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Historia de la Filosofía | 2º Bachillerato
MARX
Historia de la Filosofía. Marx
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MARX
(1818 – 1883)
Pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán (Tréveris, Prusia occidental, 1818 ‐ Londres, 1883). Karl Marx procedía de una familia judía de clase media (su padre era un abogado convertido recientemente al luteranismo). Estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena, doctorándose en Filosofía por esta última en 1841.
Desde esa época, el pensamiento de Marx quedaría asentado sobre la dialéctica de Hegel, si bien sustituyó el idealismo de éste por una concepción materialista, según la cual las fuerzas económicas constituyen la infraestructura que determina en última instancia los fenómenos «superestructurales» del orden social, político y cultural.
En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, cuyo padre inició a Marx en el interés por las doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores socialistas. Convertido en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista; pero sus ideas políticas le obligaron a dejar Alemania e instalarse en París (1843).
Por entonces estableció una duradera amistad con Friedrich Engels, que se plasmaría en la estrecha colaboración intelectual y política de ambos. Fue expulsado de Francia en 1845 y se refugió en Bruselas; por fin, tras una breve estancia en Colonia para apoyar las tendencias radicales presentes en la Revolución alemana de 1848, pasó a llevar una vida más estable en Londres, en donde desarrolló desde 1849 la mayor parte de su obra escrita. Su dedicación a la causa del socialismo le hizo sufrir grandes dificultades materiales, superadas gracias a la ayuda económica de Engels.
En 1848, a petición de una Liga revolucionaria clandestina formada por emigrantes alemanes, Marx y Engels publicaron el Manifiesto Comunista, un panfleto de retórica incendiaria situado en el contexto de las revoluciones europeas de 1848.
Posteriormente, durante su estancia en Inglaterra, Marx profundizó en el estudio de la economía política clásica y, apoyándose fundamentalmente en el modelo de David Ricardo, construyó su propia doctrina económica, que plasmó en El Capital; de esa obra monumental sólo llegó a publicar el primer volumen (1867), mientras que los dos
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restantes los editaría después de su muerte su amigo Engels, poniendo en orden los manuscritos preparados por Marx.
Marx fue, además, un incansable activista de la Revolución obrera. Tras su militancia en la diminuta Liga de los Comunistas (disuelta en 1852), se movió en los ambientes de los conspiradores revolucionarios exiliados, hasta que, en 1864, la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) le dio la oportunidad de impregnar al movimiento obrero mundial de sus ideas socialistas. Gran parte de sus energías las absorbió la lucha, en el seno de aquella primera Internacional, contra el moderado sindicalismo de los obreros británicos y contra las tendencias anarquistas continentales representadas por Proudhon y Bakunin. Marx triunfó e impuso su doctrina como línea oficial de la Internacional, si bien ésta acabaría por hundirse como efecto combinado de las divisiones internas y de la represión desatada por los gobiernos europeos a raíz de la revolución de la Comuna de París (1870).
Retirado desde entonces de la actividad política, Marx siguió ejerciendo su influencia a través de sus discípulos alemanes (como Bebel o Liebknecht); éstos crearon en 1875 el Partido Socialdemócrata Alemán, grupo dominante de la segunda Internacional que, bajo inspiración decididamente marxista, se fundó en 1889.
1. Sentido de su filosofía
El Idealismo Absoluto era la filosofía dominante a comienzos del siglo XIX en Alemania. Según su máximo representante, Hegel, hay que entender la realidad (natural, social…) como un proceso en constante evolución, pero un proceso con un fin predeterminado: el dominio total del Espíritu sobre la Materia. Según esta filosofía este Espíritu surge de la naturaleza pero, una vez toma conciencia de su diferencia respecto a ésta, comienza a imponerse a ella: es la historia del poder de las ideas para dominar la naturaleza (material).
La Historia se presenta como el proceso necesario del triunfo de la Idea, del espíritu humano (del pensamiento, en último término, del pensamiento o Espíritu absoluto, es decir, de Dios), sobre la Materia (inconsciente), de ahí la calificación de “idealismo”. Una de las consecuencias del idealismo hegeliano era la consideración de que la realidad social, política, de cada momento es absolutamente necesaria, lo que equivalía a justificar cualquier sistema político y social como un momento necesario en la evolución de los humanos (por ejemplo un estado despótico, o más concretamente, el estado burgués en el que Hegel vivía, que consideraba la más perfecta y acabada forma de sociedad).
A la muerte de Hegel los discípulos se separan en dos tendencias: una ortodoxa y conservadora (Marheinecke), la derecha hegeliana y otra liberal y crítica, o izquierda hegeliana (David Strauss, Max Stirner, Bruno y Edgar Bauer, Ludwig Feuerbach y Arnold Ruge). Feuerbach (1804‐1872) publica en 1841 "La esencia del cristianismo". Su tesis principal afirma que la religión es alienante. El hombre pierde su sustancia al
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proyectarla en un presunto ser divino existente exterior a él mismo, puro producto de su conciencia. El hombre reviste ese ídolo, que él mismo ha fabricado, con las virtudes y propiedades humanas. Dios es el hombre alienado. Cuanto más poderoso es Dios más miserable es el hombre. El hombre hizo a Dios (una pura idea) a su imagen y semejanza. Hay que criticar esa alienación para que el hombre recupere su humanidad.
La filosofía de Karl Marx se organiza en un principio como una reacción contra la filosofía oficial del momento, el Idealismo Absoluto hegeliano, pero también contra las críticas que desde un materialismo demasiado “grosero” se le habían hecho (por ejemplo desde la “izquierda hegeliana”). Éstas habían criticado acertadamente el predominio de lo ideal frente a lo material, pero según Marx concibiendo el mundo físico como lo habían hecho los “mecanicistas” del siglo anterior: como una “máquina” perfectamente acabada. Esto eliminaba el cambio, la evolución del mundo físico, algo que sin embargo la filosofía de Hegel si defendía (la realidad cambia según unos principios dialécticos: la superación de las contradicciones de un estado produce un nuevo estado). De este modo Marx adopta esta perspectiva “evolucionista” de la realidad, pero “dando la vuelta” al idealismo hegeliano: son las condiciones materiales de la existencia las que determinan las ideas, el pensamiento, la conciencia del hombre, de ahí que su filosofía se adjetive como “materialista”.
Pero además Marx critica a los filósofos anteriores el hecho de concebir a la filosofía como una actividad puramente teórica, orientada a comprender el mundo pero no a intervenir en él (tomando una distancia casi “divina”: el filósofo como “contemplador” pasivo). Por eso la filosofía ha servido muchas veces para justificar un estado de cosas (un modelo social, un cuerpo de creencias…) implícitamente inamovible. Por el contrario Marx concibe la filosofía en su doble e inseparable funcionalidad: actividad “teórica” de análisis crítico de la realidad, pero siempre orientada a la “práctica” de transformar esa misma realidad. Esta dimensión dota al pensamiento filosófico de una indudable capacidad revolucionaria (es decir, transformadora y liberadora).
2. El materialismo histórico
¿Cuál es la esencia del ser humano? A esta pregunta los filósofos habían respondido desde un planteamiento “dualista”: cuerpo y espíritu, situando precisamente esa esencia en ésta última “realidad”, universal, eterna e inmutable. Sin embargo Marx reniega críticamente de este planteamiento: se trata de una distinción “metafísica” que no tiene en cuenta (sólo para despreciarla) la realidad material en la que vive el humano. Hay que entender al ser humano como un ser “natural”, que se va haciendo a lo largo del tiempo en su lucha por transformar la naturaleza (no es un ser “creado”, sino que se “crea” a sí mismo).
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Ahora bien, en ese proceso los seres humanos no actúan aislados, sino formando siempre parte de colectividades: éstas son las que, dotándose de herramientas poderosas (conocimientos, instrumentos…), transforman la naturaleza para ponerla a su servicio mediante el trabajo. El trabajo es siempre social, cooperativo. Para conocer la esencia humana hay que analizar por tanto este proceso: es lo que se propone el materialismo histórico, como filosofía que toma como punto de partida el análisis de los sistemas productivos.
“El otro rasgo principal de la visión que tiene Marx del proceso histórico es lo que se llama concepción materialista de la Historia. Es la teoría de que las supuestas leyes de la Historia son económicas por naturaleza, de que «el modo de producción de vida material determina el carácter general de los procesos de vida social, política y espiritual». Se supone que la estructura económica es la base real por la cual se determina todo lo concerniente a una sociedad. Ahora bien, es innegable que los factores económicos son enormemente importantes, y que ningún estudio serio de la historia o de la ciencia social puede ignorarlos, Marx puede atribuirse parte del mérito del hecho de que ahora reconozcamos esto tan fácilmente.”
L. Stevenson: Siete teorías de la naturaleza humana.
Existe entre el hombre y el entorno que lo rodea una relación de interacción. En su lucha contra el medio ambiente que lo rodea, el hombre transforma esa relación y en ese proceso de transformación de la naturaleza a su vez se transforma a sí mismo. La naturaleza humana se hace en el proceso productivo, en el transcurso de la historia. En la "La ideología alemana" (1845) afirma Marx:
"Podemos distinguir al hombre de los animales, por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material".
En este proceso histórico, podemos distinguir dos tipos de relaciones: relaciones hombre‐naturaleza y relaciones hombre‐hombre: son las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción respectivamente. Las fuerzas productivas son: herramientas y la manera de utilizarlas, los inventos, todo lo que permita al hombre trabajar y los propios trabajadores. Las relaciones sociales de producción son las
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relaciones que los hombres mantienen entre sí en el interior mismo del proceso productivo (su organización).
“La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación –de una parte, como una relación natural, y, de otra, como una relación social–; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una «fuerza productiva »; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la «historia de la humanidad» debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio.” Marx: La ideología alemana.
Esos dos elementos forman la base económica de la sociedad, pero aún se levanta sobre ellos la superestructura ideológica: el conjunto de ideas, creencias e instituciones que racionalizan y justifican ese sistema. Esas ideas y creencias, representan la realidad material de la que brotan, normalmente propuestas y reforzadas por aquellos interesados en el poder, de manera que esa representación siempre favorece el mantenimiento de un sistema productivo. Por ello se convierten en la ideología dominante: muestran la realidad desde el punto de vista de quien ostenta el poder, es así interesada y, por tanto, necesariamente distorsionada, deformada.
“En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de la conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en
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contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad, en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura. Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción -que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven.”
K. Marx: Contribución a la crítica de la economía política.
La historia humana consiste, pues, en la evolución de los sistemas productivos. Marx habla de los siguientes sistemas productivos (cada uno con sus fuerzas productivas determinadas y sus consecuentes relaciones sociales de producción): comunismo primitivo, modo de producción esclavista, modo de producción feudal, modo de producción capitalista, modo de producción socialista y comunismo. A éstos les añade el modo de producción asiático. Cuando un sistema productivo se agota, empieza a mostrar sus contradicciones, abriéndose un periodo de revolución (cambio) social que dará lugar a un nuevo sistema productivo (y por tanto a una nueva sociedad): esta es la dialéctica de la historia.
Según Marx, hasta el momento todos los sistemas productivos se han organizado en torno al dominio de unas clases privilegiadas (las que poseen o controlan los medios de producción) sobre otras clases desposeídas. Salvo en el comunismo primitivo, el resto de sistemas reproducen ese dominio, algo posible gracias a la creación del Estado: conjunto de instituciones al servicio de la clase privilegiada. Se genera el Derecho (leyes), disposiciones para convertir en justa la explotación y el dominio, tomando para sí el monopolio de la violencia (“cuerpos de seguridad”) con la que mantener inalterable esa situación.
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Esta situación sólo puede cambiar en el momento en que los más desfavorecidos (en la sociedad capitalista, el proletariado) tomen conciencia de su poder y se hagan con el control del Estado (mediante un proceso revolucionario), instaurando el dominio de la clase trabajadora en la sociedad: la “dictadura del proletariado”. Este será simplemente un tránsito necesario hacia la realización de la sociedad sin clases (una vez eliminado el Estado al desaparecer las desigualdades que tenía a su base), es decir, el socialismo (la sociedad comunista). El fin de la explotación del hombre por el hombre y el auténtico comienzo de la Historia del Género Humano.
“Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material misma, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia, que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres. Y aun cuando la vida de los sentidos se reduzca al mínimo, a lo más elemental, como en San Bruno, este mínimo presupondrá siempre, necesariamente, la actividad de la producción. Por consiguiente, lo primero, en toda concepción histórica, es observar este hecho fundamental en toda su significación y en todo su alcance y colocado en el lugar que le corresponde. Cosa que los alemanes, como es sabido, no han hecho nunca, razón por la cual la historia jamás ha tenido en Alemania una base terrenal ni, consiguientemente, ha existido nunca aquí un historiador.” Karl Marx: “La ideología alemana.
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3. Crítica a la sociedad burguesa capitalista
Marx partió de la crítica a los socialistas anteriores, a los que calificó de «utópicos», si bien tomó de ellos muchos elementos de su pensamiento (de autores como Saint‐Simon, Owen o Fourier); tales pensadores se habían limitado a imaginar cómo podría ser la sociedad perfecta del futuro y a esperar que su implantación resultara del convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades modélicas.
Por el contrario, Marx y Engels pretendían hacer un «socialismo científico», basado en la crítica sistemática del orden establecido y el descubrimiento de las leyes objetivas que conducirían a su superación; la fuerza de la Revolución (y no el convencimiento pacífico ni las reformas graduales) serían la forma de acabar con la civilización burguesa.
Marx analiza la evolución de la sociedad en la que vive, la sociedad burguesa‐capitalista, denunciando sus contradicciones (en su gran obra, “El Capital”, analiza su sistema de producción). Esta sociedad sustituye a la del Antiguo Régimen y su sistema de producción. A pesar de ser capaz de generar mucha más riqueza (ciencias‐tecnologías‐industrias) produce también servidumbres casi peores que el sistema anterior.
El desarrollo de la producción capitalista presupone la propiedad privada de los medios de producción por el capitalista, quien ha de comprar la fuerza de trabajo del obrero (privado de la propiedad de los medios de producción) para producir mercancías. Sin embargo, para que el capitalista encuentre en el mercado la fuerza de trabajo necesaria (que se considera entonces una mercancía más) son precisas dos condiciones: en primer lugar, el poseedor de la fuerza de trabajo debe ser libre para disponer de ella; en segundo lugar, para vivir debe estar obligado a vender su fuerza de trabajo. Esta es la “libertad” que goza el obrero, que por necesidad se convierte en servidumbre. Dadas así las cosas, el capitalista vende las mercancías a un precio que le permite reponer las materias primas (a), mantener los instrumentos de producción (b), el salario del obrero (c) y obtener un beneficio, llamado plusvalía (d). En todo este proceso económico el obrero está sometido por lo menos en dos aspectos: ‐ uno, su salario depende del beneficio del capitalista (puede recortarlo si quiere mayor plusvalía o si el negocio no funciona bien);
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‐ y dos, su trabajo, lejos de realizarle como ser humano, lo convierte en un mero objeto‐productor, pues el producto de su trabajo no le pertenece, se convierte en algo extraño. El hombre se encuentra alienado en la tarea que debería realizarlo como ser humano, pues el fruto de su trabajo no le pertenece, y el proceso de producción lo embrutece al convertirse, de hecho, en una pieza más en un enorme mecanismo que encuentra hostil (muchas horas de trabajo, rutinas agotadoras, ausencia de seguros…), es decir en mercancía. Pero además los obreros viven otro tipo de sometimiento: la alienación ideológica. Su modo de pensar la realidad que viven está condicionado por las ideas y las creencias que establecen como únicas válidas la filosofía, la prensa (controladas por los propios capitalistas) o la religión oficial. Todas ellas cumplen la función de presentar al sistema imperante como necesario, situándose así al servicio de las clases sociales dominantes (de aquí la interpretación de la religión como “opio del pueblo” defendida por Marx), al generar conformismo y resignación. Finalmente toda la organización del estado, el parlamentarismo burgués, el ejército y policías burguesas y el derecho burgués, contribuyen a defender por todos los medios este sistema de producción capitalista. Un sistema basado en la libre competencia, que obliga a organizar la producción de una forma irracional, y haciendo necesaria la explotación del ser humano. Esta sociedad se fundamenta pues en la lucha de clases: los capitalistas y el proletariado. La evolución de la civilización ha desembocado en este sistema productivo que, como cualquier otro en la historia, desaparecerá cuando sus contradicciones no sean soportadas ya. Marx incluso sostiene que, propiamente, la historia de la humanidad (de todos los humanos realmente libres) comenzará tras la caída del régimen burgués‐capitalista.
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“De donde se desprende que todas las luchas que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc. no son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas clases (de lo que los historiadores alemanes no tienen ni la más remota idea, a pesar de habérseles facilitado las orientaciones necesarias acerca de ello en los Anales Franco-Alemanes y en La Sagrada Familia). Y se desprende, asimismo, que toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque esta, como ocurre en el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda la forma de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa a que en el primer momento se ve obligada.” Marx: La ideología alemana.
La filosofía materialista de Marx cumple la función de concienciar al proletariado de su destino histórico (“Manifiesto comunista”): hacerse con el poder del estado para comenzar a transformarlo en su propio beneficio, creando la sociedad socialista. Este proceso revolucionario tiene dos momentos:
‐ La toma del control del estado y la imposición de la dictadura del proletariado; una dictadura despótica para borrar todos los estigmas de la antigua sociedad y reprimir a sus adversarios (que,
lógicamente, se defenderán). Con la dictadura del proletariado queda abolida la propiedad privada y se produce la socialización de los medios de producción. Se suprime así la alienación económica y desaparecen las clases sociales. Es una etapa transitoria de constitución del poder socialista. Por eso el proletariado utiliza el Estado, del que tiene necesidad todavía para someter a sus adversarios.
‐ Una vez culminado ese proceso, se instaurará el socialismo. Se impone la planificación económica única y central, basada en métodos científicos y en una eficiente tecnología. Al no haber clases, todos colaboran a la producción de riqueza y disfrutan de ella según su trabajo y necesidades. La sociedad comunista favorecerá pues la plena realización de los seres humanos, en unas condiciones reales de plena igualdad y fraternidad.
“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual.” Marx: La ideología alemana.
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TEXTOS:
“Por razones que no puedo compartir, Marx forma una extraña pareja de baile junto a Santo Tomás: son habitualmente citados entre los autores que se consideran ya “superados”, en tanto que su discurso poco o nada puede aportar al mundo de hoy. Precisamente estamos estos días analizando en clase algunas de las ideas centrales del marxismo, dedicando alguna hora al concepto de plusvalía. La idea marxista es sencilla de entender: si el burgués y el proletario colaboran en el proceso de producción, parece lógico (y justo) pensar que ambos han de participar también de las posibles ganancias que se deriven de dicho proceso. El capitalismo lo entiende de otra manera. Por así decirlo, el proletariado participa del proceso productivo, y ahí termina su papel. Será tarea del empresario (ahora que la palabra burgués pasó de moda) el decidir las políticas de ventas y almacenar el beneficio correspondiente. La “lógica” capitalista impone su criterio (…).
http://www.boulesis.com/boule/el-riesgo-en-el-capitalismo/#more-1772
“El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletariado todo carácter sustantivo y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo, como el de toda mercancía, es igual a su coste de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajos los salarios. Más aún, cuanto más se desenvuelven el maquinismo y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas, etc.
La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, están organizados en forma militar. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la
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vigilancia de una jerarquía completa de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la burguesía, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso y exasperante cuanto mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro. (...) Un vez que el obrero ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc.”
K. Marx y F. Engels: Manifiesto del partido comunista.
“Hemos partido de los presupuestos de la Economía Política. Hemos aceptado su terminología y sus leyes. Damos por supuestas la propiedad privada, la separación del trabajo, capital y tierra, y la de salario, beneficio del capital y renta de la tierra; admitamos la división del trabajo, la competencia, el concepto de valor de cambio, etc. Con la misma Economía Política, con sus mismas palabras, hemos demostrado que el trabajador queda rebajado a mercancía, a la más miserable de todas las mercancías; que la miseria del obrero está en razón inversa de la potencia y magnitud de su producción; que el resultado necesario de la competencia es la acumulación del capital en pocas manos, es decir, la más terrible reconstitución de los monopolios; que, por último; desaparece la diferencia entre capitalistas y terratenientes, entre campesino y obrero fabril, y la sociedad toda ha de quedar dividida en las dos clases de propietarios y obreros desposeídos.” K. Marx: Manuscritos económicos y filosóficos. “Hemos considerado el acto de la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo, en dos aspectos: 1) la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina. Esta relación es, al mismo tiempo, la relación con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad; 2) la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo. Esta relación es la relación del trabajador con su propia actividad, como con una actividad extraña, que no le pertenece, la acción como pasión, la fuerza como impotencia, la generación como castración, la propia energía física y espiritual del trabajador, su vida personal (pues qué es la vida sino actividad) como una actividad que no le pertenece, independiente de él, dirigida contra él. La enajenación respecto de si mismo como, en el primer caso, la enajenación respecto de la cosa. K. Marx: Manuscritos económicos y filosóficos. “En este sentido el Manifiesto es la continuación lógica de las ideas de juventud de Marx cuando exige una filosofía que no sea puramente teórica y que pueda actuar sobre el mundo natural y humano cambiándolo. Por otra parte cualquier acción se tiene que proyectar sobre una realidad concreta y actual, en el caso de Marx sobre la economía burguesa de mediados del siglo XIX sometida a crisis regulares de subconsumo que frenan su desarrollo indefinido. La clase social encargada de revolucionar toda esta estructura al propio tiempo
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contradictoria e injusta es el proletariado, que debe ocupar el poder, hacerse con los medios de producción, romper todas las causas que estrangulan periódicamente a la economía, y asegurar una sociedad sin clases y una prosperidad indefinida.” José Ramón San Miguel Hevia: “El socialismo de Estado. Desde Hegel hasta Marx, donde se establece que la verdadera utopía es la pretendida identidad entre el ser y el deber ser”.
“Carlos Marx recoge con suma pulcritud todos los hallazgos de los pensadores socialistas contemporáneos. Su gran mérito consiste en la construcción de un sistema de filosofía que da razón de todas estas ideas nuevas y que traza las líneas de la nueva sociedad que está al nacer. El materialismo histórico descubre por primera vez la importancia central que en la marcha de la humanidad tiene la estructura y los procesos económicos de las sociedades. Lo que según Marx caracteriza al hombre es su carácter de «animal económico». Es el único ser vivo que necesita trabajar para sobrevivir. Mientras que los otros vivientes están, en condiciones normales, adaptados al ambiente propio de cada especie, de tal forma que sólo necesitan desarrollar los instintos y los reflejos innatos para lograr de forma automática todos sus medios de vida y de reproducción, los hombres tienen que ajustarse continuamente a una naturaleza hostil y extraña y dominarla a través de su actividad. El trabajo es lo que, mejor que ninguna otra propiedad interna, define la esencia del hombre y lo que por consiguiente puede ocupar el centro de toda la explicación de su historia. Por otra parte los hombres se organizan en colectividad para trabajar, cualquiera que sea la época o el tipo de actividad productiva que desarrollan. La economía agrícola, industrial o mercantil, incluso la que parece más individual, la caza, es imposible si sus protagonistas no establecen previamente una organización colectiva y un código de costumbres o leyes que potencie el trabajo y distribuya su producto. En resumen, como el hombre es un animal que trabaja y precisamente por eso es social, todas las mutaciones sociales son inexplicables si no están acompañadas de una correlativa mutación económica.”
José Ramón San Miguel Hevia: “El socialismo de Estado. Desde Hegel hasta Marx, donde se establece que la verdadera utopía es la pretendida identidad entre el ser y el deber ser”.
“Lo más distintivo del concepto de Marx sobre el hombre es su concepción de nuestra naturaleza esencialmente social: «la naturaleza real del hombre es la totalidad de las relaciones sociales». Excepto unos cuantos hechos biológicos obvios tales como la necesidad de comer, Marx tendería a decir que no existe una cosa tal como la naturaleza humana individual —lo que es verdadero (e incluso universalmente verdadero) de los hombres en una sociedad o período no es necesariamente verdadero de ellos en otro lugar o época. Cualquier cosa que una persona haga es un acto esencialmente social, que presupone la existencia de otra gente que está en ciertas relaciones con ella. Incluso las maneras en que comemos, dormimos, copulamos y defecamos son aprendidas socialmente. Esto es verdadero sobre todo de cualquier actividad de producción, porque la producción de nuestros medios de subsistencia es típicamente una actividad social, por cuanto requiere la cooperación de los hombres de algún modo u otro. No es que la sociedad sea una entidad abstracta que afecte al individuo, sino más bien que la clase de individuo que uno es, y la
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clase de cosas que uno hace están determinadas por la clase de sociedad en la que uno vive. (…). En uno de los aforismos típicos de Marx: «no es la conciencia de los hombres, la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social lo que determina su conciencia».
L. Stevenson: Siete teorías de la naturaleza humana.
“De donde se desprende que todas las luchas que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc. no son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas clases (de lo que los historiadores alemanes no tienen ni la más remota idea, a pesar de habérseles facilitado las orientaciones necesarias acerca de ello en los Anales Franco-Alemanes y en La Sagrada Familia). Y se desprende, asimismo, que toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque esta, como ocurre en el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda la forma de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa a que en el primer momento se ve obligada.”
Marx: La ideología alemana.
“Marx había dicho claramente que el proletariado sólo alcanza su significado en cuanto clase revolucionaria, si bien es verdad que desde la doctrina del materialismo histórico habría que añadir que solamente los trabajadores industriales podían llegar a ser, por su dominio de la producción de vanguardia (en la época neotécnica), la punta de flecha de la clase revolucionaria. Pero la unidad de la clase debía constituirse, pues sólo estaba definida en función de su futuro y por ello el carácter exhortativo del lema del Manifiesto: «Proletarios de todos los países, unios»”. Gustavo Bueno: Primer Ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas.
“Engels en El origen de la familia, la propiedad pavada y el estado, ligándola bajo la inspiración de Marx, al materialismo histórico, y a la teoría de la lucha de clases como motor de la historia. Unas clases sobreentendidas como clases sociales constituidas según sus relaciones con los medios de producción, relaciones que se definen, a su vez, como relaciones de propiedad. Por ello, los propietarios de los medios de producción (la tierra principalmente en los momentos iniciales) son al mismo tiempo los expropiadores y los explotadores, por medio del Estado, de los expropiados y explotados (la idea de expropiación implicaba el postulado del comunismo primitivo). Sin duda, el proceso por el cual los propietarios crean el Estado, a fin de mantener su situación de privilegio frente a los desposeídos, no tendrá por qué ser instantáneo ni simple”. Gustavo Bueno: Primer Ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas.
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“Marx, en su estudio de la condición humana, del sufrimiento de los seres humanos, busca partir no de una abstracción, es decir, de algo desligado, separado de la realidad específica humana y por esto fija sus ojos en la realidad concreta, la cual se expresa en el tiempo-espacio de la historia de las sociedades y de los individuos humanos, de donde se pueden colegir principios de lo que podríamos denominar de “abstracciones concretas”, los cuales están dados por las relaciones sociales de producción de los bienes y servicios que se dan en una sociedad. Allí los seres humanos se interrelacionan mediante las formas de intercambio de los medios materiales y espirituales de vida que forman, conforman, reforman y transforman las sociedades, a eso llama Marx “materialismo histórico”; expresión que no tiene nada que ver con una burda y pragmática concepción que pretende reducir, a una especie de emanacionismo ciego, mecánico, todos los productos del espíritu, incluida la ética; que posee una concepción de la materia burda e informe, y que hoy, viendo la aceptación de las ideas de Marx, la cual es lugar común en las diversas corrientes de pensamiento que abordan el estudio de la sociedad y del hombre, podríamos denominar “realismo”.
Justo Soto Castellanos: “La ética de Marx y del marxismo”.
“El afán de Marx por encontrar el fundamento último de la problemática humana lo lleva a realizar una crítica profunda y radical a la filosofía precedente, especialmente a la denominada filosofía clásica alemana, específicamente a la filosofía de Hegel que, partiendo de una teología descendente, veía en la realidad la concreción del absoluto mismo y así como en teología lo primero es el absoluto, en las demás formas del pensar humano incluida la ética, sintetizado en lo que se ha denominado ideología, se partía de abstracciones absolutas y absolutizantes que desconocían al ser humano de carne y hueso, concreto, que gime, que sufre, que es víctima explotada, atrapado en las relaciones sociales de producción y que en la interrelación que ellas producen conforma sus ideas éticas, políticas, jurídicas, religiosas, económicas, es decir, su conciencia”.
Justo Soto Castellanos: “La ética de Marx y del marxismo”.
“En ese sentido, en la nueva sociedad, surgida de la lucha multifacética y pluridimensional de la sociedad capitalista, se dará el reino de la verdadera libertad, no sólo la libertad de unos pocos, como en la sociedad capitalista sino el reino de la libertad de todos, quienes pondrán la sociedad al servicio de todos los individuos, los cuales, dicho sea de paso, son individuos sociales que encuentran su realización plena en la sociedad, en la “comunidad”, es decir, en “común unidad” con los otros individuos sociales. En ese sentido, se estaría hablando, en la nueva sociedad, de la realización de la ética, la cual tiene como presupuesto medio y fin, la libertad humana en los distintos niveles”. Justo Soto Castellanos: “La ética de Marx y del marxismo”.
“Marx recoge ambos componentes ideológicos en toda su amplitud: tanto el rasgo de deformación que posee lo ideológico fruto de su condicionamiento social como el que sea impuesto por un grupo dominante sobre otro dominado. La ideología por excelencia es, para
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él, la burguesa, que es generada por la clase social dominante para ejercer dicha dominación (como la intelligentsia de la que hablamos arriba) y que además se explica por las condiciones sociales de la clase que la genera. Esto último le sirve a Marx para defender que el pensamiento burgués es perecedero y responde sólo a su momento histórico”. Noelia Bueno Gómez: “Crítica de la ideología en Marx”. “Los representantes de la izquierda hegeliana, en general, se mantienen separados de la universidad. Proceden, a veces, de ámbitos periodísticos. Entre ellos encontramos, junto a Marx, a Strauss, Feuerbach y Bruno Bauer. Comenzaron por una crítica de los textos bíblicos y una interpretación de la religión como un modo de cubrir determinadas necesidades humanas y culminaron en el ateísmo. Feuerbach propuso partir del hombre real, corpóreo, frente a la idea hegeliana, carente de vínculo con lo real-sensible. Feuerbach inicia la inversión del sistema hegeliano que completará Marx, precediéndolo de modo inmediato. Él centra su obra principalmente en el estudio de las religiones, entendiéndolas como meras proyecciones en una divinidad imaginada de los deseos humanos irrealizables, como la eternidad o la omnipotencia. Apunta que es el hombre físico y real el que crea a Dios, y no al revés. Y para Feuerbach esta inversión supone una alienación para el sujeto humano, una ilusión. Marx va un paso más allá de Feuerbach y señala que la inversión de entender a Dios como creador del hombre, o a los productos de la conciencia como conformadores del mundo material, es algo más que una mera alienación ilusoria. Es el reflejo de las contradicciones del mundo real. La religión es una “conciencia invertida del mundo” (Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel), pero está producida por el Estado y la sociedad. La inversión religiosa cumple la función de paliar las contradicciones y sufrimientos del mundo real. Es una inversión ficticia, pero realmente existente, afincada en una realidad social que es la que la produce”. Noelia Bueno Gómez: “Crítica de la ideología en Marx”. “Desde aquí, Marx define al hombre como productor de sus medios de vida. Esta autoproducción de sus medios de vida (algo de lo que no sería capaz el animal no humano) estaría condicionada por la corporeidad misma del hombre. A su vez, esa producción determina el modo de vida del hombre, hasta el punto de que lo que los individuos son, su vida, coincide con lo que producen tanto como con el modo como producen. Vivir es, para el hombre, desarrollar la fuerza productiva humana. Al hacerlo, el hombre no tiene más remedio que desarrollar unas relaciones con otros hombres, relaciones que cambian al cambiar las fuerzas productivas. Ahora bien ¿cuál es el motor del cambio de dichas fuerzas productivas? Marx parece querer defender una tesis para la economía y la historia30 similar a la que Darwin aplicó a la biología. En su caso, las variaciones que propiciaban la evolución de la naturaleza se debían al azar, y la evolución misma al triunfo, en la lucha por la supervivencia, de los poseedores de las variaciones más aptas para el medio. En el caso de Marx, la evolución de la historia se produce por las contradicciones existentes en los medios de producción y la lucha de clases que éstas generan”. Noelia Bueno Gómez: “Crítica de la ideología en Marx”.
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“En el sistema capitalista, en que el trabajo considerado es una mercancía, el obrero (que no es propietario de los medios de producción) no vende los productos de su trabajo, sino su fuerza de trabajo, y con esto se vende a sí mismo. La fuente de opresión capitalista radica precisamente en considerar al trabajo humano como una mercancía. Y el capitalismo mismo nace gracias a la posibilidad de acumulación de capital por parte de los burgueses, acumulación posible a su vez gracias a que el capitalista, al comprar la fuerza de trabajo por un valor relativo (el salario) y adquirir así el derecho a utilizarla (hacerla trabajar) se apropia de una importante parte de lo producido por el trabajador que él no recibe. Así es posible la acumulación capitalista y la producción de dinero mediante el dinero”. Noelia Bueno Gómez: “Crítica de la ideología en Marx”.