Colli, Giorgio - Platón Político

203
GIORGIO COLLI PLATÓN POLÍTICO Nota de Miguel Morey BIBLIOTECA DE ENSAYO SIRUELA

description

...

Transcript of Colli, Giorgio - Platón Político

  • GIORGIOCOLLI

    PLATN POLTICON ota de Miguel M orey

    BIBLIOTECA DE ENSAYO

    SIRUELA

  • G i o r g i o Col l i

    P la tn p o l t i c o

    E d ic i n de E nrico Colli

    N o ta d e Miguel M orey

    T ra d u c c i n del i ta l iano de J o r d i R aven ts

    Biblioteca de Ensayo 43 (serie menor) Ediciones Siruela

  • Este libro slo puede ser comercializado y d is t r ibu ido en Espaa

    Todos los derechos reservados.Cualquier forma de reproduccin, distribucin,

    comunicacin pblica o transformacin de esta obra lo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO

    (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopias o escanear algn fragmento de esta obra.

    Ttulo original: PUtone poltico Coleccin dirigida por Ignacio Gmez de Liao

    Diseo grfico: Gloria Gauger O Adelphi Edizioni, S.p.A., Miln 2007

    www.adcipht.it O De la Nota , Miguel Morey

    De la traduccin, Jordi Ravents Barlam Ediciones Siruela, S. A., 20C8

    c/ Almagro 25, ppal. deha.28010 Madrid. Tcl.: + 34 91 355 57 20

    Fax: + 34 91 355 22 [email protected] www.siruela.com

    ISBN: 978-84-9841-225-3 Depsito legal: M-3J.036-2008

    Impreso en Anzos Printed and made in Spain

  • n d ic e

    N o t a d e l e d i t o rEnrico Colli 9

    N o taMiguel Morey 19

    P latn po ltico

    I. El Estado ideal 29I. In troduccin 29II. Sus aos de juven tud hasta la crisis

    mstica 36III. El sistema educativo y poltico

    de los pitagricos 69IV. La Repblica 88

  • II. La fase u lte rio r de la poltica p latnica 129I. Los sucesos en Sicilia y el Poltico 129II. Las Leyes 153

    Apndice 173Prim er esbozo-sumario 173Segundo esbozo-sumario 175

    Siglas y abreviaturasFuentesNotas

    181193195

  • N o ta d e l e d i to r

    Aqu se presenta, con el ttulo sinttico de Platn poltico, el primer trabajo de cierta ambicin de Giorgio Colli (1917-1979). Escrito durante la primavera de 1937, fue publicado dos aos despus, sin modificaciones notables, en la Nuova rivista storica, dirigida por Corrado Barbagallo bajo los auspicios de la editorial Dante Alighieri. El artculo apareci en los fascculos III y VI del ao 1939, y llevaba por ttulo Lo sviluppo del pensiero poltico di Platone. La presente edicin se basa en el texto publicado por el autor, as como en los materiales conservados en el Archivo Giorgio Colli de Florencia, materiales que describo en detalle al trmino de esta nota.

    A principios de 1937 -en su segundo ao de estudios de derecho-, mi padre, con apenas veinte aos de edad, proyecta un escrito acerca del pensa-

    9

  • miento poltico de Platn, del que se han conservado dos esbozos sucesivos (Archivo, seccin 1: C 1.1 y C 1.3), que reproduzco en el Apndice. El primero corresponde de manera ms o menos literal al texto de 1937. El segundo esbozo-sumario, casi con toda seguridad inmediatamente posterior (1938?), ampla la argumentacin del artculo y toma en consideracin tambin a los presocrticos, el Fedro y el Banquete. Prev, adems, como parte conclusiva, un captulo sobre la biografa de Platn, otro sobre la cronologa de los dilogos y, por ltimo, un captulo de crtica acerca de la literatura platnica moderna.

    La primera redaccin, manuscrita, ya con el ttulo Lo sviluppo del pensiero poltico di Platone, est fechada en el perodo marzo-mayo de 1937; la segunda, mecanografiada, dividida en ocho captulos con numeracin romana, data del 19 de mayo de 1937. De esta ltima existen en el Archivo tres copias de idntica escritura (CII): una de ellas, con indicaciones manuscritas slo tipogrficas, es la que fue enviada para su publicacin a la Nuova vi- vista storica y que despus fue restituida. Otra copia no ofrece correcciones relevantes, mientras que

    10

  • una tercera copia (C Il.l) presenta numerosas correcciones a lpiz, la supresin de algunos prrafos y la adicin de otros con remisiones a folios manuscritos (C 1.5).

    Probablemente a partir del otoo de 1937, una vez concluido el Platn poltico, Colli reflexiona sobre el trabajo realizado, reelaborando sus ideas a partir del estudio de los presocrticos y de la lectura de Nietzsche. En los pensadores griegos arcaicos ve el contraste entre la pura interioridad que los lleva al misticismo y el impulso a expresarse polticamente, que los empuja a crear sus propios sistemas filosficos, siguiendo los pasos de la contraposicin entre lo apolneo y lo dionisaco propuesta por Nietzsche en su estudio sobre el arte griego. Colli lee El nacimiento de la tragedia entre finales de 1937 y comienzos de 1938, y empieza a estudiar los argumentos que aparecen en el segundo esbozo-sumario (muy poco posterior, como se ha dicho). En principio, estos estudios ulteriores -de los que se conservan folios con anotaciones (C 1.4)- fueron concebidos como base de un texto, sugerido en el segundo esbozo, que deba ser incluido en el Platn

    11

  • poltico, mas con el tiempo adquieren autonoma propia, se diferencian no slo en el tono, sino tambin en los resultados- del trabajo precedente y acaban constituyendo otra obra, autnoma: Filo- sofi sovrumani. La primera redaccin manuscrita de Filosof sovrumani se sita entre el 8 y el 10 de marzo y el 24 de mayo de 1939, y la segunda redaccin mecanografiada no est fechada, pero es seguramente muy poco posterior.

    En junio de 1939, Colli revisa y corrige el Platn poltico escrito dos aos antes, como parece evidente a partir de la copia mecanografiada corregida C Il.l y del manuscrito C 1.5. As pues, ambos trabajos -F- losofi sovrumani y Lo sviluppo del pensiero poli- tico di Platone, en este orden-, con el aadido de una tercera parte, titulada II problema della cronologa platnica, constituirn su tesis doctoral: Politi- cil ellenica e Platone. Colli se doctora en Filosofa del Derecho con Gioele Solari el 11 de julio de 1939.

    Para adaptar el Platn poltico a su tesis doctoral, Colli reescribe el comienzo del libro, sustituyndolo por un prrafo que enlaza con cuanto precede, y aade tres pasajes en los que profundiza en

    12

  • la materia -el primero y el tercero sobre las relaciones de Platn con los pitagricos, para los que echa mano de las conclusiones de una obra precedente, L idea di giustizia per i Pitagorici, que permaneci indita; el segundo, en cambio, remite de nuevo a Fi- losofi sovrumani-. A continuacin, elimina algunos prrafos, la mayora de ellos concernientes a problemas cronolgicos, que confluyen en la tercera parte de su tesis.

    Me ha parecido preferible publicar por separado ambos escritos, el Platn poltico y Filosofi sovrumani -a pesar de que mi padre los reuni en su tesis doctoral, ya sea porque fueron redactados con dos aos de diferencia, ya sea por sus caractersticas distintas: el primero es ms circunscrito, ms cientfico y analtico; el segundo se centra ms en lo ntimo, con la irrupcin del pensamiento mstico y de la perspectiva nietzscheana de El nacimiento de la tragedia, pero especialmente con la primera formulacin de la necesidad de retrasar la akm del pensamiento griego a la poca de los presocrticos, de los pensadores a los que despus llamar sabios.

    13

  • Concretamente, he tenido en cuenta los siguientes materiales, clasificados en la seccin 1 del Archivo:

    C 1 Material preparatorio:1.1: un folio manuscrito a lpiz, por las dos caras,

    con un esbozo (principios de 1937).1.2: un gmpo de quince pliegos manuscritos a l

    piz, por las dos caras: 2 portadas + folios numerados del 1 al 42 + notas. Fechado en marzo-mayo de 1937.

    1.3: un pliego manuscrito a lpiz, por las dos caras, con un segundo esbozo-sumario (1938?).

    1.4: dos pliegos manuscritos a lpiz, por las dos caras, con anotaciones sobre el Banquete y el Fedro. Un folio manuscrito a lpiz, por las dos caras, con un largo comentario sobre los presocrticos, Scrates y Platn (1938?).

    1.5: tres pliegos manuscritos a lpiz, por las dos caras, con las adiciones de junio de 1939 a Lo svi- luppo del pensiero poltico di Platone con vistas a su tesis doctoral. Un pliego, tambin manuscrito a lpiz, por las dos caras, con la bibliografa para la tesis (junio de 1939).

    14

  • C II Textos mecanografiados:ii. 1: texto mecanografiado slo en la cara ante

    rior, encuadernado: 1 portada + 123 folios numerados, con fecha de 19 de mayo de 1937. Con el griego autgrafo a pluma, correcciones a lpiz y remisiones a los prrafos aadidos (vase C 1.5), todo ello con vistas a su tesis doctoral. Las correcciones y los aadidos pueden fecharse con toda seguridad en junio de 1939.

    11.2: texto mecanografiado en copia con papel carbn del texto anterior, con el griego autgrafo a pluma y pocas correcciones a lpiz.

    II.3: copia con papel carbn de C ll.l no encuadernada, con el griego autgrafo a pluma e indicaciones tipogrficas a lpiz, pero sin las correcciones ni los aadidos mencionados. Sin portada, con ttulo y dedicatoria manuscrita a pluma en la pgina 1. Se trata de la copia enviada a la Nuova rivista storica para su publicacin, y despus restituida.

    E Tesis doctoral:I: texto mecanografiado en copia con papel car

    bn slo en la cara anterior, encuadernado poste-

    15

  • nrmente. Tres portadas + 307 folios numerados del 1 al 307 + 2 folios que contienen el ndice. Rene Filosofi sovrumani, Lo sviluppo del pen- siero poltico di Platone, con las correcciones del texto mecanografiado C n.l, e II problema della cronologa platnica. La tesis fue defendida el 11 de julio de 1939.

    Artculo enviado a imprenta:Giorgio Colli, Lo sviluppo del pensiero poltico

    di Platone, en Nuova rivista storica, XXIII, fase. III (mayo-junio) y VI (noviembre-diciembre), Societ annima editrice Dante Alighieri, Gnova-Roma- Npoles-Citta di Castello, 1939.

    El texto en el que se basa la presente edicin es el que se public en la Nuova rivista storica. Ha sido colacionado con el manuscrito preparatorio, con los tres textos mecanografiados de 1937 y con el de la tesis doctoral. Las variantes significativas con respecto al manuscrito y a los textos mecanografiados de 1937 se sealan en nota, as como las intervenciones de menor envergadura introducidas en oca

    16

  • sin de la tesis; no obstante, hemos considerado oportuno insertar en el texto, entre antilambdas (< >), los tres nuevos pasajes introducidos en la tesis (pgs. 77-84,102-104 y 122-124); las supresiones realizadas en el texto de 1937 se sealan en nota. La subdivisin en captulos y sus respectivos ttulos -ttulos que no se hallan en el artculo enviado a imprenta-, as como los subcaptulos, son los de la tesis, si bien la divisin precedente en captulos, indicados solamente con cifras romanas, es decir, la divisin del artculo, se seala en nota. De este modo, el lector tiene a su disposicin tanto el texto de 1937 como el de 1939.

    Las notas a pie de pgina, indicadas mediante letras, son originales del autor; las que se encuentran al final del volumen, sealadas con nmeros, son mis notas de edicin. He transliterado los pocos trminos griegos que no lo haban sido en el original. He unificado y completado las remisiones bibliogrficas, y he dotado el volumen con un apartado de siglas y abreviaturas y con otro de fuentes.

    Enrico Colli

    17

  • Nota

    El. gran problema del poder y la poltica es, sin duda, que los hombres piensan. Y si bien es cierto que unas veces piensan que piensan cuando lo que estn haciendo en realidad no es pensar, tanto como otras callan y no dicen lo que verdaderamente piensan o no alcanzan a saber estar a la altura de lo que son capaces de pensar, a pesar de todo, los hombres piensan. Y se es el gran problema de la poltica, que trata con hombres; que, de hecho, lo suyo es la trata de hombres, animales que tambin piensan...

    Bien pudiera ser que Platn hubiera sido el primero en cargar de esta manera los acentos en el espacio de lo poltico, inaugurndolo en algn modo. Y s, es cierto que filosofa y poltica han ido desde siempre de la mano, pero Platn no se limita a otor-

    19

  • gar una constitucin a la ciudad desde la atalaya de su sabidura, como es el caso de tantos sophot arcaicos. l desciende a la arena donde la palabra poltica se da hacindose, en un agonismo interminable, e intenta all imponer unas reglas: debe pensarse lo que se dice, debe decirse lo que se piensa, y debe discriminarse entre lo que puede decirse y lo que no en funcin de lo que es o no es pensable. Porque los hombres no son ni bestias ni dioses, los hombres piensan.

    En la ciudad en la que Platn vive, sus habitantes han descubierto desde hace tiempo y tiempo que la especificidad en el ejercicio de la poltica consiste en proyectar el mal sobre el adversario, todo el mal. Y disponen ahora de un arma que puesta al servicio de esta lgica de la adversidad se convierte en poderossima, la dialctica. Los hombres son animales que piensan porque saben decir que no, y la dialctica es el arte de llevar esa facultad hasta sus ltimas consecuencias, donde ella misma perece. Este arte, usado para discriminar entre lo que puede decirse y lo que no independientemente de lo que se piense, se convierte en una

    20

  • amenaza fatal para la vida de la ciudad. Ya no es tiempo de sabios sino de sofistas, aunque el eco de los antiguos es poderoso -Herclito, Zenn, Anax- goras, Empdocles...-, est en boca de todos, presupuesto en cada uno de sus gestos... En su soledad, podr olvidar el temible Gorgias que hubo un tiempo en el que l tambin fue un sabio, discpulo del gran Empdocles, el hombre que se declar dios? La pregunta parece legtima.

    En realidad, el ltimo sabio cay mrtir de esa ciudad conducida por la ciega lgica de la adversidad; fue Scrates, un sabio que slo saba que no saba nada -as nos lo presenta Platn en su juicio, con el aura del dictamen del orculo de Delfos resplandeciendo sobre su cabeza, el ms sabio...-. Pero cmo puede ser el ms sabio alguien que no sabe nada? Ser gracias a esta nica certeza? Ser que los dems ignoran incluso eso, que no saben nada? Escondido tras la figura de Scrates, medio ventrlocuo medio titiritero. Platn comienza a teje r a partir de esa nica certeza un nuevo punto cero, un punto de partida. Cmo discriminar entre lo que puede decirse y lo que no; cmo saber en

    21

  • funcin de qu algo es o no es pensable? As las cosas, diramos nosotros hoy, dado este nuevo punto de partida, era fatal que la dialctica condujera a la dinoia; que apareciera en un lugar central la pregunta por el acorde del pensar justo; que ros, el amor, acabara convirtindose en el nico rayo de luz que dicta la salida fuera de tanta oscuridad. Y s, puede que fuera fatal, pero qu largo el camino...

    Aunque quepa en lo posible que Platn no haya sido el primero en cargar de esta manera los acentos en el espacio de lo poltico, lo que no admite duda es que, al hacerlo as, del modo en que lo llev a cabo, hizo del suicidio de Scrates la carta magna que dio nacimiento a la filosofa.

    Lo que SE pone EN juego a partir del momento en que se decide que la poltica es el arte de tratar con animales que tambin piensan es enorme, grvido de muy complejas consecuencias, un laberinto hecho de interminables meandros... Cmo no perderse en las intrincadsimas condiciones de nacimiento de lo que va a ser el destino de la filosofa? En las pginas que siguen, Giorgio Colli se propone

    22

  • responder al desafo y levantar un mapa de este laberinto, abrevindolo a sus encrucijadas fundamentales. Se trata nada menos que de abarcar el pensamiento poltico de Platn de una sola mirada, de sealar con trazos vigorosos, uno a uno, los umbrales definitivos de su pensamiento, entendiendo las aparentes discrepancias o contradicciones como etapas de su desarrollo espiritual. Nada menos que ste es el desafo, y el resultado es deslumbrante. Como si de los actos sucesivos de un drama clsico se tratara, las diferentes escenas van componiendo, a la vez, la figura de un pensamiento y tambin, paso a paso, el itinerario de un pensador matriz: desde su iniciacin socrtica hasta su crisis mstica (cuyos efectos se dejan leer claramente en el Gar- gias, por ejemplo), prosiguiendo luego con su acercamiento al sistema educativo y poltico de los pitagricos, movido por su conviccin de que el poltico debe ser un filsofo, y concluyendo la primera parte de la andadura con la fundacin de la Academia (entendida como una realizacin poltica) y la publicacin de la Repblica, las lneas mayores de cuyo ideario son objeto de una memorable

    23

  • caracterizacin. En el acto siguiente, veremos cmo, tras su segundo viaje a Sicilia, la conanza en la educacin perder presencia al tiempo que disminuye la importancia que se concede a la filosofa (vase el Poltico, por ejemplo), y crece la conviccin de que slo gracias al milagro del hombre superior fueron posibles los rdenes polticos antiguos, en lo que tienen de ejemplares. Finalmente, el desenlace: despus del tercer viaje a Sicilia, la desilusin es completa, producindose esa renuncia a toda idealidad en el mbito de lo poltico de la que dan testimonio las Leyes, en cuyo Estado, como antao sucediera con los poetas, ahora son los filsofos quienes ya no tienen cabida. Y sin embargo, desenlace y conclusin no siempre son lo mismo, y Colli sabe mantener en vida a lo largo de todo su texto esa primera leccin platnica: que si bien la muerte de Scrates fue el desenlace de los das del maestro, no fue la conclusin de un filosofar que entenda que la palabra conclusin es tan slo el nombre del peldao que permite acceder a una pregunta de rango superior.

    24

  • El empeo que gua este ensayo es de una ambicin que slo sus logros indiscutibles permiten justificar. Giorgio Colli tiene veinte aos escasos cuando elabora este esbozo de cartografa general del laberinto platnico. Y sin embargo, en un centenar de pginas mal contadas, la mirada que se nos ofrece queda enteramente armada en lo que atae a la reflexin poltica de Platn, pero no slo, no sin establecer tambin, y de rechazo, los ejes de lo que sern en adelante los puntos cardinales de su pensamiento mayor. Valga como muestra aperitiva un brevsimo ejemplo tan slo, extrado del segundo de los dos esbozos-sumario que acompaan como apndices al texto. Dice ah: [Para el griego,] poltica es cualquier forma de expresin. Conexin entre poltica - tica - arte - religin - filosofa. La poltica como educacin - como racionalidad - lgos = expresin y racionalidad.

    Conforme van leyndose las primeras pginas de este texto se va olvidando que quien las escribi era apenas un muchacho. Asombra a lo sumo, de tanto en tanto, pero en el fondo carece de impor-

    25

  • tanda, es algo que se olvida pronto. Y es que va ocupando su lugar la conviccin de estar siguiendo huellas de gigante...

    Miguel MoreyL'Escala, jun io de 2008

    26

  • P latn p o l t i c o

  • No existe ningn escrito mo acerca de estas cuestiones, y nunca existir. De hecho, este concepto no puede expresarse como los dems conocimientos, sino que, despus de haberlo discutido en comn muchas veces y despus de una verdadera y espontnea comunin de vida, como la luz que brota de chispas palpitantes, nace en el alma y entonces crece nutrindose a si mismo.

    Platn. Carta va, 341c-d'.

  • El E s t a d o id e a lI

    I. Introduccin*

    Es difcil hallar en la historia de la filosofa un hombre que presente una variedad y una riqueza de pensamiento como las que Platn nos ofrece en sus obras; en l convergen y se anan todas las creaciones del espritu de los siglos V y vi, filosofa, arte y religin. Aun as, esta unin no poda ser completa, puesto que, debido a su rica sensibilidad, arraigaban en l tendencias verdaderamente contradictorias entre s. Cmo podan conciliarse el racionalismo jnico con el misticismo rfico-pi- tagrico, o bien la aspiracin, en un alma griega incontenible, a actuar polticamente en su propia ciudad con el impulso hacia el desdeoso y altivo recogimiento en s mismo de Herclito? Cmo no

    29

  • permanecer desconcertados al comparar la jovialidad, el bro, la profunda alegra de vivir que impregnan el Protgoras con el ascetismo y la sublime resignacin al dolor del Fedn, o el mpetu inspirado, el ansia de crear y el dinamismo del Banquete y del Fedro con la resignacin, la frialdad, el equilibrio de las Leyes, o, en n, la humillante renuncia del Gorgias con la aspiracin exaltada y la orgullosa confianza de la Repblica? Una nica solucin parece presentarse al crtico: interpretar a Platn histricamente, es decir, explicar sus aparentes contradicciones como fases sucesivas de su desarrollo espiritual. sta es, por otra parte, la direccin que, hace ya algunos decenios, han tomado los estudios platnicos: actualmente se ha abandonado la antigua idea de Schleiermacher segn la cual el joven Platn que escribe el Fedro ya conoce, en lneas generales, la filosofa que l mismo expondr a lo largo de una actividad literaria que se extiende durante cincuenta aos. Zeller ha sido el ltimo que, aunque matizando el punto de vista de Schleiermacher, ha tratado de modo sistemtico de la filosofa de Platn. Contra l han alzado la voz sobre todo

    30

  • los llogos, que infatigablemente han dirigido sus esfuerzos a la investigacin histrica de Platn: resuelta con cierta facilidad la cuestin de la autenticidad, sus estudios han intentado establecer la sucesin cronolgica y la fecha de cada dilogo. El problema, que pareca casi insoluble por la absoluta escasez de testimonios externos y por las escasas referencias recprocas en los dilogos, ha encontrado una solucin inesperada en el llamado mtodo estadstico o estilomtrico, que, descubierto por el ingls Campbell y el germano Ditten- berger, fue seguido y desarrollado despus por otros estudiosos y ha conseguido ahora un reconocimiento universal'. Los fillogos han logrado de *

    * Este mtodo consiste en la observacin de la frecuencia

    con que aparecen en cada dilogo determinadas panculas, for

    mas interrogativas o afirmativas, etc.; se obtiene as una mayor o

    menor afinidad estilstica de los diversos escritos con respecto a

    las Leyes, reconocidas por todos como su ltima obra, y de este

    modo se pueden deducir las respectivas posiciones cronolgicas.

    Los estudios ms importantes sobre el mtodo estadstico son los

    de Campbell, en su introduccin a la edicin del Poltico (Camp-

    31

  • esta manera notables resultados, dado que hoy tenemos, salvo algunos aspectos todava discutidos, un acuerdo significativo entre los estudiosos de la cronologa platnica; sin embargo, desgraciadamente, la mayora de ellos se han limitado a estos resultados clasificatorios y no han penetrado en el contenido filosfico de los dilogos. A grandes rasgos, se puede afirmar que han presentado una evolucin exterior y mecnica colocando uno tras otro los dilogos como unidades aisladas; falta, cuando menos, el verdadero anlisis histrico-filosfico que debe insertar en la unidad fundamental del espritu del autor los dilogos a modo de particulares etapas orgnicas de desarrollo. Es ste el punto de

    bell, Soph. and Pott.)-. Dittenberger, en Hemts, 1881 (Diuenber-

    ger. Chronologte), y Schanz, en Hemus, 1886 (Schanz, Pial. Stils),

    que fueron desarrollados especialmente en los trabajos de C. Rit-

    ler (Ritter, Unten,) y de Von Amim. Los estudiosos ms moder

    nos de Platn admiten y confirman en general los resultados ob

    tenidos en esta direccin; as Gomperz, GD; Natorp, Platos

    deenlehn; Raeder, Platons Entwicklung, Lutostawski, Platos Logic,

    y Ritter, Platn.

    32

  • vista al que Wilamowitz-Moellendorf' se ha ceido parcialmente en su estudio clsico, y es ste el camino que la crtica debe seguir si quiere, por un lado, ver un Platn unitario y no, como tal vez querra Grote", desmenuzado en tantas partes como obras existen, de manera que, si an viviese como poeta, morira como filsofo, y, por otro lado, justificar mediante la evolucin histrica todas sus opiniones enfrentadas sin tener que sacrificarlas a una frrea sistematizacin que no dejar de ser limitada. En esta lnea metodolgica ha insisudo hace poco De Ruggiero* en una resea, como tambin en la preferencia que se debera dar al tratamiento de temas particulares, rastreables en los distintos dilogos, para hacer resaltar enteramente el carcter orgnico de su pensamiento.

    * Wilamowitz, Platn.

    * Grate, Plato (i, pg. 278): A mi parecer, los dilogos exis

    ten como distintas e imaginarias conversaciones, escritas por el

    propio autor en perodos y circunstancias desconocidos.

    * De Ruggiero. Rivista, que recuerda que la misma lnea acon

    sejada por l es seguida especialmente por Stefanini, Platone.

    33

  • Pasemos ahora al tema del que tenemos que ocuparnos en particular: el pensamiento poltico de Platn. Las consideraciones realizadas acerca de la idoneidad de un anlisis histrico reciben en este terreno la ms evidente confirmacin4. En efecto, las tres obras que nos interesan, la Repblica, el Poltico y las Leyes, presentan disparidades y contrastes recprocos de tal envergadura que incluso Zeller, aun convencido de su mtodo sistemtico, se vio obligado a considerar las Leyes como una forma tarda de la doctrina platnica y a tratar de ellas por separado*. Por consiguiente, el punto de vista histrico se impone casi por necesidad, y, como quiera que la investigacin filolgica ha establecido actualmente con cierta solidez la sucesin cronolgica de los dilogos que nos interesan, queda por indagar el ntimo desarrollo de cada pensamiento filosfico, por sacar a la luz la unidad y la coherencia del espritu del autor, y por justificar y armonizar sus discordancias y contradicciones. A fin de llevar a cabo concluyentemente esta tarea, no basta con

    Zeller, PHG, pgs. 805-835.

    34

  • examinar el contenido de los dilogos, sino que, adems, es necesario considerar la coyuntura poltica en la que vivi el filsofo5, el crculo de personas que frecuentaba, las experiencias polticas en que particip. En definidva, si la investigacin biogrfica puede evitarse parcialmente en el estudio de las doctrinas metafsicas o gnoseolgicas de Platn -aunque en detrimento, tambin en este caso, de una comprensin orgnica de su personalidad- resulta indispensable para todo cuanto concierne a sus teoras polticas. sta ha sido, por lo dems, la lnea seguida por Wilamowitz y en parte tambin por Baritel" en sus obras fundamentales para la interpretacin poltica de Platn: es ms, el primero, partiendo del documento biogrfico ms importante que poseemos, la Carta VIlb, ha hecho del pro-

    Barker, GTH.

    k La autenticidad de las cartas platnicas, que haba sido puesta en duda sobre todo por Zeller (Zeller, PHG), ha hallado

    un reconocimiento cada vez mayor en los estudiosos modernos,

    algunos de los cuales atribuyen a Platn toda la coleccin (Grote, Plata, Raeder, Platons Entwicklung, Meyer, GA, passim).

    35

  • blema poltico el punto de referencia de las aspiraciones y de los anhelos de toda la vida de Platn. Si esta hiptesis es correcta, se comprende muy bien la importancia que el estudio biogrfico viene a ejercer sobre la interpretacin filosfica. Por otra parte, valga una digresin: el anlisis del comportamiento del filsofo en contacto con la vida prctica podra revelar si l consideraba su Estado ideal como una construccin puramente racional o pensaba seriamente en su realizacin prctica, lo cual no sera de poca importancia de cara a la interpretacin de su filosofa poltica6.

    il. Sus aos de juventud hasta la crisis mstica

    Sabemos muy poco acerca de la formacin inicial de las ideas polticas de Platn: algo se puede deducir, no obstante, de las condiciones polticas de Atenas durante la juventud del filsofo, del ambiente en el que vivi y de los hombres que frecuent, en especial de su relacin con Scrates. Pla-

    36

  • tn naci entre 428 y 427, un ao despus de la muerte de Pendes, el nico hombre que tal vez hubiera podido conservar la hegemona de la repblica ateniense. Tal vez, puesto que en sus ltimos aos la libertad del pueblo ateniense estaba ya debilitndose, y el demos, cuyo poder l mismo haba creado, se volva en su contra. La vida de Platn se inida precisamente cuando estas tendencias demaggicas se consolidan en Atenas; el liderazgo de Clen coincide con los aos de su infancia, y, cuando, a los trece aos, su espritu se asoma al mundo, son todava las facciones de la democracia ateniense las que deciden en gran medida el terrible desastre de la expedicin a Sicilia. Tales excesos de la demagogia, interrumpidos por el episodio oligrquico del ao 411, continan hasta el desmoronamiento absoluto del podero ateniense, que tiene lugar en 404, cuando la ciudad se rinde a Esparta, de modo que es fcil comprender cules fueron los sentimientos de un joven como Platn, que amaba con fervor a su patria, por lo que respecta a la poltica seguida por el gobierno democrtico. As pues, se puede admitir sin dificultad que, desde su ms

    37

  • tierna infancia, qued fijada en Platn esa mentalidad aristocrtica que en cierto sentido es el hilo conductor que se manifiesta a travs de su vida en todo su pensamiento poltico y que se relaja para dar lugar a una admisin parcial de los principios democrticos slo en su obra de vejez, las I^ eyes. Sin embargo, antes de que llegara a condenar la democracia siendo claramente consciente de las condiciones polticas de Atenas, esa conviccin debi de serle inculcada en su entorno familiar. Su casa poda presumir de ser, sin duda, una de las ms nobles de Atenas: decase que su padre, Aristn, descenda de Codro, mientras que su madre, Perictone, enalteca entre sus antepasados al sabio Soln. La familia perteneca, pues, a esa selecta nobleza ateniense que se haba mantenido incluso a lo largo de la advenediza democracia, nobleza de sangre, pero tambin nobleza intelectual, vinculada a los linajes de los Filaidas y los Alcmenidas. Estos haban tenido a su ms ilustre representante en Pericles y se haban acercado a la democracia; aqullos, a los que tambin perteneca la familia de Platn, exhiban una tendencia filoespartana y antiimperialista.

    38

  • Por tanto, el rgido tradicionalismo familiar debi de inspirarle desde nio ese altanero comportamiento aristocrtico y quiz tambin ese apego que l siempre demostr por las instituciones espartanas". Por otra parte, Platn estaba orgulloso de su nobleza, rasgo que se refleja con claridad en el Cr- mides, y mostr veneracin por Soln, al que, incluso en su vejez, coloca como personaje principal del Critiasr, en este aspecto, resulta elocuente una observacin de Pfleiderer, que pone de relieve la relacin entre Soln y aquel que haba de ser aos ms tarde su hombre ideal, o sea, el filsofo1. En consecuencia, es probable que el joven Platn, que, antes de encontrar a Scrates, ignoraba el verdadero significado de la palabra filsofo, ya entonces contemplase la idea -que despus sera la obsesin de su vida- de un poltico sabio y perfecto, que l reconoca en la gran figura de su antepasado.

    Ei tratamiento ms completo de las condiciones de Atenas

    en ese periodo y del ambiente familiar de Platn se encuentra en la primera parte de Wilamowiiz, Platn.

    * Pfleiderer. Sobrales, pg. 109.

    39

  • Con todo, otras figuras, que, si bien no estaban rodeadas de aquella aureola de mtica reverencia, al menos estaban vivas y en estrecho contacto con su familia, suscitaron muy pronto su admiracin. Entre ellas, en primer lugar, estaba Crmides, hermano de su madre, que tena una notable importancia poltica y ocup uno de los cargos dirigentes bajo los Treinta7; pero, ms an que su to, las dos grandes personalidades que dominaron la escena poltica de Atenas a finales del siglo v, Critias y Alci- bades, se convirtieron en sus dolos. Critias era primo de Perictone, la madre de Platn, y, por tanto, cabe pensar que con toda probabilidad entr prontamente en contacto con el joven: ste no pudo sustraerse a la fascinacin de su persona, a sus tendencias aristocrticas6 y filoespartanas, a su cultura refinada y a sus gustos artsticos6. Critias alcanz una posicin de primer plano slo cuando, durante la tentativa oligrquica del ao 411, se convirti, en cierto sentido, en el rbitro de la situacin al proponer el regreso de Alcibades, y precisamente en los aos siguientes, hasta 406, es decir, hasta que se march al exilio, debe situarse su pro

    40

  • funda influencia sobre Platn. Ahora bien, cuando observamos que las doctrinas poidcas de Cridas, tal como nos las muestran los escasos fragmentos de sus obras, repiten motivos de la vulgar sofstica, nos vemos llevados a deducir que esta influencia se debi bsicamente a la personalidad del primo y fue como mucho de naturaleza literaria, si admitimos que sus Homiliai, una obra que relataba las conversaciones de un grupo de amigos y que probablemente estaba escrita en forma de dilogo10, pudieron determinar el nuevo mtodo artstico utilizado por Platn*. Adems de Cridas, fue sobre todo Alci- bades quien atrajo la atencin y la admiracin del joven filsofo, no, ciertamente, por su actitud en la accin poltica, sino por su facilidad para distinguirse entre los dems y dominar a los hombres. A pesar de ello, el contacto directo de Platn con Al- cibades fue limitadsimo: cuando" ste parti para la expedicin de Sicilia, Platn tena trece aos, y no volvi a Atenas hasta la primavera de 407,

    * Vase, por lo que respecta a la relacin entre Critias y Platn, Wilamowitz, Platn, i, en especial las pginas 117-120.

    41

  • cuando el joven veinteaero, que quiz guardaba de l un recuerdo de niez, pudo verlo finalmente, e incluso esta vez slo por espacio de unos pocos meses*.

    A partir de lodos estos datos, se puede reconstruir parcialmente cul fue el estado de nimo de Platn, por lo que se refiere a la poltica, hacia el ao 407. Se haba dedicado hasta los dieciocho aos a ejercitar su cuerpo y a los estudios, bajo la direccin de Crtilo, partidario de Herclitob, y probablemente goz, asimismo, de las enseanzas de los sofistas, lo cual era muy comn en un joven de su condicin; sin embargo, no cabe duda de que el contacto con esos mercaderes de sabidura no sirvi para inspirarle el amor por la filosofa ni, menos an, le quit el convencimiento11 de que su verdadera carrera era la poltica. Los jvenes atenienses se convertan en efebos al cumplir los dieciocho aos y, desde esa edad hasta los veinte, tenan que

    * En la influencia de Alcibades sobre Platn insiste particu

    larmente Ritter, Platn, l, pg. 43.

    b Cf. Aristteles, Metafsica, l, 6, principio.

    42

  • prestar el servicio militar; tambin le toc hacerlo a Platn, que adems debi de participar en la batalla de Mgara en 409 y en el conflicto de la Academia en 407% y dos aos despus, es decir, precisamente en 408-407, se vio libre para desplegar la actividad a la que deseaba dedicar su vida. Todo lo impulsaba a la carrera poltica, la educacin recibida -la admiracin por Critias y Alcibades, al que justo entonces haba conocido de cerca- y el ejemplo de su propio hermano, Glaucn, que, segn Jenofonte en los Memorablesb, se haba consagrado desde muy joven a la actividad poltica. Por otra parte, esto es confirmado con toda evidencia por un pasaje de la Carta vil: Como en aquel tiempo yo era joven, me

    ' El hecho de que Platn habla prestado servicio militar

    como efebo y habla luchado en las batallas citadas es afirmado

    por Ritter {Platn. l, pgs. 47-48), que sostiene tambin que sus

    obligaciones militares continuaron en la batalla de las Arginusas

    y bajo los Treinta tiranos (Platn, t, pgs. 53-54 y 64). Steinhart

    (Pialan, pgs. 81-82) admite igualmente el servicio como efebo y

    su participacin en la batalla de Mgara.

    CX. Jenofonte. Memorables, m, 6 .1.

    43

  • ocurri io mismo que a muchos: pensaba, en cuanto fuese dueo de m mismo, dedicarme inmediatamente a la vida poltica'.

    Justo en ese momento, tal vez con el fin de obtener una educacin adecuada para acceder a la vida pblica, Platn recurri a Scratesb. El encuentro con ste cambi el curso de su vida: el problema poltico, que l haba resuelto con simplicidad gracias a la conviccin de que los aristcratas, tanto de espritu como de sangre, deban llevar las riendas del Estado, le era presentado ahora por Scrates bajo una nueva luz que no admita una solucin tan sencilla. Quieres cultivar el arte de la poltica? Evidentemente lo conoces; entonces dime qu contiene tu

    Cf. Platn. Carta vn, 324b.k La noticia de Digencs Laercio (m, 6), que sita en el ao

    407 el encuentro de Platn con Scrates, es considerada exacta por Orte (Palo, I, pgs. 113-116) y por Steinliart (Platn. pg.

    85). Orte demuestra, basndose en una informacin de Jeno

    fonte, que el encuentro no pudo haber sucedido despus de esc

    ao, y nosotros podemos afirmar que difcilmente pudo darse

    antes por los compromisos militares de Platn.

    44

  • sabidura. No obstante, entre Platn y su nuevo maestro no haba disparidad de ideas, y tambin Scrates, en realidad, se mostraba contrario al espritu democrtico: si reconoca que la poltica era un arte, estaba claro que slo los instruidos en esa arte, que son necesariamente pocos y no todos -como pocos y no todos son sabios en el arte del zapatero o del piloto-, pueden ejercerla adecuadamente. Bien es verdad que l no impeda a los jvenes que se dedicaran a la poltica, antes bien, intentaba educarlos precisamente para ello; Platn, por tanto, despus de conocer a Scrates, no vio cerrado en absoluto su acceso a la vida pblica. Pero, si Scrates no hizo nada para alejarlo de sus propsitos, aun as influy en l de tal modo que consigui que adoptase1 una actitud de expectacin e incertidumbre ante la accin prctica, postura que, indudablemente, antes no haba tenido. Platn se preguntaba cmo deba ser el verdadero poltico y sospechaba que no sera como aquel que hasta entonces haba sido su dolo, Alcibades, cuyos engaos y mentiras en la vida pblica y cuya disipacin en la vida privada conoca muy bien. Esta crisis espiritual no de

    45

  • bi de ser, con todo, excesivamente larga; un ao despus de haber conocido a Scrates, en 406, pudo ver su intrpido comportamiento en el proceso contra los capitanes vencedores en las Arginusas, cuando el maestro, que por primera vez en su vida desempeaba un papel poltico, supo oponerse en solitario a la indignacin popular que reclamaba un procedimiento ilegal. Esta actitud disip probablemente las dudas de Platn, que en aquel instante vio con claridad que, si quera reunir justicia y poltica, tena que confiar ciegamente en el magisterio de Scrates y modelar de nuevo, siguiendo las enseanzas de ste, su propia educacin'4. Para ayudar a fortalecer su estado de nimo, declinaba en ese mismo ao, en 406, y definitivamente, la estrella de Alcibades. Sin embargo, no slo tena que combatir contra su propia ambicin, ya que sil familia y sus amigos le exhortaban a seguir adelante en un momento en que le habra resultado muy fcil, despus de que los espartanos, que se haban hecho con el poder de la ciudad, instauraran el gobierno oligrquico de los Treinta tiranos, gobierno que contaba con la participacin de su to Crmides y

    46

  • era liderado por Cridas. Pese a todo, no fue desleal a Scrates, sino que estuvo a la expectadva, confiando tal vez en los aristcratas: Y as mi nimo estaba ansioso de ver lo que haran'. Sus esperanzas fueron defraudadas: Cridas se vio manchado por todas sus vilezas, y, mientras la admiracin que Platn le profesaba se desmoronaba definidvamente, se convirt en veneracin la que senta por Scrates, que, aun en ese perodo borrascoso, dio nueva muestra de su carcter desobedeciendo la orden de los Treinta de reconducir a Atenas, para que fuese ajusdciado, a un exiliado parddario de la democracia. As, sus aspiraciones a la accin poldca directa haban sufrido, de repente, un duro golpe, pero su deseo de actuar era en l tan intenso que incluso habra aceptado colaborar con la democracia cuando sta fue restaurada despus de la cada de los Treinta. Entonces llegaron la condena y la muerte de Scrates, y la incertidumbre cedi su lugar al disgusto: cmo era posible querer intervenir en la poltica de una ciudad que haba dado muerte

    * Cf. Platn, Carta w . 3

  • a su ciudadano ms el? En su opinin, una cosa quedaba clara: si la situacin de Atenas no cambiaba, l nunca se decidira a perseguir una actividad que le parecera una colaboracin con los crmenes de la democracia15.

    El ao 399 fue una fecha decisiva para Platn; por primera vez, se da cuenta de la oposicin y el contraste insalvable entre el mundo real y el ideal14; slo ahora, como seala Wilamowitz, Scrates adquiere a sus ojos aquella luz sublime y sobrehumana1 que l transmite a travs de sus dilogos ms inspirados, slo ahora, cuando la muerte sublime lo ha transfigurado'. Fue necesaria la tragedia para que agudizara los sentidos y adivinase el abismo existente entre idea y realidad, motivo dominante de su filosofa; hasta ese momento la vida le haba parecido fcil, su espritu haba sido dichoso, confiado en sus propias fuerzas: admiraba a Eurpides y a Aristfanes, pero, ms que compadecerse, como *

    * Wilamowitz insiste, en numerosos pasajes de su obra, en el

    hecho de que la muerte de Scrates provoc en Platn una

    transformacin radical de sus opiniones a l concernientes.

    48

  • el primero, de los defectos de la humanidad, se rea de ellos con la irona del segundo. Scrates, bien es cierto, le haba aconsejado la seriedad, pero l, hasta que el maestro no se revel plenamente por medio de su muerte, admiraba, ms que cualquier otra cosa, su penetrante espritu irnico: de hecho, este comportamiento despreocupado y seguro de s mismo se manifiesta precisamente en los dilogos que pudieron haber sido escritos antes de la muerte de Scrates, es decir, en el Prologaras, el ln y el Hi- pias menor\ Por lo que respecta a la poltica, haba mantenido la misma postura: la influencia de Scrates, a buen seguro, fue para l saludable, porque haba frenado sus deseos de entregarse irreflexivamente a la vida pblica y le haba llevado por un camino de autocrtica; sin embargo, debemos considerar que este comportamiento era casi obligado, ya que, por lo general, un ateniense no poda participar directamente en poltica antes de cumplir treinta aos; adems, su confianza en una actividad futura" slo se vio dbilmente afectada por el fra

    Wilamowitz, Platn, l, pgs. 124-129.

    49

  • caso de su partido y de sus propios parientes1', y, no obstante, estaba todava convencido de que, si en Atenas mejoraban las circunstancias, incluso si se conservaba intacta la constitucin, an sera posible llevar a cabo una actividad provechosa. nicamente despus de la muerte del maestro advierte el desacuerdo existente entre la democracia de Atenas y las ideas de Scrates y de l mismo: la justicia, que el poltico debe poseer, es sabidura. Este es el principio cuyo carcter revolucionario slo ahora reconoce. Scrates ya es un reform ador poltico'; es cierto que ignora en qu consiste la sabidura del hombre justo, pero busca esta sabidura en los hombres, quiere ayudarlos a alcanzarla con su mayu- ca, y en suma, aunque conservando intactas las leyes del Estado, como en su defensa recuerda Platn en el G ritn, quiere transformar y renovar el espritu de todo el Estado colocando en la direccin de ste a hombres justos. Si aceptaba esos principios, cmo habra podido Platn prestar su obra al Estado, que segn l representaba la ignorancia?

    Windelband, Platn, pg. 32.

    50

  • Cmo habra podido traicionar as su lealtad a Scrates? Por otra parte, tena veintiocho aos, y resultaba imperiosamente necesario tomar una decisin con respecto al camino que deba seguir: para un joven con su educacin y su carcter, renunciar a una acdvidad polticamente intensa era como renunciar a la vida misma. En efecto, dijo adis de modo definidvo a su carrera poldca, pero no quera ni poda renunciar a intervenir en este terreno, como no renunci en toda su vida. Antes de la muerte de Scrates, haba dudado, temiendo su propia incapacidad, de si deba meterse en poldca, pero ahora las cosas haban cambiado esencialmente, y estaba convencido de haber visto la verdad en este punto; la tesis de Scrates haba resistido la prueba de fuego, y ahora l se daba cuenta de que posea la justicia ms que los jueces del maestro, que tenan Atenas en sus manos. Se haba persuadido de la necesidad de una reforma y quera someter Atenas a l, no someterse l a Atenas; an no saba, como no lo haba sabido Scrates, el contenido de esta reforma, pero conoca la direccin que deba tomar: justicia basada en la sabidura. Para ello

    51

  • se precisaban ante todo los amigos: Puesto que sin amigos y compaeros leales pareca imposible mejorar algo, fuese lo que fuese, declara ostensiblem ente en la C arta Vil. sta puede haber sido la causa de su estancia en Mgara, donde la mayora de los discpulos de Scrates se reunieron tras su muerteb; Platn, que tambin en esto, es decir, en el anhelo de querer intervenir entre y sobre los hombres, fue el continuador ms genuino del maestro, esperaba ponerse de acuerdo con ellos sobre la necesidad de esta intervencin, pero muy pronto se vio desilusionado, dado que personajes como Eucli- des y Fedn tenan un talante fundamentalmente terico. Regresa entonces a Atenas, donde se dedica a la actividad literaria, que ahora ya no es para l ningn juego, ningn pasatiempo divertido, sino algo serio, encaminado a influir en un elevado n- *

    * Platn, Carta V, 325d.k l a estancia en Mgara es admitida generalmente por los es

    tudiosos (Wilamowilz. Platn; Riuer, Platn) y encuentra a su

    nico opositor en Lutoslawski (Plalo's Logic, pgs. 43-50).

    52

  • mero de lectores. El tema se lo ofrece, naturalmente, la suerte de Scrates, y l defiende con ahnco, en la A pologa y en el C ritn, esa concepcin de la vida que pretende hacer triunfar en el mundo. Sin embargo, Atenas le disgustaba, la democracia decaa cada vez ms, y sus escritos pasaban seguramente desapercibidos y eran mal comprendidos; su deseo de conocer a los hombres y su confianza en aprender algo de ellos1 le llevaron a salir de su patria y a20 visitar Egipto y Cireneb.

    En Cirene conoci al matemtico Teodoro, quien ejerci, sin duda, una gran influencia sobre l por lo que concierne a la solucin del problema *

    * Esta confianza se expresa en el Feitn (78a), donde Scra

    tes exhorta a sus discpulos a visitar Grecia y las tierras de los brbaros.

    k Generalmente se admite un intervalo entre este viaje a

    Egipto y el posterior viaje a Italia (Ritter, Platn, i, pgs. 93-94;

    Steinhart. Platn, pgs. 136-139; Grotc, Plato, I, pg. 120; Pohlenz,

    Platos Wentarit, pgs. 412-418), y la opinin contraria de Wila-

    mowitz es refutada por la tesis de Ritter. segn el cual Platn

    no pudo estar en Egipto despus de 395, ao en que estall la

    53

  • del conocimiento*; no obstante, a nosotros nos interesa principalmente su estancia en Egipto. La observacin de la organizacin poltica de ese pas debi de impresionarle profundamente: la rgida divisin en castas y la inamovible firmeza de las costumbres, del arte y de las leyes le parecieron mejores que la oscilacin constante de las instituciones atenienses; aquella tendencia a dar estabilidad a la organizacin estatal, que nos impresiona en la Repblica y que en las Leyes se transforma en un estatismo casi opresivo, quiz debiera sus orgenes a sus reflexiones sobre las costumbres egipciasb. Adems, se convenci de que los hombres pueden ocupar cada uno un puesto en una determinada clase

    guerra de Corinto, durante la que Persia, en aquel entonces en

    frentada con Egipto, fue aliada de Atenas. Ritter supone adems, tras el regreso de Platn de Egipto, una reanudacin del servicio

    militar en 395-394 (Ritter, Platn, i, pg. 82). * Pohlenz, Platos Werdaeit, pgs. 412-415.

    * En la influencia de Egipto insisten sobre todo Wilamowitz,

    Platn, 1. pg. 242, y Gomperz, C.D, II. pg. 468.

    54

  • sin poder rehuir esa misma clase, y tanto ms debi de gustarle esta idea cuanto ms persuadido estaba de que los males de la democracia procedan de la facultad que cada individuo tena de salir de la esfera que le competa para hablar de poltica, aun no poseyendo ningn conocimiento particular sobre ella. As pues, podemos suponer que desde aquellos aos el problema de la justicia haba comenzado a plantearse y a resolverse, y el proyecto de reforma del Estado, de cuya necesidad estaba convencido mucho antes, haba obtenido una primera concrecin en estas reflexiones. Claro est que lo que l aprobaba de las instituciones egipcias era el puro aspecto formal, o sea, simplemente el concepto de estabilidad y de divisin de las funciones; el criterio con que l determinar las distintas clases del Estado ser el del conocimiento, y se comprende con cunto desprecio debi de ver esa subdivisin jerrquica, basada en la violencia y el temor. Esta actitud doble de Platn respecto a la civilizacin egipcia se manifiesta claramente a travs de sus propias afirmaciones: ora alaba a los egipcios, en especial por su espritu cientfico, ora los des-

    55

  • precia por estar nicamente pendientes del lucro'.Platn volvi despus a Atenas, continu proba

    blemente su actividad literaria-el Laques, el Lisisy el Crmides pertenecen a esa poca11- y comenz a crearse un crculo de discpulos, si bien es cierto que stos tampoco le ayudaran en una reforma poltica. No se desanim -sus ideas acerca del problema de la justicia haban madurado hasta tal punto que le impulsaron, precisamente entonces, a escribir una obra de mayor calado-, y de este modo naci el primer libro de la Repblica, que los crticos estn de acuerdo en atribuir casi de manera unnime a ese perodo, con el ttulo de Trasimacc/'. Por qu la obra qued interrumpida y no fue retomada hasta muchos aos despus? Platn debi de sentirse incapaz de acometer esa ingente tarea; era realmente inmaduro para idear la reforma de un Estado-necesitaba conocer a los hombres y una mayor experiencia, *

    * Actitud benvola respecto a los egipcios en Leyes, vu, 819a-b;

    actitud de desprecio en Repblica, IV, 436a. As Wilamowitz, Platn, I, pg. 206; Ritter, Platn, l, pgs. 274-

    278: Windelband, Platn, pgs. 62-64, y otros.

    56

  • que consigui en los aos siguientes, y, sobre todo, necesitaba profundizar, hacer ms constructivo su espritu, sacarlo de la posicin demasiado socrtica que todava revelan los dilogos de ese perodo, como el Laques y el Crmides-. Sin embargo, otras razones le llevaron a interrumpir el proyecto. Atenas estaba en progresiva decadencia, especialmente por culpa de la democracia; la guerra del Peloponeso haba causado una fuerte disminucin del comercio y, en consecuencia, de la riqueza, y la despoblacin debida a las matanzas y a las epidemias haba obligado a los atenienses a reclutar tropas mercenarias, que naturalmente se distinguieron enseguida por sus atropellos. Los xitos obtenidos en la guerra iniciada en el ao 395 contra Corinto fueron infructuosos; lo que poda quedar an de idealismo en la poltica ateniense fue pisoteado cuando Atenas se ali con Persia contra Esparta; los demagogos seguan intentando congraciarse al pueblo aumentando las recompensas monetarias para sus juicios*. No cabe *

    * Ritter (Platn, I, pgs. 78-81) ofrece un detallado examen histrico de la Atenas de ese perodo.

    57

  • duda de que, en aquella Atenas, los escritos de Platn no interesaron, como l esperaba, a un gran nmero de personas; su orgullo se opaso a la publicacin de las primeras lneas de una reforma con la que se habra ganado el ridculo, y as la Repblica se trunc despus del primer libro. Para mayor inri, apareci, en esos aos, el escrito del rtor Polcrates que manchaba de barro la memoria de Scrates*.

    La crisis fue para l inevitable. Haba permanecido latente hasta la muerte del maestro, pero ahora estalla, terrible, en el Gorgias. La posicin decisiva del Gorgias en la evolucin del pensamiento platnico ha sido reconocida por eminentes estudiosos, y, por lo dems, incluso un lector superficial de este dilogo queda sorprendido por la absoluta novedad de la actitud que en l se refleja0 y por las

    * La fecha de publicacin del escrito de Polcrates debe si

    tuarse, casi con total seguridad, entre 393 y 392; cf. Gomperz, GD,

    ti, pgs. 360-361. La hiptesis de Pohlenx (Platos Werdml, pg.

    167), que considera que el escrito del rtor es una rplica del

    Gorgias, se basa en una opinin que nadie ms comparte por lo

    que respecta a la fecha de este dilogo (394).

    58

  • llamativas caractersticas que lo diferencian de los restantes dilogos. Ahora no encontramos en Scrates al respetuoso personaje del P rotgoras o al hombre intimidado por Trasmaco, ni siquiera aquel que haba de convertirse despus en el irnico interlocutor del E utidem o. El Scrates histrico desaparece, y el discpulo, que en ese momento, por vez primera, dice realmente una palabra nueva, lo ha sustituido sin darse cuenta. Scrates afirma ahora que conoce la verdad y la proclama con todas sus fuerzas ante los maliciosos sofistas; la vehemencia y el tono pasional del dilogo -caracterstica que nunca antes se observa en ningn escrito platnico, ni aparecer ms tarde nos indican con total evidencia cmo el autor escribi en circunstancias mentales de excepcin y cul fue su angustia, a la que dio rienda suelta en esta obra. Se ha discutido bastante sobre la fecha de composicin del G orgias y, cuando se admite la importancia del dilogo, se comprende cun interesante puede resultar esta cuestin. Algunos, basndose en las frecuentes alusiones a las doctrinas pitagricas, han querido situar el dilogo despus del viaje a la Italia merdio-

    59

  • nal y a Sicilia', que realizar entre los aos 390 y 388; otros, la mayora, lo han situado antes de dicho viaje8, o sea, entre 391 y 390, y su opinin nos parece ms plausible, no slo por la mayor claridad que adquiere as la evolucin de Platn, sino tambin por el paralelo con la Carta Vil, que es un documento fundamental'. Asimismo, podemos rechazar las objeciones a esta hiptesis explicando las influencias pitagricas por la amistad que en esos aos probablemente uni a Platn con los tebanos Simias y Cebes, discpulos de Filolao, o suponiendo, con Ritter, que la obra fue concluida despus del viaje a Sicilia*04.

    Tena, por tanto, treinta y seis aos cuando escribi el Gorgias, haban llegado los aos de madu-

    Gomperz, GD, n, pgs. 352-S54.

    Wilamowitz, Platn, I, pg. 240; Ritter, Piafan, I. pgs. 95-96;

    Raeder, Platons Entwicklung, pg. 125.' En la Carta vu, 326a-b, Platn confiesa que la conviccin de

    la necesidad de reunir poltica y filosofa le vino antes de partir

    hacia Italia, y enseguida veremos cmo esta idea se manifiesta ya

    en el Gorgias.* Ritter, Platn, l, pgs. 95-96.

    60

  • rez, y todava no haba elegido su camino. La soledad, principalmente, lo arredraba; tena amigos, bien es verdad, pero no eran los que hubiera querido -sus antiguos condiscpulos, especialmente, haban empezado a mostrar esa actitud de indiferencia respecto a la vida poltica que caracterizar a la posterior filosofa griega-. Al fin temi ser un hombre fallido e intentar convulsivamente una accin que no poda llegar a travs de l. No obstante, su espritu continuaba siendo muy activo, su capacidad creativa sobresali precisamente en esos aos y su emancipacin de Scrates llevaba visos de ser definitiva; el eudemonismo socrtico, con su colorido hedonstico, ahora se ve superado por completo, el problema de la justicia va aclarndose cada vez ms, muchas de las reformas que vern la luz en la Repblica han sido ya intuidas en este perodo. Pero al mismo tiempo se da cuenta perfectamente de que se aleja de modo inexorable de la realidad poltica de Atenas -el abismo que se haba abierto tras la muerte de Scrates entre lo real y lo ideal*6 se alarga cada vez ms- y de repente se detiene, aterrado: qu es lo que l debe cambiar en

    61

  • este mundo de rtores y sofistas a los que tanto desprecia? Las reformas que tanto le preocupan, mejorarn en verdad todo esto? No conoce an el mundo de las ideas que le har confiar plenamente en la realidad de su Estado, y87 por un momento se ve amenazado por el escepcismo y la desconfianza en s mismo'. As pues, se renen en el Gorgias todos estos elementos diversos, la amargura de no poder intervenir, la ira contra los hombres que amenazaban sus ms bellas aspiraciones y, por ltimo, un descorazonamiento que es casi escepticismo, tal como se revela en la actitud negativa del dilogo, que tiende sobre todo a destruir la retrica y los mtodos polticos de la democracia ateniense. Estos estados de nimo pasionales y contradictorios que confluyen en el dilogo, con todo, no establecen ms que la condicin necesaria para que suija por fin la verdad, que slo ahora, despus de largo tiempo oprimida y oculta, llega a conocimiento del autor"*: la crisis y el escepticismo son su-

    * Sobre el escepticismo del Gorgias, cf. Pohlenz, Platos Wrnle-

    zt, pgs. 162-163.

    62

  • perados, la terrible pesadilla desaparece, y las ltimas pginas del G orgias dejan resonar el grito de victoria. La crisis le ha sido beneficiosa porque, a travs de ella29, ha conquistado la verdad que se halla en el centro de toda su doctrina sobre el Estado: el poltico debe ser filsofo. Las dudas y el miedo al ridculo, que le haban llevado a interrumpir la Rep b lica , y el escepticismo acerca de la adecuacin de aquellas reformas m enores del Estado ahora han desaparecido: Platn proclama esta verdad, ante la cual ms tarde, en la R epblica , vacilar, dom inado por una verdadera exaltacin, cuando pone en boca de Scrates: Yo creo que soy uno de los pocos atenienses, por no decir el nico, que practica la verdadera arte poltica, y el nico que hace poltica entre los vivos1, despus de que todos los ms grandes polticos del pasado, Temsto- cles, Cimn, Milcades y Pericles, fuesen condena- *

    * Platn, Oorgias, 521d. Que esta expresin, aun no siendo

    tan explcita como los pasajes paralelos de la Carta vil y de la Re

    pblica, confirma el mismo concepto lo corroboran Wilamowitz

    (Platn, t, pg. 2S1) y Pohlenz (Platos WenUvnt. pgs. 160-161).

    63

  • dos incluso con mayor dureza por sus contemporneos. Es probable que Platn ya tuviera en mente esta idea con anterioridad, pero puede argumentarse que no insisti en ella porque, por un lado, nunca haba visto en Scrates al verdadero poltico y, por otro50, no se haba considerado seriamente a s mismo como un lsofo, precisamente porque quera ser un poltico. Ahora esta idea se alza como una luz imprevista, como la verdad que cubre el abismo entre lo real y lo ideal1, que disipa sus dudas y le retoma la conanza; hasta ese momento, haba aspirado a ser antes de nada un poltico, pero, cada vez que se haba acercado a los hombres de Estado atenienses y haba observado su forma de comportarse, se haba visto obligado a alejarse de ellos y a regresar a la filosofa*1 -elegir uno u otro camino habra significado sacrificar una parte vital de s mismo-, y ahora, por fin, llegaba la solucin que sintetizaba ambas actividades o, mejor dicho, elevaba la poltica a la filosofa. Tenemos una clara confirmacin del estado de nimo de Platn tras la composicin del Gorgia gracias a la Carta Vil, de la que citamos este pasaje que des-

    64

  • cribe sus opiniones antes de partir hacia Italia5*: Finalmente comprend que todos los Estados que existen en la actualidad estn mal gobernados, ya que sin un esfuerzo prodigioso, que debera ser de ayuda en ocasiones propicias, sus leyes no son casi nunca susceptibles de mejora. As pues, no contempl otra posibilidad que no fuese reconocer, en alabanza de la filosofa, que slo partiendo de ella la vida del Estado y de cada individuo poda ser vista continuamente desde la perspectiva de la justicia. El gnero humano, en consecuencia, no se librara jams del mal si antes no accedan al poder los legtimos y autnticos lsofos o si los gobernantes del Estado no se convertan, por gracia divina, en verdaderos filsofos*. Quedaba la terrible

    * Carta vil, S26a-b. Son significativas, para la cronologa de estas ideas, como ya hemos sealado, tas palabras siguientes: -Con

    este estado de nimo llegu a Italia y a Sicilia. El Corpas, por

    tanto, fue terminado justo antes de la salida hacia Italia, y de esto

    podemos deducir la anterioridad con respecto a l del Trasimaco, dado que este ltimo dilogo fue escrito, sin duda, durante los

    primeros diez aos del siglo IV. La hiptesis de la anterioridad

    65

  • cuestin: es factible una idea tal en este mundo? Su reciente crisis de desencanto hacia los hombres le deca claramente a Platn que no; asimismo, todava se atormentaba recordando el martirio de Scrates y qu aceptacin hubiera tenido su verdadera arte poltica. Pese a todo, su vida estaba ya decidida, y haba arraigado en l la firme conviccin de que la verdad debe realizarse de algn modo: si en este mundo el justo no puede triunfar, se dirigir despus de la muerte a las islas de los bienaventurados*. Por otra parte, Platn admiti que no conoca lo suficiente a los hombres y que los juzgaba con demasiada severidad, y as decidi viajar ms y adquirir nuevos conocimientos ahora que finalmente haba encontrado el camino, antes de perder la esperanza en dicha realizacin, estaba decidido a emplear todas sus fuerzas, hasta entonces dolorosamente reprimidas.

    Su trabajo en torno a la reforma del Estado haba dado ya notables resultados'*, y en el Gorgias,

    del libro l de la Repblica es, por otra parte, reconocida por Wila-

    mowitz (Platn) y Dmmler (Composition, pg. 256).

    * Cf. Windelband, Platn, pg. 27.

    66

  • donde l tal vez hubiese renunciado, tras la crisis, a tratar minuciosamente de estos nuevos proyectos, no faltan alusiones al desarrollo satisfactorio de las nuevas ideas3*. En primer lugar, sobre la justicia, que es desde ese momento la base en la que debe apoyarse el Estado: hay fragmentos del Gorgias que nos hablan ya de una justicia csmica o natural segn el modelo de los pitagricos, que es orden y armona, y que une cielo y tierra', ya de una justicia divina retributiva que recompensa en el ms allb a los justos y castiga a los malvados, ya, por ltimo, de una justicia de lo singular' que es orden y moderacin*. Faltan, bien es cierto, la triparticin del alma y la del Estado, a las que Platn aplicar este concepto en la Repblica, pero tambin en este aspecto debemos tener en cuenta, como hemos observado anteriormente, que el germen tuvo que aparecer en el viaje a Egipto y que, por consiguiente, la base del concepto de justicia, el orden obtenido mediante la d-

    * Platn, Gorgias, 507c-508a.

    Vase el mito final del Gorgias. 52S-527.

    Platn, Gorgias, 5

  • visin de las funciones, estaba ya presente en la poca en que escribi el Gorgias. Se ha sealado, adems, cmo ya en el Gorgias existe de modo embrionario el paralelo entre individuo y Estado', y sobre todo ha sido harto debatida la cuestin acerca de si la teora de la comunidad de las mujeres corresponde a este perodo, cuestin que analizaremos ms tarde, pero que aqu parece que puede resolverse admitiendo la comunicacin de estas ideas a su crculo de amistades sin que fuese necesaria su publicacin. En aquel tiempo, la labor creadora iba a ser retomada sin interrupciones, iba a convertirse en la obra de su vida e iba a absorber durante quince aos sus mejores energas; no obstante, estaba todava falto de experiencia, senta la necesidad de realizar con mayor plenitud40 aquella unin anhelada entre lo real y lo ideal, y se dirigi, seguramente tambin aconsejado por Simias y Cebes0, a *

    * Es la opinin de Pohlenz (Platos Werdaeit. pgs. 152-156), que remite a Gorgias, 505-508. pero su hiptesis no est suficiente

    mente demostrada.

    k Steinhart, PiaUm, pg. 139.

    68

  • la Italia meridional, donde volva a florecer la escuela pitagrica que un siglo atrs haba conseguido aquella unin tan grata a su espritu*41.

    III. El sistema educativo y poltico de los pitagricos

    As pues, Platn lleg, probablemente en el ao 390, a Italia, donde entr en contacto con los crculos pitagricos y sobre todo entabl con Arquitas, el principal representante de la escuela, aquella amistad que continu siendo afectuosa durante el resto de sus vidas. Arquitas, estratega de Tarento y lder de la Liga italiota de las ciudades de la Magna Grecia que conservaba en la prctica los ideales pitagricos, deba de representar para l, sin lugar a dudas, la encarnacin del rey-fllsofo que ya por aquel *

    * Afirman que Platn fue atrado a Italia especialmente

    para conocer las ideas tico-polticas de los pitagricos: Ritter,

    Platn, i, pg. 99; Stcinhart, Platn, pg. 141; Windelband, Platn, pgs. 27-28.

    69

  • entonces estaba en el centro de sus ideas polticas1. En ese ambiente se fue mitigando, a buen seguro, el amargo pesimismo del Gorgias, ya sea porque encontraba una confirmacin de sus ideas en la creencia pitagrica en el derecho divino de la ciencia a gobernar el Estado, ya sea tambin porque tena ahora ante sus ojos una realizacin, aunque parcial, de sus propios principios: se vio, pues, alentado a estudiar de cerca la organizacin de la secta pitagrica para descubrir las razones ntimas de su confirmacin como entidad poltica. Ahora que haba llegado a la conclusin de que el verdadero poltico tena que ser filsofo y viceversa, su concepcin del Estado quedaba polarizada en dos puntos esenciales que enseguida derivaron de aquel principio: en primer lugar, hallar la forma de crear a los nuevos polticos, un problema que deba resolverse desde el principio, ya que el Gorgias haba consagrado definitivamente la condena de la sofstica y de la retrica, y las propias enseanzas de Scrates se haban revelado insuficientes en la prctica porque los dis- *

    * Cf. Barker, GTH. pg. 50; Pohlenz, Platos Werdnt, pg. 418.

    70

  • cpulos no haban comprendido su sentido ms profundo, Alcibades y Cridas por un lado, y Antis- tenes y Aristpo por otro; y, en segundo lugar, buscar la manera por medio de la cual estos filsofos pudiesen desempear realmente sus funciones como poldcos.

    Para resolver ambos problemas, encontr una ayuda en el mtodo educativo empleado por la secta pitagrica. La educacin41 se basaba principalmente, segn ellos, en la msica, la expresin sensible de aquella armona de contrarios que constitua la ms ntima esencia de sus especulaciones: esta armona, que metafsicamente se traduce en los nmeros, cuando es aplicada a las relaciones sensibles y humanas, se convierte en msica, y los pitagricos, que en sus aspiraciones tico-polticas pretendan inculcar en el hombre la armona y el orden que el nmero representaba en la naturaleza, vieron en la msica el mtodo ms eficaz para conseguir este objetivo. La msica, por tanto, debe ordenar el alma y darle aquella armona que luego ha de ser la propia sabidura, y resulta evidente, en consecuencia, que as como el nmero rene ele

    71

  • mentos contrarios, lo par y lo dispar, lo limitado y lo ilimitado, as tambin la armona del hombre debe reunir partes diversas del alma. Conque parece posible que Platn pudiera haber tomado de los pitagricos su teora de la triparticin del alma', que es uno de los ejes de la Repblica, sin embargo, mientras que la triparticin del Estado puede hacerse derivar con mayor probabilidad del contacto con los pitagricosb y, por otra parte, como hemos visto, haba sido sugerida a Platn por las observaciones que pudo hacer en Egipto, hallamos un obstculo insuperable si queremos remontar hasta esa poca la triparticin del alma, puesto que en el Fe- dn, aun habindose comprobado que es posterior *

    * Como podra interpretarse a partir de Wellmann, Pythago-

    reische Urkundt, que considera que la triparticin del alma perte

    nece a la antigua doctrina pitagrica.

    Cf. Barker, GTH. pg. 49, que admite, adems, que Platn haba tomado de los pitagricos la triparticin del alma.

  • al viaje a Italia, no da seales de conocer esta doctrina44.

    Ahora bien, debemos admitir con seguridad una cosa, a saber, que esta oposicin, este dualismo pitagrico que divide tanto el universo como al hombre y que necesita una unin y una armona superiores, cal profundamente en Platn y le ayud a llevar a cabo la emancipacin de Scrates que ya haba iniciado de forma independiente en el Gor- gias y que era lo nico que poda hacer verdaderamente creativa su mente.

    En Scrates, la voluntad se inclua en la actividad cognoscitiva -lo que se conoce se quiere en consecuencia-, y se llegaba, por tanto, a un inte- lectualismo abstracto; Platn record que un mtodo como se conduca a resultados negativos, como lo demostraban, por lo dems, el Protgoras, el Eutifrn, el Laques y el Crmides, y la solucin surgi en l, casi inconscientemente, desde el momento en que, justo despus de la muerte de Scrates, se le manifest el abismo que haba entre el mundo real y el ideal. En los aos siguientes, este dualismo se fue precisando poco a poco, y sobre

    73

  • todo, lo que tiene una importancia capital para su evolucin, se fueron distinguiendo, en conformidad con esta oposicin, el lado voluntario-afectivo del cognoscitivo45, de modo que al fin el unitario hombre socrtico sufri una ntima escisin*. Este contraste sale a la luz por primera vez en el Gorgias, donde vemos la oposicin insalvable entre lo ideal y lo real, entre Scrates y Calides, y donde se manifiesta la necesidad de superar el intelectualstico punto de vista socrtico que hace coincidir voluntad y conocimiento, placer y virtud, es decir, el punto de vista que se consagra en el Protgoras, en una clara anttesis entre placer y virtud y en un retraimiento asctico del filsofo, que sella el definitivo distanciamiento entre sensibilidad y racionalidad. Visto as, se dilucida todava ms la posicin del Gorgias, puesto que en l se afirma, en efecto, que el poltico debe ser filsofo, pero se pone al filsofo a una altura tal, y de tal manera se desprecia

    * Este distanciamiento respecto de Scrates es analizado es

    pecialmente por Slefanini (Plalone, l, pgs. 292-300), que, sin em

    bargo, no intenta precisar la formacin histrica de Platn.

    74

  • lo que hay por debajo de ste, que al poltico le resulta ciertamente imposible elevarse tan arriba sin abandonar el mundo real; de ah la orgullosa conciencia de Platn de haber cultivado la verdad, unida, al mismo tiempo, a un desesperado pesimismo para quien pretende su realizacin.

    Cuando se considera el estado de nimo de Platn, se comprende fcilmente qu le llev a aprobar la educacin musical de los pitagricos; l ya no crea, como haba credo Scrates, en poder inculcar simplemente un determinado conocimiento en el alma del discpulo, y estaba convencido de que para conseguir ese objetivo haca falta tomar en consideracin el elemento pasional, que es contrario al elemento racional y puede obstaculizar el aprendizaje, de modo que vio la solucin a su problema en la msica, que una precisamente estos dos elementos antagnicos, sensibilidad y racionalidad, en orden y armona*. No cabe duda de que de esta educacin musical no sala an el lsofo, pero el discpulo educado as estaba en posesin de la recta opinin que, a pesar de no ser conocimiento, presentaba, teniendo en cuenta la armona que

    75

  • subsista en el alma, la posibilidad de transformarse en verdadera filosofa; por otra parte, los jvenes educados musicalmente llegaban a alcanzar esa posicin mediadora entre sensibilidad y razn, y a formar ese ncleo aristocrtico tan compacto que precisamente permid a los pitagricos llevar a cabo una accin poldca real. Este era el camino para solucionar el doble problema de Platn. Por un lado, exista la posibilidad de educar a filsofos que no renegaran sin ms ni ms de la sensibilidad, sino que la armonizaran con la facultad superior, y, por otro, se perfilaba la realizacin de la autoridad de la filosofa en el Estado mediante la creacin de una clase conciliadora, que l todava estudiar y que transformar de clase musical en clase militar.

    Otros aspectos de los pitagricos tambin pudieron haber influido en Platn, como la comunidad parcial de bienes que se daba en su orden, debido al carcter religioso de la secta, que encuentra una correspondencia en la Academia, y sobre todo la amistad, que, aunque era de carcter ms bien abstracto y, por as decir, metafsico, debi de contri

    76

  • buir indudablemente a la formacin del iros platnico47.

  • eos el mismo significado que, en el anterior anlisis sobre los presocrticos, hemos visto que ya tena para Herclito y Empdocles'1": no es nada ms que el principio metafsico del mundo, su substancia universal y mstica, el brahmn, visto en su aspecto poltico. Ya hemos observado que es algo innato en la naturaleza poltica griega concebir cualquier cosa como un organismo poltico, y as, en un sistema filosfico, la substancia tambin se convierte

    didad de los testimonios sobre el argumento. Las fuentes son: los

    fragmentos de Arquitas, cuya autenticidad, aunque contestada

    por Zeller (PHG) y ltimamente porFrank (Plato) sin realizar ni

    siquiera un examen filolgico, ha sido sostenida de modo satis

    factorio con un anlisis estilstico realizado por Chaignet (Pytha-

    gon) y Delatle (Essai); los pasajes citados por Jmblico de las Py-

    thagarikai Apophseis de Aristxeno; y, como indicios colaterales,

    los fragmentos de los dems pitagricos, cuya autenticidad no es

    en absoluto fcil de demostrar, pero tampoco lo es su falsedad,

    que puede deducirse como mucho a partir de sus semejanzas

    con doctrinas platnicas y aristotlicas (cf.. por ejemplo, Praech-

    ter, Metopos), y, por tanto, no ha podido ser demostrada directamente (cf. Donati, Giustizia).

    78

  • antes de nada en el centro poltico del mundo, la arkh. Los pitagricos dan a este principio poltico csmico el nombre de justicia, que definen como un nmero iskis sos, igualmente igual: es sta una expresin matemtica y racional detrs de la cual hay un sentimiento mstico que para nosotros resulta de difcil inteleccin. Lo igualmente igual es algo parecido al xynn, al continuo de Parm- nides, es el ideal de politicidad que mantiene el mundo en una unin y en una coherencia perfectas, es un vnculo que presupone muchos trminos y los lleva a coincidir en una realidad superior en virtud de lo igual, de lo continuo, de lo justo, y lo que es diverso se deshace de su ms y su menos y alcanza la esencia universal que contiene: en esta esfera superior de igualdad, slo es posible vivir una vida poltica perfecta y sin desequilibrios. Pese a todo, esta politicidad basada en la igualdad, esta democracia ideal, no es realizable en la tierra, donde lo diverso no podr jams convertirse en igual, y hemos visto ya en Empdocles cmo la democracia perfecta nicamente habra sido posible en el universo entre las individualidades divinas. Es verdad,

    79

  • no obstante, y eso tambin lo hemos constatado en Herclito y Empdocles, que el hombre sabio puede elevarse a esta esfera: si pudiera crearse un grupo de expertos, la justicia divina y lo igualmente igual seran realizados polticamente en la vida terrena.

    Segn parece, los pitagricos haban logrado dicha realizacin con su sociedad de filsofos. En su vida en comn, ese vnculo poltico universal de igualdad se llama phila, amistad. Con todo, el impulso poltico pitagrico no se detena ah, es decir, creando una clase de filsofos que practicasen una vida cenobtica, sino que tenda a la realizacin de un Estado completo en el que esta clase ejerciera una efectiva autoridad poltica sobre los sbditos que no fuesen filsofos. Sin embargo, para esta completa organizacin poltica, ya no valen la justicia divina, la igualdad, la amistad: recurren, por consiguiente, a un concepto humano de justicia que se reduce a la legalidad. Ahora esta justicia legal, aplicada a las relaciones de derecho civil y penal, estriba en el antipeponths, en la reciprocidad; aplicada, por el contrario, a las relaciones de natu

    80

  • raleza poltica, se basa en un principio proporcional. En un Estado ya no es aplicable la igualdad porque reina la diversidad, porque el filsofo vale ms que el no-filsofo: es necesario establecer una escala, una estructura aristocrtica, en la que la posicin poltica sea proporcional al valor de los individuos. Los pitagricos llegaron de este modo a ejercer durante unos cincuenta aos una influencia real sobre Metaponto, y tal vez sobre otras ciudades de la Magna Grecia, hasta que hacia la mitad del siglo V la oleada democrtica los barri de la escena poltica.

    Cuando Platn lleg a Italia, la sociedad pitagrica haba perdido toda importancia poltica, y slo permaneca Arquitas al frente de Tarento. En Arquitas el concepto de justicia haba sufrido ya una evolucin, en la medida en que l haba llevado a cabo su accin poltica, ya no como un miembro de la secta, sino a ttulo individual: ya no hablaba, pues, de la justicia divina como igualdad, puesto que ya no se poda pensar en su realizacin en la comunidad de los filsofos, y, en cambio, haba desarrollado la idea de justicia proporcional, que haba

    81

  • extendido hasta convertirla en justicia natural, t ts physeos dikaion*. Platn, que en el Corpas haba seguido las ideas pitagricas de Filolao, por medio de Simias y Cebes, y se haba acercado as al concepto originario de la escuela, el de la justicia como igualdad1, como amistad y como principio de cohesin y de politicidad del universo, al entrar ahora en contacto con Arquitas, siente la influencia de la justicia proporcional de ste: la teora de la justicia que l elaborar a continuacin y que aparece en la Repblica ser semejante a la concepcin del tarendno, mientras que el principio poltico universal que en el Gorgias haba sido llamado justicia no recibir ms este nombre.

    Dichas teoras pitagricas sobre la educacin del alma y sobre la justicia fueron decisivas para la formacin poltica de Platn, pero l no slo acept estos principios tericos generales, sino tambin numerosas instituciones concretas de la organizacin

    * Estobeo, Florilegio, XLlll, ISS.

    b Platn, Gorgias, 507e-508a; vase tambin la insistencia del

    Fedn en el son.

    82

  • poltica pitagrica. Por consiguiente, la secta pitagrica, dividida en esotricos y exotricos, tiene el mismo carcter de casta -que posee a un tiempo el conocimiento y la direccin poltica- que luego tendrn en la Repblica las clases de los filsofos y de los guerreros. Entre los pitagricos existe ya la plena comunin de vida y de bienes que ser proclamada en la Repblica, las mujeres conviven con los hombres y reciben la misma educacin que ellos, hasta tal punto que incluso se tiene noticia de obras filosficas escritas por algunas de ellas. Asimismo, el carcter religioso que tena la secta pitagrica fue conservado por Platn en la Academia. Por ltimo, la amistad pitagrica, a la que acabamos de hacer alusin, influy profundamente en el ros de Platn y motiv, en parte, el paso del Fedro al Banquete. El ros, que es en el Fedro una relacin limitada a dos personas, se transforma en el Banquete en un impulso principalmente poltico, en una unin entre muchos hombres'. La philia pitagrica es, no obstante, algo mucho ms fro y abstracto que el ros del Ban-

    Platn, Banquete, 210b.

    83

  • quele, y bastante ms prximo a ella es el vnculo que en la Repblica une a los filsofos con los guerreros, vnculo que ha perdido mucho de la impulsividad y de la locura inicial del ros, y que se ha convertido, por el contrario, en sensato y racinala

    Beneficiado por estas nuevas enseanzas, el filsofo se dirigi a Sicilia, a la corte de Siracusa, cuyo tirano era Dionisio el Viejo. Fue inducido a ello no slo por su deseo insaciable de conocer a nuevos hombres y nuevas costumbres, sino tambin por la esperanza, quizs inspirada por los pitagricos, de hallar un terreno donde pudiera ejercer su actividad1 en este extremo baluarte occidental del helenismo, que haba ampliado no haca mucho su dominio, y precisamente gracias a Dionisio, a casi la totalidad de la isla expulsando de ella a los brbaros cartagineses1*. Es natural que no pudiese desempear su actividad directamente ante el solitario y re

    As Steinhart. Pialan, pgs. 143-144; Windelband, Pialan,

    pg. 28.

    Sobre la actuacin y la personalidad de Dionisio el Viejo,

    vase un amplio tratamiento en Meyer, GA, vol. v.

    84

  • celoso Dionisio, que le result punto menos que inaccesible, pero se acerc a Din, cuado de Dionisio que entonces contaba veinte aos y, probablemente, ya se relacionaba con los crculos pitagricos. Se estableci entre el filsofo cuarentn y el joven aristcrata siciliano un profundsimo vnculo de amistad, porque Platn haba hallado por vez primera a un hombre que no slo saba comprenderlo ntimamente, sino que tal vez estuviera decidido a luchar en la vida por el ideal que haba reconocido: esa amistad penetr de modo tan definitivo en el alma de ambos que4* sin ella no puede comprenderse su idntica forma de enfrentarse a los acontecimientos posteriores.

    El naciente optimismo de Platn se vio sin duda reforzado, y el sistema educativo que recientemente haba elaborado bajo la influencia pitagrica encontr una clara realizacin en Din, ya que ste, al tener el alma ordenada musicalmente, recibi con facilidad y desarroll rpidamente en s mismo la semilla de la filosofa. Platn se haba convertido ahora, por vez primera, en el elemento activo de aquella accin a la que slo aspiraba,

    85

  • dado que haba hecho nacer la virtud en el nimo de Din y lo haba convencido para que rechazara, horrorizado, la vida disoluta de Siracusa con el fin de tender con todas sus fuerzas al ideal del rey-filsofo; una vez alcanzada esta educacin filosfica, a Platn le pareca que se haba cumplido todo, porque no tena ninguna duda de que Din entrara muy pronto en la vida poltica por su posicin preeminente en la corte del tirano*. Sin embargo, Platn no pudo seguir ejerciendo por mucho tiempo su actividad educativa, puesto que su relacin con Din lleg a odos de Dionisio, y los acusadores no dejaron de poner en guardia al tirano contra la perniciosa influencia del filsofo sobre su noble cuado; tambin puede admitirse, por otra parte, que, conducido ante el tirano", el espritu orgulloso de Platn no hubiera sabido evitar exponerle lo que pensaba de su vida y de su comportamiento"0, de modo que resulta explicable,

    ' Por lo que respecta a las relaciones de Platn con Din du

    rante la primera estancia en Siracusa, vase Carla vn, 326-327b.

    Cf. Zeller. PHG, pg. 360.

    86

  • especialmente en un hombre sin escrpulos como Dionisio, el triste fin de la estancia siciliana de Platn. El tirano orden que lo embarcaran en una nave espartana (ntese que Esparta estaba por aquel entonces en guerra contra Atenas) y encomend al embajador Polis, comandante de la nave, la misin de liberarlo del filsofo. Polis no encontr mejor manera de hacerlo que obligarle a desembarcar en Egina, que tambin estaba en guerra contra Atenas, donde los prisioneros de guerra eran vendidos como esclavos y donde le habra correspondido la misma suerte si, por fortuna, no hubiese encontrado a un amigo cirenaico, Anic- rides, que lo compr para enviarlo libre a Atenas y as puso fin a su odisea en el ao 388". El tormentoso eplogo del viaje no sirvi, con todo, para mitigar aquel potente optimismo y aquella segura confianza en sus propias fuerzas que las ltimas experiencias le haban proporcionado; antes bien, extrajo de ellas una nueva conviccin que con-

    1 Estos avatares, relatados por Digenes Laercio (mi. 19), en

    general son considerados histricos por los crticos modernos.

    87

  • firmaba ese jubiloso estado de nimo. La vida y las acciones del tirano, que l haba visto en Siracusa y cuyos efectos haba sufrido demasiado personalmente, lo persuadieron de que aqul era, a pesar de su poder, el hombre ms infeliz de la tierra, tema que retomar y desarrollar en el libro IX de la Repblicasl; con ello quedaba superado, desde otro punto de vista, el dualismo del Gorgoi51 entre lo ideal y lo real y entre el placer y la virtud, dualismo que se haba ido concillando cada vez ms durante el viaje gracias al nuevo concepto de la educacin y que hallaba ahora una nueva avenencia en la certeza de la felicidad del virtuoso.

    IV. La Repblica

    Despus de su regreso a Atenas, el espritu de Platn entra definitivamente en su fase productiva y creadora, y el problema de la educacin se convierte en el punto en el que convergen ahora sus ideas polticas y al que dedica su actividad prctica. De hecho, funda la Academia, que tena que ser la

    88

  • escuela de los nuevos polticos, sin detenerse ante las enormes dificultades que entorpecan su programa educativo.

    Es evidente que en la Atenas de aquella poca no era posible fundar una secta que tuviese tanta amplitud y tanta influencia como la pitagrica, y sobre todo no era posible modelar a esa aristocracia mediadora entre sensibilidad y racionalidad, que era el aspecto esencial para una eficaz intervencin prctica, pero Platn no desesper por eso y confi siempre en educar a quienes deban constituir la primera clase, a los filsofos, y en preparar as, aunque ms lentamente, a la autoridad en el conocimiento del Estado.

    Lo que en Atenas poda ser admitido de las instituciones pitagricas fue conservado, si bien con limitaciones, como, por ejemplo, la vida comunitaria, que presenta correspondencias con los banquetes celebrados peridicamente por los discpulos de la

    Wilamowitz (Platn, l, pgs. 268-272) y Barker (GTH, pg.

    121), entre otros, admiten que la fundacin de la Academia co

    rresponde a esos aos.

    89

  • Academia, o el carcter religioso que se pone de manifiesto por medio de la propia constitucin jurdica de la Academia en forma de thasos, o sea, en forma de asociacin religiosa54, pero es incuestionable que todo esto estaba muy alejado de un modo de vida que, como el pitagrico, despojase al individuo de sus relaciones privadas para reabsorberlo en un organismo superior.

    Paralelamente a esta actividad educativa, a la que dio, por as decir, confirmacin oficial reuniendo en el jardn vecino al gimnasio de la Academia al crculo de discpulos que probablemente se haba agrupado en tomo a l ya antes de su viaje a Italia, Platn continu su actividad literaria, que se centr durante algunos aos en la obra capital de su vida, la Repblica, pero que le permiti adems escribir una serie anloga de dilogos menores. En la primera de estas obras, que hay que situar en el perodo 387-385, y especialmente en el Mmxeno y en el Menn, se percibe un decidido reacerca- mienlo a la democracia; ayudaron a ello tanto su actitud ms conciliadora con la realidad como la propia poltica de Atenas, que, tras la paz de Antlcidas

    90

  • de 387, haba tenido que renunciar por completo a sus intenciones imperialistas y tenda a una poltica modesta que contrastaba menos que antes con las ideas15 de Platn*. El Menxeno pasa del menosprecio a la retrica manifestado en el Gorgias a rivalizar con ella en la alabanza de Atenas, sirvindose, adems, de sus mismas armas1, y el Menn ha sido definido por Gomperz como la palinodia del Gorgias los polticos, Pendes y los dems, que haban sido severamente condenados, son tratados ahora con mayor respeto, dado que, aun cuando no poseen el saber, tienen la justa opinin, esto es, mantienen esa posicin intermedia entre sensibilidad y racionalidad que permite desarrollar la verdadera filosofa. Son stos los aos de mayor fecundidad del filsofo, y aparecen sucesivamente el Eutidemd*', donde se confirma el principio fundamenta], a partir de entonces adquirido definitivamente, de la obligacin de ser filsofo para poder convertirse en pol

    * Cf. Wilamowitz, Platn, I, pgs. 253-254.

    * Cf. Wilamowitz. Platn, I, pgs. 264-267.

    * Cf. Gomperz, GD, II, pgs. 389-393.

    91

  • tico'; despus de algunos aos, el Vedan y el Banquete, los cuales, en especial el segundo, ofrecen vnculos esenciales, como veremos ms tarde, con las ideas polticas expuestas en la Repblica, y, en el ao 375, tras una labor que ha absorbido las ms bellas energas del filsofo, ve finalmente la luz la Repblica,T.

    Es momento ahora de detenernos brevemente en la cuestin que se plantea al procurar establecer la fecha y el modo de composicin de la Repblica, problema del que se han ocupado los fillogos a lo largo de cincuenta aos sin poder llegar a una conclusin definitiva. La cuestin radica enteramente en determinar si la Repblica naci y fue publicada como una unidad orgnica, o bien es un conjunto de tres o cuatro partes pu