Luz y silencio: un diario eucarísticoorgullo del espíritu es pecado, ante el que palidecen todas...

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#12 Series de la Nueva Evangelización Obispo Massimo Camisasca Luz y silencio: un diario eucarístico SERVICIO DE INFORMACIÓN CATÓLICA

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#12 Series de la Nueva Evangelización

Obispo Massimo Camisasca

Luz y silencio: un diario eucarístico

S ERV I C IO DE INFORMAC IÓN CATÓL I CA

EDITORA GENERAL

Dra. Michelle KI. Borras,Directora del Servicio deInformación Católica

Derechos de Autor © 2013 Rubbettino Press.Todos los derechos reservados.

Edición original: Massimo CamisascaLa luce e il silenzio: Fogli di diaro sull’EucaristiaDerechos de Autor © 2008, RubbettinoTodos los derechos reservadoswww.rubettinoeditore.it

Las obras citadas tienen derechos de autorde sus respectivos autores.

Las citas de las Escrituras están tomadas deBibliaClerus, clerus.org, Organización parael Clero, Ciudad del Vaticano.

NIHIL OBSTAT

Susan M. Timoney, S.T.D.Censor Deputatus

IMPRIMATUR

Cardenal Donald WuerlArzobispo de Washington

Arquidiócesis de Washington

IMAGEN DE LA PORTADA

“Oh Buen Pelícano…” Debido a la creencia medieval de que el pelícanoalimenta a sus crías con sangre extraída de su corazón, el ave se volvió unsímbolo tradicional del don de Cristo en la Eucaristía. Mosaico del altar de la capilla del Seminario de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, Roma,Italia. El mosaico fue realizado por el Padre Marko Ivan Rupnik y los artistas del Centro Aletti en 2010. Fotografía con Derechos de Autor de Elio y Stefano Ciol. Usada con autorización.

9 de agosto de 2013

El Nihil Obstat y el Imprimatur sondeclaraciones oficiales de que un libro o folleto están exentos de erroresdoctrinales o morales. No implica de formaalguna que quienes otorgaron el CardenalNihil Obstat y el Imprimatur estén de acuerdocon el contenido, las opiniones o lasdeclaraciones que aquí se expresan.

“Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le

traicionaban, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y

Sangre, con lo cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta,

el Sacrificio de la Cruz y a confiar a su Esposa, la Iglesia, el

Memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad,

signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual

se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda

de la gloria venidera”.

—Concilio Vaticano Segundo, Sacrosanctum Concilium, 47

Luz y silencio: un diario eucarístico

Obispo Massimo Camisasca

Señor Jesús, Pelícano bueno,

límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,

de la que una sola gota puede liberar

de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto,

te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío:

que al mirar tu rostro cara a cara,

sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

(Del himno Adoro te devote, de Santo Tomás de Aquino)

Mosaico del altar de la capilla del Seminario de la Fraternidad de San Carlos

Borromeo, Roma. Foto con Derechos de Autor de Elio y Stefano Ciol.

Usada con autorización.

IntroducciónEste pequeño libro reúne algunas de mis reflexiones sobrela Eucaristía, el corazón del Cristianismo, el apogeo de larevelación de Dios al hombre y del hombre mismo.No me avergüenza decir que la mayoría de los sencillos

pensamientos que aparecen en estas páginas me vinierona la mente ante la Eucaristía que se expone para adoraciónen mi pequeña capilla. Son las breves páginas de un diario,reproducido como se escribió originalmente, o editado paraincluirlo en homilías y textos destinados a la meditación.

—M. C.

***

Estas páginas se escribieron mientras el Obispo Massimo Camisascaera Superior General de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, antesde ser elevado al episcopado. En esa época, el Padre Camisasca residíaen el generalato y seminario de la Fraternidad en Roma, Italia. Así, ellector encontrará numerosas referencias a “la comunidad” y “la casa”– indicaciones de la concreta comunidad de personas que nutrieron elencuentro del Obispo Camisasca con la presencia luminosa de Cristoen la Eucaristía. ( - El editor).

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La escuela del silencio 1993

Entrar en la presenciaPara comprender la Eucaristía se debe comprender elsilencio: El silencio de Dios el Creador, el silencio delmomento en que todo salió de su mano, en el que no habíavoz salvo el estruendo de las aguas y las tormentas, losplanetas y el magma que avanzaba lentamente, formándoseen su camino. Y sobre todo, el silencio del Espíritu de Dios elCreador.El mismo silencio del establo en Belén. Incluso desde

antes, el silencio del vientre de María, el silencio de su “sí”.El silencio de este ocultamiento, que sin embargo es real. Elsilencio de ese niño, tan fácilmente ignorado, una motacomo un planeta en el universo, y sin embargo, el significadode todo.El silencio de la cruz. El silencio de la mañana de la

Resurrección, cuando lo vieron y lo reconocieron, y el eco noha dejado de resonar.El silencio del bautismo. El silencio del confesionario. El

silencio de la muerte.Así es: Para comprender la Eucaristía se debe comprender

que el centro del mundo es este silencio invisible, estesilencio carnal. “Invisible”, porque penetra lo inaccesible, lasinalcanzables profundidades de la Trinidad, como unremolino cuyas profundidades nos atraen y al mismo tiemponos asustan. Y sin embargo “carnal”, visible, hecho de panordinario.

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Una dimensión que es necesario aprenderLe tememos al silencio – un temor que se nos revela antenosotros mismos y un temor que nos revela ante ti. Enrealidad, el silencio está lleno de misericordia: No tienepalabras de condena, sino sólo la impotencia de alguien quese entregó de manera total.En la escuela del silencio – y únicamente en esta escuela

– las palabras adquieren su peso definitivo, o se muestranilusorias, diabólicas, superficiales o inapropiadas.Si no amamos el silencio, es porque no sabemos qué

decir o qué preguntar, olvidando que es siempre el Espírituquien sugiere estas cosas. El silencio nos parece vacío porque estamos llenos de una multitud de pensamientos,distracciones, olvidos; o estamos llenos de resoluciones, perono del tipo de resoluciones que transforman el silencio. Elsilencio sólo se transforma mediante su continua repetición.El habitus del silencio: es lo único que crea el silencio.

Oramos, oh SeñorOramos, oh Señor, por nuestro país, tan degradado por unmal del que no conocemos ni el final ni el propósito: Concedea este pueblo, como por milagro, la experiencia de ser unpueblo. Pon un fin al odio, al derramamiento de sangre, a lamuerte.Oramos, oh Señor, por nuestra Iglesia, una, santa, católica

y apostólica, para que se dé cuenta de su dignidad, su tarea ysu gracia.Oramos, oh Señor, por nuestro Papa. Dale el consuelo de

Espíritu, fuerza profética, la paz de un siervo y la confianzade un amigo.

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Protege, oh Señor a los pobres, a los jóvenes que son losmás pobres, a los enfermos de cuerpo y espíritu, a losafligidos por las enfermedades psicológicas que dividen a lapersona de sí misma y por las enfermedades del espíritu:falta de fe, desesperanza, autodestrucción. Protege a lospueblos devastados por las guerras, la violencia y el prejuicio,a aquellos que van errantes por el mundo, los deportados, losdesamparados, los que no tienen familia, que no tienenesperanza. Sabemos que estás presente en cada uno. Concedeque muchos experimenten esta presencia, no sólo en lapróxima vida, sino ya aquí en la tierra. Concede el consuelodel Espíritu, “Tú que eres gran consolador, dulce huésped delalma, dulce refrigerio”.1

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La entrega de Dios1996La Eucaristía es la señal más profunda del amor de Dios porla humanidad. Revela con cuánta condescendencia, concuánta identificación con nuestra vida y con nuestrahumanidad fue la Encarnación. Muestra la disponibilidad,la “entrega” de Dios en nuestras manos.La Eucaristía es el centro del mundo. El centro del mundo

es el silencio, es decir, la virginidad. ¡Qué sentido de lahistoria, de las cosas y de los sucesos nos enseña la adoracióneucarística!La Eucaristía nos indica y nos da testimonio de un método

para relacionarnos entre nosotros mismos y con los demás:una forma de compartir, una forma de permitir que la vida ala que nos acercamos florezca desde dentro.Como sacramento, la Eucaristía se refiere a una realidad, que

es al mismo tiempo Cristo y su cuerpo. Por lo tanto nos llamaa trabajar sin cesar para edificar el pueblo cristiano.En la adoración eucarística llevamos ante Cristo todo lo

que hemos vivido durante la semana: los rostros y los miedos,las sonrisas, los pecados, las penas, las preguntas yesperanzas... para que a través de la pasión de Cristo todomanifieste su gloria, la gloria de su resurrección y la nuestra.

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Donde todo tiene voz1997

Reconocerte¿Con qué fin estamos aquí ante ti, oh Señor? Estamos aquísobre todo para adorar.La adoración – tú nos lo enseñaste – es la actitud realista

de alguien que reconoce que existe algo más grande que unomismo. Que descubre que ese algo, o alguien, es el origen detodo, porque llega a reconocer que no se creó a sí mismo.Entonces descubre que ese algo o alguien guía al mundo. Deotro modo, tendría que aceptar la idea de que todo es puracasualidad y por lo tanto, una terrible y trágica injusticia.Este “Tú” que nos precede es por lo tanto la fuente de

sabiduría, de quien tomamos, hora tras hora, el significadoy la importancia de lo que vivimos. De este modo, nuestraactitud hacia ese “Tú” no puede ser la familiaridad estúpidade quien toma a Dios como un igual, como un viejo conocido.Dios es, y sigue siendo, otro.“El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría” (Salmo

111,10). Pero este temor – que también tú nos enseñaste – noes terror, sino solo el descubrimiento inteligente de unmisterio que nos precede y viene después de nosotros, unamedida que no admite ser medida. No somos libres, sino quefuimos liberados, liberados por una medida que no es nuestra.

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Tu misterio ha tomado un cuerpo¿Qué nos recuerda la Eucaristía? Ante todo nos recuerda lagrandeza de Dios, su elocuente silencio, una voz fuerte yplena en medio de nuestro parloteo, así como suomnipresencia, su mirada providencial, incluso si estáoculta y sólo se reconoce con los ojos de la humildad y laverdad.Pero también es verdad, oh Señor, que si este misterio no

hubiera tomado un cuerpo, nos abrumaría su infinitaotredad, y al final solo buscaríamos olvidar, o maldecir oescapar. El primer cuerpo del Misterio es la creación delmundo. Aquí Dios crea un novum absoluto, un “tú” fuera desu “Yo”, aunque no autónomo o abandonado: un “tú” amado.“Porque Dios amó tanto al mundo”, en las palabras de Jesús(Juan 3,16).La Eucaristía es el mayor testimonio de este entramado del

Ser, que es la comunión. Pan: un trozo de materia, unpequeño trozo de creación tan impregnado por el Misterioque se convierte él mismo en Misterio, en su propiamaterialidad.Pero, oh Señor, entonces querías unir a ti la creación con

un lazo especial. Querías un “tú” que aunque criatura, fuerainteligente, libre y capaz de tener voluntad, como Tú.Querías que el clímax de la creación fuera un “tú” con quienhablar, un corazón para amar, alguien capaz de disfrutar esteamor y de devolver amor.Todos sabemos lo que sucedió: Conocemos el orgullo del

hombre, provocado por el orgullo de un ángel rebelde. Elorgullo del espíritu es pecado, ante el que palidecen todas lasdemás ofensas.

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Un amor sin medidaPero Tú, oh Señor, deseabas que existiera una mentehumana totalmente invadida por ti, un corazón humanototalmente lleno con tu presencia, y nos enviaste a tu Hijo.Y para nosotros aquí – como siempre ante la Eucaristía –las palabras comienzan a ser insuficientes, las certezas seconvierten en preguntas y los esquemas conceptuales denuestras pobres filosofías revelan todas sus deficiencias.¿Por qué la vida exigió una muerte? ¿Por qué la cruz? ¿Por

qué el abandono, el desprecio, la burla, la soledad? Al menosdebemos responder: “Porque Dios es Dios” – porque deseabaamar hasta el final, sin medida. Deseaba vivir esa muerte queel hombre eligió y se ganó, para derrotarla, para vaciarladesde dentro, como dice San Pablo (cf. 2 Timoteo 1,10; 1Corintios 15,26). Desde dentro deseó derrotar toda separación,toda soledad, todo mal.De este modo la creación, la Encarnación, la Pasión, la

muerte, la Resurrección son como las palabras de un únicodiscurso. Y la Eucaristía reúne todas estas palabras, lasresume y nos las presenta, no como un discurso, sino comouna realidad presente.Este término – “realidad presente” – nos conduce al nivel

más profundo de nuestra caridad, oh Jesús, para todas laspersonas. Amaste personalmente. La Eucaristía no es larepetición de un acontecimiento, sino que es una actualidadpermanente en todo momento de la historia de lahumanidad. Jesús no deseaba imponerse. Deseabaproponerse a nuestra libertad de tal forma que fuerapersuadida, casi obligada, como deslumbrada por unmisterio de amor apasionado que le permitiría ser destruidapara ser aceptada y reconocida.

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Estamos aquí para aprenderTe convertiste en alimento, casi para devolvernos alfenómeno biológico de la asimilación. En cierto momento,ya no distinguimos lo que somos de lo que hemos comido.Una penetración carnal, mutua, más profunda que todo loimaginable que nos asimila en tu realidad divina.“Participantes de la naturaleza divina”, dice San Pedro ensu carta (2 Pedro 1,4). Entonces, además de la adoración,estar ante ti es un momento de acción de gracias; de hecho,Eucaristía significa “acción de gracias”. Aquí, en ciertaforma, se devuelve toda nuestra semana, se ofrece. Aquítambién se convierte en súplica para la culminación.De este modo la Eucaristía se convierte en una escuela en

la que nunca nos cansamos de aprender, en un maestro quesiempre tiene nuevos descubrimientos para enseñarnos,nuevas perspectivas en la vida para abrirnos, nuevos pasosque nos pide dar. Se convierte en una escuela de silencioverdadero, en la que todo tiene una voz, la escuela de ofrenda,en la que todo tiene importancia y valor, la escuela de lavirginidad y la pobreza, en la que aprendemos a vivir comoTú viviste, la escuela en la que toda la vida encaja, sin laviolencia que desea explicarlo todo y hacer que todo cuadre. La escuela de una total entrega a Dios, que para nosotros

sería solamente una medida inalcanzable si tu entrega nofuera la revelación de un amor que tiene sed y hambre de nuestro “sí”, la suprema manifestación humana de tudivinidad.

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El lugar del amor de Diospara nosotros1998

Vida y fuente de vida¿Cuál es el supremo acto de caridad de Cristo hacia nosotros?El don de los sacramentos. ¿Y la fuente y cima de todos lossacramentos? La Eucaristía. Santo Tomás también dice: “LaEucaristía es realmente como la realización de la vidahumana y el final de todos los sacramentos”.2

Santo Tomás también escribe que “todo el bien espiritualde la Iglesia está contenido en la santa Eucaristía”.3 Teniendoen cuenta esta declaración, el Concilio Vaticano Segundoenseña que la Eucaristía está contenida en “Cristo enpersona, nuestra Pascua y pan vivo que, con su Carne, por elEspíritu Santo vivificada y vivificante, da vida a los hombresque de esta forma son invitados y estimulados a ofrecerse así mismos, sus trabajos y todas las cosas creadas juntamentecon Él. Por lo cual, la Eucaristía aparece como la fuente ycima de toda la evangelización”.4

Para ver al SeñorEn la Eucaristía podemos ver al Señor. Se presenta a símismo, indefenso, bajo la especie de un trozo de pan. Untrozo de pan que es Él, el Señor, realmente presente.

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“Nadie ha visto jamás a Dios” (Juan 1,18). Y sin embargo,totalmente identificado con la vida del Hijo de Dios, elapóstol Juan fue el primero en describir a Dios Padre como elEspíritu se lo inspiró. En el estremecedor pasaje del quintocapítulo del Apocalipsis (Apocalipsis 5,1-10), San Juandescribe la inefable visión de Dios el Creador. Lo ve sentadoen el trono del cielo, como el Dios de todo el mundo, inmersoen luz, venerado y adorado por los ángeles, por los padres delAntiguo Testamento y por los apóstoles del NuevoTestamento, la síntesis y centro de toda la historia delmundo.En la mano derecha del Único que está sentado en el trono,

Juan ve un libro escrito por dentro y por fuera; es decir, visiblepero también invisible, o más invisible por la profundidad de su contenido y revelación, pero destinado a ser conocido.Este libro está sellado con siete sellos (Apocalipsis 5,1).Aunque indica que lo que está escrito en él es crucial para lavida de toda la gente y de todo el mundo, este mensajepermanece misteriosamente secreto. Este secreto es unafuente de angustia: al parecer nadie puede romper los sellos,y el secreto del mundo, que Dios el Padre y Creador ofreceríaa todas las personas, está destinado a permanecer oculto(Apocalipsis 5,4).Este versículo del Apocalipsis contiene todo el drama

existencial de miles de obras literarias, históricas, poéticas,artísticas, filosóficas y musicales, el drama escondido demillones de vidas.Entonces la vida, ¿es un don que aspira a un significado

que no se puede conocer? De súbito, uno de los Ancianosinterviene para romper esta angustia para siempre: “Nollores” (Apocalipsis 5,5). La situación histórica del hombre

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cambió profundamente. Un hombre, que fue puesto a pruebay si superaba la prueba liberaría el secreto que contenía ellibro, la superó. Un descendiente de Israel ahora aparece enel centro de toda la historia de la creación, desde el primerohasta el último momento.

Un don gratuitoDespués de la visión de Dios Padre, el Creador, sentado enel trono en el cielo, se aparece a Juan otro ser, esta vez en la imagen de un cordero que ha sido sacrificado. Elsignificado de este rico simbolismo es bien conocido.Durante mucho tiempo, Jesús fue anunciado por losprofetas como el Cordero de Dios, conducido dócilmente almatadero, sin ser forzado, porque aceptó el sacrificio, y pormedio de éste, se convirtió en conquistador. Parecía “habersido inmolado” (Apocalipsis 5,6) y tenía las marcas de laPasión, pero estaba erguido en el trono, por lo tanto, vivo,fuerte, santo e inmortal. Precisamente porque haconquistado, lo ve todo y da vida a todo.Juan dice cómo ese Cordero – aunque ya no es un Cordero,

sino el mismo Jesús, crucificado y resucitado – toma el librode la mano derecha del Único sentado en el trono. Todos lospresentes, incluso antes de romper los sellos y leer el libro,comprenden que tiene el poder de “tomar el libro y deromper los sellos”, precisamente porque fue “inmolado” y“redimió” con su sangre al pueblo de todos los lugares delmundo (cf. Apocalipsis 5,9-10).Esta página del Apocalipsis revela de este modo el misterio

de la infinita condescendencia de Cristo hacia nosotros. Pormedio de su sangre, derramada por nosotros – es decir, pormedio del sacrificio de su vida – se convierte en un salvador

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contemporáneo de todos los pueblos, naciones, tribus ylenguas. Por medio del ministerio del sacerdocio, semanifiesta a sí mismo como el misterio del perdón y elentusiasmo educativo, así como el misterio de la realeza, dela capacidad de edificar.La Eucaristía, entonces, no es más que esto: el lugar en el

que la absoluta gratuidad de la predilección de Dios por elhombre se manifiesta de la manera más profunda. ¡Quégrandioso es el don del sacerdocio, exactamente como unarespuesta al don gratuito de su sacrificio! Bajo esta luz sepuede comprender mejor la importancia de la Santa Misa, dela adoración eucarística, del silencio, el valor de la oración,de la meditación, de la observancia de la Semana Santa, enuna palabra, de lo esencial que es un amor personal por Jesús.

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Ministro de la Eucaristía1999

El sacerdoteEl sacerdote es un hombre llamado a una identificación totalcon la vida de Cristo. No existe mayor identificación que elbautismo, pero, dentro de la vocación bautismal, Cristoidentifica a algunos con su persona y les confiere dones.Estos dones son simultáneamente poderes y responsabilidadesque les permiten expresar su misericordia y compasión porsu pueblo. En este sentido, el sacerdote actúa “in persona Christicápitis”. Es decir, hace presente a Cristo como la cabeza de supueblo.La Carta a los Hebreos describe a Jesús como un “sacerdote

misericordioso y fiel” (Hebreos 2,17). Vive siempre enpresencia del Padre – en ello consiste la fidelidad – y almismo tiempo tiene solidaridad con aquellos que representaante el Padre. “Porque no tenemos un Sumo Sacerdoteincapaz de compadecerse de nuestras debilidades; alcontrario Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros,a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamenteal trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzarla gracia de un auxilio oportuno” (Hebreos 4,15-16).Un sacerdote es un verdadero hombre llamado a ser un

puente entre Dios y el hombre, por ello trabaja con laeducación y la guía del pueblo que se le encomendó. En más

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de treinta años de sacerdocio he sentido esto con fuerza, perocreo que sería imposible vivir el sacerdocio ministerial sinesta experiencia. Es quizás el aspecto más impresionante dela vida sacerdotal: ser elegido como voz de súplica del puebloante Dios, ser llamado a mantener las manos de Moisés enlo alto, como Aarón (cf. Éxodo 7,12). Ser la voz de lahumanidad ante Dios: Este es el corazón de la liturgia de lashoras. Es la importancia de llevar en nuestras oraciones,especialmente en el sacrificio eucarístico, las súplicas,intenciones, deseos, esperanzas – a veces desesperadas y sinconsuelo – de aquellos que vienen a nosotros.

La verdad, la EucaristíaEl ministerio del sacerdocio se manifiesta, sobre todo, endos tareas que están estrechamente relacionadas. Laprimera es la de ser siervos de la verdad: anunciar la verdad es revelar la realidad, quitar el velo que cubre los ojos del pueblo para que pueda ver lo que ha sucedido y lo queestá sucediendo. Por eso, la vida sacerdotal, al igual que la vida cristiana, no puede existir sin el silencio, porque sin el silencio no es posible ver la verdad, tampoco la verdad puede hacerse carne en nosotros. Lo que queramoscomunicar sin el silencio sólo serán opiniones superficiales.Una consecuencia de ello – aunque no la más importante,pero no menos fundamental – es la imposibilidad de sersiervos de la verdad sin estudiar la verdad. Quien estádesbordado por miles de cosas qué hacer ya no encuentratiempo para estudiar o para meditar sobre lo que descubre;ya no prepara la homilía del domingo o los sacramentosque celebra o la catequesis que enseña. Con el tiempo se

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convierte en un simple “repetidor”, en un hombre aburridoy que aburre, un desilusionado que desilusiona.La segunda tarea del sacerdote, estrechamente relacionada

con la primera, es ser ministro de la Eucaristía. ¿Por qué tanrelacionadas? Porque la Eucaristía es la verdad del mundo,porque la cruz salvó al mundo. “De la misma manera queMoisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también esnecesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, paraque todos los que creen en él tengan Vida eterna. Porque Diosamó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para quetodo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”(Juan 3, 14-16).Entonces, si la cruz salva al mundo, la Eucaristía hace

presente la cruz y la Resurrección. De la Eucaristía provieneel inicio del nuevo mundo, que atrae al pueblo y lo invita a laconversión, lo motiva a pedir el bautismo. Por lo tanto, en laEucaristía encontramos la profecía del mundo por venir.

EducaciónDe este modo, la Eucaristía nos permite comprender latercera tarea del sacerdote, la educación. Educar significaayudar a la persona a reconocer la forma que Dios le dio asu vida, y la Eucaristía es la manifestación de la forma queDios dio al mundo.¿Por qué? Por dos razones: porque la Eucaristía es sacrificio

y la Eucaristía es comunión. La Eucaristía es sacrificio, esdecir, como conmemoración de la Pasión, muestra que lanueva y definitiva forma de vida en el mundo llega medianteun nuevo nacimiento, una metánoia, un cambio de sí mismo,una pascua. En este sentido, la Eucaristía es un actoprofético: Es la profecía de Cristo respecto al mundo. Al

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mismo tiempo, la Eucaristía es comunión, ya que el sacrificiode Cristo en la cruz afecta la unión entre Dios y los hombres,reconciliándolos con su destino original y final. En la Carta a los Hebreos leemos en relación con el

sacrificio de Cristo: “Él dirigió durante su vida terrenasúplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel quepodía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humildesumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio desus propios sufrimientos qué significa obedecer. De estemodo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvacióneterna para todos los que le obedecen” (Hebreos 5,7-9). “Poreso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: Tú no has queridosacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. Nohas mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificiosexpiatorios. Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo – como estáescrito de mí en el libro de la Ley – para hacer, Dios, tuvoluntad” (Hebreos 10,5-7).La Eucaristía es el sacrificio que tiene como resultado la

comunión.

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La locura del amor2000

Con nosotros diariamenteLa Eucaristía es una realidad que nos sorprende y nosrebasa de todas las formas. Ninguna otra realidad nos dejatan faltos de palabras y tan torpes: la infinita grandeza dela compasión de Dios dentro de la infinita pequeñez ybanalidad del pan y el vino.Y sin embargo, quisiera decir algunas palabras que hacen

eco a la gran reflexión de la Iglesia, que nunca ha cesado decontemplar su misterio o de escribir palabras maravillosas yemocionantes, incluso sublime poesía al respecto.En una de sus homilías sobre la Eucaristía, el Padre Luigi

Guissani dijo: “El Señor ha venido, y ha venido para siempre…Ha venido para estar con nosotros todos los días, inclusohasta el fin del mundo”.5 Existe una acción continua de Dioshacia nosotros, no día a día, sino momento a momento. Estainclinación hacia nosotros, hacia cada uno de nosotros,comenzó con la Encarnación, ha continuado hasta ahora ycontinuará hasta el fin.

Para cumplir con nuestra vidaLa Eucaristía es la presencia de Cristo siempre en nuestravida diaria. Es una presencia que salva, que transfigura, quecambia nuestra vida, la realiza.

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“El Señor no nos dejó su retrato, un recuerdo, una reliquiao un símbolo, no: Nos dio su verdadera presencia”. Estas sonlas palabras del Cardenal Arzobispo de Milán, GiovanniBattista Montini, el futuro Papa Pablo VI, el Jueves Santo de 1959. “El amor es presencia, el amor crea cercanía, el amor realmente no puede vivir a distancia, el amor escomunicación; el amor es presencia, y Cristo realizó supresencia plenamente, de la forma más misteriosa quepodríamos desear, que nos deja siempre encantados ysorprendidos”.6

Para impulsar al mundoCuando me instalo para la adoración ante la Eucaristía, al principio todo parece negativo. No existen palabras,movimientos ni colores, parece no haber historia. Y sinembargo la Eucaristía le habla a todas las personas quesaben cómo escucharla y dice palabras que nadie sabríacómo decir.La Eucaristía no es solo el movimiento del Misterio de Dios

hacia nosotros. Mediante el cambio da resultados, es lafuente del movimiento positivo que lleva cosas y puebloshacia las orillas de la eternidad. Es una onda de luz que pasa,entibia y quema toda la materia, incluso la más reacia yresistente.

Siervo y actorQuien a través de la ordenación sacerdotal se convierte ensiervo de la Eucaristía, se convierte en actor de ungrandioso movimiento en la historia del mundo. Estemovimiento comienza desde la incomprensible comuniónde la Trinidad y finaliza englobando los movimientos más

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infinitesimales de la persona y las realidades más ocultasde la creación.El sacerdote, por lo tanto, se convierte en siervo de una

nueva combinación que tiene en la Eucaristía su escuela, sufuente y su energía secreta.

La señal más grandiosaLa Eucaristía es la señal más grandiosa de la locura delamor, esa locura que apareció escandalosamente, de unavez por todas, en la cruz.

Gracias, SeñorGracias, Señor, por la Eucaristía, el don, siempre nuevo, querebasa el deseo de todo ser humano y toda imaginaciónhumana.Gracias por tu Encarnación, que unió para siempre la

historia humana, la historia de nuestros cuerpos mortales, a la realidad de tu cuerpo santo e inmortal.Gracias por la Resurrección del cuerpo, de la que la

Eucaristía es la promesa segura.Gracias por tu muerte y Resurrección, que en la Eucaristía

tienen lugar en todo momento y para todos.Gracias por la transfiguración de la creación, de la que la

Eucaristía es el milagroso comienzo.Gracias por tu comunión que es más fuerte que el pecado

y la muerte, que nos diste en el bautismo y que se fortalececada día en la Eucaristía.Gracias por habernos hecho capaces de ofrecerlo todo,

incluso nuestros sufrimientos. La Pasión de Cristo, el Señorglorificado de hoy, entra en el sacrificio eucarístico por

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medio de la pasión humana de los fieles que forman elcuerpo de Cristo.Gracias por ese sacrificio de la Misa que de este modo se

convierte en el sacrificio de la Iglesia, y porque el sacrificiode la cruz obra en el mundo a través del sacrificio de la Misa.

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No pudo aceptarno tenernos2000

El deseo de Dios por nosotrosEucaristía significa “acción de gracias”. Significa restituira Dios lo que nos dio. Por eso en la Misa, para que se cumplasu finalidad, la voluntad de Dios es necesitar a los sereshumanos.¿Y por qué la voluntad de Dios es necesitarnos? Quizás el

misterio mismo de la Trinidad lo explique, o al menos noscoloque en el camino correcto para comprender estamisteriosa realidad de la creación. Dios no deseaba ser unapersona, sino tres: Deseó ser comunicación, diálogo,intercambio, dependencia mutua, recíproca y libre.Para nosotros, los seres humanos, comprender algo de este

inmenso deseo que tiene por nosotros es como tocar lasúltimas olas de un profundo océano que lamen la playa. Esobvio que la “necesidad” de Dios por nosotros no es la mismaque nuestra necesidad de Él. Su necesidad tiene sus raíces enlas profundidades de su generosidad, esto es, en una libertadde decisión, una libertad absoluta que es su amor. El amormás verdadero es libertad absoluta, una libertad tan grandeque se revela como necesidad.

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Y es la razón por la que Dios se humilla tanto que suvoluntad es necesitar a los seres humanos. No resistiódesbordar la comunión que Él es. No pudo aceptar notenernos.No sabemos cuánto esperó, o incluso si tiene sentido decir

que Dios esperó – San Agustín diría que antes del tiempo, nohabía tiempo7— pero en cierto punto, Dios creó. Y al hacerlodio nacimiento a una nueva “necesidad”: la necesidad deelegir a algunos para llegar al resto de nosotros, para llegar alos demás seres humanos.Cuando decimos que la voluntad de Dios fue necesitar a

los seres humanos, estamos hablando del misterio de laelección, y aquí podemos tocar el misterio del Hijo en laTrinidad. Al mirarlo, cada uno de nosotros comprende algode sí mismo. Comprende la razón para su propia vocación, su“segregación” del mundo con el fin de ser un don para losdemás hombres y mujeres.Dios eligió libremente necesitarnos, lo que se pone de

manifiesto mediante la elección, entonces surge, comonuestra respuesta, una voluntad de salir, de encontrar. Esuna voluntad que debe ser cada vez más profunda, ya que lanecesidad es ilimitada. Y aquí tocamos el misterio delEspíritu.

La alegría de lo eternoLa Eucaristía hace posible en la vida la alegría y la felicidad.

Es la fuente de la juventud, una juventud que es másasombrosa en un hombre maduro que en un joven. LaEucaristía es el secreto de este milagro.La Eucaristía hace nuestra vida como el árbol del Salmo 1:

siempre creciendo, echando siempre sus raíces en el agua

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que es Dios mismo, que es el bautismo, el don del Espíritu.Alzándose intrépidamente hacia el cielo, se enreda inclusocon relámpagos, como aquellos que en algunas tormentasparecen dispuestos a derribar los maravillosos álamos queestán frente a mi ventana, que se sostienen porque sus raícesson sólidas.

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Tú nos enseñas laspalabras2001

Lo que vivimosNo podemos encontrar las palabras, Señor, para expresar loque vivimos.Cuando pensamos con seriedad acerca de nuestra vida, nos

damos cuenta finalmente de cuán inexpresable es, de cuántonos sorprende, de cuán superabundante es, y quedamossorprendidos de que tanta riqueza pudiera pasar a través deesa interminable fragilidad. Y después, las palabras que nologramos encontrar, venimos aquí para aprenderlas ante ti,que eres totalmente real. Como la realidad misma, en susimplicidad, es más grande que nosotros, por lo que tambiénsu presencia es más grande que nosotros, en su absolutavulnerabilidad, su ordinariedad, su docilidad. Te llamaste ati mismo “nuestro pan de cada día” (cf. Mateo 6,11).

El significado de la existencia¿Qué palabras nos enseñas? Sobre todo, nos enseñas que la vida tiene una dirección: ésta debe descubrirse yreorganizarse, y que solo puede vislumbrarse en silencio.Por eso la Eucaristía es sobre todo la escuela del silencio,

la escuela de la contemplación que sabe cómo mirar dentro

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de las cosas, penetrar en los hechos, hasta que alcanza lafuente, el Misterio que las origina.Te damos gracias por concedernos esta escuela durante

este año, en el que hemos aprendido y seguimos aprendiendoque las cosas tienen importancia, que nuestros días tienenuna dirección, que el tiempo tiene significado.

El significado de cada momentoAquí, ante ti, descubrimos el valor incluso de las horas queparecen perdidas, horas de distracción, olvido, rebelión y superficialidad, horas de sufrimiento y desaliento,oscuridad y noche. Te damos las gracias por otorgarnos,junto con la alegría, la experiencia del desaliento, junto conla luz, la experiencia de la oscuridad, con la jovialidad, la experiencia de la pesadumbre, para que podamoscomprender cuando otros nos hablan de la oscuridad, lapesadumbre y el desaliento. Porque Tú también viviste estaoscuridad, la pesadumbre y el desaliento, y en tu obedienciafueron transformados en luz. ¿No es la Eucaristía misma elejemplo más incomprensible y poderoso de oscuridadvuelta luz, de sangre vuelta vida y de muerte vueltaeternidad?

GraciasEstamos aquí para darte las gracias por todo el tiempo quenos has brindado. No sabemos cuánto más tenemos, y tedamos las gracias por ello, por hacernos percibir cuánprecioso es el tiempo. Dijiste, “Caminen mientras tenganluz” (cf. Juan 12, 35).Te damos gracias por habernos concedido no estar solos,

por habernos rescatado de esta maldición, la más terrible a

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la que pueda sentirse condenada una persona, o condenarsea sí misma: la soledad, el aislamiento, el rechazo de losdemás por su orgullo espiritual, su crudeza o enfermedad.Permítenos percibir todo el aspecto divino y humano de estarealidad, de los compañeros de los que nos hemos rodeado,de los que has reunido para cada uno de nosotros. Todos losdemás para cada uno de nosotros, y cada uno de nosotrospara los demás, en una red de solidaridad de la que solo túconoces el tejido.Te damos gracias por haber encontrado un lugar en el que

no se nos mide por lo que no tenemos o por lo que no somos,sino se nos acepta por lo que somos, aunque sin mimarnos.La concientización de nuestras limitaciones está clara comoun cristal ante nosotros; las conocemos bien, pero tambiénconocemos el camino, y esto nos permite caminar, auncorrer, cargando incluso lo que nos pesa.En esta escuela que eres para nosotros, nos enseñas la

dirección del camino. En silencio nos das a los otros, elprimer fruto de la Eucaristía, que es básico; nos hacespartícipes de los dones del Espíritu.

Te pedimosTe pedimos que nuestra vida sea más valerosa, más abierta,más decisiva, menos confusa por nuestro pasado.Te pedimos que la elevación del ideal que eres, y que

realizas en nosotros, afecte con mayor poder nuestra vida,nuestro corazón, nuestras esperanzas, nuestros planes yhorizontes. Que nuestro corazón no se encoja o se endurezca,sino que se renueve continuamente. “Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas”, dice el profeta Isaías,“despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan,

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avanzan y no se fatigan” (Isaías 40,21). Cada uno de nosotroses llamado a volverse como un águila, dotada con fuerza perotambién con agilidad, las características del Espíritu.Te damos gracias por todas las veces que nos has salvado

del peligro, de las enfermedades mortales, de nuestrosenemigos, de la violencia, de nosotros mismos.Concédenos que nuestros hermanos que están por

ordenarse puedan contribuir a nuestra vida mediante larenovación que traerán a la comunidad. Es la mejor utilidadque pueden tener sus vidas para nosotros: cambiarnos.Asimismo, si nuestra vida no es renovada ante tal testimonioobjetivo de gracia, ¿qué puede hacernos cambiar?Concédenos que nunca nos permitamos desanimarnos por

el trabajo, los miedos, la oposición, y así obtener solo de ti lafuerza para seguir por la vida, al igual que en el pasado temostraste al profeta Elías (cf. 1 Reyes 19,6-8). Es la forma enque quisiste estar entre nosotros de manera permanente:como una señal sacramental de alimento, de comida, y porlo tanto de energía, continuidad y comunión.Te pedimos todo esto. Te lo pedimos a ti, quien vive y reina

por los siglos de los siglos. Amén.

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Cerca de nosotros, un don para nosotros2002

Objetividad absolutaEntre las muchas formas en que Jesús deseó cumplir estapromesa, “he aquí yo estoy con vosotros todos los días,hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20), la Eucaristía es dehecho la más pura: la objetividad absoluta de la presencia.No hay nada que interpretar, nada que comprender; solo senecesita reconocer, aceptar, recibir, estar inmerso ytransformarse.

El primero¿Existe algo que puedas sufrir que Él no haya ya sufrido? Él era inocente, tú culpable; Él inmensamente bueno, túmalo; Él Dios, tú hombre; Él, en infinita soledad y en elabandono de los más cercanos a Él, incluso del Único aquien había encomendado todo.La Eucaristía, incluso en su simbolismo, reúne todos estos

misterios.

Cómo nos habla DiosLas Escrituras y la Eucaristía son dos dones que nos concedióCristo y a través de los cuales hoy llega a nosotros. Por medio

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de ellos Él es contemporáneo de toda persona en todos lostiempos. Estos dos caminos son profundamente diferentes:Las Escrituras son totalmente históricas, requieren que lagente de cualquier época pase a través de historias y culturasespecíficas para llegar a Cristo, mientras que la Eucaristía,parece hacer a un lado todo esto, con su ausencia de palabrasy no se apega a ninguna cultura específica. Se comprende lasuperficialidad de este punto de vista cuando se reflexionasobre el hecho de que la Eucaristía habla a la persona en su propia historia, a su debilidad, su fragilidad, su necesidadde transformarse. En todo caso, ambas nos hablan de Cristo, introduciéndonos a Él para crear una identificaciónprogresiva de nuestra vida con la suya.La Eucaristía es el lugar más cercano y más continuo de su

cercanía con nosotros. Ningún lugar lo es todo – sólo laIglesia es el sacramento completo – pero ciertamente sumodestia bajo esta forma, que casi pide disculpas por estarentre nosotros... da luz al abismo de la condescendencia deDios hacia nosotros, la incomparabilidad de su amor y delmismo modo nuestro anhelo por Él.Lo que es absolutamente necesario debe ser absolutamente

simple: Aquí no se necesita saber leer, o haber estudiado. ElÚnico a quien los cielos más altos no pueden contener, sehizo a sí mismo alimento, un trozo de pan para mí.La Eucaristía es la universidad del Cristianismo, la escuela

de la que nunca podemos exentarnos si deseamos entrar a la realidad de Cristo. Así como las Escrituras requierenestudio y finalmente silencio, la Eucaristía requiereadoración y silencio.

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Regreso al centroEn el corazón de la tierra hay fuego, en el centro de la casaestá la Eucaristía, que es también el centro de la vida de laspersonas.Existe un camino a la adoración que parte de lejos, de

nuestra distracción: San Agustín diría, de estar fuera denosotros mismos, perdidos en las cosas, enajenados.8 “Rede inteípsum”, nos exhorta San Agustín.9 No debería traducirsecomo “regresa a ti mismo”, aunque es así como hoy muchagente lo traduce en su vida. Por el contrario, significa:“Regresa a ese centro del que provienes”. La fuente deadoración está ahí. Pero este regreso, este camino desde fuerade nosotros mismos, para estar en el centro, es un caminomuy largo.La parábola del Hijo Pródigo (cf. Lucas 15,11-32) nos

enseña todo esto. El primer paso es considerar losacontecimientos y rostros que constituyen mi vida en estemomento. Después, escuchar el llanto que surge de ellos,para tomar este llanto en mi interior y convertirlo en unaoración, para entrar con mi vida entera en la historia deDios. Mejor aún, para reconocer que, dentro de esta historia,soy llamado continuamente. En esto consiste la adoración,en este paso, en este “sí”.

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“Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y

se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron…”

(Lucas 24,30-31)

Detalle de Jesús resucitado partiendo el pan para los dos

discípulos en Emaús, Capilla de las Hermanas de la Preciosa

Sangre, Roma, Italia. Imagen cortesía del Centro Aletti.

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Don supremo e irresistible2002

Más allá de toda posible recompensaConforme más nos acercamos a la Eucaristía, máspermitimos que aumente nuestro asombro. Estamos casiconfundidos por una condescendencia, una humildad quenos rebasa de todas formas.La Eucaristía, en su desamparo, es el punto máximo de

la caridad de Dios, el punto en el cual, de este aspectomaravillado, la adoración surge a la vida en nosotros.La adoración surge como la única posible respuesta de

nuestra parte ante tan inmensa condescendencia, tanimposible de equiparar con cualquier acto con el que lacomparemos.

Una disponibilidad sorprendenteSi Jesús no lo hubiera deseado y la Iglesia no lo hubierapreservado, yo habría encontrado difícil de creer ladesamparada disponibilidad de la Eucaristía, esta absolutadisponibilidad de Dios. Tanto altera todo esquema e ideadel ser humano.Sin embargo, al mismo tiempo es la summa, el apogeo del

humanismo, que es la entrega total de sí mismo al otro, a Diosy al prójimo, no como una adaptación a las ideas humanas,sino como un deseo constante de aferrarse al Misterio.

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La Navidad y la EucaristíaEl vínculo entre la Navidad y la Eucaristía es tan obvio queno hay necesidad de explicarlo aquí ampliamente. Algunoscomentarios bastarán.El silencio permite ambas, y sin embargo las dos son muy

elocuentes; a quienes saben escuchar, siempre les revelannuevos aspectos de la vida.Representan un misterio de desamparo, así como de

infinita entrega.Soy la Palabra hecha carne, dijo Jesús: “El que come mi

carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaréen el último día” (Juan 6,54).

Más fuerte que la muerteNo equivocaríamos si al tratar de comprender e imitar laforma de Jesús de estar presente para la humanidad noslimitáramos a observar la Eucaristía. La Eucaristía es másbien una dimensión siempre presente de su presenciaentre nosotros. Es una dimensión “hasta el fin” de sudisponibilidad total para los suyos, del perdón que abarcatodo error y del amor que anticipa, que nada detiene niagota.“El amor es fuerte como la muerte”, dice el Cantar de los

Cantares (Canto 8,6). En la Eucaristía comprendemos queeste amor es más fuerte que la muerte.

Diálogo y silencioUn diálogo contigo puede darse en cualquier lugar y demuchas formas, pero el diálogo que comienza ante laEucaristía tiene un carácter que lo distingue totalmente detodos los diálogos humanos.

¿Qué es lo característico? Sobre todo, uno de losparticipantes en el diálogo no habla con el sonido de laspalabras humanas. Por el contrario, habla sacando palabrasy expresiones de lo más profundo del otro.El otro escucha. También habla, pero en silencio, porque

su participante en el diálogo no necesita sonidos paracomprender las palabras. Puede haber sonidos, sonbienvenidos, si corresponden a las palabras del interior.

La vozEl silencio en sí mismo no es bueno, excepto cuando es lacondición, la preparación para el diálogo. Ciertamente elgran valor del silencio es que puede residir en el interior,no con voces, sino con la Voz.La señal de un amor personal sin medida.

Una luz siempre penetraLa impureza asedia todas nuestras acciones, incluso lasmás altas y nobles, como la adoración. En cierto modo, estáinevitablemente ligada a nuestra condición mortal. Sinembargo, incluso con el más duro caparazón, penetra unaluz a través de la incertidumbre de nuestra acción. Algopermanece. Y ese algo es el “recordatorio” de dónde todocomienza nuevamente.

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Las lecciones de laadoración2003

La sed de Jesús de nosotrosLa adoración eucarística nos recuerda en todo momento denuestra vida esta sed que tiene Jesús de una relación connosotros.Es verdad, por supuesto, que nuestro amor por Jesús no

puede ni predecirse ni planearse, sino que surge comonuestra libre respuesta al descubrir su amor. Sin embargo,también es verdad que Jesús necesita esta respuesta. Tienesed de ella, la desea y la espera. Por eso decidió permanecerpresente en la historia humana de una forma tan singularcomo la Eucaristía. Estas expresiones pueden parecer atrevidas, pero no lo son.

El corazón de Jesús tiene deseos de hombre porque es elcorazón de un hombre. Su correspondencia con nuestrahumanidad no es un asunto que le sea indiferente. Inclusoen su gloria sigue sediento de una relación con cada uno denosotros, tiene la misma sed que una vez manifestó a lamujer samaritana: “Dame de beber” (Juan 4,7). Sigue su vidaterrenal con nosotros desde el cielo, aún sediento de quepermanezcamos con Él, como lo hizo Juan cuando inclinó sucabeza hacia su pecho (cf. Juan 13,25).

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Entrar en este misterio de la sed de Jesús de la relación connosotros es algo crucial para nuestra vida. De hecho, el deseode una relación personal con el ser amado caracteriza laexperiencia de todo amor. Los Evangelios dan testimonio deello en cada página. La encarnación de Jesús, su continuoesfuerzo por acercarse al hombre, su incesante búsqueda delos que están perdidos, no sólo revelan su compasión y suhumildad. Indican, con mayor profundidad, que lahumanidad de toda persona le interesa a su humanidaddivina.Pensamos en las palabras de Jesús a los apóstoles al final

de su vida terrenal: “He deseado ardientemente comer estaPascua con ustedes” (Lucas 22,15); o bien, en su llanto ante latumba de Lázaro (cf. Juan 11,35). Si Dios es comunión, susupremo sufrimiento es que el hombre no corresponda a estacomunión. No sólo el hombre no puede vivir sin Dios, sinoque Dios no desea vivir sin el hombre. No desea vivir sin mí;de otro modo no me hubiera creado, no me hubiera llamadoa la vida. Por ello la indiferencia es una señal, no tanto deingratitud, sino de superficialidad y de mezquindad.Encuentro que algunas reflexiones escritas por Joseph

Ratzinger, que entonces era cardenal, son muy similares alas mías: “Recibir a Cristo significa ir hacia él, adorarlo. Poreso el acto de recibir puede ir más allá de la celebracióneucarística, de hecho, así debe ser. Mientras más crece laIglesia en su misterio eucarístico, más comprende que nopuede celebrar la comunión completa solo en los momentosque se circunscriben a la Misa”.10 Y también,

La comunión y la adoración no son realidades una al lado de laotra, o incluso una antes de la otra. Son una cosa inseparable. De hecho, recibir la comunión significa entrar en comunión.

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Comunicarse con Cristo significa tener una comunión con Él. Por esta razón la comunión y la contemplación se implicanmutuamente una a la otra: Una persona no puede comunicarsecon otra sin conocerla. Debe abrirse a ella, escucharla, verla. El amor o la amistad siempre implican el momento de miedo, deadoración. Entonces, para comunicarnos con Cristo es necesarioque lo miremos, que le permitamos que nos mire, que loescuchemos, que lo conozcamos. La adoración es simplemente elaspecto personal de la comunicación.11

Todo es para nosotrosA través de la adoración, Dios nos enseña la unidad de lavida: Él hace el bien incluso a través del mal, quizás aún,especialmente, a través del mal.En cierto punto de nuestra vida, se impone una pregunta

inevitable y crucial. San Agustín la resumió así: Si Diosexiste, ¿cuál es el origen del mal?12 Dicho de otra forma, ¿lahistoria del mundo está guiada por dos fuerzas distintas,opuestas, o solo por una? ¿El bien y el mal comparten eldominio del mundo por igual, o sólo existe un principio querige? Esta es la cuestión esencial del hombre. La existenciadel mal es un hecho obvio; por lo tanto, es urgentecomprender qué es, qué significa frente al bien. La respuestaes que el mal es el eco del abismo. Sin embargo, para llegar aesta conclusión, debemos seguir un camino al que no lefaltan dificultades.Con este fin, deseo recordar una exégesis muy ilustrativa

del Cardenal Ratzinger sobre el pasaje bíblico del sacrificiode Isaac (Génesis 22,1-18). En cierto sentido el suceso expresael mayor escándalo posible, la más profunda contradicciónen la historia humana: Dios pide la destrucción del joven con

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quien ha identificado el comienzo de su herencia y supermanente presencia en el mundo. Ratzinger escribe:

Como Abraham sabía... Dios, incluso en la noche de laincomprensión sabía que Dios es un Dios que ama. Por eso, inclusoahí, cuando no quedaba nada más que comprender, Abrahampudo confiar en Dios y sabía que el que parecía haber estadoamenazándolo era de hecho el que ama realmente... Cuanto másdescendemos en la noche del incomprensible misterio y nosencomendamos a Él, más lo encontramos, encontramos el amory la libertad que nos sostienen cada noche.13

Cuando Isaac pregunta a su padre quién proveerá elanimal para el sacrificio, Abraham responde, “El Señorproveerá” (Génesis 22,8). Ratzinger comenta muy claramentecon estas palabras: Muestran la forma de la fe de Abraham,es decir, su seguridad de que Dios permanecería fiel a supromesa de vida.El filósofo Sören Kierkegaard identifica claramente en este

episodio bíblico la profunda esencia de la fe y le dedica unaobra completa.14 No existe nada igual en toda la historia dela salvación salvo el grito de Jesús en la cruz: “Dios mío, Diosmío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15,34). Este gritodeja claro que el momento de la mayor cercanía del Hijo conel Padre era también la mayor distancia de Él.Al meditar sobre estos textos, se comienza a comprender

qué es la fe: es aceptar ser guiado por Dios hacia una tierradesconocida, hacia una tierra que siempre es nueva. Ladisponibilidad ante Dios es algo serio, incluso dramático. Diospide esta disponibilidad con insistencia, y si alguien se laofrece, la acepta completamente. Sabe cómo consolar,confortar, ayudar y recompensar, pero acepta completamente

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la disponibilidad que se le ofrece y quiere que sea total. Ladisponibilidad de Jesús era así: Él nos amó hasta el final (cf.Juan 13,1). El episodio en el Evangelio del óbolo de la viuda(Marcos 12,41-44) siempre me ha conmovido. Si lo colocamosfrente a la narración de la Pasión, es como una gran puertade entrada que nos lleva ante el don total que hizo Jesús desí mismo “hasta el final”. Jesús nos entregó todo su ser,aceptando seguir al Padre hasta el extremo al que lo llevó.Alguien que realmente desea ser un maestro debe ayudar

a los demás a decir un “sí” total a Dios. Todos lo dirán lomejor que puedan, con su propia debilidad humana, conmuchas dudas, incluso pensándolo mil veces; pero a todosnosotros se nos pide ser dóciles ante la voluntad de Dios. Estose nos pide como el camino a nuestra felicidad.La cuestión de la naturaleza del mal quedó resuelta con la

afirmación de la existencia de un único principio que incluyea todos los demás: la alternativa sería el nihilismo. El mal noexiste excepto en relación con el bien. La muerte no es lacontradicción, sino la explicación de la vida.

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¿Eres tú quien me busca, o yo a ti?2003

Un nuevo panorama

“Con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido

todo esto”.15 Soy tuyo.

Relacionar nuestra vida con Dios, totalmente, con

gratitud, amado como el mayor bien; pertenecerle, siendo

sus siervos, sus esclavos, sus amigos (diferentes formas de la

misma relación): ¡qué maravillosos camino, panorama,

horizonte y aventura se abren ante nuestros ojos! Realmente

hace posible llevar la carga, el desánimo, los retos que

inevitablemente acompañan y seguirán acompañando este

sacrificio.

Sabemos bien que ningún sacrificio viene sin sangre. Tú,

oh Señor, enséñanos todos los días, aquí en la Eucaristía:

“Tomen y coman, porque este es mi cuerpo”; “Beban, esta es

mi sangre” (Mateo 26,26-28). Esta es una sangre que lleva a

la vida, que se transforma en vida, que nos hace aferrarnos a

la vida. Sangre de regeneración, sangre de purificación,

sangre de salvación, y finalmente, sangre que nos da alegría.

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El factor que lleva al cambioOjalá todas nuestras casas aprendan el bien que puedevenir a su vida con una hora semanal de adoracióneucarística juntos.No olvido su gentileza al regalarme un ostensorio. No he

tenido para mí una hora particular para adoración en micapilla; lo he hecho cuando puedo, pero seguramente ha sidoel factor más decisivo en el cambio en mi vida durante esteaño. No sólo porque constantemente llevé ahí todo lo quesentí que necesitaba llevar, sino porque desde ahí, casi poruna sugerencia interior, me han venido a la mente laspalabras que les he dicho durante el año.Ahí se me sugirió el conocimiento de Jesús, en adoración

eucarística. La compasión de Jesús me fue sugerida ahí, enadoración eucarística. No como palabras intrínsecas a esapresencia, sino como la extensión de dicho suceso.La adoración eucarística es realmente una escuela. Poco a

poco, casi sin darnos cuenta, encontramos reflexiones,pensamientos, observaciones y perspectivas dentro denosotros mismos que fluyen en nosotros desde la adoracióneucarística.

Un intercambio de miradasHe intentado llenar página tras página con pensamientosque llegan a mí durante la adoración. Este pensamiento mellamó la atención, por ejemplo. Es como si Jesús me dijera:“¿Tú me miraste a mí, o yo te miré a ti?” La Eucaristía esambos movimientos. Ciertamente Él nos mira primero anosotros, un movimiento cuya fuente es lo infinito delMisterio, pero que adquiere rostro.

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El Misterio ha adquirido un rostro, incluso al punto deconvertirse en un objeto familiar para nosotros, un trozo depan. Sin embargo, mientras se convierte en algo familiarpara nosotros, no se pierde nada de su infinita profundidad,su extraordinario misterio, su inexhaustibilidad con respectoa cualquier concepción humana, cualquier intento dedefinición. Una mirada que surge de las profundidades de lavida y se coloca frente a frente con nuestra existencia, comola última ola que, desde lo profundo del mar, llega a la orillaa depositar sus dones de conchas marinas y pequeñascriaturas.La Eucaristía es como la última emergencia visible de un

abismo. Nos desgastaríamos tratando de comprenderlo.Primero es un “Tú” quien mora en nuestro “Yo”, inclusoantes de ser nuestro “Yo” morando en su “Tú”. Es un “Tú” queviene a morar en nuestro “Yo”, porque, si ese “Tú” no hubierahecho capaz a nuestro “Yo” de mirar al infinito, estaríamosperdidos.Solo de esta forma la adoración se convierte en mirarlo. Es

realmente un encuentro de miradas, el encuentro demiradas más misterioso en toda la historia de los amantes.Mientras más profundo, más provocativo el encuentro, máscapaz de conducir a los cambios más decisivos.

La paz del Único que se abandona a tiQuisiera que todos aprendieran al menos esta forma deadoración: la belleza y la paz que viene con el abandono enlas manos de Dios. Nunca deberíamos permitir que eltorbellino de la vida se extienda a nuestras horas deadoración para perturbarlas.

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La Eucaristía nos brinda las profundidades de una luchaterrible, apocalíptica, cósmica entre el mal, demonios, Dios,su Hijo y los seres humanos. Sin embargo, incluso si estabatalla que ha sacudido a la humanidad se luchó y se ganó,incluso si aquí y ahí las consecuencias y los rastros de labatalla permanecen en quien la peleó, la Eucaristía nos hablade la paz que llega a aquellos que siguen al Cordero.Aprender esta profunda participación en la vida de la

persona que rechaza la indiferencia y la desesperación,aprender la humanidad de Cristo, nunca indiferente, nuncadesesperada: No se trata de un simple medio estoico entredos extremos. Es la completa actitud de la humanidad divinade Jesús, que se nos impartió, presentó, ofreció y finalmentese nos prometió en la Eucaristía.

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Estás aquí para mí2003

Jesús desea estar conmigoJesús desea estar conmigo. Está sediento de una relaciónpersonal con cada uno de nosotros. Es algo acerca de lo quenunca antes pensé, excepto de paso. De hecho, forma partede manera clara de la experiencia del amor, y se expresaclaramente en el Evangelio. En realidad, Él nos amó primero (cf. 1 Juan 4,19). Se humilló

hasta la muerte, murió en una cruz, porque está sediento deti. Está sediento de que correspondas a su amor, de querespondas a su amor.Tú, oh Jesús, viniste a buscarme por tu hambre y tu sed de

mí, porque no puedes vivir sin mí.

Llegando a casa“Llegar a casa” ahora significa volver aquí, ante laEucaristía. Este es el centro de la casa, que se extiende acientos de rostros, a miles de momentos, a los numerosossucesos memorables. Se vuelve una reacción espontáneallevar allí el cansancio y las pruebas.En este momento tengo en mi interior tanto desánimo y

pruebas que provienen de quienes deberían estar más cercade mí. Con estas pruebas llegan muchos consuelos. Pero el

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trabajo de aprender nunca termina y no se limita a ningúnmomento particular.Ayer, por ejemplo, estaba en la reja de mi casa en Milán.

Una mujer me dijo, “Veo a su madre animarse mientrasespera”. Y agregó, “Después de esperar durante nueve meses,nosotras las madres los esperamos siempre”. Como siesperara el regreso de su hijo, mi compañero de escuela quese suicidó. Aquí, ante la Eucaristía, se aprende que todo esuna escuela en la que Dios no sólo se revela a sí mismo, sinoque se entrega a sí mismo.

Estar cerca de Jesús¡Qué dura es mi resistencia, pero especialmente miincomprensión ante tu amor! Sobre todo incomprensión,porque los sufrimientos que envías para estar más cerca deti, los considero como algo que me separa de ti.Estos sufrimientos no tienen que desearse, pero el día que

llegan, deben amarse.No es el sufrimiento lo que explica el amor; al contrario, el

amor explica el sufrimiento. El amor de Jesús por nosotrosnos permite entrar en la realidad del sufrimiento que aceptóel Viernes Santo.Acompañar a Jesús al pie de la cruz: decir en la cruz sería

una locura y un orgullo indecible. ¿No es éste el secreto decomprender la profundidad, el humilde deseo de los niñospastores de Fátima de sufrir y de estar con Jesús? ¿No es ésteel mensaje de Santa Teresita del Niño Jesús: la única vocaciónes el amor?16

Así, sólo después de décadas de meditación y oración, sellega a la conclusión de lo que estos niños llegaron acomprender de inmediato, por un don del Espíritu.

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Estar cerca de Jesús en la Eucaristía es la formafundamental de aceptar el modo en que se acerca a nosotros,siempre y en cualquier lugar, en la Eucaristía.

Fuerza para vivirNo vengo aquí para huir de las responsabilidades que meencomendaste, sino para encontrar la fuerza para vivirlas.Y aun así no es suficiente. Vivir nuestras responsabilidades

no es suficiente. Debemos vivirlas sin que nos reduzcan, eincluso hacer que nos enriquezcan. Para que nuestraexperiencia diaria no nos aleje de Dios, sino que nos acerquea Él, debe vivirse con fe. Debe ser la respuesta que damos alllamado de Dios, quien nos ama precisamente a través de loque provoca en nosotros y a nuestro alrededor.“Poderoso Dios”, dice la liturgia oriental.17 El espíritu es la

fuerza de Dios, la fuerza del Altísimo, Dios que se hacefortaleza en la vida.

Sumergirme en tiMirar, o que nos mire. ¿Qué es más importante en laadoración eucarística?Finalmente, los dos movimientos son lo mismo, ya que

mirar es sumergirse en el concreto infinito ante nosotros, aligual que, cuando nos mira, entramos en relación con un“Tú” que es tan personal como inagotable.

EncuentroMe hace feliz que mi día comience con adoración.La adoración surge de reconocer el misterio de la vida,

como una incapacidad no solo de dominarla, sino incluso de comprenderla. La adoración se desarrolla como el

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descubrimiento de un “Tú” personal, trascendente yrazonable, tan razonable como para merecer nuestraatención y finalmente nuestra obediencia. Descubrimos un“Tú” que gobierna la historia y nuestros acontecimientospersonales sin extinguir la libertad humana. Al final, laadoración concluye como una revelación, que — sin llevarsenada del misterio de su presencia – este “Tú” es la presenciade un amigo, incluso una presencia amorosa. Eldescubrimiento del amor como el secreto que guía al mundo,y por lo tanto, como motivo fundamental y más profundopara la adoración, es el descubrimiento de un abismo en elque nos perderíamos sin un guía.

El cimiento del díaLa adoración es sobre todo un encuentro de la criatura consu Señor, del pecador con su Salvador, del amigo con elamigo, del amante con el amado.La adoración es una experiencia, la experiencia en la que

yace todo el día, cuya dicha guía todo el día.

El inicioNo es el diálogo que tendremos en el Paraíso, “con el rostrodescubierto” (2 Corintios 3,18), sino su inicio.

Jesús de NazaretEstás aquí. Tú, el mismo Jesús que caminó por Judea yGalilea, el mismo Jesús de los apóstoles, de la Ascensión, elmismo Jesús que está sentado a la derecha del Padre, elJesús de Zaqueo, de Magdalena, el Jesús nacido de María…Estás aquí para mí, en la total disponibilidad de la

Eucaristía.

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Fuente de vida y misión2003

Luz en toda nuestra vidaLa Eucaristía es una realidad tan grandiosa, inmensa einmensurable que podemos recibir luz desde muchospuntos de vista, porque derrama luz en nuestra vida desdemuchos puntos de vista.Es la fuente de la comunidad de la Iglesia y de su misión,

y es la fuente de la vida de la persona y de su misión.

La Pascua de Jesús se hace presenteJesús no se limitó a morir por nosotros. Al morir, se entregóa nosotros, a cada persona. Esperando que su don en la cruzfuera accesible y asumido por todos, deseó dejarnos losmedios para participar en el acontecimiento “como sihubiéramos estado presentes”, para usar las palabras de lafeliz expresión de Juan Pablo II.18

De este modo, la Eucaristía hace posible que nuestrahistoria personal participe en la Pascua de Jesús, es decir,participar en el don que Jesús hace de sí mismo al Padre y porlo tanto a todo el pueblo, y al mismo tiempo, participar en larespuesta del Padre ante el don de la vida inmortal delResucitado. En la Eucaristía, este intercambio de dones entreel Padre y el Hijo se vuelve contemporáneo de todo momentode la historia humana. La muerte y resurrección de Jesús se

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nos representan para que cada uno de nosotros podamosvivirla: que podamos vivir con Él, para poder resucitar con Él.La Eucaristía no es solo un recordatorio de la muerte y

resurrección de Jesús, sino una conmemoración, unapresencia de ese acontecimiento en el momento que estamosviviendo.

La presencia del resucitado

Gracias a su Resurrección, Jesús pudo entregarse a nosotroscomo pan de vida y cáliz de salvación en la Eucaristía. Serepresenta en el momento en el que el sacerdote, después dehaber partido el pan, coloca una parte, el “fermentum”, en elcáliz de vino. El cuerpo y la sangre se reúnen: El cuerpo deCristo vuelve a la vida.De este modo, es el Jesús resucitado quien viene a nosotros

en la Eucaristía.

Alimento y bebida

En la Eucaristía Jesús se hace presente como alimento ybebida, ofreciéndose como un banquete preparado paranosotros.

Promesa de gloria

La Eucaristía nos asegura la resurrección del cuerpo. La carnedel Hijo del Hombre en su cuerpo glorificado. Al recibir elcuerpo glorificado de Cristo, nuestro cuerpo recibe demanera anticipada la gloria y la seguridad de su glorificaciónfinal.

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La Eucaristía edifica la Iglesia¿Cómo edifica la Iglesia la Eucaristía? Sobre todo,propiciando la morada de Cristo en nuestra vida.Participando en el sacrificio eucarístico, la incorporaciónen Cristo realizada en el bautismo alcanza su madurez.La morada de Cristo en nosotros nos permite participar de

su propio cuerpo. La obra del hombre sin Dios, la obra delpecado, es desintegración. La unidad es la obra propia deDios.La comunión con Cristo, que se realiza en su máxima

expresión mediante la participación en el banqueteeucarístico, sigue y se nutre en la adoración eucarística, quesurge del sacrificio eucarístico y se dirige hacia el mismo. Laadoración eucarística – como escribió Juan Pablo II – esinclinarse hacia el pecho de Jesús, “palpar el amor infinito desu corazón”.19

La misión de la IglesiaA la luz de la Eucaristía se comprende cuál es realmente lamisión de la Iglesia, es decir, el camino que debe seguir:Reúne toda la vida de la humanidad en la vida de Jesús,para que la vida de toda la gente, con su grandeza y supequeñez, sus descubrimientos y su fragilidad, puedavolver al Padre a través de la consagración como parte delcuerpo de Cristo.De esta forma la Eucaristía hace realidad la promesa de

Jesús: “Aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin delmundo” (Mateo 28,20). Jesús no está con nosotros de manerapasiva, no es solo una presencia entre nosotros, sino unapresencia que atrae, redime, reúne, entrega al Padre,transforma y santifica.

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Cristo está presente en la Eucaristía, dando su vida a losseres humanos por medio del don del Espíritu.

Antes del don de la EucaristíaEl don de la Eucaristía despierta nuestro asombro. Es unsuceso que nos toca, nos provoca, nos pone en movimiento.Nos motiva y de este modo nos pone en acción.No es solo el cristiano el que se asombra ante el acto del

don de sí que vivió Cristo y que ahora vive en cada momentode la historia humana. Sobre todo se asombran lossacerdotes, los ministros de la Eucaristía. Una vez más, JuanPablo II escribe: “Es él quien, gracias a la facultad concedida por el

sacramento del Orden sacerdotal, realiza la consagración.Con la potestad que le viene del Cristo del Cenáculo, dice:‘Esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros... Éste esel cáliz de mi sangre, que será derramada por vosotros’. Elsacerdote pronuncia estas palabras o, más bien, pone su bocay su voz a disposición de Aquél que las pronunció en elCenáculo y quiso que fueran repetidas de generación engeneración por todos los que en la Iglesia participanministerialmente de su sacerdocio”.20

La Eucaristía y los sacerdotes ordenadosLos sacerdotes ordenados, al igual que los apóstoles, sonhombres elegidos y enviados a realizar el sacrificioeucarístico “in persona Christi” (“en la persona de Cristo”),ofreciéndolo a Dios en nombre de todos.No hay Eucaristía sin sacerdotes ordenados. El sacerdocio

comenzó en el momento en que se instituyó la Eucaristía,para su celebración.

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La celebración de la Eucaristía es el centro de la vidasacerdotal y ministerial: como su fuente, como la energíaespiritual que le permite enfrentar las tareas del ministerio,y como el más eficiente antídoto del activismo, una de laspeores tentaciones que nos acosan actualmente. En estesentido, el Concilio Vaticano Segundo recomienda lacelebración diaria de la Eucaristía a todo sacerdote, por elbien de su vida espiritual así como por el bien de la Iglesia ydel mundo.21

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El corazón de la palabra en un trozo de pan2004

Un corazón silencioso en apariencia¿Cuál es la relación entre la Eucaristía y el silencio? Para míparece obvia: Al parecer, la Eucaristía no habla. LaEucaristía nos enseña que el corazón de la palabra es unaPresencia, ante la que debemos escuchar. Una Presenciareal, pero invisible para la mayoría de la gente. A la mayoríade la gente, el pequeño trozo de pan, no le dice nada.Por lo tanto, el corazón del mundo es algo banal: un trozo

de pan. El corazón del mundo es una banalidad llena deMisterio, y que revela el Misterio. Si escuchamos, o siobservamos – no solo con los ojos del cuerpo, aunque conellos se empieza – la Eucaristía se convierte en una granescuela, en la mayor escuela posible del Misterio.

Virginidad¿Cuál es la relación entre la Eucaristía y la virginidad? Esextremadamente estrecha. Después de todo, ¿qué es laEucaristía? Un trozo de pan totalmente relacionado conotro, con el cuerpo de Cristo: Es el cuerpo de Cristo bajo laapariencia de un trozo de pan.

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La realidad de este trozo de pan está totalmenterelacionada con ser el cuerpo de Cristo.Y, ¿qué es la virginidad? Es la relación de nuestro ser con el

cuerpo de Cristo.

Una expresión de Comunión¿Qué enseña la Eucaristía en este momento? Que laEucaristía es la base de la verdad de mi acción.¿Por qué? ¿En qué consiste la verdad de mi acción?La Eucaristía es la base de la verdad de mi acción porque

inserta mi acción en la unidad de la Iglesia, como la fuentede la acción.La Eucaristía impone en la vida esa distancia que permite

que la acción sea una expresión de comunión y no de lavoluntad individual para la autoafirmación. La verdaderaacción es una expresión de comunión.Lo que a menudo me afecta de manera negativa en

nuestra diócesis en la Iglesia de hoy, es que todos hacen loque quieren, incluso con las mejores intenciones. Pero, ¡esono es Cristianismo! El Cristianismo es mi acción como unaexpresión de la comunión.Si todo mundo hace lo que quiere, el criterio de acción se

convierte simplemente en una autoafirmación. Entonces lasacciones nos separan, todo lo que hacemos nos aleja de losdemás.

Por qué vengo aquí¿Estoy aquí contigo, o estoy realmente solo con mispensamientos y eres un pretexto o una excusa? Es unaterrible hipótesis y un terrible malentendido, pero una

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pregunta necesaria, seguramente sugerida por el Espíritu.¿Debo “pasar por mis pensamientos” para alcanzarte?Vengo aquí porque eres Realidad y Verdad. Vengo aquí para

aprender lo que es verdad y lo que es real, vengo aquí paraaprender el juicio sobre las cosas que me suceden y lo quedebo hacer.Estar cerca de ti continuamente reúne mis pensamientos,

que van en todas direcciones.Debo tener clara la razón por la que vengo aquí, ante ti: para

estar contigo, para permanecer contigo. Todo lo demássurgirá de ello.Estar aquí contigo porque estás en los problemas que vivo,

las respuestas que debo dar.

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La indefensa disponibilidadde la Eucaristía2005Una vez más, me conmueve la indefensión de la Eucaristía.Lo más santo de todo, que debería ser lo más protegido, oincluso inaccesible, se nos presenta con total desproteccióny disponibilidad.Quizas me lo sugiere la sencillez de mi capilla, el estar solo

ante la Santísima Eucaristía expuesta en el ostensorio.La Eucaristía nos enseña sobre la disponibilidad de Dios,

sobre su amor por nosotros hasta el final, más allá de todaposible imaginación y consideración humanas.

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Fuentes1 Himno Veni Sancte Spiritus.

2 Santo Tomás de Aquino, La Suma Teológica, III, q. 73, a. 3c.

3 Ibid., III, q. 65, a. 3, ad I.

4 Concilio Vaticano Segundo; Decreto Presbyterorum Ordinis [Los

presbíteros, ministros de los sacramentos y de la Eucaristía], 5

5 Luigi Guissani, Rito perenne, Homilía para Jueves Santo, 31 de marzo

de 1988.

6 Giovanni Battista Montini, “Una legge sublime d’amore”, Homilía

del 26 de marzo de 1959. En Discorsi e scritti milanesi (1954-1963) (Rome

– Brescia: Istituto Paolo VI – Studium 1997), vol. 2, 2704.

7 San Agustín, Del Génesis contra los maniqueos I, 2, 3.

8 Cf. id., Confesiones, X, 27, 38.

9 Id., De vera religione, 39, 72.

10 Joseph Ratzinger, Il Dio vicino: l’eucaristia, cuore della vita cristiana,

Cinisello Balsamo: San Paolo, 2003, 92.

11 Ibid., 100.

12 Cf. San Agustín, Confesiones, VII, 5.7.

13 Joseph Ratzinger, Il Dio vicino..., 44.

14 Sören Kierkegaard, Temor y temblor, Buenos Aires, Editorial Losada,

2003.

15 Ofertorio de la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús de acuerdo con

el Rito Ambrosiano. CF. 1 Corintios 29,17-18

16 Cf. Santa Teresita del Niño Jesús y el Rostro Santo, Manuscrito B, en

Historia de un Alma, Autobiograf ía de Santa Teresita del Niño Jesús,

Ediciones Paulinas, Buenos Aires (Argentina), 1977.

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17 Por ejemplo, en el himno bizantino Trisagion: “Holy God, Holy

Mighty One, Holy Immortal One, have mercy on us...” (“Santo

Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros…”). Cf.

O. Raquez (ed.), Guida alla celebrazione dell’uff icio divino nelle chiese di

tradizione bizantina, (Rome: Lipa, 2002), 17.

18 Juan Pablo II, Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia (Sobre la

Eucaristía y su relación con la Iglesia), 11

19 Ibid., 25.

20 Ibid., 5.

21 Concilio Vaticano Segundo, Decreto Presbyterorum Ordinis, 13.

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Acerca del autorMassimo Camisasca es obispo de la Diócesis Italiana deReggio Emilia-Guastalla y fundador de la FraternidadSacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo. FueSuperior General de la Fraternidad durante veintisiete años.Fue profesor de metafísica en la Universidad Laterana y enel Instituto Juan Pablo II en Roma. El Obispo Camisasca haparticipado en la formación sacerdotal durante los últimosveintisiete años. Ha publicado más de sesenta libros en sietelenguas, incluyendo Padre: ¿Seguirá habiendo sacerdotes en la Iglesiadel futuro? El desafío de la paternidad y Juntos en el camino.

Acerca del Servicio de Información CatólicaDesde su fundación, los Caballeros de Colón han participadoen la evangelización. En 1948, los Caballeros pusieron enmarcha el Servicio de Información Católica (SIC) con el fin deproporcionar publicaciones católicas de bajo costo para elpúblico en general así como para parroquias, escuelas, casasde retiro, instalaciones militares, centros penitenciarios,legislaturas, la comunidad médica y cualquier persona quelas solicite. Durante más de 60 años el SIC ha impreso ydistribuido millones de folletos y miles de personas se haninscrito en nuestros cursos de catequesis.

El “Servicio de Información Católica” es una marca registrada de Caballeros

de Colón.

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Serie de la Nueva Evangelización

1 ¿Qué es la Nueva Evangelización?

PARTE I “PORQUE TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO”2 “Creo en ti”: La cuestión de Dios en el mundo moderno3 Los Misterios de la vida de Jesús4 Un Dios que es tres veces amor5 “¡Hemos venido a adorarlo!”: Una introducción a la oración

en la Escuela de Benedicto XVI

PARTE II “LLAMADOS A AMAR...”6 Llamados a amar: La teología del amor humano de Juan Pablo II 7 A imagen del amor: El matrimonio, la familia y la nueva

evangelización8 Siguiendo al amor, pobre, casto y obediente: La vida consagrada

PARTE III ... EN LA IGLESIA, LA ESPOSA DEL CORDERO

9 “Que se haga en mí”: María, el origen de la Iglesia10 Con el corazón del Esposo: El Sacerdocio Ministerial11 La transfiguración del mundo: Los Sacramentos12 Luz y silencio: Un diario eucarístico

PARTE IV “AMANDO EN OBRA Y EN VERDAD”13 ¿Para qué sirve la libertad?14 Justicia: Sobre la dignidad del trabajo15 Justicia: El Evangelio de la Vida

PARTE V “NOS AMÓ HASTA EL FIN”16 La dignidad de la persona que sufre17 “Estuve muerto, pero ahora vivo...”: Muerte y Vida Eterna

APÉNDICES: HERRAMIENTAS PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

A La belleza de la santidad: El Arte Sacro y la Nueva EvangelizaciónB La tecnología y la Nueva Evangelización: Criterios para reflexionar

#12 Series de la Nueva Evangelización

“He aquí la Santa Hostia... el verdadero rostro de Diosha sido revelado”.

S ERV I C IO DE INFORMAC IÓN CATÓL I CA

“¿Para qué estamos aquí, oh Señor? Estamos aquí sobre todo para adorar…” En estas íntimas reflexiones, escritas durantemomentos de oración ante el Sagrado Sacramento expuestoen su capilla, el Obispo Massimo Camisasca nos conduce a unaprofunda contemplación de la Eucaristía. Contemplando conel autor “la señal más grandiosa de la locura del amor de Dios”,nos embarga una admiración aún mayor ante el don de ladesprotegida presencia de Cristo en medio de nosotros.

Servicio de Información Católica ®Consejo Supremo de Caballeros de Colón

PO Box 1971 203 752 4267

New Haven, CT 06521 800 735 4605 (fax)

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— Papa Benedicto XVI