Descartes Giovanni Reale

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GIOVANNI REALE Y DARlO ANTISERI HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO TOMO SEGUNDO DEL HUMANISMO A KANT Herder

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Historia del pensamiento filosófico y científico por Giovanni Reale

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GIOVANNIREALEYDARlOANTISERIHISTORIA DEL PENSAMIENTOFILOSFICO Y CIENTFICOTOMOSEGUNDODELHUMANISMOAKANTHerderTitulo original' Il pensiero occidentale dalle otigini ad oggi. TomoIITraduccin: Juan Andrs IglesiasDiseo de la cubierta: Cl audioBado y MnicaBaznIlustraciones:A1i nar i, Arbo rio Mella, Barazzott o, Farabola,Ricciarini ,Riva, Stradella Costa, Ti tus, Tomsi ch 1983, Editrice La Sello/a, Brescia1988, Herder Editorial, S.L.43edicin , I3 reimpre sin2004ISBN: 84-254- 1590-XObra completa: 84-254- 1593-4Imprenta: TesysDepsito Legal: B- 1.434 - 2005Printed in SpainHerderwww.herdereditori al .comCAPfTULO VIIDESCARTES: ELFUNDADOR DE LAFILOSOFA MODERNA1. LAUNIDADDELPENSAMIENTODE DESCARTESAlfred N. Whitehead escribiquela historia dela filosofamodernaes la historia del desarrollo del cartesianismo en su doblefacetade idealis-moy demecanicismo. ParaWhitehead, lostemas implicadosenlarescogitans y la res extensade Descartes son los quedeterminan de un mododecisivolosdesarrollosdelafilosofamoderna. Por suparte, BertrandRussell afirm que es justo considerar que Descartes es el fundador de lafilosofamoderna. Descartes, diceRussell, esel primerpensadordealta capacidad filosfica cuya perspectiva est profundamente influida porla nueva fsica y la nuevaastronoma. Es verdad quean conserva muchode escolstico , perono acepta los cimientos edificados por sus predeceso-res y seesfuerzaporconstruirexnovounedificiofilosficocompleto.Estoyanoocurradesde la pocadeAristtelesy esunsntomadelanuevaconfianza quelos hombres tienen en s mismos,engendrada porelprogreso cientfico. Ensu trabajo encontramos un frescorqueno se hallaenningnfilsofo precedente -aunque seannotables- desdelos tiemposde Platn.Durante ese perodo de tiempo, los filsofos haban sido maes-tros, con la actitudde superioridad profesional quelleva consigo eseatri-buto . Encambio, Descartesnoescribecomounmaestro, sinocomoundescubridor y un explorador, ansioso de comunicar aquello que ha encon-trado. Posee unestilofcil ynadapedante, que sedirige atodos loshombres inteligentes delmundoy noa alumnos. Adems, se trata de unestilorealmente excelente. Esunafortunapara la filosofamoderna quesu pionerohayaposedounestiloliterariotanadmirable. Sus sucesores,tantoenel continentecomoen Inglaterra, conservaronhasta Kant sucarcter noprofesoral, y bastantes deellos tambinconservaron algunosdesus mritosestilsticos.Keplery Galileoestaban profundamente convencidos (conviccin stade orden metafsico) de que la estructura del mundo constitua una estruc-tura de tipo esencialmente matemtico , y de que el pensamiento matem-tico estaba porconsiguiente en condiciones de penetrar en la armona deluniverso. El punto de vista de Descartes no podra describirse mejor quediciendo que, al llevar tal concepcin hasta susltimas consecuencias ,305PensamientodeDescartesidentific virtualmentelamatemtica conla cienciadela naturaleza. Laciencia de la naturaleza posee un carcter matemtico no slo en su senti-doms amplio, segnel cual la matemtica le sirve deayuda, cualquieraque sea sufuncin, sinotambinenel sentidomuchoms restringidosegnel cualla mente humana produce el conocimiento dela naturalezacon sus propias fuerzas, del mismo modo queproduce la matemtica (E.J. Dijksterhuis). En el proyecto filosfico de Descartes se hallan estrecha-mente vinculados y son slidamente interfuncionales mtodo, fsica y me-tafsica. Enefecto, Descartes est convencido --como lo manifiesta en susPrincipiosdefilosofa- de que el saber en conjunto, esto es, todalafilosofa, escomo unrbol cuyas races sonlametafsica, el troncoeslafsica, y lasramas queprocedendel troncosontodaslasdems cien-cias. W.Whewelldijocon mucha agudeza quelos descubridores fsicosse handiferenciado delos especuladores estriles no porque en sus cabe-zas notuviesenningunametafsica, sinopor el hecho dequetenanunametafsica correcta, mientras que sus adversarios tenan una equivocada; yadems, porque vincularonsu metafsica consu fsica, envez demante-nerlas separadas entre s. La metafsica cartesiana, seala Joseph Agassi,es una metafsicacorrectaporque, por una parte, lograinterpretar losresultados ms destacados de la ciencia de su poca, y por otra -al decir dequesthecho el mundo y cmo est hecho- ha constituido el paradigmao, si seprefiere, el programadeinvestigacinque influyenlacienciaposterior. Eneste sentidoel mecanicismocartesianodemostrser unametafsicainfluyentey fecundaparalainvestigacin, noslofsica sinotambin biolgica y fisiolgica, puesto queel cuerpo humano es unam-quinay el animal noesmsque unautmata., Noobstante, cul eslametafsica de Descartes? Como veremos, el fundamento del sistema meta-fsico cartesianoseencuentraenlaidentidaddemateriayespacio. Talprincipio nos lleva de inmediato a unaserie de consecuencias: a) el mun-do tiene unaextensin infinita; b)estconstituido en todas sus partes porlamismamateria; e) lamateria es infinitamente divisible; d) el vaco, esdecir, un espacioqueno contenga ninguna materia, es unanocin contra-dictoria y, por lo tanto, imposible.La metafsica, pues, nos dice de qu ycmo esthecho el mundo. Por consiguiente, la ciencia -afirma Descartesen las Regulae ad directionem ingenii- se ocupar slo de aquellos obje-tos sobre los cualesnuestro espritu parece capazde adquirir conocimien-tos ciertos e indudables. La metafsica preestablece al cientfico qu debebuscar,quproblemas son relevantes o no, ya qutipode leyes hayquellegar. Paraellosenecesitaunmtodo: El mtodo es necesarioparabuscar laverdad. El mtodoensutotalidadconsisteenel ordenyladisposicinde lascosas hacialascuales es precisodirigir lafuerza delespritu para descubrir alguna verdad. Lo seguiremos exactamente, si re-conducimos gradualmente las proposiciones complicadas y obscuras hastalas ms simples, ysi a continuacin, partiendode lasintuiciones mssimples, nos elevamos por los mismos grados al conocimiento de todas lasderns.307Descartes2. SuVIDAy SUS OBRASAcostumbroallamarlosescritosdeDescartes -afirmaLeibniz-elvestbulodela verdadera filosofa, porque, aunque nohayallegadoa suncleo ntimo, seleha aproximadoms que ningnotro, conlanicaexcepcin deGalileo, dequien el cieloconsinti querecibisemos todassus meditaciones sobre diversos temasqueun destino adverso haba redu-cidoal silencio. Quien leaa Galileo y a Descartes se hallar enunaposi-cinmejorpara descubrirla verdad, quesi hubieseexploradoelgneroentero de los autores cornunes. Se trata del juicioponderado deun granfilsofo sobre otro gran filsofo, quenos da la exacta medida de la perso-nalidaddeDescartes, calificado contodarazn depadredela filosofamoderna. Enefecto, sufiguramarcungiroradical enel terrenodelpensamiento, debido a la crtica a que someti la herencia cultural, filos-fica y cientfica dela tradicin, y por los nuevos principios sobre los queedificun tipode saber queya no se centraba en el ser o en Dios, sino enel hombre y enla racionalidadhumana.Ren Descartes (Cartesius) naci en La Haye (Turena), e131 de marzode1596, el aodela publicacin delMysterium cosmographicum deKe-pler. Defamilianoble -su padre,Joachim,eraconsejero delparlamentodeBretaa- fuemuyprontoenviadoalcolegiojesuita deLaFlecheenAnjou, queera unode los centros de enseanza ms famososde su tiem-po. All recibiuna slida formacin filosfica y cientfica, de acuerdo conlaratio studiorumdelapoca, ratioque abarcabaseisaos deestudioshumansticos y tresde matemtica y de teologa. Aquella enseanza -ins-piradaenlosprincipiosdelafilosofa escolstica, consideradacomoladefensamsvlida delareligincatlica encontradelossiempre recu-rrentes grmenes de hereja- dejinsatisfechoyconfusoa Descartes,aunque mostrase sensibilidad antelas novedades cientficas y se abriese alestudiodelamatemtica. Prontosediocuentadeladistanciaenormeentre aquella corriente cultural y los nuevos fermentos cientficos y filos-ficos quepugnaban por salira la luz endiversos contextos,y sobre todopercibi conrapidez la ausencia deunametodologa seria, queestuvieseen condiciones de instituir, controlar y ordenar las ideas existentes, y guiarhacialabsqueda dela verdad.La enseanza de la filosofa, impartida segn la codificacin elaboradapor Surez, remita los nimoshacia el pasado, a las interminables contro-versiasentrelos tratadistas escolsticos, dejandopocoespacioa los pro-blemasdel presente. Al recordaraquellosaos DescartesescribeenelDiscurso del mtodo: Conversar con los hombres de otros siglos es casi lomismo que viajar; es bueno, sin duda, saber algo acerca de las costumbresdelos pueblos, para juzgar mejor las nuestras y nocalificarderidculoeirracional todoloque seacontrarioanuestrascostumbres, comocreenaquellos quejams han vistonada; empero, cuando se dedica demasiadotiempo a viajar,al finalunose vuelveextranjero enel propio pas, y as,quien se muestra demasiado curioso por las cosas del pasado se convierte,en la mayor parte de los casos, en muy ignorante de las presentes. Aun-quecritiquelafilosofaaprendida enaquellosaos, Descartesnoolvidapor supuestoel espaciodedicadoa los problemas cientficosy al estudiode lamatemtica. Sinembargo, al trminode susestudios tambinse308Vida y obrassiente profundamente insatisfecho a propsito de tales disciplinas, y escri-beaeste respecto: Loquems megustabaeralamatemtica, por lacert ezay evidencia de sus razonamientos, peroan no me dabacuenta deculer a elmej oruso deella:al contrario, pensando quesloserva paralas artesmecnicas, measombrabaque sobre cimientos tanfirmes y sli-dos todava no se hubi ese construido algo ms elevado e import ant e.. Porlo queconciernea la enseanzadela teologa, se limitaa sealar quealsaber que el camino del cielo est abiert o a los muy ignor ant es al igual quea los sabios, y quelas verdades reveladas parallegarall son superiores anuestrainteligencia , nunca habra osadosometer st as a mis dbiles razo-namientos.Descartes, pues , abandon desorientado el colegiodeLa Fleche y sinun trozo de saber quele sirviese como asidero. Por ello, despus de habercontinuado susestudiosenlauniversidadde Poitiers, dondeobtuvoelbachill eratoylalicenci atura en derecho, yal continuar en lamximaconfusi n espiritual y cultural, decidi dedicarse a la carrera de las armas.En1618, cuando comenz la Guerra delos Treinta Aos, se alistenlastropas deMauricio deNassau, quiencombata contraEspaa y enfavordela libertaddelos PasesBajos. EnBreda trabamistad conunjovencultivador de la fsica y la matemtica, IsaacBeeckrnan, quien le estimulaestudi ar fsica.Dedicadoaunproyectodematemticauniversal enUlrn , dondesehallaformandopartedel ejrcitodel duqueMaximilianode Baviera, a cuyas filas haba pasado, manifest haber tenido entre ellOy el11 denoviembre de1619 una especie derevelacin intel ectual acercadelos fundamentos deuna ciencia admirable. Debido a estarevel acinDescart es pronunci el votodeperegrinara la SantaCasa de Loreto. Enunpequ eodiariodondeanotaba susreflexioneshabl adeuninventummirabile, que ms tarde desarroll ar en el Studium bonae mentis , de1623,yen las Regulae ad directionemingenii (Reglas para la direccindel inge-nio) , queredactentre1627 y 1628. Se establecien Holanda, tierra detol erancia y delibert ades, donde -porsugerencia del padr eMar inoMer-senne, considerado comoel secretario dela Europa docta , y del carde-nal Pier redeB rulle- sededicaelaboraruntratadodemetafsicaquemuy pronto interrumpi para dedi carse a una gran obra fsica: el Trait dePhysique dividido en dos partes, la primer a delas cuales sobretema cos-molgico, LeMon deou Trait delalumi re, ylasegunda decarcterantro polgico, L'Homme. El 22 dejulio, desdeDeventerenHolandaleanunciaMersenneque el Tratadosobreel mundoysobreelhombreestaba casi acabado: Slome falt acorregirloycopiarlo, yesperabaenvirselo a fin de ao. Sin emb argo , enterado de la condena de Galil eo, acausadelatesis copernicanaquetambi nl compartay cuyasrazoneshaba expue sto en el Tratado en cuest in, Descartes se apresur a escribiraMersenne:Estoycasidecididoaquema rtodosmis papeleso, por lomenos, a no dejar que nadi e los vea.. El recuerdo de la hoguera a la quefue condenadoGiordanoBruno, o la prisindeCampanella -que la con-den a deGalileo le haca venira la memoria- influyeron deci sivamente ensunimo esquivo, contrarioa las desazonesque perturban lapazdelespritu, tannecesari a paralos estudios .Unavezsuperado su gravedescora zonami ento,Descartes advirtilaurgentenecesidad de afront ar el problema de la obj etividad dela razny309Descartesdela autonoma dela ciencia en relacin con el Dios omnipotente. A ellotambinlellevelhechodeque UrbanoVIII hubiesecondenadolatesisgalileana comocontrariaa laEscritura. Desde1633 a1637, combinandolosestudiosde metafsica-iniciadosydespusinterrumpidos-ylasin-vestigaciones cientficas, escribiel famoso Discurso del mtodocomoelementoprevioatres ensayoscientficosen losquecompendiabasusresultados: laDioptrique, los MtoresylaGomtrie. AdiferenciadeGalileo, queno habaelaboradountratadoexplcitosobreel mtodo,Descartes consider que era importante demostrar el carcter objetivo delarazn e indicar lasreglasenlas que haba queinspirarse paraalcanzardicha objetividad. Nacido enuncontexto polmico y como defensa delanuevaciencia, el Discursodelmtodoseconvirtienlacartamagnadelanueva filosofa.Se remonta a esteperodo su amor por Helene Jans, conla que tuvoaFrancine, lahijitaque am conternurayquemuricuandoslotenacincoaos. El dolorcausadoporlaprdidadelaniaafectprofunda-mente su nimoy, enparte, tambin su pensamiento, si biensus escritossiempre fueronseveros y rigurosos. Reemprendila redaccin del Trata-dode Metafsica, pero enforma deMeditaciones, escritas enlatn porqueestaban reservadas a los doctos, y cuyasreferencias a la enfermedad y ladebilidad delanaturaleza humana dantestimonio deunnimo llenodeangustia. Las Meditationes deprimaphilosophiaenviadas a Mersennepara quelas pusiese en conocimiento delos doctos y recogiese las objecio-nesdestos -son famosaslas deHobbes, Gassendi , Arnauldy elpropioMersenne- se publicarn definitivamente, juntocon las Respuestas deDescartes,en1641, bajo el ttulo deMeditationesde prima philosophia inqua Dei existentia et animae immortalitas demonstrantur (Meditacionesme-tafsicas, en las que se demuestra la existencia de Dios y la inmortalidad delalma). A los ataques deltelogo protestante Gisbert Vot, replic conlaEpistola Renati Des CartesadceleberrimumvirumGisbertumVotium(CartadeR.D. al [amosisimoG. Voet) , enlaquetratdedemostrarladebilidadylainconsistenciadelasconcepcionesfilosficas yteolgicasdel adversario.Apesar de las numerosas polmicas que suscitabansus escritos demetafsica y detemas cientficos, Descartes se dedic conafn a la elabo-racin delos Principia Philosophiae (Principiosde filosofa), obra en cua-tro libros y redactada en artculos breves, segn el modelo de los manualesescolsticos dela poca.Se trata de unaexposicin resumida y sistemticadesu filosofay de su fsica, que otorga unarelevancia particular al vncu-lo entre filosofa yciencia. La obrase publicen Amsterdam, yestdedicada a la princesa Isabel, hija deFederico v delPalatinado. Amarga-dopor laspolmicas quehaban desencadenadolos profesores dela uni-versidad deLeiden, que llegaron a prohibir el estudio desus obras, y na-da dispuestoaregresar aFrancia, debidoalacaticasituacinpor laque atravesaba este pas, Descartes acept en 1649 la invitacin de la reinaCristina deSuecia y, despus dehaber entregado a la imprenta el manus-critodesultimotrabajo, Lespassionsdel'Iime, dejdefinitivamenteHolanda, que ya no era hospitalaria con l, sino que estaba llena decontradicciones. Apesar desus gravespreocupaciones Descartes conser-vunarelacinepistolarconlaprincesaIsabel, queesmuyimportante310Crisis culturalpara aclarar muchos puntos oscuros de sudoctrina, yen particular larelacinentrealma y cuerpo, el problemamoral y el libre arbitrio. Enla corte suecaDescartes, para celebrar el final de la Guerra de los TreintaAos y la pazdeWestfalia,escribeLanaissance de la paix. No obstante,fue muy breve el tiempoque pas en lacorte sueca, ya que lareinaCristina, dada su costumbre de mantener sus conversaciones a las cinco dela maana, obligaba a Descartes a levantarse muy temprano, a pesar de lainclemencia delclima y la nada robusta constitucin del filsofo. Encon-secuencia, enlamaanadel 2 defebrerode1650, el filsofoalsalirdepalacio cay enfermo de pulmona ymuri despus de una semanade sufrimientos. Susdespojosmortales, trasladadosaFranciaen 1667,descansanenla iglesia deSaint GermaindesPrs, enPars.Con carcter pstumo fueronpublicadas las siguientes obras: Compen-diumMusicae (1650), Trait de l'homme (1664), LeMonde ouTrait de lalumire (1664), Cartas (1657-1667), Regulae ad directionemingenii (1701)eInquisitioveritatis perlumennaturale (1701).3. LAEXPERIENCIADELHUNDIMIENTOCULTURALDEUNAPOCAEnunpasajeautobiogrfico, despusdereconocerquefuealumnodeunadelasescuelasmsclebres deEuropa, Descartesmenciona elestado de incertidumbre profunda en el quese hallal terminar sus estu-dios: Me encontr perdido entre tantos errores y dudas, queme parecaqueal tratar deinstruirme nohaba conseguido otro provecho quehaberdescubiertocadavezmsmiignorancia.Veamosconalgndetallelasrazones de su insatisfaccin y su desconcierto. COIl respecto a la filosofa,repitiendounafrasedeCicern, escribe: Seradifcil imaginaralgotanextrao y tan increble como para que no haya sido dicho por algn filso-fo.. Aunque la filosofa haya sido cultivada por los espritus ms excelen-tesquehayan vivido-contina Descartes en el Discursodel mtodo- nopuede ufanarse de nada queno se discuta y quepor ello no sea dudoso.Alalgica -quel reduce alasilogsticatradicional-est dispuestoaacordarle, comomximo, unvalor didctico-pedaggico: [Nopretendocondenar] -leemos en las Reglas- aquella manerade filosofar que losotros hanpracticado hasta ahora y los mecanismos de los silogismos pro-bables, muyaptosparalapolmica, propiosdelosescolsticos: porqueejercitan y estimulan a travs de la emulacin la inteligencia delos jve-nes, ala queesmuchomejor darleforma atravsdeopinionesdeestaespecie, aunqueparezcaninciertas.Aunquelereconocedeterminadovalor didctico-pedaggico, niega que la lgica de los dialcticos -a la quereconduceprecisamentelasilogstica-poseaningunafuerzadecarcterfundacionaly la msmnima capacidad heurstica: Dejamos deladoto-dos lospreceptosconlosque losdialcticos consideranque dirigenlaraznhumana, cuandoprescribenciertasformas derazonar, lascualessonconclusivas contantanecesidadque, al confiarseaellas, larazn,aunque se desintereseencierta manerade la consideracin atenta y evi-dente de la inferencia misma, pueda concluir sin embargo algo cierto, envirtud dela forma: confrecuencia nos damos cuenta de quela verdad sesubstrae a dichos vnculos, mientras queaquellos mismos quese sirven de3111Descartesellos se ven all enredados. Mediante la tradicional cadena silogstica losdialcticosnopueden formarconarteningnsilogismoqueconcluyaloverdadero, si antes no tenemos su contenido, es decir, si no hemos conoci-dopreviamenteaquellaverdadque sededucedel. Por consiguientemediantetal procedimientoellosnoconocennadanuevoy, enconse-cuencia, la dialctica comn es del todo intil para quienanhela indagar laverdad de las cosas, y nicamente puede servir a veces para exponer a losdems con ms facilidad las razones yaconocidas, ypor esohayquetrasladarla desde la filosofa hasta la retrica. La lgica tradicional, pues,en el mejor de los casos se limita a servir de ayuda para exponer la verdad,pero no la conquista. Por esto, volviendo a reiterar esta opinin de juven-tud, Descartesescribe enel Discurso del mtodo: Sussilogismosylamayor parte de sus dems instrucciones sirven ms bien para explicar a losotros cosas que ya saben, o tambin, como en el arte de Llull, para hablarsin discernimiento de las cosas quese ignoran, en lugar deaprenderlas; yaunque esa lgica contenga realmente muchospreceptos muy verdaderosy ptimos, mezcladoscon stoshay sin embargo muchosotros nocivos,osuperfluos, queseparar resulta tanarduo comoextraer unaDiana o unaMinerva deunbloque demrmol apenas desbastado.Si el juicio sobre la filosofa tradicional es severo, anms drstico semuestra el relativoa la lgica. Debido a estas insatisfacciones profundas yaestos enfoques, lafilosofa aprendidaen el colegiode La Fleche leparece llenadelagunas. Enunapoca en la quese habanafirmado y sedesarrollaban con vigor nuevas perspectivas cientficas y se abran nuevoshorizontesfilosficos, Descartesadviertelafalta deunmtodoquees-tablezca un orden y, al mismo tiempo, constituya un instrumento heursti-co y fundacional deveraseficaz.Adems, aunque admire el rigor del saber matemtico, critica tanto laaritmticacomolageometratradicionales, porquehansidoelaboradascon procedimientos no subordinados a unadireccin metodolgica clara,aunque se muestren lineales. Que sus deducciones seanrigurosas y cohe-rentes no significa que la aritmtica y la geometra hayan sido establecidasen el marcode un mtodo correcto, quejams fue elaborado tericamen-te. Cuandoante nuevos problemasnosvemos comodesarmadosycasiinducidos a comenzar desdeel principio, la raznde ello resideen la faltade un criterio rector quenos acompae en la solucindelos nuevospro-blemas. Enefecto, a propsitodela geometra y del lgebra, Descartesseala questashacenreferencia a materias muy abstractas y al parecerde ninguna utilidad. La geometra, porque est ligada a la consideracinde lasfiguras, ylaaritmtica, porqueestan confusayoscura quedesconcierta el espritu. De aqu surge su propsito de crear una especiedematemticauniversal, liberada delosnmerosy delasfiguras, paraquepueda servir demodeloatodos los saberes. Nopuedetomarcomomodelodel saber la matemtica tradicional, porque carece de un mtodounitario. Para elaborar tericamenteestemodeloDescartescreequeesnecesariodemostrarquelasdiferenciasentrearitmticay geometranoson relevantes, porque ambasse inspiran, aunque de modo implcito, enel mismo mtodo. Atal objeto, convierte los problemas geomtricosen problemas algebraicos, mostrando su homogeneidad substancial. C-molefueposiblehacerlo?Atravs deloquesedenominageometra312Crisisculturalanaltica, delaquehablaremosdentrodepocoy por mediodela cualDescartes otorga una mayor nitidez a los principios y a los procedimientosmatemticos. En el fondo, ste era el objetivoque l sehabafijado,como lo prueban sus palabras dirigidas a la princesa Isabel del Palatinado:Gracias a estemedioveo conms claridad todolo quehago. Despusde haber justificado por qu no desciende a otros detalles, agrega: Espe-roque nuestrosdescendientesnoslomeagradezcanlascosasque heexplicado, sinotambinaquellas queheomitidovoluntariamente, paradejarles a ellos el placer de descubrirlas. Eneste contexto de crtica y derecuperacin de las ciencias matemticas hay queleerel pasaje en el queDescartes, siempre en el Discurso del mtodo, afirmaquequiere inspirarel mtodo del nuevosaber en la claridad y el rigortpicosde los procedi-mientosgeomtricos: Aquellaslargascadenasderazonamientos, todasellas sencillas y fciles, de las que se suelen servir los gemetras para llegarhasta sus ms difciles demostraciones, me habandadolaocasin deimaginar quetodas las cosasqueelhombrepuede conocerse producendel mismo modoy que, si nos abstenemosdeaceptar por verdadera unacosa que no lo es, y siempre que se respete el orden necesario para reduciruna cosa de otra, no habr nada que esttanlejano que al final no puedallegarseall, ni nada tanocultoquenopueda descubrirse.Si toda la casa se derrumba, si se hunden la viejametafsica y la viejaciencia, entoncesel nuevo mtodoaparecercomoel principiode unsaber nuevo,queesten condiciones de impedir quenos dispersemos enuna serie inarticulada de observaciones o se caiga en formasnuevas y msrefinadas deescepticismo. Enefecto, stasson dos lgicas consecuenciasdel derrumbamiento de las antiguas concepciones, bajo la presin de nue-vas conquistas cientficas y de las nuevasinstanciasfilosficas. Tandifun-didacomola confianzaenelhombrey ensu poder racional, se hallalaincertidumbre acerca del camino que hay que tomar para garantizaraquella confianza, superando toda duda. La filosofa tradicional, demasia-do ajenaaaquel conjuntode nuevos descubrimientos yelaboracionestericas -quehabansidoposibles gracias ainstrumentostcnicos que,potenciadosocorrigiendoanuestrossentidos, seintroducanenreinosinexplorados hasta entonces- no puede evitar el conflicto. Se hace urgentedisearunafilosofaquejustifiquela confianzageneralenlarazn. Alescepticismo disgregador no se le poda oponer ms que una razn metaf-sicamente fundamentada, capazdedirigir la bsqueda de la verdad, y unmtodouniversal y fecundo.No se trata, pues, de la puesta endiscusin de estao de aquella ramadel saber, sino del fundamento mismo del saber.Por ello Descartes, aun-que admire a Galileo, lo critica, y lo critica porque ste no habra ofrecidoun mtodo que permitiese llegar hastala raz de la filosofa y de la ciencia.Aquien lepreguntcul era suopininsobrelosescritos deGalileo,Descartes respondi:Iniciar esta carta con las observaciones acercadellibrode Galileo. Encuentro que, hablando de formageneral, l hizo filo-sofa muchomejor quelas personas corrientes, ya que, apenas puede, sedesembaraza delos errores de la escuela y trata deexaminar los proble-mas fsicosmediante razones matemticas. Sobreeste puntome hallocompletamentedeacuerdoconl y sostengoquenoexisteningnotromtodo para descubrir la verdad. Sin embargo, me parece que se equivoca313Descartesbastante en larealizacin de continuas digresiones y en el no detenerse aexplicar de modo exhaustivo cada problema. Esto prueba que no examinlascuestionesdeunamanera sistemtica y que, alnohabertomadoenconsideracin las causas primeras de la naturaleza, slo busc las razonesde determinados efectos particulares, con lo que su construccin carece detodo fundamento.Descartes llamala atencin sobre el fundamento, porque destede-pende la amplitud y la solidez del edificio quehay que construir y contra-poner al edificioaristotlico, sobreel cual seapoya latradicinensuconjunto. Descartes no separa la filosofa de la ciencia. Lo que urge poneren claroes el fundamento quepermita un nuevotipode conocimiento delatotalidaddeloreal, porlomenosensuslneasesenciales. Sehacennecesarios nuevosprincipiosy no importa quedespus se aprovechen enun sentido o en otro. Se trata de principios que, substituyendo a los aristo-tlicos -a los que sigue siendo escrupulosamente fiel la cultura acadmica-contribuyana la edificacin dela nueva casa.El propio Descartes nos dice que stees el proyecto terico que deseaelaborar, cuando casi al final de su actividad escribeal sacerdote ClaudiaPicot, traductorde su obraPrincipia philosophiae: As, toda la filosofaes como un rbol, cuyas races son la metafsica, el tronco es la fsica, y lasramasquesalen de estetronco son todas las dems ciencias, que se redu-cen a tres principales: la medicina, la mecnica y la moral-me refiero a lamoral ms elevada y perfecta, quepresuponiendo un conocimiento com-pletodelasdems ciencias, constituyeel ltimogradodelasabidura.Ahora bien, comolos frutosno cuelgan de las races, ni del tronco de losrboles, sino delos extremos de sus ramas, tampocola principal utilidadde la filosofa depende de aquellas partes suyas que slo se pueden apren-der enltimo lugar.Descartes, pues, quiso llegar alas races, aloscimientos, para que despus sea posiblerecoger frutosmaduros. El mto-do, consus reglas ysuspropias justificaciones, pretendesatisfacer talexigencia.4. LASREGLAS DELMTODOEnlas Regulae ad directionem ingenii Descartes quiere ofrecer reglasfcilesyciertasque, aquienlasobserveescrupulosamente, leimpidantomar lo falso por verdadero, y sin ningnesfuerzo mental, aumentandogradualmente la ciencia, lo conduzca al conocimiento verdadero detodoaquello quesea capaz de conocer. Sin embargo, si en la obra queacaba-mos de citar llega a enumerar veintiuna reglas -e interrumpi la redaccinde la obra para evitar un excesode prolijidad- en el Discursodel mtodoreduceacuatrotalesreglas. Descartesjustificaasdichasimplificacin:A menudo, una gran cantidad de reglas no sirve ms que como pretexto ala ignorancia y al vicio, porlo queunanacinmejor seregularcuantomenos reglas tenga, siemprequeseanobservadasconrigor; del mismomodo, pensque-enlugar de lamultitudde reglas de lalgica- mebastaban las cuatro siguientes, con la condicin de que decidieseobservar-las con firmezay demanera constante, sin ninguna excepcin.1) Laprimeraregla, que estambinlaltima, yaque constituyeel3141\Reglasdel mtodopunto de llegaday no slo el de partida, es la regla de la evidencia, que lanuncia en estos trminos:Nuncaacoger nada como verdadero, si antesno se conocequelo es con evidencia: porlo tanto,evitar con cuidado laprecipitaciny la prevencin;y noabarcarenmis juiciosnada queestmsall delo quese presentaba antemi inteligencia deunamanera tanclaray distinta queexclua cualquier posibilidad deduda. Msqueunaregla, es el principio normativo fundamental, porque todo debe convergerhaciala claridad y la distincin, a las queprecisamente se reduce laevi-dencia. Hablar de ideas claras y distintas, y hablar de ideas evidentes, es lamismacosa. Cul es el actointelectual medianteel cualse lograla evi-dencia? Es el acto intuitivo o la intuicin, que Descartes describe as en lasRegulae: No es el testimonio fluctuante de los sentidos o el juicio falaz dela imaginacin errneamente combinadora, sino un concepto de la mentepura y atenta, tan fcil y distinto queno queda ninguna dudaalrededor deloquepensamos; o, loqueeslomismo, unconceptonodudosodelamente pura y atenta, que nace de la sola luz de la razn y que es ms ciertoque la deduccin misma.Se trata de un acto que se autofundamenta y seautojustifica, porque no le sirve de garanta unabase argumentativa cual-quiera,sino nicamente la recproca transparencia entre razn y conteni-dodelactointuitivo. Se trata deaquella idea claray distintaquereflejaslo la luz delarazn, sin quetodava se hayapuesto enrelacinconotras ideas, sinoconsiderada ens misma, intuida y noargumentada. Setrata de la ideapresente ante la mente y de la mente abierta a la ideasinmediacinalguna. Elobjetivo de las otras tresreglas consisteen llegaraestatransparencia mutua.2) La segunda regla es dividir todo problema que se someta a estudioentantaspartes menorescomosea posible ynecesariopararesolverlomejor. Se trata de unadefensa del mtodo analtico, el nicoque puedellevar hasta laevidencia, porque al desmenuzar locomplicadoen suselementosmssencillos permitequela luz delintelecto disipesus ambi-gedades. Es una fasepreparatoriaesencial, yaque si laevidenciaesnecesaria para la certeza y la intuicin es necesaria para la evidencia, parala intuicines necesariala simplicidadquese lograatravs deunades-composicin de lo complejo en partes elementales hastael lmite mnimoposible. Enlas RegulaeDescartesprecisalosiguiente: Slollamamossimples a aquellas cosas cuyo conocimiento sea tanclaro y distinto quelamentenopueda dividirlasanms, cuyoconocimientoseatodavamsdistinto. Se llega a las grandes conquistas etapa por etapa, segmento porsegmento. Este es el camino que permite huir de generalizaciones presun-tuosas; y si las dificultades existen porque lo verdadero estmezcladoconlofalso, el procedimientoanaltico permite que aqul selibere de lasescoriasdeste.3) La reduccin de lo complejo a sus elementos simples no es suficien-te, porque ofreceun conjunto inarticulado de elementos, pero no el nexocohesivo que lo transforma en un todocomplejo y real. Por esto al anlisisdebeseguirla sntesis, finalidaddelatercera regla, queDescartes -tam-bin en el Discurso del mtodo- enuncia con los siguientes trminos: Latercera regla es la de conducir con orden mis pensamientos, comenzandopor los objetos ms simples y ms fciles de conocer, para ascender poco apoco, comoa travsde escalones, hasta el conocimiento de los ms com-315Descartespiejos; suponiendoque hayunorden, asirmsmo, entre aquellos cuyosobjetos no preceden naturalmente a los objetos de otros. Porlo tanto esprecisorecomponerloselementosenquehasidodivididauna realidadcompleja.Se trata de unasntesis quedebe partir de elementos absolutos(ab-solutus) onodependientesdeotros, y proceder hacialos elementosrelativosodependientes, dandolugar aunacadenadeargumentosqueiluminenlosnexosdel conjunto. Setratadereconstituirunordenodecrearuna cadenaderazonamientos, que vandesde losencillohasta locompuestoyquenopuedendejardetenerunacorrespondencia conlarealidad. Cuando no exista tal orden es preciso suponerlo mediantela hiptesis ms conveniente para interpretar y expresar la realidad efecti-va. Si laevidenciaes necesariaparatener una intuicin, parael actodeductivo se vuelve obligado el proceso desde lo simple hasta lo complejo.Cul es la importancia de la sntesis? Puede parecer que a travs de estedobletrabajonosurgenada realmentenuevo, ya queacabamos por en-contrar el mismo objeto del cual habamos partido. Enrealidad, ya no esel mismoobjeto: el compuestoreconstituidoesotracosa, yaque estpenetradoporlaluminosidadtransparentedel pensamiento. Unoesunhecho en bruto, el otro es un saber cmo est hecho:entre ambos existe lamediacin dela conciencia(DeRuggiero).4) Por ltimo, paraimpedirtodaprecipitacin -madredetodos loserrores- hayque controlar lospasos individuales. Por esto, Descartesconcluye diciendo: La ltima regla es la de efectuar en todas partes enu-meraciones tancomplejas y revisiones tangenerales que se est segurodenohaberomitidonada.Enumeraciny revisin: aqullacontrolasi elanlisis escompleto, ylasegunda, lacorreccinde lasntesis. En lasRegulae se enuncia as esta necesaria cautela en contra de cualquier super-ficialidad: Esprecisorecorrerconunmovimientocontinuadoeininte-rrumpido del pensamiento todaslas cosas quese refieren a nuestro fin, yabrazarlas mediante unaenumeracin suficientey ordenada.Son reglas simples y subrayan la necesidad de quese tenga unaplenaconciencia de los pasos mediante los cuales se articula cualquier investiga-cinrigurosa. Constituyenel modelodel saber, porquelaclaridadyladistincinevitanlos posibles equvocosolasgeneralizacionesapresura-das. A talefecto, anteproblemas complejos y antefenmenosconfusos,hay que llegar hasta los elementos simples, que no pueden descomponersems, para quequeden iluminados plenamentepor la luz dela razn. Enresumen, para proceder con correccin, hay que repetir en toda investiga-cinaquel movimientodesimplificaciny deencadenamiento riguroso,que son las operaciones tpicas del procedimientogeomtrico. Ahorabien, ques lo quesuponeasumirunmodelodeestaclase?Antes quenada, y de unaformageneral, acarrea el rechazo de todasaquellasnocio-nes aproximativas, imperfectasofantsticas, omeramenteverosmiles,queseescapendelaoperacinsimplificadora, consideradacomoindis-pensable. Lo simple de Descartes no es lo universal de la filosofa tradicio-nal,al igual que la intuicin no es la abstraccin. Lo universal y la abstrac-cin, que sondos momentosfundamentales delafilosofa aristotlico-escolstica, son substituidos por las naturalezas simples y por la intuicin.Del Naceseala conmuchaagudeza: ParaDescartes, inspirarseenlasmatemticasquieredecir substituir louniversal porlosimple. De este316Dudametdicamodosecomprendequelacondicinparaconocerlascosas esdejarsedescomponer ennaturalezas simples, objetos deintuicin simpley que seencadenan [... ] mediante lazos que tambin pueden reducirse a relacionesintuidas directamente(lameditacin metafsica obedece a la matematici-dad, enlamedida enqueobedeceal mtododeladescomposicin).5. LADUDAMETDICAUna vez establecidas las reglas del mtodo, es necesario justificarlas o,mejor dicho, dar cuenta de su universalidad y su fecundidad.Es cierto quelamatemtica siempresehaatenidoa estas reglas. Sinembargo, quinnos autoriza a extenderlas fuera de su mbito, convirtindolas en modelosdelsaber universal?Cul es su fundamento?Existe una verdad noma-temtica querefleje ens misma los rasgosdela evidencia y deladistin-cinyque sinverse enningncasosometidaaladudapuedajustificartales reglas y ser consideradacomofuentede todaslasdemsverdadesposibles?Pararesponder aestaseriedepreguntasDescartesaplicasusreglas alsabertradicionalpara comprobar si contienealguna verdadtanclara y distinta quepermita eliminar cualquier motivo de duda. Si el resul-tado es negativo, en el sentido de que conestas reglas no es posible llegara ninguna certeza, a ninguna verdad que posea los caracteres de claridad ydistincin, entonces habr que rechazar ese saber y admitir su esterilidad.Al contrario, silaaplicacinde estasreglas nos conduceaunaverdadindubitable, entonceshabrqueasumirquestaesel comienzodeunalarga cadenaderazonamientosoelfundamentodel saber. Lacondicinquehabr querespetar a lo largo deesta operacin es la siguiente: noeslcito aceptar como verdadera una asercin que se vea teida por la duda opor unaposible perplejidad. Es obvio -escribe Descartes en las Meditacio-nes metafsicas- que nosernecesario, para llegar a esto probar que[lasopiniones formadaspreviamente]sean todas falsas, tarea quenotendrafin. Es suficiente con tomar en examenaquellos principios sobre loscuales est fundado el saber tradicional. Si caen tales principios, las conse-cuencias perderntodovalor.En primer lugar sealemos quebuena parte del saber tradicional pre-tende estar basado enla experiencia sensible. Ahora bien,cmo es posi-ble considerar comociertoeindudableunsaber queseoriginaen lossentidos, si es verdad que stos a vecesse nos revelan como engaadores?Dadoque los sentidos-afirmaDescartesen el Discursodel mtodo-algunas vecesnos engaan, decid suponer queninguna cosa era tal comonosla representaban los sentidos. Adems, si gran parte delsaber tradi-cional se fundamenta enlos sentidos, unaparte relevante dedichosaberse fundamenta en la razn y ensu poder discursivo. Sin embargo, tampo-co esteprincipio parece exento de obscuridad e incertidumbre. En efecto,puesto que hay quien se equivoca al razonar y comete paralogismos [... ],rechaccomofalsas todaslasdemostracionesqueanteshabaaceptadocomo demostrativas. Finalmente,existeel saber matemtico que pareceindudable, porque es vlido tanto enestado devigilia como enelsueo.Dos ms dos sumancuatro, en cualquier circunstancia yen cualquierestado. Noobstante, quinmeimpedirapensarque existeungenio317Descartesmaligno, astuto y engaador quemofndose de m me lleva a considerarcomoevidentes cosas queno lo son?Aqu la duda se convierte en hiper-blica, enel sentidodequeseaplicaa sectores queantes sepresumanfuera detodasospecha. Acasoelsabermatemticonopodraserunaconstruccin grandiosa, basada en un equvoco o en una colosal mixtifica-cin? Supondr, pues, queexista no ya un Dios verdadero, fuente sobe-rana de verdad,sino un cierto genio maligno, no menos astuto y engaa-dor quepotente, queemple toda su industria enengaarme.No existe en el saber ningn sector vlido. La casa se hunde porque loscimientos estn socavados. Nada resiste a la fuerzacorrosiva dela duda.Por lotanto, enlasMeditaciones metafsicasDescartesescribe: Yosu-pongoquetodaslascosasqueveosonfalsas; medigoammismoquejams ha existidonada de lo quemi memoria llena de mentiras me repre-senta; pienso que no tengo ningn sentido; creo que el cuerpo, la figura, laextensin, el movimiento y el lugar no son ms que ficciones de mi espri-tu. Qupodr, pues, ser consideradocomoverdadero?Ningunaotracosa, quizs, queno sea que en el mundo nada hay decierto? Es obvioque aqu no nos encontramos antela duda de los escpticos. Aqu la dudaquiere llevar hasta la verdad. Por esto se la llama metdica, en la medi-da enqueconstituyeunpasoobligado, perotambinprovisional, parallegar hasta la verdad. Descartes seala lo siguiente: No es que yo imite alos escpticos, quedudan por dudar y hacen gala de estar siempre indeci-sos; por el contrario, todomi plantendaaconcedermeseguridadyaapartar la tierra y la arena para encontrar la arcillay la roca.Descartesquiereponerencrisiseldogmatismodelosfilsofostradicionalesy, almismotiempo, combatiraquellaactitudprximaalescepticismoquesededicaba a ponerlo todo en duda, sin ofrecer nada a cambio. Enlas pgi-nas deDescartessepone demanifiestosuanhelodeverdad. Aqu, lanegacin remite a la afirmacin, y toda duda, a la certeza. En definitiva, atravsdeladudaDescartesquiereremoverlasaguas estancadasdelaconciencia tradicional,quiere quese perciba el fecundopesodela duda,para que surja algo ms autntico, ms seguro. Quien no lleva a cabo estaexperiencianoestardespusencondicionesdecrearyni siquieradepensar, y se limitara repetir frmulas vacasoa rumiar unacultura yadigeridapor otros. Cmohuir anteelacosodeladuda, si nosabemoscul esnuestranaturaleza, cules sonlosrasgos denuestraconciencia,culessonlas exigenciasdela lgica dela razn?Nose pueden aprove-chardebidamente las implicaciones de la duda si a travsdesus sombrasnopercibimos unaluz quese esfuerza por salira la superficie, peroquehayquehacerquebrillepara queel hombrevuelvaa pensar conplenalibertad.6. LACERTEZAFUNDAMENTAL: COGITOERGOSUMDespus dehaberlopuesto todoenduda, inmediatamente despus,hubedeconstatar -prosigueDescartesenel Discursodel mtodo- que,aunque quera pensar que todo era falso, era por fuerzanecesario que yo,queas pensaba, fuese algo. Y al observar que esta verdad "pienso, luegosoy" era tan firme ytan slida que noerancapacesdeconmoverlani318Cogito ergo sumsiquiera las ms extravagantes hiptesis de los escpticos,juzgu quepo-da aceptarla sin escrpulos como el primer principio de la filosofa que yobuscaba. Sin embargo, acaso esta certeza no podra verse puesta en telade juicio por el genio maligno? Descartes afirma en las Meditaciones meta-fsicas:Existeunapotencia queno conozco, engaadora y muy astuta, que se esfuerzaal mxi-mo por engaarme siempre. Ahora bien,si me engaa, no hay ningunadudade que existo;me engaaporque quiere -no podr hacer queyo no sea nada- queyo pienseque soy algo.Por lo tanto, despus dehaber pensadoy examinadotodocongrancuidado, es necesarioconcluir quela proposicin: Yosoy,yoexisto, es absolutamente verdadera cada vez quelapronuncio o quela conciboenmi espritu.Quesloque estamosobligadosaadmitircomoindudable, porlaevidenciamismadelaverdad?Enel instanteenque rechazamos[... ]todo aquello delo quepodemos dudar [... ], no podemos suponer al mis-mo tiempo queno existamos nosotros, quedudamos de la verdad de todoaquello: en efecto, la aversin a concebir queaquello quepiensa no existeen el acto de pensar, no nos impide -apesar de cualquier suposicinextravagante- creer quela conclusin:Pienso,luegosoy, es verdadera, ypor lotantoes la primeracosa yla ms ciertaque sepresenta a unpensamientoordenado.DescartesafirmaestoenlosPrincipiaPhiloso-phiae. Enconsecuencia, laproposicinpienso, luegosoyesabsoluta-mente verdadera, porque incluso la duda -por extremada y radical quesemuestre-la confirma. Qu entiende Descartes por pensamiento? Me-dianteeltrmino"pensamiento" -afirma enlas Respuestas- comprendotodo lo queen nosotros est hecho de forma quenos permite ser inmedia-tamente conscientes de ello; as, todas las operaiones de la voluntad, delintelecto, dela imaginacin y de los sentidos son pensamientos. Heagre-gado"inmediatamente"paraexcluir todoaquelloque sesiguedetalesoperaciones; por ejemplo, un movimiento voluntario tiene comopunto deinicio el pensamiento, pero ens mismonoespensamiento.Nos hallamos, pues, ante una verdad que carece de intermediarios.Latransparenciadel yo antes mismo -yporlotantoelpensamientoenacto- elimina cualquier duda e indica por qu la claridad es la regla bsicadel conocimientoy porqulaintuicinconstituyesuactofundamental.Aqu noseadmitela existencia omi sersi noes enla medida enquesehace presente a mi yo, sin ningnpaso discursivo. Aunque est formuladacomosi fueseunsilogismo, la proposicinpienso, luegosoy noesunrazonamiento, sino unapura intuicin. No consisteen unaabreviacin deuna argumentacincomo lasiguiente: Todo loque piensaexiste; yopienso, por lotantoexisto.Setratasimplementede unactointuitivograciasal cual percibo mi existencia en tanto quepensante. Descartes, enefecto, cuando trata de definir la naturaleza denuestra propia existencia,sostiene questa es unares cogitans, unarealidad pensante, en la quenohayninguna ruptura entre pensamientoyser. La substancia pensantees el pensamiento enactoy el pensamiento enactoes unarealidadpen-sante.Descartes llegaaqu a unpunto firme, quenada puedeponer enteladejuicio. Sabequeelhombrees una realidadpensante, y es muycons-ciente del hechofundamental querepresenta la lgicadela claridad y la319Descartesdistincin. Deestemodo conquista una certeza inquebrantable, la prime-raeirrenunciable, porqueest relacionadaconlapropiaexistencia, lacual, enlamedida enquees pensante, resulta clara y distinta. Laaplica-cinde lasreglas del mtodoha llevadoas al descubrimientode unaverdadquedemanera retroactiva confirma la validezdeaquellas reglas,queencuentran unfundamentoy puedenentonces tomarsecomonormadecualquier saber. Enel Discurso del mtodo se lee: Al notar queenlaafirmacin"pienso, luegosoy" nohaynadaque measegureque estoydiciendo la verdad, a no ser el queveo clarsimamente quepara pensar espreciso existir: juzgu que poda tomar como regla general el quelas cosasqueconcebimos demanera muyclaray distinta sonverdaderas entodoslos casos.Se poneel acentoenquelaclaridady ladistincin, comoreglas delmtodo de investigacin, se encuentran fundamentadas. Empero, en questnfundamentadas?Acasosobreelser, finitooinfinito, osobrelosprincipios generales dela lgica, quetambin sonprincipios ontolgicos,como el principio de no contradiccin o el principio de identidad, cosa queocurreenla filosofa tradicional?No: talesreglas sebasanenla certezaadquirida dequenuestroyo o la conciencia propia como realidad pen-sante se presenta conlos rasgosdela claridad y la distincin. Apartir deahora la actividad cognoscitiva, sin preocuparse por fundamentar sus con-quistas enun sentido metafsico, tendr quebuscar la claridad y la distin-cin, que son los rasgos tpicos de aquella primera verdadque se haimpuestoanuestra razn, yque debencaracterizar atodas lasdemsverdades. Nuestra existencia, entanto queres cogitans, fueaceptada co-mo algo indudable sobre un nicofundamento: la claridad y la distincin.Del mismomodo slo se podr admitir otra verdad en el casode questamuestreasimismolosrasgos declaridady distincin. Parallegar atalesverdades es preciso recorrer el itinerario sealado por el anlisis, la snte-sisyel control. Una asercinque poseaestas cualidades yanoestarsujeta a la duda. Lafilosofadeja deserla ciencia delser, para transfor-marse endoctrina del conocimiento. Se convierte antes quenada engno-seologa. steesel nuevoenfoqueque Descartesotorgaalafilosofa,proponindose hallar o hacer surgir en cualquier proposicin la claridad yla distincin: unavez quelas hayamos conseguido, ya notenemos necesi-dad de otros apoyos u otras garantas. La certidumbre de mi existencia entanto queres cogitans no necesita otra cosa que claridad y distincin. De lamisma forma cualquier otraverdadno necesitarms garantaque laclaridady ladistincin, inmediata(intuicin)oderivada(deduccin).Por lo tanto el banco de pruebas delnuevo saber filosficoy cientficoesel sujetohumano, la concienciaracional. Cualquier tipodeinvestiga-cinnicamentehabrdepreocuparsepor obtener el mximogradodeclaridady distincin, y unavez conseguidos, notendrquepreocuparsede otrasjustificaciones. El hombreesthechoas, yslodebeaceptarverdadesquereflejentales exigencias. Nosenfrentamos conunaradicalhumanizacin del conocimiento, quese ve reconducido a su fuente primi-genia. En todas las ramas del conocer el hombre debe ajustarse a la cade-na de deducciones que proceden de verdades claras y distintas o de princi-pios evidentes por s mismos. Cuando talesprincipios no se descubran confacilidad, esnecesariosuponerlospor hiptesis, yaseaparaimponerun320Cogito ergo sumorden a la mente humana,o para hacer quesurja el orden dela realidad-se confaenlaracionalidaddeloreal- cubiertoa vecespor elementossecundariosoporlasuperposicindeelementos subjetivos, quesepro-yectanacrticamente fueradenosotros.Estedesplazamientodesdeelplano del serhastael del pensamientopuede percibirse con claridad a travs del distinto peso terico que tieneelcogito en san Agustn -que lo elabor tericamente por primera vez- y enDescartes, quevolvi a plantearlo. Ensu polmica contra los escpticos,Agustn habasealadoquesi fallar sum, si dudosoy. Laduda esunaformade pensamiento,y el pensamiento no se concibefueradel ser, quequeda en consecuencia reafirmado por el acto mismo de dudar. Se trata deuna defensa de la primaca fundamentante del ser y, por lo tanto, de Dios,que nos es ms ntimo quenosotros mismos. Descartes, en cambio, utilizala expresin cogito ergo sumpara subrayar las exigencias del pensamientohumano:la claridad y la distincin, en las que deben inspirarse los demsconocimientos. EnAgustnenltimainstancia serevelaDios, mientrasqueenDescarteselcogitorevela alhombreo, mejordicho, las exigen-cias quedeben caracterizar su pensamiento y sus conquistas intelectuales.ymientras que en Agustn el cogito se sosiega remitindose a Dios, con elque est relacionado -porque se fundamenta en El- en Descartes, al reve-larse comoclaroy distinto,el cogito convierte en problemtico a todolodems, enel sentido deque -obtenida la verdad de la propia existencia-necesita partir a la conquista de lo real distinto de nuestro yo, buscandolos caracteres dela claridad y la distincin.Descartes, pues, aplicalas reglasdelmtodoy encuentra su primeracertezafundamental, el cogito. Esta, sinembargo, noesuna detantasverdadesquese consiguenmedianteaquellas reglas, sinolaverdadqueunavez adquiridasirvedefundamentoa dichasreglas, porque revelalanaturalezadela concienciahumanaqueensu calidadderes cogitans estransparencia de s anteella misma. Todas las dems verdades slo podrnacogerseenlamedida enquese ajusteno se aproximena tal evidencia.Inspiradoinicialmenteenlaclaridadylaevidenciade lamatemtica,ahora Descartes subraya que las ciencias matemticas slo representan unsector del saber que, desdesiempre, se haba inspirado en un mtodo queposee un alcance universal. A partir de ahora todo saber tendr que inspi-rarseen dicho mtodo, porque no estfundamentado por la matemtica,sino que la fundamenta a sta, al igual que a cualquier otra ciencia. Aque-llo a lo que estemtodo conducey aquello sobre lo que se fundamenta esla raznhumana,aquella recta razn (bonamens) quepertenece a todoslos hombres y que -como dice Descartes en el Discurso del mtodo- es lacosaque sehalla mejor distribuidaenel mundo. Ques esta rectarazn?La facultadde juzgar correctamente y distinguir lo verdadero delo falso, es lo quese llama buen sentido o razn[y que], es naturalmenteigual en todoslos hornbres. La unidad de los hombres est representadapor la raznbiendirigida y desarrollada. En el ensayode juventud Regu-laeaddirectionemingenii loexplicitaenestos trminos: Lasdiversasciencias no son ms que la sabidura humana, que permanece siempre unaeidnticaaunqueseapliqueadiferentesobjetos, ynorecibe destosmayor diversidad de la que recibela luz del sol de las diferentes cosas queilumina. Ms que sobre las cosas iluminadas -las ciencias particulares- es321Descartespreciso poner el acento sobre el sol-la razn- que debe surgir, imponer sulgica y hacerqueserespetensus exigencias. Launidaddelas cienciasremite a la unidad dela razny la unidad dela raznremitea la unidaddel mtodo. Si la razn es unares cogitans, que se constituye a travs de laduda universal-hasta el punto de que ningn genio maligno puede tender-leartimaas yningn engaode lossentidos puedeobscurecerla- en-tonces el saber tendr quefundarse sobre ella, habr de imitar su claridady sudistincin, que sonlosnicospostuladosirrenunciablesdel nuevosaber.7. LAEXISTENCIAYELPAPELDEDIOSLa primera certeza fundamentalquese consiguea travs de la aplica-cin de las reglasdel mtodo es la conciencia des mismo comoserpen-sante. Luego, lareflexinde Descartesseconcentrasobreel cogito ysobre su contenido, al que se le plantean ciertos interrogantes fundamen-tales: meabren de verdad al mundo de las reglasdel mtodo, son aptaspara darme a conocer el mundo?Est steabierto a dichas reglas?Es-tnadaptadas mis facultades cognoscitivas para conocer efectivamente loqueno es identificablemediante mi conciencia? Son preguntas estasquepostulanuna ulterior fundamentacin de la actividad cognoscitiva delhombre.El yo, como ser pensante, se revela como lugar de una multiplicidadde ideas, que lafilosofa debe cribar contodorigor. Siel cogito eslaprimera verdad evidente por s misma, qu otras ideasse presentan conel mismo gradode evidencia? Es posible tomarlo como punto de partiday reconstruir conideasclarasydistintas -comoel cogito-eledificiodelsaber?Msan: yaqueDescartes colocael fundamentodel saber enlaconciencia, cmose lograr salirde sta y reafirmar el mundo exterior?Enresumen, las ideas, queDescartes no considera en el sentido tradicio-nal de esencias o de arquetipos de lo real, sino como presencias realesantelaconciencia, poseenacasouncarcterobjetivo, enelsentidodequerepresentenunobjeto, una realidad?En otras palabras: como formasmentales resultan indudables, porque tengo de ellas una percepcin inme-diata, pero enla medida enquerepresentan unarealidad distinta de m,son verdicas, representan unarealidad objetiva o sonsimples ficcionesmentales?Antes de responder a esta pregunta, conviene recordar queDescartesdividelas ideas entres clases: ideas innatas, lasque encuentroenm,nacidas juntoconmiconciencia; ideasadventicias, quemellegandesdefueray se refieren a cosas por completo distintas de m; e ideas artificialesoconstruidasporm mismo. Descartandoestas ltimas comoilusorias-porquesonquimricasoconstruidasarbitrariamenteporel sujeto- elproblemahace referenciaalaobjetividaddelasideas innatasydelasadventicias. Si bienlastresclasesdeideasnodifierenentres desde elpunto de vista de su realidad subjetiva -todas ellas son actosmentales delos que poseo una percepcin inmediata- resultan profundamente diferen-tesdesdela perspectiva desu contenido.Enefecto, las ideasartificialesoarbitrarias noconstituyen problema322Existencia deDiosalguno, pero las ideasadventicias -que me remiten a unmundo exterior-sonrealmenteobjetivas?Quingarantizatal objetividad?Podrares-ponderse: la claridad y la distincin. Empero, y si las facultades sensiblesnos engaasen? Estamos de verasseguros de la objetividad de las facul-tades sensibles e imaginativas a travs de las cualeslleganhasta nosotroslaclaridady ladistincin, y nosabrimosal mundo?Inclusoenladudauniversal estoy seguro de mi existencia en su actividad cogitativa. Quinme garantiza, no obstante, quedicha actividad sigue siendo vlida cuandosus resultados pasan desde la percepcin enactoal reino de la memoria?Puede sta conservar intactos tales resultados con su claridad y distincinoriginarias? Para hacer frente a esta serie de dificultades y para fundamen-tardemaneradefinitivaelcarcter objetivo denuestrasfacultadescog-noscitivas, Descartes plantea y soluciona el problema de la existencia y dela funcindeDios.Atal efecto, siempre enel mbito dela conciencia, entre las muchasideas questa posee, Descartes tropieza -como se lee en las Meditacionesmetafsicas-conlaidea innatadeDios, encuantosubstanciainfinita,eterna,inmutable,independiente, omnisciente,y porla cual yo mismoytodas las dems cosas queexisten (si es verdad queexisten cosas)hemossido creados y producidos. A propsito de esta idea Descartes se pregun-ta si es puramente subjetiva o si no habra queconsiderarla subjetiva y almismotiempoobjetiva. Setratadel problemadelaexistenciadeDios,queya no se plantea a partir delmundo exterior al hombre,sinoa partirdel hombremismoo, mejor dicho, desu conciencia.Con respecto a esta idea, que posee los rasgos mencionados, Descartesafirma: Es algomanifiestoalaluznatural el que debe haber por lomenos tantarealidaden lacausa eficientey -total, como lahayensuefecto: porque, de dndesacarael efectosurealidad, si noesdesupropiacausa, y cmopodracomunicrsela sta, si nolaposeyeseensmisma?Ahora bien, supuesto tal principio, es evidente queelautor deesta idea, que est en m, no soy yo, imperfecto y finito, ni ningn otro serigualmente limitado. Tal idea, queest en m pero no procede de m, slopuedetener comocausa adecuada aun serinfinito, es decir, a Dios.Lamisma idea innatadeDios puedeproporcionarnosuna segundareflexin queconfirma los resultados dela primera argumentacin. Si laideadeun serinfinitoqueestenm, tambin procediese dem, nomehabra producido yo mismodeunmodoperfecto e ilimitado,y nopor elcontrario imperfecto,comoseaprecia a travs dela duda y dela aspira-cinjamssatisfechaalafelicidadyalaperfeccin?Enefecto, quienniega a Dios creador, por ello mismo se considera productor de s mismo.Ental caso, sin embargo, al tener la ideadeunserperfecto, mehabraconcedido todas las perfecciones que encuentro en la idea de Dios, lo cualest encontradiccin conla realidad.Finalmente, apoyndose en las implicaciones de dicha idea, Descartesformula untercer argumento, conocido con el nombre deprueba ontol-gica. La existenciaesparteintegrantedelaesencia, por locual noesposible tenerlaidea (esencia) deDios sinadmitir al mismotiemposuexistencia, aligual que noesposibleconcebiruntringulosinpensarlocon la suma de sus ngulos igual a dos rectos, o no es posible concebir unamontaa sin unvalle. La diferencia esten lo siguiente: delhechodeno323Descartespoder concebir unamontaa quecarezca de valle, no se sigue quehayaen el mundo montaas y valles, sino nicamente que la montaa y el valle-yaseaque existanoque noexistan-nopuedensepararsedeningnmodola unadel otro [... lomientras quedel solo hechodequeno puedoconcebir a Diossin existencia, se sigue que la existencia es algo insepara-ble de l y, por lo tanto, existe verdaderamente. Esta es la prueba onto-lgica deAnselmo, queDescartes vuelvea plantear hacindola suya.Por quDescartes sededicacontantainsistencia al problema delaexistenciade Dios, si noesparaponer enclaro lariquezadenuestraconciencia?Enefecto, enlasMeditacionesmetafsicasse sostiene quelaidea de Dios es como la marca del artesano que se coloca en su obra, y nisiquiera es necesario queestamarca sea algo diferente a la obra misma.Por lo tanto, al analizar la conciencia Descartes tropieza con una idea queest en nosotros perono procede de nosotros y que nos penetra profunda-mente, comoel sellodel artficea la obra desus manos. Ahorabien, siesto es verdad y si es cierto que Dios -puesto que es sumamente perfecto-tambin es sumamente veraz e inmutable, no deberamos entonces tenerunainmensa confianza ennosotros,ennuestras facultades, queson obrasuya?La dependencia del hombre con respecto de Dios no lleva a Descartesa las mismas conclusiones que haban elaborado la metafsicay la teologatradicionales:la primaca de Dios y el valor normativo de sus preceptos yde todolo que est revelado en la Escritura.La idea de Dios en nosotros,como lamarca del artesanoensuobra, es utilizada para defender lapositividad de la realidad humana y -desde el punto de vista de las poten-cias cognoscitivas- su capacidadnaturalpara conocer la verdady, enloqueconcierne al mundo,la inmutabilidad de sus leyes. Aqu es donde seve derrotada deformaradical la ideadelgeniomalignoo deunafuerzadestructivaque puedaburlar al hombreoburlarsedel. Bajo lapro-tectora fuerzade Dios las facultades cognoscitivas no nos pueden engaar,porque entalcaso Diosmismo -su creador- serael responsabledeesteengao. YcomoDiosessumamenteperfecto, nopuedementir. AquelDios, encuyonombreseintentabaobstaculizarlaexpansindel nuevopensamiento cientfico, aparece aqu como el que, garantizando la capaci-dadcognoscitiva de nuestrasfacultades, nosespoleaatal empresa. Laduda sevederrotaday elcriteriodeevidencia estjustificadodemodoconcluyente. Dioscreador impideconsiderar quela criatura lleva dentrode s un principio disolvente o gue sus facultades no se hallan en condicio-nes de realizar sus funciones. Unicamente para el ateola duda no ha sidovencida de manera definitiva, porque siempre puede poner en duda lo queleindicansus facultadescognoscitivas, alnoreconocerquestasfueroncreadas porDios, sumabondad y verdad.De este modoel problemadelafundamentacindel mtododein-vestigacinse soluciona de formaconcluyente. La evidencia que se habapropuestoattulode hiptesis seveconfirmadapor lacertezainicialreferenteanuestrocogito, yste, consuscorrespondientesfacultadescognoscitivas, quedareforzadoulteriormenteporlapresenciadeDios,quegarantiza su carcter objetivo.Adems del poder cognoscitivode lasfacultades, Dios tambin garantiza todas aquellas verdades claras y distin-tasqueel hombreest encondicionesdealcanzar. Setratadeaquellas324ExistenciadeDiosverdades eternas que , manifestando la esenciade los diversossectores deloreal ,constituirnel esqueletodel nuevosaber. Dichas verdadessoneternas, no porque obliguen al mismo Dios, o porque sean independientesde l. Dios es el creador absoluto, y por lo tanto tambin es el responsablede las ideas o verdades a cuya luz ha creado el mundo.Preguntis -escri-be Descartes a Mersenne el27 de mayo de 1630- quinha obligado a Diosa crear estas verdades; y os digoquel fuelibredehacer quenofueseverdad quetodaslas lneas quevan desde el centro hasta la circunferenciasean iguales, al igual que fuelibredeno crear el mundo. Y es cierto queestas verdades no son contingentes en su esencia con ms necesidadque las criaturas. Entonces, por qu se califica de eternas a las verdadescreadas librementeporDios? Porque Dioses inmutable. Y as aquel vo-luntarismo deorigenescotista, quellevabaalosmetafsicosahablardeuna radical contingencialidaddel mundoyaconsiderar imposibles unsaber universal, lo aprovechaDescartespara garantizar la inmutabilidadde ciertas verdades y, por lotanto, para defender el desarrollode lacienciay garantizarsuobjetividad. Adems, puestoque estas verdadescontingentesyal mismotiempoeternasnosonunaparticipacindelaesencia de Dios , nadie, a partir del conocimiento de tales verdades , puedepensar que conocelos designios inescrutables de Dios. El hombre conocey nada ms, sin la menor pretensin de emular a Dios . Se defiende a la vezel sentido de la finitud de la razn yel sentido de su objetividad. La razndel hombreesespecficamentehumana, nodivina, perosuactividadsehallagarantizadaporaquel Diosquela hacreado.Sin embargo, si bien es cierto queDios es veraz y no engaa, tambines cierto que el hombreyerra. Cul esentoncesel origen del error?Ciertamenteel errornoes imputablea Diossinoal hombre, porquenosiempresemuestrafiel alaclaridadyladistincin. Lasfacultades delhombre funcionanbien. Pero de stedepende el hacerbuenuso de ellas,no tomando como si fuesenclarasy distintas ideas aproximativas y confu-sas. El error tienelugaren el juicio , y paraDescartes -a diferencia deloque ocurrir en Kant- pensar no es juzgar , porque en el juicio intervienentantoel intelectocomolavoluntad. El intelecto,que elaboralasideasclaras y distintas, no se equivoca. El error surgede la inadecuada presinde la voluntad sobre el intelecto. Si me abstengo de emitir un juicio sobreuna cosa, cuandonola conciboconla suficiente claridad y distincin, esevidente que hago un uso ptimo del juicio y no me engao; pero si decidonegar o afirmar esa cosa, entonces ya no empleo como es debido mi librearbitrio;y si afirmolo queno es cierto, es evidente queme engao; [... ]porquelaluz natural nos ensea queel conocimiento delintelecto debepreceder siemprealadeterminacindela voluntad. Y precisamenteeneste maluso del librearbitrio se encuentra la privacinqueconstituye laformadelerror. Conmucharazncomenta F. Alqui: El error proce-de, pues , de mi actividady no de mi ser;soy el nico responsable de l ypuedoevitarlo. Puedeapreciarselo lejosqueseencuentra estaconcep-cin dela nocindenaturaleza caday de pecado original. Esahora, y atravsdeunactopresente, cuandoyo me engao o yo peco. Con esta inmensa confianza en el hombre y en sus facultades cognosci-tivas y despus de haber sealado las causas y las implicaciones del error,Descartespuede avanzarahora haciael conocimiento delmundo y des325Descartesmismo, en cuanto se halla en el mundo. Ya se ha justificado el mtodo, sehafundamentado la claridad y la distincin, y la unidad del saber ha sidoreconducidaasufuente, laraznhumana, sostenidaeiluminada porlagaranta dela suprema veracidad desuCreador.8. ELMUNDOES UNAMQUINADescartes llega hasta la existencia delmundo corpreo profundizandoenlas ideas adventicias, es decir, aquellas ideas quenos llegandesdeunarealidad externa a la conciencia, queno es su artfice, sino su depositaria.Antesque nadalaposibilidaddelaexistenciadel mundocorpreoestdemostradaporquesteconstituyeelobjetodelasdemostracionesgeo-mtricas, quese basan enla ideade extensin. Adems ennosotros se daunafacultaddiferentedel intelectoyque nosepuede reducir al: lafacultad de imaginar yde sentir. En efecto, el intelectoes una cosapensante ouna substancia, cuya esenciaonaturalezaslo consiste enpensar,algoesencialmente activo. Encambio la facultaddeimaginar esesencialmente representativa deentidades materiales o corpreas, por locualme inclinoa pensar quese encuentra ntimamente ligadaal cuerpo oquedependedel. El intelectopuedededicarseareflexionarsobreelmundo corpreo enlamedida enquesesirvedela imaginaciny delasfacultades sensibles, quese manifiestan comopasivaso receptivas de est-mulos y desensaciones. Ahora bien,si estepoder deadhesin al mundomaterial ejercido por la facultad imaginativa y las facultades sensibles nosengaase, habra que concluir que Dios, que nos ha creadoas, noesveraz. Estoesfalso, empero, comoyahemosdicho. Porlotantosilasfacultades imaginativas y sensibles atestiguan la existencia delmundo cor-preo, nohayraznalguna paraponerloendiscusin. Esto, apesardetodo, nodebeinducirnosaadmitirtemerariamentetodaslascosasquelos sentidos parecen ensearme; tampoco debe llevarnos, sin embargo, aponerlasendudaa todasengeneral. Cmo sellevaa cabotal selec-cin? Aplicandoel mtododelasideasclarasy distintas, yadmitiendocomorealesnicamenteaquellaspropiedadesquelogroconcebirdeunmodo claroy distinto. Entre todas las cosas queme lleganhasta m desdeel mundo exterior a travs delas facultades sensibles, slologroconcebircomo clara y distinta la extensin,quepor consiguientehedeconsiderarcomo constitutiva o esencial. En efecto, cualquier otra cosa quese puedaatribuir al cuerpo presupone la extensin y noes msqueunmodo delacosaextensa; al igual quetodas las cosasquehallamos en la mente no sonms que diversosmodosdepensar. Porejemplo, lafigura nosepuedeentender si noes enla cosaextensa, ni elmovimiento,fueradel espacioextenso; tampocolaimaginacin, el sentidoolavoluntadpuedenen-tendersesi noesenlacosapensante. Sin embargo, puedeentenderselaextensinsinla figuraoelmovimiento, comosehace manifiestoa cual-quieraquepresteatencinenello.Aplicando lasreglasdela claridad y la distincinDescartes llegaa laconclusinsiguiente: lanica propiedadesencial que sepuedepredicardelmundo material es la extensin, porque slo sta puede concebirse deunmodo claro y contotal distincin delas dems propiedades.El mundo326El mecanicismoespiritual es rescogitans yel mundomat eri al esresextensa. Todaslasdems propiedades -el color, el sabor , el pesoo el sonido- Descartes lasconsider a como secundarias, porqueno esposible tener deellas una ideaclaraydistinta. Atribuir tales cualidadesal mundomaterial encuantocomponentes constitutivos sera unmenosprecioa las reglasdel mt odo.La inclinacina considerarl as como algo objetivo es fruto de las experien-cias infantil es, queno han sido sometidas a una crtica rigurosa, porque nohemos cadoenlacuenta dequesetra tadeunaseriederespuestasdelsistema nerviosoante losestmulosdel mundofsico. Este prejuicioseremont a a la poca de nuestras experi encias infantil es y, en lo que respec-ta a la tradicin , a tesis heredadas ynopuestas endiscusin. En losPrincipiaPhilosophiaeDescart es insiste: Nohayms que una mismamat eri aentodo el uni verso, y la conocemos precisamente por esto , por-queesexte nsa; yaquetodas laspropiedadesqueperci bimosenellademaneradistinta, serelacionanconaqulla: puedeser divididaymovidasegnsuspart es, ypuederecibirtodaslas diferentesdisposici ones, queobservamosque puedenllevarseacabomedianteel movimientodesuspartes.Este elementoposeeunalcancerevolucionario, queGalileoyahabapuestodemani fiestoy queDescartes vuelve aplant ear porque sabequede l depende la posibilidad de darinicio a un discurso cientfico rigurosoy nuevo. El entretenimiento de los sent idospuede seruna fuent e de est-mulos, peronoesel lugar dela ciencia. sta pert eneceal mundodelasideas, clar as y distintas. En estepunto, reducidalamat eriaaextensin,Descart esseencuentra ante una rea lidadglobal, quese divide endosvertientesmuy difer entes e irreductibles entres: la res cogitans, en lo queconci erneal mundoespiritual, ylaresextens, enloqueconci erne almundomat er ial. Noexistenrealidades intermedias. Esteplanteami entoposeeuna fuerzadeva stadora , sobre todoenrelaci ncon las concepcio-nes ren acent istas de signo animista, segn las cuales todo se hallabaimpregnadodeespritu y de vida , y medi ant e las cuales se explicaban lasconexiones entrelos fenmenos y sunaturalezams ntima. Entrelarescogitansy laresextensanoexistengradosintermedios. Tant oel cuerpohumanocomoelreinoanimal debenencontrar -aligual queelmundofsico- una explicacin suficiente por medio de los principios de la mecni-ca, sin apelar a ninguna doctrinamgico-ocultista y en oposicin a stas.La naturaleza de la materia -sost ene Descart es- o del cuerpo tomado engeneral , no consisteen ser una cosadura, pesada, coloreada o que incideennue stros sentidos dealguna otra forma, sinosloen quees una subs-tancia extensa en longitud , anchura yprofundidad[. . .]. Sunaturalezaconsist eslo en esto: esunasubstancia queposeeext ensi n.Ladoctrina del car ct erpuramente subj etivo del reino dela cualidadesla primera resultante de estanueva filosofa. Su importa ncia resideenla capacidaddeeliminar todos aquellos obstculosquehab animpedidolaafirmacinde lanuevaciencia. Culesson, empero, loselementosesenciales que sirven par a explicar el mundo fsico? El universo cartesianoest constituido por unospocos elementos y principios: Materia y movi-miento, o mejor dicho -porque la materia cartesiana homognea y unifor-me no es ms queext ensin- extensiny movimiento; y mejor an -por-que la extensin resulta estrictamente geomtrica- espacio y movimiento327Descartes(A. Koyr). La materia en cuanto pura extensin, carente de toda profun-didad, llevaa rechazar el vaco. Elmundo est llenocomounhuevo. Elvaco de los atomistas es inconcebible y no conciliablecon la continuidadde la materia misma Cmo explicar entonces la multiplicidad de los fen-menos ysucarcter dinmico?Atravs del movimiento, odeaquellacantidad de movimiento queDios insufl en el mundo cuando lo cre yquepermanece constante, porquenocreceni disminuye. Enrealidad eluniverso est compuestoslode materiaenmovimiento, ytodos susacontecimientos estn causadospor el choquedepartculas quese mue-ven unasobre otra. El calor, la luz, la fuerzamagntica, el crecimiento ylas plantas y cualquier otra funcin fisiolgica (salvo las controladas por lavoluntadhumana) se interpretancomocasosparticulares deestaaccindinmica. Los espaciosqueparecen vacos se ven repentinamente atrave-sados por acciones que seproducenentrelaspartculas, puestoque sehallanllenos de ter, un ter que constituye de hecho la fuente ltimadelmovimiento y, por lo tanto, de todoslos fenmenos, dadoquela materiaen brutoletransfiereaellasupropiomovimiento, yde ellavuelve arecibirlo (A.R. Hall -M. Boas Hall). Al identificar el espacioconlaextensin, Descarteseliminaelespaciovaco, dandolugar aunmundolleno de torbellinos, como materia sutil que permite que el movimiento setraslade de un sitio a otro. El mundo es un inmenso reloj mecnico, quese compone de numerosas ruedecillas dentadas:los torbellinos hacenquestasse engranen, de modoque se haganavanzar recprocamente (K.R.Popper).Cules sonlas leyes fundamentalesquerigenel mundo? Ante todo,el principiode conservacin, segnel cual permanece constante la canti-dad de movimiento, encontrade cualquier degradacinde energaoentropa. El segundo principioeseldeinercia. Al haberexcluidodelamateria todas sus cualidades, slo puede darseen ella un cambio de direc-cin a travsdelimpulsoproducido por otros cuerpos. Uncuerponosedetiene ni se vuelve ms lento su propio movimiento, si no es cedindolo aotro cuerpo. El movimiento pors mismo tiende a proseguir en la mismadireccin una vez que se ha iniciado. Por lo tanto el principio de conserva-cin y el principio de inercia son dos principios bsicos que rigen el univer-so. Aellos seagrega otroprincipio, segn el cual cadacosa tiendeamoverseenlnea recta. Elmovimiento rectilneo es el movimiento origi-nario, del cualse derivan los dems. Esta extremada simplificacindelanaturaleza se hallaen funcinde unaraznque quiere mediante modelostericos conocer y dominar el mundo. Se trata de un relevante intento deunificar larealidad, aprimeravista mltiple yvariable, medianteunaespecie de modelomecnicoque resulte fcilmente dominable por elhombre. Ms queenla variabilidad de los fenmenos, Descartes se hallainteresado en su unificacinpormedio de modelos mecnicos de inspira-cin geomtrica. El mecanicismode Descartes representa el triunfo de laimaginacin sobrelaraznabstractadela quese servala investigacintradicional: en lugar de puras suposiciones racionales abstractas, como lasformas substancialesolasfacultadesnaturales, elcientficomecanicistaapelaamodelosmecnicoscomprensiblesy evidentes, porquesehallandotados de un contenido imaginativo concreto. La concrecin efectiva, delaque estdotadoel modelomecnicodeuna forma intrnseca, noes328El mecanicismoinmediata, sin embargo:constituye el resultado de prolongadas y laborio-sas operaciones de la razn, por las quese llega a ofrecer a la imaginacinaquella evidencia figurativa -y por tanto aquella concrecin- que es ndicede una comprensinefectiva. Comoesobvio, laimaginacinnoactaarbitrariamente, porquelosmodelossehallan construidosde unmodoexclusivo enbase a postulados precisos establecidos porla razn. Graciasal mecanicismo se conquista unanuevadimensin de la concrecin emp-rica y de la evidencia racional, quecontrasta deunaforma radical con lasnociones tradicionales y conlasnuevas formulacionesrenacentistas. Porlo tanto se llegaa unanueva unidad de. experiencia y razn, ntimamentecompenetradas enlainvestigacin efectiva, y aunatambinprovechosaconjuncinentreinvestigacintericaytcnica, fundamentadas ambassobrelas mismasbasesy tendiendolas doshacialas aplicaciones prcti-cas (G. Micheli) .Se tratadeun procesodeunificacinal queno se substraenaquellasrealidades tradicionalmente reservadas alasdemsciencias , como porejemplo la vida y los organismos animales. Tanto el cuerpo humano comolos organismos animales son mquinas y funcionan de acuerdo con princi-piosmecnicos querigensus movimientos y sus relaciones. Encontrasteconla teoraaristotlica de las almas, delmundo vegetal y animal quedaexcluido todo principiovital (vegetativoysensitivo). Tambinen estecaso, loque cuentaeslamodificacindel marco sistemtico, porqueapartir de ahora el cuerpo y los dems organismos sern objetos de anlisiscientficoenel marcodelos principiosmecanicistas.Los animales y el cuerpo humano no son sino mquinas, autmatas,comolos define Descartes, o mquinas semovientes ms o menoscom-plicadas, semejantes a relojes, compuestas simplemente de ruedecillas ymuelles, quepuedencontar las horas y medir el tiempo. Qu decir delas numerossimas operaciones realizadas por los animales? Lo quellama-mos vida se reduce a unaespecie de entidad material, a elementos muysutiles y muypuros, quellevados desdeelcoraznhastaelcerebropormedio de la sangre se difunden por todo el cuerpo y presiden las funcionesprincipales del organismo. Esto explicael nfasis concedido a la teora delacirculacindela sangrepropuestapor Harvey, contemporneosuyo ,quepublicen1627 su famosoensayo sobreel Movimientodel corazn.Descartes niega alosorganismos todoprincipiovital autnomo, tantovegetativo comosensitivo , convencido de quesi tuviesen almala habranreveladoa travs dela palabra, quees el nicosignoy la nicapruebasegura del pensamiento quese hallaoculto y encerrado en el cuerpo.Enel Tratado del hombre Descartes escribe:Supongoqueel cuerponoesmsqueunaestatuaounamquinadetierra, formadaexpresamenteporDios paraasemejarlalo ms posible a nosotros : y porlo tanto [...] imitatodas aquellas funciones que cabe imaginar que proceden de la materia y dependen exclusi-vamentede la disposicin de los rganos [.. .]. Os ruego que consideris que estas funcionessonunaconsecuenciadel todo natural endichamquinadelasimpledisposicindesusrganos, nimsni menosquelos movimientos deunreloj odecualquier otroautmataprovienende sus contrapesos y de sus ruedas; por eso en esta mquinano hay que concebirun alma vegetativa ni sensitiva, ni ningn otro principio de movimiento y de vida, adems desu sangrey de sus espritus.329Descartes9. LASREVOLUCIONARIASCONSECUENCIASDELMECANICISMOEl universo es simple, lgico y coherente, como los teoremas de Eucli-des. Nohayquedescubrirninguna profundidad. Desaparecedefinitiva-menteel mododepensarsubstancialista. Lamatemticanoesslolacienciadelasrelacionesentrelosnmeros, sinoelmodelomismodelarealidadfsica. La matemtica, ala que los escolsticos atribuanunaimportancia muyescasa para la descripcin del universo,se convierte enalgo central. Aquelmundo compuesto decualidades, significados, fines,quela matemtica nopoda interpretar, se vesubstituido por unmundocuantificado y matematizable, en el que ya no hay vestigios de cualidades,valores, fines o profundidad.Aquel mundo cualitativo de origen aristot-lico va cediendo y desaparecen gradualmente. El mundo de las cualidadesqueda reducido a merasrespuestas del sistema nervioso antelos estmulosdel mundoexterior. Lanaturalezaesopaca, silenciosa, sinaroma, sincolor: slo es un impetuoso entrechocar de materia, sin finalidad, sin moti-vo(A.N. Whitehead).Se ha invertido la concepcin tradicional. Se est ante un mundo cuan-titativo y dinmico. El movimiento y la cantidad substituyen los generaylas speciesdela cosmologa tradicional. Si enel mundo grecomedieval elreposo es la condicinnatural delos cuerpos y el movimiento constituyeunaanomala,ahora tanto movimiento comoreposo son estados diferen-tes. Si enlaconcepcinprecedentecadacosatiendea sulugar natural,donde est ordenada en el marcode una visin jerrquica, ahora las cosasya no tienen unadireccin hacia la que se encaminen de un modo aprecia-ble. Se asiste a una radical transformacin de la concepcin de naturaleza,porque ya nose cae enla primitiva ilusinde considerarla comomater orefugio. Ya no es posible moverse en un mundo con rasgos humanos y conconsuelosreligiosos. Lares cogitans sedistingue ntidamentedelmundocorpreo. El mismoDios lees ajeno. El Dios cartesianoescreador yconservador del mundo, pero no tiene nada ms quecompartir con ste.Dios no es el alma quepenetra, vivifica y mueve el mundo. Puesto que esinfinitoyespiritual, Dios est fuera del mundo. Urgidopor el telogoHenry More a decirdnde estaba Dios, Descartes se vio obligado a con-testar nullibi, enninguna parte. AcausadedicharespuestaDescartes ylos cartesianos fueronllamados nullibistasy ateos.Cuando el mecanicismo abarca todo el mundo no espiritual se derrum-ba una concepcin de la naturaleza y ocupa su lugar otra cualitativamentedistinta, comonuevoprograma deinvestigacin. Nacen nuevasestructu-ras mentales y lingsticas, quedanlugara audaces modelos interpretati-vos de la realidad, quedesdeuna perspectiva crtica se caracterizan por elrechazo de toda implicacin axiolgica, ya que el mundo ha dejado de serla sede de los valores; desdeun punto de vista constructivo se caracterizanpor la utilizacin exclusiva de elementos geomtricos y mecnicos. ComosealaR. Lenoble, puedepensarseenuna crisisdeextraversindelaconciencia colectiva, quese vuelve capazde abandonar la naturaleza ma-ter para concebir una naturaleza mecanicista. Las polmicas entre eruditosnoharn msquedisfrazar su simplicidady su grandeza. Finalmente laconstruccin deun modelointerpretativo mecnico conelementos teri-cos simples facilita la elaboracin de instrumentos tcnicoscon los quese330Geometra analticarealizarel pasodesdeel conocimientotericohast alatransformacinpr cticadel mundo. De aqu procedelacon ver sinefectivadel esprituhumanodesdela theoriaala praxis, desdela scientia contemplativa hastala scientia activa.El proyect o programti codeBacon, enunciadoperonollevadoalapr ctic a , que se propona conocer el mundopara dominarlo,empieza acaminar haciasurealizacin efectiva, primerocon GalileoyluegoconDescartes.10. L ACREACiNDELAGEOMETRAANALTICAPode mos compar ar la geometra griega conunael egante elaboracinmanual ,y el lgebrar abe , conunaproduccinautom tica, amquina.Pues bien, cabe decir que la mat emti ca modernase inicia tressiglosantes, cuando la mquinaalgebraicacomi enzaaaplicarsetambin alageometra, yel estudiode curvas, superficies yfigur as geomtricas setraduceenel estudiodedeterminadasecuaciones (L. Lombardo-Radi-ce). Es taidea revolucionari a se debe a Descartes; y como todas las cosasverda de rame nte grandesen matemticas, es de una simplicidadfronte rizacon la evide ncia (E. T. Bell). El ncleo central de la geo metraanalti ca,queDescartesexponeen el br eve tratadoG om trie( 1638), estaba sindudaenel ambiente. Enlapocade Descarteslotenainmenteyloaplic ab a en esos mismos aos, oquizs antes , otrofrancs genial , unhombrede leyes, PierreFermat , quesededicabaalamatemt icaenlashoras qu e le dejabanlibr e los procesos judiciales (L. Lombardo-Radice).Pod emos explicar en los siguientes trminos la idea defondo de la geome-tr a analtica . Tracemos (comose ve en lafigura 8) dos semirrectas(ejes)perpendicular esentres (ejeshorizontaly vertical), que salen del mismopuntodeori genO; establzcase, ade ms , unaunidaddemedida paralasdistancias. Conside remos el plano (el cuadrante) comprendido ent reambas semirrectas . Entonces: 1) a un punto del cuadrante se pueden2 P (1. 2)I1I1IIIIII --- -------.. P (2, 1)III,o 1figur a 8ofigura92asoci ar dos nmeros perfect amente det erminados (coordenadas) : la absci-sa y la ordenada, quemidenrespectivamente ladistancia entre Py el ejevertical y el horizontal , es decir, la longitud delos segmentos Op YOP2;2) (vase la figura 8) : a un par de nmeros (1, 2) les corresponde un puntoP - y slouno-del cuadra nte, aquel quetienecomoabscisaa1,y comoorden adaa2, estoes , el nicopunto sepa radopor ladistancia1 del ejevertical,y porladistanci a2 del ejehorizontal (L. Lombardo-Radice) .331DescartesSupongamos ahora queel punto encuestin se desplace sobre el pla-no. Es evidente que las coordenadas (x, y) de todoslos puntos de la curvagenerada por el punto quese desplaza estn determinadas por unaecua-cin llamada ecuacindela curva. A continuacin hay quetratar alge-braicamente dicha ecuacin, yluego, traducir los resultados de todosnuestrosclculosalgebraicosa sus equivalentes -en forma decoordena-dasdepuntos- sobre el diagrama quea lo largodeestosclculoshemosdejadoexpresamenteaunlado. Comoesobvio, unopuedeorientarsemejor y de manera ms expedita en lgebra quea travs de las complica-das telaraas de la geometra elemental al modode los griegos. Por eso elprocedimiento ideado por Descartes nos permite partir de ecuaciones conel gradode complejidad que se quiera o se suponga, e interpretar geom-tricamentesuspropiedades algebraicasy analticas. Ensuma, nosservi-mos del lgebra para descubrir y estudiar los teoremas geomtricos (E.T.Bell). As, sigue diciendo Bell,no slo dejamos de utilizar como timonelalageometra, sinoque lecolocamosuna piedraatadaal cuelloantesde arrojarla por la borda.A partir de estemomento, el lgebra y la mate-mtica sernnuestros timoneles atravs de los mares sinbrjuladelespacioy su geometra. Todo lo quehemoshechopuede seraplicado deunasolavezaunespacioqueposeaunacantidad indeterminadadedi-mensiones;enel planose necesitan dos coordenadas; enel espacio ordi-nario de los cuerpos, se requieren tres; para la geometra de la mecnica yla relatividad hay queutilizar cuatro coordenadas [... ], Descartes no efec-tuunarevisindela geometra, la cre. Descartes quedsorprendidopor la potencia quemostraba su mtodo y comprendi a la perfeccin sunovedady suimportancia; se vanagloriabaconrazndehabercreadouna geometra superior a la que exista antes que l, en una medida muchomayor que la diferencia quesepara la retrica de Cicern del abecedario(J. Hadamard).Endefinitiva Descartes se haba encontrado con una geometra dema-siado dependiente de figuras que, entre otras cosas, fatigaban intilmentela imaginacin; y tena antes un lgebra quese presentaba como tcnicaconfusa y obscura. Enconsecuencia, a travsde su Gomtrie se propusolograr undobleobjetivo: 1) liberar a la geometra del recurso a figuras,pormediodelos procedimientosalgebraicos; 2) darunsignificadoa lasoperaciones de lgebra a travsde una interpretacin geomtrica [... ]. Elprocedimiento quesigui en la Gomtrie fueentonces el de partir desdeun problema geomtrico, traducirlo al lenguaje de unaecuacin algebrai-cay,luego, despusdehaber simplificadolo msposibleestaecuacin,solucionarla deun- modogeomtrico (CB. Boyer).El mtodo de las coordenadas cartesianas ya no nos impresiona dema-siado, puesto que en la actualidad es parte integrante de nuestro patrimo-nio. Sinembargo, en aquella poca constituy un acontecimiento deimportancia decisiva. Los griegos, afirmaDescartes,no haban llegadoaposeer el mtodo correcto; nohabancaptado la identidadqueexisteentre el lgebra y la geometra: Los antiguos no parecen haberlo adverti-do o no se habran tomado el trabajo de escribir tantos libros en los que lamera disposicin de sus teoremas nos permite ver que no posean el mto-doverdaderoconel que seobtienentodos los teoremas, sinoque selimitanarecoger aquellos con los quehantropezado.Elhechorevolu-332Geometraanalticacionaro consisteenquela concepcin cartesiana representael golpedegracia a la concepcin y la valoracin propias de la geometra griega:stase ve definitivamente desposeda de su trono de reina de la matemtica, yel lugar delamatemticageometrizada es ocupadopor lamatemticaalgebraica (E. Colerus). El cartesianoErasmoBartholinexpresaconclaridad unaconviccin deestetipoen el prlogo a la edicin de 1659 delaGeometra: Al principiofue til ynecesarioconcederuna ayuda anuestra capacidad de pensar abstractamente; por eso los gemetras apela-rona las figuras, los aritmticosa las cifras, y otros, adiversosmedios.Pero estos mtodos no parecen dignos de grandes hombres, que aspiren alttulo desabios. Una granmente, precisamente, fuela deDescartes.Cuando durante el froinvierno de1619 Descartes formabaparte delejrcito bvaro, se quedaba en el lechohastalas diez de la maana, y enesashoraselaboraba solucionesa problemasmatemticos. Fueentoncescuandodescubriaquellafrmula paralospoliedros (que hoyllevaelnombre de Euler) segn la cual:v + e = a + 2, donde v, e y a substituyenrespectivamenteel nmero de vrtices,de carasy de aristasdeun polie-droconvexo. Prescindiendodela formalizacinalgebraicaqueensubs-tanciaeslamismaquehoyseutiliza, Descartesefectuotrosdescubri-mientostcnicosen el terreno de la matemtica.Enel fondo, sin embar-go, loquedeveras interesabaaDescartesnoeran losdescubrimientosaislados o los resultados tcnicos. Inmediatamente despus de la publica-cin de la Geometra escribi al padre Mersenne: Por lo que respecta a lageometra,no esperis ms de m.Sabed, en efecto, quedesdehacemu-cho tiempome resisto a ocuparme de ella. La Geometra, en realidad, noesmsqueunapndiceaunproyectodealcancemuchomsvasto, elDiscurso del mtodo. La matemtica es el instrumento apto para tal obje-tivo.Algoritmo y notacin, bsqueda de la formams general, hermana-mientoentre aritmtica y geometra: stas son las premisas queDescartesnecesita para seguir avanzando. No obstante, las coordenadas son los ejesalrededor de los cuales gira todoel mecanismo [... ]. Elige arbitrariamentesus lneas fundamentales,sus ejes, establece de acuerdo con su criterio elorigendelascoordenadas, y refierea dichosejes coordenados la figuraque hay queanalizar, nicamente a travsde puntos. Empero, los ejes noson implcitamente sino lneas graduadas, quepueden representar a cual-quier nmero, ya que los nmeros siempre son lneas, con independenciade la operacin de la cual proceden. Sumas, diferencias, potencias, races:no son ms que longitudes, y slo longitudes [... ]. Una vez que el nmeroy la forma han sido reducidos a un nico denominador comn, la longitud,puede tener lugar, en cada uno de los dos terrenos, esencialmente diferen-tesentre s,unprogreso ulterior, unacomposicin o descomposicin se-gnlas leyespropias decadauno. Lasecuaciones se pueden calculardeacuerdo con los mtodos de la aritmtica y dellgebra comosi se tratasede expresiones numricas normales; con las figuras, en cambio, habr queproceder segn las reglas de la geometra. A pesar del distinto tratamientotendr que existir en todo momento una perfecta concordancia, si el para-lelismoentre curvay ecuacinesexactoy completo desdeel comienzo.Naci as un algoritmo bifronte, un doblemecanismo de emparejamientoobligado. Y esta gran empresa de Descartes, con el nombre de "geometraanaltica", domina-comotodos sabemos- el pensamientomatemtico333Descarteshasta nuestros das. Ms an: estealgoritmo doble se convirti ms tardeenel instrumento mediante el cualla humanidad occidental -a travs desus diversas aplicaciones a la fsica y a la mecnica- transform el aspectode la Tierra (E. Colerus).Por todo ello hay que dar la razn de Zeuthencuando afirma que, a partir de Descartes, la matemtica pas de la fase deelaboracin artesanaa ladela granindustria.11. ELALMAYELCUERPOA diferencia de todos los dems seres el hombre es aquel en el queseencuentran a la vez dossubstancias radicalmentedistintas entre s,la rescogitansy la res extensa. Esunaespecie depunto de encuentro entre dosmundoso, entrminos tradicionales, entrealmay cuerpo. Laheteroge-neidaddela res cogitansconrespectoala res extensasignifica antes quenada que el alma no hay que concebirla en relacin con la vida, como si sedieran diversostiposde vida, desde la vegetativa a la sensitiva o la racio-nal. Elalmaes pensamiento pero novida, y su separacin delcuerpo noprovoca la muerte,queest determinada por causasfisiolgicas. Elalmaes unarealidad inextensa, mientras queel cuerpo es extenso. Se trata dedosrealidades quenada tienen encomn.Apesardetodo, laexperiencianosdatestimoniodeunaconstanteinterferenciaentreambasvertientes, comosededucedel hechodequenuestros actos voluntarios mueven el cuerpo, y las sensaciones, proceden-tesdelmundo exterior, se reflejan enelalma, modificndola. Descartes