Transcript of Bobbio- Teoria Politica
DE LA
POLÍTICA
Norbcrto Bobbio
Traducción de A ntonio de Cabo y Geranio FísarcIIo
COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS Ser ie Derecho
C o n s e j o A s e s o r P e r f e ct o A n dr é s Joaquin
Apar ic io Antonio Biylos jua n- R am ón Cape lla Juan
Tercadillcs
Título origino!; Teorio OOfierale dellg poli Pica
Φ EdilOfioí Trotlo, S.A., 2003, 2005 F tm i, 55. 2SG03
Madrid
Teléfono; 91 54o 03 61 Faxj 91 543 U S0
É-moit; edi1orict@Votlo « ht1p,-/ /wvvY*.fcottc «
© Gi u l i o Eínaudí edi tora t .p.o , , Torino,
1999
O Amonio de Cobo <f« la Vega y Se/crrífo
P¡tore!k>grados. 2003
© paja lo If odueci in: Antonio da Cobo dé lo Vega, Gem i d o
Piiorelfo Prcdcj. José Fernández Sonlillán, Aifonso f u
i z Miguel , M w íi Julio E-strado,
Miguel C<j'boi>dl, Magdoleno Lcxeruo, Pipo Unores, Marcos Qio
d o y Carmen Revillq Dur in , 2003
© fondo da Cultura £<ünínrn«J, México, 1996 pora lo
traducción casteliono de !os cepillos
i.i, un, lui, ii 1*1, κυ,νι,νυι. νι.ιιι, vjr.i. vir.m, vjii.ií,
vm.ui, χ,ι,χχμι /χι.ιι publ icados <*r>el vo lumen Ni>4ert
o Saíjbto.· g¡ fiHiQÍQ y lo política
compilada per José FemOrKÍez Dtfitjn
Edición axcfusiva poro t ípo f ia
ISBN: 34-81 ¿4- 5 79-6 Dep- jsiio Ltgol: M- 37.092- 2C05
Impres- ín Fe^nóndei Ciudod, SA.
CONTENIDO
Introducción. L a idea de una teoría general de la política:
ktiebe- iang eio Hovero......................
................. ....................................
9
EJmco de la? fuentes ........ ........... .............
................ .................. 71
Parte I LA FILOSOFÍA POLÍTICA Y IA LECCIÓM DE LOS CLASICOS
CapítuloI. La filosofo
política.....................................................
77 Capítulo ü. L a Iccd6 r de los clSsk
os............................................ 113
Piarte II POLÍTICA, MORAL, DERECHO
Ca pítulo ill . Política y mor
al.......................................................................
*............. ,...17 Ca pítulo IV . Política y derecho
................................ *..................
237
Parre 1Π V ALORES £ IDEOLOGÍAS
Ca pítulo V . V alores políticos
......................................................
. 253 Capítulo V I. Ideo log
ía...............................................................
. 347
7
Parte IV LA DEMOCRACIA
Parte V DERECHOS Y PAZ
Ca pítulo IX . Derechos del ho m br e ........ 5 U Ca pítulo
X ,
Paz y guerra.................................. ....................
...... 547
Parte V I CAMBIO POLÍT ICO Y FILOSOFÍA ÜE IA HIST ORIA
Capítulo X I. C ambio político........................
................. ............ . 617 C a pítuloX II.
Filosofía de la his tor
ia............................................ 68 3
índice a na lítico ...................
............................... .........................
729 índic-e de nombres 14i +i +ri·+·τ· »mwmmm
»·4++<ΜΡ*Ρ*·4·τ·τ·ι·«................ 76
7
8
LA IDEA DE UNA TEORÍA GENERAL DE LA POLÍTICA
M i c h e l a n g e l o B o v e r o
Nunca me lie considerado filósofo en el sentido tradicional dc ía
palabra, pese a haber impartido durante muchos años dos materias
filosóficas: la filosofía del derecho y la filosofía dc I 3
política. A hora bien, tanto una como otra, tal como yo las
entiendo, poco tienen que ver con la Filosofía con mayúscula. Es
más, con fre cuencia he dedicado algunas lecciones introductorias
dc mis cursos a tratar de explicar a los estudiantes por que estos
cursos, aun tí miándose “Filosof ía del derecho” y “Filosofía de la
política", yo no los expongo como cursos propiamente filosóficos.
La mayor pane de ios apuntes que han tenido que estudiar mis
alumnos no se titulaban Filosofía de,,., sino T eoría general
del derecho, T eoría general de la política, Teoría de las
formas de gobierno, etc.
Norberto Bobbio comentaba con estas palabras, en 1980, una di
sertación sobre el tema «¿Qué hacen hoy los filósofos?», dentro de
un ciclo dc conferencias organiüado por la Biblioteca Comunale di
CatTolica1. Querría destacar que sólo el tercero de los títulos
cita dos en aquella ocasión se correspondía, entonces, con el de un
volumen efectivamente publicado1. Por ello, podría pensarse que
la
]. cf. W. AA.,Cbe coa 1 fanno
¡j//filúsofi?, ed- dc I2Bibíiúcecj Comunaic di CattoÜM,
Bompiani, Milano, 1982. Ei torto de Udisertacióndc Bobbio, seguido
de la Trascripcióndei debste, aparece, sintítulo, enJas pp.
159-182,
2. Cf. N. Bobbio, teoría delle forme di gobernó n¿¡Li storia
del pertsiero politico, Ciapieheili, Torino,
1976 [frad.ea$r. de] . F. Fcrniodez Santifiáji, La teo
ría de las formas de gobierno en la hiftúría del pensamiento
político, KCE, México, 1987], Se trata del volumea dc apuntes
pubfieado eon morivo del curso de Filosofía
9
NI CH E LA NG LO BOV EÍ .O
idea d? una teoría general de la polines le parecía a Bobbio tan
definida, y acaso la intención de llevarla a cabo tan clara, que se
expresó (el texto de la conferencia que apareció después en un
volumen colectivo se estableció a partir de una grabación) como sv
se tratase de una obra ya realizada.
La alusión de Bobbio a las dos «teorías generales», del derecho
y de la poh'tica, como títulos de dos libros verdaderamente
ex isten tes, no constituía en realidad más que un expediente
retórico. Ser vía para sugerir a los oyentes de forma inmediata
cuál era la direc ción preferente, aunque no exclusiva, por la que
había encauzado sus estudios, además de su docencia universitaria.
Ello no quiere decir que la idea de una teoría general de la
política, concebida no sólo como perspectiva para sus
investigaciones sino como obra que exigía una redacción
sistemática, no se correspondiese con un pro yecto real.
Sobre este asunto Bobbio volv ió a reflexionar varias Y e c e
s , al menos desde 1972, año en que pasó de la cátedra de Filosofía
del derecho a la recientemente instituida de Filosofía de la
política (tal como, entonces, se denominaba siguiendo la redundan
te expresión de Croce). Ahora bien, a la reflexión nunca le siguió
el paso decisivo hacia su realización. Quizá porque Bobbio siempre
fue consciente de la novedad (relativa) y dü tas dimensiones de la
empresa. Durante muchos años de estudio desarrolló la teoría ge
neral del derecho, disciplina defendida y frecuentada por numero
sos autores, afrontando todos los temas principales del debate con
temporáneo3; mientras que la teoría general de la política siguió
pareciéndole por largo tiempo un *campo vastísimo y, en gran paite,
inexplorado»*. En 1984, cuando algunos alumnos organiza ron un
seminario dedicado a su pensamiento político con motivo de su
septuagésimo quinto cumpleaños, y decidieron titularlo ¿Por
de la política de los año* \ 9?5fl976. Teon±¡ g fua jk del
diritto es «I denlo de uo libro aparecido muchos anos más
urde, en 15*93, en GiappicheUí, si bien dicho libro no es otro que
la rcpublicación en un solo volumen de tos dos cursos de Filosofía
del dere cho subte la T íorfa de la norma jurídica y
¿obre laTeoría del ordensmienta jurídico, aparecidos
igualmente; en Giappichclli en 1553 y I960. La edición
iotkna de los dos cursos en un solo volumen había sido precedida
por dos edieiones en traducción españo la: del derecho, trad.
de J. Guetíero R., Temis, Bogotá, 19S7, *1994, y
Teoría sewer»/del derecho, trad, de L Rojo Acuña,
Debate, Madrid, 1991, última reimp. de 1996.
3. Aunque nunca haya «tenido ganaí» (la ex picsión es de Rieeaido
Gua jüij en un» reciente mictvcaeiüñ sobre los escritos jurídicos
de Bobbio, de próxirea publica ción) de dar a sus numerosísimas
contribuciones una forma sistemática.
4. Irrfro, p. 39.
I NTROD UCCI ÓN. LA IOEA DE UNA TEORÍA GENEKAl DÉ LA f OL l U
C*
una teoría general de la política», Bobbio afirmó, en ia clausura,
que dicho título parecía señalar «más una serie de buenos propósi
tos que una sólida realidad». Y añadió: «Después de haberme ocu
pado durante años de una teoría general del derecho, creo que ha
llegado el momento de afrontar el problema de una teoría general de
la política, mucho más atrasada que la primera. Ahora bien, [...]
no he pasado de los fragmentos a tas partes, del esquema a la obra
completa»*. Al año siguiente, a! reunir en el volumen Estado, go
bierno, sociedad cuatro voces escritas entre 1978 y 1981 para
la Enciclopedia Einaudi —dedicadas, respectivamente, a
«Democra cia/dictadura», - .«Público/privado», «Sociedad civil» y
«Estado*’— , eligió como subtítulo la misma fórmula elegida por los
alumnos para encabezar el seminario: Por una teoría general de ía
política. En la Introducción, con fecha de julio de 1985,
explicaba: «Se trata de temas sobre los que he trabajado con
frecuencia en estos últimos diez anos: considerados uno por uno
constituyen fragmentos de una teoría general de la política aún por
escribir»*. Muchos años después, en 1998, reconocería en aquel
«ambicioso» subtítulo «una promesa no mantenida»7.
Que entendía Bobbio, desde un principio, por «teoría general de la
política» parece deducirse, al menos formalmente y en una primera
aproximación, de la comparación, varias veces recordada, con la
teoría general del derecho. Una comparación que el propio Bobbio ha
realizado explícitamente en una recentísima considera ción
retrospectiva de su obra:
lo que las dos teorías tienen en común en mis escritas [...] no es
tanto el fin, exclusivamente cognoscitivo (no prepositivo), sino
también la forma de proceder para alcanzarlo. Se trata del procedi
miento [de la] «reconstrucción», mediante cf análisis lingüístico
nunca apartado de las referencias históricas a los escritores
clásicos,
5. C t N. Bofcbio, «Congedo», en L. Bonanate y M. Bovero (eds.),
Peruna teoría genérale delta política. S tadi dedicati a
hiorberta Botój'c, Passigü Edit orí, Firecze. 198o, p.
24?.
6. N. Bobhto, Stuto, sot'tTTtú, soculd. Per una teoría generale
detU politica, Ei naudi, Torino, 19 85, p. VIL [ itad. cast,
de L, Sánete* Garcia, Estado, ¿Memo, socie- <Lid.
Contribución a umi teoría general de la política, P liiá y J
íd íí, Barcelona, 15 S7, p. 9]. £a la segunda e di; id o kdia ai,
de 1995, se sustituyó el subtítulo por b fórmula mis humilde de
Fragmentos d¿ un diccionario político.
7. Así, cu el Prólogo al libro de A. Crcppi,Teoría e
ideología e« et pensamiento político de Sorberte Bobbio,
Marcial Poas, Madrid-Earcclona, 199S, p. 9. La obra de Greppi
representa, en la actualidad, el estudio triís completo del
pensamiento político de Bobbio.
1 1
MICHELANGELO BOVEXO
de las categorías fundamentales, que permiten delimitar exterior-
mente y ordenar internamente ambas áreas, la jurídica, y
la política, y [establecer] sus relaciones recíprocas1.
. A nadie se le escapa que la teoría general de la política, conce
bida sobre el modelo dc la teoría general del derecho, resulta no
sólo diferente, sino en cierto sentido incluso contraria ai modelo
hegemónico de la filosofía política tal como ha quedado fijado en
el debate internacional de los últimos treinta años, inaugurado por
la célebre obra de John Rawls, Una teoría de la justicia
(1971). Existe )a difundida opinión de que el extraordinario éxito
de la obra de Rawls ha «resucitado» verdaderamente la filosofía
política, dada por muerta quince años antes por algunos de sus
estudiosos®. Dicho modelo hcgcmónico identifica la filosofía
política con la vertiente normativa de la reflexión sobre la
política, que asume como direc triz propia fundamental la discusión
de las cuestiones de valor y del deber ser» la de los problemas de
justificación y de orientación prescriptive. Según la más reciente
valoración de Bobbio, aunque es cierto que el renacimiento de la
filosofía política se debe a «una obra que pretende indicar la
mejor solución posible para una socie dad justa, la teoría generat,
tal como yo la he concebido y la he comenzado a formular, pertenece
a ia fase anterior, por lo demás nunca superada en los últimos
años. La teoría general de la política y la teoría normativa
dc la justicia pueden tranquilamente avanzar juntas sin
chocar entre sí. Sus objetivos son diferentes, aunque la primera
puede ayudar a la segunda a perseguir con claridad y pre cisión su
objetivo, y la segunda puede ofrecer a la primera renova das
materias de estudio»10. Esta ecuánime valoración nos ayuda a
comprender que no tiene mucho sentido tratar de separar de forma
tajante la teoría general· de la política y la teoría de la
justicia y, mucho menos, establecer con una (apresurada) actio
finium regun- dorum que el nombre de «filosofía
política» deba quedar reservado exclusivamente a la teoría
normativa. En todo caso, tampoco tiene mucha importanda. A fin de
cuentas, se trata de simples conven ciones lingüísticas11. Pese a
todo, no puede dejar de constatarse que con la identificación hoy
habitual entre la filosofía política
8 . ib id ., p . 1 0 .
9. Aunque no tesulte indiscutible ni que estuviere
muerta ni, per canco, que Rawls la luya resucítalo. Cf. A. Grtppi,
Teoría e ideología, cit., pp. 14 ís.
10. N. Bobbio, PtóIog<?, cit- ,p. 10. 1 !. Bobbio tu ic
iiitidoín varias ocasiones sobre el carácter convencional dc
estas
distinciones.
I N T R O D U C CI Ó N . L Λ Ι Ο Α O í U NA TE OR Í A G EN ER AL DE
L A P O L I TI C A
tout court y el universo de discurso rcconducible al
paradigma contemporáneo de las teorías de la justicia — un universo
que ha crecido desmesuradamente sobre si mismo como una «nueva esco
lástica»— se corre el riesgo de reducir las funciones y, acaso, de
hacer invisible ia propia existencia de lo que Bobbio ha llamado
teoría general de la política. Para poner en duda esta
identificación (tendencialmcnte) exclusiva, basta con reflexionar
sobre la gran variedad de perspectivas, enfoques y estilos
filosóficos de las obras clásicas habituaJmente adscritas a la
historia de la filosofía política.
La filosofía política y sus formas
Bobbio abordó el problema de distinguir entre las diferentes formas
de filosofía política o, mejor dicho, de clasificar los diferentes
mo dos históricamente practicados de interpretar su naturaleza y
fun ciones, en la ponencia presentada ai seminario sobre «Tradición
y novedad de la filosofía política»* celebrado en Bari en 1970, que
conmemoraba el nacimiento académico de la disciplina en Italia. La
ponencia de Bobbio planteaba, en realidad, el objetivo indicado en
e) título de especificar las posibles relaciones entre filosofía
política y ciencia política. Ahora bien, la tesis que sostuvo
—que tales relaciones se configuran de forma diferente dependiendo
del sen tido que se atribuya a la noción de filosofía política—
condujo a Bobbio λ proponer, en esencia, una clasificación de
la filosofía política en cuatro tipos principales: una distinción
que él mismo presentaba, en el comentario oral a la ponencia, como
un «mapa
de las regiones que los filósofos políticos han habitado en cada
momento»11. .
Según el mapa de Bobbio, el primer tipo de filosofía política
coincide con la forma más tradicional de entender su naturaleza y
funciones, y consiste en el “diseño [...} de la óptima república»,
es decir, en «la construcción de un modelo ideal de Estado*. Se
refería explícitamente a las utopias, incluidas las que Bobbio
denomina «utopías invertidas», como 19¿4 de Orwell; si bien,
implícitamen te, cabía 1a posibilidad de extenderlo a los modelos
normativos de «sociedad buena» (o de «sociedad justa»). El segundo
tipo de filoso fía poh'tica consiste en la «búsqueda del fundamento
último del poder»; se trata de lo que, principalmente en la
tradición anglosajo-
12. Cf. el volumen de Accu del congreso, T roJrzwne e nov ítá
delLt füásófúi della pa liíiat, Látena, R ui, \ 97l, p.
34.
13
H I C K Í I A N G Í L O B O Y f U O
oa, sc interpreta como cl problema de la justificación de la obliga
ción política y que, en otras tradiciones, se entiende como el pro
blema de los principios de legitimidad del poder político. El
tercer tipo de filosofía política es el que se propone la
«determinación del concepto general de “política"», bien mediante
um reflexión sobre la llamada «autonomía de la política» respecto a
la moral, bien mediante una teoría al poder destinada a «delimitar
el campo de la política respecto al de la economía o el derecho», Y
es en relación con este último tipo con el que Bobbio —por primera
vez, si lo he entendido bien— sugiere como adecuado el nombre de
«teoría ge neral de la política», recurriendo a la analogía
con la teoría general del derecho. El cuarto (y más reciente) tipo
de filosofía política es el que nace de la interpretación de la
filosofía en general como metacíencía, identificando como misión
principal de aquélla, de un lado, la investigación de los
presupuestos y condiciones de validez de la ciencia política y, de
otro, el análisis del lenguaje político13.
En un trabajo del año siguiente, titulado Consideraciones
sobre la filos ofía política, Bobbio explicaba que su
intento de clasificación surgió de la «constatación de que en la
categoría de la filosofía política se suelen incluir obras
aparentemente muy diferentes como la República de Platón,E l
contrato social de Rousseau y laFilosofía del
derecho de Hegel»14. A l desarrollar estas consideraciones
adicio nales, Bobbio colocaba entre paréntesis el cuarto
significado de filosofía política, ya fuera porque lo consideraba
estancado en un estado de propuesta, ya porque no le hallaba
correspondencia en la filosofía política clásica «desde Plafón a
Hegel» y, quizá, porque consideraba más oportuno colocarlo entre
las formas dc filosofía de la ciencia. Por ello, al desarrollar la
distinción entre los tres prime ros tipos de filosofía política,
indicaba para cada uno una obra clásica, aparte de las sugeridas al
principio, que podía considerarse paradigmática: la Utopia de
Tomás Moro, elLevíatán de Hobbes y E l Príncipe de
Maquiavelo. Al contrastar las tres obras, señalaba cn cada una el
tipo dc problema fundamental y lo reconducfa al tipo de
investigación en que había reconocido, en su escrito anterior, cada
una de las tres formas de interpretarla misión de la filosofía
poli'ti-
13. N. Bobbio, Sobre les posibles reta¿itsrus entre filosofo po
(iuc*i y íienck i políti ca, cf. infra, pp. S-7.
14. N. Bobbio, ·ConsiderAucifti sulla filosofía política·: Rj vista
italiana di s#'en&i politica 1/2 <19?I)>p. 367.
Los dos fre^mento.5 dc este arríenlo aparecen en el presente
volumen reunidos en uq solo t/a&sjo cort ti texto del ensayo
anterior (cf. supra, n. 13), cn el cap. 1 ,1; aunque se ha
omitido el pasaje aquí otado. .
cn el cap. 1 ,1; aunque se ha omitido el pasaje aquí otado. .
14
INTRODUCCIÓN. LA IDEA O í UNA TEORIA GEN ERAL OE IA Í O
U T l C A
ca: la búsqueda de la mejor forma de gobierno, la de la
justificación del Estado» y la de la naturaleza de la
política.
Si volvemos, ahora, al mapa «completo» de cuatro términos tra zado
por Bobbio en 1970, resulta fácil advertir que las dos primeras
«regiones», habitadas, por ejemplo, por Platón y Moro la primera, y
por Hobbes y Rousseau la segunda, se ocupan
principalmente de cuestiones de valor, o de validez, y que
pueden ser consideradas con tiguas o complementarias entre sí, como
lo son los problemas de la prescripción y de la justificación;
mientras que las otras dos «regio nes», habitadas por
Maquiavelo y Hegel la tercera, y por Alfred J.
Ayer y Felix E. Oppenheim, la cuarta, se
ocupan principalmente de
cuestiones de hecho, o mejor dicho, de conocimiento, y que,
quizá, pueden también considerarse contiguas o complementarias
entre sí como la interpretación de la naturaleza de las cosas
(políticas) y el análisis conceptual. Llegados a este punto, se
trata de ver si las dos vertientes, normativo- prescriptiva e
interpretativo- analírica, en que pueden agruparse las cuatro
formas de filosofía política, deben con siderarse netamente
separadas y alternativas entre si, constituyendo cada una de ellas
un campo peculiar y distinto de la reflexión sobre la política; o
si, por el contrario, pueden o incluso deben considerar se no sólo
complementarías, sino también de algún modo, interco- nectadas.
Planteado én estos términos, el problema parece ser un reflejo de
olro más general, el de la «gran división» entre hechos y valores
(sobre el que tendremos que volver). Bobbio Se ha declarado siempre
«un dualista empederuido» para el que «está vedado el paso entre el
mundo de los hechos y el de los valores»1*.
Consecuentemen te, en las conclusiones de su ponencia de Bari
defendía que allí don de la filosofía política asume un carácter
fuertemente valorativo, como en los dos primeros tipos, la relación
con la ciencia política, que se ocupa de descripciones y
explicaciones avalorativas, es de separación, mientras que en el
caso de los otTos dos tipos, la relación con la ciencia política es
de continuidad o de integración recíproca. De ahí que pareciera
perfilarse en el pensamiento de Bobbio una división análoga entre
lo que he llamado las dos «vertientes» de la filosofía
política.
Pese a todo, en las consideraciones adicionales afirmaba que,
reconducido cada tipo de filosofía política al problema principal
—de «hecho» o de «valor»— de que se ocupa, la búsqueda de la
15. A jí, púr cjo npb, tn N. Bofcbiü, /)í E ímuJ i, T írino, 19 ?
í. p. 1Í1 [ trad cast, de E. Benítez, D é se nt¿luit- y oíros
¿sprites bnogrdfióús, Tauros, Madrid, 1997, p. 183).
15
M I C H Í t A N C I L O »0 V E » 0
respuesta a una d e las preguntas fundamentales d o sólo no
excluye la búsqueda de las demás, sino que ia exige y presupone;
«Depende de la respuesta que se dé a la pregunta sobre la
naturaleza de la política {si, y en qué medida, se la considera
dependiente o no de la moral} la respuesta al problema de la
obligación política, es decir, si, y en qué medida, debo obedecer a
un orden injusto. Depende de ia idea que se renga de la naturaleza
del Estado y de sus fines la respuesta que se dé a la pregunta
sobre cuáles son las instituciones políticas mejores»1*. Si esta
alegada «dependencia» se entendiera, en sentido estricto, como
«deducibilidad» de los juidos de valor sobre la conducta que se
debe adoptar y sobre las instituciones que se
debe preferir, a partit de los juicios de hecho sobre la
naturaleza de la política o del Estado tal cual son, el riesgo
de incuniren la falacia naturalista (que, justamente, consiste en
la errónea pretensión de extraer directamente lo que se «debe» de
lo que *es*) resultaría inevitable. Lo que sugiero es que tal
«dependencia* no debe enten derse literabnente, sino más bien ser
Interpretada como «conex ión», en el sentido en que se habla de
conexiones entre las premisas y la conclusión de un razonamiento
práctico de tipo silogístico, que no supone, formulado
adecuadamente, una violación de la «ley de Hume». Lo que se
confirma por el ejemplo propuesto poco después de la obra de John
Locke en la que, segün Bobbio, «esta estrecha conexión entre los
tres problemas resulta evidente; a) la finalidad del cuerpo
político es la de otorgar a los individuos la seguridad en su vida,
su libertad y sus bienes; b) cuando el gobierno deja de estar
en condiciones de garantizar la seguridad, la obligación política,
es decir, la obligación de obediencia, desaparece; c) la mejor
forma de obtener esta garantía es la existencia de un legislativo
basado en el consenso y de un ejecutivo dependiente del
legislativo*·17. Esta ob
lé. Infra, pp.10-11. 17. Infra, p. 11. O W n'nc, sin
embargo, <jlw lá premisa, mayor,sub a), no coos is
le co una deSmcfón de b naturaleza del Esiado, sino del
(triple)fin dd Estado o, si se pre litre, corresponde a una
definición ideológica, a Us que Bobbio, como veremos, no considera
adecuadas para comprender la naturaleza de la política y del poder
político. En la medida en Ía que indica fines ulteriores e
independientes respecto ai «fin mínimo* del orden, tal definición
no puede ser considerada por Wobbio «descriptiva· de la natu raleza
de la política y del Estado, sino «persuasiva» o propiamente
prescrípriva. De hecho. Locke prescribe al estado derws fines {la
seguridad de la vida, de la libertid, de (qs bienes) que
conjriniyen sus valores. Aclarado lo cual, la conexión reconsrru
id» aquí por Bobbio adapta ta forma de un doble raionamiento
silogístico: la proposición sub b) es, en realidad,
¿«componible en unía a& uiadón de hecho, «ei gobierno no es
capaz de Ü*aramizar la seguridad de ciertos bienes» y, en un juido
de valor, «no se debe obedecer
16
I NTROD UCCI ON. L * ¡DEA OE UN* TEORÍA GEN Í FU l OE LA POL ITI
CA
servación no tiene en este punto ulteriores desarrollos. Aunque
está implícito, en el discurso de Bobbio que podrían buscarse
«conexio nes» análogas en la obra de cada uno de Jos grandes
escritores que ha distribuido en las diferentes «regiones» del
«mapa».
Estos son los escritores que Bobbio considera «clásicos», más aun,
junto a otros pocos, los mayores clásicos, es decir, según la
afortunada expresión de Alessandro Passerin d'Entréves tantas ve
ces repetida por Bobbio, «los autores que cuentan*. Y cuentan para
Bobbio también en la medida en que han elaborado modelos con
ceptuales de amplio alcance, visiones generales del universo políti
co y de sus problemas, afrontándolos, cada uno desde su punto de
vista, en su globalidard. {Mantener que Jas concepciones globales
ofrecidas por los mayores clásicos difieren entre sí no sólo por
las diferentes soluciones propuestas, sino también por la diferente
im portancia que atribuyen a unos u otros de ios problemas fundamen
tales.) Ahora bien, es justamente Ja visión global, la «conexión*
entre Jos temas fundamentales de la reflexión política que han sido
replanteados y discutidos por la mayor parte de los escritores
polí ticos, empezando por los griegos. Ja que se califica, en la
introduc ción aJ volumen sobreL·i teoría de las formas de
gobiemo de 1976, con el nombre de «teoría general de la
política». La expresión, en dicho texto y en casi todos los que la
utilizan refiriéndose a las «lecciones de Jos clásicos*, parece
asumir un significado distinto del construido por analogía con la
teoría general del derecho. Si bien es cieno que, en este último
sentido, la teoría general de la política se hace coincidir
explícitamente con sólo una de las cuatro formas de filosofía
política —o, si se quiere, con sólo una de las dos vertientes, la
que mira al fin «cognoscitivo» no «propositivo»—, mientras que» en
el otro sentido, parece extenderse hasta incluir todas las
cuestiones de «hecho» y de «valor* que constituyen el objeto
principal de las diferentes formas de reflexión filosófica sobre la
política. El ejemplo de Ja conexión entre lo$ grandes temas en Ja
teoría de Locke resulta esclarecedor. l>a noción de teoría
s lid estado que no consigue su fin, CS decir, la garantía de tal
seguridad·. De igual forma, la proposiciónsub e) puede
entenderte como ua juicio de hecho que afirma la adecuación de una
derta forma de gobierna como medio para determinados tines,2la que
deberla seguir la conclusión normativa de que se erara de la mejor
forma de gobier no, ü en Ja premisa mayor, igualmente normativa, se
¿a afirmado que son ¡ales ¿nes ios que ua gobierno debe perseguir.
En ambos casos, la conexión enere juicios de hecho y de valor
resulra admisible y no i m p l i c a violaciones de La«ley de
Hiune», que establece la imposibilidad de dciivar lógicamente
conclusiones pttscriptivas úrtitarrtenu de pre mises
descriptivas.
17
M I C H E L A N G E L O B O V f R O
general de b política oscila en los textos de Bobbio entre estos
dos significados, lo que plantea ciertos problemas al intérprete.
Trataré de hacer ver, en las siguientes páginas, cómo puede
superarse dicha dificultad.
T eoría e ide olog ía
La ocasión para volver a reflex ionar sobre cuestiones de meta
teoría, o de «metafilosofía política», se la ofreció a Bobbio un
trabajo de Danilo Zolo aparecido en 1985, en Ut recién nacida T
eoría politica™ - Zolo retomaba el problema de las posibles
relaciones entre filosofía política y ciencia política, exponiendo
consideraciones muy críticas frente a la concepción neo- empirista
de la ciencia (y dc la ciencia política) a partir de la cual Bobbio
había tratado el tema en.l970u. Sostenía que la distinción entre
filosofía y ciencia política podía re- conducirse a una diferencia
de grado, derivada de una «selección y presentación de los
problemas» diferente: mientras que la filosofía tiende a construir
teorías muy generales e inclusivas, la ciencia cons truye teorías
de radio más limitado e intensamente especializadas. Y , volviendo
ai mapa dc las formas de filosofía política, proponía a Bobbio. que
lo corrigiese, a la luz de los avances de la epistemología post-
empirista, ex cluyendo aquellos significados de filosofía políti ca
que ya se habían vuelto (a su juicio) obsoletos C inaceptables, en
primer lugar* el de la búsqueda de la óptima república.
En 1988, Bobbio fue invitado a pronunciar ía conferencia de
inauguración del seminario sobre «La filosofía política hoy», pro
movido por íos profesores italianos de la disciplina. L a
conferencia, incluida ahora en el volumen de las acras del
seminario aparecido en 1990, debe leerse conjuntamente con el
ensayo Ragíoni delia filosofía política redactado por
Bobbio en el mismo período^ que incluye consideraciones paralelas y
complementarias, recorriendo las diferentes fases del debate (no
sólo italiano) sobre la disciplina20. La conferencia en dicho
seminario se abre sugiriendo la oportuni-
18. Cf. D. Zí>Io, «I po sjbili rjpporü un filosofía politica
c sclcdzj política. Una pro poy i post- empiiisdta»: T rem
politica 1/3 (19S S), pp. 91-109.
19. £a un texto de 19$6, Bobbio r«ponclía «abre «te
puncoλ Zolo qye no creía que Liscrliícas «fingidas desde
muchos ireutes a la epistemología empima Lahubiesen •deshancado».
Cf. infra, pp. 348-349.
20. Ambos textos aparecen reproducidos en el presente volumen, el
primero, par cialmente, en el cap. I. II, el segundo, íntegramente,
en ei cap. 1.1IL
1S
I N T R O D U C C I Ó N . L A I DÉ A D i U N A T é O M A G Í N E R
A L DE I A P OL I T I CA
dad de distinguir dos mapas, el «mapa de ios enfoques», es decir,
el de las diferentes formas —filosófica, científica e histórica— de
abor dar el objeto «política», y el «mapa de bs áreas», es decir,
el de las esferas tradicionales —poJ/cica, ética, jurídica y
económica— de! mundo de la práctica. El mapa de la filosofía
política resulta, pues, en realidad, de la intersección de dos
mapas diferentes. En lo rela tivo a la actualización y revisión del
mapa, Bobbio no parece ha ber encontrado razones para modificarlo
radicalmente, al no haber detectado más que novedades parciales y,
en todo caso, no radica les, tanto desde el punto de vista de los
enfoques* como desde el punto de vísta de las «áreas». Los
significados de «filosofía política» identificados en 1970 parecen,
por tanto, mantenerse, incluido el de la búsqueda de la óptima
república. Si, aparentemente, «el pro blema del buen gobierno ha
perdido mucha de su actualidad», ex plica Bobbio, ello depende
fundamentalmente «del hecho de que el problema se ha ido
trasladando del buen gobierno a La “buena sociedad”». Y ello ha
sucedido porque en el mundo moderno «ya no se cree que para cambiar
la sociedad baste con cambiac el régi men político, como podía
creerse cuando el Estado lo era todo y la sociedad fuera del Estado
no era nada». Pero el problema, en su esencia, es el mismo. Como
macho, menos limitado. Jusúmente, bs obras de filósofos políticos
que han suscitado un debate más amplio en los últimos años, desde
la Teoría de la justicia de Rawls a bs Esferas de
justicia de Walzer, no pueden entenderse más que como
continuaciones ideales, y actualizadas, del tema tradicional del
óptimo Estado. Se trata, efectivamente, de «intentos de propo ner
soluciones, o por fo menos de ofrecer indicaciones, para /a
consecución de una buena, o al menos, mejor sociedad»21.
La única novedad relevante registrada en el «mapa de los enfo ques»
consiste, según Bobbio, en el «intento de dar vida a una teoría
general de b pob'tica». Se refiere a Zolo y a su idea de una
contigüi dad substancial entre teoría filosófica y teoría
científica de la polí tica, aunque, más generalmente, Bobbio se
refería también aquí a la tarea propiciada por b revista Teoría
política, que desde su primer número, aparecido a comienzos de
1985, se proponía «la confron tación entre filósofos de la política
y científicos de la política, e invita{r] a colaborar t
interactuar a filósofos, sociólogos, historia dores, políticos y
juristas»1*. En la ponencia del seminario de 1988, comentando la
«definición de la filosofía política propuesta por
21. Infra, pp. 19-20. 22. Infra, p. 29.
Í 9
MICMfUNSFlO aOvtfcO
Zolo en términos de «teoría general» (frente a ta «teoría especial»
atribuida a la ciencia política), Bobbio sugería que <Zolo
pensaba más que en ta filosofía política entendida en sentido
amplio, en la teoría política considerada, como se hace en ta
teoría general del derecho, como la elaboración del conjunto de
conceptos generales, Gnmdbegriffe, empezando por el de
«política», que sirven para delimitar el área de una disciplina, y
para establecer sus principales puntos de referencia»13. En « te
texto, por tanto, parece que Bobbio todavía identifica
sustaacialmente la noción de teoría general de la política, como
había hecho en su ponencia de 1970, con sólo uno de los cuatro
significados tradicionales: el de la búsqueda de ta naturaleza de
la política. En su ensayo inmediatamente poste rior, Razones de la
filosofía política, tal noción aparece, si no modif icada, al
menos enriquecida. A quí, la teoría general de la política no
parece coincidir simplemente con una de tas formas de filosofía
política, delimitada por su objeto, sino instituir al tiempo un
horizonte de investigación potencial mente abierto a la consi
deración y reformulación de los problemas típicos de las otras dos
formas.
En este nuevo texto, tras haber subrayado cómo t a r e d e finicion
de la filosofía política en términos de «teoría poh'tica»,
propuesta por la revista homónima, resultaba no sólo admisible sino
oportu na, ya que parecía «más idónea para encontrar un mayor punto
de convergencia que el permitido por Ja antigua expresión
«filosofía política»» sujeta «a tas más diversas interpretaciones y
contiendas»24, Bobbio vuelve sobre el problema de 1a enseñanza
universitaria de la disciplina y recuerda haber indicado hacia
Í976, en el ya citado curso sobre La Utma de las formas de
gobierno, su «razón de ser» en el estudio y análisis de los
«temas recurrentes». Es decir, de aquellos temas, como precisamente
la teoría de tas formas de gobierno, «que atraviesan toda la
historia deí pensamiento político de los griegos a nuestros días
(...], y que en cuanto tales constituyen una parte de ta teoría
general de ta política». Añadiendo que el estudio de lo$ temas
recurrentes, es decir, ta recepción de las «lecciones de los
clásicos» (junto con las de los contemporáneos) en referencia a los
grandes problemas permanentemente «propuestos por la reflexión
política sirve fundamentalmente para ««individualizar algunas
grandes cate-
23. Ecdpresenre volumen, se ha omitido estt fragmento. Cf. N.
Bobbio, 'Per un mappidílla ftlosofia policio», ce D. Fiorot (ed-),
La fA osafia politiza, ojgi, Ciappíehe- lli, Torino, 1990, p.
11.
24. Ittfta, pv31.
i n t r o d u c c i ó n , i a i d e a d £ u n * t í o
r í a g e n f r A t ο ε i * r o L l r i c
A
gorías (comenzando por aquella generalísima de poUtica), que per
miten fijar en conceptos generales los fenómenos que entran a for
mar parte del universo político*15. El ensayo concluye con la mani
festación de lo que B obbio denomina con su habitual
understatement «su preferencia»:
[...] hoy la función más útil de ia filosofía política es aquélla
de analizar ios conceptos politicos fundamentales, empezando por
<1 concepto mismo de política. Más útil porque son los mismos
con ceptos que vienen siendo usados por los historiadores políti
cos, por los historiadores de las doctrinas políticas , por los
politólo- gos, por los sociólogos de la pol taa , pero
con frecuencia sin an darse con sutilezas en la identificación de
su significado, o de sus múltiples significados1*.
Debe señalarse, también, la precisión final:
Contrariamente a una interpretación limitativa dt la filosofía ana
lítica, el análisis conceptu ú í no se queda en el puro
y simple análisis lingüístico , ya que éste aparece continuamente
entremezclado con el análisis fáctico realizado con las
herramientas me todo lógi cas consolidadas por las ciencias
empíricas, de situaciones política mente relevantes” .
A sí entendida, la teoría general de ia política — como
resulta, o puede resultar, del desairollo sistemático del estudio
analítico de los grande* problemas, identificados, redefinidos y
discutidos (también) mediante la identificación de los temas
recurrentes en los clásicos— se revela no sólo como una forma
circunscrita, preferida por Bob bio, de interpretar la naturaleza y
la fundón de la filosofía política, sino como una forma de reflex
ión sobre la política capaz de incluir, en su perspectiva
específica, Jas cuatro regiones de ía filosofía po líti ca
delineadas en el mapa de 1970. En lo relativo al método, que en
otro lugar Bobbio ha definido como «empírico- analítico»2*, la
teoría general de Bobbio parece reconduáble a la cuarta forma de
filosofía política. Ahora bien, se aclara en seguida que. por un
lado, el análisis conceptual no se resuelve enteramente {como
acabamos de ver) en
2S. /w/n», p. 33. Z6- ¡ afra, p. 38. Ala relación de
malos usuarios de lf>« raacepms, Bobbio habría
podida ¿¿adir muchos de Jos propios filósofos políticas
contemporáneos. 27 . infra, p. 39, cursivas αΛ adidos. . 2S.
Así, Éfl la p. XV I de U Introducción de N. Sobbio, en
R. Guisiiiú (ed.),
Contributi ad un dñitinario gitm'dico, Giappiebeüi, Torino,
1994.
21
h I C H f l A N C Í l O B OV EA O
el análisis del lenguaje y que, por otro, en la medida en que
coincide con el análisis lingüístico, su lenguaje- objeto no es
sólo el de los cien tíficos políticos, ni tan sólo el lenguaje
ordinario de los políticos o el de la discusión política cotidiana,
sino sobre todo el de tos clásicos que a lo largo de los siglos han
contribuido a plasmar, enriquecién dolo y modificándolo
permanentemente, el vocabulario del que ha cemos uso paca hablar de
política. En lo relativo al campo de inves tigación, es decir, al
universo de fenómenos al que el vocabulario se refiere, la teoría
genera], justo en la medida en que lo es, tiende a cubrir, en
principio, todo el horizonte de la experiencia política, no
podiendo eludir» en primer lugar, el problema, típico de la tercera
forma de filosofía política, de la delimitación de su propio campo
y de la reconstrucción de s ü s complejas articulaciones
internas. La teo ría genera] viene de esta forma a copar
completamente la segunda vertiente, como aquí ia he denominado, de
la filosofía política, la que mira a los «hechos». Pero, al mismo
tiempo, debe inevitablemente tener en cuenta los términos del
problema tratados por las dos pri meras formas de filosofía
política, que he agrupado en la primera vertiente, la de los
«valores», sin por ello asumir directamente la fun ción de éstas.
Manteniendo, como teoría no- normativa, el enfoque preferente de la
clarificación conceptual, la teoría general somete a análisis y
reconstruye los significados descriptivos de las nociones (y
de los juicios) de valor que emplean las teorías normativas <y
tam bién los movimientos políticos reales) para elaborar los
argumentos que justifiquen o no las acciones e instituciones
políticas, y para la construcción de modelos p rescriptivos de
buena convivencia.
El ejemplo de la teoría de las formas de gobierno, al que Bobbio ha
dedicado dos cursos universitarios de filosofía política, puede
resultar esdarecedor. En sus apuntes, tras haber recordado que
•casi no hay escritor político que no haya propuesto y defendido
una cierta tipología de las formas de gobierno* y tras haber subra
yado «la importancia de estas tipologías [...] porque
mediante ellas han sido elaborados y continuamente discutidos
algunos conceptos generales de la política, como oligarquía,
democracia, despotismo, gobierno mixto* etc.», Bobbio observa que
«generalmente cualquier teoría de ias formas de gobierno presenta
dos aspectos: uno des criptivo y otro prescriptivo». En el primer
aspecto, todo tratamien to del tema se resuelve «en una tipología o
en una clasificación de los diversos dpos de constitución
política»; aunque, subraya Bobbio, «no hay tipología que solamente
tenga un» función descriptiva. A diferencia del botánico [...], el
escritor político no se limita a descri bir; generalmente se
plantea otro problema, que es el de indicar, de
22
I N T R O D U C CI O N , l a I D f A o e U N A TÍ O *
! * C I N f U A l O í 1 * P O L I T I C A
acuerdo con un criterio de selección que naturalmente puede cam
biar de autor a autor, cuál de las formas de gobierno descritas es
buena, cuál mejor y cuál peor, y eventu3lmeme también cuál es la
óptima y cuál la mis incorrecta»1*. Se podría, por tanto, afirmar
(aunque, como sabemos, resultaría restrictivo) que en cuanto re
construye los conceptos empleados por los escritores políticos, y
más ampliamente en el lenguaje político, la teoría general de Bob
bio consiste cn un mctalcnguaje descriptivo cuyo lenguaje objeto
es, en buena medida, un lenguaje prescriptivo.
Es cierto que el discurso de Bobbio, y no sólo en los escritos de
«filosofía militante»5®, se ex tiende con frecuencia, más allá de
la pura reconstrucción, a la discusión de los criterios dc
valoración elaborados por los escritores (y otros actores)
políticos, a los argu mentos normativos y de orientación
prescriptiva, y, por tanto, al discurso ideológico (en el sentido
más amplio del término). Hn cierta medida, valen tambiín para la
teoría de Bobbio las observa ciones del propio Bobbio sobre las
teorías políticas en general. La primera, mis suave y hasta obvia,
señala que «no existe una teoría tan aséptica que no deje intuir
elementos ideológicos que ninguna pureza metodológica llega a
eliminar por entero*'1; la segunda, más fuerte, subraya que una
teoría «que se refiera a cierto aspecto dc la realidad histórica y
social casi siempre es también una ideología, es decir, un conjunto
más o menos sistematizado de evaluaciones que debería inducir a
quienes la escuchan la preferencia de un estado de cosas en lugar
de otro»1*. Y , sin embargo, no puede dejar de seña larse, por el
contrario, la importancia que han tenido en la defensa de valores e
ideales sostenida por Bobbio en tantos años de batallas
intelectuales la operación en sí no ideológica, sino propiamente
teórica, dc reconstrucción de conceptos daros y distintos, la
supera ción de equívocos mediante la expulsión de los significados
ambi guos del lenguaje politico, y la elaboración de definiciones
rigurosas y no persuasivas de las categorías fundamentales11.
V alga por todos
29 . N. Bobbio, L í itfúrti ¿35 fo rm as á e
gobierno, cit., pp. 7-9, passim. 30. La expresión, que
ptov i ene dc Catuneo, fue empicada por Bobbio cn el
títglo
de sus estudios sobre eí ¿rao ettrítor lombardo (cf. Una filosofía
militante. Siudí su O írlo OtitaísfO, Einaudi,T ofiño,
3971) y se comirdó, desputi, cn habitual en su len
guaje.
31. N, B obbb, Prolog*» a A. Greppi,
Teoría <¡ideolo&a, c íl , p. 11. 32. N.
Bobbio, La teoría de ¡o í formas de gobierno, cit.,
p. 10. 33. Andrea Greppi capta bien ene üpoeto cuando afuma que »en
su proyecto de
ckriíteaciÓQ de) líx icopoifoco cern/lujen los elemíntos mis
significativos de su filoso fía y dc su ideolops»
(cf.Teoría e ideología, cit., p. 205).
23
H I C H Í t A U G E l O í 0 v ( » 0
el ejemplo del ensayo titulado De la libertad de los modernos com
parada con la de los posteriores, que pese a ser un escrito de
filoso fía militante, en defensa de la libertad de tradición
liberal contra las críticas de quien se colocaba en la pretendida
(y pretendidamente superior) «libertad comunista», basa sus propias
argumentaciones en la redefinition y rigurosa distinción de los dos
significados de «libertad·», y que, justamente por ello, merece
encontrar sitio en la teoría general de la pob'tica de BobbioJ\
Querría añadir, por últi mo, que también en este caso, el trabajo
de reconstrucción concep tual parte de la referencia a un clisico:
Benjamin Constant.
La lección de los clásicos
En la Introducción, con fecha de Pascua de 1973, al volumen de
apuntes correspondiente a su primer curso de filosofía política,
titulado Societá e stato da Hobbes a Marx, Bobbio escribía:
«Si hubiese querido dar a mis apuntes un título académico, con
gusto los habría denominado L a lección de los
clásicos»3*. Bobbio ha vuel to en diferentes ocasiones a la
relación entre el estudio de los clási cos y la elaboración de una
teoría general de la política. En el prefacio al volumen que recoge
la bibliografía de sus obras de t934 a 1984, editado en 1984, tras
hacer notar que sus escritos tienen con frecuencia por objeto
autores del pasado, advertía que no de ben considerarse
«propiamente escritos de historia del pensamiento político, ya que
su finalidad última es la definición y sistematización de conceptos
que deberían servir para la elaboración de una teoría general de la
política»1*. Es obvio que dicha finalidad puede preten-
14, Cf. infra, cap. V. I. ¿5. Cf. N, Bobbio y M. Bovero,ScxMíá
e ítálo da Hobbcs o hfarx, (curro Je Füqío-
fía de la p^Hou, años 1972^1973], CLUT, T orino, 197},ρ, 3.
Este volumen de apuntes no s< correspondí exactamente con las
lecciones tal como í< desarrollaron durante aquel curso
académico. Bobbio redactó los capítulos 1 (E¡ modelo íusnaturalτΟ,
II (Thomas Hobbes), ΙΠIJobn Locke), IV (Aiirí Mdr?t) y
laConclusión (Dwfilosofía <Ula
historia) sirviéndose no sólo de lo* apuntes ¡ m j las clases,
sino también de otros escri tos suyos inéditos en esc momento; y,
«pira ahorrar tiempo· —tal como dice en uní nota—,confió
(locatifamente) Li redacción de los capítulos IV (Jean
faajuósRousseau} y V (Cícwj: ÍP. F. Hegel)
λ su joven ayudante.
36. Así, en la Introducción a C V íli (ed.), Nor tino
Bobbio: SO antti di attdi.
Bib!io£r¿f )0 de^ti scritti 1934-1983, Franco
Angelí, Mibno» 19&4, p, 14. Latcrza ha publicado una nueva
edición en 1955 con el título Bibltografi* degit scrirti di
Norberto Bobbio 1934-1993.
24
24
I N T H O O U C C i G N . Ι Α I D EA Of UM A TE OR I A C E N
I T A L DE Ι Α P OL I TI C A
derse tan sólo si se emprende la lectura de los clásicos con los
instrumentos del método analítico. En su ensayo sobre las
Razones de la filosofía política, Bobbio defiende las
ventajas de la lectura analítica de los textos clásicos contra las
«exorbitancias» de la inter pretación historicista y las
deformaciones de la ideológica, ya que permite «poner en evidencia
el aparato conceptual con el cual el autor construye su sistema,
estudiar las fuentes, [...] sopesar los argumentos en pro y en
contra, y de este modo preparar los instru mentos necesarios para
La comparación entre los textos, indepen dientemente de la cercanía
en el tiempo y de las eventuales influen cias de
uno sobre otro, y para la elaboración de una teoría
general de la política»57. Desde 1965, en la Introducción a su
primera reco pilación de ensayos dedicados a los clásicos del
pensamiento políti co moderno, titulada De Hobbes a
Marx, Bobbio afirmaba:
En el estudio de los autores del pasado nunca me be sentido es
pecialmente atraído por el milagro del así llamado marco históri co
que convierte las fuentes en precedentes, las ocasiones en condi
ciones, que se extiende de tal modo en los detalles que pierde de
vista el conjuDto. En lugar de ello, me be dedicado, con especial
interés, a la identificación de los remas fundamentales, a la
clarifi cación de los conceptos, al análisis de los argumentos y a
la re construcción del sistema34.
En su explicación del método analítico de Bobbio, Rkcardo Giustini
lo ha resumido en un termino- clave: «distinción»1’. Y o añadiría,
aunque en cierto sentido va implícito en el primero, un segundo
término: «comparación». No existe prácticamente texto alguno
dedicado al estudio de los clásicos, en el que Bobbio no insista en
la fecundidad de las comparaciones. En el pasaje ya recor dado,
donde por primera vez otorga a la filosofía como perspectiva el
estudio de ios «temas recurrentes* en ía historia del pensamiento
político, que en cuanto tales «forman parte de una teoría general
de la política», asigna a este estudio una «doble importancia*: de
un lado, sirve, como sabemos, para identificar los conceptos
políticos
37. C/. infra, p. 36. 33. A s; tu k introducción a N. Bobbio.
Da Hobbes a M an, Moran o> NapoH,
1965, pp. 6-7. 35. R. Guajriní, *BüW)iu, o deUa dirondone*, en íá.r
Distinp¿endo. Siudi di teo
ría e tnetatáúría dei diritta, GiapícheUi, Torino. 1996, p. 41
ss. [trad. east, de J. Ferrer i BeΙιríe, «Bobbio, o de la
distiüoáo», en Distinguiendo, Estudios d i teoría y m tateo ría
de!derecho, Cedki, flaretlona, 1999, pp. 58 ssj.
25
H I C H E l * N G E l O I O V E »0
fundamentales; por otro, «permite establecer entre las diversas teo
rías políticas, que han sido sostenidas en diferentes épocas,
afinida des y diferencias»''4'. La importancia
atribuida por Bobbio a la com paración entre las teorías políticas
de todos los tiempos tiene su raíz en la propia noción de «clásico»
y ésta, a su vez, presupone una determinada concepción de la
historia.
En un ensayo de 1980 sobre Max Weber, considerado como «cf último
de los clásicos» de la filosofía política, Bobbio indica cuáles son
las características que p ermiten reconocer en un escritor a un
clásico41. Se trata de una definición que plantea ciertas dificul
tades. De las tres características enumeradas por Bobbio, la s e g
u n
da* que define como «clásico» aquel escritor «siempre actual, por
lo que cada época, es más, cada generación, siente la necesidad de
releerlo y al releerlo lo «interpreta», parece no ya debilitar sino
Hacer inútil el significado de la primera, según la cual «clásico»
es el escritor considerado «interprete auténtico» de su propio
tiempo; y también el de la tercera, según la cual «clásico» es el
autor que «[ha] construido teorías- modelo de las cuales nos
servimos continuamen te para comprender la realidad» y que «se han
vuelto, con el curso de los años, verdaderas categorías mentales».
Si el pensamiento de un clásico resulta permanentemente
rdnterprecado en forma dife rente y hasta opuesta, ¿cuál es la
interpretación «auténtica» de su tiempo incluida en sus obras? Y
¿de qué forma podremos establecer reglas precisas de uso de sus
«teorías- modelo»? ¿No tenderán sus construcciones conceptuales a
convertirse en fórmulas vacías o ex cesivamente elásticas? Con
rodo, quizá la principal dificultad de la definición de «clásico*
propuesta por Bobbio pueda consistir en una cierta tensión, por no
decir incongruencia, entre la primera y la tercera característica:
¿cómo es posible que una construcción teóri ca exprese la
interpretación (sea cual sea) de una cierta realidad histórica y,
al tiempo, ofrezca modelos conceptuales útiles para
comprender igualmente una «realidad diferente» de aquella de la que
se deriva y a la que ha sido aplicada, es decir —parece sugerir
Bobbio—, también para comprenderlos problemas
dcnmslro tiem
40 . N . Bobbio, La teoría de las formas de gobierno, c i t ,
p. 7. 41. C f. N. Bobbio. La tto ña del lo stato e del
paterr, cn P. Rossi {e¿.), Ma
x Weber
eV atutlisi del mondo moderno, Eituudi, T orino, 1981. La
primera versión de «teenss- yo, presentada eómn ponencia en
el seminario « M a x Weber sesenta aíos después», 2<- 28 dc
junio de 19S0, apareció publicada ese mismo año eo la revista
MonAoperaio 7-S, titulada por £u autor «Max Weber y los
disicos». Dicho ensayo aparece reproducido ea «I presente v olumen
en el cap. IL m. La definición dc «clásico» tgura en la p.
71.
26
po? Me parece que, en este sentido, quedaría puesta en cuestión la
propia posibilidad de la «lección de los clásicos» tal como la
entien de Bobbio: la posibilidad de encontrar en las obras de los
escritos antiguos y modernos teorías válidas, es decir,
resistentes at tiempo. Incluso, se podría decir, la probabilidad de
reconocer a un escritor como un clásico, en el sentido en que
«clásico», también en el lenguaje común, no es sinónimo de «pasado»
sino, por el contrario, de - permanente». De forma similar, Marx
admitía la dificultad no tanto de demostrar la conexión entre el
arte griego y su tiempo, sino de explicar cómo puede seguir
representando para nosotros «una norma y un modelo*»·12.
£1 problema puede reformularse en Jos términos siguientes. No es
difícil comprender en qué sentido una teoría clásica puede ser
considerada una interpretación directa o indirecta de una cierta
épo ca, en la misma medida en que dicha teoría parece presentar una
visión, o mejor dicho, una «versión» global de ía (su) realidad.
Como suele decirse, la de un restigo que da su versión de los
hechos. Más difícil resulta comprender cómo ciertas construcciones
conceptuales pertenecientes a una teoría clásica, o incluso su
estructura categoria! subyacente, su «modelo», pueden ser
consideradas válidas no sólo en relación con ía realidad histórica
a la que se refieren sino también para interpretar realidades de
épocas diferentes, sin por ello presu poner anuladas las propias
diferencias. La validez transtemporal de las teorías clásicas,
varias veces señalada por Bobbio4J, sólo parece concebible en la
medida en que $e asuma que dichas teorías llegan a captar, o a
reflejar y revelar, una suerte de continuidad en la historia
que permanece a pesar y a través de las transformaciones —al me
nos, una continuidad de los prabletnas a los que en cad3
momento se otorgan soluciones diferentes—. Del conjunto de escritos
bobbia- nos dedicados a los clásicos se deduce de forma clara*
aunque no siempre explícita, la convicción de que exisce una
continuidad de este tipo, que encuentra expresión y al mismo tiempo
confirmación justamente en los «remas recurrentes» siempre
replanteados y re- discutidos a lo largo de los siglos de la
historia del pensamiento político. Asf, et problema de las formas
de gobierno, cuántas y cuáles son, cuál es la mejor o la peor; el
problema «del origen, la
i n t r o d u c c i ó n , v a i d e a d é u n
a r t o n i * g í n s u a i o í l a p o
l í t i c a
42. K. Marx , Introducción de 1357 a Lineamenti fandtmenuÜ áe llj
critica á*H'(¿onomíapolitic, La Nuov- altilii,Florenda, 4 0
(trad. caiL de P. Scirón, Elementos fux¿ameniaUs para la tritica de
la economía politica. Siglo X X I, MíxiccV Mjdrid^BuffhK
Aires, 1972].
43. Cf., p o r qemplo, infra, p. 36.
27
M I C H E L A N G E L O B O V e d O
naturaleza, la estructura, el destino, la f u n d a m e n t a d ón,
la legitimi dad» del poder político**. Ahora bien, no sólo son
recurrentes los problemas, sino también, aunque con innumerables
variantes (que Bobbio denomina «variaciones sobre el tema»), sus
diferentes plan teamientos y soluciones, de las que resulta, por
tanto, posible y fe cundo reconocer las semejanzas y diferencias,
agrupándolas en géneros y especies, reconstruyendo modelos y
paradigmas concep tuales que, afirmados en cierto tiempo y lugar,
se agotan y desapare cen, resurgiendo y renovándose en otros
momentos y lugares. De ahí, la periódica reaparición de la «vuelta
a tos antiguos» y, en gene ral, el resurgimiento en varias
ocasiones y de forma diferente de con ceptos que en un cierto
momento parecieron superados: neo- kands- mo, neo- hegelianismo,
neo- marxismo, etc. Bobbio suele citar con agrado el horadano Multa
renoscentur.
No s t trata, obviamente, de que Bobbio ignore la realidad de
los cambios históricos, negando los cuales la propia historia se re
ducirla a una mera apariencia. Considera ciertos cambios profun·
dos y radicales y* en ocasiones, aunque con derta cautela, irrever
sibles, lo que excluye una visión cíclica del tiempo; pero, sin
embargo, no capaces de excluir netamente la continuidad entre el
antes y el después. Si tuviese que ejemplificar con un lenguaje me
tafórico, por tanto simplificador, la representaaón bobbiana del
devenir histórico —¡a historia de los eventos
redes y la del pensa miento que los refleja, al
menos dentro del ámbito occidental al que Bobbio se refiere—·,
diría que su marcha muestra ciertamente *gí- ros*, en casos
excepdonales tan drásticos que casi parecen «vuel cos», pero no
verdaderas «fracturas*. Es cierto que Bobbio ba su brayado con
frecuencia la relevancia del crudal giro que implica el paso de la
era premoderna a la era moderna, una verdadera «revo lución
copemicana* derivada de la afirmación de la primacía de los
derechos sobre los deberes**, pero igualmente ha recordado que los
clásicos modernos, de Maquiavelo a Montesquieu y Rousseau, han
seguido reflexionando sobre los acontecimientos, instítudones y
teorías de los antiguos, no sólo a modo de historiadores, sino tam
bién como estudiosos de la política, para extraer de ellos
enseúan-
44. Extraigo esta relarióo dt problemas del ensayo ¿chic
<11 modcllo ¿iusnatura- Iktiúú»: Atrista ¡ niemazionait ¿ i
filosofía ¿ el dirilto 1/4 (1973), p. 609.
45. Cf. eo el presente volumen <1 optrulo IX . 1: «La primacía
de los derechos sobre los deberes», que se corresponde con la
prime» versión, rica en variances, deI ensayo sobre L'Etá ¿ei
diritti, incluido cu la recopilación homónima, Einiudi, Torino,
1990 [trad. cast, de R. de Asís Roig, El tiempo de tos
derteboi, Sistema, Madrid, 1991, pp. 97-112].
2 8
2 8
l H T * O O U C C t Ó N . L A Ι Ο Ε Α Ο Ε U N A TEOR I A C E N EH A
l O í (.* . f O t l T l C A
zas. «No se explicaría —afirma Bobbio en la voz «Estado»» redacta
da en 19S1 para la Enciclopedia Einaudi— este continuo reflex io
nar sobre la historia antigua y sus instituciones si» llegados a
cierto punto del desarrollo histórico, hubiese habido una
fractura tal que originase un tipo de organización social y
política incomparable a las del pasado»·44. En un ensayo de
1980, enfrentándose polémica mente a cuantos afirmaban apreciar un
cambio radical en los «con notados» y en las «leyes del movimiento»
de ¡a política, Bobbio advertía: «Para no dejarse engañar por las
apariencias y no verse inducido a creer que cada diez anos la
historia recomienza de cero, es preciso tener mucha paciencia y
volver a escuchar la lección de los clásicos**7. Cierto es que en
este ensayo Bobbio recorría la lección de los clásicos a partir de
Maquiavelo, pero lo hacía pre cisando inmediatamente que se podría
regresar «mucho más atrás». No por casualidad había citado antes el
pasaje de los Dis cursos sobre la Primera Década en el que se
afirma que «todas las cosas del mundo en todo tiempo tienen su
propio reencuentro con los tiempos antiguos*.
La idea de la continuidad de la historia, y de su inevitable
reflejo en Ja historia del pensamiento, resulta evidente en
aquellos epígrafes de la voz «Estado*, antes citada, en los que se
discute el problema de si el término «Justado» conviene
exclusivamente al Estado moderno o sí, por el contrario, conviene
también a las for mas políticas anteriores. Tras haber examinado
ios argumentos en favor de la primera tesis, y aclarado que todo se
reduce a la cuestión de si deben ponerse en evidencia más las
analogías o las diferencias entre el así llamado Estado moderno y
los ordenamientos anterio res, Bobbio invita a la «constatación» de
que «un tratado de política como el de Aristóteles, dedicado al
análisis de la dudad griega, no ha perdido su eficacia
descriptiva y explicativa en reJadón con fos
ordenamientos políticos que se han sucedido desde entonces hasta
nuestros días». Y , poco después: - Como la Política de
Aristóteles para Jas reladones internas, las Historias de T
uddides para ías reía-
46, Dicha voz aparece ahora recorda con cf titulo Stáio, poiere
egovtmo ea N. Bobbio, Stmo, goi'tmo, ¿ocirtí, dr.,
2199J, p. 61. [ EiiaJc, gobierno, sociedad, cit.,
p.79].
47. ' N. Bobbio, «Li pofirica ira sqggetri c istiruzieme 1c Iciioni
dei cb& iei»: Dono- (.razia t diñito X X /Í (19SG),
p. 641. £1ensayo ie rrpiodujo despuís con e! título «La
ciisi della democrazia e ia lezione <iei d assici» <λ N.
Bobbio, G. Portara y S. Veca,Crist de!/¿ de niccr
azia e «eo co ntrím uaJism o, Editori Riimiti. Roma, 1 9 $ 4
, pp. 9 - 3 3 (el pisa· je citado aparece cn
L>p. 10).
29
M I C H E L A N G E L O B O V Í H O
ciones externas son, aún hoy, fuente inagotable de enseñanzas y
puntos de referencia y comparación»**.
Se podría decir que, desde la perspectiva de Bobbio, para man tener
la continuidad entre lo$ clásicos y nosotros estamos nosotros
mismos y los clásicos. Éstos, en la medida en que inauguran tradi
ciones que se difunden y que, a través de miles de mediaciones,
llegan basta Jos modos de pensamientos ordinarios y al mundo de los
usos lingüísticos cotidianos; y, recíprocamente, nosotros mis mos,
con nuestra mirada retrospectiva, en ia medida en que recurri mos
de forma más o menos consciente al patrimonio de sus ideas,
teeJaborándolo. Ahora bien, esto no es más que la doble forma de
producirse y reproducirse, la forma de continuat una cultura. En
este sentido, Bobbio s« refiere a la «cultura occidental» — «comien
zo por los griegos dado mí escaso conocimiento del pensamiento
oriental’»'19— como a la cultura que hemos heredado y que posee
mos, fundamentalmente, en el lenguaje. Es, en efecto, dentro de los
confínes de esta continuidad donde encontramos a los «clásicos», en
la medida en que se mantiene nuestra capacidad de reconocerlos como
tales. Vuelve a resultar evidente que, desde esta perspectiva, ío
que se pretende extraer de los clásicos no es tanto su significado
histórico en sentido estricto, sino más bien, como sugiere Bobbio
en la Introducción a los Estudios bsgelianos, «hipótesis de
investiga ción, motivos de reflexión, ideas generales»10. De esta
forma, el estudio de los clásicos abre la puerta a la construcción
de una teoría general de la política.
De los «autores» a ios conceptos para la teoría genera!
El propio Bobbio nos aclara en su ya recordada Introducción de 1984
a ia bibliografía de sus obras11cuáles son los clásicos a los que
ha dedicado mayor atención en la búsqueda de los temas recurren
tes, cuáles son, por tanto, sus «autores». Como él mismo reconoce,
la lista se limita a diez nombres, divididos en dos series de
cinco. De un lado, Hobbes, Locke, Rousseau, Kant y
Hegel, y, de otro, Catta neo, Croce, Kelsen, Pareto y
Weber, por amor de la simetría. Ahora
48. N. Bobbio, «Stato, poicrc e govemo», en fd., State, govemo,
sociítá, ci t^ M 99 5, pp. 60-61 [Estido, gobierno,
sociedad, cir., pp. 76 y 77].
49. ¡nfni ,p - 3 3 . . 50. N. Bofciik», StuAt F.in.iudl,
Torino, 1961, p. XVLÜ. 51. Cf. Btbt iogmf td ¿egi i ser j i t
K cít,* p. XX V .
30
i M m o o w c c t Ó N . v a i d e a d e u n a
t e o k I a g e n e r a l d e l a
p o U t i c a
bien, recorriendo el índice de nombres del presente volumen es po
sible extraer algunas ideas útiles para completarlo. E$ obvio que
no rodos han tenido el mismo peso en el itinerario intelectual de
Bob bio. Si tuviese que elegir de entre los autores asiduamente
estudia dos por Bobbio, cuál ha sido el que ha dejado la mayor
impronta so bre su pensamiento político, no tendría dudas a la hora
de señalar a T homas Hobbes. Mado inmediatamente que, a mi juicio,
la influen cia de Hobbes sobre Bobbio o, si se prefiere, la
inspiración hobbe- &iana del pensamiento de Bobbio se refiere
más a la forma que al contenido**. En primer lugar, puede decirse
que Hobbes, con su vocación por Ja precisión y la sobriedad del
lenguaje y las definicio nes rigurosas, fue el indicador en el
campo de la filosofía política del estilo analítico en sentido
moderno, adoptado por Bobbio. No por casualidad la obra hobbcsiana,
a su vez, ha sido objeto privilegiado de la historiografía
filosófica de orientación analítica que Bobbio ha defendido contra
los excesos de la crítica «¡‘Comextualista». T ambién hay que
señalar la afinidad entre Hobbes y Bobbio en esa actitud frente a
los problemas políticos que no sabría denominar más que «realista»,
y que encuentra su manifestación radical, y casi patológi ca, tanto
en Bobbio como en Hobbes, en ta inclinación a considerar y
describir una situación bajo su luz más desfavorable, a plantear
los problemas en los términos más difíciles para el hallazgo de una
solu- dón satisfactoria**. Baste recordar, de un lado, bs más
célebres fór mulas de Hobbes, horno homini lupus¡ bellum omnium
contra om nes, γ de otro, la aplicación del modelo hobbesiano
propuesta por Bobbio al problema del estado de naturaleza entre los
Estados1*. A hora bien, más allá de la claridad resultante
del rigor analítico
y de la acritud realista frente a los problemas
políticos, la principal similitud entre Bobbio y Hobbes se revela
en la estructura del razonamiento. Al igual que sucede con Hobbes,
el pensamiento de
52. Aonquc Bobbio. en contestación a uoa conferencia mía ti cuLid a
Bobbio e Ho bbes (publicada posteriormeme en el
Notíciario de ta Universidad de T urin, 1936, a.
6), me ha señalado con iw ón que, al mirgcn del m trod o, al
meaos tr « grandes ideas hobbesianas han influido en ta formación
de su pensamiento politico: el individualis mo, el contractualismo
y la idea de la pi¿ mfdhnte ta constii uríón de un poder común, Cf.
N. Bobbio, De senectute, cir., p. 117 ¡
Ditenetlutt, tir., ed. esp., p. 150].
53. Quizi eo esn práctica se encuentra el origen subjetivo de lo
que, mis ade lante, denominaré el «realismo sustancial» de Bobbio,
distinguiéndolo del ¿metodo lógico». .
54. Cf. N. Bobbio, «Demócrata e sistema inrernazionale», en id.,
//futuro deila drmocrjzia, Eínaudi, Torino, 19$S*
(no existe traducción castellana de los cambios ¿nLrodpcidos en la
edición italiana de 19!M).
¿nLrodpcidos en la edición italiana de 19!M).
31
MI CHEL AS CE ( .O Í OV EH O
Bobbio resulta, en su núcleo vital, dicctómico. Bobbio ha teorizado
ex plícitamente la importanda metodológica general de las «grandes
dicotomías», definidas como el producto del «proceso de ordena ción
y organización del propio campo de investigación» en virtud del
cual «toda disciplina tiende a dividir su universo propio en dos
subclases que resultan recíprocamente exclusivas y conjuntamente
exhaustivas»51. De este tipo serían, según Bobbio, la dicotomía en
tre público y privado eo el campo del derecho y en el campo de la
política, por recordar la más sencilla y amplia de las formuladas
acuñadas por él, la dicotomía entre Estado y no- EstadoJ< que,
por otra parte, refleja en cierto modo la hobbcsiana entre Estado
natu ral y Estado dvil. Junto a las «grandes dicotomías» e
inscritas en ellas, encontramos en la obra de Bobbio innumerables
dicotomías que denomina «pardales» o «secundarias». Induso los
temas recu rrentes, tal como los identifica y analiza Bobbio
mediante el estudio de la lección de los clásicos, y que deben
sistematizarse, siguiendo sus indicadones, en el diseño de la
teoría general de la poh'tica como articulación de la misma, pueden
encontrar expresión ade cuada y conveniente en fórmulas
dicotómicas, tales como sociedad y Estado, política y moral,
democrada y autocrada, reforma y re volución, etc. Sugeriría, como
ejerddo de interés, subrayar las di cotomías explícitas e
identificar las implícitas, que constituyen la verdadera trama
conceptual del presente volumen como de todo el resto de escritos
teóricos de Bobbio,
Para construir Jas bases de la teoría general déla política median
te el estudio analítico de los clásicos, Bobbio ha utilizado,
priorita riamente, dos estrategias complementarias. La primera
consiste en partir de una nodón de uso corriente para buscar, sus
diferentes in terpretaciones en la historia del pensamiento
político, con frecuen- da insertas en una red de pares dicotómicos.
La segunda consiste en partir de la obra de un gran autor para
identificar un concepto fun damental del lenguaje político,
clarificar su significado y, eventual mente, distinguir sentidos
confundidos en la misma, con frecuenda {de nuevo) mediante la
construcción de dicotomías. Constituyen ejemplos evidbntes de la
primera estrategia los ensayos bobbianos
55. Cf. N. Bobbio, «La ¿rinde «Ikoiomi»*, en id., Dalla struttura
alia ftaizlone, Comunicó, Miliao, 1977, p. 145; cf. tjm W n
-Pub]ico/privJc<i», enStaio, gátemo. foctítá, cit.
(«La gran dicoiomíi: pútlieo/privatlo», cu Estado, gobierno,
seriedad, f it., pp. ¡1-33]. _
56. Cf., por ejemplo, infra, p. 115; y, sobre todo, Staío,
goi/emo, tacietá, cir., pp. H2- 115 [Estado, gobierno y
sociedad, cit., pp. 136-13$].
32
i n t r o o u c c ' O n . l a i d e a De u n a
t e o * I a c t « t R A t - d e l a p o i I t
i c a .
dedicados a la noción de sociedad civil5* y, cn general,
las numero sas voces de diccionarios y enciclopedias. De la
segunda» entre los muchísimos escritos que podría señalar,
considero ejemplar el ensa yo sobre K ant y las dos
libertadesJ l, que continúa y profundiza la in vestigación
provocada por la polémica contra los detractores de la libertad
liberal. Pero existen igualmente en la obra de Bobbio toda una
serie de ensayos en los que el «arte de la comparación» alcanza, a
mi juicio, los resultados más fecundos para la construcción de las
categorías fundamentales de una teoría general de la política. Se
tra ta dc los ensayos en que Bobbio relaciona determinados aspectos
del modelo conceptual de un clásico c o d los de otros
clásicos. Entre ellos» colocaría en primer lugar el ensayo dedicado
a E l modelo lus- naturalista?9, en el que se reconstruyen,
contraponiéndolas al mode lo aristotélico, las constantes y las
variantes de la teoría que han acompañado al afianzamiento del
Estado moderno^ desde Hobbes a Hegel, con los términos «biciuido-
ex cluido». A este mismo genero pertenece también su famoso ensayo
sobre Hegel y el iusnaturalii- m o En relación con la teoría
general de la política, por la relevan cia de los temas tratados,
destacan los ensayos sobr eMjfX, el Estado y
los c/¿5rcos y .sobré AÍiíx Weber y las
clásicos6*. En el primero, Bo
bbio afirma querer «indicar, mediante un procedimiento comparati vo
por afinidades y diferencias, cuál puede ser el
lugar de i a teoría del Estado de Marx en la historia del
pensamiento político»*2. Esta contraposición sc produce medíante
cuatro grandes «distinciones* en las teorías políticas que se
clasifican en idealistas y realistas, en rae ion a listas c
historícistas, en concepciones positivas o del Estado como reino de
la razón y negativas o del Estado como reino de ia fuerza y, por
último, como distinción interna a esta última, en con cepciones del
Estado como mal necesario y como mal no necesario.
57. Uno de ios mis recientes aparece recogí<fo en Stato, gobemo,
scietá, cit., pp. 23-42 [Estado, gobierno,
sociedad, cir., pp. 34-53).
i S. Influido t c el presente votmr.en, cne I
quese corresponde coa el «pirulo IL I. 59 - Dos
ensayos dé Bobbio tienen eue mismo titulo. Hl primero t
i el ya citado en
la 44 ¡ el segando, na niño mis amplia, consriiuye la Primera Pane
de N. Bobbio y M BoverOj S iííííU t it ato ne¡Li filascfia politica
moderna, II Saggiatúte,. Milano* 1979 | ed. csp. Soeic-dod y
ís lidú en L· filosofía política modem a: modelo iusH&