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LAS OSSERVATIONI DELLA LI NG UA CASTIGLIANA DE G. MIRANDA Maitena Echebarría Arostegui !' 1 0. I NTRODUCCIÓN ' / Nada sabemos de la vida y personalidad del autor de las Osservationi del/a Lingua Castigliana. Era un español afincado en Italia, concretamente en Veneci a, de los muchos que por aque llas f echas se llegaban al país veci no buscando "la gloria de l as armas o el prestigio de l as letras". Dos precursores ilustr es había tenido Miranda: Nebrija y Juan de Valdés; el primero, vivió unos diez años en Italia, el segundo hizo de aquel país su segunda patria. Desconocemos también la región de origen de Miranda, es decir, la ciudad o pueblo donde nac iera, y cuantos años llevaba fuera de España al aparecer, en 1566, sus Osservationi . Éste podía ser un dato de relativa importancia; pues a pesar de que l as comunicaciones en tre España e Italia eran frecuentes en esta época, con todo, podía darse el caso de que fe nómenos lingüísticos detectados en la metrópoli no llegasen, o lo hiciesen de fo rma apenas a las colonias de españoles residentes en Ita lia. Ésta pudiera ser una de l as posibles causas por las que, a veces, Miranda no rcgistm ciertos hechos lingüísticos que en la Península Ibérica ya habían adquirido carta de presencia. El texto que hemos analizado en este trabajo y que Miranda dedicó al Il ustrísimo y Excelentísi mo señor Guidobaldo Feltrio de la Rovere, duque de Urbino, lleva la fecha de 1566, el 8 de octubre, concretamente. En un pri ncipio, pensamos que ésta era la primera edici ón de las Osservationi. pero, al parecer, la ed ición manejada por A. Alonso está fechada en 1565, 1 con lo cual la edición de que nosotros nos hemos servido vendr ía a ser la segund a. De todos modos, la ref erencia a una edición de 1565 lo la hemos hallado en A. Alonso, y bien pudiera ser una errata. L. Kukenheim f echa las Osservationi en 1566. 2 El Conde de la Viiñaza no conoció más q ue la edición de 1569. 3 En esta edición de 1569 1 No se puede achacar a error o confusión (1 565 por 1566), pues es constante en A. Alonso la datación de las Osservationi, coin cidiendo siempre l as citas. Así en De la Pronunciación Medieval a la Modema en espmiol, pp. 32 y 147; y en N.R.F.H., V, 195 1, pp. 1, 21, 22, 159, etc. Aunque, natu ralmente, la repetición coincidente de las fechas no indica ni prueba nada. 2 Vid. L. Kukenheim, Comribwions a /'histoire de la gram maire italienne, espagnole et fran,·aise ci /'époque de la Rénaissance, Amsterdam, 1932, p. 21. 3 Vid. Conde de Viñaza, Biblioteca Histórica de la FiloloKla Castellana, Madrid, 1893: " 118. Osservationis de lla lingua/castigli ana/di M. Giovanni Mirand a/divisi in 105

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LAS OSSERVATIONI DELLA LING UA CASTIGLIANA DE G. MIRANDA

Maitena Echebarría Arostegui

!' 1

0. INTRODUCCIÓN ' /

Nada sabemos de la vida y personalidad del autor de las Osservationi del/a Lingua Castigliana. Era un español afincado en Italia, concretamente en Venecia, de los muchos que por aquellas fechas se llegaban al país vecino buscando "la gloria de las armas o el prestigio de las letras". Dos precursores ilustres había tenido Miranda: Nebrija y Juan de Valdés; el primero, vivió unos diez años en Italia, el segundo hizo de aquel país su segunda patria. Desconocemos también la región de origen de Miranda, es decir, la ciudad o pueblo donde naciera, y cuantos años llevaba fuera de España al aparecer, en 1566, sus Osservationi. Éste podía ser un dato de relativa importancia; pues a pesar de que las comunicaciones entre España e Italia eran frecuentes en esta época , con todo, podía darse el caso de que fenómenos lingüísticos detectados en la met rópoli no llegasen, o lo hiciesen de forma apenas P'~rceptiblc, a las colonias de españoles residentes en Ita lia. Ésta pud iera ser una de las posibles causas por las que, a veces, Miranda no rcgistm ciertos hechos lingüíst icos que en la Península Ibérica ya habían adquirido carta de presencia.

El texto que hemos analizado en este trabajo y que Miranda dedicó al Il ustrísimo y

Excelentísimo señor Guidobaldo Feltrio de la Rovere, duque de Urbino, lleva la fecha de 1566, el 8 de octubre, concretamente. En un principio, pensamos que ésta era la primera edición de las Osservationi. pero, al parecer, la ed ición manejada por A. Alonso está fechada en 1565,1 con lo cual la ed ición de que nosotros nos hemos servido vendría a ser la segunda. De todos modos, la referencia a una edición de 1565 sólo la hemos hallado en A. Alonso, y bien pudiera ser una errata. L. Kukenheim fecha las Osservationi en 1566. 2

El Conde de la Viiñaza no conoció más que la edición de 1569. 3 En esta edición de 1569

1 No se puede achacar a erro r o confusión (1 565 por 1566), pues es constante en A. Alonso la datación de las Osservationi, coincidiendo siempre las citas. Así en De la Pronunciación Medieval a la Modema en espmiol, pp. 32 y 147; y en N.R.F.H., V, 195 1, pp. 1, 2 1, 22, 159, etc. Aunque, naturalmente, la repet ición coincidente de las fechas no indica ni prueba nada.

2 Vid. L. Kukenheim, Comribwions a /'histoire de la gram maire italienne, espagnole et fra n,·aise ci /'époque de la Rénaissance, Amsterdam, 1932, p. 2 1.

3 Vid. Conde de Viñaza, Biblioteca Histórica de la FiloloKla Castellana, Madrid, 1893: " 118. Osse rvationis della lingua/castigliana/di M. Giovanni Miranda/divisi in

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se reproduce el prólogo de la edición de 1566, dicho prólogo acaba con las palabras: "--Di Vinegia a gli otto D'Ottobre MDLXVI". Digamos, por último, que Homero Serís da referencias a dos ediciones de las Osservationi: la de 1565 (siguiendo a A. Alonso, a quien cita), y la de 1567, propiedad de la H.S.A.,• sin mencionar -suponemos que por desconocerla- la edición de 1566 que nosotros hemos utilizado aquí.

Cuando Miranda decide dar a la imprenta sus Osservationi, los estudios gramaticales dedicados a las lenguas clásicas y a las lenguas vulgares se hallaban ya bastante avanzados. Miranda tenía, pues, tras de sí una larga tradición gramatical, que, sin duda alguna influyó en su obra y que él mismo declara. De todos modos, durante la primera mitad del siglo XVI, la mayor parte de la literatura española difundida en este país era consumida por los propios españoles afincados en Italia. Es a partir de 1560, cuando comienzan a publicarse gramáticas y vocabularios españoles para uso de italianos, así 1/ Paragone del/a Lingua Toscana el Castigliana de Mario Alessandri D'Urbino (1560), entre otros. Se sentía, cada vez más intensamente la necesidad de una verdadera gramática para estudio y uso de los italianos. Y esta necesidad vino a satisfacer - pensamos que muy decorosamen­te- Miranda con sus Osservationi. Como muy acertadamente apunta Kukenheim: "Pour initicr les italiens a sa langue matemelle Giovanni Miranda publie en Italia une grammaire de la langue espagnole" (1932: 21 ). Pero es el propio Miranda quien, con toda propiedad, nos explica la finalidád didáctica de su gramática:

-ma io, come ho gia detto, nom faccio questa fatica per gli spagnuoli, che só nom essergli punto ncccssaria, ma l'ho fatta solamente per giouare a'gentil'huomini italiani, de'quali so certo, che, molti desiderano intcndere il nostro idioma­(Miranda, Osservationi, 1566, IV: 390-391 ).

fO NÉ TI CA

J. EL ALFABETO

Comienza Miranda en el primer ljl;ro de sus Osservationi (1566) al que titula "Delia Pronuntia della lingua castiglianft", POJ establecer el alfabeto espaiiol. Consta éste, según

.{

quatro libri: /ne'quali s'insegmi con gran/facilitá la perfetta lingua spagnuola/Con dve tavole: l'una de'capi/cssentiali, & l'altra dellc cose notabile./Con privilegio./ In Vinegia apresso Gabrici/Giolito de'Ferrari/ MDLXVJn Ú>. 514, col. 2.").

• Vid. Homero Serís, Bib/iograjia de la Lingiiística Española. Bogotá, 1964: "11.428. Miranda, Giovanni, Osservationi del/a lingua castigliana, 1561. (Ej. H.S.A. Ed. no conocida de Viñaza, quien cita sólo una posterior de 1569 (n.o 11 8, col. 5 14-5 15). La H.S.A. posee además el siguiente libro: Massimo Trojano, Dialoghi. trad. nella lingua castigliana da M. Giovanni Miranda, Venctia, 1569 (Texto en italiano y español). De este último se conserva otro ejemplar en el British Museum. R. J. Cuervo habla de una edición de 1568 y cita otra de 1595, op. cit., 190)", p. 287. Y en otro lugar de su libro hallamos: "1 1.799. Miranda, Giovanni, Osservationi del/a Lingua Castig/iana. Vinegia, 1565 (A. Alonso, N.R.F.H., 195 1, 11-12 y 159, n.• 77. Varias ediciones posterio1es. La H.S.A. adquirió la de 1567 y Viñaza tuvo a la vista la de 1569. Otra edición, 1595, Cuervo, Obras. 11, 272)", p. 336.

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él, de veintinueve letras (se repite la "y"), que son: a-b-c-d-e-f-g-h-ch-j-i-y-1-11-!ll-n-ñ-o­p-q-r-s-t-u-v-x-y-z. Tenemos por tanto, 29 letras y no 27, como, en un estudio de Miranda, asegura Escudero de Juana ( 1923:65). s

No entra, nuestro autor, en las distinciones entre letra y pronunciación que aparecen en Nebrija, para quien la lengua castellana poseía 23 letras, soporte de 26 pronunciacio­nes diferenciadas (Nebrija, Gram. l, 5: 116-11 7). A continuación Miranda divide su alfabeto en tres parte s:

l. Letras cuya pronunciación es distinta en castellano y toscano: c;-h-ch-g-j-ll-ñ-q-x.

ll . Vocales l 111. Consonantes

Con iguaL pronunciación.

No debemos olvidar que Miranda escribe su gramátjca·para los italianos. En este sentido, y dado que castellano y toscano poseen entre sí ev!dentes afinidades Miranda no estudia con detenimiento más que aquellas letras cuya pronunciación pudiera encerrar, a su juicio, cierta dificultad para sus posibles lectores. Esta, y no otra, es la razón según creemos de que la parte de la gramática dedicada a la fonética sea en Miranda de tan poca extensión, y muchísimo menos rica en matices de lo que es, por ejemplo, el estudio fonético de Nebrija. De todos modos, vamos a ir examinando con detalle sus observacio­nes acerca de las letras y sus respectivas y diversas pronunciaciones, pues, a nuestro juicio, algunas de éstas son de extraordinario interés si se cotejan con las correspondientes de Nebrija (Gram. 1492 y Orth. 1517), su modelo y guía indudable, de Juan de Valdés (Diálogo 1535), de Villalón (Gram. 1558) y del Anónimo de Lovaina (Gram. 1559), cuya gramática le precede en unos pocos años.

ll. VOCALISMO

La definición de Nebrija: "por que por sí mesmas tienen boz sin se mezclar con otras letras" (Gram .. l, 3: 114) que es ampliada por el Anónimo de Lovaina -"se profieren colando el espíritu por lo angosto de la garganta, sin apretar o herir la campanilla" (Gram. , 11}-, no aparece en ningún caso en Miranda, quién entra directamente en la descripción y comparación entre castellano y toscano, de la pronunciación y variantes de cada una de ellas. Tampoco recoge una clasificación de vocales en sencillas, diptongos y triptongos como hace el Anónimo de Lovaina correspondiéndose a las vocales, diptongos y diptongos compuestos de Nebrija.

Comienza pues, señalando Miranda:

s Escudero de Juana, B., Contribución al estudio del romance espariol, Madrid, 1923. Concretamente en este punto afirma: "C. Oudin (Grammaire Spagnole) sigue la misma norma en esta materia que M. Alemán, constando el alfabeto de su grammaire de veintisiete letras como el df: Juan de Miranda" (p. 65). Tal vez se deba este error a que, como él mismo confiesa, Escudero de Juana no conoció directamente la obra de Miranda sino sólo a través de las referencias que de ella ofrece en su Biblioteca el Conde de la Viñaza.

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Nella lettera A, non truouo differenza aleuna nello scriuere ne anco nel proferire, anzi ella mi pare la medesima nel toscano, che nel castigliano (Miranda, Osserva­tioni, 1566, IV: 35 1).

Tampoco, en este caso, encuentra Nebrija problema alguno en la pronunciación de esta vocal. Ahora bien, como es bien sabido, en este siglo, se fueron superando las vacilaciones en el timbre de las vocales átonas, que habían caracterizado el hab:Ia castellana de toda la Edad Media (Lapesa, 1980: 368) y de este hecho nos da buena cuenta Juan de Valdés, tal como señala Lope Blanch en su edición del Diálogo de la Lengua: "Así en lo relativo a la vacilación entre a y e, nos atestigua que la norma se iba estableciendo ya en favor de la e en palabras como rencor, renacuajo o rebario (p. 78) y en favor de a en voces como trasquilar, fraile o taxbique (p. 81) "(Lope Blanch, 1969: 15). No así, nuestro autor, ni el Anónimo de L ovaina, que únicamente afirma en relación a esta vocal: " la, a, se corta, i profiere ni más, ni menos que en Latín, Italiano, Francés i Flamenco" (Anónimo, 1559: 11). Por su parte, Villalón en su Gramática, no hace ninguna indicación precisa sobre la · pronunciación de esta vocal (Villalón, 1558: 63).

Por lo que respecta a la "e", escasa es, desde luego la aportación de Miranda: " la lettcra E, qua nto alla scrittura e pronuntia é somigliante alla toscana" (Miranda, 1566, IV: 360). Por su parte Nebrija se limita. a incluir este sonido dentro de las vocales, sin dedicarle especial mención. Tan sólo el Anónimo de Lovaina se extiende un poco más en la descripción de esta vocal, puntualizando que nunca se da en la E castellana la pronunciación que se le da a la llamada "e" muda francesa:

la, e, también se profiere en esta Vulgar, como en las sobredichas lenguas, [latín, italiano, fmncés y flamenco] salvo que nunca suena de aquella manera, que suelen los Franceses en el fin de sus palabras, quando en tal lugar se halla; como faire, perc, i otras semejantes, porque en la lengua vulgar siempre sele da el viento de lleno expidiendo la boz, puesta la parte delantera de la lengua entre los dientes (Anónimo, 1559: 11 ).

Ni el Anónimo, ni Miranda que identifican la E española con la toscana hacen referencia alguna al distinto grado de apertura que puede tener la " E toscana" , en contraposición a la española, lo que .const'Ítuye, como es sabido, una de las diferencias más notables de los respectivos sistcm~s fou6Iógicos vocálicos.

Por lo que concierne al fonema vocálico 1, y a su representación gráfica, encontramos en Miranda una gran modernidad si-lo comparamos con Nebrija y el Anónimo. Natural­mente, todo esto visto desde nuestra perspectiva actual. Para Nebrija la grafia "i" rcprcsenla dos fonemas distintos: 1

la i tiene dos officios: uno propio, cuando usamos della como de vocal, como en las primeras lctms dcstas dicioncs: ira, igual; otro común con lag, por que cuando usamos della como de consonante, ponemos la siguiéndose a, o, u & ponemos la g si se siguen e, i (Nebrija, Gram., 1, 5: 11 8).

De aquí se deduce que la grafia " i" podía funcionar b ien como vocal, bien como consonante (representando el fonema fricativo prcpalatal sonoro [:!]). Como vocal, la "i" es incluida por Nebrija dentro de éstas, participando de todas sus características.

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~tor, ni el ;e corta, i ~10, 1559: a sobre la

-anda: "la 1566, IV:

teales, sin co más en tellana la

~as. [latín, ~ue suelen omo faire, viento de

los dientes

ana hacen ~Cana", en diferencias

.con tramos o. Natural­grafía "i"

J, como en lUe cuando 1nemos lag

bien como ocal, la "i" as.

~: "Osservationi del/a /ingua castigliana" 109

Una posición muy cercana, si no idéntica, adopta el Anónimo de Lovaina, pues, .u~que en su descripción de la letra " i" no hace mención alguna de su doble valor todilico-consonántico, es evidente, si hacemos caso de sus ejemplos, que sigue e n esto a Nebrija: "la, i, también suena como en las quatro [lenguas] arriba dichas" (Anónimo, J S~•9: 11). Sin embargo, que la " i" tenía a veces valor consonántico para el Anónimo está tue·ra de toda duda, si de nuevo atendemos a los ejemplos que nos presenta "io, hoiuelo, turoiue/o, etc.". Es evidente, que en estos casos la " i" no tiene valor vocálico -como defl8certadamente, creemos, piensan los prologuistas de la edición de la gramática del An.ónimo-, sino que posee un evidente valor consonántico: [z].

Y es en este punto donde resalta la modemidad de Miranda. Siguiendo un deseo muy querido de Nebrija -que cada letra tuviera una sola pronunciación, y cada pronunciación U111a letra distinta-, usa, y propone, la " i" siempre con valor vocálico, y en ningún momento con valor consonántico, pues para este segundo valor de la "i" propone Miranda otra letra distinta:

la i, uocale ha ugual pronuntia, & uguala scrittura, da' toscani & da' castigliani, percioche, quando é consonan!~, si, scriue l'y, dclla quale diremo al suo luogo. (Miranda, Osservatiuni, 1 5~6. IV: 372).

La llamada " y griega" que, en cierto modo, había sido desechada del alfabeto castellano por superOua (Ncbrija y Anónimo), es usada por Mimnda para representa r el valor c:onsonántico [i.], de la " i" . De todos modos, la doctrina de Miranda no es tan estable tomo a primera vista pudiera parecer, ya que la "y griega" no sólo tiene en él, valor •consonántico, sino que también puede tener valor vocálico; y esto, en dos tipos de contextos, en los que modernamente ha desaparecido: a) En medio de dicción: creya, veya ... , etc. y b) En comienzo de dicción, cuando le sigue consonante: yra, pdo ....

Por tanto, lo que verdaderamente ocurre es que la ambivalencia fonemática, que en Nebrija y el Anónimo se establecía sobre la " i", es trasladada por Mimnda a la "y".

En el caso de la o, señala nuestro autor: "L'o, si sriue cosí in castigliano, come in toscano ... " (Miranda, Osservationi, 1566, IV: 381 ). Hay que sobreentender, aunque Miranda no lo indique de un modo explícito, que la p ronunciación corría paralela a la escritura. Por su parte el Anónimo de Lovaina identifica la o española con la de las lenguas latina, italiana, francesa y Oamenca (Anónimo, 1559: 11 ). Sin emba rgo, al igual que indicamos más arriba al hablar de la r:, tampoco encontramos la más mínima alusión al doble tipo de o, tanto francesa como ita liana: la o abierta (Q] y la [Q] cerrada.

Los dos oficios d istintos de la u -vocal y consonante- parecen haber sido vistos claramente por los gramáticos, aunque en la práctica se diesen confusiones, no de tipo fonemático, sino meramente ortográfico. La doctrina de Mimnda sobre el particular es clara:

La v, si scriue in due modi, o grandi, o gmndi, cosí v, o piccola u , la grande si scriuc in principio delle paro le castiglianc, como venir, vengo, vista, perciochc non si dircbbe, pvedo, ne mvela, che farebbc mal fatto, mettcrlo in mezo della parola, la ondc chi scriuc, uso. uno. ufano, co'l v, gmnde non credo che fi1ccia bene nc anco che sia lecito scriuer delta v, con consonante alcuna (Mimnda, Osservationi, 1566, IV: 387).

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110 Maitena Echebarría Arostegui

En consecuencia la "v" no debía escribirse como consonante, pues ella misma era tal. Pero, repetimos, en la pnictica la confusión ortográfica existía. Y así., Miranda en sus Osservationi emplea continuamente la "u", tanto con valor vocálico, como con valor consonántico, y sólo rara vez aparece la grafía "v". Años atrás Valdés había establecido esta misma distinción, pero con mayor claridad y precisión: "Y porque usamos de dos maneras de ues, una de dos piernas y otra casi redonda, aveis de saber que déstas yo no uso indiferentemente, antes tengo esta advertencia: que nunca pongo la u de dos piernas sino donde la u es vocal; en todas las otras partes casi siempre uso de la otra, y aun también a principio de parte, pero aquí más por ornamento de la escri tura que por otra necessidad ninguna" (Valdés, 1535: 88).

En esta misma línea se encuentra el Anónimo de Lovaina cuando escribe: "La -v; que io nombro- ve (como se paresce) Consonante; i assi como le doi diferente nombre del de­la u, Vocal; de la mesma manera la hago de figura diferenciada, para qm: no se confundan en la vista y parescer, pues, tienen diversos cargos repartidos entre si..." (Anónimo, 1559: 24). Así mismo el sonido de la u española es identificado por el Anónimo con el de la u latina e italiana y con el sonido de lo que él llama el diptongo "ou" francés. (Anónimo, 1559: 12).

V e m os, pues, que es constante el cuidado de los gramáticos por reflejar ortográfica­mente la existencia de una oposición fonemática real. Esta confusión ortográfica a la que hemos aludido, había sido ya puesta de manifiesto por Ncbrija, quien escribía:

La u tiene dos fucr~as: una de vocal & otra de vau consonante. Tan bien tiene entre nos otros dos [figuras]: una de que usamos en el comien~o de las diciones, & otra de que usamos en el medio dellas; &, pues que aquella de que usamos en los comien~os [si se sigue vocal], siempre allí es consonante, usamos della como de consonante, en todos los otros lugares, quedando la otra siempre vocal (Nebrija, Gram., l, 6: 121).6

Pero, en la realidad, ni el mismo Nebrija observaba en la práctica sus principios teóricos.

1

111. CONSONANTISMO ..

Ill.l . "By V''

Escasísimas, casi nulas son las noticias que sobre la pronunciación de la o y de la v nos ofrece Miranda. Para conocer algo del problema planteado por los fonemas n/v, debemos remontamos a los comienzos, es decir, a Nebrija. No hay duda que éste distinguía entre -permítasenos la expresión- dos fonemas distintos: uno oclusivo bilabial sonoro, represen­tado por la o, y otro fricativo labiodental sonoro representado por la v. Una de sus ideas fonéticas más interesantes consistió en agrupar las consonantes por "géneros". El "géne­ro" en Nebrija venía determinado por el punto de articulación. Y es altamente significati-

6 Vid. nota 1, p. 121 de Ncbrija, Gramática de la Lengua Castellana, Edición preparada por Antonio Quilis, 198 1, Madrid, Editora Nacional.

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Las "Osservationi del/a lingua castigliana" lll

vo que la v siempre forme género con la F, nunca con la o, mientras que esta última forma género con la P y PH. Escribe Nebrija:

Tres letras del mismo género se hacen con ambos labios, no diferentes entre sí más que por la tenuidad y la aspiración; p, b, ph; otras dos con la fi la superior de los dientes apretada con el labio inferior, no en otra cosa diferentes más que, según Quintiliano, en que la letra f se sopla entre las helgaduras (intersticios) de los dientes, mientras que la u consonante se pronuncia retrayendo el soplo a la cavidad de la boca. De donde se concluye que la voz de la letra o es otra [= de otro género] que de la u consonante. (A. Alonso, 1949: 65). 7

La distinción de dos géneros de consonantes, ,uno bi labial, a l que pertenece la B, y otro labiodental, en el que se incluye la v, es patente en este texto. De todos modos, atendiendo a sus mismas palabras, ya a comienzos del XVI se daba entre. los hablantes -entre algunos al menos- la confusión de ambos fonemas: "el qual error, por la mayor parte acontece a causa del parentesco y vezindad que tienen unas lgf'ras con otras, como entre la b y v consonante; en tanto grado que algunos de los nuestros apénas las pueden distinguir, assi en la escriptura, corno en la pronunciación, siendo' entre ellas tanta difTerencia quanta puede ser entre qualesquiera dos letras" (Nebrija, Orth.. 111: 247). Esta confusión se hace cada vez más extensa. Parece ser que en el siglo XVI se hallaba reducida a Castilla la Vieja. Debido a ella, surgió una nueva articulación, la fricativa [~) que sustituyó a las dos anteriores.

Nada en concreto, como ya hemos apuntado anteriormente, nos ofrece Miranda sobre la pronunciación de o y v. Sus palabras son un tanto vagas y confusas y, por tanto, las conclusiones que de ellas podamos sacar serán siempre provisionales y, hasta cierto punto aventuradas:

Truouansi scritte indifTerentemente el u, & l'v, perla conformitá d'ambidue questa lettcra, inquestc nomi, trabajo; abezar. abeja; boto, barba; biuir, che si scriuono ancora con v, e fanno, trauajo; auezar; aueja, uoto; barua, uiuir & altri somiglianti (Miranda, Osservationi, 1566, IV: 353).

Las expresiones "indifTcrentemcnte" y "per la conformitá d'ambidue queste lettere" nos mueven a sugerir la hipótesis de que en Miranda ya no existe aquella distinción tan acusada en Nebrija, de un fonema bilabial (b] y otro labiodental [v). Queda, sin embargo, la duda de si la conformidad entre o y v se refiere sólo a los ejemplos o ha de hacerse extensible a todos los casos restantes (A. Alonso, 1955: 32 y 57). Bien es verdad, que la apostilla"& altri somiglianti" hace que nos inclinemos por la segunda hipótesis.

En su estudio sobre esta cuestión no cita D. Alonso (E. L. H. , 1959: 155-09) dos gramáticas importantes del siglo xvt. Una de ellas es la de Miranda que corrobora la tesis

7 "Tres litterae eiusdem gencris efTiguntur inter labra, non alia re inter se distantes quam exilitate et aspiratione: p, b, ph; duac quoquc superiori dentium serie labro inferiori appressa, non alio diferentes quam quod, auctore Quintiliano, F littera inter dentium discrimina effiatur, u vero consonans conspiritu ad oris inanitatem redicto profcrtur. Ex quo efTicitur ut a lia sit vox. b litterac quam in v consonante". Nebrija, "De litt. hebr.", fols. 131 v.• Cito por A. Alonso, de su artículo, "Examen de las Noticias de Nebrija sobre antigua pronunciación española", en N.R.F.H., Ill, 1949, p. 65.

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que allí defiende el investigador principal. La otra gramática es la del Anónimo de Lovaina (1559), que parece navegar a contra corriente: "La -b; Be suena como en las ante dichas tres lenguas: latín, italiano y frances (---); la -v; que io nombro -ve, es (como se paresce). Consonante (---). Su pronunciación es como en las lenguas Latina, Italiana, i Francesa" (Anónimo, 1559: 4 y 5). Por tanto, al parecer, el Anónimo de Lovaina distingue entre la bilabial y la labiodental. Ahora bien, nos damos perfecta cuenta de que todo esto no corresponde a una situación de hecho en la España del siglo XVI, pues, como acertadamente indica D. Alonso, a partir de Nebrija, todos los gramáticos insisten en la gran extensión adquirida en la Península por la confusión ll=V. iQué quiere decir, entonces, el Anónimo de Lovaina cuando apunta que " la v se pronuncia ---"? ¿Que verdaderamente se pronunciaba labiodental en la Península, o que la pronunciación labiodental era la correcta? Creemos que debemos concluir, siguiendo a D. Alonso, que la validez de las aserciones de los gramáticos del siglo XVI es siempre muy relativa, puesto que la mayor parte de ellos no hace más que seguir la pauta marcada por Nebrija, sin fijarse, a veces, en la situación lingüística real. Y, en esta línea, (:abe avanzar la conclusión, siempre provisional debido a la escasez de datos, de que Miranda era igualador respecto a la pronunciación ll=V (A. A lo nso, 1955: 57).

111.2. "C, (:JI Z"

El problema que presentan las sibilantes, así como otros grupos de c:onsonantes -las palatales, por ejemplo- entra de lleno, como es sabido, en el contexto global de la gran revolución fonológica que experimenta el español en el siglo xv1, y que continúa en el xvu (C. Pensado, 1984: 182 y ss.). Es, pues, completamente obligado encuadrar dicho problema dentro de una perspectiva histórica concreta, para poder así valorar ulterior­mente con objetividad los testimonios aportados por las gramáticas del siglo XVI y, en nuestro caso, los datos, obtenidos de las Osservationi de Miranda.

La pronunciación de la <;, z españolas medievales era [s] y [z] respectivamente. Al llegar el siglo XVI ocurren dos fenómenos -ensordecimiento y desafricación- que atañen no sólo a las sibilantes, sino también a otros grupos de consonantes. La ·<; y la z pierden su contacto inicial y se hacen fricativas (la z aproxil)ladamente medio siglo antes que la<;). A su vez, la z pierde su sonoridad, con lo que ambós fonemas e;- y z) terminan por concluir en uno solo de tipo interdental [9]. Del misÍlio moJ!o, a la vez que la G y J [z] se aflojaban y ensordecían hasta confun idrse con x [s], la s [z] sonora pasaba a ss [s] sorda. (A. A lonso, 1951: 122 y R. Lapcsa, 1980: 367-417): .Puedc asegurarse que en el p rimer tercio del siglo xv11, el sistema fonológico español habría quedado .ya así constituido (A. Ala reos, 1968: 277).

Analicemos a continuación los datos que nos ofrecen los gramáticos cuya doctrina venimos cotejando a lo largo de este trabajo y veamos si sus testimonios corroboran o contradicen la doctrina de ti po general expuesta más arriba.

Muy escasos son los datos que nos ofrece Nebrija en sus obras en castellano sobre la pronunciación de la <; y z:

la cual pronunciación es propia de judíos & moros, de los cuales, cuanto io pienso, las recibió nuestra lengua, por que ni los griegos n i latinos que bien pronuncian, la sienten ni conocen por suia; de manera que, pues la<;, puesta deba1w aquella señal, muda la substancia de la pronunciación, ia no es e;, sino otra letra, como la tienen

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Las "Osservationi del/a lingua castigliana" 113

distinta los j udíos & moros, de los cuales nos otros la recebimos cuanto a la fuerc;a, mas no cuanto a la figura que entrellos tiene (Nebrija, Gram., 1, 5: 11 7).

Sin embargo, las descripciones que acerca de la pronunciación, tanto de la <; como de la z, aparecen en sus obras latinas son abundantes: la <; es como el "sin" árabe; no es desemejante el sonido de la <; al del "samech" hebraico; los franceses no sabían pronunicar la <; española, que igualaban falsamente con su s, etc. (A. Alonso, 1949: 20-52). Así, pues, para Nebrija la <; no era interdental, sino dental. No hay indicio de que fuera ciceante. Nada nos dice sobre su modo de articulación, africada o fricativa, pero nada hay tampoco en Nebrija que contradiga la tendencia general de los gramáticos del siglo XVI que hacen de la <; una africada.

Respecto a la z, "Nebrija ciertamente no da indicio alguno para pensar que su z fuera africada; pero tampoco que fuera fricativa. Los únicos datos seguros, cernidos de todos los pasajes alusivos son: 1.", la z castellana no era apicodental; 2.•, no era interdental todavía; 3.•, no sonaba como la z (s sonora) francesa." (A. Alonso, 1949: 42-62 y 19 51: 112 y 11 7). Si los datos de Ncbrija se nos antojan hoy un tanto incompletos, se debe exclusivamente a una concepción fonética que el mismo Nebrija s\fimpuso. Nuestro primer gramático sólo buscaba en la descripción fonética de los sonidos un 'elemento: el punto, mejor aún, la zona de articulación. Éste "era para Nebrija el· determinante básico de cada individuo fonético". Por tanto, ésta y no otra es "la limitación más grave de los informes de Nebrija sobre los sonidos castellanos; muy técnicos sobre el punto de articulación pero con indiferencia completa para el modo de articulación y para la sonoridad" (A. Alonso, 1949: 15 y 17).

De los cotejos que los gramáticos establecen entre los sonidos castellanos y los de otras lenguas románicas, las equivalencias más importantes, sin duda, son las castellano­toscanas. En esta tendencia se incluye una serie de gramáticos de primer orden. Y existe un dato curioso que ya fue apuntado por A. Alonso, respecto al silencio de Nebrija en la equipamción de sonidos castellanos e italianos. Dice textualmente A. Alonso: "INDICACIO­

NES NEGATIVAS.- Recojo aquí lo que puede significar la omisión de ciertas noticias esperables. Si la e; y la z castellanas eran como la z sorda y z sonora del italiano (bellezza y rozzo) según tantos testimonios, ¿cómo es que no las equipara Nebrija, él, que había pasado en Italia diez años?(---). Tampoco se le ocurre ilustrar los sonidos castellanos con los parecidos del francés, del inglés, del alemán, o del portugués. Es que aquí nos volvemos a encontrar con el principio básico de Nebrija de los sonidos propios y los sonidos prestados. La idea de Nebrija es que los sonidos españoles que no son latinos se nos han pegado del árabe y del hebreo; cualquier comparación con otras lenguas europeas estorbaría, en vez de ilustrar, esta representación" (A. Alonso, 1949: 52).

Volviendo ahora a la doctrina de Miranda sobre las sibilantes:

Delia lettera C.-Questa lettera si scriue con una tralla sollo, cosi C, e senza, quando si scriue senza ha il valore che il e, in toscano [es decir, oclusiva velar sorda /k/), ma quando si sriue con delta tralla, la quale si chiama ceriglia in spagnuolo, a l'hora uale tanto quanto un z, in toscano, come si uede in questi nomi; ac;afran, c;amarra, ac;ucar; & altri che in toscano si sriuono con la z, & fan zafTrano, zamarra, zucchero, & allc uolte pongono detta tratta co'l e & l'i, a delta C, doue che mi pare superfluo metterla; poscia che senza, ha la istesa significatio­ne (Miranda, Osservationi, 1566, IV: 353).

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Y en otro pasaje de sus Osservationi, encontramos:

Primo della e;, ogni uolta che in lingua Castigliana si ritrouera questa lettera e;, eosi scritta, con que! ponto sotto, che si chiama ceriglia, con questi tre uocali a, o, u, uale tanto, como z in Toscano. Si como in questo nome piazza, 1 e forza: se si uolessero scriuere in Spagnuolo, si scriuera cosi, plac;a, e fuerc;a, e marzo: in Spagnuolo si scriue marc;o, e la ragione di questa diiTerenza é, perche la z, in Spagnuolo, ha la forza, che due zz, in Toscano: e come in Spagnuolo non si scriua piu di una, per dargli il suo ualo re, hanno fatto questa diiTerenza, che la e;, si pronuntia come una z, in Toscano, e la z, si pronuntia como due zz: e questo si uede chiaramente ne i uocaboli Toscani, che sono simili a li Spagnuoli, come in dolcezza, durezza, asprezza, altezza, richezza; che in Spagnuolo si scriuono con una z, e come due zz, si pronuntiano, si come, dulceza, dureza, aspereza, alteza, riqueza, la cual cosa in piaza, che si scriue con una z, non si farebbc, ma bisognarebbc far plac;a, e in forza, fuerc;a, e non plaza, ne fuerza, che hauerebbe cattiuo suono in Spagnuolo (Miranda, Osservationi, 1566, 1: 2 y 3).

Finalmente, por lo que respecta a la z, en particular, añade Miranda:

La· z, come habbiamo detto; si pronuntia con gran forLa da noi [los españoles], e non uiene mai doppia; anzi quelle parole, che si scriuono con doppia z, da'Tosca­ni, da'Castigliani si scriuono con una, e si proferiscono, come quelle parole, que hanno due, come habbiamo giá, in asprezza dolcezza; ma quelle, che in si sriuono con una da toscani, da castigliani si sriuono co'l e; (Mimnda: Osservationi, 1566, IV: 389).

Después de un detenido estudio de los textos de Miranda llegamos a la conclusión de que éste no acertó a ver con claridad el problema de las sibilantes. Sus correlaciones, "e; castellana= z toscana" y "z castellana= zz toscana", son del todo inace:ptables. Miranda, sin duda, comprendía la distinción española qntre la sorda y la sonora pero es muy probable que no llegase a conseguir esto eil italil\llO. En esta lengua la z podía ser simple (z) o geminada (zz), a su vez, tanto la simple confo la geminada podía ser sordas o sonoras (H. Lausberg, 1965: 35).

Para Mimnda, tanto la e; como la z, ·eran africadas; y esta última se pronunciaba con m:ís fuerza que la primera. Tal error fue debido a que e~ el cotejo de ejemplos castellanos y toscanos Mimnda se dejó llevar más por las equivalencias gráficas, que por las equivalencias realmente fonéticas, mejor aún fonológicas. A. Alonso explica este hecho: "en los días de Mimnda, 1565, la e; se mantenía africada (= it.z), pero ya la z, descrita por él como africada, lo era, caducamente y enseguida se hizo inequívocamente fricativa. Miranda naqueó al interpretar las z y zz italianas (zz era la geminada tanto de la z dolce como de la z aspra), y, fijándose sólo en el sufijo español -eza, italiano -ezza, creyó que la z española valía por dos zz italianas y que la z simple italiana valía tanto como la e; española --" (A. Alonso, 195 1: 22 y 23). En efecto, en lo de e; = z simple acir:rta

~ El texto vacila entre piazza - plac;a y un poco más adelante aparece la forma piaza. En la fe de erratas, al final de las tablas - antes de la página 1- encontramos: "Errore: A

carta 3, in tutti gli essempli doue dice piazza. a da dir danza ne in tos cani, e ne í Castigliani danc;a".

Lq

de~ fon en

m.:

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Las "Osservationi de/la lingua castigliana" 11 5

debido a los ejemplos escogidos, 9 que son de z sorda, inicial o postconsonántica (zamarra, forza; pero al equiparar los sufijos esp. -eza = -ezza ital., la equivalencia fallaba, ya que en italiano se geminaba tanto la sorda como la sonora ("aspra" y "do lee"). Pero no hay que achacarle a Miranda este defecto como propio, pues incluso los mismos italianos cometían frecucntísimas confusiones.

Las noticias que sobre estos sonidos nos proporciona otro español afincado en Italia no son tampoco demasiado claras. Afirma Juan de Valdés: "y una ceri lla que puesta debaxo de la e la hace sonar casi como z" (Valdés, Diálogo, 1935: 109). Hay que suponer que Valdés se refie re a la "z" (aspra) italiana; suposición que parece confirmarse con lo que el mismo autor señala más adelante: "Lo que importa es dezir que la cerilla se ha de poner quando, juntándose la e con a, con o y con u, el sonido ha de ser cspesso ---" (Valdés, Diálogo. 1935: 139).

El Anónimo de Lovaina, en fin, hablando de la <; nos d,i~e: "la <;; que llaman Cerilla, suena del modo ia d icho; es propia de la lengua Amviga, dedonde nosotros la tomamos, i no se halla tampoco su sonido en las sobredichas J.enguas propriamente (---): i en Francés la -e; en estos tales -certain, citoyen" (Anón'imo. 1'559: 20). Según esto parece que se puede concluir qU<! en francés aún no se habría prdducido, en 1 559, el paso de africadas a fricativas. Pero naturalmente, esta conclusión es muy dudosa. El peligro que encierran todos los testimonios aportados por los gramáticos franceses (o españoles que equiparan nuestros sonidos con los franceses) es puesto de manifiesto por A. Alonso:

Los franceses vinieron equiparando .1ucstra <;a la suya lo mismo cuando cm ts que cuando se hizo fricatica apicodental que cuando ya era 0 moderna, durante casi tres siglos, antes de la gran revolución fonética del sistema español en el siglo XVI,

dumnte la crisis, y aún después de pasada la crisis hasta la época modema. Esto nos prohíbe tomar esta caracterización de los franceses en su conjunto como un dato auxiliar para el conocimiento de nuestra <; en una época determinada --­(A. Alonso, 195 1: 37).

111.3. "D y T"

La lettera o , nc llo scriuere truouo io del ualore che ella é in toscano, ne ueggo che si raddopia -- (Miranda, Osservationi. 1 566: 356).

Al igual que Miranda, Nebrija no encuentra nada de especial en este sonido que, precisamente, es uno de los doce que nos sirven "por se mesrnos". Tiene, por tanto, "oficio proprio". Su descripción entrará por consiguiente dentro de los sonidos latinos: "la t, th, d, suenan expediendo la boz, puesta la parte delantera de la lengua entre los dientes, apretándola o aflaxándola más a menos; por que la t suena limpia de aspiración; la th, floxa & espessa; la d, en medio, por que comparada a la th es sotil, comparada a la tes floxa". (Nebrija, Gram .. 1, 3, p. 114). Así pues, para él, la o era un sonido apicodental sonoro; no interdental, como parece desprenderse de sus palabras, ya que lo que nos quiere indicar Nebrija es la zona de articulación de la o , no la región de contacto.

9 El mismo Miranda debió darse cuenta de la fa lsedad de alguna de estas equivalen­cias, pues para hacer triunfar su regla, en la fe de erratas hizo que el vocablo "piazza" (que contradecía su regla) fuese sustituido por "danza".

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Nada nuevo nos aporta en este punto el Anónimo de Lovaina, quien no hace más que seguir a Nebrija; y así, dice a l hablar de las mudas entre las que incluye la o: "Las dos desta orden la o y la T se profieren a un mesmo aliento, con el ia dicho modo, pero espidiendo la boz puesta la parte delantera dela lengua entre los dientes, apretándola o anoxandola más o menos (---). La -d: De, suena como en las lenguas Latina, Italiana, i Francesa" (Anónimo. 1559: 8). Como puede apreciarse, exceptuando el segundo punto, la analogía con Nebrija es más que evidente (A. Alonso, 1955: 73-91 ).

Con la T, como era de esperar, ocurre algo análogo a la o. La zona de articulación descrita tanto por Nebrija como por el Anónimo es la misma: apicodental. Las citas recogidas para la o, tienen igualmente plena validez para la T. La oposición o!T como sonora/sorda (áspera-floja) o bien (fuente-blanda) es reconocida igualmente por los gram{tticos. Miranda al igual que hace con la o, establece la identidad del sonido T con su equivalente toscano:

La T ha la medesima srittura, che in toscano, saluo che non si radoppia mai da noi ne si mette in uece di e (---); fuori di questo, é una medcsima la pronuntia, o la scrittura in ambidua le lingue (Miranda, Osservalioni, 1566: 387).

Según eso, la oposición sorda/sonora de estos dos sonidos (t/d) no está explícitamente declarada, pero sí sobreentendida.

lll.4. "F. H y CH"

Ncl pronuntiarc la f, na meno nello scriuirla io truouo diffcrenza, tra in castigliani e toscani (Miranda, Osservalioni. 1566: 363).

La fricativa labiodental sorda la describen a su modo, y también como labiodental, Nebrija y el Anónimo de Lovaina. Miranda no nos proporciona noticia alguna acerca de la pronunciación de la r. Le parece suficiente afirmar su identidad con la r italiana. Esto, ya lo hemos repetido, no hay que achacarlo en modo alguno a defecto o falta de información. Su gramática iba dirigida, no debemos olvidarlo, no a españoles, sino a italianos. Al afirmar, por consiguiente, que la F I!Spañola em igual a la italiana, lo mismo en escritura que en pronunciación, describía ya con toda precisión este sonido para unos y otros. Cualquier otra explicación de tipo erudito'estaba de más.

Es en Nebrija donde encontramos Ul)a definición más o menos exacta del fonema fricativo labiodental sordo: "la f con la v consonante, puestos los dientes de arriba sobre el bec;o de baxo, & soplando por las hclgadums dcllos; la fmás de fuera la v más adentro un poco" (Nebrija: Gram .. 1, 3: 155). Claro que esta descripción nos la ofrece Nebrija al referirse al fonema latino; pero, como al hablar de los sonidos españoles no hace referencia alguna a la f, hay que concluir que para Nebrija se daba una absoluta identidad de pronunciación entre ambos fonemas (el latino y el español).

El Anónimo de Lovaina se limita a dar unas cuantas reglas ortográficas, después de declarar su identidad de pronunciación con el latín, italiano y francés. Incluye la r en el primer orden de las mudas (P, u, v, F), diciendo de ella que es "espessa i noxa" (Anónimo, 1559: 24), es decir, sorda y fricativa. Tanto Miranda como el Anónimo. aunque éste con mayor vehemencia, condenan la grafia "ph" por r (el sonido de ambas grafias era el mismo). Sin embargo, para Nebrija, el sonido de las grafias Pli y F era completamente distinto; formaban dos sonidos diferentes, pertenecientes a géneros distintos: "De donde se

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Las "Osservationi del/a lingua castigliana" 11 7

convence el manifiesto error de los que assi pronuncian la eh como la e (---); la ph como la r· (Nebrija, Gram., l, 3: 115). Pero ya en su tiempo se escribía PH y se pronunciaba F, situación inadmisible para Nebrija, pues contradecía su regla de pronun­ciar lo que se escribe: "Alas vczes seguimos el orthographia griega & latina, aun, que no pronunciamos como cscrevimos, como en ' philosopho' & 'tha lamo', pues escrevimos ph & th, & pronunicamos f, t sotil --" (Nebrija, Orth.. VIII: 253).

La doctrina que Miranda expone en sus Osservationi sobre la H es similar en todo a la de Nebrija:

La 1-1 anchora ch'in Toscano non si proferisce, per non esser lettera, ma nota d'aspiratione in Spagnuolo si proferisce, perche in molti parti si mette in uece di f (---), ma bisogna preferirla col fiato solamente, e far come quando si butta il fiato con forza, & si anhela o sospira .. . (Miranda, Osservationi. 1566: 3).

La H es, pues, para él, un sonido aspirado que se produce echando con fuerza el aliento. Esta misma cualidad del sonido aspirado habría sido ya declarada por Nebrija:

•. . ,

la cual letra, aunque en el latín no tenga fuer<;a de letra, es cierto que como nos otros la pronunciamos hiriendo en la garganta, se puede contar en el número de las letras, como los judíos & moros, de los cuales, la tienen por letra (Nebrija, Gram .. 1, 5: 118)

En su Orthographia. Nebrija le reconoce a la H tres oficios: el primero, cuando representa la aspiración (que sería en aquellas palabras que en lat ín llevaban una F); el segundo oficio de la H es servir de signo diacrítico, y se coloca delante de la u cuando se quiere dar a entender que dicha u es vocal y no consonante; finalmente el tercer oficio lo desempeña la H al unirse con la e, para formar el sonido africado prepalatal sordo [é). Y todavía incluye Nebrija un último oficio desempeñado por la H, el que podríamos llamar de imitación: las palabras que en latín llevaban u suelen pasar con ella a l castellano -aunque aquí no suene- con el simple objeto de imitar la ortografía latina. (Nebrija, Orth..l: 248 y 249).

Si nos hemos extendido tanto al exponer la doctrina de Nebrija, ha sido por una razón; y es que Miranda le sigue casi literalmente. Tanto es así, que aunque Nebrija se halla siempre a l fondo de sus explicaciones, raras veces es citado de manera explícita, siendo precisamente ésta una de esas ocasiones, remarcada por la invocación de su autoridad: "il nostro Nebrissa" (Miranda, Osservationi. 1566: 370).

Se aparta el Anónimo de Lovaina un tanto de los autores anteriores, ya que para él la H no es ni vocal ni consonante: "sino una cifra para denotar quando se deven las vocales aspirar; que es hazerse mui flm(as i remissas" (Anónimo. 1559: 29). Por tanto la 1-1 sería un signo diacrítico que nos permite saber qué vocales debemos aspirar. La gran diferencia existente entre el Anónimo y los gramáticos anteriormente citados estriba en que éstos conceden a la 11 un sonido propio de tipo aspirado, mientras que para aquel la aspiración recae no sólo sobre la H, sino sobre la vocal. La aspiración puede pues, acompañar a las vocales, pero nunca a las consonantes. Con esto, el Anónimo invalida formaciones como " Christo", "Charidad", cte. (aunque etimológicamente sean aspiradas).

Otra que podemos considerar como aportación nueva del Anónimo de Lovaina es la precisión co·n que describe el sonido aspirado: "puesta la lengua en su asiento [es decir, permaneciendo inmóvil), i abierta la boca a expedir la boz sin apretar la campanilla"

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(Anónimo, 1559: 29). Hay que reconocer que esta descripción es mucho más científica que la descripción, un tanto pintoresca, que de la H nos ofrece Miranda.

La doctrina de Miranda respecto al sonido español CH es confusa, a l menos por lo que se refiere a la forma en que está redactada; pues es impensable que Miranda no diese a la CH su sonido palatal:

Queste due lettere ch. in Spagnuolo, con qual si uoglia della cinque uocali, si proferiscono, che saranno, cha, che, chi, cho chu; come in Toscano si direbbe, chia, chic, chio, chiu, oueramante come, ce, ci: nclla pronuntia Toscana, o del Regno di Napoli, o come si profcrisce occhio, finocchio, uecchio, si come in mecha Spagnuolo, sonera mechia, e mancha, manchia in Toscano, e, leche, lechie, che uol dir latte, e noche, nochie, e pecho, pechio; che uol dir petto, e lechuga, lechiuga, che uol dir lattuca, e muchacho, muchiacho; che uol dir puto, o giouinc, & cosi altri (Miranda: Osservationi. 1566: 4-5).

Tal vez se trata de una errata de imprenta y donde se lec, "come in Toscano si direbbc, chia, chic, chiu" debiera leerse, "come in Toscano si direbbe, cia, cie, cio, ciu", lectura esta más en consonancia con la verdadera pronunciación de la CH española. Miranda parece reconocerla al continuar: " oueramente come ce, ci: nella pronuntia Toscana, o del Regno di Napoli". Pero en los ejemplos aducidos a continuación vuelve a surgir la confusión: "si come in mecha Spagnuolo, soner-.1 mechia e mancha in Toscano". La equivalencia sería: Esp.: mecha, mancha 1 = Tose. mecía, mancia, puesto que el grupo CH

tenía en italiano una pronunciación velar [K) y no la africada prepalatal [e) del grupo "ci" toscano, o de la CH castellana.

La cualidad de africada prepalatal sorda para la CH, habría sido ya reconocida por Nebrija en un texto que tiene más de impresionista que de científico, pero que resulta en alto grado aclaratorio:

Sobre la e de Cicaro: Ni son más tolerables algunos de los italianos no los del Norte, que la pronuncian con sonido aún más inarticulado que los españoles, a saber, al modo que los españoles pronuncian che, chi, tanto en la lectura latina como en la vernácula, no siendo tal soniq0 propio ni de la lengua hebrea, ni de la griega, ni tampoco de la latina --. -. Pero ide dónde habrá venido a las lenguas esta sartén de hablar'? Porque no hay soni~o alguno que imite más el chirrido de la sartén cuando se fríe en ella que este que los italianos hacen a l pronunciar esta letra (Vid. A. Alonso, 1949: 69). •

~ Ó t española se pronunciaba, por tanto como en italiano celci, y hacía un ruido semejante "al freir de la sartén". En esta misma línea marcada por Nebnija se encuentrd el Anónimo de Lovaina que identifica el sonido de la che española con el de los grupos ce, ci italianos: "La -che, que io hago i pongo por una letra en su fuerc;a, dado que paresccn dos en su figura recordemos que Miranda comenzaba "Queste due lettera ---; nombrola, Ache porque tal es su fuerc;a, qual el nombre: porque suena como en Italiano la -c. tras la -e, i; exeplo -cera, cecita, cielo, assi dezimos nosotros -mucha, mucho, machuca" (Anónimo, 1559: 27-28).

Es muy improbable que con estos antecedentes (y algo muy similar ocurre con los restantes gramáticos que tocan este tema), Miranda dudase algún momento de cuál era la recta pronunciación de la CH castellana. La confusión que se manifiesta en el texto de su

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Las "Osservationi del/a /ingua castig/iana" ll 9

P'mática, hemos de achacarlo, por consiguiente, a errata de imprenta, o bien a una deficiente redacción; pero nunca a falta de información por parte de Miranda.

111.5. "G, J, /, Y y X"

Questa lettera G, se uolemo c'habbia la sua forza con le cique uocali, si fará in questo modo, ga gue, gui, go, gu, e sonerá come in italiano, ga, ghe, ghi , go, gu (--).

La lettera G, scritta semplicemente ha nel Castigliano la medesima forza, che nel toscano, come si uede in gastar, ganar, gata, gente, giron, gofo, goto, gusto, alguno, & altri si mili... (Miranda: Osservatio11i; 1566: 5 y 365).

Además de hacer hincapié didácticÓ en que para mantener siempre el mismo sonido (velar sonor) de laG, hay que incluir entre ésta y las vocales e, i, una "u" del mismo modo que los italianos incluyen una "h", identifica Miranda, por otra parte, los sonidos J y GE, 01 españoles con el grupo Gl toscano, como ya antes lo habían hecho otros gramáticos.

Qucsta lctterc, j, apresso i Spagnuoli é in tre maniere; i uocalc, e j, y, consonanti, dell'i uocale: non accardc dime; percioche sempre ha la sua forza; del y, consonan­te, alle uolte questa lcttcra y, cosi scritta, serue di uocale ( ... )si come ueya ( ... )e si suole mettcre ancora in principio de parte o parola, come; yo, ya, e allhora serue da consonante ( ... ), j , sempre si melle in principio di parola, & con le trc uocali , a, o, u, uale tanto come in Toscano gi ( ... ), e, ho detto con le trc uocali; perche con le due e, i, sempre si aggiungc la lettcra g ... (Miranda: Osservationi, 1 566: 6).

Luego para él las J y G (ante e, i) no eran más que dos grafías distintas de un solo fonema: fricativo/africado prepalatal sonoro. El empleo de una u otra grafía estaba condicionada a la vocal siguiente.

Nebrija no nos proporciona descripción específica de este sonido, aunque se puede colegir su naturaleza, puesto que nos dice que es sonido morisco y el sonido árabe al que alude no es otro que el "gim" análogo al Gl italiano:

Pues siendo ese sonido desconocido entre griegos, hebreos y latinos, la única lengua de donde me parece haberse podido tomar es el árabe, en la que hay una letra propia [el gim] para representar ese sonido (Apud. A. Alonso, 1949: 72).

En su Gramática y en su Orthographia, amplía las noticias acerca de este sonido, pero sin indicar nada de su pronunciación:

La g tiene dos officios: uno propio, cual suena cuando después della se siguen a, o, u; otro prestado, cuando después della se siguen e, i; como en las primeras letras destas diciones: gallo, gente, girón, gota, gula; [nótese la analogía entre estos ejemplos y los que recoge Miranda en su texto]; la cual, cuando suena con e, i, assí es propia de nuestra lengua, que ni judíos ni griegos, ni latinos, la sienten ni pueden conocer por suia, salvo el morisco, de la cual lengua io pienso que nos otros la recebimos (Nebrija, Gram., l, 5: 1 17 y Nebrija, Orth., l: 242).

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120 Maitena Echebarría Arostegui

Concuerdan estas palabras con las que más adelante dice sobre la 1:

La i tiene dos o fficios: uno propio, cuando usamos dclla corno de vocal, como en las primeras letras dcstas dicioncs: ira, igual; otro común corn la g, por que cuando usamos della como de consonante, ponemos la siguiente a, o, u, & ponemos la g si se siguen e, i; la cual pronunciación, como diximos de la g, es propia nuestra & del morisco, de donde nos otros la pudimos recebir {Nebrija , Gram.. 1: 5: 118 y Nebrija: Orth .. 1: 242).

Naturalmente, Nebrija se está refiriendo a la j (i larga), es decir, la grafía usada modernamente para el sonido fricativo velar sordo.

La dificultad se plantea aquí en el nivel gráfico, no en el fonológico. El problema de las grafías es uno de los más enrevesados en esta época. Por eso, el esquema que a continuación damos tiene un carácter provisional:

a) Fonema oclusivo velar sonoro: IGI

GRAFÍAS: G + [ ~~ -u

GU +[-e -1

En esto coinciden tanto Miranda como Nebrija, el Anónimo de Lovaina y Juan de Valdés:

b) Fonema fricativo prcpalatal sonoro: [z] (A. Alonso, 1949: 7 3).

GRAFÍAS: J (1 o Y)

G

[

-a + -o .

-u

[,e

+ .--1

Los gramáticos anteriormente citados están de acuerdo en que ant·e e, i, la grafía debe ser G. La vacilación surge cuando las vocales que siguen al sonido [z] son a, o , u. Miranda, Ncbrija y Valdés proponen para este caso la J (i larga). Sin embargo, en Nebrija, también aparece la "i" con valor consonántico, y en Valdés y Miranda la Y con ese mismo valor. Por su parte, el Anónimo ofrece ejemplos inequívocos de " i" consonante (hoiuelo, arroiuclo). Ni en Miranda, ni en Valdés aparece la "i" con valor consonántico. Lo hemos visto en Mi randa, y las palabras de Valdés no son menos claras:

En esta [la Y griega] ay mayor dificultad, pero avéis de saber que la y griega tiene dos lugares adonde necessariamente se pone y donde nenguna de las otras [la i y la j] estará bien, y uno donde se pone impropiamente. El uno de los dos es quando la y es consonante; el otro quando es conjunción. El impropio es quando se pone en fin de la parte. En todos los otros lugares crecdme que no stá bien. (Valdés, 1535: 84) (--).

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Las "Osservationi de/la lingua castigliana " 121

Quanto a la j larga, ya a l principio os dixe cómo suena al castellano lo que al toscaro gi, de manera que stará bien en todos los lugares que uviere de sonar como vuestra gi, y mal en los que uviere de sonar de otra manera. Stá bien en mejor t rabajo, lugar, jamás, naranja, y assí en todos los vocablos que tienen este ja jo ju. (---) [Pacheco]. ¿oc manem que queréis pronunciemos la g con la e siempre como en gente? [Valdés]. Sí que lo quiero, porque assí es el dever (--- ). En todas las o tms partes io pongo la i pequeña, sin faltas ninguna (Valdés, 1535: 82-84).

De todos modos, tenía que existir en esta época una distinción fonológica y fonética clam entre [z] [~] es decir, entre la fricativa y la africada prepalatalcs sonoras, o valores de correlación semejante, como lo prueba la evolución de parejas: r:ovnu > hoyo [y] oc'1.u > ojo [x). Y lo mismo en infinidad de "dobletes": RUBEU > royo y rojo, etc. Es muy posible que en las vacilaciones ortográficas de esta época haya que ver un intento de mostrar esta oposición fonológica entre fricativas ~ afric;das.

La equiparación de J, G, españolas al grupo' GI toscano es casi constante en los gmmáticos del XVI. Ahora bien, a medida que avanza el siglo se percibe una cierta tendencia a identificar J, G, no con el GI toscano, sino más bien con la J francesa (R. J. Cuervo, 1948: 242). En esta tendencia parece inscribirse el Anónimo de Luvaina quien, al tmtar de J y G nos dice:

La -g, que io nombro no -g, sino Goge por denotar sus dos sonidos [el velar y al prcpalatal); el uno dcllos es floxo, que es quando le víi delante las a, o, u; enque se pronuncia como en el latín quando dizen Gabriel, Gaudeo, Gorgias, Gubcmator: como en Italiano -galante, lago, ragunare: como en Francés- galant, gorgias, gourmant, assi dize la lengua Vulgar - hígado, gordo, agudo. El otro sonido es más fuerte, que es quando le van delante las e, i; en que se pronuncia como en lengua Latina quando se profiere -gero, egi: en lengua Italiana- generoso, giorra; en Francés -gemeau, gifant. assi dezimos en la nuestm- Gerónimo, gil" (Anónimo. 1559: 27).

Y más adelante, al hablar de la ¡ :

L 'l -j, que tomo esta lengua de los Aravigos, io la nobro ja; suena como en Francés la mcsma, como -james, ja, jehan: assi dezimos nosotros -alhaja, ojo, juan (Anónimo, ! 559: 27).

Es extmño que el Anónimo no identifique la J con el GI toscano, pues ya hemos visto anteriormente que tanto la J como la G (ante e, i) no eran más que dos grafías distintas de un solo fonema [z) (o tal vez [i )). ¿Acaso diferenciaba el Anónimo el sonido de la 1 del de la o? Es posible. P'or otra parte, los ejemplos que ofrece para uno y ot ro sonido son también diferentes, al igual que diferente es la equiparación: la G se identifica con el GI

toscano, mientras que la 1 es equiparada a la J francesa. Hay que hacer notar, también, una aparente contradicción entre Nebrija y el Anóni­

mo; pues mientras para el primero el sonido prepalatal sonoro [el segundo oficio de la G) em desconocido entre los latinos, para el segundo, este sonido sí era conocido por aquellos. Lo que ocurre aquí, es que Nebrija está pensando en la pronunciación latina clásica -en la que ciertamente no existía el sonido [z)-, a la vez que el Anónimo alude a

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la pronunciación imperial (conservada en Italia) de la lengua latina. Pronunciación esta última, al igual que de G + e, i, hacía [z], del mismo modo que e + e, i, hacía [e].

Por otra parte, la distinción teórica entre la J y la x, se conservó largo tiempo, pero no así la distinción real. Ya desde mediados del siglo XVI, comienzan las advertencias de los gramáticos acerca de la confusión de estos dos sonidos. Nada encontramos en Miranda -recuérdese 1566- sobre esta confusión, que ya por aquellas fechas debía hallarse muy extendida, si hemos de dar crédito a las palabras de Torquemada, sólo ocho años posterior a Miranda: "Estas tres letras (J, G, x) traen en gran baraja y discordia la buena ortografia, porque en parecer tan diferentes entre sí, tienen tanta semejanza en la pronunciación, que muchas veces se ponen la una por la otra" (R. J. Cuervo, 1948: 244). A partir de esta fecha, la confusión se va haciendo cada vez mayor; de tal forma que a finales del siglo puede decirse que la identificación z = ¡¡ es ya completa.

Pero no vamos a ocupamos aquí de los problemas lingüísticos que plantea dicha confusión. Nos limitamos a revisar las noticias que sobre la pronunciación de la x encontramos en Miranda:

La lettera X, apresso ti Spagnuoli, uale tanto quanto questi tre, sci, in Toscano, e si proferisce ancora con un poco piu de piu fiato. (---)

·In quclle uoci, che nel latino ritengono la x, in compositione: si ritiene ancord nel castigliano & anco senza ucnirse in compositione, e si proferisce, xa, xc, xi xo, xu, como scia, scic, sci, scio, sciu, in toscano (Mimnda, Osservationi, 1566, 1: 10 y IV: 388).

Miranda afianza la equivalencia tantas veces establecida, por otros gramáticos, entre esp. x = sci toscano. La x [s] española es también identificada, por otros gramáticos con la eH francesa, lo que demuestra que en francés ya se había dado el paso ~ > s. Entre estos, se encuentra el Anónimo de Lovaina: "La -x; que con grade impropiedad vulgarmete la nombran lques; io la llamo Exe, conforme a su naturaleza; porque sería lques si sonasse­cs; como lo suena en las leguas Griega y Latina; pero en esta Vulgar de España, es letra tomada de los Aravigos i suena cono . en Francés la -eh; como qua do dizen -{;hevalier, chiche, eharbonier: en Italiano el Scia, sce, s(¡i, scio, sciu ---" (Anónimo, 1559: 20-21 ).

Ya en Nebrija, y a partir de él en todos los demás gramáticos, la principal circunstan­cia de la x es la de ser sonido morisco: "Esso mesmo, esto que nos otros escrivimos con x, assí es pronunciación propia de moros, de cuia conservación nos otros la rec;cbimos, que ni judíos, ni griegos, ni latinos, la conocer por suia" (Nebrija., Gram .. 1, 3: 112). El sonido árabe al que alude varias veces y que nunca nombra, es el "sin" (sonido análogo al francés eh, al italiano sci, al inglés sch, etc.). A partir de Nebrija, se insistirá abundante­mente en el carácter morisco del fonema fricativo prepalatal sordo [s). Incluso el mismo Valdés se doblegará a esta corriente: "--- porque, como os he dicho, a los vocablos que o son arávigos o tienen parte dello, es muy anexa la x" (Valdés, 1535: 106).

III.6. "L y LL"

El sonido fricativo lateral sonoro, con punto de articulación alveolar [1] es equiparado por Miranda con la L simple y la LL doble toscanas. Del mismo modo, el Anónimo de Lovaina identifica nuestra L con el sonido análogo del francés, ita liano y latín. Nebrija, como era de esperar, remite al latín, cuya semejanza con el castellano establece en este

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Las "Osservationi del/a /in gua castigliana" 123

punto. No existe, pues, mayor complicación por lo que se refiere a la escritura Y pronunciación de este sonido, salvo que el Anónimo condena enérgicamente ortografias del tipo "illustre", "Tullio", etc. (pronunciados naturalmente en español "ilustre", "Tulio", etc.).

Por lo que se refiere a la LL, la norma más general en los gramáticos del siglo XVI es equipararla al grupo GLJ toscano o al francés -IL, - I LLE. En todo caso la LL es vista como un sonido palatal lateral sonoro (1]. Miranda, como es natural en su caso, pues su gramática iba destinada a los italianos, usa el GLJ toscano como término de comparación:

Queste due 11, uagliono tanto come in Toscano queste tre, gli , con tutte le cinque uocali, si come maglia. malla, battaglia, batalla --- (Miranda, Osservationi, 1566: 7).

Esta identidad de pronunciación de la grafia españoia " 11" y el grupo toscano "gli", había sido expuesta anteriormente, con toda clari~ad por Valdés: "el castellano pronuncia siempre las dos eles como vosotros pronunciáis la g con 1 y con i, de manera que vosotros escrivís 'gagliardo' y nosotros 'gallardo', y todos· pronunciamos de una mesma manera' (Valdés, 1535: 99).

El Anónimo de Lovaina, además de la correlación esp. 11 = gli toscano, nos ofrece también esp. 11 = i/1 francés, debido tal vez al estrecho contacto que debió mantener con dicha lengua:

La -11 aunque paresca en el cuerpo una Ele duble, como realmente lo es en su figura; todavía en su virtud i fuer¡;;¡¡ es cosa muí apartada deJa Ele, i io la tengo por letra senzilla, como lo es, a mi parescer. Súcna como en Francés dos Elez en medio deJas Vocales e, i; como -filie, coquille, i también como en lengua Italiana las letras -gl; desta manera -cavagli, moglia, figli --(Anónimo, 1559: 23).

En los tres gramáticos citados la 11 es un mismo sonido, el lateral palatal l!l· Suponiendo cierta esta base, y así lo corroboran 1~ distintas correspondencias fónicas, podemos lanzar la hipótesis, aunque siempre de un modo provisional, de que en francés, aún no se había dado el proceso que podríamos llamar de "deslaterización del gupo i/1: l!l > (y]. (Hay quienes piensan que en lugar de "deslaterización se trata más bien de un ·cambio de africada a fricativa). (Lausberg, 1965: parágrafo 83). Nebrija debió darse perfecta e u en ta de la identidad fónica ente la 11 castellana y el grupo g/i toscano; pero es una lástima que, por su casi exclusiva atención a las lenguas "aúlicas", no se decidiese a manifestar explícitamente estas correspondencias entre las distintas lenguas románicas. Para Nebrija, el sonido pala tal lateral (1], era propio del castellano: "la cual boz, ni judíos, ni moros, ni griegos, ni latinos conocen por suia" (Nebrija, Gram .. 1: 5, 118 y Orth .. l: 242).

En uno de sus textos latinos, Nebrija equipara nuestra "LL" al grupo "Li" del griego moderno, que sonaba "casi como iota". Pero como muy bien puntualiza A. Alonso: "no es lícito ver en ello una denuncia de yeísmo, ni en el griego de 1500, ni en el español, que tenía que esperar todavía unos doscientos años para verlo nacer. Sólo, fija su mente en el cuadro de consonantes aúlicas (véase como no lo compara con fr. i/1, ni con it. gil), que el nuevo sonido es parecido al aúlico de iota. En el siglo xv1 son muchos los gramáticos españoles y extranjeros que igualan nuestra 1/ con la gli italiana, i/1 francesa. Ni uno solo

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denuncia un uso ll =y; y Lope de Rueda y otros lo ponen en boca de negros y moros que no sabían hablar bien castellano" (A. de Alonso, 1949: 72).

Así pues, en el siglo XVI, al menos hasta 1566, fecha en la que aparecen los Osservationi, la "ll" española era, al parecer un sonido lateral palatal sonoro [1), análogo al "gli" toscano, e " ill" francés. •

111.7. "M, N y Ñ"

Pocas noticias encontramos en Miranda acerca de la pronunciación de estos sonidos, si no es el establecer su igualdad con los sonidos similares italianos, y alguna que otra indicación de carácter ortográfico:

La m, ha la medesima scrittura, e pronuntia, che in toscano, e si mettc ancora in vece della n, dinanzi, el p, e'l b ...

La n, semplicemente posta, ha la istessa pronuntia, che in toscano, ma se ha quella cosa di sopra, che si chiama tilde, & appó toscani tratta, cosi ñ. all'hora ña, ñe, ñi, ño, ñu, ual per gna, gne, gni, gno, gnu, toscani (---); alcuna parole, peró si scriueno con la g & la n , & principalmente quelle, che uengono del latino, come benigno, digno, magno, ma in queste parole si proferisce il g, como g, e la n, como n, fcrmandosi un poco co'l palato nel g, e pronuntiando poi la n, in tutto.

Questa lettera ñ, cosi scritta apresso gli Spagnuoli ha la forza che gn, apresso i Toscani ... (Miranda: Osservationi, 1566, IV: 379-380 y 1: 8).

Existe un dato muy importante en estos textos de Miranda que he mos citado. El grupo "gn" español en palabras sobre todo procedentes del latín, es decir, en los cultismos, mantenía toda su fuerza de pronunciación, "il g, come g, e la n, come n". La importancia de este testimonio radica en que nos atestigua, en 1566, la escritura de los cultismos.

La tendencia popular, antipurista, era a pronunciar "gn" como "n'", tendencia de la que ya Nebrija da testimonios bien claros a comienzos del siglo xv1: "--- escrevimos 'signo, magnífico, magnánimo, benigno', con g, & pronunciamos 'sino, manífico, manani­mo' sin g" (Nebrija, Orth .. VII: 253). Y en 1535, J. de Valdés continuaba esta tendencia, fiel a su norma "escribo como hablo" (Valdés, Diálogo: 96).

Como ya dijimos al comienzo de este apartado, no es precisamente e:n Miranda donde podemos encontrar descripciones logradas de la.Ñ sino en el Anónimo y, sobre todo, en Nebrija. El Anónimo de Lovaina agrupa estas tres consonantes (M, N, Ñ) bajo, un "mesmo espíritu", que no es otro que la condición de naiÍalidad común a las tres. La descripción que nos proporciona sobre la pronunciación de estas tres letras es realmente puntual: "Suenan éstas [las M, N y Ñj, arrimando ' la lengua al paladar, i cerrados los bec;os, casi sorbiedose el aliento hazia dentro [carácter nasal) por lo qua! es sonido escuro. La -m, es escura; la -ñ mucho más; la -n, tiene un medio entre entrambas" (Anónimo. 1559: 21). Tampoco omite el Anónimo de Lovaina la equivalencia fónica entre Ñ española y GN

toscana y francesa. Pero es en Ncbrija donde, a juicio de A. Alonso, que es obligado suscribir. se

encuentra una de las más admirables descripciones de la articulación d·e Ñ: "---ni se aprieta la garganta, ni se levanta la punta de la lengua, sino que a l contrario, la parte delantera de la lengua se rebaja y toda su demás extensión se arrima al paladar" (Apud., A. Alonso, 1949: 71). Si a título de ejemplo comparamos esta magnífica descripción de Nebrija -e, incluso, la del Anónimo de Lovaina- con la que del mismo sonido nos ofrece un fonetista moderno de excepcional talla, como es T. Navarro Tomás, comprobaremos

La1

sorpl caso

lll.8

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Y a sal u

1 cat1 dCSI en 1 fon1 pue Yr och (-

le ti nat fon

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Si¡¡

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?Ui

que

los ogo

los, 1tra

. m

ha ña, ~ró me n,

o i

po

)S,

:ia

la os li-a,

1e m 10

J: si :s ). N

e e e

Las "Osservationi del/a /in gua castig/iana " 125

sorprendidos que no es tan sensible, como cabría esperar, la distancia que separa, en este caso concreto, a uno de otro. (Vid. T. Navarro Tomás: 1968, párrafo 122.)

m.s. "P y Q"

Es nQtado el carácter oclusivo de la P tanto por Ncbrija, como por el Anónimo de Lovaina, cuyas descripciones son idénticas: "La p, ph, b, suenan expedicndo la boz, después de los be<;os apretados más o menos" (Nebrija, Gram., 1, 4: 11 4-11 5). Cla ro que esta descripción, como ocurre siempre que el sonido español es similar al latino, se refiere a este último. El Anónimo: "- -- expidiendo la boz después de los be<;os apretados más o menos ---" (p. 24). Por su parte, Miranda, dando por supuesta la identidad fónica entre la P castellana y la toscana, hace referencia solamente a la escritura y a cuestiones de tipo ortográfico: "11 p, si sriuc parimente da'Toscani e da'Castigliani, saluo che da'Castigliani, nom si raddop¡:Jia" (Miranda, IV: 382).

Por lo que respecta a la Q. aunque Nebrija, con muy buen criterio, niega a la Q su carácter de letra, por considerarla superflua (Gram., 1, 5: 11 7), ya que su oficio puede ser desempeñado por la e, lo cierto es que esta letra ha logrado mantenerse hasta hoy siquiera en la ortografía. De que la e y la Q eran para Nebrija una sola "letra" (es decir, un solo fonema, diríamos hoy) no existe la menor duda; sus palabras son bien elocuentes: "-­pues que la diversidad de las letras no está en la diversidad de las figuras, sino deJa voz". Y más adelante añade: " porque ia a la e con la e no le damos la boz suia propia es decir, oclusiva velar sorda, más tomamos la q en lugar deJa e, porque son una mesma letra (--),pues no difTieren enla pronunciación" (Orth. , VI: 251).

Mira nda establece la identidad entre la oclusiva española q y el toscano eh: "Qucsta lettera q , con queste due vocali e, i, uale tanto come in Toscano eh---". Se entiende, naturalmente, que entre la Q y las e, i, va intercalada una u, como más abajo declara de forma explícita:

... di modo che non si pronuntia la lettera u, che l'é apresso, & questo s'intende con questc due uocali, e, i, come ho detto; percioche con questa uocalc a, per la piu párte si proferisce l'u ... (Miranda: Osservationi, 1566, 1: 9).

Advierte Miranda que en algunos vocablos en los que se da la secuencia q + w +a, la u no se pronuncia, como por ejemplo en la partícula "quasi" [Kasi]. No participa del criterio expuesto por Ncbrija de utilizar la grafía C en los casos en que la W ha de pronunciarse por estar en la secuencia "velar + w + a", sino que él prefiere la grafía Q.

Sigue en esto a Va ldés, opuesto también a la doctrina del andaluz, quien siendo preguntado por sus interlocutores tmta de dar una solución a este problema:

--- y digos que en esto no tengo regla ninguna que daros, salvo que, pareciéndome que conviene assí a todos los nombres que sinifican número, como quatro, quarenta, pongo q, y también los pronombres, como qua!, y de verdad son muy pocos los que me parece se doven escrivir con e (---). Y si uno, siendo natural de la lengua, quisiera con d iligencia mirar en ello, la mesma pronunciación l'enseñar:í cómo ha de scrivir el vocablo, porque verá que los que se an de ~~scrivir con q, tienen la pronunciación más hueca que los que se an de escrivir con q, tienen la pronunciación más hueca que los que se an de scrivir con e (Valdés, 1535: 90).

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126 Maitena Echebarría Arostegui

Para el Anónimo de Lovaina, en la secuencia "velar + w + a", la u suena "de lleno" (quatro, qual ---); sin embargo, en la secuencia "velar + w + e, i", la u es imperceptible, y entonces suenan estos grupos castellanos como che, .chi italianos y que, qui fmnceses. (Anónimo, 1559: 26-27 .)

111.9. "R y S"

Escasas, casi nulas, son las noticias que sobre la letm R nos proporciona Mimnda; y lo mismo puede afirmarse en cuanto a Nebrija y el Anónimo de Lovaina. Estos dos últimos la incluyen entre las mediovocales [semivocales] debido a su sonoridad. Miranda y el Anónimo identifican su pronunciación con la del italiano y fmncés e ita liano, respectiva­mente. Y los tres disertan sobre cuestiones ortográficas a propósito de la R. Ésta suena fuerte en principio de dicción pero no debe doblarse. Lo mismo o1;urre en medio de dicción, en posición postconsonántica. La-r- intervocálica se escribe sencilla, cuando su pronunciación ha de ser fuerte o áspero.

Por lo que respecta a la s, la primero noticia que tenemos sobre la existencia de una s sorda y una s sonoro la encontmmos en Nebrija: ss/s "apretada/lloxa" correspondía a nuestro oposición fonética sorda/sonora. Ni Nebrija ni los restantes gramáticos del si­glo Xvl llegaron a vislumbrar esta oposición. Nebrija aplica la distinción "apretada/lloxa" lo mismo a la oposición sorda/sonora (ss/s), que a la oposición simple/múltiple (r/ rr). Por otm parte, Nebrija aplica la correlación apretadalfloxa a las dos parejas ss/s y rr/ r, pero no a la r;/z ni a otras parejas (p/b, tld, etc.), que se encontmban en situación semejante. Los gramáticos posteriores no harían sino repetir la doctrina de Nebrija, pero sin llegar a percibir el alcance de esta distinción.

Según A. Alonso, la S descrita por Nebrija, que se pronunciaba "con la punta de la lengua aplicada al paladar" (Vid. A. Alonso, 1949: 52-62), coincide con la s castellana ibérica, ápico alveolar cóncava de calidad grave, muy diferente a la s europea (fmncesa, italiana, etc.), predorsal convexa de calidad aguda. Sin embargo, los gramáticos del si­glo xv1, sin entrar en esta distinción de matices, que no estaba por entonces en sus mentes, igualan constantemente la s española con la italiana y la francesa. La inclusión de las por parte de Nebrija entre las semivocales, hacía que ésta se pronunciase en lo alto del paladar. Sin embargo, esta descripción ~alataf de la s no respondía a la realidad, "cm libresca, heredada de los gramáticos: por uq' lado de la descripción geneml de las semivocales, por otro, de la del "sin" hebreo, que se reproducía en la Europa de entonces con las eses nacionales" (A. Alonso, 1949: 59).

Pertenece también a Nebrija la ordenación ortográfica y fonética de las es~.:s:

l. s sorda [ss] (apretada): s inicial s en posición post-consonántica ss intervocálica en pronunciación fuerte

2. s sonora {sj (floxa): s intervocálica en pronunciación débil.

La oposición sorda/sonora sólo se daba, pues, en posición intervocálica. Nada sabemos de la -s final.

dq (1: so la tn let di

'N p 1 p p

¡l

d

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Las "Osservationi de/la lingua castig/iana" 127

El proceso de desonorización ya estaba en marcha y, sin duda, se había ya generaliza­do cuando escribe Miranda (1566), e, incluso, ya en tiempos del Anónimo de Lovaina (1559). En las gramáticas de estos autores, sin embargo, se sigue manteniendo la oposición sorda/sonora; pero esto respondía más bien al seguimiento de una tradición, erudita, que a la descripción objetiva de una situación real. Los gramáticos, mediatizados por esta tradición, ta rdaban a veces más de lo necesario en registrar en sus textos los fenómenos de lengua que tenían lugar a su a lrededor. Y así, el Anónimo de Lovaina nos dice a l hablar de las:

La -s; que es dicha Esse en esta lengua, en el principio i medio deJas palabras suena como en latín, Italiano i Francés (--- ). En la fin i medio, puesta entre dos Vocales, suena más blandamente (---); que es también pronunciación natural alas otms lenguas sobredichas (Anónimo. 1559: 19).

Miranda, por su parte, iguala la s española con la s toscana: "La s, ha la mcdcsima pronuntia da noi che da'toscani e la istessa scrittura ---" (Miranda, Osservationi, 1556, IV: 385). Y alude también en su gramática a la mayor adecuación entre escritura y pronunciación del castellano que del toscano, en donde a veces se escribía ss y se pronunicaba s, y viceversa, cosa que nunca ocurría en castellano.

Queda aún un último punto por tratar, en cuanto se rl:fiere a la s. El problema se plantea únicamente en posición intervocálica, donde la s podía ser sorda (ss) o sonora (s), debiéndose escribir doble o sencilla respectivament/ El ~ber si un vocablo debía llevar -ss- o bien -s- era algo relacionado más con el criterio lingüístico del propio hablante, que con la norma. Ya Nebrija había indicado al respecto: "De donde se puede coger quando estas dos letras [la R y la s) se han de eserevir senzillas, & quando dobladas, mirando ala pronunciación, si es apretada [sorda), o si es floxa [sonora] ---" (Nebrija, Orth., V: 249). Cuando Valdés, es 1535, es interrogado sobre esta cuestión, después de dar a entender que no existe regla segura, termina afirmando: "--- y genemlmente pongo dos esses quando la pronunciación ha de ser espessa, y donde no lo es, pongo una sola" (Valdés, op. cit., 103). La oposición ss/s corrió una suerte paralela a la de otras parejas similares: r;/z; x/j, e tc.; es decir, la desonorización. En 1566, fecha en que aparecen las Osservationi de Miranda, la oposición ss/s estaba en regresión completa, a pesar de que tanto Miranda, como sus coetáneos no lo indiquen de forma explícita, por gravitar sobre ellos frecuentemente el peso de una tradición erudita gramatical.

Por último únicamente nos resta, señalar y recalcar la aportación, que creemos probada, de la obra de Miranda para el conocimiento de la historia de la lengua española, y su expansión en otros ámbitos fuera de la Península Ibérica. Volviendo a ilustres antecesores de nues.tro autor, como Nebrija, cuya Gramática "para tres géneros de ombres se compuso", tuvo ya presente, en 1492, no sólo la intención que el propio Miranda declara, sino la de todos los españoles que escribieron gramáticas para extranjeros: "Para el tercer género de ombres, los cuales de alguna lengua peregrina querran venir a l conocimiento de la nuestra". No dudamos que Miranda consiguió con sus Osservationi a l fin que se había propuesto al componerlas: ayudar a los "gentiles italianos" en el aprendizaje de la lengua española, y contribuir al esparcimiento de dicha lengua fuera de sus propias fronteras. El hecho de que las Osservationi se editaran durante cuatro años, puede decirse que consecutivos, 1565, 1566, 1567 y 1569, habla bien a las claras del éxito alcanzado por Juan de Miranda y su obra.

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128 Maitena Echebarría Arostegui

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