, subió por la Sutter Street y tomó untranvía hacia el oeste de la ciudad. El mu-chacho cogió el mismo tranvía.

A media docena de manzanas delCoronet, Spade bajó del tranvía y en-tró en el vestíbulo de una casa alta deapartamentos. Allí pulsó tres botonesde timbre al mismo tiempo. Zumbó elcierre de la puerta de la calle al abrir-se. Entró, pasó ante el ascensor y la es-calera, recorrió un pasillo largo y deparedes ocres hasta la parte trasera deledificio, llegó a una puerta cerrada conuna cerradura Yale, y salió a un patioestrecho. Este patio daba a una calletrasera oscura, a lo largo de la cualSpade anduvo durante dos manzanas.Entonces cruzó a la California Streety entró en el Coronet. Eran casi las

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nine o’clock.

The eagerness with which BrigidO ’ S h a u g h n e s s y w e l c o m e d S p a d es u g g e s t e d t h a t s h e h a d b e e n n o tentirely certain of his coming. Shehad put on a satin gown of the blueshade ca l l ed Ar to i se tha t season ,wi th chalcedony shoulder-straps ,and her stockings amid slippers wereArtoise.

The red and cream si t t ing-roomh a d b e e n b r o u g h t t o o r d e r a n dlivened with flowers in squat potteryv a s e s o f b l a c k a n d s i l v e r . T h r e esmall rough-barked logs burned inthe fireplace. Spade watched themburn while she put away his hat andcoat.

“Do you bring me good news?” sheasked when she came into the roomagain. Anxiety looked through her smile,and she held her breath.

“We won’t have to make anything publicthat hasn’t already been made public.”

“The police won’t have to knowabout me?”

“No.”

She sighed happily and sat on thewalnut settee. Her face relaxed andher body relaxed. S h e s m i l e d u p a th i m w i t h a d m i r i n g e y e s .“However did you manage i t?” shea s k e d m o r e i n w o n d e r t h a n i ncur iosi ty.

“Most things in San Francisco canbe bought, or taken.”

“And you won’t get into trouble?Do si t down.” She made room forhim on the settee.

“I don’t mind a reasonable amountof t roub le ,” he sa id wi th no t toomuch complacence.

He stood beside the fireplace andlooked at her with eyes that studied,weighed, judged her without pretenset h a t t h e y w e r e n o t s t u d y i n g ,weighing, judging her. She flushedslightly under the frankness of hisscrutiny, but she seemed more sureo f h e r s e l f t h a n b e f o r e , t h o u g h abecoming shyness had not left hereyes. He stood there until it seemedpla in tha t he meant to ignore herinvitation to sit beside her, and thencrossed to the settee.

“You aren’t,” he asked as he satdown, “exactly the sort of person youpretend to be, are you?”

“I’m not sure I know what youmean,” she said in her hushed voice,looking at him with puzzled eyes.

no eran las nueve y media.

El ansia con que BrigidO’Shaughnessy recibió a Spade indica-ba que no había estado muy segura desu regreso. Se había puesto un vestidode satén de un tono azul que aquellatemporada recibía el nombre de Artoise,con tirantes de color calcedonia, mien-tras que medias y zapatos eran tambiénen tono Artoise.

El salón rojo y crema había sidoordenado y animado con flores colo-cadas en j a r rones bajos de ce rámi -ca negra y p la t a . Tres t ronqu i tosde cor teza áspera a rd ían en l a ch i -menea . Spade se quedó mirándolos_______ mientras ella le guardaba elsombrero y el abrigo.

— ¿ M e t r a e b u e n a s n o t i c i a s ? —l e p r e g u n t ó a l r e g r e s a r a l s a l ó n .Su sonrisa traslucía ansiedad mientrascontenía el aliento.

—No tendremos que hacer públiconada que no se sepa ya.

—¿La policía no tendrá que sabernada de mí?

—No.

S u s p i r ó f e l i z y s e s e n t ó e ne l s o f á d e n o g a l . R e l a j ó e l r o s -t r o y e l c u e r p o . L e d i r i g i ó u n as o n r i s a c o n o j o s a d m i r a d o s .

—¿Cómo lo ha conseguido? —lepreguntó con más admiración quecuriosidad.

—En San Francisco pueden comprarse,o cogerse, la mayor parte de las cosas.

—¿Y no se meterá en un lío? Siénte-se, por favor —y le hizo un sitio en elsofá.

—No me importan los líos de uncalibre razonable —dijo sin excesivacomplacencia.

Se quedó de pie junto al fuego yla miró con unos ojos que estudiaban,sopesaban y juzgaban haciendo comoque no. ______________ __________________ __________ ___________ Ellase sonrojó levemente ante la franqueza desu escrutinio, pero daba la impresión deestar más segura que antes, aunque aque-lla timidez favorecedora no había abando-nado sus ojos. Spade continuó de pie has-ta que quedó bien claro que no pensaba ha-cer caso de su invitación a sentarse a sulado, y entonces se aproximó al sofá.

—Usted no es exactamente —pregun-tó mientras se sentaba— el tipo de per-sona que pretende ser, ¿verdad?

—No sé si entiendo lo que quiere de-cir —dijo ella con voz queda mientrasle miraba confundida.

nueve y media.

La ansiedad con que Brigid aco-gió a Spade pareció indicar que noestaba muy segura de que viniera. Sehab ía pues to un ves t ido de sa t énazul de la tonalidad que en aquellatemporada fue denominada Artoise,con hombreras de ca lcedonia ; ytanto las medias como los zapatoseran azul Artoise.

El orden reinaba ya en la salita roja ycrema, que aparecía alegrada por floresdispuestas en achatados jarrones de ce-rámica, negros y plata. Tres pequeños le-ños sin descortezar ardían en el hogar dela chimenea. Spade estuvo viéndolosarder mientras ella colgaba el sombreroy el abrigo.

—¿Me trae usted buenas noticias? —preguntó Brigid al regresar a la habita-ción. S o n r i ó a n h e l o s a m e n t e ycontuvo la respiración.

—No tendremos que informar de nadaque ya no se sepa.

—¿No tendrá la policía que enterarsede que existo?

—No.

La muchacha dio un suspiro de satis-facción y se sentó en el sofá de nogal. Suexpresión se relajó, y también su cuerpo.Sonrió a Spade con ojos de admiración.

—¿Cómo pudo arreglárselas? —pre-guntó en tono más de asombro que de cu-riosidad.

—En San Francisco se puede comprarcasi todo. O cogerlo.

—¿Y no se buscará usted complicacio-nes? Siéntese —añadió, haciéndole sitioen el sofá.

—No me importa una cantidad razonablede complicaciones —dijo, s in especialcomplacencia para consigo mismo.

Spade permaneció de pie junto a la chi-menea francesa, mirando a la muchachacon ojos que la estudiaban, la sopesabany la juzgaban sin disimular que estaba es-tudiándola, sopesándola y juzgándola. Elrostro de la chica se encendió ligeramen-te; pero ahora parecía sentirse más segu-ra de sí misma que antes, aunque todavíano había desaparecido de sus ojos una ti-midez que le favorecía. Spade permane-ció de pie, como si no pensara aceptar lainvitación de sentarse en el sofá junto aella, y luego se dirigió al sofá.

—Usted no es exactamente la cla-se de persona que pretende ser, ¿ver-dad? —dijo al tomar asiento.

—No estoy segura si comprendo loque quiere decir —respondió ella, en vozbaja y mirándole con ojos perplejos.

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Xa type of quartz

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“ S c h o o l g i r l m a n n e r, ” h ee x p l a i n e d , “ s t a m m e r i n g a n dblushing and all that.”

S h e b l u s h e d a n d r e p l i e dh u r r i e d l y, n o t l o o k i n g a t h i m :“ I told you this afternoon that I’veb e e n b a d — w o r s e t h a n y o u c o u l dknow.”

“That ’s what I mean,” he sa id .“You told me that this afternoon inthe same words, same tone. I t ’s aspeech you’ve practiced.”

A f t e r a m o m e n t i n w h i c h s h eseemed confused almost to the poin to f t e a r s s h e l a u g h e d a n d s a i d :“Very well, then, Mr. Spade, I’m notat all the sort of person I pretend tobe. I’m eighty years old, incrediblyw i c k e d , a n d a n i r o n - m o l d e r b ytrade. But if it’s a pose it’s one I’vegrown into, so you won’t expect meto drop it entirely, will you?”

“Oh, it’s all right,” he assured her.“Only it wouldn’t be all right if youwere actual ly that innocent . We’dnever get anywhere.”

“ I w o n ’ t b e i n n o c e n t , ” s h epromised with a hand on her heart.

“ I s aw Joe l Ca i ro ton igh t , ” hesa id in the manner o f one mak ingpo l i t e conver sa t ion .

G a i e t y w e n t o u t o f h e r f a c e .H e r e y e s , f o c u s e d o n h i sp r o f i l e , b e c a m e f r i g h t e n e d , t h e nc a u t i o u s . H e h a d s t r e t c h e d h i sl e g s o u t a n d w a s l o o k i n g a t h i sc r o s s e d f e e t . H i s f a c e d i d n o ti n d i c a t e t h a t h e w a s t h i n k i n ga b o u t a n y t h i n g .

There was a long pause before sheasked uneasily:

“You—you know him?”

“I saw him tonight.” Spade did notlook up and he maintained his lightconversational tone. “He was goingto see George Arliss.”

“You mean you talked to him?”

“Only for a minute or two, till thecurtain-bell rang.”

She got up f rom the set tee andwent to the fireplace to poke the fire.She changed slightly the position ofan o rnamen t on the man te lp i ece ,c rossed the room to ge t a box ofcigarettes from a table in a corner,straightened a curtain, and returnedto her seat. Her face now was smoothand unworried.

S p a d e g r i n n e d s i d e w i s ea t h e r a n d s a i d : “ Yo u ’ r egood. You’re very good.”

—Modales de niña de colegio —ex-plicó él—, venga a tartamudear y a po-nerse colorada.

E l l a s e s o n r o j ó y r e p u s o a p r e -s u r a d a m e n t e , s i n m i r a r l e :

—Ya le dije esta tarde que me habíaportado mal... peor de lo que se imagi-na.

—Eso es lo que quiero decir —dijo él—. Eso fue lo que me dijo esta tarde, con lasmismas palabras, en el mismo tono. Es unaparrafada que tiene ensayada.

Tras un instante en el que ella pare-ció estar confusa y casi al borde de laslágrimas, soltó una carcajada y dijo:

—Muy bien, señor Spade. No soy eltipo de persona que pretendo ser, en ab-soluto. Tengo ochenta años, soy increí-blemente malvada y soy herrero deprofesión. Pero si es una pose, me heeducado así y no puede esperar que laabandone por completo, ¿no?

—Vale, vale, está bien —afirmóél—. Sólo que no estaría tan bien deser usted tan inocente. Nunca llega-ríamos a nada.

—No seré inocente —prometió ellacon una mano sobre el corazón.

—He visto a Joel Cairo esta no-che —dijo é l en e l tono de quienconversa amigablemente.

La alegría desapareció del rostro deBrigid O’Shaughnessy, mientras susojos, fijos en el perfil de Spade, refle-jaron un temor creciente y luego ciertacautela. Spade había estirado las pier-nas y se miraba los pies, que había cru-zado. Su rostro no indicaba que estu-viera pensando en nada.

Se produjo una larga pausa antes deque ella preguntara, inquieta:

—¿Le... le conoce?

—Le he visto esta noche —Spade nolevantó la mirada y prosiguió con sutono informal—: Iba a ver a GeorgeArliss.

—¿Quiere decir que ha hablado con él?

—Un par de minutos, hasta quesonó el t imbre.

Ella se levantó del sofá y se acercó ala chimenea para avivar el fuego. Cam-bió ligeramente de posición un adornode la repisa de la chimenea, atravesó lahabitación para coger una caja de ciga-rrillos de una mesa que había en un rin-cón, alisó una cortina y regresó a su si-tio. Tenía el rostro suavizado y exentode preocupación.

Spade sonrió de lado hacia donde es-taba ella y dijo:

—Lo hace bien. Lo hace muy bien.

— E s o s m o d a l e s d e c o l e g i a l a ,e s o s b a l b u c e o s , e s o s r u b o r e s , ytodo lo demás .

La muchacha se sonrojó y respondióapresuradamente sin mirarle:

—Le dije esta tarde que he llevadomala vida... Peor de lo que puede imagi-nar.

—Eso es lo que quiero decir. Esta tar-de me lo ha dicho con las mismas pala-bras, con el mismo tono. Es una frase quetiene muy ensayada.

Tras unos momentos en que pa-reció confundida y a punto de llo-rar, Brigid se echó a reír y dijo:

—Está bien. No me parezco en nada a lapersona que pretendo representar. Tengoochenta años, soy increíblemente malvada, ymi profesión es la de herrero. Pero si bien setrata de una postura fingida, estoy ya tan acos-tumbrada a ella que no debe usted esperar quela descarte por completo. ¿Estamos?

—Desde luego, desde luego. A mí me esigual. Lo que ocurre es que no sería buenoque fuera usted verdaderamente tan inocen-te. No llegaríamos a ninguna parte.

—Renunciaré a la inocencia —contestó lamuchacha, llevándose la mano al corazón.

—He visto a Joel Cairo esta noche —dijoSpade en el tono de quien procura cortésmen-te que no decaiga la conversación.

La a legr ía desaparec ió de la cara deBr ig id . Sus o jos , que miraban f i j amen-t e e l p e r f i l d e l d e t e c t i v e , d e n o t a r o np r i m e r o t e m o r y d e s p u é s c a u t e l a .Spade había es t i rado las p ie rnas y con-templaba los p ies c ruzados . Su expre-s ión no ind icaba que es tuv ie ra pensan-do en a lgo .

Después de una larga pausa, la mu-chacha preguntó, in t ranqui lamente:

—¿Le... le conoce usted?

— L e v i e s t a n o c h e . C a i r o i b aa v e r a G e o r g e A r l i s s — d i j oS p a d e , e n e l m i s m o t o n o c o l o -q u i a l .

—¿Quiere decir que habló con él?

—Sólo uno o dos minutos. Hasta quesonó el timbre para subir el telón.

Brigid se levantó del sofá y se acer-có a la chimenea para atizar el fuego.Cambió ligeramente de sitio una chu-chería que había sobre la repisa, cruzóla habitación para coger una cigarreraque estaba encima de una rinconera,arregló las cortinas y volvió a su asien-to. Su expresión era normal y no expre-saba preocupación.

Spade sonrió de soslayo hacia ella y dijo:—Es usted magnífica, realmente

magnífica.

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H e r f a c e d i d n o t c h a n g e .S h e a s k e d q u i e t l y :“What did he say?”

“About what?”

She hesitated. “About me.”

“Nothing.” Spade turned to holdh i s l i g h t e r u n d e r t h e e n d o f h e rcigarette. His eyes were shiny in awooden satan’s face .

“Well, what did he say?” she askedwith half-playful petulance.

“ H e o f f e r e d m e f i v e t h o u s a n ddollars for the black bird.”

She started, her teeth tore the endof her cigarette, and her eyes, aftera swi f t a l a rmed g lance a t Spade ,turned away from him.

“You’re not going to go aroundpoking at the fire and straighteningup the room aga in , a r e you?” heasked lazily.

She laughed a clear merry laugh,dropped the mangled cigarette intoa tray, and looked at him with clearmerry eyes. “I won’t,” she promised.“And what did you say?”

“Five thousand dollars is a lot ofmoney.”

She smiled, but when, instead ofsmil ing, he looked gravely at her,her smile became faint , confused,and presently vanished. In its placec a m e a h u r t , b e w i l d e r e d l o o k .“ S u r e l y y o u ’ r e n o t r e a l l yconsidering it ,” she said.

“Why not? Five thousand dollarsis a lot of money.”

“But, Mr. Spade, you promised tohelp me.” Her hands were on his arm.“ I t rus t ed you . You can’t—” Shebroke off, took her hands from hissleeve and worked them together.

S p a d e s m i l e d g e n t l yi n t o h e r t r o u b l e d e y e s .“Don’t le t ’s t ry to f igure out howmuch you’ve trusted me,” he said. “Ipromised to help you—sure—but youdidn’t say anything about any blackbirds .”

“But you must’ve known or—oryou wouldn’t have mentioned it tome. You do know now. You won’t—you can’t—treat me like that.” Hereyes were cobalt-blue prayers.

“Five thousand dollars is,” he saidfor the third time, “a lot of money.”

S h e l i f t e d h e r s h o u l d e r s a n dh a n d s a n d l e t t h e m f a l l i n ag e s t u r e t h a t a c c e p t e d d e f e a t .

La expresión de Brigid O’Shaughnessyno se alteró. Preguntó quedamente:

—¿Y qué dijo?

—¿Sobre qué?—Ella vaciló.

—Sobre mí.

—Nada —Spade se giró para mante-ner el mechero bajo el cigarrillo queella sostenía. A él le brillaban los ojosen su rostro de satán petrificado.

—Venga, ¿qué dijo? —preguntó ellairritada pero medio en broma.

—Me ofreció cinco mil dólares porel pájaro negro.

Ella dio un respingo, mordió elcigarrillo y sus ojos, después de unamirada brevísima de alarma, dejaronde mirar a Spade.

— ¿ N o i r á a a v i v a r e l f u e g oy a r e o r g a n i z a r l a h a b i t a c i ó no t r a v e z , e h ? — p r e g u n t ó é lp e rezosamente .

Ella soltó una carcajada alegre y fran-ca, dejó caer el cigarrillo aplastado enun cenicero y le miró con ojos alegres.

—No —prometió—. Y usted, ¿quédijo?

—Que cinco mil dólares es muchodinero.

Ella sonrió, pero cuando, en lugar desonreír a su vez, él la miró seriamente, lasonrisa se le fue desdibujando, confundi-da, hasta desvanecerse de pronto. En su lu-gar apareció una mirada herida y perpleja.

— N o l o e s t a r á p e n s a n d o e ns e r i o — d i j o .

—¿Por qué no? Cinco mil dólares esmucho dinero.

—Pero señor Spade, usted prometióayudarme —le había puesto las manos enel brazo—. Yo me fié de usted. No puedeusted... —se interrumpió, apartó las ma-nos de la manga y las entrelazó.

Spade sonrió con amabilidad mirando di-rectamente aquellos ojos compungidos.

—Más va l e que no i n t en t emosaveriguar cuánto se ha fiado de mí—repuso—. Prometí ayudarla, des-de luego, pero usted no dijo nada depájaros negros.

—Pero usted no debía saberlo por-que... porque de lo contrario me lo habríamencionado. Y ahora lo sabe. No me... nopuede usted tratarme así —tenía los ojoscomo dos plegarias azul cobalto.

—Cinco mil dólares —dijo él por ter-cera vez— es mucho dinero.

Ella se encogió de hombros y levan-tó las manos para dejarlas caer en ungesto de aceptación de la derrota.

La muchacha no cambió de expresión.Se limitó a preguntar, calladamente:

—¿Qué le dijo a usted?

—¿Acerca de qué?

—Acerca de mí —dijo después de vacilar.

—Nada —dijo Spade, volviéndose ha-cia ella para sostener el encendedor debajode su cigarrillo, y brillaron los ojos en lasatánica cara de madera del detective.

—Bueno, ¿qué dijo? —preguntó ella,con petulancia casi juguetona.

—Me ofreció cinco mil dólares por elpájaro negro.

El sobresalto hizo que la muchacharompiera su cigarrillo, y sus ojos, despuésde lanzar una mirada de alarma haciaSpade, se apartaron de él.

—¿No va usted a dar otro paseo paraatizar el fuego y arreglar unas cuantas co-sas en la habitación? —preguntó Spade,perezosamente.

Brigid dejó escapar una risa fresca yalegre, soltó el cigarrillo roto en un ceni-cero y le miró con alegres y frescos ojos.

—No —dijo—. ¿Y usted qué le res-pondió?

—Que cinco mil dólares es mucho di-nero.

La muchacha sonrió; pero cuando Spade,en lugar de sonreír, la miró con expresióngrave, su sonrisa se nubló, se tornó forzada yacabó por desaparecer. Y vino a reemplazar-la una expresión dolida y de perplejidad.

— ¿ N o s e l e o c u r r i r á a c e p t a rl a o f e r t a ?

—¿Por qué no? Cinco mil dólares esmucho dinero.

—Pero, mister Spade..., prometió ayudar-me a mí —dijo la chica, poniéndole las ma-nos sobre el brazo—. He confiado en usted...No puede... —Se interrumpió, retiró las ma-nos y se restregó la una contra la otra.

S p a d e s o n r i ó , m i r á n d o l el o s o j o s c o n t u r b a d o s .

—Vamos a no tratar de decidir enqué grado confió en mí. Yo prome-t í ayudarla , es cier to, pero usted nome d i jo n i una pa labra acerca depájaros negros.

—Pero... usted tenía que estar entera-do, o no me habría hablado de ello. Aho-ra está enterado. No irá..., no puede tra-tarme así —y los ojos del color del co-balto le miraron suplicantes.

—Cinco mil dólares —dijo Spade portercera vez—, es mucho dinero.

La muchacha se encogió de hombros yalzó las manos, para luego bajar los unos ydejar caer las otras con un ademán de derrota.

petulance no es petulancia, sino malhumor, ma1genio, irritabilidad, mientras que petulanciasugiere insolence, arrogance, flippancy. In-solencia, atrevimiento o descaro. Vana y ridí-cula presunción.

De modo paralelo, petulant es malhumo-rado, irritable, de ma1 genio, enojadizo, ca-prichoso, quisquilloso; y petulante se usapara arrogant, vain, smug [presumido] ,insolent, f l ippant. En la misma l inea,petulantly es de mal humor, mientras quepetulantemente se refiere a insolently.

mangle, mutilate, cut up destroy or injure severely;mangle 1 a machine having two or more cylinders

usu. turned by a handle, between which wetclothes etc. are squeezed and pressed.

press (clothes etc.) in a mangle.mangle 2 v.tr. 1 hack, cut about, or mutilate by blows

etc. 2 spoil (a quotation, text, etc.) by misquoting,mispronouncing, etc. 3 cut roughly so as todisfigure.

petulant malhumorado,irritable, de mal genio, enoja-dizo caprichoso, quisquilloso

petulante arrogante, insolente, presumido, smugsmug engreído, pagado de sí mismo, petulan-

te. Exhibiting or feeling great or offensivesatisfaction with oneself or with one’ssituation; self-righteously complacent: “thesmug look of a toad breakfasting on fat marshflies” (William Pearson).

smugly con aires de suficiencia

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“ I t i s , ” s h e a g r e e d i n a s m a l ld u l l v o i c e . “ I t i s f a r m o r e t h a nI c o u l d e v e r o f f e r y o u , i f I m u s tbid for your loyalty.”

Spade laughed. His laughter was brief andsomewhat bitter. “That is good,” he said,“coming from you. What have yougiven me besides money? Have yougiven me any of your confidence?a n y o f t h e t r u t h ? a n y h e l p i nhelping you? Haven’t you tr ied tob u y m y l o y a l t y w i t h m o n e y a n dnothing else? Well, if I’m peddlingit, why s h o u l d n ’ t I l e t i t g o t o t h eh i g h e s t b i d d e r ? ”

“I’ve given you all the money Ihave.” Tears glistened in her white-ringed eyes. Her voice was hoarse,vibrant. “I’ve thrown myself on yourmercy, told you that without yourhelp I’m utterly lost . What else isthere?” She suddenly moved close tohim on the settee and cried angrily:“Can I buy you with my body?”

Their faces were few inches apart.Spade took he r f ace be tween h i sh a n d s a n d h e k i s s e d h e r m o u t hro u g h l y a n d c o n t e m p t u o u s l y .T h e n h e s a t b a c k a n d s a i d :“I’ll think it over.” His face was hardand furious.

S h e s a t s t i l l h o l d i n g h e rn u m b ed f a c e w h e r e h i s h a n d sh a d l e f t i t .

He s tood up and sa id : “Chr is t !there’s no sense to this.” He took twos t e p s t o w a r d s t h e f i r e p l a c e a n dstopped, glowering at the burninglogs, grinding his teeth together.

She did not move.

H e t u r n e d t o f a c e h e r .T h e t w o v e r t i c a l l i n e s a b o v eh i s n o s e w e r e d e e p c l e f t sb e t w e e n r e d w a l e s . “ Id o n ’ t g i v e a d a m n a b o u t y o u rhonesty,” he told her, trying to makehimself speak calmly. “I don’t carewhat kind of tricks you’re up to, whatyour secrets are, but I’ve got to havesomething to show that you knowwhat you’re doing.”

“I do know. Please believe that Ido , and tha t i t ’s a l l fo r the bes t ,and—”

“ S h o w m e , ” h e o r d e r e d . “ I ’ mwilling to help you. I’ve done what Icou ld so fa r. I f necessa ry I ’ l l goahead blindfolded, but I can’t do itwithout more confidence in you thanI’ve got now. You’ve got to convinceme that you know what it’s all about,t h a t y o u ’ r e n o t s i m p l y f i d d l i n garound by guess and by God, hopingit’ll come out all right somehow inthe end.”

“Can’t you trust me just a l i t t le

—Lo es —concedió en voz baja yapagada—. Es mucho más de lo queyo podría ofrecerle, si es que tuvieraque pujar por su lealtad.

Spade rió. Una risa breve y algo amarga.—Viniendo de usted —dijo— eso

está bien. Porque, aparte de dinero,¿qué me ha dado usted? ¿Me ha dadoalgo de confianza, de verdad, me haprestado alguna ayuda para poder ayu-darla? ¿Es que no ha intentado comprarmi lealtad con dinero y nada más? Puesahí lo tiene: si tengo que ir ofreciendomi mercancía de puerta en puerta, ¿porqué no puedo vender al mejor postor?

—Le he dado todo el dinero que ten-go —las lágrimas brillaban en sus ojosorlados de blanco. Tenía la voz áspera,vibrante—. Me he puesto en manos desu compasión, le he dicho que sin suayuda me encuentro completamenteperdida. ¿Qué más puede haber? —sú-bitamente se le acercó y le gritó—:¿Puedo comprarle con mi cuerpo?

Sus rostros estaban a muy pocos cen-tímetros uno del otro. Spade le cogió lacara con ambas manos y la besó en laboca violenta y desdeñosamente. Lue-go se echó hacia atrás y dijo:

—Lo pensaré —tenía el rostro duroy enfurecido.

E l l a n o m o v i ó s u r o s t r op e t r i f i c a d o d e d o n d e s u sm a n o s l o h a b í a n d e j a d o .

Spade se levantó y dijo:—¡Dios! Esto no tiene sentido —dio dos

pasos hac ia la ch imenea y se de tuvo ,observando furioso los tronquitos que ardíany rechinando los dientes.

Ella no se movió.

Spade se volvió hacia ella. Las dosarrugas verticales que tenía encima de lanariz eran dos profundos desfiladeros en-tre rojos verdugones.

—Me importa un comino su hon-radez —le di jo t ratando de hablarcon ca lma—. No me impor ta quét r u c o s t e n g a p r e p a r a d o s , n i q u és e c r e t o s t e n g a , p e r o y o n e c e s i t oalgo que me demuestre que sabe us-ted lo que está haciendo.

—Sé lo que estoy haciendo. Por fa-vor, créame que lo sé y que es para bien,y que...

—Demuéstremelo —le ordenó—.Estoy deseando ayudarla. Ya he he-cho todo lo posible. Si hace falta,seguiré a ciegas, pero no puedo ha-cerlo si no confío en usted más delo que confío ahora. Tiene que con-vencerme de que usted sabe de quéva esto, de que usted no está senci-llamente dando vueltas a la buena deDios a la espera de que al final sal-ga algo.

— ¿ N o p u e d e c o n f i a r u n p o c o

—Sí, lo es —asintió ella, en vozbaja—. Es mucho más de lo que ja-más podría ofrecerle yo, si es queestá sacando su lealtad a subasta.

Spade rió. Y fue su risa breve y amarga:—Tiene gracia que diga usted eso.

¿Se puede saber qué me ha dado has-ta ahora, aparte de dinero? ¿Acaso haconfiado en mí? ¿Me ha dicho la ver-dad? ¿Me ha ayudado en algo para queyo pueda ayudarla? ¿Es que me haofrecido algo que no sea dinero paraconseguir mi ayuda leal? Si es ciertoque estoy en venta, ¿por qué no voya cerrar el trato con quien más dé?

—Le he entregado todo el dineroque tenía —las lágrimas brillaron ensus o jos cercados de o jeras pá l i -das—. He apelado a su generosidady le he dicho que sin su ayuda estoycompletamente perdida. ¿Qué máspuedo hacer? —se acercó a Spadebruscamente y exclamó con i ra—:¿Puedo comprarle con mi cuerpo?

Sólo unas pulgadas separaban lasdos caras. Spade tomó la de el la en-tre las manos y la besó en la bocab r u s c a y d e s p r e c i a t i v a m e n t e .Luego se apartó y di jo:

—Lo pensaré.Su expresión era dura y feroz.

La muchacha permaneció inmóvil, conla cara en el mismo sitio en que la ha-bían dejado las manos del detective.

Spade se levantó y dijo:—¡Todo esto no tiene sentido!Dio dos pasos hacia la chimenea, se detuvo,

al mismo tiempo que rechinaba los dientes,contempló los leños que ardían.

Brigid no se movió.

Spade volvió la cara hacia ella. Lasdos l íneas ver t icales por encima de lanariz parecían dos profundas hendidurasentre rayas rojas.

—Me importa bien poco su hon-radez —dijo t ratando de hablar conca lma—. Me impor t an b i en pocos u s t r i q u i ñ u e l a s y s u s s e c r e t o s ,pero t iene que hacer algo para con-vencerme de que sabe usted lo queestá haciendo.

— S é l o q u e e s t a y h a c i e n d o .Créame . Es lo me jo r que se puedehacer y. . .

—Demués t r eme lo —ordenóSpade—. Estoy dispuesto a ayudarla.Hasta ahora he hecho lo que he podi-do. Si es preciso, seguiré a ciegas,pero no lo haré a menos que me de-muestre más confianza que hasta lafecha. Tiene que convencerme de quesabe de qué se trata, de que no estátratando de adivinarlo por la gracia deDios con la esperanza de que todo sal-drá bien al final.

—¿No puede fiarse de mí un poco

glower mirar con el ceño fruncido, lanzar unamirada de ira, calenturienta, encendida, ful-minante; lanzar una mirada fulminante, fulmi-nar con la mirada, enfurecer

X

Xwale marca en la pielverdugón roncha que levanta el golpe del azote

roncha marca, cardenal

XX

brief 1 (de duración) breve, momentáneo abrief rest, un breve descanso 2 (de ta-maño) conciso, lacónico, muy corto, inbrief , en resumen

1 (noticia) informe, sumario, resumen 2Jur escrito 3 briefs pl, (de hombre) cal-zoncillos (de mujer) bragas

1 (dar información) informar, despachar 2Mil Jur informar a

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longer?”

“How much is a little? And whatare you waiting for?”

She bit her lip and looked down.“I must talk to Joel Cairo,” she saidalmost inaudibly.

“You can see him tonight,” Spadesaid, looking at his watch. “His showwill be out soon. We can get him onthe phone at his hotel.”

S h e r a i s e d h e r e y e s , a l a r m e d .“ B u t h e c a n ’ t c o m e h e r e . Ic a n ’ t l e t h i m k n o w w h e r e I a m .I ’ m a f r a i d . ”

“My place,” Spade suggested.

S h e h e s i t a t e d , w o r k i n g h e rl i p s t o g e t h e r , t h e n a s k e d : “ D oy o u t h i n k h e ’ d g o t h e r e ? ”

Spade nodded.

“ A l l r i g h t , ” s h e e x c l a i m e d ,j u m p i n g u p , h e r e y e s l a r g e a n dbright. “Shall we go now?”

S h e w e n t i n t o t h e n e x t r o o m .S p a d e w e n t t o t h e t a b l e i n t h ec o r n e r a n d s i l e n t l y p u l l e d t h edrawer ou t . The d rawer he ld twopacks o f p l ay ing -ca rds , a pad o fs c o r e - c a r d s f o r b r i d g e , a b r a s sscrew, a piece of red s tr ing, and agold pencil . He had shut the drawerand was l ight ing a cigaret te whenshe returned wearing a small darkh a t a n d a g r e y k i d s k i n c o a t ,carrying his hat and coat .

Their taxicab drew up behind ada rk sedan tha t s tood d i rec t ly inf ron t o f Spade ’s s t r e e t -doo r. I vaArcher was alone in the sedan, sittingat the wheel. Spade lifted his hat toher and went indoors wi th Br ig idO ’ S h a u g h n e s s y. I n t h e l o b b y h ehalted beside one of the benches andasked: “Do you mind waiting here amoment? I won’t be long.”

“That’s perfectly all right,” BrigidO’Shaughnessy said, si t t ing down.“You needn’t hurry.”

S p a d e w e n t o u t t o t h e s e d a n .W h e n h e h a d o p e n e d t h es e d a n ’s d o o r I v a s p o k e q u i c k l y :“I ’ v e g o t t o t a l k t o y o u , S a m .C a n ’ t I c o m e i n ? ” H e r f a c e w a sp a l e a n d n e r v o u s .

“Not now.”

Iva clicked her teeth together andasked sharply: “Who is she?”

“I’ve only a minute, Iva,” Spadesaid patiently. “What is it?”

m á s ?

—¿Cuánto es un poco? ¿A qué estáesperando?

Se mordió un labio y bajó la mirada.—Debo hablar con Joel Cairo —dijo

casi inaudiblemente.

—Puede verle esta misma noche —dijo Spade consultando su reloj—. Lafunción termina dentro de un rato. Po-demos llamarle por teléfono al hotel.

El la levantó la v is ta , a la rmada.—Pero no puede veni r aquí . No

q u i e r o q u e s e p a d ó n d e e s t o y .M e d a m i e d o .

—En mi casa —sugirió Spade.

E l l a d u d ó , c e r r ó l o s l a b i o sy l u e g o p r e g u n t ó :

—¿Cree usted que iría?

Spade asintió.

—De acuerdo —exclamó ella, levan-tándose de un salto, con los ojos bri-llantes y bien abiertos—. ¿Nos vamos?

Entró en la habitación contigua.Spade se acercó a la mesa del rincón y,silenciosamente, abrió el cajón. Allíhabía un par de paquetes de naipes, uncuadernillo para anotar puntos de brid-ge, un tornillo de bronce, un trozo decordel rojo, un lápiz de oro. Había ce-rrado el cajón y estaba encendiendo uncigarrillo cuando ella regresó llevandoun sombrerito oscuro y un abrigo de ca-britilla gris, además del sombrero y elabrigo de Spade.

El taxi aparcó detrás de un sedán os-curo que estaba justamente enfrente delportal de Spade. Al volante, sola, estabaIva Archer. Spade se quitó el sombreroal pasar a guisa de saludo y entró en elportal con Brigid O’Shaughnessy. Ya enel vestíbulo, se detuvo un momento allado de uno de los bancos y le dijo:

—¿No le importa esperar aquí unmomento? No tardaré.

—De acuerdo —repuso BrigidO’Shaughnessy, sentándose—. No tene-mos prisa.

Spade salió otra vez y se acercó alsedán. Cuando abrió la puerta del sedán,Iva habló apresuradamente:

—Tengo que hablar contigo, Sam.¿No puedo subir? —tenía el rostro lívi-do y denotaba nerviosismo.

—Ahora no.

Iva apretó los dientes y preguntó con aspereza:—¿Quién es?

—Iva, sólo tengo un minuto —dijoSpade, paciente—. ¿De qué se trata?

más?

—¿Cuánto tiempo es «un poco más»?¿Y a qué aguarda?

La muchacha se mordió el labio y bajó la mirada.—Tengo que hablar con Cairo —dijo en voz

tan baja que sus palabras casi no se oyeron.

—Le puede us t ed ve r e s t a no -che —di jo Spade , mi rando e l r e -lo j—. La func ión acaba rá p ron to .Podemos t e l e fonea r l e a l ho te l .

Brigid alzó la mirada con temor.—Pero... ¡no puede venir aquí! No

quiero que se entere en dónde estoy vi-viendo. Tengo miedo.

—¿En mi casa? —propuso Spade.

E l l a v a c i l ó , m o v i ó l o s l a b i o si n q u i e t a y d i j o :

—¿Cree usted que iría allí?

Spade afirmó con la cabeza.

—Está bien —exclamó, y se pusoen pie de un salto, bien abiertos y bri-llantes los ojos—. ¿Vamos?

Pasó a la habitación contigua. Spadese acercó a la rinconera y abrió el cajón.Dentro había dos barajas, un cuaderni-llo de hojas sueltas para llevar la conta-bilidad del bridge, un tornillo de metaldorado, un trozo de cuerda roja y un lá-piz de oro. Volvió a cerrar el cajón, yestaba encendiendo un cigarrillo cuan-do la muchacha regresó con un pequeñosombrero oscuro y un abrigo de ante gris,trayendo en la mano el sombrero y elabrigo de Spade.

El taxi se detuvo detrás de un co-che cerrado, negro, que estaba a lapuerta de la casa de Spade. Sentadaante e l volante y sola es taba Iva .Spade la saludó con el sombrero yentró en la casa con Brigid. Una vezen el portal, se detuvo junto a unode los bancos y preguntó:

—¿Le importa esperar aquí un mo-mento? No tardaré.

— D e s d e l u e g o . N o s e d ép r i s a — d i j o B r i g i d a l t o m a ra s i e n t o .

S p a d e s e a c e r c ó a l a u t o m ó -v i l . C u a n d o a b r i ó l a p o r t e z u e -l a , I v a l e h a b l ó r á p i d a m e n t e :

—Tengo algo que decirte, Sam. ¿Nopuedo entrar? —dijo, pálida e inquieta lacara.

—Ahora, no.

Iva entrechocó los dientes y preguntó, secamente:—¿Quién es esa mujer?

—Sólo dispongo de un minuto, Iva —dijoSpade, pacientemente—. ¿De qué se trata?

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“ W h o i s s h e ? ” s h er e p e a t e d , n o d d i n g a t t h es t r e e t - d o o r .

H e l o o k e d a w a y f r o m h e r ,d o w n t h e s t r e e t . I n f r o n t o f ag a r a g e o n t h e n e x t c o r n e r a nu n d e r s i z e d y o u t h o f t w e n t y o rt w e n t y - o n e i n n e a t g r e y c a p a n do v e r c o a t l o a f e d w i t h h i s b a c ka g a i n s t a wall. Spade frowned andreturned his gaze to Iva’s insistent face.“What is the matter?” he asked. “ H a sanything happened? You oughtn’t tobe here at this time of night.”

“I’m beginning to believe that,”s h e c o m p l a i n e d . “ Yo u t o l d m e Ioughtn’t to come to the office, andnow I oughtn’t to come here. Do youmean I oughtn’t to chase after you?If that’s what you mean why don’tyou say it right out?”

“Now, Iva, you’ve got no right totake that attitude.”

“I know I haven’t. I haven’t any rightsat all, it seems, where you’re concerned.I thought I did. I thought your pretendingto love me gave me—”

S p a d e s a i d w e a r i l y : “This isno time to be arguing about that, precious.What was it you wanted to see me about?”

“I can’t ta lk to you here , Sam.Can’t I come in?”

“Not now.”

“Why can’t I?”

Spade said nothing.

She made a thin line of her mouth,squirmed around straight behind thew h e e l , a n d s t a r t e d t h e s e d a n ’sengine, staring angrily ahead.

W h e n t h e s e d a n b e g a n t o m o v eS p a d e s a i d , “ G o o d n i g h t , I v a , ”s h u t t h e d o o r, a n d s t o o d a t t h ec u r b w i t h h i s h a t i n h i s h a n du n t i l i t h a d b e e n d r i v e n a w a y.Then he went indoors again.

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y r o s esmil ing cheerful ly from the benchand they went up to his apartment.

¿Quién es? —repitió ella, haciendoun gesto con la cabeza en dirección alportal.

Él apartó la mirada y echó un vista-zo a la calle. En la esquina más próxi-ma, delante de un garaje, un joven deveinte o veintiún años, más bajo de loque correspondía a su edad, con gorray abrigo grises, estaba apoyado en lapared. Spade frunció el ceño y volvió amirar con insistencia a Iva.

—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Haocurrido algo? No deberías estar aquí aestas horas de la noche.

—Estoy empezando a creerlo —sequejó ella—. Me dijiste que no debíair a tu oficina y ahora me dices queno debería venir aquí. ¿Qu ie re s d e -c i r q u e n o d e b o p e r s e g u i r t e ?S i e s e s o , ¿ p o r q u é n o l o d i c e sc laramente ?

— I v a , n o t i e n e s d e r e c h o a p o -n e r t e a s í .

—Ya sé que no. No tengo ningún de-recho, por lo que parece, en relacióncontigo. Yo creía que sí. Creí que sidecías quererme eso me daba...

Spade dijo con cansancio:—No es hora de discutir eso, encan-

to. ¿Para qué querías verme?

—No puedo hablar aquí, Sam. ¿Nopuedo subir?

—Ahora no.

—¿Por qué yo no?

Spade no dijo nada.

E l l a a p r e t ó l o s l a b i o s , s e c o -l o c ó m u y d e r e c h a a n t e e l v o -l a n t e y a r r a n c ó e l m o t o r , m i -r a n d o f i j a m e n t e a l f r e n t e .

Cuando e l sedán echó a andar,Spade d i jo «Buenas noches , Iva» ,ce r ró l a pue r t a y s e quedó en e lbordillo con el sombrero en la mano hastaque el coche desapareció de su vista.

Luego regresó al portal.

Brigid O’Shaughnessy se levantó delbanco, sonriendo alegremente, y ambossubieron al apartamento de Spade.

— ¿ Q u i é n e s ? — r e p i t i ó , i n d i -c a n d o l a p u e r t a c o n u n m o v i -m i e n t o d e c a b e z a .

Spade miró calle abajo, apartando losojos de Iva. Delante de un garaje vio a undesmedrado muchacho de veinte a vein-tiún años, con una pulcra gorra gris y unabrigo del mismo color, recostado contrala fachada. Se agrió su expresión y vol-vió a mirar a Iva, cuya cara tenía una ex-presión testaruda.

—¿Qué ocurre? —preguntó—. ¿Hapasado algo? No deberías estar por aquía estas horas de la noche.

—Empiezo a creer que tienes ra-zón —se quejó Iva—. Primero, queno debo ir al despacho; ahora, que nodebo venir aquí. ¿Estás insinuandoque no debo correr detrás de ti? Sies eso lo que quieres decir, ¿por quéno lo dices francamente?

—Vamos, vamos, Iva, no tienes dere-cho a ponerte así...

—Ya, ya sé que no lo tengo. No tengoninguna clase de derechos en lo que a tirespecta. Creí que tenía algunos. Creí queal decirme que me querías me dabas...

—Mira, preciosa —dijo Spade, con has-tío—, no es éste el momento de discutiresas cosas. ¿Para qué querías verme?

—Aquí no puedo hablarte, Sam. ¿Nopuedo pasar?

—Ahora, no.

—¿Por qué no?

Spade no respondió.

Iva apretó los labios hasta dejarlosconvertidos en una fina línea, se agitódetrás del volante y puso el motor en mar-cha mirando con ira hacia delante.

C u a n d o e l a u t o m ó v i l c o m e n z óa r o d a r, S p a d e c e r r ó l a p o r t e z u e -l a , d i j o b u e n a s n o c h e s a l a m u -jer y permaneció de pie en la aceraha s t a q u e e l c o c h e s e a l e j ó .Y luego volvió a entrar en el portal.

B r i g i d s e l e v a n t ó s o n r i e n d oa l e g r e m e n t e d e l b a n c o y l o s d o ss u b i e r o n a l a p a r t a m e n t o .

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VII.

G in the Air

In his bedroom that was a living-r o o m n o w t h e w a l l - b e d w a s u p ,Spade took Brigid O’Shaughnessy’shat and coat, made her comfortablei n a p a d d e d r o c k i n g c h a i r , a n dt e l e p h o n e d t h e H o t e l B e l v e d e r e .C a i r o h a d n o t r e t u r n e d f r o m t h etheat re . Spade le f t h is te lephone-number with the request that Cairocall him as soon as he came in.

Spade sat down in the armchairbes ide the table and wi thout anypreliminary, without an introductoryremark of any sort, began to tell the girlabout a thing that had happened someyears before in the Northwest. He talkedin a steady matter-of-fact voice that wasdevoid of emphasis or pauses, thoughnow and then he repeated a sentencesl ight ly rearranged, as i f i t wereimportant that each detail be relatedexactly as it had happened.

A t t h e b e g i n n i n g B r i g i dO’Shaughnessy l is tened with onlypartial attentiveness, obviously moresurprised by his telling the story thaninterested in it , her curiosity moreengaged with his purpose in tellingthe story than with the story he told;but presently, as the story went on,it caught her more and more fully andshe became still and receptive.

A man named Flitcraft had left hisreal-estate-office, in Tacoma, to goto luncheon one day and had neverr e t u r n e d . H e d i d n o t k e e p a nengagement to play golf after fourthat afternoon, though he had takent h e i n i t i a t i v e i n m a k i n g t h eengagement less than half an hourbefore he went out to luncheon. Hiswi fe and ch i ld ren never saw h imagain. His wife and he were supposedto be on the best of terms. He had twochildren, boys, one five and the othert h r e e . H e o w n e d h i s h o u s e i n aTacoma suburb, a new Packard, andthe res t o f the appurtenances o fsuccessful American living.

F l i t c ra f t had inher i t ed seven tythousand dollars from his father, and,with his success in real estate, wasworth something in the neighborhoodof two hundred thousand dollars atthe t ime he van ished . His a ffa i r swere in o rder, though the re wereenough loose ends to indicate that hehad not been setting them in orderpreparatory to vanishing. A deal thatwould have brought him an attractiveprofit, for instance, was to have beenconcluded the day after the one onwhich he d i sappeared . There wasnothing to suggest that he had morethan f i f t y o r s i x ty do l l a r s i n h i simmediate possession at the time ofhis going. His habits for months pastc o u l d b e a c c o u n t e d f o r t o o

CAPÍTULO VII

Una G en el aire

Ya en su dormitorio, que se conver-tía en salón una vez plegada la cama,Spade recogió el sombrero y el abrigode Brigid O’Shaughnessy, la hizo sen-tarse cómodamente en una mecedoraalmohadillada y llamó por teléfono alhotel Belvedere. Cairo no había regre-sado del teatro. Spade dejó su númerode teléfono con el recado de que Cairole llamara en cuanto llegase.

Spade se sentó en el sillón cercano ala mesa y sin mayores preliminares, sincomentario introductorio de ningunaclase, comenzó a contarle a la chica unacosa ocurrida en el noroeste del paíshacía algunos años. Hablaba con vozfirme y desenfadada, carente de énfa-sis y de pausas, aunque de vez en cuan-do repetía alguna frase corrigiéndolaligeramente, como si fuera importanteque todos los detalles se contaran exac-tamente como habían ocurrido.

En un pr incipio , Br igidO’Shaughnessy le escuchó sólo por en-cima, claramente más sorprendida porel hecho de que él contara la historiaque por estar interesada en su conteni-do, más atraída por el porqué del relatoque por la historia en sí; pero en segui-da, conforme avanzaba ésta, se vio co-gida más y más hasta quedar inmóvil yreceptiva.

Un hombre llamado Flitcraft había sa-lido un día de su oficina inmobiliaria deTacoma para ir a almorzar y nunca ha-bía regresado. No acudió a la cita parajugar al golf pasadas las cuatro de la tar-de, aunque había sido él mismo el quehabía llevado la iniciativa de organizarla partida menos de media hora antes desalir a almorzar. Su mujer y sus hijos novolvieron a verle. Se suponía que sumujer y él mantenían una relación inme-jorable. Tenía dos hijos, dos varones, unode cinco y otro de tres. Era propietariode su vivienda en las afueras de Tacoma,tenía un Packard nuevo además de todoslos cachivaches que acompañan unavida norteamericana plena de éxitos.

Fl i tcraf t había heredado setentamil dólares de su padre y, con suséxitos en la inmobil iar ia , tenía unp a t r i m o n i o q u e r o n d a b a l o sdoscientos mil en el momento de sudesapar ic ión. Sus asuntos es tabanen orden, aunque había suficientesc a b o s s u e l t o s c o m o p a r a i n d i c a rque no hab í a hecho p r epa ra t i vospara desaparecer. Por e jemplo, unnegocio que le iba a reportar un be-nef ic io sustancioso debía cerrarseal día s iguiente de su desaparición.Nada suge r í a que l l eva ra enc imamás de cincuenta o sesenta dólaresen el momento de su marcha. Suscos tumbres de los meses pasadosp o d í a n d e t a l l a r s e l o s u f i c i e n t ecomo para descartar cual quier sos-

7.

Una G en el aire

En su alcoba, a la sazón cuarto deestar, ya que la cama plegable estabaoculta en la pared, Spade recogió elsombrerito y el abrigo de Brigid, aco-modó a la chica en una mecedora tapi-zada y llamó por teléfono al hotel Bel-vedere. Cairo no había regresado delteatro. Spade dejó su número de telé-fono y el encargo de que Cairo llama-se tan pronto como regresara.

Se sentó en el sillón que había jun-to a la mesa, y sin exordio de ningu-na clase, sin frase alguna para comen-zar, empezó a relatarle a la muchachauna cosa que le había ocurrido unosaños antes en el Noroeste. Hablaba entono corriente, sin énfasis y sin pau-sas, aunque de vez en cuando repetíauna frase modificándola ligeramente,como si tuviera gran importancia quecada detalle quedara relatado exacta-mente tal y como ocurrió.

Al principio, Brigid estuvo escuchándo-le sin especial atención, evidentemente mássorprendida de que Spade le estuviera con-tando aquello que interesada en lo que na-rraba, y sintiendo más curiosidad por losmotivos que tuviera Spade en contar el rela-to que por la propia historia; pero luego, se-gún fue desarrollándose el cuento, pareciósentir mayor interés y permaneció inmóvil yescuchando con atención.

Un hombre llamado Flitcraft salióun día de su oficina de corredor de fin-cas para ir a comer. Salió y jamás vol-vió. No acudió a una cita que tenía alas cuatro de la tarde para jugar al golf,a pesar de que fue idea suya concer-tarla y de que lo hizo solamente mediahora antes de salir para comer. Su mu-jer y sus hijos nunca más le volvierona ver. El matrimonio parecía feliz. Te-nía dos hijos, dos niños varones, unode cinco años y otro de tres. Flitcraftera dueño de su casa en un buen barriode l as a fueras de Tacoma, d e u n« P a c k a r d » n u e v o y d e l o s d e m á slujos que denotan el éxito feliz de unavida en Estados Unidos.

Flitcraft había heredado 70.000 dó-lares de su padre, y el ejercicio de suprofesión de corredor de fincas aumen-tó aún más su peculio, que ascendía aunos 200.000 dólares en el momento desu desaparición. Sus asuntos estaban enbuen orden, aunque existían entre ellosalgunos aún pendientes; el hecho de queno hubiera tratado de concluirlos erauna clara prueba de que no había pre-parado su desaparición. Por ejemplo, unnegocio que le hubiera supuesto un bo-nito beneficio iba a concluirse al día si-guiente al de su desaparición. Nada in-dicaba que llevara encima más de cin-cuenta o sesenta dólares en el momen-to de esfumarse. Sus costumbres, duran-te los últimos meses, eran lo suficien-temente conocidas como para descartar

appurtenances accesorios, suplementos

partial Los adjetivos partial y parcial compar-ten la idea de incompleto y, en sentido ético,injusto, prejuiciado, pero partial se usa ade-más para aficionado, affectionate, fond,kind, attached.

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thoroughly to justify any suspicionof secret vices, or even of anotherwoman in his life, though either wasbarely possible.

“He went like that,” Spade said,“ l i k e a f i s t w h e n y o u o p e n y o u rhand.”

When he had reached this point inhis story the telephone-bell rang.

“ H e l l o , ” S p a d e s a i d i n t o t h ei n s t r u m e n t . “ M r. C a i r o ? T h i s i sSpade. Can you come up to my place—Post Street—now? . . . Yes, I think itis.” He looked at the girl, pursed hisl ips , and then said rapidly: “MissO’Shaughnessy is here and wants tosee you.”

Br ig id O’Shaughnessy f rownedand stirred in her chair, but did notsay anything.

Spade put the telephone down andt o l d h e r : “ H e ’ l l b e u p i n a f e wminutes. Well, that was in 1922. In1 9 2 7 I w a s w i t h o n e o f t h e b i gdetective agencies in Seattle. Mrs.F l i t c r a f t c a m e i n a n d t o l d u ssomebody had seen a man in Spokanewho looked a lot like her husband. Iwent over there. It was Flitcraft, allright. He had been living in Spokanefor a couple of years as Charles—thatwas his first name—Pierce. He hada n a u t o m o b i l e - b u s i n e s s t h a t w a snet t ing him twenty or twenty-f ivethousand a year, a wife, a baby son,owned his home in a Spokane suburb,and usual ly got away to play golfafter four in the afternoon during theseason.”

S p a d e h a d n o t b e e n t o l d v e r ydefinitely what to do when he foundF l i t c r a f t . They t a lked in Spade ’sroom at the Davenport. Flitcraft hadno feeling of guilt. He had left hisfirst family well provided for, andwhat he had done seemed to h imperfectly reasonable. The only thingthat bothered him was a doubt thathe could make that reasonablenessclear to Spade. He had never toldanybody his story before, and thushad not had to attempt to make itsr easonab leness exp l i c i t . He t r i ednow.

“I go t i t a l l r igh t ,” Spade to ldBr ig id O’Shaughnessy, “bu t Mrs .Fli tcraft never did. She thought i twas silly. Maybe it was. Anyway, itcame out all right. She didn’t wantany scandal, and, after the trick heh a d p l a y e d o n h e r — t h e w a y s h elooked at it—she didn’t want him. Sothey were divorced on the quiet andeverything was swell all around.

“ H e r e ’ s w h a t h a d h a p p e n e dt o h i m . G o i n g t o l u n c h h ep a s s e d a n o f f i c e - b u i l d i n g t h a tw a s b e i n g p u t u p — j u s t t h e

pecha de vicios secretos, o incluso laposibilidad de otra mujer en su vida,aunque ambas cosas eran remota-mente posibles.

—Se fue tal cual —dijo Spade—, talcomo desaparece un puño al abrir lamano.

Al llegar a este punto de la historia,sonó el timbre del teléfono.

—Diga —contestó Spade—. ¿Se-ñor Cairo? Aquí Spade. ¿Puede us-ted venir a mi casa, a Post Street ,ahora?... Sí, creo que sí que lo es —miró a la chica, hizo un mohín conlos labios y luego dijo con rapidez—: la señorita O’Shaughnessy está aquíy quiere verle.

Brigid O’Shaughnessy frunció elceño y se removió en su asiento, perono dijo nada.

Spade colgó el teléfono y le dijo:—Estará aquí dentro de pocos minu-

tos. Pues sí, eso fue en 1922. En 1927yo trabajaba para una de las agenciasde detect ives más importantes deSeattle. Apareció la señora Flitcraft ynos contó que alguien había visto enSpokane a uno que se parecía mucho asu marido. Al lá que me fui . EraFlitcraft, sin lugar a dudas. Llevaba vi-viendo en Spokane un par de años bajoel nombre de Charles Pierce; Charlesera su nombre de pila. Tenía un nego-cio de automóviles que le dejaba vein-te mil o veinticinco mil limpios al año,mujer, un niño, su propia casa en lasafueras de Spokane y, en temporada,normalmente iba a jugar al golf despuésde las cuatro de la tarde.

A Spade no le habían dicho clara-mente lo que tenía que hacer cuandoencontrara a Flitcraft. Ambos charla-ron en la habitación que Spade teníaen el Davenport. Flitcraft no teníasentimientos de culpabil idad. A suprimera familia la había dejado bienatendida y lo que había hecho le pa-recía perfectamente razonable . Loúnico que le preocupaba era la dudade si podría hacérselo comprender aSpade. Nunca le había contado su his-toria a nadie y por ello no había he-cho nunca explícito su razonamiento.Lo intentó con Spade.

—Y yo lo entendí perfectamente —le dijo Spade a Brigid O’Shaughnessy—, pero no la señora Flitcraft. A ella lepareció una estupidez. Y a lo mejor loera. De todos modos, acabó bien. Ellano quería escándalos y, después de ha-berle hecho eso, o lo que a ella le pare-cía que le había hecho, no quería vol-ver con él. Así que se divorciaron sindecir palabra y todos tan contentos.

»Lo que le ocurrió fue lo siguien-te. Al ir a almorzar había pasado jun-to a un edificio de oficinas en cons-trucción... sólo estaba la estructura.

cualquier sospecha de vicios ocultos ode la existencia de otra mujer en suvida, aunque tanto lo uno como lo otrocabía dentro de lo posible.

—Desapareció —dijo Spade— comodesaparece un puño cuando se abre lamano.

Llegaba a este punto su relato cuandosonó el timbre del teléfono.

— ¿ D i g a ? — d i j o — . ¿ M i s t e rCairo? Habla Spade.. . ¿Podría ustedvenir a mi casa, en la Post Street ,ahora? Sí, sí , creo que lo es —miróa la muchacha, f runc ió l o s l ab iosy añad ió ráp idamente—: Es tá aqu ímiss O’Shaughnessy, que qu i s i e -r a ve r l e .

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y s er e b u l l ó e n l a m e c e d o r a , p e r o n od i j o n a d a .

Dejó Spade el teléfono y dijo:—Vendrá dentro de unos minutos...

Bueno, eso ocurrió en 1922. En 1927 yoestaba trabajando en una de las grandesagencias de detectives de Seattle. Un díase nos presentó mistress Flitcraft y nos dijoque alguien había visto en Spokane a unhombre que se parecía prodigiosamente asu marido. Fui allí. Y, efectivamente, eraFlitcraft. Llevaba viviendo en Spokane unpar de años bajo el nombre de Charles,nombre de pila, Pierce. Era propietario deun negocio de automóviles y tenía unosingresos de veinte o veinticinco mil dó-lares al año, una esposa, un hijo de me-nos de un año y una buena casa en un buenbarrio de las afueras de Spokane. Solíajugar al golf a las cuatro de la tarde du-rante la temporada.

Spade no había recibido instruccionesacerca de la que debía hacer si encontraba aFlitcraft. Estuvo charlando con él en la habi-tación del hotel Davenporth. Flitcraft no sen-tía remordimientos de ninguna clase. Habíadejado a su familia en posición desahogada,y su conducta le parecía completamente ra-zonable. Lo único que parecía preocuparle erahacerle comprender a Spade que, efectiva-mente, se había conducido razonablemente.Nunca había contado a nadie todo aquello, y,por tanto, hasta ahora no había necesitadoexplicar a ningún interlocutor que su conduc-ta había sido sensata. Y en ese momento esta-ba procurando hacerlo.

—Bueno, yo le comprendí —dijoSpade a Brigid—, pero su mujer no.Todo aquello le pareció estúpido. Pue-de que lo fuera. En cualquier caso, lacosa acabó bien. La mujer no queríaescándalos; y después de la faena queél le había hecho -faena según ella-,no quería saber nada de Flitcraft. Asíque se divorciaron discretamente ytodo el mundo tan contento.

Lo que le ocurrió a Flitcraft fue losiguiente. Cuando salió a comer pasópor una casa aún en obras. Todavíaestaban poniendo los andamios. Uno

swell fine, splendid,excellent

pursed contracted and wrinkled, frunció

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s k e l e t o n . A b e a m o r s o m e t h i n gf e l l e i g h t o r t e n s t o r i e s d o w na n d s m acked the sidewalk alongsidehim. It brushed pretty close to him, butdidn’t touch him, though a piece of thesidewalk was chipped off and flew upand hit his cheek. It only took a pieceof skin off, but he still had time scarwhen I saw him. He rubbed it with hisfinger—well, affectionately—when het o l d m e a b o u t i t . H e w a s s c a r e dst iff of course, he said, but he wasmore shocked than really frightenedHe fe l t l ike somebody had takenthe l id off l i fe and let him look atthe works .”

Flitcraft had been a good citizenamid a good husband and father, notb y a n y o u t e r c o m p u l s i o n , b u tsimply because he was a man whowas most comfortable in step withh i s s u r r o u n d i n g s . H e h a d b e e nraised that way. The people he knewwere like that. The life he knew wasa c l e a n o r d e r l y s a n e r e s p o n s i b l ea f f a i r . N o w a f a l l i n g b e a m h a ds h o w n h i m t h a t l i f e w a sfundamentally none of these things.He, the good citizen-husband-father,could be wiped out between officeand restaurant by the accident of afalling beam. He knew then that mendied a t haphazard l ike tha t , andl i v e d o n l y w h i l e b l i n d c h a n c espared them.

It was not, primarily, the injusticeof it that disturbed him: he acceptedt h a t a f t e r t h e f i r s t s h o c k . W h a tdisturbed him was the discovery thatin sensibly ordering his affairs hehad got out of step, and not into step,with life. He said he knew before hehad gone twenty feet from the fallenb e a m t h a t h e w o u l d n e v e r k n o wpeace again unt i l he had adjus tedhimself to this new glimpse of life.B y t h e t i m e h e h a d e a t e n h i sluncheon he had found his means ofadjustment. Life could be ended forhim at random by a falling beam: hewould change his life at random bysimply going away. He loved his family,he said, as much as he supposed was usual,b u t h e k n e w h e w a s l e a v i n gt h e m a d e q u a t e l y p r o v i d e d f o r ,a n d h i s l o v e f o r t h e m w a s n o to f t h e s o r t t h a t w o u l d m a k ea b s e n c e p a i n f u l .

“ H e w e n t t o S e a t t l e t h a tafternoon,” Spade said, “and fromthere by boat to San Francisco. For acouple of years he wandered arounda n d t h e n d r i f t e d b a c k t o t h eNorthwest , and sett led in Spokaneand got marr ied . His second wifedidn’t look l ike the first , but theyw e r e m o r e a l i k e t h a n t h e y w e r ed i ff e r en t . You know, t he k ind o fwomen that play fair games of golfa n d b r i d g e a n d l i k e n e w s a l a d -recipes. He wasn’t sorry for what heh a d d o n e . I t s e e m e d r e a s o n a b l eenough to him. I don’t think he even

Desde ocho o diez pisos de altura sedesprendió una viga o cosa [398] pa-recida que se estrelló en la acera, asu lado. Le pasó rozando pero sin to-carle, aunque hizo saltar una esquir-la de acera que le dio en la mejilla.Sólo le levantó un poco la piel, aun-que cuando yo le vi seguía teniendola cicatriz. Se la tocaba con el dedo...sí, con cierto cariño, mientras me locontaba. Por supuesto se había que-dado helado, según me dijo, pero fuemás la perplejidad que el susto. Sesintió como quien levanta la tapaderade la vida y puede echarle un vistazo almecanismo que la mueve.

Fl i tc raf t había s ido buen c iuda-dano , buen mar ido y buen padre ,n o p o r n i n g u n a p r e s i ó n e x t e r n a ,s ino senc i l l amente porque e ra unhombre que se sent ía muy a gus toacoplándose a su en torno . Le ha-bían educado as í . La gente que co-nocía era as í . La vida que conocía eralimpia, ordenada, sensata y responsable.Y la caída de una viga le había demostra-do que la vida no era, en realidad, ningu-na de esas cosas. Él, buen ciudadano, buenesposo y buen padre de familia, podríadesaparecer de un plumazo entre su ofi-cina y el restaurante por la caída de unaviga. Supo entonces que había hombresque morían por casualidades semejantesy que en realidad vivían cuando el ciegoazar les perdonaba.

Pero lo que le perturbó no fue la in-justicia del asunto: aquello lo aceptó trasel primer momento de asombro. Lo quele impresionó fue descubrir que alordenar con sensatez sus asuntos sehabía ido desacompasando del ritmode la vida, en vez de ir acoplándosea él. Me dijo que antes de dar vein-te pasos ya había caído en la cuentade que no volvería a sentirse en pazhasta no s intonizar con esa nuevavisión de la vida. Cuando terminó ela lmuerzo ya sab ía cómo hace r lo .Para é l , la v ida podía terminar a lazar cuando cayera una viga: por lomismo, su vida cambiaría por el sen-cillo expediente de marcharse. Que-ría a su familia como cualquiera,s e g ú n m e c o n t ó , p e r o s a b í aq u e l o s d e j a b a b i e n c u b i e r t o s ,y e l t i p o d e a m o r q u e l e s p r o -f e s a b a n o e r a d e l o s q u e h a c e nd o l o r o s a l a a u s e n c i a .

—Se fue a Seattle aquella misma tar-de —prosiguió Spade— y de allí cogióel barco a San Francisco. Pasó un parde años dando tumbos y luego regresóal noroeste, hasta asentarse en Spokaney casarse. Su segunda mujer no eracomo la primera, pero ambas eran másparecidas que diferentes. Ya sabe, deese tipo de mujer que juega a juegoslimpios como el golf y el bridge y a laque le encantan las recetas de nuevasensaladas. El no se arrepentía de lo quehabía hecho. Le parecía bastante razo-nable. Yo creo que ni siquiera se habíadado cuenta de que había vuelto con

de los andamios cayó a la calle des-de una altura de ocho o diez pisos yse estrelló en la acera. Le cayó bas-tante cerca; no llegó a tocarle, perosí arrancó de la acera un pedazo decemento que fue a darle en la mejilla.Aunque sólo le produjo una raspadu-ra, todavía se le notaba la cicatrizcuando le vi. Al hablarme de ella sela acarició, se la acarició con cariño.Naturalmente, el susto que se llevófue grande, me dijo; pero la verdad es quesintió más sorpresa que miedo. Me con-tó que fue como si alguien hubiera levan-tado la tapa de la vida para mostrar-le su mecanismo.

»Flitcraft había sido un buen ciu-dadano, un buen marido y un buenpadre, no porque estuviera animadopor un concepto del deber, sino sen-cillamente porque era un hombre quese desenvolvía más a gusto estandode acuerdo con el ambiente. Le ha-bían educado así. La vida que cono-cía era algo limpio, bien ordenado,sensato y de responsabilidad. Y aho-ra, una viga al caer le había demostra-do que la vida no es nada de eso. Él, elbuen ciudadano, esposo y padre, podíaser quitado de en medio entre su ofici-na y el restaurante por una viga caídade lo alto. Comprendió que los hom-bres mueren así, por azar, y que vi-ven sólo mientras el ciego azar losrespeta.

»Lo que le conturbó no fue, primordial-mente, la injusticia del hecho, pues lo acep-tó una vez que se repuso del susto. Lo quele conturbó fue descubrir que al ordenarsensatamente su existencia se había apar-tado de la vida en lugar de ajustarse a ella.Me dijo que, tras caminar apenas veintepasos desde el lugar en donde había caídola viga, comprendió que no disfrutaría nun-ca más de paz hasta que no se hubiese acos-tumbrado y ajustado a esa nueva visión dela vida. Para cuando acabó de comer yahabía dado con el procedimiento de ajus-te. Si una viga al caer accidentalmente po-día acabar con su vida, entonces él cam-biaría su vida, entregándola al azar, por elsencillo procedimiento de irse a otro lado.Me dijo que quería a su familia como losdemás hombres quieren corrientemente alas suyas; pero le constaba que la dejabaen buena posición, y el amor que tenía porlos suyos no era de la índole que hace do-lorosa la ausencia.

—Se fue a Seattle —continuó Spade—aquella misma tarde, y desde allí a SanFrancisco. Anduvo vagando por aquellaregión durante un par de años, hasta queun día regresó al Noroeste, se establecióy se casó en Spokane. Su segunda mujerno se parecía a la primera físicamente,pero las diferencias entre ellas eran me-nores que sus semejanzas. Ya sabe usted,mujeres las dos, de esas que juegan de-centemente al bridge y al golf y que sonaficionadas a las nuevas recetas para pre-parar ensaladas. No lamentaba lo que ha-bía hecho. Le parecía razonable. No creoque nunca llegara a darse cuenta de que

smack A) 1 (golpe) bofetada 2 (sonido) ruido sonoro 3 argot heroína B) 1 dar una bofetada a 2 familiar pegar 3 figurado to smack

one’s lips, relamerse C) vi fig to smack of, tener un saborcillo asmack in the middle justo en el mediosmack into chocar contrasmack 1 — n. 1 a sharp slap or blow esp. with the palm of the hand or a flat

object. 2 a hard hit at cricket etc. 3 a loud kiss (gave her ahearty smack). 4 a loud sharp sound (heard the smack as it hitthe floor).

— v. 1 tr. strike with the open hand etc. 2 tr. part (one’s lips) noisilyin eager anticipation or enjoyment of food or another delight. 3tr. crack (a whip).

4tr. & intr. move, hit, etc., with a smack. — adv. colloq. 1 with a smack. 2 suddenly; directly; violently (landed

smack on my desk). 3 exactly (hit it smack in the centre). have a smack at colloq. make an attempt, attack, etc., at. a smack in the eye (or face) colloq. a rebuff; a setback.smack 2 v. & n. (foll. by of) — v.intr. 1 have a flavour of; taste of (smacked of garlic). 2 suggest

the presence or effects of (it smacks of nepotism).— n. 1 a flavour; a taste that suggests the presence of something. 2

(in a person’s character etc.) a barely discernible quality (just asmack of superciliousness). 3 (in food etc.) a very small amount(add a smack of ginger).

smack 3 n. a single-masted sailing-boat for coasting or fishing.

shock1 VT 1 (= startle) sobresaltar, asustar 2 (=affect emotionally) (= upset) conmover, chocar;(= offend) escandalizar; easily shocked que seescandaliza por nada; shocked corn a stack orbundle of bound or unbound corn piled upright forcuring or drying

c CPD ä shock absorber N (Aut) amortiguadorm ä shock jock* N presentador(a) polémico/ade coloquios radiofónicos abiertos al público äshock tactics NPL (fig) provocación f ä shocktherapy, shock treatment N (Med) (also electricshock treatment) tratamiento m por electrocho-que ä shock troops NPL guardias mpl de asal-to ä shock wave N onda f de choque

shock 1 (emotional) conmoción f, golpe m, impre-sión f; (= start) susto m; the shock killed him laimpresión le mató; to come as a shock resultarsorprendente or asombroso, causar estupefac-ción; to get a shock llevarse or pegarse un sus-to 2 (= impact) sacudida f; (= shake-up) choquem, sacudida f; shock resistant antichoque; it wasa shock to the establishment sacudió el siste-ma, fue un serio golpe para el sistema 3 (Elec)descarga f; she got a shock from therefrigerator la nevera le dio una descarga or uncalambre 4 (Med) shock m, postración f nervio-sa; to be suffering from shock G be in (a stateof) shock estar en estado de shock, padecer unapostración nerviosa

haphazard azaroso, caprichoso, incoherente

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knew he had settled back naturallyinto the same groove he had jumpedout of in Tacoma. But that’s the parto f i t I a lways l iked . He ad jus tedhimself to beams falling, and then nomore of them fell, and he adjustedhimself to them not falling.”

“ H o w p e r f e c t l y f a s c i n a t i n g , ”Brigid O’Shaughnessy said. She lefther chair and stood in front of him,close. Her eyes were wide and deep.“I don’t have to tell you how utterlyat a disadvantage you’l l have me,with him here, if you choose.”

S p a d e s m i l e d s l i g h t l yw i t h o u t s e p a r a t i n g h i s l i p s .“No, you don’t have to tell me,” he agreed.

“And you know I’d never haveplaced myself in this posi t ion if Ihadn’t trusted you completely.” Herthumb and forefinger twisted a blackbutton on his blue coat.

Spade sa id , “That again!” wi thmock resignation.

“ B u t y o u k n o w i t ’s s o , ” s h einsisted.

“ N o , I d o n ’ t k n o w i t . ” H ep a t t e d t h e h a n d t h a t w a st w i s t i n g t h e b u t t o n . “ M y a s k i n gf o r r e a s o n s w h y I s h o u l d t r u s ty o u b r o u g h t u s h e r e . D o n ’ tl e t ’ s c o n f u s e t h i n g s . Yo u d o n ’ th a v e t o t r u s t m e , a n y h o w , a sl o n g a s y o u c a n p e r s u a d e m e t ot r u s t y o u . ”

S h e s t u d i e d h i s f a c e . H e rnostrils quivered.

S p a d e l a u g h e d . H e p a t t e dh e r h a n d a g a i n a n d s a i d :“Don’t worry about that now. He’llb e h e r e i n a m o m e n t . G e t y o u rbus iness wi th h im over, and thenwe’ll see how we’ll stand.”

“And you’ll let me go about it—with him—in my own way?”

“S mire.”

S h e t u r n e d h e r h a n d u n d e rh i s s o t h a t h e r f i n g e r sp r e s s e d h i s . S h e s a i d s o f t l y :“You’re a God-send.”

Spade said: “Don’t overdo it.”

S h e l o o k e d r e p r o a c h f u l l y a th im, though smi l ing , and re turnedto the padded rocker.

Joel Cairo was excited. His darkeyes seemed all irises and his high-p i t c h e d t h i n - v o i c e d w o r d s w e r etumbling out before Spade had thedoor half-open.

toda naturalidad al mismo redil del quese había escapado en Tacoma. Pero esoes precisamente lo que me gusta de lahistoria. Se había acostumbrado a laidea de que caían vigas y, cuando novolvió a caer ninguna, se acostumbró ala idea de que no caían.

—Es increíblemente fascinante —dijo Brigid O’Shaughnessy. Se levantóde la mecedora y se puso delante de él,muy cerca. Tenía los ojos anchos y pro-fundos—. No tengo ni que decirle enqué desventaja me tiene, si tiene ustedque elegir estando él aquí.

S p a d e s o n r i ó l e v e m e n t es i n s e p a r a r l o s l a b i o s .

—No, no tiene ni que decírmelo —asintió.

—Y usted sabe que yo nunca habríallegado a esto de no haber confiado enusted por completo —y le retorcía unbotón negro de la americana azul entreel índice y el pulgar.

Spade dijo aparentando resignación:—¡Otra vez!

—Pero usted sabe que es así —in-sistió ella.

—N o , n o l o s é — y d i o u n a spalmaditas en la mano que le retorcíael botón—. Hemos venido aquí por-que yo le pedí que me diera motivospara fiarme de usted. No confundamoslas cosas. En cualquier caso, usted notiene que fiarse de mí siempre quepueda convencerme de que yo me fíede usted.

Ella le escrutó el rostro mientras letemblaban las aletas de la nariz.

Spade soltó una carcajada. Volvió apalmearle la mano y dijo:

—No se preocupe de eso ahora.Va a l legar en seguida. Acabe su ne-gocio con él y entonces ya veremosdónde nos encontramos.

—¿Me va a dejar que lo lleve.. . ami modo?

—Desde luego.

Ella retorció su mano para encajar-la en la de Spade hasta apretarle losdedos. Luego dijo con suavidad:

—Es usted un enviado de Dios.

—No se pase —repuso Spade.

Ella le dirigió una mirada de repro-che pero sin dejar de sonreír y volvió ala almohadillada mecedora.

Joel Cairo venía emocionado. Susojos eran todo iris y ya estaba hablan-do y soltando palabras a borbotonescon voz aguda y fina antes de que Spadehubiera medio abierto la puerta.

llevaba la misma clase de vida rutinariade la que había huido al escapar deTacoma. Y sin embargo, eso es lo que megustó de la historia. Se acostumbró pri-mero a la caída de vigas desde lo alto; yno cayeron más vigas; y entonces se acos-tumbró, se ajustó, a que no cayeran.

—Una historia subyugadora —dijo lamuchacha. Se levantó de la mecedora yquedó delante y cerca de él. La mirada desus ojos muy abiertos era penetrante—.No necesito decirle que, estando Cairoaquí, mi situación será más que desfavo-rable si usted le escoge a él.

S p a d e s o n r i ó l e v e m e n t e c o nl o s l a b i o s j u n t o s y a s i n t i ó .

—No, no necesita decírmelo.

—Y sabe usted que jamás me hubierametido en esta situación de no haber con-fiado plenamente en usted —dijo, mientrasdaba vueltas entre los dedos a un botón ne-gro de la chaqueta azul de Spade.

—¡Otra vez esa historia! —dijo Spade,con resignación fingida.

—Sabe usted que es verdad —insistióBrigid.

—No, no lo sé —replicó él, dando unaspalmaditas sobre la mano que retorcía elbotón—. Hemos llegado a esta situaciónporque yo le pregunté qué razones habíapara fiarme de usted. No confunda las co-sas. Y, en cualquier caso, no es menesterque usted se fíe de mí, con tal de que lo-gre convencerme para que me fíe de us-ted.

Brigid estudió la cara del hombre y lasaletas de su nariz se estremecieron.

Spade r ió , vo lv ió a acar ic ia r lesuavemente la mano y dijo:

—No se preocupe ahora por eso. Cairollegará de un momento a otro. Resuelvacon él lo que se trae entre manos, y enton-ces sabremos en dónde estamos.

—¿Y me dejará usted que lo haga...que lo resuelva... a mi manera?

—Desde luego.

C o l o c ó l a m a n o b a j o l a d eé l y s e l a a p r e t ó c o n l o s d e -d o s . ______________________

—Eres... ¡un don de Dios!

—Bueno, no... exageres.

Brigid le miró con expresión de repro-che, aunque sonriendo, y volvió a la me-cedora tapizada.

Joel Cairo estaba excitado. Sus ojosparecían estar compuestos solamente deiris, y antes que Spade hubiera entreabier-to la puerta, su voz atiplada vomitó unacascada de palabras.

Xgodsend an unexpected but welcome

event or acquisition

excited y excitado conllevan la idea de alegre, en-tusiasta, pero excited tiene más denotaciones,como nervioso, agitado, acalorado, emocionan-te. To excite y excitar se refieren a estimular, en-tusiasmar, pero to excite significa además emo-cionar / conmover, poner nervioso / agitado, pro-vocar [emociones], instigar [desórdenes], albo-rotar [gente], y to get excited es acalorarse. A suvez, excitar se usa para to raise [dudas], arouse[curiosidad, apetito]. Excitedly significa agitada-o acaloradamente.

Don’t get excited = no te pongas nervioso.

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“That boy is out there watchingthe house, Mr. Spade, that boy youshowed me, or to whom you showedme, in front of the theatre. What amI to understand from that, Mr. Spade?I came here in good faith, with nothought of tricks or traps.”

“ Y o u w e r e a s k e d i n g o o df a i t h . ” S p a d e f r o w n e dt h o u g h t f u l l y. “ B u t I o u g h t t o ’ v eg u e s s e d h e m i g h t s h o w u p . H es a w y o u c o m e i n ? ”

“ N a t u r a l l y. I c o u l d h a v e g o n eon , bu t tha t s eemed use le s s , s incey o u h a d a l r e a d y l e t h i m s e e u st o g e t h e r ”

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y c a m ei n t o t h e p a s s a g e w a y b e h i n dS p a d e a n d a s k e d a n x i o u s l y :“What boy? What is it?”

Cairo removed his black hat from hishead, bowed stiffly, and said in a prim voice:“If you do not know, ask Mr. Spade.I k n o w n o t h i n g a b o u t i t e x c e p tthrough him.”

“ A k i d w h o ’s b e e n t r y i n g t ota i l me around town a l l evening ,”S p a d e s a i d c a r e l e s s l y o v e r h i sshou lde r, no t tu rn ing to f ace thegi r l . “Come on in , Cai ro , There’sno use s tanding here ta lk ing for a l lthe ne ighbors .”

Brigid O’Shaughnessy grasped Spade’sarm above the elbow and demanded:“Did he follow you to my apartment?”

“No . I shook h im be fo r e t ha t .Then I suppose he came back here totry to pick me up again.”

Cairo, holding his black hat to hisbelly with both hands, had come intothe passageway. Spade shut the corridor-door behind him and they went into theliving-room. There Cairo bow e d s t i f f l yover h is ha t o n c e m o r e a n d said:“I am del ighted to see you again,Miss O’Shaughnessy.”

“I was sure you would be, Joe,” shereplied, giving him her hand.

He made a formal bow over herhand and released it quickly.

S h e s a t i n t h e p a d d e d ro c k e rs h e h a d o c c u p i e d b e f o r e . C a i r os a t i n t h e a r m c h a i r b y t h e t a b l e .S p a d e , w h e n h e h a d h u n g C a i r o ’sh a t a n d c o a t i n t h e c l o s e t , s a t o na n e n d o f t h e s o f a i n f r o n t o f t h ew i n d o w s a n d b e g a n t o r o l l ac i g a r e t t e .

Brigid O’Shaughnessy said to Cairo:“Sam to ld me about your offer forthe fa lcon. How soon can you havethe money ready?”

Cairo’s eyebrows twitched. He

Ese chico está fuera vigi lando lacasa, señor Spade, el chico ese queusted me señaló, o al que me ense-ñó, delante del teatro. Señor Spade,¿qué debo deducir de eso? He ve-nido aquí de buena fe, s in pensar entrucos ni en t rampas.

—Se le pidió de buena fe que vinie-ra —Spade frunció el ceño pensa-tivamente—. Aunque yo debía haberadivinado que podría asomar la oreja.¿Le vio entrar?

— N a t u r a l m e n t e . P o d í a h a b e rs e g u i d o , p e r o m e p a r e c i ó i n ú t i ly a q u e u s t e d h a b í a h e c h o q u e n o sv i e r a j u n t o s .

Brigid O’Shaughnessy salió al pa-sillo por detrás de Spade y preguntócon ansiedad:

—¿Qué chico? ¿De qué se trata?

Cairo se quitó el sombrero; hizo una reve-rencia poco natural y dijo con un remilgo:

—Si no lo sabe, pregunte al señorSpade. Yo de eso no sé nada más que loque él me cuenta.

—Un chaval que ha estado inten-tado seguirme por la ciudad durantetoda la tarde —dijo Spade descuida-damente sin volverse para mirar a lachica—. Pase, Cairo. No hace faltaque nos quedemos aquí para que seenteren los vecinos.

Brigid O’Shaughnessy agarró el brazode Spade por encima del codo y le exigió:

—¿Le siguió hasta mi apartamento?

—No, me lo sacudí de encima. Su-pongo que luego regresaría aquí paratratar de localizarme otra vez.

C a i r o , s u j e t a n d o e l s o m b r e r ocon ambas manos sobre su ba r r i -g a , h a b í a e n t r a d o a l p a s i l l o .Spade ce r ró l a pue r t a y pasa ron a lsa lón . Al l í Ca i ro vo lv ió a hacer sureve renc ia poco na tu ra l y d i jo :

—Estoy encantado de verla de nue-vo, señorita O’Shaughnessy.

—Estaba seguro de que le gustaría, Joe—replicó ella tendiéndole la mano.

Él se inclinó formalmente sobre sumano y la soltó inmediatamente.

El la se sentó en la mecedoraalmohadillada que había ocupado ante-riormente. Cairo se sentó en el sillóncercano a la mesa. Spade, una vez col-gados el sombrero y el abrigo de Cairoen el armario, se sentó en un extremodel sofá frente a la ventana y comenzóa liar un cigarrillo.

Brigid O’Shaughnessy le dijo a Cairo:—Sam me ha contado lo de su

oferta por el halcón. ¿Cuándo pue-de tener listo el dinero?

Las cejas de Cairo se arquearon. Sonrió.

—Ese chico está ahí fuera vigi-lando la casa, mister Spade, el chi-co sobre el que me l lamó usted laatención a la puerta del teatro. ¿Quédebo suponer, mister Spade? He ve-nido aquí de buena fe, sin pensar enañagazas o trampas.. .

—Y también de buena fe le dije yo queviniera —contestó Spade, con el ceñofruncido pensativamente—. Pero debíimaginar que se nos presentaría ese jo-ven. ¿Le vio entrar a usted?

—Naturalmente. Pude haber segui-do andando, pero me pareció inútil,dado que ya había permitido usted quenos viera juntos.

B r i g i d s a l i ó a l p a s i l l o d e -t r á s d e S p a d e y p r e g u n t ó ,c o n a c e n t o p r e o c u p a d o :

—¿Qué chico es ése? ¿De qué se trata?

Cairo se quitó el sombrero y se inclinó ce-remoniosamente al mismo tiempo que decía:

— S i n o l o s a b e u s t e d , p r e -g ú n t e l e a m i s t e r S p a d e . Y on a d a s é d e l a s u n t o .

—Es un muchacho que ha estado tra-tando de seguirme por toda la ciudad estanoche —dijo Spade, volviendo la cabe-za, sin dar importancia al asunto y sinmirar a Brigid—. Pase usted, Cairo. Novale la pena estar charlando aquí y que seenteren todos los vecinos.

Brigid le agarró a Spade un brazo por en-cima del codo y preguntó perentoriamente:

— ¿ Te s i g u i ó h a s t a m i c a s a ?

—No. Me libré de él antes. Me imagi-no que habrá venido aquí a encontrar lapista otra vez.

Cairo había entrado en el pasillo, sujetan-do el sombrero con las dos manos contra labarriga. Spade cerró la puerta de la escaleratras él y los tres pasaron al cuarto de estar.Cairo volvió a inclinarse ceremoniosamentepor encima del sombrero y dijo:

—Es un verdadero placer volver averla, miss O’Shaughnessy.

—Estaba segura de que lo sería, Joel—replicó ella, ofreciéndole la mano.

Cairo se inclinó sobre la mano cortés-mente y la soltó aprisa.

Brigid se sentó en la m e c e d o r atap izada que había ocupado antes.Cairo se sentó en el sillón próximo ala mesa. Spade, después de colgar elsombrero y el abrigo de Cairo en elarmarito, se sentó en un extremo delsofá, delante de la ventana, y empezóa liar un cigarrillo.

Brigid se dirigió a Cairo y le dijo:—Sam me ha hablado de la oferta que

le ha hecho usted por el halcón. ¿Cuándopuede tener el dinero listo?

Las cejas de Cairo subieron y bajaron.

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smiled. “It is ready.” He continued tosmile at the gir l for a l i t t le whileafter he had spoken, and then lookedat Spade.

Spade was lighting his cigarette.His face was tranquil.

“In cash?” the girl asked.

“Oh, yes,” Cairo replied.

S h e f r o w n e d , p u t h e r t o n g u ebetween her l ips, withdrew it , andasked: “You are ready to give us fivethousand dollars, now, if we give youthe falcon?”

Cairo held up a wriggling hand.“Excuse me,” he said. “I expressedmyself badly. I did not mean to saythat I have the money in my pockets,but that I am prepared to get it on avery few minutes’ notice at any timeduring banking hours.”

“Oh!” She looked at Spade.

Spade blew cigarette-smoke downthe front of his vest and said: “That’sprobably right. He had only a fewhundred in his pockets when I friskedhim this afternoon.”

When her eyes opened round andwide he grinned.

The Levantine bent forward in hischair. He fai led to keep eagernessfrom showing in his eyes and voice.“I can be quite prepared to give youthe money at, say, half-past ten in themorning. Eh?”

Brigid O’Shaughnessy smiled athim and said: “But I haven’t got thefalcon.”

Cairo’s face was darkened by aflush of annoyance. He put an uglyh a n d o n e i t h e r a r m o f h i s c h a i r,holding his small-boned body erectand stiff between them. His dark eyeswere angry. He did not say anything.

T h e g i r l m a d e am o c k - p l a c a t o r y f a c e a t h i m .“I’ll have it in a week at the most,though,” she said.

“ W h e r e i s i t ? ” C a i r o u s e dp o l i t e n e s s o f m i e n t o e x p r e s sskepticism.

“Where Floyd hid it.”

“Floyd? Thursby?”

She nodded.

“And you know where that is?” he asked.

“I think I do.”

“ T h e n w h y m u s t w e w a i t aw e e k ? ”

— E s t á l i s t o — c o n t i n u ós o n r i e n d o a l a c h i c a u n r a t i t od e s p u é s d e d e c i r l o y l u e g om i r ó a S p a d e .

Spade encendía su cigarrillo. Teníael rostro calmado.

—¿En metálico? —preguntó la chica.

—Ah, sí —repuso Cairo.

Ella frunció el ceño, medio sacó lalengua, la metió otra vez y preguntó:

—¿Está d ispues to a darnos c in-co mi l dólares , ahora , s i le doy e lha lcón?

Cairo levantó la mano con un contoneo.—Perdóneme —dijo—. He debido

expresarme mal. No quise decir que tu-viera el dinero en el bolsillo, sino queestoy listo para dárselo si me avisanunos minutos antes, siempre que losbancos estén abiertos.

—¡Oh! —ella miró a Spade.

S p a d e e x h a l ó e l h u m o d e l c i -g a r r i l l o h a c i a a b a j o y d i j o :

—Es probable que sea así. Cuandole registré esta tarde sólo llevaba enci-ma unos pocos cientos.

Cuando ella abrió los ojos de par enpar, Spade sonrió.

El levantino se echó hacia adelanteen su asiento. No conseguía ocultar laansiedad de su mirada y de su voz.

—Puedo estar listo para darles el di-nero a las, digamos, diez y media de lamañana, ¿eh?

Brigid O’Shaughnessy le sonrió y dijo:— P e r o y o n o t e n g o e l h a l -

c ó n .

El rostro de Cairo se ensombreció,sonrojándose de fastidio. Se apoyó consus feas manos en los brazos del sillón,manteniendo el cuerpo rígido y ergui-do. Sus ojos oscuros denotaban enfado.No dijo nada.

L a c h i c a p u s o u n a c a r a q u ef i n g í a s e r t r a n q u i l i z a d o r a .

—De todos modos, lo tendré dentrode una semana, como mucho —dijo.

—¿Dónde está? —Cairo se mostrócon semblante cortés para expresar suescepticismo.

—Donde Floyd lo escondió.

—¿Floyd? ¿Thursby?

Ella asintió.

—¿Y sabe dónde es? —preguntó él.

—Creo que sí.

—¿Entonces por qué tenemos que es-perar una semana?

Después sonrió y respondió:—Está ya listo —y continuó sonriéndole

a la muchacha durante unos mementos, paraluego mirar a Spade.

Spade estaba encendiendo el ciga-rrillo. Su cara estaba tranquila.

—¿En billetes? —preguntó la muchacha.

—Sí, sí; claro que sí.

Brigid arrugó el entrecejo, se puso lalengua entre los dientes y preguntó:

—¿Está usted dispuesto a darnos cin-co mil dólares, ahora, si le entregamos elhalcón?

Cairo alzó una mano que se agitó en el aire.—Perdón. No me he expresado

bien . No he quer ido dec i r que ten-g a e l d i n e r o e n e l b o l s i l l o , s i n oque es toy d ispues to a consegui r loen unos minu tos s i empre que losbancos es tén abier tos .

—¡Ah! —exclamó Brigid, mirando a Spade.

Spade lanzó una bocanada de humo alo largo del chaleco y dijo:

—Probablemente es verdad. Cuando leregistré los bolsillos esta tarde no lleva-ba más que unos cientos de dólares.

Al ver cómo los ojos de la muchacha se abrían hastavolverse redondos y grandes, Spade sonrió con picardía.El balcánico se inclinó hacia delante en la silla.No logró evitar que sus ojos, así como su voz,expresaran anhelo.

—Estoy dispuesto a entregarles eldinero, digamos a las diez y media dela mañana. ¿Está bien?

—El único inconveniente es que yono tengo el halcón —contestó Brigid,sonriendo.

La contrariedad nubló el rostro deCairo. Puso las feas manos sobre losbrazos del sillón y sostuvo erguidoy t ieso entre e l las su cuerpeci l lo .Sus ojos negros brillaban enojados.No dijo nada.

L a m u c h a c h a l e h i z o u n am u e c a d e f a l s a d i s c u l p a :

—Puedo hacerme con él en unasemana, como mucho.

— ¿ E n d ó n d e e s t á ? — d i j oC a i r o , c o n e x p r e s i ó n c o r t é s p a r ad i s i m u l a r q u e n o l o c r e í a .

—En donde lo escondió Floyd.

—¿Floyd? ¿Quiere usted decir Thursby?

Brigid asintió con un gesto.

—¿Y sabe usted dónde está?

—Creo que sí.

—Entonces... ¿Tenernos que esperaruna semana?

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frisk me feel over or search (a person) for aweapon

placatory conciliatoria

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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“Perhaps not a whole week. Whomare you buying it for, Joe?”

C a i r o r a i s e d h i s e y e b r o w s .“ I t o l d M r . S p a d e . F o r i t so w n e r . ”

Surp r i se i l l umina ted the g i r l ’sface. “So you went back to him?”

“Naturally I did.”

She laughed softly in her throat andsaid: “I should have liked to have seenthat.”

Cai ro shrugged . “Tha t was thelog ica l deve lopment . ” He rubbedthe back of one hand wi th the pa lmof the o ther. His upper l ids camedown to shade his eyes . “Why, i fI in turn may ask a ques t ion , a reyou wi l l ing to se l l to me?”

“ I ’m a f r a id , ” she s a id s imp ly,“after what happened to Floyd. That’swhy I haven’t it now. I’m afraid totouch i t except to tu rn i t over tosomebody else right away.”

Spade, propped on an elbow on thesofa, looked at and listened to themimpartially. In the comfortable slacknessof his body, in the easy stillness of hisfeatures, there was no indication ofeither curiosity or impatience.

“Exactly what,” Cairo asked in alow voice, “happened to Floyd?”

T h e t i p o f B r i g i dO’Shaughnessy’s r igh t fo re f ingertraced a swif t G in the air.

Cairo said, “I see,” but there wassomething doubting in his smile. “Ishe here?”

“I don’t know.” She spoke impatiently.“What difference does it make?”

T h e d o u b t i n C a i r o ’ ss m i l e d e e p e n e d . “ I tm i g h t m a k e a w o r l d o fd i f f e r e n c e , ” h e s a i d , a n drea r ranged h i s hands in h i s l ap sotha t , i n t en t iona l ly o r no t , a bluntfo re f inge r po in ted a t Spade .

T h e g i r l g l a n c e d a t t h ep o i n t i n g f i n g e r a n d m a d e a ni m p a t i e n t m o t i o n w i t h h e r h e a d .“Or me,” she said, “or you.”

“ E x a c t l y , a n d s h a l l w ea d d m o r e c e r t a i n l y t h eb o y o u t s i d e ? ”

“Yes ,” she agreed and laughed.“Yes , unless he’s the one you hadin Cons tant inople .”

Sudden blood mottled Cairo’s face.In a shril l enraged voice he cried:“The one you couldn’t make?”

—Puede que no sea una semana en-tera. ¿Para quién lo compra, Joe?

Cairo enarcó las cejas.—Ya se lo dije al señor Spade. Para

su dueño.

La sorpresa iluminó el rostro de la chica.—¿Así que ha vuelto con él?

—Naturalmente.

Ella se rió por lo bajo y dijo:— M e h a b r í a g u s t a d o

v e r l o .

Cairo se encogió de hombros.— E r a l o l ó g i c o — s e r e s t r e -

g ó e l d o r s o d e u n a m a n o c o n l ap a l m a d e l a o t r a . B a j ó l o s p á r -p a d o s — . ¿ Y p o r q u é , s i e s q u ea h o r a p u e d o p r e g u n t a r y o , d e -s e a v e n d é r m e l o a m í ?

—Tengo miedo —dijo ella con sen-cillez— después de lo que le ocurrió aFloyd. Por eso no lo tengo ahora. Meda miedo tocarlo como no sea para dár-selo en seguida a alguien.

Spade, apoyado en un codo, mirabay escuchaba con imparcialidad. En laconfortable negligencia de su cuerpo,en la fácil inmovilidad de sus faccio-nes no había trazas de curiosidad ni deimpaciencia.

[402]—¿Qué le ocurrió exactamente a

Floyd? —preguntó Cairo en voz baja.

La punta del índice de la mano dere-cha de Brigid O’Shaughnessy trazó rápi-damente una G en el aire.

Cairo dijo «Ya», pero su sonrisaseguía denotando cierta duda.

—¿Está aquí?

—No lo sé —ella había hablado conimpaciencia—. ¿Qué importa eso?

S e a h o n d ó l a d u d a q u e a s o -m a b a e n l a s o n r i s a d e C a i r o .

—Podría importar muchísimo —dijo, y recolocó las manos en su regazode modo que, intencionadamente o no,uno de sus romos índices quedó apun-tando a Spade.

L a c h i c a m i r ó e l d e d o eh i z o u n m o v i m i e n t o i m p a -c i e n t e c o n l a c a b e z a .

—O yo —dijo—, o usted.

— E x a c t a m e n t e . ¿ Y p o -d r í a m o s a ñ a d i r a l c h i c o q u eh a y a f u e r a ?

—Sí —asintió ella y rió—. Sí, a noser que sea el mismo que tenía usted enConstantinopla.

L a s a n g r e a f l u y ó a l r o s t r o d eCairo. Con voz chillona y airada gritó:—¿El que la rechazó a usted?

—Puede que algo menos. ¿Para quiénlo va a comprar usted, Joel?

Cairo alzó las cejas y respondió:—Ya se lo he dicho a mister Spade.

Para su propietario.

El rostro de la muchacha se encendió por la sorpresa.—¡Ah! ¡Entonces volvió usted con él!

—Naturalmente que sí.

En la garganta de la muchacha seahogó la risa.

—¡Me hubiera gustado verlo!

Cairo se encogió de hombros, y des-pués de pronunciar la primera frase, serestregó una mano abierta contra la otray veló los ojos, bajando los párpados.

—Fue lo natural. ¿Me permite que yo,a mi vez, le pregunte por qué está dispues-ta a vendérmelo a mí?

—Porque después de lo que l eocurrió a Floyd tengo miedo. Me damiedo incluso ponerle la mano en-c ima, excepto para ent regárse lo aalguien de inmediato.

Spade, apoyado en el sofá sobre uncodo, los escuchaba ecuánimemente.La cómoda postura de su cuerpo rela-jado y la placentera inmovilidad de susfacciones no expresaban ni curiosidadni desasosiego.

—¿Qué le ocurrió exactamente aFloyd? —preguntó Cairo, en voz baja.

L a p u n t a d e l í n d i c e d e r e -c h o d e B r i g i d t r a z ó u n a f u g a zG e n e l a i r e .

— C o m p r e n d o — d i j o C a i r o ,a u n q u e s u s o n r i s a e r a d e d u d a — .¿ E s t á a q u í ?

—No lo sé —dijo ella, impacientemen-te—. ¿Qué más da?

L a d u d a e x p r e s a d a e n l a s o n -r i s a , d e C a i r o s e a c e n t u ó .

—Podría suponer una grandísima diferencia.Y cuando cambió la postura de las

manos, uno de sus dedos, por suerte oadrede, quedó apuntando con toda sugordura hacia Spade.

L a m u c h a c h a v i o e l d e d oq u e s e ñ a l a b a , m o v i ó l a c a b e -z a i m p a c i e n t e m e n t e y d i j o :

—O yo. O usted.

—Exactamente. ¿Y podríamos añadir,aún con mayor certeza, a ese muchachoque está ahí fuera?

—Sí —dijo ella, riendo—. ¡A no serque se trate del mismo que tenía usted enConstantinopla!

Una repentina ola de sangre moteó de manchas elrostro de Cairo, que gritó con voz destemplada y furiosa:

—¿Se refiere usted al que usted no pudo conseguir?

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Brigid O’Shaughnessy jumped upfrom her chair. Her lower l ip wasbetween her tee th . Her eyes weredark and wide in a tense white face.She took two quick s teps towardsCairo. He started to rise. Her righthand went out and cracked sharplyagainst his cheek, leaving the imprintof fingers there.

C a i r o g r u n t e d a n d s l a p p e dh e r c h e e k , s t a g g e r i n g h e rs i d e w i s e , b r i n g i n g f r o m h e rm o u t h a brief muffled scream.

Spade, wooden of face, was upfrom the sofa and close to them bythen. He caught Cairo by the throatand shook him. Cairo gurgled and puta hand inside his coat. Spade graspedthe Levantine’s wrist , wrenched i taway from the coat, forced it straightout to the side, and twisted it untilthe clumsy flaccid fingers opened tolet the black pistol fall down on therug.

Br ig id O’Shaughnessy qu ick lypicked up the pistol.

C a i r o , s p e a k i n g w i t hd i f f i c u l t y b e c a u s e o f t h e f i n g e r so n h i s t h r o a t , s a i d : “ T h i s i s t h es e c o n d t i m e y o u ’ v e p u t y o u rh a n d s o n m e . ” His eyes , t hought h e t h r o t t l i n g p r e s s u r e o n h i st h r o a t m a d e t h e m b u l g e , w e r eco ld and menac ing .

“ Ye s , ” S p a d e g r o w l e d . “ A n dwhen you’ re s lapped you’ l l t akei t and l ike i t . ” He re leased Ca i ro’swr i s t and wi th a th i ck open hands t ruck t he s i de o f h i s f a ce t h r eet imes , s avage ly.

Cairo tried to spit in Spade’s face,but the dryness of the Levantine’smouth made it only an angry gesture.Spade slapped the mouth, cutting thelower lip.

The door-bell rang.

Cairo’s eyes jerked into focus ont h e p a s s a g e w a y t h a t l e d t o t h ecorridor-door. His eyes had becomeu n a n g r y a n d w a r y. T h e g i r l h a dg a s p e d a n d t u r n e d t o f a c e t h ep a s s a g e w a y. H e r f a c e w a sfr ightened. Spade s tared gloomilyfor a moment at the blood tricklingfrom Cairo’s l ip, and then steppedb a c k , t a k i n g h i s h a n d f r o m t h eLevantine’s throat.

“Who is it?” the girl whispered,coming close to Spade; and Cairo’seyes je rked back to ask the samequestion.

Spade gave his answer irritably: “Idon’t know.”

T h e b e l l r a n g a g a i n , m o r einsistently.

Brigid O’Shaughnessy saltó de su si-lla. Tenía el labio inferior entre los dien-tes, los ojos oscurecidos y muy abier-tos en una cara tensa y pálida. Dio dospasos rápidamente hacia Cairo, queempezó a levantarse . Br igidO’Shaughnessy lanzó la mano, que abo-feteó ásperamente la mejilla dejando lahuella de los dedos.

C a i r o g r u ñ ó y l a a b o f e t e ó a s uv e z , h a c i é n d o l a t a m b a l e a r s e ha -c i a u n l a d o m i e n t r a s s o l t a b a_______ un breve chillido ahogado.

Spade , con e l ros t ro pé t r eo , s ehab ía l evan tado de l so fá y se ha -b í a a c e r c a d o a e l l o s . C o g i ó aCa i ro por l a ga r gan ta y lo za ran -deó . Ca i ro go r go teó y se l l evó l amano a l bo l s i l l o . Spade aga r ró l amano de l l evan t ino , s e l a sacó de lab r igo y l e r e to rc ió e l b razo has -t a que los dedos f l ác idos y to rpesso l ta ron la p i s to l i t a negra sobre l aa l fombra .

Brigid O’Shaughnessy la recogió rá-pidamente.

Ca i ro , a r t i cu lando con d i f i cu l -t a d d e b i d o a l o s d e d o s q u e l ea t enazaban l a ga r gan ta , d i jo :

— E s l a s e g u n d a v e z q u e m ep o n e l a s m a n o s e n c i m a — susojos, pese a que la presión de los dedoslos volvía saltones, se mostraban fríos yamenazadores.

—S í — g r u ñ ó S p a d e — . Yc u a n d o l e a b o f e t e e n d e b eg u s t a r l e y a g u a n t a r s e — s o l t ól a m u ñ e c a d e C a i r o y c o n l am a n o a b i e r t a l e d i o t r e sb o f e t o n e s , b r u t a l e s .

Cairo intentó escupirle en la cara,pero la sequedad de garganta transfor-mó el intento en un gesto de ira. Spadele abofeteó en la boca, cortándole ellabio.

Llamaron a la puerta.

Cairo enfocó la mirada hacia elpasi l lo que daba a la puerta . De susojos había desaparecido la i ra , re-emplazada por la cautela . La chicas e h a b í a q u e d a d o c o n l a b o c a a b i e r t amirando a l pas i l lo . Tenía cara desusto. Spade miró con tr is teza porun momento la sangre que manabadel labio de Cairo y luego retroce-d i ó s o l t a n d o l a g a r g a n t a d e llevant ino.

—¿Quién es? —susurró la chicaacercándose a Spade; y sobre él se po-saron los ojos de Cairo haciendo la mis-ma pregunta.

Spade respondió irritado:—No lo sé.

Volvió a sonar el timbre, con más in-sistencia.

Brigid saltó de la mecedora. Tenía ellabio inferior entre los dientes, los ojosmuy abiertos y sombríos y la cara blan-ca y desencajada. Dio dos rápidas zan-cadas hacia Cairo, que comenzó a le-vantarse. La mano derecha de la mucha-cha fustigó el aire y cayó sobre la meji-lla del hombrecillo, dejando los dedosmarcados sobre ella.

Cairo gruñó de ira y golpeó la cara dela muchacha con la mano abierta. Brigidse tambaleó y de su boca salió un gritocorto y ahogado.

Para entonces, Spade ya se había le-vantado del sofá, sin mudar la expresiónde su cara tallada, y estaba junto a ellos.Agarró a Cairo del cuello y le sacudió.Cairo se atragantó y buscó algo con lamano en un bolsillo interior. Spade le aga-rró la muñeca apartándole la mano delbolsillo, le extendió el brazo y se lo re-torció hasta que los torpes y lánguidos de-dos dejaron caer una pistola negra sobrela alfombra.

Brigid recogió la pistola del suelo rá-pidamente.

C a i r o , h a b l a n d o c o n d i f i c u l -t a d , d e b i d o a l o s d e d o s q u e l ea p r e t a b a n e l p e s c u e z o , d i j o :

—Esta es la segunda vez que me poneusted la mano encima.

Sus o jos se vo lv ie ron sa l tonespor e l ahogo , pe ro mi raban f r ío sy amenazadores .

—Efectivamente —gruñó Spade—,y la próxima vez que le den una bofe-tada se va a aguantar.

Y soltando la muñeca de Cairo, le gol-peó hasta tres veces salvajemente en lacara.

Cairo trató de escupirle a la cara, perotenía la boca demasiado seca y únicamen-te consiguió hacer una mueca de furia.Spade le golpeó la boca, que comenzó asangrar.

Sonó el timbre de la puerta.

Ca i ro log ró a jus t a r e l foco de susojos para mirar hacia e l pasi l lo de en-trada. Ahora la cautela había reempla-zado a la ira en su mirada. La muchachadejó escapar una exclamación ahogada y mirótambién hacia el pasillo. Su cara expresa-ba terror. Spade miró taciturnamente du-rante unos instantes el chorrito de sangreque caía por la barbilla de Cairo y dio lue-go un paso atrás, soltando el pescuezo delhombre de los Balcanes.

—¿Quién es? —susurró la muchacha,muy cerca de Spade, al mismo tiempo quelos ojos de Cairo se agitaban para hacerla misma pregunta.

—No lo sé —respondió Spade, de pé-simo talante.

Volvió a sonar insistentemente elt imbre.

bulge swell, outwards

throttling strangling, chocking

XX

gasp jadear, dar un grito ahogado X

brief 1 (de duración) breve, momentáneo a briefrest, un breve descanso 2 (de tamaño) con-ciso, lacónico, muy corto, in brief , en resu-men

1 (noticia) informe, sumario, resumen 2 Jurescrito 3 briefs pl, (de hombre) calzoncillos(de mujer) bragas

1 (dar información) informar, despachar 2 MilJur informar a

X

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“ W e l l , k e e p q u i e t , ”S p a d e s a i d , a n d w e n t o u to f t h e r o o m , s h u t t i n g t h ed o o r b e h i n d h i m .

Spade turned on the light in thepassageway and opened the door tothe corridor. Lieutenant Dundy andTom Polhaus were there.

“ H e l l o , S a m , ” To m s a i d . “ Wethought maybe you wouldn’t’ve goneto bed yet.”

D u n d y n o d d e d , b u t s a i dn o t h i n g .

S p a d e s a i d g o o d - n a t u r e d l y :“ H e l l o . Yo u g u y s p i c k s w e l lh o u r s t o d o y o u r v i s i t i n g i n .W h a t i s i t t h i s t i m e ? ”

D u n d y s p o k e t h e n ,q u i e t l y : “ W e w a n t t o t a l k t oy o u , S p a d e . ”

“ We l l ? ” S p a d e s t o o d i n t h edoorway, blocking it . “Go ahead andtalk.”

Tom Polhaus advanced say ing :“We don’t have to do i t s tand inghere, do we?”

S p a d e s t o o d i n t h ed o o r w a y a n d s a i d : “ Y o uc a n ’ t c o m e i n . ” H i s t o n e w a sv e r y s l i g h t l y a p o l o g e t i c .

Tom’s thick-featured face, even inh e i g h t w i t h S p a d e ’s , t o o k o n a nexpression of friendly scorn, thoughthere was a bright gleam in his smallshrewd eyes. “What the hell, Sam?”h e p r o t e s t e d a n d p u t a b i g h a n dplayfully on Spade’s chest.

Spade leaned against the pushinghand, grinned wolfishly, and asked:“ G o i n g t o s t r o n g - a r m m e ,T o m? ”

Tom grumbled , “Aw, for God’ssake,” and took his hand away.

D u n d y c l i c k e d h i s t e e t ht o g e t h e r a n d s a i d t h r o u g ht h e m : “Let us in.”

S p a d e ’ s l i p t w i t c h e d o v e rh i s e y e t o o t h . H e s a i d :“Yo u ’ r e n o t c o m i n g i n . W h a t d oyou want to do about i t? Try to ge tin? Or do your ta lk ing here? Or goto he l l?”

Tom groaned.

Dundy, still speaking through histee th , sa id : “ I t ’d pay you to p layalong with us a little, Spade. You’vegot away with this and you’ve gotaway with that, but you can’t keep it

—E s t á b i e n , q u é d e n s e c a -l l a d o s — d i j o S p a d e , y s a l i ód e l a h a b i t a c i ó n c e r r a n d ol a p u e r t a t r a s é l .

S p a d e e n c e n d i ó l a l u z d e l p a -s i l l o y a b r i ó l a p u e r t a d e l d e s c a n -s i l l o . A l l í e s t a b a n e l t e n i e n t eD u n d y y To m P o l h a u s .

—Hola, Sam —dijo Tom—. Pensa-mos que a lo mejor todavía no te ha-bías acostado.

D u n d y a s i n t i ó p e r o n od i j o n a d a .

Spade dijo de buen humor:—Hola . Menudas horas que e l i -

gen pa ra hace r v i s i t a s . ¿De qué set r a t a e s t a vez?

Entonces habló Dundy, en voz baja:—Queremos hablar con us ted,

Spade.

¿Y? —Spade se mantenía en e lumbra l , ce r rando e l paso—. Ade-lante , hablen.

Tom Polhaus se adelantó diciendo:—Tampoco hay por qué hab la r

aqu í , ¿no?

S p a d e n o s e m o v i ó d e l u m -b r a l y r e p u s o :

—No pueden entrar —su tono tras-lucía una levísima disculpa.

Las gruesas facciones de Tom, a la al-tura de las de Spade, adoptaron una expre-sión de burla amistosa aunque sus ojillosastutos reflejaban una punta de ironía.

—Pero Sam, ¿qué demonios...? —protestó, poniendo de broma una de susmanazas en el pecho de Spade.

Spade dejó caer el peso sobre la ma-naza, sonrió zorruno y preguntó:

—¿Me vas a tratar con mano dura,Tom?

Tom gruñó , d i jo «Hombre, porDios» y retiró la mano.

D u n d y a p r e t ó l o s d i e n t e sy d i j o :

— Déjenos entrar.

E l l a b i o d e S p a d e t e m b l a b ap o r e n c i m a del colmillo. Dijo:

—No les voy a dejar entrar, asíque ¿qué van a hacer? ¿Intentarlo porla fuerza? ¿O hablar aquí? ¿O irse apaseo?

Tom gruñó.

Dundy, sin dejar de hablar entredientes, dijo:

—No le vendría mal jugar un ratocon nosotros, Spade. Se sale con unacosa o con otra, pero no podrá seguir

—Vamos a ver —dijo Spade, al di-rigirse hacia la puerta, que cerró des-pués de salir y de decir a los otros dosque no hicieran ruido.

S p a d e e n c e n d i ó l a l u z d e l c o -r r edor y ab r ió l a pue r t a de en t r a -da . A l l í e s t aban e l t en ien te Dundyy Tom Po lhaus .

— H o l a , S a m — d i j o To m — .P e n s a m o s q u e a l o m e j o r e s t a r í a st o d a v í a l e v a n t a d o .

Dundy lo confirmó con un gesto,pero no dijo nada.

—Hola, muchachos —dijo Spade, debuen humor—. La verdad es que elegísunas horas magníficas para hacer visitas.¿De qué se trata esta vez?

— Q u e r e m o s h a b l a r c o n t i g o ,S p a d e — d i j o D u n d y ,s o s e g a d a m e n t e .

—Pues venga, hablad —dijo Spade,sin apartarse de la puerta e impidiéndo-les el paso.

Tom dio un paso hacia adelante y dijo:—Bueno, pero no vamos a hablar aquí

de pie, ¿verdad?

Spade siguió interceptando el caminoy dijo en tono en el que la disculpa ape-nas resultó perceptible:

—No podéis pasar.

La cara de rasgos grandes y acusados deTom, que quedaba a la altura de la de Spade,adquirió una expresión de sorna amistosa, aun-que los ojillos sagaces destellaron con brillo.

—Venga ya , Sam —di jo en sonde p ro te s t a , y l e puso una manazasobre e l pecho en b roma .

Spade ofreció resistencia a la mano que leempujaba, sonrió con gesto de lobo y preguntó:

— ¿ M e v a s a s o p a p e a r ,T o m ?

Tom gruñó, retiró la mano y dijo:—¡Sam! ¡Por el amor de Dios!

Dundy apretó los dientes y dijo, dejandoque las palabras se le escurrieran entre ellos:

—Déjanos entrar.

Spade subió el labio y dejó al descu-bierto los colmillos.

— N o v a i s a e n t r a r . ¿ Q u é v a sa h a c e r ? ¿ T r a t a r d e c o n s e g u i r -l o ? ¿ O h a b l a r a q u í ? ¿ O i r t e a ld i a b l o ?

Tom volvió a gruñir.

Dundy, aún hablando entre dientes,dijo:

—Te conviene llevarnos la corrienteun poco, Spade. Te has salido muchasveces con la tuya, pero no creas que lo

to strongarm force

swell fine, splendid,excellent

eyetooth 1 colmillo 2 diente canino

wolfishly 1fiercely 2 rapaciously, ravenously X

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up forever.”

“ S t o p m e w h e n y o uc a n . ” S p a d e r e p l i e da r r o g a n t l y .

“That’s what I’ll do.” Dundy puthis hands behind him and thrust hisha rd f ace up towards the p r iva ted e t e c t i v e ’s . “ T h e r e ’s t a l k g o i n garound that you and Archer ’s wifewere cheating on him.”

S p a d e l a u g h e d . “ T h a ts o u n d s l i k e s o m e t h i n g y o ut h o u g h t u p y o u r s e l f . ”

“Then there’s not anything to it?”

“Not anything.”

“The ta lk i s , ” Dundy sa id , “ tha tshe t r i ed to ge t a d ivo rce ou t o fh i m s o ’ s s h e c o u l d p u t i n w i t hy o u , b u t h e w o u l d n ’t g i v e i t t ohe r. Any th ing to tha t ?”

“No.”

“There’s even talk,” Dundy wenton stolidly, “that that’s why he wasput on the spot.”

S p a d e s e e m e d m i l d l ya m u s e d . “ D o n ’ t b e a h o g , ” h es a i d . “ Yo u o u g h t n ’ t t r y t o p i nm o r e t h a n o n e m u r d e r a t at i m e o n m e . Yo u r f i r s t i d e a t h a tI k n o c k e d T h u r s b y o f fb e c a u s e h e ’ d k i l l e d M i l e sf a l l s a p a r t i f y o u b l a m e m ef o r k i l l i n g M i l e s t o o . ”

“You haven’t heard me say youk i l l e d a n y b o d y, ” D u n d y r e p l i e d .“You’re the one that keeps bringingthat up. But suppose I did. You couldhave blipped them both. There’s away of figuring it.”

“Uh-huh . I cou ld’ve bu tcheredM i l e s t o g e t h i s w i f e , a n d t h e nThursby so I cou ld hang Mi l e s ’ski l l ing on him. That’s a hel l of aswell system, or will be when I cangive somebody else the bump andhang Thursby’s on them. How longam I supposed to keep that up? Areyou going to put your hand on myshoulder for all the killings in SanFrancisco from now on?”

To m s a i d : “ A w , c u t t h ec o m e d y, S a m . Yo u k n o w ’ d a m n e dw e l l w e d o n ’t h i k e t h i s a n y m o r et h a n y o u d o , b u t w e g o t o u r w o r kt o d o . ”

“ I h o p e y o u ’ v e g o t s o m e t h i n gt o d o b e s i d e s p o p i n h e r e e a r l ye v e r y m o r n i n g w i t h a l o t o fd a m n e d f o o l q u e s t i o n s . ”

“ A n d g e t d a m n e d l y i n ga n s w e r s , ” D u n d y a d d e dd e l i b e r a t e l y .

así para siempre.

—Pues interrúmpame cuando puedausted hacerlo —replicó Spade con arro-gancia.

—L o h a r é — D u n d y s e p u s o l a sm a n o s a l a e s p a l d a y a c e r c ó e lr o s t r o e n d u r e c i d o a l d e l d e t e c t i -v e p r i v a d o — . S e d i c e p o r a h íq u e u s t e d y l a v i u d a d e A r c h e r s el a e s t a b a n p e g a n d o .

Spade soltó una carcajada.—Lo que parece es que lo ha pensa-

do usted mismo.

—¿Entonces no hay nada de eso?

—Nada en absoluto.

—Lo que se dice —prosiguióDundy— es que ella había intentadoconseguir el divorcio para poder irsecon usted, pero que él no se lo quisoconceder. ¿Hay algo de eso?

—No.

— I n c l u s o s e d i c e — p r o s i g u i óDundy i m p e r t u r b a b l e — que po reso se le puso a tiro.

Spade pareció ligeramente divertido.—N o s e a c e r d o — r e p u s o — .

N o i n t e n t e c o l g a r m e m á s d eu n a s e s i n a t o a l a v e z . E s ap r i m e r a i d e a s u y a d e q u e y ol i q u i d é a T h u r s b y p o r q u e h a b í am a t a d o a M i l e s , s e c a e p o r s up e s o s i m e a c u s a d e h a b e r m a t a -d o t a m b i é n a M i l e s .

—No me habrá usted oído decir queusted matara a nadie —replicó Dundy—. Es usted quien no hace más que sacar-lo a la luz. Pero bueno, a lo mejor lodije. También podría haber liquidado alos dos. También tiene explicación.

—Claro. Yo podría haberme car-gado a Miles para quedarme con sumujer y luego a Thursby para car-ga r l e a é l e l a se s ina to de Mi l e s .Menudo montaje es , o será, cuan-do encuentre a otro a quien dar elpasaporte para luego cargarle lo deThursby. Y así ¿cuántas veces? ¿Oes que me va a echar encima todoslos asesinatos de San Francisco deahora en adelante?

Tom dijo:—Vale, Sam, deja de actuar. Sa-

bes perfectamente bien que a nos-otros esto nos gusta tanto como a ti ,pero tenemos que hacer nuestro tra-bajo.

—Espero que tengáis algo mejor quehacer además de asomaros por aquí casitodas las madrugadas para hacer unmontón de preguntas idiotas.

—Y conseguir un montón de res-puestas idiotas —añadió del ibera-damente Dundy.

vas a conseguir siempre.

— I m p í d e m e l o c u a n d o p u e -d a s — r e p l i c ó S p a d e , c o n a r r o -g a n c i a .

—Eso es lo que voy a hacer —dijoDundy, que se puso las manos a la espal-da, adelantó la cara de dura expresión ha-cia la del detective particular y añadió—: Dicen por ahí que estabas engañando aArcher con su mujer.

— E s o s u e n a a i n v e n -c i ó n t u y a — d i j o S p a d e ,r i e n d o .

—¿No hubo nada entre vosotros?

—Nada.

—Pues lo que se dice —continuóDundy— es que ella trató de conse-guir el divorcio para poder casarsecontigo, pero que él no quiso. ¿Hayalgo de cierto en eso?

—No.

— I n c l u s o s e d i c e — p r o s i g u i óDundy, impasible— que por eso tuvoel fin que tuvo.

Esto pareció resultarle a Spade relativamente jocoso.—Venga, Dundy, no seas ambicioso.

No deb ie ras t ra tar de acusarmed e m á s d e u n a s e s i n a t o a l av e z . Y t u p r i m e r a t e o r í a d e q u em a t é a Thursby porque él había ma-tado a Miles cae por los suelos si aho-ra resulta que me acusas también dehaber matado a Miles.

—Todavía no creo que me hayas oídodecir que mataste a alguien —replicóDundy—. Eres tú quien está diciéndolo.Pero suponiendo que efectivamente lo hu-biese dicho, bien pudo ocurrir. Se podríaexplicar.

—Claro. Maté a Miles para con-seguir a su mujer, y luego maté aT h u r s b y p a r a p o d e r c u l p a r l e d e lases ina to de Miles . El s i s tema esadmirable; o lo será cuando yo mate a otrapersona para poder culparla de haber ma-tado a Thursby. ¿Cuánto tiempo calculasque tendré que seguir cargándome gente?¿Es que piensas acusarme de todos los ase-sinatos que se cometan en San Franciscodesde ahora en adelante?

—Escucha, Sam —dijo Tom—, acabaya con la comedia. Sabes perfectamenteque todo esto nos gusta tan poco como ati, pero tenemos una obligación que cum-plir.

— E s p e r o q u e c o n s i s t a e n a l g am á s q u e e n v e n i r u n a y o t r a v e za m i c a s a d e m a d r u g a d a , p a r a h a -c e r p r e g u n t a s i m b é c i l e s .

—Y para escuchar en respuesta men-tiras estúpidas —añadió Dundy, hablan-do despacio.

hog greedy person

stolid impasible; imperturbable (pejorative) ter-co 1 lack ing or conceal ing emot ion oranimation. 2 not easily excited or moved.

stol·id Etymology: Latin stolidus dull, stupid :having or expressing little or no sensibility :UNEMOTIONAL synonym see IMPASSIVE imperturba-ble, flemático, con sosiego, impasible

estólido = estúpido, dimwitted (falto de razón), ne-cio, insensato, bobo. DRAE = falto de razón ydiscurso.

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“Take i t easy,” Spade cautionedhim.

Dundy looked him up and downand then looked him straight in theeyes. “If you say there was nothingbetween you and Archer ’s wife,” hesaid, “you’re a liar, and I’m tellingyou so.”

A startled look came into Tom’ssmall eyes.

Spade moi s t ened h i s l i p s w i t ht h e t i p o f h i s t o n g u e a n d a s k e d :“Is that the hot tip that brought you hereat this ungodly time of night?”

“That’s one of them.”

“And the others?”

Dundy pulled down the corners ofhis mouth. “Let us in.” He noddedsignificantly at the doorway in whichSpade stood.

Spade f rowned amid shook h i shead.

Dundy’s mouth-corners l i f ted ina s m i l e o f g r i m s a t i s f a c t i o n .“There must’ve been something toit,” he told Tom.

To m s h i f t e d h i s f e e t a n d , n o tlook ing a t e i the r man , mumbled :“God knows.”

“ W h a t ’s t h i s ? ” S p a d e a s k e d .“Charades?”

“All right, Spade, we’re going.”Dundy buttoned his overcoat. “We’llb e i n t o s e e y o u n o w ’ a n d t h e n .Maybe you’re right in bucking us.Think it Over.”

“ U h - h u h , ” S p a d e s a i d ,g r i n n i n g . “ G l a d t o s e e y o u a n yt i m e , L i e u t e n a n t , a n d w h e n e v e rI ’ m n o t b u s y I ’ l l l e t y o u i n . ”

A voice in Spade’s l iving-rooms c r e a m e d : “ H e l p ! H e l p ! P o l i c e !Help!” The voice, high amid thin andshrill, was Joel Cairo’s.

Lieutenant Dundy stopped turninga w a y f r o m t h e d o o r , c o n f r o n t e dS p a d e a g a i n , a n d s a i d d e c i s i v e l y :“I guess we’re going in.”

T h e s o u n d s o f a b r i e fs t r u g g l e , o f a b l o w , o f asubdued cry, came to them.

S p a d e ’ s f a c e t w i s t e d i n t o as m i l e t h a t h e l d l i t t l e j o y . H es a i d , “ I g u e s s y o u a r e , ” a n ds t o o d o u t o f t h e w a y .

When the pol ice-detect ives hadentered he shut the corridor-door andfol lowed them back to the l iving-room.

—Cuidado —advir t ió Spade aDundy.

Dundy le miró de arriba abajo yluego le miró fijamente a los ojos.—Si dice usted que no había nada en-t re us ted y la mujer de Archer —dijo— es usted un mentiroso, se lodigo yo.

Los ojos de Tom reflejaron su sobre-salto.

Spade se humedec ió los l ab ioscon la punta de la lengua y pregun-tó: —¿Ese es el soplo que les ha traídoaquí a estas _____ horas de la noche?

—Es uno de ellos.

—¿Y los demás?

Dundy bajó las comisuras de la boca.—Déjenos entrar —y señaló con un

movimiento de cabeza inequívoco elumbral en el que se encontraba Spade.

Spade frunció el ceño y meneó la ca-beza.

Las comisuras de la boca de Dundy volvieron aelevarse, esta vez en una sonrisa de torva satisfacción.

— D e b e h a b e r a l g o d e e s o— d i j o a To m .

Tom restregó los pies y, sin mirar aninguno de los dos, dijo:

—Sabe Dios.

—¿Y esto? —preguntó Spade—.¿Adivinanzas?

—De acuerdo, Spade, nos vamos—Dundy se abrochó el abrigo—. Ven-dremos a verle de vez en cuando. Alo mejor t iene razón en resist irse .P iénse lo .

—Ajá —dijo Spade sonriente—. Mealegra verles en cualquier momento, te-niente, y siempre que no esté ocupadoles dejaré pasar. En el salón de Spade,una voz empezó a gritar:

—¡Socorro! ¡Socorro! ¡Policía! ¡So-corro! —Era la voz, fina y chillona, deJoel Cairo.

El teniente Dundy, que ya se alejabade la puerta, se detuvo, se encaró conSpade y dijo decididamente:

—Ahora sí me parece que vamos a entrar.

Ha s t a e l l o s l l e g ó e l r u i d o d eu n b r e v e f o r c e j e o , u n g o l p e , u ng r i to ahogado.

E l r o s t r o d e S p a d e s e f o r -z ó e n u n a s o n r i s a q u e n o r e -v e l a b a g r a n a l e g r í a . D i j o« E s o p a r e c e » y s e a p a r t ó .

U n a v e z q u e e n t r a r o n l o sp o l i c í a s , c e r r ó l a p u e r t a d e ld e s c a n s i l l o y l e s s i g u i ó a ls a l ó n .

—Cuidado con lo que dices —le ad-virtió Spade.

Dundy le miró de arriba abajo y luegodirectamente a los ojos:

— S i d i c e s q u e n a d a h a h a b i d oe n t r e l a m u j e r d e A r c h i e y t úe r e s u n m e n t i r o s o , y t e l o d i g o al a c a r a .

Los ojillos de Tom expresaron súbitay sorpresa.

Spade se humedeció los labios conla punta de la lengua y preguntó:

—¿Es ése el importante soplo que os hatraído aquí a estas _____ horas de la noche?

—Es uno de ellos.

—¿Y los demás?

Dundy hizo una mueca sardónica ydijo, señalando la puerta que Spade esta-ba interceptando:

—Déjanos pasar.

Spade dijo que no con cara de pocosamigos.

A h o r a , l a b o c a d e D u n d y d i b u -j ó u n a s o n r i s a d e s a t i s f a c c i ó n :

—Parece que había algo de verdad enello, Tom.

Tom movió los pies y farfulló, sin mi-rar a ninguno de los dos:

—¡Cualquiera sabe!

—¿A qué estamos jugando ahora? ¿Alos acertijos? —preguntó Spade.

—Está bien, Spade —dijo Dundy, abro-chándose el abrigo—. Nos vamos. Pasare-mos a verte de vez en cuando. Quizá tengastus razones para ponernos la cosa difícil.Piénsalo.

—Tendré mucho gusto en verte encualquier momento, teniente —dijoSpade, con una sonrisa picaresca—. Ycuando no esté ocupado, te dejaré pasar.

Una voz gritó en el cuarto de estar de Spade:—¡Socorro! ¡Socorro! ¡Policía! ¡Socorro!La voz era atiplada, afilada y chillo-

na: la voz de Joel Cairo.

D u n d y i n t e r r u m p i ó s u m e d i avuel ta , vo lv ió a quedar de cara aSpade , y d i jo , con dec is ión:

—Creo que ahora sí que vamos a pasar.

Hasta el los l legó el ruido de unabreve lucha , de un golpe y de ungri to ahogado .

La cara de Spade se descompuso paradibujar una sonrisa que expresaba muypoca alegría.

—Supongo que sí, que vais a pasar.

C u a n d o l o s d o s p o l i c í a se n t r a r o n , S p a d e c e r r ó l ap u e r t a y l o s s i g u i ó h a c i a e lc u a r t o d e e s t a r .

buckin’ encouraging us

ungodly intempestivo, wickedly, outrageousungodly 1 impío,-a, malvado,-a 2 fig (ruido, lío)

tremendo,-a (una hora) intempestivo,-a

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VIII.

Horse Feathers

Brigid O’Shaughnessy was huddledin the armchai r by the tab le . Herforearms were up over her cheeks, herknees drawn up until they hid the lowerpart of her face. Her eyes were white-circled and terrified.

Joel Cairo stood in front of her,bend ing over he r, ho ld ing in onehand the pistol Spade had twisted outo f h i s h a n d . H i s o t h e r h a n d w a sclapped to his forehead. Blood ranthrough the fingers of that hand andd o w n u n d e r t h e m t o h i s e y e s . Asmaller trickle from his cut lip madethree wavy lines across his chin.

C a i r o d i d n o t h e e d t h ede tec t ives . He was g lar ing a t t heg i r l h uddled in front of him. Hiships were working spasmodical ly,but no coherent sound came f rombetween them.

Dundy, the first of the three intothe hiving-room, moved swift ly toCairo’s side, put a hand on his ownhip under his overcoat, a hand on theL e v a n t i n e ’s w r i s t , a n d g r o w l e d :“What are you up to here?”

Cairo took the red-smeared hand fromhis head and flourished it close to theLieutenant’s face. Uncovered by the hand, hisforehead showed a three-inch ragged tear.“ T h i s i s w h a t s h e h a s d o n e , ” h ecr ied . “Look a t i t . ”

T h e g i r l p u t h e r f e e t d o w no n t h e f l o o r a n d l o o k e d w a r i l yf r o m D u n d y , h o l d i n g C a i r o ’ sw r i s t , t o T o m P o l h a u s ,s t a n d i n g a l i t t l e b e h i n d t h e m ,t o S p a d e , l e a n i n g a g a i n s t t h ed o o r - f r a m e . S p a d e ’ s f a c e w a sp l a c i d . W h e n h i s g a z e m e t h e r sh i s y e l l o w - g r e y e y e s g l i n t e df o r a n i n s t a n t w i t h m a l i c i o u sh u m o r a n d t h e n b e c a m ee x p r e s s i o n l e s s a g a i n .

“ D i d y o u d o t h a t ? ” D u n d ya s k e d t h e g i r l , n o d d i n g a tC a i r o ’ s c u t h e a d .

She looked at Spade again. He didnot in any way respond to the appeal

CAPÍTULO VIII

Cuentos chinos

Brigid O’Shaughnessy estaba acurrucadaen la mecedora. Con los antebrazosocultaba la cara y había subido lasrodi l las has ta taparse la barb i l la .Tenía los ojos bordeados de blan-co, aterrorizados.

Frente a ella, de pie, inclinándo-se sobre ella, estaba Joel Cairo, sos-teniendo la pistola que Spade le ha-bía arrebatado. Con la otra mano sesujetaba la frente, y entre los dedosle corría la sangre hasta l legarle alos ojos. Un hilil lo que le salía dellabio cortado se dividía en tres l í-neas ondulantes por la barbilla.

Ca i ro no p res tó a tenc ión a lospol ic ías . Miraba con feroc idad ala chica acurrucada ante é l . Mo-v í a l o s l ab io s e spasmód icamen tepero de e l los no sa l ía sonido co-herente a lguno.

Dundy, el primero de los tres en en-trar en el salón, se acercó rápidamentea Cairo, se llevó una mano a la cadera,por debajo del abrigo, sujetó con la otrala muñeca del levantino y le gritó:

—¿Se puede saber qué hace?

Cairo se quitó la mano teñida de rojode la frente y se la enseñó al teniente.Retirada la mano, la frente mostró undesgarro de ocho centímetros.

—Mire lo que ha hecho —gritó—.Mírelo.

La chica puso los pies en el suelo ypaseó una mirada cautelosa desdeDundy, que sujetaba la muñeca deCairo, a Tom Polhaus, que estaba unpoco más atrás, para terminar en Spade,que estaba apoyado en el quicio de lapuerta. El rostro de Spade estaba tran-quilo. Cuando su mirada se cruzó conla de la chica, sus ojos grises amarillen-tos brillaron un instante con un humormalicioso y luego se tornaron nueva-mente inexpresivos.

—¿Fue usted? —preguntó Dundy ala chica señalando la frente abierta deCairo con un movimiento de cabeza.

Ella volvió a mirar a Spade, peroéste no respondió en modo alguno a

8.

Cuentos chinos

Brigid estaba hecha un ovillo en el si-llón cercano a la mesa. Se cubría las me-jillas con los antebrazos y la parte infe-rior de la cara con las rodillas, hasta ellaalzadas. Los ojos, aterrados, estaban ro-deados de pálidos círculos.

Ante ella, de pie, inclinado hacia ade-lante, Joel Cairo tenía en una mano la mis-ma pistola que Spade le había quitado an-tes retorciéndole el brazo. La otra manodescansaba en la frente, y entre sus dedoscorría la sangre hasta más abajo de los ojos.Un chorrito más menudo de sangre mana-ba de un labio partido y dibujaba tres finaslíneas sinuosas sobre la barbilla.

Cairo no prestó atención a los detecti-ves. Estaba con los ojos clavados sobrela muchacha, encogida sobre el sillón,que tenía delante. Los labios se estreme-cían espasmódicamente, pero de ellos nosalía sonido coherente alguno.

Dundy, que fue el primero que entróen la habitación, se llegó rápidamente aCairo, hundió la mano debajo de su abri-go, a la altura de la cadera, agarró con laotra la muñeca del balcánico y rugió:

—¿Se puede saber qué ocurre aquí?

Cairo se quitó de la frente la manomanchada de sangre y la agitó en el airecerca de la cara del teniente. Quedó a lavista una fea herida de tres pulgadas.

—¡Esto es lo que ha hecho! ¡Mire! —gritó.

La muchacha puso los pies en elsuelo y miró recelosamente a Dundy,que tenía sujeto a Cairo por la muñe-ca; a Tom, algo más en segundo térmi-no, y a Spade, que estaba apoyado con-tra el marco de la puerta. La expresiónde Spade era de placidez. Cuando susojos amarillentos y grises se encontra-ron con los de la muchacha, brilló enellos durante un instante un destello demalicioso buen humor, y luego se tor-naron de nuevo inexpresivos.

—¿Ha hecho usted esto? —le pregun-tó Dundy a la muchacha, indicado la he-rida de Cairo con la cabeza.

Brigid volvió a mirar hacia Spade,que no respondió a la súplica de sus

glare A 1. mirada feroz o llena de odio 2. luzdeslumbrante, resplandor. B 1 mirar enfu-recido [at, a] staring angrily and fiercely, (ful-minándole con la mirada) 3. deslumbrar 1.To stare fixedly and angrily. See synonymsat gaze. 2. To shine intensely and blindingly:A hot sun glared down on the desert. 3. Tobe conspicuous; stand out obtrusively: Theheadline glared from the page. To expressby staring angrily: He glared his disapproval.

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in her eyes. He leaned against thedoor - f rame and observed theoccupants of the room with the politede tached a i r o f a d i s in te res tedspectator.

The girl turned her eyes up toDundy’s. Her eyes were wide and darkand earnest. “I had to,” she said in a lowthrobbing voice. “ I w a s a l l a l o n ei n h e r e w i t h h i m w h e n h ea t t a c k e d m e . I c o u l d n ’ t — I t r i e dt o k e e p h i m o f f . I — I c o u l d n ’ tm a k e m y s e l f s h o o t h i m . ”

“Oh, you liar!” Cairo cried, tryingunsuccessfully to pull the arm thatheld his pistol out of Dundy’s grip.“ O h , y o u d i r t y f i l t h y l i a r ! ” H et w i s t e d h i m s e l f a r o u n d t o f a c eDundy. “She’s lying awfully. I camehere in good faith and was attackedby both of them, and when you camehe went out to talk to you, leavingher here with this pistol, and thenshe said they were going to kill meafter you left, and I called for help,so you wouldn’t heave me here to bemurdered, and then she struck mewith the pistol.”

“Here, give me this thing,” Dundysaid, and took the pistol from Cairo’shand, “Now let’s get this straight.What’d you come here for?”

“He sent for me.” Cairo twisted hishead a round to s ta re def ian t ly a tSpade. “He called me up on the phoneand asked me to come here.”

S p a d e b l i n k e d s l e e p i l y a t t h eLevantine and said nothing.

D u n d y a s k e d : “What’dhe want you for?”

Cai r o w i t h h e l d h i s r e p l y u n t i lh e h a d m o p p e d h i s b l o o d yf o r e h e a d a n d c h i n w i t h al a v e n d e r - b a r r e d s i l kh a n d k e r c h i e f . B y t h e n s o m e o fthe ind igna t ion in h i s manner hadb e e n r e p l a c e d b y c a u t i o n .“ H e sa id he wanted—they wanted—tosee me. I didn’t know what about.”

Tom Polhaus lowered his head,sniffed the odor of chypre that themopping handkerchief had releasedin the a i r, and turned his head tos c o w l i n t e r r o g a t i v e l y a t S p a d e .Spade winked at him and went onrolling a cigarette.

D u n d y a s k e d : “ We l l , w h a thappened then?”

“ T h e n t h e y a t t a c k e d m e . S h estruck me first, and then he chokedme and took time pistol out of myp o c k e t . I d o n ’ t k n o w w h a t t h e ywould have done next if you hadn’tarrived at that moment. J dare saythey would have murdered me thena n d t h e r e . W h e n h e w e n t o u t t oanswer the bell he left her here with

la demanda de sus ojos. Siguió apo-yado en el quicio observando a losocupantes de la habitación con el airedistante y cortés de un espectador des-interesado.

L a c h i c a c l a v ó s u s o j o s e nl o s d e D u n d y : u n o s o j o s b i e na b i e r t o s , o s c u r o s , s i n c e r o s .

—Tuve que hace r lo —di jo convoz cavernosa—. Es taba so la conél aquí y me a tacó . No pude . . . in -ten té qui tá rmelo de encima. No. . .no pude d isparar le .

—Mentirosa! —chilló Cairo, in-tentando soltarse el brazo que sos-tenía la pistola, sin conseguirlo—.¡Guarra, mentirosa de mierda! —sevolvió para encararse con Dundy—.Miente como un demonio. Vine aquíde buena fe y me atacaron los dos, ycuando vinieron ustedes, mientras élsalía a hablar, la dejó aquí con esapistola, y luego ella me dijo que meiban a matar en cuanto ustedes semarcharan, así que pedí ayuda, paraque no me dejaran aquí y me asesi-naran y entonces me dio un golpe conla pistola.

—Venga, démela —dijo Dundy,quitándole la pistola de la mano—.Y ahora, vamos a ver si aclaramosesto. ¿Para qué vino aquí?

—Me mandó l l amar é l —Cai rovolvió la cabeza para mirar desa-fiante a Spade—. Me llamó por te-léfono y me pidió que viniera.

Spade parpadeó mirandosomnoliento al levantino. No dijo nada.Dundy preguntó:

—¿Para qué le quería?

C a i r o n o r e s p o n d i ó h a s t aq u e s e h u b o l i m p i a d o l a f r e n -t e y l a b a r b i l l a c o n u n p a ñ u e -l o d e s e d a c o n r a y a s c o l o r l a -v a n d a . P a r a e n t o n c e s , y a h a -b í a r e e m p l a z a d o p a r t e d e s ui n d i g n a c i ó n p o r c a u t e l a .

—Dijo que quería... que querían ver-me. No sé por qué.

To m P o l h a u s b a j ó l a c a b e z a ,o l i s q u e ó e l a r o m a d e C h i p r eq u e e l p a ñ u e l o h a b í a d e j a d o e ne l a i r e y g i r ó l a c a b e z a p a r am i r a r i n q u i s i t i v a m e n t e a S p a d e .S p a d e l e g u i ñ ó u n o j o y s i g u i ól i a n d o u n c i g a r r i l l o .

Dundy preguntó:—Y entonces, ¿qué pasó?

—Entonces me atacaron. Primerome pegó ella y luego él me agarró dela garganta y me quitó la pistola delbolsillo. No sé qué podrían haber he-cho después si no hubieran llegadoustedes en ese momento. Me atrevo adecir que me habrían asesinado en esemismo momento. Cuando salió a abrirla puerta, la dejó aquí con la pistola

ojos. Siguió apoyado contra el marco dela puerta, contemplando a los ocupan-tes de la habitación con el cortés aireindiferente de un espectador ajeno atodo aquello.

L a m u c h a c h a v o l v i ó l o s o j o sh a c i a D u n d y . L o s t e n í a m u ya b i e r t o s y s u m i r a r e r a s o m b r í o :

—Tuve que hacerlo —dijo, con voztemblorosa—. Estaba sola con él cuandome atacó. No pude... Traté de impedir quese me acercara. No pude... No pude deci-dirme a disparar contra él.

—¡Mentirosa! —aulló Cairo, tra-tando de soltarse el brazo que sujeta-ba la pistola y que Dundy tenía aga-rrado—. ¡Mentirosa repugnante! —y se retorció para quedar de frente aDundy—. ¡Es mentira lo que está di-ciendo! ¡Yo he venido aquí de buenafe, y los dos me han agredido! Cuan-do vinieron ustedes, él me dejó conella, con la pistola en la mano, y medijo que cuando se fueran ustedes meiba a matar; y por eso pedí socorro,para que no dejaran ustedes que measesinaran, y entonces ella me golpeócon la pistola.

—Venga, déme eso —dijo Dundy,quitándole la pistola de la mano—. Yahora a ver si ponemos la cosa en claro.¿Para qué vino usted aquí?

—Me llamó él —dijo Cairo, volvien-do la cabeza hacia Spade con gesto dedesafío—. Me llamó por teléfono y medijo que viniera.

S p a d e g u i ñ ó l o s o j o sadormi lados hac ia e l ba l cán ico yno d i jo nada .

—¿Para qué le dijo que viniera?

C a i r o n o r e s p o n d i ó h a s t a d e s -p u é s d e e n j u g a r s e l a s a n g r e d e l af r e n t e y l a b a r b i l l a c o n u n p a ñ u e -l o d e s e d a a r a y a s c o l o r a z u l p á -l i do . Cuando acabó de hace r lo , sui n d i g n a c i ó n s e h a b í a a t e n u a d op a r a d e j a r p a s o a l a c a u t e l a :

—Me dijo que quería... que queríanverme. No me dijo para qué.

T o m i n c l i n ó l a c a b e z a ,o l f a t e ó e l p e r f u m e q u e s e d e s -p r e n d í a d e l p a ñ u e l o , y v o l v i ól a c a b e z a h a c i a S p a d e________con una mueca de in ter ro-gac ión . Spade le guiñó un o jo y s i -guió l iando un c igar r i l lo .

—Bueno, ¿y después qué ocurrió? —preguntó Dundy.

—Me agredieron. Primero me pegóella, luego él casi me estrangula, y mequitó la pistola del bolsillo. ¡Yo quésé lo que hubieran hecho después sino llegan a venir ustedes en aquel mo-mento! Supongo que me hubiesen ase-sinando sin más. Cuando ustedes lla-maron a la puerta , é l la dejó aquíencañonándome con la pistola, vigi-

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the pistol to watch over me.”

Brigid O’Shaughnessy jumped outof the armchair crying, “Why don’tyou make him tel l the truth?” andslapped Cairo on the cheek .

Cairo yelled inarticulately.

Dundy pushed the girl back intothe chair with the hand that was noth o l d i n g t h e L e v a n t i n e ’s a r m a n dgrowled: “None of that now.”

S p a d e , l i g h t i n g h i sc i g a r e t t e , g r i n n e d s o f t l yt h r o u g h s m o k e a n d t o l d To m :“ She’s impulsive.”

“Yeah,” Tom agreed.

Dundy scowled down at the girland asked: “What do you want us tothink the truth is?”

“Not what he said,” she replied.“Not anything he said.” She turnedto Spade. “Is it?”

“ H o w d o I k n o w ’ ? ” S p a d eresponded. “I was out in the kitchenm i x i n g a n o m e l e t t e w h e n i t a l lhappened, wasn’t I?”

S h e w r i n k l e d h e r f o r e h e a d ,s t u d y i n g h i m w i t h e y e s t h a tperplexity clouded.

Tom grunted in disgust .

D u n d y , s t i l l s c o w l i n g a tt h e g i r l , i g n o r e d S p a d e ’ ss p e e c h a n d a s k e d h e r :“If he’s not te l l ing the t ruth, howc o m e h e d i d t h e s q u a w k i n g f o rhelp, and not you?”

“Oh, he was frightened to death whenI struck him,” she replied, lookingcontemptuously at the Levantine.

Cairo’s face flushed where it wasnot blood-smeared. He exclaimed:“Pfoo! Another lie!”

She kicked his leg, the high heelof her blue slipper striking him justbelow the knee . Dundy pulled himaway from her while big Tom camet o s t a n d c l o s e t o h e r , r u m b l i n g :“Behave, s i s ter. That ’s no way toact.”

“Then make him tell the truth,”she said defiantly.

“ We ’ l l d o t h a t a l l r i g h t , ” h epromised. “Jus t don’t get rough.”Dundy, looking at Spade with green eyeshard and bright and satisfied, addressed hissubordinate: “Well, Tom, I don’t guesswe’ l l go wrong pul l ing the lo t ofthem in.”

T o m n o d d e dg l o o m i l y .

para vigilarme.

Brigid O’Shaughnessy saltó de lamecedora chillando:

—¿Por qué no le hacen decir la ver-dad? —y abofeteó a Cairo.

Cairo soltó un aullido.

D u n d y e m p u j ó h a c i a l a m e c e -d o r a a l a c h i c a c o n l a m a n o q u et e n í a l i b r e y g r u ñ ó :

—Quieta ahora.

S p a d e , e n c e n d i e n d o s u c i g a r r i -l l o , s o n r i ó s u a v e m e n t e e n m e d i od e l h u m o y l e d i j o a To m :

—Es muy impulsiva.

—Sí —asintió Tom.

Dundy miró ceñudo a la chica y le preguntó:—¿Y cuál de las dos cosas quiere ha-

cernos creer que es la verdad?

—Nada de lo que él ha dicho —re-plicó ella—. Ni una sola cosa —se vol-vió hacia Spade—: ¿O sí?

—¿Y cómo voy a saberlo yo? —re-puso Spade—. Yo estaba en la cocinapreparando una tortilla cuando ocurriótodo, ¿no?

E l l a a r r u g ó l a f r e n t e y l ee s c r u t ó c o n o j o s v e l a d o s p o rl a p e r p l e j i d a d .

Tom gruñó, disgustado.

Dundy, mirándola ceñudamente to-davía, pasó por alto las palabras deSpade y le preguntó a ella:

—Si no está diciendo la verdad, ¿cómoes que fue él quien pidió ayuda ________ yno usted?

—Ah, es que se moría de miedo cuan-do le di el golpe —repuso ella mirandodespreciativamente al levantino.

El rostro de Cairo se sonrojó en aquellaszonas no manchadas de sangre. Exclamó:

—¡Puaf! ¡Otra mentira!

Ella le dio un puntapié y el tacón deaguja de su zapato azul le golpeó justa-mente en la espinilla. Dundy lo apartómientras el grandón de Tom se acercaba paracolocarse junto a ella, murmurando:

—Compórtese, hermana. No sonmaneras .

—Entonces, háganle decir la verdad—dijo ella, desafiante.

—Ya lo haremos —prometió él—. Li-mítese a no ponerse dura.

Dundy, mirando a Spade con ojos verdes, duros,brillantes y satisfechos, se dirigió a su subordinado:

—Bueno, Tom, me parece que nonos equivocaremos si los ponemosa todos a buen recaudo.

T o m a s i n t i ó c o n e x p r e s i ó np e s i m i s t a .

lándome.

C o n e s t o , B r i g i d s a l t ó d e l s i -l lón , abofe teó a Ca i ro y g r i t ó :

— ¿ P o r q u é n o l e h a c e n d e -c i r l a v e r d a d ?

Cairo dio un chillido inarticulado.

Dundy, con la mano que no su-jetaba a Cairo, empujó a la mucha-cha hacia el s i l lón y di jo:

—¡Nada de eso! ¡Cuidado!

Spade encendió el cigarrillo, sonrió aTom a través de la humareda y le dijo, envoz baja, sonriendo con buen humor:

—Es muy impulsiva.

—Sí que lo es —asintió Tom.

Dundy miró a Brigid con dureza y le preguntó:— ¿ Q u é q u i e r e u s t e d q u e

n o s c r e a m o s ?

—No lo que él ha dicho. Nada de loque ha d icho . —Se vo lv ió hac iaSpade—: ¿No es así?

— ¿ C ó m o v o y a s a b e r l o y o ?Yo e s t a b a h a c i e n d o u n a t o r t i l l ae n l a c o c i n a c u a n d o o c u r r i ót o d o , ¿ n o ?

Brigid arrugó la frente y le con-t e m p l ó c o n o j o s n u b l a d o s p o r l aperple j idad.

Tom gruñó disgustado.

Dundy, sin levantar su hosca mirada dela muchacha, no hizo caso alguno de las pa-labras de Spade y le preguntó a Brigid:

—Si él no está diciendo la verdad, ¿porqué fue él y no usted quien gritó pidien-do socorro?

—Porque se quedó muerto de miedocuando le pegué —dijo mirandodespreciativamente al balcánico.

La parte del rostro de Cairo que no esta-ba cubierta de sangre enrojeció. Exclamó:

—¡Otra mentira!

Brigid le dio una patada en la pierna, yel alto tacón de su zapato azul fue a darlejusto debajo de la rodilla. Dundy quitó aCairo del alcance de la muchacha en tantoque Tom se acercó a ella para decirle:

—A ver si se porta bien, muchacha. Esano es manera de comportarse.

—¡Pues oblíguenle a decir la verdad!—dijo Brigid, retadoramente.

—Lo haremos, lo haremos —prometióTom—. Pero nada de violencias.

Dundy miró a Spade con ojos verdes, duros, bri-llantes y satisfechos, y le dijo a su subordinado:

—¿Sabes lo que te digo, Tom? Que nocreo que nos equivoquemos si nos los lle-vamos a todos a la jefatura.

Tom asintió tétricamente con una in-clinación de cabeza.

squawkingh crying loud and harshly X

disgust dar asco, repugnar, indignar ; aversion,loath disgusting asco , repugnante

disgustar annoy, upset, molestar; disgustofastidio, enfado,

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S p a d e l e f t t h e d o o r a n da d v a n c e d t o t h e c e n t e r o f t h er o o m , d r o p p i n g h i s c i g a r e t t ei n t o a t r a y o n t h e t a b l e a s h ep a s s e d i t . H i s s m i l e a n d m a n n e rw e r e a m i a b l y c o m p o s e d .“ D o n ’ t b e i n a h u r r y, ” h e s a id.“Everything can be explained.”

“ I b e t y o u , ” D u n d y a g r e e d ,sneering.

S p a d e b o w e d t o t h e g i r l .“ M i s s O ’ S h a u g h n e s s y , ” h es a i d , “ m a y I p r e s e n tL i e u t e n a n t D u n d y a n dD e t e c t i v e - s e r g e a n t P o l h a u s . ”H e b o w e d t o D u n d y . “ M i s sO ’ S h a u g h n e s s y i s a no p e r a t i v e i n m y e m p l o y . ”

Joel Cairo said indignantly: “Thatisn’t so. She—”

S p a d e i n t e r r u p t e d h i m i n aqu i t e l oud , bu t s t i l l gen ia l , vo ice :“I hired her just recently, yesterday.This is Mr. Joel Cairo, a friend—ana c q u a i n t a n c e , a t a n y r a t e — o fT h u r s b y ’s . H e c a m e t o m e t h i safternoon and tried to hire me to findsomething Thursby was supposed tohave on him when he was bumpedoff. It hooked funny, the way he putit to me, so I wouldn’t touch it. Thenhe pulled a gun—well, never mindthat unless i t comes to a point oflaying charges against each other.Anyway, after talking i t over withM i s s O ’ S h a u g h n e s s y, I t h o u g h tmaybe I could get something out ofh im abou t Mi les ’s and Thursby’skillings, so I asked him to come uphere. Maybe we put the questions tohim a little rough, but he wasn’t hurtany, not enough to have to cry forhelp. I’d already had to take his gunaway from him again.”

A s S p a d e t a l k e d a n x i e t y c a m ei n t o C a i r o ’s r e d d e n e d f a c e . H i se y e s m o v e d j e r k i l y u p a n dd o w n , s h i f t i n g t h e i r f o c u su n e a s i l y b e t w e e n t h e f l o o r a n dS p a d e ’s b l a n d f a c e .

D u n d y c o n f r o n t e d C a i r oa n d b r u s k l y d e m a n d e d :“Well, what’ve you got to say to that?”

C a i r o h a d n o t h i n g t o s a yf o r n e a r l y a m i n u t e w h i l e h es t a r e d a t t h e L i e u t e n a n t ’ sc h e s t . W h e n h e l i f t e d h i se y e s t h e y w e r e s h y a n d w a r y .“I don’t know what I should say,”he murmured . His embar rassmentseemed genuine.

“Try t e l l i ng the f ac t s , ” Dundysuggested.

“ T h e f a c t s ? ” C a i r o ’s e y e sfidgeted, though their gaze did nota c t u a l l y l e a v e t h e L i e u t e n a n t ’s .

Spade abandonó su lugar junto a lapuerta y avanzó hasta el centro de lahabitación, dejando caer su cigarrilloen un cenicero de la mesa conforme pa-saba. Había compuesto con pulcrituduna expresión sonriente y educada.

—No tengan prisa —dijo—. Todopuede explicarse.

—No me diga nada —asintió Dundy,socarrón.

Spade hizo una inclinación de cabe-za dirigiéndose a la chica.

—Señorita O’Shaughnessy —dijo—,permítame presentarle al teniente Dundyy al sargento de detectives Polhaus —hizo una inclinación de cabeza aDundy—. La señorita O’Shaughnessy esuna detective de mi agencia.

Joel Cairo dijo indignado:—No es verdad. Ella...

Spade le interrumpió con voz un tan-to alta, pero todavía genial:

—La acabo de contratar, ayer. Éstees el señor Joel Cairo, amigo, o porlo menos conocido, de Thursby. Meha visitado esta tarde y ha intentadocontratarme para encontrar una cosaque se supone que Thursby llevabaenc ima cuando lo l iqu idaron . Talcomo me lo planteó, me pareció raroy no lo acepté . Entonces sacó unarma... bueno, eso tampoco hay quetenerlo en cuenta salvo que nos pon-gamos a acusarnos unos a otros. Seacomo fuere: después de discut i r locon la señorita O’Shaughnessy, pen-sé que podría sacarle algo sobre losasesinatos de Miles y de Thursby, asíque le pedí que v in iera . Quizá leplanteamos las cosas con cierta brus-quedad, pero no se le hizo daño, des-de luego no tanto como para chillarpidiendo ayuda. Yo había tenido quequitarle otra vez la pistola.

M i e n t r a s S p a d e h a b l a b a , l aa n s i e d a d f u e i n u n d a n d o e l r o s t r oe n r o j e c i d o d e C a i r o . M o v í a l o so j o s a r r i b a y a b a j o , e n f o c a n d oc o n d i f i c u l t a d e l s u e l o y e l r o s -t r o b l a n d o d e S p a d e .

D u n d y s e e n c a r ó c o n C a i r o yl e e x i g i ó c o n b r u s q u e d a d :

—Y bien, ¿qué tiene que decir a eso?

Cairo no tuvo nada que decir duran-te cerca de un minuto, mientras mirabafijamente la pechera del teniente. Cuan-do levantó los ojos hacia él, su miradaera una mezcla de timidez y cansancio.

—No sé qué podría decir —murmu-ró. Parecía verdaderamente des-concertado.

—Intente contarnos los hechos —lesugirió Dundy.

—¿ L o s h e c h o s ? — L o s o j o s d eCa i ro se ag i taron , aunque s in de -j a r d e m i r a r a l t e n i e n t e — . ¿ Y

Spade abandonó la puerta juntoa l a cua l e s t aba , avanzó hac ia e lcentro de la habitación, y, a l pasaral lado de la mesa, dejó el c igarr i -l lo en un cenicero. Su talante y son-r isa eran mesurados y placenteros.

—No corras tanto —dijo—. Todotiene una explicación.

—¡Seguro! —asintió Dundy, con sar-casmo.

Spade se inclinó delante de Brigid.— M i s s O ’ S h a u g h n e s s y , m e

p e r m i t o p r e s e n t a r l e a l t e -n i e n t e D u n d y y a l s a r g e n t od e t e c t i v e P o l h a u s — e i n c l i -n á n d o s e a n t e D u n d y , a ñ a d i ó —: M i s s O ’ S h a u g h n e s s y e s u n aa g e n t e y e m p l e a d a m í a .

—¡No es verdad! Es... —dijo Cairo,con gran indignación.

Spade le interrumpió en un tono muyalto, aunque la voz siguió siendo cordial:

—La he contratado recientemente.Ayer. Este es mister Joel Cairo, un amigo,o por lo menos un conocido de Thursby.Vino a verme esta tarde y trató de contra-tar mis servicios para que encontrase algoque cree que Thursby llevaba encima cuan-do fue asesinado. Las explicaciones que medio sonaron raras y no quise encargarmedel asunto. Entonces sacó una pistola...Pero vamos a dejar eso, al menos hasta elmomento de que presentemos denunciaslos unos contra los otros. En cualquiercaso, después de discutir el asunto con missO’Shaughnessy, se me ocurrió que quizápudiese conseguir de mister Cairo algunosinformes acerca de la muerte de Miles yde Thursby, y entonces le dije que vinieraaquí. Puede ser que le hiciera las pregun-tas con algo de brusquedad, pero no sufriódaño, o al menos no lo bastante como parapedir socorro. Yo ya le había vuelto a qui-tar la pistola.

Según hablaba Spade, el rostro enroje-cido de Cairo fue expresando más angus-tia. Sus ojos subían y bajaban, mirando al-ternativamente hacia el suelo y hacia Spadede forma intranquila. La expresión deSpade seguía siendo bonachona.

D u n d y s e e n c a r ó c o n C a i r o yl e p r e g u n t ó , b r u s c a m e n t e .

—¿Qué tiene usted que decir a todo eso?

C a i r o n o t u v o n a d a q u e d e c i rdurante cas i un minuto , que dedi -có a con templa r e l pecho de l t e -n i e n t e . C u a n d o a l z ó l o s o j o s , s umirada fue t ímida y rece losa .

— N o s é q u é p o d r í a d e c i r— y s u t u r b a c i ó n p a r e c i ós i n c e r a .

—Pruebe usted a decir la verdad —lepropuso Dundy.

— ¿ L a v e r d a d ? — d i j o C a i r o ,removiendo los ojos , aunque su mi-rada no se apartó en realidad del te-

operative private detective

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso(water) tranquila, serena

‹colors/music›soso;‹food/taste› insípido;

‹statement/reply› anodino;‹smile/manner› insulso

(mild) ‹food› suave

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“What assurance have I that the factswill he believed?”

“Quit stalling . All you’ve got todo is swear to a complaint that theytook a poke at you and the warrant-c l e rk wi l l be l i eve you enough toissue a warrant that’ll let us throwthem in the can.”

Spade spoke in an amused tone:“Go ahead, Cairo. Make him happy.Tell him you’ll do it, and then we’llswear to one against you, and he’llhave the lot of us.”

C a i r o c l e a r e d h i s t h r o a t a n dlooked nervously around the room,not into the eyes of anyone there.

Dundy blew breath through hisnose in a puff that was not quite asnort and said: “Get your hats.”

Cairo’s eyes, holding worry anda ques t ion , me t Spade’s mock inggaze. Spade winked at him and saton the a rm of the padded rocker.“Wel l , boys amid g i r l s , ” he sa id ,grinning a t t h e L e v a n t i n e a n d a tt i m e g i r l w i t h n o t h i n g b u td e l i g h t i n h i s v o i c e a n d g r i n ,“ w e p u t i t o v e r n i c e l y.”

D u n d y ’ s h a r d s q u a r e f a c ed a r k e n e d t h e l e a s t o f s h a d e s .H e r e p e a t e d p e r e m p t o r i l y :“ G e t y o u r h a t s . ”

S p a d e t u r n e d h i s g r i n o n t h eL i e u t e n a n t , s q u i r m e d i n t o am o r e c o m f o r t a b l e p o s i t i o n o n t h ec h a i r - a r m a n d a s k e d l a z i l y :“ D o n ’ t y o u k n o w w h e n y o u ’ r elac ing k idded?”

Tom Polhaus’s face became redand shiny.

D u n d y ’s f a c e , s t i l l d a r k e n i n g ,w a s i m m o b i l e e x c e p t f o r h i p sm o v i n g s t i f f l y t o s a y :“ No, but we’ll let that wait till weget down to the Hall.”

Spade rose and put his hands inhis trousers-pockets. He stood erectso he might look that much fartherdown at the Lieutenant. His grin wasa taunt and self-certainty spoke inevery line of his posture.

“ I d a r e y o u t o t a k e u s i n ,Dundy,” he sa id . “We’ l l l augh a ty o u i n e v e r y n e w s p a p e r i n S a nFrancisco. You don’t think any ofu s i s g o i n g t o s w e a r t o a n ycomplaints against t ime others , doyou? Wake up. You’ve been kidded.When the bel l rang I said to MissO’Shaughnessy and Cairo: ‘It’s thosedamned bulls again. They’re gettingto be nuisances. Let’s play a joke onthem. When you hear them going oneof you scream, and then we’ll see howfar we can string them along before

qu ién me asegura que se c ree ránlos hechos?

—Deje de darnos excusas . Loúnico que t iene que hacer es pre-sentar una denuncia por agresión yel juez de guardia le creerá lo bas-t an te como pa ra da rnos o rden demeterlos en el trul lo .

Spade habló en tono jocoso:—Adelante, Cairo. Hágale feliz.

Diga que lo hará y nosotros haremos lomismo con usted, y así nos podrá dete-ner a todos.

Ca i ro ca r ra speó y echó un v i s -t a z o n e r v i o s o p o r l a h a b i t a c i ó ns in mi ra r a lo s o jos a nad ie .

Dundy exhaló aire por la nariz con un rui-do que no llegó a ser un resoplido y dijo:

—Cojan los sombreros.

Los ojos de Cairo, preocupados einterrogantes, se cruzaron con la mirada burlo-na de Spade. Spade le guiñó un ojo y se sentóen un brazo de la mecedora almohadillada.

— B u e n o , c h i c o s — d i j os o n r i e n d o a l l e v a n t i n o y a l ac h i c a , c o n u n a s o n r i s a y u n av o z q u e e r a n p u r a d e l i c i a — ,v a m o s a a c l a r a r l o d e l t o d o .

L a d u r a c a r a d e D u n d y s eensombreció casi imperceptiblemente.R e p i t i ó p e r e n t o r i o :

—Cojan los sombreros.

S p a d e s o n r i ó a s u v e z a l t e -n i e n t e , s e a c o m o d ó m e j o r s o b r ee l b r a z o d e l a m e c e d o r a y l ep r e g u n t ó p e r e z o s a m e n t e :

—¿Es que no se entera usted decuándo le toman el pelo?

La cara de Tom Polhaus enrojeció yse puso brillante.

La de Dundy, aun ensombreciéndose,estaba inmóvil salvo por los labiosque, r ígidos, decían:

—No, pero vamos a dejarlo estarhasta que lleguemos a la comisaría.

Spade se levantó y metió las manosen los bolsillos del pantalón. Se quedómuy tieso, de modo que pudiera mirar alteniente desde más arriba. Su sonrisa erairónica y la postura de su cuerpo re-zumaba seguridad en sí mismo.

—Le reto a que nos lleve, Dundy —dijo—. Nos vamos a reír de usted entodos los periódicos de San Francisco.¿No creerá que ninguno de nosotros vaa presentar una querella contra ningu-no de los otros, no? Despierte. Le he-mos tomado el pelo. Cuando llamarona la puer ta , les d i je a la señor i taO’Shaughnessy y a Cairo: «Otra vezesos polis, se están poniendo pesados.Vamos a gastarles una broma. Cuandooigáis que se marchan, uno de voso-tros grita y veremos cuánto tiempopodemos tenerlos enrollados antes de

niente—. ¿Y quién me asegura quecreerán la verdad?

—No pierda más tiempo. Todo lo que tieneque hacer es declarar bajo juramento que los dosle agredieron, y el oficial encargado de las órde-nes de detención le creerá lo bastante como paradar la orden de arresto que nos permitirá meter-los a los dos en la cárcel.

Ahora habló Spade en tono jocoso:—Ande, Cairo, déle gusto. Dígale que

lo va a hacer, y entonces nosotros jurare-mos lo contrario, dos contra uno, y así po-drá detenernos a los tres.

Cairo carraspeó y paseó la mirada porla habitación, sin detenerla sobre los ojosde ninguno de los presentes.

Dundy resopló por la nariz con ruidoque no llegó a ser un bufido y dijo:

—Pónganse todos el sombrero.

Ahora los ojos de Cairo, preocupadose interrogadores, encontraron la miradade Spade. Este le guiñó un ojo y se sentósobre un brazo de la mecedora tapizada.

—Bueno, chicos y chicas —dijosonriendo con picardía al balcánico y a la mu-chacha, sin que ni su sonrisa ni su voz deno-taran nada que no fuera gran contento—, se lohan creído todo. Lo hemos hecho bien.

El rostro duro y cuadrado de Dundy se ensombrecióa l g o m á s , d e m a n e r a a p e n a s percept ib l e .

— Ve n g a , l o s s o m b r e r o s — o r d e n ón u e v a m e n t e .

Spade dirigió ahora su sonrisa de regoci-jo hacia el teniente; luego se rebulló para sen-tarse con mayor comodidad sobre el brazode la mecedora y preguntó, perezosamente:

—¿Es que nunca te enteras cuando teestán gastando una broma?

L a c a r a d e To m r e l u c i ó a le n r o j e c e r .

La de Dundy, que seguía ensombreciéndose,permaneció inmóvil, aunque los labios semovieron para decir:

—No. Pero eso puede esperar hastaque lleguemos a la jefatura.

Spade se levantó y se metió las ma-nos en los bolsillos del pantalón. Se ir-guió todo lo posible, para mirar desdemayor altura al teniente. Su sonrisaera irónica, y cada uno de los detalles de supostura denotaba gran seguridad en sí mismo.

—Te desafío a que nos detengas,Dundy. Nos reiremos de ti en todos losperiódicos de San Francisco. ¿Crees quealguno de nosotros va a denunciar bajojuramento a cualquiera de los otros dos?Despierta, hombre, despierta. Te hemosestado gastando una broma. Cuando lla-masteis al timbre, le dije a missO’Shaughnessy y a Cairo: «Ya están ahíotra vez esos dichosos policías. Estánempezando a molestar. Vamos a gastarlesuna broma. Cuando los oigan, uno de us-tedes grita, y entonces veremos el tiempoque podemos estarles tomando el pelo

stalling obstructing, blocking, delaying.

squirmed wriggled

taunt irónica, mocking, provokingtaunt 1. To reproach in a mocking, insulting,

or contemptuous manner. Mofarse de, Toridicule. 2. To drive or incite (a person) bytaunting, Echarle en cara a alguien algo. 3 Ascornful remark or tirade; a jeer, pulla, mofa,sarcasmo.

X

XXperemptory áspero, brusco , dictatorial, autorita-

rio, firme, dogmático, indiscutible, final (law),decisivo, irrebatible o autoritario

perentorio es urgente, concluyente, determinan-te, imperativo, pressing, apremiante

peremptory adj. 1 (of a statement or command)admitting no denial or refusal. 2 (of a person, aperson’s manner, etc.) dogmatic; imperious;dictatorial. 3 Law not open to appeal orchallenge; final. 4 absolutely fixed; essential.

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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they tumble.’ And—”

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y b e n tforward in her chair and began tolaugh hysterically.

Cairo started and smiled. Therewas no vitality in his smile, but heheld it fixed on his face.

To m , g l o w e r i n g , g r u m b l e d :“Cut it out, Sam.”

Spade chuckled and sa id : “Butthat’s the way it was. We—”

“ A n d t h e c u t o n h i s h e a d a n dmouth?” Dundy asked scornfu l ly.“Where’d they come from?”

“ A s k h i m , ” S p a d e s u g g e s t e d .“Maybe he cut himself shaving.”

Cai ro spoke quickly, before hecould be questioned, and the musclesof his face quivered under the strainof holding his smile in place whilehe spoke. “I fell. We intended to bestruggling for the pistol when youcame in, but I fell. I tripped on theend of the rug and fell while we werepretending to struggle.”

Dundy said: “Horse feathers .”

S p a d e s a i d : “ T h a t ’s a l l r i g h t ,Dundy, believe it or not. The pointis that that’s our story and we’ll stickto i t . The newspapers wil l print i twhether they believe it or not, andit’ll be just as funny one way as theother, or more so. What are you goingto do about it? It’s no crime to kid ac o p p e r, i s i t ? Yo u h a v e n ’ t g o ta n y t h i n g o n a n y b o d y h e r e .Everything we told you was part ofthe joke. What are you going to doabout it?”

Dundy put his back to Spade andg r i p p e d C a i r o b y t h e s h o u l d e r s .“You can’t get away with that,” hes n a r l e d , s h a k i n g t h e L e v a n t i n e .“You belched for help and you’vegot to take it .”

“No, s i r ,” Cairo sputtered . “ I twas a joke. He said you were friendsof his and would understand.”

Spade laughed.

D u n d y p u l l e d C a i r o r o u g h l ya round , ho ld ing h im now by onewrist and the nape of his neck. “I’lltake you along for packing the gun,anyway,” he said. “And I’ll take therest of you along to see who laughsat the joke.”

C a i r o ’s a l a r m e d e y e s j e r k e dsidewise to focus on Spade’s face.

Spade said: “Don’t be a sap, Dundy.The gun was part of the plant. I t ’s oneof mine . ” He l aughed . “ T o o b a d

que se la peguen.» Y.. .

B r i g i d s e e c h ó h a c i a a d e -l a n t e e n s u s i l l ó n y r i óh i s t é r i c a m e n t e .

C a i r o s e s o b r e s a l t ó y s o n r i ó .N o e s q u e f u e r a u n a s o n r i s a m u yv i t a l p e r o s í f i r m e .

Tom, enfurecido, masculló:—Vale ya, Sam.

Spade soltó una risita y dijo:—Pero si es que fue así. Nosotros...

—¿Y el corte de la frente y el del la-bio? —preguntó burlón Dundy—. ¿Dedónde han salido?

—Pregúntele a él —sugirió Spade—. A lo mejor se ha cortado afeitándose.

Cairo habló apresuradamente, antesde que le preguntaran, mientras los mús-culos de la cara le temblaban tratandode no perder la sonrisa mientras decía:

—Me caí. Habíamos pensado estarluchando por la pistola cuando entraran,pero me caí. Tropecé con el borde de laalfombra y me caí mientras hacíamoscomo que luchábamos.

Dundy dijo:—Cuentos chinos.

Spade prosiguió:—Es así , Dundy, lo crea o no. La

cosa es que esa es nuestra versióny nos vamos a atener a el la . Los pe-r iódicos la publicarán se la crean ono, y será la mar de graciosa seacomo sea, o incluso más así . ¿Y quéhará usted? No es del i to tomarle elpelo a un policía , ¿o s í? Usted notiene nada contra ninguno de noso-tros. Todo lo que le hemos contadoforma parte de la historia . ¿Qué vaa hacer usted ?

Dundy le dio la espalda a Spade yagarró a Cairo por los hombros.

—Usted no se escapa así como así—gruñó, zarandeando al levantino—.Usted gritó pidiendo socorro y tieneque pechar con ello.

—No, señor —farfulló Cairo—. Erauna broma. Dijo que ustedes eran ami-gos suyos y que lo comprenderían.

Spade se rió.

Dundy empujó a Cairo de aquí para allá,sin muchos miramientos, sujetándole de unamuñeca mientras le tenía cogido el cuello.

—Me lo llevaré de todos modos portenencia de armas —dijo—. Y a losotros dos también, a ver quién se ríe deesta broma.

Los ojos alarmados de Cairo miraron a unlado tratando de buscar la mirada de Spade.

Spade dijo:—No sea idiota , Dundy. El arma

formaba parte de la trampa. Es una delas mías —rió—. Menos mal que es una

hasta que caigan en la cuenta.» Y...

Brigid se inclinó hacia delante ens u a s i e n t o y c o m e n z ó a r e í r s ehistéricamente.

Cairo hizo un pequeño movimiento ysonrió. Fue una sonrisa sin vida, pero ladejó inmóvil en el rostro.

Tom gruñó protestando:—Ya está bien, Sam.

Spade rió brevemente y dijo:—¡Pero si fue así! Hemos...

—¿Y su herida de la frente y de laboca? —preguntó Dundy, con desdén—.¿De dónde salieron?

—Pregúnteselo a él —propusoSpade—. Quizá se cortó al afeitarse.

Cairo comenzó a hablar rápidamente, an-tes que le pudieran interrogar; y sus músculosfaciales temblaron con el esfuerzo de prolon-gar sin daño la sonrisa en tanto que hablaba:

—Es que me caí. El plan era fingir queestábamos luchando por la pistola cuandoentraran ustedes; pero me caí, tropecé con elborde de la alfombra y me caí mientras ha-cíamos como si estuviéramos luchando.

—Cuentos chinos —dijo Dundy.

—Así fue —dijo Spade—, lo creaso no lo creas, Dundy. Lo importante esque eso es lo que decimos los tres, yque los tres lo sostendremos. Los pe-riódicos lo publicarán, creyéndola osin creerlo, y en los dos casos resulta-rá igual de divertido, o más. ¿Qué vasa hacer? No es ningún crimen gastarleuna broma a un policía. No tienes nadade qué acusar a ninguno de los que es-tamos aquí. Todo lo que te hemos di-cho formaba parte de la broma... ¿Quévas a hacer?

Dundy dio la espalda a Spade y agarróa Cairo de los hombros:

—¡No se va a librar con esos cuen-tos! —le dijo, enseñándole los dien-tes—. ¡Usted pidió socorro, y ahora levamos a socorrer!

—No, no, teniente —tartamudeóCairo—. Todo fue una broma. Este señor nosdijo que usted y su amigo lo entenderían.

Spade soltó la risa.

D u n d y s e v o l v i ó b r u s c a m e n t ea C a i r o , a g a r r á n d o l e a h o r a p o ru n a m u ñ e c a y p o r e l c o g o t e .

—En cualquier caso, le voy a enchique-rar por llevar armas encima —dijo—. Y alos demás me los llevaré también para verquién se ríe de la broma.

L o s o j o s a s u s t a d o s d e C a i r obuscaron a Spade:

—No seas bobo, Dundy —dijoSpade—. La pistola es parte de la farsa.Es una de las mías —dijo, riendo—. Es

sap foolish person

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i t ’ s o n l y a t h i r t y - t w o , o rm a y b e y o u c o u l d f i n d i t w a st h e o n e T h u r s b y a n d M i l e sw e r e s h o t w i t h . ”

Dundy released Cairo, spun onhis heel , and his r ight f is t c l ickedon Spade’s chin.

Brigid O’Shaughnessy uttered ashort cry.

S p a d e ’s s m i l e f l i c k e r e d o u t a tt h e i n s t a n t o f t h e i m p a c t , b u tr e t u r n e d i m m e d i a t e l y w i t h ad r e a m y q u a l i t y a d d e d . H es t e a d i e d h i m s e l f w i t h a s h o r tb a c k w a r d s t e p a n d h i st h i c k s l o p i n g s h o u l d e r sw rithed under h is coat . Before h isf i s t c o u l d c o m e u p To m P o l h a u sh a d p u s h e d h i m s e l f b e t w e e n t h et w o m e n , f a c i n g S p a d e ,e n c u m b e r i n g S p a d e ’s a r m s w i t ht h e c l o s e n e s s o f h i s b a r r e l - l i k ebel ly and h is own arms.

“ N o , n o , f o r C h r i s t ’s s a k e ! ”Tom begged .

A f t e r a l o n g m o m e n t o fm o t i o n l e s s n e s s S p a d e ’s m u s c l e srelaxed. “Then get him out of hereq u i c k , ” h e s a i d . H i s s m i l e h a dgone away again , leaving h is facesullen and somewhat pale.

To m , s t a y i n g c l o s e t o S p a d e ,keeping his arms on Spade’s arms,t u r n e d h i s h e a d t o lo o k o v e r h i sshoulder at Lieutenant Dundy. Tom’ssmall eyes were reproachful.

Dundy’s f is ts were c lenched infront of his body and his feet wereplanted firm and a little apart on thefloor, but the truculence in his facewa s m o d i f i e d b y t h i n r i m s o fw h i t e s h o w i n g b e t w e e n g r e e ni r i s e s a n d u p p er eyelids.

“Get their names and addresses,”he ordered.

Tom looked a t Cairo , who sa idq u i c k l y : “ J o e l C a i r o , H o t e lBelvedere.”

S p a d e s p o k e b e f o r e T o mc o u l d q u e s t i o n t h e g i r l .“ Y o u c a n a l w a y s g e t i n t o u c hw i t h M i s s O ’ S h a u g h n e s s yt h r o u g h m e . ”

To m l o o k e d a t D u n d y. D u n d ygrowled: “Get her address.”

S p a d e s a i d : “ H e ra d d r e s s i s i n c a r e o f m yo f f i c e . ”

D u n d y t o o k a s t e p f o r w a r d ,h a l t i n g i n f r o n t o f t h e g i r l .“Where do you hive?” he asked.

S p a d e a d d r e s s e d T o m :

d e l t r e i n t a y d o s , p o r q u e d e l oc o n t r a r i o l o m i s m o l e d a b a c o nq u e e r a l a q u e h a b í a m a t a d o aT h u r s b y y a M i l e s .

Dundy soltó a Cairo, giró sobre sustalones y estrelló su puño derecho en labarbilla de Spade.

Brigid O’Shaughnessy soltó un gri-to seco.

La sonrisa de Spade se desvanecióen el mismo momento en que recibióel impacto, pero afloró en seguidanuevamente y esta vez con un gradode ensoñación añadido. Recuperó elequilibrio con un breve paso atrás ybajó los hombros, que parecieron re-torcerse y desinflarse bajo la chaque-ta. Antes de que pudiera levantar elp u ñ o , T o m P o l h a u s s e h a b í ai n t e r p u e s t o , d e c a r a a S p a d e ,estorbando el movimiento de los brazosde Spade con la proximidad de su panza enforma de tonel y sus propios brazos.

—¡No, no, por el amor de Dios! —le rogó Tom.

Tras un largo instante de inmovilidad,los músculos de Spade se relajaron.

—Entonces llévatelo de aquí a todaprisa —dijo. Nuevamente se había des-vanecido su sonrisa, dejándole su ros-tro hosco y un tanto pálido.

Tom, de pie muy cerca de Spade, su-jetándole los brazos con los suyos, vol-vió la cabeza para mirar por encima delhombro al teniente Dundy; los ojos deTom tenían una mirada de reproche.

Dundy había cerrado los puños pordelante de su cuerpo y tenía los pies fir-memente plantados y un poco separa-dos, aunque la truculencia de su rostrose veía modificada por los redondelesblancos que se descubrían entre los irisverdes y los párpados superiores.

—Tómales nombre y dirección —ordenó.

Tom miró a Cairo, quien rápidamente dijo:— J o e l C a i r o , h o t e l B e l v e -

d e r e .[412]

Spade habló antes de que Tom pu-diera preguntar a la chica:

— A l a s e ñ o r i t aO ’ S h a u g h n e s s y s i e m p r e p u e d e sl o c a l i z a r l a p o r m í .

Tom miró a Dundy. Dundy gruñó:—Tómale la dirección.

Spade intervino:—Su dirección está bajo la protec-

ción de mi empresa.

Dundy dio un paso hacia adelante,deteniéndose delante de la chica. —¿Dónde vive usted? —preguntó.

Spade se dirigió a Tom:

una pena que sea del treinta y dosnada más; si no, hubieras podido des-cubrir que fue la usada para matar aThursby y a Miles.

Dundy soltó a Cairo, giró sobre los ta-lones y su puño derecho martilleó con rui-do seco el mentón de Spade.

B r i g i d l a n z ó u n g r i t o e n t r e -c o r t a d o .

L a s o n r i s a d e S p a d e s e a p a -g ó e n e l m o m e n t o d e r e c i b i re l g o l p e , p e r o r e n a c i ó a l p u n -t o c o n u n m a t i z s u p l e m e n t a r i od e s u e ñ o . M a n t u v o e l e q u i l i -b r i o d a n d o u n p a s o a t r á s yl o s a n c h o s h o m b r o s c a í d o sv i b r a r o n d e b a j o d e l a c h a q u e t a .A n t e s q u e s u p u ñ o s e d i s p a r a r a ,To m s e i n t e r p u s o e n t r e l o s d o sh o m b r e s , d e f r e n t e a S p a d e ,e s t o r b á n d o l e l o s m o v i m i e n t o sd e l o s b r a z o s c o n l a b a r r i g a yc o n l o s p r o p i o s b r a z o s .

—¡No, no, por el amor de Dios! —su-plicó Tom.

Al cabo de un larguísimo instante de mo-vilidad, los músculos de Spade se relajaron.

— P u e s s á c a l e d e a q u í a p r i s i t a— d i j o . S u s o n r i s a h a b í a v u e l t o ad e s v a n e c e r s e , d e j a n d o l a c a r ac o l é r i c a y a l g o p á l i d a .

To m a , s i n a l e j a r s e d e S p a d e ,a ú n c o n l a s m a n o s s o b r e l o s b r a -z o s d e l d e t e c t i v e , v o l v i ó l a c a b e -z a p a r a m i r a r a l t e n i e n t e . S u so j u e l o s e r a n d e r e p r o c h e .

Dundy tenía los puños crispados de-lante del cuerpo y los pies firmementeasentados sobre el suelo y algo separa-dos; pero la truculencia de su expresiónahora estaba matizada por finos halosblancuzcos entre los irises verdes y lospárpados superiores.

—Tómales el nombre y la dirección —ordenó.

Tom miró a Cairo, que dijo al punto:— J o e l C a i r o ; h o t e l B e l v e -

d e r e .

Antes que Tom pudiese interrogar a lamuchacha, Spade dijo rápidamente:

—A miss O’Shaughnessy la po-dréis encontrar siempre preguntándo-me a mí por ella.

Tom miró a Dundy, y Dundy dijo, secamente:—Tómale la dirección.

—Su dirección es mi oficina. Leentregamos las cartas y le comunica-mos los avisos.

Dundy avanzó un paso hasta quedardelante de la muchacha:

—¿Dónde vive usted? —le preguntó.

Spade se dirigió a Tom:

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“ G e t h i m o u t o f h e r e . I ’ v e h a denough of this.”

Tom looked at Spade’s eyes—hardand glittering—and mumbled: “Takeit easy, Sam.” He buttoned his coatand turned to Dundy, asking, in avoice that aped casualness, “Well, isthat all?” and taking a step towardsthe door.

Dundy’s scowl failed to concealindecision.

C a i r o m o v e d s u d d e n l yt o w a r d s t h e d o o r , s a y i n g :“I ’m going too , i f Mr. Spade wi l lbe k ind enough to g ive me my hatand coat .”

S p a d e a s k e d : “ W h a t ’ st h e h u r r y ? ”

D u n d y s a i d a n g r i l y : “ I tw a s a l l i n f u n , b u t j u s t t h es a m e y o u ’ r e a f r a i d t o b el e f t h e r e w i t h t h e m . ”

“ N o t a t a l l , ” t h e L e v a n t i n ereplied, fidgeting, looking at neitherof them, “but it’s quite hate and—andI’m going. I’ll go out with you if youdon’t mind.”

Dundy put his lips together firmlya n d s a i d n o t h i n g . A l i g h t w a sglinting in his green eyes.

Spade went to the closet in thepassageway and fetched Cairo’s hatand coat. Spade’s face was blank. Hisvoice held the same blankness whenhe s tepped back f rom helping theLevantine into his coat and said toTom: “Tell him to leave the gun.”

Dundy took Cairo’s pistol from hisovercoat-pocket and put it on the table.He went out first, with Cairo at his heels.Tom halted in front of Spade, muttering,“ I h o p e t o G o d y o u k n o ww h a t y o u ’ r e d o i n g , ” g o t n oresponse, sighed, and followed theothers out. Spade went after them asfar as the bend in the passageway,where he stood until Tom had closedthe corridor-door.

— L l é v a t e l o . Ya h e t e n i d ob a s t a n t e .

Tom miró a los ojos a Spade, unosojos duros y relucientes, y murmuró:

—Tranquilo, Sam —se abrochó elabrigo y se volvió hacia Dundy, pregun-tando con voz que fingía desenfado—:¿Es todo? —mientras daba un paso ha-cia la puerta.

Dundy no pudo disimular su indecisiónpese a mantener su expresión ceñuda.

C a i r o s e d i r i g i ó d e r e p e n t eh a c i a l a p u e r t a , d i c i e n d o :

—Yo también me voy, si el señorSpade es tan amable de darme mi abri-go y mi sombrero.

Spade preguntó:—¿A qué tanta prisa?

Dundy dijo enfurecido:—Así que iba todo en broma pero le

sigue dando miedo que le deje aquí solocon ellos.

—En absoluto —replicó el levantino,moviendo los ojos sin mirar a ningunodirectamente— pero es que ya es bas-tante tarde y... me voy. Saldré con uste-des si no les importa.

D u n d y a p r e t ó l o s l a b i o s c o nf i r m e z a p e r o n o d i j o n a d a . L ecente l l eaban sus verdes ojos.

Spade se fue al armario del pasillo yrecogió el sombrero y el abrigo deCairo; Spade tenía la cara completa-mente inexpresiva. Al igual que su vozcuando, dejando de ayudar al levantino,le dijo a Tom:

—Dile que deje la pistola.

Dundy sacó la pistola del abrigo deCairo y la puso sobre la mesa. Salió elprimero, con Cairo pisándole los talones.Tom se detuvo ante Spade murmurando:

—P o r D i o s , e s p e r o q u e s e p a sl o q u e e s t á s h a c i e n d o .

No obtuvo respuesta, suspiró y sa-lió tras los otros. Spade los siguió has-ta el recodo del pasillo, en donde sequedó hasta ver cómo Tom cerraba lapuerta del descansillo.

—Llévatelo de aquí. Para mi gusto yaha durado esto bastante.

Tom le miró a los ojos, duros y bri-llantes, y murmuró:

—Calma, Sam —se abrochó el abri-go, se volvió hacia Dundy y le dijo, enun tono que fingía ser de indiferencia—: ¿Algo más?

Y dio un paso hacia la puerta.

E l ges to f e roz de Dundy no lo -g ró d i s imula r su vac i l ac ión .

Cairo se dirigió rápidamente hacia lapuerta también, diciendo:

—Yo también me voy, si mister Spadetiene la amabilidad de darme el abrigo yel sombrero.

— ¿ Q u é p r i s a t i e n e ? — l e p r e -g u n t ó S p a d e .

— To d o f u e u n a b r o m a — d i j oDundy, airadamente—, pero, a pe-sar de todo, t iene us ted miedo dequedarse con el los.

—No, no, nada de eso —dijo el hom-bre del Mediterráneo orientalrebulléndose nervioso, sin mirar a na-die—. Pero es que ya es tarde... y me voy.Saldré con ustedes, si les es igual.

Dundy apretó los labios con fuer-z a y n a d a d i j o . U n a l u c e c i l l adestellaba en sus ojos verdes.

Spade fue al armario del pasillo y tra-jo el abrigo y el sombrero de Cairo. Nadaexpresaba su rostro. E igualmenteinexpresiva fue su voz cuando, despuésde ayudar a Cairo a ponerse el abrigo ydarle el sombrero, le dijo a Tom:

—Dile que deje aquí la pistola.

Dundy sacó del bolsillo la pistola de Cairoy la dejó sobre la mesa. Fue el primero ensalir, con Cairo pisándole los talones. Tomse detuvo delante de Sam, murmurando:

— O j a l á s e p a s l o q u e e s -t á s h a c i e n d o , S a m .

Sin conseguir respuesta, Tom sa-l ió de t rás de los o t ros . Spade losacompañó hasta la esquina del pasi-llo, y allí permaneció hasta que Tomcerró la puerta de entrada.

casual (En) 1 accidental; due to chance. 2 not re-gular or permanent; temporary, occasional (ca-sual (temporal) work; a casual affair). 3 aunconcerned, uninterested (was very casualabout it). b made or done without great care orthought (a casual remark). c acting carelesslyor unmethodically (a la ligera). 4 (of clothes) in-formal.

(Distraídamente, a la ligera, relajadamente, rápi-damente)

casual (Es) 1. adj. Que sucede por casualidad,por accidente. 2. Der. V. condición casual. 3.Der. Ar. Aplícase a las firmas o decretos judi-ciales concebidos para impedir atentados. 4.Gram. Perteneciente o relativo al caso.

casual‹inspection› superficial; a casual acquaintance = un

conocido, una conocida;casual sex = relaciones sexuales promiscuas

(chance) ‹visit/reader› ocasional (informal)‹chat› informal;

‹clothes› de sport, informal (unconcerned) ‹attitude/tone› despreocupado;

‹remark› hecho al pasar (not regular)‹employment/labor› eventual, ocasional

casual1 (encuentro) fortuito2 (visita) ocasional3 (persona) despreocupado, tranquilo4 (charla) informal, intranscendente5 (trabajo) eventual / (Agr.) casual worker,

jornalero temporal6 (ropa) (de) sport, informal

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IX.

Brigid

S p a d e r e t u r n e d t o t h e l i v i n g -room and sat on an end of the sofa,elbows on knees, cheeks in hands,l o o k i n g a t t h e f l o o r a n d n o t a tB r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y s m i l i n gweakly a t h im from the armchair.His eyes were sultry . The creasesb e t w e e n b r o w s o v e r h i s n o s ew e r e d e e p . H i s n o s t r i l s m o v e di n a n d o u t w i t h h i s b r e a t h i n g .

Brigid O’Shaughnessy, when it becameapparent that he was not going to look upat her, stopped smiling and regarded himwith growing uneasiness.

Red rage came suddenly into hisface and he began to talk in a harshg u t t u r a l v o i c e . H o l d i n g h i smaddened face in his hands, glaringat the f loor, he cursed Dundy forfive minutes without break, cursedh i m o b s c e n e l y, b l a s p h e m o u s l y,r epe t i t i ous ly, i n a ha r sh gu t tu ra lvoice.

Then he took his face out of his hands,looked at the girl, grinned sheepishly, amid said:“ C h i l d i s h , h u h ? I k n o w, b u t , b yG o d , I d o h a t e b e i n g h i t w i t h o u th i t t i n g b a c k . ” H e t o u c h e d h i sc h i n w i t h c a r e f u l f i n g e r s .“ Not that it was so much of a sock atthat.” He laughed and lounged back onthe sofa, crossing his legs. “A cheapenough price to pay for winning.” Hisbrows came together in a fleeting scowl.“Though I’ll remember it.”

The girl, smiling again, heft herchair amid sat on the sofa beside him.“ Yo u ’ r e a b s o l u t e l y t h e w i l d e s tperson I’ve ever known,” she s a i d .“ D o y o u a l w a y s c a r r y o n s ohigh-handed?”

“I let him hit me, didn’t I?”

“Oh, yes, but a police official.”

“ I t w a s n ’ t t h a t , ” S p a d eexpla ined . “ I t was tha t in hos ingh i s h e a d a n d s l u g g i n g m e h eoverplayed his hand. If I ’d mixedi t w i t h h i m t h e n h e c o u l d n ’t ’ y ebacked down . He’d ’ve had to gothrough with i t , and we’d’ve had tot e l l t h a t g o o f y s t o r y a th e a d q u a r t e r s . ” H e s t a r e dthoughtful ly at the gir l , and asked:“What did you do to Cairo?”

“ N o t h i n g . ” H e r f a c e b e c a m eflushed. “I tried to frighten him intokeeping still until they had gone andh e e i t h e r g o t t o o f r i g h t e n e d o rstubborn and yelled.”

“And then you smacked him withthe gun?”

“I had to. He attacked me.”

CAPÍTULO IX

Brigid

Spade regresó al salón y se sentó en unextremo del sofá con los codos apoyadosen las rodillas, las mejillas en las manos ymirando al suelo y no a BrigidO’Sha u g h n e s s y , q u e l e s o n r e í ad é b i l m e n t e d e s d e l a m e c e d o r a .Tenía los ojos abochornados. Las arrugasentre las cejas se le habían ahondado. Las ale-tas de la nariz se le movían hacia adentro yhacia afuera al compás de su respiración.

Brigid O’Shaughnessy, una vez quecomprendió que no la iba a mirar, dejóde sonreír y se le quedó mirando concreciente inquietud.

De pronto, la ira enrojeció la cara deSpade y empezó a hablar con voz gutu-ral y áspera. Sujetándose el rostro en-loquecido entre las manos, mirando fe-rozmente al suelo, maldijo a Dundydurante cinco minutos sin interrupción,lo maldijo blasfema y obscenamente,repetidamente, con voz áspera y gutu-ral.

Luego se soltó la cara, miró a la chi-ca, sonrió avergonzado y dijo:

—Infant i l , ¿eh? Ya lo sé , pero,¡Dios!, me pone enfermo que me pe-guen sin poder devolver el golpe —setocó la barbilla cuidadosamente con losdedos—. Tampoco es que fuera un gol-pe fuera de serie —rió y se recostó enel sofá, cruzando las piernas—. Un pre-cio bien bajo para poder ganar —juntólas cejas en un gesto fugaz—. Pero nose me olvidará.

La chica, de nuevo sonriente, dejó la me-cedora y se acomodó en el sofá, a su lado.

— E r e s ________ l a p e r s o n am á s l o c a q u e h e c o n o c i d o— d i j o — . ¿ S i e m p r e v a sa s í , d e t i r a n o ?

—Pero si le he dejado pegarme, ¿o no?

—Ah, sí, sí, pero era un oficial de la policía.

—N o f u e p o r e s o — e x p l i c óSpade — . F u e p o r q u e a l p e r -d e r l a c a b e z a y p e g a r m e ,perdió la mano que estaba jugando.Si yo me hubiera enzarzado, él nohabría retrocedido; habría tenido queseguir adelante y nosotros habríamostenido que contar ese estúpido cuen-to en la comisaría —se quedó miran-do pensativamente a la chica y le pre-guntó—: ¿Qué le hiciste a Cairo?

—Nada —y se sonrojó—. Inten-t é a s u s t a r l e p a r a q u e s e q u e d a r aquieto hasta que se marcharan y, ose asustó mucho, o se puso terco ygal l i to y chi l ló .

— ¿ Y e n t o n c e s l e d i s t e c o n l ap i s t o l a ?

—Tuve que hacerlo. Me atacó.

9.

Brigid

Spade volvió a la habitación, se sen-tó en un extremo del sofá, con los co-dos sobre las rodillas y las mejillasapoyadas sobre las palmas, miran-do a l sue lo y no a Br ig id , que lesonreía débi lmente desde el s i l lón.Tenía los ojos ardientes, y las arru-gas del entrecejo que ponían linde a lanariz eran profundas. Al respirar se le mo-vían las aletas de las fosas nasales.

C u a n d o B r i g i d a d v i r t i ó q u eS p a d e n o l a i b a a m i r a r , d e j ód e s o n r e í r y l e o b s e r v ó c o nc r e c i e n t e i n t r a n q u i l i d a d .

Súbitamente, una ira roja encendióel rostro de Spade, que comenzó a ha-blar mascullando las palabras con fu-ria. Sujetándose con las manos la caraenloquecida, clavados los ojos en elsuelo, maldijo a Dundy sin parar du-rante cinco minutos, obscenamente,con blasfemias reiteradas, en voz agriay gutural.

Luego se soltó la cabeza, miró a la mu-chacha, sonrió algo abochornado y dijo:

—Pueril, ¿no es cierto? Lo sé. Peroes que ¡voto a Dios! ¡Odio que mepeguen y no devolver el sopapo! —Se acarició la barbilla con mimo—.Y no es que el puñetazo valiera grancosa. —Se echó a reír, se recostó so-bre el sofá y cruzó las piernas—. Pre-cio de ganga por haber salido ganan-do. —Frunció el ceño y añadió—:Pero no lo olvidaré.

L a m u c h a c h a , s o n r i e n d o d en u e v o , s e l e v a n t ó d e l s i l l ó n y s es e n t ó e n e l s o f á j u n t o a é l .

—Eres la persona más violenta quehe conocido. ¿ E r e s s i e m p r e a s í d ea g r e s i v o ?

—Dejé que me pegara, ¿no?

—¡Ah, sí! Pero era un policía.

— N o s e t r a t a d e e s o — e x p l i -c ó S p a d e — . E s q u e a l p e r d e r l o se s t r i b o s y p e g a r m e , e l t e n i e n t efue más allá de lo que le convenía. Si yo lehubiera contestado a golpes, entonces ya no hu-biera podido ceder. Se hubiera visto obligado aseguir adelante, y hubiésemos tenido que con-tar ese imbécil cuento en la jefatura.

Miró pensativamente a la muchacha yle preguntó:

—¿Qué le hiciste a Cairo?

—Nada —dijo, sonrojándose—. Tratéde asustarle para que se estuviera quietohasta que los policías se largaran; se asus-tó demasiado o se puso demasiado cabe-zón y gritó.

— ¿ Y l e d i s t e c o n l a p i s t o l a ,e n t o n c e s ?

—Tuve que hacerlo. Se abalanzó contra mí.

highhanded disregarding others’feelings; overbearing, prepotente,arbitrario, despótico

sultry displaying or suggesting passion, sensualsultry 1 (of the atmosphere or the weather) hot or

oppressive; close. 2 (of a person, character,etc.) passionate; sensual.

absolute es un adjetivo de moda en EEUU que no solo traduceabsoluto [independiente, decisivo, ilimitado, terminante, cate-górico], sino otros conceptos más o menos similares, como to-tal, completo, verdadero, pleno, perfecto, rotundo, incondicio-nal, indiscutible, auténtico. El adverbio absolutely es absoluta-mente, y sigue los pasos del adjetivo en frecuencia y en signifi-cados.

An absolute idiot = un perfecto idiota. An absolute goddess = toda una diosa. Absolute nonsense = pura tontería. This cathedral is an absolute jewel. = Esta catedral es una verda-

dera joya. The newlyweds enjoy absolute happiness. = Los recién casados

gozan de completa felicidad. You can rely on my absolute support. = Cuenta con mi apoyo in-

condicional. He’s an absolute coward. = Es un perfecto cobarde.

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“ Yo u d o n ’ t k n o w w h a t y o u ’ r edoing.” Spade’s smile did not hidehis annoyance. “It’s just what I toldyou: you’re fumbling along by guessand by God.”

“I’m sorry,” she sa id , face andvoice soft with contrition, “Sam.”

“Sure you are.” He took tobaccoand pape r s f rom h i s pocke t s andbegan to make a c iga re t t e . “Nowyou’ve had your t a lk wi th Ca i ro .Now you can talk to me.”

S h e p u t a f i n g e r t i p t o h e rmouth , s ta r ing across the room atn o t h i n g w i t h w i d e n e d e y e s , a n dthen, wi th nar rower eyes , g lancedq u i c k l y a t S p a d e . H e w a se n g r o s s e d i n t h e m a k i n g o f h i sc igare t te . “Oh, yes,” she began, “ofcourse—” She took the f inger awayfrom her mouth and smoothed herb l u e d r e s s o v e r h e r k n e e s . S h efrowned at her knees.

Spade licked his cigarette, sealedit, and asked, “Well?” while he feltfor his lighter.

“ B u t I d i d n ’ t , ” s h e s a i d ,p a u s i n g b e t w e e n w o r d s a s i fs h e w e r e s e l e c t i n g t h e m w i t hg r e a t c a r e , “ h a v e t i m e t of i n i s h t a l k i n g t o h i m . ” S h es t o p p e d f r o w n i n g a t h e r k n e e sa n d l o o k e d a t S p a d e w i t h c l e a rc a n d i d e y e s . “ W e w e r ei n t e r r u p t e d a l m o s t b e f o r e w eh a d b e g u n . ”

Spade l ighted his c igaret te andlaughed his mouth empty of smoke.“Want me to phone him and ask himto come back?”

She shook her head, not smiling.Her eyes moved back and fo r thbetween her lids as she shook her head,maintaining their focus on Spade’seyes. Her eyes were inquisitive.

S p a d e p u t a n a r m a c r o s s h e rb a c k , c u p p i n g h i s h a n d o v e r t h es m o o t h b a r e w h i t e s h o u l d e rfar thes t f rom him. She leaned backin to the bend of h is a rm. He sa id :“Wel l , I ’m l i s ten ing .”

She twisted her head around tos m i l e u p a t h i m w i t h p l a y f u linsolence, asking: “Do you need yourarm there for that?”

“No.” He removed his hand fromher shoulder and le t his arm dropdown behind her.

“You’re altogether unpredictable,”she murmured.

H e n o d d e d a n d s a i d a m i a b l y :“I’m still listening.”

—No sabes n i l o que haces —Spade no pudo dis imular su fast i -dio con su sonrisa—. Exactamentecomo te había dicho: vas por ahí ala buena de Dios.

—Lo siento —dijo, con la cara y lavoz suaves de contrición—, Sam.

—Seguro que sí —se sacó tabacoy papeles de los bolsillos y empezóa liar un cigarril lo—. Bueno, puesya has char lado con Cai ro : ahorapuedes hablar conmigo.

E l l a s e l l e v ó l a p u n t a d e u nd e d o a l a b o c a , m i r a n d o p o r t o d al a h a b i t a c i ó n c o n o j o s b i e n a b i e r-t o s y l u e g o , e n t r e c e r r á n d o l o s ,m i r ó r á p i d a m e n t e a S p a d e . É s t ee s t a b a i n m e r s o e n l a p r e p a r a c i ó nd e s u c i g a r r i l l o .

—Ah, sí —comenzó—, claro... —sequitó el dedo de la boca y se alisó elvestido azul por encima de las rodillas.Sin dejar de mirárselas frunció el ceño.

Sp a d e c h u p ó e l c i g a r r i l l o , l opegó y preguntó:

—¿Y? —mientras buscaba el encende-dor.

— P e r o e s q u e n o t u v e t i e m p o— d i j o e l l a , d e t e n i é n d o s e e n c a d ap a l a b r a c o m o s i l a s e s t u v i e r ae l i g i e n d o c o n m u c h o c u i d a d o —d e t e r m i n a r d e h a b l a r c o n é l —d e j ó d e m i r a r s e l a s r o d i l l a s c o ne l c e ñ o f r u n c i d o y m i r ó a S p a d ec o n o j o s c l a r o s y f r a n c o s — . N o si n t e r r u m p i e r o n c a s i a n t e s d e h a -b e r e m p e z a d o .

Spade encendió su cigarrillo y soltóel humo con una carcajada.

—¿Quieres que le llame para quevenga otra vez?

E l l a n e g ó c o n l a c a b e z a , s i ns o n r e í r . S u s o j o s s i g u i e r o n e lm o v i m i e n t o d e s u c a b e z a p e r os i n d e j a r d e m i r a r a S p a d e . E r au n a m i r a d a i n q u i s i t i va.

Spade l e pasó un b razo po r l aespalda , acogiendo e l hombro sua-v e y d e s n u d o e n e l h u e c o d e l am a n o . E l l a s e e c h ó h a c i a a t r á saceptando e l abrazo . Spade d i jo :

—Venga, te escucho.

S e v o l v i ó h a c i a é l p a r a s o n -r e í r l e c o n j u g u e t o n a i n s o l e n c i a yd e c i r l e : —¿Y para eso necesitabas elbrazo?

— N o — l e q u i t ó l a m a n o d e lh o m b r o y d e j ó c a e r e l b r a z op o r d e t r á s d e e l l a .

—Eres completamente impredecible—murmuró ella.

Asintió él y dijo afablemente:—Sigo escuchando.

—No sabes lo que estás haciendo. —Y la sonrisa de Spade no ocultó su enfa-do—. Es precisamente lo que te dije: an-das a trompicones, a tientas, confiando enla suerte.

—Lo siento, Sam —dijo con una expresióny en una voz que la contrición tornó dulce.

—Seguro que lo s ientes . —Sacótabaco y papel de l bols i l lo y em-pezó a l ia r un c igar r i l lo—. Bueno,ya has hab lado con Ca i ro . Ahorapuedes hablarme a mí .

La muchacha se llevó la punta de undedo a la boca, mirando vagamente a tra-vés de la habitación sin fijarse en nada,con los ojos muy abiertos, que luego, yamás cerrados, lanzaron una mirada rápi-da a Spade. El detective estaba concen-trado en la confección del cigarrillo.

—Sí, claro... —comenzó a decir.Se quitó el dedo de la boca y se alisó

el vestido por encima de las rodillas. Tor-ció el gesto, mirándoselas.

Spade humedeció el borde del papelde fumar, cerró el cigarrillo y preguntó,mientras buscaba el encendedor:

—¿Bien?—Es que no tuve t iempo de ha-

blar con Cairo —dijo, haciendo unap a u s a d e s p u é s d e c a d a p a l a b r acomo si las estuviese el igiendo congran cu idado—. Nos in te r rumpie-ron casi nada más que empezar.

C a l l ó , m i r á n d o s e a ú n c o n o j o sa d u s t o s l a s r o d i l l a s , y l u e g o v o l -v i ó l o s o j o s l i m p i o s e i n o c e n t e sh a c i a S p a d e .

Spade encendió el cigarrillo y dejó quela risa le vaciara de humo la boca.

—¿Quieres que le llame por teléfonoy le diga que vuelva?

Brigid sacudió la cabeza sin sonreír.Cuando sacudió la cabeza, sus ojos se mo-vieron de un lado a otro debajo de los pár-pados, enfocados sobre los de Spade. Suexpresión era inquisitiva.

Spade le abarcó la espalda con un bra-zo; la mano ahuecada descansó sobre elhombro desnudo, blanco, suave y más ale-jado. Brigid se reclinó sobre el brazo do-blado. Y dijo Spade:

—Bueno, estoy escuchando.

La muchacha volvió la cabeza para son-reírle con insolencia juguetona y le preguntó:

—¿Necesitas el brazo ahí para es-cuchar?

—No.Le quitó la mano del hombro y dejó

caer el brazo detrás de ella.

—Eres completamente impredecible—murmuró ella.

Spade asintió con un gesto, y dijo, con amable llaneza:—Sigo escuchando.

X

XX

unpredictable imprevisible, erratic,

prediction y predicción se usan para predecir,conjeturar el futuro, y prediction se usa parapronóstico [tiempo, economía, etc.], profecía.To predict [forecast] es predecir, pronosticar,prever, profetizar, aunque también se usa toforesee para predecir, prever.Who predicted the fall of the Roman Empire? =¿Quién predijo la caída del Imperio Romano? /I predict she’ll be a success at the party. =Pronostico que ella tendrá éxito en la fiesta. / Hewas cleverenough to foresee this shortage of materials. =Era bastante inteligente para prever esta escasezde materiales.

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“ L o o k a t t h e t i m e ! ” s h ee x c l a i m e d , w r i g g l i n g a f i n g e r a tt h e a l a r m - c l o c k p e r c h e d a t o pt h e b o o k s a y i n g t w o - f i f t y w i t hi t s c l u m s i l y s h a p e d h a n d s .

“ U h - h u h , i t ’s b e e n a b u s yevening.”

“I must go.” She rose from thesofa. “This is terrible.”

S p a d e d i d n o t r i s e . H es h o o k h i s h e a d a n d s a i d : “Notuntil you’ve told me about it.”

“ B u t l o o k a t t h e t i m e , ” s h eprotested, “and it would take hoursto tell you.”

“It’ll have to take them then.”

“ A m I a p r i s o n e r ? ” s h e a s k e dgaily.

“Besides, there’s the kid outside.Maybe he hasn’t gone home to sleepyet.”

H e r g a i e t y v a n i s h e d . “ D o y o uthink he’s still there?”

“It’s likely.”

She shivered. “Could you find out?”

“I could go down and see.”

“Oh, that’s—will you?”

S p a d e s t u d i e d h e r a n x i o u sf a c e f o r a m o m e n t a n d t h e ng o t u p f r o m t h e s o f a s a y i n g :“ S u r e . ” H e g o t a h a t a n do v e r c o a t f r o m t h e c l o s e t .“ I ’ll be gone about ten minutes.”

“Do be careful,” she begged as shefollowed him to the corridor-door.

He said, “I will,” and went out.

P o s t S t r e e t w a s e m p t y w h e nSpade issued into it . He walked easta block, crossed the street, walkedwest two blocks on the other side,r ec ro s sed i t , and r e tu rned t o h i sb u i l d i n g w i t h o u t h a v i n g s e e na n y o n e e x c e p t t w o m e c h a n i c sworking on a car in a garage.

When he opened his apartment-d o o r B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y w a ss t a n d i n g a t t h e b e n d i n t h epassageway, holding Cairo’s pistolstraight down at her side.

“He’s still there,” Spade said.

She bit the inside of her lip andturned slowly, going back into theliving-room. Spade followed her in,put his hat and overcoat on a chair,said, “So we’ll have time to talk,”

¡Mira qué hora es! —exclamó ella,agitando un dedo para señalar el des-pertador que, colocado encima de unlibro, marcaba las dos y cincuenta mi-nutos con sus torpes manecillas.

—Ajá , ha s ido una noche muyajetreada.

—Tengo que irme —y se levantó delsofá—. Esto es horrible.

S p a d e n o s e m o v i ó . M e -n e ó l a c a b e z a y d i j o :

—No hasta que me lo hayas contado.

— P e r o m i r a l a h o r a — p r o -t e s t ó e l l a — , y n e c e s i t a r í a m u -c h o t i e m p o .

—Pues tómate el tiempo que necesites.

—¿Estoy prisionera? —preguntó ellaalegremente.

—Y además, afuera está ese chico.A lo mejor no se ha ido a dormir to-davía.

Se desvaneció su alegría.—¿Crees que puede seguir ahí?

—Es probable. —Ella tuvo un esca-lofrío.

—¿No podrías averiguarlo?

—Podría bajar a ver.

—Oh, eso sería... ¿no te importa?

S p a d e e s c r u t ó s u r o s t r o a n s i o -s o d u r a n t e u n m o m e n t o y l u e g os e l e v a n t ó d e l s o f á d i c i e n d o :«Naturalmente que no.» Del armariocogió un sombrero y un abrigo.

—Tardaré diez minutos.

—Ten cuidado, por favor —le rogó ella mien-tras le seguía hasta la puerta del descansillo.

—Lo tendré —dijo él, y salió.

Post Street estaba vacía cuandoSpade salió a la calle. Caminó una man-zana hacia el este, cruzó la calle, cami-nó otras dos manzanas hacia el oeste porla acera contraria, volvió a cruzar y re-gresó a su casa sin haber visto a nadiemás que a un par de mecánicos que arre-glaban un coche en un garaje.

Cuando abrió la puerta de su aparta-mento, Brigid O’Shaughnessy estaba enel recodo del pasillo sosteniendo la pis-tola de Cairo con el brazo caído a lo lar-go del cuerpo.

—Sigue ahí —dijo Spade.

Ella se mordió el labio por dentroy se dio la vuelta despacio, regre-sando al salón. Spade la siguió, dejósombrero y abrigo en una silla, dijo«De manera que tenemos tiempo de ha-

—¡Mira la hora que es! —exclamóBrigid, señalando con un dedo hacia el des-pertador que, aun en precario equilibrio so-bre el libro, indicaba con sus manecillas detorpe diseño las dos y cincuenta minutos.

—Es que ha sido una velada muy mo-vida.

—Tengo que irme —dijo Brigid, le-vantándose del sofá—. Esto es terrible.

S p a d e s i g u i ó s e n t a d o . S a -c u d i ó l a c a b e z a y d i j o :

—No hasta que me hayas contadotodo el asunto.

—¡Pero mira qué hora es! —protestóella—. Y me llevaría horas el explicárte-lo todo.

—Pues tendrá que llevártelas.

—¿Estoy presa? —dijo Brigid, alegre-mente.

—Además, ese muchacho está ahí fue-ra. Tal vez no se haya ido todavía a casapara acostarse.

—¿Crees que estará ahí todavía? —ysu jovialidad desapareció.

—Probablemente.—¿No podrías comprobarlo? —dijo,

estremeciéndose.

—Sí, bajando a la calle.

—Pero eso sería... ¿Quieres hacerlo?

Spade contempló durante un momen-to su rostro anhelante y se levantó delsofá, diciendo:

—Sí.Sacó del armario un sombrero y un abrigo.—Tardaré en volver unos diez minutos.

—Ten cuidado —le rogó Brigid, se-gún le acompañaba por el pasillo.

—Lo tendré —dijo Spade. Y salió.

La Post Street estaba vacía cuandoSpade salió a ella. Recorrió una manzanahacia el Este, cruzó la calle, anduvo du-rante dos manzanas en la dirección con-traria, volvió a cruzar la calle y regresó asu portal sin haber visto a nadie, exceptoa dos mecánicos que estaban trabajandoen un coche dentro de un garaje.

Cuando abrió la puerta de su apar-tamento vio a Brigid, de pie en la es-quina del pasillo, con el brazo caídoa lo largo del cuerpo y la pistola deCairo en la mano.

—Sigue ahí —dijo Spade.

Brigid se mordió el labio por dentro, sevolvió lentamente y echó a andar hacia elcuarto de estar. Spade la siguió, dejó elabrigo y el sombrero sobre una silla y dijo:

— A s í q u e t e n d r e m o s t i e m p o

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and went into the kitchen.

H e h a d p u t t h e c o f f e e - p o t o nt h e s t o v e w h e n s h e c a m e t o t h ed o o r, a n d w a s s l i c i n g a s l e n d e rl o a f o f French bread . She s tood inthe doorway and watched h im wi thpreoccup ied eyes . The f ingers o fh e r l e f t h a n d i d l y c a r e s s e d t h ebody and bar re l o f the p i s to l herr ight hand s t i l l he ld .

“The table-cloth’s in there,” hesaid, pointing the bread-knife at acupboard tha t was one breakfas t -nook partition.

She set the table while he spreadl iverwurst on, or put cold cornedbee f be tween , the sma l l ova l s o fbread he had sliced. Then he pouredthe coffee, added brandy to it from asquat bot t l e , and they sa t a t thetable. They sat side by side on oneof the benches. She put the pistoldown on the end of the bench nearerher.

“ Yo u c a n s t a r t n o w, b e t w e e nbites,” he said.

S h e m a d e a f a c e a t h i m ,c o m p l a i n e d , “ Yo u ’ r e t h e m o s ti n s i s t e n t p e r s o n , ” a n d b i t as a n d w i c h .

“Yes, and wild and unpredictable.What’s th is bi rd , th is fa lcon, thateverybody’s all steamed up about?”

She chewed the beef and bread inh e r m o u t h , s w a l l o w e d i t , l o o k e dat tent ively at the small crescent i tsr e m o v a l h a d m a d e i n t h es a n d w i c h ’ s r i m , a n d a s k e d :“Suppose I wouldn’t tell you? SupposeI wouldn’t tell you anything at all aboutit? What would you do?”

“You mean about the bird?”

“I mean about the whole thing.”

“I wouldn’t be too surprised,” hetold her, grinning so that the edgesof his jaw-teeth were vis ible , “ toknow what to do next.”

“ A n d t h a t w o u l d b e ? ” S h etransferred her a t tent ion f rom thesandwich to his face. “That’s what Iwanted to know: what would you donext?”

He shook his head.

M o c k e r y r i p p l e d i n as m i l e o n h e r f a c e .“Something wild and unpredictable?”

“ M a y b e . B u t I d o n ’ t s e e w h a tyou’ve got to gain by covering upn o w. I t ’s c o i n i n g o u t b i t b y b i tanyhow. There’s a lot of it I don’tknow, but there’s some of it I do, andsome more that I can guess at, and,

blar», y se metió en la cocina.

Cuando ella se acercó a la puerta dela cocina, Spade ya había puesto la ca-fetera al fuego y estaba cortando unafina rebanada de pan francés. Ella se que-dó en la puerta y le observó con ojos pre-ocupados. Los dedos de su mano izquierdaacariciaban descuidadamente la culata y elcañón de la pistola que seguía sosteniendoen su mano derecha.

—El mantel está ahí —dijo él, seña-lando con la punta del cuchillo a unaalacena que hacía las veces de rincóndel desayuno.

Ella puso la mesa mientras él un-taba foie gras y colocaba lonchas decarne en las finas rebanadas que ha-bía cortado. Luego puso a colar elcafé, le añadió coñac de una botellarechoncha y se sentaron a la mesa.Se sentaron uno junto a otro en unode los bancos. Ella dejó la pistolaen el extremo del banco que teníamás cerca.

—Ya puedes empezar, mientras co-mes —dijo él.

E l l a l e h i z o u n a m u e c a , q u e -j á n d o s e :

—Eres de lo más insistente —y dioun mordisco a un emparedado.

—Sí, y de lo más salvaje e imprede-cible. ¿Cómo es ese pájaro, ese halcónpor el que todos se vuelven tan locos?

E l l a m a s t i c ó s u b o c a d o , l ot r a g ó , m i r ó a t e n t a m e n t e l a m e -d i a l u n a q u e s u m o r d i s c o h a b í ad e j a d o m a r c a d a e n e l b o r d e d e lp a n y p r e g u n t ó :

—Imagínate que no quiero decírte-lo, que no quiero decirte nada de eso.¿Qué harías?

—¿Quieres decir sobre el pájaro?

—Quiero decir sobre todo.

—No me extrañaría tanto como parano saber —contestó él sonriendo de talmodo que se le vieron las muelas— quéhacer después.

— Q u e s e r í a ¿ e l q u é ? — s ua t e n c i ó n p a s ó d e l e m p a r e d a d o a lr o s t r o d e S p a d e — . E s o e s l o q u eq u e r í a s a b e r : ¿ q u é h a r í a s d e s -p u é s ?

El negó con la cabeza.

U n a m u e c a b u r l o n a c r u z ó e lros t ro de Br ig id con una sonr isa .

—¿Algo salvaje e impredecible?

—P u e d e s e r . P e r o n o v e o q u év a s a g a n a r g u a r d á n d o t e l o a h o -r a ; d e t o d o s m o d o s , y a v a s a l i e n -d o p o c o a p o c o . . . H a y m u c h a sc o s a s q u e n o s é , p e r o a l g u n a s s íy o t r a s p u e d o i m a g i n á r m e l a s . . .

pa ra hab la r.

Fue a la cocina. Cuando ella apare-ció en la puerta ya había puesto la ca-fetera en la lumbre y estaba cortandorebanadas de una larga barra de pan fran-cés. Brigid permaneció a la puerta, mirán-dole con ojos preocupados. Los dedos desu mano izquierda acariciaban descuida-damente la culata y el cañón de la pistolaque aún tenía en la mano derecha.

—El mantel está ahí —dijo Spade, se-ñalando con el cuchillo de cortar pan unarmario de cocina que formaba un rincónpara comer.

La muchacha puso la mesa mientrasSpade untaba con liverwurst las peque-ñas rebanadas de pan que acababa de cor-tar o ponía entre ellas carne curada en sal.Luego sirvió el café, le añadió coñac deuna botella achatada y los dos se senta-ron a la mesa. Lo hicieron juntos, en unode los banquillos. La muchacha dejó lapistola en el extremo del banco más próxi-mo a ella.

—Puedes empezar entre bocado y bo-cado —dijo Spade.

B r i g i d l e h i z o u n a m u e c a ,m o r d i ó u n e m p a r e d a d o yd i j o :

—Eres de lo más insistente.

—Sí, y violento, e impredecible.¿Qué pájaro es ése, ese halcón queos tiene a todos tan excitados?

La muchacha siguió mascando la car-ne y el pan que tenía en la boca, tragó,contempló atentamente el pequeña semi-círculo que el bocado dejó en la orilla delemparedado y preguntó:

—¿Y si no te lo dijera? ¿Y si note d i je ra nada acerca de l asun to?¿Qué harías?

—¿Te refieres al pájaro?

—Me refiero a todo el asunto.

—Bueno, mi sorpresa no sería lo bastanteintensa —dijo Spade, sonriendo de manera talque algunos molares mostraron sus coronas—como para no saber qué hacer.

—¿Y eso sería? —Brigid dejó deconcentrar su atención sobre el em-paredado para ocuparla en mirarle lacara—. Eso es lo que quiero saber:¿qué harías?

Spade sacudió la cabeza.

La burla rizó la sonrisa que aparecióen la cara de la muchacha.

—¿Algo... violento e impredecible?

—Pudiera ser. Pero no compren-do qué puedes ganar ahora con ca-l l a r t e . Todo va s a l i endo a l a l uzpoqui to a poco . Es mucho lo quetodavía no sé ; pero también es mu-cho lo que s í s é y mucho lo que

steamed up angry, excited

X

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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give me another day l ike this, I’ l lsoon be knowing things about it thatyou don’t know.”

“I suppose you do now,” she said,looking at her sandwich again, herface serious. “But—oh!—I’m so tiredof it, and I do so hate having to talkabout it. Wouldn’t it—wouldn’t it bejust as well to wait and let you learnabout it as you say you will?”

Spade l aughed . “ I don’t know.You’l l have to f igure that out foryourself. My way of learn ing i s toh e a v e a w i l d a n d u n p r e d i c t a b l em o n k e y - w r e n c h i n t o t h emachinery. I t ’s a l l r igh t wi th me,i f you’ re sure none of the f ly ingpieces wi l l hur t you.”

She moved he r ba re shou lde r su n e a s i l y, b u t s a i d n o t h i n g . F o rseveral minutes they ate in silence,he phlegmatically, she thoughtfully.Then she said in a hushed voice: “I’mafraid of you, and that’s the truth.”

He said: “That’s not the truth.”

“It is,” she insisted in the samelow vo ice . “ I know two men I ’mafraid of and I’ve seen both of themtonight.”

“ I c a n u n d e r s t a n d y o u r b e i n gafraid of Cairo,” Spade said. “He’sout of your reach.”

“And you aren’t?”

“ N o t t h a t w a y, ” h e s a i d a n dgrinned.

She blushed. She picked up a slice ofbread encrusted with grey liverwurst.She put i t down on her plate. Shewrinkled her white forehead and she said:“ I t ’ s a b l a c k f i g u r e , a s y o uk n o w, s m o o t h a n d s h i n y , o f ab i r d , a h a w k o r f a l c o n , a b o u tt h a t h i g h . ” S h e h e l d h e r h a n d sa f o o t a p a r t .

“What makes it important?”

S h e s i p p e d c o f f e e a n d b r a n d ybefore she shook her head. “I don’tknow.” she said. “They’d never tellme. They promised me five hundredpounds if I helped them get it. ThenFloyd said afterward, after we’d leftJoe, that he’d give me seven hundredand fifty.”

“So it must be worth more thanseventy-five hundred dollars?”

“Oh, much more than that,” shesaid. “They didn’t pretend that theywere sharing equally with me. Theywere simply hiring me to help them.”

“To help them how?”

S h e l i f t e d h e r c u p t o h e r l i p s

a s í q u e d a m e o t r o d í a c o m o é s t ey e n s e g u i d a s a b r é c o s a s q u e n is i q u i e r a t ú s a b e s .

—Supongo que ya es así ahora —dijoella, volviendo a prestar atención a suemparedado con un rostro grave—.Pero... ¡bah!... ya estoy cansada de eso,y odio tener que hablar de ello. ¿No...no podríamos esperar y que lo fuerasaveriguando como tú mismo dices?

Spade soltó una carcajada.—No lo sé. Eso lo tendrás que de-

cidir por ti misma. Yo aprendo a basede destrozar la maquinaria de mane-ra sa lvaje e impredecible . Por mívale, si estás segura de que ningunade las piezas que salgan volando teva a hacer daño.

Ella agitó inquieta sus hombrosdesnudos , pero no d i jo nada . Co-mieron en silencio durante unos mi-nutos, él con flema, ella pensativa.Luego ella dijo en voz baja:

—Me das miedo, esa es la verdad. —Spade repuso:

—No es la verdad.

—Sí —insistió ella con la mismavoz—. Conozco a dos hombres queme dan miedo y a los dos los he vis-to esta noche.

—Puedo entender que le tengas mie-do a Cairo —dijo Spade—. Está fuerade tu alcance.

—¿Y tú no?

— N o d e e s e m o d o — d i j o , ys o n r i ó .

E l l a s e s o n r o j ó . C o g i ó u n a r e -b a n a d a d e p a n c u b i e r t o d e f o i eg r a s . L a d e j ó e n e l p l a t o . A r r u -g ó l a b l a n c a f r e n t e y d i j o :

—Es una figura negra, como ya sa-bes, pulida y brillante, de un pájaro, deun esparaván o de un halcón, como deeste tamaño —y separó las manos unpar de palmos.

—¿Por qué tiene tanta importancia?

Ella dio un sorbito a la mezcla de caféy coñac antes de menear la cabeza.

—No lo sé —dijo—. Nunca me lodijeron. Me prometieron quinientaslibras si les ayudaba a conseguirlo.Luego Floyd dijo, después de haberdejado a Joe, que me daría setecien-tos cincuenta.

—¿De modo que debe valer más desiete mil quinientos dólares?

—Oh, mucho más —dijo ella—. Noes que me dijeran que iban a ir a par-tes iguales conmigo. Simplemente mecontrataban para ayudarles.

—¿Para ayudarles cómo?

Ella se l levó nuevamente la taza

p u e d o a d i v i n a r . Y c o n o t r o d í acomo és te , l legaré a saber inc lusocosas que tú no sabes .

—Me imagino que ya las sabes —dijo,y volvió a contemplar el emparedado conexpresión grave—. ¡Pero estoy tan can-sada de todo y me molesta tanto hablarde ello! ¿No sería... no sería igual espe-rar a que lo descubrieses todo, como di-ces que lo vas a descubrir?

—No lo sé —dijo Spade, riendo—. Eso tendrías que decidirlo tú. Mimétodo para averiguar las cosas esarrojar, violenta e impredeciblemente,una barra de hierro en medio de la ma-quinaria. Por mi parte, no tengo inconve-niente, si tú estás segura de que las pie-zas, al saltar, no te van a hacer daño.

Brigid movió intranquila los desnudoshombros, pero calló. Estuvieran comien-do en silencio durante varios minutos, élcon flema, ella pensativa. Y al cabo, lamuchacha dijo en voz apagada:

—Me das miedo. Esa es la verdad.

—No, ésa no es la verdad.

— L o e s — i n s i s t i ó B r i g i d , e nigual voz insonora—. Hay dos hom-bres que me dan miedo. Y a los doslos he visto esta noche.

—Comprendo que Cairo te dé mie-do —dijo Spade—. Cairo está fuera detu alcance.

—¿Y tú no?

—No en el mismo sentido —contestó,sonriendo con intención.

B r i g i d s e s o n r o j ó . To m ó u nt r o z o d e p a n untado d e l i v e rwurs tg r i s . L o d e j ó e n e l p l a t o . A r r u g ól a b l a n c a f r e n t e y d i j o :

—Se trata, como sabes, de una esta-tuilla negra, suave y brillante, de un pá-jaro, de un halcón o gerifalte, así de alta—dijo, señalando con las manos doce pul-gadas, aproximadamente.

—¿Y por qué es tan importante?

Tomó un sorbo de café con coñac an-tes de mover la cabeza negativamente:

—No lo sé. Nunca me lo han dicho.Me prometieron quinientas libras es-terlinas si les ayudaba a conseguirlo.Luego Floyd, después que dejamos aJoel, me dijo que me daría setecientascincuenta.

—¿O sea que tiene que valer más desiete mil quinientos dólares?

— ¡ M u c h o m á s ! E l l o s n u n c ap e n s a r o n d a r m e l a m i t a d . S ó l oh i c i e r o n u n t r a t o c o n m i g o p a r aq u e l e s a y u d a r a .

—¿Para que les ayudaras? ¿Cómo?

La muchacha volvió a llevarse la taza

heave 1 move with efort 2 throw 3 suspirar X

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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a g a i n . S p a d e , n o t m o v i n g t h edomineering stare of his yellow-greyeyes from her face, began to make ac i g a r e t t e . B e h i n d t h e m t h epercolator bubbled on the stove.

“To help them get it from the manwho had it ,” she said slowly whenshe had lowered her cup, “a Russiannamed Kemidov.”

“How?”

“Oh, but that’s not important,” sheobjected, “and wouldn’t help you” —she smi led impudent ly— “and i scertainly none of your business.”

“This was in Constantinople?”She hesitated, nodded, and said:

“Marmora.”

He waved his cigarette at her, saying:“Go ahead, what happened then?”

“But that’s all. I’ve told you. Theypromised me five hundred pounds tohelp them and I did and then we foundthat Joe Cairo meant to desert us,taking the falcon with him and leavingus nothing. So we did exactly that tohim, first. But then I wasn’t any betteroff than I had been before, becauseFloyd hadn’t any intention at all ofpaying me the seven hundred and fiftypounds he had promised me. I hadlearned that by the time we got here.He said we would go to New York,where he would sell it and give me myshare, but I could see he wasn’t tellingm e t h e t r u t h . ” I n d i g n a t i o n h a ddarkened he r eyes to v io l e t . “Andt h a t ’s w h y I c a m e t o y o u t o g e ty o u t o h e l p m e l e a r n w h e r e t h efa l con was . ”

“And suppose you’d got it? Whatthen?”

“Then I’d have been in a positiont o t a l k t e r m s w i t h M r. F l o y dThursby.”

S p a d e s q u i n t e d a t h e ra n d s u g g e s t e d : “ B u t y o uwouldn’t have known where to takeit to get more money than he’d giveyou, the larger sum that you knewhe expected to sell i t for?”

“I did not know,” she said.

Spade scowled at the ashes he haddumped on his plate. “What makes itworth all that money?” he demanded.“You must have some idea, at leastbe able to guess.”

“I haven’t the slightest idea.”

H e d i r e c t e d t h e s c o w l a t h e r .“What’s it made of?”

“Porcelain or black stone. I don’tknow. I ’ve never touched i t . I ’veonly seen it once, for a few minutes.

a los labios. Spade, s in apartar desu rostro su mirada dominante grisa m a r i l l e n t a , c o m e n z ó a l i a r u ncigarr i l lo . A sus espaldas se oía elborboteo de la cafetera.

—Pues ayudarles a conseguirlo delhombre que lo tenía —dijo ella despa-cio cuando hubo bajado la taza—, unhombre llamado Kemidov.

—¿Cómo?

—Ah, pero si eso no importa —ob-jetó ella—, y no te serviría de nada —ysonrió con impudicia—, y naturalmen-te no es asunto tuyo.

—¿Eso fue en Constantinopla? —E l l a v a c i l ó , a s i n t i ó y d i j o : —Mármara .

Spade agitó el cigarrillo:—Adelante. ¿Qué ocurrió?

—Pero si es que eso es todo. Ya telo he dicho. Me prometieron quinien-tas libras por ayudarles y así lo hice,y entonces descubrimos que Cairo te-nía intención de traicionarnos, l le-vándose el halcón y dejándonos sinnada. Y eso fue exactamente lo quele hicimos nosotros pr imero. Peroluego yo no gané nada porque Floydno tenía ninguna intención de pagar-me. Ya sabía yo eso cuando llegamosaquí. Dijo que iríamos a Nueva York,en donde pensaba venderlo y así po-dría darme mi parte, pero me di cuen-ta de que no me decía la verdad —laindignación le había oscurecido losoj o s h a s t a u n t i n t e v i o l e t a — . Yp o r e s o a c u d í a t i p a r a q u e m eayudaras a ave r igua r dónde es t a -ba e l ha l cón .

—Imagínate que lo hubieras conse-guido. ¿Y después?

—Entonces habría estado en buenaposición para tratar con el señor FloydThursby.

Spade la miró brevemente y sugirió:[418] —¿Pero no habrías sabido adónde llevarlo para conseguir más di-nero del que te iba a dar, esa gransuma que tú sabías que él esperabaobtener con su venta?

—No lo sé —dijo ella.

Spade frunció el ceño mirando las ce-nizas que había dejado caer en el plato.

—¿Qué es lo que lo hace tan valioso?—preguntó—. Tienes que tener ciertaidea, o alguna intuición.

—No tengo ni la más remota idea.

Él, entonces, la miró, todavía con el ceño fruncido.—¿De qué está hecho?

—Porcelana , o p iedra negra . Nolo sé . No lo he tocado nunca . Lohe v is to una so la vez , y unos po-

a los labios. Spade comenzó a liar un ci-garrillo sin levantar de la cara de Brigidla mirada entre gris y amarillenta de susojos dominantes. Detrás de ellos, la cafe-tera borboteaba sobre el fuego.

—Ayudarles a conseguirlo del hombreque lo tenía en su poder —dijo ella, len-tamente, así que dejó la taza sobre lamesa—. Un ruso llamado Kemidov.

—¿Cómo?

— E s o n o t i e n e i m p o r t a n c i a —o b j e t ó e l l a , s o n r i e n d odesvergonzadamente—, de nada te serviría, y, des-de luego, no es asunto que te incumba.

—¿Eso fue en Constantinopla?Brigid vaciló, asintió con un movi-

miento de la cabeza y dijo:—En la isla de Marmara.—Sigue —dijo Spade, animándola con

un movimiento de la mano en que soste-nía el cigarrillo—. ¿Qué pasó después?

—Pero... ¡si eso fue todo! Ya te lohe dicho. Me prometieron quinientaslibras si los ayudaba, yo lo hice, y en-tonces descubrimos que Joel pensabaabandonarnos, llevándose el halcón ydejándonos sin nada. Y eso fue preci-samente lo que nosotros hicimos conél. Pero yo no saqué nada en limpio,porque Floyd no tenía la más mínimaintención de pagarme las setecientascincuenta libras que me había prome-tido. Eso lo supe antes de llegar aquí.Me dijo que iría a venderlo a NuevaYork y que entonces me daría mi par-te, pero comprendí que no era verdad.

La indignación había oscurecido susojos hasta dejarlos de color violeta.

—Y por eso recurrí a ti, para que meayudaras a descubrir en dónde estaba elhalcón.

—Supongamos que te hubieras hechocon él. Entonces, ¿qué?

—Hubiera estado en condiciones dediscutir las condiciones con FloydThursby.

Spade la miró de reojo y preguntó:—Pero no hubieras sabido en dón-

de encontrar más dinero que el queThursby te hubiera dado, la cantidadque sabías que él pensaba sacar alvenderlo, ¿no?

—No; no lo sabía.

Spade miró con ojos de disgusto la ce-niza que había echado en el plato.

— ¿ P o r q u é v a l e t a n t o d i n e r o ?D e b e s t e n e r a l g u n a i d e a , o s u p o -n e r l o .

—No tengo la más remota idea.

—¿De qué está hecho? —dijo Spade,transfiriéndole el disgusto a ella.

—Porcelana, o piedra negra. No lo sé.Nunca lo he tocado. Sólo lo he visto du-rante unos minutos y una sola vez. Me lo

impudent no es impudente (desvergonzado, sinpudor) sino atrevido, descarado, insolen-te, farruco mientras que impudente esimmodest, shameless, desvengorzado

impúdica sin pudor sin recato

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Floyd showed i t to me when we’dfirst got hold of it.”

S p a d e m a s h e d t h e e n d o f h i scigarette in his plate and made onedraught of the coffee and brandy inhis cup. His scowl had gone away. Hew i p e d h i s l i p s w i t h h i s n a p k i n ,dropped it crumpled on the table, and spokecasually: “You are a liar.”

S h e g o t u p a n d s t o o d a t t h ee n d o f t h e t a b l e , l o o k i n g d o w na t h i m w i t h d a r k a b a s h e de y e s i n a p i n k e n i n g f a c e .“ I a m a liar,” she said. “I have alwaysbeen a liar.”

“ D o n ’t b r a g a b o u t i t . I t ’sc h i l d i s h . ” H i s v o i c e w a s g o o d -humored. He came out from betweentable and bench. “Was there any truthat all in that yarn?”

S h e h u n g h e r h e a d . D a m p n e s sglistened on her dark lashes. “Some,”she whispered.

“How much?”

“Not—not very much.”Spade put a hand under her chin

and lifted her head. He laughed intoher wet eyes and said: “We’ve got allnight before us. I’ll put some moreb r a n d y i n s o m e m o r e c o ff e e a n dwe’ll try again.”

H e r e y e l i d s d r o o p e d .“ O h , I ’ m s o t i r e d , ” s h e s a i dtremulously, “so t i red of i t al l , ofmyself, of lying and thinking up lies,and of not knowing what is a lie andwhat is the truth. I wish I—”

She put her hands up to Spade’scheeks , pu t he r open mouth ha rda g a i n s t h i s m o u t h , h e r b o d y f l a tagainst his body.

S p a d e ’ s a r m s w e n t a r o u n dh e r , h o l d i n g h e r t o h i m ,m u s c l e s b u l g i n g h i s b l u es l e e v e s , a h a n d c r a d l i n g h e rh e a d , i t s f i n g e r s h a l f l o s ta m o n g r e d h a i r , a h a n dm o v i n g g r o p i n g f i n g e r s o v e rh e r s l i m b a c k . H i s e y e sb u r n e d y e l l o w l y .

cos minutos . F loyd me lo enseñónada más conseguir lo .

Spade aplastó el cigarrillo en suplato e hizo girar en torbellino el caféy el coñac que tenía en la taza. Ya notenía fruncido el ceño. Se secó los la-bios con la servilleta, la dejó cae rarrugada sobre la mesa y dijo como quien no quiere la cosa:

—Eres una mentirosa.

Ella se levantó y se quedó de pie allado de la mesa, mirándole desde arri-ba con sus ojos oscuros desconcertadosen una cara que se sonrojaba.

—Soy una mentirosa —dijo—, siem-pre he sido una mentirosa.

—N o t e c h u l e e s p o r e s o . E si n f a n t i l — s u v o z t r a s l u c í a b u e nh u m o r. S a l i ó d e e n t r e l a m e s a ye l b a n c o — . ¿ H a y a l g o d e v e r d a de n t o d o e s e c u e n t o ?

El la de jó caer la cabeza . Sus os-curas pes tañas se humedecieron.

—Algo —susurró.

—¿Cuánto?

— N o . . . n o m u c h o . —S p a d e l e c o g i ó l a b a r b i l l a yl e h i z o l e v a n t a r l a c a b e z a .S e r i ó d e e l l a y l e d i j o :

—Tenemos toda la noche por delan-te. Voy a hacer más café con un poco decoñac y lo intentaremos de nuevo.

Ella dejó caer los párpados.—Es que estoy tan cansada —dijo

trémula—, tan cansada de todo, de mí,de mentir y de inventar mentiras, deno saber qué es mentira y qué es ver-dad... me gustaría que...

Rodeó la cara de Spade con susmanos y le besó f irmemente en laboca con su boca abierta , pegandosu cuerpo al de él .

Spade la rodeó con sus brazos, laabrazó fue r t emente , mien t ras susmúsculos se revelaban bajo las man-gas azules, una de sus manos acu-nándole la cabeza, los dedos medioperdidos entre su cabello rojizo, y laotra deslizando dedos inseguros p o rs u e s p a l d a e s b e l t a . A S p a d e l eardían, amarillentos, los ojos.

enseñó Floyd la primera vez que lo tuvi-mos en nuestras manos.

Spade aplastó contra el plato lo quequedaba del cigarrillo, y bebió un sor-bo de café y coñac. Su expresión deenojo ya había desaparecido. Se lim-pió los labios con la servilleta, la dejóarrugada sobre la mesa y dijo:

—¡Qué mentirosa eres!

Brigid se levantó y quedó de pie a unextremo de la mesa, mirándole con ojososcuros y humillados y comenzando asonrojarse:

—Soy una mentirosa, siempre lo hesido.

—No te enorgullezcas de ello. Es in-fantil —dijo Spade, en voz de buen hu-mor. Y saliendo de entre el banco y lamesa, añadió—: ¿Hay algo de verdad entodo ese cuento que me has colocado?

La muchacha bajó la cabeza. Brilla-ron húmedas sus oscuras pestañas.

—Algo... —susurró.

—¿Cuánto?

—Pues... no mucho.Spade le puso una mano debajo de la

barbilla y le levantó la cabeza. Se echó areír mirando los ojos humedecidos y dijo:

—Tenemos toda la noche por delante.Echaré más coñac en otro poco de café yprobaremos suerte de nuevo.

A Brigid se le cerraron los ojos.—¡Estoy tan cansada...! —dijo con

voz temblorosa—. ¡Tan cansada de todoello, de mí misma, de pensar en nuevasmentiras, de no saber qué es verdad y quéno lo es...! Quisiera...

Alzó las manos has ta las mej i -l l as de Spade , apre tó la boca en-t reabier ta cont ra la de é l y e l cuer-po cont ra e l suyo.

Spade la abrazó, sujetándola contra sí.Los músculos se le marcaron debajo delas mangas azules, los dedos se perdie-ron en el cabello rojo hasta que la manoquedó ahuecada brindando descanso a lacabeza, mientras que la otra mano dejabaque sus dedos temblorosos tantearan enla esbelta espalda de la mujer. Sus ojosardían con luz amarillenta.

brag talk boastfully

yarn long or rambling story or discourse

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The Belvedere Divan

B e g i n n i n g d a y h a d r e d u c e dn i g h t t o a t h i n s m o k i n e s s w h e nS p a d e s a t u p . At his s ide BrigidO’Shaughnessy’s soft breathing hadthe regularity of utter sleep. Spadewas quiet leaving bed and bedroomand shutting the bedroom-door. Hedressed in the bathroom. Then heexamined the sleeping girl’s clothes,took a flat brass key from the pocketof her coat, and went out.

He went to the Coronet , let t inghimself into the building and into herapartment with the key. To the eyethere was nothing furtive about hisg o i n g i n : h e e n t e r e d b o l d l y a n ddirectly. To the ear his going in wasa lmos t unno t i ceab l e : he made a slittle sound as might be.

In the girl’s apartment he switchedon al l the l ights . He searched theplace from wall to wall. His eyes andt h i c k f i n g e r s m o v e d w i t h o u tapparent has te , and wi thout everlingering or fumbling or going back,from one inch of their fields to thenext, probing , scrutinizing, testingwith expert certainty. Every drawer,c u p b o a r d , c u b b y h o l e , b o x , b a g ,t r u n k — l o c k e d o r u n l o c k e d — w a sopened and its contents subjected toexamina t ion by eyes and f ingers .Every piece of clothing was tested byhands that felt for telltale bulges andears that listened for the crinkle ofpaper between pressing fingers. Hestripped the bed of bedclothes. Helooked under rugs and at the underside of each piece of furniture. Hep u l l e d d o w n b l i n d s t o s e e t h a tnothing had been rolled up in themfor concealment. He leaned throughwindows to see that nothing hungbelow them on the outside. He pokedwith a fork into powder and cream-jars on the dressing-table. He heldatomizers and bottles up against thelight. He examined dishes and pansand food and food-conta iners . Heemptied the garbage-can on spreadsheets of newspaper. He opened thet o p o f t h e f l u s h - b o x i n t i m eb a t h r o o m , d r a i n e d t h e b o x , a n dpeered down into i t . He examinedand tested the metal screens ove r thed r a i n s o f b a t h t u b , w a s h - b o w l ,sink , and laundry tub .

He did not find the black bird. Hefound nothing that seemed to haveany connect ion with a black bird.The only piece of writing he foundw a s a w e e k - o l d r e c e i p t f o r t h em o n t h ’s a p a r t m e n t - r e n t B r i g i dO’Shaughnessy had paid. The onlything he found that interested himenough to delay his search while helooked at it was a double-handful ofrather fine jewelry in a polychromeb o x i n a l o c k e d d r e s s i n g - t a b l e -

CAPÍTULO X

El diván del Belvedere

El día que se iniciaba había reduci-do la noche a una neblina fina cuandoSpade se incorporó. A su lado, la suaverespiración de Brigid O’Shaughnessytenía la regularidad del sueño profun-do. Spade no hizo ruido al levantarsede la cama, dejar la habitación y cerrarla puerta. Se vistió en el cuarto de baño.Examinando luego la ropa de la chicadormida, cogió una llave plana de bron-ce que ella tenía en el abrigo y salió.

Fue a l Corone t , en t r ando en e led i f i c io y en e l apa r t amen to de l ach ica con l a l l ave . Pa ra cua lqu ie robse rvador, en su en t rada no ha -b ía nada de fu r t ivo : en t ró a t r ev i -da , d i r ec tamen te . Pa ra un oyen teresu l tó cas i impercep t ib le : h izo e lmín imo ru ido pos ib l e .

U n a v e z e n e l a p a r t a m e n t o d el a c h i c a , e n c e n d i ó t o d a s l a s l u c e sy l o r e g i s t r ó d e p u n t a a c a b o . S u so j o s y s u s d e d o s g r u e s o s s e m o -v í a n s i n p r i s a a p a r e n t e p e r o s i ne n t r e t e n e r s e n i v o l v e r a t r á s ,a v a n z a n d o c e n t í m e t r o a c e n t í m e -t r o , tanteando, escrutando, comproban-do con certeza de experto. Cerrados o nocon llave, cajones, alacenas, armarios,cajas, bolsas, maletas, fueron abiertos ysus contenidos sometidos al examen deojos y dedos. La ropa, pieza a pieza,fue tanteada por manos que buscabanbultos que delataran algo, mientraslas orejas estaban atentas al crujidode pape l en t re lo s dedos que ap re -t aban . Desh izo l a cama , mi ró ba jola s a l fombras y en los fondos del o s m u e b l e s . B a j ó l a s p e r s i a n a spa ra comprobar que en ro l l adas ene l l a s n o s e h a b í a o c u l t a d o n a d a .S e a s o m ó p o r l a s v e n t a n a s p a r acomprobar que no hab ía nada co l -gando por fue ra . Con un t enedorp inchó l a s po lve ras y los t a r ros dec r e m a q u e h a b í a e n e l t o c a d o r.Mi ró a con t ra luz los atomizadoresy los f r a scos . Exami nó los platos,l a s c a z u e l a s , l a c o m i d a , l a sta r te ras . Vac ió e l cubo de basurasobre unas hojas extendidas de pa-pel de periódico. Quitó la tapa dela c i s te rna de l re t re te , la vac ió yobservó su inter ior. Repasó y com-probó las cubiertas metál icas de lossumideros de la bañera, del lavabo,del retrete , de la lavadora .

No encontró el pájaro negro. No en-contró nada que pareciera tener relacióncon un pájaro negro. El único papel es-crito que encontró fue un recibo de ha-cía una semana del alquiler mensual delapar tamento, pagado por BrigidO’Shaughnessy. Lo único que encontró,y que le interesó lo suficiente como parademorar su búsqueda dedicándole unpoco de atención, fue un par de puña-dos de joyas bastante buenas, metidasen una caja polícroma en un cajón del

10.

El diván del Belvedere

El día naciente había convertido a lanoche en una sutil humareda cuandoSpade se incorporó. Junto a él, el tenuerespirar de Brigid O’Shaughnessy teníala regularidad de un sueño profundo.Spade no hizo ruido al dejar la cama y laalcoba ni al cerrar la puerta de la habita-ción. Se vistió en el cuarto de baño. Lue-go examinó la ropa de la muchacha dor-mida, encontró en el bolsillo del abrigouna llave plana, la cogió y salió.

Se dirigió al Coronet y entró en el edificioy en el apartamento de la muchacha utilizandola llave robada para abrir las puertas. Para quienle viera, sus movimientos no tuvieron nada defurtivo; entró derechamente y con paso firme.Pero el oído que estuviera a su escucha apenashubiese podido percibir la entrada; habría sidoimposible hacerla más silenciosa.

Ya en el apartamento de la muchacha,encendió todas las luces. El registro fue mi-nucioso. Aunque podía parecer que los ojosy los gruesos dedos se movían con calma,lo cierto es que nunca se detuvieron, nun-ca volvieron sobre el terreno ya examina-do, pulgada por pulgada, y todo lo vierony palparon, sondearon, escudriñaron y re-visaron. Cajones, armarios, escondrijos,cajas, maletas, el baúl, cerrados con llaveo abiertos, y todo cuanto contenían queda-ron sujetos al escrutinio de los ojos y losdedos celosos. No hubo prenda de ropa queno fuera palpada cuidadosamente en buscade bultos que delataran la presencia de algooculto, y los oídos siempre permanecieronatentos para que no se les escapara el ruidoarrancado por la presión de los dedosinquisidores a un papel escondido.Desarropó la cama. Fisgó debajo de lasalfombras y de todos los muebles. Bajólos transparentes para asegurarse deque nada había sido escondido en ellos.Se asomó a las ventanas para compro-bar que nada colgaba fuera de ellas.Hurgó con un tenedor en los botes depolvo y afeites que estaban sobre el to-cador. Colocó al trasluz atomizadoresy f r a s c o s . E x a m i n ó f u e n t e s , c a c e -r o l a s , a l i m e n t o s y t a r t e r a s . Va c i ól a l a t a d e l a b a s u r a s o b r e p e r i ó -d i c o s e x t e n d i d o s e n e l s u e l o .A b r i ó l a t a p a d e l a c i s t e r n a e n e lc u a r t o d e b a ñ o , l a v a c i ó d e a g u ay m i r ó d e n t r o . E x a m i n ó y s o n d e ól a s r e j i l l a s m e t á l i c a s d e l o s d e s -a g ü e s d e l l a v a b o , d e l baño , de lfregadero y de la artesa.

Y no dio con el pájaro negro, ni hallónada que pareciera estar relacionado conun pájaro negro. El único papel escritoque encontró fue un recibo, fechado sie-te días antes, por el alquiler del aparta-mento durante un mes pagado por BrigidO’Shaughnessy. Y el único hallazgo quedespertó su interés en suficiente medidacomo para hacer una pausa en su bús-queda fueron dos puñados de joyas nadamalas que guardaba en una cajapolicromada en un cajón del tocador,

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drawer.

When he had finished he made anddrank a cup of coffee. Then he unlockedthe kitchen-window, scarred the edgeof its lock a li t t le with his pocket-knife, opened the window—over af i r e - e s c a p e — g o t h i s h a t a n do v e r c o a t f r o m t h e s e t t e e i n t h eliving-room, and left the apartmentas he had come.

On his way home he stopped at as tore tha t was be ing opened by apuffy-eyed shivering plump groceramid bought oranges , eggs , ro l l s ,butter, and cream.

S p a d e w e n t q u i e t l y i n t o h i sapartment, but before he had shut thec o r r i d o r- d o o r b e h i n d h i m B r i g i dO’Shaughnessy cried: “Who is that?”

“Young Spade bearing breakfast.”

“Oh, you frightened me!”

T h e b e d r o o m - d o o r h e h a ds h u t w a s o p e n . T h e g i r l s a t o nt h e s i d e o f t h e b e d , t r e m b l i n g ,w i t h h e r r i g h t h a n d o u t o fs i g h t u n d e r a p i l l o w ’ .

Spade pu t h i s packages on thek i t c h e n - t a b l e a n d w e n t i n t o t h ebedroom. He sat on the bed besidethe girl, kissed her smooth shoulder,and said: “I wanted to see if that kidwas still on the job, and to get stufffor breakfast.”

“Is he?”

“No.”

She s ighed and l eaned aga ins thim. “I awakened and you weren’th e r e a n d t h e n I h e a r d s o m e o n ecoming in. I was terrified.”

Spade combed her red hair backfrom her face with his fingers and said:“ I ’ m s o r r y , a n g e l . I t h o u g h ty o u ’ d s l e e p t h r o u g h i t . D i dy o u h a v e t h a t g u n u n d e r y o u rp i l l o w a l l night?”

“No. You know I didn’t. I jumped upand got it when I was frightened.”

H e c o o k e d b r e a k f a s t — a n dslipped the f lat brass key into herc o a t - p o c k e t a g a i n — w h i l e s h ebathed and dressed.

She came out of the bathroom whistlingEn Cuba. “Shall I make the bed?” sheasked.

“That’d be swell. The eggs need acouple of minutes more.”

Their breakfast was on the tablewhen she re turned to the ki tchen.They sat where they had sat the nightbefore and ate heartily.

tocador cerrado con llave.

Cuando te rminó, se preparó uncafé. Luego quitó el cerrojo de laventana de la cocina, raspó el bor-de de la cer radura con la nava ja ,abr ió l a ven tana (que daba sobreuna escalera de incendios) , recogiósombrero y abrigo del sofá del sa-l ó n y s a l i ó d e l a p a r t a m e n t o p o rdonde había entrado.

De vuelta a casa, se detuvo en unatienda que en ese momento abría un ten-dero de ojos saltones, temblón y regor-dete, y compró naranjas, huevos, pane-cillos, mantequilla y nata.

Spade entró silenciosamente en su apar-tamento, pero antes de haber cerrado lapuerta del descansillo, BrigidO’Shaughnessy gritó: —¿Quién anda ahí?

—El joven Spade con el desayuno.

—¡Ah, me has asustado!

La puerta de la habitación, que él ha-bía dejado cerrada, estaba abierta. Lachica estaba sentada en un lado de lacama, trémula, con la mano derechafuera de la vista, bajo la almohada.

Spade dejó los paquetes en la mesade la cocina y entró en el dormitorio.Se sentó en la cama, al lado de la chica,le besó el hombro suave y dijo:

— Q u e r í a s a b e r s i e s e c h i c os e g u í a d e g u a r d i a y c o m p r a ra l g o p a r a e l d e s a y u n o .

—¿Está?

—No.

Ella suspiró y se recostó en él.— M e d e s p e r t é y n o e s t a b a s

y o í q u e e n t r a b a a l g u i e n . E s -t a b a h o r r o r i z a d a .

Con los dedos, Spade le apartó de lacara el cabello rojo y dijo:

—Perdona, cariño. Pensé que se-guirías dormida. ¿Te has pasado lanoche con esa pistola debajo de laalmohada?

—No, ya sabes que no. Cuando measusté me levanté de un salto a cogerla.

Spade preparó el desayuno (y volvióa dejar la llave plana de bronce en elbolsillo del abrigo) mientras ella se ba-ñaba y se vestía.

Salió del cuarto de baño silbando En Cuba.—¿Voy haciendo la cama? —pregun-

tó.

—Sería estupendo. A los huevos lesquedan dos minutos.

El desayuno ya estaba en la mesacuando ella volvió a la cocina. Se sen-taron como la noche anterior y comie-ron de buena gana.

cerrado con llave.

Acabada su labor, se hizo y bebió unataza de café. Abrió luego la ventana de lacocina, raspó el borde de su cierre con lanavaja y dejó abierta la ventana, que dabaa una escalera de escape para casos de in-cendio. Después, tomó el sombrero y elabrigo del sofá del cuarto de estar y aban-donó el apartamento de la misma formacomo había entrado en él.

Camino de su casa se detuvo en unatienda que estaba abriendo un abacero deojos hinchados y perceptible corpulenciay compró naranjas, huevos, panecillos,mantequilla y crema natural.

Entró calladamente en su apartamen-to; pero antes de que hubiera podido ce-rrar la puerta, gritó la voz de Brigid:

—¿Quién anda ahí?

—Spade el Joven, que trae el desayuno.

—¡Qué susto me has dado!

La puerta de la alcoba, que él habíadejado cerrada, estaba abierta. La mucha-cha estaba sentada sobre el borde de lacama, temblando, y su mano derecha que-daba oculta debajo de la almohada.

Spade dejó los paquetes en la mesa dela cocina y entró en la alcoba. Se sentójunto a la muchacha y la besó en el hom-bro sin mácula.

— Q u i s e v e r s i e s e m u c h a c h os e g u í a d e g u a r d i a , y t r a e r a l g op a r a e l d e s a y u n o .

—¿Está ahí abajo?

—No.

Brigid suspiró y se apoyó sobre Spade.—Me he despertado, no estabas tú,

y entonces oí que entraba alguien.¡Qué espanto!

Spade le peinó el pelo rojo con los de-dos, apartándoselo de la frente.

—Lo siento, ángel mío. Creí que esta-ría de vuelta antes de que te despertaras.¿Has dormido con la pistola debajo de laalmohada?

—No. Y lo sabes muy bien. Salté de lacama y la cogí cuando me llevé el susto.

Mientras Brigid se bañaba y vestía,Spade preparó el desayuno y volvió a de-jar la llave en el bolsillo del abrigo deBrigid.

Salió ésta del cuarto de baño silbando En Cuba.—¿Quieres que haga la cama? —pre-

guntó.

—Sería una estupenda idea. Faltan aúndos minutos para que los huevos estén listos.

El desayuno estaba ya listo sobre lamesa cuando Brigid volvió a la cocina.Se sentaron como la noche anterior y co-mieron con apetito.

swell fine, splendid,excellent

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“ N o w a b o u t t h e b i r d ? ” S p a d esuggested presently as they ate.

She put her fork down and looked at him.She drew her eyebrows together and madeher mouth small and tight. “You can’t askme to talk about that this morning ofall mornings,” she protested. “I don’twant to and I won’t.”

“I t’s a s tubborn damned hussy , ”he s a id s ad ly and pu t a p i ece o fro l l i n to h i s mou th .

The youth who had shadowedSpade was not in sight when Spade andBrigid O’Shaughnessy crossed thesidewalk to the waiting taxicab. Thetaxicab was not followed. Neither theyouth nor another loiterer was visiblein the vicinity of the Coronet when thetaxicab arrived there.

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y w o u l dn o t l e t S p a d e g o i n w i t h h e r .“ I t ’s b a d e n o u g h t o b e c o m i n gh o m e i n e v e n i n g d r e s s a t t h i sh o u r w i t h o u t b r i n g i n g c o m p a n y.I h o p e I d o n ’t m e e t a n y b o d y. ”

“Dinner tonight?”

“Yes.”

They kissed. She went in to theC o r o n e t . H e t o l d t h e c h a u f f e u r :“Hotel Belvedere.”

When he reached the Belvedere hesaw the youth who had shadowed himsitting in the lobby on a divan fromwhich the elevators could be seen.Apparent ly the youth was reading anewspaper.

At the desk Spade learned thatCairo was not in. He frowned andp i n c h e d h i s l o w e r l i p . P o i n t s o fyellow light began to dance in hiseyes. “Thanks,” he said softly to theclerk and turned away.

Sauntering, he crossed the hobby tothe divan from which the elevators couldbe seen and sat down beside—not morethan a foot from—the young man whowas apparently reading a newspaper.

The young man did not look up fromhis newspaper. Seen at this scantdistance, he seemed certainly lessthan twenty years old. His featuresw e r e s m a l l , i n k e e p i n g w i t h h i ss ta ture , and regular. His skin wasvery fair. The whiteness of his cheeksw a s a s l i t t l e b l u r r e d b y a n yconsiderable growth of beard as bythe glow of blood. His clothing wasn e i t h e r n e w n o r o f m o r e t h a no r d i n a r y q u a l i t y, b u t i t , a n d h i smanner of wearing it, was marked bya hard masculine neatness.

—¿Y qué hay del pájaro? —sugirióSpade repentinamente mientras comían.

Ella dejó el tenedor y le miró. Frun-ció el ceño y apretó los labios.

—No me puedes pedir que hable deesas cosas precisamente hoy, precisa-mente esta mañana —protestó—. Noquiero y no voy a hablar.

—Eres una fresca más terca que una mula—dijo él con tristeza mientras le metía un tro-zo de panecillo en la boca.

El joven que había seguido a Spadeno estaba a la vista cuando él y BrigidO’Shaughnessy cruzaron la acera paramontarse en el taxi que les esperaba.Tampoco siguió nadie al taxi. No se veíani al joven ni a ningún otro paseante enlas proximidades del Coronet cuando eltaxi llegó allí.

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y n o d e j ós u b i r a S p a d e .

—Ya está suficientemente mal llegara estas horas de la mañana en traje denoche, como para venir además en com-pañía. Espero no encontrarme a nadie.

—¿Cenamos esta noche?

—Sí.

Se besaron. Ella entró en el edifi -c io Coronet . Él le d i jo a l tax is ta :—Hotel Belvedere.

Cuando l legó al Belvedere vio aljoven que le había seguido, senta-do en el vest íbulo en un diván des-de el que podían verse los ascenso-res . Aparen temente , e l joven le íaun periódico.

Spade averiguó en recepción queCairo no estaba. Frunció el ceño y sepellizcó el labio inferior. En los ojosempezaron a danzarle puntitos amarillos.

—Gracias —dijo con suavidad al re-cepcionista; y se dio la vuelta.

Sin apresurarse, atravesó el vestí-bulo hasta el diván desde el que se veíanlos ascensores y se sentó al lado, a nomás de un palmo, del joven que aparen-taba leer el periódico.

E l j oven no l evan tó l a v i s t a de lp e r i ó d i c o . Vi s t o d e s d e t a n c o r tad i s t a n c i a , p a r e c í a d e s d e l u e g o t e -n e r m e n o s d e v e i n t e a ñ o s . E r a d ef a c c i o n e s p e q u e ñ a s , a t o n o c o ns u e s t a t u r a , y r e g u l a r e s . Te n í a l ap ie l muy c la ra . La b lancura de susmej i l l a s e s taba t an enturbiaba p o re l v e l l o c o m o p o r e l r u b o r d e l as a n g r e . L a r o p a q u e l l e v a b a n oe r a n u e v a n i d e e s p e c i a l c a l i d a d ,p e r o s u c o r t e , y l a m a n e r a d e l l e -v a r l a , d e n o t a b a n u n a p u l c r i t u dd u r a y m a s c u l i n a .

—Y volviendo a lo del pájaro... —dijoSpade, sin dejar de comer.

La muchacha dejó el tenedor y le miró.Frunció el ceño y arrugó y contrajo la boca.

— N o p u e d e s p e d i r m e q u eh a b l e d e e s o e s t a m a ñ a n a ,p r e c i s a m e n t e e s t a m a ñ a n a .M e n i e g o .

— L a c h i c a e s t e s t a r u d a —d i j o S p a d e , m e t i é n d o s e u np e d a z o d e p a n e n l a b o c a .

N o v i e r o n a l m u c h a -c h o _______________ cuand o S p a d ey l a c h i c a c r u z a r o n l a a c e r a p a r as u b i r a l t a x i q u e l o s a g u a r d a b a .T a m p o c o e l t a x i f u e s e g u i d o .Cuando llegaron al ________ C o r o n e t ,ni el muchacho ni ninguna otra per-sona andaba por los alrededores.

B r i g i d n o p e r m i t i ó q u e S p a d eent rara con e l la .

—Ya es bastante llegar a casa vestidacon traje de noche a estas horas de la ma-ñana, para encima hacerlo acompañada.Espero que no me vea nadie.

—¿Cenaremos juntos esta noche?

—Sí.

Se besaron. Brigid entró en el Coronet.Spade le dijo al conductor del taxi:

—Hotel Belvedere.

Cuando entró en el hotel vio al mu-chacho que le había seguido el día an-terior sentado en un diván del vestí-bulo, desde donde podía observar losascensores. Parecía estar leyendo unperiódico.

El conserje le dijo que Cairo no esta-ba. Spade arrugó el ceño y se pellizcó ellabio inferior. Unos puntitos de luz do-rada comenzaron a bailarle en los ojos.

—Gracias —le dijo al conserje, y sealejó.

Cruzó lentamente el vestíbulo hastael diván desde el que podían observarselos ascensores, y se sentó a no más dedoce pulgadas de distancia del muchachoque leía el periódico.

El muchacho no levantó los ojos delperiódico. Visto a esta distancia repre-sentaba indudablemente menos deveinte años. Sus facciones eran re-g u l a r e s y m e n u d a s , c o n s o n a n t e scon su estatura y su tez muy loza-na y clara. La blancura de sus me-j i l las no estaba oscurecida por el me-nor vestigio de barba, ni tampoco porquefluyera bajo ellas sangre. Las ropas noeran nuevas, y su calidad no sobrepasabalo corriente; mas tanto su traje como lamanera en que lo llevaba descollaban porsu pulcritud sencilla y varonil.

hussy descarada, desvergonzada

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S p a d e a s k e d c a s u a l l y ,“ W h e r e i s h e ? ” w h i l es h a k i n g t o b a c c o d o w n i n t oa b r o w n p a p e r c u r v e d t oc a t c h i t .

The boy lowered Ins paper andl o o k e d a r o u n d , m o v i n g w i t h apurposeful sort of slowness, as of amore natural swiftness restrained. Helooked with small hazel eyes undersomewhat long cur l ing lashes a tSpade’s chest. He said, in a voice ascolorless and composed and cold ashis young face: “What?”

“Where is he?” Spade was busywith his cigarette.

“Who?”

“The fairy.”

T h e h a z e l e y e s ’ g a z e w e n t u pS p a d e ’s c h e s t t o t h e k n o t o f h i sm a r o o n t i e a n d r e s t e d t h e r e .“What do you th ink you’ re do ing ,J a c k ? ” t h e b o y d e m a n d e d .“Kidd ing me? ”

“I’ll tell you when I am.” Spadel i c k e d h i s c i g a r e t t e a n d s m i l e da m i a b l y a t t h e b o y. “ N e w Yo r k ,aren’t you?”

T h e b o y s t a r e d a t S p a d e ’ st i e a n d d i d n o t s p e a k .S p a d e n o d d e d a s i f t h e b o yh a d s a i d y e s a n d a s k e d :“ Baumes rush?”

The boy stared at Spade’s tie fora moment longer, then ra i sed h i snewspaper and returned Ins attentionto it. “Shove off ,” he said from theside of his mouth.

Spade lighted his cigarette, leanedback comfortably on the divan, ands p o k e w i t h g o o d - n a t u r e dcarelessness: “You’ll have to talk tome before you’re through, sonny—some of you will—and you can tellG. I said so.”

T h e b o y p u t h i s p a p e r d o w nq u i c k l y a n d f a c e d S p a d e , s t a r i n ga t h i s n e c k t i e w i t h b l e a k h a z e le y e s . T h e b o y ’ s s m a l l h a n d sw e r e s p r e a d f l a t o v e r h i s b e l l y.“ Ke e p a s k i n g f o r i t a n d y o u ’ r ego ing to ge t i t , ” he sa id , “p len ty. ”H i s v o i c e w a s l o w a n d f l a t a n dm e n a c i n g . “ I t o l d y o u t o s h o v eoff . Shove o f f . ”

S p a d e w a i t e d u n t i l ab e s p e c t a c l e d p u d g y m a n a n da t h i n - l e g g e d b l o n d e g i r lh a d p a s s e d o u t o f h e a r i n g .T h e n h e c h u c k l e d a n d s a i d :“That would go over b ig back onSeventh Avenue. But you’re not inRomeville now. You’re in my burg.”He inhaled cigarette-smoke and blewit out in a long pale cloud. “Well,

Spade preguntó de pasada:—¿ D ó n d e e s t á ? — m i e n t r a s

v e r t í a u n p o c o d e t a b a c o e nu n p a p e l p a r d o c u r v a d o a le f e c t o .

El chico bajó el periódico y miró a sualrededor, moviéndose con estudiada len-titud, como si naturalmente sus movimien-tos fueran más ágiles. Fijó la mirada en elpecho de Spade, una mirada de ojillos ave-llana bajo pestañas algo largas y rizadas.Y dijo, con voz igual de inexpresiva, estu-diada y fría que sus facciones juveniles:

—¿Qué?

—¿Dónde está? —Spade seguía ata-reado liando su cigarrillo.

—¿Quién?

—El hada.

L o s o j i l l o s a v e l l a n a s u b i e -r o n d e l p e c h o d e S p a d e a ln u d o d e s u c o r b a t a m a r r ó n .

—¿Qué te crees que estás haciendo,macho? —preguntó el chico—. ¿To-marme el pelo?

—Ya te lo diré cuando corresponda—Spade chupó el cigarrillo y sonrióafablemente al chico—. De NuevaYork, ¿eh?

El chico siguió mirando fijamente lacorbata de Spade y no dijo nada. Spadeasintió como si el chico hubiera respon-dido afirmativamente y preguntó:

—¿Te han largado de allí?

El chico miró un instante más la cor-bata de Spade; luego levantó el perió-dico y volvió a concentrarse en él.

—Largo —dijo hablando decostadillo.

Spade prendió su cigarrillo, se recos-tó confortablemente en el diván y dijocon claridad bienhumorada:

—Ya m e r e s p o n d e r á s a n t e s d eque todo e s to acabe , h i j i t o . Tú oa lgún o t ro . Puedes dec i r l e a G quelo he d i cho yo .

El chico bajó rápidamente el perió-dico y se encaró con Spade, mirándolefijamente la corbata con fríos ojosavellana. Apoyaba las pequeñas ma-nos, planas, sobre la barriga.

—Usted siga pidiendo, que termina-rá por encontrarlo —dijo—, y una bue-na ración —hablaba en voz baja, mo-nótona y amenazante—. Le he dichoque largo. Largo.

S p a d e e s p e r ó a q u e u n h o m -b r e r e c h o n c h o y c o n g a f a s yu n a c h i c a r u b i a d e p i e r n a s f i -n a s p a s a r a n a s u l a d o . L u e g os o l t ó u n a r i s i t a y d i j o :

—E s o v a l e p a r a l a S é p t i m aAven ida . Pe ro no e s t á s en t e r r i to -r io maf ioso . Es tás en mi pueb lo —asp i ró e l humo y lo exha ló en fo r -ma de nube l a rga y pá l ida— . Ven-

Spade le habló en tono natural:—¿En dónde está? —y al mismo tiem-

po que hablaba sacudía las hebras de ta-baco para que cayeran desde la bolsa alpapel, preparado para recogerlas.

El muchacho bajó el periódico yvolvió la cabeza con deliberada len-titud, refrenando una mayor y más na-tural prisa. Miró a Spade con ojos másbien pequeños, castaños, de pestañasalgo largas y rizadas, y la mirada des-cansó sobre el pecho del detective.

—¿Qué? —dijo con una voz tan inco-lora, sosegada y fría como la cara moza.

—¿Dónde está? —dijo Spade, que an-daba atareado con su cigarrillo.

—¿Quién?

—El marica.

La mirada de los ojos castaños fue subien-do a lo largo del pecho de Spade hasta el nudode su corbata castaña y se detuvo allí.

— ¿ Q u é q u i e r e ? ______ ___________ _____ ______ _________ ¿ To -m a r m e e l p e l o ?

—Ya te avisaré cuando lo haga —dijoSpade, humedeciendo el papel del ciga-rrillo y mirando al muchacho alegremen-te—. De Nueva York, ¿no?

El muchacho siguió con la mirada clava-da sobre la corbata de Spade y no respondió.Spade asintió, como si el chico hubiera con-testado afirmativamente y preguntó:

—¿Te echaron de allí?

El chico contempló la corbata deSpade un momento más, volvió a subir elperiódico,, concentró en él su atención ydijo hablando con una esquina de la boca:

—Lárguese.

Spade encendió el cigarrillo, se aco-modó en el diván y habló con naturalidady tono placentero:

—Antes de librarte de mí, muchacho,tendrás que hablar conmigo. Alguno devosotros tendrá que hacerlo. Y puedesdecirle a G que me lo he jurado.

El muchacho bajó rápidamente elperiódico y se volvió hacia Spade,clavando los ojos castaños sobre lacorbata . Tenía las menudas manosabiertas sobre el vientre .

—Siga buscándose disgustos y losva a encontrar. En abundancia —ha-blaba bajo y sin modulaciones, entono amenazador—. Le he dicho quese largue. Lárguese.

Spade aguardó a que un hombrebarrigudo y con gafas acompañado poruna muchacha rubia de piernas flacas sealejaran lo bastante como para no oírle.Entonces rió entre dientes y dijo:

—Eso causaría impresión en la SéptimaAvenida. Pero ahora no estás en el territoriode los pandilleros italianos, sino en el mío.

Se tragó el humo del cigarrillo y lo lanzóconvertido en una larga nubecilla azul pálido.

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shove off depart, go away

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Baumes rush: Senator Caleb H. Baumes sponsored a NewYork law (the Baumes Law) which called for automatic lifeimprisonment of any criminal convicted more than three ti-mes. Some criminals would move to a state that didn’t havethis law in order to avoid its penalty should they be caughtagain, and this was known as a «Baumes rush,» because ofthe similarity to «bum’s rush=To be kicked out.»

casual (En) 1 accidental; due to chance. 2 not re-gular or permanent; temporary, occasional (ca-sual (temporal) work; a casual affair). 3 aunconcerned, uninterested (was very casualabout it). b made or done without great care orthought (a casual remark). c acting carelesslyor unmethodically (a la ligera). 4 (of clothes) in-formal.

(Distraídamente, a la ligera, relajadamente, rápi-damente)

casual (Es) 1. adj. Que sucede por casualidad,por accidente. 2. Der. V. condición casual. 3.Der. Ar. Aplícase a las firmas o decretos judi-ciales concebidos para impedir atentados. 4.Gram. Perteneciente o relativo al caso.

casual‹inspection› superficial; a casual acquaintance = un

conocido, una conocida;casual sex = relaciones sexuales promiscuas

(chance) ‹visit/reader› ocasional (informal)‹chat› informal;

‹clothes› de sport, informal (unconcerned) ‹attitude/tone› despreocupado;

‹remark› hecho al pasar (not regular)‹employment/labor› eventual, ocasional

casual1 (encuentro) fortuito2 (visita) ocasional3 (persona) despreocupado, tranquilo4 (charla) informal, intranscendente5 (trabajo) eventual / (Agr.) casual worker,

jornalero temporal6 (ropa) (de) sport, informal

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where is he?”

The boy spoke two words, the firsta shor t gu t tu ra l ve rb , the second“you.”

“People hose tee th ta lk ing l iket h a t . ” S p a d e ’ s v o i c e w a s s t i l la m i a b l e t h o u g h h i s f a c e h a dbecome wooden . “ I f you want tohang around you’ l l be pol i te .”

The boy repeated his two words.

Spade dropped his cigarette into atall stone jar beside the divan andwith a lifted hand caught the attentionof a man who had been standing at anend of the c igar-s tand for severalminutes. The man nodded and cametowards them. He was a middle-agedman of medium height , round andsallow of face, compactly built, tidilydressed in dark clothes.

“Hello, Sam,” he said as he came up.

“Hello, Luke.”

They shook hands and Luke said:“Say, that’s too bad about Miles.”

“Uh-huh, a bad break . ” Spadejerked his head to indicate the boyon the divan beside him. “What doyou let these cheap gunmen hang outin your lobby for, with their toolsbulging their clothes?”

“Yes?” Luke examined the boyw i t h c r a f t y b r o w n e y e s s e t i n asuddenly hard face. “What do youwant here?” he asked.

The boy stood up. Spade stood up.The boy looked at the two men, attheir neckties, from one to the other.Luke’s necktie was black. The boylooked like a schoolboy standing infront of them.

Luke sa id : “Wel l , i f you don’twant any th ing , bea t i t , and don’tcome back.”

The boy said, “I won’t forget youguys,” and went out.

They watched him go out. Spadetook off his hat and wiped his dampforehead with a handkerchief.

The hotel-detective asked: “Whatis it?”

“ D a m n e d i f I k n o w, ” S p a d ereplied. “I just happened to spot him.Know anything about Joel Cairo—six-thirty-five?”

“ O h , t h a t o n e ! ” T h e h o t e l -detective leered .

“How long’s he been here?”

“Four days. This is the fifth.”

ga, ¿dónde está?

El chico dijo cuatro palabras: una preposi-ción, el infinitivo «tomar», otra preposición y unaúltima palabra referente a la anatomía humana.

—La gente termina perdiendo losdientes por hablar así —la voz de Spadeseguía siendo amable aunque el rostrose le había puesto pétreo—. Si quieresseguir por aquí, sé educado.

El chico repitió las cuatro palabras.

Spade soltó el cigarrillo en un jarrónalto de piedra que había junto al diván ylevantando una mano llamó la atenciónde un hombre que llevaba unos minutosde pie junto a un extremo del mostradordel estanco. El hombre asintió y se lesacercó. Era un hombre de mediana edady de mediana estatura, de rostro redon-do y cetrino, de complexión maciza,bien vestido con traje oscuro.

—Hola, Sam —dijo al acercarse.

—Hola, Luke.

Se dieron la mano y Luke dijo:—Vaya, qué mala pata lo de Miles.

—Ajá, un mal paso —Spade hizo un mo-vimiento con la cabeza señalando al chico quetenía junto a él en el diván—. ¿A qué viene de-jar a estos pistoleros de tres al cuarto que espe-ren en el vestíbulo, venga a lucir la herramienta____ por debajo de la ropa?

—¿Ah, sí? —Luke examinó al chicocon ojos pardos de experto en un rostroque súbitamente se había endurecido—. ¿Qué estás buscando? —preguntó.

El chico se puso en pie. Spade sepuso en pie. El chico miró a los doshombres, a la altura de sus corbatas (lade Luke era negra), paseando la miradade uno a otro. Ante ellos, el chico pare-cía un colegial.

Luke dijo:—Bueno, pues si no quieres nada,

lárgate y no vuelvas.

El chico repuso:—No os olvidaré, chicos —y salió.

Le observaron marcharse. Spade sequitó el sombrero y se secó la frente hú-meda con un pañuelo.

El detective del hotel le preguntó:—¿De qué se trata?

—Que me aspen si lo sé —replicóSpade—. Lo único es que le he cazado.¿Sabes algo de Joel Cairo... de la seistreinta y cinco?

—Ah, ése! —el detective del hotelsonrió con picardía.

—¿Cuánto tiempo lleva aquí?

—Cuatro días. Este es el quinto.

—Bueno, ¿en dónde está?

E l m u c h a c h o c o n t e s -t ó c o n u n i n s u l t o o b s -c e n o .

—Hay quien se queda sin dientespor hablar así —dijo Spade, aún entono normal, aunque su cara adquirióla dureza de una talla—. Si quieres andar poraquí, tendrás que cuidar la urbanidad.

El muchacho repitió el insulto soez.

Spade dejó caer el cigarrillo en un altojarrón de piedra que había junto al diván,alzó una mano y llamó con ella la aten-ción de un hombre que llevaba algunosminutos parado delante del mostrador deltabaco. El hombre se dio por enteradobajando la cabeza y vino hacia ellos. Erade edad mediana y de mediana estatura,rostro lustroso y redondo y complexióncompacta. Vestía ropa seria y oscura.

—¿Qué hay, Sam? —dijo al acercarse.

—Hola, Luke.

Se estrecharon la mano y Luke dijo:—Oye, terrible lo de Miles.

—Sí. Mala suerte —hizo un gesto in-dicando al muchacho que estaba a su ladoy dijo—: ¿Cómo dejáis que anden suel-tos por el vestíbulo pistoleros de t resal cuarto como éste , con la pistolaestropeándoles la caída de la ropa?

—¿Sí? —dijo Luke, examinando almuchacho con ojos astutos que se habíantornado duros repentinamente—. ¿Quéhaces tú aquí?

El muchacho se puso en pie, y lomismo hizo Spade. El chico miró a losdos hombres, a las corbatas, primerouna y después la otra. La corbata deLuke era negra. Parecía un colegialjunto a ellos.

— E s t á b i e n , s i n o b u s -c a s n a d a a q u í , l á r g a t e .Y n o v u e l v a s .

—No me olvidaré de ustedes —dijo elmuchacho. Y se alejó.

Le vieron salir a la calle. Spade se qui-tó el sombrero y se enjugó la frente hú-meda con el pañuelo.

—¿De qué se trata? —preguntó el de-tective del hotel.

— N i i d e a — r e s p o n d i óS p a d e — . L e v i p o r c a s u a l i d a d .¿ S a b e s a l g o d e J o e l C a i r o , h a -b i t a c i ó n 6 3 5 ?

— ¡ E s e ! — d i j o e l d e t e c t i v e ,c o n m a l i c i a .

—¿Cuánto tiempo lleva en el hotel?

—Cuatro días. Hoy es el quinto.

tools, heaters guns

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“What about him?”

“Search me, Sam. I got nothingagainst him but his looks.”

“ F i n d o u t i f h e c a m e i n l a s tnight?”

“ T r y t o , ” t h e h o t e l - d e t e c t i v ep r o m i s e d a n d w e n t a w a y. S p a d es a t o n t h e d i v a n u n t i l h er e t u r n e d . “ N o , ” L u k e r e p o r t e d ,“ h e d i d n ’ t s l e e p i n h i s r o o m .W h a t i s i t ? ”

“Nothing.”

“Come clean. You know I’ll keepmy clam shut, but if there’s anythingwrong we ought to know about it so’swe can collect our bill.”

“ N o t h i n g h i k e t h a t , ” S p a d eassured him. “As a matter of fact ,I’m doing a little work for him. I’dtell you if he was wrong.”

“You’d better. Want me to kind ofkeep an eye on him?”

“Thanks, Luke. It wouldn’t hurt. Youcan’t know too much about the menyou’re working for these days.”

I t was twenty-one minutes pasteleven by the clock over the elevator-doors when Joel Cairo came in fromt h e s t r e e t . H i s f o r e h e a d w a sbandaged. His clothes had the limpu n f r e s h n e s s o f t o o m a n y h o u r s ’consecutive wear. His face was pasty,with sagging mouth and eyelids.

S p a d e m e t h i m i nf r o n t o f t h e d e s k .“ G o o d m o r n i n g , ” S p a d e s a i de a s i l y.

C a i r o d r e w h i s t i r e d b o d y u pstraight and the drooping lines of hisface tightened. “Good morning,” heresponded without enthusiasm.

There was a pause.

Spade said: “Let’s go some placewhere we can talk.”

Ca i ro r a i s ed h i s ch in . “P l ea see x c u s e m e , ” h e s a i d . “ O u rconversa t ions in pr iva te have notb e e n s u c h t h a t I a m a n x i o u s t ocontinue them. Pardon my speakingbluntly, but it is the truth.”

“ Y o u m e a n l a s t n i g h t ? ”S p a d e m a d e a n i m p a t i e n tg e s t u r e w i t h h e a d a n d h a n d s .“Wha t i n he l l e l s e cou ld I do? Ithought you’d see tha t . I f you p icka f ight wi th her, or le t her p ick onew i t h y o u , I ’ v e g o t t o t h r o w i nw i t h h e r . I d o n ’ t k n o w w h e r e

¿Qué sabes de él?

—Regístrame, Sam. Lo único quetengo contra él es su aspecto.

—¿ S a b e s s i h a p a s a d o l a n o -c h e a q u í ?

—Intentaré averiguarlo —prometióel detective del hotel, y se fue. Spadevolvió a sentarse en el diván hasta queregresó—. No —le informó Luke—, noha dormido en su habitación. ¿Quéocurre?

—Nada.

—Venga, hombre. Ya sabes que ten-dré el pico cerrado, pero si hay algomalo deberíamos saberlo para podercobrar la cuenta.

—No hay nada de eso —le ase-guró Spade—. En real idad, le estoyhaciendo un trabaj i to. Te lo dir ía ,s i hubiera algo.

—Más te vale. ¿Quieres que le echeun ojo?

—Gracias, Luke. No estaría mal.Hoy en día hay que saber lo más posi-ble del tipo que te contrata.

El reloj que había sobre el ascen-sor marcaba las once y ve in t iunocuando Joel Cairo entró en el ho-tel . Llevaba la frente vendada. Suropa tenía el aspecto ajado de lasmuchas horas pasadas sin quitárse-la . Tenía el rostro terroso , la bocay los párpados colgantes .

Spade se reunió con él delante delmostrador de recepción.

—Buenos días —dijo Spade contranquilidad.

Cairo irguió su cuerpo cansado y susfacciones se tensaron.

—Buenos días —respondió sin entu-siasmo.

Hubo una pausa.

Spade le dijo:—Vamos a algún sitio donde poder charlar.

Cairo levantó la barbilla:—Perdóneme, por favor —dijo—.

Nuestras conversaciones privadas no hansido como para que me sienta ansiosopor reanudarlas. Perdóneme que le hablecon franqueza, pero es la pura verdad.

—¿Se refiere a lo de anoche? —Spade hizo un gesto de impacienciacon manos y cabeza—. ¿Y qué de-monios podía hacer yo? Creí que sedaría cuenta. Si se pone a pelearsecon ella o deja que ella se pelee conusted, tengo que ponerme de partede ella . No tengo ni idea de dónde

—¿Qué me dices de él?

—Nada, Sam. No tengo contra él nadamás que su aspecto.

—¿Puedes averiguar si vino al hotelanoche?

— P r o b a r é — d i j o e l d e t e c t i v ed e l h o t e l , y s e a l e j ó . S p a d e s eq u e d ó s e n t a d o e n e l d i v á n h a s -t a q u e r e g r e s ó . —No —le dijoLuke—. No durmió en su cuarto. ¿Dequé se trata?

—De nada.

—Venga, suéltalo. Sabes que yo noabro la boca; pero si hay algo que marchamal, tenemos que saberlo para que no sevaya sin pagar la cuenta.

—No es nada de eso —le tranquilizóSpade—. La verdad es que estoy hacien-do un trabajito por su cuenta. Si fuera decuidado, te lo diría.

—Más te vale . ¿Quieres que levigi le?

—Gracias, Luke. No vendría mal. Enestos tiempos cuanto más se sepa de lagente para quien se trabaja, mejor.

El reloj de encima de los ascensoresmarcaba las once y veintiún minutoscuando Cairo entró desde la calle. Traíala cabeza vendada. Su ropa presentabael aspecto arrugado de la que se ha lle-vado puesta durante muchas horas se-guidas. Tenía la cara demacrada, y laboca y los párpados caídos.

Spade salió a su encuentro junto a laconserjería.

—Buenos días —dijo Spade, con na-turalidad.

Cairo irguió el cuerpo cansado; susfacciones se apretaron.

—Buenos días —respondió sin ningúnentusiasmo.

Hubo una pausa.

—Vamos a algún sitio donde poda-mos hablar —dijo Spade.

—Le ruego que me excuse si no lohago —dijo Cairo, alzando la barbilla—.Nuestras pasadas conversaciones en lu-gares solitarios no justifican que yo de-see continuarlas. Perdone que le hable contanta brusquedad, pero es lo cierto.

—¿Se refiere usted a lo de anoche? —Spade hizo un ademán de impaciencia conla cabeza y las manos—. ¿Qué diablosquería usted que hubiese hecho? Creí quelo comprendería. Si empieza usted unapelea con la muchacha, o permite que ellala empiece con usted, tengo que poner-me del lado de ella. Yo no sé en dónde

Xpatsy 1 adj If you are pasty or if you have apasty face, you look pale and unhealthy.Demacrada, pálida

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t h a t d a m n e d b i r d i s . Y o ud o n ’ t . S h e d o e s . H o w i n h e l la r e w e g o i n g t o g e t i t i f Id o n ’ t p l a y a l o n g w i t h h e r ? ”

Cairo hesitated, said dubiously:“You have a lways , I mus t s ay, asmooth explanation ready.”

Spade s c o w l e d . “Wha t do youwant me to do? Learn to s tu t te r?Well, we can talk over here.” He ledthe way to the divan. When they wereseated he asked: “Dundy take youdown to the Hall?”

“Yes.”

“How long did they work on you?”

“Until a very little while ago, andvery much against my will.” Pain andindignation were mixed in Cairo’s faceand voice. “I shall certainly take thematter up with the Consulate Generalof Greece and with an attorney.”

“Go ahead, and see what it getsyou . What d id you l e t the po l i ceshake out of you?”

T h e r e w a s p r i ms a t i s f a c t i o n i n Cai ro’s smi le .“Not a s ingle th ing . I a d h e r e d t ot h e c o u r s e y o u i n d i c a t e d e a r l i e ri n y o u r r o o m s . ” H i s s m i l e w e n ta w a y. “ T h o u g h I c e r t a i n l y w i s h e dy o u h a d d e v i s e d a m o r er e a s o n a b l e s t o r y. I f e l t d e c i d e d l yr i d i c u l o u s r e p e a t i n g i t . ”

S p a d e g r i n n e d m o c k i n g l y .“ S u r e , ” h e s a i d , “ b u t i t sgoof iness is what makes it good. Yousure you didn’t give them anything?”

“You may rely upon it, Mr. Spade,I did not.”

Spade drummed with his fingerson the leather seat between them.“ Yo u ’ l l b e h e a r i n g f r o m D u n d yagain. Stay dummied-up on him andyou’ll be all right. Don’t worry aboutthe story’s goofiness . A s e n s i b l eo n e w o u l d ’ v e h a d u s a l l i n t h ecooler .” He rose to his feet. “You’llwant sleep if you’ve been standingup under a police-storm all night. Secyou later.”

E f f i e P e r i n e w a s s a y i n g , “ N o ,n o t y e t , ” i n t o t h e t e l e p h o n ew h e n S p a d e e n t e r e d h i s o u t e ro f f i c e . S h e l o o k e d a r o u n d a th i m a n d h e r l i p s s h a p e d as i l e n t w o r d : “ I v a . ” H e s h o o kh i s h e a d . “Yes, I ’ l l have him cal lyou as soon as he comes in ,” shes a i d a l o u d a n d r e p l a c e d t h erece ive r on i t s prong. “That’s theth i rd t ime she’s ca l l ed up th i smorning,” she told Spade.

es tá esa mierda de pá jaro . Us tedt a m p o c o . P e r o e l l a s í . ¿ Y c ó m odemonios vamos a conseguirlo si nojugamos a su juego?

Cairo vaciló y dijo dubitativo:—Debo decir que usted siempre tie-

ne lista una explicación adecuada.

Spade frunció el ceño.—¿Qué quiere que haga? ¿Aprender

a tartamudear? Venga, podemos hablaraquí —y le condujo hacia el diván. Unavez sentados, le preguntó—: ¿Dundy lellevó a la comisaría?

—Sí.

—¿Cuánto tiempo le ha interrogado?

—Hasta hace muy poco y muy encontra de mi voluntad —en el rostro deCairo se mezclaban el dolor y la indig-nación—. Y naturalmente llevaré elasunto, con un abogado, al Consuladogeneral de Grecia.

—A d e l a n t e , y a v e r á l oq u e s a c a . ¿ Q u é l e s a c ó l ap o l i c í a ?

En la sonrisa de Cairo había un remilgode satisfacción.

—Ni una sola cosa. Me aferré a la ideaque usted había marcado antes en su resi-dencia —la sonrisa se le desvaneció—.Aunque ciertamente habría deseado quehubiera concebido un relato más razona-ble. Me sentí decididamente ridículo, con-tándolo una y otra vez.

Spade sonrió burlón.—Claro —dijo—, pero valía precisa-

mente porque era un cuento estúpido.¿Seguro que no les proporcionó nada?

—Señor Spade, puede usted confiar enque no lo hice.

Spade tamborileó los dedos sobre el trozo deasiento de cuero que quedaba libre entre ambos.

— Vo l v e r á a s a b e r d e D u n d y .S i g a d á n d o l e l a r g a s y n o l e p a -s a r á n a d a . N o s e p r e o c u p e d e q u ee l c u e n t o s e a u n a m e m e z : c o nu n o m á s s e n s a t o h a b r í a m o s a c a -b a d o t o d o s a l f r e s c o — s e l e v a n -t ó — . Q u e r r á d o r m i r s i h a p a s a -d o a p e l o u n a n o c h e c o n l a p o l i -c í a . H a s t a l u e g o .

C u a n d o S p a d e e n t r ó e ns u _ _ _ _ _ _ _ _ o f i c i n a , E f f i ePer ine hablaba por te léfono y de-c ía en ese momento: «No, todavíano.» Se volv ió a mirar le y sus la -b ios fo rmaron una muda pa labra :«Iva .» Él negó con la cabeza .

— S í , l e d i r é q u e t e l l a m ee n c u a n t o l l e g u e — d i j o e nv o z a l t a y l u e g o c o l g ó _______— . E s l a t e r c e r a v e z q u el l a m a — i n f o r m ó a S p a d e .

está ese maldito pájaro. Usted tampoco.Ella, sí. ¿Cómo cree usted que l e v a -m o s a e c h a r l a m a n o e n c i m a s in o le llevo la corriente a la chica?

Cairo vaciló, y dijo, dudando:—Debo decir que siempre t iene

usted preparada una explicación.

—¿Y qué pretende usted que haga? —dijo Spade de mal humor—. ¿Queaprenda a tartamudear? Mire, aquí pode-mos hablar —dijo, llevándole hacia eldiván. Una vez sentados, preguntó—: ¿Lellevó Dundy a la jefatura?

—Sí.

—¿Cuánto tiempo estuvieron trabajándole?

—Hasta hace un rato, muy en contrade mis deseos —dijo Cairo, con una mez-cla de dolor e indignación—. No le que-pa a usted duda de que informaré al Con-sulado General de Grecia, y acompañadode un abogado.

— H á g a l o y v e r á l o q u e s a c ae n l i m p i o . ¿ Q u é l o g r ó a r r a n -c a r l e l a p o l i c í a ?

— A b s o l u t a m e n t e n a d a — d i j ocon una sonr i sa de orgu l lo y sa -t i s f acc ión—. No me pud ie ron sa -ca r de l cuen to que us t ed inven tóen su casa —se bor ró l a sonr i sa—. Aunque mucho me hub ie ra gus -t a d o q u e s e l e h u b i e r a o c u r r i d ou n a h i s t o r i a m á s r a z o n a b l e . M esen t í r i d í cu lo r ep i t i éndo lo .

Spade hizo una mueca burlona.—Es natural. Pero lo que tenía de bue-

no era precisamente su estupidez. ¿Estáusted seguro de que no le sacaron nada?

—Puede usted estar tranquilo, misterSpade. Nada.

Los dedos de Spade tamborilearon so-bre el cuero del sofá entre él y Cairo.

—Volverá usted a saber de Dundy.Siga sin abrir la boca y no le pasará nada.Y no deje que la imbecilidad de micuento le mortifique. De haber dichoalgo sensato hubiésemos acabado enchirona. —Se puso en pie y añadió—: Sequerrá usted acostar si ha estado capean-do el temporal en la jefatura toda la no-che. Le veré luego.

C u a n d o S p a d e e n t r ó e n s u_ _ _ _ _ _ _ _ o f i c i n a , E f f i e e s t a b ad i c i e n d o p o r t e l é f o n o :

—No, todavía no.Miró hacia él y sus labios formaron

calladamente la palabra «Iva». Spade sa-cudió la cabeza y Effie siguió diciendo:

—Sí, le diré que la llame a usted tanpronto como venga.

Colgó el teléfono _________ y dijo:— E s l a t e r c e r a v e z q u e

l l a m a e s t a m a ñ a n a .

play along pretend to cooperate

goofiness silliness, stupidity

cooler prison

prong horquilla

devise 1 plan or invent by careful thought. 2 Lawleave (real estate) by the terms of a will (cf.bequeath). Inventar, concebir, diseñar, fabri-car, idear, concebir

XX

X

XX

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

outer antesala del

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H e m a d e a n i m p a t i e n tg r o w l i n g n o i s e .

T h e g i r l m o v e d h e r b r o w ne y e s t o i n d i c a t e t h e i n n e r o ff i c e .“ Yo u r M i s s O ’ S h a u g h n e s s y ’s i nthere . She’s been wai t ing s ince afew minutes after nine.”

S p a d e n o d d e d a s i f h e h a de x p e c t e d t h a t a n d a s k e d : “ W h a telse?”

“Sergeant Polhaus called up. Hedidn’t leave any message.”

“Get him for me.”“And G. called up.”

S p a d e ’s e y e s b r i g h t e n e d . H easked: “Who?”

“G. That’s what he said.” Her airo f p e r s o n a l i n d i ff e r e n c e t o t h esubject was flawless. “When I toldhim you weren’t in he said: ‘Whenhe comes in, will you please tell himthat G., who got his message, phonedand will phone again?’.”

Spade worked his lips together asi f t a s t i n g s o m e t h i n g h e l i k e d .“Thanks, darling,” he said. “See ify o u c a n g e t To m P o l h a u s . ” H eopened the inner door and went intohis private office, pulling the doorto behind him.

Brigid O’Shaughnessy, dressed ason her first visit to the office, rosef rom a cha i r bes ide h i s desk andc a m e q u i c k l y t o w a r d s h i m .“ S o m e b o d y h a s b e e n i n m yapartment,” she exclaimed. “It is allupside-down, every which way.”

He seemed moderately surprised.“Anything taken?”

“I don’t think so. I don’t know. Iwas afraid to stay. I changed as fastas I could and came down here. Oh,you must’ve let that boy follow youthere!”

S p a d e s h o o k h i s h e a d . “ N o ,angel.” He took an early copy of anaf te rnoon paper f rom h i s pocke t ,opened it, and showed her a quarter-c o l u m n h e a d e d S C R E A M R O U T SBURGLAR.

A young woman named Carol inBeale, who lived alone in a SutterStreet apartment, had been awakenedat four that morning by the sound ofsomebody moving in her bedroom.She had screamed. The mover hadrun away. Two o ther women wholived alone in the same building hadd iscovered , l a t e r in the morn ing ,signs of the burglar ’s having visitedtheir apartments. Nothing had beentaken from any of the three.

“ T h a t ’s w h e r e I s h o o k h i m , ”

La respuesta de éste fue un gruñidode impaciencia.

La chica hizo un movimiento con losojos para señalar el despacho interior.

—Tu s e ñ o r i t a O ’ S h a u g h n e s s ye s t á a q u í . L l e v a d e s d e p o c od e s p u é s d e l a s n u e v e .

Spade as in t ió como s i ya se loesperara y preguntó:

—¿Qué más?

—Ha llamado el sargento Polhaus.No dejó ningún recado.

—Llámamelo.—Y ha llamado G.

Brillaron los ojos de Spade. Preguntó:—¿Quién?

—G. Eso es lo que dijo —ella teníaun aire de indiferencia personal que re-sultaba perfecto—. Cuando le dije queno estabas, me dijo: «Dígale por favor,cuando llegue, que ha llamado G, queha recibido su mensaje y que volverá allamar.»

Spade juntó los labios como si estu-viera saboreando algo que le gustara.

—Gracias, encanto —dijo—. Mira aver si puedes localizar a Tom Polhaus.—Abrió la puerta de la otra oficina yentró en su _______ despacho, volvien-do a cerrar la puerta.

Brigid O’Shaughnessy, con el mismovestido de su primera visita a la oficina,se levantó de la silla que había al lado delescritorio y se le acercó rápidamente.

—Alguien ha entrado en mi aparta-mento —exclamó—. Está todo revuel-to, todo por ahí tirado.

Él aparentó una sorpresa moderada.—¿Se han llevado algo?

—No lo creo. No lo sé. Me dio mie-do quedarme. Me cambié lo más rápi-damente que pude y me vine aquí. ¡Ah,ese chico debe haberte seguido! Spademeneó la cabeza.

—N o , e n c a n t o — s e s a c ó d e lbo l s i l l o l a p r imera ed ic ión de unpe r iód ico de l a t a rde , l o ab r ió yl e m o s t r ó u n c u a r t o d e c o l u m n acon e l t i t u l a r GRITO AHUYENTA ALADRÓN.

Una joven llamada Carolin Beale,que vivía sola en un apartamento deSutter Street, se había despertado a lascuatro de la mañana con el ruido de al-guien que andaba en su dormitorio.Había chillado. El visitante había hui-do. Otras dos mujeres que vivían solasen el mismo edificio habían descubier-to, unas horas más tarde, señales de queel ladrón había visitado sus domicilios.De ninguno de los tres se había llevadonada.

—Ahí fue donde me lo quité de

Spade hizo un ruido gutural deenfado.

Effie movió los ojos castaños para se-ñalar el despacho interior.

—Tu miss O’Shaughnessy está ahí den-tro. Lleva esperando desde unos minutosdespués de las nueve.

Spade asintió como si lo hubiese es-perado y preguntó:

—¿Algo más?

—Ha llamado el sargento Polhaus. Nodejó ningún recado.

—Ponme al habla con él.—Y ha llamado G.

Los ojos de Spade se iluminaron. Preguntó:—¿Quién?

—G. Eso es lo que dijo —y su airede indiferencia personal acerca delasunto fue perfecto—. Cuando le dijeque no estabas, me dijo: «Cuando lle-gue, ¿quieres hacer el favor de decir-le que G recibió su recado y que vol-verá a llamar?»

Spade movió los labios como si estu-viera saboreando algo muy de su gusto.

—Gracias , car iño . A ver s i pue-des encont rar a Tom Polhaus .

A b r i ó l a p u e r t a d e s u_________ d e s p a c h o , e n t r ó yv o l v i ó a c e r r a r l a .

Brigid, vest ida igual que el díade su primera vis i ta se levantó deuna si l la junto a la mesa de escri-bir y se l legó a él rápidamente:

— A l g u i e n h a e s t a d o e n m ia p a r t a m e n t o . E s t á t o d o p a -t a s a r r i b a , t o d o .

—¿Se han llevado algo? —y expresóun asombro moderado.

—Creo que no . No lo sé . Me diomiedo queda rme a l l í . Me cambiéde ropa a toda pr i sa y v ine aquí .¡ S e g u r o q u e e s e c h i c o t e s i g u i óhas ta mi casa!

—No, ángel mío —dijo Spade, negando conla cabeza Sacó del bolsillo un ejemplar de laprimera edición de un diario de la tarde, lo abrióy le mostró un cuarto de columna con un titularque decía: LADRÓN AHUYENTADO POR UNGRITO.

«Una mujer joven, llamada CarolinaBeale, que vivía sola en un apartamentode la Sutter Street, había sido despertadaaquella madrugada a las cuatro por el rui-do que alguien hacía moviéndose en sualcoba. Lanzó un grito y el merodeadorhuyó. Otras dos mujeres que vivían solasen el mismo edificio descubrieron por lamañana señales de que unos ladrones ha-bían entrado en el piso durante la noche.A ninguna de las tres mujeres le habíanrobado nada.»

—Ahí fue donde me libré de él —ex-

mover advance-gard thieve on the move to spotwhere the possible theft is

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S p a d e e x p l a i n e d . “ I w e n t i n t ot h a t b u i l d i n g a n d d u c k e d o u t t h eb a c k d o o r. T h a t ’s w h y a l l t h r e ew e r e w o m e n w h o l i v e d a l o n e . H et r i e d t h e a p a r t m e n t s t h a t h a dw o m e n ’s n a m e s i n t h e v e s t i b u l e -r eg i s t e r, hun t i ng fo r you unde r ana l i a s . ”

“ B u t h e w a s w a t c h i n g y o u rp l a c e w h e n w e w e r e t h e r e , ” sheobjected.

S p a d e s h r u g g e d .“The re ’s no r ea son t o t h ink he ’sworking alone. Or maybe he wentto Sutter Street af ter he had begunto think you were going to s tay al lnight in my place. There are a lotof maybes, but I didn’t lead him tothe Coronet .”

S h e w a s n o t s a t i s f i e d .“ B u t h e f o u n d i t , o rs o m e b o d y d i d . ”

“ S u r e . ” H e f r o w n e d a t h e rf e e t . “ I w o n d e r i f i t c o u l d h a v eb e e n C a i r o . H e w a s n ’ t a t h i sh o t e l a l l n i g h t , d i d n ’ t g e t i n t i l la f e w m i n u t e s a g o . H e t o l d m e h eh a d b e e n s t a n d i n g u p u n d e r ap o l i c e - g r i l l i n g a l l n i g h t . Iw o n d e r. ” H e t u r n e d , o p e n e d t h ed o o r , a n d a s k e d E f f i e P e r i n e :“ C o t To m y e t ? ”

“He’s not in. I’ l l t ry again in afew minutes.”

“Thanks .” Spade shut the doorand faced Brigid O’Shaughnessy.

She looked a t h im wi th c loudye y e s . “ Yo u w e n t t o s e e J o e t h i smorning?” she asked.

“Yes.”

S h e h e s i t a t e d .“ W h y ? ”

“Why?” He smiled down at her.“Because, my own true love, I’ve gotto keep in some sort of touch with allthe loose ends of this dizzy affair ifI’m ever going to make heads or tailsof i t . ” He pu t an a rm around hershoulders and led her over to h isswivel-chair. He kissed the tip of hernose lightly and set her down in thechair. He sat on the desk in front ofher. He said: “Now we’ve got to finda new home for you, haven’t we?”

S h e n o d d e d w i t h e m p h a s i s .“I won’t go back there.”

H e p a t t e d t h e d e s k b e s i d e h i sthighs and made a thoughtful face. “Ithink I’ve got it,” he said presently.“Wait a minute.” He went into the outeroffice, shutting the door.

E f f i e P e r i n e r e a c h e d f o r t h etelephone, saying: “I’ll try again.”

encima —explicó Spade—. Entré enese edificio y me escurrí por la partede atrás. Por eso son las tres que vi-ven solas. Registró los apartamentosque aparecían en el registro del ves-tíbulo a nombre de mujeres, pensan-do que una de ellas podías ser tú bajootro nombre.

—Pero si estaba vigilando tu casacuando nosotros estábamos allí —obje-tó ella.

Spade se encogió de hombros.—No hay motivo para pensar que

trabaje solo. O a lo mejor se fue a SutterStreet cuando empezó a pensar que teibas a quedar toda la noche conmigo.Hay un montón de suposiciones, perodesde luego yo no le conduje a lCoronet.

Ella no se mostró satisfecha.—Pues lo encontró, o a lo mejor fue

otro.

—Claro —fijó la mirada en los piesde Brigid, con el ceño fruncido—. Mepregunto si pudo haber sido Cairo. Noha estado en su hotel en toda la noche,ha llegado hace unos pocos minutos. Medijo que la policía le había sometido ainterrogatorio durante toda la noche.No sé qué pensar —se dio la vuelta,abrió la puerta y le dijo a Effie Perine—: ¿Ya has localizado a Tom?

—No está. Volveré a llamar dentrode un rato.

—Gracias —Spade cerró la puerta yse encaró con Brigid O’Shaughnessy.

Ella le miró con ojos empañados.—¿Has ido a ver a Joe esta mañana?

—le preguntó.

—Sí.

Vaciló.—¿Por qué?

—¿Que por qué? —sonrió—. Por-que, amor mío, tengo que mantenerel contacto con todos los cabos suel-tos de este vertiginoso asunto si esque qu i e ro ve r l e un s en t ido —lepasó un brazo por los hombros y lacondujo hasta su sillón giratorio. Lebesó levemente la punta de la narizy la hizo sentarse en el sil lón. Él sesentó en el escritorio, frente a ella—. Ahora habrá que encontrarte unanueva casa, ¿no?

Ella asintió con vehemencia.—No quiero volver allí.

Spade dio unas palmaditas sobre elescritorio y puso cara pensativa. —Creoque ya lo tengo —dijo de repente—.Espera un minuto. —Y se fue al otrodespacho, cerrando la puerta tras él.

Effie Perine cogió el teléfono y dijo:—Voy a intentarlo otra vez.

plicó Spade—. Entré en esa casa y me es-cabullí por la puerta trasera. Por eso lostres pisos registrados son de tres mujeresque viven solas. El muchacho probó suer-te en los tres apartamentos que, según lastarjetas del vestíbulo, estaban ocupadospor mujeres solas, buscándote bajo unnombre supuesto.

—¡Pero si estuvo vigilando tu casacuando los dos estábamos en ella! —ob-jetó.

Spade se encogió de hombros.—No hay ningún motivo para supo-

ner que trabaje solo. O quizá fue a laSutter Street cuando comenzó a pen-sar que te ibas a quedar conmigo todala noche. Hay muchas posibilidades,pero en cualquier caso, a mí no me si-guió hasta el Coronet.

Brigid no se mostró convencida:— P u e s l o e n c o n t r ó . O a l g u i e n

l o h i z o .

—Seguro —dijo Spade, mirándolelos pies adustamente—. Me pregunto sipudo ser Cairo. No ha aparecido por suhotel en toda la noche y no ha llegadoallí hasta hace unos minutos. Me dijoque ha estado aguantando un interroga-torio de la policía toda la noche. No sé.

Dio la vuelta, abrió la puerta y le pre-guntó a Effie:

—¿Ha conseguido usted localizar a Tom?

—No está. Probaré de nuevo dentro deunos minutos.

—Gracias.Spade cerró la puerta y quedó de frente a

Brigid. La muchacha le miró con ojos nublados:—¿Has ido esta mañana a ver a

Joel?

—Sí.

—¿Por qué? —preguntó ella, despuésde vacilar.

—¿Que por qué? —dijo Spade, sonriendo desde loalto—. Por una sencilla razón, amor mío: tengo que per-manecer más o menos en contacto con todos los cabos suel-tos de este enloquecedor asunto, si es quehe de comprender algún día de qué se trata.—____________________ _______ __ ____ ____ ________ __ ______ _______La besó ligeramente en la punta de la na-riz y la hizo sentarse en una silla. Se sen-tó en su sillón, de frente a ella—. Y ahorasupongo que tenemos que buscarte un nue-vo hogar, ¿no es eso?

Brigid asintió enfáticamente y dijo:—Lo que es allí, no vuelvo.

Spade dio unas palmadi tas a lamesa a la altura de sus muslos y pusouna cara pensativa. Y luego dijo:

—Creo que lo tengo. Aguarda un minuto—y salió del despacho y cerró la puerta.

Effie alargó la mano hacia el teléfono y dijo:—Probaré otra vez.

grilling subject to severe questioning orinterrogation

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“Afterwards. Does your woman’sintuit ion st i l l tel l you that she’s amadonna or something?”

S h e l o o k e d s h a r p l y u p a t h i m .“ I s t i l l b e l i e v e t h a t n o m a t t e rw h a t k i n d o f t r o u b l e s h e ’s g o t t e ni n t o s h e ’s a l l r i g h t , i f t h a t ’s w h a ty o u m e a n . ”

“That ’s what I mean,” he sa id .“Are you strong enough for her togive her a lift?”

“How?”

“Could you put her up for a fewdays?”

“You mean at home?”

“Yes. Her joint’s been broken into.That’s the second burglary she’s hadthis week. It’d be better for her if shewasn’t alone. It would help a lot ifyou could take her in.”

E f f i e P e r i n e l e a n e d f o r w a r d ,asking earnest ly: “Is she real ly indanger, Sam?”

“I think she is.”

S h e s c r a t c h e d h e r l i p w i t h af ingerna i l . “That would scare Mainto a green hemorrhage. I’ll have totell her she’s a surprise-witness orsomething that you’re keeping undercover till the last minute.”

“You’re a darl ing,” Spade said.“Better take her out there now. I’llg e t h e r k e y f r o m h e r a n d b r i n gwhatever she needs over from herapartment. Let’s see. You oughtn’t tobe seen leaving here together. You gohome now. Take a taxi, but make sureyou aren’t followed. You probablywon’t be, but make sure. I’ll send hero u t i n a n o t h e r i n a l i t t l e w h i l e ,making sure she isn’t followed.”

—Luego . ¿Tu in tu i c ión f emen i -na t e s i gue d i c i endo que é s t a e suna donce l la inocente ?

E l l a l e m i r ó i n c i s i v a m e n t e .—S i g o c r e y e n d o q u e , s e h a y a

m e t i d o e n l o q u e s e h a y a m e t i d o ,e s b u e n a c h i c a , s i e s e s o l o q u ep r e g u n t a s .

—Eso es lo que pregunto —dijo—.¿Te sientes con fuerzas de echarle unamano?

—¿Cómo?

—¿Puedes a lo j a r l a unos pocosd ía s?

—¿Quieres decir en mi casa?

—Sí. Le han registrado el aparta-mento. Es la segunda vez que le pasaen esta semana. Sería mejor para ellaque no estuviera sola; sería de gran ayu-da si tú pudieras alojarla.

Effie Perine se echó hacia adelantey preguntó con seriedad: —Sam, ¿deverdad está en peligro?

—Yo creo que sí.

Effie se rascó el labio con una uña.—Eso asustaría a mamá como si

fuera el fin del mundo. Tendré que con-tarle que es una testigo sorpresa o al-guna cosa así que estás ocultando has-ta el último momento.

—Eres un encanto —dijo Spade—. Será mejor que te la lleves ahora.Voy a pedirle la l lave para llevarlelo que pueda necesitar de su aparta-mento. Veamos. No os deben ver sa-lir juntas de aquí. Vete a casa; cogeun taxi, pero asegúrate de que no tesiguen. No es probable, pero asegú-rate. A ella la mandaré dentro de unrato en otro taxi, asegurándome deque no la siguen.

—Espera. ¿Sigue diciéndote tu intui-ción femenina que esa muchacha es unasanta, o algo por el estilo?

Effie le miró alerta:—Sigo creyendo, a pesar de todas las

complicaciones que se pueda haber bus-cado, que es una buena chica, si es eso loque quieres decir.

—Eso es lo que quiero decir. ¿Te en-cuentras lo bastante fuerte como para ayu-darla?

—¿Cómo?

—¿Podrías tenerla en tu casa unosdías?

—¿En mi casa?

—Sí. Han registrado en su piso. Es lasegunda vez esta semana que entran la-drones. Sería mejor para ella no estar sola.Y sería una gran ayuda que tú la hospe-daras, si puedes.

Effie se inclinó hacia adelante y pre-guntó, con acento de verdadero interés:

—¿De veras está en peligro, Sam?

—Creo que sí.

Effie se rascó un labio con la uña:—Mamá se va a pasar el día verde de

terror... Tendré que decirle que se trata deuna testigo sorpresa, o de alguien a quientienes que tener oculto hasta el últimomomento, o algo así...

—Eres un encanto —dijo Spade—.Mejor será que te la lleves allí ahoramismo. Le diré que me dé la llave de suapartamento y yo llevaré lo que necesi-te. Vamos a ver. No deben veros salirjuntas de aquí. Tú, vete a casa ahora.Toma un taxi y asegúrate de que no tesiga nadie. No creo que te sigan, peroasegúrate de ello. Yo la mandaré paraallá en otro taxi dentro de un rato, te-niendo cuidado de que no la sigan.

undercover surreptitious, engaged in spying,esp. by working with or among those to beobserved

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XI.

The Fat Man

The telephone-bell was ringing whenSpade returned to his office after sendingBrigid O’Shaughnessy off to Effie Perine’shouse. He went to the telephone.

“Hello Yes, this is Spade. . . . Yes,I got it. I’ve been waiting to hear fromyou. . . . Who? . . . Mr. Gutman? Oh,yes, sure! . . . Now—the sooner thebetter. . . . Twelve C. . . . Right. Sayfifteen minutes. Right.”

Spade sa t on the corner o f h i sd e s k b e s i d e t h e t e l e p h o n e a n drol led a cigaret te . His mouth was ah a r d c o m p l a c e n t V. H i s e y e s ,w a t c h i n g h i s f i n g e r s m a k e t h ecigarette, smoldered over lower lidsdrawn up straight.

The door opened and Iva Archercame in.

Spade said, “Hello, honey,” in avoice as lightly amiable as his facehad suddenly become.

“Oh, Sam, forg ive me! for g iveme!” she cried in a choked voice.S h e s t o o d j u s t i n s i d e t h e d o o r ,w a d d i n g a b l a c k - b o r d e r e dhandkerch ie f in her smal l g lovedhands , peer ing in to h i s face wi thfrightened red and swollen eyes.

H e d i d n o t g e t u p f r o m h i ss e a t o n t h e d e s k - c o r n e r . H es a i d : “ S u r e . T h a t ’ s a l l r i g h t .F o r g e t i t . ”

“But, Sam,” she wailed, “I sentthose policemen there. I was mad,crazy with jealousy, and I phoned themthat if they’d go there they’d learnsomething about Miles’s murder.”

“What made you think that?”

“ O h , I d i d n ’ t ! B u t I w a sm a d , S a m , a n d I w a n t e d t oh u r t y o u . ”

“ I t m a d e t h i n g s d a m n e dawkward.” He put his arm around herand drew her nearer. “But i t ’s a l lright now, only don’t get any morecrazy notions like that.”

“I won’t ,” she promised, “ever.But you weren’t nice to me last night.Yo u w e r e c o l d a n d d i s t a n t a n dwanted to get rid of me, when I hadcome down there and waited so longto warn you, and you—”

“Warn me about what?”

“About Ph i l . He’s found ou tabout—about you being in love withme, and Miles had told him about mywanting a divorce, though of course henever knew what for, and now Phil

CAPÍTULO XI

El gordo

Cuando Spade regresó a su oficinatras enviar a Brigid O’Shaughnessy acasa de Effie Perine, el teléfono estabasonando. Se acercó a cogerlo.

—Dígame... sí, soy Spade... sí, me lodieron. Estaba a la espera de saber de us-ted... ¿Quién?... ¿Señor Gutman? ¡Ah, sí,claro!... Ahora... cuanto antes, mejor...Doce C... De acuerdo. Digamos... quin-ce minutos... De acuerdo.

Spade se sentó en una esquina de suescritorio, al lado del teléfono, y lióun cigarrillo. La boca le formaba unauve dura y satisfecha. Sus ojos, mien-tras observaban sus dedos liando elcigarrillo, eran como llamas tras lospárpados entrecerrados.

S e a b r i ó l a p u e r t a y e n t r óI v a A r c h e r .

S p a d e d i j o « H o l a , c i e l o »c o n v o z t a n p o c o a m a b l ec o m o s u r o s t r o .

—¡Ay, Sam, perdóname! ¡Perdóna-me! —gritó con voz entrecortada .S e q u e d ó e n e l u m b r a l ,e s trujando un pañue lo or lado denegro en sus manecitas enguantadas,observándole con ojos hinchados yenrojecidos.

Spade no se levantó de su esquinadel escritorio. Se limitó a decir:

—C l a r o , c l a r o . E s t á b i e n . O l -v í d a l o .

—Pero, Sam —gimió—, fui yo quienenvió a esos policías. Estaba loca, locade celos, y les llamé para decirles quesi iban allí podrían averiguar algo so-bre el asesinato de Miles.

—¿Y por qué creíste eso?

—¡Pero si no lo creía! Lo que pasa esque estaba enloquecida, Sam, y queríahacerte daño.

—Pues conseguiste que las cosas secomplicaran, y de qué manera —le pasóun brazo y la atrajo hacia sí—. Ya estátodo en orden; pero no vuelvas a tenerideas tan locas otra vez.

—No —prometió ella—, nunca más.Pero es que anoche no me trataste bien.Estabas frío y distante y querías desha-certe de mí, cuando yo llevaba tantotiempo esperándote y había ido para ad-vertirte y entonces tú...

—¿Advertirme de qué?

—De que Phil ha averiguado que...que estás enamorado de mí, y de que lehabía contado que yo quería el divor-cio, aunque naturalmente no llegó a sa-ber para qué, y ahora Phil cree que no-

11.

El hombre gordo

Estaba sonando el teléfono cuandoSpade regresó a su despacho después dehaber enviado a Brigid a casa de Effie.Lo descolgó.

—Diga... Sí, habla Spade... Sí, me lodieron. Estaba esperando saber algo de us-ted... ¿Quién?... ¿Mister Gutman? Sí, sí,claro... Pues ahora... Cuanto antes, me-jor... ¿12-C?... Conforme. Digamos unosquince minutos... Está bien.

Se sentó sobre una esquina de lamesa, junto al teléfono, y lió un ciga-rrillo. Su boca dibujaba una V, dura ycomplacida. Los ojos, que observabancómo los dedos liaban el cigarrillo, pa-recían rescoldos debajo de los párpadosinferiores subidos.

S e a b r i ó l a p u e r t a ye n t r ó I v a .

—Hola, cariño —dijo Spade, en voztan afable como la expresión que su cararepentinamente había adoptado.

—¡Perdóname, Sam, perdóname! —dijoella, con voz ahogada por los sollozos.

Se había quedado junto a la puerta,haciendo con las manos enguantadas y pe-queñas una pelotita con un pañuelo bor-deado de negro, mirando a Spade a la caracon ojos temerosos, rojos e hinchados.

Spade no se levantó del sillón antela mesa esquinada.

—Seguro, mujer. No es nada. No pien-ses más en ello.

—Pero, Sam —gimió—, es que yomandé a esos policías a tu casa. Estabafuriosa, loca de celos, y les telefoneé yles dije que si iban allí que averiguaríanalgo sobre el asesinato de Miles...

—¿Y qué te hizo pensar tal cosa?

— ¡ S i n o l o p e n s a b a ! P e r oe s t a b a f u r i o s a , S a m , y q u e r í ah a c e r t e d a ñ o .

—Bueno, puso las cosas bastantedifíciles —la rodeó con un brazo yla a t ra jo hacia s í—. Pero ya pasótodo. Ahora que no se te ocurran másde esas ideas locas.

—¡No, no! —prometió—. ¡Jamás!Pero anoche no fuiste bueno conmigo. Teencontré frío, distanciado, y quisiste li-brarte de mi presencia. Y yo, que habíaido hasta allí, que te estuve esperando tan-to tiempo para avisarte, y tú...

—¿Avisarme de qué?

—Acerca de Phil. Ha averiguadolo de... que estás enamorado de mí.Miles le había dicho que yo le habíapedido el divorcio, aunque, claro, élnunca supo por qué, y ahora Phil cree

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th inks we—you ki l led his brotherbecause he wouldn’t g ive me thedivorce so we could get married. Hetold me he believed that, and yesterdayhe went and told the police.”

“That’s nice,” Spade said softly.“And you came to wa rn me , andbecause I was busy you got up onyour ear and helped this damned PhilArcher stir things up.”

“I’m sorry,” she whimpered, “Iknow you won’t forgive me. I—I’msorry, sorry, sorry.”

“You ought to be,” he agreed, “on yourown account as well as mine. Has Dundybeen to see you since Phil did his talking?Or anybody from the bureau?”

“ N o . ” A l a r m o p e n e d h e r e y e sand mouth .

“They will,” he said, “and it’d bejust as well to not let them find youhere. Did you tell them who you werewhen you phoned?”

“Oh, no! I simply told them thatif they’d go to your apartment rightaway they’d learn something aboutthe murder and hung up.”

“Where’d you phone from?”

“The drug-s tore up above yourplace. Oh, Sam, dearest, I—”

H e p a t t e d h e r , s h o u l d e r a n ds a i d p l e a s a n t l y : “ I t w a s a d u m bt r i ck , a l l r i gh t , bu t i t ’s done now.You’d be t t e r run a long home andth ink up th ings to t e l l t he po l i ce .Yo u ’ l l b e h e a r i n g f r o m t h e m .M a y b e i t ’ d b e b e s t t o s a y ‘ n o ’r i g h t a c r o s s t h e b o a r d . ” H ef rowned a t someth ing d i s t an t . “Ormaybe you’d be t t e r s ee S id Wisef i r s t . ” He removed h is a rm f romaround her, took a card out of hispocket, scribbled three lines on itsback, and gave it to her. “You can tellSid everything.” He frowned. “Oralmost everything. Where were youthe night Miles was shot?”

“ H o m e , ” s h e r e p l i e d w i t h o u thesitating.

H e s h o o k h i s h e a d ,g r i n n i n g a t h e r .

“I was,” she insisted.

“No,” he said, “but if that’s yourstory it’s all right with me. Go seeSid. It’s up on the next corner, thepinkish building, room eight-twenty-seven.”

H e r b l u e e y e s t r i e dt o p r o b e h i s y e l l o w -g r e y o n e s . “ W h a t m a k e sy o u t h i n k I w a s n ’ t h o m e ? ”s h e a s k e d s l o w l y .

sotros... que tú mataste a su hermanoporque no me quería conceder el divor-cio para que nosotros pudiéramos ca-sarnos. Me dijo que él lo creía, y ayerfue a decírselo a la policía.

—Qué bonito —dijo con suavidadSpade—. Y entonces tú vienes a adver-tirme y, sólo porque yo estoy ocupado,te mosqueas y ayudas al maldito PhilArcher a remover las cosas.

—Lo siento —musitó ella—, ya séque no me vas a perdonar. Lo... lo sien-to, lo siento, lo siento.

—Deberías sentirlo —asintió él— tan-to por ti como por mí. ¿Ha ido Dundy averte desde que Phil habló con él? ¿O al-guien de la comisaría?

—No —la alarma le hizo abrir boca yojos de par en par.

—Pues irán —le dijo—, y sería me-jor que no te encontraran aquí. ¿Les di-jiste dónde estabas cuando les llamastepor teléfono?

—¡Oh, no! Les dije nada más que siiban a tu apartamento en ese momentoaveriguarían alguna cosa sobre el ase-sinato y colgué.

—¿Desde dónde telefoneaste?

—Desde el supermercado que hay másarriba de tu casa. ¡Ay, Sam, amor mío...!

Él le dio unas palmaditas en el hom-bro y le dijo con simpatía:

—Fue un truco bastante idiota, des-de luego, pero ya está hecho. Será me-jor que te vayas corriendo a casa y pien-ses qué puedes contarle a la policía;porque irán a verte. Lo mejor sería segu-ramente decir «no» directamente —Spadefrunció el ceño mirando a la lejanía—. Opuede que sea mejor que vayas a ver a SidWise primero —le quitó el brazo del hom -b r o , s a c ó u n a t a r j e t a d e s ub o l s i l l o , g a r a b a t e ó t r e s l í -n e a s e n e l r e v e r s o y s e la dio—. A Sid le puedes contar todo —fruncióel ceño—. O casi todo. ¿Dónde estabasla noche que mataron a Miles?

— E n c a s a — r e p u s o s i nv a c i l a r .

S p a d e m e n e ó l a c a b e z a ,s o n r i é n d o l e .

—Estaba en casa —insistió ella.

—No —di jo é l—, pero s i esa estu h is tor ia , por mí va le . Ve a ver aSid . Es tá una manzana más a l lá , ese l e d i f i c i o r o s a d o , o f i c i n a o c h ove in t i s i e te .

L o s o j o s a z u l e s d e I v a i n t e n -t a r o n s o n d e a r l o s g r i s e s a m a r i -l l e n t o s d e S p a d e .

—¿Qué te hace pensar que no estabaen casa? —preguntó despacio.

que nosotros..., que tú mataste a suhermano porque no quiso conceder-me el divorcio, para poder casarnos.Me dijo que eso era lo que creía, yayer fue a la policía y lo contó.

—Precioso —dijo Spade, sin alzar lavoz—. Y tú viniste a avisarme, y senci-llamente porque yo estaba ocupado te su-biste a la parra y te pusiste a ayudar a PhilArcher a que animara las cosas.

—Estoy arrepentida —gimió—. Ya séque no me perdonarás... Lo siento, Sam,lo siento, lo siento...

—Y haces bien en sentirlo, por timisma, además de por mí. ¿Te ha vistoDundy después de oír a Phil todo eso?¿O alguien de la brigada?

—No —y la alarma le hizo abrir ojos yboca.

— P u e s i r á n a v e r t e . Y m á sv a l e q u e n o t e e n c u e n t r e n a q u í .¿ L e s d i j i s t e q u i é n e r a s c u a n d ol e s t e l e f o n e a s t e ?

—¡Oh, no ! Só lo l e s d i j e que s ii b a n a t u c a s a i n m e d i a t a m e n t eave r igua r í an a lgo ace rca de l a se -s ina to , y co lgué .

—¿Desde dónde llamaste?

—Desde el drug-store de más arribade tu casa... ¡Sam, amor mío, yo...!

Spade le dio unas palmaditas en elhombro y dijo, afablemente:

—Realmente, fue una argucia tonta;pero lo hecho, hecho está. Más vale quete vayas a casa y pienses lo que vas a de-cirle a la policía. No tardarás en tener no-ticias de ellos. Tal vez lo mejor sería quecontestaras que no a todo. —Pareció frun-cir el ceño a alguna cosa lejana—. O qui-zá fuera preferible que vieras a Sid Wise.

Spade ret i ró el brazo con que lerodeaba el ta l le a la chica, sacó unatar jeta del bolsi l lo , garrapateó t resl íneas en el reverso y se la dio.

—A Sid le puedes contar todo.O cas i todo. ¿En dónde es tabas lanoche que mataron a Miles?

—En casa —respondió Iva , s invacilar.

S p a d e n e g ó c o n l a c a b e z asonriendo pícaramente .

—Sí que estaba —insistió ella.

—No —dijo él—, pero si eso es loque deseas decir, a mí me parece bien.Ve a ver a Sid. Tiene la oficina en laesquina siguiente, en la casa rosa, ha-bitación 827.

Los o jos za rcos de l a muje r t r a -t a ron de e scudr iña r lo s g r i se s dere f l e jos amar i l lo s de Spade .

— ¿ P o r q u é d i c e s q u e y o n oe s t a b a e n c a s a ?

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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“Nothing except that I know you weren’t.”

“ B u t I w a s , I w a s . ” H e r l i p stwisted and anger darkened her eyes.“Effie Perine told you that,” she saidindignantly. “I saw her looking at myclothes and snooping around. Youknow she doesn’t like me, Sam. Whydo you believe things she tells youwhen you know she’d do anything tomake trouble for me?”

“Jesus, you women,” Spade saidmildly. He looked at the watch on hiswr is t . “You’ l l have to t ro t a long,p r e c i o u s . I ’ m h a t e f o r a nappointment now. You do what youwant, but if I were you I’d tell Sidthe truth or nothing. I mean leave outthe parts you don’t want to tell him,but don’t make up anything to takeits place.”

“I’m not lying to you, Sam,” sheprotested.

“Like hell you’re not,” he said andstood up.

She strained on tiptoe to hold herface nearer his. “You don’t believeme?” she whispered.

“I don’t believe you.”

“And you won’t forgive me for—for what I did?”

“Sure I do.” He bent his head andkissed her mouth. “That’s all right.Now run along.”

S h e p u t h e r a r m s a r o u n d h i m .“Won’t you go with me to see Mr.Wise?”

“ I can ’ t , and I ’d on ly be in thew a y. ” H e p a t t e d h e r a r m s , t o o kt h e m f r o m a r o u n d h i s b o d y, a n dk i s s e d h e r l e f t w r i s t b e t w e e ng l o v e a n d s l e e v e . H e p u t h i shands on her shoulders , tu rned herto f ace the door, and r e l eased he rw i t h a l i t t l e p u s h . “ B e a t i t , ” heo r d e r e d .

The mahogany door of suite 12-Cat the Alexandria Hotel was openedby the boy Spade had talked to in theB e l v e d e r e l o b b y. S p a d e s a i d ,“Hello,” good-naturedly. The boy didno t say any th ing . He s tood as ideholding the door open.

Spade went in. A fat man came tomeet him.

The fat man was flabbily fat withbulbous p ink cheeks and l ips andchins and neck, with a great soft eggof a belly that was all his torso, andpendant cones for arms and legs.A s h e a d v a n c e d t o m e e t S p a d ea l l h i s b u l b s r o s e a n d s h o o k a n d

—Nada, salvo que sé que no estabas.

—Pero si estaba... estaba —contrajolos labios y la ira le oscureció los ojos—. Te lo ha dicho Effie Perine —dijo in-dignada—. La he visto cómo me mirala ropa y cómo me fisgonea. Ya sabesque no le caigo bien, Sam. ¿Por quécrees lo que ella te cuenta cuando sa-bes que haría lo que fuera por ponermeen un brete?

—Dios, mujeres —dijo Spade consuavidad. Echó una mirada a su re-loj—. Tienes que largarte, nena . Yallego tarde a una cita. Haz lo que quie-ras, pero si yo estuviera en tu lugar lecontaría la verdad a Sid o no le con-taría nada. Quiero decir que dejesaparte las cosas que no quieras con-tarle pero que no te inventes nada parareemplazarlas.

—Pero si no te miento, Sam —pro-testó.

—Vaya que no —dijo él poniéndoseen pie.

Ella se puso de puntillas para acer-car la cara a la suya.

—¿Es que no me crees? —susurró.

—No te creo.

—¿Y no vas a perdonarme por... porlo que he hecho?

—P u e s c l a r o — a g a c h ó l a c a -b e z a y l a b e s ó e n l a b o c a — .L i s t o . A h o r a m á r c h a t e .

Ella le rodeó con sus brazos.—¿No vas a venir conmigo a ver al

señor Wise?

—No puedo, y, además, sólo servi-ría de estorbo —le dio unas palmaditasen el hombro, la separó de sí y la besóen la muñeca izquierda entre el guantey la manga. Le puso las manos en loshombros, le obligó a dar la vuelta po-niéndola de cara a la puerta y la soltócon un leve empujón—. Venga —le or-denó.

La puerta de caoba de la suite 12 Cdel hotel Alexandria la abrió el chicocon el que había hablado Spade en elvestíbulo de Belvedere. Spade dijo«Hola» con simpatía. El chico no dijonada: se limitó a hacerse a un lado paradejarle pasar.

Spade entró. Un hombre gordo le sa-lió al encuentro.

El gordo era un gordo fofo, de mejillas, la-bios, barbilla, papada y cuello bulbosos ysonrosados, con una barriga grande y redonda comoun huevo que era también todo su torso, mientrasque brazos y piernas eran conos colgantes.M i e n tras avanzaba pa ra r ec ib i r aSp a d e , t o d o s s u s b ulbos de grasa

—Sencillamente porque no estabas.

—Sí que estaba. —Y al hablar, suslabios hicieron una mueca de ira quetambién oscureció los ojos—. Te lo hadicho Effie Perine —dijo, indignada—. La vi mirando mi ropa y espiando. Sa-bes muy bien que no le gusto, Sam.¿Por qué crees lo que te dice de mí, sisabes que haría cualquier cosa paracrearme dificultades?

—¡Las mu je r e s ! —di jo Spade ,a p a c i b l e m e n t e . M i r ó s u r e l o j d emuñeca—. Tendrás que i r te , amormío . Ya voy a l l egar t a rde a unac i ta . Haz lo que quieras , pero yoen tu lugar le d i r ía a S id la verdad ,o no le d i r ía nada . Te puedes ca-l la r los de ta l les que no quieras de-c i r le , pero no inventes o t ros parareemplazar los .

—No te estoy mintiendo, Sam —pro-testó.

—No, qué va —dijo Spade al ponerseen pie.

Iva se puso de puntillas con esfuerzopara acercar su cara a la de Spade.

—¿No me crees, Sam? —susurró.

—No te creo.

— ¿ Y n o m e p e r d o n a r á s l o q u eh e h e c h o ?

—Seguro que te perdono —dijo, incli-nándose y besándola en la boca—. Eso yapasó. Y ahora, corre, vete.

Iva se abrazó a Spade.—¿No quieres venir conmigo a ver

a mister Wise?

—No puedo; además, no haría másque estorbar —le acarició los brazos,se desembarazó de ellos y le besó lamuñeca , en t re l a bocamanga y e lguante. Luego le puso las manos so-bre los hombros, le hizo dar mediavuelta para dejarla mirando a la puer-ta y la empujó suavemente—. Vete —ordenó.

El muchacho con quien había habla-do en el vestíbulo del Belvedere leabrió la puerta de caoba de la suite 12C del hotel Alexandria. Spade le dijo«¡hola!» sin malquerencia. El chico nocontestó. Se hizo a un lado y mantuvoabierta la puerta.

Spade entró. Un hombre gordo salió asu encuentro.

Era de una corpulencia sebosa, con bul-bos rosáceos por carrillos, labios, sotabarbasy pescuezo, con una gran barriga blanda yovoide en vez de torso, y conos colgantesque hacían las veces de brazos y piernas.Al aproximarse a Spade, todos los bul-bos subieron y temblaron para luego

precious y precioso se usan como caro, costoso, valio-so, y precious se aplica a amistad o momento, comoinapreciable, grato, preciado, pero puede degradarsu denotación para referirse a amanerado, afectado /rebuscado [estilo], melindroso, pero también se usacon cantidades para considerable, mucho y, en estilofamiliar, para querido; en cambio, la primera acep-ción de precioso es pretty, beautiful, lovely y, ensentido figurado, delightful, wonderful. Precioustambién se usa como adverbio en el habla común paratraducir muy, y preciosity tiene matiz negativo depreciosismo, amaneramiento, mientras que precio-sidad es positivo para charm, beauty, marvel.

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f e l l s e p a r a t e l y w i t h e a c h s t e p , i nt h e m a n n e r o f c lus tered s o a p -b u b b l e s n o t y e t r e l e a s e d f r o mt h e p i p e t h r o u g h w h i c h t h e y h a db e e n b l o w n . H i s e y e s , m a d es m a l l b y f a t p u f f s a r o u n d t h e m ,w e r e d a r k a n d s l e e k . D a r kr inglets th in ly covered h is broadscalp. He wore a black cutaway coat,b l ack ves t , b l ack s a t i n Asco t t i eh o l d i n g a p i n k i s h p e a r l , s t r i p e dgrey worsted t rousers , and pa tent -lea ther shoes .

H i s v o i c e w a s a t h r o a t yp u r r . “ A h , M r . S p a d e , ” h e s a i dw i t h e n t h u s i a s m a n d h e l d o u ta h a n d l i k e a f a t p i n k s t a r .

Spade took the hand and smileda n d s a i d : “ H o w d o y o u d o , M r.Gutman?”

Holding Spade’s hand, the fat manturned beside him, put his other handto Spade’s e lbow, and guided himacross a green rug to a green plushc h a i r b e s i d e a t a b l e t h a t h e l d asiphon, some glasses, and a bottle ofJohnnie Walker whiskey on a tray, abox of cigars—Coronas del Ritz—two newspapers , and a smal l andplain yellow soapstone box.

Spade sat in the green chair. Thefa t man began to f i l l two g lassesfrom bottle and siphon. The boy haddisappeared. Doors set in three oft h e r o o m ’s w a l l s w e r e s h u t . T h efourth wall, behind Spade, was piercedby two windows looking out overGeary Street.

“ We b e g i n w e l l , s i r , ” t h e f a tm a n p u r r e d , t u r n i n g w i t h ap r o f f e r e d g l a s s i n h i s h a n d . “ Id is t rus t a man tha t says when. I fhe’s got to be carefu l not to dr inktoo much i t ’s because he’s not tobe t rus ted when he does .”

Spade took the glass and, smiling,made the beginning of a bow over it.

The fa t man ra ised h is g lass andhe ld i t aga ins t a window’s l igh t .H e n o d d e d a p p r o v i n g l y a t t h ebubbles running up in i t . He sa id:“Well, sir, here’s to plain speakingand clear understanding.”

They drank and lowered their glasses.

The fat man looked shrewdly atS p a d e a n d a s k e d : “ Yo u ’ r e aclosemouthed man?”

S p a d e s h o o k h i s h e a d .“I like to talk.”

“Better and better!” the fat manexclaimed. “I distrust a closemouthedman. He generally picks the wrong timeto ta lk and says the wrong things.Talking’s some th ing you can ’ t doj u d i c i o u s l y u n l e s s y o u k e e p i n

se erguían y se agitaban separadamen-te a cada paso, a modo de encerradaspompas de jabón que todavía no se hansoltado de la boquilla que las ha forma-do. Sus ojos, empequeñecidos por la gra-sa que se acumulaba a su a l rededor,e ran oscuros y a s t uto s . O s c u r o sbucles le cubr ían f inamen t e s u a m -p l i o cuero cabelludo. Vestía chaqué negro,chaleco negro, fular de s a t é n n e g r ocon una perla rosa colgando, panta-lones de estambre gris a rayas y za-patos de charol.

Su voz era un ronroneo gutural.—Ah, señor Spade —dijo con entu-

siasmo y le tendió una mano que eracomo una gruesa estrella sonrosada.

Spade estrechó la mano, sonrió y dijo:— ¿ C ó m o e s t á , s e ñ o r

G u t m a n ?

Sin soltar la mano de Spade, el gor-do se puso a su lado, cogió el codo deSpade con la mano libre y le guió porencima de una estera verde hasta unlujoso sillón verde, junto a una mesaque tenía una bandeja con un sifón, al-gunos vasos y una botella de whiskyJohnnie Walker, una caja de puros (Co-ronas del Ritz), dos periódicos y unasencilla caja de esteatita amarilla.

Spade se sentó en el sillón verde. Elgordo se puso a llenar dos vasos conwhisky y soda. El chico había desapa-recido. Las puertas que había en tres delas paredes de la habitación estaban ce-rradas. La cuarta pared, a espaldas deSpade, se abría con dos ventanas sobreGeary Street.

—Empecemos bien, caballero —ronroneó el gordo, dándose la vueltaofreciendo un vaso con cada mano—.Desconfío de los hombres que dicen yavale: si tienen que tener cuidado conlo que beben es porque no se puedeconfiar en lo que hacen.

Spade cogió el vaso y, sonriendo,hizo una vaga inclinación de cabeza.

El gordo levantó el suyo y lo pusoa contraluz frente a la ventana. Asin-tió aprobadoramente a las burbujasque subían por el líquido. Dijo:

—Bien, caballero, por una charlaabierta y por nuestro entendimiento.

Bebieron. ________________

E l g o r d o m i r ó a s t u t a m e n t e aSpade y l e p regun tó :

—¿Es usted un hombre discreto?

Spade meneó la cabeza.—Me gusta hablar.

—¡Mejor que mejor! —exclamó elgordo—. Desconfío de un hombre dis-creto. Por lo general elige el peor mo-mento p a r a h a b l a r y d i c e l o quep e o r v i e n e . N o s e p u e d e h a b l a rjuiciosamente si uno no practica lo suficiente

derrumbarse a cada paso, como unenjambrado conjunto de pompas dejabón aún no desprendidas del canutoque las h inchó. Sus o jos , cons t re-ñ i d o s p o r l o s m ontículos de grasaque los rodeaban , e r an morenos yd e m i r a r as t u t o . E n e l a m p l i ocráneo le crecían diseminadamente rizososcuros . Ves t í a chaqué negro, chale-co negro, corbata de plastrón negra,adornada por una per la de rosadooriente, pantalones estambrados , arayas, y zapatos de charol.

Su voz era un runrún gutural.—¡Ah, mister Spade! —dijo con entu-

siasmo, y alargó una mano semejante a unaestrella gorda y rosada.

Spade le dio la mano, sonrió y dijo:— ¿ C ó m o e s t á u s t e d , m i s t e r

Gu tman?

Sin soltar a Spade, el hombre gordo lepuso la otra mano debajo del codo y lecondujo por la alfombra verde hasta unsillón de terciopelo verde, junto a unamesa en la que había un sifón, varios va-sos y una botella de Johnnie Walker enuna bandeja, así como una caja con ciga-rros puros, Coronas del Ritz, dos perió-dicos y una caja pequeña y sencilla de unaespecie de pórfido amarillento.

Spade se sentó en el sillón verde. Elhombre gordo comenzó a llenar dos va-sos con whisky y sifón. El muchacho ha-bía desaparecido. Las tres puertas en losdistintos lienzos de la habitación estabancerradas. La cuarta pared, a espaldas deSpade, tenía dos ventanas que daban a laGeary Street.

—Comenzamos bien, señor mío —ronroneó el hombre gordo, volviéndosepara ofrecer un vaso—. Yo desconfío deun hombre que dice «basta» cuando leestán sirviendo de beber. Pues si ha de te-ner cuidado de no beber demasiado, estoindica que no es de fiar cuando lo hace.

Spade tomó el vaso sonriendo y esbo-zó una reverencia por encima de él.

El hombre gordo alzó su vaso y lo con-templó al trasluz de la ventana. Meneó lacabeza varias veces en mudo elogio de lasburbujas que subían.

—Bien, señor mío, brindo por las palabrasfrancas y un claro entendimiento —dijo.

Ambos bebieron. ___________

El hombre gordo miró a Spade conojos sagaces y le preguntó:

—¿Es usted hombre de pocas palabras?

—Me gusta hablar —dijo Spade, ne-gando con la cabeza.

—¡Mejor que mejor! —exclamó el hom-bre gordo—. Pues no me fío de los hombrescallados. Suelen elegir el momento menos in-dicado para hablar, y dicen cosas poco juicio-sas. El hablar es algo que no se puede hacerjuiciosamente sin el debido entrenamiento. —

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;

dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

soapstone - steatite - esteatita - talco

pórfido (también otros colores)

X

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p r a c t i c e . ” H e b e a m e d o v e r h i sglass . “We’l l get along, s ir, that wewil l .” He set his glass on the tableand he ld t he box o f Coronas de lRitz out to Spade. “A cigar, s i r.”

Spade took a cigar, trimmed theend of it, and lighted it. Meanwhilethe fa t man pu l l ed ano ther g reenplush chair around to face Spade’sw i t h i n c o n v e n i e n t d i s t a n c e a n dplaced a smoking-stand within reachof both chairs. Then he took his glassfrom the table, took a cigar from thebox, and lowered himself into hischair. His bulbs s topped jounc inga n d s e t t l e d i n t o f l a b b y r e s t . H es i g h e d c o m f o r t a b l y a n d s a i d :“ N o w, s i r , w e ’ l l t a l k i f y o u l i k e .A n d I ’ l l t e l l y o u r i g h t o u t t h a tI ’ m a m a n w h o l i k e s t a l k i n g t oa m a n t h a t l i k e s t o t a l k . ”

“ Swel l . Wi l l we ta lk about theblack bird?”

T h e f a t m a n l a u g h e da n d h i s b u l b s r o d e u p a n dd o w n o n h i s l a u g h t e r .“Will we?” he asked and, “We will ,”he replied. His pink face was shinywith del ight . “You’re the man forme, sir, a man cut along my own lines.N o b e a t i n g a b o u t t h e b u s h , b u tr i g h t t o t h e p o i n t . ‘ Wi l l w e t a l kabout the b lack b i rd?’ We wi l l . Ih ike tha t , s i r. I h ike tha t way o fdoing bus iness . Let us ta lk aboutthe b l a c k b i r d b y a l l m e a n s ,but f i rs t , s i r, answer me a quest ion,p l e a s e , t h o u g h m a y b e i t ’ s a nu n n e c e s s a r y o n e , s o w e ’ l lu n d e r s t a n d e a c h o t h e r f r o m t h eb e g i n n i n g . Yo u ’ r e h e r e a s M i s sO’Shaughnessy’s representat ive?”

S p a d e b l e w s m o k e a b o v et h e f a t m a n ’ s h e a d i n a l o n gs l a n t i n g p l u m e . H ef r o w n e d t h o u g h t f u l l y a t t h ea s h - t i p p e d e n d o f h i s c i g a r .H e r e p l i e d d e l i b e r a t e l y :“ I c a n ’ t s a y y e s o r n o . T h e r e ’sn o t h i n g c e r t a i n a b o u t i t e i t h e rw a y, y e t . ” H e l o o k e d u p a t t h ef a t m a n a n d s t o p p e d f r o w n i n g .“ I t d e p e n d s . ”

“It depends on—?”

Spade shook his head. “If I knewwhat it depends on I could say yesor no.”

The fat man took a mouthful fromh i s g l a s s , s w a l l o w e d i t , a n dsugges ted : “Maybe i t depends onJoel Cairo?”

Spade ’s p ro m p t “ M a y b e ” w a snoncommittal . He drank.

T h e f a t m a n l e a n e d f o r w a r du n t i l h i s b e l l y s t o p p e d h i m .H i s s m i l e w a s i n g r a t i a t i n ga n d s o w a s h i s p u r r i n g v o i c e .

—rebosaba de satisfacción con el vaso enla mano—. Nos llevaremos bien, caballe-ro, ya lo verá —dejó el vaso en la mesa yle tendió a Spade la caja de Coronas delRitz—. Un cigarro, caballero.

Spade escogió un puro, recortó elextremo y lo prendió. Entre tanto, elgordo había acercado otro lujoso si-llón verde para poder mirar a Spadea la cara desde una distancia conve-niente y había colocado un cenicerode pie entre ambos; luego volvió acoger su vaso, escogió un puro de lacaja y se embutió en su sillón. Susbulbos de grasa dejaron de retemblary entraron en un flácido sopor. Sus-piró de comodidad y dijo:

—Y bien, caballero, charlemos si leapetece; ya le digo desde ahora que soyun hombre al que le gusta charlar conalguien a quien le guste charlar.

—Estupendo. ¿Hablamos del pája-ro negro?

El gordo soltó una carcajada y susbulbos de grasa subieron y bajaron alcompás de su risa.

—¿Sí? —preguntó, y se respondió élmismo—: Sí —tenía la cara sonrosada brillan-te de satisfacción—. Es usted mi hombre, ca-ballero, un hombre cortado a mi medida.Nada de andarse por las ramas, sinoderecho al grano. «¿Hablamos delpája r o n e g r o ? » P u e s s í . M e g u s -t a , c a b a l l e r o . M e g u s t a e s a m a n e -r a d e h a c e r n e g o c i o s . H a b l e m o spor encima de todo del pájaro negro,pero primero, caballero, contésteme auna pregunta, por favor, aunque pue-de que sea innecesaria, para poderentendernos desde el principio. ¿Estáusted aquí como representante de laseñorita O’Shaughnessy?

Spade exhaló el humo por encimade la cabeza del gordo en un largop e n a c h o a s c e n d e n t e . F r u n c i ó e lceño pensat ivamente mientras mi-raba la punta cenicienta de su puro.Respondió del iberadamente :

—No puedo decir ni que sí ni queno. Todavía no hay nada decidido nien uno ni en otro sentido —levantó lamirada hacia el gordo y relajó la fren-te—. Depende.

—¿Depende de...?

Spade meneó la cabeza.—Si supiera de qué depende, podría

decir si sí o si no.

E l g o r d o b e b i ó u nt r a g o y s u g i r i ó :

— ¿ Q u i z á d e p e n d a d e J o e lC a i r o ?

E l r á p i d o « Q u i z á » d e S p a d ef u e u n a e v a s i v a . B e b i ó .

El gordo se echó hacia adelantetodo lo que le permitió la barriga.Mostraba una sonrisa zalamera , lomismo que el ronroneo de su voz.

Destellaron sus ojos por encima del vaso—.Nos llevaremos bien, mister Spade, nos lleva-remos bien. ¿Un cigarro? —dijo después dedejar el vaso en la mesa y alargando haciaSpade la caja de Coronas del Ritz.

Spade tomó un puro, le cortó lapunta y lo encendió . En tan to , e lhombre gordo había dispuesto otrosi l lón de terciopelo verde de fren-te a Spade y a dis tancia convenien-te , y colocado un cenicero de piee n t r e l o s d o s a s i e n t o s . C o g i ó e lvaso de la mesa y un cigarro de lacaja , y se sentó en e l s i l lón. L o sb u l b o s d e j a r o n d e a g i t a r s e yquedaron en fláccido descanso. Trasun suspiro de satisfacción, dijo:

—Y ahora, señor, hablemos, si le pa-rece. Y le diré sin reticencias que soy unhombre a quien le gusta hablar con la gen-te a la que también le gusta hacerlo.

—Magnífico. ¿Vamos a hablar del pá-jaro negro?

E l h o m b r e s e e c h ó a r e í r , yl o s b u l b o s s u b i e r o n y b a j a r o na l c o m p á s d e l a r i s a .

—¿Hablamos de ello? Hablaremos —respondió. Su rosada cara relucía de con-tento—. Usted es mi hombre, señor mío,un hombre a la medida de mis gustos.Nada de andarse por las ramas, sinoderecho al asunto. ¿Hablamos del pá-jaro negro? Hablaremos. Eso me gus-ta, caballe ro . Me gus ta e sa manerad e h a c e r l a s c o s a s . H a b l a r e m o sdesde luego acerca del pájaro negro.Pero antes, caballero, le ruego que con-teste a una pregunta, aunque pudieraser innecesaria, para que nos entenda-mos mutuamente desde el principio.¿Está usted aquí como representante demiss O’Shaughnessy?

Spade lanzó una bocanada de humo por encimade la cabeza del hombre gordo, y el humo fuecomo una larga pluma corva. Contemplóp e n s a t i v a m e n t e e l c e n i c i e n t oe x t r e m o d e s u c i g a r r o yr e s p o n d i ó h a b l a n d o d e s p a c i o :

—No puedo decir ni que sí ni que no.No hay nada seguro aún. —Miró alhombre gordo, la expresión pensativade su rostro se borró, y acabó dicien-do—: Todo depende.

—¿Depende de...?

Spade sacudió la cabeza.—Si yo supiera de qué depende, po-

dría decir que sí o que no.

El hombre gordo dio un sorbo al vaso,lo tragó y propuso:

— ¿ D e p e n d e q u i z á d e J o e lC a i r o ?

—Quizá —dijo Spade rápidamente, pero sinque ello le comprometiera a nada concreto.

También él bebió un sorbo.El hombre gordo se incl inó ha-

cia adelante hasta que la barr iga ledetuvo. Su sonrisa fue a m a b l e , yt a m b i é n s u r u n r ú n .

prompted urged, incited.Rápido

swell fine, splendid,excellent

by all means 1 certainly. 2 in every possibleway. 3 at any cost. 1 desde luego

right out francamente

ingratiating 1. Pleasing; agreeable, conciliadora, amable(smile): “Reading requires an effort…. Print is not asingratiating as television” (Robert MacNeil). 2. Calculatedto please or win favor: an unctuous, ingratiating manner.

jounce bump, bounce, jolt, bounce up and downrepeatedly, traquetear, oscilar, rebotar

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“ Yo u c o u l d s a y, t h e n , t h a t t h equestion is which one of them you’llrepresent?”

“You could put it that way.”

“It will be one or the other?”

“I didn’t say that.”

The fat man’s eyes glistened. Hisvo ice sank to a t h roaty whi sperasking: “Who else is there?”

Spade pointed his cigar at his ownchest. “There’s me,” he said.

The fat man sank back in his chairand let his body go flaccid. He blew hisbreath out in a long contented gust.“ T h a t ’ s w o n d e r f u l , s i r , ” h ep u r r e d . “ T h a t ’s w o n d e r f u l . I d ol i k e a m a n t h a t t e l l s y o u r i g h to u t h e ’s l o o k i n g o u t f o r h i m s e l f .D o n ’t w e a l l ? I d o n ’ t t r u s t a m a nt h a t s a y s h e ’s n o t . A n d t h e m a nt h a t ’s t e l l i n g t h e t r u t h w h e n h es a y s h e ’s n o t I d i s t r u s t m o s t o fa l l , b e c a u s e h e ’s a n a s s a n d a na s s t h a t ’s g o i n g c o n t r a r y t o t h el a w s o f n a t u r e . ”

Spade exhaled smoke. His facew a s p o l i t e l y a t t e n t i v e . H e s a i d :“Uhhuh. Now le t ’s ta lk about theblack bird.”

The fat man smiled benevolently.“ L e t ’ s , ” h e s a i d . H es q u i n t e d s o t h a t f a t p u f f scrowding together lef t nothing ofhis eyes but a dark gleam visible.“ M r. S p a d e , h a v e y o u a n yconception of how much money canbe made out of that black bird?”

“No.”

T h e f a t m a n l e a n e d f o r w a r da g a i n a n d p u t a b l o a t e d p i n k h a n do n t h e a r m o f S p a d e ’ s c h a i r .“We l l , s i r , i f I t o l d y o u — b y G a d ,i f I t o l d y o u h a l f ! — y o u ’ d c a l lm e a l i a r . ”

Spade smiled. “No,” he said, “noteven if I thought it. But if you won’ttake the risk just tell me what it isand I’ll figure out the profits.”

The fat man laughed. “You couldn’tdo i t , s ir. Nobody could do i t thathadn’t had a world of experience withthings of that sort, and” —he pausedimpressively— “there aren’t any otherthings of that sort.” His bulbs jostledone another as he laughed again. Hes topped l augh ing , abrupt ly . H i sf l e s h y l i p s h u n g o p e n a s l a u g h t e rh a d l e f t t h e m . H e s t a r e d a t S p a d ew i t h a n i n t e n t n e s s t h a t s u g g e s t e dm y o p i a . H e a s k e d : “ Yo u m e a ny o u d o n ’ t k n o w w h a t i t i s ? ”A m a z e m e n t t o o k t h e t h r o a t i n e s so u t o f h i s v o i c e .

¿ D i r í a e n t o n c e s q u e e l a s u n t oes t r iba en ver a cuál de los dos re-p resen ta?

—Puedo decirlo así.

—¿Sería el uno o la otra?

—Yo no diría tanto.

Brillaron los ojos del gordo. Su voz seconvirtió en un susurro gutural al decir:

—¿Quién más hay?

—Yo —dijo Spade, apuntándose elpecho con el puro.

El gordo se recostó en la silla y dejóque su cuerpo se pusiera flácido. Exha-ló aire en una ráfaga larga y satisfecha.

—Eso es marav i l lo so , caba l l e -ro —ronroneó—. Marav i l loso . Megus tan los hombres que d icen c l a -r amen te que buscan a lgo pa r a s ímismos . ¿Acaso no lo hacemos to -dos? Desconf ío de l que d i ce queno busca nada pa ra s í . Y descon-f ío po r enc ima de todo de l que lod ice de ve rdad , po rque e s un id io -t a y lo s id io t a s van con t ra l a s l e -yes de l a na tu ra l eza .

Spade exhaló humo. Tenía el rostrocortésmente atento. Dijo:

—Ajá. Hablemos ahora del pájaronegro.

El gordo sonrió benevolente.—H a blemos —dijo. Bizqueó de

m o d o q u e t o d a s l a s g r a s a s s e lejuntaron sin dejar visible de sus ojosnada salvo un oscuro destello—. Se-ñor Spade, ¿tiene usted alguna ideadel dinero que se puede obtener deese pájaro negro?

—No.

El gordo volvió a echarse hacia ade-lante y apoyó una hinchada manosonrosada en el brazo del sillón de Spade.

—Bien, caballero, si yo le dijera...¡por Dios!... si le dijera la mitad me lla-maría usted mentiroso.

Spade sonrió.—No —dijo—, no ni aunque lo pen-

sara. Pero si usted no acepta el riesgode decírmelo, dígame nada más qué esese pájaro y yo haré mis cuentas.

El gordo rió.—No podría, caballero. Nadie que

no tuviera experiencia con ese tipo decosas podría hacerlas y... —se detuvoefectistamente— y no hay otras co-sas como ésa —los bulbos de grasa lesaltaban de aquí para allá al compásde su risa. Súbitamente dejó de reír-se: quedó con la ____ boca abierta,co lgantes sus lab ios carnosos . Sequedó mirando a Spade con una fije-za que parecía la de un miope. Pre-guntó—: ¿Quiere decir que no sabequé es? —la sorpresa le hizo perderel tono gutural.

—Entonces , ¿cabe dec i r que lacuest ión es a cuál de los dos va arepresentar usted?

—Esa es una manera de decirlo.

—¿Será la una o el otro?

—No he dicho eso.

Brillaron los ojos del hombre gordo. Su vozbajó hasta convertirse en un susurro gutural:

—¿Quién más hay?

Spade se apuntó al pecho con el puro y dijo:—Yo.

El hombre gordo se hundió en el res-paldo de la silla y dejó que su cuerpo serelajara. Resopló largo y con gusto.

—Eso es magnífico, caballero —ronroneó—. Eso es magnífico. Me gustaun hombre que dice francamente que tomaen cuenta sus propios intereses. ¿Acasono lo hacemos todos? No me fío de unhombre que dice que no los tiene en cuen-ta. Y el que dice la verdad cuando asegu-ra que desprecia sus propios intereses, ésees el que menos confianza me merece,porque es un asno, y un asno que contra-dice las leyes de la naturaleza.

Spade espiró humo. Su expresión erade atención cortés. Dijo:

—Sí, sí. Y ahora vamos a hablar delpájaro negro.

El hombre gordo sonrió con benevolencia.—Hablemos de ello.Hizo un guiño tan marcado, que los

montecillos de sebo se arracimaron y delos ojos sólo quedó visible un oscuro brillo.

—Mister Spade, ¿tiene usted idea dela cantidad de dinero que se puede ganarcon ese pájaro negro?

—No.

El hombre gordo volvió a inclinarse ha-cia adelante y puso una mano bermeja e hin-chada sobre el brazo del sillón de Spade.

—Si yo se lo dijera, señor mío, si ledijera nada más que la mitad de lo quevale..., me llamaría usted embustero.

—No, no —dijo Spade, sonriendo—. Nisiquiera aunque lo pensara. Pero si no quiereusted correr ese riesgo, dígame qué es esepájaro, y yo calcularé los beneficios.

Rió el hombre gordo.—No lo podría hacer usted. Nadie po-

dría hacerlo a menos de tener una vastaexperiencia con objetos de tal índo-le._____ _____________ _____ El hom-bre gordo volvió a reír y los bulbosentrechocaron de nuevo entre sí. Perola risa se detuvo repent inamente ;lo s ____ labios quedaron entreabiertos,tal como la risa los dejara. Clavó losojos sobre Spade con una intensidad quele hizo parecer miope y preguntó:

—¿Quiere usted decir que no sabe dequé se trata? —y el asombro eliminó laronquera de su voz.

abrupt adj. 1 sudden and unexpected; hasty (hisabrupt departure).Repentino, brusco, cortante.2 (of speech, manner, etc.) uneven; lackingcontinuity; curt, Lacónico, áspero. 3 steep,precipitous. 4 Bot. truncated. 5 Geol. (of strata)suddenly appearing at the surface.

abrupto 1. adj. Escarpado, que tiene gran pendiente;dícese también del terreno quebrado, de difícil ac-ceso. 2. Áspero, violento, rudo, destemplado. De-claración ABRUPTA. Carácter ABRUPTO

brusco 1. adj. Áspero, desapacible. 2. Rápido, repen-tino, pronto. 3. m. Planta perenne de la familia delas liliáceas, como de medio metro de altura, contallos ramosos, flexibles y estriados cubiertos decladodios ovalados, retorcidos en el eje, y de puntaaguda; flores verdosas que nacen en el centro delos cladodios, y bayas del color y tamaño de unaguinda pequeña.

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Spade made a careless gesture with his cigar.“Oh, hell,” he said lightly, “I knowwhat i t ’s supposed to look l ike . Iknow the value in life you people puton it. I don’t know what it is.”

“She didn’t tell you?”

“Miss O’Shaughnessy?”

“Yes. A lovely girl, sir.”

“Uh-huh. No.”

T h e f a t m a n ’s e y e s w e r e d a r kg l e a m s i n a m b u s h b e h i n d p i n kpuffs of f lesh . He said indis t inct ly,“She must know,” and then, “AndCairo didn’t e i ther?”

“Cairo is cagey . He’s willing tobuy it, but he won’t risk telling meanything I don’t know already.”

T h e f a t m a n m o i s t e n e d h i sl i p s w i t h h i s t o n g u e . “ H o wm u c h i s h e w i l l i n g t o b u yi t f o r ? ” h e a s k e d .

“Ten thousand dollars.”

The fat man laughed scornfully.“Ten thousand , and dol la rs , mindyou , no t even pounds . Tha t ’s theGreek for you. Humph! And what didyou say to that?”

“I said if I turned it over to himI’d expect the ten thousand.”

“ A h , y e s , i f ! N i c e l y p u t , s i r . ”T h e f a t m a n ’s f o r e h e a d s q u i r m e di n a f l e s h - b l u r r e d f r o w n . “ T h e ym u s t k n o w, ” h e s a i d o n l y p a r t l ya l o u d , t h e n : “ D o t h e y ? D o t h e yk n o w w h a t t h e b i r d i s , s i r ?W h a t w a s y o u r i m p r e s s i o n ? ”

“I can’t help you there,” Spadeconfessed. “There’s not much to goby. Cairo didn’t say he did and hedidn’t say he didn’t . She said shedidn’t, but I took it for granted thatshe was lying.”

“ T h a t w a s n o t a n i n j u d i c i o u sthing to do,” the fat man said, but hismind was obviously not on his words.He scratched his head. He frowneduntil his forehead was marked by rawred creases. He fidgeted in his chairas much as his size and the size of thechair permitted fidgeting. He shut hiseyes, opened them suddenly—wide--a n d s a i d t o S p a d e : “ M a y b e t h e ydon’t.” His bulbous pink face slowlylost its worried frown and then, morequickly, took on an express ion ofineffable happiness. “If they don’t,”he cried, and again: “If they don’t I’mthe only one in the whole wide sweetworld who does!”

Spade drew his lips back in a tight smile.“I’m glad I came to the right place,”he said.

Spade hizo un gesto descuidado con el puro.—Bah, demonios —di jo con l i -

gereza—. Sé cómo se supone quees . Sé lo que va le para us tedes envidas . Pero no sé qué es .

—¿No se lo ha dicho ella?

—¿La señorita O’Shaughnessy?

—Sí, esa encantadora muchacha, caballero.

—Ah, no, no.

Los ojos del gordo eran rayos oscu-ros emboscados entre los rosados bul-bos de grasa. Dijo con poca claridad:

—Ella debe saberlo —y luego aña-dió—: ¿Y Cairo tampoco?

—Cairo es muy cauteloso. Está de-seando comprarlo pero no se arriesga adecirme nada que yo no sepa ya.

E l g o r d o s e h u m e d e c i ó l o s l a b i o sc o n l a l e n g u a .

—¿Cuánto está dispuesto a pagarCairo para comprarlo? —preguntó.

—Diez mil dólares.

El gordo se rió burlón.—Diez mi l , y además dó la re s ,

o jo , n i s iqu ie ra l i b r a s . Ah í t i eneus t ed a un g r i ego . ¡Bah ! ¿Y quéd i jo us t ed a e so?

—Le dije que si se lo conseguíayo esperaba los diez mil.

—Ah, claro, si. Muy bien contestado, caba-llero —la frente del gordo se frunció en un gestoemborronado por el movimiento de las grasas—. Deben saberlo —dijo a media voz,y a ñ a d i ó d e s p u é s — : ¿ L o s a b e n ?¿Saben qué es el pájaro, caballero?¿Qué impresión sacó usted?

—E n e s o n o p u e d o a y u d a r l e —c o n f e s ó S p a d e — . N o t e n g o m u -c h o s d a t o s . C a i r o n o d i j o q u e l os u p i e r a n i q u e n o . E l l a d i j o q u en o l o s a b í a , p e r o y o d i p o r h e c h oq u e m e n t í a .

—Lo cual fue bastante juicioso —dijo el gordo, pero estaba claro que sumente estaba en otra parte.

Se rascó la cabeza. Frunció el ceñohasta que en su frente se marcaron cru-das arrugas rojas. Se agitó en su sillóntodo lo que su volumen y el tamaño delsillón permitían. Cerró los ojos, losabrió súbitamente y le dijo a Spade—:A lo mejor no lo saben —su bul -boso ros t ro sonrosado fue perdien-do su preocupada expres ión y lue-go, con mayor rapidez , cobró o t rade inefable fe l ic idad—. Y s i no losaben —gri tó , y añadió—: ¡Y s i nolo saben yo soy e l ún ico en e s t eancho mundo que lo sabe!

Spade inició una sonrisa.—Me alegro de haber venido al lu-

gar oportuno —dijo.

Spade movió el cigarro puro con aire indiferente.—Bueno, claro, sé el aspecto que

dicen que tiene. Sé su valor, el va-lor que ustedes le dan, cotizado envidas. Pero no sé qué es.

—¿No se lo dijo ella?

—¿Miss O’Shaughnessy?

—Sí. Preciosa chica, señor mío.

—Vaya. No, no me lo dijo.

Los ojos del hombre gordo eran destellosvelados que se escondían emboscados detrásde rosados montoncillos de carne.

—Ella tiene que saberlo —dijo, confusa-mente—. ¿Y tampoco se lo ha dicho Cairo?

—Cairo es un hombre cauto. Está dis-puesto a comprar, pero no se atreve a de-cirme nada que yo no sepa.

El hombre gordo se humedeció los la-bios con la lengua.

—¿En cuánto está dispuesto a com-prarlo Cairo?

—Diez mil dólares.

El hombre gordo dejó oír una risa despreciativa:—¡Diez mil dólares! Ni siquiera li-

bras, fíjese, por favor, ¡ni siquiera li-bras! Es lo que de griego lleva dentro:¿Y usted qué le dijo?

—Que si se lo entregaba, esperaba queme pagara los diez mil.

—Ah, claro, sí —la frente del hom-bre gordo tembló para dejar ver unceño que las carnes tornaron borro-so—. Pero ellos deben saberlo —dijoa media voz, y luego más recio—: Pero¿lo saben? ¿Saben lo que es ese pája-ro? ¿Qué impresión sacó usted?

—En eso no le puedo ayudar —con-fesó Spade—. Mis elementos de juicioson pocos. Cairo no dijo ni que lo supie-ra, ni que no lo supiera. La muchacha medijo que no lo sabía, pero no saqué deello ninguna conclusión.

—Lo cual fue juicioso por su parte —dijo el hombre gordo, aunque resultaba evi-dente que estaba pensando en otra cosa.

Se rascó la cabeza. Frunció el ceño has-ta que la frente quedó surcada por arrugasde un rojo violento. Se rebulló en el sillóntodo lo que su tamaño y el tamaño del si-llón permitieron. Cerró los ojos, de súbitolos abrió por completo, y le dijo a Spade:

—Puede que no lo sepan.El rosáceo y bulboso rostro descartó

poco a poco su expresión de duda; y lue-go, más lentamente, fue dibujándose enél una felicidad inefable.

—Si no lo saben... —clamó, para se-guir así—: Si no lo saben..., ¡soy yo laúnica persona del mundo que lo sabe!

Spade retrajo los labios en una apretadasonrisa y dijo:

—Celebro haber venido al sitio indicado.

injudicious unwise; ill-judged, indiscreet

cagey wary adj fam cauteloso, reservado: he’sbeing cagey about the price, del precio no diceni una palabra

cagey colloq. cautious and uncom-municative;wary, cauteloso, astuto, reservado : I am wary ofsaying anything, no quiero decir nada to be waryof sb/sthg, tener dudas acerca de alguien/algo

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T h e f a t m a n s m i l e d t o o , b u tsomewhat vaguely. Happiness hadg o n e o u t o f h i s f a c e , t h o u g h h ec o n t i n u e d t o s m i l e , a n d c a u t i o nhad come in to h i s eyes . His facewas a watchful -eyed smi l ing maskheld up be tween h is thoughts andSpade. His eyes , avoiding Spade’s,s h i f t e d t o t h e g l a s s a t S p a d e ’ se l b o w . H i s f a c e b r i g h t e n e d .“ B y G a d , s i r , ” h e s a i d , “ y o u rg l a s s i s e m p t y. ” H e g o t u p a n dw e n t t o t h e t a b l e a n d c l a t t e r e dg l a s s e s a n d s i p h o n a n d b o t t l em i x i n g t w o d r i n k s .

Spade was immobile in his chairuntil the fat man, with a flourish anda bow and a jocular “Ah, s ir, thisk ind o f med ic ine wi l l never hur tyou!” had handed him his ref i l ledglass . Then Spade rose and s toodclose to the fat man, looking downat him, and Spade’s eyes were hardand bright. He raised his glass. Hisvoice was del iberate , chal lenging:“Here’s to plain speaking and clearunderstanding.”

The fat man chuckled and theydrank. The fat man sat down. He heldhis glass against his belly with bothhands and smiled up at Spade. He said:“Well, sir, it’s surprising, but it wellmay be a fact that neither of themdoes know exactly what that bird is,and that nobody in a l l th is wholewide sweet world knows what it is,s a v i n g a n d e x c e p t i n g o n l y y o u rh u m b l e s e r v a n t , C a s p e r G u t m a n ,Esquire.”

“Swel l .” Spade s tood with legsa p a r t , o n e h a n d i n h i s t r o u s e r s -pocket, the other holding his glass.“When you’ve told me there’ll onlybe two of us who know.”

“ M a t h e m a t i c a l l y c o r r e c t , s i r ”—the f a t man ’s eyes t w i n k l e d —“ b u t ” — h i s s m i l e s p r e a d — “ Id o n ’t k n o w f o r c e r t a i n t h a t I ’ mgo ing to t e l l you .”

“Don’t be a damned fool,” Spadesaid patiently. “You know what it is.I know where it is. That’s why we’rehere.”

“Well, sir, where is it?”

Spade ignored the question.

T h e f a t m a n b u n c h e d h i s l i p s ,r a i s e d h i s e y e b r o w s , a n d c o c k e dh i s h e a d a l i t t l e t o t h e l e f t .“ Yo u s e e , ” h e s a i d b l a n d l y , “ Imust te l l you what I know, but youw i l l n o t t e l l m e w h a t y o u k n o w.That i s hardly equitable , s i r. No,n o , I d o n o t t h i n k w e c a n d obus iness along those l ines .”

Spade’s face became pale and hard.He spoke rapidly in a low furious voice:

También sonrió el gordo, aunquecon cierta vaguedad. La felicidad sehabía evaporado de su rostro, aunqueseguía sonriendo, reemplazada por lacautela. Su rostro era una máscara son-riente con ojos atentos que se interpo-nía entre sus pensamientos y Spade.Sus ojos, evitando los de Spade, seposaron en el vaso que quedaba junto alcodo de Spade. Se le iluminó la cara.

—Por dios, caballero —dijo—, si tie-ne el vaso vacío —se levantó y se acer-có a la mesa y empezó a trastear conlos vasos, la botella y el sifón prepa-rando dos nuevas copas.

Spade se mantuvo inmóvil en suasiento hasta que el gordo, con unce remon ioso ademán y un a l eg re«Caballero, esta medicina nunca po-drá sentarle mal», le tendió su vasolleno. Luego Spade se levantó y seacercó al gordo, mirándole desde sualtura, con los ojos brillantes y du-r o s . L e v a n t ó e l v a s o y d i j o c o nvoz in t enc ionadamen te r e t adora :

—Por una charla abierta y por nues-tro entendimiento.

El gordo soltó una risita y bebieron.El gordo se sentó. Sostuvo el vaso apo-yado en la barriga con ambas manos ysonrió a Spade. Dijo:

—Pues b i en , caba l l e ro , e s so r-p r e n d e n t e , p e r o b i e n p u e d e s e rque n inguno de los dos sepa exac -t a m e n t e q u é e s e l p á j a r o , y q u en a d i e e n e s t e a n c h o m u n d o s e p aqué e s , con l a ún ica excepc ión des u h u m i l d e s e r v i d o r, d o n C a s p e rG u t m a n .

—Estupendo —Spade estaba de piecon las piernas separadas, una manososteniendo el vaso, la otra metida enel bolsillo del pantalón—. Y cuando melo diga ya seremos dos.

—Matemáticamente correcto, caballero—los ojos del gordo pestañearon—,pero —su sonrisa se hizo más am-plia— no estoy muy seguro de quevaya a decírselo.

—No sea imbéc i l —di jo Spadec o n p a c i e n c i a — . U s t e d s a b e q u ées . Yo sé dónde es t á . Por e so heven ido .

—Y bien, caballero, ¿dónde está?

Spade pasó por alto la pregunta.

E l g o r d o a r r a c i m ó l o s l a b i o s ,enarcó las cejas y dejó caer la ca-beza un tanto a la izquierda.

—Mire —dijo blandamente—, ten-go que contarle a usted lo que sé, peroen cambio usted no me va a contar loque sabe. Eso no es muy equitativo, ca-ballero. No, no creo que podamos ha-cer negocio sobre esa base.

El rostro de Spade empalideció y se endure-ció. Habló con rapidez y con voz baja y rabiosa:

El hombre gordo también sonrió, perode manera imprecisa. El contento de an-tes había desaparecido de su cara, y aun-que perduraba la sonrisa, ahora los ojosexpresaban cautela. La cara era una más-cara sonriente de ojos avizores que se in-terponían entre sus pensamientos y Spade.Los ojos dejaron de mirar a Spade y sedesviaron hacia el vaso que éste tenía jun-to al codo, iluminándosele el rostro.

—¡Caramba! ¡Pero si tiene el vaso vacío!S e l e v a n t ó d e l a s i e n t o y s e

a c e r c ó a l a m e s a . L o s v a s o s , l ab o t e l l a y e l s i f ó n r e t i n g l a r o nc u a n d o s i r v i ó m á s d e b e b e r.

Spade permaneció inmóvil en su si-llón hasta que el hombre gordo le alar-gó otra vez el vaso lleno con un cortésademán, y le dijo en tono jocoso:

—¡Esta clase de medicina nunca lehará daño, señor mío!

Spade dejó entonces el sillón, se acer-có al hombre gordo, bajó la mirada duray brillante hasta él, alzó el vaso, y dijodeliberada y retadoramente:

—Por las palabras claras y la buenacomprensión.

El hombre gordo inició una risita. Losdos bebieron. El hombre gordo se sentó.Tenía el vaso sujeto por las dos manoscontra la panza. Sonrió y dijo:

—Puede ser sorprendente , peroquizá sea cierto que ni Cairo ni la mu-chacha sepan exactamente qué es elpájaro, y que nadie en este amplio ydelicioso mundo lo sepa, si exceptua-mos a este humilde servidor de usted,Casper Gutman, de rancia estirpe dehidalgos.

—Magnífico —dijo Spade, que perma-necía sentado con las piernas abiertas, unamano en el bolsillo del pantalón y la otra su-jetando el vaso—. Cuando me lo diga usted,sólo seremos dos quienes lo sepamos.

—Matemáticamente exacto, señor mío.—Y los ojos del hombre gordo brillaron.Luego se abrió más su sonrisa y aña-dió—: Pero no estoy seguro de que selo vaya a decir.

—No sea estúpido —dijo Spade, pa-cientemente—. Usted sabe lo que vale elpájaro. Pero yo sé en dónde está. Por esonos encontramos aquí.

—Perfectamente. ¿En dónde está?

Spade hizo caso omiso de la pregunta.

El hombre gordo frunció los labios,alzó las cejas e inclinó ligeramente la ca-beza hacia el lado izquierdo.

— ¿ Ve ? _________________ Yodebo decirle lo que sé, pero usted noquiere decirme lo que sabe. No pue-de decirse que esto sea equitativo .No, no; así no creo que podamos con-cluir negocio alguno_______ .

A Spade se le mudó el color, y su cara ex-presó dureza. Habló con voz furiosa y rápida.

equitable fair, just

swell fine, splendid,excellent

clatter estrépito n. a rattling noise (often producedby rapid movement); “the shutters clatteredagainst the house”; “the clatter of iron wheels oncobblestones”

v. clatter hacer ruido estrepitoso, clack, brattlemake a rattling sound; “clattering dishes”

1 : to make a rattling sound <the dishes clatteredon the shelf> 2 : to talk noisily or rapidly 3 : tomove or go with a clatter <clattered down thestairs> pound, thump

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso(water) tranquila, serena

‹colors/music›soso;‹food/taste› insípido;

‹statement/reply› anodino;‹smile/manner› insulso

(mild) ‹food› suave X

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“ T h i n k a g a i n a n d t h i n k f a s t . It o l d t h a t p u n k o f y o u r s t h a ty o u ’ d h a v e t o t a l k t o m e b e f o r ey o u g o t t h r o u g h . I ’ l l t e l l y o un o w t h a t y o u ’ l l d o y o u r t a l k i n gt o d a y o r y o u a r e t h r o u g h . W h a ta r e y o u w a s t i n g m y t i m e f o r ?Yo u a n d y o u r l o u s y s e c r e t !C h r i s t ! I k n o w e x a c t l y w h a t t h a ts t u f f i s t h a t t h e y k e e p i n t h es u b t r e a s u r y v a u l t s , b u t w h a tg o o d d o e s t h a t d o m e ? I c a n g e ta l o n g w i t h o u t y o u . G o d d a m ny o u ! M a y b e y o u c o u l d h a v e g o ta l o n g w i t h o u t m e i f y o u ’ d k e p tc lear of me. You can’ t now. Not inSan Francisco. You’ll come in or you’llget out—and you’ll do it today.”

H e t u r n e d a n d w i t h a n g r yheedlessness tossed his glass at thetable . The g lass s t ruck the wood,burst apart, and splashed its contentsand glittering fragments over tableand floor. Spade, deaf and blind tothe crash, wheeled to confront the fatman again.

T h e f a t m a n p a i d n o m o r ea t t en t ion to the g l a s s ’s f a t e thanSpade did: l ips pursed , eyebrowsraised, head cocked a l i t t le to thelef t , he had mainta ined h is pink-faced blandness throughout Spade’sangry speech, and he maintained itnow.

Spade, s t i l l fur ious, said: “Andanother thing. I don’t want—”

The door to Spade’s lef t opened.The boy who had admit ted Spadecame in . He shut the door, s tood inf r o n t o f i t w i t h h i s h a n d s f l a taga ins t h i s f l anks , and looked a tSpade . The boy’s eyes were wideopen and da rk w i th w ide pup i l s .Thei r gaze ran over Spade’s bodyf r o m s h o u l d e r s t o k n e e s , a n d u pagain to se t t le on the handkerchiefwhose maroon border peeped f romt h e b r e a s t - p o c k e t o f S p a d e ’sbrown coat .

“Another thing,” Spade repeated,g l a r i n g a t t h e b o y : “ K e e p t h a tgunsel away from me while you’remaking up your mind. I’ll kill him.I d o n ’ t l i k e h i m . H e m a k e s m enervous. I’ll kill him the first t imehe gets in my way. I won’t give himan even break. I won’t give him achance. I’l l kill him.”

T h e b o y ’s l i p s t w i t c h e d i n ashadowy smile. He neither raised hiseyes nor spoke.

T h e f a t m a n s a i d t o l e r a n t l y :“ W e l l , s i r , I m u s t s a yy o u h a v e a m o s t v i o l e n tt e m p e r . ”

“ Te m p e r ? ” S p a d e l a u g h e dcrazi ly. He crossed to the chair onw h i c h h e h a d d r o p p e d h i s h a t ,

—Piénse lo o t r a vez y de p r i sa .L e d i j e a l m o c o s o e s e s u y o q u eus ted t endr í a que hab la r conmigoan tes de que t e rmina ra todo es to .Le d igo ahora que como no me lod i g a h o y, s e a c a b ó p a r a u s t e d .¿ P a r a q u é e s t o y p e r d i e n d o e lt i e m p o ? ¡ U s t e d y s u p i o j o s o s e -c re to ! ¡D ios ! Conozco con exac -t i tud lo que gua rdan en l a s cáma-r a s a c o r a z a d a s d e l Te s o r o , p e r o¿ d e q u é m e s i r v e ? P u e d o s e g u i rs in us t ed . ¡Mald i to sea ! Es pos i -b le que us t ed hub ie ra pod ido se -gu i r s in mí , s i me hub ie ra de jadoen paz . Ahora ya no puede . Por lomenos , no en San Franc i so . O en-t r a o sa l e . . . , pe ro hoy mismo .

Se volvió y con airada despreo-c u p a c i ó n s o l t ó e l v a s o s o b r e l amesa. El vaso golpeó en la madera,se part ió y salpicó el contenido ylanzó relucientes fragmentos encimade la mesa y el suelo. Spade, sordo yciego ante la caída, se giró para en-frentarse nuevamente al gordo.

El gordo no prestó más atenciónque Spade al destino del vaso: conl o s l a b i o s f r u n c i d o s , l a s c e j a senarcadas, la cabeza un poco caídahacia la izquierda, había mantenidosu expresión blanda y sonrosadadurante el discurso airado de Spadey así continuó.

Spade, todavía rabioso, dijo:—Y otra cosa, no quiero...

La puerta que había a la izquierda deSpade se abrió. Entró el chico que le ha-bía franqueado la entrada. Cerró lapuerta, se quedó de pie delante de ellacon las manos a lo largo de los costa-dos y miró a Spade. Los ojos del chicoestaban abiertos de par en par, lo mis-mo que sus pupilas. Su mirada reco-rrió el cuerpo de Spade de arriba aba-jo y de abajo arriba para terminar po-sándose en el pañuelo cuyo borde ma-rrón asomaba por el bolsillo superiorde la chaqueta parda.

—Otra cosa —repitió Spade mi-rando airadamente al chico—. Man-tenga a este chiquilicuatro lejos demí mientras se decide. Le mato. Nome cae bien. Me pone nervioso. Lemato en cuanto se ponga en mi ca-mino. No le voy a dar ni una opor-tunidad. No le voy a dar posibilidadde defenderse. Le mato.

Los labios del chico esbozaron unasonrisa sombría. Ni levantó la vista nidijo nada.

El gordo dijo tolerante:—Bien, caballero, debo decir que

tiene usted un temperamento de lo másviolento.[436]

—¿Temperamento? —dijo Spaderiendo enloquecido. Se acercó a lasilla en la que había dejado su som-

—Vuelva a pensarlo, y a pensarlo deprisa. Ya le dije a ese monicaco que le ron-da que tendría usted que hablar conmigoantes que el asunto acabara. Ahora le digoque o habla usted hoy o puede conside-rarse fuera del negocio. ¿Para qué me estáhaciendo perder el tiempo? ¡Usted y susestúpidos misterios! ¡Santo Dios! Yo séperfectamente qué es lo que el Gobiernoatesora en cámaras acorazadas subterrá-neas, pero ¿de qué me sirve? Me las pue-do arreglar perfectamente sin usted ymandarle al diablo. Y puede que usted hu-biera podido arreglárselas sin mí si no sehubiera cruzado en mi camino. Pero aho-ra ya no puede. En San Francisco, no. Ose franquea usted hoy conmigo o puede ol-vidarse del asunto. Y la va a hacer hoy.

Se volvió y tiró el vaso sobre lamesa con airado descuido. El vasochocó con la madera, se rompió en añi-cos y derramó su contenido y los trozosrelucientes sobre la mesa y la alfombra.Spade, sin ver ni oír lo que le había ocurri-do al vaso, dio media vuelta para quedarnuevamente delante del hombre gordo.

El gordo no prestó más atención queSpade a la suerte corrida por el vaso.Fruncidos los labios, alzadas las cejas,ligeramente inclinada hacia la izquier-da la cabeza, su rostro rosado había per-manecido complaciente mientras Spadefustigaba el aire con sus palabras. Y así con-tinuó una vez que Spade se calló.

Aún furioso, Spade añadió:—Y otra cosa. No quiero que...

Se abrió la puerta que quedaba a laizquierda de Spade. Entró el muchachoque le había franqueado la entrada. Ce-rró la puerta y quedó ante ella, con lasmanos pegadas a los muslos y mirandoa Spade. Tenía los ojos muy abiertos yoscuros, con las pupilas grandes. Su mi-rada se paseó por todo el cuerpo deSpade, desde los hombros hasta las ro-dillas, para luego quedar fija sobre el pa-ñuelo, cuyo borde castaño se asomaba albolsillo superior de la chaqueta, tambiéncastaño, de Spade.

—Y otra cosa —repitió Spade, mirandoretadoramente al muchacho—. Va usted a man-tener alejado de mí a esa cría de pistoleromientras decide lo que va a hacer. Porque sino, le voy a matar. No me gusta. Me ponenervioso. Y le voy a matar la primera vezque se interponga en mi camino. Ni siquie-ra le voy a dar una oportunidad de defen-derse. Ni una. Le mataré.

Los labios del muchacho esbozaron lamueca de una sonrisa apagada. No alzóla mirada ni tampoco habló.

El hombre gordo dijo, en voz tolerante:—La verdad, señor mío, debo decir

que tiene usted un genio de lo más vio-lento.

—¿Genio? —dijo Spade, riendo insen-satamente. Cruzó la habitación hasta la si-lla en donde había dejado el sombrero, se

novato matón

pursed contracted and wrinkled, frunció

bland (persons) amable, suave, afable‹colors/music›soso;

‹food/taste› insípido;‹statement/reply› anodino;

‹smile/manner› insulso(mild) ‹food› suave

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picked up the hat , and set i t on hishead. He held out a long arm thatended in a thick forefinger pointinga t the fa t man’s be l ly. His angryvoice f i l led the r o o m . “ T h i n k i to v e r a n d t h i n k l i k e h e l l .Yo u ’ v e g o t t i l l f i v e - t h i r t y t o d oi t i n . T h e n y o u ’ r e e i t h e r i n o ro u t , f o r k e e p s . ” H e l e t h i s a r md r o p , s c o w l e d a t t h e b l a n d f a tm a n f o r a m o m e n t , s c o w l e d a tt h e b o y , a n d w e n t t o t h e d o o rt h r o u g h w h i c h h e h a de n t e r e d . W h e n h e o p e n e d t h ed o o r h e t u r n e d a n d s a i dh a r s h l y : “ F i v e - t h i r t y — t h e nt h e c u r t a i n . ”

T h e b o y , s t a r i n g a t S p a d e ’ sc h e s t , r e p e a t e d t h e t w o w o r d s h eh a d t w i c e s p o k e n i n t h eB e l v e d e r e l o b b y. H i s v o i c e w a sn o t l o u d . I t w a s b i t t e r.

Spade went out and slammed the door.

XII.

Merry-Go-Round

Spade rode down from Gutman’sf loor in an e leva tor. His l ips weredry and rough in a face o therwisepale and damp. When he took outh is handkerchief to wipe h is faceh e s a w h i s h a n d t r e m b l i n g . H egrinned at i t and said, “Whew!” soloud ly t ha t t he e l eva to r-ope ra to rturned his head over his shoulderand asked: “Sir?”

Spade walked down Geary Street tothe Palace Hotel , where he a teluncheon. His face had lost its pallor,his lips their dryness, and his hand itstrembling by the time he had sat down.He ate hungrily without haste, and thenwent to Sid Wise’s office.

When Spade entered, Wise wasb i t ing a f ingerna i l and s ta r ing a tthe window. He took his hand fromh i s m o u t h , s c r e w e d h i s c h a i ra r o u n d t o f a c e S p a d e , a n d s a i d :“‘Lo. Push a chair up.”

Spade moved a chair to the side ofthe big paper-laden desk and sat down.“ M r s . A r c h e r c o m e i n ? ” h ea s k e d .

“ Ye s . ” T h e f a i n t e s t o f l i g h t sflickered in Wise’s eyes. “Going tomarry the lady, Sammy?”

Spade sighed irritably through his

brero, lo recogió y se lo puso. Exten-dió un largo brazo que terminaba enun índice grueso que señalaba la ba-rriga del gordo. Su voz airada llenóla habitación—: Piénselo otra vez ya toda velocidad. Tiene hasta las cin-co y media para decidi r s e . D e s p u é sd e e s a h o r a , o f u e r a o d e n t r o ,p a r a l o s r e s t o s — d e j ó c a e r e lb r a z o , m i r ó c e ñ u d o a l _____g o r d o u n i n s t a n t e , h i z o l op r o p i o c o n e l c h i c o y s ea c e r c ó a l a p u e r t a p o r l a q u eh a b í a e n t r a d o . C u a n d o l a a b r i ó ,s e v o l v i ó u n m o m e n t o y d i j o c o na s p e r e z a — : A l a s c i n c o y m e d i a .D e s p u é s , t e l ó n .

El chico, mirando fijamente el pechode Spade, repitió las cuatro palabras quele había dirigido por dos veces en elvestíbulo del Belvedere. Sin levantar lavoz. Con amargura.

Spade salió dando un portazo.

CAPÍTULO XII

El tiovivo

Spade bajó en ascensor desde elpiso de Gutman. Sentía los labios se-cos y ásperos en tanto que su cara es-taba pálida y húmeda. Cuando se sacóel pañuelo para enjugarse el rostro,comprobó que le temblaba la mano.Hizo una mueca y dijo «Fiuu» en voztan alta que el ascensorista volvió lacabeza y le dijo por encima del hom-bro: «Diga, señor.»

Spade bajó por Geary Street hastael hotel Palace, en donde almorzó.Cuando se sentó, su rostro había per-dido ya su palidez, ya no tenía los la-bios secos ni le temblaba la mano.Comió, hambriento, sin prisa y luegose fue al despacho de Sid Wise.

Cuando entró Spade, Wise se estabacomiendo una uña mientras miraba porla ventana. Se quitó la mano de la boca,le dio la vuelta a su sillón para quedarde cara a Spade y le dijo:

—Hola. Acércate una silla. —Spadetrasladó una silla a un lado del gran es-critorio inundado de papeles y se sentó.

—¿Ha venido la señorita Archer? —preguntó.

—Sí —los ojos de Wise se encendie-ron en un levísimo destello—. ¿Te vasa casar con esa dama, Sammy?

Spade, irritado, suspiró profundamente.

lo caló, extendió el largo brazo que aca-baba en un gruesa dedo que apuntaba a lapanza del hombre gordo y dijo, con vozrabiosa que llenó toda la habitación:

—Piénselo, y piénselo más que deprisa. Tiene usted hasta las cinco ymedia para hacerlo. A esa hora esta-rá usted interesado en el asunto o...no lo estará, definitivamente.

Dejó caer los brazos a lo largo delcuerpo, miró con ira al hombre _______gordo durante un instante, hizo otro tantocon el muchacho y salió por la puerta porla que había entrado. Cuando la abrió, sevolvió y dijo bruscamente:

—Las cinco y media. Y después, seacabó la función.

El muchacho, sin dejar de mirar alpecho de Spade, repitió el soez in-sulto que había pronunciado ya dosveces en el Belvedere. No lo dijo envoz alta; lo dijo con odio.

Spade salió dando un portazo.

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El tiovivo

S p a d e b a j ó e n e l a s c e n s o r d el a s h a b i t a c i o n e s d e G u t m a n , s e -c o s l o s l a b i o s , p á l i d o y h ú m e d oe l s e m b l a n t e . C u a n d o s a c ó e l p a -ñ u e l o p a r a s e c a r s e l a c a r a , a d v i r-t i ó q u e l e t e m b l a b a l a m a n o . D e-dicó a su mano una sonrisa y un «¡uff!»tan fuerte que el chico del ascensor vol-vió la cabeza y le preguntó:

—¿Decía el señor?

Spade se dirigió por la Geary Streethasta el hotel Palace, en donde almorzó.Cuando se sentó a la mesa, su cara habíaperdido ya la palidez, los labios, la se-quedad y la mano, el temblorcillo. Co-mió con gusto y sin apresurarse, y luegofue al despacho de Sid Wise.

Al entrar en él vio que Wise estabamordiéndose las uñas, con los ojos cla-vados en la ventana. Apartó la mano de laboca, hizo girar el sillón para quedar decara a Spade y dijo:

—Hola. Acerca una silla.Spade colocó una silla junto a la mesa

abarrotada de papeles y se sentó.—¿Ha venido mistress Archer por

aquí?

— S í — u n l i g e r í s i m o d e s t e l l obr i l ló en los o jos de Wise—. ¿Tevas a casar con el la?

Spade resopló con enojo por la nariz.

for keeps permanently, indefinitely

XXbland (persons) amable, suave, afable, obsequioso

(water) tranquila, serena‹colors/music›soso;

‹food/taste› insípido;‹statement/reply› anodino;

‹smile/manner› insulso(mild) ‹food› suave

X

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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nose. “Christ, now you start that!” hegrumbled.

A b r i e f t i r e d s m i l e l i f t e d t h ecorners of the lawyer ’s mouth. “Ifyou don’t,” he said, “you’re going tohave a job on your hands.”

S p a d e l o o k e d u p f r o m t h ecigarette he was making and spokesourly: “You mean you are? Well ,that’s what you’re for. What did shetell you?”

“About you?”

“ A b o u t a n y t h i n g I o u g h t t ok n o w. ”

Wise ran fingers through his hair,spr ink l ing dandruff down on h isshoulders. “She told me she had triedto get a divorce from Miles so shecould—”

“ I k n o w a l l t h a t , ” S p a d einterrupted him. “You can skip i t .Get to the part I don’t know.”

“ H o w d o I k n o w h o w m u c hs h e — ? ”

“ Q u i t s t a l l i n g . S i d . ” S p a d eh e l d t h e f l a m e o f h i s l i g h t e r t ot h e e n d o f h i s c i g a r e t t e . “ W h a td i d s h e t e l l y o u t h a t s h e w a n t e dk e p t f r o m m e ? ”

Wise looked reprovingly at Spade.“Now, Sammy,” he began, “ tha t ’snot—”

S p a d e l o o k e d h e a v e n w a r da t t h e c e i l i n g a n d g r o a n e d :“Dear God , he ’s my own l a w y e rt h a t ’ s got rich off me and I have toget down on my knees and beg himto te l l me th ings!” He lowered a tWise. “What in hell do you think Isent her to you for?”

Wise made a weary grimace. “Justo n e m o r e c l i e n t l i k e y o u , ” h ec o m p l a i n e d , “ a n d I ’ d b e i n asanitarium—or San Quentin.”

“ Yo u ’ d b e w i t h m o s t o f y o u rclients. Did she tell you where shewas the night he was killed?”

“Yes.”

“Where?”

“Following him.”

Spade sat up straight and blinked.H e e x c l a i m e d i n c r e d u l o u s l y :“ J e s u s , t h e s e w o m e n ! ” T h e n h el a u g h e d , r e l a x e d , a n d a s k e d :“Wel l , what d id she see?”

Wise shook his head. “Nothingm u c h . W h e n h e c a m e h o m e f o rdinner that evening he told her hehad a date with a girl at the St. Mark,

—¡Dios, ahora eres tú el que sale conésas! —gruñó.

Una breve y cansada sonrisa elevólas comisuras de la boca del abogado.

—Porque si no —dijo— te va a caertrabajo.

Spade levantó la vista del cigarrilloque estaba liando y dijo con amargura:

—¿Quieres decir que te va a caera ti? Bueno, para eso estás. ¿Qué teha contado?

—¿De ti?

—D e l o q u e s e a q u e y o d e b as a b e r.

Wise se alisó el pelo con la mano, provo-cando una lluvia de caspa sobre sus hombros.

—Me d i jo que hab ía in t en tadoc o n s e g u i r e l d i v o r c i o d e M i l e spara poder. . .

—Eso ya lo sé —le interrumpióSpade—. Puedes ahorrártelo. Salta has-ta lo que no sé.

—¿Y cómo voy a saber lo que ellate... te ha...?

—Deja de tar tamudear , S id —S p a d e a p l i c ó l a l l a m a d e le n c e n d e d o r a s u c i g a r r i l l o — .¿ Q u é t e h a c o n t a d o a t i q u e n oqu i so con ta rme a mí?

Wise miró a Spade reprobadoramente.—Oye, Sammy —comenzó a decir—

, eso no es...

Spade levantó la mirada al techo ygruñó:

—¡Dios mío, y este es mi aboga-do, enriquecido a costa mía y al quele tengo que pedir de rodil las quem e c u e n t e l a s c o s a s ! — m i r ó aWi s e — . ¿ P a r a q u é d e m o n i o s t ecrees que te la mandé a t i?

Wise hizo una mueca cansada.—Un solo cliente más como tú —se

quejó— y me meterán en un manico-mio... o en San Quintín.

—Eso te pasará con la mayor partede tus clientes. ¿Te ha contado dóndeestaba la noche que le mataron?

—Sí.

—¿Dónde?

—Siguiéndole.

Spade se irguió en la silla y parpa-deó. Luego exclamó, incrédulo:

—¡Dios, qué mujeres! —despuéssoltó una carcajada, se relajó y pre-guntó—: Bueno, ¿y qué vio?

Wise meneó la cabeza.—No mucho . Cuando vo lv ió a

casa para cenar, Miles le dijo que te-nía una cita con una chica en el St.

—¡Vaya! ¡Ahora eres tú el que empie-za con eso! —gruñó.

Una fugaz sonrisa cansada arqueó loslabios del abogado.

— S i n o l o h a c e s , n o t e f a l t a -r á t r a b a j o .

Spade alzó la vista del cigarrillo y ha-bló en voz agria:

—¿Quieres decir que no te faltará ati? Bueno, pues para eso estás. ¿Quéte ha dicho?

—¿Acerca de ti?

—Acerca de cualquier cosa que yodeba saber.

Wise se pasó los dedos por entre el pelo, loque hizo que nevara la caspa sobre sus hombros.

— M e d i j o q u e t r a t ó d e c o n -s e g u i r e l d i v o r c i o d e M i l e sp a r a p o d e r. . .

—Todo eso ya lo sé —le interrumpióSpade—. Te lo puedes ahorrar. Dime loque yo no sepa.

—¿Y cómo quieres que sepa lo queella te ha...?

—Deja ya de andarte por las ramas,Sid —dijo Spade, aplicando la llama delmechero a la punta del cigarrillo—. Delo que te ha dicho, ¿qué es lo que quiereque yo no sepa?

Wise reprendió a Spade con la mirada.—Bueno, Sammy, eso no es.. . —

empezó a decir.

Spade miraba hacia el techo y dijo, enson de queja:

—¡Bonita cosa! He aquí a mi aboga-do, un hombre que se ha enriquecido ami costa, ¡y tengo que ponerme de rodi-llas y suplicarle que me informe! —Bajólos ojos hacia Wise y le preguntó—: ¿Paraqué crees que te la mandé?

—Con un cliente más como tú —sequejó Wise, con una mueca de cansan-cio— acabaría en un manicomio o en lacárcel de San Quintín.

—¡Bueno! ¡Allí te reunirías con la ma-yor parte de tus clientes! ¿Te dijo en dóndeestuvo la noche en que mataron a Miles?

—Sí.

—¿En dónde?

—Siguiéndole.

Spade se enderezó en la silla y guiñó losojos. Y después exclamó, en tono incrédulo:

—¡Ay, Dios! ¡Las mujeres! —Luegose echó a reír, aflojó los músculos y pre-guntó—: ¿Y qué vio?

—No mucho —respondió sacudiendolentamente la cabeza—. Cuando Milesvolvió a cenar aquella noche, le dijo a ellaque tenía una cita con una chica en el St.

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ragging her, telling her that was herchance to get the divorce she wanted.S h e t h o u g h t a t f i r s t h e w a s j u s ttrying to get under her skin . Heknew—”

“ I k n o w t h e f a m i l y h i s t o r y, ”S p a d e s a i d . “ S k i p i t . Te l l m ew h a t s h e d i d . ”

“I will if you’ll give me a chance.After he had gone out she began tothink that maybe he might have hadthat date. You know Miles. It wouldhave been like him to—”

“You can skip Miles’s charactertoo.”

“I oughtn’t to tell you a damnedthing,” the lawyer said. “So she gottheir car from the garage and drovedown to the St. Mark, sitting in thecar across the street . She saw himcome out of the hotel and she sawthat he was shadowing a man and agirl—she says she saw the same girlwith you last night—who had comeout just ahead of him. She knew thent h a t h e w a s w o r k i n g , h a d b e e nk i d d i n g h e r. I s u p p o s e s h e w a sdisappointed, and mad—she soundedthat way when she told me about it.She followed Miles long enough tomake sure he was shadowing the pair,a n d t h e n s h e w e n t u p t o y o u rapartment. You weren’t home.”

“ W h a t t i m e w a s t h a t ? ” S p a d easked.

“ W h e n s h e g o t t o y o u r p l a c e ?Between half-past nine and ten thefirst time.”

“The first time?”

“ Ye s . S h e d r o v e a r o u n d f o rh a l f a n h o u r o r s o a n d t h e n t r i e da g a i n . T h a t w o u l d m a k e i t , s a y,t e n - t h i r t y. Yo u w e r e s t i l l o u t , s os h e d r o v e b a c k d o w n t o w n a n dw e n t t o a m o v i e t o k i l l t i m eu n t i l a f t e r m i d n i g h t , w h e n s h et h o u g h t s h e ’ d b e m o r e l i k e l y t of i n d y o u i n . ”

Spade f rowned. “She went to amovie at ten-thirty?”

“So she says—the one on PowellStreet that stays open till one in them o r n i n g . S h e d i d n ’t w a n t t o g ohome, she said, because she didn’twant to be there when Miles came.That always made him mad, it seems,especially if it was around midnight.S h e s t a y e d i n t h e m o v i e t i l l i tc l o s e d . ” Wi s e ’s w o r d s c a m e o u tslower now and there was a sardonicglint in his eye. “She says she haddecided by then not to go back toyour place again. She says she didn’tknow whether you’d like having herdrop in tha t l a te . So she went toTait’s—the one on Ellis Street—had

Mark, i rr i tándola , diciéndole queaquella era su oportunidad de conseguirel divorcio que quería. Al principio ellacreyó que él estaba buscándole las cos-quillas. Miles sabía...

—La historia de la familia ya me laconozco —dijo Spade—. Sáltatela.Dime lo que hizo.

—Lo haré si me das una oportunidad.Una vez que él se marchó, ella empezó apensar que a lo mejor sí era verdad que te-nía esa cita. Ya conoces a Miles. Hubierasido muy de su estilo...

—Puedes saltarte también lo referen-te al carácter de Miles.

—No debería contarte nada —dijoel abogado—. De modo que ella sacóel coche del garaje y fue hasta St. Marky se quedó dentro del coche aparcadoen la acera de enfrente. Le vio salir delhotel y seguir a un hombre y una chi-ca... dice que anoche vio a esa mismachica contigo... que acababan de salirdel hotel. Fue entonces cuando supoque estaba trabajando y que le habíatomado el pelo. Supongo que se des-ilusionaría y se volvería loca de ra-bia... por lo menos ésa era la impre-sión que daba al contármelo. Siguió aMiles lo suficiente como para asegu-rarse de que de verdad estaba siguien-do a la pareja y luego se fue a tu apar-tamento. No estabas en casa.

—¿A qué hora fue eso? —preguntóSpade.

—¿Cuándo fue a tu casa? Entre lasnueve y media y las diez, la primeravez.

—¿La primera vez?

—Sí. Dio una vuelta con el coche du-rante media hora más o menos y luegovolvió a intentarlo. Con lo cual serían,digamos, las diez y media. Tú no habíasvuelto, así que regresó con el coche alcentro y se metió en un cine para matarel rato hasta después de medianoche, mo-mento en el que creyó que sería más pro-bable encontrarte en casa.

Spade frunció el ceño.—¿Fue a un cine a las nueve y media?

—E s o d i c e . . . a l q u e e s t á e nP o w e l l S t r e e t , q u e e s t á a b i e r t ohas ta la una de la madrugada . Diceque no quer ía i r a casa porque noquer ía es tar a l l í cuando regresaraMiles . Por lo v is to eso le sentabafa ta l a é l , sobre todo s i e ra a me-dianoche . Se quedó en e l c ine has-ta que cerró —las palabras de Wisee ran ahora más l en tas y sus o jostenían un br i l lo sardónico—. Diceque en ese momento ya había de-c id ido no vo lve r a t u ca sa . D iceque no sabía s i a t i t e habr ía gus-tado que aparec iera a esas horas .Así que se fue a Tai t . . . a l de El l i s

Mark, y añadió, para exasperarla, queaquélla era la ocasión de conseguir el di-vorcio que deseaba. Al principio, Iva cre-yó que estaba tratando, sencillamente,de irritarla. Él sabía que.

— C o n o z c o l a h i s t o r i a d e l af a m i l i a . S á l t a t e l a . . . D i m e q u éh i z o e l l a .

— L o h a r é s i m e d e j a s . C u a n d oé l s e f u e , I v a e m p e z ó a p e n s a rq u e q u i z á e s t u v i e r a c i t a d o d ev e r d a d . T ú c o n o c í a s a M i l e s , yh u b i e r a s i d o m u y s u y o .

—Puedes ahorrarte también lo relati-vo al carácter de Miles.

—Lo que debe r í a e s no dec i r t en a d a — d i j o e l a b o g a d o — . I v asacó e l coche de l ga ra je , fue a l St .M a r k y s e q u e d ó s e n t a d a d e t r á sd e l v o l a n t e , e n f r e n t e d e l h o t e l .Vio sa l i r a Mi le s , que iba s igu ien -do a un hombre y a una muje r . Med i jo que l a misma ch ica con qu iente v io anoche a t i . La ch ica sa l ióde lan te de é l . En tonces compren-d ió que Mi le s e s t aba t r aba jando .Supongo que e s to l a des i lu s ionó yenfu rec ió ; a l menos e sa impres iónme d io a l o í r l a . S igu ió a Mi le s l obas t an te como pa ra a segura r se deq u e , e f e c t i v a m e n t e , e s t a b a s i -g u i e n d o a l a p a r e j a , y e n t o n c e sfue a tu casa . Tú no e s t abas .

— ¿ A q u é h o r a f u e e s o ? ____ __ __

—¿Cuándo llegó a tu casa? — L apr imera vez en t r e nueve y med iay d iez .

—¿La primera vez?

—Sí. Estuvo dando vueltas en el co-che durante media hora y volvió a probarsuerte. O sea, que llegarían a eso de lasdiez y media. Tú aún no estabas en casa.Se dirigió al centro de la ciudad, entró enun cine para hacer tiempo y allí se estuvohasta bastante después de las doce, pen-sando que a esa hora sería más probableencontrarte en casa.

—¿Entró en un cine a las diez y media?—dijo Spade, con expresión cejijunta.

—Eso me dijo, en el cine que hay enla Powell Street, que está abierto hasta launa. No quiso volver a casa porque noquería que Miles llegara después que ella.Por lo visto, a Miles solía sacarle de qui-cio que ella llegara después que él, sobretodo más tarde de las doce. Se quedó enel cine hasta que cerró.

En un punto, las palabras de Wise co-menzaron a salir más lentamente, y en susojos pudo apreciarse un brillo sardónico.

— M e d i j o q u e d e c i d i ó n o v o l -v e r a t u c a s a . N o e s t a b a s e g u r ad e q u e t e g u s t a r a e l q u e f u e r a av e r t e t a n t a r d e . A s í q u e s e f u e aTa i t , e n E l l i s S t r e e t , c o m i ó a l g o

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s o m e t h i n g t o e a t a n d t h e n w e n thome—alone.” Wise rocked back inhis chair and wai ted for Spade tospeak.

S p a d e ’ s f a c e w a se x p r e s s i o n l e s s . H e a s k e d :“You believe her?”

“Don’t you?” Wise replied.

“How do I know? How do I knowi t i s n ’ t s o m e t h i n g y o u f i x e d u pbetween you to tell me?”

Wi s e s m i l e d . “ Yo u d o n ’ t c a s hmany checks for strangers, do yourSammy?”

“Not basketfuls. Well, what then?Miles wasn’t home. It was at leastt w o o ’ c l o c k b y t h e n — m u s t ’ v ebeen—and he was dead.”

“Miles wasn’t home,” Wise said.“That seems to have made her madagain—his not being home first to bemade mad by her not being home. Soshe took the car out of the garage againand went back to your place.”

“And I wasn’t home. I was downlook ing a t Mi les ’s co rpse . Jesus ,what a swell lot of merry-go-roundriding. Then what?”

“She went home, and her husbandstill wasn’t there, and while she wasundres s ing you r messenge r camewith the news of his death.”

Spade didn’t speak until he hadwith great care rol led and l ightedanother cigarette. Then he said: “Ithink that’s an all r ight spread . I ts e e m s t o c l i c k w i t h m o s t o f t h eknown facts. It ought to hold.”

Wise’s f ingers, running throughh i s h a i r a g a i n , c o m b e d m o r edandruff down on his shoulders. Hestudied Spade’s face wi th cur iouse y e s a n d a s k e d : “ B u t y o u d o n ’ tbelieve it?”

Spade plucked his cigarette frombetween his lips. “I don’t believe itor disbelieve it, Sid. I don’t know adamned thing about it.”

A w r y s m i l e t w i s t e d t h el a w y e r ’s m o u t h . H e m o v e d h i ss h o u l d e r s w e a r i l y a n d s a i d :“That’s right—I’m selling you out .W h y d o n ’t y o u g e t a n h o n e s tlawyer—one you can trust?”

“ T h a t f e l l o w ’ s d e a d . ” S p a d es t o o d u p . H e s n e e r e d a t Wi s e .“ G e t t i n g t o u c h y, h u h ? I h a v e n ’ tg o t e n o u g h t o t h i n k a b o u t : n o wI ’ v e g o t t o r e m e m b e r t o b ep o l i t e t o y o u . W h a t d i d I d o ?F o r g e t t o g e n u f l e c t w h e n Ic a m e i n ? ”

S t r e e t . . . c o m i ó a l g o y l u e g o s emarchó a casa , so la —Wise se re-costó en su as iento y aguardó a queSpade hablara .

El rostro de Spade estaba inexpresi-vo. Preguntó:

—¿Le crees?

—¿Y tú no? —replicó Wise.

—¿Y cómo voy a saberlo? ¿Cómo voya saber si no es algo que los dos habéispensado para contármelo a mí?

Wi s e s o n r i ó .—S e g u r o q u e a l o s d e s c o n o -

c i d o s n o l e s a c e p t a s c h e q u e s ,¿ e h , S a m m y ?

—No a puñados. Bueno, ¿y qué? Mi-les no estaba en casa. Por lo menoseran... debían ser... las dos de la maña-na... y él ya había muerto.

—Miles no estaba en casa —dijoWise—. Lo cual parece que la pusofuriosa.. . que él no estuviera en casapara enfurecerse con el la. Así quevolvió a sacar el coche del garaje yfue otra vez a tu casa.

—Y y o n o e s t a b a . Yo e s t a b av i e n d o e l c a d á v e r d e M i l e s .D i o s , q u é ______ t i o v i v o t a n t r e -m e n d o . ¿ Y l u e g o q u é ?

—Se fue a casa, y su marido no ha-bía llegado aún y cuando se estaba des-nudando apareció tu mensajera con lanoticia de su muerte.

Sp a d e n o h a b l ó h a s t a q u e n ohubo l i ado con g ran cu idado o t roc iga r r i l l o . Luego d i jo:

—Creo que es un buen esbozo. Pa-rece encajar con la mayor parte de loshechos conocidos. Debería colar.

L o s d e d o s d e Wi s e v o l v i e r o n am e s a r s u s c a b e l l o s y a d e s p r e n -d e r m á s caspa sobre sus hombros.Estudió la cara de Spade con ojosde curiosidad y preguntó:

—¿Pero tú no te lo crees?

S p a d e s e q u i t ó e l c i g a r r i -l l o d e l o s l a b i o s .

—Ni lo creo ni no me lo creo, Sid.No tengo ni idea de todo eso.

Una sonrisa agria torció los labios delabogado. Agitó los hombros con movi-miento cansino y dijo:

—De acuerdo, te estoy vendiendo.¿Por qué no te buscas un abogado hon-rado... uno del que te puedas fiar?

—Ese t ipo es tá muer to —Spadese levantó . Sonrió a Wise—. ¿Asíque te p icas? Como no tengo suf i -c ientes cosas en la cabeza , a par-t i r de ahora pensaré que debo t ra-ta r te b ien . ¿Qué es lo que he he-cho mal? ¿Que no me he ar rodi l la -do a l en t rar?

y r e g r e s ó a c a s a . . . s o l a .Wi s e e m p e z ó a m e c e r s e e n e l

s i l l ó n a g u a r d a n d o a q u e S p a d ed i j e s e a l g o .

La cara de Spade carec ía de ex-pres ión .

—Tú... ¿la creíste?

—¿No la crees tú? —replicó Wise.

—¿Cómo lo voy a saber? ¿Cómo voy a sa-ber si todo eso es un cuento que inventasteisentre los dos para colocármelo a mí?

—A los desconocidos no deberesultarles fácil que les aceptes un che-que, ¿verdad, Sammy?

—A puñados, no. Bueno, ¿y qué más?Naturalmente, Miles no estaba en casa. Yaserían las dos. Tenían que verlo. Y Milesestaba muerto.

—Miles no estaba en casa —dijoWise—. Parece que la enfureció de nue-vo el que Miles no hubiese llegado antesque ella, ya que esto le hubiera permitidoa ella enfurecerle a él. Entonces sacó elcoche otra vez y volvió a tu casa.

—Y yo no estaba. Estaba viendo elcadáver de Miles. ¡Santo Dios! ¡Qué devueltas! ¡Qué_______ tiovivo es éste!¿Y después?

—Volvió a su casa. Su marido aún nohabía regresado, y mientras se estabadesnudando llegó tu mensajera con la no-ticia de la muerte de Miles.

Spade no habló hasta que no acabóde liar y encender con gran cuidado otrocigarrillo. Entonces dijo:

—No está mal pergeñado. Parececoincidir con la mayor parte de los hechosque conozco. Seguramente lo creerán.

L o s d e d o s d e W i s e , a l p e i n a ro t r a v e z e l p e l o , h i c i e r o n c a e rm á s c a s p a s o b r e l o s h o m b r o s .E s t u d i ó l a c a r a d e S p a d e c o nc u r i o s i d a d y l e p r e g u n t ó :

—Pero ¿tú te lo crees?

S p a d e s e s a c ó e l c i g a r r i l l o d ee n t r e l o s l a b i o s .

—Ni lo creo, ni lo dejo de creer, Sid.No sé una palabra del asunto.

U n a s o n r i s a a g r i a t o r c i ó l ab o c a d e l a b o g a d o . M o v i ó l o sh o m b r o s c a n s a d o s y d i j o :

—Eso es. Te estoy engañando. ¿Porqué no te buscas un abogado honrado, unode quien te puedas fiar?

—Murió hace mucho —dijo Spade alponerse en pie—______. Te estás volvien-do picajoso, ¿eh? Como ya no tenga bas-tantes cosas en qué pensar, ahora tendré,además, que recordar que debo tratartecon mucha cortesía. ¿Se puede saber quéhe hecho? ¿Acaso se me olvidó hacer unagenuflexión al entrar?

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S i d Wi s e s m i l e d s h e e p i s h l y .“You’re a son of a gun, Sammy,” hesaid.

Effie Perine was standing in thecenter of Spade’s outer office whenhe entered. She looked at him withw o r r i e d b r o w n e y e s a n d a s k e d :“What happened?”

Spade’s face grew s t i ff . “Whathappened where?” he demanded.

“Why didn’t she come?”

Spade took two long s teps andcaught Effie Perine by the shoulders.“She didn’t get there?” he bawledinto her frightened face.

S h e s h o o k h e r h e a dv i o l e n t l y f r o m s i d e t o s i d e .“I waited and waited and she didn’tcome, and I couldn’t get you on thephone, so I came down.”

Spade jerked his hands away fromher shoulders, thrust them far downi n h i s t r o u s e r s - p o c k e t s , s a i d ,“Another merry-go-round,” in a loudenraged voice, and strode into hisprivate office. He came out again.“Phone your mother,” he commanded.“See if she’s come yet.”

H e w a l k e d u p a n d d o w nt h e o f f i c e w h i l e t h e g i r l us e dt h e t e l e p h o n e . “ No,” she sa idwhen she had f inished. “Did—didyou send her out in a taxi?”

His grunt probably meant yes.

“Are you sure she— Somebodymust have followed her!”

Spade s topped pac ing the f loor.He pu t h i s hands on h i s h ips andg l a r e d a t t h e g i r l . H e a d d r e s s e dh e r i n a l o u d s a v a g e v o i c e :“ N o b o d y f o l l o w e d h e r. D o y o ut h i n k I ’ m a G o d - d a m n e dschoolboy? I made sure of i t beforeI put her in the cab , I rode a dozenb locks wi th he r to be more su re ,a n d I c h e c k e d h e r a n o t h e r h a l f -dozen b locks af te r I got out .”

“Well, but—”

“But she didn’t get there. You’vetold me that . I bel ieve i t . Do youthink I think she did get there?”

E f f i e P e r i n e s n i ff e d . “ Yo uc e r t a i n l y a c t l i k e a G o d - d a m n e dschoolboy,” she said.

Spade made a harsh noise in hist h r o a t a n d w e n t t o t h e c o r r i d o r -door. “I’m going out and f ind herif I have to dig up sewers,” he said.“Stay here t i l l I ’m back or you hearfrom me. For Chris t’s sake let’s do

Sid Wise sonrió avergonzado.—Eres un hi jo de tal , Sammy —

dijo .

Effie Perine estaba de pie en el centro delprimer despacho de la oficina de Spade cuan-do entró éste. Ella le miró con sus ojos par-dos llenos de preocupación y preguntó:

—¿Qué ha pasado?

El rostro de Spade se tensó.—¿Que qué ha pasado dónde? —preguntó.

—¿Por qué no ha ido a mi casa?

Spade dio dos pasos largos y tomó aEffie Perine por los hombros.

—¿Que ella no ha ido? —le aullóen su asustada cara.

E l l a n e g ó m o v i e n d o l a c a -b e z a d e l a d o a l a d o .

—Estuve esperando y _____, comono llegaba y no podía localizarte por te-léfono, me vine aquí.

Spade soltó de golpe los hombros dela muchacha, se metió las manos hastael fondo de los bolsillos y dijo:

—Otro motivo —en voz airada yal ta , y se metió en su oficina congrandes zancadas . Luego volvió asal ir—. Telefonea a tu madre —lepidió—, a ver si ha llegado ya.

M i e n t r a s l a c h i c a h a b l a b a p o rt e l é f o n o , e s t u v o p a s e a n d o d eu n l a d o a o t r o d e l a o f i c i n a .

—No —dijo ella al terminar—. ¿La...la mandaste en un taxi?

S u g r u ñ i d o p r o b a b l e m e n t e q u e -r í a d e c i r « s í » .

—¿Estás seguro de que ella...? Al-guien tiene que haberla seguido.

S p a d e d e j ó d e m e d i r e l s u e -l o . S e p u s o e n j a r r a s y m i r ó e n -f u r e c i d o a l a c h i c a . S e d i r i g i ó ae l l a e n v o z a l t a , r a b i o s a :

—No la siguió nadie. ¿Es que tecrees que soy un aprendiz de mierda?Ya me aseguré de eso antes de meter-la en el taxi, luego seguimos juntosotra docena de manzanas para asegu-rarme aún más y la seguí otra mediadocena después de bajarme.

—Bueno, pero...

—Pero no llegó. Eso ya me lo hasdicho. Lo creo. ¿Es que te crees quecreo que sí llegó?

Effie Perine se tragó un sollozo.—Verdaderamente has actuado como

un aprendiz de mierda —dijo.

Spade produjo un áspero sonido gutu-ral y se fue a la puerta del descansillo.

—Voy a salir a buscarla aunque ten-ga que registrar las alcantarillas —dijo—. Quédate aquí hasta que yo vuel-va o te llame. A ver si hacemos algo

Sid sonrió, algo abochornado:— S a m m y , e r e s u n p e l m a

— d i j o .

Eff ie es taba de p ie en medio de lp r i m e r d e s p a c h o c u a n d o S p a d een t ró . Mi ró a Spade con o jo s depreocupación y le preguntó:

—¿Qué ha pasado?

La expresión de Spade se tornó grave, al responder:—¿Qué ha pasado, dónde?

—¿Por qué no vino ella?

Spade dio dos zancadas, agarró aEffie por los hombros y le gritó a lacara, aterrada:

—¿No llegó a tu casa?

Ef f ie sacud ió v io len tamente l acabeza de uno a otro lado.

—Estuve esperando y esperando, y nollegó. Y no pude encontrarte por teléfo-no, y por eso he venido.

S p a d e r e t i r ó l a s m a n o s b r u s -c a m e n t e y l a s h u n d i ó e n l o sb o l s i l l o s d e l p a n t a l ó n .

— O t r o t i o v i v o — d i j o d a n d ov o c e s d e f u r i a , y e n t r ó e n s ud e s p a c h o . P e r o v o l v i ó a s a l i r yo r d e n ó — : L l a m a a t u m a d r e . Av e r s i h a l l e g a d o .

Comenzó a pasear por e l des -pacho mien t ra s l a muchacha t e l e -foneaba . Cuando acabó , l e d i jo :

— N o . ¿ L a . . . l a e n v i a s t ee n u n t a x i ?

El gruñido de Spade probablemen-te quería decir que sí.

—¿Estás seguro de que ella...? ¡Al-guien ha tenido que seguirla!

S p a d e d e j ó d e pasear . S e p u s oe n j a r r a s y l a n z ó u n a m i r a d a d ee n o j o a l a m u c h a c h a . L u e g od i j o , a g r i t o s d e s m e s u r a d o s :

—¡No la siguió nadie! ¿Me has toma-do por un _______ colegial? Antes de me-terla en un taxi me aseguré de que no nosseguían. Luego fui con ella durante doce man-zanas para estar más seguro todavía. Y la se-guí durante otras seis manzanas después debajarme del taxi en que iba ella.

—Sí, pero...

—Pero no llegó. Ya me lo has dicho.Lo creo. ¿Es que crees que sospecho quesí que llegó a tu casa?

Effie ahogó un puchero.—Lo que es seguro es que te estás por-

tando como un colegial.

Spade hizo un ruido gutural extraño y sedirigió a la puerta que daba al pasillo general.

—La voy a encontrar aunque tenga quelevantar el alcantarillado —dijo—. Túquédate aquí hasta que yo vuelva o hastaque sepas de mí. Por el amor de Dios, a

s h e e p i s h ashamed bash fu l l y, t ím ida ,embarazosa, avergonzada

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something r ight .”

H e w e n t o u t , w a l k e d h a l f t h ed i s t a n c e t o t h e e l e v a t o r s , a n dr e t r a c e d h i s s t e p s . E f f i e P e r i n ew a s s i t t i n g a t h e r d e s k w h e nh e o p e n e d t h e d o o r . H e s a i d :“You ought to know better than topay any attention to me when I talklike that.”

“If you think I pay any attentionto you you’re crazy,” she repl ied,“only” —she crossed her arms andfel t her shoulders , and her mouthtwitched uncertainly— “I won’t beable to wear an evening gown for twoweeks, you big brute.”

H e g r i n n e d h u m b l y , s a i d ,“ I ’ m n o d a m n e d g o o d , d a r l i n g , ”m a d e a n e x a g g e r a t e d b o w, a n dw e n t o u t a g a i n .

Two yellow taxicabs were at thecorner-stand to which Spade went.T h e i r c h a u f f e u r s w e r e s t a n d i n gt o g e t h e r t a l k i n g . S p a d e a s k e d :“Where’s the red-faced blond driverthat was here at noon?”

“ G o t a l o a d , ” o n e o f t h echauffeurs said.

“Will he be back here?”

“I guess so.”

T h e o t h e r c h a u f f e u rd u c k e d h i s h e a d t o t h e e a s t .“Here he comes now.”

S p a d e w a l k e d d o w n t o t h ecorne r and s tood by the cu rb un t i lthe r ed - faced b lond chauf feu r hadpa rked h i s cab and go t ou t . The nS p a d e w e n t u p t o h i m a n d s a i d :“I got into your cab with a lady atnoon t ime . We wen t ou t S tock tonStreet and up Sacramento to Jones,where I got out .”

“Sure,” the red-faced man said, “Iremember that.”

“I told you to take her to a Ninth-Avenue-number. You didn’t take herthere. Where did you take her?”

T h e c h a u f f e u r r u b b e d h i sc h e e k w i t h a g r i m y h a n d a n dl o o k e d d o u b t f u l l y a t S p a d e .“I don’t know about this.”

“It’s all right,” Spade assured him,giving him one of his cards. “If youwant to play safe, though, we canride up to your office and get yoursuperintendent’s OK.”

“I guess it’s all right. I took herto the Ferry Building.”

“By herself?”

como Dios manda.

Salió, anduvo la mitad de la distan-cia que le separaba de los ascensores yretrocedió sobre sus pasos. Effie Perineestaba sentada ante su mesa cuando élabrió la puerta para decir:

— N o d e b e r í a s h a c e r -m e c a s o c u a n d o m ep o n g o a s í .

—Si te crees que te hago caso, estásloco —replicó ella—; lo único que mepreocupa es que —y cruzó los brazospara palparse los hombros mientras laboca se le contraía con indecisión— novoy a poder llevar un vestido escotadodurante dos semanas.

É l s o n r i ó h u m i l d e m e n t e , d i j o« N o s i r v o p a r a n a d a , e n c a n t o » ,h i z o u n a r e v e r e n c i a e x a g e r a d a yv o l v i ó a s a l i r .

Había dos taxis amarillos en la pa-rada a la que se acercó Spade. Los dostaxistas estaban fuera de los coches,charlando. Spade preguntó:

—¿Dónde está el taxista rubio de caracolorada que estaba aquí a mediodía?

—Tiene un servicio —dijo uno delos taxistas.

—¿Volverá aquí?

—Supongo.

El otro taxista meneó la cabeza se-ñalando hacia el este.

—Ahí llega.

Spade se fue hacia la esquina y sequedó esperando en el bordillo hastaque el taxista rubio y de cara coloradahubo aparcado y salido de su vehículo.Entonces Spade se le acercó y le dijo:

—Este mediodía he cogido su taxicon una dama. Salimos de StocktonStreet y subimos por Sacramento hastaJones, que fue donde me bajé.

—Sí, sí —dijo el hombre de cara co-lorada—, me acuerdo.

—Le dije a usted que la llevara a unnúmero de la Novena Avenida. Pero ustedno la llevó allí. ¿A dónde la llevó?

E l t a x i s t a s e f r o t ó l a m e j i l l ac o n u n a m a n o p e g a j o s a y m i r ódub i t a t ivo a Spade .

—No sé nada de eso.

—De acuerdo —le aseguró Spade,dándole una de sus tarjetas—. De todosmodos, si quiere jugar sobre seguro, po-demos ir a sus oficinas y hablar con elvisto bueno de su jefe.

—Supongo que todo está en orden. Lallevé a la terminal del transbordador.

—¿Sola?

ver si conseguimos hacer algo a derechas.

Sa l ió , r eco r r ió l a mi t ad de l ca -mino has t a lo s a scensores , desh i -zo e l camino y ab r ió l a pue r t a de ldespacho . Eff ie es taba sen tada de-l an te de su mesa .

—Debieras conocerme lo bastantebien como para no hacerme caso cuandome pongo así —le dijo.

—Si crees que te hago el más mínimocaso, estás loco —repuso Effie. Cruzó losbrazos y se palpó los hombros para aña-dir, con un gesto equívoco de la boca—:Eso sí, hasta dentro de dos semanas novoy a poder ponerme un vestido de no-che, bruto, más que bruto.

Spade sonrió humildemente y dijo:—No sirvo para nada, amor mío.Y luego de hacer una profunda reve-

rencia, volvió a salir.

En la parada de taxis de la esquinahabía dos taxis amarillos. Los conduc-tores estaban juntos, charlando, Spade sellegó a ellos y les preguntó:

—¿Por dónde anda el taxista rubio ycolorado que estaba aquí esta tarde?

—Se fue a hacer un servicio —dijo unode los conductores.

—¿Volverá aquí?

—Supongo.

El segundo conductor señaló con la ca-beza calle abajo y dijo:

—Ahí viene.

S p a d e f u e h a s t a l a e s q u i n a yp e r m a n e c i ó j u n t o a l a c a l z a d ah a s t a q u e e l t a x i s t a r u b i o y c o -l o r a d o a p a r c ó e l c o c h e y b a j ó .S e a c e r c ó a é l y l e d i j o :

—A eso del mediodía me llevó us-ted a mí y a una señora a la StocktonStreet, hasta la de Sacramento y luegoa la de Jones. Allí bajé yo.

—Así es —dijo el hombre rubicun-do—. Lo recuerdo.

—Le dije que la llevara a un númerode la Novena Avenida. No la llevó allí.¿Adónde fueron?

El hombre se restregó un carrillo conuna mano sucia , miró a Spaderecelosamente y dijo:

—Bueno..., en cuanto a eso...

—No tenga cuidado —le tranquilizóSpade, dándole una de sus tarjetas—.Ahora, si quiere usted sentirse más tran-quilo, podemos ir a su oficina y que susuperior dé la conformidad.

—Bueno, parece que no hay truco. Lallevé al edificio Ferry.

—¿Sola?

Xgrimy mugrienta, sucia

grin 1 a facial expression characterized by turningup the corners of the mouth; usually showspleasure or amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de una mueca des-deñosa, burlona, etc.

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“Yeah. Sure.”

“Didn’t take her anywhere e lsefirst?”

“No. I t was l ike th i s : a f te r wed r o p p e d y o u I w e n t o n o u tSacramento, and when we got to Polkshe rapped on the glass and said shew a n t e d t o g e t a n e w s p a p e r, s o Istopped at the corner and whistledfor a kid, and she got her paper.”

“Which paper?”

“The Call . Then I went on outSacramento some more, and just afterwe’d crossed Van Ness she knockedon the glass again and said take herto the Ferry Building.”

“Was she excited or anything?”

“Not so’s I noticed.”

“And when you got to the FerryBuilding?”

“She paid me off, and that was all.”

“Anybody waiting for her there?”

“I didn’t see them if they was.”

“Which way did she go?”

“ A t t h e F e r r y ? I d o n ’ t k n o w.M a y b e u p s t a i r s , o r t o w a r d s t h estairs.”

“Take the newspaper with her?”

“Yeah, she had it tucked under herarm when she paid me.”

“With the pink sheet outside, orone of the white?”

“ H e l l , C a p , I d o n ’ t r e m e m b e rthat.”

Spade thanked the chauffeur, said,“Get yourself a smoke,” and gavehim a silver dollar.

S p a d e b o u g h t a c o p y o f t h eCal l a n d c a r r i e d i t i n t o a n o f f i c e -b u i l d i n g - v e s t i b u l e t o e x a m i ne i to u t o f t h e w i n d .

H i s e y e s r a n s w i f t l y o v e r t h ef r o n t - p a g e - h e a d l i n e s a n d o v e rt h o s e o n t h e s e c o n d a n d t h i r dpages . They paused for a momentu n d e r S U S P E C T A R R E S T E D ASC O U N T E R F E I T E R o n t h e f o u r t hpage , and again on page f ive underB AY Y O U T H S E E K S D E AT HW I T H B U L L E T. P a g e s s i x a n dseven he ld noth ing to in teres t h im.On e ight 3 Boys ARRESTED AS S.F. B U R G L A R S A F T E RSHOOTING held h is a t ten t ion for

—Sí, desde luego.

—¿ N o p a r ó a r e c o g e r an a d i e ?

— N o . F u e a s í : d e s p u é s d ed e j a r l e a u s t e d s a l í a S a c r a m e n -t o y c u a n d o l l e g a m o s a P o l k , m edio en la mampara y me dijo que queríacomprar un periódico, así que me paréen una esquina y llamé a un chico, quele trajo el periódico.

—¿Qué periódico?

—El Call. Luego volví a salir a Sa-cramento un trecho más, y justo cuandoacabábamos de cruzar Van Ness, volvió allamar a la mampara y me dijo que la lle-vara a la terminal del transbordador.

—¿Estaba emocionada o algo así?

—Que yo notara, no.

— ¿ Y c u a n d o l l e g a r o n a l at e r m i n a l ?

—Me pagó y eso fue todo.

—¿La estaba esperando alguien?

—Si lo había, yo no lo vi.

—¿Qué camino tomó?

—¿En la terminal? No lo sé. Subiríaa un transbordador o iría hacia las es-caleras.

—¿Se llevó el periódico?

—Sí, se lo había metido bajo el bra-zo cuando me pagó.

—¿Con la hoja rosa hacia afuera ocon una de las hojas blancas?

—Bueno, jefe, de eso no me acuer-do.

Spade dio las gracias al taxista, dijo«Fúmese algo a mi salud» y le dio undólar de plata.

Spade compró un ejemplar del Cally se metió en el vestíbulo de un edifi-cio de oficinas para examinarlo fueradel alcance del molesto viento.

Sus ojos recorrieron rápidamente lostitulares de la primera página y tambiénlos de la segunda y la tercera. Se detu-vieron un instante en el que decía SOS-PECHOSO DE FALSIFICACIÓN DE-TENIDO en la cuarta página y tambiénen el de la quinta que decía JOVEN DEBAY SE PEGA UN TIRO. Las páginasseis y siete no contenían nada que fue-ra de su interés. En la ocho, el titular 3MUCHACHOS DETENIDOS EN SANFRANCISCO POR ROBO DESPUÉSDE UN TIROTEO atrajo su atención un

—Sí, desde luego.

—¿No la llevó usted antes a ningúnotro lado?

—No. Verá usted, la cosa fue así: des-pués que se bajó usted del coche, me di-rigí hacia Sacramento, pero cuando lle-gamos a la Polk dio unos golpes en el cristaly me dijo que quería comprar un periódico,así que yo paré en una esquina, le silbé a unchico y compró el periódico.

—¿Qué periódico?

—El Call. Bueno, pues tiré otra vezhacia Sacramento, y no habíamos hechomás que cruzar Van Ness cuando volvióa pegar en el cristal y me dijo que la lle-vara al edificio Ferry.

—¿Parecía nerviosa, o algo?

—No le noté nada.

—¿Y cuando llegaron al edificioFerry?

—Me pagó, y se acabó.

—¿Había alguien esperándola allí?

—Si había alguien, yo no lo vi.

—¿Qué camino tomó?

—¿En el Ferry? Pues no lo sé. Puedeque subiera o que se dirigiera hacia la es-calera.

—¿Se llevó el periódico?

—Sí, lo tenía debajo del brazo cuandome pagó.

—¿Con la hoja rosa hacia fuera, o conla blanca?

—¡Caray! De eso sí que no me acuer-do...

Spade le dio las gracias y le dijo, dán-dole medio dólar de plata.

—Tome, cómprese un cigarro.

Spade compró el Call y entró en unportal para examinarlo. _ _ _ _ ___ __ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ __

Sus ojos recorrieron rápidamen-te los t i tulares de la pr imera pági-na, y luego los de la segunda y del a t e r ce ra . Se de tuv ie ron un mo-mento en Detenido por sospechosode fals if icación que aparecía en lacuarta página, y luego al l legar a laqu in ta , en Muchacho de l a bah íatrata de matarse de un t i ro. Las pá-ginas 6 y 7 nada contenían que me-reciera su atención. En la 8, la atra-jo Tres muchachos de ten idos porrobo en San Francisco después de

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a moment , and a f te r tha t no th ingu n t i l h e r e a c h e d t h e t h i r t y - f i f t hp a g e , w h i c h h e l d n e w - s o f t h ew e a t h e r , s h i p p i n g , p r o d u c e ,f i n a n c e , d i v o r c e , b i r t h s ,marr iages , and deaths . He read thel i s t o f d e a d , p a s s e d o v e r p a g e st h i r t y - s i x a n d t h i r t y - s e v e n —financ ia l news—found noth ing tos top h is eyes on the th i r ty-e ighthand l as t page , s ighed , fo lded then e w s p a p e r , p u t i t i n h i s c o a t -pocket , and ro l led a c igare t te .

For five minutes he stood there int h e o f f i c e - b u i l d i n g - v e s t i b u l es m o k i n g a n d s t a r i n g s u l k i l y a tn o t h i n g . T h e n h e w a l k e d u p t oStockton Street, hailed a taxicab, andhad himself driven to the Coronet.

He let himself into the buildingand in to Br ig id O’Shaughnessy ’sapartment with the key she had givenhim. The blue gown she had worn theprevious night was hanging acrosst h e f o o t o f h e r b e d . H e r b l u estockings and slippers w-ere on thebedroom floor. The polychrome boxthat had held jewelry in her dressing-table-drawer now stood empty on thedressing-table-top. Spade frowned ati t , ran h is tongue across h is l ips ,strolled through the rooms, lookingaround but not touching anything,t h e n l e f t t h e C o r o n e t a n d w e n tdowntown again.

In the doorway of Spade’s office-building he came face to face withthe boy he had left at Gutman’s. Theboy pu t h imse l f i n Spade ’s pa th ,b l o c k i n g t h e e n t r a n c e , a n d s a i d :“Come on. He wants to see you.”

T h e b o y ’s h a n d s w e r e i n h i so v e r c o a t - p o c k e t s . H i s p o c k e t sbu lged more than h i s hands needhave made them bulge.

S p a d e g r i n n e d a n d s a i dmockingly: “I didn’t expect you tillf ive- twenty-f ive. I hope I haven’tkept you waiting.”

T h e b o y r a i s e d h i s e y e s t oS p a d e ’s m o u t h a n d s p o k e i n t h estrained voice of one in physical pain:“K e e p o n r i d i n g m e a n d y o u ’ r eg o i n g t o b e p i c k i n g i r o n o u t o fyour nave l . ”

S p a d e c h u c k l e d . “ T h e c h e a p e rt h e c r o o k , t h e g a u d i e r t h ep a t t e r ,” he said cheerfully. “Well ,let’s go.”

T h e y w a l k e d u p S u t t e rS t r e e t s i d e b y s i d e . T h e b o yk e p t h i s h a n d s i n h i s o v e r c o a t -p o c k e t s . T h e y w a l k e d a l i t t l em o r e t h a n a b l o c k i n s i l e n c e .T h e n S p a d e a s k e d p l e a s a n t l y :“How long have you been off thegoose-berry lay, son?”

momento, y después de ello nada hastala página treinta y cinco, que llevaba lossueltos del tiempo, el movimiento debarcos, informaciones agrarias, finan-zas , d ivorcios , nacimientos , ma-trimonios y necrológicas. Leyó la listade fallecidos, pasó las páginas treinta yseis y treinta y siete —cotizaciones debolsa— y no encontró nada que detu-viera su mirada en la página treinta yocho y última, suspiró, dobló el perió-dico, se lo metió en el bolsillo de laamericana y lió un cigarrillo.

Se quedó cinco minutos en el vestí-bulo del edificio de oficinas, fumándoseun cigarrillo y mirando al vacío concara de pocos amigos. Luego subió an-dando hasta Stockton Street, paró untaxi y dijo que le llevaran al Coronet.

Entró en e l edi f ic io y en e l apar-tamento de Br ig id O’Shaughnessycon la l lave que e l la le había dado.El ves t ido azul que e l la había l le -vado la noche anter ior yac ía a lospies de la cama. Las medias y loszapatos azules es taban en e l sue-lo . La ca ja pol íc roma que había enun ca jón y que contenía las joyases t aba vac í a enc ima de l t ocador.Al ver la , Spade f runció e l ceño, sepasó la lengua por los lab ios , vagóp o r l a s h a b i t a c i o n e s m i r á n d o l otodo pe ro s in toca r nada y luegosal ió de l Coronet y regresó a l cen-t ro de la c iudad.

En el portal del edificio de oficinasen que trabajaba Spade, se topó con elchico que había visto en casa de Gutman.El chico se atravesó en el camino deSpade, bloqueando la entrada, y le dijo:

—Vamos. Quiere verte.

E l c h i c o t e n í a l a s m a n o s e nl o s b o l s i l l o s d e l a b r i g o : y l o sb o l s i l l o s a b u l t a b a n m á s d e l oq u e h u b i e r a s i d o n e c e s a r i o .

Spade sonrió y dijo burlón:—No te esperaba hasta las cinco y

veinticinco. Confío en no haberte he-cho esperar.

El chico levantó la mirada hasta laboca de Spade y habló con voz forza-da, como si le doliera algo:

— S i g u e m e t i é n d o t e y v a s at e n e r q u e s a c a r t e e l p l o m o d e lo m b l i g o .

Spade soltó una risita.—Cuanto más barato el pillo, más lar-

ga por el piquillo —dijo alegremente—. Venga, vámonos.

Caminaron por Sutter Street codocon codo. El chico seguía con lasmanos en los bolsi l los del abrigo.Caminaron algo más de una manza-na en si lencio. Entonces Spade pre-guntó con simpatía:

—¿Cuánto tiempo llevas en la acerade enfrente, hijo?

un t i roteo, y así l legó s in más peri-pecias hasta la página 35, en la queaparec ían e l par te meteoro lógico ,e l m o v i m i e n t o d e l p u e r t o , n o t a sag r í co l a s , de f i nanzas , de d ivo r-cios, nacimientos, bodas y muertes.Leyó la l is ta de los fal lecidos, pasórápidamente las hojas 36 y 37 -co-t izac iones de Bolsa- , no encontrónada de in terés en la 38 y ú l t imapágina, suspiró, dobló el periódico,se lo metió en el bolsi l lo del abri-go, y l ió un cigarr i l lo .

Cinco minutos permaneció en elportal del edificio de oficinas, fu-mando, con la mirada perdida y demal humor. Entonces fue caminan-do Stockton Street arr iba, paró untaxi y se dirigió a Coronet.

Entró en el edificio, y luego en eldepartamento de Brigid con la llaveque ella le había dado. El vestido azulde la noche anterior estaba tirado en-cima de los pies de la cama. Las me-dias y los zapatos azules estaban enel suelo de la alcoba. La caja policro-ma que contuvo las joyas en el cajóndel tocador estaba ahora vacía y en-cima del mueble. Spade la contemplócon mirada hosca, se pasó la lenguapor los labios, fue de un lado a otropor las distintas habitaciones, mirán-dolo todo y no tocando nada, y acabópor salir del Coronet y volver al cen-tro de la ciudad.

A l a pue r t a de l ed i f i c io en quees t aba su despacho se d io de ca racon e l gua rdaespa ldas de Gu tman .El ch ico se puso de lan te de Spade ,ce r rándo le e l paso y d i jo :

—Venga. Le quiere ver.

El muchacho conservaba las manos en losbolsillos del abrigo. Los dos bolsillos estabanmás abultados de lo que resultaría razonablesi sólo hubieran contenido las manos.

Spade sonrió y dijo, burlonamente:— N o t e e s p e r a b a h a s t a l a s

c i n c o y v e i n t i c i n c o . ¿ Te h e h e -c h o e s p e r a r ?

El muchacho alzó la mirada hasta laboca de Spade y dijo en tono forzado,como si algo le doliera físicamente:

—Usted siga metiéndose conmigo y seva a encontrar de buenas a primerassacándose una bala del ombligo.

Spade se echó a reír y dijo alegremente:— C u a n t o m á s r u i n e l r u f i á n ,

m á s c h á c h a r a s a b e . V a m o s ,a n d a n d o .

Subieron la Sut te r St ree t e l unojunto a l o t ro . El ch ico no sacó lasmanos de los bols i l los de l abr igo .Recorr ie ron en s i lenc io como unam a n z a n a , y e n t o n c e s S p a d e p r e -guntó , apac ib lemente :

—¿Cuánto tiempo hace que te pasastedesde la acera de enfrente, chico?

patter 1 (informal)(= talk) labia f [of salesman] rollo(informal) m; discursito (informal) m

patter 2 A) [of feet] golpeteo; [of rain] tamborileo mB) intransitive verb [feet] golpetear (rain)golpetear; tamborilear C) repeat (prayers etc.) ina rapid mechanical way; talk glibly ormechanically= 1. parlotear 2. tamborilear,golpetear

1 patter: to say or speak in a rapid or mechanicalmanner

1 : to recite prayers (as paternosters) rapidly ormechanically

2 : to talk glibly and volubly 3 : to speak or sing rapid-fire words in a theatrical

performance..... 2 : the spiel [rollo, perorata] of a street hawker or of

a circus barker 3 : empty chattering talk 4 a (1) : the rapid-fire talk of a comedian (2) : the

talk with which an entertainer accompanies aroutine b : the words of a comic song or of a rapidlyspoken usually humorous monologue introducedinto such a song

3 patter 1 : to strike or pat rapidly and repeatedly 2 : to run with quick light-sounding steps to cause

to patter 4 patter : a quick succession of light sounds or pats

2 patter Function: noun 1 : a specialized lingo : cant ; especially : the jargon

of criminals (as thieves)

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The boy did not show that he hadheard the question.

“ D i d y o u e v e r — ? ” S p a d eb e g a n , a n d s t o p p e d . A s o f tl i g h t b e g a n t o g l o w i n h i sy e l l o w i s h e y e s . H e d i d n o ta d d r e s s t h e b o y a g a i n .

They went in to the Alexandria ,rode up to the twe l f th f loor, andwalked down the corr idor towardsGutman’s suite. Nobody else was inthe corridor.

Spade l agged a l i t t l e , so t ha t ,when they were within fifteen feet ofGutman’s door, he was perhaps a footand a half behind the boy. He leanedsidewise suddenly and grasped theboy from behind by both arms, justbeneath the boy’s elbows. He forcedthe boy’s arms forward so that theboy’s hands, in his overcoat-pockets,lifte d t h e o v e r c o a t u p b e f o r e h i m .T h e b o y s t r u g g l e d a n d s q u i r m e d ,b u t h e w a s i m p o t e n t i n t h e b i gm a n ’s g r i p . T h e b o y k i c k e d b a c k ,b u t h i s f e e t w e n t b e t w e e nS p a d e ’s s p r e a d l e g s.

Spade lifted the boy straight upfrom the floor and brought him downhard on his feet again. The impactmade little noise on the thick carpet.At the moment of impact Spade’shands slid down and got a fresh gripon the boy’s wrists. The boy, teeth sethard together, did not stop strainingagainst the man’s big hands, but hecould not tear himself loose, couldn o t k e e p t h e m a n ’s h a n d s f r o mcrawling down over his own hands.T h e b o y ’s t e e t h g r o u n d t o g e t h e raudibly, making a noise that mingledwith the noise of Spade’s breathingas Spade crushed the boy’s hands.

They were tense and motionlessfor a long moment. Then the boy’sarms became l imp. Spade releasedthe boy and stepped back. In each ofSpade’s hands, when they came outof the boy’s overcoat-pockets, therewas a heavy automatic pistol.

The boy turned and faced Spade.The boy’s face was a ghastly whiteb l a n k . H e k e p t h i s h a n d s i n h i so v e r c o a t - p o c k e t s . H e l o o k e d a tS p a d e ’s c h e s t a n d d i d n o t s a yanything.

Spade put the pistols in his ownp o c k e t s a n d g r i n n e d d e r i s i v e l y.“Come on.” he said. “This will putyou in solid with your boss.”

They went to Gutman’s door andSpade knocked .

El chico no pareció haber oído lapregunta.

— ¿ A l g u n a v e z . . . ? — c o m e n z óa d e c i r S p a d e y s e d e t u v o . U n as u a v e l u z e m p e z ó a i l u m i n a r s u so j o s g r i s e s a m a r i l l e n t o s . Ya n ov o l v i ó a d i r i g i r s e a l c h i c o .[444]

Entraron en el Alexandria, subie-ron al duodécimo piso y caminaronpor el pasillo hasta la entrada de lasuite de Gutman. No había nadie másen el pasillo.

Spade remoloneó un poco de mane-ra que cuando estaban a unos cincometros de la puerta de Gutman, ibacomo un palmo o dos por detrás de chi-co. De pronto se dejó caer hacia un ladoy sujetó al chico por los brazos, a la al-tura de los codos. Entonces empujó losbrazos hacia adelante, de modo que lasmanos del chico, metidas en los bolsi-llos, levantaron el abrigo hacia adelan-te. El chico se resistió y se retorció peroestaba impotente ante la presa del hom-brón. El chico dio patadas hacia atrás,pero sus pies golpearon el vacío entrelas piernas abiertas de Spade.

Spade levantó al chico del suelo y vol-vió a dejarlo violentamente. El impactoprodujo un ruido sordo en la gruesa al-fombra. En el momento del impacto, lasmanos de Spade se deslizaron hacia aba-jo para coger al chico nuevamente, estavez por las muñecas. El chico, con losdientes muy apretados, no dejó de re-sistirse contra las manazas del hom-bre, pero no podía soltarse ni impedirque las manos del hombre se desliza-ran sobre las suyas. Los dientes delchico rechinaban audiblemente, ha-ciendo un ruido que se mezclaba conla respiración de Spade mientras éstele apretaba las manos.

Estuvieron en tensión e inmóvilesdurante un largo momento. Luego losbrazos del chico cedieron. Spade lo sol-tó y se echó hacia atrás. En las manosde Spade, que salieron de los bolsillosdel abrigo del chico, había sendas pis-tolas automáticas.

El chico se volvió y se encaró conSpade. Estaba mortalmente pál ido________. S e g u í a c o n l a s m a n o se n l o s b o l s i l l o s . M i r a b a e lp e c h o d e S p a d e s i n d e c i rn a d a .

Spade se met ió l a s p i s to las enlos bols i l los y sonrió con despre-cio. —Venga —dijo—. Esto te va asuponer muchos puntos.

Llegaron a la puerta de Gutmany Spade l lamó .

El muchacho no demostró haber oídola pregunta.

—¿Alguna vez has...? —comenzó adecir Spade. Pero se interrumpió. Una luzapagada había comenzado a iluminar te-nuemente sus ojos amarillentos. No vol-vió a dirigirse al muchacho.

Entraron en el Alexandria, subieron enel ascensor al duodécimo piso y echarona andar por el pasillo que conducía a lashabitaciones de Gutman. El pasillo esta-ba desierto.

Spade se rezagó ligeramente. Cuandoestaban a seis pasos de la puerta deGutman, Spade se hallaba ya como a unpaso detrás del muchacho. En ese momen-to se inclinó hacia un lado súbitamente yagarró por detrás los dos brazos del chi-co, un poco por debajo de los codos. Leforzó a extender los brazos hacia adelan-te de tal manera que las manos, embuti-das en los bolsillos del abrigo, levanta-ron éste. El muchacho se debatió y retor-ció, pero, sujeto como estaba por las ma-nos de Spade, nada pudo hacer. Coceó confuria, mas sus pies pasaron por entre laspiernas abiertas de Spade.

Spade le levantó en vilo y luego le bajócon fuerza sobre los pies. El impacto hizopoco ruido sobre la gruesa alfombra. Enel mismo momento en que los pies delchico dieron contra el suelo, las manosdel detective se deslizaron por sus brazosy agarraron las muñecas. El chico, apre-tando los dientes, seguía tratando de sol-tarse de las manos que le sujetaban, perono pudo lograrlo, ni tampoco evitar quelas manazas de Spade se apoderaran delas suyas. Los dientes del chico rechina-ban, hacienda un ruido que se entremez-cló con el de la respiración de Spade,cuando éste estrujó las manos prisione-ras la una contra la otra.

Ambos permanecieron tensos e inmóvi-les durante un larguísimo instante. Luego, losbrazos del chico cayeron desmadejados.Spade le soltó y dio un paso atrás. En cadamano de Spade, una vez fuera de los bolsi-llos del abrigo del muchacho, había una pis-tola automática de grueso calibre.

El chico se volvió y quedó de frente aSpade. Su rostro estaba mortalmente pá-lido y sin expresión. Tenía las manos enlos bolsillos del abrigo. Clavó la miradaen el pecho de Spade y permaneció en si-lencio.

Spade se metió las dos pistolas en losbolsillos y sonrió despreciativamente.

—Vamos adentro —le dijo—. Esto leva a gustar mucho a tu patrón.

Se acercaron a la puerta de Gutman, ySpade llamó con los nudillos.

solid with on good terms

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XIII.

The Emperor ’s Gift

G u t m a n o p e n e d t h e d o o r . Ag l a d s m i l e l i g h t e d h i s f a t f a c e .H e h e l d o u t a h a n d a n d s a i d :“Ah, come in , s i r ! Thank you forcoming. Come in.”

Spade shook the hand and entered.The boy went in behind him. The fatman shut the door. Spade t o o k t h eb o y ’ s p i s t o l s f r o m h i s p o c k e t sa n d h e l d t h e m o u t t o G u t m a n .“Here . You shou ldn’t l e t h im runa r o u n d w i t h t h e s e . H e ’ l l g e th imse l f hu r t . ”

Th e f a t m a n l a u g h e d m e r r i l yand took the p i s to l s . “Well, well,”he said , “what’s this?” He lookedfrom Spade to the boy.

S p a d e s a i d : “ A c r i p p l e dnewsie took them away from him, butI made him give them back.”

The white-faced boy took the pistolsout of Gutman’s hands and pocketedthem. The boy did not speak.

G u t m a n l a u g h e d a g a i n . “ B yGad, s i r, ” he to ld Spade , “you’rea c h a p w o r t h k n o w i n g , a na m a z i n g c h a r a c t e r . C o m e i n . S i tdown. Give me your hat.”

T h e b o y l e f t t h e r o o m b yt h e d o o r t o t h e r i g h t o f t h ee n t r a n c e .

The fat man installed Spade in ag r e e n p l u s h c h a i r b y t h e t a b l e ,pressed a cigar upon him, held a lightto it, mixed whiskey and carbonatedwater, put one glass in Spade’s hand,and , ho ld ing the o the r , s a t downfacing Spade.

“Now, sir,” he said, “I hope you’lllet me apologize for—”

“Never mind that ,” Spade said .“Let’s talk about the black bird.”

T h e f a t m a n c o c k e d h i sh e a d t o t h e l e f t a n d r e g a r d e dS p a d e w i t h f o n d e y e s .“ A l l r i g h t , s i r , ” h e a g r e e d .“ L e t ’s . ” H e t o o k a s i p f r o m t h eg l a s s i n h i s h a n d . “ T h i s i s g o i n gt o b e t h e m o s t a s t o u n d i n g t h i n gy o u ’ v e e v e r h e a r d o f , s i r , a n d Is a y t h a t k n o w i n g t h a t a m a n o fy o u r c a l i b e r i n y o u r p r o f e s s i o nm u s t h a v e k n o w n s o m ea s t o u n d i n g t h i n g s i n h i s t i m e . ”

Spade nodded politely.

The fat man screwed up his eyesand asked: “What do you know, sir,about the Order of the Hospital of St.John of Jerusalem, later called theKnights of Rhodes and other things?”

CAPÍTULO XIII

El regalo del emperador

Gutman abrió la puerta. Una sonrisaalegre iluminaba su gorda cara. Tendióuna mano diciendo:

—Ah, pase caballero. Gracias porvenir. Pase.

Spade estrechó la mano y entró. Elchico entró por delante de él. El gor-do cerró la puerta. Spade se sacó laspistolas del chico de los bolsillos yse las tendió a Gutman.

—Tome. No debería dejarle que fue-ra con éstas por ahí. Acabará haciéndo-se daño.

El gordo rió alegremente y cogió laspistolas.

—Vaya, vaya —dijo mirando prime-ro a Spade y luego al chico—, ¿y esto?

Spade respondió:—Se las quitó un vendedor de pren-

sa paralítico, pero yo conseguí que selas devolviera.

El chico de cara blanca cogió las pis-tolas de manos de Gutman y se las em-bolsó. No dijo nada.

Gutman volvió a reírse.—Por Dios, caballero —dijo a Spade—

, es usted un tipo que merece la pena co-nocer, un personaje asombroso. Venga,siéntese. Déme su sombrero.

El chico abandonó la estancia porla puerta que había a la derecha de laentrada.

El gordo instaló a Spade en unode los s i l lones lujosos cercanos ala mesa, le ofreció un puro, se loencendió, mezcló whisky y soda, lepuso a Spade un vaso en la mano y,sosteniendo el otro, se sentó frentea Spade.

—Y ahora, caballero —dijo—, esperoque me permita disculparme por...

—No importa —dijo Spade—. Ha-blemos del pájaro negro.

E l g o r d o e c h ó l a c a b e z a h a -c i a l a i z q u i e r d a y m i r ó aS p a d e c o n o j o s a f e c t u o s o s .

—De acuerdo, caballero —asin-tió—. H a b l e m o s — b e b i ó u n s o r -b o d e l v a s o q u e t e n í a e n l am a n o — . E s t o e s l o m á s a s o m b r o -s o q u e h a b r á o í d o e n s u v i d a , c a -b a l l e r o , y l o d i g o s a b i e n d o q u eu n h o m b r e d e s u c a t e g o r í a e n s up ro fe s ión debe habe r conoc ido nop o c a s c o s a s a s o m b r o s a s .

Spade asintió cortésmente.

El gordo le clavó los ojos y le preguntó:—¿Qué sabe usted de la Orden del

Hospital de San Juan de Jerusalén, quemás tarde fue llamada de los Caballe-ros de Rodas, aparte de otras cosas?

13.

El regalo del emperador

Gutman abrió la puerta. Una alegresonrisa iluminaba el obeso rostro. Alargóla mano y dijo:

—Pase, pase. Muchas gracias por ha-ber venido... Pase usted.

Spade le estrechó la mano y entró. Elmuchacho do hizo después que él. Elhombre gordo cerró la puerta. Spade sacóde los bolsillos las dos pistolas del chicoy se las ofreció a Gutman.

—No debiera usted dejarle que fuerapor ahí con estas cosas. Se va a hacerdaño.

El hombre gordo rió alegremente y co-gió las pistolas.

—¡Vaya, vaya! —dijo—. ¿Qué ha pa-sado...? —y miró a Spade y al chico.

—Nada de particular —respondióSpade—. Un chico tullido vendedor deperiódicos que se las quitó. Pero yo hiceque se las devolviera.

El demudado muchacho cogió las pis-tolas de manos de Gutman y se las metióen el bolsillo. No dijo ni una palabra.

Gutman volvió a reírse:—Vaya, vaya... Le aseguro que vale

la pena conocerle a usted. Es usted unsujeto notable, asombroso. Pase, pase.Siéntese. Déme el sombrero.

El muchacho salió de la habitación porla puerta que quedaba a la derecha de lade entrada.

El hombre gordo acomodó a Spade enun sillón de terciopelo verde junto a lamesa, le instó a que aceptara un cigarropuro y le ofreció fuego, escanció whiskyy agua de seltz, entregó un vaso a Spade,y con otro en la mano, se sentó enfrentede él.

—Y ahora —dijo—, espero que mepermita presentarle mis disculpas...

—Déjelo estar —dijo Spade—. Vamosa hablar del pájaro negro.

El hombre gordo inclinó la cabeza ha-cia un lado y contempló a Spade con ojosde admiración.

—Perfectamente —asintió—. Hable-mos del pájaro negro.

Tomó un sorbo de su vaso y siguió diciendo:—Este va a ser, señor mío, el relato

más asombroso que haya usted oído; y lodigo a sabiendas de que un hombre quedescuelle en su profesión debe de haberoído cosas muy fuera de lo corriente conel correr de los años.

Spade inclinó la cabeza cortésmente.

El hombre gordo arrugó los ojos y preguntó:—¿Qué sabe usted, señor mío, de la Or-

den de los Caballeros Hospitalarios de SanJuan de Jerusalén, más tarde llamados Caba-lleros de Rodas y por otros nombres?

crippled newsy full of news

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S p a d e w a v e d h i s c i g a r . “ N o tmuch—only what I remember fromh i s t o r y i n s c h o o l — C r u s a d e r s o rsomething.”

“Very good. Now you don’t rememberthat Suleiman the Magnificent chasedthem out of Rhodes in 1523?”

“No.”

“Well, sir, he did, and they settledin Crete. And they stayed there forseven years, unti l 1530 when theypersuaded the Emperor Charles V togive them” —Gutman held up threepuffy f ingers and counted them—“Malta, Gozo, and Tripoli.”

“Yes?”

“Yes, sir, but with these conditions:they were to pay the Emperor each yearthe tr ibute of one” —he held up afinger— “ falcon in acknowledgmentthat Malta was still under Spain, andif they ever left the island it was torevert to Spain. Understand? He wasgiving it to them, but not unless theyused it, and they couldn’t give or sellit to anybody else.”

“Yes.”

T h e f a t m a n l o o k e d o v e r h i ss h o u l d e r s a t t h e t h r e e c l o s e dd o o r s , h u n c h e d h i s c h a i r a f e winches nearer Spade’s , and reducedh i s v o i c e t o a h u s k y w h i s p e r :“Have you any concept ion of theextreme, the immeasurable, wealthof the Order at that time?”

“If I remember,” Spade said, “theywere pretty well fixed.”

G u t m a n s m i l e d i n d u l g e n t l y.“ P r e t t y w e l l , s i r , i s p u t t i n g i tm i l d l y . ” H i s w h i s p e r b e c a m el o w e r a n d m o r e p u r r i n g .“They were ro l l i ng in wea l th , s i r.Yo u ’ v e n o i d e a . N o n e o f u s h a sa n y i d e a . F o r y e a r s t h e y h a dpreyed on the Sa racens , had t akenn o b o d y k n o w s w h a t s p o i l s o fg e m s , p r e c i o u s m e t a l s , s i l k s ,i v o r i e s — t h e c r e a m o f t h e c r e a mo f t h e E a s t . T h a t i s h i s t o r y, s i r.We a l l know tha t t he Ho ly Wars tot h e m , a s t o t h e Te m p l a r s , w e r el a rge ly a ma t t e r o f l oo t .

“Well, now, the Emperor Charles hasgiven them Malta, and all the rent heasks is one ins ignif icant b i rd perannum, just as a matter of form. Whatcould be more natural than for theseimmeasurably wealthy Knights to lookaround for some way of expressing theirgratitude? Well, sir, that’s exactly whatthey did, and they hit on the happythought of sending Charles for the firstyear’s tribute, not an insignificant livebird, but a glorious golden falconencrus ted f rom head to foo t w i th

Spade movió su cigarro.—No mucho... sólo lo que recuerdo

de lo que aprendí de historia en el cole-gio... cruzados o algo así.

—Muy b ien . ¿No recuerda queSolimán el Magnífico los expulsó deRodas en 1523?

—No.

—Pues sí, caballero, eso hizo, y ellosse asentaron en Creta, en donde estu-vieron siete años, hasta que en 1530convencieron al emperador Carlos Vpara que les diera —y Gutman levantótres dedos gordezuelos y fue contan-do— Malta, Gozo y Trípoli.

—¿Sí?

—Sí, caballero, pero con estas con-diciones: tendrían que pagar al Empe-rador, todos los años, el tributo de un—y levantó un dedo—halcón, como re-conocimiento de que Malta seguía per-teneciendo a España, y si ellos abando-naban Malta, la isla revertiría a Espa-ña. ¿Comprendido? Se la daba pero sólosi la utilizaban, y no podían venderlani donarla a nadie más.

—Sí.

E l g o r d o m i r ó p o r e n c i m a d e lh o m b r o l a s t r e s p u e r t a s c e r r a d a s ,a c e r c ó u n p o c o m á s s u s i l l ó n a ld e S p a d e y b a j ó l a v o z h a s t a c o n -v e r t i r l a e n u n s u s u r r o r o n c o :

—¿Tiene usted alguna idea de la ex-trema, inconmensurable riqueza de laOrden en aquella época?

—Si bien recuerdo —dijo Spade—,no les iba mal.

Gutman sonrió con indulgencia.—Nada mal, caballero, es una ma-

nera de decirlo suavemente —su susu-rro fue bajando y convirtiéndose en unronroneo—. Nadaban en oro, caballe-ro. No tiene usted ni idea. Ninguno denosotros tiene ni idea. Llevaban añosrapiñando a los sarracenos, habían cap-turado ni se sabe qué botines de gemas,metales preciosos, sedas, marfiles... lacrema de las cremas orientales. Eso eshistoria, caballero. Todos sabemos quepara ellos, lo mismo que para los tem-plarios, esas guerras santas eran sobretodo una cuestión de botín.

»Pues bien, el emperador Carlos leshabía dado Malta y lo único que pidepor año es un pájaro insignificante,simplemente para guardar las formas.¿Qué más natural para estos caballe-ros inconmensurablemente ricos quebuscar la forma de expresar su grati-tud? Pues bien, caballero, eso es lo quehicieron, y tuvieron la feliz idea deenviar al emperador Carlos como tri-buto del primer año, no un insignifi-cante pájaro vivo, sino un fabulosohalcón de oro, recubierto de los pies

Spade alzó el puro en el aire.—No mucho. Sólo lo que recuerdo de

cuando estudiaba Historia en el colegio.Eran cruzados, o algo así.

—Muy bien. ¿Recuerda usted queSolimán el Magnífico los echó de Rodasen 1523?

—No.

—Pues lo hizo, señor mío, lo hizo, yentonces se establecieron en Creta. Allípermanecieron siete años, hasta que en1530 persuadieron al emperador Carlos Va que les cediera —y Gutman alzó treshinchados dedos y contó de uno a tres—Malta, Gozo y Trípoli.

—¿Sí?

—Sí, pero con estas condiciones: quetendrían que pagar al emperador un tri-buto anual consistente en un —alzó eldedo— halcón como reconocimiento deque Malta seguía bajo el dominio de Es-paña, y que si alguna vez abandonaban laisla, ésta revertiría a España. ¿Compren-de? El emperador se la cedía, pero única-mente a condición de que la habitaran, nopudiendo cederla o venderla a nadie.

—Sí.

El hombre gordo volvió la cabeza y mirósucesivamente a las tres puertas cerradas,acercó su sillón a unas cuantas pulgadas dedistancia del de Spade y bajó la voz hastaque se convirtió en un ronco murmullo.

—¿Tiene usted alguna idea acerca de la ri-queza, de la enorme riqueza, de la incalculableriqueza de la Orden en aquellos tiempos?

—Si no recuerdo mal —dijo Spade—tenían bien cubierto el riñón.

Sonrió Gutman indulgente.—Bien cubierto, señor mío, se me antoja

una expresión excesivamente moderada.El susurro de su voz se hizo aún más

bajo y cuchicheante:—Nadaban en riquezas. No tiene

usted idea. Ni usted ni nadie. Lle-vaban años y más años cogiéndolesbotín a los sarracenos, y habían llegado a ateso-rar lo que nadie sabe en gemas, metales preciosos,sedas, marfiles..., lo mejor del Oriente. Esto,señor mío, es pura historia. Todos sabemosque para ellos, y también para los Templa-rios, las guerras santas eran en gran medidauna cuestión de botín.

Pues bien, el emperador Carlos lescede Malta, y todo el censo que les pidees la entrega de un miserable pájaro alaño, una pura formalidad. ¿No es muynatural que aquellos caballeros incalcu-lablemente ricos buscaran alguna mane-ra de expresar su agradecimiento? Y eso,señor mío, es precisamente lo que hicie-ron. Se les ocurrió la feliz idea de pagara Carlos el tributo correspondiente alprimer año, no con un ruin pájaro de plu-mas y carne, sino con un maravillosohalcón de oro, embellecido de la cabeza a lasencrusted covered with crust; engastado, engastar

incastrare, encajar y embutir una cosa en otra, comouna piedra preciosa en un metal.

XXprecious y precioso se usan como caro, costoso, valio-so, y precious se aplica a amistad o momento, comoinapreciable, grato, preciado, pero puede degradarsu denotación para referirse a amanerado, afectado /rebuscado [estilo], melindroso, pero también se usacon cantidades para considerable, mucho y, en estilofamiliar, para querido; en cambio, la primera acep-ción de precioso es pretty, beautiful, lovely y, ensentido figurado, delightful, wonderful. Precioustambién se usa como adverbio en el habla común paratraducir muy, y preciosity tiene matiz negativo depreciosismo, amaneramiento, mientras que precio-sidad es positivo para charm, beauty, marvel.

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t h e f i n e s t j e w e l s i n t h e i rc o f f e r s . And—remember, sir—theyhad fine ones, the finest out of Asia.”Gutman stopped whispering. His sleekdark eyes examined Spade’s face, whichwas placid. The fat man asked: “Well, sir,what do you think of that?”

“I don’t know.”

T h e f a t m a n s m i l e dc o m p l a c e n t l y. “ T h e s e a r e f a c t s ,h i s t o r i c a l f a c t s , n o t s c h o o l b o o kh i s t o r y , n o t M r . W e l l s ’ sh i s t o r y , b u t h i s t o r ynever the les s . ” He l eaned fo rward .“The archives of the Order from thetwelfth century on are still at Malta.They are not intact, but what is thereholds no less than three” —he heldup three fingers— “references thatcan’t be to anything e lse but th isjeweled falcon. In J . Delavi l le LeRoulx’s Les Archives de l’Ordre deSaint-Jean there is a reference to it—oblique to be sure, but a referencestill. And the unpublished—becauseunfinished at the time of his death—supplement to Paoli’s Dell’ origineed instituto del sacro militar ordineh a s a c l e a r a n d u n m i s t a k a b l estatement of the facts I am tell ingyou.”

“All right,” Spade said.

“ A l l r i g h t , s i r . G r a n d M a s t e rVil l iers de l ’Is le d’Adam had thisf o o t - h i g h j e w e l e d b i r d m a d e b yTurkish slaves in the cast le of St .Angelo and sent it to Charles, whowas in Spain. He sent it in a galleyc o m m a n d e d b y a F r e n c h k n i g h tn a m e d C o r m i e r o r C o r v e r e , amember o f the Order. ” His vo icedropped to a whisper again. “It neverr e a c h e d S p a i n . ” H e s m i l e d w i t hcompressed l ips and asked : “Youk n o w o f B a r b a r o s s a , R e d h e a r d ,Khair-ed-Din? No? A famous admiralof buccaneers sailing out of Algiersthen. Well, sir, he took the Knights’galley and he took the bird. The birdwent to Algiers. That’s a fact. That’sa fact that the French historian PierreDan put in one of his let ters fromAlgiers. He wrote that the bird hadbeen there for more than a hundredyears, until it was carried away byS i r F r a n c i s Ve r n e y, t h e E n g l i s ha d v e n t u r e r w h o w a s w i t h t h eAlger i an buccanee r s fo r a whi l e .Maybe i t wasn ’t , bu t P i e r r e Danb e l i e v e d i t w a s , a n d t h a t ’s g o o denough for me.

“There’s nothing said about theb i r d i n L a d y F r a n c i s Ve r n e y ’sMemoirs of the Verney Family duringthe Seventeenth Century, to be sure.I looked. And it’s pretty certain thatSir Francis didn’t have the bird whenhe d i ed in a Mess ina hosp i t a l i n1615. He was stony broke. But, sir,there’s no denying that the bird didgo to Sicily. It was there and it came

a la cabeza con las joyas más finas de suscofres. Y, recuérdelo caballero, las teníanestupendas, las más finas de Asia —Gutman dejó de susurrar. Sus ojos astutosescrutaban el rostro, plácido, de Spade.El gordo preguntó—: Y bien, caballe-ro, ¿qué le parece?

—No lo sé.

El gordo sonrió complacido.— E s t o s s o n h e c h o s , h e c h o s

h i s t ó r i c o s , n o d e l o s q u e v i e n e ne n l o s l i b r o s e s c o l a r e s , n i d el o s q u e c u e n t a e l s e ñ o r We l l s ,p e r o h i s t o r i a a l f i n y a l c a b o —s e i n c l i n ó h a c i a a d e l a n t e — .Los archivos de la Orden desde el sigloXII en adelante siguen en Malta. Noestán intactos, pero lo que queda ofre-ce tres —y volvió a levantar tres de-dos— datos que no pueden sino refe-rirse a ese halcón enjoyado. En Lesarchives de l’Ordre de Saint Jean, deJ. Delaville Le Roulx, hay una referen-cia, oblicua desde luego, pero referen-cia al fin y al cabo. Y el suplementono publicado, ya que no lo había ter-minado cuando murió, a Dell’origineed istituto del sacro militar ordine, dePaoli, contiene una confirmación cla-ra e inequívoca de los hechos que leestoy refiriendo.

—De acuerdo.

—De acuerdo, caballero. El granmaestre Villiers de l’Isle Adam orde-nó que los esclavos turcos del castillode Sant’Angelo fabricaran este pájaroenjoyado de un pie de altura y que lefuera enviado al emperador Carlos, queestaba en España. Lo mandó en una ga-lera al mando de un caballero francésllamado Cormier o Corbiere miembrode la Orden —volvió a hablar en susu-rros—. Nunca llegó a España —sonriócon los labios apretados y preguntó—: ¿Ha oído hablar de Barbarroja, Jair-ed-Din? ¿No? Un famoso almiran-te de bucaneros que por entoncestenían su base en Argel . Pues bien,cabal lero, capturó la galera de loscaballeros y se hizo con el pájaro.Eso es un hecho. Un hecho descri-to por el his toriador francés PierreDan en una de sus cartas desde Ar-gel . Escribió que el pájaro estuvoall í más de cien años, hasta que selo l levó un tal s i r Francis Verney,ese aventurero inglés que pasó unatemporada con los bucaneros arge-l inos . A lo me jo r no ocur r ió a s í ,pero Pierre Dan lo creyó así y a míme vale con eso.

»Del pájaro no se dice nada en Me-morias de la familia Verney en el si-glo XVII, de lady Frances Verney, esodesde luego. Lo he comprobado. Y loque es seguro es que sir Francis notenía el pájaro en su poder al moriren un hospital de Messina en 1615.Estaba arruinado. Pero, caballero, nose puede negar que el pájaro fue efec-tivamente a Sicilia. Allí estuvo hasta

patas con las más finas joyas que hallaron en susarcas. Y no lo olvide, señor mío, las tenían mara-villosas: las mejores, las más ricas llegadas del Asia.

Cesó el murmullo de Gutman. Sus ojos sagacesy oscuros examinaron el rostro de Spade, que semostraba apacible. Y el hombre gordo preguntó:

—¿Bien, señor mío? ¿Qué le parece?

—No lo sé.

El hombre gordo sonrió indulgente.—Tales son los hechos, los hechos his-

tóricos. Hechos que no encontrará usteden el libro de Historia de un colegial, nien la Historia de mister Wells, pero his-toria indudable, a pesar de todo.

Se inclinó hacia Spade y prosiguió:—Los archivos de la Orden, des-

de el siglo XII en adelante, siguen enMalta. No están intactos, pero en loque queda de ellos existen tres —y alzótres dedos— alusiones que no puedenreferirse sino a este enjoyado halcón.En Les Archives de l’Ordre de Saint-Jean se encuentra una alusión a ello;una alusión indirecta, ciertamente,pero alusión, no obstante. En la obrainédita de Paoli, inédita porque no es-t aba t e rminada cuando mur ió ;Dell’origine ed istituto del sacro mili-tar ordine se expresan los hechos a quehe venido refiriéndome de manera cla-ra e inequívoca.

—Está bien —dijo Spade.

— E s t á m u y b i e n , s e ñ o r m í o .Vi l l ie rs de l ’ I s le -Adam, e l Rectoro Gran Maes t re , h izo que los es -c l avos tu rcos de l cas t i l l o de SanAngelo fabr icaran es te pá jaro en-joyado y se lo envió a Car los , quese encont raba en España . Lo envióen una ga lera a l mando de un ca-ba l le ro f rancés l lamado Cormier oCorvere , miembro de la Orden.

La voz volvió a quedar convertida en un susurro:—Jamás llegó a España.Sonrió con los labios apretados y preguntó:—¿Ha oída usted hablar de Barbarossa,

o Barbarroja, o Khair-ed-Din? ¿No? Un fa-moso almirante de los bucaneros que poraquel entonces tenían su guarida en Argel.Pues Barbarroja se apoderó de la galera delos Caballeros y del pájaro. El pájaro fue aparar a Argel. Eso es un hecho. Eso es unhecho que cita el historiador francés PierreDan en una de las cartas que escribió des-de Argel. Escribió que el pájaro permane-ció allí durante más de cien años, hasta quese lo llevó Sir Francis Verney, un aventu-rero inglés que vivió con los piratas arge-linos durante algún tiempo. Quizá no se lollevó, pero Pierre Dan creía que sí, y esome basta.

»Nada dice acerca del pájaro delady Francis Verney en sus Memoirso f t h e Ve r n e y F a m i l y d u r i n g t h eSeventeenth Century. Es cierto. Y esbastante probable que Sir Francis noestuviera en posesión del pájaro cuan-do falleció en un hospital de Mesinaen 1615, pues estaba sin blanca. Pero,señor mío, no cabe negar que el pája-ro fue a Sicilia. Es seguro que se en-

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;

dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

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into the possession there of VictorA m a d e u s I I s o m e t i m e a f t e r h ebecame king in 1713, and it was oneo f h i s g i f t s t o h i s w i f e w h e n h em a r r i e d i n C h a m b é r y a f t e rabdicating. That is a fact, sir. Carutti,the author of Storia del Regno diVittorio Amadeo II , himself vouchedfor it.

“Maybe they—Amadeo and h i swife—took it along with them to Turinwhen he tried to revoke his abdication.Be that as it may, it turned up next inthe possession of a Spaniard who hadbeen with the army that took Naplesin 1734—the fa ther o f Don JoséMonino y Redondo , Count o fFloridablanca, who was Charles III’schief minister. There’s nothing to showthat it didn’t stay in that family untilat least the end of the Carlist War in’40. Then it appeared in Paris at justabout the time that Paris was full ofCarlists who had had to ge t out ofS p a i n . O n e o f t h e m m u s t h a v ebrought i t wi th h im, but , whoeverhe was , i t ’s l ike ly he knew nothingabout i t s rea l va lue . I t had been—n o d o u b t a s a p r e c a u t i o n d u r i n gt h e C a r l i s t t r o u b l e i n S p a i n —painted or enameled over to lookl i k e n o t h i n g m o r e t h a n a f a i r l yin teres t ing b lack s ta tue t te . And int h a t d i s g u i s e , s i r , i t w a s , y o umight say, k icked around Par is forseventy years b pr ivate owners anddea le r s too s tup id to see wha t i twas under the sk in .”

T h e f a t m a n p a u s e d t os m i l e a n d s h a k e h i s h e a dr e g r e t f u l l y . T h e n h e w e n to n : “For seven ty yea r s , s i r, t h i smarvelous i tem was, as you mightSay, a foo tba l l i n t he gut ters ofP a r i s — u n t i l 1 9 11 w h e n a G r e e kd e a l e r n a m e d C h a r i l a o sKonstantinides found it in an obscureshop. It didn’t take Charilaos long tolearn what it was and to acquire it.N o t h i c k n e s s o f e n a m e l c o u l dconcea l va lue f rom h i s eye s andnose. Well , s i r, Chari laos was theman who traced most of its historya n d w h o i d e n t i f i e d i t a s w h a t i tactual ly was. I got wind of i t andfinally forced most of the history outof him, though I’ve been able to adda few details since.

“Cha r i l aos was i n no hu r ry t oconvert his find into money at once.H e k n e w t h a t — e n o r m o u s a s i t sintrinsic value was—a far higher, aterrific, price could be obtained fori t o n c e i t s a u t h e n t i c i t y w a sestablished beyond doubt. Possiblyhe planned to do business with oneof the modern descendents of the oldOrder—the English Order of St. Johno f J e r u s a l e m , t h e P r u s s i a nJohanni terorden, or the I ta l ian orGerman langues o f the Sovere ignOrder of Malta—all wealthy orders.”

convertirse en propiedad de VíctorAmadeo II un tiempo después de ac-ceder al trono en 1713, y fue uno delos regalos a su [448] esposa, tras sumatrimonio en Chambéry después dehaber abdicado. Es un hecho, caballe-ro . Carut t i , e l autor de Storia delregno di Vittorio Amadeo II, así locertifica.

»A lo mejor Amadeo y su esposa selo llevaron a Turín cuando él intentórevocar su abdicación. Sea como sea,llegó a las manos de un español quehabía estado en la armada que tomóNápoles en 1734... el padre de don JoséMoñino y Redondo , conde deFloridablanca, el primer ministro deCarlos III. No hay nada que demues-tre que el halcón no se mantuvo en lafamilia hasta, por lo menos, el final dela guerra carlista del 40. Luego reapa-reció en París, justamente cuando Pa-rís estaba lleno de carlistas que habíantenido que huir de España. Debió haberlollevado uno de ellos, pero, fuera quienfuese, lo probable es que no supiera suauténtico valor. Como medida de precau-ción durante la revuelta carlista en Es-paña, lo habían pintado o barnizado paraque no pareciera más que la estatuilla deun pájaro, más o menos interesante. Yde esa guisa, caballero, fue dando tum-bos, si podemos decirlo así, por todoParís durante setenta años, pasando porlas manos de propietarios privados y tra-tantes demasiado estúpidos para darsecuenta de lo que había por debajo deaquella apariencia.

El gordo hizo una pausa para sonreíry menear la cabeza lamentando seme-jante ceguera. Luego prosiguió:

—Durante setenta años, caballero, estamaravillosa pieza fue, si es que puede de-cirse así, un balón de fútbol por los arroyosde París... hasta que en 1911 un tratantegriego llamado Charilaos Kostantinides loencontró en una tienda de mala muerte. ACharilaos no le costó mucho comprenderlo que era y adquirirlo: no había capa debarniz que pudiera ocultar su valor a susojos y a su nariz. Pues bien, caballero, fueCharilaos el que reconstruyó la mayor par-te de su historia y quien lo identificó comolo que actualmente es. A mí me llegaronlos rumores y terminé por sacarle la ma-yor parte de la historia, aunque yo mismohe podido añadir algunos detalles poste-riormente.

»Charilaos no tenía prisa ninguna entransformar su hallazgo en dinero con-tante y sonante. Sabía que, por enormeque fuera su valor intrínseco, se podríaobtener un precio muchísimo mayor porél una vez que se estableciera su auten-ticidad fuera de toda duda. Es posibleque pensara negociar con los moder-nos herederos de la antigua Orden...la Orden Inglesa de San Juan de Jeru-salén, las Prussian Johanniterorden olas ramas italiana o alemana de la So-berana Orden de Malta... todas ellasórdenes muy ricas.

contraba allí; pasó a manos de VíctorAmadeo I I poco an te s de sub i r a lt rono en 1713 , y fue uno de los re -ga los que l e h i zo a su e sposa , conla que se casó en Chambery des -pués de abd ica r. Eso e s un hecho ,señor mío . Caru t t i , au to r de Stor iade l Regno d i Vi t tor io Amadeo I I ,l o ce r t i f i ca .

»Pudiera ser que Amadeo y su esposalo llevaran consigo a Turín cuando él tra-tó de revocar el acta de su abdicación. Seacomo fuere, apareció más tarde en pose-sión de un español que perteneció al ejér-cito que tomó a Nápoles en 1734, elpadre de don Jasé Moñino y Redondo,conde de Floridablanca, ministro deCarlos III. Nada hay que indique queno permaneció en posesión de esa fa-milia, al menos hasta el final de la gue-rra carlista, el año 40. Entonces aparecióen París, en los días en que París estaba lle-no de carlistas que habían tenido que salirde España. Uno de ellos lo llevó consigo aParís, aunque, fuera quien fuere, es proba-ble que no estuviera enterado de su verda-dero valor. Pues indudablemente como me-dida de precaución, lo habían pintado o es-maltado durante la guerra carlista de Espa-ña para que no pareciera más que una esta-tuilla negra de algún interés. Y de esta gui-sa disfrazado, señor mío, estuvo andando,por así decirlo, de un lado a otro en Parísdurante setenta años, pasando de manos delos propietarios particulares a las de los mar-chantes; y todos fueron lo bastante estúpi-dos como para no darse cuenta de lo que seocultaba bajo su negra piel.

El hombre gordo hizo una pausa para son-reír y para sacudir la cabeza deplorando tan-ta estupidez. Luego reanudó su historia:

—Durante setenta años, señor mío, este ob-jeta maravilloso pudiera casi decirse que fue lan-zado a puntapiés, como un balón de fútbol, de unextremo a otro de París, hasta que en 1911, unanticuario griego, llamado Charilaos Konstantinides,topó con él en una tienducha. _ _ _ __ __ __ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ __ Ninguna capa de esmal-te bastaba para ocultar a los ojos y el olfa-to del anticuario griego su verdadero va-lor. Y Charilaos fue quien desentrañó lamayor parte de su historia y quien identi-ficó lo que en realidad era el pájaro. Yo oírumores acerca del asunto y logré sacarlela mayor parte de la historia, aunque lue-go yo, personalmente, haya averiguado al-gunos detalles más.

»Charilaos no tenía prisa en conver-tir de inmediato en dinero su hallazgo.Porque sabía que, aunque su valor intrín-seco era enorme, se podría obtener porél un precio muy superior, un precio tre-mendo una vez que su autenticidad que-dara indudablemente demostrada. Esposible que se le ocurriera la idea de tra-tar con alguna de las órdenes que vienende la primitiva: la orden inglesa de SanJuan de Jerusalén, la Johanniter ordenprusiana, o los capítulos italianos o ale-manes de la Soberana Orden de Malta,todas ellas órdenes ricas.

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T h e f a t m a n r a i s e d h i sg l a s s , s m i l e d a t i t s e m p t i n e s s ,a n d r o s e t o f i l l i t a n d S p a d e ’ s .“ Yo u b e g i n t o b e l i e v e m e al i t t l e ?” he a sked a s he worked t hes i p h o n .

“I haven’t said I didn’t.”

“ N o , ” G u t m a n c h u c k l e d . “ B u th o w y o u l o o k e d . ” H e s a t d o w n ,d rank gene rous ly, and pa t t ed h i smouth wi th a wh i t e handkerch ie f .“ We l l , s i r , t o h o l d i t s a f e w h i l ep u r s u i n g h i s r e s e a r c h e s i n t o i t sh i s t o r y , C h a r i l a o s h a d r e -e n a m e l l e d t h e b i r d , a p p a r e n t l yjus t a s i t i s now. One yea r to thev e r y d a y a f t e r h e h a d a c q u i r e di t — t h a t w a s p o s s i b l y t h r e em o n t h s a f t e r I ’ d m a d e h i mc o n f e s s t o m e — I p i c k e d u p t h eTimes i n London and read tha t h i se s t a b l i s h m e n t h a d b e e nbu rg l a r i z ed and h im murde red . Iw a s i n P a r i s t h e n e x t d a y. ” Heshook his head sadly. “The bird wasgone. By Gad, sir, I was wild. I didn’tbelieve anybody else knew what it was.I didn’t believe he had told anybodybut me. A great quantity of stuff hadbeen stolen. That made me think tha tthe th ie f had s imply taken the b i rda long wi th the r e s t o f h i s p lunde r,no t knowing wha t i t was . BecauseI a s su re you tha t a th ie f who knewi t s v a l u e w o u l d n o t b u r d e nh i m s e l f w i t h a n y t h i n g e l s e — n o ,s i r — a t l e a s t n o t a n y t h i n g l e s sthan c ro w n j ewe l s . ”

H e s h u t h i s e y e s a n d s m i l e dcomplacently at an inner thought. Heopened his eyes and said: “That wasseventeen years ago. Wel l , S i r, i ttook me seventeen years to locatethat bird, but I did it. I wanted it, andI ’ m n o t a m a n t h a t ’s e a s i l yd i s c o u r a g e d w h e n h e w a n t ssomething.” His smile grew broad. “Iwanted it and I found it. I want it andI’m going to have it.” He drained hisg l a s s , d r i e d h i s l i p s a g a i n , a n dr e t u r n e d h i s h a n d k e r c h i e f t o h i spocket. “I traced it to the home of aRussian general—one Kemidov—in aCons tan t inople suburb . He d idn’tknow a thing about it. It was nothingbut a black enameled figure to him,but h is na tura l contrariness —thenatural contrariness of a Russiangeneral—kept him from selling it tom e w h e n I m a d e h i m a n o f f e r .Perhaps in my eagerness I was a littleunskillful, though not very. I don’tknow about that. But I did know Iwanted it and I was afraid this stupidsoldier might begin to investigate hisproperty, might chip off some of theenamel. So I sent some—ah—agentsto get it. Well, sir, they got it and Ihaven’t go t i t . ” He s tood up andcarried his empty glass to the table.“But I’m going to get it. Your glass,sir.”

El gordo levantó su vaso, sonrió alverlo vacío y se levantó para rellenar-lo, junto con el de Spade.

—¿Empieza a creerme un poco?—preguntó mientras t rasteaba conel s ifón.

—No he dicho que no.

—No —dijo Gutman con una risita—, pero lo parece —volvió a sentarse, be-bió generosamente y se enjugó los la-bios con unos golpecitos aplicados conun pañuelo blanco—. Pues bien, caba-llero, para mantenerlo a salvo mientrasproseguía sus investigaciones históri-cas, Charilaos volvió a barnizarlo, apa-rentemente para dejarlo tal como se en-cuentra ahora. Al año justo de haberloadquirido, lo cual fue posiblementeunos tres meses después de que yo leobligara a contármelo, yo estaba leyen-do The Times de Londres y me enteréde que habían robado en su estableci-miento y a él lo habían asesinado. Aldía siguiente fui a París —meneó la ca-beza con tristeza—. El pájaro había des-aparecido. Por Dios, caballero, cómome puse. No había creído que nadie mássupiera de qué se trataba, yo creía queél no se lo había contado a nadie más.Habían robado mucho género, lo cualme hizo pensar que el ladrón sencilla-mente se había llevado el pájaro conel resto de la mercancía, sin saber loque era. Porque yo le aseguro que unladrón que supiera su valor no carga-ría con nada más, no, caballero, o porlo menos con nada que no fuera unacorona de joyas.

C e r r ó l o s o j o s y s o n r i óc o m p l a c i d o p o r a l g u n ai d e a . L o s a b r i ó y d i j o :

—Eso fue hace diecis ie te años .Pues bien, caballero, me ha llevadodiecisiete años localizar el pájaro,pero lo he conseguido. Yo lo quería yno soy hombre que se descorazona fá-cilmente cuando quiere algo —su son-risa se ensanchó—. Lo quería y lo en-contré. Lo quiero y voy a conseguirlo—vació su vaso, volvió a secarse loslabios y se metió el pañuelo en el bol-sillo—. Le he seguido la pista hastala casa de un general ruso, un talK e m i d o v, e n l a s a f u e r a s d eConstantinopla. Él no sabía nada denada. Para él no era más que una figurabarnizada, pero su natural tendencia allevar la contraria, propia de un gene-ral ruso, le impidió vendérmela cuandole hice una oferta. Quizá mi impacien-cia me hizo parecer un poco torpe, aun-que tampoco tanto; de eso no sé grancosa. Pero sí sé que lo quería y yo te-nía miedo de que ese estúpido mili-tar iniciara averiguaciones o despren-diera un poco de barniz. Así que en-vié a algunos... ah... agentes para quese hicieran con él. Pues bien, caballe-ro, ellos lo tienen y yo no lo tengo —se puso en pie y llevó su vaso vacío ala mesa—. Pero lo tendré. Su vaso,caballero.

El hombre gordo alzó su vaso, sonrióal verlo vacío y se levantó para llenarlo,al mismo tiempo que el de Spade.

—¿Empieza usted a creerme un poquito?—preguntó mientras apretaba la palanquitadel sifón.

—No he dicho que no.

—No —rió socarronamente Gutman—. Pero había que ver su cara.

Se sentó, bebió generosamente y selimpió los labios con suaves toques de unpañuelo blanco.

—Pues bien, a fin de que no corriera pe-ligro en tanto que proseguía con sus inves-tigaciones, Charilaos hizo esmaltar el pája-ro de nuevo, dejándolo, según parece, en elestado en que hoy se halla. Justo un año des-pués de comprarlo -y esto ocurría posible-mente tres meses después que yo le hicieracontarme la verdad-, leí en el Times, en Lon-dres, que un ladrón había entrado en la tien-da del griego y que lo había asesinado. Aldía siguiente, yo estaba en París.

Meneó afligidamente la cabeza.—El pájaro había desaparecido. Créa-

me, señor mío, mi furia no tuvo límites.Yo estaba en la creencia de que sólo yosabía lo que significaba ese halcón. Nocreía que Charilaos se lo hubiera dicho anadie más. El ladrón se había llevado grancantidad de objetos, lo que me hizo supo-ner que había robado el pájaro junto conel resto de su botín sin saber de qué setrataba. Porque puedo asegurar que un la-drón conocedor del valor del halcón nohubiera cargado con ninguna otra cosa;no, a no ser que se tratara de las joyas dela Corona.

Entornó los ojos. Le cruzó por la mentealgún pensamiento que le hizo sonreírcomplacido. Abrió los ojos y dijo:

—De eso hace ya diecisiete años.Diecisiete años me llevó localizar elpájaro, pero al fin lo logré. Deseabaposeerlo, y no soy hombre que medesanime fácilmente cuando de ver-dad quiero algo. —Y al decirlo, susonrisa se ensanchó—. Lo quería y loencontré; lo quiero, y mío va a ser.

Apuró su vaso, volvió a secarse los la-bios y reintegró el pañuelo al bolsillo.

—Le seguí la pista hasta dar con él encasa de un general ruso, un tal Kemidov, enun barrio de las afueras de Constantinopla.El ruso no sabía una palabra acerca del pá-jaro. Para él no era sino una figurilla esmal-tada; pero su espíritu de contradicción, tí-pico _______ en un general ruso, hizo quese negara a vendérmelo cuando le hiceuna oferta. Tal vez el ansia me hizo sertorpe, aunque no mucho. No lo sé. De loque sí estoy seguro es de que deseaba laestatuilla y temía que aquel estúpidomilitarote comenzara a hacer averiguacio-nes acerca de lo que poseía o que hicierasaltar un trocito de esmalte... Así que enviéa unos..., bueno, a unos agentes míos paraque se apoderaran del pájaro. Y ellos sí seapoderaron de él..., ¡pero yo, no!

Se puso en pie y llevó el vaso a la mesa.—Pero lo voy a conseguir. ¿Su vaso,

señor mío?

contrariness perversity, self-willedness,obstinacy pursuing one’s own whishes,terquedad, contrariedad, espíritu decontradicción

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“Then the bird doesn’t belong toany of you?” Spade asked, “but toa Genera l Kemidov?”

“ B e l o n g ? ” t h e f a t m a n s a i dj o v i a l l y. “ We l l , s i r , y o u m i g h ts a y i t b e l o n g e d t o t h e K i n g o fS p a i n , b u t I d o n ’t s e e h o w y o uc a n h o n e s t l y g r a n t a n y b o d y e l s ec l e a r t i t l e t o i t — e x c e p t b y r i g h to f p o s s e s s i o n . ” H e c l u c k e d . “ A na r t i c l e o f t h a t v a l u e t h a t h a sp a s s e d f r o m h a n d t o h a n d b ys u c h m e a n s i s c l e a r l y t h ep r o p e r t y o f w h o e v e r c a n g e t h o l do f i t . ”

“Then it’s Miss O’Shaughnessy’snow?”

“No, sir, except as my agent.”

Spade said, “Oh,” ironically.

Gutman, looking thoughtfully at thestoppe r o f t h e w h i s k e y - b o t t l ei n h i s h a n d , a s k e d : “There ’sno doubt that she’s got it now?”

“Not much.”

“Where?”

“I don’t know exactly.”

The fat man set the bottle on thetable with a bang. “But you said youdid,” he protested.

Spade made a ca re less ges tu rewith one hand. “I meant to say I knowwhere to get it when the time comes.”

T h e p i n k b u l b s o fG u t m a n ’ s f a c e a r r a n g e dt h e m s e l v e s m o r e h a p p i l y .“ And you do?” he asked.

“Yes.”

“Where?”

Spade grinned and said: “Leavethat to me. That’s my end.”

“When?”

“When I’m ready.”

The fat man pursed his lips and,smiling with only slight uneasiness, asked:“ M r . S p a d e , w h e r e i s M i s sO ’ S h a u g h n e s s y n o w ? ”

“In my hands, safely tucked away.”

Gu tman smi l ed w i th app rova l .“Trust you for that , s i r,” he sa id .“Well now, sir, before we sit downto talk prices, answer me this: howsoon can you—or how soon are youwilling to—produce the falcon?”

“A coup le o f days . ”

T h e f a t m a n n o d d e d . “ T h a t i s

—¿Entonces el pájaro negro no per-tenece a ninguno de ustedes —pregun-tó Spade— sino al general Kemidov?

—¿Per tenecer? —di jo e l gordojovialmente—. Bien, caballero, pue-de usted decir que perteneció al reyde España, pero sinceramente no veocómo puede adjudicarle la propiedada nadie más... salvo por derecho deposesión —soltó una risita—. U na r t í c u l o d e e s e v a l o r q u e h a p a -s a d o d e m a n o e n m a n o p o r s e m e -j a n t e s p r o c e d i m i e n t o s , c l a r a -m e n t e e s p r o p i e d a d d e q u i e n s eh a g a c o n é l .

—¿Entonces ahora es de la señoritaO’Shaughnessy?

—No, caballero, salvo como agente mío.

—Ah —dijo Spade irónicamente.

Gutman, mirando pensativamente eltapón de la botella de whisky que te-nía en la mano, preguntó:

—¿No hay duda de que lo tiene ahora?

—No mucha.

—¿Dónde?

—No lo sé con exactitud.

E l g o r d o d e j ó d e g o l p e l ab o t e l l a s o b r e l a m e s a .

—Pero usted me dijo que sí —protestó.

Spade hizo un gesto descuidado con una mano.—Quería decir que sé dónde conse-

guirlo cuando llegue el momento.

Los bulbos sonrosados del rostro deGutman se reorganizaron en una postu-ra de mayor felicidad.

—¿Y lo sabe?

—Sí.

—¿Dónde?

Spade sonrió y dijo:—Déjelo de mi cuenta. Esa es mi parte.

—¿Cuándo?

—En cuanto yo esté listo.

El gordo frunció los labios y, sonriendocon una levísima traza de inquietud, dijo:

—Señor Spade, ¿dónde está ahora laseñorita O’Shaughnessy?

—En mis manos, a salvo.

Gutman sonrió aprobadoramente.—En eso me fío de usted, caballero

—dijo—. Pues bien, caballero, antes desentarnos a hablar de cifras, contéste-me a esto: ¿en qué plazo puede usted...o desea usted... entregar el halcón?

—En un par de días.

El gordo asintió.

—Entonces, ¿el pájaro no pertenece aninguno de ustedes, sino a un tal generalKemidov? —preguntó Spade.

—¿Pertenecer? —dijo el hombre gordo,jovialmente—. Bueno, señor mío, cabría de-cir que pertenece al rey de España. Y no veocómo sería posible adjudicar a ninguna otrapersona un claro título de propiedad, exceptoel nacido de la tenencia, de la posesión físicadel objeto —dijo con una risa alegre—. Unobje to de ta l va lor, que ha pasadode mano en mano por los métodosque le he re la tado , per tenece , in-dudab lemen te , a qu ienqu ie ra quepueda consegui r lo .

—Entonces, ¿ahora es propiedad demiss O’Shaughnessy?

—No, excepto como agente mío.

—¡Oh! —dijo Spade, con tono irónico.

Gutman permaneció contemplando re-flexivamente el tapón de la botella quetenía en la mano y preguntó:

—¿Es seguro que lo tiene ella?

—Bastante.

—¿En dónde?

—No lo sé con exactitud.

El hombre gordo soltó la botella degolpe sobre la mesa.

—¡Pero me dijo que sí lo sabía!

Spade hizo un ademán de indiferencia con la mano.—Quise decir que sé en dónde encon-

trarlo cuando llegue el momento.

L o s r o s á c e o s b u l b o s d e l r o s t r od e G u t m a n s e o r d e n a r o n m á sb e a t í f i c a m e n t e .

—Y... ¿lo sabe?

—Sí.

—¿En dónde?

Spade sonrió pícaramente y dijo:—Eso déjemelo a mí. Corre de mi cuenta.

—¿Cuándo?

—Cuando yo esté listo.

El hombre gordo frunció los labios. Su sonrisatan sólo mostró un ligerísimo matiz de inquietud.

—Mister Spade, ¿en dónde está missO’Shaughnessy?

—En mis manos. Y bien segura.

Gutman sonrió satisfecho.—No me cabe ninguna duda de que ya se

habrá usted encargado de ello. Y ahora, señormío, antes de comenzar a hablar de precios, dí-game una cosa: ¿cuál es el plazo mínimo enque podría, o querría, entregar el halcón?

—Un par de días.

El hombre gordo asintió:

pursed contracted and wrinkled, frunció

tucked away stored away in a difficult place tofind

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s a t i s f a c t o r y. We — B u t I f o r g o to u r n o u r i s h m e n t . ” H e t u r n e d t ot h e t a b l e , p o u r e d w h i s k e y ,squirted charged wate r in to i t , se ta g l a s s a t Spade ’s e lbow and he ldh i s own a lo f t . “Wel l , s i r , he re ’s t oa f a i r b a r g a i n a n d p r o f i t s l a r g eenough fo r bo th o f us . ”

T h e y d r a n k . T h e f a t m a ns a t d o w n . S p a d e a s k e d :“ W h a t ’ s y o u r i d e a o f a f a i rbar ga in?”

Gutman held his glass up to thel igh t , looked a ffec t iona te ly a t i t ,took another long drink, and said:“I have two proposals to make, sir,and either is fair. Take your choice. Iwill give you twenty-five thousanddollars when you deliver the falcon tome, and another twenty-five thousandas soon as I get to New York; or I willgive you one quarter—twenty-five percent—of what I realize on the falcon.T h e r e y o u a r e , s i r : a n a l m o s timmediate fifty thousand dollars or avas t ly g rea te r sum wi th in , say, acouple of months.”

S p a d e d r a n k a n d a s k e d :“How much greater?”

“Vast ly,” the fa t man repeated .“Who knows how much greater? Shall I saya hundred thousand, or a quarter of a million?Will you believe me if I name the sum thatseems the probable minimum?”

“Why not?”

The fat man smacked his lips andl o w e r e d h i s v o i c e t o a p u r r i n gmurmur. “What would you say, sir, tohalf a million?”

Spade narrowed his eyes. “Thenyou think the dingus is worth twomillion?”

G u t m a n s m i l e d s e r e n e l y .“ I n y o u r o w n w o r d s , w h yn o t ? ” h e a s k e d .

Spade emptied his glass and set iton the table. He put his cigar in hismouth, took it out, looked at it, andput it back in. His yellow-grey eyeswere faintly muddy. He said: “That’sa hell of a lot of dough.”

T h e f a t m a n a g r e e d :“That ’s a he l l of a lo t of dough.”H e l e a n e d f o r w a r d a n d p a t t e dSpade’s knee. “That is the absoluter o c k - b o t t o m m i n i m u m — o rC h a r i l a o s K o n s t a n t i n i d e s w a s ablithering idiot—and he wasn’t.”

Spade r emoved the c iga r f romhis mouth again, frowned at i t withdistaste , and put i t on the smoking-s t a n d . H e s h u t h i s e y e s h a r d ,o p e n e d t h e m a g a i n . T h e i rmuddiness had thickened. He said:“ The—the minimum, huh? And the

—Es satisfactorio. Podemos... pero,un momento, me estoy olvidando denuestro alimento —se volvió hacia lamesa, sirvió whisky, añadió agua, pusoun vaso junto al codo de Spade y sostu-vo el suyo en alto—. Bien, caballero,por un trato limpio y buenos beneficiospara nosotros dos.

Bebieron. El gordo se sentó: Spadele preguntó:

—¿Qué es para usted un trato lim-pio?

Gutman sostuvo su vaso a contraluz,lo miró afectuosamente, bebió otro lar-go sorbo y dijo:

—Tengo dos propuestas que ha-cerle, caballero, y ambas son justas.Elija usted. Le doy veinticinco mildólares cuando me entregue el hal-cón y otros veinticinco mil en cuan-to yo llegue a Nueva York; o le doyuna cuarta parte, el veinticinco porciento, de lo que saque por él. Ahítiene, caballero: o cincuenta mil casii n m e d i a t a m e n t e o u n a s u m ainfinitamente mayor dentro de, diga-mos, un par de meses.

Spade preguntó:—¿Cuánto mayor?

—Infinitamente —repitió el gordo—. ¿Quién sabe cuánto mayor? ¿Digamoscien mil, o un cuarto de millón? ¿Mecreería si le digo la cifra que a mí meparece la mínima?

—¿Y por qué no?

El gordo chasqueó los labios y bajóla voz hasta convertirla en un ronroneo.

—¿Qué diría usted, caballero, de me-dio millón?

Spade entrecerró los ojos.—¿Cree usted entonces que ese chisme vale

dos millones?

Gutman sonrió con serenidad.—Por decirlo con sus propias pala-

bras: ¿y por qué no?

Spade vació su vaso y lo dejó en lamesa. Se puso el puro en la boca, se loquitó, lo miró y volvió a ponérselo enlos labios. Sus ojos grises amarillentosestaban levemente borrosos.

—Es un montón impresionante de pasta —dijo.

El gordo asintió:—Es un montón impresionante de

pasta —se echó hacia adelante y le dioa Spade unas palmaditas en la rodilla—. Y eso es el mínimo absoluto... a no serque Charilaos Konstantinides fuera uncompleto idiota... cosa que no era.

S p a d e v o l v i ó a q u i t a r s e e lp u r o d e l a b o c a , l o m i r ó c o nd i s g u s t o y l o d e j ó e n e l c e n i c e -r o d e p i e . C e r r ó l o s o j o s c o nf u e r z a y v o l v i ó a a b r i r l o s : c a d av e z s e l e e m p a ñ a b a n m á s . D i j o :

— ¿ E l . . . e l m í n i m o , e h ? ¿ Y

—Eso es satisfactorio. Pero se nos estáolvidando el alimento.

S e v o l v i ó h a c i a l a m e s a , e s -c a n c i ó w h i s k y, l e a ñ a d i ó a g u ad e s e l t z , d e j ó u n v a s o j u n t o a lc o d o d e S p a d e y a l z ó e l s u y o .

—Por un acuerdo equitativo y ganan-cias que nos basten a los dos.

Bebieron. Se sentó el hombre gordo.Spade preguntó:

—¿Qué sería para usted un acuerdoequitativo?

Gutman contempló su vaso al trasluzcon expresión afectuosa, dio un largo sor-bo y dijo:

— Te n g o q u e h a c e r l e d o s p r o -p u e s t a s . U s t e d e l i j a : d a r l e v e i n -t i c i n c o m i l d ó l a r e s c u a n d o m ee n t r e g u e e l h a l c ó n y o t r o s v e i n -t i c i n c o m i l a m i l l e g a d a a N u e v aYo r k ; o d a r l e l a c u a r t a p a r t e , e lv e i n t i c i n c o p o r c i e n t o , d e l p r e -c i o q u e c o n s i g a d e l p á j a r o . A h ít i e n e u s t e d : o c i n c u e n t a m i l d ó -l a r e s c a s i a t o c a t e j a , o u n a c a n -t i d a d m u c h o m a y o r d e n t r o d e ,d i g a m o s , d o s m e s e s .

_________________—¿Mayor? ¿Cuánto?

—Mucho mayor —repitió el hombregordo—. ¿Quién puede saber cuánto?¿Cien mil dólares? ¿Un cuarto de millón?¿Me creería usted si le digo la cifra queconsidera la mínima probable?

—¿Por qué no?

El hombre gordo se chupó los labios conruido y bajó la voz al nivel del susurro:

—¿Qué le parecería un cuarto demillón?

Spade entornó los ojos.—Entonces, ¿usted cree que el bicho

vale dos millones?

_______________________—Para utilizar sus mismas palabras,

¿por qué no?

Spade vació su vaso y lo dejó sobre lamesa. Se puso el cigarro entre los labios,se lo quitó de ellos, lo miró y lo volvió ala boca. El reflejo amarillento de los ojosparecía algo turbio.

—Es mucho dinero —dijo.

El hombre gordo asintió.—Mucho dinero es —di jo inc l i -

nándose y dando unas pa lmadi tassobre las rodi l las de Spade—. Perose t ra ta , por lo menos , de esa c i -f ra , o Char i laos Konstant in ides eratonto de capirote; y no lo era.

Spade volvió a sacarse el cigarro purode entre los labios, y a contemplarlo conligero asco, tras lo cual lo dejó en el ce-nicero de pie. Cerró los ojos con fuerza,apretándolos, y los volvió a abrir. Su tur-biedad era ahora más pronunciada.

—Por lo menos, ¿eh? —dijo—. ¿Y el máximo?

X

dingus something (as a gadget) whosecommon name is unknown or forgotten,chisme

aloft 1 high up; overhead. 2upwards. Arriba, en alto, por en-cima

blither to talk foolishly; «The two women babbled andcrooned at the baby»

blithering adj. colloq. 1 senselessly talkative. 2 a (attrib.)utter; hopeless (blithering idiot). b contemptible.

blithering, blathering, jabbering, babblingtalking idly orincoherently; “blithering (or blathering) idiot”; “jabberingchildren”; “gabbling housewives”; “a babbling hospi-tal inmate”

blithe adj. 1 poet. gay, joyous, alegre. 2 careless, ca-sual (with blithe indifference), despreocupado.

1: of a happy lighthearted character or disposition. 2 : lacking due thought or consideration : CASUAL, HEEDLESS

<blithe unconcern>blithely 1 alegremente 2 despreocupadamente

X

distaste noun dislike, horror, disgust, loathing,aversion, revulsion, displeasure, antipathy,abhorrence, disinclination, repugnance, odium,disfavour, detestation, disrelish

distasteful adj (unpleasant) ‹task/chore› desagrada-ble; (offensive) ‹remark/picture› de mal gusto

squirt 1 tr. eject (liquid or powder) in a jet asfrom a syringe. 2 intr. (of liquid or powder) bedischarged in this way. 3 tr. splash with liquidor powder ejected by squirting.

chorrear

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maximum?” An unmistakable sh followedthe x in maximum as he said it.

“The maximum?” Gutman held hisempty hand out, palm up. “I refuseto guess . You’d think me crazy. Idon’t know. There’s no telling howhigh it could go, sir, and that’s theone and only truth about it.”

Spade pulled his sagging lowerl i p t i g h t a g a i n s t t h e u p p e r . Heshook his head impatiently. A sharpfrightened gleam awoke in his eyes—and was smothered by the deepeningmuddiness . He s tood up , he lp inghimsel f up wi th h is hands on thearms of his chair. He shook his headaga in and took an unce r t a in s t epfo rward . He l aughed t h i ck ly andmuttered: “God damn you.”

Gutman jumped up and pushedh i s c h a i r b a c k . H i s f a t g l o b e sj igg led . H i s eyes were da rk ho lesin an o i ly p ink f ace .

S p a d e s w u n g h i s h e a d f r o ms i d e t o s i d e u n t i l h i s d u l l e y e sw e r e p o i n t e d a t — i f n o t f o c u s e du n — t h e d o o r. H e t o o k a n o t h e ru n c e r t a i n s t e p .

T h e f a t m a n c a l l e d s h a r p l y :“Wilmer!”

A door opened and the boy came in.

S p a d e t o o k a t h i r d s t e p . H i sf a c e w a s g r e y n o w , w i t h j a w -musc les s t and ing ou t l i ke tumorsu n d e r h i s e a r s . H i s l e g s d i d n o ts t r a i g h t e n a g a i n a f t e r h i s f o u r t hs t e p a n d h i s m u d d y e y e s w e r ea lmos t cove red by the i r l i d s . Hetook h i s f i f t h s t ep .

T h e b o y w a l k e d o v e r a n ds t o o d c l o s e t o S p a d e , a l i t t l e i nf r o n t o f h i m , b u t n o t d i r e c t l yb e t w e e n S p a d e a n d t h e d o o r .T h e b o y ’s r i g h t h a n d w a s i n s i d eh i s c o a t o v e r h i s h e a r t . T h ecorners of h is mouth twi tched .

Spade essayed his sixth step.

The boy’s leg darted out acrossSpade’s leg, in front. Spade trippedover the interfering leg and crashedface-down on the f loor. The boy,keeping his right hand under his coat,looked down at Spade. Spade tried toget up. The boy drew his right footfar back and kicked Spade’s temple.The kick rolled Spade over on hisside. Once more he tried to get up,could not, and went to sleep.

e l m á x i m o ? — l a x s o n óe m b o r r o n a d a .

—¿El máximo? —Gutman tendió lamano, con la palma hacia arriba—. Me nie-go a hacer conjeturas. Me creería usted loco.Yo no lo sé. No hay manera de decir a cuántopuede subir, caballero, y esa es la única yauténtica verdad sobre este asunto.

Spade cerró la boca _____ _ _____________ _______ . Meneó la cabeza conimpaciencia. Un rayo de temor se le habíadespertado en los ojos... aplacándose enaquella borrosidad que iba ahondándose.S e p u s o e n p i e , a y u d á n d o s e c o nlas manos apoyadas en los b razosde l s i l l ón . Volvió a sacudir la cabezay dio un inseguro paso hacia adelan-te. Rió espesamente y murmuró:

—Maldito sea.

Gutman se levantó de un salto y echó ha-cia atrás su sillón. Sus bulbos de grasa salta-ron son su risita. Sus ojos eran agujeros os-curos en una cara sonrosada y aceitosa.[452]Spade agitó la cabeza de derecha a iz-quierda hasta que consiguió enfocar, opor lo menos apuntar, hacia la puertacon sus ojos apagados. Dio otro pasoinseguro.

El gordo dio una voz cortante:—Wilmer!

Se abrió una puerta y entró el chico.

Spade dio un tercer paso. Ya tenía lacara gris, con los músculos de las man-díbulas hinchados como tumores bajolas orejas. No pudo enderezar las pier-nas tras dar el cuarto paso mientras lospárpados le caían casi por completo so-bre sus ojos emborronados. Dio unquinto paso.

El chico se le acercó y se pusomuy cerca de él , un poco por delan-t e , aunque no d i rec tamente en t reSpade y la puerta . El chico tenía lamano derecha metida en la chaq u e -t a , a l a a l t u r a d e l c o r a z ó n . L etemblaban las comisuras de los labios.

Spade intentó un sexto paso.

La pierna del chico se interpusoen el camino de Spade; éste tropezóy cayó de bruces al suelo. El chico,sin sacarse la mano de la chaqueta,se quedó mirando a Spade. Spade in-tentó levantarse. El chico echó ha-cia atrás su pie derecho y propi nóun pun tap i é a Spade , en l a s i en .El puntapié le hizo rodar sobre sí mis-mo. Volvió a intentar levantarse, perono pudo y se quedó dormido.

Resultó notorio que la x de la últimapalabra no le salió nada bien.

—¿El máximo? —dijo Gutman, alzan-do una mano con la palma hacia arriba—. Me niego en absoluto a hacer cábalas.Me tomaría usted por loco. No hay ma-nera de calcularlo, señor mío; y ésta es laverdad, la única verdad.

Spade trató de evitar que el labio infe-rior se le cayera hacia abajo, separándosedel otro. Sacudió la cabeza impacientemen-te. En sus ojos se encendió una lucecillade temor, y la turbiedad en aumento casiapagó su mirada. Se puso de pie apoyán-dose con las manos sobre los brazos delsillón. Volvió a sacudir la cabeza y dio unpaso vacilante. Se rió con risa incierta ydirigió un insulto soez al hombre gordo.

_____________

Gutman se puso en pie de un salto.Entrechocaron los globos de sebo. Susojos parecían agujeros oscuros taladradosen una cara grasienta y rosácea.

Spade movió la cabeza de un ladoa otro hasta que los apagados ojosquedaron en dirección a la puerta,pero no enfocados sobre ella. Dio otropaso inseguro.

—¡Wilmer! —llamó el hombre gordo,con un grito seca.

Se abrió una puerta y entró el muchacho.

Spade dio un tercer paso. Su rostroestaba grisáceo y los músculos maxi-lares le abultaban, hinchados como tu-mores, bajo las orejas. Las piernas novolvieron a enderezársele cuando dioel cuarto paso. Sus ojos nublados es-taban ya casi cubiertos por los párpa-dos. Inició el quinto paso.

E l m u c h a c h o s e l e a c e r c ó aS p a d e p o r d e l a n t e , p e r o s i n i n -t e r p o n e r s e c o m p l e t a m e n t e e n t r eé l y l a p u e r t a . Te n í a l a m a n o d e -r e c h a e s c o n d i d a d e b a j o d e l a c h a -q u e t a , e n c i m a d e l c o r a z ó n . L a scomisuras de la boca le temblaban .

Spade trató de dar el sexto paso.

La pierna del muchacho se disparó paraquedar cruzada delante de la de Spade, quese enredó en la zancadilla y cayó de brucesal suelo. El muchacho siguió mirándole sinsacar la mano de debajo de la chaqueta. Spadetrató de incorporarse. El muchacho retiró elpie derecho en el aire y le dio a Spade unapatada en la sien. El puntapié hizo que Spadediera la vuelta y quedara boca arriba. Unavez más, procuró incorporarse, no lo consi-guió y se quedó dormido.

X

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Hammett’s Maltese tr. de Francisco Páez de la Cadena tr. de Fernando Calleja

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XIV.

La Paloma

Spade, coming around the cornerfrom the elevator at a few minutes pastsix in the morning, saw yellow lightglowing through the frosted glass ofh i s o f f i c e - d o o r . H e h a l t e da b r u p t l y, s e t h i s l i p s t o g e t h e r ,l o o k e d u p a n d d o w n t h e c o r r i d o r,a n d a d v a n c e d t o t h e d o o r w i t hs w i f t q u i e t s t r i d e s .

He put his hand on the knob andturned i t wi th care that permit tedneither rattle nor click. He turned theknob until it would turn no farther: thedoor was locked. Holding the knobstill, he changed hands, taking it nowin his left hand. With his right hand hebrought his keys out of his pocket,carefully, so they could not j ingleagainst one another. He separated theoff i ce -key f rom the o the rs and ,smothering the others together in hispalm, inserted the office-key in thelock. The insertion was soundless. Hebalanced himself on the balls of hisfeet, filled his lungs, clicked the dooropen, and went in.

Effie Perine sat sleeping with herhead on her forearms, her forearms onher desk. She wore her coat and hadone of Spade’s overcoats wrappedcape-fashion around her.

Spade b lew his brea th out in amuffled laugh, shut the door behindhim, and crossed to the inner door.The inner office was empty. He wentover to the girl and put a hand on hershoulder.

S h e s t i r r e d , r a i s e d h e r h e a ddrowsily, and her eyel ids f lut tered.S u d d e n l y s h e s a t u p s t r a i g h t ,o p e n i n g h e r e y e s w i d e . S h e s a wSpade, smiled, leaned back in herchair, and rubbed her eyes with herf ingers . “So you finally got back?”she said. “What time is it?”

“Six o’clock. What are you doinghere?”

S h e s h i v e r e d , d r e w S p a d e ’so v e r c o a t c l o s e r a r o u n d h e r , a n dyawned. “You told me to stay till yougot back or phoned.”

“ O h , y o u ’ r e t h e s i s t e r o ft h e b o y w h o s t o o d o n t h eb u r n i n g d e c k ? ”

“I wasn’t going to—” She broke offand stood up, letting his coat slide downon the chair behind her. She looked withdark excited eyes at his temple underthe brim of his hat and exclaimed:“Oh, your head! What happened?”

His r igh t t emple was da rk andswollen .

CAPÍTULO XIV

La Paloma

Al salir Spade del ascensor a lasseis y pocos minutos de la mañana,vio la luz amarilla relumbrando a tra-vés de la puerta de cristal esmeriladod e s u o f i c i n a . S e d e t u v o b r u s -c a m e n t e , a p r e t ó l o s l a b i o s ,m i r ó a a m b o s l a d o s d e l p a s i l l oy a v a n z ó h a s t a l a p u e r t a c o n p a -s o s q u e d o s y l i g e r o s .

P u s o l a m a n o e n e l p o m o y l og i r ó c o n t a l c u i d a d o q u e n o s ep r o d u j o c r u j i d o n i c h a s q u i d o a l -g u n o . L o g i r ó h a s t a e l f i n a l : t e -n í a e c h a d o e l c e r r o j o . S i n s o l t a r -l o , s e c a m b i ó d e m a n o y p a s ó as u j e t a r l o c o n l a i z q u i e r d a . C o nl a d e r e c h a b u s c ó l a s l l a v e s e n e lb o l s i l l o , c o n c u i d a d o , p a r a q u en o t i n t i n e a s e n . E s c o g i ó l a l l a v ed e l a o f i c i n a y ,a p r e t a n d o l a s o t r a s c o nl a m a n o , metió la llave en la cerra-dura. Tampoco hizo ruido al meterla. Sea f i r m ó s o b r e l o s p i e s , a s p i r ó p r o -f u n d a m e n t e , a b r i ó l a p u e r t a c o nu n c h a s q u i d o y e n t r ó .

Effie Perine estaba dormida, sentada,con la cabeza apoyada en los brazos yéstos sobre el escritorio. Llevaba puestoel abrigo y tenía uno de los de Spade echa-do por la espalda, a modo de capa.

S p a d e s u s p i r ó a l i v i a d o c o nu n a r i s a a h o g a d a , c e r r ó l a p u e r -t a y s e f u e h a c i a s u d e s p a c h o :n o h a b í a n a d i e . R e g r e s ó j u n t o al a c h i c a y l e p u s o u n a m a n o e ne l h o m b r o .

El la se ag i tó , levantó la cabeza ,amodorrada , y parpadeó var ias ve-ces . De pronto se sentó muy dere-cha y abr ió los o jos de par en par.Vio a Spade , sonr ió , se recos tó enla s i l la y se f ro tó los o jos .

—Así que por fin has vuelto —dijo—. ¿Qué hora es?

—L a s s e i s . ¿ Q u é h a c e sa q u í ?

Tuvo un escalofr ío, se tapó máscon el abrigo de Spade y bostezó.—Me dijiste que me quedara hasta quevolvieras o llamaras.

—Ah, ya, eres la hermana del chicoque se quedó en el puente mientras elbarco ardía, ¿no?

— N o i b a a . . . — s e d e t u v o y s ep u s o e n p i e , d e j a n d o q u e e l a b r i -g o s e d e s l i z a r a h a s t a l a s i l l a . L em i r ó l a s i e n c o n o j o s o s c u r o s ye x c i t a d o s y e x c l a m ó :

—¿Qué te ha pasado en la cabeza?

Spade tenía la sien hinchada y decolor oscuro.

14.

«La Paloma»

Al doblar la esquina del pasillo que lle-vaba al ascensor, unos minutos después delas seis de la mañana, Spade vio una luzamarillenta a través del cristal esmeriladode la puerta de su despacho. Se detuvobruscamente, apretó los labios, miró enambas direcciones del corredor y avan-zó hacia la puerta con zancadas silen-ciosas y rápidas.

Puso la mano sobre la bola de lapuerta y la hizo girar con cuidado paraque no hiciera el menor ruido. La hizogirar hasta el límite. La puerta estabacerrada con llave. Sin soltar la bola,cambió de mana, sujetándola ahoracon la izquierda. Se sacó las llavescuidadosamente del bolsillo para queno hicieran ruido al entrechocar lasunas contra las otras. Separó la llavedel despacho y ahogó todo posible ruido delas demás llaves apretándolas en la mano mien-tras metía la primera por el ojo de la cerradura.Tampoco esta vez hizo ruido alguno. Seafianzó sobre las puntas de los pies, selleno de aire los pulmones, hizo girar lallave, abrió la puerta y entró.

A l l í e s t a b a E ff i e , d o r m i d a , c o nl a c a b e z a d e s c a n s a n d o s o b r e u na n t e b r a z o a p o y a d o e n l a m e s a .Te n í a p u e s t o e l a b r i g o y o t r o d eS p a d e , a g u i s a d e c a p a .

Spade dejó escapar de los pulmones elaire convertido en risa apagada, cerró lapuerta a su espalda y se dirigió hacia lasegunda. El segundo despacho estaba va-cío. Volvió junto a la muchacha y le pusouna mano en el hombro.

Effie se movió ligeramente. La cabe-za medio dormida se levantó y sus párpa-dos temblaron. Se enderezó repentina-mente y abrió los ojos por completo. Vioa Spade, sonrió, se recostó en la silla y serestregó los ojos con los dedos.

— Va y a , p o r f i n h a s v u e l t o .¿Qué hora e s?

—Las seis. ¿Se puede saber qué estáshaciendo aquí?

Effie se estremeció en un tiritón, searrebujó en el abrigo de Spade y bostezó.

—¿No me dijiste que no me fuera hastaque volvieras o telefonearas?

—Ya. ¿Eres la hermanita del mucha-cho que se quedó en el puente cuando elbuque ardía?

—No iba a...Se interrumpió y se puso de pie, dejando

que el abrigo de Spade se deslizara de sushombros hasta quedar sobre la silla. Obser-vó con ojos oscuros e inquietos la sien deSpade bajo el ala del sombrero y exclamó:

—¡Tu cabeza! ¿Qué te ha pasado?

L a s i e n e s t a b a e n r o j e c i d a ytumefacta .

frosted 1 frosted glass, cristal esmerilado,-a2 US Culin glaseado. 3 vidrioso. 4 tras-lúcido 5 escarchado, iced, helado, con-gelado

Xsmothering stifling, ahogando

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“I don’t know whether I fel l orwas slugged. I don’t think it amountsto much, but it hurts like hell.” Hebarely touched i t with his f ingers,flinched, turned his grimace into agrim smile, and explained: “I wentvis i t ing , was fed knockout-drops ,and came to twelve hours later allspread out on a man’s floor.”

She reached up and removed his hat fromhis head. “It’s terrible,” she said. “You’llhave to ge t a doc to r. You can’ t wa lkaround with a head like that.”

“ I t ’s n o t a s b a d a s i t l o o k s ,e x c e p t f o r t h e h e a d a c h e , a n d t h a tm i g h t b e m o s t l y f r o m t h e d rop s . ”H e w e n t t o t h e c a b i n e t i nt h e c o r n e r o f t h e o f f i c e a n dr a n c o l d w a t e r o n ah a n d k e r c h i e f . “ A n y t h i n g t u r nu p a f t e r I l e f t ? ”

“ D i d y o u f i n d M i s sO’Shaughnessy, Sam?”

“Not yet. Anything turn up after Ileft?”

“The Dis t r ic t At torney’s o ff icephoned. He wants to see you.”

“Himself?”

“Yes, that’s the way I understood it.And a boy came in with a message—thatMr. Gutman would be delighted totalk to you before five-thirty.”

Spade turned off the water, squeezedthe handkerchief, and came away from thecabinet holding the handkerchief to histemple. “ I g o t t h a t , ” h e s a i d . “ Im e t t h e b o y d o w n s t a i r s , a n dt a l k i n g t o M r . G u t m a n g o tm e t h i s . ”

“ I s t h a t t h e G. w h o p h o n e d ,S a m ? ”

“Yes.”

“And what—?”

S p a d e s t a r e d t h r o u g h t h eg i r l a n d s p o k e a s i f u s i n gs p e e c h t o a r r a n g e h i s t h o u g h t s :“He wan t s someth ing he th inks Ican ge t . I pe r suaded h im I cou ldk e e p h i m f r o m g e t t i n g i t i f h edidn’t make the deal with me beforef ive- th i r ty. Then—uh-huh—sure—it was af ter I’d told him he’d haveto wait a couple of days that he fedm e t h e j u n k . I t ’s n o t l i k e l y h ethought I’d die. He’d know I’d beu p a n d a r o u n d i n t e n o r t w e l v ehours. So maybe the answer ’s thathe f igured he could get i t withoutmy help in that t ime if I was f ixedso I couldn’t but t in .” He scowled .“ I hope to Chr is t he was wrong.”His s tare became less dis tant . “Youd i d n ’ t g e t a n y w o r d f r o m t h eO’Shaughnessy?”

— N o s é s i m e c a í o m ea t i z a r o n . No c reo que sea nada ,p e r o d u e l e c o m o u n d e m o n i o —a p e n a s s e t o c ó c o n l o s d e d o s ,hizo una mueca de dolor, conv i r t i ósu mueca en una sonrisa siniestra yexplicó—: Fui de visita, me drogarony volví en mí doce horas después ti-rado en el _______ sue lo .

Ella se le acercó y le quitó el sombrero.— E s h o r r i b l e — d i j o — . Te n -

d r á s q u e i r a l m é d i c o . N o p u e d e si r c o n l a c a b e z a a s í .

—No es tanto como parece, salvo porel dolor de cabeza, que además supongoque será sobre todo por el somnífero— s e a c e r c ó a l l a v a b o q u e h a -b í a e n u n a e s q u i n a d e l d e s p a -c h o y e m p a p ó e l p a ñ u e l o c o na g u a f r í a — . ¿ H a o c u r r i d o a l g odesde que me fu i?

—¿Has encontrado a la señoritaO’Shaughnessy, Sam?

—Todavía no. ¿Ha ocurrido algodesde que me fui?

—Llamó el fiscal del distrito. Quie-re verte.

—¿Llamó él en persona?

—Sí, si no entendí mal. Y vino unchico con un mensaje... que el señorGutman estaría encantado de charlarcontigo antes de las cinco y media.

S p a d e c e r r ó e l g r i f o , e s c u r r i óe l p a ñ u e l o y s e a c e r c ó p o n i é n -d o s e e l p a ñ u e l o e n l a s i e n .

—Ese mensaje me llegó —dijo—. Me encontré al chico abajo y mehizo esto cuando hablaba con el se-ñor Gutman.

—¿Es ése el tal G que llamó por te-léfono?

—Sí.

—¿Y qué...?

S p a d e m i r ó f i j a m e n t e a l ac h i c a y h a b l ó c o m o s i e s t u v i e r at r a t a n d o d e o r d e n a r s u s i d e a s :

—Quiere una cosa que cree que yopuedo conseguir. Le persuadí de que po-dría impedir que la consiguiera si nohacía un trato conmigo antes de las cin-co y media. Luego... puf... sí, seguro...fue después de que le dijera que iba atardar un par de días cuando me metióesa porquería. No es probable que qui-siera matarme. Sabía que me repondríaen diez o doce horas. Así que la respues-ta es que probablemente creyera que po-dría conseguirlo sin mi ayuda en eseplazo si me tenía fuera de combate y nopodía interponerme —frunció el ceño—. Espero por Dios que se haya equivo-cado —fijó un poco más su mirada—.¿No has sabido nada de la señoritaO’Shaughnessy?

—No e s toy s egu ro de s i me ca í os i m e d i e ro n u n g o l p e . No c r eo ques e a n a d a g r a v e , p e r o d u e l e a r a b i a r.—Se t o có l a s i en con dedos cu idado -sos , hizo un gesto de dolor, que transmutó ensonrisa áspera y explicó—: He ido de visita. Medieron unas gotitas para hacerme conciliar el sue-ño y he despertado doce horas más tarde tirado enel suelo de las habitaciones de un caballero.

Effie le quitó el sombrero.—Eso está muy feo. Tendrás que lla-

mar a un médico. No puedes andar porahí con la cabeza en ese estado.

—No es tan grave como parece, exceptopor el dolor de cabeza, y probablemente bue-na parte del dolor se deberá al narcótico.

Spade fue hasta el lavabo que habíaen una esquina del despacho y mojó elpañuelo en agua fría.

—¿Ha ocurrido algo después de irmeyo? —preguntó.

—¿Encontraste a missO’Shaughnessy, Sam?

—Todavía no. ¿Alguna cosa desde queme fui?

—El fiscal del distrito telefoneó. Quie-re verte.

—¿Él mismo?

—Sí, así lo entendí. Y vino un chicocon un recado: que mister Gutman ten-dría mucho gusto en verte antes de lascinco y media.

Spade cer ró e l gr i fo , escurr ió e lpañuelo , lo co locó cont ra la s ien yse volv ió hac ia Eff ie :

— E s e r e c a d o l o r e c i b í . M e e n -c o n t r é c o n e l c h i c o a b a j o , y l a v i -s i t a d e m i s t e r G u t m a n m e d e j óc o m o v e s .

—¿Es el G que llamó por teléfono,Sam?

—Sí.

—¿Y qué?

Spade miró a través de la mucha-cha y habló como si el hacerlo le ayu-dara a ordenar sus pensamientos:

—Quiere algo que cree que puedoconseguir. Le convencí de que él nopodría conseguirlo a menos de que hi-ciera un trato conmigo antes de las cin-co y media. Entonces..., sí, claro quesí , cuando le di je que tendría queaguardar un par de días, me echó lasgotas en el vaso. No es probable que creyera que mefuera a morir. Sabía que podría valerme por mí mismopasadas diez o doce horas. O sea, que quizá larespuesta es que creyó poder conseguir sinmi ayuda lo que desea si me dejaba inutili-zado durante esas horas. Espero que se hayaequivocado —dijo, frunciendo el ceño________ ___________________ _____ ____; y, mirando a Effie menos vagamente, lepreguntó—: ¿No has sabido nada de laO’Shaughnessy?

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The girl shook her head no andasked: “Has this got anything to dowith her?”

“Something.”

“This thing he wants belongs to her?”

“Or to the King of Spain. Sweetheart,you’ve got an uncle who teaches historyor something over at the University?”

“A cousin. Why?”

“If we brightened his life with ana l l e g e d h i s t o r i c a l s e c r e t f o u rcenturies old could we trust him tokeep it dark awhile?”

“Oh, yes, he’s good people.”

“ F i n e . G e t y o u r p e n c i l a n dbook.”

She got them and sat in her chair.Spade ran more cold water on hishandkerchief and, holding it to histemple , s tood in f ront of her anddictated the story of the falcon as heh a d h e a r d i t f r o m G u t m a n , f r o mCharles V’s grant to the Hospitallersu p t o — b u t n o f u r t h e r t h a n — t h eenameled bird’s arrival in Paris atthe t ime of the Carl is t inf lux . Hes t u m b l e d o v e r t h e n a m e s o fa u t h o r s a n d t h e i r w o r k s t h a tG u t m a n h a d m e n t i o n e d , b u tma naged to ach ieve some sor t o fphonet ic l ikeness . The res t of thehistory he repeated with the accuracyof a trained interviewer.

When he had finished the girl shuther notebook and raised a f lushedsmiling face to him. “Oh, isn’t thisthrilling?” she said. “It’s—”

“Yes, or ridiculous. Now will youtake it over and read it to your cousinand ask him what he thinks of it? Hashe eve r run ac ros s any th ing t ha tmight have some connection with it?Is it probable? Is it possible— evenbarely possible? Or is it the bunk?If he wants more time to look it up,O.K., but get some sort of opinionout of him now. And for God’s sakemake him keep it under his hat .”

“I’ll go right now,” she said, “and yougo see a doctor about that head.”

“We’ll have breakfast first.”

“No, I’ll eat over in Berkeley. Ican’t wait to hear what Ted thinks ofthis.”

“Well ,” Spade said, “don’t startboo-hooing if he laughs at you.”

A f t e r a l e i s u r e l y b r e a k f a s t a tthe Pa lace , dur ing which he read

La chica negó con la cabeza y preguntó:— ¿ E s t o t i e n e a l g o q u e v e r

c o n e l l a ?

—Algo.

—¿Lo que quiere ése es de ella?

—O del rey de España. Cariño, tútienes un tío que enseña historia o algoasí en la universidad, ¿no?

—Un primo, ¿por qué?

—Si le alegramos la vida con un su-puesto secreto histórico de hace cuatrosiglos, ¿podremos confiar en que lo man-tenga en secreto un tiempo?

—Claro que sí, es buena gente.

—E s t u p e n d o . C o g e p a p e l y l á -p i z .

La chica se preparó y se sentó.Spade volvió a empapar el pañuelo conagua fría y, apretándoselo contra lasien, se puso frente a la chica y, sinsentarse, le contó la historia del hal-cón tal como se la había oído a Gutman,desde la donación de Carlos V a los Hos-pitalarios hasta, y no más allá de, la lle-gada del pájaro barnizado a París entiempos de_ ______ los carlistas. Tuvoalgún tropiezo con los nombres de losautores y las obras que Gutman habíamencionado, pero se las arregló paraacercarse fonéticamente a los origina-les. El resto de la historia lo repitiócon la exactitud de un entrevistadorexperimentado.

Una vez que hubo terminado, la chicacerró su cuaderno de notas y levantó su ros-tro sonrosado y sonriente para mirarle.

—¿A que es increíble? —dijo—. Es...

—Sí, o ridículo. ¿No te importa lle-várselo ahora y leérselo a tu primo ypreguntarle qué le parece? ¿Si se haencontrado alguna vez con algo quetenga que ver con esto? ¿Si es proba-b le? ¿S i e s pos ib le . . . aunque seapoco? ¿O si es una tontería? Si nece-sita más tiempo para averiguarlo, deacuerdo, pero sácale en seguida algu-na opinión, la que sea. Y por el amorde Dios, que no diga ni palabra.

—Me voy ya mismo —dijo ella—, ytú vete a que un médico te vea la cabeza.

—Vamos a desayunar antes.

—No, ya tomaré algo en Berkeley.No puedo esperar a saber qué dice Tedsobre todo esto.

—Bueno —dijo Spade—, no te pon-gas a patalear si se ríe de ti.

Después de un desayuno sin prisasen el Palace, en el curso del cual apro-

La muchacha dijo que no con la cabeza.—¿Tiene algo que ver ella con todo

eso?

—Algo.

—¿Es que esa cosa le pertenece a ella?

—A ella, o al rey de España. Cariño,¿no tienes un tío que enseña Historia oalgo así en la Universidad?

—Un primo. ¿Por qué?

—Si le alegráramos la vida con un su-puesto secreto histórico de hace cuatro-cientos años, ¿podríamos confiar en queestaría callado durante algún tiempo?

—Desde luego. Es buena gente.

—Espléndido. Coge tu lápiz y tu cua-derno de taquigrafía.

Effie los sacó del cajón y se sentó. Spadevolvió a mojar en agua fría el pañuelo, ycon él sobre la sien, permaneció de pie de-lante de la muchacha dictándole la histo-ria del halcón, tal como la había oído delabios de Gutman, desde la donación he-cha por Carlos V a los Hospitalarios hastala llegada del pájaro a París -y nada másque hasta la llegada a París- en los tiempos enque abundaban allí los refugiados carlis-tas. Le supuso alguna dificultad repetir losnombres de los autores y los títulos de lasobras que Gutman había citada, pero se lasarregló para dar una versión fonética de ellosbastante aceptable. En cuanto al resto de lahistoria, lo repitió con la fidelidad de un en-trevistador experimentado.

Cuando hubo terminado, la muchachacerró el cuadernillo y alzó hacia Spade elrostro coloreado y excitado.

—¡Esto es de lo más emocionante! Es...

—Sí, o ridículo. Ahora ve a ver a tuprimo, se lo lees y a ver qué le parece.Pregúntale si ha encontrado alguna vezalgo que pueda tener relación can estecuento. Y que te diga si la historia esprobable. O posible, aunque poco. Oque si es un camelo. Si necesita mástiempo para estudiar el asunto, estábien, pero que te dé una opinión inme-diatamente. Y por el amor de Dios, oblí-gale a que no diga una palabra.

—Me iré ahora, pero tú también te vasa ir a que el médico te vea esa cabeza.

—Primero vamos a desayunar.

—No. Desayunaré en Berkeley. Estoyimpaciente por saber la opinión de Ted so-bre todo esto.

— E s t á b i e n . P e r o n o t e p o n -g a s a llorar si se ríe de ti.

Después de desayunarcalmosamente en el hotel Palace y de

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bo t h m o r n i n g p a p e r s , S p a d e w e n th o m e , s h a v e d , b a t h e d , r u b b e di c e o n h i s bru ised temple , and puton fresh c lo thes .

H e w e n t t o B r i g i dO’Shaughnessy’s apar tment a t theCoronet. Nobody was in the apartment.Nothing had been changed in it sincehis last visit.

He went to the Alexandria Hotel.Gutman was not in. None of the otheroccupants of Gutman’s suite was in.S p a d e l e a r n e d t h a t t h e s e o t h e ro c c u p a n t s w e r e t h e f a t m a n ’ss e c r e t a r y, Wi l m e r C o o k , a n d h i sdaughter Rhea, a brown-eyed fair-ha i red smal l i sh g i r l o f seven teenw h o m t h e h o t e l - s t a f f s a i d w a sbeautiful . Spade was told that theG u t m a n p a r t y h a d a r r i v e d a t t h eh o t e l , f r o m N e w Yo r k , t e n d a y sbefore, and had not checked out.

Spade went to the Belvedere andfound the hotel-detective eating inthe hotel-café.

“ M o r n i n g , S a m . S e td o w n a n d b i t e a n e g g . ”T h e h o t e l - d e t e c t i v es t a r e d a t S p a d e ’ s t e m p l e .“By God, somebody maced you plenty!”

“Thanks, I’ve had mine,” Spades a i d a s h e s a t d o w n , a n d t h e n ,re fer r ing to h is temple : “ I t looksworse than it is. How’s my Cairo’sconduct?”

“He went out not more than halfan hour behind you yesterday and Iain’t seen him since. He didn’t sleephere again last night.”

“He’s getting bad habits.”

“Well, a fellow like that alone ina big city. Who put the slug to you,Sam?”

“ I t w a s n ’ t C a i r o . ”S p a d e l o o k e d a t t e n t i v e l ya t t h e s m a l l s i l v e r d o m ec o v e r i n g L u k e ’ s t o a s t .“How’s chances of giving his rooma casing while he’s out?”

“Can do. You know I’m willing togo all the way with you all the time.”Luke pushed his coffee back, put hiselbows on the table, and screwed uphis eyes at Spade. “But I got a hunchyou ain’t going all the way with me.What’s the honest-to-God on this guy,Sam? You don’t have to kick back onme. You know’ I’m regular .”

Spade lifted his eyes from the silverdome. They were clear and candid .“Sure, you are,” he said. “I’m notholding out. I gave you it straight.I’m doing a job for him, but he’s gotsome friends that look wrong to meand I’m a little leery of him.”

vechó para leer los dos periódicos de lamañana, se fue a casa, se afeitó, sebañó, se aplicó hielo en la sien herida yse puso ropa limpia.

Luego se fue al apartamento deBrigid O ’ S h a u g h n e s s y e n e lC o r o n e t . N o h a b í a n a d i e . N a d ah a b í a c a m b i a d o d e s d e s u ú l t i m av i s i t a .

S e f u e a l h o t e l A l e x a n d r i a .Gutman no estaba, ni tampoco nin-guno de los ocupantes de su suite.Spade averiguó que esos otros ocu-pantes eran el secretario del gordo,Wilmer Cook, y su hija Rhea, unachiquilla más bien bajita de diecisie-te años, de ojos marrones y cabellocastaño, a la que el personal del ho-tel calificó de guapa. Le dijeron queel grupo de Gutman había llegado deNueva York hacía diez días y que to-davía no habían pagado la cuenta.

Spade se fue al Belvedere y encon-tró al detective comiendo en la cafete-ría del hotel.

— B u e n o s d í a s , S a m .S i é n t a t e y t o m a a l g o — e ld e t e c t i v e d e l h o t e l s e l eq u e d ó m i r a n d o l a s i e n —.¡Dios mío, te han machacado a fondo!

—Gracias, ya he desayunado —dijoSpade mientras se sentaba, y luegoañadió, refiriéndose a su sien herida—: Parece más de lo que es. ¿Cómo seporta mi Cairo?

—Salió ni media hora después de quete fueras ayer y no le he visto desde en-tonces. Tampoco ha pasado aquí estanoche.

—Está cogiendo malas costumbres.

—Bueno, un tipo así, solo, en unaciudad como ésta... ¿Quién te ha ati-zado, Sam?

— N o f u e C a i r o — S p a d em i r ó f i j a m e n t e l a p e q u e ñ ac ú p u l a p l a t e a d a q u e c u b r í al a s t o s t a d a s d e L u k e — . ¿Quéposibilidades hay de darle un repaso a suhabitación ahora que está fuera?

—Puede hacerse. Ya sabes que yocontigo voy a donde tú quieras —Luke apartó su taza de café, puso loscodos en la mesa y clavó su miradaen Spade—. Pero no sé por qué me daque tú no quieres veni r conmigo.¿Qué ocurre con ese tipo, Sam? Notienes por qué cerrarte en banda con-migo. Ya sabes que soy legal.

Spade levantó la mirada de la cúpulaplateada: una mirada sincera y clara.

—Pues claro que lo eres —dijo—. Noestoy callándome nada. Te lo dije tal cualera. Estoy haciéndole un trabajito, perotiene algunos amigos que me parecen sos-pechosos y estoy un poco mosca.

leer los diarios de la mañana, Spadevolvió a su casa, se afeitó y bañó, sedio masaje con hielo sobre la sientumefacta y se puso ropa limpia.

F u e a l a p a r t a m e n t o d eB r i g i d e n e l C o r o n e t . N o h a -b í a n a d i e . N a d a h a b í a c a m -b i a d o t a m p o c o d e s d e l a ú l t i -m a v e z .

Se encaminó luego al hotel Alexandria.Gutman no estaba, y tampoco ninguno delos demás ocupantes de sus habitaciones.Spade averiguó que los otros ocupanteseran el secretario del hombre gordo,Wilmer Cook, y la hija de Gutman, Rhea,una muchacha de ojos castaños, pelo ru-bio y poca estatura, descrita como chicapreciosa por el personal del hotel. Le di-jeron que Gutman y su gente habían lle-gado al hotel diez días antes, procedentesde Nueva York, y que aún conservabanlas habitaciones.

Spade se dirigió al Belvedere y encon-tró al detective del hotel comiendo en elcafé del hotel.

— H o l a , S a m . S i é n t a t ey pégale unos bocados a un huevo .

E l d e t e c t i v e d e l h o t e l v i ol a s i e n d e S p a d e y d i j o :

—¡Caray! ¡Buen sopapo te han dado!

—Grac ias , ya he desayunado —d i j o a l s e n t a r s e . Y l u e g o , a l u -d i e n d o a l a s i e n , a ñ a d i ó — :P a r e ce peor de lo que es . ¿Qué t a lse po r t a mi buen Cairo?

—Salió del hotel a la media hora deirte tú y no le he echado la vista encimadesde entonces. Tampoco durmió aquíanoche.

—Está cogiendo malas costumbres.

—Tú verás. Un tipo así en una ciudadtan grande como ésta... Oye, Sam, ¿quiénte hizo eso de la sien?

—No fue Cairo.Spade contempló pensativamente la pe-

queña cúpula plateada que se alzaba sobrelas tostadas de Luke y acabó por preguntar:

—¿Y si echáramos un vistazo a su ha-bitación ahora que no está? ,

—Podremos hacerlo. Ya sabes quesiempre estoy dispuesto a colaborar con-tigo en todo lo posible.

Luke apartó el café, puso los codos sobre lamesa y miró a Spade con los ojos fruncidos:

—No sé por qué me parece que no mecuentas todo. ¿Quién es ese sujeto, Sam?No tienes por qué tener secretos conmigo.Ya sabes que te puedes fiar de mí.

Los ojos de Spade se apartaron de la bóvedaplateada. Su mirada era ahora clara y cándida.

—Claro que lo sé. No te estoy ocul-tando nada. Te lo dije todo. Estoy traba-jando para él, pero tiene unos amigos aquienes les caigo mal, y por eso debo an-dar con cuidado.

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“The kid we chased out yesterdaywas one of his friends.”

“Yes, Luke, he was.”

“ A n d i t w a s o n e o f t h e m t h a tshoved Miles across.”

S p a d e s h o o k h i s h e a d .“Thursby killed Miles.”

“And who killed him?”

Spade smiled. “That’s supposed tobe a secre t , bu t , conf ident ia l ly, Id i d , ” h e s a i d , “ a c c o r d i n g t o t h epolice.”

Luke grunted and stood up saying:“You’re a tough one to figure out, Sam.Come on, we’ll have that look-see.”

T h e y s t o p p e d a t t h e d e s k l o n ge n o u g h f o r L u k e t o “ f i x i t s ow e ’ l l g e t a r i n g i f h e c o m e s i n , ”a n d w e n t u p t o C a i r o ’ s r o o m .C a i r o ’ s b e d w a s s m o o t h a n dt r i m , b u t p a p e r i n w a s t e b a s k e t ,u n e v e n l y d r a w n b l i n d s , a n d ac o u p l e o f r u m p l e d t o w e l s i n t h eb a t h r o o m s h o w e d t h a t t h ec h a m b e r m a i d h a d n o t y e t b e e ni n t h a t m o r n i n g .

Ca i rn ’s luggage cons i s ted o f as q u a r e t r u n k , a v a l i s e , a n d ag l a d s t o n e b a g . H i s b a t h r o o m -c a b i n e t w a s s t o c k e d w i t hcosmet ics—boxes , cans , ja rs , andb o t t l e s o f p o w d e r s , c r e a m s ,u n g e n t s , p e r f u m e s , l o t i o n s , a n dtonics . Two sui ts and an overcoathung in the closet over three pairsof careful ly treed shoes.

The valise and smaller bag wereu n l o c k e d . L u k e h a d t h e t r u n ku n l o c k e d b y t h e t i m e S p a d e h a dfinished searching elsewhere.

“Blank so far,” Spade said as theydug down into the trunk.

T h e y f o u n d n o t h i n g t h e r e t ointerest them.

“ A n y p a r t i c u l a r t h i n g w e ’ r esupposed to be looking for?” Lukeasked as he locked the trunk again.

“No. He’s supposed to have comehere from Constantinople. I’d like tok n o w i f h e d i d . I h a v e n ’ t s e e nanything that says he didn’t.”

“What’s his racket?”

Spade shook h i s head . “Tha t ’ssomething else I’d like to know.” Hecrossed the room and bent down overthe wastebasket. “Well, this is ourlast shot.”

He took a newspaper f rom thebasket. His eyes brightened when he

—El ch ico ese de ayer es uno dee l l o s .

—Sí, Luke, lo es.

—Y fue uno de ellos el que le dio elpasaporte a Miles.

Spade meneó la cabeza.—Thursby mató a Miles.

—¿Y quién le mató a él?

Spade sonrió.—Se supone que debe ser un secre-

to, pero, de ti para mí —dijo Spade—,fui yo, según la policía.

Luke gruñó y se levantó diciendo:—Sam, eres difícil de agarrar. Ven-

ga, vamos a dar ese repaso.

Se detuvieron en el mostrador de recep-ción el tiempo necesario para que Luke loorganizara «de tal forma que nos den untelefonazo si aparece» y subieron a la ha-bitación de Cairo. La cama de Cairo esta-ba impecablemente hecha, pero la papele-ra con papeles, las persianas desigualmentesubidas y un par de toallas arrugadas enel cuarto de baño mostraban a las clarasque el servicio de habitaciones aún nohabía pasado.

E l e q u i p a j e d e C a i r o c o n s i s -t í a e n u n a m a l e t a c u a d r a d a , u nm a l e t í n y u n n e c e s e r . Te n í a e la r m a r i o d e l c u a r t o d e b a ñ o a t e s -t a d o d e cosméticos.. . cajas, latas,frascos y botellas de polvos, cremas,ungüentos, perfumes, lociones y tónicos. En elarmario colgaban un abrigo y dos trajes por en-cima de tres pares de zapatos cuidadosamentemetidos en sus correspondientes hormas .

Maletín y neceser no estaban cerra-dos. Cuando Spade hubo terminado deregistrar todo lo demás, Luke ya habíaabierto la maleta cuadrada.

—Por ahora, nada —dijo Spademientras la registraban.

Tampoco allí encontraron nada de in-terés.

—¿Se supone que estamos buscan-do algo en concreto? —preguntó Lukemientras volvía a cerrar la maleta.

—No. Parece que ha venido aquí di-rectamente desde Constantinopla. Megustaría saber si es así. No he encontra-do nada que indique lo contrario.

—¿En qué consiste este asunto?

Spade meneó la cabeza.—Esa es otra cosa que me gustaría

saber —atravesó la habitación y se aga-chó sobre la papelera—. Bueno, nues-tra última oportunidad.

Recogió un periódico de la papele-ra. Se le iluminaron los ojos cuando vio

—El chico que echamos de aquí ayer,¿es uno de sus amigos?

—Sí, Luke, lo es.

— Y u n o d e e l l o s s e c a r g ó aM i l e s .

Spade sacudió la cabeza:—A Miles le mató Thursby.

—¿Y quién se cepilló a Thursby?

Spade se sonrió y respondió:—Bueno, se supone que es un secreto,

pero confidencialmente te diré que, segúnla policía, fui yo.

Luke gruñó, se puso en pie y dijo:—Tienes más conchas que... Venga.

Vamos a echar ese vistazo.

Se detuvieron en la conserjería el tiem-po suficiente para que Luke convinieraque si regresaba Cairo, les llamasen aSpade y a él a la habitación. Los dos sedirigieron a registrar el cuarto de Cairo.La cama estaba hecha y lisa; pero los pa-peles en el cesto, los transparentes torci-dos y un par de toallas arrugadas que ha-bía en el cuarto de baña decían bien a lasclaras que la doncella no había pasado porallí aún aquella mañana.

E l equ ipa je de Ca i ro cons i s t í aen un baúl cuadrado, una male ta yun malet ín . E l cuar to de baño es-taba b ien abas tec ido de productoscosmé t i cos : c a j a s , bo t e s , f r a scosy bo te l l ines de po lvos , c remas , un-güentos, perfumes, vinagrillos y tonificantes. Enel armario había dos trajes y un abrigo, colgandoencima de tres pares de zapatos con hormas, quecuidaban de su esmerada conservación.

La maleta y el maletín no estaban cerra-dos con llave. Luke ya había conseguido abrirel baúl, que estaba cerrado con llave, cuandoSpade acabó de husmear lo demás.

—Hasta ahora, nada —dijo Spadecuando empezaron a registrar el baúl.

N o h a l l a r o n n a d a q u e l e s i n -t e r e s a r a .

— ¿ E s t a m o s b u s c a n d o a l g oc o n c r e t o ? — p r e g u n t ó L u k e ,m i e n t r a s v o l v í a a c e r r a r e l b a ú l .

—No. Se supone que Cairo ha veni-do de Constantinopla. Me gustaría sabersi es verdad. Todavía no he encontradonada que pruebe que no lo es.

—¿De qué vive __________?

—Me gustaría saberlo —dijo Spade,sacudiendo la cabeza.

Cruzó la habitación, se inclinó sobreel cesto de los papeles y dijo:

—Nuestra última esperanza.

Sacó un periódico del cesto. Se leiluminaron los ojos al advertir que se

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the Gladstone bag was a small portmanteaubuilt over a rigid frame which could separateinto two equal sections

X[¿Cuál es su timba? ]

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saw it was the previous day’s Call.I t was fo lded wi th the c lass i f ied-advertising-page outside. He openedit, examined that page, and nothingthere stopped his eyes.

H e t u r n e d t h e p a p e r o v e r a n dlooked a t the page tha t had beenfo lded ins ide , the page tha t he ldf inanc ia l and sh ipp ing news , t heweather, births, marriages, divorces,and deaths. From the lower left-handcorner, a little more than two inchesof the bottom of the second columnhad been torn out.

I m m e d i a t e l y a b o v e t h e t e a rw a s a s m a l l c a p t i o n A r r i v e dTo d a y f o l l o w e d b y :

12:20 A. M.—Capac from Astoria.5:05 A. M.—Helen P. Drew fromGreenwood.5:06 A. M.—Albarado from Bandon.

The tear passed through the next line,leaving only enough of its letters to makefrom Sydney inferable.

Spade put the Call down on the deskand looked into the wastebasket again.He found a small piece of wrapping-paper, a piece of string, two hosierytags, a haberdasher’s sale-ticket for halfa dozen pairs of socks, and, in thebot tom of the basket , a p iece ofnewspaper rolled into a tiny ball.

H e o p e n e d t h e b a l l c a r e f u l l y,smoothed it out on the desk, and fittedit into the torn part of the Call. Thefit at the sides was exact, but betweenthe top of the crumpled fragment andthe inferable from Sydney half an inchwas miss ing, su f f i c i e n t s p a c e t ohave he ld announce ment of six orseven boats’ arrival. He turned thesheet over and saw that the other sideof the missing portion could have heldo n l y a m e a n i n g l e s s c o r n e r o f astockbroker’s advertisement.

L u k e , l e a n i n g o v e r h i ss h o u l d e r , a s k e d : “Wha t ’sthis all about?”

“ L o o k s l i k e t h e g e n t ’ si n t e r e s t e d i n a b o a t . ”

“Well, there’s no law against that,or is there?” Luke said while Spadewas folding the torn page and thec r u m p l e d f r agmen t t oge the r andputt ing them into his coat-pocket .“You all through here now?”

“Yes. Thanks a lot, Luke. Will yougive me a ring as soon as he comesin?”

“Sure.”

que se trataba del Call del día anterior.Estaba plegado con la página de losanuncios por palabras hacia afuera. Loabrió y examinó la página, pero no hubonada que le llamara la atención.

Volvió el periódico y miró la páginaque había quedado doblada hacia aden-tro, la página con las noticias de movi-mientos de barcos, el tiempo, los naci-mientos, las bodas, los divorcios y lasnecrológicas. De la esquina izquierdainferior habían arrancado un trozo depoco más de cinco centímetros, al finalde la segunda columna.

Justamente encima del trozo arran-cado había un pequeño titular: LLEGA-DOS HOY, seguido de:

12.20 a.m.—Capac procedente de Astoria.5.05 a.m.—Helen P. Drew procedente deGreenwood.5.06 a.m.—Albarado procedente de Bandon.

El desgarrón cortaba la línea siguien-te de la cual sólo podían adivinarse laspalabras procedente de Sidney.

Spade dejó el Call encima de lamesa y volvió a mirar la papelera.Encontró un trocito de papel de envol-ver, un pedazo de cuerda, dos etique-tas de calcetines, un recibo de comprade media docena de calcetines de unamercería y, en el fondo, un trocito depapel hecho una bolita.

Abrió la bolita con todo cuidado,la alisó sobre la mesa y la encajó enla parte rasgada del Call. Por los la-dos encajaba exactamente, pero en ver-tical, entre los dos trozos, ____ ________________ ________ ______________faltaban unos dos centímetros, espaciosuficiente para contener el anuncio de lallegada de seis o siete buques. Dio lavuelta a la página y comprobó que el ladocontrario de la parte que faltaba sólo po-día contener una esquina sin valor de unanuncio de un corredor de bolsa.

Luke, inclinándose por encima de suhombro, le preguntó:

—¿Y eso?

—Parece que el caballero está inte-resado en algún barco.

—B u e n o , e s o n o e s i l e g a l , ¿ os í ? — d i j o L u k e m i e n t r a s S p a d ed o b l a b a e l p e r i ó d i c o y e l t r o z o d ep a p e l a r r u g a d o y s e l o s m e t í a e ne l b o l s i l l o d e l a a m e r i c a n a — .¿ H a s t e r m i n a d o ?

—S í , L u k e , m u c h í s i m a s g r a -c i a s . ¿ P u e d e s l l a m a r m e e n c u a n -t o l l e g u e ?

—Desde luego.

trataba del Call de la víspera. Esta-ba doblado, con la página de anun-c ios por pa labras hac ia fuera . Loabrió y examinó esa plana, sin des-cubrir nada.

Dio la vuelta al periódico y examinóla página que estaba doblada hacia den-tro, la que daba las noticias de Bolsa y elmovimiento del puerto, el estado del tiem-po, los nacimientos, las bodas, los divor-cios y las muertes. En la esquina inferiorde la izquierda había sido arrancado, dela parte baja de la segunda columna, untrozo como de dos pulgadas.

Justo encima del trozo que faltaba seleía un titular que decía: «Llegados hoy.»Y a esto seguía:

12:20 mañana: Capac, procedente de Astoria.5:05 mañana: Helen P. Drew, procedente deGreenwood.5:06 mañana: Albarado, procedente de Bandon.

El papel rasgado no dejaba leer la lí-nea siguiente, pero podía adivinarse ‘pro-cedente de Sydney’.

Spade dejó el Call encima de la mesade escribir y escudriñó nuevamente el ces-to de los papeles. Encontró un pedacitode papel de envolver, un trozo de cuerda,dos marbetes de una camisería, un recibode media docena de pares de calcetines y,en el fondo del cesto, un trozo de perió-dico hecho una bola diminuta.

La abrió con cuidado, alisó el papel ylo encajó en el hueco que en el periódicohabía dejado el trozo cortado. Encajabaperfectamente por los bordes, pero entrela parte de arriba del trozo arrugado y lalínea procedente de Sydney que podíaadivinarse faltaba como media pulgada depapel, lo bastante como para dar el nom-bre de seis o siete buques arribados. Diola vuelta a la página y comprobó que allísólo estaba impresa la parte de la esqui-na, sin importancia, del anuncio de uncorredor de Bolsa.

L u k e s e i n c l i n ó s o b r e S p a d e yl e p r e g u n t ó :

—¿Qué es eso?

—Parece que nuestro caballero sienteinterés por un barco.

— N o l o p r o h í b e l a l e y. ¿ O s íl o p r o h í b e ? — d i j o L u k e , m i e n -t r a s S p a d e d o b l a b a l a p á g i n ar o t a y e l p e d a c i t o a r r u g a d o y s el os m etía en el bolsillo del abrigo—.¿Has acabado con la habitación?

—Sí. Y muchas gracias, Luke. ¿Quie-res llamarme por teléfono tan prontocomo vuelva el ausente?

—Cuenta con ello.

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Spade went to the Business Officeof the Call , bought a copy of theprevious day’s issue, opened it to theshipping-news-page, and compared itwi th the page taken f rom Cai ro’swastebasket. The missing portion hadread:

5:17 A. M.—Tahiti from Sydney andPapeete.6:05 A. M.—Admiral Peoples fromAstoria.8: 0 5 A . M . — L a P a l o m a f r o mHongkong.8:07 A. M.—Caddopeak f rom SanPedro.8 : 1 7 A . M . — S i l v e r a d o f r o m S a nPedro.9 : 0 3 A . M . — D a i s y G r a y f r o mSeattle.

He read the list slowly and when hehad f in i shed he underscoredHongkong with a fingernail, cut the listof arrivals from the paper with hispocket-knife, put the rest of the paperand Cairo’s sheet into the wastebasket,and returned to his office.

He sat down at his desk, looked upa number in the telephone-book, andused the telephone.

“Kearny one four o one, pleaseW h e r e i s t h e P a l o m a , i n f r o mH o n g k o n g y e s t e r d a y m o r n i n g ,docked?” He repeated the question.“Thanks.”

He held the receiver-hook down withhis thumb for a moment, released it, andsaid: “Davenport two o two o, please. . .. Detective bureau, please. . . . IsSergeant Polhaus there? . . . Thanks. . . .Hello, Tom, this is Sam Spade. . . . Yes,I tried to get you yesterday afternoon . .. Sure, suppose you go to lunch withme. . . . Right.”

He kept the receiver to h is earwhi le h is thumb worked the hookagain.

“Davenport o one seven o, pleaseHe l lo , t h i s i s Samue l Spade . Mys e c r e t a r y g o t a p h o n e - m e s s a g eyesterday that Mr. Bryan wanted tosee me. Will you ask him what time’sthe most convenient for him? . . .Yes, Spade, S-p-a-d-e.” A long pause.“Yes . . . . Two- th i r t y? A l l r i gh t .Thanks.”

He called a fifth number and Said:“Hello, darling, let me talk to Sid? .. . Hello, Sid—Sam. I’ve got a datewith the Distr ict Attorney at half-pas t two th is a f te rnoon. Wil l youg i v e m e a r i n g — h e r e o r t h e r e —around four, just to see that I’m noti n t r o u b l e ? . . . H e l l w i t h y o u rSaturday afternoon golf: your job’sto keep me out of jail. . . . Right, Sid.‘Bye.”

He pushed the telephone away,

Spade se fue a la redacción del Call,comp r ó u n n ú m e r o d e l d í a a n t e -r i o r , l o a b r i ó p o r l a s p á g i n a s d em o v i m i e n t o s d e b a r c o s y l oc o m p a r ó c o n l a p á g i n a r e c o g i d aen l a pape le ra de Ca i ro . La pa r t eque f a l t aba dec ía :

5.17 a.m.—Tahit i procedente deSidney y Papeete.

6.05 a.m.—Admiral Peoples proce-dente de Astoria.

8.05 a.m.—La Paloma procedente deHong Kong.

8.07 a.m.—Caddopeak procedentede San Pedro.

8.17 a.m.—Silverado procedente deSan Pedro.

9.30 a.m.—Daisy Gray procedentede Seattle.

Leyó la l is ta lentamente y, cuan-do hubo t e rminado , m a r c ó HongKong c o n l a u ñ a , c o r t ó l a l i s t ad e l l e g a d a s c o n s u n a v a j a ,e c h ó e l r e s t o y e l p e r i ó d i c o d eC a i r o a l a p a p e l e r a y r e g r e s óa s u o f i c i n a .

S e s e n t ó d e l a n t e d e s u e s c r i -t o r i o , b u s c ó u n t e l é f o n o e n l ag u í a y l l a m ó :

—Con Kearny 1401, por favor.. .¿Puede decirme dónde está atracado LaPaloma, que entró ayer procedente deHong Kong? —Hizo la pregunta unavez más—. Gracias.

Colgó sin dejar el teléfono y hablónuevamente:

—Con Davenport 2020, por favor...Con la oficina de detectives, por favor...¿Está el sargento Polhaus?... Gracias...Hola, Tom, soy Sam Spade... Sí, inten-té localizarte ayer por la tarde... Cla-ro... ¿qué te parece si comemos jun-tos?... ¿De acuerdo?

S i g u i ó c o n e l a u r i c u l a r e n l ao r e j a m i e n t r a s e f e c t u a b a o t r al l a m a d a :

—Con Davenpor t 0170, por fa-vor. . . Hola, soy Samuel Spade. Misecretaria me ha dado el recado deque e l señor Bryan quer ía verme.¿ P o d r í a p r e g u n t a r l e q u é h o r a l eviene mejor?. . . Sí , Spade, S, P, A,D , E — h u b o u n a l a r g a p a u s a — .¿ S í ? . . . ¿ A l a s d o s y m e d i a ? D eacuerdo, gracias.

Hizo una cuarta llamada.—Hola, encanto, ponme con Sid...

Hola, Sid, soy Sam. Tengo cita con el fis-cal del distrito a las dos y media de estatarde. ¿No te importa llamarme por teléfo-no, aquí o allí, digamos que a las cuatro,simplemente para asegurarte de que no meha pasado nada?... A la mierda tu tardede golf de los sábados: tu trabajo esmantenerme en libertad... De acuerdo,Sid... Adiós.

Dejó el teléfono, bostezó, se estiró,

En la redacción del Call, Spade com-pró un ejemplar de la edición de la víspe-ra, lo abrió por la página de la seccióndel movimiento de buques en el puerto yla comparó con la que había encontradoen el cesto de los papeles de Cairo. El tro-zo que a ésta le faltaba decía así:

5:17 mañana: Tahití, procedente deSydney y Papeete.

6:05 mañana: Admiral Peoples, proce-dente de Astoria.

8:07 mañana: Caddopeak, procedentede San Pedro.

8:17 mañana: Silverado, procedente deSan Pedro.

8:05 mañana: La Paloma, procedentede Hong Kong.

9:03 mañana: Daisy Gray, procedentede Seattle.

Leyó la relación pausadamente y cuan-do acabó de hacerlo subrayó Hong Kongcon la uña, recortó la lista de arribadasdel periódico con la navaja, tiró el restodel periódico en el cesto junto con la hojaencontrada en la habitación de Cairo y re-tornó a su despacho.

Se sentó ante su escritorio, buscó unnúmero en la guía telefónica y utilizó elteléfono.

—Kearny, uno, cuatro, cero, uno,por favor... ¿En dónde está atracadoel «La Paloma», que llegó ayer deHong Kong? —Repitió la pregunta ydijo «gracias».

Mantuvo el gancho del auricular bajado con eldedo un momento, lo soltó y pidió otro número:

—Davenport, dos, cero, dos, cera, porfavor... Con la Brigada de Investigación, porfavor... ¿Está ahí el sargento Polhaus?... Gra-cias... Hola, Tom, soy Sam Spade... Sí, tratéde ponerme al habla contigo ayer por la tar-de... Seguro que sí. ¿Te parece que coma-mos juntos?... Conforme.

Conservó el auricular pegado a la ore-ja mientras el dedo manipulaba una vezmás.

—Davenport, cero, uno, siete, cero,por favor. . . ¿Oiga? Habla SamuelSpade. Mi secretaria recibió ayer unrecado de que mister Bryan quería ver-me. ¿Quiere hacer el favor de pregun-tarle qué hora sería la mejor para él?...Sí, Spade, S-p-a-d-e —una larga pau-sa—. ¿Sí?... ¿A las dos y media? Per-fectamente. Gracias.

Llamó a un quinto número y dijo:—Hola, amor mío, ¿quieres ponerme

con Sid?... Hola, Sid, Sam. Tengo unacita con el fiscal esta tarde a las dos ymedia. ¿Quieres darme un telefonazo,aquí o allí, a eso de las cuatro, para ase-gurarte de que no me encuentro en difi-cultades?... ¡Maldito sea tu golf del sá-bado por la tarde! Tu obligación es cui-dar de que no me metan en la cárcel. Estábien, Sid... Hasta más ver.

Apartó el teléfono, bostezó, se es-

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yawned, stretched, felt his bruisedtemple, looked at his watch, and rolledand lighted a cigarette. He smokedsleepily until Effie Perine came in.

E f f i e P e r i n e c a m e i n s m i l i n g ,b r i g h t - e y e d a n d r o s y - f a c e d .“ Te d s a y s i t c o u l d b e , ” s h er e p o r t e d , “ a n d h e h o p e s i t i s . H es a y s h e ’s n o t a s p e c i a l i s t i n t h a tf i e l d , b u t t h e n a m e s a n d d a t e sa r e a l l r i g h t , a n d a t l e a s t n o n e o fy o u r a u t h o r i t i e s o r t h e i r w o r k sa r e o u t - a n d - o u t f a k e s . H e ’s a l le x c i t e d o v e r i t . ”

“ T h a t ’s s w e l l , a s l o n g a s h edoesn’t get too enthusiastic to seethrough it if it’s phoney .”

“Oh, he wouldn’t—not Ted! He’stoo good at his stuff for that.”

“ U h - h u h , t h e w h o l e d a m n e dPerine family’s wonderful ,” Spadesaid, “including you and the smudgeof soot on your nose.”

“ H e ’s n o t a P e r i n e , h e ’s aChristy.” She bent her head to lookat her nose in her vanity-case-mirror.“I must’ve got that from the fire.”She scrubbed the smudge with thecorner of a handkerchief.

“ T h e P e r i n e - C h r i s t ye n t h u s i a s m i g n i t eB e r k e l e y ? ” h e a s k e d .

S h e m a d e a f a c e a th i m w h i l e p a t t i n gh e r n o s e w i t h ap o w d e r e d p i n k d i s c .“ T h e r e w a s a b o a t o n f i r e w h e nI c a m e b a c k . T h e y w e r e t o w i n gi t o u t f r o m t h e p i e r a n d t h es m o k e b l e w a l l o v e r o u r f e r r y -b o a t . ”

S p a d e p u t h i s h a n d s o nt h e a r m s o f h i s c h a i r .“Were you near enough to see thename of the boat?” he asked.

“Yes. La Paloma. Why?”

S p a d e s m i l e d r u e f u l l y . “ I ’ mdamned if I know why, sister,” hesaid.

se tocó la sien herida, miró la hora y sepuso a liar un cigarrillo que luego pren-dió. Estuvo fumando somnoliento has-ta que entró Effie Perine.

Effie Perine entró sonriente, con losojos brillantes y el rostro sonrosado.

—Ted dice que podría ser —le infor-mó— y que espera que lo sea. Dice queno es un especialista en ese campo, peroque los nombres y las fechas son correc-tos y que por lo menos ninguna de tusautoridades en la materia ni sus obrasson fa ls i f icaciones . Se ha puestonerviosísimo.

—Estupendo, siempre que no se en-tusiasme demasiado y no le impida sa-ber si son camelos.

—No, no, ¡Ted no! Es demasiadobueno como para eso.

—Ajá, toda la familia Perine alcompleto es fantástica —dijo Spa-de—, incluyéndote a ti y el tiznajoque llevas en la nariz.

— N o e s u n P e r i n e , e s u nC h r i s t y — E f f i e a g a c h ó l ac a b e z a p a r a m i r a r s e l a n a r i ze n e l e s p e j o d e l a p o l v e r a .S e q u i t ó e l t i z n e c o n l a p u n -t a d e u n p a ñ u e l o .

—¿Qué pasa? ¿Es que el entusiasmocombinado de Perine-Christy ha incen-diado Berkeley? —preguntó.

L e h i z o u n a m u e c a d eb u r l a m i e n t r a s s e e m p o l -v a b a l a n a r i z c o n u np o m p ó n r o s a d o .

— S e e s t a b a i n c e n d i a n d ou n b a r c o c u a n d o v o l v í . L oe s t a b a n a p a r t a n d o d e l m u e l l ey e l h u m o e n v o l v i ó e l t r a n s -b o r d a d o r .

Spade apoyó las manos en los bra-zos de su sillón.

—¿Estuviste lo suficientemente cercacomo para ver el nombre? —preguntó.

—Sí. La Paloma. ¿Por qué?

Spade sonrió con pesar.—Que me aspen si lo sé, hermana —

dijo.

tiró, se tocó la sien herida, miró el re-loj y lió y encendió un pitillo. Estuvofumando abstraídamente hasta que re-gresó Effie.

Effie Perine entró sonriendo, con la mira-da alegre y la cara agradablemente sonrosada.

—Ted dice que puede ser verdad—informó—, y que espera que losea. Me ha dicho que no es un espe-cialista en ese terreno, pero que losnombres son auténticos, y que nin-guno de los autores ni de las obrasque di j is te son puras invenciones.Está entusiasmado.

—Magnífico, con tal que el entusias-mo no le ciegue y le impida darse cuentade que es un camelo.

—¿Quién? ¿Ted? Ni por pienso. Es dema-siado competente en su terreno para tal cosa.

—Claro , c la ro . Toda la fami l iaPerine es fabulosa —dijo Spade—,incluyéndote a ti y a ese tiznón quetienes en la nariz.

—Ted no es un Perine. Es un Christy.Bajó la cabeza para mirarse en el es-

pejito del bolso de mano y dijo:—Seguramente el tiznón es del fuego

—y se lo quitó con una esquina del pa-ñuelo.

—¿Qué ocurrió? ¿Se prendió fuego laUniversidad por el entusiasmo combina-do de los Perines y los Christys?

Effie le hizo una mueca burlonamientras se daba suaves golpecitos enla nariz con una borla de polvos que pa-recía un sencillo disco rosado.

— C u a n d o v o l v í h a b í a e n e lpue r to un ba rco en l l amas . Lo e s -t a b a n r e m o l c a n d o p a r a a p a r t a r l ode l mue l l e , y e l humo envo lv ió e lt r a sbordador en que yo ven ía .

Spade agarró los brazos del sillón conambas manos:

—¿Pasaste lo bastante cerca para verel nombre del barco?

—Sí. “La Paloma”. ¿Por qué?

Spade sonrió tristemente y respondió:—¿Por qué? No tengo la más remota

idea, hija mía.

ruefully 1. causing sorrow or pity; pitiable; deplora-ble: a rueful plight. 2. feeling, showing, orexpressing sorrow or pity; mournful; doleful: therueful look on her face.

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XV.

Every Crackpot

S p a d e a n d D e t e c t i v e - s e r g e a n tPo lhaus a t e p i ck led p igs ’ f ee t a to n e o f b i g J o h n ’s t a b l e s a t t h eSta tes Hof Brau .

P o l h a u s , b a l a n c i n gp a l e b r i g h t j e l l y o n af o r k h a l f - w a y b e t w e e np l a t e a n d m o u t h , s a i d :“H e y, l i s t e n , S a m ! F o r g e t a b o u tt h e o t h e r n i g h t . H e w a s d e a dw r o n g , b u t y o u k n o w a n y b o d y ’sl i a b l e t o l o s e t h e i r h e a d i f y o ur ide them tha taway. ”

S p a d e l o o k e d t h o u g h t f u l l y a tt h e p o l i c e - d e t e c t i v e . “ Wa s t h a tw h a t y o u w a n t e d t o s e e m eabou t?” he a sked .

P o l h a u s n o d d e d , p u t t h ef o r k f u l o f j e l l y i n t o h i s m o u t h ,s w a l l owed it, and qualified his n o d :“Mostly.”

“Dundy send you?”

Polhaus made a disgusted mouth.“ Yo u k n o w h e d i d n ’ t . H e ’s a sbullheaded as you are.”

Spade smiled and shook his head.“No, he’s not , Tom,” he said. “Hejust thinks he is.”

Tom scowled and chopped at hispig’s foot with a knife. “Ain’t youe v e r g o i n g t o g r o w u p ? ” h egrumbled. “What’ve you got to beefabout? He didn’t hurt you. You cameo u t o n t o p . W h a t ’s t h e s e n s e o fmaking a grudge of it? You’re justmaking a lot of grief for yourself.”

S p a d e p l a c e d h i s k n i f e a n df o r k c a r e f u l l y t o g e t h e r o n h i sp l a t e , a n d p u t h i s h a n d s o n t h et a b l e b e s i d e h i s p l a t e . H i s s m i l ew a s f a i n t a n d d e v o i d o f w a r m t h .“ W i t h e v e r y b u l l i n t o w nw o r k i n g o v e r t i m e t r y i n g t op i l e u p g r i e f f o r m e a l i t t l em o r e w o n ’ t h u r t . I w o n ’ t e v e nk n o w i t ’ s t h e r e . ”

P o l h a u s ’ s r u d d i n e s sd e e p e n e d . H e s a i d :“ T h a t ’ s a s w e l l t h i n g t os a y t o m e . ”

S p a d e p i c k e d u p h i s k n i f e a n df o r k a n d b e g a n t o e a t . P o l h a u sa t e .

P r e s e n t l y S p a d e a s k e d :“ S e e t h e b o a t o n f i r e i n t h eb a y ? ”

“I saw the smoke. Be reasonable.Sam. Dundy was wrong and he knowsit. Why don’t you let it go at that?”

CAPÍTULO XV

Todos los chiflados

Spade y el sargento de detectivesPolhaus estaban comiéndose unas manitasde cerdo escabechadas en una de las mesasdel Big John en el States Hof Brau.

P o l h a u s , c o n e l t e n e d o r l l e -n o d e g e l a t i n a p á l i d a y b r i l l a n -t e a m i t a d d e c a m i n o e n t r e e lp l a t o y s u b o c a , d e c í a :

—¡Venga, Sam! Olvídate de lo dela otra noche. Dundy estaba equi-vocado de cabo a rabo, pero tú sabesque cualquiera puede perder los estribossi se le aprieta de ese modo.

S p a d e m i r ó p e n s a t i v o a ls a r g e n t o d e d e t e c t i v e s :

— ¿ P a r a e s o q u e r í a s v e r -m e ? — p r e g u n t ó .

Polhaus as in t ió , se met ió e l te -nedor l leno de ge la t ina en la boca ,t ragó y expl icó su asent imiento :

—Fundamentalmente.

—¿Te envía Dundy?

Polhaus puso cara de disgusto.— S a b e s q u e n o . E s t a n t e r c o y

cabeza cuadrada como tú.

Spade sonrió y meneó la cabeza.—No, no l o e s , Tom —di jo—.

Sólo se lo cree.

Tom frunció el ceño e hincó el cu-chillo en una manita de cerdo.

— ¿ E s q u e n o v a s a c r e c e rn u n c a ? — g r u ñ ó — . ¿ D e q u é t eq u e j a s ? N o t e h i z o d a ñ o . S a l i s -t e g a n a n d o . ¿ A q u é v i e n e t a n t ore s q u e m o r ? Te e s t á s m e t i e n d o e nu n m o n t ó n d e l í o s t ú s o l i t o .

Spade depositó en el plato el cu-chillo y el tenedor, cuidadosamentecolocados, y puso las manos a amboslados del plato. Mostraba una débilsonrisa y carente de calidez .

—Ni aunque todos los pol i s dela c iudad se pus ieran a hacer ho-ras ext ras para meterme en un pe-queño l ío , podr ían hacerme daño.Ni me enterar ía .

El color rubicundo de Polhaus se in-tensificó aún más. Dijo:

—Menuda cosa que me dices preci-samente a mí.

Spade volvió a coger sus cubiertosy siguió comiendo. Polhaus hizo lo pro-pio.

Súbitamente preguntó Spade:—¿Has visto el barco en llamas de

la bahía?

—Vi e l h u m o . S é r a z o n a b l e ,Sam. Dundy se equivocó y lo sabe.¿Por qué no lo dejas estar?

15.

Todos los locos

Spade y e l sargento detect ivePolhaus comieron manos de cerda enescabeche en una de las mesas reserva-das del States Hof Brau.

—Escucha, Sam —dijo Polhaus, queen aquel momento se llevaba a la boca untenedor sobre el cual mantenía en equili-brio gelatina brillante y de desvaído co-lor—, olvídate de lo de la otra noche. Evi-dentemente, Dundy metió la pata hastael corvejón, pero tú sabes que cualquie-ra es capaz de perder la cabeza si se le toma elpelo de la manera que tú lo hiciste.

S p a d e m i r ó p e n s a t i v a m e n t ea l d e t e c t i v e :

— ¿ P a r a e s o m e q u e -r í a s v e r ?

Polhaus asintió con la cabeza, se metióla gelatina en la boca, tragó y amplió el sig-nificado de su mudo asentimiento.

—Principalmente.

—¿Te lo ha encargado Dundy?

Polhaus hizo un gesto de enfado.—Sabes muy bien que no. Es tan

cabezota como tú. Igual de terco.

—No, Tom —dijo Spade, sonriendo ynegando con la cabeza—, no lo es. Se creeque lo es.

Tom miró ceñudo a la mano de cerdoy la atacó con el cuchillo.

—¿Es que no vas a crecer nunca? ¿Sepuede saber de qué te quejas? Daño,no te hizo. Al final saliste ganando.¿A santo de qué andas con tantosresquemores? Lo único que consegui-rás será buscarte complicaciones.

Spade dejó cuidadosamente el te-nedor y el cuchillo juntos en el platoy colocó ambas manos sobre la mesa,una a cada lado del plato. Su sonrisaera débil y carente de calor.

—Dado que todos los policías de laciudad están haciendo horas extraordina-rias tratando de crearme complicaciones,poco importan algunas dificultades más.Ni siquiera me enteraré.

El tono rubicundo de la cara dePolhaus se hizo más intenso.

—Es muy propio que me d igaseso a mí .

Spade cogió el cuchillo y el tenedor ycomenzó a comer. Polhaus seguía comien-do.

Al cabo de un rato, dijo Spade:—¿Has visto ese barco ardiendo en la

bahía?

—He visto el humo. Sé razonable,Sam. Dundy h izo mal , y lo sabe .¿Por qué no te olvidas de todo?

crackpot an eccentric person, especially onewith bizarre ideas. Foolish; harebrained: acrackpot notion.

crackpot , crank, nut, nut case, nutcase,fruitcake, screwball; a whimsically eccentricperson,

chiflado, estrafalario

liable responsable;to be ~ FOR sth ser responsable de algo

(likely): I’m ~ to forget es probable que me olvide;the earlier model was ~ to overheat el modeloanterior tenía tendencia a recalentarse

liable 1 responsableto be liable for, ser responsable deto hold sb liable, responsabilizar a alguien[for, de]2 (cosa) hotels are liable to 16% VAT, loshoteles están sujetos al 16% del IVA3 propenso,-a [to, a]4 probable: it’s liable to rain, es probable quelluevaCompound Forms:

be liable ser responsablebe liable for ser responsable demake jointly liable obligar solidariamente

X

headstrong self-willed and obstinate

XXdisgust dar asco, repugnar, indignar ; aversion,

loath disgusting asco , repugnantedisgustar annoy, upset, molestar; disgusto fas-

tidio, enfado,

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“Think I ought to go around andtell him I hope my chin didn’t hurthis fist?”

Polhaus cut savagely into his pig’sfoot.

Spade said: “Phil Archer been inwith any more hot tips?”

“Aw, hell! Dundy didn’t think youshot Miles, but what else could he doexcept run the lead down? You’d’vedone the same thing in his place, andyou know it.”

“ Ye s ? ” M a l i c e g l i t t e r e d i nS p a d e ’ s e y e s . “ W h a t m a d eh i m t h i n k I d i d n ’ t d o i t ? W h a tm a k e s y o u t h i n k I d i d n ’ t ? O rd o n ’ t y o u ? ”

P o l h a u s ’ s r u d d y f a c ef l u s h e d a g a i n . H e s a i d :“ T h u r s b y s h o t Miles.”

“You think he did.”

“ H e d i d . T h a t W e b l e y w a sh i s , a n d t h e s l u g i n M i l e s c a m eo u t o f i t . ”

“Sure?” Spade demanded.

“Dead sure,” the police-detectiverepl ied. “We got hold of a kid—abellhop at Thursby’s hotel—that hadseen it in his room just that morning.He noticed it particular because he’dnever saw one just like it before. Inever saw one. You say they don’tmake them any more. It ain’t likelyt h e r e ’ d b e a n o t h e r a r o u n d a n d —anyway—if tha t wasn’t Thursby’swhat happened to his? And that’s thegun the slug in Miles come out of.”He started to put a piece of bread intohis mouth, withdrew it, and asked:

“ Yo u s a y y o u ’ v e s e e n t h e mbefore: where was that at?” He putthe bread into his mouth.

“In England before the war.”

“Sure, there you are.”

Spade nodded and said: “Then thatl e a v e s T h u r s b y t h e o n l y o n e Ikilled.”

Polhaus squ irmed i n h i s cha i ra n d h i s f a c e w a s r e d a n d s h i n y.“Christ’s sake, ain’t you never goingt o f o rg e t t h a t ? ” h e c o m p l a i n e dearnestly. “That’s out. You know ita s we l l a s I do . You’d th ink youwasn’t a dick yourself the way youbellyache over things. I suppose youdon’t never pull the same stuff onanybody that we pulled on you?”

“You mean that you tried to pullon me, Tom—just tried.”

Polhaus swore under his breathand at tacked the remainder of his

¿Te parece que vaya y le pregun-te s i mi barbi l la no le habrá hechodaño en el puño?

Polhaus hundió violentamente el cu-chillo en su manita de cerdo.

S p a d e d i j o :— ¿ O s h a i d o P h i l A r c h e r c o n

m á s s o p l o s ?

—¡Ah, mierda! Dundy no creyó quetú hubieras matado a Miles, pero ¿quéotra cosa podía hacer más que seguir lapista? Tú habrías hecho lo mismo en sulugar y tú lo sabes.

—¿Ah, sí? —la malicia brillaba enlos ojos de Spade—. ¿Y cómo se con-venció de que yo no lo había hecho? ¿Yqué te hace creer a ti que yo no fui? ¿Oes que crees que sí?

La rubicunda cara de Polhaus se son-rojó nuevamente. Dijo:

—Thursby mató a Miles.

—Tú lo crees.

—Fue él. El Webley era suyo y labala que tenía Miles la había dispara-do ese revólver.

—¿Seguro? —preguntó Spade.

—Absolutamente —rep l i có e l po -l i c í a — . C o g i m o s a u n c h i c o , u nbotones del hotel de Thursby, que ha-bía visto el arma en su habitación esamisma mañana. Le llamó la atenciónporque nunca había visto otra igual.Yo tampoco. Tú dices que ya no losfabrican. No es nada probable quehaya otra en danza por ahí y, de todosmodos, si no era la de Thursby, ¿quéocurrió con la de él? Y esa es el armade la que salió la bala que encontra-mos en Miles —iba a meterse un pe-dazo de pan en la boca, pero cambióde idea y preguntó—: Dices que lashas visto en otra ocasión, ¿cuándo? —y se metió el pan en la boca.

—En Inglaterra, antes de la guerra.

—Pues claro, ahí lo tienes.

Spade asintió y dijo:—Con lo cual solamente maté a

Thursby.

Polhaus se retorció en la silla y surostro cobró un color brillante y rojizo:

—Por Dios, ¿es que no se te va a ol-vidar nunca? —se quejó sonriente—.E s o s e a c a b ó . L o s a b e st a n b i e n c o m o y o . N o p a -r e c e s d e t e c t i v e , c o n t o d ol o q u e t e q u e j a s . S u p o n g oq u e t ú n u n c a h a s t r a t a d oa s í a n a d i e , ¿ v e r d a d ?

—O sea que tú lo intentaste conmi-go, Tom... lo intentaste.

P o l h a u s j u r ó p o r l o b a j o ya t a c ó e l r e s t o d e s u m a n i t a d e

—No sé... ¿Crees que debo ir a decir-le que espero que mi barbilla no le hicie-ra daño en el puño?

Polhaus se puso a pegar cuchilladas ala mano de cerdo.

—¿Ha vuelto por allí Phil Archer conmás información de última hora?

—¡Venga ya, Sam! Dundy nunca creyóque hubieras matado a Miles; pero ¿qué otracosa podía hacer sino investigar lo que le di-jeron? Tú, en su lugar, hubieras hecho exac-tamente lo mismo. Y lo sabes.

— ¿ S í ? — y l a m a l i c i ad e s t e l l ó e n s u s o j o s — . ¿ P o rq u é c r e e q u e n o l o m a t é ? ¿ Yp o r q u é c r e e s t ú q u e n o l oh i c e ? ¿ O s í l o c r e e s ?

F o l h a u s v o l v i ó a e n r o -j e c e r .

—Thursby mató a Miles.

—Crees que lo hizo.

—Y lo hizo. El «Webley» era suyo. Labala que mató a Miles fue disparada porese revólver.

—¿Seguro? —preguntó Spade, en tonoperentorio.

—Completamente seguro —respon-dió el policía—. Un muchacho, unbotones del hotel de Thursby, vio el re-vólver en su habitación aquella mismamañana. Le llamó la atención porquenunca había visto uno igual. Tú mismodijiste que ya no los fabrican. Es muypoco probable que haya otro igual ro-dando por ahí. Y en cualquier caso, sino era el de Thursby, ¿dónde ha ido aparar? Y ése es el revólver del que sa-lió la bala que tenía dentro del cuerpoMiles —empezó a meterse un trozo depan en la boca, volvió a dejarlo y pre-guntó—: Tú dices que has visto esos re-vólveres antes. ¿En dónde? —y ahora síse metió el pedazo de pan en la boca.

—En Inglaterra, antes de la guerra.

—Claro. ¿Lo ves?

Spade asintió y dijo:—Bueno, entonces eso significa que

no maté más que a Thursby.

Polhaus se movió incómodo en la si-lla. Tenía la cara roja y brillante.

—¡Dios santo! ¿Es que no piensas olvidarlonunca? —se quejó sinceramente—. De lo dicho nohay nada. Y lo sabes tan bien como yo. Te aseguroque por el modo que tienes de andar quejándotede todo parece como si no fueras detective.¿Pretendes decirme que nunca has em-pleado con nadie los procedimientos queempleamos contigo?

—Dirás los procedimientos que tratasteis deemplear. Pero nada más que tratasteis, Tom.

Polhaus musitó unas palabrotas y selanzó contra lo que quedaba de la mano

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pig’s foot.

Spade said: “All right. You knowi t ’s out and I know it’s out. Whatdoes Dundy know?”

“He knows it’s out.”

“What woke him up?”

“Aw, Sam, he never really thoughty o u ’ d — ” S p a d e ’s s m i l e c h e c k e dP o l h a u s . H e l e f t t h e s e n t e n c eincomplete and said: “We dug up arecord on Thursby.”

“Yes? Who was he?”

P o l h a u s ’ s s h r e w d s m a l lb r o w n e y e s s t u d i e d S p a d e ’ sf a c e . S p a d e e x c l a i m e d i r r i t a b l y :“ I w i s h t o G o d I k n e w h a l f a smuch abou t t h i s bus ines s a s youSmar t guys th ink I do !”

“ I w i s h w e a l l d i d , ” P o l h a u sgrumbled. “Well, he was a St. Louisgunman the first we hear of him. Hewas picked up a lot of t imes backt h e r e f o r t h i s a n d t h a t , b u t h eb e l o n g e d t o t h e E g a n m o b , s onothing much was ever done aboutany of it. I don’t know how come heleft that shelter , but they got himonce in New York for knocking overa row o f s t u s s - g a m e s — h i s t w i s tturned him up—and he was in a yearbe fo r e Fa l l on go t h im sp rung . Acouple of years later he did a shorthitch in Joliet for pistol-whippinganother twist that had given him theneedle, but after that he took up withDixie Monahan and didn’t have anyt r o u b l e g e t t i n g o u t w h e n e v e r h ehappened to get in. That was whenDixie was almost as big a shot asNick the Greek in Chicago gambling.This Thursby was Dixie’s bodyguardand he took the run-out wi th h imwhen Dixie got in wrong with therest of the boys over some debts hecouldn’t or wouldn’t pay off. Thatwas a couple of years back—aboutthe time the Newport Beach BoatingClub was shut up. I don’t know ifDixie had any part in that. Anyways,this is the first time him or Thursby’sbeen seen since.”

“Dixie’s been seen?” Spade asked.

P o l h a u s s h o o k h i s h e a d .“ N o . ” H i s s m a l l e y e s b e c a m es h a r p , p r y i n g . “ N o t u n l e s sy o u ’ v e s e e n h i m o r k n o ws o m e b o d y ’ s s e e n h i m . ”

Spade lounged back in his chairand began to make a c igaret te . “Ihaven’t,” he said mildly. “This is allnew stuff to me.”

“ I g u e s s i t i s , ” P o l h a u ss n o r t e d .

Spade grinned at him and asked:

c e r d o .Spade dijo:—De acuerdo. Tú sabes que se ha

acabado y yo lo sé también. ¿Lo sabeDundy?

[462]—Sabe que se ha acabado.

—¿Y cómo logró despertarse?

—Ah, Sam, porque en realidad nun-ca pensó que tú... —la sonrisa de Spadedetuvo a Polhaus. Dejó la frase sin ter-minar y dijo—: Hemos obtenido los an-tecedentes de Thursby.

—¿Sí? ¿Quién era?

P o l h a u s , c o n s u s o j i l l o s p a r -d o s , m i r ó p e r s p i c a z a S p a d e .É s t e e x c l a m ó , i r r i t a d o :

—¡Sabe Dios que me gustaría saberde este asunto la mitad de las cosas quevosotros, listos, creéis que sé!

—Me gustaría que todos supiéra-mos —gruñó Polhaus—. Lo primeroque sabemos de él es que era un pis-tolero de St. Louis. Le cogieron mu-chas veces por una cosa o por otra,pero era de la banda de Egan, demodo que nunca se metieron muchocon él. No sé por qué dejó aquellacobertura, pero le cogieron una vezen Nueva York por reventar unosgaritos de juego; su amiga dio el so-plo, y estuvo encerrado un año hastaque Fallon le sacó. Un par de añosdespués le encerraron una tempora-dita en Joliet por atizarle a su amigacon una pistola; estaba enfadado por-que ella le había plantado. Pero des-pués se metió con Dixie Monahan yno tuvo dificultades en salir cuandole cogían. Eso fue cuando Dixie eracasi tan grande como Nick el Griegoen las apuestas de Chicago. El talThursby era e l guardaespaldas deDixie y salió a escape con él cuandoDixie se enemistó con los demás mu-chachos por unas deudas que no qui-so o no pudo pagar. De eso hace dosaños... más o menos cuando cerraronel Newport Beach Boating Club. Nosé si Dixie tuvo algo que ver con eso.De todas formas, esta es la primeravez que se sabe de él o de Thursbydesde entonces.

—¿Se sabe algo de Dixie? —preguntó Spade.

Polhaus negó con la cabeza.— N o — s u s o j i l l o s s e a g u -

z a r o n , f i s g o n e s — . N o a m e -n o s q u e l o h a y a s v i s t o t ú oc u a l q u i e r o t r o .

Spade se recostó en la silla y comen-zó a liar un cigarrillo.

—No —dijo suavemente—. Todoesto es una novedad para mí.

—Y a l o c r e o — b u f óP o l h a u s .

Spade le sonrió y preguntó:

de cerdo.

—Está bien, Tom —dijo Spade—. Túsabes que de lo dicho no hay nada, y yotambién lo sé. ¿Y Dundy?

—Sabe que de lo dicho no hay nada.

—¿Y por qué?

—Pero, hombre, Sam... Nunca pensóque tú ibas a... —La sonrisa de Spade fre-nó a Polhaus. Dejó la frase sin acabar ydijo—: Hemos encontrado antecedentesde Thursby.

—¿Sí? ¿Quién era?

Polhaus miró con sus ojillos morenos,estudiando la cara de Spade, que excla-mó desabridamente:

—Te juro que quisiera saber acerca deeste asunto la mitad de lo que vosotros,los listos, creéis que sé.

—Ojalá lo supiéramos todos —re-zongó Polhaus—. Bueno, pues las pri-meras no t i c ias que se t i enen deThursby son que era un pistolero de St.Louis. Le detuvieron no sé cuántasveces por mil cosas; pero como perte-necía a la cuadrilla de Egan, nunca lepasó nada grave. No sé por qué dejóaquel refugio, pero el caso es que en NuevaYork le detuvieron una vez por estropearunas timbas; su amiguita le denunció, yestuvo en chirona un año, hasta queFallon le sacó. Un par de años después cum-plió una sentencia corta en la cárcel de Jolietpor pegarle en la cara a otra chiquilla con lapistola, porque ella le plantó; a partir de esose metió en la pandilla de Dixie Monahan yno volvió a tener dificultades para salir dela cárcel cuando le encerraban. Aquelloseran los tiempos en que Dixie era un perso-naje tan importante como Nick el Griegoen l a s t i m b a s d e C h i c a g o . E s eThursby era e l guardaespaldas deDixie, y salió de naja con él cuando los amigosde Dixie se la juraron por culpa deunas deudas que Dixie no pudo, o noquiso, pagar. Eso ocurrió un par deaños antes, cuando cerró el Club deRegatas de Newport Beach. No sé siDixie tuvo algo que ver con ello. Seacomo fuere, ésta es la primera vez quese ha vuelto a saber de Dixie o deThursby.

—¿Se le ha visto a Dixie?

Polhaus dijo que no con un gesto.—No, a no ser que le hayas visto tú, o

que sepas que alguien le ha visto.Y al decir esto, sus ojuelos se mostra-

ron alerta y escudriñadores.

Spade se retrepó en la silla y comenzóa liar un pitillo.

—Yo no le he visto —dijo con natura-lidad—. Todo esto es nuevo para mí.

—Lo supongo —dijo Polhaus, dejan-do escapar un pequeño bufido.

Spade le sonrió socarronamente y le preguntó:

prying inquiring impertinently, sticking one’snose in

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“Where’d you pick up all this newsabout Thursby?”

“Some of it’s on the records. Ther e s t — w e l l — w e g o t i t h e r e a n dthere.”

“ F r o m C a i r o , f o r i n s t a n c e ? ”N o w S p a d e ’ s e y e s h e l d t h ep r y i n g g l e a m .

P o l h a u s p u t d o w n h i sc o f f e e - c u p a n d s h o o k h i s h e a d .“ Not a word o f i t . You po i sonedtha t guy for us .”

S p a d e l a u g h e d . “ Yo um e a n a c o u p l e o f h i g h - c l a s ss l e u t h s l i k e y o u a n d D u n d yw o r k e d o n t h a tl i l y - o f - t h e - v a l l e y all night a n dc o u l d n ’ t c r a c k h i m ? ”

“What do you mean—all night?”Polhaus protested. “We worked onhim for less than a couple of hours.We saw we wasn’t getting nowhere,and let him go.”

Spade laughed again and looked athis watch. He caught John’s eye andasked for the check. “I’ve got a datewith the D. A. this af ternoon,” hetold Polhaus while they waited forhis change.

“He send for you?”

“Yes.”

P o l h a u s p u s h e d h i s c h a i r b a c ka n d s t o o d u p , a b a r r e l - b e l l i e dt a l l m a n , s o l i d a n d p h l e g m a t i c .“You won’t be doing me any favor,”he said, “by telling him I’ve talkedto you like this.”

A l a t h y y o u t h w i t hsalient ears ushered Spade into theDis t r i c t At torney’s off i c e . S p a d ew e n t i n s m i l i n g e a s i l y, s a y i n geas i ly: “Hello, Bryan!”

Distr ict Attorney Bryan stood upand he ld h i s hand ou t ac ross h i sd e s k . H e w a s a b l o n d m a n o fmedium stature, perhaps forty-f ivey e a r s o l d , w i t h a g g r e s s i v e b l u eeyes behind b lack-r ibboned nose-glasses, the over- large mouth of anora tor, and a wide dimpled ch in .W h e n h e s a i d , “ H o w d o y o u d o ,S p a d e ? ” h i s v o i c e w a s r e s o n a n twith latent power.

They shook hands and sat down.

T h e D i s t r i c t A t t o r n e y p u t h i sfinger on one of the pearl buttons in abattery of four on his desk, said to thelathy youth who opened the door again,“ A s k M r. T h o m a s a n d H e a l y t ocome in,” and then, rocking back inh i s c h a i r , a d d r e s s e d S p a d e

—¿De dónde habéis sacado toda esainformación sobre Thursby?

—Una parte está en los archivos...Lo demás... bueno... lo hemos sacadode aquí y de allá.

—¿De Cairo, por ejemplo? —losojos de Spade sostuvieron la mirada enesta ocasión.

Polhaus dejó la taza de café y me-neó la cabeza.

—Ni una palabra. A ése nos lo hasmaleado tú.

Spade soltó una carcajada.—¿Me estás diciendo que un par de

sabuesos de primera como tú y Dundyestuvisteis trabajando toda la noche aese lirio del valle y no conseguisteissacarle nada?

—¿Qué quieres decir con eso de...toda la noche? —protestó Polhaus—.Sólo le apretamos menos de dos horas.Nos dimos cuenta de que no llegábamosa ningún sitio y le dejamos ir.

Spade volvió a reír y miró la hora. Cap-tó la atención de John y le pidió la cuenta.

— Te n g o u n a c i t a c o n e l f i s -c a l d e l d i s t r i t o e s t a t a r d e —d i j o a P o l h a u s m i e n t r a s e s p e r a -b a n l a c u e n t a .

—¿Te ha mandado llamar?

—Sí.

Polhaus echó la silla hacia atrás y se le-vantó, un hombre alto y con una panza redon-deada como un barril, macizo y flemático.

—No me harás ningún favor —dijo— si le cuentas que has estado ha-blando conmigo así.

U n j o v e n a l t o y d e l g a d o c o norejas de soplillo condujo a Spade al despa-cho del fiscal del distrito. Spade entró con unasonrisa fácil y saludando tranquilamente:

—¡Hola, Bryan!

Bryan, fiscal del distrito, se levantóy le tendió la mano por encima del es-critorio. Era un hombre rubio de media-na estatura, como de unos cuarenta y cin-co años, con unos ojos azules agresivostras sus gafas con cordoncillo negro,boca grande de orador y barbilla am-p l i a y c o n u n h o y o . C u a n d od i j o « ¿ C ó m o t e v a , S p a d e ? » ,s u v o z r e s o n ó p l e n a d e f u e r -z a l a t e n t e .

Se dieron la mano y se sentaron.

El fiscal del distrito apretó uno de losbotones perlados de una batería de cuatroque había en su escritorio y le dijo al jo-ven alto y delgado que abrió la puerta:

—Dígale al señor Thomas y a Healyque vengan —y luego, recostándose ensu sillón, se dirigió a Spade con afabi-

—¿De dónde habéis sacado todos es-tos datos acerca de Thursby?

— A l g u n o s e s t á n e n e l a r -c h i v o . L o s d e m á s . . . , p u e s d ea q u í y d e a l l á .

—Por ejemplo, de Cairo.Y ahora fueron los ojos de Spade los

que brillaron sagaces.

Polhaus dejó la taza de café y meneóla cabeza.

—Ni una palabra. A ése nos lo estro-peaste tú.

Spade se echó a reír.—¿Quieres dec i r que un par de

s a b u e s o s d e p r i m e r a c l a s e c o m ovosot ros después de t rabajar a esainocente azucena toda la noche no con-seguisteis sacarle nada?

—¿Qué es eso de toda la noche? —protestó Polhaus—. No estuvimos con élarriba de dos horas. Comprendimos queno íbamos a sacar nada en limpio y le de-jamos que se fuera.

Spade volvió a reír y mirar el reloj. Viopasar al encargado y le pidió la cuenta.

— E s t a t a r d e e s t o y c i t a d oc o n e l f i s c a l — l e d i j o aP o l h a u s m i e n t r a s a g u a r d a b a e lc a m b i o .

—¿Te ha llamado él?

—Sí

Polhaus retiró la silla de la mesa, selevantó y quedó de pie, grandón, barrigu-do, sólido y flemático:

—Me har ías un f laco se rv ic io s il e c o n t a r á s l o q u e h e m o s e s t a d ohab lando —di jo .

Un muchacho, enjuto, espigado y deorejas de soplillo, condujo a Spade hastael despacho del fiscal del distrito. Spade en-tró sonriendo con naturalidad y diciendo:

—¡Hola, Bryan!

El fiscal se levantó y le ofreció lamano a t ravés de la mesa. Era unhombre rubio, de estatura mediana,de unos cuarenta y cinco años, ojosagresivos y azules que miraban a través deunos lentes de los que pendía una cinta ne-gra, boca excesivamente grande y propia deun orador, y barbilla ancha y hendida. Cuan-d o d i j o : « ¿ C ó m o e s t á u s t e d ,S p a d e ? » , l a v o z r e s o n ó l l e n a d efuerza latente.

Se estrecharon la mano y se sentaron.

El fiscal pulsó uno de los cuatro bo-tones nacarados que estaban desplegadosen batería sobre la mesa y dijo al chicolarguirucho que volvió a abrir la puerta:

—Dígales a mister Thomas y a Healy que vengan.Luego comenzó a mecerse en el sillón

y se dirigió a Spade, en tono placentero:

lath (pl. laths) a thin flat strip of wood, esp. each ofa series forming a framework or support forplaster etc.

lathy like a lath, long and slender, delgado

lily-of-valley coll. manflorita

aggressive enérgico, audaz, activo, atrevido

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p l e a s a n t l y : “ Yo u a n d t h e p o l i c eh a v e n ’ t b e e n h i t t i n g i t o f f s owe l l , have you?”

Spade made a negligent gesturewith the fingers of his r ight hand.“ N o t h i n g s e r i o u s , ” h e s a i dl i g h t l y . “ D u n d y g e t s t o oe n t h u s i a s t i c . ”

The door opened to admi t twomen. The one to whom Spade sa id ,“Hel lo , Thomas!” was a sunburneds tocky man o f t h i r t y i n c lo th ingand hai r of a kindred unrul iness .He c lapped Spade on the shoulderw i t h a f r e c k l e d h a n d , a s k e d ,“ H o w ’ s t r i c k s ? ” a n d s a t d o w nbes ide h im. The second man wasyounger and color less . He took asea t a l i t t le apar t f rom the o thersa n d b a l a n c e d a s t e n o g r a p h e r ’sn o t e b o o k o n h i s k n e e , h o l d i n g agreen penci l over i t .

S p a d e g l a n c e d h i s w a y ,c h u c k l e d , a n d a s k e d B r y a n :“ A n y t h i n g I s a y w i l l b e u s e da g a i n s t m e ? ”

T h e D i s t r i c t A t t o r n e y s m i l e d .“That always holds good.” He tookhis glasses off, looked at them, andset them on his nose again. He lookedthrough them at Spade and asked:“Who killed Thursby?”

Spade said: “I don’t know.”

B r y a n r u b b e d h i s b l a c ke y e g l a s s - r i b b o n b e t w e e n t h u m band f inge r s and sa id k n o w i n g l y :“ P e r h a p s y o u d o n ’ t , b u t y o uce r t a in ly cou ld make an exce l l en tgues s . ”

“Maybe, but I wouldn’t.”

The District Attorney raised his eyebrows.

“I wouldn’t,” Spade repeated. Hewas s e r ene . “My gues s migh t beexcellent, or it might be crummy, butMrs. Spade didn’t raise any childrendippy enough to make guesses inf r o n t o f a d i s t r i c t a t t o r n e y, a na s s i s t a n t d i s t r i c t a t t o r n e y, a n d astenographer.”

“Why shouldn’t you , i f you’venothing to conceal?”

“Everybody,” Spade respondedmildly, “has something to conceal.”

“And you have—?”

“My guesses, for one thing.”

T h e D i s t r i c t A t t o r n e y l o o k e ddown a t h i s de sk and t hen up a tSpade . He se t t led h is g lasses m o r ef i r m l y o n h i s n o s e . H e s a i d :“ I f y o u ’ d p r e f e r n o t h a v i n g t h es tenographer here we can dismisshim. I t was s imply as a matter of

l idad—: La pol ic ía y tú no habéises tado en buenos t érminos ú l t i -mamente , ¿eh?

Spade hizo un gesto negligente conlos dedos de la mano derecha.

—Nada serio —dijo sin darle impor-tancia—. Lo que pasa es que Dundy selo toma muy a pecho.

Se abrió la puerta y entraron doshombres. El hombre al que Spade salu-dó con un «¡Hola, Thomas!» era unhombre rechoncho y curtido de treintaaños, con ropa y ademanes igualmen-te descuidados. Dio una palmada en elhombro de Spade con su mano pecosay contestó con un «¿Cómo va la cosa?»,mientras se sentaba junto a él. El segun-do hombre era más joven y descolori-do. Se sentó un tanto apartado de losdemás, equilibrando un cuaderno denotas taquigráficas sobre las rodillasmientras sujetaba un lápiz verde.

Spade le echó un vistazo, soltó unarisita y le preguntó a Bryan:

—¿Cualquier cosa que diga podráser utilizada en mi contra?

El fiscal del distrito sonrió.—Eso siempre queda bien —se qui-

tó las gafas, las observó y se las volvióa colocar sobre la nariz. Miró a Spadey le preguntó—: ¿Quién mató aThursby?

Spade contestó:—No lo sé.Bryan frotó el cordoncillo negro de

sus gafas entre el índice y el pulgar ydijo deliberadamente:

—Es posible que no lo sepas, peroseguramente puedes hacer una conjetu-ra excelente.

—Quizá, pero no quiero.

El fiscal del distrito enarcó las cejas.

—No quiero —repitió Spade. Con se-renidad—. Puede que mi conjetura fue-se excelente, o a lo mejor malísima, perola señora Spade no educó a sus hijos paraque fueran unos locuelos y se pusieran ahacer conjeturas en voz alta ante todo unfiscal del distrito, un adjunto al fiscal eldistrito y un taquígrafo.

—¿Y por qué no, si no tienes nadaque ocultar?

—Todos —repuso Spade suavemen-te— tenemos algo que ocultar.

—¿Y tú...?

—Mis conjeturas, sin ir más lejos.

El fiscal del distrito se quedó miran-do el escritorio y luego levantó la mi-rada hacia Spade. Se afirmó las gafassobre la nariz. Dijo:

— S i p r e f i e r e s q u e n o e s t é e lt a q u í g r a f o , p o d e m o s d e c i r l e q u es e v a y a . L o h e l l a m a d o s i m p l e -

—Tengo entendido que últimamente lapolicía y usted no han hecho buenas mi-gas, ¿no es así?

Spade desechó la cuestión negligente-mente con un vago ademán.

—No ha sido nada serio —dijo sin darimportancia al asunto—. Es que Dundyse deja arrastrar por el entusiasmo.

Se abrió la puerta para dar paso a doshombres. El que Spade saludó con un«hola, Thomas», era un hombre atezado,rollizo y de unos treinta años cuyas ropas ycabello mostraban distintas clases de desorden.Le dio a Spade una palmada en el hombrocon una mano pecosa y le preguntó:

—¿Qué tal van las cosas? —y se sen-tó junto a él.

El otro hombre era más joven e in-coloro. Se sentó algo separado de losdemás, con un cuaderno de taquigra-fía sobre la rodilla y un lápiz verde yapreparado para escribir.

Spade le lanzó una ojeada, se riósocarronamente y le preguntó a Bryan:

—¿Cualquier cosa que diga podrá serempleada en contra mía?

Sonrió el fiscal y respondió:—Esa regla no tiene excepción. —

Dicho lo cual, se quitó los lentes, los con-templó y volvió a montarlos a caballo so-bre la nariz y añadió—: ¿Quién mató aThursby?

—No lo sé —dijo Spade.

Bryan frotó la cinta de los lentes entreel pulgar y el índice y dijo en tono de sa-ber muchas cosas que se callaba:

—Quizá no lo sepa usted, pero estoyseguro de que podría sospecharlo con bas-tante certidumbre.

—Quizá, pero no lo haré.

El fiscal alzó las cejas.

—No, no lo haré —repitió Spade,con tranquilidad—; porque aunque missuposiciones pueden ser excelentes omuy desacertadas, mi madre no ense-ñó a sus hijos que resulte prudente po-nerse a elucubrar delante de todo unseñor fiscal, de un auxiliar de fiscal yde un taquígrafo.

—¿Por qué no, si no tiene nada queocultar?

—Todos tenemos algo que ocultar —respondió Spade, dulcemente.

—¿Y usted tiene algo que callar? ¿No?

—Para empezar, mis suposiciones.

E l f i s c a l m i r ó a l a m e s a yl u e g o a l z ó l o s o j o s h a c i aS p a d e . S e a s e g u r ó l o s l e n t e ss o b r e l a n a r i z y d i j o :

—Si prefiere usted hablar s in ta-quígrafo , podemos pedi r le que seret i re . Le di je que viniera por cues-

crummy dirty, squalid; inferior, worthless

dippy crazy, silly

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convenience that I brought him in.”

“I don’t mind him a damned hit,”Spade replied. “I’m willing to haveanyth ing I say pu t down and I ’mwilling to sign it.”

“We don’t intend asking you tosign anything,” Bryan assured him,“I wish you wouldn’t regard this asa formal inquiry at all . And pleasedon’t think I’ve any bel ief—muchless confidence—in those theoriesthe police seem to have formed.”

“No?”

“Not a particle.”

Spade sighed and crossed his legs.“I ’m glad of tha t .” He fe l t in h isp o c k e t s f o r t o b a c c o a n d p a p e r s .“What’s your theory?”

B r y a n l e a n e d f o r w a r d i n h i scha i r and h i s eyes were ha rd ands h i n y a s t h e l e n s e s o v e r t h e m .“Tell me who Archer was shadowingThursby for and I’ l l te l l you whokilled Thursby.”

S p a d e ’ s l a u g h w a sb r i e f a n d s c o r n f u l .“Yo u ’ r e a s w r o n g a s D u n d y , ”h e s a i d .

“Don’t misunderstand me, Spade,”Bryan sa id , knocking on the deskwith his knuckles. “I don’t say yourc l i en t k i l l ed Thursby o r had h imkil led, but I do say that , knowingw h o y o u r c l i e n t i s , o r w a s , I ’ l lm i g h t y s o o n k n o w w h o k i l l e dThursby.”

S p a d e l i g h t e d h i s c i g a r e t t e ,removed it from his lips, emptied hisl u n g s o f s m o k e , a n d s p o k e a s i fpuzzled: “I don’t exactly get that.”

“ Yo u d o n ’ t ? T h e n s u p p o s e Ip u t i t t h i s w a y : w h e r e i s D i x i eM o n a h a n ? ”

S p a d e ’ s f a c e r e t a i n e di t s p u z z l e d l o o k .“ P u t t i n g i t t h a t w a y d o e s n ’ th e l p m u c h , ” h e s a i d . “ I s t i l ld o n ’ t g e t i t . ”

The Dis t r i c t At to rney took h i sg l a s s e s o f f a n d s h o o k t h e m f o re m p h a s i s . H e s a i d : “ We k n o wThursby was Monahan’s bodyguardand went with him when Monahanf o u n d i t w i s e t o v a n i s h f r o mC h i c a g o . We k n o w M o n a h a nw e l s h e d o n s o m e t h i n g l i k e t w o -hundred-thousand-dollars’ worth ofbe t s when he van ished . We don’tknow—not yet—who his creditorswere.” He put the glasses on againand smiled grimly . “But we all knowwhat’s likely to happen to a gamblerwho welshes, and to his bodyguard,when h i s c red i to r s f ind h im. I t ’s

m e n t e p o r c o m o d i d a d .

—Me impor ta un comino —con-tes tó Spade—. Estoy encantado deque apunten todo lo que d igo y def i rmar lo después .

—Pero si no pretendemos que firmesnada —le aseguró Bryan—. Me gusta-ría que no te tomaras esto como un in-terrogatorio formal. Y por favor, nocreas que yo creo nada, ni que tengoninguna confianza en esas teorías queparece haberse formado la policía.

—¿No?

—Ni un ápice.

Spade suspiró y cruzó las piernas.—Me alegro —tanteó en sus bolsi-

llos buscando el tabaco y el librillo—.¿Cuál es tu teoría?

B r y a n s e e c h ó h a c i a a d e l a n t e :s u s o j o s , p o r e n c i m a d e l a s g a -f a s , e r a n b r i l l a n t e s y d u r o s .

—Dime para quién seguía Archera Thursby y te d i ré quién mató aThursby.

L a r i s a d e S p a d e f u e b r e v e ys a r c á s t i c a .

—Estás tan equivocado como Dundy—dijo.

—No me malinterpretes, Spade —dijo Bryan, golpeando el escritorio conlos nudillos—. No digo que tu clientehaya matado o hiciera matar a Thursby,pero lo que sí digo es que sabiendoquién es, o era, tu cliente, sabría enmenos que canta un gallo quién mató aThursby.

Spade encendió su cigarrillo, se lo quitóde los labios, vació el humo de sus pulmo-nes y dijo, como si estuviera confuso:

—No acabo de entenderlo.

—¿ N o ? E n t o n c e s a v e r q u é t ep a r e c e a s í : ¿ d ó n d e e s t á D i x i eM o n a h a n ?

El rostro de Spade siguió con su as-pecto de confusión.

—Pues que me lo digas así no meayuda demasiado —dijo—. Sigo sin en-tenderlo.

E l f i s c a l d e l d i s t r i t o s e q u i -t ó l a s g a f a s y l a s a g i t ó p a r ad a r é n f a s i s a s u s p a l a b r a s :

—Sabemos que Thursby era el guar-daespaldas de Monahan y se largó conél cuando a Monahan le pareció inteli-gente desaparecer de Chicago. Sabemosque Monahan debía algo así como dos-cientos mil dólares en apuestas en elmomento de desaparecer. No sabemos,todavía, quiénes eran sus acreedores —volvió a ponerse las gafas y sonriópegajoso—. Pero todos sabemos lo quesuele ocurrirle a un apostador que nopaga, y a su guardaespaldas, cuando susacreedores los encuentran. Ya ha pasa-

t ión de comodidad.

—No me estorba en absoluto —replicóSpade—. No tengo ningún inconveniente enque conste por escrito todo lo que voy a de-cir, y estoy dispuesto a firmarlo.

—No tenemos intención de pedirle quefirme nada —le aseguró Bryan—. Quisie-ra que no considerase esto como un inte-rrogatorio oficial ni nada parecido. Y leruego que no piense que acepto o que memerecen confianza esas teorías que, al pa-recer, ha elucubrado la policía.

—¿No?

—En absoluto.

Spade suspiró y se cruzó de piernas.—Lo celebro. ¿Cuál es su teoría? —

dijo rebuscando en los bolsillos el tabacoy el papel de fumar.

Bryan se inclinó sobre la mesa. Sus ojospresentaban un aspecto tan duro y brillantecomo los cristales que delante tenían.

—Dígame por cuenta de quién Archerseguía a Thursby y le diré quién mató aThursby.

La risa de Spade fue breve ydespreciativa.

—Está usted tan equivocado comoDundy —dijo.

—No me interprete mal, Spade —dijo Bryan, dando en la mesa con losnudillos—. Yo no digo que su clien-te matara a Thursby, o que hicieraque l e ma ta ran ; pe ro s í d igo quecuando sepa quién es su cliente tar-daré bien poco en saber quién matóa Thursby.

Spade encendió el cigarrillo, se lo quitóde entre los labios, vació de humo los pul-mones y dijo, como si estuviera perplejo:

—Eso no lo entiendo bien.

—¿No? Entonces suponga que lo digode esta otra manera: ¿En dónde está DixieMonahan?

En la cara de Spade persistió la expre-sión de perplejidad.— —Pues el oírlo, dicho de esa manera,tampoco me ayuda gran cosa. Sigo sin en-tenderlo.

E l f i s c a l s e q u i t ó l o s l e n t e sy l o s s a c u d i ó p a r a d a r m a y o ré n f a s i s a s u s p a l a b r a s .

—Sabemos que Thursby era el guardaes-paldas de Monahan y que los dos se escapa-ron juntos cuando Monahan juzgó prudenteausentarse de Chicago. Sabemos queMonahan se escapó y dejó de pagar apues-tas por un total de alrededor de doscientosmil dólares. Pero no sabemos, no lo sabemostodavía, a quién dejó a deber ese dinero.

Volvió a calarse los lentes y sonrió tétricamente.—Sin embargo, todos sabemos qué puede ocurrir-

le a un jugador y corredor de apuestas, y también a suguardaespaldas, que se escapan dejando traviesas pen-dientes de pago cuando los acreedores los encuentran.

welshed failed to pay a gambling debt

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happened before.”

Spade ran his tongue over his lipsand pul led h is l ips back over h i st e e t h i n a n u g l y g r i n . H i s e y e sglittered under pulled-down brows.His reddening neck bulged over therim of his collar. His voice w a s l o wa n d h o a r s e a n d p a s s i o n a t e .“ We l l , w h a t d o y o u t h i n k ? D i d Ik i l l h i m f o r h i s c r e d i t o r s ? O rj u s t f i n d h i m a n d l e t t h e m d ot h e i r o w n k i lling?”

“No, no!” the Distr ic t Attorneyprotested. “You misunderstand me.”

“I hope to Christ I do,” Spade said.

“He didn’t mean that,” Thomas said.

“Then what did he mean?”

B r y a n w a v e d a h a n d .“ I o n l y m e a n t h a t y o um i g h t h a v e been invo lved ini t w i t h o u t k n o w i n g w h a t i t w a s .Tha t cou ld—”

“ I s e e , ” S p a d e s n e e r e d . “ Youdon’t th ink I ’m naughty. You justthink I’m dumb.”

“ N o n s e n s e , ” B r y a n i n s i s t e d :“Suppose someone came to you andengaged you to find Monahan, tellingyou they had reasons for thinking hewas in the city. The someone mightgive you a completely false story—any one of a dozen or more woulddo—or might say he was a debtorwho had run away, without givingyou any of the details . How couldyou tel l what was behind i t? Howw o u l d y o u k n o w i t w a s n ’ t a nordinary piece of detect ive work?And under those circumstances youc e r t a i n l y c o u l d n ’ t b e h e l dresponsible for your part in it unless”— h i s v o i c e s a n k t o a m o r eimpressive key and his words cameout spaced and distinct— “you madey o u r s e l f a n a c c o m p l i c e b yconceal ing your knowledge of themurderer ’s identi ty or informationthat would lead to his apprehension.”

A n g e r w a s l e a v i n g S p a d e ’ sf a c e . N o a n g e r r e m a i n e d i nh i s v o i c e w h e n h e a s k e d :“That’s what you meant?”

“Precisely.”

“All right. Then there’s no hardfeelings. But you’re wrong.”

“Prove it.”

S p a d e s h o o k h i s h e a d .“ I c a n ’ t p r o v e i t t o y o u n o w .I c a n t e l l y o u . ”

“Then tell me.”

“ N o b o d y e v e r h i r e d m e t o d o

do otras veces.

Spade se pasó la lengua por los la-bios y los separó dejando ver los dien-tes en una sonrisa poco agradable. Bajolas cejas bajas le relumbraban los ojos.Su cuello enrojecido le desbordaba elcuello de su camisa. Habló con voz ás-pera, baja, apasionada.

—¿Y qué crees? ¿Que lo maté acuenta de sus acreedores? ¿O que lo hebuscado para entregárselo y que lo ha-gan ellos mismos?

—No, no —protestó el fiscal del dis-trito—. Me malinterpretas.

—Espero por Dios que así sea —dijo Spade.

—No quiso decir eso —intervino Thomas.

—¿Y qué quiso decir?

Bryan agitó una mano.— Q u i s e d e c i r q u e p o d í a s

h a b e r t e v i s t o e n v u e l t o e ne l l o s i n h a b e r t e d a d o c u e n t a .P o d r í a s e r . . .

— Ya — d i j o d e s p r e c i a t i v oS p a d e — . N o c r e e s q u e y o s e am a l o , s i n o i d i o t a .

—Tonter ías —insis t ió Bryan—.Imagínate que viene alguien y te con-trata para encontrar a Monahan, di-ciéndote que tiene motivos para pen-sar que está en la ciudad. Ese alguienpuede proporcionar te una his tor iacompletamente falsa... y podrían seruna docena... o podría contarte queMonahan le adeuda dinero y que hahuido, sin darte más detalles. ¿Cómopodr í a s s abe r l o que hay de t r á s?¿Cómo sabrías que no es un asuntomás en tu trabajo de detective? Y bajoesas circunstancias, serías natural-mente responsable sólo de tu parte amenos que... —y bajó la voz hasta unregistro que produciría mayor impre-sión, y en el que las palabras le salie-ron espaciadas y bien claras—... a me-nos que te convirtieras en cómplice siocultaras la identidad del asesino o lainformación que pudiera conducir a sudetención.

La ira iba desapareciendo del ros-tro de Spade. Y en su voz ya no ha-bía ni un resto al preguntar:

—¿Es eso lo que querías decir?

—Exactamente.

—De acuerdo. No hay motivo pararencores. Pero te equivocas.

—Demuéstramelo.

Spade meneó la cabeza.—Ahora no te lo puedo demostrar.

Pero sí te lo puedo contar.

—Cuéntamelo.

—Nadie me ha contratado para nada

Existen antecedentes de cosas así.

Spade se pasó la lengua por los la-bios y los entreabrió en una desagradablesonrisa que dejó ver los dientes. Los ojosle brillaban bajo las cejas fruncidas. El pes-cuezo enrojeció y sobresalió por encimadel cuello de la camisa. Al hablar lo hizocon voz sorda, bronca y apasionada:

—Está bien. ¿Qué opina usted? ¿Que yole maté por encargo de los acreedores? ¿Oque mi trabajo se limitó a localizarle para quelos acreedores lo mataran después?

—¡No, no! —protestó el fiscal—. Meha entendido usted mal.

—Le juro que así lo espero._______

—No quiso decir eso —dijo Thomas.

—Entonces, ¿qué quiso decir?

Bryan se ayudó con un movimiento dela mano al decir:

—Lo único que quiero decir es que ustedpodría haber resultado complicado en el asuntosin saber de qué se trataba. Eso podría...

—Vamos, ya comprendo —dijo Spade,en son de mofa—, no me tiene por mal-vado, sólo por imbécil.

—¡Qué tontería! —insistió Bryan—.Suponga que alguien hubiera contratadosus servicios para localizar a Monahan,diciéndole que tenía motivos para supo-ner que se encontraba en esta ciudad. Esapersona pudo contarle a usted un cuentocompletamente falso -una docena de ellosservirían-, o acaso decirle que se tratabade un deudor huido, sin darle más deta-lles. ¿Cómo hubiera podido usted adivi-nar lo que se ocultaba detrás de todo...ello? ¿Cómo iba a sospechar que no setrataba de una investigación completa-mente normal? En tales circunstancias,sería imposible juzgarle culpable por eltrabajo hecho —y el fiscal bajó la voz aun diapasón más profundo e impresionan-te y comenzó a pronunciar las palabraslenta y muy articuladamente—, a no serque se convirtiera usted en cómplice alocultar la identidad del asesino, o al ca-llar detalles que pudieran conducir a ladetención del asesino.

El rostro de Spade iba despejándosede ira. Y cuando volvió a hablar ningúnenojo resultó perceptible en su voz.

—¿Es eso lo que quiso decir?

—Exactamente.

—Está bien. Entonces, todos tan ami-gos. Pero está usted equivocado.

—Pruébelo.

Spade sacudió la cabeza.—Ahora no puedo probarlo. Ahora no

puedo más que decírselo.

—Dígamelo entonces.

—Nadie me contrató para ningún asun-

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grin : mueca o contorsión del rostro 1 a facialexpression characterized by turning up thecorners of the mouth; usually shows pleasureor amusement

2 to draw back the lips and reveal the teeth, in asmile, grimace, or snarl.

1 intr. a smile broadly, showing the teeth,smiled toothly, unrestrained, or stupid smile.

2 tr. express by gr inning (grinned hissatisfaction). Sonreír abiertamente: the littleboy grinned from ear to ear, el pequeño son-reía de oreja a oreja.

Sonreir con algún tipo de mueca o gesticu-lación facial (desdeñosa, burlona, etc.)

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anything about Dixie Monahan.”

B r y a n a n d T h o m a s e x c h a n g e dg l a n c e s . B r y a n ’ s e y e s c a m eb a c k t o S p a d e a n d h e s a i d :“ But , by your own admiss ion,somebody did hire you to do somethingabout his bodyguard Thursby.”

“ Ye s , a b o u t h i s e x - b o d y g u a r dThursby.”

“Ex?”

“Yes, ex.”

“You know that Thursby was nolonger assoc ia ted wi th Monahan?You know that positively?”

S p a d e s t r e t c h e d o u t h i s h a n da n d d r o p p e d t h e s t u b o f h i sc i g a r e t t e i n t o a n a s h t r a y o n t h ed e s k . H e s p o k e c a r e l e s s l y :“ I don’t know anything posi t ivelye x c e p t t h a t m y c l i e n t w a s n ’tin teres ted in Monahan, had neverbeen interested in Monahan. I heardthat Thursby took Monahan out to theOrient and lost him.”

Again the Distr ict Attorney andhis assistant exchanged glances.

T h o m a s , i n a t o n e w h o s em a t t e r - o f - f a c t n e s s d i d n o tq u i t e h i d e e x c i t e m e n t , s a i d :“ T h a t o p e n s a n o t h e r a n g l e .M o n a h a n ’s f r i e n d s c o u l d h a v ek n o c k e d T h u r s b y o f f f o rditching Monahan.”

“Dead gamblers don’t have anyfriends,” Spade said.

“ I t o p e n s u p t w o n e w l i n e s , ”B r y a n s a i d . H e l e a n e d b a c k a n ds t a r e d a t t h e c e i l i n g f o r s e v e r a lseconds, then sat upr ight quickly.H i s o r a t o r ’s f a c e w a s a l i g h t . “ I tn a r r o w s d o w n t o t h r e e t h i n g s .Number one: Thursby was killed bythe gamblers Monahan had welshedo n i n C h i c a g o . N o t k n o w i n gThursby had sloughed Monahan—ornot believing it—they killed him becausehe had been Monahan’s associate, or toget him out of the way so they could getto Monahan, or because he had refusedto lead them to Monahan. Number two:he was killed by friends of Monahan. Ornumber three: he sold Monahan out tohis enemies and then fell out with themand they killed him.”

“ O r n u m b e r f o u r, ” S p a d esuggested with a cheerful smile: “hedied of o ld age . You fo lks a ren’tserious, are you?”

T h e t w o m e n s t a r e d a t S p a d e ,b u t n e i t h e r o f t h e m s p o k e .S p a d e t u r n e d h i s s m i l e f r o mo n e t o t h e o t h e r o f t h e m a n ds h o o k h i s h e a d i n m o c k p i t y.“You’ve got Arnold Ruthstein on the

relacionado con Dixie Monahan.

Bryan y Thomas intercambiaron unamirada. Los ojos de Bryan volvieron afijarse en Spade y entonces dijo:

—Pero, según tú mismo admites, síte han contratado para algo en relacióncon su guardaespaldas, Thursby.

—Sí, en relación con su ex guarda-espaldas Thursby.

—¿Ex?

—Sí, ex.

—¿Sabes que Thursby ya no estabaasociado con Monahan? ¿Lo sabes conseguridad?

Spade extendió e l brazo y dejócaer la colilla de su cigarrillo en uncenicero que había encima del escri-torio. Habló sin prestar atención:

— C o n s e g u r i d a d n o c o n o z c onada salvo que mi cl iente no t ieneinterés en Monahan y nunca lo hatenido. Yo había oído que Thursbyse l levó a Monahan a Oriente y queéste había desaparecido.

Nuevamente el fiscal del distrito y suayudante intercambiaron una mirada.

T h o m a s , e n u n t o n o c u y op r a g m a t i s m o n o l o g r ó o c u l -t a r s u e x c i t a c i ó n , d i j o :

—Eso nos abre otra perspectiva.Los amigos de Monahan podrían haberliquidado a T h u r s b y p o r h a b e r s el ibrado de Monahan.

—Los jugadores muertos no tienenamigos —dijo Spade.

—Abre dos líneas nuevas —dijoBryan. Se recostó en su asiento y sequedó mirando el techo unos segundosy luego, de golpe, se sentó muy ergui-do. Se le había iluminado su rostro deorador—. Lo reduce a tres cosas. Nú-mero uno: a Thursby lo mataron lostahúres a los que Monahan había esta-fado en Chicago . S in saber queThursby se había deshech o deMonahan, o sin creérselo, le mataronpor haber sido socio de Monahan opara quitárselo de en medio y poderllegar hasta Monahan, o porque se ha-bía negado a llevarles hasta él. Núme-ro dos : lo mataron los amigos deMonahan. O número tres: vendió aMonahan a sus enemigos y luego sepeleó con ellos y éstos le mataron.

— O n ú m e r o c u a t r o — s u g i r i óS p a d e c o n u n a a l e g r e s o n r i s a — :murió de vie jo . No hablaré is en se-r io , ¿verdad?

Los dos hombres se quedaron mirandofijamente a Spade, pero ninguno de ellosdijo una palabra. Spade los miró alternati-vamente sin dejar de sonreír y meneandola cabeza como si sintiera pena.

—Tenéis a Arnold Rothstein en el ce-

to relacionado con Dixie Monahan.

Bryan y Thomas se miraron. Loso j o s d e B r y a n v o l v i e r o n h a c i aSpade. Y dijo el fiscal:

—Entonces, confiesa que alguien lecontrató para un asunto relacionado consu guardaespaldas, con Thursby.

—Sí, relacionado con su antiguo guar-daespaldas.

—¿Antiguo?

—Sí, antiguo.

—¿Tiene usted informes de queThursby ya no tenía que ver conMonahan? ¿Lo sabe con seguridad?

Spade alargó el brazo y dejó caerdescuidadamente la colilla de su ciga-rro en un cenicero que había sobre lamesa. Y habló descuidadamente:

—No estoy seguro de nada, excepto deque a mi cliente no le interesaba Monahanen absoluto, de que nunca le interesóMonahan. He oído decir que Thursby sellevó a Monahan al Extremo Oriente, yque allí... se le extravió.

De nuevo, el fiscal y Thomas volvie-ron a mirarse.

El segundo, expresándose en un tono de grannaturalidad que no ocultó el vivo interés que te-nía en lo que decía, habló de esta manera:

—Eso presenta una perspectiva nue-va. Pudiera ser que los amigos deMonahan mataran a Thursby por haber-se librado de Monahan.

—Los jugadores no tienen amigos —dijo Spade.

—Esto abre das nuevas posibilidades—dijo Bryan. Se recostó en la silla, con-templó el techo durante varios segundosy luego se enderezó rápidamente. Se ilu-minó su cara de orador—: Todo se redu-ce a tres cosas. Número uno: Thursby fueasesinado por los jugadores a quienesMonahan dejó sin pagar cuando se esca-pó de Chicago. No sabiendo que Thursbyse había deshecho de Monahan -o nocreyéndolo- le mataron porque habíaestado asociado con Monahan, o paraquitarlo de en medio y poderentendérselas con Monahan, o porque senegó a decirles en dónde estabaMonahan. Número dos: le mataron losamigos de Monahan. Y número tres: ven-dió a Monahan a sus enemigos, se peleódespués con ellos y le mataron.

—O número cuatro —propuso Spade,con una jovial sonrisa—, se murió de vie-jo. No estará usted hablando en serio,¿verdad?

Los dos hombres mi ra ron f i j a -men te a Spade , pe ro n inguno ha -b ló . Spade son r ió p r ime ro a unoy luego a l o t ro y sacud ió l a cabe -za con p iedad bur lona .

—Están ustedes obsesionados con

slough: n 1 cenagal 2 n abismo (tristeza) 3 (skin)vt mudar la piel slough off v mudar

slough n. 1 any outer covering that can be shed orcast off (such as the cast-off skin of a snake) 2 astagnant swamp (especially as part of a bayou)3 a hollow filled with mud 4 gangrene, sphacelusnecrotic tissue; a mortified or gangrenous part ormass

v. 1 shed, molt, exuviate, moult, cast off hair, skin,horn, or feathers; «out dog sheds every Spring»

slouch 1. andar o sentarse encorvado 2. nombrewith a slouch, con los hombros caídos, encor-vado, she’s no slouch, no es manca

slouch hat a hat with a wide flexible brim.

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brain,” he said.

Bryan smacked the back of his lefthand down into the palm of his right.“In one of those three categories lies thesolution.” The power in his voice wasno longer latent. His right hand, a fistexcept for protruding forefinger, wentup and then down to stop with a jerkwhen the finger was leveled at Spade’schest . “And you can give us theinformation that wil l enable us todetermine the category.”

Spade sa id , “Yes?” very laz i ly.His face was somber. He touched hislower lip with a finger, looked at thefinger, and then scratched the backof his neck with it . Litt le irritablelines had appeared in his forehead.H e b l e w h i s b r e a t h o u t h e a v i l ythrough his nose and his voice wasan ill-humored growl. “You wouldn’twant the kind of information I couldgive you, Bryan. You couldn’t use it.I t ’d poop th is gambler ’s- revenge-scenario fur you.”

B r y a n s a t u p s t r a i g h t a n ds q u a r e d h i s s h o u l d e r s . H i s v o i c ew a s s t e r n w i t h o u t b l u s t e r i n g .“You are not the judge of that. Righto r w r o n g , I a m n o n e t h e l e s s t h eDistrict Attorney.”

S p a d e ’ s l i f t e d l i ps h o w e d h i s e y e t o o t h .“ I t h o u g h t t h i s w a s a n i n f o r m a lt a l k , ”

“I am a sworn officer of the lawtwenty-four hours a day,” Bryan said,“and neither formality nor informalityjustifies your withholding from meevidence of crime, except of course”—he nodded meaningly— “on certainconstitutional grounds.”

“You mean if it might incriminateme?” Spade asked. His voice wasplacid, almost amused, but his facew a s n o t . “ We l l , I ’ v e g o t b e t t e rgrounds than that , or grounds thatsuit me better. My clients are entitledto a decent amount of secrecy. MaybeI can be made to talk to a Grand Juryor even a Coroner’s Jury, but I haven’tbeen called before either yet, and it’sa cinch I’m not going to advertise myclients’ business until I have to. Thenagain, you and the police have bothaccused me of being mixed up in theo t h e r n i g h t ’s m u r d e r s . I ’ v e h a dtrouble with both of you before. Asfar as I can see, my best chance ofclearing myself of the trouble you’retrying to make for me is by bringingin the murderers—all t ied up. Andmy on ly chance o f eve r ca tch ingthem and tying them up and bringingthem in is by keeping away from youand the police, because nei ther ofyou show any signs of knowing whatin hell it’s all about .” He rose andturned h is head over h is shouldert o a d d r e s s t h e s t e n o g r a p h e r :

rebro —dijo.

Bryan chasqueó el dorso de la manoizquierda contra la palma de la derecha.

—La solución entra en una de esascategorías —su voz carecía ya de aque-lla fuerza latente. Su mano derecha,convertida en puño salvo por un índiceprotuberante, subió y bajó hasta dete-nerse apuntando al pecho de Spade—.Y tú puedes proporcionarnos la in-formación que nos permit irá deci-dir en cuál de el las .

—¿Sí? —dijo Spade perezosamente.Tenía el rostro sombrío. Se tocó el labio

inferior con un dedo, luego se quedó mi-rando el dedo para terminar rascándose elcogote con él. En la frente se le habían mar-cado unas arruguillas de irritación. Exhalóaire con fuerza por la nariz y su voz se con-virtió en un gruñido malhumorado.

— N o q u e r r í a s e l t i p o d e i n f o r -m a c i ó n q u e t e i b a a d a r , B r y a n .N i p o d r í a s u t i l i z a r l a . H a r í a s a l -t a r p o r l o s a i r e s e s a p e l í c u l a d el a v e n g a n z a d e l t a h ú r.

B r y a n s e s e n t ó m u y e r g u i d o ,c o n l o s h o m b r o s r e c t o s . S u v o ze r a s e r i a , n o b r a v u c o n e a b a .

—E s o n o l o p u e d e s j u z g a r t ú .P a r a b i e n o p a r a m a l , y o s o y e lf i s ca l de l d i s t r i t o .

S p a d e l e v a n t ó e l l a b i o ,d e j a n d o v e r s u c o l m i l l o .

—Creí que esto era una charla infor-mal.

—Por juramento, soy un servidor dela ley las veinticuatro horas del día —dijoBryan—, y ni la formalidad ni la infor-malidad justifican que me ocultes prue-bas de un delito, a no ser, claro —y asin-tió significativamente—, que se apoye enciertas bases constitucionales.

—¿Quieres decir si sirviera para in-culparme a mí? —preguntó Spade, convoz tranquila, casi divertida, a diferen-cia de su cara—. Bueno, pues tengobases algo mejor que ésas o que me vanmejor. Mis clientes tienen derecho a uncierto grado de discreción. Es posibleque se me haga hablar ante un gran ju-rado o incluso ante un juez de instruc-ción, [468] pero no se me ha llamadoante ninguno de ellos todavía, y es cla-rísimo que no voy a airear los negociosde mis clientes antes de lo debido. Y porsi fuera poco, tanto tú como la policíame habéis acusado de estar mezclado enlos asesinatos de la otra noche. Con vo-sotros ya me he visto antes en dificul-tades. Por lo que yo creo, mi mejorposibilidad de salir limpio de ese em-brollo en el que me estáis metiendoe s e n t r e g a r o s a l o s a s e s i n o s . . .esposados. Y mi única oportunidad decazarlos y esposarlos es mantenermealejado de vosotros y de la policía,porque ni vosotros ni ellos demostráistener ni idea que qué va este asunto—se levantó y miró por encima delhombro al taquígrafo para decirle—:

Arnold Rothstein1 y sus venganzas.

Bryan se golpeó con el dorso de lamano izquierda la palma de la derecha.

—En una de esas tres teorías está la solución.La fuerza de su voz ya no estaba laten-

te. La mano derecha, convertida en puño,excepto por el dedo índice que sobresalíade él, subió y bajó para quedarse repenti-namente apuntando al pecho de Spade.

—Y usted puede facilitarnos la infor-mación necesaria para determinar cuál delas tres teorías es la exacta.

—¿Sí? —dijo Spade, muy perezo-samente. Su expresión era sombría.Se tocó el labio inferior con un dedo,se miró el dedo y luego se rascó elcogote con él. En su frente aparecie-ron tenues arrugas de irritación. Re-sopló por la nariz, y cuando habló,su voz fue un gruñido malhumorado—: A usted no le interesa la clase dein formac ión que yo podr ía da r le ,Bryan. No podría ut i l izar la . Daríaal t raste con ese guión de cine dela venganza del jugador.

B r y a n s e i r g u i ó e n s u s i l l ó n ,a l z ó l o s h o m b r o s y h a b l ó e n t o n od u r o , a u n q u e n o f a n f a r r ó n :

—Usted no es quién para juzgareso. Esté o no equivocado, el fiscaldel distrito soy yo.

E l l a b i o s u b i d o d e S p a d ed e j ó v e r l o s d i e n t e s c a n i n o s .

—Creía que ésta era una conversaciónamistosa.

—El juramento que hice del cargo meobliga las veinticuatro horas del día —res-pondió Bryan—, y la naturaleza de la con-versación no justifica que me oculte us-ted pruebas de un crimen, excepto —dijosignificativamente—por ciertas razonesde índole constitucional.

—¿Quiere usted decir con eso que podría pe-dir oficialmente mi procesamiento? —preguntóSpade, en tono placentero, casi divertido, aun-que su expresión no lo era—. Está bien, pero ten-go motivos mejores que ése; motivos que me vanmejor. Mis clientes tienen derecho a mi sigiloprofesional. Es posible que me viera forzado ahablar delante de un gran jurado, o incluso de-lante del jurado del juzgado instructor; pero nin-guno de los dos ha sido convocado todavía, y esseguro que no voy a darle tres cuartos al prego-nero para que publique los asuntos de mi clientehasta tanto no tenga más remedio que hacerlo.Además, tanto usted como la policía me han acu-sado de estar complicado en los asesinatos de laotra noche. Ya en otras ocasiones me he visto endificultades con ustedes. Tal como yo lo veo, lamejor manera que tengo de probar mi inocenciafrente a las acusaciones que están ustedes pre-parando contra mí es presentar a los asesinos,listos para el juicio. Y la única posibilidad quetengo de poder agarrarlos y probar su culpabili-dad es mantenerme todo lo apartado que puedade usted y de la policía, porque ni usted ni ellosestán dando la menor muestra de tener ni la másremota idea de lo que ha ocurrido.

Se levantó de la silla, volvió la cabezay se dirigió al taquígrafo:

1 Célebre «gangster» de los años 1920. (N. del T.)

smack A) 1 (golpe) bofetada 2 (sonido) ruido sonoro 3 argot heroína B) 1 dar una bofetada a 2 familiar pegar 3 figurado to smack one’s

lips, relamerse C) vi fig to smack of, tener un saborcillo asmack in the middle justo en el mediosmack into chocar contrasmack 1 — n. 1 a sharp slap or blow esp. with the palm of the hand or a flat

object. 2 a hard hit at cricket etc. 3 a loud kiss (gave her a heartysmack). 4 a loud sharp sound (heard the smack as it hit the floor).

— v. 1 tr. strike with the open hand etc. 2 tr. part (one’s lips) noisily ineager anticipation or enjoyment of food or another delight. 3 tr.crack (a whip).

4tr. & intr. move, hit, etc., with a smack. — adv. colloq. 1 with a smack. 2 suddenly; directly; violently (landed

smack on my desk). 3 exactly (hit it smack in the centre). have a smack at colloq. make an attempt, attack, etc., at. a smack in the eye (or face) colloq. a rebuff; a setback.smack 2 v. & n. (foll. by of) — v.intr. 1 have a flavour of; taste of (smacked of garlic). 2 suggest

the presence or effects of (it smacks of nepotism).— n. 1 a flavour; a taste that suggests the presence of something. 2

(in a person’s character etc.) a barely discernible quality (just asmack of superciliousness). 3 (in food etc.) a very small amount(add a smack of ginger).

smack 3 n. a single-masted sailing-boat for coasting or fishing.

eyetooth 1 colmillo 2 diente canino

decent respetable, bueno, que se precie, que parece delos más sensato, cordial, amable, limpio, correcto,adecuado, módico

decent adj. 1 a conforming with current standards ofbehaviour or propriety. b avoiding obscenity. 2respectable. 3 acceptable, passable; good enough. 4Brit. kind, obliging, generous (was decent enough toapologize).

decent es uno de esos adjetivos muy usados, tal vezabusados, en inglés moderno; se usa para satisfactorio /pasable, adecuado [salario, alimento], módico [precio],simpático / amable, presentable / ‘visible’ [en ropa, aseo].

A su vez, decente parece enfatizar la idea moral dehonradez en las personas, como honest, honorable,respectable, y también la idea de limpieza en las cosascomo clean, tidy, neat [aseado].

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“Getting this all right, son? Or am Igoing too fast for you?”

The stenographer looked at himwith startled eyes and replied: “No,sir, I’m getting it all right.”

“ G o o d w o r k , ” S p a d e s a i d a n dturned to Bryan again. “Now if youwant to go to the Board and t e l lthem I ’m obs t ruc t ing jus t i ce anda s k t h e m t o r e v o k e m y l i c e n s e ,hop to i t . You’ve t r i ed i t be fo reand i t d idn’t ge t you anyth ing buta g o o d l a u g h a l l a r o u n d . ”He picked up his hat .

Bryan began: “But look here—”

Spade sa id : “And I don’t wantany more of these informal ta lks .I’ve got nothing to tel l you or thepolice and I’m God-damned t ired ofb e i n g c a l l e d t h i n g s b y e v e r yc r a c k p o t o n t h e c i t yp a y r o l l . I f y o u w a n t t os e e m e , p i n c h m e o rs u b p o e n a m e o r s o m e t h i n g a n dI ’ l l c o m e d o w n w i t h m y l a w y e r. ”H e p u t h i s h a t o n h i s h e a d , s a i d ,“ S e e y o u a t t h e i n q u e s t ,m a y b e , ” a n d s ta lked out .

XVI.

The Third Murder

Spade went into the Hotel Suttera n d t e l e p h o n e d t h e A l e x a n d r i a .Gutman was not in. No member ofG u t m a n ’s p a r t y w a s i n . S p a d etelephoned the Belvedere. Cairo wasnot in, had not been in that day.

Spade went to his office.

A s w a r t g r e a s y m a n i nn o t a b l e c l o t h e s w a s w a i t i n g i nt h e o u t e r r o o m . E f f i e P e r i n e ,i n d i c a t i n g t h e s w a r t m a n , s a i d :“This gentleman wishes to see you,Mr. Spade.”

S p a d e s m i l e d a n d b o w e da n d o p e n e d t h e i n n e r d o o r .“Come in . ” Befo re fo l lowing theman in Spade asked Eff ie Per ine:“Any news on that other matter?”

“No, sir.”

The swart man was the proprietorof a moving-picture-theater in MarketSt r e e t . H e s u s p e c t e d o n e o f h i scashiers and a doorman of colludingto defraud him. Spade hurried him

—¿Has cogido todo eso, hijo? ¿Ovoy demasiado de prisa para ti?

E l t a q u í g r a f o l e m i r ó s o -b r e s a l t a d o y r e p l i c ó :

—No, señor, lo estoy cogiendo bien.

—Bien hecho —dijo Spade y se vol-vió hacia Bryan otra vez—. Y ahora, siquieres ir a la Comisión a decirles queestoy haciendo obstrucción a la justi-cia para pedirles que me revoquen elpermiso, adelante. Ya lo has intentadoo t r a s v e c e s y n o t e h a s g a n a d omás que una buena t anda de r i sa s—recogió su sombrero.

Bryan empezó a decir:—Pero mira...Spade le cortó:— Y s e a c a b a r o n e s t a s

c h a r l a s i n f o r m a l e s . N ot e n g o n a d a q u e c o n t a r a l ap o l i c í a y e s t o y h a s t a l o sm i s m í s i m o s d e q u e c u a l -q u i e r c h i f l a d o m u n i c i p a l m ep u e d a l l a m a r d e t o d o . S i q u i e -r e s v e r m e , h a z q u e m e d e t e n g a no c í t a m e j u d i c i a l m e n t e o l o q u es e a y y o v e n d r é c o n m i a b o g a d o— s e c a l ó e l s o m b r e r o y a ñ a d i ó —: Te v e r é e n e l j u i c i o , s u p o n g o —y salió con paso digno .

CAPÍTULO XVI

El tercer crimen

Spade entró en el hotel Sutter paral lamar por teléfono al Alexandria.Gutman no estaba. Ni tampoco ningu-no de su comitiva. Spade llamó al Bel-vedere. Cairo no estaba, no había apa-recido por allí durante todo el día.

Spade se marchó a su oficina.

Un hombre gras ien to y morenov e s t i d o d e m a n e r a ch i l l o n al e e s p e r a b a e n e l p r i m e r d e s p a -c h o . E f f i e P e r i n e , s e ñ a l á n d o l e ,d i j o : —Este caballero desea verle, se-ñor Spade.

Spade sonrió, hizo una inclinación de cabe-za y abrió la puerta que daba a su despacho.

—Entre —dijo. Y antes de seguir alhombre, le preguntó a Effie Perine—:¿Alguna novedad sobre ese asunto?

—No, señor.

El hombre moreno era el propieta-rio de un cine de Market Street. Sos-pechaba que uno de sus cajeros y unportero estaban conchabados paraestafarle. Spade le metió prisa para

—¿Está usted tomando todo esto, mu-chacho, o voy demasiado de prisa?

El t aqu ígra fo le mi ró con o josasus tados y respondió:

—No, señor. Lo estoy tomando bien.

—Buen trabajo —dijo Spade, y vol-viéndose hacia Bryan nuevamente—:Ahora, si quiere usted ir a la Junta deGobierno y decirle que me anulen el per-miso de trabajo por obstruir el curso dela justicia, adelante. Ya ha tratado ustedde hacerlo otra vez y lo único que logrófue cosechar carcajadas por todas partes.

Cogió el sombrero.

—Pero... escuche... —comenzó Bryan.

—Y no deseo más conversacionesa m i s t o s a s d e e s t a c l a s e — d i j oSpade—. No tengo nada que decirle austed ni a la policía, y ya estoy másque harto de que me acusen de cosastodos los locos que figuran en la nómi-na del Ayuntamiento. Si quiere usted ver-me, deténgame, o cíteme a declarar conun requerimiento oficial y legal, y en-tonces acudiré con mi abogado. —Se calóel sombrero y añadió—: Le veré en el jui-cio oral, quizá.

Y salió sin más.

16.

El tercer asesinato

Spade entró en el hotel Sutter y llamóal Alexandria. Gutman no estaba. Ningu-no de sus acompañantes estaba tampocoen el hotel. Llamó al Belvedere. Cairo noestaba, y no había pasado por el hotel entodo el día.

Se dirigió a su despacho.

En la primera habitación había unhombre moreno y grasiento vestido demanera notable. Effie hizo un ademánpara indicarle, y dijo:

—Este caballero desea verle, misterSpade.

S p a d e s o n r i ó , s a l u d ó y a b r i ól a p u e r t a d e s u d e s p a c h o .

—Pase us t ed . —Y an tes de en -t r a r é l , l e d i jo a Ef f i e—: ¿Algunanovedad de l o t ro a sun to?

—No, señor.

El hombre moreno era el propietariode una sala de cine en la Market Street.Tenía sospechas de que una de las taqui-lleras estaba de acuerdo con un porteropara defraudarle. Spade procuró abreviar

crackpot eccentric or impractical personpinch me arrest

subpoena me writ ordering a person toattend a lawcourt

hop to it hágalo

greasy [quizás se refiera por la complexión a un]mejicano o italiano

stalk walk stiffly

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through the story, promised to “takecare of it,” asked for and received fiftydollars, and got rid of him in less thanhalf an hour.

W h e n t h e c o r r i d o r - d o or h a dclosed behind the showman Eff iePerine came into the inner off ice.Her sunburned face was worried andquestioning. “You haven’t found heryet?” she asked.

H e s h o o k h i s h e a d a n d w e n to n s t r o k i n g h i s b r u i s e dt e m p l e l i g h t l y i n c i r c l e s w i t hh i s f i n g e r t i p s .

“How is it?” she asked.

“All right, but I’ve got plenty ofheadache.”

S h e w e n t a r o u n d b e h i n d h i m ,put h is hand down, and s t roked h ist e m p l e w i t h h e r s l e n d e r f i n g e r s .He leaned back un t i l the back ofhis head over the cha i r- top res teda g a i n s t h e r b r e a s t . H e s a i d :“You’re an angel.”

She bent her head forward over hisa n d l o o k e d d o w n i n t o h i s f a c e .“You’ve got to f ind her, Sam. I t’smore than a day and she—”

H e s t i r r e d a n d i m p a t i e n t l yi n t e r r u p t e d h e r : “Ihaven’t got to do anything, but if you’lllet me rest this damned head a minute ortwo I’ll go out and find her.”

She murmured, “Poor head,” andstroked it in silence awhile. Then sheasked : “You know where she i s ?Have you any idea?”

The te lephone-bel l rang. Spadepicked up the te lephone and said:“Hello. . . . Yes, Sid, it came out allright, thanks. . . . No. . . . Sure. Hegot snotty , but so did I. . . . He’sn u r s i n g a g a m b l e r ’s - w a r p i p e -dream. . . . Well, we didn’t kiss whenwe parted. I declared my weight andw a l k e d o u t o n h i m . . . . T h a t ’ssomething for you to worry about. . .. Right. ‘Bye.” he put the telephonedown and leaned back in his chairagain.

Eff ie Per ine came f rom behindh i m a n d s t o o d a t h i s s i d e . S h edemanded: “Do you think you knowwhere she is, Sam?”

“ I k n o w w h e r e s h e w e n t , ” h ereplied in a grudging tone.

“ W h e r e ? ” S h e w a se x c i t e d .

“Down to the boat you saw burning.”

H e r e y e s o p e n e d u n t i l t h e i rb rown was su r rounded by wh i t e .“You went down there.” It was not

que contara su h is tor ia , p romet ió«ocuparse», le pidió (y le fueron en-tregados) cincuenta dólares y se des-hizo de él en menos de media hora.

Cuando el hombre hubo salido de lasoficinas, Effie Perine entró en el des-pacho de Spade. Su rostro tostado mos-traba preocupación, era inquisitivo.

—¿No la has encontrado aún? —lepreguntó.

S p a d e n e g ó c o n l a c a b e z a ys i g u i ó m a s a j e á n d o s e e n c í r c u -l o s l a s i e n h e r i d a c o n l a s y e m a sd e l o s d e d o s .

—¿Cómo lo tienes? —preguntó ella.

—Bien, pero la cabeza me dueleun montón.

E l l a s e l e a c e r c ó y l e a c a -r i c i ó l a s s i e n e s c o n s u s f i -n o s d e d o s . É l s e e c h ó h a c i aa t r á s h a s t a q u e l a c a b e z ad e s c a n s ó __________________ s o b r ee l p e c h o d e E f f i e . D i j o :

—Eres un ángel.

E l l a s e a g a c h ó p a r a m i -r a r l e a l a c a r a .

—Tienes que encontrarla, Sam. Yahace más de un día y...

Él se agitó con impaciencia y la in-terrumpió:

—No tengo que hacer nada, pero si medejas descansar esta maldita cabeza un parde minutos, podré salir a buscarla.

Ella murmuró:—Pobre cabeza —y siguió acari-

ciándola en silencio un rato. Luegole preguntó—: ¿Sabes dónde está?¿Tienes alguna idea?

S o n ó e l t e l é f o n o . S p a d e l o c o -g i ó y c o n t e s t ó :

—Dígame. . . S í , S id , todo ha idob i e n , g r a c i a s . . . N o . . . C l a r o . S epuso desagradab le , pe ro t ambiényo . . . Es tá soñando con h i s tor iasde guerras en tre bandas . . . Hom-bre , no nos d imos un beso de des -ped ida . Yo de jé mi pa r t e b i en c l a -ra e hice mutis . . . Eso es para quete preocupes. . . De acuerdo. . . Adiós—colgó y vo lv ió a r ecos t a r se ene l s i l l ón .

Effie Perine se puso a su lado. Lepreguntó, exigente:

— ¿ C r e e s s a b e r d ó n d ee s t á , S a m ?

—Sé a dónde fue —replicó refunfu-ñando.

—¿A dónde? —Effie Perine estabaemocionada.

—Al barco que viste ardiendo.

Ella abrió los ojos hasta que se le vioel blanco rodeando su iris pardo.

—Has ido allí —pero no era una pre-

el relato, le prometió «encargarse delasunto», pidió y recibió cincuenta dóla-res por adelantado y se libró de él en me-nos de media hora.

Cuando la ____ puerta se cerró detrás delhombre del cine, Effie entró en el segundo des-pacho. Su rostro tostado por el sol tenía unaexpresión preocupada y de curiosidad.

—¿Todavía no la has encontrado? —preguntó.

Spade sacudió la cabeza y siguió aca-riciándose con cuidado la sien hinchada,trazando circulillos alrededor de ella conlas puntas de los dedos.

—¿Cómo tienes la sien?

—Está bien, pero la cabeza me duelebastante.

Effie se colocó detrás de él, le quitó lamano de la sien y se la acarició suave-mente con sus finos dedos. Spade se echóhacia atrás hasta que la cabeza quedó apo-yada, por encima del respaldo del sillón,sobre el pecho de la muchacha.

—Eres un ángel —le dijo.

Effie inclinó la cabeza hacia adelantey le miró la cara.

—Tienes que dar con ella, Sam. Haceya más de un día y...

Spade se movió impacientemente y lainterrumpió:

—No tengo que hacer nada; pero si de-jas que descanse esta maldita cabeza unoo dos minutos, saldré a buscarla.

—¡Pobre cabeza! —musitó ella, y si-guió acariciándola en silencio un rato.Luego preguntó—: ¿Sabes en dónde está?¿Tienes alguna idea?

S o n ó e l t e l é f o n o . S p a d e l oc o g i ó y d i j o :

—¿Diga?... Sí, Sid, salió bien; gracias...No... Seguro que sí. Se puso difícil, perotambién me puse... Está entreteniéndose conun sueño acerca de la pipa de guerra dejugadores vengativos... Bueno, no nos di-mos un beso al separarnos. Le aclaré lo quepodía esperar de mí y me fui... ¡Ah, eso esde tu incumbencia! Tú eres quien tiene quepreocuparse de ello... Está bien. Hasta pron-to.

Soltó el teléfono y volvió a echarsepara atrás en el sillón.

Effie avanzó desde detrás del sillón hasta quedarjunto a Spade y preguntó, con alguna vehemencia:

—Sam, ¿crees que sabes en dónde estála chica?

—Creo que sé adónde fue —respon-dió Spade como a disgusto.

—¿Adónde? —exclamó ella, con emo-ción.

—Al barco que viste arder.

Effie abrió los ojos hasta que las manchas casta-ñas quedaron completamente rodeadas de blancura.

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snotty [nose, handkerchief] lleno de mocos; (Brit)(=snooty) presumido, presumptuous, conceited,contemptible

corridor hallway, pasillo, corredor.dour duro, inflexible, terco, hosco; severe, stern,

or sullenly obstinate in manner orappearance.

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a question.

“I did not,” Spade said.

“Sam,” she c r i ed angr i ly, “ shemay be—”

“She went down there,” he said in asurly voice. “She wasn’t taken. Shewent down there instead of to yourhouse when she learned the boat wasin. Well, what the hell? Am I supposedto run around after my clients beggingthem to let me help them?”

“But , Sam, when I t o ld you theboa t was on f i r e !”

“That was at noon and I had a datew i t h P o l h a u s a n d a n o t h e r w i t hBryan.”

S h e g l a r e d a t h i m b e t w e e nt igh tened l ids . “Sam Spade ,” shesaid, “you’re the most contemptibleman God ever made when you wantto be . Because she did somethingwithout confiding in you you’d sithere and do nothing when you knowshe’s in danger, when you know shemight be—”

Spade’s face flushed. He said stubbornly:“She’s pretty capable of taking care ofherself and she knows where to comefor help when she thinks she needs it,and when it suits her.”

“That’s spite,” the girl cried, “andthat’s all it is! You’re sore becauseshe did something on her own hook ,w i t h o u t t e l l i n g y o u . W h ys h o u l d n ’ t s h e ? Yo u ’ r e n o t s od a m n e d honest, and you haven’t beenso much on the level with her, that sheshould trust you completely.”

Spade sa id : “Tha t ’s enough o fthat.”

H i s t o n e b r o u g h t a b r i e fu n e a s y g l i n t i n t o h e r h o t e y e s ,b u t s h e t o s s e d h e r h e a d a n d t h eg l i n t v a n i s h e d . H e r m o u t h w a sd r a w n t a u t a n d s m a l l . S h e s a i d :“If you don’t go down there this veryminute, Sam, I will and I’ll take thep o l i c e d o w n t h e r e . ” H e r v o i c etrembled, broke, and was thin andwailing. “Oh. Sam, go!”

He stood up cursing her. Then hesaid: “Christ! It’ll be easier on myhead than si t t ing here l is tening toy o u s q u a w k . ” H e l o o k e d a t h i swatch. “You might as well lock upand go home.”

She said: “I won’t. I’m going towait right here till you come back.”

H e s a i d , “ D o a s y o u d a m n e dplease ,” put h is hat on , f l inched ,took it off, and went out carrying itin his hand.

gunta.

—No fui —dijo Spade.

—Sam —gritó ella enfadada—, pue-de que...

— E l l a f u e a l l í — d i j o é l ,desabrido—. No la llevaron a la fuerza.Fue allí en lugar de ir a tu casa cuandosupo que el barco había atracado. ¿Y quédemonios importa? ¿Es que acaso tengoque ir detrás de mis clientes rogándolesque me dejen ayudarles?

—Pero, Sam, ¡si te he dicho que elbarco se estaba incendiando!

—Eso fue a mediodía y yo tenía unacita primero con Polhaus y luego conBryan.

Ella le miró enfurecida, con los pár-pados entrecerrados.

—Sam Spade —dijo—, eres el hom-bre más despreciable que ha creado Dioscuando te pones a serlo. Sólo porque ellaha hecho una cosa sin confiártela, vas yte sientas aquí sin hacer nada cuandosabes que está en peligro, cuando sabesque puede...

Spade se sonrojó. Dijo tercamente:—Ella es suficientemente capaz

de cuidarse por sí sola, y ya sabe adónde acudir por ayuda si la nece-sita, y cuando le venga bien.

—¡Eso es despecho! —gritó la chi-ca—, ¡eso es lo único que es! Estásmolesto porque ha hecho una cosa quea ella le ha parecido bien sin consultar-te. ¿Y por qué no? Tampoco tú erestan honrado, y tampoco te has portadotan bien con ella como para que ella sefíe de ti totalmente.

Spade dijo:—Ya basta de eso.

Su tono hizo aparecer un bri l lode inquietud en los ardientes ojosde Effie Perine, pero ella giró la ca-beza y el br i l lo quedó oculto. Ha-bló con la boca semicerrada :

—Como no vayas ahora mismo,Sam, llamaré a la policía para que vayaallí. De verdad —le tembló la voz, sele quebró, se convirtió en un ______gemido—. ¡Sam, ve, por favor!

Spade se puso en pie, maldiciéndo-la. Luego dijo:

—¡ D i o s ! E s t a r í a m e j o r c a b e z aabajo que escuchando tus lamentos—miró la hora—. Será mejor quecierres y te vayas a casa.

Ella contestó:—No me voy. Me quedo hasta que vuelvas.Él repuso:—Haz lo que te salga de las narices —se

caló el sombrero, hizo una mueca de dolor,s e l o q u i t ó y s a l i ó c o n é l e n l am a n o .

—Fuiste allí —dijo, y no fue una pregunta.

—No —dijo Spade.

—¡Sam! —exclamó, airada—. Es po-sible que esté...

—Fue allí por propia voluntad —dijoSpade, en tono destemplado—. No la lle-varon. Fue allí en vez de ir a tu casa cuan-do se enteró de que el buque había atra-cado. ¿Qué? ¿Es que tengo que ir corrien-do detrás de los clientes suplicándoles queme permitan ayudarlos?

—Pero, Sam, cuando te dije que el bar-co estaba ardiendo...

—Eso fue a mediodía, y estaba citadocon Polhaus y también con Bryan paramás tarde.

Effie le miró fijamente con los párpadosapretados hasta no dejar más que una rendija:

—Cuando quieres, Sam Spade, eresel hombre más despreciable creado porDios. Sencillamente porque la chicahizo algo sin decírtelo, serás capaz dequedarte aquí sentado sin hacer nada,sabiendo que está en peligro, sabien-do que quizá...

Spade enrojeció y dijo testarudamente:— E s m u y c a p a z d e c u i -

d a r s e y s a b e a d ó n d e a c u d i rc u a n d o n e c e s i t a a y u d a oc u a n d o l e c o n v i e n e .

—Eso no es más que rencor, y noes más que eso. Estás enfadado porqueella ha hecho algo por su cuenta, sind e c í r t e l o a t i . ¿ P o r q u é n o l oi b a a h a c e r ? T ú n o e r e s t a nh o n r a d o n i t e h a s p o r t a d ocon ella tan bien como para que ten-ga que confiar por completo en ti.

— B u e n o , b a s t a y a — d i j oS p a d e .

Aunque el tono en que habló hizo apa-recer un destello de intranquilidad en susojos encendidos, Effie sacudió finalmentela cabeza y el destello de su mirada se apa-gó. Tenía la boca apretada y encogida.

—Si no vas allí ahora mismo, Sam,enviaré a la policía —dijo con voztemblorosa, que acabó por quebrarsey tornarse débil y suplicante cuandodijo—: ¡Sam, par favor! ¡Vete allí!

Spade se puso en pie imprecándola.Luego, dijo:

—¡Santo cielo! Mejor será para mi cabeza irmeallí que quedarme sentado oyéndote chillar. —Miró el reloj—. Más vale que cierres todo yque te vayas a casa.

—No me iré. Me voy a quedar aquímismo hasta que vuelvas.

—Haz lo que te dé la gana.Se puso el sombrero, hizo un gesto de dolor,

s e l o q u i t ó y s a l i ó l l e v á n d o l oe n l a m a n o .

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An hour and a half later, at twentyminutes past five, Spade returned. Hewas cheerful . He came in asking:“Wha t makes you so ha rd t o ge talong with, sweetheart?”

“Me?”

“Yes, you.” He put a finger on thet i p o f E f f i e P e r i n e ’s n o s e a n dflattened it. He put his hands underher elbows, lifted her straight up, andkissed her chin. He set her down onthe floor again and asked: “Anythingdoing while I was gone?”

“Luke—what’s his name?—at theBelvedere called up to tell you Cairohas returned. That was about half anhour ago.”

Spade snapped his mouth shut ,turned with a long step, and startedfor the door.

“Did you find her?” the girl called.

“Tell you about it when I’m back,”h e r e p l i e d w i t h o u t p a u s i n g a n dhurried out.

A taxicab brought Spade to theBelvedere within ten minutes of hisdeparture from his off ice. He foundL u k e i n t h e l o b b y. T h e h o t e l -d e t e c t i v e c a m e g r i n n i n g a n dshak ing h i s head t o mee t Spade .“ F i f t e e n m i n u t e s l a t e , ” h e s a i d .“Your bird has fluttered .”

Spade cursed his luck.

“ C h e c k e d o u t — g o n e b a g a n db a g g a g e , ” L u k e s a i d . H e t o o k abattered memorandum-book from av e s t - p o c k e t , l i c k e d h i s t h u m b ,thumbed pages, and held the book outopen to Spade. “There’s the numberof the taxi that hauled him. I got thatmuch for you.”

“ T h a n k s . ” S p a d e c o p i e d t h enumber on the back of an envelope.“Any forwarding address?”

“No. He just come in carrying abig suitcase and went upstairs andpacked and come down with his stuffand paid his bill and got a taxi andwent without anybody being able tohear what he told the driver.”

“How about his trunk?”

L u k e ’ s l o w e r l i p s a g g e d .“ B y G o d , ” he said, “I forgot that!Come on.”

T h e y w e n t u p t o C a i r o ’ sr o o m . T h e t r u n k w a s t h e r e . I tw a s c l o s e d , b u t n o t l o c k e d .T h e y r a i s e d t h e l i d . T h e t r u n kw a s e m p t y. L u k e s a i d : “ W h a t d o

Hora y media después, a las cinco yveinte, regresó Spade. Estaba alegre.Entró preguntando:

—¿Por qué es tan difícil llevarsebien contigo, cariño?

—¿Conmigo?

—Sí, contigo —apoyó un dedo en lapunta de la nariz de Effie Perine y se laaplastó. Luego la cogió por los codos,se levantó y le dio un beso en la barbi-lla. Volvió a dejarla en el suelo y le pre-guntó—: ¿Alguna novedad mientras heestado fuera?

—Luke... no sé cuántos... el del Bel-vedere, ha llamado para decirte queCairo había vuelto. Hace una mediahora.

Spade cerró la boca de golpe, dioun largo paseo para girarse y se enca-minó hacia la puerta.

—¿La has encontrado? —le preguntó la chica.

— Y a t e l o c o n t a r é c u a n d ov u e l v a — r e p l i c ó é l s i n d e t e n e r s e ,y s a l i ó a t o d a p r i s a .

Un taxi t rasladó a Spade al Bel-vedere en diez minutos desde su sa-l ida de la oficina. Encontró a Lukeen el vest íbulo. El detect ive del ho-tel le sal ió al encuentro sonriendoy meneando la cabeza ________.

—Quince minutos tarde —dijo—. Tupájaro ha volado.

Spade maldijo su suerte.

—Pagó y se largó con el equipaje —dijo Luke. Se sacó del bolsillo del cha-leco un estropeado cuaderno de infor-mes, se humedeció el pulgar, pasó laspáginas y se lo tendió abierto a Spade—. Ese es el número de licencia del taxique le llevó. Eso es lo único que tengopara ti.

—Gracias —y Spade copió el núme-ro en el reverso de un sobre—. ¿Algu-na dirección?

— N o . E n t r ó c o n u n a m a l e t ag r a n d e , s u b i ó , h i z o e l e q u i p a j e ,ba jó con é l , pagó su cuen t a , co -g ió un t ax i y se l a r gó s in que na -d ie fue ra capaz de o í r l a d i r ecc iónque l e d io a l t ax i s t a .

—¿Y qué hay de su maleta cuadrada?

Luke se quedó con la boca abierta.—Dios —dijo—, ¡se me había olvi-

dado! Ven.

S u b i e r o n a l a h a b i t a c i ó n d eC a i r o . A l l í e s t a b a . C e r r a d ap e r o s i n l a l l a v e e c h a d a . L e -v a n t a r o n l a t a p a . E s t a b a v a c í a .

Luke dijo:

Spade volvió una hora y media mástarde, a las cinco y veinte. Venía de buenhumor. Entró y preguntó:

—¿Por qué es tan difícil llevarse biencontigo, amor mío?

—¿Conmigo?

—Sí, contigo —dijo, y apoyando undedo sobre la nariz de Effie, apretó hastaachatársela. Luego le puso las manos de-bajo de los codos, la levantó en vilo y ledio un beso en la barbilla. La dejó en elsuelo y preguntó—: ¿Ha pasado algomientras he estado fuera?

—Luke... ¿Cómo se llama? El del Bel-vedere llamó para decirte que ha vueltoC a i r o . E s o f u e h a c e m e d i ah o r a .

Spade cerró la boca de golpe, dio me-dia vuelta con una zancada y se dirigióhacia la puerta.

—¿La encontraste? —gritó ella detrás de él.

—Ya te lo contaré cuando vuelva —respondió sin detenerse, y salió apresu-radamente.

Un taxi le de jó en e l Belvederediez minutos después de sa l i r de laof ic ina . Encontró a Luke en e l ves-t íbulo . El de tec t ive de l hote l sa l ióa su encuent ro sonr iendo con zum-ba y meneando la cabeza__________.

—Llega quince minutos tarde. El pá-jaro ha volado.

Spade maldijo su suerte.

—Se ha ido. Con el equipaje y todo. —Luke sacó del bolsillo del chaleco un cua-derno de apuntes muy viejo de aspecto,se chupó el pulgar, pasó unas hojasy brindó el cuaderni l lo a Spade—:Ahí t i enes e l número de l t ax i enque se fue. Al menos te he conse-guido esa.

—Gracias. —Spade copió el númeroen el reverso de un sobre—. ¿Ha dejadoalguna dirección?

— N o . L l e g ó c o n u n a m a l e t ag r a n d e , s u b i ó a l c u a r t o , h i z o e le q u i p a j e , b a j ó c o n é l , p a g ó l ac u e n t a , s e m e t i ó e n u n t a x i y n a -d i e p u d o o í r l a d i r e c c i ó n q u e l ed i o a l t a x i s t a .

—¿Y el baúl?

Se abrió desconsoladamente la boca de Luke.—________________ ¡Se me olvidó!

Ven.

F u e r o n a l a h a b i t a c i ó n d eC a i r o . A l l í e s t a b a e l b a ú l , c e -r r a d o , p e r o s i n l l a v e . L e v a n t a -r o n l a t a p a . E s t a b a v a c í o .

— ¿ Q u é t e p a r e c e e s t o ? —

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battered 1 (coche) abollado,-a: she drivesaround in a battered old car, conduce un viejocacharro 2 (persona) maltratado,-a 3 Culinrebozado,-a

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y o u k n o w a b o u t t h a t ! ”

Spade did not say anything.

Spade went back to his office. EffiePerine looked up at him, inquisitively.

“Missed him,” Spade grumbled andpassed into his private room.

She fol lowed him in . He sat inh i s c h a i r a n d b e g a n t o r o l l ac iga re t t e . She sa t on the desk infront of him and put her toes on acorner of his chair-seat .

“ W h a t a b o u t M i s sO’Shaughnessy?” she demanded.

“I missed her too ,” he repl ied ,“but she had been there.”

“On the La Paloma?”

“The La is a lousy combination,”he said.

“Stop it. Be nice, Sam. Tell me.”

H e s e t f i r e t o h i s c i g a r e t t e ,p o c k e t e d h i s l i g h t e r , p a t t e dh e r s h i n s , a n d s a i d :“ Ye s , L a P a l o m a . S h e g o t d o w nt h e r e a t a l i t t l e a f t e r n o o ny e s t e r d a y. ” H e p u l l e d h i s b r o w sd o w n . “ T h a t m e a n s s h e w e n tstraight there af ter leaving the cabat the Fer ry Bui ld ing . I t ’s only afew piers away. The Captain wasn’taboard. His name’s Jacobi and shea s k e d f o r h i m b y n a m e . H e w a su p t o w n o n b u s i n e s s . T h a t w o u l dmean he didn’t expect her, or nota t t h a t t i m e a n y w a y. S h e w a i t e dt h e r e t i l l h e c a m e b a c k a t f o u ro’clock. They spent the t ime fromthen t i l l meal- t ime in his cabin andshe ate with him.”

H e i n h a l e d a n d e x h a l e ds m o k e , t u r n e d h i s h e a d a s i d e t os p i t a y e l l o w t o b a c c o - f l a k e o f fh i s l i p , a n d w e n t o n : “After themeal Captain Jacobi had three morevisi tors. One of them was Gutmanand one was Cairo and one was thekid who delivered Gutman’s messageto you yesterday. Those three cametogether while Brigid was there andthe five of them did a lot of talkingin the Captain’s cabin. It’s hard toget anything out of the crew, but theyhad a row and somewhere aroundeleven o’clock that night a gun wentoff there, in the Captain’s cabin. Thewatchman beat it down there, but theCaptain met him outside and told himeverything was all right. There’s afresh bullet-hole in one corner of thecabin , up h igh enough to make i tl i k e l y t h a t t h e b u l l e t d i d n ’ t g othrough anybody to get there. As faras I could learn there was only theone shot. But as far as I could learnwasn’t very far.”

—¡Qué te parece!

Spade no dijo nada.

Spade regresó a su oficina. EffiePerine l e m i r ó i n q u i s i t i v a m e n t e .— S e me escapó —gruñó Spade pa-sando a su despacho.

Ella le siguió. Spade se sentó en susillón y comenzó a liar un cigarrillo.Ella se sentó en el escritorio, frente aél, y apoyó los dedos de los pies en unaesquina del sillón de Spade.

—¿Qué hay de la señor i taO’Shaughnessy? —le preguntó.

—También se me escapó —replicóél—, pero había estado allí.

—¿En el La Paloma?

—Eso de «el La» suena fatal —dijo él .

—Vale. Sé bueno, Sam. Dímelo.

Spade prendió su cigarrillo, se em-bolsó e l encendedor, le d io unaspalmaditas en las corvas y contestó:

—Sí, La Paloma. Llegó allí pocodespués del mediodía de ayer —dejócaer las cejas—. Lo cual significa quese fue directamente después de dejar eltaxi en la terminal del transbordador. Ladistancia es de unos pocos muelles,nada más. El capitán no estaba a bordo.Se llama Jacobi y ella preguntó por élpor su nombre. Él estaba en la ciudadpor asuntos de negocios. Lo cual podríaquerer decir que no la esperaba, o porlo menos no a esa hora. Estuvo espe-rándole hasta que regresó a las cuatro.Hasta la hora de cenar estuvieron meti-dos en el camarote del capitán y luegoella cenó con él.

Spade aspiró y exhaló el humo, vol-vió la cabeza a un lado para escupir unabrizna de tabaco que se le había que-dado pegada en el labio y prosiguió:

—Después de la cena, el capitánJacobi recibió otros tres visitantes.Uno era Gutman, el otro era Cairo yel otro el chico que ayer te dio el re-cado de Gutman. Los tres l legaronjuntos cuando Brigid estaba y los cin-co estuvieron hablando mucho rato enel camarote del capitán. Es difícil sa-carle algo a la tripulación, pero porlo visto hubo una pelea y más o me-nos a las once de la noche se oyó undisparo en el camarote del capitán. Elcentinela bajó a ver, pero el capitánsalió y le dijo que todo estaba en or-den. En un rincón del camarote hayun agujero reciente de bala, lo sufi-cientemente alto como para que seaprobable que no llegara allí despuésde haber atravesado a alguien. Por loque he averiguado, sólo se oyó esedisparo: pero es que lo que he averi-guado es bien poco.

d i j o L u k e .

Spade no dijo nada.

Spade regresó a su despacho. Effie ledirigió una pregunta con los ojos.

—Se me escapó —rezongó Spade, yentró en su despacho.

Eff ie le s iguió . Spade se sentóen e l s i l lón y empezó a l ia r un c i -gar r i l lo . Eff ie se sentó en la mesa ,de lante de é l , y apoyó la punta delos p ies sobre e l s i l lón .

— ¿ Q u é h a y d e m i s sO’Shaughnessy?

—Se me escapó también. Pero estuvoallí.

—¿En el “La Paloma”?

—El La es una combinación horri-ble.

—No te pongas así. Sé bueno, Sam. Dime.

Encendió el cigarrillo, se guardó el en-cendedor, le dio a Effie unas palmaditasen las espinillas y dijo:

—Sí . “La Paloma”. Llegó pocodespués del mediodía. —Arrugó lafrente—. Eso quiere decir que la chi-ca fue al barco directamente despuésde dejar el taxi en el edificio Ferry.Está a pocos muelles de allí. El capi-t á n n o e s t a b a a b o r d o . S e l l a m aJacobi, y ella preguntó por él, por sunombre. El capitán se había marcha-do al centro, porque tenía algo quehacer. Eso quiere decir que no la es-taba esperando. La chica se quedó allíhasta que Jacobi volvió a las cuatro.Permanecieron encerrados en su ca-marote hasta la hora de cenar y luegocenaron juntos en el barco.

S p a d e t r a g ó u n a b o c a n a d a d eh u m o , l o e c h ó , e s c u p i ó u n abr izna amar i l l a de t abaco que sel e hab ía pegado a l l ab io y s igu ió :

—Después de la cena, el capitánJacobi recibió a tres visitantes más.Uno de ellos era Gutman; otro, Cairo,y el tercero, el chico que te dio ayer elrecado. Los tres llegaron juntos cuan-do Brigid ya estaba allí; y los cinco es-tuvieron charla que te charla en el ca-marote del capitán. No hay quien le sa-que una palabra a la tripulación, peropude averiguar que hubo una discusiónacalorada. A eso de las once se oyó undisparo en el camarote del capitán. Elque estaba de guardia bajó corriendo,pero el capitán estaba a la puerta delcamarote y le dijo que no pasaba nada.Hay un impacto de bala reciente en unaesquina del camarote, lo bastante arri-ba como para suponer que no atravesóa nadie antes de ir a parar allí. Por loque pude averiguar, sólo hubo un dis-paro. Pero lo que pude averiguar... ¡nofue mucho!

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He scowled and inhaled smokea g a i n . “ We l l , t h e y l e f t a r o u n dmidnight—the Captain and his fourvisitors all together—and all of themseem to have been walking all right.I g o t t h a t f r o m t h e w a t c h m a n . Ihaven’t been able to get hold of theCus tom-House -men who were onduty there then. That’s all of it. TheCaptain hasn’t been back since. Hedidn’t keep a date he had this noonwith some shipping-agents, and theyhaven’t found him to tell him aboutthe fire.”

“And the fire?” she asked.

Spade sh rugged . “ I don’t know.I t w a s d i s c o v e r e d i n t h e ho ld ,aft—in the rear basement—late thism o r n i n g . T h e c h a n c e s a r e i t g o tstar ted some t ime yesterday. Theygot i t ou t a l l r ight , though i t d iddamage enough. Nobody liked to talkabout i t much while the Captain’saway. It’s the—”

T h e c o r r i d o r - d o o r o p e n e d .S p a d e s h u t h i s m o u t h . E f f i eP e r i n e j u m p e d d o w n f r o m t h ed e s k , b u t a m a n o p e n e d t h ec o n n e c t i n g d o o r b e f o r e s h ec o u l d r e a c h i t .

“ W h e r e ’ s S p a d e ? ” t h e m a na s k e d .

H i s v o i c e b r o u g h t S p a d e u perec t and a ler t in h is chai r. I t wasa voice harsh and rasping with agonyand wi th the s t ra in of keeping twoword s f r o m b e i n g s m o t h e r e d b yt h e l i q u id bubbl ing tha t ran underand behind th em.

Effie Perine, frightened, steppedout of the man’s way.

H e s t o o d i n t h e d o o r w a y w i t hh i s so f t ha t c ru shed be tween h i sh e a d a n d t h e t o p o f t h e d o o r -f r a m e : h e w a s n e a r l y s e v e n f e e tt a l l . A b lack overcoa t cu t long ands t r a i g h t a n d l i k e a s h e a t h ,b u t t o n e d f r o m t h r o a t t o k n e e s ,e x a g g e r a t e d h i s l e a n n e s s . H i ss h o u l d e r s s t u c k o u t , h i g h , t h i n ,angu la r. H i s bony face—wea the r-c o a r s e n e d , a g e - l i n e d — w a s t h ec o l o r o f w e t s a n d a n d w a s w e tw i t h s w e a t o n c h e e k s a n d c h i n .H i s e y e s w e r e d a r k a n db l o o d s h o t a n d m a d a b o v e l o w e rl i d s t h a t h u n g d o w n t o s h o w ’p i n k i n n e r m e m b r a n e . H e l dt i g h t a g a i n s t t h e l e f t s i d e o f h i sc h e s t b y a b l a c k - s l e e v e d a r mt h a t e n d e d i n a y e l l o w i s h c l a ww a s a b r o w n - p a p e r - w r a p p e dp a r c e l b o u n d w i t h t h i n r o p e — a nel l ipsoid somewhat la rger than anAmerican footba l l .

The tall man stood in the doorwayand there was nothing to show that

Con el ceño fruncido volvió a aspirar el humo.—Bueno, pues se marcharon alrede-

dor de la medianoche, el capitán y suscuatro visitantes, todos al mismo tiem-po, y ninguno parecía tener dificulta-des para andar. Eso me lo dijo el cen-tinela. No he conseguido hablar connadie de Aduanas que estuviera deguardia anoche. Y eso es todo. El ca-pitán no ha regresado desde entonces.No ha acudido a una cita que tenía amediodía con unos consignatarios y nole han podido localizar para decirle lodel incendio.

—¿Y lo del incendio?

Spade se encogió de hombros.—No lo sé. Se detectó en la bodega,

a p o p a , e s t a m a ñ a n a a ú l t i m ah o r a . L o m á s p r o b a b l e e s q u e c o -m e n z a r a a y e r. L o h a n c o n t r o l a d ob i e n , a u n q u e h a c a u s a d o b a s t a n -t e s d a ñ o s . N a d i e q u i s o c o m e n t a r -l o d e m a s i a d o e n a u s e n c i a d e l c a -p i t á n . E s e l . . .

Se abrió la puerta del descansillo.Spade cerró la boca. Effie Perine sebajó del escritorio de un salto, peroun hombre abrió la puerta del despa-cho de Spade antes de que llegara ellaa abrirla.

—¿Dónde está Spade? —preguntó elhombre.

S u v o z p u s o e r g u i d o y a l e r t ae n s u s i l l ó n a l p r o p i o S p a d e . E r au n a v o z á s p e r a y r a s p o s a , a g o n i -z a n t e , e s f o r z á n d o s e p a r a q u e l a sp a l a b r a s s a l i e r a n s i n e m p a ñ a r s ec o n e l b u r b u j e o q u e l e l l e n a b at o d a l a g a rg a n t a .

_____ _____ ____ _______ _______ __ _ __ ___ ____ ___

S e q u e d ó e n p i e e n e l u m b r a laplastando el sombrero f lexible en-tre su cabeza y el cerco de la puer-ta: medía algo más de dos metros.Un abr igo , de cor te la rgo y rec tocomo una vaina, abotonado del cue-l lo a las rodi l las , exageraba su del-gadez. Sus hombros destacaban al-tos, delgados, angulosos. Su rostrohuesudo, curt ido por al aire , arru-gado por la edad, era color arenahúmeda y e s t a b a e m p a p a d o d e s u -d o r e n m e j i l l a s y b a r b i l l a . E r a d eo j o s o s c u ros, inyectados en sangrey enloquecidos, mientras los párpadosinferiores le colgaban dejando ver lasonrosada membrana inferior. Biensujeto junto al costado izquierdo porun brazo enfundado en una manga decolor negro que terminaba en una ga-rra amarillenta, estaba un paquete en-vuelto en papel marrón y atado con unbramante... un elipsoide algo más lar-go que un balón de rugby.

El hombre alto se quedó en el um-bral, al parecer sin haber visto a Spade.

Frunció el ceño y volvió a tragarse el humo.—Bueno. Se marcharon alrededor

de medianoche, el capitán con suscuatro visitantes, todos juntos; y to-dos parecían entenderse sin dificul-tad. Eso me lo dijo el de guardia. Nohe podido encontrar a los de Adua-nas que estaban de servicio allí a esahora. Y eso es todo. El capitán no havuelto desde entonces. No ha acudi-do a una cita que tenía esta tarde conunos fletadores y ni siquiera han po-dido dar con él para comunicarle ladel incendio.

—¿Y el fuego? —preguntó Effie.

Spade se encogió de hombros.—No lo sé. Se descubrió en la sentina,

a popa, en la parte baja de atrás, yaavanzada la mañana de hoy. Lo pro-bable es que se iniciara ayer. Lo apa-garon, pero produjo bastantes daños.Nadie es tá d ispues to a hablar de lasunto mientras el capitán se halleausente. Es la...

L a p u e r t a q u e d a b a a l p a s i l l os e a b r i ó . S p a d e s e c a l l ó . E f f i es a l t ó d e l a m e s a a l s u e l o , p e r ou n h o m b r e a b r i ó l a s e g u n d ap u e r t a a n t e s q u e e l l a p u d i e r a l l e -g a r a h a c e r l o .

—¿Dónde está Spade? —dijo el hom-bre.

El sonido de su voz hizo que Spade seincorporara bien derecho y con la aten-ción abierta. Era una voz áspera, quebra-da por la angustia y por el esfuerzo de lo-grar que las palabras no quedaran ahoga-das por el gorgoteo líquido perceptibledetrás y por encima de ellas.

Effie se apartó asustada del camino delhombre.

El intruso permaneció en el umbral,con el sombrero flexible aplastado entrela cabeza y la parte superior del marco dela puerta: tenía casi siete pies de altura.Un abrigo negro, de corte largo y recto,como una funda, abotonado desde el cue-llo a las rodillas, acentuaba su extremadadelgadez. Los hombros sobresalían altos,huesudos, descarnados y angulares. Susemblante, asimismo huesudo, endurecidopor la intemperie y arrugado por los años,tenía el color de la arena húmeda y las meji-llas y el mentón estaban mojados de sudor.Los ojos, oscuras e inyectados en sangre,miraban enloquecidos encima de unospárpados que colgaban hacia abajo y de-jaban ver la membrana rosada inferior. Unbrazo embutido en una manga negra queacababa en una garra amarillenta sujeta-ba fuertemente contra la parte izquierdadel pecho un paquete liado en papel deenvolver y atado con un bramante, unpaquete elipsoidal del tamaño de una pe-lota de fútbol norteamericano.

El hombre altísimo se quedó en el um-bral de la puerta sin que nada indicase que

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he saw Spade. He said, “You know—” and then the liquid bubbling cameu p i n h i s t h r o a t a n d s u b m e rg e dwhatever e lse he sa id . He put h isother hand over the hand that heldthe ellipsoid. Holding himself stifflystraight, not putting his hands out tobreak his fall, he fell forward as atree falls.

Spade, wooden-faced and nimble,sprang from his chair and caught thefalling man. When Spade caught himthe man’s mouth opened and a littleblood spurted out , and the brown-wrapped parce l d ropped f rom theman’s hands and rol led across thefloor until a foot of the desk stoppedit. Then the man’s knees bent and hebent at the waist and his thin bodyb e c a m e l i m b e r i n s i d e t h es h e a t h - l i k e o v e r c o a t , s a g g i n g i nSpade’s arms so that Spade could nothold it up from the floor.

S p a d e l o w e r e d t h e m a nca re fu l ly un t i l he l ay on the f loo ron h i s l e f t s ide . The man’s eyes—dark and b loodsho t , bu t no t nowm a d — w e r e w i d e o p e n a n d s t i l l .H i s m o u t h w a s o p e n a s w h e nb lood had spur t ed f rom i t , bu t nomore b lood came f rom i t , and a l lh i s l ong body was a s s t i l l a s thef loo r i t l ay on .

S p a d e s a i d : “ L o c k t h ed o o r . ”

While Eff ie Per ine , her tee thchattering, fumbled with the corridor-door’s lock Spade knelt beside the thinman, turned him over on his back, andran a hand down inside his overcoat.When he withdrew the hand presentlyit came out smeared with blood. Thesight of his bloody hand brought not theleast nor briefest of changes to Spade’sface. Holding that hand up where itwould touch nothing, he took his lighterout of his pocket with his other hand.He snapped on the flame and held theflame close to first one and then theother of the thin man’s eyes. The eyes—lids, balls, irises, and pupils—remainedfrozen, immobile.

Spade extinguished the flame andreturned the lighter to his pocket. Hemoved on his knees around to the deadman’s side and, using his one clean hand,unbuttoned and opened the tubularovercoat. The inside of the overcoat waswet with blood and the double-breastedblue jacket beneath it was sodde n ,T h e j a c k e t ’s l a p e l s , w h e r e t h e ycrossed over the man’s chest , andboth sides of his coat immediatelybelow that point , were pierced bysoggy ragged holes .

S p a d e r o s e a n d w e n t t o t h ewashbowl in the outer office.

Dijo:—¿Saben...? —y entonces el líqui-

do burbujeante le subió por la gar-ganta y sumergió lo que fuera a de-cir. Puso la otra mano sobre la queya sujetaba el elipsoide. Mantenién-dose rígido para seguir erguido, sinechar las manos para detener la caí-da, caía como un árbol talado.

Spade, con rostro inexpresivo pero ágilde mov imien tos , s a l tó de su s i l l óny aga r ró a l homb r e . A l h a c e r l o , e lh o m b r e a b r i ó l a b o c a y l e s a l i óu n p o c o d e s a n g r e m i e n t r a s e lp a q uete envuelto en papel marróncaía y rodaba por el suelo hasta cho-car contra la pata de la mesa y dete-nerse. Luego, el hombre dobló las ro-dillas y la cintura, y su cuerpo delgadopareció trocearse dentro de aquel abrigo queparecía una vaina, desmadejándose enbrazos de Spade hasta tal punto que ésteno pudo levantarlo del suelo.

Spade dejó caer cuidadosamente al hom-bre hasta depositarlo en el suelo sobre elcostado izquierdo. Los ojos del hombre,oscuros, inyectados en sangre pero ya noenloquecidos, estaban abiertos de par en pare inmóviles. Seguía t en iendo la bocaa b i e r t a p e r o y a n o l e s a l í as a n g r e y s u c u e r p o e s t a b at a n i n m ó v i l c o m o e l m i s m osuelo en el que yacía.

Spade dijo:—Echa la llave.

Mientras Effie Perine, castañeteán-dole los dientes, trataba de echar lallave, Spade se arrodilló junto al hom-bre delgado, lo volvió de espaldas yle pasó una mano por debajo del abri-go. La sacó manchada de sangre. Lavisión de su mano ensangrentada cam-bió el rostro de Spade y no precisa-mente poco ni por poco tiempo. Man-teniéndola de modo que no tocaranada, sacó del bolsillo su encendedorcon la otra mano. Lo encendió y pasóla llama frente a los ojos, primerouno, luego el otro, del hombre delga-do. Los ojos, párpados, escleróticas,iris y pupilas, permanecieron conge-lados, inmóviles.

Spade apagó el mechero y se lovolvió a guardar en el bolsillo. Derodillas, rodeó al hombre y con lam a n o l i m p i a l e d e s a b r o c h ó y l eabrió aquel abrigo tubular. Por den-t ro es taba húmedo de sangre y lachaqueta cruzada azul que l levabaestaba empapada. Las solapas de lachaqueta, en el punto en que se cru-zaban sobre el pecho del hombre, yla propia chaqueta de ahí para aba-jo es taban sa lp icadas de agujerosdesgarrados y sanguinolentos .

Spade se levantó y se fue al lavaboque había en el otro despacho.

viera a Spade.—¿Sabe usted...? —y aquel hondo gor-

goteo subió desde la garganta y anegócualesquiera cosas que pudo añadir. Co-locó la otra mano sobre la que sujetaba elpaquete elipsoidal. Y muy derecho, contiesa rectitud, sin adelantar las manos paraparar el golpe, cayó hacia adelante comocuando se derrumba un árbol.

Spade, con expresión helada y en un ágilsalto, corrió desde el sillón y recogió alhombre antes que diera en el suelo. Y en elmomento en que lo hizo, la boca del hom-bre se abrió y salió de ella un chorrito desangre, al mismo tiempo que el paquetecaía al suelo y rodaba por él hasta quedardetenido por una pata de la mesa. Entonceslas rodillas del hombre se doblaron, y luegotodo él. El descarnado cuerpo se tornó aúnmás fláccido dentro de la envoltura del ga-bán; y hasta tal punto se desmadejó entrelos brazos de Spade, que éste tuvoque depositarlo sobre el suelo.

Spade lo dejó con cuidado hasta quequedó echado en el suelo, sobre el cos-tado izquierdo. Los ojos del hombre,oscuros e inyectados, mas ya no enlo-quecidos, estaban muy abiertos e in-móviles. Y su boca estaba tan abiertacomo cuando había brotado de ella lasangre, aunque ya no manaba de ella.El largo cuerpo permaneció inerte so-bre el suelo.

—Echa la llave de la puerta —dijoSpade.

Mientras Effie, en tanto que susdientes entrechocaban, manipulaba enla cerradura de la puerta de entrada,Spade se arrodilló junto al hombreflaco, le puso de espaldas y le metióuna mano debajo del abrigo. Cuandola retiró, al poco rato, la mano saliómanchada de sangre. Nada cambió laexpresión de Spade al verla. Alzó lamano ensangrentada para no tocarnada con ella, y usando la otra, sacóel mechero. Lo encendió y mantuvola llama primero delante de uno de losojos del hombre y después delante delotro. Los ojos, párpados, globos, irisy pupilas, permanecieron helados, in-móviles.

Spade apagó la llama y se guardó el en-cendedor en el bolsillo. Se volvió sobre lasrodillas hasta el otro lado del hombre caí-do, y empleando la mano limpia, desabro-chó y abrió el abrigo. La parte interior delabrigo estaba ensangrentada, y la chaquetaazul y cruzada que llevaba debajo estabaempapada en sangre. Las solapas de la cha-queta, allí donde se cruzaban encima del pechodel hombre, y ambos lados del abrigo, en un lu-gar inmediatamente inferior, aparecían agujerea-dos varias veces, y los agujeros tenían los bor-des desiguales y rezumaban sangre.

Spade fue hasta el lavabo que había enel despacho primero.

limber 1 adj. 1 lithe, agile, nimble. 2 flexible. Ágil, flexi-ble; he’s very limber for his age, está muy agilpara su edad

v. (usu. foll. by up) 1 tr. make (oneself or a part ofthe body etc.) supple. 2 intr. warm up inpreparation for athletic etc. activity. limber up vientrar en calor limber up (sports) vi hacerprecalentamient

limber 2 n. the detachable front part of a gun-carriage, consisting of two wheels, axle, pole, andammunition-box. Armón de artillería

v. 1 tr. attach a limber to (a gun etc.). 2 intr. fastentogether the two parts of a gun-carriage.

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nimble adj. 1 ágil, agile, quick, spry movingquickly and lightly; «sleek and agile as agymnast»; «as nimble as a deer»; «nimblefingers»; «quick of foot»; «the old dog wasso spry it was halfway up the stairs beforewe could stop it» 2 listo, agile mentallyquick; «an agile mind»; «nimble wits»

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Effie Perine, wan and trembling andholding herself upright by means of ahand on the corridor-door’s knob andher back against its glass, whispered:“Is—is he—?”

“ Ye s . S h o t t h r o u g h t h e c h e s t ,maybe half a dozen t imes.” Spadebegan to wash his hands.

“ O u g h t n ’ t w e — ? ” s h eb e g a n , b u t h e c u t h e r s h o r t :“ I t ’ s t o o l a t e f o r a d o c t o rn o w a n d I ’ v e g o t t o t h i n kb e f o r e w e d o a n y t h i n g . ” H ef i n i s h e d w a s h i n g h i s h a n d sa n d b e g a n t o r i n s e t h e b o w l .“ H e c o u l d n ’ t h a v e c o m e f a rwi th those in h im. I f h e — W h yi n h e l l c o u l d n ’ t h e h a v e s t o o du p l o n g e n o u g h t o s a ys o m e t h i n g ? ” H e f r o w n e d a t t h eg i r l , r insed h i s hands aga in , andp icked up a towe l . “Pu l l yourse l ftoge the r. For Chr i s t ’s sake don’ tg e t s i c k o n m e now!” He threw thetowel down and ran fingers through hishair. “We’ll have a look at that bundle.”

He went into the inner office again,stepped over the dead man’s legs, andpicked up the brown-paper-wrappedparcel. When he felt its weight his eyesglowed. He put it on his desk, turningit over so that the knotted part of therope was uppermost. The knot washard and tight. He took out his pocket-knife and cut the rope.

T h e g i r l h a d l e f t t h e d o o r a n d ,e d g i n g a r o u n d t h e d e a d m a n w i t hh e r f a c e t u r n e d a w a y, h a d c o m et o S p a d e ’ s s i d e . A s s h e s t o o dt h e r e — h a n d s o n a c o r n e r o f t h ed e s k — w a t c h i n g h i m p u l l t h er o p e l o o s e a n d p u s h a s i d e b r o w np a p e r , e x c i t e m e n t b e g a n t os u p p l a n t n a u s e a i n h e r f a c e .“ D o y o u t h i n k i t i s ? ” s h ew h i s p e r e d .

“ W e ’ l l s o o n k n o w, ” S p a d es a i d , h i s b i g f i n g e r s b u s y w i t ht h e i n n e r h u s k o f c o a r s e g r e yp a p e r, t h r e e s h e e t s t h i c k , t h a t t h eb r o w n p a p e r ’ s r e m o v a l h a dr e v e a l e d . H i s f a c e w a s h a r d a n dd u l l . H i s e y e s w e r e s h i n i n g .W h e n h e h a d p u t t h e g r e y p a p e ro u t o f t h e w a y h e h a d a n e g g -s h a p e d m a s s o f p a l e e x c e l s i o r,wadded t i gh t . H i s f i nge r s t o r e t hew a d a p a r t a n d t h e n h e h a d t h ef o o t - h i g h f i g u r e o f a b i r d , b l a c ka s c o a l a n d s h i n y w h e r e i t sp o l i s h w a s n o t d u l l e d b y w o o d -d u s t a n d f r a g m e n t s o f e x c el s i o r .

Spade l aughed . He pu t a handdown on the bird. His wide-spreadf i n g e r s h a d o w n e r s h i p i n t h e i rcurving. He put his other arm aroundEffie Perine and crushed her bodyagainst his. “We’ve got the damnedthing, angel,” he said.

Effie Perine, lívida y temblorosa y man-teniéndose erguida sujetándose con unamano al pomo y apoyada de espaldascontra el cristal de la puerta, susurró:

—¿Es... está...?

—Sí. Le han debido pegar media do-cena de tiros en el pecho —Spade co-menzó a lavarse las manos.

—¿No deberíamos...? —comenzó adecir ella, pero él la interrumpió:

—Ya es demasiado tarde para lla-mar a un médico y antes de hacernada debemos pensar —terminó delavarse las manos y se puso a lim-piar el lavabo—. No p u e d e h a b e rv e n i d o d e m u y l e j o s c o n t o d o sesos d i spa ros . S i . . . ¿Por qué de -monios no habrá aguan tado lo su -f i c i e n t e p a r a d e c i r n o s a l g o ? —frunc ió e l ceño mi rando a l a ch i -ca , volvió a enjuagarse las manos ycogió una toalla—. Venga, contróla-te, ¡Por el amor de Dios, no te ma-rees ahora! —tiró la toalla y se pasóla mano por el pelo—. Vamos a echarun vistazo a ese paquete.

Volvió a ent rar en su despacho,pasó por encima de las p iernas de lmuer to y cogió e l paquete envuel -t o e n p a p e l m a r r ó n . A l n o t a r e lpeso , se le i luminaron los o jos . Lodejó en su escr i tor io , co locándolocon la lazada hac ia a r r iba . Era unnudo duro y apre tado. Sacó su na-vaja y cor tó e l cordel .

La chica ya había abandonado suapoyo en la puerta y, rodeando almuerto con la cabeza vuelta hacia otrolado, había ido a colocarse junto aSpade. Allí, con las manos apoyadasen el escritorio de Spade, observandocómo soltaba el cordel y apartaba elpapel marrón, su excitación comenzóa sustituir a las náuseas.

—¿Crees que es eso? —preguntó enun susurro.

—Lo sabremos en seguida —dijoSpade, mientras sus dedos grandes seafanaban con la envoltura interior deáspero papel gris, en tres capas, queel papel marrón había dejado al des-cubierto. Tenía el rostro endurecido yembotado. Le brillaban los ojos. Cuan-do hubo quitado todos los papeles que-dó al descubierto una masa ovoide en-vuelta en virutas pálidas, bien apreta-das como un molde. Sus dedos lo rom-pieron, dejando al descubierto la figu-ra de un pájaro de un pie de altura, ne-gro como el carbón y brillante en lospuntos en que el barniz no estaba suciode serrín y restos de virutas.

Spade soltó una carcajada. Puso unamano sobre el pájaro. Sus dedos bienabiertos se curvaban sobre el pájaro conaires de propietario. Le pasó el brazo li-bre a Effie Perine y la apretó contra sí.

— Ya t e n e m o s e s t a m a l d i t ac o s a , e n c a n t o — d i j o .

Effie, pálida y temblorosa, logrando mantenerseen pie con ayuda de una mano, que se apoyaba sobre lacerradura de la puerta, y de la espalda, que encontrabadescanso en el cristal de la misma, cuchicheó:

—¿Está... está...?

—Sí. Le han atravesado el pecho con unamedia docena de balas —contestó Spade, al mis-mo tiempo que empezaba a lavarse las manos.

—¿No deberíamos...? —comenzó adecir Effie. Pero Spade la interrumpió:

—Ya es tarde para llamar al médico. Yantes que hagamos nada, necesito pensar.

A c a b ó d e l a v a r s e l a s m a n o s yempezó a enjuagar el lavabo.

—Es imposible que haya podidovenir desde muy lejos con esas ba-las dentro. Sí. . . ¿Por qué no ha po-dido quedarse de pie el t iempo sufi-ciente para decir algo? —dijo, mi-rando hoscamente a la muchacha, yse enjuagó de nuevo las manos y cogióuna toalla—. ¡Domínate, Effie! Lo únicoque faltaba es que ahora te pusieras a vo-mitar —tiró la toalla al suelo, se peinó conlos dedos entreabiertos y dijo—: Tendre-mos que ver qué hay en ese paquete.

Regresó al segundo despacho, pasópor encima de las piernas del muertolevantando los pies y cogió del sueloel paquete envuelto en papel basto. Lodejó sobre la mesa y le dio la vueltapara que el nudo de la cuerda queda-se hacia arriba. El nudo era duro yestaba muy apretado. Sacó la navajadel bolsillo y cortó el bramante.

Effie ya había dejado la puerta, y dan-do un rodeo alrededor del muerto con lacara vuelta hacia el otro lado, quedó jun-to a Spade. Allí de pie, con las manasapoyadas sobre la mesa, contemplandocómo Spade iba quitando la cuerda yapartando el papel, una expresión de cu-riosidad emocionada fue reemplazandopoco a poco a la de náusea.

— ¿ C r e e s q u e e s . . . ? —m u s i t ó .

—Pronto la vamos a saber —dijoSpade, y sus grandes dedos siguieronocupados en el quehacer de quitar unasegunda envoltura de papel más grue-so, que en triple capa, apareció debajodel primero. La expresión de Spade era duray apagada. Sólo le brillaban los o j o s .C u a n d o q u i t ó e l p a p e l g r i s s ee n c o n t r ó c o n u n a m a s a o v a l d ev i r u t a s a p e l m a z a d a s . R a s g ó c o nlos dedos es ta p ro tecc ión , y an tesus o jos quedó la es ta tu i l la , comode un p ie de a l tura , de un pá jaro ,negro y bril lante como el carbón allídonde su pulimento no estaba deslucido porel polvillo y las briznas de las virutas.

Spade se echó a re í r. Descansóu n a m a n o s o b r e e l p á j a r o . L o scurvados y muy abier tos dedos seagarraban a la estatui l la con aire dep r o p i e d a d . R o d e ó a E f f i e c o n e lotro brazo, y la apretó contra s í .

—Á n g e l m í o , ¡ l o t e n e m o s !

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“Ouch!” she said, “you’re hurtingme.”

He took his arm away from her,p i cked the b l ack b i rd up in bo thh a n d s , a n d s h o o k i t t o d i s l o d g eclinging excelsior. Then he steppedback holding it up in front of him andb l e w d u s t o f f i t , r e g a r d i n g i ttriumphantly.

Effie Perine made a horrified faceand screamed, pointing at his feet.

He looked down at his feet. Hislast backward step had brought hisleft heel into contact with the deadman’s hand, pinching a quarter-inchof flesh at a side of the palm betweenheel and floor. Spade jerked his footaway from the hand.

The telephone-bell rang.

He nodded at the girl. She turnedto the desk and put the receiver to herear. She said: “Hello. . . . Yes. . . .Who? . . . Oh, yes!” Her eyes becamelarge. “Yes… Yes. . . Hold the line…”Her mouth suddenly stretched wideand fearful. She cried: “Hello! Hello!Hello!” She rattled the prong up anddown and cried , “ H e l l o ! ” t w i c e .T h e n s h e s o b b e d a n d s p u na r o u n d t o f a c e S p a d e , w h o w a sc l o s e b e s i d e h e r b y n o w. “ I t w a sM i s s O ’ S h a u g h n e s s y, ” s h e s a i dw i l d l y. “ S h e w a n t s y o u . S h e ’s a tt h e A l e x a n d r i a — i n d a n g e r . H e rv o i c e w a s — o h , i t w a s a w f u l ,S a m ! — a n d s o m e t h i n g h a p p e n e dt o h e r b e f o r e s h e c o u l d f i n i s h .Go h e l p h e r , S a m ! ”

Spade put the falcon down on thedesk and scowled gloomily. “I’ve gotto take care of this fellow first,” hesaid, pointing his thumb at the thincorpse on the floor.

She beat his chest with her fists,crying: “No, no—you’ve got to go toher. Don’t you see, Sam? He had thething that was hers and he came toyou with it. Don’t you see? He washelping her and they killed him andnow she’s— Oh, you’ve gut to go!”

“ A l l r i g h t . ” S p a d e p u s h e d h e raway and bent over his desk, puttingthe black bird back into its nest ofexcelsior, bending the paper aroundit, working rapidly, making a largerand c lumsy package. “As soon asI’ve gone phone the police. Tell themhow it happened, but don’t drag anynames in. You don’t know. I got thephone-call and I told you I had to goou t , bu t I d idn ’t s ay whe re . ” Hecursed the rope for being tangled,yanked i t in to s tra ightness , andbegan to bind the package. “Forgetthis thing. Tell it as it happened, butforget he had a bundle.” He chewedhis lower lip. “Unless they pin youdown. If they seem to know about it

—¡Ay! —di jo e l l a—, me hacesdaño .

Spade la soltó, cogió el pájaro conambas manos y lo agitó para soltar lasvirutas que no se habían desprendido.Luego retrocedió un paso para sujetar-lo frente a sí y limpiarle el polvo asoplidos, observándolo con miradatriunfal.

Effie Perine soltó un chillido y pusocara de horror, señalándole al suelo.

S p a d e s e m i r ó l o s p i e s . C o n e lú l t i m o p a s o a t r á s , s u t a l ó n i z -q u i e r d o s e h a b í a c o l o c a d o a l a a l -t u r a d e l a m a n o d e l m u e r t o , p i -s a n d o u n c e n t í m e t r o d e c a r n e d el a p a l m a d e l a m a n o . S p a d e s e s e -p a r ó d e u n s a l t o .

Sonó el teléfono.

Le hizo un gesto afirmativo a la chi-ca. Ella se volvió hacia el escritorio yse llevó el auricular a la oreja.

—Dígame... Sí... ¿Quién?... ¡Ah, sí!—abrió los ojos de par en par—. [476]Sí, sí, no cuelgue... —de pronto abrióla boca, atemorizada. Gritó—: Oiga,oiga, oiga... —colgó un par de veces ygritó otras dos—: ¡ O i g a ! — l u e g os o l l o z ó y s e g i r ó p a r a m i r a r aS p a d e , q u e s e l e h a b í a a c e r c a -d o — . E r a l a s e ñ o r i t aO ’ S h a u g h n e s s y — d i j o e x c i t a -d í s i m a — . Q u i e r e v e r t e , q u ee s t á e n e l A l e x a n d r i a . . . e n p e -l i g r o . Q u é v o z t e n í a . . . o h , t e -r r i b l e , S a m . . . y a l g o l e h a p a -s a d o a n t e s d e t e r m i n a r . . . ¡ Ve aa y u d a r l a , S a m !

Spade dejó el halcón en la mesa y lomiró con aire melancólico.

—Primero tengo que ocuparme de esteamigo —dijo, señalando con el pulgar eldelgado cadáver que había en el suelo.

Ella le golpeó el pecho con los pu-ños, llorando:

—No, no, tienes que ir con ella. ¿Note das cuenta, Sam? Él vino con esoque era de ella. ¿No te das cuenta? Élla estaba ayudando y le han matado yahora ella está... ¡Oh, tienes que ir!

—De acuerdo —dijo Spade apartán-dola e inclinándose sobre el escritorio,volviendo a colocar el pájaro negro ensu nicho de virutas, envolviéndolo enpapel, con rapidez, haciendo un paque-te mayor que antes y de aspecto desma-ñado—. En cuanto me vaya, llamas a lapolicía. Cuéntales lo que ha ocurrido,pero sin mencionar nombres. De eso nosabes nada. A mí me llamaron, te dijeque tenía que marcharme pero no te dijea dónde —maldijo la cuerda por enre-darse, tironeó para estirarla y empe-zó a atar el paquete—. Olvídate de esto.Cuéntalo tal como ha sido, pero olvidaque trajo un paquete —se mordió el la-bio inferior—. A no ser que te acorra-len. Si dan la impresión de saberlo,

—¡ A y ! ¡ M e h a c e sd a ñ o !

Spade retiró su brazo, cogió el pájarocon las dos manos y lo sacudió para li-brarlo de las briznas de viruta. Luego dioun paso atrás y lo mantuvo delante de sícon los brazos extendidos, sopló sobre élpara quitarle el polvillo y lo contemplótriunfalmente.

Effie miró horrorizada y gritó, seña-lando hacia los pies de Spade.

Spade bajó la mirada. Al dar un paso ha-cia atrás, su tacón había entrado en contac-to con la mano del muerto, y como un cuar-to de pulgada de la carne del cadáver, jun-to a la palma de la mano, había quedadopellizcado entre el tacón y el suelo. Spaderetiró el pie bruscamente.

Sonó el teléfono.

S p a d e l e h i z o u n g e s t o a l am u c h a c h a . E f f i e s e l l e v ó e l a u -r i c u l a r a l a o r e j a .

—¿Diga?... Sí... ¿Quién?... ¡Ah, sí! —y al decir esto se abrieron más sus ojos—. Sí, sí... Aguarde un segundo...

Su boca se abrió por completo con ex-presión de temor.

—¡ Oiga! ¡Oiga! —gritó, y bajó y subiópor dos veces el gancho del teléfono—. ¡Oiga!—repitió dos veces más. Lanzó un gemido y girórápidamente sobre los talones para quedar frentea Spade, que ya estaba a su lado.

—¡Era miss O’Shaughnessy! —dijofuera de sí—. Te necesita. Está en elAlexandria. Y en peligro. Su voz era... ¡te-rrible, Sam! Y algo le ocurrió antes depoder terminar de hablar. ¡Ve a ayudarla,Sam!

Spade dejó el halcón sobre la mesa yse le ensombreció la mirada.

—Pr imero t engo que cu ida rmede este sujeto —dijo, señalando elcadáver t i rado en el suelo.

E f f i e l e a p u ñ e ó e l p e c h o ,g r i t a n d o :

—¡No, no! ¡Tienes que ir en suayuda! Pero ¿es que no lo compren-des, Sam? Este hombre la estaba ayu-dando , y l e han ma tado , y aho raella... ¡Tienes que ir corriendo!

—Está bien —dijo Spade, apartándola de sí.Se incl inó sobre la mesa, dejó el

pájaro en su nido de viruta y lo ro-deó con el papel haciendo un torpepaquete, mayor que el or iginal .

—Tan pronto como yo me haya ido,llama a la policía. Diles lo que ha ocurri-do, pero no saques ningún nombre a relu-cir. Diles que no sabes nada. A mí me lla-maron por teléfono y te dije que tenía quesalir, pero no te dije dónde iba.

Maldijo la cuerda porque se había he-cho un lío, lo deshizo con malos modosy comenzó a atar el paquete.

—Olvídate de este pájaro. Cuéntalestodo tal y como ocurrió, pero olvídate deque traía un paquete —dijo, mordiéndoseel labio inferior—. A no ser que te acorra-

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you’ll have to admit it. But that’s notlikely. If they do then I took the bundleaway with me, unopened.” He finishedtying the knot and straightened up withthe parcel under his left arm. “Get itstraight, now. Everything happened theway it did happen, but without thisdingus unless they already know aboutit. Don’t deny it—just don’t mention it.And I got the phone-call— not you. Andyou don’t know anything about anybodyelse having any connection with thisfellow. You don’t know anything abouthim and you can’t ta lk about mybusiness until you see me. Got it?”

“Yes, Sam. Who—do you knowwho he is?”

He grinned wolfishly. “Uh-uh,” hesaid, “but I’d guess he was CaptainJacobi , master of La Paloma .” Hepicked up his hat and put it on. Helooked thoughtfully at the dead manand then around the room.

“Hurry, Sam,” the girl begged.

“Sure,” he said absent-mindedly,“I ’ l l hur ry. Might not hur t to ge tthose few scraps of exce ls ior o f ft h e f l o o r b e f o r e t h e p o l i c ec o m e . A n d m a y b e y o u o u g h t t ot r y t o g e t h o l d o f S i d . N o . ” H er u b b e d h i s c h i n . “ We ’ l l l e a v eh i m o u t o f i t a w h i l e . I t ’ l l l o o kb e t t e r . I ’ d k e e p t h e d o o r l o c k e dt i l l t h e y c o m e . ” H e t o o k h i sh a n d f r o m h i s c h i n a n d r u b b e dh e r c h e e k . “ Y o u ’ r e a d a m n e dg o o d m a n , s i s t e r , ” h e s a i d a n dw e n t o u t .

XVII.

Saturday Night

Carrying the parcel lightly underhis arm, walking briskly, with onlythe ceaseless shifting of his eyes todenote wariness, Spade went, partlyby way of an a l l ey and a na r rowcour t , f rom his off ice-bui ld ing toKearny and Post Streets, where hehailed a passing taxicab.

The taxicab carried him to thePickwick Stage terminal in Fifth Street.He checked the bird at the Parcel Roomthere, put the check into a stampedenvelope, wrote M. F. Holland and a SanFrancisco Post Office box-number on theenvelope, sealed it, and dropped it intoa mail-box. From the stage-terminalanother taxicab carr ied him to theAlexandria Hotel.

tendrás que admit i r lo . Pero no esprobable. Y si lo saben, entonces dique el paquete me lo he llevado yo,sin abrir —terminó de hacer el nudoy se irguió con el paquete bajo elbrazo izquierdo—. Entéra te . Todoha sido tal como fue pero s i n e s t echisme, a menos que ya sepan de suexistencia. No lo niegues, l imítatea no mencionar lo . Y fu i yo quiencogió el teléfono.. . no tú. Y tú nos a b e s n a d a n i c o n o c e s a n a d i erelacionado con este tipo. No sabesnada de él ni puedes hablar de misasuntos sin consultarme. ¿Vale?

—S í , S a m . ¿ T ú . . . t ú s a b e sq u i é n e s ?

Spade sonrió zorruno.—No —dijo—, pero apuesto a que

es el capitán Jacobi, el jefe de La Palo-ma —recogió su sombrero y se lo caló.Miró pensativamente al muerto y luegoechó un vistazo a la habitación.

—Date prisa, Sam —le rogó la chica.

— C l a r o — d i j o d i s t r a í d a m e n -t e — , m e d a r é p r i s a . N o v e n d r í am a l r e t i r a r e s o s r e s t o s d e virutad e l s u e l o a n t e s d e q u e v e n g a l ap o l i c í a . Y q u i z á p o d r í a s i n t e n -t a r l o c a l i z a r a S i d . N o — s e f r o -t ó l a b a r b i l l a — . Va m o s a d e j a r -l e f u e r a p o r e l m o m e n t o . M e j o rs e r á . Yo c e r r a r í a c o n l l a v e h a s -t a q u e v i n i e r a l a p o l i c í a — s eq u i t ó l a m a n o d e l a b a r b i l l a ys e f r o t ó l a m e j i l l a — . E r e s t o d ou n h o m b r e , h e r m a n a — d i j o , ys a l i ó .

CAPÍTULO XVII

Sábado por la noche

Llevando con ligereza el paquetebajo el brazo, caminando con paso vivo,sin nada que indicara cautela salvo elmovimiento incesante de sus ojos, enparte a través de un callejón y en partepor un patio estrecho, Spade fue de suoficina hasta Kearny Street y PostStreet, donde paró un taxi.

El tax i le l levó has ta la te rmi-nal P ickwick de Fi f th St ree t . Dejóe l pá jaro en la cons igna , met ió e lresguardo en un sobre en e l cua lescr ib ió M. F. Hol land y e l núme-ro de un a p a r t a d o d e c o r r e o s d eS a n F r a n c i s c o , l o c e r r ó y l o e c h óa l b u z ó n . D e s d e l a t e r m i n a l d ea u t o b u s e s o t r o t a x i l o l l e v ó a lhote l Alexandr ia .

len. Si te parece que están enterados de lodel paquete, tendrás que recordarlo. Peroes poco probable. Si tienes que hablar delpaquete, diles que me lo llevé yo sin abrir.

Spade terminó de hacer los nudos y se ende-rezó con el paquete debajo del brazo izquierdo.

—A ver si te has enterado bien. Todo ocu-rrió como ocurrió, pero te callas lo del pájaroa no ser que estén enterados de su exis-tencia. No lo niegues. Sencillamente, nohables de ello. Y me llamaron por teléfo-no a mí, no a ti. Y no sabes nada acercade este hombre. No sabes nada de él, y nopuedes hablar de mis asuntos hasta ver-me. ¿Enterada?

— S í , S a m . ¿ Q u i é n . . . ? ¿ S a b e squ ién e s?

Apareció su sonrisa de lobo.—Regular... Pero yo diría que se trata

del capitán Jacobi; el capitán de “La Pa-loma” —cogió el sombrero y se lo puso,tras lo cual miró reflexivamente al muer-to y en torno del cuarto.

—¡Date prisa, Sam! —suplicó Effie.

—Sí, sí. —dijo Spade, distraídamen-te—, me la daré. Sería conveniente quequitases esas virutas del suelo antes quellegue la policía. Y tal vez debieras po-nerte al habla con Sid. Pero, no —se co-rrigió frotándose la barbilla—, mejor serádejarle al margen de todo esto por ahora.Hará mejor efecto. Ten la puerta cerradacon llave hasta que llegue la policía.

Se quitó la mano de la barbilla y aca-rició la mejilla de Effie.

—¿Sabes lo que te digo, chica? ¡Queeres todo un hombre_____________!

Y con esto, salió del despacho.

17.

La noche del sábado

Con el paquete bajo el brazo deforma muy natural, a buen paso, sinque nada denotara su cautela, excep-to el continuo movimiento de los ojos,Spade, en parte a través de un calle-jón y de un angosto patio, fue desdesu oficina hasta las calles Kearny yPost. Allí detuvo un taxi.

El taxi le llevó hasta la estaciónde autobuses Pickwick en la CalleQuinta. Dejó el pájaro en la consig-na, metió el resguardo en un sobre consello, escribió en él M. F. Holland ye l n ú m e r o d e u n a p a r t a d o d e S a nF r a n c i s c o , l o c e r r ó y l o e c h ó e nu n b u z ó n d e C o r r e o s . O t r o t a x il e l l e v ó desde la estación hasta elhotel Alexandria.

Rhea sale en este capítulo, si bien esmencionado antes su nombre.

dingus something (as a gadget) whose commonname is unknown or forgotten, chisme

wolfishly 1fiercely 2 rapaciously, ravenously X

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Spade went up to suite 12-C andknocked on the door. The door waso p e n e d , w h e n h e h a d k n o c k e d asecond time, by a small fair-hairedg i r l i n a s h i m m e r i n g y e l l o wdressing-gown—a small girl whoseface was whi te and d im and whoc l u n g d e s p e r a t e l y t o t h e i n n e rd o o r k n o b w i t h b o t h h a n d s a n dg a s p e d : “Mr. Spade?”

Spade said, “Yes,” and caught heras she swayed.

H e r b o d y a r c h e d b a c k o v e rh i s a r m a n d h e r h e a d d r o p p e ds t r a i g h t b a c k s o t h a t h e rs h o r t f a i r h a i r h u n g d o w n h e rs c a l p a n d h e r s l e n d e r t h r o a tw a s a f i r m c u r v e f r o m c h i n t oc h e s t .

S p a d e s l i d h i s s u p p o r t i n ga r m h i g h e r u p h e r b a c k a n db e n t t o g e t h i s o t h e r a r mu n d e r h e r k n e e s , b u t s h es t i r r e d t h e n , r e s i s t i n g , a n db e t w e e n p a r t e d l i p s t h a tb a r e ly moved blurred words came :“ N o ! M a ’ m e w a ’ ! ”

Spade made her walk. He kickedthe door shut and he walked her upand down the green-carpeted roomfrom wall to wall . One of his armsaround her smal l body, tha t handunder he r a rmpi t , h i s o the r handgr ipp ing he r o the r a rm, he ld he rerect when she s tumbled, checkedh e r s w a y i n g , k e p t u r g i n g h e rf o r w a r d , b u t m a d e h e rt o t t e r i n g l e g s b e a r a l l h e rw e i g h t t h e y c o u l d b e a r . T h e yw a l k e d a c r o s s a n d a c r o s s t h ef l o o r , t h e g i r l f a l t e r i n g l y ,w i t h i n c o ö r d i n a t e s t e p s , S p a d es u r e l y o n t h e b a l l s o f h i s f e e tw i t h b a l a n c e u n a f f e c t e d b y h e rs t a g g e r i n g . H e r f a c e w a sc h a l k - w h i t e a n d e y e l e s s , h i ss u l l e n , w i t h e y e s h a r d e n e d t owa tch eve rywhere a t once .

H e t a l k e d t o h e rm o n o t o n o u s l y : “ T h a t ’ s t h es t u f f . L e f t , r i g h t , l e f t , r i g h t .T h a t ’ s t h e s t u f f . O n e , t w o ,t h r e e , f o u r, o n e , t w o , t h r e e , n o ww e t u r n . ” H e s h o o k h e r a s t h e yt u r n e d f r o m t h e w a l l . “ N o wb a c k a g a i n . O n e , t w o , t h r e e ,f o u r. H o l d y o u r h e a d u p . T h a t ’st h e s t u f f . G o o d g i r l . L e f t , r i g h t ,l e f t , r i g h t . N o w w e t u r n a g a i n . ”H e s h o o k h e r a g a i n . “ T h a t ’s t h eg i r l . Wa l k , w a l k , w a l k , w a l k .O n e , t w o , t h r e e , f o u r. N o w w eg o a r o u n d . ” H e s h o o k h e r, m o r er o u g h l y , a n d i n c r e a s e d t h e i rp a c e . “ T h a t ’ s t h e t r i c k . L e f t ,r i g h t , l e f t , r i g h t . We ’ r e i n ah u r r y. O n e , t w o , t h r e e

S h e s h u d d e r e d a n d s w a l l o w e da u d i b l y . S p a d e b e g a n t o

Spade fue a la suite 12 C y llamó ala puerta. Después de haber llamado unasegunda vez, abrió la puerta una chicabajita de pelo castaño con una bata deu n a m a r i l l o re l u c i e n t e . . . una ch i -c a b a j i t a d e r o s t r o b l a n c o y e n -t u r b i a d o q u e s e c o l g a b a d e s e s p e -r a d a m e n t e c o n l a s d o s m a n o s alpomo de la puerta mientras boqueaba:

—¿Es usted el señor Spade?

Spade contestó «Sí» y la cogió mien-tras ella se tambaleaba.

S u c u e r p o s e a r q u e ó h a c i aa t r á s p o r e n c i m a d e l b r a z o d eS p a d e d e m a n e r a q u e e l c o r t op e l o c a s t a ñ o l e q u e d ó c o l g a n d o ys u f i n a g a r g a n t a s e c o n v i r t i ó e nu n a c u r v a f i r m e d e s d e l a b a r b i l l ah a s t a e l p e c h o .

Spade dejó resbalar su brazo ha-cia arriba mientras se agachaba parameter el otro a la altura de las rodi-llas, pero en ese momento ella se agi-tó, resistiéndose, y entre sus labiosentreabiertos, sin moverlos apenas,salieron unas palabras confusas:

—¡No... Ma’me wa!

Spade la obl igó a andar. Abrió lapuerta de un puntapié y la l levó an-dando por toda la habitación alfom-brada de verde. Con uno de sus bra-zos alrededor de su cuerpecil lo, pordeba jo de l a ax i l a , y con l a o t r amano suje tándole e l brazo suel to ,l a mantuvo e r gu ida mien t ras e l l atropezaba, controlando su balanceola siguió obligando a caminar, de-jando que sus ________ p i e r n a s s o -p o r t a s e n e l m a y o r p e s o p o s i b l e .A n d u v i e r o n c o n t i n u a m e n t e , l ac h i c a a t r o p e z o n e s , c o n p a s o sdescoordinados, Spade afirmándosesobre los talones para que su equi-l ibr io no se viera afectado por sutambaleo . El la tenía los ojos idosy e l r o s t r o b l a n c o c o m o l a c a l .Spade tenía sus ojos endurecidosde mirarlo todo al mismo t iempo.

Spade le decía monótonamente:—Ve n g a , a s í . I z q u i e r d a , d e r e -

c h a , i z q u i e r d a , d e r e c h a . U n , d o s ,t r e s , c u a t r o , u n , d o s , t r e s , d é l av u e l t a — l a s a c u d i ó m i e n t r a s s ea p a r t a b a n d e l a p a r e d — . O t r av e z . U n , d o s , t r e s , c u a t r o . L e -v a n t e l a c a b e z a . A s í . B u e n a c h i -c a . I z q u i e r d a , d e r e c h a , i z q u i e r -d a , d e r e c h a . D é l a v u e l t a o t r av e z — v o l v i ó a s a c u d i r l a — . M u yb i e n , b u e n a c h i c a . C a m i n e , c a -m i n e , c a m i n e , c a m i n e . U n , d o s ,t r e s , c u a t r o . Va m o s a d a r l av u e l t a — v o l v i ó a s a c u d i r l a , e s t av e z c o n m á s b r u s q u e d a d , y a p r e -t ó e l p a s o — . A s í , a s í . I z q u i e r d a ,d e r e c h a , i z q u i e r d a , d e r e c h a . Te -n e m o s p r i s a . U n , d o s , t r e s . . .

E l l a t en í a e sca lo f r ío s y t r aga -ba ru idosamente . Spade empezó a

Subió has ta la su i te 12-C y l la -mó a la puer ta . Cuando es taba l la -mando por segunda vez le abr ió lapuer ta una muchacha ba ja , rub ia ,con una ba ta amar i l la y bri l lante ,_____________d e r o s t r o b l a n c o ei n e x p r e s i v o y q u e s e a g a r r a b adesesper adamente a ______ ___ _ _ _ ____ ___________ l a p u e r t a ______.

—¿Mister Spade?

Spade dijo que sí y sostuvo a la mu-chacha cuando ésta se tambaleó.

El cuerpo de la chica se arqueó sobreel brazo de Spade y la cabeza quedó do-blada hacia atrás de tal manera que el cor-to pelo rubio colgaba perpendicularmen-te hacia el suelo y su fino cuello formabauna firme curva continua desde la barbi-lla hasta el pecho.

Spade deslizó el brazo más arribade la espalda y se agachó para pasar-le el otro por debajo de las rodillas,pero la muchacha se es t remeció yofreció resistencia. Hablando con la-bios entreabiertos que apenas se mo-vieron, dijo unas palabras confusas :

—¡No! ¡Hag’me adá...!

Y Spade la hizo andar. Cerró la puertacon el pie y le hizo andar de un lado a otrode la habitación, por la alfombra verde quellegaba de pared a pared. Con un brazo ro-deándole el esbelto cuerpo, la mano delmismo sujetándola por la axila y con la otrasosteniéndola por el brazo opuesto, Spadela alzaba cuando vacilaba un pie inseguro,la ayudaba en sus tambaleos, la animaba aseguir los paseos, procurando siempre quelas desmadejadas piernas aguantaran todoel peso que pudieran soportar. De esta ma-nera estuvieron recorriendo la habitación:vacilante y con torpes pasos la muchacha,y Spade afianzado sobre los pies, sinque afectaran a su equilibrio los desor-denados movimientos de su pareja. Lachica tenía la cara demudada, blanca como elyeso, mientras que el semblante de Spadeaparecía sombrío y sus ojos, dura la expresión, loobservaban todo al mismo tiempo.

Spade hablaba a la muchacha monótonamente:—Así, muy bien. Izquierdo, derecho,

izquierdo, derecho. Eso es. Muy bien.Uno, dos, tres, cuatro; uno, dos, tres, cua-tro; y ahora, vuelta.

La sacudió cuando llegaron a la pared.—Ahora hacia allá. Uno, dos, tres,

cuatro. Alce la cabeza. Así. Eso es. Bue-na muchacha. Izquierdo, derecho, izquier-do, derecho. Y ahora la vuelta.

Volvió a sacudirla.—Buena chica. Así se hace. Ande,

ande, ande, ande... Uno, dos, tres, cuatro.Y ahora damos la vuelta.

La sacudió algo más bruscamente yapretó algo el paso.

—Eso es. Izquierdo, derecho, izquier-do, derecho. Ahora tenemos más prisa.Uno, dos, tres...

La muchacha se estremeció y tragó sali-va de manera perceptible. Spade comenzó

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gasp jadear, dar un grito ahogadoboquear abrir la boca, hablar mucho

gape stare, mirar boquiabierto(ver 158)

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c h a f e h e r a r m a n d s i d e a n d h ep u t h i s m o u t h n e a r e r h e r e a r.“T h a t ’ s f i n e . Yo u ’ r e d o i n g f i n e .O n e , t w o , t h r e e , f o u r . F a s t e r ,f a s t e r , f a s t e r , f a s t e r . T h a t ’s i t .S t e p , s t e p , s t e p , s t e p . P i c kt h e m u p a n d l a y t h e m d o w n .T h a t ’s t h e s t u f f . N o w w e t u r n .L e f t , r i g h t , l e f t , r i g h t . W h a t ’ dt h e y d o — d o p e y o u ? T h e s a m es t u f f ’ t h e y g a v e m e ? ”

Her eyelids twitched up then foran instant over dulled golden-browneyes and she managed to say all of“Yes” except the final consonant.

They walked the f loor, the g i r la l m o s t t r o t t i n g n o w t o k e e p u pw i t h S p a d e , S p a d e s l a p p i n g andkneading her f lesh through yel lowsi lk wi th both hands , ta lk ing andt a l k i n g w h i l e h i s e y e s r e m a i n e dh a r d a n d a l o o f a n d w a t c h f u l .“ L ef t , r i g h t , l e f t , r i g h t , l e f t ,r i g h t , t u r n . T h a t ’s t h e g i r l . O n e ,t w o , t h r e e , f o u r, o n e , t w o , t h r e e ,f o u r . K e e p t h e c h i n u p . T h a t ’st h e s t u f f . O n e , t w o . .

Her lids lifted again a bare fractionof an inch and under them her eyesmoved weakly from side to side.

“That’s fine,” he said in a crispvoice, dropping his monotone. “Keepthem open. Open them wide—wide!”He shook her.

S h e m o a n e d i n p r o t e s t , b u th e r l i d s w e n t f a r t h e r u p ,t h o u g h h e r e y e s w e r e w i t h o u ti n n e r l i g h t . H e r a i s e d h i s h a n dand slapped her cheek half a dozentimes in quick succession. She moanedagain and tried to break away from him.His arm held her and swept her alongbeside him from wall to wall.

“Keep walking,” he ordered in aha r sh vo i ce , and then : “Who a reyou?”

Her “Rhea Gutman” was thick butintelligible.

“The daughter?”

“Yes.” Now she was no far therfrom the final consonant than sh .

“Where’s Brigid?”

She twisted convulsively around in hisarms and caught at one of his hands withboth of hers. He pulled his hand awayquickly and looked at it. Across itsback was a thin red scratch an inchand a half or more in length.

“ W h a t t h e h e l l ? ” h e g r o w l e da n d e x a m i n e d h e r h a n d s . H e rl e f t h a n d w a s e m p t y . I n h e rr i g h t h a n d , w h e n h e f o r c e d i to p e n , l a y a t h r e e - i n c h j a d e -h e a d e d s t e e l b o u q u e t - p i n .

f ro t a r l e e l b razo y luego l e pusola boca ce rca de l a o re j a :

—Muy bien. Lo está haciendo muybien. Un, dos, tres, cuatro. Más depri-sa, más deprisa, más deprisa, más de-prisa, más deprisa. Eso es. Un paso,otro, otro, otro. Levante las piernas yvuélvalas a bajar. Así. Otra vuelta. Iz-quierda, derecha, izquierda, derecha.¿Qué le han hecho? ¿La han drogado?¿Con lo mismo que me dieron a mí?

Sus párpados se abrieron un instan-te dejando ver unos apagados ojos par-dos dorados y a modo de confirmaciónpudo pronunciar la ese de «Sí».

Siguieron andando, la chica casit rotando para mantenerse a la parde Spade, y Spade palmeándola ydándole masajes a través de la sedaamarilla con ambas manos, venga a ha-blar y a hablar mientras su mirada se-guía endurecida, distante y atenta.

—Izquierda, derecha, izquierda, de-recha, izquierda, derecha, vuelta. Bue-na chica. Un, dos, tres, cuatro, un, dos,tres, cuatro. Mantenga levantada la bar-billa. Así. Un, dos...

Ella volvió a levantar los párpadosun poco y bajo ellos los ojos se movie-ron débilmente de un lado a otro.

—Muy bien —dijo él con voz fresca,rompiendo su cantinela monótona—.Manténgalos abiertos. Ábralos bien...¡bien abiertos! —volvió a sacudirla.

Ella protestó con un gemido, peroabrió un poco más los párpados aun-que sus ojos estaban apagados. El le-vantó la mano y le dio media docenade palmadas en la mejilla, en rápidasucesión. Ella volvió a gemir y tratóde separarse de él. Spade la tenía biensujeta con un brazo y siguió arrastrán-dola de pared a pared.

—Siga andando —le ordenó con vozáspera, preguntando después—. ¿Quiénes usted?

La respuesta «Rhea Gutman» fueconfusa pero inteligible.

—¿La hija?

—Sí —ahora el monosílabo fue casicompleto.

—¿Dónde está Brigid?

Ella se retorció con una convulsióny le cogió una mano con sus dos ma-nos. Él retiró la mano de un tirón y sela miró: en el dorso le quedaba la mar-ca de un arañazo fino y rojizo de másde tres centímetros de longitud.

—¿Pero qué demonios...? —gruñó ély le cogió las manos para mirárselas.No tenía nada en la izquierda; pero enla derecha, una vez que la obligó aabrirla, albergaba un prendedor de ace-ro, de diez centímetros de longitud, con

a frotarle con fuerza el brazo y el costado yle acercó la boca al oído.

—Muy b i en . Lo e s t á hac i endomuy b ien . Uno, dos , t res , cua t ro .M á s d e p r i s a , m á s , m á s . E s o e s .Arr iba e l p ie . Así . Arr iba . Arr iba .P r imero , sub i r lo , después , aba jo .Eso es . Ahora , la vuel ta . Izquier-d o , d e r e c h o , i z q u i e r d o , d e r e c h o .¿ Q u é l e h a n h e c h o ? ¿ N a r c ó t i c o ?¿Lo mismo que me d ieron a mí?

Los párpados se alzaron un instanteencima de los ojos castaños dorados tur-bios y logró pronunciar toda una pala-bra: «Sí», aunque la «s» salió ceceante.

S i g u i e r o n l o s p a s e o s , c o n l ac h i c a c a s i t r o t a n d o p a r a s e g u i r aS p a d e , q u e l e d a b a p a l m a d a s ymasaje a través de la seda amarilla con am-bas manos, hablando y hablando sin cesaren tanto que los ojos, duros y abstraídos delas palabras, permanecían vigilantes.

— I z q u i e r d o , d e r e c h o , i z q u i e r -d o , d e r e c h o , i z q u i e r d o , d e r e c h o .Vu e l t a . B u e n a c h i c a . U n o , d o s ,t r e s , c u a t r o . A r r i b a l a b a r b i l l a .Eso e s . Uno , dos . . .

Volvieron a alzarse los párpados muyligeramente, y bajo ellos se movieron losojos débilmente de un lado a otro.

—Magnífico —dijo en voz seca, aban-donando el soniquete monótono—. Con-sérvelos abiertos. Ábralos, ábralos más —le dijo, sacudiéndola.

La muchacha se quejó en son de pro-testa; pero los párpados subieron más,aunque los ojos seguían sin luz interior.Spade alzó la mano, y con ella abierta, ledio media docena de golpes rápidos en lacara. La chica volvió a gemir y trató dezafarse de Spade. Éste la sujetó con fuer-za y volvió a arrastrarla de un extremo aotro de la habitación.

— S i g a a n d a n d o — l e o r d e n óe n v o z d e s a b r i d a — . ¿ Q u i é n e su s t e d ?

El «Rhea Gutman» de la respuesta sa-lió farfullado, pero inteligible.

—¿Su hija?

—Sí —y la «s» sonó más c laray s ib i lan te .

—¿En dónde está Brigid?

Rhea se retorció convulsivamenteentre los brazos de Spade y le cogió unamano con las dos suyas. Spade la re-tiró aprisa y la miró. Tenía en el dor-so un fino arañazo _____________ depulgada y media o más.

—¿Qué diablo...? —gruñó, y le exa-minó las manos. La izquierda estaba va-cía. En la derecha, cuando él le obligó aabrirla, tenía un alfiler de acero con ca-beza de jade como de tres pulgadas, delos que utilizan las mujeres para sujetar-

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knead v.tr. 1 a work (a yeast mixture, clay, etc.) intodough, paste, etc. by pummelling. b make (bread,pottery, etc.) in this way. 2 blend or weld together(kneaded them into a unified group). 3 massage(muscles etc.) as if kneading. Amasar, masajear

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“ W h a t t h e h e l l ? ” h e g r o w l e da g a i n a n d h e l d t h e p i n u p i nf r o n t o f h e r e y e s .

When she saw the pin she whimperedand opened her dressing-gown. Shepushed aside the cream-colored pajama-coat under it and showed him her bodybelow her lef t breast—white f leshcriss-crossed wi th th in red l ines ,dotted with tiny red dots, where thepin had scratched and punctured it.“To stay awake . . . walk . . . till youcame. . . . She said you’d come ere solong.” She swayed.

S p a d e t i g h t e n e d h i s a r ma r o u n d h e r a n d s a i d :“ W a l k . ”

S h e f o u g h t a g a i n s t h i s a r m ,squirming around to face him again.“No tell you... sleep... save her...”

“Brigid?” he demanded.

“Yes ... took her . . . Bur-Burlingame . . .twenty-six Ancho... hurry . . . too late . . .”Her head fell over on her shoulder.

Spade pushed her head up roughly.“Who took her there? Your father?”

“Yes . . . Wi lmer . . . Ca i ro .” Shewr i thed and he r eye l ids twi tchedbut d id not open . “ . . . k i l l her.”Her head fell over again, and againhe pushed it up.

“Who shot Jacobi?”

S h e d i d n o t s e e m t o h e a r t h equestion. She tried pitifully to holdher head up, to open her eyes. Shemumbled: “Go ... she . .

H e s h o o k h e r b r u t a l l y .“ S t a y a w a k e t i l l t h ed o c t o r c o m e s .”

Fear opened her eyes and pushed fora moment the cloudiness from her face.“No, no,” she cried thickly, “father... kill me . . . swear you won’t . . .he’d know . . . I did . . . for her . . .promise . . . won’t … sleep . . . allright . . . morning . .

H e s h o o k h e r a g a i n .“ Y o u ’ r e s u r e y o u c a n s l e e pt h e s t u f f o f f a l l r i g h t ? ”

“Ye’.” Her head fell down again.

“Where’s your bed?”

She tried to raise a hand, hut theeffort had become too much for herbefore the hand pointed at anythingexcept the carpet. With the sigh of atired child she let her whole bodyrelax and crumple.

Spade caught her up in his arms—scooped her up as she sank—and,holding her easily against his chest,

cabeza de jade—. ¿Qué demonios...? —volvió a gruñir Spade y sostuvo el alfi-ler ante los ojos de la chica.

Cuando ella vio el alfiler, gimoteóy se abrió la bata. Apartó la chaquetacrema del pijama y le mostró partedel cuerpo por debajo del pecho iz-quierdo... una carne blanca con finaslíneas rojas entrecruzadas, salpica-das de puntos rojos allí donde el al-filer había pinchado la carne.

—Para no dormirme... caminé... has-ta que viniera... Ella dijo... que vendríausted... tardó mucho —se tambaleó.

Spade volvió a sujetarla con fuerzay dijo:

—Camine.

Ella intentó desprenderse de su bra-zo, retorciéndose para mirarle a la cara.

—No... le digo... dormir... sálvela...

—¿A Brigid? —preguntó él.

—Sí... llevado... Bur Burlingame...Ancho 26... de prisa... demasiado tarde—la cabeza cayó sobre su hombro.

Spade le levantó la cabeza con brusquedad.—¿Quién se la ha llevado allí? ¿Su padre?

—Sí... Wilmer... Cairo —se retorcióangustiada y sus párpados temblaronpero no se abrieron—... matarán —vol-vió a dejar caer la cabeza y él volvió alevantarla

—¿Quién disparó contra Jacobi?

Ella no pareció oír la pregunta.Lastimosamente intentó mantener la ca-beza erguida, abrir los ojos. Murmuró:

—Vaya... ella...

Spade la zarandeó brutalmente.— N o s e d u e r m a h a s t a q u e

v e n g a e l m é d i c o .

E l miedo l e h i zo ab r i r l o s o josy despe jó su ca ra un ins t an te .

—N o . . . n o — g r i t ó c o n v o z e s -p e s a — , p a p á . . . m e m a t a r á . . . j u -r a r q u e u s t e d n o . . . l o s a b r í a . . . l oh i c e . . . p o r e l l a . . . p r o m e t í . . . d o r -m i r . . . h a s t a m a ñ a n a . . .

Volvió a sacudirla.—¿Está segura de que puede dormir

sin mayor problema?

—Sí —y su cabeza volvió a caer.

—¿Dónde está su cama?

Ella intentó levantar una mano,pero el esfuerzo había sido excesi-vo para ella cuando la mano sólo al-canzó a señalar la alfombra. Con unsuspiro de niña cansada, relajó todoel cuerpo y se derrumbó.

Spade la cogió en brazos, levan-t á n d o l a m i e n t r a s c a í a , y,sosteniéndola fácilmente contra su

se unas flores sobre el pecho.—¿Qué diablo...? —repitió, y luego de

gruñir le puso el alfiler delante de los ojos.

Al ver el alfiler, gimió como un perri-llo y se abrió la bata. Alzó la chaqueta delpijama color crema que debajo llevaba yle mostró la carne debajo del pecho izquier-do, una carne blanca entrecruzada de finaslíneas rojas entre las que se intercalabandiminutos puntos rojos, en donde el alfilerla había arañado y pinchado.

—Para estar despierta... andar... hasta queviniera usted... Ella me dijo que usted ven-dría... ¡Tardó tanto!... —se tambaleó.

Spade apretó el brazo alrededor de lacintura y le dijo:

—Camine.

Rhea luchó contra la sujeción del brazo, yse retorció para quedar mirándole de nuevo.

—No... le diré..., dormir..., sálvela...

—¿A Brigid?

—Sí..., la llevaron... Bur... Burlingame... Anchoveintiséis... ¡Aprisa! Demasiado tarde...

La cabeza cayó sobre el hombro izquierdo.

Spade se la levantó bruscamente.—¿Quién la llevó allí? ¿Su padre?

—Sí... Wilmer... Cairo —y volvió a retor-cerse en tanto que los párpados se estreme-cían sin llegar a abrirse—. La... matarán.

La cabeza volvió a caer y Spade volvió aenderezársela.

—¿Quién mató a Jacobi?

La muchacha no pareció oír la pregunta.Con un esfuerzo digno de lástima, trató demantener erguida la cabeza y de abrir los ojos.

—Vaya... está... —farfulló.

Spade la sacudió brutalmente.—Tiene que quedarse despierta hasta

que venga el médico.

El terror abrió los ojos y despejó durante unmomento las nubes que oscurecían su semblante.

—¡No, no! —gritó torpemente—.Mi padre... me matará... Júreme queno... Se enteraría... Lo hice... Por ella...Prometa que no... Dormiré... por la ma-ñana... bien...

Spade volvió a sacudirla.—¿Está segura de que esto se le pasa-

rá durmiendo?

—Sí —y de nuevo la «s» apenas re-sultó perceptible y la cabeza volvió a caer.

—¿En dónde tiene la cama?

La muchacha trató de alzar una mano,pero el esfuerzo hecho ya la había agota-do y la mano no pudo apuntar más quehacia la alfombra. Exhaló un suspiro deniña cansada y se derrumbó, quedandocon el cuerpo lánguido y muerto.

Spade la cogió en brazos cuando ibaa dar en tierra y, llevándola sin esfuer-zo apretada contra el pecho, se dirigió

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w e n t t o t h e n e a r e s t o f t h e t h r e edoors. He turned the knob far enoughto release the catch, pushed the dooropen with his foot, and went into apassageway that ran pas t an openba th room-door to a bed room. Helooked into the bathroom, saw it wasempty, and carried the girl into thebedroom. Nobody was the re . Theclothing that was in sight and thingson the chiffonier said it was a man’sroom.

Spade carried the girl back to thegreen-carpeted room and tr ied theopposite door. Through it he passedi n t o a n o t h e r p a s s a g e w a y, p a s tanother empty bathroom, and into abedroom tha t was feminine in i t sa c c e s s o r i e s . H e t u r n e d b a c k t h ebedclothes and laid the girl on thebed, removed her slippers, raised hera little to slide the yellow dressing-gown off, fixed a pillow under herhead, and put the covers up over her.

T h e n h e o p e n e d t h e r o o m ’s t w ow i n d o w s a n d s t o o d w i t h h i s b a c kt o t h e m s t a r i n g a t t h e s l e e p i n gg i r l . H e r b r e a t h i n g w a s h e a v yb u t n o t t r o u b l e d . H e f r o w n e da n d l o o k e d a r o u n d , w o r k i n gh i s l i p s t o g e t h e r . T w i l i g h tw a s d i m m i n g t h e r o o m . H es t o o d t h e r e i n t h ew e a k e n i n g l i g h t f o rp e r h a p s f i v e m i n u t e s .F i n a l l y h e s h o o k h i s t h i c ks l o p i n g s h o u l d e r s i m p a t i e n t l ya n d w e n t o u t , l e a v i n g t h es u i t e ’ s o u t e r d o o r u n l o c k e d .

S p a d e w e n t t o t h e P a c i f i cTe l e p h o n e a n d Te l e g r a p hCompany’s s tat ion in Powell Streeta n d c a l l e d D a v e n p o r t 2 0 2 0 .“Emergency Hospital, please. . . . Hello,there’s a girl in suite twelve C at theAlexandria Hotel who has beendrugged. . . . Yes, you’d better sendsomebody to take a look at her. . . . Thisis Mr. Hooper of the Alexandria.”

He put the receiver on its prong andlaughed. He called another number and said:“Hel lo , Frank. This is Sam SpadeCan you let me have a car with adriver who’ll keep his mouth shut? .. . To go down the peninsula rightaway. . . . Just a couple of hours. . . .R i g h t . H a v e h i m p i c k m e u p a tJohn’s, Ellis Street, as soon as he canmake it.”

He cal led another number—hisoffice’s—held the receiver to his ear fora little while without saying anything,and replaced it on its hook.

He went to John’s Grill, asked thewaiter to hurry his order of chops,baked potato, and sliced tomatoes,a te hurr ied ly, and was smoking ac iga re t t e w i th h i s co ff ee when a

pecho, se acercó a la puerta más cer-cana. Giró el pomo hasta soltar elresbalón, abrió la puerta con el pie yentró en un pasillo que atravesaba uncuarto de baño para desembocar enun dormitor io. Echó un vis tazo alcuarto de baño, vio que estaba vacíoy trasladó a la chica al dormitorio.No había nadie. La ropa que podíaverse y las cosas que había sobre lacómoda indicaban que era el dormi-torio de un hombre.

S p a d e v o l v i ó a s a l i r a l s a l ó na l f o m b r a d o d e v e r d e y p r o b óp o r l a p u e r t a d e e n f r e n t e . D a b aa o t r o p a s i l l o q u e a t r a v e s a b ao t r o c u a r t o d e b a ñ o v a c í o y q u et e r m i n a b a e n o t r o d o r m i t o r i o ,e s t a v e z c o n a c c e s o r i o s f e m e n i -n o s . A b r i ó l a c a m a , t u m b ó a l ac h i c a , l e q u i t ó l a s z a p a t i l l a s , l al e v a n t ó u n p o c o p a r a q u i t a r l e l ab a t a , l e p u s o u n a a l m o h a d ab a j o l a c a b e z a y l a t a p ó .

L u e g o a b r i ó l a s d o s v e n t a n a sd e l d o r m i t o r i o y, d á n d o l e s l a e s -p a l d a , s e q u e d ó m i r a n d o a l a c h i -c a d o r m i d a . R e s p i r a b a p e s a d ap e r o r í t m i c a m e n t e . F r u n c i ó e lc e ñ o y o b s e r v ó l a h a b i t a c i ó n ,a p r e t a n d o l o s l a b i o s . E l c r e p ú s -c u l o i b a o s c u r e c i e n d o l a h a b i t a -c i ó n . S e q u e d ó i n m ó v i l u n o sc i n c o m i n u t o s , b a ñ a d o p o ra q u e l l a l u z c a d a v e z m á s d é b i l .F i n a l m e n t e s a c u d i ó s u s h o m b r o sgruesos y caídos con impaciencia ysalió, dejando la puerta exterior dela suite sin echar la l lave.

Spade fue a la oficina de la Com-pañía Telefónica y Telegráfica delPacíf ico que había en Powell Streety l lamó a Davenport 2020:

—Con urgencias, por favor... Mire,hay una chica en la suite 12 C del ho-tel Alexandria que está drogada... Sí,será mejor que envíen a alguien paraq u e l a r e c o n o z c a . . . S o y e l s e ñ o rHooper, cliente del Alexandria.

Colgó _______________ y soltó u n ac a r c a j a d a . H i z o o t r a l l a m a d a :

—Hola, Frank, soy Sam Spade. . .¿Me puedes alquilar un coche conc o n d u c t o r q u e s e p a m a n t e n e r l aboca cerrada?. . . Para i r a la penín-sula ahora mismo.. . Un par de ho-ras. . . De acuerdo. Que me recoja enel John, en Ell is Street , en cuantopueda.

Vo l v i ó a m a r c a r o t r o n ú m e r o ,e l d e s u o f i c i n a , e s t u v o e s c u -c h a n d o u n m o m e n t o s i n d e c i rn a d a y v o l v i ó a c o l g a r .

Se fue al asador John, le pidió al camareroque se diera prisa con las chuletas, la patata asa-da y la ensalada de tomate que había pedido; co-mió a toda prisa y se estaba tomando un café yfumando un cigarrillo cuando un hombre relati-

a la más cercana de las tres puertas.Hizo girar la bola lo suficiente para sol-tar el resbalón, empujó la puerta con elpie y avanzó por un pasillo que llevabaa una alcoba, después de pasar por de-lante de un cuarto de baño cuya puertaestaba sin cerrar. Miró dentro del cuar-to de baño, vio que estaba vacío y llevóa la muchacha a la alcoba. No habíanadie. La ropa que allí se veía y las co-sas del tocador indicaban que se trata-ba de la alcoba de un hombre.

Volvió a la habitación de la alfom-bra verde con la muchacha en brazos yprobó la puerta de enfrente. Salió porella a otro pasillo, pasó por delante deotro cuarto de baño vacío y entró en unaalcoba en la que había objetos de per-tenencia femenina. Abrió la cama yechó a la muchacha en ella, le quitó laszapatillas, la alzó ligeramente para qui-tarle la bata amarilla, le arregló la al-mohada debajo de la cabeza y la tapócon la ropa de la cama.

Entonces abrió las dos ventanas y per-maneció allí unos instantes, de espaldas alas ventanas, contemplando a la muchacha.Estaba respirando ruidosamente, pero noparecía encontrarse en dificultades.Spade frunció el ceño, cerrando y abrien-do los labios en tanto que paseaba la mira-da por el cuarto. Ya el crepúsculo comen-zaba a invadir la habitación con su penum-bra. Permaneció como unos cinco minu-tos en el cuarto, mientras la luz iba dismi-nuyendo. Al fin, sacudió impacientemen-te los poderosos hombros caídos y salió,dejando sin cerrar con llave la puerta ex-terior del conjunto de habitaciones.

Se d i r ig ió a l a s o f i c inas de l aP a c i f i c Te l e p h o n e a n d Te l e g r a p hCompany en la Powel l St ree t y l la -mó a l 2020 de Davenpor t .

—Clínica de urgencia, por favor...Oiga, hay una muchacha en las habitacio-nes 12 C del hotel Alexandria que ha sidonarcotizada... Sí, será mejor que mandenustedes a alguien que la vea... Hablamister Hooper, del Alexandria.

Colgó el teléfono y se echó a reír. Lla-mo a otro número y dijo:

—Hola, Frank. Soy Sam, SamSpade... ¿Puedes proporcionarme unautomóvil con un conductor que sepacerrar la boca?... Para bajar a la penín-sula inmediatamente... Unas dos horas...Está bien. Que me recoja en la parrillade John, en la Ellis Street, tan prontocomo pueda.

Llamó a otro número, el de su ofi-cina, conservó el auricular pegado ala ore ja s in deci r pa labra duranteunos momentos y colgó.

Se dirigió a John’s. Pidió al camareroque le trajera aprisa una ración de chule-tas, patatas asadas y tomate en rajas, quecomió apresuradamente. Cuando estaba to-mándose el café y fumando un cigarrillo,

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t h i c k - s e t y o u n g i s h m a n w i t h ap l a i d c a p s e t a s k e w a b o v e p a l eeyes and a tough cheery face cameinto the Grill and to his table.

“All set, Mr. Spade. She’s full ofgas and rearing to go.”

“ S w e l l . ” S p a d e e m p t i e d h i sc u p a n d w e n t o u t w i t h t h et h i c k - s e t m a n . “ K n o w ’ w h e r eA n c h o A v e n u e , o r R o a d , o rB o u l e v a r d , i s i nB u r l i n g a m e ? ”

“Nope, hut if she’s there we canfind her.”

“Let’s do that,” Spade said as hesat beside the chauffeur in the darkCadillac sedan. “Twenty-six is thenumber we want, and the sooner thebetter, but we don’t want to pull upat the front door.”

“Correct.”

They rode half a dozen blocks insi lence. The chauffeur said: “Yourpartner got knocked off , didn’t he,Mr. Spade?”

“Uh-huh.”

T h e c h a u f f e u r c l u c k e d .“ S h e ’ s a t o u g h r a c k e t . Youcan have it for mine.”

“ W e l l , h a c k - d r i v e r s d o n ’ tl i v e f o r e v e r. ”

“Maybe that’s right,” the thick-setman conceded, “but, just the same,it’ll always be a surprise to me if Idon’t.”

S p a d e s t a r e d a h e a d a t n o t h i n ga n d t h e r e a f t e r , u n t i l t h ec h a u f f e u r t i r e d o f m a k i n gc o n v e r s a t i o n , r e p l i e d w i t hu n i n t e r e s t e d y e s e s a n d n o e s .

A t a d r u g - s t o r e i n B u r l i n g a m et h e c h a u f f e u r l e a r n e d h o w t or e a c h A n c h o A v e n u e . T e nm i n u t e s l a t e r h e s t o p p e d t h es e d a n n e a r a d a r k c o r n e r, t u r n e do f f t h e l i g h t s , a n d w a v e d h i sh a n d a t t h e b l o c k a h e a d .“There she is,” he said. “She oughtto be on the other side, maybe thethird or fourth house.”

Spade said, “Right,” and got outof the car. “Keep the engine going.We may have to lease in a hurry.”

H e c r o s s e d t h e s t r e e t a n d w e n tu p t h e o t h e r s i d e . F a r a h e a d al o n e s t r e e t - l i g h t b u r n e d . Wa r m e rl i g h t s d o t t e d t h e n i g h t o n e i t h e rs i d e w h e r e h o u s e s w e r e s p a c e dh a l f a d o z e n t o a b l o c k . A h i g ht h i n m o o n w a s c o l d a n d f e e b l e a s

vamente joven, corpulento y con gorra de cua-dros ladeada descuidadamente por encima desus ojos pál idos y su ros t ro duro y alegre ,entró en el asador y se dirigió a su mesa.

—Listo, señor Spade. Con el depó-sito lleno y rabiando por salir.

— E s t u p e n d o — S p a d e v a c i ós u t a z a y s a l i ó c o n e l h o m b r ec o r p u l e n t o — . ¿ S a b e s d ó n d ee s t á l a a v e n i d a , o l a c a r r e t e r a ,o e l b u l e v a r A n c h o , e nB u r l i n g a m e ?

—No, pero si está allí la encon-traremos.

—Pues venga —dijo Spade mien-tras se sentaba al lado del conductoren el Cadillac sedán de color oscuro—. Buscamos el número veintiséis, cuan-to antes mejor, pero no se trata de lla-mar a la puerta principal.

—Entendido.

Marcharon media docena de manzanasen silencio. Luego el conductor dijo:

—A su socio lo han liquidado, ¿no,señor Spade?

—Ajá.

—M e n u d a p r o f e s i ó n — e lc o n d u c t o r s o l t ó u n a r i s i t a —. S e l a c a m b i o .

—Hombre, los conductores por ho-ras tampoco son eternos.

—Puede ser —concedió el hombrecorpulento—, pero da lo mismo, para míserá una sorpresa si yo no vivo parasiempre.

Spade se quedó mirando fijamentepor el parabrisas, y en lo sucesivo, has-ta que el conductor se cansó de intentarla conversación, contestó con monosí-labos llenos de desinterés.

En un supermercado de Burlingame,el conductor preguntó cómo llegar a laavenida Ancho. Diez minutos más tar-de detenía el sedán cerca de una esqui-na mal iluminada, apagaba las luces yseñalaba con un gesto de la mano lamanzana que había delante:

—Es ahí —dijo—. Es posible que seentre por el otro lado, debe ser la terce-ra o cuarta casa.

Spade dijo:—De acuerdo —y bajó del coche—.

Mantén el motor en marcha. Puede quetengamos que salir a escape.

Cruzó la calle hasta la acera de en-frente. Mucho más lejos, brillaba unaúnica farola. Otras luces más cálidassalpicaban la noche a ambos lados dela calle, en la que las casas estaban re-unidas de seis en seis por manzana. Unadelgada y alta luna resultaba tan fría y

entró un hombre joven, corpulento y con unagorra a cuadros ladeada por encima de un parde pálidos ojos y una cara decidida y jovial,________________ y se acercó a su mesa.

—Todo listo, mister Spade. Con el de-pósito lleno y deseando correr.

—Muy bien.Spade apuró su taza y salió con el hom-

bre corpulento.—¿Sabes en dónde está la Ancho

Avenue, o Road, o Boulevard, enBurlingame?

—No, pero si está allí, ya la encontra-remos.

—Pues a ello.Spade se sentó junto al chofer en el

«Cadillac» oscuro.—El número que busco es el 26, y

cuanto antes mejor; pero no pares el co-che delante de la puerta.

—Está bien.

Pasaron media docena de bocacallesen silencio y entonces el chofer dijo:

—Mataron a su socio, ¿no, misterSpade?

—Sí.

El hombre chascó la lengua.—Esa profesión es mala cosa. Se la

cambio por la mía.

—Bueno, los conductores de coches dealquiler no son eternos.

—Puede que no lo sean —reconocióel hombre rollizo—, pero a pesar de eso,si resulta que yo no lo soy, será para míuna sorpresa.

S p a d e m i r ó c a l l e a d e l a n t es i n f i j a r s e e n n a d a e n e s p e c i a ly e m p e z ó a c o n t e s t a r c o n s í e sy n o e s h a s t a q u e e l c h o f e r s ec a n s ó d e c h a r l a r .

El chofer se informó de la ma-n e r a d e l l e g a r h a s t a l a A n c h oAv e n u e e n u n d r u g - s t o r e , y a e nBurl ingame. Diez minutos más tar-de pa ró e l coche en una e squ inaoscura, apagó las luces e indicó conla mano la manzana vecina.

— A h í t i e n e u s t e d .D e b e d e s e r l a t e r c e r a oc u a r t a c a s a .

—Está bien —dijo Spade, y bajó del co-che—. Deja el motor en marcha. Es posi-ble que tengamos que irnos con prisa.

Spade cruzó la calle y echó a andar porla acera. A lo lejos ardía un farol solita-rio. Otras luces más cordiales puntuabanla noche a ambos lados de la calle, en laque las casas, espaciadas entre sí, forma-rían una manzana por cada media docenade ellas. En lo alto, una luna menguante

dotted esparcido, puntuado, diseminadodot salpicar, puntuar, diseminar, esparcir,

deparramar, tachonar, abullonar,dot 1 a mark with a dot or dots. b place a dot over (a

letter). 2 Mus. mark (a note or rest) to show thatthe time value is increased by half. 3 (often foll.by about) scatter like dots. 4 partly cover as withdots (a sea dotted with ships). 5 sl. hit (dottedhim one in the eye).

motear. 1. tr. Salpicar de motas una tela, para darle varie-

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t h e d i s t a n t s t r e e t - l i g h t . A r a d i od r o n e d t h r o u g h t h e o p e nw i n d o w ’s o f a h o u s e o n t h e o t h e rs i d e o f t h e s t r e e t .

I n f r o n t o f t h e s e c o n d h o u s efrom the corner Spade hal ted . Ono n e o f t h e g a t e p o s t s t h a t w e r emassive out of al l proport ion to thefence f lanking them a 2 and a 6 ofpale metal caught what l ight therewas. A square white card was nailedover them. Putt ing his face close tothe ca rd , Spade cou ld see tha t i twas a For Sale or Rent sign. Therew a s n o g a t e b e t w e e n t h e p o s t s .Spade went up the cement walk tot h e h o u s e . H e s t o o d s t i l l o n t h ewalk at the foot of the porch-stepsfor a long moment. No sound camefrom the house. The house was darkexcept for another pale square cardnailed on i ts door.

Spade went up to the door andlistened. He could hear nothing. Hetried to look through the glass of thedoor. There was no curtain to keep hisgaze out, but inner darkness. He tiptoedto a window and then to another. They,like the door, were uncurtained exceptby inner darkness . He t r ied bothwindows. They were locked. He triedthe door. It was locked.

He lef t the porch and, s teppingc a r e f u l l y o v e r d a r k u n f a m i l i a rg r o u n d , w a l k e d t h r o u g h w e e d sa r o u n d t h e h o u s e . T h e s i d e -w i n d o w s w e r e t o o h i g h t o b ereached from the ground. The backdoor and the one back window hecould reach were locked.

S p a d e w e n t b a c k t o t h eg a t e p o s t a n d , c u p p i n g t h e f l a m eb e t w e e n h i s h a n d s , h e l d h i sl i g h t e r u p t o t h e F o r S a l e o rR e n t s i g n . I t b o r e t h e p r i n t e dn a m e a n d a d d r e s s o f a S a n M a t e or e a l - e s t a t e - d e a l e r a n d a l i n ep e n c i l e d i n b l u e : K e y a t 3 1 .

Spade returned to the sedan anda s k e d t h e c h a u f f e u r : “ G o t aflashlight?”

“Sure.” He gave it to Spade. “CanI give you a hand at anything?”

“ M a y b e . ” S p a d e g o t i n t o t h esedan . “We’ l l r i de up t o numberthirty-one. You can use your lights.”

N u m b e r 3 1 w a s a s q u a r e g r e yhouse across the street from, but al i t t l e f a r the r up than , 26 . L igh t sglowed in i ts downstairs-windows.Spade went up on the porch and rangt h e b e l l . A d a r k - h a i r e d g i r l o ffourteen or fifteen opened the door.Spade , bowing and smi l ing , sa id :“I’d l ike to get the key to numbertwenty-six.”

“I’ll call Papa,” she said and went

débil como la distante farola. Por lasventanas abiertas de una de las casas dela acera de enfrente, salía el ruido atro-nador de una radio.

Spade se detuvo ante la segundacasa contando desde la esquina. Enuno de los pilares de entrada, enor-mes, completamente desproporcio-nados a la valla circundante, relum-braban con la poca luz que había un 2y un 6. Sobre ellos, se veía una tarje-ta blanca y cuadrada, clavada. Acer-cando la cara, Spade pudo ver que setrataba de un cartel: SE VENDE O AL-QUILA. No había cancela. Spade su-bió por la rampa de cemento que con-ducía a la casa. Durante un largo mo-mento se quedó inmóvil al pie de losescalones del porche. De la casa nosalía ningún ruido: estaba oscura y laúnica claridad era la de la tarjeta cua-drada claveteada en la puerta.

Spade se acercó a la puerta y escu-chó. No pudo oír nada. Intentó escrutarpor el cristal de la puerta. No había cor-tina que se lo impidiera, pero dentrotodo estaba oscuro. Se acercó de punti-llas a una ventana y luego a otra. Comola puerta, no tenían cortinas y sólo lascegaba la oscuridad interior. Tanteó lasdos ventanas. Estaban cerradas. Tanteóla puerta. Estaba cerrada.

Abandonó el porche y, con pasos cui-dadosos en aquel terreno oscuro y des-conocido, dio la vuelta a la casa vadean-do entre malas hierbas. Las ventanas la-terales eran demasiado altas como paraalcanzarlas desde el suelo. La puerta yla única ventana traseras que pudo al-canzar estaban cerradas.

Spade regresó a los pilares y, man-teniendo la llama entre sus manos, le-vantó el mechero para ver el cartel deSE VENDE O ALQUILA. Llevaba impre-sos el nombre y la dirección de un agen-te de la propiedad inmobiliaria de SanMateo, además de una línea escrita alápiz: LA LLAVE, EN EL 31.

Spade regresó al sedán y preguntó alconductor:

—¿Tienes una linterna?

—Claro —se la dio a Spade—. ¿Pue-do echarle una mano en algo?

—Es posible —Spade entró en elsedán—. Vamos a ir al número treinta yuno. Puedes encender las luces.

El número 31 era una casa cuadraday gris en la acera de enfrente y un pocomás abajo del número 26. En las venta-nas bajas relumbraba una luz. Spade seacercó al porche y llamó al timbre. Unachica de catorce o quince años de pelooscuro abrió la puerta. Spade hizo unainclinación y sonriendo, dijo:

—Me gustaría que me dieran la lla-ve del 26.

—Voy a llamar a papá —dijo ella, y

brindaba una luz tan débil y fría como ladel lejano farol. Por las ventanas abiertasde una casa de la acera opuesta salía el ron-co cantar de una radio.

Spade se detuvo delante de la segundacasa de la esquina. Sobre uno de los pos-tes de la puerta del jardín, que tenían ungrosor notoriamente desproporcionadocon relación a la empalizada que de ellosnacía, un 2 y un 6 de metal blanquecinoreflejaban la poca luz existente. Encimade ellos, Spade vio una tarjeta blanca cla-vada. La miró de cerca. Era un aviso quedecía: Se vende______. No había puertaalguna entre dos gruesos postes. Spadeavanzó por el caminillo asfaltado de en-trada a la casa. Y permaneció en él inmó-vil durante un largo momento al pie delos escalones del porche. Nada se oía den-tro de la casa. Todo estaba oscuro, excep-to otro rectángulo de pálida blancura, otratarjeta clavada en la puerta.

Se acercó a la puerta y escuchó. Nadapudo oír. Trató de mirar por el cristal dela puerta. Ninguna cortina detuvo su mi-rada, pero sí la oscuridad que había den-tro. Fue de puntillas hasta una ventana, yluego hasta otra. Igual que a la puerta, tansólo las velaban la oscuridad interior. Tra-tó de abrir las dos ventanas. Estaban ce-rradas por dentro. Trató de abrir la puer-ta. Estaba cerrada con llave.

Dejó el porche, y con pasos caute-losos, avanzó por el desconocido terre-no y dio la vuelta a la casa pisandoyerbajos. Las ventanas laterales que-daban demasiado altas para poder al-canzarlas desde el suelo. La puerta tra-sera, y la única ventana que encontróa su alcance, estaban cerradas.

Regresó a los postes de la empali-zada y, protegiendo la llama con lasmanos ahuecadas, acercó el mecheroal aviso se vende________. Impresos enla tarjeta pudo leer el nombre y la direc-ción de un corredor de fincas de SanMateo, y debajo, escrita con lápiz, unalínea que decía: la llave en el 31.

Volvió Spade hasta el coche y le pre-guntó al chofer:

—¿Tienes una linterna?

—No faltaba más —y se la entregó—.¿Puedo echarle una mano en algo?

—Puede que sí —dijo Spade, subien-do al coche—. Vamos al número 31. Pue-des encender las luces.

El número 31 era una casa gris y cua-drada de la acera de enfrente del 26, si-tuada algo más arriba de la calle. En lasventanas del piso bajo se veía luz. Spadese llegó a la puerta y llamó al timbre. Leabrió la puerta una chica de pelo oscuro,de catorce o quince años. Spade saludósonriendo y dijo:

— Q u i s i e r a l a l l a v e d e l n ú -m e r o 2 6 . .

—Llamaré a mi padre —dijo, y en-

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back into the house calling: “Papa!”

A p lump r ed - f aced man , ba ld -h e a d e d a n d h e a v i l y m u s t a c h e d ,appeared, carrying a newspaper.

Spade said: “I’d like to get the keyto twenty-six.”

The plump man looked doubtful.He said: “The juice is not on. Youcouldn’t see anything.”

Spade patted his pocket. “I’ve aflashlight.”

T h e p l u m p m a n l o o k e d m o r ed o u b t f u l . H e c l e a r e d h i s t h r o a tuneasily and crumpled the newspaperin his hand.

S p a d e s h o w e d h i m o n e o f h i sbusiness-cards , put i t back in h i spocke t , and sa id i n a l ow vo ice :“We got a t ip that there might besomething hidden there.”

The plump man’s face and voicewere eager. “Wait a minute,” he said.“I’ll go over with you.”

A m o m e n t l a t e r h e c a m e b a c kcarrying a brass key at tached to ablack and red tag. Spade beckoned tothe chauffeur as they passed the carand the chauffeur joined them.

“Anybody been l ook ing a t t hehouse lately?” Spade asked.

“Not that I know of,” the plumpman replied. “Nobody’s been to mefor the key in a couple of months.”

The plump man marched aheadwith the key until they had gone upon the porch. Then he thrust the keyinto Spade’s hand, mumbled, “Hereyou are,” and stepped aside.

S p a d e u n l o c k e d t h e d o o r a n dpushed i t open. There was si lencea n d d a r k n e s s . H o l d i n g t h eflashlight—dark—in his lef t hand,Spade entered. The chauffeur cameclose behind him and then, at a littledis tance, the plump man fol lowedthem. They searched the house frombot tom to top, caut iously a t f i rs t ,then, f inding nothing, boldly . Thehouse was empty— unmistakably—and there was nothing to indicate thatit had been visited in weeks.

S a y i n g , “ T h a n k s , t h a t ’s a l l , ”Spade left the sedan in front of theAlexandria. He went into the hotel,to the desk, where a tall young manwith a dark grave face said: “Goodevening, Mr. Spade.”

“Good evening.” Spade drew theyoung man to one end of the desk.“These Gutmans—up in twelve C—

entró en la casa gritando—: ¡Papá!

Un hombre relleno y de cara colora-da, calvo y con un enorme bigote, apa-reció llevando un periódico.

Spade le dijo:—Me gustaría que me dieran la lla-

ve del 26.

El hombre relleno pareció dudar. Dijo:— L a l u z e s t á c o r t a d a . N o v a

a v e r n a d a .

Spade se golpeó el bolsillo.—Tengo una linterna.

El hombre relleno pareció dudarmás aún. Carraspeó inquieto y apre-tó, arrugándolo, el periódico que te-nía en la mano.

Spade le mostró una de sus tarjetasde visita, se la volvió a meter en el bol-sillo y dijo en voz baja:

—Tenemos un soplo; puede haberalgo escondido ahí.

E l r o s t r o y l a v o z d e l h o m b r er e l l e n o f u e r o n e n t u s i a s t a s :

—Espere un minuto —dijo—. Voy conusted.

Un instante después volvió a apare-cer con una llave de bronce enganchadaa una etiqueta roja y negra. Spade hizoun gesto al pasar junto al coche, y eltaxista se reunió con ellos.

—¿Ha habido alguien en esa casa úl-timamente? —preguntó Spade.

—Que yo sepa, no —contestó elhombre relleno—. Llevan un par de me-ses sin pedirme la llave.

El hombre fue por delante con la lla-ve hasta llegar al porche. Entonces lepasó la llave a Spade diciendo en unmurmullo:

—Aquí tiene —y se hizo a un lado.

Spade corrió el cerrojo y abrió lapuerta. Dentro había silencio y oscu-ridad. Sujetando la linterna —apaga-da— en su mano izquierda, Spade en-tró en la casa. Le siguió de cerca eltaxista y luego, un poco más separa-do, el hombre relleno. Revisaron lacasa de arr iba abajo , pr imero conprecaución, luego, al no hallar a na-die, con atrevimiento . No había po-sibilidad de error: no había nadie ynada indicaba que se hubiera abiertoen las últimas semanas.

—Diciendo «Gracias, eso es todo»,Spade despidió al sedán delante delAlexandria. Entró en el hotel y se di-rigió al mostrador desde el que un jo-ven alto de cara seria le dijo:

—Buenas noches, señor Spade.

—B u e n a s n o c h e s — S p a d e a t r a -j o a l j o v e n a u n e x t r e m o d e lm o s t r a d o r — . L o s G u t m a n , l o s d e l

tró en la casa gritando—: ¡Papá!

Apareció un hombre grueso, calvo,rubicundo y de grandes bigotes con unperiódico en la mano.

—Quisiera la llave del número 26 —le dijo Spade.

El hombre grueso le miró con aire de duda.—La luz es tá cor tada . No podrá

ver nada .

—Tengo una linterna —dijo Spade, to-cándose el bolsillo.

Aumentaron las dudas del hombregrueso. Carraspeó algo intranquiloy arrugó el periódico que llevaba enla mano.

Spade l e mos t ró una de sus t a r-j e t a s o f i c i a l e s , s e l a v o l v i ó agua rda r y d i jo , en voz ba ja :

—Hemos tenido el soplo de que quizáhaya algo escondido dentro de la casa.

La cara y la voz del hombre grueso de-notaron ahora deseos de ayudar.

—Aguarde un minuto. Iré con usted.

R e g r e s ó u n m o m e n t o d e s p u é scon una l lave de metal blanco ata-da a un marbete negro y rojo. Spadele hizo al pasar una seña al chofery éste se unió a el los.

—¿Ha venido alguien a ver la casa re-cientemente? —preguntó Spade.

—Que yo sepa, no —respondió elhombre grueso—. Hace ya un par de me-ses que nadie me pide la llave.

Caminó delante de ellos con la llavehasta que llegaron al porche. Entonces lepuso la llave en la mano a Spade, se hizoa un lado y dijo:

—Ahí tiene usted.

Spade hizo girar la llave y abrió lapuerta, empujándola. Encontraron si-lencio y oscuridad. Con la linterna apa-gada en la mano, Spade entró en lacasa. El chofer le siguió de cerca, y elhombre grueso, algo más rezagado,entró detrás de ellos. Registraron lacasa de arriba abajo, con precaución alprincipio, sin encontrar nada, y másaudazmente luego. La casa estaba vacía,indudablemente vacía, y no advirtieron elmenor indicio de que hubiera sido visitadadesde hacía varias semanas.

—Gracias, eso es todo —dijo Spadeal bajar del coche a la puerta delAlexandria. Entró en el hotel, se llegó ala conserjería y un hombre joven y alto,de expresión grave, le dijo:

—Buenas noches, mister Spade.

—Buenas noches —dijo Spade, y lle-vándose al joven hasta un extremo delmostrador, le preguntó—: Estos Gutmans,

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are they in?”

The young man rep l i ed , “No ,”darting a quick glance at Spade. Thenhe looked away, hesitated, looked atS p a d e a g a i n , a n d m u r m u r e d : “ Afunny thing happened in connectionwith them this evening, Mr. Spade.S o m e b o d y c a l l e d t h e E m e rg e n c yHospital and told them there was asick girl up there.”

“And there wasn’t?”

“Oh , no , t he re was nobody upthere. They went out earlier in theevening.”

S p a d e s a i d : “ We l l ,t h e s e p r a c t i c a l - j o k e r s h a v e t oh a v e t h e i r f u n . T h a n k s . ”

H e w e n t t o a t e l e p h o n e - b o o t h ,c a l l e d a n u m b e r , a n d s a i d :“He l l o . . . Mrs. Perine? . . . Is Effiethere ? . . . Yes, please. . . . Thanks.

“ H e l l o , a n g e l ! W h a t ’ s t h eg o o d w o r d ’ F i n e , f i n e ! H o l d i t .I ’ l l b e o u t i n t w e n t ym i n u t e s . . . . R i g h t . ”

Half an hour later Spade rang thed o o r b e l l o f a t w o - s t o r y b r i c kb u i l d i n g i n N i n t h Av e n u e . E f f i eP e r i n e o p e n e d t h e d o o r . H e rboy ish face was t i r ed and smi l ing .“Hello, boss,” she said. “Enter.” Shesa id in a low vo ice : “ I f Ma saysanything to you, Sam, be nice to her.S h e ’s a l l u p i n t h e a i r . ” S p a d egrinned reassuringly and patted hershoulder.

She pu t he r hands on h i s a rm.“Miss O’Shaughnessy?”

“No,” he growled. “I ran into ap l a n t . A r e y o u s u r e i t w a s h e rvoice?”

“Yes.”

H e m a d e a n u n p l e a s a n t f a c e .“Well, it was hooey.”

She took him into a bright living-room, sighed, and slumped down onone end of a Chesterfield, smilingcheer fu l ly up a t h im th rough herweariness.

H e s a t b e s i d e h e r a n d a s k e d :“Everything went OK? Nothing saidabout the bundle?”

“Nothing. I told them what youtold me to tell them, and they seemedto take it for granted that the phone-call had something to do with it, andthat you were out running it down.”

“Dundy there?”

1 2 C . . . ¿ e s t á n ?El joven replicó:—N o — d i r i g i e n d o u n a f u g a z

m i r a d a a S p a d e . L u e g o m i r ó h a -c i a o t r o l a d o , v a c i l ó , v o l v i ó am i r a r a S p a d e y d i j o — : L e s h ap a s a d o u n a c o s a r a r a e s t a t a r d e ,s e ñ o r S p a d e . P o r l o v i s t o , a l -g u i e n l l a m ó a u r g e n c i a s d i c i e n -d o q u e h a b í a u n a c h i c a e n f e r m ae n e s a s u i t e .

—¿Y no?

—O h , n o , a l l í n o h a b í a n a d i e .S e h a b í a n m a r c h a d o a p r i m e r ah o r a d e l a n o c h e .

Spade dijo:—Esos bromistas tienen que pasár-

selo bien. Gracias.

Se fue a la cabina telefónica, marcóun número y dijo:

—Oiga... ¿Señora Perine?... ¿EstáEffie?... Sí, por favor... Gracias...

—¡Hola, encanto!... ¿Qué noticiastienes?... ¡Estupendo, estupendo!... Si-gue así... Estaré ahí dentro de veinte mi-nutos... De acuerdo.

Al cabo de media hora Spade llamabaa la puerta de un edificio de ladrillo dedos plantas en la Novena Avenida. EffiePerine le abrió la puerta. Su rostro mas-culino estaba cansado pero sonriente.

—Hola, jefe —dijo—. Entra —y añadióen voz baja—: Si mamá te dice algo, pórta-te bien. Está hecha un manojo de nervios.

Spade sonrió tranquilizadoramentey l e d i o u n a s p a l m a d i t a s e n e lh o m bro.

Ella le puso las manos en el brazo.—¿Y la señorita O’Shaughnessy?

—N o — g r u ñ ó é l — . E r a u n at r a m p a . ¿ E s t á s s e g u r a d e q u ee r a s u v o z ?

—Sí.

Spade puso cara de desagrado.—Bueno, pues fue un planchazo.

Ella le condujo a un salón bieniluminado, suspiró y se dejó caer enun extremo de un sofá Chesterfield,sonriéndole alegremente a pesar desu cansancio.

Él se sentó a su lado y le preguntó:—¿Ha ido todo bien? ¿Nada del pa-

quete?

— N a d a . L e s d i j e l o q u e t ú m eh a b í a s d i c h o , y d i e r o n p o r s e n -t a d o q u e l a l l a m a d a t e n í a a l g oq u e v e r c o n e s o y q u e t ú h a b í a ss a l i d o a s e g u i r e s a p i s t a .

—¿Fue Dundy?

los del 12 C, ¿están?

— N o — c o n t e s t ó e l j o v e n , yluego , l anzándo le a Spade una r á -p ida mi rada , vac i ló , vo lv ió a mi -ra r l e , y d i jo en voz queda—: Algora ro pasó con e sa gen te e s t a no -che , mi s t e r Spade . A lgu ien l l amóa l a C l í n i c a d e U rg e n c i a s y d i j oque hab ía una muchacha en fe rmaen l a s hab i t ac iones .

—¿Y no la había?

— N o , a l l í n o h a b í a n a -d i e . H a b í a n s a l i d o t o d o se s t a t a r d e .

________________—Los bromistas, que se divierten.

Gracias.

Entró en una cabina telefónica, pidióun número y dijo:

—¿Oiga? ¿Mistress Perine?... ¿Está Effieahí?... Sí, por favor... Muchas gracias...

—¡Hola, ángel mío! ¿Qué buenas no-ticias tienes?... Magnífico, magnífico. Si-gue igual. Estaré ahí en veinte minutos...Perfectamente.

Media hora más tarde, Spade llamabaa la puerta de una casa de ladrillo de dospisos en la Novena Avenida. Le abrióEffie. Su cara de muchacho estaba cansa-da y sonriente.

—Hola, jefe —le dijo—. Pasa —y luegoañadió en voz baja—: Si mamá te dice algo,sé amable con ella. Está muy excitada.

Spade sonrió tranquilizadoramentey l e d i o u n a p a l m a d a e n e lh o m b r o .

Effie le puso una mano sobre el brazo.—¿Miss O’Shaughnessy?

—Nada —di jo con mal humor—. Todo fa l so . ¿Es tás segura de queera su voz?

—Sí.

Spade hizo una mueca desagradable.—Bueno, pues todo era un camelo.

E ff i e l e h i z o p a s a r a u n a l e g r ec u a r t o d e e s t a r, s u s p i r ó , s e d e j óc a e r d e g o l p e e n u n e x t r e m o d e ls o f á y s o n r i ó a S p a d e a t r a v é s d es u c a n s a n c i o .

Spade se sentó a su lado y le preguntó:—¿Todo fue bien? ¿No se dijo nada

del paquete?

—Nada. Les dije lo que me dijiste queles dijera y parecieron estar seguros deque la llamada telefónica tuvo algo quever con el asunto y que tú saliste corrien-do para seguir alguna pista.

—¿Estuvo Dundy?

hooey. nonsense, humbug

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“No. Hoff and O’Gar and someothers I didn’t know. I talked to theCaptain too.”

“They took you down to the Hall?”

“Oh, yes, and they asked me loadsof ques t ions , bu t i t was a l l—youknow—routine.”

Spade rubbed his palms together.“Swell,” he said and then frowned,“ though I gues s t hey ’ l l t h ink upplenty to put to me when we meet.That damned Dundy wil l , anyway,and Bryan.” He moved his shoulders.“Anybody you know, outside of thepolice, come around?”

“Yes.” She sat up straight. “Thatb o y — t h e o n e w h o b r o u g h t t h emessage from Gutman—was there.He didn’t come in, but the police leftthe corridor-door open while theywere there and I saw him standingthere.”

“You didn’t say anything?”

“Oh, no. You had said not to. So Ididn’t pay any attention to him andthe next time I looked he was gone.”

Spade gr inned a t her. “Damnedlucky for you, sister, that the coppersgot there first.”

“Why?”

“He’s a bad egg, that lad-poison.Was the dead man Jacobi?”

“Yes.”

He pressed her hands and stoodup. “I’m going to run along. You’dbetter hit the hay. You’re all in.”

S h e r o s e . “ S a m , w h a ti s — ? ”

H e s t o p p e d h e r w o r d sw i t h h i s h a n d o n h e r m o u t h .“Save i t t i l l Monday,” he said . “Iw a n t t o s n e a k o u t b e f o r e y o u rmothe r ca t ches me and g ives meh e l l f o r d r a g g i n g h e r l a m bthrough gutters .”

Midnight was a few minutes awaywhen Spade reached his home. Heput h is key in to the s t ree t -door ’slock. Heels cl icked rapidly on thesidewalk behind him. He let go thek e y a n d w h e e l e d . B r i g i dO’Shaughnessy ran up t h e s t e p s t oh i m . S h e p u t h e r a r m s a r o u n dh i m a n d h u n g o n h i m , p a n t ing:“ O h , I t h o u g h t y o u ’ d n e v e rc o m e ! ” H e r f a c e w a s h a g g a r d ,distraught , shaken by the t remorsthat shook her from head to foot .

With the hand not supporting her

— N o . H o f f y O ’ G a r y o t r o sq u e n o c o n o z c o . Ta m b i é n h a b l éc o n e l c a p i t á n .

—¿Te llevaron a comisaría?

—Sí, s í , y me hicieron montonesde p regun tas , pe ro todo . . . ya sa -bes. . . rut inario.

Spade se frotó las manos.— E s t u p e n d o — d i j o , y l u e g o

frunció el ceño—, aunque supongoque me ap re t a r án cuando me en -cuentren. O por lo menos el malditoDundy, y B ryan —se encog ió dehombros—. ¿Fue a lguien más queconocieras, aparte de la policía?

—S í — y s e s e n t ó m u y d e r e -c h a — . E s e c h i c o , e l q u e l l e v ó e lrecado de Gutman , e s t aba t ambiéna l l í . No en t ró , pe ro l a po l i c ía de jóla _____ pue r t a ab ie r t a y ____ _ __ ____________ le v i en e l descansi l lo_______.

—¿No dijiste nada?

—No, no, me dijiste que no dijeranada. Así que no le presté atención ycuando volví a mirar ya se había ido.

Spade le dirigió una sonrisa.—Hermana, menuda suerte que has teni-

do de que los policías llegaran antes.

—¿Por qué?

—Ese es un mal nacido, ese chico...puro veneno. ¿El muerto era Jacobi?

—Sí

Le apretó las manos y se puso en pie.—Voy a seguir. Es mejor que te vayas a

la piltra; estás agotada.

Ella se levantó.—Sam, ¿qué es...?

É l l a i n t e r r u m p i ó p o n i é n d o -l e l a m a n o e n l a b o c a .

—G u á r d a t e l o h a s t a e l l u n e s— d i j o — . Q u i e r o l a r g a r m e a n t e sd e q u e t u m a d r e m e c o j a y m ep o n g a v e r d e p o r a r r a s t r a r a s uc o r d e r i l l o p o r l a s c l o a c a s .

Fal taban pocos minutos para lamedianoche cuando Spade llegó a sucasa. Metió la llave en la puerta delportal. Se oyó un taconeo rápido asus espaldas, en la acera. Dejó ir lallave y se dio la vuelta. Brigid O’Shaughnessy sub ió l o s e sca lonestras él, corriendo. Le rodeó con susbrazos y se colgó de él, jadeando:

—¡ O h , p e n s é q u e n o l l e g a -r í a s n u n c a ! — e s t a b a o j e r o s a ydesesperada, el cuerpo agitado por temblo-res que la sacudían de pies a cabeza.

Con la mano que tenía libre, Spade

— N o . H o f f y O ’ G a r , y o t r o sq u e n o c o n o z c o . Ta m b i é n h a b l éc o n e l c a p i t á n .

—¿Te llevaron a la jefatura?

—¡Oh, sí! Y me hicieron muchaspreguntas, pero todo fue, ya sabes,cuestión de trámite.

Spade se frotó las manos.—Estupenda —dijo, pero luego aña-

dió, ceñudo—: Aunque imagino que cuan-do hablen conmigo se les ocurrirán mu-chas preguntas. Al menos a ese malditoDundy, y a Bryan. —Se encogió de hom-bros—: ¿Alguien conocido estuvo allí,aparte de los policías?

— S í — d i j o , p o n i é n d o s e d e -r e c h a e n e l s o f á — , e s e m u -c h a c h o , e l q u e t e l l e v ó e l r e -c a d o d e G u t m a n . N o e n t r ó ,p e r o l a p o l i c í a d e j ó a b i e r t al a p u e r t a d e l p a s i l l o y l e v ia l l í , d e p i e .

—¿No dijiste nada?

—Claro que no. Me dijiste que no lohiciera. Así que no le hice caso; y cuan-do volví a mirar, ya se había ido.

— N o f u e p o c a s u e r t e l a t u y a ,chiqui l la , que l legara an tes la po-l ic ía —di jo Spade , sonr iendo.

—¿Por qué?

—Es una mala pieza, es veneno. ¿EraJacobi el muerto?

—Sí.

Effie le apretó una mano y se puso en pie.—Me voy. Y tú más vale que te acues-

tes. Estás agotada.

—Sam, ¿qué es...? —preguntó Effie alponerse de pie.

S p a d e l e p u s o u n a m a n o s o b r el a b o c a p a r a c a l l a r l a y d i j o :

— D é j a l o h a s t a e l l u n e s .Q u i e r o e s c a b u l l i r m e a n t e s q u es a l g a t u m a d r e y m e e c h e u n ar e g a ñ i n a p o r m e t e r a s u c o r d e -r i t o e n m a l o s p a s o s .

Faltaban unos minutos para me-dianoche cuando Spade l legó a sucasa. Metió la l lave en la cerradurade la puerta de la calle. En la acera,detrás de él, repiquetearon unos ta-cones. Spade soltó la l lave y se vol-vió. Brigid subió corriendo los es-calones hasta l legar junto a él . Leabrazó y se quedó colgada de él.

—¡Creí que no ibas a llegar nunca!Tenía demacrado el rostro, con expre-

sión desesperada, y toda ella temblabadesde los pies a la cabeza.

Con la mano que no sostenía a Brigid,

haggard 1 looking exhausted and distraught, esp.from fatigue, worry, privation, etc. 2 (of a hawk)caught and trained as an adult. careworn

distraught adj. distracted with worry, fear, etc.;extremely agitated.

distracted 1 : mentally confused, troubled, orremote 2 : maddened or deranged especiallyby grief or anxiety

1 confuso, perplejo, aturdido, consternado 2 des-consuelo [distress], turbado, fuera de sí,

distraído = absent-minded, dreamy

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distraught consternado, desconsolado, afligido, alte-rado

distraught adj. distracted with worry, fear, etc.;extremely agitated with doubt or mental conflict 2 :INSANE.

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he felt for the key again, opened thed o o r, a n d h a l f l i f t e d h e r i n s i d e .“You’ve been waiting?” he asked.

“ Y e s . ” P a n t i n g s p a c e d h e rw o r d s . “ I n a — d o o r w a y — u pt h e — s t r e e t . ”

“Can you make it all r ight?” heasked. “Or shall I carry you?”

S h e s h o o k h e r h e a da g a i n s t h i s s h o u l d e r .“I ’ l l he—al l r i gh t—when I— ge twhere—I can—sit down.”

They rode up to Spade’s floor inthe elevator and went around to hisapartment. She left his arm and stoodbeside him—panting, both hands toher breast—while he unlocked hisdoor. He switched on the passagewaylight. They went in. He shut the doorand, with his arm around her again,took her back towards the l iv ing-room. When they were within a stepof the living-room-door the light inthe living-room went on.

The gir l cr ied out and clung toSpade.

Just inside the living-room-doorf a t G u t m a n s t o o d s m i l i n gb e n e v o l e n t l y a t t h e m . T h e b o yWi l m e r c a m e o u t o f t h e k i t c h e nb e h i n d t h e m . B l a c k p i s t o l s w e r egigantic in his small hands. Cairocame from the bathroom. He too hada pistol.

G u t m a n s a i d : “ W e l l , s i r ,w e ’ r e a l l h e r e , a s y o u c a n s e ef o r y o u r s e l f . N o w l e t ’ s c o m ei n a n d s i t d o w n a n d b ec o m f o r t a b l e a n d t a l k . ”

XVIII.

The Fall-Guy

S p a d e , w i t h h i s a r m s a r o u n dB r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y, s m i l e dmeager ly over her head and sa id :“Sure, we’ll talk.”

Gutman’s bu lbs jounced a s hetook three waddling backward stepsaway from the door.

Spade and the girl went in together.The boy and Cairo followed them in.Cairo stopped in the doorway. The boyput away one of his pistols and cameup close behind Spade.

tanteó en busca de la llave, abrió lapuerta y medio la arrastró dentro.

—¿Has es tado esperando? —preguntó .

—Sí —el jadeo le obligaba a espa-ciar las palabras—. En un... portal... unpoco... más arriba.

—¿Puedes subir sola o te subo yo?—preguntó él.

Ella negó con la cabeza apretadacontra su hombro.

—Me pondré bien... cuando... pue-da... sentarme.

Sub ie ron en a scensor a l apa r t a -men to de Spade . E l l a l e so l tó e lb r a z o y s e q u e d ó j u n t o a é l , j a -deando , con l a s dos manos sobree l p e c h o , m i e n t r a s é l a b r í a l apue r t a . Spade d io l a luz de l pas i -l l o . E n t r a r o n . C e r r ó l a p u e r t a y,después de rodea r l a o t r a vez consu b razo , l a l l evó hac ia e l s a lón .C u a n d o l e s f a l t a b a d a r u n p a s opara en t r a r en e l s a lón , l a l uz deesa hab i t ac ión se encend ió .

L a c h i c a g r i t ó y s e c o l g ó d eS p a d e .

Den t ro de l s a lón e s t aba e l go r-do Gu tman son r i éndo le s benevo-l en t e . Wi lmer, e l ch i co , s a l i ó dela coc ina , a sus e spa ldas ; l a s p i s -to l a s negras pa rec ían enormes ensus pequeñas manos . Ca i ro s a l i óde l cua r to de baño . También sos -t en ía una p i s to l a .

Entonces habló Gutman:—Pues bien, caballero, ya estamos

todos, como puede usted ver por sí mis-mo. Ahora vamos a sentarnos, a poner-nos cómodos y a charlar.

CAPÍTULO XVIII

El cabeza de turco

Spade, rodeando a Brigid O’Shaughnessycon sus brazos, sonrió escuetamente por en-cima de su cabeza y dijo:

—Pues claro, vamos a hablar.

Los bulbos de grasa de Gutman retemblabanmientras él retrocedía para franquear-les el paso.

Spade y la chica entraron juntos.L e s s i g u i e r o n e l c h i c o y C a i r o .Ca i ro se de tuvo en e l umbra l . E lchico se guardó una de sus pistolasy se colocó cerca de Spade.

Spade volvió a buscar la llave, abrió la puer-ta y entró llevando a la muchacha casi en vilo.

—¿Me has estado esperando? _____

—Sí —respondió, y al hablar su respira-ción entrecortada fue espaciando las pala-bras—. En un... portal... calle... arriba.

—¿Puedes arreglártelas para andar?¿O te llevo en brazos?

Brigid sacudió la cabeza, que descan-saba sobre el hombro de Spade:

—Se me... pasará... cuando... llegue...a donde... me pueda... sentar.

Subieron en el ascensor hasta el pisode Spade y se dirigieron a su apartamen-to. Mientras Spade abría la puerta, Brigidse soltó de su brazo y permaneció junto aél, respirando con ahogo, con las dos ma-nos apretadas contra el pecho. Spade en-cendió la luz del pasillo. Entraron. Spadecerró la puerta, y después de rodearla denuevo con un brazo, la llevó hacia el cuar-to de estar. En el momento en que se ha-llaban a un paso de la puerta del cuarto,se encendió dentro la luz.

La muchacha dio un grito y se agarróa Spade.

Muy poco más allá del umbral del a pue r t a , e l ad iposo Gutman l e ssonreía benévolamente. El mucha-cho, Wilmer, salió de la cocina pordetrás de el los . Las pis tolas pare-c í an g igan t e sca s en su s man i t a s .Cairo salió del cuarto de baño. Tam-bién él tenía una pistola.

— B i e n , s e ñ o r m í o — d i j oG u t m a n — , c o m o p u e d e v e r , t o -d o s e s t a m o s a q u í . A h o r a v a m o sa p a s a r , a s e n t a r n o s y a p o n e r -n o s c ó m o d o s p a r a h a b l a r .

18.

La cabeza de turco

Spade, rodeando aún a Brigid con losbrazos, sonrió escuetamente por encimade la cabeza de la muchacha y dijo:

—Naturalmente que sí. Vamos a hablar.

Los bulbos de Gutman se alborotaroncuando dio tres pasos torpes aleján-dose de la puerta.

Spade y la muchacha entraron juntos.El chico y Cairo los siguieron. Cairo sedetuvo cerca de la puerta. El muchachose guardó una de las pistolas y se acercópor detrás a Spade.

jounce jolt, bounce up and down repeatedly, traque-tear, oscilar

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S p a d e t u r n e d h i s h e a d f a ra r o u n d t o l o o k d o w n o v e r h i ss h o u l d e r a t t h e b o y a n d s a i d :“ G e t a w a y. Yo u ’ r e n o t g o i n g t ofrisk me.”

T h e b o y s a i d : “ S t a n d s t i l l .S h u t u p . ”

S p a d e ’ s n o s t r i l s w e n t i na n d o u t w i t h h i s b r e a t h i n g .H i s v o i c e w a s l e v e l .“ G e t away. Pu t your paw on meand I ’m going to make you use thegun. Ask your boss i f he wants meshot up before we ta lk .”

“Never mind , Wi lmer,” the fa tman said. He frowned indulgently atSpade . “You are cer ta in ly a mos theadstrong individual. Well, let’s beseated.”

Spade said, “I told you I didn’tl ike tha t punk , ” and took Br ig idO’Shaughnessy to the sofa by thewindows. They sat c lose together,her head against his lef t shoulder,his lef t arm around her shoulders .S h e h a d s t o p p e d t r e m b l i n g , h a dstopped panting. The appearance ofG u t m a n a n d h i s c o m p a n i o n sseemed to have robbed her of thatfreedom of personal movement andemotion that is animal , leaving heral ive, conscious, but quiescent asa plant .

Gutman lowered himself into thepadded rocking chair. Cairo chosethe armchair by the table. The boyWilmer did not s i t down. He stoodi n t h e d o o r w a y w h e r e C a i r o h a dstood, le t t ing his one visible pis tolh a n g d o w n a t h i s s i d e , l o o k i n gu n d e r c u r l i n g l a s h e s a t S p a d e ’sbody. Ca i ro pu t h i s p i s to l on thetable beside him.

Spade took off his hat and tossedit to the other end of the sofa. Hegrinned at Gutman. The looseness ofhis lower lip and the droop of his uppereyelids combined with the v’s in hisface to make his grin lewd as a satyr’s.“That daughter of yours has a niceb e l l y, ” h e s a i d , “ t o o n i c e t o b escratched up with pins.”

G u t m a n ’s s m i l e w a s a f f a b l e i fa b i t o i l y.

The boy in the doorway took a shortstep forward, raising his pistol as faras his hip. Everybody in the roomlooked at him. In the dissimilar eyeswith which Brigid O’Shaughnessy andJoel Cairo looked at him there was,odd ly, someth ing iden t i ca l lyreproving. The boy blushed, drew backhis advanced foot, straightened hislegs, lowered the pistol and stood ashe had stood before, looking underlashes that hid his eyes at Spade’schest. The blush was pale enough andlasted for only an instant, but it was

Spade giró lo suficiente la cabe-za como para mirar al chico por en-cima del hombro y le di jo:

— L a r g o . N o c r e a s q u e v a s ac a c h e a r m e .

El chico repuso:—Quieto y callado.

L a s v e n t a n a s d e l a n a r i z d eS p a d e s e a g i t a b a n c o n s u r e s p i -r a c i ó n . S u v o z e r a f i r m e .

—Largo. Como me pongas las manosencima vas a tener que usar antes detiempo la pistola. Pregúntale a tu jefe sime quiere muerto antes de hablar.

—Déjalo, Wilmer —dijo el gordo.Frunció el ceño mientras miraba conindulgencia a Spade—. Desde luegoes usted un cabeza cuadrada. Bien,sentémonos.

Spade contestó:—Ya le dije que no me gustaba ese

mocoso —y se l l evó a Br ig idO’Shaughnessy al sofá que había jun-to a las ventanas. Se sentaron muyjuntos, apoyando ella la cabeza en elhombro izquierdo de Spade, él pa-sándole el brazo por encima de loshombros . Br ig id hab ía de j ado detemblar y de jadear. La aparición deGutman y sus compinches parecía haberladejado sin aquella libertad de movimien-tos y de emociones típicamente animal, de-jándola viva, consciente pero inertecomo un vegetal .

Gutman se dejó caer en laalmohadillada mecedora. Cairo esco-gió el sillón junto a la mesa. El chico,Wilmer, no se sentó. Se quedó en elumbral en el que se había parado Cairo,con la pistola que no se había guardadocolgando a un costado y mirando aSpade a través de sus pestañas rizadas.Cairo dejó su pistola en la mesa que te-nía al lado.

Spade se quitó el sombrero y lo tiróal otro lado del sofá. Sonrió a Gutman.Su labio inferior, caído, y los párpadosentrecerrados, combinados con la uvemarcada de su rostro de sátiro, confe-rían a su sonrisa un carácter lascivo.

—Su hija tiene una barriguita precio-sa —dijo—, demasiado preciosa paraarañarla con alfileres.

La sonrisa de Gutman fue afable, sibien un tanto sebosa.

El chico dio un corto paso haciaadelante, levantando la pistola hastala altura de la cadera. Todos le mira-ron. Extrañamente, había el mismotipo de reproche en las diferentes mi-r a d a s q u e J o e l C a i r o y B r i g i dO’Shaughnessy le dirigieron. El chi-co se sonrojó, echó hacia atrás el pieque había avanzado, estiró las pier-nas, bajó la pistola y se quedó dondeantes, mirando el pecho de Spade en-tre las pestañas, que le ocultaban losojos. El sonrojo fue muy débil y durósólo un instante, pero resultó muy lla-

Spade volvió la cabeza lo suficientepara mirar al muchacho por encima delhombro y dijo:

—¡Largo! No creas que me vas aregistrar .

—Estése quieto. Y cierre la boca —dijo el muchacho.

Las aletas de la nariz de Spade seabrieron y cerraron por el esfuerzo de larespiración. Y habló, con voz serena:

—¡Largo, he dicho! Ponme una manoencima y vas a tener que usar la pistola.Pregúntale a tu patrón si quiere que memates antes que hablemos.

—Déjalo, Wilmer —dijo el hombregordo. Y luego, frunciendo el ceño conindulgencia, se dirigió a Spade—: Nocabe duda que es un hombre testarudo.Pero, sentémonos.

—Ya le he dicho —dijo Spade— queno me gusta este caballerito.

Spade llevó a Brigid hasta el sofá cercade las ventanas. Se sentaron muy juntos,con la cabeza de ella descansando sobreun hombro de Spade y con el brazo izquier-do del detective rodeándole los hombros.Brigid había dejado ya de temblar y su res-piración era normal. La súbita aparición deGutman y de sus acompañantes parecíahaberle quitado la libertad para moverse ysentir propia de los animales, dejándolaviva y consciente, pero con la inerciade un vegetal.

Gutman se sentó lentamente en la me-cedora tapizada. Cairo eligió el sillónjunto a la mesa. Wilmer ni se sentó; per-maneció en la puerta, en donde antes sehabía apostado Cairo, con la pistola aúnvisible colgando de un brazo estirado alo largo del cuerpo, mirando al pecho deSpade por debajo de las rizadas pesta-ñas. Cairo dejó su pistola en la mesa ybien a mano.

S p a d e s e q u i t ó e l s o m b r e r o yl o t i r ó a l o t r o l a d o d e l s o f á . E ll a b i o i n f e r i o r c a í d o y l o s p á r p a -d o s b a j a s d a b a n a s u r o s t r o , j u n -t o c o n l a s u v e s d e s u c a r a , u n ae x p r e s i ó n r i j o s a d e s á t i r o .

—Esa hija suya —dijo— tiene una bo-nita barriga; demasiado bonita para an-dar arañándola con alfileres.

La sonrisa de Gutman fue afable y algoaceitosa.

El muchacho dio un paso hacia ade-lante desde la puerta y alzó la pistola hastala cadera. Todos los que se hallaban en elcuarto le miraron. Aunque Brigid y Cairolo hicieron con ojos muy distintos, algomuy semejante había en la condena quese reflejó en la mirada de ambos. El mu-chacho enrojeció, retiró el pie que habíaadelantado, enderezó las piernas, bajó lapistola y quedó de pie como antes, conlos ojos medio ocultos por las pestañasclavados sobre el pecho de Spade. Aun-que el color que se le subió a la cara fuedesvaído y sólo duró un instante, resultó

frisk me feel over or search (aperson) for a weapon

headstrong self-willed and obstinate

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startling on his face that habitually wasso cold and composed.

G u t m a n t u r n e d h i s s l e e k -e y e d f a t s m i l e o n S p a d e a g a i n .H i s v o i c e w a s a s u a v ep u r r i n g . “ Ye s , s i r , t h a t w a s as h a m e , b u t y o u m u s t a d m i t t h a ti t s e r v e d i t s p u r p o s e . ”

Spade’s brows twitched together.“ A n y t h i n g w o u l d ’ v e , ” h e s a i d .“Natural ly I wanted to see you ass o o n a s I h a d t h e f a l c o n . C a s hc u s t o m e r s — w h y n o t ? I w e n t t oBurlingame expecting to run into thissort of a meeting. I didn’t know youwere blundering around, half an hourlate, trying to get me out of the wayso you could find Jacobi again beforehe found me.”

G u t m a n c h u c k l e d . H i sc h u c k l e s e e m e d t o h o l dn o t h i n g b u t s a t i s f a c t i o n .“ W e l l , s i r , ” h e s a i d , “ i n a n yc a s e , h e r e w e a r e h a v i n g o u rl i t t l e m e e t i n g , i f t h a t ’s w h a t y o uw a n t e d . ”

“That’s what I wanted. How soon areyou ready to make the first payment andtake the falcon off my hands?”

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y s a t u ps t ra ight and looked a t Spade wi thsurpr ised b lue eyes . He pa t ted hers h o u l d e r i n a t t e n t i v e l y. H i s e y e sw e r e s t e a d y o n G u t m a n ’ s .G u t m a n ’ s t w i n k l e d m e r r i l yb e t w e e n s h e l t e r i n g f a t - p u ff s . H esa id : “W e l l , s i r , a s t o t h a t , ”a n d p u t a h a n d i n s i d e t h eb r e a s t o f h i s c o a t .

Ca i ro , hands on th ighs , l eanedf o r w a r d i n h i s c h a i r , b r e a t h i n gbetween parted soft l ips. His darkeyes had the surface-shine of lacquer.They shifted their focus warily fromS p a d e ’s f a c e t o G u t m a n ’s , f r o mGutman’s to Spade’s.

Gutman repeated, “Well, sir, as totha t , ” and took a whi te enve lopefrom his pocket. Ten eyes—the boy’sn o w o n l y h a l f o b s c u r e d b y h i sl a s h e s — l o o k e d a t t h e e n v e l o p e .Turn ing the enve lope over in h i sswollen hands, Gutman studied fora moment its blank white front andthen its back, unsealed, with the flapt u c k e d i n . H e r a i s e d h i s h e a d ,s m i l e d a m i a b l y, a n d s c a l e d t h eenvelope at Spade’s lap*.

The envelope, though not bulky,was heavy enough to f l y t r ue . I tstruck the lower part of Spade’s chestand dropped down on his thighs. Hepicked it up deliberately and openedi t de l ibera te ly, us ing both hands ,h a v i n g t a k e n h i s l e f t a r m f r o maround the girl. The contents of theenvelope were thousand-dollar bills,smooth and stiff and new. Spade took

mativo en su cara, habitualmente fríay calmada .

Gutman volvió a sonreír con todas susgrasas a Spade, al tiempo que le miraba conastucia. Su voz era un ronroneo suave.

—Sí, caballero, fue una lástima, perodebe usted admitir que sirvió para loque estaba previsto.

Spade frunció las cejas.—Cualquier cosa habría servido —

dijo—. Naturalmente quise verle en cuan-to tuve el halcón. Clientes que pagan alcontado... ¿por qué no? Fui a Burlingameesperando encontrarme con alguna re-unión. Yo no sabía que usted estaba avan-zando a ciegas, con media hora de retra-so, intentando quitarme de en medio parapoder encontrar a Jacobi antes de que élme encontrase a mí.

G u t m a n s o l t ó u n ar i s i t a q u e p a r e c í a s ó l od e s a t i s f a c c i ó n .

—Pues bien, caballero —dijo—, encualquier caso, aquí estamos en nues-tra pequeña reunión, si eso es lo queusted quería.

—Eso es lo que yo quería. ¿Cuándoestará listo para hacer el primer pago yquitarme el halcón de las manos?

Brigid O’Shaughnessy se irguió ymiró a Spade con sorprendidos ojosazules. Él le dio unas palmaditas en elhombro, distraídamente, mientras se-guía con los ojos fijos en Gutman.Gutman pestañeó alegremente entre susacogedores bulbos de grasa. Dijo:

—Pues bien, caballero, por lo que aeso respecta... —y se metió una manoen el bolsillo interior de la americana.

Cairo , con las manos sobre losmuslos, se echó adelante en su si-l la , respirando con los labios entre-abiertos. Sus ojos oscuros tenían labr i l lantez del lacado: miraban a l -ternativamente a Spade y a Gutman,a Gutman y a Spade.

Gutman repitió:—Pues bien, caballero, por lo que a eso

respecta... —y se sacó un sobre blanco delbolsillo. Diez ojos, los del chico ahora ta-pados nada más que a medias por las pes-tañas, se fijaron en el sobre. Dándole vuel-tas con sus manos hinchadas, Gutman mirófijamente su anverso y su reverso blancos;no estaba cerrado, la solapa iba simplemen-te metida por dentro. Levantó la cabeza,sonrió amablemente y depositó el sobre enel regazo de Spade.

El sobre, aunque no voluminoso, pe-saba lo suficiente como para volar sindesviarse. Golpeó la parte baja del pe-cho de Spade y resbaló hasta depositar-se sobre sus muslos. Spade lo cogió conlentitud y lo abrió del mismo modo,empleando las dos manos después dehaber retirado el brazo izquierdo delhombro de la chica. El contenido eranbilletes de mil dólares, suaves, rígidos,

sorprendente en un rostro que habitual-mente aparecía helado y compuesto.

Gutman volvió a dedicar a Spade susonrisa grasienta y astuta. Cuando hablólo hizo con un susurro ronroneante:

—Sí, señor mío, fue una verdaderapena, pero tendrá usted que confesar queresultó útil.

Spade juntó las cejas con un temblorcillo.—Cualquier cosa hubiera servido igual-

mente. Es natural que yo quisiera verle austed tan pronto como tuve en mi poder elhalcón. En una operación al contado, ¿porqué no? Fui a Burlingame esperando asis-tir a una reunión de esta naturaleza. Nosabía que andaba usted a tontas y a locas,con un retraso de media hora, tratando dequitarme de en medio para localizar aJacobi antes de que él diera conmigo.

Gutman se rió entre dientes. Y ensu risita no pudo advertirse nada queno denotara satisfacción.

—Bueno, señor mío, en cualquier casoaquí estamos, dispuestos a sostener esaconversación que, por lo visto, usted de-seaba.

—Sí, eso es lo que deseaba. ¿Cuándoestá dispuesto a hacerme el primer pagopara que yo pueda librarme del halcón?

Brigid se incorporó en el sofá y miró aSpade con ojos azules que expresabanasombro. El detective le dio una palmaditaen el hombro sin prestarle gran atención.Tenía los ojos fijos sobre Gutman. Los deGutman destellaron regocijados, ampara-dos entre montoncillos de sebo.

—Bueno, señor mío, en cuanto a esa...Y s e m e t i ó u n a m a n o d e -

b a j o d e l a c h a q u e t a .

Cairo , con las manos sobre losmuslos, se inclinó hacia adelante, res-pirando por entre los blandos labiosentreabiertos. Sus ojos oscuros teníanbrillo de laca lustrada. Pasaban de lacara de Spade a la de Gutman, y de lade Gutman a la de Spade.

—En cuanto a eso —repitió Gutman,y sacó un sobre blanco del bolsillo.

Diez ojos, los del muchacho ahorasólo parcialmente velados por las pes-tañas, se volvieron hacia el sobre. Dan-do vueltas al sobre con sus manos hin-chadas, Gutman estudió su blanco an-verso durante un momento y luego elr eve r so , s in pega r, con l a so lapametida en el interior. Alzó la cabeza,sonrió afablemente y arrojó el sobreencima de las piernas de Spade.

El sobre, aunque no era volumino-so, pesaba lo suficiente para volarderecho. Fue a darle a Spade en laparte baja del pecho y le cayó so-bre los muslos. Spade lo recogió ylo abr ió despacio , u t i l izando parael lo ambas manos, pues antes habíar e t i r a d o e l b r a z o q u e r o d e a b a aBr ig id . El sobre contenía b i l le tesde mil dólares , l isos , t iesos y nue-

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;

dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

XX

suave (En) adj.1 (of a person, esp. a man)smooth; polite; sophisticated. Afable, ama-ble fino, cortés, diplomático / zalamero. 2 (ofa wine etc.) bland, smooth.

suave (Sp) 1. adj. Liso y blando al tacto, en con-traposición a tosco y áspero. 2. Blando, dul-ce, grato a los sentidos. 3. V. espíritu, man-jar suave. 4. fig. Tranquilo, quieto, manso. 5.fig. Lento, moderado. 6. fig. Dócil, maneja-ble o apacible. Aplícase, por lo común, algenio o natural.

XXscale to scalea thing is to weigh in a scale to

determine i t s value; i t a lso means inunderworld slang bribe money [a combinationof the two meaning are at work here, thus thetranslation should be something as: ‘y depo-sitó en la balanza del regazo de Spade elsobre con el preciado metal’]

[ fly true aterrizar a plomo ]

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them out and counted them. Therewere ten of them. Spade looked upsmiling. He said mildly: “We weretalking about more money than this.”

“ Ye s , s i r , w e w e r e , ” G u t m a nagreed, “but we were talking then.This is actual money, genuine coinof the realm, sir. With a dollar ofthis you can buy more than with tend o l l a r s o f t a l k . ” S i l e n t l a u g h t e rs h o o k h i s b u l b s . W h e n t h e i rcommotion s topped he sa id mores e r i o u s l y, y e t n o t a l t o g e t h e rs e r i o u s l y : “ T h e r e a r e m o r e o fu s t o b e t a k e n c a r e o f n osy.”He moved his twinkl ing eyes andh i s f a t h e a d t o i n d i c a t e C a i r o .“ A n d — w e l l , s i r , i n s h o r t — t h es i t u a t ion has changed .”

W h i l e G u t m a n t a l k e d S p a d eh a d t a p p e d t h e e d g e s o f t h e t e nb i l l s i n t o a l i g n m e n t a n d h a dr e t u r n e d t h e m t o t h e i re n v e l o p e , t u c k i n g t h e f l a p i no v e r t h e m . N o w - ’ , w i t hf o r e a r m s o n k n e e s , h e s a th u n c h e d f o r w a r d , d a n g l i n g t h ee n v e l o p e f r o m a c o r n e r h e l dl i g h t l y b y f i n g e r a n d t h u m bd o w n b e t w e e n h i s l e g s . H i s r e p l yt o t h e f a t m a n w a s c a r e l e s s :“ S u r e . Yo u ’ r e t o g e t h e r n o w, b u tI’ve got the falcon.”

J o e l C a i r o s p o k e . U g l yh a n d s g r a s p i n g t h e a r m s o fh i s c h a i r , h e l e a n e d f o r w a r da n d s a i d p r i m l y i n h i sh i g h - p i t c h e d t h i n v o i c e :“I shouldn’t think it would he necessaryto remind you, Mr. Spade, that thoughyou may have the fa lcon yet wecertainly have you.”

Spade grinned. “I’m trying to notlet that worry me,” he said. He satup straight, put the envelope aside—on the sofa—and addressed Gutman:“We’ll come back to the money later.There’s another thing that’s got to betaken care of first. We’ve got to havea fall-guy .”

T h e f a t m a n f r o w n e d w i t h o u tcomprehension, but before he couldspeak Spade was explaining: “Thepolice have got to have a victim—somebody they can st ick for thosethree murders. We—”

Cairo, speaking in a brittle excitedvoice , in te r rup ted Spade . “Two—o n l y t w o — m u r d e r s , M r. S p a d e .Thursby undoub ted ly k i l l ed yourpartner.”

“All right, two,” Spade growled.“What difference does that make?The point is we’ve got to feed thepolice some—”

N o w G u t m a n b r o k e i n ,s m i l i n g c o n f i d e n t l y , t a l k i n gw i t h g o o d - n a t u r e d a s s u r a n c e :

nuevos. Spade los sacó y los contó.Había diez. Spade levantó la vista son-riendo. Dijo con suavidad:

—Hablamos de más que esto.

—Sí, caballero, de eso hablamos —asintió Gutman—, pero sólo se trató deuna conversación. Por el contrario, estoes dinero auténtico, moneda de curso le-gal, caballero. Con un dólar de éstos pue-de usted comprar más de diez dólares deconversación —una risa silenciosa le agi-tó los bulbos. Cuando aquella conmociónse detuvo, dijo en tono más serio, aun-que no completamente—: Ahora hayque ocuparse de más personas —y consus ojos parpadeantes y su cabezagruesa señaló a Cairo—. Pues bien, ca-ballero, para decirlo brevemente, la si-tuación ha cambiado.

M i e n t r a s G u t m a n h a b l a b a ,Spade hab í a dado unos go lpec i t o se n l o s c a n t o s d e l o s b i l l e t e s p a r ad e j a r l o s a l i n e a d o s y l o s h a b í a d e -v u e l t o a l s o b r e , m e t i e n d o l a s o -l a p a . A h o r a , c o n l o s a n t e b r a z o sa p o y a d o s e n l a s r o d i l l a s , s e e n -c o n t r a b a e n c o r v a d o , b a l a n c e a n d oe l s o b r e e n t r e l a s p i e r n a s , s u j e t op o r u n a e s q u i n a c o n u n d e d o y e lp u l g a r . R e p u s o d e s p r e o c u -p a d a m e n t e a l g o r d o :

—Desde luego, ahora van ustedesjuntos, pero yo tengo el halcón.

Entonces habló Joel Cairo . Susfeas manos se agarraban a los brazosde su sillón, se echaba hacia adelan-te mientras decía remilgadamentecon su voz fina y muy aguda:

—No estimo necesario recordar-le, señor Spade, que aunque puedausted tener el halcón, nosotros le te-nemos a usted.

Spade sonrió.—Estoy intentando que eso no me

preocupe —dijo. Se irguió, dejó el so-bre a un lado, sobre el sofá, y se dirigióa Gutman—: Ya hablaremos de dinerodespués. Hay otro asunto del que hayque ocuparse primero: necesitamos uncabeza de turco.

El gordo frunció el ceño sin com-prender, pero antes de que pudiera ha-blar, Spade ya estaba explicando:

—La policía tiene que tener a un chivoexpiatorio... alguien a quien poder cargaresos tres asesinatos. Tenemos...

Cairo, con voz un tanto excitada ysusceptible, interrumpió a Spade:

—Dos... sólo dos... asesinatos, señorSpade. No hay duda de que Thursbymató a su socio.

— D e a c u e r d o , d o s — g r u ñ óS p a d e — . ¿ Q u é i m p o r t a e s o ? L acues t ión e s que hay que da r l e a l apo l i c í a a lgún . . .

Entonces le interrumpió Gutman,sonr iendo conf iado, hablando cons e g u r i d a d b i e n h u m o r a d a :

vos. Spade los sacó y contó. Erandiez. Alzó la mirada hasta Gutmansonriendo, y di jo, suavemente:

—Habíamos hablado de más dinero.

—Sí, señor. Es cierto —asintióGutman—. Pero entonces no hacíamosmás que eso. Hablar. Esto es dinero deverdad, de curso legal en el país. Con undólar de éstos puede comprar más que condiez dólares de boquilla.

Una risa silenciosa puso en conmociónsus bulbos. Cuando aquel gran temblorse hubo tranquilizado, dijo en voz más se-ria, aunque no del todo:

—Ahora es preciso tener en cuen-ta a más gente. —Y movió sus ojospícaros y la cabeza para señalar aCairo—. Y, para resumir, señor, la si-tuación ha cambiado.

Mientras Gutman hablaba, Spade habíaemparejado todos los billetes por sus bor-des con unos golpecitos, los había vuelto ameter en el sobre, y había dejado la solapade éste como antes. Y ahora, con los ante-brazos apoyados sobre los muslos, quedósentado con el cuerpo inclinado hacia ade-lante, balanceando entre los muslos el so-bre que tenía cogido por una esquina, muyligeramente, entre el índice y el pulgar.

Su respuesta al hombre gordo parecióexpresar indiferencia:

—Sí, es cierto. Ahora ustedes se hanunido. Pero yo tengo el halcón.

Ca i ro tomó l a pa lab ra . Con susfeas manos aga r ro tadas sobre losb r a z o s d e l s i l l ó n , a v a n z ó e lc u e r p o y d i j o m o d o s a m e n t e ,c o n s u v o c e c i l l a a t i p l a d a :

—No juzgo que sea necesario, mister Spade,recordarle que aunque usted quizá tenga en supoder el halcón, nosotros le tenemos a usted enel nuestro.

—Estoy tratando de conseguir que esedetalle no me preocupe —dijo, sonrien-do. Se puso derecho, dejó el sobre a unlado, encima del sofá, y se dirigió aGutman—: Luego seguiremos hablandoacerca del dinero. Antes hay que atendera otro asunto. Necesitamos una cabeza deturco, alguien a quien culpar.

El hombre gordo arrugó la frente sincomprender; mas antes de que pudiera ha-blar, ya Spade estaba explicándoselo:

—La policía necesita una víctima, ne-cesita tener a alguien a quien culpar deesos tres asesinatos. Nosotros...

Cairo le interrumpió con una voz que-bradiza y excitada:

—Dos, sólo dos asesinatos, misterSpade. Pues no cabe duda que Thursbymató a su socio.

—Está bien, dos —dijo Spade aregañadientes—. Eso cambia bien poco lacosa. La cuestión es que tenemos que apa-ciguar a la policía con un...

Ahora fue Gutman quien le inte-rrumpió, sonr iendo confiadamentey con bonachona seguridad:

fall guy an easy victim, a scapegoat

fathead stupid person

commotion coincide con conmoción, comodisturbio, confusión, perturbación del áni-mo o del cuerpo, pero commotion es vozcomún para alboroto, jaleo, escándalo. Asu vez, conmoción se usa para tremor,earthquake, shock / upset [nervioso, eléctri-co, etc.], upheaval, unrest [fuertes cambiossociales], concussion [cerebral].

What a commotion! = ¡qué escándalo!

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“Well, sir, from what we’ve seen andheard of you I don’t think we’ll haveto bother ourselves about that. Wecan leave the handling of the policeto you, all right. You won’t need anyof our inexpert help.”

“If that’s what you think,” Spadesa id , “you haven’ t s een o r hea rdenough.”

“Nosy come, Mr. Spade. You can’texpect us to believe at this late datethat you are the least bit afraid of thepolice, or that you are not quite ableto handle—”

Spade sno r t ed w i th t h roa t andn o s e . H e b e n t f o r w a r d , r e s t i n gf o r e a r m s o n k n e e s a g a i n , a n di n t e r r u p t e d G u t m a n i r r i t a b l y :“ I ’ m n o t a d a m n e d b i t a f r a i d o ft h e m a n d I k n o w h o w t o h a n d l ethem. That’s what I’m trying to te l lyou. The way to handle them is totoss them a vict im , somebody theycan hang the works on.”

“Well, sir, I grant you that’s oneway of doing it, but—”

“ ‘ B u t ’ h e l l ! ” S p a d e s a i d .“ I t ’ s t h e o n l y w a y . ” H i s e y e sw e r e h o t a n d e a r n e s t u n d e r ar e d d e n i n g f o r e h e a d . T h e b r u i s eo n h i s t e m p l e w a s l i v e r - c o l o r e d .“I know what I’m talking about. I’vebeen through it all before and expectto go through it again. At one timeor another I’ve had to tell everybodyfrom the Supreme Court down to go tohell, and I’ve got away with it. I gotaway with it because I never let myselfforget that a day of reckoning wascoming. I never forget that when theday of reckoning comes I want to beal l set to march into headquarterspushing a victim in front of me, saying:‘Here, you chumps, is your criminal.’As long as I can do that I can put mythumb to my nose and wriggle myfingers at all the laws in the book. T h ef i r s t t i m e I c a n ’ t d o i t m yn a m e ’s M u d . T h e r e h a s n ’ t b e e na f i r s t t i m e y e t . T h i s i s n ’ t g o i n gt o b e i t . T h a t ’s f l a t . ”

Gutman’s eyes flickered and theirs leekness became dubious, but heh e l d h i s o t h e r f e a t u r e s i n t h e i rbu lbous pink smi l ing complacen tc a s t a n d t h e r e w a s n o t h i n g o funeas iness in h i s vo ice . He sa id :“That’s a system that’s got a lot torecommend it, sir—by Gad, it has!And if it was anyway practical thistime I’d be the first to say: ‘Stick toi t by al l means, s i r.’ But this justhappens to be a case where it’s notpossible. That’s the way it is with thebest of systems. There comes a timewhen you’ve got to make exceptions,and a wise man just goes ahead andmakes them. Well, sir, that’s just theway it is in this case and I don’t mindtelling you that I think you’re being

—Pues bien, caballero, por lo que hevisto y he oído de usted, no creo quetengamos que molestarnos en eso. Lepodemos dejar a usted que se ocupe dela policía, sin problemas. No le haráfalta nuestra inexperta ayuda.

—Si eso es lo que cree —repusoSpade—, entonces no ha debido ver nioír bastante.

—Venga, señor Spade. No puedeesperar que nos creamos a estas al-turas que le tiene el mínimo miedoa la policía, o que no es usted capazde manejar. . .

Spade soltó un bufido con garganta ynariz al tiempo. Se echó hacia adelante,volviendo a apoyar los brazos en las rodi-llas, e interrumpió, irritado, a Gutman:

—No les tengo ni pizca de miedo ysé cómo manejarles. Eso es preci-samente lo que intento hacerles ver. Elmodo de manejarles es proporcionarlesun chivo expiatorio, alguien a quienpuedan cargarle las cosas.

—Pues bien, caballero, yo le garantizo quehay un modo de hacerlo, pero...

—No hay pero que valga —dijoSpade—. Es el único modo —su mi-rada era ardiente y sincera bajo lafrente enrojecida. La herida de susien tenía un color sanguinolento—. Sé de qué estoy hablando. Ya me hapasado otras veces y supongo que mevolverá a pasar. En algún momentotendré que mandar a la mierda a al-guno, del Tribunal Supremo para aba-jo, y pechar con las consecuencias. Yello porque nunca me permito olvidarque llegará un día en que me pediráncuentas. Y tampoco se me olvida quecuando me pidan cuentas quiero en-trar en la comisaría empujando a al-guien por delante de mí diciendo:«Eh, tarugos, este es vuestro delincuen-te.» Siempre que pueda hacer eso podréapoyar el pulgar en la nariz y hacer unapedorreta a todas las leyes escritas. Encuanto no pueda hacerlo, se acabó lo quese daba. Todavía no ha habido una pri-mera vez. Y ésta tampoco va a ser la pri-mera. Que quede claro.

G u t m a n p e s t a ñ e ó y s u m i r a d aas tuta adquir ió un t in te dubi ta t ivo,pero cons iguió mantener la sonr i -sa en t re sus bulbos sonrosados ye n s u v o z n o h a b í a r a s t r o d ei n q u i e t u d . D i j o :

—Ese es un sistema muy recomen-dable, caballero... ¡por Dios que sí! Ysi se tratara de ser prácticos sería el pri-mero en decir: «Atengámonos a ese sis-tema todo lo posible, caballero.» Peroes que resulta que en este caso no esposible. Y eso pasa con los mejores sis-temas. Hay momentos en los que hayque hacer excepciones y un hombre in-teligente sigue adelante y hace una ex-cepción. Pues bien, caballero, eso esexactamente lo que ocurre en este casoy no me importa decirle que se le paga

—Bueno, por lo que de usted hemosvisto y oído, creo que no tenemos por quépreocuparnos de eso. Podemos confiar enque usted se las arreglará con la policía.No necesitará usted la ayuda de meros afi-cionados como nosotros.

— S i c r e e u s t e d e s o — d i j oSpade—, no ha visto y no ha oídousted lo bastante.

—Vamos, vamos, mister Spade, noquerrá usted hacernos creer a estas altu-ras que siente usted el más mínimo temorde la policía, o que no está perfectamentecapacitado para entendérselas con...

Spade bufó, de forma nasal y gutural al mis-mo tiempo. Se echó hacia adelante y volvió aquedar con los antebrazos descansando sobrelas rodillas e interrumpió a Gutman, irritado:

—No les tengo ningún miedo, y, efecti-vamente, sé cómo entendérmelas con ellos.Eso es lo que estoy tratando de decirle. Lamanera de entendérselas con ellos es entre-garles una víctima propiciatoria, alguiena quien puedan achacarle todo.

—Estoy conforme. Esa es una manerade arreglarlo, pero...

—No hay pero que valga —dijoSpade—. Es la única manera.

Sus ojos ardían y su expresión era degran sinceridad. El cardenal de la sien te-nía el color de la bilis.

—Sé de lo que hablo. Ya he pasado poresa experiencia, y supongo que tendré quevolver a pasar por ella más veces. En distin-tas ocasiones he tenido que mandar al diabloa unos y a otros, desde magistrados del Tri-bunal Supremo para abajo, y la cosa me hasalido bien. Y siempre me ha salido bien por-que nunca olvido que el día del ajuste de cuen-tas tiene que llegar; y porque nunca dejo derecordar que cuando llegue el día de ajustar lascuentas he de estar preparado para entrar en laJefatura de Policía empujando delante de mí auna víctima y diciendo: «Estúpidos, aquí te-néis a l culpable .» M i e n t r a s p u e d a h a -c e r e s o , m e s e r á p o s i b l e b u r l a r m e d et o d a s l a s l e y e s d e l código . Pero el díaen que no lo logre, todo habrá acabado paramí. Hasta ahora, las cosas siempre me han salidobien. Y esta vez le aseguro que no va a ser la pri-mera que me salga mal. De fijo que no.

Los ojos de Gutman parpadearon, y aunquesu mirada de astucia pareció empañarse sutil-mente, logró que la complaciente sonrisa queel resto de sus facciones rosáceas y abultadasdibujaban sin desmayar no se borrara. Cuandohabló, su voz no expresó inquietud alguna.

—Es mucho lo que hace recomen-dable ese sistema, ¡vaya que sí, señormío! Y si en esta ocasión resultara fac-tible, yo sería el primero en decirle quese atuviera usted a él. Pero ocurre queno es aplicable a este caso. Eso lesocurre a los mejores sistemas. Llega unmomento en que es preciso hacer unaexcepción, y el hombre prudente lahace. Y eso es lo que acontece en elcaso que nos ocupa, y no vacilo en de-cirle que se le va a pagar bien por ha-cer la excepción. Es cierto que quizá

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;

dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

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v e r y w e l l p a i d f o r m a k i n g a nexception. Now maybe it will be alittle more trouble to you than if youhad your victim to hand over to thepolice, but” —he laughed and spreadhis hands— “you’re not a man that’safraid of a little bit of trouble. Youknow how to do things and you knowyou’ll land on your feet in the end,no matter what happens.” He pursedhis lips and partly closed one eye.“You’ll manage that, sir.”

S p a d e ’s e y e s h a d l o s t t h e i rwarmth. His face was dull and lumpy.“I know what I’m talking about,” hesaid in a how, consciously patient,tone. “This is my city and my game.I could manage to land on my feet—sure— this time, but the next time Itried to put over a fast one they’dstop me so fast I’d swallow my teeth.Hell with that . You bi rds’ l l be inNew York or Constantinople or someplace else. I’m in business here.”

“ B u t s u r e l y , ” G u t m a nb e g a n , “ y o u c a n — ”

“I can’t,” Spade said earnestly. “Iwon’t. I mean it.” He sat up straight.A p l ea san t smi l e i l l umina t ed h i sface, erasing its dull lumpishness .He spoke rapidly in an agreeable ,p e r s u a s i v e t o n e : “ L i s t e n t o m e ,Gutman. I’m telling you what’s bestfor al l of us. If we don’t give thep o l i c e a f a l l - g u y i t ’s t e n t o o n ethey’l l sooner or la ter s tumble oninformation about the falcon. Thenyou’ll have to duck for cover withit—no matter where you are—andthat’s not going to help you make afortune off it. Give them a fall-guyand they’ll stop right there.”

“Well, sir, that’s just the point,”Gutman replied, and still only in hise y e s w a s u n e a s i n e s s f a i n t l ya p p a re n t . “ W i l l t h e y s t o p r i g h tthere? Or won’t the fa l l -guy be afresh clue that as likely as not willlead them to information about thef a l c o n ? A n d , o n t h e o t h e r h a n d ,wouldn’t you say they were stoppedright now, and that the best thing forus to do is leave well enough alone?”

A forked vein began to swell inSpade’s forehead. “Jesus! you don’tknow what it’s all about either,” hesaid in a restrained tone. “They’renot asleep, Gutman. They’re lyinglow, waiting. Try to get that. I’m init up to my neck and they know it.T h a t ’s a l l r i g h t a s l o n g a s I d osomething when the time comes. Butit won’t be all right if I don’t.” Hisv o i c e b e c a m e p e r s u a s i v e a g a i n .“Listen, Gutman , we’ve abso lute lygo t to g ive them a v ic t im . There ’sno way ou t o f i t . Le t ’s g ive themthe p u n k . ” He nodded p leasan t lya t t h e b o y i n t h e d o o r w a y. “ H eac tua l ly d id shoo t bo th o f them—T h u r s b y a n d J a c o b i — d i d n ’ t h e ?

muy bien para que haga una excepción.Hombre, es posible que tenga usted al-guna dificultad mayor que si dispusie-ra de un chivo expiatorio para entregara la policía, pero —soltó una carcajaday extendió las manos—no es usted hom-bre que se asuste por una pequeña difi-cultad. Sabe cómo hacer las cosas ysabe que terminará por caer de pie, ocu-rra lo que ocurra —frunció los labios ycasi cerró un ojo—. Ya se arreglará us-ted, caballero.

Los ojos de Spade habían perdido su ca-lidez. Tenía el rostro apagado y terroso.

—Sé de qué estoy hablando —dijobajando la voz, con tono de pacienciadeliberada—. Esta es mi ciudad y esmi juego. Claro que caería de pie,esta vez, pero la próxima vez que in-tentara pasarme me apretarían tantoque me tragaría los dientes. Y unamierda . Ustedes estarán en NuevaYork o Constantinopla o vaya usted asaber. Mi negocio está aquí.

—Pero seguramente puede usted...—comenzó a decir Gutman.

—No puedo —dijo Spade con sinceridad—y no lo voy a hacer. Lo digo en serio —se sentóbien derecho. Una agradable sonrisa le iluminóla cara _____________________ ________.Habló con rapidez en tono persuasivoy agradable—. Escúcheme, Gutman.Le estoy diciendo lo que es mejor paratodos nosotros. Si no proporcionamosa la policía un cabeza de turco, diezcontra uno a que antes o después termi-nan por sacar algo sobre el halcón. Y enton-ces tendrá que buscarle un escondrijo,esté donde esté , lo cual no contr i-bu i rá p rec i samen te a saca r l e unafortuna. Déles un cabeza de turcoy se quedarán quietos.

—Pues b i en , c aba l l e ro , é s a e sexactamente la cues t ión —repl icóGutman, y una vez más la inquietudera vagamente aparente sólo en susojos—. ¿Se quedarán quietos? ¿O uncabeza de turco será una pista nuevaque pueda o no proporcionarles in-formación sobre el halcón? Y, porotra parte, ¿no diría usted que ya es-tán quietos y que lo mejor para no-sotros sería dejarlos en paz?

Una venilla bifurcada comenzó a palpitaren la frente de Spade:

—¡Dios! Tampoco tiene usted niidea —dijo conteniéndose—. No sehan dormido, Gutman. Están agazapa-dos, esperando. Intente comprenderlo.Yo estoy metido hasta el cuello y elloslo saben. Eso no tiene importanciasiempre que haga algo cuando llegueel momento oportuno. Pero si no hagonada, la tendrá —volvió a su voz per-suasiva—. Escuche, Gutman, hay quedarles un chivo expiatorio por encimade todo. No hay otra salida. Démoslesal mocoso —y señaló con un movi-miento de cabeza agradable hacia lapuerta—. En realidad fue él quien losmató, a Thursby y a Jacobi , ¿no? Y

las cosas fueran más fáciles para us-ted si tuviera a mano una cabeza deturco para entregársela a la policía,pero —dijo con una risa y extendiendoambas manos abiertas ante sí— no esusted hombre que se amilane al topar conunas cuantas dificultades. Sabe ustedcómo hacer las cosas, y al final se lasarregla para caer de pie, pase lo que pase.

Frunció los labios y guiñó un ojo a medias.— S e l a s a r r e g l a r á u s t e d ,

s e ñ o r m í o .

No quedaba ya calor en la mirada deSpade. Su rostro estaba apagado y sin vida.

—Sé de lo que hablo —contestó en vozbaja, en un tono de paciencia manifiesta—. Vivo en esta ciudad y me dedico a estaprofesión. Podría caer de pie, sin duda, estavez; pero la próxima ocasión que tratara deextralimitarme en lo más mínimo, me para-rían tan pronto los pies que caería de bru-ces. No me interesa. Ustedes, buenos pájaros de cuen-ta, estarán en Nueva York, o en Constantinopla, o quésé yo en dónde. Pero yo trabajo precisamente aquí.

— P e r o — d i j o G u t m a n —p o d r í a u s t e d . . .

—No podría —dijo Spade, sinceramente—. Ni quiero. Lo digo de veras—. Se quedósen t ado muy de recho . M a s u n aj u b i l o s a s o n r i s a i l u m i n ó s u c a r ab o r r a n d o la aparente estupidez anterior.

—Escuche, Gutman. Le estoy di-ciendo lo que más nos conviene atodos. Si no entregamos a la pol i-c ía a un culpable, lo más probable es que, an-tes o después, llegue a sus oídos lo del halcón. Yentonces, se encuentre donde se encuentre, ten-drá usted que esconderse con el pájaro, lo cualno favorecerá ni poco ni mucho ni nada sus pla-nes de enriquecerse con él. Pero entregue us-ted un culpable a la policía y no volverán aacordarse del asunto.

—Pero, señor mío —dijo Gutman, ytan sólo en los ojos se apreciaba un matizde inquietud—, de eso se trata precisa-mente. ¿Se olvidarían del asunto? ¿O esesupuesto culpable del que usted habla nosería más bien una nueva pista que, muyprobablemente, les facilitaría informaciónacerca del pájaro? Y, por otro lado, ¿noresulta lógico pensar que, puesto que nadasaben ahora de él, es mejor dejar las co-sas tal y como están?

Una venilla bífida comenzó a hincharseen la frente de Spade.

—¡Ay, qué porra! ¡Tampoco usted se dacuenta del asunto! —dijo, tratando de conte-nerse—. La policía no está dormida, Gutman.Están agazapados a la espera. Trate de com-prenderlo. Yo estoy metido en este asunto has-ta las cejas y lo saben perfectamente. Lo cualno importa si a la hora de la verdad puedohacer algo, pero sí que importará si no lo hago.

El tono de su voz volvió a ser persuasivo:— E s c u c h e , G u t m a n . N o t e n e -

m o s m á s r e m e d i o q u e e n t r e g a r -l e s a u n a víctima. ¿Por qué no a e sechiquilicuatro? —dijo apaciblemente, in-dicando al muchacho que seguía junto a lapuerta—. Porque, después de todo, él fuequien mató a los dos, a Thursby y a Jacobi,

fall guy an easy victim, a scapegoat

pursed contracted and wrinkled, frunció

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lumpish, lumpen, unthinking, mentally sluggish,pesado, torpe, estúpido

Xlumpish, lumpen, unthinking, mentally sluggish,pesado, torpe, estúpido

lump 1 1 a compact shapeless or unshapely mass. 2 sl. aquantity or heap. 3 a tumour, swelling, or bruise. 4 aheavy, dull, or ungainly person. 5 (prec. by the) Brit. ca-sual workers in the building and other trades.

1 tr. (usu. foll. by together, with, in with, under, etc.) masstogether or group indiscriminately. 2 tr. carry or throwcarelessly (lumping crates round the yard). 3 intr. becomelumpy. 4 intr. (usu. foll. by along) proceed heavily orawkwardly. 5 i n t r. (usu . fo l l . by down ) s i t downheavi ly.

in the lump taking things as a whole; in a general manner. lump in the throat a feeling of pressure there, caused by emotion. lump sugar sugar shaped into lumps or cubes. lump sum 1 a sum covering a number of items. 2 money

paid down at once (opp. instalment).lump 2 v.tr. colloq. endure or suffer (a situation) ungraciously. like it or lump it put up with something whether one likes it or not.lumpy 1 having lumps; not smooth and even in texture; «lumpy

gravy» 2 chunky, like or containing small stick lumps; «thedumplings were chunky pieces of uncooked dough» bulto, gru-mo, trozo. Figurado : torpe prosa, incómodo, informe, feaexpresión

*¿Qué razón hay para cambiar tanto la sintaxis? X*

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Anyway, he’s made to order for thep a r t . L e t ’s p i n t h e n e c e s s a r yevidence on him and turn him overto them.”

The boy in the doorway tightenedthe corners of his mouth in what mayhave been a minute smile. Spade’sproposal seemed to have no othereffect on him. Joel Cairo’s dark facew a s o p e n - m o u t h e d , o p e n - e y e d ,yellowish, and amazed. He breathedt h r o u g h h i s m o u t h , h i s r o u n deffeminate chest rising and falling,whi l e he gaped a t Spade . Br ig idO’S h a u g h n e s s y h a d m o v e d a w a yf r o m S p a d e a n d h a d t w i s t e dherself around on the sofa to starea t him. There was a suggestion ofhysterical laughter behind the startledconfusion in her face.

G u t m a n r e m a i n e d s t i l l a n de x p r e s s i o n l e s s f o r a l o n gm o m e n t . T h e n h e d e c i d e d t ol a u g h . H e l a u g h e d h e a r t i l y a n dl e n g t h i l y, n o t s t o p p i n g u n t i l h i ss l e e k e y e s h a d b o r r o w e dm e r r i m e n t f r o m h i s l a u g h t e r .W h e n h e s t o p p e d l a u g h i n g h es a i d : “ B y G a d , s i r , y o u ’ r e ac h a r a c t e r , t h a t y o u a r e ! ” H e t o o ka w h i t e h a n d k e r c h i e f f r o m h i sp o c k e t a n d w i p e d h i s e y e s . “ Ye s ,s i r , t he r e ’s neve r any t e l l i ng wha ty o u ’ l l d o o r s a y n e x t , e x c e p t t h a ti t ’ s b o u n d t o b e s o m e t h i n ga s t o n i s h i n g . ”

“There’s nothing funny about it.”Spade did not seem offended by thefat man’s laughter, nor in any wayimpressed. He spoke in the mannerof one reasoning with a recalcitrant,b u t n o t a l t o g e t h e r u n r e a s o n a b l e ,friend. “It’s our best bet. With himin their hands, the police will—”

“ B u t , m y d e a r m a n , ” G u t m a nobjected, “can’t you see? If I evenfor a moment thought of doing i t—B u t t h a t ’s r i d i c u l o u s t o o . I f e e ltowards Wilmer just exactly as if hewere my own son. I real ly do. Butif I even for a moment thought ofdo ing wha t you propose , wha t inthe world do you think would keepWi l m e r f r o m t e l l i n g t h e p o l i c eevery las t de ta i l about the fa lconand al l of us?”

S p a d e g r i n n e d w i t h s t i f f l i p s .“ I f we had to ,” he sa id sof t ly, “wec o u l d h a v e h i m k i l l e d r e s i s t i n ga r r e s t . B u t w e w o n ’ t h a v e t o g otha t fa r. Le t h im ta lk h is head off .I p r o m i s e y o u n o b o d y ’ l l d oa n y t h i n g a b o u t i t . T h a t ’ s e a s yenough to f ix .”

T h e p i n k f l e s h o n G u t m a n ’ sf o r e h e a d c r a w l e d i n a f r o w n .H e l o w e r e d h i s h e a d ,m a s hing his chins togethe r o v e rh i s c o l l a r , a n d a s k e d :“How?” Then, wi th an abruptness

en cua lquier caso parece hecho am e d i d a . Va m o s a o r g a n i z a r l a spruebas necesarias y se lo entrega-mos a la pol icía .

El chico que estaba en la puerta en-dureció las comisuras de la boca enlo que fue una minúscula sonrisa. Lapropuesta de Spade no pareció afec-tarle. Cairo estaba boquiabierto, losojos de par en par, el rostro oscuroamarilleado: estaba asombrado. Res-piraba por la boca, su pecho redondoy femenino subía y bajaba mientrasb o q u e a b a m i r a n d o f i j a m e n t e aS p a d e . B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y s ehabía apartado de Spade y se habíagirado en el sofá para mirarle tam-bién. Tras la __________ confusión desu rostro se adivinaba un inicio derisa histérica.

G u t m a n s i g u i ó i n m ó v i l ei n e x p r e s i v o d u r a n t e u n l a r -g o m o m e n t o . L u e g o d e c i d i ór e í r . R i ó l a r g o y t e n d i d o , s i nd e t e n e r s e h a s t a q u e s u s o j o sa s t u t o s h u b i e r o n b o r r a d o l aa l e g r í a d e s u r i s a . C u a n d od e j ó d e r e í r d i j o :

—Por Dios, caballero, que es ustedtodo un personaje, ¡ya lo creo que sí!—se sacó un blanco pañuelo del bolsi-llo y se secó los ojos—. Sí, caballero,no hay modo de predecir qué será loque haga o diga a continuación, sal-vo que será con toda seguridad algosorprendente.

—No le veo la grac ia —repusoSpade s in parecer ofendido por lar i sa de l gordo, n i tampoco impre-s ionado . Habló como quien razo-n a c o n u n a m i g o r e c a l c i t r a n t e ,aunque no de l t odo i r r ac iona l—.Es nues t ra mejor apues ta . Con é len sus manos , la pol ic ía . . .

—Pero mi querido amigo —le ob-jetó Gutman—, ¿es que no se da cuen-ta? Si por un momento pensara yo enhacerlo... bah, hasta eso mismo es ri-dículo. Mis sentimientos hacia Wilmerson exactamente como si fuera mi hijo.De verdad. Pero si por un momentopensara yo en hacer lo que usted pro-pone , ¿qué c ree que impedi r í a aWilmer contar a la policía hasta el úl-timo detalle del asunto del halcón y detodos nosotros?

Spade sonrió estirando los labios.—Si hiciera falta —dijo con suavi-

dad— podríamos conseguir que le ma-taran por resistirse a la detención. Perono hará falta llegar tan lejos. Hablemosde su cabeza: le prometo que no hare-mos nada fuera de lo que se diga. Peroes que es bien sencillo.

L a c a r n e r o s a d a d e l af r e n t e d e G u t m a n s ea r r u g ó . B a j ó l a c a b e z a ,a p r i s i o n a n d o l a b a r b i l l a y l a papadacontra el cuello de la camisa, y preguntó:

—¿ C ó m o ? — y l u e g o , c o n

¿no? Y en cualquier caso, parece hechoa la medida para el caso. Preparamospruebas suficientes contra él y se lo en-tregamos a la policía. ¿Qué tal?

El muchacho, sin apartarse de la puerta,apretó las comisuras de los labios en lo queacaso pudiera ser un ligerísimo esbozo desonrisa. La propuesta de Spade no parecióafectarle de otra manera. Pero el rostro mo-reno de Cairo estaba boquiabierto, desorbi-tado, amarillento y asombrado. Al respirarpor la boca, su pecho redondeado y feme-nil subía y bajaba, y los ojos, asombra-dos, no parecían poder apartarse de Spade.Brigid se había apartado un trecho de Spade,y vuelta hacia él en el otro extremo del sofá,también le miraba con los ojos muy abier-tos. En lo hondo de la atónita confusión quese leía en su cara se adivinaba que un brotede risa histérica pugnaba por estallar.

Gutman permaneció inmóvil e inex-presivo durante un largo momento. Y alcabo decidió echarse a reír. Y lo hizo conbuenas ganas y durante bastante tiempo,no parando hasta que los ojos astutos lo-graron que la risa les hiciera un préstamode alegría.

Cuando dejó de reír, dijo:—¡Le aseguro, señor mío, que es us-

ted un hombre poco corriente!S a c ó u n p a ñ u e l o b l a n c o y s e

e n j u g ó l o s o j o s .—Se lo aseguro, pues nunca es po-

sible predecir qué va usted a hacer odecir, aunque a buen seguro será algoasombroso.

—La cosa no tiene ninguna gracia —dijoSpade, que no pareció ofenderse, y muchomenos impresionarse, por la risa del hom-bre gordo. Hablaba en el tono de quien dis-cute con un amigo recalcitrante, pero nocompletamente irrazonable—. Es lo mejorque podemos hacer. Una vez que la policíale tenga en sus manos, entonces...

—Pero, hombre, por Dios —obje-tó Gutman—, ¿es que no se da cuen-ta? Aunque sólo se me pasara por laimaginación durante un instante . . .Pero también eso es ridículo. Wilmeres para mí como un hijo. De veras.Pero aunque pensara por un momentohacer lo que usted propone, ¿se pue-de saber qué le impediría a Wilmercontarle a la policía hasta los más ni-mios detal les acerca del halcón, yacerca de nosotros?

Spade sonrió con los labios rígidos.—Bueno, si fuera necesaria, po-

dríamos arreglar las casas para quemuriera al resistirse al ser detenido.Pero no hará falta ir tan lejos. Déjeleque hable hasta que se le caiga la len-gua. Le prometo que nadie le harácaso. Eso es fácil de arreglar.

La carne rosada de la frente deGutman se desplazó lentamente hasta di-bujar un ceño fruncido. Bajó la cabeza, ytodos sus papos se apretujaron sobre elcuello de la camisa y preguntó:

—¿Cómo?

sleek 1 (of hair, fur, or skin, or an animal or personwith such hair etc.) smooth and glossy. 2 lookingwell-fed and comfortable. 3 ingratiating. 4 (of athing) smooth and polished.

v.tr. make sleek, esp. by stroking or pressing down.slick 1 a (of a person or action) skilful or efficient;

dextrous (gave a slick performance). bsuperficially or pretentiously smooth and dextrous.c glib. 2 a sleek, smooth. b slippery.

1 a smooth patch of oil etc., esp. on the sea. 2 Mo-tor Racing a smooth tyre. 3 US a glossy magazi-ne. 4 US sl. a slick person.

1 make sleek or smart. 2 (usu. foll. by down) flatten(one’s hair etc.).

heartily adv. 1 in a hearty manner; with goodwill,appetite, or courage. 2 very; to a great degree(esp. with ref. to personal feelings) (am heartilysick of it; disliked him heartily). (estar completa-mente harto)

sinceramente, cordialmente, enérgicamente, fuer-temente, (laugh) a carcajadas, (eat) con buenapetito, (thank) con efusión, (sing) con entusias-mo

gape stare, mirar boquiabiertogasp jadear, dar un grito ahogado

boquear abrir la boca, hablar mucho(ver 143)

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T h e b o y ’ s e y e s w e r e c o l dh a z e l g l e a m s u n d e r h i s l a s h e s .H e s a i d i n a l o w d i s t i n c t v o i c e :“ Ye s , i t ’s f u n n y — t h e s o n o f ab i t c h . ”

S p a d e w a s t a l k i n g t o B r i g i dO’Shaughnessy: “How do you feelnow, angel? Any better?”

“Yes , much bet ter, only” —shereduced her voice until the last wordswould have been unintelligible twofeet away— “I’m frightened.”

“Don’t be,” he said carelessly andput a hand on her grey-stockingedknee. “Nothing very bad’s going tohappen. Want a drink?”

“ N o t n o w , t h a n k s . ” H e rv o i c e s a n k a g a i n . “ B ec a r e f u l , S a m . ”

S p a d e g r i n n e d a n d l o o k e d a tGutman, who was looking at him.The fat man smiled genially, sayingn o t h i n g f o r a m o m e n t , a n d t h e nasked: “How?”

S p a d e w a s s t u p i d .“ H o w w h a t ? ”

T h e f a t m a n c o n s i d e r e dm o r e l a u g h t e r n e c e s s a r yt h e n , a n d a n e x p l a n a t i o n :“Well , s ir, i f you’re really seriousabout this—this suggestion of yours,t h e l e a s t w e c a n d o i n c o m m o npoliteness is to hear you out. Nowhow are you going about fixing it sothat Wilmer” —he paused here tolaugh again— “won’t be able to dous any harm?”

Spade shook his head. “No,” hes a i d , “ I w o u l d n ’ t w a n t t o t a k eadvantage of anybody’s politeness,no matter how common, hike that .Forget it.”

T h e f a t m a n p u c k e r e d u ph i s f a c i a l b u l b s . “ N o wcome , come ,” he p ro te s t ed , “youmake me decidedly uncomfortable. Is h o u l d n ’t h a v e l a u g h e d , a n d Ia p o l o g i z e m o s t h u m b l y a n dsincerely. I wouldn’t want to seem toridicule anything you’d suggest, Mr.Spade , r egard less o f how much Id isagreed wi th you, for you mustknow that I have the greatest respectand admiration for your astuteness.Now mind you, I don’t see how thissuggest ion of yours can be in anyway practical—even leaving out thefact that I couldn’t feel any differenttowards Wilmer if he was my own

u n a b r u s q u e d a d q u e p r o v o c óu n t e m b l o r y u n e n t r e c h o c a rd e t o d a s s u s g r a s a s , l e v a n t ó l ac a b e z a , s e r e t o r c i ó p a r a m i r a ra l c h i c o y r i ó c o n u n r u g i d o — :¿Qué te parece , Wilmer? Es d iver-t ido , ¿eh?

Los ojos del chico eran rayos fríoscolor avellana a través de sus pestañas.Dijo con voz clara y baja:

—Sí, es divertido... el muy hijo deperra.

Spade hablaba con Brigid O’Shaughnessy:—¿ C ó m o e s t á s , c a r i -

ñ o ? ¿ M e j o r ?

—Sí, mucho mejor, lo único que...—bajó la voz hasta que sus palabrashabrían sido ininteligibles a un palmode distancia—... tengo miedo.

—No lo tengas —dijo él al desgaire,y le puso una mano en la rodilla cubiertacon la media gris—. No va a pasar nadamalo. ¿Quieres beber algo?

— A h o r a n o , g r a c i a s — v o l -v i ó a b a j a r l a v o z — . Te n c u i -d a d o , S a m .

S p a d e s o n r i ó y m i r ó a G u t m a n ,q u e l e m i r a b a a é l . E l g o r d o s o n -r i ó c o n g e n i a l i d a d , c a l l ó u ni n s t a n t e y l u e g o p r e g u n t ó :

—¿Cómo?

Spade se hizo el tonto.—¿Que cómo qué?

El gordo pareció considerar llegadoel momento de soltar otra risotada yluego pasar a la explicación:

—Pues bien, caballero, si esta suge-rencia suya va completamente en serio,lo menos que podemos hacer por buenaeducación es escuchársela. Así que,¿cómo va a arreglarlo para que Wilmer—y aquí se detuvo de nuevo para vol-ver a reírse— no sea capaz de hacernosningún daño?

Spade meneó la cabeza.— N o — d i j o — , n o q u i e r o

a p r o v e c h a r m e a s í d e l a e d u c a -c i ó n d e n a d i e , p o r b u e n a q u es e a . O l v í d e l o .

El gordo hizo un puchero con susgrasas faciales.

—Venga, venga —protestó—, mehace sentir decididamente incómodo.No debería haberme reído y me discul-po sincerísima y humildísimamente.No querría ridiculizar nada de lo queusted sugiera, señor Spade, aparte deque esté muy en desacuerdo con usted,porque debe usted saber que tengo elmayor de los respetos y la mayor delas admiraciones por su astucia. Aho-ra bien, tenga usted en cuenta que noveo de qué manera esa sugerencia suyapueda resultarnos práctica... y ello sincontar con que si fuera de mi sangre yde mi carne, no podría sentir nada di-

Luego, con una brusquedad que puso en grandí-sima apretura y temblorosa conmoción a todos susbulbos de grasa, que entraron en colisión los unoscontra los otros, levantó la cabeza, se volvió con apu-ros hacia el muchacho y soltó una ruidosa carcajada:

—¿Qué opinas tú de todo esto,Wilmer? Gracioso, ¿eh?

Los ojos del muchacho eran puros des-tellos color avellana bajo el amparo de laspestañas. Y dijo, en voz clara pero baja:

— S í , e s g r a c i o s o e l h i j od e p e r r a .

Spade estaba hablando con Brigid.—¿Cómo te encuentras ahora, ángel

mío? ¿Mejor?

—Sí, mucho mejor. Lo único es que...—y bajó la voz tanto que nadie la pudie-ra escuchar a más de cinco cuartas de dis-tancia—, lo único es que tengo miedo.

—Que se te quite —dijo Spade sin darle importancia,y le puso una mano sobre la rodilla enfundadaen una media gris—. No va a pasar nada dema-siado grave. ¿Quieres una copa?

—No, ahora no, gracias —respondió,y añadió, volviendo a bajar la voz—: Tencuidado, Sam.

Spade sonrió y miró a Gutman, que asu vez le estaba mirando. El hombre gor-do sonrió cordialmente, calló durante unsegundo y luego preguntó:

—¿Cómo?

—Como, ¿qué? —dijo Spade, estúpi-damente.

El hombre gordo juzgó que aquelloexigía, primero, algo más de risa, y lue-go, una explicación.

—Si considera usted con un mínimo deseriedad al menos esta... propuesta que nosha hecho, lo menos que la más ordinaria cor-tesía nos exige es que le permitamos expli-carse hasta el final. Ahora bien, ¿cómo se lasarreglaría para que Wilmer —e hizo una pau-sa para reírse de nuevo— no pudiera hacer-nos daño alguno?

Spade sacudió la cabeza y dijo:—No; no me gustaría aprovechar-

me de la cortesía de nadie, por muyordinaria que fuera, de tal manera.Vamos a olvidarnos del asunto.

El hombre gordo procuró fruncir susbulbos faciales.

—Vamos, vamos —protestó—, mehace usted sentirme verdaderamenteincómodo. No debí reírme, y le presen-to mis disculpas, humilde y sincera-mente. No quisiera, mister Spade, ri-diculizar nada de cuanto tenga ustedque proponer, prescindiendo de lo mu-cho que pudiéramos discrepar, pues hede decirle que respeto y admiro pro-fundamente su astucia. Ahora bien, noveo cómo su propuesta pudiera llegara tener resultados prácticos, dejando aun lado, por el momento, el hecho deque mis sentimientos hacia Wilmer noserían distintos si fuera carne y sangre

pucker v.tr. & intr. (often foll. by up) gather or cau-se to gather into wrinkles, folds, or bulges(puckered her eyebrows; this seam is puckeredup). Hacer visajes, torcer,

puckered .wrinkled, fiolded, ceñuda, funcida, surca-da de arrugas, en puchero

n. such a wrinkle, bulge, fold, etc. Fruncimiento,

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flesh and blood—but I’ll consider ita personal favor as well as a sign thatyou’ve accepted my apologies, sir, ifyou’ll go ahead and outline the restof it.”

“ F a i r e n o u g h , ” S p a d e s a i d .“ B r y a n i s l i k e m o s t d i s t r i c tat torneys. He’s more interested inhow his record will look on paperthan in anything else. He’d ratherdrop a doubtful case than try it andhave it go against him. I don’t knowt h a t h e e v e r d e l i b e r a t e l y f r a m e danybody he believed innocent, but Ican’t imagine h im le t t ing h imsel fbel ieve them innocent i f he couldscrape up, or twist into shape, proofo f t h e i r g u i l t . To b e s u r e o fconvicting one man he’ll let half adozen equally guilty accomplices gofree—if trying to convict them allmight confuse his case.

“ T h a t ’s t h e c h o i c e w e ’ l l g i v eh i m a n d h e ’ l l g o b b l e i t u p .H e wouldn’t want to know about the falcon.He’l l be t ickled pink to persuadeh i m s e l f t h a t a n y t h i n g t h epunk te l ls him about i t is a lot ofchewing-gum, an at tempt to muddlethings up. Leave that end to me. Ic a n s h o w h i m t h a t i f h e s t a r t sfooling around trying to gather upe v e r y b o d y h e ’s g o i n g t o h a v e atang led case tha t no ju ry wi l l bea b l e t o m a k e h e a d s o r t a i l s o f ,while if he st icks to the punk he cange t a conv i c t i on s t and ing on h i shead.”

G u t m a n w a g g e d h i s h e a ds i d e w i s e i n a s l o w s m i l i n gg e s t u r e o f b e n i g n d i s a p p r o v a l .“No, s i r,” he said, “I’m afraid thatwon’t do, won’t do at a l l . I don’tsee how even this Distr ict Attorneyo f y o u r s c a n l i n k T h u r s b y a n dJacobi and Wilmer together withouthaving to—”

“ Yo u d o n ’ t k n o w d i s t r i c ta t to rneys ,” Spade to ld h im. “TheThur sby ang le i s ea sy. He was agunman and so’s your punk. Bryan’sa l r e a d y g o t a t h e o r y a b o u t t h a t .There ’ l l be no ca tch the re . Wel l ,Christ! they can only hang the punko n c e . W h y t r y h i m f o r J a c o b i ’smurder after he’s been convicted ofThursby’s? They s imply c lose therecord by writing it up against himand let it go at that. If, as is likelyenough, he used the same gun onb o t h , t h e b u l l e t s w i l l m a t c h u p .Everybody will be satisfied.”

“ Y e s , b u t — “ G u t m a nb e g a n , a n d s t o p p e d t o l o o ka t t h e b o y .

T h e b o y a d v a n c e d f r o m t h edoorway, walking stiff-legged, withhis legs apart, until he was betweenGutman and Ca i ro , a lmos t in thecenter of the floor. He halted there,

ferente por Wilmer... pero lo conside-raré un favor personal al tiempo queseñal de que ha aceptado usted mis ex-cusas, caballero, si prosigue usted ydescribe el modo.

—Muy justo —dijo Spade—. Bryanes como la mayoría de los fiscales dedistrito. Le interesa más cómo quedarásu expediente que cualquier otra cosa.Prefiere dejar de lado un caso dudosoque llevarlo adelante y que se vuelvacontra él. No sé de nadie a quien hayaencausado deliberadamente sabiendoque era inocente , pero no logroimaginármelo creyendo que alguien esinocente si puede seguir rascando oformalizar alguna prueba de su culpa-bilidad. Por condenar a uno, es capazde dejar libres a media docena de cóm-plices igual de culpables... si por inten-tar acusarlos el caso se complica lo su-ficiente.

»Esa será la posibi l idad que l eo f r e z c a m o s y q u e é l s e t r a g u e .No que r rá sabe r nada de l ha l c ó n.S e p o n d r á m o r a d o t r a t a n d o d econvencerse a sí mismo de que cual-quier cosa que el mocoso le diga esun montón de basura, un intento deconfundir las cosas. Eso déjemelo amí. A él le puedo demostrar que siempieza a hacer el tonto intentandocoger a todo el mundo, terminará portener entre manos un caso embrolla-do al que ningún jurado verá pies nicabeza, mientras que si se conformacon el mocoso puede conseguir quelo condenen.

Gutman hizo oscilar su cabeza ha-cia un lado con una lenta sonrisa de des-aprobación generosa.

— N o , c a b a l l e r o — d i j o — , m etemo que no resul tará, no resul taráen absoluto. Ni s iquiera veo cómoeste f iscal suyo puede relacionar aThursby, a Jacobi y a Wilmer sin te-ner una. . .

—No conoce usted a los fiscales dedistrito —le contestó Spade—. Lo deThursby es fácil. Era un pistolero, lomis m o q u e s u c h i c o . S o b r e e s oBryan ya t iene incluso una teoría ,y p o r a h í n o h a b r í a p r o b l e m a .¡Dios! Al mocoso sólo pueden ahorcar-lo una vez. ¿Para qué acusarle del ase-sinato de Jacobi después de condenarlopor el de Thursby? Sencillamente, cie-rran el caso adjudicándoselo también aél y se acabó el asunto. Si, como pare-ce probable, utilizó la misma arma paraliquidar a los dos, las balas coincidirán.Y todos quedarán satisfechos.

—Sí, pero. . . —comenzó a decirGutman, y se detuvo para mirar al mu-chacho.

El chico avanzó desde el umbralde la puerta, con las piernas muy rí-gidas y separadas, hasta situarse en-tre Gutman y Cairo, casi en mediode la habitación. Allí se detuvo, un

mías. Sin embargo, me haría usted ungran favor personal, y me demostraría,además, que ha aceptado mis discul-pas, si prosiguiera usted y esbozara elresto de su propuesta.

—Es justo —dijo Spade—. Bryan escomo casi todos los fiscales de distrito. Lacosa que más le interesa es que quien leasu historial saque una buena impresión.Antes preferiría sobreseer un caso que lle-varlo a los tribunales y perderlo. No sé sihabrá llegado a inventar pruebas para lo-grar la condena de un acusado sabiéndoleinocente, pero no puedo imaginarle consi-derando inocente a alguien si consigue re-unir, por los medios que sean, tergiversan-do lo que sea menester tergiversar, prue-bas de su culpabilidad. Para lograr la con-dena de un reo, es capaz de dejar libres amedia docena de cómplices no menos cul-pables, si el tratar de demostrar esta cul-pabilidad pudiera complicar el caso.

»Esa es la disyuntiva que le brindaremosy que Bryan aceptará de buenísima gana._____ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___Se convencerá a sí mismo con gran gus-to de que cualquier cosa que elchiquilicuatro de marras le diga es purafantasía que no tiene más propósito que elde liar las cosas. Eso déjemelo usted a mí;corre de mi cuenta. Le puedo convencer deque si empieza a ir de aquí para allá tratan-do de coger a todos en la red, se va a encon-trar con un caso tan complejo que no habrájurado que le encuentre ni pies ni cabeza,mientras que si se limita a empapelar alnene, logrará un veredicto de culpabilidadcomo quien lava.

G u t m a n m e n e ó l a c a b e z a l e n -t a y s o n r i e n t e m e n t e c o n a d e m á nr e p r o b a t o r i o ___________.

—No —dijo—, me temo que esono puede ser. No puede ser de nin-gún modo. No veo cómo ni siquieraese fiscal de que me habla puede re-l ac iona r a Thur sby, a J acob i y aWilmer sin tener que.. .

—No conoce usted a los fiscales —ledijo Spade—. Lo de Thursby es senci-llo. Era un pistolero; también lo es esetipejo de usted. Bryan ya tiene pergeñadauna teoría acerca de eso. Eso no presenta-rá ninguna dificultad. ¿Qué más quiere? Alnene sólo le pueden ahorcar una vez. ¿Paraqué procesarle por el asesinato de Jacobiuna vez que haya sido condenado por elde Thursby? Se limitarán a cerrar el caso,atribuyéndole el crimen y sanseacabó. Si -como es muy probable- empleó la mismapistola en las dos ocasiones, las balas pre-sentarán iguales marcas. Y todo el mundose quedará tan satisfecho.

—Sí, pero... —comenzó a decirGutman, mas se interrumpió para miraral chico.

El muchacho avanzó desde la puer-ta, con las piernas rígidas y separadas,hasta quedar entre Gutman y Cairo, casien el centro de la habitación. Allí se de-tuvo, con el cuerpo ligeramente echado

tickled pink Informal Very pleased; delighted: I wastickled pink by the compliment.

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leaning forward s l ight ly f rom thewaist , his shoulders raised towardsthe f ron t . The p i s to l i n h i s hands t i l l h u n g a t h i s s i d e , b u t h i sknuckles were white over i ts gr ip.His other hand was a small hard f istd o w n a t h i s o t h e r s i d e . T h eindelible youngness of his face gavea n i n d e s c r i b a b l y v i c i o u s — a n di n h u m a n — t u r n t o t h e w h i t e - h o th a t r e d a n d t h e c o l d w h i t emalevolence in his face. He said toSpade in a voice cramped by passion:“You bastard, get up on your feet andgo for your heater!”

Spade smiled at the boy. His smilewas not broad, but the amusement init seemed genuine and unalloyed.

The boy said: “You bastard, get upand shoot i t out i f you’ve got theguts. I’ve taken all the riding fromyou I’m going to take.”

The amusement in Spade’s smiledeepened. He looked at Gutman andsaid: “Young Wild West.” His voicem a t c h e d h i s s m i l e . “ M a y b e y o uought to tell him that shooting mebefore you get your hands on thefalcon would be bad for business.”

Gutman’s attempt at a smile wasn o t s u c c e s s f u l , b u t h e k e p t t h eresu l tan t g r imace on h i s mott l edface. He licked dry lips with a drytongue. His voice was too hoarse andg r i t t y f o r t h e p a t e r n a l l yadmonishing tone it tried to achieve,“Now, now, Wilmer,” he said, “wecan’t have any of that. You shouldn’tl e t y o u r s e l f a t t a c h s o m u c himportance to these things. You—”

T h e b o y , n o t t a k i n g h i se y e s f r o m S p a d e , s p o k e i n ac hoked voice ou t the s ide o f h i smouth: “Make him lay off me then. I’m goingto fog him if he keeps it up and there won’t beanything that’ll stop me from doing it.”

“Now, Wilmer,” Gutman said andturned to Spade. His face and voicewere under control now. “Your planis, sir, as I said in the first place, nota t a l l p r a c t i c a l . L e t ’s n o t s a yanything more about it.”

Spade looked f rom one o f themt o t h e o t h e r . H e h a d s t o p p e ds m i l i n g . H i s f a c e h e l d n oe x p r e s s i o n a t a l l . “ I s a y w h a t Ip l ease , ” he to ld them.

“You certainly do,” Gutman saidquickly, “and that’s one of the thingsI’ve always admired in you. But thismatter is, as I say, not at all practical,so there’s not the least bit of use ofdiscussing it any further, as you cansee for yourself.”

“ I c a n ’ t s e e i t f o r m y s e l f , ”S p a d e s a i d , “ a n d y o u h a v e n ’ tm a d e m e s e e i t , a n d I d o n ’t t h i n k

p o c o e c h a d o h a c i a a d e l a n t e d ecintura para arriba, los hombros le-vantados. Seguía con la pis tola alc o s t a d o , p e r o t e n í a l o s n u d i l l o sblancos de lo fuerte que apretaba laempuñadura. Su otra mano se habíaconver t ido en un puño pequeño yduro. La imborrable juventud de surostro dotaba de un matiz indescrip-tiblemente vicioso e inhumano a suodio al rojo blanco y a la fría male-volencia de su cara. Le dijo a Spadecon voz preñada de pasión:

—¡Hijo de puta, ponte de pie y vepor tu arma!

S p a d e s o n r i ó a l c h i c o . N o e r au n a s o n r i s a a m p l i a , p e r o s íg e n u i n a m e n t e ______ divertida.

El chico dijo:— H i j o d e p u t a , l e v á n t a t e y

v a m o s a r e s o l v e r l o a t i r o s s i t i e -n e s c o j o n e s . C o n t i g o y a h e l l e -g a d o a d o n d e t e n g o q u e l l e g a r.

[494]La diversión que reflejaba la sonrisa de

Spade se ahondó. Miró a Gutman y le dijo:—El joven oeste salvaje —con una

voz acorde con su sonrisa—. Quizá de-biera decirle usted que pegarme un tiroantes de que usted eche mano al hal-cón sería malo para el negocio.

El intento de Gutman por sonreír re-sultó un fracaso, pero mantuvo la mue-ca resultante en su rostro jaspeado. Selamió los labios secos con una lenguaigualmente seca. Le salió una voz de-masiado áspera y rasposa para el tonoadmonitorio y paternal que pretendía: .

—Venga, venga, Wilmer —dijo—, no podemos actuar así. No deberíasdarle tanta importancia a esas cosas.Deberías.. .

E l c h i c o , s i n q u i t a r l e o j o aS p a d e , h a b l ó p o r l a c o m i s u r ac o n v o z c o n g e s t i o n a d a :

—Haga que me deje en paz, entonces.Le voy a agujerear como siga así y no ha-brá nada que me impida hacerlo.

—Venga, Wilmer —dijo Gutman, yse volvió hacia Spade. Ya había conse-guido controlar la voz y el gesto—. Suplan no es, caballero, como ya le dijeen un principio, nada práctico. No ha-blemos más de eso.

Spade miró de uno a otro. Había de-jado de sonreír. Tenía el rostro comple-tamente inexpresivo.

—Diré lo que me dé la gana —les in-formó a ambos.

—Ya lo hace, desde luego —dijoGutman con rapidez—, y ésa es una delas cosas que siempre he admirado deusted. Pero, como digo, el asunto no esen absoluto práctico, así que no revistela más mínima utilidad discutirlo más,como usted puede ver por sí mismo.

—No lo veo por mí mismo —repusoSpade— ni tampoco me lo ha hecho verusted, ni creo que pueda hacerlo —frun-

para delante, a partir de la cintura, ade-lantados los hombros. Seguía con la pis-tola colgándole del brazo, pero los nu-dillos de la mano destacaban su blan-cura contra la culata. La otra mano es-taba transformada en puño, breve yapretado, al final del brazo también caí-do. La indeleble juventud de su sem-blante teñía de maldad indescriptible einhumana el odio al rojo blanco y lablancura helada de malevolencia de surostro. Le dijo a Spade, con voz aga-rrotada por la pasión:

—¡Hijo de mala madre! ¡Levántese ysaque la pistola!

Spade le sonrió. No fue una sonrisa abier-ta, pero la diversión que expresaba parecióauténtica y sin mezcla de otros elementos.

—¡Hijo de mala madre! —insistió el mu-chacho—. ¡Levántese y liquidemos el asunto atiros, si es que tiene redaños para ello! ¡Ya le heaguantado todo lo que le tenía que aguantar!

Spade pareció aún más divertido. Miróa Gutman y le dijo:

—¡Vaya! ¡Película del Oeste para me-nores! —Su voz encajaba con su sonrisa—. Quizá debería usted explicarle que si memata antes de tener en su poder el halcónva a resultar deplorable para su negocio.

Gutman no alcanzó un éxito notorio cuan-do trató de sonreír, pero decidió conservar enla cara llena de manchas la mueca resultante.Se humedeció los secos labios con la len-gua reseca. La voz resultó harto ronca yraspante para e l t ono pa t e rna l ybondadoso que quiso lograr.

— B u e n o , b u e n o , Wi l m e r . N op o d e m o s p o n e r n o s a s í . N o d e b i e -r a s d a r t a n t a i m p o r t a n c i a a e s t a sc o s a s . T ú . . .

E l ch i co , s in qu i t a r l e l o s o josde enc ima a Spade , hab ló con vozahogada y con l a boca to rc ida :

—Haz que me deje en paz. Si sigue porel mismo camino le voy a agujerear el pe-llejo, y nadie me lo podrá impedir.

— T r a n q u i l o , Wi l m e r, t r a n q u i -l o — d i j o G u t m a n , y s e v o l v i óh a c i a S p a d e — . S u p l a n , s e ñ o rm í o , c o m o d i j e a l p r i n c i p i o , n oe s p r á c t i c o . Va m o s a n o h a b l a rm á s d e l a s u n t o .

Spade miró a uno después del otro. Yahabía dejado de sonreír. Su cara era ab-solutamente inexpresiva.

— Y o h a b l o d e l o q u eq u i e r o — l e s d i j o .

—Desde luego que sí —dijo Gutmanrápidamente—, y es una de las cosasque he admirado siempre en usted. Pero,como digo, este proyecto no es prácti-co, y por ello, como puede usted apre-ciar por sí mismo, es completamenteinútil su ulterior discusión.

—No puedo apreciarlo por mí mismo —dijo Spade—, ni tampoco me lo ha hecho apre-ciar usted; y no creo que pueda conseguirlo en

lay off me desist

gritty adj 1 arenoso,-a: we all felt quite gritty afterleaving the beach, al irnos de la playa teníamosla sensación de tener arena por todas partes 2valiente 3 descarnado, desapacible, duro

grit 1 particles of stone or sand, esp. as causingdiscomfort, clogging machinery, etc. 2 coarsesandstone. 3 colloq. pluck, endurance; strengthof character. 4. Resolute spirit, uncompromising.

1tr. spread grit on (icy roads etc.). 2 tr. clench (theteeth). 3 intr. make or move with a grating sound.

gritty arenoso, crudo, real, raw, descarnado,

unalloyed adj. 1 Not in mixture with other metals;pure. 2 Complete; unqualified: unalloyedblessings; unalloyed relief.

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vicious no es vicioso, sino feroz / fiero [perro, ani-mal], bad-tempered, spiteful, furioso, de milde demonios [temperamento], despiadado /sanguinario, , con saña [criminal], virulento,fuerte [dolor], arisco [caballo], malicioso, ren-coroso, malsano, nocivo, atroz / horrible [cri-men], malintencionado, y se usa para describirpersonas, animales o cosas. En cambio viciososolo se aplica a personas para licentious,depraved / perverted y, en tono menos serio,defective, faulty, habit-forming, spoiled [mi-mado] y, refiriéndose a bosque o jungla,luxuriant / lush / thick [frondoso].

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y o u c a n . ” H e f r o w n e d a t G u t m a n .“ L e t ’ s g e t t h i s s t r a i g h t . A m Iw a s t i n g t i m e t a l k i n g t o y o u ? It h o u g h t t h i s w a s y o u r s h o w .Should I do my talking to the p u n k ?I k n o w h o w t o d o t h a t . ”

“No, sir,” Gutman replied, “you’requite right in dealing with me.”

Spade said: “All right. Now I’vegot another suggestion. I t’s not asgood as the first, but it’s better thannothing. Want to hear it?”

“Most assuredly.”

“Give them Cairo.”

Cairo hastily picked up his pistolfrom the table beside him. He held ittight in his lap with both hands, Itsmuzzle pointed at the floor a little toone side of the sofa. His face hadbecome yellowish again. His black eyesdarted their gaze from face to face. Theopaqueness of his eyes made them seemflat, two-dimensional.

Gutman, looking as if he could notbel ieve he had heard what he hadheard, asked: “Do what?”

“Give the police Cairo.”

Gutman seemed about to laugh,b u t h e d i d n o t l a u g h . F i n a l l y h eexclaimed: “Well, by Gad, sir!” in anuncertain tone.

“ I t ’ s n o t a s g o o d a s g i v i n gt h e m t h e p u n k , ” S p a d e s a i d .“ C a i r o ’ s n o t a g u n m a n a n d h ecarr ies a smal ler gun than Thursbyand Jacobi were shot wi th . ‘We’ l lhave to go to more t rouble f ramingh i m , b u t t h a t ’s b e t t e r t h a n n o tg iv ing the pol ice anybody.”

C a i r o c r i e d i n a v o i c es h r i l l w i t h i n d i g n a t i o n :“Suppose we g ive them you , Mr.S p a d e , o r M i s s O ’ S h a u g h n e s s y ?How’ about that if you’re so set ongiving them somebody?”

S p a d e s m i l e d a t t h e L e v a n t i n ea n d a n s w e r e d h i m e v e n l y :“ You peop le wan t the f a l con . I ’ vegot it. A fall-guy is part of the priceI ’m ask ing . As fo r MissO’Shaughnessy” —h i s d i s p a s s i o n a t eg l a n c e m o v e d t o h e r w h i t ep e r p l e x e d f a c e a n d t h e n b a c k t oCa i ro and h i s shou lde r s rose andfe l l a f rac t ion o f an inch— “ i f yout h i n k s h e c a n b e r i g g e d f o r t h ep a r t I ’ m p e r f e c t l y w i l l i n g t od i scuss i t w i th you .”

T h e g i r l p u t h e r h a n d s t o h e rthroat, uttered a short strangled cry,and moved farther away from him.

C a i r o , h i s f a c e a n d b o d ytwitching with excitement, exclaimed:

ció el ceño mientras miraba a Gutman—.Vamos a aclarar las cosas. ¿Es que estoyperdiendo el tiempo hablando con usted?Creí que éste era su negocio. ¿O es quetengo que entenderme con el mocoso?Porque eso sí sé cómo hacerlo.

—No, caballero —dijo Gutman—, estáusted en lo cierto al tratar conmigo.

Spade dijo:—D e a c u e r d o . A h o r a t e n g o

o t r a s u g e r e n c i a . N o e s t a n b u e -n a c o m o l a p r i m e r a , p e r o e s m e -j o r q u e n a d a . ¿ Q u i e r e o í r l a ?

—Con mucho gusto.

—Entreguemos a Cairo.

Cairo cogió prestamente la pistola dela mesa que tenía al lado. La sujetó conambas manos sobre su regazo, apretán-dola. El cañón apuntaba al suelo, unpoco a un lado del sofá. El rostro se lehabía amarilleado otra vez. Sus ojos ne-gros miraban a unos y a otros. La opa-cidad de sus ojos los hacía parecer pla-nos, bidimensionales.

Gutman, con expresión de quien no podía creerque había oído lo que había oído, preguntó:

—¿Que hagamos qué?

—Que entreguemos a Cairo a la policía.

Gutman pareció a punto de echarse areír, pero no lo hizo. Finalmente exclamó:

—¡Pero bueno, caballero, por Dios!—en un tono difícilmente clasificable.

—No es lo mismo que entregar-l e s a l m o c o s o — d i j o S p a d e — .Cairo no es un pistolero y l leva unarma menor que la que sirvió paramata r a Thursby y a Jacob i . Noscos t a r á más a r r eg l a r l o t odo pa raechar le la cu lpa , pero se rá mejorque no entregarles a nadie.

C a i r o c h i l l ó c o n v o za g u d i z a d a p o r l a i n d i g n a c i ó n :

—Imagínese que les entregamos a usted,señor Spade, o a la señorita O’Shaughnessy.¿Qué le parece eso ya que está tan decidido aentregarles a alguien?

S p a d e s o n r i ó a l l e v a n t i n o y l ep r e g u n t ó c o n i m p a r c i a l i d a d :

—Son ustedes los que quieren el hal-cón. Yo lo tengo. Un cabeza de turcoes parte del precio que pido. En cuantoa la señorita O’Shaughnessy —y su mi-rada desapasionada se posó en su ros-tro blanco y perplejo para luego volvera mirar a Cairo, mientras sus hombrosperdían una pizca de t e n s i ó n — , s ic r e e q u e p o d e m o s apañarlo es toyp e r f e c t a m e n t e e n c a n t a d o d ed i s c utirlo con usted.

La chica se llevó las manos a lagarganta, soltó un gritito ahogado yse separó aún más de él.

Cairo, con el rostro y el cuerpotemblándole de pura excitación, exclamó:

el futuro. —Miró con ceño enojado a Gutman—. Vamos a ver si dejamos aclarado esto. ¿Estoyperdiendo el tiempo al hablar con usted? Yoestaba en la creencia de que quien mandaba aquíera usted. ¿Sería mejor que me dirigiera al chi-co? Porque eso sé cómo hacerlo.

—No. Hace usted bien en tratar con-migo.

—Está bien —dijo Spade—. Tengootra propuesta que hacer. No es tan bue-na como la primera, pero siempre serámejor que nada. ¿Quiere oírla?

—Desde luego.

—Entrégueles a Cairo.

Cairo tomó apresuradamente la pis-tola que había dejado sobre la mesa.La conservó en el regazo cogida conambas manos. El cañón apuntaba alsuelo, junto al sofá. Su cara tornó a po-nerse amarillenta. Sus ojos negros ha-cían saltar la mirada de una cara a otra.Estaban tan opacos que parecían pla-nos, de dos dimensiones.

Gutman, con expresión de no com-prender lo que había oído, preguntó:

—¿Hacer qué?

—Entregue a Cairo a la policía.

Pareció que Gutman iba a echarsea reír, pero no lo hizo. Y acabó pordecir, en tono incierto:

—¡La verdad, señor mío!

—No es tan buena solución como entre-garles al chiquilicuatro —dijo Spade—.Cairo no es pistolero, y suele llevar una pis-tola de calibre inferior al que se usó para malara Thursby y a Jacobi. Nos costará más trabajopreparar pruebas convincentes contra él, peroaun así, será mejor solución que no entregar anadie a la policía.

L a v o z d e C a i r o r e s o n óc h i l l o n a e i n d i g n a d a :

—Supongamos que le entregamos austed, mister Spade, o a missO’Shaughnessy. ¿Qué le parece, ya queestá decidido a entregar a alguien?

S p a d e s o n r i ó a C a i r o y l ec o n t e s t ó , e n t o n o m e s u r a d o :

—Ustedes quieren el halcón. Y yo lo tengo.El precio que pido es la entrega de una personaa quien se le puedan achacar los asesi-na tos . En cuan to a missO’Shaughnessy —y su mirada desapa-sionada se detuvo sobre la cara líviday perpleja de la muchacha para lue-go dir igirse hacia Cairo—, si ustedcree que puede desempeñar el papel decabeza de turco, estoy completamente dis-puesto a discutir el asunto con usted.

Brigid se llevó las manos a la gargan-ta, dejó escapar un grito medio ahogadoy se apartó algo más de Spade.

Cairo, estremecida la cara y temblorosoel cuerpo por la excitación, exclamó:

fall guy an easy victim, a scapegoat

rig 1 1 a provide (a sailing ship) with sails, rigging,etc. b prepare ready for sailing. 2 (often foll.by out, up) fit with clothes or other equipment.3 (foll. by up) set up hastily or as a makeshift.4 assemble and adjust the parts of (anaircraft)

manage or conduct fraudulently, endosar instalar, aparejar 1 : to fit out (as a ship) with rigging 2 : CLOTHE, DRESS — usually used with out 3 : to furnish with special gear : EQUIP 4 a : to put in condition or position for use :

ADJUST, ARRANGE <a car rigged for manualcontrol> b : CONSTRUCT <rig up a temporaryshelter>

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“You seem to forget that you are not ina position to insist on anything.”

Spade laughed, a harsh derisivesnort.

Gutman said, in a voice that triedt o m a k e f i r m n e s s i n g r a t i a t i n g :“Come now, gentlemen, let’s keepour discussion on a friendly basis;b u t t h e r e c e r t a i n l y i s ” — h e w a saddressing Spade— “something inwhat Mr. Cairo says. You must takeinto consideration the—”

“Like he l l I mus t . ” Spade f lungh i s words ou t wi th a b ru ta l so r t o fca re l e s sness tha t gave them morewe igh t t han t hey cou ld have go tf r o m d r a m a t i c e m p h a s i s o r f r o mloudness . “ I f y o u k i l l m e , h o w a r ey o u g o i n g t o g e t t h e b i r d ? I f Ik n o w y o u c a n ’t a f f o r d t o k i l l m et i l l y o u h a v e i t , h o w a r e y o ug o i n g t o s c a r e m e i n t o g i v i n g i tt o y o u ? ”

Gutman cocked his head to the leftand considered these questions. Hiseyes twink led be tween puckeredl ids . Present ly he gave his genia lanswer: “Well , s ir, there are othermeans of persuasion besides killingand threatening to kill.”

“ S u r e , ” S p a d e a g r e e d , “ b u tthey’re not much good unless thethrea t of dea th i s behind them tohold the vic t im down. See what Imean? If you try anything I don’tlike I won’t stand for i t . I’l l makeit a matter of your having to call i toff or ki l l me, knowing you can’tafford to kill me.”

“ I s e e w h a t y o u m e a n . ”G u t m a n c h u c k l e d . “ T h a t i s a na t t i t u d e , s i r , t h a t c a l l s f o r t h em o s t d e l i c a t e j u d g m e n t o n b o t hs i d e s , b e c a u s e , a s y o u k n o w, s i r ,m e n a r e l i k e l y t o f o r g e t i n t h eh e a t o f a c t i o n w h e r e t h e i r b e s ti n t e r e s t l i e s a n d l e t t h e i re m o t i o n s c a r r y t h e m a w a y. ”

Spade too was all smiling blandness.“That’s the trick, from my side,” hes a i d , “ t o m a k e m y p l a y s t r o n genough that i t t ies you up, but yetnot make you mad enough to bumpm e o f f a g a i n s t y o u r b e t t e rjudgment.”

Gutman said fondly: “By Cad, sir,you are a character!”

Joel Cairo jumped up from his chairand went around behind the boy andbehind Gutman’s chair. He bent overthe back of Gutman’s cha i r and ,screening his mouth and the fat man’s earwith his empty hand, whispered. Gutmanlistened attentively, shutting his eyes.

S p a d e g r i n n e d a t B r i g i dO ’ S h a u g h n e s s y. H e r l i p s s m i l e d

—Parece usted olvidar que no está us-ted en situación de insistir en nada.

Spade rió con una risotada áspera ydespreciativa.

Gutman, con voz que intentaba ha-cer zalamera su firmeza, dijo:

—Venga, caballeros, mantengamosnuestra discusión en términos amisto-sos; pero hay naturalmente —y ahoraya se dirigía a Spade algo de cierto enlo que dice el señor Cairo. Debe ustedtener en cuenta que...

—Y una mierda debo t ene r encuen ta —Spade so l tó sus pa lab rasc o n u n d e s c u i d o b r u t a l q u e l a sdo tó de mayor fue rza que un én -f a s i s d r a m á t i c o o u n a v o z m á sa l t a—. S i me ma tan , ¿cómo van ac o n s e g u i r e l p á j a r o ? Y s i y o s éque us t edes no pueden a r r i e sga r -se a ma ta rme an tes de consegu i r -lo , ¿cómo pueden asus ta rme pa raque se lo dé?

Gutman dejó caer su cabeza hacia laizquierda y consideró aquellas preguntas.Pestañeó con los párpados fruncidos. Depronto proporcionó su respuesta genial:

—Pues bien, caballero, hay otrosmedios de persuasión además de mataro de amenazar con la muerte.

—Claro —asintió Spade—, pero nosirve de mucho a menos que no tengandetrás la amenaza de muerte para quela víctima se persuada. ¿Comprende loque quiero decir? Si intentan hacer algoque no me gusta, no lo aceptaré. Loconvertiré en un asunto de tómalo omátame, sabiendo que no pueden uste-des arriesgarse a matarme.

—Comprendo lo que quiere decir —dijo Gutman con una risita—. Es unaactitud, caballero, que requiere el jui-cio más equilibrado por ambas partes,porque como ya sabe, caballero, en elcalor de la acción los hombres tiendena olvidar dónde se encuentran sus au-ténticos intereses y a dejarse llevar porlas emociones.

Spade también sonreía con amabilidad.—Por mi parte —dijo— se trata de

eso: de jugar fuerte de modo que lestenga cogidos, pero no tanto que us-tedes se vuelvan locos y me quitende en medio en contra de sus propiosintereses.

Gutman dijo:—¡Por Dios, caballero, que es usted

todo un personaje!

Joel Cairo saltó de su sillón, pasó pordetrás del muchacho y se puso a espal-das de la mecedora de Gutman. Se aga-chó sobre la espalda de Gutman yhaciendo pantalla con su mano libre, ha-bló en un susurro. Gutman le escuchabacon atención, cerrando los ojos.

Spade sonrió a Brigid O’Shaughnessy.Ella le contestó con una sonrisa desma-

—Parece usted olvidar que no se encuen-tra en situación de poder insistir en nada.

Spade se rió despreciativamente conruido áspero.

Y Gutman dijo en un tono que trató depaliar la firmeza con la condescendencia:

—Vamos, vamos, señores, prosigamosla discusión amigablemente. Pero a misterCairo no le falta completamente la razón—dijo, dirigiéndose a Spade— al hablarcomo lo hace. Tiene usted que tener encuenta...

—Tengo, narices. —Y Spade pronun-ció las palabras con una especie de indi-ferencia brutal que les dio mayor peso quesi hubieran sido dichas con énfasis dra-mático o a gritos—. Si me matan ustedes,¿cómo van a echarle la mano encima alpájaro? Y si yo sé que no pueden permi-tirse el lujo de matarme hasta tener el pá-jaro en su poder, ¿me quieren decir cómocreen que me pueden atemorizar para queceda ante sus pretensiones?

Gutman ladeó la cabeza y consideró es-tas preguntas. Brillaron sus ojos por entre lospárpados fruncidos. Y, al cabo, dio la solu-ción en su acostumbrado tono amistoso:

—Verá usted, caballero, existenotros métodos de persuasión, además dematar o amenazar con la muerte.

—Es verdad —asintió Spade—, pero,a no ser que estén respaldados por unaamenaza de muerte, no sirven de grancosa para convencer a la víctima. ¿Com-prende? Si ustedes tratan de hacer algo queno me plazca, me negaré a aceptarlo. Y lespresentaré e l d i lema de renunciara e l lo o matarme, sabiendo que nopueden matarme.

—Comprendo su punto de vista —dijoGutman, riendo entre dientes—. Es unaactitud que exige ser juzgada con muy mi-nucioso cuidado por las dos partes, pues,como bien sabe usted, señor mío, ocurreque los hombres, a veces, en medio delardor de la acción, olvidan lo que real yverdaderamente les conviene y permitenque las emociones los arrastren.

Spade también se deshizo en amables y dulces sonrisas.—En eso consiste el quid de mi estrategia,

en actuar con suficiente firmeza para estorbar-les a ustedes la libertad de movimientos, perosin llegar a enfurecerlos de tal manera que memanden al otro barrio muy en contra de lo queles conviene.

—¡Caramba, señor mío! —dijo Gutman, con ad-miración—. ¡Es usted todo un carácter!

Ca i ro sa l tó de su s i l l a , pasó porde t r á s de l muchacho y se co locóa e spa ldas de Gu tman . Se agachópor enc ima de l a s i l l a de é s t e , y,cubriéndose la boca con la mano libre,cuchicheó algo. Gutman le escuchó aten-tamente con los ojos cerrados.

Spade sonrió a Brigid. Los labios de lamuchacha se entreabrieron y se curvaron en

pucker v.tr. & intr. (often foll. by up) gather orcause to gather into wrinkles, folds, orbulges (puckered her eyebrows; this seamis puckered up). Hacer visajes, torcer,

puckered .wrinkled, fiolded, ceñuda, funcida,surcada de arrugas, en puchero

n. such a wrinkle, bulge, fold, etc. Fruncimien-to,

bland (persons) amable, suave, afable, obsequioso(water) tranquila, serena

‹colors/music›soso;‹food/taste› insípido;

‹statement/reply› anodino;‹smile/manner› insulso

(mild) ‹food› suave

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feebly in response, but there was nochange in her eyes; they did not losetheir numb stare. Spade turned to theboy: “Two to one they’re selling youout, son.”

The boy did not say anything. Atrembling in his knees began to shakethe knees of his trousers.

Spade addressed Gutman: “I hopey o u ’ r e n o t l e t t i n g y o u r s e l f b einfluenced by the guns these pocket-edition desperadoes are waving.”

Gutman opened his eyes . Cairostopped whispering and stood erectbehind the fat man’s chair.

Spade said: “I’ve practiced takingthem away f rom both of them, sothe re ’ l l be no t roub le t he re . Thepunk is—”

I n a v o i c e c h o k e d h o r r i b l yb y e m o t i o n t h e b o y c r i e d ,“ A l l r i g h t ! ” a n d j e r k e dh i s p i s t o l u p i n f r o n t o fh i s c h e s t .

Gutman flung a fat hand out at theboy’s wris t , caught the wris t , andb o r e i t a n d t h e g u n d o w n w h i l eGu tman’s f a t body w a s r i s i n g i nhaste from the rocking chair. JoelCairo scurried around to the boy’sother side and grasped his other arm.They wrestled with the boy, forcinghis arms down, holding them down,while he struggled futi lely againstt h e m . Wo r d s c a m e o u t o f t h estruggling group: fragments of theboy’s incoherent speech— “right ...g o . . . b a s t a r d . . . s m o k e ” —G u t m a n ’s “ N o w, n o w, Wi l m e r ! ”repeated many times; Cairo’s “No,please, don’t” and “Don’t do that ,Wilmer.”

Wo o d e n - f a c e d , d r e a m y - e y e d ,S p a d e g o t u p f r o m t h e s o f a a n dwent over to the group . The boy,u n a b l e t o c o p e w i t h t h e w e i g h ta g a i n s t h i m , h a d s t o p p e dstruggling. Cairo, s t i l l holding theboy’s arm, s tood part ly in front ofh i m , t a l k i n g t o h i m s o o t h i n g l y.Spade pushed Ca i ro a s ide gen t lyand drove his lef t f is t against theboy’s chin. The boy’s head snappedback as f a r a s i t cou ld whi le h i sa r m s w e r e h e l d , a n d t h e n c a m eforward. Gutman began a desperate“ H e r e , w h a t — ? ” S p a d e d r o v eh i s r i g h t f i s t a g a i n s t t h e b o y ’sc h i n .

C a i r o d r o p p e d t h e b o y ’s a r m ,l e t t i n g h i m c o l l a p s e a g a i n s tGutman’s great round belly. Cairosprang at Spade, clawing at his facewith the curved stiff fingers of bothhands. Spade blew his breath out andpushed the Levant ine away. Cairosprang at him again. Tears were inCairo’s eyes and his red lips worked

yada, pero sus ojos no cambiaron: no per-dieron aquella mirada inexpresiva. Spadese volvió hacia el chico:

—Dos a uno a que te están vendien-do, hijo.

El chico no dijo nada. El temblor desus rodillas empezó a traslucirse en lasperneras de los pantalones.

Spade se dirigió a Gutman:—Espero que no se esté dejando in-

fluir por las pistolas de estos desespe-rados de bolsillo.

Gutman abrió los ojos. Cairo dejó desusurrar y se irguió detrás de la mece-dora que ocupaba el gordo.

Spade dijo:— Ya h e p r a c t i c a d o q u i t á r -

s e l a s a l o s d o s , d e m o d o q u ep o r a h í n o h a y p r o b l e m a . E lc h i c o e s . . .

Con voz ahogada horriblemente porla tensión, el chico gritó:

— ¡ D e a c u e r d o ! — y l e -v a n t ó l a p i s t o l a p a r aa p u n t a r l e a l p e c h o .

Gutman d io un manotazo en lamuñeca de l ch ico , se la agarró y laobl igó a ba jar junto con la p is to lamient ras se levantaba apresurada-mente de la mecedora . Joe l Cai ros e c o l o c ó r á p i d a m e n t e a l o t r olado de l ch ico y le su je tó e l o t robrazo . Force jearon, le obl igaron ab a j a r l o s b r a z o s , s u j e t á n d o s e l o smien t ras é l se deba t ía inú t i lmen-te . Del grupo l legaban a lgunas pa-labras : t rozos de pa labras incohe-rentes del chico « . . . derecho. . . fue-ra . . . h i jo de . . . humo», las pa labrasde Gutman repet idas muchas veces«Venga , Wi lmer, venga» y l as deC a i r o « N o , p o r f a v o r , n o h a g a seso , no Wilmer» .

Con ros t ro pét reo y miradasomnolienta, Spade se levantó del sofáy se acercó al grupo. El chico, incapazde luchar con todo aquel peso, se habíaquedado quieto. Cairo, todavía sujetan-do el brazo al chico, estaba casi delan-te de él, y le hablaba tratando de apaci-guarle. Spade le echó a un lado con de-licadeza y dirigió su puño izquierdo ala mandíbula del chico. La cabeza delchico cayó para atrás todo lo que eraposible mientras le sujetaban y luegovolvió hacia adelante. Gutman comen-zó a decir desesperadamente «Eh,oiga...» cuando el puño derecho deSpade cayó otra vez sobre la barbilla delchico.

Cairo le soltó el brazo, dejando queel chico cayera encima de la barriga deGutman. Cairo saltó hacia Spade cla-vándole en la cara los dedos curvadosde ambas manos. Spade soltó aire yapartó al levantino de un empellón .Cairo se le volvió a echar encima: te-nía los ojos llenos de lágrimas y sus la-bios enrojecidos se movían

débil respuesta; pero la expresión de losojos, que conservaron su fijeza inexpresiva,no cambió. Spade se volvió al muchacho.

—Doble contra sencillo a que te estánpreparando algo feo.

El muchacho no dijo ni una palabra,pero el temblor de sus rodillas comenzóa agitar los pantalones.

Spade se dirigió a Gutman:—Espero que no vaya usted a dejarse im-

presionar por las pistolas que no dejan de agitaren el aire estos hampones de vía estrecha.

Gutman abrió los ojos. Cairo dejó de cu-chichearle y quedó erguido detrás de la si-lla del hombre gordo. Spade continuó:

—Ya t engo a lguna p rác t i ca enquitar les la pis tola a los dos, y leaseguro que la cosa no encierra di-f icul tad. El nene es. . .

El muchacho gritó en una voz horri-blemente deformada por la ira:

—¡Ya está bien!Y así diciendo, alzó bruscamente la

pistola a la altura del pecho.

Gutman lanzó una mano carnosa so-bre la muñeca del muchacho, hizo presaen ella y la obligó a bajar con la pistola,mientras su corpachón grasiento se levan-taba apresuradamente de la mecedora.Cairo corrió junto al muchacho y le su-jetó el otro brazo. Ambos lucharon con-tra el chico, obligándole a mantener ba-jos los brazos, sujetándoselos, en tantoque él se debatía inútilmente contra ellos.Del grupo enzarzado en la lucha brota-ban palabras confusas, trozos incoheren-tes de lo que el muchacho decía: «Bien...voy..., hijo de..., humo...» Fragmentos de loque Gutman hablaba: «Venga, venga...,Wilmer», con muy reiteradas repeticiones de«Wilmer»; y vocablos dichos por Cairo: «Porfavor, no... No hagas eso, Wilmer...»

Con expresión helada y ojos soñadores,Spade se levantó del sofá y se acercó al gru-po. El muchacho, incapaz de enfrentarse conel peso que le abrumaba, había dejado yade luchar. Cairo, que aún le sujetaba por unbrazo, estaba medio enfrente de él tratandode calmarle. Spade apartó a Cairoempujándole suavemente, y lanzó el puñoizquierdo contra el mentón del muchacho.La cabeza del chico cayó violentamentehacia atrás todo lo que los huesos permitie-ron, en tanto que sus dos brazos seguían su-jetos, y luego rebotó hacia adelante.

Gutman empezó a decir, desesperadamente:—¡Pero, oiga, qué...!Spade volvió a golpear la barbilla del

muchacho, ahora con el puño derecho.

Cairo soltó el brazo del chico, quese derrumbó contra la enorme panzade Gutman, y se lanzó contra Spade,tratando de arañarle la cara con lasdos manos engarabitadas. Spade re-sopló y apartó al griego de un empe-llón. Cairo volvió a lanzarse contraél. Brillaban lágrimas en sus ojos, ysus labios rojos se movían con furia

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angrily, forming words, but no soundcame from between them.

Spade laughed, grunted, “Jesus,you’re a pip!” and cuffed the side ofCairo’s face w i t h a n o p e n h a n d ,k n o c k i n g h i m o v e r a g a i n s t t h et a b l e . C a i r o r e g a i n e d h i s b a l a n c ea n d s p r a n g a t S p a d e t h e t h i r dt i m e . S p a d e s t o p p e d h i m w i t hb o t h p a l m s h e l d o u t o n l o n gr i g i d a r m s a g a i n s t h i s f a c e .C a i r o , f a i l i n g t o r e a c h S p a d e ’sf a c e w i t h h i s s h o r t e r a r m s ,t h u m p e d S p a d e ’s a r m s .

“Stop i t , ” Spade growled . “ I ’ l lhurt you.”

C a i r o c r i e d , “ O h , y o u b i gcoward!” and backed away from him.

Spade stooped to pick up Cairo’spistol from the floor, and then theboy’s . He s traightened up holdingthem in his heft hand, dangling themupside-down by their trigger-guardsfrom his forefinger.

Gutman had put the boy in therocking chair and stood looking ath i m w i t h t r o u b l e d e y e s i n a nuncer ta in ly puckered face . Cai rowent down on his knees beside thechair and began to chafe one of theboy’s limp hands.

Spade felt the boy’s chin with hisfingers. “Nothing cracked ,” he said.“We’ll spread him on the sofa.” Heput his right arm under the boy’s armand a round h i s back , pu t h i s l e f tforearm under the boy’s knees, liftedhim wi thout apparent e ffor t , andcarried him to the sofa.

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y g o t u pquickly and Spade laid the boy there.With his right hand Spade patted theb o y ’s c l o t h e s , f o u n d h i s s e c o n dpistol, added it to the others in hisleft hand, and turned his back on thesofa. Cairo was already sitting besidethe boy’s head.

Spade clinked the pistols togetherin his hand and smiled cheerfully atGutman. “Well,” he said, “there’s ourfall-guy.”

Gutman’s face was grey and hiseyes were clouded. He did not lookat Spade. He looked at the floor anddid not say anything.

Spade said: “Don’t be a damnedfool again. You let Cairo whisper toyou and you held the k id whi le Ipasted him. You can’t laugh that offand you’re likely to get yourself shottrying to.”

Gutman moved his feet on the rugand said nothing.

Spade said: “And the other side of

desesperadamente, formando palabrasaunque sin producir sonido alguno.

Spade rió, gruñó «Dios, es usted unaalhaja» y le atizó a Cairo una palmadacon la mano abierta en plena cara, ha-ciéndole rodar por encima de la mesa.Cairo volvió a recuperar el equilibrio yse lanzó sobre Spade por tercera vez.Spade lo paró con las dos manos, ex-tendiendo los brazos muy r ígidos.Cairo, al no poder llegar hasta la carade Spade con sus brazos, más cortos,golpeó repetidamente los brazos deSpade.

—Pare —gruñó Spade—. Le voy ahacer daño.

—Cairo gritó: «¡Cobarde, más quecobarde!», y se apartó de él.

Spade se agachó para recoger delsuelo la pistola de Cairo y luego la delchico. Se irguió mientras las sujetabaen la mano izquierda, colgadas del re-vés y sosteniéndolas por la guarda delgatillo con el dedo índice.

Gutman había depositado al chico enla mecedora y se quedó mirándole conojos preocupados en una cara que pare-cía preocupada. Cairo se dejó caer derodillas junto a la mecedora y comenzóa frotar una de las manos inertes delchico.

Spade le tocó la barbilla al chico.—No t iene nada roto —dijo—.

Vamos a tumbarlo en el sofá.—Me-tió el brazo derecho bajo la axila delmuchacho y por la espalda, e l iz-quierdo por debajo de las rodil lasdel chico, lo levantó s in esfuerzoaparente y lo llevó al sofá.

Brigid O’Shaughnessy se levantóapresuradamente y Spade depositó allíal chico. Con la mano derecha, Spaderegistró la ropa del chico, encontró susegunda pistola, la añadió a las que yatenía en la mano [498] izquierda y diola espalda al sofá. Cairo ya se había sen-tado junto a la cabeza del chico.

Spade hizo tintinear las pistolas enla mano y sonrió alegremente a Gutman.

—Bueno —dijo—, pues ahí estánuestro cabeza de turco.

G u t m a n t e n í a e l r o s t r og r i s y l o s o j o s n u b l a d o s . N om i r ó a S p a d e . M i r ó e l s u e l oy n o d i j o n a d a .

Spade dijo:—Ahora no se ponga tonto. Con-

sintió que Cairo se lo dijera al oídoy usted mismo sujetó al chico mien-tras yo le atizaba. De eso no se pue-de reír y, como lo haga, lo mismo lepegan un tiro.

Gutman arrastró los pies sobre la al-fombra sin decir nada. Spade dijo:

— Y a d e m á s , o d i c e q u e s í

formando palabras que no llegaban aser articuladas.

Spade soltó la risa y dijo con un gruñido:— ¡ Q u é a t r o c i d a d ! — y abofeteó

c o n l a m a n o a b i e r t a a C a i r o , q u ef u e a c a e r c o n t r a l a m e s a .

C a i r o r e c o b r ó e l e q u i l i b r i o yvolvió a lanzarse contra Spade portercera vez. Spade le detuvo con lasmanos abier tas y los brazos exten-didos, y como Cairo no podía l le-gar con sus cortos brazos hasta lacara del detect ive, comenzó a apo-rrearle los brazos.

—¡ Estése quieto! —bramó Spade—.¡Que le voy a hacer daño!

—¡Cobarde grandullón! —le gritóCairo, y retrocedió.

Spade se agachó para recoger delsuelo la pistola de Cairo y luego ladel chico. Se enderezó con las dos enla mano izquierda, balanceándolasdel revés con un dedo metido en laguarda de los gatillos.

Gutman había sentado al muchachoen la mecedora y estaba mirándole conojos intranquilos y expresión de dudaen su carota arrugada. Cairo se arro-dilló junto a la mecedora y comenzó adar masaje a una de las muertas ma-nos del muchacho.

Spade le tocó la barbilla al chico y dijo:— N o h a y n a d a r o t o . Va m o s

a t u m b a r l o e n e l s o f á .Metió el brazo derecho por debajo

del chico, le rodeó con él la espalda,y con el antebrazo izquierdo por de-bajo de las rodillas le alzó sin esfuer-zo aparente y le llevó al sofá.

Brigid se levantó apresuradamente delsofá y Spade depositó allí al muchacho. Eldetective palpó rápidamente con la manoderecha las ropas del chico, encontró la se-gunda pistola y la sumó a las dos que con-servaba en la mano izquierda, tras lo cualdio la espalda al sofá. Cairo ya estaba sen-tado junto a la cabeza del chico.

Spade hizo sonar las pistolas entrechocándolasentre sí y sonrió alegremente a Gutman.

— B u e n o , y a t e n e m o s a h í a lc a b e z a d e t u r c o .

Gutman tenía gris la cara, y algo pare-cido a una nube enturbiaba su mirada. Nomiró a Spade. Contemplaba el suelo, sindecir nada.

—No vuelva a cometer ninguna tontería —ledijo Spade—. Permitió que Cairo le cuchichearaal oído y luego sujetó al chico mientras yo leaporreaba. Le va a resultar difícil explicárselo; yes probable que si trata de hacerlo se encuentrecon una bala en el cuerpo.

Gutman movió los pies sobre la al-fombra y calló.

—Y otro detalle —dijo Spade—. O

fall guy an easy victim, a scapegoat

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it is that you’ll either say yes rightnow or I’ll turn the falcon and thewhole God-damned lot of you in.”

G u t m a n r a i s e d h i s h e a d a n dmuttered through his teeth: “I don’tlike that, sir.”

“You won’t like it ,” Spade said.“Well?”

The fat man sighed and made awry face and replied sadly: “You canhave him.”

Spade said: “That’s swell.”

XIX.

The Russian’s Hand

The boy lay on his back on the sofa,a small figure that was—except for itsbreathing—altogether corpselike to theeye. Joel Cairo sat beside the boy,bending over him, rubbing his cheeksand wrists, smoothing his hair backfrom his forehead, whispering to him,and peering anxiously down at hiswhite still face.

Br ig id O’Shaughnessy s tood inan angle made by table and wal l .One of her hands was f la t on thetable, the other to her breast . Shepinched her lower hip between hert e e t h a n d g l a n c e d f u r t i v e l y a tSpade whenever he was not lookingat her. When he looked at her shelooked at Cairo and the boy.

G u t m a n ’ s f a c e h a d l o s t i t st r o u b l e d c a s t a n d w a s b e c o m i n gr o s y a g a i n . H e h a d p u t h i s h a n d si n h i s t r o u s e r s - p o c k e t s . H e s t o o df a c i n g S p a d e . w a t c h i n g h i mw i t h o u t c u r i o s i t y.

S p a d e , i d l y j i n g l i n g h i sh a n d f u l o f p i s t o l s ,n o d d e d a t C a i r o ’ s r o u n d e db a c k a n d a s k e d G u t m a n :“ I t ’ l l be a l l r i gh t w i th h im?”

“ I d o n ’ t k n o w , ” t h e f a tm a n r e p l i e d p l a c i d l y . “ T h a tp a r t w i l l h a v e t o b e s t r i c t l yu p t o y o u , s i r . ”

S p a d e ’ s s m i l e m a d e h i s V-shaped chin more sa l ien t . He sa id :

a h o r a m i s m o o e n t r e g o e lh a l c ó n y a t o d o s u s t e d e s a h o -r a m i s m o .

Gutman levantó la cabeza y murmu-ró entre dientes:

—No me gusta eso, caballero.

— N i l e g u s t a r á — d i j oS p a d e — . ¿ Y ?

E l g o r d o s u s p i r ó , p u s om a l a cara y respondió tristemente:

—Es suyo.

Spade contestó:—Estupendo.

CAPÍTULO XIX

La mano del ruso

El chico yacía de espaldas sobre elsofá, una pequeña figura que, salvo porsu respiración, daba la impresión de serun cadáver. Joel Cairo, sentado junto aél, se inclinaba sobre él, le frotaba lasmejillas y las muñecas, le apartaba elcabello de la frente, le decía cosas ensusurros y observaba con ansiedad sublanca cara inmóvil.

Brigid O’Shaughnessy estaba de pieen el ángulo que formaban la mesa y lapared. Tenía una de las manos apoyadade plano sobre la mesa y la otra en elpecho. Se mordisqueaba el labio infe-rior y lanzaba miradas furtivas a Spadeen cuanto éste dejaba de mirarla: cuan-do Spade la miraba, ella dirigía sus ojoshacia Cairo y el chico.

El rostro de Gutman había perdidosu sombra de preocupación y recobra-ba poco a poco su color. Se había meti-do las manos en los bolsillos de los pan-talones. Estaba de frente a Spade, ob-servándole sin curiosidad alguna.

Spade, tintineando distraídamente sumanojo de pistolas, señaló con un ges-to de cabeza hacia la espalda redondea-da de Cairo y preguntó a Gutman:

—¿Podemos fiarnos de él?

—N o l o s é — r e s p o n d i ó e lg o r d o p l á c i d a m e n t e — . E s a p a r -t e q u e d a a b s o l u t a m e n t e d e s uc u e n t a , c a b a l l e r o .

La sonrisa de Spade alargó la ya sa-liente uve de su barbilla. Dijo:

dice usted que sí ahora mismo o les en-trego a todos a la policía, junto con el hal-cón.

Gutman alzó la cabeza y dijo, hablan-do entre dientes:

—No me gusta eso, caballero.

—No, ya sé que no le gusta. ¿Quédice?

El hombre gordo suspiró, hizo unamueca y respondió , t r i s temente :

—El chico es suyo.

—Magnífico —dijo Spade.

19.

La mano del ruso

El muchacho, figura desmedrada que,excepto por la respiración, parecía un ca-dáver, descansaba de espaldas en el sofá.Cairo se hallaba a su lado, inclinado so-bre él, dándole masaje en las mejillas ymuñecas, alisándole el pelo de la frentehacia atrás, musitándole al oído y obser-vando con ansiedad el rostro blanco e in-móvil.

Brigid permanecía de pie, en un án-gulo formado por la mesa y la pared.Tenía una mano apoyada y abierta so-bre la mesa y la otra en el pecho. Entanto que se mordía el labio inferior,miraba furtivamente a Spade cuandoéste no la miraba; y cuando Spade lohacía, al punto dirigía la mirada ha-cia Cairo y el muchacho.

El rostro de Gutman iba perdien-do la expresión preocupada y volvíapaulatinamente a rosearse. Tenía lasmanos metidas en los bolsil los delpantalón. Estaba de frente a Spade yle miraba sin curiosidad.

Y Spade, haciendo sonar descuidadamentelas pistolas las unas contra las otras al menearla mano, indicó los redondeados lomos de Cairocon un gesto y le preguntó a Gutman:

—¿Y ése no causará dificultades?

—No lo sé —respondió el hombre gor-do, plácidamente—: Ese detalle, señormío, corresponderá por completo a sucompetencia.

La sonrisa de Spade aumentó elprognatismo de su barbilla de forma de V.

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“Ca i ro .”

The Levantine screwed his darka n x i o u s f a c e a r o u n d o v e r h i sshoulder.

Spade said: “Let him rest awhile.We ’ r e g o i n g t o g i v e h i m t o t h epolice. We ought to get the detailsfixed before he comes to.”

Cairo asked bitterly: “Don’t youth ink you’ve done enough to h imwithout that?”

Spade said: “No.”

C a i r o l e f t t h e s o f a a n dw e n t c l o s e t o t h e f a t m a n .“ P l e a s e d o n ’t d o t h i s t h i n g , M r.G u t m a n , ” h e b e g g e d . “ Yo u m u s trealize that—”

Spade in ter rupted h im: “That ’ssettled. The question is, what are yougoing to do about it? Coming in? Orgetting out?”

Though Gutman’s smile was a bits a d , e v e n w i s t f u l i n i t s w a y, h enodded h i s head . “ I don’t l i ke i teither,” he told the Levantine, “butwe can’t he lp ourse lves now. Wereally can’t.”

S p a d e a s k e d : “ W h a t a r e y o udoing, Cairo? In or out?”

C a i r o w e t h i s l i p s a n dt u r n e d s l o w l y t o f a c e S p a d e .“Suppose,” he said, and swallowed.“Have I—? Can I choose?”

“You can ,” Spade a s su red h imseriously, “but you ought to knowthat if the answer is out we’ll giveyou to the po l ice wi th your boy-friend.”

“Oh, come, Mr. Spade,” Gutmanprotested, “that is not—”

“ L i k e h e l l w e ’ l l l e t h i m w a l ko u t o n u s , ” S p a d e s a i d . “ H e ’ l le i the r come in o r he ’ l l go in . Wec a n ’ t h a v e a l o t o f l o o s e e n d sh a n g i n g a r o u n d . ” H e s c o w l e d a tG u t m a n a n d b u r s t o u t i r r i t a b l y :“ Jesus God! i s t h i s t he f i r s t t h ingyou guys eve r s to i c? You’ re a f inel o t o f l o l l i p o p s ! W h a t a r e y o ug o i n g t o d o n e x t — g e t d o w n a n dp r a y ? ” H e d i r e c t e d h i s s c o w l a tCa i ro . “Wel l? Which?”

“ Y o u g i v e m e n o c h o i c e . ”C a i r o ’ s n a r r o w s h o u l d e r sm o v e d i n a h o p e l e s s s h r u g . “ Ic o m e i n . ”

“Good,” Spade said and looked atGutman and at Brigid O’Shaughnessy.“Sit down.”

The g i r l s a t down g inger ly ont h e e n d o f t h e s o f a b y t h e

—Cairo.

E l l e v a n t i n o g i r ó s u o s c u r ac a r a a n s i o s a p o r e n c i m a d e lh o m b r o .

Spade le dijo:—D é j e l e d e s c a n s a r u n r a t o . L e

v a m o s a e n t r e g a r a l a p o l i c í a .Te n e m o s q u e f i j a r l o s d e t a l l e sa n t e s d e q u e v u e l v a e n s í .

Cairo preguntó con amargura:—¿No cree que ya le ha hecho sufi-

ciente daño?

Spade dijo:—No.Cairo abandonó el sofá y se acercó

mucho al gordo.—Por favor, no haga eso, señor

Gutman —suplicó—. Debe darse cuen-ta de que...

Spade le interrumpió:—Eso ya está decidido. La cuestión

es qué va a hacer usted. ¿Se une a no-sotros? ¿O se queda fuera?

A u n q u e l a s o n r i s a d e G u t m a ne r a u n t a n t o t r i s t e , i n c l u s om e l a n c ó l i c a , a s i n t i ó :

—Tampoco me gusta a mí —le dijoal levantino—, pero ya no podemos ha-cer nada. Realmente no podemos.

Spade preguntó:—¿Qué hace usted, Cairo: se une o

se queda fuera?

Cairo se humedeció los labios y giró len-tamente el rostro para encararse con Spade.

—Imagínese —dijo, y tragó saliva—. ¿Tengo...? ¿Puedo elegir?

—Puede —le aseguró Spade con se-riedad—, pero debería saber que si larespuesta es «fuera», también le entre-garemos a la policía junto con su ami-guito.

—Oh, venga, señor Spade —protes-tó Gutman—, eso no es...

—Y una mierda le vamos a dejar quese salga con la suya —dijo Spade—. Ose une a nosotros o se une a él. No po-demos dejar un montón de cabos sueltospor ahí —frunció el ceño mirando aGutman y estalló, irritado—: ¡Dios mío!¿Pero es que es esta la primera cosa quehan robado en su vida? Pues sí que es-tán ustedes hechos unos soplagaitas. Yahora, ¿qué van a hacer? ¿Ponerse a re-zar de rodillas? —dirigió su mirada ce-ñuda a Cairo— ¿Y? ¿Qué decide?

—No me deja salida —los hombrosest rechos de Cairo se encogierondesesperanzadamente—. Me uno a us-tedes.

— B i e n — d i j o S p a d e , ym i r ó a G u t m a n y a B r i g i d —. Siéntense.

La chica se sentó cautelosamente enun extremo del sofá, a los pies del chi-

—Cairo —dijo.

El griego volvió lentamente la cara an-gustiada para mirar por encima del hom-bro.

—Déjele descansar un rato —dijoSpade—. Se lo vamos a entregar a la po-licía. Conviene concretar los detalles an-tes de que vuelva en sí.

—¿No cree usted que ya le ha hechobastante, sin sumar ahora eso? —pregun-tó Cairo, amargamente.

—No —dijo Spade.

Cairo dejó el sofá y se acercó al hom-bre gordo.

—No haga eso, por favor, misterGutman —suplicó—. Tiene usted que dar-se cuenta de que...

Spade le interrumpió:—Está ya decidido. Ahora la cuestión es

saber qué va a hacer usted. ¿Va a seguir me-tido en el asunto o prefiere salirse de él?

Aunque la sonrisa de Gutman fue algo tris-te, e incluso melancólica a su manera, asintiócon un gesto. Dijo, dirigiéndose a Cairo:

— T a m p o c o a m í m e g u s t a .P e r o n o p o d e m o s e v i t a r l o .D e v e r a s q u e n o p o d e m o s .

—Bueno, qué, Cairo —preguntóSpade—. ¿Dentro o fuera?

Cairo se humedeció los labios y se vol-vió lentamente hacia él:

—Suponga... —comenzó a decir, tragó saliva yañadió—: ¿Tengo alguna...? ¿Me cabe elegir?

— P u e d e e l e g i r — l e a s e g u r óSpade, gravemente—. Pero debe sa-ber que si la respuesta es fuera, leentregaremos a la policía junto consu amiguito.

—Vamos, vamos, mister Spade —pro-testó Gutman—, eso no es lo que...

—¿Cree usted que vamos a permitirque nos deje? —dijo Spade—. Ni hablarde eso. O está con nosotros o irá a la cár-cel. No podemos dejar cabos sueltos portodas partes. —Miró ferozmente aGutman y estalló irritado—: ¡SantoCristo! ¿Es la primera vez que hanrobado en su vida? ¡Qué hatajo dedamiselas! Y ahora, ¿qué van a ha-cer? ¿Ponerse a rezar de rodillas? —Y dirigiéndose a Cairo—: Bueno, qué,¿dentro o fuera?

—No tengo opción —respondió, su-biendo los hombrosdesesperanzadamente—. Estoy con uste-des.

— M u y b i e n . — Y m i r a n d o aG u t m a n y a B r i g i d , d i j o — :S i é n t e n s e .

La muchacha se sentó modosamente ycon cuidado en el sofá, junto a los pies del

X

gingerly con cautela

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u n c o n s c i o u s b o y ’s f e e t . G u t m a nr e t u r n e d t o t h e p a d d e d r o c k i n gcha i r, and Ca i ro to the a rmcha i r .S p a d e p u t h i s h a n d f u l o f p i s t o l son the t ab le and sa t on the t ab le -co rne r bes ide them. He looked a tt he wa t ch on h i s wr i s t and s a id:“Two o’clock. I can’t get the falcont i l l d a y l i g h t , o r m a y b e e i g h to’clock. We’ve got plenty of t imeto arrange everything.”

G u t m a n c l e a r e d h i s t h r o a t .“Where i s i t?” he asked and thenadded in haste: “I don’t really care,sir. What I had in mind was that itwould be best for all concerned if wedid not get out of each other ’s sightu n t i l o u r b u s i n e s s h a s b e e ntransacted.” He looked at the sofaand at Spade again, sharply. “Youhave the envelope?”

Spade shook his head, looking atthe so fa and then a t the g i r l . Hes m i l e d w i t h h i s e y e s a n d s a i d :“Miss O’Shaughnessy has it.”

“Yes, I have it ,” she murmured,put t ing a hand inside her coat . “Ipicked it up

“That’s all right,” Spade told her.“ H a n g o n t o i t . ” H e a d d r e s s e dGutman : “We won’t have to loseSight of each other. I can have thefalcon brought here.”

“That will be excellent,” Gutmanpurred. “Then, sir, in exchange forthe ten thousand dollars and Wilmeryou will give us the falcon and anhour or two of grace—so we won’tbe in the ci ty when you surrenderhim to the authorities.”

“You don’t have to duck,” Spadesaid. “It’ll be air-tight .”

“ T h a t m a y b e , s i r , b u tneve r the le s s we’ l l f ee l s a fe r we l lo u t o f t h e c i t y w h e n Wi l m e r i sbe ing ques t ioned by your Di s t r i c tA t to rney. ”

“Suit yourself,” Spade replied. “Ican hold him here all day if you want.”He began to roll a cigarette. “Let’s getthe details fixed. Why did he shootThursby? And why and where and howdid he shoot Jacobi?”

G u t m a n s m i l e d i n d u l g e n t l y,shaking his head and purring: “Nowcome , s i r, you can ’t expec t t ha t .We ’ v e g i v e n y o u t h e m o n e y a n dWi l m e r. T h a t i s o u r p a r t o f t h eagreement.”

“I do expect it ,” Spade said. Heheld his lighter to his cigarette. “Afall-guy is what I asked for, and he’snot a fall-guy unless he’s a cinch totake the fall. Well, to cinch that I’vegot to know what’s what.” He pulledhis brows together. “What are you

co que estaba inconsciente. Gutmanvolvió a la mecedora almohadillada yCairo al sillón. Spade depositó su pu-ñado de pistolas sobre la mesa y se sen-tó en la esquina de ésta, con las piernasabiertas abarcando las pistolas. Miró sureloj de pulsera y dijo:

—Las dos. No puedo recoger elha lcón has ta que se haga de d ía ,quizá hasta las ocho. Tenemos mu-cho t iempo para organizarlo todo.

Gutman carraspeó.—¿Dónde está? —preguntó, y aña-

dió apresuradamente—: La verdad esque no me importa, caballero. Lo quetenía en mente es que, para bien de to-dos los interesados, quizá no debamosperdernos de vista unos a otros hastaque hayamos concluido el negocio —miró el sofá y luego a Spade, brusca-mente—: ¿Tiene usted el sobre?

Spade negó con la cabeza, mirandoel sofá y luego a la chica. Le dirigió unasonrisa con los ojos y luego dijo:

—Lo tiene la señorita O’Shaughnessy.

—Sí, yo lo tengo —murmuró ella,metiéndose una mano en el abrigo—. Lorecogí y me...

—Está bien —le dijo Spade—, no losueltes —se dirigió a Gutman—. No te-nemos por qué perdernos de vista unosa otros. Puedo hacer que me traigan elhalcón aquí.

—Eso es excelente —ronroneóGutman—. Entonces, caballero, a cam-bio de los diez mil dólares y de Wilmerusted nos proporcionará el halcón y unao dos horas de margen... para que noestemos ya en la ciudad cuando ustedlo entregue a las autoridades.

—No tiene usted que largarse —dijoSpade—. Será una coartada segura.

—Puede ser, caballero, pero contodo, nosotros nos sentiríamos muchomás seguros bien lejos de la ciudadmientras su fiscal de distrito interrogaa Wilmer.

—Como le plazca —replicó Spade—. Puedo tenerlo aquí metido todo el día,si quiere —comenzó a liar un cigarri-llo—. Vamos a fijar los detalles. ¿Porqué mató a Thursby? ¿Y por qué, cómoy cuándo disparó contra Jacobi?

Gutman sonrió indulgente, mientrasmeneaba la cabeza y ronroneaba:

—Venga, caballero, no puede espe-rar que le digamos todo eso. Ya le he-mos entregado el dinero y a Wilmer. Esaes nuestra parte del trato.

—Pues claro que lo espero —dijoSpade. Prendió su pitillo—. Lo que yopedí fue un cabeza de turco y ése no esun cabeza de turco a menos que poda-mos colgarle el muerto. Pues bien, paracolgárselo, tengo que saberlo todo —frunció el entrecejo—. ¿De qué se que-

muchacho inconsciente. Gutman volvió ala mecedora tapizada, y Cairo al sillón.

S p a d e d e j ó e n l a m e s a e l p u -ñ a d o d e p i s t o l a s y s e s e n t ój u n t o a e l l a s , s o b r e l a e s q u i n ad e l a m e s a . M i r ó s u r e l o j d ep u l s e r a y d i j o :

—Las dos. No puedo hacerme conel halcón hasta que amanezca, o talvez hasta las ocho. Tenemos tiemposobrado para concretarlo todo.

Gutman carraspeó y preguntó que en dónde es-taba el halcón, a lo que añadió precipitadamente:

—No es que me importe verdade-ramente, señor. Lo que en realidad es-taba pensando es que lo más conve-niente para todos sería que no nos per-diéramos de vista hasta después de ha-ber concluido nuestro negocio.

Miró hacia el sofá, y luego, fijamente, a Spade:—¿Tiene usted el sobre?

Spade negó con la cabeza, y miró alsofá y luego a Brigid. Sonrió con la mira-da y respondió:

—Lo tiene miss O’Shaughnessy.

—Sí, aquí está —murmuró ella, me-tiéndose una mano debajo del abrigo—.Lo cogí cuando...

—Está bien —le dijo Spade—. Qué-date con él. —Y dirigiéndose a Gutman,añadió—: No será preciso que ninguno denosotros se ausente. Yo puedo hacer queme traigan el halcón aquí.

—Excelente —ronroneó Gutman—.Veamos, entonces. A cambio de los diezmil dólares y de Wilmer, usted nos entre-gará el halcón y nos dará una. o dos ho-ras, con objeto de que hayamos salido dela ciudad cuando usted entregue a Wilmera las autoridades.

— N o n e c e s i t a r á n e s c a p a r .No habrá peligro alguno.

—Bien puede ser así, señor. Pero, noobstante, cuando Wilmer sea interrogadopor ese fiscal de que nos ha hablado us-ted, nos sentiríamos más seguros fuera dela ciudad.

—Como quieran —respondió Spade—. Si lo desean puedo quedarme con él aquítodo el día. —Comenzó a liar un cigarri-llo—. Vamos a concretar todos los deta-lles. ¿Por qué mató Wilmer a Thursby?¿Y por qué, dónde y cómo mató a Jacobi?

Gutman sonrió indulgentemente, me-neó la cabeza y ronroneó:

—Vamos, vamos, señor mío. No pue-de usted esperar tal cosa de nosotros. Lehemos dado el dinero y a Wilmer. Eso eslo que convinimos.

—Sí puedo esperarla —dijo Spade,aplicando la llama del encendedor al ci-g a r r i l l o — . L o q u e y o l e s h ep e d i d o e s u n c u l p a b l e a q u i e natribuir l o s asesinatos. Mal culpable será si no pue-do demostrar su culpa. Y para hacerlo necesito conocerlos detalles. —Arrugó el entrecejo y preguntó—:

fall guy an easy victim, a scapegoat

grace y gracia se refieren a don, favor deDios / dios,buena voluntad, garbo, donaire, pero los dos tér-minos tienen otras denotaciones: grace significafinura / elegancia, esbeltez, cortesía, perdón, cua-lidad, armonía, bendición [de la mesa], plazo, de-mora [en pagos]; en Inglaterra se usa Your Gracecomo tratamiento para Su Alteza, Su Excelencia.Por otro lado, gracia se usa para charm, pardon /clemency [indulto], graciousness, name, joke /prank [broma], wit / sense of humor, point, y elplural gracias traduce thanks. To grace se refierea honrar, distinguir [con títulos], adornar, y gracefulse usa para lleno de gracia, con mucho garbo, ele-gante, digno [retiro]. Gracefully es común para condignidad, con garbo.

To be funny = tener gracia. To say grace = bendecir la mesa. To fall from grace = caer en desgracia.

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bellyaching about? You’re not goingto be sitting so damned pretty if youleave him with an out.”

G u t m a n l e a n e d f o r w a r da n d w a g g e d a f a t f i n g e r a tt h e p i s t o l s o n t h e t a b l eb e s i d e S p a d e ’ s l e g s .“ T h e r e ’s a m p l e e v i d e n c e o f h i sguil t , s i r. Both men were shot withthose weapons. I t ’s a very s implemat te r for the pol ice-depar tment -e x p e r t s t o d e t e r m i n e t h a t t h eb u l l e t s t h a t k i l l e d t h e m e n w e r ef i r e d f r o m t h o s e w e a p o n s . Yo uk n o w t h a t ; y o u ’ v e m e n t i o n e d i tyourself . And that , i t seems to me,is ample proof of his gui l t .”

“Maybe,” Spade agreed, “but thething’s snore complicated than thatand I’ve got to know what happenedso I can be sure the parts that won’tfit in are covered up.”

Cairo’s eyes were round and hot.“Apparent ly you’ve forgotten thatyou assured us i t would be a verysimple affair,” Cairo said. He turnedh is exc i t ed dark face to Gutman .“You see! I advised you not to dothis. I don’t think—”

“It doesn’t make a damned bit ofdifference what either of you think,”Spade said bluntly. “It’s too late forthat now and you’re in too deep. Whydid he kill Thursby?”

Gutman interlaced his fingers over hisbelly and rocked his chair. His voice,like his smile, was frankly rueful .“You a re an uncomm o n l y d i f f i c u l tp e r s o n t o g e t t h e b e s t o f , ” h es a i d . “ I b e g i n t o t h i n k t h a t w em a d e a m i s t a k e i n n o t l e t t i n g y o ua l o n e f r o m t h e v e r y f i r s t . B yG a d , I d o , s i r ! ”

Spade moved his hand carelessly.“You haven’t done so bad. You’restaying out of jail and you’re gettingthe falcon. What do you want?” Heput his cigarette in a corner of hismouth and said around it: “An howyou know where you stand now. Whydid he kill Thursby?”

G u t m a n s t o p p e d r o c k i n g .“ T h u r s b y w a s a n o t o r i o u s k i l l e ra n d M i s s O ’ S h a u g h n e s s y ’ sa l l y . We k n e w t h a t r e m o v i n gh i m i n j u s t t h a t m a n n e r w o u l dm a k e h e r s t o p a n d t h i n k t h a tp e r h a p s i t w o u l d b e b e s t t op a t c h u p h e r d i f f e r e n c e swith us after all , besides leaving herwithout so violent a p r o t e c t o r . Yo us e e , s i r , I a m b e i n gc a n d i d w i t h y o u ? ”

“Yes. Keep it up. You didn’t thinkhe might have the falcon?”

Gutman shook his head so that hisround checks wobbled. “We d i d n ’t

ja ahora? Como deje a éste con una sa-lida, usted no podrá sentarse luego tantranquilo.

Gutman se echó hacia adelante ymeneando un grueso dedo señaló laspistolas que reposaban sobre la mesa,entre las piernas de Spade.

—Ahí tiene abundantes pruebas de suculpabilidad, caballero. Esos dos hom-bres fueron asesinados con esas pistolas.Para los expertos de la policía es unasunto bien sencillo determinar que lasbalas que mataron a esos dos hombresfueron disparadas por esas armas. Us-ted lo sabe, usted mismo lo ha mencio-nado. Y eso, me parece a mí, son abun-dantes pruebas de su culpabilidad.

—Puede ser —asintió Spade—, perolas cosas son algo más complicadas ytengo que saber qué ocurrió para ase-gurarme de que las partes que no casenpuedan quedar cubiertas.

Los ojos de Cairo estaban redondos de ira.—Parece ser que ha olvidado que nos

aseguró que esto sería un asunto muysencillo —dijo Cairo. Volvió su rostroexcitado para mirar a Gutman—. ¡Ya love! Le advertí que no lo hiciera. No creoque...

—No importa un carajo lo que pien-sen o dejen de pensar —dijo Spade bru-talmente—. Ya es demasiado tarde paraeso y ustedes están metidos a fondo.¿Por qué mató a Thursby?

Gutman entrelazó los dedos sobre supanza y meció su silla. Su voz, así comosu sonrisa, eran francamente lastimosas.

—Es usted una persona con la quees dificilísimo ponerse de acuerdo —dijo—. Empiezo a creer que cometí unerror a l no dejar le solo desde e lmismísimo principio. ¡Ya lo creo, porDios!

Spade movió la mano descuidadamente.—No lo ha hecho tan mal. No va a ir

a la cárcel y va a conseguir el halcón.¿Qué más quiere? —se colocó el ciga-rrillo en la comisura y dijo nada másque entreabriendo la boca—: En cual-quier caso, ya saben de qué va esteasunto. ¿Por qué mató a Thursby?

Gutman dejó de mecerse.—Thursby era un pistolero cono-

c i d o y a l i a d o d e l a s e ñ o r i t a O ’Shaughnessy. Nosotros sabíamos que,l iquidándolo de ese modo, conse-guiríamos detenerla a ella y hacerlecreer que, después de todo, lo mejorpara ella sería limar sus diferenciascon nosotros, aparte de dejarla sin tanviolento protector. Como ve, caballe-ro, no puede decir que no le esté sien-do franco.

—Sí. Siga. ¿No creyeron que él tu-viera el halcón?

Gutman meneó la cabeza de modoque sus grasas retemblaron.

¿Se puede saber cuál es la objeción? Ni siquieraustedes estarían a salvo si le dejaran oportuni-dad de defenderse.

Gutman se inclinó hacia delante,movió un dedo seboso en dirección de laspistolas que había en la mesa entre laspiernas de Spade y dijo:

—Hay pruebas sobradas de su cul-pabilidad, señor mío. Los dos hom-bres fueron asesinados con esas ar-mas. Para los peritos de la Jefatura dePolicía resultará muy sencillo deter-minar que las balas que mataron a loshombres fueron disparadas por esasarmas. Usted lo sabe. Usted mismo loha dicho. Y eso, en mi opinión, es so-brada prueba de su culpabilidad.

—Puede ser —asintió Spade—. Perola cosa es algo más complicada, y yo ne-cesito saber qué ocurrió para estar segu-ro de que no surgirá pega en torno a losdetalles que no encajen.

Los ojos de Cairo ardían, muy redondos. Dijo:—Parece usted haber olvidado que nos

aseguró que todo sería muy sencillo. —Yvolviendo el excitado rostro cetrino ha-cia Gutman, continuó—: ¿Lo ve usted?¿No le dije que no lo hiciera? No creoque...

—Nada importa lo que ustedes pien-sen —dijo Spade, bruscamente—. Ya esdemasiado tarde para creer y pensar, y yaestán los dos demasiado comprometidos.¿Por qué mató a Thursby?

Gutman puso las manos cruzadas sobre la panza y secolumpió en la mecedora. Cuando habló, el tono de su voz,y también su sonrisa, fueron decididamente lastimeras.

—Es usted una persona de la cual re-sulta extremadamente difícil lograr venta-ja alguna. Estoy empezando a pensar quecometimos un error al no mantenernos ale-jados de usted desde el principio. Le ase-guro que sí, señor mío.

Spade hizo con la mano un ademán de indiferencia.—Pues no ha salido usted mal librado. No

va a dar con los huesos en la cárcel y va aconseguir el halcón. ¿Qué más quiere? —Sepuso el cigarrillo en una esquina de la boca ydejó que las palabras escaparan por el resqui-cio—: Y en cualquier caso, sabe a qué atener-se. ¿Por qué mató Wilmer a Thursby?

Gutman dejó de mecerse.—Thursby era un asesino notorio y es-

taba aliado con miss O’Shaughnessy. Sa-bíamos que, al eliminarle, haríamos re-capacitar a miss O’Shaughnessy y con-vencerla de que, a fin de cuentas, quizále resultaría más ventajoso suavizar lasdiscrepancias que existían entre ella ynosotros, aparte de que al mismo tiempola privábamos de un protector no pocopeligroso. ¿Comprende usted? No diráusted que no estoy siéndole franco.

—Sí. Continúen siéndolo. ¿Creían us-tedes que Thursby tenía el halcón?

Gutman meneó la cabeza de un lado aotro, y sus redondos mofletes se agitaron.

candid franco, sincero, honesto, abierto, jus-to, imparcial: she’s been very candid aboutthe difficulties, ha sido muy honesta al expo-ner las dificultades

candid camera cámara indiscreta

ruefully 1. causing sorrow or pity; pitiable; deplora-ble: a rueful plight. 2. feeling, showing, orexpressing sorrow or pity; mournful; doleful: therueful look on her face.

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t h i n k t h a t f o r a m i n u t e , ” h er e p l i e d . H e s m i l e d b e n e v o l e n t l y.“ W e h a d t h e a d v a n t a g e o fk n o w i n g M i s s O ’ S h a u g h n e s s y f a rt o o w e l l f o r t h a t a n d , w h i l e w ed i d n ’ t k n o w t h e n t h a t s h e h a dg i v e n t h e f a l c o n t o C a p t a i nJacob i i n Hongkong t o be b rough to v e r o n t h e P a l o m a w h i l e t h e yt o o k a f a s t e r b o a t , s t i l l w e d i d n ’ tf o r a m i n u t e t h i n k t h a t , i f o n l yo n e o f t h e m k n e w w h e r e i t w a s ,T h u r s b y w a s t h e o n e . ”

Spade nodded thoughtful ly andasked: “You didn’t try to make a dealwith him before you gave him theworks?”

“ Ye s , s i r , w e c e r t a i n l y d i d . It a l k e d t o h i m m y s e l f t h a t n i g h t .Wilmer had located him two daysbefore and had been trying to followhim to wherever he was meeting MissO’Shaughnessy, but Thursby was toocrafty for that even if he didn’t knowhe was being watched. So that nightWilmer went to his hotel, learned hewasn’t in, and waited outside for him.I suppose Thursby re tu rnedimmediately after killing your partner.Be that as it may, Wilmer brought himto see me. We could do nothing withhim. He was quite determinedly loyalto Miss O’Shaughnessy. Well , s i r,Wilmer followed him back to his hoteland did what he did.”

S p a d e t h o u g h t f o r a m o m e n t .“That sounds all right. Now Jacobi.”

G u t m a n l o o k e d a t S p a d e w i t hg r a v e e y e s a n d s a i d : “ C a p t a i nJacob i ’s dea th was en t i r e ly Mis sO’Shaughnessy’s fault.”

The girl gasped , “Oh!” and put ahand to her mouth.

S p a d e ’s v o i c e w a s h e a v y a n deven. “Never mind that now. Tell mewhat happened.”

Af te r a shrewd hook a t Spade ,Gutman smi led . “Jus t as you say,sir,” he said. “Well , Cairo, as youknow, got in touch with me—I sentf o r h i m — a f t e r h e l e f t p o l i c eh e a d q u a r t e r s t h e n i g h t — o rm o r n i n g — h e w a s u p h e r e . Werecognized the mutual advantage ofp o o l i n g f o r ce s . ” He d i r ec t ed h i ssmile at the Levantine. “Mr. Cairo isa man of nice judgment. The Palomawas his thought. He saw the noticeo f i t s a r r i v a l i n t h e p a p e r s t h a tmorning and remembered that he hadheard in Hongkong that Jacobi andMiss O’Shaughnessy had been seentogether. That was when he had beent r y i n g t o f i n d h e r t h e r e , a n d h ethought at first that she had left onthe Paloma , though later he learnedthat she hadn’t. Well, sir, when hesaw the notice of arrival in the paperhe guessed just what had happened:

—No lo creímos ni siquiera un mi-nuto —replicó. Luego sonrió con bene-volencia—. Teníamos la ventaja de co-nocer a la señorita O’Shaughnessy de-masiado bien como para creernos eso,y aunque no sabíamos que ella le habíadado el halcón al capitán Jacobi paraque lo trajera desde Hong Kong en LaPaloma mientras ellos venían en un bar-co más rápido, no creímos ni por un ins-tante que, de ser alguno de ellos el quesupiera dónde estaba el halcón, fueraprecisamente Thursby.

Spade asintió pensativo y preguntó:— ¿ N o i n t e n t a r o n h a c e r u n

t r a t o c o n é l a n t e s d e d a r l e e lp a s a p o r t e ?

—Sí, caballero, desde luego que sí.Yo mismo hablé con él esa noche.Wilmer le había localizado dos días an-tes y había intentado seguirle para sa-ber dónde se reunía con la señoritaO’Shaughnessy, pero Thursby era de-masiado hábil incluso sin saber que leestaban observando. De modo que aque-lla noche Wilmer fue a su hotel, le dije-ron que no estaba y le esperó fuera. Su-pongo que Thursby regresó inmediata-mente después de matar a su socio. Seacomo fuere, Wilmer le trajo a verme. Nopudimos sacar nada en limpio. Era re-suel tamente lea l a la señor i taO’Shaughnessy. Pues bien, caballero,Wilmer le siguió de regreso a su hotel ehizo lo que hizo.

Spade reflexionó un momento.—Eso parece encajar. Y ahora, Jacobi.

Gutman miró a Spade con ojos graves y dijo:—La muerte del capitán Jacobi co-

rresponde por entero a la señori taO’Shaughnessy.

La chica soltó un «¡Oh!» y se llevóla mano a la boca.

La voz de Spade era pesada e imparcial.—De eso no se preocupe ahora. Cuén-

teme lo que ocurrió.

Después de dirigirle una mirada as-tuta, Gutman sonrió.

—Como usted diga, caballero —dijo—. Pues bien, Cairo, como usted sabe,se puso en contacto conmigo, ya que yolo había hecho llamar, después de habersalido de la comisaría aquella noche... omás bien mañana. Ambos estuvimos deacuerdo en la conveniencia de unir nues-tras fuerzas —su sonrisa iba dedicada allevantino—. El señor Cairo es un hom-bre de fino juicio. Lo de La Paloma fueidea suya. Vio el aviso de su llegada enlos periódicos de ese día y se acordó dehaber oído en Honk Kong que a Jacobi ya la señorita O’Shaughnessy les habíanvisto juntos. Eso fue cuando él mismoestaba intentando localizarla allí, cre-yendo al principio que ése era el barcoque habría tomado, aunque luego averi-guó que no. Pues bien, caballero, cuandovio el aviso de la llegada de La Palomaadivinó exactamente lo que había ocurri-

Después sonrió benévolamente:—Ni por un momento pensamos tal

cosa. Teníamos la ventaja de conocer lo su-ficientemente bien a miss O’Shaughnessycomo para que no se nos ocurriera tal cosa;y aunque no sabíamos que ella había en-tregado el halcón al capitán Jacobi en HongKong para que lo trajera a bordo del “LaPaloma”, mientras ellos venían en un bu-que más rápido, en ningún momento pen-samos que, en el caso de que sólo uno delos dos supiera en dónde estaba el pájaro,ese uno pudiera ser Thursby.

Spade asintió pensativamente y preguntó:—¿No trataron ustedes de llegar a

un acuerdo con él antes de quitarlede en medio?

—Sí, sí; desde luego, mister Spade. Yomismo hablé con él aquella noche. Wilmerle había localizado dos días antes y habíaestado tratando de seguirle hasta el lugaren que se reunía con miss O’Shaughnessy;pero Thursby era demasiado cauto comopara permitirlo, incluso sin saber que leestaban siguiendo. En vista de eso,Wilmer fue a su hotel aquella noche, supoque Thursby había salido y entonces leaguardó a la entrada del hotel. Supongoque Thursby regresó inmediatamente des-pués de matar al socio de usted. Sea comofuere, Wilmer le trajo para que hablaraconmigo. No conseguimos nada. Demos-tró una lealtad inquebrantable a missO’Shaughnessy. Entonces, señor, Wilmerle siguió hasta el hotel e hizo lo que hizo.

Spade reflexionó un momento y dijo:—Eso suena bien. ¿Y Jacobi?

Gutman miró a Spade con ojos graves y dijo:— D e l a m u e r t e d e l c a p i t á n

J a c o b i t u v o t o d a l a c u l p a m i s sO’Shaughnes sy.

Brigid dejó escapar un «¡oh!» y se lle-vó una mano a la boca.

Spade habló en tono denso y llano:—Dejemos eso ahora. Dígame lo que

ocurrió.

Tras lanzar una sagaz mirada a Spade,Gutman sonrió:

—Como usted guste. Bien. Como us-ted sabe, Cairo se puso al habla conmi-go, pues yo le mandé buscar después deabandonar la Jefatura de Policía aquellanoche, o aquella mañana, el día que es-tuvo aquí. Reconocimos los dos que nosresultaría ventajoso unir nuestras fuer-zas. —Sonrió hacia el balcánico y siguiódiciendo—: Mister Cairo es hombre demuy claro juicio. Lo de “La Paloma” sele ocurrió a él. Leyó en el periódico quehabía atracado y recordó haber oído enHong Kong que Jacobi había sido vistoen compañía de miss O’Shaughnessy.Esto ocurrió cuando Cairo trató de en-contrarla en Hong Kong, al principiopensó que la chica había embarcado enel “La Paloma”, aunque luego se enteróde que no lo había hecho. Pues bien, cuan-do leyó en el periódico la noticia de laarribada del buque, adivinó exactamente

gasp jadear, dar un grito ahogado

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she had given the bird to Jacobi tobr ing here for her. Jacobi did notknow what it was, of course. MissO’Shaugh n e s s y i s t o o d i s c r e e tf o r t h a t . ”

H e b e a m e d a t t h e g i r l , r o c k e dh i s c h a i r t w i c e , a n d w e n t o n :“ M r. C a i r o and Wilmer and I wentto call on Captain Jacobi and werefo r tuna t e enough to a r r i ve wh i l eMiss O’Shaughnessy was there. Inm a n y w a y s i t w a s a d i f f i c u l tconference, but finally, by midnightw e h a d p e r s u a d e d M i s sO’Shaughnessy to come to terms, orso we thought. We then left the boatand set out for my hotel , where Iwas to pay Miss O’Shaughnessy andreceive the bird. Well, sir, we meremen should have known better thant o s u p p o s e o u r s e l v e s c a p a b l e o fcoping with her. En route , she andC a p t a i n J a c o b i a n d t h e f a l c o ns l i p p e d c o m p l e t e l y t h r o u g h o u rf ingers .” He laughed merri ly. “ByGad, sir, i t was neatly done.”

S p a d e l o o k e d a t t h eg i r l . H e r e y e s , l a r g e a n dd a r k w i t h p l e a d i n g , m e th i s . H e a s k e d G u t m a n :“ Y o u t o u c h e d o f f t h e b o a tb e f o r e y o u l e f t ? ”

“Not in tent ional ly, no , s i r ,” thefa t man repl ied , “ though I dare sayw e — o r Wi l m e r a t l e a s t — w e r er e s p o n s i b l e f o r t h e f i r e . H e h a dbeen out t ry ing to f ind the fa lconwhi le the res t o f us were ta lk ingi n t h e c a b i n a n d n o d o u b t w a scare less wi th matches .”

“ T h a t ’s f i n e , ” S p a d e s a i d . “ I fa n y s l i p - u p m a k e s i t n e c e s s a r yf o r u s t o t r y h i m f o r J a c o b i ’sm u r d e r w e c a n a l s o h a n g a na r s o n - r a p o n h i m . A l l r i g h t . N o wa b o u t t h e s h o o t i n g . ”

“ We l l , s i r , w e d a s h e d a r o u n dt o w n a l l d a y t r y i n g t o f i n dt h e m a n d w e f o u n d t h e m l a t et h i s a f t e r n o o n . We w e r e n ’ t s u r ea t f i r s t t h a t w e ’ d f o u n d t h e m .A l l w e w e r e s u r e o f w a s t h a tw e ’ d f o u n d M i s sO ’ S h a u g h n e s s y ’ s a p a r t m e n t .B u t w h e n w e l i s t e n e d a t t h ed o o r w e h e a r d t h e m m o v i n ga r o u n d i n s i d e , s o w e w e r ep r e t t y c o n f i d e n t w e h a d t h e ma n d r a n g t h e b e l l . W h e n s h ea s k e d u s w h o w e w e r e a n d w et o l d h e r — t h r o u g h t h e d o o r — w eh e a r d a w i n d o w g o i n g u p .

“We knew wha t tha t mean t , o fcourse; so Wilmer hurried downstairsas fast as he could and around to therear of the building to cover the fire-escape. And when he turned into thealley he ran right plumb smack intoCaptain Jacobi running away withthe falcon under his arm. That was a

do: que ella le había dado el pájaro aJacobi para que se lo trajera aquí. Jacobi,naturalmente, no sabía de qué se trataba.La señorta O’Shaughnessy es demasiadodiscreta como para eso.

Rebosante de satisfacción sonrió a la chi-ca, se meció un par de veces y prosiguió:

—El señor Cairo, Wilmer y yo fuimosa ver al capitán Jacobi y tuvimos la fortu-na de llegar estando allí la señoritaO’Shaughnessy. Fue una conversaciónbastante complicada en muchos aspectos,pero finalmente, hacia la medianoche, yahabíamos logrado convencer a la señori-ta O’Shaughnessy a que se aviniera anuestros términos, o eso creímos. Enton-ces abandonamos el barco y nos fuimos ami hotel, donde debía pagar a la señoritaO’Shaughnessy y recibir el pájaro. Puesbien, caballero, nosotros, simples morta-les, debimos haber previsto que no íba-mos a ser capaces de manejarla. Ella, elcapitán Jacobi y el halcón se nos escu-rrieron literalmente de los dedos, en route—soltó una carcajada alegre—. Por Dios,caballero, que lo hicieron divinamente.

S p a d e m i r ó a l a c h i c a : l o so j o s d e e l l a , g r a n d e s y o s c u r o s ,s u p l i c a n t e s , s e p o s a r o n e n l o ss u y o s . P r e g u n t ó a G u t m a n :

—¿Prendieron fuego al barco antesde abandonarlo?

—Intencionadamente, no, caballero—replicó el gordo—, aunque me atre-vería a decir que nosotros, o al menosWilmer, fuimos responsables del incen-dio. Mientras los demás hablábamos,Wilmer había estado buscando el hal-cón y, sin lugar a dudas, fue poco cui-dadoso con las cerillas.

—Estupendo —dijo Spade—. Si haycualquier metedura de pata y le acu-san del asesinato de Jacobi, siempre po-dremos colgarle también un incendiointencionado. De acuerdo. Cuéntemecómo fue lo del tiroteo.

—Pues bien, caballero, estuvimostodo el día dando vueltas por la ciudadintentando encontrarles, hasta que loconseguimos a primera hora de esta tar-de. En un principio no estuvimos muyseguros de haberles encontrado: de loque sí estábamos seguros era de haberencontrado el apartamento de la seño-rita O’Shaughnessy. Pero cuando nosparamos a escuchar detrás de la puerta,les oímos moverse, de modo que supi-mos con bastante seguridad que ya losteníamos. Llamamos al timbre y cuan-do ella nos preguntó que quiénes éra-mos y se lo dijimos, oímos cómo seabría una ventana.

»Naturalmente, supimos qué sig-nificaba aquello; así que Wilmer bajó lasescaleras a toda velocidad y dio la vueltaal edificio para cubrir la escalera de incen-dios, que está por atrás. Y nada más me-terse en el callejón, se dio de naricescon el capitán Jacobi que huía conel halcón bajo el brazo. Era una si-

lo ocurrido: ella le había entregado el pá-jaro a Jacobi para que se lo trajera a SanFrancisco. Naturalmente, Jacobi no sabía dequé se trataba, pues a miss O’Shaughnessyle sobra discreción.

Miró con ojos radiantes a Brigid, semeció por dos veces, y siguió diciendo:

—Mister Cairo, Wilmer y yo fuimos ahacer una visita al capitán Jacobi y tuvi-mos la buena fortuna de llegar cuando missO’Shaughnessy estaba con él. En muchosaspectos fue una conferencia penosa y di-fícil; pero, al cabo, al filo de medianoche,logramos persuadir a miss O’Shaughnessypara llegar a un acuerdo, o así lo creímos.Abandonamos el buque y nos dirigimos ami hotel, en donde estaba acordado que yole pagaría a miss O’Shaughnessy, en tantoque ella me entregaría el pájaro. Pues bien,señor mío, nosotros, unos meros hombres,no debimos suponernos capaces dehabérnoslas con ella. En route, el capitánJacobi, el pájaro y ella se nos escurrieronde entre los dedos.

Rió alegremente y añadió:—¡Lo hicieron muy lindamente en verdad!

Spade miró a la muchacha. Sus ojosse encontraron con los de ella, grandes,oscurecidos por la súplica.

Y le preguntó a Gutman:—¿Prendieron fuego al buque an-

tes de irse?

—Del iberadamente , no . Aunquequ izá noso t ros fué ramos lo s r e s -p o n s a b l e s d e l f u e g o , o a l m e n o sWilmer. Porque mientras los demásh a b l á b a m o s e n e l c a m a r o t e ,Wilmer anduvo buscando e l pá ja-r o , y s e g u r a m e n t e n o t u v o s u f i -c ien te cu idado con las cer i l las .

—Magnífico —dijo Spade—. Si algúncontratiempo nos obliga a someter a jui-cio a Wilmer por el asesinato de Jacobi,podemos añadir el cargo de incendiarmaliciosamente el buque. Sigamos.Ahora, lo del asesinato.

— E s t u v i m o s t o d o e l d í a b u s -c á n d o l o s p o r l a c i u d a d , y d i m o sc o n e l l o s a ú l t i m a h o r a d e e s t at a r d e . A l p r i n c i p i o n o e s t á b a m o ss e g u r o s d e h a b e r l o s e n c o n t r a d o .L o ú n i c o q u e s a b í a m o s e s q u eh a b í a m o s d e s c u b i e r t o e l a p a r t a -m e n t o d e m i s s O ’ S h a u g h n e s s y.P e r o c u a n d o e s c u c h a m o s a t r a v é sd e l a p u e r t a , o í m o s q u e d o s p e r -s o n a s s e m o v í a n d e n t r o , a s í q u ec r e í m o s h a b e r d a d o c a n e l l o s yl l a m a m o s a l t i m b r e . C u a n d o e l l ap r e g u n t ó q u i é n l l a m a b a y s e l od i j i m o s , o í m o s q u e s e a b r í a u n av e n t a n a .

»Naturalmente, comprendimos lo queestaba ocurriendo, y Wilmer bajó a la ca-lle todo lo de prisa que pudo y corrió a laparte de atrás para cubrir la escalera deescape de incendios. En el momento enque enfilaba el callejón, se dio de ma-nos a boca con el capitán, que corría de-solado con el halcón bajo el brazo. Difí-

touched off explode by touching with a match

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d i ff i cu l t s i t ua t i on t o hand le , bu tWilmer did every bit as well as hecould. He shot Jacobi—more thanonce—but Jacobi was too tough toeither fall or drop the falcon, and hewas too close for Wilmer to keep outo f h i s w a y. H e k n o c k e d Wi l m e rdown and ran on. And this was inbroad daylight, you understand, inthe afternoon. When Wilmer got uphe could see a policeman coming upfrom the block below. So he had togive it up. He dodged into the openback door of the building next theCoronet, through into the street, andt h e n u p t o j o i n u s — a n d v e r yfo r tuna te he was , s i r , t o make i twithout being seen.

“ We l l , s i r , t h e r e w e w e r e —stumped again. Miss O’Shaughnessyhad opened the door for Mr. Cairoa n d m e a f t e r s h e h a d s h u t t h ewindow behind Jacobi, and she— “H e b r o k e o f f t o s m i l e a t am e m o r y. “ We p e r s u a d e d — t h a t i st h e w o r d , s i r — h e r t o t e l l u s t h a ts h e h a d t o l d J a c o b i t o t a k e t h ef a l c o n t o y o u . I t s e e m e d v e r yu n l i k e l y t h a t h e ’ d l i v e t o g ot h a t f a r , e v e n i f t h e p o l i c ed i d n ’ t p i c k h i m u p , b u t t h a t w a st h e o n l y c h a n c e w e h a d , s i r . A n ds o , o n c e m o r e , w e p e r s u a d e dM i s s O ’ S h a u g h n e s s y t o g i v e u sa l i t t l e a s s i s t a n c e . We — w e l l —p e r s u a d e d h e r t o p h o n e y o u ro f f i c e i n a n a t t e m p t t o d r a w y o ua w a y b e f o r e J a c o b i g o t t h e r e ,a n d w e s e n t Wi l m e r a f t e r h i m .U n f o r t u n a t e l y i t h a d t a k e n u st o o l o n g t o d e c i d e a n d t op e r s u a d e M i s s O ’ S h a u g h n e s s yt o — ”

T h e b o y o n t h e s o f a g r o a n e dand r o ll e d o v e r o n h i s s i d e . H i se y e s o p e n e d a n d c l o s e d s e v e r a lt i m e s . T h e g i r l s t o o d u p a n dm o v e d i n t o t h e a n g l e o f t a b l e a n dw a l l a g a i n .

“ — c o o p e r a t e w i t h u s , ”G u t m a n c o n c l u d e dh u r r i e d l y , “ a n d s o y o u h a dt h e f a l c o n b e f o r e w e c o u l dr e a c h y o u . ”

The boy put one foot on the floor,raised himself on an elbow, openedhis eyes wide , pu t the o ther foo tdown, sa t up , and looked around.When h i s eyes focused on Spadebewilderment went out of them.

Cairo left his armchair and wentover to the boy. He put his arm onthe boy’s shoulders and started to saysomething. The boy rose quickly tohis feet, shaking Cairo’s arm off. Heglanced around the room once andthen fixed his eyes on Spade again.His face was set hard and he held hisbody so tense that it seemed drawnin and shrunken.

tuac ión de l i cada , pe ro Wi lmer loh izo lo me jo r pos ib l e . D i spa ró aJacobi varias veces, pero Jacobi erademasiado duro como para caer opara soltar el halcón y estaba lo bas-tan te ce rca de Wi lmer como paraapartarse. Le dio un golpe a Wilmery siguió corriendo. Y todo a plenaluz del día , comprende, a pr imerahora de la tarde. Wilmer, al levan-tarse, vio venir a un policía a lo le-jos . Así que tuvo que des is t i r, seescabulló por la puerta posterior deledificio que hay al lado del Coronet,sal ió a la cal le y subió a reunirsecon nosot ros . . . y b ien a for tunadoque fue, caballero, de poder hacer-lo sin ser visto.

»Pues bien, caballero, otra vez está-bamos en vía muerta. La señoritaO’Shaughnessy nos había abierto lapuerta al señor Cairo y a mí después dehaber cerrado la ventana tras la salida deJacobi, y... —se interrumpió para sonreírmientras recordaba— la persuadimos,porque esa es la palabra, caballero, deque nos dijera que le había enviado elhalcón a usted, por medio de Jacobi.Parecía sumamente improbable que éstefuera a vivir lo suficiente para entregar-lo, y eso si la policía no le capturabaantes, pero era nuestra única posibili-dad, caballero. De modo que, una vezmás, hubimos de persuadir a la señori-ta O’Shaughnessy de que nos prestarauna ayudita más. Bien... la... persuadi-mos de que le llamara a usted a su des-pacho con la intención de apartarle deallí antes de que pudiera llegar Jacobi,y mandamos a Wilmer tras él. Desgra-ciadamente, tardamos mucho en deci-dirnos y en convencer a la señoritaO’Shaughnessy de que...

El chico, tendido en el sofá, gruñó yrodó sobre un costado. Abrió y cerró losojos varias veces. La chica se puso enpie y volvió nuevamente a colocarse enel ángulo que formaban la mesa y lapared.

—... cooperara con nosotros —con-cluyó apresuradamente Gutman—, demodo que usted consiguió el halcónantes de que nosotros pudiéramos lle-gar a usted.

El chico puso un pie en el suelo, se ir-guió un poco apoyándose en un codo, abriólos ojos de par en par, puso el otro pie enel suelo, se sentó y miró a su alrededor.Cuando sus ojos se posaron en Spade, eldesconcierto desapareció de ellos.

Cairo se levantó de su sillón y seacercó al chico. Le pasó el brazo por loshombros y comenzó a decir algo. El chi-co se puso bruscamente en pie,sacudiéndose de encima el brazo de Cairo.Echó un vis tazo a la habi tación yluego volvió a f i ja r su mirada enSpade. Tenía una expresión dura yel cuerpo tan tenso que parecía en-cogido sobre sí mismo.

cil situación, creo yo, pero Wilmer laresolvió de la mejor manera posible. Dis-paró contra Jacobi... varias veces. Noobstante, Jacobi era hombre demasiadoduro para caer o soltar el halcón, y esta-ba tan encima de Wilmer que éste nopudo quitarse de su camino. Derribó aWilmer y siguió corriendo. Y esto, tén-galo usted en cuenta, ocurría a plena luzdel día, por la tarde. Cuando Wilmer selevantó vio a un guardia que se acercabadesde la manzana contigua. Naturalmen-te, tuvo que desistir. Entró por la puertatrasera del edificio al lado del Coronet,pasó por la casa hasta la calle y subiópara reunirse con nosotros; y tuvo mu-cha suerte de hacerlo sin que le vieran,señor mío.

»Bien, pues allí estábamos. Otravez burlados. Miss O’Shaughnessynos abrió la puerta a mister Cairo ya mí, después de cerrar la ventana porla que salió Jacobi y... Se interrum-pió para sonreír a sus recuerdos.

—La persuadimos, ésa es , señormío, la palabra justa , para que nosdijese que le había dado instruccio-nes a Jacobi para que le l levara elha lcón a us ted . Nos parec ió pocoprobable que viviera el t iempo su-f iciente para i r tan lejos , incluso s ila pol icía no daba con él , pero erala única posibi l idad que teníamos.Y así , una vez, persuadimos a missO’Shaughnessy para que nos brin-dara alguna ayuda. La. . . persuadi-mos, y telefoneó a su despacho, alde usted, para t ratar de alejar le an-tes que l legara Jacobi , y enviamosa Wilmer detrás de é l . Desgracia-damente, nos l levó demasiado t iem-po convencer, o persuadir, a missO’Shaughnessy. . .

El muchacho lanzó un quejido desdeel sofá, y dando media vuelta, quedó decostado. Abrió y cerró los ojos varias ve-ces. Brigid se puso de pie y volvió a re-fugiarse en el ángulo que formaban lamesa y la pared.

—... Y lograr que colaboraran con no-sotros —terminó Gutman, apresurada-mente—. Y usted se apoderó del halcónantes de que pudiéramos ponernos al ha-bla con su despacho.

El muchacho puso un pie en el suelo,se incorporó sobre un codo, abrió los ojospor completo, bajó el segundo pie, y miróen derredor. Cuando sus ojos quedaronenfocados sobre Spade, desapareció deellos la expresión de desconcierto.

Cairo dejó su sillón y se acercó al mu-chacho. Le echó un brazo sobre los hom-bros y comenzó a decirle algo. El mu-chacho se puso en pie rápidamente y sesacudió el brazo de Cairo. Volvió a miraralrededor del cuarto y su mirada acabó por que-dar fija sobre Spade. La dureza de la expre-sión del rostro parecía estúpida; y conservabatan tenso todo el cuerpo que daba la impre-sión de estar concentrado y encogido.

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Spade, sitting on the corner of thetable, swinging his legs carelessly,said: “Now listen, kid. If you comeover here and start cutt ing up I’mgoing to kick you in the face. Si tdown and shut up and behave andyou’ll last longer.”

The boy looked at Gutman.

Gutman smiled benignly at himand said: “Well, Wilmer, I’m sorryindeed to lose you, and I want youto know that I couldn’t be any fonderof you if you were my own son; but—well, by Gad!—if you lose a son it’spossible to get another—and there’sonly one Maltese falcon.”

Spade laughed.

Cairo moved over and whisperedin the boy’s ear. The boy, keeping hiscold hazel eyes on Gutman’s face, satd o w n o n t h e s o f a a g a i n . T h eLevantine sat beside him.

Gutman’s sigh did not affect thebenignity of his smile. He said toS p a d e : “ W h e n y o u ’ r e y o u n g y o usimply don’t understand things.”

Cairo had an arm around the boy’sshoulders again and was whisperingto him. Spade grinned at Gutman andaddressed Brigid O’Shaughnessy: “Ithink it’d be swell if you’d see whatyou can find us to eat in the kitchen,with plenty of coffee. Will you? Idon’t like to leave my guests.”

“ S u r e l y, ” s h e s a i d a n d s t a r t e dtowards the door.

Gutman stopped rocking. “Just amoment, my dear.” He held up a thickhand. “Hadn’t you better leave theenvelope in here? You don’t want toget grease-spots on it.”

The girl’s eyes questioned Spade.He said in an indifferent tone: “It’sstill his.”

She put her hand inside her coat,took out the envelope, and gave it toSpade. Spade tossed it into Gutman’slap, saying: “Sit on it if you’re afraidof losing it.”

“ Yo u m i s u n d e r s t a n d m e , ”Gutman rep l i ed suave ly . “ I t ’s no ttha t a t a l l , bu t bus iness shou ld bet r a n s a c t e d i n a b u s i n e s s - l i k em a n n e r. ” H e o p e n e d t h e f l a p o ft h e e n v e l o p e , t o o k o u t t h et h o u s a n d - d o l l a r b i l l s , c o u n t e dt h e m , a n d c h u c k l e d s o t h a t h i sb e l l y b o u n c e d . “ F o r i n s t a n c et h e r e a r e o n l y n i n e b i l l s h e r enow.” He sp read them ou t on h i sfa t knees and th ighs . “There weret e n w h e n I h a n d e d i t t o y o u , a sy o u v e r y w e l l k n o w. ” H i s s m i l ew a s b r o a d a n d j o v i a l a n dt r i umphan t .

Spade, sentado en la esquina de lamesa y balanceando descuidadamentelas piernas, dijo:

—Escucha, chaval. Como te acerquesaquí y empieces a hacer el idiota te pegouna patada en la cara. Siéntate calladito ypórtate bien, que durarás más.

El chico miró a Gutman.

Gutman le sonrió con benevolencia y le dijo:—Wilmer, no sabes lo que siento

perderte, pero quiero que sepas que nopodría tenerte más afecto si fueras mipropio hijo; pero bueno, ;por Dios!, sipierdes a un hijo siempre puedes con-seguir otro, mientras que... sólo hay unhalcón maltés.

Spade soltó una carcajada.

Cairo se acercó y murmuró unas pa-labras al oído del chico. El chico, man-teniendo su mirada fría de avellana so-bre Gutman, volvió a sentarse en elsofá. El levantino se sentó a su lado.

El suspiro de Gutman no restó un ápice debenevolencia a su sonrisa. Se dirigió a Spade:

—Cuando se es joven no se entien-den ciertas cosas.

Cairo volvió a rodear al chico consu brazo y siguió murmurándole cosasal oído. Spade sonrió a Gutman y sedirigió a Brigid O’Shaughnessy:

—Creo que sería estupendo que nos bus-caras algo de comer y que hicieras muchocafé. ¿No te importa? No me gustaría tenerque abandonar a mis invitados.

—Claro —dijo ella, y echó a andarhacia la puerta.

Gutman dejó de mecerse.—Un momento, querida —y levantó

una de sus gruesas manos—. ¿No seríamejor que dejara el sobre aquí? No que-rrá que se manche de grasa.

La chica interrogó mudamente a Spade.Éste dijo con tono de indiferencia:

—Sigue siendo de él.

Ella se metió la mano en el abrigo, sacóel sobre y se lo d io a Spade; és te lo lanzóhacia el regazo de Gutman mientras le decía:

—Siéntese encima de él si tiene mie-do de perderlo.

—M e h a e n t e n d i d o m a l — r e -p l i c ó c o n s u a v i d a d G u t m a n — .N o s e t r a t a d e n a d a d e e s o , s i n oq u e l o s n e g o c i o s h a y q u e h a c e r -l o s b i e n — a b r i ó e l s o b r e , s a c ól o s b i l l e t e s d e m i l , l o s c o n t ó yr i ó h a s t a q u e l a b a r r i g a s e a g i -t ó a c o m p a s a d a m e n t e — . P o re j e m p l o : a q u í , a h o r a h a y s ó l on u e v e b i l l e t e s — y l o s e x t e n d i óe n c i m a d e s u s r o d i l l a s y s u sm u s l o s g r u e s o s — . C u a n d o s e l od i a u s t e d h a b í a d i e z , c o m os a b e u s t e d m u y b i e n — s u s o n -r i s a e r a j o v i a l , a m p l i a y t r i u n -f a l .

Sentado en la esquina de la mesa, ba-lanceando las piernas indiferentemente,Spade le dijo:

—Escucha, chico. Si vienes aquí y tra-tas de meter baza, te voy a dar una patadaen la cara. Siéntate, cierra la boca y pór-tate bien. Durarás más.

El muchacho miró a Gutman.

Éste le sonrió con benignidad y dijo:— C r é e m e , Wi l m e r, q u e s i e n t o

pe rde r t e , y qu ie ro que sepas queno te tendr ía más car iño s i fuerashi jo mío . Pero , compréndelo , s i sep ierde un h i jo , s iempre es pos ib letener o t ro ; en cambio , só lo ex is teun ha lcón mal tés .

Spade se echó a reír.

Cairo se acercó al chico y le cuchicheóalgo al oído. El muchacho, con los ojos co-lor avellana clavados en el rostro de Spade,volvió a sentarse en el sofá. El hombre delos Balcanes se sentó junto a él.

El suspiro de Gutman no afectó la benig-nidad de su sonrisa cuando le dijo a Spade:

—Cuando se es joven, uno es sencilla-mente incapaz de comprender las cosas.

Cairo había vuelto a echar el brazo porlos hombros del chico y estaba de nuevocuchicheándole. Spade sonrió cínicamen-te a Gutman y se dirigió a Brigid:

—Creo que sería una buena idea quebuscaras en la cocina algo de comer, conmucho café. ¿Quieres? No me gustaríatratar mal a mis invitados.

—Voy —dijo Brigid, echando a andarhacia la puerta.

— U n m o m e n t o — d i j o G u t m a n ,d e j a n d o d e m e c e r s e y a l z a n d o s um a n a z a — . ¿ N o s e r í a m e j o r q u ed e j a r a u s t e d e l s o b r e a q u í ? N ov a y a a m a n c h a r l o d e g r a s a .

Brigid hizo a Spade una pregunta con los ojos,a la cual respondió éste, en tono indiferente:

—Todavía le pertenece.

Brigid metió la mano debajo del abri-go, sacó el sobre y se lo entregó a Spade,que se lo arrojó a Gutman, diciendo:

— S i é n t e s e e n c i m a d e é l s it e m e p e r d e r l o .

—Interpreta usted erróneamente mi in-tención —dijo Gutman, cortés—. No setrata de eso, en absoluto, pero los nego-cios exigen unas ciertas formalidades...

Sacó la solapa del sobre, extrajo los bille-tes de mil dólares, los contó y una risa sardó-nica hizo que la panza subiera y bajaraacompasadamente, como si botara contra algo.

—Por ejemplo, aquí, ahora, no haymás que nueve billetes.

Los extendió sobre las abultadas rodi-llas y muslos.

—Como saben muy bien, había diezcuando yo se lo entregué.

S u s o n r i s a e r a j o v i a l ye x u l t a n t e .

Xsuave (En) adj.1 (of a person, esp. a man) smooth;polite; sophisticated. Afable, amable fino, cortés,diplomático / zalamero. 2 (of a wine etc.) bland,smooth. Engolado, elegante y desenvuelto o ama-ble, cortés, fino, zalamero, almibarado

suave (Sp) 1. adj. Liso y blando al tacto, en contra-posición a tosco y áspero. 2. Blando, dulce, gra-to a los sentidos. 3. V. espíritu, manjar suave. 4.fig. Tranquilo, quieto, manso. 5. fig. Lento, mo-derado. 6. fig. Dócil, manejable o apacible.Aplícase, por lo común, al genio o natural.Smooth, soft, mild, mellow.

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S p a d e l o o k e d a t B r i g i dO ’ S h a u g h n e s s y a n d a s k e d :“ Well?”

She shook her head sidewise withemphasis. She did not say anything,though her lips moved slightly, as ifs h e h a d t r i e d t o . H e r f a c e w a sfrightened.

Spade held his hand out to Gutmanand the fat man put the money intoit. Spade counted the money—ninethousand-dollar bills—and returnedit to Gutman. Then Spade stood upand his face was dull and placid. Hepicked up the three pistols on the table.He spoke in a matter-of-fact v o i c e .“I want to know about th is . We” —h e n o d d e d a t t h e g i r l , b u t w i t h o u th o o k i n g a t h e r — “ a r e g o i n g i nt h e b a t h r o o m . T h e d o o r w i l l b eo p e n a n d I ’ l l b e f a c i n g i t . U n l e s sy o u w a n t a t h r e e - s t o r y d r o pt h e r e ’s n o w a y o u t o f h e r e e x c e p tp a s t t h e b a t h r o o m d o o r. D o n ’ t t r yt o m a k e i t . ”

“ R e a l l y , s i r , ” G u t m a npro tes t ed , “ i t ’s no t necessa ry, andc e r t a i n l y n o t v e r y c o u r t e o u s o fyou , to th rea ten us in th i s manner.You mus t know tha t we’ve no t thel eas t des i r e to l eave . ”

“ I ’ l l k n o w a l o t w h e n I ’ mt h r o u g h . ” S p a d e w a s p a t i e n t b u tresolute. “This trick upsets things.I’ve got to find the answer. It won’ttake long .” He touched the g i r l ’selbow. “Come on.”

I n t h e b a t h r o o m B r i g i dO ’ S h a u g h n e s s y f o u n d w o r d s .S h e p u t h e r h a n d s u p f l a t o nS p a d e ’s c h e s t a n d h e r f a c e u pc h o s e t o h i s a n d w h i s p e r e d :“I did not take that bill, Sam.”

“I don’t think you did,” he said,“but I ’ve got to know. Take yourclothes off.”

“You won’t take my word for it?”

“No. Take your clothes off.”

“I won’t.”

“All right. We’ll go back to theother room and I’ll have them takenoff.”

S h e s t e p p e d b a c k w i t h ah a n d t o h e r m o u t h . H e r e y e sw e r e r o u n d a n d h o r r i f i e d .“You wou ld?” she a sked t h roughher f inge r s .

“I will,” he said. “I’ve got to knowwhat happened to that bill and I’mnot going to be held up by anybody’smaidenly modesty.”

Spade miró a Brigid O’Shaughnessyy le preguntó:

—¿Y?

Ella meneó la cabeza enérgica-mente. No dijo nada, aunque moviólos labios levemente como si quisie-ra decir algo. Tenía una expresiónde temor.

S p a d e t e n d i ó l a m a n o h a c i aG u t m a n y e l g o r d o l e p u s o e n e l l ae l d i n e r o . S p a d e l o c o n t ó , n u e v eb i l l e t e s d e m i l , y s e l o d e v o l v i ó .E n t o n c e s S p a d e s e p u s o d e p i ec o n e l r o s t r o a p a g a d o y t r a n q u i -l o . R e c o g i ó l a s t r e s p i s t o l a s d e l am e s a . H a b l ó c o n v o z p r á c t i c a .

—Quiero saber qué pasa aquí. No-sotros —y señaló a la chica con un mo-vimiento de cabeza, sin mirarla— va-mos a entrar en el cuarto de baño. De-jaré la puerta abierta y estaré mirando.Como no quieran tirarse desde una al-tura de tres pisos, no hay otra salida quepasando por delante del cuarto de baño.Ni lo intenten.

—Verdaderamente, caballero —pro-testó Gutman—, no es necesario, y des-de luego totalmente carente de cortesíapor su parte, que nos amenace de tal ma-nera. Debería saber que no tenemos lamás mínima intención de marcharnos.

—Y muchas más cosas que voy a sa-ber cuando esto termine —Spade semostraba paciente pero resuelto—. Estetruquito cambia las cosas y tengo queobtener una respuesta. No tardaremos—tocó el codo de la chica—. Venga.

Ya en el cuarto de baño, a BrigidO’Shaughnessy le sal ieron por f inlas palabras. Apoyó las palmas delas manos en e l pecho de Spade ,acercó la cara y le susurró:

—Yo no he cogido el billete, Sam.

—No creo que lo hayas hecho —dijo—, pero tengo que saberlo. Quítatela ropa.

—¿No crees en mi palabra?

—No. Quítate la ropa.

—No.

— D e a c u e r d o . Va m o s a v o l -v e r a l a h a b i t a c i ó n y t e l a q u i -t a r é y o .

Ella dio un paso atrás llevándose lamano a la boca. Tenía los ojos redon-deados por el horror.

—¿Lo harías? —preguntó sin quitar-se la mano de la boca.

—Lo haré —di jo—. Tengo quesaber qué ha ocurr ido con ese bi-l lete y no me detendrá la modest iavirginal de nadie.

S p a d e m i r ó a B r i g i d y l ep r e g u n t ó :

—¿Bien?

La muchacha sacudió la cabezaenérgicamente. Aunque sus labios semovieron, coma si tratara de hablar,no dijo ni una palabra. Tenía la caraasustada.

Spade a la r gó l a mano hac ia .Gutman y el hombre gordo le puso enella el dinero. Spade lo contó -nuevebilletes de mil dólares- y se lo devol-vió a Gutman. Spade se puso en pie,con cara apagada y plácida. Tomó lastres pistolas de encima de la mesa, y ha-bló con voz completamente natural.

—Quiero poner en claro este asunto.Nosotros dos —dijo, indicando a la mu-chacha con la cabeza— vamos a retirar-nos al cuarto de baño. La puerta estaráabierta, y yo mirándola. Salvo que quie-ran ustedes tirarse a la calle desde estetercer piso, la casa no tiene más salida quela que pasa por delante del cuarto de baño.No traten de salir por ahí.

—La ve rdad , señor mío —pro-t e s t ó G u t m a n — , e s s u p e r f l u o , ys i n d u d a p o c o a m a b l e , q u e n o sa m e n a c e e n e s t o s t é r m i n o s . D e -b ie ra us ted saber que no deseamosen abso lu to i rnos de aqu í .

—Cuando acabe con este asunto, voy a sa-ber muchas cosas —dijo Spade, pacientementepero con decisión—. Este pequeño truco es-tropea las cosas. Tenga que encontrar la expli-cación. No tardaré mucho. Vamos —dijo, co-giendo a la muchacha por el codo.

Y a e n e l c u a r t o d e b a ñ o ,B r i g i d r e c o b r ó e l h a b l a .P u s o l a s m a n o s a b i e r t a s s o -b r e e l p e c h o d e S p a d e , l ea c e r c ó l a c a r a y s u s u r r ó :

—Sam, yo no he cogido el billete.

— C r e o q u e d i c e s l a v e r d a d .Pe ro t engo que e s t a r s eguro . Des -núda t e .

—¿No te basta con mi palabra?

—No. Quítate la ropa.

—No quiero.

—Está bien. Entonces volveremos a laotra habitación y les diré a ellos que tedesnuden.

Brigid se hizo hacia atrás y se llevóuna mano a la boca. Tenía los ojos redon-dos y aterrados.

—¿Serías capaz? —preguntó, hablan-do por entre los dedos.

— S í . T e n g o q u e s a b e r q u él e h a o c u r r i d o a e s e b i l l e t e ,y n o m e l o v a a i m p e d i r e lv i r g i n a l p u d o r d e n a d i e .

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“Oh, it isn’t that.” She came closeto him and put her hands on his chestagain. “I’m not ashamed to be nakedbefore you, but—can’t you see?—notlike this. Can’t you see that if youmake me you’l l—you’l l be ki l l ingsomething?”

He did not raise his voice. “I don’tknow anything about that. I’ve got toknow wha t happened t o t he b i l l .Take them off.”

She looked a t h i s unb l ink ingyellow-grey eyes and her face becamepink and then white again. She drewherself up tall and began to undress.He sa t on the s ide of the bath tubwatching her and the open door. Nosound came from the hiving-room. Sheremoved her clothes swiftly, withoutfumbling, letting then fall down on thefloor around her feet. When she wasnaked she s tepped back f rom herclothing and stood looking at him. Inher mien was pride without defianceor embarrassment.

He put his pistols on the toilet-seat and, facing the door, went downo n o n e k n e e i n f r o n t o f h e rgarments. He picked up each pieceand examined it with fingers as wella s e y e s . H e d i d n o t f i n d t h ethousand-dollar bi l l . When he hadf in i shed he s tood up ho ld ing he rc l o t h e s o u t i n h i s h a n d s t o h e r.“Thanks,” he said. “Now I know.”

She took the clothing from him. Shedid not say anything. He picked up hispistols. He shut the bathroom door behindhim and went into the living-room.

G u t m a n s m i l e d a m i a b l y a th i m f r o m t h e r o c k i n g c h a i r .“Find it?” he asked.

Cairo, si t t ing beside the boy ont h e s o f a , l o o k e d a t S p a d e w i t hquest ioning opaque eyes. The boyd id no t l ook up . He was l ean ingforward, head between hands, elbowson knees, staring at the floor betweenhis feet.

S p a d e t o l d G u t m a n :“ N o , I d i d n ’ t f i n d i t .Y o u p a l m e d i t . ”

T h e f a t m a n c h u c k l e d .“ I p a l m e d i t ? ”

“Yes,” Spade said, jingling the pistolsin his hand. “Do you want to say so ordo you want to stand for a frisk?”

“Stand for—?”

“You’re going to admit it,” Spadesaid, “or I’m going to search you.There’s no third way.”

G u t m a n l o o k e d u p a t S p a d e ’sh a r d f a c e a n d l a u g h e d o u t r i g h t .

—Oh, no, no se trata de eso —ellavolvió a acercársele y a ponerle lasmanos en el pecho—. No me da ver-güenza desnudarme delante de ti, pero...¿es que no te das cuenta?... así no. ¿Note das cuenta de que si me obligas...habrás matado... algo?

Spade no levantó la voz.—De eso no sé nada. Tengo que ave-

riguar qué ha ocurrido con ese billete.Desnúdate.

E l l a mi ró sus o jos g r i se s ama-r i l l en tos que n i s iqu ie ra pes tañea -ban , y se sonro jó pa ra luego que -da r se b l anca o t r a vez . Se i r gu ió ycomenzó a desnudarse . Él se sen -tó en l a bañe ra y l a obse rvó mien-t r a s v ig i l aba l a pue r t a . De l sa lónno l l egaba n ingún ru ido . E l l a s equ i tó l a ropa ve lozmen te , s in en -t r e t e n e r s e , d e j á n d o l a c a e r a s u sp ies . Cuando se hubo desnudado ,d i o u n p a s o a t r á s y s e l e q u e d ómi rando . Su por te e r a o rg u l l o s os in desa f ío n i pudor.

Él d e j ó l a s p i s t o l a s s o b r e l at a z a d e l r e t r e t e y , d e c a r a a l ap u e r t a , s e a g a c h ó s o b r e u n a r o d i -l l a p a r a o b s e r v a r l a r o p a . To m óu n a p o r u n a t o d a s l a s p r e n d a s yl a s e x a m i n ó c o n o j o s y d e d o s . N oe n c o n t r ó e l b i l l e t e d e m i l d ó l a -r e s . C u a n d o t e r m i n ó , s e p u s o e np i e y l e t e n d i ó l a r o p a .

Gracias —dijo—. Ahora ya lo sé.

—E l l a l e c o g i ó l a r o p a . N od i j o n a d a . É l r e c o g i ó l a s p i s t o -l a s . S a l i ó a l s a l ó n y c e r r ó l ap u e r t a d e l c u a r t o d e b a ñ o .

Gutman , sonr i endo amab le des -de su mecedora , l e p regun tó :

—¿Lo ha encontrado?_______

Cairo, sentado junto al chico, miróa Spade inquiriendo con sus ojos opa-cos. El chico no levantó la mirada.Estaba echado hacia adelante, con lacabeza entre las manos, los codosapoyados en las rodillas y con la vis-ta fija en el suelo.

Spade contestó a Gutman:—No, no lo he encontrado. Lo ha

escamoteado usted.

El gordo soltó una risita.—¿Que yo lo he escamoteado?

—Sí —dijo Spade haciendo tintinearlas pistolas que tenía en la mano—. ¿Loadmite o prefiere aguantar un cacheo?

—¿Aguantar un...?

— O l o a d m i t e — d i j oS p a d e — o l e r e g i s t r o . N oh a y o t r a s o l u c i ó n .

G u t m a n m i r ó e l d u r o r o s t r o d eS p a d e y s o l t ó u n a r i s o t a d a .

—¡Oh, pero si no se trata de eso!—Se acercó a Spade y volvió a poner-le las manos sobre el pecho—. No meda vergüenza quedarme desnuda de-lante de ti, pero... ¿no comprendes?Así no. ¿No comprendes que si meobligas a ello matarás algo?

Spade no alzó la voz para contestar:—No me importa nada de eso. Tengo

que saber qué le ha ocurrido a ese billete.Desnúdate.

Brigid contempló los ojos inmóvi-les, grises y amarillentos, se sonrojóy volvió a palidecer. Se irguió y co-menzó a desnudarse. Spade se sentóen una esquina del baño vigilando lapuerta abierta y mirando a la mucha-cha. Ningún ruido llegaba desde elcuarto de estar. Brigid fue quitándo-se la ropa rápidamente, sin vacilación,dejando que cayera al suelo alrededorsuyo. Cuando quedó desnuda, se apar-tó de la ropa y se quedó mirando aSpade. La expresión de la mujer era or-gullosa, sin desafío ni turbación.

Spade dejó las pistolas sobre la tapadel retrete, se arrodilló sobre una piernadelante de la ropa, siempre de cara a lapuerta, y fue cogiendo pieza por pieza yexaminándola con los dedos y con losojos. No encontró el billete de mil dóla-res. Cuando terminó, se puso de pie, tomótodas las ropas en una mano y se las alar-gó a Brigid:

—Gracias. Ahora sé que no lo cogiste.

Brigid cogió la ropa. No pronunció niuna palabra. Spade recogió las pistolas.Cerró la puerta del cuarto de baño al saliry entró en el cuarto de estar.

G u t m a n l e s o n r i ó c o r t é s -m e n t e d e s d e l a m e c e d o r a .

—¿Qué? ¿Lo encontró?______

Cairo, que seguía sentado en el sofá juntoal muchacho, miró a Spade con ojos apaga-dos, como haciéndole una pregunta. El mu-chacho no alzó la vista. Estaba echado ha-cia delante, con la cabeza entre las manos ylos codos sobre las rodillas, mirando fija-mente hacia el suelo por entre los pies.

— N o , n o l o h e e n c o n t r a d o —l e d i j o S p a d e a G u t m a n — . L oe s c a m o t e ó u s t e d .

El hombre gordo rió con buen humor.—¿Lo escamoteé yo?

—Sí —di jo Spade , hac iendo so-na r l a s p i s to l a s—. ¿Pre f i e re dec i rque s í o que l e reg i s t r e ?

—¿Registrarme?

— O l o c o n f i e s a o v o y ar e g i s t r a r l e . N o h a y o t r aa l t e r n a t i v a .

Gutman contempló la dura expresión deSpade y se echó a reír abiertamente.

frisk me feel over or search (a person) for aweapon, registrar, cachear

palmed birladoescamotear Hacer el jugador de manos que des-

aparezcan a ojos vistas las cosas que maneja.2. fig. Robar o quitar una cosa con agilidad y as-tucia. 3. fig. Hacer desaparecer, quitar de enmedio de un modo arbitrario o ilusorio algún asun-to o dificultad.

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“ B y G a d , s i r , I b e l i e v e y o uw o u l d . I r e a l l y d o . Yo u ’ r e ac h a r a c t e r , s i r , i f y o u d o n ’t m i n dm y s a y i n g s o . ”

“You palmed it,” Spade said.

“ Ye s , s i r , t h a t I d i d . ” T h e f a tm a n t o o k a c r u m p l e d b i l l f r o mh i s v e s t - p o c k e t , s m o o t h e d i t o na w i d e t h i g h , t o o k t h e e n v e l o p eh o l d i n g t h e n i n e b i l l s f r o m h i sc o a t - p o c k e t , a n d p u t t h es m o o t h e d b i l l i n w i t h t h e o t h e r s .“I must have my l i t t le joke everynow and then and I was curious toknow what you’d do in a situationof t ha t so r t . I mus t s ay tha t youpassed the test with flying colors ,s i r. I t neve r occu r r ed to me tha ty o u ’ d h i t o n s u c h a s i m p l e a n ddirect way of getting at the truth.”

S p a d e s n e e r e d a t h i mw i t h o u t b i t t e r n e s s . “ That’sthe kind of th ing I ’d expect f romsomebody the punk’s age.”

Gutman chuckled.

Br ig id O’Shaughnessy, d ressedagain except for coat and hat, cameou t o f the ba th room, took a s t ept o w a r d s t h e l i v i n g - r o o m , t u r n e da round , wen t to the k i t chen , andturned on the light.

Cairo edged c loser to the boy onthe sofa and began whisper ing inh i s e a r a g a i n . T h e b o y s h r u g g e di r r i t ab ly.

Spade, looking at the pistols in hishand and then at Gutman, went outinto the passageway, to the closetthere. He opened the door, put thepistols inside on the top of a trunk,shut the door, locked it, put the keyin his trousers-pocket, and went tothe kitchen door.

Brigid O’Shaughnessy was fillingan aluminum percolator .

“ F i n d e v e r y t h i n g ? ” S p a d ea s k e d .

“ Ye s , ” s h e r e p l i e d i n a c o o lvoice , not ra i s ing her head . Thens h e s e t t h e p e r c o l a t o r a s i d e a n dcame to the door. She blushed andher eyes were large and moist andchiding . “ Y o u s h o u l d n ’ t h a v ed o n e t h a t t o m e , S a m , ” s h es a i d s o f t l y .

“I had to find out, angel.” He bentdown, kissed her mouth lightly, andreturned to the living-room.

G u t m a n s m i l e d a t S p a d e a n dof f e r e d h i m t h e w h i t e e n v e l o p e ,saying: “This will soon be yours; youmight as well take it now.”

—Por Dios, caballero, que creo quesería capaz. De verdad. Es usted todoun personaje, caballero, ni no le impor-ta que se lo diga.

Usted lo escamoteó —dijo Spade.

— S í , c a b a l l e r o , e s o h i c e —e l g o r d o s e s a c ó u n b i l l e t ea r r u g a d o d e l b o l s i l l o d e l c h a -l e c o , l o e s t i r ó s o b r e s u g o r d om u s l o , s a c ó d e l a b r i g o e l s o -b r e q u e c o n t e n í a l o s o t r o sn u e v e y a ñ a d i ó e l d é c i m o — .D e vez en cuando tengo que gastar al-guna bromita y tenía curiosidad porver cómo reaccionaría usted en una si-tuación semejante. Debo decir que hapasado la prueba con sobresaliente,caballero. Nunca se me ocurrió quedaría con un sistema tan sencillo y di-recto de averiguar la verdad.

S p a d e s e m o f ó d e é l s i na m a r g u r a .

—Ese es el tipo de cosa que yo espera-ría de alguien de la edad del jovencito.

Gutman soltó una risita.

Brigid O’Shaughnessy, completa-mente vestida otra vez, aunque sin abri-go ni sombrero, salió del cuarto debaño, dio un paso hacia el salón, lo pen-só mejor, entró en la cocina y encendióla luz.

Cairo se acercó más al chico y co-menzó a susurrarle otra vez al oído.El chico se encogió de hombros conirritación.

Spade miró las pistolas que lleva-ba en la mano y luego miró a Gut-man, salió al pasillo, abrió la puertadel armario que había allí, colocó laspistolas en su interior, sobre un baúl,cerró la puerta, echó la llave, se me-tió la llave en el bolsillo del panta-lón y entró en la cocina.

Brigid O’Shaughnessy estaba llenan-do la cafetera.

—¿Has encontrado todo? —pregun-tó Spade.

—Sí —replicó ella con voz fría, sinlevantar la cabeza.

Luego dejó el filtro de la cafeteray se acercó a la puerta. Se sonrojó ypuso unos ojos húmedos , g randes ,llenos de reproche— . No tendrías quehaberme hecho eso, Sam —dijo consuavidad.

—Tenía que averiguarlo, preciosa —Spade se agachó, la besó levemente enla boca y regresó al salón.

Gutman sonrió a Spade y le ofrecióel sobre blanco diciendo:

—Pronto será suyo; igual da que selo quede ya.

—¿Sabe usted una cosa, señor mío? Lecreo capaz de hacerlo. De veras. Es usteden verdad singular, si me permite que lodiga.

—Lo escamoteó usted.

—Sí, señor. Lo hice.El hombre gordo extrajo del bolsillo

del chaleco un billete arrugado, lo alisócontra un inmenso muslo, sacó del bolsi-llo de la chaqueta el sobre con los otrosnueve billetes y metió el recientementeplanchado con los demás.

—Tengo necesidad de gastar una bro-ma de vez en cuando, y sentía curiosidadpor saber qué haría usted en una situaciónsemejante. He de decir, señor mío, que laha resuelto usted con gran brillantez. N os e m e o c u r r i ó q u e e n c o n t r a r í au s t e d m é t o d o t a n s e n c i l l o y d i -r e c t o d e a v e r i g u a r l a v e r d a d .

Spade le miró con ligero desprecio,pero sin resquemor.

—Es la clase de broma que cabría esperarde alguien de la edad del chiquilicuatro.

Gutman soltó una risita.

B r i g i d , y a v e s t i d a a u n q u e s i ns o m b r e r o n i a b r i g o , s a l i ó d e lc u a r t o d e b a ñ o , d i o u n p a s o e ne l c u a r t o d e e s t a r, g i r ó s o b r e s u st a l o n e s , e n t r ó e n l a c o c i n a y e n -c e n d i ó l a l u z .

Cairo se arrimó más al muchacho enel sofá y comenzó a cuchichearle al oídode nuevo. El muchacho se sacudió conimpaciencia.

Spade miró las pistolas que teníaen la mano y luego a Gutman, salióal pasillo y se llegó al armario em-potrado que allí había. Abrió la puer-ta , dejó las pis tolas encima de unbaúl , cerró la puerta con l lave, seguardó ésta en el bolsillo del panta-lón y se dirigió a la cocina.

B r i g i d e s t a b a l l e n a n d o u n acafetera de aluminio.

—¿Lo has encontrado todo? —pregun-tó Spade.

—Sí —respondió ella, en tono frío, sinlevantar la cabeza.

Dejó la cafetera a un lado y se acercó a lapuerta en donde estaba Spade. El rubor le subióal rostro. Tenía los ojos muy abiertos, húmedos yrecriminadores.

—No debiste hacerme eso, Sam —dijo, dulcemente.

—Tenía que asegurarme, ángel mío —dijo, se inclinó, la besó ligeramente en laboca y regresó al cuarto de estar.

Gutman le sonrió y le ofreció el sobreblanco, diciéndole:

—Esto pronto será suyo. Da igual quese lo guarde ahora.

flying colors with distinction, concreces,

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Spade d id no t t ake i t . H e s a t i nt h e a r m c h a i r a n d s a i d : “There’sp lenty of t ime for tha t . We haven’td o n e e n o u g h t a l k i n g a b o u t t h emoney-end. I ought to have morethan ten thousand.”

G u t m a n s a i d : “ Te n t h o u s a n ddollars is a lot of money.”

Spade said: “You’re quoting me, butit’s not all the money in the world.”

“No, sir, it’s not. I grant you that.But it’s a lot of money to be pickedup in as few days and as easily asyou’re getting it.”

“You think i t’s been so damnedeasy?” Spade asked, and shrugged.“ W e l l , m a y b e , b u t t h a t ’ s m yb u s i n e s s . ”

“It certainly is,” the fat man agreed.He screwed up his eyes, moved his headto indicate the kitchen, and lowered hisvoice. “Are you sharing with her?”

S p a d e s a i d : “ T h a t ’ s m yb u s i n e s s t o o . ”

“ I t c e r t a i n l y i s , ” t h e f a t m a na g r e e d o n c e m o r e , “ b u t ” — h ehesitated— “I’d like to give you aword of advice.” “Co ahead.”

“If you don’t—I dare say you’llgive her some money in any event,but—if you don’t give her as muchas she thinks she ought to have, myword of advice is—be careful.”

S p a d e ’ s e y e s h e l d am o c k i n g l i g h t . H e a s k e d :“Bad?”

“Bad,” the fat man replied.

Spade grinned and began to roll acigarette.

Cairo, still muttering in the boy’sear, had put his arm around the boy’sshoulders again. Suddenly the boypushed his arm away and turned onthe sofa to face the Levantine. Theboy’s face held disgust and anger. Hemade a fist of one small hand andstruck Cairo’s mouth with it. Cairocried out as a woman might have criedand drew back to the very end of thesofa. He took a silk handkerchief fromhis pocket and put it to his mouth. Itcame away daubed with blood. He putit to his mouth once more and lookedreproachfully at the boy. The boy snarled,“Keep away from me,” and put hisface between his hands again. Cairo’shandkerchief released the fragranceof chypre in the room.

C a i r o ’ s c r y h a d b r o u g h tB r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y t ot h e d o o r . S p a d e ,g r i n n i n g , j e r k e d a t h u m b

Spade no lo cogió. Se sentó en el si-llón y dijo:

—Para eso tenemos mucho tiempo.En cambio no le hemos dedicado sufi-ciente atención al asunto del pago: yoquiero más de diez mil.

Gutman dijo:—Diez mil dólares son un montón

impresionante de dinero. Spade dijo:

—Me está citando literalmente, perotampoco es todo el dinero del mundo.

—No, caballero, no lo es. Eso selo garantizo. Pero es un montón dedinero para ganárselo en pocos díasy con tanta facilidad.

—¿O sea que le parece fácil? —pre-guntó Spade, y luego se encogió dehombros—. No le digo que no, peroeso es cosa mía.

—Desde luego que sí —asintió elgordo. Entornó los ojos, movió la ca-beza señalando a la cocina y bajó lavoz—. ¿Lo va a repartir con ella?

—Eso también es cosa mía —dijoSpade.

—Desde luego que sí —dijo el gordoasintiendo una vez más—pero... —vaci-ló— me gustaría hacerle una advertencia.

—Adelante.

—Si no lo reparte con ella, y yo meatrevería a decir que algo le dará encualquier caso, si no le da todo lo queella cree que debe recibir, mi adverten-cia es que... tenga usted cuidado.

Los ojos de Spade tenían un brilloburlón. Preguntó:

—¿Mala?

—Mala —replicó el gordo.

Spade sonrió y comenzó a liar un ci-garrillo.

Cairo, murmurando aún al oídodel chico, había vuelto a rodearle loshombros con su brazo. De pronto, elchico le apartó el brazo y se giró enel sofá para encararse al levantino:su rostro traslucía disgusto y rabia.Con una de sus manitas convertida enpuño go lpeó a Ca i ro en l a boca .Cairo chilló como una mujer y retro-cedió hasta el otro extremo del sofá.Se sacó un pañuelo de seda del bol-sillo y se lo llevó a la boca. Lo sepa-ró teñido de sangre. Se lo llevó otravez a la boca y miró reprobadoramenteal chico. El chico le dijo con desprecio«No se me acerque» y volvió a sujetar-se la cara con las manos. E l pañuelode Cairo inundó la habitación con suaroma de Chipre.

El chillido de Cairo había atraído aBrigid O’Shaughnessy, que se asomó ala puerta de la cocina. Spade, con unasonrisa, señaló al sofá con un movi-

Spade no lo tomó. Se sentó en el si-llón y dijo:

—Hay tiempo de sobra. Realmente,aún no hemos hablado lo suficienteacerca del dinero. Yo tendría que ga-nar más de diez mil dólares.

—Diez mil dólares es mucho dinero—dijo Gutman.

—Está usted repitiendo palabras mías.Pero hay más dinero en este mundo.

—Efectivamente, lo hay. Sin embargo,diez mil dólares sigue siendo mucho dineropara ganárselo en unos cuantos días con lafacilidad que usted lo va a conseguir.

—¿Cree usted que ha sido tan fácil?—preguntó Spade. Luego se encogió dehombros y añadió—: Bueno, puede quesí, pero eso es cosa mía.

—Indudablemente —dijo el hombregordo. Frunció los ojos, movió la cabezapara referirse a la cocina y bajó la voz—: ¿Va usted a repartirlo con ella?

—Eso también es asunto mío —dijoSpade.

—Desde luego que lo es —asintió nue-vamente el hombre gordo—. Pero... qui-siera darle un consejo.

—Pues venga el consejo.

—Si no..., claro está que supongoque algo le dará usted en cualquiercaso, pero... si usted no le da el dineroque ella considere suficiente, mi con-sejo es... tenga cuidado.

Una luz burlona se asomó a los ojosde Spade, que preguntó:

—¿Qué? ¿Es mala?

—Mala —respondió el hombre gordo.

Spade sonrió para sus adentros y em-pezó a liar un cigarrillo.

Cairo, que seguía hablándole al mucha-cho al oído, le había puesto el brazo otravez sobre los hombros. De súbito, el mu-chacho se zafó del brazo y se volvió en elsofá para quedar de frente al balcánico. Lacara del chico expresaba asco y furia.Cerró un puño y golpeó con é l laboca de Cai ro . Cai ro chi l ló comouna mujer y se re t i ró has ta e l o t roext remo del sofá . Sacó un pañuelode seda de l bols i l lo y se lo l levó al a b o c a . C u a n d o l o r e t i r ó e s t a b amanchado de sangre . Volvió a a l zarlo hastala boca y miró al muchacho quejumbrosamente.

El muchacho le dijo con furia:—¡No te acerques a mí! —y volvió a

apoyar la cara entre las manos.El pañuelo de Cairo esparció por la ha-

bitación perfumes de Chipre.

E l g r i t o d e C a i r o h a b í a h e c h os a l i r a B r i g i d a l a p u e r t a .S p a d e , s o n r i e n d o c í n i c a m e n t e ,s e ñ a l ó c o n u n d e d o p u l g a r h a c i a

4Xdisgust dar asco, repugnar, indignar ; aversion,loath disgusting asco , repugnante

disgustar annoy, upset, molestar; disgusto fas-tidio, enfado,

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a t t h e s o f a a n d t o l d h e r :“The course of true love. How’s thefood coming along?”

“It’s coming,” she said and wentback to the kitchen.

S p a d e l i g h t e d h i s c i g a r e t t ea n d a d d r e s s e d G u t m a n :“Let’s talk about money.”

“ W i l l i n g l y , s i r , w i t h a l l m yhea r t , ” t he f a t man rep l i ed , “bu t Im i g h t a s w e l l t e l l y o u f r a n k l yr i g h t n o w t h a t t e n t h o u s a n d i seve ry cen t I can r a i se . ”

Spade exhaled smoke. “I ought tohave twenty.”

“I wish you could. I’d give it toy o u g l a d l y i f I h a d i t , b u t t e nthousand dollars is every cent I canmanage, on my word of honor. Ofcourse, s ir, you understand that issimply the first payment. Later—”

Spade laughed . “ I know you’ l lgive me millions later,” he said, “butlet’s stick to this first payment now.Fifteen thousand?”

G u t m a n s m i l e d a n d f r o w n e da n d s h o o k h i s h e a d . “Mr. Spade,I’ve told you frankly and candidlya n d o n m y w o r d o f h o n o r a s agentleman that ten thousand dollarsi s a l l t he money I ’ve go t—everypenny—and all I can raise.”

“But you didn’t say positively.”

G u t m a n l a u g h e d a n d s a i d :“Positively .”

Spade said gloomily: “That’s notany too good, but if it’s the best youcan do—give it to me.”

Gutman handed him the envelope.Spade counted the bills and was puttingthem in his pocket when BrigidO’Shaughnessy came in carrying a tray.

The boy would not eat. Cairo tooka cup of coffee. The girl , Gutman,and Spade ate the scrambled eggs,bacon, toast, and marmalade she hadprepa red , and d rank two cups o fco f f ee a p i e c e . T h e n t h e y s e t t l e ddown to wait the rest of the nightthrough. -

Gutman smoked a cigar and readC e l e b r a t e d C r i m i n a l C a s e s o fAmerica , now and then chuckl ingover or commenting on the parts ofits contents that amused him. Caironursed his mouth and sulked on hisend of the sofa. The boy sat with hishead in his hands until a little afterfour o’clock. Then he lay down withhis feet towards Cairo, turned hisf ace t o t he w indow, and wen t t o

miento del pulgar y le dijo:—Cosas del amor verdadero. ¿Cómo

va la comida?

—Ya va —repuso ella, y volvió a me-terse en la cocina.

S p a d e e n c e n d i ó s u c i g a r r i l l oy s e d i r i g i ó a G u t m a n :

—Hablemos de dinero.

—Estoy deseoso, caballero, lo deseocon toda mi alma —replicó el gordo—,pero quizá debiera decirle con franque-za que diez mil dólares es lo único quepuedo darle.

Spade exhaló el humo.—Quiero veinte.

—Ojalá pudiera ser. Se lo daría en-cantado si los tuviera, pero no puedodisponer de más de diez mil dólares, ledoy mi palabra de honor. Desde luego,caballero, queda entendido que este esel primer pago. Más adelante...

Spade soltó una risotada.—Ya sé que más adelante me dará mi-

llones —dijo—, pero limitémonos a esteprimer pago por ahora. ¿Quince mil?

Gutman sonrió, frunció el ceño y me-neó la cabeza.

—Señor Spade, le he dicho con fran-queza y con sinceridad, y le he dado mipalabra de honor de caballero, que diezmil dólares es todo el dinero que puedoreunir y del que puedo disponer.

—Pero no me ha dicho «de verdad».

Gutman rió y dijo:—De verdad.

Spade dijo con melancolía:—No es que sirva de nada, pero si es lo

más que puede hacer... venga, démelos.

Gutman le tendió el sobre. Spade con-tó los billetes y se los estaba metiendo enel bolsillo cuando entró BrigidO’Shaughnessy llevando una bandeja.

El chico no quiso comer. Cairotomó una t aza de ca fé . La ch ica ,Gutman y Spade tomaron los huevosrevueltos , el tocino, las tostadas y lamermelada de naranja que ella habíapreparado, y dos tazas de café cadauno. Luego se acomodaron para pasarel resto de la noche.

Gutman fumó un puro y leyó Famo-sos casos criminales de Norteamérica,riendo o comentando de tanto en tantoaquellas partes que le hacían gracia.Cairo se acariciaba la boca y siguióenfurruñado en su extremo del sofá. Elchico siguió sentado con la cabeza en-tre las manos hasta poco después de lascuatro de la madrugada. Luego se echócon los pies mirando hacia Cairo, vol-vió la cabeza hacia la ventana y se dur-

e l s o f á y l e d i j o :—Así discurre el verdadero amor.

¿Qué tal va la comida?

—Ya viene —respondió Brigid, y re-gresó a la cocina.

S p a d e e n c e n d i ó e l c i g a r r i -l l o y l e d i j o a G u t m a n :

—Vamos a hablar de dinero.

—Encantado, señor mío, de todo co-razón —repuso el hombre gordo—, peromás vale que le diga francamente desdeel principio que no me es posible reunirmás que esos diez mil dólares.

—Tendría que darme veinte mil —dijoSpade, echando humo.

—Mucho me gustaría hacerlo. Se losdaría con sumo placer, pero no me es posi-ble conseguir ni un centavo por encima delos diez mil, palabra de honor. Claro está,señor, que usted comprende que se trata tansólo del primer pago. Más tarde...

—Ya , y a s é q u e m á s t a r d e m edará us ted mi l lones —di jo Spade ,r iendo—, pero vamos a hablar dees te pr imer pago. Quince mi l .

Gutman sonrió, frunció el ceño y sa-cudió la cabeza.

—Mister Spade , le he d icho cont o d a f r a n q u e z a , b a j o p a l a b r a d ehonor de caba l le ro , que no tengomás que d iez mi l dólares . Es cuan-to tengo y cuanto puedo reuni r.

—Pero no me ha dicho «de verdad».

— D e v e r d a d — d i j o G u t m a n ,r i é n d o s e .

— N o e s m u c h o — d i j oS p a d e , t r i s t e m e n t e — . P e r o s ie s t o d o l o q u e t i e n e , d é m e l o .

Gutman le alargó el sobre. Spadecontó los bi l le tes y estaba guardán-doselos en el bolsi l lo cuando entróBrigid con una bandeja.

El muchacho no tomó nada. Cairo be-bió una taza de café. Brigid, Gutman ySpade comieron huevos revueltos, toci-no ahumado, pan tostado y confituras denaranja, todo ello preparado por la mu-chacha, y tomaron dos tazas de café cadauno. Luego se acomodaron para pasar elresto de la noche.

Gutman encendió un cigarro puro yse puso a leer Casos criminales famo-sos de Estados Unidos, riendo suave-mente o haciendo algún comentarioacerca de su contenido cuando lo encon-traba de su gusto. Cairo se cuidó la bocamagullada y permaneció con cara demurria en su extremo del sofá. El mu-chacho siguió con la cabeza entre lasmanos hasta poco después de las cua-tro. A esa hora se tumbó en el sofá con

positively downright; complete

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sleep. Brigid O’Shaughnessy, in thearmchair, d o z e d , l i s t e n e d t o t h ef a t m a n ’s c o m m e n t s , a n d c a r r i e do n w i d e - s p a c e d d e s u l t o r yconversations with Spade.

Spade roiled and smoked c igare t tesa n d m o v e d , w i t h o u t f i d g e t i n g o rn e r v o u s n e s s , a r o u n d t h er o o m . H e s a t s o m e t i m e s o n a na r m o f t h e g i r l ’ s c h a i r , o n t h et a b l e - c o r n e r , o n t h e f l o o r a th e r f e e t , o n a s t r a i g h t - b a c k e dc h a i r . H e w a s w i d e - a w a k e ,c h e e r f u l , a n d f u l l o f v i g o r.

At half-past five he went into thekitchen and made more coffee. Half anhour later the boy stirred, awakened,and sat up yawning. Gutman looked athis watch and questioned Spade: “Canyou get it now?”

“Give me another hour.”

Gutman nodded and went back tohis book.

At seven o’clock Spade went to thetelephone and called Effie Perine’s number.“Hello, Mrs. Perine? . . . This is Mr.Spade. Will you let me talk to Effie,please? . . . Yes, it is. . . . Thanks.”He whistled two lines of En Cuba ,softly. “Hello, angel. Sorry to get youup. . . . Yes, very. Here’s the plot: inour Holland box at the Post Officeyou’ll find an envelope addressed inmy scribble. There’s a Pickwick Stagep a r c e l - r o o m - c h e c k i n i t — f o r t h ebundle we got yesterday. Will you get thebundle and bring it to me—p. d. q.? . . .Yes, I’m home. . . . That’s the girl—hustle. . . . ‘Bye.”

The street-door-bel l rang at tenminutes of eight. Spade went to thetelephone-box and pressed the buttonthat released the lock. Gutman putdown h i s book and rose smi l ing .“You don’t mind if I go to the doorwith you?” he asked.

“O.K.,” Spade told him.

G u t m a n f o l l o w e d h i m t o t h ec o r r i d o r - d o o r. S p a d e o p e n e d i t .Presently Effie Perine, carrying thebrown-wrapped parcel , came fromthe elevator. Her boyish face was gayand br igh t and she came forwardquickly, almost trot t ing. After oneglance she did not look at Gutman.She smiled at Spade and gave him theparcel.

H e t o o k i t s a y i n g :“ T h a n k s a h o t , l a d y . I ’ ms o r r y t o spoi l your day of res t ,but th is—”

“ I t ’s n o t t h e f i r s t o n e y o u ’ v espoiled,” she replied, laughing, andthen, when it was apparent that hewas not going to invite her in, asked:“Anything else?”

mió. Brigid O’Shaughnessy, sentada enel sillón, daba cabezadas, escuchaba loscomentarios del gordo y conversabadeshilvanadamente, haciendo largaspausas, con Spade.

Spade no paró de liar cigarrillos, defumar y de moverse por la habitación,sin pizca de nerviosismo o intranquili-dad. A veces se sentaba en el brazo delsillón en el que estaba la chica, o en laesquina de la mesa, o en el suelo a lospies de la chica o en una silla de res-paldo recto. Estaba completamente des-velado, alegre y lleno de vigor.

A las cinco y media entró en la coci-na a hacer más café. Media hora des-pués, el chico se agitó, se despertó y sesentó bostezando. Gutman miró su re-loj y preguntó a Spade:

—¿Puede conseguirlo ya?

—Déme una hora más.

Gutman asintió y volvió a su lectu-ra.

A las siete, Spade se acercó al telé-fono y marcó el número de Effie Perine.

—¿Oiga, señora Perine?... Soy el se-ñor Spade. ¿Puede ponerme con Effie,por favor?... Sí, lo es... Gracias —silbóun par de estrofas de En Cuba, con sua-vidad—. Hola, encanto. Perdona que tehaya despertado... Sí, mucho... Atien-de: en nuestro apartado de correos deHolland encontrarás un sobre con miletra. Dentro tiene un resguardo de laterminal Pickwick... es el paquete querecibimos ayer. ¿No te importa ir a buscar-lo y traérmelo... perdiendo el culo*?...Sí, estoy en casa... Buena chica, dateprisa... Adiós.

Llamaron al telefonillo a las ochomenos diez. Spade fue a contestar yapretó el botón que abría la puerta delportal. Gutman dejó su libro y se levan-tó sonriendo.

—¿No le importa que vaya a la puer-ta con usted? —preguntó.

—De acuerdo —le dijo Spade.

Gutman le siguió a la puerta quedaba al descansillo. Spade la abrió.En seguida salió del ascensor EffiePerine, con el paquete envuelto enpapel marrón. Se acercó rápidamen-te, casi corriendo, con su rostro mas-culino alegre y brillante. Después deuna pr imera mirada, ya no miró aGutman. Sonrió a Spade y le entregóel paquete.

Él lo cogió diciendo:—Un millón de gracias, señorita.

Lamento haberle estropeado su díalibre, pero.. .

—No es el primero que me estro-peas —replicó el la r iendo, y luego,cuando comprendió que no pensa-ba inv i ta r la a en t ra r , p reguntó—:¿Algo más?

los pies hacia Cairo y se echó a dormir.Brigid, sentada en el sillón, descabezóalgunos sueños, escuchó los comenta-r ios del hombre gordo y conversódeshilvanadamente con Spade.

S p a d e l i ó y f u m ó c i g a r r i -l l o s , y s e m o v i ó d e u n l a d o ao t r o p o r l a h a b i t a c i ó n , t r a n -q u i l o y s i n m u e s t r a s d e e s t a rn e r v i o s o . A l g u n a s v e c e s s es e n t ó s o b r e e l s u e l o , o e n u n as i l l a d e r e c t o r e s p a l d o . E s t a -b a c o m p l e t a m e n t e d e s p i e r t o ,a l e g r e y l l e n o d e v i d a .

A las cinco y media fue a la cocina ehizo más café. Media hora más tarde, elmuchacho se movió, despertó, se sentó ybostezó. Gutman miró su reloj y le pre-guntó a Spade:

—¿Puede usted hacer que se lo traigan ya?

—Déme una hora más.

G u t m a n a s i n t i ó y v o l v i ó a s ul i b r o .

A las siete, Spade se llegó al teléfonoy pidió el número de Effie.

—¿Mistress Perine? Habla misterSpade. ¿Podría hablar con Effie, por fa-vor?... Sí, lo es... Gracias.

Silbó dos o tres compases de En Cuba bajito.—Hola, ángel mío. Siento haberte levantado

de la cama... Sí, mucho... Mira, se trata de lo si-guiente: en el apartado de Holland, en Correos,encontrarás un sobre con mi letra. Dentro hay unresguardo de la consigna de la estación de losautobuses interurbanos Pickwick, que correspon-de al paquete que recibimos ayer. ¿Quieres reco-brar el paquete y me lo traes cuanto antes?Sí, estoy en mi casa... Buena chica. Date mu-cha prisa... Hasta ahora.

El timbre de la puerta sonó a las ochoy diez. Spade se llegó al tablero de telé-fonos y apretó el botón que abría la puer-ta de la calle. Gutman dejó el libro y selevantó sonriendo.

—¿Le importa que vaya a la puerta conusted? —preguntó.

—Venga —le respondió Spade.

G u t m a n l e s i g u i ó h a s t a l ap u e r t a d e l p a s i l l o . A b r i ó S p a d e .A l o s p o c o s i n s t a n t e s , E f f i e , c o ne l p a q u e t e e n v u e l t o e n p a p e l b a s -t o , s a l i ó d e l a s c e n s o r. S u c a r a d ec h i c o e s t a b a a l e g r e y l u m i n o s a .Avanzó hac i a Spade de p r i s a , c a s ic o r r i e n d o . D e d i c ó u n a m i r a d a aG u t m a n , s o n r i ó a S p a d e y l e e n -t r e g ó e l p a q u e t e .

Spade lo tomó y dijo:—Muchas gracias, chica. Siento mu-

cho haberte estropeado tu día de descan-so, pero es que...

—No es el pr imero que me fast i -dias —repuso el la , r iendo. Y cuan-do comprendió que Spade no le ibaa invi tar a que pasara, preguntó—:¿Algo más?

p.d.q. pretty damn quick X

* Esta tradiccoón como la de la palabra «mierda»por «damned» o «hell» dichas a menudo porSpade, no es la asumida por los vocablos in-gleses dando un tono distinto al correspondien-te. En este caso mermando respeto a Spade.

desultory adj.1 going constantly from onesubject to another, esp. in a half-hearted way.2 disconnected; unmethodical; superficial. In-constante, intermitente,inconexo, irregular,poco metódico, intemitente, variable, voluble,inconstante, erratic, esporádico, insconstant,irrelevant, tedious, pointless, boring, diufused

desultory adj. 1 going constantly from one subjectto another, esp. in a half-hearted way. 2disconnected; unmethodical; superficial. Irregu-lar,

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H e s h o o k h i s h e a d .“ N o , t h a n k s . ”

She sa id , “Bye-bye ,” and wentback to the elevator.

S p a d e s h u t t h e d o o r a n dc a r r i e d t h e p a r c e l i n t o t h e l i v i n g -r o o m . G u t m a n ’s f a c e w a s r e d a n dh i s c h e e k s q u i v e r e d . C a i r o a n dB r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y c a m e t ot h e t a b l e a s S p a d e p u t t h e p a r c e lt h e r e . T h e y w e r e e x c i t e d . T h eb o y r o s e , p a l e a n d t e n s e , b u t h er e m a i n ed by the sofa, staring undercurling lashes at the others.

Spade stepped back from the tablesaying: “There you are.”

G u t m a n ’ s f a t f i n g e r s m a d es h o r t w o r k o f c o r d a n d p a p e ra n d e x c e l s i o r , a n d h e h a dt h e b l a c k b i r d i n h i s h a n d s .“ A h , ” h e s a i d h u s k i l y , “ n o w ,a f t e r s e v e n t e e n y e a r s ! ” H i s e y e sw e r e m o i s t .

C a i r o l i c k e d h i s r e d l i p s a n dworked his hands together. The girl’slower lip was between her teeth. Sheand Cai ro , l ike Gutman, and l ikeSpade and the boy, were breathingheav i ly. The a i r in the room wasc h i l l y a n d s t a l e , a n d t h i c k w i t htobacco smoke.

G u t m a n s e t t h e b i r dd o w n o n t h e t a b l e a g a i na n d f u m b l e d a t a p o c k e t .“I t ’ s i t , ” h e s a i d , “ b u t w e ’ l lm a k e s u r e . ” S w e a t g l i s t e n e do n h i s r o u n d c h e e k s .H is fingers twitched as he took out agold pocket-knife and opened it.

Cai ro and the g i r l s tood c lose toh i m , o n e o n e i t h e r s i d e . S p a d es tood back a l i t t le where he couldwatch the boy as wel l as the groupat the tab le .

Gutman turned the bird upside-down and scraped an edge of its basewith his knife. Black enamel cameoff in tiny curls, exposing blackenedmetal beneath. Gutman’s knife-bladebit into the metal, turning back a thincurved shaving. The ins ide of theshaving, and the narrow plane i t sremoval had heft, had the soft greysheen of lead.

Gutman’s breath hissed betweenhis teeth. His face became turgidwith hot b l o o d . H e t w i s t e d t h eb i r d a r o u n d a n d h a c k e d a t i t sh e a d . T h e r e t o o t h e e d g e o f h i sk n i f e b a r e d l e a d . H e l e t k n i f ea n d b i rd bang down on the tab lewhile he wheeled to confront Spade .“ I t ’ s a f a k e , ” h e s a i dh o a r s e l y .

S p a d e ’ s f a c e h a d b e c o m e

El meneó la cabeza.—No, gracias.

Ella dijo «Hasta luego» y regresó alascensor.

Spade cerró la puerta y llevó el pa-quete al salón. Gutman tenía el rostroenrojecido y le temblaban las meji-llas. Cairo y Brigid O’ Shaughnessyse acercaron a la mesa sobre la queSpade estaba depositando el paquete.Todos estaban emocionados. El chicose irguió, pálido y tenso, pero siguióen el sofá, mirando a los demás bajosus pestañas rizadas.

Spade dio un paso atrás y dijo:—Ahí lo tienen.

Los gruesos dedos de Gutman traba-jaron rápidamente con el cordel, el pa-pel y la viruta y ya tenía el pájaro ne-gro en sus manos.

—Ah —dijo con voz ronca—. ¡Porfin! ¡Después de diecisiete años! —te-nía los ojos húmedos.

C a i r o s e h u m e d e c i ó l o s l a b i o sy s e f r o t ó l a s m a n o s . L a c h i c a s em o r d í a e l l a b i o i n f e r i o r . E l l a yC a i r o , c o m o G u t m a n , c o m oS p a d e y e l c h i c o , r e s p i r a b a n p e -s a d a m e n t e . E l a i r e d e l a h a b i t a -c i ó n e s t a b a f r í o y e n r a r e c i d o yl l e n o d e h u m o d e t a b a c o .

G u t m a n v o l v i ó a d e j a r e l p á j a -r o s o b r e l a m e s a y m e t i ó l a m a n oe n e l b o l s i l l o b u s c a n d o a l g o .

— E s é s t e — d i j o — , p e r o v a m o sa a s e g u r a r n o s — e l s u d o r l e b r i -l l a b a e n l a s r e d o n d a s m e j i l l a s .L o s dedos le temblaban mientras sa-caba una navaja dorada y la abría.

C a i r o y l a c h i c a e s t a b a n m u ycerca de é l , uno a cada lado. Spadee s t a b a u n p o c o m á s h a c i a a t r á spara poder v ig i la r t an to a l g rupocomo a l ch ico .

Gutman puso boca abajo e l pá-jaro y raspó la base con la navaja.El esmalte negro sal tó en r izos di-minutos dejando expuesto un metalennegrecido. La navaja de Gutmanm o r d i ó e l m e t a l , h a c i e n d o u n amuesca f ina y curva. El inter ior dela muesca, así como la viruta quehabía saltado , tenían el suave, tonogris del plomo.

G u t m a n r e s p i r a b a e n t r e d i e n -t e s , s i b i l a n t e . E l r o s t r o s e l ec o n g e s t i o n ó . Dio la vuelta al pája-ro y probó con la cabeza. Tambiénahí su navaja dejó plomo al descu-bierto. Soltó navaja y pájaro, que dioun golpetazo sobre la mesa, mientrasse volvía para encararse con Spade.

— E s u n a f a l s i f i c a c i ó n — d i j ocon aspereza.

Spade tenía el rostro sombrío. Hizo

—No, gracias —respondió, sacu-diendo la cabeza.

—Adiós —dijo Effie, y se dirigió alascensor.

Spade cerró la puerta y llevó el pa-quete al cuarto de estar. El rostro deGutman estaba enrojecido y le tembla-ban los mofletes. Cairo y Brigid seaproximaran a la mesa cuando Spadedejó el paquete sobre ella. Estaban emo-cionados. El muchacho se levantó, pá-lido y en tensión, pero se quedó juntoal sofá, mirando a los demás a travésde las rizadas pestañas.

Spade se apartó de la mesa y dijo:—Ahí lo tiene.

Los rechonchos dedos de Gutmanpronto despacharon el estorbo de cuerdasy papeles y viruta, y el pájaro negro apa-reció en sus manos.

—¡Ah! —dijo apagadamente—.¡Al cabo de diecisiete años!

Tenía los ojos húmedos.

Cairo se chupó los labios y empezó arestregar una mano contra la otra. La mu-chacha tenía el labio inferior entre losdientes. Tanto ella como Cairo, así comoGutman y el muchacho, respirabananhelosamente. El ambiente de la habi-tación estaba frío y el aire espeso y lle-no de humo de tabaco.

G u t m a n d e j ó e l p á j a r o e n l am e s a y r e b u s c ó a l g o a p r e s u r a -d a m e n t e e n l o s b o l s i l l o s .

—Este es el halcón —dijo—, pero másvale estar seguros.

El sudor brillaba en sus redondos ca-rrillos. Al sacar del bolsillo una navaja deoro y abrirla le temblaban los dedos.

Cairo y la muchacha estaban junto aél, uno a cada lado. Spade permanecióalgo más allá, colocado de manera que lefuera posible mirarlos a los tres y tam-bién al muchacho.

Gutman puso cabeza abajo al pájaro yraspó una esquina de su pedestal con lanavaja. Arrancó rizos de esmalte delica-dos y diminutos, y debajo apareció unmetal ennegrecido. La navaja mordió enel metal y cortó una viruta delgada y cor-va. Tanto la parte interior de la virutacomo la pequeña superficie plana que elcorte había dejado al aire presentaban elcolor gris suave del plomo.

Silbó el aire por entre los dientes deGutman. La sangre le subió al rostro,dejándolo turgente. Dio la vuelta al pá-jaro y le raspó la cabeza con la navaja.También allí el cortaplumas dejó plo-mo a la vista. Gutman soltó la navaja yla estatuilla sobre la mesa de golpe y sevolvió para quedar frente a Sp a d e :

— E s u n a f a l s i f i c a c i ó n — d i j o ,con voz ronca.

La expresión de Spade se había vuelto

hack I n. 1 corte 2 pey & hum (periodista) gace-tillero 3 (caballo) jamelgo I I v.tr. cortar ahachazos to hack sthg/sb to pieces, hacertrizas algo/a alguien III vi Inform piratear

heft v. lift (something heavy), esp. to judge its weight, lift, alzar, sopesar, n. peso, masa.

turgid hinchado, abultado, túrgido, turgente,campanudo, ampuloso, rimbombante, carga-do (aire)

hoarsely roncamente

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somber. His nod was slow, but therewas no slowness in his hand’s go ingout to catch Brigid O’Shaughnessy’swrist . H e p u l l e d h e r t o h i m a n dg r a s p e d h e r c h i n w i t h h i s o t h e rh a n d , r a i s i n g h e r f a c e r o u g h l y.“ A l l r i g h t , ” h e g r o w l e d i n t o h e rface. “You’ve had your l i t t le joke.Now tel l us about i t .”

She cried: “No, Sam, no! That is theone I got from Kemidov. I swear—”

Joel Cairo thrust himself betweenSpade and Gutman and began to emitwords in a shrill spluttering stream:“ T h a t ’s i t ! T h a t ’s i t ! I t w a s t h eRussian! I should have known! Whata foo l we thought h im, and wha tfools he made of us!” Tears ran downthe Levantine’s cheeks and he dancedup and down. “You bungled it!” hescreamed at Gutman. “You and yourstupid attempt to buy it from him!You fat fool! You let him know it wasv a l u a b l e a n d h e f o u n d o u t h o wvaluable and made a duplicate for us!No wonder we had so little troubles tea l ing i t ! No wonder he was sowil l ing to send me off around theworld looking for it! You imbecile!You bloated idiot!” He put his handsto his face and blubbered.

G u t m a n ’ s j a w s a g g e d . H eblinked vacant eyes. Then he shookhimself and was—by the t ime hisb u l b s h a d s t o p p e d j o u n c i n g —again a jovia l fa t m a n . “Come, sir,”he said good-naturedly, “there’s non e e d o f g o i n g o n l i k e t h a t .Everybody errs at times and you maybe sure this is every bit as severe ablow to me as to anyone else. Yes,that is the Russian’s hand, there’s nodoubt of it . Well, sir, what do yousugges t? Shal l we s tand here andshed tears and call each other names?Or shal l we” —he paused and hiss m i l e w a s a c h e r u b ’s — “ g o t oConstantinople?”

Cairo took his hands from his faceand his eyes bulged . He stammered:“You a re—?” Amazement comingwith full comprehension made himspeechless.

G u t m a n p a t t e d h i s f a t h a n d stoge the r. H i s eyes tw ink led . H isv o i c e w a s a c o m p l a c e n t t h r o a t ypurring: “For seventeen years I havewanted that little item and have beent r y i n g t o g e t i t . I f I m u s t s p e n dano ther yea r on the ques t —wel l ,s i r — t h a t w i l l b e a n a d d i t i o n a lexpenditure in t ime of only” —hisl i p s m o v e d s i l e n t l y a s h ec a l c u l a t e d — “ f i v e a n d f i f t e e n -seventeenths per cent.”

The Levantine giggled and cried:“I go with you!”

Spade suddenly released the girl’swrist and hooked around the room.

un gesto lento con la cabeza, pero sumano no fue lenta en absoluto para aga-rrar a Brigid O’Shaughnessy por lamuñeca. Tiró de ella hacia sí, le sujetóla barbilla con la mano libre y le levan-tó la cara con brusquedad.

—De acuerdo —le gruñó en plenacara—, ya has gastado tu bromita. Aho-ra cuéntanos.

Ella gritó:—¡No, Sam, no! Ése es el que le

cogí a Kemidov. Lo juro.. .

Joel Cairo se interpuso entre Gutmany Spade y comenzó a soltar un torrentede palabras chillonas y balbuceantes:

—¡Eso es! ¡Eso es! ¡Fue el ruso! ¡Debísuponérmelo! ¡Creímos que era un tontoy nos ha tomado el pelo! —las lágrimasrodaban por las mejillas del levantinomientas daba saltitos de un lado paraotro—. ¡Menuda chapuza la suya! —le chil ló a Gutman—. ¡Usted y sues túp ido in t en to de comprá r se lo !¡Gordo imbécil! ¡Le permitió saber queera valioso y averiguó cuánto valía yencargó un duplicado para nosotros!¡No me extraña que nos costara tan pocorobarlo! ¡No me extraña que estuvieratan deseoso de enviarme por todo e lmundo a buscar lo! ¡ Imbéc i l! ¡Ton-to de baba! —se llevó las manos a lacara y se echó a gimotear.

Gutman dejó caer la mandíbula. Par-padeó, sus ojos miraban al vacío. Lue-go se sobrepuso y cuando sus grasas hu-bieron dejado de reajustarse, fue denuevo un hombre gordo y jovial.

—Venga, caballero —dijo de buenhumor—, no hay por qué ponerse así.Todos nos equivocamos alguna vez ypuede estar seguro de que este golpees igual de fuerte para mí que paracualquiera. Sí, fue la mano del ruso,de eso no cabe duda. Y bien, caballe-ro, ¿qué sugiere? ¿Nos quedamos aquíllorando y llamándonos de todo —hizo una pausa con una sonrisa dequerubín y añadió—, o nos vamos aConstantinopla?

Cairo se quitó las manos de la cara y losojos se le salieron de las órbitas. Tartamudeó:

—¿Está usted...? —el asombro, seguidode la comprensión cabal de lo que le propo-nía Gutman, le dejaron sin habla.

G u t m a n d i o u n a s p a l m a d i t a s .P a r p a d e ó . S u v o z e r a u nr o n r o n e o s a t i s f e c h o y g u t u r a l .

—Durante diecisiete años he de-seado esa pequeña pieza y he inten-tado conseguirla. Y si debo emplearotro año más en la búsqueda, puesbien, caballero, sólo será un gastoadicional de tiempo —y sus labios semovieron silenciosamente mientrascalculaba—, de sólo un cinco comaocho por ciento más.

—El levantino soltó una risita y gritó:—¡Voy con usted!

Spade soltó de pronto la muñeca dela chica y miró por toda la habitación.

sombría. Inclinó la cabeza lentamente,pero el movimiento que hizo su mano parahacer presa en la muñeca de la muchachano fue lento. La atrajo hacia él, le agarróla barbilla con la otra mano y le levantóla cara bruscamente.

—Está bien —le rugió a la cara—.También tú has disfrutado con tu broma.Ahora, cuéntanos todo.

—¡No, Sam, no! —gritó—. Es el queme dio Kemidov. Te juro...

Cairo se interpuso entre Spade y Gutmany comenzó a vomitar palabras en medio deun torrente chillón y húmedo de saliva.

—¡Naturalmente! ¡Claro! ¡Fue el ruso!¡Debí figurármelo! ¡Le creímos tonto, peroél ha sido quien nos ha tomado el pelo!

Las lágrimas le corrían por las mejillasmorenas mientras brincaba de un lado a otro.

—¡Usted lo estropeó todo! —le gri-tó a Gutman—. Usted con sus estúpi-das ofertas para comprárselo. ¡Tan im-bécil como gordo! ¡Usted le hizo com-prender que se trataba de algo de gran va-lor, y él averiguó lo que valía y mandó ha-cer una copia para nosotros! ¡No me extra-ña que nos fuera tan fácil robarlo! ¡Y no meextraña que se mostrara tan dispuesto a enviar-me a recorrer el mundo en su busca! ¡Imbécil¡Gordo idiota! Se llevó la mano a la cara y co-menzó a llorar con la cara descompuesta.

Gutman tenía la mandíbula caída.Abría y cerraba los ojos sin expresión.Pero se dominó a sí mismo; y cuando losbulbos dejaron de chocar entre sí, ya eraotra vez un hombre gordo y jovial.

—¡Vamos, vamos, señor mío! —dijo ama-blemente—. No hace falta ponerse así. Todoel mundo se equivoca alguna vez, y le asegu-ro que esto es para mí un golpe tan desagra-dable como para cualquier otra persona. Sí;adivino en esto la mano del ruso. No cabeduda. ¿Qué propone usted que hagamos aho-ra? ¿Quedarnos aquí derramando lágrimas yvituperándonos mutuamente? ¿No sería me-jor —hizo una pausa y su sonrisa fue lad e u n querubín— que regresáramos aConstantinopla?

Cairo sacó la cara de entre las manosy miró a Gutman con ojos saltones.

—¿Está usted proponiendo...? —tartamudeó, hasta que el asombro lehizo enmudecer.

Gutman dio una sorda palmada con susgruesas manos. Le brillaban los ojos. Su voz eracompletamente gutural, placentera y ronroneante.

—He ambicionado poseer esa frusle-ría durante diecisiete años, que es el tiem-po que he gastado en tratar de lograrla. Sihe de dedicar un año más a lo mismo, bue-no, mister Cairo, eso supondría una in-versión adicional de tiempo de tan sólo...—hizo una pausa mientras sus labias semovían calculando en silencio—... un cin-co y quince diecisieteavos por ciento...

—¡Iré con usted! —rió y gritó el grie-go.

Spade soltó de pronto la muñeca deBrigid y miró alrededor del cuarto. El mu-

bungled it mismanaged, metedura depata

jounce bump, bounce, jolt, bounce up and downrepeatedly, traquetear, oscilar

giggle reírse nerviosamente, con disimulo;soltar una risita tonta, ahogada o entredientes; twist laughingly, laugh in silly(bobalicona) manner.

titter : to laugh in a nervous, affected, orpartly suppressed manner or in a furtive orrestrained way

blubber (= weep) lloriquear, gimotear

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Hammett’s Maltese tr. de Francisco Páez de la Cadena tr. de Fernando Calleja

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The boy was not there. Spade wentinto the passageway. The corridor-d o o r s t o o d o p e n . S p a d e m a d e adissatisfied mouth, shut the door, andr e t u r n e d t o t h e l i v i n g - r o o m . H eleaned against the door-frame andlooked a t Gu tman and Ca i ro . Helooked at Gutman for a long t ime,sourly. Then he spoke, mimicking thefat man’s throaty purr: “Well, sir, I mustsay you’re a swell lot of thieves!”

G u t m a n c h u c k l e d . “ W e ’ v el i t t l e e n o u g h t o b o a s t a b o u t ,a n d t h a t ’s a f a c t , s i r , ” h e s a i d .“Bu t , we l l , we ’ re non e of us deadyet and there’s not a bit of use thinkingthe world’s come to an end just becausewe’ve run in to a l i t t l e s e t b a c k . ”H e b r o u g h t h i s l e f t h a n d f r o mb e h i n d h i m a n d h e l d i t o u tt o w a r d s S p a d e , p i n k s m o o t hh i l l y p a l m u p . “ I ’ l l h a v e t o a s ky o u f o r t h a t e n v e l o p e , s i r . ”

Spade did not move. His face was wooden.He said: “I h e l d u p m y e n d . Yo ug o t y o u r d i n g u s . I t ’ s y o u rh a r d l u c k , n o t m i n e , t h a t i tw a s n ’ t w h a t y o u w a n t e d . ”

“Now come, s i r , ” Gutman sa idpersuasively, “we’ve all failed andthere’s no reason for expecting anyone of us to bear the brunt of i t ,and—” He brought h is r ight handfrom behind him. In the hand was asmall pistol , an ornately engravedand inlaid affair of silver and goldand mother-of-pearl. “In short, sir,I m u s t a s k y o u t o r e t u r n m y t e nthousand dollars.”

Spade’s face did not change. Heshrugged and took the envelope from hispocket. He started to hold it out toGutman, hesitated, opened the envelope,and took out one thousand-dollar bill. Heput that bill into his trousers-pocket. Hetucked the envelope’s flap in over theother bills and held them out to Gutman.“That’ l l take care of my t ime andexpenses,” he said.

G u t m a n , a f t e r a l i t t l e p a u s e ,i m i t a t e d S p a d e ’ s s h r u g a n da c c e p t e d t h e e n v e l o p e . H e s a i d :“ N o w , s i r , w e w i l l s a y g o o d -b y e t o y o u , u n l e s s ” — t h ef a t p u f f s a r o u n d h i se y e s c r i n k l e d — “ y o u c a r e t ou n d e r t a k e t h e C o n s t a n t i n o p l ee x p e d i t i o n w i t h u s . Y o ud o n ’ t ? We l l , s i r , f r a n k l y I ’ dl i k e t o h a v e y o u a l o n g .Yo u ’ r e a m a n t o m y l i k i n g , am a n o f m a n y r e s o u r c e s a n dn i c e j u d g m e n t . B e c a u s e w ek n o w y o u ’ r e a m a n o f n i c ej u d g m e n t w e k n o w w e c a ns a y g o o d - b y e w i t h e v e r ya s s u r a n c e t h a t y o u ’ l l h o l dt h e d e t a i l s o f o u r l i t t l ee n t e r p r i s e i n c o n f i d e n c e . W ek n o w w e c a n c o u n t o n y o u t oa p p r e c i a t e t i m e f a c t t h a t , a st h e s i t u a t i o n n o w s t a n d s , a n y

El chico no estaba. Spade salió al pasi-llo: la puerta del descansillo estabaabierta. Spade puso cara de fastidio,cerró la puerta y regresó al salón. Seapoyó en el quicio de la puerta y miró aGutman y a Cairo . Luego miró aGutman largo rato, con amargura. Ydespués dijo, imitando el ronroneo gu-tural del gordo:

—Pues bien, caballeros, debo decirlesque ¡son ustedes una panda de ladrones!—Gutman soltó una risita.

—Bien poco tenemos de qué alardeary eso es un hecho, caballero —dijo—.Pero bueno, todos seguimos vivos to-davía y no sirve absolutamente de nadapensar que el mundo va a acabarse por-q u e h e m o s t e n i d o u n p e q u e ñ oc o n t r a t i e m p o — a l a r g ó l a m a n oi z q u i e r d a y s e l a t e n d i ó a S p a d e ,c o n l a p a l m a s o n r o s a d a h a c i aa r r i b a — . D e b o p e d i r l e q u e m ee n t r e g u e e s e s o b r e , c a b a l l e r o .

Spade no se movió. Tenía el rostro pétreo. Dijo:— Y o c u m p l í m i p a r t e .

U s t e d r e c i b i ó s u c h i s m e .Q u e f u e r a o t r a c o s a , e sm a l a s u e r t e s u y a , n o m í a .

—Vamos, caballero —dijo Gutman,persuasivo—, hemos fracasado todos yno hay motivo para esperar que algunode nosotros cargue con todo el pesode... —descubrió la mano derecha quetenía a la espalda, y que sujetaba unapequeña pistola, un artefacto de plata,oro y madreperla , grabado y conincrustaciones—. En resumidas cuen-tas, caballero, que debo pedirle que medevuelva mis diez mil dólares.

El ros t ro de Spade no se a l te ró .Se encogió de hombros y se sacóel sobre del bols i l lo . Fue a a largár-se lo a Gutman, vac i ló , abr ió e l so-bre y sacó un b i l le te de mi l , quese guardó en e l bols i l lo de l panta-lón . Volv ió a co locar la so lapa de lsobre y se lo tendió a Gutman.

—Para compensa r mi t i empo ymis gas tos —di jo .

Gutman, después de una breve pau-sa, imitó el gesto de Spade de encogersede hombros y aceptó el sobre. Dijo:[514] —Y ahora, caballero, nos despe-diremos de usted a menos que... —y lasg r a s a s q u e l e r o d e a b a n l o s o j o ss e c o n t r a j e r o n — a m e n o s q u ed e s e e u s t e d a f r o n t a r e s t a e x p e d i -c i ó n a C o n s t a n t i n o p l a c o n n o s o -t r o s . ¿ N o ? P u e s b i e n , f r a n c a m e n -t e , c a b a l l e r o , m u c h o m e g u s t a r í at e n e r l e c o n n o s o t r o s . E s u s t e dh o m b r e d e m i g u s t o , h o m b r e d em u c h o s r e c u r s o s y f i n o j u i c i o . Yp o r q u e s a b e m o s q u e e s u s t e dh o m b r e d e f i n o j u i c i o , s a b e m o sq u e p o d e m o s d e c i r l e a d i ó s c o nt o d a s l a s g a r a n t í a s d e q u e m a n -t e n d r á e n s e c r e t o l o s d e t a l l e s d en u e s t r a p e q u e ñ a e m p r e s a . S a b e -m o s q u e p o d e m o s c o n t a r c o n q u eu s t e d a p r e c i e e l h e c h o d e q u e , t a lc o m o e s t á l a s i t u a c i ó n , c u a l q u i e r

chacho no estaba. Spade salió al pasillo.La puerta de salida estaba abierta. Spadehizo un gesto de desagrado y regresó alcuarto de estar. Se apoyó sobre el marcode la puerta y se quedó mirando a Gutmany a Cairo. A Gutman le estuvo mirandoun buen rato, con expresión agria.

Y al cabo, imitando el ronroneo gutu-ral del hombre gordo, le dijo:

—Bien, señor mío, he de decirle que comoladrones son ustedes un hatajo de inútiles.

Gutman rió bajo.— Te n e m o s p o c o d e q u é

vanag lo r ia rnos , é sa es l a ve rdad ,mister Spade. Pero todos estamos vi-vos aún y de nada sirve creer que seva a acabar el mundo porque haya-mos tenido un pequeño tropiezo.

Alargó hacia Spade una de las ma-nos que había tenido a la espalda, conla palma hacia arriba.

—Tendré que pedirle que me devuel-va ese sobre, señor mío.

Spade no se movió. Su rostro parecíatallado en madera. Y dijo:

—Yo he cumplido. Ahí tiene usted su pá-jaro. El que ha tenido mala suerte es usted, noyo, porque no sea éste el pájaro que buscaba.

—Vamos, vamos —dijo Gutman,persuasivamente—. Todos hemos fraca-sado, y no es razonable esperar que unode nosotros sea el pagano y...

Alargó ahora la segunda mano, que ha-bía tenido escondida detrás de la espalda.Tenía en ella una pequeña pistola, un armade plata, oro y nácar muy complicadamentegrabada, damasquinada y embutida.

—En resumen, tengo que pedirle queme devuelva mis diez mil dólares.

La expresión de Spade no cambió. Seencogió de hombros y sacó el sobre delbolsillo. Ya iba a dárselo a Gutman cuan-do vaciló, lo abrió y sacó un billete demil dólares, el cual se guardó en el bol-sillo del pantalón. Volvió a meter la so-lapa del sobre encima del resto de losbilletes y se los alargó a Gutman.

—Esto me compensará el tiempo y losgastos que he dedicado a esto.

Tras una b reve pausa , Gu tmanimi tó e l encog imien to de hombrosde Spade y acep tó e l sob re .

—Y ahora —di jo— nos d i remosad iós , a no se r que . . .

Los montículos de grasa que rodeabansus ojos se descompusieron en arrugas.

—A no ser que le gustara a usted par-ticipar en nuestra expedición aConstantinopla. ¿No quiere? Pues créa-me, señor mío, que me hubiera causadoun placer verdadero contarle entre losnuestros. Es usted hombre de mi gusto,hombre de recursos en abundancia y debuen juicio. Y como sabemos que es us-ted hombre juicioso, comprendemos quepodemos despedirnos de usted completa-mente seguros de que considerará los de-talles de nuestra pequeña aventura comocuestión absolutamente confidencial. Sa-bemos que podemos contar con usted paraque se dé cuenta del hecho de que, tal ycomo la situación está en estos momen-

brunt chief or initial impact of an attack, task,bear the brunt of, chief or initial impact of an

attack, task, cruz, carga, grueso, mayorparte

dingus something (as a gadget) whose commonname is unknown or forgotten, chisme

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“I understand that,” Spade replied.

“I was sure you would. I’m alsosure that, now there’s no alternative,you’ll somehow manage the policewithout a fall-guy.”

“I’l l make out al l r ight ,” Spadereplied.

“ I w a s s u r e y o u w o u l d . We l l ,s i r , t h e s h o r t e s t f a r e w e l l s a r et h e b e s t . A d i e u . ” H e m a d e ap o r t l y b o w. “ A n d t o y o u , M i s sO ’ S h a u g h n e s s y, a d i e u . I h e a v ey o u t h e r a r a a v i s o n t h e t a b l e a sa l i t t l e m e m e n t o . ”

XX.

If They Hang You

For a l l o f f ive minu tes a f t e r theo u t e r d o o r h a d c l o s e d b e h i n dC a s p e r G u t m a n a n d J o e l C a i r o ,S p a d e , m o t i o n l e s s , s t o o d s t a r i n ga t t h e k n o b o f t h e o p e n l i v i n g -room-door. H i s eyes were g loomyunder a fo rehead drawn down. Thec le f t s a t t he roo t o f h i s nose weredeep and r ed . H i s li p s p r o t r u d e dloose ly, pout ing . He d rew them into make a ha rd V and wen t t o thet e l e p h o n e . H e h a d n o t l o o k e d a tBr ig id O’Shaughnessy, who s toodby the t ab le hook ing wi th uneasyeyes a t h im.

He picked up the telephone, set it on itsshelf again, and bent to look into thetelephone-directory hanging from a cornerof the shelf. He turned the pages rapidilyuntil he found the one he wanted, ran hisfinger down a column, straightened up, andlifted the telephone from the shelf again.He called a number and said:

“Hello, is Sergeant Polhaus there?. . . Will you call him, please? Thisi s S a m u e l S p a d e H e s t a r e d i n t ospace, waiting. “Hello, Tom, I’ve gotsomething for you. . . . Yes, plenty.Here it is: Thursby and Jacobi wereshot by a kid named Wilmer Cook.”

d i f i c u l t a d l e g a l q u e n o s s u r j a an o s o t r o s e n r e l a c i ó n c o n e s t o sú l t i m o s d í a s , l o s e r á t a m b i é np a r a u s t e d y l a e n c a n t a d o r a s e ñ o -r i t a O ’ S h a u g h n e s s y. E s u s t e d l ob a s t a n t e a s t u t o c o m o p a r a d a r s ec u e n t a d e e l l o , c a b a l l e r o , n o m ec a b e d u d a .

—Me doy cuenta —replicó Spade.

—Sabía que sería así. Como tambiénestoy seguro de que, ahora que no hayalternativa, usted sabrá cómo manejara la policía sin un cabeza de turco.

—Ya me l a s a r r eg la ré —rep l i cóS p a d e .

—Sabía que ser ía así . Pues bien,caballero, los mejores adioses sonlos más breves . Adieu —hizo unareverencia exagerada —. Y a usted,señori ta O’Shaughnessy, adieu. Ledejo esa rara av is como pequeñorecuerdo .

CAPÍTULO XX

Si te cuelgan

Durante sus buenos cinco minutos des-pués de que se cerrara la puerta del descan-sillo tras la que habían desaparecido CasperGutman y Joel Cairo, Spade permaneció in-móvil, la vista fija en el pomo de la puertaabierta del salón. Su mirada era melancólicabajo su frente sombría. Las hendidurasencima de su nariz eran profundas yrojas. La boca ab i e r t a , l o s l ab ios______________ colgantes . Los movióhasta que formaron una uve dura, y seacercó al teléfono. Ni siquiera había diri-gido una mirada a Brigid O’Shaughnessy,que, cerca de la mesa, le miraba conojos inquietos.

Spade cogió el teléfono, lo vol-vió a dejar en su repisa y se agachópara consultar la guía, colgada de unla te ra l de l a rep i sa . Pasó ráp ida-mente las páginas hasta encontrar laque quería, recorrió con el dedo unacolumna, se enderezó y volvió a co-ger el teléfono. Marcó y dijo:

— ¿ O i g a ? ¿ E s t á e l s a r g e n t oPolhaus?. . . ¿Puede avisarle , por fa-vor? . . . Soy Samue l Spade . . . —sequedó mirando a l vac ío , esperan-do—. Hola , Tom, tengo a lgo parat i . . . Sí , mucho. Mira: a Thursby yJacobi los mató un chico l lamado

tos actuales, cualesquiera dificultades le-gales que pudieran aquejarnos a conse-cuencia de lo acaecido durante los díaspasados, les afectaría, de manera idénti-ca, a usted y a la encantadora missO’Shaughnessy. Le sobra a usted sagaci-dad para reconocerlo, señor mío, estoyseguro.

—Comprendo —replicó Spade.

—Estaba seguro de que lo comprendería.Y seguro estoy de que, ahora que ya no exis-te otra alternativa, se las podrá arreglar ustedcon la policía de alguna otra manera.

— M e l a s a r r e g l a r é . ________________

—Nunca he dudado de que así sería.Pues bien, señor, las despedidas brevesson las mejores: Adieu —dijo, con unaprofunda reverencia—. Y adieu tambiéna usted, miss O’Shaughnessy. Le dejo larara avis en la mesa como un pequeñorecuerdo.

20.

Si te ahorcan

Después que la puerta del apartamen-to se cerró detrás de Casper Gutman y JoelCairo, Spade permaneció al menos durantecinco minutos inmóvil, mirando fijamenteel picaporte de la puerta abierta del cuartode estar. Tenía tristes los ojos bajo una fren-te hosca. Las rayas que partían a ambos ladosdel nacimiento de la nariz estaban muy pro-nunciadas y rojizas. Los labios sobresalíanlaxos, fruncidos en un morro. Los apre-tó para formar con ellos una V endu-recida y fue hacia el teléfono. No ha-bía mirado a Brigid, que seguía de piejunto a la mesa observándole con ojosintranquilos.

Cogió el teléfono, volvió a dejarlo so-bre la repisa y se agachó para consultar laguía telefónica, que colgaba de una esqui-na de la repisa. Fue hojeándola rápidamen-te hasta dar con la página que buscaba, des-lizó el dedo a lo largo de una de las colum-nas, se enderezó y cogió el teléfono de nue-vo. Pidió un número y dijo:

—¿Oiga? ¿Está ahí el sargentoPolhaus?... ¿Puede llamarle? HablaSamuel Spade.

Quedó mirando al vacío, esperando.—Hola, Tom. Tengo algo que de-

c i r t e . . . S í , m u c h o . E s c u c h a : aThursby y a Jacobi los mató un mu-

fall guy easy victim, a scapegoat

memento object kept as a reminder or asouvenir of a person or an event

portly 1 cortpulento, grueso,orondo, obeso, colosal 2

majestusoso

pouting en puchero, enfurruñado, bufandopout 1 intr. a push the lips forward as an expression

of displeasure or sulking. b (of the lips) be pushedforward, frunciendo. 2 tr. push (the lips) forwardin pouting. Labios salidos. En piquito, en hociquito,en morros, en pucheros.

1such an action or expression. 2 (the pouts) afit of sulking. Mohin, mueca, gesto

bufido. 1. m. Voz del animal que bufa. 2. fig. y fam.Expresión o demostración de enojo o enfado.

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He described the boy minutely. “He’sworking for a man named CasperG u t m a n . ” H e d e s c r i b e d G u t m a n .“That fellow Cairo you met here isin with them too. . . . Yes, that’s it. .. . G u t m a n ’s s t a v i n g a t t h eAlexandria, suite twelve C, or was.They’ve just lef t here and they’reblowing town , so you’ l l have tomove fast, but I don’t think they’reexpecting a pinch . . . . There’s a girlin i t too—Gutman’s daughter.” Hed e s c r i b e d R h e a G u t m a n . “ Wa t c hyourself when you go up against thekid. He’s supposed to be pretty goodwith the gun. . . . That’s right, Tom,and I’ve got some stuff here for you.I think I’ve got the guns he used. . . .That’s right. Step on it—and luck toyou!”

Spade slowly replaced receiver onprong, telephone on shelf. He wet hislips and hooked down at his hands.Their palms were wet. He filled hisdeep chest with air. His eyes wereglittering between straightened lids..He turned and took three long swiftsteps into the living-room.

Brigid O’Shaughnessy, startled by thesuddenness of his approach, let herbreath out in a little laughing gasp.

S p a d e , f a c e t o f a c e w i t h h e r ,ve ry c lose to he r , t a ll , b ig -bonedand th ick-muscled, coldly smil ing,h a r d o f j a w a n d e y e , s a i d :“ They’ll talk when they’re nailed—about us. We’re sitting on dynamite,and we’ve only got minutes to get setfor the police. Give me all of i t—fast. Gutman sent you and Cairo toConstantinople?”

She started to speak, hesitated, and bit her lip.He put a hand on her shoulder.

“God damn you, talk!” he said. “I’min this with you and you’re not goingt o g u m i t . Ta l k . H e s e n t y o u t oConstantinople?”

“ Y- y e s , h e s e n t m e . I m e t J o et h e r e a n d — a n d a s k e d h i m t oh e l p m e . T h e n w e — ”

“Wait . You asked Cairo to helpyou get it from Kemidov?”

“Yes.”

“For Gutman?”

S h e h e s i t a t e d a g a i n , s q u i r m e du n d e r t h e h a r d a n g r y g l a r e o f h i se y e s , s w a l l o w e d , a n d s a i d :“ N o , n o t t h e n . We t h o u g h t w ew o u l d g e t i t f o r o u r s e l v e s . ”

“All right. Then?”

“ O h , t h e n I b e g a n t o b e a f r a i dt h a t J o e w o u l d n ’t p l a y f a i r w i t hme , so—so I a sked F loyd Thur sbyt o h e l p m e . ”

Wilmer Cook —describió al chicom i n u c i o s a m e n t e — . Tr a b a j a p a r auno l lamado Casper Gutman —des-c r ib ió a Gutman—. También es t ácon el los el ta l Cairo que viste enmi casa. . . Sí , eso es . . . Gutman estáen el Alexandr ia, suite 12 C, o esta-ba, por lo menos. Acaban de salir deaquí y van a abandonar la ciudad, asíque tendrás que actuar rápidamente,aunque no creo que sospechen nada. . .También hay una chica. . . la hi ja deG u t m a n — d e s c r i b i ó a R h e aGutman—. Ten cuidado cuando va-yas por el chico, parece que es bue-n o c o n l a p i s t o l a . . . D e a c u e r d o ,Tom, y también tengo algo para t iaquí , en casa. Creo que son las ar-mas que uti l izó. . . Exacto. Síguelo. . .y suerte .

Spade colgó el teléfono lentamen-te y lo volvió a dejar en su repisa. Sehumedeció los labios y se miró lasmanos. Tenía las palmas húmedas. As-p i r ó a f o n d o . L o s o j o s l erelampagueaban entre los párpadosrectos. Dio la vuelta y entró en el sa-lón con tres largos trancos.

Brigid O’Shaughnessy, sobresaltadapor la brusquedad de su entrada, exha-ló aire con una pequeña risita ______.

S p a d e , c a r a a c a r a c o n e l l a ,muy ce rca , a l to , huesudo y mus -cu loso , sonr i endo f r í amen te , du rode o jos y mand íbu la s , l e d i jo :

—Cuando los cojan, hablarán... denosotros. Estamos sobre dinamita y te-nemos unos pocos minutos para poner-nos de acuerdo. Cuéntamelo todo, rápi-do. ¿Gutman os envió a ti y a Cairo aConstantinopla?

L e p u s o l a m a n o e n e lh o m b r o .

—¡ M i e r d a , h a b l a ! — d i j o — .E s t o y e n e s t o c o n t i g o y n o l ov a s a e s t r o p e a r a h o r a . H a b l a .¿ O s e n v i ó a C o n s t a n t i n o p l a ?

—S... sí, me envió a mí. A Joe lo co-nocí allí... y le pedí que me ayudara. En-tonces nosotros...

—Espera. ¿Le pediste a Cairo que teayudara a quitárselo a Kemidov?

—Sí.

—¿Para Gutman?

El l a vo lv ió a duda r, s e r e to rc ióba jo l a mi rada fu r iosa de los o josde Spade , t r agó sa l iva y d i jo :

—No, entonces no. Creímos que po-dríamos quedárnoslo nosotros.

—De acuerdo. ¿Y después?

—Oh, después yo empecé a temer-me que Joe no jugara limpio conmigo,as í que. . . as í que le pedí a FloydThursby que me ayudara.

chacho que se llama Wilmer Cook —y describió al chico minuciosamen-t e — . Tr a b a j a p a r a u n t al CasperGutman —describió a Gutman—. Eltipo que conociste aquí, en mi casa, estácon ellos... Sí, eso es... Gutman está pa-rando en el Alejandría habitaciones 12-C, o allí estaba al menos. Se acaban deir de aquí y van a escapar, así que ten-drás que moverte, pero no creo que seimaginen que los vayan a detener.. .Hay además , una chica , la h i ja deG u t m a n — d e s c r i b i ó a R h e aG u t m a n — . A n d a c o n o j o c o n e lmuchacho. Dicen que no es mancocon la p is to la . . . Eso es , Tom, y haya q u í a l g u n a s c o s a s p a r a t i . C r e oque tengo las p i s to las que usó e lchico . . . Exacto. Date prisa, y bue-na suerte.

Colgó el teléfono y lo dejó lenta-mente sobre la repisa. Se humedeciólos labios y se miró las manos. Laspalmas estaban mojadas. Se llenó deaire los pulmones. Brillaban sus ojosentre los párpados rectos. Dio la vuel-ta y llegó hasta el cuarto de estar entres zancadas.

Brigid, sorprendida por la rapi-dez de su l legada, dejó escapar elresuello en una risa breve y entrecortada.

Spade , cara a cara y muy cercad e e l l a , a l t o , h u e s u d a , f o r n i d o ,sonr iendo f r íamente , la mandíbulasacada y duros los o jos , d i jo :

—Cuando los detengan, hablarán... denosotros. Estamos encima de una bomba apunto de estallar y no tenemos arriba de diezminutos para prepararnos a recibir a la poli-cía. Dímelo todo... y aprisa. ¿Os envióGutman a ti y a Cairo a Constantinopla?

La muchacha comenzó a hablar, vaci-ló y se mordió el labio. Spade le puso unamano en el hombro y dijo:

—¡Venga, aprisa! Estoy metido conti-go en esto y no vas a reventarlo todo.¡Habla! ¿Os envió a Constantinopla?

—S. . . s í . . . Me envió . Al l í cono-c í a Joe l y. . . l e pedí que me ayu-dara . Entonces , los dos...

—Aguarda. Le pediste que te ayuda-ra, ¿a qué? ¿A conseguirlo de Kemidov?

—Sí.

—¿Para Gutman?

Vo l v i ó a t i t u b e a r , s e e s t r e -m e c i ó b a j o l a f i e r a m i r a d a d eS p a d e , t r a g ó s a l i v a y d i j o :

—No. Ya no. Pensarnos quedarnos conel pájaro.

—Ya. ¿Qué más?

— E m p e c é a t e m e r q u e J o e l n oj u g a r a l i m p i o c o n m i g o y. . . y e n -t o n c e s . . . l e p e d í a F l o y d T h u r s b yq u e m e a y u d a r a .

gasp jadear, dar un grito ahogado X

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“And he did. Well?”

“ We l l , w e g o t i t a n d w e n t t oHongkong.”

“With Cairo? Or had you ditchedhim before that?”

“ Ye s . We l e f t h i m i nConstantinople, in jai l—somethingabout a check.”

“Something you fixed up to holdhim there?”

S h e l o o k e d s h a m e f a c e d l ya t S p a d e a n d w h i s p e r e d :“ Y e s . ”

“Right. Now you and Thursby arcin Hongkong with the bird.”

“Yes, and then—I didn’t know himvery well—I didn’t know whether Icould trust him. I though-it it wouldbe s a f e r—anyway, I me t Cap ta inJ a c o b i a n d I k n e w h i s b o a t w a scoming here, so I asked him to bringa package for me—and that was theb i r d . I w a s n ’t s u r e I c o u l d t r u s tT h u r s b y, o r t h a t J o e o r — o rsomebody working for Gutman mightnot be on the boat we came on—andthat seemed the safest plan.”

“All right. Then you and Thursbycaught one of the fast boats over.Then what?”

“ T h e n — t h e n I w a s a f r a i d o fGutman . I knew he had peop le—connections—everywhere, and he’dsoon know what we had done. And Iwas afraid he’d have learned that wehad left Hongkong for San Francisco.He was in New York and I knew’ ifhe heard that by cable he would haveplenty of time to get here by the timewe did, or before. He did. I didn’tknow that then, but I was afraid ofi t , a n d I h a d t o w a i t h e r e u n t i lCaptain Jacobi’s boat arrived. And Iwas afraid Gutman would find me—or f i nd F loyd and buy h im ove r.That’s why I came to you and askedyou to watch him for—”

“That’s a lie,” Spade said. “Youhad Thursby hooked and you knewit. He was a sucker for women. Hisrecord shows that—the only falls hetook were over women. Am-id oncea chump, a lways a chump. Maybeyou d idn ’t know’ h i s r eco rd , bu tyou’d know you had him safe.”

She blushed and looked timidly athim.

He said: “You wanted to get him outof the way before Jacobi came with theloot. What was your scheme?”

“I—I knew he’d lef t the Sta teswith a gambler after some trouble. Id i d n ’t k n o w w h a t i t w a s . b u t I

—Y te ayudó. ¿Y?

—Pues que lo conseguimos y nosfuimos a Hong Kong.

—¿Con Cairo? ¿O ya le habías aban-donado antes?

—L e d e j a m o s e nC o n s t a n t i n o p l a , e n l a c á r c e l . . .p o r n o s é q u é d e u n c h e q u e .

—¿Por algo que tú arreglaste paraque le cogieran?

Ella miró avergonzada a Spade ymusitó:

—Sí.

—De acuerdo. Ya estáis Thursby ytú en Hong Kong, con el pájaro.

—Sí, y después... yo no le conocíamuy bien... y no sabía si me podía fiarde él. Pensé que sería más seguro... bue-no, en cualquier caso, conocí al capitánJacobi y supe que su barco venía paraacá, así que le pedí que me trajera unpaquete... el pájaro. No estaba segurade si podía fiarme de Thursby, o de queJoe u otro... alguien que trabajara paraGutman, no estuviera en el barco en quevinimos los dos, así que ese me parecióel plan más seguro.

—De acuerdo. Entonces tú yThursby cogisteis uno de los barcos rá-pidos. ¿Y luego qué?

—Luego. . . yo tenía miedo deGutman. Yo sabía que tenía gente... con-tactos... por todas partes, y que prontosabría lo que habíamos hecho. Y medaba miedo que averiguara que venía-mos a San Francisco desde Hong Kong.Él estaba en Nueva York y yo sabía quesi le informaban con un telegrama ten-dría tiempo de sobra para llegar aquí an-tes que nosotros. Y así ocurrió. Yo nolo sabía entonces, pero tenía miedo deeso y yo tenía que esperar a que llegarael barco del capitán Jacobi. Y tenía mie-do de que Gutman me descubriera... quedescubriera a Floyd y le comprara. Poreso fui a verte y te pedí que le vigilaraspara que...

—Eso es mentira —dijo Spade—. AThursby le tenías enganchado y tú lo sa-bías. Era un faldero. Lo dice su expe-diente... que su única debilidad eran lasmujeres. Y ya se sabe: genio y figura...Es posible que tú no conocieras sus an-tecedentes, pero sí sabías que le teníasseguro.

Ella se sonrojó y le miró con timi-dez.

Spade le dijo:—Lo que tú querías era quitártelo de

encima antes de que Jacobi llegara conel botín. ¿Qué habías pensado?

—Yo... yo sabía que él había aban-donado Estados Unidos después de me-terse en líos con un jugador. Yo no sa-

—Y él lo hizo. ¿Y entonces?

—Bueno..., lo conseguimos y nos fui-mos a Hong Kong.

—¿Con Cairo? ¿O ya os habíais libra-do de él?

—Sí. Le dejamos en Constantinopla,en la cárcel. Le sucedió algo con un che-que.

—¿Algo que arreglaste tú para retener-le en Constantinopla?

Brigid miró a Spade, avergonzada, ysusurró:

—Sí.

—Bien. Ya estáis Thursby y tú enHong Kong con el pájaro.

—Sí. Entonces... Yo no le conocíamuy bien. No estaba segura si podíafiarme de él. Creí que sería más se-guro... Verás, conocí a Jacobi y meenteré de que el barco que mandabaiba a venir aquí, y le pedí que me tra-jera un paquete..., el pájaro. No es-taba segura de Thursby, y temí queJoel, o alguien a sueldo de Gutman,embarcara en el mismo barco que no-sotros. . . , y ése me pareció el planmás seguro.

— B i e n . Y t ú y T h u r s b y v i -n i s t e i s e n u n b a r c o m á s r á p i d o .¿ Y l u e g o ?

—Luego. . . luego tuve miedo deGutman. Yo sabía que Gutman conta-ba con gente... que tenía relaciones entodas partes. Y temí que se enterarade que habíamos embarcado en HongKong para San Francisco. Gutman es-taba en Nueva York, y si le avisabanpor telégrafo tenía t iempo sobradopara llegar aquí al mismo tiempo quenosotros, o antes. Y eso fue lo quehizo. Yo no lo sabía, pero me lo te-mía, y claro, tenía que quedarme aquíhasta que llegara el barco de Jacobi.Tuve miedo de que Gutman me encon-trara, o que descubriera a Floyd y lesobornara. Por eso acudí a ti, para quele vigilaras y...

— E s o e s m e n t i r a . Te n í a s aT h u r s b y e n g a n c h a d o . Era unmemo con las mujeres. Su historial de-muestra que los únicos tropiezos gravesque tuvo siempre fueron por una mujer.Y genio y figura... Tal vez tú no conocíassu historia, pero seguro que sabías que letenías en tu poder.

Brigid se sonrojó y miró a Spade tí-midamente.

—Lo que pasó fue que quisiste librar-te de él antes de que llegara Jacobi con elbotín. ¿Qué plan tenías?

—Bueno..., estaba enterada de que ha-bía salido de Estados Unidos con un ju-gador profesional, después de no sé qué

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t h o u g h t t h a t i f i t w a s a n y t h i n gs e r i o u s a n d h e s a w a d e t e c t i v ewatching him he’d think it was onaccount of the old trouble, and wouldbe f r i gh t ened in to go ing away. Ididn’t think—”

“ Yo u t o l d h i m h e w a s b e i n gshadowed,” Spade said confidently .“Miles hadn’t many brains, but hewasn’t clumsy enough to be spottedthe first night.”

“I told him, yes. When we wentout for a walk that night I pretendedto discover Mr. Archer following usand pointed him out to Floyd.” Shesobbed. “But please bel ieve, Sam,that I wouldn’t have done it if I hadt h o u g h t F l o y d w o u l d k i l l h i m . It h o u g h t h e ’ d b e f r i g h t e n e d i n t oleaving the city. I didn’t for a minutethink he’d shoot him like that.”

Spade smiled wolfishly with hislips, but not at all with his eyes. Hesaid: “If you thought he wouldn’t youwere right, angel.”

The girl’s upraised face held utterastonishment.

Spade said: “Thursby didn’t shoothim.”

Incredulity joined astonishment inthe girl’s face.

Spade said: “Miles hadn’t manybrains, but, Christ! he had too manyyears’ experience as a detective to becaught like that by the man he wasshadowing. Up a blind alley with hisgun tucked away on his hip and hisovercoat buttoned? Not a chance. Hewas as dumb as any man ought to be,but he wasn’t quite that dumb. Theonly two ways out of the alley couldbe watched from the edge of BushStreet over the tunnel. You’d told usThursby was a bad actor. He couldn’thave tricked Miles into the alley likethat, and he couldn’t have driven himi n . H e w a s d u m b , b u t n o t d u m benough for that.”

He ran his tongue over the insideo f h i s l i p s a n d s m i l e daffect ionately at t ime gir l . He said:“But he’d’ve gone up there with you,angel, if he was sure nobody else wasup there. You were his client, so hewould have had no reason for notdropping the shadow on your say-so,and if you caught up with him andasked him to go up there he’d’vegone. He was just dumb enough forthat. He’d’ve looked you up and downand licked his lips and gone grinningf r o m e a r t o e a r — a n d t h e n y o ucould’ve stood as close to him as youl i k e d i n t h e d a r k a n d p u t a h o l ethrough him with the gun you had gotfrom Thursby that evening.”

Brigid O’Shaughnessy shrank back

bía en qué había consistido, pero penséque si había sido suficientemente serioy veía que le vigilaba un detective, élcreería que sería para saldar esa anti-gua cuenta y se asustaría tanto que selargaría. No creí que...

—Le dijiste que le seguían —dijoSpade con seguridad—. Miles no teníacerebro alguno, pero no era tan torpecomo para que le descubrieran la pri-mera noche.

—Se lo dije, sí. Cuando salimos adar un paseo esa noche, hice comoque descubr ía a l señor Archer s i -guiéndonos y se lo señalé a Floyd —sollozó—. Pero, Sam, por favor, crée-me que no lo habría hecho si se me hu-biera ocurrido que Floyd lo mataría.Creí que se asustaría mucho y se larga-ría de la ciudad. Ni por un minuto pen-sé que podría dispararle así.

Spade inició una sonrisa zorruna,pero sus ojos siguieron serios. Dijo:

—Y si pensaste eso, estabas en locierto, cariño.

L a c h i c a l e v a n t ó l a c a r a ,a t ó n i t a .

—Porque Thursby no lo mató —dijoSpade.

El rostro de la chica reflejó incredu-lidad.

Spade prosiguió:—Miles no tenía demasiada cabeza,

pero ¡Dios! tenía demasiados años deexperiencia como detective para dejar-se coger por el hombre a quien estabasiguiendo. ¿En un callejón sin salida,con el arma al cinto y con el abrigocompletamente abrochado? Ni por aso-mo. Era tan id io ta como cualquie-ra pero n o t a n t o . L a s d o s s a l i -d a s d e l c a l l e j ó n p o d í a n c o n -t r o l a r s e d e s d e e l f i n a l d e B u s hS t r e e t , p o r e n c i m a d e l t ú n e l .N o s d ijiste que Thursby era un mal ac-tor. No hubiera podido engañar a Milespara que entrara en el callejón tal cual,ni tampoco pudo obligarle. Era un idio-ta, pero no tanto como para eso.

Se pasó la lengua por la parte inte-rior de los labios y sonrió afectuo-samente a la chica:

—Pero sí que habría subido hastaallí contigo, encanto, si hubiera estadoseguro de que allí arriba no había nadiemás. Tú eras su cliente, [518] así queno había motivo para no dejar de seguira Thursby cuando tú se lo dijeras; y sitú le hubieras pedido que subiera con-tigo... habría subido contigo. Tambiénera suficientemente idiota como paraeso. Te miraría de pies a cabeza, se re-lamería y pondría una sonrisa de orejaa oreja... y luego tú te acercarías todolo que quisieras en la oscuridad y leharías un agujero con el arma que lehabías quitado a Thursby esa noche.

B r i g i d O ’ S h a u g h n e s s y s e

dificultades. No conocía los detalles, peropensé que si se trataba de algo serio y sedaba cuenta de que le estaba siguiendo undetective, calcularía que era por el asun-to antiguo, que le entraría miedo y des-aparecería. Nunca pensé que...

—Lo que pasó —dijo Spade, muy segu-ro de sí mismo—, fue que tú le dijiste quele estaban siguiendo. Miles no sería ningúngenio, pero no era tan torpe como para quele descubrieran la primera noche.

—Sí, es verdad, se lo dije. Cuan-do salimos a pasear aquella noche,fingí descubrir a mister Archer si-guiéndonos e hice que Floyd se fija-ra en él. Pero —dijo con un gemido—, por favor, Sam, créeme que no lo ha-bría hecho de suponer que Floyd le ibaa matar. Mi idea fue asustarle para quese fuese de la ciudad. No se me pasópor la cabeza que lo fuera a matar.

Spade sonrió como un lobo, con loslabios, pero no con los ojos.

—Si hubieras creído que le iba a matar...,te hubieses equivocado, ángel mío.

La muchacha alzó la cara con expre-sión de indecible asombro.

—Te hubieses equivocado, porqueThursby no lo mató.

La incredulidad vino a sumarse alasombro en la cara de Brigid.

—Miles no era muy listo —prosiguióSpade—. Pero ¡qué caramba!, eran muchos losaños de experiencia como detective los que teníaencima como para dejarse atrapar así por el hom-bre a quien estaba siguiendo. ¿Meterse en un ca-llejón sin salida, con la pistola en la pistolera yel abrigo bien abrochado? ¡Ni hablar! Eratodo lo tonto que un hombre tiene dere-cho a ser, pero no tanto. Las dos sali-das del callejón podían ser vigiladasdesde el borde de la Bush Street, en-cima del túnel. Tú nos has dicho queThursby era mal actor. No es posibleque engañase a Miles para hacerleentrar allí, y tampoco pudo obligar-le a entrar por la fuerza. Miles eratonto, pero no tanto.

Se pasó la lengua por dentro de loslabios, miró afectuosamente a la mu-chacha y dijo:

—Pero Miles hubiera entrado en el ca-llejón contigo, ángel mío, si estaba segurode encontrarlo desierto. Tú eras su cliente,y Miles no tendría ningún inconvenienteen dejar de seguir a Thursby si tú se lo de-cías; y si le alcanzaste y le invitaste a me-terse contigo en aquel callejón, seguro quelo hizo encantado. Para eso sí era lo sufi-cientemente estúpido. Te miraría de arribaabajo, se relamería y te acompañaría conuna sonrisa de oreja a oreja. Y entonces teresultó fácil acercarte a él todo lo que qui-siste en la oscuridad y agujerearle la pielcon el revólver que le habías cogido aThursby aquella tarde.

B r i g i d s e a p a r t ó a t e r r a d a ,

wolfishly 1fiercely 2 rapaciously, ravenously

confident es ‘trusting’, ‘showing assurance’, se-guridad o aplomo en sí mismo. «confidence»está basada en razones y pruebas de la expe-riencia pasada. Confía en sí mismo o está se-guro y ufano de sí mismo dada su experienciapasada. Tener la certeza o confianza. Satisfecho,alegre, contento, ufano.

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from him until the edge of the tablestopped her. She looked at him withterr i f ied eyes and cr ied: “Don’t—don’t talk to me like that, Sam! Youknow I didn’t! You know—”

“Stop it.” He looked at the watchon h is wr i s t . “The pol ice wi l l beblowing in any minute now and we’resitting on dynamite. Talk!”

S h e p u t t h e b a c k o f ah a n d o n h e r f o r e h e a d .“Ohm, why do you accuse me o fsuch a terrible—?”

“Will you stop it?” he demandedin a low impatient voice. “This isn’tthe spot for the schoolgirl-act. Listento me. The pair of us are sitting underthe gal lows.” He took hold of herwrists and made her stand up straightin front of him. “Talk!”

“I—I— How did you know he—helicked his lips and looked—?”

S p a d e l a u g h e d h a r s h l y .“I knew Miles. But never mind that.Why did you shoot him?”

S h e t w i s t e d h e r w r i s t s o u t o fSpade’s f ingers and put her handsu p a r o u n d t h e b a c k o f h i s n e c k ,p u l l i n g h i s h e a d d o w n u n t i l h i sm o u t h a l l b u t t o u c h e d h e r s . H e rbody was f la t aga ins t h is f rom km-i c e s t o c h e s t . H e p u t h i s a r m sa r o u n d h e r, h o l d i n g h e r t i g h t t oh i m . H e r d a r k - l a s h e d l i d s w e r eha l f down ove r ve lve t eyes . He rv o i c e w a s h u s h e d , t h r o b b i n g :“I didn’t mean to, at first. I didn’t, really.I meant what I told you, but when I sawFloyd couldn’t be frightened I—”

S p a d e s l a p p e d h e r s h o u l d e r.H e s a i d : “ T h a t ’ s a l i e . Y o ua s k e d M i l e s a n d m e t o h a n d l e i to u r s e l v e s , Yo u w a n t e d t o h es u r e t he shadower was somebodyy o u k n e w a n d w h o k n e w ’ y o u , s ot h e y ’ d g o w i t h y o u . Yo u g o t t h eg u n f r o m T h u r s b y t h a t d a y — t h a tn i g h t . Yo u h a d a l r e a d y r e n t e d t h ea p a r t m e n t a t t h e C o r o n e t . Yo uh a d t r u n k s t h e r e a n d n o n e a t t h eh o t e l a n d w h e n I h o o k e d t h ea p a r t m e n t o v e r I f o u n d a r e n t -r e c e i p t d a t e d f i v e o r s i x d a y sb e f o r e t h e t i m e y o u t o l d m e y o ur e n t e d i t . ”

S h e s w a l l o w e d w i t h d i f f i c u l t ya n d h e r v o i c e w a s h u m b l e .“Yes, that’s a lie, Sam. I did intendto if Floyd— I—I can’t look at youa n d t e l l y o u t h i s , S a m . ” S h epu l l ed h i s head f a r the r down un t i lhe r cheek was aga ins t h i s cheek ,h e r m o u t h b y h i s e a r , a n dw h i s p e r e d : “ I k n e w F l o y dwouldn’ t be easi ly fr ightened, butI thought that i f he knew somebodywas shadowing h im e i the r he ’d—O h , I c a n ’ t s a y i t , S a m ! ” S h e

a p a r t ó d e é l h a s t a q u e l a d e t u v oe l b o r d e d e l a m e s a . L e m i r óc o n o j o s a t e r r o r i z a d o s y g r i t ó :

—No... no me hables así, Sam. ¡Sa-bes que no fui yo! Ya sabes que...

—Basta —Spade miró el reloj—. Lapolicía entrará en cualquier momento ynosotros estamos sobre dinamita. ¡Ha-bla!

E l l a s e p u s o e l d o r s o d el a m a n o s o b r e l a f r e n t e .

—Oh, ¿por qué me acusas de ese ho-rrible...?

—¿Quieres callarte? —le exigió élen voz baja e impaciente—. No es elmomento de hacer actuaciones de cole-giala. Escúchame. Nosotros dos esta-mos ya en el patíbulo —la cogió por lasmuñecas y la obligó a ponerse en pieante él—. ¡Habla!

—Yo... yo... ¿cómo sabes que se re-lamió los labios y...?

Spade soltó una risotada áspera.—Conocía a Miles. Pero eso no im-

porta. ¿Por qué le disparaste?

Retorció las muñecas para liberarlasde los dedos de Spade y le pasó las ma-nos por detrás del cuello, echándole lacabeza hacia adelante hasta que la bocade Spade rozó la suya. Su cuerpo estabacaído sobre el de Spade, desde las rodi-llas hasta el pecho. Él la rodeó con susbrazos, abrazándola estrechamente. Suspárpados de espesas pestañas le cubríanla mitad de sus ojos de terciopelo. Ha-bló en voz baja y vibrante:

—No quise hacerlo, al principio.Pensé contártelo, pero cuando vi queFloyd no se asustaba...

Spade le palmeó el hombro.—Eso es mentira —dijo—. Nos pe-

diste a Miles y a mí que nos ocupára-mos. Querías estar segura de que el quesiguiera a Thursby fuera alguien que teconociera y al que tú no conocieras,para que pudiera irse contigo. Ese día,esa noche, conseguiste el arma deThursby. Siempre has tenido alquiladoel apartamento del Coronet. Te n í a sbaúles, mientras que en el hotel notenías ninguno, y cuando registré tuapartamento encontré un recibo delalquiler de una semana antes de lafecha en que me di j is te que lo ha-bías alqui lado.

Ella tragó saliva con dificultad y dijohumildemente:

—Sí , es ment i ra , Sam. Tenía in-tención de hacer lo s i F loyd. . . yo . . .y o n o p u e d o m i r a r t e a l a c a r am i e n t r a s t e d i g o e s t o , S a m — l eempujó la cabeza has ta que es tu-viero n mejilla con mejilla y, con laboca en la oreja de Spade, murmuró—:Sabía que Floyd no se asustaría fácil-mente, pero creí que si sabía que al-gu ien lo e s t aba s igu iendo o lo . . .Oh, ¡no puedo decir lo , Sam! —se

h a s t a q u e l a d e t u v o e l b o r -d e d e l a m e s a . L e m i r ó c o no j o s h o r r o r i z a d o s y g r i t ó :

—¡No! ¡No me hables así, Sam! ¡Sa-bes que no hice tal cosa! ¡Sabes...!

—¡Cállate! —miró su reloj de pulse-ra—. La policía estará aquí en cualquiermomento. La bomba sigue a punto de es-tallar. ¡Habla!

Brigid se llevó la mano a la frente conla palma hacia afuera.

—¡Qué espanto! ¿Por qué me acusasde horrores...?

—¿Quieres ahorrarte todo eso? —pre-guntó Spade, en voz baja e impaciente—. No es el momento de representar pape-les de colegiala. Escucha. Los dos esta-mos al pie del patíbulo. —La agarró delas muñecas y la obligó a quedar delantede él—. ¡Habla!

—Yo... yo... ¿Cómo sabes que se...,que se relamió?

Spade rió ásperamente:—Conocía a Miles. Pero dejemos eso.

¿Por qué le mataste?

La muchacha se soltó de Spade re-torciendo las muñecas, le puso ambasmanos sobre la nuca y le agachó la ca-beza hasta que las dos bocas casi setocaron. Tenía el cuerpo pegado al deél desde las rodillas al pecho. Spadela abrazó y la apretó contra sí. Lospárpados de la mujer, sombreados porpestañas oscuras, estaban medio ce-rrados por encima de ojos de tercio-pelo. Habló en voz baja y trémula:

—No quise hacerlo, al principio. Lojuro. Mi plan era el que te he dicho. Perocuando vi que Floyd no se asustaba...

Spade la golpeó en el hombro con lamano abierta.

—¡Mentira! Nos pediste a Miles y amí que nos encargáramos personalmentedel caso. Querías estar segura de quequien siguiera a Thursby fuera alguien co-nocido, para que aceptara acompañartecuando se lo pidieras. Aquel mismo día,aquella noche, le quitaste el revólver aThursby. Ya habías alquilado el aparta-mento en el Coronet. Tenías allí el equi-paje, no en el hotel; y cuando registréel apartamento encontré un recibo fe-chado cinco o seis días antes de la fe-cha en que me dijiste que habías alqui-lado el apartamento.

Brigid tragó saliva con dificultad y ha-bló en voz humilde.

—Sí, Sam, es mentira. Tenía el propó-sito de hacerlo si Floyd... Sam, no..., nopuedo mirarte y decirte esto.

La chica atrajo más hacia sí la cabezade Spade, hasta que su mejilla descansósobre la de él, y entonces, hablándole enun susurro al oído, dijo:

—Yo sabía que no sería sencillo asus-tar a Floyd, pero creí que si se enterabade que alguien le estaba siguiendo los pa-sas, o... ¡No, Sam, no, no puedo decirlo!

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c lung to h im, sobb ing .

Spade said: “You thought Floydwould tack le h im and one or theo ther o f them would go down. I fThursby was the one then you wererid of him. If Miles was, then youcould see that Floyd was caught andyou’d be rid of him. That it?”

“S-something like that.”

“ A n d w h e n y o u f o u n d t h a tT h u r s b y d i d n ’ t m e a n t o t a c k l eh i m y o u b o r r o w e d t h e g u n a n dd i d i t y o u r s e l f . R i g h t ? ”

“Yes—though not exactly.”

“But exact enough. And you hadthat plan up your s leeve from thefirst . You thought Floyd would henailed for the killing.”

“I—I thought they’d hold him atleast until after Captain Jacobi hadarrived with the falcon and—”

“And you didn’t know then thatGutman was here hunting for you.Yo u d i d n ’ t s u s p e c t t h a t o r y o uw o u l d n ’ t h a v e s h a k e n y o u rg u n m a n . Yo u k n e w G u t m a n w a sh e r e a s s o o n a s y o u h e a r d Thursbyhad been shot. Then you knew youneeded ano the r p ro tec to r , so youcame back to me. Right?”

“Yes , bu t—oh , swee thea r t !—i twasn’t only that. I would have comeback to you sooner or later. From thefirst instant I saw you I knew—”

S p a d e s a i d t e n d e r l y :“You angel! Well, if you get a good breakyou’ll be out of San Quentin in twenty yearsand you can come back to me then.”

She took her cheek away from his,drawing her head far back to stare upwithout comprehension at him.

He was pa le . He sa id t ende r ly :“ I hope to Chr i s t t hey don’t hangy o u , p r e c i o u s , b y t h a t s w e e tn e c k . ” H e s l i d h i s h a n d s u p t ocares s her throat.

In an instant she was out of hisa r m s , b a c k a g a i n s t t h e t a b l e ,crouching, both hands spread overher throat. Her face was wild-eyed ,hag gard. Her dry mouth opened andclosed. She said in a small parched voice:“You’ re no t—” She cou ld ge t noother words out.

S p a d e ’ s f a c e w a s y e l l o w -w h i t e n o w . H i s m o u t h s m i l e da n d t h e r e w e r e s m i l e -w r i n k l e s a r o u n d h i sg l i t t e r i n g e y e s . H i s v o i c ew a s s o f t , g e n t l e . H e s a i d :“I’m going to send you over. The chancesare you’ll get off with life. That meansyou’ll be out again in twenty years.

colgó de él , sol lozando.Spade dijo:— C r e í s t e q u e F l o y d l e

s a l d r í a a l p a s o y q u e u n o d el o s d o s c a e r í a . S i e r a T h u r s b y ,t e v e r í a s l i b r e d e é l . S i e r a M i -l e s , e n t o n c e s p o d r í a s o r g a n i -z a r l o p a r a q u e l e c o g i e r a n ya s í l i b r a r t e d e é l . ¿ N o e s a s í ?

—A... algo así.

—Y cuando caíste en la cuenta deque Thursby no pensaba salirle al paso,en tonces le cogis te e l a rma y lo h i -c is te tú misma . ¿Es así?

—Sí... aunque no es exacto.

—Pero sí lo suficiente. Y teníasese plan guardado en la manga des-de el principio. Pensaste colgarle elasesinato a Floyd.

—Creí que le retendrían por lo me-nos hasta que el capitán Jacobi hubierallegado con el halcón y...

—Y e n t o n c e s n o s a b í a s q u eG u t m a n i b a t r a s d e t i . N o l osospechabas o no te hubieras sacu-dido de encima a tu pistolero. Supisteque Gutman estaba aquí en cuanto te en-teraste de que habían matado a Thursb y.E n t o n c e s s u p i s t e q u e n e c e s i t a -b a s o t r o p r o t e c t o r , a s í q u ev i n i s t e a m í . ¿ N o ?

—Sí. . . pero ¡amor mío! . . . no fuesólo eso. Hubiera vuel to a t i tardeo t e m p r a n o p o r q u e d e s d e e l m o -mento en que te vi supe que. . .

Spade dijo con ternura:—¡Qué encanto! Bueno, si sales bien pa-

rada, saldrás de San Quintín dentro de veinteaños y entonces podrás volver conmigo.

Ella apartó la meji l la y echó lacabeza hacia atrás para quedarse mi-rándole sin entender.

Spade estaba pálido. Dijo con ternura:—Como hay Dios que espero que no

te cuelguen de este lindo cuello, pre-ciosa —y le pasó las manos por el cue-llo, acariciándoselo.

En un momento estuvo lejos de él,de espaldas a la mesa, encogida, conambas manos extendidas sobre la gar-ganta. Tenía el rostro descompuesto yla mirada enloquecida. Abría y cerra-ba la boca, seca. Empezó a decir:

— N o i r á s a . . . — p e r o n o p u d oc o n t i n u a r.

S p a d e t e n í a e l r o s t r o d e u nb l a n c o a m a r i l l e n t o . E x h i b í au n a s o n r i s a y a l r e d e d o r d es u s o j o s u n a s a r r u g u i t a s d e -n o t a b a n t a m b i é n u n a s o n r i s a .S u v o z e r a s u a v e y a m a b l e :

—Te voy a entregar. Hay posibi-lidades de que salgas con vida. Locual significa que estarás fuera den-

—y se apretó contra él, sollozando.

— C r e í s t e q u e F l o y d l ea t a c a r í a y q u e u n o u o t r o c a e r í a .S i c a í a T h u r s b y, t e e n c o n t r a r í a sl i b r e d e é l . S i c a í a M i l e s , t ú t ee n c a r g a r í a s d e q u e d e t u v i e r a n aT h u r s b y, y a s í t e l i b r a r í a s d e é ld e i g u a l m a n e r a . ¿ E s e s o ?

—Al... algo así.

—Y c u a n d o v i s t e q u e T h u r s b yn o i b a a a t a c a r a M i l e s , l e c o -g i s t e e l r e v ó l v e r y t e e n c a r g a s t et ú d e h a c e r l o . ¿ N o ?

—Sí, aunque no exactamente.

—Pero sí lo suficientemente exacto. Yese plan lo tenías preparado desde un prin-cipio. Pensaste que detendrían a Floyd porel asesinato.

—Cre í que l e de tendr í an has t aque Jacob i l l ega ra con e l ha l cón ,y en tonces . . .

—Y no sabías que Gutman andabaya en tu busca. No sospechabas que an-daba detrás de ti; si no, no te hubieraslibrado del pistolero. Pero cuando teenteras te de que habían matado aThursby, comprendiste que Gutmanandaba por medio. Entonces pensasteque necesitabas otro protector y recu-rriste a mí. ¿No?

—Sí, pero... ¡Cariño, no fue sólo eso!Hubiera ido a buscarte en cualquier caso,antes o después. Desde el primer momen-to que te vi, comprendí que...

Y Spade dijo, tiernamente:—¡Ángel mío! Bueno, si tienes suerte te

soltarán de la cárcel dentro de veinte años, yentonces podrías venir a buscarme.

B r i g i d r e t i r ó l a c a r a y l a c a -b e z a l o s u f i c i e n t e p a r a m i r a r -l e s i n c o m p r e n d e r l e .

Spade estaba pálido y dijo con igual ternura:—De veras espero que no te cuel-

guen de este precioso cuello, cariño—y deslizó las manos para acariciar-le el cuello.

La muchacha se apartó al punto, librán-dose de los brazos que la rodeaban, y que-dó apoyada contra la mesa, encorvada, conlas dos manos protegiendo la garganta. Te-nía los ojos descompuestos y la cara lívi-da. Abría y cerraba la boca reseca.

— N o i r á s . . . — y n o p u d od e c i r m á s .

El ros t ro de Spade es taba ahorade una b lancura amar i l len ta . Son-r i e ron sus l ab ios , y a l r ededor del o s o j o s b r i l l a n t e s a p a r e c i e r o narrugui l las sonr ientes .

Cuando habló lo hizo en voz suave, dulce:—Te voy a entregar. Lo probable es

que escapes con cadena perpetua. Esoquiere decir que estarás libre dentro de

X Xprecious y precioso se usan como caro, costoso, va-

lioso, y precious se aplica a amistad o momen-to, como inapreciable, grato, preciado, peropuede degradar su denotación para referirse aamanerado, afectado / rebuscado [estilo], me-lindroso, pero también se usa con cantidadespara considerable, mucho y, en estilo familiar,para querido; en cambio, la primera acepciónde precioso es pretty, beautiful, lovely y, ensentido figurado, delightful, wonderful .Precious también se usa como adverbio en elhabla común para traducir muy, y preciosity tie-ne matiz negativo de preciosismo, amaneramien-to, mientras que preciosidad es positivo paracharm, beauty, marvel.

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You’re an angel. I’ll wait for you.” Hecleared his throat. “If they hang you I’llalways remember you.”

She dropped her hands and stoode r e c t . H e r f a c e b e c a m e s m o o t ha n d u n t r o u b l e d e x c e p t f o r t h ef a i n t e s t o f dubious gl ints in hereyes. She smiled back at him, gently.“Don’t, Sam, don’t say that even infun . Oh, you f r igh tened me for amoment! I really thought you— Youk n o w y o u d o s u c h w i l d a n dunpred i c t ab l e t h ings t ha t—” Shebroke off. She thrust her face forwardand stared deep into his eyes. Hercheeks and the flesh around her mouthshivered and fear came back into hereyes. “What—? Sam!” She put herhands to her throat again and lost hererectness.

Spade laughed. His yellow-whiteface was damp with sweat and thoughhe held his smile he could not holdsoftness in his voice. He croaked:“Don’t be s i l ly. You’re taking thefall. One of us has got to take it, aftert h e t a l k i n g t h o s e b i r d s w i l l d o .They’d hang me sure. You’re likelyto get a better break. Well?”

“But—but, Sam, you can’t! Notafter what we’ve been to each other.You can’t—”

“Like hell I can’t.”

She took a long trembling breath.“You ’ v e b e e n p l a y i n g w i t h m e ?O n l y p r e t e n d i n g y o u c a r e d — t ot r a p m e l i k e t h i s ? Yo u d i d n ’ t —c a r e a t a l l ? Yo u d i d n ’ t — d o n ’ t —I - l o v e m e ? ”

“ I t h i n k I d o , ” S p a d e s a i d .“ W h a t o f i t ? ” T h e m u s c l e sh o l d i n g h i s s m i l e i n p l a c e s t o o do u t l i k e w a l e s . “ I ’ m n o tT h u r s b y. I ’ m n o t J a c o b i . I w o n ’ tp l a y t h e s a p f o r y o u . ”

“ T h a t i s n o t j u s t , ” s h e c r i e d .Te a r s c a m e t o h e r e y e s . “ I t ’ su n f a i r . I t ’ s c o n t e m p t i b l e o fy o u . Yo u k n o w i t w a s n o t t h a t .Yo u c a n ’ t s a y t h a t . ”

“Like hell I can’t ,” Spade said.“You came into my bed to stop measking ques t ions . You led me outy e s t e r d a y f o r G u t m a n w i t h t h a tphoney call for help. Last night youcame he re w i th t hem and wa i t edoutside for me and came in with me.You were in my arms when the trapwas sprung—I couldn’t have gone fora g u n i f I ’ d h a d o n e o n m e a n dcouldn’t have made a fight of it if Ihad wanted to . And i f they didn’ttake you away with them it was onlyb e c a u s e G u t m a n ’s g o t t o o m u c hsense to trust you except for shortstretches when he has to and becausehe thought I’d play the sap for youa n d — n o t w a n t i n g t o h u r t y o u —

tro de veinte años. Eres un ángel. Teesperaré —carraspeó—. Y si te cuel-gan, te recordaré siempre.

Ella dejó caer las manos y se irguió.Se le suavizó la cara, desapareciendocualquier resto de preocupación salvoun brillo de duda en los ojos. Le de-volvió la sonrisa, amable.

—No, Sam, no digas eso ni en bro-ma. ¡Ah, por un momento me has asus-tado! Creí de verdad que tú... Comohaces esas cosas tan salvajes y tan im-predecibles... —se interrumpió. Echóhacia adelante la cabeza y le miró pro-fundamente a los ojos. Le temblabanlas mejillas y _________ los l a b i o s ,y e l t e m o r v o l v i ó a a s o m a r l e al o s o j o s — . P e r o ¡ S a m ! — s e l l e -v ó l a s m a n o s a l a g a r g a n t a y s ee n c o g i ó .

Spade r ió . Ten ía e l ros t ro b l an -c o a m a r i l l e n t o l l e n o d e s u d o r, yaun manten iendo su sonr i sa l a vozno l e sa l ió suave . Graznó :

—No seas tonta. Tú eres el cabezade turco. Tiene que serlo uno de noso-tros, en cuanto hablen esos pájaros. Amí me cuelgan seguro. Tú tienes másposibilidades. ¿Y?

—Pero Sam... ¡no puedes! Despuésde lo que hemos sido el uno para el otro,no puedes...

—Y una mierda que no puedo.

Ella inspiró, temblorosa.— ¿ E s q u e h a s e s t a d o j u g a n d o

c o n m i g o ? ¿ H a c i e n d o c o m o q u et e i m p o r t a b a . . . p a r a c o g e r m ea s í ? ¿ N o t e i m p o r t a b a ? ¿ N o . . . n om e q u e r í a s ?

— C r e o q u e t e q u i e r o — d i j oSpade—. ¿Y qué? —los músculosque le mantenían la sonrisa le sobre-salían como verdugones—. No soyThursby. No soy Jacobi. No voy ahacer el memo contigo.

—N o e s j u s t o — g r i t ó e l l a ,m i e n t r a s l o s o j o s s e l e l l e n a b a nde l ág r imas—. Es i n ju s to . Es de s -p r e c i a b l e . S a b e s q u e n o f u e a s í .N o p u e d e s d e c i r e s o .

—Y una mierda que no puedo —dijo Spade—. Te me metes en la camapara que deje de hacerte preguntas.Me llevas hasta Gutman con esa lla-mada falsa. Anoche viniste aquí conellos, me esperaste fuera y entrastec o n m i g o . E s t a b a s e n m i s b r a z o scuando saltó la trampa... no habríapodido sacar mi arma si hubiera lle-vado una encima ni tampoco podríahaberme peleado si hubiera querido.Y si no te han llevado con ellos es porla única razón de que Gutman tienedemasiado sentido común para fiarsede ti salvo en contadas ocasiones enque no tiene más remedio, y también por-que creyó que yo iba a hacer el tonto con-tigo y que, por no hacerte daño, no

veinte años. Eres un ángel. Te estaré es-perando. —Se aclaró la voz y añadió—:Si te ahorcan, siempre te recordaré.

Brigid dejó caer las manos y quedó erguida delante deél. Desaparecieron las arruguillas de la cara, que habría que-dado completamente serena si no hubiera sido por unosligerísimos reflejos de duda que aparecieron en los ojos.Luego devolvió al hombre su sonrisa dulcemente.

—Sam, no digas eso ni en broma. Mehas asustado durante un momento. De ve-ras creí que... ¡Haces unas cosas tan vio-lentas e impredecibles!

Se interrumpió. Adelantó la caray trató de adivinar los pensamientosde Spade, escudriñándole los ojos.Sus mejillas y __________ su boca seestremecieron, y el terror volvió a los ojos.

—¿Cómo? ¡Sam!Una vez más, se llevó las manos al cuello

y su cuerpo perdió su erguida prestancia.

Spade se echó a reír. Tenía el rostro ama-rillento, mojado de sudor; y aunque su sonri-sa perduró, no consiguió conservar la dulzu-ra de la voz. Y dijo con el habla quebrada:

—No seas tonta. Has caído. Uno de losdos tiene que caer, después de las cosasque contarán esos pájaros. A mí me ahor-carían, sin duda alguna. Tú probablementeescaparás mejor librada. ¿Qué?

—Pero..., Sam... ¡no puedes! ¡Despuésde lo que hemos sido el uno para el otro!¡No puedes!

—¡Vaya que si puedo!

La muchacha respiró largamente, condificultad, como si no le entrara el aire:

—¿Has estado jugando conmigo? ¿Fin-giendo que me querías..., tan sólo para atra-parme así? ¿No te importaba nada? ¿No me...no me has dicho que me quieres?

—Creo que sí, que sí te quiero. ¿Yqué? —Los músculos que conservabanf o r m a d a s u s o n r i s a s o b r e s a l í a ncomo cordilleras en miniatura—. Yo nosoy Thursby. No soy Jacobi. No voy ahacer el imbécil por ti.

—¡No es justo! —gritó ella, y las lá-grimas acudieron a sus ojos—. ¡No tie-nes derecho! ¡Es horrible que digas eso!Porque sabes que no se trató de nada pa-recido. No puedes decirlo.

—Sí, sí puedo. Te metiste en mi camapara que no te hiciera preguntas. Ayertrataste de engañarme por cuenta deGutman con aquellos falsos gritos desocorro. Anoche viniste aquí con ellos,me aguardaste abajo y subiste conmigo.Y estabas en mis brazos cuando se cerróel lazo. Me hubiera sido imposible sacarla pistola, si la hubiese llevado encima;y si hubiera tratado de pelear, no habríapodido hacerlo. Y si no te llevaron conellos hace un rato sólo ha sido porqueGutman tiene el suficiente sentido co-mún como para no confiar en ti, exceptodurante poco tiempo, cuando no tienemás remedio, y porque creyó que yo co-metería la imbecilidad de sacrificarmepara no hacerte daño, y que por ello nada

sap foolish person

wale marca en la pielverdugón roncha que levanta el golpe del azote

roncha marca, cardenal

X

wale 1= weal (latigazo) 1. 2 a ridge on a wovenfabric, e.g. corduroy. 3 Naut. a broad thicktimber along a ship’s side. 4 a speciallywoven strong band round a woven basket.

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wouldn’t be able to hurt him.”

Brigid O’Shaughnessy blinked hertears away. She took a step towardshim and s tood looking h im in thee y e s , s t r a i g h t a n d p r o u d . “ Yo uc a l l e d m e a l i a r , ” s h e s a i d . “ N o wy o u a r e l y i n g . Yo u ’ r e l y i n g i fy o u s a y you don’t know down inyour heart that, in spite of anythingI’ve done, I love you.”

Spade made a short abrupt bow. Hiseyes were becoming bloodshot, butthere was no other change in his dampand yellowish fixedly smiling face.“Maybe I do ,” he sa id . “Wha t o fi t ? I s h o u l d t r u s t y o u ? Yo u w h oarranged tha t n ice l i t t le t r ick for—for my predecessor, Thursby? Youw h o k n o c k e d o f f M i l e s , a m a nyou had no th ing aga ins t , i n co ldb lood , j u s t l i ke swa t t ing a f ly, fo rt h e s a k e o f d o u b l e - c r o s s i n gThursby? You who double -c rossedG u t m a n , C a i r o , T h u r s b y — o n e ,t w o , t h r e e ? Yo u w h o ’ v e n e v e rplayed square with me for ha l f anh o u r a t a s t r e t c h s i n c e I ’ v ek n o w n y o u ? I s h o u l d t r u s t y o u ?No , no , da r l ing . I wou ldn’t do i teven i f I cou ld . Why shou ld I ?”

Her eyes were steady under his and herhushed voice was steady when she replied:“ Why should you? If you’ve beenplaying with me, if you do not love me,there is no answer to that. If you did,no answer would be needed.”

Blood streaked Spade’s eyeballsnow and h i s long-he ld smi le hadb e c o m e a f r i g h t f u l g r i m a c e . H ecleared his throat huskily and said:“Making speeches is no damned goodnow.” He put a hand on her shoulder.The hand shook and jerked. “I don’tcare who loves who I’m not going toplay the sap for you . I won’t walkin Thursby’s and Christ knows whoelse’s footsteps. You killed Miles andyou’re going over for it. I could havehelped you by letting the others goand standing off the police the bestway I could. It’s too late for that now.I can’t help you now. And I wouldn’tif I could.”

S h e p u t a h a n d o n h i sh a n d o n h e r s h o u l d e r .“ D o n ’ t h e l p m e t h e n , ” s h ewhispered , “but don’t hur t me. Letme go away now.”

“ N o , ” h e s a i d . “ I ’ m s u n k i f Ihaven’t got you to hand over to thepolice when they come. That’s theonly thing that can keep me fromgoing down with the others.”

“You won’t do that for me?”

“I won’t play the sap for you.”

“Don’t say that, please.” She tookhis hand from her shoulder and held

se lo haría a él .

Brigid O’Shaughnessy parpadeópara quitarse las lágrimas. Dio un pasohacia él y se quedó mirándole a los ojos,erguida y orgullosa.

—Me llamas mentirosa —dijo—. Yahora eres tú el que miente. Mientes sidices que en el fondo de tu corazón nosabes que te quiero, pese a todo lo quehaya podido hacer.

Spade hizo una inclinación breve ybrusca. Los ojos se le inyectaban en san-gre, pero en su rostro amarillento y son-riente no se apreciaba ningún otro cambio.

—Es posible que lo sepa —dijo—.¿Y qué? ¿Debo fiarme de ti? ¿De ti,de la que organizó ese bonito trucopara mi predecesor Thursby? ¿De ti,que l iquidaste a Miles, un hombrecontra el que no tenías nada, a sangrefría, como quien aplasta una mosca,sólo por hacer le e l doble juego aThursby? ¿De ti, que has jugado do-b l e c o n G u t m a n , c o n C a i r o , c o nThursby... uno, dos, tres? ¿De ti, queno has jugado limpio conmigo ni me-dia hora seguida desde que nos cono-cemos? ¿De ti debo fiarme? No, no,cariño. No lo haría ni aunque quisie-ra. ¿Por qué iba a fiarme de ti?

Ella le mantuvo firme la mirada y suvoz fue igual de firme al murmurar:

—¿Que por qué? Si has estado jugan-do conmigo, si no me amas, entoncesno hay respuesta. Si has estado jugan-do, no hace falta respuesta alguna.

Spade ya tenía los ojos inyectados ensangre y su largamente mantenida son-risa se había convertido en una mueca.Carraspeó roncamente y dijo:

—De nada sirve hacer discursos aho-ra —le puso una mano en el hombro.La mano le temblaba, inestable—. Nome importa quién te quiera. Yo no voya hacer el idiota contigo. No voy a se-guir las huellas de Thursby y Dios sabecuántos más. Has matado a Miles y vasa afrontar las consecuencias. Hubierapodido ayudarte dejando marchar a losdemás y aguantando a la policía lo me-jor que supiera. Ya es tarde para eso.Ya no puedo ayudarte. Y no te ayudaríasi pudiera.

Ella le puso una mano sobre la quele tocaba el hombro.

—Entonces no me ayudes —susu-rró—, pero no me hagas daño. Déjamemarcharme.

—N o — d i j o é l — . E s t o y h u n d i -d o s i n o t e t e n g o p a r a e n t r e g a r t ec u a n d o l l e g u e l a p o l i c í a . E s l oú n i c o q u e p u e d e i m p e d i r q u e m eh u n d a c o n l o s d e m á s .

—¿No vas a hacer eso por mí?

—No voy a hacer el tonto por ti.

—No digas eso, por favor —ella le qui-tó la mano del hombro y se la llevó a la

podría hacer contra él.

Brigid logró restañar las lágrimas ce-rrando y abriendo los ojos. Dio un pasohacia Spade y le miró a los ojos, derechoa los ojos, con orgullo:

—Me has llamado mentirosa. Aho-ra tú eres el que mientes. Mientes sidices que en el fondo de tu corazón,haya yo hecho lo que haya hecho, nosabes que te quiero.

Spade hizo una rápida y brusca reverencia.Sus ojos empezaron a enrojecer, pero ningúnotro cambio pudo apreciarse en su cara, húme-da, amarillenta, con aquella sonrisa inmóvil.

—Sí, puede que lo sepa. ¿Y qué? ¿Hede fiarme de ti por eso? ¿Después de labonita treta que le preparaste a mi ante-cesor, el señor Thursby? ¿Fiarme de ti,que mataste a Miles, un hombre contraquien nada tenías, que le mataste a san-gre fría, como quien pega un papirotazoa una mosca, sólo para incu lpa r aThursby? ¿Fiarme de ti, que has trai-cionado a Gutman, a Cairo, a Thursby,uno, dos y tres? ¿De ti, que no te hasportado honradamente conmigo más demedia hora seguida desde que nos conoci-mos? ¿De veras debiera fiarme de ti? No,no, amor mío. No lo haría aunque pudiera.¿Por qué iba a hacerlo?

Brigid le miró con ojos serenos. Re-puso, con voz segura:

— ¿ P o r q u é ? S i h a s e s t a d o j u -gando conmigo, s i no me quieres ,no hay contes tac ión . S i me quis ie -ras , sobrar ía la respues ta .

La sangre acudió ahora sin recato a losglobos de los ojos de Spade; y la sonrisaque durante tanto tiempo había manteni-do se trocó en espantable mueca.

—Es ya tarde para pronunciar dis-cursos —dijo, poniéndole en el hombrouna mano que temblaba y se estreme-cía—. No importa quién quiere a quién.No voy a hacer el primo por ti. No voya seguir los pasos de Thursby y de Diossabe cuántos más. Mataste a Miles, ytendrás que responder de ello. Pudehaberte ayudado dejando que escaparanlos demás y despistando a la policía dealgún modo. Ya es tarde para eso. Aho-ra no te puedo ayudar. Y si pudiera ha-cerlo, no lo haría.

Brigid puso su mano sobre la de Spade,que seguía descansando sobre su hombro.

—No me ayudes, entonces, pero no mehagas daño —dijo, en voz baja—. Déja-me que me vaya.

—No. Si no estás aquí para entre-garte a la policía cuando llegue, es-toy perdido. Es lo único que podráevitar que yo corra la misma suerteque los otros.

—Entonces, ¿tampoco harás eso por mí?

—No voy a dejar que me engatuses.

—No digas eso. —Y quitándose sumano del hombro, se la llevó a la me-

sap foolish person

[sintaxis]

double-cross traicionar

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it to her face. “Why must you do thist o m e , S a m ? S u r e l y M r. A r c h e rwasn’t as much to you as—”

“ M i l e s , ” S p a d e s a i d h o a r s e l y,“was a son of a bitch. I found thato u t t h e f i r s t w e e k w e w e r e i nbusiness together and I meant to kickhim out as soon as the year was up.You didn’t do me a damned bit ofharm by killing him.”

“Then what?”

Spade pulled his hand out of hers.H e n o l o n g e r e i t h e r s m i l e d o rgrimaced. His wet yellow face wasset hard and deeply lined. His eyesburned madly. He said: “Listen. Thisisn’t a damned bit of good. You’llnever unders tand me, bu t I ’ l l t ryonce more and then we’ll give it up.L i s t e n . W h e n a m a n ’s p a r t n e r i skilled he’s supposed to do somethinga b o u t i t . I t d o e s n ’ t m a k e a n ydifference what you thought of him.H e w a s y o u r p a r t n e r a n d y o u ’ r esupposed to do something about it.T h e n i t h a p p e n s w e w e r e i n t h edetective business. Well, when one ofyour organization gets killed it’s badbusiness to let the kil ler get awaywith it. It’s bad all around—bad forthat one organization, bad for everydetective everywhere. Third, I’m adetect ive and expecting me to runcriminals down and then let them gofree is like asking a dog to catch arabbit and let it go. It can be done,all right, and sometimes it is done,but i t ’s not the natural thing. Theonly way I could have let you go wasby letting Gutman and Cairo and thekid go. That’s—”

“You’re not ser ious ,” she sa id .“You don’t expect me to think thatt h e s e t h i n g s y o u ’ r e s a y i n g a r esufficient reason for sending me tothe—”

“Wait t i l l I ’m through and thenyou can talk. Fourth, no matter whatI w a n t e d t o d o n o w i t w o u l d b eabsolutely impossible for me to lety o u g o w i t h o u t h a v i n g m y s e l fd r a g g e d t o t h e g a l l o w s w i t h t h eothers. Next, I’ve no reason in God’sworld to think I can trust you and ifI did this and got aw-ay with it you’dhave something on me that you coulduse whenever you happened to wantto . That’s f ive of them. The s ixthwould be that , s ince I’ve also gotsomething on you, I couldn’t be sureyou wouldn’t decide to shoot a holein me some day. Seventh , I don’teven like the idea of thinking thatt h e r e m i g h t b e o n e c h a n c e i n ahundred that you’d played me for as u c k e r . A n d e i g h t h — b u t t h a t ’senough. All those on one side. Maybesome o f t hem a rc un impor t an t . Iwon’t argue about that. But look atthe number o f them. Now on theother side we’ve got what? All we’ve

cara—. ¿Por qué tienes que hacerme esto,Sam? Seguramente el señor Archer no sig-nificaba tanto para ti como...

—Miles —dijo Spade ásperamen-te— era un hijo de puta. Lo descu-brí la primera semana que trabaja-mos juntos y pretendía quitármelode encima en cuanto pasara este año.No me has perjudicado en absolutomatándole.

—¿Entonces qué?

Spade libró su mano de la de Brigid.Ya no sonreía ni hacía mueca alguna. Surostro húmedo y amarillo se había endu-recido y tenía unas profundas arrugas.Los ojos le ardían enloquecidos. Dijo:

—Escucha. Todo esto no sirve paranada. No conseguirás entenderme, perolo voy a intentar una vez más y luego lodejamos. Escucha. Cuando matan al so-cio de alguien, se supone que ese al-guien tiene que hacer algo. No impor-ta en absoluto lo que pensara de él: setrata de tu socio y se supone que algodebes hacer. Además, ocurre que esta-mos en el ramo de los detectives. Puesbien, cuando matan a uno de tu empre-sa es muy mala práctica dejar que elasesino se escape. Es malo en todoslos sentidos... malo para la empresa,malo para cualquier detective en cual-quier parte. En tercer lugar, yo soy de-tective, y esperar que coja a delincuen-tes para luego soltarlos es como pedira un lebrel que atrape a un conejo yluego lo suelte. Claro que puede ha-cerse, y a veces se hace, pero no es lológico. La única manera de haberte po-dido soltar, habría sido dejando queGutman, Cairo y el chico se fueran.Eso es...

— N o l o d i c e s e n s e r i o — d i j oe l l a—. No quer rás hace rme c ree rq u e e s a s r a z o n e s q u e m e d i c e ss e a n m o t i v o s u f i c i e n t e p a r a q u eme env íes a . . .

—Espera hasta que termine y lue-go hablas tú. En cuarto lugar , apartede lo que yo quisiera hacer ahora, se-ría absolutamente imposible dejartemarchar sin que yo mismo me vieraarrastrado al patíbulo con el los .Además, no tengo motivo algunopara creer que puedo fiarme de ti,y si lo hago y te marchas, entoncestendrás algo que podrás utilizar con-tra mí cuando te apetezca. Con lo cualson cinco razones. La sexta sería que,ya que yo tengo algo contra ti, nuncaestaría seguro de que no quisieras ha-cerme un agujero el día menos pen-sado. Séptima, ni siquiera me hacegracia la simple idea de pensar quehay una posibilidad entre cien de queme hayas hecho pasar por imbécil. Yoctava... pero ya es suficiente. Todoeso por un lado. Es posible que algu-nas de estas razones no tengan impor-tancia. Eso no lo discuto. Pero datecuenta de cuántas son. Y en el otrolado, ¿qué tenemos? Lo único que te-

jilla—. ¿Por qué me vas a hacer unacosa así, Sam? No creo que misterArcher fuera tanto para ti que...

—Miles —dijo Spade, con voz ron-ca— era un hijo de mala madre. Lo des-cubrí cuando sólo llevábamos una se-mana asociados, y estaba dispuesto adarle la patada al terminar el año. Nome hiciste daño alguno cuando le en-viaste al otro barrio.

—¿Entonces?

Spade retiró la mano. La mueca des-apareció como la sonrisa. Su rostro ama-rillento y mojado estaba helado y profun-damente surcado por las arrugas. Le ar-dían los ojos enloquecidos.

—Escucha. Todo es completamente in-útil. Nunca me entenderás, pero voy a tra-tar, una vez más, de que lo comprendas.Escucha. Cuando a un hombre le matan asu socio, se supone que debe actuar de al-guna forma. Da lo mismo la opinión quepudiera tener de él. Era su socio, y debehacer algo. Añade a eso que mi profesiónes la de detective. Bueno, cuando matana un miembro de una sociedad de detecti-ves, es mal negocio dejar que el asesinoescape. Es mal negocio desde todos lospuntos de vista, y no sólo para esa socie-dad en particular, sino también para to-dos los policías y detectives del mundo.Tercero, soy detective, y suponer que voya correr detrás de quienes quebrantan laley y que los voy a soltar una vez agarra-dos, bueno, eso es como esperar que unperro que ha alcanzado un conejo lo suel-te. Es algo posible de hacer, lo sé, y quese hace algunas veces, pero no es natural.La única manera de haberte dejado esca-par hubiera sido dejar escapar también aGutman, a Cairo y al chico. Y eso...

—No hablas en serio. No puedescreer que con todo lo que estás di-ciendo me vas a convencer de quetienen razones suficientes para man-darme a la...

—Déjame acabar, y entonces podráshablar tú. Cuarto: prescindiendo de loque quisiera hacer, ahora me seríacompletamente imposible dejarte esca-par, a menos que aceptara acompañara los otros al patíbulo. Y además, nopuedo describir razón alguna para fiar-me de ti; y si te dejara escapar y salie-ra yo con vida, siempre estarías enposesión de un arma contra mí parausarla a tu antojo. Y son cinco razo-nes las que te he dado. La sexta esque, puesto que yo también sé de tiunas cuantas cosas, nunca estaría se-guro de que no te ibas a decidir a me-terme a mí una bala en el cuerpo.Séptimo, no me atrae lo más mínimola idea de que ni remotamente pudie-ra ocurrir que hubieras jugado conmi-go como un imbécil . Y octavo... Peroya es bastante. Todo ello aconseja lomismo. Quizá algunas de las razonessean de poca importancia. No lo voy adiscutir. Pero ¡fíjate cuántas son! ¿Yqué razón aconseja hacer lo contrario?

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absolute es un adjetivo de moda en EEUU que no solo traduceabsoluto [independiente, decisivo, ilimitado, terminante, cate-górico], sino otros conceptos más o menos similares, como to-tal, completo, verdadero, pleno, perfecto, rotundo, incondicio-nal, indiscutible, auténtico. El adverbio absolutely es absoluta-mente, y sigue los pasos del adjetivo en frecuencia y en signifi-cados.

An absolute idiot = un perfecto idiota. An absolute goddess = toda una diosa. Absolute nonsense = pura tontería. This cathedral is an absolute jewel. = Esta catedral es una verda-

dera joya. The newlyweds enjoy absolute happiness. = Los recién casados

gozan de completa felicidad. You can rely on my absolute support. = Cuenta con mi apoyo in-

condicional. He’s an absolute coward. = Es un perfecto cobarde.

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got is the fact that maybe you loveme and maybe I love you.”

“ Yo u k n o w, ” s h e w h i s p e r e d ,“whether you do or not.”

“I don’t . I t’s easy enough to benuts about you.” He looked hungrilyfrom her hair to her feet and up toher eyes again. “But I don’t knowwhat that amounts to. Does anybodyever? But suppose I do? What of it?Maybe next month I won’t. I’ve beenthrough it before—when it lasted thatlong. Then what? Then I’ll think Iplayed the sap. And if I did it andgot sent over then I’d be sure I wasthe sap . Well, if I send you over I’llbe so r ry a s h e l l —I’ l l have somer o t t e n n i g h t s — b u t t h a t ’ l l p a s s .Listen.” He took her by the shouldersand bent her back, leaning over her.“If that doesn’t mean anything to youforget i t and we’l l make i t this : Iwon’t because all of me wants to—w a n t s t o s a y t o h e l l w i t h t h ec o n s e q u e n c e s a n d d o i t — a n dbecause—God damn you—you’vecounted on that with me the same asyou counted on that with the others.”He took his hands from her shouldersand let them fall to his sides.

She put her hands up to his cheeksand drew his face down again. “Lookat me,” she said, “and tel l me thetruth. Would you have done this tome if the falcon had been real andyou had been paid your money?”

“What difference does that makenow? Don’t be too sure I’m as crookedas I’m supposed to be. That kind ofreputation might be good business—bringing in high-priced jobs and makingit easier to deal with the enemy.”

She looked at him, saying nothing.

He moved his shoulders a l i t t lea n d s a i d : “ We l l , a l o t o f m o n e ywould have been at least one moreitem on the other side of the scales.”

She put her face up to his face.Her mouth was slightly open with lipsa l i t t le thrus t out . She whispered:“ I f y o u l o v e d m e y o u ’ d n e e dn o t h i n g m o r e o n t h a t s i d e . ”

Spade set the edges of his teethtogether and said through them: “Iwon’t play the sap for you.”

She put her mouth to his, slowly,her arms around him, and came intohis arms. She was in his arms whenthe door-bell rang.

S p a d e , l e f t a r m a r o u n d B r i g i dO ’ S h a u g h n e s s y , o p e n e d t h ec o r r i d o r - d o o r. L i e u t e n a n t D u n d y,D e t e c t i v e - s e r g e a n t To m P o l h a u s ,and t w o o t h e r d e t e c t i v e s w e r et h e r e .

nemos es que a lo mejor me quieres ya lo mejor te quiero.

—T ú s a b r á s — s u s u r r ó e l l a — s im e q u i e r e s o n o .

—No lo sé. Es facilísimo volverse locopor ti —la miró deseoso de los pies a lacabeza y luego la miró a los ojos—. Perono sé cuánto vale eso. ¿Acaso lo sabe al-guien? Pero bueno, imagínate que yo losepa. ¿Y qué? A lo mejor ya no te quieroel mes que viene. Ya me ha pasado otrasveces... siempre que haya durado lo sufi-ciente. ¿Y luego qué? Pues que luego séque he hecho el tonto. _______ ________ __________ _______________ __ _____ _ _____ Pues bien, si te entrego mearrepentiré lo indecible... pasaré algunasmalas noches... pero se me pasará. Es-cucha —la tomó por los hombros y laechó hacia atrás, inclinándose sobreella—: Si todo eso no significa nada parati, olvídalo y lo dejaremos así; yo no voya olvidarlo porque todo mi ser me lopide, me pide que diga «a la mierda conlas consecuencias, hazlo», y porque,maldita seas, ya contabas con eso dela misma manera que contabas conque los demás sentirían así también—y soltándola, dejó caer las manosa lo largo del cuerpo.

E l l a l e t o m ó l a s m e j i l l a sy l e a t r a j o o t r a v e z .

—M í r a m e — d i j o — y d i m e l averdad. ¿Me habrías hecho esto s iel halcón hubiera s ido autént ico yte hubieran dado tu dinero?

—¿Y eso qué importa ahora? No es-tés tan segura de que soy tan bribóncomo parezco. Semejante reputación esbuena para los negocios... suele atraertrabajos bien pagados y facilita el con-tacto con el enemigo.

Ella le miró sin decir nada.

Spade movió los hombros un poco y dijo:—B u e n o , u n m o n t ó n d e d i n e -

r o h a b r í a s i d o u n p u n t o p a r a l a sr a z o n e s d e l a o t r a p a r t e .

E l l a l e a c e r c ó e l r o s t r o . Te -n í a l a b o c a e n t r e a b i e r t a y l o sl a b i o s l i g e r a m e n t e s a l i e n t e s :

—Si me amaras —susurró— nonecesi tar ías más que una razón.

S p a d e a p r e t ó l o sd i e n t e s y d i j o :

—No voy a hacer el idiota contigo.

E l l a l e b e s ó , d e s p a c i o , r o -d e á n d o l e c o n l o s b r a z o s y d e j á n -d o s e a b r a z a r. S e g u í a n a b r a z a d o sc u a n d o l l a m a r o n a l t i m b r e .*

Spade, rodeando a BrigidO’Shaughnessy con el brazo izquierdo,abrió la puerta del descansillo: allí es-taban el teniente Dundy, el sargento dedetectives Tom Polhaus y dos detecti-ves más.

Tan sólo una: que quizá me quieres, yque tal vez yo te quiera a ti.

—¿Y no sabes si me quieres o no? —dijo ella, en voz baja,

—No, no lo sé. Resulta sencillo enamo-rarse de ti hasta la locura —dijo Spade, mi-rándola con apasionada vehemencia de lospies a la cabeza—, pero no sé lo que eso pue-de significar. ¿Acaso lo sabe alguien cuandose enamora? Pero supón que sí, supón que tequiero, ¿qué? Quizá no te quisiera el próxi-mo mes. Ya me ha ocurrido otras veces, y nosiempre ha durado un mes... ¿Y entonces? En-tonces habría hecho el primo. Y si hiciera lo que deseasy me condenaran, bueno, entonces no cabría la menorduda de que había hecho el primo. Si te entrego a lapolicía, lo sentiré muy de veras, tendré no-ches horribles..., pero pasará. Escucha. Tomóde los hombros a Brigid, la echó haciaatrás y se inclinó sobre ella. —Si esono te quiere decir nada, olvídalo y es-cucha esto: lo voy a hacer porque de-seo hacerlo con todo mi ser, porque todolo que dentro llevo me está pidiendo quelo haga, pase lo que pase, y porque,¡maldita seas!, ya contabas tú con queyo sentiría lo que siento, como lo cal-culaste con todos los demás—. Retirólas manos y las dejó caer muertas a lolargo del cuerpo.

Brigid le cogió la cara entre lasmanos y volvió a atraerla hacia sí.

—Mírame y dime la verdad —ledijo—. ¿Te hubieras comportado asísi el halcón hubiese sido auténtico yhubieras recibido tu parte?

—¿Qué importa eso ahora? No estéstan segura de que tengo tan poca hon-radez como algunos dicen. Esa famapuede ser conveniente, pues te trae a lapuerta asuntos caros y te facilita lascosas al luchar contra el enemigo.

La muchacha le miró sin decir nada.

Spade movió los hombros ligeramente y dijo:—Un gran montón de dinero..., al

menos eso hubiera sido algo que aña-dir a la balanza a favor de lo otro.

Brigid alzó la cara hasta la de Spade.Tenía la boca ligeramente entreabierta ysus labios estaban ahuecados.

—Si me quisieras, no necesitarías ponernada más en ese platillo de la balanza.

Spade apretó los dientes y dijo, hablan-do a través de ellos:

—No voy a hacer el primo por ti.

Brigid apretó lentamente los labios con-tra los de él, le rodeó con los brazos y que-dó entre los de él. Y en sus brazos estabacuando sonó el timbre de la puerta.

Con e l brazo izquierdo rodeán-dola , Spade abr ió la puer ta de l pa-s i l l o . A l l í e s t a b a n e l t e n i e n t eDundy, e l de tec t ive sargento TomP o l h a u s y o t r o s d o s p o l i c í a s d epa isano .

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* Were Spade to put aside his code at this particularmoment of great temptation and choose her, hewould really be abandoning his integrity andchoosing to accept the external life he has beenleading, thus becoming as corrupt as the villains,which Brigid herself believed him to be.

Spade is certainly sensitive enough to realizethe implicit cruelty of his remarks: he wants to for-ce Brigid into an awareness that there are objectiveconsiderations beyond her continual subjectiveanalysis of the world—and he relates this point toher moral indifference by asserting that the outerworld will judge her so harshly that she can nolonger avoid making her own objective assessmentof the life she has led. Since he fails to enlightenher as to his justification for turning her in to thepolice, he tries to tell her [220] something abouthimself and his integrity, but this too cannot moveher. As he explains moral philosophy, she attemptssexual allurement, and clearly enough neither onecommunicates to the other.

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S p a d e s a i d : “ H e l l o , To m . G e tthem?”

Polhaus said: “Got them.”

“Swell . Come in. Here’s anotherone for you.” Spade pressed the girlforward. “She killed Miles. And I’vegot some exhibits—the boy’s guns,one of Cairo’s, a black statuette thatall the hell was about, and a thousand-dollar bill that I was supposed to bebribed with.” He looked at Dundy, drewhis brows together, leaned forward topeer into the Lieutenant’s face, and burstout laughing. “What in hell’s the matterwith your lit t le playmate, Tom? Helooks heartbroken.” He laughed again.“ I b e t , b y G o d ! w h e n h e h e a r dGutman’s story he thought he had meat last.”

“Cut it out, Sam,” Tom grumbled.“We didn’t think—”

“Like hell he didn’t,” Spade saidmerrily. “He came up here with hismouth watering, though you’d haves e n s e e n o u g h t o k n o w I ’ d b e e nstringing Gutman.”

“Cut it out,” Tom grumbled again,l o o k i n g u n e a s i l y s i d e w i s e a t h i ssuperior. “Anyways we got it fromCairo. Gutman’s dead. The kid hadjust finished shooting him up whenwe got there.”

Spade nodded. “He ought to haveexpected that,” he said.

E f f i e P e r i n e p u t d o w n h e rn e w s p a p e r a n d j u m p e d o u t o fSpade’s chair when he came into theoffice at a l i t t le after nine o’clockMonday morning.

He said: “Morning, angel.”

“Is that—what the papers have—right?” she asked.

“ Y e s , m a ’ a m . ” H ed r o p p e d h i s h a t o n t h e d e s ka n d s a t d o w n . H i s f a c e w a sp a s t y i n c o l o r , b u t i t s l i n e s w e r es t r o n g a n d c h e e r f u l a n d h i s e y e s ,t h o u g h s t i l l s o m e w h a t r e d -v e i n e d , w e r e c l e a r.

T h e g i r l ’s b r o w n e y e s w e r epeculiarly enlarged and there was aqueer twist to her mouth. She stoodbeside him, staring down at him.

H e r a i s e d h i s h e a d ,g r i n n e d , a n d s a i d m o c k i n g l y :“So much for your woman’s intuition.”

H e r v o i c e w a s q u e e r a st h e e x p r e s s i o n o n h e r f a c e .“You did that , Sam, to her?”

Spade dijo:—H o l a , To m . ¿ L o s h a b é i s c o -

g i d o ?Polhaus repuso:—Los hemos cogido.

—Estupendo. Entrad. Aquí tenéis aotra —Spade empujó a la chica haciaadelante—. Ella mató a Miles. Tambiéntengo algunas pruebas... las armas delchico, una de Cairo, una estatuilla ne-gra que fue el centro de todo este lío yun billete de mil dólares con el que sesupone que querían sobornarme —miróa Dundy, frunció las cejas, se echó ha-cia adelante para escrutar la cara del te-niente y rompió a reír—. ¿Qué le ocu-rre a tu compañero de juegos, Tom?Parece descorazonado —rió de nuevo—. ¡Dios, apuesto a que cuando oyó lahistoria que le contó Gutman creyó queya me tenía!

—Vale ya, Sam —gruñó Tom—. Nocreímos que...

—Y una mierda que no —dijo Spadealegremente—. Vino aquí haciéndoselela boca agua, aunque tú hayas tenido elbuen sentido de pensar que yo ya teníaatado a Gutman.

—Vale ya —volvió a gruñir Tom, mi-rando de reojo con inquietud a su supe-rior—. De todos modos, se lo hemossacado a Cairo. Gutman está muerto. Elchico acababa de matarlo cuando llega-mos allí.

Spade asintió.—N o p o d í a e s p e r a r

o t r a c o s a — d i j o .

Effie Perine dejó el periódico ysaltó del sillón de Spade cuando élentró en la oficina, poco después delas nueve de la mañana del lunes.Spade dijo:

—Hola, encanto.

—¿Lo... lo que dice el periódico...es... es verdad? —preguntó ella.

—S í , s e ñ o r a — s o l t ó e l s o m -b r e r o e n e l e s c r i t o r i o y s e s e n -t ó . S u r o s t r o t e n í a u n c o l o rt é r r e o , p e r o s u s f a c c i o n e s e r a nf i r m e s y a l e g r e s y s u s o j o s , t o -d a v í a u n t a n t o e n r o j e c i d o s ,e r a n d e u n c o l o r c l a r o .

L a c h i c a t e n í a l o s o j o s p a r -d o s m u y a b i e r t o s y s u b o c af o r m a b a u n a m u e c a e x t r a ñ a . S eq u e d ó a s u l a d o , m i r á n d o l e .

É l l e v a n t ó l a c a b e z a ,s o n r i ó y d i j o b u r l ó n :

—Para que veas tu intuición femenina.

Te n í a u n a v o z t a n e x t r a ñ ac o m o l a e x p r e s i ó n d e s u c a r a :

—¿Tú le hiciste eso, Sam?

—Hola, Tom —dijo Spade—, ¿lesechaste mano?

—Los pesqué —dijo Polhaus.

—Magnífico. Pasa. Aquí tienes a otra—dijo, empujando a la muchacha haciael detective—. Mató a Miles. Y tengo al-gunas pruebas: las pistolas del chico, unade Cairo, una estatuilla negra que fue lacausa de todo, y un billete de mil dólares,con el que quisieron sobornarme.

Miró a Dundy, frunció el ceño, se in-clinó hacia delante para mirar de cerca lacara del teniente y se echó a reír.

—¿Qué le ocurre a tu amiguito,Tom? Parece estar muy desconsola-do. —Volvió a reír—. ¡Apuesto cual-quier cosa a que cuando oyó las de-claraciones de Gutman se creyó queme había pescado!

—Sam, no empieces —gruñó Tom—.Nunca hemos creído que...

—¿Que no lo creyó Dundy? —dijo Spade,alegremente—. Ha venido con la boca hechaagua, aunque tú, tú tienes el suficiente sentidocomún para haber comprendido siempre que yoandaba detrás de Gutman.

—Déjalo es tar , Sam —volvió agruñir Tom—. En cualquier caso, ladeclaración que escuchamos fue la deCairo. Gutman está muerto. El mucha-cho acababa de matarle cuando noso-tros llegamos.

—Se lo debió imaginar —dijo Spade,inclinando la cabeza.

Effie soltó el periódico y abando-nó de un sa l to e l s i l lón de Spadecuando éste llegó a su despacho ellunes, poco después de las nueve dela mañana.

—Buenos días, ángel mío.

—¿Es... es verdad lo que dicen los pe-riódicos? —preguntó ella.

—Sí, señora.D e j ó e l s o m b r e r o s o b r e l a

m e s a y s e s e n t ó . Te n í a l a c a r as in color alguno, pero las rayas que la sur-caban se ofrecían firmes y animadas; y losojos, aunque todavía mostraban algunasvenillas rojas, estaban despejados.

Los ojos castaños de la muchacha estabanabiertos de muy especial manera, tenía la boca tor-cida por una extraña mueca. Permaneció de piejunto a él, mirándole fijamente desde arriba.

Spade alzó la cabeza, sonrió con pi-cardía, y dijo en son de chanza:

—¡Tu intuición femenina!

La voz de la muchacha fue tan extra-ña como la expresión de su rostro:

—¿Le hiciste..., le hiciste eso, Sam?

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Xpatsy 1 adj If you are pasty or if you have apasty face, you look pale and unhealthy.Demacrada, pálida

peculiar odd, queer, unusual, singular, especial,raro, curioso, propio

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H e n o d d e d . “ Y o u rS a m ’ s a d e t e c t i v e . ” H el ooked sharply a t her . He put h isarm around her wais t , h is hand onh e r h i p . “ S h e d i d k i l l M i l e s ,ange l , ” he sa id gen t ly, “o ffhand ,l ike tha t .” He snapped the f ingersof h is o ther hand.

S h e e s c a p e d f r o m h i sa r m a s i f i t h a d h u r t h e r .“Don’t, please, don’t touch me,” shes a i d b r o k e n l y. “ I k n o w — I k n o wyou’re right. You’re right. But don’ttouch me now—not now.”

S p a d e ’ s f a c e b e c a m ep a l e a s h i s c o l l a r .

The corridor-door’s knob rattled.Effie Perine turned quickly and wentinto the outer office, shutting timedoor behind her. When she came inagain she shut it behind her.

She said in a small flat voice: “Ivais here.”

Spade, looking down at his desk,n o d d e d a l m o s t i m p e r c e p t i b l y.“ Ye s , ” h e s a i d , a n d s h i v e r e d .“ We l l , s e n d h e r i n . ”

Asintió.— T u S a m e s u n d e t e c t i v e — l a

m i r ó c o n a g u d e z a . L e p a s ó e lb r a z o p o r l a c i n t u r a , c o n l a m a n oe n l a c a d e r a — . M a t ó a M i l e s , e n -c a n t o — d i j o c o n g e n t i l e z a — , t a lc u a l — y c h a s q u e ó l o s d e d o s d el a o t r a m a n o .

Ella se escabulló de su brazo comosi le hubiera hecho daño.

—No, por favor, no me toques —dijocon voz entrecortada—. Sé... sé que tie-nes razón. Tienes razón. Pero no me to-ques ahora... ahora no.

El rostro de Spade empalideció hasta po-nerse del color del cuello de su camisa.

Se oyó el ruido del pomo de la puer-ta principal. Effie Perine se volvió conrapidez y salió al otro despacho, cerran-do la puerta al salir. Cuando volvió aentrar, cerró la puerta.

Luego dijo, en voz baja:—Iva está aquí.

Spade, mirando fijamente su escritorio,asintió de manera casi imperceptible.

—Sí —dijo, y tuvo un escalofrío—. Está bien, hazla pasar.

Spade asintió con un gesto.—Tu Sam es detective —dijo, mirán-

dola fijamente. Rodeó el talle de la mu-chacha con un brazo y descansó la manosobre su cadera—. Brigid mató a Mi-les, cariño —dijo, dulcemente—, así, enfrío —dijo, haciendo una castañeta conla otra mano.

Effie se escurrió bruscamente para li-brarse del abrazo, como si le hiciera daño.

—Por favor, no me toques —dijo conel habla entrecortada—, no me toques. Séque tienes razón. Tienes razón. Pero nome toques. No me toques ahora.

La cara de Spade se puso tan blancacomo el cuello de la camisa.

R e s o n ó l a c e r r a d u r a d e l ap u e r t a . E ff i e s e v o l v i ó c o n v e h e -m e n c i a , s a l i ó d e l ____ d e s p a c h o yc e r r ó l a p u e r t a . C u a n d o r e g r e s óv o l v i ó a c e r r a r l a .

—Iva está ahí —dijo, en voz débil ysin expresión.

Spade miró hacia la mesa y asintió con unmovimiento de cabeza casi imperceptible.

—Sí, hazla pasar —dijo con unest remecimiento .