En mangas de camisa marzo abril

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En esta edición: Decálogo del acompañamiento, El salesiano Coadjutor: algunas reflexiones sobre secularidad, Más que peroratas franciscanas, Noticias de Familia

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Boletín Informativo del Centro Regional del Salesiano Coadjutor

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Marzo-Abril 2016| 002

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editorial

Celebramos, con gozo, la Pas-cua del Señor. Por eso creemos en la Resurrección de la carne, en la Resurrección de los cuerpos. Esa fe, esa esperanza, nos hace valorar las realidades terrenas y darles una dimensión espiritual y trascendente. Todo lo que esta-mos viviendo ahora, la historia ac-tual, tiene un valor que va más allá de lo inmediato. Ya nos decía un santo obispo: "Si es verdad que la Palabra se hizo carne y que nosotros, en la cena del Señor, co-memos esta Palabra hecha car-ne, ¿cómo no será verdad que ha-bita en nosotros con su naturale-za aquel que, por una parte, al na-

cer como hombre, asumió la na-turaleza humana como insepara-ble de la suya y, por otra, unió es-ta misma naturaleza a su natura-leza eterna en el sacramento en que nos dio su carne? Por eso to-dos nosotros llegamos a ser uno, porque el Padre está en Cristo y Cristo está en nosotros; por ello, si Cristo está en nosotros y noso-tros estamos en él, todo lo nues-tro está, con Cristo, en Dios." (San Hilario).

Por la Resurrección valore-mos, pues, la realidad humana que Cristo asumió y le dio pleni-tud.

A celebrar la Vida

P. Miguel Aguilar sdb.

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Ser acompañado/a libremente, por convencimiento,

nunca por obligación ni cumplimiento.

Ser dóciles al Espíritu, dejarse guiar en clave de fe.

Voluntad, querer recorrer el camino con seriedad.

Confiar.

Apertura, aceptando la palabra que nos interpela.

Conocer nuestro propio ritmo y respetarlo nuestros procesos.

Hacer el camino según las propias posibilidades.

Honestidad y franqueza, con uno/a mismo/a, con el

acompañante, cultivando la transparencia.

Tener sistematicidad, no acudir sólo en tiempos de crisis.

El acompañamiento es una práctica que se aprende.

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Dios se manifiesta en la historia humana a través de las situaciones que cada persona va viviendo, de cómo le afectan esas situaciones y de los sentimientos, pensamientos y acciones que se generan a partir de eso. Allí toma papel fundamental el discernimiento como una actitud propuesta a toda persona para identificar lo que cada cosa o situación representa en la vida de cada uno y como eso se relaciona con otras vivencias. En esta dinámica entran en juego el acompañado y el acompañante. Ambos deben dar su aporte para que el proceso de diálogo sea provechoso. Compartimos con ustedes lo que para nosotros es el decálogo del acompañante y del acompañado para que esta experiencia sea más fructífera.

Decálogo del Acompañado/a

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Saber escuchar.

Saber comprender.

Poseer madurez afectiva.

Coherencia de vida.

Que guste del acompañamiento y que al mismo tiempo,

pueda dedicarle tiempo.

Que no juzgue y que sepa respetar el proceso.

Saber manejar manejar el tiempo de escuchar y el tiempo de

hablar.

Que tenga experiencia de vida.

Que esté habituado al discernimiento espiritual.

Que posea conciencia de la individualidad del acompañado y

respete su libertad.

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Decálogo del Acompañante

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secularidad

El salesiano coadjutor

Por: Hno. Jesús Olarte

algunas reflexiones desde la

¿Sagrado o profano?

Es un hecho, afirma el claretiano Bonifacio

Fernández, que “la raíz cultural e histórica de la

secularización está en la Biblia”. Dios es el creador

del mundo, el mundo es su criatura. Pero en un

segundo momento el Verbo se encarna en ese

mundo creado. El mismísimo Hijo de Dios “asume

una humanidad concreta, la personaliza, la vive

activamente”. Y finalmente hay un tercer momen-

to clave de la historia de la salvación, que sustenta

y fundamenta la secularización: es la muerte del

Hijo de Dios, crucificado por los hombres. La

humanidad vale tanto como para costarle a Dios la

muerte de su Hijo.

Esta perspectiva da un giro copernicano al

tema de lo sagrado y lo profano. La creación del

Padre, junto a la encarnación y crucifixión del Hijo,

colocan lo santo y lo sagrado en el centro mismo

de lo humano, en la humanidad. “El acontecimien-

to de Jesús opera un desplazamiento muy signifi-

cativo: de la esfera sacral a la esfera profana; de lo

ritual y cultual a lo existencial; de las cosas a las

personas; de las leyes, los méritos y los premios al

Los salesianos coadjutores somos hermanos religiosos y, como tal, parte del pueblo de Dios y, en él de, la gran

mayoría laica de la iglesia. No somos parte de la jerarquía, pero convivimos con hermanos clérigos y

compartimos con ellos la vida y la misión, y la única vocación salesiana. Desde esta perspectiva una pregunta

resuena con fuerza en mi cabeza y mi corazón ¿cómo debe ser la relación de un salesiano con “el mundo”, y más

particularmente la de un hermano coadjutor?

Podemos decir que una característica intrínseca a la vocación del salesiano coadjutor, por su laicidad, es

la secularidad: estar cercano, o mas bien sumergido, en las realidades seculares. Sin embargo es un punto poco

abarcado y explicitado en su formación como hermano laico. Es también un concepto que genera controversia,

sobre todo ante la tradicional concepción de la vida consagrada como “fuga mundi”. Pero se viven tiempos

nuevos, y la vocación del salesiano coadjutor fue soñada y dada a luz por su padre Don Bosco, justamente a los

fines de insertarse en el mundo del trabajo. Con estas inquietudes es que me animo a poner en consideración

algunas reflexiones sobre la vida consagrada y la secularidad, con la intención de echar un poco más de luz sobre

el tema.

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maestros porque no nos la creeríamos, sino

porque estaríamos dispuestos a compartir el

magisterio, a aprender de la propia vida, a

aprender de los demás, a utilizar su lenguaje, a

dejarnos interrogar, a humanizamos más.

- Tendríamos los ojos abiertos para descubrir las

pobrezas lacerantes de nuestro entorno y las

nuevas pobrezas que emergen. Es decir, entra-

ríamos de lleno en nuestro siglo, que de ahí

viene lo de “secular”, porque no tenemos ni más

siglo ni más presente que el que nos ha tocado

vivir. Y ahí nos quiere Dios. Y los pobres son lugar

de encuentro con Dios, lugar teológico por

excelencia. Y no los pobres que querríamos, sino

los pobres tal y como son, de la misma forma que

no podemos pensar en los jóvenes tal y como los

querríamos, sino en los jóvenes tal y como son.

Ahora bien, agrega el autor, “deberíamos

trabajar por conjugar una sana secularización,

con la plena conciencia de pertenecer a Jesús y

de tenerle en el centro de la vida”. Esto implica-

ría estar plenamente en el mundo, en la realidad,

entre los pobres, tal y como nos decía Jesús.

Pero viviendo también, tal y como Jesús nos

decía, sin ser del mundo. Lo más triste sería,

sostiene de Vega, “que hubiéramos llegado a

una situación de ser del mundo, por las modas, el

nivel de vida, la tecnología al último grito, el que

no sólo no nos falte de nada, sino que nos sobre

de todo; sin estar en el mundo, es decir, viviendo

recluidos del mundo, en nidos confortables, al

servicio de nuestros planes y no de las personas,

conociendo la realidad sólo por el periódico, los

libros o la televisión, sin implicarnos, habiendo

hecho de nuestras comunidades, o lo que sería

aún peor, de nuestras habitaciones, nuestro

mundo, que nos impediría estar en el mundo

real”.

¿Y qué podemos decir del salesiano coadju-

tor?

Creo que los elementos que nos brinda

Esteban de Vega son, por demás, útiles e ilumi-

nadores para hacer un exhaustivo examen de

cuán secularizados estamos los salesianos, y los

hermanos coadjutores en particular. Sin embar-

go, me limito a compartir un breve análisis y

algunas intuiciones desde mi humilde experien-

cia y perspectiva al respecto. ¿Estamos cerca de

los jóvenes más pobres reales, o nos quedamos

esperando en nuestros colegios a que ellos

vengan? Claro que no solo colegios tenemos

entre nuestras obras, pero pongo ese tipo de

obra porque, de lo que he ido conociendo, es la

que más abunda en nuestras inspectorías.

¿Son los colegios aptos para que vivan y

trabajen salesianos cercanos al mundo? Pues

creo que con la actitud de quedarnos a esperar a

que los jóvenes vengan, seguramente no estare-

mos muy metidos en el século. La actitud debe-

ría ser de salida, como el Papa y la congregación

nos invitan. Y quizás en esa “salida” alguna vez ya

no volvamos, y encontremos un nuevo lugar.

Pero sin duda salir da miedo, no nos sentimos

preparados. ¡Qué mejor que tener en nuestras

inspectorías salesianos coadjutores especializa-

dos en acción y trabajo social, en trabajo con

jóvenes de la calle y en situaciones de riesgo

(droga, abandono, violencia, marginación,

privación de la libertad), en trabajo en red con

otras instituciones! Claro está, no para que

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Espíritu y la gracia; de los templos a los hogares y

las personas; de los muchos preceptos al nuevo

mandamiento del amor”.

Y la vida consagrada... ¿sigue los pasos de Jesús?

En esta línea de valorización de lo secular

que acabamos de descubrir, y que la misma praxis

de Jesús nos propone, podemos preguntarnos si

la vida consagrada sigue los pasos de su maestro,

de su inspirador, de quien da sentido a su existen-

cia, o no. Haciendo una rápida mirada hacia el

pasado podemos descubrir que no es exactamen-

te con esa actitud misionera de Jesús con la cual

nace la vida consagrada. Es más bien en su fase

orante, es decir, retirándose de la sociedad a un

lugar desierto para dedicarse a la oración y la

contemplación.

Por muchos siglos la vida consagrada tuvo

ese rostro. Pero la historia también vio nacer

nuevas formas de vida consagrada a Dios, y surgen

las primeras órdenes y congregaciones abocadas

al apostolado. Esta característica implicaba un

nuevo tipo de religiosos inmersos en el mundo.

Desde allí hasta la actualidad el escenario social

fue cambiando y la iglesia profundizando su

reflexión sobre sí misma y sobre el mundo. Hoy

podemos hablar de una iglesia que se considera

servidora del mundo, solidaria con sus penas y

sufrimientos, con sus gozos y alegrías. El viejo

esquema profano-sagrado fue perdiendo así

validez.

En esta línea es que considero con lugar la

pregunta sobre si la vida consagrada actual está

secularizada o no. En un artículo titula-

do “La necesaria secularización”, el

Hermano lasallano Esteban de Vega

sostiene que la pregunta aparentemen-

te es muy fácil de responder, y uno está

tentado a decir en seguida que sí. ¿Pero

por qué? Porque “se han roto y, podría-

mos decir, superado, muchos de los

esquemas, formas y barreras que

impedían que la vida religiosa realmen-

te fuera secular”. Al menos en España,

continúa el autor, “el hábito no es algo

relevante en muchas congregaciones;

se han transformado las reglas y se han hecho más

humanas; se valora más a la persona y la institu-

ción ni la anula ni le impone nada sin un diálogo

previo; muchas congregaciones han cambiado sus

casas tradicionales y viven de un modo más

parecido a la gente de a pie y más cercano; la

formación intenta preparar para la vida concreta

de nuestros días”. Todos estos pequeños gestos e

intuiciones hablan del inicio de un camino de

secularización, sin lugar a dudas.

Aún así, constata el autor que el Concilio

Vaticano II deseaba impulsar una sana seculariza-

ción de la vida consagrada, que no logró una

concreción plena en la realidad. Cuando nos

hacemos la pregunta sobre la secularización,

persiste aún la tendencia a considerarla como algo

malo, sostiene de Vega, como “algo que nos aleja

de lo que deberíamos ser por exceso de mundani-

zación”. Pero pienso que eso sería, mas bien, caer

en un secularismo.

Si la vida consagrada estuviese secularizada

actualmente, sostiene el autor:

- Estaríamos más volcados en la vida real de las

personas, tendríamos tiempo para ellos, pondría-

mos en el centro de nuestro ministerio al hombre

y la mujer concretos y no nuestros programas,

iríamos a su encuentro y no esperaríamos a que

vinieran al nuestro. Iríamos a su terreno, donde

están, y no donde querríamos que estuvieran.

- Habríamos hecho de nuestras comunidades

casas abiertas, acogedoras, lugar desde donde

decir “vengan y vean”. Eso nos daría pie para ser

maestros de fraternidad, de oración, de espiritua-

lidad, de entrega. Pero seríamos realmente

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hagan el trabajo solos, sino para que puedan

sensibilizar a las comunidades, a los herma-

nos, frente a estas realidades, y nos motiven a

salir. Pero mientras la especialización de un

hermano coadjutor siga siendo capacitarse

para sostener las obras que ya tenemos, la

actitud de salida no vendrá, de seguro, por

ese lado.

El mundo del trabajo es, y siempre

fue, un lugar privilegiado para el trabajo del

salesiano coadjutor. Actualmente, los centros

de capacitación profesional han ganado lugar

en muchas de nuestras obras. Brindan un

espacio educativo y permiten la inserción

laboral a muchos jóvenes con deseo de

superarse. Entrar en este terreno implica

trabajo en red con otras instituciones (cen-

tros de día, de rehabilitación, pastoral peni-

tenciaria, empresas, etc.). ¿Quién más apto

para sumergirse en este trabajo que un

salesiano hermano? El ámbito gremial es otra

cara de esta moneda, donde hay tanto que

podríamos hacer en favor de la juventud

obrera y marginada. El hermano Carlos Conci

es un ejemplo muy iluminador de que este es

un apostolado posible y significativo.

Estar cerca de la gente común implica

la humilde actitud de acercarse sin intencio-

nes a priori. Conocer, aprender de ellos,

sintonizar y no perder nunca esa sintonía.

Hacernos más hermanos que padres. Creo

que siendo hermanos, el llamado a ser

profetas de fraternidad nos toca de cerca. El

desprestigio ganado por la iglesia debido a

los innumerables casos de abuso y pedofilia

recaen, sobre todo, en la figura del sacerdote.

Que gran riqueza contar en la congregación

con la vocación de un consagrado laico que,

por ser desconocida, puede ser enigmática y

cuestionante en sí misma. Una persona que

opta por el perfil bajo y por la fraternidad,

que renuncia a bienes materiales y al recono-

cimiento social, que muchas veces tiene el ser

sacerdote, puede hablarnos también con su

vida.

Y cabe preguntarse aquí ¿por qué hay

tan pocos salesianos coadjutores en el

mundo, siendo una vocación que puede ser

tan significativa para nuestros días? Bueno

una respuesta seria ameritaría un exhaustivo

recorrido histórico, pero mirando a la reali-

dad contemporánea encontramos algunas

luces. Sin duda el clericalismo aún reinante en

nuestra congregación y, por ende, en nues-

tras obras juega en contra de que haya un

florecimiento vocacional de coadjutores y de

muchas otras vocaciones laicales. Empeñar-

nos en erradicar este mal del clericalismo

traería muchísimos beneficios para nuestras

obras. Y la presencia de coadjutores conscien-

tes de lo valioso de una vocación laical haría

tanto bien a los laicos y laicas con los que

convivimos. Pero no podemos desesperan-

zarnos, pues pequeños cambios comienzan a

emerger. Además vivir nuestras crisis con

esperanza y alegría es un gran testimonio

para el mundo, pues la base de esa esperanza

es saber que Dios está actuando en la crisis.

Tal vez purificándonos.

Claro que la necesidad de seculariza-

ción no es algo que afecte exclusivamente al

hermano sino también a los presbíteros

religiosos. Pero por su laicidad, el salesiano

coadjutor tiene una especial sintonía con el

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mundo y con las cosas del mundo. Deseo, con

Esteban de Vega, que lleguemos a ser “capaces de

ver que es Jesús quien nos quiere realmente

seculares, pero con capacidad de vivir y comunicar

el misterio de su presencia y de su amor”. Eso

debería configurar profundamente nuestra vida,

nuestra vocación toda. En un mundo secularizado y,

con la importancia que el Concilio Vaticano II

redescubrió al laicado, podemos decir que éste es

el momento para el salesiano coadjutor.

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Más que peroratasfranciscanas

Por: Hno. Juan Echavarría

La reciente visita del Papa al

país Azteca deja un refrescante

mensaje, que lejos de ser un discurso

repetido, vacío de sentido y significa-

do, representa un paradigma para los

nuevos tiempos, retos y desafíos de la

sociedad mexicana, personificada en

líderes políticos, sociales y eclesiásti-

cos, pero ante todo, en el rostro de los

sin voz, de los violentados y vulnera-

dos que no paran de pedir libertad

entre los múltiples flagelos que los

oprimen. Considero que el mensaje de

Francisco, traducido en discursos,

homilías y saludos espontáneos, no es

simplemente retórico ni la ya acostum-

brada disertación sensiblera que

pretende conmover, gustar y catapul-

tar la popularidad. Antes por el contra-

rio, pretende sacudir las conciencias

que se dejaron domar por el inmovilis-

mo de la costumbre y olvidaron la

condición profética típicamente

cristiana, imitadora del Hijo de Dios,

quien supo responder competente-

mente desde el amor y por el amor: al

enfermo y al endemoniado; al joven y

al rico; al tímido y al que se creía sabio.

Tras la relectura atenta y

paciente de cada mensaje es imposi-

ble no percatarse de los variados

elementos repetitivos que para cada

ciudad o destinatario fueron insisten-

tes, como destacando la urgencia por

decirlos. Numéricamente hablando

produjo siete discursos, cinco homi-

lías, una conferencia de presa (a bordo

del Boeing 787 de Aeroméxico), y

cuatro saludos o mensajes improvisa-

dos desde que se dispuso a viajar a

México hasta que abandonó dicha

nación. En ellos fue desperdigando

sentencias esperanzadoras para un

país que lo aguardaba físicamente en

las más adversas situaciones. Un país

que silenció por algunas horas los

disparos de los carteles del narcotráfi-

co para escuchar al Papa Francisco,

autoproclamado misionero de la

misericordia y fervoroso devoto de la

Virgen morenita.

Pero, ¿qué fue lo que dijo

Francisco?, ¿cómo lo dijo?, ¿qué ima-

gen de Dios y del ser humano esbozó

en su mensaje a los mexicanos? Pues

bien, globalmente hablando los casi

cuatrocientos párrafos hicieron

referencia frecuente a las palabras

vida, Iglesia y misericordia en un único

discurso que planteó la riqueza del

Evangelio, que en la persona de Cristo

invita a la defensa de los derechos de

todos los mexicanos en sus condicio-

nes más concretas y particulares:

indígenas, enfermos, reclusos, inmi-

grantes, jóvenes, etc. La fuente

principal de su palabra estaba inspira-

da en el diálogo entre fe y cultura,

partiendo de la rica tradición religiosa

del pueblo y de sus diversas manifes-

taciones amerindias. En este esfuerzo

la Palabra de Dios cumplió una función

capital, llevada a cada cuidad y movi-

miento de gentes supo hacer de luz

Page 12: En mangas de camisa marzo abril

que ayuda a discernir la voluntad de Dios en

las situaciones de violencia y odio marginal

que azota sin descanso.

Supo predicar a un Dios amor, que es

bueno como un papá, como un Tata que

acompaña. Dios que ama sin cansancio y que

no pone caducidad a su bondad y por ello, es

fuente inagotable de misericordia con todos,

sin importar las condiciones sociales, raciales

o lingüísticas. Es un Dios cuya presencia

misteriosa pero real se hace carne concreta

en todas las personas, especialmente en los

más pobres y menesterosos. Es el Dios que

en las noches de gran oscuridad sigue

proporcionando esperanza en hombres y

mujeres que dan testimonio de profecía. Son

signos de un nuevo amanecer. Padre, abba,

que anima a no caer en la tentación de la

resignación, en la tentación de la acedía, en

la tentación de la pérdida de la memoria, en

la tentación de olvidar los a mayores, que

enseñaron con su vida a decir: Padre Nues-

tro. Es el Dios que abrió la primera puerta de

misericordia con su Hijo y de ahí la preocupa-

ción de Jesús por atender a los hambrientos,

a los sedientos, a los sin techo o a los presos

(Mt 25,34-40), lo hacía para expresar las

entrañas de misericordia del Padre. En fin,

es el Dios de la ternura que no se cansa de

‘cariñear’ a los suyos e invita a otros a amar

sin pretensiones ni intereses.

También supo hablar de la persona:

mujer, niños, jóvenes y hombres, cada uno

según su género y condición vital pero

siempre unidos en el mismo sentir como

creaturas de Dios, aquella que cuando es

violada en su integridad genera deterioro en

toda la sociedad. Su deseo está en hacer de la

sociedad un medio de humanización. Diría

que supo trazar dos aspectos del mexicano

de estos tiempos, los que reclaman atención

y promoción, pero también aquellos que se

dejan enceguecer por las propuestas de los

poderosos. La persona siempre necesitada,

privada de lo básico y necesario como es

costumbre, situada donde la vida en socie-

dad se vuelve un terreno fértil para la corrup-

ción, el narcotráfico, la exclusión de las

culturas diferentes, la violencia e incluso el

tráfico de personas, el secuestro y la muerte,

causando sufrimiento y frenando el desarro-

llo. Un capital humano esperanzador, como

el de México, tiene que ser la fuente de

estímulo para encontrar nuevas formas de

diálogo, de negociación, de puentes capaces

de guiar por la senda del compromiso solida-

rio. Un compromiso en el que todos, se

entreguen a la construcción de «una política

auténticamente humana» (Gaudium et spes,

73) y una sociedad en la que nadie se sienta

víctima de la cultura del descarte. Incluso,

según Francisco, donde las mujeres todavía

no están bien consideradas. No se ha enten-

dido totalmente el bien que una mujer

puede hacer a la vida del cura y de la Iglesia,

en un sentido de consejo de ayuda, de sana

amistad.

En cuanto a los que se olvidan de las

mayorías se expresó así a obispos, empresa-

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1 Saludo del Santo Padre Francisco al final de la misa en Ciudad Juárez. Área de la feria de Ciudad Juárez, miércoles 17 de febrero de 2016. 2 Santa Misa con sacerdotes, religiosas, religiosos, consagrados y seminaristas. Homilía del Santo Padre. Morelia, martes 16 de febrero de 2016. 3 Visita al Centro de Readaptación Social (Cereso 3) de Ciudad Juárez, miércoles 17 de febrero de 2016. 4 Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático. Discurso del Santo Padre. Palacio nacional, Ciudad de México, sábado 13 de febrero de 2016. 5 Ibíd. 6 Conferencia de prensa del Santo Padre durante el vuelo de regreso a Roma, miércoles 17 de febrero de 2016. 7 Encuentro con los Obispos de México. Discurso del Santo Padre. Catedral Metropolitana, Ciudad de México, Sábado 13 de febrero de 2016. 8 Encuentro con el mundo del trabajo. Discurso del Santo Padre. Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua, Ciudad Juárez, miércoles 17 de febrero de 2016. 9 Santa Misa, homilía del Santo Padre. Área de la feria de Ciudad Juárez, Miércoles 17 de febrero de 2016. 10 Visita al Centro de Readaptación Social (Cereso 3) de Ciudad Juárez, miércoles 17 de febrero de 2016.

rios y líderes políticos: Preocupan tantos que,

seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan

las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos

para comercializar la muerte en cambio de mone-

das que, al final, «la polilla y el óxido echan a perder

[…] Sean, por tanto, Obispos capaces de imitar esta

libertad de Dios eligiendo cuanto es humilde para

hacer visible la majestad de su rostro y de copiar

esta paciencia divina en tejer, con el hilo fino de la

humanidad que encuentren, aquel hombre nuevo

que su país espera. No se dejen llevar por la vana

búsqueda de cambiar de pueblo, como si el amor de

Dios no tuviese bastante fuerza para cambiarlo. Es

necesario superar la tentación de la distancia y del

clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del

comportamiento triunfal y de la autoreferenciali-

dad. En otra ocasión refirió: El lucro y el capital no

son un bien por encima del hombre, están al servicio

del bien común. Y, cuando el bien común es forzado

para estar al servicio del lucro, y el capital la única

ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama

exclusión, y así se va consolidando la cultura del

descarte: ¡Descartado! ¡Excluido!

En tan variopinto recorrido por discursos y

mensajes subyacen múltiples ideas teológicas y

de espiritualidad cristiana que fundamentan la

postura del Papa jesuita. Como telón de fondo

permanece el misterio de la misericordia divina, la

misma que rechaza siempre la maldad, tomando

muy en serio al ser humano. Apela siempre a la

bondad de cada persona. Lejos de aniquilar, la

misericordia se acerca a toda situación para

transformarla desde adentro. Así es el misterio

de la misericordia divina. Se acerca, invita a la

conversión, invita al arrepentimiento; invita a ver

el daño que a todos los niveles se está causando.

La misericordia siempre entra en el mal para

transformarlo. Misterio de Padre Dios: envía a su

Hijo que se metió en el mal, se hizo pecado para

transformar el mal. Esa es su misericordia.

En síntesis, más que peroratas, Francisco

fue bálsamo y perfume que alivia las heridas de

un pueblo. También fue atalaya que denuncia y

promueve una liberación desde la justicia y el

Evangelio. Llama la atención las consecuencias de

la espiritualidad cristiana manifiesta en sus

disertaciones. Espiritualidad que nace de la

misericordia y experimenta la misericordia,

donde la imagen del Dios redentor se presenta

más grande que el clásico condenatorio y juez.

Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos

que lo realizado, realizado está; pero, he querido

celebrar con ustedes el Jubileo de la misericordia,

para que quede claro que eso no quiere decir que no

haya posibilidad de escribir una nueva historia, una

nueva historia hacia delante: «para qué». Ustedes

sufren el dolor de la caída –y ojalá que todos

nosotros suframos el dolor de las caídas escondidas

y tapadas–, sienten el arrepentimiento de sus actos

y sé que, en tantos casos, entre grandes limitacio-

nes, buscan rehacer esa vida desde la soledad. Han

conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se

olviden que también tienen a su alcance la fuerza

de la resurrección, la fuerza de la misericordia

divina que hace nuevas todas las cosas¹⁰.

Page 14: En mangas de camisa marzo abril

Lejos, no quiero volver Que ya no quiero más cielo Quiero aterrizar Quiero descansar Poder tocar el suelo

Cerca, me quiero ver Que ya me da miedo el cielo Quiero respirar Quiero acariciar Poder tocar el suelo

Y mañana cuando nadie quede aquí Cuando todo se convierta en algo gris Que esta luz que tanto brilla vea al fin Quedara lo que hubo siempre

Quiero vivir la vida a ras de suelo Quiero notar que soy el más pequeño No quiero volar Y no quiero más vuelos Quiero vivir, quiero mirar

Lejos, no volveré Me hice daño en el cielo No quiero pensar Quiero regresar Poder tocar el suelo

Cerca, me quedare Buscando mí estrella en el suelo Este es mi lugar Este es mi hogar Sentirme más pequeño

Y ya está, tengo mi espada Batallar a nada Otro nuevo camino Que nace ahora en mí Llegar al sitio que buscaba Secuencia terminada Para mi

Quiero vivir la vida a ras de suelo Quiero notar que soy el más pequeño No quiero volar ya no quiero mas, no quiero masQuiero vivir, quiero mirar Quiero sentir, quiero tocar Yo quiero vivir, quiero mirar Quiero volver, quiero parar No quiero correr, quiero pensar Quiero acariciar Yo quiero vivir, quiero luchar quiero mirar, quiero ganar

Vivir a ras de suelo

:P

Cresco sdb

Autor: El Canto del LocoÁlbum: De Personas a Personas (2008)Género: Rock

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fotonoticiasde familia

Retratos de la copa San José

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fotonoticiasde familia

De paseo en el volcán Pacaya

El hno. Javier

y el hno. Emeterio

de cumpleaños

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fotonoticiasde familia

Algunos retratos de la Misión de semana santa en Petén y en Carchá.

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Amo tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por todas partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento desenterrarte de los corazones de los demás.

Etty Hillesum