Jorge Luis Marzo Por Tjasa Kancler

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    Entrevista a Jorge Luis Marzo por Tjasa Kancler

    El 1 de junio de 2011 se public en el Diario Oficialde la Generalitat de Catalua (DOGC) el

    Anteproyecto de ley de simplificacin, de agilidad y

    reestructuracin administrativa y de promocin de la

    actividad econmica, llamado tambin la ley

    mnibus,- por la multitud de materias que regulabajo un mismo paraguas normativo. De acuerdo con

    el Prembulo, el objetivo de esta legislatura es la

    racionalizacin administrativa como tambin la

    reactivacin y el impulso de la actividad econmica

    para facilitar la competitividad y productividad.

    Teniendo especial consideracin en la revisin yactualizacin de algunos aspectos de la estructura

    del tejido productivo, la ley mnibus conlleva la

    modificacin de normas relativas al medio natural,

    cultura y deportes, derecho privado, economa,

    seguridad, industria farmacutica y serviciossociales, territorio, y rgimen jurdico de las

    administraciones pblicas.

    Con este documento legislativo se pone de

    manifiesto una clara voluntad privatizadora del sector

    pblico. Obtener beneficios est por encima de

    http://www.soymenos.net/http://www.tjasa-kancler.net/http://www.soymenos.net/http://www.tjasa-kancler.net/
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    cualquier otra concepcin del contenido y carcter

    de los derechos, determinados en base de las

    relaciones sociales existentes. En el marco de estegran proyecto de reforma, que afectar gravemente

    la sociedad en su conjunto, se replantea, entre otras

    cosas, tambin el modelo de polticas culturales, que

    ahora explcitamente puestas al servicio de las

    empresas privadas favorecern an ms la

    produccin cultural destinada a laespectacularizacin de la cultura y la ganancia

    econmica en forma de industrias culturales y

    creativas, para explotar al mximo los beneficios que

    genera. La cultura en el rgimen neoliberal tiene

    valor solo si contribuye a la economa. En medio deesta profunda crisis de legitimidad poltica y

    econmica que estamos presenciando no solo en

    Catalua sino a nivel europeo y globalmente, es

    necesario replantear radicalmente la relacin entre

    poltica y cultura, y preguntarse de nuevo porqu la

    cultura se ha convertido en el principal instrumentodel capitalismo global. Cmo hemos llegado hasta

    aqu? Qu hacer?

    La poltica cultural no es la cultura. La cultura es un

    bien comn y un proceso en constante

    transformacin que refleja las dinmicas sociales, el

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    resultado del cual no tiene que ser necesariamente

    una obra o un producto mercantil. La poltica cultural

    no puede estar orientada a una mera consecucinde beneficios econmicos(Declaracin de la

    Comisin de Cultura de AcampadaBCN de Plaza

    Catalunya de Barcelona (v Beta))

    _______________________

    Jorge Luis Marzo es historiador del arte, comisariode exposiciones, escritor y profesor. Sus ltimos

    proyectos de investigacin y de comisariado son El

    d_efecto barroco. Polticas de la imagen hispana

    (2010) en el CCCB, Low-Cost. Libres o cmplices

    (FAD, 2009), Spots electorales. El espectculo de la

    democracia (La Virreina, 2008), Hempreslaradio(2006-2007) y Tour-ismos (2004).

    Recientemente ha publicado los libros Puedo

    hablarle con libertad, excelencia? Arte y poder en

    Espaa desde 1950 (2010), Arte Moderno y

    Franquismo. Los orgenes conservadores de lavanguardia y de la poltica artstica en Espaa

    (premio Fundaci Espais a la creaci i a la crtica

    dart, 2008), Fotografa y activismo social (2006),

    Me, Mycell and I. Tecnologa, movilidad y vida

    social (2003) y Planeta Kurtz (2002).

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    Desde hace aos escribe sobre la situacin de las

    polticas culturales en Espaa y en Catalua, que

    segn sus anlisis comparten unas marcadastendencias de la instrumentalizacin de cultura y arte

    por parte de las fuerzas polticas y mercantiles para

    promover los imaginarios de crculos elitistas, ejercer

    el control directo de los recursos en detrimento de la

    profesionalizacin independiente y autnoma del

    tejido cultural, como tambin de comprender lacultura como valor aadido, como el elemento de

    mercadotecnia, con el nico fin de promover la

    econmica turstica._______________________

    A principios de los aos 80, despus de una

    larga dictadura devastadora, se abra en Espaa

    la etapa democrtica que ha sido determinante,

    entre otras cosas, tambin para la formulacin de

    una nueva poltica cultural. Cul ha sido la

    relacin entre la poltica cultural franquista y el

    arte moderno? Qu lectura del arte moderno (dela modernidad espaola) se plante durante la

    poca de la transicin y cmo se ha definido el

    nuevo papel de la cultura al respecto?

    (democracia, ciudadana)

    Durante el Franquismo, la cultura sufri un doble

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    uso, pero con una misma funcionalidad: por un lado,

    las elites del rgimen esgrimieron una visin

    relativamente integracionista de la cultura como vaalternativa a la poltica: de ah pudo nacer la

    vanguardia pictrica de los aos 50. Por otro lado, la

    cultura fue blandida como el estandarte de la

    resistencia: gracias a ella, se pudo mantener viva la

    llama de la libertad y el sueo de recuperar las

    libertades civiles. Llegada la democracia, se produjouna curiosa simbiosis: la cultura representaba una

    suerte de lugar de encuentro, no tanto poltico, pero

    s de ciudadana. El problema es precisamente este:

    que las artes representan la libertad, pero nunca

    nadie se ha preguntado sobre la funcin de esasartes en el marco de un sistema de libertades. La

    garanta institucional ofrecida a principios de los

    aos 80 en Espaa, en el sentido de dar cobertura

    para que el arte se produzca en libertad ha venido

    acompaada de un rechazo a pensar en la funcin

    que tienen las prcticas culturales en unademocracia. Ha sido una poltica garantista, no

    socialmente discursiva. Ello ha creado un monstruo,

    que no es otro que la implementacin de la poltica

    cultural como sustituto de la cultura: la derivacin del

    necesario conflicto que genera la prctica cultural

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    hacia el consenso impuesto que determina la poltica

    cultural. En esa derivacin tortuosa se fue

    escondiendo un recorrido neoliberal que garantizabala despolitizacin de las prcticas artsticas,

    culturales y sociales.

    La idea puesta sobre la mesa por la izquierda

    durante los aos de transicin era que la cultura iba

    a generar mejores ciudadanos y ms preparados. Atravs de la cultura, mejoraran los niveles de

    educacin, igualdad, participacin y responsabilidad

    social de los espaoles. Gracias al arte, los

    espaoles accederan a un conocimiento global de la

    informacin y a unas herramientas de expresin que

    haban sido secuestradas durante 40 aos. Pero losresultados no han sido los deseados. Los niveles

    tcnicos de educacin son de los ms bajos de

    Europa; la igualdad, desde luego no ha venido de la

    mano de la produccin artstica, sometida a la

    constante precariedad y a la desigualdad degneros; la participacin ciudadana en la

    construccin de los modelos culturales es

    prcticamente nula -ya no digamos el acceso de los

    creadores a mecanismos abiertos de produccin y

    experimentacin-; y la responsabilidad social

    comunitaria no ha venido por el mbito cultural sino

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    por las luchas diarias de muchos individuos y

    colectivos en diferentes mbitos sociales. Los libros

    de historia nos dicen que las triunfantesmanifestaciones artsticas de los aos 50 se

    justificaron por la creacin de liberalidad en el

    estrecho marco de una dictadura de extrema

    derecha. Este artilugio intelectual se adapt

    rpidamente a principios de los aos 80 en un marco

    de referencia a la hora de legitimar el arte y la culturacomo mecanismos generadores de ciudadana. Ese

    deseado proceso ciudadano chocar con la propia

    contradiccin de sus trminos fundacionales. No se

    trata de una ciudadana participante y generadora de

    poltica, sino un ciudadana basada en el bienestar yen la liberalidad, pero despolitizada: eso es herencia

    del franquismo. La industria cultural ha devenido un

    factor fundamental en la transformacin de los

    imaginarios y las representaciones sociales, pero no

    en la quimrica creacin de ciudadana, que

    finalmente se ha convertido en un mero consumidorcultural. El valor de la cultura en Espaa ha

    producido una comunin extraordinaria de los

    intereses de estado -en sus variadas formas-, la

    iniciativa privada, y los intelectuales empotrados en

    el sistema, creando una profunda interiorizacin y

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    subjetivacin del discurso del poder tanto en

    creadores como en consumidores.La dinmica de

    la poltica cultural en Catalua ha sido marcadapor la necesidad del establecimiento de un

    mercado y la construccin de la identidad.

    Cmo se constituye el puente entre estos dos

    registros y cul es su relacin con el intento de

    separar los mbitos de cultura y poltica?

    En Catalunya, la cultura ha sido siempre patrimonio

    de alguien: el sentido poltico general est

    fundamentalmente vinculada a la lengua catalana,

    principal smbolo identitario en el marco de un

    estado, el espaol, que ejerce una enorme presin y

    represin lingstica. Por otro lado, para la burguesaintelectual catalana que ha mantenido vivo el tema

    de la lengua a lo largo de los aos, la cultura ha sido

    un lugar en el que manifestar la identidad en la

    ausencia de un aparato administrativo propio: era el

    territorio en donde manifestar la fuerza de lasociedad civil frente al modelo estatalista espaol o

    francs. Por su parte, la izquierda catalana siempre

    ha considerado a la cultura como patrimonio propio

    frente a una derecha demasiado centrada en

    esencialismos procedentes de los movimientos

    culturales de finales del siglo XIX. En definitiva, la

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    cultura ha sido el lugar en donde sublimar los vacos

    polticos nacionales pero tambin en donde expresar

    los anhelos liberales de una sociedad que se quieremoderna, y sobre todo civil. Ese ha sido el caballo de

    batalla de la cultura catalana. Unos y otros han

    enarbolado la idea de una sociedad civil, portadora

    de las esencias culturales del pas. Durante los

    ltimos treinta aos, con la progresiva

    institucionalizacin de la cultura y la creacin de ungigantesco aparato administrativo que la gestiona

    (tanto en la derecha como en la izquierda), el mito de

    la sociedad civil se revel quimera. No existe una

    sociedad civil, ni estructurada como tal ni consciente

    de s misma, que haya sido capaz de generar unaconcepcin de la cultura independiente de la poltica

    cultural. Y ello precisamente ha ocurrido por el

    enorme peso que los mitos identitarios (y la creacin

    de marcas asociada a ellos) han tenido: esos mitos

    se han convertido en iconos tursticos, de un enorme

    valor aadido en el mercado global de logosnacionales: se trata de dinero, de nada ms. Todos

    se han encontrado en la poltica cultural,

    ninguneando as la propia razn esgrimida como

    objetivo: la sociedad civil.

    La retrica de una poltica cultural al servicio del

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    bienestar, la ciudadana y del consenso trasluce

    el proceso del neoliberalismo emprendido

    durante las ultimas dcadas en Catalua, quegarantiz la despolitizacin de las practicas

    sociales, culturales y artsticas. Podras

    explicarnos de qu manera los cuatro aspectos

    de los que hablas en el texto Neoliberalismo y

    cultura en Catalunya, es decir, la idea de

    libertad asociada a la cultura, la confusin entre

    modernidad y modernizacin, la subjetivacin

    administrativa y la impotencia,- se relacionan con

    la agenda neoliberal?

    Respecto a la idea de la libertad asociada a la

    cultura: Como explicaba antes, en el franquismo lacultura fue moneda de cambio y defensa tanto para

    el rgimen como para sus detractores, pero llegada

    la democracia, nadie se pregunt sobre el rol de las

    artes en un rgimen de libertades: pareci darse por

    sentado que del triunfo de la cultura sobre ladictadura se derivaba un estatus institucional que

    deba ser la marca del nuevo pas. En ese punto se

    secuestr la posibilidad generar nociones culturales

    dinmicas, independientes y crticas. La cultura

    deba ser protegida como un bien esencial de una

    democracia liberal: para ello se constituy una

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    poltica cultural dirigista y garantista. Pero el

    liberalismo no garantiza la libertad sino que la acota

    para que se pueda producir: de ello se ha derivadouna poltica cultural castradora de las realidades

    culturales, sancionadora de los procesos sociales

    que constituyen los productos culturales.

    Acerca de la confusin entre modernidad y

    modernizacin: En los aos 80, el discursoposmoderno recal en Espaa, y en Catalunya,

    como en muchos otros sitios del mundo. Fue un

    debate asumido pero no reflexionado. La

    posmodernidad permita hacer propia la modernidad

    (que tan poco impacto haba tenido en la sociedad) y

    la fuerza de la tradicin (que tanto peso tiene enCatalunya o en Espaa), pero en la ecuacin nadie

    se dio cuenta de que para hablar de la modernidad

    en clave real de conflicto y dialctica, era del todo

    necesario hablar tambin de modernizacin. Aqu se

    quera ser posmoderno sin ser postindustrial, y almismo tiempo, se quera ser postindustrial (industria

    financiera, de servicios y turismo en el lenguaje

    oficial espaol) para poder ser posmoderno. Lo que

    ocurra es que muchos, demasiados, estaban

    encantados con ser posmodernos (europeos,

    internacionales, globales) porque as superaban la

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    paradoja de un pas que nunca se haba encontrado

    cmodo en la modernidad. Lo posmoderno era a la

    cultura lo que lo posindustrial era a la economa:cmo alcanzar los estndares de produccin, cmo

    adecuar estructuras obsoletas, cmo recabar

    inversiones. Eso afect gravemente a la cultura:

    conllev la pronta asuncin de la cultura en trminos

    de marca, de logo productivo, de modernizacin,

    pero nadie emprendi la penosa tarea de pensar quela modernidad es un conjunto complejo de tensiones

    y contradicciones que en su misma vivencia la hace

    productiva socialmente. Porque la economa se hizo

    financiera y no productiva se lleg a la conclusin de

    que tambin la cultura deba responder a los mismoscriterios, y ms cuando el producto interior bruto

    depende tanto del turismo y de la marca identitaria y

    cultural asociado a l. En pocas palabras, la poltica

    cultural en Catalunya pas a ocultar las variadas

    realidades culturales del pas.

    Tercera cuestin: la subjetivacin administrativa. En

    general, los sectores culturales han asumido que la

    cultura es la poltica cultural. La ausencia de

    inversin pblica y privada y de apoyo a plataformas

    locales, pequeas y autnomas ha supuesto la

    aceptacin implcita por parte de muchs creadors

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    del restringido marco institucional para desplegar sus

    investigaciones y sus fuentes de financiacin. Esto,

    junto a la asuncin plena de los procedimientosadministrativos impuestos por las instituciones

    pblicas, ha dado como resultado una nefasta

    identificacin entre ciertas formas creativas y ciertos

    modos de gestin, cuya conclusin ltima es que los

    artistas trabajan para las instituciones y no al revs.

    Este proceso, larvado y recreado gracias a lacondicin falsamente garantista de la administracin

    pblica, ha sido inteligentemente aprovechado por

    los discursos neoliberales para legitimar el hecho de

    la supresin de toda ayuda a aquellos procesos

    creativos que no sean capaces ni de producir directovalor mercantil ni de insertarse en los circuitos de la

    industria cultural global. No se trata de someter a

    ls creadores al efecto mercanca, sino a

    someterlos a una dinmica competitiva, y ahora

    global, precisamente gracias a los mecanismos

    administrativos y de promocin. No se apuesta por elmercado, sino con la intencin de que ls

    creadors comprendan que slo son mercado.

    Por ltimo, la impotencia. Esto est conectado con la

    falta de comprensin del tejido creativo. Las elites,

    cuando piensan en los artistas, son incapaces de

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    escapar a los iconos mediticos, a los grandes

    nombres, a las marcas consagradas, de las que

    insisto, tanto abusan siempre. Son incapaces decomprender el tejido artstico en otras claves: como

    motores de investigacin, que no siempre acaban

    con la firma o con un producto; como motores de

    disensin, articuladores de exploraciones diferentes

    a las previstas; como formas de expresividad que

    cultivan la imaginacin colectiva, esa facultad paradesarrollar miradas sobre las relaciones ocultas de

    las cosas, lejos de fantasas espectacularizadas.

    Son incapaces de pensar en la creatividad a largo

    plazo, con inversiones no cortoplacistas, sino como

    procesos en perptua gestacin capaces de irseadaptando a realidades cambiantes.

    La progresiva sujeccin de la cultura a la

    intervencin gubernamental y estatal a travs de

    las polticas culturales, como tambin su relacin

    cada vez ms estrecha con la industria privadacomo patrocinadora del sector cultural/artstico,

    con su apuesta por la espectacularizacion y

    mercantilizacin de la cultura, ha producido, tal y

    como sealas, la doble crisis de la legitimidad,

    simblica e institucional. Cules son sus

    caractersticas y cmo se explica la creacin del

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    Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes

    (CONCA) en el 2008 en Catalua, en relacin a

    esta situacin?

    Es evidente que ha habido una desplazamiento en el

    lugar que ocupa el arte en el imaginario poltico y

    administrativo. Hoy el arte representa bien poco en

    las estructuras mentales institucionales. Para ellos,

    no es vehculo de nada. Ello tiene mucho que vercon el hecho de que la pintura de los ochenta se

    hundiera en el mercado a mediados de los noventa y

    reventara el papel de las instituciones en los

    mecanismos de creacin de opinin. Para el poder,

    la cultura es una simple gestin de recursos, de

    bienes inmuebles. Al poder no le interesa mucho elarte, pero s mantener el control sobre su valor

    simblico como marca de pas y de gobierno. Es por

    eso que gestiona la cultura como espectculo

    captador de inversiones econmicas y polticas y

    como mecanismo de transmisin poltica ydiplomtica. De ah parte el secuestro prolongado de

    medios y recursos por parte de todas las

    administraciones hacia el CONCA un organismo

    pblico que deba ser autnomo en su gestin, y que

    se encargara desde la independencia de criterios de

    radiografiar la produccin cultural y de asignar

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    recursos-: el arte no servir de nada, pero su valor

    simblico es claramente cuantificable y

    fervientemente deseado por los gobiernos.La dependencia de las artes con respecto a las

    administraciones pblicas en Catalunya no es solo

    un hecho irrefutable sino especialmente relevante:

    adems de cuestionar las quimeras oficiales sobre la

    sociedad civil, tambin ha acabado contaminandotoda la estructura creativa del pas: ha

    institucionalizado la cultura y ha hecho que la

    gestin cultural quede dominada por intereses

    polticos y por sistemas burocrticos. Precsamente,

    antes esta situacin, el CONCA tena su razn de

    ser: ofreca la posibilidad de romper este marasmo yde convertirse en una nueva herramienta de

    transformacin administrativa al servicio de la

    creacin y no al revs. El CONCA poda representar

    un nexo fiable y duradero entre las realidades

    culturales del pas y los mecanismos de gestincultural, sin imposiciones ni ventriloquas. No ha sido

    as.

    El CONCA ofreca la posibilidad de convertirse

    en el organismo independiente de

    transformacin administrativa, en el puente entre

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    el tejido creativo y la administracin. Cul fue

    su apuesta y de que manera propona redefinir y

    transformar las relaciones existentes entrepoltica y cultura? Qu dilemas han surgido?

    La creacin del CONCA, en mi opinin, responde a

    varias lneas de fondo: en primer lugar, es fruto del

    progresivo desplazamiento del arte como fuerza

    motora de las relaciones sociales: los polticos cadavez saben menos del arte, y el CONCA supona un

    depsito donde aparcar a la gente de la cultura,

    aunque controlando el aparato administrativo (el

    control de las ayudas y subvenciones). Poca gente

    oficial imagin el CONCA como un organismo de

    verdadero debate, reflexin y participacin. Ensegundo lugar, el CONCA nace de la necesidad de

    destramar los argumentos polticos en la gestin

    profesional de los recursos creativos en un mercado

    contradictorio como el cataln, que es

    fundamentalmente institucional pero que se quiereliberal: las endogamias son muchas y el CONCA

    poda ayudar en ese sentido. En tercer lugar, el

    CONCA tambin surge de la necesidad de

    profundizar en posibles soluciones a la deriva social

    del arte; para algunos, se trata de encontrar frmulas

    de intercambio entre el arte, el diseo, la tecnologa,

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    la ciencia; algo que, de hecho, ya se practica en

    muchos mbitos creativos; para otros, se trata en

    realidad de convertir al arte en industria cultural,apelando a la inversin y utilizando hipcritamente la

    solucin del I+D, al falsear lo que de I+D real tiene

    hoy la produccin artstica. Por ltimo, la

    independencia del CONCA poda servir para

    recuperar una nocin conflictiva de la cultura, ms

    alejada de la nocin consensuada de la misma quesiempre promueve el poder. Desde luego, no ha sido

    as.

    El rgimen de derecho neoliberal, como seala

    David Harvey en el libro Breve historia del

    neoliberalismo, no ofrece otra alternativa que

    vivir bajo un sistema de incesante acumulacin

    de capital y crecimiento econmico en el que no

    importan sus consecuencias sociales,

    ecolgicas o polticas. Cuestionar los derechos

    concretos nos permite cuestionar los procesossociales a los que son inherentes. El nuevo

    ataque neoliberal viene impulsado por el

    Gobierno de la Generalitat de Catalua en mayo

    de 2011 con el Anteproyecto de ley de

    simplificacin, de agilidad y reestructuracin

    administrativa y de promocin de la actividad

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    econmica, conocido como la ley mnibus,

    por la multitud de materias que regula bajo un

    mismo paraguas normativo (economa,seguridad, servicios sociales, cultura,) La

    intencin de reactivar la economa y agilizar la

    administracin catalana encubre las reformas

    con una clara voluntad privatizadora de servicios

    pblicos, desproteccin del medio ambiente en

    beneficio de lobbies empresariales o la

    empresarializacin de la cultura. Qu

    competencias asumir el Instituto Cataln de la

    Creacin y de las Empresas Culturales (ICCEC)

    que se propone a crear? Qu significa llamarse

    empresa cultural a titulo individual y qu impactotendr la ley mnibus en las prcticas

    culturales/artsticas del futuro prximo, en caso

    de tramitarse?

    En el redactado del Anteproyecto de Ley de

    Simplificacin, de Agilidad y ReestructuracinAdministrativa y de Promocin de la Actividad

    Econmica propuesto por Convergncia i Uni al

    parlamento, conocido como las Leyes mnibus, se

    declaran una serie de cosas: la remodelacin del

    Consell Nacional de les Arts, que pasara a

    depender directamente de los puntuales criterios de

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    la Conselleria; la anulacin de la autonoma de los

    centros culturales adscritos a la Generalitat; la

    desposesin de ciertos derechos de algunasentidades de gestin cultural y de actividades. La

    aplicacin de todo esto crear un enorme dao a la

    independencia de las programaciones, a la

    salvaguarda de las manipulaciones polticas y

    administrativas y a la salubridad del tejido cultural.

    Pero lo ms preocupante, si es que ya no lo es loanteriormente dicho es este prrafo: Se entiende

    por empresas culturales las personas fsicas o

    jurdicas dedicadas a la produccin, la distribucin o

    la comercializacin de productos culturales

    incorporados a cualquier tipo de soporte, y tambinlas dedicadas a la produccin, la distribucin o la

    comercializacin de espectculos en vivo. Se

    incluyen dentro de este concepto las personas

    fsicas que ejercen una actividad econmica de

    creacin artstica o cultural. Segn este texto

    propuesto, los artistas pasan a ser consideradosempresas culturales, incluso a ttulo individual, por

    lo que se deduce con claridad que slo recibirn

    financiacin pblica aquells creadors que sean

    capaces de producir obras comercializables:

    Queremos acabar con la subvencin e impulsar la

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    inversin, dijo el Conseller de Cultura, Ferran

    Mascarell, en una clara alusin a que las

    subvenciones las entiende como a fondo perdido ylas inversiones como formas de productividad

    econmica. La ausencia de dinero en la caja pblica

    evidentemente supone la adopcin de discursos

    justificadores de nuevos criterios de distribucin de

    recursos, en los que naturalmente, todos sabemos

    quienes saldrn malaparados y quienesbeneficiados: la subvencin pasa simplemente a

    asociarse a los vestigios de una prctica artstica

    gremial, incapaz de conectarse con la ciudadana,

    obsoleta en sus criterios funcionales: a la inversin

    se le concede el beneficio del beneficio: lacapacidad para explorar los terrenos de lo

    autnticamente moderno, de lo que est al da, de

    las conexiones con las nuevas industrias creativas y

    tecnolgicas, repletas de pblico entusiasta. La

    inversin (industria cultural) pasa a denominarse I+D

    en detrimento de la subvencin (arte), subvirtiendo,como antes deca, el papel de ese mismo I+D propio

    de la creacin contempornea y de su capacidad,

    ahora injustamente ninguneada, para definir

    imaginarios colectivos, que a la postre, son lo que

    usan las elites para ponerse medallas y generar

  • 8/2/2019 Jorge Luis Marzo Por Tjasa Kancler

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    marcas. En esa direccin es necesario interpretar

    unas recientes palabras de Ferrn Mascarell hacia

    los crticos de la situacin: Sois conservadores.Impeds el crecimiento y la transformacin del

    sistema cultural.

    Contra los recortes masivos en cultura y la

    mercantilizacin de las practicas

    culturales/artsticas, se abri un espacio de luchapoltica y de bsqueda de alternativas dentro del

    marco de la Acampada 15M en Plaza Catalunya

    de Barcelona. A lo largo de los ltimos dos

    meses La Comisin de Cultura de Acampada

    BCN ha redactado asambleariamente La

    Declaracin de la Comisin de Cultura de

    AcampadaBCN de Plaza Catalunya de Barcelona

    (v Beta), un documento que se considera

    permanentemente abierto y en proceso. Cul ha

    sido/es la dinmica de trabajo, qu idea de la

    cultura y modelo de poltica cultural defiende ycon qu finalidad se esta elaborando este

    documento?

    Ha sido un proceso lento, propio de una dinmica

    asamblearia. A ttulo personal, lo ms interesante ha

    sido poder debatir con numerosas personas a las

  • 8/2/2019 Jorge Luis Marzo Por Tjasa Kancler

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    que no conoca y que probablemente nunca hubiera

    conocido si no hubiera sido precisamente ah. Eso

    ha tenido un valor enorme, porque nos hademostrado que habamos olvidado muchos

    procedimientos de reflexin bajo la constante

    cobertura institucional. Respecto a lo que me

    preguntas sobre el modelo de poltica cultural que

    promovemos, te dirijo directamente al documento en

    s, que sigue abierto a aportaciones y debates, y quepodis consultar aqu: HYPERLINK

    http://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaraci

    o-declaracion/

    Cmo redefinir los lugares de lo poltico y de lo

    cultural para acabar con la instrumentalizacin

    del arte y de la cultura por las fuerzas polticas y

    mercantiles, y volver a politizar la cultura?

    Lo poltico no es un fsil que admiramos en una

    vitrina como una conquista ya realizada: es un

    proceso en constante movilidad, transformacin. Lomismo la cultura: no es un lugar para cobijarnos de

    los sinsabores del sistema social y econmico

    actual: es precisamente un lugar en donde

    cuestionar esa situacin. Ya est bien de bonitos

    cuadros que nos reconfortan de los dolores: es el

    http://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaracio-declaracionhttp://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaracio-declaracionhttp://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaracio-declaracionhttp://culturaacampadabcn.wordpress.com/declaracio-declaracion
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    lugar en donde visualizar los conflictos, compartirlos

    e incluso combatirlos frontalmente. Y a quien le

    pique, que se rasque.(Barcelona, septiembre del 2011)