Max Scheler y La Etica Cristiana

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Venga il tuo Regno! Ateneo Pontificio Regina Apostolorum FP2011 Fundamentación metafísica de una ética realista Profesor: P. Jesús Villagrasa, L.C. H. Raymundo Gómez, L.C. 12 de abril de 2003 VALORACIÓN SOBRE LA POSIBILIDAD DE CONSTRUIR UNA ÉTICA CRISTIANA SOBRE LAS BASES DEL SISTEMA DE MAX SCHELER ESQUEMA DE LA OBRA PRIMERA PARTE. Sentido del problema. Introducción. Capítulo I. Sistema ético de Max Scheler. Estructura y elementos principales. Capítulo II. Esencia del problema. Capítulo III. Método de trabajo SEGUNDA PARTE. Análisis comparativo. Capítulo I. El ideal ético y principio de seguimiento. Capítulo II. Los valores éticos. 1. Premisas de la fenomenología y el orden objetivo de los valores. 2. El sistema de Scheler como intento de una ética objetiva. Capítulo III. Relación de los valores morales con la persona. 1. El carácter práctico de los valores éticos exige una relación causal de la persona con ellos. 2. La conciencia como principio de la relación causal de la persona hacia los valores. 3. Problema de los deberes y los mandatos. 4. El mandamiento del amor. Capítulo IV. Carácter religioso de los valores. 1. Estructura religiosa del acto ético. 2. El mérito. 3. El premio y el castigo. Conclusiones. Problema: Investigar si el sistema creado por Max Scheler es adecuado para interpretar la ética cristiana y en qué medida. Lo que ha hecho el Papa en este tratado es, en primer lugar, analizar el sistema que propone Max Scheler en relación a la ética cristiana haciendo una comparación entre ambas. Estas son las dos conclusiones finales que se proponen después de este estudio comparativo: 1ª Tesis : El sistema ético propuesto por Max Scheler es inadecuado para la construcción de una ética cristiana. Aunque mediante la definición de los valores éticos como valores personales se acerque al contenido ético de las fuentes reveladas. Sus premisas

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Venga il tuo Regno!

Ateneo Pontificio Regina ApostolorumFP2011 Fundamentación metafísica de una ética realista

Profesor: P. Jesús Villagrasa, L.C.H. Raymundo Gómez, L.C.

12 de abril de 2003

VALORACIÓN SOBRE LA POSIBILIDAD DE CONSTRUIR UNA ÉTICA CRISTIANA

SOBRE LAS BASES DEL SISTEMA DE MAX SCHELER

ESQUEMA DE LA OBRA

PRIMERA PARTE. Sentido del problema.Introducción.Capítulo I. Sistema ético de Max Scheler. Estructura y elementos principales.Capítulo II. Esencia del problema.Capítulo III. Método de trabajo

SEGUNDA PARTE. Análisis comparativo.Capítulo I. El ideal ético y principio de seguimiento.Capítulo II. Los valores éticos.

1. Premisas de la fenomenología y el orden objetivo de los valores.2. El sistema de Scheler como intento de una ética objetiva.

Capítulo III. Relación de los valores morales con la persona.1. El carácter práctico de los valores éticos exige una relación causal de la persona con ellos.2. La conciencia como principio de la relación causal de la persona hacia los valores.3. Problema de los deberes y los mandatos.4. El mandamiento del amor.

Capítulo IV. Carácter religioso de los valores.1. Estructura religiosa del acto ético.2. El mérito.3. El premio y el castigo.

Conclusiones.

Problema: Investigar si el sistema creado por Max Scheler es adecuado para interpretar la ética cristiana y en qué medida. Lo que ha hecho el Papa en este tratado es, en primer lugar, analizar el sistema que propone Max Scheler en relación a la ética cristiana haciendo una comparación entre ambas. Estas son las dos conclusiones finales que se proponen después de este estudio comparativo:

1ª Tesis: El sistema ético propuesto por Max Scheler es inadecuado para la construcción de una ética cristiana. Aunque mediante la definición de los valores éticos como valores personales se acerque al contenido ético de las fuentes reveladas. Sus premisas fenomenológicas y emocionalistas no se adecua suficientemente a una plena comprensión de su contenido. Mucho menos para una comprensión teológica, puesto que utiliza las fuentes de la revelación que constituyen un objeto de fe para muchos hombres. El Papa lo sintetiza en seis puntos:

1. Presenta una tesis personalística en su doctrina ética. Los valores éticos son por su propia esencia, valores personales dado que la persona es su sujeto y sólo en ella se manifiestan. Para él la persona es una unidad de actos. Pero corre el riesgo de que estos actos no tengan un valor metafísico, sino meramente empíricos reduciendo a la persona a un conjunto de experiencias. En esta unidad fenomenológica de experiencias es donde reside y se manifiesta el valor ético. Como consecuencia, la persona se experimenta como origen de los valores éticos. Sólo en su sistema teórico-práctico estas premisas son verdaderas.

2. Sin embargo, estas premisas no permiten a Max Scheler captar a la persona con respecto a los valores éticos. Los actos éticos no proceden de la persona misma, ni mucho menos los valores éticos –vinculados con los actos- dependen también de la persona. Según la ética

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cristiana la persona humana es la causa eficiente del bien y del mal moral de sus actos, por ello no puede estar de acuerdo con la ética predicada por Scheler. La razón es que afirma que los valores morales son contenidos de una percepción afectiva-cognoscitiva. Estos contenidos son indiferentes a la existencia. Propone un esencialismo sui generis en su teoría sobre los valores, además de que no se fija en la relación causal de la persona respecto a los valores. Según su doctrina, por parte de la persona, que es el sujeto de los valores, ese esencialismo se convierte en un actualismo. Niega el ser de la persona como ser sustancial que actúa y lo sustituye por una suma de actos, es decir, de una suma de experiencias, co-experimentadas en la experiencia de la unidad personal.

3. La relación causal de la persona respecto a los valores éticos se manifiesta, según la doctrina cristiana en los actos de la conciencia. Estos actos son normativos. Al someter sus actos a la actividad normativa de la conciencia, la persona les imprime el sello de su acción causal, personifica los actos. Y los valores, que están estrechamente vinculados a los actos de la persona, llevan en ese carácter normativo, la huella causal de la persona. En el sistema de Scheler, los valores están totalmente desligados de la actividad causal de la persona y cancela por tanto, el carácter normativo de los valores éticos. Si él pretendió comenzar su doctrina sobre las bases de un método fenomenológico, es decir, en la experiencia de la realidad, es notable su falta de realismo cuando no alcanza a ver en el acto de la conciencia la relación que hay de la persona respecto a los valores éticos.

El acto de la conciencia como experiencia de la persona es objeto mismo de la experiencia fenomenológica. Y esto se debe a las premisas emocionalistas que propone en su sistema y que le impiden partir de una verdadera experiencia de la actividad de la persona. Scheler propone buscar esta experiencia en una percepción afectivo-intencional de los valores éticos, cuando realmente se debe partir de un análisis de los valores éticos que se realizan en la actividad de la persona. Si siguiéramos su propuesta, entonces nos encontraríamos haciendo un análisis de los valores éticos en el momento de manifestarse en la percepción afectiva de la persona. No sería ética, sino ethos que define como la disposición de los valores morales dentro del contenido de la vida emocional de la persona. La persona percibe el valor ético en el sistema de Scheler sólo de un modo afectivo-intencional, no porque la persona, sujeto causal de sus actos sea la causa eficiente de los valores éticos contenidos en ellos.

4. El papel de la conciencia viene reducido a la percepción afectivo-intencional. Esto trae como consecuencia que la esencia de la experiencia ética no sea la relación causal de la persona respecto a los valores éticos, sino la experiencia emocional de tales valores. Tras el acto de la conciencia no se encuentra el amor de la persona, sino de los actos de la percepción afectivo-emocional. Así, el amor no tiene relación alguna con la actividad causal de la persona con su voluntad, ni con sus actos porque es simple emoción. La esencia de la ética cristiana está en el acto de la conciencia con su carácter normativo, es decir, en la actividad causal de la persona en su relación causal respecto al bien o al mal. En cambio, para Scheler, la persona vive mediante la percepción afectiva de los valores éticos.

5. Si quisiéramos adaptar el sistema de Scheler a la interpretación de la ética cristiana, sus lagunas no pueden ser suplidas por la idea de seguir al modelo ético, que ciertamente se asemeja a un principio evangélico. El seguimiento ético de una persona por otra no está vinculado a una relación causal de esta persona con respecto a los valores éticos, sino que se reduce a la simple experiencia intencional de tales valores por parte de la persona. Si intentáramos construir una ética cristiana basada sobre sistema scheleriano, tendríamos que centrarnos de entre todo el contenido ético del Evangelio, el mundo de experiencias emocionales de Cristo en su vida. Este mundo de valores éticos experimentados emocionalmente por Jesús es la esencia ética de esta figura. En la medida que va transmitiendo estas experiencias emocionales a sus discípulos, se va formando un nuevo ethos cristiano. Por ello, su sistema no nos proporciona una verdadera plenitud del contenido ético cristiano, sino que pretende reducirlo a sus premisas fenomenológicas: nos obliga a pasar de una posición concreta que encontramos en las fuentes de la Revelación, a su propia

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posición intencional. La ética cristiana proclama que la persona es buena o mala según la ejecución moral de sus actos, no por su intención emocional.

6. Las premisas propuestas por Scheler impiden la posibilidad de concebir la totalidad del orden moral ético objetivo que se nos manifiesta con evidencia en las fuentes de la Revelación. Sobre este orden, se manifiesta también el valor ético del mismo, no como contenido intencional-emocional, sino como perfección real de la persona (o sea, como valor personal) La perfección de la persona en efecto, es un valor moral porque lleva consigo la huella de la causalidad de la persona. Además este valor moral está estrechamente relacionado con Dios como perfección y verdad Suprema porque la esencia espiritual del hombre lo hace abierto a la sobrenaturalidad de Dios. La construcción de un sistema teológico sobre la doctrina filosófica de Scheler es imposible, puesto que en sus premisas fenomenológicas no nos proporciona fundamento alguno objetivo para distinguir el objeto formal sobrenatural. Por ello, no podemos construir una ética cristiana sobre la base de Scheler porque ésta, por ser revelada por Dios, es objeto de la fe y de la teología.

2ª Tesis: El sistema de Max Scheler nos puede servir como auxiliar para un estudio científico sobre la ética cristiana. En concreto, nos facilita el análisis de los hechos éticos en el plano fenomenológico y experimental. Lo resume en 4 consideraciones:

1. Desde un punto de vista experimental, los hechos éticos son el objeto de una experiencia interna. Pero es la psicología la que estudia esta experiencia interior; sin embargo, la psicología experimental no se ocupa de la experiencia ética, porque al analizar las experiencias humanas, prescinde del momento axiológico-normativo. Scheler dice que el medio para el análisis experimental de las experiencias éticas humanas no es la introspección, ni la experiencia interna, sino la experiencia fenomenológica la que capta una determinada experiencia de la persona humana con todo su más pleno contenido. Así es como, gracias a esta experiencia fenomenológica captamos el hecho ético como experiencia del valor, es decir, la experiencia vivida orientada a los valores y a su contenido objetivo. Este planteamiento es correcto, si queremos captar la experiencia ética como una totalidad experiencial porque la captamos como experiencia del valor. El valor es el elemento que forma desde su interior la experiencia y califica un acto como bueno o malo. Por ejemplo, el acto de la castidad, y el acto de adulterio son dos experiencias morales diversas de la experiencia. El elemento que determina en cada uno la diferencia formal de la experiencia es el valor moral positivo o negativo. Por eso, cuando captamos el valor y lo analizamos a través de la experiencia fenomenológica, significa que estamos estudiando experimentalmente una experiencia moral. En el caso de la ética cristiana, podemos aplicar este método sin problema, porque teniendo como objeto de análisis la experiencia moral que en el hombre creyente proviene de los principios éticos de la Revelación cristiana, tal análisis nos permite profundizar en los valores éticos cristianos, descubrir su esencia en la experiencia y verificar su peculiaridad respecto a los valores éticos.

2. La experiencia ética como experiencia de los valores está orientada, gracias al método fenomenológico, al valor moral. Los valores, al plasmar la experiencia desde su interior, la disponen de modo particular en la realidad.

3. Gracias a esta constante ética, valiéndonos del método fenomenológico, podemos profundizar en las experiencias éticas y ver el valor que encierran. Al mismo tiempo, descubrimos el bien y el mal moral y cómo se plasman en las experiencias de la persona. Pero no podemos definir de ninguna manera el principio objetivo por el que un acto de una persona es éticamente bueno o malo. Para afirmarlo, tenemos que acudir al método metafísico que cae también en el campo de la experiencia fenomenológica. El método fenomenológico nos permitirá dar a los valores éticos el sello de la experiencia, los aproximará a las experiencias del hombre concreto y podrá analizar la vida ética desde el lado de sus manifestaciones.

4. El mérito del sistema ético de Max Scheler es que ha subrayado el papel indiscutible de la experiencia fenomenológica en los valores éticos. Pero no podemos quedarnos sólo en el

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nivel fenomenológico que nos llevará sin duda al descubrimiento del valor, sino en analizar el valor ético de la actividad humana a la luz de principios objetivos. Scheler enarboló la bandera de la experiencia fenomenológica, pero él mismo la abandonó al analizar la experiencia de la conciencia dejándose llevar por las influencias de las premisas emocionalistas de su sistema. Esto le alejó de la posibilidad de penetrar en el orden moral objetivo del que un pensador cristiano no podrá alejarse para hacer una auténtica ética cristiana.