Breviario de Leonardo Da Vinci

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Breviario de Leonardo de Vinci José de España Prólogo Preparado por Patricio Barros 1 PROLOGO En la historia de la cultura, el estudio de Leonardo de Vinci, no representa solamente la consideración de una biografía, el análisis de una obra, o la discriminación del complejo de circunstancias que presidieron y rodearon su eclosión. El estudio de Leonardo de Vinci exige algo más. Aparte la admiración inexcusable, hay que acercarse a él con amor y simpatía. La Gioconda Leonardo de Vinci, no es tan sólo un artista genial, un sabio asombrosa, un inventor desconcertante, un filósofo original, un pensador para quien ninguna audacia fue desconocida. Leonardo de Vinci, es todo esto y otra cosa más: Leonardo de Vinci es EL HOMBRE. Nunca ha producido la humanidad una figura más brillante y más completa. Nunca producirá, acaso, un alma más sutilmente atormentada. "¡Oh, Lionardo mio che tanto penate!"... De él pudo decir un rival más afortunado: "Es un hombre que lo emprende todo y que no termina nada jamás". El Renacimiento universal, ha dado artistas de mayor potencia, pintores más fecundos, escultores de fortuna infinitamente superior, humanistas de mayor resonancia, escritores de más elegante y perfecto estilo, pensadores de más trascendente y ajustada disciplina. Su obra de pintor, escasa en número y frágil de materia, dura con dificultad. Su labor de escultor se ha perdido casi por completo. En el terreno del método filosófico, de la ciencia y de la técnica se le reconocen méritos indiscutibles de "precursor". Pero esta palabra vale tanto como la afirmación de la verdad que cada uno de sus inventos, intuiciones y antelaciones, han sido ampliamente superados. La razón de la inmortalidad de Leonardo, de la enorme sugestión de su nombre, de su influencia inagotable y de su perpetua actualidad deben, pues, buscarse fuera de la estrecha especialización o del significado particular de cada una de las disciplinas que frecuentó con pasión y con genio. Si como artista, sus obras, que fueron producto de un pasmoso poder de intuición y de una sabiduría técnica insuperable, explican su celebridad de pintor hay que buscar en cambio en su

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    Prlogo Preparado por Patricio Barros1

    PROLOGOEn la historia de la cultura, el estudio de Leonardo de Vinci, no representa solamente laconsideracin de una biografa, el anlisis de una obra, o la discriminacin del complejo decircunstancias que presidieron y rodearon su eclosin.El estudio de Leonardo de Vinci exige algo ms. Aparte la admiracin inexcusable, hay queacercarse a l con amor y simpata.

    La Gioconda

    Leonardo de Vinci, no es tan slo un artista genial, un sabio asombrosa, un inventordesconcertante, un filsofo original, un pensador para quien ninguna audacia fue desconocida.Leonardo de Vinci, es todo esto y otra cosa ms: Leonardo de Vinci es EL HOMBRE.Nunca ha producido la humanidad una figura ms brillante y ms completa. Nunca producir,acaso, un alma ms sutilmente atormentada. "Oh, Lionardo mio che tanto penate!"...De l pudo decir un rival ms afortunado: "Es un hombre que lo emprende todo y que notermina nada jams". El Renacimiento universal, ha dado artistas de mayor potencia, pintoresms fecundos, escultores de fortuna infinitamente superior, humanistas de mayor resonancia,escritores de ms elegante y perfecto estilo, pensadores de ms trascendente y ajustadadisciplina.Su obra de pintor, escasa en nmero y frgil de materia, dura con dificultad. Su labor deescultor se ha perdido casi por completo. En el terreno del mtodo filosfico, de la ciencia y dela tcnica se le reconocen mritos indiscutibles de "precursor". Pero esta palabra vale tantocomo la afirmacin de la verdad que cada uno de sus inventos, intuiciones y antelaciones, hansido ampliamente superados.La razn de la inmortalidad de Leonardo, de la enorme sugestin de su nombre, de suinfluencia inagotable y de su perpetua actualidad deben, pues, buscarse fuera de la estrechaespecializacin o del significado particular de cada una de las disciplinas que frecuent conpasin y con genio.Si como artista, sus obras, que fueron producto de un pasmoso poder de intuicin y de unasabidura tcnica insuperable, explican su celebridad de pintor hay que buscar en cambio en su

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    condicin humana, en su calidad de "uomo universale", el motivo de aquella aureola casi mgicaque constituye la radiacin misteriosa e irresistiblemente seductora de su inmensa personalidad.Ningn camino ms corto y ms directo para aproximarnos al alma de Leonardo que el que nosofrece la senda de sus manuscritos.El estudio exhaustivo de los papeles de Vinci, exigira un volumen enteramente consagrado atan complejo menester. Con todo, tampoco podemos prescindir de referir algunas de suscircunstancias, si queremos que acabadamente comprenda el lector las pginas que sometemosa su examen.

    Cabeza de San Ana, Santa Ana y la Virgen .

    Aunque Leonardo hace referencia en sus escritos a numerosos tratados orgnicos y metdicossobre los temas y las materias de ms diversa condicin, seria un error creer que tales tratadosfueron terminados y orgnicamente compaginados por l.La mayor parte de tales obras, como libros concluidos y ordenados, slo existieron en laintencin del autor.La verdad es otra. Lo real es que Leonardo escriba de todo y en todo momento, sin seguir unorden, un mtodo ni una clasificacin."Todo esto, escribe l en 1508, diez aos antes de su muerte, refirindose a sus propiosmanuscritos, constituye un conjunto de muchos pliegos, esperando clasificarlos en suoportunidad teniendo en cuenta la materia de que tratan". (R. 4).Este trabajo, no lleg a realizarse en su totalidad. Por el contrario, a la muerte de Leonardo,aument el desorden de sus manuscritos.Por testamento, todos sus papeles fueron cedidos en 1519 a Francisco Melzi. Desaparecidoste, el rico archivo leonardesco cay en poder de su hijo Horacio. Este pobre ser, sin sospecharsiquiera el valor del legado, abandon los millares de fojas que cubran los admirables dibujosy la singular letra del Vinci, en un granero cuyos techos estaban en mal estado. La lluvia, losvientos, la humedad y el trabajo de silenciosa ruina llevado a cabo por el tiempo y por las ratas,destruyeron buena parte de los manuscritos. Despus, como si esto fuera poco, vino el perodode su dispersin.

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    El preceptor de Horacio Melzi, de nombre Lelio Gavardi d'Isola, descubri un da, en el lugaren que se hallaban abandonadas, las preciosas anotaciones de Leonardo.No le cost ningn trabajo obtener de su discpulo que le confiara trece manuscritos. Con ellosen su poder, hizo un viaje a Florencia para ofrecrselos al gran duque. En el intervalo stemuri. Entonces, comprendiendo el partido que poda sacar de ellos, el preceptor de Horacioviaj a Pisa con la intencin de venderlos en provecho propio. All se encontr con su amigoMazzenta, ante cuyas agrias recriminaciones se sinti arrepentido y le encareci que l mismose encargara de restituirlos a su verdadero dueo.Pero Mazzenta no haba contado con la desaprensiva estupidez de Horacio Melzi. Este, lejos deagradecer su diligencia, lo que hizo fue regalarle los manuscritos que traa y adems le ceditodo lo que quiso tomar de los papeles de Vinci que an tena en su casa.Difundida la novedad de la existencia de tan interesantes documentos, fueron muchos losamigos de Melzi que consiguieron que ste les cediera parte de ellos a modo de gratuitoobsequio.

    Autorretrato de Leonardo de Vinci. Sanguina.

    Afortunadamente para la historia y para la memoria de Leonardo, entre los que se sintieronatrados por los manuscritos descubiertos, figuraba Pompeo Arettino Leoni. Su inters fue tangrande que ofreci una banca en el Senado de Miln a cambio de los trece manuscritos quehaban sido dados por Melzi a Mazzenta.Slo entonces, comprendiendo su valor, Horacio Melzi trat de recuperarlos. Pero los hermanosMazzenta, en cuyo poder estaban los papeles, no le devolvieron sino siete, de los trece recibidos.Los seis restantes, fueron objeto de comercio por parte de sus poseedores. Uno de ellos, queintegraba el llamado: "Tratado de la Sombra y de la Luz", y que hoy se halla en la Ambrosiana, fueofrecido al cardenal Borromeo; otro pas a manos del pintor Figgini; el tercero fue adquirido por elduque de Saboya. Los tres restantes, que constituyeron la base de la coleccin designada con elnombre de "Cdice Atlntico", pasaron a poder de Pompeo Leoni, y de ste, a su muerte, fueronheredados por Cleodoro Calchi.

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    Cleodoro Calchi, vendi en 300 escudos dicha coleccin a Arconati, que luego rechaz seiscientosescudos ofrecidos por el duque de Saboya a cambio de tan importante coleccin.En el ao 1637, Arconati, comprendiendo por fin cual deba ser el verdadero destino de estosmanuscritos que constituan un captulo de la cultura humana, resolvi donar el "Cdice Atlntico"con nueve colecciones de manuscritos ms a la Ambrosiana.Peladan, en su estudio sobre los manuscritos de Leonardo de Vinci, hace notar que en 1796, el"Cdice Atlntico" y doce colecciones de papeles del Vinci, pasaron a poder del Instituto deFrancia. El gran cdice fue depositado en la Biblioteca Nacional y el Instituto qued comodepositario del resto.Cuando en 1815 el gobierno austraco exigi la devolucin de aquel tesoro confiscado, slo sehicieron investigaciones en la Biblioteca Nacional, de modo que lo nico que se devolvi fue loque en ella haba, es decir, el "Cdice Atlntico".Los manuscritos que hoy existen en la Biblioteca Nacional de Pars, son dos volmenes deescritos del Vinci, formados por dos conjuntos de hojas robadas de los manuscritos marcados conlas letras "A" y "B", vendidos a Lord Ashburnam y devueltos luego.En 1876, Lord Lytton compr otros legajos de manuscritos del Vinci, en Viena, y los don alSouth Kensigton Museum. Ellos constituyen los tres volmenes que figuran en el catlogo dedicha institucin.

    Presunto autorretrato de Leonardo.

    Finalmente, Lord Arundel adquiri en Madrid los papeles que quedaban en poder de la sucesinde Pompeo Leoni, fallecido en 1670, e hizo donacin de los mismos al British Museum y a laBiblioteca de Windsor en donde se hallan en la actualidad.Tal es, brevemente referida, la historia y las vicisitudes que los manuscritos de Leonardo de Vinciexperimentan desde el da en que falleci en Cloux, hasta nuestra poca, segn el completo yminucioso relato que se debe a la erudita preocupacin de M. Uzielli.Digamos ahora algo de su aspecto exterior y hablemos luego de su contenido.Los manuscritos de Leonardo de Vinci estn trazados por lo general sobre hojas de diverso formatoen las que el texto y los dibujos alternan con la espontaneidad del momento y de la inspiracin.

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    Varios miles de pliegos constituyen ese vasto conjunto, y su clasificacin por pocas y suordenacin por materias, puede decirse que todava no ha terminado en nuestros das.Los dibujos, unas veces ilustran el texto que ha sido pergeado en su vecindad. Otras vecescorresponden a prrafos trazados en pginas aparte; otras, finalmente no tienen relacin conninguno de sus escritos, o se vinculan a hojas que acaso se perdieron.El procedimiento de inscripcin varia constantemente, como que se trata de trabajos qu abarcandesde la juventud del maestro hasta los das postrimeros de su vida.Pero, lo que siempre ha llamado poderosamente la atencin de los observadores, tal vez en mayormedida an que la belleza indescriptible de los diseos o la originalidad de las observacionesescritas, ha sido el alfabeto "secreto" que Leonardo de Vinci emple, casi sin excepcin, paratrazar sus escritos.

    Perfil de joven. Dibujo.

    La "letra" de Leonardo ha dado motivo para tantos estudios, hiptesis y diatribas como el clebrealargamiento y deformacin de las figuras, en la pintura de El Greco.La primera caracterstica especial que singulariza la escritura de Leonardo de Vinci estriba en elhecho de que Leonardo, en vez de escribir de izquierda a derecha a la manera de nuestro usooccidental, lo haca de derecha a izquierda siguiendo la costumbre de los orientales.Por otra parte, si se analiza cada uno de los signos empleados en su escritura, se advierte que ellosresponden a un diseo completamente personal; y que la manera de puntuar sus prrafos cambiasegn cierta ley o principio de evolucin que se acenta y se desarrolla con el transcurso de su vida.Muchas hiptesis se han urdido para explicar los motivos que pudieron inducirlo a la creacin yadopcin de esa escritura "secreta".Algunos autores se inclinan por una explicacin de ndole simplemente fisiolgica. ComoLeonardo era zurdo, suponen que al escribir con la mano izquierda le resultaba ms cmodohacerlo con movimiento y curso sinestrgiros. Pero, aparte de que esta teora slo servira paraexplicar la inversin del trayecto de la escritura, y de ninguna manera la invencin y adopcin designos que le son propios, hay que tener en cuenta, adems, que en muchos de los escritos del Vinci

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    la direccin de su trazo alterna de izquierda a derecha o de derecha a izquierda segn una frmulaque luego diremos.Suponen otros que el empleo de una escritura secreta por parte de Leonardo de Vinci estjustificada por el deseo o la precaucin de sustraer sus escritos a la curiosidad de la Inquisicin,que acaso hubiera podido perseguir a un investigador de tipo positivista y racionalmentecientfico como lo era Leonardo.Pero tampoco esta teora es digna de mayor consideracin. Su carcter novelesco salta a la vista.Los hechos no la justifican.

    Cabeza de combatiente. Estudio para la batalla de Anghiari.

    Por una parte, la escritura de Leonardo, si bien peculiar y extraa por muchos de sus aspectos, nose puede llamar con propiedad "secreta". Para una persona familiarizada con la cursiva gtica quese usaba en la poca y en plena posesin de la lengua y del estilo adoptados por l, escasadificultad puede entraar la lectura de sus manuscritos. Coloque el lector ante un espejo,cualquiera de las reproducciones facsimilares que de su escritura damos y ver cmo, al serrestablecido por la inversin de la imagen el curso normal de la escritura, poco a poco penetra,sin gran dificultad, el sentido del fragmento elegido.Por lo dems, entre los contemporneos y amigos de Leonardo no era un secreto que el granpintor de "La Cena" se daba a toda clase de estudios y que disecaba cadveres humanos. Si laInquisicin hubiera querido formarle proceso, no hubiera necesitado de sus manuscritos tanfciles de descifrar, como piezas de conviccin.Tambin se ha sugerido que Leonardo apelaba a una escritura propia para evitar que los detallesreferentes a sus mquinas y sus numerosos inventos le pudieran ser robados.En ste, como en el caso anterior, es fcil referir tales explicaciones a la actividad puramenteimaginativa de quienes atribuyen a los hombres del pasado propsitos y determinaciones que sloson patrimonio de nuestra condicin moderna y de nuestro modo de ser actual.En realidad, la explicacin de la formacin y adopcin de la letra peculiar del Vinci, hay quebuscarla en un proceso ms lgico, ms sencillo y ms digno del genio que las determin.

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    Para el estudio detallado de esta interesante cuestin nos permitiremos remitir al lector a losestudios "Los Manuscritos de Leonardo de Vinci", "Ciencia y Grafologa" y "Unahiptesis grafolgica", que hemos publicado en otra oportunidad1.Digamos tan slo aqu, resumiendo nuestros trabajos anteriores, que la letra que estudiamos no esms que un caso particular de ese gran proceso de proyeccin personal, que el propio Leonardode Vinci afirma y postula como base psicolgica de su esttica.Si observamos la letra de Leonardo de Vinci y la consideramos en funcin de sus diferentespocas, veremos que, en sntesis, ella se ajusta a tres periodos bien caracterizados.El primero, corresponde a su juventud y se presenta en sus manuscritos del primer perodoflorentino. Es una letra de intencin decorativa, ideada y trazada para acompaar el carctergeneral de sus dibujos.Segn lo exija la ndole del diseo, que va acompaado de anotaciones, la letra corre deizquierda a derecha, o de derecha a izquierda, sin otro propsito que el de lograr limpieza yequilibrio de distribucin.

    Cabeza de una joven.

    En el segundo perodo, que corresponde a su poca milanesa, la letra del Vinci condensa ysimplifica sus rasgos, conservando muchos de los caracteres de su belleza decorativa; perobuscando, al propio tiempo, una mayor velocidad de inscripcin.En efecto, es la poca en que Leonardo alterna, por modo cada vez ms excluyente y msactivo, sus trabajos de artista con sus preocupaciones de filsofo y de hombre de ciencia.Finalmente, en el tercer perodo, en la poca errante que abarca del 1500 hasta 1519, ao de sumuerte, la letra de Leonardo no slo aumenta la condensacin, aglutinacin y simplificacin desus rasgos, sino que su sistema de puntuacin, excluye todos los signos con excepcin delpunto.Su escritura se ha convertido, pues, en un sistema estrictamente taquigrfico. Su estilo, es unestilo lapidario que slo se preocupa de reflejar lo esencial de cada uno de sus pensamientos.

    1 La Nacin (suplementos dominicales), marzo de 1929

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    Basta lo dicho para comprender cul es nuestro intento de explicacin de la escritura "secreta"de Leonardo. Nada hay de "secreto" ni de particularmente misterioso en ella. En el fondo es unsencillo caso de grafologa comn. La sorprendente originalidad de sus rasgos, no es otra cosaque la expresin manifiesta de la radical originalidad de su autor.Al principio, el espritu de Leonardo determina la originalidad inicial de su escritura; luego, lavida, las circunstancias y la evolucin mental que ellas suponen, producen el cambioprogresivo que lleva la escritura de Leonardo desde su inicial intencin decorativa, hasta elpropsito taquigrfico que la potencia "formidable y la fluencia de su pensamiento le imponencomo prctica necesidad en los ltimos aos.Por lo que se relaciona con el contenido de los manuscritos de Leonardo, es indispensableefectuar aqu algunas indicaciones aclaratorias que ayuden al lector en la perfecta comprensindel conjunto de textos que de l le ofrecemos.

    Cabeza de San Juan nio, estudio para la Virgen de las Rocas.

    Hemos dicho en las lneas iniciales de este estudio que si bien Leonardo se refiere muyfrecuentemente a determinados tratados de su composicin, no hay que creer por ello que todosesos tratados fueron orgnicamente redactados.De los ciento veinte o ms libros a que l se refiere en el curso de sus notas, solamente hanllegado hasta nosotros siete de ellos, y, algunos, todava, en forma incompleta o inconclusa.Esos tratados son conocidos con las siguientes designaciones: "Tratado de la pintura";"Tratado de las sombras y de la luz"; "Tratado de anatoma", "Tratado del vuelo delos pjaros", "Tratado del movimiento del agua"; "Tratado de geometra" y "LibroIV del Mundo y de las Aguas".El resto de su obra, como ya lo hemos dicho, se encuentra fragmentariamente escrita en hojascoleccionadas al azar, y con el simple propsito de apuntalar su memoria.En realidad, la gran mayora de los papeles del Vinci, tienen, no el carcter de originales oborradores para componer un libro; sino la significacin y el carcter de los apuntes que tomaun profesor para preparar sus clases.

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    Es curioso que hasta el presente no se haya destacado aquel aspecto de la actividad deLeonardo que acaso constituy su funcin ms tpica y ms placenteramente gozada. Nosreferimos a la importantsima y extensa funcin docente que el autor de "La Gioconda" ejercia travs de toda su vida.Porque para quienes estudien su obra y se adentren en su existencia, ninguna duda podr caberque de todas las mltiples vocaciones y de todas las universales aptitudes de que Leonardo dioprueba, ninguna se manifiesta con ms constante y excluyente presencia de tono y deorientacin, como su vocacin de maestro.

    San Juan Bautista. Mina de plomo.

    Hasta cuando se dirige a si mismo, en sus notas y en sus escritos, lo hace con el mtodo y laexpresin de un maestro que adoctrina a su discpulo. Muchos centenares de pginas suyas, notendrn para nosotros explicacin si no las consideramos como una especie de archivo del cualLeonardo extraa comparaciones, imgenes, aplogos, fbulas y hasta ocurrencias yadivinanzas, para ilustrar conversaciones con sus alumnos.De su vocacin de maestro, aparte las importantes pruebas a que aludimos, as como el gnerode su preocupacin intelectual y el tono de sus disertaciones, quedan todava otros testimoniosms concretos. Por ejemplo, los monogramas inscriptos en las guardas de cordonesfranciscanos, que servan de sello para la academia que bajo su propio nombre haba fundadoen Miln.Esa academia tuvo existencia real? Lleg a funcionar? Quines fueron sus discpulos?Cules fueron sus resultados? ...Poco importa que la historia no haya conservado anotaciones de tales episodios y aspectos de lavida de Leonardo, si es que ellos tuvieron, en efecto, existencia real.El hecho innegable es que Leonardo vivi rodeado de discpulos y que toda su labor escrita es unainmensa preparacin para el ejercicio de la ctedra con una orientacin y una preocupacinomniscientes y universales.En la coleccin de textos que hoy brindamos al lector, no hemos querido excluir ninguno de losaspectos ms tpicos de la actividad intelectual de Leonardo. No bastaba, en efecto, con dar algunas

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    muestras de su pensamiento ms profundo y ms original, como los fragmentos que se refieren a sudiscurso sobre el mtodo experimental, o sus meditaciones sobre la fsica, o sus conclusiones sobrepsicologa o geologa. Para que Leonardo pudiera ser comprendido en todos los matices de suespritu, haca falta reproducir pginas de apariencia tan frvola como sus profecas de los animalesracionales e irracionales, sus fbulas y sus ocurrencias. En ellas, el humorismo y la stira le sirvenpara fustigar ms de una de las modalidades de su tiempo, y, a su travs, puede percibirse mejor queen parte alguna, cul hubo de ser su actitud mental con relacin a la vida y a los prejuicios de suscontemporneos.La pedantera de los humanistas, la ignorancia del pueblo, la incomprensin de algunas gentes delclero, la locura de los alquimistas, el materialismo y pobreza espiritual de los burgueses, laslagunas y prejuicios de sus propios colegas, todo esto da tema a Leonardo y se refleja, por modoencubierto o alusivo, en muchas de sus pginas que de otro modo no tendran aceptablejustificacin.Digamos de inmediato que, si como ya hemos dejado constancia de ello, los manuscritos deLeonardo despertaron un gran inters en algunos espritus de excepcin como el de Pompeo Leonidesde el momento en que su existencia fue conocida, no hay que creer, sin embargo, que ese intersfuera el reflejo de una correlativa y estimativa comprensin.En realidad, en los primeros tiempos, los papeles del Vinci, slo fueron apreciados y buscados por losdibujos que contenan. Las ideas, el sentido, el valor cientfico y filosfico de sus anotaciones pasaroncompletamente inadvertidos y no fueron siquiera sospechados.Como siempre sucede con los precursores, el enorme adelanto con que el pensamiento positivode Leonardo marchaba sobre su poca, lo aisl intelectualmente. Sus trabajos y suspreocupaciones de omnisciencia, fueron juzgados por sus contemporneos como singularidadesde un espritu original, que slo servan para retardar, limitar y disminuir la obra del pintor.Los grandes seores de la poca, aun aquellos que se hallaban en condiciones no de pedir, sino deordenar, saban lo difcil que era lograr que Leonardo abandonara sus preocupaciones einvestigaciones para que realizara algunos de sus encargos.

    Estudio para la Virgen y Santa Ana.

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    Arrancar un cuadro o un simple dibujo de su mano, era obra de paciencia, de ruegos y de aos.Isabel de Gonzaga, despus de mucho tiempo de intentar en vano obtener una decoracin del maestropara una de las salas de su palacio, le escribe a un religioso amigo, el vicegeneral de los Carmelitas,para que obtenga de Leonardo si no la decoracin pedida, por lo menos un pequeo cuadro de laVirgen, devoto et dolce.El buen padre carmelita, despus de visitar a Leonardo, le contesta a su ilustre corresponsal, con untono detrs del cual se adivina un filosfico movimiento de cabeza:"La vida de Leonardo "e varia, et indeterminata forte". Parece que viviera a "giornata". Desdeque lleg a Florencia no ha realizado ms que un cartn. Dos de sus alumnos pintan retratos y decuando en cuando el pone la mano en sus trabajos. Est completamente entregado a la geometra".Con esta palabra, "geometra", el vicegeneral de los Carmelitas alude por modo expeditivo ysumario a la infinita serie de disciplinas a que Leonardo se entregaba. Se explica, por otra parte,que quienes conocan las obras de su arte maravilloso, no pudieran comprender cmo, un hombredotado de tan excelso don, perdiera su tiempo en la insegura bsqueda de verdades de un gneroque entonces se consideraba secundario.Sin embargo, no todos los contemporneos de Leonardo vivieron ignorando la verdadera naturalezade sus estudios. Sus discpulos preferidos y algunas personas de excepcional significacin,conocieron el fondo y la ndole de sus ocupaciones.Tres aos antes de la muerte del gran artista, lo visita en su estudio de Cloux el secretario delCardenal de Aragn. Esta ocasin debi ser motivo de largas conversaciones. Un ao despus, el 10de octubre de 1517, era el mismo cardenal quien llegaba hasta el retiro de Leonardo. El secretario,refirindose a su primera visita 18 de octubre de 1516escribi:"Leonardo nos ha dicho que haba hecho la diseccin de ms de treinta cadveres de hombres ymujeres de todas las edades. Tambin ha escrito sobre la naturaleza del agua. Ha llenado unainfinidad de volmenes con dibujos de mquinas y muchas otras cosas, escritos todos en lenguavulgar y que una vez publicados resultaran de gran utilidad y del mayor encanto".Peladan refiere que Melzi, el heredero de Leonardo, al partir de Amboise se retir a su villa de Vapriodonde prepar una edicin de "El Tratado de la Pintura". Benvenuto Cellini compr una copiade ese libro al precio de quince escudos de oro y se la mand a Serli, "el cual puso en claro,en materia de perspectiva, lo poco que pudo comprender".Es de notarse que tambin Vasari conoci los manuscritos de Leonardo.No puede decirse, pues, con un sentido absoluto, que los trabajos de Leonardo de Vincifueran totalmente desconocidos para sus contemporneos. Hubo, incluso, quien supoadmirarlos. El ya citado Cellini, refirindose al "Tratado de la Pintura", que como hemosdicho lo conoci publicado ya, exclama: "Yo no creo que hombre ms grande haya existidoen el mundo jams!".Pero, lgicamente, es preciso llegar a una poca de grandes preocupaciones cientficas, a unapoca dotada de inquietudes y orientaciones afines al espritu y a las ideas del fundador delmtodo experimental, para asistir finalmente al reconocimiento y la adecuada valoracin delgenio cientfico del Vinci.Este hecho de pstuma justicia, tuvo lugar solamente al promediar el siglo XIX y en losfinales de la misma centuria. Una sola cita de Humboldt, bastar para atestiguar este plenoreconocimiento.En el segundo tomo de su "Cosmos", escribe Humboldt: "El ms grande fsico del siglo XV, unhombre que, dotado de extraordinarios conocimientos matemticos, uni a ellos en gradosorprendente la facultad de hundir sus miradas en las profundidades de la naturaleza, Leonardo deVinci, fue el contemporneo de Coln. Muri tres aos despus de l. El artista coronado de

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    gloria se haba entregado al estudio de la meteorologa, tanto como al de la hidrulica y de laptica. Ejerci influencia durante su vida mediante sus grandes creaciones artsticas y el prestigiode su palabra, pero no por sus escritos"."Si las ideas de Leonardo de Vinci sobre la fsica no hubieran quedado sepultadas en susmanuscritos, el campo de la observacin abierto por el nuevo mundo hubiera sido exploradocientficamente en gran nmero de sus partes, antes de la gran poca de Galileo, de Pascal yHuyghens".

    San Juan Bautista. Detalle.

    "Lo mismo que Francisco Bacon y por lo menos un siglo antes que el, Leonardo sostena lainduccin como nico mtodo legtimo en las ciencias de la naturaleza: "Dobbiamocominciare dall'esperienza, a per mezzo di queste, scoprire la ragione".Los estudios, los anlisis y las apologas de la obra de Leonardo de Vinci se han multiplicadoa partir de fines del siglo XIX en una proporcin fantstica, en todos los pases y en todas laslenguas.A tal punto es esto verdad que la intencin de dar una bibliografa completa de las obrasdedicadas al Vinci, se resolvera en una tarea poco menos que imposible.Solamente en nuestra lengua como ocurre, por otra parte, para tantos otros aspectos de lacultura universal, han escaseado los libros susceptibles de presentarnos a Leonardo bajo suverdadera luz y de darnos por directa relacin una idea ms o menos exacta de su espritu.No obstante todo lo que se ha dicho sobre Leonardo, mucho queda todava por inquirir yaveriguar.A medida que avanza la humanidad en sus conocimientos, se descubren con sorpresa nuevosaspectos no comprendidos de su obra, y nuevos ttulos que lo acreditan de precursor deinsospechados avances.Lo que Leonardo representa como psiclogo, en relacin con las nuevas concepciones delsubconsciente; lo que su obra adelanta en materia de psicologa de la libido, de la represin y dela expresin inconsciente en el amor y en el arte, todava est por analizarse y ponerse en claro.

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    En materia de aviacin y de vuelo planeado, estamos aun muy lejos de haber captado todas lasalusiones y las ltimas consecuencias de las referencias que su obra manuscrita contiene.Pero, no siendo ste un libro de especializacin, conformmonos con sealar los ejemplos yextraer los nuevos motivos de admiracin que de ellos emanan.Al traducir los textos leonardescos y componer el libro que hoy ponemos en manos del lector, nonos hemos propuesto cumplir ningn alarde de originalidad, ni beneficiar con la reverberacin deun nombre glorioso la opaca condicin de nuestro nombre oscuro.Este que no quiere ser ms que un sencillo libro de enseanza, es tambin, por muchos de susaspectos, un libro de piedad.Se trata, en realidad, de un libro de ntima edificacin, de un "Breviario" advocado al culto delespritu.Por eso dijimos al principio que no slo con admiracin, sino con reverencia y amor es que nosacercamos a esa cumbre de la humanidad que fue Leonardo de Vinci.Como toda obra de sentimiento piadoso, este libro, es, pues, labor de races colectivas. Hemosaprovechado en l, la experiencia acumulada por quienes a travs de unos cien aos, en ingls,francs, alemn y naturalmente en italiano, se propusieron la tarea de dar colecciones de textosselectos extrados de la inagotable cantera vinciana.Despus de compulsar, revisar y comparar textos y colecciones, hemos adoptado el plan y elmtodo que Peladan usara en su coleccin de textos selectos para su edicin publicada en 1908en las prensas del "Mercure de France", como los ms claros, eficaces y sencillos. Parecidadistribucin y clasificacin por materias, anlogo sistema de anotacin, encontrar el lector enestas pginas.De cualquier manera, no se podra cerrar esta introduccin sin aludir a un aspecto que es esencial paraque se cumpla el propsito de efectiva conmemoracin en la integridad total de su presencia.Cmo fue, en su aspecto mortal, la gloriosa encarnacin de Leonardo de Vinci?Leonardo no fue prdigo en autorretratos. Imgenes plsticas de autenticidad indiscutible, sloexisten dos: el autorretrato de la Galeria de los Ufizzi que no es totalmente de su mano, y la famosasanguina de Windsor, labor de discpulo, de la cual existe copia en la biblioteca Ambrosiana.Durante muchos aos se dio como autntico retrato de Leonardo de Vinci, aquella cabeza de ancianoque existe en la Biblioteca Real de Turin, que si bien es obra de su mano, no puede aceptarse comorepresentacin de los rasgos del maestro.Aparte los retratos citados, hay autores que creen ver la vera efigie de Leonardo en la figura delPlatn de la "Escuela de Atenas" pintada por Rafael; en tanto que otros se inclinan por el Aristtelesde la misma composicin, arguyendo su mayor parecido con la sanguina, de autenticidad indiscutible,que se conserva en Windsor.Pero ms evocadores que estos retratos materiales, que slo reflejan por modo imperfecto y limitadoen un instante de su vida la madura y majestuosa belleza de aquel hombre singular, son seguramentelas descripciones de su personalidad que nos han dejado quienes le conocieron o los que despus loevocaron con la clarividencia de su admiracin.En este caso est la pgina inmortal que Vasari nos ha legado con la descripcin de Leonardo. Helaaqu: "Vense los dones ms raros descender por influjo celeste en los cuerpos humanos, de maneranatural unas veces, sobrenatural, otras. Vense encarnar sin lmites en un solo cuerpo: la belleza, lagracia y el talento, a tal punto que, hacia cualquier lado que se vuelva ese hombre, cada una de susacciones resulta tan divina que, elevndose por encima del resto de los humanos, se muestra hasta laevidencia que l usa un don de Dios y no que acta por un esfuerzo de arte como los dems mortales.He aqu lo que hombres pudieron contemplar en Leonardo de Vinci".

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    Prlogo Preparado por Patricio Barros14

    "Sin hablar de la belleza de su cuerpo que nunca podra ser suficientemente ponderada, llevaba encada uno de sus actos una gracia ms que infinita. Adquiri un talento tan grande que hacia cualquierdificultad que se volviera la resolva sin esfuerzo. Su fuerza era enorme y corra pareja con sudestreza. Su espritu y su valor, tuvieron siempre un carcter real y magnnimo; y la fama de sunombre se extendi a tal punto que no solamente fue clebre en vida, sino que despus de su muertesu gloria se ha acrecentado.

    Estudio para la Adoracin de los Reyes Magos.

    Verdaderamente admirable y celeste, fue Leonardo, hijo de Ser Piero da Vinci".Paul Jove citado por Peladan, evoca a su vez la figura de Leonardo en estos trminos llenosde admiracin justificada:"Era de un ingenio encantador, brillantsimo, absolutamente liberal. Su rostro era el ms bellodel mundo. Maravilloso inventor y rbitro de toda elegancia, y, sobre todo, deliciarumtheatralium. Cantaba admirablemente acompandose con la lira. Durante toda su vida, gustextraamente a todos los prncipes".Pero intilmente multiplicaramos y acumularamos retratos y descripciones. Los mismos quelo conocieron y amaron, los mismos que con l convivieron en la mgica actividad de sutaller, sus propios discpulos que tan cerca estuvieron de su alma, acaso no percibieron contoda claridad la condicin fabulosa de ese hombre extraordinario.Comprese los encendidos elogios que de l se hicieron, con la conmovedora humildad conque Leonardo habla de sus propios trabajos en las palabras que constituyen la portada de estelibro. Advirtase la distancia inmensa que media entre el ideal que Vinci persegua y lo pocoque sus contemporneos pudieron conocer de esa meta que aun para nosotros, cuatro siglosdespus de su muerte, se pierde en una lejana inalcanzable.No; ni los retratos ni las descripciones pueden darnos la medida y el carcter definitivo deLeonardo de Vinci. Su ms propia condicin reside en su cualidad de espritu puro. "Lomismo que la Naturaleza escribi l, procedo naturalmente". Y en estas palabras sibilinas,es donde reside acaso el perturbador secreto de su ser. Leonardo es una fuerza natural. Ycomo en las grandes fuerzas del Cosmos, su potencia, su grandeza y su majestad, slo se

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    Prlogo Preparado por Patricio Barros15

    revelan al hombre en los raros momentos de profunda armona. Tal una puesta de sol; tal laviolencia del rayo que rasga la bruma gris de una nube, bajo la inmutable indiferencia de losastros nocturnos.Leonardo es el misterio y la gracia. La fuerza y la dexteridad. Leonardo es, proverbialmente,una sonrisa. Una sonrisa de sabidura milenaria sobre el rostro florido de una nia.Leonardo es la claridad helnica, la lucidez renacentista; pero l es tambin la quintaesencia yla suprema encarnacin del inefable misterio gtico. Por eso hay algo que eternamente seramado en l; por eso hay algo en l de eternamente inasible y fugitivo.La sonrisa que puso en los labios de la Gioconda, tan viviente y tan actual, viene de muy lejos yse proyecta en la eternidad. Es, en realidad, el gesto lleno de ciencia, de irona y de esperanza querealiza en el arte la nueva Esfinge cristiana. Genio, humildad, potencia, bondad infinita, intuicindel supremo misterio. No son estos los atributos de la gran aurora gtica que un artfice annimoreflej por modo insuperable en el celestial rostro del ngel que sonrea, hasta nuestra recientecatstrofe, en los majestuosos portales de la Catedral de Reims? ...No busquemos retrato ni descripcin. Leonardo de Vinci, es esa misma sonrisa.

    JOS DE ESPAA.

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    Portada Preparado por Patricio Barros1

    PORTADA

    1. En vista de que no podra encontrar una materia de gran utilidad o de gran novedad, puesto quelos hombres nacidos antes tomaron para s todos los temas giles y necesarios, har como aquel quepor pobreza llega ltimo al mercado y no pudiendo comprar otra cosa mejor, adquiere los artculosvistos ya por los dems y rechazados a causa de su poco valor.Sobre esta mercadera rechazada, despreciada, y que ha rodado por todos los mostradores, pondrmi escaso caudal y de este modo ir, no por las grandes ciudades, sino por las pobres aldeas,distribuyendo y recibiendo el precio que merecen las cosas que yo ofrezco. (C. A. 119, r.).

    2. Empezado en Florencia, en casa de Bracceo Martelli, el 22 de marzo de 1508. Este trabajoconstituye un conjunto de muchos pliegos sin ordenar que he copiado, esperando poder clasificarlosen el momento oportuno, segn la materia de que tratan. Creo que antes de llegar al final, habrrepetido muchas veces los mismos temas. Si ello acontece, no me lo reproches lector: los puntos deque trato son muy numerosos y la memoria no los puede retener en su totalidad. Si yo no quisieraescribir algo por haberlo hecho antes, y tener la seguridad de evitar este error, sera necesario quecada vez que me dispusiera a escribir, a fin de evitar la repeticin, releyera todo el pasaje y esto mellevara mucho tiempo, puesto que yo escribo con largos intervalos y fragmento por fragmento. (R.4).

    3. Que nadie me lea si no es matemtico, porque yo siempre lo soy en todos mis principios. (R. 3).

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    Captulo 1 Preparado por Patricio Barros1

    TEODICEACAPTULO I

    Amor y conocimiento. - El infinito. - Verdad y sofisma. - El conocimiento. - La verdaderareligin. - Adoracin y conocimiento de Dios. - La obra de la Naturaleza.

    4. Yo te bendigo seor, primero por el amor que segn mi razn te debo; y enseguida por que tsabes abreviar o prolongar la vida de los hombres. (S.K.M.111. 64, l.).

    5. T, Dios mo, todos los bienes se los vendes a los hombres al precio del esfuerzo. (W. An. 242,a.).

    6. Para nada quiero tocar las Sagradas Escrituras; puesto que ellas encierran la verdad suprema.(R. 837).

    7. El amor de un objeto, cualquiera que sea, es hijo del conocimiento.El amor es tanto ms ferviente, cuanto ms exacto es el conocimiento. Ahora bien: la exactitudderiva del conocimiento integral de todas las partes que, reunidas en conjunto, forman el todo de lacosa que debe ser amada. Si no conoces a Dios, no sers capaz de amarlo; si lo amas por los bienesque de el esperas, y no por su soberana virtud, imitas entonces al perro que agita la cola y festeja consus saltos a aquel que va a tirarle un hueso; sin embargo si el animal conociera la superioridad delhombre, lo amara mucho ms y mucho mejor. (R. 837).

    8. Cul es la cosa indefinible que cesara de existir si se la pudiera formular? El infinito, que serafinito, si se lo pudiera definir! Puesto que definir, es limitar, y los lmites contradicen por definicin lanocin de ilimitado. (C. A.113, v.).

    9. La mentira es tan despreciable, hasta cuando se la emplea para loar a Dios, que ella es capaz derestarle toda gracia a la divinidad.La verdad es de tal excelencia, que hasta cuando sirve para loar las cosas ms pequeas, las cubre denobleza. (C. A.118, r.).

    10. Los obstculos que oponemos a la verdad, se convierten en arrepentimiento. Es indudable que lamisma relacin existe entre la mentira y la verdad, que entre las tinieblas y la luz. La verdad es deesencia tan excelsa que hasta cuando se aplica a una humilde y baja materia, sobrepasa, an as, losinciertos y mentirosos desarrollos de los aparentemente grandes y sublimes discursos. Porquenuestro espritu -aunque tenga a la mentira como quinto elemento-, no deja de tener por ello, comosoberano alimento a la verdad, que no es til a los espritus errantes, sino a los verdaderosintelectos.Pero t, que vives de sueos, te complaces ms en las razones sofsticas y brbaras y en hablar decosas inciertas y desconocidas, que de materias de menor envergadura, pero de certidumbre natural.(Tr. 12, r.).

    11. El fuego destruye la mentira, es decir el sofisma, y hace salir la verdad de las tinieblas. El fuegotiene la misin de consumir todo sofisma. Es el develador y demostrador de toda verdad, puestoque es la luz dispersadora de las tinieblas que ocultan la esencia de las cosas.El fuego destruye el sofisma, el engao; slo l nos muestra la verdad que es el oro.

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    Captulo 1 Preparado por Patricio Barros2

    La verdad resplandece por fin, a pesar de la simulacin. La simulacin no tiene defensa antesemejante juez.La mentira se pone una mscara, pero lo cierto es que no hay nada que pueda quedar oculto bajo elsol.Del fuego sale la verdad, puesto que destruye el sofisma y la mentira y la mscara adoptada por lafalsedad y la impostura que quieren ocultarla. (R. 1358).

    12. Oh!, contemplador, yo no te congratulo por conocer aquellas cosas que ordinariamente y por smisma la Naturaleza conduce segn sus leyes; pero regocjate de conocer los fines de las cosasque estn grabadas en tu espritu. (C. 47, v.).

    13. Una cosa es digna, segn el sentido a que corresponde y a que satisface. (LU. 30).

    14. La proporcin entre la obra humana y la obra de la Naturaleza; es la misma que entre elhombre y Dios. (Id.).

    15. Mi caso es de tal naturaleza que yo se que voy a ganarme muchos enemigos. Es cosaconvenida que nadie creer lo que yo pueda decir de l. Son muchos los que detestan a lospuros y combaten la bondad de los que les reprochan sus vicios, no queriendo tolerar elejemplo de virtudes contrarias, ni ningn consejo humano.Oh!, si alguien es virtuoso, no lo rechacis, rendidle honores a fin de que no tenga que huir yrefugiarse entre los ermitaos, en las cavernas de la montaa o en otros lugares solitarios, paraescapar a vuestras ofensas. Y si encontris a algunos de estos que digo, rendidle honores puestoque ellos son vuestros dioses terrestres y ellos son los que merecen las estatuas y lossimulacros.Sin embargo, recordad que sus imgenes no deben ser devoradas, como acontece todava enciertos lugares de la India donde cuando una imagen opera un milagro, los sacerdotes la cortanen pedazos y los reparten entre los habitantes, sin dejar naturalmente de cobrarlos. Cada unoraya en fino polvo el pedazo que le ha tocado y espolvorea con l el primer alimento que come.De este modo se persuaden de haberse comido a su santo y creen que el los guardar de todopeligro.Tales cosas, son propias de hombres? (R. 1358).

    16. Dentro del nmero de los tontos, hay una cierta secta de hipcritas que se dedican aengaarse y a engaar a los dems; pero ms a los otros que a s mismos, aunque en realidadacaben por engaarse ms profundamente de lo que engaan a los dems.Estos que digo critican a los pintores y los reprochan por estudiar, en los das de fiesta, lascosas que se refieren al mejor conocimiento de todas las figuras que revisten las obras de laNaturaleza, y de perfeccionarse en ellas con aplicacin, hasta donde esto sea posible.Que se callen tales censores; puesto que sta no es la manera de conocer al gran Operador detantas cosas maravillosas, ni tampoco la manera de demostrar su amor a tal Inventor. El grandeamor nace del gran conocimiento de la cosa amada. Y si t no la conoces, no la podrs amar; o,por lo menos, slo la amars pobremente. (LU. 77).

    17. Aunque el espritu humano realice variados inventos, con diversos aparatos concurrentes aun mismo fin, la verdad es que nunca descubrir invenciones ms bellas, ni ms simples, nims breves, que las de la naturaleza. Porque en todas las invenciones que ella lleva a cabo, nada

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    Captulo 1 Preparado por Patricio Barros3

    falta ni nada sobra, y no necesita de contrapesos cuando fabrica los miembros del animal, si noque pone en el interior de su cuerpo el alma generadora. (R. 837).

    18. Siendo las cosas ms antiguas que las letras, nada tiene de extrao que en nuestros das, noexistan escritos sobre los primitivos mares que cubran tantos pases, y que ningn textomencione las guerras, los incendios, los diluvios, la evolucin de las lenguas y de las leyes quese consumaron en la antigedad. Pero nos queda el testimonio de las cosas que estaban en elagua salada y que ahora nosotros volvemos a encontrar en las cimas de las altas montaas, muylejos de los mares de entonces. (R. 955).

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    Captulo 2 Preparado por Patricio Barros1

    PSICOLOGACAPTULO II

    Del hombre considerado como animal. - Analogas del microcosmos y del macrocosmos. - Elojo, como sentido principal. - El hombre instintivo. - El sentido cenestsico. - La quinta esenciaelemental. - Relaciones activas del alma y el organismo. - Su incorruptibilidad. - Execracin dela maldad humana.

    19. Cuando redactes un tratado dedicado a la descripcin de los animales cuadrpedos, colocaentre ellos al hombre que en su infancia marcha en cuatro patas. (E. 16, r.).

    20. En la parte destinada a la descripcin del hombre deben estar comprendidos los animales dela misma especie, tales corno el babuno, el mono y sus numerosos similares. (E. 816).

    21. Sobre la marcha del hombre. Esta marcha tiene la caracterstica de todos los cuadrpedos quemueven sus patas en cruz. Corno el caballo que trota, el hombre tambin agita sus cuatromiembros en cruz; si primero adelanta el pie derecho al caminar, entonces adelanta al mismotiempo el brazo izquierdo o viceversa. (C. A. 292, r.).

    Cabeza del Angel de la Virgen de las Rosas. Museo del Louvre, Pars

    22. El hombre fue llamado por los antiguos "un mundo menor", designacin justa puesto que elhombre est compuesto de tierra, agua, aire y fuego, como el cuerpo de la tierra al cual seasemeja. Si el hombre posee sus huesos para servirle de armazn y sostener su carne, el mundotiene sus rocas que sostienen su tierra; si el hombre tiene en s un lago de sangre en el que crece ydecrece el pulmn por obra de la respiracin, el cuerpo de la tierra tiene su tasar ocenica quecrece v decrece cada seis horas para su respiracin; si de ese lago de sangre salen las venas que sevan ramificando por todo el organismo, as tambin la mar ocenica llena el cuerpo terrestre deinnumerables venas de agua. Pero, en cambio, le faltan a nuestro globo los nervios que no le

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    Captulo 2 Preparado por Patricio Barros2

    fueron dados; puesto que ellos estn destinados al movimiento. Ahora bien, el mundo, en superpetua estabilidad, no se mueve, y all donde no hay movimiento los nervios resultan intiles.Pero, en todo lo dems, el hombre y el mundo son semejantes. (C. A. 80, r.).

    23. Si la Naturaleza hubiera establecido una sola regla para determinar la cualidad de losmiembros, el rostro de todos los hombres sera semejante, y no se les podra distinguir el uno delotro. Pero ella ha variado de tal manera las cinco partes del rostro que bien que haya establecidouna regla general para la proporcin, no ha seguido ninguna para la cualidad, de tal manera queas se puede reconocer a cada individuo. (C. A. 70, r.).

    Cabezas de guerreros. Estudios de expresin para la batalla de Anghiari. Museo de Bellas Artesde Budapest.

    24. Yo he encontrado en la constitucin del cuerpo humano, como en la de los otros animales, losirs obtusos y groseros sentimientos; compuesto de instrumentos sin ingenio y de partes ineptaspara recibir la virtud de los sentidos.Yo he visto en la especie leonina los rganos del olfato formar parte de la substancia cerebraldescendiendo hasta las fosas nasales, excelente receptculo para el sentido del olfato que entra enel nmero de los sacos cartilaginosos, con funciones ms perfectas que el cerebro del hombre.Los ojos de la especie leonina que ocupan una gran parte de la cabeza, tienen nervios pticos quecomunican directamente con cl cerebro. En el hombre se advierte lo contrario: los agujeros de losojos ocupan poco espacio en la cabeza, y los nervios pticos, ligeros, largos, endebles, son defuncionamiento dbil. El hombre ve poco de da, y menos de noche; en tanto que los animalescitados ven mejor de noche que de da, y esto no es para ellos un inconveniente, porque salen denoche y duermen de da al modo de los pjaros nocturnos. (H. 827).

    25. El ojo, dentro de una distancia y de condiciones medias, se equivoca menos en su funcin quetodos los otros sentidos, porque l no ve ms que las lneas rectas que componen la pirmideformada por la base del objeto que las proyecta hasta el ojo.

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    El odo se equivoca sobre el lugar y la distancia de los objetos porque la onda sonora le llega, nopor lneas rectas como la onda luminosa, sino por lneas tortuosas y, reflejas.A menudo lo que est lejos parece ms cercano que lo que realmente lo est, a causa del recorridodel sonido, aunque la voz del eco se refiera al sonido por lneas rectas.El olfato es todava menos capaz de localizar el lugar desde el cual se expande un olor.Solamente el gusto y el tacto, que tienen relacin directa con el objeto, adquieren la nocinverdadera que proviene del contacto. (LU. 2).

    26. Cuatro son las potencias: memoria e intelecto; irascible y concupiscible.Las dos primeras se refieren a la razn; las otras dos, a los sentidos.De ah derivan cinco sentidos: vista, odo y olfato (escasamente probatorios), tacto y gusto (muyprobatorios). (T. 7, v.).

    27. El olfato incluye el gusto en el perro y en los otros animales vidos. (T. 7, v.).

    28. El hombre posee gran razonamiento, pero en su mayor parte vano y falso. Los animales lotienen en menor grado, pero til y verdico; y ms vale una pequea certidumbre que un granengao. (ASH. 1. 7, v.).

    29. Lo primero que forma la Naturaleza es el volumen de la caja del intelecto que es la sede delos espritus vitales. (ASH. 1. 7, r.).

    30. No creo que los hombres groseros, de bajas costumbres y de poco espritu, merezcan unorganismo tan hermoso ni una tan grande variedad de engranajes como los hombres especulativosy de gran espritu. Los primeros no son otra cosa que una bolsa en la que entra la comida y de lacual sale. Se los debe equiparar a un canal para la alimentacin, porque nada me prueba que ellosformen parte de la especie humana, si no es por la voz y el rostro: por todo lo dems se parecenbastante a las bestias. (R. 1178).

    31. Muchos no son ms que verdaderos canales para los alimentos. Se les debera llamar:fabricantes de excrementos y llenadores de letrinas, puesto que esto constituye toda su ocupacinen este inundo. No practican ninguna virtud y, de ellos slo quedan las letrinas. (R. 1179).

    32. El hombre y cl animal son propiamente trnsitos y conductos de comida, sepulturas deanimales, albergues de la muerte, focos de corrupcin; puesto que slo sostienen su vida con lamuerte de otros. (R. 483).

    33. El sentido comn es el que juzga las impresiones que le transmiten los otros sentidos.Los sentidos funcionan segn los objetos, que proyectan sus simulacros en los cinco sentidos losque a su vez los transmiten a la sensibilidad, y sta, al sentido. El sentido comn, en su calidad dejuez, manda todo a la memoria, en la cual, segn su potencia, es conservado ms o menos tiempo.Los antiguos pensadores han establecido que esta parte del juicio propio del hombre, tiene sucausa en un organismo al cual se ligan los cinco sentidos por medio de la sensibilidad.Le dieron el nombre de "sentido comn" a dicho sentido, y lo localizaron en el centro de lacabeza. Este nombre proviene de que l es juez de los otros sentidos. Funciona por ministerio cela sensibilidad, colocada en forma intermedia, entre l y los cinco sentidos.

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    Captulo 2 Preparado por Patricio Barros4

    La sensibilidad funciona por ministerio de los simulacros de las cosas que le son transmitidos porlos instrumentos superficiales, llamados sentidos, que estn colocados en forma intermedia entrelas cosas exteriores y la sensibilidad; del mismo modo, los sentidos funcionan por obra de losobjetos.El simulacro de las cosas que nos rodean se transmite a los sentidos que lo transfieren a lasensibilidad; sta los ofrece al sentido comn, mediante el cual pasan a la memoria en la cualpermanecen segn su mayor o menor importancia.Cul es el sentido ms rpido en su funcin, y ms prximo de la sensibilidad que cl ojo,superior y prncipe de todos los dems? De l hablaremos especialmente, dejando los otroscuatro, para no alargar nuestra exposicin. (C. A. 90, r.).

    34. Ahora, considera lector hasta qu punto se puede creer a los antiguos que quisieron definir loque son el alma y la vida, cosas improbables, puesto que no son cosas que la experiencia puedaclaramente conocer y probar, ya que durante tantos siglos han sido ignoradas, y falsamenteinterpretadas. (C. A. 90, v.).

    35. A propsito del ojo, que cumple exactamente su funcin y que hasta nuestro tiempo ha sidodefinido de maneras diversas por una infinidad de autores, se demuestra, por la experiencia, quees algo muy diferente. (C. A. 119, r.).

    36. Del alma: El movimiento de la tierra contra la tierra es rechazado y la parte golpeada apenassi se mueve. El agua, golpeada por el agua, forma crculos alrededor del punto golpeado.As se propaga a larga distancia la voz en el aire.Ms todava en el fuego.Ms todava el espritu en el Universo.Pero lo finito no se extiende en cl infinito. (H. 67, v.).

    37. Ahora bien: la esperanza y el deseo de repatriarse y de tornar a su primitivo estado, obransobre el hombre corno la luz sobre la mariposa. Y el hombre, animado por un continuo deseo,aspira siempre a una nueva primavera, y siempre a un nuevo estado, y a prximos meses ynuevos aos; y cuando las cosas ansiadas llegan por fin ya es demasiado tarde; y el hombre no seda cuenta que a lo que realmente aspira de este modo, es a su propia ruina.Pero ese deseo, esa ansia, es la quintaesencia de los espritus elementales que, por ministerio delalma, se encuentran encerrados en su cuerpo. Y el hombre aspira sin cesar a retornar a suHacedor. Y nosotros sabemos que este mismo deseo, esta quintaesencia, es la inseparablecompaera de la Naturaleza, tal como el hombre es el modelo del mundo.Y el hombre es eternamente vctima de la suprema locura que lo hace padecer constantemente enla esperanza de dejar de padecer; y la vida se le escapa en tanto que l espera poder gozar de losbienes que ha adquirido al precio de los ms grandes esfuerzos. (R. 1187).38. El alma parece residir en la parte judiciaria; y la parte judiciaria parece residir en el lugar alque concurren todos los sentidos. Se le ha llamado "sentido comn", pero esto no debe entendersecomo referido a la totalidad del cuerpo, sino solamente al cerebro. Porque si el sentido comnestuviera en todo el cuerpo, y por entero en cada parte, no sera necesario que los instrumentos delos sentidos concurrieran todos a un mismo lugar; bastara que el ojo por ejemplo,desempeara su oficio de sentir, limitndose a su propia superficie y sin mandar por la va de losnervios pticos el simulacro de las cosas vistas al sentido judiciario. El alma, por la raznantedicha, podra entonces captar directamente las imgenes en la superficie misma del ojo. Del

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    mismo modo, al sentido del odo le bastara la resonancia de la voz en la concavidad del peascoque se encuentra en l, y sin necesidad de ninguna conduccin hacia el sentido comn, hacia elcual la voz podra llegar directamente.Tambin el sentido del olfato se ve obligado a concurrir hacia el sentido comn. El tacto pasa yse transmite por los nervios; y esos nervios se distribuyen en infinitas ramificaciones bajo la pielque recubre las membranas del cuerpo y las vsceras.Los nervios conducen las rdenes del movimiento y dotan de sensibilidad a los msculos, y,juntos nervios y msculos determinan el movimiento de estos ltimos. Y stos obedecen; y alobedecer se hinchan para actuar; y su dilatacin acorta su longitud y aproxima los extremos. Porsu fina red existente en los miembros, los nervios llegan hasta las puntas de los dedos. De estemodo conducen hasta el juicio, la razn de sus contactos.Los nervios, con sus msculos, obedecen como los soldados a los condotieros; y los msculosobedecen al sentido comn como los condotieros a su capitn. Las articulaciones de los huesosobedecen, pues, al nervio (tendn), y el msculo a la cuerda (nervio propiamente dicho), y lacuerda al sentido comn. Y el sentido comn es la sede del alma y la memoria su arsenal, y lasensibilidad su punto de referencia. (R. 838).

    39. El alma no se puede corromper con la corrupcin del cuerpo. Ella se comporta como el aireque es el que produce el sonido al pasar por el rgano correspondiente. Si la envoltura se echa aperder, ningn efecto puede esto tener sobre ella. (T. 32, r.).

    40. El que quiera saber de qu modo el alma habita en un determinado cuerpo, no necesita msque mirar de qu modo ese cuerpo hace uso de su cotidiana habitacin a saber: si ella se presentadesordenada y confusa; desordenada y confusa ser la manera con que el alma habitar en esecuerpo. (A. 76, r.).

    41. Nuestro cuerpo est debajo del ciclo y el cielo est debajo del espritu. (T. 34, v.).

    42. Los sentidos son cosa terrestre y la razn se mantiene fuera de ellos cuando contempla. (T.32, r.).

    43. Todo mal deja una impresin desagradable en el recuerdo; pero la salvacin no est en otracosa que en el supremo mal, es decir, en la muerte que aniquila cl recuerdo junto con la vida.(ASH, 1. 33, r.).

    44. Siempre se ver sobre la tierra a los animales combatiendo entre s, con los ms grandesperjuicios y a menudo la muerte corno resultado para cada bando.Su maldad no tiene lmites; sus salvajes brazos voltean los ms altos rboles de los mayoresbosques del universo; y con tal de conseguir su comida, el alimento de sus deseos, no vacilarnen desencadenar la muerte, la afliccin y los dolores, las guerras y la devastacin sobre todos losseres vivientes. En su monstruoso orgullo lucharan contra el propio cielo, si el peso demasiadofuerte de sus cuerpos no los obligara a mantenerse pegados a la tierra. Nada sobre la tierra existe,ni debajo de la tierra, ni en cl agua, ni debajo del agua, que no sea perseguido, destrozado yarruinado por ellos. Pasan de un pas a otro, y el cuerpo de esta plaga se convierte en la sepulturay en cl pasaje de todos los cuerpos de los animales muertos.Oh mundo! Cmo no te abres para precipitar en los ms negros agujeros de tus abismos y simasy para no exhibir ms tiempo a la luz del sol un monstruo tan cruel y tan implacable? (C. A. 362).

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    MORALCAPTULO III

    El peor error. - Iniquidad original. - Riqueza. - Prudencia. - Sabidura. - Paciencia. - El cerebroy el espritu. - Placer y dolor. - Afinidades electivas. - El oro. - Contra el homicidio. - Elogio dela paciencia. - La moda. - Apotegmas.

    45. El peor error de los hombres radica en sus opiniones. (C. A. 153, v.).

    46. Nada hay en el mundo tan engaoso como nuestro propio juicio. (LU. 65).

    47. Todos los males que son y que fueron, cometidos al mismo tiempo, no bastaran parasatisfacer el deseo de esa cosa inicua que es el alma del hombre. Ni an contando con todo eltiempo necesario, podra yo describir su naturaleza. (ASH. 1. 137).

    San Juan en el desierto. Museo del Santuario del Sacro Monte. Varese

    48. Tal como has descrito al rey de los animales, yo lo llamara mejor el rey de las bestias, puestoque t eres la mayor de todas ellas.Mucho ms dira si me fuera permitido exponer ntegramente la verdad. Pero no vamos a salir dela esfera humana con llamar suprema infamia a lo que ni siquiera se puede observar en losanimales terrestres, puesto que ninguno existe que devore a los de su propia especie, si no es porun defecto del instinto. Tal cosa no sucede sino entre los animales rapaces, como los de la especieleonina, leopardos, panteras, lobos, gatos y otros semejantes que a veces devoran a sus hijos.Pero t, adems de los hijos, te comes el padre, la madre, los hermanos, los amigos, y aun esto note basta. Te vas de caza a las islas lejanas, haciendo cautivos a otros hombres, y despus decastrarlos los haces engordar y los matas para satisfacer tu glotonera. La naturaleza no produce,pues, suficientes vegetales para satisfacerte, no puedes acaso mezclndolos preparar platoscompuestos, como lo escribe Platino y otros autores de gastronoma? (R. 844).

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    49. A los ambiciosos que no se conforman con el don de la vida, ni con el de la belleza delmundo, les ha sido impuesto por castigo que sean incapaces de comprender la vida y quepermanezcan insensibles a la utilidad y belleza del universo. (C. A. 91, v.).

    50. La prudencia es hija de la experiencia. (R. 1150).

    51. No persigas la riqueza que se puede perder; la virtud es nuestro verdadero bien y la verdaderarecompensa de su dueo: no se la puede perder, si no se la abandona o si la vida no nos deja.Las mercancas y las riquezas materiales son posedas con temor, puesto que ellas abandonan conburla a su dueo desde que ste deja de poseerlas. (ASH. 1. 34, v.).

    52. Oh, t que duermes: qu es el sueo? Algo semejante a la muerte. Por qu, pues, no realizasuna obra que te preste despus de la muerte una apariencia perfecta de vida, a ti, que estandovivo, te haces por el sueo semejante a los tristes cadveres? (C. A. 76, r.).

    53. La vida bien aprovechada es larga. (T. 34, r.).

    Estudio para la cabeza del Angel de la Virgen de las Rocas. Biblioteca Real. Turn

    54. Del mismo modo que una jornada bien empleada proporciona un buen sueo; del mismomodo, una vida bien aprovechada proporciona una muerte tranquila. (T. 27, r.).55. Oh Tiempo, destructor de las cosas, y envidiosa vejez, vosotros destrus y consums todo,poco a poco, con los duros dientes de la edad, en una lenta muerte! Helena, mirndose al espejo yviendo las arrugas hechas en su rostro por la vejez, llora y piensa en s misma que fue raptada dosveces. Oh, Tiempo, consumidor de las cosas y vejez envidiosa por quienes todo es consumido!... (C. A. 71, r.).

    56. Nada es tan rpido como los aos; y quien siembra virtud, recoge fama. (C. A. 71, v.).

    57. Naturalmente, los hombres buenos, desean saber. (C. A. 119, r.).

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    58. La adquisicin de cualquier conocimiento es siempre til al intelecto, puesto que siempre sepuede desechar lo intil y retener lo bueno. (C. A. 233, r.).

    59. Adquiere en tu juventud de que compensar los estragos de la vejez. Si comprendes que lavejez tiene por alimento la sabidura te esforzars en tus aos juveniles de manera que a losltimos no les falten alimentos. (C. A. 112, r.).

    60. Cornelius Celsus: "El supremo bien es la sabidura; el supremo mal el dolor del cuerpo".Ahora bien, nosotros estamos compuestos de dos elementos: alma y cuerpo; el alma es, pues, elmejor y el cuerpo el menos importante.La sabidura nace del mejor elemento, y el supremo mal procede del menos importante. Lo mejordel alma es la sabidura, como lo peor del cuerpo es el dolor. Luego: si el mal supremo es el dolorfsico, la sabidura del alma es el supremo bien para el hombre consciente: nada hay que le puedaser comparado. (T. 3, r.).

    61. El conocimiento del tiempo pasado y del estado de la tierra son el ornato y el alimento delespritu humano. (C. A. 365, v.).

    Cabeza del Redentor. Museo Albertina. Viena

    62. La fama del rico termina con su vida; se recuerda el tesoro, pero nadie se acuerda deltesorero: bien diferente es la gloria de la virtud de los mortales que la de sus tesoros.Cuntos emperadores y prncipes han pasado, de quienes no queda ningn recuerdo? Slobuscaron estados y riquezas para dejar un recuerdo.Cuntos, por el contrario, vivieron pobres de dineros para adquirir virtudes: el deseo del virtuosose ha cumplido de manera tan diversa que el del rico, corno la virtud sobrepasa a la riqueza.No ves que los tesoros no honran a quien los acumul, despus de su muerte, como sucede conla ciencia que siempre atestigua y proclama cl nombre de su creador; y todo porque ella es hijadel que la engendr, y no hijastra, como la pecunia? (LU. 6S).

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    63. Demetrio tena por costumbre decir que ninguna diferencia hay entre las palabras de lostontos c ignorantes y los ruidos y sonidos del vientre que provienen del exceso de gases.No lo deca, por cierto, sin razn, puesto que estimaba que no vala la pena de establecer ningunadiferencia del lado de donde parta la voz, ni de informarse si ella provena de la parte inferior ode la boca, porque una y otra son equivalentes en valor y substancia por lo que se refiere a ciertasgentes. (T. 41, v.).

    64. No faltan los medios para dividir y medir nuestros miserables das que huyen y pasanintilmente sin brillo y sin dejar recuerdo alguno en el espritu de los mortales. Hagamos, pues,que nuestra miserable carrera no se termine intilmente. (C. A. 12, r.).

    65. La lujuria es causa de generacin.La gula mantiene la vida.El miedo o el temor la prolongan.El dolor es la salvacin del organismo. (ASH. 1. 32, v).

    Cartn para la Virgen, el nio Jess, Santa Ana y San Juan. Burligton Hose. Londres

    66. Tal como el coraje suele poner en peligro la vida; el miedo es una causa de seguridad. (C.117, v.).

    67. La paciencia obra contra las injurias como los vestidos contra el fro. Si t multiplicas tusvestidos segn la intensidad del fro, ese fro no te podr perjudicar.Procede as ante las grandes injurias, redobla tu paciencia, y ellas no podrn alcanzar tu espritu.(L. A. 117, v.).

    68. Equivocadamente se lamentan los hombres sobre la fuga del tiempo, reprochndole suvelocidad, encontrando que no les ofrece espacio suficiente; pero la buena memoria, don de lanaturaleza, hace que toda cosa sucedida mucho tiempo ha, parezca presente. (C. A. 76, r.).

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    69. Nuestro juicio no siempre aprecia las distancias que separan a las cosas hechas en diversosperodos de tiempo, ni sus intervalos relativos. Sucesos que tuvieron lugar en pocas remotas nosparecen prximos y casi actuales; en cambio, muchas otras circunstancias relativamente recientesnos parecen lejanas, cuando en realidad su antigedad no se remonta ms all de nuestra primerajuventud.Del mismo modo se comportan los ojos en relacin a las distancias, que cuando estn iluminadaspor el sol parecen prximas, en tanto que otros espacios ms breves, pero sombreados, parecenalejados. (C. A. 76, r.).

    70. He aqu una cosa que se rechaza tanto ms cuanto ms se necesita de ella: el consejo. Mal asu gusto lo escucha el que ms necesitara de l: es decir, el ignorante.He aqu otra cosa que nos persigue tanto ms cuanto ms se le huye: la miseria, que en la medidaen que la quieras evitar, te abrumar sin dejarte reposo. (C. A. 90, r.).

    71. Cuando la obra satisface al juicio, qu triste signo para ese juicio! Y cuando la obra resultasuperior a l, entonces es peor, como sucede con los que se maravillan de haber obrado tan bien.Cuando el juicio sobrepasa a la obra, he aqu el signo perfecto. Si un joven se halla en estadisposicin, es indudable que se convertir en un excelente artista; sus obras sern poconumerosas, pero llenas de cualidades que detendrn a los hombres capaces de admirarlas paracontemplar sus perfecciones. (C. A. 90, r.).

    72. El que no refrena su voluptuosidad se rebaja al rango de las bestias. (ASAZ. 1. 119, r.).

    73- Oh falso resplandor, a cuntos antes que a m, en los pasados tiempos, has engaadomiserablemente! Si yo busco la luz, no debo empezar por distinguir el resplandor del sol, delbrillo falaz de la candela que humea? ... (C. A. 66, r).74. En primer lugar, aquel que est privado de movimiento, que se ha cansado de servir, carecerde la actividad que comporta la ayuda.Fatiga, primera muerte! Yo no me canso nunca de servir. Yo no me canso nunca de ayudar.No todas las obras pueden realizarse en un instante.Las manos en las cuales caen ducados y piedras preciosas no se cansan jams de servir, pero esteservicio solamente es prcticamente til, y, no segn nuestra intencin. La Naturaleza, como yo,procede naturalmente. (ASH. 1. 48, v.).

    75. La lea alimenta al fuego que la consume. Cuando aparece el sol que nace de las tinieblas, tapagas la lmpara que lo ocultaba a tu necesidad y a tu comodidad. (ASH. 1. 22, v.).

    76. La fama se eleva al cielo, porque todas las cosas virtuosas son amigas ce Dios. La infamia sedebe representar abajo, porque todas sus actividades son contrarias a Dios y se dirigen hacia elinfierno. (ASH. 11. 22, v.).

    77. El placer y el dolor pueden ser presentados juntos y acoplados porque jams el uno estseparado del otro.Con las espaldas adosadas porque son contrarios el uno al otro, sostenidos por un cuerpo nicoporque ellos provienen del mismo fundamento, porque si el fundamento del placer es el esfuerzocontra el dolor, este ltimo se encuentra siempre en el fondo de todos los goces diversos y

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    lascivos. Se supone que la caa, puesta en la mano del placer, es el smbolo de la vanidad y faltade fuerza, siendo su picadura venenosa. En Toscana nosotros empleamos las caas para sostenerlos lechos; ello significa que en ellos se efectan vanos sueos; y que all se consume una granparte de la vida y se pierde mucho tiempo til, sobre todo por las maanas cuando el cuerpopuede rendir un nuevo esfuerzo y el espritu se encuentra descansado y moderado; en ellos,toman an origen muchos vanos placeres y en ellos el espritu suea con cosas imposibles y. conlos placeres del cuerpo que son causas de disminucin vital. De este modo, la caa condiceplenamente con tales fundamentos. (R. 1196).

    78. Si t afirmas que la visin te impide la aplicacin de la sutil cogitacin mental que penetra lasciencias divinas, y que este inconveniente fue lo que indujo al filsofo a privarse de la vista; yo teresponder que el ojo, como seor de los sentidos, cumple su funcin oponindose a lasconcepciones confusas y, engaosas que no constituyen ciencia, sino divagaciones con las que sediscute a base de gritos y desaforados gestos. Tal filsofo, pudo tambin haberse privado delodo, sin lo cual seguira igualmente ofendido, puesto que l pretenda el acuerdo en cl que todoslos sentidos callan.Y si semejante filsofo se destruy los ojos para mejor razonar, piensa que este acto fue destruyconsecuencia de su cerebro y de sus razonamientos que queran para s todo el espacio. Luego,pues no poda sencillamente cerrar los ojos, cuando se sinti presa de tal frenes, y mantenerloscerrados hasta que se calmara su locura? Pero el hombre estaba loco y su razonamiento tambin,y as fue como, estpidamente, se ceg. (LU. 16).

    79. La parte tiende a reunirse al todo, para terminar con su imperfeccin; el alma deseapermanecer con su cuerpo porque sin los instrumentos orgnicos de ese cuerpo, no puede actuarni sentir. (C. A. 59, r.).

    80. El amante se mueve a causa de la cosa alnada, como los sentidos a causa de lo sensible; seunen entre ellos y no constituyen sino un solo objeto.La obra es lo primero que nace de tal unin. Si la cosa amada es vil, el amante se envilece.Cuando la cosa unida conviene al que a ella se une, el resultado es: delectacin, placer yserenidad. Cuando el amante se une al amado, reposa. (T. 6, r.).

    81. Venerem observam solam hominibus convenire, titulo de una plancha de anatoma publicadapor Uzielli. (T. 6, r.).

    82. Y saldr de la tenebrosa y oscura tierra una cosa que pondr a toda la especie humana engrandes inquietudes, peligros y muertes.A muchos ce los que lo busquen a travs de grandes penas, el oro les dar placer: pero quin del se vea privado, morir lleno de dolor y calamidades.Esta cosa inspirar infinitas traiciones; esta cosa impulsar a los hombres al asesinato, a robos yperfidias; infundir sospechas entre sus propios partidarios; privar de sus derechos a las ciudadeslibres; y quitar la vida a muchos; atormentar a los hombres en sus artes con engaos ytraiciones.Oh, monstruoso elemento! Cunto mejor sera para el hombre que volvieras al infierno! Por tucausa los grandes bosques son arrasados; por tu causa un nmero infinito de animales perder lavida. (C,. A. 362, r.).

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    83. Y t, hombre, que consideras en mi trabajo la obra admirable de la naturaleza puedes juzgarpor ti mismo que ella es cosa cuya destruccin est prohibida. Piensa, entonces, qu crimen es elde quitar la vida al hombre, cuya simple imagen te parece una maravilla de arte. Piensa en elrespeto que debes al alma que habita semejante arquitectura, que, verdaderamente acredita por subelleza su procedencia divina. As, pues, deja a esa alma que habite su obra a su placer, y noquieras que tu clera o tu maldad destruyan una vida tan bella; puesto que el hecho de noestimarla, equivale a no merecerla.En fin, es muy a su pesar, que el alma abandona su cuerpo; y, creme, sus quejas y su dolor nodejan de estar ampliamente justificados. (TV. An. 22).

    Cabeza del Redentor. Pastel. Pinacoteca de Brera. Miln

    84. Recuerdo que en los das de mi infancia he visto a los hombres altos y bajos, mostrando losextremos de sus vestidos cortados por todas partes, de la capa a los pies y sobre los costados. Nocontentos con tan peregrina invencin, en esa poca, se cortaban an los propios cortes; y lascogullas, los zapatos, los sombreros aparecan cortados del mismo modo; sedas de varios coloressalan de esa multitud de costuras de los vestidos.Ms tarde he visto el calzado, los birretes, las escarcelas, y hasta las armas que se llevan paraatacar, los cuellos de los abrigos, los extremos de los mantos, la cola de los vestidos,confeccionados en forma de largas puntas interminables, propias para poner en ridculo a losmismos que con ellas se crean muy elegantes.Ms adelante se comenz por aumentar las mangas y ellas se agrandaron de tal manera que unasola resultaba ms grande que el propio manto. En seguida se levantaron los cuellos a tal puntoque la cabeza entera quedaba envuelta. Inmediatamente la moda consisti en desvestirse de talmodo que los paos no podan sostenerse sobre los hombros, porque stos quedaban totalmentedescubiertos. Despus se alargaron los trajes de manera que los hombres tenan que ir con losbrazos cargados de ropa, para evitar pisarlas y enredarse con ellas. Finalmente, se cay en talexageracin que consista en vestirse de un solo lado hasta el codo de un modo tan ajustado queresultaba un verdadero suplicio y muchos se ahogaban. Los pies iban tan apretados en el calzadoque los dedos se encimaban, cabalgando el uno sobre cl otro. (F. 96, v.).

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    85. Todos los hombres desean hacer fortuna para drsela a los mdicos, destructores de la vida.Los mdicos deben ser, pues, indudablemente ricos. (F. 96, v.).86. Los hombres son dotados por los mdicos de enfermedades que antes no se conocan. (R.707).

    87. Si te ingenias en conservar la salud, lo conseguirs tanto ms cuanto ms te guardes de losfsicos, porque sus remedios son del mismo gnero que la alquimia que ha producido tantostratados como la medicina. (R. 707).

    88. Oh, negligente naturaleza! Por qu eres tan parcial, portndote con respecto a tus hijos, nocomo piadosa y buena madre, si no como crudelsima e implacable madrastra? Veo a tus hijoslibrados al servicio de otros, sin beneficio para ellos, y recibiendo un grande y verdadero martiriopor toda retribucin por los servicios prestados; y con toda su vida entregada al servicio de susverdugos. (Bestias de carga). (C. A. 143, r.).

    89. Las peores fatigas son recompensadas con el hambre, la sed, la enfermedad, los golpes depuo y los palos, los juramentos y toda suerte de infamias. (Los asnos). (C. A. 362, r.).

    90. Ningn consejo tan sincero, como el que se da sobre el navo que naufraga.

    91. No prever, es ya gemir.

    92. Belleza y utilidad, no podran estar juntas como en los castillos y en los hombres?

    93. Si la virtud tuviera cuerpo, no podra vivir en este mundo.

    94. La brutalidad y la belleza se hacen ms poderosas cuando marchan juntas.

    95- Oh, miseria humana! De qu no te haces esclava por el dinero!

    96. La misma cosa es hablar bien de lo que no se lo merece; que hablar mal de lo que es bueno yest bien.

    97. De una pequea causa se suele derivar una gran ruina.

    98. La constancia no consiste en empezar, sino en perseverar.

    99. Nada se debe temer tanto como la mala fama, porque ella nace siempre de los vicios.

    100. Un nfora rota se puede arreglar si es de barro crudo, pero no si es de barro cocido.

    101. Lo que es bello, no siempre es bueno; y por ese error vemos triunfar a muchos charlatanessin la menor doctrina.

    102. El que se quiere enriquecer en un da, pasa miseria todo el ao.

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    103. Para recordar los beneficios, la ingratitud no tiene memoria.

    104. Reprocha al amigo en secreto y elgialo en pblico. Si tienes que pedir consejo, pdeselo alque ha sabido corregirse a s mismo.

    105. El que terna el peligro no perecer a causa de l.

    106. Hay males que no me daan, y bienes que no me alegran.

    107. El que ofende a otro ha perdido su propia seguridad.

    108. La estupidez es el arma de la mentira, como la imprevisin es el arma de la pobreza.

    109. Donde hay libertad, no importan las reglas.

    110. Las amenazas son las nicas armas del que amenaza.

    111. Crece tu reputacin, como el pan en las manos de los nios.

    I I2. El que no enfrena la voluptuosidad se rebaja al nivel de las bestias.

    113. Quien poco piensa, se equivoca mucho.

    114. Quien no castiga el mal, ordena que se lo haga.

    115. Quien toma la serpiente por la cola puede ser mordido.

    116. Ms se discuten los principios que las conclusiones.

    117. Quien no conozca temor, conocer perjuicio.

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    CONTRA LOS HUMANISTASCAPITULO IV

    La experiencia, fuente de conocimiento. - Contra los verbalistas. - Ciencias transmisibles eintransmisibles. - La incomunicabilidad de la pintura. - Contra los resmenes. - Condicin de losinventores. - Ciencias imitables. - Excelencias de la pintura.

    118. Las palabras que no adulan los odos del auditorio ocasionan siempre aburrimiento yfastidio. Ello se manifiesta especialmente cuando los oyentes se ven atacados por las ganas debostezar. T, que te diriges a los hombres cuya voluntad deseas atraerte, cuando veas talesmanifestaciones de cansancio, abrevia tu discurso y cllate prudentemente.Si procedes de otro modo, en lugar de las ventajas que buscas, slo obtendrs animadversin yhostilidad.Si quieres saber qu es lo que interesa a alguien, sin preguntrselo, hblale de diversos temas y enseguida que veas despertar su atencin, sin bostezos ni fruncimientos de cejas, y otras variadasexpresiones, ten la seguridad de que la cuestin de que le ests hablando es precisamente la quele interesa. (G. 46, v.).

    119. Silogismo: discurso dudoso. Sofisma: discurso confuso, lo falso por lo verdadero. Teora:ciencia totalmente prctica. (F. 96, v.).

    120. Los hombres que no buscan ms que riquezas y placeres materiales estn completamenteprivados de la riqueza de la sabidura, nico alimento y consuelo del alma. Si el alma es msdigna que el cuerpo, la riqueza del alma es irs importante que la del cuerpo.Sucede a menudo que cuando yo veo a uno de esos tomar una obra en sus manos, pienso que,como los monos, se la van a llevar a la nariz para olerla y acabarn preguntando si es una cosaque se pueda comer. (C. A. 119, r.).

    121. Las bellas letras nacen de un buen natural; y como la causa siempre es ms digna que elefecto, un buen natural sin letras vale mucho ms que un letrado sin buen natural. (C. A. 76, r.).

    122. Por el hecho de que yo no soy letrado, ciertos presuntuosos pretenden tener motivo paracriticarme, alegando que no soy un humanista. Estpida ralea! Ellos no saben que yo podraresponderles a la manera de Mario a los patricios romanos: "Los que se jactan de las obras de losotros y se apoyan en ellas; no quieren reconocerme el mrito de las mas!". (C. A. 119, r.).

    123. Ellos pueden argir que, desprovisto de conocimientos literarios, yo no puedo expresar bienlo que me propongo decir. Ignoran, pues, que mis obras son ms el resultado de la experienciaque de palabras ajenas, y que la experiencia fue la maestra de los que escribieron bien; y que delmismo modo yo la tomo por maestra y que en todas las ocasiones a ella es a quien apelo. (C. A.117, r.).

    124. Si, tal como ellos lo hacen, yo no me apoyo en la autoridad de otros autores, ms alta y msdigna es mi alegacin a la experiencia, maestra de sus maestros. Se pasean inflados y pomposos,vestidos y adornados, no de sus trabajos, sino de los trabajos ajenos y me discuten los mos y me

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    desprecian; a m, inventor y tan superior a ellos, trompeteros y declamadores, recitadores deobras ajenas y profundamente despreciables.Y as son juzgados y no de otra manera estimados los inventores, intrpretes de la naturaleza y dela humanidad, en comparacin de los repetidores de obras ajenas y charlatanes. Entre ambosexiste la diferencia que hay entre el objeto real y su imagen reflejada en el espejo. La primeraexiste en realidad y por s misma, la segunda no tiene realidad y no es ms que vana apariencia.(C. A. 117, r.).

    Estudio de figuras y composicin para la Cena, Museo del Louvre, Pars

    125. Qu valor puede tener el que se dedica a abreviar las partes de las cosas, cuando pretendedar su conocimiento integral y deja tras de s la mayor parte de lo que compone el todo?La impaciencia, madre de la tontera, admira la brevedad, como si no se tuviera suficiente tiempoen la vida para llegar al pleno conocimiento de un solo objeto, como es el cuerpo humano; y enseguida se quiere abarcar la inteligencia divina en la que est incluido todo el universo, pesndolay dividindola en infinitas partes, como si se la quisiera disecar. (R. 1210).

    126. Oh, tontera humana! No te das cuenta de que a pesar de haber vivido toda la vida contigomisma todava no conoces lo que posees hasta sobrarte: es decir, tu locura? Y vosotros, con lamultitud de los sofistas, os equivocis, y hacis equivocar a los dems, despreciando las cienciasmatemticas que contienen la verdad para las cosas que son de su dominio. Y en seguida hablisde milagros y escribs sobre su conocimiento del que el espritu humano no es capaz y que nopuede demostrarse por ningn ejemplo natural. Y les parece haber hecho un milagro, cuando nohan hecho ms que falsificar la obra de un espritu especulativo. No se dan cuenta de que caen enel error de quien desnudara a la planta de sus ramas cubiertas de hojas, de sus flores perfumadas ysus frutos.As procedi Justino, abreviador de las historias escritas por Pompeyo que relataba con arte todoslos excelentes hechos de los antiguos, llenos de detalles admirables, reducindolo a un resumensin inters y propio solamente para espritus impacientes que creen perder el tiempo cuando en

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    realidad lo estn empleando tilmente en el estudio de las obras de la naturaleza y de los hechoshumanos.Son stos semejantes a los animales; en su cortejo figuran los perros y otros animales llenos deespritu de rapia que se acompaan mutuamente, corren siempre en lnea recta y persiguen a lasinocentes bestias que, en tiempo de grandes nevadas, se ven obligadas por el hambre a acercarsea las casas para pedir limosna, como a sus tutores. Manada ingrata con la naturaleza, puesto quesi no fuera por cl aspecto accidental que revisten, se los podra confundir con las manadas deanimales. (R. 1210).

    127. Los abreviadores de las obras, cometen injuria contra el conocimiento y el amor. Qu valorpuede tener el que se dedica a abreviar las partes? ... (R. 1210).

    Estudio de expresin y caricaturas. Real Academia. Venecia

    128. Las cosas dispersas se completarn y tomarn de este modo tal virtud que devolvern a loshombres su perdida memoria. Entiendo por ello los volmenes, hechos de pergaminos separadosque llevan cl relato de las cosas y de los actos humanos. (I. 65).

    129. Felices aquellos que prestarn odo a la palabra de los muertos: leer las buenas obras yponerlas en prctica. (I. 64, r.).

    130. Los cuerpos sin alma darn, por sus sentencias, los preceptos tiles para bien morir. (C. A.362, r.).

    131. Las plumas elevarn a los hombres como pjaros hacia el cielo: por las letras escritasmediante plumas. (I. 64, v.).132. Cuanto ms se hable con los cueros vestidos de sentimiento (manuscritos), tanta mssabidura se adquirir. (I. 64, r.).

    133. Nada se puede ya escribir que resulte una novedad. (T. 14, r.).

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    Captulo 4 Preparado por Patricio Barros4

    134. Cul es la cosa que siendo tan ansiada por los hombres, no se la puede reconocer cuando sela posee? El sueo. (S. 228).

    135. Las ciencias llamadas irritables son aquellas en las cuales el discpulo se hace igual al autory lo mismo que l lleva su fruto. Son tiles al imitador, pero no igualan en mrito a aquellas otrasque no pueden dejarse en herencia.Entre las ciencias inimitables se encuentra, en primer trmino, la pintura. Ella no se puedeensear a quien la naturaleza no ha dotado; al revs de las matemticas, en las cuales el alumnorecibe tanto como el maestro le ensea.Las formas no se copian, como sucede con las letras, con las cuales ocurre que la copia vale tantocomo el original. Tampoco se vacan como la escultura, en la que el calco reproduce el original.En cuanto a la potencia de la obra: sta no se reproduce en innumerables ejemplares como loslibros impresos; sino que permanece noble, honrando a su autor, siempre preciosa y nica y noengendra hijas que la igualen. Y esta singularidad, la torna ms excelente que las cosas que hansido publicadas para todos.No vemos nosotros a los grandes reyes de Oriente marchar con el rostro velado y cubierto, porla creencia de que disminuira su prestigio, si se mostraran en pblica presencia? No vemos,acaso, a las pinturas que representan a las divinas deidades, mantenerse cubiertas con cortinadosde gran precio? No se las descubre sino en las grandes solemnidades de la Iglesia en medio decantos y de msicas. Y desde que aparecen, la gran multitud de gentes que ha concurrido searroja al suelo y ruega y adora, puesto que tales pinturas pasan por conferir la salvacin eterna ydevolver la salud perdida, exactamente como si la deidad que reproducen estuviera viva ypresente.Tales cosas no suceden con ninguna otra ciencia y con ningn otro gnero de obra humana. Y sit pretendes que en este caso no es el poder del pintor lo que acta, sino la idea atribuida a la cosarepresentada, te dir que en este caso la imaginacin humana puede satisfacerse permaneciendoacostada en vez de ir hasta lugares lejanos y peligrosos, tal como se puede ver en lasperegrinaciones.Y si tales peregrinaciones tienen lugar constantemente, quin las provoca y determina sinnecesidad? Ciertamente, tendrs que confesar que tales simulacros realizan algo que seraimposible para la escritura, representando la efigie y la potencia de una divinidad. Del mismomodo, pues, que tal divinidad ama tal pintura; del mismo modo ella ama a quienes la aman yreverencian y se complace en ser adorada bajo esos rasgos y no bajo otros que tambin pretendenrepresentarla; y, por intermedio de tales rasgos, ella acuerda gracias y confiere la salvacin, segnlo creen los que vinieron en peregrinacin. (I, U. 8).

    136. Todo lo que en invierno permanece oculto bajo la nieve, quedar descubierto y manifiestoen esto: dicho de la mentira que no puede quedar oculta. (I. 39, v.).

  • Breviario de Leonardo de Vinci Jos de Espaa

    Captulo 5 Preparado por Patricio Barros1

    LA CIENCIACAPITULO V

    INTRODUCCIN PARA UN TRATADO SOBRE EL MTODO EXPERIMENTAL

    137. Se llama ciencia, a ese discurso mental que toma su origen en los primeros principios, msall de los cuales nada se puede encontrar que forme parte de la dicha ciencia.La geometra, por ejemplo, que estudia la cantidad continua, empezando por la superficie de loscuerpos, tiene su origen en la lnea, lmite de la superficie. Y sin embargo no nos satisface estadefinicin, puesto que sabemos que la lnea tiene su lmite en el punto y que el punto es la cosams pequea que podemos concebir.El punto, pues, resulta ser el primer principio de la geometra, y nada existe en la naturaleza ni enel esp