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PLIEGO GIANPAOLO SALVINI, SJ JOSEPH DOAN CôNG NGUYêN, SJ CAMILLO RIPAMONTI, SJ FRANCESCO CAVALLINI, SJ CARLO MARIA MARTINI in memóriam 2.828. 15-21 de diciembre de 2012

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PLIEGO

Gianpaolo Salvini, SJJoSeph Doan CônG nGuyên, SJ

Camillo Ripamonti, SJFRanCeSCo Cavallini, SJ

CARLO MARIA MARTINI in memóriam

2.828. 15-21 de diciembre de 2012

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Una vida en cuatro actos

de la Lectio Divina”. el inesperado éxito de sus Lectiones divinae en el Duomo de milán, frecuentadas por miles de jóvenes, es solo un ejemplo de ello. Su estudio de la escritura siempre estaba en función de la pastoral, lo que a veces hizo que torcieran el gesto algunos biblistas puros, que preferían sus obras científicas.

De este conocimiento privilegiado del antiguo y del nuevo testamento se sirvió también para la predicación de los ejercicios espirituales, a la que no renunció nunca, viendo en ella, como buen jesuita, un instrumento único para ayudar a las personas a discernir su propio camino. Como señal de esta atención a la dimensión de la trascendencia, querría recordar su primera carta pastoral a la Diócesis de milán, titulada significativamente La dimensión contemplativa de la vida. era un esfuerzo explícito para lograr que una diócesis dinámica, pero tradicionalmente desequilibrada hacia el “hacer”, volviera a la dimensión espiritual fundamental y a la relación personal con Dios, con Jesús. muchos, también algunos sacerdotes, la acogieron de mala gana, porque el arzobispo no mandaba.

el cardenal martini, de forma imprevista, vio que caía como en paracaídas en una de las diócesis más grandes del mundo como arzobispo, para desempeñar una tarea para la que no tenía ninguna experiencia precedente. había sido rector del pontificio instituto Bíblico y era rector de la universidad Gregoriana desde hacía menos de dos años. Como pastor, reveló antes de nada un gran amor a la iglesia. Subrayaba también últimamente que la iglesia no había estado nunca tan difundida en el planeta y tan unida como en esta época, con muy pocas divisiones reales o disenso, realizadas por algunas franjas muy minoritarias.

al papa le reservaba una fidelidad profunda. la fidelidad era en los dos sentidos, como muestra que los pontífices le nombraron miembro de varios dicasterios de la Curia romana. Después de los últimos coloquios que mantuvo con el actual pontífice, me contó: “le he dicho al papa que no crea nunca a los periodistas cuando escriben enfrentándome a él. no le he criticado nunca y lo defiendo siempre”. no importa si –añadimos nosotros– las sensibilidades pudiesen ser diversas, como ocurre también con los santos.

La voz deL diáLogo

gianPaolo Salvini, SJ

la muerte del cardenal jesuita Carlo Maria Martini, el pasado 31 de agosto, supone la pérdida

de una de las voces más significativas de la iglesia de nuestro tiempo.

no se puede pensar en el cardenal martini sin evocar la intensa impresión espiritual, de comunión con Dios, que transmitía, casi físicamente, a todos los que se le acercaban. Biblista de fama internacional, no consideró nunca la Biblia solo como un objeto de estudio, sino que hizo de ella la razón de su vida y una fuente de continua inspiración. Benedicto Xvi habla del “eficaz y ferviente servicio realizado por él a la palabra de Dios, abriendo cada vez más los tesoros de la Sagrada escritura a la comunidad eclesial, especialmente a través de la promoción

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El pasado 31 de agosto, fallecía a los 85 años de edad el cardenal Carlo Maria Martini, una de las

figuras más destacadas de la Iglesia católica contemporánea.

Vida Nueva ha querido reunir en estas páginas el testimonio

de cuatro jesuitas que tuvieron la oportunidad de conocerle y

disfrutar de sus enseñanzas, su cercanía y su amistad. Un

homenaje póstumo que nos permite recordar al pastor,

al intelectual en diálogo con el mundo, al biblista enamorado de Jerusalén, al divulgador de la Palabra de Dios entre los jóvenes de Milán, al profesor del Bíblico y al rector de la Gregoriana, al maestro espiritual… Vaya desde aquí también, pues, nuestro reconocimiento a este insigne hijo de san ignacio que quiso hacer de su vida una auténtica lectio divina.

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Ciertamente, vivió intensamente la dimensión de la Ecclesia semper reformanda, para una continua renovación de una iglesia en camino, de la que el Concilio vaticano ii fue la máxima expresión contemporánea. negó, sin embargo, que alguna vez invocase un vaticano iii, dado que todavía no había sido asimilado el precedente. auspiciaba, en cambio, la actualización en la iglesia del clima de renovación, de colegialidad y de esperanza manifestado en el vaticano ii y que a veces parecía debilitado.

Se dedicó enteramente a la diócesis. no quiso un secretario jesuita, sino que confió en “su” clero. en pascua y en navidad venía a almorzar a la residencia de los jesuitas distante pocos cientos de metros del arzobispado. y cuando la salud se agravó, eligió vivir en la enfermería de los jesuitas de Gallarate, en la zona donde había estudiado filosofía.

Reveló enseguida una gran capacidad para comunicar con su gente, pese a la aparente frialdad. tenía la capacidad de hablar de forma que todos los que le escuchaban pudiesen aprovechar algo. en general, pocos en estos meses posteriores a su muerte han escrito de su obra pastoral, de las conversiones logradas, de las visitas a las parroquias,

de los bautizos, del apoyo a tantísimos hambrientos de pan o de fe, de sus visitas a los exsacerdotes, a los que quería llevar la cercanía de la iglesia y que en varios casos le cerraron la puerta en las narices.

tenía un modo de comunicar probablemente inimitable, sencillo y lineal, que permitía imprimir sus meditaciones sin cambiar una coma de la transcripción de las grabaciones. Durante muchos años, el cardenal martini ha sido el autor más leído en italia, pese a que sus obras más difundidas eran relativamente “pequeñas”, como sus cartas a la diócesis o los cursos de ejercicios, que otros transcribían de las grabaciones y los publicaban con su consenso, pero sin que él los revisase. Solía decir que eran “libros que yo no he escrito ni leído”.

tuvo, además, la capacidad de hablar con un tono particular que llegaba al corazón. no decía cosas diferentes a la doctrina tradicional, pero parecía decirlas comprendiendo las razones de la gente, lo que inducía a quienes lo escuchaban a pensar y a sentir al menos a la iglesia menos lejana de sus vidas cotidianas. Fascinó a muchos intelectuales, también no creyentes, “pero capaces de dialogar y de pensar”, como él decía.

exponía el mensaje evangélico y sus reflexiones sin entrar nunca en polémica con nadie. el suyo era un anuncio del mensaje evangélico bastante escueto, desprovisto de otras referencias culturales, destinado a imponerse con su fuerza intrínseca, pero no dirigido a combatir a otros o a criticarlos. la fuerza de la verdad no tiene necesidad de polémicas que en general convencen solo a los ya convencidos, pero toca los corazones.

¿Una figura controvertida?vale la pena dedicar algunas palabras

a la polémica que acompañó la figura del cardenal martini y a los intentos de apropiarse de su personalidad. martini era bien consciente, pero no por ello renunció a hablar. a veces calló para no provocar incidentes, como cuando le fueron atribuidas declaraciones inexactas o incluso inexistentes.

la prensa laica, incluso cuando tiene las mejores intenciones, interpreta acontecimientos y personas en términos de poder, contraponiendo “progresistas” a “conservadores” con una lógica mucho más política que espiritual. evidentemente, también la iglesia tiene su dimensión humana y política que no se puede ignorar, pero existen en ella dimensiones espirituales y evangélicas que difícilmente se dejan capturar por quienes no tienen “intelecto de amor” hacia la iglesia. el ideal para un periodista es poder contraponer entre ellos a personajes de la política, del espectáculo, del deporte… ni siquiera los hombres de iglesia escapan a esta lógica. pero la herencia del cardenal martini, fiel hijo de la iglesia, no puede ser usada contra ella.

Querría concluir indicando un aspecto relativamente poco conocido del cardenal martini: su amor por la naturaleza y por la montaña en particular. en la montaña pasó siempre sus vacaciones y en ella encontró a menudo el ambiente de silencio que buscaba. tenía los jueves libres para estas salidas. en algunas decenas de ellas le acompañé, y conservo un agradable y humanísimo recuerdo. en algunos ascensos más

Concelebrando en Brescia

con Juan Pablo II (1998)

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vocacional, ya que el primer verano que me encontré con él no había iniciado todavía los estudios de teología, y la ordenación sacerdotal estaba todavía muy lejana. me escuchaba acogiendo amorosamente mis fatigas, mis dudas, mis reflexiones, y siempre me dejaba una palabra profunda que sostenía mi camino.

en el verano de 2006, el año de la guerra con hezbolá en el líbano y de la consiguiente anulación de las peregrinaciones, tuve aún más tiempo para compartir reflexiones y puntos de vista, y tomó forma en aquellos días de verano el bellísimo libro-entrevista Coloquios nocturnos en Jerusalén, escrito a dos manos con el hermano austriaco Sporschill, quien le preguntaba sobre las cuestiones y aspectos más variados de la vida y de la fe. eran reflexiones que durante años tuve la oportunidad de escuchar y alimentar precisamente en las charlas de los momentos de convivencia y compartiendo las comidas.

Compartir la vida cotidiana en la comunidad de los jesuitas en aquellos veranos me hizo conocer a un cardenal martini –que para mí fue siempre padre martini– como un hombre de una humildad y disponibilidad fuera de lo común, ciertamente fruto de su camino espiritual y de su íntima oración y comunión con Dios. en las celebraciones de la noche no era raro verlo concelebrar y hacer un poco de monaguillo para algún sacerdote de paso. en el almuerzo acogía en la mesa a cualquiera con gran respeto, curiosidad

enaMorado de JerUSaLén

Francesco Cavallini, SJ

la noticia de la muerte del padre Carlo Maria Martini me llega en Jerusalén, precisamente en el

pontificio instituto Bíblico donde residió hasta 2008 y donde tuve la posibilidad de frecuentarlo regularmente en mis estancias estivales en la Ciudad Santa con ocasión de las peregrinaciones veraniegas para jóvenes que organizo.

al dolor sigue la gratitud por haber podido conocer tan de cerca a este hombre de Dios y por todo lo que recibí. Gratitud que es de toda la iglesia por lo que ha sido Carlo maria martini. las meditaciones, los cursos de ejercicios espirituales y los libros que deja son un tesoro para todos nosotros y por los que siempre le di las gracias personalmente.

en los días que precedían y seguían a las peregrinaciones, viviendo en el Bíblico, tenía la posibilidad de tener largas charlas, compartiendo los almuerzos, las cenas y los momentos de convivencia que generalmente seguían a la cena entre los jesuitas y los invitados de la comunidad.

Cada verano surgía la ocasión de mantener largos coloquios que marcarían mi camino espiritual y

duros iba acompañado de alpinistas más experimentados. las anécdotas divertidas son muchas. a él nunca le faltó el sentido del humor. un párroco le invitó para una excursión “en familia” por los montes de la zona (“con algún joven de acción Católica”) y, cuando el arzobispo se presentó, hizo que le recibiera la banda municipal y una muchedumbre de varios cientos de fieles que lo acompañaron triunfalmente por “sus” montañas. por eso prefería salir de la diócesis para estar más tranquilo. una vez (¡solo una vez!) fuimos al valle taleggio (en la Diócesis de Bergamo), donde le reconocieron, y me contaba que un sacerdote bergamasco le había dicho: “eminencia, hemos sabido que usted va siempre al valle taleggio. ¿por qué no viene nunca a vernos?”. y contándome el episodio, añadió, como buen biblista: “es así que nace un midrash” (una historia que tiene un núcleo, pero solo un núcleo, de verdad).

la Diócesis de milán ha tenido en el último medio siglo una serie de eminentes arzobispos, algunos ya en los altares. Creo que el cardenal martini figura dignamente en esta serie. pese a los límites que puede haber tenido, como todo mortal, ha escrito páginas significativas en la historia de la diócesis lombarda. Su capacidad de diálogo y su testimonio de fe han hecho de su voz la expresión de una iglesia capaz de dialogar con nuestro tiempo y de suscitar una confianza en el mensaje evangélico que muchos parecían haber perdido. ha acompañado a la iglesia en su evolución. tuvo un formación a la antigua, pero supo intuir lo nuevo y acompañar las fatigas de la iglesia al abrirse al mundo y al proponer la fe en un modo adaptado a los nuevos tiempos. en muchos aspectos ha compartido el destino de Juan Pablo ii, tan diferente a él en el temperamento: ha muerto de la misma enfermedad, a la misma edad (85 años), golpeado también en la facultad de la palabra que había privilegiado, y testimonio, como aquel papa, también en la enfermedad, de una voluntad que no se rinde y que transforma la misma situación de sufrimiento en una cátedra muda pero muy elocuente en un mundo en el que las palabras están a menudo “consumidas”.

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Con el patriarca greco-ortodoxo (Damasco, 1999)

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y atención, sin importarle que fuera un invitado famoso o uno más de los chicos que venían de peregrinación. tenía los mismos modos considerados y amables con el jardinero musulmán del Bíblico que con las grandes personalidades que venían a verle. era un hombre de escucha también en las pequeñas dinámicas cotidianas y capaz de poner siempre en el centro al prójimo, fuese este quien fuese. por la mañana, vestido de paisano mezclándose con la gente común y acompañado de su asistente –la mítica sor germana– daba largos paseos por Jerusalén o sus alrededores. era una ciudad que amaba profundamente y que, según me repetía siempre, le daba alegría y consolación, aun en las dificultades de la enfermedad, mirar a través de la ventana y ver en la lejanía los muros dentro de los cuales se consumó el misterio de la muerte y la resurrección de Jesús de nazaret. Comenzaba de buena mañana, antes de que el sol iluminase los muros, a rezar mirando la ciudad. Rezaba por el mundo, por Jerusalén, por la paz, por los hombres y por su vida.

era tan entusiasta del mundo en el que otros hermanos y yo organizábamos las peregrinaciones veraniegas para los jóvenes, que siempre, cuando había algún invitado que venía a verlo, le gustaba que explicase el estilo y la modalidad de estas. una vez me dijo que si hubiese sido más joven le hubiera gustado participar también a él en una peregrinación hecha así. imagínense mi turbación al pensar, aunque solo fuese lejanamente, en la posibilidad de hacer de guía precisamente a él, uno de los mayores expertos en la Biblia, en la historia del pueblo de israel y un sabio de las dinámicas espirituales.

era un hombre enamorado del texto sagrado. en los días en que estudiaba el papiro Bodmer viii (p72) para preparar un estudio sobre la primera Carta de pedro, a menudo sucedía que llegaba tarde al almuerzo, porque estaba tan inmerso en el estudio que no se daba cuenta de la hora. entender cómo se había formado un texto, buscar las notas antiguas, la evolución y los estratos de un fragmento bíblico y considerarlo una “criatura viva” con la que relacionarse, era una de sus mayores pasiones, con

la que no podía evitar estar implicado y fascinado. amaba la iglesia, rezaba por ella y deseaba un nuevo concilio ecuménico que permitiese una nueva actualización de la iglesia en diálogo con el mundo contemporáneo y los problemas modernos.

los jóvenes eran otra de sus grandes pasiones. era habitual hacia el final de la peregrinación –al inicio de los días en que con los peregrinos visitábamos Jerusalén y meditábamos sobre los acontecimientos de Jesús– solicitar un encuentro-meditación con él. pese a tantas peticiones y compromisos, siempre favorecía y daba prioridad al encuentro con los jóvenes peregrinos. esas meditaciones eran perlas engastadas en el recorrido espiritual que los peregrinos estaban haciendo. meditaciones que para mí eran un tesoro y que nunca eran iguales a las de la vez precedente; siempre evolucionaban con la evolución de la enfermedad y de las consiguientes reflexiones y oraciones del p. martini. varias de ellas entraron después en algún libro en los años sucesivos.

Recuerdo en particular cómo los primeros años expresaba su miedo a la muerte, al dolor, su pregunta sobre cómo el sufrimiento y la salvación de Jesús no nos liberaron también de la

muerte y de cómo esta reflexión la había trabajado interiormente y conducido a una síntesis vivida en su carne de cómo la muerte es el lugar primero, último e inevitable en el que vivir aquella forma de confiarse a Dios que sería el secreto de la vida. esta ya es vida eterna aquí y en este momento que todo hombre, creyente o no, rico o pobre, joven o viejo, inteligente o menos inteligente, puede experimentar.

tras la meditación, seguía siempre una bella cena todos juntos. Se divertía mucho estando con los muchachos y escuchándoles cantar. es más, les pedía que cantaran y él recibía varias peticiones. estábamos juntos con sencillez, sin formalismos ni etiquetas, como un abuelo con sus nietos y sin evitar nunca ninguna pregunta, incluso la más candente. eran veladas muy alegres, convertidas en más profundas por las meditaciones que las precedían. veladas que dejaban un sabor, un aroma y una alegría particular que acompañaban después las jornadas en Jerusalén y la conclusión de la peregrinación meditando sobre la Buena noticia exhalada de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de nazaret.

le escribí un correo electrónico antes de ir a su querida Jerusalén a finales de julio. me dijo que la saludara de su parte y que lo recordara en la oración, y ahora estoy aquí escribiendo estas líneas en la habitación de al lado a la que él utilizaba cuando vivía en Jerusalén. tengo el corazón lleno de gratitud y conmoción por todo lo que recibí del contacto con él y por lo que él vivió en estas semanas. todo esto lo asocia aún más al camino de ese Jesús que fue la persona que le reveló el amor del padre, del que quiso dar testimonio con su vida y seguirlo… hasta la hora del Getsemaní, hasta el abandono en las manos del padre.

al no ser capaz de encontrar un vuelo que me permitiese llegar a italia a tiempo para el funeral, pedí la celebración de una misa en sufragio precisamente dentro del Sepulcro de Cristo y lugar de su resurrección. es un lugar que amaba mucho. Fue un momento muy intenso, estoy seguro de que, desde la Gloria del padre a la que se ha confiado, de algún modo estuvo presente y se alegró.

Premios Príncipe de Asturias (Oviedo, 2000)

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con la palabra de Dios. antes de dejarme para ir a la sesión de la tarde, me hizo entrar en su oficina y me regaló todos sus libros de ejercicios espirituales con la Biblia que tenía disponibles. el regalo fue un tesoro para mí y para todos aquellos que se dirigieron a mí en busca de una ayuda espiritual.

De hecho, durante muchos años no tuve otro libro que la Biblia y los documentos del Concilio vaticano ii como referencia para encontrar las respuestas para mí y para la iglesia en vietnam, bajo un régimen comunista muy sui géneris. el método que el padre martini me había enseñado con la práctica en el grupito y su espíritu de buscar el alimento para la vida en la palabra de Dios me sirvieron de ayuda para vivir y servir a la iglesia también en la prisión y en el campo de trabajo comunista. viví yo mismo la experiencia de que la palabra de Dios es “espíritu y vida”. la palabra era para mí “la roca espiritual que acompañaba” al pueblo de Dios en el desierto (cf. 1 Cor 10, 4), también cuando no podía tener una Biblia en la prisión. Bebí y di de beber a otros en aquel desierto, que era más duro que el desierto africano del Sáhara.

Fue mi profesor y rector en el instituto Bíblico durante menos de tres años, pero permaneció toda mi vida como mi maestro espiritual. más que los libros, me dio la clave y el espíritu con el que puedo ir hasta los confines del mundo y de la vida bajo la luz de la palabra de

una tarde en abril de 1975 llamé a su puerta para informarle de que el padre general, Pedro arrupe, me mandaba a mi pueblo de vietnam en el primer vuelo posible, a causa del inminente establecimiento del régimen comunista en todo el país. me miró con mucha simpatía, diciendo: “ya lo sé, porque hoy el consejo del general ha pedido nuestra opinión sobre ti con este motivo”. Con palabras de ánimo, me confió a la Gracia del Señor para mi misión, que era muy especial. treinta y seis horas después, estaba en la puerta con toda la comunidad para decirme adiós. veinte años después, volví a Roma por primera vez. Sabía que el cardenal martini se había interesado por mí en varias ocasiones durante esos años. Contacté con el arzobispado de milán para preguntar si existía la posibilidad de fijar una cita con el cardenal cuando viniese a Roma. no me hizo esperar. en la primera ocasión que viajó a Roma, me citó para comer con él en el seminario milanés de Roma, entre dos sesiones de trabajo de la Conferencia espiscopal. escuchaba y preguntaba con mucha simpatía e interés sobre mis veinte años de servicio a la Compañía y a la iglesia en vietnam, la mitad de los cuales los pasé en prisión. Él estaba muy contento, especialmente por saber que, durante esos veinte años, había seguido fielmente con creatividad su método para introducir a la gente en la oración

Mi MaeStro eSPiritUaL

Joseph doan Công nguyên, SJ

el día en que el Señor llamó al cardenal Carlo Maria Martini al reposo eterno, como superior

de la comunidad de los jesuitas en Jerusalén, recibí infinidad de llamadas de periodistas pidiendo el testimonio de alguno de los jesuitas que habían vivido con él durante sus últimos años en Jerusalén. Debí responder con amargura que, en ese momento en la casa, no había nadie de los que buscaban los periodistas. una de ellas insistía:

– ¿pero usted sabe algo del cardenal?– por desgracia, llegué a Jerusalén un

año después del retorno definitivo del cardenal a italia, pero hace cuarenta años lo conocí como profesor y rector.

– ¿puede decirme lo que recuerda de él?

– por supuesto. el cardenal martini era mi profesor, mi rector en el pontificio instituto Bíblico, pero, sobre todo, es todavía mi maestro espiritual.

estaba en la sede jerosolimitana del pontificio instituto Bíblico como estudiante cuando el cardenal martini era el rector. era el año de la decisión importante de volver a arreglar la sede y establecer un nuevo programa en colaboración con la universidad hebraica. así se hizo. este año el 37º grupo de estudiantes del instituto Bíblico ha comenzado “el semestre jerosolimitano”. Desde 1973, estudié en la sede romana del instituto, viviendo en la comunidad de los profesores con el rector, el padre martini. Él estaba muy ocupado como rector, profesor y con la continuación de las reformas que se estaban haciendo en Jerusalén. pero, cada jueves por la mañana, participaba en una hora de oración en una lectio divina con un grupito de cinco estudiantes. yo era uno de ellos. el padre martini dejó su huella en mí durante aquellos dos años escolares en la comunidad y la oración compartida.

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Audiencia privada con Benedicto XVI

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Dios, como dice el Salmo: “lámpara para mis pasos es tu palabra, luz en mi camino” (Sal 119, 105).

los estudios en el pontificio instituto Bíblico me dieron la ciencia, pero el padre martini me dio el espíritu. en él, encuentro una figura de los padres de la iglesia para la que no había frontera entre la Biblia, la teología y la vida espiritual. la palabra de Dios es fuente de vida, de teología y de espiritualidad; es el alimento que todos los pastores de la iglesia deben servir al pueblo de Dios. la renovación de la iglesia debe venir desde dentro con la fuerza, el fuego y la luz de la palabra de Dios. Solamente la palabra de Dios puede confrontarse con la palabra del mal que resuena a través de tantos medios modernos. el profeta oseas encontró esta imagen: “el Señor rugirá como un león, y ellos le seguirán. Cuando el Señor lance su rugido, sus hijos vendrán temblando de occidente. vendrán desde egipto, temblando como aves; vendrán desde asiria, temblando como palomas” (os 11, 10-11). Desde la catedral de milán, el cardenal martini hizo resonar la palabra de Dios más que todas las otras palabras, para hacer que se escuche mejor el rugido del Señor hasta en los confines del mundo. me parece que este mensaje es el más importante de la vida del cardenal martini: no intenta hablar contra nadie, sino que invita a todos a confrontar su vida, sus palabras y sus actos con la palabra de Dios, que es irresistible e imbatible porque es verdad eterna.

vidaS entreLazadaS

Camillo ripamonti, SJ

Si hoy hablase a los presbíteros que se van a ordenar en la Diócesis de milán, como marco de su acción

pastoral esbozaría el de la iglesia local, el de la diócesis. para vosotros, sin embargo, el marco es tan amplio como la amplitud del horizonte pintado sobre la bóveda de esta iglesia –la iglesia de san ignacio en Roma–: es el mundo entero. el marco está formado por los servicios tan diversos que la Compañía ofrece a la humanidad; el marco son los caminos que los superiores han trazado para vosotros y que el espíritu Santo trazará todavía más. pero este marco, como nos recuerda la segunda lectura (Rom 8, 22-27), no es ir de bien a mejor, no es caminar cada vez más. es, antes bien, participar íntimamente en el sufrimiento de los hombres, en el triple lamento del que habla san Pablo en su carta. Cuánto sufrimiento, cuánto dolor, cuántas catástrofes naturales, cuánta violencia, cuánta desesperación, cuántas lágrimas sacuden nuestro mundo de la iglesia y el de todo hombre que ha tocado el corazón de Dios”

(homilía del cardenal Martini en la misa de ordenación de jesuitas en la vigilia de pentecostés, Roma, iglesia de San ignacio de loyola, 2007).

me resonaban en el corazón estas palabras en los días de la muerte y de los funerales del cardenal martini, padre Carlo, como le gustaba que lo llamasen después de haber dejado la Diócesis de milán y después del período entre Jerusalén y Roma, en los años de enfermedad en Gallarate. estas palabras fueron pronunciadas en mi ordenación presbiteral y resonaron dentro de mí en aquellos días que coincidieron con mi traslado de milán a Roma para mi nueva misión en el Centro astalli, donde los jesuitas se ocupan de solicitantes de asilo y refugiados. estas palabras, en el día de mi ordenación, hicieron que la palabra hablase a mi vida una vez más.

este es el gran recuerdo y la gran enseñanza que llevo dentro de mí del cardenal martini, un hombre que sabía leer la palabra de Dios y hacer que le hablase a tu vida. así lo recuerdo desde que era yo adolescente (en los años 80), período en el que guiaba como obispo la Diócesis de milán. Sus primeras cartas pastorales (La dimensión contemplativa de la vida, en 1982, y En principio la Palabra, 1981-1982) ya señalaban el camino que luego sería la trayectoria de toda su presencia pastoral en la diócesis: silencio y palabra, silencio orante y palabra que guía los pasos de la vida.

en este sentido se comprende la propuesta realizada a los jóvenes sobre la palabra, una verdadera y propia escuela: La escuela de la Palabra. la imagen del Duomo atestado de jóvenes con biblias y cuadernos tomando apuntes y subrayando el texto sagrado es para mí indelebe. este ejercicio comenzó a realizarse en el Duomo desde los primeros meses de su episcopado. los jóvenes llenaban cada vez más el Duomo para escuchar no una catequesis ni una exégesis, sino la invitación a estar personalmente frente a frente con el texto bíblico para que la palabra fuese palabra dirigida a la propia vida, para que la historia de salvación de la Biblia se convirtiese en la historia de salvación de cada uno. así se hizo hasta que el Duomo se quedó pequeño

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necesidad de no dejar que este capital de energías y esperanzas se disperse. muchos juicios negativos que se escuchan referentes a la juventud de hoy no tienen en cuenta estas fuerzas preciosas, capaces de ser levadura en la masa. es sobre todo a ellos a los que Jesús les confía su reino entre los otros jóvenes”. y continúa en la respuesta al sínodo de los jóvenes: “tened el valor de atravesar las ciudades… nuestras ciudades os necesitan, no tengáis una idea de la fe demasiado íntima, Jesús hablaba por las calles, entraba en las casas, no hacía diferencias, sabía maravillar, era discreto y decidido (…). a todos vosotros os querría confiar tres consignas decisivas: a. tened la fuerza de buscar a Jesús (…). B. Construid experiencias de vida fraterna según la tradición verdadera de nuestras comunidades. C. estad cerca de los pobres, de los pobres de toda categoría (pobres de pan, de afecto, de cultura, de libertad, de salud…) mediante la relación personal y a través de una convencida dedicación a las instituciones civiles” (C. m. martini, Atravesaba la Ciudad. Respuesta al sínodo de los jóvenes, Centro ambrosiano, milán, 2002).

Quiero recordar así al padre Carlo maria, con sus palabras que se entrelazan con mi vida desde joven. palabras siempre llenas de esperanza y una invitación a la responsabilidad para poder vencer, en todo momento de crisis, el mal con el bien.

civilización, en una renovada fidelidad a él, traducida en actitudes e iniciativas propias del mundo juvenil”. Fue un gran ejercicio de escucha de esa parte de la grey a él confiada y que le importaba particularmente: los jóvenes, en los que siempre tuvo una gran confianza.

escribía en su carta pastoral Educar otra vez: “la Asamblea de Siquén ha mostrado la capacidad de los jóvenes provenientes de todas las partes de la diócesis de estar juntos, de orar juntos, de proyectar juntos. ha emergido una parte del gran capital de generosidad que hay en nuestros hermanos y hermanas más jóvenes, junto a la

y se comenzó a celebrar La escuela de la Palabra en los decanatos.

esta atención a la palabra se concretó también en un pequeño regalo entregado a todos los jóvenes de la diócesis durante la primera visita pastoral a las parroquias: el Evangelio de Marcos, con el texto de los salmos y una pequeña introducción en la que se invitaba a subrayar el texto con un lápiz rojo y uno azul. el texto se subrayaba, se leía y releía para que pudiese hablar a tu corazón, pues la preocupación era hacer que la palabra hablase al corazón. lo repetía a menudo: “el texto bíblico habla de mí, me habla a mí y me invita a responder”. habla de mí, es decir, me explica lo que estoy viviendo; me habla a mí, es decir, la palabra me interpela, me grita, me consuela, me conforta y me invita a responder con las decisiones concretas en la vida.

la preocupación pastoral estaba dirigida a todos los jóvenes, no solo a los cercanos. es significativa la iniciativa Carta a los jóvenes que no encuentro, en la que el cardenal martini expresaba su deseo y buscaba un modo de dirigirse a todos los jóvenes. la idea nació de una consideración de los jóvenes que sonaba así: “no ha sido posible encontrarnos; donde estaba usted, nosotros no íbamos, y donde estamos nosotros, no venía usted”. así nació la invitación en esta carta a los jóvenes con los que no se encontraba comúnmente a que le escribieran personalmente, porque era insustituible la dimensión de escucha a cada uno. así se llegó a una especie de pequeño sínodo de los jóvenes, en el que la escucha de alguna forma fue institucionalizada, la Asamblea de Siquén, propuesta en la carta pastoral Itinerarios educativos. “para los jóvenes se piensa preparar, a nivel diocesano, una asamblea que podría desarrollarse hacia el final del año pastoral (por ejemplo, en junio de 1989) y que podría titularse Asamblea de Siquén, en recuerdo de la asamblea de renovación de la alianza descrita en el libro de Josué en el capítulo 24, que constituye un evento decisivo para la historia del pueblo. esta asamblea, representativa de todas las realidades de base (…), debería ser la ocasión para expresar la alianza misionera de los jóvenes con Jesucristo Señor de esta tierra, cultura y

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