Tito Livio II

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    HISTORIA DE ROMAdesde su fundacin.

    TITO LIVIO

    Libros XXI a XXX

    Ab vrbe conditaTitvs Livivs

    TITO LIVIO: La historia de Roma (ab vrbe condita)Titus Livius o Tito Livio (59 adC 17 dC): Nacido y muerto en lo que hoy es Padua, capital

    netia, se traslada a Roma con 24 aos. Se le encarg la educacin del futuro emperador Cla

    o Livio escribi una Historia de Roma, desde la fundacin de la ciudad hasta la muerte de Naudio Druso en 9 a. C., Ab urbe condita libri (normalmente conocida como las Dcadas). Lanstaba de 142 libros, divididos en dcadas o grupos de 10 libros. De ellos, slo 35 han llegadoestros das (del 1 al 10 y del 21 al 45).

    Los libros que han llegado hasta nosotros contienen la historia de los primeros siglos de Rsde la fundacin en el ao 753 a. C. hasta 292 a. C., relatan la Segunda Guerra Pnica y la conr los romanos de la Galia cisalpina, de Grecia, de Macedonia y de parte de Asia Menor

    Se bas en Quinto Claudio Cuadrigario, Valerio Antias, Antpatro, Polibio, Catn el Visidonio. Por lo general se adhiere a una de las fuentes, que luego completa con las otras, lo ces hace que se encuentren duplicados, discrepancias cronolgicas e incluso inexactitudes.

    En esta Historia de Roma tambin encontramos la primera ucrona conocida: Tito aginando el mundo si Alejandro Magno hubiera iniciado sus conquistas hacia el oeste y no hae de Grecia.

    Es clebre la relacin que entabl Tito Livio con el emperador Augusto. Diversos autore

    ho que la historiografa de Livio legitimaba y daba sustento al poder imperial, lo que se demolas lecturas pblicas de su obra; sin embargo, pueden apreciarse en la obra de Tito Livio c

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    cia el imperio de Augusto que refutan tal condicin de legitimidad. Al parecer el historiadobernante, quien era su mecenas, eran muy amigos y eso permiti que la obra del primesmara tal como ste lo decidiera.

    Texto de las HistoriasIr al Inicio

    El presente volumen comprende los Libros XXI a XXX, ambos inclusive.

    ndice pg.Nota del Traductorpg.Libros 11 a 20: No hay copias del texto de la fuente original.Libro 21: De Sagunto al Trebia pg.Libro 22: El desastre de Cannas pg.pg.Libro 24: La Revolucin en Siracusa pg.Libro 25: La cada de Siracusa pg.Libro 26: El destino de Capua pg.Libro 27: Escipin en Hispania pg.Libro 28: Conquista Final de Hispania pg.Libro 29: Escipin en frica pg.Libro 30: Fin de la Guerra contra Anbal pg.Libros 46 a 142: No hay copias del texto de la fuente original.pg.

    Copyright (c) 1996 by Bruce J. Butterfield.

    Copyright (c) 2011-2012. De la traduccin del ingls al castellano, por Antonio D. Dnchez.

    No se aplican restricciones de copia para uso no comercial.

    NOTA DEL TRADUCTOR AL CASTELLANO.Ir al ndice

    Ficha original de la pgina web en http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.htmlHistoria de Roma de Tito LivioFuente del texto ingls:* Coleccin de la biblioteca: Everyman's Library* Obras publicadas: "La Historia de Roma"* Autor: Tito Livio* Traductor al ingls: Rev. Canon Roberts* Editor: Ernest Rhys* Editor: JM Dent & Sons, Ltd., Londres, 1905

    Para la presente traduccin desde el ingls se han utilizado las siguientes fuentes:

    http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.html
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    Texto ingls original:http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.html

    Texto latino de apoyo:http://www.thelatinlibrary.com/liv.html

    Textos castellanos de apoyo:Edicin escaneada por Google Books de la edicin de la Imprenta Real de Madrid (Espa

    93, 1794 y 1795 de "DCADAS DE TITO LIVIO, Prncipe de la Historia Romana", en cinco Tue se pueden consultar en los enlaces:

    Tomo I.-http://books.google.es/books?id=2IpR9cBM2dwCTomo II.-http://books.google.es/books?id=D7idSInCqRYCTomo III.- http://books.google.es/books?id=GNmaIB6dWMsCTomo IV.- http://books.google.es/books?id=51FivgpIO8ECTomo V.-http://books.google.es/books?id=MJq3MnzKbMMC

    Igualmente, se ha tenido a la vista la traduccin de Jos Antonio Villar Vidal, publicaditorial Gredos en 1990 dentro de la "Biblioteca Clsica Gredos" para los libros VIII-X, X

    XXV, XXXVI-XL y XLI-XV; la traduccin de Antonio Ramrez Verger y Juan Fernndez Valvblicada por Alianza Editorial en 1992 para los libros XXI-XXV y la traduccin de Fernando Ga Sols publicada por Alianza Editorial en 1992 para los libros XXVI-XXX.

    Los nombres de ciudades, personas y pueblos han sido castellanizados siguiendo las normasal Academia de la Lengua. Para aquellos casos en que no exista versin castellana del nombestin o no exista nombre italiano actual, se ha dejado el original latino. Cuando Tito Livio

    la Ciudad, con maysculas, se refiere, evidentemente, a Roma. Dentro de la acotacirchetes, el traductor al castellano ha insertado aquellas notas aclaratorias que le han par

    rtinentes y procurando la mayor concisin. En todo caso, van siempre finalizadas por la abrev. del T.

    Por ltimo, deseamos precisar la traduccin escogida para cuatro palabras, dos de raordinariamente especficas del latn: gens y familia. Para "gens", dada la inadecuaci

    alquier trmino castellano, se ha dejado la voz latina original. Valga para ella lo que escern: "Gentiles son los que llevan el mismo nombre. No es bastante. Los que proceden de perenuas. Tampoco basta con eso. Cuyos antepasados ninguno fue esclavo. An falta algo. Y n

    frido "deminucin de cabeza". Quizs as ya queda completa la nocin.[Guilln, Jos, VRBS R

    da y costumbre de los romanos. I: La vida privada, Sgueme, Salamanca, 2004 (5ed.), pgs.8. ISBN 978-84-301-0461-1]". Para "familia" entendida como aquella rama de una acterizada por un cognomen o apodo comn (v.g. "Csar", "Escauro", "Cicern", etc.), hgido el vocablo castellano "familia", pues tanto en un sentido extenso como laxo se ajusta biefinicin latina.

    El tercer vocablo es legatus, legado, que tiene dos acepciones: una civil y otra militar. Cuo Livio la emplea para describir a un enviado diplomtico, se ha optado por traducirla mbajador o legado; cuando la emplea para referirse al empleo militar se ha optado p

    abra general que en el castellano actual describe perfectamente a un oficial superior que mrzas de entidad semejante a las de una legin y carece de mando poltico, el cual correspon

    http://www.thelatinlibrary.com/liv.htmlhttp://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.html
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    nsul.

    Por extensin, la expresin imperator se ha traducido como jefe o comandante puesperiodo que historia Tito Livio, careca del sentido que nosotros ahora usamos para emperadoperator era elegido por el pueblo para desempear una magistratura mayor (consulado, preturaque corresponda cierto poder militar ejecutivo (imperivm) y los derechos de auspicios apropsta eleccin sigue el nombramiento por el Senado. El imperator auna, de esta manera y fuemerio de la Ciudad, los imprescindibles derechos polticos, militares y religiosos que, segntalidad romana, se precisaban para la conduccin de la guerra y la administracin de los assu provincia; circunstancialmente, tambin era otorgado por los soldados que aclamaban ases militares carismticos y extraordinariamente hbiles.

    En cuanto a las medidas, para el pie romano se ha adoptado la medida de 0,296 metros ra media a partir de diversas fuentes. Cinco pies daban un paso,passvs, y mil de estos una e, en metros, resultan ser 1.480.

    Por ltimo, se desea indicar expresamente que la presente traduccin est libre de deregndose la cita de la procedencia original, tanto del texto en castellano como del ingls.

    Murcia (Espaa), 2012.Antonio Diego Duarte Snchez.

    Libro 21: De Sagunto al TrebiaIr al ndice

    [21.1] Me considero en libertad de iniciar lo que es slo una parte de mi historia coservacin preliminar, tal y como la mayora de los escritores colocan al principio de sus ob

    ber, que la guerra que voy a describir es la ms memorable de cualquiera de las que hayanradas; me refiero a la guerra que los cartagineses, bajo la direccin de Anbal, libraron cma. Ningn estado y ninguna nacin, tan ricas en recursos o en fuerza, se han enfrentado jamarmas; ninguna de ellas haba alcanzado nunca tal estado de eficacia o estaba mejor preparad

    portar la tensin de una guerra larga; nada haba en sus tcticas que les resultase extrao despuPrimera Guerra Pnica; y tan variables fueron las fortunas y tan dudoso Marte que aquelloalmente vencieron estuvieron al principio ms que prximos a la ruina. Y an con todo, gmo era su fuerza, el odio que sentan el uno por el otro fue todava mayor. Los romanos esiosamente indignados porque los vencidos se haban atrevido a tomar la ofensiva en contra d

    nquistadores; los cartagineses estaban amargados y resentidos por lo que considerabamportamiento tirnico y rapaz por parte de Roma. Se contaba que, despus de dar trmino Amu guerra en frica, estando ofreciendo sacrificios antes de trasladar su ejrcito a Hispan

    queo Anbal, de nueve aos de edad, trataba de ablandar a su padre para que lo llevase con llev ante el altar y se hizo jurar con su mano sobre la vctima que tan pronto como le fuera pdeclarara enemigo de Roma [aqu se nos presenta el ya viejo dilema entre emplear Espaa, rivado castellano moderno de la palabra latina, o Hispania. Para Amlcar, Anbal y Roma, aqnnsula occidental era ispanya o Hispania, este nombre es lo bastante conocido y hasta usadoualidad como para que no resulte extrao a nadie, y ser el empleado por nosotros en

    duccin.- N. del T.]. La prdida de Sicilia y Cerdea angustiaban el orgulloso espritu de mbre, porque crea que la cesin de Sicilia se haba hecho a toda prisa, teniendo la desesperaci

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    nimo, y que Cerdea haba sido hurtada por los romanos aprovechando los disturbios en frcontentos con su captura, le haban impuesto tambin una indemnizacin.

    [21.2] Espoleado por estos errores, dej bien claro con su direccin de la guerra africanaui inmediatamente a la conclusin de la paz con Roma, y con el modo en que fortaleci y agobierno de Cartago durante los nueve aos de guerra en Hispania, que l estaba pensando eerra an mayor de la que ahora enfrentaba, y que si hubiese vivido ms se habra producido bndo la invasin cartaginesa de Italia que en realidad se produjo bajo Anbal. La muerte de Ame se produjo muy oportunamente, y la tierna edad de Anbal retrasaron la guerra. Asdrbal, so que hubo entre padre e hijo, detent el poder supremo durante ocho aos. Se dice q

    nvirti en el favorito de Amlcar por su belleza juvenil; posteriormente demostr otros talentoerentes y se convirti en su yerno. Al emparentar as, se coloc en una situacin de poder medinfluencia del partido brquida, que tena sin duda la preponderancia entre los soldados y el pno, aunque su ascenso se produjo totalmente en contra de los deseos de los nobles. Confiandla poltica que en las armas, hizo ms para extender el imperio de Cartago mediante alianzareyezuelos y ganndose nuevas tribus por la amistad con sus jefes, que empleando la fuerza

    mas o la guerra. Pero la paz no le dio la seguridad. Un brbaro, a cuyo amo haba condenerte, le asesin a plena luz del da, y cuando fue capturado por los testigos se le vea tan feliz hubiera escapado. Incluso cuando le torturaron, su satisfaccin por el xito de su i

    brepasaba su dolor y su rostro tena una expresin sonriente. Debido al tacto maravilloso que strado en ganarse a las tribus e incorporarlas en sus dominios, los romanos haban renovatado con Asdrbal. Bajo sus trminos, el ro Ebro sera la frontera entre los dos impergunto, que ocupaba una posicin intermedia entre ellos, sera una ciudad libre.

    [21.3] No hubo duda alguna en cuanto a quin ocupara su lugar. Las prerrogativa militar llven Anbal al palacio y los soldados le proclamaron jefe supremo en medio del aplauso universeblo secund su accin. Siendo poco ms que un pber, Asdrbal escribi una carta invitabal a unrsele en Hispania, y el asunto fue, de hecho, discutido en el Senado. Los brquidas qe Anbal se familiarizase con el servicio militar; Hann, el lder del partido opositor, se opo

    o. "La solicitud de Asdrbal," dijo, "parece bastante razonable y, sin embargo, creo que no debncedrsela". Esta paradjica frase despert la atencin de todo el Senado. Continu: "La mleza juvenil con que Asdrbal rindi al padre de Anbal, considera ahora con justicia que plamar al hijo. Esto nos har, sin embargo, entregar nuestros jvenes a la lujuria de nu

    mandantes so pretexto del entrenamiento militar. Tenemos miedo de que pase mucho tiempoque el hijo de Amlcar se haga con el excesivo poder y muestras de realeza que asumi su pae apenas tardemos en convertirnos en esclavos del dspota a cuyo yerno leg nuestros ejmo si fueran de su propiedad? Yo, por mi parte, considero que este joven debe quedarse en crender a vivir en obediencia de las leyes y los magistrados, en igualdad con sus conciudadan

    contrario, este pequeo fuego podra un da u otro encender un enorme incendio".[21.4] La propuesta de Hann recibi el apoyo, aunque minoritario, de casi todos los mmbres del consejo; pero como suele pasar, la mayora venci a los mejores. Tan pronto Asembarc en Hispania, se convirti en el favorito de todo el ejrcito. Los veteranos creyeroevamente a Amlcar tal y como era en su juventud; vean su misma expresin determinasma mirada penetrante, todas sus mismas cualidades. Pronto se demostr, sin embargo, que nmemoria de su padre lo que ms le ayud a ganarse la adhesin del ejrcito. Nunca hubo cas capaz de tareas tan opuestas como mandar y obedecer; no era fcil distinguir quin le apres, si el general o el ejrcito: Siempre que se precisaba valor y resolucin, Asdrbal

    comendaba el mando a ningn otro; y no haba jefe en quien ms confiasen los soldados o bajondo se mostrasen ms osados. No tema exponerse al peligro y en su presencia se mo

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    almente dueo de s. Ningn esfuerzo le fatigaba, ni fsica ni mentalmente; era indiferente porfro y al calor; comiendo y bebiendo se someta a las necesidades de la naturaleza y no al ap horas de sueo no venan determinadas por el da o la noche, siempre que no estaba ocupa deberes dorma y descansaba, pero ese descanso no lo tomaba en mullido colchn o en silennudo le vean los hombres reposando en el suelo entre los centinelas y vigas, envuelto en sulitar. Sus ropas no eran en modo alguno mejores que las de sus camaradas; lo que le haca ren sus armas y caballos. Fue, de lejos, el mejor tanto de la caballera como de la infantemero en entrar en combate y el ltimo en abandonar el campo de batalla. Pero a estos grritos se oponan grandes vicios: una crueldad inhumana, una perfidia ms que pnica, una abta de respeto por la verdad, ni reverencia, ni temor a los dioses, ni respeto a los juramenntido de la religin. Tal era su carcter, compuesto de virtudes y vicios. Durante tres aos o las rdenes de Asdrbal, y durante todo ese tiempo jams perdi oportunidad de adqdiante la prctica o la observacin, la experiencia necesaria que requera quien iba a ser un

    nductor de hombres.[21.5] Desde el da en que fue proclamado jefe supremo, pareci considerar Italia la prov

    e se le haba asignado y a la guerra con Roma como su obligacin. Sintiendo que no deba reoperaciones, no fuera que algn accidente le sorprendiera como pas a su padre y desp

    drbal, decidi atacar a los saguntinos. Como un ataque contra ellos pondra en marcha inevarmas romanas, empez por invadir a los olcades, una tribu que estaba dentro de las fronterasbajo el dominio, de Cartago. Quiso hacer creer que Sagunto no era su objetivo inmediato, sinvio obligado a una guerra con ella por la fuerza de las circunstancias: es decir, por la conquis

    dos sus vecinos y la anexin de sus territorios. Cartala, una ciudad rica y capital de la tribmada por asalto y saqueada-221 a.C.-; las ciudades ms pequeas, temiendo una suerte simpitularon y aceptaron pagar un tributo. Su victorioso ejrcito, enriquecido por el saqueo, mar cuarteles de invierno en Cartagena [puede que sobre la antigua ciudad de Mastia de los Tariese lugar, el 227 o 226 a.C., la fundacin pnica de la Qart Hadasht, o "ciudad nueva", que a la Carthago Nova romana o la "nueva ciudad nueva".- N. del T.]. Aqu, mediante una pr

    tribucin de los despojos y la paga puntual de sus salarios atrasados, se asegur la lealtad opio pueblo y la de las fuerzas aliadas.

    Al comienzo de la primavera, extendi sus operaciones a los vacceos, y dos de sus ciudbocala y Helmntica [Toro? y Salamanca actuales.- N. del T.] , fueron tomadas al asalto

    C.?-. Arbocala resisti bastante tiempo, debido al valor y cantidad de sus defensores; los fugSalamanca unieron sus fuerzas con aquellos de los olcades que haban abandonado su pas (su

    ba sido subyugada el ao anterior) y juntos levantaron en armas a los carpetanos. No muy lejo, atacaron a Anbal cuando regresaba de su expedicin contra los vacceos, y su ejrcito, ca

    mo iba con el botn, fue puesto en cierta confusin. Anbal declin dar batalla y fij su campam

    a orilla del ro; tan pronto se hizo la quietud y el silencio entre el enemigo, vade la corrientncheras haban dejado espacio suficiente para que el enemigo las cruzase, y decidi atacarle czasen el ro. Dio rdenes a su caballera para que esperase hasta que estuviesen todos en el acarles entonces; dispuso sus cuarenta elefantes en la orilla. Los carpetanos, junto contingentes de los olcades y vacceos sumaban cien mil hombres, una fuerza irresistible si hubmbatido en terreno llano. Su innata valenta, la confianza que les inspiraba su nmero, su creque la retirada enemiga se deba al miedo, todo les haca creer segura la victoria y al ro coco obstculo a salvar. Sin que se diera voz alguna de mando, lanzaron un grito generalrodujeron, cada hombre avanzando, en el ro. Una gran fuerza de caballera descendi de la

    uesta y ambas fuerzas se encontraron en medio de la corriente. La lucha era cualquier cosa malada. La infantera, sintiendo inseguros sus pies, aun cuando el ro era vadeable, podra habe

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    opellada incluso por jinetes desarmados; mientras, la caballera, con sus cuerpos y armas lib caballos estables incluso en medio de la corriente, podan combatir cuerpo a cuerpo o nocrecin. Gran parte fue arrastrada ro abajo, algunos fueron llevados por las corrientes hasta eo donde estaba el enemigo, y all fueron pisoteados, hasta morir, por los elefantes. Los que esetaguardia consideraron ms seguro regresar a su propia orilla y empezaron a juntarse conformedos se lo permitan; pero antes de que tuviesen tiempo para recuperarse, Anbal entr en el rinfantera en orden de combate y los expuls de la orilla. Dio continuacin a su victoria aso campos, y a los pocos das estuvo en condiciones de recibir la sumisin de los carpetano

    ed parte del pas ms all del Ebro [claro est que desde el punto de vista romano para el cmando como direccin aquella que segua la costa desde Roma hacia la pennsula Ibrica, sinorte del Ebro "ms ac del Ebro" y lo que hubiere al otro lado "ms all del Ebro".- N. del T.perteneciera a los cartagineses, con excepcin de Sagunto.

    [21.6] La guerra no haba sido formalmente declarada en contra de esta ciudad, pero ya tivos para ella. Las semillas de la disputa estaban siendo sembradas entre sus vecinos, sobrere los turdetanos. Dado que el objetivo de quien haba sembrado la discordia no era, simplemitrar en el conflicto, sino instigar y provocar los disturbios, los saguntinos enviaron una deleg

    Roma para pedir ayuda ante una guerra que se aproximaba inevitablemente. Los cnsules, en mento, eran Publio Cornelio Escipin y Tiberio Sempronio Longo [hay aqu un error cronol

    r parte de Tito Livio; estos cnsules lo fueron el 218 a.C., mientras que los hechos que cedieron entre otoo del 220 a.C.y primeros de218 a.C.- N. del T.]. Tras presentar bajadores, invitaron al Senado a que expusiera su opinin sobre qu poltica deba ser adopta

    cidi que se enviaran legados a Hispania para investigar las circunstancias y, si lo considecesario, para advertir a Anbal de que no interfiriese con los saguntinos, que eran aliados de Rgo deberan cruzar a frica y exponer ante el consejo cartagins las quejas que aquellos tro antes de que partiese la legacin, llegaron noticias de que el asedio de Sagunto haba, en reara sorpresa de todos, comenzado. Todas las circunstancias del asunto deban ser reexaminadaSenado; algunos estaban a favor de considerar campos de accin separados frica e Hispa

    nsaban que se deba proceder a la guerra por tierra y mar; otros crean que se deba limitar la amente a Anbal en Hispania; otros ms eran de la opinin de que una tarea tan enorme no debontada con prisas y que deban esperar el regreso de la legacin de Hispania. Esta ltima opreca la ms segura y fue la adoptada, envindose a los delegados Publio Valerio Flaco y Qbio Tnfilo sin ms dilacin ante Anbal. Si se negaba a abandonar las hostilidades, deban ssta Cartago para pedir la entrega del general en compensacin por su violacin del tratado.

    [21.7] Mientras pasaban estas cosas en Roma, el asedio de Sagunto se prosegua con el mor. Esa ciudad era, con mucho, la ms rica de todas la de ms all del Ebro; estaba situada lla de la costa [1480 metros.- N. del T.]. Se dice que fue fundada por colonos de la isla de Za

    n algn aadido de rtulos de Ardea [Zacinto es una isla jnica y Ardea era colonia romana 442 a.C., ver libro 4,11.- N. del T.]. En poco tiempo, sin embargo, alcanz gran prosperidarte por su tierra y por el comercio martimo y en parte por el rpido aumento de su poblacmbin por mantener una gran integridad poltica que le llevaba a actuar con aquella lealtad pa

    aliados que le llevara a su ruina. Tras efectuar sus correras por todo el territorio, Anbal atadad desde tres puntos distintos. Haba un ngulo de la muralla que miraba sobre un valleerto y nivelado que el resto del terreno que rodeaba la ciudad, y aqu decidi colocar sus mant

    ra proteger la aproximacin de los arietes contra los muros. Pero aunque el terreno, hasttancia considerable de la muralla, era lo bastante nivelado como para admitir el acarreo d

    nteletes, se encontraron con que, una vez hecho esto, no obtuvieron ningn progreso. Una enre dominaba el lugar, y la muralla, estando aqu ms expuesta a un ataque, se haba elevad

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    s que el resto de fortificaciones. Como la situacin tena un especial peligro, pues la resisecida por un grupo selecto de defensores era de lo ms resuelta. Al principio se limitabntener al enemigo lanzando proyectiles y hacindoles imposible seguir operando con segunforme pasaba el tiempo, sin embargo, sus armas ya no destellaron sobre los muros o sobre lao que se aventuraron a efectuar una salida y atacar los puestos de avanzada y las obras de aemigas. En el tumulto de estos choques los cartagineses perdieron casi tantos hombres comguntinos. El mismo Anbal, acercndose a la muralla un tanto imprudentemente, cay gravemrido en la parte frontal del muslo por una jabalina, y tal fue la confusin y la consternacin quodujo que los manteletes y obras de asedio casi fueron abandonados.

    [21.8] Durante unos pocos das, hasta que san la herida del general, hubo ms un bloqueo qdio ofensivo y durante este intervalo, aunque se dio un respiro en el combate, los trabajos de a

    aproximacin siguieron sin interrupcin. Cuando la lucha se reanud fue ms feroz que nunsar de las dificultades del terreno, los manteletes se adelantaron y se colocaron los arietes conrallas. Los cartagineses tenan superioridad numrica (se cree con bastante certeza que pud

    ber sido ciento cincuenta mil hombres en armas), mientras que los defensores, obligados a vigfenderse en todas partes, vean disipadas sus fuerzas y encontraban su nmero insuficiente pea. Las murallas estaban siendo machacadas por los arietes, y en muchos lugares se rrumbado. Una parte, en la que se haba derrumbado un tramo bastante continuo de lienzopuesta la ciudad; tres torres, en sucesin, y toda la muralla entre ellas, cayeron con tremrpito. Los cartagineses, tras aquel derrumbe, consideraron la ciudad tomada, y ambos bandcipitaron por la brecha como si esta solo hubiese servido para protegerles a unos de otros.

    odujo ninguno de aquellos combates inconexos que acontecan cuando se asaltaba una ciudad yrte tena oportunidad de atacar a la otra. Los dos cuerpos de combatientes se enfrentaron entreespacio entre la muralla en ruinas y las casas de la ciudad, en formacin cerrada como si huado en campo abierto. De un lado estaba el coraje de la esperanza, del otro el valor sesperacin. Los cartagineses crean que con un poco de esfuerzo por su parte, la ciudad serasaguntinos oponan sus cuerpos como un escudo para su patria, despojada ahora de sus mural

    hombre cedi un palmo, por miedo a dejar entrar al enemigo por el hueco que l abra. Cuandencenda y se estrechaba el combate, mayor era el nmero de los heridos, pues ningn proa inocuo sobre las filas de la multitud. El proyectil empleado por los saguntinos era la falricaalina con un asta de abeto y redondeada hasta la punta donde sobresala el hierro que, comoo, tena la punta de hierro de seccin cuadrada. Esta parte estaba envuelta en estopa y untadz; la punta de hierro tena tres pies de largo [88,8 centmetros.- N. del T.] y poda penetrar tamadura como el cuerpo. Incluso si slo quedaba atrapada en el escudo y no alcanzaba el cuerp

    arma de lo ms formidable porque, cuando se lanzaba con la punta prendida en llamas, el fuevaba con un calor feroz al atravesar el aire y obligaba al soldado a arrojar su escudo y q

    defenso contra el ataque subsiguiente.[21.9] El conflicto haba transcurrido durante mucho tiempo sin ventaja para ningn banor de los saguntinos creca conforme se vean mantener una inesperada resistencia, mientrtagineses, incapaces de vencer, empezaban a verse a s mismo como derrotados. De repent

    fensores, lanzando su grito de guerra, expulsaron al enemigo ms all de la muralla en ruinapezando y en desorden, se vieron rechazados an ms atrs y, puestos finalmente en fuga, husta su campamento. Entre tanto, se haba anunciado que haban llegado embajadores desde Rbal envi mensajeros al puerto para encontrarse con ellos e informarles de que no les resu

    guro seguir ms lejos, a travs de tantas tribus salvajes en armas, y que Anbal, en el crtico e

    ual de cosas, no tena tiempo de recibir embajadas. Era seguro que si no les reciba marchartago. Por lo tanto, se adelant enviando mensajeros con una carta dirigida a los dirigent

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    rtido brquida, alertando a sus seguidores y en previsin de que el otro partido hiciera concesioma.

    [21.10] El resultado fue que, aparte de ser recibida y escuchada por el Senado cartaginbajada concluy su misin con un fracaso. Solo Hann, en contra de todo el Senado, se manif

    vor de observar el tratado, y su discurso fue escuchado en silencio por respeto a su autorsonal, no porque sus oyentes aprobasen sus sentimientos. Apel a ellos en nombre de los de eran los testigos y rbitros de los tratados, para que no provocaran la guerra con Roma ademque ya tenan con Sagunto. "Os inst," dijo, "y advert para que no enviaseis al hijo de Amlrcito. Ni los manes ni los descendientes de aquel hombre podan descansar; mientras viviescendiente de la sangre y nombre de los Barca, nuestros tratados con Roma nunca se respetbis enviado al ejrcito, como echando combustible al fuego, a un joven consumido por la ppoder soberano y que reconoce que el nico camino para alcanzarlo pasa por una vida rodea

    iones en armas y removiendo constantemente nuevas guerras. Sois vosotros, por tanto, lobis alimentado este fuego que ahora os abrasa. Vuestros ejrcitos estn asediando Sagunto, a

    trminos del tratado prohben acercarse; antes que despus, las legiones de Roma asedrtago, conducidas por los mismos generales y bajo la misma gua divina con que vengaron v

    ptura de las clusulas del tratado en la ltima guerra. Sois ajenos al enemigo, a vosotros mismsuerte de ambas naciones? Ese digno comandante vuestro rehus recibir a los embajadorenan de parte y en nombre de sus aliados; convirti en nada el derecho de gentes. Esos homhazados de un lugar al que no se negaba el acceso ni a los embajadores del enemigo, han lle nosotros; piden la satisfaccin que prescribe el tratado; exigen la entrega del culpable para tado pueda quedar limpio de toda mancha de culpa. Cuanto ms tarden en tomar una decisir comienzo a la guerra, ms determinados estarn y ms persistirn, me temo, una vez empierra. Recordad las islas gates y en rice y todo lo que habis pasado durante veinticuatro aiere aqu Livio a la derrota naval del 241 a.C. en las gates, junto a Sicilia, y la prdida del mce en la misma isla siciliana.- N. del T.]. Este muchacho no estaba al mando entonces, si

    dre Amlcar, un segundo Marte segn sus amigos nos quieren hacer creer. Pero rompimos el tr

    onces, igual que lo hemos hecho ahora; no apartamos en aquel momento nuestras manos de Tlo que es lo mismo, de Italia ms de lo que las apartamos ahora de Sagunto; y as los diosesmbres unidos nos derrotarn y la cuestin en disputa, es decir, qu nacin ha roto el trataerminar mediante el resultado de la guerra que, como juez imparcial, pondr la victoria dee tenga la razn. Es contra Cartago hacia donde conduce ahora Anbal sus manteletes y torremurallas de Cartago las que machaca con sus arietes. Las ruinas de Sagunto, ojal sea yo un

    ofeta!, caern sobre nuestras cabezas, y la guerra que se inici contra Sagunto habr de prosentra Roma".

    "'Debemos entonces entregar a Anbal?', dir alguno. Soy consciente de que, por lo que a

    iere, mi consejo tendr poco peso debido a mis diferencias con su padre; pero en aquel moalegr al saber de la muerte de Amlcar, que si estuviera ahora vivo ya estaramos en guerrma, y ahora no siento nada ms que odio y aborrecimiento por este joven, el loco incendiarinder esta guerra. No slo mantengo que se le debe entregar en expiacin por la ruptura del tro que, incluso aunque no se hubiera presentado demanda alguna para entregarle, considero qube deportar al rincn ms alejado de la Tierra, exiliado a algn lugar donde no nos alcance nuna de l, ninguna mencin de su nombre, y donde le resulte imposible perturbar el bienestanquilidad de nuestro Estado. Esto es, pues, lo que propongo: Que se enve de inmediatbajada a Roma para informar al Senado de nuestro cumplimiento de cuanto exigen, y una segu

    bal ordenndole que retire su ejrcito de Sagunto y que se entregue luego a los romanouerdo con los trminos del tratado; y propongo tambin que una tercera delegacin sea enviad

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    mpensar a los saguntinos".[21.11] Cuando Hann se sent nadie consider necesario dar ninguna respuesta

    solutamente estaba el Senado, a una, del lado de Anbal. Acusaron a Hann de hablar en uns hostilmente intransigente del que haba empleado Valerio Flaco, el embajador romanpuesta que se decidi dar a las demandas romanas fue que la guerra haba sido iniciada p

    guntinos, no por Anbal, y que el pueblo romano cometera un acto de injusticia si tomabanr los saguntinos contra sus antiguos aliados, los cartagineses[debe recordarse que, ms all enda que relaciona a Dido, reina de Cartago, con Eneas, el 509 a.C. se haba firmado un trre ambas ciudades y otro en el 348 a.C.; ver Libro 7,27.- N. del T.]. Mientras que los rom

    rdan el tiempo enviando embajadores, las cosas permanecan tranquilas alrededor de Saguntombres de Anbal estaban fatigados por los combates y las labores de asedio, y tras stacamentos de guardia junto a los manteletes y las dems mquinas militares, concedircito unos das de asueto. Emple este intervalo en animar el valor de sus hombres incitnntra el enemigo y encendindoles con la perspectiva de recompensas. Despus que l huncedido, en presencia de sus tropas reunidas, que el botn de la ciudad se les dara a ellos, estabestado tal de excitacin que si hubiera dado en ese instante la seal parecera imposible que resistiese. En cuanto a los saguntinos, a pesar de que tuvieron un respiro del combate du

    unos das, sin hacer ni recibir ataques, se dedicaron a reforzar sus defensas continuamente, denoche, de manera que completaron una nueva muralla en el lugar donde la cada de la antiguaado expuesta a la ciudad.

    El asalto se reanud con mayor vigor que nunca. Por todas partes resonaba un clamor de nfusos, de manera que resultaba difcil determinar dnde se deban prestar refuerzosidamente o dnde eran ms necesarios. Anbal estuvo presente en persona para alentar

    mbres, que llevaban una torre sobre rodillos que sobrepasaba todas las fortificaciones de la cihaban colocado catapultas y ballestas en todos sus pisos y, tras acercarla a las murallas, las ldefensores. Aprovechando su oportunidad, Anbal orden a unos quinientos soldados africanonaran la muralla con dolabras [ver libro 9,37.- N. del T.], una tarea fcil pues las piedras no es

    adas con cemento, sino con capas de barro entre las hileras, segn el modo antiguo de construyor parte de ella, por lo tanto, caa conforme se cavaba, y a travs de los huecos entraroerreros armados en la ciudad. Se apoderaron de cierto terreno elevado y, tras concentrar alapultas y ballestas, las encerraron con un muro para disponer de un castillo, de hecho, dentrodad, que la dominase como una ciudadela. Los saguntinos, por su parte, construyeron una merior alrededor de la parte de la ciudad que an no haba sido capturada. Ambas partes sigutificndose y combatiendo con la mayor energa, pero, al tener que defender la parte interiordad, los saguntinos reducan continuamente sus dimensiones. Adems de esto, hubo una creasez de todo conforme se prolongaba el asedio y disminua la expectativa de ayuda extern

    manos, su nica esperanza, estaban demasiado lejos y todo lo que haba a su alrededor estanos enemigas. Durante unos das, los decados nimos revivieron por la repentina partida de Auna expedicin contra los oretanos y los carpetanos. La forma rigurosa en que se haban alistapas de estas dos tribus produjo gran malestar y haban mantenido a los oficiales que supervisastamiento prcticamente como prisioneros. Se tema una revuelta general, pero la rapidez sperados movimientos de Anbal les tom por sorpresa y abandonaron su actitud hostil.

    [21.12] El ataque contra Sagunto no se debilit; Maharbal, el hijo de Himilcn, a quien Aba dejado al mando, prosigui las operaciones con tal energa que la ausencia del general nntida ni por amigos ni por enemigos. Luch con xito en varias acciones y con la ayuda d

    etes derrib una porcin considerable de muralla; al regreso de Anbal le mostr el terreno cur los derrumbes. El ejrcito fue llevado en seguida al asalto de la ciudadela; dio comien

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    sesperado combate, con grandes prdidas por ambas partes, y se captur una porcin dadela. Se hicieron luego intentos por conseguir la paz, aunque con muy pocas esperanzas de s hombres se encargaron de la misin, Alcn, un saguntino, y Alorco, un hispano. Alcn, pene sus ruegos pudieran tener algn efecto, cruz hacia donde estaba Anbal por la noche, nocimiento de los saguntinos. Cuando vio que no iba a conseguir nada con sus lgrimas y qndiciones ofrecidas eran duras y severas, como las de un vencedor exasperado por la resistandon el papel de suplicante y desert al enemigo, alegando que cualquiera que presentaseados aquellos trminos encontrara la muerte. Las condiciones consistan en que restituyese

    opiedades a los turdetanos, que entregasen todo el oro y la plata y que los habitantes saliesea sola prenda de ropa y morasen donde los cartagineses les ordenaran. Como Alcn insistiera esaguntinos no aceptaran la paz en tales trminos, Alorco, convencido, como dijo, de que cu

    do lo dems se ha perdido tambin se pierde el valor, se encarg de mediar por una paz bajo aqndiciones. Por entonces, l era uno de los soldados de Anbal, pero fue reconocido como husigo por la ciudad de Sagunto. Comenz su misin, entreg su arma ostensiblemente a la guz las lneas y fue llevado, tras solicitarlo, ante el pretor de Sagunto. Una multitud, proceden

    das las clases sociales, se reuni prontamente y tras haberse despejado el paso, Alorco fue llaudiencia ante el Senado. Se les dirigi en los siguientes trminos:

    [21.13] "Si vuestro conciudadano, Alcn, hubiera mostrado la misma valenta para traerelta las condiciones por las que Anbal os concede la paz que la que demostr al ir junto dirla, este viaje mio habra sido innecesario. No vengo ante vosotros ni como defensor de Anmo desertor. Pero ya que l se ha quedado con el enemigo, sea por vuestra culpa o por la suya,ya si su miedo era fingido o por la vuestra si quienes os dicen la verdad arriesgan la vida, he vsta vosotros por los viejos lazos de hospitalidad que existe hacen tanto entre nosotros, paaros en la ignorancia del hecho de que existen ciertas condiciones mediante las que pguraros la paz y conservar vuestras vidas. Ahora bien, que es por vuestro bien y no en nomb

    alquier otra persona lo que ahora dir se demuestra por el hecho de que, mientras tuvisteis la fra sostener una resistencia con xito y esperanzas de recibir ayuda de Roma, nunca dije un

    abra sobre acordar la paz. Pero ahora que ya no esperis nada de Roma, ahora que ni vuestras vuestras murallas bastan para protegeros, os traigo una paz ms forzada por vuestra necesidaomendable por la justeza de sus condiciones. As las esperanzas de paz, por dbiles que

    penden de que aceptis como hombres conquistados los trminos que Anbal, como conquispone, y que no consideris lo que os toma como un dao, pues todo queda a la merced del veno que veis cuanto os deja como un regalo suyo. La ciudad, cuya mayor parte yace en ruinas, yyor parte l ha capturado, os la quita; vuestros campos y tierras os los deja; y l os asignaar donde podris construir una nueva ciudad. Ordena que todo el oro y la plata, tan

    rteneciente al Estado como el de los individuos privados, se le entregue; a vuestras familia

    estras esposas e hijos les garantiza la inviolabilidad a condicin de que consintis en abangunto con solo dos piezas de ropa [ntese la suavizacin de las condiciones de Anbal desrrafo anterior, en que solo se les permite conservar un vestido por persona.- N. del T.] y sin atas son las demandas de vuestro enemigo victorioso; pesadas y amargas como resultan, vserable situacin os urge a aceptarlas. No carezco de esperanzas de que, cuando todo haya paspoder, l relaje algunas de estas condiciones, pero considero que an as debis someteros a elz de permitir que seis masacrados y que vuestras esposas e hijos sean capturados y arrebae vuestros ojos".

    [21.14] Una gran multitud se haba ido reuniendo poco a poco para escuchar al orador

    amblea Popular se haba mezclado con el Senado; los principales ciudadanos, sin advervia, se retiraron sin dar ninguna contestacin. Recogieron todo el oro y la plata, tan

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    ocedencia pblica como privada, lo llevaron al Foro donde haban dispuesto apresuradamengo, arrojndolo todo a las llamas y saltando luego la mayora de ellos en ellas. El terro

    nfusin que esto produjo en toda la ciudad se vieron acentuados por el ruido de un tumultna en direccin de la ciudadela. Una torre, tras mucho maltrato, haba cado, y por la brecha ar este derrumbe avanz al ataque una cohorte cartaginesa que indic a su comandante questos de avanzada y las guardias haban desaparecido y que la ciudad estaba sin proteccin. Ans que deba aprovechar la oportunidad y actuar con prontitud. Atacando con toda su fueroder de la ciudad en un momento. Se haban dado rdenes de matar a todos los jvenes; una el, pero inevitable en aquellas circunstancias, como luego se vio; pues a quin habra sido p

    rdonar de los que se encerraron con sus esposas e hijos y quemaron sus casas sobre ellos, o haban lo haran hasta la muerte?

    [21.15] Se encontr una enorme cantidad de botn en la ciudad capturada. Aunque la mayoreste haba sido deliberadamente destruido por sus propietarios y los enfurecidos soldados aieron distincin de edad en la masacre general, y tras entregarles todos los prisioneros, an

    guro que se consigui alguna cantidad por la venta de los bienes que se capturaron, siendo envmuebles y vestidos ms valiosos a Cartago. Algunos autores afirman que Sagunto fue toma

    avo mes de asedio y que Anbal llev a su fuerza desde all hasta Cartagena para invurriendo su llegada a Italia cinco meses despus. De ser as, resulta imposible que hubieranblio Cornelio y Tiberio Sempronio los cnsules ante quienes fueron enviados los embajaguntinos al principio del asedio y que, despus, estando an en el cargo, combatieron contra Ao de ellos en el Tesino [Ticino en el original latino.- N. del T.] y los dos, un poco despus,ebia. O sucedieron todos estos sucesos en un periodo ms corto o no dio comienzo el asedpezar su ao en el cargo -218 a.C.-, sino que fue entonces cuando se tom la ciudad. Porqalla del Trebia no pudo haber tenido lugar tan tarde como en el ao en que Cneo Servilio y

    aminio detentaron el cargo -217 a.C.-, pues Cayo Flaminio tom posesin de su consulamini [Ariminum en el original latino.- N. del T.] y su eleccin se celebr bajo el cnsul Tmpronio, que lleg a Roma tras la batalla del Trebia para celebrar las elecciones consulares y

    cerlo, volvi junto a su ejrcito en los cuarteles de invierno.[21.16] Los embajadores que haban sido enviados a Cartago, a su regreso a Roma, inform

    espritu hostil que se respiraba. Casi el mismo da en que regresaron lleg la noticia de la cagunto, y fue tal la angustia del Senado por el cruel destino de sus aliados, tal fue su sentimienrgenza por no haberles enviado ayuda, su ira contra los cartagineses y su inquietud por la segu

    Estado, pues les pareca como si el enemigo estuviese ya a sus puertas, que no se sentamos para deliberar, agitados como estaban por tan contradictorias emociones. Haba moicientes para la alarma. Nunca se haban enfrentado a un enemigo ms activo ni ms combatnca haba estado la repblica romana ms falta de energa ni menos preparada para la guerr

    eraciones contra los sardos, corsos e istrios, adems de aquellas contra los ilirios, haban sida molestia que un entrenamiento para los soldados de Roma; contra los galos se mantuvo una onexa ms que una guerra en regla. Pero los cartagineses, un enemigo veterano que duntitrs aos haba prestado un duro y spero servicio entre las tribus hispanas, y que siempre ido victorioso, acostumbrados a un general vigoroso, estaban ahora cruzando el Ebro, r

    queada una muy rica ciudad, y traan con ellos a todas aquellas tribus hispanas, ansiosas de tas levantaran a las distintas tribus galas, que siempre estaban dispuestas a tomar las armamanos tendran que luchar contra todo el mundo y combatir ante las murallas de Roma.

    [21.17] Ya se haban decidido los escenarios de las campaas; a los cnsules se les o

    harlos a suertes. Hispania correspondi a Cornelio y frica a Sempronio. Se resolvi que se dstar seis legiones durante ese ao; los aliados deberan aportar tantos contingentes

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    nsiderasen necesarios los cnsules y se fletara una armada tan grande como se pudiera; se llnticuatro mil romanos de infantera y mil ochocientos de caballera; los aliados aportaron cual de infantera y cuatro mil cuatrocientos de caballera; tambin se alist una flota de doscinte quinquerremes de guerra y veinte buques ligeros. La cuestin se present formalmente aamblea: Era su deseo y voluntad que se declarase la guerra contra el pueblo de Cartago? Co se decidi, se realiz una rogativa especial; la procesin march por las calles de la Ceciendo oraciones en los distintos templos para que los dioses concedieran una prspero ymino a la guerra que el pueblo de Roma acababa de ordenar. Las fuerzas se dividieron entnsules de la siguiente manera: se asignaron a Sempronio dos legiones, cada una compuestatro mil soldados de infantera y trescientos de caballera, as mismo se le asignaron diecisinfantera y mil ochocientos de caballera de los contingentes aliados. De las naves grandes

    stinaron ciento sesenta y doce de las ligeras. Con esta fuerza combinada, terrestre y naval,vi a Sicilia con rdenes de cruzar a frica si el otro cnsul tena xito impidiendo qutagineses invadieran Italia. A Cornelio, por el contrario, se le proporcion una fuerza ms peqes Lucio Manlio, el pretor, haba sido tambin enviado a la Galia con un grupo de tropas barte. La flota de Cornelio era ms dbil pues tena slo 60 buques de guerra, porque nunca se

    e el enemigo viniera por mar o emplease su armada con fines ofensivos. Su fuerza terrestre empuesta por dos legiones romanas, con su complemento de caballera, as como catorce mil inmil seiscientos jinetes aliados. La provincia de la Galia era ocupada por dos legiones romanas l infantes aliados junto a seiscientos jinetes romanos y mil aliados. Estas eran las fusplegadas para la Guerra Pnica.

    [21.18] Cuando se terminaron estos preparativos y para que antes de comenzar la gueiera todo ajustado a derecho, se envi una embajada a Cartago. Los escogidos eran hombr

    ad y experiencia: Quinto Fabio, Marco Livio, Lucio Emilio, Cayo Licinio y Quinto Bebio. carg que preguntasen si Anbal haba atacado Sagunto con la sancin del Consejo pblicomo pareca lo ms probable, los cartagineses admitan que as era y procedan a defender suembajadores romanos deban declarar formalmente la guerra a Cartago. Tan pronto como arri

    Cartago se presentaron ante el Senado. Quinto Fabio deba, de acuerdo con sus instruccponer simplemente la cuestin de la responsabilidad del gobierno, cuando uno de los miemsentes dijo: "Ya se adelant bastante vuestra anterior embajada al exigir la entrega de Anbal

    base de que estaba atacando Sagunto bajo su propia autoridad; pero la vuestra ahora, ms tempulta en realidad ms dura. Porque en aquella ocasin fue Anbal, cuyos actos denunciasteis yra exigisteis; ahora buscis forzarnos a una declaracin de culpabilidad e insists en obteneisfaccin inmediata, como hombres que admiten su error. No obstante, considero que la cuestisi el ataque a Sagunto fue un acto de poltica oficial o slo el de un ciudadano particular, saba o no justificado por las circunstancias. Es cosa nuestra investigar y proceder cont

    dadano cuando hace algo bajo su propia autoridad; para vosotros la nica cuestin a discutir actos son compatibles con los trminos del tratado. Ahora bien, ya que vosotros deseis estaba distincin entre lo que hacen nuestros generales con aprobacin del Senado y lo que haceciativa propia, debis recordar que el tratado con nosotros fue hecho por vuestro cnsul, tacio, y mientras que haca disposiciones para salvar los intereses de los aliados de ambas nachaca ninguna respecto a los saguntinos, pues ellos no eran vuestros aliados por entonces.

    is, por el tratado concluido con Asdrbal los saguntinos quedaban exentos de ser atacadoondr a esto vuestros propios argumentos. Nos dijisteis que rehusabais veros obligados ptado que vuestro cnsul, Cayo Lutacio, concluy con nosotros porque no fue aprobado ni d

    tres [o sea, el Senado.- N. del T.] ni por la Asamblea. Vuestro consejo pblico efectunsecuencia, un nuevo tratado. Ahora bien, si ningn tratado tiene carcter vinculante para voso

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    nos que se hayan hecho con la autoridad de vuestro Senado o por orden de vuestra Asamsotros, por nuestra parte, no podemos obligarnos por un tratado pactado por Asdrbal y que senuestro conocimiento. Dejad todas las alusiones a Sagunto y al Ebro, y hablad claramente so

    e habis estado tanto tiempo incubando secretamente en vuestras mentes". Entonces el romogiendo su toga, les dijo: "Aqu os traemos la guerra y la paz, tomad la que gustis". Se enc

    n un grito desafiante y se le contest altaneramente que diera l lo que prefiriese; y cuando, deer los pliegues de su toga, les dijo que les daba la guerra, ellos le replicaron que aceptaban la gue la llevaran con el mismo nimo que la aceptaban.

    [21.19] Esta pregunta directa y la amenaza de la guerra pareca estar ms en consonancia cnidad de Roma que discutir sobre tratados; ya lo pareca antes de la destruccin de Sagunto,

    n despus. Pues, si hubiera sido una cuestin a discutir, qu base haba para comparar el tratadrbal con el anterior de Lutacio que se haba modificado? En el de Lutacio se deca expresame slo obligara si el pueblo lo aprobaba, mientras que en el de Asdrbal no exista tal clusuvaguardia. Adems, el tratado haba sido observado en silencio durante sus muchos aos de ved por ello tan ratificado que, an tras la muerte de su autor, ninguno de sus artculos fue altero incluso si basasen su posicin sobre el tratado anterior, el de Lutacio, los saguntinos quedabstante protegidos al haberse exceptuado a los aliados de ambas partes de cualquier acto hrque nada se deca sobre "los que fueran entonces sus aliados" o sobre excluir "a cualquieren se formase despus una alianza". Y puesto que se permita a ambas partes formar n

    anzas, quin creera que resultara un acuerdo justo el que ninguno pudiera formalizar cona alianza con independencia de su mrito, o que cuando hubieran sido admitidos como aliados

    pudiera proteger con lealtad, sobre el entendimiento de que los aliados de los cartaginesban ser inducidos a rebelin ni recibir a quienes hicieran defeccin por propia voluntad?

    Los embajadores romanos, de acuerdo con sus instrucciones, marcharon a Hispania copsito de visitar a las diferentes ciudades y llevarlas a una alianza con Roma o, al menoandonasen a los cartagineses. Los primeros ante quienes se presentaron fueron los bargusios [pla actual regin catalana, al norte de la provincia de Lrida? -N. del T.], que estaban cansad

    dominacin pnica y les recibieron favorablemente; su xito aqu excit un deseo de cambiochas de las tribus de allende el Ebro. Llegaron despus junto a los volcianos [las l

    opuestas sitan este pueblo al norte de los bargusios, sobre el valle del Cinca.- N. del T.]puesta que les dieron fue ampliamente conocida en toda Hispania y determin que el resto de uvieran en contra de una alianza con Roma. Esta contestacin fue dada por el ms anciano nsejo nacional en los trminos siguientes: "No os avergenza, romanos, pedir que tengistad con vosotros en vez de con los cartagineses, en vista de cunto han sufrido por vuestra estros aliados, a quienes traicionasteis con ms crueldad que la que sufrieron de los cartagi enemigos? Os aconsejo que busquis aliados donde no se haya odo nunca hablar de Sagunt

    eblos de Hispania ven en las ruinas de Sagunto una triste y contundente advertencia en connfiar en ninguna alianza con Roma". Se les orden entonces perentoriamente que abandonaritorio de los volcianos, y desde aquel momento ningn consejo de Hispania les dio nuncpuesta favorable. Despus de esta misin infructuosa en Hispania, cruzaron a la Galia.

    [21.20] Aqu se encontraron ante sus ojos con una visin extraa y espantosa; los homudieron al consejo completamente armados, como era la costumbre del pas. Cuando los roms ensalzar la fama y el valor del pueblo romano y la grandeza de su dominio, pidieron a lose no permitieran que los invasores cartagineses pasasen por sus campos y ciudadeerrumpieron estallando en tales risas que los magistrados y miembros ms ancianos del co

    enas pudieron contener a los hombres ms jvenes. Pensaban que era una demanda estpolente pedir que los galos, para que la guerra no se extendiera a Italia, se volviesen contra

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    smos y expusieran sus propias tierras al saqueo en vez de las de los otros. Despus de restablecalma, se respondi a los embajadores que ni los romanos les haban prestado ningn serviciotagineses les haban hecho ninguna ofensa, ni como para tomar las armas en favor de Roma

    ntra de los cartagineses. Por otra parte, haban odo que hombres de su raza estaban spulsados de Italia, que se les haca pagar tributo y se les someta a muchas indignidadeperiencia se repiti en los dems consejos de la Galia, en ninguna parte escucharon una paable o lo bastante pacfica hasta que llegaron a Marsella [la antigua Massilia- N. del T.]. All

    puso cuidadosa y honestamente cuanto sus aliados haban averiguado: se les inform de quereses de los galos haban sido ya garantizados por Anbal; pero ni siguiera l les habra hy dispuestos, por su naturaleza salvaje e indomable, a menos que se hubiera ganado tambines con oro, algo que aquella nacin siempre apeteca. Despus de atravesar as Hispania y las la Galia, los embajadores regresaron a Roma no mucho despus de que los cnsules hub

    rtido a sus respectivas provincias. Encontraron la Ciudad entera esperando la guerra, puuchaban persistentes rumores de que los cartagineses haban cruzado el Ebro.

    [21.21] Tras la captura de Sagunto, Anbal se retir a sus cuarteles de invierno en Cartagenallegaron los informes de cuanto ocurra en Roma y Cartago y se enter de que l era, ademneral que iba a dirigir la guerra, el nico responsable de su estallido. Como retrasarse ms resuy inconveniente, vendi y distribuy el resto del botn, convoc a todos aquellos de sus sol

    e eran de sangre hispana y se dirigi a ellos de la siguiente manera: "Creo que vosotros miados, reconoceris que, ahora que hemos reducido todos los pueblos de Hispania, no nos quede poner fin a nuestras campaas y licenciar nuestros ejrcitos o llevar nuestras guerras arras. Si tratamos de ganar botn y gloria de otras naciones, estos pueblos disfrutarn no solo ndiciones de la paz, sino tambin de los frutos de la victoria. Dado que, por lo tanto, nos esmpaas lejos de casa, y no se sabe cuando volvis a ver vuestras casas y cuanto os es queridncedo licencia para que todo el que lo desee pueda visitar a su gente amada. Debis volniros a principio de la primavera, para que podamos, con la benevolente ayuda de los d

    dicarnos a una guerra que nos proporcionar inmenso botn y nos cubrir de gloria". Todos

    radecieron la oportunidad, ofrecida tan espontneamente, de visitar sus hogares tras una auslarga y en previsin de una ausencia an ms duradera. El descanso invernal, tras sus l

    uerzos y antes de los an mayores que habran de hacer, restaur sus facultades mentales y ftalecindoles de cara a las nuevas pruebas.

    En los primeros das de la primavera se reunieron conforme a las rdenes. Despus de revialidad de los contingentes nativos, Anbal fue a Cdiz [Gades en el original latino.- N. dende cumpli sus promesas a Hrcules [el famoso santuario fenicio de Melqart-Herakles.- N. de comprometi a s mismo con nuevos votos a esa deidad en el caso de que su empresa tuto. Como frica sera vulnerable a los ataques procedentes de Sicilia durante su larga mar

    vs de Hispania y las dos Galias hasta Italia, decidi asegurar aquel pas con una fuerte guarnra ocupar su lugar requiri tropas de frica, una fuerza consistente principalmente infaera [iaculatorum levium en el original latino: literalmente, lanzadores de jabalinas ligeros.- N. Habiendo transferido as africanos a Hispania e hispanos a frica, esperaba que los soldad

    da procedencia prestaran as un mejor servicio, estado obligados por obligaciones recprocarza que despach a frica consisti en trece mil ochocientos cincuenta infantes hispanos con cudo de entre 50 y 70 centmetros, de cuero o madera forrada de cuero; el trmino cast

    etra traduce exactamente el caetra latino original.- N. del T.] y ochocientos setenta honericos, junto a un cuerpo de mil doscientos jinetes procedentes de muchas tribus. Esta f

    aba destinada en parte a la defensa de Cartago y en parte a distribuirse por el territorio africansmo tiempo, se enviaron oficiales de reclutamiento por diversas ciudades; orden que unos

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    l jvenes escogidos de los alistados fueran llevados a Cartago para reforzar su defensa y tammo rehenes que garantizasen la lealtad de sus pueblos.

    [21.22] Las mismas previsiones hubieron de hacerse en Hispania, tanto ms cuanto que Aplenamente consciente de que los embajadores romanos haban ido por todo el pas para ganjefes de las diversas tribus. Puso al mando a su enrgico y capaz hermano, Asdrbal, y le asig

    rcito compuesto principalmente por tropas africanas: once mil ochocientos cincuenta de infaicana, trescientos ligures y quinientos baleares. A estos infantes auxiliares aadi cuatrocicuenta de caballera libio-pnica (raza mezcla de pnicos y africanos), unos mil ochocmidas y moros, habitantes de la orilla del ocano y un pequeo grupo montado de trescrgetes alistados en Hispania. Finalmente, para su sus fuerzas terrestres estuviera completa en partes, asign veintin elefantes. La proteccin de la costa precisaba una flota, y como era n

    poner que los romanos emplearan nuevamente este arma, con la que haban logrado antes victstin una flota de cincuenta y siete buques, incluyendo cincuenta quinquerremes, dos cuadrircinco trirremes, aunque nicamente estaban dispuestas y pertrechadas de remos treinta nqueremes y los cinco trirremes. Desde Gades volvi a los cuarteles de invierno de su ejrcrtagena, y desde Cartagena comenz su marcha hacia Italia. Pasando por la ciudad de Onusconoce su ubicacin.- N. del T.], march a lo largo de la costa hasta el Ebro. Dice la leyendentras estaba all detenido, vio en sueos a un joven de apariencia divina que le dijo que le viado Jpiter para que actuase como gua a Anbal en su marcha a Italia. Deba, por tanto, seguapartar los ojos de l. Al principio, lleno de asombro, lo sigui sin mirar a su alrededor ni

    s, pero como la curiosidad instintiva le impulsaba a preguntarse qu era lo que le estaba prohrar a sus espaldas, ya no pudo controlar sus ojos. Vio detrs de l una serpiente granravillosa, que se mova derribando rboles y arbustos frente a ella, mientras a su paso levaa tempestad de truenos. l le pregunt qu significaba aquel maravilloso portento y se le dij

    la devastacin de Italia; que tena que seguir adelante sin hacer ms preguntas y dejar qstino permaneciera oculto.

    [21.23] Complacido por esta visin, procedi a cruzar el Ebro con su ejrcito, en tres grupo

    viar hombres por adelantado para asegurarse con sobornos la buena voluntad de los habitantessus lugares de cruce y tambin para reconocer los pasos de los Alpes. Llev noventa m

    antera y doce mil de caballera a travs del Ebro. Su siguiente paso fue someter a los ilergetergusios y a los ausetanos, as como el territorio de la Lacetania que se encuentra a los pies ineos. Puso a Hann al mando de toda la lnea de costa para asegurar el paso que conecta Hisn la Galia, y le dio un ejrcito de diez mil infantes para mantener el terreno y mil de cabaando su ejrcito comenz el paso de los Pirineos y los brbaros vieron que era cierto el rume les llevaban contra Roma, tres mis carpetanos desertaron. Se dio a entender que les indsertar no tanto la perspectiva de la guerra como la duracin de la marcha y la imposibilid

    zar los Alpes. Como hubiera sido peligroso exigirles volver o tratar de detenerlos por la fuerzse levantaban los nimos del resto del ejrcito, Anbal envi de regreso a sus casas a ms del hombres que, segn haba descubierto por s mismo, estaban cansados de la campaa; al mmpo hizo parecer que los carpetanos haban sido despedidos por l.

    [21.24] A continuacin, para evitar que sus hombres se desmoralizasen con ms retractividad, cruz los Pirineos con el resto de su fuerza y fij su campamento en la ciud

    ne [antigua Iliberri.- N. del T.]. A los galos se les dijo que esta guerra era contra Italia, pero ban odo que los hispanos de ms all de los Pirineos haban sido subyugados por la fuerza mas y que se haban dispuesto fuertes guarniciones en sus ciudades, varias tribus, temiendo p

    ertad, le levantaron en armas y se reunieron en Castel-Rousillon [junto a Perpin; anscino.- N. del T.]. Al recibir la noticia de este movimiento, Anbal, temiendo ms el retraso q

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    stilidades, envi mensajeros a sus jefes para decirles que estaba deseando reunirse con ellos, dan ellos llegarse hasta por temor a retrasar ms de las hostilidades, envi a los portavoces des para decir que l estaba ansioso de una conferencia con ellos, y bien podran acercarse a Ilil se acercara Ruscino para facilitar su reunin, para que con mucho gusto recibirlos en su came se vaya a ellos sin prdida de tiempo. Haba llegado a la Galia como amigo, no como enemignos que los galos le obligaran, no desenvainara la espada hasta llegar a Italia. Esta fue la prop

    cha por los enviados, pero cuando los galos hubieron, sin ninguna vacilacin, trasladampamento a Elne, fueron ganados mediante sobornos y permitieron al ejrcito un paso lipedido por su territorio, bajo las mismas murallas de Castel-Rousillon.

    [21.25] Ninguna noticia, entre tanto, haba llegado a Roma aparte de los hechos advertidomensajeros marselleses, es decir, que Anbal haba cruzado el Ebro. A esto, como si Anb

    biera cruzado los Alpes, los boyos [su capital era la antigua Bononia, la Bolonia actual.- N. ds sublevar a los nsubros [su capital era la antigua Mediolanum, actual Miln.- N. del Taron en rebelin, no tanto a consecuencia de su vieja y permanente enemistad contra Roma sinreciente agresin. Grupo de colonos fueron asentados en territorio galo del valle del P

    asencia [antigua Placentia.- N. del T.] y Cremona, produciendo gran irritacin. Tomando las actuaron un ataque sobre el territorio que estaba, de hecho, siendo repartido en aquel mome

    odujeron tal terror y confusin que no solo los agricultores, sino incluso los triunviros romanodedicaban a la demarcacin de las parcelas, huyeron hacia Mdena [antigua Mutina.- N. del sentirse seguros tras murallas de Plasencia. Los triunviros eran Cayo Lutacio, Cayo Serv

    arco Anio. No hay duda en cuanto al nombre de Lutacio, pero en vez de Anio y Servicio alalistas citan a Manlio Acilio y Cayo Herenio, y otros mencionan a Publio Cornelio Asina y pirio Maso. Tambin hay dudas sobre si se trataba de los embajadores que se enviaron a los bra protestar o si eran los triunviros quienes fueron atacados mientras repartan el terreno. Los diaron Mdena, pero como les resultaba extrao el arte de dirigir asedios y eran dema

    dolentes para acometer la construccin de obras militares, se contentaron con bloquear la ciudusar ningn dao en las murallas. Por fin, fingieron que estaban dispuestos a discutir los tr

    la paz, y los emisarios fueron invitados por los jefes galos a una conferencia. All fueron deteviolacin directa no slo del derecho de gentes, sino del salvoconducto que haban concedidoocasin. Despus de haberles apresado, los galos dijeron que no les liberaran hasta que no volviesen sus rehenes.

    Cuando llegaron noticias de que los enviados estaban presos y Mdena y su guarniciigro, Lucio Manlio, el pretor, ardiendo de ira, llev su ejrcito en varios cuerpos hasta Mdenyor parte del pas estaba sin cultivar en ese momento y el camino pasaba por un bosque. Avanndar exploradores y cay en una emboscada, de la cual, tras sufrir considerables prdidas, se

    so con dificultad hacia terreno ms abierto. Aqu se fortific, y como los galos consideraro

    a intil atacarlo all, el valor de sus hombres revivi, aunque era bastante seguro que haban s de quinientos. Reanudaron su marcha, y mientras fueron por terreno abierto no vieron eneuno; cuando entraron de nuevo en el bosque su retaguardia fue atacada, provocando gran confpnico. Perdieron setecientos hombres y seis estandartes. Cuando por fin salieron de la rincada y sin caminos, dieron fin las tcticas aterradoras de los galos y el salvaje pnico manos y enredado no era un fin a las tcticas aterrador de las Galias y la alarma silvestres manos. No tuvieron dificultad en repeler los ataques una vez llegados a campo abierto,igieron a Taneto, un lugar cerca del Po. Aqu se fortificaron rpidamente y, ayudado pastecimiento fluvial y por los galos de Brescia [Brixia en el original latino.- N. del T.], mantu

    reno contra un enemigo cuyo nmero aumentaba a diario.[21.26] Cuando lleg noticia de este repentino levantamiento y el Senado se dio cuenta d

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    frentaban una guerra gala adems de la guerra con Cartago, ordenaron a Cayo Atilio, el pretora a relevar a Manlio con una legin romana y cinco mil hombres alistados recientemente

    nsul de entre los aliados. Como el enemigo, temeroso de enfrentarse con estos refuerzos, se irado, Atilio lleg a Taneto sin combatir. Despus de alistar una nueva legin para sustituir a lhaba enviado con el pretor, Publio Cornelio Escipin se hizo a la mar con sesenta grandes naste por las orillas de Etruria y Liguria, pasando las montaas de los saluvios [pueblo asere Niza y el Rdano.- N. del T.] hasta llegar a Marsella. All desembarc sus tropas en la prca del Rdano a la que lleg (el ro desemboca en el mar por varios brazos) y dispumpamento fortificado, apenas capaz de creer que Anbal haba superado el obstculo de los Pirn embargo, cuando comprendi que este ya estaba considerando cruzar el Rdano, sintideciso sobre dnde podra encontrarle y deseando dar tiempo a sus hombres para recobrarse ctos del viaje, envi por delante una fuerza selecta de trescientos jinetes acompaados por rselleses y galos amigos para explorar el pas en todas direcciones y descubrir, si era posib

    emigo.Anbal haba superado la oposicin de las tribus nativas, fuera mediante el miedo o con sobo

    haba llegado al territorio de los volcas [pueblo situado entre los Pirineos y el Rdano.- N. detrataba de una tribu poderosa que habitaba el pas a ambos lados del Rdano pero, desconfiancapacidad para detener a Anbal en el lado del ro ms cercano a l, decidieron convertir al a barrera y trasladaron a casi toda la poblacin al otro lado, donde se prepararon para resistir cmas. El resto de la poblacin del ro, y tambin la de los propios volcas, que an seguan egares, fue inducida con regalos para que reuniesen botes de ambas orillas y ayudasen nstruccin de otras, estimulados sus esfuerzos por el deseo de deshacerse lo antes posible davosa e inmensa multitud. As que se reuni una enorme cantidad de botes y naves de toda mo las que usaban en sus viajes arriba y abajo del ro; los galos fabricaron otras nuevas ahuencos de rboles y luego los mismos soldados, viendo la abundancia de madera y la facilidae se construan, se dieron a construir toscas canoas, contentndose con que flotasen y llevaga de sus pertenencias y a s mismos.

    [21.27] Todo estaba listo para el cruce, pero toda la orilla opuesta estaba ocupada por nomntados y desmontados, preparados para impedir el paso. Con el fin de desalojarlos, en la pr

    ardia nocturna Anbal envi a Hann, el hijo de Bomlcar, con una divisin compncipalmente de hispanos, a un da de marcha ro arriba. Deba aprovechar la primera oportunidzar sin ser visto, y luego llevara sus hombres por una ruta que rodeara al enemigo para ataca

    momento adecuado por la espalda. Los galos que llevaban como guas informaron a Hann das veinticinco millas [37 kilmetros.- N. del T.] ro arriba, una pequea isla divida el ro en e el cauce, por tanto, tena menor profundidad. Cuando llegaron al lugar, cortaron madera asa y construyeron balsas sobre las que hombres y caballos pudieran ser transportados. Los his

    tuvieron problemas; arrojaron sus vestidos sobre odres, pusieron sus cetras encima y apoyestos flotadores cruzaron a nado. El resto del ejrcito pas sobre balsas atadas, y despuampar cerca de la orilla se tomaron un da de descanso tras el trabajo de construir botes y elcturno; su general, entre tanto, esperaba ansioso la oportunidad de poner en prctica su plasieron en marcha al da siguiente y, prendiendo un fuego en un cierto terreno elevado, sealin la columna de humo que haban cruzado el ro y que no estaban muy lejos. Tan pronto bal recibi la seal, aprovech la ocasin y dio de inmediato la orden de cruzar el ro. La infa

    ba preparado balsas y botes, y la caballera pasaba en barcazas al lado de los caballos quedando. Se amarr ro arriba, a poca distancia, una fila de barcos de gran tamao para rom

    rza de la corriente, los hombres cruzaron, por tanto, en embarcaciones ms pequeas sobre nquilas. La mayora de los caballos fueron remolcados a popa y nadando, otros fueron llevad

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    rcazas, ensillados y embridados con el fin de estar disponibles para la caballera en el momentsembarcaran.

    [21.28] Los galos se congregaron junto a la orilla, con sus gritos y canciones tradicionalerra, agitando sus escudos sobre sus cabezas y blandiendo sus jabalinas. Estaban un morizados al ver lo que ocurra frente a ellos; el enorme nmero de barcos, grandes y peque

    gido del ro, los gritos confusos de los soldados y marineros, algunos de los cuales tratabrirse paso por la corriente mientras otros en la orilla animaban a sus compaeros al cruzar. Mintemplaban todo estos movimientos con el corazn desanimado, escucharon gritos anrmantes tras ellos; Hann haba capturado su campamento. Pronto apareci en la escena, y tuve hacer frente ahora al peligro desde partes opuestas: la hueste de hombres armados desembarlos botes y el ataque por sorpresa que reciban por su retaguardia. Durante un tiempo, los gaorzaron por sostener el combate en ambas direcciones, pero viendo que perdan terreno, forzaso por donde les pareca haber menor resistencia y se dispersaron en todas direcciones hacopias aldeas. Anbal pas el resto de su fuerza sin ser molestado y, sin preocuparse ms poos, estableci su campamento.

    Creo que se adoptaron disposiciones distintas para el transporte de los elefantes; en todo casatos de lo que se hizo varan considerablemente. Algunos dicen que despus de haber sido reula orilla, los de peor genio fueron azuzados por sus guas y al correr hacia el agua el refantes les siguieron; la corriente les arrastr hasta la orilla opuesta pese a temer la profundidaplicacin ms creble, sin embargo, es que fueron transportados en balsas, pues este mtodo hrecido el ms seguro en principio y por lo tanto es el que probablemente habra sido adoptaron al ro una balsa de doscientos pies de largo por 50 de ancho[59,2 por 14,8 metros.- N. de

    para impedir que la arrastrase la corriente, uno de los extremos estaba asegurado a la orillrias amarras. Se cubri con tierra como un puente para que los animales, tomndola por tierra tuvieran miedo de subirse en ella. Una segunda balsa, de la misma anchura pero con slo cielargo [29,6 metros.- N. del T.] y capaz de cruzar el ro, se uni a la primera. Los elef

    cabezados por las hembras, fueron llevados a la balsa fija, como si fuera un camino, hast

    gaban a la ms pequea. Tan pronto como estaban asegurados sobre esta, se desprenda astrada por barcos ligeros hasta el otro lado del ro. Cuando el primer lote era desembarcados eran transportados de la misma manera. No mostraban miedo mientras les llevaban por laa; el temor empezaba cuando se les llevaba por mitad de la corriente en la otra balsa que quelta. Se amontonaban, alejndose del agua los que estaban en la orilla, y mostraban bauietud hasta que su propio miedo al verse rodeados por agua les haca calmarse. Algunos,

    citacin, se caan al agua y arrojaban a sus guas, pero su propio peso les mantena en su sitiontirse en aguas poco profundas, lograban llegar seguros a tierra.

    [21.29] Mientras se haca cruzar a los elefantes, Anbal envi quinientos jinetes nmidas

    romanos para determinar su nmero y sus intenciones. Esta fuerza a caballo se encontr coscientos de caballera romana que, como ya he dicho, haban sido enviados por adelante desembocadura del Rdano. Fue un combate mucho ms grave de lo que podra haberse esperadnmero de combatientes. No slo muchos resultaron heridos, sino que cada bando tuvo csmo nmero de muertos y los romanos, que quedaron finalmente completamente agobieron su victoria al pnico entre los nmidas y su subsiguiente huida. De los vencedores casta ciento sesenta, no todos romanos pues haba algunos galos; los vencidos perdieron mscientos. Esta accin, con la que comenz la guerra, fue un presagio de su resultado final, psar de que presagiaba la victoria final de Roma mostr que esta no se alcanzara sin m

    rramamiento de sangre y repetidas derrotas. Las tropas abandonaron el campo y volvieron ju respectivos comandantes. Escipin se vio incapaz de formar algn plan definitivo, ms all

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    e le sugeran los movimientos del enemigo. Anbal estaba indeciso sobre si reanudar su marlia o enfrentarse a los romanos, el primer ejrcito que se le enfrentaba. Fue disuadido de esto r la llegada de embajadores de los boyos y del reyezuelo Magalo. Venan para asegurar a Anbposicin a actuar como guas y tomar parte en los peligros de la expedicin, y le dieron su opque deba reservar todas sus fuerzas para la invasin de Italia y no desperdiciar ninguna de elemano. El grueso de su ejrcito no se haba olvidado de la guerra anterior y esperaba con desencuentro con su viejo enemigo; pero lo que ms les horrorizaba era la perspectiva de un viasobre los Alpes, con fama de ser algo especialmente horrendo, sobre todo para los inexpertos.

    [21.30] Cuando Anbal hubo tomado la decisin de seguir adelante y llegar a Italia sin prdmpo, orden que se reunieran sus tropas y se dirigi a ellos con palabras en que mezclaba el al reproche. "Estoy asombrado", dijo, "al ver cmo corazones que han sido siempre intrpid

    nvierten de repente en presa del miedo. Pensad en las muchas campaas victoriosas que hmplido, y recordad que no habis salido de Hispania antes de haber aadido al imperio Cartadas las tribus de aquel pas baado por dos remotos mares. El pueblo romano exigi que regase a todos los que tomaron parte en el asedio de Sagunto; vosotros, para vengar el in

    bis cruzado el Ebro y borrar el nombre de Roma y traer la libertad al mundo. Cuando empezestra marcha, desde donde se pone el Sol hacia donde sale, ninguno de vosotros pens quemasiado para l, hasta ahora, que habis cubierto la mayor parte del camino; los pasos dineos, que estaban guardados por tribus en su mayor parte guerreras, los coronasteis; el Rdanderosa corriente, la cruzasteis frente a tantos miles de galos y ralentizasteis el torrente de sus aahora que estis a la vista de los Alpes, a cuya otra parte est Italia, os fatigis y detenis vurcha a la mismas puertas del enemigo. Qu imaginis que son los Alpes, ms que altas montpongamos que sean ms altos que las cumbres de los Pirineos; sin duda, ninguna regin ndo puede tocar el cielo ni resulta infranqueable para el hombre. Incluso los Alpes estn habultivados, all nacen y crecen los animales, sus gargantas y barrancos pueden ser atravesadoejrcitos. Porque ni los embajadores que veis aqu cruzaron los Alpes volando por el aire,

    ieron sus antepasados que no eran nativos de su tierra. Ellos llegaron a Italia como emigran

    sca de una tierra para instalarse, y cruzaron los Alpes a menudo en grupos inmensos, cojeres, hijos y todas sus pertenencias. Qu puede ser inaccesible o insuperable para el soldad

    va nada con l sino sus armas de guerra? Qu trabajos y peligros afrontasteis durante ocho ra lograr la captura de Sagunto?! Y ahora que Roma, la capital del mundo, es vuestro objetivo,o que consideris tan arduo o difcil que no podis lograr? Hace muchos aos, los galos captuplaza que los cartagineses desesperan de abordar; podis confesaros a vosotros mismos infevalor e iniciativa a un pueblo al que habis vencido una y otra vez, o por el contrario, mirarante para terminar vuestra marcha sobre el territorio entre el Tber y las murallas de Roma".

    [21.31] Despus de esta arenga entusiasta, los despidi con rdenes de disponerse a la m

    oniendo fuerzas. Al da siguiente avanzaron por la orilla izquierda del Rdano hacia los terricentro de la Galia, no porque esta fuese la ruta ms directa a los Alpes, sino porque pensabbra menos probabilidades de que los romanos le encontrasen, pues no deseaba enfrentarse aes de haber llegado a Italia. Cuatro das de marcha le llevaron hasta "la Isla". Aqu el Isrdano, fluyendo hacia abajo desde distintos lugares de los Alpes, delimitan una considerable pode tierra y luego unen sus cauces; dicha comarca se llama "la Isla". El pas vecino estaba habr los albroges, una tribu que, incluso en aquellos das, no era inferior a ninguna en poutacin. Por el tiempo de la llegada de Anbal, haba estallado una disputa entre dos hermano

    piraban a la soberana. El hermano mayor, cuyo nombre era Braneo, haba sido el jefe

    onces, pero fue expulsado por el partido de los hombres ms jvenes, encabezados por su herme tena ms fuerza que derecho. La oportuna aparicin de Anbal hizo que se le presenta

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    estin; deba decidir quin era el pretendiente legtimo al trono. Se pronunci a favor del heryor, que cont con el apoyo del Senado y de los notables [una y otra vez, a lo largo del texto,plea la expresin "principes" para referirse a los aristcratas y notables de una sociedastellano moderno, el sentido de esa palabra est mejor reflejado por las de "principalotables" que por la de prncipe, que tiene hoy un sentido distinto al de hace dos mil aos.- N. A cambio de este servicio, recibi ayuda en forma de provisiones y suministros de todo

    pecialmente ropa, una necesidad apremiante en vista del notorio fro de los Alpes. Tras resolputa entre los albroges, Anbal reanud su marcha. No march directamente hacia los Alpese torci a la izquierda, hacia los tricastinos; luego, bordeando el territorio de los voconcios, mdireccin a los trigorios [los tricastinos habitaban, ms o menos en la actual Aouste sur la Dvoconcios entre Drme y Durance y los trigorios probablemente en Gap.- N. del T.]. En nin

    rte se encontr con dificultad alguna, hasta que lleg al Durance. Este ro, que tambin nace pes, es el ms difcil de cruzar de entre todos los ros de la Galia. A pesar de tener un gran case presta a la navegacin, pues no se mantiene entre sus orillas sino que fluye por muchos caerentes. Al cambiar constantemente su cauce y la direccin de sus corrientes, la tarea de vadealo ms peligrosa pues los guijarros y rocas arrastradas hacen el paso inseguro y traicio

    pecialmente para los que van a pie. Sucedi que, por entonces, bajaba crecido por las lluvias,mbres fueron arrojados desordenadamente mientras lo cruzaban, aumentando la dificulta

    mor y sus gritos confusos.[21.32] Tres das despus de Anbal haba dejado atrs las orillas del Rdano; Publio Co

    cipin lleg al campamento abandonado con su ejrcito en orden de batalla, dispuesto a combamediato. Sin embargo, cuando vio las defensas abandonadas y se dio cuenta de que no serail alcanzar a su oponente con la ventaja tan grande que le haba tomado, regres a sus bnsider que lo ms fcil y seguro sera enfrentarse con Anbal cuando descendiera de los Aspania era la provincia que le haba correspondido y, para evitar que se viera completamspojada de fuerzas romanas, envi a su hermano Cneo Escipin, con la mayor parte de su ejrerar contra Asdrbal, no solo para conservar los viejos aliados y ganar otros nuevos, sino

    pulsar a Asdrbal de Hispania. l mismo naveg hasta Gnova [Genua en el original latino.- Ncon una muy pequea fuerza, con intencin de defender Italia con el ejrcito situado en el val Desde el Durance, la ruta de Anbal transcurri principalmente a travs de territorio abierto y

    leg a los Alpes sin encontrar ninguna oposicin por parte de los galos que habitaban la zonavista de los Alpes revivi el terror en las mentes de sus hombres. Aunque los rumores, que pneral aumentan los peligros no probados, les haba llenado de sombros presagios, la visin demostr ser ms atemorizante. La altura de las montaas, ya tan cercanas, la nieve que casi se psta el cielo, las miserables chozas encaramadas a las rocas, los rebaos y manadas ateridos o, los hombres salvajes y descuidados, todo lo animado y lo inanimado rgido por las heladas,

    n otras horribles visiones ms all de cualquier descripcin, ayudaron a aumentar su inquietudA medida que la cabeza de la columna empez a subir las pendientes ms prximas, aparecnativos en las alturas; si se hubieran ocultado en los barrancos y se hubiesen lanzado al a

    spus, habran provocado un terrible pnico y mucho derramamiento de sangre. Anbal ordeo y envi algunos galos para examinar el terreno, al ver que era imposible avanzar en aeccin plant su campamento en la parte ms ancha del valle que pudo encontrar; todo alre

    asentamiento eran quebradas y precipicios. Los galos que haban sido enviados en descuraron en conversacin con los nativos, ya que haba poca diferencia entre sus lenguas y costumrajeron noticias a Anbal de que el paso solo estaba ocupado durante el da y que por la noche

    indgenas regresaban a sus hogares. En consecuencia, al amanecer empez el ascenso consase forzar el paso a la luz del da y pas el da efectuando movimientos pensados para ocult

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    rdaderas intenciones y fortificando el campamento en el lugar donde se haba detenido. Tan pmo observ que los nativos haban abandonado las alturas y ya observaban sus movimientodenes, con vistas de engaar al enemigo, para que se encendieran gran cantidad de fuegos, ms, de hecho, de los necesarios para los que permanecan en el campamento. Entonces, dejanpedimenta con la caballera y la mayor parte de la infantera, l mismo, junto con un pecialmente escogido de tropas, se movieron rpidamente a paso ligero hasta el desfiladuparon las alturas que el enemigo haba ocupado antes.

    [21.33] Al da siguiente, el resto del ejrcito levant el campamento en el gris amanemenz su marcha. Los nativos fueron a reunirse en sus lugares habituales de observacin, cuanente se dieron cuenta de que algunos de los enemigos se haban apoderado de sus lugares futo encima de sus cabezas, mientras que los dems avanzaban, por debajo, por el camino. La presin hecha a sus ojos y a su imaginacin les mantuvo inmviles un breve instante, pero al umna en desorden, sobre todo por el miedo de los caballos, pensaron que si ellos aumentab

    nfusin y el pnico sera bastante para destruirles. As pues, cargaron hacia abajo, de roca enpreocuparse de si haba camino o no pues estaban familiarizados con el terreno. Los cartagi

    vieron que enfrentarse con este ataque al mismo tiempo que luchaban contra las dificultadmino, y como cada uno haca todo lo posible por ponerse a s mismo fuera de peligro, se vhando ms entre ellos que contra los nativos. Los caballos hicieron el mayor dao, esrrorizados por los salvajes gritos, que el eco de los valles y bosques aumentaban, y cuultaban golpeados o heridos provocaban tremendos estragos entre los hombres y los dismales de carga. El camino estaba flanqueado por precipicios verticales a cada lado, y al

    ntos muchos fueron empujados por el borde y cayeron a gran profundidad. Algunos inclusomados, tambin se precipitaron los animales pesadamente cargados de equipajes. Horrible comuel espectculo, Anbal se qued quieto y retuvo a sus hombres durante algn tiempo, por tementar la alarma y la confusin, pero cuando vio que la columna se rompa y que el ejrcito epeligro de perder toda su impedimenta, en cuyo caso les habra conducido con seguridad sin n

    opsito, corri hacia abajo desde su posicin elevada y dispers a los enemigos. Al mismo ti

    embargo, puso a sus propios hombres momentneamente en un desorden an mayor, que se idamente una vez que el paso qued expedido por la huida de los nativos. En poco tiempo trcito haba atravesado el paso, no slo sin ninguna alteracin ms, sino casi en silencntinuacin capturaron un castillo, capital de un territorio, junto con algunos caseros adyacenn los alimentos y ganado as conseguidos proporcion a su ejrcito raciones para tres das. Comivos, tras su primera derrota, ya no estorbaban su marcha y el camino presentaba poca dific

    anzaron considerablemente durante aquellos tres das.[21.34] Llegaron luego a otro pueblo que, considerando que se trataba de una zona monta

    a bastante poblacin. Aqu escap por poco de la muerte, y no en lucha justa y abierta, sino p

    dios de que l mismo usaba: la mentira y la traicin. Lleg a los cartagineses una embajada ncipales de los castillos del pas, hombres de edad avanzada, y le dijeron que haban aprendidudable ejemplo de la desgracia de los dems pueblos a buscar la amistad de los cartagineses eprobar su fuerza. Estaban dispuestos, por lo tanto, a cumplir sus rdenes; recibira provisio

    as, y rehenes en garanta de buena fe. Anbal sinti que no deba confiar en ellos ciegameponder a su oferta con una negativa rotunda, por si se volvan hostiles. As que les respondminos amistosos, acept los rehenes puestos en sus manos, hizo uso de las provisiones qministraron sobre la marcha pero sigui a sus guas con su ejrcito preparado para el combamo si marchasen por un pas pacfico y amigable. Los elefantes y caballera iban delante, seg

    r l mismo con el cuerpo principal de la infantera y manteniendo un fuerte e inquieto escrutindas partes. Justo al llegar a una parte donde el paso se estrechaba y quedaba dominado a un lad

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    a alta pared de roca, los brbaros surgieron de una emboscada a ambos lados y atacaron la colr el frente y la retaguardia, a corta distancia y a lo lejos, arrojndoles rodando enormes piedryor ataque lo realizaron sobre la retaguardia, y al dar la infantera media vuelta para enfrened bastante claro que, si la parte posterior de la comuna no hubiera sido excepcionalmente fdra haber ocurrido un terrible desastre en aquel paso. As las cosas, se encontraban en el migro y muy cerca de la destruccin total. Porque mientras Anbal estaba dudando si enviaantera por la parte estrecha del paso, pues al proteger la retaguardia de la caballera no le queervas para defender la suya propia, los montaeses, cargando su flanco, partieron la columna tad y ocuparon el paso, de manera que Anbal tuvo que pasar aquella noche sin su caballera gajes.

    [21.35] Al da siguiente, como los brbaros atacaran con menos vigor, la columna se reuniper el paso, no sin ms prdidas, sin embargo, de animales de carga que de hombres. A par momento los indgenas aparecan en nmeros ms pequeos y actuaban ms como bandido

    mo soldados regulares; atacaban tanto el frente como la retaguardia siempre que el terreno lesa oportunidad, o cuando el avance y detencin de la columna le daba ocasin de sorprenderlesfantes provocaban un retraso considerable, debido a la dificultad de conducirles por los lurechos o abruptos; por otra parte, ponan aquella parte de la columna donde estaban a salques, pues los nativos no estaban acostumbrados a su visin y sentan un gran temor de acemasiado a ellos. Nueve das despus de comenzar el ascenso, llegaron al punto ms alto dpes, tras atravesar una regin en su mayor parte sin carreteras y perdindose frecuentemente,r la traicin de sus guas como por sus propios errores al tratar de encontrar el camino psmos. Durante dos das permanecieron en el campamento, en la cima, mientras las frutaban de un descanso tras la fatiga y el combate. Algunos de los animales de carga, que hbalado entre las rocas y despus seguido la pista de la columna, llegaron al campamentoyor desventura de las agotadas tropas, hubo una fuerte nevada (las Plyades estaban prxisaparecer) [estaramos, pues, a comienzos de Noviembre de 208 a.C.- N. del T.] y esta nperiencia produjo una considerable inquietud. En la madrugada del tercer da, el ejrcito reanu

    sada marcha sobre un terreno cubierto de profunda nieve. Anbal vea en todos los rostropresin de apata y desaliento. Cabalg hacia delante, hasta una altura desde la que tena una vplia y extensa, y deteniendo a sus hombres les seal las tierras de Italia y el rico valle del Pextiende a los pies de los Alpes. "Estis ahora", dijo, "cruzando las fronteras no slo de Italiala propia Roma. De ahora en adelante todo os ser suave y fcil; en una o, a lo sumo, dos bais dueos de la capital y plaza fuerte de Italia". Luego de esto, el ejrcito reanud su avans molestias del enemigo ms all de algunos intentos ocasionales de saqueo. El resto de la membargo, cont con la presencia de dificultades mucho mayores de las experimentadas

    enso, porque la distancia a las llanuras del lado italiano es ms corta y, por lo tanto, el descen

    cesariamente ms pronunciado. Casi todo el camino era escarpado, estrecho y resbaladizo, de e no podan mantenerse en pie, y si se resbalaban no se podan recuperar, sino que seguan cayos sobre otros, y volcndose los animales de carga sobre sus conductores.

    [21.36] Por fin llegaron a un paso mucho ms estrecho que descenda por acantiladoarpados que un soldado ligeramente armado a duras penas poda bajar, ni siquiera apoyndoces y ramas. El lugar siempre haba sido abrupto, pero un reciente corrimiento de tierras ovocado un precipicio de casi mil pies [296 metros.- N. del T.]. La caballera se detuvo aqu, hubieran llegado al final de su viaje, y mientras Anbal se pre