9 Coraggio Jose L Introduccion Sobre El Sentido de La Economia Social

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Coraggío, José LuisEconomía social, acción pública y política: hay vida

después del neoliberalismo - la ed.. Buenos Aires:Fund. Centro Integral Comunicación, Cultura ySociedad. - CICCUS, 2007.

144 p. : 23x16 cm.

ISBN 978-987-9355-43-5

1. Política Económica. 1. TItuloCDD 338.9

Fecha de catalogación: 06/06/2007

A Camila y Sofia(EIBlJCIEC.t .. f" ~ ~ ' ( J   ..'F.71

© Ediciones CICCUS - 2007 Fpcb,: 31 - O ; . 7 L I ~ 1 l . E   - .tw't,- ~ . ~ - _  ••• __ ••_. o,.

@ Bartolomé Mitre 4257 PB ·3 " (C1201ABC C ~ t : ~ a ~ ........t i (5411) 49 81 63 18

Prliyecdt¡:_ ..1l [email protected]

C a n j ~ " .   . ._..__.__.__rimera Edición: Junio de 2007

I . n ~ !  JOI'" LJiJ (OU'{j(i{oCoordinación Editorial: Valeria Gorza

Diseño de tapa y portadas interiores: Andy Sfeir

Composición y armado Interior: Laura Perotti

Ilustra ciones inter iores y de tapa: Oriana Paula Coraggio

[email protected]

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Prohibida la reproducción total o parcial del contenido del este libro de cualquier

tipo de soporte o formato.

Impreso en Argentina ;",     ' : ; ~ ) ' : , ; "   . ,'. O'" "CTO-"1"'-9'-7 " j " l 'í ~ ' . ; " " . "'..:.r'r* . ........

Printed in Argentina ,'. ( " ' n ~   I J,i .... ~ . .   '

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José Luis Coraggio

Frente a esto, Coraggio nos advierte que la batalla no solo

debe ser ideológica, sino además es imprescindible rever profun

damente los conceptos y las prácticas sociales hasta ahora insti

tuidas, reflexionar, depurar y ahondar las nuevas relaciones a que

apuntamos desde la perspectiva aquí planteada.

Finalmente deseo compartir una observación: tenemos cier

ta carencia en nuestro aprendizaje social de algunas capacidades

que son básicas en este sentido y que están más en el orden de las

intenciones o las declamaciones que de la realidad, sólo para

mencionar algunas: el dialogo y el consenso en procesos de con

certación y convivencia en pluralidad, la visión de común-unidad

(comunidad) para la toma de decisiones estratégicas, la mirada

autocrítica para construir aprendizajes de las experiencias, el

pensamiento y las intervenciones integradas entre disciplinas e

instituciones para encarar la complejidad de la realidad, eso

implica a la vez, pensar y actuar en red. Construir un nosotros es

indispensable fortalecer la identidad colectiva, la reciprocidad y

recuperar la confianza -núcleo fundante de todo vínculo-o .

Los Sueños, son las alas del deseo.

La Pasión, es el fuego que los mantiene vivos.

El Coraje, es el ánimo que da fuerzas al cuerpo.

Un cuerpo sin sueños, es un desierto.

Los sueños que se cultivan con pasión y coraje,

dejarán de ser ilusiones,

y así el sueño, un día será parte del paisaje que habitaremos.

Lie. István Karl?

2. Licenciado en Psicología (UBA), especialista en grupos y en gestión social de proyectos

socloeconórntcos desde la perspectiva de economía solidaria y el desarrollo local. Miembro

del equipo técni co de la Fundación CICCUS y del Instituto de Capacitación de la UEJN.

Miembro fundador de la Red atinoamericana de Socioeconomía Solidaria. Autor de varias

publicaciones.

Introducción

Sobre el sentido de la economía social

Los horrorosos treinta.! se configura un sistema conexclusión estructural bajo el reinado del capital global.

Treinta años de gobiernos neoconservadores (dictatoriales o

elegidos) y políticas económicas neoliberales han llevado a unainédita concentración no sólo del ingreso anual generado sino de

la riqueza acumulada en manos privadas, y han dado a los propietarios más concentrados una libertad de disposición de sus rique

zas que es antagónica con la libertad de opciones de vida de los

trabajadores. El salario medio ha bajado alrededor del 60% desde

1975 a 2002, y según las estimaciones disponibles la participaciónde los trabajadores en la renta total cayó aproximadamente a la

mitad de lo que era". Esto refleja no sólo el cambio en las relaciones directas de poder entre capital y trabajo, sino también la des

protección por parte del estado, los cambios en el modelo productivo y en la composición de la demanda de fuerza de trabajo, así

como en la relación patrimonio público/patrimonio del capital privado, y los efectos acumulativos de una dinámica generalizad a de

comportamientos utilitaristas.El carácter estructural y regresivo de las transformaciones

experimentadas por el sistema económico durante treinta años dedictadura neoliberal es hoy aceptado por organismos internacio

nales como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),

3. Por oposición a los "gloriosos" treinta (1945-1975) de posguerra, de construcción del

estado social o de bienestar.

4. Pablo Vinocour y Leopoldo Alperin, "Pobreza y políticas sociales en Argentina de los años

90", en CEPAL, Serie Políticas Sociales, N" 85, Santiago, 2004. Para un análisis recie nte que

permite avanzar a pesar de las dificultades para obtener una serie comparable según los

cánones de la cienci a económica ver: J avier Lin denbo im, Damián Kennedy y Juan Martín

Graña, "Distribución funcional del ingreso en Argentina. Ayer y hoy", Documento de

Trabajo N°4, CEPED, Buenos Aires, 2005.

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José Lris Coraggio

la Organización Irrternacional del Trabaj o (OIT), el Pro grama de las

Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y hasta por el Banco

Mundial, que hablan de crecimiento sin empleo, de necesidad de

que el empleo que haya sea digno, de que el desarrollo humano

no está garantizado por el crecimiento, y que propician una

gobernabilidad basada en cierto grado de re-regulación y políticas

de asistencia dirigidas a "aliviar" la pobreza. Todos ellos piensan,

sin duda, desde la perspectiva de la conservación del sistema

basado en el predominio del capital ("la economía real") aunque

pueden difer ir en la calida d de las reformas que deben hacerse

para garantizar esa continuidad.

Como toda tendencia estructural admite ocasionales mejo

rías sin por eso modificar la tendencia, hoy podemos experimen

tar, como es notorio en el caso de Argentina, elevadas tasas de

crecimiento del PIB, la conformación de un fondo de reserva

importante, una mejoría en la distribución del ingreso (no así de

la riqueza, que se sigue concentrando y centralizando) y reduccio

nes en las tasas de empleo negro y desempleo, evolución ésta con

siderada prueba de que "salimos" de la crisis gracias a una buena

gestión de esta economía. Esa gestión tiene una marca positiva,por voluntad y por que no había otra alternativa, que es la de

haber recompuesto la economía en base a "lo nuestro" (aunque

esta atribución sea notoriamente inequitativa y la cuestión de la

defensa de la soberanía en una de las economías más extranjeri

zada del mundo no está siendo bien resuelta).

Esos indicadores positivos de corto plazo van acompañados

de otros indicadores negativos, menos medibles y de largo alcan

ce por su duración y sus consecuencias: la dependencia de pocos

productos y precios internacionales, la ausencia de una política de

desarrollo de estructuras productivas complejas más centradas en

las capacidades que en recursos naturales vulnerables, la ya men

cionada continuada concentración de las estructuras de propiedad, la degradación prolongada de la fuerza de trabajo y de la

vida de amplios sectores de la población, la pérdida de resiliencia

de los ecosistemas, la persistencia de poderes mafiosos no regu

lables por el mercado, las consecuencias latentes de la deuda

pública pendiente, etc. A nivel empírico basta con recorrer nues

tra periferia interior y observar lo evidente: no puede considerar

se virtuosa una política que hace que el pueblo argentino aguan-

Economía social, acción pública y política

te tanta pobreza ante el despliegue ostentoso del consumo sun

tuario, tanta injusticia, tanto atropello de los derechos y las iden

tidades, tanta depredación por el capital monopólico (incluso sub

sidiado por el Estado).

Por otro lado, en un país que incorporó el sentido común

neoliberal, como dice Alfredo Pucciarelli, la política ha sido vacia

da pues no se propone transformaciones estructurales progresivas.

De hecho, la política está consolidando -con un manejo más inte

ligente de la gobernabilidad- el mismo injusto sistema capitalista

periférico dominado por la lógica del capital rentista global. Se

viene logrando que coexistan un significativo crecimiento econó

mico y tasas periféricas (muy altas) de rentabilidad del capital,

con una demanda interna debilitada por la brutal concentración

del ingreso. Pero una política que no pueda manejar esa contradic

ción asumiendo de otra manera el conflicto estructural, no podrá

resolver la nueva cuestión social ni crear concientemente las con

diciones para otra forma de inserción en el sistema mundial.

Los indicadores positivos no se pueden atribuir a la "buena

política económica" sin tomar en cuenta que la competitividad

argentina está siendo basada en la compra de tecnología en unmercado global oligopolizado, en la ventaja circunstancial de una

transferencia de renta extractiva a escala mundial, en bajos cos

tos fiscales y su contrapartida de insuficientes gasto social e inver

sión en infraestructura productiva mayor, en bajos salarios y doci

lidad sindical, así como en la permisividad que pone en riesgo

equilibrios básicos del ecosistema.

Estas bases de la competitividad se sostienen en base a una

sociedad despolitizada y centrada en la lucha individualista por la

supervivencia cotidiana y la focalización de las energías políticas

remanentes en la lucha por el poder como fin en sí. Desde la pers

pectiva del mismo sistema, si tuviéramos fracciones lúcidas de las

clases dominantes deberían estar preocupadas por como atenderán en el mediano plazo la pérdida de legitimidad del sistema

como un todo, por qué riesgos políticos les deparará la eclosión de

la vulnerabilidad de este modelo económico y por qué secuencia

de acontecimientos pueden hacer que la resistencia y el aguante

pasen a la revuelta popular. Incluso los mismos intelectuales orgá

nicos de este sistema llegan a admitir, por razones no morales sino

"económicas", que sin "algo" de redistribución ahora no habrá

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crecimiento a futuro, pero por supuesto no cuestionan el régimensocial de acumulación subyacente. 5

Estos pocos años de bonanza de los indicadores del sistema

parecen haber renovado la ilusión economicista de que el creci

miento del PIB con estabilidad monetaria (o expectativas de ella)

es la clave de una buena economía. Que el problema principa l es

ir atendiendo a los bloqueos que el modelo productivo va encon

trando (energía, mano de obra capacitada, etc.). No se habla deplanificar cómo y en qué dirección comple jizar la estructura pro

ductiva como objetivo a largo plazo ni de anticipar la producción

de las condiciones para ello, ni se retoma aquel compromiso libe

ral de que, aún en un sistema con desigualdad, no habrá exclui

dos y las mayorías verán mejorada su situación (derrame median

te) a lo largo de su vida e intergeneracionalmente. Para mantener

el sistema a flote se timonea entre las negociaciones con el capi

tal privado renuente a compartir ganancias extraordinarias y las

protestas con que se van turnando diversos sectores sociales en

diversas regiones peticionando legítimamente la recuperación de

una parte de lo que les fuera saqueado. Como consecuencia, no

parece haber más rumbo que el que en cada momento marquenlos vientos de la perduración en el poder.

En resumen, creemos que hay que pensar a futuro en la idea

de que la tendencia a mantener el retroceso experimentado porlos trabajadores frente a los dueños del capital, cada vez más

extranjeros que nacionales, se mantendrá firme dentro de este

régimen, y que ni siquiera el mismo modelo económico adoptado

puede sostenerse sin cambios estructu rales que requeri rían almenos otro sujeto político.

La búsqueda de alternativas como la de la economía social

cuyo sujeto es la clase trabajadora y las comunidades en sentidoamplio, es decir la gran mayoría de la población (desde losjóve

nes que nunca trabajaron y dejaron de estudiar hasta los técnicosy profesionales), nos hace recordar que este régimen social de

acumulación y su modelo económico nos están legando un punto

de partida complicado desde la perspectiva del sujeto, donde las

5. José Nun define el RSA como "el conjunto complejo de las instituciones y de las prácti

cas que inciden en el proceso de acumulación de capital", Prologo a Javier Lindenboim y

Claudia Danani (coord.), Entre el trabajo y la política, Edito rial Biblios, Buenos Aires, 2003.

Economía social, acción pública y politica

estrategias de sobrevivencia tienden a reproducir el individualis

mo y el inmediatismo, y donde el proceso de fragmentación continúa, generando contradicciones internas a la clase trabajadora,

entre ocupados y desocupados, entre muy bien pagados y misera

blemente remunerados, entre formales e informales, entre sub

ocupados y sobreocupados, entre extranjeros y nacionales, entrerurales y urbanos, entre públicos y privados, entre asistidos y no

asistidos, y así siguiendo.

Los caminos desde la sociedad.

Ante esto, en parte por reacción, por opción político-ideoló

gica o teórica, o por oportunidad, se vienen registrando dos gran

des tipos de respuesta:

"Sálvese qu ien pueda y como pueda".

Cada persona, cada grupo, cada comunidad local y nación

deben hacerse responsables por su situación, sin pretender reverti r los procesos que los desplazan, excluyen o pauperizan. Quienes

tengan éxito y alcancen el estado de competitividad accederán,

no de manera eterna sino mientras les dure y precariamente, a

recursos, capacidades y oportunidades de inserción, o bien logra

rán estar más adelante en la fila de la asistencia pública, ya no

transitoria sino permanente. Así se compite contra otros por

sobrevivir, fragmentando las acciones, cada cual por su lado, cada

etnia o región por su lado, la ciudad por un lado, la comarca rural

por el otro. Se compite por la asistencia o en el mercado.

"Agrupémonos para salvarnos".

Si la sociedad y la economía son un campo de fuerzas,

muchos piensan que hay que ser pragmáticos: y esto incluye reco

nocer que en un campo de fuerzas la unión hace la fuerza. En el

escenario anterior se agrega que hay que asociarse para produciry competir o para reclamar y recibir lo necesario para sobrevivir,

sea como asistencia, sea como recursos para atender cooperativa

mente a las necesidades y expectativas insatisfechas de grupos de

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excluidos que, aun siendo solidarios en lo interno, seguirán com

pitiendo entre sí. La solidaridad aparece aquí como recurso estra

tégico, instrumental, no como anticipación de otra calidad

deseada de los lazos sociales. El paso del reclamo conjunto a la

gestión comunitaria se está dando en muchos casos y es un índice

promisorio, pero se da en una escala que, al menos, no tiene aún

peso público ni ha aprovechado todas las extensiones que esa

acción colectiva puede incorporar.

Algunas variaciones de la política estatal.

¿Economía Social?

En varios pa íses, del C entro y la Periferi a, los gobiernos

nacionales o locales han acompañado o adoptado iniciativas para

transferir recursos productivos a las trabajadoras y trabajadores

desocupados, no sólo para saciar el hambre o necesidades con su

propia producción sino también para que puedan emprender, indi

vidual o asociadamente, actividades económicas sustentables, con

la expectativa del sentido común neoliberal, de que pronto van apoder prescindir de esa transferencia de recursos (considerados

"subsidios" iniciales). No siempre es fácil saber si esas políticas

son la cara pública de la segunda variante arriba enunciada. Pero

en todo caso, en un sistema político donde hay hegemonía y con

trahegemonía, una cosa es la intención del decidor público y otra

el contenido que le dará el juego sociopolítico que las procese.

En Brasil, el gobierno intenta atacar el hambre de manera

universal ("hambre cero") y su Secretaría de Economía Solidaria

impulsa la incubación de cooperativas de trabajo y atiende par

cialmente los reclamos por la tierra, el crédito, la educación y

otros bienes públicos, con el acompañamiento crítico de una

amplia red de organizaciones sociales, movimientos sindicales, deiglesias, universidades y ONGs- que aspiran a superar el carácter

compensatorio de la política social promoviendo el desarrollo

estructural de un sector de economía solidaria centrado en cooperativas de trabajo.

En el caso del gobierno de Venezuela, se recicla parte de la

renta petrolera produciendo bienes públicos como la salud y la

educación básicas, impulsando masiva y simultáneamente la for-

Economía social, acción pública y política

mación de decenas de miles de cooperativas con la denominación

"economía popular", lo que anticipa problemas de sostenibilidadpara una parte muy significativa de esos emprendimientos dadas

las condiciones de apoyo y la riqueza de entramados previos que

supone una escala tan masiva sin una estructura y una red de

organ izaciones de la socieda d civil y del sector público con expe

riencia.En muchos países de la región hay programas con la misma

agenda, incluso bendecida por la Banca Internacional: promover

que los pobres más aptos puedan organizar su propio trabajo y

reinsertarse en el mercado con microcréditos para impulsar sus

microvidas.En la Argentina, el Plan Jefas y Jefes, surgido en el 2002

como respuesta improvisada a la grave crisis de gobernabilidad,

terminó institucionalizándose como un subsidio mínimo (no de

alcance universal como se pregonó al inicio) que exige una contra

partida de actividad comunitaria o de trabajo mercantil, y cuyo

sentido ha intentado redirigirse por el Plan de Economía Social y

Desarrollo Local "Manos a la Obra" -que da subsidios iniciales para

equipamiento, herramientas, materiales, fondos de microcréditoy asistencia técnica- en la dirección de promover pequeños

emprendimientos asociativos que se espera que pronto sean sos

tenidos sobre la base de sus propios resultados. Pero la escasa

magnitud relativa de los recursos distribuidos y el diseño mismo

de la política de "economía social" como política sectorial no

logran superar su carácter de atención coyuntural de una emergencia social que es y será estructural mientras no se pugne por

modificar el modelo económico heredado.

A pesar de su título, este plan de Economía Social y

Desarrollo Local no se ha encuadrado en programas participativos

de desarrollo local, lo que hubiera podido dar un nivel superior de

racionalidad al conjunto de las iniciativas y poner en marcha procesos de democratización y gestió n social de la economía ye n par

ticular de los recursos del plan. Esta falencia es atribuida a las

débiles capacidades inst ituc ional es de los gobiernos y corporacio

nes locales, pero es también resultado de la falta de voluntadpara modificar las reglas de acumulación política clientelar, donde

las poblaciones locales constituyen una masa de maniobras electoral, el "capital político" de los gobernantes locales. De hecho,

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rJosé Luis Coraggio

la descentralización a nivel local de las decisiones técnicas, claramente correcta por la imposibilidad de evaluar microproyectos

~ o b L e   actividades y en contextos altamente heterogéneos desde

un escritorio en Buenos Aires, no garantiza mayor racionalidad ni

menor arbitrariedad. Las investigaciones del imaginario social

muestran que estos programas son interpretados como parte de la

misma matriz asistencialista (como parece indicar que sean admi

nistrados principalmente desde el Ministerio de Desarrollo Social,cuyo objeto central es precisamente el alivio de la pobreza). El

Ministerio de Economía (y muchos otros ministerios que controlan

recursos y políticas necesarios para una política integral en esta

dirección) sigue sin considerar como parte de la economía a la

economía popular y sin visualizar la posibilidad de gestar un sec

tor de economía social.Pero, aun en estas condiciones, algunas experiencias mues

tran la posibilidad de resignificar estos programas, experiencias

1\ que deben se r sistematizadas y valoradas si lo que queremos esr[ que se asuma otra propuesta superadora de la actual y más cerca

1: na a la brasilera: la de construir concientemente un sector orgá

nico de economía social...

11I[

I ¿Qué entender por Economía Social?'"En un reciente trabajo del Centro Canadiense de la

Economía Social, ésta es definida como sigue:

"La Economía Social se distingue del sector privado y del

sector público e incluye las cooperativas, las fundaciones, las coo

perativas de ahorro y crédito, mutualidades, organizaciones no

gubernamentales, el sector voluntario, las organizaciones benéfi

cas y las empresas sociales".

Esa definición, respaldada por la autoridad del Centro men

cionado, nos sirve como punto de referencia para diferenciar porcomparación nuestro propio concepto de Economía Social, presen

1 te en los trabajos incluidos en este libro.11,1 En primer lugar, hay algo en lo que sí coincidimos con esa

definición: no hace referencia a los pobres, no se autodefine como

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Economía social. acción pública y política W U S ~ ~ O .  8 ; b ¡ ¡ o t ~ C é l  

una economía de los pobres ni para los pobres, y, consecuentemente, no hace una equivalencia entre "social" y asistencial. La

definición, construida por enumeración, ofrece una colección de

tipos formales de organización económica (Cooperativas, etc.).

Teórica y empiricamente, en esas organizaciones pueden participar sectores con conocimientos y condiciones sociales muy diver

sas. De hecho , fundaci ones y ONGs suelen estar conformadas por

sectores profesionales de clase media. Ciertamente puede haber

personas todavía pobres participando como actores o asistidos por

las organizaciones benéficas, pero esa definición no propone

incluir como parte constitutiva de esas organizaciones (y por tanto

de la Economía Social) a los destinatarios de las actividades (clien

tes, beneficiarios, etc.). Por otro lado, incluye cooperativas que

buscan ingresos mercantiles -no necesariamente bajos- para sus

asociados y, eventualmente, para su comunidad.

Finalmente, la definición arriba indicada excluye expresamente a las empresas con fines de lucro-acumulación de un grupo

("sector privado") pero también al estado ("sector público"), que

supuestamente debería representar y actuar según criterios del

"bien común" en la economía.Para enmarcar nuestras diferencias con esta definición de

Economía Social, adoptemos una perspectiva más amplia previa

sobre el concepto de ECONOMIA: toda economía es, de hecho,

social. Lo es en tanto, aún como esfera material relativamente

autonomizada de las estructuras sociales, codetermina qué clase

de sociedad soporta y contribuye a reproducir. Lo es también por

que la sociedad codetermina la economía, directamente y a tra

vés de procesos políticos, lo que le imprime a ésta una determi

nación social. En una mirada más compleja, teniendo como refe

rente a la moderna y omnipresente economía de mercado, toda

economía existente es también "social" en tanto una parte muy

significativa de ella opera por fuera de los mecanismos de mercado y, por tanto, no termina de constituirse en una esfera separa

da con tendencias a la autorregulación. Por tanto, la economía

real, aún en los casos de sociedades de mayor desarrollo capita

lista, no termina de desencajarse totalmente de las relaciones einstituciones del parentesco, de otros lazos sociales, étnicos y

comunitarios ni, en particular, de lo político o de los sistemas deestatus. Estas consideraciones apuntalan la hipótesis de un alto

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José Luis Coraggio Economía social, acción pública y política

grado de combinación/hibridación -con contradicciones- entre

modos de organizar las bases materiales y matrices históricas de

constitución de las estructuras de cada sociedad.

Dicho lo cual parecería redundante hablar de "economía

social" (si toda economía es social...). Pero la definición del Centro

Canadiense reserva ese adjetivo para un subconjunto de organiza

ciones económicas con criterios aparentemente nítidos. Por el

conocimiento que se tiene de los tipos-ideales de esas organizaciones incluidas, resulta clara la prioridad que su sistema clasifi

catorio da a la constitución libre y voluntaria y a la calidad delªs

relaciones internas de esas organizaciones, sean mercantiles (!=¡u_e

producen para el mercado) o no: no deben estar organizadas como

empresas de capital ni haber separación entre propietarios y inl-bajadores, debe haber relaciones intersubjetivas no objetivantes

primando valores y prácticas de solidaridad interpersonal, gestión

democrática y cooperación interna, admitiendo diversas combina

ciones de trabajo voluntario, asalariado o asociado. Su trama de

relaciones combina asimismo los princip ios de intercambio, redis

tribución y reciprocidad. A lo que se suman dos formas que se dis

tinguen por su misión de solidaridad social (aunque sea unidirec cional, hacia los beneficiarios externos): las fundaciones y las

organizaciones benéficas.

Siempre hay zonas grises cuando aplicamos estas definicio

nes por enumeración a situaciones reales: cooperativas que hao

perdido el ideario de la cooperación y funcionan como empresas

de capital tanto hacia fuera como hacia adentro, cooperati vas de _

trabajo que son apéndices de empresas de capital, instrumentali

zadas para ocultar formas de sobreexplotación del trabajo ajeno

y evadir el principio de redistribución fiscal, fundaciones con ges

tión verticalista, que dan cobertura cosmética a las empresas de

capital, etc. Pero los que plantean honestamente esa definición

tienen clar o estos problemas y siempre tratarán de separar la pajadel trigo, distinguiendo la forma jurídica del contenido social, el

discurso de la práctica.

En resumen, para esa definición, una parte de la economía

sería "social" por la calidad de los componentes que agrega y otra

no (todo tipo de empresa abierta u ocultamente dirigida por el

capital y sus poseedores, o tod o tipo de organización estatal, por

ejemplo). Pero, tal como la definición (a nivel "microeconómico")

deja ver, ese conjunto de organizaciones que se consideran

"sociales" no parece requerir un tipo diferenciado de relaciones

entre sus concreciones particulares o de ellas con el resto de la

economía, pudiendo, por ejemplo, primar la competencia en el

intercambio mercantil entre cooperativas internamente solida

rias. Es más, la economía "a secas" (la parte "no social" de la eco

nomía) y la economía "social" estarían articuladas por medio del

intercambio mercantil o por relaciones de redistribución centrali zada por el Estado. El problema sería los términos del intercam

bio, no el intercambio mismo ni sus reglas.

Un problema de estas definiciones "micro" (individualismo

metodológico) es que tienden a centrarse en las unidades organi

zativas de producción de bienes o servicios, sean para transar en

el mercado sean para transferirlos unilateralmente a sectores con

necesidades básicas no cubiertas. El centro es, entonces, la pro

ducción y las relaciones de producción, más no la reproducción

social y el marco más amplio de división del trabajo, relaciones de

propiedad y de reproducción, con la debida consideración a la

generación, distribución y utilización del excedente material.

Como consecuencia, aunque a posteriori se analicen las relacionesy términos de intercambio o los procesos de redistribución, en la

definición misma de Economía Social la totalidad del sistema que

contribuye a dar sentido y resignificar el sentido pretendido de sus

partes está ausente.

Habiendo tratado de presentarla con justicia, tenemos dos

discrepancias fundamentales con ese tipo de definición:

A) Como ya se dijo, las organizaciones que incluye son selec

cionadas por sus relaciones internas. Pero cada una esas organiza

ciones no pueden existir fuera de sus relaciones con otras organi

zaciones, de la misma economía social, de las empresas de capital, de las organizaciones estatales, y sobre todo existen dentro

de un sistema con dominio del capital, que tiende a introyectar en

las organizaciones una ética de mercado capitalista y genera un

campo de fuerzas, como diría Bourdieu, que no puede verse como

un "afuera" sino que las atraviesa y ce-constituye como formas

concretas. En efecto, los sistemas económicos con dominio/hege

monía tienden a resignificar el sentido de organizaciones econó

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José Luis Coraggio

micas aparente o intencionalmente diversas: no es lo mismo un

sistema económico constituido básicamente por cooperativas de

trabajadores que han logrado impregnar otras prácticas, el senti

do común y las ideologías políticas con su ideario proyectado, que

otro en que varias o rr.uchas cooperativas participan en el merca

do de una economía capitalista. Seguramente la sociedad de

Québec nos demuestra que se puede avanzar en esa dirección,

pero la matriz histórico-cultural que lo hizo posible no es reproducible, aunque podemos aprender mucho de la TmportanCíá-de

un proyecto cultural ampliamente abarcador de la naciónpara

encarar transformaciones de largo aliento de la economía. En la

realidad de nuestras sociedades, en la periferia del sistema

mundo capitalista, movilizar voluntades en el sistema hegemóni

co incidiendo en las representaciones sociales y el sentido común

es una constante lucha multidimensional (cultural, económica,

política) que no puede librarse solamente en el interior de las

organizaciones económicas.

B) Como acto intelectual, tal definición no pone en tensión

el sistema social ni propone, por sí misma y por las prácticas deque es impulsora, ningún proyecto de transformación social, eco

nómica y política del mismo. Ubica su diferencia dentro de un sis

tema, diferencia que puede ser compensatoria y hasta funcional

al mismo (desde la intención inicial o refuncionalizada por el

campo), o al menos no lo cuestiona de manera política. De clasi

ficar mariposas obtendremos conocimiento útil y hasta generare

mos gustos, pero no saldrá una propuesta de acción colectiva ni la

convicción de la necesidad de cambiar el biosistema, o la fuerza

para transformarlo. La "economía" sigue siendo naturalizada

como totalidad, y el proceso de mercantilización sin límites no es

negado por la creación de una o muchas de esas organizaciones.

Desplazando el punto de referencia, en la Argentina recien

te , el término "economía social" ha sido teñido de tonalidades

asistencialistas por las políticas públicas pos-crisis 2001, dada la

concepción subyacente en tales políticas y su focalización de

hecho para movilizar y asociar a posibles emprendedores promo

vidos entre los más pobres de los pobres. Por ejemplo, para las

autoridades que impulsan tales políticas resulta difícil admitir que

Economía social, acción pública y política

las empresas recuperadas por los trabajadores son parte de la

economía social (dada la definición de "economía social" del

gobierno, tampoco les parece adecuado a los trabajadores ubicar

se allí, pues reivin dican su identidad como trabajadores, en pri

me r lugar, y como autogestionados, en segundo, pero en ningún

caso como "pobres asistidos para ser emprendedores"). No debe

extrañar, tampoco, que el movimiento cooperativo corporativiza

do (cooperativas, mutuales y asociaciones formalmente constituidas y su aparato de estado correspondiente) siga afirmando que

representa la "verdadera" economía social y no estas micro acti

vidades promovidas desde un Ministerio de Desarrollo Social.

Tampoco debe extrañar que al movimiento sindical le resulte

ajeno el mundo del trabajo autogestionado.

Finalmente, por nuestra parte entendemos como Economía

Social no tanto una realidad existente que se reproduce sobre sus

propias bases o en articulación estructural relativamente autóno

ma con el resto del sistema económico, sino una propuesta tran

sicional de prácticas económicas de acción transformadora, con

cientes de la sociedad que quieren generar desde el interior de la

economía mixta actualmente existente, en dirección a otra economía, otro sistema socioeconómico, organizado por el principio

de la reproducción ampliada de la vida de todos los ciudadanos

trabajadores, en contraposición con el principio de la acumula

ción de capital (que requirió e instituyó como "naturales" institu

ciones tales como la pr opiedad privada y la cosificación y mercan

tilización de la fuerza de trabajo, de la tierra y del dinero, proce

sos que deberían ser al menos resignificados).

Al nuevo sistema de instituciones al que tenderíamos, que es

de hecho una anticipación lógica pero sobre todo una construcción

y un decantarniento en proceso (otras formas eficaces para orga

nizar y pautar los comportamientos vinculados a la gestión social

de las necesidades y su resolución, al trabajo, al metabolismo

socio-tecno-natural, a las reglas del intercambio y las formas de

apropiació n, a la gestión de lo público en general y de la produc

ción de bienes públicos en particular, entre otras cosas), a esa

visión que orientaría nuestras prácticas con sus elementos utópi

cos y el efecto demostrativo de sus anticipaciones ya presentes en

nuestra realidad, lo llamamos Economía del Trabajo, así denomi

nado para contraponerlo claramente a la Economía del Capital

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José Luis Coraggio

(algo que el término "economía social" no logra). En esta concep

ción se trata de aproximarse a una economía hegemonizada por el

sentido de reproducción de la vida de todos, lo que implica una

ética superadora de las formas subordinadas y mercantilizadas del

trabajo. En sus configuraciones históricas concretas ta l economía

podrá incluir organizaciones del capital privado remanente o de

los recursos públicos, pero subordinadas a esta otra lógica, bajo

su hegemonía, sujetas a la evaluación por criterios de racionalidad que hoy solo marginalmente están emergiendo o cobrando

fuerza ante la dramaticidad de los resultados de la irracionalidad

capitalista sin barreras.

En una economía hegemonizada por los principios fundantes

del desarrollo pleno de las capacidades y realizaciones de todas

las personas en sociedad, las insti tuciones redist ribut ivas del

Estado y las mismas empresas de capital deberían ver resignifica

do su sentido y su espacio legí timo de acción por efecto de esa

nueva totalidad-campo de fuerzas.

Estas prácticas no se darán en un vacío de poder. Tampoco

fue en un vacío de poder que la renovada libertad del capital fue

lograda desde los 70 por el bloque conservador, apuntalado pordictaduras en la periferia y dirigido desde el comando estratégico

de la economía-mundo (de lo cual el Consenso de Washington es

un ejemplo raro por su desvergonzada explicitación). Esa nueva

correlación de fuerzas se basó en la reducción de la libertad y de

los derechos de los trabajadores ante la dictadura del capital,

como atestigua la conflictiva problemática de los límites coerciti

vos a las migraciones internacionales que caracteriza la totaliza

ción pretendida desde la plena liberación de las barreras a la pro

piedad privada global. La propiedad privada y los derechos de uso

que conlleva se convierten en un conflicto cultural cuya forma de

resolución tiene fuertes implicancias sobre las perspectivas de

reproducción de formas comunitarias de vida, como se está viendo con las consecuencias del avance de los derechos de propiedad

intelectual en base al patentamiento de conocimientos que eran

un bien público de la sociedad humana.

Economía social, acción pública y politica

Las prácticas de Economía Social comotransición hacia una economía del trabajo.

En la perspectiva de los trabajadores, orientarse por la eco

nomía social es, desde dentro de estas sociedades cap italistas rea

les, alimentar el desarrollo de experiencias multifacéticas de otra

economía, que emergen y se articulan (o no) pulsionadas por la

necesidad de sobrevivir en un sistema excluyente y por el aprendizaje y difusión de prácticas no dirigidas por agentes del capital.

Esas experiencias viven la inevitable contradicción de nacer den

tro de una sociedad de cuyos valores hegemónicos deben diferen

ciarse a medida que van procesando los conflictos con el capital y

el dominio de clase, pero a la que en sus etapas inic iales necesi

tan (así como "sus" recursos, dando lugar al equivalente de la

acumulación originaria del capital). La sociedad capitalista es

como una pegajosa pista de despegue de la nueva sociedad.

Intentar ese despegue es social y económicamente necesario y

políticamente posible porque se están sobrepasando límites de la

sobrevivencia humana planetaria. Y el punto de partida es pega

joso porque la sociedad en crisis sigue siendo una en que predomina el individualismo posesivo, con estructuras de poder cada

vez más concentradas y prácticas hegemónicas que siguen traba

jando para legitimarla aunque ofrece condiciones cada vez más

injustas para la mayoría de los trabajadores.

"Hacer" Economía Social es entonces un concepto para la

transición desde la periferia, que implica contribuir conciente

mente a desart icular las estructuras de reproducción del capit al y

a construir un sector orgánico que provea a las necesidades de

todos con otros valores, institucionalizando nuevas prácticas en

medio de una lucha contra hegemónica. contra la civilización capi

talista, que afirme otro concepto de la' justicia social, que combi

ne el mercado regulado con otros mecanismos de coordinación delas iniciativas, que pugne por redirigir las políticas estatales y en

particular la producción de bienes públicos, pero que salvo

excepciones puntuales- no puede por un tiempo (que resulta muy

largo para la sobrevivencia inmediata pero corto para el largo

período histórico) dejar de operar dentro de la sociedad existen

te. {Un claro ejemplo de estas contradicciones es el "Business is

business" de los directivos de Mondragón, que justifican esto por

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José Luis Coraggio Economía social, acción publica y política

que deben acumular excedentes para repartirlos entre sus traba

jadores y su comunidad particular).

La lucha por una economía centradaen la vída ya está en marcha.

Esta economía en transició n incluye, sin duda con contradic

ciones y conflictos, como todo proceso social complejo, a las cooperati vas, grandes, medianas y pequeñas, esperamos que con su

ideario de solidaridad rejuvenecido a partir de debate pendiente

sobre su rol histórico como proyecto anticapitalista de los traba

jadores . Pero es sobre todo una economía ampliamente abarcado

ra de muchas viejas y nuevas formas no categorizadas como "eco

nómicas" para el sentido común legitimador de esta sociedad (y

para el cooperativismo formalizado). Incluye así las umidadcs

domésticas con su economía de producción/reproducción (el

oikos) y sus extens iones, que siguen la misma ló gica de la repro"

ducción de sus miembros que tiene la unidad doméstica,- como

son los emprendimientos familiares o asociativos, o los colectivos

de diverso tipo que se forman para redefinir y resolver necesidades compartidas, como el caso de l MTD Solano en Buenos Aires o

el más antiguo de Ciudad Moscón; incluye las redes de ayuda

mutua, de compra o venta conjunta, las multifacéticas ferias

periódicas (eventos mercantiles, culturales, de formación), y

comunidades ten itoriales autoorgamzadas para coordinar las acti

vidades productivas y acciones colectivas de sus miembros (como

puede ser la Red PUNA), los comedores colectivos articulados con

las huertas comunitarias las asociaciones barriales, las mutuales

de producción conjunta de l habitar urbano que puede llegar al

caso de urbanizaciones autogestionadas como Vil la El Salvador en

Lima que incluye a 800.000 pobladores, las empresas privadas o

públicas recuperadas y sus organizaciones de apoyo, de reciente

importancia en Argentina y Venezuela, las formas de banca solida

ria en pugna con el mero microcrédito, las tnstanciasdemocrati

zadas de gestión gubernamental (como el presupuesto participa

tivo iniciado por Porto Alegre bajo el gobierno del PT, o el caso-de

la gestión asociada del Parque Avellaneda en Buenos Aires), los sis-"

temas alimentarios autogestionados a diversas escalas territoria

les como las comunidades étnicas de la nación Maya, con otra con

cepción de la vida y de la naturaleza, la red global de producción

del software libre que abarca a 30.000 programadores de todo el

globo y compite con el gran monopolio de Microsoft, los mercados

solidarios con moneda social propia, y muchas otras formas de

organización de la acción conjunta que surgen en la lucha por la

sobrevivencia.

Para que todo esto -que ya existe y llega a atravesar cada

tanto la resistencia de los medios de comunicación (que se ocupande resignificarlas como "rebusques" y no como opciones perma

nentes de sociabilidad)- sea ECONOMíA EN TRANSICiÓN falta agre

gar una voluntad política, un sentido fundamental: que propendan

por los más diversos medios -de lo micro local a lo macro global

a lograr la reproducción ampliada de la vida de todos, donde la

vida efe cada uno esta vinculada estrechamente con la posibilidad

de vida digna de los otros que conforman la trama de comunida

des o la sociedad. Esa dimensión de la solidaridad y la justicia

social constituye un núcleo crítico de la lucha contra el sentido

común legitimador, individualista y particularista de este sistema.

Estando en marcha la superación de la creencia de que la

economía que construyó el poder neoconservador con su progra

ma neoliberal es ahora "la economía" para siempre, y demostra

da desde la base social la voluntad y posibilidad de construir otras

formas económicas, comenzando a consolidarse nuevas identida

des (como la de trabajador asociado que no busca un empleo con

patrón, recientemente captada por una encuesta realizada por el

Instituto del Conurbano de la UNGS), la economía social aparece

entonces como una propuesta política que se apoya en una teoría

crítica, afirma otros valores y plantea otra racionalidad para

orientar las prácticas de transformación desde la periferia latino

americana. Esa propuesta explora, pone a prueba y promuevefor

mas que incluyen pero no se agotan en la enumeración con que l,

comenzarnos esta introducción.

Más arriba mencionamos dos vías de acción: "Sálvese quienpueda y como pueda" y "Agrupémonos para salvarnos". Ahora

podemos agregar una tercera:

"Transformémonos transformando el contexto", k

Proféticamente, en el mejor sentido de crítica a lo estatuido y de añrrnació. del derecho a una utopía realizable, se anun

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José Luis Coraggio

cia el retorno del sujeto, anticipando la posibilidad de modificar,lentamente y desde la raíz, desde la misma economía, desde lo

local, este mundo de pocos incluidos en un mar de excluidos.Perdida la esperanza de que el sistema capitalista produzca algúnderrame signific ativo que integ re la sociedad, gana plausib ilidadla idea de que la economía es una construcción social en la cual

vivimos, y se aviva la pretensión de des arrolla r otras formas de

producción para el intercambio y para el autoconsumo orientadaspor la reproducción de la vida con dignidad de todos.

Esto supone no sólo asegurar el sustento inmediato particular tomando las oportunidades del mercado ta l y como éste las

ofrece, sino atreverse, como sujetos políticos, a afirmar la posibilidad de ganar autonomía respecto a la dictadura del capital y deuna clase política autonornizada de su pueblo, el derecho a una

vida digna para todos que se contrapone a la irracionalidad del

mercado global y al dominio como única forma de lo político. Elencuentro solidario de las diversas formas de existencia de la vidade los trabajadores del mundo, excluidos o no, se irá dando no enun único acto fundacional, sino por convergencias esporádicas en

actos de rebeldía simbólicamente efectivos, y en el lento procesode construcción de organicidad material desde las bases locales.La articulación posible entre las prácticas locales de afirma

ción de la capacidad de hacer economía y de democratización delas formas organizativas y estatales, con las prácticas de constitución de actores globales omnipresentes que confronten al capital

en su metaespacio es una red de caminos fértiles que no sólo

interconectan en red sino que son suelo productivo, aún si arriesgan la pérdida de eficiencia competitiva en lo inrnediato.e

En el juego de GO, se trata del territorio. Cuando el capitalpone una ficha negra aspira a controlar territorio: recursos, capacidades, mercados, y a dar respaldo a otras posiciones, sabienco

\' que en la combinación entre ellas está la clave de su acumulacion

ilimitada hasta controlar el mundo (hasta acabar con la vida, esdecir, con todos los jugadores) . Cada ficha es importante no sólopor sus resultados como empresa o filial particular, sino por lo quecontribuye al efecto de conjunto del dominio territorial. Algunaspueden llegar a ser claves en circunstancias difíciles de anticipar,

6. Ver: Franz Hinkelammert, El sujeto y la ley. El retorno del sujeto rcprirnido, EUNA,Heredia, 2003.

Economia social, acción pública y polít ica

otras son dispensables sin riesgo para el capital. Si rodeamos laficha negra con nuestras fichas blancas: reivindicaciones salariales, pago de impuestos, límites a su libertad de decisión sobre losprocesos productivos, condiciones de trabajo, defensa del medioambiente, de la calidad de vida en sociedad, de las identidades,

control ciudadano de los bienes públicos, la ficha negra desapare

ce, sale del tablero, pero aparecerá su equivalente en otro rincón

de l tablero mundial. Nuestro problema es creer o permitir realmente que la salida de la ficha negra sea una pérdida para nosotros que no podremos sobrellevar, que la fábrica se lleva el

empleo, el ingreso, el acceso a los medios de vida. "Ganamos

territorio, pero ahora de qué vivimos, cómo nos conectamos alresto del mundo?"7

Por ello es fundamental tener la visión de que la economía

no es sólo la economía del capital y que podemos no sólo resistir

sino ganar en calidad construyendo formas locales de vida tecno

lógicamente simplesf y ahorradoras de energía pero socialmente

7. En esto es importante tener en cuenta que, mientras el capital tiene claramente hoy un

principio de organización global, es decir, ubicuo, el Estado tiene un principio de organización territorial (jerárquico alveolar, incluso): Por ello, cuando la economía social gana

territorio, ocupando el lugar que deja o incluso desplazando al capital, aún se encuentra

con el Estado, el sistema político y los agentes de la política (más o menos clientelar). La

confrontación principal con el capital no debe hacernos olvidar que el Estado puede ser la

retaguardia del capital en el territorio, tener una lógica de poder-dominio con autonomía

relativa, c ontraria a la autonomización de los trabajadores, o bien, democratizado, ser

una forma subordinada a la voluntad política de la comunidad que representa o dice repre

sentar (el "mand ar obedecie ndo" de los Zapatistas).

8_ No estamos haciendo un voto de simplicidad per se. Primero porque no afirmamos que

lo local es simple y lo global es complejo. Los ámbitos de realización del trabajo y de la

reproducción de la vida en las sociedades contemporáneas no pueden excluir lo global ni

bienes de tecnología compleja, pero sin embargo pueden mantenerse dentro de relaciones

de cooperación, solidaridad y reconocimiento ínterpersonal, sin predominio de los fines de

lucro; fuera, por tanto, del espacio de control del capital y las fuerzas movidas por la acu

mulación privada y la competencia en un sistema donde la objetivación es la regla. Un

ejemplo de que esto es posible es la red de producción del s oftware libre. Tampoco propiciamos una economía de reproducción simple, repetitiva y sin innovación en la producción

o el consumo. La calidad de vida debe ser un concepto dinámico y harán falta nuevos cono

cimientos prácticos, científicos y tecnológicos asi como sistemas de interpretación del

mundo para facilitar la vida. La simplicidad (que implica entre otras cosas facilitar 0l goce

y eludir la innecesaria complejidad degradante de la sociabilidad y estresante de las per

sonas) también es una construcción que tiene condiciones materiales y simbólicas de rea

lización. No es un problema menor el cómo encarar la motivación y valoración soci-I de la

invención y la innovación cuando las fuerzas productivas no son cosificadas y el senudo no

es el crecimiento y la reproducción ampliada del capital sino de la vida de todos.

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lconomia social, acción publica y potiticaJosé Luis Coraggio

ricas en relaciones y conocimientos, y sabiendo que hay una estra

tegia de interconexión global y de formación de grandes unidadescooperativas en marcha que nos dará la complejidad sin dominio

que necesitamos, algo que implica que el trabajo, la ciencia y la

naturaleza dejan de ser meras fuerzas productivas del capital. En

esto será crítico el papel de las organizaciones o espacios colectivos y redes de reflexión que pueden vincular lo inmediato-local

con el espacio de fuerzas del sistema global, y combinar la aten

ción de la emergencia con el pensamiento estratégico.

Es dentro de este marco de interpretación y proposición con

fundamento empírico y esperanza que deben ser leídos los traba

jos que conforman este volumen.

Los trabajos de este volumen.

Dichas o escritas entre los años 2002 y 2005, las elaboracio

nes que aquí se incluyen se refieren a los intentos de contribuir a

institucionalizar una política pública encarnada en las acclones

del estado y de organizaciones de la sociedad civil- dirigida aldesarrollo de un sector de "economía social", principalmente en

las ciudades. Están dirigidos a los activistas-intelectuales que par

ticiparon de es e proceso tan contradictorio, y toma algunas cues

tiones problemáticas:

¿Qué es y qué no es Economía Social"?¿Es posible evolucionar dentro de una matriz asistencialhacia la transformación de las relaciones económicas?

¿Son sostenibles los emprendimientos de la economía social?Ye n todo caso: ¿qué significa "sostenibilidad"?¿Cómo se repiensa el desarrollo local desde la perspectiva

de construcción de otra economía?¿Qué papel pueden jugar las ONGS y las Universidades enestos procesos?

Al hacerlo, se intenta evitar las falsas opciones entre apa

rentes opuestos (teoría o acción, lo macro o lo micro, estado o

sociedad, lo local o lo global, lo urgente o lo estratégico, etc.).

En algunos casos se trata de resultados de un diálogo conactores no gubernamentales, pero la cuestión de las políticas del

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estado está presente a lo largo del volumen. Porque pensamos que

sin un estado democrático y con voluntad de transformación de la

economía que hoy tenemos será mucho más arduo, si es que no

imposible, desarrollar un sector de economía centrado en el tra

bajo asociativo, con valores de justicia social, cooperación y soli

daridad entre trabajadores. y ta l voluntad no es posible sin uncambio profundo en la política y en la relación Estado/Sociedad.

Los procesos globales están en el trasfondo, pero se enfatiza la necesidad de repensar la eficacia de los niveles locales de

acción participativa para un nuevo desarrollo, con particular refe

rencia a las zonas urbanas. Y pensar lo nuevo implica problemati

zar esquemas mentales que se han institucionalizado, entre otros,

en el sistema de formación de profesionales y técnicos, los que

hoy tienen la responsabilidad no sólo de ser críticos sino de parti

cipar sin pretensión de dominio en el diálogo de saberes que

requiere un cambio desde las bases de la sociedad.Avances hay, los estamos comenzando a sentir y registrar,

pero todos tenemos dudas sobre su sostenibilidad y sobre su capa

cidad de adquirir una dinámica de autodesarrollo que incida sobre

otras esferas de la economía sin una decidida política de estado.

Pero si algo puede salir en claro de este volumen es que la econo

mía social no es la suma de microemprendimientos, que es una

construcción compleja de muchos, y que su sostenibilidad es polí

tica, multidimensional Y multiactoral, lejos de ser reducible al

balance contable de entradas y salidas al que nos quiere acostum

brar el neoliberalismo. Podemos afirmar también que, además de

las condiciones materiales y políticas que son parte de esa cons

trucción, sin teoría, sin pensamiento crítico, la acción puede que

darse en la atención de la emergencia, y el Programa de Economía

Social nunca despegar como tal. En esto los intelectuales tienen

una gran responsabilidad.Agradezco a Juan Carlos Manoukian por haber tomado la ini

ciativa que hizo posible esta publicación y a mi hija Oriana Paula

Coraggio por haberla ilustrado con sus trabajos.

José Luis Coraggio, Buenos Aires, 2007

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