Elementos de poética histórica en la narrativa de Servando ...genio es festivo, el asunto...
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Elementos de poética histórica en la narrativa de Servando Teresa de Mier: la
configuración del yo en la Relación
Silvia Alicia Manzanilla Sosa
Doctorado en Literatura Hispanoamericana
Directora de tesis: Martha Elena Munguía Zatarain
Tutor académico: Joaquín Roberto González Martínez
Presentación
Enmarcada en el contexto de las revoluciones democráticas ocurridas a ambos lados del
Atlántico,1 la vida del dominico José Servando de Santa Teresa de Mier y Noriega Guerra
Buentello e Iglesias (1763-1827), mejor conocido como fray Servando, guardó siempre estrecho
vínculo con la realidad sociopolítica de su tiempo. Mier, orador elocuente de genio inquieto y
ánimo polemista, incorporó a su discurso retórico ―político, histórico, literario― las grandes
disputas culturales relativas a América. Perseguido por las autoridades religiosas y civiles, fray
Servando recorrió Cuba, Francia, España, Italia, Portugal, Estados Unidos e Inglaterra,
sembrando textos y controversias a su paso.
El atractivo del fraile en tanto figura histórica, pública, me parece indiscutible: su afán
argüidor, su egotismo, sus continuas desavenencias con los mandatarios, su incursión europea,
1 En diversos trabajos, bajo la expresión “era de las grandes revoluciones democráticas” o “época de las grandes revoluciones atlánticas” Jaime E. Rodríguez reúne tanto la independencia de las Trece Colonias como la revolución francesa y las independencias americanas.
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sus múltiples arrestos y fugas, su retorno a la Nueva España en calidad de insurgente, su
actuación en los dos Congresos Constituyentes Mexicanos, etc., lo hicieron un personaje
excéntrico, seductor. No obstante, en palabras de Susana Rotker,2 aguda prologuista de la edición
estadounidense de las Memorias:
Servando Teresa de Mier no fue sólo un testigo de dos mundos, sino también de dos épocas. Por eso catalogarlo es difícil: no es un letrado colonial ni un escritor romántico; como dominico no es iluminista puro, ni su vida acaba con la Inquisición sino que se prolonga hasta la coronación del primer emperador criollo. Es un personaje de transición (como acaso lo somos los lectores de hoy, atrapados en el vacío del cambio de episteme que genera un nuevo milenio), testigo y parte comprometida (49).
Testigo y parte de dos mundos y épocas, Mier plasmó su experiencia vital en diversos escritos:
manifiestos, discursos, epístolas, relaciones, proclamas, exposiciones, etc. Aunque la mayoría de
ellos ha recibido la atención de la crítica, la extravagante figura del autor continúa
ensombreciendo el análisis de su obra, relegada al segundo plano ―el primero tiende a ser la
biografía―, como lo señalan Edmundo O´Gorman, Jaime E. Rodríguez y David A. Brading,
máximas autoridades en cuanto a estudios servandinos.3 Por ejemplo, en su trabajo sobre el
origen del nacionalismo mexicano, en el cual dedica a Mier uno de sus tres capítulos, Brading
declara: “la fascinación de su carácter picaresco y de su carrera han tendido a oscurecer la
originalidad y el significado de su obra intelectual” (44).
Fray Servando, escritor prolífico, compuso documentos muy diversos: religiosos,
históricos, políticos, memorísticos, etc. Para el lector suelen resultar más atrayentes los de corte
autobiográfico; esos mismos con los que, al decir de J. E. Rodríguez, Mier contribuyó a formar su
imagen extravagante (7). En este punto, la opinión de otro historiador, O´Gorman, especialista en
2 En una nota que antecede al texto de Rotker que cito, Fray Servando: La mirada americana, Tomás Eloy Martínez advirtió que la autora escribió en español el prólogo a las Memorias de Mier, publicadas en 1998 por la Oxford University Press, aunque se divulgó en inglés; y el ensayo Fray Servando: La mirada americana es la versión original de dicho prólogo. 3 O ‘Gorman en Ideario político y los tres primeros tomos de las Obras completas de Mier; Rodríguez en el último tomo de éstas; y Brading en el Orbe indiano: de la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867 y Los orígenes del nacionalismo mexicano.
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la obra del fraile, coincide con la de Rodríguez: “no es el padre Mier ajeno del todo a la
preferente atención que se ha concedido a la parte pintoresca de su biografía, pues fue él el
primero en insistir hasta el cansancio en ese aspecto de su vida, dejándose arrastrar sin reservas
por una manía exhibitoria, rasgo capital de su carácter” (“Prólogo” IX).
Así, no obstante el entusiasmo del público general por “el perfil novelesco y picaresco de
su existencia” (IX), a algunos lectores e investigadores los exaspera la egolatría del fraile.
O´Gorman asegura:
El más superficial conocimiento de la obra del padre Mier servirá para abonar con exceso probatorio la afirmación de ser la egolatría su pasión dominante. Son varios los relatos que nos ha dejado de su vida, aparte de dos escritos bastantes [sic] extensos, las Memorias (cuya primera parte tituló “Apología”) y el Manifiesto Apologético, que vienen a ser dos versiones de una autobiografía formal. En estas obras, como en muchos otros papeles suyos, abundan las expresiones de engreimiento y de insufrible vanidad (X).
Para desgracia de aquellos lectores e investigadores a quienes les disgustan esas expresiones de
“insufrible vanidad”, los escritos memorísticos de fray Servando son referencia obligada para
trabajar casi cualquier área de su producción retórica.
Como lo anunció O´Gorman en la cita previa, el fraile dejó varios textos en donde narra
los lances de su vida; a saber: la Apología del doctor Mier, la Relación de lo que sucedió en
Europa al doctor don Servando Teresa de Mier después que fue trasladado allá por resultas de
lo actuado contra él en México, desde julio de 1795 hasta octubre de 1805;4 el Manifiesto
apologético, la Exposición de la persecución que ha padecido desde 14 de junio de 1817 hasta el
presente de 1822, el doctor Servando Teresa de Mier, Noriega, Guerra, etc.;5 el Discurso de fray
4 La Apología y la Relación aparecieron íntegras por primera vez en José Eleuterio González, Biografía del benemérito mexicano don fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, ed. Juan Peña, Monterrey, Imprenta de la calle de Dr. Mier Núm. 37 a cargo de José Sáenz, 1876, pp. 9-142 y pp. 142-328, respectivamente. 5 El Manifiesto apologético se publicó en Mier, Escritos inéditos de fray Servando Teresa de Mier, introducción y notas de José María Miquel i Vergés y Hugo Díaz-Thomé, México, El Colegio de México, 1944, pp. 39-168. De la Exposición nos han llegado dos versiones: una lleva el nombre citado arriba, y la otra se intitula Exposición de la persecución que he padecido desde el 17 de julio hasta el día. Miquel y Vergés y Díaz-Thomé cotejaron ambas versiones, y a la que establecieron como definitiva (pp. 453-472) le anexaron el final de la otra (pp. 472-476).
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Servando Teresa de Mier en la Sesión del día 15 de julio de 1822,6 además de numerosas
epístolas7 y considerables documentos incluidos en las dos grandes causas abiertas contra él, en
1794 y 1817, como son las Cartas del doctor Mier al cronista de Indias doctor don Juan Bautista
Muñoz sobre la tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de México, escritas desde Burgos,
ciudad de España, año de 17978 y las veinticinco declaraciones de Mier ante el Santo Oficio en
1817.9
Entre las obras memorísticas más discutidas y leídas del fraile destaca la Relación,
redactada hacia 1818-1820 en los calabozos secretos del Tribunal del Santo Oficio en la ciudad
de México, adonde llegó tras haber sido capturado en Nuevo Santander ―actual Tamaulipas―,
junto con los insurgentes comandados por Francisco Javier Mina. Víctima y testigo de la
extenuación hispánica posterior a 1790, cuando la monarquía absoluta “entró en un largo periodo
de crisis” (Hamnett 31), fray Servando escribió la relación de sus aventuras en Europa entre 1795
y 1805, realzando su lado ridículo, decidió informar a sus paisanos de la ilegalidad de la sujeción
americana. Esto último obedecía a una doble intención, como Mier lo explicita en su primera
carta al erudito cosmógrafo real Juan Bautista Muñoz:
La bondad de vuestra señoría me concederá este desahogo, porque lo es grande hablar de su pleito con quien lo entiende; y puede ser que vuestra señoría se divierta también, porque mi genio es festivo, el asunto trágico-cómico, y yo por no morir de pena si pienso seriamente en el exceso de mis males, los tomo y presento siempre por el lado que prestan al ridículo (Cartas 25).
Dada a luz primero en una versión parcial, realizada por Manuel Payno en 1865, y después
publicada íntegra en 1867 por José Eleuterio González, la Relación ha sido objeto de numerosos
6 Este Discurso está en la Biografía del benemérito de González, pp. 340-348. 7 La mayoría de ellas fueron compiladas en Alfonso Junco, El increíble Fray Servando: psicología y epistolario, México, Jus, 1959, pp. 77-197. 8 Las cartas a Muñoz se publicaron en Juan Evaristo Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México de 1808 a 1821, 6 t., México, José María Sandoval, 1878-1882, t. VI, pp. 151-223. Cito por la edición facsimilar ampliada: Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México de 1808 a 1821, 9 t., México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985. 9 Todas estas declaraciones de Mier ante la Inquisición pueden leerse en el sexto tomo de la Colección de Hernández y Dávalos, pp. 789-829.
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trabajos de talante político, histórico, literario, antropológico, religioso y hasta psicológico. En el
campo específico de las letras, pese a las nutridas investigaciones dedicadas a la obra del fraile, el
repaso de su vida ha ensombrecido el estudio de aquélla y, al decir de Linda Egan:
Acaso su nombre y fama histórica son hoy más reconocidos gracias a la novela de 1997 del cubano Reynaldo [sic] Arenas, El mundo alucinante: una novela de aventuras, libro que parte de una lectura minuciosa de las Memorias del fraile para crear una fantasía documental (si cabe así definir la novela). Entre los estudiosos latinoamericanistas, sin embargo, fray Servando sería más renombrado por un sermón que pronunció el 12 de diciembre de 1794 sobre la presencia prehispánica en México de la Virgen de Guadalupe y de Santo Tomás apóstol (8).
En efecto, los prólogos y estudios introductorios a las obras de Mier enfocan la polémica a raíz de
su homilía guadalupana, la visión política del fraile o su aporte histórico.
La Relación es un relato de contextura autobiográfica, memorística, una reelaboración
estética del itinerario servandino en el destierro, y todavía hoy es la máxima fuente de
información acerca de la vida de Mier hasta 1805. Para el más reciente biógrafo de fray
Servando, Christopher Domínguez Michael: “La Relación es un texto cuyo fascinante brío supera
a casi toda la prosa mexicana del siglo XIX y sólo con ella bastaría para tornar inolvidable a su
autor” (Vida 128).
En gran medida, ese poder de fascinación emana de su singularidad. Francisco Flores-
Cuautle, en la tesis doctoral en donde analiza los conceptos de literatura y nación en las obras de
Ignacio Manuel Altamirano y fray Servando, resume así cómo se han leído las Memorias:
Esta obra puede ofrecer múltiples lecturas. Javier Hernández Quezada la estudia en clave autobiográfica, picaresca y romántica. Domínguez la analiza como parte fundamental de las historias de la literatura mexicana y de la religión católica. Linda Egan la sitúa como una gran crónica mexicana en la que Mier satiriza Europa. Roberto Breña, Rafael Diego-Fernández y Edmundo O´Gorman la interpretan como un alegato político e ideológico. Susana Rotker la examina en clave subversiva. Ottmar Ette la lee como una obra identitaria, es decir, como un contraste de otredades: la de los americanos en Europa (Mier) y la de los europeos en América (Humboldt). Y Guadalupe Fernández Ariza y Manuel Ortuño Martínez la conciben como un texto exiliar, esto es, como la narración de un romántico mexicano en el destierro (83).
A su vez, Flores-Cuautle identifica tres “facetas” de Mier, que se corresponderían con tres
“partes” de las Memorias: el teólogo, el pícaro y el político romántico, con la Apología, la
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Relación y el Manifiesto apologético, en ese orden. Ya sea en versiones íntegras o parciales, éste
y la Exposición suelen considerarse integrantes del corpus desde 1946, cuando el académico
mexicano Antonio Castro Leal anexó pasajes de ambas obras a su edición de las Memorias,
divulgada por Porrúa.
El balance de Flores-Cuautle evidencia la multiplicidad de juicios respecto a las
Memorias. Y, en efecto, atendiendo sólo al dictamen de sus editores, éstas pueden leerse como:
autobiografía (Payno, González, Castro, Perea, Domínguez Michael), memorias (Reyes,
Fernández Ariza), relato romántico (Payno, Fernández Ariza, Ortuño), crónica (Rotker),
narración picaresca (Rodríguez, Domínguez Michael), testimonio (Fernández Ariza, Fernández
Arriola), libro de viajes (Ortuño), cuadro barroco (Rodríguez), documento histórico (Fernández
Arriola, Palacios), etc. Por lo común, la crítica pasa por alto que las relaciones son un género en
sí mismas; un género, además, muy socorrido en España y América durante los siglos XVI a
XVIII.
Dos valiosas excepciones a lo antedicho son las lecturas de Egan y Rotker, quienes ubican
la relación servandina en la tradición de las crónicas indianas, cuyas ramificaciones se prolongan
hasta el siglo XX, por ejemplo, con los escritores del Boom. La crítica apenas ha explorado la
proyección de la poética narrativa de la Relación, que actualiza y reconfigura la tradición retórica
de la cual deriva, posibilitando, a la vez, la hechura de textos ulteriores tan disímiles como las
biografías noveladas Desasosiegos de fray Servando de Eduardo de Ontañón y Fray Servando de
Artemio de Valle Arizpe, y la sui generis El mundo alucinante: una novela de aventuras de
Reinaldo Arenas.
Otro asunto descuidado por la crítica es el egotismo de Mier. Por lo general, ésta reprueba
la preeminencia del yo en su obra, al estimarla un simple rasgo egotista del autor-narrador. Así
sucede también, por ejemplo, con el yo de fray Bartolomé de las Casas, contra quien Ramón
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Menéndez Pidal lanza un ataque pleno de expresiones infamantes en El padre Las Casas: su
doble personalidad. La crítica suele censurar ese egotismo, sin atender a su posible función en
este tipo de obras. El yo de Mier no ha gozado mejor fama que el de Casas, de quien fray
Servando es “heredero directo” (Rotker 37). Para O´Gorman, “su afán de exhibicionismo es la
clave para comprender la mayoría de sus actos y la explicación del tono de toda su vida”
(“Ideario” X). En otras latitudes, Antonello Gerbi lo considera “de una personalidad pobre e
incoherente” (Viejas 121), “[s]iempre pintoresco mucho más que preciso” (Disputa 396); y Tulio
Halperín Donghi, un “hombre más colérico que reflexivo” (128). En el terreno literario, Charlotte
Lange considera que su “arrogancia acusatoria” y sus “repeticiones inútiles” son características
de su estilo (96).
La preeminencia del yo en la Relación la hermana con una serie de textos precedentes,
escritos por gente en condiciones equiparables: Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Álvar Núñez
Cabeza de Vaca, Bernal Díaz del Castillo, Gonzalo Jiménez de Quesada, el Inca Garcilaso, etc.,
en donde la acreditación (autoacreditación) es un asunto delicado, porque, si el lector-escucha no
confía en la voz narradora, cuyo máximo recurso defensivo es el propio testimonio, la obra pierde
alcance. En un sugerente artículo sobre el problema de la autoacreditación en la Historia
verdadera de Díaz del Castillo, Sonia Rose de Fuggle comenta respecto a los antedichos:
A pesar de las diferencias, que no pretendemos ignorar, importa destacar que todos estos hombres, por uno u otro motivo, escriben desde el banquillo de los acusados; sus narraciones buscan refutar lo dicho e imponer la versión verdadera de los hechos, es decir, la suya propia. Como todo escritor, tienen la necesidad de despertar y mantener el interés del lector, pero, como historiadores, tienen que lograr que se dé crédito a la gesta que narran. Más aún, como todo orador, tienen que lograr convencer a un auditorio, no sólo de que su discurso es verdadero, sino de que es el más verdadero. Lo que estos historiadores buscan es obtener, a través de su discurso, resultados tangibles; es decir, ganar un pleito en el cual ellos son los acusados. Estamos frente a un discurso no expositivo, sino apelativo, donde la narratio está supeditada a la persuasión y funciona como prueba de la argumentación. El éxito de ésta, como ya lo señalaba la retórica clásica, depende del grado de credibilidad que posea la materia o de aquel que el orador le sepa dar (330-331).
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De aquí la relevancia del yo en este tipo de documentos, incluida la Relación. Conviene advertir
que el empleo de la primera persona gramatical también se vincula con la circunstancia de los
autores: ese yo está en el banco de los acusados, desde donde argumenta, se defiende y ensaya
granjearse la benevolencia del hipotético lector-escucha.
Pese a la notabilidad del yo, hasta la fecha no se han realizado estudios minuciosos sobre
su configuración en las Memorias, ni de las posibilidades narrativas resultantes de su uso, y ni
siquiera se han establecido las similitudes o contrastes entre el yo de cada texto del corpus.
Justificación
Como informé en las páginas precedentes, la obra retórica de fray Servando se ha trabajado en
incontables ocasiones, desde varias disciplinas: literatura, antropología, religión, psicología,
política, historia, etc. De ellas, a mi juicio, esta última ha dado los mejores frutos, pues a los
historiadores les debemos los esfuerzos más provechosos en cuanto al replanteamiento del lugar
de Mier y sus escritos en el horizonte cultural hispanoamericano; tal es el caso de Rodríguez y
Brading. En el campo literario, por desgracia, la crítica servandina tiende a repetir el lugar común
y, lejos de facilitar la comprensión de su propuesta estética, la abundante bibliografía sobre la
obra de Mier se convierte en un obstáculo para elucidarla. Una prueba clarísima de esto es el
atributo de “picarescas” destinado a todo el corpus memorístico, aunque, por ejemplo, la
Apología, de carácter argumentativo y muy próxima a la literatura guadalupana, exhibe rasgos
mínimos de la tradición picaresca. De igual modo, el enlace automático de las Memorias con esta
tradición ha llevado a un anquilosamiento crítico, porque al afiliarlas a la picaresca se obvian o
descuidan otros diálogos establecidos entre cada texto del corpus y algunas obras específicas,
anteriores o contemporáneas suyas. Y poco o nada se ha dicho sobre la deuda de la Relación con
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la sátira menipea, el Quijote o las hagiografías, y recién comienza a reconocerse su nexo con la
homilética o las crónicas de Indias, etc.
Así mismo, aunque la historia vital de fray Servando continúa llamando la atención de
estudiosos y lectores comunes, resulta por demás curiosa la escasa reflexión en torno a uno de los
rasgos inherentes a la producción servandina: su egotismo. Por lo regular, éste sólo se ve como
nota negra o afectación de sus escritos y hasta de su personalidad, o como un simple ingrediente
pintoresco de su literatura, o el derivado natural de una vida extravagante, tan plena de aventuras.
En idéntico sentido, las dificultades para distinguir entre el Mier literaturizado de la Relación
(autor, narrador, personaje) y el dominico de carne y hueso ha generado profundo recelo acerca
de las experiencias narradas en la Relación: más de un historiador esmerado, metódico, solícito,
ha perdido la paciencia frente a la multitud de errores, imprecisiones, tergiversaciones históricas
y hasta francas invenciones del fraile. Sin ser historiador, Domínguez Michael comenzó a escribir
su biografía “dispuesto a cazar las mentiras de Servando” (Vida 543).
Por todo lo anterior, estimo pertinente y necesario realizar un estudio de la Relación de
Mier, desde una perspectiva amplia ―como lo es la poética histórica―, lo más libre posible de
prejuicios clasificatorios, a fin de explorar con qué tradiciones literarias dialoga, qué elementos
toma de ellas y cómo los usa o refuncionaliza para crear un producto estético afín a ellas pero, a
la vez, novedoso, al ser resultado de una sensibilidad distinta y de necesidades sociales, estéticas
y narrativas particulares. Al hacerlo, estaremos en mejores condiciones de ubicar la Relación en
el horizonte literario hispanoamericano.
Estoy convencida de que estudiar la configuración del yo de la Relación de Mier arrojará
renovada luz sobre nuestro modo de leer esta obra y su lugar en el panorama de las letras. Hasta
ahora no se ha examinado la ficcionalización del yo como elemento fundamental de su poética
narrativa, o como una estrategia intencional, volitiva, ni se ha intentado buscar en la historia
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literaria los caudales de este procedimiento. Por ello decidí orientar mi estudio hacia la
exploración histórica, para dar cuenta de la proyección ―hacia adelante y hacia atrás― de la
poética narrativa del fraile, calar los alcances de las posibilidades narrativas que inaugura o
actualiza y entender mejor su propuesta estética.
Objetivo general
Estudiar, desde el horizonte de la poética histórica, cómo se configura el yo de la Relación de
fray Servando Teresa de Mier, en tanto reconstrucción literaria, así como las implicaciones de
esta configuración en su poética narrativa. Este estudio se orientará hacia la exploración histórica,
a fin de rastrear qué diálogos establece esta obra con otras anteriores y posteriores en el tiempo,
para dar cuenta de la proyección de la poética narrativa del fraile, calar los alcances de las
posibilidades narrativas que inaugura o actualiza y entender mejor su propuesta estética.
Metodología
En el primer capítulo ubicaré la Relación de fray Servando en el contexto de su génesis y, al
hacerlo, intentaré trazar los principales encuentros y choques del fraile con la vida cultural de su
tiempo ―tanto europea como americana―, para ofrecer una mínima biografía intelectual de
Mier desde su destierro a Europa en 1795 hasta su regreso a México en Soto la Marina en 1817.10
Luego describiré la estructura composicional de la obra, sobre todo (coño… prrrt!) en lo
concerniente al manejo del espacio y el tiempo en la Relación, porque esto me permitirá observar
qué efectos de sentido se crean y con qué propósitos (retóricos, estéticos, persuasivos, etc.). En el
último punto de este capítulo hablaré de los documentos autobiográficos de Mier, compuestos en
10 Para me apoyaré sobre todo en los ya citados trabajos de O ‘Gorman, Brading y Vida de Fray Servando de Domínguez Michael.
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México entre 1819 y 1822, poniendo de relieve los paralelismos y las diferencias generales entre
ellos. Para esto examinaré los aportes de la crítica servandina más actual.11
En el segundo capítulo estudiaré la configuración del yo de la Relación.12 En el primer
punto de este capítulo discutiré lo relativo al género de la obra: la relación, un género proteico
para la historia, la literatura y el periodismo. Me importa indagar sobre ese yo en el texto porque
son suyas la voz narradora, la perspectiva desde la cual se enfocan los hechos narrados y la visión
de mundo construido. Me ocuparé, pues, de las estrategias empleadas por fray Servando para
configurar ese yo, y de los aportes de esta elección narrativa que, de entrada, le permite establecer
una distancia crítica con el mundo representado. Para esto me basaré ante todo en la propuesta
bajtiniana sobre el héroe.
En el segundo punto del segundo capítulo, el más extenso de mi tesis, consideraré el
talante polemista del yo de la Relación; talante derivado de la voluntad desenmascaradora del
fraile al informar su versión de la historia —los motivos de su persecución, el poderío ilusorio de
España, la supuesta inferioridad americana, etc.—, contraria a la oficial. A propósito de esto, me
detendré a comentar los tonos de la risa de fray Servando, no sólo por ser ésta un distintivo de su
estilo, sino también porque constituye uno de los aspectos fundamentales y más notables de la
Relación, en la cual conviven tonos satíricos, paródicos, humorísticos, burlescos, etc. Estos tonos,
mezclados con los de la oralidad —por ejemplo, en la obra abundan los proverbios y refranes, las
historias íntimas y las anécdotas locales—, entre otros elementos de composición, le confieren a
la Relación un pluriestilismo o una heterogeneidad de estilos no investigado hasta ahora. En este
11 Pienso, por ejemplo, en las aportaciones de Yael Bitrán Goren, Servando Teresa de Mier en los Estados Unidos: la cristalización del republicano, tesis de licenciatura (UNAM, 1992); Javier Hernández Quezada, “No está en mis manos escribir sin vehemencia”: Autobiografía y picaresca en las “Memorias” de fray Servando, México, Conaculta | Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2003. 12 Me apoyaré sobre todo en las aportaciones de Mijail Bajtín, Problemas de la poética de Dostoievski, trad. Tatiana Bubnova, México, FCE, 1986; Teoría y estética de la novela, trad. Helena S. Kriúkova y Vicente Cazcarra, Madrid, Taurus, 1989; Estética de la creación verbal, comp. Sergei Georgievich Bocharov, México, Siglo XXI, 2009; y [Pavel N. Medvedev,] El método formal en los estudios literarios, Madrid, Alianza Editorial, 1994.
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sentido, me interesa sondear la posibilidad de ver la Relación como un antecedente de la forma
novelesca.
En el tercer punto del segundo capítulo exploraré los diálogos que la Relación establece
con diversas tradiciones literarias. Para ello, además de revisar las historias literarias de
Hispanoamérica y la bibliografía crítica sobre la Relación, rastrearé el diálogo de su proyecto
estético con el de otras obras anteriores o contemporáneas suyas, de raigambre europea o
americana. También exploraré su posible diálogo con El ingenioso hidalgo don Quijote La
Mancha de Miguel de Cervantes, además de libros de caballería como Amadís de Gaula y Tirant
lo Blanch de Joanot Martorell. En cuanto a las relaciones y crónicas o historias de Indias, con la
Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas, con la Historia
verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo. En cuanto a los libros
de viaje, con El viaje del mundo de Pedro Ordóñez de Cevallos. En cuanto a la literatura
religiosa, con la Biblia, con la forma genérica de los sermones y con algunas hagiografías. En
cuanto al discurso autobiográfico, con las Confesiones de Rousseau, con las Memorias de
Voltaire. En cuanto a la novela picaresca, con La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y
adversidades, con Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, con los Infortunios de Alonso
Ramírez de Carlos de Sigüenza y Góngora, con El diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara y con
Fray Gerundio de Campazas de José Francisco de Isla. En cuanto a la novela o los antecedentes
novelescos, con Viaje del Joven Anacarsis a la Grecia a mediados del siglo cuarto antes de la
era vulgar, de Jean-Jacques Barthélemy; Eusebio de Pedro Montengón. Finalmente, en cuanto a
otros discursos, con el Teatro crítico universal de Benito Jerónimo Feijoo, con la Historia
antigua de México de Francisco Javier Clavijero. Cerraré este capítulo ofreciendo una visión
panorámica de la poética narrativa de la Relación.
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En el cuarto y último punto del segundo capítulo exploraré el diálogo de la Relación de
fray Servando con obras de sus contemporáneos, tales como: Apuntes de la vida de D. José
Miguel Guridi y Alcocer, formados por él mismo en fines de 1801 y principios del siguiente de
1802; Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi; Viage de Perico Ligero al País
de los Moros de Antonio López Matoso; Vida y memorias de Mariano Moreno de Manuel
Moreno; Lima por dentro y fuera, de Esteban de Terralla y Landa; varias obras de la producción
de Eugenio de Santa Cruz y Espejo; así como con las memorias de Daniel Florencio O´Leary,
publicadas por su hijo Simón Bolívar O´Leary; las de Francis Burdett O´Connor; las del general
José Antonio Páez; las de Andrés García Camba; las de Rafael Urdaneta; las de Pedro de
Urquinaona y Pardo, etc.
En el tercer capítulo indagaré sobre la proyección de la poética narrativa de Mier en el
horizonte literario y cultural hispanoamericano, desde la publicación original de la Relación ―a
mediados del siglo XIX― hasta nuestros días. Dada la amplitud del arco temporal, no
emprenderé un sondeo exhaustivo, sino que me enfocaré en destacar la presencia de ecos y
resonancias de la poética narrativa del fraile en obras decimonónicas y del siglo XX. Pienso, por
ejemplo, en la producción Manuel Payno, José Tomás de Cuéllar y, más recientemente, en la de
algunos escritores de la llamada nueva ficción histórica hispanoamericana, como Reinaldo
Arenas o Alejo Carpentier, por mencionar sólo algunos casos.
ÍNDICE TENTATIVO
Introducción
CAPÍTULO 1: Mier y la Relación en su contexto socio-político y cultural.
1.1. La trayectoria de un ritmo: vida y derrotero de fray Servando 1795-1817.
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1.2. Aquí y ahora, allá y entonces: coordenadas espacio-temporales de la Relación.
1.3. Entre el recuerdo y la imaginación: las Memorias y otros textos.
CAPÍTULO 2: La gesta servandina: poética narrativa de la Relación de Mier.
2.1. La importancia de quién dice yo: consideraciones sobre el yo de Mier.
2.2. La gallardía de fray Servando: configuración del yo polemista de la Relación.
2.2.1. ¿Cómo se configura el yo en la Relación?
2.2.2. Voluntad de polémica: tonos de la risa y de la oralidad.
2.3. Las raíces del fruto: antecedentes o diálogos literarios de la Relación.
2.3.1. El Quijote y las novelas de caballería.
2.3.2. Relaciones y crónicas de Indias.
2.3.3. Literatura religiosa: Biblia, homilética y hagiografías.
2.3.4. Discurso autobiográfico: autobiografía y memorias.
2.3.5. Novela picaresca y sátira menipea.
2.3.6. Literatura de viajes.
2.3.7. Otros discursos: retórica, ensayo, etc.
2.4. Fruto entre los frutos: diálogos de la Relación con las obras de los contemporáneos de
Mier (1790-1830).
2.4.1. La disputa por América: la cuestión americana.
2.4.2. Ciclo de memorias: precursores, caudillos y padres de la patria.
2.4.3. Otros diálogos: novela, cuadros de costumbres, sátiras, etc.
CAPÍTULO 3: Proyección de la poética narrativa de la Relación en el horizonte literario y
cultural hispanoamericano (1860-2010).
3.1. Un enfoque panorámico: la poética narrativa de la Relación.
3.2. El juicio de la posteridad: la saga de fray Servando.
3.3. Ecos y resonancias de la Relación en algunas obras literarias producidas desde 1860
hasta la fecha.
Conclusiones
Bibliografía
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CRONOGRAMA
PERIODO Cap. 1 Cap. 2 Cap. 3 Conclusiones
y revisión
Agosto 11-diciembre 11 X
Febrero 12- junio 12 X
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