Pellicani Luciano, Lenin y Hitler

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Historia

Transcript of Pellicani Luciano, Lenin y Hitler

  • Ttulo original: Lenin e Hitler. I due volti ditotalitarismoLuciano Pellicani, 2009Traduccin: Juan Marcos de la Fuente

    Editor digital: QueequegePub base r1.2

  • PrefacioJacobino rojo, jacobino negro

    Por ms que nos esforcemos, siempre nos costarentender qu es lo que sucedi durante el siglo XX.Por qu, de un modo sincronizado, el mundo enteroenloqueci entregndose a una orga de violencia,sinsentido y asesinato de masas planificado. Porqu los Gobiernos la emprendieron contra supropio pueblo. Por qu la obsesin de edificar unnuevo mundo sobre las cenizas del antiguo. Porqu, en el momento ms feliz de la historiahumana, se empearon en aborrecer la realidad yhacer lo imposible para cambiarla empleandodosis de fanatismo y barbarie desconocidas hastala fecha.

    El siglo XX fue el del totalitarismo y el de lalucha contra el totalitarismo, que consisti,bsicamente, en devolver las aguas al acogedor

  • cauce del denostado liberalismo decimonnico.Como la historia la hacen los individuos, detrs deun fenmeno tan singular se encuentran doscaracteres muy peculiares y extremadamenteparecidos en casi todo, tanto en su particularuniverso simblico como, especialmente, en suodio africano hacia el mundo que les haba vistonacer y que, caprichos de la historia, les habapermitido alcanzar su enfermiza concienciapoltica.

    Estos dos personajes fueron Vladimir IlichLenin y Adolf Hitler. Aunque la historiografaoficial, borracha de marxismo y de antiguoscreyentes buscando la redencin, nos los presentancomo antagonistas, lo cierto es que fueron doscaras de la misma moneda: la del socialismo,padre y madre de todos los males que lahumanidad padeci durante el corto pero intensosiglo XX. Uno, el ruso, puso las bases de undiablico corpus de pensamiento y accin queotro, el austraco, llev hasta sus ltimas

  • consecuencias durante la Segunda Guerra Mundial.Los aos del uno y los del otro apenas

    coincidieron. Aunque contemporneos, Leninabandon este mundo al poco de empezar 1924. Enaquel mismo ao Hitler, un desconocidoalborotador muniqus, dictaba su obra magna en elpenal bvaro de Landsberg. Mientras Lenin habadejado el camino pavimentado a su sucesor, elinfame Iosif Stalin, Hitler empezaba de cero. Fueliberado unos meses despus y se lanz sobre layugular de la dbil Repblica alemana, herederadel naufragio de Versalles y deseosa de encontrarun salvador que la sacase del marasmo. Lenin nolo haba tenido tan fcil para llegar al poder y apunto estuvo de quedarse fuera. Vio venir laoportunidad en el momento en el que Rusia seencontraba ms debilitada, salt sobre loscascotes del Imperio de los zares y se aferr conuas y dientes a la poltrona librando y ganando unaguerra civil que alumbr la Unin Sovitica.

    No fueron, pues, vidas paralelas en el tiempo.

  • Lenin no tuvo noticia de la existencia de Hitler yste, aunque s supo y mucho sobre el tiranosovitico, nunca confes seguirle, al menos al piede la letra. Los nazis se decan socialistas, peroanticomunistas. Copiaron la esttica militar delfascismo italiano, su paso de la oca, su saludoromano y la puesta en escena propia de losantiguos csares. Eso era lo que se vea. En lo queno se vea, los jerifaltes del nazismo fuerondiscpulos aventajados del bolchevismo.

    Hitler y Lenin fueron como dos gotas de aguaen el modo de ejercer el poder de un modoabsoluto e incontestable y, sobre todo, en susplanes de destruccin y creacin ex novo de unmundo que tenan por imperfecto e irreformable.De ah la emergencia de la revolucin y deponerlo todo patas arriba. Para construir unedificio sobre un solar que ya est ocupado no hayotra posibilidad que derribarlo hasta los cimientosy comenzar sobre ellos la obra nueva. Hitler yLenin aborrecan de la portentosa Europa

  • judeocristiana y liberal en la que haban nacido.Queran rehacerla desde abajo. Para ello noquedaba otro camino que derruirla a conciencia.

    Un rgimen poltico no se caracteriza por sufachada externa aunque, cierto es, da algunaspistas sobre su naturaleza interna, sino por suproyecto de fondo. El franquismo en Espaamantuvo hasta el ltimo de sus das la retricahueca del falangismo, las camisas azules, elespritu del 18 de julio, los brazos en alto y loscnticos de trinchera. Sin embargo, el franquismodevino en una democracia liberal en slo unosmeses. Las guerreras blancas de los jerarcas delMovimiento se escondieron en el armario y el pastransit pacficamente a la democracia sin apenasenterarse. Franco simplemente quera mandar, noreinventarse Espaa desde cero y, mucho menos,crear un nuevo espaol radicalmente diferente aldel pasado.

    Algo similar sucedi en Italia. Cuando seproclam la Repblica en 1946, pocos recordaban

  • los desfiles por la Via dellImpero o losapasionados discursos de Benito Mussolini desdeel balcn del Palazzo Venezia. No fue necesariodesfalangizar Espaa o desfascistizar Italia. Laideologa, aunque detestable y necesariamenteservil, no haba sido totalizadora y los dos pasespudieron continuar su rumbo sin demasiadossobresaltos tras la dictadura.

    El bolchevismo y su primo hermano el nazismos fueron totalizadores en todos los mbitos de lavida, y no slo en el poltico. Al igual que Italia oEspaa no perdieron ni el nombre ni la banderadurante sus respectivos regmenes de cortefascista, Alemania y Rusia perdieron ambos. Rusiadej de llamarse as durante ms de setenta aos.El imperio de los zares pas a denominarse Uninde Repblicas Socialistas Soviticas, conocido entodo el mundo por su acrnimo URSS. Hasta talpunto lleg la identificacin de Rusia con elproyecto sovitico de Lenin que no existi unPartido Comunista de Rusia (de la Federacin

  • Rusa) hasta 1990, un ao antes de que el inventode Lenin implosionase.

    La URSS tom como bandera la del PartidoComunista, una hoz, un martillo y una estrella decinco puntas amarillos sobre fondo rojo. Similarreceta se aplic a las repblicas federadas. Laeliminacin de los smbolos nacionales por muyantiguos y queridos que stos fuesen formaba partedel plan maestro de Lenin. Todo lo anterior estabaequivocado, el mundo del futuro empezaba con ly con su vademcum marxista para construirlodesde los cimientos

    La Alemania nazi mantuvo el nombre, aunquedebidamente modificado para dar cabida a losdelirios del amo del pas. Hitler, ms historicistay, sobre todo, mucho ms nacionalista que Lenin,fund el Tercer Reich. Daba por bueno que elprimero el Sacro Imperio y el segundo eldel Kaiser haban fracasado. La solucin pasabapor edificar sobre sus ruinas un tercer imperio querompiese radicalmente con los dos anteriores. Un

  • Reich que durara mil aos y que estaracimentado sobre una cuestin biolgica: la razaaria que los alemanes autnticos compartan desdela cuna. Una raza, dicho sea de paso, que Hitlerdaba por superior y llamada a dominar el mundo.

    La bandera, formada por una cruz gamadanegra encerrada en un crculo blanco sobre fondorojo sera la divisa de la nueva Alemania. Aqullaera, como en el caso ruso, la bandera del partido.Para guardar las apariencias los nazis la hicieronconvivir dos aos con la reintroducida banderaimperial. Luego la segunda fue arrinconada.Hermann Gring, mariscal del Reich, practic losoficios fnebres durante la reunin anual de laNSDAP en Nremberg alegando que el tiempo delos Hohenzollern era agua pasada y que usar subandera era algo propio de reaccionarios

    Lenin y Hitler no es que confundiesen elpartido con el pas que tambin, sino queconfundan el pas y el destino mismo de laespecie humana con su averiada cosmovisin. Para

  • transformar el mundo y adaptarlo a la estrechacama de Procusto de sus ensoaciones tericas,tenan que emplear toda la violencia que fueseposible. No haba, adems, nada moral quereprocharse. Se trataba de combatir el malabsoluto representado por el antiguo mundoburgus con el bien absoluto que encarnaban susdos variantes de socialismo revolucionario. Erauna cuestin, como bien apunta Pellicani, desalvacin de la especie. Uno y otro iban areconducir a la sociedad a su pureza originaria.Para conseguirlo haba que hacer primero una granpurga catrtica y necesariamente brutal quelimpiase el tejido social de elementos corruptos ycorruptores.

    Para los comunistas estos elementos eran lospropietarios (grandes, pequeos o medianos) y elclero; para los nazis, los judos y otras razasinferiores que tendran que ser eliminadas osojuzgadas por los amos arios. Para ambos laburguesa en su conjunto y su elaboracin ms

  • perfeccionada: el mundo moderno. La revoluciniba a consistir en eso mismo, en ofrecer felicidad yarmona a cambio de un pequeo sacrificio inicialconsistente en aniquilar fsicamente a una parte dela humanidad.

    Llegados a este punto podra argirse quemientras Lenin fulmin inmediatamente a laburguesa, Hitler convivi con ella o que, incluso,gran parte del Partido Nazi provena de la pequeaburguesa alemana arruinada en los aos deWeimar. Es una doble falacia que si sigueperviviendo se debe a la machacona propagandamarxista que llega hasta nuestros das. Una vezganada la guerra Lenin no acab inmediatamentecon la burguesa, y no por falta de ganas, sinoporque tema un colapso econmico que podraacarrear funestas consecuencias a la castabolchevique. La NPE (nueva poltica econmica),que permiti cierta actividad privada durantealgn tiempo, es la mejor muestra de estemovimiento tctico que adopt el propio Lenin

  • para evitar una catstrofe. La NPE fue luegosustituida por la colectivizacin forzosa y laaniquilacin de los kulaks. Ambos objetivos,llevados a la prctica durante el estalinismo,fueron fijados con absoluta nitidez por Lenin.

    Hitler nunca lleg a estatalizar por completo laeconoma. Respet los grandes emporiosindustriales, aunque los puso a trabajar en aras delo que l consideraba bien comn, es decir, elbien del Estado omnipotente que conoca lasnecesidades de los individuos mejor que lospropios individuos. De cualquier modo, elnazismo propiamente dicho dur muy poco. Desdela llegada de Hitler al poder hasta el estallido dela guerra mundial discurrieron algo ms de seisaos. Los seis restantes el rgimen nazi los pasen una guerra total de exterminio hasta la rendicinincondicional del 7 de mayo de 1945. El nazismono tuvo tiempo, en definitiva, de desarrollar todosu programa, o lo hizo quemando fases a toda prisaacuciado por las necesidades de la guerra. Nadie

  • sabe lo que hubiese pasado si, por ejemplo, Hitlerhubiera gobernado en tiempos de paz duranteveinte aos, pero es seguro que la Alemania nazino se hubiese dirigido hacia un rgimen queaumentase la libertad individual de sus sbditos,sino, ms bien, todo lo contrario.

    El ADN del bolchevismo y del nazismo son,por lo tanto, idnticos. Si el primero fue msatractivo se debe a que, desde el punto de vistapropagandstico, fue siempre superior y,especialmente, a que los comunistas vendan unmundo futuro de igualdad y genuina fraternidad.Los nazis se conformaban con dar esa igualdad alos de la camada racial germnica. El resto de lasrazas tendran que trabajar como esclavos para laraza de los amos. Y, al menos una de ellas, lajuda, habra de desaparecer de la faz de la Tierrao ser confinada a los bordes exteriores de lacivilizacin. De aqu que muchos se apuntaronentusiastas a la causa bolchevique en todas laslatitudes, empezando por John Reed, el reportero

  • norteamericano que narr en primera persona laRevolucin de Octubre, hasta los papanatasactuales que sirven de soporte intelectual a loshermanos Castro.

    El nazismo no era tan atractivo a no ser, claro,que se perteneciese a la raza elegida. Con todo,hubo espaoles, italianos, hngaros, rumanos yotros miembros de razas impuras que se dejaronseducir por la esttica y el fondo del mensajenacionalsocialista. La figura de lo que Pellicanillama muy acertadamente el jacobino negro tuvoun magnetismo casi mgico durante los aos deentreguerras. Este peculiar jacobino, no muydiferente, por lo dems, del que haba parido laRevolucin Francesa en los aos del Terror,pretenda arrasar el mundo burgus que tanto ledisgustaba para construir otro completamentenuevo. A eso no lo llam involucin, sinorevolucin.

    Hitler, con sus desvaros, su pose de iluminadoy su vocacin de lder mesinico, encarnaba mejor

  • que nadie esa figura que, aunque no es unacreacin suya, s es propia de los convulsos aosque sucedieron a la Gran Guerra. No es casualidadque el ltimo canciller de la Repblica de Weimar,Kurt von Schleicher, opinase que lo de Hitlerapenas era distinto del puro comunismo, o queel mismo Goebbels tomase prestado un eslogancomunista: el futuro es la dictadura de la ideasocialista del Estado para sintetizar en una fraselos propsitos del NSDAP.

    El otro tipo de jacobino, el rojo, encajabacomo un guante en Vladimir Lenin. Empapado demarxismo hasta el tutano, su revolucin no iba aconformarse con quitar a los que ms tenan paradrselo a los que menos. Lenin nunca pretendi serRobin Hood, sino Robespierre. Como Hitlerodiaba a los alemanes de pura raza que se habandejado conquistar por los embelecos delcapitalismo burgus, Lenin aborreca de losobreros, a quienes quera liberar pero sin fiarsedel todo de ellos. Por eso era necesaria la

  • vanguardia revolucionaria. Tanto la soviticacomo la nazi.

    La vanguardia no era ms que un cuerpo derevolucionarios profesionales, un siniestro inventode Lenin, que fue imitado en Alemania por Hitler.Ellos conocan el destino final y el camino queconducira hasta l. El pueblo elegido no disponade la altura de miras necesaria. Y por puebloelegido hay que entender en el caso sovitico a losproletarios y en el nazi a los arios de nacimiento.Los dems eran un incordio, por eso haba queexterminarlos. Para la burguesa Lenin no ahorrcalificativos tales como insecto nocivo,peste, plaga, o miembro canceroso yputrefacto de la sociedad. Tales eptetos lospodra haber utilizado Hitler, y de hecho lo hizo,aunque afinando el tiro para meter a los judos enel mismo tarro. Si el pueblo elegido persista en suerror haba que sacarle de l de un balazo. En elmundo soado por Lenin o Hitler no caban losdisidentes por muy moderados y constructivos que

  • stos tratasen de ser.Una vez detectada la enfermedad, tan slo

    haba que proceder a la desinfeccin. sta debaser rpida y para llevarla a cabo losrevolucionarios tendran que olvidarse de loshabituales escrpulos cristiano-burgueses. Elnazismo y el bolchevismo dinamitaron loscimientos sobre los que se sustenta la idea deOccidente. Principios tales como la autonoma delindividuo o el imperio de la Ley desaparecieron,es ms, deban desaparecer para dejar el pasoexpedito a la Revolucin y a la construccin delnuevo mundo. Comunismo y nazismo comparten,entre otras muchas cosas, un rechazo visceralhacia el individualismo. Los individuos y susaspiraciones individuales eran, tanto para Lenincomo para Hitler, un estorbo y el smbolo msimperecedero del viejo rgimen burgus.

    Otro de los elementos propios del odiadomundo capitalista que eliminaron fue el de lasecularizacin. El liberalismo es secular, lo que no

  • significa en modo alguno que sea antirreligioso.Concede al individuo libertad de conciencia y deculto arrinconando la espiritualidad al mbito delo privado o, en todo caso, de lo comunitario sinque nadie individualmente se vea obligado a ir aMisa o a pertenecer a una Iglesia. El leninismo yel nazismo crearon sendas religiones profanascuya deidad mxima era el Estado. Ellos, losrevolucionarios profesionales, seran los sumossacerdotes. Curiosamente, como pronto se pudover, tanto los lderes comunistas como los nazis seentregaron a un obsceno culto a la personalidadcomo no se haba visto ni en los antiguosemperadores.

    Los miembros de las SS prestaban unjuramento de lealtad al Fhrer, el gua de carnemortal que llevara a la endiosada nacin alemanahasta la victoria final sobre sus enemigos. EnMosc, en los desfiles en la Plaza Roja, lo quems proliferaban eran los retratos de Marx,Engels, Lenin y los miembros del Politbur

  • portados por musculosos trabajadores como en unaprocesin religiosa. La fe ciega en el Estado laestatolatra de la que hablaba Ludwig von Mises, es definitoria del totalitarismo. Sin el podercoactivo infinito de un Estado que se arroga todala legitimidad es imposible imponer a unasociedad cualquiera de las dos variantes delsocialismo: la comunista o la nacionalista.

    Tanto Lenin como Hitler eran plenamenteconscientes de ello. El bien absoluto derivadode la Revolucin tendra que valerse de mediosextraordinarios. No haba, por tanto, otro remedioque emplear violencia, tanta como fuese necesariopara extirpar los miembros cancerosos de losque hablaba Lenin. Luego ya se podra acometer laconstruccin del nuevo mundo al que, por fuerza,le iba a hacer falta un nuevo hombre. Los padresdel comunismo y del nazismo crean firmemente enla gnesis de un hombre de nuevo cuo, moldeadodesde la cuna en la nueva sociedad. Un hombreque se olvidase de individualidades y que

  • estuviese dispuesto e incluso encantado deentregarle su vida al Estado. Fue Bujarin, tericode cabecera de Lenin, quien afirm que la misinde la primera de las fases del socialismo, ladictadura del proletariado, era la destruccin delindividualismo.

    Como semejante desafo no era, precisamente,una tarea sencilla, Lenin acompa alrevolucionario profesional de una institucinsagrada: el Partido, as con maysculas, unpartido-secta cuyos miembros seran, como losantiguos templarios, mitad monjes mitad soldadosque tendran que batirse el cobre no tanto contra lademocracia que ellos mismos decanrepresentar en su forma genuina, sino contra elmercado y su hija predilecta la burguesa, Hitlersigui al pie de la letra el recetario bolcheviquemodificando el fin pero no los medios, quedeberan ser exactamente los mismos. Unoanhelaba un mundo igualitario de superhombresobreros, el otro un mundo igualitario de

  • superhombres arios. Pero antes sus padres yabuelos se habran visto obligados a hacer unalimpia de burgueses individualistas interesadosslo por el dinero o, por decirlo en palabras deGottfried Feder, mentor intelectual de Hitler, quevivan beneficindose de la esclavitud delinters sobre las clases menesterosas.

    Lo peor es que ni nazis ni bolcheviques sequedaron en las intenciones sino que llevaron a laprctica sus teoras. El comunismo se termincobrando 100 millones de vidas, la primeradecena durante la vida de Lenin. Elnacionalsocialismo desat una guerra mundial enla que a punto estuvo Alemania de perecer, yplanific cuidadosamente el exterminio de seismillones de judos en guetos y campos deconcentracin.

    Por sus hechos los conoceris. No hay mejorteora que un paseo por la prctica. A un siglovista de la Primera Guerra Mundial, que fue laespoleta que incendi ambos polvorines, ya

  • podemos hacer balance. El colectivismo nazi-comunista ha sido la peor pesadilla que hapadecido jams la especie humana. El nazismo,por fortuna, fue extirpado de la Historia tras laSegunda Guerra Mundial. No as el comunismoleninista, que esclaviz a placer a miles demillones de seres humanos durante dcadas y anhoy sobrevive con plenas facultades en algunosrincones de la Tierra. La indulgencia plenaria dela que disfruta tiene que acabarse algn da.Conocer lo que de Hitler tuvo Lenin y lo que deLenin tuvo Hitler es, posiblemente, una de lasmejores vas para poner punto final, aunque seaterico, al espejismo de que tras la idea socialistareside algn tipo de liberacin para nosotros, losseres humanos.

    Fernando Daz VillanuevaBalingen (Wrttemberg, Alemania)

    Agosto de 2011

  • Prlogo del Autor a la edicinespaola

    El totalitarismo tanto en la versin comunistacomo en la nazi ha sido interpretado confrecuencia como una inesperada y traumticaruptura con la lnea de desarrollo de lacivilizacin europea. En realidad, sus racesideolgicas se remontan a la Revolucin francesa.Con una precisin de fundamental importancia:que la Gran Revolucin no fue singular, sinoplural. Tuvo una doble alma: la del 89 y la del 93.El objetivo de la primera fue la instauracin deuna monarqua constitucional respetuosa de lalibertad de los modernos; el objetivo de lasegunda, por el contrario, fue restablecer, enmedio de la sociedad burguesa, la libertad de losantiguos. Dos programas absolutamenteincompatibles, como percibi, con toda claridad,

  • Constant, aguerrido defensor de la revolucin del89 y, al mismo tiempo, crtico implacable de larevolucin del 93, que desemboc en la dictaduraterrorista del partido jacobino.

    Las dos almas que, en el curso de larevolucin, chocaron en un duelo mortal se habanformado durante el gran debate que dividiera a lainteligencia francesa: el debate sobre Atenas yEsparta. Esparta encarnaba el ideal de la sociedadarmoniosa, concebida como fusin entre elindividuo y su comunidad de pertenencia, mientrasAtenas era una metfora para indicar la sociedadbasada en la propiedad privada, la libertadindividual y el mercado. De suerte que seguir ladoctrina de Licurgo significaba condenar elindividualismo posesivo-competitivo, generadorde intolerables desigualdades y desgarradoresconflictos; y significaba tambin auspiciar lainstauracin de un modelo de organizacin socialantittico tanto al Antiguo Rgimen como a lasociedad capitalista y burguesa. Sucedi as que

  • en vsperas del estallido de la revolucin quetrastornara primero a Francia y posteriormente atoda Europa se formaron dos partidos: por unaparte, el de los admiradores de Atenas Voltaire,Diderot, DAlembert, etc., primera realizacinhistrica de la libertad de los modernos; por otra,aquellos que como Rousseau, Deschamps,Mably y Morelly exaltaban la sociedadespartana debido a que en ella no haba rastroalguno de la inicua y perversa institucin lapropiedad privada responsable no slo de laintolerable escisin de la sociedad en ricos ypobres, sino tambin de la degradacin moral dela humanidad. En efecto, la nueva teodiceaelaborada por Rousseau el lder intelectual msinfluyente del partido espartano afirmaba conla mayor seguridad que la bondad originaria delhombre haba sido corrompida por la propiedadprivada que, alimentando las pasiones ms odiosasy mezquinas, haba desencadenado la guerra detodos contra todos.

  • Semejante diagnstico del mal radical abrauna excitante perspectiva: la regeneracin de lanaturaleza humana mediante la eliminacin de lapropiedad privada. Una perspectiva totalmenteajena a los atenienses. stos eran reformistasque queran corregir el Antiguo Rgimen, teniendoconstantemente presente el modelo del Estadoingls; por el contrario, los espartanospretendan replasmar la totalidad de lo existentepara llevarlo a una nueva vida. Eran, en sntesis,revolucionarios en el sentido ms fuerte de lapalabra. De donde la frmula con la que eljacobino Saint-Etienne sintetiz el programaespartano: Tout dtruire pour tout refaire aneuf. Un programa abiertamente totalitario, basadoen la idea de que la misin histrica de larevolucin era la de purificar la sociedadcorrompida instaurando el terror catrtico,concebido como emanacin de la Virtud.

    Naci as el sistema terrorista de la purgapermanente. El cual, sin embargo, no pudo

  • desplegar todas sus devastadoras consecuenciasdebido a que, tras algunos meses, fue abatido porla reaccin termidoriana. A pesar de ello, la ideade la revolucin como tabula rasa y guerrapermanente contra el mundo burgus nodesapareci. Por el contrario, a partir de FelipeBuonarroti el primer revolucionario profesional fue sostenida por una pltora de intelectualesproletarizados, decididos a destruir desde susfundamentos la sociedad capitalista, rea decondenar a la miseria ms atroz a las masastrabajadoras y de pervertir el espritu humano consu perverso culto a Mammn. Se inici as, en elcorazn de Europa, aquella guerra civil ideolgicaque Marx y Engels describiran como el choquemortal entre el partido conservador y elpartido destructor, es decir entre el partidoateniense y el partido espartano. El cual, en elfondo, era el conflicto entre la concepcinindividualista de la sociedad y la concepcincolectivista, entre la libertad de los modernos y

  • la libertad de los antiguos.El duelo existencial que, durante 200 aos, ha

    desgarrado las entraas intelectuales y morales deEuropa ha concluido con la derrota militar deltotalitarismo nacionalista y la bancarrotaplanetaria del totalitarismo comunista. Pero haconcluido tambin con la institucionalizacin delcompromiso social democrtico entre el Estado yel mercado, gracias al cual la libertad de losmodernos en otro tiempo reservadaexclusivamente a los ciudadanos propietarios hasido, en cierta medida, universalizada.

    LUCIANO PELLICANI

  • Captulo primeroLenin y Hitler. Los dos rostros deltotalitarismo

    Nosotros purificaremos Rusiapara mucho tiempo, lo cualtendr que hacerse en el campo.

    LENIN A STALIN

    Purificar la nacin del espritujudo no es posible de formaplatnica.

    HITLER

    I

    Nadie crea en guerras, en revoluciones y

  • convulsiones. Todo acto radical, toda violenciaparecan ya imposibles en la era de la razn. Estesentido de seguridad era la conquista msambicionada, el ideal comn de millones ymillones. La vida pareca digna de ser vivida slocon esa seguridad y se haca cada vez ms amplioel crculo de quienes deseaban participar de esebien precioso. Primeramente fueron slo las gentesacomodadas las que se alegraron del privilegio,pero poco a poco fueron sumndose las masas; elsiglo de la seguridad [], con su idealismoliberal, tena el convencimiento de que estaba enel camino recto e infalible hacia el mejor de losmundos posibles []. Esta fe en un progresoininterrumpido e incoercible tuvo por entonces lafuerza de una religin; se crea en ese progreso yams que en la Biblia y su evangelio parecairrefutablemente demostrado por los siemprenuevos milagros de la ciencia y de la tcnica [].Tambin en el campo social se producanadelantos; de ao en ao se concedan nuevos

  • derechos al individuo; la justicia se administrabacon mayor sentido humanitario e incluso elproblema de los problemas, la pobreza de lasmasas, no pareca ya insuperable.[1]

    As Stephan Zweig, en su ltima obra,describi el mundo de la seguridad que la GranGuerra hizo literalmente aicos, dando comienzoal que Luigi Fenizzi llam el siglo cruel,[2]durante el cual el planeta Tierra fue transformadoen un enorme matadero en el que millones ymillones de hombres fueron brbaramentemasacrados en nombre de valores contrarios a losde la tradicin iluminista. Todo sucedi como side los estratos profundos de Europa se hubierandesencadenado terrorficas fuerzas poderosasdecididas a hacer tabula rasa de la civilizacin delos derechos y de las libertades, trabajosamenteconstruida a lo largo de siglos de luchas yexperimentos: un espectculo tan inquietante queindujo a Benedetto Croce a evocar la figura delAnticristo, destructor del mundo, que disfruta con

  • la destruccin, sin que le importe no podercontribuir sino al proceso cada vez msvertiginoso de esta misma destruccin, lo negativoque quiere comportarse como positivo y ser comotal no ya creacin sino [] destruccin.[3]

    Con estas palabras, Croce expres su angustia,al mismo tiempo metafsica y moral, frente alideal de la muerte[4] que animaba a los dosgrandes movimientos totalitarios surgidos de losescombros de la Gran Guerra: el comunismo y elnazismo.

    Prima facie, considerar el nazismo y elcomunismo como dos especies de un mismo genusel totalitarismo podra parecer un juiciohistrico distorsionado y distorsionante, dado queel primero aspiraba a instaurar el dominiodespiadado de la Herrenrasse sobre las razasinferiores, mientras que el segundo, nacido de unacostilla de la Internacional Socialista, tena comoobjetivo declarado hacer hermanos a loshombres.[5] Dos ideales antitticos: perverso el

  • nazi, generoso el comunista. Sin embargo, es unhecho indiscutible que los resultados delcomunismo en el poder son exactamente losmismos que los del nazismo: un enorme cmulo deescombros materiales y morales y su todavamayor reguero de cadveres. Y es igualmente unhecho innegable que Lenin, al igual que Hitler,dej una herencia absolutamente negativa.

    En efecto, la Revolucin de Octubre cerr sutrayectoria sin haber sido vencida en el campo debatalla, pero liquidando todo lo que se hizo en sunombre. En el momento en que se disgreg, elimperio sovitico ofreci el espectculoexcepcional de haber sido una superpotencia sinhaber encarnado una civilizacin []. Su rpidadisolucin no ha dejado nada: ni principios, nicdigos, ni instituciones, ni siquiera una historia.Como los alemanes, los rusos son el segundo granpueblo europeo incapaz de dar un sentido a susiglo XX.[6]

    Un siglo que ha resultado ser una experiencia

  • colectiva tan emocionante como devastadora. Noprodujo sino un enorme vaco que llenar y uninquietante enigma: el enigma de un sistemaintencionado y prcticamente basado en la guerracivil entre el gobierno y el pueblo[7] que, en susfases extremas, tom las formas de la purgapermanente.[8] Jams nada semejante se habapodido leer en el gran libro de la historiauniversal, tan rico en tiranas sanguinarias.

    Tampoco puede decirse que los resultadosnihilistas de la Revolucin de Octubre haya queimputarlos a un proceso degenerativo culminadocon el Gran Terror que desencaden Stalin. Por elcontrario, estaban inscritos comopotencialidades activables y, de hecho, activadas en la doctrina del marxismo. En sta segn laaguda observacin de Karl Korsch todo elacento se pona en el aspecto negativo, es decirque el capitalismo tena que ser eliminado; inclusola expresin socializacin de los medios deproduccin significaba ante todo nada ms que la

  • negacin de la propiedad privada de los mediosde produccin. Socialismo significabaanticapitalismo.[9]

    Ahora bien, mientras los partidos socialistasestuvieron en la oposicin, el carcter negativo delmarxismo pudo enmascararse por la reiteracincotidiana de la idea segn la cual la creacin deuna nueva forma de sociedad que viniera asuplantar a la presente no era slo algo deseablesino que se haba hecho inevitable.[10] Perocuando los bolcheviques se hicieron con el poder,la ausencia de un programa positivo dereconstruccin social se plante con tanta claridadque oblig a Lenin a hacer esta significativaconfesin: Todo lo que sabamos, lo que noshaban sealado con exactitud los mejoresconocedores de la sociedad capitalista, las mentesms excelsas que previeron su desarrollo, era quela transformacin era histricamente inevitable yse producira segn una cierta lnea principal, quela propiedad privada de los medios de produccin

  • estaba condenada por la historia, que se haraaicos, y que los explotadores seran expropiados.Esto estaba establecido con precisin cientfica. Ynosotros lo sabamos cuando tomamos en nuestrasmanos la bandera del socialismo, cuando nosdeclaramos socialistas, cuando fundamos lospartidos socialistas, cuando comenzamos atransformar la sociedad. Lo sabamos cuandotomamos el poder para disponernos a lareorganizacin socialista, pero lo que no podamossaber eran las formas de la transformacin [].De todos los socialistas que han escrito a esterespecto no consigo recordar ninguna obra oninguna frase de socialistas ilustres acerca de lafutura sociedad socialista en que se hable de laprctica y concreta dificultad que tendr queafrontar la clase obrera una vez tomado el poder.[11]

    En efecto, a pesar de su pretensin de haberhecho pasar al socialismo de la utopa a laciencia, Marx y Engels no fueron capaces de

  • indicar un modelo de organizacin socialalternativo al existente.[12] Despus de describir lasociedad burguesa como un desierto poblado porbestias feroces,[13] profetizaron que la mismaestaba condenada por la Historia y que, por tanto,la misin del Partido comunista era asumir elpapel de partido destructor[14] a fin de hacertabla rasa del viejo mundo espectral,[15]prendiendo un incendio general en el que sequemaran las viejas instituciones europeas.[16]Adems, proclamaron alto y fuerte que slo habauna manera de extirpar la corrupcingeneral[17] en que el capitalismo ha hundido a lahumanidad: desencadenar la ltima guerrasanta, a la que seguira el Reino milenario de lalibertad;[18] e igualmente declararon que laguerra civil revolucionaria sera una lucha deaniquilacin y terrorismo sincontemplaciones[19] que hara desaparecer de lafaz de la tierra no slo clases y dinastas

  • reaccionarias, sino tambin pueblos enterosreaccionarios.[20]

    Frente a un programa de tal naturaleza unprograma pantoclstico, explcitamente basado enel nihilista principio que Goethe pusiera en bocade Mefistfeles: Todo lo que existe es digno deperecer[21] no es ciertamente arbitrarioextender al comunismo la definicin que HermannRauschning dio del nazismo: la revolucin delnihilismo, que tiene como objetivo laaniquilacin total de todo lo existente para darlugar una idea digna de Sigalev al despotismototal sobre la tabula rasa de la total liberacin delos vnculos.[22] Tanto ms que la descripcin dela meta de la revolucin comunista que nos dejTrotski Una vez que el hombre hayaracionalizado el orden econmico, es decir lo hayacompenetrado en su conciencia y subordinado a suvoluntad, no dejar piedra sobre piedra denuestra vida cotidiana actual, inerte ypodrida[23] suena idntica, en su pretensin de

  • ser una destruccin creadora de significadocsmico-histrico, a la de la revolucinnacionalsocialista tal como la proclam Goebbels:Derribar un mundo viejo y construir otro nuevo,destruirlo todo para tener una nueva creacin[], hasta la ltima piedraw.[24]

    En las palabras de Trotski y de Goebbelsencontramos el rasgo diacrtico esencial deltotalitarismo: el deseo de producir un cambiototius substantiae de la realidad. Lo cualconvierte al totalitarismo en una revolucinpermanente animada por una hybris cuyoradicalismo es tal que puede definirse comosatnica:[25] en efecto, es propio del diabloquerer imitar a Dios.[26] Mas para ocupar el lugarde Dios como (re)creador del mundo es precisodestruir todo lo que existe a fin de poderdisponer de la pgina en blanco, segn la imagende Mao,[27] para escribir una historia totalmentedistinta de la historia pasada. De ah que eltotalitarismo conciba la lucha poltica como una

  • despiadada guerra de aniquilamiento que debeafectar a toda la vida social: instituciones, valores,ideas, costumbres, sentimientos, etc. Nada delviejo mundo, corrompido y corruptor, debe quedaren pie: tal es la condicin previa de laconstruccin del mundo nuevo y del hombre nuevo.[28] De ah el radical nihilismo del totalitarismo.Un nihilismo proclamado claramente por losfundadores de ambos movimientos elbolchevismo y el nazismo que precipitaron aEuropa en el torbellino de la que justamente hasido descrita como una guerra civil ideolgica.[29] Para Lenin, el paso del capitalismo alsocialismo exiga largos dolores de parto, un largoperiodo de dictadura del proletariado, ladestruccin de todo lo viejo, el aniquilamientoimplacable de todas las formas decapitalismo[30] y la liquidacin de la burguesaen cuanto clase: una operacin que haba dellevarse a cabo al modo plebeyo, exterminandoimplacablemente a los enemigos de la libertad.

  • [31] Anlogamente, para Hitler, la salvacin de lahumanidad aria tena que pasar necesariamentepor la abolicin del estado de cosasexistente[32] y la aniquilacin de los judos?[33]

    S, nosotros somos brbaros, queremos serbrbaros! as se expres el carismtico lder dela revolucin nacionalsocialista durante una de susconversaciones con Rauschning. Es un ttulo dehonor, porque seremos nosotros los querejuveneceremos al mundo. Este mundo estprximo a su fin. Nuestra misin es precipitar sucada []. Podremos ser destruidos; pero, si lofuramos, arrastraramos al mundo con nosotros,un mundo en llamas.[34]

    A la luz de tales declaraciones programticas,traspasadas de parte a parte por una desmesuradavoluntad de poder dirigida a destruirlo todo parare-crearlo ex novo,[35] no puede ciertamentesorprender que Franois Furet definiera a Hitlercomo el hermano tardo de Lenin.[36] Un

  • hermano mortalmente enemigo, pero, no obstante,portador de un proyecto revolucionario animadopor la misma hybristotalitaria: la purificacin delmundo a travs del aniquilamiento de los agentescontaminados y contaminantes. Un proyecto queimpona el desencadenamiento de la violenciaabsoluta, de la violencia sin lmites fsicos ymorales. De donde la teora y la prctica delterror catrtico; de donde tambin la creacin deun mundo aparte en el que descargar loselementos corrompidos y corruptores: el universoconcentracionario.

    Ahora bien, si el objetivo de la revolucintotalitaria es la purificacin de lo existente,entonces exige la formacin de un partido de tiponuevo: el partido de los puros, cuya misinhistrica consiste, cabalmente, en reconducir lasociedad a su pureza originaria.[37] De ah elcarcter religioso mejor dicho, soteriolgicodel partido de los puros.[38] El fin absoluto laerradicacin del mal confiere un estatuto

  • ontolgico y moral extraordinario a los purifica-dores y santifica la violencia a la que recurren.Sucede as que cuanto ms radical es la violencia,ms dulce parece, puesto que ahorra el tiempodel dolor.[39] Es una operacin quirrgica:cruenta, pero salutfera. Como tal, se concibecomo un autntico imperativo categrico. Tal es larazn profunda de que, en un sistema totalitario, elterror masivo, el universo concentracionario y eldemocidio tengan un significado especial. No sonnuevos instrumentos de dominio, sinoinstrumentos de salvacin. Gracias a ellos surgiruna humanidad nueva, finalmente libre de todolo que la degrada y corrompe. Lo que presuponeun preciso diagnstico-terapia del mal radical; portanto, una Gnosis. Y, en efecto, tanto en laideologa bolchevique como en la ideologa naziencontramos la divisin tpica de las doctrinasgnsticas de la humanidad en tres familiasespirituales: una minora de pneumticos losrevolucionarios profesionales, destinados, en

  • razn de su pureza, a desempear el papel deparclitos; una masa de psquicos el pueblo que,aun contaminado, puede ser redimido; y,finalmente, todos aquellos elementos licos,corrompidos y corruptores, que deben serexterminados para que el programa soteriolgicopueda llevarse a cabo.[40] Y encontramos tambinlos elementos caractersticos de la visinapocalptica de la historia centrada en el conflictocsmico entre los hijos de la Luz y los hijos delas Tinieblas.[41]

    Todo esto hace del totalitarismo un fenmenohistrico sui generis;[42] pero no un fenmeno sinraces profundas y ramificadas si es cierto cuantosostiene Karl Lowith, es decir que el nihilismoen cuanto negacin de la civilizacin existente hasido la nica verdadera fe de todos los autnticosintelectuales a principios del siglo XX.[43] Una feque, animada como estaba por el deseo de ponerante los ojos la nada del hombre moderno,[44]prepar, con su espritu de negacin, el terreno

  • cultural favorable al xito de los movimientostotalitarios.

    En la cotidiana accin de deslegitimacin delas instituciones de la sociedad abierta y de losvalores de la tradicin iluminista, desempe unpapel decisivo el tenaz rechazo de la burguesallevado a cabo en todas las sedes y en todas lasformas por cohortes de intelectuales de granprestigio y convertida en contracultura porlegiones de expendedores de ideas de tercera ycuarta mano.[45] Un rechazo frontal, que afect alEstado de derecho, la democracia parlamentaria,la economa de mercado, la propiedad privada, elindividualismo, el iluminismo, etc. En una palabra,todo el mundo moderno, sobre todo anglosajn,tomado en bloque,[46] reo de haberse entregado aMammn y por tanto digno de perecer. Por otraparte, la condena de la burguesa no dataciertamente del siglo XX; es tan antigua como lapropia burguesa, si es cierto, como lo es, que yaen la Baja Edad Media a los mercaderes se les

  • tachaba de agentes de Satans por aqullos los oratores que tenan el monopolio de ladireccin intelectual y moral de la sociedadeuropea. Y se comprende fcilmente por qu: laburguesa es una clase econmica; como tal, aunsiendo la clase que, gracias a la propiedad de lasfuentes de la vida los medios de produccin, ocupa el vrtice de la estructura de poder de lasociedad moderna, no tiene ni el carisma religiosoni el carisma militar, y tampoco tiene lalegitimacin democrtica conferida por el demosen forma de poder delegado. El poder que ejercees un poder de hecho, no de derecho. Es, pues, unpoder usurpado. Adems, los valores que laburguesa encarna el beneficio, la riqueza, laratio no pueden menos de ser percibidos comoel tiempo del egosmo y la negacin de todoprincipio de solidaridad. Ms an: el esprituburgus, calculador ex definitione, es enemigomortal de lo sagrado: en efecto, someterlo todo ala ley amoral, si no ya inmoral de la oferta y

  • la demanda significa transformarlo todo enmercanca, en valor venal. Una perspectiva que hallenado de horror a generaciones de intelectualessedientos de absoluto los hurfanos deDios y por tanto hostiles a la civilizacin delTener. Y as ha sucedido que la principalprotagonista del proceso de modernizacin latransicin de la sociedad cerrada a la sociedadabierta ha sido puesta, desde su nacimiento, enel banquillo de los imputados y sometida a unfuego concntrico, procedente de todas partes: delos tradicionalistas lo mismo que de losrevolucionarios, de los religiosos tanto como delos laicos, de los intelectuales de izquierda comode los intelectuales de derecha: divididos en todoy sin embargo unidos por la comn repulsa a unasociedad completamente impregnada de lamentalidad y de los principios morales de laburguesa y por el comn deseo de asistir a ladesaparicin de este mundo en el que todo eraficticio, la seguridad, la cultura, la vida misma.

  • [47]

    A principios del siglo XX, este deseo era tanintenso que superaba en ardor y agresividad losanteriores intentos de renovacin: latransformacin de los valores perseguida porNietzsche, la reordenacin de la vida poltica queSorel sostena, el renacimiento de la autenticidadhumana auspiciada por Bakunin, el apasionadoamor a la vida en la pureza de la aventura exticatestimoniado por Rimbaud. La destruccin sinlmites, el caos y la ruina en cuanto tales asumanla dignidad de valores supremos.[48]

    En sntesis, el campo estaba listo para que sepropagara el nihilismo activo,[49] cuyo inquietanteprograma haba sido condensado por Bakunin conla frmula: Es preciso destruir, y destruir, ysiempre destruir, porque el espritu destructor es almismo tiempo el espritu constructor.[50]

    Pero es altamente improbable que incluso latenaz e incansable labor de deslegitimacin de lasociedad burguesa y de las instituciones liberal-

  • democrticas desencadenaran las furiasdestructivas de los movimientos totalitarios, si lavivencia de millones y millones de hombres nohubiera sido profundamente alterada por la GranGuerra. La cual produjo exactamente lo que, conuna lucidez realmente extraordinaria, previera elbanquero polaco Ivan Bloch[51] en una obra en seisvolmenes publicada en San Petersburgo en 1897y, en una versin reducida, en Londres con el ttuloIs War now Impossible?: una movilizacin total delos recursos materiales y humanos de los Estadosbeligerantes y, tras largos aos de devastacionessin precedentes, la bancarrota de las naciones yla desintegracin de todo el ordenamiento social.[52] Y tambin produjo, apenas los puebloseuropeos se encontraron en el campo de batalla,una radical metamorfosis psicolgica y moralcuyos rasgos esenciales describi Henri Bergson:De la noche a la maana, la guerra ha fijado elvalor exacto de todas las cosas de la tierra; las queparecan importantes, vemos ahora que se han

  • vuelto insignificantes Nos parece que ha cado elvelo de la convencin y de la costumbre que seinterpona entre nuestro espritu y la realidad.Surgi una nueva escala de valores[53] y, con ella,toda Europa retrocedi hacia formas de vidaprimitivas y salvajes.

    La guerra en la que los europeos seprecipitaron insensatamente, llenos de entusiasmopatritico y animados por la conviccin de que deella surgira un mundo regenerado, adems dealimentar un tribalismo sin recato, gener elfenmeno del embrutecimiento de la vidapoltica brillantemente descrito por GeorgeMosse.[54] Las trincheras vomitaron un nuevohatajo de hombres: hombres despiadados, llenosde agresividad y de resentimiento, para los que lavida la propia como la de los dems tenaescaso valor y, por ello, estaban dispuestos arecurrir a la violencia y a concebir la polticacomo la prosecucin de la guerra; hombres que,cuando los ejrcitos fueron desmovilizados,

  • inyectaron en la lucha entre los partidos el pathosdel duelo existencial; el adversario se convirti,de manera totalmente espontnea y natural, en elenemigo a destruir: con todos los medios. En unapalabra, la guerra, al producir hombresimpregnados de la psicologa de la trinchera,[55]cre el escenario ideal para el xito de la llamadarevolucionaria a las armas contra la civilizacinliberal lanzada por los terribles simplificadoresen nombre de la Clase, de la Nacin o de la Raza.Y as esas ideas nihilistas y palingensicas, queantes haban sido patrimonio de pequeos gruposde idelogos y de activistas, condenados por suextremismo a la marginalidad, cobraron casi degolpe un irresistible poder radiactivo. Seconvirtieron en las ideas de formidablesmovimientos revolucionarios de masa, decididos aacabar, recurriendo a la violencia ms brutal, conel mundo burgus, por el cual se sentancompletamente alienados y contra el cualincubaban odio y rencor.

  • II

    A pesar de que Lenin y Hitler persiguieran elmismo objetivo la destruccin de la sociedadabierta, de que estuvieran animados por lamisma idea de revolucin la revolucin comopurificadora del mundoy de que losmovimientos que ellos crearon produjeran losmismos resultados nihilistas, no ha cesado enabsoluto la resistencia a percibir las evidentesafinidades ideolgicas[56] y las todava msevidentes homologas estructurales entre elbolchevismo y el nazismo subrayadas por lasteoras del totalitarismo.[57] Esto sucede porquetodava sigue vivo el prejuicio favorable enrelacin con el comunismo, que durantegeneraciones y generaciones ha impedido ver su

  • real naturaleza;[58] e igualmente permanece viva lainterpretacin del nazismo como agente delCapital defendida por los estudiosos marx-leninistas sin la menor prueba.[59] Unainterpretacin totalmente mitolgica que poco onada tiene que ver con lo que efectivamente fue elmovimiento creado por Hitler. El cual no nacipara apuntalar el vacilante movimiento de laburguesa plutocrtica;[60] al contrario, el secretode su xito son palabras del propio Hitlerconsisti en haber reconocido el irrevocable fin dela burguesa y de sus ideales polticos.[61] Un finproclamado y propugnado apertis verbis en MeinKampf.

    En esta obra destinada a pasar a la historiacomo el Corn de la religin nazi Hitlercuenta que, mientras escuchaba la primeraconferencia de Gothfried Feder sobre el temaCmo y con qu medios eliminar el capitalismo,comprendi inmediatamente que la eliminacinde la esclavitud del inters era una verdad

  • terica cuya importancia tena que ser inmensapara el futuro del pueblo alemn. Esta resueltaseparacin del capital burstil respecto a laeconoma nacional ofreca la posibilidad deoponerse a la internacionalizacin de la economaalemana, sin comprometer por ello laconservacin de la independencia del pueblo conuna lucha contra el capital []. La lucha msdura no deba hacerse contra los pueblosenemigos, sino contra el capital internacional. Lalucha contra el capital financiero internacional erael punto programtico ms importante en la luchade la Nacin alemana para su independenciaeconmica y para su libertad.[62]

    Y comprendi tambin otra verdad an msdecisiva: que la propagacin de la avidez dedinero[63] y del materialismo egosta[64] estabacorrompiendo el temple moral del Volk. El brutalcambio de la pobreza a la riqueza se hizo cada vezms vistosamente drstico. Sobreabundancia ymiseria vivan una junto a otra, por lo que las

  • consecuencias no podan menos de ser muy tristes.La indigencia y un paro creciente empezaron ahacer su trabajo con los hombres, dejando tras des descontento y odio. Sigui la divisin polticaen clases. As fue creciendo el descontento,incluso en los momentos de mayor prosperidadeconmica []. Otros efectos negativos surgieronde la industrializacin de la Nacin. En la medidaen que la economa se adue del Estado, eldinero se convirti en el Dios que todos tenanque adorar de rodillas. Los Dioses del cieloparecan envejecidos y superados, y el inciensosuba hasta la estatua de Mammn. Sigui unpeligroso proceso de degradacin []. Ungravsimo proceso de decadencia econmica fue lalenta desaparicin de la propiedad privada y elsometimiento de toda la economa al control de lassociedades annimas. El trabajo estaba degradadoa objeto de especulacin de desvergonzadosmaniobreros de la Bolsa; la despersonalizacin dela propiedad, respecto al obrero, se desarroll

  • hasta el infinito. La Bolsa empez a triunfar y sedispuso lenta pero seguramente a someter a sucontrol la vida de la nacin.[65]

    Por otra parte, la repulsa obtusa de todareforma o mejora de las condiciones de losobreros, de los reglamentos para preveniraccidentes de trabajo, de la prohibicin deltrabajo infantil, as como de la defensa de lamujer, al menos en los meses en que lleva en suseno un futuro ciudadano, contribua a arrojar lasmasas en la red de la socialdemocracia, la cualsaba en cambio explotar hbilmente todas estascircunstancias. Nuestra burguesa poltica jamsconseguir remediar todos sus pecados. Mientrasresista a todos los intentos dirigidos a eliminarlas injusticias sociales, sembraba odio yaparentemente justificaba las afirmaciones de losenemigos del pueblo, es decir que slo lasocialdemocracia representaba los intereses delproletariado.[66]

    A este diagnstico de la degradacin y de la

  • corrupcin de las formas de vida de la sociedadalemana una degradacin y una corrupcinimputadas directamente al impo dominio deMammn y de quienes le adoraban[67] le sigueuna terapia as articulada: Quien quiera salvarnuestra poca, enferma y podrida, debe en primerlugar tener la valenta de identificar las causas deesta enfermedad. Y a esto debe dedicarse elmovimiento nacionalsocialista: reunir, por encimade toda mezquindad pequeo-burguesa,extrayndolas de nuestra nacin, y ordenaraquellas fuerzas que son capaces de convertirse enmodelos de una nueva concepcin del mundo.[68]Y debe asumir ante todo el lado negativo de lalucha, el que debe inducir a la abolicin del estadode cosas existente. Una nueva doctrina de granimportancia y originalidad debe emplear con todadureza como primer arma la barrena de la crtica.[69]

    Pero sobre todo debe darse la forma de unpartido de nuevo tipo, compuesto no slo de jefes

  • intelectuales sino tambin de trabajadores,[70] yorganizado como una mquina de guerra. Lospolticos tradicionales estn dispuestos acompromisos, las concepciones mundiales no. Lospartidos polticos (tradicionales) cuentan inclusocon los adversarios, las concepciones mundialesproclaman su infalibilidad.[71] Por esta razn,una concepcin mundial, al no estar nuncadispuesta a ir a medias con otra, no puede estardispuesta a colaborar con un rgimen que ellacondena, sino que siente el deber de combatir contodos los medios este rgimen y todo el mundo deideas de los adversarios, y de propiciar su cada.[72] Mientras que el programa de un partidopoltico no es ms que la receta para un resultadofavorable en las prximas elecciones, el programade una concepcin mundial formula la declaracinde guerra contra el orden existente; en una palabra,contra una existente concepcin del mundo.[73]

    Por tanto, la lucha para abolir la explotacinanti-social e infame de los hombres por parte de

  • los empresarios carentes de todo sentimiento dejusticia social y humanidad[74] y para restaurar lagrandeza de Alemania, envilecida por unahumillante paz impuesta por las potencias pluto-democrticas, ser inevitablemente un cho que deWeltanschauungen, de ideologas incompatibles ymortalmente te enemigas. Y ser una lucha deaniquilacin, puesto que el objeto irrenunciabledel nacionalsocialismo es la destruccin desde susfundamentos de la Repblica materialista[75]contaminada por el dinero, exclusivo seor de lavida;[76] e igualmente la destruccin delmarxismo y del judasmo, los cuales, junto alcapital financiero internacional, son los mspoderosos y prfidos enemigos de Alemania. Enefecto, el marxismo form el arma econmica queel judo internacional emplea para romper la baseeconmica de los libres e independientes Estadosnacionales, para destruir la industria nacional yconvertir as a aquellos pueblos libres en esclavosdel judasmo financiero supranacional.[77]

  • Frente a tales diablicas potencias no cabecompromiso alguno. Hay que eliminarlas. Y losern cuando los hombres que quieren redimir alpueblo alemn comprendan que una concepcinmundial llena de infernal intolerancia slo puedeser rota por otra, armada e impulsada por unespritu igual, por una igual fuerza de voluntad, poruna idea nueva que sea pura y perfectamenteverdadera.[78] En una palabra, la victoria, total ydefinitiva, sobre las potencias que amenazan laintegridad y la misma existencia histrica deAlemania el judasmo, el marxismo y el capitalfinanciero internacional slo ser posiblecuando la nueva Weltanschauung de significadohistrico-mundial la ideologanacionalsocialista, adoptando la forma de unaslida y belicosa organizacin, exijaimperiosamente ser reconocida como nica yexclusiva, as como deber exigir que toda la vidapblica sea invertida y conformada a su visin.[79]

  • Tal era la singular mezcla ideolgicaelaborada por Hitler, una mezcla en la que sehallan presentes ingredientes de naturaleza yveniencia diversa, y que result ser comoobserv Simone Weil durante su estancia enAlemania extraordinariamente contagio enparticular en el Partido comunista, debido a suorientacin violentamente anticapitalista.[80]

    A la misma conclusin llegaran, algunos aosms tarde, Wilhelm Reich y Karl Polanyi. Para elprimero, sin la promesa de combatir el grancapital, Hitler no habra ganado para su causa losestratos de la clase media. stos le ayudaron aganar porque estaban contra el gran capital.[81]Para el segundo, la atraccin que la propagandahitleriana ejerci sobre las masas se deba a que lamisma, sirvindose de una fraseologa realmentebolchevique, las incitaba contra la economa delbeneficio, contra las formas modernas delcomercio privado, contra la servidumbre delinters, contra el predominio de los

  • reaccionarios.[82] Y que entre nazismo ycomunismo, a pesar de su mortal hostilidad,existieron significativas afinidades ideolgicas yprogramticas resulta de las preocupaciones quemanifestaron los ms prestigiosos miembros delestablishment alemn. El ltimo canciller de laRepblica de Weimar, el general Kurt vonSchleicher, opinaba que el programa nazi apenasera distinto del puro comunismo;[83] el generalWilhelm Groener, cuando asumi el cargo deministro de la Reichswehr, comprob, basndoseen una investigacin encargada por l mismo, quemuchos de los que pertenecan a las SS y a las SAprocedan de organizaciones comunistas y que sufin ltimo segua siendo el bolchevismo;[84]Gustav Krupp, que segn la mitologa fabricada ypropalada por la Tercera Internacional habra sidoel mueco de las marionetas nazis, defini laideologa de las SA como una especie debolchevismo con botas pero sin cerebro.[85]

    El hecho es que de los escombros de la Gran

  • Guerra surgi un indito tipo antropolgico,destinado a desempear un papel desconcertanteen la historia de la civilizacin europea: eljacobino negro[86] que, disgustado de lasociedad plutocrtica, insaciable en su hambre deoro,[87] aspiraba a ser un enterrador de todas lasvirtudes burguesas as como de todos los malesproducidos por el poder burgus,[88] recurriendoa la poltica de la tabula rasa. Posedo comoestaba por una autntica pasin pantoclstica,[89]no ocultaba su pretensin de hacer permanente larevolucin[90] para purificar el cuerpo, podrido yenfermo, de la sociedad burguesa, entregada sloal comercio y a Jos negocios.[91] Aspiraba aedificar, sobre los escombros de la democracialiberal, su rgimen basado en el culto idoltrico ala comunidad nacional divinizada y sobre laconcentracin del poder en manos de un jefecarismtico para vencer las resistencias que laspotencias del dinero oponan al socialismo.[92]

  • Pero, al mismo tiempo, contra el bolchevismo, queperciba como una fuerza extraa a la Nacin,valor supremo frente al que cualquier otro valordeba ceder el paso.[93] Era, en una palabra, eljacobinismo negro, una revolucin que loquera todo, sin restricciones, y que,precisamente por esto, quera el choque, el granenfrentamiento final en el crculo de la civilizacinoccidental, que haba de concluir con elaniquilamiento del Estado burgus de clases y lainstauracin del Estado nacionalista.[94]

    Todo esto aparece como una evidenciameridiana en las fogosas declaraciones de quien,con motivo de su desenfrenada demagogiarevolucionaria, se gan el epteto de Marat delBerln rojo; Goebbels:[95] Vosotros nos llamisinstrumentos de destruccin, hijos de larevolucin es el nombre que nos hemos dado,vibrantes de entusiasmo. Hemos llevado larevolucin hasta el fondo. Nuestro principio essubvertir todos los valores hasta el punto de que

  • os asustaris del radicalismo de nuestrasexigencias.[96] Nosotros somos socialistas [],somos enemigos, enemigos mortales del actualsistema econmico capitalista con su explotacinde quien es econmicamente dbil, con suinjusticia en la redistribucin []. Nosotrosestamos decididos a destruir este sistema a todacosta.[97] El Estado burgus ha llegado a sufin. Debemos formar una nueva Alemania.[98] Elfuturo es la dictadura de la idea socialista en elEstado.[99] El nacionalsocialismo es unareligin en el sentido ms mstico y profundo de lapalabra.[100]

    As las cosas, es fcil comprender por qu al contrario de lo que sostiene Daniel Gurinbasndose en misteriosas informacionespersonales[101] respecto al movimiento nazi,los ambientes industriales como se lee en lasMemorias de Franz von Papen observaban unaactitud distante: su reserva se manifest netamente

  • cuando Hitler habl por primera vez en elIndustrieklub de Dsseldorf. [102]

    Y tambin se comprende por qu el grancapital se guard muy mucho de financiar elNSDAP (Nationalsozialistische DeutscheArbeiterpartei [Partido Nacionalsocialista ObreroAlemn]):[103] un partido construido para haceruna autntica guerra contra el ordenexistente[104] y que entre sus objetivosprioritarios tena el de abatir la tirana delinters[105] y hacer que el capital permanecieraal servicio del Estado y no tratara de convertirseen el amo de la Nacin. [106]

    Un objetivo que Hitler, apenas se adue de lamquina estatal, demostr que estaba firmementedecidido a centrar, creando organismosdotados de poder soberano para condenar aobreros o patronos a diez aos de trabajosforzados y confiscar las empresa.[107]? Elresultado fue que, apenas pocos meses despus del

  • comienzo de la Gleichschaltung (sincronizacin),la propiedad privada en el Tercer Reich se habaconvertido a pesar de las garantas formalesdadas repetidamente por Hitler para no asustar alos empresarios[108] en una especie deconcesin del Estado.[109] Es cierto que no sesuprimi el mercado, pero no era un mercadolibre, y muchas de las decisiones que tomaban lospropietarios de las empresas no eran libres:[110]eran decisiones impuestas por el Partido totalitarioque controlaba al Estado y que todo lo juzgaba yvaloraba guiado por una ideologa centrada en laprioridad absoluta de la poltica sobre laeconoma. Y as sucedi que el principio de laracionalidad de la relacin medio-fin, que esvinculante para una economa capitalista, se hizogradualmente inoperante por orden de Gring enrazn de las exigencias del rearme y del principiode autarqua. Adems, el mundo econmico viviconstantemente bajo el chantaje de los dirigentesestatales y de partido, que amenazaban

  • continuamente con hacerles perder, en caso dequiebra, hasta los ltimos derechos que an lesquedaban.[111]

    Lo cual explica por qu un enemigo jurado dela burguesa como fue Pierre Drieu LaRochelle[112] vio en el fascismo el movimientorevolucionario que, acabando con el dominioindiscutible del Capital, impulsara a los puebloseuropeos hacia el socialismo: El nacionalismo escribi en un ensayo publicado en 1934 es eleje de la accin fascista. Pero un eje no es un fin.Al fascismo le importa sobre todo la revolucinsocial, el camino lento, difcil, desconcertante,sutil, segn las posibilidades europeas, hacia elsocialismo. Si an existieran los defensoresconscientes y sistemticos del capitalismo,podran acusar al fascismo de servirse delchantaje nacionalista para imponer el control delEstado sobre la economa []. El nacionalismono slo es un pretexto, sino que tambin es unasimple etapa de la evolucin socialista del

  • fascismo.[113]Y, en efecto, los intelectuales que defendan de

    una manera consciente y sistemtica al capitalismoacusaban al fascismo de ser una versinnacionalista de la idea socialista que tena comoobjetivo el sometimiento del mercado al dominiodel Estado. Tal era, en particular, la tesisdefendida, en los aos cuarenta, por Mises yHayek.[114] Y con slidos argumentos, visto queHitler, tras desencadenar la ofensiva contra las quellamaba las plutocracias en que una esmirriadacamarilla de capitalistas dominaba a las masas,[115] recalc que el movimiento nacionalsocialistasegua fiel a su programa originario laliberacin interna de las cadenas judeo-capitalistas de un exiguo estrato de explotadorespluto-democrticos[116] y declarrepetidamente que la guerra presente era unaguerra ideolgica, una guerra en la que seenfrentaban dos mundos antitticos:[117] elmundo burgus en el que el ms alto ideal

  • segua siendo an la lucha por el capital, por elpatrimonio familiar, la lucha egosta de loprivado[118] y el mundo construido por elTercer Reich, autnticamente popular, ya nodominado por la aristocracia del oro y por losmagnates de las finanzas,[119] sino abierto atodos los hijos del pueblo.[120] Uno de estosmundos en anttesis sera borrado de la faz de latierra: uno u otro,[121] porque el antagonismo deloro contra el trabajo[122] no tolerabacompromisos de ningn tipo: era un antagonismomortal, en el que estaba en juego la existenciamisma del edificio del capitalismo mundial.[123]

    Mientras Hitler, con sus discursos de guerra,proclamaba que el objetivo delnacionalsocialismo era, no slo el dominio deEuropa, sino tambin la aniquilacin delcapitalismo, le haca eco Ugo Spirito en uninforme dirigido a Mussolini totalmente animadopor la conviccin de que la coyuntura poltica

  • ofreca al fascismo una gran chance histrica: lade retomar el programa revolucionario originariopara acabar de una vez por todas con lacivilizacin liberal, basada en el individualismohedonista y egosta. En el mismo documento,Spirito reivindicaba para el fascismo italiano unpapel directivo en la construccin de lacivilizacin proletaria debido a que eraportador de una consciencia del fin de todos losvalores burgueses y de la necesidad de unanueva metafsica no iluminista[124] como nopodan encontrarse ni en la primera revolucin delproletariado, la bolchevique,[125] ni en la segundarevolucin fascista,[126] la que haba llevado alpoder al Partido nazi.

    En realidad, la situacin era muy distinta.Comunistas y nazis no slo estaban fanticamenteconvencidos de que la sociedad burguesa de tipooccidental haba llegado a su fin,[127] sino queestaban animados por una idea la revolucincomo purificacin del mundo que confera a sus

  • respectivos programas un radicalismo que elfascismo no tena ni poda tener.[128] Es cierto queMussolini haba proclamado que el fascismo eraun hecho nuevo en la historia precisamente encuanto aspiraba a gobernar totalitariamente laNacin, reivindicando para s tambin el campode la economa.[129] Pero slo puede definirsecomo totalitario aquel rgimen que no se limita aextender el control total sobre la sociedad, sinoque quiere tambin cambiar la totalidad[130],extirpando las races del mal a travs de laprctica de la purga permanente o lo que essustancialmente lo mismo a travs de lainstitucionalizacin del terror de masas. Elterror es la verdadera esencia del rgimentotalitario;[131] y lo es en cuanto en el centro de suideologa est el enemigo objetivo, concebidocomo un portador de tendencias, no diferente delportador de una enfermedad.[132] De ah elprograma de aislamiento y de aniquilacin de loselementos contagiosos que caracteriza a un

  • rgimen totalitario;[133] el cual, precisamente poresto, no debe confundirse con los regmenesdespticos o teocrticos del pasado.[134] Talesregmenes aspiraban ciertamente al control totalsobre la sociedad, pero les era ajeno el proyectode regenerar la sociedad y de crear el hombrenuevo recurriendo al terror catrtico. En otraspalabras, no eran regmenes revolucionarios. Lofueron, en cambio, y en la forma ms radicalconcebible, el nazismo y el comunismo.[135]

    III

    Como en todas las revoluciones totalitarias, en larevolucin nazi interactuaron dos componentesfundamentales: Una destructiva de visceral

  • rebelin contra la civilizacin, y otra constructiva,un original intento de crear un hombre nuevo, unnuevo cuerpo social y un nuevo orden nazificadosen Europa y en el mundo []. Esa evolucin sepropona reconstruir el paisaje social de Europade conformidad con los principios de su racismobiolgico, matando a millones de personas que susfantasas raciales consideraban peligrosas osuperfluas, para incrementar la proporcin de lasrazas superiores reforzando la cepa biolgica detoda la humanidad.[136]

    En otras palabras, aspiraba a realizar ladestruccin histrica de la civilizacin occidental,a aniquilar sus valores fundamentales, empezandopor el principio de igualdad moral de los hombres.Y el sistema de campos fue tanto el instrumentocomo el smbolo del doble objetivo que Hitler sehaba propuesto: luchar despiadadamente contrael envenenador universal de los pueblos: eljudasmo internacional[137] y, al mismo tiempo,emprender la creacin de un nuevo tipo de

  • hombre:[138] el hombre nuevo: sin miedo yformidable, semejante a un Dios en formacin,que aspira constantemente a superar suslimitaciones.[139]

    Tambin en el centro de la Gnosis soviticaest la idea de que la misin cosmo-histrica de larevolucin es eliminar de la escena el viejoAdn[140] para dar lugar al hombre nuevo, queser un superhombreincomparablemente msfuerte, ms sabio, ms agudo y, finalmente, libredel miedo a la muerte.[141] Y tambin est laidea de que semejante empresa exige el exterminiode los elementos licos, corrompidos ycorruptores. La frase de Lenin, sobre este punto, esde una franqueza tan brutal que hay quepreguntarse con qu argumentos se puededistinguir el leninismo del estalinismo o, incluso,considerar al segundo una perversin del primero.En un documento secreto, escrito a las pocassemanas de la conquista del Palacio de Invierno,se lee que slo la colaboracin voluntaria y

  • consciente de las masas de obreros y campesinos,realizada con entusiasmo revolucionario, en elinventario y en el control de los ricos, de losgolfos, de los parsitos, de los gamberros, puedevencer estas supervivencias de la malditasociedad capitalista, estos desechos de lahumanidad, estos miembros cancerosos yputrefactos de la sociedad, este contagio, estapeste, esta plaga que el capitalismo ha dejado enherencia al socialismo[142].

    Luego se dan estas directrices, cuya brutalfranqueza hace superfluo cualquier comentario:Ninguna piedad para estos enemigos del pueblo,enemigos del socialismo, enemigos de lostrabajadores. Guerra a muerte a los ricos y a suslacayos, los intelectuales burgueses []. Hay queelaborar miles de formas y de procedimientosprcticos y de control sobre los ricos, sobre losmalhechores y sobre los parsitos, y elaborarlos yprobarlos en el fuego de la prctica por lascomunas mismas, por las pequeas clulas en el

  • campo y en la ciudad. La variedad es aqu unagaranta de vitalidad, la prenda del xito en laconsecucin del objetivo comn y nico: limpiarel suelo de Rusia de todo insecto nocivo, de laspulgas: los pillos; de los chinches: los ricos, etc.[143]

    Naturalmente, para realizar con la mismaeficacia la labor de desinfeccin de la sociedadrusa era preciso poner a un lado el derechoburgus, con sus extenuantes procedimientosformales y el estorbo de su garantismo,[144] eintroducir un nuevo concepto jurdico: el de culpacolectiva. No estamos combatiendo una guerracontra los individuos tales fueron lasinstrucciones que el chequista Martyn Lacis dio alos exterminadores profesionales, a los que sehaba encargado la tarea de limpiar la sociedadrusa de los insectos nocivos que la infestaban. Estamos exterminando a la burguesa comoclase. En el curso de las indagaciones, no tratisde demostrar que el sujeto ha dicho o hecho algo

  • contra el poder sovitico. Las primeras preguntasque deben hacerse son: A qu clase pertenece?Cul es su origen? Cules son su cultura y suprofesin? Las respuestas a estas preguntas debendeterminar el destino del acusado. En esto resideel significado y la esencia del Terror rojo.[145]

    Todava ms espeluznantes, si cabe, son laspalabras con que, en septiembre de 1918, GrigoryZinoviev ilustr el destino reservado a todos losque se negaban a someterse a la tirana ideolgicadel Partido bolchevique: Para domar a nuestrosenemigos tenemos que crear un militarismo propio,un militarismo socialista. Debemos ganar paranuestra causa a 90 de los 100 millones dehabitantes de la Rusia sovitica. En cuanto a losdems, nada tenemos que decir: deben seraniquilados.[146]

    Ante declaraciones programticas de este tenorpuntualmente seguidas de comportamientos tanrigurosamente consecuentes que, cuando elsocialista revolucionario de izquierda Isaak

  • Steinberg pregunt: Qu debemos hacer con unaComisara de justicia?Llammosla sinceramentecomo debe ser llamada: Comisara para elexterminio social, y no se hable ms, Leninreplic: Muy bien, as es exactamente comodebera ser, slo que no podemos decirlo[147] cmo no asombrarse al leer, en un estudio reciente,que el concepto de totalitarismo no pareceindicado para definir todas las formas de terrorconocidas en la Unin Sovitica. La primera ola,entre 1918 y 1921, era una respuesta emprica deuna dictadura revolucionaria a una situacinobjetiva de guerra civil, con sus excesos, susejecuciones sumarias y los crmenes de todaguerra civil. Era ciertamente el producto de unapoltica global de los bolcheviques, ampliamenteinfluida por una visin normativa de la violenciacomo lavado de la historia, pero no tena nada quever con un proyecto de exterminio de clase.[148]

    Tras la publicacin de la gran obra deSolzhenitsyn sobre el universo concentracionario

  • sovitico en el que fueron brbaramenteaniquilados millones y millones de seres humanosque la ideologa bolchevique considerabainsectos nocivos, todos deban saber que elarchipilago naci con los caonazos delAurora y que fue inventado para el exterminio.[149] E igualmente deberan conocer que elprograma revolucionario elaborado por Leninprevea no slo el inmediato exterminio de laburguesa plutocrtica, sino tambin el exterminiodel elemento pequeo-burgus el elemento delos pequeos propietarios y del desenfrenadoegosmo que actuaba como enemigo acrrimodel proletariado.[150]

    En un documento secreto escrito en agosto de1918 por aqul a quien el ex-bolchevique JosifGoldenberg definiera como el apstol universalde la destruccin[151], podemos leer: El kulakes un feroz enemigo del poder sovitico. O loskulaks degollarn a un gran nmero de obreros, olos obreros aplastarn implacablemente las

  • rebeliones de los kulaks, de los labradores, queson una minora, contra el poder de lostrabajadores. No puede haber trminos medios. Lapaz es imposible: se puede, e incluso fcilmente,reconciliar al kulak con el gran terrateniente, conel zar y el sacerdote, aunque antes se hubieranpeleado entre ellos, pero jams podrreconciliarse con la clase obrera. Por eso decimosque la lucha contra el kulak es la lucha final,decisiva []. Los kulaks son los explotadores msferoces, ms brutales, ms salvajes []. Estassanguijuelas se han enriquecido con la miseria delpueblo durante la guerra []. Estas araasvenenosas han engordado a costa de loscampesinos arruinados por la guerra, a costa delos obreros hambrientos. Estas sanguijuelas hanchupado la sangre de los trabajadores [].Guerra implacable contra estos kulaks! Guerra amuerte! Odio y desprecio para los partidos que losdefienden: para los socialistas revolucionarios dederecha, para los mencheviques y para los actuales

  • socialistas revolucionarios de izquierda. Losobreros deben aplastar con mano de hierro lasrebeliones de los kulaks, que se alinean con loscapitalistas extranjeros contra los trabajadores denuestro pas.[152]

    Como se ve, el lxico de Lenin, exactamentecomo el lxico de Hitler, es el de la parasitologa:el mundo se describe como un pantano infestadode insectos nocivos pulgas, chinches,vampiros, araas venenosas, sanguijuelas; en unapalabra, no-hombres que deben serexterminados recurriendo a los medios msbrutales y despiadados. Y, en efecto, la ferocidadde los mtodos de tortura escogidos por losbolcheviques slo puede compararse con la de losnazis.[153]

    Todo comando local tena su especialidad. EnCharkov se usaba el juego del guante, consistenteen quemar las manos de las vctimas con aguahirviendo hasta que la epidermis se separaba pors sola, dejando a los torturados en carne viva y

  • sangrando y a los torturadores con un par deguantes de piel humana. En Carycin se segaban porla mitad los huesos de las vctimas y en Voronez alos detenidos se les desmembraba y se les meta enbarriles erizados de puntas en su interior. Loschequistas de Armavur usaban una correa provistade un tornillo que apretaban en torno al crneo delos presos hasta romperlo. En Kiev se fijaba sobreel vientre de la vctima una jaula con un par deratas que, aterrorizadas, buscaban una va desalida royendo la piel y la carne del desgraciado,hasta llegar al intestino. En Odesa las vctimaseran encadenadas a una mesa y se las metalentamente en un horno o en un depsito de aguahirviendo. En invierno era corriente el mtodo deechar agua sobre la vctima, previamentedesnudada, hasta transformarla en una estatua dehielo. En muchos comandos de la checa se preferala tortura psicolgica, por ejemplo arrastrando alos prisioneros contra la pared para fusilarlos yluego disparando a salva. En otros casos la

  • vctima era enterrada viva o bien se la tenadurante mucho tiempo en un atad junto a uncadver. Otras veces se obligaba a los presos aasistir a la tortura, al estupro, al asesinato de susallegados.[154]

    Y, mientras el sadismo de los sacerdotes delterror[155] se desencadenaba en estas formasespeluznantes, su jefe, Feliks Dzerzinsky, definaorgullosamente la checa como una mquinagigantesca por la que la Historia pasara losmateriales humanos para transformar a lahumanidad.[156] Por su parte, Bujarin yPreobrazensky anunciaban al mundo entero que ladictadura bolchevique estaba preparando nadamenos que laresurreccin de la humanidad.[157]Lo cual slo se materializara cuando, finalmente,todo lo que estaba de algn modo ligado al pasadoburgus fuera erradicado: una empresa querequera muchos aos de guerra de clase en todoslos frentes. De ah la necesidad de hacerpermanente el terror. Un imperativo que Lenin

  • formul con su habitual franqueza en una cartaenviada el 17 de mayo de 1922 al comisario deJusticia Dimitri Kurski: Poner abiertamente derelieve una tesis de principio, justa en el planopoltico (y no slo en sentido estrictamentejurdico) que motiva la esencia y la justificacindel terror, su necesidad y sus lmites. El tribunalno debe eliminar el terror; prometerlo significaraengaarse a s mismos o engaar a los dems; hayque justificarlo y legitimarlo en el plano de losprincipios, claramente, sin falsedad y sin adornos.La formulacin debe ser lo ms larga posible,porque slo la justicia revolucionaria y laconciencia revolucionaria decidirn lascondiciones de aplicacin prctica ms o menosamplia.[158]

    Tal fue el legado espiritual que elcarismtico jefe del bolchevismo mundial dej asus diadocos.[159] Entre los cuales, Stalin debeconsiderarse el fiel ejecutor testamentario, dadoque, apenas se convirti en amo absoluto del

  • Partido, desencaden el Gran Terror paracompletar la labor de purificacin de la sociedadrusa iniciada por su maestro e interrumpida porfuerza mayor, cuando la caresta y lasinsurrecciones campesinas motivaron laconsciencia de que era imposible vivir en lascondiciones del comunismo de guerra.[160] Ytambin hay que tener en cuenta a quienproporcion a los nazis el modelo operativo paraconcebir y realizar la solucin final. En elmemorndum secreto de 1940, tituladoReflexiones sobre el tratamiento de los pueblosde raza no germnica del Este, Himmler aquien Hitler encarg la tarea de limpiar el nuevoimperio[161] se limit a manifestar laconviccin de que el concepto de judo seextinguira completamente mediante la posibilidadde una emigracin masiva de los judos a frica oa cualquier otra colonia.[162] Pero, tras estudiaratentamente y copiar en muchos aspectos lasinstituciones concentracionarias soviticas,[163]

  • se abri ante sus ojos una nueva y emocionanteperspectiva: adoptando los mtodos ensayados conxito por Stalin, se poda exterminar a millones deseres humanos. Y as se ide, a imagen ysemejanza del genocidio de clase, el genocidiode raza.

    Sin embargo, todava hay estudiosos quepersisten en sostener que el sistemaconcentracionario comunista fue algoprofundamente distinto del sistemaconcentracionario nazi. Baste un ejemplo portodos: a juicio de Robert Wistrich, a pesar de loshorrores de los gulags soviticos, los enemigos declase del ordenamiento socialista raramente erandegradados al nivel de parsitos infrahumanos,ajenos al reino de las obligaciones humanas ymorales.[164]

    Pero esto no se corresponde en absoluto con larealidad. Evidentemente, Wistrich ignora lafuncin catrtica que el genocidio de clase tena enla ideologa bolchevique y que Gramsci formul

  • as: al ser la pequea y media burguesa labarrera de una humanidad corrompida, disoluta yputrescente con que el capitalismo defiende supoder econmico y poltico, humanidad servil,abyecta, humanidad de sicarios y de lacayos,convertida en la sierva seora, [] echarla delcampo social, como se echa a una bandada delangostas de un campo semidestruido, con elhierro y el fuego, significa aligerar el aparatonacional de produccin e intercambio de unosplmbeos aparejos que le ahogan e impidenfuncionar, significa purificar el ambiente social.[165]

    Y Wistrich ignora tambin la descripcin quenos dej Vasily Grossman del modus operandi yde las motivaciones ideolgicas de losexterminadores profesionales criados por elPartido bolchevique. Amenazaban a la gente conlos fusiles, como posedos del demonio, llamandoa los nios pequeos bastardos kulaks, gritandoparsitos []. Se haban vendido a la idea de que

  • los llamados kulaks eran parias, intocables,parsitos. No se sentaran a la mesa con parsitos;el nio kulak era repugnante, la nia kulak eramenos que una pulga. Consideraban a los llamadoskulaks animales, cerdos, seres desagradables,repugnantes: no tenan alma; olan mal; tenantodas las enfermedades venreas; eran enemigosdel pueblo y explotaban el trabajo de los dems[]. Para con ellos no haba piedad. No eranseres humanos, era difcil concebir qu eran:parsitos, era evidente []. En aquella poca medeca a m mismo: no son seres humanos, sonkulaks [] Cuntas torturas sufrieron! Paramasacrarlos era necesario proclamar que loskulaks no eran seres humanos. Precisamente comolos alemanes proclamaban que los judos no eranseres humanos. Cabalmente as afirmaron Lenin yStalin: declararon que los kulaks no eran sereshumanos.[166]

    Tal fue el rasgo diacrtico ms terrible delcomunismo y del nazismo: ambos, a pesar de partir

  • de presupuestos ideolgicos distintos, excluyeronde la Humanidad a millones de seres humanos y,tras degradarlos al rango de insectos nocivos,planificaron su exterminio en nombre de lapurificacin moral de la sociedad y de la creacindel hombre nuevo; y ambos, precisamente por esto,fueron los nicos, autnticos movimientostotalitarios de la primera mitad del siglo XX.[167]

  • Captulo segundoEl comunismo como reaccin celotecontra Occidente

    Segn una tesis ampliamente extendida antes delcolapso del Imperio sovitico, las revolucionescomunistas fueron unas modernizacionesdefensivas. Empeados en la bsqueda de lasociedad sin clases y sin Estado, losbolcheviques encontraron el mtodo el plannico de produccin y distribucin paraeliminar a marchas forzadas el gap tecnolgico,cientfico y econmico existente entre Rusia y laspotencias capitalistas. Por lo que, a pesar de suautoritarismo, desempearon un papel deprogreso, aunque muy distinto del que ellosmismos imaginaron: rompieron el crculo viciosodel estancamiento, subrogando la funcin de laburguesa empresarial all donde sta no se haba

  • formado espontneamente, y, de este modo,indicaron una tcnica al desarrollo a uno de lospueblos que deban saltar las etapas y constituir lasociedad industrial que no se haba producido ensu terreno histrico.[1]

    Pues bien, la bancarrota planetaria de laeconoma imperativa demuestra que esta tesis yano es sostenible.[2] Esto resultar an ms evidentesi se tiene en cuenta que Rusia, antes de que losbolcheviques se aduearan del poder con elafortunado golpe que ha pasado a la historia con elnombre de Revolucin de Octubre, haba iniciadoya el camino de la industrializacin con resultadosexcepcionales.[3]

    Baste pensar que, en vsperas de la GranGuerra, el ministro Kokovcov, en el discursosobre el presupuesto que pronunci ante la Duma,prevea que en la primera mitad del siglo Rusia seconvertira en la segunda potencia industrial delmundo.

    A la luz de la documentada previsin de

  • Kokovcov,[4] se impone la conclusin de que laRevolucin de Octubre, al exterminar la burguesay extirpar el mercado, meti a la economa rusa enun callejn sin salida. Pero aun cuando losbolcheviques hubieran conseguido institucionalizarun modo de produccin autopropulsor, seguirasiendo rechazable la idea de que su revolucin fueuna modernizacin defensiva. Modernizacin eindustrializacin no son en absoluto cosasequivalentes, como buena parte de la literaturasobre el tema da implcitamente por supuesto. Nocabe la menor duda de que, gracias a la revolucinindustrial, la Modernidad ha podido extenderse yarrollar, como una avalancha cultural, todo lo queha encontrado por delante: tradiciones, creencias,valores, instituciones, intereses, prcticasconsolidadas. No obstante, hay que distinguir elconcepto de modernizacin del deindustrializacin. El primero indica un fenmenosocial global, mientras que el segundo slo indicauna dimensin particular del mismo. Tan particular

  • que puede decirse que la industrializacin esproducto de la modernizacin y no al contrario. Desuerte que puede haber una modernizacin sinindustrializacin ejemplo: la Atenas dePericles, la nica polis que, a juicio de Constant,conoci la libertad de los modernos, si bienslo gracias a la industrializacin la culturamoderna ha podido convertirse en cultura demasas. Ms an: puede darse una industrializacincontra la modernizacin, como el caso soviticoilustra de manera particularmente llamativa.

    Por modernizacin suele entenderse el procesohistrico a travs del cual se realiza, por etapassucesivas, la transicin desde la sociedadtradicional a la sociedad moderna. Por tanto, elconcepto de modernizacin slo puede aclararse sise definen con precisin el terminus a quo y elterminus ad quem del proceso de transicin. Peroantes de dar este paso conviene recordar quesociedad tradicional y sociedad moderna sondos tipos ideales, es decir, los extremos de un

  • continuum terico dentro del cual se colocan lassociedades histricas. El retculo conceptual quese obtiene a travs de este procedimiento servirpara leer la amplia fenomenologa histrica, dandopor supuesto que jams habr una plenacorrespondencia entre los tipos ideales y larealidad. En efecto, en la escena de la historia sloencontramos tipos impuros, es decir sociedadesque albergan en su seno una mezcla, diversamentegraduada, de elementos tradicionales y deelementos modernos. Por otra parte, el proceso demodernizacin nunca puede decirse que estcompleto, pues es semejante a la exploracin de unterritorio sin fronteras. Por eso Marx concibi lasociedad moderna como una realidad atravesadade parte a parte por una arrolladora revolucinpermanente; y, por la misma razn, Schumpeterdescribe el modus operandi del capitalismo, quees la base econmica del mundo moderno, comouna continua destruccin creadora.

    Hecha esta observacin sobre el mtodo,

  • acaso no del todo superflua, pasemos a examinarel ncleo central de la Modernidad. ste puededescribirse como un sistema de elementosinterrelacionados y caracterizados por una mutuasolidaridad. Entre estos elementos, los esencialesson los siguientes: 1) accin electiva; 2)nomocracia; 3) ciudadana; 4) institucionalizacindel cambio; 5) secularizacin cultural; 6)autonoma de los subsistemas; 7) racionalizacin.

    La accin electiva id est: el individualismo es tal vez el elemento ms tpico de lamodernidad. En la sociedad tradicional, la accinelectiva se reduce a la mnima expresin, ya que latradicin impera sobre todo y sobre todos de unamanera impersonal y con una irresistible presinnormativa. Ejemplo prctico: Esparta, donde,como nos informa Plutarco, incluso los miembrosde la clase dominante no podan elaborar unproyecto de vida personal. La libertad de losmodernos que es cabalmente la libertad deproyectar la propia vida era desconocida para

  • los espartanos. Estos conocan slo la libertadcolectiva, es decir el derecho de participar en lasdecisiones polticas. Y esto haca que la culturaespartana fuera una cultura programticamenteanti-individual, mientras que la cultura modernaes, tambin programticamente, individualista.

    Ahora bien, una cultura individualista no puedemenos de ser particularmente sensible a la esferade los derechos. stos deben ser reconocidos ygarantizados, formal y materialmente. Y slopueden serlo si el Poder pblico est estructuradode tal manera que tenga un cierto lmite ante s; enotras palabras, slo si no es omnipotente y si estsometido a precisos vnculos normativos. En unapalabra, la cultura individualista postula elgobierno de la ley (nomocracia), el nico ante elcual los derechos de los individuos tienen ciertaprobabilidad de no ser pisoteados.

    Lo cual significa tambin que la sociedadmoderna no es una sociedad de sbditos, sino deciudadanos, es decir de gobernados dotados de un

  • paquete de derechos inalienables, que ellosmismos hacen respetar participando, directa oindirectamente, en la produccin de las leyes. Latutela de la accin electiva y de los derechosindividuales remite, pues, al concepto dedemocracia, la cual, en cierto sentido, es laorganizacin poltica natural de una sociedadque se haya adentrado en el terreno de laModernidad. Con una precisin: que launiversalizacin de los derechos de ciudadana(civiles, polticos y sociales) no ha sido tanto unfenmeno automtico, sino el producto de lasluchas de los excluidos have-nots, mujeres,etnias discriminadas, etc. por ampliar elpermetro burgus de la democracia liberal. Por lotanto, la lucha de clases la cual, convieneprecisar, no debe confundirse con la guerra declase marxiana es un elemento constitutivo de lasociedad moderna: una sociedad en la cual elconflicto intestino est institucionalizado e inclusoconsiderado un elemento beneficioso.[5]

  • Todo esto y en particular la prevalencia dela accin electiva sobre la eleccin prescriptivatiene como consecuencia que la sociedad modernaes una sociedad dinmica, en perpetuatransformacin. Los hombres de la sociedadtradicional no tienen ninguna chance de modificarla estructura normativa vigente debido a que sta,adems de ser omnicomprensiva, est revestida desacralidad, lo que la hace intangible. Tpicamente,el ideal de la sociedad tradicional consiste enevitar cualquier cambio que pueda ser juzgadocomo peligroso para el equilibrio duramenteconseguido. Esto no quiere decir que la sociedadtradicional sea totalmente inmvil, sino que lasinnovaciones propuestas puedan ser aceptadas ylegitimadas con una taxativa condicin: que sepresenten como conformes a la tradicin. Lacreatividad de una sociedad es, pues, de tipoortogentico, nunca o casi nunca de tipoheterogentico. La India clsica ofrece uno de losejemplos ms puros de la hostilidad de la

  • sociedad tradicional hacia el cambio. Dichasociedad quiso ser una sociedad inmvil, fijadade una vez por todas, y sus elites intelectuales los brahmanes, custodios profesionales de lainmutable tradicin sagrada concibieronsiempre el alejamiento del eterno ayer como unaimpa desviacin de la va trazada por Dios.[6] Alcontrario, la sociedad moderna consid