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Si se posee un «ipor qui/!» de Ia vida, nos re- conciliamos casi con cualquier <<lci>mo?». EI hombre no tien<!e a la felicidad; sOlo los ingleses tienden a la felicidad. NIET2SCHE. EI ocaso de los idolos. 1 INTRODUCCION Este ensayo no esta disefiado como una replica al de SMART. Ha sido escrito despues de aquel, conociendolo, y desde un punto de vista opuesto, pero no intenta responder a sus argumentos punto por punto, ni cubrir precisamente el mismo campo. La critica directa del texto de SMART esta en su mayor parte confinada a partes de la seccion 6, donde he intentado mostrar que en la defensa que SMART hace del uti- litarismo del acto, como contrario a otros tipos, surge una cierta ambigiiedad a partir de una profunda dificultad en el tema total. No he intentado tampoco dar cuenta de todas las cuestiones importantes en el area, y aun menos un estudio critico de los asuntos mayores en la literatura sobre el tema; he perseguido aquellas cuestiones que me parecieron mas in- teresantes y deliberadamente he dejado fuera un numero de cosas que a menudo son discutidas. Como SMART, h.e tratado muy ampliamente el utilitarismo como un sistema de morali- dad personal mas que como un sistema de decision social 0 politica, pero he intentado decir algo, muy en esbozo, aspectos politicos en la seccion 7. La aparicion de este tema al final no supone un juicio sobre su importancia relativa, pero es debido ados cosas: que opino que habria mas que de- cir sobre asuntos tales como los que se discuten en la seccion 5, que tienen que ver mas con el caso personal; y que pienso que es importante llegar al area politica por una determinada ruta, que implica lacuestion: «i.En que manos esta la decision

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Si se posee un «ipor qui/!» de Ia vida, nos re­conciliamos casi con cualquier <<lci>mo?». EI hombre no tien<!e a la felicidad; sOlo los ingleses tienden a la felicidad.

NIET2SCHE. EI ocaso de los idolos.

1 INTRODUCCION

Este ensayo no esta disefiado como una replica al de SMART. Ha sido escrito despues de aquel, conociendolo, y desde un punto de vista opuesto, pero no intenta responder a sus argumentos punto por punto, ni cubrir precisamente el mismo campo. La critica directa del texto de SMART esta en su mayor parte confinada a partes de la seccion 6, donde he intentado mostrar que en la defensa que SMART hace del uti­litarismo del acto, como contrario a otros tipos, surge una cierta ambigiiedad a partir de una profunda dificultad en el tema total. No he intentado tampoco dar cuenta de todas las cuestiones importantes en el area, y aun menos un estudio critico de los asuntos mayores en la literatura sobre el tema; he perseguido aquellas cuestiones que me parecieron mas in­teresantes y deliberadamente he dejado fuera un numero de cosas que a menudo son discutidas. Como SMART, h.e tratado muy ampliamente el utilitarismo como un sistema de morali­dad personal mas que como un sistema de decision social 0

politica, pero he intentado decir algo, muy en esbozo, ~obre aspectos politicos en la seccion 7. La aparicion de este tema al final no supone un juicio sobre su importancia relativa, pero es debido ados cosas: que opino que habria mas que de­cir sobre asuntos tales como los que se discuten en la seccion 5, que tienen que ver mas con el caso personal; y que pienso que es importante llegar al area politica por una determinada ruta, que implica lacuestion: «i.En que manos esta la decision

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utilitarista?»; y esa ruta pasa a traves de los problemas que considero en la seccion 6 como surgiendo de la moralidad personal.

Es un merito del ensayo de SMART el dar una version del utilitarismo que en su mayor parte no se para en demasiadas cualificaciones, y es solo ligeramente apologetico. Asi pues, esta en contraste con muchos escritores modernos cuyo utili­tarismo se acomoda a un rango de creencias morales que mu­chos utilitaristas primeros probablemente habrian querido descartar del cuerpo del utilitarismo. Estoy de acuerdo con 10 que en general es su posicion (sujeta a la ambigiiedad que he mencionado, y que discuto en la seccion 6), que el utilitaris­mo, propiamente entendido /y consistentemente llevado a cabo, es una manera distintiva de considerar la accion huma­na y la moralidad. SMART parece encontrar, en gran medida, agradables tales caracteristicas distintivas, mientras que a mi aigunas de elias me parecen horribles. se que 10 importante, sin embargo (al menos por 10 que concierne a este ensayo), no es si el, 0 yo, 0 el lector considera que esto 0 aquello es horri­ble, sino curues son las implicaciones, cuidadosamente consi­deradas, de estos principios para las concepciones de la natu­raleza y de la accion humana, de otras personas y de la socie­dad.

Donde yo he ofrecido ejemplos, como particularmente en la seccion 3, la pretension no es ofrecer u obtener intuiciones morales frente a las cuales pueda comprobarse el utilitarismo. Aunque al final todo el mundo ha de pensar, en relacion a cuestiones como esta, con que estaria preparado a vivir, la pretension de los ejemplos y su discusion no es plantear una pregunta sobre esto y esperar la· respuesta: mas bien, la pre­tension es conducir a reflexiones que pudieran mostrar en mayor profundidad que implicaria vivir de acuerdo con estas ideas. La primera cuestion para la filosofia no es: «l.estas de acuerdo con la respuesta del utilitarismo?» sino «l.aceptarias real mente la manera de considerar la cuestion del utilitaris­mo?».

Si el utilitarismo es una perspectiva moral caracteristica, ella no significa que haya una forma por la que se caracteriza. Si varios criticos encuentran que el sistema de SMART es cra-

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so, 0 injusto, 0 embrollado, 0 poco realista, puede que esten reaccionando ante sus diferentes aspectos, y espero que mi discusion ayudara en alguna medida a separar las diferentes tendencias de los criticos del utilitarismo, y los diferentes ras­gos de los sistemas utilitaristas a los que se refieren. Hay tres rasgos en particular del sistema de SMART que pueden atraer diferentes tipos de criticas y que plantean diferentes tipos de cuestiones. Para estos, de mala gana, usare algunas etiquetas -de mala gana porque el uso de etiquetas tecnicas en tales materias puede ser una manera de congelar la discusion, antes de que empiece, en posturas de controversia anticuada. Pero en este tema probablemente es mas erroneo no anunciar la terminologia propia, pJ.lesto que se Ie han aplicado much os terminos tecnicos diferentes y diferentes usos de los mismos terminos para rotular distinciones diferentes, y cualquier ter­mine que uno use probablemente volveni a usarse por algun otro escritor en un sentido diferente.

Yoy a seguir, al men os, una pnictica bien establecida di­ciendo del sistema de SMART que es consecuencialista. y que su consecuencialismo es eudaimonista y directo.

Cualquier tipo de utilitarismo es por definicion consecuen­cialista, pero «consecuencialismo)) es un termino muy amplio, y en mi uso (aunque no en el uso de todo el mundo, y, en particular, no en el de SMART) el utilitarismo es un tipo de consecuencialismo -el tipo (distinguido en el plirrafo siguien­tel que se refiere especial mente a la felicidad-. Lo que se quiere decir por «consecuencialismQ)) resulta ser una cuestion mas dificil de 10 que parece a primera vista, y me referire a ella en la seccion 2. Tambien es una cuestion importante en mi concepcion, puesto que pienso que algunos de los rasgos inaceptables del utilitarismo, y a los que me referire particu­larmente, han de ser dibujados en su caracter general como una forma de consecuencialismo. U:Jilblando muy ampliamen­te, consecuencialismo es la doctrina segun la cual el valor moral de una accion reside siempre en sus consecuencias, y las acciones asi como cosas tales como instituciones, leyes y practicas se justifican, si pueden justificarse de alguna man era, por referencia a sus consecuencias.

Decir, acto seguido, que el sistema es eudaimonista es de-

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cir que considera como un rasgo deseable de las acciones que incrementen 0 maximicen la fe/icidad de la gente, como algo distinto de algunos otros bienes, aspirara los cuales con nuestras acciones -segun algun consecuencialista- es valioso indepen­dientemente. No introducire ningun termino especifico para etiquetar la concepcion segun la cual el valor preferido es el placer, 0 la satisJacci6n. En vez de hablar de forma de felici­dad, usare algunas veces la expresion de los economistas, y hablare de un incremento 0 disminucion en la ulilidad (de la gente); y asumire en general, junto con escritores en filosofia y en economfa mas modern os, que al hablar de felicidad 0 utili­dad se esta hablando de los deseos 0 preferencias de la gente y de la obtencion de 10 que quieren 0 prefieren, mas que de al­guna sensacion de placer 0 felicidad. Hablo un poco mas so­bre estas materias en las secciones 2 y 3. Las pocas observa­ciones que he de hacer sobre los conocidos problemas de comparacion y suma de utilidades las he dejado para la sec­cion 7; y para un buen tratamiento de la discusion primera mas temprana he actuado como si no fuera un problema. Esto es falso, pero la maxima fuerza de su falsedad se encuentra, necesariamente, en el nivel de decision social. Seria ocioso pretender que en muchas relaciones mas restringidas no ten­driamos ni idea sobre que curso conduciria a una mayor feli­cidad y en las primeras partes del ensayo me he limitado a las dificultades que aparecen incluso cuando damos por sentada esta cuestion. Rara vez habre de usar el incomodo termino «eudaimonista» de nuevo, puesto que usare la palabra «utili-

. tarismo». para significar «cpnsecuencialismo eudaimonista>;. Esta no es la practica de SMART, que usa la palabra «utilita­rismo» en su sentido amplio (y la frase «utilitarismo ideal» para referir formas de consecuencialismo que no se concier­nen exclusivamente a la felicidad). Ciertamente su defensa se extiende a estos otros tipo de consecuencialismo, pero durante mucho tiempo se refiere a 10 que, en mi definicion mas estric­ta, es utilitarismo, esto es, al consecuencialismo dirigido ~ la felicidad. Sus diversas apelaciones al principio de benevolen­cia parecen, en particular, relacionarse con ello.

El termino directo, que uso -planteandolo, de nuevo, en forma muy gencral:~·para significar que el valor consecuencial

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que es el que concieme a la moralidad, esta directamente liga­do a acciones particulares, mas que a reglas 0 practicas bajo las que se toman decisiones sin referencias adicionales a las consecuencias; el ultimo tipo de concepcion es consecuencia­lismo indirecto. La distincion, 0 una muy semejante, a menu­do es etiquetada, como 10 es por SMART, como una distincion entre utilitarismo del acto y utilitarismo de la regia. Lamento haber usado una terminologfa diferente a la de SMART para

--- los mismos contenidos, pero en cada caso se prueba que es mas simple para mis propositos hacerlo as!; en 10 que se refie­re al tema presente, el termino «utilitarismo de la regl~> es menos que util, particularmente porque me he referido al va­lor indirecto de varios tipos de cosas ademas de las reglas, ta­les como disposicioncs. Como la mayor parte de otras distin­ciones en este campo, esta distincion entre utilitarismo directo e indirecto es mas facil de ver a primera vista que mas tarde, y plantea muchas complicaciones. Considero algo de esto en

.la seccion 6. Pienso, como SMART hace en alguna medida, que las formas de utilitarismo que utilizan demasiado liberal­mente los recursos de 10 indirecto pierden su fundamento uti­litarista y acaban desvaneciendose como formas de utilitaris­mo, que esto sea as! no es una cuestion de nomenclatura 0

clasificacion -tal cuestion no seria, en si misma, de ningun :n­teres-. Es una cuestion de 10 signijicativo del utilitarismo I.

... Este ensayo se refierc al utilitarismo, y examina el conse-cuencialismo en general solo para sugerir que algunos rasgos indeseables del utilitarismo se siguen de su estructura conse­cuencialista general. Otros se siguen mas especifiea~ente de la naturaleza de su referencia a la felicidad. Dire algo acerca de esto y ace rca de las relacioncs entre las formas_ dircctas e indireetas del utilitarismo. Considerare las inscguras relacio­nes que el utilitarismo guarda con algunos otros valores que, segun personas mas 0 menos optimistas que SMART, tienen seriamente algo que ver cor. la vida humana. Un valor que ha

1 He ofrecido algunos argumentos breves relacionados especificamente con ello en .Moralitv: An Introduction to Ethics (Harper and Row, New York, 1976; Penguin 'Books, Harmondsworth, 1973). Aunque hay algunas coinci­dencias entre aquel tratamiento y el presente ensayo, he intentado en general desarrollar puntos bastante diferentes.

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producido una particular incomodidad al utilitarismo es la justicia. Hablare un poco sobre esto en la seccion 7, pero' me referire de forma mas extensa a algo bastante diferente, la in­tegridad. Intentare mostrar algo sobre 10 que el sistema de SMART guarda silencio: que el utilitarismo no puede espenir dar sentido, a un nivel serio, a la integridad. No puede hacer-10 por la razon muy oos~ca de que sOlo puede elaborar el sen­tido mas superficial del deseo y de la accion humana; y por consiguiente solo puede elaborar un sentido mu}' pobrede 10 I

que se supone que es su propia especialidad, la felicidad;

2 LA ESTRUCTURA DEL CONSECUENCIALISMO

No se puede sostener que todo, de cualquier categoria, 10 que tiene valor, 10 tiene en virtud de sus consecuencias. Si esto fuera asi, se proseguiria para siempre, y habria obvia­mente una regresion irremediable. Este regreso seria irreme­diable incluso si se adopta la concepcion, que no es absurda, segun la cual aunque los hombres se fijen metas y trabajen para ellas, muy a menudo no es realmente el fin supuesto, sino el esfuerzo hacia el, 10 que valoran -real mente viajan no para llegar (puesto que tan pronto como han llegado parten para algun otro sitio), sino que mas bien eligen algun sitio al que llegar, para viajar-. Incluso en esta concepcion no todo tendria valor consecuencial; 10 que tendria valor no-conse­cuencial seria de hecho viajar, incluso aunque la gente tuviera que pensar que el viaje tiene el valor consecuencial, y otra cosa -el destino- el valor no-consecuencial.

Si no todo 10 que tiene valor 10 tiene en virtud de conse­cuencias, entonces presumiblemente hay algunos tipos de co­sas que tienen valor no-consecuencial, y tambien algunas cosas particulares que tienen tal valor porque son instancias de aquellos tipos. Digamos, usando un termino tradicional, que algo que tiene este tipo de valor tiene valor intrinseco 2. En­tiendo que la idea central del consecuencialismo es que' los unicos tipos de cosa que tiene valor intrinseco son los estados de cosas, y que cualquier otra cosa que tiene valor 10 tiene porque conduce a algun estado de cosas intrinsecamente vali­do.

2 La terminologia de cosas «que son valiosas», «que tienen valor intrinse­co», etc., no signitica plantear cuestiones de una teoria general del valor. Las teorias no cognitivas, como la de SMART, serian capaces de reconocer las dis­tinciones hechas aqui.

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Sin embargo, ~cminto dice esto? ~Consigue distinguir el consecuencialismo de cualquier otra cosa? La dificultad estriba en que el termino «estado de cosas» parece que, en conjunto, permite demasiado excluir cualquier cosa: ~puede representar­se formalmente la no obtencion de absolutamente nada como unestado de cosas? Una concepcion kantiana de la morali­dad, por ejemplo, se piensa ordinariamente como opuesta al consecuencialismo, si 10 hay; al menos, si alguien fuera a mostrar que el kantismo colapsa en consecuencialismo, tal de­mostracion seria producto de un argumento largo y no obvio, y no ocurriria a raiz de una definicion. Pero en la consideracion presente se conside.ra que el kantismo puede ser instantanea­mente transformado en un tipo de consecuencialismo -un tipo que identifica los estados de cosas que tienen valor intrinseco (0 al menos valor moral intrinseco) con los que consisten en accio­nes que son realizadas por mor del deber J. Necesitamos algo mas para nuestra especificacion si ha de ser la especificacion de algo distintamente consecuencialista.

La finalidad de decir que el consecuencialismo adscribe Vl!_= lor intrinseco a estados de cosas es contrastar estados de cosas con otros candidatos a tal valor: en particular, quiza, accio­nes. Una marca distintiva de consecuencialismo puede ser esa mas que el considerar el valor de las acciones como siempre ; consecuencial (0, como podemos decir mas generalmente, de­rivativo) y no intrinseco. EI valor de las acciones estribaria entonces en sus propiedades causales, de producir estados de cosas valiosos; 0 si no derivaran sus val ores de esta manera simple, derivarian dando un rodeo, como por ejemplo, expre­sando algun motivo, 0 de acuerdo con alguna regIa, cuya ope­racion en la sociedad copduciria a estados de cosas deseables. (Hasta donde puedan ser llevadas tales derivaciones indirectas sin destruir 10 significativo del consecuencialismo es algo que vamos a considerar mas tarde.)

Insistir en que 10 que tiene un valor intrinseco son los es­tados de cosas y no las acciones parece ser un rasgo importan­te del consecuencialismo. Puede ser que todavia no hayamos

J Un punto seiialado por SMART, p. 22.

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LA ESTRUCTURA DEL CONSECUENCIALISMO 95

alcanzado 10 que queremos, y que la restriccion sea ahara de­masiado severa. lEs posible que algunas acciones, de forma compatible con el consecuencialismo, puedan tener valor in­trinseco? Esta es una cuestion que tiene un interes especial para el utilitarismo, es decir, la forma de consecuencialismo concieme particularmente a la felicidad. Tradicionalmente los utilitaristas han tendido a considerar la felicidad 0, de nuevo, el placer, como experiencias 0 sensaciones que esten relacio­nadas con acciones y actividades como el efecto con la causa; y, supuesta esta concepcion, el utilitarismo considerara como derivativo el valor de toda accion, reservando el valor intrin­seco a las experiencias de felicidad, Pero esta concepcion de las relaciones entre accion y placer 0 felicidad se reconoce ge­neralmente que es inadecuada. Decir que un hombre encuen­tra ciertas acciones 0 actividades agradables, 0 que Ie hacen feliz, 0 que encuentra su felicidad en ellas, no es decir cierta­mente que tales actividades inducen ciertas sensaciones en el (yen el caso de la felicidad, es dudoso si es eso 10 que signifi­ca siempre), mas bien significa cosas tales «entre otras» como que el hombre en cuestion disfruta haciendo esas cosas por mor de elias mismas. Trivializaria la discusion del utilitaris­mo ligarlo por definicion a concepciones inadecuadas de feli­cidad 0 placer, y debemos ser capaces de reconocer como ver­siones del utilitarismo aquellas que toman (como hacen las versiones mas modemas) como nocion centralIa de satisfac­cion y la conectan con las actividades en las que un hombre elegiria libremente comprometerse. Pero las actividades en las que un hombre se compromete por su propio bien son activi­dades en las que encuentra valor intrinseco. As! cualqui~ es­pecificacion del consecuencialismo que excluya logicamente que la accion 0 actividad tengan valor intrinseco sera dema­siado restrictiva incluso para admitir el caso central, el utilita­rismo, tan pronto como asume una concepcion mas sofistica­da y adecuada de su valor basi co de felicidad.

As! pues, hasta ahora, parece que tenemos una especifica­cion del consecuencialismo que es demasiado generosa para excluir algo, yotra que es demasiado restrict iva para admitir incluso el caso central. Estas dificultades surgen al admitir sin problema las acciones entre los estados de cosas deseables, 0

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al excluir vacuamente todas las acciones de la categoria de los estados de cosas.

Ayudani, al hacer esto, introducir la nocion de la accion correcta para un agente en las circunstancias dadas. Supongo que en cualquier forma de consecuencialismo directo, y cier­tamente en el utilitarismo del acto, la nocion de accion co­rrecta en circunstancias dadas es una nocion maximizante 4: la accion correcta es aquella que fuera de las acciones asequibles al agente produce 0 representa el grado mas alto de cualquie­ra que sea el sistema en cuestion, en cuanto a 10 intrinseca­mente valorable -en el caso central, el utilitarismo, este es na­turalmente la felicidad-. En este argumento, me limitare al consecuencialismo directo, para el cual «accion correcta» es incualificadamente una nocion maximizante. La nocion de la accion correcta como aquella que, de las alternativas posibles, maximiza el bien (don de este abarca, en circunstancias desfa- . vorables, la minimizacion del mal), es una nocion objetiva en el sentido de que es perfectamente posible para un agente ser ignorante 0 estar equivocado, e ignorante 0 equivocado sin culpabilidad, ace rca de 10 que es la accion correcta en deter­minadas circunstancias. As! la valoracion por otros de si el agente hizo, en este sentido, 10 correcto, no esta ligada por el estado de conocimiento del agente en el momento, y la pre­tension de que hizo 10 equivocado es compatible con el reco­nocimiento de que obro tan bien como cualquiera en su esta­do de conocimiento podria haber obrado s. Puede sugerirse que, contrariamente a esto, hemo,~ introducido ya las condi­ciones subjetivas de accion al hablar de la mejor de las accio­nes asequibles a el: si es ignorante 0 esta mal informado, en­tonces las acciones pueden parecernos asequibles en un senti­do real. Pero esto seria una exageracion; la nocion de asequi­bilidad introduce algun tipo, pero no todos, de condicion sub­jetiva. Por encima y antes de la cuestion de las acciones que, supuesta su situacion y poderes, no fueran fisicamente asequi­bles al agente, podriamos quiza afiadir que un curso de accion no es real mente asequible a un agente si su situacion histori-

4 cr. definicion de SMART. p. 55. S En terminologia de SMART. (<10 racional», pp. 56-57.

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LA ESTRUCTURA DEL CONSECUENCIALISMO 97

ca, cultural 0 psicologica es tal que posiblemente tal accion no podia sucederle. Pero es apenas razonable extender la no­cion de inasequibilidad a las acciones que simplemente no Ie ocurren; y es absurdo extenderla a las acciones que Ie ocu­rran, pero cuando estaba mal informado sobre sus consecuen-cias .•

As! pues, si un agente hace 10 correcto, lleva a cabo la me­jor de las alternativas disponibles para el (donde esto, de nue­vo abarca 10 menos malo: omitiremos este aditamento de ah~ra en adelante). De manera standard, la accion sera co­rrecta en virtud de sus propiedades causales, de conducir en forma maxima. a estados de cosas buenos. A veces, sin embar­go, la relacion de la accion con los estados de cosas buenos puede no ser la de la causa al efecto .-los estados d~ ~osas buenos pueden ser constituidos, ° parclalmente constItUldo~, por el hacer del agente que actua (como cuando conforme al Utl­litarismo disfruta haciendolo, y no hay ningun proyecto asequi­ble para el que Ie produciria mas felicidad a el 0 a alguien mas).

Aunque esto puede ser asi en el conscuencialismo, parece haber una diferencia importante entre esta situacion y una si­tuacion en la que una accion sea correcta por alguna razon no consecuencialista, como, por ejemplo, en el caso de una mo­ralidad kantiana. \Esta diferencia podria se.r ~ubray.ada intuiti­vamente diciendo que para el consecuenclahsmo mcluso una situacion de este tipo en la que la accion posee valor intrinse­co es una situacion en la que la correccion del acto se deriva de la bondad de un cierto estado de cosas -el acto es correcto porque el estado de cosas en que consiste su ser realizado es mejor que cualquier otro estado de cosas accesible al agente-; mientras que para el no-consecuencialista esto es .algunas ve­ces, al menos, dar un rodeo, y un estado de cosas que es me­jor que las alternativas es as! porque consiste en el ser ejecuta­do el acto correcto. Esta descripcion intuitiva de la diferencia capta algo de eso, pero necesita hacerse con mayor precision.

Podemos dar un paso para precisarla, quiza, de la manera siguiente. Supongamos que S es alguna situacion concreta particular. Consideremos el enunciado, hecho acerca de algun agente particular,

(1) En S, el hizo 10 correcto al hacer A.

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98 UNA CRITICA DEL UTI LIT ARISMO

Para los consecuencialistas, (I) implica un enunciado de la forma:

. (2) El estado de cosas P es mejor que cualquier otro estado de cosas accesible para el; d.on?e que un estado de cosas es «accesible» para un agente slgmfica que es un estado de cosas que es consecuencia de 0

esta constituido por, su hacer un acto asequible para el (p~ra esto, ver arriba); y P es un estado de cosas accesible para el solo en virtud de su hacer A 6.

Ahora bien, en el caso excepcional en el que precisamente su hacer A tiene valor intrinseco, volvemos a (2).

(3) EI e~tado de cosas que consiste en su hacer A es mejor que cualqUier otro estado de cosas accesible para el.

La posibilidad de este tipo de caso planteaba la dificultad de no ser capaz de distinguir entre un consecuencialismo so­fisticado y un no-consecuencialismo. Asi pues, la cuestion es: si (3) es 10 que consideramos consecuencialismo en este tipo de casos, ies 10 que un no-consecuencialista consideraria como implicado por (I)? Si es asi, no podemos determinar la dife­rencia entre ellos. Pero la respuesta de hecho parece ser «no».

Hay dos razones para esto. Una razon es que un no-conse­cuencialista, aunque inevitablemente debe poder dar senti do a (I), no tiene que ser capaz de darselo a (3) en absoluto, mien­t~as que el consecy.encialista, natural mente, da sentido a (I) solo porque se 10 da a (3). Aunque el no-consecuencialista se refiera a las acciones correctas -tales como cumplir las pro­mesas- puede que no tenga ningun modo general de comparar estados de cosas desde un punto de vista moral. Ciertamente, veremos mas tarde y con mas profundidad que estos argumen­tos esquematicos reconocen que el enfasis sobre la comparabi­lidad necesaria de situaciones es un rasgo peculiar del conse­cuencialismo en general, y del utilitarismo en particular.

Un tipo diferente de razon aparece si suponemos que eI no­consecuencialista admite, en general, comparacion entre esta-

6 «Solo» puede parecer un poco fuerte, pero entiendo Que es una demanda razonab.le, a causa de su ~acer 10 co~recto .en S, .Que su accion se elija de las alternatlv~s. Un detalle mas: se.debena declr estnctamente no Que (I) implica un enunclado de la forma (2), SinO Que (I) implica que hav un enunciado ver-dadero de esa forma. .

LA ESTRUCTURA DEL CONSECUENCIALISMO 99

dos de cosas. AS1, podriamos suponer que algun no-conse­cuencialistaeonsideraria mejor estado de cosas aquelen el que la mayor parte de la gente cum pie sus promes~s, y las cum pie por razones no-consecuencialistas. Mantemendo ~a consistencia con 10 anterior pod ria aceptar, en un caso partI­cular, 10 siguiente: que X haria 10 co?"ect? sO,lo si cum~li.e~a su promesa; que cumplir su promesa ImpiIcana .(0 conslstlfl.a en) hacer A· que otras diversas personas, en reaiIdad, cumph­rian sus pr~mesas (y por razones correctas) sl y solo sl X no hiciera A. Hay todo tipo de situaciones en las que esta clase de cosas serla verdad; aSl, puede darse el caso de que un efec­to de que X haga A seria proporcionar algun incentivo a los demas que les lIevaria a faltar a las promesas que de ot~ ~a­nera habrian cumplido. De tal modo un no consecuenclahsta puede mantener a la vez que es mejor estado de cosas aquel en el que cumple sus promesas mas gente, y que 10 que es co­rrecto que haga X es algo que ocasiona que pocas p~~mesas se cumplan. Mas aun, es evidente cual es la concepcIOn de las cosas que acompaiia al mantener eso. Es aquella en la que, aun cuando desde un punto de vista abstracto un estado de cosas sea mejor que otro, no se sigue que un agente dado de­beria considerar como asunto suyo el producirio, aunque pu­diera hacerlo perfectamente. Mas que esto, pudiera ser que no pudiera considerario como asunto su~o .. Si la bondad .del mundo hubiera de consistir en el cumphmlento de sus obhga­ciones por parte de la gente, no se seguirla en modo alguno que una de mis obligaciones es conseguir que la gente cumpla sus obligaciones. ,

Naturalmente, ninguna persona cuerda creena realmente que la bondad del mundo consiste pre~isamente en .que-Ia gente cumpla sus obligaciones. Es un eJemplo para Ilustrar que para el no-consecuencialismo (3), como era de esperar, ~o se sigue de (I). Y asi, incluso admitiendo, qu~ a.lgun.as acclO­nes tienen valor intrinseco, podemos todavla dlstIngUir el con­secuencialismo. Asi pues, una concepcion consecuencialista es aquella en la que un enunciado de la forma (2) se sigue de un enunciado de la forma (I). Una concepcion no-consecuen­cialista es aquella en la que esto no es aSI -ni incluso cuando el enunciado (2) toma la forma especial de (3).

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100 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

Lo que no es decir, en absoluto, que la alternativa al con­$~.uencialismo es tener que aceptar que hay algunas acciones que deberian hacerse siempre, 0 algunas que no deberian ha­ce~se, nunca, cualesquiera que fueran 'sus consecuencias: esta es una posicion mucho mas estricta que cualquiera que sea implicad~, tal como yo he definido las cuestiones, por la ne­gaci6n. del consecuencialismo. Tal como estan las cosas, todo 10 que es implicado por la negacion del con&ecuencialismo es que, respecto a algun tipo de accion, hay algunas situaciones en las que seria correcto hacerla, aun cuando el estado';Qe ca­sas producido fuera peor que algun otro estado de cosas ase­quible. La pretension de que hay un tipo de accion .que es'~o­ni:cta sean cualesquiera las consecuencias puede ser. plantea­da diciendo que Con respecto a algun tipo de accion, supuesto que eita adecuadamente especificada, entonces, sea cual sea la situacion, sera correcto ejecutarla, dado cualquier otro estado de cosas que pudiera ser accesible, aunque sea mucho mejor que el estado de cosas producido por la ejecucion de la accion citada.

Si esa formulacion algo mooreana no ha ocultado irreme­diablemente 10 significativo, se vera que esta segunda posicion -la de cualesquiera que sean las consecuencias- es mucho mas estricta que la primera, el mero rechazo del consecuencialis­mo. Es perfectamente consistente, y podria pensarse co~ una muestra de sentido, creer, aun no siendo consecuencialis- ,,~ ta, que no habria ningun tipo de accion que satisfaciera esta segunda condicion: que si una especificacion adecuada (y que no suponga una petitio principii) de un tipo de accion ha sido dada con anterioridad, es siempre posible pensar en alguna si­tuacion en la que las consecuencias de llevar a cabo la accion especificada serian tan terribles que seria correcto hacer otra cosa.

Naturalmente, se puede pensar que hay algun tipo de ac­cion que satisface esta condicion; aunque me parece poco Cla­ro como se podria tener fe en una lista de tales acciones a me-nos que se supiera que tienen justificacion sobrenatural. AI­ternativamente se puede pensar que aunque hay logicamente una diferencia entre las dos posiciones, en la realidad social y psicologica son una misma cosa, puesto que tan pronto (po-

LA ESTRUCTURA DEL CONSECUENCIALISMO 101

dria pretenderse) como la gente renuncia a pensar en termi.nos de que ciertas cosas son correctas 0 equivocada~ cu.alesqUlera

ue sean las consecuencias vuelve a pensar en termmos pura­~ente consecuenciales. Esto puede presentarse como una pr~-

.. 'n muy general acerca del pensamiento huma~<?, 0 (mas POSICIO . ., . I" ace rca de plausiblemente) como una proposlclOn SOCIO oglca " . ciertas situaciones de cambio social, en. la que el utlhtansmo (en particular) parece la unica alternatlva cohe~ente para un ruino~o conjurlto de valores. Al nivel de lenguaje, ~o es n~d~

I· nue el usa de la palabra «absoluto» refleje, y ~Ul~a va IOS0 "1 ., d mngun

·,tambien fomente, .esta asociacion: la pretensIOn. e que tipt),de Mcion es «absolutamente correcta» -dejando. aparte el sentido 'de que la correccion de algo dep,ende del sls~e?Ia de valores de una sociedad (la confusa doctnna d~! relatlvlsmo)­puede significar 0 bien que ningun tip? de aC~IOn es corre~ta~ cuales-quiera-que-sean-sus-.consecuenclas, 0 b~en, alternatlva­mente que «todo depende de las consecuenClas», est~ es, en cada ;aso la decision de si una accion es correcta esta deter-_ minada por sus consecuencias. . ,

Puede encontrarse en esto un tipo parti~ular de conex~~n psicologica -0 en un uso anticuado de~ terml~o, una con~xIOn «morah>- entre las dos posiciones. SI la gente no conslde:a ciertas cosas como «absolutamente extern~s», ~ntonces estan preparados para empezar a pensar s~bre sltuaclOnes extremas en las que podria justificarse excepclOnalmente 10 que no 10 seria de otra man era. Si consiguen aclarar. 10 q~e creen, esta­ran preparados para compara; d!fer~ntes sltuaclOnes extremas y preguntar que accion estana justlfica~o ~n, e~las. Pero una vez que se han acostumbrado a ello, sus l?hlblCIOnes en tQ~O al pensarlo todo en terminos consecuenclales desaparecen. la diferencia entre las situaciones extremas y las menos e~tremas se presenta ya no como una diferencia entre 10 excepcIOnal y 10 usual, sino entre 10 mayor y 10 men or y puede parecer. to­talmente irracional no desplegar en 10 menor los pensamlen­tos consecuenciales que uno es~aria d~spuesto a des~legar. en 10 mayor. A fortiori puede deClr algUlen: pero habna temdo que completar ya este proceso para verlo como un caso de a fortiori. d . ,

Ademas, se podria considerar este proceso de a aptaclOn

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J

102 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

al consecuencialismo no simplemente como un elemento tri­vial de asociacion psicologica, sino como encubriendo una es­tructura de pensamiento mas elaborada. Se podria tener la idea de que 10 impensable es una categoria moral; y de mas de una forma: Podria ser un rasgo del punto de vista moral de un hombre el que considerara ciertos cursos de accion como impensables, en el sentido de que no abrigaria la idea de lle­varIos a cabo: y la prueba de ella puede ser, en muchos casos, simplemente que noentraria en su cabeza. Contemplar ciertas alternativas, considerarIas realmente como alternativas, es algo que el entiende como deshonroso 0 moralmente absurdo. Pero podria igualmente encontrar inaceptable considerar 10 que hacer en ciertas situaciones concebibles. Pueden ser logi­camente 0 empiricamente concebibles, pero no son moral­mente concebibles para el, significando con ella que su ocu­rrencia como situaciones que Ie ofrecen una eleccion no re­presentarla un problema especial en su mundo moral, sino algo que coloca mas alIa de sus limites. Para el, hay algunas situaciones tan monstruosas que la idea de que los procesos de racionalidad moral pudieran proporcionar una respuesta en sl mismos es absurda: son situaciones que trascienden las cuestiones humanas de deliberacion moral tan enormemente que desde un punto de vista moral ya no puede importar 10 que ocurra. 19ualmente, para el, pasar el tiempo pensando 10 que decidiria si estuviera en tal situacion es tambien insensato cuando no meramente frivolo.

Para tal hombre, y ciertamente para cualquiera que este preparado para tomarle en serio, la demanda, en palabras de Herman KAHN, de pensar fo impensable no es una demanda de racionalidad incuestionable, predispone contra una negati­va cobarde 0 inactiva a seguir los pensamientos morales de uno. El hombre en cuestion ve la racionalidad no meramente como un requerimiento que se Ie dirige a el, sino a las situa­ciones en, y sobre, las que tiene que pensar; a menos que la circunstancia revele una cordura minima, es insensatez intro­ducir en ella la correccion de la cordura. La racionalidad con­secuencialista, sin embargo, y en particular la racionalidad utilitarista, no tiene tales limitaciones: tomar 10 mejor de un oficio malo es una de sus maximas, y tendra algo que decir

LA ESTRUCTURA DELCONSECUENCIALISMO 103

incluso sobre la diferencia entre masacrar siete millones y ma­

sacrar siete millone~ y un? rt ntes en tomo a la idea de 10 Hay otras .cuestlOnes lm

p::o ueden ser ~eguidas aqui.

moral mente lmpen~a~~e q~ pel ~ue puede jugar en el rela­Aqui nos hem.os re en 0,: ~: sea un error, la idea de que no cionar de algUlen, por m,a ~ d endientemente de las conse­hay nada que.·sea c~rrecto : e~e todo depende de las conse­cuencias y l~ ldea dl erente . n q ueda, de una manera u otra, cuenci.as. Mlentras que algu~~ea~ a la otra, es muy importante moverse des~e una de e~~as 1 t . especial mente importante en que las dos ldeas sean dl eren es·

d· do las razones tradicionales

un mun~o. en el q~e hem~Se~e~e~o tenemos razones mas ,9ue para reslstlr a la pnmera l, .. suficientes para temer a la segunda. . .

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3 RESPONSABILIDAD NEGA TIV A:

Y DOS EJEMPLOS

Aunque he definido el ser accesible un estado de cosas pa~a7 un. agente en terminos de las acciones que son accesibles a ~I : sm embargo es la primera noci6n la que es realmente ~as Imp0t;~nte para el consecuencialismo. EI consecuencia­'I~srrto es basICamente indiferente a sl un estado de cosas con'-slste en 10 que. hago 0 si es producido por 10 qU6 hago en dond~ esta nO~16n es 10 suficientemente amplia para in€iuir, por ejemplo, -sltuaciones en las que otras personas hacen cosas ~u~ yo les he hecho hacer, 0 les he pennitido hacer, 0 les he IDcltado a hacer, 0 les h.e ?ado 'a elegir hacer. Todo aquello en 10 ql}e el consecuen~lahsmo esta interesado es en la idea de 'que estos hec.~o~ son co~secuencias de 10 que hago, y que esto ~s una rela~lOn 10 suficlentemente amplia para incluir las relaclOnes men<:lOnadas, y much as otras.

Justamente cual sea esta relacion es una cuesti6n diferente y al menos tan oscura como la naturaleza de su relativo cau~ sa y efecto. No inten~are resolver esta cuesti6n; contar~ con cas?s en .Ios que supongo que cualquier consecuencialista se vena obhg~do a considerar las situaciones en cuesti6n como consecuenclas de 10 que el agente hace. Hay casos en los que las consec~~ncias supuestas estan en umi relaci6n tan remota con la acclOn, qu~ algu~as. veces es dificil afirmarlas a partir de u~ 'pu.nto de vIsta pract~co, pero que no plantean ninguna cu~st~on IDteresante para la investigaci6n presente. Los puntos mas mteresantes acerca del consecuencialismo se encuentran en otr~ pan:e. Hay ciertas situaciones en las que la causaci6n de la sltuaclon, la relaci6n que tiene con 10, qu'e yo hago, Ino

7 Yer la seccian ultima, p. 98.

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RESPONSABILIDAD NEGA TIY A 105

es remota ni problematica en sf misma, y justifica enteramen­te la pretensi6n de que la situaci6n es una consecuencia de 10 que yo hago: por ejemplo, es bastante claro, 0 razonablemente claro, que si hago una cosa determinada se producira esta si­tuaci6n, y si no, no se producira. Asi desde un punto de vista consecuencialista, el c:ilculo de consecuencias entra junto con cualquier otro estado de cosas accesible para mi. Al menos, desde algun punto de vista no consecuencialista, hay una dife­rencia vital entre algunas situaciones tales y otras: a saber, que en algun eslab6n vital en la producci6n del resultado eventual esta previsto por alguien hacer alguna otra cosa. Pero para el consecuencialismo todas las conexiones causales estan al mismo nivel, y no establece ninguna diferencia, hasta donde es posible, si la causaci6n de un est~do de cosas dado

. proviene de otro agente 0 no. C;orrespondientemente, no hay ninguna diferencia relevan-

, te que consista precisamente en un estado de cosas que eS' producido por mi, sin intervenci6n de' otros ~gentes; aunque algunas diferencias genuinamente causales que envuelven una diferencia de valor pueden corresponderle (como cuando, por ejemplo, los of1'os agentes derivan placer" Q dolor de la ppera­ci6n), este tipo de diferencia sera incluida ya en la especifica­ci6n del estado de cosas que ha de ser producido. Supuesto que los estados de cosas han sido adecuadamente descritos en termino~ causal y valorat1vamente relevantes, no establece ninguna otra diferencia comprensible quien sea el que los produzca. Ello es asf porque el consecuencialismo atrib'uye val ores en ultimo extremo a los estados de cosas, y se refiere a cuales" son los estados de cosasque contiene el mundo, esto envuelve esencialmente la noci6n de responsabilidad negati­va: que si yo soy siempre responsable de algo, entonces debo ser tambien responsable de aquellas cosas que pueda 0 deje de prevenir, como 10 soy de las cosas.que yo mismo, en el senti­do cotidiano mas estricto, produzco 8. Aquellas cosas, las pri-

8 Se trata de un sentido muy· modesto de «responsabilidad», introducido meramente por la capacidad para decidir y reflexionar sobre 10 que se debe hacer. Esto escapa 'pr~umiblemente a la prohibician de SMART (p. 64) sobre la nocian de «Ia respohsabilidad» como «un sinsentido metafisico~) -sus notas parecen refcdrse sola mente a situaciones de culpa interpersonal. Para las limi­taciones en torno a esto', ver mas adelante, seccian 6 (pp. 134 Y ss.).

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106 UNA CRITICA DEL unLIT ARISMO

meras, deben entrar tam bien en mis deliberaciones, como agente moral responsable, al mismo nivel. Lo que importa es que estados de cosas contiene el mundo, y aSI 10 que importa con respecto a una accion dada es que ocurre si se ejecuta 'y que ocurre si no se ejecuta, y esas son cuestiones no afectadas intrinsecamente por la naturaleza del lazo causal, en particular por el hecho de que el resultado sea parcialmente producido por otros agentes.

La doctrina fuerte de la responsabilidad negativa fluye di­rectamente de la asignacion consecuencialista de valor ultimo I

a los estado.s de cosas. Considerado desde otro punto de vista, puede ser VISto tambien como una aplicacion especial de algo que es favorecido en muchas concepciones morales no conse­cuencialistas -algo que, ciertamente, algunos pensadores han estado dispuestos a considerar como la esencia de la morali­dad misma: un principio de imparcialidad-. Tal principio pretendeni que no puede haber ninguna diferencia relevante desde un punto de vista moral que consista, precisamente, en el hecho, no muy explicable en terminos generales, de que re­sulten beneficios 0 perjuicios para una persona mas que para otra -«soy yo» no puede ser nunca por sl mismo una razon moralmente comprensible 9_. Podemos considerar que el con­secuencialismo tiende a la produccion de este principio fami-' liar con respecto a la recepcion de benerycios y perjuicios: desde un punto de vista moral, no hay una diferencia com­prensible que consista en que yo produzca un cierto resultado mas que en que 10 produzca cualquier otra persona. No es meramente una paradoja superficial que la doctrina de la res­ponsabilidad negativa represente de esta manera el extrema de la imparcialidad, y hace abstraccion de la identidaddel agente, dejando precisamente un punto de intervencion causal en el mundo. Contribuye a explicar el porque puede parecer que el consecuencialismo expresa para algunos una actitud mas seria que los puntos de vista no-consecuencialistas, el por­que parte de su atractivo 10 ejerce sobre un cierto tipo de per-

• 9 Hay una tendencia en algunos escritores a sugerir que esta no es una ra­zon comprenslble en abso~uto. Pero esto, sospecho, se debe a la importancia abrumadora que estos escntores adscnben al punto de vista moral.

RESPONSABILIDAD NEGA TIV A 107

sonas muy inteligentes. Ciertamente, ello es parte de 10 que tiene de incorrecto.

Durante cierto tiempo hemos estado operando a un nivel excesivamente abstracto. Esto ha sido necesario para aclarar mas en terminos generales las diferencias entre los consecuen­cialistas y otras concepciones; una pretension que es impor­tante si queremos conocer que caracteristicas de estas concep­ciones conducen a que resultados para nuestro pensamiento. Consideremos ahora mas concretamente dos ejemplos para ver 10 que el utilitarismo nos podria decir sobre ellos, 10 que nosotros podriamos decir sobre el utilitarismo y, 10 mas im­portante de todo, 10 que seria implicado por ciertas maneras de pensar sobre las situaciones. Los ejemplos son inevitable­mente esquematicos, y estan abiertos a la objecion de que plantean tantas cuestiones como resuelven. Hay dos maneras en particular en las que los ejemplos en filosofia moral tien­den a plantear cuestiones importantes. Una esque, como pre­sente, recortan y restringen arbitrariamente el conjunto de cursos de accion alternativos -esta objecion podria hacerse particularmente contra el primero de mis dos ejemplos-. La segunda es que inevitablemente los ejemplos Ie presentan a uno la situacion como algo que esta ocurriendo y dejan fuera cuestiones en torno a como el agente entra en ello, y de forma correspondiente cuestibnes sobre consideraciones morales que podrlan nacer de ella: esta objecion puede, quiza, plantearse especial mente con respecto a la segunda de mis dos situacio­nes. Estas dificultades, sin embargo, han de ser aceptadas, y si alguien encuentra estos ejemplos marcadamente defectuosos a este respecto, entonces debe replantearselos por SI mismo de una manera mas rica y con menos petitio principii. Siconsi­dera que ninguna presentacion de cualquier situacion imagi­nada puede ser nunca otra cosa que un malentendido en mo­ralidad y que no puede haber ningun sustituto para la com­plejidad concreta experimentada de las situaciones morales actuales, entonces la discusion con el debe llevar, ciertamente, a un punto muerto; pero entonces uno puede preguntarse le­gltimamente si toda discusion con el acerca de la conducta no quedara detenida, incluyendo cualquier discusion sobre las si­tuaciones actuales, Imesto que la discusion en torno a como

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108 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

se pensaria y se juzgaria sobre situaciones algo diferentes de la ~ctual (es decir.' situaciones en alguna medida imaginarias) Juega un papel lmportante en la discusion de la situacion ac­tual.

(1) Jorge, que'acaba de conseguir su doctorado en Quimi­ca, en~uentra ~uchas dificultades para obtener un empleo. No esta muy bIen de salud, 10 cual disminuye el numero de empleos que ~s capaz ?e desempefiar satisfactoriamente. Su esposa ha de .l~ a trabaJar para man teneri os, 10 que produce una gran tenslOn porque tienen nifios pequefios y hay graves p.roblemas para cu!~arIos. Los resultados de todo esto, espe­cI~lmente en los nmos, son muy perjudiciales. Un viejo qui-. mlco, que conoce su situacion, dice que puede proporcionar a Jorg~ un ~mpleo decentemente pagado, en cierto laboratorio que m~eshga en el campo de la guerra quimica y biologica. Jorge ~IC~ que ~o ~~ede aceptario porque esta contra la gue­rra qUlmlca y blOloglca. El viejo replica que a el tampoco Ie gusta, que ta~poco esta hecho para eso, pero que despues de todo la n.egatlva de Jorge no hara desaparecer el empleo 0 el laboratono; 10 qU,e es mas, Ie consta que si Jorge rechaza el empleo se Ie ?aran con. toda seguridad a un compafiero de Jorge ~ue ~o hene los mlsmos escnipulos y que probablemen­te esta cahficado pa~a impulsar la investigacion con mayor cel~ ,que Jorge 10 haria. Realmente, no ha sido solo la preocu­paclO~ por Jorge y su familia, sino (para hablar franca y con­fidenclalmente) una cierta alarm'l ante el exceso de celo del otro, 10 que .ha lIevado al viejo a ofrecer usar su influencia . para co~segUlrie el empleo a Jorge ... La esposa de Jorge, a la que esta profundamente unido, tiene unos puntos de vista (a cuyo detalle no hace falta ~eferirnos) de los que se sigue que al menos no hay nada partlCularmente incorrecto en investi­gar en el campo de la guerra quimico-biologica. l.Qu6 deberia hacer Jorge?

(2) Jaime se encuentra en la plaza mayor de una pequefia lo~alidad su.da~ericana. Puestos contra un muro hay una vemtena de mdlOs, la mayoria aterrados, un os pocos desafian­tes, y frente a ellos estan varios hombres de uniforme arma­dos .. Un hombre corpulento, vestido con una sudada camisa caquI, resulta ser el capitan al mando del peloton y, despues

RESPONSABILIDAD NEGA TIV A 109

de un amplio interrogatorio a Jaime, que establece que este se encuentra alli por accidente mientras acompafia a una expedi­cion botanica, explica que los indios son un grupo de habitan­tes elegidos al azar que, a consecuencia de unos recientes ac­tos de, protesta contra el gobierno, van a ser fusilados para re­cordar a otros posibles descontentos las ventajas de no protes­tar. Sin embargo, puesto que Jaime es un visitante honorable de otro pais, el capitan tiene la satisfaccion de ofrecerIe, como un privilegio de invitado, el matar Jaime mismo a uno de los indios. Si acepta, entonces, como nota especial de la ocasion, los otros indios seran puestos en libertad. Naturalmente, si rehusa, no hay ocasion especial, y Pedro hara 10 que iba a hacer cuando Jaime llego, y los matara a todos. Jaime, en un deses­perado recuerdo de sus imaginaciones escolares, se pregunta si en el caso de que tuviera un revolver podria matar al capitan, Pedro, y a sus hombres, pero es bastante claro que nada de eso puede hacerse: cualquier intento de este tipo significaria la muerte para todos los indios y para 61 mismo. Los hombres condenados, y los vecinos del pueblo, conocen la situacion, y Ie suplican obviamente que acepte. l.Que debe ria hacer?

Ante estos dilemas, me parece que el utilitarismo replica­ria, en el primer caso, que Jorge debe aceptar el empleo, y en el segundo, que Jaime debe matar al indio. No solo el utilita­rista daria estas respuestas, sino que, si las situaciones son esencialmente como se han descrito y no hay mas factores es­peciales a considerar, a mi mismo me parece que obviamente son las respuestas correctas. Pero muchos de nosotros pregun­tariamos ciertamente si en (1) esa seria posiblemente la unica respuesta posible; y en el caso de (2), incluso quien llegue a pensar que quiza esa era la respuesta, podria muy bi@ pre­guntar si esa seria la respuesta obvia. No es solo una cuestion de correccion de estas respuestas. Es tambien una cuestion de

. que tipo de consideraciones nos Bevan a encontrar la respues­tao Un rasgo del utilitarismo j!S que deja fuera un tipo de con­sideracion que para algunos otros marca una diferencia res­pecto a 10 que sienten ace rca de tales casos: una consideracion que en vue Iva la idea, como podriamos plantear en principio y muy simplemente, de que cada uno de nosotros es especial-

. mente responsable de 10 que el hace, mas que de 10 que otros

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110 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

hacen. Esta es una idea estrechamente relacionada con el va­lor de la integridad. A menudo se sospecha que el utilitaris-

. mo, al menos en sus formas directas, entiende la integridad cpmo un valor mas 0 menos ininteligible. Intentare mostrar que esta sospecha es correcta. Naturalmente, incluso si esto es correcto, no se seguira necesariamente que debemos rechazar el utilitarismo; quiza, como algunas veces sugieren los utilita­ristas, deberiamos olvidamos de la integridad en favor de co­sas tales como tina referencia al bien general. Sin embargo, si no me equivoc,o, no puedo simplemente hacer esto, puesto que la razon por la que el utilitarismo no puede comprender la integridad es que no puede describir coherentemente las re­laciones entre los proyectos de un hombre y sus acciones.

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DOS TIPOS DE EFECTOS REMOTOS

Algo de 10 que hemos de decir sobre esta cuestion versara sobre las relaciones entre mis proyectos y los proyectos de otra gente. Pero antes de que entremos en ello, deberiamos preguntar primero si vamos a asumir demasiado deprisa cua­les seran las respuestas utilitaristas a los dilemas. En terminos de efectos mas directos de las decisiones posibles, no parece que haya muchas dudas sobre la respuesta en un caso u otro; pero podria decirse que en terminos de efectos mas remotos 0

menos evidentes pueden encontrarse contrapesos que entren en las escalas utilitaristas. Asi podria invocarse el efecto que produce en Jorge una decision de aceptar el empleo, 0 su efecto en otras personas que podrian conocer su decision. Po­dria mencionarse la posibilidad de que haya mas trabajos be­neficiosos en el futuro que Ie serian prohibidos 0 de los que seria descalificado, etc. Tales efectos -en particular, los efec­tos posibles sobre el caracter del agente, y los efectos sobre el publico en general- son invocados a menudo por escritores utilitaristas que tratan problemas en tome a respetar 0 rom­per las promesas, y algunas consideraciones similares pueden invocarse aqui.

Hay una consideracion muy general que es valioso hacer sobre argumentos de este tipo. La certeza que vincula estas hipotesis ace rca de los efectos posibles es usual mente muy baja; en algunos casos, ciertamente, la hipotesis invocada es tan poco plausible que dificilmente seria aceptada si no hu­biera de ser usada para proporcionar la respuesta moral respe­table, como ocurre en la fantasia media en la que uno de los efectos de que alguien diga una mentira particular es debilitar la disposicion del mundo en general para decir la verdad. Las demandas sobre la certeza 0 probabilidad de estas creencias

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112 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

como creencias sobre acciones particulares son mucho mas suaves de 10 que sedan las demandas sobre creencias que fa­vorezcan el curso no convencional. Puede decirse que esto es como debeda ser, puesto que la presuncion debe ser a favor del curso convencional: pero esto parece dificilmente una res­puesta utilitarista, a menos que el utilitarismo se haya orien­tado ya en la direccion de no aplicar las consecuencias al acto particular en absoluto.

Dejando aparte este punto muy general, quiero considerar ahora dos tipos de efecto que a menudo son invocados por los utilitaristas, y que poddan invocarse en conexi on con estos casos imaginarios. La actitud 0 el tono envueltos al invocar estos efectos puede algunas veces parecer peculiar; pero este tipo de peculiaridad pronto lIega a ser familiar en las discu­siones utilitaristas, 'i ciertamente puede ser un logro mantener uno de sus sentidos.

Primero, hay un efecto psicologico sobre el agente. Nues­tras descripciones de estas situaciones no han tenido en cuen­ta hasta ahora como seran Jorge 0 Jaime despues de que hayan optado por un curso u otro; y puede decirse que si to­man el curso que parecia utilitarista a primera vista, los efec­tos sobre ellos mismos seran de hecho bastante malos y 10 bastante extensos como para cancelar las ventajas utilitaristas iniciaies de ese curso. Ahora bien, hay una version de este efecto en la que, para un utilitarista, debe producirse alguna confusion: aquella en la que el agente se siente mal, su con­ducta y reI'aciones posteriores se deterioran, etc., porque eI piensa que ha hecho la cosa equivocada puesto que si el ba­lance de resultados fuera como parecia ser antes de invocar este efecto entonces no ha obrado (desde el punto de vista utilitarista) incorrectamente. Asi esta version del efecto, p,ara un agente racional y utilitarista, no podia posiblemente sena­lar una diferencia de valoracion de 10 correcto y 10 incorrecto. Sin embargo, quiza el agente en cuestion no es un agente to­tal mente racional, y esta dispuesto a tener malos sentimientos cualquiera que sea 10 que ha decidido hacer. Tales senti mien­tos, que son desde un punto de vista estrictamente utilitarista irracionales -un utilitarista puede apuntar que nada se ade­lanta teniendolos-, no pueden, consiste.otemente, tener un

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DOS TIPOS DE EFECTOS REMOTOS 113

gran peso en un calculo utilitario. Considerare por un mo­mento como un argumento sugerir que no deberian tener nin­gun peso en absoluto en tal ccilculo. En suma, el utilitarista podda decir razonablemente que tales sentimientos no debe­dan ser alentados, incluso si aceptamos su existencia, y que darles algun peso es alentarlos. Asi pues, en el mejor de los casos, incluso si han de ser introducidos en el calculo directa­mente y sin omitir nada, su peso debe ser pequeno: son des­pues de todo (yen el mejor de los casos) sentimientos de un hombre. --

Podria parecer que esta consideracion tiene fuerza particu­lar en el caso de Jaime. En el caso de Jorge, sus sentimientos representan una proporcion mas amplia de 10 que ha de ser sopesado, y tienen un caracter mas proporcionado a los otros items en el calculo. En el caso de Jaime, sin embargo, pod ria parecer que sus sentimientos son de muy poco peso compara­dos con otras cosas que estan en juego. Hay una apelacion poderosa y reconocible que puede hacerse en este pun to: que el rechazo de Jaime a hacer 10 que ha sido invitado a hacer seda un tipo de susceptibilidad autoindulgente. Esta es una apelacion que puede hacerse por otros ademas de los utilita­ristas -ciertamente, hay algunos de' sus usos que no pueden ser aceptados consistentemente por los utilitaristas, como cuando esencialmente envuelve la idea de que hay algo des­honroso en tal auto-indulgencia-, pero en algunas versiones es un anna. familiar (y puede decirse que poderosa) del utilitaris­mo. Ulio debe tener claro, empero, 10 que puede y no puede cumplir. Lo mas que puede hacer, hasta donde yo puedo ver, es invitar a que se considere como, por que razones, se e~ede sentir seriamente que 10 que uno esta invitado a hacer es in­correcto en esas circunstancias, y en particular, considerar esti' cuestion desde un punto de vista utilitarista. Cuando el agente no ve la situacion desde un punto de vista utilitarista, la apelacion no puede forzarle a obrar asi; y si da un rodeo para considerarlo desde un punto de vista utilitarista, no hay virtual mente nada para hacer la apelacion. Si no 10 ve desde un punto de vista utilitarista, no vera su resistencia a la invi­tacion, y los sentimientos desagradables que asocia con el he­cho a aceptarla, precisainente como experip.ncias desagrada-

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114 '-'~!A CRIT!CA DEL UTILITARISMO

bles suyas, figuran mas como expresiones emocionales de un pensamiento que seria incorrecto aceptar. Podria preguntarse­Ie, como en el caso de la apelacion, que considere si esta en 10 correcto, y, por consiguiente, si es completamentc serio al ~ensar eso. Pero la afirmacion de la apelaci6n, que el esta slendo auto indulgentemente susceptible, no sera por sf mis­rna una respuesta a la cuestion, ni incluso ayudara a contes­tarla, puesto que esencialmente Ie dice que considerc sus sen­timientos justo como experiencias desagradables que tiene, y no puede, al hacerlo, contestar.la cuestion que plantean cuan­do no son considerados asi, sino que son considerados como i~dicaciones 10 de 10 que piensa que es correcto y equivocado. Sl adopta totalmente el punto de vista utilitarista, entonces n~turalmente considerara estos sentimientos como experien­Clas desagradables suyas. Y puesto que Jaime -al menos- ha H.e,gado a verlos a esta luz, no hay nada para hacer la apela­CIOn, puesto que natura/mente sus sentimientos, considerados as!, no tienen virtualmente ningun peso en relacion con las otras cosas en juego. La apelacion a la «susceptibilidad» no es un argumento que cuente en una consideracion hasta ahora descuidada. Mas aun, es una invitacion a considerar la situa­cion, y los propios sentimientos, desde un punto de vista utili­tarista.

La razon por la que la apelacion a la susceptibilidad pue­de ser muy perturbadora, y por la que se puede estar enerva­do por la sugestion de auto-indulgencia al ir contra considera­ciones utilitaristas, no es que seamos utilitaristas los que no sabemos con certeza que valor utilitarista conceder a nuestros sentimientos morales, sino que somos al men os parcialmente no-utilitaristas, y no podemos considerar nuestros senti mien­tos morales meramente como objetos de valor utilitarista. Puesto que nuestra relacion moral con el mundo viene par­cialmente dada por tales sentimientos, y por un senti do de aquello con 10 que podemos 0 no podemos «vi vim, llegar a considerar aquellos sentimientos desde un punto de vista pu­ramente utilitarista, es decir, como ocurriendo fuera de nues-

10. En l.a mctaetica no-cognotivista, en t6rminos de la cuil prescnta SMART

'li liUlItansmo, el termino «indicaciones» representaria aqui un superenuncia­dn.

DOS TlPOS DE EFECTOS REMOTOS 115

tra propia moral, es perder el senti do de nuestra identidad moral; .. perder, de la forma mas literal, nuestra integridad. En este punto el utilitarismo Ie enajena a uno de sus propios sen­timientos morales; veremos dentro de poco como, mas basica­mente, Ie enajena tambien a uno de sus propias acciones.

As! pues, si real mente se van a considerar los sentimientos desde un punto de vista estrictamente utilitarista, Jaime debe­ria conceder muy poco peso a los suyos; parece casi indecen­te, de hecho, una vez que se ha tornado este punto de vista, suponer siquiera que deberia t<tner sentimientos en absoluto. En el caso de Jorge, se podria considerar que las cosas son li­geramente diferentes. Es interesante, empero, que una razon de por que se podria pensar esto -<lue una persona principal­mente afectada es su esposa- es muy dudosamente evitable para un utilitarista. La esposa de Jorge tiene alguna razon para interesarse en la integridad de Jorge y su senti do de ella; los indios, muy propiamente, no tienen ningun interes en Jai­me. Pero no esta nada claro como describiria el utilitarismo esa diferencia.

Hay un argumento, y fuerte, segun el cual un utilitarista estricto debe ria dar, en los calculos de 10 correcto y 10 equivo­cado, no simple mente poco peso extra a los sentimientos de este tipo, sino que no debe ria darle ningun peso en absoluto. Esto se basa en que, como ya ha sido visto, si un curso de ac­ci.6n es, antes de tomar estos tipos de sentimientos en cuenta, preferible desde un punto de vista utilitarista, entonces los malos sentimientos en torno a ese tipo de accion serlin irra­cionales desde tal punto de vista. Ahora bien, podria pensarse que, incluso si eso es asi, no significaria que en un calcul0 utilitarista tales sentimientos no deberian ser tornados en cuenta; despues de todo es una baladronada bien conocida del utilitarismo que es una concepcion realista la que busca 10 mejor en el mundo tal cual es, y toma en cuenta cualquier forma de felicidad 0 infelicidad. Mientras que un utilitarista, sin duda, buscaria disminuir la incidencia de los sentimientos que son irracionales para el utilitarismo -0 al menos de los sentimientos que son de tal tipa-, podria esperarse que los tome en cuenta cuando existan. Esta es, sin duda, la doctrina utilitarista clasica, pero hay una buena razon para pensar que

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116 UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

el utilitarismo no puede aferrarse a ella sin incorporar resulta­dos que son desde un comienzo inaceptables y quiza contra­producentes.

Supon~amos que. hay una minoria racial en cierta socie­dad. C~nslderando slmplemente los intereses ordinarios de los otr~s clUdadanos, como opuestos a sus sentimientos, esta mi­nona no produce ningtin perjuicio particular; podemos supo­ner qu~ no confiere un beneficio muy grande tam poco. Su pr~sencla. es en estos terminos neutral 0 medianamente bene­fi.cI~sa. Sm embargo, los .otros ciudadanos tienen tales prejui­CI~S que encuentran la vista de este grupo, incluso el conoci­m~en~o de su presencia, ~uy ,desagradable. Se hacen propues­tas 'para remover esta mmona de algtin modo. Si asumimos vana~ cosas bas~an~e plausibles (como que los programas para cambtar el sentI~'Il1ento de la mayo ria han de ser probable­mente largos e meficaces), entonces, incluso si la remoci6n f~era desa~radable para la minor1a, un ca1culo utilitarista po­dia ~uy ,bien acabar favoreciendo este paso, especial mente si l~ mmona fuera una minoria muy pequena y la mayoria estu­v~era muy lien a de prejuicios, es decir, se encontrara muy in­comoda por la presencia de la minoria.

Un. utilitarista pod ria encontrar esta soluci6n embarazosa; y no slmplemente a causa de su naturaleza, sino a causa de lo~ fundamentos sobre los que esta asentada. Mientras que po­~na esperarse que u~ utilitarista tome en cuenta algunos otros tIp os de consecuenClas del prejuicio; como que un prejuicio de la mayoria ha de explicitarse probablemente en una con­ducta desagradable hacia la minoria, etc., podriamos hacer que se preg~~t~ra si las experiencias desagradables de la gente con los preJUlClOS deberian ser tomadas en cuenta simple men­te como tales. Si el utilitarista las toma en cuenta simple men­te ,como tales, entonces se ha separado a si mismo una vez ~as de un cuerpo de pensamiento moral ordinario a] que po­dia haber esperado acomodarse; puede tambien haber comen­zado a destr~ir. su propia concepci6n de las cosas, puesto que una caractensttca de estos sentimientos es que son irraciona­les desde. ~n ~unto de vista utilitarista, y una persona total­mente u~lhtansta 0 bien no los tendria 0 bien, si encontrara que tendla a tenerlos, procuraria el mismo descartarlos. Dado

DOS TIPOS DE EFECTOS REMOTOS 117

que los sentimientos en cuesti6n son tales que un utilitarista racional los descartaria en el mismo, es razonable suponer que debe ria descartarlos en sus ca1culos sobre la sociedad; pa­rece bastante poco razonable para el dar a los sentimientos -considerados en sf mismos, se debe recordar, como experien­cias de aquellos que los tienen-, que estan basados esencial­mente en concepciones que son irracionales desde un punto de vista utilitarista, tanto peso como a aquellos que esmn de acuerdo con los principios utilitaristas. Dada esta idea, parece razonable para el estar de acuerdo con un cuerpo de pensa­miento moral con el que congenia en otros aspectos, y descar­tar total mente aquellos sentimientos, considerados en S1 mis­mos, sobre el principio de que ningtin dolor 0 incomodidad han de ser tornados en cuenta en la suma utilitarista que tie­nen sus sujetos precisamente porque establecen puntos de vis­ta que son irracionales segtin standards utilitaristas. Pero si ace pta esto, entonces en los casos que estamos considerando ahora no puede ponerse ningtin peso extra por los senti mien­tos de malestar de Jorge 0 Jaime ace rca de sus elecciones, si aquellas elecciones, dejando aparte sentimientos, son utilita­riamente racionales en principio.

EI efecto psicol6gico sobre el agente fue el primero de dos efectos generales considerados por los utilitaristas, que han de ser discutidos. EI segundo es, en general, un item mas sustan­cial, pero no necesita considerarse con tanta amplitud, puesto que es mas claro y ala. vez tiene una menor aplicaci6n a los casos presentes. Es el efecto precedente. Como BURKE su­bray6 correctamente, este efecto puede ser importante: que moralmente se pueda hacer 10 que alguien ha hecho real­mente, es un principio psicol6gico efectivo, si no de6ntica­mente valido. A causa del efecto de obrar, obviamente deben establecerse algunas condiciones sobre la publicidad del acto y cosas tales como el estatus del agente (tales consideraciones pesaron en forma importante con Sir Thomas MORE); cuales puedan ser variara evidentemente con las circunstancias.

Para que el efecto precedente sen ale una diferencia en un ca1culo utilitarista, debe basarse en una confusi6n. Por su­puesto que hay un acto que seria el mejor en las circunstan­cias dadas, excepto que hacerlo estimulara como precedente a

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hacer C?SaS ~~e no senin 10 mejor que se puede hacer. Enton­ces la sltuaclOn de aquellas otras personas debe ser muy dife­rente de .Ia del agente original; si no 10 fuera, entonces at ha­cer 10 mlSm? .que 10 que seria el mejor curso (de accion) para ~I agente ongmal, ell os mismos harian necesariamente 10 me­Jor. Pero si las situaciones son en esta via muy diferentes d~?e ser una percepcion confusa la que toma la primera situa~ CIOn, y el curso del agente en ella, como un precedente ade­cuado para la segunda.

Sin embargo, el hecho de que el efecto precedente si real­mente marca una diferencia, este en este senti do b;sado 'en una confusion, no significa que no sea perfectamente real, ni qu~ haya de ser descartado: en este tipo de cosas los efectos soclales s~ confunden por su naturaleza. Lo que enfatiza es que los cal~ulos del efecto precedente han lIegado a ser realis­t~s, envolvlendo consideraciones de como han de ser influen­c!adas actual mente las personas. En los ejemplos presentes sm embargo, es muy implausible pensar que el efecto prece~ d~nte podria invocarse para marcar' una diferencia en el c~l~ulo .. EI caso.?e Jaime es bastante extraordinario, y es difi­c!1 lmagmar qUle?eS puede suponerse que son los destinata­nos del efe~to; mIentras que Jorge no esta en una situacion 0 papel suficlentemente publico para que surja la cuestion en e.sa f?rma, y en cualquier caso se podria Suponer que las mo­tIvacI~nes para los otros. en tal situacion serian ampliamente apro~ladas para que se fiJara ya un camino u otro.

NI?guna ~pelacion, pues, a estos otros efectos va a sefialar una dlfere?Cla respecto .a 10 que el utilitarista decidira sobre nuestros eJemp~o.s. Conslderemos ahora de cerca la estructura de aquellas declSlones.

"

5 INTEGRIDAD

Las situaciones descritas tienen en comun que si el agente no hace algo desagradable, algun otro 10 hani, y en la situ a­cion de Jaime al menos el resultado, el estado de cosas que se sigue de la actuacion del otro hombre, si actua, sera peor que el que se dara si es Jaime el que actua, en el caso de que 10 haga. Lo mismo, a menor escala, es verdad en el caso de Jor­ge. \Yo he sugerido ya que es inherente al consecuencialismo el o'frecer una doctrina fuerte de responsabilidad negativa: si se que si hago X, ocurrira 01, y que si me abstengo de hacer X, ocurrira 02, y que 02 es peor que 01, entonces soy respon­sable de 02 si voluntariamente dejo de hacer X. «Podrias ha­ber/o previsto}), se Ie podria decir a Jaime, y con verdad, en 10 que se refiere a los indios.\ (Dejare la importante cuestion, que cae fuera del punto presente, de las obligaciones, si las hay, que anidan en torno a la palabra «se»: lHasta que punto, en el utilitarismo, hay que investigar sobre las posibilidades de la accion maximamente beneficiosa, inc1uyendo la prevencion?)

En el caso prcsente, la situacion de 02 inc1uye otro agente que produce resultados peores que 01. En la medida en que 02 ha sido idcntificado en este punto -simplemente como el peor resultado que ocurrira si dejo de hacer X- podriamos igualmente haber dicho que 10 que este otro produce es 02; pero ello seria infradescribir la situacion, puesto que 10 que ocurre si Jaime rehuye la accion no es solo que veinte indios moriran, sino que Pedro m:atara veinte indios. y eso no es un resultado que Pedro produzca, aunque la muerte de los indios si 10 es. Podemos decir: 10 que uno hace no esta incIuido en el resultarlo de 10 que uno hace. Para que sea as!, tal como estan siendo usados los terminos, s610 ha de scr satisfecha una con­dicion muy debil: para que el asesinato de los indios por Pe-

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dro sea resultado del rechazo de Jaime s610 ha de ser causal­mente verdad que si Jaime no se hubiera negado, Pedro no 10" ~abria hecho. Esto puede bastamos para hablar, en algun sen­tIdo, de responsabilidad de Jaime por ese resultado, si ocurre; pero es digno de anotar que ciertamente no nos basta con ha­blar de que Jaime haga ocurrir aquellas cosas, puesto que dada esta forma de su ocurrencia, podria haber hecho que ocurrieran s610 haciendo que Pedro disparara. Si el capitan hubiera dicho, al rehusar Jaime, «no me deja usted ninguna altemativa», habria mentido, como la mayor parte de los que usan esa frase. Aunque las muertes, y el asesinato, pueden ser el resultado de la negaci6n de Jaime, es un error pensar que Jaime tiene un ejecta en eI mundo por medio (como ocurre) de los actos de Pedro; pero esto es dejar a Pedro fuera del cuadro en su papel esencial de alguien que tiene intenciones y proyectos, proyectos para realizar a los que la negaci6n de Jaime dejaria una oportunidad. En vez de pensar en terminos de los supuestos efectos de los proyectos de Jaime sobre Pe­dro, es mas revelador pensar en terminos de los proyectos de Pedro sobre las decisiones de Jaime. Esta es la direcci6n desde Ii! que quiero criticar la noci6n de responsabilidad negativa.

Hay naturalmente otras maneras de criticar esta noci6n. Muchos han esperado desacreditarla insistiendo en la relevan­cia moral basica de la distinci6n entre acci6n e inacci6n en­tre intervenir y dejar que las cosas sigan su curso. Cierta~ente la distinci6n es de un gran significado moral, y no es facil pensar que una concepcion moral pudiera ir adelante sin ha­cer algun uso de ella. Pero no esta clara, en si misma y en sus aplicaciones morales, y la falta de claridad es de un tipo que precisamente hace que la distinci6n desaparezca cuando, en casos muy dificiles, ha de ponerse peso sobre ella. Hay mucho que decir en este area, pero dudo de si el tipo de dilema que estamos considerando va a ser resuelto por el simple uso de esta distinci6n. De nuevo el tema de la responsabilidad nega­tiYJ! puede ser planteado sobre la cuesti6n de c6mo han de ser situados los limites de una obligaci6n aparentemente ilimita­da, implicada por el utilitarismo, para mejorar el mundo. Se necesitan algunas respuestas a esto -y respuestas que se deten­gan antes de llegar a caer en la mala fe de suponer que las

INTEGRIDAD 121

responsabilidades de uno podrian ser adecu~damente caracte­rizadas por la apelaci6n a los papeles sociales de cada uno 11_.

Pero, una vez mas, mientras que esto es una cuesti6n real, no puede ser planteada para aplicarse directamente al tipo de caso presente, puesto que es dificil pensar que alguien supon­ga que en el caso de Jaime sena una respuesta adecuada para el decir que nada de todo aquello era incumbencia suya.

l.Que proyectos tiene un agente utilitarista? CQJ;Uo utilita­rista tiene el proyecto general de producir los resultados ma­ximamente deseables; c6mo ha de hacerlo en un momento dado es una cuesti6n de que palancas causales, por hablar asi, estan en ese momento al alcance de su mano. Los resultados deseables, sin embargo, no consisten en que agentes lleven a cabo ese proyecto; debe haber otros proyectos' mas basicos 0

de un orden mas bajo que tengan el agente en cuesti6n y otros, y los resultados deseables van a consistir, en parte, en la realizaci6n maximamente armoniosa de esos proyectos (<<en parte» porque un componente de un resultado utilitariamente deseable puede ser la ocurrencia de experiencias agradables que no son la satisfacci6n de los proyectos de nadie). A me­nos que hubiera proyectos de primer orden, el proyecto gene­ral utilitarista no tendria nada sobre 10 que trabajar, y sena vacuo. l.Que proyectos mas basicos 0 de orden mas bajo com­prende? Muchos seran los tipos obvios de deseos para uno mismo, para la familia de uno, para los amigos, incluyendo las necesidades basicas de la vida, y objetos de gusto, en cir­cunstancias mas relacionadas. 0 puede haber prop6sitos e in­tereses de un caracter intelectual, cultural 0 creativo. Intro­duzco esos proyectos como una clase separada no porque sus objetos caigan en una clase separada y proporcionen -€omo algunos utilitaristas, en su forma beata, son aficionados a de­cir- placeres «mas elevados». Los introduzco separadamente porque la identificaci6n del agente con ellos puede ser de un orden diferente. Esto no tiene que ocurrir. Los intereses cultu­rales y esteticos estan conectados para muchos con cualquier otro gusto; pero el que algunas personas tengan este tipo de

11 Para aIgunas notas referentes a esto ver Morality, la secci6n sobre «80n­dad y papeles sociales», y el articulo de COHEN citado aqui.

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intereses es a la vez mas perfecto y serio que su busqueda de diversos objetos de gusto, mientras que es mas individual y mas acorde con el canicter que el deseo de las necesidades vi­tales.

I

Ademas de estos, alguien puede tener proyectos conecta­dos con el mantenimiento de alguna causa: Sionismo, por ejemplo, 0 la aboIicion de la guerra quimica y biologica. 0 puede haber proyectos que nazcan de alguna disposicion mas general hacia la conducta y el caracter humano, tales como el odio a la injusticia, 0 a la crueldad 0 al asesinato.

Puede decirse que este ultimo tipo de disposicion y su proyecto asociado no cuenta como (logicamente) de «orden inferior» relativo al proyecto de orden superior de maximizar los resultados deseables; mas bien puede decirse que es el mis­mo un proyecto de «orden superior». La cuestion vital no es, sin embargo, como ha de ser clasificado, sino si este y o~ros proyectos similares han de ser tornados en cuenta entre los proyectos cuya satisfaccion ha de ser incluida en la suma ma­ximizante, y, correspondientemente, como contribuyendo a la felicidad del agente. Si el utilitarista dice «no» a esto, en ton­ces casi seguro esta comprometido con una version del utilita­rismo tan absurdamente superficial y frivola como han sido acusadas de ser las versiones benthamistas, pues este proyecto sera descartado, presumiblemente, sobre la base de que en­vuelve, en la especificacion de su objeto, la mencion de la fe­licidad 0 intereses de otras personas: asi este es el tipo de proyecto que (a diferencia de la busca de alimento para mt mismo) presupone una referencia a proyectos de otras perso­nas. Pero este criterio eliminaria cualquier deseo en absoluto que no fuera vacuo y ampliamente egoista en el scntido mas directo 12. Asi deberiamos quedar reducidos a proyectos de primer orden francamente egoistas y -para todos los prop6si­tos esenciales- al unico proyecto utilitarista de segundo orden de satisfacer maximamente los proyectos de primer orden. EI utilitarismo tiene una tendcncia a deslizarse en esta direcci6n,

12 Sobre el tema de los deseos egofstas y no egofstas ver «Egoism and al­truism», en Problems a/the Self (Cambridge University Press, London, 1973).

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y a dejar un gran hueco en el rango de los deseos humanos entre inclinaciones y necesidades egoistas, por un lado, y una administraci6n de la felicidad impersonalmente benevolente, por el otro. Pero el utilitarismo que ha de dejar ese hueco es la forma mas primitiva, que da cuenta del deseo de una ma­nera muy rudimentaria. Las modemas versiones de la teo ria se supone que son neutrales con respecto a que clases de c~­sas hacen feliz a la gente 0 a cuales son sus proyectos. El ub­litarismo hacia bien entonces en reconocer el hecho evidente de que entre las cosas que hacen feliz a la gente no esta solo el hacer feliz a otras personas, sino el estar ocupado 0 envuel­to en alguno de un vasto rango de proyectos, 0 -si renuncia­mos a las asociaciones evangelicas y moralizantes de la pala­bra- mandamientos. Se puede estar comprometido con cosas tales como una persona, una causa, una institucion, una 'ca-rrera, el genio propio, 0 la busqueda del peligro... ,

Ahora bien, ninguna de estas cosas es ella mIsma la bu~­queda de fa felicidad: por un lugar comun sobremanera an!I­guo, no es claro en absoluto que pudiera ha~er algo q~e ~uera precisamente eso, 0 al menos algo que tuvIera la n:as hgera posibilidad de tener exito. La feIicidad, ademas, reqUlere estar envuelta en, 0 al menos ser satisfecha con, alguna otra cosa \3.

No es imposible para el utilitarismo aceptar ese pun to: no ha de ser cargado con una filosofia de la mente ingenua y absur­da en tomo a la relacion entre deseo y felicidad. Lo que se ha de decir es que si tales compromisos valen la pena, entonces perseguir los proyectos que emanan de ellos, y realizar algu­nos de esos proyectos, haran feliz a la persona para la que ~­les proyectos valen la pena. Puedc ser que pretender ~.s9 aun sea equivocado: muy bien pucdc ser que un compromIso pue­da tener sentido para un hombre (puede darle sentido a su

Il Esto no impliea que no haya una cosa tal como el proyecto de perse!';~ir el placer. Algunos escritores que han mantenido correctamente la concepcIOn de que todos los deseos son deseos de placer har: dado cuenta del place; de forma tan cuidadosamente adverbial que han deJado muy poco claro como podria haber una forma de vid~ distintan:ente hedonista. Alglm. lugar ha d.e dejarse para esto, aunque hay dlficultades Importantes.para .defimrlo yexpen­mentarlo. Asi (particularmente en el caso del muy r~co) hene aspectos alta­mente rituales, aparentemente parte de una estrategla para contrarrestar el aburrimiento.

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vida) sin que haya que suponer que Ie hani feliz 14. Pero ese no es el punto presente; concedamos al utilitarismo que todos los proyectos humanos valiosos deben conducir, por un cami­no u otro, a la felicidad. El punto es que incluso si esto es verdad, no se sigue, ni podria ser verdad posiblemente, que aquellos proyectos sean ellos mismos proyectos de busqueda de felicidad. Se ha de creer en -0 al menos querer, 0 muy mi­nimamente estar satisfecho con- otras cosas, puesto que de to­das partes puede venir la felicidad.

Asi pues, el utilitarismo debe ria consentir en estar de acuerdo con que su pretension general de maximizar la felici­dad no implica que 10 que todo el mundo hace es buscar la felicidad. Por el contrario, la gente ha de buscar otras cosas. EI utilitarismo, ateniendose a su postura empirica profesada, debe ria estar preparado para averiguar cUliles pueden set esas otras cosas. Sin duda quemi desalentar algunos proyectos po­sibles sobre la base de que perseguirlos envuelve un balance negativo de la felicidad de los demas: aunque incluso aqui el imperturbable ojo de con table del utilitarista estricto tendra algo que poner en la columna positiva, las satisfacciones del agente destructor. Mas alla de eso, habra una amplia variedad de proyectos general mente beneficos 0 al menos no pt;rjudi­ciales; y alguno, sin duda, tomara la forma no precisamente de gustos 0 capricho sino de 10 que he llamado «mandamien­tOS». Puede incluso ocurrir que el investigador utilitarista en­cuentre que much os de aquellos que tienen compromisos, que se han identificado con objetos fuera de ellos mismos, que es­tan implicados a fondo con otras personas, 0 instituciones, 0

actividades, 0 causas, son actual mente mas felices que aque­!los cuyos proyectos y deseos no son como eso. Si es asi, eso es una pieza importante de la tradicion empirica utilitarista.

Cuando digo aqui «mas feliz», pienso en el tipo de consi­deracion que cualquier utilitarista estaria comprometido a aceptar: como, por ejemplo, que tales personas son menos apropiadas para tener un fracaso 0 para cometer suicidio. Na­turalmente esto no es todo 10 que esta implicado actualmente,

14 Para algunas notas sobre esta posibilidad ver Morality, secci6n sobre «iA que se refiere la moralidad?»,

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pero el punto en este argumento es el uso al maximo grado de nociones utilitarias para establecer un limite al pensamiento utilitarista. Apelando a esta nocion utilitarista estricta, soy mas consistente con el utilitarismo que SMART 10 es. En sus debates con el problema del hombre con electrodos en el ce­rebro, SMART (p. 20) recomienda la idea de que «feliz» es un termino parcial mente valorativo, en el senti do en que llama-' mos «felicidad» a aquellos tipos de satisfaccion que, en cuan­to son cosas, aprobamos. Pero i.mediante que criterio se supo­ne que e~ asignado este elemento sobrante de aprobacion des­de un punto de vista utilitarista? No hay ninguna fuente para ello, en un concepto estrictamente utilitarista, excepto grados de satisfaccion adicionales, pero no hay ninguno de ellos ase­quible, 0 el problema no se plantearia. Y no ayuda apelar al hecho de que nos disgustan en perspectiva las cosas que nos gustan cuando lIegamos a e!las, puesto que desde un punto de vista utilitarista pareceria que el disgusto original era mera­mente irracional 0 estaba basado en un error. El argumento de SMART en este punto parece estar embarazado por una in­quietud utilitarista bienconocida, que procede de un sentir que no se puede ignorar 10 «intima» mientras no se haya de­jado algun lugar en la vida humana para colocarlo IS.

Vol vamos ahora al agente como utilitarista, y su proyecto de primer orden de maximizar resultados deseables. A este ni­vel, se compromete solo a esto: a que aquello en que consisti­ra actual mente el resultado dependera enteramente de los he­chos, de que personas, con que proyectos y de que satisfaccio­nes potenciales hay dentro del a1cance calculable dentro de las palancas causales cerca de las que se encuentra 61 mismo. Sus propios proyectos y compromisos sustanciales e_ntran en ello, pero solo como una parte entre otras -potencialmente proporcionan un con junto de satisfacciones en aquellas que el puede ser capaz de fomentar desde donde ocurre que esta-. Es el agente de un sistema de satisfaccion que ocurre que se en­cuentra en un punto particular de un momenta particular: en el caso de Jaime, nuestro hombre en Sudamerica. Sus propias

IS Una de las muchas semejanzas en espiritu entre el utilitarismo y la cris­tiandad evangelica de nobles pensamientos.

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decisiones como agente utilitarista son funcion de todas las satisfacciones en las que puede influir desde donde esta: y esto significa que los proyectos de otros, en una gran extension no determinada,· determinan su decision.

Esto puede ser as! positiva 0 negativamente. Sera asi posi­tivamente si los agentes dentro del campo causal de su deci­sion tienen proyectos que en cualquier caso no son perjudi­ciales, y por tanto, deberian ser fomentados. Igualmente sera asi, pero negativamente, si hay un agente dentro del campo causal cuyos proyectos son perjudiciales, y han de ser frustra­dos para maximizar los resultados deseables. Asf ocurre con Jaime y el soldado Pedro. En una concepci6n utilitarista, los proyectos indeseables de otras personas determinan las deci­siones de uno de esta manera negativa, tanto como 10 hacen los deseables positivamente: si aquellas personas no estuvieran alIi, 0 tuvieran diferentes proyectos, los nexos causales sedan diferentes, y es el estado actual del nexo causal el que deter­mina la decision. La determinaci6n a un grado indefinido de mis decisiones por los proyectos de otras personas es precisa­mente otro aspecto de mi responsabilidad ilimitada para ac­tuar en pro de 10 mejor en una estructura causal formada en una extensi6n considerable por sus proyectos.

La decisi6n asf determinada es, para el utilitarismo, la de­cisi6n correcta. Pero ~que ocurre si entra en conflicto con al­guno de mis proyectos? Esto, din!. el utilitarista, ha sido consi­derado ya: la satisfacci6n que encuentras al cumplir, tu proyecto, y cualesquiera satisfaccion que los demas encuen­tren en que 10 cumplas han sido ya consideradas mediante el recurso de calcular y han sido encontradas inadecuadas. Aho­ra bien, en el caso de muchos tipos de proyectos, este es un tipo de respuesta perfectamente razonable. Pero en el caso de proyectos del tipo que he lIamado «mandamientos», aquellos con los que se esta mas profunda y extensamente involucrado e identificado, esta no puede ser por sf misma una respuesta adecuada, y no puede haber respuesta adecuada en absoluto, ya que,' por to mar el tipo de caso extremo, lcomo puede un hombre, en cuanto agente utilitarista, lIegar a considerar como una satisfacci6n entre otras -una satisfacci6n de la que se puede prescindir- un proyecto 0 actitud en torno a la que

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ha construido su vida, solo porque los proyectos de algun otro han estructurado la escena causal de tal modo que sea como resulta la suma utilitarista?

La cuestion aqui no es, como el utilitarista puede apresurar­se a decir, que si el proyecto 0 la actitud es 10 central para su vida, entonces abandonarIo sera desagradable para el y se im­plicara una gran perdida de utilidad. He argumentado ya en la secci6n 4 que no es como eso; por el contrario, una vez este preparado para considerarlo tal cual, en un caso serio el argumento esta determinado de todos modos. La cuesti6n es que el se identifica con sus acciones como fluyendo de proyectos y actitudes que en algunos casos toma seriamente al nivel mas profundo, como aquello acerca de 10 que su vida versa (0, en algunos casos, esta secci6n de su vida -Ia seriedad no es necesariamente la misma como persistencia). Es absurdo pedir de tal hombre, cuando las normas lIegan a partir de la red de utilidad que los proyectos de otros han determinado en parte, que deberfa apartarse de su propio proyecto y de su propia decisi6n y reconocer la decisi6n que requiere el calcu-10 utilitarista. Esto es enajenarle en un senti do real de sus ac· ciones y de la fuente de su acci6n en sus propia~ conviccio­nes. Esto es convertirle en un canal entre la entrada de los proyectos de todo el mundo, incluyendo el suyo, y una salida de decision optimffica; pero es descuidar la extensi6n a cuales de sus acciones y de sus decisiones han de ser vistas como las acciones y decisiones que flu yen de los proyectos y actitudes con los que el esta mas fuertemente identificado. Esto es asf, en el sentido mas literal, un ataque a su integridad 16.

Estos tipos de consideraciones no dan en si mismo!tsolu­ciones a dilemas practicos tales como los proporcionados por nuestros ejemplos; pero espero que ayudaran a proporcionar otras formas de pensar sobre ellos. De hecho, no es diffcil ver

16 Relacionada en forma interesante con estas nociones esta la idea socniti­ca de que el valor es una virtud particularmente conectada con el atenerse a un sentido claro de 10 que se puede considerar como mas importante. Tales nociones plantean tambien central mente problemas ace rca del valor del orgu-110. La humildad, como algo mas alia de la demanda real de una autoestima­cion correcta, fue especial mente una virtud cristiana porque envolvia subordi­naci6n a Dios. En un contexto secular puede solo representar subordinacion a olros hombres y a sus proyeclos.

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que e.~ el c~~o d.e Jorge: cons~derado desde esta perspectiva, la soluclOn utIhtansta sena eqUlvocada. El caso de Jaime es dife­rente, y mas dificil. Pero si (como supongo) el utilitarista es pro~ablem~nte correcto en este caso, esto no ha de averiguar­se solo haclendo las preguntas del utilitarista. Las discusiones de esto -y no voy a intentar insistir en ello aqui- habran de tomar e~ serio la distincion entre mi matar a alguien y su ocurrenCIa a causa de que yo haga que cualquier otro 10 mate' una distincion basada no tanto en la distincion entre la acci6~ y la inaccion, como sobre la distincion entre mis proyectos y los proyectos de algun otro. Al menos habra que empezar to­mando esto en serio, cosa que el utilitarismo no hace; pero ent,onces h.ab.ra ~,ue construir a partir de aqui preguntando por que esta dIstmclOn parece tener menos, 0 diferente, fuerza en este caso que en el de Jorge. Una cuestion aqui seria hasta q~e punto la poderosa objecion que se tiene a matar gente es solo.' de hecho, una aplicaci6n de la poderosa objecion que se bene a ser matado. Otra dimension de esto es la cuestion de cuanto importa que la gente en peligro viva aqui y ahora, como opuesta a gente hipotetica, futura, 0 simplemente en otra parte 17.

Hay muchas otras consideraciones que podrian entrar en tal cuesti6n, pero el objeto inmediato de todo esto es trazar un con~r~~te particular con el utilitarismo: que para lograr una decIsIOn fundamentada en un caso tal no deberia ser con­siderado como un asunto de descartar las reacciones de uno sus impulsos y sus proyectos profundamente sostenidos a I~ vista de la pauta de las utilidades -ni simplemente afiadirlos a ellas-, sino en primer lugar como un asunto de intentar comprenderlos.

~aturalmente, no es probable que el tiempo y las circuns­tanclas hagan posible una decision fundamentada, al menos en el caso de Jaime. Podria inc1uso no ser decente. En vez de pensar de una forma racional y sistematica acerca de las utili­dades 0 ace rca del valor de la vida humana, siendo presente la

17 Para una discusi6n mas g.ener~l de esta cuesti6n ver Ch. FRIED, An Ana­tomy of Values (Harvard UnIversIty Press, Cambridge Mass. 1970). Parte tercera. ' ,

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relevancia de la gente en peligro, etc., la presencia de las per­sonas en peligro puede tener su efecto. La significacion de 10 inmediato no debe ria ser subestimada. Los filosofos, y no solo los utilitaristas, urgen repetidamente para que se considere al mundo sub specie aeternitatis 18, pero para la mayor parte de los prop6sitos humanos no es esa una buena species bajo la cual considerarl0. Si no somos agentes del sistema de satisfac­cion universal, no somos primariamente porteros de ningun sistema de valores, ni inc1uso del nuestro: muy a menudo ac­tuamos precisamente como un resultado posiblemente con­fundido de la situacion en la que estamos comprometidos. Esto, sospecho, es muy frecuentemente algo sumamente bue­no. Hasta que punto los utilitaristas consideran esto como una buena cosa es una cuesti6n oscura. A este tipo de cues­ti6n me refiero ahora.

Is.cr. SMART, p. 73.

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6 LA BUSQUEDA INDIRECT A

DE LA UTILIDAD

La defensa de Smart es fiel al utilitarismo del acto, que (dando por supuestas las dificultades que hemos perseguido en la seccion 2) se establece como la concepcion segun la cual la correccion de cualquier acto particular depende de la bondad de sus consecuencias. Eso es 10 que llame en la seccion 1 con­secuencialismo directa; donde la bondad de las consecuencias es contabilizada en terminos de felicidad, podemos hablar de utilitarismo directo. lCon que se contrasta el utilitarismo di­recto? No podemos decir que el utilitarismo directo considera solo la utilidad de las acciones, mientras que el utilitarismo indirecto, por contraste, esta preparado para considerar la uti­lidad de otras cosas ademas de las acciones, tales como reglas institucionales y disposiciones de caracter. Claramente el uti~ litarista del acto debe estar preparado para considerar ia utili­dad de. cualquier cosa: su objetivo es m...axi111iz_~~Ja utilidad, y ~ualqUIer cosa, de cualquier tipo, cuya existencia, introduc­cion 0 10 que sea, tiene efectos sobre el total de satisfaccion en el mundo debe ser un candidato para valoracion mediante el standard utilitarista. Asi pues, si hay algo que tiene una utilidad que no puede ser contabilizada en terminos de utili­dad de actos particulares, entonces la utilidad de esa cosa tambien debe ser de interes para el utilitarismo directo.

Aqui alguien podia decir que no hay nada que tenga una utilidad que no pueda ser contada en terminos de la utilidad de actos particulares. Si instituciones 0 reglas 0 disposiciones de canicter poseen utilidad entonces la poseen en terminos de los actos que fomentan, autorizan, imponen 0 a los que con­ducen, de modos diversos. Para tomar, en particular, el caso de una regIa: consideremos dos estados de sociedad, uno en el

BUSQUEDA INDIRECT A DE LA UTiLIDAD 13 1

que rige una regIa dada y otro en el que no rige. Si hay una diferencia de utilidad entre ellos que se relaciona con esta di­ferencia, entonces (puede decirse) debe haber una diferencia en el conjunto de actos que ocurren en los dos estados, en los que debe ser rastreable esa diferencia de utilidad. Actos dife­rentes se hacen como un resultado de la vigencia de la regIa. Ha de haber algunos actos tales, en el concepto de alguien, si vamos a decir que la regIa rige: otros actos entran en terminos de reglas que son inculcadas, pensadas, sacadas a colacion como materias de reproche, y en muchas otras vias. En fin, puede decirse, el efecto total de utilidad de la vigencia de una regIa debe ser hecho efectivo en terminos de los efectos de ac­tos. Llamamos a esto, en una frase barbara, la «premisa de su­ficiencia del acto» 19.

Pero si esa premisa es correcta, entonces se torna poco cla­ra cual es la diferencia entre el utilitarismo directo e indirec­to. Puesto que al menos mientras consideremos al utilitarismo como un sistema de valoracion total -como proporcionando una respuesta, basicamente, a la cuestion «lcomo va el mun­do?>>-, en ese caso, en el presente argumento, parece como si algo que pueda hacer otro cualquiera 10 pueda hacer tambien el utilitarista directo. Si todos los otros candidatos a la valora­cion utilitarista, tales como las reglas, pueden tener su utili­dad diferencial hecha efectiva en terminos de actos, entonces el utilitarista directo puede valorar su contribucion al mundo tan bien como puede valorar los actos que no son particular­mente asociados con reg las. Si la utilidad total del estado so­cial en el que la regIa rige es mayor 0 menor, medida por es­tos medios, que la de un estado en el que aquella no rige, en­tonces parece ser una cuestion totalmente empirica, y..._puede ser apenas que la diferencia entre el utilitarismo directo e in­directo consista en dar respuestas diferentes a ello.

Supongamos, por otro lado, que la premisa de suficiencia del acto es falsa, y que hay, como sea, un efecto causal exce­dente de la vigencia de la regIa que no puede ser expresado en terminos de los efectos de los actos. Entonces, ciertamente, el

19 No intentare dar un contenido mas determinado a esta premisa; su papel en los aigumentos siguientes es de un canicter esencialmente formal.

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utilitarista directo no sera capaz de capturar todas las diferen­cias de utilidad contando la utilidad de los actos. Pero igual­mente, si es asi, entonces debe, desde un punto de vista utili­tarista, ser muy irracional insistir en hacerlo asi. En cuanto utilitarista, como decimos ahora, debemos referimos a la utili­dad en el mundo -y si la utilidad puede discurrir dentro 0

fuera del mundo por canales que no fluyan total mente a, tra­yeS de los actos, entonces estaria loco si no los tomara en cuenta.

Como sistemas de valoracion total entonces, parece como si 0 bien no hay realmente ninguna diferencia entre el utilita­rismo directo e indirecto, en el sentido de que el utilitarismo directo puede tambien tomar en cuenta los efectos de cosas tales como las reglas, y es una cuestion empirica cuales son los efectos; 0 bien hay una diferencia, y el utilitarismo directo debe, en terminos de las metas globales del utilitarismo, ser irracional, simplemente porque seria ignorar importantes fuentes de utilidad. Asi una amplia cuestion parece haber sido muy rapidamente puesta en cortocircuito. La razon para esto es que hemos comenzado desde muy atras, comparando las dos concepciones como sistemas de valoracion total, y pre­gun tan do si, como tales sistemas, se habran referido a cual­quier cosa sino a los actos. Ademas, hemos de empezar pre­guntando, con que extension se refieren ambos a los actos, como se refiere cada uno a ellos.

El punto de partida, pues, es volver con la valoracion de los actos mismos. Asi, como dijimos al comienzo, el utilitaris­mo directo considera como acto correcto al que tiene las me­jores consecuencias. As! puede esperarse que el utilitarismo indirecto niegue esto, y mantenga que algunos actos son co-, rrectos incIuso aunque no sean maximizadores de la utilidad -por ejemplo, porque se hayan ejecutado de acuerdo con una regIa que es utilitariamente valiosa-. Asi la diferencia puede ser captada de una manera tal, al nivel de la valoracion de los actos particulares. Debemos recordar, sin embargo, que es precisamente con la consideracion de la correccion de los ac­tos, y no necesariamente en el contraste esquematizado, como puede ser captada la diferencia. Asi pues, si preguntamos al utilitarista indirecto «~En que consiste la correccion de los ac-

BUSQUEDA INDIRECT A DE LA UTILIDAD 133

tos?», obtendremos una respuesta c~n la que el utilita?sta di­recto estaria en desacuerdo en un clerto gra~o; y ~ la mversa. Pero si preguntamos a uno de eIlos «~En que conslste el valor de las reglas, rasgos del caracter, etc.?», no obte?drem?~ ne.ce­sariamente respuestas diferentes. Puesto que. SI el utIh~ans~a indirecto acepta 10 que llame antes la «premlsa de suficle~cla del acto» -y no es inconsistente hacerlo asi- entonce~ repl~ca-. ra «en la utilidad de los actos que se siguen de ~u eXls~:ncla», que es la respuesta que el utilitarista directo dar~ tamblen .. ,

No solo pueden estar de acuerdo en esto, bajo la asunCIOn de la suficiencia del acto, sino que pueden estar de acuerd? e? forma importante sobre su interpretacion. Asi pues, para .hml­tamos al caso de las reglas, pueden estar de acu~rdo, SI son sensibles, en que la utilidad de los actos que se slguen .~e la vigencia de una regIa no ha de ser equiparada c~on l~ utthdad de los actos que consisten en obedecer la regIa . SI la re~la actualmente rige en la sociedad, como opuesto al haber sldo meramente promulgada, por ej., a partir de alguna fuente le­gal, entonces podemos decir -por definicion- que. un buen mimero de actos que se realizan porque tal regIa eXlste deb en ser actos de obediencia a ella. Pero muchos otros a~tos, ~e muy diferentes tipos, son realizados a cau~a de la eXlste.ncI.a de una regIa. Algunos de ellos fueron conslderados al pnnCl­pio; van desde actos envueItos en su ~nsefianz~ ~ actos en­vueltos en el evitar que se descubra su mcumphmIento, y to­dos proporcionan su contribucion .a la .utilidad global de su vigencia. Igualar la utilidad de la vlgencla de una regl~ con l.a utilidad de su ser seguida no es la marca de u~a doct?na utt­litarista directa 0 indirecta, es solo un signa de mgenuIE:la?:

Asi la discusion ha vue Ito a centrarse en la correCCIOn 0

incorreccion de los actos particulares. Pero ahora su~ge la cuestion de como ha de usarse la distincion, as! estableClda, y de que se sigue de que los actos particulares sea~ correctos 0

incorrectos por estas diferentes razones. En partIcular, pla~-

20 Cf. la distincion de LYONS entre ((utilidad de aceptaf)~ y ((.utilidad de se­guir», The Forms and Limits of Utilitarianis.m (O~fo:d ~mvefSlty Press, Lon­don, 1965), pp. 137 y ss. Ademas se necesltan dlstmcIOnes c~ando hay una cuestion de adoptar 0 promulgar formal mente .una regia -asl puede no ser obedecida en absoluto-, pero no necesitamos refenmos a ellas aqUI.

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teare estas cues~iones de S~~RT; otros utilitaristas, quiza de mayor perspectIva cognoscltIva, pueden dar diferentes res­puesta~, pero ~n alguna medida estos problemas surgiran con cualqUler versIon corri.ente del utilitarismo. En la concepcion d~ SMART, una cosa clertamente no se quiere significar al de­clr qu.e un acto es correcto si maximiza la utilidad -a saber que Sl. el acto maximiza la utilidad, entonces sera correct~ anunclar al agente mismo, 0 a cualquier otro, que el acto es corre~to-. P.~esto que una comunizacion tal debe ocurrir bajo la estlp~la.clOn qu~ el hace sobre el elogio y la culpa 21, en la que la. u~!ca conslderacion es la efectividad 0 utilidad de la enunclaclOn, y que, como el nos recuerda varias veces no es necesariamente la misma cosa que la utilidad del acto 'con el q~e. la ~nunci~cion se relaciona. Asi pues, estimula al paciente utIl.ltansta entrentado con la sociedad magica a pensar que es mejor recomendar .Y. cu.lpar actos por el standard local que p~r un .st~ndard utllitansta, ya que la confusion y no utilidad se segu.lran probablemente de un rasgo mal considerado p~r los ~atIvos al acomodarse a si mismos a las declaraciones de este mfluyente comentador 22.

La teoria causal de SMART del comentario moral tiene dos desventajas familiares. Una es que, como una pnictica, no tie­ne ~ranqueza -es decir, no Ie es posible ser abiertamente co­nocld~ en la sociedad en la que existe esta practica-. Si fuera conoclda, ~nton~~s ~esaria de funcionar en alguna parte, ya que una dimensIOn Importante, al menos, por el que puede ser eficaz el comentario moral es por aquellos que la reciben pensand? no, en terI?in?s de su ser eficaz 0 no, sino en termi. nos de Sl ~sta 0 no justlficada. Es un hecho muy evidente que la culpa tlene un efecto decreciente, 0 contraproductivo, si es ~anejada en ~nas formas que sus objetos perciben como in­j~stas. AI conslderarla como justa 0 no, sus objetos no pueden s~mplemente estar c~n~iderando si funcionani 0 no. Asi pues, Sl a~uellos que adm.I~lst:an la culpa, 0 alguna c1ase mas pe­que~a . de astut?s utIlitanstas que estan entre aquellos que la admmlstran, plensan en efecto en la cuestion de la equidad

21 P.62. 22 SMART, p. 59.

BUSQUEDA INDIRECT A DE LA UTILIDAD 135

como fundamental mente la misma que la cuestion de la efica­cia, entonces ha de haber poca sinceridad entre'ellos y los de­mas, y la institucion carece de franqueza, en el sentido de que no funcionara como una institucion a menos que haya una amplia ignorancia sobre su naturaleza real. Volvere a esta fal­ta de franqueza, un rasgo notable de las disposiciones que SMART prop~ne, en la seccion 7.

La segunda debilidad de la teo ria causal del comentario moral es que hace muy dificil darle sentido a la concepcion que un hombre tiene de su propia conducta; particularmente si el mismo cree la teoria causal, puesto que entonces la falta de franqueza que he mencionado se establece entre el hombre y el mismo -es dificil ver como puede cuI parse a si mismo si sabe 10 que esta haciendo al hacerlo-. Ahora bien, los utilita­ristas de hecho no son muy aficionados a cuI par a la gente, 10 que yen como una actividad improductiva: no lamentarse p~r la leche derramada figura perfectamente entre los mandatos proverbiales utilitaristas (y lIeva al pensamiento, caracteristi­camente utilitarista, de que cualquier cosa p~r la que podrias querer lamentarte es, como la leche derramada, reemplazable). Ademas, ellos se refieren a los efectos practicos futuros, y la cuestion de eual es la cosa correcta a hacer se centra esencial­mente en la situacion de decision: la cuestion central no es «l.Hizo (0 hice) la cosa correcta?», sino «l.Cual es la cosa correc­ta a hacer?». Este enfasis sobre el aspecto practico de toma de decision del pensamiento moral no es natural mente peculiar al utilitarismo, pero no es sorprendente que el utilitarismo deberia recalcarlo particularmente.

Si la cuestion central es la cuestion practica de que es 10 que es correcto hacer, el problema ahora es l.que contribucion distintiva para entender y contestar esta cuesti6n nos da el utilitarismo? Nos dice que la respuesta a la cuesti6n «l.Que es 10 que es correcto hacer?» ha de encontrarse en el acto que tiene las mejores consecuencias. Pero parece dificil plantear esto para cualquier uso en esta conexi6n, excepto tomandolo para implicar 10 siguiente: que la cuestion correcta a piantear, si preguntamos que es 10 que es correeto hacer, es que acto tendra las mejores consecuencias. Pero desde el momento en que ha sido aceptado, perdemos una distinci6n en la que

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SMART, siguiendo a SIDGWICK, pone gran peso -la que se da entre justificacion y motivacion.

SMART utiliza mucho esta distincion para rechazar el as­pecto inmediatamente calculador del utilitarismo, y recomen­dar cosas tales como la espontaneidad 23, e incluso esta prepa­rado para considerar, aunque la rechace, Ia idea de MOORE de que un utilitarista del acto no podria nunca actuar con el es­piritu de un utilitarista del acto 24. Pero ahora, si nuestro ar­gumento es correcto, parece como si SMART no tuviera sitio, o al menos tuviera un sitio muy pequeno, en el que IIevar a cabo estas maniobras. Puesto que hemos seguido la pista de la distincion entre el utilitarismo directo y otros tipos de utilita­rismo hasta una diferencia acerca de que actos son correctos; y hemos colocado la significatividad de esta cuestion, para u,n utilitarista, en la situacion de decision; y no hemos encontra­do ninguna alternativa a Ilevar su significatividad a esta situa­cion como un asunto de la cuestion correcta que uno debe plantearse a si mismo; y esto 10 convierte en materia de moti­vacion, de sobre que debe ria pensar la gente para decidir que hacer. Asi, si SMART desea sostener una posicion cIaramente utilitarista directa, entonces no puede usar tambien algunos de los recursos del utilitarismo indirecto para quitarle su ca­pacidad incisiva.

Hay un area en la que SMART mismo parece feliz de acep­tar este pun to, la que tiene que ver con las reglas. Dice que si un agente utilitarista percibe que en circunstancias particula­res el curso con las mejores consecuencias por todos lados consiste en romper la regia, entonces seria «regia ritual» no hacerlo as!; y que un utilitarista debe ria considerar las reglas como «reglas empiricas» 25. Yo interpreto esto a la luz de su anotacion de que la idea primaria para tener reglas es ganar tiempo 26. Hay ciertamente un modelo coherente de este tipo de regia, que he llamado en otros sitios 27 el modelo «cuenta del gas», que se refiere a la situacion en la que el costo de in-

2J Pp. 54-55. 24 Pp. 53-54. 25 P. 52. 26 0 tratar con casos en los que no hay tiempo: p. 52. 21 Morality, secci6n sobre el utilitarismo.

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terferir con un proceso fijo para manejar transacciones y dete­ner un item dado es mayor que una perdida en la que se in­curre en este item. Este modelo toma claro por Que, para un individuo, el valor de las reglas empiricas es pagado precisa­mente en terminos de tiempo. Tambien ilumina el punto de que una vez Que un agente ha percibido la no utilidad en el caso partiCular, no tiene objeto que siga la regia en este caso; puesto Que llegar a percibir la inmediata disutilidad es la a!1a­logia individual de interrumpir el proceso comercial -Ia inter­vencion reflexiva que cuesta tiempo ya ha sido hecha.

Hay natural mente casos en los que seguir una «regIa empi­rica» generara mas disutilidad que incumplirla. Pero necesa­riamente, como es natural, no hay manera alguna de identifi­car tales casos de antemano: puesto que asegurar en cada caso si seria 0 no de este tipo envolveria en cada caso la interven­cion de la regia que es el punto de la regia a evitar. As! cual­quieraque ado pte una «regIa empirica» conocera de antema­no Que habra casos excepcionales que no. se anunciaran a si mismos como casos excepcionales; esto es, sabra que esta au­torizando alguna disutilidad tactica en la busqueda de la utili­dad estrategica. Ahora bien, si los hechos son como hemos su­puesto, no sera capaz de evitar perder alguna utilidad, puesto que la alternativa es considerar cada caso, y considerar cada caso tiene, en suma, mayor disutilidad. Pero sabra de ante ma­no Que algunas de las acciones que hara no seran, por stan­dards utilitaristas directos, las acciones correctas, ni incluso respectode la evidencia Que se pudiera haber reunido si se hubieran investigado los casos particulares- probablemente las acciones correctas. Asi pues habra un tipo de razon utilitaris­ta para pensar que es mejor adoptar un curso de accion; que, como ya se sabe, no implica siempre el llevar a cabo la ac­cion correcta.

Aceptar este ultimo punto no implica abandonar 10 que antes IIame la «premisa de suficiencia del acto». Se pod ria aceptar el ultimo punto, y pensar todavia que todos los cam­bios de utilidad en el mundo fueran inducidos por via de las acciones; se habria de reconocer simplemente que algunas ve­ces las acciones equivocadas de uno fueron una condicion ne­cesaria para ser realizadas acciones mas optimificas, incluso

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por uno mismo. Este es el tipo de espiritu, quiza, en el que SMAR T sugiere que suspender los trabajos buenos por un poco podria ser un medio para realizar trabajos mejores 28. De he­cho, pienso que eso t:s hasta don de SMART esta preparado a tomarlo, al menos cuando piensa estrictamente en terminos de utilitarismo directo como una moralidad personal: las re­glas empiricas seran aceptables para mi en tanto en cuanto hacen mas probable que conducinin a acciones mas correctas en la larga trayectoria realizada por mi. Mas aun, si han de tener esa tendencia, es importante que yo las trate como re­glas empiricas, 10 cual significa no solo que si descubro que este es un caso excepcional entonces 10 tratare como una ex­cepcion, sino tambien -y de forma importante- que tengo un ojo utilitarista abierto a los signos de que un caso pueda ser excepcional.

Pero si esas precauciones son racionales, entonces clara­mente seria mejor que el agente utilitarista no fuera demasia­do lejos en el cultivo de la espontaneidad 0 la falta de con­ciencia respecto de consideraciones utilitaristas, puesto que cada paso en esa direccion debe tender a disminuir la proba­bilidad de que el ejecutara acciones correctas; a menos que se crea 0 bien que la Mano Invisible del capitalismo primitivo guiani al agente irreflexivo a resultados utilitariamente desea­bles, 0 bien que la deliberacion racionalmente utilitarista en los casos particulares es perjudicial actualmente para los re­sultados utilitaristas en aquellos casos (incluso aparte de la perdida de tiempo, etc.), que pueden muy bien ser verdaderos, pero que dificilmente pueden ser creidos, al menos, por un utilitarista directo. Es por estas razones, sin duda, que aunque SMART autoriza de vez en cuando estados mentales no utilita­ristas, despliega algunas precauciones al hacerlo asi. EI relaja­miento de las buenas obras no solo producira, se espera, mas buenas obras, sino que esta proyectado para ella; y si la es­pontaneidad tiene un valor utilitarista, entonces, sin duda, po­demos organizar alguna espontaneidad. Que el utilitarismo di­recto de SMART es de hecho precavido para recomendar dis­posiciones que son psicologicamente desplazadas del caiculo

28 P. 64.

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de utilidades, es sugerido tambien porque no dice virtual men­te nada sobre las excelencias de caracter que podrian entrar en la especificacion de un hombre bueno, 0 de varios tipos de hombre bueno; y da cuenta de esa nocion misma enteramente en terminos de maximizar acciones correctas para un hom­bre 29.

No es contradictorio en el caso de SMART, creo, restringir desviaciones del caiculo utilitarista, si va a ser un utilitarista directo; pero entonces es contradictorio en su caso presentar el utilitarismo directo como una doctrina simplemente ace rca de la just"ificacion y no ace rca de la motivacion. No hay nin­gun lugar distintivo para el utilitarismo directo a menos que sea, dentro de limites muy estrechos, una doctrina acerca de como se debe ria decidir que hacer. Esto es porque su doctrina distintiva versa sobre que actos son correctos, y, especial men­te para los utilitaristas, el unico interes 0 aspecto distintivo de la cuestion de que actos son correctos, se refierc a la situacion de decidir hacerlos.

En una forma, y la mas obvia, el utilitarismo directo es el paradigma del utilitarismo -en su terminante insistencia en maxi mizar la utilidad y en su rechazo a recurrir a reglas, etc.- y parece de todas las doctrinas utilitaristas la mas fiel al espiritu del utilitarismo, y a su exigencia de un conjunto de valores racional, decidible, empiricamente fundamentado, y no misterioso. Al mismo tiempo, sin embargo, contiene algo que un utilitarista pod ria ver como una cierta debilidad, una idea tradicional que esconde irreflexivamente. Es la de que el mejor mundo debe ser uno en el que la accion correcta esta maximizada. Bajo el utilitarismo, no es claro que esta preten­sion haya de ser verdadera; y cuando es verdadera, se torna mas trivial de 10 que parece.

Si la premisa de suficiencia del acto es fals~, la pretension no necesita incluso ser verdadera. Imaginemos que la mayor

29 «Un buen agente es aquel que aetua de una manera general mente opti­mifiea mas de 10 que 10 haee el termino medio» (p. 58). En 10 ultimo no esta claro 10 que signifiea, pero parece representar un standard muy relajado: as! la difieultad bien eonoeida de eneontrar diez hombres buenos en Sodoma (Genesis, 18-19) quiza no debe ria haberse planteado, a:menos que Sodoma tu­viera una poblaeion sorprendentemente pequeiia.

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utilidad fuera de hecho producida por personas que desplie­gan y testimonian una actividad espontanea y entusiasta. Mu­chos actos particulares serian equivocados, en el sentido de que si estos actos fueran reemplazados podria hacer un incre­mento de utilidad; pero no hay ninguna forma de reemplazar­los sin destruir la espontaneidad y el entusiasmo. Aqui los ac­tos correctos son sacrificados, ciertamente para mayor utili­dad, pero no para mayor utilidad que implica un numero mas amplio de aetas correctos -Ia cosa estriba, mas bien, en un cierto estilo y espiritu de accion-. Si, por otro lado, la premi- I

sa de suficiencia del acto es verdadera, entonces la accion co­rrecta debe ria ser maximizada, ya que 10 que sera comprado por un sistema que implica actos individual mente incorrectos sera, en este caso, un amplio numero de actos correctos. Pero esto es una trivialidad. Puesto que incluso si los actos correc­tos estuvieran siendo maximizados, e incluso si, ademas, mi acto fuera individual mente necesario para que esto fuera asi -de tal modo que incluso este acto mio fuera, selectivamente, correcto-, no se seguiria que su correccion utilitarista seria evidente para mi 0 para cualquier otro en la situacion.

Un ejemplo, demasiado caprichoso y esquematico en sl mismo, puede ilustrar el punto aqui. Una comunidad utilita­rista ilustrada podria encontrar que hay una tendencia entre' los ciudadanos a escabullirse del espiritu utilitarista, tomando decisiones temerarias y protestando de las disposiciones que la investigacion cientifica ha mostrado que son para 10 mejor. La forma mas indolora de curar esto es encontrar unos medios para recordarles las desventajas de no ser utilitaristas. EI go­bierno establece una reserva de personas profunda mente no utilitaristas (de Viejo Testamento, u otra secta magica), les deja seguir con sus vidas, y por medios secretos transmite por TV al resto de la gente algunas de las consecuencias mas rica­mente contrautilitaristas de su forma de vida. Si esto funciono como estaba previsto, los actos no-utilitaristas de los que estan en la reserva serian de hecho correctos utilitariamente, 0 al menos alguna proporcion indeterminablemente amplia de ellos 10 seria (la asignacion de los efectos marginales seria im­posible); pero la manera en la que de hecho contribuyeran a maxi mizar la utilidad seria aquella que requeriria que casi

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todo el mundo fuera de la reserva los considere como in co­rrectos, y los, que estan dentro de la reserva los consideren como correctos por razones que para el utilitarista los haria in~orr~ctos. Asi pues, incluso fundamentada la premisa de su­ficI:n.c,Ia del acto, no hay nada sino una trivialidad en la pro­pOSICIOn que afirma que los actos correctos deberian ser maxi­mizados. No se sigue que se debe ria maxi mizar 10 que pare­cen actos cor~ectos a los utilitaristas. Puede ocurrir muy bien que fuera mejor asegurar muchos de los que los utilitaristas han de con~id~rar ~?mo a~tos incorrectos, y no hay razon por la que la dIstnbucIOn de estos entre las personas debiera ser igual: como ilustra el modelo, pod ria haber razones utilitaris­tas para que hubiera un monopolio de actos «incorrectos» en­tre algunos hombres particulares. EI utilitarismo no tiene nin­guna raz?n para insistir en la equidad mas a este respecto que a cualqUler otro.

Una vez mas se ha retrocedido en esta via a la posicion de «valoracion total», la utilidad de cualquier cosa esta abierta a cuestion, que incluye, naturalmente, la del pensar utilitarista como un fenomeno personal y social. Hay algunas razones poderosas para pensar que su prevalencia podria ser un desas­tre. Algunas de elias son insinuadas ocasionalmente por SMART, en aquellos puntos en los que de sea (inconsistente­ment~, com? he sugerido) mantener el utilitarismo directo y al mI~mo tIempo un espiritu fuera del calculo utilitarista. MencIOnemos otras dos.

Primero, muchas de las cualidades que los seres humanos aprecian en la sociedad y en un semejante son notablemente no utilitar~stas, tanto en el temperamento que implican como en ~as aCCIOnes que estan dispuestas a producir. Hay toda la razon para suponer que la felicidad de las personas esta ligada de vanas maneras a estas cualidades. No es buen utilitarista el q~e dice que tal felicidad no cuenta, puesto que como hemos VIStO ya en esta conexi on se supone que el moderno utilitaris­~o es un sistema neutral entre las preferencias que la gente hene actualme.nte, yaqui se trata de algunas preferencias que las personas henen actualmente. Legislar contra elias no es per~eguir la felicidad de la gente, sino remodelar el mundo hacla formas de «felicidad» mas sumisas a las maneras utilita-

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ristas de pensamiento. Pero si no hay que legislar contra ellas, entonces el utilitarismo ha logrado coexistir con ellas, y no esta claro como 10 hace. Como hemos visto ya con las notas de SMART sobre la espontaneidad, no puedes poseer genuina­mente este tipo de cualidad y asegurarte a ti mismo que, aun­que es libre y creadora y no calculadora, esta tambien actuan­do en pro de 10 mejor. Aqui tenemos aquel mismo problema de alienacion de los proyectos de uno mismo que considera­mos antes en relacion con la integridad.

Segundo, esta el problema de la Ley de Gresham, relacio­nado con el problema bien conocido de la teoria de los jue­gos, el Dilema del Prisionero 30. E1 resultado del Dilema (los detalles no nos conciemen aqui) es que puede ser individual­mente racional para dos jugadores en un juego competitivo adoptar estrategias que produzcan conjuntamente un resulta­do peor que el que pudiera haberse alcanzado si cada uno hu­biera adoptado una estrategia; pero aunque ambos puedan ver esto, ninguno de ellos puede permitirse adoptar la estrategia diferente, por miedo a hacer solo algo que produciria un re­sultado peor para el (aunque mejor para su oponente) que cualquier otro. La forma de contrarrestar esto es cooperar; una via para ella es un «acuerdo forzoso», que puede ser in­terpretado a la manera hobbesiana como un acuerdo con un castigo indefinidamente amplio unido a su incumplimiento. EI Dilema es usual mente interpretado en terminos de prefe­rencias egoistas, pero puede surgir una estructura similar en una competicion entre agentes utilitaristas por un lado, y agentes egoistas (0 simplemente opuestos) por el otro. Ahora bien, la sociedad no puede existir sin un grado de motivacion cooperativa y benevolente, intemalizada hasta cierto grado, sostenida por sanciones hasta cierto grado. Pero el sistema no puede garantizar, y no 10 hace, la paz, porque hay agentes que no son coopcrativos, y tambien porque hay conflictos de concepcion sobre 10 que puede constituir la felicidad (la asun­cion utilitarista de que debe ser posible, por una funcion ma­ximizante, combinar en un tipo de compromiso tantas perso-

JO Para una discusi6n del dilcma, vcr, por cjcmplo, LucE y RAIFFA, Games and Decisions (Wiley, London, 1967). EI argumento presente es una versi6n un poco aumentada de uno que seda en Morality, loc. cit.

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nas como sea posible conseguir depende de las asunciones usuales sobre el caracter modesto y esencialmente domestico de 10 que la gente quiere).

Una vez que tales conflictos no pueden ser resueltos den­tro de la estructura usual de compromiso, el utilitarismo tiene una tendencia particular a plantear conflictos a niveles nue­vos. Puesto que debe ser siempre la ocupacion del utilitarista pensar como un utilitarista, tomar la accion menos mala ne­cesaria y suficiente para prevenir el resultado peor: la accion preventiva pertenece a la esencia de la racionalidad utilitaris­tao Pero puesto que un oponente puede saber que el utilitaris­ta es un utilitarista y esta comprometido a ello, el Ie planteara su oferta. Ambos pueden ver como en el Dilema, que el resul­tado comun de estos procederes sera muy malo, pero que no hay ninguna via en la que el utilitarista pueda cortar el proce­so sin correr un riesgo injustificado con las utilidades que se sup one que hay que maxi mizar, Asi es conducido por la pro­pia racionalidad utilitarista a contraofertar al oponente, y el proceso acumulativo es desastroso, sin que pueda justificarse ninguna salida particular de el.

Naturalmente las situaciones en las que tal conflicto puede plantearse son restringidas de varias maneras, en particular dentro del Estado, puesto que es la pretension y, si Hobbes esta en 10 cierto, la funcion del poder estatal el contener tales conflictos. Pero hay conflictos intemacionales, y conflictos entre el poder estatal y otras fuerzas, y ciertamente la misma estructura puede aplicarse a conflictos dentro del Estado, in­cluso si el poder estatal basta para detener la lista total de me­dios violentos que son intentados por los combatientes. Mas aun, la mera existencia del poder estatal es inadecuada para contener conflictos a menos que la gente en el Est"ado este motivada en algun grado para evitar conflictos. Tanto en la provision de tal motivacion, como en la empresa de limitar los conflictos potencial mente limitables, hay razon para pen­sar que una disposicion no-utilitarista es necesaria: una dispo­sicion para limitar las reacciones de uno, incluso aunque en el caso particular el costo de hacerlo as! pueda ser alto. Es de­cir, la gente ha de estar motivada, y profundamente motivada, para no tomar los medios necesarios y suficientes para preve-

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nir, en el caso particular, el resultado peor. Un sistema de dis­posiciones contra la accion preventiva -inc1uso frente a una fuerte provocacion a la conducta utilitarista- tiene una opor­tunidad de limitar el conflicto, y tal sistema requiere que la gente sea educada y fortalecida en sus disposiciones para no pensar las situaciones de una manera utilitarista. Esto no es decir que no piensan en absoluto en terminos de las conse­cuencias de sus acciones -eso seria insensato, si es que fuera inteligible en absoluto-, y no significa que fijan un limite defi­nido donde quiera que puedan proferir amenazas, como ha­cen los pacifistas: eso seria suponer que la unica alternativa al utilitarismo serfa aceptar que hay ciertas cosas ob1igatorias cualesquiera que sean las consecuencias, una postura~que he­mos rechazado hace tiempo, en l<i seccion 2. Significa ademas que la respuesta esta falta de 10 que seria requerido utilitaris­tamente en este punto: y esta realmente fa1ta de ello.

Dos respuestas utilitaristas pueden considerarse aqui. E1 utilitarista puede decir, primero, que cualquiera puede hablar sobre 10 que serfa deseable para limitar los conflictos; sin duda, si estas disposiciones fueran generales, los conflictos se­rian contenidos. Pero igualmente, si el utilitarismo fuera gene­ral, los conflictos serian contenidos. Esta replica yerra precisa­mente 10 significativo del argumento. Concedamos que si el utilitarismo fuera general, los conflictos sedan contenidos; aunque de hecho hay alguna duda sobre esto, a menos qUe se afiada que no solo las partes estan de acuerdo en las formali­dades del utiIitarismo sino que com parten un concepto de fe­licidad comun, 0 aI menos solo trivial mente diverso. El punto concierne a Ia situaci6n en Ia que no todas las partes ticncn disposiciones cooperativas -cs decir, Ia situacion actual-. Si una de las partes en un conf1icto no tiene disposiciones co­operativas y la otra es utilitarista estricta, entonces hay un te­rreno abonado para que surja el conf1icto previo a toda toma de contacto; 8i la parte mas socializada tiene una disposicion para resistir dicha situacion, entonces puede que tal conflicto no surja.

Otro utilitarista respondera que los argumentos que he adelantado para estas disposiciones son de todas formas argu­mentos utilitaristas. En cierto modo, esto es correcto y tales

I

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argumentos 10 han pretendido ser -han pretendido usar termi­nos utilitaristas en un grado maximo-. Pero 10 que muestran, si son correctos, es que, supuestas algunas generalidades empi­ricas de un tipo que son el fondo de todos los problemas de moralidad, el destino del utilitarismo es exc1uirse a si mismo de la escena. Como hemos visto, el utilitarismo directo repre­senta ciertamente una forma distinta de decidir cuestiones morales; una forma, sin embargo, de la que hay buenas razo­nes para pensar que podria conducir al desastre si se empleara generalmente; y algunas cualificaciones que SMART esta dis­puesto a poner en ella parecen sefia1ar un cierto reconoci­miento de esto, y un comprensible deseo de dejar e1 camino abierto por el utilitarismo para retirarse a un nivel mas indi­recto, hacia la dimension de valoracion total. Pero una vez' que ha empezado, no parece haber nada que detenga, y sf un poco que fomente, un movimiento por el cual retrocede a un punto de vista totalmente trascendenta1 desde e1 cual todo 10 que pi de es que e1 mundo deberia ser ordenado en pro de 10 mejor, y que deberfan existir en el mundo aquellas disposicio­nes y habitos que son en pro de 10 mejor, dejando enteramen­te abierta 1a cuestion de si ellas mismas son de un tipo distin­tivamente utilitarista 0 no. Si el uti1itarismo alcanza este pun­to y no determina nada de como es conducido el pensamiento en el mundo, pidiendo simplemente que la manera en que sea conducido debe ser buscando 10 mejor, entonces mantengo que eI utilitarismo ha desaparecido, y que no puede IIamarse a la posicion residual utiIitarismo ll.

Si la utiIidad pudiera ser global mente pIantcada -y eso ha sido un presupucsto dc cstos argumcntos, aunque yo plantearc algunas dudas sobre ello en Ia seccion proxima- entonces po­dria haber una utilidad total maxima desde el punto de vista trascendental, incluso aunque nadie en el mundo aceptara el utilitarismo. Mas aun, si los argumentos previos han sido co­rrectos, es razonable suponer que la utilidad total maxima re­quiere actual mente que pocos, si algunos, acepten el utilitaris­mo. Si esto es correcto, y el utilitarismo ha de dejar de poner

11 Para una concepcion similar, cr. J. RAWLS, A Theory of Justice (Ox­ford University Press. London. 1972). pp. 182. 184-5.

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una marca distintiva en el mundo, quedando s610 con la valo­raci6n total desde un punto de vista trascendental, entonces dejo a discusi6n si esto muestra que el utilitarismo es inacep­table 0 simplemente que nadie debe aceptarlo.

, I

7 ELECCION SOCIAL

Los padres del utilitarismo 10 pensaron principalmente como un sistema de decision social y politica, como ofrecien­do un criterio y un as bases de juicio para legisladores y admi­nistradores. Esto es reconociblemente una materia diferente del utilitarismo como sistema de moralidad personal, pero es dificil por un numero de importantes razones separar las dos cosas en ultimo extremo, y detener el espiritu del utilitarismo, firmemente establecido en una, a partir de removerlo en la otra. Si las decisiones individuales sobre asuntos personales se hacen sobre una base utilitarista, entonces aqueHos ciudada­nos diriginin ambos la misma perspectiva en sus concepciones sobre 10 que debe ria hacerse en la esfera publica, y tambien esperanin que el poder legislativo y el ejecutivo tomen sus de­cisiones con este espiritu. Ciertamente, es probable que un utilitarista deba pensar que el caso para un utilitarismo publi­co es aun mas estricto que para un utilitarismo privado. Por una cosa, las decisiones del gobierno 32 afectan a mas perso­nas, en su mayoria, que las decisiones privadas. Pero mas que esto, el utilitarista debe posiblemente considerar que hay algo en la naturaleza del gobierno moderno (al menos) qu~ requie­re el espiritu utilitarista. Los ciudadanos privados pueden le­gitimamente, aunque lamentablemente, tener creencias reli­giosas 0 ideales contra-utilitaristas, pero el gobierno en un Es­tado secular debe ser secular, y debe usar un sistema de deci­si6n que este minimamente comprometido mas aHa de su compromiso intrinseco con el bienestar de sus ciudadanos.

32 Hablo de gobierno todo el tiempo, como una abreviaci6n conveniente por agentes 0 personas que toman decisiones en el area publica. Las discusio­nes mismas entre publico y privado no pretendcn ser mas que extremadamen­tc toscas.

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Asi pues, el utilitarismo puede ser visto como incorporado en un contrato de gobierno.

La nocion de un compromiso minimo es un elemento im­portante en la razon fundamental del utilitarismo, y, si estoy en 10 cierto, particularmente se aplica al nivel publico. EI uti­litarismo en ciertos aspectos cum pie esta promesa, en el senti­do de que ciertamente mantiene sus juicios sobre unas bases estrictamente seculares y no misteriosas, y deriva (0 al menos espera derivar) su inversion (input) sustancial a partir de 10 que la gente desea como cosa de hecho, tomando a sus ciuda­danos tal como los encuentra. Pero esas virtudes (en la medi­da en que son virtudes) las com parte en cualquier caso con al­gunos otros sistemas, como veremos, que no tienen algunos de los defectos caracteristicos del utilitarismo. De nuevo, el utili­tarismo tiene un atractivo porque es, al menos en sus formas directas, un sistema de principio unico que ofrece uno de los mas simples y mas poderosos metodos posibles para obtener un resultado: su compromiso a este respecto puede ser tam­bien considerado como minimo, en cuanto establece una me­nor demarnda de principios auxiliares. Sin embargo, hace una enorme demanda de informacion empirica supuesta sobre las preferencias de la gente, y esa informacion no es solo amplia­mente inasequible, sino tambien sepultada en dificultad con­ceptual; pero eso es visto a la luz de una dificultad tecnica 0

practica, y el utilitarismo apela a un estado de animo en el que la dificultad tecnica, incluso insuperable, es preferible a la falta de claridad moral, sin duda porque es menos alarman­teo (Este estado de animo es -de hecho profundamente absurdo; incluso, se podria sugerir, no es muy sensible desde un punto de vista utilitarista, pero el acuerdo con el puede conducir una vez mas al deslizamiento en una direccion trascendental que ya interceptamos en la ultima seccion.)

La apelacion al nivel social de los compromisos minimos del utilitarismo, por tanto, en alguna medida no Ie es pecu­liar, y es en cierto modo ilusorio. Es tambien en cierto gra­do real, en el sentido de que el utilitarismo real mente permite actuar con pocos principios y nociones morales auxiliares, pero entonces, como los criticos han apuntado repetidamente, y nosotros veremos en breve, la claridad de su tema princip,al

ELECCION SOCIAL 149

a este respecto simplemente muestra en una gran medida que poco del bagaje monll del mundo esta preparado para recoger. Un sistema de decision social que es indiferente a las cuestio­nes de justicia 0 equidad tiene que preocuparse menos que uno que no es indiferente a esas consideraciones. Pero ese tipo de compromiso minimo no es atractivo. La deseabilidad de un sistema de eleccion social puede ser considerada sola­mente con relacion a 10 que puede razonablemente plantearse hacer, y la simplicidad del utilitarismo a este respecto no es virtud si deja de hacer 10 que puede ser razonablemente re­querido al gobierno, como por ejemplo que considere cuestio­nes de equidad. La simplicidad que el utilitarismo puede obte­ner a base de descuidar otras demandas no es en si misma un ar­gumento para decir que tales demandas no deberian hacerse.

Volvere mas tarde sobre estas cuestiones. Por el momenta anotemos que una sociedad dispuesta a hacer elecciones utili­taristas en la moralidad personal muy posiblemente ha de fa­vorecer decisiones utilitaristas del gobierno, puesto que si yen merito en 10 primero, han de ver el mayor merito inscrito en 10 segundo. l,Que hay ace rca de la otra via menos directa? La perspectiva de una sociedad que es utilitarista en el gobierno pero no asi en la moralidad personal es mas reconocible, y se situa en una direccion favorecida por muchos escritores utili­taristas. Algunas veces no es facil decir si tales disposiciones sociales son consideradas por estos escritores, porque una confusion pende sobre el lugar a partir del cual se hacen las valoraciones utilitaristas, y no se puede ver si el punto de vis­ta transcendental ha sido adoptado, y los desarrollos en la so­ciedad son valorados a partir de un punto imaginario fuera de ella, 0 si, alternativamente, se supone una posicion dd juicio y decision utilitaristas dentro de la sociedad. La discusion de SMART de los utilitaristas en una sociedad magica 33 es revela­dora: ellos pueden considerar la sociedad y ciertamente tener un efecto en ella, pero no pertenecer a ella, y en pro del me­jor resultado dejan continuar las practicas locales. No es sor­prendente que deberian recordarse los administradores colo­niales, siguiendo un sistema de reglas indirectas.

JJ SMART, p. 60. cr. p. 134.

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Si insistimos en que se diga desde que lugar social actual se hacen los juicios utilitaristas, y si formamos un cuadro de-I finitivo de la decision utilitarista que esta ubicada en el go­bierno, mientras que el pueblo en una medida significativa esta en una perspectiva no utilitarista, entonces seguramente puede ocurrir que el gobierno en esa sociedad sea muy impor­tantemente manipulativo. Puesto que 0 bien el gobierno es in­sensible a las demandas no utilitaristas que se Ie hacen, y debe sostenerse a si mismo por otros medios que la sensibili­dad a las demandas publicas; 0 bien alternativamente no tiene nada que responder, porque las preferencias no utilitaristas del publico se dirigen enteramente a objetos privados. Si esto es concebible, sin que resulte que el publico es utilitarista con recreos no utilitaristas, sera asi solo porque el gobierno 10 fo­menta 0 10 hace ser as!. En ambos casos la realidad social aparecera muy diferentemente a la elite utilitarista de co~o aparece a los gobernados. Esta situacion es inherentemente manipulativa, y muy probable mente exigiria instituciones de coercion 0 severas restricciones politicas para sostenerse. Esta es una manifestacion social e institucional de la falta de fran­queza que ya he sefialado en las propuestas de SMART 34. Y aqui ha de ser descrito en que momento el utilitarismo ret or­na desdeel punto de vista trascendental a ser una fuerza poli­tica en la sociedad. No hemos de contar con el observador ideal, sino con el agente no ideal.

Es digno de anotarse que la idea de una elite utilitarista envuelve en un grado especial los elementos de manipulacion. Esto es posible en general puesto que hay sociedades desigua­les y jerarquicas que, sin embargo, toman en consideracion el respeto y las relaciones humanas decentes, hasta el punto que la gente no tiene conciencia de que las cosas pudieran ser de otra manera; pero que, una vez que tal conciencia ha nacido, deben inevitablemente llegar a ser una cosa diferente y mas opresiva 35. En que medida hay sociedades genuinamente in­genuas en este sentido, es una cuestion empirica, pero cierta­mente podria haber. Pero la idea de una sociedad que estuvie-

34 Versecci6n 6, pp. 134-135. 35 Yo he dicho algo acerca de esta posibilidad en «The idea of equality»,

reimpresa en Problems of Se/j; ver p. 238.

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ra gobernada por una elite utilitarista y que fuera ingenua en ese sentido es un absurdo, puesto que el utilitarismo esta eri­gido sobre la idea de accion social propositiva y la alteracion de actitudes, mediante metodos y en grados que solo la inves­tigacion empirica revelani; y ninguna sociedad en la que la actitud de sus gobernantes estuviera construida sobre esta idea podria contener tambien inherentemente la asuncion, com­partida por todos, de que una division entre una elite utilita­rista y una mas a no utilitarista fuera un hecho natural. Teori-

. cos utilitaristas individuales pueden arreglarse para ser bastan­te inocentemente ingenuos al sostener algo como esa asun­cion, pero ninguna sociedad podria.

Vuelvo ahora a los principios utilitaristas de eleccion so­cial. Es un tema muy amplio y tecnico, cuyas cuestiones cen­trales son en 10 esencial de economia del bienestar. No inten­tare entrar en tales cuestiones 36. Mi pretension sera simple­mente trazar un tosco mapa de algunos de los puntos mas im­portantes, construido sobre el principio de una trayectoria fuera del utilitarismo. Partiendo con todo el aparato clasico del utilitarismo, un conjunto de dudas y de criticas puede mo­verle a uno a traves de una serie de estadios hasta acabar en algo que se parece muy poco al utilitarismo. Un punto im­portante al respecto estriba en el hecho de que hay varios es­tadios. Los agrupare, para el proposito presente, muy cruda­mente en tres pasos. EI primero es el paso desde el utilitaris­mo al reconocimiento de que incluso usando 10 que son, en un sentido general, comparaciones de utilidades de tipo utili­tarista, son igualmente posibles funciones de decision social que no son utilitaristas. Este es un paso importante, puesto que algo del atractivo del utilitarismo para aquellos -que de­sean resultados sociales definidos descansa sobre la falsa pre­suposicion (no com partida por los economistas) de que el uti­litarismo es unico tomando una decision a partir de datos de ese tipo. EI segundo paso arroja una duda sobre la adecuacion de las utilidades, percibidas satisfacciones y expresadas prefe-

36 Para un tratamiento mas lucido y de mayor ayuda de estas materias ver el brillante libro de Amartya K. SEN, Collective Choice and Social Welfare (Holden-Day, San Francisco, 1970). Hay trad. cast.: Elecci6n colectiva y bie­nestar social (Alianza, Madrid, 1976).

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rencias como una base total para la decision total, y abriga concepciones de bienestar 0 felicidad que plantean problemas mas persuasivos y menos definidos ace rca de la agregacion y comparacion personal. En un tercer estadio, finalmente, pue­de sobrevenir la duda sobre la empresa toda de tener, excepto para propositos muy especificos y limitados, tal maquinaria de decision social ambiciosa y referida al total; pero esta es una cuestion que pasare sin dedicarme a ella.

Comienzo con una formulacion de SEN 37: «AI usar funcio­nes de bienestar individual para eleccion colectiva, hay al me­nos tres problemas separados (pero interdependientes), verbi­gracia (a) mensurabilidad del bienestar individual, (b) compa­rabilidad interpersonal del. bienestar individual, y (c) la for­ma de una fun cion que especifique una relacion de prefe­rencia social dadas funciones de bienestar individual y supues­tos de comparabilidad». Con respecto a (a), una cuestion, que SMART J8 ha mencionado, es si puede imponerse una medi­da cardinal 0 una simplemente ordinal; pero es digno de anotar­se que no hay ninguna relacion simple entre las respuestas a (a) y a (b), puesto que es no solo posible alcanzar algunas formas de comparacion interpersonal con preferencias puramente ordina­les 39, sino tambien es posible tener medidas cardinales de prefe­rencia individual que no se somenten a comparaciones interper­sonales, pero, sin embargo, admitir soluciones a la cuestion (c): esto es asi en el modelo de regateo de NASH 40.

EI utilitarismo clasico hace presuposiciones muy fuertes con respecto a (a) y (b), exigiendo cardinalidad para responder a (a) y comparaciones interpersonales directas para responder a (b); ofrece despues una solucion simple a (c), en forma de maximizar 0 bien la utilidad total bruta, 0 bien la utilidad media, en el sentido simple de utilidad total dividida por el numero de individuos 41. Ahora bien, es posible dar versiones

37 Collective Choice and Social We/fore. p. 118 (p. 147 de la trad. cast. cita­da).

31 SMART. p. 47. 39 Sobre esto ver SEN, Caps. 7 y 7*, y tambien R. C. JEFFREY, ~On inttr­

personal Utility Theory», Journal oj Philosophy 68 (197 I), pp. 647-657. 40 Cf. SEN, caps. 8 y 8*. 41 SMARTparece dudar entre estas altemativas muy diferentes: p. 38. Ver

tambien RAWLS, A theory oj Justice (Harvard University Pres, Cambridge,

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del utilitarismo sobre presupuestos menos (uertes que estos, y aunque podrian estar faltas de la celebrada habilidad del utili­tarismo chisico para dar, en principio, una respuesta definiti­va a todos los casos, podrian tener exito en otros aspectos, como por ejemplo al ser bastante menos irrealista; mientras que otros sistemas, dentro de esta estructura general, dan res­puestas diferentes a (c) que pueden conllevar otras ventajas. Como SEN ha planteado 42: «Tal estructura general... esta falta de la efectividad segura del utilitarismo chisico, que es uno de sus casos muy especiales, pero elude tambien el caracter pre­suntuoso del utilitarismo, tanto como su arbitrariedad desen­frenada».

No me refiero aqui a las bases diferentes sobre las que el utilitarismo, 0 alguna de sus versiones, puede darse, ni tampo­co a los detalles de sistemas alternativos, sino simplemente lIamare la atencion sobre la existencia de sistemas alternativos que, aunque paguen varios precios, pueden actuar mejor que el utilitarismo en materias en las que este es notable mente de­bil, sobre todo la de la equidad. Claramente el principio ma­ximin de RAWLS -considerado aqui como un principio de comparacion de estados sociales, mas que de comparacion de conjuntosde instituciones, que es 10 que ofrece en cuanto tal­satisface esta segunda condicion mejor que el utilitarismo, aunque pueda dar en otraparte resultados implausibles; y mas generalmente, el tipo de orden lexicografico que RAWLS y otros han empleado -por el cual algunos criterios de prefe­rencia pueden ser puestos en juego solo despues de que otros han sido satisfechos- es mas realista y sofisticada que la gran insistencia del utilitarismo en asumirlo todo.

A esta luz, el utilitarismo emerge como absurdamente pri­mitivo, y se ha hecho muy tarde para decir que las cuestiones de distribucion equitativa 0 no equitativa no cuentan porque el utilitarismo no tiene una forma satisfactoria de considerar­las. Sobre el criterio de maximizar l~ utilidad media, no hay

Mass., 1972), pp. 162 ss. Trato un aspecto de la soluci6n «media» mas ade­lante.

42 Collective Choice and Social Welfare, p. 104 (p. 131 de la trad. cast. ci­tada).

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nada que elegir entre dos estados sociales que envuelvan el mismo mimero de personas que com parten la misma suma total de utilidad, incluso si en uno de ellos esta uniformemen­te distribuida mientras que en el otro un numero muy peque­no tiene una gran cantidad de utilidad; y es una estupidez de­cir que de hecho no hay nada que elegir aqui. No es una cuestion, vale la pen a quiza insistir en ello, de quienes insis­ten presentando aqui un valor sobre una relevante diferencia, mientras que la respuesta utilitarista no envuelve ningun va­lor; las decisiones utilitaristas sociales envuelven valores tahto como 10 hacen otras cualquiera. Ni podemos decir que tales situaciones no aparecen, porque, por ejemplo, la falta de equidad dara paso al descontento, que reduce asi la utilidad total y media. Puesto que la objecion a un estado sin equi­dad no es contingente al estar descontentas las personas peor tratadas; por el contrario, su ser peor tratadas proporciona un fundamento para su estar descontentas, y es una conclusion inicialmente complaciente y conservadora el que esto debe ser actualmente mejor si, siendo las cosas injustas, la gente no esta descontenta.

Un argumento moralizante en favor de maximizar la utili­dad media podria ser este 43. El punto de vista moral es ,im­personal, y abstrae de los intereses personales de uno mismo, para considerar una situacion con un espiritu universal. Pero esto conduce al mismo sitio que la exigencia de que al elegir entre estados sociales no establezca ninguna diferencia quien es el que 10 hace en particular 44; y esto podria representarse como la idea de que es mejor el estado social en el que un ciudadano seleccionado al azar esta muy bien; y podria ser pensado equivalente al requisito de que la utilidad media sea maximizada. En cualquier caso parece extremadamente dudo­so que las consecuencias de la impersonalidad pueden ser re-

43 Para consideraciones en esta area, ver RAWLS, A Theory of Justice, pp. 164 y ss., aunque el argumento ofrecido aqui es diferente al suyo.

44 Algo de este tipo puede ocultarse posiblemente bajo el flirteo de SMART (p. 47 ) con la idea de que en el terreno de la impersonalidad moral el sacrifi­car X los intereses de X deberia ser visto como un caso especial del sacrificar X los int~reses de Y. Por (jue es absurdo este resultado, y, por tanto, por que 10 es la lmpcrsonahdad SI conduce a ello, son cuestiones muy relacionadas con las cuestioncs de la integridad ya discutidas antes.

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presentadas en terminos de la utilidad disfrutada por un ciu­dadano seleccionado al azar. Pero incluso si pudiera hacerse asi, el argumento es invilido como soporte del principio de maxi mizar simplemente la utilidad media, puesto que clara­mente pueden haber dos estados sociales con poblacion y to­tal de utilidad igual en ambos, pero en los que la probabilidad de extraer al azar un ciudadano cuya utilidad sea inferior a la media es mucho mayor en uno que en otro; esto sera asi ob­via mente para un estado en el cual hay una gran segregacion de utilidad para unas pocas personas, puesto que en este caso hay muchas mas personas con utilidad inferior a la media que en un estado en el cual la'distribucion es mas justa. El argu­mento gana alguna plausibilidad de otra aplicacion, y diferen­te, del principio de razon insuficiente: cuenta con el hecho de que fuera de los muchos estados sociales que presentan una utilidad media dada, el mayor numero debe ser de estados en los cuales la mayoria de ciudadanos no difieren demasiado uno del otro en utilidad. Pero si ese hecho sostiene todo en este area, no puede sostener el principio de maximizar sim­pie mente la utilidad media, sino el de maximizarla dado que los diferenciales no son demasiado grandes, esto es, concede el caso para cuestiones distributivas.

El paso proximo en la trayectoria que nos aleja del utilita­rismo nos lleva desde cuestiones sobre como se manejan utili­dades y listas de preferencia a la cuestion de si las utilidades y las listas de preferencia pueden ser posiblemente todo 10 que nos concieme, incluso bajo la clasificacion de bienestar indi­vidual. Aunque no deberiamos olvidarlo, podemos pasar so­bre la gigantesca dificultad de descubrir incluso preferencias ordinales entre los bienes privados y homogeneos. Las dificul­tades presentes nacen del hecho de que los bienes pueden no ser homogeneos y pueden no ser privados. El principio de sustituibilidad de las satisfacciones es basico para calculos de utilidad; aparece, por ejemplo, y muy evidentemente, en la prueba de compensacion de HICKS-KALDOR, al efecto de que un cambio es una mejora inequivoca si su beneficiario es me­jorado tanto por el que podria compensar su perdida y tener algo mas. Dificilmente puede ser una objecion a la econo­mia, como economia, el que trata del dinero. Pero puesto que

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tales principios son vistos como los principios de decision sa­cial, se deberia hacer frente al hecho de que los bienes no son necesariamente intersustituibles y considerar el caso, por ejemplo, de un hacendado intransigente que, cuando su aveni­da de tilos ha de ser destruida por la'autopista, pide un peni­que en compensacion, puesto que nada puede ser compensa­cion. Que debe haber algo que constituya compensacion para una perdida finita es un dogma, que es mas familiar en su version tradicional segun la cual cada hombre tiene su precio.

De nuevo se plantea la cuestion de que objetos de prefe­rencia pueden ser manejados por las formulas de decision so­cial. Esto me parece una cuestion muy diffcil, sabre la que to-

o davia no se conoce bastante; asi esta lejos de ser claro si la teoria de juegos puede hacer buena su promesa de ser capaz de manejar cualquier conjunto de preferencias, incluyendo las altruistas, sin destruir sus bases teoricas. Hemos encontrado ya, en la seccion 5, la cuestion de cuales son los proyectos que el utilitarismo puede contener satisfactoriamente sin 0 bien colapsar en los presupuestos .evidentemente restringidos y egoistas del benthamismo cl<isico 0 bien caer en la incohe­rencia respecto de las relaciones entre los proyectos propios de un hombre y el proyecto del utilitarismo mismo. En el campo social, este mismo problema emerge una vez mas par­ticularmente en la forma de la cuestion de que grado de satis­faccion social 0 publica puede ser incorporado a las preferen­cias si estas han de ser directamente parte de la inversion (in­put) de la funcion de decision social. Algunos grupos pueden mantener concepciones sobre aquel!o a 10 que debe ria aseme­jarse el Estado y materias similares de principio 0 referirse en profundidad a 10 que pueden coherentemente considerar co­mo material de intercambio con otras ventajas. Si son pode­rosos 0 bastante resueltos, es bien conocido que pueden ejer­cer un efecto de bloqueo; y situaciones estructurales de este tipo pueden conducir, por ejemplo, a soluciones federales. Ahora bien, un administrador puede considerar a estas perso­nas a una luz utilitarista como un obstaculo que cuesta un es­fuerzo indefinidamente amplio remover; pero ellos mismos no pueden considerarse a esta luz, y ciertamente no se puede res­tringir la nocion de «pensamiento politico» a la planificacion

ELECCION SOCIAL 157

que los considera a esta luz -su propio pensamiento puede ser el mismo pensamiento politico-. ASI si el utilitarismo ha de proporcionar el criterio de pensamiento politico racional, se sigue que no se deberia, ideal mente, pensar como 10 hacen ta­les personas. Es decir, el utilitarismo una vez mas legisla no solo para la manipulaci6n, sino para la satisfacci6n y la serie­dad de los proyectos en sociedad.

Tal como encontramos en el caso individual, en la deci­sion politica el utilitarismo se ve forzado a considerar los «mandaI}1ientos» (como previamente los Harne) extemamente, como una fanatica desviacion del tipo de preferencia que pue­de ser cooperativamente negociado contra preferencias conflic­tivas. Esto podria parecer en cualquier caso una valoracion gratuita, y una limitaci6n no permisible sobre el supuesto to­pica de neutralidad de la concepci6n utilitarista de las prefe­rencias. Pero podria ser aun peor. Puesto que poliria resultar, como ya he mencionado al discutir el caso individual, que la felicidad de muchos hombres -por criterios de felicidad que el utilitarismo habria de reconocer- estriba en su identificacion con estos mandamientos, estos objetivos sociales autotrascen­dentes que no permiten negociarlos.

Quiza la humanidad no este aun 10 bastante domesticada para limitarse a sl misma a las preferencias que el utilitarismo puede manejar sin contradicci6n. Si es asi, quiza el utilitaris­mo debe ria alejarse de una humanidad impreparada para en­frentarse con los problemas que encuentra mas tratables tal como el presentado por SMART 45 en una memorable imagen beckettiana, de un mundo que consiste s610 en un engafiado sadico solitario.

Hay un problema radicalmente diferente que surgeincluso si consideramos preferencias de un caracter mas inmediata­mente domestico. Aunque los utilitaristas admiten que es diff­cil de encontrar la estructura ordinal de las preferencias de un individuo, sera tomada naturalmente para referirse a 10 que el prefiere actualmente. Incluso si esto fuera averiguable (y ave­riguable sin interferencias, que es un punto mas), Ie faltaria base adecuada para la decisi6n social en muchos casos, por-

45 SMART, p. 33.

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que podria no coincidir con 10 que preferiria el individuo si estuviera mas completamente informado, y si tuviera un sen­tido .mas con~reto de que cosas serian semejantes si su prefe­renCla, 0 vanas alternativas a ella, tuviera lugar. Considera­ciones de este tipo son rechazadas a menudo como elitistas 0

autoritarias, y el generoso empleo de nociones de una «volun­t~d autentica» por los manipuladores politicos proporciona c.lertament~ ~~ndamento~ para un respeto saludable por este tIpo de ObjeClOn. Pero, sm embargo, muy lejos de sus desplie­gu~s mas conter:ciosos, el punto tiene fuerza. Puesto que cual­qU1~ra que admlta el papel de la consideracion experta en el goblerno -y los utilitaristas son ciertamente los ultimos en re­chazarla- debe admitir que una preferencia ignorante puede n;uy. bien .no c~inci?ir con 10 que el mismo individuo preferi­na SI hublera sldo mformado. Y no podemos aceptar la idea de que es 5610 una cuestion de haber establecido los deseos de la gente, y de estar informados 0 no sobre los resultados parti­culares como realizaciones de aquellos deseos. Lo que se quie­re, 0 se es capaz de querer, es ello mismo una funcion de nu­merosas fuerzas sociales, y descansa en forma importante so­bre un sentido de 10 que es posible. Muchos deseos potencia­le~ no lIegan a ser una preferencia expresa porque el pensa­mIen to no sabe que seria posible alcanzarlos.

Nada de esto proporciona una formula alternativa para al­canzar decisiones sociales, ni pod ria hacerlo; pero apunta' a una ilusion poco sincera sobre Ia que negocia el utilitarismo y que Ie convierte en irresponsable -la ilusion de que las pre~ ferencias estan ya dadas, de que el papel del proceso de deci­sion social ha de seguirlas-. No hay tal seguimiento. Com pro­meterse en esos procesos, que el utilitarista considera como «que siguem>, es ello mismo- mediante un estilo de argumen­to al que, ironicamente, el utilitarismo es particularmente a'fi­cionado- hacer algo: es elegir aprobar estas preferencias 0 un conjunto de elias, que esta en la superficie, como deterrr:inado por cosas tales como 10 que la gente en un momenta dado considera como posible -algo que a su vez es afectado por las actividades del gobierno.

A este respecto, ten em os un caso especial de algo que es muy importante. Un bien conocido argumento del utilitaris-

ELECCION SOCIAL 159

mo contra las criticas de este tipo es que podemos estar de acuerdo en que todo es imperfecto -solo descubriendo tosca­mente preferencias y congregandolas, suponiendo que las pre­ferencias presentes y reales son las unicas preferencias rele­vantes, dando un enfasis mas fuerte a aquellas preferencias que estan teoricamente en la mejor posicion de manejarse tra­tando los bienes no sustituibles como sustituibles, y asi sucesi­vamente: pero que, de todas formas, media hogaza es mejor que ningun pan, y es mejor hacer 10 que podamos con 10 que po­dam os, mas que recaer en una intuici6n incalificable y en una decisi6n asistematica. Este argumento contiene una ilusion, puesto que ejercitar metodos utilitaristas sobre cosas que al menos parecen responder a ellos no es simplemente propor­cionar un beneficio en algunas areas que no se puede propor­cionar en todas. Es proporcionar, al men os muy a menudo, aquellas cosas con prestigio, para darles un papel injustifica­damente amplio en la decision, y rechazar a una mayor dis­tancia aquellas cosas que no responden a los mismos metodos. Tal como en las ciencias naturales, las cuestiones cientificas se plantean en aquellos sectores en los que existen las tecnicas experimentales para contestarlas, asi en la materia muy dife­rente de decision politica y social el peso sera volcado en aquellas consideraciones que parece, 0 al menos se augura, que se pueden manejar mediante tecnicas intelectuales respe­tadas. Considerar esto como el asunto de la media hogaza es

. presuponer que la aplicacion selectiva de aquellas tecnicas a algunos elementos en la situaci6n no influye por si misma en el resultado, y tambien que admitir un conjunto mas amplio de consideraciones sera necesariamente, a la larga, volver a 10 mismo; y a menu do esas dos presuposiciones son falsas.

En este punto alcanzamos el limite de cuestiones tan am­plias como: ~en que medida debe ria ser considerado el pensa­miento politico como un asunto de principios sistematicos? ~Hasta que punto puede la aplicacion de tales principios de­terminar mas que modelos muy abstractos que las urgencias y complejidades de la vida politica actual tornaran irrelevantes? ~Que estructuras intelectuales, tales como las de disposicion lexicografica, podrian aplicarse a tales principios? ~Son los importantes cambios politicos discontinuos en vias que ningu-

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na autoridad actuando con un espiritu administrativo podria tener en cuenta? lEn que vias puede el gobiemo, y el control publico sobre el gobiemo, manejar responsablemente el hecho de que las preferencias de la gente son en parte una funcion de sus expectativas, y sus expectativas son en parte funcion de 10 que hace el gobiemo? Estas son cuestiones reales y no reto­ricas, y son algunas de las mas importantes, aunque no nece­sariamente las mas nuevas, cuestiones de filosofia politica.' El punto relevante aqui es que sobre virtual mente ninguna de ellas tiene el utilitarismo nada interesante que decir; hay cues­tiones que comienzan despues que el ha acabado.

El utilitarismo es, en fTlaS de una forma, un tema importan­te; al menos espero que lb sea, 0 estas palabras, y este libro, habrian sido superfluos. Uno de sus rasgos importantes, que he intentado sacar a relucir, es el numero de dimensiones en el que va contra las complejidades"del pensamiento moral: en parte a causa de su comecuencialismo,' en parte a causa de su concepcion de la felicidad, etc. "U n element6 comun en la proyecci6n del utilitarismo en todos estos aspectos, pienso, es su gran ingenuidad. Lo cual no es 10 mismo que falta de sofis­ticaci6n intelectual: el utilitarismo, en la teoriay en la practi­ca, es alarmantemente bueno para combinar la complejidad tecnica con la ingenuidad. Y no es 10 mismo que el candor, al que es al menos posible (con un cierto esfuerzo y en relacio­nes privadas) considerar como una virtud. La ingenuidad con­siste en tener bastante pocos pensamientos y sentimientos para emparejar con el mundo como es real mente. En la vida privada y en el campo de la moralidad personal a menudo es posible sobrevivir en ese estado -ciertamente, la expresion del problema para este caso es supersimple, puesto que la cues­ti6n de que exigencias morales hace la vida no es indepen­diente de 10 que la moralidad propia exige de ella-. Pero las exigencias de la realidad politica y las complejidades del pen­samiento politico son obstinadamente 10 que son, y frente a ellas la ingenuidad del utilitarismo se descalifica totalmente.

Las cuestiones importantes que el utilitarismo plantea de­berian discutirse en contextos mas remuneradores que el del utilitarismo mismo. No puede estar lejos el dia en el que no oigamos mas de ello.

BIBLIOGRAFIA

Se usaran las abreviaturas siguientes:

A. Al1alvsis: AJP. Australasian Joumdl of Philosophy; APQ, American Phiiosophic;1 Quarterly; E, Ethics; 1. Inquiry; JP, Joumal of Philosophy; M, .\li/ld; N. NOlis; P. Philosophy: PAS. Proceeding of the Aristotelian Society; PQ. Phittrsophical Quarter!.\,; PR, Philosophica! Re\'ii'w; T. Theoria.

Algunas ediciones de trabajos importantes del siglo diecinueve en utilita­rismo son los siguientes: Jeremy' BENTHAM. Fragmel1t on Govemamel1t and introduction to Ihe Principles of lv/orals and Legislation. editada p~r Wilfrid HARRISON (1}Iackwell, Oxford. 1948). y Deontology. ~ditada por John Bo':"RING (Tait. EdiniJ'urgh and London. 1843); J. S. MlLL. Ulliltanal1lsm . .on L,ber!.\" Essar o/!-Benlham. together wilh Selected Writings of Jeremy Bentham and Joh~ A,\stin. editada por Mary WARNOC.K (Collins: London, 1962). Hay trad. cast. de Utilitarianism: Utilitarismo. Aguilar, Madnd, 1960; y de On Liberty: Sobre la Iihertad. Alianza. Madnd, 1970); H. SIDGWICK, Methods of Ethics \ (Macmillan. London. 1962); S. GOROYITZ ha editado Utilitarianism de MILL junto con muchos ensayos criticos sobre utilitarismo en general asi como so­bre MILL en particular (Bobbs-Merrill. Indiamipolis. 1971).

Una exposici6n y discusi6n de SIDGWICK puede encontrarse en C. D. BROAD. Fire t.l'pes (!f F,1hical Theory (Routledge and Kegan Paul, London, 1930). 2n su Principia Ethica (Cambridge University Press, London, 1962. Trad. cast.: Principia Ethica. UNAM. Mexico. 1959) G. E. MOORE argumen­to en pro de un utilitarismo ideal. como hizo de una manera mas popular en su Ethics (Oxford University Press, London, 1965). Trad. cast.: Erica (Labor, Barcelona. 1929).

EI utilitarismo del acto y el utilitarismo de la regia se distinguen uno de otro y se discuten en R. B. BRr\NDT, Ethical Theory (Prentice-Hall, Englewood ClitTs. N. J.. 1959). Para diversas formas de utilitarismo de la regia ver: Step­hen TOULMIN. All Examination (!f the Place 0.1' Reasoll ill Ethics (Cambridge UniverSity Press. London. 1950. Hay trad cast.: EI puesto de la razon en la hica. Revista de Occidente. Madrid. 1964): K. E. M. BAIER. The Moral Point, of Vie\\' (Cornell University Press. Ithaca. N. Y .• 1958); M. G. SiNGER, Gene­':ali:ation in Ethics (Knopf. New York. 1961): John RAWLS. «Two concepts of r!lles». PR 64 (1955) 3-32. reimpreso en M. D. BAYLES (cd.). Contemporary L'tilitariallism (Doubleday. Ncw York. 1968). en Philippa FOOT (ed.), Theo­ries (!F Ethio (Oxford University Press. London. 1967. Hay trad. cast.: Teo-

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162 UNA CRITlCA DEL UTlLlT ARISMO

rEas sobre la hica. F. C. E., Mexico, 1974), '!n GOROVITZ (op. cit.). yen Tho­mas K. HEARN, Jr. (ed.), Studies in Utilitarianism (Appleton-Century-Crofts, New York, 1971); R. B. BRANDT, «Some merits of one form of rule utilitaria­nism», University o/Colorado Series in Philosophy 3 (1967) 39-65, y reimpre­so en GOROVITZ (op. cit.) Y HEARN (op. cit.). B. J. DIGGS, «Rules and utilitaria­nism», APQ I (1964) 32-44, reimpreso en BAYLES (op. cit.). Y GOROVITZ (op. cit.). se ocupa de ac1arar la nocion de la regia que necesita el utilitarista de la regia. Kenneth PAHEL y Marvin ScHILLER (ed.), Readings in Contemporary Ethical Theory (Prentice~HaI, Englewood Cliffs, N. J., 1970) inc1uye un co­mentario, no publicado previamente, de DIGGS sobre el articulo de BRANDT (op. cit.) asi como los articulos ya mencionados de RAWLS, BRANDT Y DIGGS, Gerald BARNEs, «Utilitarian isms», E 82 (1971) 56-64 defiende al utilitarismo de la regia contra el utilitarismo del acto.

Sobre la cuestion de la alternativa entre utilitarismo del acto y utilitarismo de la re~la se puede ver tambien A. C. EWING, «Suppose every everybody ac­ted like me», P 2{ (1'953) 16-29, A. K. STOUT, «Suppose everybody did the same», AJP 32 (1954) 1-29, y D.BRAYBRooKE, «The choice between utilita­rianisms», APQ 4 (1967) 28-38. J. J. C. SMART, «Extreme and restricted utili­tarianism», PQ 6 (1956) 344-54, contiene algunos errores serios que han sido corregidos en la version revisada que ha sido reimpresa en BAYLES (op. cit.). en FOOT (op. cit.). en GOROVITZ (op. cit.). en HEARN (op. cit.) y en PAHEL y ScHILLER (op. cit.).

J. O. URMSON ha interpretado a MILL como si este fuera un utilitarista de la regia. Ver su «The interpretation of the philosophy of J. S. Mill», PQ 3 (1953) 33-9, reimpreso en BAYLES (op. cit.). en FOOT (op. cit.). en GOROVITZ (op. cit.). y en HEARN (op. cit.). Brian CUPPLES, «A defence of the received in­terpretation of J. S. Milb., AJP 50 (1972) 131-7, argumenta contra la inter­pretacion de URMSON. Tambien relevante al respecto es John M. BAKER, «Utilitarianism and "secondary principles"», PQ 21 (1971) 69-71. J. D. MAB. BOTT, <<interpretations of Mill's "utilitarianism"», PQ 6 (1956) 115-20, que ha sido reimpreso en FOOT (op. cit.) Y HEARN (op. cit.).

H. J. McCLOSKEY ha sido un cntico perspicaz del utilitarismo del acto y del utilitarismo de la regia. Ver su «An examination of restricted utilitaria­nism», PR 6 (1957) 466-85, que esta reimpreso en BAYLES (op. cit.). en GORO­VITZ (op. cit.) y en HEARN (op. cit). McCLOSKEY, «A non-utilitarian approach to punishment», I 8 (1965) 249-63, provoco una replica vigorosa por parte Cle T. L. S. SPRIGGE, en «A utilitariam reply to McCloskey •• , ibid. 264-291, y esos dos articulos han sido reimpresos en BAYLES (op. cit.). McCLOSKEY re­plica a SPRIGGE en su «Utilitarian and retributive punishmenb., JP 64 (1967) 91, 110, y para una discusion mas general del utilitarismo ver McCLOSKEY. Meta-Ethics and Normative Ethics (Mattinus Nijhoff, The Hague, 1969), cap. 7. EI articulo del mismo autor «'Two concepts of rules" -una not~., PQ 22 (1972) 344-8, critica ingeniosamente el articulo de RAWLS q'ue se ha mencio­nado en el parrafo anterior en esta bibliografia, haciendo uso de analogias con el Reglamento de Futbol Australiano. Ver tam bien Gertrude EZORSKY. «Utili­tarianism and rule~). AJP 43 (1965) 225-9. RAWLS mismo ha rechazado el utilitarismo en su impresionante libro A Theory oI Justice (Harvard Universi­ty Press. Cambridge, Mass.. 1972). Este libro ha sido discutido por David

'BIBLIOGRAFIA 163

LYONS, «Rawls versus utilitarianism ••• JP 69 (1972) 535-45. y por Michael TEITELMAN, «The limits of individualism ••• ibid. 545-56. con una replica de RAWLS, ibid. 556-.1.

EI utilitarismo del tipo que he lIamado «kantismm) es presentado por R. F. HARROD, «Utilitarianism revised», M 45 (1936) 137-56, que esta reimpreso en GOROVITZ (op. cit.). y por J. C. HARSANYI. «Ethics in terms of hypothetical imperativ~., M 67 (1958) 305-16. Una discusion del articulo de HARROD se inc1uye en Jonathan HARRISON, «Utilitarianism. universalisation, and our duty to be jUSb., PAS 53 (1952-53) 105-34. que esta reimpreso en BAYLES (op. cit.) y GOROVITZ (op. cit.).

David LYONS, en su libro The Forms and Limits of Utilitarianism (Oxford University Press, London, 1965), argumenta que, en sus formas mas distinti­vamente utilitaristas, el utilitarismo de.la regia colapsa en utilitarismo del­acto. Su posicion ha sido contestada por Gertrude EZORSKY en un articulo-re­cension del Libro de LYONS, en JP 65 (1968) 533-44. Argumentos en pro de la equivalencia del utilitarismo del acto y del utilitarismo de la regia han sido propuestos por R. M. HARE en su Freedom and Reason (Oxford University Press, London, 1963), pp. 130-6, y por R. B. BRANDT, «Towards a credible form of utilitarianisnw, en H. N. CA~NEDA Y G. NAKHNIKIAN (eds.), Morality and the Language of Conduct (Wayne State University Press, Detroit, 1963), que esta reimpreso en BAYLES (op. cit.). La tesis de BRANDT ha sido contestada por Allan F. GIBBARD, «Rule utilitarianism: merely an illusory alternative?, AJP 43 (1965) 210-20 y por J. H. SoBEL, «Rule utilitarianism •• , AJP 46 (1968) 146-165.

D. H. HODGSON, Consequences of Utilitarianism (Oxford University Press, London, 1967), argumenta que el utilitarismo es contraproducente porque, en una sociedad enteramente compuesta de utilitaristas, convenciones como la de decir la verdad y la de cumplir las promesas perderian su credibilidad. (Los tre~ ultimos capi~!Os del libro contienen aplicaciones a la cuesti6n de la justi­ficacion de decisiones judiciales.) La critica de HODGSON al utilitarismo es con­testada por Peter SINGER, (ds act-utilitarianism self-defeating? PR 81 (1972) 94-104, y por David K. LEWIS, «Utilitarianism and truthfulnes~., AJP 50 (1972) 17-19. Sobre la habilidad de los utilitaristas para tratar con obligacio­nes tales como la de cumplir las pro mesas ver Rolf SARTORIUS, «Utilitaria­nism and obligatiom., JP 66 (1969) 67-81, en donde SARTORIUS replica a los argumento~ contra el utilitarismo del acto distinguiendo entre-obligacion y obligacion moral. Tambien responde a una de las objeciones de BRANDT al utilitarismo del acto. SARTORIUS argumenta que las reglas morales son mas que meras reglas empiricas en su «Individual conduct and social norms: a uti­litarian account», E 82 (1971-2) 200-18.

Para cnticas a la primera edici6n de la monografia de SMART, ver C. LAN­DESMAN, «A note on act utilitarianism.), PR 73 (1964) 243-7, y S. GENDIN, «Comments on Smart's An Outline of a System of UtilitarialJ Ethics», AJP 45 (1967)·207-13. Para otras criticas del punto de vista de SMART ver M. A. KA­PLAN, «Some problems of the extreme utilitarian positiom., E 70 (1959-60) 228-32; y la respuesta de SMART, «Extreme utilitarianism: a reply to M. A. Ka­plan», E 71 (1960-1) 133-4, y mas comentarios de KAPLAN en «Restricted uti­litarianisrm., ibid. 301-2.

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164 UNA CRITlCA DEL UTlLIT ARISMO

En 1a monografia de SMART la nocion de «consecuencia de una accion» ha sido regularmente analizada. Esta noeion es objeto de un analisis muy cuidado­so en Lars BERGSTR6M. The Alternatives and Consequences of Actions (Almq­vist and Wiksell, Stockholm, 1966), y por Dag PRAWITZ, «A discussion note on utilitarianism», T 34 (1968) 76-84. Hay una replica a PRAWITZ por parte de BERGSTR6M en T 34 (1968) 163-70. En su «The alternatives to an action>~, T 36 (1970) 100-26, PRAWITZ replica de nuevo a BERGSTR6M y disc ute tam­bien el articulo de Lennart AQVIST, «Improved formulations of act-utilitaria­nism~~, N 3 (1969) 299-323. Ver tambien Robert J. ACKERMANN, «The conse­quences~~ en Richard RUDNER and Israel SHEFFLER (eds.), Logic and Art: Es­says in Honor of Nelson Goodman (Bobbs-Merrill, Indianapolis, 1972). Todas estas obras senin valiosas para cualquiera que desee considerar como estable-cer el utilitarismo de un modo mas preciso y riguroso. I

Anthony RALLS, en su «Rational morality for empirical man», P 44 (1969) 205-16, discute el problema de si en una sociedad no utilitarista en general, un utilitarista deberia encubrir su utilitarismo. Argumenta a favor de una po­sicion .sidgwickiana en !ineas generales, y mantiene que esta posicion no debe­ria trastornar demasiado nuestros sentimientos ace rca de Ia dignidad del hom­bre. Sobre el utilitarismo negativo ver R. N. SMART, «Negative utilitaria­nism», M 67 (1958) 542-3, y el simposio de H. B. ACTON Y J. W. N. WAT­KINS, «Negative utilitarianism», Aristotelian Society Supplementary Volume 37 (1963) 83-114. •

En su «Utilitarianisms, simple and general», I 13 (1970) 394-449, SOBEL discute desde el punto de vista de un juego teo rico ciertos dilemas pnicticos que se Ie pueden plantear a un utilitarista. En su «The need for Coercion», en J. Roland PENNOCK and John W. CHAPMAN (cds.), Coercion (AIdine, Atherton, Inc., Chicago and New York, 1972), pp. 148-77, SoBEL argumenta que la coer­cion cs necesaria en un sistema social si el utilitarismo del acto ha de produ­cir mejores resultados que un sistema que contenga las reglas de veracidad universal y de cumplimiento de promesas. En Collective Choice and Social Wd/im' (Holden Day, San Francisco, Oliver and Boyd, London, 1970. Hay trad. Cast.: Eleccion colec/iva y bienestar social. Alianza, Madrid, 1976), Amartya K. SEN analiza desde el punto de vista formal los principios utilita­ristas de decision social, y los com para con otros candidatos.

Sobre la cuestion de la valoraci6n de utilidades ver D. GOLDSTICK, «Asses­sing utilities», M 80 (1971) 531-41, y los articulos de Richard C. JEFFREY, «On interpersonal utility theory», JP 68 (1971) 647-56, y de Frederic ScHICK, «Beyond utilitarianism», ibid. 657-66. R. Eugene BALES, «Act utilitarianism: and account of right-making characteristics or decision-making procedure'b~, APQ 8 (1971) 257-65, argumenta que el exito 0 fracaso del utilitarismo del acto como un procedimiento para tomar decisiones no tiene nada que ver con el utilitarismo del acto en cuanto teoda sobre que es 10 que hace correctos a los actos corrcctos.

Ademas del articulo de SPRIGGE ya mencionado, para discusiones utiles re­ferentes a las relaciones entre el utilitarismo y nuestras intuiciones morales or­dinarias ver R. M. HARE. «Principl~~, PAS 73 (1972-3) 1-18, y «The Argu­ment from received opinion», en R. M. HARE, Essays in Philosophical Me/­hod (Macmillan, London, 1971), pp. 117-35. Igualmente relevante es Jonat-

t

I

BIBLIOGRAFIA 165

han BENNETT. «Whatever the consequences», A 26 (1966) 83-102, que en parte responde al articulo de G. E. M. ANSCOM BE, vigorosamente escrito, «Modem moral philosophy», P 33 (1958) 1-19.

EI problema del utilitarismo y de las generaciones por nacer es discutido por Jan NAVERSON. «Utilitarianism and new generations», M 76 (1967) 262-72, que ha sido reimpreso en GOROVITZ (op. cit.). NARVESON es tambien el autor de una obra ampliamente utilitarista, Morality and Utility (Johns Hopkins Press, Baltimore, 1967).