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  • BASES URBANAS

    DE LA VIOLENCIA EN

    COLOMBIA

    1945-1950 1984-1988 Por Medfilo Medina Historiador,

    profesor de la Universidad Nacional

    1. INTRODUCCIN

    En la literatura histrica y socio-lgica sobre la violencia se dife-rencian claramente los momen-tos de sntesis y las aproxima-ciones monogrficas. Cuando se alude a los primeros se hace refe-rencia a obras como la de Guzmn, Fals, Umaa, 1962; Paul Oquist, 1978; y en cierto modo Colombia: Violencia y Democracia, 1986.

    Sin embargo, tiende a predominar la fragmentacin de la Violencia como objeto de estudio. Tal frag-

    1 Germn Guzmn, Orlando Fals Borda, Eduar-do Umaa Luna, La Violencia en Colombia, Bogot, 1962. Paul Oquist,Violencia, Conflicloy Poltica en Colombia, Bogot: Instituto de Estu-dios Colombianos, 1978. No son stas las nicas obras que afrontan la violencia desde una perspec-tiva global. Pero s constituyen las dos sntesis ms logradas en etapas diferentes de la investiga-cin sobre la Violencia.

    Pueden establecerse en nuestro pas paralelos entre la violencia actual y la violencia vivida a mediados de siglo? Un anlisis comparativo de la violencia en Colombia durante los perodos 1945-1950 y 1984-1988, y su relacin con otros fenmenos, como desarrollo econmico, sindicalismo, gaitanismo y narcotrfico.

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  • mentacin ha asumido de manera sucesiva la modalidad de regiona-lizacin2, separacin de "temas" 3 de la Violencia, e incluso una especie de parcelacin. Esto ltimo se percibe en la tipologa que se desarrolla en el informe de la Comisin Interdisciplinaria: Violencia Poltica, Violencia Urbana, Violencia Organizada, Violencia Familiar, etc. Frente a cada una de esas manifestaciones de violencia se propusieron polticas y soluciones especficas. Desde luego no se trata de "deformaciones", de una especie de desviacin del espritu cientfico. Son momentos necesarios ambos en el proceso de investigacin. Una y otra perspectiva se requieren

    mutuamente, se retroalimentan. Hoy no se trata de volver a "la era de las grandes explicaciones causales", como sealaba Daniel Pecaut. Ms bien habra necesidad de abordar el examen de los rasgos comunes, de los nudos de confluencia de las diversas "vio-lencias" o "fenmenos de violencia" segn sea la expresin que se prefiera. Parece sugestivo afrontar ciertas relaciones entre procesos diversos. En el presente ensayo se intenta abordar relaciones entre la violencia y otros fenmenos globales bajo los siguientes enunciados: Violencia y desarrollo econmico, violencia urbana y rural, y

    violencia y alternativas populistas. 2 Los ejemplos ms notables de estudios regionales sobre la Violencia son los siguientes: Daro Fajardo, Violencia y Desarrollo. Transformaciones Sociales en Tres Regiones Cafeteras del Tolima 1936-1970, Bogot: Ed. Suramerica, 1979. Jaime Arocha, La Violencia en el Quindo, Bogot: Ed. Tercer Mundo, 1980. Urbano Campo, Urbanizacin y Violencia en el Valle, Bogot, 1980. James Henderson, Cuando Colombia se Desangr. Un Estudio de Violencia en Metrpoli y Provincia. Bogot,1984.Carlos Miguel Ortz Sarmiento, Estado y Subversin en Colombia. La Violencia en el Quindo Aos 50. Bogot: CEREC-CIDER, 1985. 3 Gonzalo Snchez, Donny Meertens, Bandoleros, Gamonales y Campesinos. El Caso de la Violencia en Colombia, Bogot: El Ancora Editores, 1983. En cuanto al estudio de "temas" de la Violencia el de Snchez es un libro pionero que hasta ahora no ha tenido continuadores. 4 El Tiempo. 21 de octubre de 1949. En estos tres momentos est presente la inquietud por aprehender lo especficamente urbano de los procesos de violencia en Colombia. Se abordan los anteriores enunciados desde una perspectiva comparativa de la violencia en los perodos 1945-1950 y 1984-1988.

    2. VIOLENCIA Y DESARROLLO ECONMICO: DOS COYUNTURAS, 1945-1950, 1985-1988.

    2.1 Economa y Violencia 1945-1950

    La Violencia de mediados del pre-sente siglo se precipit sobre Co-lombia al tiempo que sta entraba en una fase de crecimiento econmico acelerado (1945-1953). Era justamente el mes de octubre de 1949 el menos indicado para que un colombiano lanzara co-mentarios optimistas sobre la suerte de su pas. En efecto, tuvie-ron lugar una serie de matanzas colectivas que anunciaban con los mtodos del terror la proximidad de las elecciones presidenciales que se celebraran en el siguiente mes. Sin embargo, imperturbable, el presidente de la Asociacin de Industriales, ANDI, refirindose al estado de la economa sealaba: "He repetido muchas veces en las ltimas semanas mi concepto sobre el particular, que es muy optimista y que se basa en hechos concretos, como son el precio del caf, los aumentos muy conside-rables en la produccin agrcola e industrial, la oportunidad de los pagos internacionales y el equili-brio de la balanza de pagos" 4. Quiz de manera menos esquizoide que su antecesor, el presidente de la ANDI, Fabio Echeverry Correa, declaraba sibilinamente a comien-zos de 1987: "La economa va bien, pero al pas le va mal". La Violen-cia haba adquirido las formas en-rarecidas de la guerra sucia. La simultaneidad de Violencia y ex-pansin de la economa en pocas distintas sugiere relaciones ms

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  • profundas que las de la simple coincidencia en las dos series de fenmenos. Desde luego, no hay razn para proponer, al menos a nivel nacional, la accin de "estrategias intencionales" en esta asociacin entre bonanza econmica y altos ndices de violencia poltica. Se trata de movimientos ms complejos que superan, las ms de la veces, a sus agentes sociales.

    A mediados del decenio de los cuarenta, y luego de una etapa de recesin, los ndices econmicos se dispararon hacia arriba. Entre 1945 y 1949 el producto interno bruto, el producto interno per cpita y el ingreso nacional bruto se incrementaron a una tasa anual de 5.9%, 3.6% y 7.5%, res-pectivamente 5 . Entre 1945 y 1953 la industria creci a la tasa record anual del 9.2%. La agricultura vio aumentar el volumen de produccin en un 77% para 1948 y en 113.8% para 1949 6 .

    Por el mismo tiempo, la economa colombiana fue objeto de dos procesos: monopolizacin, y reactivacin y diversificacin de la penetracin del capital extranjero, particularmente del norteameri-cano 7 . Sin embargo, en el pre-sente trabajo se mantienen como variables centrales de anlisis la pareja crecimiento econmico y Violencia.

    Al paso que los ndices anteriores y muchas otras cifras que no se han consignado en las presentes pginas reflejaban el buen suceso de la economa, la Violencia avanzaba inexorablemente. Desde 1947 la mayora de los Departamentos registraban hechos violentos. En las ciudades se repriman manifestaciones obreras. Las

    concentraciones gaitanistas tambin cosechaban vctimas. A finales de 1949 ocurrieron ver-daderos genocidios como los de Belalczar, en el Cauca; El Playn, en Santander; Betania, Ceiln y San Rafael en el Valle del Cauca;Arauca en Caldas. En Cali tropas del ejrcito realizaron la masacre e incendio de la casa liberal.

    Segn la distribucin cronolgica de los muertos por la violencia, a la segunda mitad de los aos 40 correspondieron las siguientes cifras 8

    Desde el inicio de los aos cuarenta empieza a cristalizarse una coincidencia en la lites econmicas y polticas colombianas sobre la necesidad de desmontar la "ideologa de la regulacin estatal" en aras de la adopcin explcita de un esquema liberal de gestin econmica y social. La crisis que sacude al rgimen poltico entre 1943 y 1945 y que sirve de antesala a la Violencia estara condicionada por los desajustes y movimientos de acomodamiento que sacuden a la sociedad y al sistema poltico. Daniel Pecaut ha documentado y conceptualizado bien las implicaciones y modalidades de este cambio de rumbo. 9 Del compromiso entre lites burguesas y clases populares a la represin sindical durante el gobierno de Lleras Camargo

    La abstencin de la intervencin estatal en favor de un modelo

    econmico liberal se dio simul-tneamente a un cambio de en-foque sobre el nivel de participacin poltica de los movimientos sociales. En el ao 36 se haba

    5 Miguel Urrutia Montoya, Cincuenta Aos de Desarrollo Econmico Colombiano, Bogot-Medelln: Ed. La Carreta, 1979, p. 16. 6 Absaln Machado (Coord.), Problemas Agrarios Colombianos, Bogot: CEGA-Siglo XXI Editores, 1986. 7 Para el anlisis de esos procesos pueden consul-tarse entre otras, las siguientes obras: Rafael Baquero, La Economa Nacional y la Poltica de Guerra en Colombia, Bogot: Ed. Estrategia, 1972, p. 69 y ss., y Konrad Matter, Inversiones Extranjeras en la Economa Colombiana, Medelln: Ediciones Hombre Nuevo, 1977. 8 Oquist, p. 59. 9 Daniel Pecaut, Orden y Violencia. 1930-1954, Bogot: CEREC, Siglo XXI Editores, 2 vol., 1987.

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  • producido una especie de compro-miso histrico entre una constelacin de lites burguesas y un conjunto de fuerzas representativas de sectores populares y medios. Dicho compromiso acord un espacio, ciertamente limitado, al sindicalismo y consagr unas formas de comunicacin poltica de tipo paternalista entre el go-

    bierno y los trabajadores organizados.

    La iniciativa en estos cambios la tomaron los gremios econmicos; en primer lugar, el de los grandes cafeteros, a travs de la Federacin Nacional de Cafeteros, y en segundo lugar los industriales y los comerciantes. Los primeros formalizaron su sindicato, la ANDI, en 1944 y los segundos lo hicieron con FENALCO en 1945.

    Los gabinetes ministeriales despus de 1943 no reservaran carteras para "audacias menores de treinta aos" ni contaran con el concurso de periodistas brillantes o de profesionales sin mayores vnculos con poderosos intereses econmicos. Los ministros en el segundo gobierno de Lpez, 1942-1945, o en el de Ospina Prez, 1946-1949, seran advertidos financistas, slidos empresarios o abogados de compaas petroleras extranjeras.

    La renuncia del Presidente Lpez Pumarejo el 19 de julio de 1945, y la escogencia hecha por el Con-greso de Alberto Lleras Camargo para sucederle, culminaron el cambio de rumbo de la poltica y del Estado. Pocos meses despus, el nuevo Presidente aprovechara la ocasin de mostrar claramente el sentido que tendran los cam-bios con respecto a los movimien-tos sociales. A comienzos de di-

    ciembre de 1945 los trabajadores del ro Magdalena agrupados en FEDENAL, filial de la CTC, se declararon en huelga. El movi-miento fue declarado ilegal por el Ministerio de Trabajo, al paso que el 18. al da siguiente de iniciado, el Presidente de la Repblica de-claraba que era preciso eliminar una supuesta "creencia nacional" en la existencia de dos gobiernos, uno en Bogot y otro en el ro Magdalena. La declaracin pre-sidencial respald la intransi-gencia patronal y aval la repre-sin militar a los huelguistas. Los voceros de los gremios patronales y los dirigentes de los partidos aplaudieron la conducta oficial. El conflicto del ro Magdalena ofreci al gobierno excepcionales posi-bilidades para presentar de ma-nera enequvoca frente a los tra-bajadores y a la opinin nacional cul sera en adelante la conducta oficial en el tratamiento de las relaciones obrero-patronales y la posicin hacia la organizacin sindical. En efecto, FEDENAL era la organizacin ms importante de CTC, hasta entonces central nica. Los trabajadores a ella afiliados, haban alcanzado las mayores conquistas sindicales. La represin a FEDENAL afectaba notablemente la influencia del partido comunista en la organizacin sindical. Al tiempo se asestaba un golpe a la CTC, al debilitar su federacin ms importante. Por todo lo anterior el tratamiento de la huelga de los trabajadores del ro Magdalena tuvo un inocultable

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  • efecto de demostracin.

    Ya antes de la huelga anterior haba sido declarado ilegal el paro general convocado por la CTC en solidaridad con la huelga de tex-tiles Monserrate, que se haba prolongado sin xito para los tra-bajadores, por espacio de dos meses. La ofensiva antisindical se desen-volvi en varias direcciones entre 1945 y 1950. 1. Ilegalizacin de huelgas 2. Represin militar a manifes

    taciones obreras princi palmente en Bogot y Cali. Como resultado de esa repre sin se produciran vctimas.

    3. Ofensiva legal contra la CTC, que fue sometida a demandas entabladas por iniciativa ofi cial y cuya personera jurdica fue suspendida

    4. Estmulo a la divisin de la CTC

    que se fracciona temporalmente en su VII Congreso realizado en Medelln en agosto de 1946.

    5. Autorizacin por parte del gobierno a los despidos de tra bajadores, que fueron par ticularmente numerosos en 1947.

    6. Amparo al paralelismo sindical que se expres en proteccin a la fundacin de una nueva central obrera, la UTC, que surgi bajo los auspicios de la Iglesia el 16 de junio de 1946 y fue reconocida legalmente en 1949 luego de que el gobierno del Presidente Ospina, mediante el Decreto 2785, derogara las dis-posiciones que prohiban el pa-ralelismo sindical.

    Esa poltica que se iba plasmando en medidas concretas avanzaba en medio de una campaa ideo-lgica que denunciaba el sindica-lismo y lo descalificaba como factor independiente en el sistema poltico. No faltaron en este con-cierto las voces de la jerarqua catlica a travs de prelados como el Arzobispo de Medelln Garca Bentez y Miguel ngel Bulles, Obispo de Santa Rosa de Osos, quienes haban prohibido a los trabajadores, bajo pena de ex-comunin, afiliarse a FEDETA,

    filial en Antioquia de la CTC. Los sectores del sindicalismo agru-pados en la CTC resistieron la ofensiva antiobrera. Esa resistencia se expres entre 1945 y 1950 en los siguientes aspectos:

    "El sindicalismo desapareci

    como referente simblico para numerosos sectores

    urbanos, los cuales quedaron entonces

    a merced de la confrontacin poltica sectora

    partidista".

    1. Incremento del movimiento huelgusitico. Las huelgas no bajaron entre 1945 y 1948 de 20 por ao, lo cual seala un promedio relativamente alto en el movimiento huelgustico de los aos treinta y uarenta.

    2. Reiteracin de la convocato ria a huelga nacional por parte de la CTC y a huelgas regionales por parte de sus federaciones. Algunos de esos llamamientos se llevaron a la prctica.

    3. La radicalizacin de sectores obreros, como el de los tra- baj adores del petrleo que enar- bol las exigencias de la nacio nalizacin del petrleo.

    4. El gaitanismo como canalizador de violencia. E1 asesinato de Gaitn y la violencia como m-todo de enriquecimiento.

    La desarticulacin de la ideologa de la regulacin estatal, el proceso de adopcin de un esquema liberal, con la consiguiente reduccin del papel de los sindicatos, encontr entonces una resistencia en los trabajadores. Al tiempo, como se ver adelante, amplios sectores populares encontraron en el movimiento gaitanista un polo de identificacin poltico. Simultneamente, al viraje regresivo de las lites responda una radicalizacin popular. Los ejes de las resistencias popular, sindical y poltica avanzaron sobre lgicas distintasy a menudo enfrentadas.

    Al examinar el curso que tom el proceso poltico despus de 1945 lo evidente es el avance de la ofensiva antipopular y el debilitamiento del sindicalismo. Este ltimo llegara a ser definitivamente despejado como factor poltico. Con su derrota fue eliminada una instancia capaz de encausar conflictos. El sindicalismo desapareci como referente simblico para numerosos sectores urbanos, los cuales quedaron entonces a merced de la confrontacin poltica sectaria bipar-tidista.

    La radicalizacin poltica a travs del gaitanismo sera interrumpida abruptamente con el asesinato de Gaitn el 9 de abril de 1948. As la violencia que no haba dejado de avanzar desde 1945 no tendra ahora diques de ninguna clase. Ciertamente despus de 1948 esa violencia sera preferentemente un fenmeno rural. Su gestacin haba sido urbana y sus primeras fases haban sido igualmente urbanas y rurales. Despus de 1948 la asociacin violencia y expansin econmica aparecer de manera nueva. Si entre 1946 y 1949 la ofensiva

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  • antisindical aseguraba altas tasas de ganancia, ahora el asesinato, la amenaza, el xodo, aseguraban en algunas regiones diferentes formas de acumulacin de capital. Para las zonas cafeteras Jaime Arocha, y particularmente Carlos Miguel Ortz, han documentado convincentemente la manera como se produjo una recomposicin de los propietarios. Una franja compuesta por profesionales, comerciantes de las cabeceras munici-pales, fonderos, agregados-ma yordomos, pudieron dominar la esfera de la comercializacin del caf y convertirse en fuertes eslabones de los "negocios de la Violencia" 10

    En el norte del Valle de Cauca, en la regin montaosa de Departamento, avanz la sustitucin coercitiva de pequeos agricultores por pequeos y medianos ganaderos que pudieron ofrecer materia prima a la fil ial de una transnacional de produccin de lcteos. Al tiempo, de la misma regin salieron a la parte plana del Departamento brazos necesarios para los ingenios azucareros M . Incluso en los Llanos Orientales se puede advertir la consolidacin, merced a la violencia, de algunas fortunas ganaderas y cmo en la fase posterior a 1953 algunos personajes que haban desempeado un papel importante en el enfrentamiento militar del estado contra las guerrillas liberales se quedaron en la regin al servicio de ganaderos que los utilizaron para limpiar de colonos sus tierras.12

    En las regiones que haban sido escenario de luchas agrarias en los aos treinta, los terratenientes, en no pocos casos, vieron en la violencia la oportunidad de disputarle a los antiguos colonos, ahora pequeos propietarios, sus derechos conquistados. Eso resulta cierto para el sur y el oriente del Tolimay para la regin de Sumapaz en Cundinamarca13. Es decir las manifestaciones son diferentes segn son diferentes las regiones. La lgica sin embargo es la misma: la Violencia como factor de acumulacin capitalista.

    2.2 Economa y Violencia 1984-1988

    Cmo se presenta la relacin crecimiento econmico-violencia en la etapa actual?

    La primera mitad del decenio de los ochenta estuvo caracterizada por la recesin econmica. Colombia no fue la excepcin, aunque los ndices fueron menos drsticos que en otros pases.

    Desde mediados de 1985 la economa empez a presentar sntomas positivos que se convirtieron en franca recuperacin en 1986 y 1987. Para estos aos el crecimiento del PIB fue del orden del 5.1%. La industria manufacturera creci a un ritmo cercano al 7%. Aument notoriamente la venta de automviles y de otros bienes de consumo durable. Creci la actividad constructora privada.

    Tambin el sector agropecuario mostr un comportamiento satisfactorio desde 1986. Para 1987 el crecimiento fue del 4.1%.

    Desde mediados de 1985 se ha mantenido un flujo consistente de capitales hacia la industria. Entre comienzos de 1986 y los primeros meses de 1987 los registros aprobados para importaciones de bienes de capital aumentaron en un 25% en dlares. En prcticamente todas las ramas de la industria de transformacin se registraron milagros. Empresas que se encontraban al borde de la quiebra o que haban entrado en proceso de concordato no slo superaron la situacin crtica sino que han podido mostrar balances muy favorables en el ltimo tiempo. Entre las ms importantes podra mencionarse a Paz del Ro, Fabricato, Coltejer, Avianca, el Ingenio de Ro Paila, etc.

    Llama la atencin el caso de la IBM. Mientras su casa matriz atravesaba uno de los peores aos, la filial colombiana alcaz utilidades de 3.510 millones de pesos.

    De manera similar a lo sucedido a mediados de siglo, ahora, en la segunda mitad de los ochenta, la buenaventura econmica coincide con un recrudecimiento de la Violencia. Se usa concientemente el trmino recrudecimiento por cuanto para Colombia se ha convenido en utilizar la expresin "violencia endmica". El incremento de bandas para-militares, la proliferacin de sica-

    10 Ortiz Sarmiento, op. cit. Al respecto resulta particularmente interesante la sexta parte: "Los Negocios de la Violencia o la Violencia como Negocio". 11 Para el contenido socio-econmico de la Violencia en el norte del Valle, puede leerse el libro de Urbano Campo, Urbanizacin y Violencia en el Valle, Bogot, 1980. 12 Estas impresiones se formaron a partir de entrevistas personales realizadas por el autor en 1981 con antiguos actores de la Violencia en Los Llanos. 13 Ver al respecto: Medfilo Medina, "La Resistencia Campesina en el Sur del Tolima", en Pasado y Presente de la Violencia en Colombia., Bogot: Cerec, 1986, pp. 233 y sgtes. 14 Esta breve resea recoge datos de las siguientes publicaciones: Fedesarrollo, Coyuntura Econmica, vol. XV, No. 4, diciembre 1987. Moshe Syrkin, "Crecimiento Econmico y Cambio Estructural en Colombia", en Coyuntura Econmica, diciembre 1987. Semana, /Informe Especial. "Las Cien Empresas Ms Grandes de Colombia", 26 de mayo-1 de junio de 1987 y 27 de enero-2 de febrero de 1987.

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  • la eliminacin sistemtica de dirigentes de la organizacin poltica nacida en las circunstancias de los acuerdos de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC15, la Unin Patritica (UP), la senderizacin de agrupaciones guerrilleras como el ELN16 , los asesinatos de funcionarios del estado por parte del narcotrfico, el incremento de choques entre las guerrillas y las fuerzas armadas, todo ello est formando ese conjunto abigarrado de violencia o violencias.

    Podra entonces relacionarse para la coyuntura actual, expansin econmica y violencia? Para mediados de siglo se presentaron los vnculos internos entre una y otra. Para la etapa actual slo pueden bosquejarse algunas hiptesis.

    Altos ritmos de acumulacin de capital despiertan expectativas extraordinarias de ganancia. Esa tendencia en cierto modo "natural" en cualquier empresario se convierte en Colombia en un poderoso factor de violencia en la medida en que las reglas de juego sobre las cuales descansan las relaciones obrero-patronales estn permanentemente entela dejuicio. Hay aspectos de la legislacin laboral que son sometidos a procesos de revisin permanente. Parecera que no hubiera un terreno firme en materia de leyes sobre el trabajo y que casi todo estuviera en discusin. De igual manera no existen garantas reales para el cumplimiento de las normas laborales y de las clusulas de las convenciones colectivas. Al comparar los motivos que han llevado a los trabajadores a la huelga, se ad-vierte que en los aos ochenta se incrementaron extraordinariamente las huelgas no por nuevas reivindicaciones sino contra la violacin de normas laborales o de puntos pactados en los pliegos. A este motivo respondieron entre 1981 y 1984 el 31% de las huelgas en la

    manufactura, el 70% en los servicios (excluyendo el magis terio), el 80% en el transporte. Para esos mismos renglones las huelgas por el mismo motivo para el perodo 1971-1980 haban sido de 18% y 51%, respectivamente17

    "Los informes de la visitas de inspeccin y vigilancia realizadas por el Ministerio de Trabajo entre 1982 y 1985, que cubrieron 12.452 empresas, consignaban que escasamente el 8.4% de esas empresas estaba cumpliendo cabalmente las disposiciones legales y que el 91% lo incumpla en un promedio de 3.85% normas cada una".18

    Por otra parte, la legitimidad misma del sindicalismo se pone siempre en duda. Su espacio tiende a reducirse. La creacin de nuevos sindicatos est rodeada de una numerosa reglamentacin, al tiempo que se excluye de la posi-bilidad de organizacin gremial a sectores muy numerosos de los trabajadores. As de 915.307 tra-bajadores que laboran en enti-dades estatales, solamente el 17% tiene derecho a suscribir con-vencin colectiva. La prohibicin de la huelga cubre a un nmero an mayor de trabajadores por cuanto quienes trabajan en actividades consideradas de "servi-

    cios pblicos" estn excluidos de ese derecho.

    Urab y otros casos de Sindi-calismo - Economa - Violencia

    El estudio de la dosis de violencia que ha rodeado la actividad sindical en algunas ramas en los ltimos aos arrojara luz sobre la dinmica entre economa y conflictos violentos. A guisa de ejemplo se mencionar un caso importante: el vivido en la zona bananera de Urab en Antioquia. Colom-

    15 Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Organizacin guerrillera ms antigua de Colombia de orientacin izquierdista. 16 Ejrcito de Liberacin Nacional. Surgido a mediados de los aos sesenta, se inspir en la experiencia guerrillera de los revolucionarios cubanos. 17 Roco Londoo Botero, "Los Sindicatos y la Poltica Laboral en Colombia", Departamento de Sociologa, Universidad Nacional, Bogot, 1988. Trabajo an indito.

    18 Ibid., p. 50.

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  • bia se ha constituido en los ltimos aos en el tercer productor mundial de banano. En este hecho a la produccin de Urab corresponde un papel de primer orden. Las tasas de ganancia para los empresarios son sencillamente fabulosas.

    Aunque en la regin aludida la produccin del banano se haba iniciado en 1952 solamente hasta abril de 1987 se firma un acuerdo

    laboral en que toman parte el Ministerio de Trabajo, Augura, la organizacin de los empresarios y los voceros de los sindicatos Sin-tagro y Sintrabanano en representacin de 32.200 trabajadores19 . Estos sindicatos estn afiliados a la recientemente creada Central Sindical, CUT. En el proceso de negociacin del pliego fueron asesinados 17 trabajadores. El total de muertos por la violencia en ese perodo fue de ms de 100 en la regin. En la medida en que el logrado en abril fue un convenio marco, las negociaciones debieron continuar para las 267 fincas. Hasta mediados del ao se produjeron huelgas. En general la violencia continu con intensidad. Resulta muy sintomtica la visin que sobre Urab ofrecen sectores nacionales. Los empresarios tienden a identificar la violencia con la accin de los sindicatos y llaman a rodear a

    un rengln econmico que se muestra muy promisorio. Las Fuerzas Armandas no aciertan a ver tras el movimiento gremial otra cosa que la presin subversiva de la guerrilla. El diario bogotano La Repblica vocero del sector mayoritario del conserva-tismo comentaba en la edicin del 8 de julio de 1987: "Es pernicioso que cada una de las 267 fincas en Urab tenga su sindicato. Sin-tagro atenta contra la

    economa del pas al promover las huelgas. Es necesario entonces cambiar de frente de trabajo y evitar que los bananeros nacio-nales, acorralados por un sindicalismo comunista, tengan que abandonar los cultivos". Por su parte el Obispo Hctor Rueda declaraba para la prensa el 30 de junio de 1987 que los paros del banano tenan orientacin subversiva.

    Naturalmente no se desconoce la complejidad de un proceso de negociacin en una zona como la de Urab donde adems tienen incidencia las organizaciones gue- rrilleras.

    Los acuerdos entre empresarios y trabajadores son frgiles. El de-terioro de la situacin poltica en la regin ha continuado y la violencia no ha amainado. No ha cesado el asesinato de trabajadores, el ms

    siniestro de los cuales tuvo lugar el pasado 4 de marzo cuando un grupo paramili-tar sac de la casa y fusil a 26 trabajadores bananeros miembros de los sindicatos.

    Otra rama en que los trabajadores han sido castigados con una cruel violencia ha sido la de los cementos, que ameritara tambin algunas referencias detalladas.

    La intolerancia que se muestra en algunas ramas frente a la organizacin sindical, y la incorporacin de altas dosis de barbarie en las relaciones obrero-patronales en algunas regiones, tienen su correlato en el plano nacional. En 1986, en funcin de acuerdos entre corrientes sindicales de orientacin ideolgica y poltica diferente, fue creada la Central Unitaria de Trabajadores, CUT. El corto perodo de vida que hasta ahora tiene la CUT ha estado caracterizado por una cruda persecucin. Entre noviembre de 1986 y enero de 1988, habian sido asesinados 70 miembros de la organizacin. Esta marca de horror slo es superada por las vctimas de la Unin Patritica que contabiliza 520 dirigentes y miembros asesinados hasta el mes de enero de 1988.

    19 Una coherente descripcin de los conflictos en la zona bananera se encuentra en el trabajo de Julin Delgadillo, "La Violencia en Urab", ponencia presentada al VI Congreso de Historia de Colombia, Ibagu, noviembre de 1987. A este trabajo se remite la informacin que aqu se trae a propsito de Urab

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  • Narcotrfico y Violencia: un estudio obligatorio en estos momentos

    En la coyuntura de los aos ochenta es preciso incorporar en el anlisis la gravitacin del narcotrfico tanto en la economa como en la violencia. Existe una serie de vasos comunicantes entre los llamados eufemsticamente "dineros calientes" y la economa formal. Es muy difcil medir el peso que el narcotrfico y otras actividades econmicas ilegales como el contrabando y el comercio de esmeraldas ha alcanzado en el conjunto de la economa. Pas el tiempo en que los barones de la droga podan dar sus apellidos a las empresas, "Lehder Autos", por ejemplo. Sin embargo, el flujo de dineros contina y se incrementa. Se cuenta con informacin indirecta que aporta evidencias sobre el lavado de capitales. As, la amnista prevista en la reforma tributaria del Presidente Barco vincul a la tributacin patrimonios nuevos de 190.000 contribuyentes, por un valor total de $755.000 millones; 8.757 personas jurdicas, que incorporaron $153.000 millones; y 182.955 personas naturales, que incorporaron $602.179 millones20.

    Igualmente, habra que estudiar los dineros que han entrado a la economa por medio de la llamada "ventanilla siniestra" del Banco de la Repblica. No es realista pensar que en un pas que ha tenido tasas bajas de ahorro interno, sectores de la economa formal pudieran desechar flujos de capital como los que pueden suministrar las actividades del narcotrfico.

    El Contralor Rodolfo Gonzlez Garca, vinculaba en declaraciones que concedi a la prensa en octubre de 1987, la reactivacin econmica a la influencia de dineros calientes invertidos especialmente en vivienda y comercio. El auge econmico que como arriba se seal comenz a mediados de 1985, difcilmente podra examinarse en funcin exclusiva de la suerte del caf, que indudablemente ha tenido muy buenos momentos en los ltimos aos. Por otra parte se han presentado dificultades en los flujos de endeudamiento a largo

    plazo del sector oficial. As por los menos lo registraba Fedesarrollo para 198721. Es decir la reactivacin econmica no podra explicarse nicamente por el impacto del caf y resultado del endeudamiento externo.

    Los medios de comunicacin, particularmente la prensa, y voceros polticos han alimentado una doble moral que consiste en condenar severamente al narcotrfico en el discurso pblico y cerrar los ojos a su activa penetracin en la economa legal. Por ello resulta ms acorde con la realidad el diagnstico de la revista Semana que califica a la mafia como "un grupo pequeo pero supremamente poderoso...". "Noha habido, seala el semanario, rengln social y econmico en donde no se haya logrado infiltrar el narcotrfico. Relaciones diplomticas, exportaciones, aviacin, deportes. Fuerzas Armadas, banca, Parlamento, campaas polticas, empresa privada, construccin. Iglesia, justicia y hasta guerrilla han sido vctimas de los tentculos del trfico de drogas".22

    Desde la perspectiva del presente anlisis, lo ms importante de examinar es cmo sobre el capital que se desplaza de un sector a otro de la economa avanzan tambin unos valores y se niegan otros. La bsqueda del lucro a cualquier precio, la audacia de los mtodos, el terror como medio para disuadir o eliminar al rival, van tiendo de alguna manera las relaciones econmicas, las contradicciones obrero-patronales. Aqu no se tienen en cuenta los factores de violencia que emanan de las circunstancias del ejercicio de una economa ilegal y clandestina:

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  • verdaderos ejrcitos personales, entrenamiento de sicarios, co-rrupcin sobre los cuerpos armados del Estado.

    Resulta tambin explicable la evolucin ideolgica del nar-cotrfico hacia el anticomunismo y el nacionalismo extremo. Esa parbola pudo haberse retardado en el pasado por la coexistencia con guerrillas de orientacin izquierdista en razn de la coexistencia en regiones de cultivo de estupefacientes, que a su vez coinciden no pocas veces con zonas de colonizacin.

    La gravitacin del narcotrfico en la presente etapa de desarrollo colombiano hace que aparezcan en la gestin econmica los mtodos violentos que suelen acompaar a las etapas de acumulacin primaria de capital.

    No habra que menospreciar en la asociacin violencia- crecimiento econmico en los ltimos aos la significacin de la reorientacin en la poltica econmica. Despus del predominio de un esquema de proteccin y de la vigencia de ciertos elementos del estado bienestar, se pas desde mediados de los aos setenta a enfoques neoliberales que implicaron la eliminacin de subsidios para productos y servicios que inciden en el costo de la canasta familiar, el desman-telamiento de la superintendencia de control de precios, la eliminacin de los llamados "precios polticos", la elevacin del impuesto a las ventas, etc. A este nivel la coyuntura actual tambin presenta una analoga con la poltica oficial de los aos cuarenta: el desmonte de la ideologa de la "regulacin estatal".

    3. VIOLENCIA RURAL-VIOLENCIA URBANA. UN PROBLEMA POLTICO

    La relacin entre los dos trminos del binomio est referida nicamente a la violencia poltica. La distincin slo tiene validez analtica dentro de trminos muy precisos. En efecto, la violencia poltica en Colombia es un fenmeno unitario y global que

    tiene, eso s, ingredientes especficos en uno y otro entorno y tambin manifestaciones pecu-liares en los dos escenarios.

    Uno de los factores que ms poderosamente han alimentado la Violencia en el mbito rural ha sido el aplazamiento histrico de una reforma agraria que hubiera incluido un fuerte componente dis-tributivo.

    La abolicin de los resguardos y la supresin de bienes de manos muertas a mediados del siglo XIX, la Ley 200 de 1936, la Ley 135 de 1961, que han sido la cristali-zacin de las polticas agrarias ms importantes, han contribuido a modernizar las relaciones de trabajo, a tecnificar la actividad agropecuaria, a crear infraestruc-tura, pero han dejado en pie la concentracin de la propiedad territorial, y con ella una numerosa poblacin agraria con muy poca tierra o desprovista de ella. Esta poblacin tampoco ha podido ser absorbida por el sector moderno de la agricultura y la ganadera.

    El cuadro anterior se prolonga a travs de un flujo permanente hacia la frontera agraria. Despus de una fase pacfica de colonizacin sobreviene un perodo de conflicto cuando terratenientes, y las ms de las veces ganaderos, avanzan sobre el espacio que asimilaron los colonos. Escenarios de esa historia interminable han sido la regin del Tequen-dama en Cundinarmarca; Sumapaz en el mismo Departamento; oriente del Tolima y sur del mismo Departamento; norte de Cundinamarca; Madgalena Medio; vastas regiones del Meta y del Caquet. 23

    En momentos diversos estas regiones han sido epicentros de

    23 Catherine Le Grand ha estudiado con profundidad los procesos de colonizacin en Colombia. Una visin de sntesis sobre sus trabajos puede formarse leyendo: "Los Antecedentes Agrarios de la Violencia: El Conflicto Social en la Frontera Colombiana, 1940-1950" en Medina, op. cit., pp. 87-111.

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  • confrontacin armada. En el ltimo decenio en la mayora de ellas han operado frentes guerri-lleros y guarniciones de las diver-sas brigadas del ejrcito colom-biano. Al tiempo, grupos parami-litares financiados por ganaderos y terratenientes sostienen grupos paramilitares y bandas de sica-rios. Sin embargo, las contradicciones originadas en la tenencia de la tierra, y particularmente el con-flicto histrico en las zonas de colonizacin, no alimentaran por s solas la violencia en las variadas manifestaciones con que ella se presenta actualmente en el campo. Si por ejemplo se examina la composicin social de las guerri-llas, se advierte la presencia mayoritaria de gente joven pro-cedente de la ciudad. An en el caso de las FARC, cuyo origen fue predominantemente rural, hoy presenta una composicin mixta: rural-urbana. El origen de los movimientos armados surgidos despus del ao 60 fue urbano. El ELN constituy su primer desta-camento en 1964 a partir de un grupo de universitarios. El EPL dio origen a su primer frente armado en el nordeste antioqueo en 1967, mediante el acuerdo de activistas polticos maostas venidos de la ciudad. El M-19 se fund como movimiento de guerrilla urbana, condicin que mantuvo hasta comienzos de los aos ochenta cuando busc hacerse fuerte en el campo luego del de-sembarco en Narto y Choc. En la Violencia de los aos cua-renta y cincuenta, en algunas regiones, la resistencia contra la polica y el ejrcito super el hori-zonte inmediato del enfrenta-miento sectario liberal-conserva-dor para tomar rasgos de guerra campesina. El bandidismo poltico, los ncleos de autodefensa y for-mas rudimentarias de asociacin armada prolongaron la experiencia anterior en el perodo siguiente. En el campo, a partir de regiones especficas, se conform una especie de matriz de resistencia armada que conserv sus nichos ecolgicos iniciales a partir de los cuales ha tenido notable expansin.Esa continuidad histrica ha ejercido irresistible fascinacin sobre sectores de la juventud urbana. A comienzos de

    los aos sesenta, con desigual fortuna, estudiantes radicalizados buscaron en ciertos bandidos polticos la experiencia militar, quiz hasta la legitimacin popular en la iniciacin de un nuevo captulo de resistencia ar-

    "Las Fuerzas Armadas no aciertan a ver

    tras el movimiento gremial otra cosa que la presin subversiva

    de la guerrilla".

    mada. El M-19, una guerrilla tan imaginativa por sus mtodos de accin como urbana por su com-posicin y objetivos, se enfrent en un momento dado al dilema de ser en el campo, o no ser en trminos militares. Y respondi en favor del primer trmino el dilema. As las cosas, se puede concluir con respecto a este punto que si bien se perciben problemas tpicamente agrarios que alimentan la violencia de izquierda, ellos no explican suficientemente su continuidad y expansin. Las exclusiones inherentes al sistema poltico colombiano, las incerti-dumbres de la juventud frente a su rol en el intercambio de las actividades sociales, y seguramente en alguna medida la utopa heroica, constituyen la segunda vertiente de explicaciones. Por otro lado, la violencia ejercida o patrocinada en el campo por los detentadores de la gran propiedad se nutre tambin de ingredientes urbanos en el plano tcnico, por las formas del reclutamiento de sicarios y miembros de grupos paramilitares. Todo lo anterior muestra la significacin muy relativa de la diseccin de la violencia en urbana y rural. 4. VIOLENCIA Y FRUSTRACIN POLTICA Esta tercera relacin que se destaca en estas notas no se aborda en general, sino desde la perspectiva especfica de la asociacin que se ha registrado entre las etapas de la violencia y el fracaso de alternativas de organizacin y movilizacin polticas de tipo populista. 4.1 A Mediados de Siglo En medio de la crisis social y poltica, que de manera incontenible

    envolvi a la sociedad y al sistema poltico colombiano desde 1943, surgi el gaitanismo como frmula que atrajo a grandes sectores populares. En las ciudades el liderazgo carismtico, los smbolos, la retrica antioligrquica y las novedosas formas de movilizacin poltica, se proyectaron como garanta de autoiden-tificacin para masas de inmigrantes recientes. El proceso de urbanizacin avanzaba rpidamente. La poblacin de los centros urbanos pas durante el perodo 1938-1951 de 2.692.000 a 4.468.000 habitantes. La tasa de crecimiento demogrfico de Bogot entre 1938 y 1959 lleg a 5.35%. En ese lapso, la poblacin de la capital pas de 330.000 a 670.000. 24

    24 Urbano Campo, La Urbanizacin en Colombia, Bogot: Biblioteca Marxista Colombiana, 1977, p. 15.

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  • Igualmente, en el discurso gaita-nista pudieron reconocerse fcil-mente masas de pequeos pro-ductores, comerciantes y em-pleados que adems de las exclu-siones econmicas y polticas no tenan tampoco la posibilidad de acceder a la organizacin corpora-tiva. A esas masas Gaitn repeta en su retrica inflamada mensajes de este tenor: "No hemos sabido entender que pueda haber una poltica distinta a la de darle un cambio rotundo al comporta-miento de las oligarquas, las pe-queas castas que arbitraria-mente se declaran superiores y en detrimento de los trabajadores".25

    Este proceso de incorporacin a la actividad poltica de grandes sec-tores populares al comps de las proclamas de tipo populista y al calor de una experiencia nueva de socializacin poltica avanzaba al tiempo que los trabajadores or-ganizados se defendan ardorosa-mente pero con poco xito contra la inflacin galopante, contra la amenaza de un crudo liberalismo econmico, y ms a largo plazo, contra el programa de restaura-cin reaccionaria puesto en marcha por las lites.

    La derrota de la CTC entre 1945-1948 culmin una poca del sin-dicalismo. El asesinato de Gaitn el 9 de abril de 1948 interrumpi abruptamente la alternativa po-pulista. Las masas urbanas se vieron derrotadas y abandonadas en un momento en que la violencia haba avanzado sistemticamente. Es cierto que esa derrota se pro-dujo luego del levantamiento popular espontneo que sigui al asesinato de Gaitn.

    A partir de entonces la frustracin aliment la violencia, y la auto-nomizacin del sectarismo poltico bipartidista despej todo obstculo a la "guerra civil no declarada".

    4.2 poca Actual

    En los aos sesenta y primera

    mitad de los setenta se produjo el ascenso y cada de otro proyecto populista: Alianza Nacional Popu-lar.ANAPO. Esta comenz en 1961 como un Frente Nacional por abajo cuando el exdictador General Gustavo Rojas Pinilla emprendi una asombrosa parbola de recu-peracin poltica. El exdictador quiso presentarse luego de un sonado debate que se le sigui en el Congreso por parte de los dirigentes de los partidos tradicionales como un perseguido por la oligarqua.

    Otra vez las masas se movilizaron al calor de invitaciones a la revan-cha social y de las consignas anti-oligrquicas teidas de fuerte colo-racin nacionalista.

    La ANAPO se grange la adhesin de las masas marginadas de las grandes urbes y de sectores em-pobrecidos de la poblacin urbana y rural. El carisma de Rojas Pinilla estaba relacionado, adems de los ingredientes ideolgicos ya aludi-dos, a la dimensin pragmtica que provena del hecho de haber ocupado la presidencia de la Repblica. Para las masas no se trataba de una lejana conquista del poder vinculada al proyecto poltico de la izquierda, sino la promesa de una "recuperacin" inmediata del poder.

    Cuando en las elecciones presiden-ciales de 1970 se aplaz el retomo de Rojas Pinilla a la Presidencia, en la ANAPO se inici un proceso de disolucin ms rpido que su sorprendente ascenso. Con la proclamacin de ANAPO como tercer partido en 1971 se dio paso a una etapa de cualificacin poltica de su direccin que sin embargo no se mostr apta para impedir el final del anapismo como movimiento de masas. Ese final sobrevino con la impresionante derrota en las elecciones presiden-ciales de 1974. ANAPO, por otro lado, represent la ms seria ame-naza registrada hasta hoy da al sistema bipartidista colombiano.26

    As, a mediados de los aos setenta numerosos sectores populares se

    vieron privados de la brjula poltica y de las motivaciones que haban encontrado en el movi-miento rojista. Esas masas no podan insertarse en el esquema excluyente del Frente Nacional o en las opciones demasiado doctrinarias que les ofreca el Partido Comunista y las radicalizadas agrupaciones maostas.

    25 Jorge Villaveccs, Los Mejores Discursos de JE. Gaitn, Bogot: Ed. Jorvi, p. 457.

    26 Un excelente trabajo sobre la ANAPO es el de Csar Ayala Diago, "La Alianza Nacional Popular (ANAPO) en la Lucha Poltica en Colombia 1961-1974", an indito.

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  • Una letra y un nmero pretendie-ron recoger el vaco dejado por la tentativa populista: M-19. Al tiempo ese cdigo sealaba una alternativa de oposicin armada al sistema.

    Naturalmente, a la frustracin poltica contribuyeron los fraca-sos del Movimiento Revoluciona-rio Liberal, MRL, y del Frente Unido, como ensayos de organi-zacin poltica por fuera de los marcos tradicionales. Esas expe-riencias, ms fugaces an que la ANAPO, se desarrollaron por el mismo tiempo de la empresa anapista pero tuvieron como re-ferencia sectores sociales ms localizados y claros que el amplio y ambiguo universo social de ANAPO.

    Al comparar entonces dos perodos de Violencia de mediados de siglo y la que sacude a Colombia en los aos ochenta, se advierte que ellos estn precedidos de frustraciones de tentativas populistas muy amplias e impactantes.

    La reiteracin de esas coinciden-cias implican ms que una analoga histrica, la presencia de relaciones estructurales necesa-rias entre los fenmenos de frustracin poltica y de Violencia.

    Aqu apenas se han sugerido algunas de esas relaciones.

    5. CONCLUSIN

    Desde luego el proceso de violen-cia no se puede reducir a las rela-ciones que en las lneas anteriores se han esbozado. Lo que se ha pretendido es subrayar la viabili-dad de explicaciones de conjunto sobre la Violencia en la actuali-dad. Esa perspectiva no excluye, antes bien significa, trabajos monogrficos, estudios de caso a partir de hiptesis globales.

    Igualmente subyace en este in-tento de anlisis la idea sobre la perspectiva tambin global que debe tener una poltica de paz. Ella no puede reducirse a pro-gramas de rehabilitacin de las "zonas-de conflicto". Hoy la crisis poltica, social y moral es tan profunda que es el pas el que se ha convertido en zona de con-flicto.

    Tampoco la poltica de paz podra identificarse con las reformas sociales. Estas sin duda haran parte de un propsito poltico global que afronte integralmente la violencia.

    Lousiana, 19 de marzo de 1988.

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