Carilla, Emilio - Pedro Henriquez Urena, Signo de America

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    PEDRO HENRQUEZ UREASIGNO DE AMRICA

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    Secretario GeneralCsar Gaviria

    Secretario General AdjuntoChristopher R. Thomas

    Secretario Ejecutivo para el Desarrollo IntegralLeonel Ziga M

    Directora de la Oficina de Asuntos CulturalesSara Meneses

    Esta publicacin integra la serie cultural de la coleccin INTERAMER de la SecretaraGeneral de la Organizacin de los Estados Americanos. Las ideas, afirmaciones yopiniones expresadas noson necesariamente las de laOEA ni de sus Estados miembros.La responsabilidad de las mismas compete a sus autores. La correspondencia debedirigirse al Centro Editorial, Secretara Ejecutiva para el Desarrollo Integral, 1889 "F"Street, N.W., 2 Piso, Washington, D.C., 20006, U.S.A.

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    PEDRO HENRQUEZ UREASIGNO DE AMRICA

    EMILIO CARILLA

    INTERAMER 61SERIE CULTURAL

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    Esta publicacin se realiza en el marco de las actividadesque ejecutan los Estados miembros de la OEAa travs de la Oficina de Asuntos Culturales

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    NDICEPresentacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xiPrlogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIIIIntroduccin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

    Las siete etapas de Pedro Henrquez Urea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5Acotaciones biogrficas: Una premonicin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21Amrica: Tema fundamental. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27La crtica literaria en Pedro Henrquez Urea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37"En busca de nuestra expresin". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51Los estudios lingsticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Dos tesis polmicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77Henrquez Urea y los Estados Unidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87La elaboracin de las grandes sntesis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93Ideas e ideales: Conclusin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103APNDICESA. El epistolario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

    a) Pedro Henrquez Urea en su epistolario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113b) Un epistolario de excepcin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

    B. Pedagoga y literatura (Una edicin de Jos Mart). . . . . . . . . . . . . . . 135C. Las "Obras completas" de Pedro Henrquez Urea . . . . . . . . . . . . . . 139TESTIMONIOS GRFICOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151

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    Ao ACUERDO PRESENTADO POR REPUBLICA DOMINICANA,O ~CUBA, MEXICO, ARGENTINA y PUERTO RICO1996 Por Una Cultura de Paz

    CONSIDERANDO que e l 11 de Mayo d e l ao en curso se cumplen 50 aosd e l f a l le c im i e n t o de l i l u s t r e dominicano Don Pedro Henrquez Urea.CONSIDERANDO que Don Pedro Henrquez Urea, adems de s e r un granmaest ro , c r t i c o , l i t e r a r i o , f i l l o g o , h i s t o r i a d o r de l a s l e t r a shispanoamericanas y uno de l o s ms vigorosos ejemplares dehumanistas que ha producido n u e s t r a Amrica, se destac como unainsobornable p e r s o n a l i d a d moral en l a h i s t o r i a de n u e s t r a c u l t u r a .CONSIDERANDO que e l a u t o r de LAS CORRIENTES LITERARIAS EN LA AMERlCAHISPANICA, HISTORIA DE LA CULTURA EN LA AMERlCA HISPANlCA y SEISENSAYOS EN BUSCA DE NUESTRA EXPRESION se h izo acreedor d e l r e s p e t oy admiracin de sus contemporneos y de l a s p o s t e r i o r e sgenerac iones .CONSIDERANDO que l a obra legada por e s t e r i g u r o s o c r t i c o es unpatr imonio i n v a l u a b l e para toda l a c u l t u r a de n u e s t r o c o n t i n e n t e .CONSIDERANDO quet r i b u t a r l e , en e ly homenajes quem a g i s t e r i o .

    s e r a un a c t o de merecido reconocimientoc i n c u e n t e n a r i o de su f a l l e c i m i e n t o l o s honoresmerece por su profundo humanismo y d i l a t a d o

    CONSIDERANDO que l a i n f l u e n c i a de Don Pedro Henrquez Urea comopensador de c u l t u r a u n i v e r s a l y maest ro de c a t e g o r a s o c r t i c a has i d o r ec onoc id a por e s c r i t o r e s de l a e s t a t u r a de Don Alfonso Reyes,Ernesto Sbato, Jorge Luis Borges , Ezequ ie l Martn es Estrada, F l i xLizaso, Enrique Diez Canedo, Ramn Menndez y P i d a l y EnriqueAnderson Imbert , e n t r e muchos.

    ACUERDAN:S o l i c i t a r a l o s d i s t i n g u i d o s M i n i s t r o s de Cultura y Encargados deP o l t i c a s C u l t u r a l e s de Amrica Lat ina y e l Carib e, re un id os en l aciudad de Managua, en ocasin de l l e v a r s e a cabo e l VIII Foro deMin i s t ro s de Cul tura y Encargados de Po l t i c a s Cul tura l e s deAmrica Lat ina y E l Car ibe , que se l e reconozca en e lc i n c u e n t e n a r i o de su f a l l e c i m i e n t o como MAESTRO DE LA CULTURAAMERICANA, Y que e s t a s o l i c i t u d se haga e x t e n s i v a a l o s gobiernosrepresentados en e s t e Foro para que durante l a semana comprendidae n t r e e l 6 y e l 11 de mayo se unan a l homenaje que l e r e n d i r e lGobierno de Repblica Dominicana en t a n s e ala da o ca si n .PARA QUE CONSTE, EN LA CIUDAD DE MANAGUA, NICARAGUA, A LOSVEINTICINCO DIAS DEL MES DE MARZO DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y SEIS

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    PRESENTACINCon motivo de cumplirse cincuenta aos de la muerte del gran

    maestro dominicano y gloria de la Amrica toda, don Pedro HenrquezUrea, el VIII Foro de Ministros de Cultura y Encargados de PolticasCulturales de Amrica Latina y el Caribe (Managua, Nicaragua, 1996),acord exhortar a sus gobiernos a reconocer al ilustre humanista como"maestro de la cultura americana". La Oficina de Asuntos Culturales dela Organizacin de los Estados Americanos se complace en sumarse aeste merecido reconocimiento por medio de la publicacin de estasegunda edicin del libro del profesor argentino Emilio Carilla.'

    Pedro Henriquez Urea, signo de Amrica fue obra premiada en elConcurso-Homenaje auspiciado por la OEA y la Universidad NacionalPedro Henrquez Urea de la Repblica Dominicana, para recordar elcentenario del nacimiento de Pedro Henrquez Urea en 1984. Fuepublicada por primera vez por la mencionada Universidad en 1988. ElJurado, que se pronunci en agosto de 1985, fue presidido por el Dr.Jaime Vias Romn, Rector de la Universidad, y cont como miembrosal destacado filsofo mexicano don Leopoldo Zea, a los intelectualesdominicanos Emilio Rodrguez Demorizi y Pedro Troncoso Snchez, yal profesor argentino Delfn Leocadio Garasa. Obtuvieron mencioneshonorficas, en ese orden, Enrique ZuletaAlvarez, de Argentina, AlbertoBaeza Flores, de Chile y Laura Febres de Ayala, de Venezuela.

    La importancia de la obra de Pedro Henrquez Urea no ha sidodesconocida, y una bibliografa abundante as lo refleja. Dada lavariedadde facetas abarcadas por el maestro, es natural que su obra haya sido vistadesde diversos ngulos especializados. No poco del mrito de este librodel profesor Carilla consiste en que est concebido con visin amplia,abarcando varios aspectos de la produccin intelectual de PedroHenrquez Urea, y resaltando naturalmente su americanismo esencial.Esto y la calidad de su interpretacin lo convierten en una contribucinsignificativa a la literatura que el gran maestro dominicano ha suscitado.

    Lamentamos la reciente desaparicin de este valioso crtico e intrprete de las letrashispanoamericanas.

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    Es necesario destacar que esta nueva edicin incorpora un aportedocumental original que no se lleg a incluir en la primera edicin. Alrespecto, deseamos expresar nuestro agradecimiento a Felicitas Luna,Daniel Martnez y Grete Stern que no escatimaron tiempo y esfuerzopara hacernos valiosos aportes; de manera especial dejamos constanciade nuestro reconocimiento a la hija del "maestro de la cultura america-na", Sonia Henrquez Urea de Hlito, sin cuya generosidad e iniciativano hubisemos podido reunir tan valioso material grfico.

    La publicacin de la segunda edicin de Pedro Henriquez Urea,signo de Amrica es, para la Oficina de Asuntos Culturales de laOrganizacin de Estados Americanos, un deber y un honor.

    Sara MenesesDirectoraOficina de Asuntos Culturales

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    PRLOGOPEDRO HENRQUEZ UREA:UNA LECCIN DE AMERICANISMO.A CINCUENTA AOS DE SU MUERTE

    Pocas figuras intelectuales latinoamericanas han tenido la proyec-cin continental de Pedro Henrquez Urea. Don Pedro nunca dej desentirse dominicano, pero Santo Domingo debe tener por honor el queuno de sus hijos ms preclaros sea patrimonio de toda la Amricahispnica.

    Adems de reiteradas estadas de estudio o residencia en EstadosUnidos, Cuba y Espaa, Henrquez Urea vivi dos largas y significati-vas jornadas en Mxico como participante activo de la vida cultural yeducativa, y residi los ltimos veinte aos de su vida en Argentina,donde ense abnegadamente y recogi el respeto de los mejores inte-lectuales de ese pas.Pero Pedro Henrquez Urea no fue un hispanoamericano cabalsolamente por motivos de "americanera andante", como dira AlfonsoReyes. Lo fue por razones ms esenciales, especialmente por la formaespontnea y sin distingos de vivir con igual naturalidad todo lo hispa-noamericano, no importa de dnde procediera. Sus pginas revelanverdadera ubicuidad vivencial, la facultad de sentir con la misma natu-ralidad cualquiera de nuestras manifestaciones culturales, trtese deRubn Dara o de Sor Juana, de Hostos o de Rod, del barroco mexicanoo del pensamiento en el Rio de la Plata. El maestro dominicano parecaheredero de aquellos hispanoamericanos de la primera poca de laIndependencia, que slo hablaban de "Amrica", que se sentan "ame-ricanos" antes que de cualquiera de nuestras tierras en particular.El suyo fue tambin un americanismo abierto, intenso pero noprovinciano, genuino pero sin ilusin de autosuficiencia cultural. Fue,en primer lugar, justo con Espaa. Ante todo, mediante el estudio; ytambin por el juicio histrico. Y no por eso ignor las fuentes autcto-nas, desplazadas, pero no totalmente eliminadas, por la conquista. As,escribi: "Nuestra vida espiritual tiene derecho a sus dos fuentes, laespaola y la indgena...". La personalidad cultural hispanoamericana lavio como la suma orgnica de varias cosas: completos trasplantesexternos; supervivencias de las races tnicas originarias; prstamoseuropeos que luego se hicieron material propio por adaptacin a lacircunstancia americana; y creaciones originales del mundo americano.

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    Un fenmeno complejo, como lo es siempre la cultura y la vida en queella se basa. Ningn simplismo fcil, ni terico ni ideolgico.Por Espaa nos insertamos en la cultura occidental: "Pertenecemos

    a laRomania, lafamilia romnicaque constituye todavauna comunidad,una unidad de cultura, descendiente de la que Roma organiz bajo supotestad". Y ms atrs senta a Grecia, uno de sus grandes amoresjuveniles, compartido con sus compaeros del Ateneo de la Juventud deMxico.Por todo ello nos ense que nuestra originalidad no se funda en lanegacin de la cultura occidental, sino en su asuncin crtica. Hemoshecho por mucho tiempo de la cultura occidental el paradigma y la

    medida del valor, al punto casi de ignorar lo propio y de sentimosinferiores. Descubierto el exagerado eurocentrismo de esa posicinhemos pasado a denunciarla como cultura de la dominacin. Ms all deexageraciones y de verdades parciales (inclusive ms all de la realidadde la dominacin), quizs convenga verla sin ms como cultura, paraexaminar qu de ella es tambin nuestro, parte de nuestra imagen. Estono impide reconocer otros componentes en el retrato, y sobre todo noimpide la independencia de criterio para proseguir en la bsqueda y enla creacin de nuestro verdadero ser. "Herencia no es hurto", escribiel maestro dominicano. Tampoco seal de inferioridad.

    y tambin en esa bsqueda fue maestro Pedro Henrquez Urea, alsealamos un caminovlido para llevarla a cabo. La senda que nos indices la del trabajo duro y disciplinado, y la exigencia con nosotros mismos.La personalidad propia, vino a decimos, no es un problemade color localsino de calidad - l a misma que asombra en su obra.Lo resumi en aquella ajustada y rica expresin suya: "El ansia deperfeccin es la nica norma". "La expresin genuina a que aspiramos

    -escr ibi- no nos la dar ninguna frmula, ni siquiera la del 'asuntoamericano': el nico camino que a ella nos llevar es el que siguieronnuestros pocos escritores fuertes, el camino de perfeccin, el empeo dedejar atrs la literatura de aficionados vanidosos, la perezosa facilidad,la ignorante improvisacin, y alcanzar claridad y firmeza, hasta que elespritu se revele en nuestras creaciones acrisolado, puro". Basta trasla-dar esta afirmacin del terreno de la literatura al de la cultura en sutotalidad para tener el mtodo y la esencia de un programa que vale paracualquier tiempo.Una actitud que destaca el esfuerzo, la disciplina y la persistencia,un voluntarismo de la perfeccin, que en Henriquez Urea no se limitabaal plano intelectual por la importancia que daba al "deber de justicia",puede tambin contribuir a superar una tradicin latinoamericana desubordinacin histrica -desde la plena colonia hasta la condicin

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    perifrica- que pesa negativamente sobre el nimo de la regin. Elhaber adquirido conciencia de esa tradicin ha llevado, naturalmente, asealar las causas externas que la provocaron. Se ha desarrollado as unaabundante literatura que destaca los aspectos negativos de la posicinque histricamente hemos ocupado en el mundo, y cuyas exclusivascategoras referenciales son el colonialismo, el genocidio, la opresin,la dependencia. Todo cierto, pero no suficiente. Que fuimos dominadosy subordinados ya lo sabemos. La denuncia, con toda justificacin, haresonado en el mbito americano desde el grito de Fray Antn deMontesinos en La Espaola ("Estos, no son hombres? No tienennimas racionales?") hasta la dramtica exhibicin de nuestras venasabiertas. Hasta aqui,justo y cumplido. Lo que corresponde ahora es salirde la noria de la queja. No porque la crtica no est justificada, no porquealgunos de los que la ejercitan no abriguen tambin un sueo constructorms all de ella, sino porque la repeticin casi mecnica del tema permitesospechar que, para otros muchos, la crtica tenga ms de aficin y deestado permanente que de trampoln para el gran salto; adems de quela insistencia unilateral en laculpa ajena pueda no ser el mejor disparadorde la fuerza propia o se preste para disculpar nuestras fallas.

    Sin dejar de asumir el pasado, mejor camino pareciera ser el deintroducir un cambio de nfasis: poner toda laenerga en seguir ejemplos- l a esencia del ejemplo, claro es t- como el de Pedro HenrquezUrea, maestro de utopa, y sublimar en contenidos positivos y en altacreacin cualquier negatividad de nuestro pasado. Ningn pueblo niregin del mundo ha tenido una historia idlica. Ninguno recibi denadie, en donacin graciosa, su futuro. Salieron de su limitado presentecon su esfuerzo y como pudieron, en uno o cien intentos. No somosexcepcin a esa norma. Y la eterna inculpacin de los obstculos, sin eldiseo de una alternativa viable, real y realista, no nos har avanzar unsolo paso.

    Tal vez eso es lo que quiso decir Henrquez Urea cuando, en unode sus ms bellos trabajos, "Patria de la justicia", culmina la expresinde su intencin utpica con estas palabras: "Amigos mios, a trabajar".Tal vez tambin en eso consista su mejor leccin de americanismo.

    Juan Carlos Torchia Estrada

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    PEDRO HENRQUEZ UREASIGNO DE AMRICA

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    INTRODUCCINCreo que entra en la categora de lo singular el prestigio que acompaa el nombre de Pedro Henrquez Urea. En especial, si se piensa quelos perfiles ms reconocibles de su obra corresponden al ensayo y lacrtica literaria en general. Y, en otro nivel, a la lingstica, para noreferirme a otros sectores menos continuados. Admitimos, eso s, lamultiplicidad de ramificaciones en que nos envuelve su mucho saber, y,no menos, su jerarqua de Maestro ...Reconociendo todas estas facetas, sorprende, sin embargo, la perduracin de una fama que - repi to- lo convierte en un caso poco comndentro de la cultura americana.Es cierto, s, que una gran mayora de los tributos escritos que se lehan dedicado no sobrepasan laextensin de breves ensayos u homenajes.Y, a la inversa, no suelen abundar trabajos detallados y de apreciabledimensin. Pero una vez ms sera engaoso el establecer relacionesmuy

    estrechas entre el nmero de pginas de un estudio y sus posiblesbondades.Quizs un obstculo importante, vinculado a la posibilidad de abarcar la totalidad de las disciplinas que cultiv Pedro Henrquez Ureareside en las dificultades de encontrar estudiosos que lleguen a dominar,paralelamente, la multiplicidad de artes, ciencias y letras que domin oposey nuestro hombre. Reconocida esta dificultad, me parece que debeservir de acicate y no de contencin o desaliento. Y que, sobre todo, noanula lanecesidad de alcanzar, con la probidad intelectual que elMaestromerece, el paradjico doble juego en que complementan la hondura dela interpretacin y la altura esclarecedora.Cerca ya de los cuarenta aos de su muerte, repito, Pedro HenrquezUrea mantiene una fama realmente firme. Fama que muy pocos escritores hispanoamericanos de su poca poseen. Sera casi sobrehumanoesperar de su obra ---no olvidemos sus perfiles- una supervivenciapareja. Hay que tener igualmente presente el carcter especfico de lasdisciplinas, as como el rpido desgaste que el tiempo impone a manifestaciones de ese tipo. Esto es cierto, pero tambin lo es el hechoextraordinario que muestra a su obra, en general, viva y erguida. Y queno son slo - h o y - sus numerosos discpulos los que an lo recuerdan.Muchos otros se han agregado, y le confieren una permanencia que

    - ins is to- tiene pocos equivalentes en nuestra historia cultural.

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    Difcilmente se concibe la omisin de su nombre cuando, en los dasque corren, se debaten los problemas, particularmente culturales, delContinente. En especial, en lo que toca a los pueblos de la AmricaHispnica (nombre que defendi -sabemos-en sus ltimos aos).Si mi ambicin no resulta exagerada, aspiro con este trabajo a llenarun vaco dentro de la bibliografa general que existe sobre PedroHenrquez Urea. Y, en otro orden de cosas, ms ntimo, deseo pagar, sieso es posible, algo de lo mucho que le debo, deuda que siento crecercon el paso del tiempo.

    Concluyo este prlogo. No conviene decir ms en estos prrafos deintroduccin, cuando hay tanto que mostrar en el cuerpo del trabajo.

    Emilio Carilla

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    LAS SIETE ETAPAS DEPEDRO HENRQUEZ UREAIntroduccin: Biografia y americanismo

    Si hay un rasgo que se encuentra ligado de manera extraordinaria alnombre de Pedro Henrquez Urea, ese rasgo, no es otro que el delamericanismo: tanto es el peso y talla continuidad con que aparece ensu obra el tema de Amrica.

    De este modo, su biografa - lo que podemos llamar biografaexterna del personaje- permitir conocer, con la rotundidad de nutridostestimonios y fechas, las bases en que se asienta ese perfil continental.Eso s, aunque sea algo evidente, conviene advertir desde un principio que la biografa de Pedro Henrquez Urea no es la de un hombreque impresiona por los azares imprevistos o las vicisitudes espectacula

    res. Es, en lo esencial, la vida de un estudioso, vida que se recorta sobreel dilatado territorio americano: norte y sur. En ella se marcan, de maneraespecial, dos etapas: la primera --de iniciacin y madurez (tempranamadurez)- se extiende desde 1884 hasta 1920 o poco despus; lasegunda, afirmada al establecerse en 1924 en la Argentina, desde losprimeros aos de esa dcada hasta su muerte ---en 1946- y queaceptamos como su etapa de plenitud. Se centra, como es fcil deducir,en sus aos de Buenos Aires. Sin embargo, una particularizacin msdetallada nos obliga a considerar una serie de etapas menores -siete,puedo contar- dentro de las cuales cabe, igualmente, la dimensin queconcedemos al perodo 1924-1946. Pero sin debilitar, por eso, la significacin que corresponde dar a sus aos anteriores.

    Reitero que, si la vida de Pedro Henrquez Urea no tiene un ritmomovido de novela, no por ello carece de atractivos y de hondo sentidohumano. Con el agregado fundamental del americanismo. Adems, sidesde la Repblica Argentina ofrece pocos secretos la evocacin de sularga y fecunda poca roplatense, no siempre se conocen, con igualprecisin, los momentos anteriores.Hecha la afirmacin precedente, debo de inmediato decir que, merced a la labor de diversos estudiosos (amigos, discpulos de Don Pedro,familiares, en especial) su vida va siendo mejor conocida. Precisamente,el intento de esta "cronologa comentada" responde al deseo de unapuesta al da, de una actualizacin, con el respaldo, tanto de los testimo-

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    Emilio Carilla

    nios citados, como de mis impresiones personales, centradas, explicablemente, en los ltimos aos de Don Pedro.Primera etapa 1884 (29 de junio). Nacimiento de Pedro Nicols Federico Henrquez Urea en la ciudad de Santo Domingo. Fueron sus padresFrancisco Henrquez y Carvajal y Salom Urea. (Ver partida debautismo reproducida por Emilio Rodrguez Demorizi). 1887-1891. Su padre deja Santo Domingo, viaja a Europa. 1892. Presidencia de Ulises Heureaux. Francisco Henrquez deja de

    nuevo Santo Domingo y se establece en Cabo Haitiano. Su mujerqueda en Puerto Plata, en compaa de sus hijos Pedro y Max. 1893. Afirmacin de lecturas literarias.

    Nuestra aficin a las letras se haba manifestado de maneraprecisa desde algn tiempo antes: Pedro contaba poco ms denueve aos y yo ocho cuando leamos la encomiable traduccinque de algunas de las obras de Shakespeare haba hecho elperuano Jos Amaldo Mrquez... (Max Henrquez Urea, Her-mano y maestro, Santo Domingo, 1950, XVII) 1895. Casi junto con la elaboracin de los primeros versos, comienzaestudios regulares en el Liceo Dominicano. 1896. Nuevo viaje a Puerto Plata, donde "funda", con su hermanoMax, la sociedad literaria El Siglo Veinte.

    Emprendimos todos el viaje a Puerto Plata, donde mi padre habatomado en arrendamiento una pintoresca casita prxima a laplaya. Nos acompao l durante el primer mes de nuestra permanencia en Puerto Plata y asisti a la velada que organizamos parainaugurar una sociedad literaria infantil, El Siglo Veinte, cuyapresidencia entendimos que slo poda desempear nuestra propia madre. (Max Henrquez Urea, Hermano y maestro, XXIII)

    1897. Muerte de Salom Urea, en Santo Domingo. Poco tiempoantes de morir, Salom Urea complet su poesa Mi Pedro, de clarovalor augurador:Mi Pedro no es soldado; no ambicionade Csar ni Alejandro los laureles;si a sus sienes aguarda una corona,la hallara del estudio en los vergeles.As es mi Pedro, generoso y bueno;todo lo grande le merece culto;entre el ruido del mundo ir sereno,que lleva de virtud germen oculto...

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    Las siete etapas de Pedro Henrquez Urea

    1899. Asesinato de Heureaux. La familia de Federico Henrquezregresa a Santo Domingo.Para mis hermanos y para m, el retomo a la patria fue algo ascomo el despertar a una vida nueva, dentro de la que veamos demomento colmados nuestros anhelos de actividad intelectual.Encontramos un grupo de amigos cuyas aficiones eran semejantes. Con Apolinar Perdomo, Bienvenido Iglesias, Mario Mazaray Profirio Herrera, inici mi hermano Franz la publicacin deuna revista literaria, El Ibis, mientras Jos Esteban Buols lanzaba al pblico otra revista juvenil con el nombre de Pginas.Fundironse despus las dos revistas en una tercera, Nuevaspginas. En las tres colaboramos junto con Franz. Adems,Pedro y yo solamos escribir en la Revista literaria, que publicaba Enrique Deschamps. (Max Henrquez Urefia, Hermano ymaestro, XXXI-XXXII)

    1900. Entusiasmo de Pedro por la obra de Ibsen. Obtiene el ttulo deBachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Nacional de SantoDomingo (Memorias).Epoca de enseanza (e influencia) de Leonor M. Feltz:

    Cun largo ha corrido el tiempo, amiga y compatriota, desde que,alejndome de mi tierra, abandon la familiar reunin y laslecturas de vuestra casa!...No os digo que sois la nica influencia que reconozco. Pero lasotras han sido, cuando personales, familiares; cuando extraas,slo de ambiente ...De m s que me guisteis en la va de la literatura moderna [Qumultitud de libros recorrimos durante el ao en que concurr avuestra casa, y, sobre todo, qu ro de comentarios fluy entonces!. (Pedro Henrquez Urea, Horas de estudio, Pars, 1910)

    Segunda etapa (Nueva York y LaHabana) 190l. Su padre viaja por los Estados Unidos y Europa. Pedro quedaen Nueva York, donde prosigue sus estudios y donde avanza en elaprendizaje del ingls. Impresiones de la llegada:

    Llegamos, por fin, a Nueva York, el 30 de enero; mi primeraimpresin fue curiosa: haba niebla, nevaba terriblemente, y lasgrandes masas grises de edificios, sobre los cuales se destacabanlos enormes de la ciudad baja, ofrecan un conjunto enigmtico.Dos impresiones, sin embargo, recib ese da, que tard enrepetir: la primera, las casas campestres de ciertas poblacionesde la costa, que observamos antes de entrar en Nueva York...; la

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    EmilioCarilla

    segunda, el singular aspecto del Bowery, por donde pasamos encoche .... (Pedro Henrquez Ure.a, Memorias)De estos aos de Nueva York (1901-1904), Pedro Henrquez Ureaha destacado tambin su aficin a los teatros y los conciertos. Aparte,sus lecturas: literarias y filosficas. En el primer caso, su inters por laliteratura en lengua inglesa (Shakespeare, por un lado; Carly le, Emerson,Ruskin).Contina su propia obra, que tiene entonces el sello modernista(Flores de otoo), que publica en El Ideal, revista fundada por suhermano Max, Armando Prez Perdomo, Juan Torres Meja y otros.Dificultades econmicas. Trabajo (Memorias).

    1903. Pedro cae enfermo, a fines de ese ao: "El invierno llegcrudsimo; y en diciembre, tanto por el fro como por la fatiga de miorganismo, ca en la cama con un reumatismo que durante quincedas me impidi casi moverme ... " (Pedro Henrquez Urea,Memorias). 1904. A fines de ese ao est Pedro en La Habana. Recomendadopor el General Mximo Gmez, consigue un cargo en la casa

    comercial Siveira y Compaa. Colabora en la revista Cuba Litera-ria, fundada por su hermano Max en Santiago de Cuba. 1905. Se publica en La Habana su primer libro: Ensayos crticos. Sinduda alguna el eco ms importante es el juicio de Rod:

    Veo en Ud. un verdadero escritor, una hermosa promesa paranuestra crtica americana, tan necesitada de sangre nueva que lareanime. Me agradan mucho las cualidades de espritu que Ud.manifiesta en cada una de las pginas de su obra, y que son lasmenos comunes, y ms oportunas y fecundas, con relacin alcarcter de nuestra literatura. Me agradan la solidez y ecuanimidad de su criterio, la reflexiva seriedad que da el tono a supensamiento, loconcienzudode sus anlisis y juicios, la limpidezy precisin de su estilo. Me encanta esa rara y felicsima unindel entusiasmo y la moderacin reflexiva que se da en Ud. comoen pocos. Y me complace reconocer, entre su espritu y el mo,ms de una ntima afinidad y ms de una estrecha simpata deideas ....(Jos Enrique Rod, Epistolario, ed. de Pars, 1921,42-43)...dir que su obra crtica, aunque modestamente titulada Ensa-yos, es de lo ms grande y sabroso que yo he podido recoger enla produccin hispanoamericana de estos ltimos tiempos. (A.Gonzlez Blanco, Pedro y Max Henrquez Urea, en Los con-temporneos, 3a serie, Pars, s.a., 164)

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    Aunque le "perdona" un tanto la juventud y lo considera"cubano".

    Tercera etapa (Mxico) 1906. Se establece en Mxico, en la ciudad de Veracruz. All funda,junto a Arturo de Carricarte, la "Asociacin Literaria InternacionalAmericana", y, como rgano de la Asociacin, la Revista Crtica.

    La asociacin Literaria Internacional Americana, que en Veracruz (Mxico), bajo la direccin de Pedro Henrquez Urea yArturo Carricarte, selectos espritus, acaba de publicar suRevistacrtica, aspira a encarnar la tendencia y servir la necesidad ide lafraternidad hispanoamericana! (J.S.,Fraternidadhispanoameri-cana, en la Revista de Letras y Ciencias Sociales, de Tucumn,1906, IV, No. 20, 144). "J.S." fue uno de los seudnimosutilizados por Juan B. Tern.Ha ledo Ud. la Revista Crtica que en Veracruz comenzaron apublicar, en enero, Henrquez Urea y Carricarte? Es digna detodo estmulo y ayuda... (J.E. Rod, carta a Francisco VenturaCaldern, fechada en Montevideo, 28 dejunio de 1906. Publicada por Roberto lbez, "Correspondencia de J.E. Rod",Fuen-tesI 1,Montevideo, 1961,83).

    En la ciudad de Mxico se vincula a diversos centros literarios. 1907. Creciente actividad. Aparte de la Revista Crtica, colabora enla Revista Moderna y en Mxico Moderno. E interviene en lacreacin de la Sociedad de Conferencias. Aprecio por su capacidady conocimientos, pero tambin algunos juicios negativos:

    La erudicin del crtico Pedro HenrquezUrea-dice Jos JuanTablada- era tan grande como su petulancia, que lo movi aponer ctedra en Mxico al llegar de su pas natal, Santo Domingo... (Cit. por Teodoro Torres, Humorismo y stira, Mxico,1943,341).

    1908. Traduce y publica la obra de Walter Pater, Estudios griegos. 1909. Miembro de los "Amigos de la juventud". La Sociedad deconferencias se transforma en elAteneo deMxico y adquiere su msalto nivel.

    El Ateneo de Mxico se llam primero Socedad de Conferencias(1907-1908): sus miembros principales fueron Antonio Caso,Alfonso Reyes, Jos Vasconcelos, Martn Luis Guzmn, EnriqueGonzlezMartnez; dos de ellos, Jess Tito Acevedo ... y Federico E. Mariscal... iniciaron el movimiento de estudio de la

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    arquitectura colonial del pas. (Pedro Henrquez Urea, Historiade la cultura en la Amrica Hispnica, Mxico, 1947, 136-137)Pero en el grupo a que yo perteneca, el grupo en que me afili apoco de llegar de mi patria (Santo Domingo) a Mxico, pensbamos de otro modo. Eramos muy jvenes (haba quienes noalcanzaban todava los veinte aos) cuando comenzamos a sentirla necesidad del cambio... Sentamos la opresin intelectual,junto a laopresin poltica y econmica, de queya sedaba cuentagran parte del pas. Veamos que la filosofa oficial era demasiado sistemtica, demasiado definitiva, para no equivocarse. Entonces nos lanzamos a leer a todos los filsofos a quienes elpositivismo condenaba como intiles, desde Platn, que fuenuestro gran maestro, hasta Kant y Schopenhauer. Tomamos enserio (oh blasfemia!) a Nietzsche. Descubrimos a Bergson, aBoutroux, a James, a Croce. y en la literatura no nos confinamosdentro de la Francia moderna. Leamos a los griegos, que fueronnuestra pasin. Ensayamos la literatura inglesa. Volvimos, peroa nuestro modo, contrariando toda receta, a la literatura espaola,que haba quedado relegada a las manos de los acadmicos deprovincia. Atacamos y desacreditamos las tendencias de todoartepompier. Nuestros compaeros que iban a Europa no fueronya a inspirarse en la falsa tradicin de las academias, sino acontemplar directamente a las grandes creaciones y a observar ellibre juego de las tendencias novsimas; al volver, estaban enactitud de descubrir todo lo que daban de s la tierra nativa y suglorioso pasado artstico... (Pedro Henrquez Urea, La influen-cia de la Revolucin en la vida intelectual de Mxico, en laRevista de Filosofia, Buenos Aires, 1925,1, 125)

    Ya en 1909 era conocido y apreciado por Menndez y Pelayo. Estodeducimos de una carta de Pedro Henrquez Urea a Don Marcelino, deese ao, donde, entre otras cosas, dice:

    Comprender Ud. que, aunque vivo enMxico, soy dominicano.Elmalestar crnico de mi pas me obliga a buscar airesms purosen ste, aunque desde lejos sigo trabajando por el mo, y rara vezpublico mis escritos en el exterior slamente, sino que los hagoaparecer al mismo tiempo aqu y en Santo Domingo. (VerBoletnde la Biblioteca Menndez y Pelayo, Santander, 1951, XXVII,150) 1910. Pronuncia diversas conferencias sobre escritores hispanoamericanos. Interviene en el ciclo del Ateneo, con motivo del Centenario de la Independencia mexicana. Tema: La obrade Jos EnriqueRod. (A la prdica de Henrquez Urea se debe, en gran parte, la

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    edicin de Ariel publicada por el Gobierno del Estado de NuevoLen. El Gobernador era Bernardo Reyes, padre de Alfonso).Colabora en laAntologa del centenario, dirigida por Justo Sierra (h)junto a Nicols Rangel y Luis G. Urbina. Se publica en Pars su segundolibro, Horas de estudio, que pronto determina elogios de Menndez yPelayo, Boutroux y F. Garca Godoy. (Ver, de este ltimo, su obra LaLiteratura americana en nuestros das, Madrid, s.a., 175-198).

    1911. Viaje a Santo Domingo y Cuba.La permanencia de Pedro Henrquez Urea en Mxico se interrumpi en 1911, en que viaj a Santo Domingo a bordo delvapor Ah El Kader. Lleg el 16 de mayo, y el 19 visit el ListnDiario. Volvi a Mxico, via Cuba, en el vapor cubano Julia, el22 de junio de 1911. (Emilio Rodrguez Demorizi, Dominicani-dad de Pedro Henrquez Urea, Santo Domingo, 1947,46)

    Cuba. Conferencias en La Habana, en la Sociedad de Conferencias(nuevo nombre delAteneo de LaHabana). De vuelta a Mxico, colaboraen los cursos de la Universidad Popular Mexicana, creada ese ao porlos miembros del Ateneo.Nuestro grupo, adems, constituido enAteneo desde 1909, habafundado en 1911 la Universidad Popular Mexicana, en cuyosestatutos figuraba la norma de no aceptar nunca ayuda de losgobiernos: esta institucin dur diez aos, atravesando ilesa laspeores crisis del pas, gracias al tesn infatigable de su Rector,Alfonso Pruneda, y cont con auditorios muy variados. Entre losobreros difundi, en particular, conocimientos de higiene; y desus conferencias para el pblico culto nacieron libros importantes, de Caso y de Mariscal, entre otros. (Pedro Henrquez Urea,La influencia de la revolucin en la vida intelectual de Mxico,ed. citada)

    1912-1914. Desempea diversos cargos docentes en la EscuelaSuperior de Comercio y Administracin, y en la Universidad Nacional de Mxico (Escuela Preparatoria: 1912-1913; Escuela de AltosEstudios: 1913-1914). 1913 (6 de diciembre). Pedro Henrquez Urea pronuncia en la

    "Librera General de Mxico" su conferencia sobre Don Juan Ruizde Alarcn, con la audaz tesis del mexicanismo de Alarcn, yreproducida despus en diversas revistas. "A la vez que una obra debelleza, el presente opsculo es una obra de orientacin..." (Reseabibliogrfica firmada por "C. y R.", publicada en la Revista deFilologa Espaola, de Madrid, 1916, 1II, 319-321). Se refiere a la

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    separata de laRevista de Filosofa, Letras y Ciencias de La Habana,1915. 1914. Breve viaje a Cuba. Conferencias y contactos personales.

    Francisco Jos Castellanos me trasmita sus impresiones: PedroHenrquez Urea! era un ser dotado de extraordinario poder depenetracin, que adems tena un don asombroso de conversacin, e inagotable de sabidura en letras, en arte y aun en filosofa.Era una sorpresa un ser as, lleno de cordial inters por el sentiry el saber de los dems, que incansablemente gustaba de sondearen las almas y trataba de darles orientacin adecuada y firme enel contacto con las letras .... (Flix Lizaso, "Pedro HenrquezUrea y su presencia en Cuba", Revista Iberoamericana XXI41-42, Iowa, 1956, 107-108)

    Cuarta etapa (y segundo momento en los Estados Unidos) 1914 (diciembre). Llega a Washington, como corresponsal del He-raldo de Cuba, designado por Manuel Mrquez Sterling. Comienzaa utilizar el seudnimo "E.P. Garduo". Colabora tambin, eningls, en The Forum. Por los espectculos y, en general, por lamayor vida cultural, prefiere Nueva York a Washington. 1915. Sigue colaborando en el Heraldo de Cuba y entra comoredactor en Novedades, de Nueva York, semanario dirigido porFrancisco 1.Peynado. Mantiene su seudnimo "E.P. Garduo".

    En marzo de 1915 Pedro Henrquez Urea fue designado ProfesorNumerario de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad deSanto Domingo, pero no lleg a ocupar el puesto. (Con anterioridad,haba intervenido en un proyecto para reabrir la Facultad y mejorarla).Comienzo de una Antologa de la poesa dominicana:

    Pedro Henrquez Urea trabaj en 1915-1916 en la preparacinde una antologa de la poesa dominicana. Era un propsito de laadolescencia; integraban los materiales, poesas y diversas pginas acerca de los poetas que pensaba incluir en su obra. Los donal Museo Nacional de Santo Domingo, en 1932. (E. RodrguezDemorizi, Dominicanidad de Pedro Henrquez Urea, ed. citada, 42-43). 1916. Por recomendacin del Profesor l.D.M. Ford ocupa diferentescargos en la Universidad de Minnesota. En realidad, estudia yensea.

    Despus que su padre fuera elegido Presidente de la Repblica, elpresidente Wilson ordena la ocupacin del territorio dominicano.

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    A mediados de 1916 mi padre fue llamado a la Presidencia de laRepblica, por eleccin constitucional que de su persona hizo elCongreso Nacional en momentos de aguda crisis poltica, cuyoms sensible resultado fue el desembarco de tropas de los EstadosUnidos de Amrica en el territorio dominicano. (Max HenrquezUrea, Hermano y maestro, ed. citada, XLIV)

    Reaccin de Pedro Henrquez Urea, recogida en los peridicosJournal y Minneapolis Tribune. 1918. Termina su tesis de doctorado y obtiene el ttulo de Doctor enFilosofa. Su tesis vers sobre la versificacin irregular en la poesacastellana (3 de junio). 1919. Profesoren los cursos de verano de la Universidad de Chicago.Ese ao renuncia a su cargo de Minnesota.

    Quinta etapa (Espaa) 1920. Llega Pedro Henrquez Urea a Madrid y se pone en contactocon Ramn Menndez Pida!' (En realidad, la vinculacin entre los

    dos haba comenzado en 1913, ao en que el crtico americano leenvi a Don Ramn varios trabajos suyos). Henrquez Urea, miembro del Centro de Estudios Histricos y redactor de la Revista deFilosofia Espaola.Como anejo de laRevista aparece en Madrid su libro La versificacinirregular en la poesa castellana, con prlogo de Menndez Pida!'Menndez Pidal recomienda a Henrquez Urea para la ctedra deliteratura espaola de la Universidad de Londres, y, entre otros elogios,

    se refiere a la reciente publicacin de La versificacin irregular. Adems, puntualiza Menndez Pidal "los nada comunes conocimientos queel Sr. HenrquezUrea posee de las literaturas extranjeras, singularmentede la inglesa y la francesa..." (Ver Emilio Rodrguez Demorizi, "Archivo literario de Hispanoamrica", Revista Dominicana de Cultura 2,Santo Domingo, 1951, 317-318).(Setiembre). Vuelve a Minnesota con el cargo de Assistant Profes-sor, al que renuncia en 1921 (A. A. Roggiano)

    Sexta etapa (segundo momento deMxico) 1921. Pedro Henrquez Urea vuelve a Mxico, aceptando la invitacin de Jos Vasconcelos. Ocupa cargos en la Escuela de AltosEstudios y en la Escuela Preparatoria de la Universidad de Mxico.

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    Asiste, como Delegado de la Liga Nacional de Estudiantes de SantoDomingo, al Primer Congreso Panamericano de Estudiantes, celebradoen Mxico. All plante el problema de la patria ocupada:...los estudiantes de mi patria, a falta de uno de ellos que emprendiera el viaje hasta Mxico, decidieron atribuirme su representacin para que no faltara quien recordase la suerte injusta deSanto Domingo, y en particular la suerte de sus escuelas, cerradasmuchas de ellas como venganza mezquina del invasor contra laprotesta popular ante exigencias de Wall Street. (Pedro Henrquez Ure.a, "El amigo argentino", Seis ensayos en busca denuestra expresin, Buenos Aires, 1928, 138-139)

    1922. Viaje a laAmrica del Sur, en la comitiva que encabezaba JosVasconcelos. Visita Buenos Aires. 1923. Ocupa el cargo de Director General de Enseanza Pblica enel Estado de Puebla, designado por el Gobernador Vicente Lombardo Toledano. El23 de mayo se casa con Isabel Lombardo Toledano.(Del matrimonio nacern dos hijas: Natalia j"Natacha"! el 26 defebrero de 1924, en Mxico; Sonia, ellO de abril de 1926, en LaPlaya, Repblica Argentina).

    Don Pedro pierde su cargo con motivo de los acontecimientospolticos de Mxico. Desde la Argentina, Rafael Alberto Arrieta iniciagestiones para incorporarlo al Colegio Nacional de la Universidad de laPlata.Le agradezco infinito sus gestiones y quisiera poder irme enseguida... Las circunstancias que me detienen son stas: la primera es queprecisamente a principios de marzo espero al primognito. Si pudiramos emprender el viaje inmediatamente la dificultad no sera tangrande y el nio sera argentino. Pero de momento no veo modo de reunir

    dinero para el viaje, ni me atrevo a dejar abandonados mis embrolladsimos intereses. La situacin econmica de Mxico es muy mala;nadie tiene dinero; mis ahorros estn metidos en tierras no acabadas depagar, y stas me representan, por ahora, deudas y no entradas ... (Cartade Pedro Henrquez Urea a Rafael Alberto Arrieta, fechada en Mxico,el 4 de diciembre de 1923. Cit. por R.A. Arrieta, "Pedro HenrquezUrea, profesor en la Argentina", Revista Iberoamericana XXI 41-42[1956]: 89)Sptima etapa (Buenos Aires, con intermedio en Santo Domingo) 1924. Acompaado de su mujer y su hija, desembarca, a principiosde julio, en Buenos Aires. Se establece primero aqu y viaja diariamente a La Plata. (Posteriormente, vivi un tiempo en esta ciudad).

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    Catedrtico en el Colegio Nacional de la Universidad de La Plata. 1925. Catedrtico de Literatura Argentina e Hispanoamericana en elInstituto Nacional del Profesorado Secundario de Buenos Aires.

    La Utopa de Amrica: profesin de fe humanista de Pedro Henr-quez Urea:El ideal de justicia est antes que el ideal de cultura: es superiorel hombre apasionado de justicia al que slo aspira a su propiaperfeccin intelectual... Si nuestra Amrica no ha de ser sino unaprolongacin de Europa, si lo nico que hacemos es ofrecer suelonuevo a la explotacin del hombre por el hombre (y por desgraciaesa es hasta ahora nuestra nica realidad), si no nos decidimos aque sta sea la tierra de promisin para la humanidad cansada debuscarla en todos los climas, no tenemos justificacin... NuestraAmrica se justificar ante la humanidad del futuro cuando,constituida en magna patria, fuerte y prspera por los dones dela naturaleza y por el trabajo de sus hijos, d el ejemplo de lasociedad donde se cumple 'la emancipacin del brazo y de laintel igencia'. (Ediciones de 'Estudiantina' , La Plata, 1925,20-21 )

    Viaje a Montevideo. Gestiones para que regrese a la Isla de SantoDomingo.Si fuera posible hallar all trabajo y pasto para mis actividades yhogar cmodo y seguro para mi familia, me ira...En el orden intelectual, la Argentina crece asombrosamente. Esteao ha sido el ao de las novelas y los cuentos...,(Pedro Henrquez Urea, carta a Amrico Lugo?, publicada sin nombre dedestinatario en el peridico Patria, de Santo Domingo, No. 78,12 de febrero de 1927. La carta lleva esta fecha: 8 de diciembrede 1926)

    1927. Viaje a Santiago de Chile. 1928. Profesor Suplente de Literatura de la Europa Septentrional enla Universidad Nacional de La Plata. (El titular era Rafael AlbertoArreta).

    Aparece en Buenos Aires (Editorial Babel) su importante libro Seisensayos en busca de nuestra expresin, notable difusin del primerensayo: "El descontento y la promesa".

    ...son investigaciones acerca de nuestra expresin, en el pasadoy en el futuro. A travs de quince aos el tema ha persistido,definindose y aclarndose: la exposicin ntegra se hallar enEl descontentoy lapromesa.No pongo la fe de nuestra expresin

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    genuina slamente en el porvenir; creo que, por muy imperfectay pobre que juzguemos nuestra literatura, en ella hemos grabado,inconscientemente o a conciencia, nuestros perfiles espirituales.Estudiando el pasado, podremos entrever rasgos del futuro;podremos sealar orientaciones. Para m hay una esencial: en elpasado, nuestros enemigos han sido la pereza y la ignorancia; enel futuro, s que slo el esfuerzo y la disciplina darn la obra deexpresin pura (Pedro Henrquez Urea, "Palabras finales",en Seis ensayos , ed. citada, 195-196) 1929. Viaje a Montevideo, con motivo del Homenaje a Juana deIbarbouru. 1930 (diciembre). Viaje a Ro de Janeiro. Alfonso Reyes.Segn Alfonso Reyes (ver tambin ratificacin de Pedro HenrquezUrea), ya en 1930, Pedro Henrquez Urea junto a Alfonso Reyeshaban procurado la edicin de los "Clsicos de Amrica" en Madrid,en la Compaa Ibero Americana de Publicaciones:

    " ...Pedro Sinz, contrat mis obras en CIAP, los Clsicos deAmrica, de Pedro Henrquez Urea y yo...." (Alfonso Reyes,Diario, Mxico, 1969, 327)

    1931. Clido y comprensivo ensayo de Xavier Villaurrutia sobreDon Pedro. Lo considera "humanista, ms erudito" (Ver X. Villaurrutia, "Pedro Henrquez Urea, humanista moderno", La Literatu-ra Argentina, de Buenos Aires, 1931, IV, No. 37,14). 1931-1933, Intermedio en Santo Domingo: SuperintendenteGeneralde Enseanza. Doctor Honoris-Causa de la Universidad de PuertoRico (1932).

    Pedro Henrquez Urea lleg a su nativa ciudad de Santo Domingo el 15 de diciembre de 1931 a bordo del vapor Coamo,llamado por el obiemo para encargarse de la direccin dela Enseanza Pblica como Superintendente General deEnseanza...En 1932, mientras ejerca sus funciones de SuperintendenteGeneral de Enseanza, dict en laUniversidad de Santo Domingo un curso de literatura espaola, que constituy el primer pasohacia el establecimiento, en la Universidad, de la Facultad deFilosofa y Letras...Su ejercicio se extendi desde diciembre de 1931 al 15 de juniode 1933 en que se le concedi licencia para ausentarse del pas.Embarc por Puerto Plata el 29 de junio, en el vapor francs

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    Las siete etapas de Pedro Henrquez Urea

    Macors, hacia Francia ... (Emilio Rodrguez Demorizi, Dominicanidad de Pedro Henrquez Urea, ed. citada, 44-45)De Francia viaj directamente a la Argentina.

    La atraccin deBuenos Aires -teatros, conferencias, exposiciones- el reclamo de sus amistades porteas y otras tareas docentes ya iniciadas en la gran ciudad, lo devolvieron a ella, con sumujer y sus dos hijas, argentina la segunda ... (Rafael AlbertoArrieta, "PedroHenrquez Urea, profesor en la Argentina", ed.citada)

    1936.Miembro de la 7a. Reunin de la Organizacin de CooperacinIntelectual de la Sociedad de las Naciones. Reunin celebrada enBuenos Aires. De nuevo, "en busca de nuestra expresin..."Nosotros resucitamos eternamente ante el problema. Nuestrasproclamas, nuestros manifiestos revelan que no estamos todavasatisfechos de lo que nosotros hemos obtenido en la traduccinartstica de nuestra vida autntica. Se han propuesto tambinnuevas frmulas de americanismo. Por el verdadero problema noes el de los temas, sino el de darles, cualesquiera que ellos sean,una expresin eficaz.... (Pedro Henrquez Urea, palabras en"7a. Reunin...". VerEurope-AmriqueLatine, Pars, 1937,76)

    Se publica en Buenos Aires, como anejo de la Biblioteca de Dialectologa Hispanoamericana, su libro La cultura y las letras coloniales enSanto Domingo. (El germen est, sin duda, en el estudio Vida intelectualde Santo Domingo, que haba incluido en Horas de estudio, Pars, 1910). 1938-1939. Publica, en colaboracin con Amado Alonso, los dos

    tomos de la Gramtica castellana (Editorial Losada, B. Aires), y seconvertir en uno de los ms importantes colaboradores de laRevistade Filologa Hispnica que, con la direccin de Amado Alonso,comienza a salir ese ao. 1940-1941. Ocupa la Ctedra de Potica "Charles Eliot Norton" dela Universidad de Harvard. Pedro Henrquez Urea fue el primerhombre de lengua espaola que ocup la ctedra (prestigiada, entreotros, por Gilbert Murray, T.S. EIIiot, Robert Frost, Stravinsky y

    Einstein). Las conferencias de Pedro Henrquez Urea, en lenguainglesa, fueron pronunciadas en el "Fogg Museum of Art", deCambridge, Massachusetts.Aparecen, enBuenosAires, El espaol en Santo Domingo yPlenitudde Espaa.

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    1941 (4 de marzo). ltima conferencia en Harvard. En abril seembarca en Nueva York, con destino a Buenos Aires, en el barcoSanta Elena. 1945. Aparece editado por la Universidad de Harvard, su libroLiteraryCurrents inHispanic America, que recoge sus conferencias. 1946 (11 de mayo). Pedro Henrquez Urea muere en la estacinConstitucin de Buenos Aires, a poco de subir al tren que deballevarlo a La Plata.

    Estbamos ya en 1946. En una maana de mayo se dirigi Pedroa la editorial, segn costumbre, atendi all diversos asuntos; ycuando el presidente de la empresa, Gonzalo Losada, lo apremipara que lo acompaara a un almuerzo que la propia editorialofreca ese da a distinguidos visitantes extranjeros, se excusalegando que no deba faltar a su ctedra en La Plata, ya que lavspera lehaba sido imposible irpor encontrarse algo indispues-to. Apresuradamente se dirigi a la estacin del ferrocarril quehaba de conducirlo a La Plata. Lleg al andn cuando el trenarrancaba, y corri para alcanzarlo. Logr subir al tren. Uncompaero, el profesor Cortina, le hizo sea de que haba a sulado un puesto vaco. Cuando al or su respiracin afanosa, losacudi preguntndole qu le ocurra. Al no obtener respuesta,dio la voz de alarma. Un profesor de medicina que iba en el trenlo examin y, con gesto de impotencia, diagnostic la muerte.As muri Pedro: camino de su ctedra, siempre en funcin demaestro. (Max Henrquez Urea, Hermano y maestro, ed.citada, L)

    Con motivo del sepelio, en el Cementerio del Oeste de Buenos Aires,hablaron su hermano Max (Embajador de la Repblica Dominicana),Ezequiel Martnez Estrada, Amado Alonso, Roberto F. Giusti, ArturoGimnez Pastor, entre otros (La Nacin, Buenos Aires, 13 de mayo de1946).

    En estos momentos no podemos comprender la inmensidad deldesamparo en que su muerte nos deja; slo podemos sentir lainmensidad de nuestra pena por el amigo que hemos perdido. Eltiempo no podr borrar el recuerdo de este hombre insigne, y encambio ir dando a su personalidad la elevacin con que alcanceun da la talla de los ms grandes evangelistas de la culturaamericana. As necesitamos alejamos de la montaa para com-prender su altura.... (E. Martnez Estrada)Tan aturdidos estamos con este fin repentino de la vida de PedroHenrquez Urea que todava no acertamos ms que a entreverla grandeza de su prdida. Pero ay, Dios mo! desde hoy en

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    Las siete etapas de Pedro Henriquez Urea

    adelante, cada da que pase se encargar de traemos su heridaconcreta, cuando queramos, como siempre, acudir a su certerosaber, a su delicada discrecin, a su buen juicio, a su segurosentido de la docencia, cuando nuestra necesidad se vuelva hacial y no lo encuentre ms.... (Amado Alonso)

    Como publicaciones pstumas, hay un ttulo y una traduccin quees inevitable citar por su valor y difusin. 1947. Se publica en Mxico su Historia de la cultura en la AmricaHispnica, obra en la que Don Pedro haba trabajado en los ltimosaos de su vida (en parte, paralela; en parte, ampliacin, de lasLiterary Currents...). 1949. Aparece en Mxico (y como volumen de la "BibliotecaAmericana" que l haba bosquejado) la traduccin de las LiteraryCurrents .oo, con el nombre de Las corrientes literarias en la Amricahispnica. Traduccin de Joaqun Dez-Canedo (salvo pginas dedicadas a Sarmiento, ya traducidas por Pedro Henrquez Urea).

    Valen, como datos finales, ms cerca a nuestros das, la publicacinde las Obras completas de Pedro Henrquez Urea (lO tomos, SantoDomingo, 1976-1980), como tarea, precisamente, de la UniversidadNacional Pedro Henrquez Urea de Santo Domingo, y al cuidado deJuan Jacobo de Lara, y, en especial, el traslado de los restos del grandominicano a su tierra natal.

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    ACOTACIONES BIOGRFICAS:UNA PREMONICINDesde los aos juveniles mostr Pedro Henrquez Urea aprehen-siones en relacin a su salud, as como desconfianza con respecto a losmdicos. Esto lo conocemos bien, a travs de sus propias confesiones,

    cuando se opuso reiteradamente a una operacin a la nariz.La reciente publicacin del epistolario cambiado entre Pedro Henr-quez Urea y Alfonso Reyes (parte principal de un rico epistolario)muestra que el tema de la salud, propia o ajena, lo preocup especial-mente en la primera etapa de esa correspondencia, para atenuarse enetapas posteriores (de ms est decir que esto es lo que trasuntan lascartas conservadas).Sobre esta base general, que tomo como punto de partida, llama la

    atencin una carta de Pedro Henrquez Urea a Alfonso Reyes, fechadaen La Plata, el 16 de noviembre de 1924.1Importa sealar, en primer trmino, que sta es la carta que en eseepistolario inaugura el momento argentino, el culminante momentoargentino del maestro dominicano. Llevaba ya algunos meses en nuestropas, y, por eso, resulta poco creble que no le hubiera escrito a su mejoramigo para darle sus impresiones del nuevo escenario. Es decir, de unmbito alejado que, desde un comienzo, se presentabacon caractersticasmuy diferentes a aquellos otros en que haba vivido.Sin embargo, la propia carta a que me refiero se encarga de dilucidarel misterio. En efecto, y en relacin al tema fundamental que domina lacarta del 16 de noviembre de 1924 (es decir, la preocupacin de PedroHenrquez Urea por un problema de salud) ste menciona dos cartasanteriores enviadas a Alfonso Reyes, cartas que el amigo no hacontestado.La epstola de Henrquez Urea trasunta cierto enojo, reaccinbastante rara en l. La verdad que al avanzar la carta se aclara algo laimpaciencia del autor. Hasta aqu, y en este limitado problema, basta consaber que hubo dos cartas de Henrquez Urea a Alfonso Reyes que steno recibi o que, simplemente, no contest. No s si interesa conocerque esas dos cartas fueron escritas por el dominicano a bordo del vaporfrancs Vauban, vapor en el cual hizo el largo viaje entre Nueva York yBuenos Aires. Pedro Henrquez Urea habla slo de cartas escritas "a

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    bordo", aunque aqu cuesta poco establecer la identificacin del barcoy el momento de las cartas.Me detengo en la misiva de noviembre y en su contenido. Especialmente en la noticia del "brazo enfermo". Henrquez Urea no revelaaqu con exactitud su enfermedad. De eso hablaba, sin duda, la correspondencia perdida (o no contestada). Con todo, si bien tenemos unanoticia vaga, al mismo tiempo comprendemos claramente que se tratade algo grave. Tanto, que lleva al peligro de la amputacin o a un finalpeor: nada menos que la muerte inmediata. Con las palabras de PedroHenrquez Urea, la opinin del mdico cubra estos tres albures: 1)posibilidad de amputacin; 2) posibilidad de morir algn da de muerte

    repentina; 3) posibilidad de una falsa alarma.Como vemos, no se trata de una sola opcin, aunque, de las tresposibilidades que presenta, dos son realmente crticas. Y lapreocupacincontina en las noticias que nos da de inmediato:A Das Dufoo le ofreca enviarle mi testamento: la intensaocupacin en que vivo no me ha dejado hacerlo, y he preferidodecirle que liquide a toda costa mis intereses de Mxico; porque- l e explicaba- la muerte repentina puede sobrevenir tanto en1924 como dentro de cuarenta aos, o no sobrevenir nunca. Peroa nada de esto se hizo caso: lo que gust a la imaginacin popularfue la valleinclnica amputacin, y el inapreciable Artemio latrasmiti a Madrid, creo que por telgrafo. De all me lo hacesaber una carta sentimental del no menos inapreciable Cat...2

    Es fcil reconstruir algunas circunstancias. El pronstico mdicotuvo lugar en Mxico, poco antes del viaje. Es necesario tambin tenerpresente que haca poco que Pedro Henrquez Urea se haba casado,cerca de los cuarenta aos, y que ya le haba nacido su primera hija,Natacha. Asimismo, nos enteramos a travs de sus palabras de ladesastrosa situacin poltico social de Mxico en aquellos aos. Y, enfin, de que el viaje a la Argentina se hizo contrariando los deseos de sujoven mujer, Isabel. Todo esto forma el entorno, en cuyo centro apareceel problema fsico del brazo, cuyo desenlace ms seguro parece ser laamputacin.

    Claro que, en este lugar, lo que realmente importa es la referencia ala segunda posibilidad. Es decir, la de la muerte repentina, y el comentario-vaticinio de Pedro Henrquez Urea, cuando seala que puedesobrevenir "en 1924, o dentro de cuarenta aos".

    Aqu, pues, debo detenerme, y comenzar con la nada complejaoperacin matemtica que, en un lado, coloca las fechas posibles quenos da Henrquez Urea, y, en otro, el suceso real de su muerte.

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    Acotaciones biogrficas: Una premonicin

    Pedro Henrquez Urea muri en 1946: ste es el dato concreto einapelable. Y muri, cumplindose as el vaticinio, de muerte repentina,en el episodio del tren que parta de la estacin Constitucin de BuenosAires. Pero hay algo ms: deca Pedro Henrquez Urea que poda moriren 1924 (ao de la carta) o cuarenta aos despus. No hace falta muchaimaginacin para comprender que estos cuarenta aos, sumados a loscuarenta que tena, conforman una edad de ochenta aos. Edad queentonces (y hoy) constituye un promedio "aceptable". Queda la explicacin de que aquellos cuarenta aos de la suma representan simplemente "muchos aos". An as y todo, no cambia lo esencial de laperspectiva.Lo que sabemos con certeza - r ep i to - es que Pedro HenrquezUrea muri en Buenos Aires, el 11 de mayo de 1946. No se cumpli suprediccin, ya que la suma de 1924+40 nos da el ao 1964. Pero el solocambio de orden de los dos ltimos nmeros transforma 1964 en 1946,ao exacto de la muerte de Pedro Henrquez Urea. Y, en fin, si no murien La Plata, lugar en que firma la carta de 1924 dirigida a su amigoAlfonso Reyes, muri en uno de sus acostumbrados viajes a la ciudadde La Plata.De ms est decir que no pretendo hacer de Henrquez Urea unNostradamus con su apabullante numerologa' o un Torres Villaroel consus almanaques (con respecto a los dems), ni traer a colacin, apropsito de las autopremoniciones, el conocido vaticinio de CsarVallejo, con Pars y la lluvia...Con todo, la proximidad mayor, aun con el relativismo comn de laanticipacin, corresponde al poema de Vallejo:

    Me morir en Pars con aguacero,un da del cual tengo ya el recuerdo ...4

    No se trata, vemos, de premoniciones totales, sino de algunas coincidencias que, a su vez, conceden carcter menos espectacular y ms"humano" (para aplicar tambin el adjetivo de Vallejo) a lo que tantoHenrquez Urea como Csar Vallejo declaran. (Y no importa la diferencia genrica de los testimonios). En nuestro caso especial, dir quelos prrafos del autor dominicano, de 1924, agregan un motivo realmenteextrao dentro de su biografa.Reitero que, si por un lado, Pedro Henrquez Urea mostr aprehensin desde sus aos juvenilespor los problemas de salud,' posteriormentetales testimonios se debilitan o desaparecen. 0, mejor, no los registra porescrito. Interpreto que lo hace para evitar palabras de consuelo, o,simplemente, porque estas confesiones se apartan de los ya bien defini-

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    dos temas, sobre todo literarios, que sus cartas contienen. (No olvidemosque es su epistolario el que nos ofrece los ms nutridos datos).Lo que puedo agregar es que la naturaleza del fenmeno premonito

    rio parece, en principio, ms cercana a las inclinaciones lricas o imaginativas de Alfonso Reyes, que a las lucubraciones y consejos magistralesde Henrquez Urea. Sin embargo, est visto que es difcil estableceridentificaciones de este tipo.Concluyo. He trado a colacin la carta de 1924porque, sin pretenderuna anticipacin total al vaticinio, las cifras y las circunstancias con queya entonces envolva el postrer episodio de su vida, presenta algunascoincidencias con las que corresponden a su muerte real.Lamentamos profundamente que no alcanzara a vivir hasta 1964. Sitanto hizo en la Argentina en los aos que mediaron entre 1924 y 1946(no contemos las dos breves sangras) qu no hubiera podido hacer en18 aos ms L.. Entramos aqu en el huidizo terreno de lo posible, y slonos queda el consuelo de apoyarnos en la realidad incontrovertible.A manera de cierre, y subrayando el especial mundo simblico enque me he detenido, creo que cabe aqu la breve cita de un prrafo deSenancour:

    ...1os antiguos consideraban los nmeros como el principio universal. La extensin, las fuerzas, la duracin, todas las propiedades de las cosas naturales no siguen acaso las leyes de losnmeros?"

    NOTAS1. Pedro Henrquez Urea-Alfonso Reyes, Espistolario ntimo, 111, Ed. Juan Jacobo deLara (Santo Domingo, 1983): 261-262.2. Urea, Espistolario 262. No cuesta mucho completar los nombres, ya que los dospertenecen al mundo de las letras. "Artemio" es el mexicano Artemio del Valle Arizpe;

    "Cat", Alfonso Hernndez Cat, cubano-espaol. Lo que tambin descubre el texto es lairnica adjetivacin de Henriquez Urea oo.3. Ver lean-Charles Pichon, Nostradamus en clair. Ver traduccin espaola de RamnPlanes, Barcelona, 1977. En Amrica, el religioso mexicano Dmaso Sotomayor centr susinvestigaciones en los calendarios jeroglficos de los aztecas y, no menos, en las posibles

    relaciones simblicas entre esos jeroglficos y los textos bblicos. Ver Miguel Antonio Caroy Rufino 1. Cuervo, Epistolario con Rafael de la Pea (y otros) (Bogot, 1983): 305-322.4. Ver Csar Vallejo, "Piedra negra sobre una piedra blanca", Poemas en prosa.Poemas humanos..., (Ed. de Buenos Aires, 1979): 75. Y dice despus:

    Me morir en Pars -y no me corro-tal vez un jueves, como es hoy, de otoo.

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    Segn cuentan sus bigrafos, muri en Pars y con lluvia. Pero no en otoo, ni un dajueves.(Como sabemos, muri el 15 de abril de 1938).5. En las memorias de Pedro Henrquez Urea, vinculadas a sus tempranos aos de

    Nueva York, se descubren tambin noticias sobre el fro de la ciudad y las enfermedadesque sufri entonces. Ver Alfredo A. Roggiano, Pedro Henrquez Urea en los EstadosUnidos (Mxico, 1961).6. Ver Senancour, Obermann (1804). Ver traduccin de Ricardo Baeza II (Madrid,1930) 89.

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    AMRICA: TEMA FUNDAMENTALAmrica, tema fundamental

    Decir que Amrica es el tema por excelencia en la obra de PedroHenrquez Urea es decir una de esas verdades que se imponen demanera rotunda. Tal es la abundancia de los testimonios, tanto el pesode las pruebas que no hay ningn reparo en admitir esa afirmacin.Una vez asentado esto, cabe tambin la fcil corroboracin de queno es Amrica el nico tema de Pedro Henrquez Urea. Que, en ordenprevisible, se escalonan otros: Espaa y, en general, aspectos universalesde notoria solidez, con ciertos sectores ms perceptibles que otros(sociologa, msica, mtrica, literaturas de lengua inglesa). A veces, conpocas de dedicacin predominantes...Volvamos al motivo de Amrica. En otra perspectiva o plano,

    conviene analizar, a su vez, la parte o partes del tema. Por supuesto,nombrar Amrica es nombrar no slo un continente sino tambin unconcepto de enorme, monstruoso contenido. De tal manera, siempre secorre el peligro de abarcar demasiado poco.Los intereses principales que acuciaron el pensamiento de PedroHenrquez Urea fueron, sobre todo, los culturales. Y, dentro de laamplitud que tiene igualmente el fenmeno cultural, su base, de notableextensin y admirable fluidez, se concentr en disciplinas particulares:

    la lengua, la literatura, la msica. Pero tambin es justo agregar que, enl, la filosofa, la sociologa, la historia, la poltica, las artes plsticas, lasciencias naturales, fueron algo ms que complementos o simplessostenes.Otra consideracin que es justo hacer, apunta hacia el sector mscorriente de los estudios. En efecto, lo normal esque, precisamente comouna consecuencia de lo difcil que resulta pretender abarcar tantas tierrasy pueblos, el crtico, el investigador, se centran a menudo en un sector,un pas, una regin. Y, en forma ms ambiciosa, en una de las vastasdivisiones que determinan lenguas y culturas: el norte, el sur; laAmricainglesa, la Amrica hispnica...No podemos apartar del todo a Pedro Henrquez Urea de estasituacin. Sin embargo, pocos como l tuvieron undominio tan llamativode todo el continente. Dominio apoyado, como veremos, en multitud derasgos y trasuntado en variedad sorprendente de escritos.

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    De la misma manera, si bien es cierto que Pedro Henrquez Urease apoya con ms vigor en determinadas reas de conocimientos (enprimer lugar, repito, la lengua y la literatura) tambin nos sorprende conuna versacin poco corriente de otras disciplinas. En algunas de ellas fuemucho ms all de la pura informacin. Lo que conviene agregar es queel rigor fue caracterstica general de su obra y, por lo tanto, frente a lestamos ya lejos de un perfil de "sabio" que se dio con bastantefrecuencia en nuestras tierras: el del enciclopedista vacuo, en el que lavariedad de campos fue con frecuencia el disfraz de la improvisacin yla falta de conocimientos.

    Por la importancia que tiene la literatura en su concepcin de lacultura podemos pensar, en ocasiones, que Pedro Henrquez Urearemoza la antigua idea de Herder.' No es exactamente as, pero algnvestigio queda. A su vez, esta dimensin concedida al fenmeno literariono fue una fcil consecuencia de pensar que lo que predomina o conocemejor es, slo por eso, el centro del mundo. Nos convence, en cambio,de que su dominio de la materia literaria, en adecuada y armnicarelacin con otras manifestaciones culturales, es base insustituible parael mejor conocimiento del Continente.

    Como hoy estamos bastante lejos del enciclopedista tipo siglo XVIII,resulta obvio defender a Pedro Henrquez Urea de ese rtulo. Dentrode una tendencia que tiende cada vez ms a la especializacin, a dividirlos sectores de estudios en zonas muy limitadas, Don Pedro aparece, msbien, como espcimen intermedio. Mejor dicho: la investigacin, elahondamiento, no fueron en l impedimentos para el saber y exposicinen amplitud.Pedro Henrquez Urea combati la improvisacin, la falta de es-

    fuerzo sistemtico, la falta de rigor, cuando se refiri, en varias ocasio-nes, a los "males" de nuestra Amrica, y sin discriminar zonas o sectores.El, por su parte, sobresali en las dos direcciones ntidas que notamosen su obra: el trabajo de investigacin, especializado, y la obra general,divulgadora. Su bibliografa no se comprende bien si no abarca susgrandes sntesis, libros donde el vuelo panormico no significa, necesa-riamente, superficialidad ni suma de lugares comunes. En fin, por esecamino llegamos a la verdadera dimensin que tuvo Pedro HenrquezUrea y que, desde temprano, se le aplic: la de "Humanista", autnticohumanista, de acuerdo a una concepcin que, para nosotros, cambia algo,pero no mucho, la que se aplica al humanista clsico.'

    Por ltimo, aunque resulte ya redundante destacarlo, el convenci-miento de que la profundizacin de lo americano es posible no slo atravs de lo propio o lo observado en estas tierras, sino tambin a travs

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    Amrica: Temafundamental

    de un adecuado enlace universalista, contrastadoro complementador. Laobra de Don Pedro da altas pruebas de esa caracterstica importante.

    LasfundamentacionesConociendo, como hoy conocemos, la vida de Pedro HenrquezUrea se impone como consecuencia casi inapelable el hecho de que esavida, al desarrollarse en variedad de escenarios americanos, llevaba ens, implcito, el tema fundamental de su obra. Por supuesto, tal consecuencia lo es slo en parte. Muchos otros hombres tuvieron, como l,tanta o mayormultiplicidad de residencias continentales. An ms, hastapodemos sostener que si Don Pedro vivi en diversos pases de Amricaa lo largo de su vida (pases, eso s, con diferencias notorias de espritu)no fue dicha causa motivo suficiente como para determinar, sin ms nims, la direccin que estamos subrayando.Vayamos por partes. En primer trmino, los lugares que destaca suconocido itinerario -Santo Domingo, Mxico, Estados Unidos, Cuba,Argentina- fueron residencias no trazadas, como, por ejemplo, traza unturista sus viajes. La hoy, en general, bastante completa biografa de DonPedro? nos muestra de sobra que, en su mayor parte, la instalacin en un

    determinado pas obedece, primero, a viajes de sus padres; despus, aestudios y, sobre todo, a la necesidad de ganarse el sustento.Lo que, en realidad, debe importarnos es el hecho de que PedroHenrquez Urea sac de la variedad de escenarios una experienciainvalorable. Base capital (no nica, claro) para captar como correspondeacentos propios y diferencias.No est de ms, aqu, un ejemplo revelador. Todos conocemos yadmiramos el tributo que signific elAriel de Rod. El escritor uruguayo

    - e s sabido-no estuvo en los Estados Unidos, y tal ausencia no excluyerasgos acertados en la pintura de ese pueblo. Despus de todo, tambin,lo que pretenda Rod era analizar el fenmeno de la expansin einfluencia del pas del norte en los pases del sur del continente. Contodo, caba la posibilidad (tal como, precisamente, el propio Don Pedroseal en indirectos, pero lcidos prrafos)" caba la posibilidad, repito,de que un conocimiento concreto de los Estados Unidos muy posiblemente le hubiera dado mejores apoyos de sustentacin, sin necesidad- ipor descontado!- de que Rod cambiara la tesis fundamental de sulibro.

    Lo que debemos destacar, pues, es el fruto que Pedro HenrquezUrea sac de esa variedad de escenarios que dan fondo a su vida. Conla ventaja de que sus residencias tuvieron extensin suficiente comoparapermitirle deducciones vlidas. (Sealemos, como contraste, la abun-

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    dancia de aprovechados "viajeros" que despus de estar una semana enun lugar se atreven a escribir ambiciosos libros...).As, es muy posible que esta sucesin de pases que desfilan por su

    vida (importantes, aunque no excepcional) haya ido determinando en lla idea del tema capital de su obra. Tema que va ganando nuevas vetasde enriquecimiento y de til comparacin con cada latitud geogrfica.Es muy posible. Lo que resulta lcito agregar ahora es que la experienciaviva fue acompaada, como corresponda, con la ayuda indispensablede la informacin, particularmente bibliogrfica, y con el sostn inequ-voco de reflexiones sobre los rasgos observados y sobre los problemascaptados y por resolver.A propsito de la informacin conviene tambin decir que DonPedro trabaj en zonas espaciales y bibliogrficas donde no siempreabundan las buenas referencias y donde, por lo tanto, es necesariocomenzar "desde abajo", para fijar de ese modo puntos de partidavalederos. En ms de un aspecto (y sin que tengamos que exagerar elparalelismo) Pedro Henrquez Urea nos recuerda la labor deMenndezy Pelayo al trabajar en sectores donde estaba casi todo por hacer, o dondelo que estaba hecho deba revisarse convenientemente. Reitero que elcaso no es igual, aunque no dejo de notar cierta aproximacin, subrayada

    por el respeto que siempre sinti Pedro Henrquez Urea hacia DonMarcelino.>Me parece adecuado destacar en este sitio una virtud de nuestrohombre, que no todos han captado como se merece: la del divulgador,con mritos que limpian de aspereza el nombre comn. De sobra sabe-mos que una doble direccin aparece desde temprano en sus escritos: porun lado, la labor de investigacin, erudita, de acarreo de datos, de aportesdocumentales, de deducciones y tesis novedosas, labor realizada con

    buenas armas y reflejada enobras importantes (particularmente, en librossobre la lengua, las letras, la mtrica). Por otro lado, la labor de divulga-cin (patente en "cuadros" y "tablas", panoramas, antologas, edicio-nes), que fue en l complemento indispensable de sus trabajos msambiciosos. Bien conocemos que no todos los "sabios" estn dispuestosa ofrendar su tiempo a tales tareas y, por el contrario, las desdean opostergan.Reparando, de nuevo, en la obra de Pedro Henrquez Urea, corres-

    ponde recordar, una vez ms, bondades de sus vastas sntesis, que son,en mucho, el natural deseo de poner al alcance de un pblico vasto, noespecializado, materias o muy amplias, o muy complejas o mal conoci-das. En fin, hay en la doble direccin que sealamos un explicable"contrapunto" ya que las dos direcciones tienen un nacimiento casicoetneo, si bien aceptamos que la labor popular, de divulgacin, es en

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    buena medida, como corresponde, consecuencia del trabajo erudito. Sialgunas veces se equivoc, o no resultan muy convincentes sus explicaciones, podemos responder que es dificil, casi imposible, escapar a eseriesgo en disciplinas como las que cultiv, muy expuestas a las acechanzas. Lo que debe importamos, en cambio, es el caudal extraordinariamente rico que corre por sus pginas.

    Los testimoniosTeniendo en cuenta que Pedro Henrquez Urea naci en 1884, esfcil mostrar que su preocupacin americana surge tempranamente, casicon los primeros datos de su bibliografa. En rigor, comienza sta con

    una serie de poesas juveniles y, dentro de ellas, el primer ttulo, el poemaMinisintinca, de 1894, ya est revelando, a travs de la fecha, su relativovalor. No convienemedir, con mucha severidad, por razones obvias, esteprimer trecho de su produccin. (El propio autor, por otra parte, noconcedi a estos frutos tempranos mayor significacin). El registro desus obras primerizas debe completarse, en otra direccin, con algunastraducciones de poetas franceses (Lamartine, Sully-Prud-Homne).As, pues, aunque tampoco supere mucho el carcter de correteo

    inicial, la labor ensaystica crtica de Pedro Henrquez Urea comienza,en rigor, pocos aos despus, en 1900, con su Crnica, un homenaje alpoeta dominicano Jos Joaqun Prez, poeta hacia quien Don Pedromantuvo durante toda su vida especial estimacin. (El trabajo se publiccomo obra annima, en la Revista Ilustrada, de Santo Domingo, el 15de julio de ese ao). Precisamente, el 1900 muestra el debilitamiento desu inicial labor lrica y el afianzamiento de la labor crtica a travs dediversas crnicas, reseas e impresiones; en particular sobre obrasdramticas. Merece recordarse el comentario que escribi acerca deldrama de Ibsen, Juan Gabriel Borkman, a fines de ese ao (y publicadoen las Nuevas pginas, de Santo Domingo, el15 de diciembre) porque,aunque escape a las lneas que aqu perseguimos, pone de relieve,igualmente, otra de las grandes admiraciones de Pedro Henrquez Urea,admiracin mantenida a lo largo del tiempo, y sin que sea necesario, poreso, acercar la figura de Jos Joaqun Prez a la de Ibsen.

    Reiteramos, de este modo, la significacin del ao 1900 como hitoinicial de una dedicacin que no har sino afirmarse con el correr deltiempo. Como sera redundante que yo me refiriera en detalle a subibliografa americanista conocida me parece que el mtodo ms apropiado consistir en citar ttulos importantes o valederos (por uno u otromotivo), particularmente libros, para fijar con ellos las etapas esencialesde su trayectoria. Por otra parte, trayectoria continuada. En efecto, comoabarca desde 1900 hasta 1946 1947 (para permitir la inclusin de una

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    importante obra pstuma) el itinerario comprende casi cincuenta aosde un autntico magisterio de americanismo.Vayamos, ahora, a los nombres principales, representados muchas

    veces, como digo, por libros que en buena medida recogieron artculoso partes publicadas con anterioridad en diarios y revistas. De ese modo,tambin, y a travs del autor, se subraya una mayor significacin, aunqueno debe tomarse esto como una verdad absoluta.El primer libro en la bibliografa de Pedro Henrquez Urea esEnsayos crticos (La Habana, 1905). Recoge en l material literario,musical y sociolgico. Hay all alternancia de artculos con temasamericano y extranjero, e importa destacar la presencia de su comentariosobre el Ariel de Rod, de sus artculos sobre Jos Joaqun Prez y sobrelas Tendencias de la poesa cubana, de sus tributos sobre Rubn Darioy sobre las ideas sociolgicas de Hostos y Lluria. Como vemos (y comosu labor periodstica ya lo anunciaba) la presencia americana es firme.Conviene ponerla de relieve, en este libro inaugural de Pedro HenrquezUrea.El segundo libro -Horas de estudio- se public en Pars (1910,en las reconocibles y entonces difundidas ediciones Ollendorft). Denuevo, alternancias: "cuestiones filosficas" y cuestiones literarias,

    sobre todo. Y, de nuevo, el tema americano que se detiene especialmenteen su pas ("De mi patria": Jos Joaqun Prez, Gastn F. Deligne, yotros). En otros sectores: Hostos, Daro y Barrera. Y de ese mismo aoes la contribucin de Pedro Henrquez Urea a la importante Antologadel centenario, en Mxico, (junto a la colaboracin de Luis G. Urbina yNicols Rangel), labor que Don Pedro sola recordar siempre con noencubierto orgullo. Agreg, aparte y como insistencia fecunda, su disertacin sobre La obra de Jos Enrique Rod, pronunciada en el Ateneode la Juventud, de Mxico.De 1913-1914 separo sus aportes acerca de los Romances en Am-rica (en Cuba Contempornea, de La Habana, noviembre-diciembre de1913, y, despus, en La Lectura, de Madrid, enero-febrero de 1914) y,sobre todo, su conferencia de 1913, en la Librera General de Mxico,acerca de Don Juan Ruiz de Alarcn, con su revolucionaria tesis del

    "mexicanismo" del dramaturgo. Sobre ella volvi posteriormente enotras ocasiones, aunque no nos dio en definitiva (por lo menos, eso creoyo) el estudio total que la tesis mereca.?De 1922-1923 separo, como ejemplo tambin de la labor periodsticade Don Pedro en varios aos, sus Puntos de una conferencia y el artculotitulado La doctrina peligrosa (centrada, como es fcil adivinar, en laDoctrina Monroe). Siquiera como muestra de una relativamente nutridaproduccin de Don Pedro vinculada al tema de la expansin de los

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    Amrica: Temafundamental

    Estados Unidos en el Caribe y, de manera especial, al problema de SantoDomingo. Se trata de una produccin firmada en buena parte con elseudnimo de "E. P. Garduo" y que se extiende a lo largo de variosaos: concretamente, a partir de 1915.7De 1925, el estudio sobre El supuesto andalucismo de Amrica (enCuadernos del Instituto de Filologa, 1,2, Buenos Aires, 117-122; vertambin B.D.H., Anejo, 1, Buenos Aires, 1937), estudio en que PedroHenrquez Urea procura dar nuevos fundamentos a ideas de Rufino 1.Cuervo y que, en general, la crtica ms reciente no acepta. Sobre estovolver despus."De 1925 es, igualmente, su artculo sobre La influencia de la revo-

    lucin en la vida intelectual de Mxico (publicado en la Revista deFilosofa, de Buenos Aires, 1, 1925). Con datos importantes acerca de lacultura mexicana a comienzos del siglo y con referencias personales querepiten corrientemente las biografas de nuestro hombre.En aos posteriores (sin impedir, por ello, la incorporacin detrabajos elaborados con anterioridad) una serie valiosa de artculos que,finalmente, el autor reuni en uno de sus libros capitales, los Seis ensayosen busca de nuestra expresin (Buenos Aires, 1928), obra que afirma,de manera definitiva, el prestigio de Pedro Henrquez Urea en el Rode la Plata a travs de la seriedad y fundamentos con que, sobre todo, seencara el problema del americanismo literario. De acuerdo a lo dicho,no es necesario insistir tanto en la composicin del libro, en las partesque comprende, como en la originalidad del "americanismo expresivo"que defienden los primeros ensayos del libro. Insisto, pues: obra bsicade Pedro Henrquez Urea, con sello, proyecciones y ramificaciones queacompaarn ya definitivamente buena parte de sus escritos hasta el finalde su vida. Ratifico esto con un solo dato sugestivo: basta recordar que

    las famosas conferencias que pronunci en la Ctedra Charles EliotNorton, en Harvard, aos 1940-1941, las pronunci con el anuncio-ttulode In a search ofExpression: Literary andArtistic Currents inHispanicAmerica, que despus se comprimi en el libro --como sabemos- enLiterary Currents in Hispanic America (Cambridge, Massachusetts,1945).Despus de 1928, y como reflejo de su importante etapa argentina,son muchos los ttulos que debemos recordar. De manera especial, a

    travs de las dos direcciones fundamentales que venan perfilando susestudios: la crtica literaria y la lingstica. Sin olvidar un tercero: el delos panoramas culturales. Enumerar nombres es, en mucho, anticiparlibros, artculos, ensayos, notas, etc. que veremos en los prximoscaptulos. Por eso, me parece ms apropiado enunciar aqu, nicamente,

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    Emilio Carilla

    la trascendencia de la etapa final de Pedro Henrquez Urea, as comopunto de irradiacin -argentino- que la caracteriza.

    NOTAS1. Aunque estemos hoy lejos de las reflexiones del humanista alemn, no est de msrecordar sus renovadores conceptos y, no menos, su particular difusin en la AmricaHispnica, durante el siglo XIX. No cabe duda de que sus ideas ayudaban. Herder tuvo sinduda que ver con ciertas bases historicistas, relaciones entre el hombre y el medio, el hombrey el clima, visibles en escritores hispanoamericanos del pasado siglo. Agreguemos, la poesacomo eje de la historia (menos, sus referencias a las "voces de los pueblos").Ver Raimundo Lida, "Sarmiento y Herder", Memoria del Segundo Congreso Interna-cional de Catedrticos de Literatura Iberoamericana (California, 1940) 155-171; Universidad Nacional de Buenos Aires, Vico y Herder (Buenos Aires, 1948); y el libro Elromanticismo en la Amrica hispnica I (Ed. de Madrid, 1975) 149-150.2. E. Carilla, Hacia un humanismo hispanoamericano (separata de Thesaurus XX,Bogot: 1965), donde toma como ejemplos a Alfonso Reyes y Pedro Henrquez Urea. Conelementos comunes y, tambin, con diferencias que pueden marcar dos direcciones (no muyseparadas, claro): con regusto clasicista en Alfonso Reyes; con mayor persistencia de lomoderno (y aun con contactos sociales) en Henrquez Urea.3. Ver, en especial, con aportes de Max Henrquez Urea (sobre todo, primeros aos,iniciacin literaria, etc.), Emilio Rodrguez Demorizi (Pedro Henrquez Urea y Santo

    Domingo), Alfonso Reyes (diversas noticias sobre Don Pedro), Alfredo A. Roggiano (PedroHenrquez Urea y los EEUU), Rafael Alberto Arrieta (sobre la llegada de Pedro HenrquezUrea a la Argentina)...4. Ver Pedro Henrquez Urea, "Ariel" IV, Ensayos crticos (La Habana: 1905) dondeDon Pedro reconoce algunos de los "males" que Rod seala en los Estados Unidos, perotambin, por encima de tendencias "prcticas", advierte metas de bien moral y de mejoramiento social. En sntesis, lo que nota Pedro Henrquez Urea es la pugna de corrientesextremas. Orgullo, agresin, corrupcin, utilitarismo, por un lado. Por otro: idealismo,elevacin moral e intelectual.5. Por eso, sin duda, y por su espritu de justicia, Pedro Henrquez Urea insisti ms

    de una vez en sus elogios a Don Marcelino. No tanto para sostener la vigencia de sus obras(ya envejecidas en diversos aspectos) sino para defenderlo de juicios retaceadores queolvidaban las circunstancias en que trabaj Menndez y Pelayo y en lo que an tenapermanencia de l... (Ver, entre otras pginas, Pedro HenrquezUrea, Seis ensayos en buscade nuestra expresin [Buenos Aires, 1928] 39. All nos dice que, sin haber escrito Menndezy Pelayo una Historia de la literatura espaola con sus obras completas puede reconstruirseuna buena historia, no completa --dentro de lo relativo- pero s con abundancia de datosnuevos, originales de acuerdo al estado de la crtica de la poca).6. Escribi Pedro Henrquez Urea en 1936:

    He tratado extensamente el tema enDon Juan Ruiz de AlarcnMxico,1913, segunda edicin, La Habana, 1915; reimpresa sin notas enmiSeisensayos en busca de nuestra expresin, Buenos Aires, 1928. Conslteseadems el prlogo de Alfonso Reyes en su edicin de Comedias deAlarcn (Clsicos "La Lectura"). En su libro sobre Lope, Jos Bergamn llama a Alarcn tres veces intruso y una vez mexicano: es, dichacon mal humor, la diferencia que siempre se observ entre Alarcn ylos dramaturgos espaoles europeos, desde Juan Prez de Montalvn

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  • 7/28/2019 Carilla, Emilio - Pedro Henriquez Urena, Signo de America

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    Amrica: Temafundamental

    hasta Ferdinand Wolf. Vase tambin Dorothy Schons, The MexicanBackground 01Alarcn (PMLA 57, 1942) 69-104; Pedro HenrquezUrea, "El teatro de la Amrica Espaola en la poca colonial", INETCuadernos de Cultura Teatral 3 (Buenos Aires, 1936).Sobre la tesis de Pedro Henrquez Urea volver despus.7. Ver, sobre todo, Alfredo A. Roggiano, Pedro Henrquez Urea en los EstadosUnidos (Mxico, 1961) 200-203.8. Hacia 1926-1928, Pedro Henrquez Urea escriba: "El andalucismo de Amrica esuna fbrica de poco fundamento, de tiempo atrs derribada por Cuervo". Y en nota:

    A las pruebas y razones que adujo Cuervo en su artculo 'El castellanoen Amrica', Bulletin Hispanique (Burdeos, 1901), he agregado otrasen dos trabajos mos: 'Observaciones sobre espaol en Amrica',Revista de Filologa Espaola (Madrid 1921)YEl supuesto andalucis-mo de Amrica, en la publicaciones del Instituto de Filologa de laUniversidadNacional de Buenos Aires, 1925. (Pedro HenrquezUrea,Seis ensayos en busca de nuestra expresin, 42).

    Ver, ahora, el replanteo que hace del problema del andalucismo Guillermo Guitarte ensu estudio 'Cuervo, Henrquez Urea y la polmica sobre el andalucismo en Amrica', VoxRomanica, XVII,2 (1958): 363-416; reimpreso con el ttulo "Sobre el andalucismo enAmrica", Thesaurus XIV (Bogot, 1959). En realidad, la bibliografa es ms nutrida, perosobre este problema volver, ms detalladamente, en otro captulo.

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  • 7/28/2019 Carilla, Emilio - Pedro Henriquez Urena, Signo de America

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    LA CRTICA LITERARIAEN PEDRO HENRQUEZ UREASin pretender que se trata de una exactitud, ll