Ciencia Etica Bioetica. Urbano Ferrer

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    Ciencia, tica y biotica

    CIENCIA, TICA Y BIOTICA

    Urbano Ferrer Santos

    Departamento de Filosofa y Lgica. Universidad de Murcia.Campus de Espinardo. 30100 Murcia. E-mail: [email protected]

    Resumen

    Se atiende en primer lugar a las etapas en el desarrollo de la ciencia desde elpunto de vista de su relacin con el saber prctico: unidad de los principios supre-mos del saber en Grecia y en el Medievo, concepcin mecanicista autnoma de laciencia moderna y crisis de la neutralidad de la ciencia en la poca contempornea,entre otras razones debido al desajuste entre las consecuencias de la experimentacin

    incontrolada y los lmites en la naturaleza. En segundo lugar, se aducen algunoscriterios ticos bsicos para conducir la investigacin cientfica: la diferencia imborra- ble entre lo que es fin y lo que es medio, la dignidad de la persona y la existencia de bienes sustantivos inalienables, como el hbitat, la corporeidad humana, la ciudadLa ciencia encuentra en estas realidades no slo un lmite, sino tambin un caucepara orientar su desarrollo. Por ltimo, se hacen valer estos criterios en orden adirimir algunos problemas planteados por la reciente Biotecnologa, como son lapreservacin de la identidad gentica del ser humano y de su filiacin natural, lascondiciones para que una muerte sea digna y los lmites en la eliminacin artificial

    del dolor.Palabras clave:Ciencia, lmites, fin en s, vida, dignidad

    Abstract

    This paper examines three stages in the relation between science and ethics: a) theunity of both realms in the universal reason; b) the scission after the Nuova Scienzauntil the neopositivism; c) the new bridges of systems and telos, following the crisisof fondations of science. With regard to biomedic applications ethical general finalistprinciples are stated, and more determinate approaches are adduced; with these

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    approaches we intend to face the particular problems of eugenesia, the dignifieddead and the souffring, which are beyond the cure of patients.

    Key words:Science, end, limit, life, dignity

    axiomas euclidianos), como la conside-racin o dignidad tica a que es acree-dor el hombre en razn de su naturalezaespecfica. Pero con ello no estamos yaen el mbito discursivo de la razn, comoantes, sino en el de los principios msaltos del nou o intelecto, por los quecualquier ciencia particular se rige cua-lesquiera que sean su objeto y su mto-do y que en ltimo trmino es origen deunidad en todas. La unidad de la razncientfica (ejpistevmh) y la unidad del in-telecto intuitivo (nou) se acreditan enlos hbitos correspondientes del saber, entanto que uno y otro hbito traen consi-go un crecimiento en la facultad intelec-tiva.La capacidad de referir los enuncia-dos verdaderos a sus principios es lopropio de la responsabilidad cientfica,como dir Husserl, y ello es lo que con-trapone el proceder de la ciencia griegaa la tcnica calculatoria, convertida enparadigma de la ciencia moderna, en laque falta el compromiso intelectual con

    los resultados. En palabras de Husserl:De este modo, la ciencia moderna haabandonado el ideal de ciencia autnti-ca que, desde Platn, actuaba vivamen-te sobre las ciencias y prcticamente haabandonado tambin el radicalismo dela propia responsabilidad cientfica. Eseradicalismo ya no es, pues, el impulsointerno que continuamente plantea laexigencia de no conceder validez a nin-

    1. Etapas en la relacin Ciencia-tica

    En su etapa griega constitucional laciencia y la tica no designaban dos do-minios separados que hubiera que rela-cionar posteriormente, sino que la uni-dad que atravesaba a ambas provena dela unidad del Lovgo y, ms fundamen-talmente, de los principios primeros enlos que se apoya todo conocimiento hu-mano. El trmino lovgo procede del ver- bo levgein, que significa reunir, congre-gar, como se recoge el trigo en gavillas.El sustantivo lovgo es la ley de la ra-zn, que Herclito aplica tanto a las uni-formidades observables de la Naturalezacomo a la regulacin prctica de nuestroobrar y a la actuacin natural en el senode la povli (en este sentido, se contra-ponen lovgo como ley natural debida ynovmo o ley convencional, de nevmein,asignar unos lotes en suerte). O bien ex-presado de modo inverso: tan contrarioa la razn se consideraba el nmero irra-cional, carente en s mismo de medida,

    como el comportamiento del ajkrathv odbil de voluntad, que es quien no segua por juicios racionales.

    La misma amplitud terico-prcticaque el Lovgo tena el trmino ajxivon,en latn dignitas, tal como lo emplea Ci-cern. Los aximata o dignitates son, eneste sentido, tanto las verdades en s mis-mas evidentes, aqullas que no precisan justificacin desde otras (por ejemplo, los

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    gn saber del que no podamos dar cuen-ta por medio de principios originaria-mente primeros y por lo tanto perfecta-mente evidentes, por principios tales queno tenga ya sentido preguntar por algoque los preceda1.

    El saber desde principios a diferen-cia de la mera opinin o doxa comportanecesidad de-mostrativa: no es simple-mente mostrar que (out) algo es as, sinoverlo en sus razones universales y nece-sarias, en su por qu (diovti). Es por loque el individuo singular escapa al saberprincipial, es inefable como tal individuo.Y la Historia para Aristteles no llega aser propiamente una ciencia, si se advierteque los acontecimientos histricos noadmiten ser universalizados, sino que, enlo que tienen de histricos, podran ha- ber sido esencialmente de otro modo. Encambio, la tica es universal porque ver-

    sa sobre la razn universal de bien que elhombre pone en sus actos. Si bien stosson contingentes, no lo es, por ejemplo,la virtud como justo medio en tanto de- bido al o[rqo lovgo, ni tampoco lo sonlos fines que garantizan el obrar recto,puesto que para ser tales han de ser con-formes con la naturaleza humana. La ra-

    zn tica se expresa, pues, en forma dedefiniciones o en las derivaciones del fina los medios o del bien en s a los bienessubordinados, pero siempre integrandoestos procedimientos en la razn prcti-ca, que es la que termina en la actuacin.As, la tica como ciencia es terica porsu modo de proceder, lo cual la empa-renta con las dems ciencias, mientrasque, si se atiende a su finalidad, es prc-tica en un sentido ms inmediato que lopueden ser las otras ciencias, ya que enlas segundas la practicidad est mediadapor las aplicaciones subsiguientes, mien-tras que la tica es prctica por su mismanocin.

    El segundo motivo de enlace entreciencia y tica estaba justamente en lafinalidad. En la Naturaleza la causa finales la primera de las causas, de la quedependen en su ejercicio causal las otras

    causas. El ndice que manifiesta en elUniverso la finalidad natural es el orden,como una cierta unidad en la pluralidad.Y el orden a su vez se hace patente en laconstancia y regularidad en los ciclos, enla diversidad cualitativa armnica y di-seadora de un plan de conjunto, en elmantenimiento y a la vez multiplicacinde las especies vivientes mediante la re-

    produccin Pero, de un modo parale-lo, tambin la ley moral deja impreso elorden de la razn finalista en la actua-cin humana, que mediante los hbitosdel recto obrar crea, segn Aristteles,una segunda naturaleza en el hombre,reconocible por su inclinacin propia,sobreaadida a la inclinacin primaria asu fin que identifica a la naturaleza hu-mana.

    1 Damit hat die moderne Wissenschaft dasseit Plato in den Wissenschaften lebendig wirken-de Ideal echter Wissenschaft und praktisch den Ra-dikalismus wissenschaftlicher Selbstverantwortungpreisgegeben. Also nicht mehr ist jener Radikalis-mus die innerste Triebkraft, der an sich bestndigdie Forderung stellt, kein Wissen gelten zu lassen,fr das nicht Rechenschaft gegeben werden kannaus ursprnglich ersten und dabei vollkommen ein-sichtigen Prinzipien, hinter die zurckfragen kei-nen Sinn mehr gibt (Husserl, E., Formale und trans- zendentale Logik, M. Nijhoff, La Haya, 1974, 8).

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    Sin embargo, en la poca moderna,con la aparicin del ideal metdico de laNuova Scienza galileana, se escinde launidad anterior entre las ciencias teri-cas y prcticas. Partiendo de la base deque la Naturaleza est escrita en lengua- je matemtico, se fingen unas condicio-nes ideales de aparicin de los fenme-nos dentro de un marco general cuanti-tativo y homogneo, indefinidamenteampliable. Es un lenguaje que intervienecomo una retcula para la observacindel mundo. Pero esta unidad, proporcio-nada por la matematizacin del Univer-so, no incorpora los fines vitales de lossujetos que hacen ciencia. De este modo,a Descartes slo le queda una moraleprovisoire, en el doble sentido de provi-sional o no fundamentada cientficamen-te y de constituir una provisin de quese dispone para no entorpecer el nuevo

    edificio del saber. Kant diferenciar, porsu parte, como dos hechos incomunica-dos e incomunicables, el saber fsico-ma-temtico de la ciencia newtoniana y elfactum moral, ambos igualmente incon-cusos en su validez universal.

    Los marcos de la ciencia moderna sonel espacio isotrpico y el tiempo isocr-nico, ambos desvinculados imaginativa-

    mente de los acaeceres naturales. La in-teraccin entre las causas en los cambios bajo la gida de la causa final se ve susti-tuida por el desencadenamiento de unmovimiento desde sus condiciones ini-ciales antecedentes, a las que se sumadesde fuera una fuerza concurrente conl. Post hoc, ergo propter hoc: es la nuevaversin menguada de la causalidad fe-nomnica. En vez de la conjuncin de las

    causas en el movimiento, queda el juegode valores asignados a las variables in-dependientes en una funcin matemti-ca ideal. Como expone Zubiri: En la cien-cia moderna el rigor cientfico no signi-fica tanto la posesin de la internanecesi-dad de las cosas, sino laprecisin objetiva;con cual no es un azar el que la cienciano logre lo que se propone sinosustitu-

    yendo las cosas llamadas empricas, lascosas tales como aparecen en la vida co-rriente, por otras cosas que se comportanrelativamente a las primeras, como el l-mite a las fluctuaciones que a l se aproxi-man. Mientras laepistmegriega trata depenetrar en las cosas para explicarlas, la cien-cia moderna trata, en buena parte, desus-tituirlas por otras ms precisas2.

    El hueco de la finalidad en la Natura-leza da lugar a que la inesquivable pre-gunta para qu la ciencia?, de la que

    ella misma, por su sectorialidad, no pue-de hacerse cargo, se responda con la vo-luntad de dominio sobre la naturaleza, basada en la prediccin de nuevos he-chos que las leyes matemticamente for-mulables hacen posible: fue as como sedescubri, por ejemplo, el planeta Nep-tuno sin observacin antecedente; o bienel modelo del doble helicoide para la es-

    tructura de ADN lo idearon Watson yCrick en 1953 antes de su comprobacinexperimental. El lema de la ciencia posi-tiva llega a ser savoir, do prvoir; pr-voir, do pouvoir, con el que se reem-plaza la contemplacin, como finalidaden s misma ltima, por la conquista de

    2 Zubiri, X.,Naturaleza, Historia y Dios , Ed.Nacional, Madrid, 1962, 69.

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    nuevos espacios a la naturaleza, ponin-dolos a la disposicin del hombre. Y, deun modo anlogo, tampoco la tcnica segua por un modelo previo de lo que sepretende saber hacer, como era la tevknhgriega, sino que avanza por tanteos ysorteando errores; es lo que se ha llama-do la tcnica de los tcnicos (Ortega yGasset).

    La ltima expresin de la asuncinomnicomprensiva de la ciencia fsico-matemtica como modelo unvoco delsaber ha sido el neopositivismo lgico.Entiende por enunciados con sentidoaqullos que pueden formularse en tr-minos susceptibles de verificacin o con-trastacin experimental; y entiende porenunciados cientficamente validadosaqullos que, dentro de los enunciadoscon sentido, hayan resistido la prueba dela verificacin. Desde este paradigma de

    la ciencia el estatuto que se concede a lasproposiciones ticas ha sido fluctuante:ya se lo ha puesto en funcin de reaccio-nes emotivas, no falsables, y por tantofuera de la ciencia (emotivismo en A.J.Ayer, C.L. Stevenson), ya se ha preten-dido simular el proceder de las cienciasde la Naturaleza en el campo de las valo-raciones sociales (inductivismo tico en

    S. Toulmin), ya se han indagado aquellasacciones (prgmata) que son supuestos apriori del lenguaje comunicativo (prag-matismo trascendental en K.O. Apel)En todo caso, por lo que hace a nuestroproblema sobre la relacin ciencia-tica,la ciencia no topara en ninguna de lasfases de su desarrollo con un saber prc-tico-regulativo que desde fuera interfi-riera en su desarrollo.

    Por contraste, en el siglo XX se hapuesto de manifiesto desde diversos n-gulos que el optimismo del progreso,como postulado ligado al avance de laciencia, no puede darse sin ms por su-puesto. En este sentido, en el orden te-rico la ciencia se ha enfrentado al llama-do trilema de Mnchhausen como uncallejn sin salida: igual que el barn dela clebre leyenda no haca pie en el lago(no tena fundamento firme), ni poda ti-rarse de la coleta para salir a flote (nopoda decidir por s mismo), ni poda ir anado a la otra orilla (careca de una tra-yectoria continua), tambin la ciencia seencuentra con la falta de fundamenta-cin, patente en las clebres paradojaslgicas puestas de relieve desde B. Rus-sell, con la falta de coherencia o indecidi- bilidad de proposiciones a las que llegaen su elaboracin, como muestra el teo-

    rema de Gdel, y con la carencia de con-tinuidad, estipulada por H. Kuhn en suEstructura de las revoluciones cientficas(1962)3. Por ello, la concepcin positivis-ta heredada ha hecho crisis.

    Bajo otro punto de vista, el procedi-miento mecnico-analtico no es aplica- ble all donde ha prevalecido el modeloestructural-sistmico. Frente a la recom-

    posicin del todo a partir de las varia-ciones y combinaciones en los elementoscomo en la mquina, en el sistema sonstos los que han de acomodarse y ubi-carse en funcin de los reajustes en el

    3 Sobre la novedad que introdujo la con-cepcin de Kuhn en la filosofa de la ciencia, Eche-verra, J., Introduccin a la Metodologa de la Ciencia,Barcanova, Barcelona, 1989; Filosofa de la Ciencia,Akal, Madrid, 1998.

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    todo. En este sentido, la Gentica ha aban-donado el modelo mendeliano de corres-pondencia biunvoca entre los genes dis-cretos y los caracteres fenotpicos parahacer entrar en su funcionamiento facto-res estructurales como el entorno, la po-sicin del gen en el genoma o la informa-cin codificada en el ADN. La inviabili-dad en los sistemas de las explicacionesmatematizables a partir de las condicio-nes iniciales se compensa con la adop-cin de explicaciones propositivas, queapuntan a lo que no se ha cumplido to-dava4. En Biologa se parte de unos dis-positivos funcionales que estn a su vezinsertos en una funcin orgnica msamplia, pues en el viviente el objetivo noest separado de la funcin, como en laactividad tcnica; as, los bombeos delcorazn aseguran la circulacin sangu-nea, que a su vez restablece la nutricin

    y reabsorcin, las cuales requieren a suvez la actividad impelente de la bombacardiaca.

    La nocin mecnica de equilibrio noresulta ya aplicable a los sistemas, en lamedida en que adquieren su estabilidaden el desequilibrio interno y en el inter-cambio con el entorno. La operacin re-cursiva autopoitica del sistema viviente

    es la diferenciacin a partir de la primeraclula, y anlogamente en los otros siste-mas comunicativos. Como expone N.Luhmann a este propsito: El sistemaes una diferencia que se produce cons-tantemente a partir de un solo tipo deoperacin. La operacin lleva a efecto el

    hecho de reproducir la diferencia siste-ma/entorno en la medida en que produ-ce comunicacin slo mediante comuni-cacin5.

    Las categoras teleolgicas empiezanpor asumir un papel normativo y auto-rregulador en el funcionamiento del sis-tema: as, en el viviente la traslacin delprograma gentico en el proceso del cre-cimiento o el dar las seales adecuadas alas otras clulas para proveerse de lasmolculas que necesita.El sistema y la fi-nalizacin regulativa tienden el nuevo puen-te con la tica, del an incapaces las variablesde la Mecnica. Limitmonos a indicar aquque no slo las virtudes morales en suinteraccin integran un sistema en creci-miento, sino que la persona como reali-dad moral en crecimiento es un sistemaque se realimenta con sus actos, al apro-piarseen concreto las posibilidades abstrac-tas de accin en que se despliega su ac-tuacin. Por su parte, la finalidad, debi-damente traspuesta al orden de la liber-tad, es una caracterstica del actuar in-tencional-propositivo, que culmina hiper-teleolgicamente en la capacidad donalde la persona, incrementable desde smisma.

    Tambin en el orden de las aplicacio-

    nes tecnolgicas se aprecia la crisis delneopositivismo, pero de otro modo. Allado de los formidables hallazgos en elespacio astronmico, en los cerebros elec-trnicos, la medicina preventiva o la bio-tecnologa, se han evidenciado, en co-

    4 Mayr, E., As es la Biologa, Debate, Ma-drid, 1998.

    5 Luhmann, N., Introduccin a la Teora deSistemas, Universidad Iberoamericana/Anthropos,Barcelona, 1996, 69.

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    en el ejemplo puesto se tratara del valorsustantivo de la solidaridad.

    En rplica a la concepcin mecanicis-ta de la Naturaleza imperante en la Mo-dernidad, que iba asociada a una actitudvalorativamente neutral en el cultivadorde la ciencia (era la llamada por MaxWeber ciencia libre de valoraciones), hoyla magnitud de las consecuencias de cual-quier modificacin del entorno, as comola interaccin entre ciencia y tcnica, ha-cen contraer al investigador una respon-sabilidad particular, antes inexistente, enrelacin tanto con el objeto como con losfines de su investigacin. De este modo,por distintos frentes se han cerrado lasfisuras, de ascendiente kantiano, entre elser de la Naturaleza y el deber ser.

    Uno de estos frentes viene del hechode que se producen las condiciones ex-ternas en que se investiga, las cuales sue-

    len acarrear la disposicin de un elevadocoste de medios e incluso a veces la ori-ginacin del objeto investigado, como enel caso de la remodelacin de la ingenie-ra gentica a partir del ADN. En segun-do lugar, se acta sobre el hbitat huma-no, modificando condiciones ambienta-les y rutinas de vida ampliamente asen-tadas durante generaciones. Pero, sobre

    todo, los ltimos descubrimientos gen-ticos abren la va a las manipulacionesen la dotacin cromosmica y a las prc-ticas eugensicas, alegando la introduc-cin de mejoras teraputicas.

    A la vista de lo anterior el problematico se formula en los trminos dehastadnde es lcito intervenir en la composi-cin qumica del medio ambiente, ascomo en la corporeidad humana. Basta

    contar con el consentimiento de los suje-tos afectados para provocar los cambiosexternos y para someter a los pacientes anuevas experimentaciones? Y en el casode que sus condiciones fisiolgicas o ps-quicas no normales les impidan otorgarel consentimiento? Acaso sera el inte-rs pblico lo que justificara en ltimoextremo los experimentos con seres hu-manos?

    Dos principios ticos que nos guan aeste propsito son el de no tratar comoun medio instrumental lo que posee n-dole de fin, atendiendo a la diferenciacualitativa irreductible entre fin y medios,as como el principio de observar el or-den objetivo entre los diferentes fines. Eneste sentido, la Naturaleza como unidadposee ndole de fin, en la medida en quese encuentra en su conjunto una ordena-cin inteligente, que no es ni meramente

    azarosa ni sujeta slo a leyes mecnicas.Pero la persona es un fin ms alto, yaque no se reintegra en la Naturaleza comouna parte en el todo, sino que es ellamisma una totalidad, sin cuya coopera-cin ni siquiera la Naturaleza podracumplir ntegramente sus fines. A su vez,las personas no son las unas meros me-dios para las otras, sino que, como per-

    sonas singulares, slo son en coexisten-cia. La nocin kantiana de reino de losfines expresa bien el reconocimiento defin en s que cada persona debe a lasdems y a s misma.

    De la dignidad de las personas asentendida se sigue que no es lcito con-vertirlas en cosas pasivas, a las que noconcierne el fin experimental a que se lassomete, ni siquiera cuando se trata de

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    promover un presunto bien pblico. Noes lcito acudir a este respecto a la fic-cin, otras veces socorrida, del contratosocial para dar cuenta del sacrificio exi-gido al individuo en aras de la comuni-dad, por cuanto el sacrificio nunca nacede un acuerdo bilateral. Pero esto nosacerca a la clave de la respuesta sobre lascondiciones ticas de la experimentacincon seres humanos.

    Conviene diferenciar entre aquellos bienes personales que son separables desu sujeto, como las prestaciones o la pro-piedad externa, de aquellos otros que for-man parte de la privacidad ms irreem-plazable de cada persona. El inters p- blico slo puede alcanzar directamente alos primeros, en la medida en que son desuyo transferibles, imponiendo lmites asu posesin privada en nombre del biencomunitario prioritario. En cambio, la

    donacin de rganos vivientes o la expe-rimentacin con las propias clulas y te- jidos para el progreso de la ciencia slopuede brotar libremente del concurso delas personas que se prestan a ello. Es uncaso en que no es la persona la que con-trae deudas con la sociedad, como es loms frecuente, sino que aqu el endeuda-miento transcurre segn la va inversa,

    siendo la sociedad la que queda endeu-dada hacia las personas que generosa-mente han contribuido al avance en lainvestigacin.

    Por ello mismo y en buena lgica, noson los sectores sociales ms desfavore-cidos, ni aqullos a los que, por su bajonivel de vida, habra que compensar entrminos econmicos, los que estn enmejores condiciones para ser receptivos

    al llamamiento a la generosidad. A fin decuentas, la cesin de rganos o la aporta-cin del propio cuerpo para la causa dela ciencia no es acertado plantearla entrminos de derechos, sino que ha departir de la aceptacin voluntaria de lossujetos afectados sobre la base de unainformacin adecuada6.

    El bien sustantivo sobre el que pivotala relacin mdico-paciente-familiares esla salud del paciente, sin la cual la rela-cin tripartita no se sustentara. De aquse sigue que si una de las partes exhibeuna pretensin privada al margen de esarelacin axiolgica, las otras partes noestn obligadas a secundarla. Es lo queocurre cuando el paciente se desinteresade su salud, o sus familiares se desen-tienden de l, o el mdico, en su tratocon el paciente, se pone al servicio de laexperimentacin con la finalidad de cu-

    rar a otros pacientes. Por el contrario, elfacultativo slo entra en el crculo de lasobligaciones para con el paciente, y a lainversa, cuando stas vienen mediadaspor el bien irrenunciable para las distin-tas partes que es la reposicin de la saludde quien lo solicita. Los pacientes slodeben estar sometidos a los experimen-tos que guarden relacin con su enfer-

    medad, y los mdicos slo deben ser so-licitados para devolver la salud a alguienen el clmax de una relacin interperso-nal.

    6 Jonas, H.Tcnica, medicina y tica, Paids,Barcelona, 1997, p. 78 ss.; cfr. los comentarios alrespecto en Ferrer, U. Bases tico-antropolgicasde la legislacin alemana sobre el embrin,La hu-manidad in vitro, J. Ballesteros (coord.), Comares,Granada, 2002, 87-107.

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    Sin embargo, es menester aadir al-gunas observaciones. A la vista del desa-rrollo actual de la biotcnica se puededecir que el trmino salud no cubre enel presente todos los fines y problemassubsiguientes que hoy subyacen al artemdico. Asimismo, el empleo eventualde medios extraordinarios hace aparecer,como un nuevo actor en el escenario delas responsabilidades, a la sociedad ensu conjunto, a la que se podran llegar aimponer cargas excesivas para el trata-miento de los pacientes, si se prescindie-ra de ella como sujeto de derechos; portanto, estas cargas han de ser sopesadascomo efectos indirectos antes de tomarla decisin adecuada.

    Por otro lado, Conferencias mundia-les como la de la Poblacin y el Desarro-llo de El Cairo en 1994 y la de la Mujerde Pekn en 1995 han hecho recomenda-

    ciones a los pueblos en relacin con lanatalidad que involucran intervencionesmdicas en ese sentido, y ms reciente-mente el Parlamento Europeo ha pro-puesto en su Informe a los pases de laUnin Europea la uniformizacin de laslegislaciones sobre el aborto, en lo cualestn implicados los profesionales de lasalud. El recurso a la objecin de con-

    ciencia contemplado en buen nmerode legislaciones a que cada vez ms fre-cuentemente acude el mdico es, entreotras cosas, un ndice de que las deman-das sociales y jurdicas no son meras re-cetas tcnicas, neutrales a una valoracinmoral; ya la propia urgencia con que sehacen las recomendaciones manifiesta landole tica del problema que los investi-gadores y facultativos han de afrontar.

    Puede formularse sintticamente lacuestin anterior como la indagacin delos lmites tico-naturales, aplicables aaquellos campos del avance cientfico-tc-nico en que la naturaleza deja de ser elpatrn a secundar conscientemente asu-mido. Hasta dnde se puede llegar lci-tamente all donde no est en juego laplasmacin de unos fines naturalmenteesbozados? Abordar el interrogante conocasin de algunos de los desafos ticosparticulares del momento actual a la cien-cia mdica.

    3. Algunas claves tico-cientficas enBiotica

    Me limitar a plantear tres problemasmdicos cruciales con incidencia ticanotoria en el momento presente; para elloadoptar el punto de vista de los dere-

    chos del paciente. Estos problemas son lamejora gentica, la muerte digna y la ac-titud ante el dolor.

    A) El punto de partida del plantea-miento reside en que los derechos delhombre son derechos de su persona, entanto que provista de una naturaleza, conunas posibilidades definidas. En este sen-tido, desde sus comienzos en Grecia la

    actuacin tica era cuestin de lmites,teniendo por mxima intransgredible elmhden a]gan (nihil nimis), opuesto a lau}bri o arrogancia, que consiste en si-tuarse ms all del lmite natural. La per-sona humana, como sujeto singular enacto, slo se realiza como humana den-tro de los contornos potenciales de sunaturaleza especfica, que, al asignarleunos lmites o de-finirla, posibilita a la

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    vez su despliegue desde ellos. Y, de modoinverso, el propasamiento incierto detodo lmite o medida infringe el princi-pio natural especfico del hombre.

    Este principio aparece como especial-mente relevante a propsito de las posi- bilidades de la eugenesia positiva, y par-ticularmente de la clonacin, que, comoes sabido, han asomado en el horizontede la investigacin gentica. Lo que seconculca de este modo no es slo el lmi-te tico-natural infranqueable para lasrealizaciones humanas, al maniobrar conla naturaleza como si fuera un mero ma-terial celular indefinidamente maleable,sino tambin la propia identidad perso-nal del sujeto de esa naturaleza, a quiense amputa el coeficiente de novedadirreemplazable y de resistencia consi-guiente a toda programacin que contie-nen sus potencialidades. El llamado de-

    recho a la ignorancia se convierte, as,en una de las expresiones ms pregnan-tes del derecho a la intimidad, al que seoponen tanto la clonacin como posibili-dad como el diseo en trminos genera-les de lo que habra de ser previsible-mente el futuro de un ser humano deter-minado.

    Los derechos de la persona han de

    partir del reconocimiento de su identi-dad, que biolgicamente se cifra en laadscripcin de un patrimonio genticointransferible y de una filiacin concreta.Todas las intervenciones en el genomaguiadas por la lgica de la productivi-dad, cuando el hombre juega a aprendizde brujo, responden a un utilitarismo ti-co, que busca legitimar la ciencia desdefuera de su cultivo, por unos resultados

    externos en trminos medibles. Pero deeste modo se diluye el destinatario ticosingular de los presuntos beneficios; locual es especialmente manifiesto cuandoni siquiera se puede establecer inequvo-camente la identidad del beneficiario.

    Desde la perspectiva de la tica de lacomunicacin la programacin euge-nsica del genoma de otro ser humanosalvando los casos extremos de eugene-sia negativa impide que aqulla fluya apartir del reconocimiento recproco entrelos agentes que la sustentan, ya que setrata de una decisin manipuladora delas clulas que es unilateral y que no pue-de ser incorporada a la biografa de lapersona manipulada. As lo ha destaca-do J. Habermas en su ltima obra: Lasintervenciones eugensicas perfecciona-doras menoscaban la libertad tica en lamedida que fijan a la persona afectada a

    intenciones de terceros que rechaza peroque, al ser irreversibles, le impiden com-prenderse espontneamente como el au-tor indiviso de la propia vida Slo enel caso negativo de la evitacin de malesmuy generalmente considerados extre-mos, existen buenas razones para acep-tar que el afectado asentira al objetivode la eugenesia7.

    B) Un segundo problema tico, queentiendo que tambin se esclarece desdelas condiciones de posibilidad de los de-rechos humanos objetivos, es el de lamuerte digna. Con relacin a la euta-nasia se presenta una apariencia de res-

    7 Habermas, J.El futuro de la naturaleza hu-mana. Hacia una eugenesia liberal?, Paids, Barcelo-na, 2002, 87.

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    peto a los derechos ms bsicos y posibi-litantes, y en concreto una apariencia derespeto al derecho a la autodetermina-cin, que se vera lesionado parece sise impidiera el acortamiento de la vidadefendido por un enfermo terminal. Nome estoy refiriendo a la inoculacin deuna inyeccin letal, lo cual fcilmente serevela opuesto a la razn primaria de serde la medicina, sino a la atencin mdicaincondicional cuando el paciente cons-ciente as lo reclame, aun cuando ello trai-ga consigo acelerar su muerte. Es fide-digna esta apariencia de respeto a la vo-luntad del afectado por la decisin mdi-ca que es contraria a la prolongacin desu vida, arropada adems con motivosde conmiseracin humana? Acaso nocorresponde a fin de cuentas al pacientela decisin ltima, tomada autnoma-mente y plasmada en un consentimiento

    informado?Pese a las apariencias, no es correctala formulacin anterior de un derecho amorir, que segn se dice vendra im-plcito en el ejercicio de la autodetermi-nacin. La razn est en que el derecho ala autodeterminacin slo puede ejercer-se vlidamente desde el respeto al dere-cho a seguir viviendo, por lo que es falaz

    convertir en un derecho aquel hecho quecomporta la negacin de todo posiblederecho. No hay derecho viable sin un bien que lo funde y ante el cual se con-traigan responsabilidades; pero el hechodel morir no resulta en s mismo de unadecisin humana, ni cabe un bien previ-sible para el hombre que justifique esadecisin, por la sencilla razn de que con-siste en poner fin a la existencia corprea

    y derivadamente a cualquier bien jurdi-co.

    Es cierto que la suspensin de un tra-tamiento mdico que ocasiona la muertepuede venir amparada por el legtimodeseo de ahorrarse sufrimientos el enfer-mo terminal o por dispensar a la socie-dad y a la familia del elevado coste eco-nmico que ciertas terapias suponen. Nopocas veces las decisiones son difcilesde calibrar, y en todo caso han de tomar-se a la vista de las circunstancias singula-res. Cabe tambin aducir que aquellassituaciones en que los enfermos estn cl-nica e irreversiblemente muertos8 o aque-llas otras en que los medios que se em-plean son considerados extraordinarioseximen de la obligacin moral de alargarinnecesariamente la vida, aun siendoen trminos generales su respeto y pro-mocin la primera obligacin. Y tampo-

    co la abreviacin del plazo vital que re-sulta como efecto indirecto de la inges-tin de analgsicos es equiparable a laaccin que intencionalmente se define porla supresin de la vida.

    Pero, si se mira bien, en ninguno deestos casos se ejerce un pretendido de-recho a morir ni a dar muerte que esinexistente; lo que ms bien ocurre es

    que la muerte se presenta siempre comoun desenlace natural, para cuya evita-cin no se arbitran en esas situacionesextremas procedimientos que estn fue-

    8 Sobre los problemas tcnicos que planteala determinacin de la muerte clnica, el artculo deH. Thomas, Son los muertos cerebrales seres vi-vos sin funciones cerebrales, o se trata de muertosque mantienen funciones corporales?,Cuadernosde Biotica, XIII (2002), 129-150.

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    ra de lo normal, como son los acabadosde enumerar. La muerte es propiamenteun hecho biolgico y existencial, no elcontenido de un presunto derecho. Alhilo de este problema asoma el interro-gante acerca de cul es la actitud ticaadecuada ante el sufrimiento del enfer-mo.

    C) Una respuesta demasiado simple,sin ser falsa, consiste en decir que el que-hacer mdico se resuelve en eliminar eldolor, al curar las enfermedades. La sim-plificacin est en que no por hacer cesarlas incomodidades y dolores que trae con-sigo la enfermedad se ataja de golpe elsufrimiento, que es una de lascifras enque se revela la existencia humana, comopuso de manifiesto Jaspers. Se estara unavez ms partiendo de una actitud pro-ductiva ante las deficiencias del hombre,si se pretendiera desarraigarlo mediante

    los frmacos curativos. Pues el dolor noes tanto una carencia, como pueda serlola sordera u otras limitaciones, cuantouna privacin, manifiesta en el desgarrontimo del afectado por l. La incapaci-dad para fijar la atencin o el no saber decierto qu nos ocurre son sntomas in-equvocos de la falta de integracin sub- jetiva que comporta el dolor.

    En estas condiciones cmo hacersecargo de l en orden a aliviarlo? Si nopuede ser objetivado y si tampoco se li-mita a unas dolencias sobrevenidas, porser inherente al existir en situacin entanto que doliente9, la nica va asisten-

    cial adecuada una vez que los analgsi-cos ya han agotado sus funciones es lade compartirlo. Compartir el dolor noequivale a ser contagiado por l, pues ental caso se suprimira la distancia entredolor propio y ajeno y dejara de haber,por consiguiente, una actitud interperso-nal. Ms bien, para que el sano asuma eldolor del enfermo y deje de ser punzanteen ste, es preciso que no transmigre deuno a otro sujeto, sino que quien lo pa-dece encuentre la descarga en aqul quese lo apropia sin por ello dejar de referir-lo a su sujeto genuino, ya que, al no serobjeto, no cabe el dolor en una mera re-presentacin intelectiva.

    Se apunta con lo anterior a la libera-cin del dolor desde dentro del propiodolor, cuando media la otra existencia.La tcnica mdico-cientfica deja pasoaqu a la comprensin de la existencia

    del otro, guiada por el desinters de quienno busca producir un efecto separado deambas existencias. En realidad, toda cu-racin fsica pasa en mayor o menor gra-do por la intercomunicacin entre mdi-co y paciente y por el dolor fsico y ps-quico que aqueja al segundo; en ella elprimero ejercita su capacitacin especfi-ca con el acompaamiento a quien pade-

    ce, tal como se revela en el arte de lalectura del diagnstico y en el seguimien-to posterior del proceso curativo. Puesestamos ante un poder el de aliviar talque slo se ejerce inseparablemente de laasistencia al necesitado, en el particulary esclarecedor sentido que tiene el trmi-no asistencia en el seno de la praxismdica.

    9 Polo, L. El sentido cristiano del dolor,La persona humana y su crecimiento, EUNSA, 1996,207-264.

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