Bobbio, Norberto - El Futuro de La Democracia

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    Secc i ndeo b r a sde Po l t ic a y De r e cho

    EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA

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    NORBERTO BOBBIO

    EL FUTURODE LA DEMOCRACIA

    Traduccin deJo s F. Fer n n d ez Sa n t il l n

    FONDO DE CULTURA ECONMICAm x i c o

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    Primera edicin en italiano, 1984Primera edicin en espaol, 1986

    Ttulo original:IIfuturo della democrazia

    1984, Giulio Einaudi Editore, s.p.a, Turn'ISBN 88-06-05754-5

    D. R. 1986, Fondode Cu l t u r a Econ mica , S. A. de C. VAv. de la Universidad 975; Mxico, D. F.

    ISBN 968-16-2250-2Impreso en Mxico

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    INTRODUCCIN

    Reno en este pequeo volumen algunos escritos que hice en los ltimos aossobre las llamadas transformaciones de la democracia. Uso el trmino transformacin en sentido axiolgicamente neutro, sin atenerme a un significadopositivo o a uno negativo. Prefiero hablar de transformacin ms que de crisis,porque crisis hace pensar en un colapso inminente: en el mundo la democracia no goza de ptima salud, y por lo dems tampoco en el pasado pudo disfrutar de ella, sin embargo, no est al borde de la muerte. A pesar de lo que

    se diga, ninguno de los regmenes democrticos nacidos en Europa despusde la segunda Guerra Mundial ha sido abatido por una dictadura, como sucedi en cambio despus de la primera. Al contrario, algunas dictaduras quesobrevivieron a la catstrofe de la guerra se transformaron en democracias.Mientras el mundo sovitico est agitado por sacudimientos democrticos, elmundo de las democracias occidentales no est seriamente amenazado pormovimientos fascistas.

    Para un rgimen democrtico, estar en transformacin es el estado natural; la democracia es dinmica, el despotismo es esttico y siempre igual a s

    mismo. Los escritores democrticos de fines del sigloXVIII contraponan lademocracia moderna (representativa) a la democracia de los antiguos (directa);pero no hubieran dudado en considerar el despotismo de su tiempo de lamanera que el que describieron los escritos antiguos; pinsese en Mon-tesquieu y Hegel y en la categora del despotismo oriental. Hay quien ha usado,con razn o sin ella, el concepto de despotismo oriental para explicar la situacin de la Unin Sovitica. Cuando hoy se habla de democracia occidentalse hace referencia a regmenes surgidos en los ltimos doscientos aos, despus de las revoluciones norteamericana y francesa. A pesar de ello, un autor

    muy ledo en Italia, C. B. Macpherson, crey poder ubicar por lo menos cuatrofases de desarrollo de la democracia moderna, desde sus orgenes decimonnicos hasta hoy.Entre los ltimos escritos sobre el tema seleccion ios que me parecieron

    de una cierta actualidad, aunque no estuvieran vinculados a sucesos cotidianos.Coloco al inicio, en orden cronolgico, el ltimo, que es el que da el ttulo atodo el volumen. Este estudio naci como una conferencia sostenida en noviembre del ao pasado (1983) en el Palacio de las Cortes de Madrid, la cualfui a impartir por invitacin de su presidente, el profesor Gregorio Peces-

    Barba; posteriormente, corregido y aumentado, sirvi para la disertacinintroductoria que present en el Congreso internacional Ya comenz el futuro,que tuvo lugar en Locarno en mayo pasado (1984) y cuya realizacin se lleval cabo gracias al profesor Francesco Barone. En sntesis, este escrito repre-

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    senta las transformaciones de la democracia dentro de la lnea de las falsas

    promesas o de la diferencia entre la democracia ideal como fue concebidapor sus padres fundadores y la democracia real como la vivimos, con mayoro menor participacin, cotidianamente.

    Despus del debate en el Congreso de Locamo considero que es til precisar mejor que de aquellas falsas promesas la sobrevivencia del poder invisible,la permanencia de las oligarquas, la supresin de los cuerpos intermedios, lareivindicacin de la representacin de los intereses, la participacin interrumpida, el ciudadano no educado (o maleducado) , algunas no podan sersostenidas objetivamente y, por tanto, eran ilusiones desde el principio, otras,ms que promesas, esperanzas mal correspondidas, as como aquellas que seencontraron con obstculos imprevistos. Todas son situaciones por las cualesno se puede hablar propiamente de degeneracin de la democracia, sinoms bien se debe hablar de la adaptacin natural de los principios abstractosa la realidad o de la inevitable contaminacin de la teora cuando es obligada a someterse a las exigencias de la prctica. Todas, excepto una: la sobrevivencia (y la slida consistencia) de un poder invisible, como sucede en nuestropas, al lado o abajo (o incluso sobre) del poder visible. La democracia se puededefinir de muchas maneras, pero no hay definicin que pueda excluir de sus

    connotados la visibilidad o transparencia del poder. Elias Canetti escribi:El secreto est en el ncleo ms interno del poder. Los constructores de losprimeros regmenes democrticos se propusieron dar vida a una forma degobierno en la que este ncleo duro fuese destruido definitivamente (vaseLademocracia y el poder invisible). Es indiscutible que la permanencia de lasoligarquas, o de las lites en el poder, se opone a los ideales democrticos.Esto no evita que siempre existan una diferencia sustancial entre un sistemapoltico, en el que hay muchas lites en competencia en la arena electoral, yun sistema en el que existe un solo grupo de poder que se renueva por cooptacin. Mientras la presencia de un poder invisible corrompe la democracia, laexistencia de grupos de poder que se alternan mediante elecciones libres permanece, por lo menos hasta ahora, como la nica forma en la que la democracia ha encontrado su realizacin concreta. Lo mismo sucede con respectoa los limites que ha encontrado el uso de los procedimientos propios de lademocracia al ampliarse hacia centros de poder tradicionalmente autocr-ticos, como la empresa o el aparato burocrtico: ms que de un fracaso setrata de un desarrollo interrumpido. Por lo que toca a la representacin de losintereses, que est erosionando paulatinamente el campo que debera habersido reservado exclusivamente para la representacin poltica, ella es ni ms nimenos, incluso para quienes la rechazan, una forma de democracia alternativa que tiene su terreno natural de expansin en una sociedad capitalista, enla que los sujetos de la accin poltica son crecientemente los grupos organizados, por tanto, es muy diferente de aqulla prevista por la doctrina demo

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    crtica que no estaba dispuesta a reconocer algn ente intermedio entre los

    individuos especficos y la nacin en su conjunto. Si se puede hablar de unacrisis a raz del avance de la representacin de los intereses y de su consecuentefenmeno, el aumento de decisiones tomadas mediante acuerdos entre las partes, sta se refiere menos a la democracia que a la imagen tradicional delEstado soberano ubicado por encima de las partes (vaseContrato y contrac-tualismo en el debate actual). En fin, ms que una falsa promesa, el estancamiento de la educacin de la ciudadana, segn la cual el ciudadano investidodel poder de elegir a sus gobernantes habra seleccionado a los ms sabios,honestos e ilustrados de entre sus conciudadanos, se puede considerar como

    el efecto de una ilusin derivada de una concepcin excesivamente optimistadel hombre como animal poltico: el hombre persigue el propio inters lomismo en el mercado econmico que en el mercado poltico. Pero, hoy ningunopiensa confutar a la democracia, como se sostiene desde hace aos, que el votoes una mercanca que se puede ofrecer al mejor postor.Naturalmente, todo este discurso solamente es vlido si nos atenemos a lo

    que llamo la definicin mnima de democracia, de acuerdo con la cual inicialmente se entiende por rgimen democrtico un conjunto de reglas procesalespara la toma de decisiones colectivas en el que est prevista y propiciada la

    ms amplia participacin posible de los interesados. S bien que semejantedefinicin procesal, o formal, o, en sentido peyorativo, formalista, es demasiado pobre para los movimientos que se dicen d izquierda. Pero, por encimadel hecho que no existe otra definicin tan clara, sta es la nica que nosofrece un criterio infalible para introducir una primera gran distincin (independientemente de cualquier juicio de valor) entre dos tipos ideales opuestos, de formas de gobierno. Es conveniente agregar que si se incluye en elconcepto general de democracia la estrategia del compromiso entre las partesmediante el libre debate para la formacin de una mayora, la definicin que

    aqu se propone refleja mejor la realidad de la democracia representativa, noimporta que se trate de la representacin poltica o de la representacin de losintereses, que la de la democracia directa: el referndum, que no puede ponerlos problemas ms que en forma dilemtica, obstaculiza el acuerdo y favoreceel conflicto; y, precisamente por esto, sirve ms para dirimir controversiassobre los principios que para resolver conflictos de inters (vaseDemocraciarepresentativa y democracia directa). Asimismo, es oportuno precisar, especialmente para quien pone las esperanzas de una transformacin, en el nacimiento de los movimientos, que la democracia, como mtodo, est abierta atodos los posibles contenidos, pero a la vez es muy exigente en el pedir respetopara las instituciones, porque precisamente en esto reposan todas las ventajasdel mtodo; entre estas instituciones estn los partidos, nicos sujetos autorizados para fungir como mediadores entre los individuos y el gobierno (vaseLos vnculos de la democracia).

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    No excluyo que esta insistencia en las reglas, es decir, en consideraciones

    formales ms que sustanciales, derive de la deformacin profesional de quienense durante dcadas en una facultad de Derecho. Sin embargo, un funcionamiento correcto de un rgimen democrtico solamente es posible en el mbitodel modo de gobernar que, de acuerdo con una tradicin que se remonta alos antiguos, se llama gobierno de las leyes (vaseGobierno de los hombreso gobierno de las leyes?). Retomo mi vieja idea de que el Derecho y el poderson dos caras de la misma moneda: slo el poder puede crear Derecho y sloel Derecho puede limitar e) poder. El Estado desptico es el tipo ideal deEstado de quien observa desde el punto de vista del poder; en el extremo

    opuesto est el Estado democrtico, que es el tipo ideal de Estado de quienobserva desde el punto de vista del Derecho. Los antiguos cuando exaltabanel gobierno de ias leyes contraponindolo al gobierno de los hombres pensaban en las leyes derivadas de la tradicin o planteadas por los grandes legisladores. Hoy, cuando hablamos de gobierno de las leyes pensamos en primerlugar en las leyes fundamentales, que establecen no tanto lo que los gobernados deben hacer, sino la forma en que las leyes deben ser planteadas, y sonnormas que obligan a los mismos gobernantes ms que a los ciudadanos:tenemos en mente un gobierno de las leyes a un nivel superior, en el que losmismos legisladores son sometidos a normas ineludibles. Un ordenamiento deeste tipo solamente es posible si aquellos que ejercen los poderes en todos losniveles pueden ser controlados en ltima instancia por los detentadores originarios del poder ltimo, los individuos especficos.Jams ser exagerado sostener contra toda tentacin organicista recurrente

    (no extraa al pensamiento poltico de izquierda) que la doctrina democrticareposa en una concepcin individualista de la sociedad, por lo dems seme

    jante al liberalismo (vaseLiberalismo antiguo y moderno),lo que explicapor qu la democracia moderna se ha desarrollado y hoy existe solamenteall donde los derechos de libertad han sido reconocidos constitucionalmente.Observando el asunto atentamente, ninguna concepcin individualista de lasociedad, lo mismo el individualismo ontolgico que el individualismo metodolgico, excluye el hecho de que el hombre es un ser social y no puede vivir, niobjetivamente vive, aislado. 'Las relaciones del individuo con la sociedad sonvistas por el liberalismo y por la democracia de diferentes maneras: el primerosepara al individuo del cuerpo orgnico de la comunidad y lo hace vivir, por lomenos durante gran parte de su vida, fuera del seno materno, y lo introduceen el mundo desconocido y lleno de peligros de la lucha por la sobrevivencia;la segunda lo integra a otros hombres semejantes a l para que de su uninartificial la sociedad sea recompuesta ya no como un todo orgnico, sino comouna asociacin de individuos libres. El primero pone en evidencia sobre todola capacidad de autoformarse del individuo; la segunda exalta sobre todo laaptitud de superar el aislamiento mediante-diversas habilidades que permiten

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    instituir finalmente un poder no-tirnico. En el fondo se trata de dos individuos potencialmente diferentes: como microcosmos o totalidad completa ens misma, o como parte indivisible, pero componible o recomponible de diversasmaneras con otras partes semejantes en una unidad superior.Todos los textos reunidos aqu tratan problemas generales y son (o mejor

    dicho quisieran ser) elementales. Fueron escritos para un pblico que se interesapor la poltica, no para los especialistas. Son textos que en otros tiempos se habran llamado de filosofa popular. Fueron dictados por una preocupacinesencial: hacer descender la democracia del cielo de los principios a la tierradonde chocan fuertes intereses. Siempre pens que esta es la nica manera dedarse cuenta de las contradicciones en las que se mueve una sociedad democrtica y de los difciles caminos que debe seguir para salir de ellas sin perderse,para reconocer sus vicios congnitos sin desanimarse y sin perder la ilusinde poder mejorarla. Si me imaginara a los interlocutores que quisiera, noprecisamente convencer, sino hacer menos desconfiados, no seran aquellosque desdean y se oponen a la democracia como el gobierno de los malogrados la derecha reaccionaria perenne, que resurge continuamente bajolas ms diversas vestimentas, pero con el rencor de siempre contra los principios inmortalessino aquellos que quisieran destruir nuestra democraciasiempre frgil, vulnerable, corrompible y frecuentemente corruptaparahacerla ms perfecta; seran aquellos que, retomando la famosa imagen hob-besiana, se comportan como las hijas de Pelias, que hicieron pedazos al viejopadre para hacerlo renacer. Abrir el dilogo con los primeros puede ser tiempoperdido, continuarlo con los segundos permite confiar en la fuerza de lasbuenas razones.

    No r b e r t o Bobbio Turn, octubre de 1984

    Los escritos que aparecen en esta recopilacin fueron publicados: II futuro della democrazia,enCivilt dellemacchine,1984; Democrazia reppresentativa e democrazia diretta, en AA. VV.,Democrazia eparticipazione,

    Stampatori, Turn, 1978, pp. 19-46; I vincoli della democrazia, enLa poltica possible,Tulio Pironto, Npoles, 1983, pp. 39-61; La democrazia e il potere invisibile,en Hivista italiana di scienzu poltica,x 1980, pp. 181-203: "Liberalismo vecthio e nuovo, enMondoperaio,nm. 11, 1981, pp. 86-94; Contrallo e coniratlualismo nel dibattiio auuale ',Ibidem,nm. 11, 1982, pp. 84-92; Govemo degli uomini o governo delle leggi?, en Nuovaantologa,nm. 2145, enero-marzo 1983, pp. 135-52.

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    I. EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA

    1. In t r o d u c c i n n o pedida

    INVIT ADOa presentar una disertacin sobre el porvenir de la democracia, temapor dems insidioso, me defiendo con dos citas. Hegel, en sus lecciones defilosofa de la historia en la Universidad de Berln, ante la pregunta hecha porun estudiante de si los Estados Unidos de Amrica debiera ser consideradocomo el pas del maana, respondi, muy molesto: Como pas del maanalos Estados Unidos de Amrica no me competen. El filsofo no tiene que vercon las profecas [...] La filosofa se ocupa de lo que es eterno, o sea, de la

    razn, y con esto ya tenemos bastante.1Max Weber, en su famosa conferencia,sostenida ante los estudiantes de la Universidad de Munich al final de la guerra,sobre la ciencia como vocacin, respondi al auditorio que le preguntabainsistentemente su opinin sobre el futuro de Alemania: "La ctedra no es nipara los demagogos ni para los.profetas.2Aun quien no acepte los argumentos utilizados por Hegel y Weber y los

    considere un pretexto, no podr dejar de reconocer que el oficio de profeta espeligroso. La dificultad de conocer el maana tambin depende del hechode que cada uno de nosotros proyecta en el futuro las propias aspiraciones

    e inquietudes, mientras la historia sigue su camino, desdeando nuestraspreocupaciones, un camino formado por millones y millones de pequeos,minsculos, hechos humanos que ninguna mente, por fuerte que pueda ser,

    jams ha sido capaz de recopilar en una visin de conjunto que no sea demasiado esquemtica para ser admitida. Por esto las previsiones de los grandesseores del pensamiento se han mostrado equivocadas a lo largo de la historia,comenzando por las de quien parte de la humanidad consider y considera anfundador de una nueva e infalible ciencia de la sociedad: Carlos Marx.Para darles rpidamente mi opinin si me preguntan si la democracia tiene

    un porvenir y cul sea ste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondotranquilamente que no lo s. En esta disertacin mi intencin es pura y simplemente la de hacer alguna observacin sobre el estado actual de los regmenesdemocrticos, y con ello, retomando la idea de Hegel, creo qe ya tenemosbastante. Tanto mejor si de estas observaciones se pueda extrapolar una tendencia en el desarrollo (o involucin) de estos regmenes, y por tanto intentaralgn pronstico cauteloso sobre su futuro.

    1 G. W. F. Hegel, Vorlesungen ber diePhilosophieder Geschichte, I: DzeVemunft tn derOeschichle,Meiner, Leipzig, 1917, p. 200 [hay una edicin en espaol ton el Ululo de Leccionessobrelafilosofa delahistoria universal,Alianza, Madrid].

    " M. Weber, "La scienza como prefessione", en II lavara inlelletlualle como prefessiono,Einaudi, Turin, p. 64.

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    2. UNA DEFINICIN MNIMA DE DEMOCRACIA

    Hago la advertencia de que la nica manera de entenderse cuando se hablade democracia, en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno' autocrtico, es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primariaso fundamentales) que establecen quin est autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo quprocedimientos. Todo grupo social tiene necesidadde tomar decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo con elobjeto de mirar por la propia sobrevivencia, tanto en el interior como en el exterior. 1Pero incluso las decisiones grupales son tomadas por individuos (elgrupo como tal no decide). As pues, con el objeto de que una decisin tomada

    por individuos (uno, pocos, muchos, lodos) pueda ser aceptada como unadecisin colectiva, es necesario que sea tomada con base en reglas (no importasi son escritas o consuetudinarias) que establecen quines son los individuosautorizados a tomar las decisiones obligatorias para todos los miembros delgrupo, y coh qu procedimientos. Ahora bien, por lo que respecta a los sujetosllamados a tomar (o a colaborar en la loma de) decisiones colectivas, unrgimen democrtico se caracteriza por la atribucin de este poder (que encuanto autorizado por la ley fundamental se vuelve un derecho) a un nmeromuy elevado de miembros del grupo. Me doy cuenta de que un nmero muy

    elevado es una expresin vaga. Pero por encima del hecho de que los discursos polticos se inscriben en el universo del ms o menos o del por lo dems,no se puede decir todos, porque aun en el ms perfecto de los regmenesdemocrticos no votan los individuos que no han alcanzado una cierta edad.Como gobierno de todos la omnicracia es un ideal lmite. En principio, nose puede establecer el nmero de quienes tienen derecho al voto por el que sepueda comenzar a hablar de rgimen democrtico, es decir, prescindiendode las circunstancias histricas y de un juicio comparativo: solamente se puededecir que en una sociedad, en la que quienes tienen derecho al voto son los

    ciudadanos varones mayores de edad, es ms democrtica que aquella enla que solamente votan los propietarios y, a su vez, es menos democrtica queaquella en la que tienen derecho al voto tambin las mujeres. Cuando se diceque en el siglo pasado en algunos pases se dio un proceso continuo de democratizacin se quiere decir que el nmero de quienes tienen derecho al votoaument progresivamente.Por lo que respecta a la modalidad de la decisin la regla fundamental

    de la democracia es la regla de la mayora, o sea, la regla con base en la cualse consideran decisiones colectivas y, por tanto, obligatorias para todo el grupo,

    las decisiones aprobadas al menos por la mayora de quienes deben de tomarla decisin. Si es vlida una decisin tomada por la mayora, con mayor razn

    3 Sobre este punto vase mi ensayo Decisioni individuali e collettivo, enRicherche politichedue (Identit, interessi e scelte collettivo). II saggiatore, Miln, 1983, pp. 9-30.

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    es vlida una decisin tomada por unanimidad.4 Pero la unanimidad es posiblesolamente en un grupo restringido u homogneo, y puede ser necesaria endos casos extremos y contrapuestos: en una decisin muy grave en la que cadauno de los participantes tiene derecho de veto, o en una de poca importanciaen la que se declara condescendiente quien no se opone expresamente (s elcaso del consenso tcito). Obviamente la unanimidad es necesaria cuandolos que deciden solamente son dos, lo que distingue netamente la decisinconcordada de la decisin tomada por ley (que normalmente es aprobadapor mayora).Por lo dems, tambin para una definicin mnima de democracia, como

    es la que adopto, no basta ni la atribucin del derecho de participar directao indirectamente en la toma- de decisiones colectivas para un nmero muyalto de ciudadanos ni la existencia de reglas procesales como la de mayora(o en el caso extremo de unanimidad). Es necesaria una tercera condicin: esindispensable que aquellos que estn llamados a decidir o a elegir a quienesdebern decidir, se planteen alternativas reales y estn en condiciones de seleccionar entre una u otra. Con el objeto de que se realice esta condicin es necesario que a quienes deciden les sean garantizados los llamados derechos delibertad de opinin, de expresin de la propia opinin, de reunin, de asociacin, etc., los derechos con base en los cuales naci el Estado liberal y se

    construy la doctrina del Estado de Derecho en sentido fuerte, es decir, delEstado que no slo ejerce el poder sub lege,'sino que lo ejerce dentro de loslmites derivados del reconocimiento constitucional de los llamados derechosinviolables del individuo. Cualquiera que sea el fundamento filosfico deestos derechos, ellos son el supuesto necesario del correcto funcionamientode los mismos mecanismos fundamentalmente procesales que caracterizanun rgimen democrtico. Las normas constitucionales que atribuyen estosderechos no son propiamente reglas del juego: son reglas preliminares quepermiten el desarrollo del juego.

    De ah que el Estado liberal no solamente es el supuesto histrico sino tambin jurdico del Estado democrtico. El Estado liberal y el Estado democrticoson interdependientes en dos formas: 1) en la lnea que va del liberalismo a lademocracia, en el sentido de que son necesarias ciertas libertades para el correcto ejercicio del poder democrtico; 2) en la lnea opuesta, la que va de lademocracia al liberalismo, en el sentido de que es indispensable el poderdemocrtico para garantizar la existencia y la persistencia de las libertadesfundamentales. En otras palabras: es improbable que un Estado no liberal

    4 Me ocup ms ampliamente de este tema en el artculo La regola della maggioranza: iimitie aporie, en AA.VV.Democrazia, maggioranza e minoranza, II Mulino, Bolonia, 1981,pp. 33 72; y en La regola di maggioranza e i suoi limiti, en AA.VV., Soggeti e potere. Undibattito su societ civile e crisi della poltica, Biblioplis, Npoles, 1983, pp. 11-23.

    * Sometido a la ley.

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    pueda asegurar un correcto funcionamiento de la democracia, y por otra partees poco probable que un Estado no democrtico sea capaz de garantizar laslibertades fundamentales. La prueba histrica de esta interdependencia esten el hecho de que el Estado liberal y el Estado democrtico cuando caen,caen juntos.

    3. LosIDEALES Y LA CRUDA REALIDAD

    Esta referencia a los principios me permite entrar en materia, de hacer, comodije, alguna observacin sobre la situacin actual de la democracia. Se tratade un tema que tradicionalmente se debate bajo el nombre de transforma

    ciones de la democracia. Si se reuniese" todo lo que se ha escrito sobre lastransformaciones de la democracia o sobre la democracia en transformacinse podra llenar una biblioteca. Pero la palabra transformacin es tan vagaque da lugar a las ms diversas interpretaciones: desde la derecha (pienso porejemplo en el libro de Pareto, Trasformazione della democrazia, 1920,5 verdadero arquetipo de una larga e ininterrumpida serie de'lamentaciones sobre lacrisis de la civilizacin), la democracia se ha transformado en un rgimensemi-anrquico que tendr como consecuencia la destruccin del Estado;desde la izquierda (pienso por ejemplo en un libro como el de Johannes Agnoli,

    Die Transformationen der Democratie, 1967, tpica expresin de la crticaextraparlamentaria), la democracia parlamentaria se est transformando cadavez ms en un rgimen autocrtico. Me parece ms til para nuestro objetivoconcentrar nuestra reflexin en la diferencia entre los ideales democrticos y lademocracia real (uso esta expresin en el mismo sentido en el que se hablade socialismo real), que en la transformacin. No hace muchos das uninterlocutor me record las palabras conclusivas que Pastemak hace decir aGordon, el amigo del doctor Zivago: Muchas veces ha sucedido en la historia.Lo que fue concebido como noble y elevado se ha vuelto una cruda realidad,

    as Grecia se volvi Roma, la Ilustracin rusa se convirti en la Revolucinrusa.6 De la misma manera agrego, el pensamiento liberal y democrticode Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, John Stuart Mili, se volvi laaccin de... (pongan ustedes el nombre que les parezca, no tendrn dificultaden encontrar ms de uno). Precisamente es de esta cruda realidad y no delo que fue concebido como noble y elevado que debemos hablar o, si ustedesquieren, del contraste entre lo que haba sido prometido y lo que se realizefectivamente.Sealo seis de estas falsas promesas.

    5 V. Pareto,Trasformazionedella democrazia, Corbaccio, Miln, 1920, que es una recopila-cin de artculos publicados en laRivista di Milanoentre mayo y julio de 1920. El libro deAgnoli, aparecido en 1967, fue traducido al italiano por Feltrinelli, Miln, 1969.

    6 Boris L. Pasternak, II dottor Zivago, Feltrinelli, Miln, 1977, p. 673.

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    4. ELNACIMIENTO DE LA SOCIEDAD PLURALISTA

    L democracia naci de una concepcin individualista de la sociedad, es decir,

    de una concepcin por la cual, contrariamente a la concepcin orgnicadominante en la Antigedad y en la Edad Media segn la cual el todo esprimero que las partes, la sociedad, toda forma de sociedad, especialmente lasociedad poltica, es un producto artificial de la voluntad de los individuos. Lostres sucesos que caracterizan la filosofa social de la poca moderna y queconfluyeron en la formacin de la concepcin individualista de la sociedady del Estado y en la disolucin de la concepcin orgnica son: a) el contrac -tualismo del siglo XVII yXVIU, que parte de la hiptesis de que antes de lasociedad civil existe el Estado de naturaleza, en el que los soberanos son los

    individuos libres e iguales, los cuales se ponen de acuerdo para dar vida a unpoder comn que tiene a funcin de garantizar la vida y la libertad de estosindividuos (adems de su propiedad); b)el nacimiento de la economa poltica,o sea, de un anlisis de la sociedad y de las relaciones sociales cuyo sujetoes una vez ms el individuo, el homo oeconomicus, y no elzn pottiknde latradicin, que no es considerado por s mismo, sino slo como miembro de unacomunidad, el individuo especfico que, de acuerdo con'Adam Smith, persiguiendo el inters propio, frecuentemente promueve el inters social de manerams eficaz que lo que pretenda realmente promover (por lo dems es cono

    cida la reciente interpretacin de Macpherson, de que el Estado de naturalezade Hobbes y de Locke es una prefiguracin de la sociedad de mercado);7c) lafilosofa utilitarista, de Bentham a Mili, segn la cual el nico criterio parafundamentar una tica objetiva y, por tanto, para distinguir el bien del malsin recurrir a conceptos vagos como naturaleza o cosas por el estilo, es elde partir de consideraciones de condiciones esencialmente individuales, comoel placer y el dolor, y de resolver el problema tradicional del bien comn enla suma de los bienes individuales o, de acuerdo con la frmula de Bentham.en la felicidad del mayor nmero.

    Partiendo de la hiptesis del individuo soberano que, al ponerse de acuerdocon otros individuos igualmente soberanos, crea l sociedad poltica, la doctrinademocrtica haba ideado un Estado sin cuerpos intermedios, caractersticosde la sociedad corporativa de las ciudades medievales y del Estado estamentalo de rdenes anteriores a la afirmacin de las monarquas absolutas, unasociedad poltica en la que, entre el pueblo soberano, compuesto por muchosindividuos (un voto por cabeza) y sus representantes, no existiesen las sociedadesparticulares criticadas por Rousseau y privadas de autoridad por la Ley LeChapelier (abrogada en Francia solamente en 1887). Lo que ha sucedido en

    los Estados democrticos es exactamente lo opuesto: los grupos se han vueltocada vez ms los sujetos polticamente pertinentes, las grandes organizaciones,

    7 Me refiero al famoso libro de C. B. Macpherson,ThePolttical Theory of PossesiveIndivi-dualism,Clarendon Press, Oxford, 1962.

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    las asociaciones de la ms diferente naturaleza, los sindicatos de las ms diversas actividades, los partidos de las ms diferentes ideologas y, cada vez

    menos, los individuos. No son los individuos sino los grupos los protagonistasde la vida poltica en una sociedad democrtica, en la que ya no hay un solosoberano, ni el pueblo o la nacin, compuesto por individuos que adquirieronel Derecho de participar directa o indirectamente en el gobierno, el pueblocomo unidad ideal (o mstica), sino el pueblo dividido objetivamente en gruposcontrapuestos, en competencia entre ellos, con su autonoma relativa conrespecto al gobierno central (autonoma que los individuos especficos perdierony que jams han recuperado ms que en un modelo ideal de gobierno democrtico que siempre ha sido refutado por los hechos).

    El modelo ideal de la sociedad democrtica era el de una sociedad centrpeta.La realidad que tenemos ante nosotros es la de una sociedad centrfuga, queno tiene un solo centro de poder (la voluntad general de Rousseau), sinomuchos, y merece el nombre, en el que concuerdan los estudiosos de la poltica, de sociedad policntrica o polirquica (o en trminos ms fuertes perono por ello menos apropiados, policrtica). El modelo del Estado democrticobasado en la soberana popular, que fue ideado a imagen y semejanza de lasoberana del prncipe, fue el modelo de una sociedad monista. La sociedadreal que subyace en los gobiernos democrticos es pluralista.

    5. LaREIVINDICACIN DE LOS INTERESES

    De esta primera transformacin (primera porque se refiere a la distribucindel poder) deriva la segunda referente a la representacin. La democraciamoderna, nacida como democracia representativa, en contraposicin a lademocracia de los antiguos, debera haber sido caracterizada por la representacin poltica, es decir, por una forma de representacin en la que el representante, al haber sido llamado a velar por los intereses de la nacin, no

    puede ser sometido a un mandato obligatorio. El principio en el que se basala representacin poltica es exactamente la anttesis de aqul en el que sefundamenta la representacin de los intereses, en la que el representante, altener que velar por los intereses particulares del representado, est sometidoa un mandato obligatorio (precisamente el del contrato del Derecho privadoque prev, la revocacin por exceso de mandato). Uno de los debates msclebres e histricamente significativos que se desarrollaron en la Asambleaconstituyente francesa, de la que naci la Constitucin de 1791, fue el quecontempl el triunfo de quienes sostuvieron que el diputado, una vez elegido,

    se converta en el representante de la nacin y ya no poda ser consideradoel representante de los electores: en cuanto tal no estaba obligado por ningnmandato. El mandato libre fue una prerrogativa del rey quien, convocandoa los Etados Generales, pretendi que los delegados de las rdenes no fuesen

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    enviados a la Asamblea conpouvoirs restrictifs.8 El mandato libre, expresinincuestionable de la soberana, fue transferido de la soberana del rey a la

    soberana de la asamblea elegida por el pueblo. Desde entonces, la prohibicinde mandato imperativo se transform en una regla constante de todas lasconstituciones de democracia representativa; la defensa de la representacinpoltica sierhpre ha encontrado seguidores convencidos entre los partidariosde la democracia representativa en contra de los intentos de sustituirla o devincularla con la representacin de los intereses.Jams una norma constitucional ha sido tan violada o>mo la prohibicin

    de mandato imperativo; jams un principio ha sido tan menospreciado comoel de la representacin poltica. Pero en una sociedad compuesta por grupos

    relativamente autnomos, que luchan por la supremaca para hacer valer susintereses en contra de otros grupos, tal norma, tal principio, hubiera podidoser realizado? Por encima del hecho de que cada grupo tiende a identificar losintereses nacionales con los intereses del propio grupo existe algn criteriogeneral que permita distinguir el inters general del inters particular de esteo de aquel grupo, o de la combinacin de intereses particulares de gruposque se ponen de acuerdo entre ellos en detrimento de otros? Quien representaintereses particulares tiene siempre un mandato imperativo. Dnde podemosencontrar un representante que no represente intereses particulares? La res

    puesta es obvia, no lo vamos a encontrar en los sindicatos de los cuales dependela estipulacin de los convenios, como los acuerdos nacionales sobre la organizacin y el costo del trabajo, que tienen una gran importancia poltica. Enel Parlamento? Pero qu es lo que representa la disciplina de partido si nouna abierta violacin de la prohibicin de mandato imperativo? Aquellos quea veces huyen de la disciplina de partido aprovechando el voto secreto nohan sido calificados como francotiradores, es decir, como rprobos expuestosa la censura pblica? Adems de todo, la prohibicin de mandato imperativoes una regla sin sancin. Ms an, la nica sancin que teme el diputado,

    cuya reeleccin depende del apoyo del partido, es la que deriva de la transgresin de la regla opuesta que le impone considerarse obligado por el mandatoque recibi del propio partido.Una prueba de la reivindicacin, dira definitiva, de la representacin de los

    intereses sobre la representacin poltica, es el tipo de relacin que se hainstaurado en la mayor parte de los Estados democrticos europeos, entre losgrandes grupos de intereses contrapuestos (representantes de los industrialesy de los obreros respectivamente) y el Parlamento, una relacin que ha dadolugar a un nuevo tipo de sistema social que ha sido denominado, bien o mal,

    neocorporativo.9 Tal sistema est caracterizado por una relacin triangular8 Para una documentacin ms amplia ver: P. Violante, Lo spazio della rappresentanza,

    Francia 1788-1789,Mozzone, Palermo, 1981.9 En particular me refiero al debate que se est desarrollando con. creciente intensidad en

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    en la que el gobierno, representante de los intereses nacionales (tericamente),interviene nicamente como mediador entre las partes sociales y, a lo ms,

    como rbitro (generalmente impotente) del respeto de los acuerdos. Aquellosque elaboraron, hace diez aos aproximadamente, este modelo, que hoy esten el centro de la discusin, sobre las transformaciones de la democracia, definieron la sociedad neocorporativa como una forma de solucin de los conflictos sociales que utiliza un procedimiento, el del acuerdo entre las grandesorganizaciones, que no tiene nada que ver con la representacin politica, yque, en cambio, es .una tpica expresin de la representacin de intereses.

    6. Pe r s is t e n c ia

    d e

    l a s

    o l ig a r q u a s

    Considero en tercer lugar, como una falsa promesa, la derrota del poder oligrquico. No tengo necesidad de insistir en el particular porque es un temamuy tratado y poco controvertido, por lo menos desde que a finales del siglopasado Gaetano Mosca expuso la teora de la clase poltica que fue llamada,gracias a Pareto, teora de las lites. 1 principio fundamental del pensamientodemocrtico siempre ha sido la libertad entendida como autonoma, es decir,como capacidad de legislar para si mismo, de acuerdo con la famosa definicinde Rousseau, que debera tener como consecuencia la plena identificacin

    entre quien pone y quien recibe una regla de conducta y, por tanto, la eliminacin de la tradicional distincin, en la que se apoya todo el pensamientopoltico, entre gobernados y gobernantes. La democracia representativa, quees la nica forma de democracia existente y practicable, es en s misma larenuncia al principio de la libertad como autonoma. Es pueril la hiptesisde que la futura computocracia, como Ta sido llamada, permita el ejercicio dela democracia directa, es decir, que d a cada ciudadano la posibilidad de trasmitir su voto a un cerebro electrnico. A juzgar por las leyes que son promulgadas cada ao en Italia, el buen ciudadano debera ser llamado a manifestar su voto por lo menos una vez al da. El exceso de participacin, queproduce el fenmeno que Dahrendorf llam, desaprobndolo, del ciudadanototal, puede tener como efecto la saturacin de la poltica y el aumento de laapata electoral.10 El precio que se debe pagar por el compromiso de pocos esfrecuentemente la indiferencia de muchos. Nada es ms peligroso para lademocracia que el exceso de democracia.Naturalmente la presencia de lites en el poder no borra la diferencia entre

    regmenes democrticos y regmenes autocrticos. Esto lo saba Mosca, que eraItalia alrededor de las tesis de Ph. Schmitter, sobre el cual puede verse la antologaLa socit

    neo-corporativa, a cargo de M. Maraffi, 11 Mulino, Bolonia, 1981, y el libro a dos manosde L. Bordogna y G. Provasi, Poltica, economa erappresentanza dgli interessi, 11 Mulino,Bolonia. 1984.10 Me refiero a R. Dahrendorf, II cittadino totale, Centro de investigacin y documentacin

    Luigi Einaudi, Turn, 1977, pp. S559.

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    un conservador y que se autodefinia liberal, pero no democrtico, quien ideuna compleja tipologa de las formas de gobierno con el objeto de mostrarque, aunque jams estn ausentes las oligarquas del poder, las diversas formasde gobierno se distinguen en su diferente formacin y organizacin. Ya quecomenc con una definicin fundamentalmente procesal de la democracia, nopuedo olvidar que uno de los partidarios de esta interpretacin, Joseph Schum-peter, capt perfectamente el sentido cuando sostuvo que la caracterstica deun gobierno democrtico no es la ausencia de lites sino la presencia de muchas lites que compiten entre ellas por la conquista del -'oto popular. En elreciente libro de Macpherson The Lije and Times of Liberal Democracy,n sedistinguen cuatro fases en el desarrollo de la democracia desde el siglo pasado

    hasta hoy: la etapa actual, que es definida democracia de equilibrio, corresponde a la definicin de Schumpeter. Un elitista italiano, intrprete de Moscay Pareto, distingui en forma sinttica y, a mi parecer incisiva, las lites quese imponen de las que se proponen.12

    7. El ESPACIO LIMITADO

    Si la democracia no ha logrado derrotar totalmente al poder oligrquico, mucho menos ha conseguido ocupar todos los espacios en los que se ejerce unpoder que toma decisiones obligatorias para un completo grupo social. Alllegar a este punto la distincin que entra en juego ya no es aquella entrepoder de pocos o de muchos, sino aquella entre poder ascendente y poderdescendente. En este sentido se podra hablar ms de incongruencia qu defalta de realizacin, ya que la democracia moderna naci como mtodode legitimacin y de control de las decisiones polticas en sentido estricto, o degobierno propiamente dicho, tanto nacional como local, donde el individuoes tomado en consideracin en su papel general de ciudadaAo y no en la mul

    tiplicidad de sus papeles especficos de feligrs de una iglesia, de trabajador,de estudiante, de soldado, de consumidor, de enfermo, etc. Despus de laconquista del sufragio universal, si todava se puede hablar de una ampliacindel proceso de democratizacin, dicha ampliacin se debera manifestar, notanto en el paso de la democracia representativa a la democracia directa, comose suele considerar, cuanto en el paso de la democracia poltica a la democracia social, no tanto en la respuesta a la pregunta quin vota? como enla contestacin a la interrogante dnde vota? En otras palabras, cuando sedesea conocer si se ha dado un desarrollo de la democracia en un determinadopas se deberla investigar si aument o no el nmero de quienes tienen dere-

    11 C. B. Macpherson,TheUfe and Times of Iliberal Democracy, Oxford University Press,Oxford, 1977.

    18 Me refiero al libro de E. Burzio, Essenza eattualit del liberalismo, Utet, Turin, 1945,p. 1S.

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    cho a participar en las decisiones que les ataen, sino los espacios en los quepueden ejercer ese derecho. Hasta que los dos grandes bloques de poderque existen en lo alto de las sociedades avanzadas, la empresa y el aparatoadministrativo, no sean afectados por el proceso de democratizacin suspendoel juicio si esto sea, adems de posible, deseable, el proceso de democratizacin no podr considerarse realizado plenamente.Sin embargo, me parece interesante observar que en algunos de estos espa

    cios no polticos (en el sentido tradicional de la palabra), por ejemplo en lafbrica, en ocasiones se ha dado la proclamacin de algunos derechos de libertad en el mbito especfico del sistema de poder, a semejanza de lo que sucedicon las declaraciones de los derechos del ciudadano con respecto al sistema delpoder poltico; me refiero, por ejemplo, al Estatuto de los trabajadores, quefue promulgado en Italia en 1970, y a las propuestas que se estn discutiendopara la proclamacin de una carta de los derechos del enfermo. Incluso conrespecto a las prerrogativas del ciudadano frente al Estado, la concesin de losderechos de libertad es anterior a la de los derechos polticos. Como ya dijecuando habl de la relacin entre el Estado liberal y el Estado democrtico, laconcesin de los derechos polticos ha sido una consecuencia natural de la concesin de los derechos de libertad, porque la nica garanta al respeto delos derechos de libertad est en el derecho de controlar el poder al que esperaesta garanta.

    8. El PODER INVISIBLE

    La quinta falsa promesa de la democracia real, con respecto a la democraciaideal, es la eliminacin del poder invisible.15 A diferencia de la relacin entredemocracia y poder oligrquico, relacin sobre la que hay una riqusima bibliografa, el tema del poder invisible hasta ahora ha sido muy poco explorado(sobre todo porque escapa a las tcnicas de investigacin utilizadas habitualmente por los socilogos, tales como entrevistas, sondeos de opinin, etc.).Puede ser que yo est influido especialmente por lo que sucede en Italia, dondela presencia del poder invisible (mafia, camorra, logias masnicas atpicas,servicios secretos no controlados y protegidos de los subversivos que deberancontrolar) es, permtanme la redundancia, extremadamente visible. A pesarde todo, es un hecho que hasta ahora el ms amplio examen del tema lo encontr en un libro de un estudioso norteamericano, Alan Wolfe, titulado TheLimits of Legttimacy,1*que dedica un captulo bien documentado a lo quellama el doble Estado, doble en el sentido de que al lado de un Estado visible

    13 Pe esto me ocup hace algunos aos en un articulo titulado La democrazia e il potereinvisible, en Rwista italiana di scienza poltica, x (1980), pp. 18120S, incluido en esta reco

    pilcin (Vase p. 6).14 A. Wolfe, TheLimits of Legttimacy. Political Contradictions of Contemporary Capital-

    sm,The Free Press, New York, 1977.

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    existira un Estado invisible. Es bien conocido que la democracia naci bajo laperspectiva de erradicar para siempre de la sociedad humana el poder invisi

    ble, para dar vida a un gobierno cuyas acciones deberan haber sido realizadasen pblico au grand jour (para usar la expresin de Maurice Joly).15El modelo de la democracia moderna fue la democracia de los antiguos, especialmente la de la pequea ciudad de Atenas, en los momentos felices en los queel pueblo se reuna en el Agora y tomaba libremente, a la luz del sol, sus propias decisiones despus de haber escuchado los diversos puntos de vista de losoradores? Platn para denigrarla (aunque Platn era un antidemocrtico) lallam teatrocracia (palabra que no por casualidad se encuentra tambin enNietzsche). Una de las razones de la superioridad de la democracia con res

    pecto a los Estados absolutos que haban reivindicado los arcana impert, ydefendan con argumentos histricos y polticos la necesidad de que las grandes decisiones polticas fuesen tomadas en los gabinetes secretos, lejanos de lasmiradas indiscretas del pblico, est basada en la conviccin de que el gobierno democrtico pudiese finalmente dar vida a la transparencia dl poder,al poder sin mscaras.Kant enunci e ilustr en el Apndice de laPaz perpetuael principio fun

    damental segn el cual Todas las acciones referentes al derecho de otroshombres cuya mxima no puede ser publicada, son injustas,16queriendo

    decir que una accin que yo estoy obligado a mantener secreta ciertamentees una accin no slo injusta sino tal que si fuese publicada provocara unareaccin que hara imposible su realizacin; para usar el ejemplo de Kantqu Estado podra declarar pblicamente, en el mismo momento en el queestipula un tratado internacional, que no lo respetar? qu funcionario puededeclarar en pblico que utilizar el dinero del pueblo para intereses privados?De esta manera de plantear el problema deriva que la obligacin de la publicidad de los actos gubernamentales es importante no slo, como se dice,para permitir al ciudadano conocer las acciones de quien detenta el poder y

    en consecuencia de controlarlos, sino tambir porque la publicidad es en smisma una forma de control, es un expediente que permite distinguir lo quees licito de lo que es ilcito. No por casualidad, la poltica de los arcanaimpertcorre paralela a las teoras de la razn de Estado, es decir, a las teoraspara las cuales le est permitido al Estado lo que no le est permitido a losciudadanos privados y por tanto el Estado est obligado a actuar en secretopara no hacer escndalo, (para dar una idea de la potencia extraordinariadel tirano, Platn dice que solamente a ste le est permitido hacer en pblico

    S M. Joly, Dialogueaux enfers entreMaquiavel et Montesquieu, ou la politiquedeMaquiavelau XlXsiclepar un contemporain; chez tous les libraires, Bruselas, 1968 [Hay edicin enespaol con el ttulo de Dilogo en el infierno entreMaquiavelo y Montesquieu, Seix Barral,Madrid].

    16 I. Kant,Zumewigen Frieden,Apndice II, enKleinereSchriften zur GeschtcKtspkilosophie,Ethik und Politik,Meiner, Leipzig, 1931, p. 163.

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    actos escandalosos que el comn de los mortales slo realiza en los sueos).17Est por dems decir que el control pblico del poder es ms necesario poi

    cuanto estamos en una poca en la que los instrumentos tcnicos de los quepuede disponer quien detenta el poder, para conocer con precisin todo loque hacen los ciudadanos, ha aumentado enormemente, de hecho es prcticamente ilimitado. Si manifest algn titubeo en que la computocracia pueda impulsar a la democracia gobernada, no tengo ninguna duda en el servicioque puede prestar a la democracia gobernante. El ideal del poderoso, siempreha sido el de ver cualquier gesto y de escuchar cualquier palabra de sus sujetos(posiblemente sin ser visto ni escuchado): hoy este ideal est a la mano. Ningndspota de la Antigedad, ningn monarca absoluto de la Edad Moderna,

    aunque estuviese rodeado de mil espas, logr tener toda la informacin sobresus sbditos que el ms democrtico de los gobiernos puede obtener del uso delos cerebros electrnicos. La vieja pregunta que recorre toda la historia delpensamiento poltico: quin cuida a los cuidadores? hoy se puede* repetircon la siguiente interrogante: quin controla a los controladores? Si no selogra encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta, la democracia comoadvenimiento del gobierno visible, est perdida. Ms que de una falsa promesaen este caso se tratara de una tendencia contraria a las premisas: la tendenciaya no hacia el mximo control del poder por parte de los ciudadanos, sino,por el contrario, hacia el mximo control de los sbditos por parte del poder.

    9. ElCIUDADANO NO EDUCADO

    La sexta falsa promesa se refiere a la educacin de la ciudadana. En los discursos apologticos sobre la democracia, desde hace dos siglos hasta ahora, jams falta el argumento de acuerdo con el cual la nica manera de hacer deun sbdito un ciudadano es la de atribuirle aquellos derechos que los escritores de Derecho pblico del siglo pasado llamaronactivae civitatis, y la educacin para la democracia se desarrolla en el mismo sentido que la prcticademocrtica. De acuerdo con el modelo jacobino esto no debe ser primero,porque en primera instancia debe venir la dictadura revolucionaria y slodespus el reino de la virtud. Pero para el buen democrtico esto no debe seras, el reino de la virtud (que para Montesquieu constitua el principio dela democracia contrapuesto al miedo, principio del despotismo) es la mismademocracia. La democracia no puede prescindir de la virtud, entendida comoamor a la cosa pblica, pues al mismo tiempo debe promoverla, alimentarlay fortalecerla. Uno de los fragmentos ms representativos d esta idea es elque se encuentra en el captulo Sobre la mejor forma de gobierno del librotitulado Consideraciones sobre a democracia representativa de John Stuart

    17 Platn,Repblica, 571 cd.

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    [Mili, all donde distingue a los ciudadanos en activos y pasivos y especificaque en general los gobernantes prefieren a los segundos porque es ms fcil

    tener controlados a sbditos dciles e indiferentes, pero la democracia necesitade los primeros. Este autor concluye que si debiesen prevalecer los ciudadanospasivos, con mucho gusto los gobernantes convertiran a sus sbditos en unrebao de ovejas dedicadas nicamente a comer el pasto una al lado de laotra (y, agregarla yo, a no lamentarse aun cuando el pasto escaseara).18Estolo llevaba a proponer la ampliacin del sufragio a las clases populares conbase en el argumento de que uno de los remedios contra la tirana de la mayora est precisamente en el hacer partcipes en las elecciones adems de a lasclases pudientes que siempre constituyen una minora de la poblacin y tienden

    por naturaleza a mirar por sus propios interesesa las clases populares. Deca:la participacin en el voto tiene un gran valor educativo; mediante la discusinpoltica el obrero, cuyo trabajo es repetitivo en el estrecho horizonte de lafbrica, logra comprender la relacin entre los acontecimientos lejanos y suinters personal, y establecer vnculos con ciudadanos diferentes de aquelloscon los que trata cotidianamente y volverse un miembro consciente de unacomunidad.19 La educacin de la ciudadana fue uno de los temas preferidosde la ciencia poltica norteamericana de los aos cincuenta. Este tema fuetocado bajo el ttulo de cultura poltica, y sobre l se escribieron ros de

    tinta que rpidamente se decolor: entre las diversas distinciones recuerdoaquella entre cultura de los sbditos, es decir, dirigida hacia los outputdelsistema, o sea, hacia los beneficios que los electores esperan obtener del sistema poltico, y cultura participante, es decir, orientada hacia los input, quees propia de los electores que se consideran potencialmente comprometidoscon la articulacin de las demandas y con la formacin de las decisiones.Veamos alrededor. En las democracias ms consolidadas se asiste impoten

    tes al fenmeno de la apata poltica, que frecuentemente involucra a cercade la mitad de quienes tienen derecho al voto. Desde el punto de vista de la

    cultura poltica stas son personas que no estn orientadas ni hacia losoutputnihacia los input. Simplemente estn desinteresadas por lo que sucede (comosedice en Italia con una frase afortunada) en el palacio. S bien que tambinse pueden dar interpretaciones benvolas de la apata poltica, pero inclusolas interpretaciones ms moderadas no me pueden quitar de la cabeza quelos grandes escritores democrticos sufriran al reconocer en la renuncia a

    usarel propio derecho un buen fruto de la educacin de la ciudadana. Enlosregmenes democrticos como el italiano, en el que el porcentaje de votantes todava es muy alto (pero va descendiendo en cada eleccin), existen bue

    nas razones para creer que est disminuyendo el voto de opinin y est au-18 JS. Mili, Considerations on RepresentativeGovernment, en Collected Papers ofJohn Stuart

    MUI,University of Toronto Press, Routledge and Kegan Paul, vol. XIX, Londres, 1977, p. 406.** Ibidem, p. 470.

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    mentando el voto de intercambio, para usar la terminologa asctica de lospoltica scientist, el voto dirigido hacia losouput, o para usar una terminologa ms cruda, pero quiz menos mistificadora, el voto de clientela, basadofrecuentemente en la ilusin del do ut des (apoyo poltico a cambio de favorespersonales).De igual manera, se pueden dar interpretaciones moderadas para el voto

    de intercambio, pero no puedo dejar de pensar en Tocqueville quien, en undiscurso en la Cmara de Diputados (el 27 de enero de 1848), lamentandola degeneracin de las costumbres pblicas, por las que las opiniones, los sentimientos, las ideas comunes son substituidas cada vez ms por los interesesparticulares, se preguntaba, dirigindose a sus colegas, si no hubiese aumentado el nmero de los que votan movidos por intereses personales y si no hubiese disminuido el voto del que vota con base en una opinin poltica, ycondenaba esta tendencia como expresin de moral baja y vulgar, de acuerdocon la cual quien goza de los derechos polticos considera que puede usarlosen beneficio personal siguiendo el inters propio.20

    10. ELGOBIERNO DE LOS TCNICOS

    Falsas promesas. Pero, acaso eran promesas que se podan cumplir? Yo diraque no. Incluso dejando a un lado la diferencia natural, que indique al inicio,entre lo que fue concebido como noble y elevado y la cruda realidad, elproyecto democrtico fue pensado para una sociedad mucho menos complejaque la que hoy tenemos. Las promesas no fueron cumplidas debido a losobstculos que no fueron previstos o que sobrevinieron luego de las transformaciones (en este caso creo que el trmino transformaciones sea correcto) de la sociedad civil. Indico tres.Primero: conforme las sociedades pasaron de una economa familiar a una

    economa de mercado, y de una economa de mercado a una economa protegida, regulada, planificada, aumentaron los problemas polticos que requirieron capacidad tcnica. Los problemas tcnicos necesitan de expertos, de unconjunto cada vez ms grande de personal especializado. De esto ya se habadado cuenta hace ms de un siglo Saint-Simon quien era favorable al gobiernode los cientficos y no de los juristas. Con el progreso de los instrumentos declculo que Saint-Simon no pudo ni remotamente imaginar, y que slo losexpertos son capaces de usar, la exigencia del llamado gobierno de los tcnicosha aumentado considerablemente.

    La tecnocracia y la democracia son antitticas: si el protagonista de la sociedad industrial es el experto, entonces quien lleva el papel principal en dichasociedad no puede ser el ciudadano comn y corriente. La democracia se basa20 Alexis de Tocqueville, Discurso sobre la revolucin social, enScntti pohtici, ed. al cuidado

    de N. Matteucci, vol. I, tet, Turn, 1969, p. 271.

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    en la hiptesis de que todos pueden tomar decisiones sobre todo; por el con

    trario, la tecnocracia pretende que los que tomen las decisiones sean los pocosque entienden de tales asuntos. En los tiempos de los Estados absolutos, comodije, el vulgo deba ser alejado de losarcana imperiiporque se le considerabademasiado ignorante; ciertamente hoy el vulgo es menos ignorante pero losproblemas que hay que resolver, como la lucha contra la inflacin, el plenoempleo, la justa distribucin de la riqueza, no se han vuelto cada vez mscomplejos?, no son estos problemas tan complicados que requieren conocimientos cientficos y tcnicos que el hombre medio de hoy no puede teneracceso a ellos (aunque est ms instruido)?

    11. EL AUMENTO DEL APARATO

    1 segundo obstculo imprevisto y que sobrevino es el crecimiento continuodel aparato burocrtico, de un aparato de poder ordenado jerrquicamente, del vrtice a la base, y en consecuencia diametralmente opuesto al sistemade poder democrtico. Si consideramos el sistema poltico como una pirmidebajo el supuesto de que en una sociedad existan diversos grados de poder, enla sociedad democrtica el poder fluye de la base al vrtice; en una sociedad

    burocrtica, por el contrario, se mueve del vrtice a la base.Histricamente, el Estado democrtico y el Estado burocrtico estn muchoms vinculados de lo que su contraposicin pueda hacer pensar. Todos losEstados que se han vuelto ms democrticos se han vuelto a su ms burocrticos, porque el proceso de burocratizacin ha sido en gran parte una consecuencia del proceso de democratizacin. La prueba est en que hoy eldesmantelamiento del Estado benefactor que ha necesitado de un aparatoburocrtico que nunca antes se haba conocido, esconde el propsito, no digode desmantelar sino de reducir, bajo lmites bien precisos, el poder democr

    tico. Es conocido el porqu jams la democratizacin y la burocratizacinpudieron caminar juntas; asuntos que por lo dems ya haba visto Max Weber.Cuando los que tenan el derecho de votar eran solamente los propietarios, eranatural que pidiesen al poder pblico que ejerciera una sola funcin fundamental, la proteccin de la propiedad. De aqu naci la doctrina del Estadolimitado, del Estado polica, o, como hoy se dice, del Estado mnimo, y laconfiguracin del Estado como asociacin de los propietarios para la defensade aquel supremo Derecho natural que era precisamente para Locke elDerecho de propiedad. Desde el momento en que el voto fue ampliado a los

    analfabetos era inevitable que stos pidiesen al Estado la creacin de escuelasgratuitas, y, por tanto, asumir un gasto que era desconocido para el Estadode las oligarquas tradicionales y de la primera oligarqua burguesa. Cuandoel derecho de votar tambin fue ampliado a los no propietarios, a los desposedos, a aquellos que no tenan otra propiedad ms que su fuerza de trabajo,

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    ello trajo como consecuencia que stos pidiesen al Estado la proteccin contrala desocupacin y, progresivamente, seguridad social contra las enfermedades,

    contra la vejez, previsin en favor de la maternidad, vivienda barata, etc. Deesta manera ha sucedido que el Estado benefactor, el Estado social, ha sido,guste o no guste, la respuesta a una demanda proveniente de abajo, a unapeticin, en el sentido pleno de la palabra, democrtica.

    12. ELESCASO RENDIMIENTO

    El tercer obstculo, est ntimamente relacionado con el tema del rendimientodel sistema democrtico en su conjunto: un problema que en estos ltimosaos ha dado vida al debate sobre la llamada ingobemabilidad de la democracia. De qu se trata? En sntesis, primero el Estado liberal y despussu ampliacin, el Estado democrtico, han contribuido a emancipar la sociedadcivil del sistema poltico. Este proceso de emancipacin ha hecho que la sociedad civil se haya vuelto cada vez ms una fuente inagotable de demandas algobierno, el cual para cumplir correctamente sus funciones debe responderadecuadamente pero, cmo puede el gobierno responder si las peticiones queprovienen de una sociedad libre y emancipada cada vez son ms numerosas,cada vez ms inalcanzables, cada vez ms costosas? He dicho que la condicin

    necesaria de todo gobierno democrtico es la proteccin de las libertades civiles: la libertad de prensa, la libertad de reunin y de asociacin, son vas pormedio de las cuales el ciudadano puede dirigirse a sus gobernantes para pedirventajas, beneficios, facilidades, una ms equitativa distribucin de la riqueza,etctera. La cantidad y la rapidez de estas demandas son tiles que ningn sistema poltico, por muy eficiente que sea, es capaz de adecuarse a ellas. De aquderiva el llamado sobrecargo y la necesidad en la que se encuentra el sistema poltico de tomar decisiones drsticas; pero una alternativa excluye a laotra. El tomar una alternativa no satisface sino crea descontento.

    Adems, la rapidez con la que se presentan las demandas al gobierno porparte de los ciudadanos, est en contraste con la lentitud de los complejosprocedimientos del sistema poltico democrtico, por medio de los cuales laclase poltica debe tomar las decisiones adecuadas. De esta manera se creauna verdadera y propia ruptura entre el mecanismo de recepcin y el de emisin, el primero con un ritmo cada vez ms acelerado, el segundo con unocada vez ms lento. Precisamente, al contrario de lo que sucede en un sistema autocrtico que es capaz de controlar la demanda habiendo sofocado laautonoma de la sociedad civil, y es mucho ms rpido en la respuesta en

    cuanto no tiene que respetar los complejos procedimientos decisionales comolos del sistema parlamentario. En conclusin, en la democracia la demandaes fcil y la respuesta difcil; por el contrario, la autocracia tiene la capacidadde dificultar la demanda dispone de una gran facilidad para dar respuestas.

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    13. YSIN EMBARGO

    Despus de lo dicho hasta aqu, cualquiera podra esperarse una visin catastrfica del porvenir de la democracia. Nada de esto. Con respecto a los aoscomprendidos entre la primera y la segunda Guerra Mundial, que ElieHalvy llam la era de los tiranos en su famoso libro que lleva tal nombre,21en estos ltimos cuarenta aos el espacio de los regmenes democrticos haaumentado progresivamente. Ejemplo de lo antes expuesto lo podemos encontrar en el libro de Juan Linz tituladoLa caduta dei regimi democratici,22quetoma los datos informativos principalmente de los aos posteriores a la primera Guerra Mundial, y el de Julin Santamara, Transizione alia democrazia

    nellEuropa del sud e nellAmerica Latina,23 que los toma de los aos posteriores a la segunda. Al terminar la segunda Guerra Mundial bastaron pocos aosa Italia diez a Alemaniapara derribar el Estado parlamentario; despusque la democracia fue restaurada, pasada la segunda guerra, no ha vuelto aser derrotada, al contrario, en algunos pases fueron derrocados los gobiernosautoritarios. Incluso en un pas con democracia no gobernante o mal gobernante, como Italia, la democracia no corre serios peligros, aunque digo estocon un cierto temor.Se comprende que hablo de los peligros internos, de los peligros que pueden

    venir del extremismo de derecha o del de izquierda. En la Europa oriental,donde los regmenes democrticos fueron sofocados al nacer y todava nologran nacer, la causa fue y contina siendo externa. En mi anlisis me heocupado de las dificultades internas de la democracia, no de las externas quedependen de la colaboracin de los diversos pases en el sistema internacional.Ahora bien, mi conclusin es que las falsas promesas y los obstculos imprevistos de los que me he ocupado no han sido capaces de transformar unrgimen democrtico en un rgimen autocrtico. La diferencia sustancialentre unos y otros permanece. El contenido mnimo del Estado democrtico

    no ha decado: garanta de los principales derechos de libertad, existenciade varios partidos en competencia, elecciones peridicas y sufragio universal,decisiones colectivas o concertadas (en las democracias coasociativas o en elsistema neocorporativo) o tomadas con base en el principio de mayora, decualquier manera siempre despus del debate libre entre las partes o entrelos aliados de una coalicin de gobierno. Existen democracias ms slidas omenos slidas, ms vulnerables o menos vulnerables; hay diversos grados de

    21 E. Halvy, L 'eredes tyrannies. Etdes sur lesocialismeet la guerre, introduccin de C. Bugl,

    Nrf. Pars, 1938.22 Se trata de una recopilacin de diversos ensayos a cargo de Juan Linz, publicada original-mente en ingls, TheBreakdown of Democracy. The John Hopkins University Press, Lon-dres, 1978, y despus en italiano en, II Mulino, Bolonia, 1981, en el que los tres temas funda-mentales son el advenimiento del fascismo en Italia, Alemania y Espaa.

    25 Publicado por el Centro de Investigaciones Sociolgicas de Madrid, 1981.

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    aproximacin al modelo ideal, pero aun la ms alejada del modelo no puedeser de ninguna manera confundida con un Estado autocr tico y mucho menos

    con uno totalitario.No habl de los peligros externos, porque el tema que se me asign sereferia al porvenir de la democracia, no al de la humanidad, sobre el quedebo confesar que no estoy dispuesto a hacer ninguna apuesta. Parodiando elttulo de nuestro congreso: Ya comenz el futuro, alguien con humor negropodra preguntarse: y si en cambio el futuro ya hubiese terminado?.Pero al menos me parece que puedo hacer una constatacin final, aun

    que sea un poco arriesgada: hasta ahora ninguna guerra ha estallado entrelos Estados que tienen un rgimen democrtico, lo que no quiere decir que los

    Estados democrticos no hayan hecho guerras, sino que hasta ahora no lashan hecho erare ellos.2*He dicho, la observacin es temeraria, pero esperouna rplica. Tuvo razn Kant cuando proclam como primer articulo definitivo de un posible tratado para la paz perpetua que la Constitucin de todoEstado debe ser republicana?25 Ciertamente el concepto de repblica al queKant se refiere no coincide con el actual de democracia; pero la idea deque la constitucin interna de los Estados fuese un obstculo para la guerraentre ellos es una idea fuerte, fecunda, inspiradora de muchos proyectos pacifistas que se han presentado desde hace dos siglos, aunque no han tenido una

    aplicacin prctica. Las objeciones contra el principio de Kant siempre handerivado del no haber entendido que tratndose de un principio universal,ste tiene validez solamente si todos los Estados y no pocos o algunos asumenla forma de gobierno requerida para el logro de la paz perpetua.

    14. Ape l o a l o sv a l o r e s

    Para terminar, es necesario dar una respuesta a la pregunta fundamental, a

    la pregunta que he odo repetir frecuentemente, sobre todo entre los jvenes,tan fciles a las ilusiones como a las desilusiones: si la democracia es principalmente un conjunto de reglas procesales cmo creer que pueda contar conciudadanos activos? Para tener ciudadanos activos no es necesario tenerideales? Ciertamente son necesarios los ideales. Pero cmo es posible que nose den cuenta de cules han sido las grandes luchas ideales que produjeronesas reglas? Intentamos enumerarlas?El primero que nos viene al encuentro por los siglos de crueles guerras de

    religin es el ideal de la tolerancia. Si hoy existe la amenaza contra la paz

    del mundo, sta proviene, una vez ms, del fanatismo, o sea, de la creencia24 Esta tesis ha sido sostenida recientemente con argumentos doctrinarios e histricos porM. W. Doyle, Kant, Liberal Legacies and Foreign Affairs, en Phosophy and Public Affairs,XII, 1983, pp. 205-35, 323-53.25 I. Kant,Zumewigen Frieden, op. cit., p. 126.

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    ciega en la propia verdad y en la fuerza capaz de imponerla. Es intil darejemplos, los tenemos frente a nosotros todos los das. Luego tenemos el idealde la no violencia: jams he olvidado la enseanza de Karl Popper, de acuerdocon la cual, lo que esencialmente distingue a un gobierno democrtico deuno no democrtico es que solamente en el primero los ciudadanos se puedendeshacer de sus gobernantes sin derramamiento de sangre.26 Las frecuentemente chuscas reglas formales de la democracia introdujeron, por primeravez en la historia de las tcnicas de convivencia, la resolucin de los conflictossociales sin recurrir a la violencia. Solamente all donde las reglas son respetadas el adversario ya no es un enemigo (que debe ser destruido), sino unopositor que el da de maana podr tomar nuestro puesto. Tercero, el idealde la renovacin gradual de la sociedad mediante el libre debate de las ideasy el cambio de la mentalidad y la manera de vivir: nicamente la democraciapermite la formacin y la expansin de las revoluciones silenciosas, como hasido en estas ltimas dcadas la transformacin de la relacin entre los sexos,que es quiz la mayor revolucin de nuestro tiempo. Por ltimo, el ideal de lafraternidad (lafratemitde la Revolucin francesa). Gran parte de la historiade la humanidad es la historia de las luchas fratricidas, Hegel (y de esta manera termino con el autor con el que comenc) en susLecciones sobre la filosofa de la historiadefini la historia como un inmenso matadero.27 Podemos contradecirlo? En ningn pas del mundo el mtodo democrtico puededurar sin volverse una costumbre. Pero puede volverse una costumbre sinel reconocimiento de la fraternidad que une a todos los hombres en un destino comn? Un reconocimiento, tan necesario hoy, que nos volvemos cadavez ms conscientes de este destino comn y deberamos, por la poca luz derazn que ilumina nuestro camino, actuar en consecuencia.

    26 K. Popper, La societ aperta eisuoi nemici,Armando, Roma, 1973, p. 179.27 Hegel, Lecciones sobrela filosofa dela historia, etc., op. cit., vol. I, p. 58.