Gramsci y La via Nacional Al Socialismo

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Maqueta- RAG CESA.REO RODRIGUEZ-AGUILERA DE PRA T

GRAMSCIY LA VIA NACIONAL

AL SOCIALISMOPrologo

Jordi Sole Tuni

Cesareo Rodriguez-Aguilera de Prar

Ediciones Akal, S. A" 1984Ramon Akal Gonzalez

Apartado 400. Torrejcn de Ardoz(Madrid)

LS.8.N.: &4-7601)-037-5

Deposito Lep!: M-I8792'IIJ>K~

Printed rn Spain . Impreso en los Tallerc- , Gruficov de

GRAFISA. . Graficas Intcmacionalcs. S.A.c/Emilia, 58 . Madrid·29

[IAKAL

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A MODO DE PRESENTACION

EI peligro de las tesis doctorales es que el formalismo propio del

texto acadernico acabe diluyendo ante el lector normalla sustantivi-

dad de las ideas expuestas. Este no es el caso en Ia presente obra. Ce-

sareo Rodriguez-Aguilera de Prat, Profesor Adjunto de mi Catedra

de Derecho Politico de Ia Universidad de Barcelona, ha escrito puray simplemente un gran Iibro sobre Grarnsci.

La tarea no era facil. Entre nosotros, Gramsci es a la vez un autor

rnuy citado y un gran desconocido. Hace algunos anos, bajo el fran-

quismo, eso estaba justificado. Si no me equivoco, yo fui el primero

que publico un as antologias de Gramsci, en catalan y en castellano,

a mediados de los aDOS sesenta. Fue una publicacion cautelosa, lIena

de referencias ambiguas para burlar Ia censura. Pero sirvio para dar

noticia del autor mas alia del circulo reducido que conocia la publi-

cistica italiana 0 que tenia acceso a algunas versiones sudamericanas.

Luego vinieron otras antologias -entre elias la magnifica de Manuel

Sacristan- y empezaron a florecer los estudios monograficos -como

los de Laso, Bermundo, Fernandez Buey, Fontana y otros. Hoy pue-

de decirse que el pensamiento de Gramsci forma parte de Ia concien-

cia colectiva de un amplio sector dela izquierda de nuestro pais, sobretodo desde que se han ampliado las posibilidades de relacion con Ia

literatura politica italiana y desde q ue G r am sc i ernpezo a ser tornado

en serio por algunov -ccior c de 1 < . . 1 ivquicrda france-,a. de-de Ah huv-

ser y Poulantzas hasta Christine Buci-Glucksrnann, pasando por al-

gunos divulgadores de talento, como Portelli 0 Texier.

Pese a esto, creo que Gramsci es todavia en nuestro pais un gran

desconocido. Todavia hoy su nombre se utiliza mas con fines de po-

lemica inmediata -a veces sectaria, incluso- que como punto de re-

fereneia en las discusiones de fondo sobre el presente y el futuro del

pensamiento marxista y Ia configuracion de las fuerzas de izquierda

en un pais de las caracteristicas del nuestro. Entre otras cosas, falta-0mas exactamente, faItaba- una obra de sistematizacion de su pen-

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samiento que luviese en cuenta ademb todas las aportaciones reali-zadas en funci on de los avatares mas recientes de la poUtica italiana

y de los partidOS comunistas en Europa. Y digo que faltaba porque

creo que el preSente libro de Cesareo Rodriguez-Aguilera de Prat cum-ple plenamente' este objetivo. Estoy seguro de que cuando termine su

lectura, ellectc)r coincidira con mi apreciacion y comprobara que no

es un simple elogio ritual.

Si la esencia profunda del metodo de Marx se resume en aquella

frase, recordaaa por Engels, en la que decia: «Todo 10 q ue se es que

yo no soy marxjsta», la del pensamiento de Grarnsci podria resurnirse

igualmente negando radicalmente toda pretension de fijar un sistemagramsciano. NO hay tal sistema, y el presente libro 10 dernuestra.

Por eso a IIli me produce una cierta desazon ver como a veces se

utilizan algunos de los conceptos forjados por Gramsci como si.fue-

sen categorias .10 solo intangibles e internporales sino tambien capa-

ces de resolver por si solas algunos de los problemas mas complejos

de la estrategia politica de la izquierda en Europa. Pienso, por ejem-

plo, en conceptos como el de «bloque historico: 0 el de «hegerno-

nia», enormemente sugerentes perc Henos de problemas en si mismos

-sobre todo en 10 que se refiere a la practica politica.

Ellibro que el lector ticne ahora en sus manos es, a la vel, una

excelente sistem3tizacion del pensarniento de Gramsci y una vision cri-

tica no solo de este mismo pensamiento sino tam bien de la peripecia

historica en qu; se elaboro.

Gramsci es, sin duda, una de las raices del eurocomunismo. Perc

ni 10 preve en t,)da su cornplejidad ni resuelve todos sus problemas.

EI tema de la revolucion de la mayona en una Europa de capitalismo

desarrclladoy en .un mundo dividido en rigidos bloques politico-

militares, y sometJdo a la amenaza nuclear, en un mundo que puede

confundir el socialismo con la tremenda experiencia de los paises del

Este, en un mur'do que conoce los Iogros y las dificultades del movi-

'- miento de liberacion en los antiguos imperios coloniales , 1acrisis pro-

funda del sistewa de relaciones econornicas y "o .. .i .r lc-, del mundo ca-

pitalista desarrcllado, el terrible conflicto nortsur, etc., el terna de

la revolucion de la mayoria -micleo central del concepto de euroco-

munismo- .J lQ, ~epuede resolver can la simple traslacion de los con-ceptos elaboradsf por Gramsci en otro momento historico, por mas

que la reflexion grarnsciana se situa en la misma onda y en la misma

problernatica general.

Mas aun: al~unos de los conceptus centrales del pensamiento de

Gramsci se situa) c1aramente al margen de las realidades actuales, co-

mo ocurre en su concepcion del partido de vanguardia a «Principemoderno)y1lara seguir una terminologia que e t utilize para burlar la

censura de sus c,ueeleros y que algunos han convertido en categoria

conceptual. Este es uno de los aspectos que mas c1aramente se demues-

tran en eI presepte Iibro.

i.Quiere esto Jecir que hay que considerar a Gramsci como un autor

superado? De nirguna manera. Una de nuestras tareas es, precisameo-

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te, integrar a Gramsci en eI cuerpo de nuestra propia cultura polit ica.

Una de las grandes cuestiones de la politica espanola es, precisarnen-'"'fe, la ausencia de una autentica tradicion comunista, tanto en el pia-

no politico como en el ideologico,

En los anos clave de la formacion del movimiento obrero espa-

not , antes de la guerra civil de 1936-39, las tradiciones politico-

culturales predominantes en este eran el social isrno y el anarquismo.La tradicion propiamente comunista se ha desarrcllado en dos situa-

ciones especialmente diffciles: durante la guerra civil.Ta primera; du-

rante la dictadura franquista, la segunda.

En el curso de 1936-39 el comunismo se desarrollo con fuerza, pe-ro como movimiento esencialmente militar. Y la guerra fue perdida

par e l movimiento obrero e n su conjumo, en circunstancias especial.

mente dramaticas,

Bajo el franquismo se desarrollo una segunda fase de la tradicion

comunista, Pero esta, pese a las grandes pruebas de heroismo, de cons-

tancia y de lucidez de sus protagonistas, no consiguio nunca superar

el nivel de una amplia vanguardia y tam poco terrnino con una victo-

ria clara y rotunda. AI final del franquismo no triunfo la ruptura si-

no la reforma y el propio Partido Comunista tuvo serias dificultades

para insertarse en la nueva legalidad.

Cierto que esta tradicion no se desarrollo de manera igual en toda

Espana. En Cataluna, por ejernplo, el PSUC surgio como un rnovi-

miento de unificacion entre cornunistas, socialistas y sectores procli-

ves al nacionalismo. Y durante el franquismo, la lucha por la demo-

cracia siernpre se pudo vincular a la defensa de fa autonomia y esto

dio al PSUC un papel como partido autenticarnente nacional que al

PCE le resulto mas dificil asumir.

Pero el hecho es que, salvadas estas diferencias, el movimiento co-

munista en Espana ha carecido de una solida tradicion poli tico-cultural

yd. una elaboracion teorica sustancial. Se han hecho analisis coyun-

turales mas a menos solidos 0, al contrario, consideraciones generi- "

cas poco ligadas a la realidad./

Por otro lado, es evidente que la problernatica actual del mo-

vimiento obrero y del marxismo como metodo no se puede redu-

eir al ambito estricto de cada Estado nacional, sobre todo en unaEuropa que se eneuentra encorsetada por unas front eras heredadas

del pasado y por unos compartimientos nacionales que chocan con

la propia internacionalizacion de las fuerzas productivas y de las

ideas.

Conocer a Gramsci para integrarlo en nuestra propia cultura si-

gue siendo, pues, una tarea necesaria. La que algunos iniciamos timi-

damente hace anos, en circunstancias especialmente dificiles, puede

ser llevado a cabo ahora con nuevas fuerzas y nuevas posibilidades.

Y siempre con una condicion inexcusable: que la tarea no consista en

combatir los dogmas institucionalizando nuevos dogmas en nombre

del antidogmatismo. Como todo pensador vivo, Grarnsci es hijo de

un momento y de unas circunstancias determinados. Para entenderlo

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y par~ integrarlo en nuestra propia problematica hemos de empezarpor situarlo en la que el vivi6

EI P!>ro de Cesareo Rodrig~ez-Aguilera de Prat esta becho con es-te espintu y es Justo subrayarlo. Por eso s610 me queda feIicitarme .

de que la obra baya culminado y se publique. Y animar a11ector a

que dsesu~erJa en s.us paginas, con la seguridad de que aI final meagra ecera el consejo.

Universidad de Barcelona, rnarzo de 1983.

JORD! SOLE TURA

PROLOGO

Esta obra tiene su origen en la tesis doctoral que lei en la Facultad

de Derecho de la Universidad de Barcelona, bajo la direccion de Jor-

di Sole-Tura, sobre la teoria de la revolucion de Gramsci en abril de

1980. EI objeto fundamental de rni estudio con sistio en individualizar

todos aquellos factores originales de su pensamiento politico referen-tes a la ternatica de la transicion al socialismo en Occidente. En efec-

to, ~ortacion de Gramsci acab6 resultando pionera en la busque-

da de V I as nacionales diferenciadas para cada proceso revolucionario

segun las caracteristieas y condicionamientos de cada pais y sociedad/

POTesta razon titule entonces mi trabajo «Cuest ion nacional y revo-

lucien socialist a en Grarnsci». Sin embargo, diversos miembros del

tribunal me hicieron notar, acertadamente, que ello podia dar lugar

a equivocos desde eI momento en que los terrninos «cuestion nacio-

nab tertian -yienen- una larga tradicion especifica que se refiere,

en 10 esencial, ala existencia de minor ias nacionales en Estados piuri-

nacionales, con los consiguientes problemas politicos que de aqui sederivan. Esto significaria que, manteniendo la forrnulacion inicial; po-

dria entenderse que mi estudio sabre Gramsci se centraria, por ejem-

plo, en el tema del sardismo. No era en ese sentido en el que habia

ut ilizado aquella clasica expresion, sino en el de la especlficacion na-

donal del proceso revolucionario en Italia can relacion al modelo

bolchevique.

Par estas razones me ha parecido mas adecuado vincular 1a retle-

xion teorica y politica de Gramsci sobre la revoluci6n can la expre-

sion acufiada par T ogliatti y el PCI en su VIII Congreso de 1956; es

decir, con la idea de una «via italiana» al socialismo. Can ello no pre-

tendo decir , en absoluto, que Gramsci sea responsable de las conclu-

siones politicas a las que llegaron Togliatti y el PCI en esa cuestion,puesto que aquel proporciono muy pocas indicaciones de caracter prac-

tieo y tactico sobre su estrategia, pero sf que es posible afirrnar la con-tinuidad de una misma idea. L!!lto Gramsci como Togliatti coinci-

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dieron en la tesis sustancial de que la revolucion en Occidente deberfa

seguir forzosamente una via mas compleja y a largo plazo que la adop-

tada por los bolcheviques en Rusia, basandose para eUo en la con-

quista progresiva de un amplio consenso social alrededor del progra-·

ma socialista. S610 en este aspecto establezco lazos de continuidad sin

involucrar a Gramsci en las conclusiones poli ticas de Togliat ti centra-

das en el caracter constitucional y parlamentario de ese avance, pues-

to que aquel nunca se refirio a estos medios./

En esta obra, que recoge parte de los materiales de la tesis que se

refieren a los aspectos teoricos de la cuestion, se analiza la vision de

Gramsci sobre la historia de ltalia en cuanto base que refuerza su con-

vicci6n estrategica. Especial atencion merece la referencia a su anali-

sis del caracter y la Ilaiuraleza del Estado moderno puesto que, no

solo represent a un notable salto cualitativo dentro de la teoria politi-

ca marxista, sino que explica y fundamenta su linea revolucionaria.

La lucha por la hegernonia -polemico concepto que se presta a di-

versas interpretaciones=- y la formaci on de un nuevo «bloque histo-

rico» bajo la direccion del «principe mOdezo» completan la panora-

mica que aqui se ha pretendido analizar,

Desde la perspectiva de hoy es indiscuti le que la aportaci6n grams-

dana sigue conservando una buena vigencia, especialmente PO!"el re-

chazo de pretendidos modelos universales de soeialismo y por el en-fasis en la movilizacion democratica de la mayoria del pueblo, bajo

la direccion politica de la clase obrera, en el terreno de la sociedad

civil. Con todo, las crecientes dificultades del «eurocomunismo», el

importante bloqueo de las fuerzas progresistas en Europa occidental,

la gran crisis econ6mica mundial y la continua internacionalizacion

de los Estados capitalistas matizan considerablemente las perspecti-

vas de un avance dernocratico y gradual al socialismo. Sin embargo,

no por ello el significado profundo de esa concepcion debe desecharse.

Ciertamente no es Heito hacer decir a Gramsci cosas que este nun-

ca sostuvo, ni fundamentar una determinada linea politica actual en

afirrnaciones genericas y dispersas de aquel, ni tampoco hay que pre-

tender encontrar la solucion de todos los interrogantes y Iagunas teo-ficas actuaJes en su obra , Buscar una nueva dimension de Gramsci,

situarlo histcricamente, valorar su gran contribucion te6rica al mar-

xismo y aprender de su ejemplo como combatiente revolucionario es

el mejor homenaje que se le puede rendir y que yo he deseado hacer

con mi trabajo.

10

INTRODUCCION

LAS INTERPRET AC[ONES ACTUALES DE GRAMSCI.

Para comprender mejor la gran diversidad de interpretacione.s que

h d do dan sobre la obra de Gramsct es necesano referirse ~

~~s ;a~es ade JesarroUo de su pensamiento politico:. Se constata aSI

e diversos autores han privilegiado una partco epoca de su actu~-

~~n mientras que otros la han considerado umt~namente. A part~r

de a h i la polernica prosigue con relacion ala legitirnidad de sus ~_o.ntl-

nuadores 10que obedece, obviamente, a puntas ,de VIsta po ItlC?S

diferentes 2, Las continuas referencias de los estudiosos a Gramscl a

. I iento polit ico de Gramsci cabe desta-I E~tre. las o~ras que ~ n J f ~ c : : : ; : ~ ~ ~ ~ ~ s ; ; ; a m s c i ,remia, Mexico. 78. C. C?lom-,

car las slgUientes. C. Bogg , . M'l' 77 G Gensini y otros. GramscI e norbo, Gramsci e iI suo tempo. Longanesl, Ioa~,PC'! Roma 77 A Giordano, Gramsci,

(1937-77), La ~ola ~el p.artito. 9~~~':~:~itildn'. 7J. J_ 'M: L~o Prieto, [ntroduc-10vita, ilpenstero, I tesn esemp ~. a Madrid, 73 . C. L. Otuno, Concerti fonda-ciOn at pensamlf!fl ,to de,C?rom_scl, AY~SG msci Feltrinel li , Milan, 56. S. F. Romano,men/ali delia leona I!0lltlca dt A "I.tonl.o ~a Spi~eUa /I pensiero di Antonio Gramsci;Gramsci, Utet, Tunn, 65. C. Sa man y. ,

Editori Riuniti, Roma, 76. I t dios Que interpretan la obra de Gramsci, por ~1.lo2 Muy abu~dantes son as ~5. ~ i d nde los mismos: A. R. Buzzi, La teona potitica

se ofrece .tan :\.010u.na breve se ec lana 69. G. C. Jocteau, Leggere Gramsci ..Unadi Antomo GramscI, ~o~tane1I~. ~rce . '75. M. A. Macciocchi, pour Gramsa, D~

gui~O aile ~nterprelaZIOn_I,Felt~~:!~;i~J:a~~amsci e poJltico co"!unista, Sc~w.arz, ~I:Seuil, Pans, 74. L. Maitan, A r d /!'ideo/agio d i G ro fT 1 SC ' Quaderm piacentiniIan. 57. G. Marramao,. Per una _Cr tC~ e J teoria della «rivGlu;ione senza rtvolutio-n." 46, XI, 72..S. ~erll, I n ~ ~ t r lcon!',c7o n 6; G. Nardone, /J pensiero di Gramsci, De

ne_'"di Gram~cl. Glovane ~ n ~ C : - ; o ~ i o;amsci. coscienza Critica ~el.marxism? R,e~a-Don~to, ~:I,.1. R. Orfei, . Stud; e interpretazioni recenn di Grasmct, CTitle.azioni sociali , Milan. 65. L. Paggi, .., mscismo Celuc Milan, 74. A. Pozzch-marxista, 0.0 3, 66. T. Perlini , Gramsc/~ tJ~dini Ro~a. 68.'M . Sacristan, La inter-ni ci« cosa na veramen.te det~o Gra~,. 0 14 67' G Tamburrano, Antonio Gramsci.

~acj6n de Marxpor Gramsct. Re~h &.~.63 'B To~in Con Gramsci, Editori Riuni-

La vita, it pensiero, t'azione, Lacarta, rt, .' ,

ti , Rcma, 76.

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un ~omento u otro de su vida obIigan, por tanto, a efeetuar estasconsideracionag sobre la formaci6n de su pensarniento '.

Inicialmenta, hasta el comienzo de la primera guerra mundial

Grarnsci se proclamo sardista independentista, partidario de expulsar

a I~s ~<contmentales» ,de la isla, para sjmpatizar poco despues con el

?oclallsmo, En la Universidad de Turin conectaria con un grupo de

jovenes vmculados aI PSI, recibiendo entonces la decisiva influencia

intelectual de Croce y Labriola, AI estallar la contienda mundial

Gramsci, desde « II Grido del Popolo», defendio la tesis de una neu-

trahdad matizada, 10 que Ie vali6 los reproches de intervencionista.

Sin embargo, Gramsci apoyo las resoluciones antimilitaristas de las

Confere~cIas socialistas internacionales de Zimmerweld y Kienthal,

IdenlIflcando~e con el sector intransigente del PSI. Tras el impacto

de I~ revolucion rusa, Gramsci se situa en el ala izquierda del socialis-mo italiano para uuentar renovar en profundidad aI viejo partido obre-

r?, Sin embargo, el hechomas decisive para su formacion sera parti-

cipar en ,cahdad de dl!'lli'nte,_n ,los acontecimientos del «bienio rojr»

y, especialmente, en el movirmento de los Consejos de [abrica.

. En este periodo Gramscirecibio una cierta in~flliei idadel sindica-hsmo revclucionario procedente de Sorel y tambien de las tesis de Rosa

L.uxe~burg. ,<?ramsci reconocio a Sorel capacidad de innovacion y ori-ginalidad cnuca por haber revalorizado la voluntad revolucionaria

perc no_compartio su «antipoliticismo» absoluto, En todo caso recu~pero la Idea de Ia iniciativa soreliana, d andole un contenido diferen-

te, sobre todo tras el fracaso de la ocupacion de las fabricas ', EI gru-

po del ON considero hasta ese momento que la toma del poder estaba

a la orden del dia por la maduraci6n de las condiciones objetivas da-

da la profunda cnsis de posguerra, la influencia de los acontecimien-

tos rusos en las masas y el c1ima europeo pre-insurreccional generali-zado (Hungrfa, Alemania, Austria),

TrasIa derrota del movimiel!tQ_de IosCilllsejos, Gramsci se ali-

neana sobre, las posiciones escisionistas y sectarias, por antisocialis-

ta,s, de Bordiga, ron;piendo definitivamente con todo el PSI para con-

tribuir a la fundacion del PCI. A parnr de aqui Gramsci inkiluID la-

bOfl_o~oproceso de asimilaci6n del leninismo que no madurara del todohast a su esfanelaenIa URSS. Desencantado por las insuficiencias del

«espontanelsmo~ de los Consejos de fabrica, Grarnsci se aferro al n-

gido punto de vista de Bordiga que privilegiaba de forma absoluta

el rol vanguardis.a del partido obrero revolucionario; de ahi sus pro-

fundos desacuerdos con la «linea general» de la IC a partir del III Con-

greso, que inaugur6 la politica del «frente unicox'. Tasca ha sena-

3 Recien, temente se ha p resentado una int eresante resina scbre esta cuesnc n queabarca e lp runer penodo de la actividad pc lit ica de Gramsci: C, Mitj a Servi se , En losongenes del pensamiento polit ico de Gremsci, Universidad Autonoma de Barcelona.Facult ad de Derecho, 79.

4 Para est a in fluenc ia v id . F . Bracco. II siovene Gramsci e Sorel. En: F. Ferri y

otros, Sorel, Stud; s tor ic t e rlcen:he, Obschi, F lorencia 74,~ vid. un s igni ficat ive, aunque parcia l, ana lis is de estes acomecimientos en e l es-

12

tado que e l ON fracas6 par su auseneia de reflexi6n sob~e el t~ma ~el

partido politico del prol~ado, 10 que sul?uso su subor~l~n ~ra~-tica tanto a los rnaximalistas como a Bordiga, por eUo,la VISIon histo-

rica oficia! posterior del PCI, que presupoma la contmUldad sustan-

ciaI del ON can el propio PCI, es ideol6gica e irro:aJ '.Can su estancia en la URSS y la difieil formacion de un nuevo

grupo dlflgente en el pcl durante 192.3-24, Gramsci modifIea su ~-

!ericr visi6n del proeeso revoluclOn~f1o y capta la esencra dlalect~ca

delleninismo de manera no dogmatica, La I1l!~v!__qnentacI6n 1 1 .0htl-ca, que ponia el enfasis en los objetivos antifascistas yen las consig-

iiis democraticas, fue mucho mas acorde con la realidad. Desde este

momento, su defensa en primer lugar del «Annoartamento». a conn-

nuaci6n de la «Asarnblea republicana basada en los Consejos obre-

ros y campesinos: y, finalmente en la carcel, de la .Asamblea c,?nsll-

ruyente representan sucesivos jalones en su reflexion so?~e la tactIc~revolucionaria mas conveniente para Italia. Con esta temanca Gramsci

quiso evitar el aislamiento nacional de la clase obrera! ~ la vel que

desarrollar la politica del frente unico, 10que Ie conducma a elaborar

una estrategia especifica para el socialismo en OCCldente 1. , ,

En los ~~C[i_t9hllt l '!SJiu:el, que coinciden con un nuevo dlstancI~-mientopolitico de Gramsci en relacion a la IC que propugnaba la li-

nea «ultraizquierdista» del «tercer periodo», se observa~ nuevo~ te-

mas de interes y otro lenguaje 8. E . ! l estos textos Gramsci reflexlOn,asabre las causas de las denotas de las revoluciones obrer~s ,en OCCl-

dente y profundiza en el estudio de diversos problemas teo,ncos par,a

desbloquear la situacion de estancamlento surgida. E?to explica su an,a-

lisis historico del Estado italiano y del bloque dommante en su pais,

asi como el rol de los intelectuales y el proceso de c~nqUlsta de la he-

gemonia; A pesar de la censura y los Iimites carcelanos el pensamien-

to de Gramsci sigui6 vivo, pudiendo romper de alguna maner~ su aJ,s-

lamiento y entroncar positivamente can un proyecto re~olucIOnano

de futuro que sirviera a la lucha de la clase obrera parahzada enton:

ces par el stalinismo y la social-democrac18, Como ha dicho Anderson,

"Gramsci es l a (mica excepc i6n a est a regi a y este .es e l se llo ,d~ grandez~ que10dis ti ngue de todas l as o tras f lgu ras de est a t radi cion . E ,s logico que aSI~e~.

pues s610 el encarno en 5 1 . . : person~ la ~n.idad revolucionana de teon~, y p,rac~\-ca t al como la def irua IEherenc ia c lasi ca ( ,. ,) , Despues de .G ,ramsCl, nmgun

otro marxista de Europa occidental lograria realizaciones similares» <),

tudio deG, Tamburrano, Fasi di sviluppo del pensiero fJ!JlltiC~dt G_ramsch> En: A,Caracciolo y G, Scalia. La cttta fuuaa. Saggi sutla figura e li pensero diAnlonIO Grams-

ci, Fehrinelli, Milan 59, pp. 115·37, ,6 A. Tasca, I pr imi dieci aruu del PCI. Lat~r~, Ban~71,~p: 8~"7 L. Paggi, Antonio Gramsci e il moderno prmape, Editor» Riurun. Roma, 70, pp.

XI~ ~~~!I~~;:~~~:~~te obra de V, Cerroni, Lessico gramsciano, Editor! Riu-

niti;

~~~d~~n,Consideraciones sabre el marxismo occidental. Siglo XXI ~d,

P,59,

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~or ultimo, es importante subr I .cratica y nacionaTlie los QC . ayar a profunda sustancla demo.

cialmente des favorable 'p lesc~tos en una coyuntura hist6ri~ espe.

censo de los fascismos I~b as err~:ltas. d e los revolucionarios el as-

sUbordinaci6n de los PC' uroer~tIZacl6n de la URSS y la crtciente

sent6 asf las bases para el'dnternac'uonales al «Estado·gula». G'amseia) iali esarro 0 de una via 0 . . al

SOCI ismo en Occidente que ad ". ngm Y esp!Cificaen 10 sucesivo/ qurrma extraordinaria impottancia

Expuesto brevemente IDroce . Irio referirse a la polemica·· t so m~ ectual de Gramse~.ts recesa-

simptificar su e<posici6n s:~ erpJetat,~a a que ha dado lugay' Paraprincipales tineas de enfo ue a a opta 0un esquema que reccge las

afinidades. Cabe hablar q .] agru~~ a diversos estudiosos seg i n sus

vincula estrechamente Gr~SI e.un~~a !pt~r:pr~!~.!J~_~_.«Q~i.ah)que

tica del PCI en la teoria d~~~uaI~hat~' r que fundamenta k polio

tendecia es, naturalmente el r;·· ma~"m.o represent ante < k es tamas mati2adamente por in' t~ dP'o Toghatt

6,y ha sido desarroJJada

no AI Yes ig a ores como e Felice P . • .. margen de esta vision se situan t d ' aggJ Y epna-

gen notablemente entre si Por 0 os los demas, aunque Iiver-

mogat~as, que se han ocupado d~ d'~rte a~t~rc'.s hbe~~!~s2' ,s9chl·de·

I~ p or completo de la tradicion del P~lc" an tendido ~ desmarcar.,

piarselo, Este ha sido el intento de Bobbi con la pretension de apro-

ne v . sobre todo, de Tamburrano U.0

Buzzi. Matteucci , Nardo-do en la dicotomfa antagonic .. .ma ..._qrfI~n~~ ( .~I~q_I~C!h)a insisti-

nario y un Togliatti reformista\e::,tre u~1 G;amscl siempre revolucio-

Macciocchi y Sa;vadori desde an amp" a or. Las obras de Bormni,to de vista Por ·jltimo la t d gulos diferentes, expresan esre pun-

o parcialm'ente el Iegado 'd~1/ncla m a s ~<izqui~rdista» rechaza total

rno responsable que ha fundam~~~:c" c~nSlderandolo como el maxi-visionista» del PCI Algun d do teoneamente la actual linea «re-

Van) algunos eleme~tos delos e sus representantes han querido «sal-

dos fases: el pertodr, conse\~~~~erto.gramsClano, dividiendolo enmista. Sin embargo la rna J • d 0 ucronario y el carcelario refor-

virtualidad revoluci~naria ay~na e.estos estudiosos niega cualquier

diga (Belli-Galli, De Clem trimsCI, tanto los que revalorizan a Bor-

trotsquistas (Maitan) 0 los en I , Como los que parten de posicionesguna tendencia conc~eta (~ue no se mcluy~n especificatnente en nin-

Sintetizando este panora:;a.:.ao, Merli, PerIini)IO, ,

observaciones y criticas de cad t Ydque. exponer el contenido de las

ce teorico que ha tenido la I~ en encia para comprender el alcan-

sian tradicional del PCI paJ~ ;;;,c~d C~~~ya se ha seilalado,1!,yi.CI y Togliatr], poniendo reci a I em,l a .sustanclal entre Grams-gables de continuidad q~eecls~mente el enfasis en los elementos inne-

consistencia teorica a su Iin:Xlste? .entre ambos. para dar una mayor

ble una inicial mitiflcacion daP3htlca. Tras la LI.be~acian fue inevira.e rarnsci como marnr anufascista y su

10 Una buena orientaci6n sobre 1 db'

la obra de G. C. Jocteau Le os e ~lC's mterp~etativos de Gramsci SC' halla en, ggere Gramsct, Una guida aile interpretazioni. op. cit.

14

presentaci6n se hizo exclusivamente bajo el prisma de la gran autori-

dad de Togliatti ". Durante una primera fase se privilegi6 al Grams-

ci teoricc con la idea de entroncarlo con la tradicion cultural progre-

sis ta itaIiana; de ahi el interes por e I «Risorgimentos 0la critica a Cro-

ce, subvalorandose la tematica referida al Estado, el Partido, el blo-

que hist6rico y la hegemonia 'yEn el elima cultural asfixiante domi-

nado por el stalinismo, dentro del panorama comunista, el recurso

cultural ista a Gramsci sirvio de refugio para muchos intelectuales com-

prometidos con el PCI, a los que, forzosamente, la retorica esteril y

dogmatica sovietica (Zdanov) no podia agradarles.Sin embargo, a partir de 1956, tras el trauma para el movimiento

corriiiiiista intemacional que suspuso el XX Congreso del PCUS, se

empezo a analizar la tematica referida a los elementos citados. EI de-

sarrollo de los debates condujo a diferentes interpretaciones del pen-

samiento y la obra de Grarnsci a principios de los anos 60. Asi, la pri-

mera reaccion de ciertos grupos intelectuales fue la de sugerir una ne- r

ta oposicion entre un Gramsci revolucionario y un Togliatt i oportu-

nista que habria instrumentalizado la figura del primero para justifi-

car la «via italiana y conslltucional al socialismo», consagrada en el

VIII Congreso del PCI 13. Pronto surgio una nueva linea de demar-

cacion en los componentes de este segundo grupo: entre los que valo-

raban positivamente toda la trayectoria de Gramsci y los que s610 re-

cuperaban su periodo «consejista- argumentando que, en la carcel..

al perder el contacto con la realidad de la lucha de clases, aquel habria

acabado por sustentar tesis practicamente retormistas.y '

EI mejor conocimiento de la historia del comunismo italiano (gra-

cias a la obras de Fiori, Leonetti, Lisa y Spriano, entre otros) permi-

tio posteriormente una notable diversificacion de posturas y un rna-

yor realismo en los estudios «oficiales- sobre Gramsci, que ya no ocul-

taban sus diferencias con Togliatti. No deja de ser significati. n cl he-

eho de que ciertos intelectuales socialistas y liberales intentaran pre-

sentar la imagen de un Gramsci dem6crata ajeno al comunismo , uun-

que algunos de estos autores estuvieron mas preocupados por criticar

las lagunas del marximo que en oeuparse de la propia obra de Grams-

ci. En esta misma direccion, pero can criterios bien opuestos, otronucleo de intelectuales, agrupados alrededor de la «Rivista storica del

socialismo» y los «Quaderni piacentini», sostuvieron que Gramsci

siempre fue ajeno al marxismo y que mas bien habria que insertarlo

dentro de la tradici6n liberal-democratica del antifascismo generico

y no «de clase». Este polemico punto de vista llego a distorsionar la

propia historia del movimiento obrero italiano por las diferencias po-

litieas que estos grupos mantenian entonees con el PCI/Segun esta

II P. Togliatti, Gramsci . Erlitori i...iuniti, Rama, 67. p. 37 y sip.

12V id. sabre el lema el articulo de L. Paggi, &"d; ~ i n t e rpr e ta t i on ; r ecen t; diG1'tImsci . Critica marxista. n." 1, 66.

13 Vid. e1 estudio de G, Amendola, Grllmsci e Tog/wlti. En: Comumsmo, entifas-c i sm o , r es i st en z a ; Editori Riuniti, goma, 67, pp. 1l3-8S.

15

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-;

vision Gramsci seria el responsable de la Qctual politica del P:: ::I re-

conociendo asi los vinculos existentes entre Gramsci y Togliati, pero

con ~na perspectiva diametralmente diferente a la sustentada pr estepartido, Por otra parte, consideraron que el intento de «sakar- a

Gr~msci por parte de algunos sectores que querian situarse «I Ia iz-quierda» del PCI era doblemente peligroso puesto Que esta icea en.

cubria, en el fondo, una nueva forma de reformismo mas siitl alu-

diendo co?-cretamente al grupo del «Manifiestos (Rossanda, P~tor) .

P,!!a Merh, Quees quizas el principal defensor de este criteria, Gamsci

~uflc~ rue ni actuo como un marxista revoIucionario 14" La lirea an-t ifascista preconizada por Gramsci desde 1923 resulto «legalist . .> (sic)

y «desmovilizadora». Ademas su teoria de Ia hegemonia, legitina un

Est.ado de. t ip a «interrnedio», ni capitalista, ni socialista, que rosoc-

ne indefinidamenre Ia revolucion proletaria. EI democratisrno > el in-terclasisrno populista explicarian Ia idea de Ia revolucion en dostiern-

pos, de la que solo se concreta el primero, esto es, el abatimierro del

fascismo, para edificar un Estado «ccnstitucionab (sic). Pan este

auto!" l~heren~ia grarnsciana es fundamentalmente negativa per sus

desviaciones historicistas e intciectualistas. EI «centrisrnc» de Grimsci

10I levana a sustentar ideas reformistas tales como la revolucior bur-

guesz frustrada en Italia, la alternativa «nacional-popular» y I t «re-

forma intelectual y morabv'Corno ha senalado PaggiIS,

01estudio deMerli le falta una reflexion sabre la historia de 1 1 alia en rclacioa can

el PCI. EI fascismo supuso el inicio de una verdadera estrategia de

lucha par el poder para los revolucionarios y plantearia, a large pla-

ZO, el problema de los limites de la validez delleninismo en paises decapitalisrno avanzado. Gramsci era bien consciente, en contra de los

reproches '1.ueIe dirige Merli, de la idcntidad fascismo-capital iuno.

p~ro deducia una altemativa necesariamente nacional y popular, no

solo para derrocar al regimen fascista, sino para abrir fa v.a alsocialismo.

Marramao ha insistido en este tipo de interpretacion parcia. ba-sandose en los analisis de Riechers y Lores 16. Se reconoce que .oda

Ia obra de Grarnsci es unitaria y que no es recuperable para el ma-xis-

rno revolucionario ninguno de sus elementos" Toda Ia reflexion teori-ca de Grarnsci estaria viciada por el ideologisrno yel radicalisrno de-

rnocratico que intentan cornbinar Hegel, Ricardo y Roberpierre , sin l le-

gar a cornprender la esencia del rnarxismo. Par ultimo, dentro de estaVISIon, hay que citar a Perlini 17 cuya agresiva obra contra el PCI es

un violento rechazo de todo el pensarnieruo gramsciano. La teoria de

14 S" Merli. I nostrl comi con 10 teor ia della eri votu zione senza rivoluzioner diGramsci», op. cit.

15 l.Paggi, Stud; e imerpre taeioni recenti di Gramsci», op, c i t "/6 G, Marramao, Per una cnt ica deil'ideologta di Gramsci, Quaderni placentinl,

n:~ 46, XI, mar" 72, pp. 74-92" Ch. Riechers, Gramsci, Marxismus in Itatien, Euro-paische VerJagsanstalt, Frankfurt, 70" J" Rodriguez, Lores, Die Grundstruktur des mar-

xism;,s" Gram_s~iund die ph~/osophie der praxis, Makol ver lag. Frankfur t. 71"1 T" Pert ini. GramSCIe tl gramsctsmo», op. en.

16

la hegemonia se contrapondria frontalmente a fa dictadura del prole-

tariado a fa vez Que la preocupacion nacional haria perder la pers-

pectiva 'intemacionalista. Todo ello conducir ia a Gramsci irremedia-

blemente hacia tesis social-democratas.A partir del Congreso de Cagliari (1967), Gramsci empezo a ad-

quirir una proyecci6n intemacional, especialmente en Fr~cla, don-

de Althusser y sus colaboradores tomaron en consideracion I~~apor-

taciones del gran revolucionario italiano. A pesar de las cnncas de

historicismo y de idealisrno que Ie dirigieron, 10 cierto es que e! I;'ro-

pio Althusser, en su conocida obra sabre los «ap~ratos ideologicosde Estado», ha utilizado muchas ideas de Gramsci sabre el papel de

las superestructuras" En el congreso citado se mantuvieron P~SlCIO-

nes muv diversas, desde una actitud critica y negativa que considera-

ha J G~am"ci (On1O la causa de los peores excesos del ~istoricismo

post.stalinista, hasta la actitud patrlctica Que Ie val?:o c~mo a un

heroe nacional suuado POf encima de las luchas politicas It~l,anas"

Las intervcnciones de Bobbie canalizaron el interes de la reflexion so-

bre Gramsci hacia temas poli ticos. si tuandolos siempre en s"ucontex-

to historico. Quizas 10mas interesante fue observar por prrmera vez

posturas divergentes entre miembros del propio PCI (Amendola y

Paggi). . .. .En los ultirnos anos se ha desarrollado la divulgacion de Gramsci

fUera de Ita lia, especial mente en Francia donde un amplio grupo de

intelectuales se ha ocupado de su obra , iniciandose un fructifero de-

bate teorico (Buci·Glucksmann, Garaudy, Macciocchi. Piotte ,.Por.

telli Texier) sabre los concept as claves de Estado, bloque historico ,

heg~monia, intelcctuales, guerra d~ posiciones, socic?ad civil y otros.

Todos elias han senalado, desde diferentes perspectivas, que la obra

de Gramsci es, hasta ahora, la tentativa global mas profunda que plan-

tea la cuestion de la transici6n al socialismo en los paises occident ales

de capitalismo desarrollado y que, en muchos aspectos, va «~as a~lfl» .~

de Lenin/En nuestro pais los debates sabre Gran:tsc,l son mas recien-

tes y de menor proyecci6n, dado el escaso conocuruento de sU,obra. -,Sin embargo, import antes estudiosos (Bermuda. Capella, Fernandez-

Buey, Laso Prieto, Sacristan, Sole-Tura) han contribuido can su~obrasa un mejor conocimiento de su pensa~ient?" En todo caso es impor-tante destacar que los trabajos de Jordi Sole-Tura sabre Gramsci fuc-

ron pioneros en Espana, 10que resulta evidente a partir de su notable

intervencion en el H Congreso de estudios gramscianos celebrado en

Cagliari en 1967. . . 'En Italia se esta desarroliando una Import ante polernica sabre la

presunta incompatibilidad entre hegernonia y pluraiIsmo, a partir de

la politica actual del PCI. en la que partrcrpan diversas fuerz~s SOCI3-

les y culturales (sobre todo Ia revista socialista «~ondoperato»). Eneste sentido el problema de los limit .. de la contm.uldad tradicional

entre Gramsci y el PCI es objeto de crecientes mauzacrones, incluso

por miembros destacados de este pa,:, i~o (' \T?-endola, Napoli tano).

Tras la publicacion de la excelente edicion cnnca de los QC, a cargo

1 7

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de Gerratana, se dispone, por fin, de un iostrumento fundamental para

el exacto conocimiento de como los diversos temas teoricos de refle-

xion se Ie fueron presentando a Gramsci segun las motivaciones de

cada momento ". A principios de 1971 el PCI ha organizado en el

Institute Togliatti un seminario sobre los conceptos de hegemonia,

partido y Estado en Gramsci, como homenaje al 40 aniversario de su

muerte, aunque la contribucion fundamental ha sido el III Congreso

nacional bajo el epigrafe de «Polftica e storia in Gramsci», celebrado

en Florencia a fines del mismo afio. Dada la precisa coyuntura del

pais, no es casual que se debatiera profundamente sabre conceptos

tales como «revolucion pasiva» y transformacion del Estado, desde

el momento en que las polernicas sobre el aleance del «compromise

his tori co» traducian preocupaciones inmediatas de la vida politica Ita-

liana. Sobre todo las intervenciones de Ingrao y Paggi contribuyeron

notablemente a enriquecer aspectos teoricos y politicos de gran ac-

tualidad de la obra de Gramsci.

18 Quad~rni del Corcere (QC), cuatro vols. Einaudi , Turin, 7S.

1 8

CAP(TULOI.

GRAMSCI Y LA HISTORIA DE ITALIA

Dado el enfoque de este estudio, se ha resaltado el factor nacional

como el componente eseneial de la teoria de la revolucion en Qams-

_9 , de ahi que se exponga su vision de la historia italiana contempora-Ilea. En particular. 1.'''I[l' centro su arencion en cl pcriodo conocido rra-

dicionalmente como «RlSOrgimento», puesto que solo su estudio pro-

fundo podia explicar el fenomeno fascista, que no era un mero «pa-

rentesis oscuro» como pretendian Croce y los libcrulcv. v el fraeaso

de los Consejos de fabrica en el bienio 1919-20. Ademas, para eom-

prender mas cabalmente los rasgos particulares del rnovimiento obre-

ro italiano, Gramsci analiza su tradicion politica e ideologica para ver

sus insuficieneias y necesidades en el presente. A pesar de que el grue-

so de sus reflexiones sobre estos temas 10 elaboro en los QC, ya en

el periodo del ON se pueden vislumbrar algunas importante intuieio-

nes y hicidos puntas de vista sobre la especificidad historica italiana.y

Por ello se haran refereneia a ambas fases, dando primacia natural:

mente a los escritos carcelarios par su mayor madurez y mas acabada

definicion. Sera tam bien necesario resenar el aleance de la polernica

sobre el historicismo de Gramsci y su eventual desviacion teorica idea-lista con relacion al estudio de la his tori a y su actitud frente a las den-

cias sociales .

..Qramsci centro su interes hist6rico especialmente sabre dos perio-

dos fundamentales de Italia por representar coyunturas excecpciona-

les y algidas, desde el punto de vista de la dialectira renovacion-

conservaci6n y de la lucha de c1ases. En primer lugar.analizo Ia fun-cion de las Comunas medioevales como origen de una incipiente bur-

guesfa mercantilista y las razones de su fracaso y, a continuacion, el

caracter del Renacimiento italiano relacionado con el humanismo in-

telectual anterior a la Ref orma europea paralely.En este marco la fi-

gura de Maquiavelo destaca no solo desde la perspectiva de la histo- ~,

ria de las ideas polfticas, sino como anticipador de la altemativa pro-gresista y unitaria mas coherente can las necesidades nacionales.

19

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Delimitado el periodo de la Comuna y el Renacimiento Gramsci,

obviando el estudio de los siglos «oscuros» de la historia moderna ita-

liana, analiza la fase del Risorgimento desde el momenta en que este

planteatodos los grandes problemas de la revolucion burguesa italia-

na. En esta etapa la lucha por la hegemonia entre diversas fracciones

delliberalismo resultaria decisiva a la hora de imponer un determina-

do tipo de Estado y un marco econornico y social. Es decir, el Risor-

gimento impuso IOnmodelo de dominacion politica y unas alianzas

de clase dirigidas por la burguesia industrial del norte que conforma-

rian decisivarnente aI Estado italiano conternporaneo, dandole unos

caracteres especificos inconfundibles. EI interes de Gramsci por el Ri-

sorgimento no es, pues, arqueologico 0 erudito, sino claramente poli-

tico y conremporaneo/ Como corolario logico Gramsci escribio diver-

sas observaciones sobre el rodaje del Estado unitario tras 1870 yes-

pecialmente sobre el denominado «transforrnismo» que caracteriza-

ria toda la vida pclitica italiana hast a el fascismo. Los Hmites del Es-

t ado liberal, sus compromisos Y Sll dificil posicion de equilibrio en

la sociedad liberal italiana motivaron la marginacion absoluta de las

clases populares, espeeialmente del proletariado y los campesinos po-

bres, de la vida politica oficial, desarrollandose asi corrientes espon-

taneas y anarquicas de tipo «subversive» e inorganico que marcarian

tam bien profundamente la tradicion de la lucha popular en Italia. Esto

explica las contradicciones y carencias del PSI Y Sll funcion de «coji-nete» entre cl Estado y la sociedad civil.

En definitiva, el estudio de la historia italiana le permite a Grams-

ci articular tcoricarnente su vision del proceso revolucionario nacio-

nal y perfilar r n a , acabadamente toda la problernatica estrategica de

la transicion en Occidente.

I. SOBRE El "HISTORICISMO" EN GRAM SCI Y SU RELACION CON

LAS CIENCIAS SOCIALES.

En lineas generales se puede afirmar que el pensamiento de Gramsci

se inserta en la polemic a mecanicismo-historicismo, especialmente te-niendo en cuenta sus criticas , por una parte, al fatalismo economicis-

ta, representado tanto por Kautsky come por Bujarin 1 y, por otra,

en sentido inverse, al idealismo propio de Croce y Sorel. EI metodo

analitico de Gramsci ha sido definido como «historicismo aosoluto»

(incluso «humanismo absoluto») puesto que incluye en su contexte

hist6rico las escalas de valor de las que parte 2, pero no es un nuevo

dogmatismo. Ciertamente la historia tiene para Gramsci un caracter

1 veanse al respectc las abundantes notas que Gramsci dedic6 a la obra de Buja-

rin, Teena del materiotismo historico. Manual de soctotogia popular, agrupadas bajoe l epigrafe «Observaciones y no tas cnt icas sob re una tenta tiva de Ensayo popular de

sociologfa» en QC, n,pp. 1.396-1.450.2 N. Badaloni, I I marxismo di Gramsci, Einaudi, Turin, 75. pp. 133 y sigs.

20

totaliz;ante ya que el pasado esta contenido en el presente y este, a su

vez . es la ilustracion d~ pasado 3. pero esta afirrnaci6n debe enten-

derse dialectlcamente zfin efecto, estudiar el pasado hist6rico no de-

be tener un sentido especulativo, sino directamente politico:

«si escribir his toria significa hacer his toria del presente, un gran l ibra de hlsto-

r ia esaque l que en e lp resente ayuda a las fuerzas en desarrollo a ser mas cons-c ient es de sf mismas, y, per t anto, mas concretamente activass 4.

Y abundando en el tema:

«La hi stor ia nos in te resa per razones «pol it icas», no ob je tivas» 5.

Es decir, el conocirniento cientifico de un proceso historico sirve

para conocer el presente y para calibrar las previsiones politicas que

tenga cada clase.

Gr amsci, en su interpretacion historic a global, puso mucho enfa-

sis en eI papel de la voluntad revolucionaria como elemento determi-

nante para configurar la realidadj/I'anto es asi que concibio unitaria-

mente los conceptos generales de historia, politica, economia y socio-

logia desde el momento en que la experiencia sobre la que se funda

lafilosofia de la praxis 6 es la misma historia. AI respecto no debe 01 -

vidarse que Gramsci negaba Ia existencia de una pretendida objetivi-

dad aI margen de la historia y la sociedad par su caracter «metafisi-

co» y especulativo 7. La realidad del mundo es una creacion de la

subjetividad humana y e s aprehendida en su devenir hist6rico. No exis-

te, par tanto, una naturaleza abstract a, sino unida a relaciones histo-

ricamente determinadas y constat abies por un procedirniento eritieo.

Para superar el economicismo determinista Grarnsci elabora nue-

vascategorias conceptuales (hegemonia, bloque histcrjco, crisis or-

ganica) que contribuyen a desarrollar las ciencias sociales al vincular-

se estrechamente a las necesidades del presente 8. Asi el estudio de la

historia se produce con un sentido practice y contemporaneoj/El his-

toricismo gramsciano se manifiesta como la inversion del historicis-

rno crociano y como encuentro real entre historia y politica:

1 A. R. Buzzi, La teona poiu ica de Antonio Gramsci, Fontanella. Barcelona. 69,p.31.

• QC, III. pp. 1.983-84., QC. III. p. 1.723.

6 Gramsci acui\6 en la carcel el concepto de fllosofta de la praxis como equlvalen-

te de materialismo historico 0 marxismo, pero no solo por razones de censure, sinotambien per necesidades de conceptualizacion propia. La complej idad de esta nocion

el toda so profund idad impide su desarrol lo en est a no ta , pero debe resef la rse su ca-r4cter dialCctico y global. Vid . enpar ticula r sus «Apuntes para una iraroducc ion y una

direccion al estudio de la f ilosof ia y de laHsto ri a de l acul tura» : QC, I I, pp. 1.375 -95 .7 S o b r - e este punto, 'lid. R. Cessi, Lo stor icismo e i probiemi della staria d'Itaiia

., opera d; Gramsci, en «Studi gramsciani», EWton Riuni ti , Roma, 58, p -.~r~.. I A_ Pizzorno, sobre el metoda de Gramsci (de la historiografta a I~H·liJ,fcia·po&tkv)? en «Gramsci ylas ciencias sociales», Pasado y Presente, Cordoba, ~f!'; .p.~ty sigs.

,J

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«si d polf~co es un his toriador (no sOlo en e1 sentido de que hace historia, sinoen eI senndc d~ que operando e _ n el presente interpreta eI pasado), el historia-dor ,e8 un politl~ y c~ ~te sentido ( ... ) J. historia es siempre historia conrem-poranea, es decir polft ica 9.

. Como ha senalado Cerroni 10 Gramsci Ueva a cabo una operaci6n

~1~t6nca global, dando un mod~Io de uni6n y fusi6n entre praxis po-

hllca. e hlSt~ma de Ia cultura nacional superando al economicismo, el

pr?Vm~la:lUsmo ~~Itural y el dogmatismo. En este sentido su aporta-cion teo:,ca se snua fuera no solo de Ia tradicion de Ia II Internacio-

nal smo mcluso de Ia propia Intemacional Comunista que seguia apli-

cando cruenos de las ciencias naturales a Ia historia. La teo ria «obje-

u.~a» de las fuerzas productivas permanecio tenazmente en la tradi-

cron del movimiento obrero par su apariencia de «cientifismo» pero

reduciendo la iniciat.iva autonoma de las masas y, por tanto, el 'papel

del mo~ento subjetivo (y de la voluntad revolucionaria) en la histo-

na. ASI~por ejemplo, las derrotas del movimiento obrero eran vistas

como «mev~ta~les» ya que el capitalismo «todavia» no habia lIegado

a su grado optimo de rnadurez. Ante este punto de vista es evidente

que la I~terpretacion del marxismo como filosofia de Ia praxis por

Grarnsci produjn un vueleo teorieo, y politico sustancial"!

Se ha quendo ver en el historicismo gramsciano la presencia de

elementos crocianos can relacion a la concepcion de la contempora-

neidad de Ia historia, pero es facilrnente constatable el rechazo del idea-hsmo y de Ia historia etico-polttica en los QC, como recuerdan Galas-

so Y . mas recientemenre, Ragonesi 12. En efecto, Gramsci constata

que t?do el ~sfuerzo te6rico. y filosofico de Croce se centra en su pre-

tension de liquidar el matenahsmo historico J3. pero con criterios me-

todologicos anacronicos y politicarnente conservadores. Para Gramsci

el historicismo de Croce no es mas que un nuevo hegelianismo dege-

ne~ado y~uUlado por su tendenciosidad ya que esta obsesionado por

la rrrupcion de las masas en la historia contcmporanea. Su sistema

~sta viciado por su caracter especulativo y antibistorico que omite de-

liberadamente los momentos mas agudos de conflictividad social pa-

ra presentar un desarrollo arm6nico del proceso historico. Asi Croce

rrucia sus narraciones historicas desde ISIS para Europa y desde 1870para Italia, prescmdiendo de las fases rupturistas anteriores sin las que

no se puede comprender el resto ". Para Gramsci la historia contem-

poranea de Italia se caracteriza ante todo por Ia ausencia de iniciativa

9 QC. II, p. 1.242.

. .w U. Cerroni, Gramsci y 10teona politico det sociatismo, en «Teorfa poli tica y so-ciali smo»: Era, Mexico, 76 , p. 139.

11 F. Marek, Gramsct e fa concezione marxism della storia, en «Gramsci e la cul-tura contempcranea», \101. II, Editcri Riuniti, Roma, 67, p. 14.

. 12 G. Galasso ".Croce, Gramsci e altri storici, I:Saggiatore, Milan, 67. S. Ragone-51 en Ia obra colectiva de B. De Giovanni y otros, Egemonla Sta to , Part ito in Grams.ci, Editori Riuniti, Roma, 77, p. 206. '

n QC, II, p. 1.214.14 QC, II, p. 1.227.

22

'~~i~;

popular unitaria y, a continuaci6n, por la reacci6n de las clases domi-

DBlltes contra el «subversivismo» esporadico yelemental de las masas

populares. Croce no haria mas que actualizar los criterios tradiciona-

Ic s de la historiografia moderada italiana rehabilitando a sus prota-

,onistas. Para Gramsci este historicismo no seria en absoluto una teoria

c:ientifica, sino el reflejo de una tendencia practico-politica, en deli-

nitiva, de una ideologia caduca, Por eso hay que valorar con exacti-

tu d la importancia de su aportaci6n y:

«reduci rlo a su alcance real de ideologia pcli ti ca inmediata , despojandolo de

la grandeza bril lante que se Ieatr ibuye como mani festacicn de una ciencia ob-jetiva, de un pensamiento sereno e imparcial que secoloca por encima de todaslas miserias y cont ingencias de la lucha cot id iana, de una desinteresada con-templaci6n del etemo deveni r de Ia histor ia humana» 15.

En definitiva, el historicismo de Gramsci vincula en un «bloque-

la estructura y las superestructuras y une filosofia e historia 16, expre-

sando asi una actitud revolucionaria ante el trasfondo de la historia

que no sc reduce "010 a una sucesion de acoruccimiento .......ino que

es un proceso dialectico contradictorio, Asi Gramsci no tiene un punto

de vista ascendente y progresivo-unilineal delahistoria, ya que, si bienla humanidad realiza cad a vez su mayor univ er salidad racional scgun

sus posibilidades, de ello no se deduce un camino predeterminado.

Gramsci destaca los elementos negatives del Estado (para las fuerzas

progresistas), no para condenarlo en bloque, 10 que no tendria senti-

do, sino para demostrar que Ia historia ha side conducida por grupos

e ideas limitados y que Ia unica forma de superarlo es a traves de una

politica revolucionaria. Hasta el presente las clases subaltemas (0«ins-

trumentales», en otra de sus expresiones) han carecido de histaria 0,

mejor, Ia han vivido paralelamente a Ia de las clases dorninantes que

han dirigido el rumbo nacional. Consciente de esta realidad,Gramsci

introduce en 1a historia del movimiento obrero la temarica nacional

como elemento fundamental de la politica en cada forrnacion social.y

En Ultima instancia Ia conocida distincion entre Oriente y Occidente

procede de ese punto de vista, como ha seiialado Lopuchov 17,

Destacados estos elementos puede constatarse que el historicismo

de Gramsci se aleja considerablemente del idealismo, teniendo en cue n -ta ademas que Ia nocion de estructura esta en el fondo siempre pre-

sente, Sin embargo, Gramsci ha sufrido los reproches de desviacio-

nismo idealista desde clcampo marxista procedentes de Del la Volpe,

y sobre todo, de Althusse'lEspecialmente para es~e.Ultimo las for-

mulas te6ricas de Gramsci son «abstractasi y ongman pehgrosos

equivocos ". Althusser argumenta que contra el positivismo Grams-

" QC, It, p. 1.327.16 QC, II, p . 1 .255. Sobre este punta vid. L. Paggi, A. Gramsct t i/ modemo prin-

cipf>.... 01. I, op. cit.• p- 8 y sigs.J7 B. Lopuchov, Gramsci e I't!lemento storiro-novonale deJla lOUDpolitico, en

-<lrunsci e )a culture ccntemporaaea», vel. II. op. cu., p. 220.

II L, Ahhusscr, E. Balibar , p"",...., . ' c a p i t . ' , Siglo XXt, Mexico, 72, pp . 13-17.~te el capitulo «EI marxismo no es un historicismo», pp. 130--56.

23

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I II

ei i?dividualiz6 correctamente uno de los componentes de toda filo-

sofia, es!o es su relaei6n con la politica, pero olvido su relaci6n con

I~s Clencla~ ' .S_Wn este criterio, Grarnsci subvalora el rol de las cien-

eras Y.las snua ex~l.usivamente como rnetodo instrumental y guia para

I~accion, pro~uclendose ~n ~st~ caso una importante laguna: Grams-Clno destac~n~ el papel dl~tmlIvo de las ciencas en cuanto producto-

ras de conoclm~~ntos ObJ~lvos/La consecueneia practica que se deri-

va es la reduce.?n de la fd.o~?fia a simple ideologia, impidiendo que

se pueda dar aSI una definicion completa de la filosofia al ignorar su

relacion especifica con las ciencias. En conclusion, y esta es la tesis

central de Althusser , Gramsci confuiide el «materialismo dialecticos(la fdosofia marxista) con el «mater:a1ismo historicos (la ciencia de

la historia), segun la con~cida y discutida distincion teorica que ha

efectuado el filosofo frances. Se amalgaman as! la fllosofta y la cieneia

de la historia en la filosofia de la praxis, par 10que Gramsci ideologi-

zana el saber historico vl?~u[ando[o al bloque historico, perdiendo

la ~c~lvldad ~-e-?nca especificidad propia para reducirse a una mera

p,ractIca empirica que con~~nde econonua, politica, ideologia y cien-

Cl~ L? historia se convertm~ en una solucion en 51misrna, 10 que re-

s~ ana ~9na nota?l:. aporia, co?10 ha senalado por su parte

PIZZOrn? .' ,En d~fmItlva, Grarnsci seria entonces el responsable dela «desviacion» historicist a del marxismo, dados sus equivocos teori-

c?,s q,ue rcducen el conocimiento ciennfico verdadero (0 «tesis filoso-fica justa»). Gramsci , al extender abusivamente Ia nocion marxista

de (~su'perest,r~ctura;.;. por incluir en ella a las ciencias, hace que la

«pract~c~ ,teonca», es decir, la busqueda de conocimientos, pierda«especificidad»,

En realidad, Althusser reduce el significado del historicismo a una

mera comb~naci6~ de cle~entos, olvidando que Gramsei no pretende

hacer una filosofia de [a vida en general, sino de [a revoiucion. Ade-

mas,su, nistoric.smo no es un mero voluntarismo que ignore las eon-

tradicciones objetivas de la realidad, sino que, por el contrario, [as

asuffi: plenamente incluso como sistema de investigacion, por 10que

este ~lPO de cnuca resulta cxcesivarneme teoricista 20. Can todo el

propio Althusser reconoce que hay irnportantes aspectos recuperablesdel pensarruenro «historicista» de Gramsci, asi:

(~debemos 's?lvar', salvaguardar aquellc que cl 'historicismo' de Gramscl con-

Bene de ~u:entlco. a pesa~ ~e su, f?rmu,la~i6n dudos? Y , de sus inevitables equi-

v~cos teoncos , ,La qu,~el historicismo Ilene d,eautent l~o en Gramsci ea, esen-cialmenre, !a afi rmacion de Ia naturaleza potuica de Jaf ilo so tt a, la tesis del ca-

rueter historico de la~ formaclo,nes sociales ~y.d,e lo s modos de produc.;:ion que

I~s compo,ne~): la tests corr~latl\ ..a de la posibilidad ~e la revolucion, la exigen-cia de ta I4nIOn de /0 leona y 10 prdctica', etc.. ,» ~I,

-~"C-A-. -Pi-,,-.oomo. 01'. 6(., p. 62.

20 Sabre , ta polemica relacicnada can el historicismo y el punto de vista de Althus-ser son muy mteresantes las apo rtaciones de P. Vil ar . P . vilar, B. Fraenkel, Atthussermetoao historico e historicismo, Anagrama, Barce lona, 72 , P . Vi la r, Historia marxis:

ta. historia enconstruccion.

Ensayo de didtogo COli Atmusser. Anagrama, Barcelona, 74.21 L. Althusser, Op. cit., pp. 13·]7

24

, Expuestas estas tesis puede decirse que el trabajo de conceptuali-

zacl6n desarroUado par Gramsci no reduce el historicismo a simplecontingencia ya que pone de relieve [as condiciones estructurales que

originen los acontecimientos e interrelaciona todos sus elementos. Co-

mo ha seIIalado Gallino reducir Gramsci a mero historicista que afir-

ma que la unica forma deconocimiento es la historia es falsearlo Py'

Para Gramsci el estudio de [as sociedades debe articularse a partir

detres fuentes clasicas: [a filosofia (entendida como praxis), [a politi-

ca (Estado-Sociedad civil) y la economia (el «valor»), incluyendo en

ocasiones como cuarto element- -,la historia ya que la sociedad nunea

es estudiada como fen6meno ~cnerico, tal como hacian los sociolo-

gos positivistas, sino hist6rico . . ! J l : desconfianza de Gramsci hacia las

«ciencias sociales- se debe a que estaban instrumentalizadas por el

positivismo y el rnaterialisrno vulgar. Para Gramsci la fortuna de Ia

sociologia estaba en relaci6n con [a decadencia de [a ciencia politica

en beneficio de concepciones evolucionistas y mecanicistas que se li-

mitaban a describir fenornenos sociales sin explicarlos ni, par supues-

to, extraer consecuencias practicasj/La pretension de estudiar las so-

ciedades con el metoda de [as ciencias naturales es esteril porque em-

pobrece el concepto de Estado e ignora [a lucha de clases al conside-

rar su objeto como estatico y permanente 23.

E[ panorama sociologico italiano del rnomento esraba dominado

por Spencer y traducia a nivel nacional el darwinismo social imperan-teo Los seguidores de est a corriente eran en general de una mediocri-dad cientifica considerable (estos intelectuales fueron designador des-

pectivamente par Grarnsc: como «lorianos», en honor a su maximo

representant e) y «sociologos» de tipo lornbrosiano como Ferri,

Niceforo, Orano 0 Sergi explicaban la sociedad basandose en facto-

res biologicos individuate> 0 estableciendo analogias biologicas apli-

cadas al «organismo socia.». En la practica sus «explicaciones» pscu-

docientificas iban destinadas a consolidar los prej uicios racistas con

relaci6n al subdesarrollo del Sur. La pretension de estos «sociologos»

era suplantar al marxismo can un punta de vista mecanicista y positi-

vista ya criticado en su d.a par e[ propio Labriola.

Gramsci no admitia [a posibilidad de una sociologia cientifica por-qUesiempre adoleceria de voluntarismo y porque su alcance ultimo

era querer suplantar al marxisrno. En este sentido s6[0 [a filosofia de

la praxis, desde su punta de vista, puede aspirar legitimamente a ana-

lizar y examinar con rigor las forrnas de intervencion de los hombres

en la historia. La sociologia pretende descubrir «leyes», vinculando

asl a priori [a accion de los hombres, [0 que es absurdo puesto que

la historia es producto de su iniciativa y no puede ser predeterminada.y

Grarnsci tiene evidentemente un concepto de <dey» sociologica muy

rfgido ya que para el solo se puede hablar, en cierto modo, de leyes

estadfsticas (edos grandes mirneros») que solo valen:

~ tc~~~,n~: ? ; ' ; ; ' ; ' S C i y tos ciencias sociates, en Pizzorno, oP, cit., p. 9.

25

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«en tanto ampJias masa.s de la poblaci6n perInaneceo escncialmente pasives» 24.

~I concepto de ~dey)}sol~ puede ser valido en cuanto expresa de-tenrunadas tendencias aproximativas, pero no sirve para explicar g10-

balme?te los problemas sociales. Los dos Hmites mas graves de Ia so-ciologfa consrsten precisamenrs en su imitil busqueda de leyes genera-

les para «re~o[~~r» el problema practice de poder preveer los aconte-clmlentos. historicos y el hecho de que pretenda ser un sucedaneo dela filosofia.

. Can respecto a Ia econornia Gramsci reconocio su especificidad

e Import,anel3 decisiva ,en la conforrnacion de la estructura, analizan-

do ~.o solo la e~onomla politica clasica sino tam bien la experiencia

sovienca a traves d.e.obras como la de Lapidus y Ostrovitianov 25. A

pes~r de que aprecro los trabajos de Einaudi, Gramsci normalmente

liquido co~ pow detenirniento las aportaciones de los principales eco-

nornrstas hberales del momenta como Graziadei, Pantaleoni, Lionel

o Robbins. C~n todo el interes de Gramsci por las ciencias economi.

eas y su eon.oclmlento de las mismas fue bastante superior a 10consi-derado habitualmente 26.

. La cien~ia politica es considerada con mayor atencion par su ca-racter arnplio que abarca todos los fenomenos sociales ". Tambien en

este campo la sociologia positivista ha hecho estragos al reducir la cien-

CIa politica a la «pequena poli tica» y al parlamenlarismo, confundien-do los pianos. En este sentido Gramsci desarrolla una rigurosa critica

Contra los teoricos de las elites (Pareto, Mosca, Michels,) victimas delforrnalismo y el ~eoricismo empirista. Especialmente los trabajos de

MIchels que reorizaban la inevitabilidad de que todos los modernos

p~,:"dos de masas degenerasen objetivamente en reducidas oligarquias

dlfl~entes, son objeto de polernica 28. Tarnbien la tesis de la «clase

pohtlca)~ de Mosca es rechazada por Gramsci en cuanto tentativo con-

fuso de 1.nterpretar el fen?meno de losintelectuales y sus conexionescon la VIda est a lai y social ".

-;-:-Algun autor como Galli ha sostenido que la teoria de las elites es-

ta Imphclla~ente presente en el pensamiento de Gramsci a partir de

su valoracion ,posltJva de la .vanguardia revolucionaria 30, Asi excep-tuando el penodo del «Ordine Nuevo», Gramsci siempre se habria

mchnado sabre posicion7 s «elit~st.as», especialmente teas aceptar in-

tegramente el punta de VIStaIeninista sobre el partido obrero revolu-]1

" QC, II. p. 1.429.a s QC. II. pp. 1. 285-86.

26 Entre las abundantes notas dedicadas a cuestiones economicas vid .plo en QC, I, pp. 145-60. • ., per ejem-

27 C ;. I:-uporini. Lamelodologio del marxismo net pensiero de Gramsci, en «StudtgramSClam}) , op. cu., p. 461

28 QC. I, pp. 2l().39. .

29 QC, I, p. 956. III. pp. 1.561 y 1.978.

30 G. Gall~. Gramsci e Ie teorie delle «elites»~ en «Gramsci e la cultura contempo-

ranea», op. cu., val. II, p. 211,

26

Qcmario. Ciertamente hay un jarobinismo constante en su obra aun-

que, a diferencia de los elitistas, Gramsci niega que la direcci6n de

un partido de masas revolucionario tenga que ser por definicion oli-

prquica y establece daramente que su unica posibilidad de supervi-

vencia como tal organizaci6n es precisamente la de ser democratico,

esto es, abierto a iniciativas de la base y renovable de forma periodica

de abajo-arriba n./

Sin duda los conocimientos de Gramsci de la sociologia contem-

poranea eran fragmentarios y parciales al ignorar, debido a las limi- - - - 0

tadones carcelarias, las aportaciones de Durckheim, Mannheim y, en

parte, incluso Weber, pero apunto elementos de notable interes al in-

sertar las ciencias sociales dentro de una perspectiva historica y filo-

sofica. Cabe recordar par ultimo que para Gramsci cada tipo de in-

vestigacion debe crearse su propio metodo ya que:

«si los hechos sociales son imprevisibles (... ) 10irracional no puede menos que

predominar y toda organizacion hurnana es amihistorica, es un «perjuicio» 3 2 . •

Es posible constatar la reiterabilidad de algunos fenornenos socia-

les, como la division entre gobernantes y gobernados y la dialectica

hegernonia-dominacion, perc sin olvidar el caracter decisive de la cien-

cia politica ya que si esta es el Estado y este:

«es todc e l con junro de acnv idades pracucas y tecncas con e lque la c1ase di ri-

gente no s610justi flca y mantiene su dominic. s ino que consigue obtener elcon-

senso act ivo de los gobemados, es evidente que todas las cuest iones esenciales

de l a soc iolog ta no son r r.as que cuestiones de c ienc ia po li ti ca - 33 .

2. LA COMUNA Y EL RENACIMIENTO, MAQUIAVELO Y

LAS CAUSAS DE SU NO CONTINUlDAD.

En sus notas sabre la historia de Italia y la interpretacion del rol

de los intelectuales, Gramsci profundizo en el analisis de la fase co-

munal y del Renacirniento para desarrollar el concepto del Estado y

para individualizar las condiciones nacionales de la estructura socialitaliana 34. En este sentido estudio la actitud de la primera burguesia

mercantilist a italiana ante el mundo feudal y su ausencia de una poli-

tica hacia los intelectuales, como 10 demuestra, par ejemplo, la cues-

tion de la lengua nacional. Gramsci se trazo una amplia perspectiva

de estudios sabre la historia de Italia que debian abarcar desde la an-

tigiiedad romana, pasando par las Republicas comunales rnedievales

yel mercantilismo, hasta el Risorgimento, precisamente por su afan

JI Vid. a1 respecto O. Confranceso, Appunti su Gramsci e fa teoria delle eli tes. eniCAppunti sull'ideologia-Marxismo e Hberta». Feltrinel li , Milan. 68.

.. QC, III, p. U17.

= p c . III, p. 1.765.C,p.%O.

27

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?e esclarecer las raices de la peculiar conformacion de la sociedaditaliana ».

. La fuerza de la Comuna medieval se basaba en su sistema econo-rrnco de npo corporative, aunque politicamente ello signific6 la cau-

sa fundamental de su de~ilidad. Inicialmente las clases populares ur-

b,,;nas tuvle.rDn una gran ImpDrtancla pohtica al dirigir la administra-

~lOn mumclpal y mantener un cierto equilibrio con la nobleza. La rni-

licia popular se convierte en la base del poder IDCaly permite el desa-

r<:lIo. de un~ practica demccrarica continuada por la que IDScargos

publicos estan sDmetidDs a.~DntroI_ci"dadanD que se expresa en Asam-

blea. E~ta expeneneia politica Iirnitada tuvo un fuerte arraigo duran-te los siglos XII-XlII, sobre todo en las Republicas de Bolonia, Flo-

rencra Y SIena, aunque no pudo superar su estrecho marco territorialde actuacion 36.

En efect~, la Comuna fue, en ultima instaneia, incapaz de supe-

rar el feudalismo para crear un Estado nacional debido a la poca ho-

rnogeneidad de la primera burguesfa italiana. Al no saber dejar de la-

do sus lntereses .econ6mico-c?rporativos y arrojar sabre el pueblo to-das las cargas fiscales, especialrnente los impuestos sobre los consu-

rnos, se enajeno su favor. Paralelamente esta burguesfa no pudo ab-

sorber a los intelectuales tradicionales representados por el clero, apartede nosaber forrnar una capa Intelectua! propia, y sucurnbio con PDS-

tenon~ad ante los Estados absolmistas extranjeros, renunc.andn acualquier proyecto politico auronorno ", Esto tambien se debi6 al

fuerte arraigo de las ordenes religiosas feudales y a la gran dispersion

de las fracciones politicas vencidas en las interminables luchas comu-

nales. Asi, a principios del siglo XV, aunque la tendencia era ya ante-

nor, la Cornuna habfa derivado politicamenre en el Senor-in y el Prin-

~Ipado, !o que expresaba la delegacion del poder en las grandes f'arni-

has oligarquicus por pane del patriciado urbano. A su vez en el terre-

no economicn el espiritu emprendedo- de iniciativa comerciaJ de los

!llerca.deres italianos habia decaido por completo; esta clase prefirio

mvertir sus nquezas acumuladas en bienes inmuebles, sobre todo tie-

ras, pa:a tener una renta segura procedente de la agricultura, antes

q~~ arnesgarlas en empres~s comerciales. Se ha intentado explicar t ra-dicionalmente 1a decadencia de las Cornunas a partir de las invasio-

~es turc~s. que desequilibraron eI comercio rneditetraneo, del altan-

usmo ongmado por IDSgrandes viajes y descubrimientos de la epoca

~oderna y ~e las mvasiones extranjeras de la peninsula, pero, en rea-

lidad, la razon fundamental debe buscarse en el interior de las mismas.

La dave para cornprender la crisis politiea de la burguesia cornu-

nal ~eslde en su aus,encia de un~ politica audaz de alianzas y en la ca-

rencia de personal intelectuai dirigerne que pudiera rebasar el marco

local, quedando asi estancada en Ja fase ecanomico-corporativa ya

II QC. Ill. pp. 1.959-60.

se QC. I. p. 301 YIII, p. 2.284.

" QC. I, p. 568.

28

. ' 41 J t su propia estructura impedfa objetivamente la existencia de un

gran Estado territorial". Ante la renuncia politica de la burguesia CD-

munalla reacci6n popular antifeudal se manifesto espontaneamente

en fen6menos tales como. el savonarolismo y el bandolerismo, CDnca-

racteres elementales y arcaicos, pero que, por sf solos, no. podian in-

cidir decisivamente en el cambio de la situaci6n general.

La falta de conciencia nacional de esta primera burguesia se ma-

nifiesta en el hecho de que tOdDS los inteleetuales del periodo fuesen

siempre 0 IDStradicionales 0 los eosmopolitas, mientras paralelarnen-

te no se cre6 una capa verdaderamente nacional. Solo Dante y Nicola

Cusano. intentaron, a pesar de sus fuertes lazos ideologicos con la tra-

dici6n feudal, rebasar los limites de la Comuna, pero presentando al-

ternativas anacronicas. Dante es un intelectual de transici6n que cie-

ra la edad media, pero su doctrina polnica no tuvo ninguna eficacia.

Ciertamente aspiraba a superar la Comuna y el Estado pontificio, pe-

ro su solucion imperial era regresiva y contradictoria ya que hacia una

afirmaci6n laica con lenguaje medieval 39: Dante «es un vencido de

la guerra de clases» ya que «quiere superar el pr~sente, pero can ~os

ojos vueltos al pasado» '". Por su parte Cusano. intento con gran !D-

tuici6n, reformar la Iglesia cat6lica (tras el cisma de Oriente y cl de

Avignon) conciliando las doctrinas husitas y ortodoxas orientales, pero

SU:i deseos de una transformacion interior no se correspond ian can

la rtgida realidad eclesiastica, quedando por tanto aislado ",Gramsci di6 una gran importancia a la cuestion de la lengua por-

que ello permite comprender el trasfondo de lucha por la hegemo-

rna entre divers as clases sociales y ayuda a comprender la renuncia

final de la burguesia cornunal a encabezar un movimiento de reivin-

dicacion, como ya se ha senalado. Desde el momento en que el pue-

blo dej6 de hablar ellatin este se convirtio en una lengua cull a patn-

monio de los intelectuales que estaban al margen de aquel, EI vulgar

s610 se impone cuando el pueblo adquiere protagonismo politico, co-

mo ocurre en la primera fase de las Comunas, aunque, ante ello, los

intelectuales elaboran un vulgar ilustre para distaneiarse. Esto dernues-

tra una cierta centralizacion de grupos intelectuales, pero resulta in-

suficiente pues no se traduce en una hegemonia polftica y social. Laburguesia com una I consigue imponer sus dialectos, pero es incapaz

de crear una lengua de alcance nacional can su corolario de una orga-

nizaci6n politica unitaria. Con todo, la imposicion de este vulgar ilustre

no era tampoco facil teniendo en cuenta la fuerte presencia de mte-

leetuales extranjeros en la peninsula y del clero que preservaba ella-

tin como. lengua culta superior. La caida de las Comunas y el adveni-

miento al poder de una casta separada del pueblo perrmte la cnstah-

zaci6n de este vulgar ilustre; esto es: los intelectuales potenciales de

" QC, I. p. 719... QC, I. p. 614, II. p. 758.

.. QC, II, p. 760.41 QC, I. p. 584.

29

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la burguesia comunal son reabsorbidos en la casta tradicional

eclesiastica ". La aparici6n de la Iengua vulgar produce asi efectos

contradictorios ya que, por una pane, expresaba el ascenso politico

del pueblo, y, por otra, su recuperaci6n por las fuerzas conservado-

ras al ser valorada como posible lengua culta equiparable al lat in, unavez depurada de sus elementos «inferiores»,

E~ta contradiccion entre lengua culta y lengua vulgar se acentuara

especialrnente durante el humanismo y el Renacimiento y esta en la

base del desarrollo historico no nacional. Gramsci critico el punto de

vista tradicional del Burckhardt y De Sanctis sobre el Renacimiento

presentado como el apogeo del individualismo laico, aproximandose

mas bien a las aportaciones de Toffanin sobre el periodo-". Para es-

te el humanismo consistio fundamentalmente en una reacci6n aristo-

cratizante contra las Comunas a partir de la recuperacion intelectual

de una lengua y una cultura ya muertas. Los humanistas eran muy

conscientes de que su cultura no conectaba con el pueblo ya que sus

vinculaciones con los senores feudales que los protegian y el apoyo

de la Iglesia que favorecio esa corriente intelectual resultaron decisi-

vos. Para Gramsci el humanismo no origina el Renacimiento ya que

es un hecho cultural reaccionario, una contrarreforma anticipada ~.

La cuestion de la lengua expresa el enfrentamiento de dos concepcio-

nes del mundo, la burguesa-popular y la aristocratico-feudal, Asi, des-

de el momento en que el humanismo en ltalia se presenta como la re-cuperacion de la antiguedad clasica, es logico que el Renacimiento se

resolviese posteriormente en la Contrarreforrna, como dernostracion

de la derrota de la burguesia mercantilista ante el Papado y las fuer-

zas feudales antinacionales. Por otra parte, en Italia Ia religion ni si-

quiera era un posible elemento de cohesion entre los intelectuales y

el pueblo, dado su caracter superficial y formal. La Reforma protes-

tante creo Iglesias nacionales, mientras que el triunfo catolico en Ita-

l ia acentuo su cosmopoli tismo 45. En definitiva, el humanismo solo

resulto un Ienomeno progresista para las clases cultas italianas, pero

fue regresivo desde un punto de vista nacional. Los intelectuales pro-

gresistas emigraron del pais para colaborar con las monarquias abso-

lutas europeas, mientras que en eI interior los intelectuales tradicio-nales 10 hicieron con e l Papado ".

EI cosmopolitismo de los intelectuales italianos en la epoca mo-

derna corresponde a la ausencia de proyecto politico nacional de las

clases dirigentes peninsulares, par 10que Italia paso a desempefiar una

funcion internacional subalterna al proveer a los Estados absolutos

europeos de personal especializado, contribuyendo asi a su moderni-

42 QC.I. p. )j).43 Sobre toda esta epoca es muy util consuhar Ja excelente obra de E. Garin.

L 'Umanesimo naliano, Laterza, Bar i , 70. Inc luye una abundante bibl log rafl a sobre

el tema.

.. QC, II. p. 904.

" QC, III. p. 1.129.46 QC, III. p. 1.908.

30

r.aci6n_ Esta emigracion de intelectuales sera una constante en la his-

toria moderna de Italia, retrasando la formacioa de la voluntad

nacional-popular y manifestando asi la e!,~rema debilidad de la bur-

guesia, incapaz de erigirse como clase dingente. En suma, tanto la

aristocracia tradicional como la pro pia burguesia mercantilista acep-

taron el dominio extranjero, renunciando a dotarse de un Estado na-

cional . Por ello los intelectuales i talianos del Renacimiento, desvincu-

lados del pueblo, desarrollaran una funci6n internacional ya que las

clases dominantes de su pais no los necesitaban. De ahi que la preten-

dida «superioridad» de la cultura italiana sobre Europa durante el pe-

riodo no sea mas que un mito retorico-Iiterario carente de fund amen-

to puesto que evidenciaba una absoluta auseneia de caracter

nacional ". La falta de Reforma en Italia tendria consccucnvra- his-

t6ricas importantes al conformar unas caractertsticas peculiares. ~n

todas las clases sociales, 10 que obliga a efectuar una con ....J..:ra(IOn

politica diferenciada del pais, tal como 10 hizo Gramsci ". . .

Dentro del periodo humanista, pero fuera de sus posrcroncs.

Gramsci sinia a intelectuales como Erasmo, Lutero, Bruno y, sabre

todc, Maquiavelo 49 , Dada 1a extraordinaria importanc~~ qU ,e r~vis-

tio para Gramsci la obra y accion de :ste pensador. p~htlco ltahan~

es necesar io analizar con cierto detemmlento el analisis q ue e fe ctu o

del mismo en los QC 50. Para Gramsci, Maquiavelo represento la uni- "

ca ahernativa progresista y moderna al feudalismo, pero no pudo triun-far al no contar con apoyo popular, a parte de los candicionamientos

internacionales. Maquiavelo es el unico intelectual que exprese rea!-

mente las exigencias nacionales, aunque no estuvo vtnculad? «orga-

nicarnente» a la burguesia mercantilista, siendo, en este sentido, una

figura de transicion entre el Estado corporativo represent ado por la

Comuna y el Estado moderno encarnado por la monarquia

absoluta ".Partiendo de la sugestiva hipotesis de que la teorizacion de Ma-

quiavelo no es meramente individual sino que respondia a los intere-

ses de un grupo social ascendente muy determinado, portador de un

programa democnitico-agrario, Gramsci sit~a hist6ricam~nte, su pen-

samiento. Maquiavelo est" vinculado a su nernpo, en primer lugar alas Iuchas internas de la Republica florentina Ya su estructura politi-

ca que no sabia librarse de sus rasgos comunales-municipales tipicos

~ g ;~~~J~~~y~I~U~'I ;' ?r~ic i6n h is t6r ica ual iana era , en e~te sent ido, s~mi la r

a la de Rus ia dada la poca homogeneidad de l pueblo en arI !bos parses. Gramscr tuvo

muy presentes sobre todo los trabajos de Masaryk ,sobre 105mt~l~tuales ruses y,el p o -der teocratico del Estado. vid. al respecto L. Paggi , A, Gramsci e 1/ modemo pnnape.

op. cit.. pp. 86-95.

: ~br !l ia~' in~~re taciones ac tua tes de Ma~·J iav.elo ve t, entre muchas ot ras , las

de v . Masiello. Classi e stoto in Machiavelli, Adriatica, Bari, 7 ,1 . I. Mola~. A CinCO

Ih'/t/Idc' Hal/utal'(,ln, Dcvrino "'-I," I.tm.!. Barcelona. 69, .1, Sole-Tura. Remterprelu·

cion de Maqu;aveJo, Conviv ium n." 32. Barcelona, 70.

t,'( II. - : - 1

31

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del mundo feudal, a continuaci6n a las luchas de los diversos Estados

italianos para imponer un equilibrio interior peninsular obstaculiza-

do sobre todo el Papado y, por Ultimo, a las luchas de todos los Esta-

dos por un equilibrio europeo 12. Ante esta situaci6n Maquiavelo es-

cribi6 obras de «accion politica irunediata» y no utopias intelectua-

les, dirigidas hacia la consecuci6n de un Estado independiente dirigi-

do por un Principe unificador ". Hasta el momento 0010 L orenzo el

Magnifico habia intentado desempeiiar ese papel en su previsi6n ge-

mal de organizar una Liga italica, perc su no continuidad confirma-

ba la decadencia de la burguesia mercantilista como fuerza hegemo-

nica incapaz 54, En cierto modo MaquiaveJo fue un jacobino «avantla lettre» ya que el Principe personifica y encarna la «voluntad colec-

tiva» capaz de romper la anarquia feudal y organizar aI pueblo dis-

perso, apoyandose en las clases productivas (campesinos, artesanos

y mercaderes), tal como ocasionalmente Valentino -£1 Principe

Negro- habia intentado hacer en Rornana. Dada la situacion politi-

ca general solo la monarquia absoluta podia permitir la unificacion

siguiendo el ejemplo de los grandes «Estados nacionales» europeos.

Para Matteucci Ia asirnilacion maquiavelismo-jaeobinismo procede-

na mas bien de Croce que de Gramsci ", aunque en realidad existe

una diferencia sustancial entre ambos: mientras para Croce Maquia-

velo era ante todo un inteleetual que elaboraba ciencia y filosofia in-

dividualrnente, Gramsci 10 vincula a su ambiente definiendolo comoun hombre politico de accion, un «condottiero» que representa a los

sectores mas dinarnicos de la burguesia mercantilista italiana intere-

sados en suscitar vinculos entre la ciudac y el campo para alargar las

funciones dirigentes de las clases urbanas 56. Por ello su obra «EI

Principe» no es una construccion erudita abstracta, sino un manifies-

to politico dirigido a unifiear una vol un tad nacional dispersa. En to-

do caso su caracter utopico no se deriva del hecho de que su progama

fuese inaplicable, sino de que no existia el Principe para llevarlo a

cabo ". EI drama de Maquiavelo es haber sido una «persona priva-

da», no un dirigente politico can poder organizativo; es decir, en par-

te, fue un «profeta desarrnado» sa . Poderosos intereses internaciona-

les de las grandes monarquias absolutas se entrecruzaban para impe-

dir la unificacion de los pequefios Estados italianos bajo un mando

unico, junto con la renuncia politica de la burguesia mercantilista an-

te la nueva situacicn. Esto explica, en parte, el feroz antimaquiavelis-

mo polernico que se produjo en la epoca moderna par parte de los

" QC, I. p. 588. III, p. 1.572.53 QC, I. p . 656 .

" QC, II. p. 1831.55 N. Matteucci, Oramsci e tafi tosofia della prassi, Done-Giu ff re , Bolon ia , 51, p .

58.

56 QC. II, p. 1.038. AI respecto Grarnsci tuvo en cuenta algunas observaciones de

Piero Sraffa sobre Maquiavelo como economista al inser ta rlo no solo en el mercanu-

l ismo, sino incluso acentuando algunos rasgos «fisiocraticos» visibles en su obra. Vid.LC, p. 589. y pp. 615-17.

" QC. Ill, p. 1.556.

32

intcIectuales vinculados a esos Estados que inclulan desde los jesuitas

vaticanistas defensores del mundo feudal , hasta te6ricos modemos c0-

mo Bodino y Guicciardini. En estos Iiltimos casos las razones son di-

ferentes: por una parte el antimaquiavelismo de Bodino era progresi-

vo porque, fundado ya el Estado territorial en Francia, no Ie intere-

saba tanto ala burguesia el momento de la fuerza, excepto a los reac-

cionarios, cuanto el del consenso:

«para equilibrar fuerzas \.sociales en lucha en el interior de este Estado yaestablecido» 59.

Con Bodino el tercer estado, es decir, la burguesta, es consciente

ya de su peso especifico. En cambio Guicciardini seiiala un retroceso

politico con relacion a Maquiavelo ya que su pesimisrno esceptico 10

situa en una perspectiva conservadora, propia de un intelectual que

ha renunciado a todo proyecto transformador, lirnitandose a descri-

bir la realidad sin pretender cambiarla y refugiandose en «il suo par-

ticulare» para dedicarse exclusivamente a «la vita negociosa», segun

sus expresiones 60.

E :1 conclusion. Gramsci analiza vigorosamente este crucial perio-

do de la historia de Italia que se cerraba con la derrota de la burgue-

sia comunal, incapaz de asumir fa direccion de un proyecto politico

de alcance nacional y con el aislarniento de Maquiavelo, el maximoteorico del Estado moderno. Todo ello originaria una enorrne depen-

dencia de los Estados italianos hacia las grandes potencias europeas

y retrasaria considerablerncnte la forrnacion de una voluntad nacio-

nal colectiva, 10que redundaria en prejuicio de las fuerzas progresis-

tas, como posteriormente se comprobaria, en el Risorgimento,

3. EL «R1S0RGIMIENTO» Y LOS PROBLEMAS DE LA REVOLUC16N

BURGUESA ITALlANk LA UNIFICAC16N NACIONAL

COMO i<REVOLUCI6N PASIVA)~

_ Gramsci estudio a fondo, en abundantes notas, el periodo del Ri-

sorgimento, aportando sugestivas opiniones para tratar de esclarecer

el caracter del Estado Italiano contemporaneo y la actitud de las di-

versas clases sociales, con el fin de buscar las forrnas nacionales mas

adecuadas para la revolucion socialista en Italia 'YComo ha seiiala-

do Galasso ", eran posibles para Gramsci dos lineas de investigacion

a partir del analisis de la acumulaci6n capitalista y el desarrollo in-

" QC, III, p. 1.578." QC, III, p. 1.574... QC, I, p. 760.61 L. Paggi, A. Gramsci e il modemo pnncipe», op. cu., p- 70.

62 G. Galasso, Gramsci e i problemi deJla storia italiana. En «Gramsci e la culturacontemporanea», Congreso de estudios gramscianos de Cagliari, Edi tori Riuni ti , Ro-

rna, 67, vol. I, p. 306.

33

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dustrial de Itali a 0 bien acentuando el problema de la hegemonia y

la formacion de un «bloque historicox dominante en las luehas poli-

tieas y sociales del periodo. Gramsei tendria en euenta todos estos as-

pectos precisamente para resaltar la especif icidad de las relaciones entre

campo y ciudad y entre los intelectuales y las masas populares en Ita-

lia, dado su interes politico y contemporaneo por la historia

nacional ",Gramsci critica el pun to de vista clasico y nacionalista del histo-

riador Omodeo ya que este descontextualizaba el perfodo acentuan-

do los rasgos nacionales e ignorando la decisiva influencia de la revo-

lucien frances a y del liberalismo europeo "'. Solo se puede hablar de

«edad del Risorgimento» restr ingiendo la perspectiva internacional ,

aunque esta resulro siernpre crucial en la medida en que diversas fuer-

zas exteriores se oponian 0 apoyaban la Iormacion de un gran Estado

nacional unitario. Una de las cuestiones fundamentales del Risorgi-

mento es la direccion del proceso y la lucha por la hegemonia entre

diversas fracciones politicas y sociales, Asi en la unidad nacional con-

fluyen, por una parte, el interes dinastico de los Savoia y, po-'.otra,

el de la burguesia por disponer de un mercado nacional. En erccro.

la unificacion peninsular no s610 se vcrifico con bastante retraso res-

pecto a otras naciones europeas, sino que se realize como «conquista

regia» del Estado piamontes dados los lirnitados objetivos de la pro-

pia burguesia italiana, temerosa de desencadenar un rnovimiento po-pular y dernocratico incontrolable. .

Las fuerzas nacionales fueron escasas hast a 1848, mientras que las

opuestas eran muy superiores, especial mente las c1cricales. Durante

la Restauracion posterior a 1815 la proliferacion de pequenas sectas

conspirativas patrioticas traducia los avances confuses de las fuerzas

nacionales, a pesar del caracter primitivo de Sll accion politica 65. S6lo

tras la derrota de la derecha reaccionaria de Solaro della Margherita

en el Estado piamontes por parte de los moderados se despejo el prin-

cipal obstaculo para impulsar el movimiento unitario. Aceptado el ob-

jetivo final, la Iucha se centraria ahara en las formas de acceso al mis-

mo. Las fuerzas sociales que protagonizaron el proceso de unifica-

cion fueron la burguesia industrial-comercial y los terratenientes queformaron un solido bloque de toda la derecha eoman do con el Esta-

do piarnontes como agente militar-diplomatico para la empresa. Tras

1848 las fuerzas con-crv adoras se reorganizan al integrarse los sanfe-

distas y los neo-guelfos en el grupo de los moderados, destinado a

ser hegemonico ' .. L "'IL ' grupo acabo representando al conjunto de las

clases dominantes peninsulares, rnientras que la oposicion dernocra-

63 V. Bondarcuk, Psicotogta sociate e storta if'! Gramsci. En «Gramsci e Ia cul tura

contemporanea». op. cit., vel. II. p. 194.M QC. II I. p. 1.961. Gramsci estaba muy l igado a la int.erpretacion h ist6r ica de

la revoluci6n francesa de Mathiez, desconociendo las aportacrones de Bloch, Febre y,en general . de l a soc io logfa a lemana sobre e l tema.

" QC, III, pp. 1.863 Y 1.996.

.. QC, II, p. 944.

34

tica, personifieada P?r el PdA, fue sieo:>pre ~ remolque del primero.

Los progresistas vacilaron a la hora de incluir en s? program~ deter-

mmadas reivindicaciones sociales hondamente sentidas, especialmen-

te la reforrna agraria, dejando de apoyarse asi en las clases populares.

En definitiva, el PdA no ejercio la funcion Jacobina que huble~a I ? ~ -dido esperarse del mismo, 10 que plantea un serio problema histori-

co. Ciertamente el clirna conservador posterior a 1815 en Europa im-

pedia de hecho la forrnacion de un movimiento similar, pero el PdA

pudo haber representado a los sect ores mas progresistas y consecue~-

tes de la burguesia liberal y de los intelectuales, arrastrando detrasde si a las masas carnpesinas para poner unas bases democraticas al

Estado unitario. En ultima instancia, el PdA no comprendio el nexo

entre la cuestion agraria y la nacional y no supo ver en el cam pesina-

do una base social de maniobra formidable, dejandose arrastrar por

un nacionalismo abstracto y desaprovechando coyunturas tan decisi-

vas como la dictadura «jacobina- de Garibaldi en el sur y la batalla

por la Asamblea constituyente. Evidentemente no se trataba de for-

mar durante el Risorgimento un imposible bloque ohrero-campesino.

como parece insinuar Patte 57, sino de que la burguesia italia":a as~-

rniese un rol verdaderamente hegernonico contra la anstocracia, Sm

embargo, el Risorgimento se desarrollo como un compromiso ,entre

todas las clases dominantes peninsulares dirigido por la burguesia del

norte, con la sistematica exclusion de las masas populares del nuevo

Esttd~i moderados fueron los representantes orgdnicos de ese bloque

al presentar un programa viable basado en la «diplornatizacion» de

la revolucion y en la exclusion de las insurrecciones populares, basan-

do todo el peso de la ernpresa unificadora en cl Lvrado piamontes que

solo estaba dispuesto a actuar rmlitarmenu- 1..('11 1111,'(1: OS convenciona-

Ies. Sin duda este punto de vista retraso Id unidad.pcro evito la revo-

lucion democratica. En este scntido 1a pan 11..'1;\dlHl popular a traves

del voluntariado en las luchas militares ru e srcmpre secundaria y

reducida:

(en real idad ademas los derechis tas del Risorgimento Iueron grandes dema-gogos: hicie;on del p~eblo-naci6n un instrumento , un objew)}68.

Voluntariado y pasividad popular general van mucho mas unidos

de 10 que pueda parecer ya que se trato de una solucion de compro-

miso entre los moderados y los democratas, impuesta par los

primeros 69.

Los moderados ejercieron adem as una «atraccion espontanea:

constante sabre la oposicion dernocratica, consiguiendo que hasta el

propio Pio IX se situara coyunturalrnente en el terreno del Iiberalis-

67 J. M. Piette, EJpensamiento politico de Gramsci, A. Redondo, Barcelona, 72,

pp. 133 y sigs.68 QC, III, p. 2.054.

69 QC, III, p. 1.998 .

35

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mo. Entre Gioberti y Mazzini Ia i!J&Olectualidad italiana opt6 clara-

mente por el primero ya que of r ed a una alternativa practica posible,

mientras que el segundo se limit6 a afirmar vaguedades nebulosas.

AI respecto, no deja de ser significative que Gioberti, cuya postura

anterior al 48 tuvo algun elemento jacobino 70, colaborase estrecha-

mente can el Estado piarnontes, lIegando incluso a oponerse al pro-

yecto de anexi6n del Estado vaticano para no provocar un conflicto

religioso en el pais. Asi, mientras los moderados, por ejemplo, se opu-

sieron al jesuitisrno educativo con oportunas reformas laicas, los de-

mocratas no supieron ofrecer ninguna aJternativa no mesianica, al ca-

recer de una politica hacia los intelectua!es. A partir de ahi el PdA

se convirti6 en el ala izquierda del moderantismo, sirviendole como

instrumento de agitaci6n y propaganda.

Entre las debilidades e incoherencias del PdA se halla la falta de

una verdadera alternativa poli tica dernocratica y su temor a asurnir

las reivindicacio nes sociales m as audaces. El unico jacobinismo du-

rante el Risorgimento estuvo representado por Pisacane y los federa-

listas que no consiguieron romper su aislamiento al no disponer de

un partido adecuado y no formar un solido grupo dirigente. En cam-

bio, como ya se ha senalado, los moderados, mucho mas coherentes

con su base social. dirigieron a todas las fuerzas nacionales y censer-

vadoras. Cavour es el exponente de la racionalidad de la conclusion

unitaria alcanzada, dernostrando la superioridad de hecho de la di-plomacia liberal sobre la politica de los democratas, EI pragmatismo

ernpirico cavouriano se impuso faeilmente sabre sus adversarios ymar-

co un estilo de hacer politica que caracterizaria al Estado unitario tras

1870"1. En definitiva, no hubo jacobinismo en Italia tanto por im-

r l' f:l li \o~n((T ll<h_' I(n l; !l l' '' '' L' ()n10 por b . . .orr cl.uion L I . . . tu cr/~\"" inrc-

rior ya que la burguesia fue 10suficientemente hegemonica como parano [~11..1 la n c . ..,,·~ldad < .I . .. . \ in cu lt u - ,c < .I I ,, ') " c a m p . ..''IIlO .... (_J burgucsia

realizo unas alianzas de clase ani idemocraticas dada su hcgernorua in-

telcctual y cultural y gracias a contar can el Estado piarnontes que

unif'ico a todas las oligarquias regionales ejerciendo funciones de ver-

dadero partido politico (de heche se hablaba del «partido piamon-

tes»). EI resultado final fue, nor tanto, el del triunfo de una revolu-cion pasiva que expresaba la falta de voluntad colectiva para hacer

un Estado rna demo dada la debilidad de la sociedad civil. EI Risorgi-

mento es una revolucion pasiva, no exactamente en el sentido que

daba Cuoco al termino ", sino desde el momento en que el Estado

sustituye a los grupos sociales para dirigir una lucha renovadora, pro-

duciendose fen6menos de «dominic», pero no de «direccion», es de-

cir, de dictadura sin hegemonia 73/En efecto, la ausencia de parti-

cipacion popular rnasiva en el Risorgimento se traduce en el hecho

70 QC. III, p. 1.914.

11 QC, II, p. 764.

72 QC, II, pp. 1.220 y 1.324, !II, p. 2.011." QC. !II, p. 1.822.

36

de que los moderados no s610 dirigieron a los dernocratas durante el

proceso de unificacion, sino tarnbien posteriormente, disgregando a

la oposicion e integrandola molecularmente en el sistema. En la lucha

Cavour-Mazzini, para personificar las dos alas delliberalismo enfren-

tadas, el primero representa la revoluci6n pasiva y el segundo la ini-

ciativa popular, sin embargo, solo Cavour era consciente de su tarea

porque sabia cual era la de Mazzini, no asi a la inversa. EI hecho de

que el PdA no fuese un partido jacobino significo que el Estado ita-

Iiano se construyo sobre bases conservadoras atrasadas y antidemo-

craticas. Los moderados, a: absorber a casi todas las fracciones ad-

versas, incorporaron su antitesis, de ahi que supusiesen el triunfo de

la revolucion pasiva. Aun admitiendo que el PdA estaba objetivamente

incapacitado para dirigir el movimiento unitario, el caso es que hu-

bier a podido ejercer una presion indirecta muy superior 74. Cierta-

mente la dispersion rural dificultaba la accion sabre el campesinado,

pero influenciando a los intelectuales de tipo medio, los democratas

hubieran podido emplazar a la burguesia italiana sobre posiciones na-

cionales y democraticas mas avanzadas. Con relacion a la reforma

agraria era logico que los moderados se mostraran intransigentes en

su negativa a efectuarla ya que habian forjado precisamente un siste-

ma de alianzas que dio como result ado el bloque industrial-agrario

favorecido por el Estado piarnontes. Con todo, Ilegaron a tener inclu-

so una politica agraria mas clara que la de los dernocratas ya que losmoderados desamortizaron las tierras eclesiasticas, creando una nue-

va capa de grandes propietarios rurales adicta al nuevo Estado unita-

rio. Los dernocratas, en cambio, desaprovecharon dos grandes oca-

siones para imponer su direccion a nivel nacional en 1848-49 y en

1859-60, acabando completamente integrados en el sistemacavouriano 7\.

Correlativo al tern a de la hegemonia politica se halla el problema

de las relaciones carnpo-ciudad durante el periodo ya que el Risorgi-

menlo ha sido definido en ocasiones como «revolucion agraria

fallida» 76. La estructura social italiana era predominantemente agra-

ria, a pesar de la existencia de abundantes ciudades que no traducian

ningun desarrollo industrial. Napoles, por ejernplo, era una de las ciu-dades mas grandes de Italia, pero carecia par cornpleto de caracter

industrial. Durante el Risorgimento la iniciat iva polit ica siernpre pro-

74 QC, III, p. 1.766_

75 Recuerdese la conocida f rase a tr ibu ida a Vi ttor io Emmanuele 11 :«Tenemos a l

PdA en el bo lsi ll o» que expresa una concienci a de superfor idad muy no table con rel a-ci6n a los demccratas. Yid. QC. I II . pp . 1.782 y 2 .074. Sabre e] l ema de la hegemcnta

moderada durante e l Ri so rgimento es fundamental e l importent e estudio de Gramsci«II problema del la direzione polit ica nel la formazione e nel lo svi luppo del la Nazione

e delle Stato moderno in It ali a . . en QC. I:~. pp. 2 .010-34 .76 Vid. la cri tica de R.Zangheria R. Romeo sobre este punta en su esrudio, Laman-

cata rivoluzione agraria net Risorgimento e i problemi economic: deil'unilti. En ei vo-lumen «Studi gramsciani», Congreso de estudios gramscianos de Roma; Editor! riuni-

ti, Roma, 58, p. 369_

37

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cede ~e las ciudades: en un primer tiempo del sur (Napoles, Palermo,Messina), hasta 1848, pero posterionnente del norte (Turin y

Milan) 77. Este hecho ya habia sido destacado por Gramsci antes de

la prisi6n aI subrayar como las necesidades econ6micas expansivas de

la burguesia milanesa, la mas fuerte de la peninsula, la Uevaron a aliarse

con la burguesia piamontesa que disponia de un Estado propio

independiente ". Este cambio de hegemonia de las ciudades del sur

a las del norte tendria consecuencias estructurales fundamentales ya

que a partir de ahi, se estableceria una relacion entre el norte y el sur

de dorninacion y dependencia respectivamente, que se puede compa-

rar , en general, a la que existe entre la ciudad y el campo de una for-

maci6n social capitalista, Todo ello can el agravante de que en Italia

el foso que abria la cuestion meridional revestia incluso elementos de

«conflicto de nacionalidades» " (subrayado par el autor).

Las masas campesinas no apoyaron acrivamente al movimiento ri-

sorgimentai no s610 por la fait a de reforma agraria, sino tarnbien por

razones religiosas y culturales. El atraso econ6mico general y la co-

yuntura internacional no hicieron mas que coadyuvar al triunf'o de

los moderados sabre los democratas. Gramsci no hecho en falta tan-

to una democracia rural cuanto una capitalizacion agraria diferente

ya que 1amera distribucion de los latifuridios sin un gobierno favora-

ble a csa reforma, que exigia una politica crediticia y fiscal adecuada,

obras publicas y extension de la cultura, hubiera supuesto una degra-dacion aun mayor. Gramsci no defiende una tesis ideologist a «acu-

sando» a la burguesia italiana de haber pactado con los terratenientes

ya que no se trata de aceptar 0 rechazar un proceso historico per su

mayor 0 menor «progresividad», sino tornar la historia tal como es.

Grarnsci acepta la inevitable superioridad cavouriana y la hegernonia

de la derecha, dando no un juicio moralista sino estructural sobre

el desarrollo del capitalismo y el Estado nacional moderno en Italia.

Otra cuestion es la de saber hasta que punta la reforma agraria era

viable en Italia durante el Risorgimento, teniendo en cucnta que la

situacion internacional hacia dificil, sino irnposible, cualquier rnovi-

miento dernocratico aut6nomo. Ademas la burguesia italiana descon-

fiaba instintivamente de las masas populares y econornicamente la re-forma agraria planteaba graves problemas para el desarrollo capita-

lista. AI respecto Romeo ha desarrollado una critica, ya clasica, so-bre el punta de vista de Gramsci relacionado con este tema, aunque

can una optica acentuadamente econornicista 80. Para Romeo las te-

sis de Grarnsci sabre el Risorgimento son idealistas ya que se super-ponen a la his tori a factica. En primer lugar debe plantearse si era po-

sible objetivamente rnovilizar a una amplia base campesina que siem-

77 Vid. a1 respecto el epigrafe, La retauone ciud-campagna net Risorgimento e nellastruttura nazionate itatiana. En QC, III, pp. 2.03~-46.

78 Le citta, ON, p. 319.

7 .QC. Ill. p. 2.0)7.

80 R. Romeo, Risorgimento e capilalismo, Laterza, Roma, 72 .

38

pre se habia mantenido pasiva y, a continuacion, si 1a refonna agra-

ria hubiera resultado progresista para el desarroUo del capitalismo ita-

liano. Romeo sostiene que una revolucion agraria democratica hubieraprovocado autornaticamente una intervencion reaccionaria extranje-

ra y que econ6mieamente hubiera resultado muy costosa para la bur-

guesia liberal, ademas de politicamente arriesgada dado que, sin du-

da, hubiera fomentado rnovimientos centrifugos tambien en el norte.

Se supone que la democracia rural hubiera paralizado el desarrollo

capitalista, mientras que la desamortizaci6n practicada par los mo-

derados fue mucho mas coherente can los intereses practices de la bur-

guesia, EI incremento de la infraestructura industrial se bas6 precisa-mente en la explotacion global del campesinado, sin la que aquel no

hubiese sido posible. Romeo sostiene que Grarnsci estaba excesiva-mente influenciado par las tesis de Lenin sabre las revoluciones anti-

coloniales y antifeudales y, a Ia vez , deslumbrado par la revolucion

francesa de 1789, considerada como «rnodelo» universal de revolu-

cion burguesa, Ciertamente la via capitalista italiana no fue demo-

cratica perc si moderna, 10que no hubiera sido posible mediante una

reforma agraria. En conclusion, los moderados hicieron 10que las cir-

cunstancias historicas irnponian, es decir, potenciar cl refuerzo del ca-

pitalismo en el norte y uni ficar el mercado sabre la base del compro-

miso con los elementos scmifeudales dominantes en el sur.

Sin embargo esta vision unilateral y reduccionista del pensarnien-to de Gramsci ha sido criticada por diversos estudiosos desde el mo-

mer.to en que, incluso desdc el propio puma de vista extrernadamen-

te economicista de Romeo, no esta demo strada su afirrnacion de que

exista una relacion directa entre el crecirniento de la pequena propie-

dad rural y el aumento de los consumos, como igualmente los lati-

fundios no son mas rentables «per se» que la pequena propiedad, y

sus informaciones estadisticas sabre las particularidades del desarro-

llo econornico italiano comparado con las del capitalismo europeo son

sumamente enganosas 8). De todas formas estas no son precisamen-

te las consideraciones esenciales ya que a Grarnsci Ie interesaban sa-

bre todo las cuestiones politicas y sociales, es decir, el proeeso de for-

macion del bloque historico dominante en Italia. Como ha senaladoSalvadori 82, el polemico punta de vista que sostiene Romeo no se

centra realmente en las verdaderas tesis de Gramsci ya que este tan

solo sostenia que hacia 1860 existian condiciones objetivas de fermento

campesino que no se tradujeron subjetivamente por la hegemonia de

los moderados. EI desarrollo del capitalism a en Italia se produjo a

traves de la penetracion de capital extranjero dominante y del rigido

proteccionismo oficial que gravo globalmente aI sur. Tal como han

dicho Saraceno y Sereni la fractura norte-sur fue orgdnica y estructu-

III A.Pizzorno. Sobre el metodo de Gramsci; op. cit., pp. 44-45.82 Vil l. \1 . I Salvadori, II milo del buongovemo. LAquestione meridionale do.Co.-

}lour a Gramsci, Einaudi , Turin , 63 , pp. 519·23.

39

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ral para el modo de produccion capitalista en ltalia, por tanto

permanente P Sin embargo, Romeo sostiene que este proceso es co-

yuntural y temporal, no consustancial y definitivo con el sistema, por

10 que quiebra toda su critica a Grarnsd. Como ha sido probadamen-

te demostrado desde los meridionalistas clasicos, el capitalismo ita-

Iiano inutilizo las posibilidades economicas del sur en el periodo de

formad6n y desarrollo industrial del norte. Por ello el proceso se pro-

dujo del forma doble: como drenaje de capitales continuo del sur aInorte a traves del Estado y como mantenimiento de la oligarquia me-

ridional tradicional en el poder local. Resulta pues evidente que el de-

bate partie de un doble equivoco: Gramsci no sostuvo la tesis que Ro-meo Ie imputaba y adernas esta no podia ser historiografica. Grarnsci

s610 trato de producir una nueva visi6n politica de 1a historia de Ita-

lia para extraer conclusiones actuales, de ahi que el planteamiento hi-

potetico de la reforma agraria no fuese mas que un media para dedu-cir proposiciones teoricas 84.

En definitiva, Gramsci se opone, en su vision del Risorgimento,

tanto a las interpretaciones conservadoras de tipo retorico-chauvinista

(que incluyen desde los ultranacionalistas hasta Croce), como a las

democratico-liberales (Gobetti-Dorso) que enfocaban la historia de Ita-

lia a partir de 1861 como el fruto de una «traicion» y un «engano»

de los moderados. No cabe hablar de dos vias enfrentadas en el Ri-

sorgimento, la liberal y la democratica, ya que los democratas no fue-ron «enganados. par los liberales, sino disgregados y neutralizados

progresivamente ya que, por su manifiesta incapacidad politica, les

dejaron terreno libre 8S. Gramsci analiza en sus notas sabre el perio-

do la evolucion politic adeuna clase social determinada, la burgue-

sia, que fue muy coherente can su proyecto politico. Por eUo el Ri-sorgimento fue una revolucion politica dirigida par la burguesia libe-

ral deseosa de crear un orden adecuado para sus necesidades econo-

micas. Para hacer esta revolucion la burguesia no necesito arnpliar

sus alianzas de clase al no existir un verdadero antagonista interior.

As! la construccion de la nacion italiana fue el resultado de sucesivas

agregaciones a un pequeno Estado, e1piamontes, que originaria la pos-

terior dicotornia territorial, de ahf sus limites , tal como ha subrayadoCessiB6

./

Ya Gramsci en el periodo del ON habia resefiado el caracter con-servador de la unidad ital iana realizada bajo la hegemonia piamonte-

sa que perrnitio al monarca presentarse como la unica alternativa na-

cional integrando a la oposicion democratica y republieana 87 :.E nue-

83 P. Saraceno, La mancata untficatione economica a centa ann; dalt'unif icazio-ne potutca, en: L'economia italiana dal 1861all961, Giuffre, Milan, 61. pp. 103-4.E. Sereni, II capitatismo neJ/e campagne (1861-/900), Einaudi, Turin , pp. 29-59.

84 A. Pizzomo, Sabre et metodo de Gramsci. op. cit .• p. 47.85 M. L. Salvadori, II milo del buongavemo. op. cit., p. 504.ss R. Cess i, Problemi della storia d'Itatia ndl 'opera de Gramsci. En «Studt grams-

ciani», op. cit., p. 41 Y sigs.87 La tradizione monarchica, ON, p. 327.

40

vo Estado surgi6 por la conjuncion de un interes dinastico con las ne-

cesidades economico-corporativas de la burguesia italiana, deseosa de

unificar el mercado interior y las comunicaciones interregionales. Los

limites naeionales del nuevo Estado unitario se tradujeron en la nece-

sidad de recurrir permanentemente a la fuerza contra las masas po-

pulares, especialmente las rurales, para preservar la al ianza con todas

las antiguas oligarquias regionales y, sobre todo, para mantener el pe-

culiar vinculo de dependencia del sur con relaci6n aI norte. Desde 1861

el Estado italiano, gobemado sucesivamente por la dereeha y la iz-

quierda liberales, no hizo mas que reprimir a los carnpesinos ", de

ahi que tradicionalmente tadas las interpretaciones del Risorgimentohayan ocultado la naturaleza real y decisiva de este proeeso historico ,

En conclusion, para Gramsci solo el Estado obrero podra resolver de

manera revolucionaria este gran problema historico de la nacion ita-

llana y esto es 10 que explica su gran interes par la fase del

Risorgimenlo';

4. LA CRISIS DEL ESTADO LIBERAL «TRANSFORMISMO ..

Y SOCIAUSMO.

La caracteristica mas acusada del nuevo Estado unitario italiano

fuTprecisamente el denominado «transformismo- que, en 10esencial,no era mas que la prosecucion de la accion hegemonica de los mode-

rados sabre 1a oposici6n dernocratica. Gramsci senalo que toda la vi-

da politica italiana tras 1848 estuvo mareada por este fenorneno , es

decir, por la elaboracion de una clase dirigente cad a vez mas amplia

en el marco previamente fijada por los moderados y. a la vez, por

la decapitaci6n pacifica de los lideres populares potenciales. Se cierra

asi el c irculo hegernonico como manifestacion de la revolucion pasiva

triunfante en Italiaj 'Esta absorci6n de .105element_os activ.os surgidosde los grupos adversarios, pnvados aSI de direccion, se hizo con me-

todos «liberales», es decir , individuales, moleculares 89.

La «sinistra» en el poder deja de serlo al ejercer la misma politica

que la derecha can relacion al sur 90 y reforzar los aspectos represi-vas del Estado. Asi Crispi se vincula a la monarquia, aeepta la hege-

mania piamontesa y centraliza al maximo al Estado aliandose con los

latifundistas del sur:

«porque son la capa mas unitaria por remer a las reivindicaciones campesi-

nas» 91, segun su expresion.

88 Demogogia senza principi. Sf. pp. 14-15.

a s QC, III , p. 2.01I.

~~w1~ . ~~.9Galasso. Grasmci e u problemi della storia itattana. En «Grams-

ci e fa cultura contemporanea», op, cit., vol. I, p. 346.

41

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No hubo eambios de fondo eotre los gobieroos de la derecha y

los de la izquierda liberal puesto que ambos representaron a una mis-

rna clase dirigente incapaz de paliar la rniseria popular general. Se creo

asi un sistema de fuerzas pohticas «absurdo» ya que, en la derecha,

los clericales antiliberales impidieron la ereaci6n de un fuerte partido

cooservador, eo el centro se agruparon eonfusamente todas las frae-

ciones liberales, incluyendo a los republicaoos que habian abdicadode su funcion progresista, y:

«en la izquierda el pais pobre, atrasado y analfabeto que se expresa de forma

discont inua, his terica, a traves de tendencias subversives y amirquicas sin con.sistencia r u di recc ion po li ti ca concrera , que nant ienen un estado febr il sin po r-venir construcuvo. 92,

......Cabe distinguir dos periodos en el «tranformismo»: desde 1860

hasta 1900 en el que se produce de manera «molecular», esto es, losdirigenres de la oposicion dernocratica se integran individual mente en

la «clase politica» conservadora-rnoderada y, a partir de 1900, se asiste

al fen6meno de la integracion masiva de enteros grupos politicos que

se pasan al campo moderado, en gran parte a traves del Senade de

libre designacion real ", La clave para comprender este fenorneno re-

side en la carencia de un verdadero y moderno sistema

tpartidos

politicos represemarivos bien articulados er. la sociedad civi En efecto,

la estructura econornico-social nacional favorecio escasa ente el de-sarrollo de solidos partidos, delegandose asi en el Estado-Gobierno

todas las responsabilidades politicas , En I:alia el gobierno siempre ha

actuado como «partido politico»: no se ha colocado por encima de

todos ellos para unificarlos en el sistema, sino para disgregarlos, se-

parandolos de las masas populares, para tener amplios scctores. so-

ciales dominantes directamente vinculados al regimen sin la media-

cion partidista._]) «transforrnismo. traduce por ello la debilidad del

Estado.Ta inexistencia de vida parlamentaria real, la corrupci6n ge-

neralizada de los partidos, la miseria cultural pavorosa del pais y el

desproporcionado protagonisme de la burocracia, separada de la so.

ciedad y constituida como «superpartido» de tipo «estatal-bonapar-

tista» 94.

Gramsci, en diversos articulo juveniles. ya habia destacado los ras-

gos autoritarios y antidernocraticos del Estado italiano, revestido de

una fachada liberal que apenas disimulaba su caracter de clase. En

efecto, el predorninio aplastante del Ejecutivo que hacia formalla di-

vision de pcderes, la manipulacion sistematica de las elecciones, la

ausencia de Iibre concurrencia economics y la presencia del latif 'un-

dismo semifeudal son algunos aspectos evidentes de ello ». EI regi-

92 QC, III, p. 1.978.

9 QC, It, p. 962.

94 QC. I, p. 386 y sigs. Tambien QC. III. p. 1.704.

95 L ' i n transigenza di classe e las tor ia d 'l ta lia, SO, p. 23/. Tambien: Lo Stato na-tiano, ON. p. 71.

42

meo parlameotario 00 ha existido ounea en Italia, siendo su supre-

macia teorica tan 5610 un mito liberal. En primer lugar el Poder Judi-

cial, encargado de aplicar la legalidad parlamentaria, no existe ~ n?ser mas que un brazo de la Admioistraci6n. Por otra parte, el Ejerci-

to depende directarnente y en exclusiva del rey sin oinguna mediaci6n

o control de tipo parlamentario y, por ultimo, el Gobieroo _puede a~li-

car a dejar de hacerlo las leyes aprobadas por la Camara siendo pr.ac-

ticamente irrespoosable POf ello. En Italia el Parlameflto no ha sido

mas que un cuerpo consultivo sin influencia real sobre el Gobierno;

0010 ha side el terreno donde las diversas fracciones de la burguesia

han buscado el entendimiento y las alianzas de gobierno "/Toda esta estructura demuestra los limites del horizonte politico

de la burguesia italiana, anclada tradicionalmente en la fase

economico-corporativa, pero incapaz de ser realmente hegernonica .

Con el Estado unitario la burguesia consiguio por fin convertirse en

una clase con protagonismo historico, pero su debilidad politiea le llev6

a abrazar un modelo de regimen muy autoritario y solo liberal en

apariencia 97/Precisamente uno de los obstaculos tradici?nales que el

Estado liberal no supo superar en Italia es el de la Iglesia que consi-

gui6 enajenar a muy amplios sectores populares de ese regimen ..Los

liberales no tuvieron fuerza para doblegar al Papa y solo gracias a

la intensificacion de la lucha de clases y al ascenso del movimiento

obrero revolucionario se acabo produciendo la confluencia del Ii be-ralismo con el catolicismo 98,

Como corolario de todo ello se produjo la exclusion absoluta de

lasmasas populares de la vida politica del Estado, 10 que explica la

tradicion «subversivista» de las mismasfEsta constante expresa cl ,re-

chazo popular empirico del poder liberal, pero carente de altern~!lv.aestrategica, Las masas populares se configuraron como estratos indi-

ferenciados de «muertos de harnbre», segun una significativa expre-

sian de la epoca, compuestos par campesinos pobres, obreros y pe-

queiios burgueses arruinados proclives, todos ellos, a forrnas de ac-

cion espontaneistas y anarquicas, EI problema central del poder y del

Estado escape a la comprension de los movimientos populares italia-

nos, dado el bajo nivel de conciencia de clase exis~ente. El {(nOmadl~-mo» politico resultante, en expresion de Grarnsci, no resultaba peh-

groso para las clases dominantes al no poder traduci~se en un proyec-

to revolucionario global ?", Por todo ello resulta logico el fracaso delos partidos politicos tradicionales, nacidos sobre el terreno electoral,

excluyente por definicion de las masas populares al ser el sufragio c~n-sitario, Las elecciones se hacian siempre sobre cuestiones muy genen-

cas ya que los diputados representaban posiciones personales y loca-

96 /1 partamento itatiano, SF, p. 115,

st La dinatura democreuca, SG. p. 323.98 I cattotici in Itaiia. SG, p. 345. Tambien QC. Ill. p. 2.057.

ss QC, 1, pp. 323·27.

43 ::

les, no n~cionales, dada la poca vertebracion de las propios partidos

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carentes incluso de verdadero programa " X l ._En este c?nte"t~ ~I socialism~ italiano desempehn ariginariamen-

te ~ma funcion historica progresista, En efecto, construido el Estada

umtarm, qued.aba pendiente la tarea mucho mas compleja de verte-

brar ~ la Nac~o~(cama seiial6 D~Azegia, l'Italia e fatta, era bisognafargli italiani), £!!a tarea la realizaron los socialistas entre las traba-

jadore~ .alldentificar sus intereses solidarios prescindienda de su la-

calizacion g~agnil1ca territorial. EI socialismo lucho por las liberta-

des democraticas indispensable, para el mavimiento obrero y 10 de-

fendl_Oen ~oinrnediato a nivel sindical y economico, contribuyendo

a forjar aSI la nacion italiana moderna, hecho que hasta algunos libe-

rales reconocieran '0'/A finales de siglo el creciente prestigio del PSI

atrajo a diversos grupos de intelectuales liberal-democniticos a sus fi-

I~~que acabarian abandomindolo posteriormente, victimas de la ac-

cion d~sgregadora del sis tema giolittiano. Gramsci seiiala que esto no

era mas que otra faceta del «transforrnismo» desde el momento en

que, en las etapas historicamente decisivas, la burguesfa acaba atra-

yendo a los intelectuales liberal-socialistas que procedian de su mis-

rna c1~,e '01.,£oma ha setialado Togliatti t03, la idcologia socialista ad-

qumo en aquella siruacion historica un caracter mesianico en tre la s

masas, . presentandose.como la heredera de la dernocracia risorgimen-

t~l. Mientras que a nivel teorico el conocimiento del marxisrno fue

siempre superficial, a nivel practice el socialismo se centro sabre to-

do en la lucha parcial y revivindicativa de tipo sindical, relegando cues-nones esenciales de estrategia revolucionaria.

Tr~ la~ rebeliones populares de 1894 y 1898 la burguesia italianar:consldero parcial mente la linea exclusivamente autoritaria mante-

mda hasta el momento y reconocio la necesidad politica de suavizar

los metodos represivos de gobierno, encontrando en Giolitti la pieza

clave del sisternaj/Se abria paso, como ha sefialado Salvadori '''', la

democracia burguesa basada en alianzas de clase mas amplias a par-

trr del bloque urbano del norte (burguesia, campesinos acomodados,

anstocracia obrera) contra ei resto de la poblacion. Este inteligente

pr.ograma se vio perturbado, en primer lugar, por el posterior predo-

numo del ala rntransrgente en el PSI vinculada a los meridionalistasliberales y, a continuacion, por la inevitable introducci6n del sufra-gio umversal masculino que hacia dificilla corrupcion individual. De

ahi que, ~itti se viera obligadn a variar sus alianzas apoyandose en

los catohcos (pacto Gentiloni}, regresando a la situacion Iradicionalde alianza burguesia industrial-terratenientes/

Giolitti y sus partidarios quisieron los resultados de una constitu-

100 QC , I, p, 928.

101 L. Paggi, Gramsci e il moderno pnncipe, op. cit., p. 81.'02 QC. I. p. 396.

103 P. Togfiatu, EI PCI, Avance, Barce lona, 76. p. 42.

10 4 M. L. Salvaderi. II milo del buongoverno, op. cit., p. 510.

44

yente sin convocarla, dado el clima de agitacion popular que la con-

vocatoria de una Asamblea semejante despierta, esto es, la reformadel sistema desde el interior que excluyera la irrupcion de las masas

en el Estado:

«En realidad Giolitti fue un gran ccnservador y un habil reaccionario que im-

pidi6la formaci6n d e u na lta lia democratica, consohdc Ia monarqufa co n 10-

das sus prerroganvas y vineulo la monarquia mas estrecharnente a la burguesiaa traves del poder ejecutivc reforzado qu e permiua pcner a 1 servicio de los in-

dustriales todas las fuerzas economicas del pais . Es Giolini el que ha creado

la estructura contempcranea del Estado italiano y todos sus sucesores no han

hecho mas que continuar su obra» 105.

En ultima instancia Oiolitti desacredito el parlamento precisamente

por ser en el fondo un antiparlamentario al procurar que el gobierno

no fuera su expresion y gozara de independencia total.

Tras la primera guerra mundial se rompe en parte el bloque rural

del sur ya que diversos sect ores del campesinado se alejan del mismoy basculan hacia grupos democraticos progresistas (autonomistas sar-

dos, reformistas sicilianos). En esta nueva coyuntura las elecciones

de ]919 son las mas importantes que se celebraron nunca en Italia hasta

el advenimiento del fascismo por e l caracter objetivarnente constitu-

yente que tuvieron a nivel popular. EI sistema proporcional aplicado

a escala provincial obligo a los partidos a agruparse en todo el terri-torio nacional por vez primera, unificandose sus programas y alian-

zas. EI drama historico de 1919 es el distanciamiento que existio entre

los partidos y las masas, a pesar del notable grado de participacion

electoral y de la esperanza que suscitaron los optimos resultados al-

canzados por el PSI''''.

Hasta el regimen fascista el proyecto politico de Giolitti fue el mas

ambicioso para resolver los problemas heredados del Risorgimento

y arnpliar la base social de apoyo al Estado, intentando para ello ab-

sorber sucesivamente a la oposicion socialista y a la cat6lica. La prr-mera guerra mundial fue una ocasion unica para aglutinar a toda la

naci6n contra el extranjero, sin embargo el bloque giolittiano fue, en

conclusion, incapaz de crear un Estado burgues moderno: exarninan-

do el caracter de la burocracia, la politica exterior, el Ejercito, el sis-

tema educative, la distribucion de las tierras, las elecciones y otros

factores, se constata la fuerte presencia de residues semifeudales que

condicionaron gravemente el desarrollo politico y economico del

pais 107. Especia1mente a nivel economico aparece ~Iaramente que la

introduccion del capitalismo en Italia no se produjo desde un punto

de vista nacional sino esencialmente oligarquico/La expansion capi-

talista ha originado una enorme emigracion n6 reabsorbida que ha

: : ~ : ; ! ' :~~.~~~~nti di vita intensamente colleniva e unitaria nello svilup-

po nazionale de l popoio ualiano ». Q C. Ill, p. 2.004 Y sigs.

1m L'intransigenza di ctasse e 10 storia d'ltalia. SG. p. 232.

45

arruinado a enteras re?-iones~ en su gran mayoria del sur, fomen-

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tando a la vez el despilfarro y el parasitismo de ciertas capas do-

mman~es 108. Po~ otra parte, la existencia de amplias eategorias de

pequenos y medianos propiet~rios urbanos y rurales complica el re-

partn de l~renta entre industr iales y agrarios. La politica irnperialista

ha obedecido a las neceslda~~s de una estr~cha oligarquia privilegia-

da que 1 _ 1 ? haec con ello politica extenor, smo interior, basada en la

corrupcron y el autoritarismo, 10 q ue demuestra la debilidad de lasfuerzas verdaderamente nacionales 109.

~n conclusion ...Gramsci individualize en todas sus notas con gran

lucidez el complejo proeeso que condujo a la Iormacion del bloque

historico dorniname en Italia hegemonizado por las fuerzas conser-

v~doras, c~n las. perspectiva de ofrecer nuevos elementos de estrate-

gia revo~uclOnafla mas adecuados para la realidad de su pais una vez

reconoe,lda el terrene nacional sabre el que deben actuar las fuerzas

progresistas y. examinados los condicionamientos del pasado que ha-bian caracrenzado a la soeiedad italiana/

lq~ QC, III. p. 1.991.

liN QC, 1I, p. 774.

46

CAPiTULO II.

EL BLOQUE HISTORICO.

I. LA SOCIEDAD POLITICA Y LA SOCIEDAD CIVIL

Para comprender la importancia del analisis teorico del Estado rno-

derno efectuado por Gramsci es fundamental remitirse a su concepto

de «bloque historico». Como ha seiialado Portelli I, el bloque histo-

rico, que no debe reducirse a una simple alianza" entre clasessociales 2, expresa el vinculo organico que une la estructura economi-

ca con las superestructuras juridico-politica e ideologica que corres-

ponden a una formacion social concreta e historicamenre determina-

da. La estructura y las superestructuras forman un bloque historico,

es decir, el conjunto complejo de las superestructuras es cl reflejo de

las relaciones sociales de produccion JDe esta tesis no debe deducirse

un corolario economicista va que Gramsci es contrario a la preten-

sion de presentar toda fluctuacion de la politica y la ideologia como

expresion inmediata de la estrucmra/En realidad el reconocimiento

de la propia estructura 0 base plantea import antes problemas desde

el memento en que la politica refleja algunas tendencias del desarro-

llo econornico que no tienen pO T q ue concretarse 4.

Dentro de cada bloque historico particular cobra especial relieve

el eStudio de su superestructura, distinguida PO T Gramsci en dos esfe-

ras. la sociedad politic a (el Estado en sentido estricto) y la sociedad

civil. Se trata, sin embargo, de una division puramente rnetodologica

y no organica, segun Sll expresion, puesto que, en la realidad de he-

cho, ambas se identif ican 5. Para Gramsci el concepto de sociedad ci-

IH. Portelli, Gramsci e t te bloc nis torique, pur . Paris. 72. p. 9.2 Para corroborar este punto de vista Vid. Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Etat;

Fayard, Paris, 75, p. 317. E1analisis ccmrario mas representative es elde R. Garaudy,

Le grand tourant du sociahsme, en «Lhomme et la SOCiete», n." 21, jul-ag. 71.

l QC, II, p. 1.05t Y 1.321, III, p. 1.569.

• QC, II. pp. 871-72.5 QC, III, p. 1.590.

47

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vii no es asimilable at de Hegel 0, incluso, at de Marx que la identifi-

caban con el conjunto de las relaciones econ6micas, sino que se refie-

re at sistema de aparatos denominados «privados» (Escuela, Iglesia,

Prensa y otros) que desempefian funciones de hegemonia '. La socie-

dad civil forma la base de la sociedad politica can la que esta indiso-

lublemente ligada y sirve precisamente para art icular y transmitir la

ideologia dominante: I

«en tre la est ruc tu ra econ6mica y e lEstado con su legi sl aci cn y su coacc icn es tala sociedad CiYlI»'.

v.

Gramsci se opone, por tanto, a la rigida division tradicional, he-

redada del liberalismo, entre sociedad CiV1I,por una parte, y Estado,

por otra. La sociedad civil desempena funciones politicas de primera

magnitud y, en este sentido, forma parte de la estructura ampliada

del Estado. /

A partir de estos supuestos algunos estudiosos, especialmente Bob-

bio, han presentado a Gramsci como «el teorico de las

superestructuras» 8 por el enfasis que puso en desarrollar algunos as-

pectos poco investigados en la tradicion marxista del Estado y las ideo-

logias en la sociedades capital istas desarrolladas.

_..Hay algunas instituciones y aparatos que pueden plant ear ciertos

problemas formales en cuanto a su ubicacion, sobre todo el Parla-

mento y los partidos politicos, aunque, dado su caracter de instancias

mediadoras, desempeilan evidentemente funciones «publicas-s'En los

regimenes liberal-democraticos se parte del supuesto teorico de que

la Soberania popular reside y se expresa en el Parlamento en cuanto

ernanacion de la voluntad coleetiva de los ciudadanos verifieada me-

diante las consultas electorales periodicas, Ala formacion de esta vo-

luntad coneurren los partidos politicos en cuanto representantes del

pueblo y su plasmacion se traduce en el Parlamento. Prescindiendo

de los elementos ideologicos de esta construccion es evidente que tan-

to el Parlamento como los partidos politicos son,para Gramsci, o r -ganos del Estado puesto que tanto estes en la soeiedad civil, como,

con mas razon, aquel son instituciones escnciales para la regulae.on

y el funcionamiento de Ia soeiedad politica, de ahi la interdependen-cia de ambas esferas. Por otra parte, Gramsci se plantea el problema

de si el parlamentarismo y el regimen representativo deben identifi-

carse forzosamente entre si y si es posible una solucion polit ica distin-

" ta del parlamentarismos clasico y del regimen burocratico a traves de

un nuevo modelo de representacion 9.

Por tanto para Gramsei la sociedad civil no se refiere a la esfera

de las relaciones economicas, sino al sistema de instituciones superes-

, QC, III. p. 1.518

7 QC. II, p. 1.254.

e N. Bobbio, Gramsci e faconcetione delia societe civile. En. Gramsci e la cul turacontemporanea, op. cit., vol, I, pp. 75-100.

9 QC. I II. p. 1.708.

48

tructurales que complementan el aparato politico especffico de domi-

naci6n directa '0 , pero ello no Ie lIeva a desconsiderar y subvalorar la

determinacion «en ultima instancia» de la estructura econ6micy'En

efecto, Gramsci cito a menudo el conocido prefacio de Marx sobre

la «Contribucion a la critica de la economia politica» II puesto que

siempre consider6 que en las relaciones sociales de producci6n se ha-

lIa el origen de la divison clasista de la sociedad, aunque rechazo con

energia toda interpretacion determinista y economicista de este supues-

to. La estructura, formada por el conjunto de las fuerzas sociales y

poretmodo de produccion dominante, tiene un caracter mas estable

que las superestructuras, en cambio est a s son las que orientan la di-reccion del bloque hist6rico, sin olvidar el condicionamiento que su-

pone la base econ6mica. En realidad ambos momentos tienen un rol

motor puesto que no se trata de que uno prime sobre el otro, sino

de una art iculacion compleja de dos niveles relat ivamente autonornos.

Esto significa que aunque la base economica sea factor dominante,

el elemento subjetivo de la voluntad es decisivo/Las Iases estru~tura-

les solo pueden ser estudiadas cabalmente cua'ndo han concluido su

proceso de desarrollo, mientras que a nivel coyuntural no se puede

encontrar una explicaci6n inmediata en la estructura de toda lucha

politica e ideologica. Asi se producen fenornenos que no estan direc-

tamente determinados por la estructura: I) movimientos coyuntura-

les sin trascendencia historica, 2) errores politicos de calculo de losrepresent antes de la clase dirigente, 3) actos internos del personal in-

telectual de la clase dirigente y 4) ideologias arbitrarias.

Esta contradiccion diali:etica es la que caracteriza al bloque histo-

rico, por ello hay que evitar los analisis de tipo mecanicista 0 volun-

tarista ya que, en un caso, la sociedad civil seria simplernente asirnila-

da a la estructura como rnero apendice y, en otro , seria arbitraria al

no tener ningun vinculo can la base 12.

La sociedad civil, a traves de sus aparatos «privados» que desern-

;clian en realidad tareas publicas, proporciona la cohesion ideologi-

ca yen ella descansan las relaciones de produccion y la division social

del trabajo. La sociedad politica queda por ella legitimada a traves

de la sociedad civil encargada especificamente de or canizar y mante-

ner el consenso general hacia un determinado sistema. En Occidente ~

esta ult ima es particularmente importante y cornplcja ya que es est a- (,

ble y resistente a las irrupciones catastroficas del clernento econorni-

co inmediato (las crisis de coyuntura). Las superestructuras de la so-

eiedad civil forman una segunda linea de defensa, similar a las trin-

cheras en la guerra moderna, que representa un solido baluarte para

el conjunto del bloque hist6rico dominante ". En definitiva, la socie-

10 P. Anderson, Las ant inomies de Antonio Gramsci , Fontamara. Barcelona, 78,

pp.6().61.

II QC, I, P. 455. III. p. L579. .12 H. Portelli, Gramsci e t Iebloc tustorique, op. cu. , pp. 48 -66. Yid. ademas QC,

rn, pp. L518·19.

u QC, Ill, p. 1.615.

50

derecho y libertad, orden y discipl ina, o, con un juicio implici to de sabot l iber-

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dad civil supone la direccion intelectual y moral de todo sistema so-

cial representando par si sola a la mayor parte de las superestructuras

al ser la base y el contenido etico de todo Estado en tres niveles: I)

como ideologia de la clase dirigente, 2) como concepcion del mundo

difundida entre todas las capas sociales para vincularlas a la clase di-

rigente y 3) como direccion ideologica de la sociedad a traves de la

organizacion de la cultura y de los medios de difusionJ

2. LA NUEVA DEFINICION DEL ESTADO AMPUADO: HEGEMONiA Y

DOMINACIOf ' EN SUS APARATOS E INSTITUCIONES

A partir de esta distincion metodologica introducida par Gramsci

entre las dos sociecades resulta evidente su arnpliacion de la nocion

tradicional de Estado, al incorporar la organizacion de la hegemoria

a sus aparatos prec.sarnente por su oposicion a tad a concepcion eco-

nomicista de la politica, ".J . i I sociedad politica, es decir, el Estado

en sentido cstricto , prolonga la sociedad CIvIlmediante las fUTICIOneS

directas de dorninacion y coaccion legal I'. Sin embargo el Estado no

es s610 la expresion del dominic directo puesto que comb ina la coac-

cion con el consenso «espontaneo» de la poblacion, asegurado por

la disciplina «legal». No se puede reducir el Estado al mero momenta

de fa violencia ya que este debe concebirsc como intirnamente vmcu-lade a la sociedad civil. EI concepto amplio de Estado debe englobar,

para Grarnsci, a las dos sociedades en una sola realidad politica, ~.in

embargo en sus notas se ernplea, a veces indistintarnente, la nocion

de Estado en los dos sentidos: en el tradicional que cine el Estado al

aparato especifico de dominaci6n yen el sentido integral que Grams-

ci teorizo, 10 que, en ocasiones, puede resultar des~oncertan~~. En es-

te ultimo caso la distincion metodologica entre sociedad politica y 50-

ciedad civil se transfiere al interior del Estado ampliado que engloba

el aparato represivo y el hegernonico 16.

Gramsci, en sus conocidas definiciones de Estado, cst ablece que

cvtc C'\ la <urn a d e la so c ie dad po luic a y la so c ic d ad c iv il. 1 0 que " iL JPO -

ne la hegernonia acorazada de coaccion; el Estado, en su sentido in-tegral. es dictadura mas hegemonia/Desarrollando esta formula. par-

ucndo de una definicion de Guictlardllli. Gr amsci relaciona 3<";1 los

s ig ui cn tc -. e le m e nt ov :

«Guicciardini .t! 1 1 1 1 1 < 1 que para l a vid,a de un Es tado do . ..covas son absolut a-

mvut, r,~,~"dl;,I~ LI' arma-,y la rCII)21on.I a formula dr Guicoardini pucdc vcr

ll<llhk;c~.l ,'I ,':1.1 JI·.l'r,'-l'. mcno-, Jrj~li"::J'. Iuerva \ conccnturucnto . ..:,Kk~··l\n

y persuasion, Esradc e Iglesia, sociedad poluica y sociedad civil , pol it ica y mo-

ral ( ... ),

14 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Etat, op, cit., p. 88.

15 H. Portelli, Gramsci er le bloc historique, op, cit., p. 29. .J6 V. Gerratana, La nueva es trat eg ia que se abre paso en lo s «Quademi», en F.

Femandez-Buey y otros , Gramsci hoy, Materi al es, Barce lona , 77 , p . 108 ,

ta rio , violenc ia y engano». n.

EI concepto habitual de Estado es unilateral y conduce a errores

politicos: I!2!:.Estado debe entenderse no solo el aparato gubernativo,

sino tambien el aparato privado de hegemonia 0 sociedad civil I•.

Grarnsci enriquece por tanto notablemente el concepto teorico de Es-

tado que de «comite de gestion» de los asuntos burgueses (Marx) 0

de «excrecencia represiva» (Lenin), se integra en una art iculacion com-

pleja can la sociedad civil. EI Estado ya no se reduce fundamental-

mente al momenta de la fuerza, de la violcncia organizada, sino que

engloba, con carcter prioritario, el rnomcmo JL'] consemimiento y su

organizacion, par el hecho de que esra integrado en la sociedad civil.

EI Estado vela por el conjunto de los imCfL" '1L·..l ie las cIases domi-

nantes ya que su unidad historica se produce precisamente en su

interior 19. incluso contra alguna de sus fracciones que coyuntural-

mente pueda poner en peligro la cohesion de todas ellas. A la vez el

Estado asume alguno de los intereses de los grupos dominados para

integrarlos en el sistema y mostrarse «representativo»:/

«Deberta ser una maxima del gobierno intentar elevar el nivel de vida material

del pueblo mas alia de cicrto limite. En esta direccion no hay que buscar ninogun morlvo «humanitano», ni una tendencia «democrat ica»: incluso elgobier-

no mas ohgarquico y reaccionario tendrta que reconocer la val idez «objenva»de esta maxima, esdecir, su valor esencialmente pol it ico (universal en la esfera

de la politica, en el arte de conservar y aumentar la porcncia del Estado)»

_La legitimacion del Estado se fundamenta en el derecho que es el

instrumento tecnico para mantener un deterrninado upo de civiliza-

cion. EI derecho es el aspecto represivo y negativo de toda actividad

positiva y civilizadora del Estado ". El derecho es a la vez coactivo

e ideologico pues impone un cierto compromiso social y homogemiza

a los grupos dominantes, a la vez que adecua las norrnas juridicas ge-

nerales al desarrollo de la produccion ". EI Estado burgues, al supe-

rar formalmente las dos sociedades y dividir 10 publico y 10 privado,

se sieve del derecho para complementar el funcionamiento del siste-

ma econornico. La ley se acaba convirtiendo en la expresion institu-cionalizada de la costumbre impuesta./ '\.

La profundizacion de la teoria del Estado en Gramsci es 10 que

motive su interes por el pasado historico nacional y por el desarrollo

del Estado italiano contemporaneo 2l_ EI Estado burgues moderno (el

Estado liberal de derecho) se basa en la separacion de poderes, con-

H QC. II. pp. 762·63. 810·1.245.

I' QC, II. p. 801.I.QC, III. p. 2.287.20 QC. II, p. 743.

21 QC. III. p. 1.570.

21 QC. II, p. 757 t 773.

2j E. Ragicnieri, La concezione de/lo Stato in Gramsci, Rinasci ta , n". 22. may, 76 .

51

trolado par las c1ases dominantes y el origen de ella no debe buscarse capitalismo dota aI Estado de nuevas atribuciones economicas. Asi,

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en la voluntad de aquellas, sino en el proceso historico y economico

real, tal como ha senalado Cerroni 24. Toda la ciencia politica se ba-

sa en el hecho de que existen gobemantes y gobernados, dirigentes

y dirigidos; a partir de ahi es fundamental para toda actividad politi-

ca plantearse si se desea que esa division sea permanente a si se quie-

ren crear las condiciones para que desaparezca ". De hecho la gestionadministrativa estatal esta encomendada a una categoria intelectual

especifica, la burocracia, can caracter de cuerpo cerrado y separado.

En sentido moderno este grupo no desempena funciones directamen-

te economicas, pero es esencial para la .organizacion y el funciona-miento del Estado. En algunos casas la burocracia se ha formado his-

t6ricamente a traves de la reabsorcion politica de la vieja aristocracia(cjunkers» prusianos en Alemania y lares en Gran Bretana) y en otros

mediante la integracion de elementos procedentes de las c1ases popu-

lares (el caso del «trasformismo»), En Italia la burocracia ha adquiri-

do historicarnente vastas proporciones, debido sabre todo a razones

politicas mas que tecnicas ya que este fenorneno ha sido una forma

de neutralizacion de la pequeiia burguesia, Ella ha originado escasa

racionalizacion del aparato administrativo, parasitisrno, corrupcion

y un considerable despilfarro del erario publico, pero resulta inevita-

ble para las clases dominantes dada la peculiar estructura del bloque

historico nacionaJ 26.Anderson ha seiialado que Grarnsci utiliza el concepto de Estado

en una doble acepcion, originando can ella alguna aporia: par una

parte Estado y sociedad civil se identifican y, por otra, conservan cierta

distincion ". En realidad Gramsci no diluye la especificidad del apa-

rato del Estado, pero 10 integra, en una perspectiva mas amplia, den-

tro de la sociedad civil, de ahi la aparente contradiccion, La combi-

naci6n de fuerza y consenso es 10que caracteriza al Estado moderno

en su significado integral. La importancia de la sociedad civil se deri-

va del hecho de que en Occidente prevalece el metodo del con sen so

ideologico para integrar a las masas en el Estado, antes que la repre-

sion fisica directa. EI Estado es tan solo la «trinchera avanzada» de

un sistema unico y la hegernonia, en las sociedades desarrolladas, se

asegura fundamentalmente en la sociedad civil. A su vez se observa

una creciente «estatalizacior» de la sociedad civil a medida que el Es-

tado moderno asu'j'e cada vez mayores funciones y tiende a la maxi-

ma centralizacion, si bien el Estado «vigilante nocturne» propio de

la teoria liberal, no ha existido nunca. EI desarrollo estructural del

24 U. Cerroni, Gramsci e if superamento della separazione fro societe e Suuo. En:

Studi gramsciani, op. cit.• p. 109. Vid. la critica al punto de vista de vychinsk: que

reduce la estructura del Estado a la voluntad de la clase domiuante en el ensayo de

U. Cerroni, «EJ pensamiento jundico soveaco», Cuadernos para el diaJogo. Madrid, 77.

" QC, III, p. 1.752.26 QC, II, p. 1.004; III. pp. 1.532-38, r . e o e y 1.632.27 P. Anderson, Las ant inomtas de Antomo Gramsci, op. at., p. 27.

52

por ejernplo, mediante ciertas nacionalizaciones el Estado cubre las

perdidas de las empresas privadas, ala vez que interviene en los cir-

cuitos economicos globales para proteger a los grupos dominantes 28.

_ La propia sociedad politica no se reduce a la mera maquinaria del

Estado puesto que la union dialectica de los dos momentos (coaccion- '('

consentimiento) se produce a traves de sus aparatos ideologicos y po-

l it icos. Esta uni6n puede constatarse en las consultas electorales puesto

que los aparatos «privados: de la sociedad civil crean un determina-

do c1ima favorable para la sociedad politica. Par ella el Estado capi-

talista tiene un papel ideologico y educador de primer orden (escuela v,

publica, derecho) ya que la funcion hegernonica se reparte en las dos ,~

sociedades intimamente vinculadas 29. En este sentido todo Estado es

«etico» en cuanto una de sus funciones mas importantes es la de ele-

var culturalmente a una gran masa de la poblacion a un determinado

nivel que corresponda a las necesidades de desarrollo de las fuerzas

productivas y, per tanto, a los intereses de las clases dominantes. Es- "

te conjunto de consideraeiones son los que obligan a replantearse la

estrategia de la revolucion en Occidente, concebida por Gramsci co-

mo «guerra de posiciones». Precisamente, como ha senalado

Mancina 30, la ampliacion del concepto de Estado modi fica la estra-

tegia revolucionaria del movimiento obrero en Occidente puesto que

no hay un poder politico exterior a la soeiedad civil, sino imbricadoen la misma./

En situadones normales las contradiciones sociales son absorbi-

daspor la sociedad civil, preparada para educar y organizar el con-censo de los gobernados, Las masas populares deben ver como «na-

tural» la division social del Lr a hajo y la separacion politica entre go-

bernantes y dirigidos. Can todo,la labor de asimilaci6n social no pue-

de ser t?tal puesto que, en ccasiones, las tensiones son incontenibles,

produciendose un proceso de disgregacion del bloque historico domi-

nante; en terrninos de Grarnsci se trata de una «crisis organica» del

sistema. Esta situacion produce un distanciamiento entre la sociedad

civil y la sociedad politica, 10 que significa que la base historica del v,

Estado se desplaza y evoluciona hacia una forma extrema de socie-dad politica abiertamente dictatorial". En este caso se refuerza el rolrepresivo y de dominio directo del Estado y por ella las c1ases domi-

nantes tan solo se apoyan en la soeiedad politica al perder el control

de la sociedad civil por una crisis de hegemonia. / --.;:

Poulantzas ha subrayado la notable originalidad de la aportacion

grarnsciana sobre los problemas teoricos del Estado y la hegemonia

>II QC, u, p. 996; lll, p. 2.302.

19 P. Anderson, Las anunomias de Antonio Gramst: i, op. cit., p. 55. Asimismo,J. M . Piottc, EI pensamietuo poli ti co de Gramsci, op . cit. , p. 222.

JO C. Mancina, A propdsito di atcuni temi gramsciani, Salemi, Roma, 77 , p. 15.

11 QC, n,p. 876.

53

al snperar la clasica dicotomla Estado-instrurnento de la clase dirigente

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(Lukacs) a Estado «reflejo» de la estructura econ6mica (II Interna-

cional, Bujarin), a pesar de los reproches de desviaci6n «historicista»

que Ie ha dirigido ".

En dctinitiva, es evidente que para Gramsci el Estado, en su senti-

do integral que va mas alia del coneepto de «aparato de Estado», esta

Jigado a la estruetura y a las superestructuras y se define por una rela-

cion de c1ase al expresar una condensacion de fuerzas. Con todo, su

caracter nunca es monolitieo puesto que el bloque social dominante

no solo es plural, sino que debe acoger algunas reivindicaciones po-

pulares para reafirmar su propia hegemonia en todo el tejido social.En Occidente la mayor solidez de la base economica amplia las fuer-

zas de la sociedad civil hasta el punto de que sus aparatos «privados»

han pod ida permear y neutralizar con su influjo permanente a am-

plias masas de la poblacion. De ahi la importancia de esta nueva defi-

nicion teorica y, sobre todo, de las consecuencias estrategicas renova-

doras que deben deducirse para evitar caer en graves errores y peli-

grosos mimetismos, tal como ocurrio en Europa en la inmediata post-

guerra mundial.

3. LA "REYOLUCION PASIYA,,: AMERICANISMO Y FASCISMO

~Uno de los conceptos te6ricos mas interesantes de Gramsci es el

de «revolucion pasiva», especialmente util para analizar el desarrollo

de determinados bloques historicosz'Recjentemente ha sido subraya-

do por divers os autores el valor politico de esta noci6n que Gramsci

emplea no s610 para el estudio hist6rico del Risorgimento, sino tam-

bien para la situacion contemporanea 33.

Por «revolucion pasiva» debe entenderse que el proceso de desa-

rrollo historico es.a protagonizado por las clases dominantes que con-

siguen neutralizar a las clases subordinadas mediante una politica de

oportunas concesiones reformistas 34, Se trata de una situaci6n en la

que las fuerzas conservadoras hegemonicas consiguen disgregar a sus

antagonistas, incorporando a su proyecto politico parte de la antite-

sis, si bien controladaj/Es deeir se produce una;

«fusion y asimilacion reciproca tras un PTOt:CSO molecula r ( . .. ) (en e l que) cesa

la lucha organica fundamental y se supera la fase catastrofica- 35.

32 N. Poulantzas. Introduccion 01estudio de la hegemonia en el Estado. En: He-

gemonia y dominacion en e tEstado moderno; Pasado y presente. Cordoba, 69 , p . 73.Ademas, del mismo autor, Poder politico y ctases sociales en et Estado capitatista, Si-

glo XXI, Madrid, 72, pp , 169-75.

33 Ch. Buci-Glucksmann. Sui problemi potitici deJJa transizione: ctasse operata erivotuziane passive. En: Poli ti ca e s tor ia in Gramsci, vol I., p. 99 y s igs. En e lmismo

vo lumen : F . De Fel ice, Rivotuzione passive jascismo, americanismo in Gramsci, p.

161 Ys igs., ER, Roma, 77.J4 QC, n, p. 1.325.

II QC, I II , p. 1.621.

54

Ja «revol~ci6n pasiva» se concreta en el hecho de que es el Esta-

do el q?e sustituye a los grupos sociales para dirigir una lucha de re-

nOV~clon, 10q.ue representa un ejemplo de dominaci6n sin direcci6n,

de dictadura sm hegemonia 16. En este sentido la «revoluci6n pasivas

sena, «a sensu contrano», opuesta al modele jacobino frances pues-

to que d~~ota I~ ausencia de iniciativa popular. Los resultados de la

«revolucion p,asIVa»puede~ ser incluso historicamente positivos, desde

el punto de .~lSta.de la racionalizacion capitalista, pero suponen una

modernizacion sm participacion d~mocratica de las masas ". I_EI concepto de «revolucion pasiva» puede ser relacionado con el

d,e «guerra de p~sic~ones)))8 ya que cabe concebir un periodo histo-

r~co e~ e~que coincidan ambas realidades. Grarnsci daria asi un jui-

CIO «dinarnico» .de las «restauraciones», aunque se cuida mucho de

caer C1 el moralJsm.~ 0 el cconomicismoj/Gramsr: siernpre tenia pre-

s e rt e l a . c Int rodU(,l'l()rl:' . d e \ Ian anr c r i o r r n c r u c cirada. p r c c i -n m c r u c

para eVlta~todo rnecamcismo en la interpretacion de esta nocion .19, En

ek,\:to: la idea d~ que cl prcscnte sea una cpoca de v rev olucionc-, pa....-

vas» [Icn~ ~lpeligro del ~(.derrotjsmo historico», puesto que puede dar

la .rnpresion de un fatahsmo inevitable 40, En todo caso se trata de

tener una concepcion dialect ica de esa nocion que no debe convcrtir-

se en un programa de actuacirm politica, como en el caso de los mo-

derad?s durante el Risorgimento, sino tan s610 en un criterio meto-

dologico de interpretacion. Es importante la observacion de Gramscide que el .periodo hist6rico cMtemporaneo, posterior a la primera gue-

ra mundlal,. puede ser estudiado y analizado a partir del concepto

de (revolucl?~ pasiva» Tras la conmoci6n de la guerra imperialist a

y Ja grave CfISIS posterior COn el corolario de la derrota de la revolu-

cion proletaria en Occidente parecia cerrarse toda una epoca. En ef'ec-

to, la burguesia habia conseguido controlar la situacion y ncutralizar

a las fuerzas revolucionarias, pese a la obstinada resistcncia de e st as.

Par ello el period a denominado de la «estabilizaci6n relativa. del ca-

pitalismo parecia ser alga mas que un mero parentesis coyuntural. Co-

mo ,es s abi?o Gramsci no acepto la idea del (Tercer periodo», consi-

derandola irreal y aventurerista, de ahi su insistencia teorica en el te-

rna de la «revolucion pasiva. que obligaba a calibrar de otro modola respuesta mas conveniente de las fuerzas populares,

La gran ~;isjs d~ la o postguerra acab6 produciendo dos vias para

la rec~~raclOn capitalista, diferentes en cuanto a los rnetodos por laspeculiaridades de cada forma social y por la desigual intensidad de

la lucha de clases, pero semejantes en cuanto a los objetivos estructu-

" QC. 1II, p. 1.823.

~ Ch. B~ci-GI~cksm.ann, Gra_msd et ra«. op..=.p. 71. .

170. De Felice, Rivoluzione passtva, fascismo, amerlcantsmo In Gramsci, ap. cit., p.

" QC, 1II, p. 1.774.

. . «I Sobr~ las relaciones entre los conceptos de «revotuctcn pasiva» y «guerra de po-

eciones», vid. QC. III.pp.

1.766--68.Sobre la «revolucion pasha) como medio de in-terpretacion hist6rica, vid. QC. III, p. 1.827.

55

rales perseguidos. EI fascismo, como solucion directamente autorita- Pozzolini ha puesto de relieve el punto de vista de Gramsci sobre

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ria, y el «new deal» rooseveltiano, formalmente respetuoso de las ins-

tituciones liberal-democraticas, perseguian, en ultima instancia, no solo

disgregar a las fuerzas antagenicas, sino especialmente relanzar el ca-

pitalismo sobre nuevas bases". Como ha senalado Vacca 42, fascis-

rna y «americanismo», en expresion de Gramsci, no serian mas que

dos intentos de modemizar y racionalizar el capitalismo «por arriba»,

dada la consolidacion de la nueva fase monopolista. Por ello Grams-

ci afirma que la epoca actual parece caracterizarse por el predominio

de la «revolucion pasiva», de la que subraya su caracter polit icamen-

te conservador I La «revolucion pasiva» persigue:

«reducir la dialectica a pure proceso de evolucion. refcrrnista. de revolucion.re-tuumci.ur. L'II L' 1 '-JUL' < ok el -ccundo momcnro 1. valido» t. D~alu que: . . la-,restauraciones, con el nombre con el que se presenten, sobre todo las actuates(subrayado per el autor), son universalmerue represivas» 44.

Gramsci consagro abundantes notas al estudio del «americanis-

mo» en las que dernostro haber captado los elementos renovadares

que habia introducido el capital monopolista en los EVA con proyec-

cion de modele econ6mico universal. Al mismo tiempo reflcxiono sa-bre el fascismo, incluyendo parcialmente el nazismo, para profur:di-

zar en el estudio del Estado capital ista y en la estrategia de la revolu-

ci6n socialist a en Occidente.

A. CAP1TALISMO MONOPOLlSTA, 1MPERIALISMO Y «TAYLOR1SMO"

I I :

I II

'I

Gramsci estudio con profundidad y originalidad notables las ten-

dencias organicas del capitalismo monopolista en el Estado moder-

no, especialmente tal como se manifestaban en los EVA en cuanto

gran potencia industrial hegernonica en ascenso 4~. Sin embargo algu-

nos autores han atribuido tradicionalrnente a Gramsci no solo una sub-

valoruc ion de 1 0<';problem a ...c c ono rn ic ov. <ino inc lu ...o una <ust an cial

incomprension de la esencia del imperialismo contemporaneo 46. En

cambio Gramsci capto plenamente la importancia de los cambios es-truct uralc. ...que se c...uban produciendo en el capiialismo. 3..1 como

la f'uncion del colonialismo y no solo par f.dclidad '(OrtodOX3H al pen-

sarnieruo de Lenin. Sus observaciones sobre el taylorismc y el Iordis-

rno como rnetodo supremo de modcrnizacion y racionalizacion del .. .,,·

tema capitalista, aSI 10 demuestran.

41 C. Mancina, A proposi to d i alcuni temi gramsciani , {}p. cit. , p. 12.42 G. vaca. La «cuesuone polit ico degli intel letueln e ta leona marxista della Stato

net pensiero di Gramsci. En: Pclit ica e storia in Gramsci. op. cit., vol . I , p. 445 Ysigs.43 QC. II, p. 1.328.44 QC, Ill, p. 2.232.45 QC, I, pp. 166-72; 1II. p. 2.179.46 T. Perlini , Gramsci e il gramscismo. Celuc, Milan, 74, pp. 41, 90 y 149.

56

el mundo colonial, su funcion estructural para el imperialismo y sus

problemas politicos principales ". Q!:.amsci era bien consciente del

falso mito de la colonizacion capitalista como medio para elevar el

nivel cultural y cientffico-tecnico de los paises dependientes ya que,

en 1 8 practica, no es mas que un mecanismo de penetraci6n econ6mi-

ca y sujeccion politica ". Por ello la resistencia de los pueblos colo- ~

niales perifericos contra las metropolis centrales imperialist as es de

vital importancia ya que reviste caracteres de lucha de closes. Para :;

Gramsci la clase obrera de los paises industriales y los pueblos colo-

niales estan oprimidos por el mismo sistema imperialista, por ello esindispensable la union solidaria de ambas fuerzas en su lucha contra

aquel,'EI triunfo de la lucha de liberacion nacional tendria consecuen- ,

cias negativas para el imperialismo ya que se reducirian las fuentes

de materias primas y energeticas, ademas de la mano de obra abun-

dante y barata, desencadenando movimientos centrifugos en las pro-pias metropolis centrales dominantes. En ultima instancia solo el pro-

letariado revolucionario internacional puede resolver los desequilibrios

mundiales, industrializando la- agricultura y extendiendo la civiliza-

cion industrial (en Gramsci la sugestion «eurocentrista» nunca liege

a desaparecer) segun las necesidades autonornas de cad a pueblo. En

este sentido, los EUA, en cuanto principal potencia irnperialista, se

verian afectados interiormente par la revolucion anticolonialista al agu-dizarse sus propias contradicciones, de ahi.la prioridad fundamental

de esta lucha.Gramsci analiza el caracter del fordismo y del taylorisrno " en

cuanto maximas experiencias modernizadoras y renovadoras intent a-

das hasta el momento por e l capitalismo ya que, en cierto sentido,

prefiguraban la «linea general» que este sistema parecia preconizar

a gran escala en 10 inmediato 5Q. Gramsci describe el fordismo como

la politica industrial seguida por los sectores mas dinarnicos y empren-

dedores de la burguesia norteamericana frente a los sect ores especu-

lativotpara «Ilegar a la organizacion de una economia programati- .....

ca» y t ratar de racionalizar la tecnica de la produccion , Paralelarnen-

te se plantea el problema de:

47 Vid. su ensayo, Che cosa ha veramenle detto Gramsci, Ubaldin i, Roma, 68.48 QC, II, p , 986.49 Hay que resenar el s ignif icado semant ico que Gramsci otorga a estos terminus

para comprender mejor su alcance. Asi, el«americanismo> equivale al principia ideo-logjco defendido por el s is tema poli ti co dominante en los EUA del «american way ofl ife» . por 10que Gramsci uti li za el vocable en su sent ido t radicional. EI «fordismo»

s e r e fl er e al modele de industrializacion acelerada can caracter mcnopolista, cuyo ma-ximo exponente es precisamente elempresario, H. Ford . El «taylorismo» cons is te enlos metodcs para acelerar el ritmo de la producci6n a pa rtir de la intensiflcacion de

las condiciones del trabajo imroducidos par el tecmco F. W. Taylor.50 En especial v id . sus notas agrupadas bajo el eplgrafe «Americanismo e fordis-

'1'0»; QC. III, pp. 2.139-181 (afto 1934).

57

«si el american ismc pueda consthu ir una « e p o c Q » histdrica. es decir, s i puedadeterminar un desarrollo gradual del tipo ( ) de las «revotuciones pasivas» (5U- bajadores mejor cualificados y mas d6ciles at nuevo rnetodo industrial!

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brayado por e l auto r)» 51,

_ EI fordismo supuso Ia introduccion de un nuevo mecanismo de

acumulaci6n y distribucion del capital financiero en conjuncion con

el creciente intervencionismo econornico del Estado que reforzaba a

las ernpresas industriales privadas frente aJ capitalismo especulativo.

Este nuevo sistema de racionalizaci6n economica supuso uno de los

principales medios para par alizar la ley tendencial de la caida del be-

neficio, especialmente aguda rras el «crack» financiero de 1929.

Grarnsci, a la inversa de Varga. cconornista «oficial» de la lC, no sehizo ninguna ilusion sobr c la oagonia: definitiva del capitalismo tras

est a crisis ya que se trataba de un proceso complicado que tenia un

origen en la guerra mundial y en el propio mecanismo funcional de

cse modo de produccionj'La crisis exasperaba sin duda el elemento

intervencionista. «estatal-nacionalista» segun la expresion de Grams-

ci, en los circuitos econornicos, pero de ahi no deberian deducirse jui-cios sumarios y simp list as 5~.

Ford elabora maquinas cad a vez mas perfectas, obreros altamen-

te cspccializados, ahorra materias primas y rebaja el coste global de

la produccion, Ford so beneficia de una posicion del monopolio que

Ie permite intensificar la explotacion y reducir la competencia 53. Sin

embargo, el metoda Taylor que aplica en sus fabricas ticne algunosIimitcs: por una pane, no puede arriesgarse a deteriorar los medias

de produccion, humanos y tecnicos, por el afan de aumentar los rit-

rnos, adcrnas no pucdc automatizar absol utarnente toda la empresa

y, par ultimo, tam poco puede saturar el mercado industrialmundial >'.

EI taylorismo ha permitido la creacion de un nuevo tipo humano

de trabajar disciplinado e integrado en el sistema. EI control de los

industriales sobre la vida privada del trabajador no se veri fica por ra-

zones rnorales, sino para preservar su eficacia productiva. Esto expli-

ca la rigid a pervivencia de la ideologia puritana en la poblacion nor-

reamericana. especial mente en las cuestiones referidas a la prohibi-

cion del alcohol y a la represion sexual. S, trata de controlar la ex-pansion y el ocio doelos trabajadores para cvitar que estes desgast en

sus energias, de ahi que el nuevo modelo de industrialisrno exiglese

la monogamia pues, de 10 contrario, se resentiria el ritmo de la

produccion ". A su vez el taylorismo foment a el desarrollo de una

aristocracia obrera adicta al nuevo sistema mediante la politica de los

altos sa/arias <:6 . Con este recurso se cornpensa y selecciona a los tra-

«recordar la f rase de Taylo r sabre e l 'go ril a amaest rado ' _Taylo r expresa co~

cin ismo brutal e l f in de l a soc iedad ameri cana : se trat a de desarroll ar al maxi-mo nive l en e l t raba jado r las act it udes mecan icas y automati cas» 57.

11 QC, III. p. 214Q.

~2 QC , III, pp. 1.755 y 2_175-76_

j) QC, II, pp. 1.281-82.

54 QC. II, pp. 1.312-13.

ss QC, I II , pp. 2.150, 2.16(1.62 y 2.166-67.se QC, I. p. 572; II. p. 799.

Gramsci creyo que Ia politica de altos salarios era una forma·tran-

sTiOria de retribucion, un medio coyuntural utilizado por la burguesia

norteamericana para diluir los conflictos de clase y superar la cnsis,

por 10 que no percibio el caracter estructural, permanente y a largo "',,--

plazo que aquella iba a adquirir . ..EI metodo taylorista puede irnponerse en los EUA con cierta faci- "

lidad no obstante que requiera irnportarues dosis de coaccion, dada

Ia estructura demografica peculiar de esc pais y el bajo nivel de con-

ciencia politica del movimiento obrero. Grarnsci subraya el heche de

que el «americanismo» requiere un ambiente dado, una clert~ estruc-

tura social y un determinadotipo de Estado.que debe ser precisamen-

te liberal, en el genuine significado del termino, esto es, en el de fo- <,men tar la libre iniciativa privada y el individualisrno economico com-

petitivc, 10 que permite un mayor protagon ismo. de I~ socie~ad civil

en el camino hacia un regimen de concentracion industrial y _de

monopolio ~8.Los EUA tienen una composic~on dernografica ~(raClO-

nab> en el sentido de que no cxisten clases sociales numero~as _smfun-don esencial en el mundo productive, es decir, clases parasrtanas, Ella

se debe a que en este pais no existe la tradici6n feudal europea desde

el momento en que se irnporto un determinado estadio de su clvlhl:a-

cion que evoluciono sin trabas en los EUA. Par est as razones la I~-

dustria y el comereio se han desarrollado sobre bases mucho masdinarnicas 51.

Par su parte el movimiento obrero norteamer,ican? h~ si~o inca-

paz de superar la fase economico-corporativa de npo smdlcah~t~, he-

cho que se explica, en parte, por el problema de Ia desgregacion ge-

ner al de las masas populates a nivel nacional dada la diversa p.roce-

den cia geografica de las mismas deb ida a 1aen:igracion ~ a la ~~lst~n-cia de minorias etnicas discriminadas, Ademas de la disolucion, in-

cluso violenta, del sindicalismo conflictivo, los industriales norte~"!e-

ricanos han neutralizado al movimiento obrero mediante ,Ia PO~lt~cade altos salarios, los beneficios sociales y una propaganda ideologica

muv habil ?", En realidad la clase obrera norteamencana acepto el

tavlorismopara no volver a la situacion de desocupacion mas!v~ on-

ginada en el 29 y renunci6 a desarrollar un papel hegernonico y

renovador. ,

Todas estas reflexiones sobre el modele norteamencano condu-

57 QC, III. p. 2 . 1 f 1S .

5 1 1 QC. Ill. p. 2 . 1 5 7 _

" QC, III. p. 2.14l.60 QC, Ill, pp. 2.145-4!;.

5859

cen a Gramsci a plantearse el problema de los intelectuales puesto que B. LA FUNCION ORGANICA DEL FASCISMO: CI!SARISMO

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este explica la ausencia de iniciativa revolucionaria permanente en ese

pais. En la Iormacion de la nacion americana se partio de una cierta

fase de la evoluci6n historica europea, 10 que conllev6 la ausencia de

intelectuales tradicionales, pero la fusion en una sola cultura nacio-

nal de las diversas culturas procedentes de los emigrantes resulto muy

compleja y problernatica, dada la hegemonia, impuesta autoritaria-

mente en este terreno, de la poblacion protestante de raza blanca de

origen anglo-sajon. Por ello los EVA carecen de tradicion cultural in-

teleetual especifica desde el-rn;mento en que su poblacion no se ha

desarrollado organicamente sabre una base nacional sino sabre unacontinua yuxtaposicion de nucleos de emigrantes 61. Ha faltado un

grupo de grandes intelectuales que dirijan al pueblo en la soeiedad

civil y por ello la hegemonia se ha desarro.Iado directamente en la fa-

brica. EI tipo de intermediario inteleetual requerido es diferente al euro-

peo, de ahi la potenciacion de un nuevo tipo de intelectuales vincula-

dos directarnente a las necesidades tecnicas de la producci6n 62. As!

no es casual que las ideologias que han tenido mas difusi6n en los EVA

sean precisamente las que reflejan cl caracter industrial de ese pais,

sabre todo el utilitarismo y el pragmatisma 6].

En conclusion, Gramsci reconocio algunos elementos posit ives enel «americanismo», aunque habria que ca.nbiar radicalmcnte su C'Jn-

tenido de clase, a [a vez que capto el significado estructural del mis-rna dentro del sistema capitalista "'lEI prcpio Trotsky se intcreso por

ese f'enomeno dada su concepcion del desarrollo industrial basad a en

la rnilitarizacion y la disciplina laboral mas rigurosa. Para Gramsci

las objetivos de Trotsky eran justos como tales, pero sus metodos pro-

fundamentc erroneos ya que el sistema rnilitar se habia convertido para

el en un prejuicio indiscutible 65. Dentro de la tradicion «productivis-

ta» del movimiento obrero occideiltal (socialismo =expansion inau-

dita de las fucrzas productivas), las opiniones de Gramsci, a pesar de

su «ortodoxia», ticnen interes al po ncr el acento en la cuestion, en

absoluto secundaria, de los «mctodos- de trabajo. Su rechazo de la

alienacion en todas sus forrnas y su valoracion implicita de formas

democraticas para irnpulsar el desarrollo economico asi 10confirrnan.

En todo caso su mayor originalidad teorica es, no solo haber indica-

do el proceso monopolista en curso dentro del rnundo capitalista, si-

no haber considerado el «americanismo» como una fase historica «in-

terrnedia», expresion de una «revolucion pasiva»66.!

Y CORPORATIVISMO

En los QC Gramsci elaboro algunas notas sobre el regimen fascis-iren cuanto manifestacion extrema de predorninio de la sociedad po-

Utica, de la dietadura abierta sin hegemoniajPor e110analizo el pro-

ceso que condujo a la progresiva fascistizacion de los aparatos del Es-

tado y e1 caracter definitivo del regimen totalitario ",

EI fascismo pudo tamar el poder sirviendose de las organizacio-

nes de «escuadristas» que eran una milicia armada privada con dos

funciones: por una parte contribuian a des a rticular con sus expedi-ciones punitivas a las organizaciones obreras y, por otra, otorgaban

al Estado un papel «neutral» en cuanto depositario de la legalidad ,

En estas condiciones el proletariado, par sus condicionamientos socio-

laborales, no estaba en situacion de poder organizar un sistema para-

lelo de secciones de asalto perrnanentes y especial.zadas 6l!. La corn-

plicidad entre et Estado y los fascistas resulto evidente en la marcha

sobre Rorna que tan solo se limite, en una prirnera fase, a cambiar

parcial mente el personal dirigente del aparato gubernativo yadministrativo 69.

Buci-Glucksmann ha senalado que el fascismo representa para

Grasmci la concrecion de una nueva (uevOiUcion pasiva» desde el mo-

menta en que.instalado en el poder, no hizo mas que continuar el pro-grama conservador de las clases dominantes italianas establecido des-

de el Risorgimento, cambiando las rnetodos politicos y unificando

de otra forma a las fuerzas reaccionarias. El fascismo sustituye el sis-

tema tradicional de compromisos representado por el «transf'ormis-

rno» en aras de la unidad organica en un solo partido y en un solo

regimen monolitico y autor itario de todas las c1ases dominantes ~o.En

este sentido el fascismo ha rota el anterior equilibria inestable, pro-

pia del sistema liberal, que descmboco en una grave crisis de hegemo-

nia para las clases dominantes, de ahi la solucion «totalitaria». La

crisis de la postguerra produjo una ruptura entre las masas populares

y la ideologia dominante, por ella la via adopt ada por el poder fue

puramente coercitiva, a pesar de que, con ella, tampoco se podria im-

pedir el desarrollo continuo de nuevas ideologias que se manifesta-

rian subterranearnente 71.

Mangani ha destacado, al respecto, la impartaneia de las raices

hist6ricas del Estado liberal italiano en cuanto que explican, en gran par-

61 QC, III , pp. 1.525·27 Y 1.785·86.62 Cfr. A. Buzzi . La teorta poutica de Antonio Gramsci, op. cit .• pp. 189·90).

61 QC, I, pp. 541·593; III, p. 1.925.

64 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Etat, op. cit ., p. 96.

" QC. lII, p. 2.164.66 : Ch. Buci-Glucksmann, Sui problem; potttici della transizione: classe operata

e rivoiutione passiva, ap. cit., p , 104. F. De Felice, Rivoluzione passiva.fascismo. arne·

rican ismo in Gramsci, op. cn. , p. 161.

61 vid. al respecto elestudio de L. Mangoni, Cesarismo, bonapamsmo, fascismo,Studi storici , n." 3, XVII, 76. Tambien Intervesuo alComitato Centrale», CPC, p. 476.

.. QC, I, p. 12L

69 oc . II, p. 809. Vid. asimismo «tt papolo delle scimmie», SF, pp. Il~U y «t»

C ' r i . s . I della piccolo borghesia», CPC, p. 25.70 Ch. Buci-Glucksmann. Gramsci et t 'E ta t, op . cit. , p. 131.

" QC, I, p. 311; 1II. p. 2.287.

60 61

te, el origen y desarrollo del regimen fascia n. As f se jiJstifica una .."'~'4iP!l'''l!~.~~~. supetlldq efkQaenlc , e q " ' ~ J 1 I O I 1 " " ' ~ , , -

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vez mas eI interes de Gramsci por el pasado nacional en cuanto ele-

rnento fundamental para analizar el Estada italiano coatemporaneo

y para dilucidar Ia estrategia politica mas idonea.

_ EJ faseismo, aI carecer de hegemonia, establece nuevas relaciones

entre el Estado, en sentido estricto, y Ia sociedad civil". La nueva

mediacion politica se verifiea a partir del partido rinico de gobierno,

unico en sentido legal puesto que, de hecho, existen siempre otros par-

tidos en la clandestirridad e. incluso, dentro del propio regimen. La

desaparicion legal de los partidos politicos y del Parlamento plantea

al fascismo nuevos y serios problemas cuya soluci6n es burocraticay autoritaria ya que se limita a enmascarar un regimen de partidos

reales, de ahl que la pretendida unidad nacional organica establecida

por el «Estado totalitario» no sea mas que una operacion ideologica

mixtificadora. Es mas, el sistema que se instaura resulta mucho mas

negativo y equivoco que el regimen parlamentario tradicional ya que

los partidos son sustituidos por camarillas personales enfrentadas en-

Ire sf al disputarse las influencias sobre las rnaximas jerarquias e ins-lancias del poder ".(

EI partido iinico tiende a que sus miembros encuentren en el todas

las satisfacciones, destruyendo e incorporando a todas las dernas or-

ganizaciones y asociaciones anteriores. Desde el momento en que su

funci6n es impedir por todos los medias que las fuerzas revoluciona-rias, portadoras de una nueva cultura, puedan imponer su politica, que-

da patente su caracter reaccionario ". En los regirnenes totalitarios I~

funcion clasica de la institucion rnonarquica es asumida por el parti-

do unico. En el regimen liberal la funci6n arbitral y mediadora irres-

ponsable del monarca servia para preservar el principio teorico gene-

ral de la unidad del Estado. Con el partido totalitario en el poder ests

f6rmula pierde significado ya que es el propio partido quien la desa-

rolla al exaltar el concepto abstracto y absolutizado de Estado ".0partir de ahi se elabora la teorta del Estado corporativo (Panunzio)

que pretende alcanzar la armonia social y la conciliaci6n de clase s,

a pesar de que su estructura es, por definici6n, oligarquica y elitista,

a la vez que le es imposible romper sus vinculos con el capital

financiero 17 EI fraeaso de esta doctrina se puede comprobar en Ias

difieultades del sindicalismo corporativo para encuadrar e imponer

la disciplina laboral a todos los trabajadoresj/Las rivalidades entre

los sindicalistas tradicionales y los corporativistas dentro del regime'

son una manifestacion evidente de este conflicto. Es mas, el sindica-

EI propio regimen de partido 4 n i < : o y tota1itario 4e ~.Mt : iel:8IDbiar SU funci6n, en detrimeQto • tilpropia ~ En cfeo.to, eI partido Uni co deja de teller adusivameote ~dine-t am . e n te p oU ti c as para asumir tareas t 6 cn i ca s . de ~ de po-

l icia y de inOujo ideol6gico y cultural". EI partido 4 n i < : o Ie ~

progresivamente en un instrumento su68liemo d~1 Estado Y d e ! jetesupremo. Por eUo es importante analizar el ~udio que G~ rea-Iiz'a sobre el denominado «cesarismo», es decir, sabre Ia funciOn del

«jefe carismatico» en los regimenes fascis~. Como ha ~ado

Mangoni OJ Gramsci tuvo en euenta los analisis de Weber y MIchels

sobre este tema, pero sus propuestas te6ricas van mas alla de las .de

estos autores. Gramsci se bas6 fundamentaImente en las aportacio-

nes de Marx sobre el fen6meno del bonapartismo " para elaborar su

tesis sobre el cesarismo. Este se produce:

«en una situacion en Ia que las fuerzas en lucha se equilibran de modocatastroficco 82.

por 10que las elases en pugna Uegan a ~na solucion politie~ de co~-

promiso arbitrada por un <(J.efecansmatico» q~e ~esulta.asl t:'~;blSCl-

tado por encima de los partidos, tal como ha indicado B~zzl . Sonposibles dos tipos de cesarismo, bien de caracter progresista ~ bien

reaecionario, depende del tipo de Estado que se vaya a construir. En

este sentido:

{(Cesar y Napoleon 1, son ejemplos de cesarism~ progre_:siv.o.NapoleOn I~~yBismarck de cesarismo regresivo. Setrata de ver 51 en la dlalectica (revoJu~on-restauracicr» prevalece el elemento de la revolucion 0 el de la restauraciom ~

En la actualidad el cesarismo es forzosamente un factor regresivo

ya que, al no poder absorber por completo a s~ :u't.~gonista (I~ fuer-zas revolucionarias), tiene una naturaleza policial . EI cesarismo es

un factor exeepcional en la dinamica polltica y traduce la exacerb~-

cion de la lucha de clases en una situaci6n en la que las clases d?ml-nantes no pueden seguir preservando sus posiciones sin renunciar ala hegemonia, ala vez que las clases dorninadas pu~den .estar .poten-

cialmente en condiciones de descomponer elbloque hist6nco eXJStente/

72 L.Mangoni, IIproblema del fascismo nei «Quadn-ni del carcere». En: Politicse s toria in Gramsci, op. cit., vol. I, p. 409.

73 Ch. Buci-Gfucksmann, Gramsci et l'Etat, op. cit., pp. 351.S4.74 QC, Ill,pp. 1.809 Y 2.058." QC, II, p. 800.76 QC, Ill, pp. 1.601-2.

77 QC, Ill, pp. 2.177.

" QC. Ill, pp. 1.794-98.

" QC. Ill, p. 1.939. .. .10 L. Mangoni, 11pro~mo ., / Q S l C I S , , ! O lief QC. ~p. crt., p. 402.81 Ch. Buci-Gluctanann. Gramsci et I 'Etat . op. CIt•• p. 357.

~ ~R~I~~ '2_!9j""", p o l l ' ' ' ' ' ' til AIIlOllio GTtIIMd, op. cit., p. 161.

.. QC, III. p. 1.619.

'" QC, I.p. 232; III, p. 1.622.

62

Asimismo GralJ.sci seilal6 que el fascisrno intenta representar una

forma particular itJiana de «americanizacion». En este sentido el cor-

CAPiTULO III

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P?rativismo integq] deberia permitir al capitalisrno nacional reorga-

ruzar las fuerzas Pbductivas para darles un desarrollo superior ". Sin

embargo las dlficlltades para ello son muy considerables dado el he-

cho de que la estrt::tura social nacional no es idonea para aplicar un

modelol~dustnaJ "mejante. Una modernizacion «americana» en Ua-

ha exigma una rebrma agraria y una reforma industrial, 10 que es

irnposible dadas I" alianzas de clase del fascismo, pues, en efecto,

'este regimen depellje (a la vez que es su expresion political del bloque

mdustnal-agrano <anse rvado r que ha dominado Ia escena politica i ta-hana desde Ia uOl~cacian ".

Por ultimo Gnmsci hizo algunas consjderaciones parciales sabreel nazisrno, a pesa- de que, obviarnente, no pudiera profundizar en

el tema. EI nazis no ha mostrado que en Alemania existia, bajo Ia

aparente direccion j, un grupo intelectual cualificado, un «lorianis-

rnr» mostruoso q1e se ha difundido como concepcion del mundo y

como rnetodo ciertifico, POf ella Gramsci constata que:

«solo hoy (1935" nas las manifesraciones de brutalidad y de ignominia inaudi-

t a de la "cu lrun» a lemana dorninada por e l hi tl er ismo, a lgun int electua l se ha

dado cuenta deja fragil que es la civitizacion rnodema- 88.

~ En definitiva, as aportaciones de Gramsci al estudio teo r ico delos regimenes fasc:stas es de suma importancia, formando parte de

su proyecto global de transicion. Solo es posible veneer al Estado ca-

pitalista d e e xc ep ci y-, represent ado por el f ascismo conociendo su r :a-

turaleza y su base. Su desarticulacion exige rigor cientifico y coheren-

cia politica, evitaocto el sectarismo y Ia superficialidad parcial pro-

pias de Ia actitud de Ia IC en esa situaci6n-!

~ Ch. Buc~-Gluck.srnann, Gramsci ~J ,'Etal, op, ~it.! pp. 97 Y 363..Ch. Bocl-Glucksrnann, Id.• op. cu., p. 367 . As imismo L Mangoni , II proble-

ma: : e~ ~ r ~ ~ ~ ~ B ( 'p. cu., p. 428. Vid. QC, III, p. 2.154.

64

LA HEGEMONIA

L Los AGENTES DE LAS lDEOLOGIAS:

H ROL DE LOS INTELECTUALES.

INTELECTUALES TRADlCIONALES E INTELECTUA~ES ORGANICOS

Algunos autores han senalado que el lema de los intelectuales s : -ria el hilo conductor que permite comprender en toda su dlmenslo~

la estrategia que surge en los QC '. Ciertamente Glamscl concediouna atencion preferente a este problema, pero es relativo que de ahi

deba deducirse la centralidad absoluta de los intelec.uales para con-

cretar la nueva via revolucionaria que propene para Occidente.Gramsci considera que los intelectuales son la categorfa social es-

peclflca cuya funcion es mantener un determinado sistema cimentan-

do ideologicamente las relaciones entre la estructura J las sup~restruc-

turas.. La definicion de «intelectual» debe basarse en el conjunto de \ .....

las relaciones sociales puesto que, en principio:

«todos los hombres son int electua les ( . .. ) pero no todos r ienen su [uncion (su-

brayadc por el autor) en la sociedad» 2.

Lo que distingue a los intelectuaJes, como grupo profesio~aI y ~or-

porativo, es el hecho de que desempefian ciertas acti~ldades ideologi-

cas en un bloque historico determinado, consustanciales con las rela-

ciones de produccion y la divisi6n social del trabajo imperantes J. EI

caracter de esta categoria cristalizada conlleva una clerta autonorrua,

I Especialmente Piette ha elaborado su obra privilegia~~o el concepto.gramsc.la-

no de los Intelectuales. J. M. Pio tre -EI pensarmen to po li ti co d~ Grams.c. l, op . CIt.,

p. 12. En est e sentido vid. asimismo G. Vacca, La ~(quistion~ politiCO~e.g/Jmtefle~tu~-ti» e la teoria marxista detlo Stato net pensiero di Gramsci. En: Potitica e Storia In

Gramsci, ob. cit., Vol. I.p . 439.2 QC. III, p, 1.516. Vid. aslmismo ~d_,II , p. 1.375.3 QC. III, p. 1.516. Vid. asimismo id., II, p. 1.357.

65

por 10que los intelectuales se conciben, de forma idealista, como in-

dependientes de la lueha de c1ases '. Sin embargo, no son mas que

rapida a medida que sepa elaborar sus propios intelectuales

organicos 10.

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los «funcionarios de las superestructuras», la «aristocracia» subalterna

del Estado y del bloque dominante eneargada de cohesionar ideol6gi-

camente a todo el eonjunto social'. Un bloque hist6rico no acaba de

estar plenamente integrado hasta que no edifiea un sistema hegem6-

nieo bajo la direccion de una c1ase fundamental que confia la gesti6n

de la ideologia a los intelectuales, Por ello en el estudio de este pro-

blema especifico hay que evitar dos errores comunes: considerar a los

intelectuales como un grupo social independiente y creer que todas

las dernas actividades hurnanas no son intelectuales 6./La importancia de la cuestion de los intelectuales c6mo uno de los

centros de reflexion teorica de Gramsci se deduce de sus analisis so-

bre las institucior.es culturales (los aparatos «privados» de la socie-

dad civil), los tipos de intelectuales (tradicionales y organicos) y, co-

mo ha scfralado Garin', la funcion ideologica del Principe moderno

para configurar un nuevo bloque hist6rico nacional-popular. 9£..ams-ci extiende el concepto tradicional de intelectual puesto que en este

grupo deben distinguirse varios grados, desde los creadores de la ciencia

y filosofia, hasta los administradores y los divulgadores. En el Esta-

do moderno las categorias intelectuales, en sentido arnplio, son muy

vastas, 10 que obedece tanto a razones tecnicas (mayor complejidad

del sistema burocratico), como a motivos puramente politicos de losgrupos dominantes s.

A cada modo de produccion Ie corresponde una dase fundamen-

tal hegernonica y, por tanto, un tipo de intclectual propio, Ahora bien,

desde el mornento en que ninguna formaci6n social historicamente

dada existe en estado puro, esto significa que las categorias intelcc-

tuales no estan unificadas. Para Gramsci cada grupo social, en cuan-

to clase, se crea s'] propia categoria de intelectuales para dotarse de

homogeneidad interna, de 1 0 que resulta una coexistencia, a veces con-

flictiva, de tipos intclcctuales 9, De ahi procede la conocida distincion

entre intelectuales tradicionales e intelecruales organicos, que se re-

fiere a la clase social a la que estan vinculados. Los intelectuales querefuerzan la hegernonia de la clase historicamente ascendente son los

organicos, mientras que los que se oponen a las fuerzas progresivasson los tradicionales. Cada grupo social renovador lucha por conquis-

tar ideologicarnente a los inteleetuales tradicionales para ampliar su

propia hegemonia y esta labor de asimilacion e integracion sera mas

4 QC, 11, p. 1.407; III. p. 1.515.s QC. 11, p. 1.054; III, p. 1.519.

6 A. R. Buzzi, La teona pol it ico di Antonio Gramsci, op. cit., p. 38_7 E. Garin , Politico e cuttura in Gramsci (if problema degJi intetleuuati). En:

Gramsci e la cultura contemporanea, op. cit., vol. It p. 73.

a QC. III, pp. 1.519-20.

v QC, I I, p. 1.407; III. p. 1.513.

66

Los intelectuales tradicionales, euya categoria mas importante es

la eclesiastica II. representan Ia continuidad con e I pasado y son pree-

xistentes a las situaciones de cambios sociales rapidos. En la actuali-

dad, como ha sei'ialado Piotte 12, los intelectuales que se oponen a la

revolucion socialista son ya tradicionales con relacion a la nueva cla-

se progresiva en ascenso, es decir, el proletariado, a pesar de que pue-

dan resultar organicos con relacion al capitalismo. Durante la revolu-

cion francesa la burguesia, en euanto clase hegernonica, poseia sus

propios intelectuales que desagregaron la tradici6n cultural anterior.

incorporandola aI nuevo sistema liberal de valoresk.2!.!taha la ausenclade intelectuales organicos obedece a las razone{histoflcas ya exarm-

nadas: la falta de Reforrna, el cosrnopolitismo, el Risorgimento co-

mo «revolucion pasiva» han dado lugar al caracter no nacional-popular

de la cultura 10que expresa la separacion entre los intelectuales y el

pueblo D. A clio ha contribuido el Vaticano con su abierta politic a

tradicional antinacional, el «transformisrnr» que ha impedido el de-

sarrollo de modernos partidos de rnasas bien enraizados e n 1a soc ie -

dad civil y las debilidades hisroricas del PSI I'. Por una parte el so-

cialismo historico forma grupos de inteleetuales que acabaron pasan-

dose a las clases dorninantes y, por otra, sus concepciones ideologicas

y eulturales estaban impregnadas de positivismo e idealismo. La im-

portaneia del «lorianismo», en cuanto manif'estacion extrema de de-cadencia intelectual y de provincianismo cultural nacional, es una bue-

na prueba de ello I'.

EI peso de los intelectuales tradicionales en Italia es notable ? O5610 por las razones apuntadas, sino tarnbien por la estru~tur.a social

del pais. La extraccion social de los intelectuales es mayontana~ente

pequeno-burguesa, con funciones distintas segun la proced~ncla te-

rirorial, Asi, en el sur, la pequena burguesia rural p:oporclOna. los

funcionarios del Estado, el clero y los profesionales hberales, rmen-tras que, en el norte, la burguesia urbana elabora los tecnicos y cien-

tif'icos industriales 16 _ Al respecto es importante destaear el hecho de

que s610en e l norte, industrial y urbano, la burguesia italiana, h~ eread?

parcialmente su propia capa especifica de jntel~~tuales or~an~cos, di-rectarnente vinculada al mundo de la produccion. EI capitalismo ha

creado el cuadro tecnico, el cientifieo de la economia que contnbuye

asi a la expansion de la burguesia, si bien en Italia est a capa es

minoritaria.

ro QC, III , p , 1.518.

:~ ?CM~lpi~~t!~EI pensamiento polit ico de Gramsci, op. cit., p. 58.

13 A. R. Bum, La leona di Antonio Gramsci. op. cit., p. 41 .

: :S~~!i~ ~ d ~ ~ :d:~ado a . este tema que l l e v acomo titulo la expresion «loria-

nismo», en: QCtIll, pp. 2.321-37. En particular vid. id. , p. 2.325.

I' QC, III, p. 1.518.

67

Un problema especifico 10p lantean los intelectuales del sur de los

que Gramsci diferencia dos grandes categorias: los grandes intelec-es decir, para Gramsci «homo sapiens» y «homo faber» son

indisociables. /

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tuales, como Croce y Fortunato:

«que se han convertido en los reaccionarics mas prominentes de lapenfnsula» 11.

par su funcion de neutralizacion e integracion de los intelectuales

pequeno-burgueses, y un vasto estrato intermedio vinculado al rnun-

do campesino que contribuye a consolidar la estructura del bloque

agrario I'. Por ella Gramsci otorgo una notable importancia a inte-

lectuales democratas-radicales, como Dorsa, Gobetti y Lussu, proce-dentes de lapequena burguesia rural, encuanto posibles intermedia-

nos ldeologlci entre el proletariado revolucionario y elcampesinado 19,

~rea de las cl ases subordinadas es desgajar a los intelectuales del

bloque dominante y crear su propia categoria de intelectuales a traves

del partido revolucionario, el Principe moderno, en cuanto educador

y forjador de una voluntad colectiva. Un intelectual aunque critique

a su ~las.eperrnanece en ella si no pone en cuestion su poder politico,

econormco y cultural. La critica de costumbres es solo un primer sin-

toma de ruptura, pero, por si sola, queda absorbida en el sistema.

De ahi que, par ejemplo, el obrero revolucionario no es miembro del

partido en cuanto tal, sino como intelectual. No es militante para de-fender sus reivindicaciones salariales (aunque esa pueda ser su moti-

vacion inrnediata), sino por asumir el conjunto de intereses his t6ricos

que su clase representa. Inicialmente los intelectuales organicos del

partl~o revolucionario pueden ser una minoria, pero, en rigor, todos

los miembros del mismo deben ser intelectuales '". Todo ello requie-

re una politica especifica hacia los intelectuales, para romper su pun-

to de vista corporativo y ciasista, a la vez que la clase obrera debe

segregar sus propios intelectuales organicos de nuevo tipo para con-

seguir el hombre colectivo, tal como, en su dia, habia intentado el

ON. Se trata de combinar la tecnica y la ciencia con una:

«concepc~6n humanista de la historia, sin la que se es 'especialista', pero nose es 'dirigente' (tespecialista + poltnco')»?'.

Hay que crear un nexo dialectico entre los intelectuales y las rna-

sas, entre teo ria y practica, entre trabajo intelectual y trabajo manual,

17 Vid. Atcunt temi della qutst ione meridionale. En: CPC, p. 150.Ii: H. Portelli, Gramsci eJ te bloc tustorique, op. cit., p. 122.

19 Yid. al respecto la excelente monografia de P. Spriano, Gramsci e Gobeui. In-troduzione alia vua e aJJeopere; Binaudi , Turin , 77 .

20 A. R. Buzzi, La Leona polftica di Anton io Oramsci., op. cit., p, 181.21 QC, III, p , 1.551. Yid . sobre este lema el ensayo de F. Ormea, Gramsci e JIfu-

turo dell'uomo; Caines, Roma, 75,

68

E!lr ultimo, hay que hacer alguna consideracion sabre las ideolo-

gias en cuanto «fuerza material» que opera en un bloque hlstorico.

Gramsci tuvo muy en cuenta las observaciones de Marx sobre la soli-

dez de las creencias populares ya que tenian la misma energia social

que una fuerza material 22. En todo bloque historico hay que distin-

guir entre las ideologias organicas, es decir, necesarias a su estructu- .

ra, y las arbitrarias 0 individuales que no Ie son consustanciales. Par-

tiendo de la tesis de Marx de que las ideas dominantes en una forma-

cion social determinada son las ideas de la clase dominante, Gramsciaiiade que las ideas no nacen de otras ideas, sino que son expresi6n

del desarrollo historico real". AI rnismo liempo deben examinarse las

diversas graduaciones de la ideologia que abarca desde la filosofla hastael folklore, pasando por la religion y el sentido ccmun 24. La filoso-

ria seria la ideologia mas eJaborada destinada a integrar a los grandesintelectuales, mientras que el folklore sena la manifestacion popular

elemental de la cultura dominante 2l. La religion es mas compleja que

el folklore y el sentido comun y para su estudio es necesario conocer

a su personal intelectual especifico, el clerc, y a sus organos de difu-

sion (aparato eclesiastico, escuela confesional, prensa religiosa). En

el plano ideologico no deben buscarse leyes como en las ciencias eco-

nornicas puesto que no se producen en este terreno efectos inmedia-

tos, de ahi la necesidad de extremar el rigor dialectico analitico.

En conclusion, para Gramsci las ideologias no son un simple «ar-

tificio» 0«apariencia» resultante como mero reflejo de la estructura,

por ella hay que evitar to do estudio mecanicista y posit ivist a de las

mismas 2 1 Solo valorando su importancia se pueden comprender las

observaciones de Engels sobre el «tercer frente» de la lucha revolu-

cionaria, consideracion que Gramsci desarrollo considerablemente me-

diante el analisis de los aparatos «privados. de la sociedad civil en-

cargados de vehicular las ideologias.

2. Los MEDIOS ~ATERIALES PARA LA ORGANIZACI6N Y DIFUSI6N

DEL CONSENTIMIENTO: LA FUNCI6N DE LA ESCUELA.

LA IGLESIA, LA PRENSA Y OTROS APARATOS aPRIVADOS"

DE LA SOCIEDAD CIVIL

La organizacion material de las ideologias se veri fica a traves de

una serie de instituciones, formalmente privadas, que actuan en la so-

22 QC, u, p. 869.

23 QC, l, pp, l.lJJ·J4.24 J. M. Piotte, EI pensamiento polit ico de Gramsci, op. CiL, p. 180.

a s QC, Il, p. 1.105.

26L.

Paggi, Gramsci e if modemo principe, op. cit., pp. 18-23 .

69

ciedad civil para reforzar la hegemonia de los grupos dominantes. Los

casos estudiados por Gramsci son fundamentalmente los del aparato

escolar, la Iglesia catolica, la prensa y los medios de comunicaci6n

la importancia del educador en cuanto dirigente que debera buscarel equilibria dialectico entre la indispensable imposici6n cultural y la

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social en general y otros instrumentos de organizaci6n cultural 27. La

escuela y la Iglesia son las dos mayo res organizaciones culturales en

cada pafs por el numero de personas que ocupan permanentemente.

La prensa y las editoriales no hacen mas que completar la labor de

esos grandes aparatos ideologicos 28. En Italia la institucion univer-

sitaria, al contrario de 10 que ocurre en ciertos paises, no ejerce nin-

guna funcion cultural unificadora relevante, de ahf que Gramsci no Iededique especial atencion ".

La escuela tracicional esta basada en la separacion entre la vidareal y la vida academica puesto que la enseiianza se basa en un con-

junto de abstracciones dogmaticas y retoricas. En este sentido, en Ita-

lia, Ia presencia de los intclectuales tradicionales en el aparato escolar

es muy considerable, si bien el tipo de escuela humanista ha entrada

parcialmente en crisis bajo el regimen fascista. La reforma pedagogi-

ca de Gentile as! 10demuestra, aunque su pretendido intento mocer-

nizador «tecnocratico- apenas cncubre, de hecho, su caracter clasista

y elitista "', EI proposito de Gentile es el de consolidar la division y

la especializaci6n profesional segun la procedencia social. Asi la es-

cuela humanista tradicional estara reservada para las clases dominantes

y los grandes intelectuales, rnientras que las escuelas profesionales se

destinaran a las c1ases instrumentales J1EI control que la Iglesia ejer-ce en este campo se pone de manif'iesto can las rnodificaciones que

ha introducido el Concordato de 1929 en las escuelas par las que la

ensenanza de 1a religion no solo se convie:te en obligatoria, sino que

se extiende a todos los grados de la ensefianza y no solo a los inferio-res como ocurria anteriormente.

Para Gramsci la alternativa a la escuela tradicional solo puede ser

la escuela unitaria publica que irnparta una cul tura general, humanis-

ta y tecnica, vinculada con In vida real 32. La nueva escuela debera

reunir tres tipos de instituciones: la escuela unica, la univers idad y la

academia. La prirr.era irnparte la forrnacion cultural de base que pre-

para para la especializacion universitaria y para las actividades profe-

sionales y la academia_une a los universi tarios con los profesionales.

Esta Ultima perrnite al trabajador manual el acceso a la cultura v al

universitario el contacto con los trabajadores 33. Gramsci acentuara

potenciacion de la autonomia individual, conciliando la disciplina cons-

ciente can la libertad. Por otra parte la escuela unica ha de romper

las barreras de la division social del trabajo y crear una nueva cultura

crftica opuesta aI dogmatismo y a la tradic ion retorica, Especialmen-

te importante ha de ser la incorporacion del trabajo en la escuela uni-

ca, pero no con una finalidad «obrerista», puesto que no se pretende

convertir a las escuelas en centros de produccion industrial, sino para

acercar las diversas realidades sociales. La renovacion de los metodos

educativos debe perseguir la completa gesti6n social de todas las esfe-ras del poder, en cuanto objetivo ultimo del socialisrno ".

La Iglesia, como aparato ideologico de Estado, se encarga de di-

fundir la religion, en cuanto ideologfa practica, entre las clases subal-

ternas para atomizarlas y perfeccionar el consenso social ~5. La Igle-

sia fue el inteleetual organico del sistema feudal, 10 que Ie ha ocasio-

nado una crisis de adaptacion can relacion al Estado burgues. La vin-

culacion entre ambas esferas se ha producido esencialmente par las

luchas sociales y las sucesivas crisis economicas, llegando a cornpro-

misos par los que se han repartido las zonas de influencia. En la 50-

ciedad moderna, la Iglesia:

« (50610esta d isp ue sta a lu ch ar p ar a d efe nd er su s p ro pias libe rta de s corporativas( ... ) , esdecir sus priv ilegics que procIama vinculados a su propia esencia divi -na: para esta defensa la Iglesia no excluye ningun media, ni la insurreccion ar.mada, ni el atentado individual. n i el I lamamiento a UL a i n va si o n extranjera.Todo 10demas es secunda rio ( . .. ). POT «despotismo» la Iglesia entiende la in-tervencion de la autoridad estatal la ica para limi tar 0 suprimir sus privilegiosy poco mas: esra reconoce cuatquier poder de heche mienrras no afecte a sus

privilegios Iegitimandolo: si ademas los aumcnta enronces 10exalta y 10dcclaraprovideneial. Dadas estas premisas el «pensamiento social» catclico riene soloun valor academico: hay que esrudiarlo y analizar!o en cuanto elemento ideolo-gico «opiaceo» (todos los subrayados son del autor) 3ti.

La Iglesia representa el nexo de union entre los intclectuales y los

«simples» a traves de diversas graduaciones de la religion. En este sen-

tido hay diversos catolicismos especificos para los intelectuales, para

las rnujeres, para los campesinos, para los jovenes y para otras cate-gorias sociales. Por ella la superstici6n popular de tipo pagano es con-

sustancial con un determinado nivel del catolicismo, mientras que los

iruelectuales deben limitarse tan solo a cumplir formalmente ciertas

practicas exteriores del culto, sabre todo los «sacrarnentos» mas vi-

sibles y sabre los que recae el control popular". De ahf que la pre-17 Ch. Buci, Gluck smann, Gramsci et t'Etat, op. cit., p. 34.

18 Sobre el caracter y la naturaleza de rodas estas insti tuciones privadas como or-ganes del Estado. Vid. la contribucion teorica de L Althusser, Ideotog/a y aparatosideol6gicus del Estado: Nueva Vision , Buenos Aires , 74.

29 QC, I, p. 1 2; II, p. 1.394.

30 QC, III, pp. 1.540-42.

Jl QC.III. pp. 1.510-31.

J2 QC. III. pp. 1.511·35.

3J Para todas estas reflexiones vid. elestudio de Gramsci, Osservazioni sulla scuo-fa; per 10ricerca del principia educative, QC, III, pp. 1.540-50.

34 Los principales trabajos sabre las ideas pedagogicas de Gramsci son: G. Broco-li, Gramsci e l'educazione come egemon{a; Nuova Italia, Florencia, 72. F. Lombardi,Las ideas pedagogicas de Gramsci; A _ Redondo, Barcelona, 72 M. A . Manacorda, /I

principia educativo in Gramsci; Armando, Roma, 70.

J5 H. Portell i, Gramsci et Ia question reiigieuse; Anthropos, Paris, 74, p. 34.

J6 QC. I. p. 546.

J7 QC, Ill. p. 2.207.

70

71

tendi~ unidad religiosa sea tan aparente como la politica puesto que,en realidad, esconde una multiplicidad considerable de concepciones

del mundo >. La gran fuerza de la Iglesia reside en la influencia ideo-

I

I .!

la presente eoyuntura tanto Ia reaeci6n involutiva como el reformis-

mo liberalizador estan bloqueados por el equilibrio de fuerzas, por

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16gica decisiva que tiene sobre el bloque social que controla. Para or-

ganizar la estructura del bloque cat6lico la Iglesia procede a traves

de su personal clerical reclutado preferentemente entre las c1ases su-

baltemas, En este sentido la Iglesia se lecciona a los mejores elemen-

tos del pueblo, privandolo asf de dirigentes potenciales". A este ni-

vella Iglesia es un organismo «democratico», en el sentido paterna-

lista del terrnino, ya que cualquier individuo de origen popular, si se

deja as imi lar por el corporativismo eclesiastico, puede te6ricamente

ascender sin limite, en su inter ior. La Iglesia es practicamente imbati-ble en esta tarea cambiando siempre de metodos a medida que las cir-

cunstancias 10requ:eran. No obstante, la evolucion de la doctrina ofi-

cial progresa siempre con un ritmo metodico y lento, para evitar rup-

turas y amortiguar las contradicciones 40. La capacidad de adap,a-

ci6n del Vaticano a cualquier situacion politica ha quedado demos-

trada, por ejemplo, tras su sumision al hitlerismo, 10 que confirma

su caracter flexible y corporativo a la vez 41.

La Iglesia construye su propia capa de intelectuales organicos muy

habilmente, intentando penetrar en zonas diferentes de las tradicio-

nales, de ahi su politica de misiones para afirmarse en el mundocolonial 42. Asi, aunque:

«los in telectuales hindues son refractar ios a !a propaganda, el Papa ha dichoQue es necesario actuar tambien ent re ellos , pues su convers ion conllevana lade las rnasas populares (e l Papa conoce el mecamsmo de reforma cultural delas masas populares-campesinas mejor que numerosos elementos del laicismode izquierda: el sabe que una gran masa no puede convertirse molecularmente;para acelerar e! proccso es preciso ccnquis tar a los dir igentes naturales de lasgrandes masas, los in telectuales, 0 formar grupos de intelectuales de nuevc ti -po, de ahi la Iormacion de obispos indigenas)» 43.

Sin embargo no todo el personal intelectual eclesiastico enfoca de

la misma manera la politica institucional que debe seguir la Iglesia,

por ella Gramsci se ocupo de analizar las diversas tendencias que ope-

~aban en su seno para vislumbrar los con nietos y las contradiccionesmternas de este aparato. Gramsci individualize asi a los grupos inte-

gristas, jesuitas y modemistas que se enfrentaban dentro de la Iglesia

y a las consecuencias del predorninio de una U otra corriente 44, En

38 QC, II, p. 1.021.39 H. Portelli, Gramsci et la question religieuse. op. cir., p. 187.

'" QC. II. p. 833; III. pp. 1.869 Y 1.871·72." QC. III. pp. 2.<)'J4 y 2.103.42 H. Portelli, Gramsci ella question retigieuse. op. cit ., p , 198. Asimismo OC .

r. p. 247.'JQC. II. p. 908.44 Vid. sus notas agrupadas bajo elepfgrafe «Azione cattotica. Cottolici integrati,

gesuiti, modemisti»: QC. ( II , pp . 2 .081-103. Especialmente, id., pp. 2.088 y 2.092.

72

10 que el jesuitismo «diplomatico», coneiliador y centrista, tiene la

via libre para imponerse. EI Vatieano, que no puede asumir abierta-

mente el pluralismo eclesiastico, tiende a favorecer el acuerdo de los

jesuitas con los modernistas para aislar a los integristas dado que la

disciplina autoritaria se relaja en las mas del c1ero ala vez que la base

de los fieles acude cada vez mas a organizaciones civiles laicas ". EI

desarrollo de Accion catolica, que ejerce objetivamente funciones de

partido politico, demuestra que la Iglesia esta a la defensiva y que tie-

ne que aceptar el terreno adverso, de ahi la potenciaci6n de sindica-tos cat61icos corporativos y, en su momento, de un partido propio

especifico, e l PPI".

Por otra parte, la Iglesia posee sus propios medios para la difu-

si6n de su doctrina y de su propaganda: prensa, asociaciones cultura-

les y familiares cat6licas, partidos y sindicatos en su case, misiones

Y. sabre todo, el aparato escolar can una posicion dominante eviden-teo Paralelamente engrosa )US finanzas participando en negocios es-

peculativos y comerciales, en la industria, y posee ademas numerosas

propiedades urbanas y ruralcs que incrementan su fuerza como

institucion.

Por ultimo, Gramsci elaboro diversas notas para estudiar la fun-

cion de laprensa

en los regimenes liberales, completando asi, en 10esencial, el panorama de los aparatos «privados- con funciones he-

gemonicas en la sociedad civil 47 • La prensa contribuye par su parte

a organizar la ideologia dominante para moldear a la «opinion publi-

ca» con fines determinados. Asi, par ejernplo, en los periodos electo-

rales, la prensa y la radio pueden suscitar explosiones de panico y en-

tus.asmo ficticio para favorecer el predominio ideo16gico (0ernotivo)

de los grupos dominantes el dia de las elecciones y obtener una mayo-

ria que controlara par algunos aDOSla escena politi ca. aunque, pasa-

da la ernocion, la masa electoral se distancie de sus represent antes le-gales, ensanchandose el foso entre el pais legal y el pais real ". Los

divcrsos periodicos «independientes» actuan en realidad como verda-

deros partidos politicos, 10 que es evidente analizando la funci6n del

«Times) en Gran Brctafia 0 del «Carriere della sera» en Italia antes

de la dictadura. En la actualidad el predominio de la prensa oficial

se debe a la confusion de la sociedad politica con la sociedad civil da-

da la estructura de gobierno no liberal ".

~sH. Portelli. Gramsci ef ta question ret igieuse, op. cir., p. 236.46 QC, Ill. pp. 2.081 Y2.086-87. Vid.• asunismo, «] cattottci italiani», sa, p. 349,

e «I poootou», ON. p. 28"4.n Vid. el cuademo sobre «Giomatismow; QC, pp. 2.259-275.

" QC. n, p. 929.49 QC, II. p. 734.

73

3. HEGEMONfA, DOMINACION, DICTAPURA

A. KAUTSKY Y LA TEORfA DE LA «SUPREMACfA»

I'

I ' provocaciones de la reacci6n 0 en peligrosos aventurerismos de tipo

blanquista. Kautsky estrecha al maximo las posibilidades de la revo-

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Es irnportante hacer un breve estudio de las tesis de Kautsky, en

cuanto maximo representante teorico de la II Internacional sobre los

problemas de estrategia revolucionaria y de la transicion. 'Salvadori

ha sostenido que Gramsci, al igual que Kautsky, si bien con otras coo-

clusiones politicas, coincidiria en la valoracion positiva del metoda

democniti.co par.a alcanzar y realizar el socialismo ", de ahi que re-vista particular interes confrontar sus posiciones. ,

. . Planteada originariamente por Bernstein la polemica sobre el «re-visiomsmo», Kautsky salio en defensa de la «ortodoxia- marxista con

su obra «La doctrina socialist a» donde introducia sus ideas sobre el

proceso revolucionario y la fase de transicion 51. En este sentido el

«centrismo» eclectico de Kautsky sostenia una via alejada tanto eel

legahsmo a ultranz a, como del revolucionarismo insurreccional. Se

trataria de seguir avanzando en la lucha por el socialismo utilizando

los medios legales, irnpulsando las conquistas democraticas y ensan-

cha~do lasparcelas populares de poder (municipios, cooperativas).En ultima mstancra , Kautsky se cubria teoricarnente argumentando

que es imprevisible saber que formas adoptara la dominaci6n politico-

social del proletariado tras derribar al capitalismo.

En «EI camino del poder» (1909), la ultima obra de Kautsky qreLenin parad6jicarnente consideraba todavia «rnarxista», afirma qre

el SPD es un partido revolucionario que no hace revoluciones. Hay

que conquistar el poder, sin especificar los medias. para proceder a

profundos cam bios y transformaciones estructurales de tipo

econornico-social y ello sera posible utilizando el aparato del Estado,

arrebatado a su instrumentalizaci6n burguesa. EI Estado moderno es

una maquinaria centralizada y burocratica situada al margen de la (X)-

blaci6n (punto de vista cosificador que Gramsci rechazaria con fir-

meza), par ella se trata de establecer paralelamente forrnas de autoor-

ganizacion de los ciudadanos a partir de democratizar la administra-

cion municipal y local del control parlamentario efectivo sobre el go-

bierno con el fin de VaC13r su contenido de clase. EI Estado, en suma,no puede ser «destruido» sino que debe ser cambiado para ser utiliza-do de otro modo 52 . .

EI triunfo del socialismo es hist6ricamente inevitable puesto queesta determinado por las leyes objetivas del desarrollo econ6mico, por

ello se trata de extr ernar la vigilancia revolucionaria para no caer en

~ M. L. Salv~dori. '!m:tsky e 10rivotuzione sociatista; Feltrinelli. Milan, 76, p. II.E. Bernstein, Sociaiismo evotucionista. Las premisas del sociolismo y las lareas

de 10social-democracia; Fontamara, Barcelona. 75. K. Kaustsky, La doctrina sociaus-to. Bernstein y 10social d emo c ra c ia a t em a n a: Fontamora, Barcelona, 15.

52 M. L. Satvadori, Koutsky e 10nvoluzione sociatista, op. cit., p. 12.

74

luci6n puesto que esta s610 es posible para el cuando: 1) el regimen

existente se contraponga radical y frontalmente a las masas, 2) exista

un gran partido que las guie, 3) represente a los intereses de la gran

mayorfa de la nacion y 4) los aparatos de Estado esten definitivamen-

te en quiebra ". En realidad de 10 que se trata es de privilegiar el

avance politico a traves de la profundizaci6n democratica hasta elli-

mite en que sera la propia burguesia la que recurra a la violencia para

intentar romper el marco legal. En estas circunstancias el proletaria-

do estara en condiciones mucho mas favorables para imponerse .Esta via politica era definida por Kautsky como la estrategia del

desgaste (<<ermattungstrategie»), en contrapcsicion con la estrategia

del aniquilamiento (cniederwerfungsstrategie») 54. Esta orientaci6n

serfa la mas adecuada para las condiciones especi ficas de Alemania

puesto que las sucesivas consultas electorales habian demostrado el

creciente ascenso del SPD que, tras un largo proceso continuado, es-

taria en situacion de imponer una ruptura pacifica e irresistible del

poder burgues. Rosa Luxemburg critic6 la distinci6n de las dos estra-

tegias segun las zonas geograficas y reafirm6 el valor universal de la

huelga general rusa de 1905 que no era una forma de lucha propia

de un pais atrasado, sino que, al contrario, con ella el proletariado

ruso demostraba ir por delante del occidental jj. Para Kautsky la es-trategia del desgaste no excluye las batallas abiertas pero se basa en

otros presupuestos ya que parte de la permanente acumulaci6n de fuer-

zas y. d e la corrosion gradual para debilitar al enemigo. Por ello el

cheque frontal no es descarrable en si rnismo, pero es altamente im-

probable en Occidente.Kautsky eludia el problema de las formas que eventualmentc po-

dna adoptar la ruptura revolucionaria, concebida, en general, segun

cierta t radicion obrera, como «el gran rnomento». Los medias pacifi-

cos de avance y penetracion en el Estado, tal como habia scnalado

Engels en su celebre prefacio de 1895 a «Las luchas de clases en Fran-

cia» de Marx, son mucho mas seguros, de ahi que no haya que preo-

cuparse por la mayor lentitud del ritmo revolucionario . Para reforzar

la argumentaci6n de estc punto de vista, Kautsky se basaba ademas,

en algunas afirmaciones de Marx sobre la posibilidad de un transite

pacifico al socialisrno en paises capitalistas desarrollados con regime-

nes politicos l iberal-democraticos consolidados, como pod ian ser los

EUA 0 GB en su tiempo. Las revoluciones, siguiendo la tesis deKautsky, no pueden hacerse cuando se desean, sino que surgen cuan-

53M. L. Salvadori, Id., op. cit., p. 119.54 Estes terminos de origen militar procedian del historiador militar Hans Delbruck

que se base en las conocidas obras de Von Clausewitz.5~ Estas tesis So C encuemran descritas en la celebre obra de R. Luxemburg, j,Refor-

ma 0revolucion? Y otros escntos contra los revisionistas, Fonramara, Barcelona, 75.

Vid . al respecto P. Anderson, Las antinomies de Oramsci, op. CiL, p. 105.

75

do las circunstancias son favorables y las «condiciones objetivas» hanmadurado.

Especial interes reviste la polemica que Kautsky mantuvo con Le-

mayoritario, dominando el Parlamento y la Administraci6n, acabara

doblegando todas las estructuras a las necesidades del proletariado

sin necesidad de romper/as". Por ello la Repiiblica dernocratica es

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nin y Trotsky a proposito de la dictadura del proletariado y de la es-

trategia revolucionaria puesto que manifiesta plenamente el alcance

de sus concepciones so . Kautsky rechaz6 violentamente la revoluci6n

bolchevique por el hecho de que esta Iiquid6 el pluralismo politico

y acab6 con las formas democraticas del Estado. Para ella democra-

cia es un medio consustancial con el socialismo para a1canzar las me-

tas de la revolucion, puesto que el socialismo no es solo la organiza-

cion social de la produccion sino tambien la organizacion democrdti-

ca de la sociedad ". Liquidar la democracia s610 puede perjudicar alproletariado ya que entonces es imposible evitar el despotisrno de las

elites dirigentes ". En el ejemplo bolchevique los soviets marginan a

arnplios sectores de la poblacion (todos los propietarios sin distincio-

nes) de las tareas politicas, 10que demuestra la inmadurez de las C1r-

cunstancias rusas para edificar una sociedad plenamente socialista.

La dictadura del proletariado, en todo caso, expresa la hegerno-

nia del conjunto de la clase obrera, pero no de un partido politico

que monopoliza su representacion, Con este concepto Marx no cita-

ba ninguna forma de gobierno especifica, sino que hacia referencia

a un estado de cosas, a un estado politico. Para Kautsky no se puede

hablar, en rigor, de una dictadura de clase puesto que una clase, co-

mo tal, puede dominar, pero no gobernar W La dictadura del prole-tariado debe sancionarse a traves de elecciones libres, regulares y pe-

riodicas, respetando los derechos democraticos y apoyandose en el Par-

lamento como instrumento de transformaci6n socialista. Para evitar

todo equivoco es preferible sustituir la expresion dictadura del pro.e-

tariado, dadas sus resonancias autoritarias y el negativo ejemplo bol-

chevique, por la de dominio del proletariado. Este poder obrero debe

basarse en estos elementos: I) consenso popular verificado mediante

elecciones libres que ratifiquen periodicarnente la voluntad mayorita-

ria por el socialisrno, 2) mantenimiento de la democracia politica en

todos sus niveles, 3) uso del Parlarnento con fines socialistas y 4) ejer-

cicio de la violencia exclusivamente contra los activist as

reaccionarios 60.

Kautsky efectua asi una reinterpretacion en profundidad de las tesis

de Marx sobre el periodo de transicion elaboradas a partir del efime-

ro y discutido ejemplo de la Comuna de Paris. Un gobierno socialista

la forma de Estado inmodificable para el SPD, de a m que, ante los

intentos extremistas de derecha e izq uierda para Iiquidar la Repiibl ica

de Weimar, la social-democracia se convierte de fuerza revoluciona-

ria en fuerza conservadora. Con este Estado, para Kautsky, la misma

idea de revolucion politica pierde sentido puesto que tan solo habra

que cambiar la estructura econornico-social capitalista, pero no la

politica ".

En 1925, en el programa de Heidelberg de la SPD, revisado por

Kautsky, se reafirmaban los mismos principios teoricos: la defensa

a ultranza de la Republica dernocratica, la irrenunciabilidad historica

de preservar los derechos democraticos y la concepcion de la «supre-

macia» del proletariado como dominio social difuso basada en la de-

mocracia y en el consenso popular generalizado ":

B. LENIN Y LA D1CTADURA DEL PROLETARIADO

EN LA URSS

Hay que analizar la teorizacion de Lenin sobre la revolucion so-

cialista, la dic tadura del proletariado y la experiencia del poder sovie-

tico para relacionarla con el concepto de hegemonia y confrontarlacon las transformaciones reales de los aparatos de Estado en la URSS.

Como ha sefialado Gruppi 64, Lenin concibe la dictadura del prole-

tariado ante todo como la direccion de un determinado sistema de

alianzas. Lenin utiliza el terrnino de hegemonia sobre todo en la co-

yuntura de 1905 para significar que Ie corresponde al proletariado la

direcci6n de la revolucion dernocratico-burguesa pendiente dada la in-

capacidad historica de la burguesia rusa. EI proletariado debe poner-

se a la cabeza de la lucha democratica asumiendo todas las reivindi-

caciones populares para arrastrar detras de sf a la gran mayoria de

los campesinos liS. Por su parte los mencheviques argurnentaban que

el proletariado no tenia que desarrollar esa tarea politica ya que no

le era propia; punto de vista aparentemente «de izquierda» que camu-flaba su pasividad real. Para Lenin la revoluci6n dernocratica, aun

con sus limites burgueses, educaria a las masas y les haria tomar coo-

ciencia sucesivamente de que s610 la expropiacion de los medias de

produccion en manos de los capitalistas podria suponer su completa

S6 Las pnncipales obras que jalonan esta controversia son las siguientes: Kautsky,

La dictadura delprotetariado (1918); Terrorismo y comunismo (1919); De la democra-•era a 10esctavuud estatat (1921), Lenin, La revotucion prole/aria y el renegado Kautsky(I918). Trotsky, Terrorismo y comunismo (1920).

57 Kautsky, La dictadura del p r o t e u m a a o : Ayuso, Madrid, 76, p. 17.58 Kautsky, Id. , op. cit., p. 42.59 Kautsky, Id., op. cir., pp. 36, 37 y 84.

60 M. L. Salvadori, Kautsky e 10nvonaione sociolista. op. cit., p. 235.

6t M. L. Salvadcri, ld, 01'. cit., p. 305 .62 Id. nota anterior.63M. L. Salvadori, Id. op. cit., 1'1'. jI2-14.

64 L. Gruppi, II con ceua di egemonla in Gremsci; Edi tor i Riunit i, Roma, 72, p . 15 .65 Lenin, Dos uicticas de fasocial-democrecia en /0 revotucton democrdtica (jun.-

jul . }9(5). En: Obras comptetas (OC); Cartage, Buenos Aires , 69-72, IX, p. 96.

76 77

liberaci6n. Desarrollar la democracia en profundidad no puede masblo de la opresi6n y la explotacion, EI eje de la revoluci6n debe ser

la aJianza obrero-campesina:

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que poner a la burguesia en contradicei6n ya que esta clase no puede

ser consecuente hasta el final en este terreno, de ahi la naturaleza ob-

jetivamente anticapitalista de la revoluci6n democratica. EI canlcter

dernocratico avanzado de la Republica burguesa dependera del peso

politico del proletariado en la misma, por ello esta lucha no es indife-

rente y no es legitime abandonarla exclusivamente aI protagonismo

de la burguesia liberal tal como hacen los mencheviques. Lenin teori-

za asi la hegemonia del proletariado en cuanto demostraci6n de capa-

cidad dirigente a todos los niveles 66.

Los origenes del concepto de hegemonia en Lenin se hallan en su

polernica con los populistas (xnarodniki») a proposito del desarrollo

del capitalisrno en Rusia. Desde el momenta en que Lenin rechaza la

actitud teoricamente rnaxirnalista de los mencheviques, convierte al

proletariado en la clase historicarnente progresiva y abanderada de

la revolucion dernocratica que engloba detras suyo a la gran mayo ria

de la poblacion. La hegernonia es asi direccion de la lucha politica

contra los adversarios y capacidad dirigente sabre las clases aliadas

par un objet iva comun, EI instrumento de la hegemonia proletaria

debe ser el partido, CUYOS te6rieos son los intelectuales revoluciona-

rios que proceden de la burguesia y que introducen «desde fuera »,

segun el discutible punto de vista leninist a, la conciencia politic a enla clase obrera.

Can las tesis de abril, Lenin establece que solo mediante la dicta-

dura del proletariado esta clase podra establecer su hegemonia, 10que

obedece al cambia producido en la situacion revolucionaria. A partir

de este memento se observa en los escritos siguientes de Lenin una

creciente util izacion de ambos rerrninos como sinonimos: asi la dicta-

dura del proletariado hace referencia a la base social del Estado obre-

ro y a la capacidad hegernonica de las fuerzas revolucionarias 6·. EI

hecho de que Lenin abandonase practicamente el concepto autono-

mo de hegemonia tras 1917 obedece a la necesidad imperiosa de rea-

firmar por encima de todo el nuevo poder proletario. Desde este mo-

menta Lenin considera que la actualidad de la revolucion viene deter-minada por el creciente protagonismo de las rnasas en la escena poli-

tica y por la crisis del imperialismo, teniendo en cuenta que su accion

revolucionaria solo puede ser obra de la mayoria, puesto que:

(sin tal a lianza la democracia no es s611ida y la tr ansfo rmac ion socia lista esimposible» 69.

Tras la lorna del poder no s610 habra que preservar aI maximodicha alianza, sino que deberan ponerse los fundamentos para la suo

perad6n de la soeiedad clasista:

«para aboli r las clases es necesar io ( ... I , des truh la diferencia Que exis te ent reel obrero y e l campesinc ( ... ). Bste problema es mucho mas complejo 'Y . por

la fue rza de las cosas, su solucicn requie re un largo per iodo de tiempo. Es im-

pos ib le resolverlo abatjendo a una clase ( . .. ) . Semejanre t rans ici6n se curnplenecesariamenre con mucha Ienti tud. 70,

La violencia que dimana de la dictadura del proletariado consiste

fundamental mente en la represion de la contrarrevolucion, minori ta-

ria por principio, 10 que es compatible con la extension de la demo-

cracia a la mayoria aplastante de la poblacion ". En su «carta a los

obreros hungaros» Lenin afirma que la dietadura del proletariado ejer-

ce sin duda una violencia revolucionaria, pero en ella no radica su

esencia 72 Por ello, como ha senalado Vacca ", el desarrollo de la de-

mocracia hasta sus ultimas consecuencias, es la linea maestra de laleo ria de la transicion del capitalismo al socialismo para Lenin. La

dictadura del proletariado es ante todo la direccion politica de la cla-

se obrera sobre la sociedad con el fin de unificar a las masas trabaja-

doras por encima de sus propias contradicciones 74. Para Lenin:

«la revolucion proletaria no esposible s in la s impatia y el apoyo de la abruma-

dora mayoria de los trabajadores pa ra su propia vanguardia»,

de ahi que este apoyo deba conquistarse v, sabre todo mantenerse 75.

Partiendo de estas consideraciones Lenin insiste continuamente en

la idea de que el proietariado debe protagonizar el desarrollo de la

lucha democratica en el interior del Estado burgues para desarticu-

larlo y poder forzar asi la ruptura revolucionaria:

«El pro le tariado no puede veneer mas que a traves de la democrac ia, es deeir,realizando completamente la democracia (. .. ). Es absurdo coruraponer la revo-

lucien socialis ta ( ... ) a cualquiera de las cuestiones democraticas ( ... ) . Debe-

«ninguna insurrcccion creara el sccialismo 51 este no esta maduro

cconomicamcruc» M

La forma politica de la revolucion proletaria debe ser dernocrati-

ca y popular puesto que de 10 que se trata es de liberar a todo el puc-

69 Lenin, el Estado y fa revotucion (ag. 1917); DC, XXV[I, p , 51.

10 Lenin, La economia y Ii ipoutica en ta epoca de fa dictadura del protetonado(nov. 1919); Obras Escogidas (DE), III vots., Progreso, Mosca, 79, III, p. 294.

II Lenin. EI Estado y fa Revotucion. id., op. cir., p. 107.

72 Lenin, Carla a los obreros hungaros {may, 19/9); DE. Ill. p. 214.73 G. Vacca, Saggio su Togliatti e ta tradiuane comunis ta: De Donato . Bari, 74,

p.42.74 Lenin, Sabre el impuesto en especie {may. , 1921); DC, XXXV. p. 215.

15 Lenin, Saluda a los comunistas ita/janos. franceses y alemanes (OCI_ 1919). En:66 L. Gruppi, II conccrrc di egemonia in Oramsci, op. cit., pp. 21-22.6; Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t 'Etat, op. cit., pp. 205 -15.

6~ Lenin, La catdstrofe inminente y como tucaar contra ella (sep t. 1917); ~C,

.XXVI, p. 442.

79

78

mos unir la lucha revoluc iona ria con tr a e t cap ital ismo al programa revalucio-

nario y a la ta cti ca re vcluc icna ri a por todos las reivindicaciones democraticas

( . .. ) . Mientras exista - ::1apitalismo todas estas reivindicaciones apenas son rea-

t icular idades his t6ricas del proceso revolucionario nacional y no afecta

al problema de la dictadura del proletariado en general "'.

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Iizables ( .. . ) . ApoyandQse en la democ racia ya rea lizada , reve lando que es in-

ccmplet a bajo e l r eg imen capitalista , reivindicamos el abatimiento del capita-

lismo (. .. ) para la inttoduccion romp/eta y general de lodas las transfonnacio-Rf:S democraticas» 76

La revolucion proletaria es un paso politico largo y complejo por-

que exige la recomposicinn progresiva de las masas, 10 que requiere

diversas etapas, A nive] mundial esto se traduce en la desigualdad del

ritmo revolucionario debido a los desniveles del desarrollo capita lis-

tao AI proletariado ruso Ie ha correspondido tan s610 la tarea de ini-ciar la revolucion mundial ya que ha podido triunfar provisional mente

al romper «el eslab6n mas debil» de la cadena imperialista. Sin em-

bargo, las resoluciones del III Congreso de la IC demostraban que

el proceso no se habia desarrollado tal como se preveia. Lenin ya se

habia esforzado en inciividuatizar el caracter de la revolucion rusa:

Hen Rusia , en la s ituacion concre ta Yorigina li sima de 1917, ha s ide fac il iniciarl a re voluci cn soc ial ism, mientras que se ra ma s difici l para Rusia que para los

paise s europeos con tinuar la y l leva rla has ta e l f inal» 77.

En su conocida polemica con Kautsky, Lenin defiende apasiona-

damente la dictadura del proletariado en su forma sovietica, recha-

zando las tesis «centristass ". Para Lenin, Kautsky confunde delibe-radamente la dernocracia como principia teorico general con la con-

creta e hist6rica dernocracia burguesa. La democracia no existe en es-

tado «puro», sino que es siempre de clase, por ella la democracia bur-

guesa es estrecha y falsa. La revoluci6n proletaria debe destruir por

completo el aparato del Estado burgues y todas sus instituciones para

edificar una nueva maquinaria propia. Los lirnites objetivos de la de-

rnocracia burguesa impiden el acceso pacifico del proletariado al po-

der y las tesis de Marx, citadas por Kautsky, sobre una po sible transi-

cion pacifica al socialisrno en los EVA y GB han dejado de ser actua-

les par la existencia en esos paises del militarismo y la burocracia, en-

tonces «inexistentes» (sic). En otra ocasion Lenin sostuvo que el paso

del capital isrno concurrencial al i rnperial ismo babia l iquidado defini-

tivamente esa posibilidad . En las c ircunstancias rusas, la privacion de

derechos politicos a los explotadores obedece exclusivamente a las par-

P. Togliani, AJcuni problem; della uoria deW/C. Problem; del movimiento operaio

intemazionate; Edit or! Riuniti , Rcma, 62, p. 376.76 Lenin, El protetariaao revotucianario y et derecho a ta autoaeterminacion de fa

nacionaltdades (Oct. 1915J.; DC; XXl, p. 373.77 Lenin, EI «ttquterdismo», enfermedad tnfanttt del comumsmo (abr.-may. 1920);

OE, 1Il , p. 388.78 Lenin, La revolucion proletaria y el renegado Kautsky (oct-nov. 1918); OE. Il l,

p. 74 Y ss.

80

Sin embargo, las aportaciones m a s in teresantes de Lenin estan con-

tenidas no tanto en su teoria de la dictadura del proletariado, cuanto

en sus escritos sobre los problemas internos del Estado sovietico y las

dif icul tades para la edif icaci6n del socialismo. Los cinco primeros aiios

de la revolucion bolchevique no superaron jamas el estadio conside-

rado por el propio Lenin como «una forma especifica de capitalisrno

de Estado», de alii el carac ter ideologico y politico de la formula «die-

tadura del proletariado», Tras el denominado «comunismo de gue-

ra. la reconstruccion del pais exigio una gran centralizacion, 10 que

coincidio con la disgregacion de la clase obrera, la crec iente burocra-

tizacion de los aparatos de Estado y las restricciones del pluralismo

interno en el PCR (b). La NEP, presentada por los dirigentes bolche-

viques como una «tactica defensiva» de repliegue coyunrura l, poten-

cia el capitalismo privado dentro de ciertos limites y acentuo las dife-

reneias entre el carnpesinado y entre este y la clase obrera urbana. Los

beneficiarios inmediatos de esta politica economica fueron los «ku-

lacs» (grandes propie tarios rurales) y los «neprnan» (cornerciantes y

especuladores urbanos), La diferenciacion salarial fue en aumento,

se crearon mult iples categorias de trabajadores y se dio la primacia

a los criterios tecnicos sobre los politicos. La direccion de las empre-

sas es encomendada mayoritariamente a los antiguos propie tarios y

los sindicatos son privados de atr ibuciones (rnil itarizacion laboral irn-pulsada por Trotsky). En estas circunstancias, la polemica sobre el

controi obrero adquirio una gran virulencia (grupo de la «oposic ion

obrera» dirigido por Alejandra Kollontai y Chliapnikov) so. Lenin

constataba la inexistencia general de ese control , preconizado teorica-

mente por todos los bolcheviques, en la gran mayoria de las emp re·

sas, asi como la importante carencia de cuadros tecnicos y deespecia-

listas ". Por ello defiende la necesidad de utilizar a los tecnicos bur-

gueses, ofreciendoles elevadas remuneraciones, puesto que su elirni-

nacion resultaria socia imente mucho mas gravosa, Al mismo tiempo

Lenin reconoce que el derecho de huelga debe ser leg .timo, aunque

pueda perjudicar a la produccion socialista, puesto que es un arma

en manos de los trabajadores contra las degeneraeiones burocrat icas.

El Estado sovie tico debe reconoeer, sin temores, la existencia abierta

de inevitables contradicciones socia les, de ahi su recomendaci6n 82.

En el VIII Congreso del PCR(b)", Lenin reconoce que el apara-

79 Lenin, ld., op. cit., p. 99.80 A. Kollontai, L 'opposition ouvriere; Seuil, Paris, 74.

81 Lenin, Las tareas inmediatas del poder sovietico {abr. 1918)' OC. XXVIII, p.

456.82 Lenin, La funcion y (areas de los sindicatos en las condic iones de [aNEP (en.

1922); ~C, XXXVI, p. 109.83 Lenin. Informe sobre el programa del partido (mar. 1919);OE, III, p. 175.

81

to sovietico en teoria es accesible a los trabajadores, pero no asi, en

la practice por el bajisimo nivel cultural de las masas. Lenin sabe que: tes, en la Administraci6n del Estado ". Como ha seilalado Bettel-

heim, a pesar de que este autor, por determinadas posiciones politi-

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«hay que construir el socialismo no con un material humano fantasticc ( .. ) ,s ino con eI materi al que e l capit al ismo nos ha de jado por herenci a» 84.

cas actuales, considere que entre 1917 y 1923 existia la «dictadura del

proletariadc» en la URSS, la tendencia a 1a autonomizacion de los

aparatos de Estado y la ausencia de control obrero fueron en aurnen-

to durante todo este periodo 90. La confusi6n entre Estado y partido

bolchevique foment6 el carrerismo, la corrupcion y el burocratismo,

a parte de que su composici6n vario sustancialrnente rras la guerra

civil. EI endurecimiento interno progresivo del PCR(b) contribuy6 a

la cristalizaci6n de una capa burocratica dominante incontrolada que

gestionaba el Estado y los medias de producci6n en nombre de lasmasas, pero no bajo su supervision. Este hecho fue posible por la dis-

persion fisica del proletariado tras la guerra civil , el cerco imperialis-

ta, los problemas de la reconstruccion econornica, los «errores» de

los dir igentes bolcheviques y la imparable burocratizacion del Estado.

En otros aparatos de Estado los cam bias fueron asimismo poco

profundos. Asi, par ejemplo, ineluso en el Ejercito , a pesar de que

durante la guerra civil respondio en general a un esquema de funcio-

namiento dernocratico y popular, se reinstauraron progresivamente

las antiguas jerarquias, la disciplina rigurosa y algunos privilegios ma-

teriales para la alta oficialidad. En el aparato escolar la hegernonia

de la ideologia burguesa se via parad6jicamente favorecida por la po-

sicion tradicional de Lenin opuesto a la dicotomia cultura burguesa-cul-tura proletaria. Tal como ha sefialado Claudin 91, Lenin consideraba

que la Cultura era la creada par la burguesia, de la que el proletaria-

do, en cuanto legitimo heredero historico, debia apropiarse. Lenin en-

tendia .a revolucion cultural no tanto como un cambia de valores,

cuanto una difusi6n popular sin igual del saber tradicional sa Cier-

tamente habia que aspirar a crcar una nueva moral para desarraigar:

Por otra parte, anteriormente habia afirmado que no se deben des-truir todos los aparatos del Estado burgues ya que algunos de ellos,

en particular el econornico, debian ser preservados 35, reconociendo

asi implicitamente el utopismo de ciertas formulaciones maximalistas

de su obra "EI Estado y la revolucion» sobre la destrucci6n «integral»del Estado capitalista.

EI primer balance provisional que Lenin establece .. , considera los

t ipos de econornia existentes en Rusia: 1)economia campesina patriar-

cal, 2) pequena producci6n mercantil, 3) capitalismo privado, 4) ca-

pitalismo de Estado y 5) socialismo; constatando la fuerte presencia

de los primeros con relaci6n a los dos ultimos ". EI poder sovietico

no ha demolido la vieja estructura econornico-social, sino que la ha

reforzado mediante concesiones al capitalismo privado para concluir

las tareas democratico- burguesas 88.

Con relacion a la Administraci6n del Estado Lenin teoriza la de-

formacion burocrdtica del Estado sovietico, motivada por la natura-

leza de las relaciones que el campesinado, fuerza social mayoritaria,

tenia con el proletariado, fuerza dirigente. Sin embargo resulta vital

preservar la alianza obrero-campesina para el poder sovietico, aun-

que con ello sea inevitable la concentracion de la gestion de los asuntos

publicos en un pequeno mimero de personas, 10que contribuye a dis-

tanciar el poder de las masas. Lenin explica la insuficiencia democra-

tica del Estado sovietico por el tipo de alianzas de clase indispensa-

bles para la consolidacion de la revolucion, pero, en realidad, las causas

profundas son otras. La pervivencia sustancial de los anteriores apa-

ratos de Estado y la consolidaci6n de una nueva capa burocratica pro-

fesional dominante en su seno, son los elementos que invalidan, en

parte, la teoria de la «destruccion» hasta sus cimientos del Estado bur-

gues, tal como habia sido elaborada por la tradici6n marxista.

En efecto, los bolcheviques se vieron obligados a utilizar casi enbloque al anterior personal burocratico y tecnico especializado, pro-

cediendo a ciertas trans formaciones indispensables, perc insuficien-

«la fucrza de Iacosrumbre de millones de personas (que) es la mas te rr ibl e delas fuerzas» 93,

pero 10 esencial era extender la educacion y la cultura para civiiizar

a un pais atrasado y barbaro como Rusia.

En conclusi6n, 10 mas destacable es el hecho de que la teoria deLenin sobre la dictadura del proletariado sufre, en la practica, nota-

bles modificaciones a medida que se ve confrontada con la realidad

historica del poder sovietico. Si, por una parte, la perspectiva est rate-

!)4 Lenin. £1 «izquierdismo» enfermedad infantil del comunismo; id., op. cir., p.376.

~3 Lenin, i .Se mantendrdn los bolcheviques con elpoder? (oct. 1917);OC, XXVII,

p. ~~. Lenin, £1 infanti lismo de Izquierdo y e l espir itu pequeno-burgues (may. 1918) ;

OE, II, p. 725.87 Lenin, Sabre e l imouesto en espec ie ; id., op. cit., p. 204.~8 Lenin, Acerca de fasigni ficacion del oro ahora y despues de la victoria compte-

to del socialism a (nov. / 921) ; OC, XXXV, pp. :554-56.

89 Lenin, Las I(//"(,(/~ inmeatotas del poder sovieuco. id., op. c it.. p. 462.90 Ch. Benclbcu». ! -: illllt', de c lasses en URSS; Maspero-Seuil . Paris , 74, vol.

1, pp. 291·JO'91 Carmen Claudin-Urondo . Lenin.y fa revolucion cultural; Anagrama, Barcelo-

na, 79, pp. 22·:::,". .92 Lenin, / (.11"1; (/ . \ de /u.\ juventudes comunistas (ocr. 1920); OE, Ill, p , 4 79 y ss. ASI-

rnismo, Discurso a 105orf.!.anosde instrucci6np~blica_(noll. 1920);.OC. ~XXIV, p. 65.93 Lenin, EI «izquierdismo», enfermedad infannl del comufIlsmo; id. op . cit., p.

353.

82

83

gica insurreccional estanl siempre presente en la visi6n revoluciona-

ria de la IC, por otra, el repJiegue defensivo de la URSS modificara

individualizar elementos para una teoria general de la hegemonfa "'.

Los QC representan, e.nc ierto sentido, una autocritica hacia la politi-

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las expectativas creadas tras 1917. Las agrias polemicas sobre el fren-

te unico as! 10 atestiguan, tal como ya se ha recordado. Por 10 que

se refiere aI propio Estado sovietico 10 mas significativo es el hecho

de que, no obstante la ruptura revolucionaria, hereda una. fortisima

tradicion hist6rica y un personal burocratico muy deterrnmado que

contribuiran a diluir el propio poder de los soviets como organos po-

pulares de masas y embriones de democracia directa de base. De ahi

se deducen los limites, ala vez que la notable lucidez del analisis leni-

nista de la dictadura del proletariado en la URSS.

C. HEGEMONiA COMO DlRECCl6N POLiTICA. IDEOLOOtCA Y

CULTURAL EN LA SOCIEDAD CIVIL SEGUN LA APORTACI6N

DE GRAMSCI

La hegemonia es uno de los conceptos teoricos clave en el pensa-

miento politico de Gramsci y es esencial para cornprender la estrate-

gia de la revolucion socialista que propone para Occidente. Como ha

senalado Buci-Glucksmann el corolario politico que se deduce de la

teoria de la hegemonia en Grarnsci es la guerra de posiciones ~oIl_1o

la via revolucionaria mas adecuada para las sociedades de capitalis-

rno desarroUado 94. La noci6n de hegernonia es, en Gramsci, mas am-

plia que la de dominaci6n 0 dictadura ya que hace referencia a la di-

reccion politica, ideologica y cultural de deterrninados grupos sabre

la soeiedad civil. En este sentido la acepci6n del terrnino «hegemo-

nia» es diferente en Gramsci y en Lenin desde el momenta en que aquel

desarroUa la teoria de la dictadura del proletariado al poner el enf'asis

en eI tema de la organizacion del consentimiento en la soeiedad

civil 95 • Sin embargo, la hegemonia no puede reducirse a una mera .di-

recci6n ideol6gica puesto que incluye la esfera del Estado en sentido

estricto, por ello el componente politico es fundamental en la lucha

revolucionaria.La hegemonia es una sintesis de direccion y de dominacion, de con-

sentimiento y de fuerza, por ello debe entenderse en dos sentidos: co-mo capacidad de un determinado grupo para dirigir a sus a1iados y

como acci6n de fuerza contra los adversarios. Gruppi ha seiialado que,

en 10esencial todos los problemas de la hegernoma son fundamental-

mente cuestiones de alianzas de clase ". Gramsci desarroJla asi el le-

ninismo dando un saIto cualitativo en -los QC, en los que se pueden

94 Ch Buci-Blucksmann, Gramsci £' 1 l'Etat, op. cit., p. 37. Asimismo: P. Ander-

son Las ant inomias de Gramsci , op. cit., p. 29.95 Vid. eI art iculo de C. Mancina, Egemonia. diuatura, pJurolismo: una polemico

s u G ra m sc t, op. cit.% L. Gruppi. II ccacerro di egemonia in Gramsci , op. ci t., p. 75.

84

ca ~tenorrnente.seg~lIda aI esforzarse no s610 por «traducir» a niveln_acl~nalla expenencia rusa (esa seria la motivaci6n inicial de Grams-

cl), sino por desarrollar creadoramente la teona marxista, enrique-

Clend?la con nuevas aportaciones. Esta teoria se ampha aI inchiir el

estudio de ~osaparatos de hegemonfa del Estado y aI aplicarse, en cuan-

to categoria mterpretativa general, a todas las clases sociales. En este

s~nlldo la hegemonia no se reduce tan s610 a las clases dominantes

smo .que tambi~n es. P?sible ~eferirse a las clases subalternas, segii~ -

las ~lfcunstanclas historicas . Algunos autores han interpretado lateoria de la hegemonia de Gramsci exclusivamente en sentido super-

estr~ctural, bien como dominio ideol6gico de los intelectuales (Pelli-

cam) o.como mera a1ianz.a d.e '<.:lases(Garaudy, Marramao), cuando

en realidad ese concepto sigm fica la fundaci6n de un nuevo poder en-raizado con su base social 99.

EI punto de partida para Grams.ci es, sin duda, Lenin puesto que

la hegemorna del ~roletanado consiste en su capacidad para guiar a

amplias ~asas hacia la conquista del poder y en dotar a su dictadura

de arnplia base SOCIal, combinando el consenso can la inevitable

fuerza " J O . Un grupo social es hegem6nico cuando individualiza los

rasgos fun?~m~ntales de la situaci6n hist6rica para hacerse protago-

rusta de reivindicaciones de otras clases. Concretamente esto signifi-

c.a.en lta~l~ que la clase obrera sera hegemonica si convierte la Cues-110n meridional en cuestion nacional'?': Por ello es necesario con-

quistar la hegemonia antes de la toma del poder en la sociedad civil:

(~.Lasupreroaci~ de ~~ g~upo social se manifiesta en des modes, como «dam i-

rna» y como «direccirm intelecrual y moral». Un grupo social es dominante de10: ;grupos adver~a~ios que t lende a «Iiquidar» 0 a someter tambien con Jafuer-Z i l : a~mada y esd lng~~te de los g rupos afines y al iados. Un grupo soc ia l puedee incluso debe ~e! dirigenteanres de conquistar el poder gubernative (esta esur.a de la~ condiciones prmcipales para la misma conquista del pcder): despues,cuando ejerce e,lpoder, aunque 10detente ferreamente l lega a ser dcminameperc debe ccnunuar siendo «dirigente- 102. ,

97, V. Gerratana, La nueva estrasegia que se abre paso en los «Quademi». En: F.Fer~and.ez Buey, Gramsci hoy. op - .cit., p. 101 y ss.

16' Yid. al respecto 1a,obra ':'lenclonada de l.Althusser, tdeotogia y eparatos ideo.

c;!;;;~:~, ~~::~ ~~~i%~is /~ '~~/ae N. Pculantzas. Poder pol it ico y c loses so-

. ~ R. ~~raudy,.Le ~rand to~rnanl du sociatisme, op. cit., G. Marramao, POT una= ~ ~~f~~t'~~O~~r~~~~~,;;r, op. CiL, L. Pellicani, Gramsci e la questione comu.

< Ie 100Lruppi.!l co~ce/~o di egemor:ia in Gremsci, op. cit" pp. 9 y 76, Asimismo,esteautor, L e xi ge n ci a d un nollS gura, Ln: F. Coen y otros, Hegemorua i ten in isme

en f : , " n t . s c i ; Tau!" de Canvi , n .," 5. may. 77, p. 3/.

10 2 ~?~i.P~~/2~~~:'I~ d, egemcnia in Gramsct, op. cu., p. 78 .

85

Como ha seiialado Togliat ti IOJ el concepto de hegemonia no ~ue-

de ser formalmcnte opuesto al de dictadura, al igual que no es posible

ceso. Posteriormente los jacobinos, presionados por las masas popu-

lares desbordaron los objetivos de la burguesia, alargando la base so-

cial de su hegemonia sobre posiciones politicas radicales. Esto expli-

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contraponer la sociedad politica a la sociedad civil. Con todo e~ in-

discutible que el terrnino de hegemonia es ~as am~li? %,e el de dicta-

dura al englobar la direccion sobr~ la sociedad civil .

EI concepto de hegernonia es aphcado por Gr.a!l'scl a las clases do-

minantes desde el momenta en que los grupos dirigentes de un deter-

minado bloque historico mantienen unido un conjunto de fuerza~ he-

terogeneas, impidiendo su disgregacio~ gracias a su capac~dad mte;

gradora. En sus estudios sabre la historia nacional, GramSCl constat?

la capacidad hegcmonica de los grupos conservadores ~ara neutrali-zar y atraer a sus antagonistas, medIan~e ciertas conceSlOoes. L~ he-

gernonia presupone, por tanto. que se nenen en cuenta algunos mte~reses de los grupos sobre los que se va a ejereer la hegemoma, de ahi

la combinaci6n de fuerza y consenso. La hegemonia une en e~bloque

historico concreto las dos soeiedades dialecticamente a trave.s de los

intelectuales cuya funcion es cohesionarlo mediante la difusion .ldeo-

lcgica. Por eso, en cada bloque histcrico se aClua.una hegemoma de-

terrninada, segun su composicion, 10 que en Italia se, t raduce P_O~la

division estructural entre el norte y el sur. La denomm?da «?~~HmOnpublica» esta estrcchamente con,ectada CO,~la hegem~ma PO~lt~ca, es

el punto de contacto entre la sociedad polirica y la sO~ledad CIVl\. Par

ello el Estado en senti do estricto, cuando quiere imciar ~na opera-cion poco pop'ular (rca preventivarnente una o~inion publica ==:da contando con el apoyo de los aparatos «pr ivados» de la sociedad

civil 105. . .

EI proceso de conquista de la hegemonia es complejo y atr aviesa

diversas fases. En primer lugar requiere que el grupo s~~lal en cues-

tion alcance un cicrto grade de homogeneidad recan?Clendose en el

terr~no economico-corporativo. La solidaridad profesional basada en

el intercs inrnediato y restringido, sin perspectivas a largo plazo, ,es

una etapa que debe ser super-ada en.la direccion hacia la ~egemoma.

A continuaci6n sc amplia la solidaridad entre todos los miembros de

la misma clase social. En estas circunstancias ya se pla.n~ea el prob.le-

rna del Estado, pero tan s610 con la pretension de parttctpar en suIll-

terior . Par ult imo, los intereses corporativos superan su estrech? marco

y abarcan a los de otros grupos sociales. Esta es la fase propramente

politica en la que el problema del poder se plantea con toda

agudeza 106, En el caso de la revolucion francesa,. abundantemente ci-

tado por Gramsci, la hegemonia cultural de los mtelectuales burgue-

ses ilustrados, en cuanto manifestaci6n progresiva ~e ,la nu~va clase

ascendcnte que controlaba no s610 los resortes economlCOS, sino tam-

bien los ideologicos, es una buena muestra del desarrollo de este pro-

103P. Togtiaui. tt teninismo net pensiero e nel l'a tione di A, Gramsci . En: Studi

g r a ~ c ' t ~ ' f ~ ~ i a ~ : ~ : ' J ; a ! : ~ c iilleninismo. En: Studi gramsciani, op. cit ., p. 441.

10 5 QC, II. p. 914.

106QC, I ll, pp. 1.578-89.

86

ca el viraje conservador de la propia burguesia que habia sido condu-

cida por los jacobinos a posiciones mucho mas avanzadas de 10 que

las premisas historicas debian consentir, de ahi la funcion organica

de Napoleon. Sin embargo, hasta la derrota de la Comuna de Paris

la burguesia francesa no conseguiria consolidar definitivamente su he-

gemonia, teniendo que hacer frente a diversas crisis sucesivas. Can

todo en cada ocasion, el periodo de estabilizacion se iba alargando

puesto que la nueva clase dirigente iba controlando a toda la socie-

dad. Este ejernplo muestra que una crisis organica puede prolongarse

durante un largo periodo historico, dadas las resistencias del viejo mun-

do y la oposicion popular I U ' .

En el caso de las clases subalternas el camino hacia la hegemonia

es especialmente difici! puesto que estas carecen de historia propia al

haber sido conducidas y disgregadas por las clases dominantes:

«La historia de los grupos subal ternos es necesariamente disgregada y episodi-ca (... ) . Los grupos subal temos padecen siempre la iniciat iva de los grupos do-minantes. induso cuando se rebelan y sublevan: solo la victoria «permanente»[la revolucionl rompe , perc no de inmediato. Ia subordinacion» 108.

Las clases subaltern as atraviesan diversas fases en 5U ascenso po-

litico. Asi, en un primer momenta, se produce la adhesion a las for-maciones politic as dominantes intentando influir en sus programas.

A continuacion, surgen las organizaciones reivindicativas parcialcs que

expresan la conciencia «tradeunionista», segun la expresion de Lenin,

de las clases populares. Por ultimo, se desarrollan las organizaeiones

especif icamente polit icas de estas aunquen sus lineas ernancipatorias

varien: inicialmente las formaciones populares reivindicaran la auto-

norma den fro del viejo cuadro politico, para pasar posteriormente a

luchar por la autonomia integral que exige la ruptura revoluciona-

ria 109. En este ultimo caso el grupo subalterno mas avanzado realiza

la hegemonia sobre un amplio conjunto social. EI proletariado, co-

mo clase historicamente progresiva, portadora de nuevos val o res li-

beradores y de un nuevo proyecto de civilizacion se convierte en

Estado.

A partir de est a concepcion Gramsci desarrolla su teoria de la cri-

sis orgdnica en cuanto rnanifestacion del retroceso de la hegemonia

de un determinado grupo social. Las crisis de hegemonia se presentan

como crisis de autoridad por las que la clase dirigente pierde el con-

senso social y la direcei6n, para ser tan s610 dominante, 10que tradu-

ce el distanciamiento de las masas de las ideologias tradicionales y la

disgregacion del bloque historico incapaz ya de integrar a toda la

107 QC, I, p. 361; III. pp. t.635, 2.028·30 y 2.070.108 QC. III, p. 2.283.109QC, III, p. 2.288.

87

sociedad 110. La crisis de hegemonia de la clase dirigente puede p~~-

ducirse, 0bien por que esta ha fracasado en una gran empresa pohti-

gun esta tesis Gramsci tan solo se habria limitado a subrayar que no

basta con la mera fuerza para transformar la sociedad • sino que hay

que demostrar capacidad tecnico-organizativa para obttener y censer-

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ca que ha requerido el concurso de las masas (la guerra, por .eJem-

plo), 0 porque amplios sectores populates (sob~e. todo campesmos .e

intelectuales pequeno-burgueses) pasan a la actividad y plantean rei-

vindicaciones que globalmente son revolucionarias II'. En este proce-

so la sociedad civil se separa de la sociedad politica y se refuerza el

rol directamente represivo del Estado, 10que abre la puerta a solucio-

nes de tipo cesarista en las que todos los partidos del sistema se fun-

den en uno solo que resume los intereses globales de las clases domi-

nantes. Si se requiere un jefe carismatico es que existe un equilibrio,10 q ue denota tarnbien que el grupo dorninante n~ita un arbitro "~.

Gramsci senalo que, tras la primera guerra rnundial, las clases dorni-

nantes tuvieron grandes dificultades para reccnstruir el aparato hege-

rnonico, EI anterior se habia disuelto porque grandes masas, antes pa-

sivas, entraron en accion, aunque sin direccion ni volun, tad colectiva

precisa; porque las clases medias, que en la guerra habian desempe-

iiado funciones dirigentes, posteriormente se vieron desplazadas y, por

ultimo porque las fuerzas populares antagonicas no fueron capaces

de organizar en beneficia propio el desorden ~xi~tente II]..

Por su parte, Anderson ha indieado que, 51 bien es posible para

el proletariado luchar par la hegemonia ant~s de la toma del poder ,

es imposible que pueda ser eulturalmente dorninante desde el momentoen que, en la sociedad capitalista, esta expropiado ~ no dispone de

los medios materiales para competir con las ideologias burguesas en

su terrene '''. La Ie no analiza con profundidad el problema del con-

senso mayoritario, del conformismo general, de las masas hacia el Es-

tado liberal-democratico en las soeiedades capital istas occidentales,

de ahi las preocupaciones de Gramsci que, ne obstante, se limitan tan

s610 a indicar una posible via de accion sin rnayores concrecrones. En

rcalidad Anderson restringe cl eoncepto de hegernonia ya que 10 re-

duce a mera direccion cultural en la sociedad civil, cuando, como ya

se ha senalado, la acepcion politica de la misma es fundamental. .

Todas estas reflexiones sobre la hegemonia conducen a Grarnsci

a desarrollar la teo ria de la dietadura del proletariado a la vez que

contribuyen a perfilar su coneepto de Estado. Salvadori ha sostenido

que, en realidad, Grarnsci utiliza el concepto de hegem?ma del prole-

tariado sustancialmente como sinonimo de su pro pia dictadura, man-

teniendose, por tanto, en una posicion leninista «ortodoxa» 115. Se-

11DQC, I, p. 311 y 410.

::~ ~~~~lels't:~e'~~~~~~~ excelente monografla de N. Auciello. Sociatismo ed ege-

mania in Gramsci e Togliat ti ; De Donato, Bari, 74.

~ : !~A~~e~~o~~2Las antinomies de Gramsci, op. ~it., pp. 76·77. , .115M. L. Salvadori, Gramsci y et PC!: dos concepcrones de {ahegemoma. En. F.

Fernandez Suey y otros, Gramsci hoy, op. cit., p. 90.

88

var el consenso popular, EI propio Lenin ya habia se tua lado este ele-

mente de la dietadura del proletarlado, por ello la unica aportaci6n

gramsciana al respecto seria la teorizacion de un compcortamiento re-

volucionario diferente en Occidente, dado el mayor desarrollo eco-

nomico y cultural, para lIegar al mismo resultado que en Rusia. Ge-

ratana se ha opuesto a esta vision desde el momento en que Gramscidistingue clararnente en sus criterios el ccncepto de direccion del de

dominio. EI problema de la dictadura del proletariado es otro ya que

se refiere a las formas especificas y a la coaccion que JPuede adoptar

la hegemonia de la clase obrera, pero no afeeta a la teciria general de

la hegemonia ''', La dictadura del proletariado tan s610 debe aplicar-se y ejercerse contra las clases antagonicas, nunca contra las clases

aliadas, dada su naturaleza profundamente dernocratnca. En el easo

de la URSS la alianza obrero-carnpesina (la «smychka)») debe ser es-tructural y organica, evitando comprimir a los campesimos 117.En este

sentido, para Gramsci:

«la teorizacion y la realizacion de la hcgemonia hecha par Lenim esun gran aeon-tecimiento 'mctafisico',) 11~.

En suma, como ha senalado Paggi , en Grarnsci la dictadura delproletariado es csencialmente un concepto teorico morrnativo no

doctrinario 119. Gramsci, como rnarxista revolucionariro, defendio la

idea de este tipo de regimen tr ansitorio para encuadrar a la sociedad

civil, perc no adrnitio que esta pudiese ser tratada de forma paterna-

lista 0 pear, desp6tica por un gobierno de funcionariios y policias.

EI socialismo debe suponer la abolicion de las formas politicas falsa-

mente representativas del Estado Iiberal-burgues preciisamente para

potenciar al maximo el autogobierno de las masas. Po:r todo ello, la

dictadura del proletariado no puede apoyarse en el partido-tutor, si-

no en todos los niveles donde los trabajadores ejerzan sus funciones

como product ores libres y creadores.

En senti do opuesto al de Salvadori, otros auto res han separado

radiealmente el concepto de hegemonia del de domina-cion, para re-

cuperar desde una perspectiva liberal-social ista, su pensaimiento. Tam-

burrano ha llevado hasta el limite est a distincion dando una vision

de la estrategia revolucionaria de Gramsci exclusivamemte ideologica

116 U. Gerratana, La nueva estrateg'a que se abre paso en los «Qzeademi», id .•op

CiL, pp. 104 y 111.117S. Cohen. Bujarin y 10revotucion botcneviquc. Siglo XXI, Madrid 76, p. 227

Y55. Asimismo: QC. I II , pp. 1.612-131 1 1 1 QC, II. p. 886.11 9 L. Paggi, A. Gramsci e it modemo princ ipe. op. ci t. , p. 27m .

89

y cultural, apuesta al marco leninista ' 2 0 . E~ r~ar, una vez ~xpu~ci

las estos diferentes analisis interpretat lVa~, es mdlscub:le 1u~ t 'ar ;ro-

mision hist6rica que cumplir, es decir, la de Iiberar a toda la humani-

dad universalizando la concepci6n del mundo de la que es portador.

En este sentido, como ha seiialada Gruppi 126, la hegemonia del pro-

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desarrolla elleninisma sin r?mper con el. ~~':I:;d~ l~~e~is ~~ Buci-fundamente a las C1rcunstanClas nacionales. igui IhGlucksmann y de Gruppi fundamentalmente, cabe sosten~" .que a e-

gemonia en Gramsci significa supremada pal5tica ~ideolag:~~od:nu~~

clase sobre el conjunto social 1 2 ' . Esta direccion se asa no sino

f 'actores polit icos e ideal6gicos que cambm~n fuerza y cons~nf~hege_

tarnbien en los elementos econ6micos preclsamente p~rq~ .mania forma y dirige todo bloque historico y determma o.

. bi 'n economica» 12 2«si lahegemonia es.ctico-pol it ica no puede dejar de ser tam ie ,

En conclusion, Gram sci, revalarizando el mam~nto de la hegem~:

nia abandona rodo rigido determinismo economlclSta para deduct.• . . . ti ada la guerra de POSIClOnes-

una estrategia revoluclOnana mas rna lZ -d d 0123 Las no-rofundizar en el conocimiento del Esta 0. rna ern . osible

~e~ades teoricas de Gramsci consisten en su Idea de que ~ p Ilo~

obtener la ncgernonia antes de la lom~ del P?der dlSgregan a ear de-que dominante existente y que el sociahsmo lle~e q~e basarse. p

finicion, en el maximo consenso popular r:oslble.

. d " entre el gTUpO dirigente y los dirigi-«en el sistema hegemonico hay emO~T~c;a., javorece c! paso molecular dedos si el desarrol-o ec.onollllCO~'Ia egis acton

los dlrigidos a los dingentes» lA.

. do ue el concepto clave de hegemania en Grams;:i

se p~:s~;~~~~~pWcid~d de signifi~ad°'t~tn c~~nt~ld~f~~i~~i~~~~r~\:intelcctual Ymoral 0 como direccion ?O I .1C~ '. b luta ni-

. , dominacicn no siempre cstan distinguidos con ~ soreCCJQnY . a obstante la centrahdad estruc-tidez en sus notas carcelanas, pero. n novedad teorica y las conse-tural de su concepto de hegemoma, su lie , iustifican la irn-cuencias practicas que se deducen de s.u ap icacron, J

ponancia revolucionaria que se le atnbuye.

D.LA REFOR~A LNTELECTUAL Y MORAL: LA SOCLEDAD

REGULADA

Siguiendo a Marx, Gramsci cansidera que el proletariado liene unaI

. 1

II

I~

l2f) G. 'jamburr ano. Gromsci e i'egemonia del prolewriato. En: Studt gramscia-

rn, ? R " ~i.\:Jr~·p~~: J~ : ;~porto Ira pensiero ed essere nel la concezione di A. Gramsci .

En: Studi gramsciani, op. ci r. , pp. 166-67.

: ~ ~~ ~ c ~ : ! ia ~ ~ ~t9:~ncetto di egemonia in Gramsci; Quarto State, r v , n." S-9,

abr .-may. 49, pp. 38-39. As lmismo: QC. m, p. 1.596.

~~~~~~;r~l,e~~s1.~~~~liones vid. el ensayo de F. Ormea, Gramsci e u futuro

aett'uomo: Caines. Roma, 75.

90

letariado significa, en ultima instancia, la construccion de una nuevasociedad resultado de la Iibre union de todos las hombres.

La realizacion de la hegemonia del proletariado significa implici-

tarnerue la crit ica a la anterior fi losoffa, a las anteriores concepciones

del mundo, de ahi que la difusion de masas del marxism a revista las

dlmensiones de una verdadera revolucion cultural, segun la expresionde Lenin. Para Gramsci:

«Marx ha iniciado intelectualmente una era que durara siglos, hasta ladesapa-nc ion de la soc iedad poli tica y el adven irniento de la soc iedad regulada . soloentcnces su concepcion de l mundo sera super ada» 127

E I marxism a no solo es un instrumento de acci6n y organizacion,

sino tambien una filosofla desde el momenta en que la relacion entre

politica, ciencia e ideologia es indisoluble, par ella todos los intentos

de introducir elementos complementarios de otras filosofias en su sc-

no no pueden sino desnaturalizarlo m. La revolucion cultural es de-

finida par Gramsci como una reforma intelectual y moral, segun la

terrninologia de Renan y Sorel adopt ada par aquel, Es-a reforma sig-

nifica 10 siguiente:

«la filosofla de la praxis prexupone rode el pasado cul tural y cs su coronacion.Corresponde al nexc reforma protestante + revolucion francesa. La filosofiade l a praxi s debe tender a universa li zarse» 119.

En Italia, dada la ausencia de Reforma y par la tradici6n del cos-

mopolit ismo intelectual , el problema es especialmente grave par el atra-

so cultural de las masas populares y la escasa difusi6n del marxismo,

de ahi la importancia educadora del partido revolucionario en cuanto

«intelectual colectivo» irnpulsor de un nuevo proyecto de

civilizacion 130. Los intelectuales organicos deben atraer a los tradicio-

nales a la vez que formar y organizar a la clase obrera. S610 as} seraposible la reforma intclectual y moral conectada cornplementariamente

con la transforrnacion de las reIaciones economicas de la sociedad,

evitandose asi una perspectiva idealist a nl.

Can el socialismo se fundi ran la sociedad politica y la sociedad

126 L. Gruppi, If concerto di egemonia in Oramsci, op.ci t. . pp . 9 -10 .

!27 QC. 1I, p. 882.

11:8Paggi, A. Gramsci e if modemo principe, op. cit., pp. 24-29.

"9 QC. L L L . p. 1.860.

13(1 Vid. al respecto la irnponan te monografia de Asor Rosa centrada sob re est el ema. Intetteuuati e ctasse operaria. Saggi suite forme di uno srorico confl iuo e d i unu

f JOS s ib i le a l teanza ; La nuova ltalla, Florencia, 73.

III S. Cambareri, I I conce llo di egemonia net pensiero di A. Gramsci . En: Studi

gramsciani, op. ci t . • p. 90.

91

civil dando paso ala sociedad regulada, 10 que significa, en realidad,

el triunfo de la sociedad civil, puesto que esta habra absorbido a la

primera al universalizarse 131. En efecto:

CAPITULO IV

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«mientras exista el Estado-clase no hay sociedad regulada», per ello «el Estado-coaccicn puede exnnguirse (esaurirsi) a medida que se afirman elementos desociedad regulada. de Estado erico 0sociedad civil» 1J3.

En su lucha hegernonica de ernancipacion hum~na, la clase rev~-

lucionaria se dotara de un Estado etico (tesis relacioda con la teona

leninista de la dictadura del proletariado en cuan~o «sem.i-~~!:dQ)»)

que dara paso finalmente a la primacia de la socledad. civil . ..Superada la division social del trabajo, la separacion entr~ diri-

gentes y dirigidos, las fronte,ras entre ciu~~d y campo y toda de;lg~al-

dad clasista, coincidiran la igualdad politica formal y la econorruco-

social real, siendo posible entonces el surgimienro del homb,~ co~ect~-

vo y el autogobierno integral de las rnasas. Se t;ata ~e destruir el indi-

vidualisrno competitive burgues para dar la pnrnacra a la sohdandad

humana y poder asi reconstruir la sociedad sobre n~ev~s bases ..EI hom-

bre colcctivo acabara con el conformismo autontano propio d~ las

socicdades de clase y desarrollar a cl indivi.dualismo y la pc~sona~ldl~?

crit ica con una perspectiva radicalrncnte diferente y revolucionaria "

En la perspectiva de Gramsci, la realizaci6n plena de 1a heg~~oma

carnbiara cl modo de pensar difundicndo una nueva cO::ccpCl~m ~e1mundo que forrnara definitivamentc una volu~tad colcctlVa. umtafl~,

cincndcse asi estrechamente al proyecto de sociedad comurusta teen-

zado POf Marx.

112H. Portelli, Gramsci e t te Moe nisrorique. op. cit., p. 43.1 . 1 , 1 QC, I. pp. 693 )' 764.

1 . 1 - 1 - QC, II. pp. 1.049-50; Ill, pp. 1.570 Y2.287.

~l~ QC, 1I, pp. 1.11l. 1.137-308;III, pp. 2.331-32.

I l i l

92

LA GUERRA DE POSICIONES

I. LA CONQUISTA DEL PODER EN ORIENTE Y OCCIDENTE

La conocida distincion de Gramsci entre Oriente y Occidente co-

rresponde no tanto al mayor 0 menor desarrollo econornico (socieda-

des agricolas - sociedades industriales) de ambas areas territoriales,

cuanto al papel del Estado, en scntido estricto, sabre la sociedad civil:

«En Oriente e lEstado 10era t odo, Ia sociedad civil priminva y gelat inosa: enOccideme entre el Estadc y la sociedad civil habia una justa relacion y en elentramado del Estado se adver-ta de inmediaro una robusra estructura de lasoc iedad civil . EI Est ado era 5610 una tr inchera avanzada , tras l a que se des-

pliega una solida cadena de Iortalezas y casamatas: mas 0 menos, de Estado

a Estado, seentiende. pero esro requenna un cuidadoso reconocirrncnto de ca-racter nacional» 1.

A partir de esta consideraci6n surge en Grarnsci la teo ria de una

estrategia revolucionaria diferenciada para Occidente, designada co-

mo guerra de posiciones en contraposicion a la guerra maniobrada

ode movimientos, segun la terrninologia militar adoptada par aquel

can fines politicos descriptivos, Para la exposicion del concepto de

revolucion en Gramsci sera necesario hacer algunas referencias a sus

escritos precedentes a la carcel, puesto que pusieron las bases para

el desarrollo posterior de su teoria sabre la guerra de posiciones.

Por una parte, Grarnsci era plenamente consciente de que las no-

ciones de Oriente y Occidente no representan mas que una construe-

cion convencional, historico-cultural, si bien las realidades estructura-

les de ambas esferas geograficas son diferentes 2, Por otra, tuvo cier-

tas prevenciones en la uti lizacion de la terminologia especificamente

militar aplicada a la ciencia politica ya que, en la lucha politica. exis-,;

IQC, II, p. 866.

2 QC, III, pp. L419 Y L825.

ten formas no reducibles a los dos tipos anteriormentemencionados 3.

La estrategia de la guerra de posiciones en Gramsci es fundamen-

talmente un notable desarrollo de la tactica del frente unico obrero '.

clones no decisivas y no son mcvilizables todos los recursos hegemo-mcos del Estado. Cuando estas posiciones pierden valor:

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Tras constatar, ya en el periodo del ON, que todas las revoluciones

en dos tiempos han fracasado fuera de Rusia, Gramsci elaborara una

nueva via de avance mas matizada y elaborada que tenga en cuenta

los obstaculos especificos que en Occidente bloquean la revolucion '.

Se trata de valorar en toda su cornplejidad e l poderoso rol hegernoni-

co de la sociedad civil en los regimenes de capitalismo desarrollado

y deducir las necesarias consecuencias politicas. Los origenes de esta

linea se situan en la recepci6n gramsciana de la tactica del frente uni-co, contrapuesta a la teoria de la of ens iva de la izquierda de la lC

que habia conducido a la derrota de la revolucion proletaria en Euro-

pa Central. Dado que la repeticion de Ia tactica puramente insurrec-

cional volveria a resultar infructuosa, se trataba de profundizar en

el propio concepto de frente unico, apenas esbozado por Lenin, para

ganar el apoyo de la inrnensa mayoria de las masas trabajadoras y

disgregar el consenso social hacia el Estado en Occidentc. Hasta el

presente, todos los errores de las fuerzas revolucionarias se derivaban

de Ia incornprension cabal de la tesis leninista sobre la conternpora-

neidad de la revolucion , como principio general, confundiendola can

la coyuntura concrcta y provocando as! serias derrotas 6.

Tras un periodo de guerra de rnovimientos intensificada se entra-

ba en una nueva fase hist6rica diferente que exigia adoptar las medi-

das de la guerra de posiciones para socavar las fuerzas del adversario

y desgastarlo profundamente antes de lanzarse directamente al asalto

del poder:

«Tras 1920)e ha dado un perfodo de estancamiento en el movi rn iento revolu-c ionario mundial . La ocupacion de las Iabr icas en I ta lia y c l avance del Ejerc i-to raja sobre Varsovia senararon el punto mas a lto de subida de ~aoleada revo -lucionaria, pcro habian dernostrado tam bien la incapacidad y la impreparacionde los grupos revolucionarios entonces existentes para guiar a los grandes mo-

vimientos en 5U coruunto has ta su natural conc lusion : la toma del poder. 1923ha visto el final de este largo periodo y el inicio de una recuperacion que, detodas fo rmas, no tend-a y no podra t ener , al menos, de inmedia to, l os mismoscaractercs que aparecieron en la anterior sucedida a la guerra» 7.

La guerra de posiciones no es un conflicto inrnovil y permanente

de trincheras puesto que no consiste tan s610 en un repliegue defensi-

vo coyuntural para acumular fuerzas y ganar el consenso de las ma-

sas, sino que represent a una estrategia perrnanente de larga duracion.

La guerra de maniobra subsiste hasta que se trata de conquistar posi-

1 QC, I. pp. 12(> ,23 .

4 Ch. Buci-Olucksmann, Gramsci et J'Etat, op. cit, p. 220.

5 Due rivotuzioni, ON. pp. 135-40.U P. Anderson, Las annnomias de Gramsci, op. ctt., p. 91.

7 llaburisti at potere. CPC, p. 165.

94

«se pasa eotOnces a laguerra de asedio (subrayado por e l auto r) (. . . ), en la quese exigen cualidades excepcionales de paciencia y de espiritu de inventlva. Enla politica el asedio es recfprocc, no obstante todas las apariencias» 8.

Esta estrategia exige el desarrollo de un proceso continuo de rup-

turas en la segunda linea de defensa del Estado burgues para disgre-

gar su base social de apoyo antes de abatirlo directamente, 10que re-

sult aria imposible sin conquistar la hegemonia dada la solidez de los

aparatos «privadoss y de sus reservas politicas de todo tipo, Esto sig-nifica que s610 es posible tomar el poder cuando el proletariado ya

no cons.dere al orden polit ico y social burgues como el autenticamen-

te legal, pues, de 10 contrario, un socialismo minoritario defcndido

en exciusiva par una aguerrida vanguardia revolucionaria:

«se extinguirta en repetidos y desesperados intentos para suscitar autoritaria-mente las condiciones economicas para su permanencia y reluerzo» 9.

Par ello no debe confiarse mecanicamente en que toda crisis eco-

nomica represente la «agonia» definitiva del sistema capitalista, tal

como scstenia a menudo Ia Ie, ya que el elemento econornico agudi-

za las contradicciones, pero no puede, par si mismo, derribar el or-

den burgues, En Gramsci desaparece definit ivarnente la tea ria del «de-

rumbe catasrrofico» del capitalismo, tal Como ha senalado De

Giovanni 10, par su rechazo rot undo de toda vision economicista de

los procesos historicos, En Occidcnte la sociedad civil es dernasiado

resistente para hundirse sin mas par una crisis. esto es 10 que:

«exige una concen truc ion inaudit a de 'hegemonia' para arreba ta r a l Estado ladireccion political) 11.

En otras palabras:

«La guerra de posiciones la hacen grandes masas que solo con grandes reservasde fuerzas morates (subrayado per elautor) pueden resis ti r el desgaste (... ) : s o -lo una habilisima direccion politics (...) puede impedir la disgregacion yla derrota.

La direccion mil itar debe estar s iempre subordinada a la direccion polit ical) 12.

En ltalia la guerra de posiciones requiere, por una parte, asumir

la cuestion nacional hasta sus ultirnas consecuencias y, por otra, rei-

vindicar los objetivos dernocraticos ya que Gramsci era muy consciente

• QC. II, p. 802.'iI Due rivoluzioni, ON, p. 137.

1(1B.De Giovanni, Gramsci y Tog/iatti: novedad y continuidad. En: F. Fernandez-Buey y otros , Gramsci hoy, op. cit ., p. 133.

" QC, II.pp. 801-2.12QC. I!I. pp. 2.051-52.

95

de que las masas no habian abandonado las esperanzas en el testable-

cimiento de la democracia burguesa ". Poco despues del Congreso de

Lyon habia planteado el necesario caracter nacional de la revoluci6n

socialista:

co antifascista fundamental". Como ha sellalado Mancina " la gue-

ra de posiciones, como concepto estrategico, va mas a n a del fascis-

mo y del propio Estado liberal-democratico: es la via mas adecuada

para alcanzar la revoluci6n socialista. A nivel inmediato se trata de

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«para todos los pai ses capi ta li st as se plant ea un problema fundamen ta l, e l delpaso de la tacti ca del f rente unicc, en sentido genera l, a una tactica determina-da que se plantee los problemas coecrercs deia yida naaianal (subrayado por

e l auto r) y a c tu e sobre la base de las f 'eerzas populates tal como estan historica-

mente determinadas» 14.

Gramsci traduce a nivel nacionalla alianza obrero-campesino ru-

sa como el unico camino para romper el bloque hist6rico industrial-agrario dominante en Italia y convertir la guerra de posiciones en lu-

cha nacional mayoritaria I~. EI triunfo de la revolucion s610 es posi-

ble de la siguiente forma:

«el prole ta riado puede lIegar a ser c lase d ir igente y dorninante en la medida enque consiga crear un sis tema deal ianzas de clase Que Iepermita movil izar con-tra e l capit alismo y el Estado burgues a 1amayor ia de la pob laci6n traba jado-

ra, 10que signi fi ca en I ta lia , con las relaciones de cl ase exis tent es . obtener e lconsenso de las mas amplias masas campesinas. Pero la cuest ion campesina enItalia esta his toricamente dercrminada, no esla « cuestion campesina y agraria-

en general ; en Italia la cuestion campesina. por la determinada tradid6~ i~alia-na ( .. . J, ha asumido dos formes t ipicas y partic.ilares , la cuest ion meridionaly la cuest ion vat icana. Ccnquistar la mayoria de las masas campesinas signifi -

ca, per tanto. para el proletariado Italiano, hacer suyas estas dos cuest iones» 16 _

La idea politica que Gramsci vislumbra, por consiguiente, es la

de que la revolucion socialista italiana es fundamental mente una re-

voluci6n antifascista, popular y dernocratica, dir igida por la clase obre-

ra. Como ha senalado Vacca 17 cxiste en Gramsci la intuicion de que

es necesario reapropiarse del terreno de lucha democratica desde un

punto de vista de clase. En la presente coyuntura italiana la tactica

y los objetivos transitorios tienen una finalidad politica, si bien el pr~-

tagonismo de las mas as en la revolucion antifascista solo puede signi-

ficar que 01proletariado se ha convertido en la clase nacional dirigen-

te por exceleneia, de ahi que 1aguerra de posicicnes contra el fascis-

mo sea algo mas que una forma de lucha circunstancial. Esto explica,

por ejemplo, la continua insistencia de Gramsci en privilegiar la c~~-

signa de la Asamblea constituyente en cuanto aglutinante democrati-

13 P. Anderson, Las an tinomies de Gramsci, op . dt., p. 99.

14 Un esame del la situazione i taliana, CPC, p. 123.15 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Etat, op . ci t., p. 124.16 Atcuni temi sut ta quisuone meridionale (QM), CPC, p. 140. ..17G. Vacca, Soggio su Toglilltti e 10tradizione com~nistQ,. of! . cit, p. 83: vld ".asi-

mismo esta tesis en E. Sereni, Antifascismo, democraziu, socialismo nella rivoluzione

ltatiana: anolisi strutturate e rnetodologia storica, Criti ca marxis ta , V, n, 5-6. sept. .

d ie . 66.

9 6

extender al maximo las alianzas politicas de clase, desde el momento

en que el proletariado no es el unico adversario antag6nico del regi-

men fascista, para disgregar las fuerzas del enemigo, teniendo en cuan-

ta que, a diferencia de Rusia, la accion de las masas en Occidente es

«mas lenta y prudente» 20. Frente al punto de vista sectario de que

fuera del PCI no existe ningun otro partido antifascist a que pueda

resistir y superar la dura prueba de la clandestinidad, Gramsci afirma

que. en eJ futuro, los reformistas y los liberales volveran a contar pro-bablemente con una solida presencia en el pais, a pesar de que, en

el preseme, no dispongan de organizacion interior y este hecho se de-

be al ambito social que cubren en potencia. Tras el fascismo Gramsciconsidera que:

«nuest ro parti do sera aun minor it ario ya que la mayona de la c lase ob rera iracon los reformistas y los burgueses democrata-l iberales tendran aun muchas ca-sas que decir» 21.

En conclusion Gramsci elaboro una estretagia revolucionaria es-

pecifica para Occidente, a pesar de constatar el valor universal de la

revolucion rusa, de cuya experiencia no extrajo consecucncias mime-

ticas. E1enfasis puesto en el caracter forzosamente nacional del pro-ceso rcvclucionario es una de sus grandes aportaciones teoricas, tal

como ha senalado Ragionieri 22. La c1ase obrera se hace clase nacio-

na1 cuando existen las condiciones para f'orjar un nuevo bloque histo-

rico, esto es, cuando es posible crear una nueva relacion entre la es-

tructura y la superestructura con caracter revolucionario al subvert ir

los fundamentos del modo de producci6n dominante existente. EI pro-

letariado, asumiendo los intereses y reivindicaciones de sus aliados,

que representan a la mayoria de la poblacion, forma una voluntad

colectiva nacional-popular verdaderamente unit aria 23. Por ello, da-

da la heterogeneidad social italiana, solo el proletariado industrial y

urbano esta en condiciones de reorganizar el pais ya que S1 1 programa

de clase es el unico de alcanee realmente nacional 24_

1~ Por ello Gramsci , h _" ' I' i " I r-ovteriormente la idea de los Fr emes Populares en

su sentido general . vid. PSipriano, 'voria de! PCl. Stalin: front i popolari, la guerra,vol. III. Einaudi , Turin, 7: :' .p r - I~. 51 ' I, especia lmente, 150 .

19 C. Mancina, Egemonia, diuutura, pluratismo: uno potemica su Gramsci, Cnti-ca marxista. n." 3-4, XIV, may . -ag., 76.

20 FGD, pp. 196-7. Carla de Gramsci a Togliatn. Terrocint y otros (9 febr. 1924).21 Id., p. 200.

22 E. Ragionieri, Gramsci e il dibatttt . .. teorico net movimento operaio intemazio-nate. En: Oramsci e la cul tura contemporanea, op. cit., vol. I, p. 112 Ysigs.

23 P. Tcgliatti, I lleninismo net pensiero e neit'auone di Gramsci. En. Studi grams-ciani, op. €it., p. 26.

24 La s 'tuationes t tauana e i comp iti del PCI [Test s de Lyon), CPC. p- 492.

97

Asi como para la Ie la via bolchevique para tamar el poder era

vista como inevitable y general en cuanto modelo de t .. ctica revolu-

cionaria obligatorio, Gramsci, siguiendo la teorta global de Lenin sa-

bre la revolucion proletaria y teniendo en cuenta la notoria especif ici-

nos en parte , se pueden dar desarrol los simi la res ba jo e l advenimiento de eco-nomtas programadas» (subrayado por el autor) 28.

. Gramsci parece a1udir aqui al proceso de edificacion social ista ini-

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dad de las condiciones rusas, fue mas alia de las previsiones de la po-

litica comunista oficial. Las diversas adaptaciones parciales de la «li-

nea general», denominadas «objetivos transitorios» por Ia Ie, eranya una forma de reconocer los facto res especificos que diferenciaban

las circunstancias de Occidente. Por ello, Gramsci asume hasta las til-

timas consecuencias la distincion politica en:re Oriente y Occidente,

deduciendo la guerra de posiciones como e l corolario estrategico mas

adecuado dadas las situaciones historicas y sociales diferentes 15. Larevolucion, en sentido arnplio, no consiste tan s610 en el memento

de la toma del poder (segun la estricta acepcion leninista), sino que

incluye la rase previa y abarca cl proceso posterior de destruccion de

10 viejo y construccion de 10 nuevo. No basta «destruir» el Estado

burgues, ni siquiera consolidar el Estado obrero, sino que deb en po-

ncrse los medias para la superacion de tad a poder politico y el adve-

nimiento de la sociedad regulada y de una nueva civilizacion que ini-

cie finalmente la historia de la hurnanidad, segun los terminos de Marx,

en cuanto este cs cl sentido ultimo de la lucha revolucionaria.

La guerra de posiciones. en definitiva, represent a una fase histo-

rica de resistencia a largo plazo, mediante organizaciones populates

modernas (partidos y sindicatos) que pugnan par conquistar la

hegernonia ~(i. Gramsci senala al respecto que:

«la tecnira po li ri ca modema ha cambiado completamente tras e l48, t ras l aex-pansion del parlamenrarismo, del regimen asociat ivo sindical y de partido. porla formacion de arnplias burocracias estatales y «privadas. (politico-privadas.

de partidos y sind.catos) y par las transformaciones acaecidas en la organiza-c ion de la pol ida en sentido amptio, esdeci r, no s610del servi cio esta ta l dest i

nado a la represion de la del incucncia, s ino al conjunto de las Iuerzas organizadas del Es tado y de los parti cula res para tu te la r e ldominio poli ti co y econcmi-

co de las clases dirigentesi 27.

Gramsci se plantea, ademas, el problema de una posible compa-

racion de esta estrategia con algunos ejemplos nistoricos de «revolu-

cion pasiva». Asi, con la Restauracion, la burguesia alcanzo el podersin rupturas clamorosas ya que no trato de liquidar frontalmente a

las c1ases feuda1es, sino integrarlas en eI propio sistema hegernonico.

A partir de este precedente, Gramsci afirma:

«este 'modele ' de tormacion de los Estados modernos. i .puede repet irse en otrascondic iones? i.Debe exclui rse de modo absoluto , 0 bien cabc decir que , a t me-

2.'i vid. al respecto e 1 ensayo de F. Onofrio La via sovieuca (Jeninista) alia conquis-

ta del potere e ta . ..a uat iana, aperta do Gramsci . En: Classe operaia e partito, Laterza.

Bart, 57, pp. 261-97.26 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Euu, op, cit . • p. 291.

27 QC, Ill, p. t.620.

98

ciado .e~ la URSS a partir de la NEP considerada como eje central

estrategico de avance lento y progresivo, segun la teorizaci6n de los

ul!lmos escntos de Lemn y, sabre todo de Bujarin. Se vislumbraria

aSI un modelo de (~av.ance pacifico» al socialismo tras la conquista

del poder estatal, Sl bien estas reflexiones no fueron profundizadas.

2. GUERRA 'v1ANIOBRADA Y OFENSIVA REVOLUCIONARIA:

EL FRENTE UNICO Y LA REVOLUCION PERMANENTE.

LA CRiTlCA A LUXEMBURG Y TROTSKY

En diversas notas de los QC, Gramsci critica a los dos maxirnos

revol~cio?arios def~n:ores de la guerra maniobrada por su criteria

doctnnano y mecarucista sobre .a posible actualizaci6n constante de

I~misma, prescindiendo de todo tipo de consideraciones y analisis que

tienden a relativizarla. Estas observaciones sabre la estrategia de am-

bos dirigentes revo1ucionarios permiten a Gramsci desarrollar, por su

parte, la teoria de la guerra de posiciunes.

Gramsci achaca a Rosa Luxemburg, segun la vision lcninista cla-

sica, su «espontaneismo» voluntarista que la llevo a subvalorar el pro-

blema de la organizacion y a absolutizar de forma superficial la expe-

nencia de la huelga general rusa de 190529 Para Gramsci el «espon-

tanelSmO)~ es un elemento caracterisrico de la historia de las c1ases po-

pulares, ligado a la tradici6n «subversivista» inorganic a carente de

d. irecci6n consciente. Esto no significa que deba rechazarse «a prio-

rr» todo elemento espontaneo de las masas, pero es erroneo asumir

como metodo de lucha revolucionaria ese cri ter ia 30. Par ejemplo, los

Consejos de fabrica intentaron educar y encauzar la espontaneidad

obrera hacia un direcci6n politica superior, sabiendo que la unidad

de espontaneidad y disciplina es la clave de la accion politica de las

c1ases subalternas", Lo que no es licito es subordinar la organizacion

en aras del espontaneismo incontrolado ya que, en ese caso los rno-vimientos reaccionarios de las clases dominantes son imparables.

Gramsci no conocia demasiado bien las tesis de Luxemburg al dis-

poner de muy pocas obras de esta revolucionaria, pero ciertas obser-

vaciones sobre su visi6n polit ica son relevantes 32. Por ello no impor-

tan tanto las acusaciones tradicionales leninistas contra Luxemburg,

18 QC, It. p. 1.358.

29 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et t'Etct, op, ci t .• p. 285.30 QC, I. p. 329.1I QC, I, p. 330.

32 Vid. e l estud io de G. Badia, Gramsci et R()S(l Luxemburg. La nouvelle critique,n". 30 .• 70.

99

asumidas por Gramsci ", especialmente los errores derivados del «es-

pontaneismr» y del determinismo economicista, cuanto la idea co-

mun de que la revolucion no puede ser un acto unico rapidc, sino que,

Lenin, recogidos por Bujarin para fundamentar su tesis sobre el ca-

racter estrategico de la NEP como la especfflca via nacional de avan-

ce aI soc:ialismo en la URSS y como la mejor formula para preservar

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par definicion, debe ser un proceso historico, dialectico y contradic-

torio, de larga duraci6n. Por otra parte, el rfgido internacionalismo

abstracto y doctrinario de Luxemburg Ie impidi6 captar la importan-

cia del elemento nacional en la lucha revolucionaria, de ahi la actitud

cri tica de Grarnsci J4.

Mayor interes revisten sus criticas a Trotsky sobre la teoria de la

«revolucion permanentc» 35. Para Gramsci este concepto es una ex-

presionjacobina que esta permeada de elementos economicistas; ade-mas toda la estrategia revolucionaria que subyace en esta tesis es erro-

nea par que olvida la funcion nacional de la clase obrera ".

Gramsci considera que Trotsky es el teorieo poli tico fundamental

del ataque frontal en un periodo en el que esta linea s610 puede ser

causa de derrotas 17. Trotsky es superficialmente nacional yocciden-

tal . rnientras que, en cambia, Lenin es profundamente n~cional ye\,ro-peo. La teo ria de la revolucion permanente nunea ha sido operanva,

ni en 1905 cuando fue elaborada, ni con posterioridad ". La referen-

cia de Trotsky a Marx, para «legitimar» asi su argurnentacion, es doc-

trinaria puesto que, en 1848. no existian grandes partidos politicos

de masas ni grandes sindicatos econornicos , a L a vez que el Est~do rno-

demo no habia alcanzado las dimensiones actuales. Gramsci propo-

ne superar esa formula teo rica por la de hegemonia civil desde el rno-

mento en que en Occidente, la guerra de movimientos se convier~e pro-

gresivamente en guerra de posiciones 39. Trotsky interne revisar la

tact ica de la lucha frontal en el IV Congreso de la IC al cornparar

y distinguir el [rente oriental y el occidental, pero no proporcion~ in-dicaciones de caracter practice 40. En cambia la corriente bolchevique

mayoritaria opucsta a Trotsky (Stalin), sin ernplear expresamente la

formula de la revoluci6n permanente, Ia explico de heche, segun

Gramsci adhiriendose a 1a historia eoncreta y consolidando la alian-

za de diversos grupos sociales (Ia alianza obrero-carnpesina) bajo la

hegemonia del grupo urbano (el proletariado) ". EI grupo dirigente

bolchevique habria seguido las indieaciones de los ultimos escntos de

~!br~I~~~~ L~6xle~burg y el problema nacional vid. la obra de M.a Jose Aubet ,

Rosa Luxemburg y tacuestion nocionai, Anagrama. Barcelona, 77. Asimisrno, G. Haupt.

Rosa Luxemburg y fa cuesnon nacionat. En: L. Basso y otr.os, Rosa Luxemburg hoy,

Bxtraordinar io n ." 3, Materia les , Barcelona. 77, p. 61 "I stgs.J5 N. Badaloni, Libertd indiv iduate e uomo col ienivo in Gramsci. En: Polnica e

storia in Gramsci, op. cir., val. I. p. 41.36 Ch. Buci-Glucksmann. Gramsci e r t 'Etat. op. c it ., pp. 321-14.

J7 QC. II. p. 80[,

" QC. II. p. 8M.ss QC. III. p. 1.566.4() QC. I II. p. [.616.41 QC. III. p. 2.034.

tOO

la a1ianza obrero-campesina y, por tanto, la base social y el consenso

popular de la dictadura del proletariado ".

Can reIaci6n aI conflicto Trotsky-Stalin, a nivel ideologico, Grams-

ci afirmaba que, sin duda, el desarrollo de la revolucion es tenden-cialmente internacional, pero que el punto de partida debe ser por de-

finicion nacional. Por ello hay que :

«depurar el intemacionalismo de rode elemento vago y puramente ideolcgico(en sentido negat ive) para darle un ccmenido de polit ica realista. EJ conceptode hegemonfa esel Quepermite agrupar las exigencies de caracter naciona! (.. .) .Una clase de caracter internacional en cuanto guta a estratos scciales estrecha-

~ente nacionales (intelectuales) e incluso a menudo menos que nacionales, par-ticularistas y localistas (campesinos), debe 'nacionalizarse'» 41.

EI internacionalismo abstracto y acadernico de Trotsky produjo

pasividad politica ya que, considerando que al iniciar la revolucion

las fuerzas progresistas quedarian aisladas a nivel local, no cabia sino

esperar el estallido general de la misma. Por ella se confiaba en un

«napoleonisrnr» anacronico (la idea de que fa revolucion proletaria

podia «exportarse- desde Rusia a Occidente). Para Anderson" las

criticas de Gramsci a Trotsky estan poco fundadas ya que este de fen-dio tenazmente el frente unico y se OpUSO al «tercer periodo». De he-

cho, hacia 1930, Gramsci y Trotsky sustentaban practicamente opi-

niones identicas sobre el eurso de la revolucion, La principa11aguna

teorica de Trotsky consiste en el hecho de que. si bien analizo can pro-

fundidad las principales sociedades capitalistas desarrolladas (en par-

ticular sus escritos sobre la A1emania pre-nazi son ejernplares), no plan-

teo el problema de una estrategia revolucionaria diferenciada como

hizo Gramsci. Trotsky generalize su esquema a partir de una vision

unilateral de la propia revolucion rusa aplicada mecanicarnente al rnun-

do colonial. La teoria de 1a «revolucion permanente- se acabo con-virtiendo en una mera tautologia indemostrada como concepto gene-

ral. tal como ha senalado el propio Anderson".

En definitiva, para conduir con el punto de vista de Grasmci:

«las debi lidades teor icas de esta forma modena de l vie jo mecanic ismo estancamufl adas por la teori a genera l de la revc luc ion per rnaneme que no es masque una prevision generica presentada como dogma que sedestruye a sfmismapur e l heche de que no se vertf ica efecuvamente : 46.

42 S. Cohen, Bujarin y /0 revotuc ion botcnev ique , op. cu. , p. 227 Ysigs. Aslmis-mo, Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et , "Etat, op. ci t. , pp. 300-304.

" QC. III. p. 1.729.44 P. Anderson. Las ant inomies de Gramsci , op. cu. , p. J 17.4S P. Anderson. Considerociones sobre e/ marxismo occidental, op. cit.• pp. 143-44... QC. III. p. 1.730.

101

3. EL MARCO NACIONAL DE LA LUCHA DE CL SES:

LA CUESTION MERIDIONAL Y LA VATICAN COMO

COMPONENTES DEL PROCESO REVOLUCION ..RIO ITALIANO

cipio, el Estado encargado de m'Odernizar las tecnicas y suavizar las

condiciones sociales del campesiI13do. puesto que no se cuestiona en

esta perspectiva el problema del ~egimen de propiedad de las tierras,

EI ideal de estos meridionalistas se resume en el mito del «buen go-

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Gramsci siuia el problema meridional en Italia com.~ la cu~sti6n

dave de la hegemonia del proletariado y de la r,, -, "olucto.n socialista

en su pais". La desarticulacicn del bloque agrano dorrunante e~ elsur. que exige la conquista ideologica de sus intelectuales y la acnvi-

dad politica del carnpesinado, es el unico medio para acabar con el

subdesarrollo cronico de la zona Y posibilitar el tnunfo de las fuerzas

revolucionarias. AI mismo tiernpo el problema meridional ~onllevala cuestion vaticana desde el momento en que la Iglesia esta fuerte-

mente vinculada al rnundo rural, sabre todo en el sur.EI gran problema de la historia contemporanea de Italia esla ausen-

cia de una verdadera revolucion dernocratica de alcance naclona~, En

este sentido la cuestion meridional no se explica por la presenCIa . d.eresiduos feudales, ni tam poco per la falta de una elite intelectual diri-

gente ya que la dicotornia territ?rial ~orte-sur fue perman~nt~ e hlS-

t6ricamente necesaria para un cierto npo de d~s3rrollo capitalista ~,e-

gemonizado por la burguesia c?TIservadora ,La gr~n aportacionteorico-politica de Gramsci es la Idea de que e,1proletariado debe asu-

mir el problema meridional en cuant_o cuesuon naC;lOnal, La burgue-

sia italiana ha lIegado allimite hisrorico para solucionar el problema,10que resulta evidente no solo por la funcion estru<;tural ,del sub desa-

rollo meridional, sino tam bien por el reiterado ~ SIstemat i co f~acaso

de todas las propuestas de los meridi?nalistas hberales. ,ConfIar en

otras clases, como la pequena burguesia, que en ~Isur estacornpleta-

mente subordinada a los terratenientes, 0 el propio campesinado ~ue,

por si solo, no es capaz de superar la disyunt.lva pas~Yi.d~d-jacquene-«.

significa aplazar de forma ilusoria.la solucion definitiva; por ello SO~

10 el proletariado. guiando al conlu,nto de las mas~s populares, esta

capacitado para resolver esta ~uest l?n y c 04 ~ c lU 1 r a S I el proceso urnta-

rio nacional abierto con el Rlsorglmento . ..'Es necesario referirse a los distintos tipos de mendlOnahsmo s~r-

gidos hist6ricamente para ver los hmites y las soluciones que ofrecie-

ron divers as corrientes intelectuales y comprender las raz?nes de s~

inoperancia, asi como el punro de vista critico de ~ramsc1. Una pn-

mera gran- tendcncia, pionera en este terreno, e~ta representa.da P,O!

los meridionalistas Iiberal-con.';;ervadores que partieron ~e premlsas. ell-

cas para intentar resolver el problema de~sur: se tratana de cornbinar

el paternalismo de Estado y la moralizacion publica c?n un generoso

filantropisrno social. EI organa de la reforma solo podia ser, por prm-

47 G. Giarizzo, II MezzogiorrlO de Gramsci- En: P~Hti .ca e stori~ in G~amsci , cp-cit., Vo!.1, p. 321 y sigs. Asimismo: R. Villari.Gramsct e it Mezzoziomo. id. op. cn.,

p. 481 Y sigs.48 QC, I.p. Ill.

49 I I Congressc di Livomo; SF, pp. 40-41.

102

bierno» y de las reformas formales. Con relacion al sufragio univer-

sal masculino las prevenciones eran considerables, aunque en el tema

de la descentralizacion administr'ativa estaban dispuestos a ir mas le-

jos. Todos estos meridionalistas ' :onstataron la miseria y el atraso del

sur, pero sus soluciones son sierrlpre utopicas (Franchetti, Sonnino,Villari), EI sector mas conservadq- de estos meridionalistas (Turiel lo)

se incline por la explicacion racisla del subdesarrollo del sur en base a

argumentos climatol6gicos Y biologicos. defendiendo el colonialismocomo valvula de escape de las tensiones sociales acumuladas en la zo-

na, La escuela antropologica (Fenj, Lornbroso, Niceforo, Orano, Ser-

gi) Ilevo hasta las ultirnas conse<:uencias esta argumentacion, refor-

zando los prejuicios del norte cornra el sur en bloque y favoreciendo

a las clases dominantes al dividir las mas as populares. La miseria del

sur era «inexplicable» historicamente para las masas del norte. Estas

no entendian que la unidad nacicnal no acontecio sabre una base deverdader a igualdad, sino de hegEmonia del norte sobre el sur. en la

rclacion territorial de dorninacior, y dependencia que se establcce en-

tre las ciudades y el campo en las formaciones sociales capitalist as.

La ideologia dominante atribuia el atraso del sur a las condiciones

innatas de la poblacion meridioTlal, a su incapacidad organica so .Croce y Fortunato representas el fin de las esperanzas en Ia rcfor-

rna «desde arriba». Ambos intelequales confiaron durante algun tiem-

po en el paternalismo bien intencionado prornovido desde el gobier-

00, confundiendo los efectos del subdesarrollo con sus causas pro-

fundas. Asi los males del sur sericn, desde su perspectiva , la malaria,

el analfabetismo, la desocupacion la emigracion, la corrupcion y cI

clicntelismo, perc sus propuestas reformistas (descentraIizaci6n ad-

ministrativa, reducci6n de impueslos, innovaciones tecnicas, obras pu-

blicas, ahorro popular) seguian rroviendose en el ambito tradicional.

Las deficiencias senaladas y muclas mas eran, sin duda, bien reales

para las poblaciones meridionale pero para removerlas definitiva-

mente habria que ir al origen de las mismas, esto es, ala estructura

del bloque agrario dominante c '-Va naturaleza diluia objetivamentetoda solucion de tipo «ref ormados haciendola inviable por genero-sa y amplia que fuera. En el fomo Croce y Fortunato consolidaron

la hegemonia del bloque dominan, al integrar en el sistema a los gru-pos intelectuales del sur.

EI meridionalismo democrdtioy, heredero de la tradicion «accio-

nista», plante6 reformas politica, mas energicas (la republica fede-

ral. el sufragio universal masculn.y, la representacion proporcional)y reformas econ6micas mas audac., (el lib-ecambismo), Esta corriente

representa un eslabon entre los lberales avanzados y los socialistas

,0 QC. !II. pp. 2,021-22,

j03

(Colajanni, Nitti). EI punto de vista general de estos meridionalistas

es que el norte, para compensar los males ocasionados al sur tras las

continuas extracciones de sus riquezas, debia invertir sus capitales para

industrializarlo y civilizarlo. Para ello seria necesario reformar la vi-

formistai y el caciquismo, impulsando profundos cambios de estruc-

tura precisamente para evitar la revoluci6n social . Sturzo es consciente

de que Ia cuestion meridional es el problema nacional fundamental

del pais 56, de ahi sus renovadoras propuestas que Ilegan a incluir la

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da politica resultante del «transformismo», sanear la administraci6n

local, ayudar econ6micamente a los campesinos pobres y potenciar

el librecambismo. Con ello sigue resultando evidente la incompren-

sion sustancial del funcionamiento estructural del modo de produc-

cion capitalist a en ltalia y, a pesar de que denunciaron vigorosamen-

te la postracion del sur, las soluciones propuestas por estos meridio-

nalistas seguian siendo inaplicables y ut6picas.

EI meridionalismo socialista supone el fin del planteamiento mo-ral y el primer analisis historico de las consecuencias negativas del Ri-sorgimento para el sur (Cicotti). Salvemini sera la maxima expresion

del meridionalismo socialista, a pesar de la persistencia de concepcio-

nes ilurninistas y positivist as en su pensamiento 5]. Este notable me-

ridionalista vislumbro perfectamente el caracter de clase del bloque

hist6rico dorninante en Italia como causa de la cuestion meridional

y planteo la necesidad de contraponerle una alianza revolucionaria

conjunta de los oprimidos del norte y del sur ": Salvernini era muy

consciente de que el Estado italiano existente no iniciaria jarna . ..nin-

gun a reforma en profundidad del sur, de ahi su tenaz y solitaria ba-

talla politica revolucionaria 5\

Gran interes presenta el estudio del meridionalismo catolico porsus conexi ones con la cuestion vaticana en general 54. La importan-

cia ideologica del clero meridional, vinculado a las clases dominan-

tes, es fundamental para la cohesion del bloque agrario, 10que plan-

tea el decisivo problema del rol de los intelectuales en esa zona". El

desarrollo del «catolicisrno social», bien en S'J version corporativa 0

en la democratica (Murri), le planteo a la Iglesia el problema del sur

al que debia dar una respuesta cabal. En este sentido la importante

figura de Sturzo, en cuanto maximo dirigentc politico modernizador

de la Iglesia, es fundamental. La gran creacion de Sturzo es el PPI,

partido de masas can base esencialmente rural que compile eficazmente

con los socialistas en su propio terreno, EI caracter eclectico de este

partido perrnite incluir reformas poli ticas y sociales .democniticas pa-

ra el sur, como la descentralizacion de tipo regionalista, la alfabetiza-

cion, la reforma agraria y el sufragio universal integral. EI meridio-

nalismo reformista cat6lico se propone acabar con el sistema «trans-

~1 Vid. la recopilacion de sus escri tos sobre este tema: G. Salvemini , Scriui sutta

questione meridionale (1896-1955), Einaudi, Turin, 55.

S2 M. L. Salvadori, IJ milo del buongovemo, op. cit., p. 290.

53 La pomica del « se», SG. p. 273.54 Vid. a J respectO las interesantes aportaciones deG. De Rosa . G ra m sc i e 1 0 q ue st io ne

canotica.. En: Polit ica e storia in Gramsci, op. cit., vol. I, p. 259 y sigs. Asimismo:

G. Galasso, 1 canouc i nella societe e nella storia dell'/talia contempomnea, id. op. cit.,

p. 283 y sigs.~~QC, I. p. 66.

104

reforma agraria parcelaria, si bien respetuosa de los latifundios pro-

ductivos. Par ello Gramsci constata, de manera realista, que la in-

fluencia social de la Iglesia es notablemente profunda, 10 que obliga-

ra a un Estado socialista en Italia a establecer relaciones particulares

can ella dada la entidad de la cuestion catolica:

«En Italia, en Rorna, esta elVaticano,esta

el Papa: elEstado liberal ha tenido

que encon trar un si stema de equi lib rio con Ia potencia espiritual de 1a Iglesia:et Estado obrero tambien tendra que encon trar un sistema de equilibrio» 5"1.

Finalmente hay que analizar el meridionalismo revolucionario re-

present ado por intelectuales como Dorsa y Gobetti y por el propio

Gramsci. Los dos primeros represent an la tendencia democratico-

radical que no renuncia a plantear el problema meridional en terrni-

nos de elites dir igentes. Para estos intelectuales la solucion se hallaria

en la creacion de un grupo dirigente intelectual lucido que pueda guiar

a las masas. Esta vanguardia avanzada ilustrada podria encontrarse

en la rcducida burguesia humanista del sur como base para la cons-

truccion de un gran partido meridional de accion, segun el proyecto

de Dorsa. Es evidente que esta propuesta se dirigia realmente a la pe-quefia burguesia meridional, aunque ni Dorso ni Gobetti captaron la

inconsis .tcncia de esta clase y su subordinacion poli tica al bloquc agra-

rio dominante. Por su parte Gobetti avanzo medidas de reforma agra-ria mas audaces puesto que sabia que el mero «reparto» de los lati-

fundios, sin ir acompafiado de otras medidas, no rcsolvcria el proble-

ma. Por ello se trataria de combinar la inevitable parcelacion, exigida

por amplios sect ores del campesinado, con el cooperativisrno e, in-

c1uso, donde fuera posible, can la colectivizacion de las tierras en re-

gimen de grandes haciendas productivas agricolas, No obstante sus

en ores y deficiencias, desde el momenta en que ejercieron un papel

prcgresista, Gramsci mantuvo buenas relaciones can ambos puestos

que creyo que podian ser el vinculo entre las fuerzas revolucionarias

y los intelectuales burgueses que asumian posiciones avanzadas.

S610 Gramsci presenta una alternativa revolucionaria cabal que

tenga en cuenta todos los facto res y que se engarza con una concep-

cion estrategica nacional basad a en la hegemonia de la elase obrera.

Para Gramsci la cuestion clave estriba en saber concretar la consigna

de la alianza obrero-campesina en !talia, 10que representa forjar unos

vinculos especificos de union entre las fuerzas populares del norte y

del sur". La entidad del problema campesino en !talia y su manifes-

i

S6 M. L. Salvadorl, II mito del buongovemo, op. cit., p. 404.

~1Cronache dell'ON, XXVI; ON~ p. 476.

~8Operai e contadini, ON, p. 26. II problema del potere, ON, p. 59.

1 05

tacion como cuesti6n meridional y vaticana a Ja vez" es 10 que con-

vierte al proletariado en la unica clase nacional capaz de unificar a

las dos Italias "'. Sin embargo Gramsci se dejc lIevar excesivamente

por las analogias con la situaci6n rusa y estableci6 un paralelismo for-

creci6n de ]a a1ianza obrero campesina dir igida por el proletariado.

Para Gramsci la unidad campo-ciudad no puede proceder de la pe-

queila producci6n, sino sobre la base de la gran industria racionaliza-

da y altamente tecnificada que, gestionada directa y democratieamente

por e I conjunto de los produetores, desarrollara todos los sectores e c o -

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zado con ese ejernplo historico para reforzar sus argumentos. Las te-

sis de Lenin sobre la autodeterminaei6n nacional y la euesti6n cam-

pesina fueron trasladadas en bloque por Gramsci a la realidad italia-

na, 10 que, en ocasiones, produce algunos errores, como, por ejem-

plo, equiparar e l partido social-revolucionario ruso (los «eseristas »)

al PPI ".

Gramsci desarrolla la consigna de la IC del «gobierno obrero y

campesino» a partir de su propuesta de la «Republica federal de obre-

ros y campesinos» que se convierte no en un objetivo tactico transito-

rio, sino en una verdadera estrategia antifascista 62. Los origenes de

esta concepcion en Gramsei t ienen una doble fuente complernentaria:

Lenin y Salvemini. La gran tarea revolucionaria del proletariado ur-

bano e industrial del norte es impedir que el sur sea la base de la con-

trarrevolucion puesto que, si es capaz de ganar el apoyo de la gran

mayo ria del campesinado, sera posible la revoluci6n socialista. Por

ello, en Gramsci, el problema meridional, como cuestion nacional,

se hizo inseparable de la revoluci6n socialista italiana: se trat6 de una

forma original de alianza obrero-carnpesina 63.

Gramsci escribio su conocido ensayo incompleto «Alcuni terni su-

lla quistion e meridionale» en 1926 con objeto de destruir el corpora-tivismo de los obreros del norte, unificar a las masas rurales del sur

y atraerse a los intelectuales. En este texto Gramsci proporcion6 una

explicacion cientifica del subdesarrollo del sur basado en la configu-

raci6n del bloque historico dominante. Gramsci escribia:

nomicos y sociales ". Las tierras en el sur estan bastante fracciona-

das, a pesar de que el control de la mayoria de estas se 10 reserva la

burguesia rural rentista y pasiva. Esto acentua los rasgos semifeuda-

les de la estructura social meridional desde el momento en que el cam-

pesinado debe mantener con su trabajo a una gran masa de pobla-

cion inerte y parasitaria 66. EI sur, en su conjunto, a pesar de la exis-

tencia de ciertos islotes de poblacion de tipo urbano moderno, maso menos considerables, desernpena objetivamente la funci6n de ser

el campo de !talia, asi como el norte es la eiudad industrial:

«Economica y pcluicamente toda la zona meridional y de las islas funciona co-

mo un inmenso campo frente it la ltalia del norte que funciona como una in-

mensa ciudad» 6~ _

,(£I Mezzogiorno (subrayado per elautor) puede ser definido como una gran

desagregacion social; los campesincs, que representan tagran mayorfa de la po-blacion, no t ienen entre ellos , ninguna cohesion (... ) . La sociedad meridional

esun gran bloque agraric constituido pOT t res capas sociales: la gran masa cam-pesina amorfa y desarticul ada , los inrelectua les de la pequena y mediana bur-guesia, los grandes terratenientes y los grandes intelectuales. Los campesinos

meridionales estan en continua efervescencia, pero como masa son incapacesde dar una expresion centralizada a sus aspiraciones y necesidades» 64.

Una gran ciudad como Napoles, par ejemplo, practicarnente ca-

rece de industria, por 10 que su poblacion se cornpone de abundante

lurnpenproletariado urbano, escasas capas medias productivas y de

servicios y la oligarquia terrateniente rentista. Todo ella se anade a

la dificultad suplementaria para las fuerzas revolucionarias de agluti-

nar a la poblaci6n rural, dispersa y aislada par su propia condici6n.De ahi que, en rigor. es casi imposible crear partidos de base exclusi-

vamente campesina, Se comprende entonces la extraordinaria impor-

tancia que adquiere para Grarnsci la conquista ideologica y politica

de los grupos intelectuales del sur para que ejerzan, con su prestigio

profesional y social en los medios rurales, una inf1uencia progresista

en el campesinado 68.

Un problema especifico, dentro de la euesti6n meridional 10plan-

tean las is/as, par 10que Gramsci diversifico parcial mente las solucio-

nes politicas para estas. En el caso de Sicilia se da no s610 una mayor

cohesion territorial, sino tarnbien un cierto desarrollo industrial y co-

mercial. Ineluso una parte relativamente irnportante de los latifun-

dios estan capital izados y poseen abundante proletariado agricola. Pa-rad6jicamente las reivindicaciones autonornicas y tam bien separatis-

tas han sido esgrimidas en Sicilia por los grandes propietarios terrate-

nientes y no por los campesinos 0 los intelectuales, precisamente co-

mo medio de presion para obtener concesiones economicas y exen-

ciones fiscales del Estado central.

EI caso de Cerdeila es mas complejo puesto que se entremezclan

EI problema del sur no es del «reparto» dellatifundio, sino la con-

s v QM. CPC. p. 140.

60 M. L. Saivadori, Gramsci e /0 questione meridionale. En: Gramsci e la cul turacontemporanea, op. cit . • vel. I, p. 408.

61 Vid. aJ respecto el estudio de C. Cicerchia, II rapporto col t ennin ismo e i! pro-

blema della nvotunone italiane. En: A. Caracciolo, La cittd futura, op. cit., pp. 11-37.62 Vid. el articulo de F. de Felice, Quesl;one meridionale e problema del la Stato

in Gramsci, Rivi sta s tor ica de l soc ial ismo , IX, n" . 29, sept.cd ic ., 66 .63 L. A. Aimo, State e rivolutione neg/i scr it ti sul lo qUestiOM meridiollak. En:

Gramsci e la cultura contemporanea, op. cit., vol . II, pp. 183·89. Asimismo: QM, CPC,p. 156.

M QM. CPC. p. 150.

65 QC, 1.pp. 273·74... QC. in, pp. 1.804 y 2.143.61 Cinque anni di vita del panna, CPC, p. 107.

68 QC. m, p. 2.024.

1 07106

las cuestiones social y, en cierto sentido, nacional. La reivindicaci6n

auton6mica es popular en la isla y reviste connotaciones de problema

nacional aI existir una lenguapropia diferente de la italiana. Es inte-

resante constatar, como ha indicado Melis, que hay un sardismo per-

manente en Gramsci que evolucion6 del nacionalismo indepentista ju-

El maximo dirigente sardista, Lussu, teorizo la idea de Cerdeiia

como nacion historicamente fallida por el subdesarrollo econornico

y social que habia impedido la creacion de un fuerte grupo local

dirigente ". Gramsci depur6 el sardismo de toda connotacion idea-

lista e interclasista, situandolo en una perspectiva global superior. Se

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venil al marxismo 69.

En Cerdena todas las riquezas naturales estaban en manos extran-

jeras, subsistiendo una estructura social interior semifeudal basada

en el caciquismo y la represi6n, 10que explica las notables dimensio-

nes del fen6meno popular del bandolerismo 7<l. Ni el socialismo, ni

posteriormente el comunisrno, lograron echar solid as rakes en 13 i s-

la, en parte por su tardia comprensi6n del fen6meno autonomista,radicalizado por el fascismo por su poli tica central ista-uniforrnista

autoritaria, aunque sin "llegar a revestir explicitamente un caracter

nacionalista ". Inicialmente para el PCI el regionalismo no era mas

que un engano interclasista tipico de la ideologia burguesa, de ahi su

hostilidad contra ese fen6meno politico. En esas circunstancias se pro-

dujo el espectacular ascenso del PSdA, partido dernocratico radical,

que se erigio en el maximo representante de la reivindicaci6n autono-

mist a contando con una arnplia base popular y cam pesina. A partir

de ese momento el PCI asumio de forma instrumental el problema

en cuanto potenciaba la lucha antifascista y anticentralista a la vez

que unia las reivindicaciones social y nacional n. La colaboracion en-

Ire ambos partidos fue basi ante estrecha hasta la plena afirmacion dela dictadura fascista y se llegaron a elaborar elementos programati-

cos comunes, como, por ejemplo, el acuerdo de luchar por una repu-

blica sarda de obreros y campesinos dentro de la federacion sovietica

italiana ". Gramsci consider6 que la existencia del PSdA, pese a to-

das sus ambigiiedades, era muy util, como medio de cohesi6n regio-

nal frente al bloque reaccionario 74.

trataba de tomar la bandera de la autonomia para impedir que cier-

tos grupos burgueses locales pudieran monopolizarla con fines dema-

gogicos. De este modo seria posible vincularla consecuentemente can

la reivindicacion revolucionaria de clase dentro de un proyecto socia-

!ista global a nivel Italiano. La autonomia de la isla era inseparable

de la direccion nacional del proletariado en tad a ltalia y su resolu-

cion solo seria posible con el triunfo del socialismo y la construccionde un Estado obrero,

69 G. Mellis, Antonio Gramsci e ta quesnone sarda {antotogta} , Dell a Torre. Ca-

gliari, 7S . In rroducc ion, p. 9.70 G. Sctgiu, Gramsci e if movimemo operaio in Sardegna. En: Grarnci e Iacultu-

ra contemporanea, op. cit., vol. II, pp. 150-51.

71 G. Sotgiu, Ii milo delta nazione sarda, Rinasci ta , 27 jun. 75 .

72 En su II Congreso de Oristano (1922) el PSdA confirmc en su programa las te-sis de Salvamini , que hizo propias. sob re l a unidad de las re ivindicac iones de cl ase yde autonorrua- nac iona l, a pesar de las resis tenc ias de l secto r moderado del partido.

7J Vid. Ia intervencion del comunista Grieco en eI V Congreso de l PSdA en Maco-mer (1925) . En e l IV Congreso de l PCI (1931) se extendio esra idea preconizandose

republicas sccialistas sovieticas autcnomas para eI Mezzogiomo, Sicilia y Cerdetta dentrode la Federacion de republicas sociahstas sovieticas de Italia. Especialmente lIeg6 a ha-

blarse , ya en e lp rograma elaboradc en 1928, de au tonomia de gobiemo para las nacio-

natidaaes meridionales e insulates . con Ia oposici6n de Tasca. Esta reivindicaci6n delderecho de autode te rminacion para e l sur par tia de la base inst rumenta l de que as f se

Iavorecia Ia disgregaci6n del Estadc burgues central is ta, polft ica modificada per com-ple to t ras e lVII Congresc de la I 'C en e ique se volv io a valorar posi tivamente, a pesar

de las Iimitaciones nrstortcas heredadas, la ex.is tencia del Estado nacional uni tario i ta-l lano que gJobalmente habfa side una ccnquista progresis ta.

74 O. Melis , Gramsci e 10 ques ti one sarda, op. cit . • pp. 20-21.

75 P. Pet ta, taeoiogie constuucionat de 10izquierda itatiana, (1892-1974)_,.BhIme;- ...

Barcelona, 78. p. 45. Asimismo, vid. la correspondencia entre Gram sci ~. u; 7;0-_questione sarda: P a l t e a n z a I ra operai , contadini e poston CPC. pp. SJit30. . . ._

108 ·J09

CAPfTULO V.

EL PRINCIPE MODERNO

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I. FUNCIONES DE LOS PARTIDOS POliTICOS EN LAS SOCIEDADES

DE CAPITALISMO DESARROLLADO CON REGiMENES LIBERAL·

DEMOCRATICOS. LA CRiTiCA A MICHELS

Partiendo de la tesis de que todo partido no es mas que una no-

menclatura de clase Gramsci analiza el rot de estos aparatos politicos

por su importancia en la articulacion de la sociedad civil y SU inciden-cia en el Estado en sentido estricto. Ciertamente su reiterada afirma-

ci6n de que cada partido represent a exclusivamente a una clase social

debe entenderse en un sentido politico general, no sociologico puesto

que la relacion partido-clase es mas compleja en la realidad I.La base

social de los partidos no se reduce tan s610 a una cia", puesto que,

en determinadas circunstancias, estos ejercen funciones de equilibria

entre los intereses del grupo al que represeman especificamente y otros

aglutinados alrededor de la pro pia arb ita pohtica, Obviamente en to-

da formacion social existen zonas «neutras» que cada grupo politico

se esfuerza en conquistar, de ahi la pluralidad de intereses que con-

vergen en la configuracion de un partido. Su grupo dirigente, que re-

present a esencialmente a una sola clase, debe tener en cuenta esta con-tradiccion para evitar, mediante oportunas concesiones y equilibrios,

verse desbordado.La historia de un partido no es la de su grupo dirigente aislado,

sino la de un grupo social determinado que, a su vez, esta inserto en

una formacion social y en un Estado hist6ricamente determinados,

por ella su analisis ha de tener un marco de referencia superior 2.

Centrar el estudio de un partido en su organizacion, en "'\I~ congresos

o en su vida interna, como pretende 1 1 . escuela de 10'"litistas, esucicn-

tifico, Para estos, impregnados de una ideologia COIhl'J"\ adora aris-

IQC, II, p. 772, pp. 1.602, 1.132 y 1.160.2 QC, II, p. 1.629.

III

tocratizante y antidemo<cratica, los partidos modemos no son mas que

reducidas oligarquias polfticas dominantes, 0 incluso camarillas per-

sonales, aglutinadas alrededor de un jefe carismatico 0 de una buro-

cracia dirigente estable y permanente puesto que las masas, por si mis-

mas, son amorfas y s610 se movilizan por impulsos irracionales, inca-

politico de la sociedad demuestran su caracter estatal. Los partidos

contribuyen, por tanto, a perfeccionar la legitimaci6n y la autoridad

del Estado, revestido de la ideologia liberal-burguesa de la separacion

formal de poderes, de la representaci6n delegada y de la soberania

popular.

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paces de elevarse intele:ctualmente l.

Grarnsci critica dunamente al maximo represent ante de los elitis-

tas, Michels, su endeble: metodo analitico y el prisma ideol6gico con-

servador que 1 0 motiva ; Michels no es mas que un plagiador, un mal

continuador de Weber, ·deslumbrado por la noci6n del «carisma» per-

sonalista, por 1 0 demas, exorbitada considerablemente. La clasifica-

cion y tipologia de los partidos politicos en Michels es superficial y

sumaria '. Para este aunor se dan los siguientes modelos: I) partidos

carisrnaticos con base die masas, aglutinados aJrededor de una figura

importante con un pro.grama vago, 10 que dernuestra la inmadurez

de las fuerzas populares ; 2) part idos con base especificamente clasis-

ta propios de los regim"'nes Iiberal-democraticos modernos; 3) parti-

dos generados par ideas; polit icas a morales (partidos «doctrinarios»);

4) partidos confesionale-s: 5) partidos nacionalistas. A este cuadro su-

mario Gramsci anade kos partidos republicanos bajo regimenes rno-

narquicos y vicevcrsa ~.. Michels teoriza la inevitable tendcncia a la

oligarquia y a la falta d<econtrol de base eficaz en los modernos patti-

dos de masas. partiendro del ejemplo del SPD en cl que una ngida C3-

pa dominurrc ti l ' rlJll\':i(~llalin" iuan-oc iblc "l'I-;1 cnqui-t.rdo cu I;! \11-

ganizacion, Asi la alta pcohtica y, por tanto, las grandes decisiones, estan

monopolizadas por un ar direcci6n profesional y tecnica y, por ultimo,

lu ccmrulizucion J(' lu ou uaruzuciou cs IllU\ con ....dcrublc al ahouar ID-

Ja iniciativa politica dee 'ias agrupaciones· locales y pcrifericas. Para

Gramsci deducir de ahii conclusiones generales es superficial puesto

que denota un metoda empirico, aplicado exclusivamente a un rno-delo muy concreto de piartido, poco riguroso y que no tiene en cuenta

otras consideraciones hiisioricas. Por otra parte, sus conclusiones po-

liticas son reaccionarias. , de ahi la negativa posicion de Gramsci frcn-

te a este tipo de analisiis.

Grarnsci subraya la importancia de los partidos en los regimenes

liberal-dcmocraticos en 'cuanto instrumentos de mediacion entre la 50-

ciedad civil y el poder poolitico, requeridos par la divisi6n estructural

entre gober nantes y golbernados, Los partidos del sistema son tam-

bien organos aparentennente «privados» que representan a divers os

sectores de ciudadanos rpcro que, en realidad, forman parte de los apa-

ratos del Estado, segun t los criterios de Gramsci examinados can an-

,erioridad. Su funci6n ees formalmente mixta (doble dependencia «pu-

blica» y «civica»), perco sus evidentes fund ones de encuadramiento

En .1 Estado moderno los partidos elaboran y difunden concep-

ciones del mundo, de abi su funci6n complementaria ideol6gico-

educadora en la organizacion del consentimiento, a la vez que selec-cionan individualmente a un determinado personal dirigente y esta es

una de sus funciones politicas esenciales, Los partidos son asi creado-

res de nuevas intelectualidades integrales y «totalitar ias», uniendo teo-

ria y practica mediante la adhesi6n individual y formando la elite gu-bernamental y administrativa dirigente 6. Los partidos representan,

par consiguiente, la integracion «espontanea» de una elite a la regla-

rnentacion general del Estado. Desde este punta de vista los partidos

pueden ser considerados como escue/as de vida estatal ', Los parti-

dos colaboran can otros aparatos «privados» de la sociedad civil pa-

ra la f'orrnacion de los inrelectuales organicos desde el momenta en

que estes segregan sus propias categorias dirigentes internamente di-

ferenciadas en diversos grados. A este nivel desernpenan la misma fun-

cion hegernonica que el Estado en la soeiedad politica. es decir, la de

saldar los intelectuales tradicionales a los organicos H.

TOGOpartido est a compuesro fundamentalmente por tres gran des

capas: I) un elemento difuso de hombres medias que son la fuerzaque debe ser centralizada, se trata de organizar can ella la base social

potencial del mismo que aporta la disciplina y la fidelidad ala orga-

nizaci6n (militantes, simpatizantes y electores); 2) el elemento cohe-

sionador principal formado par el grupo de los dirigentes; 3) un clc-

mento interrnedio mcdiador que articula los dos anteriores, en otras

palabras, los cuadros tecnicos y los funcionarios. Recurriendo una vez

mas a la terrninologia militar, Grarnsci define estas tres categorias co-

mo los soldados, los generales y los oficiales respectivamente ", His-

toricamente los dirigerues son los prirneros en surgir a la hora de for-

mar un partido, pero este no puede cuajar como tal si no consigue

art icularse con los otros des factores mencionados 10. La fuerza de los

partidos tradicionales, bajo un regimen liberal-dernocratico, sc mide,

en primer lugar, par sus resultados electorales, antes que por el nu-

mero de sus afiliados. Desde el momenta en que la presion y las rno-

vilizaciones de masas desbordan los objetivos, las formas de actua-

cion y las previsiones politicas de los partidos tradicionales de tipo

liberal puesto que, segun su acepcion restrictiva del concepto de so-

berania popular, el metoda dernocratico las excluye par definicion,

, QC, I I, p. 1.387.

7 QC, II, p. 920.

B QC, I ll, p. 1.522.9 J. M. Piotte, El pensamiento politico de Gramsci, op. cit .• p. 78 Y 5S.

to QC, Ill, p. 1.734.

J l.Paggi, Gramsci e it •moderno principe, op. cit., p. 123.

4 R. Michels. Los partidois politicos. Un estudio soc ioldgico de las tendenc ias oli -

gdrauicas de ia democracia nmoderna, I I vo ts. : Amorror tu, Buenos Aires. 69.5 QC, I, pp. 234·35.

112 11 3

no importa tanto la fuerza organizada (excepto para fines electora-

les) cuanto la incidencia social traducida en votos. En este sentido un

partido que obtenga buenos resultados en las elecciones locales y mas

bajos en las generales refleja un deficit cualitativo en su direcci6n cen-

tral: demuestra tener una amplia red subalterna, pero carece de un

divisi6n funcional del trabajo politico desde el momento en que to-

dos los partidos burgueses se identifican con el Estado y estan unifi-

cados en el ", EI ejemplo de los bonapartismos y del cesarismo es

particularmente ilustrativo ya que demuestra que los partidos de la

burguesia se funden en uno solo 0 desaparecen en aras del arbitraje

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estado mayor adecuado II. Otro elemento fundamental para calibrar

la solidez de un partido es el de la disciplina y la cohesi6n politica

e ideologica interna. La existencia de antagonismos entre diversas frac-

ciones de un mismo partido revela una degeneracion tendencial del

espiritu global y solidario del propio partido, una cierta unilaterali-

dad extremista, a la vez que revela la presencia d. contradicciones so-

ciales agudizadas en su seno 12. En definitiva, las condiciones para la

fuerza de un partido consisten en su homogeneidad ideologica y , poli-

tica, en su base de clase coherente y en su organizacion interna

unificada.

Hay grupos que formal mente no funcionan como un partido po-

litico, pero que desempefian en la practica su papel. Este es el caso

de los denominados «grupos de presion» econornicos, sod ales 0 cul-

turales, entre los que destaca, en particular, la prensa denominada «in-

dependiente» cuya informacion pretendidamente «apolit ica- y «ob-jetiva- tiene una gran incidencia socia1. Determinados grandes inte-

Jectuales, como Croce en Italia, tarnbien actuan como dirigentes poli-

ticos, desde su tribuna cultural, aglutinando a diversas corrientes li-

berales que abarcan desde los conservadores y las nacionalistas hast alos republicanos e incluso los socialistas , antes del advenimiento de

la dictadura fascista, perfeccionando con ella el consenso hacia el Es-

tado y el sistema establecido n. Los partidos, en la realidad efectiva

pueden presentarse con nombres diversos, incluso como anti-partidos,

pero tam bien los individualistas, como caso extremo, son hombres

de partido:

del «jefe carismaticc», reorganizandose por completo todo el sistema

politico en esas circunstancias, Con el partido totalitario de gobierno

las funciones de policia, esto es, de tutela represiva de un cierto orden

politico y legal, pasan a primer plano. Este tipo de partido funciona

burocratlcameme, por ella es un mero ejecutor que no delibera:

«es recnicamente un crgano de policia y su nombre de partido politico no esm a s que una metafora de caracter mitologlco» 16.

«cl individualisrno estan 5610apoliticismo animalesco (sic);el sectarismo es 'aDO-"l it icismo' y si(bien) se mira, en efecto, el sectarismc es una forma de 'cl ientela'

personal, mientras fal ta el esptritu de partido, que es el elememo fundamental

del 'espiritu estatal'» l~.

La abolicion legal de los partidos y la institucionalizacion del par-

tido unico, con la confusion entre la sociedad civil y la sociedad poli-

tica que se deriva de elias, hace que este pierda incluso su apariencia

de asociacion «privada» can fines publicos para convertirse abierta-

mente en un instrumento del Estado y del propio gobierno.

En definitiva, Gramsci parte de la constatacion ideologica de que

la lucha de clases se produce en el choque de dos constelaciones de

fuerzas, en cuyo interior se afirma la hegemonia de los grupos mas

dinarnicos vinculados a la clase ascendente mas progresista. En este

sentido todo partido politico no s610 es un instrumento «teenier» pa-

ra acceder al poder, sino que no acaba de estar formado nunca pues-

to que siempre representara a sectores sociales limitados. La exten-

sion de un partido a toda la sociedad es objetivamente imposible par

su prop.a naturaleza, de ahi las vanas pretensiones de los partidos to-

talitarios de encarnar organicamente a la nacion. En el caso del parti-

do obrero revolucionario que, par definicion, es diferente a todos los

dernas existentes, puesto que se constituye como antitesis del Estado

burgues, su fin ult imo esprecisamente el de desaparecer en el momento

en que la sociedad civil reabsorba todas las funciones de organiza-

cion y de «adrninistracion de las cosas», segun la conocida expresion

de Engels.

La verdad leo rica de que toda clase esencial tiene un solo partido,entendido en sentido amplio, se demuestra en los moment os excep-

cionales de crisis, historicamente decisivos, por el hecho de que diver-

sos agrupamientos politicos, cad a uno de los cuales se presentaba ;0'rno un partido «independiente», se reunen y forman un bloque Un/-

co. La division anterior era solo de tipo «reformista» y tactico, al ha-

eCT referencia a cuestiones parciales para extender rnejor su intluen-

cia social. En cierto sentido aquel pluralismo formal representaba una

2. EL INSTRUMENTO DE LA REVOLUCl6N SOCIALlSTA, EL PARTIDO

POLITICO DEL PROLET ARIADO COMO ENCARNACl6N DE LA

VOLUNTAD COLECTIVA. CENTRALlSMO DEMOCRATICO.

CENTRALlSMO BUROCRATlCO Y JACOBINISMO

EI mayor esfuerzo politico de Gramsci fue su preocupacion par

dotar a la clase obrera y sus aliados de un partido coherente y revolu-

cionario que se distinguiera netamente de todos los dernas y que no

11 QC. III, p. 1.628.12 QC. II.p. 926.IJ A. R. Buzzi, Trona politico de Antonio Gramsci , 01'. cit., p. 174.

.. QC, III, p. 1.755.

" QC. 1II, p. 1.760.16 QC. 1II, p. 1.692.

114115

pudiera ser integrado por el sistema burgues, Dentro de la tradici6n

del movimiento obrero los reformistas habian tenido una concepci6n

autoritaria del partido por la que la base de/ega en la direccicn, fuer-

temente jerarquica, la alta politica; por su parte los sindicalistas re-

volucionarios habian olvidado la importancia de la disciplina y del

EI partido revolucionario es un 6rgano de vanguardia depositario

~e la d?ctrina marxista, por eso requiere una ferrea homogeneidad

ideologica y organizativa. EI «monolitismo», que no uniformismo

del PC: ~a como resultado una mayor fuerza de combate y una repre:sentacion de la clase obrera mas firme. Para ello es necesario que in-

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oigor ideolcgico n

Hasta el presente la solucion bolchevique es la que mejor respon-

de, a juicio de Gramsci, a las necesidades historicas del proletariado.

Esto significa que el PC combina el necesario jacobinismo revolucio-

nario con la espontaneidad de las masas, estructurandose de forma

nueva y dialectica con relaci6n a los criterios anteriores. 18 EI proble-

ma del jacobinismo «provisional» de los bolcheviques y de la inma-durez del proletariado ruso fue subvalorado por Gramsci que slern-

pre mantuvo, no obstante ciertas reservas parciales, una enorme con-

fianza en los dirigentes sovieticos y muy poca informacion sobre el

contenido real de los organos de participacion democratica popular

en la vida politica de la URSS. Gramsci, al considerar inevitable par

un eierto tiempo el jacobinismo bolchevique, valoro positivamente el

hecho de que el partido ruso «modelase: a la sociedad civil (hecho

todavia m as necesario en el Oriente atrasado), sin percibir que el pro-

letariado se estaba convirtiendo en una masa instrumental sin poder

de control y que el partido, en fase creciente de burocratizacion, se

confundia ya con el Estado.

EI partido revolucionario de la clase obrera expresa el paso de lafase economico-corporativa a Ia fase directamente politica y hegerno-

nica, en la que es po sible dirigir a un am plio bloque social para con-

quistar el poder. EI partido revolucionario su-ge por una necesidad

historica determinada y debe ser ala vez un organa politico de lucha

y de educacion puesto que es portador de un nuevo proyecto de civili-zacion de alcance universal 19. EI concepto de part ido revolucionario

en Gramsci atraveso diversas etapas, anteriormente exarninadas, has-

ta cristalizar en los QC en la idea del «Principe moderno». Partiendo

de Maquiavelo, Gramsci afirma que, en el presente, el nuevo principe

no puede ser logicarnente una persona individual, por notable que sea,

sino que ha de ser un organa politico colectivo, es decir , el partido.

En este se resumen los gerrnenes de voluntad colectiva que tienden

a ser totales y universales, de ahi la idea gramsciana del partido revo-

lucionario como irnpulsor de la reforma intelectual y moral P Por es-

ta razon el partido revolucionario ha de ser, en parte y en sentido po-

sitivo, jacobino, para suscitar la formaci6n de esa necesaria voluntad

unitaria nacional-popular.

17 1.. Paggi, Gramsci e if moderno principe, op . c it ., p. 132 .Vid . edemas , P. Cris -

tofolini, Dal dispotismo at «modemo principe». En: Potttica e storia in Gramsci, op.cit., vol. II, p. 343,O.Massari, Il emodemo principe» neita potuica, storia di Gramsci

tcansidemzioni sulla problematica del partito moderno); Id., p. 450.18 L. Paggi, ld. op. ch.. pp. 141y 304.

19 Ch. Buci-Glucksmann, Gramsci et I'Etat, op. cit., p . 266.20 OC, Ill, pp. 1.558';;(}.

116

clu~o «fisicamente» sea el partido de la clase obrera ya que no es COn-

vemente que predominen en su direcci6n elementos procedentes de

~tros grupos sociales, al menos en su fase de madurez y de expan-

sion. La organizaci6n del partido debe poder asegurar en su seno la

preeminencia del proletariado ya que solo asi podra aspirar a «repre-

sentar» objetivamente a todos los trabajadores, aunque subjetivamente

s610 a su parte mas consciente. Gramsci sabia bien que en el conjuntode las masas trabajadoras cohexist ian voluntades polit icas e ideol6gi_

cas muy diferentes (reformistas, maximalistas, anarquistas, cat6licos

y otras), para ello el PC debe asumir la totalidad de los intereses po-

pulares, aunque solo «actualice» la voluntad de la pane mas avanzada

Mancina ha sei\alado que en Gramsci la influencia directa del punt~

de vista de la IC con relacion al tema del partido revolucionario es

bien evidente, 10que traduce una concepcion implici tamente totaliza-

dora e instrumental del rnismo 21. Ciertamente Gramsci, en este terre-

no, se limita en 10 esencial a seguir la «ortodoxia» leninist a, si bien

complementa la idea del partido-vanguardia, como unico represen,

tante legitimo del proletariado revolucionario, con el tema del part ido-

intelectual colectivo de caracter democratico. Gramsci no rechaza, porprincipia, la existencia necesaria y legitima de diversos partidos, en

cuanto encarnan intereses sociales diferentes y permit en una manifes-

tacion abierta de la lucha de clases. Es preferible asumir las contra-

dicciones sociales existentes antes que intentar negarlas coactivamen-

te, de ah: que la fase de transicinn al socialismo pueda contemplar

la presencia abierta y fibre de varias partidos. Sin embargo, esta idea

que te6ricamente tambien estaba en Lenin, no es llevada hasta sus ul~timas consecuencias puesto que, con relacion a la clase obrera, se pre-

tende representarla en exclusiva a traves del PC. Es decir, con ello

se reconoce un inevitable pluralismo poli tico externo, para que exprese

a las otras clases sociales, pero se niega para el proletariado que, por

definicion, tiene que estar ferreamente agrupado alrededor de su uni-

ca y excluyente vanguardia revolucionaria.

La funcion dirigente del partido se muestra en clave hegemonica

puesto que este no puede pretender dirigir autoritariamente a la c1ase

obrera desde fuera. EI partido solo sera de vanguardia si consigue serlo

en la realidad entre las masas, no porque 10proclame con insistencia.

EI partido asume asi el rol del Principe modemo al dirigir colectiva,

mente a arnplias masas populares hacia la conquista de Ia hegemonia.

Sin embargo, la idea de que la revolucion esta dirigida por el partido

ha motivado que algunos autores atribuyen a Gramsci una mitifica-

ci6n de la organizacion concebida como un «demiurgo» totalitario.

21 C. Mancina, Aproposi/o di alcuni temi gramsciani, op. cit .• p. 30.

117

Ciertamente hay afirmaeiones de Gramsci rotundas sabre el hecho de

que el partido toma el lugar en las conciencias de la divinidad 0del

imperative categorico, pero con la idea de que, s610 asi, en esa inevi-

table «rase jacobina», sera posible realizar la reforma intelectual y

moral basada en un laieismo revolucionario ". Sobre todo para Pe-

elimina el mal tiempo» ". Hay aqui en Gramsci una constatacion deque la excepcionalidad historica de las condiciones rusas sei\aladas

por Lenin en su momenta, que han desembocado en el ~ido unico

de gobierno, .no deben servir de precedente universal para las fuerzas

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llicani esta teoria condueiria a la dictadura de los intelectuales orga-nicos «ilustradoss que liquidarian el pluralismo. Se trataria entonces

de una cuasi-divinizacion absoluta de los dirigentes incontrolados, 10

que conduciria a un regimen autoritario y exclusivista ". En realidad

Gramsci siempre se cuid6 de no identificar el partido can toda la cla-

se obrera, ni de con fundi rio COnel Estado, de ahi su enfasis en la fun-

cion hegernonica, de direcci6n poli tico-ideologica ganada mediante elconsenso, en la sociedad civil. Como han senalado Gerratana y Pag-

gi, el partido no puede ser un ente totalitario, en el sentido represivo

del termino, sino la expresion organica de la voluntad colectiva

nacional-popular, so pena de negarse a 51mismo como fuerza

revolucionaria 24. Gramsci no se deja asi deslumbrar POf el fetichis-

mo de la organizaci6n y sei\al6 incluso los peligros de un monoparti-

dismo permanente.

La funcion unificadora del partido hace que toda la acci6n politi-

ca quede encerrada en ';1y, en este sentido, Gramsei no es pluralista.

Esto es asi desde el momento en que no se plantea la relacion de las

masas con el Estado a partir de articulaciones politicas diversificadas,

sino exclusivamente mediante el partido revolucionario. Gramsci, por

tanto, no habla estrictamente de pluralismo, en el sentido de pluri-

partidisrno, pero critica el «parlamentarismo negrr» 25. En esta pers-

pectiva hay una importante reflexion de Gramsci sobre la hipocresia

de la «autocritica» que haee referenda a la situacion interna de la

URSS. La «autocritica» se ha acabado convirtiendo en un recurso

«teorico» y «parlamentario», en sentido negative, 10que demuestra

que no es tan facil acabar con el parlamentarismo. Este aflora siern-

pre de forma implicita: se pueden eliminar sus instituciones, pero el

fondo subterraneo permanece tenazmente desde el memento en que,

durante la fase de transici6n, siguen existiendo las clases sociales y,

por consiguiente, las luchas de clases. Las manifestaciones de «par/a-mentarismo negro» demuestran la pervivencia de este fenorneno. La

liquidacion de Trotsky, por ejernplo, parece representar el fin de esetipo de parlamentarismo negative que subsistia tras la eliminacion del

Parlamento legal, 10 que significa que «aboliendo el barometro no se

22 Democratia operata; ON, pp. 10-11, QC. H, p. 800; Ill, p. 1.561.H Vid. la tendenciosa y parcial monografla de L. Pellicani, G ra m sc i e J a a u e su o -

ne comunista; ValJecchi, Florencia, 76. . .24 V Gerratana La nueva estrategia que se abre paso en los «Quadernl», op. cn .,

p. 113. i.Paggi Des~de ta derrota de ta revoluci6n en Occ_idente.id.,~. cit . • p. ~~8.2S Vid. B. De Giovanni. Lenin, Gramsci y IQbase teorica del plurallSmo,' Cntlca.

marxista, n." 3-4. XIV, may.-ag.. 76. Asimismo: C. Mancina, A proposito di a/cum

fern; gramsciani , op. cit •• p, 33.

11 M

revolucienarias puesto que la hegemonia del proletariado no esta re-

lIida, por definicion, con la manifestaci6n de tendencias pollticas di-

versas, Es mas, Gramsci habia preconizado la construccion de un Es-

tado obrero democranco que garantizase a todas las tendencias anti-

capitalistas la posibilidad de convertirse en partidos del gobiernoproletario 27.

EI partido revolucionario debe ser, desde el principio un anti-Estado e? potencia. Debe mostrar, en la practice, que, incluso bajoel capitalismo, es capaz de constituirse como modelo opuesto al siste ..

rna en todos los aspectos. Ha de funcinar y cornportarse como fuerza

revolucionaria para polarizar a SG alrededor, no obstante estar inmerso

en un contexto burgues hostil que 10p resionara de continuo, a todos

los sectores realmente progresivos de la sociedad. En su lucha revolu-

eion~ria, el partido se hace Estado en la medida en que ayuda al pro-

letanadc a convertrrge en la clase hegem6nica. Su fin ultimo es la su-

presion de la explotaci6n capitalista y de la division entre gobernan-

tes y gobernados, por eUo su perfeccion consistira en desaparecer , 10que significara que ya no existen clases 29.

Para evitar todo riesgo de autoritarismo y burocratismo el parti-do debe funcionar democraticarneme para unir a sus tres estratos y

ofrecer un verdadero programa liberador de la humanidad. Por elloes preciso recordar que:

«la burocracia es la fuerza consuetudinaria y censer .....dora mas peligrosa, yaque acaba const ituyendose come cuerpo so lidar io , que est a apart e y se sient eindependiente de la masa. (por ella), el partido acaba siendo anacronico, 3D.

La organicidad dialectica solo es posible mediante el centralismo

democrdtico en movirniento que adecua la organizacion al desarrollo

social . Si prevalece el centralismo burocratico en elEstado 0 en el par.

t ido quiere decir que el grupo dirigente esta saturado, convirt iendose

en una camarilla que tiende a perpetuar sus privilegios, Toda mani-

festacion de centralismo burocratico se debe a la debilidad de las fuer-

zas de base que no pueden controlar a los grupos dirigentes debido

al primiuvismo de la soeiedad civil y a su falta de tradicion hegemo-

~ica. Para Grarnsci, el centralismo dernocratico, siendo la formulaidonea de organizaci6n y funcionamiento, t iene evidentemente diver-

sas lecturas y aplicaciones elasticas, de ahi las prevenciones y seguri-

dades que deben tomarse. EI centralismo dernocratico requiere la uni-

dad organica entre teoria y practica, entre intelectuales y masas, en-

26 Q C , /II. op. 1.742-44.17I I problema del potere, ON. pp. :59-60.

2& Co"!a de Gramsci a Togiiat ti . Terrae; ,;; y oiTOS, (9 febr. I924) en FGD, pp.195-96. V,d. QC, III, pp. 1.732-33.

29 QC, II. pp. 734 Y p.3'.JO QC, III, p, I.~.

1 1 9

t~e gobernantes y gobernados a la vez que una rotatividad y revocabi-lidad permanente de los grupos dirigentes n. Can todo, es inevitable

u~a cie~a dosis de centralismo disciplinado para evitar los riesgos de

dispersion .e ineficacia, No se trata de preconizar nna disciplina pasi-

v~ y au.tontari~ que se limite a la mera recepcion de 6rdenes y a su

EI partido revolucionario no Its democrdtlen en el sentido vulgar

del termino, es decir, liberal, porclue es un partido centralizado a ni-

vel nacional e internacional al ser ,ma secci6n de un partido mas gran-de. de ambito mundial. Esta conc<"pci6n de la IC fue plenamente asu-

mida por Gramsci yen ello reside- pese a los matices carcelarios in-

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ejecucion mecamca, sino que 10 fundamental es la asimilaci6n cons-

ciente y lucida de la politica preconizada par el partido. En este senti-

do la disciplina critica es, para Gramsci, un elemento indispensable

de orden dernocratico 12 • Todas las reglas del partido son vinculan-

tes: pero solo en la medida en que se hayan discutido y aprobado an-

tenor mente, evitando todo sustituismo de la direccion sabre la base

de lo.s militantes. Gramsci reconoce, ademas, el derecho a expresar

can libertad la discrepancia, pero reafirma su solid a conviccion de que

los acuerdos mayoritariamente adoptados obligan a todos los miem-

bros por igual, de ahi su prevencion contra la existencia de fracciones

internas organizadas y reconocidas como tales.

EI central ismo dernocr atico establece una relacion dialectica entreel educadcr (el dirigente) y el educado (el dirigido), entre los intelec-

tuales organicos y las masas, permitiendo la mutua interaccion 33.

Precisamente Lukacs habia subrayado el proceso de Iorrnacion del

partido como el de la combinaci6n de espontaneidad y disciplina, mien-

tras que Luxemburg habia insistido en que la organizacion debe for-

marse como producto de la lucha de clases en la medida en que las

masas lc dan su consentimiento directo, activo e ininterrumpido ,EI mecanismo del centralismo dernocratico fue una concepcion ori-

ginariamcnte Icninista, elaborada a partir del «z Que hacer ?» y « Dos

pasos adclante, uno arras», propia de un rigido periodo clandestine

que, can posterioridad, fue universalizado y elevado a norma general

obligatoria par la IC en su afan de distanciarse al maximo de la social-

dernocracia en todos los terrenos. La recepcion de Gramsci de cstc

principia es bast ante rnecanica, a pesar del enfasis que puso en cI nc-

cesario caracter abierto y flexible del mismo, en su acepcion dinarni-ca, tal como ha sefialado Bonomi 34.

La teoria del partido revolucionario en Grarnsci adquiere, en de-

finitiva, las siguientes caracteristicas: 1) la organizacion nace en los

lugares de la produccion per media de las celulas; 2) el hombre colec-

tivo se desarrolla, a traves del partido, de abajo-arriba; 3) la revolu-

cion es un proceso desarrollado por las masas y no par su vanguardia

que tan solo debe limitarse a guiarlas, por ello el poder es ejercido

par. aquell~s y no por esta; 4) el partido es parte de la clase obrera,

no organa instrumental, y todo rnilitante debe estar capacitado para

lIegar a ser un dirigente de masas, un intelectual organico.

11 QC. III. pp. 1.634-35 Y 1.650.

" QC. III. p. 1.707.33 A. Natta.1I parti to pol it ico nei Quademi del Carcere. En: AA .VV . Prassl rivo-

tuzionaria e storicismc in Gramsci; Crhica marxista, Quademi, n." 3, 67.

J4 G. Bonomi, Partido y revolucion en Gramsci; Avance, Barcelona, 76, p. 185 y 55.

120

troducidos, uno de los limites hist,oricos que bloquearon el desarrollo

de su reflexi6n sobre los problelIlas del Estado y la transicion,

En conclusion, siguiendo la si nopsis de Salvadori >, los rasgos y

problemas principales del partidd revolucionario, segun el pun to de

vista de Gramsci consisten en e<'ds elementos: 1) la funcion historica

del partido en cuanto «Principe n1odernoH es la de dirigir a las masas

y, en particular, ala clase obrera en cuanto es su expresion politicadirecta, hacia la conquista del pc,der para cdif'icar el socialismo; 2)

1aorganizacion interna 5610 pued.e basarse en el principio del centra-

lismo dernocratico como la mejor solucion dinarnica posible; 3) la de-

rnocracia de masas debe basarse ~n un nuevo tipo de regimen repre-

sentativo, teniendo como norte la aspiraci6n a la democracia directa

de base, puesto que el parlamentelrisrno de tipo liberal es incompati-

ble can un Estado de tipo sovietic-? en el que esta reccgido el princi-

pio popular de que absolutarnentes todos los cargos publicos son ele-gibles; 4) la hegernonfa en el socialiismo Ie corresponde a la clase obrera

can relaciori a las demas clases y fuerzas, Los problemas derivados

de la r e lac ion conflict iva entre he~emonia Y dictadura no puedcn rc -

solverse por completo en el ambi1to de una dernocracia obrera hastaque el partido que ha dirigido la t"Oma del poder no haya propiciado

la reforma intelectual y moral de' las masas.

3. LA CO'JSTRUCCION DE UN NLJEVO BLOQUE HISTORICO

REVOLl)cIO!'iAR]O NACIONAL--POPULAR

La capacidad dirigente de la claise obrera debe traducirse en la cons-truccion de un nuevo bloque his(orico, altcrnativo a la dominacion

burguesa, profundamente enrajzaido con las condiciones nacionales.Es mas, su cristalizacion hara qu& definitivamente se identifiqucn, al

menos en paises como Italia la nalcion Yel pueblo, convirtiendosc en

sinonimos ambos termlnos.' Est o significa que el proletariado ha de

ser capaz no solo de forjar un armplio abanico de alianzas de clase

con el conjunto de las masas poptlliares, 10 que seria el aspecto super-

estructural del bloque histor ico. si;no que, adernas, ha de irnpulsar unatransforrnacion estructural de la \vida econornico-social, una vez que

haya conquistado el poder politicc), prernisa indispensable para la edi-

ficacion socialista.EI nuevo bloque historico ,que va mas alia de la dicotomia

estructura-superestructuras ", ~n'" finalmente la intelectualidad y las

3~M. L. Salvadori, Gramsci e il probtlem~ stonco de~/ademocrazia: op. cit., p. 44.

36 Ch. Buci, Glucksmann, Gramsci t#t I Etal, op. CIt., p. 319.

1 21

masas, los dirigentes y los dirigidos, la ciudad y eI campo, la teoria

y la practica. En este sentido en el nuevo bloque hist6rico deben inte-

grarse organicamente no s610 los trabajadores de la ciudad y el cam-

po, la alianza obrero-campesina en sentido estricto, sino tambien las

capas medias vinculadas a la pequena produccion, los servicios y la

actividad cultural. Esta conjunci6n, que no yuxtaposicion, dada la

ja entonees de ser una mer~ tactica de gobierno instrumentalizada por

la burguesia para convertirse en un medio para socializar el poder.

Grarnsci ,c?ncibe, en definitiva, la democracia como el alargamiento

de la politica y la esfera del poder , como la superacion de la division

tradicional entre gobernantes y gobernados, ampliando con ello el sig-

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necesaria hegemonia proletaria durante toda la fase de transicion, es

estrategica, Esta destinada a llegar hasta la construccion del socialis-

rna y a su plena realizacion, En este nuevo hloque se realizaran los

objetivos de la clase obrera y sus aliados, se consolidara y expandira

su hegemonia, se transforrnara revolucionariamente la estructura y

las superestructuras y se construira una nueva relacion entre estas. Porello el nuevo bloque historico es el result ado de la articulacion inter-

na de las clases populates, edificada alrededor del sistema hegem6ni-

co de la c1ase explotada fundamental. La clase obrera revolucionaria

debera tener en cuenta los intereses de sus grupos aliados, de ahi que

la formaci6n de su sistema hegem6nico irnplique el consenso de es-

tos, tal como ha indicado Portelli 37. Su concrecion dependera de la

capacidad dirigente del proletariado y de la paralela disgregaci6n de

las fuerzas adversarias a partir de una crisis organica.

El partido, en cuanto «Principe moderno», esto es, como dirigen-

ie politico y como cducador, debe conducir a las masas hacia la revo-

lucian. La tarea fundamental del partido es, por tanto, la de agluti-

nar las voluntadcs populares revolucionarias dispersas, sinterizarlas

en una estrategia adecuada, marcar objetivos tacticos coyunturales ne-

cesarios y proyectar toea esta gran fuerza sobre las principales metas,

irnpidicndo crrores y desviaciones que alejarian a las mas as de la con-

quista del poder. Posteriormente el partido, durante un largo perio-

do, debora seguir sicndo cl eje de la reconstruccion social, en profun-

da contacro con las masas por ser tan solo un instrumento, aunque

privilcgiado. de las mismas para alcanzar el nuevo modelo revolucio-

nario de civilizacion al que aspira el marxismo.

De todo ello se deduce que !a estrategia para la conquista de la

hegernonia y la creacion de un nuevo bloque historico que propone

Grarnsci no era el simple resultado de una eleccion tactica, sino la con-

sccucncia org:inica de un profundo analisis estructural del bloque his-

torico dominante concreto a nivel nacional. La via de avance haciael nuevo bloque hist6rico incluye tanto la fase previa de expansion

hegemonica en la sociedad civil para poder tomar el Estado, cuanto

la posterior que debe dar paso a un nuevo modo de produccion.

La consolidaci6n del nuevo bloque hist6rico presupone la refor-

rna intelectual y moral con dimensiones de rnasas mediante la que se

abrira una nueva era y se edificara una nueva civilizaci6n. La hege-

mania revolucionaria perrnitira superar tad a alineacion ideologica y

el cxtranamiento econ6mico, propios de la antigua sociedad burgue-

sa, produciendose la reunificacion de la soeiedad. La democraeia de-

37 H. Portelli, Gramsci e t te bloc his torique. op. cir., p. 319.

122

nif'icado profundo y revolucionario de su nocion _~ La democracia

de base perrnitira a las masas no 5610 el mas riguroso control de sus

dir igentes , si~o la reapropiacion exclusiva del protagonismo poli tico,

negado antenormente por el Estado burgues, La democracia no es can

ello un expediente secundario del funcionamierno poli tico, sino un me-

dio vital para el propio socialisrno EI Estado obrero sera, por defini-cion, el mas dernocr atico que la humanidad hava conocido hasta el

momenta, de ahi la importancia rcvolucionaria del lema. Cuando sea

posible la transici6n a una sociedad sin clases, a una soc.edad plena-

mente comunista. el propio Estado obrero dernocratico sc convertira

en algo obsolete y dara paso a su propia disolucicn progrcsiva, inclu-

yendo el rnetodo democratico de gobicrno, puesto que ya no sera nc-

ccsario. Fn suma, estas son las principales rcflcxioncv de Gramsci so-

brc el periodo de transici6n, basadas en los clasicos del marxisrno,

aunque con alguna precision conceptual propia para poner el acen:osobrc dererminados aspectos cticos de la sociedad regulada.

38U. Cerroni, Gramsci y 10. t e on a oou u eo del sociat i smo. En: Teona politico. y so ·ciatismo, op, c it . • p. 16j _I' ss.

123

CONCWSIONliS

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I"

I

EL PCI, LA IC Y LOSLiMITESHISTORICOS

DELHORIZONTETEORICOGRAMSCIANO

Grarnsci ha innovado considerables aspectos de la teoria politica

m arxista aun dentro de la «ortodoxia», puesto qu e siempre e stu vo in -

merso en el elima de la IC. Por otra parte hay evidentes lazos eomu-

nes entre Gramsei y Togliatti, de ahi que sea Iieito afirmar que estedesarrollo, tras la segunda guerra mundial, una Hnea politica trazada

en ernbrion por aquel, Especialmente la asuncion de la realidad na-

eional por parte del PCI es 10que Ie obliga, en iiltimo termino, a mo-

difiear la estrategia bolchevique para conquistar el poder.

Es Gramsci el que, por una parte, revaloriza el factor nacional y,

por otra, 10v incula a su concepcion estrategica global de la revolu-

cion socialista. En efecto, solo asumiendo la cuestion nacional hasta

sus ultimas consecuencias, en cuanto factor democratico y popular

fundamental, podra la clase obrera detentar el protagonismo histori-

co con el eonsenso de la gran mayoria de la poblacion. En !talia esta

tesis tenia unas consecuencias muy precisas y Ia aportacion de Gramsci

supero con mucho el estrecho margen que la IC concedla a las «pecu-

l iaridades» nacionales que eran vistas como elementos secundarios que

debian tenerse en cuenta tan solo para adaptar el modelo universal

unico de la revolucion bolchevique a cada pais.Desde 1923 Gramsci se dedica a estudiar las condiciones especifi-

cas de su pais, 10 que expliea su interes por la historia nacional y por

el problema de los intelectuales. Analizadas las critieas sobre el «his-

toricismo» de Gramsci se puede conduir que, en realidad, tienen po-

co fundamento, puesto que aquel nunea «olvido» la idea marxista que

otorga la primacia, «en iil tima instaneia», a los elementos estructura-

les en toda formaci6n social. Es cierta la influeocia de Croce en su

peosamiento, pero no es justo confundir las premisas Itlos6ftcaS deaquel con las de Gramsci. Precisamente su valoraci6n del elementos

125

historico tiene la funcion de acentuar la importancia de la cuestion

nacional.

Su anal isis del pasado historico le conduce a interrogarse sobre las

causas que malograron la forrnacion del Estado moderno en ltalia du-

rante los siglos XV y XVI. Gramsci no se conforma con las explica-

donal italiana que 5610puede ser resuelta por la clase obrera en estre-

cha alianza con el campesinado meridional. La no superacion de la

cuestion meridional impide vertebrar definitivarnente la nacion ita-

liana y hace que el propio sur presente rasgos de nacionalidadoprimida.

Toda su Investigacion historlco-polttica esta dirigida, por tanto,

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ciones tradicionales que remitian a las invasiones extranjeras para jus-

t ificar la actitud de los grupos dirigentes italicos, sino que busca en

el interior de 1aestructura feudal-comunal el origen de la impotencia

nacional. En este sentido, sus agudas observaciones Clestacan el com-

portamiento «economico-corporativos de la burguesia mercantil is .ta

italica que fue incapaz de constituirse en clase hegemonica. Este pri-

mer fracaso hist6rico tendria consecuencias muy negativas para el pais,

no solo por el gran retraso en la unificacion nac.onal, sino por la tra-

dicion de cosrnopolitismo y, a la vez, de localismo que generaria. Por

una parte, se desarrollaria una intelectualidad con proyeccion inter-

naeional desvinculada del pueblo y, por otra, la articulacion, si quie-

ra cultural , entre las regiones italianas se hizo imposible a nivel popular .

Posteriorrnente, Gramsci centro su atencior. en el complejo pro-

ceso hist6rico que condujo a la forrnacion del Estado unitario con-

t ernporaneo en Italia. Entre otras cosas, sus reflexiones son de gran

interes par ser un riguroso analisis marxista del desarrollo historico

de un Estado capitalista concreto. El denominado «Risorgirnento»

se produjo, en expresi6n de Gramsci, como una «revolucion pasiva»

por la Que las masas populares fueron excluidas sistematicamentc detoda iniciativa politica. La hegemonia del Estado piamontes, bajo la

dinastia de los Savoia, que supo neutralizar a los dirigentes de Ia opo-

sicion dernocratica y ganarse el apoyo de las oligarquias de los anti-

guos Estados peninsular es que iba absorbiendo, explican el resultado

final obtenido. En definitiva, el proceso unificador, dirigido por un

bloque social conservador muy restringido, no dio lugar a una r~vo-

lucien burguesa dernocratica y edifice un Estado aparentemente libe-

ral, perc profundamente centralizado y autoritario, dependiente del

capital extranjero y eontrolado por una estrecha oligarquia que se per-

petuaba en el poder a partir del «transformismo» politico.

En Italia, segun el punto de vista de Gramsci, jarnas se llego a crear

un Estado liberal-democratico basado en el parlamentarismoyen e1libre juego de los partidos politicos, por la sencilla razon de que estos

no existieron como tales, teniendo en cuenta, adernas, que todos los

gobiernos manipularon a su antojo las elecciones y la composici6n

de las Camaras. Como result ado de la alianza politica entre la bur-

guesia industrial del norte y los terratenientes del sur se produjo la

«cuestion meridional», complement ada por el problema catolico, y

la consolidacion de un Estado burocratico de grandes proporciones,

Esta fractura estructural del pais se basaba en un determinado sis-

tema de alianzas de clase por el que la burguesia industrial del norte,

a cambio de apoyo politico, respeto las propiedades de los grandes

Iatifundistas del sur, renunciando a toda reforma agraria. Grarnsci

plantea entonces e1p roblema del sur como la principal cuestion na-

126

a estudiar las causas que frenaron la unidad nacional y las razones

del fracaso del movimiento obrero que desembocaria en el triunfo del

fascismo. ltalia habia side un pais precoz para generar las formas ele-

mentales de la nueva soeiedad burguesa en la epoca moderna, pero,

sin embargo, fue la nacion que mas tardiarnente se unifico.

Si los dernocratas fracasaron durante el «Risorgimento» como edu-cadores del pueblo y como forjadores de una conciencia nacional, lam-

poco las organizaciones del movimiento obrero fueron capaces de

art icularse poli ticamente con coherencia frente a1Estado liberal care-

ciendo de un programa alternarivo viable. Esto explica la oscilacion

permanente entre el sindicalisrno corporativista y el «subversivisrno»anarquico y discontinuo. Ni siquiera el PSI, con todas su s graves con-

tradicciones internas, pudo acabar con ese estado de cosas. En suma,

incluso las mejores fuerzas progresistas fracasaron, en la historia COl1-

ternporanea italiana, en su rnision de forjar la unidad nacional bajosu direccion.

Efccruado este analisis del pasado, es comprensible la esperanza-

da actitud de Gramsci ante el movirniento de los Consejos de fabnca

que, por prirnera vez en su pais. parecian representar el origen de al-ga nuevo. Por fin la clase obrera revolucionaria se hacia dirigcntc,

superando el localismo, el corporativisrno y el «subversivismo». Los

Consejos, para Gramsci, significaban que la clase obrera se «hacia

Estado» y que esta era capaz de proyectar sobre toda la soeiedad sus

valores y su modelo renovador de civilizacion, Estos nuevas organos

sustituian a las organizaciones t radicionales del movimiento obrero

y se dernostraban capaces de reorganizar, sobre nuevas bases, la vida

product iva y politic a del pais. Gramsci defendio con ardor polernico

su concepcion «consejista» de la revoluci6n y tard6 en asumir la ne-

cesidad de fundar un nuevo partido que pudiese dirigir con mas efi-

cacia a las masas hacia la conquista del poder, para iniciar la cons-

truccion del socialismo. Gramsci reconocena mas tarde, autocritica-mente. sus excesivas ilusiones en el movimiento de los Consejos y los

errores que se derivaron de esa concepcion politica. EI fracaso de la

ocupacion de las fabricas pondria en primer plano la necesidad de crear

un nuevo partido obrero revolucionario alineado incondicionalmente

sobre las posiciones bolcheviques, yes evidente que Gramsci se volco

en esa tarea.

Sin embargo, la escision comunista de Livorno tarnpoco Hem) ese

hueco tradicional que existia en el movimiento obrero italiano, ya que

el nuevo partido fue muy minoritario y carecio de una salida linea

estrategica viable, inclinado hacia el radicalismo <<izquierdista», y un

violento seetarismo antisocial ista. La desorientaci6n de Gramsci, ali-

127

neado pasivamente tras Bordiga, es palpable :,JOrsu eseaso protago-

nismo directo en esta coyuntura y s610 con la toma del poder por los

fascistas, ernpezara a variar sus posiciones.

Lo mas destacable es el hecho de que Gramsci, a partir de 1923,

asume con todas sus consecueneias la politica del «frente unicos y la

aplica de forma original en Italia. Ciertamente, el viraje de la IC, im-

Es decir, s610 si el proletariado, mediante una politica audaz de

a1ianzas, era capaz de ponerse a la cabeza de las reivindicaciones mas

profundas de las masas rurales del sur, serfa posible resolver las cues-

tiones eitadas. La «Republica federal de obreros y campesinos» y pos-

teriormente la «Asamblea constituyente» son las propuestas polft icas

de Gramsei para plasmar la alianza obrero-campesina en Italia alre-

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puesto por las desfavorables circunstancias internaeionales que no pro-

piciaban el estallido de la revolucion en Europa. tuvo importantes con-

secuencias no coyunturales, aunque ello tarde en ser comprendido.

De hecho, la linea del frente unico cuestionaba implieitamente el com-

portamiento sectario y vanguardista de los comunistas hasta el mo-

mento y revalorizaba la cuestion de las alianzas. Naturalmente la ICno analizo las causas de sus derrotas, atribuyendolas a «desviaciones»

de la «Hnea general» 0 a «traiciones» de los dir igentes reformistas,

pero el cambio de aetitud denotaba un repliegue realista, Se venia a

reconocer que las escisiones comunistas habian side, en general. mi-

noritarias y que el grueso del proletariado occidental seguia fiel a las

organizaciones social-dem6cratas tradicionales, de ahi la necesidad de

hacer politica donde este estuviese encuadrado, para inclinarlo hacia

posiciones revolucionarias.

Es, sin duda, en el Congreso de Lyon de 1926, cuando Gramsci,

plenamente afianzado en la direccion del PCI, procede a reorganizar-

10 sabre nuevas bases politicas, ideologicas y organizativas. La im-

portancia hist6rica de este Congreso radica en las conclusiones que

Gramsci extrajo de la situacion, Asi, por una parte, expuso en 10e scn-cial su pensamiento sabre el desarrollo historlco del Estado Italiano

y del movimiento obrero de su pais, sentando las bases definitivas pa-

ra su posterior reflexion y, por otra, proporciono los elementos fun-

damentales para una nueva estrategia revolucionaria diferenciada. Es

el analisis en profundidad del fascismo 10 que conduce a Grarnsci a

perfilar su perspectiva de la revolucion en Italia y a conceder la pri-

macia a la cuestion de las alianzas de clase y a los denominados «ob-

jetivos intermedios» democraticos. Si el f'ascismo no podia reducirse

a un simple cambia de gobierno burgues, sino Que representaba la apa-

ricion de un regimen reaccionario de masas de nuevo tipo, que reor-

ganizaba sobre otras bases la dominacion capitalist a, esto significaba

que era posible abarcar a otras clases en una estrategia de derroca-miento de la dictadura.

A partir de aqui, Grarnsci se esfuerza por profundizar en el con-

cepto de «frente unicoi (1 0 que no habia podido hacer Lenin) y por

«traducirlo» segun las necesidades nacionales. Para resolver este pro-

blema hacia falta enfrentarse con la cuestion meridional y con la cues-

t i6n vaticana, verdaderos rompecabezas de las fuerzas progresistas i ta-

lianas. A diferencia de Bordiga, que consideraba que no existia pro-

piamente una «cuestion nacional» de la revolucion, Gramsci puso el

enfasis en la movilizaci6n democratica de la gran mayoria de la po-

blaei6n contra la dictadura fascista, bajo la hegemonia del proleta-

riado en cuanto verdadera clase nacional unificadora.

128

dedor de un programa dernocratico de ruptura antifascista,

La extraordinaria aportacion a lateoria politica marxista de Grams-

ci, plasmada en los QC, se fundamenta en su reflexi6n sobre las cau-

sas del fracaso de todas la s revolueiones proletarias en Europa tras

1918. Esto Ie llev6 a destacar la importancia de la sociedad civil en

los paises capitalistas desarrollados con regimenes liberal-democraticosde larga tradicion, 10que obligaba a introducir serias correceiones en

la actuacion teorica y practica de las fuerzas revolucionarias.

Por todo ello, a pesar de su aislamiento carcelario, Gramsci siern-

pre continuo sus esfuerzos para elaborar una estrategia revoluciona-

ria original conectada a fondo con la realidad nacional. Esto es 10que

explica su interes por el «Risorgimento», por la cuestion meridional,

por el problema catolico, por la historia del movimiento obrero ita-

liano, por la filosofia de Croce y otros intelectuales, por la lengua y

Ia Iiteratura y otros elementos similares. No se comprenderia todo su

proyecto teorico sin ese hila conductor que 10l leva a estudiar las con-

diciones nacionales para poder asi convertir al proletariado en la c1a-

se hegernonica.Esta ternatica Ie perrnitio, adernas, profundizar en la teoria mar-

xista del Estado, en 10referente a las relaeiones entre clases dominan-

tes y aparatos politicos e ideologicos, en la organizaei6n material del

consentimiento social yen las vias revolucionarias mas adecuadas pa-

ra avanzar hacia el social ismo en los paises occidentales altamente com-

plejos y articulados. La conoeida distincion metodologica de Grams-

ci entre la sociedad politica (el Estado en sentido estricto) y la socie-

dad civil reviste un gran interes teorico, EI alargamiento de la nocion

de Estado que efectua rompe uno de los esquemas tradicionales clasi-

cos de la teoria politica que insistia en la dicotomia absoluta entre Es-

tado y sociedad. Para Gramsci el conjunto de aparatos e institucio-

nes «privados», de los que destaca, sobre todo, la Iglesia, la Escuela,

la Prensa y, en eierto senti do, los partidos politicos, forman tambienparte, en rigor, del propio Estado. Esta concepcion niega todo carac-

ter instrumental aI Estado que ya no es definido, por tanto, como un

rnero «cornite de gestion», ni como una «cosa» separada de la socie-

dad que se puede «tornar». Los efectos estrategicos de esta tesis son

notables: pierde asi sentido la idea revolucionaria clasica del asedio

exterior a la fortaleza del Estado enquistada en la sociedad. Si el Es-

tado y la sociedad eivil estan profundamente interrelaeionados, es mas,

si la prirnacia de los «aparatos privadoss es superior a la ?el a~~to

directamente coactivo en Occidente, resulta evidente el giro politico

que ello supone. Esto no significa que Gramsci desconozca 0 subva-

lore la importancia decisiva de los aparatos coactivos del Estado, pe-

129

ro insiste en que es un falso error de optica centrar el combate revolu-

cionario exclusivamente contra los mismos con una relacion de exte-

rioridad, si antes no se han creado las condiciones favorables desde

la base, esto es, en la sociedad civil. La caracteristica diferencial de

las sociedades de capitalismo desarrollado con regimenes liberal-

democraticos de larga tradicion es que la organizacion del consenti-

todos. Es decir, ambas alternativas inauguran una nueva fase del de-

sarrollo capital ista y acentuaban el rol del Estado «intervencionista»

asistencial, a la vez que acreeentaban el poder de los monopolios.

Gramsci resume esta experieneia en la nocion de «revolucion pasiva»,

ya por e l aplicada historicamente aI «Risorgimento», en cuanto el

«americanismo» y el fascismo supondrian un relanzamiento dinami-

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miento esta encomendada a esos «aparatos privados» que permean

a toda la sociedad con su influencia. Si no se tiene en cuenta esta rea-

l idad, las fuerzas revolueionarias fracasaran y cometeran graves erro-

res. En definitiva, hay en Gramsci la constatacion de que el Estado

es una relacion social que expresa una condensacion material de fuer-

zas que estan determinadas por las relaciones de produccion imperan-tes. Gramsci proporeiona no solo elementos teoricos nuevos con rela-

cion aI analisis del Estado moderno, sino que los fundament': sobre

el estudio profundo de un Estado concreto en su desarrollo historico:

el italiano. Por ello pone de relieve el nexo complejo que une el Esta-

do y la Nadon, 10que, en la tradicion marxista, era abrir un camino

poco explorado que iba mas alia de los temas referidos al derecho deautodeterminaci6n.

Gramsci define el conjunto de la estructura y las superestructuras

de una formacion social como un «bloque historico», aludiendo con

ello a su condicionamiento temporal. EI bloque historico incluye tan-

to la dominaci6n politica, basada en un sistema de alianzas dado, co-

mo el modo de produccion hegernonico. Su afinidad con la nocion

de formaci6n economico-social es, pues, notoria, si bien Gramsci acen-

tua su caracter necesariamente historico, opuesto a los modelos abs-

tractos, tan propio de su concepcion filosofica de la realidad, Su es-

tudio de dos tipos muy concretos de Estado moderno, el de los EUA

y el regimen fascista italiano, Ie permiten perfilar sus concecpiones

politicas. Es muy significativo el interes de Gramsci por eI ejemplo

nortearnericano, 1 0 que demuestra una notable lucidez y prevision,

ya que este pais empezaba a erigirse como la mejor a1ternativa para

todo el sistema capitalista mundial, ala vez que como gran potencia

imperialista hegemonica, Ciertamente, las condiciones nacionales e his-

toricas de ese pais hacian diffcilmente exportables sus metodos de acu-

mulacion, en opinion de Gramsci, pero es indudable que suponian un

vuelco en la tradicion capitalista.Los escritos de Gramsci sobre el taylorismo, el proceso de mono-

polizacion en curso y la estructura de clases norteamericana son rno-

delicos y demuestran su gran intuicion politica sobre las gran des trans-

formaciones estructurales del capital ismo desarrollado. AI mismo tiem-

po, el analisis del Estado fascista Ie permite profundizar en su con-

cepcion estrategica, a Ia vez que mostrar los limites historicos de este

regimen de excepcion. Lo mas destacable, es la capaeidad de Gramsci

por vislumbrar las afinidades que existian entre el «new deal» y el fas-

cismo en euanto tentativas capitalistas de superar la crisis economica

de la posguerra y de reorganizar la produccion y la acurnulacion so-

bre nuevas bases mas centralizadas, no obstante, la diversidad de me-

130

co y agresivo del sistema capital ista desde el Estado. Esta moderniza-

cion «pOI arriba» se basaria en la atomizacion de la sociedad civil pa-

ra evitar cualquier participacion popular activa, 10que, en el caso fas-

cista, conllevaria, ademas, la liquidacion violenta de la oposicion de-

mocratica y revolucionaria, hecho que obedece a la diversidad de si-

tuaciones y a la mayor 0 menor intensidad de la lucha de clases encada pais.

Dentro de la concepcion revolucionaria de Grarnsci adquiere par-

ticular relieve el estudio de la funcion de los intelectuales y el de la

conquista de la hegemonia. Para Gramsci los intelectuales, entendido

este terrnino en sentido amplio, desempefian en el Estado moderno

un papel de primera magnitud para cohesionar ideologicamente a un

bloque historico determinado. De ahi que toda linea revolucionaria

debe incluir forzosamente una pclitica hacia los intclcctuales. EI pro-

letariado ha de estar en condiciones de dividir a los grupos intelectua-

les que defienden eI sistema establecido, de atraer hacia sus posicio-

nes a su parte mas avanzada y, sobre todo, de segregar intelectuales

revolucionarios. En Italia la tradicion humanista ha creado un tipo

muy determinado de intelectual, desvinculado de las masas, que es

necesario neutralizar 0 integrar en un proyecto renovador. Es mas,

su importante volumen y su notable influencia social hacen de est a

tarea una de las cuestiones fundament ales para la revolucion socialis-

ta a nivel nacional.

EI concepto de hegemonia, central en la teoria de Gramsci, no obs-

tante las discutidas interpretaciones que ofrece, perrnite articular una

alternativa de masas, «nacional popular», al sistema capitalista diri-

gida por la clase obrera. La hegernonia pone el acento en el papel di-

r igente de una determinada fuerza social, conquistado gracias a su pres-

tigio e in l1uencia, no por rnetcdos autoritarios de puro dorninio. EI

recurso a la fuerza sera siempre indispensable, en el pensarniento de

Gramsci, para doblegar la resistencia de las clases dominantes, pero,por si misrno, no podra dar paso al sociaiismo. En esta tesis radica

una de las aportaciones mas importantes de Gramsci, precisamente

por eI enfasis que pone en el tema del consenso popular mayoritario

hacia las fuerzas revolucionarias. Partiendo de Lenin, Gramsci enri-

quece notablemente el concepto de «hegemonia del proletariado»,

acentuando asi el caracter dernocratico de la dorninacion revolucio-

naria. En este sentido, una de las mayores preocupaciones de Grams-

ci, a la luz de la experiencia sovietica, era preservar, a toda costa, la

alianza obrero-campesina, en euanto base social mayoritaria de apo-

yo, indispensable para el regimen socialista, La ruptura del consenso

entre las c1ases populares 0 en el grupo dirigente revolueionario, solo

13 1

podra perjudicar a la causa de la construcci6n del socialismo. A dife-

rencia de Lenin, que por razones hist6ricas circunstanciales se vio obli-

gado a primar el aspecto directamente coactive de la dictadura del

proletariado, Gramsci subraya el necesario caracter democratico de

la fase de transici6n. En este aspecto, cabria relaeionar la teoria grams-

ciana de la hegemonia con la de Kautsky, referida a la «supremacia»

proyecto acabado de transicl6n al socialismo, Gramsci ha hecho po-

sible su posterior desarrollo, especialmente por su insistencia en la idea

de que hacer la revolucion en ltal ia significa vertebrar definitivamen-

te a la naci6n alrededor de la hegemonia del proletariado, que es la

clase mas interesada en la fusion de todo eI pueblo.

En algunos aspectos, su renovacion result6 excesivamente antici-

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de la elase obrera. Sin embargo, el punto de partida es diferente en

ambos dirigentes ya que Kautsky elude los problemas que se derivan

del momento de la ruptura revolucionaria, de la conquista del poder

politico. Por ello, el paralelismo es mas evidente, en todo caso, con

Bujarin, el te6rico de la transici6n pacifica y gradual del socialismo,

una vez controlado el Estado por la vanguardia revolucionaria. Con-cepcion que se expresa en su posit iva valoraci6n de la NEP, no con-

cebida como mero repliegue coyuntural defensivo, sino como la es-

trategia nacional espedfica sovietica de avance revolucionario hacia

el socialismo.

Gramsci define el proceso de conquista de la hegemonia como el

de una larga «guerra de posiciones» que permita socavar la influen-

cia hegem6nica del adversario en el terreno de la soeiedad civil, para

disgregar su base social de apoyo y privarlo asi de aliados. En esta

perspectiva de largo alcance no se excluye el momento de la ruptura

(crisis organica - equilibrio catastrofico), de la toma del poder politi-

co, pero se subraya la importancia de la acumulaeion de fuerzas y del

consenso de masas. Resulta evidente que, con todo, la idea de la «re-

volucion en dos tiernpos», deducida de la experiencia bolchevique, nodesaparece nunca en la vision de Gramsci, 10que obedece al momen-

to historico en que vivi6 y al prisma imperante en la IC. No obstante,

esta perspectiva revolucionaria abria un largo proceso de ampliaci6n

de las pareelas de poder y de libertad del mov.miento obrero, con 10

que el horizonte final de la insurreccion armada y de la dictadura del

proletariado en su forma sovietica quedaba cada vez mas diluido y

relegado en la practica, mantenido tan solo como principia doctrina-

rio irrenunciable para las fuerzas revolucionarias. De hecho la nove-

dad de Grarnsci estriba en subordinar la vision insurreccional de la

revolucion en aras de elaborar una estrategia mas cornpleja y no co-

yuntural para las soeiedades capitalistas desarrolladas. En esta linea

de avance mayoritario se plantea el problema de las formas democra-ticas para formar un necesario «bloque historico» alternative. En es-

te sentido debe reconocerse que Gramsci no super6 el punto de vista

instrumental de la propia IC sobre el papel de las consignas y los ob-

jetivos democraticos «intermedios», concebidos como meras conce-

siones parciales inevitables, dado el bajo nivel de conciencia de las

masas populares, quedando bloqueada su reflexi6n te6rica al respecto,

La teoria de la revolucion en Gramsi supera, de hecho, la estrecha

noei6n de la revoluci6n-violencia, absolutizada por la!C. En esta vi-

sion del proceso revolucionario no hay un «antes» y un «despuess

referido al especifico momento de la toma del poder, puesto que

Gramsci rechaza este tipo de reducci6n. A pesar de que no hay un

13 2

pada para las posibilidades reales del movimiento ohrero en aquella

precisa coyuntura historica, en otros, los limites de su vision son tam-

bien evidentes. S610 Togliatti, tras la segunda guerra mundial, desa-

rollaria la estrategia que habia indicado Gramsci en sus lineas gene-

rales, a pesar de que las implicaciones polit icas fuesen obviamente dis-

tintas en este caso (democracia progresiva, reformas de estructura,via nacional aI socialismo). Especialmente la relacion democracia-

socialismo es exclusivamente instrumental en Gramsci, 1 0 que perju-

dica a la tematica de la transicion. No hay un nexo claro de union

entre ambos conceptos que tienden a ser vistos como dos etapas dife-

renciadas y no como momentos de un proceso unico, Adernas, no siern-

pre se distinguen con nitidez las propias nociones de la IC como

«gobierno obrero y campesino» y dictadura del proletariado basada

en los soviets.Su teoria del partido revolucionario como «principe moderno»,

es la que mayo res problemas plantea en la actualidad por su gran ri-

gidez. En efecto, la idea del partido como encarnacion de una clase

y como aglutinante en exclusiva de la voluntad colectiva, tras l a n eg a-

tiva experiencia del stalinismo, no parece resultar adecuada para la

idea de avanzar hacia el socialismo con el consenso de la gran mayo-

ria de la poblaci6n. Gramsei razono en los terminos, propios de la

IC, de que al a clase obrera revolucionaria Ie correspondia exc1usiva-

mente estar representada por un solo partido que, por definicion, so-

10podia ser el PC. Se descalifica asi a todos los dernas partidos obre-

ros como instrurnentos, conscientes 0 no, de la ideologia burguesa.

EI sectarismo yel exclusivismo de partido fueron, en este sentido, de-

terminantes. Con todo, Gramsci reconoce el inevitable pluralismo so-

cial que se traduce politicarnente, perc con una relaci6n de exteriori-

dad. puesto que 10 admite para otras clases, pero no 10 asume para

el proletariado. La idea leninista del partido - vanguardia revolucio-

naria arraigo profundamente en el y, a pesar de enriquecerla con laternatica del «intelectual colectivo», no hizo mas que permanecer sus-

taneialmente anclado en esas posiciones. EI partido revolueionario,

como «principe moderno», educador y guia, es el instrumento privile-

giado de la revolucion. EI partido segregara a sus propios «intelec-

tuales organicos- para moldear a la soeiedad civil, asumiendo un ine-

vitable roI «jacobino», si bien s610 conseguira ser representativo en

la medida que sea democratico y que mantenga la hegemonia.

No hay, con todo, una reflexion a fondo sobre el pluralismo poli-

tico inevitable en una sociedad dividida en elases, incluso durante la

fase de transicion. No obstante, sus agudas observaciones sobre los

efectos negativos del «parlamentarismo negro» indican que capto los

)

133

problemas que se derivaban en el Estado soviedco por la existencia

de un partido unico legal de gobierno.

Gramsci vislurnbro asi los riesgos de un regimen de ese tipo por

las inevitables tendencias «totalitarias» que generaria, pero no pro-

fundiz6 en el tema. En Ultima instancia, Gramsci asume el papel «ja-

eobino» del partido revolucionario, con todos sus riesgos, puesto que

INDICE DE SlGLAS UTILIZADAS.

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estuvo muy condicionado por la experiencia historica sovietica, La

actitud de justifiear antes que la de explicar, tUYOla primacia por ra-

zones defensivas inmediatamente politicas. De todo ello se desprende

el caracter estrecho y limitado de sus aportaciones sobre el tema delpartido.

Sin embargo, Gramsci resulto un pionero excepcional por haberabierto la via al reconocimiento del terreno nacional y a la posibili-

dad del proletariado de convertirse en la clase hegernonica en toda

la soeiedad, poniendose al frente de la gran mayona de la poblacion

con un programa anticapitalista renovador. En esto radica, sin duda,

su grandeza aparte de su ejemplo como combatiente revolueionario,

y su gran actualidad. No es casual que la unica version delleninismo

can aceptacion en el presente dentro del movimiento comunista en los

paises capitalistas desarrollados, sea precisamente la de Gramsci que,

en sus lineas esenciales, ha resistido la prueba historica de la practica

para dar notables frutos. Gran parte del debate teorico marxist a ac-

tual, se remite a sus conceptos y, aun sin aceptar todos sus punt os

de vista, ha partido de el para elaborar las prernisas del «socialisrno

en libertad».

134

OBRAS DE GRA~SCI:

CPC La costruzione del partite comunista: La construccion del

partido comunista.

FGD La formazione del gruppo dirigente: La formaci6n del gru-

po dirigente (Togliatti ed.).

LC Lettere del carcere: Cartas de la carcel.

ON Ordine nuovo: Orden nuevo.

QC Quaderni del carcere: Cuadernos de la carcel.

SF Socialismo e Iascisrno: Socialismo y fascismo.

SG Scritti giovanili: Escritos juveniles.

SM Sotto la mole: Bajo la mole.

OTRAS:

GB Gran Bretafia.

EUA Estados Unidos de America.

IC Internacional comunista.

NEP Nueva politica economica.ON Ordine nuovo: Orden nuevo.

PC Partido comunista.

pel Partite comunista italiano: Partido cornunista italiano.

PCR (b) Partido comunista ruso (bolchevique).

PdA Partito d'azione: Partido de accion.

PPI Partito popolare italiano: Partido popular italiano.

PSdA Partito sardo d'azione: Partido sardo de accion,

PSI Partito socialista italian»: Partido socialista italiano.

SPD Sozialdemokratische Partei Deutschlands: Partido social-

dem6erata de A1emania.

URSS Union de republicas sociaIistas sovieticas.

135

APENDICE

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La polemica de Gramsci con Serrati, Bordiga y Tasca sobre los

Consejos de fdbrica y e I Partido obrero revolucionario.

Como contrapunto complementario de la teoria de la revoluci6n

en Gramsci elaborada en los QC es interesante referirse a sus escritos

precedentes puesto que pusieron las bases para el desarrollo posterior

de aquella, manteniendose algunos laws de continuidad can las tesis

«consejistas» (por ejemplo la movilizacion dernocratica de los traba-

jadores). En particular cobra un gran relieve el debate entre los prin-

cipales dirigentes de la izquierda obrera italiana durante el llama do

«bienio rojo» (1919-20) sabre 01caracter que debian tener los Conse-

jus de fabrica y la naturaleza del Partido obrero revolucionario. Por

esta razon rnerecen un sornero analisis la s posiciones de Grarnsci

confrontadas con las de Serrati, por una parte, y Bordiga y Tasca,

por otra I.

EI movirniento de los Consejos de fabrica represento un intento

autonorno de la clase obrera italiana para dotarse de sus propias ins-

tituciones politicas y construir su propia forma de democracia ya que

los socialistas no supieron dar una respuesta adecuada al problema

de la «dualidad» del poder. Los Consejos iban mas alia, de heche,que el sindicalismo desde el momento en que superaban el estrecho

horizonte economico-corpora-ivo, adquiriendo dimensiones unita-

tias entre las masas. Desde un punto de vista teorico los Consejos 50-

lucionaban diversos problemas politicos: centraban la lucha en la

I La mejor obra que estudia los debates sobre la estrategia revolucionaria en Italiadurante el bienio es , s in duda, lade F. De Felice-Serrati, Bordiga, Gramsci e il proble-

m a della rivotuzione in Italic, 1919-20; De Donato, Bari, 71. Vid. asirn ismo, M. N.Clark-II concetto gramsciano di rivotuzione (1919-20); en «Gramsci e la cultura COD-

temporanea», op. cir., vel. II, p. 161y sigs. G. Macc io tta -R ivolut iane e dasse operaia

negli scriui dell ON; id., p. 193.

137

APENDICE

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La polemica de Gramsci con Serrati, Bordiga y Tasca sobre los

Consejos de fdbrica y e I Partido obrero revolucionario.

Como contrapunto complementario de la teoria de la revoluci6n

en Gramsci elaborada en los QC es interesante referirse a sus escritos

precedentes puesto que pusieron las bases para el desarrollo posterior

de aquella, manteniendose algunos laws de continuidad can las tesis

«consejistas» (por ejemplo la movilizacion dernocratica de los traba-

jadores). En particular cobra un gran relieve el debate entre los prin-

cipales dirigentes de la izquierda obrera italiana durante el llama do

«bienio rojo» (1919-20) sabre 01caracter que debian tener los Conse-

jus de fabrica y la naturaleza del Partido obrero revolucionario. Por

esta razon rnerecen un sornero analisis la s posiciones de Grarnsci

confrontadas con las de Serrati, por una parte, y Bordiga y Tasca,

por otra I.

EI movirniento de los Consejos de fabrica represento un intento

autonorno de la clase obrera italiana para dotarse de sus propias ins-

tituciones politicas y construir su propia forma de democracia ya que

los socialistas no supieron dar una respuesta adecuada al problema

de la «dualidad» del poder. Los Consejos iban mas alia, de heche,que el sindicalismo desde el momento en que superaban el estrecho

horizonte economico-corpora-ivo, adquiriendo dimensiones unita-

tias entre las masas. Desde un punto de vista teorico los Consejos 50-

lucionaban diversos problemas politicos: centraban la lucha en la

I La mejor obra que estudia los debates sobre la estrategia revolucionaria en Italiadurante el bienio es , s in duda, lade F. De Felice-Serrati, Bordiga, Gramsci e il proble-

m a della rivotuzione in Italic, 1919-20; De Donato, Bari, 71. Vid. asirn ismo, M. N.Clark-II concetto gramsciano di rivotuzione (1919-20); en «Gramsci e la cultura COD-

temporanea», op. cir., vel. II, p. 161y sigs. G. Macc io tta -R ivolut iane e dasse operaia

negli scriui dell ON; id., p. 193.

137

fabrica, desarrollaban la concienda del trabajador en cuanto pro-

ductor y no como mero asalariado sometido al capitalismo, educa-

ba? a los trabajadores en la gestion de la produccion y ampliaban al

maximo la democraeia de base rompiendo las divisiones jerarquicas

prefigurando asi los elementos de un nuevo modelo de soeiedad. Ini-

cialmente los dos grupos que mas se dedicaron a extenderlos fueron

los anarquistas y el ON, ambos centrados en Turin, veneiendo las re-

rneo. Para Gramsci, el anarquismo no tiene futuro porque es una

reacci6n elemental y una ideologia marginal de los oprimidos '.

Dada la posicion especifica y hegemonica que Serrati' ocupaba

en la direcclon del PSI es logico que se convirtiera en el principal an-

tagonista tanto de Bordiga como de Gramsei, aunque estes tampoco

Ie dirigieron el mismo tipo de criticas e incluso divergieron entre si.

Serrati, exponente del ala socialista intransigente y defensor de la IC,

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sistencias de la gran patronal y de la burocracia sindical.

Para los anarquistas los Consejos de fabrica son utiles en eIperiodo revolucionario ya que entran en contradiccion antitetica con

el sistema establecido, perc s610 como instrumentos de educaci6n

proletaria. Los Consejos, desde su punto de vista, a pesar de ser im-

portantes at agrupar autonomamente a todos los obreros, no debenconfundirse con los soviets ya que estes son mucho mas restringidos

y son organos politicos. En definitiva , para los anarquistas los Con-

sejos s610 pueden concebirse como organos antiestatales. Cons-

cientes de su modesta incidencia, los anarquistas reivindicaron con

fuerza que los obreros no organizados tomaran parte en las delibera-

ciones y decisiones s.indicales ya que si no los Consejos se

convertirian en meros apendices de las divers as organizaciones. La

burocracia sindical se nego par principia a aceptar este planteamien-

to, concediendo como mucho que los obreros desorganizados fueran

consultados, perc sin que sus opiniones fuesen vinculantes en modoalguno.

Gramsci comparte con los anarquistas el punta de vista de que larevolucion proletaria s610 pueden hacerla las masas y no los partidos,

criticando las concepciones de los socialistas «estatolatricos» de 13I I

lnternacional, retomando las ideas de Rosa Luxemburg sabre la de-

rnocracia de masas basada en los centros laborales v la voluntad re-

volucionaria 2. Sin embargo, dirigio tambien irnportantes criticas a

los mismos par marginar el rerna del poder politico. Espeeialmente

negative Ie parecia a Gramsci el rechazo rnitico de todo tipo de Esta-

do, 10 que presuponia negar incluso al propio Estado obrero J. Los

anarquistas hablan de «libertad» y de «unidad» con un caracter dog-

matico absoluto habiendo heredado 10 peor de la tradicion «subversi-

vista» popular italiana. Su enfasis en el individualismo origina falta

de disciplina y rigor I a pesar de que los anarquistas, 10quieran 0 no,

tam bien gobiernan a las masas que agrupan a su alrededor , pero 10

hacen mal porque el poder es ejercido ca6ticamente. Al movimiento

anarquista Ie ha fa1tado concrecion en sus propuestas, mientras Que

el PSI, can todas sus insuficiencias y contradicciones, ha encarnado

1avoluntad rnayoritaria del movimiento obrero italiano conternpora-

2 Crcnica XXXV; ON, p. 489.

J Vid. ' su defensa de l boIchevi smo en·Che coso intmdillmo per «demagogftl»?;ON, pp. 410-11. Tambien, A. Caraccioio-zl prop6sito di Gram.sci fa Russia e il ma v;·menta botscevico; en, «Studi gramsciani», op. cit. , p. 95 y sigs.

138

da la rradicion unit aria del partido. sino a introducir nuevos elemen-

tos en las formas clasicas de lucha, de ahi sus grandes preveneiones

ante los Consejos. A pesar de las gran des diferencias que les separa-

ban, Gramsci siempre considero que Serrati expresaba 10mejor de la

tradici6n revolucionaria del socialismo italiano , debiendose intentarcontar con el, Serrati capto las dificultades de la revolucion italiana

motivadas por la considerable capacidad de la burguesia para contro-

lar la crisis y la relativa debilidad del PSI originada por su hetereoge-

neidad, su practica parlamentaria y sindicalista y sus prejuicios

doctrinales. Serrati estaba obsesionado por conservar intacto el

patrimonio politico del PSI compue-ro por sus militantes, sus electo-

res, SlJ grupo parlarnentario \ '\I~ admini-traciouc- municipales . EI

sabia, por ejemplo, que 10' reforrnistas dirigian las luchas vindicales ,

orientando de hecho la accion til'! parndo que ...cmprc adopraba par

ello una actitud seguidista cen relaci6n a los rnovimicrnos de masas

aut6nomos. Con todo, Serrati cstaba muy influenciado por el econo-

micismo y el gradualismo caracteristicos de laItInternacional . Da-dos sus prejuicios ideologicos consideraba que, desde el momenta en

que las tesis marxistas habian resu1tado mayoritarias en los ultirnos

Congresos social istas, el triunfo de la revoluci6n estaba garantizado.

Desde un punto de vista politico la conquista del poder por parte del

proletariado debia realizarse, adoptando las tesis de Kautsky expre-

sadas en «EI camino del poder» (1909), actuando integramente la de-

mocracia negada cotidianamente por el capitalismo. Esto significa

participar en las elecciones, rechazando el abstencionismo extremis-

ta, para difundir entre las masas la propaganda socialista e intentar

superar el Parlamento burgues sin destruirlo, combinando 10 mejor

de las instituciones representativas con los nuevos 6rganos de de-

mocracia directa obrera como, par ejernplo, los Consejos de fabrica.

Es conocida la critica bolchevique, especialmente la de Lenin y Trots-ky, contra ese punto de vista «centrista», sin embargo la IC mantuvo

inicialrnente una actitud positiva hacia Serrati I confiando en sus

declaraciones revolucionarias. S610 tras la ocupacion de las fabricas

. . Discorso ag/i anarcnici; ON, pp . 396-401. Vid. al respecto, P . C. Masini-Anar-chici e comunisti net movimento dei Consig/i Q Torino (primo dopoguerra rosso, 1919-20); Barriere di Milano, Tur in. 51 , l ei . Gramsci e l'ON visti a a un libertario; L'impul-so, Livomo, 56.

S Lamejor biografla pol it ica de Serrati esla de T. Detti -Se"Qti e laformazione del

PCI; ER, Roma, 72.

139

Lenin reprocho energicamente a Serrati su ilusion falsamente «unita-

ria» que bloqueaba el camino para la construccilln de un partido

obrero autenticamente revolucionario, Como ha dicho Arfe ":

«Serrati no negaba Ia necesidad de una depuraci6n en las filas del socialis-rno italiano, pero exigia que se dejara al partido el dcrecho a escoger eltiem-po y el modo».

clamorosa de Ia crisis definitiva del imperial ismo y de su inminentederrumbe catastr6fico. Por ella, las fuerzas revolucionarias debian

mantenerse aI margen del sistema burgues, acumuIando fuerzas en su

interior para poder seguir el camino trazado por los bok~eviques que

forzosamente se repetiria en Europa con pequeilas vanantes, Esto

significaba que no existe propiamente una «cuestion nacional» de la

revoluci6n al ser el proceso muy similar de ahi la necesida de «desen-

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10que era una forma de reenviar el problema. Su drama, en la practi-

ca, seria tener que reconocer su error dos anos mas tarde, al quedar

en minoria dentro del PSI, para acabar confluyendo en el PCl en

1924 con los «terzini».

Con relacion a la cuesti6n de las alianzas Serrati, aferrado a un

rigido doctrinarismo, no capt6 la importancia del problema carnpesi-

no en Italia, demostrando adernas su incomprension de la revolucion

rusa. Por ello Sf limite a enunciar la vieja formula de la «socializa-

cion de las tierras», sin prestar mayor atencion a las diversas luchas y

r eivindicaciones campesinas, No es casual asi que su vision de la re-

volucion consistiera en teorizar un inevitable cheque frontal futuro,

sin mavores concreciones v sin entender la esencia del movimiento

consejista, Serrati! aun reconociendo que la situacion italiana era

prerrevolucionaria, siempre vacil6 entre el reformismo radical y la

perspectiva insurreccional, En el caso de los Consejos, Serrati coin-

cidia parad6jicamente con Bordiga al considerar que estes no podian

equiparse en absoluto a los soviets, debiendo ser exclusivarnente or-ganos defensivos economicos y corporativos que no deb ian interferir

la acci6n dirigente suprema del partido. Por otra parte, Serrati

siernpre consider6 que incluir a los obreros desorganizados en la to-

rna de decisiones al mismo nivel que los afiliados era un grave error

de tipo libertario ya que, por definicion, se suponia que no estaban

concienciados y que podrian ser instrumentalizados par la reaccion 0

los provocadores. Bajo esta perspectiva la dictadura del proleta-

riado, identificada par Serrati can la dictadura del PSI (sobre todo

de su nucleo dirigente mas «capacitado» en cuanto organo «tecnico»

y «profesionab de Ia politica), s610 podia ser ejercida por la porci6n

«consciente» del proletariado, no por la totalidad de la clase, de ahisu oposicion a otorgar el derecho de voto decisorio a los obreros de-

sorganizados y a la consigna «rodo el poder a los Consejos de fabri-

ca».

Posiciones muy divergentes mantuvo Bordiga sobre los Consejos

y especialmente sabre el partido revolucionario, en polemica cons-

tante con Serrati y Gramsci durante todo este periodo '. Para el gru-

po de «II Soviet» la guerra mundial habia sido la demostraci6n mils

6 G. Arfe-.Storia del socUWsmo itolkuro (1892--1926); Einaudi, Turin, 65.1 El estudio m a s complet.o sabre Bordiga, con 1 & inlt:D.ci60 de revalorizado, esel de

A. De Clementi-Amadeo Bordiga; Einaudi, TurIn, 71. VId. -.. F. Liborsi Amo-deo Bordiga. 11pensiero e I 'azione poIitial (1912.10) ; ER, Roma. 16.

140

mascarar» al enemigo principal. c- decir, \.'1reformismo social-demo-

crata que obstaculiza el ascenso del mov imiento obrero. ~ mas, los

maximalistas con su fraseologia aparentemente revolucionarla son

todavia mucho mas nocivos que los reformistas ya que consiguen

«enganar» a porciones relevantes del proletariado. La politica inme-

diata que debe seguirse, en una coyuntura consldera~a prerre-

volucionaria es la de abstenerse de parucipar en las elecciones bur-

guesas por ser un terrene de lucha que no Ie incun:be al proletariadoya que colaborar de algun modo con las msutuciones liberal-parla-

mentarias aim con el animo de subvertirlas, no puede sino reforzar

su credibilidad v legitimidad ante las masas. EI abstencionismo es

consider ado como la politica revolucionaria mas adecuada ya q~e

rompe el consenso que engendran las institucion~s de la demoeT.acla

burguesa, de ahi las criticas de Bordiga a Gra~scl y otros com.umstas

partidarios de concurrir a las misrnas. E:peclalme~te SerratI. era el

adversario mas combatido porque seguta defendiendo pehgrosas

«ilusiones democraticas: entre las masas, alejandolas de sus verdade-

ros objetivos, es decir, de la guerra civil revoluciona~ia. Esto, signifi-ca que, incluso ante una of ens i va reaccionaria anhdemocrauca, el

proletariado no debe hacer absolutamente nada para defender las

instituciones parlamentarias puesto que Ie son ajenas, Como dijo

Bordiga en elll Congreso de la IC e ni siquiera sirve el argurnento de

algunos comunistas (incluido Lenin) de que 105 revolUClOnanos de-

ben utilizar el Parlamenlo burgues como tnbuna de denuncia puesto

que para ello basta y sobra con la propia prensa. Adernas los diputa-

dos comunistas no podrian destruir el Parlamento desde dentro yaque quedarian prisioneros de su engranaje. Bordiga, al igual que los

principales teoricos del consejisrno obrero de base (sobre todo Pan-

nekoek y Gorter), aunque por otras razones , rechazaba en terrmnos

absolutos la acci6n politica en el Parlamento, consideradc s610 comoun instrumento burgues de sujed6n sobre el proletariado. Como ha

senalado De Felice', es evidente la influencia del espontaneismo li-

bertario v de las teorias de la «accion directa» propros del sindicalis-

rno revoiucionario en Bordiga y su grupo.Bordiga, al centrar su interes exclusive en ~acuestion del partido

revolucionario de vanguardia, subvaloraba la importancia de i~urn-dad sindical, considerada como una preocupad6n de los reformlStas,

I

l

• seere Ia cucsti6n del ~o • .,...La iJusi6n cWmocnllial (antologia);

Elc&ra, Barcelona, 76. pp. 12-17. . .9 F. De Felice·Serrati. BonIigtl. Gramsci .•.• ep. cn., p. 222.

141

y ~e los Consejos .. La prioridad absoluta por la escisi6n politica

onen!6 toda su accion durante el bienio y si no la realiz6 antes fue

tan sol,;, para mcrementar la fuerza de su fraccion y organizarla a ni-

v:1 nacional. En Ultima instancia, aunque la ruptura fuera minorita-

rta serta revoluclonaria. ya que, en todo caso, era preferible ser «po-

co~ pero buenos», no importando quedar inicialmente aislados. Es

mas! los ,revolucionarios no tenian que preocuparse por atraer a los

rf

ta, contraponer (sic) un 6rgano esencialmente corporativo al part idorevolucionario 12.

EI ideologismo bordiguiano se manifestaria tambien en su super-

ficial analisis de la forrnacion social i tal iana v en su desconocirniento

del problema campesino y meridional. Bordiga nunca puso de relieve

las particularidades del capitalismo italiano y sus efectos sobre las

clases sociales a nivel nacional olvidandose asl de las indicaciones de

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maximalistas desde el momento en que estes objetivamente eran con-

trarrevolucionarios, siendo preferible empujarlos definitivamente a

la derecha para «clarificar espacios». Por eso la debilidad de los re-

volucionarios seria prontamente superada al distinguirse inmediata-

mente los campos politicos y desplazarse la correlacion de fuerzas,

haciendo Que cada vez mas obreros conscientes afluveran al nuevo

partido. La ~o?signa serratiana del unitarismo a ultranza era presen-

tada por Bordiga como un chantaje ideologico va que la verdadera

unidadrevolucionaria solo podria conseguirse alrnargen y contra los

reformistas , preservando a toda costa la pureza doctrinaria.

. La ide~ del partido revolucionario en Bordiga es extraordina-

n~mente rigida y sectaria al concebirlo como una reducida vanguar-

dia, ~uy d~sclph!1ada v centralizada, depositaria de un programa re-volucionario y dirigente en exclusiva del proletariado to. EI extrema.

do ideologismo de Bordiga que mitifica el rol vanguardista del parti-

d.o revolucionario explica la aguda polemica que sostuvo con Grams-

CI sabre el carticter de los Consejos. Para Bordiga deb ian estar en to-

do memento subordinados al partido) dada su naturaleza econorni-co-corporativa pues de 10 contrario se producirta una integracion re-

formista en el sistema capitalista. Como ha seiialado Caracciolo II

los Consejos, desde la perspectiva de Bordiga, al agrupar tarnbien a

los obreros desorganizados -que por el mer o hecho de serlo se les

suponia menos conscientes (Serrati y Bordiga)-, s610 podrian de-

sempenar un ro1 verdaderamente revolucionario tras la toma del po-

der, al adquirir el Estado socialista un caracter sovietico. Bordiganunca VIacon buenos ojos la proliferacion de los Consejos por su ca.

racter «espan.taneista» aparentemente apolitico, pero no pudo opo-

nerse a los ml~mos dada su extraordinaria popularidad. Si no pudo

re~h~zar su existencia paralela al partido siernpre nego qu-e pudieran

asimilarse a los soviets al no concederles un papel politico y magnifi-

cando los errores que esa concepcion habia producido en las revolu-

ciones alemana y hungara. Bordiga argumentaba que el proletariado

no podia liberarse en el terreno econ6mico mientras la burguesia

controlase al Estado, siendo adernas absurdo, desde su punto de vis-

10 F. Fernandez Buey ·Gromsci . Bordiga. Los Conse jos de jdbrica; Anagrama,Barcelona, 75, pp. 89·91.

II A. Ceracciclo-Serrsn, Bordiga e tapotemica gramsciana contra if «blanquis-rna» 0 settarismo di partito; en. A. Caracciolo y G. ScalftJ-LII citl6futura. Saggi sunafig ure e if pensiero di Antonio Gramsci; FeltrineUi, MilAn. 59, pp. 91-114.

142

Lenin que recordaban Que el socialismo se construye con las masas

que ha farmado el capitalismo, con todas sus contradicciones, no

con un proletariado revolucionario mitico y ficticio. En todos los OIl·

meros de la revista «II Soviet» se aprecia una considerable ausencia

de ana/isis de la realidad italiana y todo su discurso es teorico e ideo-

logico sobre la «revolucion proletaria», sin la menor menci6n a otros

movimientos opulares autonomos, muy actives durante el bienio,

por ese purismo obrerista radical que permeaba los criterios de ese

grupo ,

Mas complejo resulta seguir la evolucion del pensamiento polit ico

de Gramsci y el ON durante esta coyuntura sabre el proceso de la re-

volucion en Italia. Es indudable que el gran irnpacto de la revolucion

bolchevique influyo en la mitificacion de los soviets como organos de

poder de base de las masas que se expresaban y autoorganizaban al

margen de las organizaciones burocraticas tradicionales con voca-

cion de convertirsc en «anti-Estado». Para Gramsci Ia clase obrera

rusa ha demostrado su madurez no s610 conquistando el poder, sino

sabiendolo conservar frente a la agresion imperialista, hacienda lasconcesiones defensivas indispensables (Gramsci capto perfectamcnte

el significado de Brest-Litovsk , a diferencia de Trotsky, Rosa Lu-

xemburg 0 Bordiga). Ante la aguda crisis del Estado liberal italiano,

desbordado par las crecientes movilizacioncs de masas, Gramsci con-

sidera que la revolucion proletaria esta a la orden del dia ya que viene

determinada no solo por el voluntarismo sino tam bien par razonesobjetivas , En efecto, la guerra imperialista v la rebel ion de las

colonias 13 aceleran la crisis general del sistema burgues ya que capas

cada vez mas numerosas de la poblaci6n se proletarizan. Siguiendo

los analisis de Luxemburg, Gramsci sen ala que entre las condiciones

rnateriales que posibilitan la revolucion esta, en primer lugar, el de-

sarrollo monopolista del capital isrno y el caracter cada vez mas so-

cializado del proceso productivo, en creciente contradicci6n con el

caracter privado de la apropiacion y, en segundo lugar , el crecimien-

to cuantitativo y cualitativo del proletariado en todos los sentidos.Ya en esta coyuntura Gramsci intuyo las «peculiaridades» na-

cionales de la revolucion italiana dada la estructura especifica del ca-

12 Por la const ituci60 de los Ccnsejos obreros en I ta lia , en: F . Fernandez Suey-

Gramsci, Bordiga, op. cit., pp. 98--124.J3 LtI g~m1 ckllt! c%nit!; ON, p, 240.14 OJi avvertimenti /hI 2-3 dicembre; ON, pp. 61-67. Tammen. Opera; e conttJdini;

ON, pp. 316-18.

143

pitalismo aut6ctono basado en el desequilibrio terri torial permanente

entre el norte y el sur como condici6n indispensable para su de-

sarrollo. Sin embargo, el ON centr6 entonces toda su acci6n en po-tenciar y extender al movimiento de los Consejos de fabrica a! indlvi-

dualizar su caracter dernocratico, abierto y no sectario, de ahi su pro-

puesta al conjunto de los revolucionarios para transformarlos en so-

viets y «hacer como en Rusia» 15. Por ello, la traduccion itaIiana, co-

complementariedad en un plano de estricta igua!dad del partido. los

sindicatos y los Consejeros de fabrica, atribuyendoles fuciones dis-

tintas. EI fracaso de la revoluci6n a!emana en 1919, debido, en parte,

a! control que los dirigentes social-oemocratas impusieron a los Con-

sejeros obreros, motiv6 la s preveneiones de Grarnsci sobre los

vinculos de estos con el partido '0 . A s; definia Gramsci las relaciones

entre am bas organizaciones:

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mo decia Gramsci, de la consigna revolucionaria rusa «todo el poder

a los soviets» debia ser «todo el poder del Estado a los Consejos

obreros y campesinos», como extension del principia originario «to-

do poder de la empresa a los Consejos de fabrica» ". Gramsci consi-

der6 que los Consejos, en cuanto 6rganos unitarios, podrian de-

sarrollar conjuntamente tareas politicas, economicas y educativas,

superando en la practica el corporativismo del sindicalismo reformis-

ta y el antipoliticismo de los anarquistas (84). Los Consejos dan una

disciplina pennanente a las masas ya que los obreros toman respon-

sabilidades directas, organizandose colectivamente de forma nueva.

Los Consejos estan destinados a ser el sistema de democracia directa

obrera que «se hace Estado» 17, superando los estrechos limites de

clase delliberalismo politico. La luella por el control que los Conse-

jos impulsaban es objetivamente revolucionaria ya que pone en cues-

tion el principio de la apropiacion privada de los capitalistas, des bar-

dando el sistema. En suma, esta lucha representa el terreno especifico

en que la clase obrera 50 pone al frente de las otras clases oprimidas

de la poblacion y consigue obtener el consenso para su propiadictadura 18.

Esta concepcion radicalmente «de base» parecia entrar en contra-

diccion con la tradicion marxista que otorgaba la primacia politica al

partido obrero revolucionario y par ella Gramsci fue eombatido, en

nornbre de la ortodoxia, precisamente por figuras tan dispares como

Serrati y Bordiga. Incluvo en la actualidad se sigue debatiendo el al-

canee exacto de la {Ll)li;1 d~' Ciramsci que parece subordinar el rol de

part ido, aunque, ell realidad, siempre existi6 en su pensamiento unnexo importante entre ambu-, esferas 19. Efectivamente la desconfian-

Z3 de Gramsci hacia las organizaciones tradicionales del movimiento

obrero en creciente proceso de burocratizacion 10 llev6 a teorizar la

«Segun la concepcion desarrollada en el ON, concepcion, que para sertal, estaba organizada alrededor de una idea,la idea de libertad (y concreta-

mente, en el pleno de la creacion hist6rica actual, alrededor de la hipotesis deuna accion autonoma revolucionaria de la clase obrera), el Cornejo de fabri-

ca es una institucion de caracter «publico», mientras que el partido y el sindi-cato son asociaciones de caracter «privado». En el Consejo de fabrica elobrero entra como productor, como consecuencia de su caracter universal,

de su posicion y de su funcion en la sociedad, del mismo modo que el ciuda-

dano entra a formar par te del Estado democratico parlamentario. En el par-

tido y en el sindicato e l obrero entra a formar parte «voluntartamente», fir-

mando un «ccntrato» que puede romper en cualquier momento: el partido y

e l sindicato, por SU carac te r de «vo luntar iedad», por su caracte r «con trac tua-

lista», no pueden de ningun modo ser confundidos con el Consejo, insti tu-

cion representativa que se desarr olla no aritmeticarnente sino rnorfologica-

mente y tiende, en sus formas superiores, a dar el relieve protetar io del apara-

to de produccion y de cambia creado par el capi tat tsmo con el fin del bencfi-cio» 21.

El sindicalisrno nacio hist6ricamente para defender las reivindica-ciones econ6micas v sociales primarias e inmediatas de la clase obre-

ra dentro del sistema burgues. Par su parte, el partido socialista

contribuyo a elevar la conciencia politica superando, en parte, el cor-

porativismo, pero, por si solo, tampoco ha resultado suficiente para

asegurar la unidad del proletariado. En cambio, los Consejos no solo

han alargado la base sindical, sino que rompen la divisi6n del trabajo

irnpuesta por el capitalismo a los trabajadores y modifican las r ela-

ciones masas-partidos-sindicatos al centrarse sabre la fabrica como

terre no fundamental de lucha ". Lafunci6n del partido seguia siendo

importante en cuanto factor dirigente y educador a nivel nacional de

las masas, En ultima instancia, es el partido quien desorganiza at Es-

tado burgues presentandose como anti-Estado, pero mas como me-diador que como protagonista. EI partido no puede creer ser la en-

carnacion del movimiento revolucionario como pensaban Serrati y

Bordiga. Para Gramsci es un error creer que la revoluci6n depende

del aparato polit ico del proletariado y privilegiarlo significa perjudi-

car la necesaria autonomia de las masas, de ahi sus criticas a las «alu-

cinaciones particularistas» de Bordiga sobre el rol del partido. Hasta

la ocupacion de las fabricas Gramsci intento renovar al PSI desde el

IS Para las relacicnes d e Gramsci con e 1 ON son u til es l as obras de R. Guiducci -Gramsci e I 'ON; Ragionament i, I , n. I , Roma, 5:5y, sab re rode . P. Spriano-Gramsci e!'ON; ER, Roma, 65.

16 Democrazia operaia, ON, p. 12.

P Operai e contadini; ON, p. 318.

18 I sindacati e fadittatum; ON, p. 42.

19 Sobre Ia polemica relacionada con la primacia que Gramsci otorgaba a los Con-sejos sabre elpartido y los sindicatos son especial mente unles los estudios de J. M. Ca--nmett -Gramsci e Ieorigini del comuni.smo italiano: Mursia, Milan, 74. A. Caracciolo-Sulla questione partito-Consigli difabbrica nel pensit!rO di Granuci'Ragiona.menti. Il,!1. 10-12, Roma, 57. N. Matteucci~PartitoeConsiglidifabbrica nelpensiero di Grams-ci; II Mul ino, IV, D 42, 55.

20 II partito e la rivolutione; ON. p. 68.

21 II programma deU'ON. p. 150.

22 Sindacatt e Consigii; ON. p. 34 Y 1 31. Sindacalismo e Consigli; id., p. 44.

1 44 145

interior para alinearlo sobre posiciones conseeuentemente revolu-

cionarias, aunque acab6 vacilando sobre las medidas mas id6neas

para este fin, hasta inclinarse finalmente por la escision. En este caso

Gramsci procur6 no obsesionarse por la cuesti6n organizativa del

partido revolucionario ya que, para el, 10 e sencial era no perder el

contacto directo con el proletariado. Un partido comunista muy re-

volucionario, pero minoritario y conspirativo, no servirta para nada,

pitalistas avanzadas que en Rusia. Precisamente las dernas intentos

revolucionarios (Alemania, Austria, Hungria) han fraeasada por no

haber sabido superpaner al momenta de la revolucion-destruccion, el

siguiente y por no haber cansalidado una palitica de alianzas ade-

cuada. Gramsci era consciente de que en Italia existia el peligro de

que el praletariado turines se lanzara a la conquista del Estada antes

de que la mayoria de la poblaci6n estuviese dispuesta a seguirlo. De

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pese a la opinion contraria de Bordiga.Dentro del ON las posiciones sobre los Consejos y el partido

obrero revolucionario tampoco eran homogeneas, produciendose en

ocasiones diferencias entre sus miembros, fundamentalmente entre

Gramsci v Tasca ". Este subvaloro e l rol de los Consejos, a los que

adjudicaba tan s610 una Funci6n auxiliar de defensa sindical ". Desdeesa perspectiva los Consejos debian limitarse a extender indirecta-

mente la organizaci6n sindical a las obreros desarganizados y permi-

tir asi la demacratizaci6n de la misma. Igualmente sabre el tema de la

escisi6n las criterios tampoco estaban unificados en el ON 2l. S61a

con la ocupaci6n de las fabricas se recornpondria este grupo, incli-

r.andose Grarnsci posteriormente sin vacilaciones por la ruptura del

PSI para evitar que el movimiento obrero quedase desorientado entre

el refarmisma v el anarco-sindicalismo, tal como indicaba la K', Esta

nueva orienta~i6n del ON se hizo ya bajo la decisiva influencia de

Bordiga , cuyas concepciones sectarias fueron patrimonio inicial de

todos los comunistas italian as, hecho agravado par el contra Iabsolu-

to que el grupo de ,<II Soviet» tendria sabre el futuro PCI. El propioGramsci subvaloro las propuestas de la IC para ampliar las bases de

la escision puesto que acabo suponiendo que la mera existencia de un

nuclcc revolucionario atraeria a la mayoria del proletariado a su alre-

dedar.Como ha sefialado Berti ", las limites del ON consistieran: I) en

su falta de hamageneidad interna, 2) en la influcncia ideal6gica del

idealismo y el «espontaneismo» soreliano, 3) en el pasado presunta-

mente intervencionista de algunos de sus rniembros, 4) en su aisla-

miento turines y su incapacidad por dotarse de una estructura na-

cianal, 5) en su subvaloracion practica del rol del partido revolu-

cionario y 6) en su creencia ilusoria de que el proletariado italiano es-

tuviese mayoritariamente alineado sobre el movimiento de los Conse-.os.

En conclusi6n, cabe sefialar que Gramsci concibe la revolucion

durante el bienio como un complejo proceso dialectico y no como un

acta puntual que presenta mayores dificultades en las soeiedades ca-

ahi la importancia de las eleccianes y el rechazo del abstencionismo

ya que la participacion permite vincular la van guardia revolucionaria

a arnplios sectores populares decisivos. Es mas, los avances electora-

les del PSI impiden a la burguesia gobernar con holgura par lo que

esta recortara las l ibertades democraticas dernostrando su verdadera

naturaleza represiva, enajenandose definitivamente todo apoyo

papular". EI prablema de las relaciones del movimiento obrero can

las instituciones liberal-dernocraticas consisre en saber evitar tanto el

«cretinismo parlamentario», propio de los rcf'orrnistas legalistas, co-

mo el vanguardismo conspirativo. En definitiva, se vislumbra en

Gramsci una tactica de la revolucion «en dos tiempos- (segun el rno-

delo ruso) por la que se reconoce Que todavia no se dan las condi-

ciones plenas para instaurar inmediatamente la dictadura del pro leta-

riado, pero se afirma de manera inequivoca la direccion revoluciona-

ria. Incluso en el momento culminante del proceso rcvolucionario

italiano, seii.alado por la ocupacion de las fabricas, Gramsci era cons-

ciente de que no bastaba ese hecho para tomar el poder (segun Tasca,

Lenin tambien cornpartia esc cri terio) 28. par ello el problema de la re-volucion en Italia en esa covuntura no solo consistia en saber indivi-

dualizar sus etapas, sino ~n forjar una politica de alianzas mas

amplia y actuar can otr os cri terios.

Tras las densas experiencias politicas de esc bienio se abre una

nueva fase can la fundaci6n del PCI y el ascenso del fascismo, modi-

ficandose la orientacion de Gramsci al concentrar todo su interes en

la consolidaci6n del nuevo partido obrero revolucionario ,

13 Para la pclemica Gramsci--Tasca vid. los art iculos del ON: Le ,!lazione T i I S C ! ' eilCongressocameraledi Toril1o;ON. p, 127, llprogram,!", ckll'ON; id., p. J46ysIgS.

2AA_ Tasca-J prim; d ied ann; del PCI; Laterza, Bari , 11, p. 99 y 518$_

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CAPiTULO IV

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A modo de presentacion

PROLOGOhll-\('Pl(il)'\,

CAPITULO I. Gramsci y la historia de !talia .

1. Sabre el «histor icisrno» en Gramsci y su relacion con las

ciencias sociales

2. La Cornuna y el Renacimiento: Maquiavelo y las causasde su no continuidad .... , ..

3. EI «Risorgimiento y los problemas de la revoluci6n bur-

guesa italiana: la unificacion nacional como «revolucion

pasiva. .

4. La crisis del Estado liberal: «transforrnismo» y socialis-

mo

CAPiTULO II. EI bloque hist6rico

I. La sociedad politica y la sociedad civil2. La nueva definicion del Estado arnpliado: hegernonia y

dorninacion en sus aparatos e insti tucioncs

3. La «revolucion pasiva»: americanismo y fascismoa) Capitalisrno monopolista, imperialismo y «taylo-

risrno». . .

b) La funci6n organica del fascismo: cesarismo y corpo-

rativismo

CAPiTULO Ill. La hegemonia

I. Los agentes de las ideologias: el rol de los intelectuales. In-

telectuales tradicionales e intelectuales organicos ..

2. Los medias materiales para la organizacion y difusion del

consentimiento: la funci6n de la Escuela, 10Iglesia, la Pren-

sa y otros aparatos «privados» de la sociedad civil

pag.

5

9

II

19

20

27

33

41

47

47

50

54

56

61

65

65

69

15 Y

. . . . . .

3. Hegemonia. Dominaci6n, Dictadura 74

a) Kautsky y la teoria de 1 3 «supremacias 74

b) Lenin y la dictadura del proletariado de la URSS 77

c) Hegemonia como direcci6n polit ica, ideoI<igica y cultu-

ral en Ia sociedad civil segun Ia aportaci6n de Gramsci. 84

d) La reforma intelectuaI y moral: la sociedad regu-

lada 90

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CAPiTULO IV. La guerra de posiciones . . . 9~

I. La conquista del poder en Oriente y Occidente 9:l

2. Guerra maniobrada y ofens iva revolucionaria: el frente

unico y la revolucion permanente. La critica a Luxem-

burg y Trotsky 993. EI marco nacional de la lucha de clases: la cuestion me-

ridional y la vaticana como cornponentes de l proceso re-

volucionario itaIiano 102

Ii

CAPiTULO V. EI Principe moderno ..

1. Funciones de los partidos politicos en las sociedades de

capitalisrno desarrollado con regimenes liberal-

dernocraticos. La critica a Michels

2. EI instrumento de la revoluci6n socialista: el partido po-

litico del proletariado como encarnacion de la voluntad

colectiva. Centralismo democratico, centralismo buro-

cratico y jacobinismo , .... , ..3. La construccion de un nuevo bloque hist6rico revolucio-

nario nacional-popular ... ,.

111

III

115

121

CONCLUSIONES. EI PCI, la IC y los ltmites historicos del

horizonte teorico gramsciano

Indice de siglas utilizadas .

APENDICE. La polernica de Gramsci con Serrati, Bordiga

y Tasca sabre los Consejos de fabrica y el partido obrero

revolucionario

BIBLlOGRAFiA GENERAL .

125135

137

149

1 60