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REVISTA ABRA 88 19 FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIVERSIDAD NACIONAL

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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

UNIVERSIDAD NACIONAL

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INDICE

Presentación 7

Pensamiento Latinoamericano

SOBRE EL MARXISMO LATINOAMERICANO: EN RECUER-DO DE JOSE CARLOS MARIATEGUI (1895-1930)Rogelio Cedeño Castro 11

Actualidad Mundial

IDENTIDAD FEMENINA E INSURRECCION EN MEXICO.(Las Zapatistas del EZLN-1994)Marcela Lagarde 23

Ideario Costarricense

BANDOLEROS COSTARRICENSES DEL SIGLO XIXCarlos Naranjo Gutiérrez 37

LA CONCEPCION DEL CAMBIO TECNOLOGICO EN LAAGRICULTURAAgustín Jiménez Acuña 65

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Debates

SITUACION ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE LA INTEGRA-CION CENTROAMERICANA 83

Reseñas Bibliográficas

LA OMNIPRESENCIA DEL TOTALITARISMORoge/io Cedeño Castro . 115

LA UNIVERSIDAD NACIONAL: DEL HEREDIO-COMUNIS-MO AL HEREDIO-NARCISISMORodrigo Quesada Monge 123

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PRESENTACION

a Revista ABRA -Ciencias Sociales y Teoría del Cono-cimiento- presenta su número 19-20, cuyo formato ycontenido innovador, son productos de un largo procesode reflexión y análisis sobre la trayectoria y logros de la

___ revista en tiempos pasados, para superarlos y brindar unmedio del conocimiento más ágil, crítico y acorde con las

liiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir demandas de la sociedad.Gracias a la labor desinteresada, al compromiso académico y

personal que los miembros del Comité Editor demuestran día a díacon la Facultad de Ciencias Sociales y la Universidad, es lo que nospermite avanzar, teniendo como meta nuestro principal objetivo, cuales el de ser "un órgano de comunicación científico y humanista quebusca contribuir al debate y a la creación del pensamiento social parala mejor y más efectiva comprensión de una contemporaneidad encrisis".

Expresamos nuestro más profundo agradecimiento a los auto-res de este volumen y reiteramos nuestra invitación a docentes,investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la UniversidadNacional y entes afines, a enviar sus valiosas contribuciones a estemedio de difusión del conocimiento.

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Gracias a todas aquellas personas cuyos juicios constructivosy observaciones contribuyeron al surgimiento de esta nueva revista.a las autoridades universitarias por su apoyo administrativo, y austed por adquirir este aporte del saber.

M.Sc. María de los Angeles Zúñiga SolanoDirectora

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PENSAMIENTO .

LATINOAMERICANO

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SOBRE EL MARXISMO LATINOAMERICANO

En recuerdo de José Carlos Mariátegui

(1895-1930)

Rogelio Cedeño Castro

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a asunción, con algunas re~ servas de nuestra parte, de lo que podría ~er considerado como la exteriorización de un

hecho social, de una naturaleza bas­tante singular: a saber, la pretendida existencia de un marxismo latinoafJle­ricano y la necesidad de identificar cuáles podrían ser algunos deJos ele­mentos que lo caracterizan, nos ha llevado a formular algunas apreciacio­nes sobre los aportes que José Carlos Mariátegui ( 1895-1930) diera, a princi­pios de siglo, para que pudiera poner­se de manifiesto la existencia de un pensamiento social, que asumiendo implícitamente las determinaciones geográficas y las particularidades so­cioculturales existentes en cada país de la región latinoamericana, tuviese como su referente teórico más impor­tante al marxismo clásico y asimismo, pusiera de manifiesto la influencia de otras corrientes sobre esta particulari­zada versión del pensamiento marxis­ta, a la que algunos han dado el nom­bre de "marxismo latinoamericano" (1 ).

El considerar la existencia, en sí

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misma, de una serie de elementos p_articulares, visibles a partir de las realidades propias de un subcontinen­te como es, en este caso la América Latina, podría conducirnos a una serie de formulaciones erróneas acerca de una regionaliza_ción, en términos geo­gráficos, de una serie de corrientes de pensamiento que, si bien tuvieron su origen en una determinada parte del mundo, han devenido en universales por la naturaleza, también universal, de los problemas a los cuales intentan dar respuesta, razón por la cual se las ha llamado "clásicas" (2). Esto, sin embargo, no implica el renunciar a una seria crítica del sociocentrismo cultural y el racismo implícito en aquellas pos­turas que intentan hacer pasar como la cultura universal a todas las determi­naciones del pensamiento y la acción que se originan a partir de la cultura europea y de matriz cultural-religiosa judeocristiana.

La identificación de las particula­ridades socioeconómicas, los enormes contrastes geográficos y la rica diversi­dad cultural de un subcontinente mes-

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tizo por excelencia están en la raíz de lo que podríamos llamar un "marxismo latinoamericano", especialmente con­siderado a partir de su oposición a las pretensiones exclusivistas del estali­nismo y todas sus deformaciones que llevaron, por extraños avatares, a la conversión de la dialéctica hegeliano­marxista en un nuevo dogma eclesial, al que se le dio el un tanto equívoco nombre de "marxismo soviético" (3).

Cuando José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) se enfrentan, en las primeras décadas del presente siglo a la reali­dad de su entorno geográfico y cultu­ral, no pensándolo por cierto, en térmi­nos de las determinaciones del Estado nacional peruano, sino en una pers­pectiva regional, se dan cuenta de las enormes diferencias que presentan estas sociedades en relación con las que se habían venido gestando, du­rante muchos siglos, en Europa. No había, pues, una relación de corres­pondencia entre los modos de produc­ción y las particulares formaciones económico-sociales de Europa con las existentes en América Latina, de tal manera que la utilización mecánica de la secuencia "clásica" acerca de la aparición sucesiva de una serie de modos de producción, característica del dogma estaliniano, no guardaba relación alguna con la evolución de las sociedades en esta parte del mundo, a

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a que un estudioso francés ha califica­do, recientemente y, con gran acierto, como el "extremo occidente" (4). Am­bos van a intentar entonces hacer una caracterización más precisa de estas realidades regionales utilizando para ello categorías de análisis provenien­tes del marxismo "clásico", pero asi­mismo otras que responden a tradicio­nes intelectuales diferentes.

En el caso de José Carlos Mariá­tegui resulta, de suyo evidente, adver­tir la rica presencia de diversas corrien­tes del pensamiento social contempo­ráneo, especialmente del vitalismo encarnado en el elan vital bergsoniano y en toda la reacción antipositivista que se da en este período, a partir de la obra de autores como Wilhelm Dil­they, Friedrich Nietzsche, MaxWeber, George Sorel y el mismo Henri Berg­son. La exteriorización de este tipo de influencias presentes en la construc­ción de ese "marxismo latinoamerica­no" que, según Carlos Franco, habrían fundado en los años veinte José Car­los Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre se pone de manifiesto en la es­pecial importancia concedida al volun­tarismo, a la subjetividad y a los ele­mentos de carácter mítico en la con­creción de una acción revolucionaria, capaz de trastocar profundamente un orden social basado en la dominación señorial de los descendientes de los antiguos conquistadores europeos,

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explicitados en este particular '"marxis­mo" que se convierte, asimismo. en una recusación de aquel marxismo de los últimos años del siglo XIX, de fuerte raigambre positivista y firmemente con­vencido de la ineluctabilidad del fin del mundo capitalista, a partir de los desig­nios de unas leyes invariables del de­sarrollo histórico, en casi nada disími­les a las del materialismo mecanicista de los siglos anteriores y a las del positivismo de Comte, Spencer y Dur­kheim.

En el autor de los SIETE ENSA­YOS DE INTERPRETACION DE LA REALIDAD PERUANA se perciben, con diversas tonalidades, los ecos del pensamiento soreliano con su exalta­ción de la violencia, como única vía que tiene el proletariado moderno para poner fin a la dominación burguesa, a la decadencia moral y cultural de ésta, es decir, de la violencia que, aparece como el único medio real con vistas a sustraer a los proletarios, ya no sólo de una dominación como la apuntada sino de la de los burócratas "socialistas", partidarios de la convivencia con el liberalismo burgués, al asumir éstos un camino consistente en la transfor­mación gradual de la sociedad capita­lista, recurriendo a la acción parlamen­taria y a la participación en los gabine­tes burgueses para lograr ese propósi­to. Esto implica, además, el atribuir una especial significación del papel

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que cumple el voluntarismo (idea tan cercana a la del espontaneísmo en las acciones de las masas en la lucha revolucionaria, al que tanta importan­cia atribuía Rosa Luxemburgo, 1870-1919) en la acción revolucionaria pues, a diferencia de las pretensiones "cien­tificistas" del marxismo de factura posi­tivista, a la usanza del cultivado por los socialistas argentinos de la década de 1890 y siguientes, Mariátegui va a con­ceder una gran importancia a las ac­ciones de los actores concretos del proceso revolucionario que no nece­sariamente encajan dentro de marcos preestablecidos. Se trata de que la revolución, en sí misma, no consiste en la mera constatación del cumpli­miento de unas leyes de la economía y la sociedad sino de la determinación del sujeto revolucionario de actuar so­bre la realidad en que ordinariamente se encuentra, sin esperar que se den todas las "condiciones" preestableci­das para el "éxito" de la acción revolu­cionaria.

El elemento mítico va a jugar un papel esencial en la conformación de este marxismo latinoamericano, pues­to que será precisamente el mito de la revolución socialista y no las leyes científicas las que moverán a las ma­sas oprimidas de la región a seguir un curso de acción revolucionaria, según Mariátegui. En un ámbito geográfico en donde los elementos míticos fer-

man una parte esencial de sus mani­festaciones culturales su considera­ción juega un papel de primer orden para poder interpretar y transfonnar, al mismo tiempo, la realidad social de acuerdo con los cánones del marxis­mo clásico.

Una región en la cual, a la llegada de los europeos, existían formaciones sociales tales como la del comunismo del incario, que constituía la exteriori­zación de un modo de producción en esencia distinto al de la feudalidad prevaleciente por entonces en el Viejo Continente y cuya implantación, en esta parte del mundo traerá conse­cuencias catastróficas para las pobla­ciones campesinas, constituyen el pun­to de partida del planteamiento maria­teguista acerca de dos problemas que él identifica, en los hechos, como uno solo: el problema del indio y el proble­ma de la tierra.

Al contrario de todas las posicio­nes indigenistas que, por entonces, buscaban ubicar estos problemas fue­ra del contexto de la realidad social y económica concreta, el Amauta (5) fue claro en señalar que, en esencia, el problema del indio es el problema de la tierra, de la cual ha venido siendo despojado desde la época colonial y de manera aún más intensa, durante el período republicano. El paso de una sociedad comunista como la del impe­rio incaico, basada en el ayllu como

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unidad productiva y familiar, a institu­ciones de carácter feudal que, en la zona andina o sierra peruana, aporta­ron incluso residuos esclavistas al for­zar a una población esencialmente agrícola a trabajar, en durísimas con­diciones, en las explotaciones mine­ras, única actividad que interesó al europeo hispánico en esa región, a la cual siempre vio con recelo a diferen­cia de la costa en donde prefirió esta­blecerse, implicó un retroceso en to­dos los órdenes de la estructura pro­ductiva y de las condiciones de vida de una gran población campesina, lo que llevó en un corto lapso a una catástrofe demográfica.

Como puede apreciarse, este marxismo latinoamericano, desde su nacimiento, se ubica en el problema de la interpretación de las características de una formación social y económica específica, en tanto condición indis­pensable para poder asumir una pos­tura frente a ella y determinar la natu­raleza de las transformaciones socia­les a realizar. A diferencia de las socie­dades europeas, el más que incipiente proletariado difícilmente podría con­vertirse en el sujeto revolucionario en algún país latinoamericano y, en el caso de la región andina (particular­mente bolivio-peruana), va a ser el campesinado indígena que, imbuido del mito de la revolución socialista, terminará por trastocar el orden social

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existente y abrir a uno nuevo, en el cuaJ sus antiguas instituciones comu ita­rias jugarán un papel esencial. La inexistencia de una verdadera burgue­sía capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias la revolución liberal­burguesa terminó por dar origen a una república oligárquica, en la cual van a predominar los intereses de la casta terrateniente de origen colonial, total­mente incapaz de dar impulso a las transformaciones que dieran paso a una verdadera formación social-eco­nómica capitalista. La clásica solución de la naciente Europa burguesa que primero disolvió la gran propiedad feu­dal y posteriormente dio origen a una auténtica clase de propietarios agríco­las, imbuidos del "espíritu del capitalis­mo" (6), no llegó jamás a la España de ultramar y tampoco a las falsas repú­blicas que surgieron después de la revolución de independencia. Una de­mostración de la validez de las afirma­ciones de Mariátegui se encuentra en el hecho de que cuando una reforma agraria, a la manera liberal, llegó muy tardíamente a la sierra peruana, a fi­nes de los años sesenta durante el gobierno del general Juan Velasco Al­varado (1968-1975), no hizo sino pre­cipitar el gran aluvión humano con que los serranos terminaron por sepultar a la vieja capital virreinal.

En la escena contemporánea ese "marxismo latinoamericano" de que

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hemos venido hablando, conoció mo­mentos gloriosos en los primeros tiem­pos de la revolución cubana, clara­mente aprehensibles en los conteni­dos de la Segunda Declaración de La Habana, de febrero de 1962 y en algu­nas intervenciones del comandante Ernesto "Che" Guevara (1928-1967), de grata memoria, aún y cuando se vio después acorralado por los recetarios dogmáticos de la nomenclatura del Kremlin que se encargaría, hace unos pocos años, de sepultar las últimas conquistas de la revolución de octubre que quedaban. Sus llamados a la lu­cha revolucionaria sin esperar a que se dieran todas las condiciones mate­riales, su dramática apelación a cam­biar las condiciones de vida de los más desesperados del continente, su ape­lación al sentido más preciso de una moral revolucionaria cuando se seña­laba que: "El deber de todo revolu­cionario es hacer la revolución", agregando que "el papel de Job no cuadra con el de un revoluciona­rio", marcaron en esta región una épo­ca que, a pesar de los desvaríos de la posmodernidad, no puede ser olvida­da sobre todo si echamos una mirada hacia las no condiciones de vida de la gran mayoría de los latinoamericanos, hoy infinitamente peores a las de los primeros años de la década del sesen­ta. Allí estaban y continúan estando los ecos del pensamiento de José Carlos

Mariátegui, cuya muerte prematura lo apartó del camino de la acción revolu­cionaria y los del primer Haya de la Torre (no otro que el exiliado, en el

éxico posrevolucionario de los años veinte, que formula entonces algunas de sus más lúcidas consideraciones acerca de la naturaleza y las caracte­rísticas de la formación social-econó­mica latinoamericana, especialmente cuando indicaba, en EL ANTIIMPE­RIALISMO Y EL APRA y otras obras que, la primera fase del capitalismo en lndoamérica es el imperialismo, en una clara antinomia frente a la postura leni­nista sobre el tema) estaban ahí pre­sentes, aún y cuando el segundo de ellos obsesionado por sus disputas ideológicas con el estalinismo y las concesiones ideológicas que tuvo que hacer con el paso de los años, solo quería ver tiranía en aquella noble empresa de los oprimidos de siempre en la mayor de las Antillas.

En su estrepitosa caída aquel "marxismo soviético" nada dialéctico, pero capaz de adueñarse hasta de las palabras que sirven de vehículo a la posibilidad de una expresión de una dialéctica real de la lucha de aquellos condenados de la tierra de que habla­ba el martiniqués Franz Fanon (1925-1961 ) , pareció arrastrar ante los ojos de los más poderosos del planeta y los de muchos, algunos de ellos desapren­sivos y desinformados como de otros

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que pretenden no serlo tan­to, el fin del marxismo ge­neral. Para ellos, entonces, no tendría sentido alguno hablar de un marxismo lati­noamericano cuando el marxismo, aquel fantasma que asustó a las burgue­sías durante siglo y medio, no existe más. Habría que decir, sin embargo, que no hay nada más peligroso que las conclusiones apre­suradas, obtenidas a partir de una lectura superficial y cortoplacista de los acon­tecimientos, sobre todo te­niendo en cuenta que el pensamiento marxista en­riquecido con los aportes del Amauta, del Che Gue­vara y otros revoluciona­rios contemporáneos, no podrá ser reducido jamás a ser la doctrina oficial de la casta gobernante de nin­gún estado, como en vano pretendió la nomenclatura soviética, mientras no se decidía a saltar del capitalismo de Estado al capitalismo "salvaje", totalitarios ambos, en procu­ra de ensanchar los privilegios y las libertades de unos pocos. La dialéctica de la historia con su enigmático rostro se encargará de mostrarles a unos y a otros que las sociedades basadas en

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la explotación del hombre por el hombre están conde­nadas al fracaso, a pesar de los castillos de fuegos artificiales con que hace pocos años se pretendió celebrar el triunfo absoluto del "liberalismo sin libera­lismo" de los ideólogos de la era reaganiana y mien­tras Cuba intenta desespe­radamente resistir los em­bates del imperialismo del Norte (revuelto y brutal que nos desprecia, como decía José Martí en su carta a Manuel Mercado), el Perú donde naciera hace cien años el Amauta se mueve en las turbulentas aguas de un "sendero luminoso" -equívoca utilización de una expresión literaria de Mariátegui, por parte de un filósofo terrorista y lector de Kant-y el sendero omino­so de un ingeniero de ori­

gen japonés, tecnócrata de raigambre autoritaria al decir del español Raúl Morodo (7), estamos seguros de que el marxismo latinoamericano, a partir de su naturaleza sincrética, no podrá estar ausente de las nuevas luchas que habrá que dar en los próximos años por la dignidad y la justicia en esta parte del mundo.

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1.

2.

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4.

NOTAS

Carlos Franco. ·a surgimiento del marxismo latinoamericano: Haya de la Torre y Mariáte­gui. Historias. úmero 2, octubre-diciemb(e, 1982, México, D.F.

No se trata, en todo caso, de retomar las discusiones de Leopoldo Zea y Augusto Sala­zar Bondy acerca de una pretendida origina­lidad del pensamiento filosófico latinoameri­cano.

Ver al respecto, entre otras obras, Herbert Marcuse. El marxismo soviético. Alianza Edi­torial, Madrid, 1969, que constituye un notable balance de una forma particular de "marxis­mo".

Alain Rouquié. América Latina: introducción

5.

6.

7.

al extremo occidente. Siglo XXI Editores, México, D.F., 1991.

Nombre aplicado, en este caso, al propio José Carlos Mariátegui, en el sentido que se le da en lengua quechua según Raúl Morodo. Es decir, sabio, guía, maestro u hombre provi­dencial.

La influencia del pensamiento social de Max Weber sobre su obra es explícitamente reco­nocida por José Carlos Mariátegui, especial­mente en el prólogo de sus Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.

Raúl Morodo. "Sendero Luminoso y Sendero Ominoso". Esta Semana, del 1 al 7 de setiem­bre de 1992, San José, Costa Rica.

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ACTUALIDAD

MUNDIAL

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IDENTIDAD FEMENINA E INSURRECCION EN MEXICO

(Las Zapatistas del EZLN* - 1994)

Marce/a Lagarde

• Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

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1. INSURRECCION, SALUD Y CONDICION FEMENINA

urante casi cinco años, el Tratado, de Libre Comercio fue usado por el gobierno mexicano como la panacea para resolver en el futuro los problemas del desarrollo en México. Para el gobierno, la firma del tratado rubricaría su política de adelgazamiento del Estado y su impulso neoli­

beral. Por décadas y de manera intensificada en los últimos años, millones de mujeres y hombres vieron descender su nivel de vida y diversificar las formas de explotación económica, de opresión cultural y de marginación política que la sociedad y los grupos hegemónicos ejercen sobre ellos. Parecía que la sociedad mexicana era capaz de tolerar eso y mucho más y que el gobierno y algunos estamentos modernos podrían signar ese tratado como símbolo de la entrada del país al mundo del desarrollo y de la modernidad.

En ese ambiente, hace unos meses, el gobierno informó que habían bajado los niveles de pobreza y de extrema pobreza en México. Ya sólo estaban en condiciones de pobreza algunas decenas de millones de personas, pero eso para los funcionarios era únicamente un mal menor. Sin embargo, el primer día de enero de 1994 un grupo de insurgentes indígenas del estado de Chiapas se alzó en armas y declaró la guerra al gobierno a través de un comunicado suscrito desde la Selva Lacandona bajo la consigna: ¡Ya basta!

Las hostilidades duraron sólo 12 días debido al unánime reclamo de paz hecho por la sociedad civil, que llevó al cese del fuego entre el ejército y la guerrilla, y al establecimiento de negociaciones.

Al explicar el alzamiento ocurrido en una región de contrastes extremos, en la que coexisten varias etnias y población mestiza, los combatientes señalaron haber tomado las armas debido a la opresión étnica, las condiciones de pobreza y la falta de democracia, de justicia y de libertad. Lo hicieron hartos de promesas. de ver frustrados sus esfuerzos organizativos para lograr programas de desarro-

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lo. de fraudes electorales (nacionales y locales), de las imposiciones por cas: artos de ser reprimidos, encarcelados, torturados y muertos. Se decidieron por la guerra ante el arrasamiento de sus derechos humanos.

En la región, la mayoría de la gente vive en la pobreza, en un hábitat rico -buenas tierras, la selva, el petróleo, instalaciones hidroeléctricas-. Sin embargo, las riquezas regionales son extraídas para beneficios ajenos y unos cuantos finqueros, hacendados y ganaderos mestizos explotan a los trabajado­res indígenas a través de relaciones serviles de dominio, cargadas de racismo. Entre los mismos indígenas la lucha por la tierra y por el control político los ha llevado a expulsiones masivas de sus poblados. Al huir, la gente se ha internado en la selva donde vive en un estado de miseria extrema.

Estas condiciones, aunadas al corporativismo étnico y comunitario, se expresan, además, en fenómenos generalizados de intolerancia religiosa y política. Así, el oprobio lleva también a confrontaciones graves entre los indígenas que se oponen a esa política y los que apuntalan al sistema.

Lo que ocurre en esa región es muestra de lo que sucederá en el resto del país y de los países pobres y extenuados por la centenaria extracción de sus riquezas y por los impedimentos económicos y políticos-derivados del dominio Norte·-sur y del hegemonismo de grupos locales de poder-, que impiden definir estrategias para enfrentar el problema más urgente: la relación entre miseria y desarrollo. De hecho, las políticas prevalecientes bloquean el desarrollo humano sostenible.

La rebelión se multiplicará si no se reorienta el sentido de la economía y de la política, si no se resignifican la cultura y la vida misma a la luz de una nueva ética. Es la rebelión de los hambrientos, de los superexplotados, de quienes sobreviven insalubres en la indigencia y soportan -con su miseria, con su humillación y con su muerte-, el enriquecimiento de castas y clases privilegia­das, así como de países y zonas del mundo con altos niveles de desarrollo logrado, en parte, a sus expensas.

2. LA SALUD Y LA MUERTE

Un argumento filosófico esgrimido por los indígenas para legitimar la guerra y la muerte por la guerra, es la presencia de la muerte cotidiana originada en la falta de salud. En un comunicado sostienen que: "Durante el último

año murieron más de quince mil personas de enfermedades curables. Si de todos

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modos la muerte está presente entre nosotros ¿por qué no luchar por la dignidad y, en todo caso morir con dignidad si vamos a morir de cólera, de infecciones, de males respiratorios, de desnutrición?" (La Jornada, 2/1/1994). -¿De parto?-, añado yo.

La falta de salud afecta en México, como en el resto de Latinoamérica, a la mayoría de las personas. En una escala de 1 al 173, México, tipificado como "país en desarrollo", ocupa el sitio número 53 por su Indice de Desarrollo Humano (IDH), de 0.805.

Las diferencias del IDH con países desarrollados se multiplican si además se consideran las regiones, las clases sociales, las edades. Mientras más condiciones de desigualdad suman las personas, más crecen las disparidades en cuanto a empleo y salarios, pero también en servicios de salud, apoyo nutricional, educación, y baja su IDH en los niveles y grados de longevidad, de bienestar social y de democracia poi ítica.

3. LA SALUD Y LA INSURRECCION

Las condiciones deplorables de salud han sido causa legitimadora de la insurrección armada de las gentes tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales y mames que forman parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

(EZLN). La muerte por insalubridad ha sido el límite de su tolerancia. Frente a la creencia folclórica en que los indígenas y los pobres de México

y el mundo -del Sur-, son sumisos y han aceptado con resignación las opresiones regional, nacional, étnica y clasista, así como las políticas neolibera­les, algunos y algunas de ellos y ellas han tomado las armas. Responden con violencia a formas de violencia económica, social, policiaca y militar bajo las que han vivido. Sus deplorables condiciones de vida hoy están cubiertas por la guerra, que por sí misma hace decaer todos los índices y pone en peligro uno de los objetivos de desarrollo: la seguridad humana (IDH:3).

Desde lo más atrasado del país, en diversas lenguas indígenas, voces bilingües, monolingües y en su mayoría analfabetas, plantean una crítica a la modernidad. Es la crítica y la confrontación de quienes no se beneficiaron de la modernidad. Proponen, por lo que aquí nos interesa, una relación novedosa entre la integridad del sujeto -sintetizada en la dignidad-, y la salud. La compleja concepción de los indígenas insurgentes ve en la salud el más elemental y el primero de los derechos humanos: el derecho a la vida. Ellos

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caracterizan a la salud como un conjunto de condiciones adecuadas de contrario al mundo de enfermedades curables que llevan a la muerte. La . · es el parámetro en la conformación de su sentido ético, resignifica sus r.1er-:a -dades.

En otro comunicado, los insurgentes dicen: " ... vencidos del último sitio, de más sucio, del más miserable". Este perfil de su autoidentidad se refie re a lo impuro, a lo insalubre, como contrario a la pureza concentrada en la salud cotidiana; lo impuro distinto a la pureza simbólica del bienvivir. La salud representa el espacio de la limpieza cotidiana, del agua y de la purificación, de la abundancia alimenticia, de la ausencia de enfermedades, y del medio ambien­te protegido.

4. LAS MUJERES

L lama la atención que el EZLN está compuesto por 33% de mujeres. Si en México la sociedad, las instituciones y la cultura son patriarcales y masculinas, en los espacios sociales y culturales interétnicos, lo patriarcal

se agudiza al combinarse con las órdenes de dominio que ahí prevalecen. Las mujeres indígenas viven formas concatenadas de opresión: la de

género, la étnica y la de clase, a ellas se añaden según el caso, la de edad, la religiosa y la política (Lagarde, 1988). La división genérica del mundo es muy rígida, las mujeres están sujetas a varios niveles de dominio que se concretan en el control que sobre ellas ejercen sus padres, sus madres, sus hermanos, sus hijos, las autoridades de sus pueblos, los caciques y cualquier mestizo(a). Las mujeres están sujetas y subordinadas en la familia, la comunidad, las iglesias, las escuelas, y en las instituciones políticas gubernamentales y civiles. Y, de manera permanente e inmediata, las mujeres están bajo el dominio de los hombres. Su espacio es la casa, su posición inferior y su contenido de vida como mujeres es la maternidad y como campesinas la agricultura y la elaboración de sus utensilios y de artesanías. A quienes deben mayor respeto y obediencia es a sus esposos. En ese mundo la conyugalidad es un compromiso familiar y comunitario, las mujeres, casi niñas, son casadas por sus padres y no intervienen en la elección del cónyuge. De inmediato son desarraigadas y llevadas a vivir en servidumbre, con su nueva familia y bajo el dominio de su esposo y de su suegra, para quienes deben trabajar.

Desde luego, las mujeres están excluidas de los espacios de poder y de

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control comunitario y nacional, ellas son las dirigidas, las tuteladas y las controladas. Los hombres son los jefes, mandan y sancionan a las mujeres a través de normas estrictas de vida y de castigos como exclusión social, el repudio y la hostilización. Y los hombres tienen además el derecho a la legítima violencia de género. En los parajes de los Altos de Chiapas y de la Selva, así como en casi todo el país, la violencia hacia las mujeres-intrafamiliar y conyugal-, asociada con el alcoholismo de los hombres, es cotidiana y es grave.

5. LAS GUERRILLERAS

Las mujeres de las diversas etnias no pueden participar como protagonistas en la conducción de la vida pública y mucho menos de intervenir en la política. Los cargos comunitarios son para los hombres. Por eso, que

haya guerrilleras implica que esas mujeres han escapado al dominio patriarcal de los suyos más próximos para sumarse desde hace años a la rebelión. O, tal vez

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se han ido a la guerra siguiendo a familiares y esposos-a usanza de las aoe tas de la Revolución Mexicana-. Es probable que las haya impulsado a guerrear la búsqueda de libertades y vivencias que en su tradicional modo de vida serían impensables.

La Capitana Silvia afirma que en la guerrilla aprendió el castellano, a leer y escribir, que está casada con un Capitán como ella, y que usa anticonceptivos (La Jornada, 18/1/1994). Vivir cualquiera de estos hechos pone a las mujeres en el límite imperdonable de la transgresión de género en sus comunidades. Sin embargo, la sublevación -tradicionalmente patriarcal , misógina y machista-, a pesar de su militarismo -con sus jerarquías, subordinaciones y el derecho antidemocrático a matar-, ha introducido paridades impensadas entre mujeres y hombres, y el uso de una que otra gema de modernidad, como la píldora.

Al parecer en la vida cotidiana guerrillera, las mujeres fueron desarrollando la conciencia de género hasta transformar su tradicional ser-para-los otros que, en condiciones de guerra se expresa como luchar-para-los otros, morir-para-los otros. Ellas han encontrado en el ámbito guerrero espacio para aspectos de su emancipación al incorporar sus propias necesidades antipatriarcales a su militan­cia y a sus propuestas específicas de mujeres.

6. PERSPECTIVA FEMINISTA DE GENERO

A diferencia de guerrilleras de otras luchas, las indígenas zapatistas sometieron a votación de sus comunidades la Ley de las Mujeres y llevaron la voz y las propuestas de las mujeres al ubis político de la

guerrilla. Ahí mujeres y hombres votaron y aprobaron como ley los deseos más profundos de las rebeldes.

La relación entre la condición de género y la condición política de las indígenas insurgentes, que las hacía vivir como seres -para los otros­subordinadas a todos, produce en este levantamiento una modificación similar a las propuestas elaboradas desde la cultura feminista hace décadas en México y en el mundo. Se ha afirmado que el feminismo no expresa la manera de pensar de las campesinas o de las obreras, de las empleadas, de las iletradas. En el caso de las mujeres del EZLN, hay una propuesta feminista que, de realizarse, modificaría profundamente su condición de género, su identidad de mujeres y la de los hombres. Implica una reforma del sistema de género. Así, con una fuerza inusitada, traspasando las particularidades conservadoras de clase, las mujeres

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de las comunidades propusieron y ganaron que el EZLN luche por reivindicaert>­nes de las mujeres:

"El derecho a casarnos con quienes queramos; el derecho a tener los hijos que queramos tener y podamos cuidar; el derecho a ser lo que queramos ser, hasta ser choferes; el derecho a tener cargos en la comunidad" (La Jornada, 1994).

La construcción de una alternativa de este tipo conlleva complejas trans­formaciones de índole social, económica, política y cultural. Su sentido es contrario a las estrategias del desarrollo nacional, cuyos mecanismos y estruc­turas de poderes etnicista, clasista y patriarcal deben ser desmontados para concretar ese puñado de derechos. Concretar esos derechos implica cambios locales, regionales y nacionales en la sociedad y en el Estado. En su contenido converge con los planteamientos, las reivindicaciones y los derechos por los que han luchado las feministas en México: es la democracia desde una perspectiva de género, no sólo para las insurgentes, ni sólo para las indígenas, sino para todas las mexicanas.

7. EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES

La Comandante Ramona es una dirigente indígena que sólo puede tener cargo porque está fuera de la comunidad y en un ejército que previamente iguala a los combatientes. Por ser indígena, por ser mujer y por ser

campesina, ella viene del sometimiento a opresiones diversas, y en un ámbito por demás patriarcal y masculino como la guerra, paradójicamente, está empodera­da como el resto de sus compañeras, por ser guerrillera. La vida en la sublevación implica condiciones, jerarquías y valoraciones que las revolucionan. Las guerri­lleras declaran haber aprendido el castellano, a leer y escribir, a usar anticoncep­tivos, ser libres para escoger cónyuge y, además, a manejar armas y a mandar. Algunas de ellas tienen cargos políticos en el Consejo Clandestino Revoluciona­rio Indígena (CCRI) y grados militares. Entre ellas hay capitanas y comandantes. Están empoderadas y tienen poderes.

Su condición histórica y su particular situación al borde de, las han cambiado. Por la circunstancia excepcional de la guerra cada una sintetiza dos mundos y dos facetas de identidad: como mujeres indígenas tradicionales y

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como indígenas guerrilleras modernas. Son híbridas, como su indumentaria con enredo, faja, huipil bordado por ellas mismas, prendas a las que se añaden las botas militares, el rifle y el emblemático pasamontañas que preserva su identidad personal. Su compleja mentalidad es sincrética, contiene desde su visión y su cultura tradicionales, hasta conocimien­tos, afectos y maneras de pensar deriva­dos de la disciplina militar, del manejo de armas, de la política.

Las guerrilleras piensan en táctica y estrategia, y ven el mundo desde un sin­cretismo que pondera los valores comuni­tarios redefinidos por ideologías de pro­funda renovación social. Las guerrilleras son arcaicas por su ubicación en la nación y demócratas posmodernas por su con­frontación ética y política con una moder­nidad que ha arrasado su derecho al bienvivir. Y son posmodernas, por su visión feminista expresada en su compro­miso y en sus deseos de justicia, igualdad y libertad de género.

8. IDENTIDAD, SEXUALIDAD Y SA­LUD

U no de los jefes guerrilleros que no es indígena, el Subcomandante Marcos consideró que el día que

votaron la Ley de las Mujeres fue de hecho el primer levantamiento y el más revolucionario. Y al analizar la participación de las mujeres en su movimiento, a manera de denuncia se pregunta, ¿por qué esas mujeres tuvieron que volverse soldados para poder ser, cuando quisieran ser doctoras, ingenieras, etc.? {La Jornada, febrero, 1994).

La sociedad sexista, clasista y etnicista nunca permitiría que esas mujeres ocuparan esas posiciones sociales ni que desarrollaran modos de vida fuera de

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la sexualidad. En sus comunidades ellas debían ser madresposas-campesinas, como límite de su experiencia destinada.

Pero se rebelaron y han logrado ejercer un extraño liderazgo que se asemeja mucho a otros liderazgos femeninos populares en América Latina. Lo inédito es que lo hacen a partir de su género, tanto en la guerra como en las negociaciones de paz, es decir, en la política.

En la politización de su vida civil previa al levantamiento y en la guerrilla, los combatientes han cuestionado su condición de mujeres y modificado su identi­dad. Viven procesos de desconstrucción. Ellas aprovechan la guerra para construir una condición de género democrática, abierta, no especializada, ni privativa, y para lograr como mujeres paridad con los hombres y autonomía en el control de sus propias vidas. Es evidente que ellas, como todas, necesitan apropiarse de su sexualidad y de su cuerpo, principio central de la ética feminista, y recurso indispensable para la salud.

Las indígenas en armas quieren determinar qué hacer con su fecundidad y decidir sobre la maternidad como una opción, no como destino. Ellas quieren tener atención en sus embarazos, en sus partos y en general en su salud. Este punto, constituye lo que en el feminismo son derechos reproductivos de las mujeres, maternidad sin riesgos y maternidad libre y voluntaria.

Las insurgentes chiapanecas no quieren más morir ni ver morir a quienes ellas cuidan y curan. Tradicionalmente, ellas son parteras comunitarias y médicas caseras que atienden enfermedades de la pobreza, enfermedades curables y, sin embargo, mortales.

Para evitar muertes y enfermedades no es suficiente la medicina curativa, ni siquiera la prevención. Es preciso modificar a fondo sus causas estructurales arraigadas en sus condiciones de vida y en sus maneras de vivir. Esto implicaría la refundación de la vida cotidiana sobre otras bases.

9. INDIGENAS FEMINISTAS

Desde lo más particular-las etnias- las clases populares, el campesina­do marginal de la modernidad, en ese sentido premoderno, comunitario, corporativo, no tecnificado, empobrecido, surge una propuesta posmo­

derna. Las mujeres quieren simplemente alcanzar el estatuto de indígenas, "hombres y mujeres verdaderos", porque no lo son y, además, desean ser mujeres modernas definidas por su particular identidad étnica.

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Ramona, Susana, Ana María, Silvia y sus compañeras de armas, quieren los mínimos derechos humanos específicos para su género. Pero en condiciones patriarcales concretar en la sociedad esas reivindicaciones significa revolucionar el conjunto de la sociedad y del Estado, transformar la cultura, las mentalidades y las creencias. Requiere, asimismo, transformar a las mujeres en copartícipes fundadoras de la historia en la vida cotidiana.

Para concretar esta perspectiva no basta con modificar sus pequeñas comunidades, sus espacios próximos, sus familias, sus parejas, la vida de cada una. Para cambiar el sentido de la vida de las mujeres como género en México es preciso modificar a la nación. Para ello se requiere la paz y reconocer que no es suficiente con unas cuantas empoderadas con rangos militares y cargos políticos. La guerra que duró unos cuantos días continúa causando estragos precisamente entre las mujeres, ellas son desplazadas de sus casas, ellas son las refugiadas y muchas quedan solas a cargo de sus familias. La guerra devasta el medio ambiente y a las personas, establece el resentimiento y la intolerancia que reproducen la violencia.

Construir la democracia pasa por la pacificación del conflicto, transformar la salud y las condiciones de vida es posible si se establecen formas de vida que potencien los recursos. La cultura de la tolerancia tan preciada para eliminar clasismos, racismos, sexismos en esa región y en el país, se desarrolla cuando se elimina el militarismo de cualquier signo, y cuando la civilidad es el terreno de los pactos.

Lograr que las mujeres mexicanas seamos sujetos políticos, implica alterar la relación entre poder y empoderamiento.

El empoderamiento perdurable es aquel que permite a cada mujer y a todas como género, vivir-para-sí, establecer pactos, e intervenir en condiciones de igualdad en el sentido del mundo. Y eso sólo es posible en un ámbito de redistribución de poderes entre los géneros, entre las clases y entre todas las categorías sociales: en un reordenamiento basado en la democracia genérica.

Como en todos los procesos de emancipación de las mujeres en el mundo, en el conflicto de la insurrección chiapaneca y en la democracia genérica en México, es imprescindible eliminar la expropiación de los cuerpos de las mujeres, la división genérica del mundo y las especializaciones de género, la relación de dominio de los hombres sobre las mujeres y la pobreza de género.

Tras la guerra, habrá que concentrar esfuerzos en la línea estratégica de cambio y desarrollo contenida en la democracia genérica. Ese es el espacio de

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desconstrucción de la condición patriarcal de las mujeres, al lograr derechos prácticos que permiten remontar la sexualidad como destino. Y desde una perspectiva ética de la salud, reintegrar los derechos sobre sus cuerpos a las mujeres, y sobre esa nueva condición histórica construir el desarrollo de las humanas.

BIBLIOGRAFIA

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BANDOLEROS COSTARRICENSES DEL

SIGLO XIX

Carlos Naranjo Gutíérrez

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l. INTRODUCCION

ace algunos años Hobsbawm escribió que "bandoleros y salteadores de caminos preocupaban a la policía, pero también deberían preocupar al historiador. Porque en cierto sentido, el bandolerismo es una forma más bien primitiva de protesta social organizada, acaso la más primitiva que

conocemos" (Hobsbawm, 1974:27). Desde ese momento la propuesta más que rechazos engendró muchas adhesiones que todavía recientemente siguen llegando, las cuales se pueden agrupar en dos direcciones; aquellas que siguen al pie de la letra el modelo, y otras que escogen un camino menos sencillo. Tanto de uno u otro grupo en sus conclusiones, se perciben las contribuciones del diseño. En el caso latinoamericano con el resumen de un par de trabajos, podemos sacar varias enseñanzas del significado de la regla creada por el historiador anglosajón.

El primero de ellos es un trabajo titulado "Acerca del bandolerismo social en Cuba durante el siglo XIX" (De Paz, 1990:21 ), realizado por Manuel de Paz, algunos de sus temas tienen que ver con los bandidos o revolucionarios y bandolerismo y resistencia colonial. El autor es categórico cuando nos afirma lo siguiente " ... El bandolero social es un rebelde primitivo y, como sucede en algunos casos, se suma con premura al proceso revolucionario, aunque no debe confundirse, en principio, con el tipo de bandolero antisocial que, de algún modo, encarnan los denominados "plateados", individuos que aprovechan especial­mente las circunstancias bélicas para llevar a cabo actos de rapiña y de pillaje ni con los "bandidos oficiales" que también existieron como elementos del aparato represivo" (lbídem:43). De Paz, por medio del bandido Manuel García, al cual le da la envestidura de ladrón caballero, a los ricos robaba y a los pobres socorría, concluye que García, en efecto no sólo presenta diversos rasgos del modelo de

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o social q e C0"'1e"' arrios al principio, sino que, como intuyó el propio obsba eae ser ·-,se· o en el grupo de bandidos de liberación nacional.

El a aJo de be o Flores Galindo (1991 ), lleva una intención distinta, a la luz e es erzc oe obsbawm sobre bandidos y rebeldes primitivos, el historia­do erua . asado en las Actas del Cabildo de Lima, donde recogen con

ecue cia 10s emores de los comerciantes y viajeros, para quienes salir de la ciu ad s-gni icó correr el riesgo eminente de un asalto. Si bien, Flores Galindo llega a conclusiones parecidas a las del historiador inglés, de igual manera es cierto, que el modelo de bandolero social clásico está ausente en Perú. La desmitificación de algunos bandoleros famosos, entre otros la de Ignacio Rojas, los cuales tenían por víctimas a los indios y serranos, como si fueran españoles o ricos (lbídem:112-114). Con la presentación de esta abreviada síntesis, tanto la de Paz como la de Flores Galindo, se resumen en buena parte las enseñanzas del maestro británico.

Para los fines nuestros, comulgamos más con las ideas de Flores Galindo. Es un hecho que la mayoría de bandidos costarricenses guardan mucha distancia del bandolero social al estilo de los que estudia Hobsbawm, no obstante, hay algunos casos, como lo vamos a observar más adelante, que se pueden inscribir dentro del modelo, siendo desde luego una extraordinaria anormalidad. Durante el siglo XIX, lo que prevalece en nuestro medio son bandoleros habituales, los cuales no hacen grandes discriminaciones en cuanto a sus víctimas.

11. ASOCIACIONES FAMILIARES Y BANDAS

S egún la legislación penal del siglo XIX, cualquier delito donde participaran más de tres individuos, era motivo para que la agrupación fuera determi­nada como una entidad ilícita (Código Penal, 1880). Es conocido que fue

una costumbre de la policía y de la gente común, considerar todo hurto o robo cometido por varios individuos como un delito en banda. Sin embargo, analizan­do los documentos, que por cierto son escasos, los resultados son bastante interesantes. Una de las primeras bandas registradas en el siglo XIX fue localizada por el doctor Gudmundson (Gudmundson, 1977:114), en el oeste del Valle Central. La temible banda de "los (hermanos) Coto", operaba alrededor de los volcanes Barva y Poás entre 1808 y 1820. Todo parece indicar que la fuerza organizadora y "cerebro" del grupo fue Justo Coto, procesado por abigeato en

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1808. Reunió luego a sus hermanos Ramón, Juan, Anestildo, Carlos arcos junto con varios compinches mestizos o mulatos, para llevar a cabo todo ·µo de depredaciones. Los seis hermanos fueron capturados en Heredia en 1820, pero se fugaron de la cárcel sin mayores problemas, para restablecerse en los alrededores de dicho pueblo (lbídem:114). Aunque Gudmundson no repara mucho en los detalles acerca del funcionamiento de la banda, puede tratarse, en lugar de una banda organizada, de una familia entera dedicada a asaltar, como lo fueron también las bandas de los Ortega y los Mora.

La cuadrilla de los hermanos Ortega estaba integrada por el padre que, a su vez, era el jefe y todos los hijos, aproximadamente actuaron entre 1850 y 1875, en Desamparados y Hatillo. Los vecinos de estos lugares en reiteradas ocasiones los tachaban del delito de abigeato y de vender carne sin licencia. Los Ortega declaraban como ocupación la de agricultores; el padre en , algunas oportunidades, decía ser carnicero. Empero dejemos que sean los habitantes de estos sitios quienes nos den una idea exacta de lo que fue esta cuadrilla: " ... desde que tienen uso de la razón les consta que tanto el Antonio Ortega como sus hijos son ladrones de profesión y que tanto el pueblo como todo individuo, sufren por no tener garantías con estas personas" (ANCR JC 9369:5). Al propio Juez de Paz de Desamparados también lo inculpaban de negligencia, desidia, descuido y de dejar huir voluntariamente a los Ortega (lbídem:4). El más connotado de esta cuadrilla, fue Antonio Ortega (el menor). Su vida fuera de la ley la inició a los once años, cuando fue acusado por el delito de abigeato en 1850. Diez años después aseguraban algunos testigos en los tribunales de él: " ... es ladrón afamado, fue procesado en Cartago y Aserrí, fugándose siempre de la cárcel, pero de Aserrí lo mandaron a San José al Juez del Crimen y de allí cuando se ofreció la revolución de los filibusteros se fugó de las filas, donde iba entre los procesados" (lbídem:6). Un sinfín de causas se le siguieron por espacio de veinte años. En 1859 era condenado nuevamente a tres años de obras públicas, pena que nunca cumplió. Años después, en 1872, el Juez del Crimen mandó a llamarlo para notificarle una sentencia, respondiendo el Alcalde de la Cárcel de San José, que hacía muchos días se había fugado en compañía de varios presos. La fuga se efectuó el 24 de setiembre de 1871, se le capturó en 1873, año en que perdemos sus rastros en los archivos.

La cuadrilla de los Mora estuvo constituida por los cinco hermanos: Teodocio, Paulina, José María, Rafael y Pastor Mora. Residían en el paraje de Mata Redonda; asaltaban por las noches a los caminantes y a las caravanas, en

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los caminos que conducían a Escazú, Alajuelita y Dota. Actuaron entre los años 1880 y 1885. Al igual a la de los Ortega, percibimos a esta cuadrilla más como una reunión familiar que como una organización de bandoleros. El jefe de la cuadrilla fue Pastor Mora (el mayor), quien dirigía al resto de sus hermanos. Todos los Mora empezaron su carrera de bandidos siendo casi unos niños. Si nos atenemos a las afirmaciones de los testigos, al parecer los Mora carecían de bienes y de venta alguna que les produjera los medios necesarios para vivir recatadamente. Además, los vecinos de Alajuelita afirmaban que no ejercían de manera continua su oficio de jornaleros. Ahondando un poco en la naturaleza, de los objetos hurtados, sus sacrificados se quejaban de haberles robado: " ... cuatro cajuelas de maíz, dos quesos, un tarro de mantequilla, y frijoles" (ANCR SJJC 5862:7). Otro compañero de infortunio mostraba su pesar diciendo: " ... lo más del tiempo lo pasan en cementaras ajenas, robando leña, gallinas, maíz, plátanos y verduras" (lbídem:2). En un documento del 28 de agosto de 1882, el Juez de Paz de Alajuelita los acusaba de vagos y mal entretenidos, donde incluía a la madre de los Mora. Hay otros ejemplos, tales son el caso de la señora Mercedes Agüero y su familia, al igual que Félix Chavarría y la suya (ANCR JC 8069), los hermanos Carvajal (Ibídem) y los hermanos Ulloa (ANCR SJJC 3094), son razones suficientes para suponer que en lugar de cuadrillas fueron familias

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de jornaleros que tomaron el camino de la delincuencia para obtener algunos productos de consumo familiar.

Es clara la existencia de cuadrillas integradas por bandidos de profesión. Una de ellas la componían Luis Salmerón, Fernando Alvarez, Aureliano Lobo y Luis Vargas. Los tres primeros vivían en San José, el último en Heredia. Todos ellos eran reincidentes y algunos con un copioso historial delictivo, como Salmerón y Luis Vargas. Esta cuadrilla fue efímera, una de sus acciones se perpetró contra las lavanderas del Río Virilla. Otra cuadri lla con estas caracte­rísticas la completaban Rafael Brenes, vecino de Alajuela, José Rojas, Francisco Carvajal y Francisco Alvarez, vecinos de San José, quienes se les acusaba de hurto y antes habían estado en la cárceL Posteriormente, Rafael Brenes y Francisco Alvarez murieron a manos de sus escoltas, cuando se les trasladaba al presidio de San Lucas para cumplir su condena (ANCA SJJC 5122).

Una de las bandas que más temor causó en Alajuela se organizó en Desamparados de esa provincia. La policía la describía como una cuadrilla de malhechores que cometen toda clase de delitos allanando las casas con fuerza y violencia, atacando a mano armada a los transeúntes en los caminos, para robarles y herirles (ANCA SP 5849:1 ). Los hermanos Conejo con cinco individuos más constituían esa famosa banda, las víctimas aludían haber perdido por culpa de la acción de estos bandidos: yuntas de bueyes, cerdos grandes, alhajas, dinero, baúles, carretas y hasta ropa (lbídem:2). Después de una búsqueda por los lugares circunvecinos, la policía logra capturarlos. El 26 de marzo, los condenaban a un año de trabajos en los talleres nacionales.

En cuanto a las cuadrillas reunidas en torno a un jefe, indiscutiblemente la más famosa fue la de Pilar Jiménez, los hermanos Pedro y Federico Gamboa, Antonio Calderón, Miguel Belazarte, Concepción Mora, Pedro Rojas, José Francisco Brenes, apodado "Panchito Méndez", Tiburcio del Pilar Jiménez Vargas, sobre quien comentaremos más adelante su extensa biografía de bandido. Desafortunadamente las referencias acerca de la actuación de esta banda es muy limitada, de lo único que disponemos son alusiones inscritas en los informes policiales. En una carta remitida al Ministro de Policía, por parte de la Comandancia de San José, no ocultaba el júbilo por haber capturado a dichos malhechores. En esa misiva decía: " .. .facineroso de conocida fama, se encon­traba preso en la cárcel de Heredia, de donde se fugó, notándose enseguida, frecuentes robos en algunas de las fincas de los suburbios de esta capital. El Gobierno, deseando proteger en lo posible la seguridad de los ciudadanos y la

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propiedad seriamente amenazada por este malhechor y algunos compañeros con quienes se había asociado, dio orden a esta Comandancia para perseguir a esa cuadrilla sin descanso y sin omitir gastos. Después de algunos días y noches de pesquisas, fue capturado Jiménez en la tarde del 4 de Junio, en una casa situada entre las fincas de Manuel Fernández y don Rafael Dengo, en "San Gabriel". Pocos días antes se había aprehendido, en el "Paso de la Vaca" a José Francisco Brenes (a) Panchito Brenes compañero de aquel y muy conocido como ladrón ratero. Puede asegurarse que hoy no hay cuadrilla organizada en las orillas de esta ciudad, pues sus principales miembros, que eran estos, están ya en "San Lucas". Los policías que capturaron a Jiménez recibieron una gratifica­ción por vía del estímulo y a iniciativa de ese Ministerio" (ANCA SP 5249).

La unión de estas cuadrillas fue circunstancial e inconstante y además desprovista de una organización a largo plazo. Es necesario advertir que las mismas fuentes son una limitación para efectuar un análisis mucho mejor. Es difícil precisar la organización, los grados jerárquicos, los rangos establecidos en el interior de estas asociaciones, así como la división del trabajo y una posible distribución de los beneficios.

Quizá tenga alguna utilidad confrontar las características de nuestras bandas con las de otras regiones. Las bandas halladas por Flores Galindo que proliferaban en la costa (peruana) estaban, en su mayoría compuestas por hombres jóvenes, cuyas edades fluctuaban entre los 20 y 30 años. Raro era el bandido que estaba casado, pero ninguno dejaba de tener una o más convivien­tes (Galindo, 1991 :115). En cuanto a la edad hay grandes similitudes, la diferencia estriba en su estado civil, no existe una mayoría de solteros sobre casados. Una buena cantidad de cuadrilleros eran hombres casados, no obstante, los bandidos más connotados de la época fueron solteros. Lo único que los uniformaba era su procedencia social y su nivel de instrucción pública; casi todos ellos decían tener por profesión el ser jornaleros y a varios se les desconocía tener bienes. El otro factor de semejanza radicaba en su analfabe­tismo, sin excepción, la mayoría no sabía escribir, o con sumo empeño garaba­teaba su nombre, y mucho menos conocían el arte de saber leer.

Son conocidas las constantes alusiones a la enmienda de determinada masa de la población, a menudo la prensa del siglo XIX le dedicaba su tiempo a los problemas de la delincuencia, los comunicados oficiales, las memorias anuales de la Secretaría de la Policía, destinaban un espacio significativo a los problemas sociales. Uno de ellos fue la marcada reincidencia de los bandidos;

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es curioso que sin hacer una lista minuciosa, con solo un vistazo rápido a ficheros policiales, notamos la magnitud del fenómeno. Aunque el tema no :,:i

despertado mayor interés, hay una realidad que es insoslayable, el estado de ias cárceles contribuyó para agudizar aún más este problema. Ahora bien, esta constatación tiene algún interés para nuestro tema. Después de 1870, es abrumadora la cantidad y calidad de los documentos que atestiguan la situación carcelaria. Por medio de un decreto, el 27 de julio de 1872, don Tomás Guardia decidió de una vez por todas, construir una cárcel moderna y segura en Costa Rica, para dichos fines eligió la Isla de San Lucas. Poco tiempo después, en un informe de la época, con cierto aire de regocijo expresaba: "que en San Lucas, los reos, se libran de la vergüenza pública que sufrían cuando se les dedicaba a los trabajos forzados en las calles de la Ciudad; la sociedad por decoro y humanidad debe ocultar en los lugares más convenientes y provechosos las miserias humanas buscándole remedio, en vez de mantener en exhibición las cadenas del criminal, los ayes del enfermo y los harapos del mendigo" (Gober­nación, 1879:17). Para los primeros años de su funcionamiento aún desconoce­mos información, que nos permita realizar una evaluación aproximada. A partir de los años ochenta, los informes menoscaban la fantasía del proyecto. La aridez de los suelos, la escasez de lluvias, agregadas a las constantes plagas de chapulines arrasaban con las cosechas de frijol , arroz y maíz. Las características climatológicas, las condiciones higiénicas insalubres, como también las largas jornadas de trabajo fueron una pertinaz amenaza a la integridad física de los reclusos. En 1897, el periódico El Pueblo comentaba así: " ... ya rara vez sale El Pueblo sin comunicar alguna defunción en aquel presidio" (El Pueblo, 1897:2). Un año después, se informaba que entre los meses de setiembre y octubre, se desarrolló una epidemia de fiebre y ocasionó diecinueve defunciones, entre los ciento sesenta presidiarios que había (Gobernación, 1898:20). Como epílogo conozcamos unas líneas escritas por un observador tras una visita: " ... es preferible morir en el patíbulo, que como muere uno, aquí en San Lucas. En el patíbulo se muere acompañado, alimentado, con todos los recursos y consuelos posibles. Aquí todo es desolación, tristeza y abandono" (Ibídem).

Lamentablemente hay lagunas en la información recabada acerca de las fugas practicadas en la "colonia agrícola", sin embargo, entre una que otras notas encontradas, nos dan algunas pistas para efectuar algunas conjeturas. A los pocos años de instaurado el presidio, se prohibió el libre tránsito por el Golfo de Nicoya a las embarcaciones particulares; su navegación estaba limitada, previo

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permiso del Gobernador y el Jefe de la Guarnición; esto con el fin de evitar las fugas. Justamente por las pocas oportunidades que brindaba la isla para la fuga, del traslado al Hospital de Puntarenas se valieron algunos para emprender la huida. También, existieron actos de verdadera temeraridad, tal es el ejemplo de muchos reos, quienes intentaron fugarse a nado hasta el puerto. Por último, ocurrieron fugas planeadas, en 1900, para variar la Memoria de Gobernación mencionaba la fuga de siete presidiarios, que aún no habían sido capturados (Gobernación, 1900: 148).

Diversos documentos y testimonios nos dan cuenta de las malas condicio­nes de las cárceles nacionales. Acercándonos a los papeles donde quedó constancia de las múltiples evasiones, se desprenden situaciones como las siguientes: " ... la cárcel de Alajuela es insegura y la prueba el hecho por desgracia de las repetidas fugas ocurridas en los úl irnos meses en que una vez se fugaron tres reos" (ANCR SJ 55). Por otro lado, el Alcalde de Desamparados nos narra una fuga masiva acaecida en 1871, dice: " ... encerré en una pieza para que durmieran de treinta a cuarenta reos en la cárcel pública, diez de ellos se fugaron abriendo un hueco en la pared con solo quitar un adobe" (ANCR SJJC 5738:12). El Gobernador de San José, en 1877, clamaba prácticamente por el cierre de la cárcel de mujeres: " ... La casa de reclusión no corresponde, absolutamente, al objeto para que fue creada ... hoy solo sirve para causar muchos gastos a los fondos municipales del cantón central, los cuales suministran el sueldo de un gendarme y los alimentos de las mujeres en cualquier concepto que entren; sin que pueda dárseles ningún oficio ni ocupación en que descuenten siquiera los alimentos y mucho menos la condena" (ANCR SP 5630). En Escazú y Pacaca los • establecimientos funcionaban casi en forma simbólica. Asimismo, el Alcalde de Limón atribuía la fuga de cuatro reos a las condiciones de seguridad (ANCR SJ 106).

Sobre la cuestión de la disciplina dentro de los penales, es útil detenerse por algún momento. A diferencia de los países capitalistas donde la originalidad del nuevo sistema logró incorporar la mano de obra de los reclusos al proceso productivo, nuestro sistema penitenciario se debatía según opinión de los gobernadores entre la inseguridad e improductividad. Muchos de los alcaides recurrían al procedimiento del garrote, y en más de una oportunidad elevaban la voz para la institucionalidad de la flagelación. Otros querían manejar sus centros con una disciplina militar y llegar al extremo de considerar a los reclusos como su soldadesca (ANCR SJJC 5738:12). Del mismo modo, las fuentes de la propia

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policía, nos dan otra dimensión de las prisiones. El 16 de octubre de 1906, e, Juzgado de Instrucción Militar entablaba un juicio contra el capitán Arturo Soto y el sargento Ignacio Barahona, acusados de los cargos de negligencia y por no mantener la disciplina y el orden dentro de la cárcel pública de San José, pues permitieron la fuga de catorce detenidos. Una vez concluido el testimonio de los sargentos, cabos, soldados y de los pocos presos que quedaron, todos coinci­dían en la costumbre de la cárcel, después de encerrar a los presos en los salones, estos se dedicaban a toda clase de diversiones tales como toques de pito, cantos y bailes, por lo regular duraban hasta las diez de la noche y muchas veces aún después de esa hora. Al final del proceso militar el capitán y el sargento fueron condenados a permanecer en prisión militar dentro del Cuartel de Artillería por el término de tres meses (ANCA SP 238:9).

Es falso suponer que los críticos del sistema penitenciario s,e hayan quedado impávidos, todo lo contrario, al reconocerse el fracaso de la "colonia agrícola" de San Lucas, creció el afán de modernizar el sistema de prisiones. En agosto de 1889, se suscribió un contrato entre el Poder Judicial y el jurista Octavio Beeche, el cual viajaría a Europa y visitaría las principales penitenciarías de Francia, Irlanda, Suiza, Bélgica, Italia, Alemania y Suecia. El informe de Beeche volvió a encender los ánimos para construir una cárcel moderna, en 1891 salían a concurso los planos para la construcción de la nueva penitenciaría en San José. En ella igual que en el pasado se depositaban las esperanzas para la redención de los bandidos. La Prensa Libre anunciaba su construcción con estas palabras: " ... ayer se inició la importante obra del Teatro Nacional, centro de la cultura-re­creación de la digna capital costarricense-. Hoy le toca el turno a otra empresa o casa de mayor necesidad o urgencia: la penitenciaría. Si el teatro es una obra reclamada como foco de sociabilidad, como templo del arte y escuela de perfectividad moral, la penitenciaría es una obra impuesta como casa de castigo y corrección del crimen, expiación y reforma del delincuente. Son dos necesida­des que se dan la mano, aunque una obra sobre la parte sana de la sociedad para depurarla y la otra sobre la parte dañada para mejorarla" (La Prensa Libre, 1891 ).

A decir verdad, la mayoría de las fugas tenían su explicación en las pésimas construcciones de los edificios, la precaria vigilancia sobre los trabajos de obras públicas y en las cárceles; los permisos concedidos a los reclusos, para salir donde sus familiares a buscar abrigos y dinero para su mantenimiento en las prisiones fueron aprovechados por los individuos para tramar una escapatoria de sus escoltas, estas son algunas de las razones que en parte explican la notoria reincidencia de los malhechores costarricenses.

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111. BANDIDOS SOCIALES

De hecho por tratarse de malhechores singulares, este apartado está dedicado a varios de ellos. Desde luego no estamos entiendo a estos individuos como un embrión de protesta, o algo parecido a un revolucio­

nario. Nuestro interés radica en lo ocupada que estuvo siempre la policía por su captura y, sobre todo, en la imagen que tenían sus vecinos con respecto a su práctica. Al igual que como dice Hobsbawm que el bandolero en general es un hombre joven y soltero o sin cargas familiares, todos ellos llenaban este requisito. Su carrera fuera de la ley la iniciaron a temprana edad, siendo unos niños, ninguno fue acusado jamás por asesinato, su único delito era ser un consumado enemigo contra la propiedad. Es revelador el sinfín de causas judiciales que les siguieron en los tribunales, a cada uno de ellos; además, sus acciones y sus actitudes como las vamos a fijar no recibían una deshonra abierta de los vecinos del barrio o callejón , la solidaridad y la protección que recibían fueron aliadas para estar burlando constantemente a la policía, como sucedió con Adolfo Giralt, acusado infinidad de veces por hurto y al final terminó hasta denunciando ser dueño de una mina, un reporte de la Comandancia de Policía de Orden y Seguridad de la ciudad de San José, fechado el 21 de febrero de 1893, mostraba su malestar porque " ... desde el dos de los corrientes la policía ha procurado capturar a Adolfo Giralt y no ha sido posible prenderlo por haberse puesto a cubierto de la policía y no poder ésta entrar en las casas que aquél frecuenta" (ANCR SJJC 2614:6).

Sobre José Badilla, conocido como Pichón, apodado por la propia policía por lo prematuro de su edad en que inició su carrera al margen de la ley. Su nombre aparecía casi siempre en todas las listas que levantaba el Juez de Paz del Sur de la ciudad, donde lo incriminaba de vago y mal entretenido. Por sus actos recibió todo tipo de condena, desde trabajos públicos hasta el confinamien­to, penas que casi siempre no cumplía. Una de sus características era andar solventando congojas de su vecindario; estos cuando iban a dar un testimonio a los tribunales trataban de encubrir sus fechorías, afirmando que Badilla poseía una buena conducta, dedicado siempre al trabajo. Estas aseveraciones por lo menos hacían más blanda una condena. Pero en el fondo lo que estaba presente era una muestra de agradecimiento por los actos del bandido hacia sus amigos, sin ninguna intimidación sostenían que Badilla "cuando se junta sus realitos es

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devoto a venir a sus amigos prestándoles" (ANCR SJJC 1071 :21), descubrían otras facetas de su vida delictiva.

Otros escenificaron episodios dramáticos, como es el caso de Víctor Aguilar, al cual se le condenó a confinamiento en Talamanca. Al poco tiempo de estar purgando su condena, la autoridad política de Moín le dirigía al Ejecutivo una comunicación donde lo ponía al tanto sobre la asonada de la costa atlántica. El Regente de Cartago decía que Aguilar había levantado el estandarte de la rebelión instigando a las tribus salvajes (sic) de la costa contra los blancos y cometiendo horrendos crímenes. Sin ser documentos exhaustivos, la riqueza de las cartas que se cruzaron la Gobernación de Cartago y las autoridades de Moín, resumen el papel desempeñado por el bandido en la sublevación. Según la descripción de la policía, los acontecimientos se iniciaron el 24 de enero de 1867, cuando fueron asesinados los señores Guillermo Toro y José de la Paz Montea­legre a manos de los indios mandados por sus reyes, cuarenta y seis días después fueron reducidos a prisión, apaleados, expulsados, incendiadas las casas de otros blancos de la región. En ese mismo informe le atribuían la responsabilidad a Aguilar por la agitación de la zona: " ... yo creo que esto no ha sido cosa de los indios, en esto hay cómplices como dijo dicho; pues lo primero que estos solicitaron fue el pabellón de Costa Rica que custodiaba el alcalde autoridad del lugar, el cual fue quemado y pedido se estableciera el inglés diciendo que no querían ser gobernados o estar bajo el pabellón de la República por más tiempo; cuando indios tan salvajes han tenido tan presentes estas palabras (sic); sino fuera por personas que les dan estos tan malos consejos. Para que usted conozca un poco más sobre lo sucedido le diré que el tal Víctor Aguilar después de haber tomado los papeles de todos los expulsados en unión del Rey Santiago pasaron con ellos a Sipurio casa de Mr. Juan H. Lyon los cuales fueron leídos y todos aquellos que les conviniesen los guardaron y los que no fueron al fuego, este tal Aguilar parece hoy el pro-hombre de blanco y tal creo que es el heredero de muertos y vivos" (ANCR SP 5385). Lastimosamente el documento no especifica las causas del levantamiento, todo parece indicar que el mal trato de los blancos a los reyes y súbditos de Talamanca fue el motivo de la sublevación. Infortunadamente la escasez de documentación no permitió conocer el desenlace final de los acontecimientos, así como la vida de Víctor Aguilar.

Ocupémonos ahora del que fue sin lugar a dudas el más extraordinario bandido del siglo XIX, Tiburcio del Pilar Jiménez Vargas. Su celebridad traspasó

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los expedientes judiciales, alcanzando su figura rasgos de leyenda; todavía en el siglo XX continuaba inspirando a literatos nacionales. Tanto es así que uno de los escritores lo proyectaba a la altura de los más célebres bandoleros europeos: " ... A Dios gracias no han abundado en nuestra tierra los héroes de folletín, de esos que han vivido en pugna con la ley amenazando la sociedad al estilo del famoso Luis Cárdenas, del andaluz Juan Portela, del serrano José María, del terrible Jaime el Barbudo o del romántico y audaz Diego Corrientes" (La Prensa Libre, 1911 :1-4).

Pero quién fue este bandido que durante casi quince años mantuvo ocupada a la policía, originando onerosos gastos al Tesoro Nacional. La fecha precisa de su natalicio es casi imposible determinarla por razones obvias, sin embargo, su acta de bautismo es un recurso que nos ayuda en esa dirección. En el Libro de Bautismo de 1854-1857 de la Curia Metropolitana aparece la siguiente inscripción: "TIBURCIO DEL PILAR JI ÉNEZ. NATURAL. En la Ciudad de San José once de agosto de mil ochocientos cincuenta y seis. Yo el Presbítero Benito Sáenz y cura bauticé solemnemente a TIBURCIO DEL PILAR, hijo de SANTOS JIMÉNEZ. Padrinos José Acuña y Rafaela Delgado" (ACM 6602:214). Es una verdad que el acto de cristianizar a sus creyentes se efectuaba al menor tiempo posible; de ahí nuestra inclinación para creer que el año cincuenta y seis -año de grandes traumas para la población costarricense-, fuera el tiempo de nacimiento de nuestro personaje.

La primera referencia en los documentos judiciales data de 1875, en esa oportunidad le imputaban los cargos de abigeato, falsificación de documentos, robo de una montura americana y un revólver. Los actos los había perpetrado en San Rafael, San Antonio de Belén de Heredia y en Escazú. La condena que recibió por estos delitos fue de trabajar en las obras públicas, por espacio de dieciocho años. La sentencia fue leída sin su presencia por andar en fuga (ANCA SJJC 6602:33).

A diferencia del resto de los bandidos, el radio de acción de Pilar Jiménez no se circunscribía únicamente a la ciudad y sus alrededores. El 12 de octubre de 1876, la policía de Cartago lo aprehendió en el Barrio San Nicolás, con el caballo que había tomado en San Antonio de Belén. Trece días después cuando era conducido por un soldado veterano, a la cárcel San José, se le escapó. En un edicto emitido por el Juez del Crimen de San José, prevenía al prófugo para que se presentara a las cárceles de esta ciudad, en un plazo perentorio de diez días. En ese mismo mandato obligaba a los empleados públicos y a las personas

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particulares a indicar el lugar donde se ocultaba el reo. En noviembre de ese mismo año se fijaba en su casa y en el lugar más concurrido de su barrio, el acuerdo de la policía. El 15 de marzo de 1877, fue puesto en la cárcel de Heredia. De nuevo en los tribunales se le ventilaron otras causas, entre otras: la fuga de la cárcel de Grecia; la venta de una carreta en Escazú, la cual pertenecía a un hombre de Barva; y el robo de siete caballos. Por todos sus delitos fue condenado a purgar dos años de prisión en la Isla de San Lucas. En una nota de la Gobernación de Puntarenas al Juez del Crimen de San José, el Gobernador escribía: " ... Hoy he recibido junto a su estimable oficio de 27 del mes pasado el testimonio de la sentencia que recayó contra Pilar Jiménez por el delito de hurto, pero no a dicho reo por haberse fugado a la escolta al pernoctar en la villa de Atenas. Lo que pongo de su conocimiento por lo que pueda convenir. Noviembre 4 1877" (ANCA SJJC 8444).

Estas acciones le granjearon una estela de temor y leyenda, en el cuento que escribiera don Ernesto Ortega sobre el bandido hay mucho de estos elementos: " .. .las rondas o guardias de serenos, como antes las llamaban, buscaban continuamente al ladrón, armados de retacos y de rialeras, recorriendo todos los barrios donde tenía el célebre Pilar, sembrado el pánico en el ánimo de los campesinos y de las viejecitas que temerosas, rezaban y rezaban a Dios, pidiéndole que las librara de las fechorías del terrible hombre. Una virtud tuvo este salteador y fue la de que nunca mató a nadie para robarle, ni tampoco al practicar su bajo oficio lo hizo con un pobre, pues Pilar no era un vulgar ratero, no, él robaba dinero especialmente u objetos de valor y ambas cosas no eran patrimonio de los descamisados" (Ortega, 1946:18). Estos pasajes de don Ernesto Ortega -re­cordemos que había sido Juez en la Provincia de Cartago alrededor de las primeras décadas del siglo XX-, armonizan bien con la historia. El 31 de marzo de 1879, la policía procesaba y castigaba a tres vecinos de San Francisco de Dos Ríos, por rehusarse a formar parte de los guardias reclutas para la captura del bandolero (ANCA JC 8396).

Es posible que la leyenda del bandido perdurara en la tradición popular oral y la literatura lo recreara como un héroe y le atribuyera proezas ficticias. En la lectura del cuento "Pilar Jiménez le robó el caballo al Presidente, un 15 de setiembre", la fantasía del autor es desbordante. El relato inicia cuando don Tomás Guardia y su estado mayor oían misa en la Catedral, afuera los soberbios y majestuosos caballos de los funcionarios viajaban al cuidado de un piquete de soldados armados con rifles. Entre ellos estaba el del Presidente, un caballo de

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impecable blancura y de magnífico porte. En eso, en los alrededores de la iglesia, los transeúntes se confundieron, por el ruido de unos disparos. Poco a poco corrió la voz que el terrible Pilar Jiménez era perseguido de cerca por un destacamento del ejército. Ante tanta confusión, continúa la narración, miró con ojos expertos las cabalgaduras y optó por el blanco y elegante potro del General, salió a galope bajo el desorganizado fuego de los aturdidos soldados y gritándole: ¡Salud mi General! (Granados:289).

En otro cuento, Pilar Jiménez es presentado como el clásico bandido noble; después de un atraco a un comerciante avaro de Desamparados, al día siguiente aparecieron en las puertas de los hogares más pobres saquitos de harina y carne fresca. La imaginación del autor se eleva aún más cuando nos cuenta que estando preso el bandido en la cárcel, le envió una nota a don Tomás Guardia solicitándole permiso para ir a ver a su madre enferma antes de trasladarse a la Isla de San Lucas a cumplir una condena. El permiso le fue concedido y una semana después regreso a la cárcel; cuando fue a descontar su condena llevaba dos reliquias: la de su madre y la del Presidente Tomás Guardia (El Heraldo, 1941 :1-4). En esa mitificación del bandido por parte de la literatura, quiere sacarlo de nuestro marco local y nos lo presenta más parecido a un revolucionario mexicano con un hermoso charro negro y en la cintura un par de pistolas, cuando en la realidad fue mucho más auténtico: "con capa de hule, barba, regular de grueso, poco moreno y descalzo" (ANCA SJJC 4981 :3).

Dejemos por el momento a la literatura y volvamos a los expedientes judiciales. El 14 de noviembre de 1877, a raíz de la denuncia que le hacía un agricultor de Aserrí, le abrían un nuevo juicio. El 3 de marzo de 1879, el Juzgado del Crimen le dictaba la siguiente pena: "Absuélvase de toda pena y responsa­bilidad a Pilar Jiménez y Vargas por los delitos de robo de dinero y objetos a José Retana, hurto de un caballo de Ramón León, hurto de un caballo de Santiago Vi llanea, hurto de un caballo a José Chavarría y falsificación de documento de un caballo del señor Vi llanea, por los cuales ha sido juzgado, sin lugar a indemniza­ción porque hubo mérito para procesarlo y condenarle por el robo en cuadrillas ... por hurto de tres caballos, y por el de ficción de autoridad del Resguardo Nacional a sufrir la pena de diez años de obras públicas. Rebajada la pena y por estar en prisión trece meses y veintisiete días le quedó una pena líquida de seis años, tres meses, once días de obras públic¡;ts" (lbídem:204).

Durante un período de seis años hay una relativa calma, hasta el 3 de junio de 1885 cuando lo capturan en Jiménez, indiciado de robo de ropa, alhajas y de

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cuatrocientos pesos en oro americano y doscientos noventa y cinco en moneda de papel de Costa Rica. Gracias al testimonio de Manuel Fernández Guardia, propietario de una finca, donde había trabajado como jornalero le dieron la excarcelación (ANCR SJJC 5458:32). A finales del mismo año fue sobreseído de una causa en su contra por el hurto de dos caballos (ANCA SJJC 5348:3).

Para mediados del año 1888, la policía organiza una verdadera batida por la captura del bandido, en ella no se escatimó recurso alguno, sino fijémonos en el dinero invertido para la aprehensión de Jiménez:

1888

Mayo 31. Por dos individuos en comisión a San Juan y San Gabriel en el día y noche a $5 cada uno. $20. , Por seis en Comisión a la U ruca día y noche a razón $4 cada uno. $24. Por comisión a las Pavas día y noche. $4 cada uno. $24.

Junio 1. Por cuatro individuos en comisión a San Juan y San Gabriel en el día y noche. $5 cada uno. $20.

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Por 6 individuos en comisión a Uruca, Pavas, Sabana y los Anones. $5 cada uno. $30.

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Junio 2. Por 4 individuos en comisión a San Juan, Uruca y Pavas el día y noche. $5 cada uno. $20. Por cuatro individuos a los Ojos de Agua. $5 cada uno. $20. Por dos individuos que pasaron la noche en un cafetal en San Gabriel a $5 cada uno. $10.

Junio 3. Por 6 individuos en comisión a San Juan y sus alrededores a $3 cada uno. S18. Por cuatro situados en la Uruca toda la noche a $5 cada uno. $20. Por seis en comisión a las Pavas en el díaynochea$5cada uno. $30.

Junio 4. Por cuatro en comisión a los Ojos de Agua. $5 cada uno. $20. Por cuatro en la Uruca a $3 cada uno. $12. Efectivo gastado en estas comisiones. $32. Por servicios prestados por Ignacio Mora. $25. Por servicios prestados por Manuel Blanco. $25. Total: S362 (ANCA SJJC 5248).

Para tener una idea de los gastos, los confrontamos con el presupuesto del Juzgado del Crimen de San José, el cual incluía al mismo juez, al secretario y prosecretario, primer escribiente, dos escribientes, el portero y notificador, devengaban en total la suma de seiscientos cincuenta y cinco pesos por mes (ANCA SJJC 113). En otros términos, en cinco días que duró la detención de Jiménez se consumió la mitad del presupuesto de un mes de dicho juzgado.

La espectacular persecución entre muchas cosas, obedecía a los delitos de abigeato, fuga de la cárcel de Heredia, robo de alhajas y dinero en soles oro, plata del país, pesetas de moneda exportable, y papel moneda. Cuando se le practicó el registro a Jiménez, en lugar de dos pistolas al cinto en sus bolsillos, se le encontraron veintiocho soles, tres pesos en papel moneda, cuarenta y cinco en plata, una cartera con un par de dados, además de este patrimonio lo acompa­ñaba una medalla de cobre con la imagen de la Concepción, una lágrima de San Pedro, y dos retratos, uno de una mujer y otro de un jovencito. Una de las cartas que lo acompañaba decía:

"ORACION:

Puesto y dirigido para Ud.: Al Santísimo Sacramento del altar le encomiendo mi alma y espíritu para que no

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sea muerto ni aprisionado con las llaves del Santísimo mi cuerpo sea asegurado tiene ojos no me mires tienes pies no me alcances las armas de mis enemigos sean largas y pesadas y las mías cortas y vencedoras, ¡ay de mí! Y al Santísimo Sacramento del altar le pido cuatro ángeles de guía, que son Ana Joaquina, José y María bajo el poder de Cristo y la soledad de María no me (espli. .. Borrado) por que todavía no se llegó el tiempo.

Pilar Jiménez" (ANCR SJJC 4546:6).

Una vez más el forajido estaba en manos de la policía, en esta oportunidad con una rapidez inusual, casi inmediatamente fue transferido al falansterio de San Lucas. A partir de este momento la huella del bandido empieza a desvane­cerse; al cabo de algunos meses en ese centro penal su nombre aparecía a la par de sesenta y ocho presos considerados entre los más pobres que carecen de ropa (ANCR SP 5270). En julio de 1893, su última causa se cerraba por prescripción de la misma (ANCR SJJC 5270). Ignoramos el final de la carrera bandolera de Pilar Jiménez, no conocemos si el bandido al final se regeneró, o las exhortaciones de los sacerdotes a sus fieles por anotar en los libros parroquiales las defunciones, no alcanzaron a llegar hasta el presidio del Pacífico.

IV. CONCLUSIONES

U na observación minuciosa revela que la sola presencia de una gavilla de bandoleros, nunca puso en peligro a la sociedad costarricense del siglo XIX, como es falso imaginarnos a las principales ciudades gozando de una

tranquilidad apacible. Estas suposiciones están reforzadas, en las permanentes ref~rencias de las fuentes al orden y a preservar las buenas costumbres. Por el carácter endémico del bandolerismo, este fue una zozobra para los pobladores, fincas, establecimientos comerciales, talleres y las mismas casas de-habitación.

Como lo hemos visto, la gran mayoría de los bandidos no hacían distincio­nes acerca de sus posibles víctimas, y ni remotamente alcanzaron una estatura de un fenómeno de protesta social prim,itiva; un ejemplo de ellos son las bandas, ni siquiera las más famosas asociaciones bandoleras tenían por norte protestar contra una realidad que cada vez las ponía en una franca desigualdad; su organización y permanencia eran muy precarias. A la vez que la economía

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emergía próspera y vigorosa, proliferaban trabajadores agrícolas quienes deam­bularon de finca en finca para ganarse el estipendio cotidiano, para muchos jornaleros la brecha de la legalidad y lo ilícito se fue estrechando.

En esta perenne zozobra muchos tomaron el camino del bandidaje como medio de retribuirse el sustento; familias enteras constituidas por jornaleros fueron puestas fuera de la ley. Los tiempos modernos requerían de una fuerza laboral disciplinada, los nuevos ritmos de trabajo, rompían de forma accidentada con hábitos pasados, la legislación despacio pero segura fue adaptándose a las circunstancias.

Conocedores los funcionarios policiales de las privaciones que tenía el país de centros carcelarios, para estas fechas experimentan las primeras acciones para crear centros correccionales, sin embargo, no parece que en este intervalo se hubieran mejorado las prisiones, todavía en las postrimerías del siglo pasado e inicios del siglo XX, las reformas planteadas por los criminólogos positivistas apenas despuntaban, materializándose hasta en los años veinte de este siglo. En lo que respecta a los bandidos sociales, como dice Hobsbawm, son hijos de las sociedades en transición a un capitalismo agrario; los casos de Víctor Aguilar y Pilar Jiménez responden a esa naturaleza, en último análisis su intención, más que transformar, respondía a enderezar entuertos y yerros de una sociedad.

ABREVIATURAS

ACM. ARCHIVO CURIA METROPOLITANA ANCA. ARCHIVO NACIONAL DE COSTA RICA JC. JUZGADO DEL CRIMEN SJJC. SAN JOSE JUZGADO DEL CRIMEN ANCA SJ. ARCHIVO NACIONAL DE COSTA RICA SERIE JUSTICIA ANCA SP. ARCHIVO NACIONAL DE COSTA RICA SECRETARIA DE POLICIA

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BIBLIOGRAFIA

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Archivo Curia Metropolitana. Libro de Bautismo: 1854-1857, f. 214v.

Archivo Nacional Costa Rica. Juzgado del Crimen. Expedientes 9369-8069-8396.

Archivo Nacional Costa Rica. San José Juzgado del Crimen. Expedientes 1071-2614-4546-4981 -5122-5248-5348-5458-5738-5862-6493-6498.

Archivo Nacional Costa Rica. Secretaría de Policía. Expedientes 238-4801-5249-5270-5385-5630-5849.

Archivo Nacional Costa Rica. Serie Justicia. Expedientes 55-103-106.

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De Paz, Manuel. "Acerca del bandolerismo social en Cuba durante el siglo XIX". En: Revista Cuadernos Hispanoamericanos. N2 476, 1990.

Flores Galindo, Alberto. La Ciudad Sumergida. Aristocracia y Plebe en Lima, 1760-1830. Ed. Horizonte, Lima, 1991.

Gudmundson, Lowell. "Aspectos socioeconómicos del delito en Costa Rica". En: Revista de Historia. Universidad Nacional. N2 5, 1977.

Hobsbawm, Eric. Rebeldes Primitivos. Ed. Ariel, Barcelona, 1974.

Memoria de Gobernación, Policía, Agricultura e Industria. 1879-1898-1 ~ob. ,

Ortega, Ernesto. Cuentos del Terruño. lmpr~nta Borrasé, Cartago, Cost8:_ Rica, 1946. . .

Periódico El Heraldo. 21 de noviembre de 1941.

Periódico El Pueblo. 28 de setiembre de 1897.

Periódico La Prensa Libre. 1 O de abril de 1911.

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ANEXOS

LADRON Y CABALLERO

Parece un contrasentido y a fe mía que no lo es los caballeros ladrones abundan más que la ruda y en cambio los ladrones caballeros son muy contados, como los mirlos blancos.

Esto es una historia que parece cuento, pero en el fondo, es un cuento con datos de legítima historia. Así es el mundo, así es la vida: la ficción y la realidad están íntimamente unidas, que quizás no exista otro medio de aislarlas, que el crisol de la razón bajo el tinglado de la serenidad y dando oxígeno al carbón de la experiencia.

Cuando era el que escribe un muchacho con la leche en los labios, tuvo el honor de conocer a Pilar Jiménez, amigo íntimo de lo_ ajeno, no para sí, sino para distribuirlo.

Tengo la convicción de que ·con San Dimas se encuentra m½JY a gusto en la gloria eterna y el Espíritu Santo le propinará tal cual cariñoso aletazo a mi héroe.

Voy a narrarles a vuelta de pluma, algunas de las bromas que dio Pilar ~n este bajo mundo:

Era oriundo de San Francisco de Desamparpdos, su madre, una viejecita con un píe deforme, era el ídolo de aquel ladrón. Vivía de la pública caridad y de lo que su hijo le proporcionaba a como había lugar.

Un gallego viejo y avaro, estableció en Desamparados una carnicería; un día de tantos, vendió todas las existencias de su negocio, antes de que rayara el alba, sin darse cuenta de ello y puso en seguida el grito en la Jefatura Política.

En ese día memorable amanecieron colgados en las puertas de los más pobres hogares saquitos harineros repletos de pan y carne fresca.

En cierta ocasión, llevó su audacia al extremo de robar un magnífico caballo al General Guardia y devolverlo dos meses después, enflaquecido y con villanas matadu­ras.

Cuando no estaba preso andaban buscando al buen Pilar: como medida de prudencia, don Manuel Vicente Zeledón, Agente Principal de Policía de San José, un día que Pilar estaba entre rejas, pidió un coche, pidió a Jiménez y lo llevó a la fotografía de Mr. Rudd.

Por desgracia se le perdió al Señor Zeledón un reloj de oro en el trayecto y en ese

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mismo reloj, fue raptado por Pilar a un penado que cumplía su condena y era un esqueleto viviente, mordido por el paludismo.

Mi padre, tenía su negocio y domicilio donde hoy está situada la escuela García Flamenco, una tarde se encontraba en la pulpería de José Mora, a una cuadra de su domicilio, cuando lo hizo llamar un gallardo jinete.

-Don Chico, necesito cien peso~ para que el doctor Valverde atienda a mi mamá. No sé si querrá prestármelo, porque soy Pilar Jiniéhez. ·

Mi padre le entregó tranquilamente la llave de su caja y le dijo -toma esta llave, es compañera de la que usa mi señora, vaya y tómelos o que se los dé ella.

Poco tiempo después, los cien pesos le fueron devueltos y los envió como obsequio a la mamá de Pilar.

Pero lo que pinta de cuerpo entero a Pilar,Jiménez, es el hecho siguiente, también rigurosamente cierto. El, estaba en la cárcel y su mamá gravemente enferma en San Francisco.

Con letra inverosímil, envió este o parecido mensaje: "Señor Presidente don Tomás Guardia: estoy en la cárcel, pronto me enviarán a la Isla, mi mamá está muy enferma deseo verla y le pido permiso por una semana. Su criado. Pilar Jiménez".

El permiso fue otorgado, seis días después regresó a su prisión y a la semana siguiente lo enviaron a San Lucas. Cuando fue a descontar su condena altivo y risueño llevaba dos reliquias: los retratos del Presidente Tomás Guardia y el de su viejita querida, para él reina de belleza y de simpatía.

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J. GIL MAYORGA.

El Heraldo. Director F. L. Enríquez. Año XXI. Puntarenas. Viernes 21 de noviembre de 1941. Número 2925, pp. 1-4.

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PILAR JIMENEZ

(HISTORICO)

(Bandolero que actuó en estos contornos el año de 1860. Brenes Mesén escribió un drama con su nombre).

E ra Pilar Jiménez, un individuo alto, delgado, un tanto bronceadas las mejillas, de fisonomía simpática, que no delataba a un merodeador empedernido, a un ladrón de aldeas, en donde ponía en juego sus mayores actividades, llenando de terror

a las gentes de los campos y aun a las de las ciudades, hasta donde el audaz alígero, llevaba sus incursiones.

Las rondas o guardias de serenos, como antes las llamaban, buscaban continua­mente al ladrón, armados de retacos y de rialeras, recorriendo todos los barrios donde tenía el célebre Pilar, sembrado el pánico en el ánimo de los campesinos y de las viejecitas que temerosas, rezaban y rezaban a Dios, pidiéndole que las librara de las fechorías del terrible hombre. Una virtud tuvo este salteador y fue la de que nunca mató a nadie para robarle, ni tampoco al practicar su bajo oficio lo hizo con un pobre, pues Pilar no era un vulgar ratero, no, él robaba dinero especialmente u objetos de valor y ambas cosas no eran patrimonio de los descamisados.

Tuvo noticias el caco, de que en cierto barrio había un garito donde concurrían los más adinerados gamonales a tirar orejas a San Jorge y decidió ir a robarles en plena mesa de juego.

Como este Pilar era muy conocido, precisaba disfrazarse y así lo hizo, adoptando una traza de pasajero o caminante y en esa forma sigilosa, llegó al garito de marras.

Serían las diez de la noche: en el interior de la casa se oían las voces de los jugadores que decían: tíreme a mí: centavo por la cola; una cuarta en cinco; si le gusta cabezona aquí tiene, hágase de plata, no sea "cuilmas", y aquel juego de voces era interminable.

Bueno se dijo Pilar, el golpe será en firme, la cancha está en candela, y entró. Los jugadores se quedaron mirándolo con cierta desconfianza, pero como lo vieron

que se disponía a jugar se tranquilizaron. El que tenía los dados en la mano, conservaba también a su frente, y sobre la mesa,

una mochila repleta de billetes y un montón de onzas de oro, de escudos y de medios escudos, moneda esta que circulaba con profusión en aquel entonces, distinto que ahora, lo que circula es cobre y gracias que no son cartones, como en tiempo de ios Tinoco.

Traía el bandolero un hermoso charro negro y en la cintura un par de pistolas, que jaló con disimulo hacia adelante y sacando de la bolsa unas pocas monedas las puso sobre la mesa y le dijo al de los dados: paro.

Tiro a usté, apuntó el jugador, tiro a este "chanflas", y soltando los dados, éstos al

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pararse marcaron un par de cenas. Ya lo pringué, compañero, dijo el tahúr, cena e apóstoles, volvió a decir.

Sí, señor, contestó Pilar, cenas, pero no hable mucho y échelas otra vez, y puso más dinero en el tapete, agregando: más paro, acabe con la cría.

A parir al monte arguyó el aludido y allá le bofes -marcando los granitos tre­ces-. Lo volví a mortificar paisano, treces de madrugada, estos dados están conmigo -afirmó el ganancioso-.

Vaya, dijo el ladrón, habla usted como un loro y tiene más mañas y dicharachos que un titiritero. Está usted de suerte, continuó, ahora va a tirarle a esto, y ligero como un rayo se hizo hacia uno de los ángulos de la habitación y empuñando una pistola en cada grito: soy Pilar Jiménez y afuera todo el mundo, y pena la vida, usted señor parlanchín si alza ese dinero.

Todos ante aquella actitud del desconocido, quedaron estáticos, pálidos como muertos.

Afuera he dicho, volvió a ordenar el terrible ladrón y montó los gatillos de las armas. Llenos de miedo salieron a la calle los jugadores y el que había ganado a Pilar tuvo

que dejar el dinero de éste y el de él sobre la mesa con gran dolor de su alma. Pilar, listo como una ardilla, cayó sobre Ja plata y guardándosela, apagó de un bote

la candela, huyó por el interior de la casa, y saliendo al solar continuó la fuga. . En ese mismo momento llegaba la guardia, la eterna acechadora del bandido.

Todos los allí presentes le dijeron a los de la ronda que si hubieran llegado un momento antes habrían capturado a Pilar: que ellos lo venían siguiendo y que se les había escapado por aquel solar, indicando el de la casa donde momentos antes jugaban con el bandolero. Los jugadores tuvieron suerte de que el falso jugador hubiera apagado la candela, porque de no haber sido así, la guardia habría visto la mesa con su clásico tendal y encima de ella los churucos y los dados.

¿ Y qué hacían ustedes aquí a estas horas? -preguntó el jefe. _ En busca del ladrón, contestaron a una todos; en busca de ese Pilar que ya no nos

deja tener sosiego. _ · ¿ Y por dónde cogió ese "condenillo"? -volvió a preguntar el jefe. Por ese cerco que le mostré, indicó uno, y debe salir seguramente por el Tejar,

pq,rque esa dirección lleva. ~ . La ronda siguió el rumbo que se le mostró y los jugadores dijeron; de buena nos

hemos escapado: Pilar aunque nos robó, no~ hizo un. gran seryi9io, porque si no,.nos coje la "runfla" con las manos en la masa, bendito sea ese pillo . .

. El rebl;JS~ador, huyendo,_Úegó-_a una casa_. de pobre a¡:>arie_ncia, qµe se alza,ba en medio de 'unos sauces y bambúes_. ¿Quién vivirá aquí? ,.se preguntó. Ya es muy tarde, siguió, y mientras vienen las claras del_ día,_yoy a qued_arrñ~ en est_e sitlo. Le pareció que en el.interior.de aquella solitaria vivienda lloraban y aguzando el oído se convenció de que en realidad así era. . . . . · ..

¡Hijo mío!, decía.una voz de mujer. ¿Qué .te hago, q4é remedio te doy? ¡Pobrecito de mi vida, tan enfermito y nosotros tan pobres!' ¡Ah, que despiadada es la miseria!

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El ladrón empujó con cuidado la puerta que estaba entornada y poco a poco se ue entrando al departamento de donde salían aquellas protestas y exclamaciones. El cuadro que ante sus ojos apareció, le llenó de tristeza el alma. Sobre unas tablas montadas en unas burras y cubiertas con una raída estera, estaba un niño agonizante y la madre, una mujer muy pálida y harapienta lo miraba fijamente a la luz mortecina de una candela de sebo, que por palmatoria tenía el hueco el para! de la "cuja"; en el suelo y abrigado con desechos de frazadas yacía un hombre que parecía más viejo de lo que en realidad era, debido seguramente a las enfermedades y las privaciones; el sudor le bañaba la frente, tenía las mejillas consumidas y una palidez mate cubría su semblante: en el rincón de aquel enfermo, impotente por esta razón para hacer algo por el hijo que se le moría, dormían, ajenos de aquella penuria, otros niños cuyas cobijas eran levitas viejas, de las que quedaban buenos sólo los forros y los faldones. Todo en aquella estancia, demostraba una pobreza extrema.

Pilar sintió compasión por aquellos desgraciados y sacando de su bolsillo la mochila que horas antes le atrapara al jugador, la abrió e iba a sacar unos billetes cuando un grito de la mujer, lo hizo volver a guardar la mochila.

i Pilar Jiménez!-exclamó la atribulada y continuó:-no me mate señor ni nos mate, somos muy pobres y nada tiene que robar aquí, no nos mate, por Dios, tenga compasión de nosotros, vea mi marido como está y este pobre angelito que se muere, mire a mis otros hijitos que no tienen cobija, no nos haga daño, y la pobre mujer se cubrió la cara con las manos y lloraba de amargura y de miedo.

El bandido sonrió con tristeza, maldita fama la que tengo, horrible sino, este mío, dijo: nadie cree que soy capaz de una acción noble, todos piensan que sólo debo robar, y agregó: no llore mi señora, no tema nada, que yo no vine para robar o matar, esto último jamás lo he hecho, entré a esta casa porque la oí a usted llorando y para pedir posada y pasar o acabar de pasar la noche: la vi tan atribulada que iba a socorrerla cuando gritó, pero aún es tiempo,_ tome, reciba este dinero que de algo le ha de servir. Y puso sobre las manos de la infeliz madre, que lo miraba atónita, todos los billetes que contenía la mochila del jugador. Y ahora agregó: por la miseria que miro, por este inmenso dolor que usted debe sentir, por la memoria de mi difunta madre, juro que será este último dinero que robo, quiero que de mí nadie vuelva a pensar que sólo para robar sirvo y que no cabe en mi corazón otro sentimiento: quiero ser honrado y esta plata que tan bien empleada dejo, ha de ser el principio de mi redención. Dios lo ha de querer y adiós, señora.

Iba a salir, cuando ·10 detuvo la guardia. Eres preso. Pilar Jiménez, díjole el sargento, por fin caíste en el garito, síguenos.

El reo bajó la cabeza con amargura y sin pronunciar siquiera una palabra, siguió a sus aprehensores: era el último robo que cometía y la última caridad que hacía el que robaba a los ricos para proteger a los pobres.

Ortega Ernesto, Cuentos del Terruño. Imprenta Borrasé. 2da_ edición, 1946. Cartago, Costa Rica, pp.18-19-20-21.

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~'"lHl,..Yf a

CUANDO DON TOMAS GUARDIA OIA MISA CON TODO SU ESTADO MAYOR EN LA CATEDRAL, PJl;AR JIME~EZ QUt; ERA PERSEGUIDOJ SALTO SOBRE UN HERMOSO CABALLO

HUYENDO FUERA DE LA CIUDAD

Pilar Jiménez fue una figura romántica de la Costa Rica del siglo pasado. Salteador de caminos, bandolero atrevido, raptaba mozas en la grupa de su caballo y ayudaba a los pobres con el producto de sus robos.

Allá en la Costa Rica del siglo pasado, cuando las gentes cerraban las pesadas puertas de sus casas a las seis de la tarde para rezar el rosario entre cabezazo y sorbo de chocolate, en tanto por las calles desiertas y empedradas se oían los cascos de los caballos en ronda y el grito del sereno, recorría los caminos de la república a la cabeza de varios sujetos de mala catadura, un hombre arrogante y vigoroso, en la flor de la edad, y de valentía probada que se llamaba Pilar Jiménez.

Quizás no haya en la historia de nuestra patria figura más romántica que la de este bandolero, salteador de caminos y casas grandes, raptos de morenas a la grupa de su caballo y quien repartía entre los pobres el producto de lo que les quitaba a los ricos a viva fuerza.

Era para los hombres motivo de terror, para las viejas un ángel bueno y para los jóvenes un hombre misterioso y encantador cuya silueta trabuco al hombro, erguirse vigilante contra la luz de la luna alguna lomilla que dominara el camino por donde habría de venir la cabalgata de ricos viajeros o las cansadas carretas cargadas de víveres que algún gamonal hacía llevar hasta la ciudad.

De Pilar Jiménez se cuentan muchas hazañas, pero quizás la más interesante pues revela el romántico bandolerismo y el valor del hombre es la acaecida un 15 de setiembre.

Estaba el Presidente de la República General don Tomás Guardia, oyendo misa de ocho con todo su estado mayor en la Catedral. Afuera, los caballos de los funcionarios, soberbios y majestuosos, viajaban al cuidado de un piquete de soldados armados de rifles. Entre estos caballos estaba el del Presidente, un caballo dé impecable blancura y de magnífico porte. En eso, en los alrededo·res de la iglesia, los transeúntes se conmovieron; Sonó un tiro y otro. Los paseantes pensaron por un momento en que se desataba otra revolución. Pero luego la verdad corrió de boca én boca, llevando un es.calofrío de miedo a todos los valientes que ahí se encontraban: Pilár Jiménez, el

·_terrible PilarJiménei, era pe_rseguido .qe cerca ~or un destaéamento dél éjército. Y en efecto, a los pocos momentos desembocaba en una de las esquinas el famoso bandolero, a píe, apresuradamente espada en mano y atento a quien quisiera detenerle el paso. Sus perseguidores estaban cerca, Pilar Jiménez se adelantó en los momentos en que el barullo llegaba hasta el interior .de la iglesia y asomaba por la pÚertádon Tomás. Y fue en esos precisos momentos que se acercó el perseguido. ·

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Miró con ojos expertos las cabalgaduras y optó por el blanco y elegante potro del General. De un salto montó en él a tiempo que de una estocada quitaba de en medio al soldado que quiso impedírselo. Sacando una pluma a la estupenda cabalgadura, se volvió graciosamente hacia el sitio desde donde don Tomás lo miraba estupefacto, gritándole: ¡Salud, mi general!

Y salió a galope bajo el desorganizado fuego de los aturdidos soldados.

"Pilar Jiménez le robó el caballo al Presidente, un 15 de setiembre". A/bum de Granados. Tomo 11, p. 289.

CUENTOS NACIONALES

PILAR

A Dios gracias no han abundado en nuestra tierra los héroes de folletín , de esos que han vivido en pugna con la ley amenazando la sociedad al estilo del famoso Luis Cárdenas, el andaluz Juan Portela, del serrano José María, del terrible Jaime el

Barbudo o del romántico y audaz Diego Corrientes. Las leyendas populares, las crónicas y los romances más o menos poéticos que nos

hablan de esos célebres bandoleros, abultan y desfiguran los hechos, conservando no obstante un fondo de verdad. Parécenos ver a esos héroes populares perseguidos en los vericuetos de la serranía, caballeros en la potente jaca cordobesa, terciada la vistosa manta, inclinando sobre la oreja el rico calañez y empuñando el terrible trabuco naranjero, sin más ley que su capricho, sin más culto que el amor a su serrana. Y leyendo la narración de sus aventuras, mezcla confusa de abominaciones y generosidades, más de una vez hemos sentido simpatías por esos extraviados geniales, que orientados por otros rumbos hubieran sido honra de su época y legítimo orgullo de su patria.

Costa Rica tuvo un famoso bandolero, al que se conoce poco y quizá se juzga mal: nos referimos a PILAR JIMENEZ quien en lo físico fue todo un guapo mozo; de mediana estatura, pelinegro, mirar atrevido e inteligente, nariz y frente helénicas, boca llena de expresión y gracia, porte airoso y distinguido, sin afectación y en lo moral, una rara mezcla de virtudes y vicios, de impulsos nobles y tendencias ruines. El amor materno y la gratitud fueron las cualidades sobresalientes.

Era oriundo de Escazú y sucedió muchas veces que en los umbrales de las casuchas en que vivían las familias más pobres de su pueblo, se encontraban de vez en cuando sendos costales repletos de víveres: al abrirlos, se encontraban con la vitualla de pedazo de papel de estraza o de cartón, con estas sencillas, frases mal escritas con lápiz:

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·obsequio de Pilar Jiménez". Otras veces en el humilde hogar del enfermo sin recursos o de indigente familia, se presentaba un jinete montando magnífico caballo y entregando un sobre que guardaba unos cuantos billetes de banco, y decía con la mayor naturalidad: "les envía este obsequio PILAR". Era de notarse que el generoso emisario no parecía siempre el mismo, pues frecuentemente cambiaba de aspecto y cabalgadura aun cuando no variaba su simpática voz: PILAR era una especie de Frégoli, que robaba los buenos caballos que le gustaban fueran de quien fueran.

Una vez estaba sin recursos y tenía su madre enferma: vino a esta ciudad en pleno día, burlando la vigilancia de la policía y presentándose en casa de un señor español, rico industrial, le dijo: Ud. no me conoce y vengo a que me preste cien pesos, pues mi mamá está enferma y quiero proporcionarle recursos para que se cure: dentro me llamo PILAR JIMENEZ y cumplo siempre lo que ofrezco. Aquel señor español cuyo recuerdo vivirá siempre en mi memoria, le entregó a PILAR la suma solicitada y tres meses después, la madre del famoso ladrón llegó a devolver los cien pesos que le fueron obsequiados.

Razón teníamos al afirmar que en Costa Rica tuvimos una especie de Diego Corrientes, un hombre extraordinario sir, ilustración y cultura que encerró en sí una extraña mezcla de ángel y demonio y para terminar, preguntaremos al benévolo lector: ¿quién se atreverá a trazar una línea que separe el bien del mal?

J. GIL.

La Prensa Libre. Año XXII. Martes 1 O de enero de 1911. Número 6917, pp. 1-3-4.

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LA CONCEPCION DEL CAMBIO TECNOLOGICO EN

LA AGRICULTURA

Agustín Jiménez A.

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INTRODUCCION

1 cambio tecnológico constituye un requisito primordial y un factor deter­minante para la dinamización y el desarrollo de la agricultura.

El contexto actual, caracterizado entre otras cosas por la necesidad de exportaciones y el incremento global del nivel de la actividad económi­

ca, la apertura creciente de la economía y la gran competencia en los mercados, precisa de un sector agropecuario diversificado y eficiente, que requiere como condición para su desarrollo de la profundización de su tecnificación , es decir, de la modernización teGnológica.

No obstante, el cambio tecnológico en la agricultura latinoamericana, se ha definido a partir de su inserción en el mercado mundial. Esto implica la adquisición de tecnología internacional, no necesariamente adecuada a las condiciones regionales y, la exportación de productos agrícolas que son precisa­mente atendidos con la tecnología proveniente de los países centrales dominan­tes. Lo que explica una agroexportación con altos contenidos importados.

Este desarrollo tecnológico, basado en la aceptación internacional de innovaciones tecnológicas, ha sido un proceso ininterrumpido en América Latina a partir de políticas de capitalización del agro en las décadas del 30 y el 40. El Estado estimuló, inclusive, la creación de instituciones vinculadas con la gene­ración y transferencia de tecnología, aunque sin proponerse procesos autóno­mos de investigación agrícola básica.

Por lo tanto, la importación y adecuación tecnológica ha desarrollado en la región, el llamado proceso de "modernización", cuyo principio fundamental ha sido más el uso de insumos tecnológicos que un proceso de creación de tecnologías de manejo. La investigación en esa perspectiva está ausente en la mayoría de los casos, y sirviendo cuando existe, para comprobar el deterioro producido por la aplicación inadecuada de la tecnología importada.

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Esta noción de la modernización y el cambio técnico en la agricultura, descubren toda una concepción del desarrollo de ese sector. Sin embargo, existen aún dificultades metodológicas para vincular la cuestión tecnológica con procesos más amplios que la contienen y la determinan.

El siguiente artículo tiene como objetivo hacer una reflexión sobre la concepción del cambio tecnológico en la agricultura, buscando distinguir algunas de sus propuestas teóricas y su vinculación con procesos tales como el mercado, los conflictos sociales y la intervención del Estado en la explicación del cambio tecnológico.

El trabajo es una tentativa modes a por aportar en un tema de gran relevancia y pertinencia en los momentos ac uales, sin pretender proporcionar un punto de vista teórico y metodológico innovador, sino más bien incluirlo en la agenda de discusiones de nuestra Facultad de Ciencias Sociales.

EL CONTEXTO DE LA MODERNIZACION Y EL CAMBIO TECNICO

L a agricultura latinoamericana ha estado incorporando innovaciones tecno­lógicas de los países desarrollados, proceso calificado de "permanente modernización", que entre otros efectos ha propiciado una elevada

artificialización de los ecosistemas y un gran deterioro de los mismos, por usos inapropiados de fertilizantes, plaguicidas y maquinaria agrícola. La llamada modernización y el cambio tecnológico que impulsa, son el resultado de la inyección de capital y tecnología tendiente a alterar los niveles de productividad de la tierra. Sin embargo, dado que ha sido un proceso decididamente dependiente ha propendido a reproducir los sistemas de transferencia de tecnología y las combinaciones de insumos de los países centrales (Gligo, 1986:56-57).

Por las consideraciones anteriores, el avance científico y tecnológico no debe confundirse con una "modernización" que a partir de los años 60, intensificó un proceso de transferencia internacional de tecnología y la aceleración del uso de insumos tecnológicos importados. Este proceso de integración de innovacio­nes técnicas, además, se concentró en sectores con diferentes grados de desarrollo capitalista, provocando procesos consiguientes de diferenciación productiva y socioeconómica (Piñeiro y Trigo, 1985:171 ).

Hoy la agricultura moderna reafirma el carácter capitalista del sistema económico, en cuyo contexto el Estado ha impulsado múltiples políticas para

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garantizar la disponibilidad de mecanismos para capitalizar la agricultura. Es e proceso de intervención pública en el sector agropecuario gestó una institucio­nalidad ligada con la adopción y adaptación de tecnologías. No obstante, el progresivo incremento de cambios tecnológicos no ha provocado aumentos significativos en la producción de alimentos más allá de los incrementos de la población. Lo que sí queda claro es el papel preponderante que el Estado ha tenido en el desarrollo tecnológico de la agricultura (ibídem: 17 4; Piñeiro, 1988: 14).

El contexto internacional de transnacionalización y globalización económi­ca exige usos tecnológicos con cierta homogeneización, de manera que la "estrategia exportacionista" que se ha venido consolidando en América Latina , reafirma para el caso de la agricultura la necesidad de recursos tecnológicos, para lograr eficiencia y competitividad, que son ofrecidos por los países desarro­llados. Esto refuerza la dependencia tecnológica y reproduce el círculo vicioso de nuevas importaciones para generar nuevas exportaciones.

ALGUNAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO TECNOLOGICO DEPENDIEN­TE

Es claro que el proceso de desarrollo capitalista en la agricultura, ha permitido que la innovación tecnológica juegue un papel preponderante, modificando inclusive las relaciones sociales de producción. Este fenóme­

no ha producido una polarización social entre aquellos que concentran los frutos de la "modernización" y una masa de campesinos y de trabajadores rurales con recursos insuficientes. La concentración de la riqueza y el conocimiento ha alimentado viejas tendencias de diferenciación productiva y social. En ese sentido, la captación de recursos y tecnología en grandes y, en menor medida, medianas unidades, son las tendencias con un peso decisivo en América Latina (Barsky, 1985:162).

El agro latinoamericano presenta en general dos elementos centrales, como problemas históricos no superados: rigidez del crecimiento de la produc­ción y atraso tecnológico en la agricultura. Estos problemas son la base de una evolución agrícola concentradora, en donde la innovación técnica excluyente ha revelado, además de la polarización social, una notable pobreza rural y, un uso irracional de recursos que muestra como ejemplos una ganadería muy extensiva y una agricultura itinerante (Gómez y Pérez, 1985:114-115, 118-122).

El diagnóstico que sobresale aún en nuestros días en el agro de América

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Latina, muestra problemas socia­les y tecnológicos que en sínte­sis se resumen en subocupa­ción de la fuerza de trabajo, patrones de uso de la tierra inadecuados (con el consiguien- • te desaprovechamiento y fal ta de preservación de su poten­cial productivo), y un nivel de ingresos rurales bajo (ibí­dem:132).

Este desarrollo agrícola se ha producido dentro de un mo­delo tecnológico y en un ámbito de relaciones económicas que han provocado una fuer-te dependencia. La agri­cultura ha aceptado per­manentemente innova­ciones tecnológicas, con un componente de re­cursos diferente al que prevalece en la región .

El patrón de adop­ción tecnológica prove­niente de los países cen-trales, reproduce una modernización de la agricultura, dependiente de insumos importados y que propicia su ·especialización hacia el mercado internacional.

La adopción tecnológica por medio de "paquetes tecnológicos" ha sido promovida por la Revolución Verde, resultado de un proceso intenso de experi­mentación agrobiológica en los Estados Unidos. Esta ha tenido como objetivo incrementar la productividad de la tierra, usando como método básico el mejora­miento genético. No obstante, sus virtudes y ventajas no han beneficiado a los productores campesinos de bajos recursos (Gligo, 1986:77, 119-120, 138).

Utilizando un enfoque de transferencia tecnológica "desde arriba", la Revolución Verde propicia el uso de paquetes tecnológicos, que exigen junto con

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las variedades mejoradas que introduce, un abastecimiento considerable ce fertilizantes y otros agroquímicos y métodos modernos de cultivo y riego. Aunque no puede negarce que ha traído cambios tecnológicos importantes, al adecuar sus "paquetes" a diferentes situaciones de las unidades de pequeños producto­res , ha conllevado a innumerables problemas, como su instrumentalización en función de intereses de grupos o empresas o el impacto negativo en el ambiente. Como los paquetes tecnológicos son conjuntos de medios técnicos inseparable­mente vinculados entre sí, han provocado una artificialización extrema en los ecosistemas y el desplazamiento de tecnologías tradicionales campesinas (Gligo, 1986:60-77).

Este hecho se desprende de la tendencia a la aplicación de un patrón institucional de asistencia técnica, similar al que crea la tecnología de la Revolución Verde, la cual tiende a desplazar tecnologías calificad~s como tradicionales e ineficientes, no valiendo consideraciones sobre la conservación de los recursos y las posibilidades de asegurar ingresos a los campesinos.

Aparejado a la consolidación capitalista de la agricultura, el cambio tecnológico ha provocado una fuerte fragmentación tecnológica. De manera, que el atraso tecnológico global resume problemas de utilización inadecuada de recursos económicos y naturales, en donde la Revolución Verde no ha sido una opción realista para vastos sectores agrarios, marginando importantes opciones técnicas.

LOS ENFOQUES TEORICOS DEL CAMBIO TECNOLOGICO

Desde el punto de vista de la teoría-económica, se ha reconocido a partir del siglo XIX, la importancia del cambio tecnológico como impulso o freno de muchos procesos tanto económicos como sociales.

Tanto la crítica de la economía política, como la economía neoclásica, incorporan el análisis del cambio técnico en sus planteamientos. Para el enfoque marxista, este es el resultado de las relaciones sociales dominantes, de tal manera que se efectúa una interrelación entre el cambio técnico y el contexto económico y social. Los empresarios incorporan las innovaciones tecnológicas en la medida en que se aumenta el capital constante y se decrementa o ahorra el capital variable. Esto explica que a largo plazo la introducción de innovaciones tecnológicas es inevitable. El uso intensivo de medios de producción modernos, sustitutivos de mano de obra, se hace sin sujeción a los cambios en los precios

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de mercado de esos dos "factores": capital y trabajo. Sin embargo, aunque el mercado no es determinante, Marx no planteó explícitamente el papel del Estado en el proceso de cambio técnico. Pero en las últimas décadas, autores como Ala in de Janvry exponen desde la economía política, la interrelación entre sectores sociales agroproductivos y las instituciones públicas vinculadas con la investiga­ción y la transferencia de tecnología agropecuaria. Plantean además, los conflictos del cambio técnico y su resolución por el Estado (Salas et al., 1983:41; Piñeiro y Trigo, 1985:173).

John Hicks, desde la óptica neoclásica acuñó en 1932, la "teoría de la innovación inducida", donde expone que el cambio tecnológico puede ser ahorrador de capital, ahorrador de fuerza de trabajo o, ser neutral respecto del ahorro de esos elementos en el proceso productivo.

El enfoque neoclásico propone el cambio tecnológico como un componen­te vital en la actividad productiva. La combinación de "factores de producción" plantea la posibilidad de un cierto grado de sustitución entre ellos. Esto explica que se puede obtener la misma producción con diferentes combinaciones de factores o, lo que es lo mismo, utilizando diferentes tecnologías.

A diferencia del planteamiento marxista, el enfoque neoclásico propone que un descenso en el precio relativo de la mano de obra, por ejemplo, induce a la aceptación de innovaciones intensivas en trabajo y circunstancialmente a sustituir capital.

Autores como Yujiro Hayami y Vernon Ruttan, desde hace más de dos décadas han desarrollado la teoría de la innovación inducida, para explicar específicamente la introducción de cambios tecnológicos en la agricultura.

En particular para Vernon Ruttan, esta teoría concibe el cambio tecnológico como endógeno al sistema económico (es decir, que nace y responde a las fuerzas del mercado), como una respuesta a cambios en la disponibilidad de recursos y a las condiciones sociales y económicas. El cambio tecnológico permite sustituir recursos que se han encarecido por conocimientos, o recursos más costosos por otros más baratos y abundantes. La disponibilidad de los recursos es una mediación del mercado y sus precios y tiene un impacto sobre la orientación del cambio tecnológico y la intensidad de su uso. Se trata de que aumentos en los precios de los factores provocan direcciones del cambio tecnológico hacia el ahorro de los factores más costosos (Ruttan, 1985: 14-15).

Para John Lynam, la teoría de la innovación inducida, en su intento por determinar cómo el cambio tecnológico responde a cambios ocurridos en los

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precios de los factores, no puede explicar lo que ocurre en América Latina, donde los precios son un vínculo débil entre el rumbo de la tecnología y la escasez relativa de factores en la economía. Afirma además, que el cambio tecnológico en el agro latinoamericano, no responde a variaciones en la relación de precios entre fuerza de trabajo y el factor tierra. El sesgo del cambio técnico se relaciona estrechamente con el tamaño de las explotaciones (en un régimen de tenencia de la tierra sumamente asimétrico y heterogéneo), o sea que la orientación del cambio técnico está dirigida hacia donde existen las mayores explotaciones (Lynam, 1985:58-74).

Los pequeños productores, escasos de capital y tierra, absorben el mayor contingente de mano de obra agrícola. T~:miendo limitaciones de acceso a la tierra, esto supone una caída de los salarios y un sesgo inducido hacia tecnolo­gías ahorradoras de tierra e intensivas en fuerza de trabajo, lo que a su vez supone un incremento de las pequeñas explotaciones. Sin embargo, la e'videncia sugiere que a bajos precios de la fuerza de trabajo, los grandes productores introducen preferiblemente tecnologías ahorradoras de este factor abundante y barato. Los bajos salarios no parecen inducir al empresario agrícola a adoptar innovaciones tecnológicas, destinadas a aprovechar este factor y a sustituir por ejemplo capital, para bajar costos de producción (ídem).

La agricultura de América Latina presenta empresas, en donde en general el cambio tecnológico está incorporado en los insumos comprados por el empresario, no en inversiones directas en investigación agrícola. Los medios de producción e insumos son ofrecidos por empresas proveedoras, la elección de estos se basa más en el aumento de su uso, que en la reducción de los costos de producción para el empresario.

De esta manera:

" ... el papel central que juega el precio de los factores en la teoría de la innovación inducida, se torna inoperante, en el contexto latinoamericano ... La eficiencia institucional tiene fundamental importancia para explicar el cambio técnico ocurrido en el agro latinoamericano, particularmente en cuanto a la eficacia de los institutos públicos de investigación agrícola para desarrollar tecnologías ahorradoras de tierra, cuando la demanda principal viene del sector de pequeños productores ... " (ibídem:62).

La investigación en tecnologías ahorradoras de tierra se encuentra así, aún más alejada de las fuerzas, del mercado.

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Para Phillip Le Veen y Alain de Janvry, la teoría de la innovación inducida es una interpretación economicista y parcialmente válida, pues considera un único aspecto de la explicación del cambio técnico. El economicismo, según estos au ores, está presente tanto en la economía convencional como en la economía política y tiende a explicar el cambio tecnológico basado en la búsqueda constante de una mayor eficiencia económica (Le Veen y de Janvry, 1985:75-101 ).

En la lógica de esa posición, los cambios en la escasez relativa de factores se refleja en las variaciones de los precios de mercado de esos factores. El aumento de precios estimula la investigación tecnológica hacia el ahorro del factor más caro. El cambio que se produce se difunde condicionado por la búsqueda de ganancia de forma inducida o coercitiva. La difusión generalizada de la tecnología logra aumentar la producción (es decir, la oferta), bajando los precios por disminución en los costos. La baja de precios obliga a los primeros innovadores que tenían ganancias extraordinarias, a buscar nuevas tecnologías para incrementar sus utilidades (ibídem:78).

Esta concepción economicista, considera que el sujeto central de la asunción del reto innovador es el empresario, visto como agente individual y activo. Estamos aquí frente a la teoría del empresario innovador de Schumpeter, quien afirmaba precisamente que el capitalismo es como una máquina que destruye para construir.

Los empresarios, los científicos, los proveedores de insumos y el Estado aparecen con acciones individualizadas y descentralizadas, siendo el mercado el conciliador de sus intereses. Las innovaciones institucionales están supedita­das a las innovaciones tecnológicas de los empresarios, es decir, están inducidas por el mismo afán de lucro, o sea, el mismo determinismo económico. Las instituciOnes se adaptan a las nuevas ventajas que garantizan el cambio tecnologico. ,

Alternativamente, para los autores citados el cambio tecnológico debe interpretarse no sólo como búsqueda de mayor eficiencia económica, sino como instrumento de camt;,io en las relaciones sociales (o de resistencia a ese cambio). El Estado es el espacio donde las fuerzas económicas, que llaman objetivas, y las fuerzas sociales, que llaman subjetivas, se traduce en nuevas tecnologías. Cualquier teoría del cambio tecnológico debe incluir, por lo tanto, una teoríá del Estado y también el estudio de las respuestas estatales a las presiones econó­micas y sociales, a través de políticas tecnológicas o de otra índole, según sean las presiones de que se trate.

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El cambio tecnológico es un instrumento para generar excedentes, pero a la ez. es objeto e instrumento de conflictos sociales, pues condiciona:

el control social sobre los medios de producción; la organización social del proceso de trabajo; la división social de la fuerza de trabajo; la apropiación social del excedente; y su instrumentación en el cambio social o en el cambio de status social (ibídem:66-79).

El conflicto social, para los teóricos de la innovación inducida, es una variable externa (lo que equivale a decir que está fuera de la dinámica del mercado) y, por lo tanto, es generalmente omitida. No obstante, la crí~ica de la economía política lo considera parte constitutiva del proceso de cambio tecnoló­gico, dimensionado en toda su complejidad social, económica, política y cultural.

Esto, sin embargo, provoca algunos problemas metodológicos. Primero, porque no sólo se trata de derivar los conflictos sociales del cambio técnico y explicar su resolución dentro del Estado. Se debe identificar los agentes y colectivos sociales involucrados, además de indagar sobre las bases materiales que definen sus intereses tecnológicos para interpretar la orientación y la fuerza de las innovaciones técnicas requeridas. También, deben estudiarse las contra­dicciones que generan nuevos conflictos en el interior de los grupos con intereses tecnológicos supuestamente semejantes.

Por otra parte, los conflictos no son sólo derivaciones del cambio tecnoló­gico, sino que este se ve condicionado por aquellos. Si los conflictos supeditan el comportamiento tecnológico, estos se manifiestan en las relaciones sociales de producción y penetran en organizaciones gremiales hasta alcanzar vínculos con el Estado, que en última instancia mediatiza los intereses tecnológicos de ciertos sectores y los impone al resto de la sociedad civil.

Por lo tanto, puede reconocerse que los conflictos y las prácticas estatales ayudan a explicar el cambio tecnológico en la agricultura. El Estado es un actor esencial en el rumbo del cambio técnico donde la demanda tecnológica no aparece intervenida por el mercado, sino por relaciones sociales e interinstitucio­nales complejas, que hacen que la efectividad de acción y lucha de cada sector la decida su capacidad de maniobra política, su poder y no su adhesión al mercado.

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Pueden distinguirse, según Piñeiro y Trigo dos niveles de comportamiento tecnológico. Uno en el que los sujetos inciden en el Estado en cuanto a oferta de tecnología, ya sea en la formulación de la política científico-técnica, el desarrollo y financiamiento de las instituciones de investigación y transferencia tecnológica o en el establecimiento de las prioridades y procedimientos de esas instituciones. El otro nivel, es incurrir en la ejecución de políticas económicas que inciden en la oferta de tecnología privada y la demanda de la tecnología de los productores (Piñeiro y Trigo, 1985:174-176).

Para Le Veen y de Janvry, existen cuatro niveles dentro de los cuales los conflictos se expresan como variables importantes en la determinación de la intensidad y la orientación del cambio tecnológico.

En primer lugar, los conflictos definen las determinaciones estructurales y económicas que inducen el cambio técnico. Entre esos factores encontramos la tenencia de la tierra, como conjunto de relaciones sociales. Los precios de mercado y los intercambios del sector agrícola y el resto de la economía, no pueden interpretarse como reflejo de escasez, sino basados en las relaciones sociales y en la participación de las clases en la distribución del excedente.

Además, los conflictos sociales participan en la determinación del cambio técnico, en la operación del sistema institucional de investigación, delimitando áreas que corresponden al sector público y al privado. El financiamiento de ese sistema a través de fondos públicos o donaciones, refleja conflictos y poderes diferenciados en la sociedad civil.

En un tercer nivel, los conflictos condicionan la organización del proceso de trabajo y el control que la tecnología brinda a propietarios y a administradores sobre este proceso. Las opciones tecnológicas condicionan: concentracion de demanda de fuerza de trabajo, división del trabajo por especialización y sexo y, el ritmo y grado de socialización del proceso de trabajo.

Por último, los conflictos tienen un impacto sobre los precios de factores y productos y, sobre el control del excedente (Le Veen y de Janvry, 1985:81-84).

Particularmente en Costa Rica el cambio técnico en el agro se refleja a través de indicadores relacionados con el uso de insumos y la capitalización. Esto, sin embargo, en concordancia con las tendencias del resto de América Latina, tiene una marcada desigualdad, pues existe un subsector agrícola con escaso progreso técnico, niveles de ingreso bajos y frecuentemente con recursos naturales insuficientes o de poca calidad. Estos elementos están en la base de importantes conflictos sociales, que en nuestro país impulsan campesinos

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pequeños y medianos, aglutinados en organizaciones permanentes y co capacidad negociadora.

Efectivamente, un ejemplo notorio lo constituyen las movilizaciones cam­pesinas en el período de 1986 a 1988. Estas luchas se impulsaron con base en alianzas establecidas con el sector empresarial de consumo interno, con el propósito de presionar prácticas estatales, entre las cuales destacaba la ausen­cia de una política tecnológica definida y una gestión tecnológica que cubriera a todos los sectores agrarios.

Esta alianza, a veces difícil de entender, expresaba el fuerte impacto de una estrategia agrícola exportacionista en el conjunto de oferentes de productos agropecuarios para el mercado interno (Mora, 1989:19).

En el sector capitalista, la expansión de la agricultura moderna no implica necesariamente la integración de tecnologías intensivas de produc.ción. La "agricultura de cambio" en Costa Rica evidenció el desconocimiento de prácticas tecnológicas para la obtención de altos rendimientos y calidad de los productos. Para los pequeños productores, el apoyo estatal requerido sigue siendo una necesidad sostenida y fuente de singulares conflictos sociales, que se ligan con las imposiciones que se manejan a nivel del proceso productivo y del proceso de comercialización.

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CONCLUSIONES

En América Latina la respuesta al estancamiento estructural de la agrc tura, ha sido una masiva transferencia de tecnología de los países centrales. Esta tecnología representa una oferta disponible que considera

métodos y técnicas que no lleguen a competir con las economías altamente desarrolladas.

El proceso de cambio tecnológico ha sido concentrado en unidades productivas medianas y grandes, lo que explica en parte aumentos de la producción, sobre todo aquellos relacionados con las exportaciones y el consu­mo interno para grupos de medianos y altos ingresos.

Este proceso de la concentración de la tecnología, no es derivado de una demanda que los empresarios satisfacen exclusivamente en el mercado. En efecto, la demanda tecnológica está mediada por complejos canales de expre­sión institucional, de donde emergen programas productivos con apoyo de investigación y transferencia tecnológica, como es el caso del exitoso programa cafetalero costarricense, impensable sin la participación efectiva del Estado.

No obstante, la gestión tecnológica estatal igualmente produce tendencias a la concentración y, por lo tanto, desatiende a un estancado sector de pequeños propietarios agrícolas. En esta perspectiva las políticas de transferencia perjudi­can a los agricultores pobres, ya que se diseñan con una falta de comprensión de la complejidad y los alcances de la transferencia tecnológica, como proceso que afecta a la producción, la productividad y el ingreso de los agricultores. Esto porque la transferencia depende del modelo de desarrollo rural adoptado en el país, el cual es bimodal o sea con unidades de producción muy desarrolladas por un lado y unidades estancadas por el otro. Además, está completamente influido por la ciencia y la tecnología norteamericanas que cuestionan la libertad de determinación de lo que se programa con buenas intenciones (ver Díaz, 1985:261 ).

De allí que la Revolución Verde no ha sido opción para los agricultores latinoamericanos y en particular para un amplio contingente de pequeños productores, esto en consideración de que sus métodos, aunque asimilables, no han sido siempre adecuados a las condiciones latinoamericanas y porque más bien desechan las tecnologías llamadas tradicionales, que han probado su efectividad agrícola y la protección ambiental. En esa perspectiva, la asistencia técnica de tipo verticalista reproduce íntegramente los modelos tecnológicos de los países desarrollados en forma mecánica y acrítica.

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Por eso la explicación del cambio técnico representa muchos retos teóri­cos, pues aún espera estudios concretos sobre sus relaciones con otros procesos más amplios, como la penetración capitalista en el agro, la conforma­ción de la estructura social agraria y las prácticas estatales. Es menester vincular el cambio técnico con el desarrollo de la ciencia y la tecnología como fenómeno internacional y nacional. También se hace importante relacionar la tecnología con procesos socioeconómicos específicos que definan la organización de la producción y la inserción de cada sector en la sociedad agraria.

En el contexto nacional y latinoamericano, la modernización tecnológica deberá tener como asiento procesos autónomos de investigación científica, de lo contrario la mera incorporación tecnol<5gica foránea en función del cálculo exclusivo del mercado y de su beneficio para ciertos sectores, producirá una fragmentación más prol'}unciada dentro de la heterogénea estructura del sector agropecuario.

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DEBATES

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1.

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SITUACION ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE LA

INTEGRACION CENTROAMERICANA 1

..

Esta es la transcripción completa de la Mesa Redonda Situáción Actual y Perspectivas de la Integración Centroamericana, celebrada en la Sala de Exrectores da la Universidad Nacional el día 27 de abril de 1993, como evento académico que acompañaría la firma del Convenio lnterinstitucional entre la Universidad Nacional y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. La transcripción y su revisión fueron responsabilidad del señor Jaime Delgado R.• y la. señora Viviana Picado V.

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in la presente mesa redonda analizaremos las alternativas de integración. Así a partir de la cita presidencial en. Antigua Guatemala, en 1990, hay un nuevo tema para analizar, discutir y proyectar. Es eso lo que da marco a este evento académico, en donde pretendemos hacer un balance y

proyectar perspectivas de la integración centroamericana. ' Nuestros tres expositores analizarán, desde su propia perspectiva, las

condiciones, ritmos, actores y posibilidades de estas tendencias históricas del presente. Vamos a iniciar de esta forma, la mesa redonda como un marco académico al importante evento que hoy celebramos, de firma de un convenio con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

De acuerdo con los señores expositores, vamos a iniciar con la exposición del Sr. José Miguel Alfare, posteriormente daríamos la palabra a don Alvaro de la Ossa y finalizaría el Dr. Haroldo Rodas. Ellos tendrán entre 15 y 20 minutos para hacer sus exposiciones. Posteriormente pasaríamos a una fase de diálogo abierto con las distinguidas personas que nos acompañan en la noche de hoy.

José Miguel A/faro 2

Muy buenas noches.

E s muy importante iniciar esta conversación felicitando a FLACSO, a la Universidad y a la Facultad de Ciencias Sociales por su visión. Porque cuando ellos iniciaron el proceso de diseño y configuración de la Maestría,

el proceso en Centroamérica todavía objetivamente estaba muy crudo, como

2. Exvicepresidente de la República de Costa Rica 1978-1982. Miembro de la Comisión de Juristas Centroamericanos.

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para poder vislumbrar los alcances que esa Maestría iría a ener. En buena hora, nece­sitamos mue ísimas, pero muchísimas ge­neraciones de profesionales en las distin­tas disciplinas, para dar respuesta al reto que Centroamérica tiene planteado.

Es muy grato y además un gran honor poder compartir reflexiones ante un público académico del nivel y de la profundidad del que está esta noche aquí reunido y, sobre todo, uno se siente muy chiquito al compartir una mesa redonda con los maestros de la categoría de Alvaro y Haroldo. Por muchos motivos, ellos son, no solo estudiosos de la integración, sino forjadores de la integración.

Creo importante antes de entrar a la perspectiva centroamericana, por lo menos dar algunas pinceladas de lo que está pasando en el mundo. Esta revolución de las comunicaciones, del transporte y de la informática de los últimos años; este proceso de globalización en que está involucrado el mundo, está por un lado fomentando y catalizando procesos de orden sociál y político muy importantes. Tal vez algunos de ellos están tan cercanos a nosotros que nos cuesta mucho poderlos analizar con una cierta objetividad. Pareciera que nunca como ahora en la historia se da la posibilidad de que los fenómenos que ocurren en las distintas zonas del mundo tengan efecto e impacten en el. mundo entero; ahora estamos viendo realmente esa concepción global del globo terráqueq, valga la redundancia, porq!Je estamos en comunicación _instantánea. Esto plantea también algo muy importante; nunca antes en la histo(ia de lp humar,idatj , tanta gente compartió tanta información como la q~e se. tiene hoy; de ·a1gu1Ja man~ra, ello está producien90 una respuesta de los pueblos que. resisten el ser considerados simple masa-info~me·y qu~ estáñ reivindicando su d~recho E-. ser protagonistas de. la historia. Lo-estamos _viendo en eLex.t>loque socialista, en Europa, en Africa del Sur, en América.Central;_con_ é:üstintas facetas,JQ vemos 'en el mundo entero. · :_ · ··-- · : ,,· .. - _'

· Al tiempo que p_areciera que se.están resquebrajando loses_tados, como·la forma más evolucionada de la organización por"ítica, -pa.ra· dar paso ~ l.os q1:1e podrían llamarse ~squemas de CQOP.eración o de fede_ración de nacionalidades; estas a su vez están constituyendo grandes bloques eco"nómicos, en don<;le

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pareciera que la lucha de los bloques ideológicos se ha desplazado a la con ·enda de los bloques económicos. Las reglas de juego, de fin de siglo y de inicio del próximo milenio, plantean tremendos retos a la América Central y muy especial­mente a cada uno de sus componentes.

Al mismo tiempo, Centroamérica emerge de un baño de sangre sin que sea resuelta ninguna de las causas que lo originaron, todavía más agravadas por el trauma de la violencia. Sin embargo, se abre un camino de esperanza, que es el resultado de esa conjugación histórica entre liderazgo preclaro de quienes, en la hora veinticinco, lograron rescatar el protagonismo de Centroamérica; lograron empezar un plan de paz en Esquipulas y los pueblos, que con un plebiscito de sangre votaron por la libertad, ahora votan-por la democracia y por el desarrollo.

Yo siento que tenemos una tremenda responsabilidad los que formamos el estrato académico universitario de Centroamérica. Esto es que si no damos una respuesta adecuada a esa ansia de libertad y de incremento de la calidad de vida de nuestros coterráneos, el epílogo del baño de sangre va a ser mucho peor que el que vimos en la década del ochenta; porque el otro iría a ser, además, el resultado de la desesperación, por la pérdida de la esperanza. Quisiera señalar algunas pinceladas de lo que ha sido ese salto exponencial , que nos llevó, en un primer término de Esquipulas a Antigua y que en Antigua cobra nuevos bríos y enrumba a un horizonte de desarrollo. En Antigua se da un cambio cualitativo importantísimo en la historia regional; en primer lugar, se plantea el esquema de integración como un eslabón en el proceso de desarrollo integral que parte de los seres humanos, de las familias y las comunidades, hasta la inserción en la economía mundial. Se plantea la posibilidad de crear en Centroamérica una región de paz, democracia, libertad y desarrollo, en donde estos elementos se conjugan entre sí; no son separados, ni independientes, ni conflictivos y se harán pautas claras de hacia dónde se quiere llevar la región.

Hoy estamos viendo cómo, incluso, ese órgano supremo, ese grupo de presidentes al timón, evoluciona, de la reunión formal protocolaria con revista de tropas y recibimiento oficial en los aeropuertos, a una reunión de ejecutivos, una vez al mes con sus gabinetes económicos, para ver la marcha del proceso. Creo que no hemos todavía extraído en toda su magnitud, la importancia y la trascendencia de este paso de los centros de decisión de los niveles ministeriales al nivel presidencial.

Por otro lado, cuando se inició ese proceso de Antigua en el 90, lo que reinaba desde el punto de vista jurídico institucional en Centroamérica era el caos

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más absoluto; ni siquiera podíamos ponernos de acuerdo para ver qué era lo que funcionaba. Me acuerdo de una conversación muy grata que tuve con amigos y colegas de la CEPAL, más o menos en octubre del 90, en donde esbocé la posibilidad de que hubiera una especie de personería jurídica regional; la reacción fue visceral en el sentido de cómo revivir la ODECA. A mí me costó muchísimo, siquiera, pensar que eso sería una solución; sin embargo, se dio la importancia de que Centroamérica encontrara un concepto que la definiera jurídicamente, la aglutinara y le diera personería jurídica a todo esto que ha pasado. Muy claramente descrito en el Artículo I de la carta de San Salvador y en el Artículo I del Protocolo de Tegucigalpa como la realidad de nuestra región, somos una comunidad económico-política que aspira a su integración; nos amamos y nos odiamos como hermanos. Por eso es que el trato que nos dispensamos los centroamericanos no es extensible a terceros países y, por eso es que nuestros agravios y nuestros amores llevan toda la pasión que da la hermandad de sangre. Con esto en mente vemos cómo los presidentes van orientando ese timón y nos llevan a la evolución de esa ODECA; un organismo que respondió a una realidad geopolítica cuando en Centroamérica había una dinastía militar con un gran poder hegemónico sobre los otros gobiernos de fuerza y en algunos momentos también una muy perniciosa influencia en Costa Rica, a un campo en donde se abre la posibilidad de crear la unidad en la diversidad. Una unidad en la que cada país puede reivindicar el derecho de ser sí mismo y colaborar con los demás en salir adelante en un proceso común; en donde la integración se plantea como un instrumento no solo para el desarrollo desde adentro, sino también para el desarrollo hacia afuera. Una unidad en la que vamos a pasar de una arena marcada para que los gladiadores compitan a ver quién vence, a una plataforma de lanzamiento para que juntos penetremos la economía mundial y podamos superar la dependencia.

Pero esto requiere de ciertas pinceladas; por ejemplo hacia adentro, el reto mayor, nuestra primera opción debe ser la de tomar acciones preéisas y congruentes, de consenso, que nos lleven efectivamente a elevar el nivel y la calidad de vida del pueblo centroamericano. Yo sueño con una operación agua viva, que nos ponga agua potable a todos los centroamericanos;· puede sonar como un sueño, tal vez pueda ser realidad, tal vez no sea controversia!, pero si se realiza eliminará la causa mayor de enfermedades infecciosas, liberará recursos a los sectores oprimidos y marginados y nos abrirá el camino para entrar por ese primer peldaño hacia un constante esfuerzo.de superación y elevación de calidad de vida.

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E · e campo macro, en el campo regional, Centroamérica tiene que ·=•~car. para sí y para los demás, toda la trascendencia de su realidad

geopolí ica. Somos el nexo entre el Hemisferio Norte y el Hemisferio Sur, somos el paso obligado del Este al Oeste. Tenemos que vender caro ese derecho, enemos que vender cara esa realidad geopolítica. No más Centroamérica mendigando la ayuda de los demás; no más pidiendo que se acuerden de nosotros porque somos democracias emergentes. Acaso a Costa Rica le dieron dos goles de ventaja en Italia para jugar contra Brasil por ser democracia emergente. La pelea fue a patadas y el comercio mundial es una guerra a muerte. Tenemos que verlo así; por ello tenemos que reivindicar nuestro derecho para ir con la frente en alto a proponerle a los socios en el progreso del mundo la gran aventura de unir a los hemisferios.

Miren señores, en estos momentos se está negociando la interconexión eléctrica entre México, Colombia y Venezuela y nosotros la estamos viendo pasar, analizándola solo desde el punto de vista técnico. Nos van a llegar a cobrar el Pacto de San José, nos van a llegar a decir "durante tantos años les dimos petróleo subsidiado, ahora les toca a ustedes dejar pasar la electricidad". Tenemos que adelantarnos y crear una realidad geopolítica que diga "señores entremos en sociedad, Centroamérica los une, ustedes ponen la tecnología y vamos a medias por tantos años". Debemos empezar a negociar de tú a tú con las economías en recesión en Estados Unidos, Europa y Japón. Sería la obra de infraestructura más grande de la humanidad, unir por ferrocarril o carretera, en la energía eléctrica, las dos grandes masas continentales con el espinazo y las vías de comunicación de los canales secos.

Tenemos que reivindicar nuestra posición en el mundo porque si no nadie la va a reivindicar por nosotros. Somos importantes porque somos paso; pero el paso se realizará con nuestro concurso o contra nuestra voluntad. Creo que es hora de que los centroamericanos despertemos a esta realidad y que también reivindiquemos el derecho a comunicarnos entre nosotros. Si hay satélites que nos permiten ver la televisión europea y sudamericana, por qué no encontrar un nicho en el satélite que nos permita ver nuestras propias imágenes y oír nuestros propios programas para comunicarnos entre nosotros también a través de los medios masivos. Así se construye la hermandad. En estos momentos estamos en una etapa crucial del desarrollo jurídico institucional del proceso de integra­ción; los presidentes están apurados por firmar un nuevo tratado general, desgraciadamente se han creado corrientes en el proceso de gestación de ese

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tratado en donde se quieren mantener vías paralelas que fueron causa de grandes problemas en el pasado. Tengo la impresión, y con esto termino, que este esfuerzo que se está haciendo debe llevarnos a reforzar aquellas líneas de avance y superación que los presidentes nos han marcado. Si los presidentes, por primera vez en la historia de la región, firman un tratado creando un sistema, ¿por qué queremos integrarnos económicamente al margen del sistema?, ¿por qué no reconocer que somos un sistema y que lo que hay que hacer ahora es un instrumento derivado del Protocolo de Tegucigalpa que reforme el tratado general para regular el subsistema económico dentro del gran sistema de la integración? No tengamos vergüenza; no tengamos pena y no seamos rebeldes de integrarnos al esquema institucional que nos dieron los presidentes. ¿ Para qué crear institucionalidades paralelas? Debemos centrarnos en el esfuerzo sistémico. Es la primera vez que se firma un instrumento en la región que tiene principios y fundamentos de contenido que son obligatorios para las partes. ¿Por qué no aprovechar esas garantías de respeto a la dignidad del ser humano que son los enunciados de principios y objetivos del Protocolo de Tegucigalpa para incorporar dentro de ese marco de referencia el esfuerzo de integración econó­mica, cada uno con su autonomía y todos elaborando la unidad en la diversidad? Si hay países que quieren ir más rápido, en buena hora, si hay otros que quieren ir más despacio, en buena hora, también. Pero, por favor, vamos a una integración económica con principios que sean doctrinal y técnicamente sólidos, pero que también sean políticamente viables. Yo creo que en estos momentos, como nunca, en Centroamérica se está llamando a la colaboración y a la participación de los sectores no gubernamentales en el debate regional. Cuando en Antigua al firmar el PAECA, los presidentes piden que se constituyan mecanismos de consulta, hablan por primera vez hasta donde yo sé en la historia del mundo, para que, además de los sectores laborales y empresariales y de fuerzas vivas, como tal se entienda, se distinga y se participe al sector académico.

Yo siento que es aquí, en la academia, donde nosotros podemos mantener el debate, liberado de las presiones políticas y de los intereses personales o de los celos institucionales, que pueda llevarnos a buscar fórmulas de convivencia que hagan de la Centroamérica del futuro, la Centroamérica que queremos. La Centroamérica que yo quiero es una Centroamérica en donde los seres humanos podamos vivir en armonía con la naturaleza, con nuestros semejantes, con nosotros mismos y con el Dios creador que nos dio una tierra bendita a todos.

Una Centroamérica que se fundamente en el respeto a la dignidad humana,

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en la solidaridad entre los seres humanos, en respeto a la creatividad y a la iniciativa de los seres humanos, que se marque en el régimen del derecho, que tenga la orientación de los valores republicanos y democráticos y que se oriente por la conciencia milenaria de la ética cristiana. Esa es mi aspiración y yo quisiera que en el rumbo de la Centroamérica del futuro, podamos hacer que no sigan pasando las cosas como las que tienen a este país hoy de duelo, el hecho de tener en jaque a la institucionalidad del país por unos dólares más, es una vergüenza nacional y es algo que nos viene a decir cuán peligroso es, en este proceso de globalización, olvidarnos de lo que vale cada ser humano y de lo que vale la dignidad fundamental de cada uno de nosotros.

Muchas gracias.

Alvaro de la Ossa 3

Buenas noches.

En primer lugar, quiero agradecer a la Universidad la invitación que me hizo para participar en esta mesa redonda. Yo represento a la Fundación Centroamericana por la Integración, que es una ONG, de profesionales e

intelectuales de Centroamérica. Somos como 120 profesionales, que estamos en la tarea de buscar, por la vía del diálogo y de la discusión, modalidades nuevas para apoyar el proceso de integración. Además, tengo la suerte, por mis canas, de haber participado no solo en la primera integración, sino de estar presente en esta segunda integración y creo que es importante empezar esta charla distin­guiendo entre lo que es propiamente integración, lo que es cooperación y lo que es regionalización.

La integración es un proceso mediante el cual los países se unifican y otorgan autoridades compartidas, soberanía compartida para resolver proble­mas; progresivamente se transforman en una unidad; legalmente se transforman en una unidad; económicamente se transforman en una unidad, independiente­mente de si hay una supraestructura política o no y también se puede llegar a eso. Mientras que la cooperación, como todos sabemos, entre países, es la ayuda

3. Consultor internacional. Presidente de la Fundación Centroamericana por la Integración.

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mutua. la cooperación mutua, la búsqueda de financiamiento, etc., para ayudar­nos en cosas específicas de interés común. Lo que fue la integración del pasado, fue una verdadera integración hasta donde puedo yo percibir en relación con es as definiciones. La regionalización es el proceso que se da de utilización de las unidades más amplias y económicas cuando se da la cooperación o se da la integración, por ejemplo, se abre el mercado de los cinco países a una sola unidad comercial en el año 1960, entonces los comerciantes, los industriales y los que otorgan servicios de transporte utilizan esa unidad; ahí hay una regiona­lización generada por la integración, hay también regionalizaciones generadas por la cooperación.

La primera cosa que quiero dejar en la mente de ustedes es que la integración es un proceso mucho más profundo que el de la cooperación y el de la regionalización; que en este momento histórico, en que los presidentes de Antigua para acá están hablando de integración, si uno lee los acuerdos de Antigua, de Puntarenas, de todas las cinco o seis reuniones que ha habido hasta en Panamá, llega a la conclusión de que lo que se está hablando ahí es utilizando el elemento o la idea de la integración, pero en los hechos de lo que se está hablando es de cooperación. No hay en toda la estructura de los acuerdos políticos, una sola idea que me dé a mí la pauta para señalar que lo que se está haciendo es verdadera integración; hay razones por las cuales esto es así y es importante dejarlo claro para no engañarnos de los políticos una vez más.

Los políticos están haciendo un programa de unificación de criterios a nivel político, pero entre esa unificación de criterios políticos sobre la cooperación, y la realidad que estamos observando, sobre lo que se hace a lo largo de esos acuerdos, hay una gran brecha. Esa brecha entre lo que se pacta y lo que se hace, me da a mí la pauta de que lo que estamos haciendo no es integración. Voy a poner algunos ejemplos, estamos perfeccionando la zona centroamericana de libre comercio que existía de la integración anterior. Pero lo que estamos haciendo es desmantelar el conjunto de limitaciones que impusimos al comercio intercentroamericano en los años ochenta, por razón de la crisis de esos años y por razón de otras condiciones económicas en que nos vimos envueltos en esa década. No estamos agregando nada nuevo en la zona centroamericana de libre comercio; tenemos un arancel externo común que viene desde antes y no hemos hecho nada nuevo en relación con él; por el contrario lo hemos erosionado por la vía de la política de la apertura. Tenemos aranceles proteccionistas para continuar impulsando el desarrollo industrial y el desarrollo de las actividades

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produc ivas que tenían protecciones altas. Evidentemente, en la primera e apa así fue, no hubiéramos podido tener un acervo de capital industrial de

6.000.000.000 (seis mil millones de dólares) como el que tenemos ahora, si no hubiera sido por ese esfuerzo integracionista, que sí lo han hecho todos los países del mundo. Ahora lo que tenemos es un arancel que baja la protección de 100 a 30 a nivel efectivo, y la protección nominal de 80 a 20 y suben las tarifas de los insumos para que los insumos que importamos sean más caros. ¿Qué clase de arancel y qué clase de integración es esa? ¿Para qué nos sirve un arancel así, que ni siquiera logramos en ese proceso de desmantelamos deliberadamente, conseguir nada con el resto del mundo, ni siquiera lo negocia­mos? Ese es un ejemplo más de ese tipo de cosas que se están observando en lo que yo llamo la integración oficial, que no es la integración real. Llegamos a la conclusión de que aquí hay un problema de voluntad política y a mí .me da la impresión de que eso se debe a que lo que se está gestando como integración, que no lo es, es un instrumento más del sistema neoliberal de la apertura en que estamos inmersos. Se está utilizando el mecanismo de abrir nuestro mercado, para darle el mercado a los terceros países, para importar productos del resto del mundo, para destruir nuestro sistema de producción industrial. No veo qué ventajas tiene eso.

Entre el año 1989 y el año 1993 los acuerdos tampoco señalan con claridad qué significa la inserción en el mercado internacional en términos de nuestro propio beneficio; estamos abriendo nuestro mercado a cambio de nada. ¿Qué

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es lo que estamos obteniendo con la apertura? Los neoliberales dicen que obtenemos muchas cosas; en primer lugar que nos abrimos para competir y que al abrirnos para competir, nos vamos a adaptar a la competencia y a ser más eficientes y más competitivos. Bueno, que yo sepa en la historia del mundo, ningún grupo de países ha hecho esto. Lo que han hecho, por ejemplo, los asiáticos es prepararse primero. Una vez que tuvieron la tecnología, la capacidad financiera y las empresas, entonces se abrieron al mercado internacional a competir. Pero nosotros estamos abriéndonos sin tener capacidad de competen­cia y creemos ilusoriamente que abriéndonos vamos a generar nosotros mismos esa capacidad. Yo eso no lo entiendo todavía. Tal vez algún neoliberal me lo pueda explicar más claramente.

En segundo lugar, nos abrimos también para negociar con terceros con la idea, también ilusoria, de que al abrirnos y tener un mercado más amplio, vamos a exportar desesperadamente y maravillosamente bien y, con ello, vamos a generar una atracción de la inversión externa. Esos son dos elementos importantes del desarrollo, nadie lo discute; pero lo que yo creo es que esa apertura que estamos generando con México, Colombia y Venezuela no va a lograr esos fenómenos que se espera en la teoría que se generen. Para darles un ejemplo, tenemos 14 años de estar en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe; hace 14 años tenemos el mercado norteamericano enterito para nosotros, exceptuando calzado, cuero, atún, ron y textiles, que fue lo que se exceptuó en la Iniciativa de la Cuenca 1 y en la Iniciativa de la Cuenca 2; pero está el resto del universo de bienes. La inversión que se ha generado en los últimos 14 años de los Estados Unidos hacia Centroamérica no refleja esa teoría; porque no se ha logrado una inversión de tal magnitud con la que efectivamente nosotros estemos llegando al mercado norteamericano en mejores condiciones que antes, mejor financiamiento y mejor capacidad tecnológica. No lo digo yo, lo dicen las reuniones de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que se hacen todos los años en Miami. Ahí señalan, los que estudian eso y los que saben de eso, que ese es el fenómeno que se ha dado; que la inversión no se generó automáticamente por la vía de las teorías.

El otro ejemplo es todavía más dramático, hacemos una integración que tiene 30 años; nos damos preferencias mutuas, las que protegemos con la cláusula de excepción centroamericana para no extenderlas a terceros por la vía de la nación más favorecida y protegernos a nosotros mismos de las ventajas que nos damos mutuamente. Ahora negociamos con terceros, abrimos nuestro

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ercado a México y como no nos ponemos de acuerdo, Costa Rica lo hace p ·mero, entonces si Costa Rica le abre el mercado a México unilateralmente, ¿qué pasa con la zona de libre comercio? Pues, que los otros cuatro países pierden su estatus de preferencia negociado con la integración. Estamos violando el espíritu de la propia integración; van a llegar los productos mexicanos al mercado costarricense a competir con los productos centroamericanos en las mismas condiciones, por lo que las condiciones de preferencia que teníamos antes con la integración se pierden, además, que no sabemos qué va a pasar con el contrabando.

¿De qué sirve esa apertura en esos términos? Si asumiéramos por un momento que Costa Rica no lo hace unilateralmente, sino que lo hacen los cinco países juntos con México, lo que podría ser lo más razonable, nos vamos a quedar en una condición muy limitada de utilización del mercado rnexicano, porque nuestra oferta no es lo suficientemente grande. El comercio con México ha tenido una brecha que demuestra históricamente, por la magnitud y por la persistencia, que es una brecha de carácter estructural. No tenemos la capaci­dad para aprovechar ese mercado, pero vamos a abrir el mercado y para ello vamos a durar 15 o 20 años produciendo para venderle después al mercado mexicano; mientras tanto los mexicanos que ya tienen toda la estructura industrial establecida y sobre todo las empresas medianas mexicanas, se van a aprovechar de inmediato, desde el primer día, para vender productos en el mercado centroamericano. Con ello también vamos a perder nuestra propia capacidad de utilizar el nuevo mercado por esa vía. Uno se pregunta, ¿qué es lo que estamos haciendo, o hacemos una integración con apertura o hacemos una apertura sin integración? A mi modo de ver, el gran conflicto que no hemos resuelto los centroamericanos es si vamos a seguir contando con integración al mismo tiempo que con apertura y, si lo vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer. Porque si seguimos por la vía de la apertura, cada vez más amplia, de las modalidades que estamos usando, seguiremos erosionando nuestra propia integración; no nos queremos dar cuenta de eso. Uno se pregunta, ¿por qué es que los presidentes corren y firman, a razón de qué van a Tuxtla Gutiérrez y se sientan y firman un proyecto que México les presenta? ¿Por qué estamos tan apurados en firmar con Venezuela y Colombia? ¿Por qué queremos ir a meternos al TLC? Tiene que haber otras razones que no están ligadas con los intereses económicos de los países centroamericanos, con la idiosincrasia y con nuestra propia historia, que hacen que los presidentes tengan esa actitud y tomen

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esas decisiones de carácter político en contra de nuestros propios intereses. En ninguno de los tres casos ha habido un solo estudio técnico que demuestre que tiene ventajas la firma de esos tratados. Ningún país, ni institución ha hecho un solo estudio sobre eso; las decisiones se han tomado a nivel estrictamente político.

Tiene que haber otras razones; yo no me quiero extender en analizar cuáles son estas otras razones. Hay ciertas cosas que están dadas en nuestra región, que no queremos reconocer y que probablemente tienen algo que ver con esto; entre ellas está, por ejemplo, la influencia que ejercen los países y los organismos prestamistas cuando nos dan dinero. Si no queremos reconocer eso es otro problema; la realidad está ahí, hay una condicionalidad establecida para prestar dinero en el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la AID, la Comunidad Económi­ca Europea, el Japón, en Suecia. Donde ustedes quieran. Todos ponen condiciones y el sistema de condicionalidades ha evolucionado de tal modo que es toda una parafernalia de cosas que hay ahí, atrás, que hacen que la política económica que nosotros queremos hacer, no la queremos hacer, sino que la tenemos que hacer compartida.

Estamos en la era del diseño de la política económica compartida con los que nos prestan; ya no somos autónomos en el diseño de la política económica y todos sabemos que los organismos financieros internacionales y los países desarrollados amigos, usualmente trabajan a nivel bilateral y no están interesa­dos en la integración. En los últimos 15 años no ha habido una sola voz, en el Banco Monetario que diga "hombre en el caso de Centroamérica había una integración, por qué no trabajamos así". Con Costa Rica empezó en el año 1983, cuando se firmó el primer acuerdo de donación con la AID; ahí sé empezaron a imponer algunos de los requerimientos y condicionalidades; ¿cuáles eran esas? Establecer tarifas arancelarias distintas a la del arancel externo común; esa fue la primera condicionalidad para los famosos primeros $80.000.000 (ochenta millones de dólares) que nos dieron. Entonces pongámonos de acuerdo en dónde estamos parados, en qué es lo que estamos haciendo, dónde están los intereses, de dónde vienen las presiones y qué capacidad tenemos para resolver nuestros problemas.

Quiero nada más capitular; estamos en un momento histórico en que es importante que nos planteemos seriamente la realidad que nos rodea; no se trata de criticar a nadie, ni tener ninguna ideología, ni estar en ningún partido; se trata de ver qué es lo que está pasando, cómo está pasando y quién está manejando

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las cosas. ¿Por dónde se puede caminar para tener la posibilidad de contarco,, una integración que respete nuestras propias necesidades y capacidades de desarrollo; que nos permita contar con una plataforma suficiente para participar en el nuevo mundo que bien describió el panelista que habló primero?

Pero si vamos a seguir así, es otro camino; no es que no vamos a hacer nada, sino que vamos a hacer otro camino diferente. Porque no hacer nada también es un camino. La sugerencia mía es que, en los esfuerzos tan loables que hacen las universidades, como en el caso que hemos visto hoy tan hermoso de la firma de este convenio entre FLACSO y la UNA por ejemplo, ojalá que la actividad académica de evaluación de la integración no solo sea académica estrictamente hablando, sino que evalúe todos estos problemas y no solo los evalúe y se quede ahí, sino que salga a lá opinión pública. Nos hace falta en Centroamérica participar en la opinión pública.

Estamos viendo pasar a los presidentes a firmar o a correr a Washington y no hacemos nada.

Muchas gracias.

Haroldo Rodas 4

E n primer lugar, quisiera agradecer a la Facultad de Ciencias Sociales la oportunidad que tenemos de estar aquí presentes. Para nosotros es muy alentador el participar en esta mesa redonda y deseándoles todo éxito

conjuntamente con FLACSO en la empresa que tienen por delante. A don José Miguel decirle que el honor es mío, al estar con usted por la experiencia que tiene en el tema que nos ocupa.

En algunos documentos y planteamientos se dice que Centroamérica se encuentra en una encrucijada. Yo creo que es correcta esa afirmación; estamos en presencia de una serie de acontecimientos muy importantes en las relaciones internacionales. Probablemente después de la Segunda Guerra Mundial lo que hemos visto en las relaciones internacionales es trascendental. No solo en los cambios geopolíticos, en donde tenemos una conformación de un mundo unipolar ahora en lo político, multipolar en lo económico, sino también un replanteamiento de todas las relaciones internacionales.

4. Economista guatemalteco, experto de la SIEGA y consultor del PNUD y del BID.

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Hace apenas unos cuantos años era impensable que la Unión Soviética pudiera desaparecer; era impensable que hubiera cambios en Europa central. Pero, eso se dio y estamos frente a otro mundo, estos cambios tienen que ver mucho con estrategias que se están planteando por los países centrales o desarrollados: la Comunidad Europea plantea el mercado único, probablemente con algunos problemas bastante complicados; sin embargo, están caminando hacia un proceso acelerado y es probable que dentro de dos o tres años no estemos hablando de 12 países, sino de 14 o 15.

Por otra parte, el Japón se consolida en la parte financiera y tecnológica. Si ustedes tienen la curiosidad de analizar, hace apenas unos seis-siete años el "ranking" de los bancos internacionales, se pueden dar cuenta de ello; los primeros ocho bancos eran norteamericanos, ahora el octavo banco es norte­americano y los primeros son japoneses y europeos, particularmente de Alema­nia. Lo mismo podríamos decir en el campo tecnológico: la informática, la robótica, la telemática, la biotecnología, la ingeniería genética están produciendo cambios verdaderamente importantes. De ahí que el planteamiento de la Iniciativa de las Américas del presidente Bush no es una ocurrencia; es un planteamiento estratégico para asegurarse un mercado ampliado y principia con lo que es el acuerdo trilateral, Canadá, Estados Unidos y México. Eso son realidades y al mismo tiempo coinciden todos estos cambios con un enfoque, no solo en la teoría, sino que en la práctica de corrientes económicas y sociales que apenas pocos años atrás eran difíciles de pensar que tuvieran un desarrollo tan importante.

Ante esa situación, Centroamérica se encuentra, por así decirlo, huérfana de ideas propias, producto de su misma crisis. Una crisis que la conocemos y ya estamos sobrediagnosticados de lo que aquí ha pasado durante los últimos 1 O años.

Lo que es importante es cómo vamos a lograr un desarrollo eficiente; cómo podemos lograr nosotros una transformación en los sectores productivos con equidad social. Yo creo que la integración es un instrumento, o podría ser un instrumento, al desarrollo; pero lo importante es no descuidar el punto central de lo que es o lo que debería ser desarrollo. Podríamos decir o preguntarnos si la integración realmente se constituye en un elemento estratégico que pueda contribuir al desarrollo económico y social. Alvaro de la Ossa planteaba una serie de puntos de vista que me parecen a mí muy importantes; sin embargo, ya la discusión sobre nuestra inserción en la economía internacional está sobrando.

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El problema ahora es cómo vamos a administrar la apertura; porque nosotros ,..o podríamos soslayar un elemento que es trascendental y pongo un ejemplo: e efecto que en este momento, a partir del primero de enero de 1994, va a tener la aplicación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, no depende de nosotros. México va a utilizar un acceso en forma inmediata del 86% de su comercio, en seis años el 92% y lo que es más preocupante es que dentro de ese 92% están incluidas todas las exportaciones de Centroamérica; es decir, produc­tos que en este momento tienen un acceso preferencial por la vía de la Cuenca del Caribe, productos que tienen arancel de naciones favorecidas, particularmen­te están los textiles que tienen un promedio de 27% en su arancel.

Ante esa circunstancia lo que queda es negociar. Sí estoy de acuerdo en que la administración de la apertura tiene que darse en una forma gradual y con un conocimiento de lo que se está haciendo; por ejemplo, ahora hablamqs mucho de las corrientes liberales de la economía, un sistema basado en la libre competencia y que debemos de tener una liberalidad en cuanto al comercio internacional. Pero hay que analizar que en estos momentos los niveles proteccionistas de los países desarrollados todavía tienen vigencia; no se ha desmantelado el proteccionismo en esos países; los subsidios, los derechos que existen a la importación de todas las barreras no arancelarias, los $50.000.000.000 (cincuenta mil millones de dólares) que gastan la Comunidad Europea, el Japón y Estados Unidos para poder subsidiar la agricultura, etc. Por consiguiente, no podríamos ser más papistas que el Papa.

Tomando en cuenta este panorama hay una interrogante que todavía no termina de despejarse: ¿cómo se concilia la integración con los procesos de apertura? Yo creo que lo que está planteándose en Centroamérica con respecto a Colombia y Venezuela son acuerdos de comercio. En el caso de México no; porque hay siete acuerdos de complementación que los estableció el acuerdo de Tuxtla Gutiérrez y uno de ellos es el programa de liberalización comercial. Con respecto a Estados Unidos, es muy probable que se entre a reformar la Cuenca del Caribe como un instrumento transitorio, mientras se llega a un acuerdo de comercio de doble vía; sin embargo, yo creo que sí existe un campo importante para la integración; no únicamente bajo un punto de vista comercial, sino incorporando otros elementos económicos.

Se está planteando, yo creo que es una orientación correcta, ¿cómo podemos en Centroamérica tener mayor viabilidad para proyectos que son importantes y que a veces por la dimensión económica de cada país no es posible

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desarrollar? e refiero, particularmente, a los proyectos de energía. Si, por ejemplo, Honduras que tiene el proyecto hidroeléctrico de Cajón o Costa Rica con Boruca que son aproximadamente más de $2.000.000.000 (dos mil millones de dólares) en esos dos proyectos, el cuadro financiero de un país no necesariamen­te puede ser viable. Son proyectos de una magnitud muy grande para las economías; sin embargo, si se plantea a nivel regional esos proyectos tienen viabilidad y por consiguiente la interconexión eléctrica centroamericana es muy importante. Escuchamos a don José Miguel Alfaro hace un momento que nos hablaba de la interconexión del grupo de los tres, Venezuela, Colombia y México. Centroamérica podía adoptar una política energética complementaria; lo mismo podríamos decir en el caso de las telecomunicaciones, todo lo que es el transporte, no solo terrestre, sino también ferroviario, marítimo, etc. Yo sí encuentro que hay un gran campo para la integración.

Para finalizar solo quisiera hacer algunas referencias ya muy específicas sobre lo que se está discutiendo en estos días que es un anteproyecto de reforma al Tratado General de Integración Económica. Creo que este instrumento modificatorio al tratado general, independientemente de cualquier comentario que podríamos hacer en cuanto al trasfondo político que tiene, contempla elementos muy importantes a destacar. Ustedes han oído en la prensa que existen una serie de planteamientos un tanto diferentes. En el caso de Costa Rica, particularmente, y esto lo digo con el máximo respeto, porque en definitiva cada estado puede decidir soberanamente lo que le conviene, Costa Rica plantea una zona de libre comercio con Centroamérica. Aquí se pierde cualquier concepto que nosotros podamos tener hacia estadios superiores de integración; no digamos lo que los mismos presidentes han acordado de llegar a una unión económica. Una unión económica puede ser para dentro de unos 100 años; yo creo que todos los que estamos acá, si esto se diera, no lo miraríamos. Es un objetivo a largo plazo, en una forma progresiva y flexible, pasando por una serie de estadios de integración que no necesariamente tienen que existir en forma simultánea: zona de libre comercio, inspeccionar el arancel externo común, la armonización y convergencia de las políticas macroeconómicas, el apoyo a sectores productivos, la parte sectorial. No obstante, dejar limitada una zona de libre comercio, como lo decía Alvaro de la Ossa, no tendría ningún sentido. Ojalá que este planteamiento pueda ser objeto de un gran debate. Lo que se trata es movilizar voluntades. Un criterio muy especial y un principio que debe de permanecer en la mente de todos los que están trabajando sobre esta materia,

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es que no se trata de imponerle una camisa de fuerza a nadie, sino se trata de movilizar voluntades hacia un objetivo que sea común; a saber, lograr el bienestar y el desarrollo de los pueblos centroamericanos.

Por otra parte, también el nuevo proyecto tiene elementos muy importantes, como el de ir formando un derecho de la integración. Don José Miguel es una persona muy versada en eso. Hubiera sido interesante escuchar su punto de vista sobre el Tribunal Administrativo Centroamericano, una parte novedosa en este proyecto de tratado. En fin, podríamos nosotros mencionar una serie de otros elementos, como la parte institucional.

Creo que el gran desafío para los gobiernos actuales es tener la capacidad para poder ir conformando mayores niveles de integración, tomando en cuenta que los países se están integrando y convirtiendo en bloques económicos. Centroamérica es un espacio, si se quiere todavía muy reducido, pero en forma conjunta es más fácil atacar los problemas que en forma individual, respetando obviamente la soberanía y las decisiones que en forma autónoma los países puedan tener.

Yo quedo con esa decisión y felicito a la Facultad de Ciencias Sociales por esa magnífica idea de poder discutir y analizar más profundamente en el campo de la integración.

Muchas gracias.

M.Sc. Oiga Marta Sánchez

Bien, ahora tienen ustedes la palabra. Les agradezco a los tres señores expositores la capacidad de síntesis, la experiencia, el conocimiento que ellos tienen sobre el problema que es muy amplio y creo que en esa

medida nos han perfilado temas significativos. Para poder maximizar el tiempo, les voy a dar la palabra a los señores que

la están solicitando y después pasaría nuevamente a cederles el espacio a los señores expositores. Creo que esta podría ser una forma de posibilitar, incluso, mayores intervenciones. Sí les pediría, por favor, no excederse de dos minutos a las personas que intervienen.

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Rogelio Cedeño

Para don José Miguel. Cuando expuso mencionó que en este proceso de integración que estamos viviendo han aparecido instituciones paralelas, en lo que se refiere a los procesos de integración y al ámbito económico;

me pareció entenderle así. A mí me gustaría que desarrollara más esa idea para ver exactamente qué es lo que está pensando cuando habla de que han aparecido instituciones paralelas; que según le entendí conspiran eventualmente contra este proceso.

Para don Alvaro. Me queda muy claro que usted está insatisfecho con lo que está ocurriendo. A mí me gustaría que usted me esbozara algunas ideas de cuál vía alternativa utilizaría usted a esto. Gracias.

Ricardo Sol

Buenas noches. Quiero hacer una breve reflexión sobre un punto, motivado por la vehemente intervención de don José Miguel Alfare, por mi, tal vez, deformación profesional y mi convicción centroamericanista. Hay un

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punto que no aparece en las discusiones y sin embargo ha sido de alguna manera mencionado. Venimos de una reflexión en un seminario en donde hemos estado estudiando este asunto de los tratados, de los acuerdos de integración y los instrumentos; hay un elemento que no aparece con la suficiente claridad y la suficiente viabilidad; nosotros sabemos y lo mencionamos, al igual que don José Miguel lo mencionó de una manera muy clara, que este proceso en el cual vivimos de globalización, etc., tiene un sustrato fundamental que es el fenómeno de la comunicación y de la información. ¿De dónde aparece el fenómeno de la información y la comunicación en el proceso de la integración en Centroamérica?

Para decirlo de una manera más clara, nosotros sabemos que en el caso de Europa, por ejemplo, hay una propuesta 9entro del proceso de la Comunidad Económica que se llama el proceso "eureka". Precisamente allá se reflexiona sobre la comunicación, porque no es posible pensar en un proceso de in~egración de unos países si no se piensa en el fenómeno de la integración cultural y de la comunicación. ¿Qué comunidad podemos formar? ¿Qué integración podemos formar si no tenemos en mente esos elementos? Hoy día, sin duda, es un elemento esencial y fundamental.

Yo siento a veces que andamos todavía caminando con aquellas famosas tesis de Feuerbach, cuando al retomar a Hegel dice que todo camina en el campo de las ideas, si las cuestiones materiales caminan. Yo creo que hoy día, precisamente, uno de los instrumentos de la globalización ha sido precisamente la revolución, en las comunicaciones y la información. En cambio nosotros no estamos pensando la comunicación como elemento de desarrollo fundamental; este asunto no aparece, para mi modo de ver, lo suficiente. Nada más.

Henry Mora

Yo también quisiera solicitarle a don Alvaro y al resto de los panelistas que se refirieran un poquito más a este aparente dilema entre la integración y la apertura. Efectivamente la CEPAL ha venido discutiendo sobre esto;

sabemos que la integración tiene que ser de otra índole a la que se practicó décadas atrás. Por lo menos eso lo leemos en muchos de los documentos que la CEPAL ha estado escribiendo. El término "integración hacia afuera", que inicialmente se propuso como una solución intermedia, parece una frase hueca más bien. No dice nada si no resolvemos los problemas fundamentales de

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rntegración para qué y no integración hacia dónde. Me queda la duda, entonces, de e si las inquietudes que plantea don Alvaro con respecto al proceso actual, por principio vuelven imposible una solución a la problemática, al dilema apertura-integración o hay caminos para hacerlo, tal vez diferentes de cómo se están haciendo; pero la pregunta es, ¿hay caminos o el dilema está planteado tan tajantemente que son vías irreconciliables? Sobre todo para don Alvaro que expresamente se refirió a ese problema, pero también el otro colega mencionó la importancia de lo que es uno de los nudos fundamentales que hay que resolver a propósito de la integración con respecto a su relación con la apertura en general.

Alfredo Miranda

M uchas gracias. Quisiera aplaudir la iniciativa de poner en marcha esta Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Integración Regional, porque ese esfuerzo va a permitir dar una serie de información fidedigna

y confiable sobre los procesos que se están realizando. Quiero hacer algunas manifestaciones en lo que respecta a México, porque

creo que hay mucha información sobre lo que se dijo esta noche. Unos de los primeros puntos es que en enero de 1991 se suscribe en Tuxtla Gutiérrez el Acuerdo General para alcanzar las bases generales de comercio y el Acuerdo General de Cooperación. Estos son dos instrumentos que si uno los ve en forma separada no nos dicen absolutamente nada, porque son dos documentos que definen las formas de cómo se va a negociar con Centroamérica y se suscriben entre los presidentes centroamericanos y el presidente mexicano, previa consul­ta y aprobación técnica del documento. Pero creo que el de cooperación establece las líneas en las que ambas regiones van a darse cooperación en diferentes áreas: económica, cultural, científico-técnica. Por dar un dato, con Costa Rica simplemente se ha establecido un inventario de 17 4 acciones en el campo de la cooperación técnica; eso habla de las acciones de cooperación que están desarrollando y no las acciones de libre comercio. Porque si nosotros vemos la balanza comercial entre ambos países, tenemos $60.000.000 (sesenta millones de dólares) de comercio entre México y Costa Rica. México y Centro­américa no hacen ni $500.000.000 (quinientos millones de dólares) de intercam­bio comercial y México el intercambio comercial que tiene es de alrededor de

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S50.000.000.000 (cincuenta mil millones de dólares); quiere decir que tenemos el 70% de comercio con Estados Unidos; esto es un poco las cifras.

El Pacto de San José, se establece ciertamente con el espíritu de brindar recursos energéticos a la región y a partir de ahí establecer, de la factura petrolera, un porcentaje para financiamiento de infraestructura. Eso se viene haciendo y de ningún modo debe existir temor en el sentido de que se va a cobrar México absolutamente nada. El proyecto de integración, el proyecto de interco­nexión eléctrica es algo que está tan atrasado, que está tan hablado en muchos niveles que francamente no ha habido ningún avance técnico después de siete u ocho grupos de trabajo entre el grupo de los tres con Centroamérica. Podría ahondar, mas no quiero extenderme, simple y sencillamente quería darles esta información que creo que puede ser útil para la comprensión del fenómeno que se busca en cuanto a la integración regional.

Muchas gracias.

Guillermo Zúñiga

Me interesa hacer una consulta sobre el proceso de integración política y desde el punto de vista de la defensa de la integración, no hacia el lado de México y Estados Unidos que casi siempre es la expectativa de los

centroamericanos, sino hacia una integración que uno crea que también se ha dado fuerte, la cual es la apertura de los países asiáticos, de nuestro propio comercio hacia ellos. ¿Cuál es la expectativa que ustedes podrían ver, en términos generales, sobre la política de integración de los centroamericanos con esas salidas más hacia Europa y hacia los países asiáticos?

Muchas gracias.

Oiga Marta Sánchez

V oy a darle la palabra durante siete minutos a cada uno de los señores expositores, abusando nuevamente de su capacidad de síntesis.

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José Miguel A/faro

Q uisiera en esta síntesis muy apretada poderme referir a las inquietudes que plantearon ustedes en sus preguntas.

Cuando yo hablo de paralelismo en el desarrollo de los procesos de integración, me estoy refiriendo al fenómeno que se dio en el pasado entre la ODECA y las instituciones económicas de la integración. En ese entonces, parecía que era una confrontación de centros de poder en Centroamérica que se visualizó con una pugna entre cancillerías y ministerios de Economía. La realidad es que muy al inicio del proceso de integración se desgaja la integración económica de lo que podríamos llamar la corriente de integración con caracte­rísticas políticas como la que planteaba la OOECA. Se establece como casa aparte, incluso, jurídicamente recurren a una fórmula rarísima; crean un esque­ma institucional y la persona jurídica es el órgano de inferior rango dentro del esquema; así la secretaría tiene personería jurídica y los órganos superiores no, aunque son los mismos de la ODECA.

En estos momentos hay algunas corrientes interesadas en mantener esa dualidad, ese paralelismo. Hubo, diríamos, amagos en Antigua, en Puntarenas, en El Salvador y hasta donde yo sé, en cada una de las cumbres se ha ido como atemperando eso en la medida en que las cumbres se han ido consolidando. Pero esa idea de llevar vías paralelas que en un momento dado, las cancillerías dicen una cosa, los ministerios de Economía dicen otra, podría crear pugnas entre ambos. Yo siento que en estos momentos esto ya está totalmente superado, en el sentido de que es un conflicto que dejó de tener vigencia. Realmente lo que ha pasado en Centroamérica es que el centro de decisión pasó de los ministros de Economía a los presidentes. En el ínterin, los ministros de Economía han cedido parte de su gestión en Centroamérica al foro de los gabinetes económicos, que en estos momentos han tomado un gran protagonis­mo. Creo que hay mucho de positivo en ver a estas carteras integradas regionalmente tratando de resolver cosas.

En estos momentos es importante que nosotros realmente nos ubiquemos dentro de un concepto armónico de sistema, es decir, Centroamérica realmente es un solo sistema. En ese sistema hay instituciones especializadas y órganos que tienen determinadas competencias, que las deben ejercer con autonomía, pero con la necesaria coordinación.

Yo siento que es muy importante que nosotros entendamos que dentro de

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ese orden vamos a lograr hacer un esquema jurídico institucional, que sí sirva de instrumento para el desarrollo interno de los países y, a su vez, de plataforma de inserción en el ámbito externo.

Hay en la agenda centroamericana obvios intereses comunes, concentré­monos en ellos y veamos qué tanto cada uno de los actores del proceso quiere llegar a esas metas. Yo creo que si nos enfrascamos en un debate semántico, nunca nos vamos a poner de acuerdo; cuando uno se enfrasca en posiciones subjetivas, obviamente pierde la objetividad. Yo creo que si nosotros buscamos qué es lo que queremos, por ejemplo, se dice que Costa Rica quiere una zona de libre comercio, bueno resulta que Costa Rica lo que quiere es que se perfeccione la zona de libre comercio que ya tenemos y que no hemos podido perfeccionar. En la visita del Presidente de Honduras a Costa Rica hizo ver a mucha gente, en las esferas de decisión costarricenses, que es posible manejar una agenda política y una agenda económica, cada una con su dinámica. Creo que muchas personas de estas esferas de decisión entendieron que el Trifinio, o sea el Triángulo del Norte, tiene algunas necesidades políticas que son imperativas para ellos. Si se ponen de acuerdo en caminar sobre esas rutas, perfecto. Tal vez sería interesante que el debate académico nos permitiera llegar a fórmulas que permitan que los que más quieran, avancen; y los que quieran avanzar menos, en una determinada ruta, avancen menos. Por ejemplo, dicen que Costa Rica no quiere libre movilidad de personas y en los últimos seis o siete meses, miles de trabajadores centroamericanos han venido a Costa Rica porque no hay quien coja café o corte caña. No queremos la movilidad laboral, pero yo siento que si nos ponemos de acuerdo en lo que estamos realmente buscando, vamos a encontrar fórmulas, que nos permitan ir de camino.

El presidente Callejas le dio a Costa Rica una fórmula: si nosotros queremos libre circulación de personas, pero no les exigimos a ustedes lo recíproco, cómo va a decir Costa Rica que no. Yo siento que si nos ponemos a ver metas específicas, nos vamos a poner de acuerdo; pero si vamos a tener que definir algo muy importante, tenemos que ponernos de acuerdo en para qué queremos la integración y, mucho más, para quién queremos la integración; vamos a tener que desarrollar un concepto, en donde sea el centroamericano el protagonista, el sujeto y el principal beneficiario del proceso de integración.

Si no logramos esto, entonces sí vamos a traer otra serie de consecuencias que pueden ser sumamente perjudiciales para la estabilidad, no solo de la región sino de los países internamente.

Muchas gracias.

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Alvaro de la Ossa

e on respecto a las preguntas de don Henry Mora y de don Guillermo Zúñiga. En primer lugar, yo quiero aclarar que no estoy insatisfecho, lo que estoy es preocupado, que es diferente. Estoy preocupado porque en

lo que estamos es en la disyuntiva de tomar alguna alternativa, por lo que se ve, por las acciones reales no por el discurso político. Costa Rica está tomando la alternativa de la apertura sin integración, por eso su posición es tan distinta a los demás. Bueno eso es un camino, eso es una alternativa. Ya lo dijo el estudioso Walter, cuando le hizo el estudio sobre el TLC al gobierno de los Estados Unidos: usted puede hacer eso, usted puede tener diferentes zonas de libre comercio con diferentes países del mundo e ir armando una especie de rosario de zonas de libre comercio para armar su imperio comercial. Eso es factible. Eso también es factible para el caso de Costa Rica: tener una zona de libre comercio con México, otra con Colombia, otra con Venezuela, otra con Centroamérica y manejarse con independencia; eso es una alternativa. Yo no estoy diciendo que sea buena o que sea mala, es una alternativa que puede estudiarse, si se quiere, qué significa, qué impacto va a tener para el país.

En lo que tiene que estar claro Costa Rica es que si lo hace de esa manera, sus relaciones con Centroamérica se restringen exclusivamente a ciertas cosas. Porque no se trata tampoco de que Costa Rica restrinja su trato con los demás y estos acepten esa restricción. Hay que tomar también las consecuencias que eso tiene.

Por el otro lado, los otros países parecieran estar en el camino, porque estamos en un gran período de transición y de búsqueda de decisiones dentro de la apertura. Los otros países pareciera que están buscando la alternativa que está más ligada con la posibilidad de una integración con apertura y no una integración absolutista como la de los años sesenta, la que ya es imposible política y económicamente. La integración sirve como base y partida para participar en el resto del mundo, los países del Norte o del Occidente tienen que saber qué significa eso para ellos.

Lo que yo estoy planteando no son soluciones, sino la necesidad de evaluar los impactos y los efectos netos, reales de las alternativas disponibles; lo que sí es posible además de eso, la necesidad de hacer estudios sustantivos para estar claros, es que además tengamos en cuenta otras cosas; yo propondría, por

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ejemplo, que se haga un alto en el camino; que dejemos de es ar tratados a trocha y mocha por razones exclusivamente poi íticas y nos sen a evaluar si efectivamente ese es el camino, cómo va y qué efectos tiene. Toda vía no sabemos qué efectos tiene y no se puede continuar con esa simpleza po í ica. Si vamos a caminar por ese camino, entonces estudiemos, esperemos, plantee­mos, meditemos. Hagamos las cosas como deben ser, con base en u a concepción más clara de nuestra propia realidad. Para eso, negociemos con los organismos financieros internacionales un período de transición para que Cen­troamérica tenga la posibilidad de decidirse para dónde va. Pero tampoco tenemos ni siquiera esa oportunidad. Tendríamos también que ir al GATT y decirles: miren señores estamos en un proceso de cambio, estamos en un proceso de reforma, estamos en un proceso de reevaluación de nuestra propia posición histórica ~n este nuevo mundo que se viene, que es el siglo XXI. Necesitamos tiempo para meditar, para pensar, para cambiar y para reestructu­rar. Pero no, a menos que el plan exista, yo no lo conozco y no está en un escritorio de Centroamérica. Ese es el gran problema.

En cuanto a los comentarios del señor Miranda, de la Embajada Mexicana, yo creo que en realidad no es asunto de falta de información. El problema está

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en que muchas de las cosas que se han hecho con México, a pa ·r oe ,. JX'" a Gutiérrez, tienen un sesgo que no facilita la integración centroamericana. ha aue ser honestos. La bilateralidad México-Costa Rica distorsiona totalmente la estructura de la información y es evidente que para México la bilateralidad es mejor que la multilateralidad, porque la división es importante cuando se negocia o ¿los mexicanos son tan ingenuos para manejarse de otra manera? No puede ser verdad. Entonces allí hay problemas que se dan en la práctica, en la realidad. No estamos diciendo que eso es malo o que eso es feo; no estamos haciendo juicios valorativos, estamos evaluando la realidad, incluso como decía en la exposición, si los cinco nos manejamos juntos, hay problemas. El acuerdo de Tuxtla, a pesar de los siete programas no ha funcionado en los términos de los siete programas; debe haber alguna razón por la cual eso es así. El propio acuerdo de Tuxtla Gutiérrez es un acuerdo que está firmado y suscrito en un clima en donde México previamente pone $121.000.000 (ciento veintiún millones de dólares) en el Banco Centroamericano de Integración, de apoyo a la integración, hace un fondo de fideicomiso en el Banco Interamericano de Desarrollo para apoyar la apertura de los países centroamericanos y renueva el Pacto de San José. Si yo hubiera sido presidente de Centroamérica, me sentiría muy comprometido de firmar el convenio de Tuxtla, en vista de esa avalancha previa. O sea, estamos manejando una situación que no es simple.

Yo creo que en el fondo, quizá la revisión que hace Centroamérica de sus relaciones con México y la revisión que México está siendo, al mismo tiempo, de sus relaciones con Centroamérica, Colombia y Venezuela va a dar mejores resultados que lo que hemos visto en los últimos dos años.

En relación con el tema de las expectativas de una integración para negociar con otras áreas del mundo, no puedo extenderme, pero si las cosas caminan como van, si la función de verticalidad entre la metrópoli norteamericana y el resto de América Latina por la vía de la Iniciativa de las Américas, si la verticalidad de las relaciones Europa con Africa por la vía de los acuerdos de Lomé y si la verticalidad de Japón con el Pacífico funcionan de la manera que están empezan­do a funcionar, la diagonalidad o la posibilidad diagonal de negociación Centro­américa-Europa es probable que se restrinja sustantivamente. Ese es un riesgo que tenemos los centroamericanos.

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Haroldo Rodas

Y o me siento muy liberado porque realmente las preguntas fueron a mis colegas. Pero sí quisiera hacer algunas reflexiones finales en un tiempo demasiado corto para poder profundizar un poco sobre este tema

trascendental. En primer lugar, hay que reconocer un elemento muy importante. Hace unos

cuantos años atrás, el problema era si se iba a regionalizar el conflicto armado con los problemas políticos, militares en la mayor parte de los países, pero afortunadamente eso está en vías de una solución, porque hay un país que todavía no ha terminado de negociar su conflicto interno, que es mi país. Sin embargo, ahora la discusión que se establece en el ámbito político y en los diferentes campos es ¿qué tipo de integración queremos? ¿Si vamos a ir a la unión aduanera, si lo dejamos planteado, si perfeccionamos la zona de libre comercio, etc.? Yo creo que eso es un avance importante, muy importante, trascendental, diría yo. Creo que los gobiernos y los políticos tendrán que hacer una serie de reflexiones, ojalá despojándose, que es bastante difícil, de la parte coyuntural. El gran problema aquí, en Costa Rica y en otros países es que si se plantea en este momento con una aspiración a muy largo plazo, un Banco Central Regional o una moneda única, el partido que lo haga no podrá ganar la elección, sencillamente porque se plantea. Hay problemas de hipersensibilidad, de nacio­nalismo, etc., lo cual es muy comprensible. En ese sentido, creo que se va a tener que hacer un gran esfuerzo de consideración , de imaginación, para presentar aspectos que se dan muy concretos en cuanto a esta nueva etapa del proceso de integración, con nuevos desafíos y con un cuadro completamente diferente.

No quisiera dejar pasar la oportunidad de hacer unos comentarios en relación con el señor Miranda, de la Embajada de México, con respecto a la cuestión de los acuerdos de Tuxtla. Desafortunadamente, en esta mesa redonda no es el tema central; por coincidente se ha tomado en una forma bastante superficial; sin embargo, déjeme decir algunos elementos que para mí son importantes. Yo tuve la oportunidad de estar en la conferencia de Tuxtla, acompañando al presidente electo en mi país en ese momento. Me tocó afortunadamente vivir muchos de los elementos que están en el trasfondo de estos acuerdos y ahora que no tengo ninguna función pública me siento con mayor libertad para poderlos exponer. En el momento en que se da Tuxtla, como

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decía Alvaro en un momento muy especial, estaba en su pleno apogeo el problema del Golfo Pérsico; en ese momento que se tenía la expectativa de que los precios del petróleo podrían llegar entre una franja de $45 a $60 por barril. Ya se pueden imaginar la carga política que tenían los presidentes y su preocupa­ción. Sin embargo, creo que se dio un paso importante en cuanto a la suscripción de los acuerdos de Tuxtla, a los siete programas que tienen complementariedad económica y que pueden dar un camino, digamos, hacia una mayor cooperación conjuntamente con el caso de Colombia y Venezuela, el grupo de los tres.

Desafortunadamente, hemos tenido una mala experiencia en la negocia­ción con México. Les voy a contar primero lo negativo para después poner lo positivo también. En primer lugar, se mencionó la parte de la liberalización comercial en el entendimiento de que los demás programas iban a ir en forma simultánea; así nació la interpretación de la parte mexicana; ellos quieren avanzar más en el programa de liberalización comercial y después entrar a los otros programas. Pero debe ser una negociación paralela para mantener una concepción asimétrica de la relación.

Por otro lado, pesa mucho el decreto modificatorio del acuerdo de alcance parcial; se recordará que cuando se renegoció el acuerdo de alcance parcial , haciendo la salvedad que es un acuerdo de una vía, no recíproco, unilateral, etc., se planteaba una cuota de 200.000 (doscientas mil) toneladas de azúcar que se podían exportar al mercado mexicano. Desafortunadamente, en el momento de pasar a máquina este acuerdo, en México, se equivocaron inocentemente y se puso $200.000 ( doscientos mil dólares), ese error pasó aproximadamente cuatro años para que se pudiera aclarar y resolver; efectivamente se aclaró, con la diferencia de que al día siguiente México aplicó una cláusula de salvaguardia.

Este tipo de ejemplo no ha dado confianza en el sector privado centroame­ricano. Cuando se mencionaba el puesto fronterizo, que fue un tema muy importante, un proyecto muy interesante, se indicó que ese puesto fronterizo iba a ser con recursos del Banco de Comercio Exterior; se iban a destinar otras fuentes de financiamiento, en el caso particular del BID, y no se mencionó sobre el acuerdo de San José. No obstante, en una nota que recibimos de la parte mexicana decían que no se podía dar financiamiento porque Guatemala, en este caso, no había hecho importaciones de petróleo a México. Lo que quiero decir con esto es que no han sido muy afortunados estos ejemplos para poder motivar un gran entusiasmo en los sectores privados, por lo menos me estoy refiriendo al caso de mi país, que creo yo que lo conozco bastante bien.

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Ahora el sentido positivo, yo creo que esto es parte de un proceso oe negociación, lo importante es que a través del grupo de los tres para Centroamé­rica es fundamental, como lo es también para el grupo de los tres, pues en las relaciones internacionales nada es gratuito.

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LA OMNIPRESENCIA DEL TOTALITARISMO

Rogelío Cedeño Castro

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(A propósito del libro El Siglo de los Totalitarismos, da Rodrigo Quesada Monge. Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José, Costa Rica, 1993)

La utilización política interesa­da, por parte de los más diver­sos actores sociales, de la noción de "totalitarismo" ha

empobrecido las posibilidades de aná­lisis de un fenómeno cuya presencia en la vida social contemporánea está profundamente arraigada. La invita­ción que nos hace Rodrigo Quesada Monge, en su libro El Siglo de los Totalitarismos, hoy objeto de presen­tación y discusión por parte de la co­munidad académica de la Facultad de Ciencias Sociales, nos lleva a enten­der lo riesgoso de establecer asocia­ciones interesadas, a partir de este tipo de categorías pues, como lo indica el autor, "la vida cotidiana del hombre promedio de nuestros días, está reple­ta de mensajes totalitarios sublimados

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para que sea lo más eficiente posible". La relación entre eficiencia y rendi­miento, por un lado, y totalitarismo y despersonalización (sacrificio del su­jeto frente al individuo), por el otro, que Quesada propone en la base del aná­lisis del totalitarismo contemporáneo, indican que se trata de un vasto campo de fenómenos, el cual rebasa con cre­ces la utilización habitual que se hace de él bajo la forma de adjetivo califica­tivo epíteto, destinado a la descalifica­ción del adversario.

La gran habilidad de las burgue­sías posmodernas reside en haber culminado un largo proceso de oculta­miento de los rasgos esencialmente totalitarios del siglo XX. Es decir, aque­lla ausencia de libertad cómoda y sua­ve de que hablaba Herbert Marcuse (1898-1980) al inicio de su conocida obra El Hombre Unidimensional, según la cual nuestro hombrecillo de la cotidianidad se consuela hablando de la falta de libertad característica del nazismo o del fascismo del período de entreguerras o, más aún dentro del ETHOS anticomunista de la guerra fría

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todavía viva en la mente de muchos, en esta parte del mundo, maldiciendo a los rojos a manera de una admoni­ción que tiene la virtud de evitar toda clase de males. Es decir, es totalitario el "imperio del mal", así adjetivado por Ronald Reagan al inicio de su gestión y todo aquello que amenace los intere­ses de la superpotencia de la América del Norte.

Evidentemente, se trata de una visión demasiado restringida del fenó­meno totalitario, ¿qué es el totalitaris­mo? y ¿quiénes, entonces, son los totalitarios?, los grandes aparatos del nacionalsocialismo alemán y del fas­cismo italiano con su política de terror político e ideológico, por lo demás ex­plícita se constituyen en una asocia­ción obligada. El estalinismo, como la forma política dominante en la socie­dad soviética, que se extenderá des­pués de la Segunda Guerra Mundial hacia los países de Europa Central y del Este, cuyos regímenes se van a autocalificar, durante decenios, con la denominación de sociedades que cons­truían el "socialismo real" constituye otro lugar común en la estereotipación del totalitarismo.

La clave, sin embargo, reside según el propio Rodrigo Quesada -y en esto estamos de acuerdo con él­en que el siglo XX llevó hasta sus últimas consecuencias la capacidad destructiva de la especie humana. Una

capacidad de destruir que va mucno más allá del exterminio en los campos de concentración de Dachau y Büchenwald o en los del Gulag del padrecito Stalin. Se trata del extermi­nio de la voluntad, como un proceso psicosocial que tiende a la forja de individuos (es decir, no sujetos, para seguir el razonamiento de Rodrigo Quesada) que renuncien gozosamen­te a la capacidad de pensar y decidir por sí mismos. Se trata de un totalita­rismo de tal perfección que los indivi­duos se sientan "libres" de elegir o poseer determinados objetos, de tal manera que la libertad como una di­mensión ética del ser humano se en­cuentra suprimida y substituida por esa otra, no precisamente ética, de adquirir a cambio de dinero determina­dos objetos o símbolos de posición social y portadores, al parecer, de una libertad PER SE, ¿cómo pueden ser definidos los actos totalitarios? y en esto, según el autor, se está ante la sola disyuntiva de la EFICIENCIA y el rendimiento hasta agotar las "últimas capacidades" del ser humano. Lo tota­litario, entonces, reside no tanto en las acciones concretas de determinados actores sociales, como en la acepta­ción pasiva de la gran mayoría de los "afectados" (es decir, alcanzados por

· las consecuencias de una acción) como sucedió, hace poco, en un área del campus de la Universidad Nacional,

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próxima al edificio de la Facultad de Ciencias Sociales, con la destrucción de un importante número de árboles, sin que nadie diera ninguna explica­ción que tuviese los requisitos míni­mos de la racionalidad. La destrucción cotidiana de la vida y la esperanza ante nuestros indiferentes ojos parece re­flejar que esta forma, mucho más per­fecta, del totalitarismo de la posmoder­nidad, nos ha convertido en unos sui­cidas que, como parte de una especie también suicida, solo esperamos de manera "alegre" e irresponsable la lle­gada de la hora final.

La lectura mediocre y superficial del pensamiento de George Orwell (1903-1950) que bajo la luz del ETHOS anticomunista de la guerra fría realiza­ron, hace diez años, algunos escrito­res criollos, como Jorge Enrique Guier y Jaime Daremblum, pretendió ver en la novela 1984, únicamente un recha­zo de la versión estalinista del totalita­rismo, sin darse cuenta que el comba­tiente de la Cataluña libertaria y anti­fascista de 1937 (a la cual dedicó su poco conocido Homenaje a Catalu­ña) hacía una clara referencia a la naturaleza eminentemente destructi­va del capitalismo y anunciaba, al mis­mo tiempo, el advenimiento de un tota­litarismo aún más perfecto, basado en la interiorización de la mentira que deviene en verdad absoluta. No en vano, en el mundo novelado de 1984

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las torturas se ejecutan en el ministerio del amor y la guerra es allí la paz, además de que Winston, el protago­nista, no será ejecutado hasta que muera amando a sus verdugos, mien­tras que previamente ha debido reco­nocer que 2 x 2 equivale a 5. ¿Es que acaso ha podido el capitalismo vivir sin la mortífera industria armamentista o complejo militar-industrial?

Más que una propuesta psicoló­gica para el conocimiento de los totali­tarismos de los años treinta y cuaren­ta, lo que Rodrigo Quesada hace es buscar las causas macrosociales que llevan al ascenso nazi y fascista en Alemania, Italia y España. Asimismo, propone otra forma de interpretar el caso del militarismo japonés, sus con­notaciones totalitarias y las causas de su expansión en el continente asiático.

Es evidente que el temor al cam­bio social, simbolizado por la presen­cia de la revolución bolchevique (a la que Sorel alabó en un primer momen­to, calificándola como un puntapié a la decadente burguesía europea), estu­vo desde el principio en el fenómeno del ascenso nazifascista, según el au­tor de El Siglo de los Totalitarismos.

No estamos de acuerdo con el autor, cuando éste analiza el caso de la eliminación, por parte de Hitler, de los hombres de las SA que simboliza­ban la posibilidad de una "segunda revolución" (Quesada, 1993:59), pues

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del contexto histórico se infiere que esta nunca fue posible, según lo dicho por el propio Rodrigo Quesada en otra parte del texto: "Hitler dejó la prisión dispuesto a no seguir siendo un agita­dor de segunda (1925 o 1926), menos aún cuando era consciente de que contaba con un número importante de los soldados de elite mencionados"( es decir, desplazados del ejército pero contando con el apoyo de alta oficiali­dad en servicio) (Quesada, 1993:58),

a lo que agrega másadelante: "El 30 de enero de 1934, Hitler utili­zó a un nuevo cuerpo especia­lizado de policía política, los SS, para ejecutar a Rohm y el resto de los dirigentes de los SA (que

• hablaban de una segunda revolu­ción en un len­guaje vagamen-te anticapitalis­ta). Al mismo tiempo aniquiló a la oposición en el ejército que se expresaba en hombres como Schleider, Von

Kahar y Georg Strasser. El resultado fue la estabilización del régimen de Hitler. A partir de entonces el ejército y la derecha más conservadora, acepta­ron el dominio de Hitler y por criminales que fueran las medidas llevadas a cabo por los nazis, hicieron como que no las veían, hasta el final de la guerra en 1945" (Quesada, 1993:59). ¿Es que acaso el proyecto nazi no era el de esa derecha conservadora y poderosa? Pareciera entonces que, más bien, la

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eliminación de Róhm y las SA que se suponía podían tocar los intereses más poderosos de Alemania, en una espe­cie de "segunda revolución", era un paso totalmente congruente con los propósitos de Hitler, pues, habiendo sido las SA un instrumento para el logro de sus planes, su eliminación ulterior estuvo, al parecer, contempla­da de antemano. En cuanto a que el ejército y los conservadores hicieron como que no veían, ¿no estarían aca­so hipnotizados por el gigantesco apa­rato propagandístico montado por Jo­seph Goebbels?

En el análisis del período inme­diatamente anterior al ascenso del fas­cismo en Italia, el autor dice que: "Para colmo de males, los dirigentes socia­listas al frente de estos vastos movi­mientos de masas se opusieron siem­pre a la guerra, que creían imperialista y en beneficio de los grandes capitalis­tas y terratenientes italianos. Con esta perspectiva, ni la policía ni el ejército se opusieron a los fascistas" (Quesa­da, 1993:63). De la forma como lo plantea el autor, podríamos inferir que si se hubiera dado un mayor grado de incongruencia con sus postulados, por parte de la dirigencia socialista italia­na, se habría evitado o retrasado el ascenso fascista, cuando en realidad la ausencia de vocación revoluciona­ria en el Partido Socialista Italiano le impidió a este aprovechar las grandes

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movilizaciones obreras de 1919-1920 y ya, para 1922, la situación había escapado a su control.

En relación con el estalinismo, otra expresión totalitaria resultante de la burocratización del proceso bolche­vique, estamos de acuerdo con Que­sada, cuando dice que: "La teoría del partido propuesta y elaborada en la práctica por Lenin no es el resultado de una voluntad antojadiza, que hubiera surgido de una mentalidad paranoica. Este es el enfoque que se le ha querido dar a todo un utilaje político-partidista, surgido de las entrañas mismas de la historia del pueblo ruso y, por encima de todo, de las tradiciones y potencia revolucionaria de los pueblos en vías de desarrollo" (Quesada, 1993:71) y advierte, asimismo, contra las simplifi­caciones que pretenden culpar a Le nin de la degeneración totalitaria que llevó a los procesos de Moscú de 1936 y 1938, con el consiguiente exterminio de la gran mayoría de la dirigencia bolchevique del 17, el asesinato de León Trotsky (1879-1940) y el paso de millones de personas por los campos de concentración hasta la muerte del tirano, en 1953. Es decir, ni el marxis­mo ni el leninismo tenían que engen­drar fatalmente el totalitarismo estali­nista.

La insistencia que se hace en el libro en cuanto a que la historia no la escriben los líderes, sino los pueblos

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mismos contrasta con la afirmación que se hace, líneas después, acerca de León Trotsky, en el sentido de que a éste "como fundador del Ejército Rojo se le podía atribuir prácticamente el triunfo de los revolucionarios en la guerra civil" (Quesada, 1993:73). Por otra parte y en relación con el caso de Trotsky, señala el autor que habría criticado el aniquilamiento de los anar­quistas eslavos, cuando en realidad fue el artífice de la represión en Ucra­nia contra el movimiento campesino libertario, encabezado por Néstor Maj­no en 1919 y la sublevación de los marinos de Krondstad, en marzo de 1921, a pesar de que habían sido los héroes de la toma de Petogrado por los bolcheviques, en octubre de 1917. Sin negarle otros méritos a Trotsky, espe­cialmente sus aportes teóricos que permiten hoy comprender, de forma más clara, la naturaleza del totalitaris-

mo estalinista, no podemos estar de acuerdo conque se oculte la verdad acerca de esas políticas del revolucio­nario Trotsky, en el poder, siendo el libro omiso al respecto.

Este es un libro comprometido y su autor se compromete a través de sus páginas, lo que contrasta viva­mente con el espíritu de una época, caracterizada por el NO COMPROMI­SO con la verdad. Coincidimos en que la lucha por la justicia y en contra del totalitarismo del mercado y del de la planificación centralizada (hoy casi extinto) no podrán terminar nunca. La hora del Big Brother, con sus minutos del odio, que aparece como telón de fondo en la novela 1984, de George Orwell, aún no ha sonado y estamos seguros de que el despotismo de la mercancía nunca triunfará frente al hombre, sujeto y hacedor de su histo­ria.

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LA UNIVERSIDAD NACIONAL: DEL HEREDIO-COMUNISMO

AL HEREDIO-NARCISISMO

Rodrigo Quesada Monge

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••••••••••••••••••••••• "El hombre cambia, cambian sus miedos, cambian las situaciones, y él permanece indefenso frente a los nuevos y turbios desafíos". COSTA FERNANDEZ, Ronaldo.

••••••••••••••••••••••• MIS MOTIVOS

a Rectoría de la Universidad Nacional (UNA) tuvo la genti­leza de invitarme a reflexionar sobre el último libro del Dr.

Carlos Araya Pochet, exrector de la misma institución, publicado reciente­mente por la Editorial de la UNA y que se titula LA UNIVERSIDAD NACIO­NAL Y LA EDUCACION SUPERIOR ESTATAL EN VEINTE AÑOS DE HIS­TORIA (1973-1993).

La idea me pareció atractiva por­que, a lo largo de los veinte años que tengo de trabajar con esta institución, en ningún momento me identifiqué abiertamente, ni a favor ni en contra, de los distintos nombres que han ocu­pado la Rectoría de la Universidad Nacional. Esto debido a que siempre

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me han provocado sarpullido las per­sonas que se hacen a sí mismas la injusticia de quitarse el sueño por aspi­raciones de poder o autoridad. Es más, leyendo a Los Hermanos Kara­mazov (de F. Dostoievsky) uno apren­de que hasta el estilo escogido por un ser humano para suicidarse, es deci­sión última y definitiva de ese solo ser humano en su más absoluta intimidad. Optar por el poder y la autoridad, en­tonces, para mí fue siempre una elec­ción muy personal, en el tanto que el individuo que la hacía no me guiñara un ojo para que lo acompañara en su carnaval de frustración, amargura e intolerancia. Y quien opta por la Rec­toría de cualquiera de las universida­des estatales se expone a eso. Hay cierto afán autoinmolatorio en esa as­piración. Pero aún así, he respetado el gesto, porque a lo largo de veinte años, de ver a los hombres ofrecerse cosas entre sí, uno termina con las manos vacías y cazando nostalgias cuando estas todavía son posibles. Hoy en la Universidad Nacional , hasta el dere­cho a la nostalgia pareciera producir

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incomodidad en las autoridades uni­versitarias (Ruiz, Rose Marie, 1993:3). No podía ser de otra forma, difícilmen­te la autoridad suscribe el pasado, pues su peso específico tiende a blo­quear sus posibilidades de legitima­ción en el presente. El pasado es una forma, no un contenido. Y el contraste es más violento, cuando es un historia­dor el que me invita a que mire la historia (de la Universidad Nacional en este caso), como la escenografía roco­có de una pieza de Fernando Arrabal, lo cual sería casi como observar a

Chaplin jugando ajedrez con una com­putadora. Si de contrastes se trata entonces, el libro del Dr. Araya Pochet es generoso en ellos. Y a ellos, en particular, voy a referirme.

LOS PRINCIPIOS DEL HEREDIO­COMUNISMO: UNA DEFENSA

Debo confesar que el libro del Dr. Araya Pochet me decepcionó profundamente; sobre todo

cuando le conocemos textos de gran frescura y visión historiográfica. Y es que me interesa hacer el comentario de un historiador, no de un aficionado a los informes oficinescos, insípidos e intrascendentes. Desgraciadamente, el libro en cuestión ronda peligrosa­mente las virtudes del informe retros­pectivo del Rector, más que las del buen libro de historia de la educación superior costarricense. Uno se ve obli­gado de esta manera, a escoger entre hacer una buena crítica historiográfica y hacer una mala de las labores del Rector. Este último asunto me tiene sin cuidado, ya he dejado claro lo que pienso de los suicidas; pero el primero sí es relevante, porque se pone en evidencia lo poderosas que son las armas de la historia para decir lo que los hombres quieren oír. Y el historia­dor fue burlado por el exrector en la persona de don Carlos Araya. Vea­mos cómo.

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1. ¿Por qué a todo lo largo de su libro, don Carlos Araya no nos da una sola definición de lo que en­tiende por Universidad?

En su momento, y con una fuerte dosis de sorna, alguien habló del HE­REDIO-COMUNISMO de la Universi­dad Nacional. Paradójicamente, la ironía fue idéntica al propósito: la UNA venía al mundo ( como u na universidad popular) para llevar la cultura a los sectores más desprotegidos de la so­ciedad costarricense. La desgracia fue que lo logró, al menos durante unos diez años. Y decimos desgracia porque eso fue lo que dio origen al estigma benedictino que lanzara Gui­llermo Malavassi, cuando hablaba del HEREDIO-COMUNISMO de la Uni­versidad Nacional. La universidad de segunda, la universidad de los pobres, la universidad de los refugiados ex­tranjeros (guatemaltecos, chilenos, ni­caragüenses, salvadoreños y otros), la universidad de los resentidos de la Universidad de Costa Rica y una larga lista de epítetos nada académicos ni científicos constituyó la fe de bautismo de la Universidad Nacional. Hoy mu­chos se avergüenzan de ese pasado. Pues resulta que sin él, la UNA no sería hoy lo que es: una universidad que vino al mundo cuando ia Revolu­ción Cubana estaba en pleno proceso de despegue, la Revolución Cultural

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China alcanzaba su punto más a-g co, la guerra de Vietnam llegaba a s ... momento decisivo, la revolución es -diantil de Francia (mayo de 1968) nos transmitía su legado (lo mismo que Tlatelolco-68) y la guerra popular revo­lucionaria hacía sus primeros tanteos en Nicaragua, Guatemala y El Salva­dor. ¿Por qué el historiador Carlos Araya no nos dice nada de esto, y le permite al exrector que hay en él pre­sentar un bonito informe de labores en el que el sujeto histórico desaparece totalmente, ahogado entre citas de dis­cursos y fragmentos apologéticos de lo brillantes que han sido todos los rectores que ha tenido la Universidad Nacional hasta el momento? En un contexto así, con golpes de estado en Chile y masacres en Nicaragua, el que al pueblo de Costa Rica se le haya ocurrido fundar una nueva universidad significa, para el historiador, el que este pueblo fue más visionario de lo que cualquier informe de labores pue­de registrar, pues la Universidad Na­cional se hizo eco de esas causas no con palabras sino con hechos, y ahí están muchos intelectuales chilenos para confirmarlo. El ser humano, de cualquier filiación política, re ligiosa o étnica estuvo antes que las obsesio­nes por el aparataje institucional y fue eso, precisamente, lo que hizo de la Universidad Nacional algo diferente. ¿Nostálgico? ¡Por supuesto que sí!

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e e eca ismo se ha inver-- oye e oresente es más importante

•se~ e-.. · e es que ser más humanos. las H..imanidades en la Universidad

acional han llegado a ser una rareza de unos cuantos soñadores que se reúnen, casi clandestinamente, para compartir el derecho que tienen a se­guir soñando y a cultivar una nostalgia productiva que todavía cree en la poe­sía.

2. Por otro lado, ¿será cierto lo de la democratización universitaria? ¿La diversificación y la descon­centración garantizan en realidad la eficacia y la calidad universita­rias?

Nada tengo contra las historias oficiales (y el libro que comentamos es un ejemplo notable de lo que es una buena historia oficial), pero me quedo huérfano de emociones cuando hoy sólo me hablan de eficacia y rendi­miento, a riesgo de que la Universidad Nacional pase a ser una pieza más de los delirios futuristas de quienes hoy creen que las palabras "productividad" y "modernización" son lo mismo. Du­rante la era del HEREDIO-COMUNIS­MO, la Universidad Nacional fue una institución moderna, aunque no nece­sariamente productiva. Hoy es una entidad muy productiva, pero ¿en rea­lidad moderna? O vamos a entender

por esto la tecnificación burocrática y el relanzamiento del narcisismo jerar­quizante, objeto de las críticas más duras por parte de los estudiantes en Córdoba-1918 y Francia-1968. Le hacemos la pregunta al historiador Carlos Araya: ¿transcurre la historia en vano? Porque pareciera que el exrector ya dio su respuesta: la Uni­versidad Nacional ha llegado a ser una gran institución porque algunos han hecho todo lo posible para que cada día sea más productiva y menos mo­derna, en el sentido clásico del térmi­no.

EL HEREDIO-NARCISISMO: LA MODERNIDAD DE LO VIEJO

E n uno de sus grandes libros, el ilustre sociólogo norteamerica­no Daniel Bell dice lo siguiente:

"La toma de decisión técnica, en efecto, se puede considerar como el punto opuesto a la ideología: aquella es fruto del cálculo y tiene carácter instrumental: esta es emocional y expresiva" (Bell, Daniel, 1991 :53).

Aquí Bel! nos plantea un proble­ma porque, todo lo que no sea sujeto de medición es ideológico, con lo cual, las Humanidades y las Artes en gene­ral terminan siendo objetos de rango

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inferior, al no ser "fruto del cálculo" y difíciles de "instrumental izar''. El narci­sismo tecnocrático postula una forma de ética en la que toda "eticidad" es abolida y por ello es igualmente ideoló­gico (Habermas, Jürgen, 1992:99), asunto en el que un grueso considera­ble de personas en la Universidad Nacional están involucradas. El tecnó­crata con poder de la UNA ha llegado a la conclusión de que, al conjuro de la máquina, todos los problemas éticos, políticos y sociales se resuelven, sin necesidad de que pasen por el tamiz de la reflexión humanística; de aquí que sea requisito fundamental olvidar­se del pasado lo más pronto posible: hagamos Humanidades en la medida en que estas sirvan al presente. Toda la disquisición histórica de Araya Po­chet, pasa por un entramado de instru­mentalización institucional que quiere conducirnos, inevitablemente, hacia una noción de la eficacia universitaria evaluada a partir de la extrapoblación de lo que se entiende por un funciona­rio eficiente y una institución eficiente. Desgraciada o dichosamente (ya lo habían dicho Weber y Marcuse hace años) (Weber, Max, 1992:98-99; Mar­cuse, Herbert, 1992:54-55), el ámbito de la eficiencia personal no es dialéc­ticamente idéntico al de la eficiencia institucional, menos aún en una socie­dad de fuerte propensión autoritaria como la sociedad burguesa. Por eso los ditirambos tecnocráticos, por más efectos balsámicos que busquemos

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obtener con ellos en relación con nues­tro pasado institucional, no amortigua­rán jamás el hecho histórico contun­dente de que nos hemos quedado sin una noción clara de lo que entende­mos por UNIVERSIDAD. El objeto se quedó atascado en los procedimientos para su operacionalización inmediata, y entonces hoy podemos hablar de una Universidad que cuenta con per­sonal muy eficiente pero que no tiene ni la más mínima idea de lo que es la Universidad, como noción cultural y sociopolítica. Con su libro, al exrector Carlos Araya le pasó lo que nos suce­dió a todos los funcionarios de la UNA: no conocemos a la institución donde trabajamos y mucho menos sabemos hacia dónde va. Pero tal vez, el histo­riador Carlos Araya hubiera visto con más claridad y nos hubiera dicho que la UNA fue una institución universitaria que nació en 1973 y no en 1986.

PREDIGITACION FINAL

T area ingrata la que realizó el exrector Carlos Araya al tratar de escribir la historia de una

institución, que constantemente es obligada a justificarse a sí misma, por­que en ese caso al historiador Carlos Araya, entonces, le correspondió la labor de legitimar al funcionario rector. Todo padre es un mal historiador de su propia paternidad. Sin embargo, la altura intelectual que le conocemos al historiador Carlos Araya Pochet es un

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buen amortiguador de los desequili­brios del rector ( cuando estuvo en fun­ciones), pues los mismos forman parte de una cadena de vacíos que ni don Carlos ni nadie más iban a resolver por sí solos. El desequilibrio más notable y del que no es posible jamás respon­sabilizar a don Carlos Araya Pochet, es que la Universidad Nacional decan­tó hace rato sus esfuerzos por definir­se como institución universitaria en un sentido inverso: a la Universidad Na­cional la definen las abstracciones y los instrumentos, ya no las personas. En 1973 la definieron los individuos de carne y hueso, no los discos duros o los "floppys". Y es raro, hoy los proce­dimientos administrativos son más len­tos, engorrosos y conflictivos (porque la gente se vuelve neurótica cuando la "compu" no le funciona) que cuando los empleados del Registro realizaban a mano la matrícula. En aquel enton­ces, al menos, la cotidianidad en la Universidad Nacional era más perso­nal, el contacto humano era más efec­tivo. ¿Qué pasa hoy? Al empleado universitario le preocupa más hacer gala de su jerarquía que de servir. Al académico le preocupa más coleccio­nar títulos que producir y reflexionar intelectualmente. Al estudiante, exigir participación en aquello de lo que no se ha hecho merecedor. Obviamente, no estamos generalizando. Pero el síndrome del "narcisismo tecnocráti-

co" ha hecho mella también en los círculos universitarios de Heredia, pues cada uno de nosotros ha llegado a la conclusión de que sólo el monitor de nuestra computadora tiene el poder de producir y estimular en nosotros salud mental, espiritualidad y alegría de vivir. En ese sentido, don Carlos Araya ha escrito una excelente historia sobre cómo en la UNA construimos el cami­no hacia la infelicidad tecnocrática. ¿Podrá el próximo rector (o rectora) sacarnos de ahí?

BIBLIOGRAFIA CITADA

ARAYA POCHET, Carlos. La Universidad Nacional y la Educación Superior en Vein­te Años de Historia (1973-1993) (Here­dia: EUNA. 1994).

BELL, Daniel. The Coming of the Industrial Society (Basic Books. New York. Third edition. 1991 ).

HABERMAS, Jürgen. Technik und Wissen­chaft als "ldeologie" (Suhrkamp Verlag. Frankfurt am Main. 1992).

MARCUSE, Herbert. One-Oimensional Man (Beacon Press. Boston. 17th. edition . 1992).

RUIZ, Rose Marie. UNA-Informa. (Enero­Febrero de 1993).

WEBER, Max. El Problema de la Irracionalidad en las Ciencias Sociales (Barcelona: Tecnos. 1992).

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