BUENAVENTURA DE BAGNOREGGIO Y TOMÁS DE AQUINO: DOS VISIONES TEOLÓGICAS COMPLEMENTARIAS.docx

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD ANTONIANUM FACULTAD DE TEOLOGÍA INSTITUTO TEOLÓGICO DE MURCIA OFM Waldemar Hernández Hernández TAREA-PRUEBA FINAL ESCRITA BENEDICTO XVI: BUENAVENTURA DE BAGNOREGGIO Y TOMÁS DE AQUINO: DOS VISIONES TEOLÓGICAS COMPLEMENTARIAS Profesor: Fray Víctor Sánchez Gil Asignatura: Formación de la Teología medieval

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Cuestionario de preguntas y respuestas sobre BUENAVENTURA DE BAGNOREGGIO Y TOMÁS DE AQUINO: DOS VISIONES TEOLÓGICAS COMPLEMENTARIAS

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD ANTONIANUMFACULTAD DE TEOLOGÍA

INSTITUTO TEOLÓGICO DE MURCIA OFM

Waldemar Hernández Hernández

TAREA-PRUEBA FINAL ESCRITA

BENEDICTO XVI: BUENAVENTURA DE BAGNOREGGIO Y

TOMÁS DE AQUINO: DOS VISIONES TEOLÓGICAS

COMPLEMENTARIAS

Profesor: Fray Víctor Sánchez Gil Asignatura: Formación de la Teología medieval

Murcia, 28 – enero – 2016

Asignatura: HISTORIA DE LA FORMACIÓN DE LA TEOLOGÍA

MEDIEVAL (Siglos XII-XIII)

TAREA-PRUEBA FINAL ESCRITA. Curso 2015-2016

Iº) COMENTARIO DE TEXTO: BENEDICTO XVI: Buenaventura de Bagnoregio y

Tomás de Aquino: dos visiones teológicas complementarias

CUESTIONARIO

1ª. Cuáles son las “dos posibles respuestas contrarias” de santo Tomás de Aquino sobre el carácter de la teología: a) como ciencia práctica; b) como ciencia teórica; c) cual es la “Conclusión” de santo Tomás.

a) La teología es reflexión sobre la fe y el objetivo de la fe es que el hombre llegue a ser bueno, es decir, que viva según la voluntad de Dios. El fin de la teología debería ser el de guiar al hombre, al creyente por el camino correcto, el camino bueno; por esta razón, en consecuencia ésta, en el fondo, es una ciencia práctica.

b) La teología intenta conocer a Dios. Nosotros somos obra de Dios; Dios está por encima de nuestro actuar, Dios opera en nosotros el actuar correcto. Por tanto, se trata sustancialmente no de nuestro hacer, sino de conocer a Dios, no de nuestro obrar.

c) La teología implica ambos aspectos: es teórica, intenta conocer a Dios, después viene el actuar según Dios. Esta primacía del conocimiento frente a la praxis es significativa para la orientación fundamental de santo Tomás.

2ª. En qué consiste la respuesta de san Buenaventura a la misma cuestión y su defensa de la teología: a) argumentos que aduce “contra hacer teología”; b) argumentos a favor y respuesta de san Buenaventura.

San Buenaventura conoce los mismos argumentos en una y en la otra dirección, como Santo Tomás, pero San Buenaventura hace una triple distinción, alarga la alternativa entre teórica (primacía del conocimiento) y práctica (primacía de la praxis), añadiendo una tercera actitud, que llama «sapiencial», y afirmando que la sabiduría abraza ambos aspectos. La sabiduría busca la contemplación, la más alta forma de conocimiento, y tiene como intención que seamos buenos. Después añade: “La fe está en el intelecto, de manera tal que provoca el afecto”.

a) Algunos argumentos que recoge San Buenaventura contra el hacer teología son: la razón vaciaría la fe, sería una postura violenta hacia la Palabra de Dios, debemos escuchar y no analizar la Palabra de Dios.

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b) Sin embargo, a estos argumentos San Buenaventura responde: es verdad que hay un modo arrogante de hacer teología, una soberbia de la razón, que se pone por encima de la Palabra de Dios. Pero la verdadera teología, el trabajo racional de la verdadera y de la buena teología tiene otro origen, no la soberbia de la razón. La verdadera teología no empeña la razón y su búsqueda motivada por la soberbia, motivada por el amor de Aquel, al que ha dado su consenso y quiere conocer mejor al amado. Ésta es la intención fundamental de la teología. Para San Buenaventura es determinante la primacía del amor.

3ª. Cómo “definen” los dos teólogos el “destino último del hombre”: a) para santo Tomás; b) para san Buenaventura; y c) cómo armoniza Benedicto XVI ambas posturas acerca de la teología y el destino último del hombre.

a) Para Santo Tomás el fin supremo a que se dirige nuestro deseo es ver a Dios. En este sencillo acto de ver a Dios encuentran la solución a todos os problemas: somos felices, no necesitamos nada más.

b) Para San Buenaventura el destino último del hombre es en cambio: amar a Dios, el encuentro y la unión de su amor y del nuestro. Ésta es para él la definición más adecuada de nuestra felicidad

c) Para Santo Tomás, la categoría más alta es lo verdadero; para San Buenaventura, es el bien, y el bien es también lo verdadero; ver a Dios es amar y amar es ver. Acentos distintos de una visión fundamentalmente común.

IIº) Apuntes. TEMA VI, Parte I y II

CUESTIONARIO

4ª. Explica cinco (5) características de la escuela franciscana, que consideres más relevantes.

– En la escuela franciscana su característica distintiva con respecto a la dominicana es su profunda unidad de pensamiento entre los autores, tanto en el ámbito filosófico como en el teológico, sin que la escuela dependa más de un autor que de otro, como sí sucede en la escuela dominicana que Santo Tomás de Aquino viene a polarizar la sucesiva reflexión filosófica y teológica de la Orden de Predicadores.

– La teología de la escuela franciscana es según la forma del Santo Evangelio, es decir, es de inspiración evangélica y de intención evangelizadora, cristocéntrica y sapiencial, afectiva más que especulativa, y atenta a la significación de Dios en las cosas y a la presencia en el hombre mediante las virtudes. Es una teología que busca alimentar el espíritu de oración y devoción según el carisma franciscano.

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– La escuela franciscana recoge y acepta alguna que otra doctrina del sistema aristotélico y no todo el sistema globalmente como instrumento para la lectura e interpretación de la Sagrada Escritura.

– En su síntesis teológica, la escuela franciscana se configura como platonismo aristotelizante (por su influencia agustiniana y de Avicena) en lo que respecta al aspecto filosófico pues hace un uso moderado del pensamiento de Aristóteles al utilizar sólo algunas categorías de su metafísica de modo tímido y con un cuño más bien neoplatónico. Pero en lo que respecta al aspecto teológico se caracteriza por su orientación cristológica y agápica, porque su teología brota del amor a Dios, a su Palabra, al Verbo encarnado y crucificado intentando ayudar al alma progresar en el amor a Dios y al prójimo. Esto la convierte en una teología marcadamente afectiva, contemplativa y mística.

– Todo el constructo de la teología franciscana está edificado sobre la base del momento culminante cuando Francisco recibe los estigmas, en la búsqueda del éxtasis místico por excelencia.

– Aunque la teología franciscana presente un carácter unitario, al principio se desarrolló en formas diversas: la escuela de París y la de Oxford.

5ª. a) Breve descripción del Studium de los Menores de París y su importancia.

En 1219 llegan los franciscanos a París con la idea de predicar al pueblo y establecer su estudio propio. Se establecen en Saint-Denis. Se percatan enseguida que para cumplir su misión tenían que insertarse en el mundo universitario, por lo que establecen su propio convento cerca de la Universidad. En 1234, San Luis, rey de Francia, les dona algunas tierras y edificios, y el Papa Gregorio IX los aprueba en 1236, año en que ingresa y toma el hábito franciscano en el convento de los Menores Alejandro de Hales, uno de los cuatro maestros de la Universidad de Perís. En 1262 se termina el convento llamado des Cordeliers (los Cordeleros) con la iglesia dedicada a Santa María Magdalena; en ella se celebra la predicación universitaria todos los días de fiesta.

Alejandro de Hales transfiere su cátedra de teología de la Universidad de parís al Studium de los franciscanos donde la regenta hasta su muerte en 1245 junto con Juan de la Rochela (Jean de la Rochelle) que muere el mismo año que Alejandro de Hales. En 1245 les sucede a ambos en la regencia del Studium Odón Rigaldi hasta 1248, y a éste le sucede el inglés y también maestro de París Guillermo de Melitón (o de Middletown) hasta que en 1253 marcha al Studium de Cambridge y le sucede como regente del Studium parisino de 1254 a 1257 San Buenaventura de Bagnoreggio, el cual había sido discípulo de estos cuatro maestros franciscanos. Con todos ellos comienza la formación y consolidación de la escuela franciscana de teología de París. Ya se han creado las condiciones para que los seguidores de San Francisco puedan dedicarse a la objetivación de la fe y al enriquecimiento de su carisma evangélico desde la perspectiva universitaria.

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La doctrina de la primera escuela franciscana parisina estaba moderadamente abierta a la filosofía aristotélica, pero sobre todo a la de San Agustín de Hipona. Se caracterizaba por tesis típicas como el Hilemorfismo universal que enseñaba que todas las criaturas están compuestas por forma y materia (corpórea en el caso de los seres terrestres, e incorpórea en el caso de las criaturas espirituales); la Dualidad de sustancias en el hombre; el doble modo de conocimiento (científico o aristotélico para las cosas inferiores, y el sapiencial o agustiniano para las superiores mediante la iluminación divina); y la pluralidad de las formas sustanciales en el mismo sujeto. Sin embargo, los primeros teólogos franciscanos muestran un notable eclecticismo cuando tratan problemas de naturaleza filosófica.

b) La participación y significación teológica de Alejandro de Hales.

Alejandro de Hales fue el primer franciscano en ocupar una cátedra de teología en la prestigiosa Universidad de París. Ejerció su docencia hasta su muerte en 1245 en el Studium de los Menores junto a Juan de la Rochela. Fue invitado a participar en el Concilio I de Lyon de 1245, encargado de examinar los documentos relativos a la canonización de San Edmundo de Canterbury en agosto del mismo año en París.

Novedades que introduce Alejandro de Hales en la enseñanza de la teología.

La influencia del magisterio de Alejandro en el Studium franciscano de París marcó el plano metodológico al introducir la lectura en el aula de las Sentencias de Pedro Lombardo y las Cuestiones disputadas como método dialéctico con el que se ampliaban temas que las Sentencias apenas habían iniciado y se abordaban otros temas colaterales al ámbito estrictamente teológico. Las Sentencias transmiten la doctrina de los Padres y la importancia de la Escritura como ciencia divina revelada. Aquí es donde se incorpora moderadamente la comprensión de la ciencia aristotélica. La influencia de Aristóteles en la especulación teológica se introduce de forma muy tímida porque la inteligencia de la fe se encamina y justifica especialmente para experimentar la gracia que conduce a una participación efectiva de la vida divina.

c) Quienes fueron los maestros franciscanos del Studium.

Como hemos venido diciendo, el primero de todos los maestros franciscanos del Studium es Alejandro de Hales. Nace en el condado de Gloucester en una familia rica. Muy joven fue enviado por su familia a París a estudiar las Artes de las que luego fue maestro antes de 1210. Luego estudió Teología llegando a ser primero bachiller sentenciario y después maestro regente desde 1220-1221 al conseguir la licencia docendi en ambas facultades. Fue por muchos años regente de la facultad de Teología donde conquistó una enorme fama como maestro. Jugó un papel importantísimo en la solución de la crisis universitaria de la Sorbona de París entre 1229 y 1231 por conflictos de la propia Universidad con el Rey de Francia. Alejandro ingresó en la Orden de Frailes Menores y tomó el hábito a la edad de cincuenta años. Fue el primer franciscano en ocupar una cátedra de Teología en la Universidad de París.

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Junto a Alejandro de Hales fue regente y maestro del Studium franciscano de París Juan de la Rochela. Nació hacia el año 1200 en La Rochelle (Francia) y tomó el hábito de san Francisco en la provincia de Tours siendo aún joven. Junto con Alejandro de Hales y otros dos frailes, preparó la exposición de la Regla de san Francisco que el Capítulo de Montpellier (1241) encomendó a las provincias y que conocemos como Expositio Regulae quatuor Magistrorum (1242). En 1244 tomó parte en el Concilio de Lyón. Se suele situar su fallecimiento hacia año 1245 en París. Fue un eximio confesor y doctor que sobresalió por su palabra y sus escritos, así como por el celo de la pobreza y de la observancia regular. Su obra principal es la Summa de anima, que contiene materias no tratadas por Alejandro de Hales. Escribió además sobre oratoria sagrada y sobre teología: Summa de virtutibus, Summa de vitiis, Summa de articulis fidei, Summa de decem praeceptis. Es más sistemático y didáctico que Alejandro, aunque su pensamiento no es totalmente homogéneo. Con gran lucidez y nitidez establece la distinción real entre la existencia y la esencia. Siguiendo a Avicena, defiende la distinción entre los entendimientos agente y posible, necesarios para conocer mediante la abstracción. Da la máxima importancia al tema de la cultura y de los estudios. 

A ambos les sucedió Odón Rigaldo, nacido cerca de Melun por el año 1200. Tomó el hábito franciscano alrededor de 1236. Estudió teología en la Universidad de París. Fue maestro regente en el studium parisino por sólo tres años debido a que en 1248 fue nombrado arzobispo de Rouen y consagrado obispo en Lyon por el Papa Inocencia IV. Acompañó a su amigo y consejero el Rey Luis IX de Francia (Santo) en la cruzada y estuvo a su lado en su trágica muerte en 1270. En 1274 Rigaldi participó en el Concilio II de Lyon junto con San Buenaventura. Falleció al año siguiente. Su mayor obra es el Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, en ella se encuentra la Quaestio de scientia Theologicae. También escribió sus Quaestiones disputatae. En la evolución de la fundación teorética de la teología Rigaldi representa una etapa importante en la definición de su objeto y finalidad y en la determinación de su naturaleza y su método. Rigaldo supera al Doctor Irrefragable en la cuestión de Scientia Theologicae. Para Rigaldo, la cientificidad de la teología no se basa en el rigor de los procedimientos de la razón sino sólo en la luminosidad de la fe. Para él, la teología no es una ciencia si por ciencia se entiende un conocimiento de los universales e incorruptibles, pero si se atiende a la certeza y a la verdad, entonces la teología también es ciencia. Para Rigaldo la teología es una intensificación de la luz de la fe y del poder de la gracia; y le ve una doble finalidad: especulativa y práctica, dando mayor importancia a la segunda como buen franciscano. Distingue entre teología y metafísica.

A Rigaldo le sucede como regente del studium parisino Guillermo de Melitón en 1248. Guillermo nace también cerca de Melun hacia 1200 y muere en el año 1257. Colaboró en la elaboración de la Summa Halensis para lo cual vuelve a París después de una corta estancia en Cambridge. Su influencia en la Summa aparece en sus cuestiones sobre los Sacramentos. Para él, los sacramentos nacen del Misterio Pascual de Jesucristo, confieren la gracia santificante y llevan a cabo la justificación del hombre por medio de

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los méritos alcanzados por Jesucristo, que es principio, medio y fin de los sacramentos. Los sacramentos son los que restauran la amistad del hombre con Dios.

d) La Summa Halensis

La Summa Halensis es la monumental Summa Theologicae que lleva el nombre de Alejandro de Hales debido a la reverencia y a la admiración hacia el primer gran maestro de la Orden. Esta Summa fue iniciada por Juan de la Rochela antes del ingreso de Alejandro en la Orden, y aprovecha escritos de Guillermo de Auxerre y Felipe el Canciller. En la composición de esta monumental obra colaboraron todos los maestros del Studium franciscano y alguno más, como Roberto de la Basée y Manfredo de Cortona.

Esta obra es una síntesis vastísima de las doctrinas teológicas, patrimonio común del agustinismo medieval. En ella el lenguaje filosófico de Aristóteles y de los filósofos árabes sobre puntos importantes de la metafísica es absorbido en un contexto platónico-agustiniano a través de la interpretación de Avicena.

Es una obra que está estructurada formalmente, compuesta por libros divididos en partes, ésta en unidades que especifican los distintos tratados teológicos, y esto en cuestiones, que se subdividen a su vez en títulos y capítulos.

La obra está dividida en dos partes. La primera trata sobre la unidad de la Trinidad y está destinada a la fe del corazón. La segunda parte trata de la confesión de esa fe para que conozcamos lo que creemos y lo confesemos con palabras católicas y verdaderas. Se tratan los temas de la esencia, la incomunicabilidad, la simplicidad, la inmensidad, la unidad, la verdad, la bondad, la potencia, la ciencia y la voluntad divinas. Lo que motiva y anima la elaboración de esta Summa es la doctrina de la Trinidad.

Los trazos más sobresalientes de esta obra son dos: el uso sistemático del método dialéctico y silogístico y la riqueza y variedad de las fuentes utilizadas y citadas. La Summa es un testimonio patente del desarrollo del método dialéctico y silogístico. En esta obra encontramos el apoyo constante en la Sagrada Escritura y el frecuente recurso a la autoridad de grandes teólogos como San Agustín, san Anselmo, San Bernardo, Hugo de San Víctor y filósofos renombrados como Avicena, Al-Farabi, Avicebrón como los preferidos. Es evidente en esta Summa que el centro, el paradigma, el origen y el hilo conductor del pensamiento franciscano se halla en la Sagrada Escritura.

Sobre el estatuto epistemológico de la teología Hales se pregunta si la doctrina teológica es ciencia, si se distingue de otras ciencias, de qué trata, cuál es la tradición de esta ciencia. De esto se deduce la identificación de la teología con la Sagrada Escritura, ya que para Alejandro de Hales la doctrina Theologicae quiere decir en realidad sacra Scriptura. Es de la revelación y su contenido que él estudia el objeto y sus caracteres. La teología no es una ciencia porque no lleva al entendimiento sólo a la búsqueda de la verdad sino que también conduce al alma a la bondad y a saborear las verdades

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reveladas. El maestro franciscano le confiere a la teología un carácter sapiencial-afectivo que se convertirá en una de las características constantes y principales de su escuela.

En el Studium franciscano de Oxford sobresalen Roberto Groseteste (c. 1175–†1253), Rogelio Bacon (c. 1215–†1292), Juan Duns Escoto (1265–†1308) y Guillermo de Ockham (1285–†1349). La aportación que hicieron los franciscanos de Oxford a la evolución de la teología fue aún mayor que en París. Casi todos los maestros de teología de la prestigiosa universidad inglesa fueron franciscanos. El studium de teología lo pusieron bajo la guía y dirección de Roberto Groseteste.

6ª. a) Semblanza biográfica de san Buenaventura.

Durante el siglo XIII cuatro grandes figuras ocuparon totalmente el campo de la teología: San Buenaventura, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino y el Beato Juan Duns Escoto. San Buenaventura es el primero de los cuatro, no es el primer teólogo franciscano pero sí el más influyente.

San Buenaventura –Juan de Fidanza–  (1227-1274) nació en el pueblo de Bagnoreggio, pequeña ciudad italiana en las cercanías de Viterbo. Un dato curioso, siendo todavía niño, por la intercesión de San Francisco, curó milagrosamente de una grave enfermedad. Entre 1235 y 1243 estudia las Artes en París y al finalizar, ese mismo año, ingresa en la Orden Franciscana en París. En esa misma ciudad, de 1243 a 1248, cursa sus estudios de Teología. Continuó estudiando hasta que en 1254 obtiene la “licentia docendi” y es magister y maestro regente “ad scholas fratrum” del studium franciscano de París.

En 1256 el Papa Alejandro IV decidió la disputa entre el clero secular y las dos órdenes mendicantes –franciscanos y dominicos–, dando la razón a las órdenes mendicantes. Por breve tiempo San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino fueron reintegrados en la Universidad. Dos años después es nombrado Ministro General de la Orden Franciscana renunciando definitivamente a la Cátedra de Teología. A pesar de esto se mantuvo cercano al mundo universitario de París. Allí pronunció tres ciclos de conferencias espirituales ante profesores y estudiantes, la mayoría frailes menores de toda Europa.

En 1273 es nombrado cardenal obispo de Albano (Roma), fue invitado a participar en la preparación y desarrollo del Concilio II de Lyon de 1274. Muere el 15 de julio de ese mismo año durante la celebración de dicho Concilio.

El Papa Sixto IV le canonizó el año 1482. En 1588 le proclamó doctor de la Iglesia Sixto V, asignándole el título de Doctor Seráfico. El sapientísimo León XIII le declaró Príncipe de la Mística. Y Pío XII exhortaba recientemente a los cultivadores de las ciencias eclesiásticas con palabras de San Buenaventura a unir el estudio con la práctica y la unción espiritual.

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Idea general del pensamiento teológico de san Buenaventura.

El pensamiento de San Buenaventura es cristiano y agustiniano a la vez que platónico con alguna que otra vena de aristotelismo. Pero es su misticismo franciscano lo que lo distingue específicamente de los grandes teólogos conocidos hasta su siglo. Este misticismo bonaventuriano proviene de la inspiración franciscana, pero su aparato conceptual proviene principalmente del neoplatonismo bebido de san Agustín, sin olvidar, claro está, las adquisiciones aristotélicas en su pensamiento. Esta síntesis entre la tradición platónico-agustiniana y el misticismo franciscano hace de Buenaventura una figura excepcional del siglo XIII. Sobre la estela agustiniana tradujo la experiencia amorosa del santo seráfico en términos metafísicos y teológicos aptos para iluminar la realidad de la vida, los hechos y los misterios de la Creación, de la redención y del destino sobrenatural del hombre.

Otras características de la originalidad del pensamiento bonaventuriano son el ejemplarismo, todas las cosas son estudiadas a la luz de Dios, modelo supremo y perfectísimo del que son copia todas las criaturas; el cristocentrismo, porque Jesucristo, Dios encarnado, manifiesta el arquetipo divino y restaura la imagen de Dios en el hombre; y el amor por la Sagrada Escritura, porque es el libro que contiene la Palabra de Dios, la única palabra de verdad, el libro que Buenaventura ha leído, meditado y comentado abundantemente.

b) Quienes fueron los discípulos de San Buenaventura y qué piensan acerca de la teología.

Estos fueron algunos de los discípulos de Buenaventura y los que pensaron acerca de la teología:

Gilberto de Tournai (†1284) acentuaba la unión del alma con Dios según las cuatro etapas clásicas de la literatura mística; lectura, meditación, oración y contemplación. A Dios se accede por medio de Jesucristo, que es el Verbo hecho carne y cuya muerte en cruz es la fuente de la auténtica sabiduría cristiana.

Eustaquio de Arras (†1291) en la línea de Buenaventura defiende que el hombre sólo puede acceder a la Verdad Increada por medio de las similitudines expressae de la verdad divina. Estas semejanzas son unas reglas eternas por las que el entendimiento juzga las cosas, y provienen de las irradiaciones de la luz eterna.

Gualtero de Brujas (†1307) incorpora más el aristotelismo en la teoría del conocimiento con la abstracción, pero utiliza, a la vez, la teoría de la iluminación para el conocimiento de las realidades espirituales. Mantiene la tradición de la teología especulativa y práctica siguiendo a Buenaventura y la teoría de la dependencia como condición previa para el desarrollo científico de la teología. Pero encuadrar la teología dentro de la concepción sapiencial incorpora la visión aristotélica de la ciencia y margina la dimensión práctica que entraña según la visión franciscana.

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Juan Peckan (†1292) prosigue la orientación franciscana de esta época, en la que el conocimiento debe someterse al amor y la inteligencia a la voluntad que mantiene la primacía en la comprensión del hombre. La teología mantiene un proceso especulativo autosuficiente, pero conduce al desvelamiento de la realidad de que el hombre es imagen de Dios y a Él tiende. La teología no es valorada por su rigorismo metodológico sino por su labor en conseguir el bien y disfrutarlo. Hay en la teología una dependencia entre la forma de conocer, los objetivos y los efectos en el sujeto, que se traducen en la elevación del conocimiento. Es la sabiduría, que incluye el amor por la iluminación de la inteligencia y la inflamación del afecto.

Guillermo de la Mare (†1289) subraya la orientación exclusiva de la teología hacia la moral, entendida como Ley de Dios, al que tiene como autor, y está expresada en la Escritura. Lo importante es saber lo que hay que hacer para alcanzar la felicidad eterna.

Mateo de Aquasparta (†1302) orienta la filosofía a la teología en el sentido de que la ciencia no es tal si no encamina al sujeto al mundo sobrenatural divino donde alcanza el fin último. La ciencia teológica integra la contingencia, y la contingencia inserta en la providencia divina y ofrece una visión global de la verdad. Razón y fe se dan la mano y su crecimiento es común en el sujeto intelectivo. El entendimiento puede ser considerado en sí mismo, con relación al afecto y con relación al obrar. La teología es la sabiduría que conduce al sujeto a la perfección desde el intelecto y el amor, y no sólo desde la pura razón.

Rogelio Marston (†1303) va en la misma línea de los Menores de Oxford. Enseña que las relaciones del hombre con Dios se concretan según los grados ontológicos que recorre el sujeto a través de su vida, y aprehende a Dios por medio de las especies inteligibles que Dios mismo imprime en el sujeto, pero en el cielo contemplará a Dios más como Luz que ilumina la inteligencia, nunca como contenido y dominio de la inteligencia. Insiste en la importancia de la voluntad y de la libertad como fuerzas fundamentales del desarrollo sobrenatural del creyente para que el amor mantenga la primacía en la existencia. He aquí el aspecto afectivo de la teología que es propio de la sabiduría cristiana. Este amor hacia Dios alcanza su culmen cuando es libre y gratuito, cuando tiene a Dios como su objeto primario, entonces este amor se llama caridad.

Nicolás de Ockham (†1320) siguiendo a San Agustín y a los victorinos afirma que Dios es un bien en sí mismo y no necesita de contraprestaciones para motivar dicha relación de amor. Para que el amor humano no se busque a sí mismo debe caer bajo el amor de Dios en la triple relación de amor del hombre: hacia sí mismo, hacia el propio cuerpo y hacia el prójimo.

Según Ricardo de Mediavilla (†1302-1308), la caridad alcanza su plenitud cuando la existencia humana termina en la felicidad eterna, donde disfruta del Sumo Bien. La teología se orienta hacia este fin, cuya andadura sapiencial, en la que intervienen las fuerzas intelectivas, acaba en la experiencia del amor de Dios. Ésta es la finalidad

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práctica de la teología sobrepasando o superando lo especulativo, y actuando en la voluntad, que es raíz de toda actuación externa. Es Dios mismo y su revelación quienes establecen la posibilidad de su relación con la teología y suscitan el amor en el hombre a través de los bienes que él percibe en su vida. No se minusvalora la teología especulativa, pero es indudable que la teología práctica es superior.

Guillermo de Ware († después de 1305) distingue dos teología, una como ciencia de Dios, en la que Dios es el sujeto, objeto y fin, de cuyo conocimiento Él hace partícipes a los ángeles y a los bienaventurados; y la otra teología es la pensada y escrita por los hombres en la historia según los principios de la ciencia. Esta teología no es perfecta por los límites que tiene la contingencia humana, pues el entendimiento no toca directamente los contenidos evidentes de los artículos del Credo, ni siquiera los principios con los que se elabora toda ciencia. La metafísica y la teología natural no alcanzan por sí mismas a Dios porque Dios no es una realidad creada a la que se pudiera acceder por medio de los conceptos universales o positivos de la inteligencia humana. Dios se da a los hombres, y la teología parte de un supuesto que es una verdad evidente en la medida en que poseen la influencia de la luz sobrenatural mediante la cual tratan como objeto a Dios, e incluso a todos los demás seres en cuanto mantienen una relación con Él. La criatura necesita una disposición especial dada por Dios para recibir o adquirir tal luz sobrenatural para conocer a Dios. La teología es una ciencia especial, porque su objeto es especial, orientado al bien y al fin del hombre. La teología es una ciencia contemplativa.

7ª. a) Semblanza biográfico-teológica breve de Juan Duns Escoto.

Juan Duns Escoto nace hacia entre el 23 de diciembre de 1265 y el 17 de marzo de 1266 en el pueblo de Duns, condado de Berwick, al sureste de Escocia. Con 13 años de edad ingresa en la orden franciscana en el convento de Haddington, distante unos 20 km de Edimburgo y unos 50 km de Duns. El 17 de marzo de 1291 es ordenado sacerdote en Northampton, por el obispo de Lincoln Olivier Sutton. Todo el decenio anterior a su ordenación sacerdotal (1281-1291) fue de estudio y formación. Dentro de ese decenio, después de una breve estancia en un convento franciscano escocés, marcha a París por cuatro años (1284-1287) para completar su formación filosófica. Vuelto a Inglaterra estudia teología en el studium franciscano de Northampton. De nuevo en París en 1293 o 1294 permaneció hasta 1297, estudiando bajo la guía del maestro franciscano Gonzalo Hispano y otros maestros de prestigio. Llamado a Inglaterra enseñó en la Universidad de Oxford; en los años 1297-1300 comenta como bachiller sentenciario las Sentencias de Pedro Lombardo en Cambridge, y de 1300 a 1301 en Oxford, cuyo comentario se llama Lectura prima u Opus Oxoniense o Ordinatio oxoniensis; y el de Cambridge, Reportatio cambrigensis.

Sus clases se interrumpen a raíz de la disputa entre el Papa Bonifacio VIII y el Rey Felipe el Hermoso de Francia. Duns Escoto se pone de parte del Papa y se ve obligado a abandonar Francia en el plazo de tres días. Parte hacia Oxford. Vuelve a enseñar en

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París desde 1304 a 1307. En 1304 el Ministro General de la Orden, Gonzalo Hispano, lo propone para ser promovido a Doctor, de manera que alcanza el grado de Maestro (magister) y profesor de teología. El año 1307 el mismo Gonzalo Hispano le manda al studium franciscano de Colonia donde enseña hasta que fallece repentinamente el 8 de noviembre de 1308, después de una disputa con los herejes begardos. Tenía a la sazón 43 años de edad.

Su obra principal es el Opus oxoniense que mencionamos anteriormente. Este escrito tan extenso es fruto de un trabajo sistemático que fue componiendo poco a poco, en el que recogía lo mejor de sus lecciones universitarias. Es fundamental también su opúsculo de metafísica De primo principio, una obra sin igual por su rigor, sistematicidad y fortaleza teorética. La última obra de Escoto es el Quopdlibetum; en sus 21 cuestiones expone las doctrinas con mayor claridad, con método más fácil y con argumentos más sólidos. También entre sus obras hay comentarios a algunos escritos de Aristóteles.

Duns Escoto es considerado el máximo y más cualificado exponente de la escuela franciscana. Lleva la dirección voluntarista que caracteriza a la escuela franciscana hasta sus últimas consecuencias, asignando sistemáticamente el primado absoluto a la voluntad/libertad sobre el conocimiento/razón tanto en las obras de Dios como en las de los hombres. Escoto es deudor de San Agustín y San Buenaventura, también de Aristóteles y especialmente de Avicena, de quien toma algunos principios importantes de su metafísica. Con su mente agudísima, que le ha valido el título de Doctor subtilis (Doctor sutil), Escoto ha logrado desentrañar los más arduos problemas de la metafísica y de la teología hasta la exasperación.

Escoto asumió posiciones totalmente diversas de las de Alejandro de Hales y San Buenaventura, disminuyendo el espesor del agustinismo de ambos. Tiene con Santo Tomás de Aquino muchos puntos de convergencia gracias a su común herencia agustiniana. Con su voluntarismo, su criticismo y con la ruptura de la armonía entre fe y razón, Escoto abre la puerta a la vía media, que es tanto la vía nominalista de Ockham como la vía mística del maestro Eckhart. Es explícitamente en relación a Duns Escoto, sea rechazando su ontología, sea sirviéndose de sus métodos dialécticos, que los pioneros de la vía moderna darán un nuevo aspecto al último período de la Escolástica. Escoto debe ser situado en la transición de las dos épocas.

b) Idea general de su pensamiento filosófico-teológico.

Escoto pretende una nueva síntesis entre la corriente platónico-agustiniana y la aristotélico-tomista, teniendo en cuenta su formación en Oxford, la tradición franciscana y el ambiente antiaristotélico y antitomista. Su concepción teológica determina su filosofía.

El hombre se encuentra bajo el paradigma del pecado original, lo cual conlleva que la cognoscibilidad de Dios no la tenga el hombre en su singularidad de una forma

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intuitiva, como los bienaventurados, sino que la deba elaborar conceptualmente. El concepto más simple que la mente humana puede formarse de Dios es el de ente infinito, concepto que posibilita crear un punto de encuentro entre la filosofía y la teología en la metafísica. La metafísica hace posible que se acceda a Dios por la necesidad de la existencia de un ser en acto infinito. Esta evidencia sólo se da en el conocimiento que Dios tiene de su propia esencia. Esta evidencia, que requiere un conocimiento perfecto del objeto, se llama «teología en sí».

Existe otra teología llamada «teología en nosotros», de conocimiento imperfecto y dependiente de la aprehensión que de dicho objeto se tenga. Esta teología abarca las verdades transmitidas en la Sagrada Escritura y las que se deducen de ella pues la escritura sólo dice aquellas verdades que el hombre puede comprender. La teología supone cierta analogía, pues nuestros conceptos no captan la entera esencia divina. Para el conocimiento de la revelación cristiana se requiere la dimensión sobrenatural de la gracia, experiencia que no es necesaria para la filosofía y las ciencias.

Que la teología ayude y complete a la filosofía se comprueba porque el fin último a que aspira el hombre no le es proporcionado totalmente por la inteligencia o la comprensión de las sustancias separadas de las que habla Aristóteles, ni tampoco puede probar cómo es la fruición de Dios ni proporcionarle los medios para alcanzarla. Esto conduce a la necesidad de la Revelación, que sólo acoge la teología. Es una Revelación que trasmite a un Dios personal, libre en el amor.

Escoto distingue una inteligencia especulativa y otra práctica. La primera se detiene en la contemplación del propio objeto. La segunda tiende en sí misma al cumplimiento de un fin y conforme a la verdad. La teología es ciencia práctica cuando la inteligencia práctica indica la rectitud del propio contenido como un bien y de ella procede el acto voluntario.

En la Cristología de Escoto, Jesucristo es la obra máxima de Dios ad extra. Él es el primero pensado y querido al inicio de la creación, antes del pecado de Adán, causa y fin del universo. Sin negar que la Encarnación sea el acontecimiento necesario para salvar al hombre del pecado, sin embargo, ella expresa ante todo la relación de amor que Dios establece con la creación. Ella sacramentaliza el amor intratrinitario divino y el amor como donación a su criatura.

8ª. Breve síntesis acerca de la idea y contexto general de la teología de la escuela Dominicana.

Hacia el año 1249 cayeron definitivamente las prohibiciones aristotélicas. La progresiva liberalización de los decretos que prohibían el uso y enseñanza de las obras aristotélicas

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en la Universidad de París, tuvo un papel determinante en la elaboración de la epistemología teológica. La cientificidad de la teología recibió una ulterior profundización por mérito de Alberto Magno y Tomás de Aquino. Entre los años 1252 y 1255 irrumpen las obras de Aristóteles en los medios universitarios de París y se fija la normativa de la enseñanza aristotélica en un documento de la Universidad de París publicado el día de Palmas o Ramos de 1255. El contacto con el corpus aristotelicum fue lo que permitió rehacer la epistemología teológica, elaborando una teoría del estatuto epistemológico de la teología según la cual la ratio (la razón) interviene no desde el exterior, sino desde el interior del trabajo de profundización de la fe.

La escuela dominicana estuvo representada de manera egregia por Alberto Magno y Tomás de Aquino. Su característica fundamental consiste en el aristotelismo, como el agustinismo platonizante lo fue de la escuela franciscana. Hay un punto de vista más místico en Platón, San Agustín y San Buenaventura y los franciscanos, y un punto de vista más racional y empírico en Aristóteles y Santo Tomás. A este dualismo hay que añadir otro, entre las dos escuelas teológicas: el dualismo u oposición entre tomismo y escotismo como consecuencia y continuación del conflicto precedente de las últimas dos décadas del siglo XIII, entre aristotelismo averroísta y agustinismo platónico avicenista.

La extraordinaria grandeza de Tomás de Aquino polariza en torno suyo toda la reflexión filosófica y teológica de los miembros de su Orden. La escuela dominicana termina por coincidir e identificarse con la escuela tomista.

9ª. Semblanza biográfico-teológica de san Alberto Magno (†1206).

A la vez que Buenaventura componía una genial síntesis del pensamiento cristiano desde la visión de la espiritualidad franciscana, Alberto Magno componía otra en sintonía con las exigencias culturales, espirituales y apostólicas de la Orden de predicadores.

Alberto Magno o Alberto de Bollstadt nace en Lauingen (Suabia) entre el 1200 y el 1206. Cursa los primeros estudios universitarios en Bolonia y en Padua, donde viste el hábito en la Orden de predicadores en 1223. Se le envía entonces al convento de Colonia para el noviciado y continuar los estudios. En Padua estudia artes liberales, filosofía y medicina. Las ciencias naturales fueron objeto de su especialización, por eso se ganó el nombre de filósofo, que en aquel entonces equivalía al de científico o físico (médico).

Del 1228 al 1240 fue lector de teología en varios conventos de la Orden en Alemania. En 1240 es enviado a París con el fin de conseguir los grados en teología. Es bachiller sentenciario del 1240-1242 y ocupa una de las dos cátedras dominicas como maestro regente del 1242-1248. En el Capítulo General de la Orden en 1248 se ordena la creación de un Studium generale et solemne en las provincias de Provenza, Lombardía, Alemania e Inglaterra. Ese mismo año se crea el de Colonia que se le confía a la

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dirección de Alberto, y se lleva consigo al mejor de sus alumnos parisinos, el joven Tomás de Aquino.

En París estuvo ocho años ejerciendo la docencia la cual consolidó su fama de maestro prestigioso y de hombre estudiosísimo. En 1254 es nombrado ministro provincial de Alemania y ejerció este cargo por cuatro años. Después reemprende su docencia en Colonia hasta 1260. En esos años explota en París la polémica de los maestros seculares contra los mendicantes, en particular contra Buenaventura y Tomás de Aquino. Los maestros seculares intentaron que los religiosos mendicantes fueran expulsados de la enseñanza universitaria. El gran acusador fue el maestro secular Guillermo de Santo Amor que en un libelo titulado De periculis novissimorum temporum (1256) pedía, recurriendo a la Biblia, a la Historia, al Derecho, a la Filosofía y a la Teología, no sólo alejar a los frailes de la Universidad, sino también que se les prohibiera el libre apostolado en el mundo cristiano. El Maestro general de la Orden envió a Alberto a Roma, a la corte de Alejandro IV, para que defendiese la causa de los mendicantes. Después de explicar Alberto, ante el Papa y los cardenales el Evangelio de Juan y las cartas canónicas y otros escritos neotestamentarios, terminó la espinosa cuestión de los mendicantes.

Vuelto a Colonia, Alberto fue nombrado obispo de Ratisbona en 1260, pero en 1261 renuncia al obispado y Urbano IV, sucesor de Alejandro IV, le aceptó la dimisión. Los últimos dieciocho años de su vida (1262-1280), Alberto los ocupó en la enseñanza, la predicación, los viajes, misiones diplomáticas, la investigación científica y la redacción de numerosas obras. En 1263 el Papa le encargó la predicación de la cruzada, como legado pontificio, en los países de lengua alemana. En 1274-1275 participó junto a Buenaventura en el Concilio II de Lyón. Alberto murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280. El Papa Gregorio XVI lo beatificó en 1622 y Pío XI lo proclamó Santo y Doctor de la Iglesia en 1931. Todavía en vida fue citado como autoridad digna de estar junto a la de Avicena o Averroes. Fuera de Alemania su influjo se hizo sentir especialmente en Polonia. Más adelante la reforma católica y el humanismo tratarán de expulsar el albertismo fuera de las academias, pero su presencia permanecerá aún fuerte y vivaz en Colonia y en Cracovia hasta el siglo XVIII.

10ª. a) Semblanza biográfico-teológica breve de Santo Tomás de Aquino.

Tomás nace en Roccaseca entre 1224 y 1225, era el menor de 4 varones, sus padres lo destinaron a la vida eclesiástica. Con cinco o seis años entró como oblato en la abadía de Montecasino para ser instruido en la vida monástica benedictina. En 1239 pasó al Studium Generale de Nápoles para continuar sus estudios y es allí donde madura la idea de abrazar el estado religioso de la joven Orden de predicadores. En abril de 1244 viste el hábito de dominico, con la oposición de su madre y sus hermanos, pero no es hasta 1245, siendo ya mayor de edad y libre en que Tomás puede marchar definitivamente a París para comenzar los estudios teológicos bajo la guía de Alberto Magno.

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En 1248 Alberto deja París para ir a Colonia a organizar un nuevo Studium y lleva con él a Tomás de Aquino. Allí consiguió el baccalaureatus biblicus (bachiller bíblico). En 1252 fue ordenado sacerdote y enviado de nuevo a París a fin de conseguir los grados académicos superiores. Entre 1252 y 1256 imparte cursos como bachiller sentenciario y se ve envuelto, junto con San Buenaventura, en la lucha contra el clero secular por la asignación de las cátedras de teología. También durante este tiempo recibirá el doctorado (1256) de maestro en teología junto a Buenaventura.

En 1259 deja París y vuelve a Italia para ocuparse de diversos encargos en el convento de Santo Domingo de Nápoles. Esta permanencia en Italia, de 1259 a 1269, constituye el período más tranquilo de su vida y el más fecundo. De ahí marcha a Roma para dirigir el studium dominicano de Santa Sabina en donde se ocupa de diversas obras. Allí defiende la causa de las Ordenes mendicantes contra algunos maestros seculares, también se ocupó de la controversia con la escuela agustiniana en torno a la unidad de la forma sustancias en el hombre, también luchó contra los averroístas. Después del verano de 1272 vuelve a Italia en donde recibe el encargo de reorganizar la enseñanza de la teología en la Universidad de Nápoles y de tener algunos cursos que atendió hasta enero de 1274.

Un día de diciembre de 1273 decide interrumpir toda clase de trabajos, pues había tenido un éxtasis esa mañana que le había hecho comprender, que lo que había escrito en sus libros era un montón de paja, dejando inconclusas dos de sus obras más importantes. Muere el 7 de marzo de 1274 camino al Concilio ecuménico II de Lyón.

b) La Summa Theologicae.

Santo Tomás de Aquino se dio cuenta que las dos formas de la enseñanza universitaria no satisfacían la presentación orgánica del saber. Por eso decide redactar su Summa Theologicae. No es un manual, no pensó en hacerlo a modo de manual, él pretendía comprender en lo que se llama Summa todos los saberes que comprenden el Corpus Theologicum. Es una exposición concisa de la enseñanza de la teología adaptada al nivel de la cultura general de los estudiantes y construida según un plan que manifestara el vínculo interno de los objetos tratados.

El paso que da es integrar con la racionalidad lo que había descubierto Aristóteles. Esta integración del aristotelismo empieza a ser aceptado en la Universidad de París a partir de la segunda mitad del s. XIII. Anteriormente estaba en la clandestinidad. Esta progresiva liberalización de los Decretos prohibitorios de los estudios de Aristóteles empezó con la Física y la Metafísica de Aristóteles. El carácter científico que adquiere la teología va a ser profundizado por el manejo que los maestros hacían de las categorías aristotélicas.

Se podrá observar cómo la teología es, incluso en su organización, más racional, un conocimiento religioso. No son unas categorías filosóficas las que, desde el exterior, aseguran la unidad, reduciéndola a una metafísica sagrada, adornada con alusiones

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espirituales y con corolarios piadosos, sino que es su misterio interno. Las estructuras aristotélicas no son accidentales a la teología de la Summa. Pero la sistematización debe respetar la sorprendente lógica del reino de Dios, cuyos designios se expresan en la oscuridad del misterio tanto como en las conveniencias de su realización.

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