Comité Invisible >> La insurrección que viene
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Fuente:
http://www.lafabrique.fr
http://www.rebelion.org
Traduccin colectiva.
1 Edicin: La fabrique editions.
Pars. Marzo 2007
Ilustracin de portada: cooperativa sub.
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La insurreccin que viene
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Desde dnde sea que se lo mire, el presente no tiene futuro. stano es la menor de sus virtudes. A quienes quisieran a toda costacontinuar esperando, les retira cualquier apoyo. A quienes preten-den detentar soluciones, los desmiente de inmediato. Es algo sabi-
do que todo no puede ir sino de mal en peor. El no hay futuro esla sabidura de una poca en la que se ha llegado, bajo sus aires deextrema normalidad, al nivel de conciencia de los primeros punks.
La esfera de la representacin poltica se cierra. De izquierdaa derecha, es la misma nada que adopta poses perrunas o airesde virgen, las mismas cabezas de gndola que intercambian susdiscursos segn los ltimos hallazgos de sus asesores de imagen.
Aquellos que todava votan, dan la impresin de no tener ms pro-psito que el de hacer explotar las urnas, a fuerza de votar comopura protesta. Se comienza a adivinar que es de hecho contra elvoto mismo que se sigue votando. Nada de lo que se presenta est,ni por lejos, a la altura de la situacin. En su silencio, la poblacinparece innitamente ms adulta que todos los tteres que se peleanpor gobernarla. Cualquier chibani1 de Belleville es ms sabio en
sus palabras que ninguno nuestros supuestos dirigentes en todassus declaraciones. La tapa de la marmita social se vuelve a cerrarcon una triple vuelta, mientras en su interior la presin no deja deaumentar. Salido de Argentina, el fantasma delQue se vayan todos!comienza a acosar seriamente a las cabezas dirigentes.
1 Chibani, palabra rabe que signica viejo. Reere a los ancianos inmigrantes.
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El incendio de noviembre del 2005 no ha acabado de proyectar
su sombra sobre todas las conciencias. Estos primeros focos dealegra son el bautismo de una dcada llena de promesas. La fbu-
la meditica de los-suburbios-contra-la-Repblica no est falta deecacia, pero falta a la verdad. Los focos, que han tomado hasta el
corazn de las ciudades, han sido metdicamente acallados. Callesenteras de Barcelona han ardido en solidaridad, sin que nadie msque sus habitantes lo sepa. Tampoco es verdad que el pas haya
dejado de arder desde entonces. Hay, entre los inculpados, todaclase de perles que slo unica el odio a la sociedad existente,
y no la pertenencia de clase, de raza o de barrio. Lo indito noreside en una "revuelta de los suburbios", que ya no era novedosa
en 1980, sino en la ruptura con las formas establecidas. Los asal-tantes no escuchan a nadie, ni a sus hermanos mayores ni a la aso-
ciacin barrial que debera gestionar el retorno a la normalidad.Ningn SOS Racismo2 podr hundir sus cancerosas races en este
acontecimiento, al que slo la fatiga, la falsicacin y la omert3
mediticas han ngido ponerle un n. Toda esta serie de golpesnocturnos, de ataques annimos, de destrucciones sin explicacin,ha tenido el mrito de abrir al mximo la grieta entre la poltica
ylo poltico. Nadie puede, honestamente, negar la carga eviden-te de este ataque: no formulaba ninguna reivindicacin, ningn
otro mensaje ms que la amenaza, sin tener nada que ver con lapoltica. Hay que estar ciego para no ver lo que hay de puramente
poltico en esta resuelta negacin de la poltica; o desconocer losmovimientos autnomos de los jvenes desde hace treinta aos.
Se han quemado, con el espritu de los nios perdidos, los fetichesfavoritos de una sociedad que no merece ms consideracin que
2 Asociacin francesa creada para luchar contra todas las formas de discriminacin
racial.
3 Ley de silencio de la maa italiana.
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los monumentos de Pars al nal de la Semana sangrienta, y que
lo sabe.
No habr solucin sociala la presente situacin. En principioporque el vago agregado de mbitos, de instituciones y de bur-bujas individuales al que se llama por antfrasis "sociedad", no
tiene consistencia; y luego porque ya no existe un lenguaje para laexperiencia comn. Y no se comparten las riquezas si no se com-
parte un lenguaje. Se ha necesitado medio siglo de lucha en tornoa las Luces para forjar la posibilidad de la Revolucin francesa,
y un siglo de lucha en torno al trabajo para parir el temible "Es-tado benefactor". Las luchas crean el lenguaje en el que se dice
el nuevo orden. Nada semejante existe hoy en da. Europa es uncontinente arruinado que va a hacer a escondidas sus compras en
Lidl4 y viaja en low costpara poder seguir viajando. Ninguno delos "problemas" que se formulan en el lenguaje social admite re-
solucin. La "problemtica de los jubilados", la de la "precarie-dad", la los "jvenes" y su "violencia", no pueden sino quedar en
suspenso mientras se gestionan policialmente los hechos que sedesprenden de ellas, que cada vez son ms espeluznantes que lo
que se logra esconder. No se llegar ms que al engao de limpiarpor un precio miserable, el culo de los viejos abandonados por
los suyos, que no tienen nada que decir. Los que han encontradomenos humillacin y ms benecios en las vas criminales que en
el mantenimiento de las supercies5, no rendirn sus armas, y la
prisin no les inculcar el amor a la sociedad. La pasin por elgoce de las hordas de jubilados no soportar indemne las sombraspodas de sus rentas mensuales, podas que no pueden sino crecer
ante el rechazo al trabajo de una gran parte de la juventud. Paraconcluir, ningn sueldo mnimo acordado al da siguiente de un
4 Es una cadena de supermercados de descuento de origen alemn.
5 Un mantenedor de supercies es un eufemismo para empleado de limpieza.
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casi-levantamiento sentar las bases de un nuevo New Deal, de un
nuevo pacto, de una nueva paz. El sentimiento social esta dema-siado evaporado para eso.
Como solucin, la presin para que nada pase, y con ella la or-ganizacin policial del territorio, no van a parar de acentuarse.
El avin de reconocimiento que, como ha confesado la polica,sobrevol el Seine-Saint-Denis el 14 de julio, dibuja el futuro en
colores ms reales que todas las brumas humanistas. Que se hayatenido el cuidado de precisar que no estaba armado, enuncia muy
claramente el camino en el que estamos atrapados. El territorioser troceado en zonas cada vez ms hermticas. Las autopistas
construidas en los bordes de un "barrio sensible", levantan unmuro invisible y perfectamente capaz de separarlo de las zonas re-
sidenciales. Piensen lo que piensen las nobles almas republicanas,la gestin de los barrios "por comunidad" es evidentemente la ms
operativa. Las partes puramente metropolitanas del territorio, losprincipales centros urbanos, llevarn adelante una deconstruccin
cada vez ms retorcida, cada vez ms sosticada, cada vez msresplandeciente de su vida lujosa. Ellas iluminarn todo el planeta
con su luz de burdel, mientras las patrullas de la BAC6, las com-paas privadas de seguridad, en n: las milicias se multiplicarn
hasta el innito, benecindose con una cobertura jurdica cadavez ms desvergonzada.
El callejn sin salida del presente, perceptible en todas partes,
es negado en todas partes. Nunca tantos psiclogos, socilogosy literatos se han encargado, cada uno segn su jerga especial, enllegar a conclusiones especialmente fallidas. Bastar con escuchar
los cantos de la poca, las chispas de la "nueva cancin francesa",en los que la pequea burguesa diseca sus estados de nimo, y las
6 Brigade anti-criminalit, divisin de la polica nacional francesa.
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declaraciones de guerra de la maa K'1Fry7, para saber que ciertacoexistencia cesar pronto, que una decisin est prxima.
Este libro est rmado por un colectivo imaginario. Sus redac-tores no son los autores. Se han contentado con poner un poco deorden en los lugares comunes de la poca, en lo que se murmuraen las mesas de los bares, tras las puertas cerradas de los dormi-torios. No hacen sino jar las verdades necesarias, aquellas cuyorechazo universal llena los hospitales psiquitricos, y las miradasde pena. Se hicieron escribas de la situacin. Es por el privilegiode las circunstancias radicales que la precisin lgicamente lleva ala revolucin. Basta con decir lo que tenemos ante nuestros ojos, yno eludir las conclusiones.
7 Colectivo de raperos franceses proveniente de Val-de-Marne y del eje Orly-Choisy-Vitry-Joinville
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Primer crculo
"I AM WHAT I AM"
"I AM WHAT I AM". Esta es la ltima oferta del marketing almundo, el ltimo estadio de la evolucin publicitaria. Adelante,
tan por delante de todas las exhortaciones a ser diferente, a seruno-mismo y a beber Pepsi. Decenas de conceptos para llegar ah,a la pura tautologa. YO=YO. l corre sobre una cinta transpor-tadora ante el espejo de su gimnasio. Ella regresa del trabajo alvolante de su Smart. Van a encontrarse?
"JE SUIS CE QUE JE SUIS". Mi cuerpo me pertenece. Yo soymo, t eres tuyo,y esto va mal. Personalizacin de la masa. Indi-
vidualizacin de todas las condiciones -de vida, de trabajo, de des-gracia. Esquizofrenia difusa. Depresin rampante. Atomizacinen nas partculas paranoicas. Histerizacin del contacto. Cuantoms quiero ser Yo, ms tengo el sentimiento de vaco. Cuanto msme expreso, ms me agoto. Cuanto ms me persigo, ms cansadoestoy. Yo tengo, t tienes, nosotros tenemos nuestro Yo como unafastidiosa taquilla. Nos hemos convertido en representantes de no-sotros mismos -ese extrao comercio en el que somos garantes de
una personalizacin que tiene todo el carcter, en denitiva, deuna amputacin. Garantizamos hasta la ruina, con una torpezams o menos disfrazada.
Mientras tanto,yo gestiono. La bsqueda de mi Yo, mi blog, midepto, las ltimas tonteras de la moda, las historias de pareja,de culos Todas las prtesis necesarias para sostener un Yo! Si"la sociedad" no se hubiera convertido en esta abstraccin de-
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nitiva, designara el conjunto de las muletas existenciales que se
me tienden para permitirme ir tirando todava, el conjunto delas dependencias que he contratado pagando as el precio de mi
identidad. El discapacitado es el modelo de la ciudadana que viene.No deja de ser premonitorio que las asociaciones que lo explotanreivindiquen ahora para l la "pensin por existencia".
La conminacin, por todas partes, a "ser alguien" mantiene el
estado patolgico que vuelve necesaria esta sociedad. La conmina-cin a ser fuerte produce la debilidad que la sostiene, hasta el pun-
to en que todo parece tomar un aspecto teraputico, igual trabajar,igual amar. Todos los "qu tal?" que se intercambian a lo largo de
un da suenan a otras tantas tomas de temperatura que, en unasociedad de pacientes, se administran unos a otros. La sociabilidad
actual est hecha de mil pequeos nichos, de mil pequeos refu-gios donde se est caliente. Donde siempre se est mejor que en el
gran fro de afuera. Donde todo es falso, pues no es ms que unpretexto para calentarse. Donde nada puede surgir porque estar
ah es estar sordamente ocupados en tiritar todos juntos. Pronto,esta sociedad no va a sostenerse sino en la tensin de todos sus
tomos sociales hacia una ilusoria curacin. Es una central que ob-tiene su potencia de una gigantesca retencin de lgrimas siempre
a punto de estallar.
"I AM WHAT I AM". Nunca la dominacin ha encontradouna consigna ms insospechada. El mantenimiento del Yo en un
estado de semi-ruina permanente, en un medio-desfallecimientocrnico, es el secreto mejor guardado del actual orden de cosas. El
Yo dbil, deprimido, autocrtico, virtual es, en esencia, este sujeto
innitamente adaptable, que precisa una produccin basada en lainnovacin, la acelerada obsolescencia de las tecnologas, el cons-
tante cambio de las normas sociales, la exibilidad generalizada.Es, a la vez, el consumidor ms voraz y, paradjicamente, elYo ms
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productivo, el que se arrojar con la mayor energa y avidez sobreel menorproyecto, para regresar ms tarde a su estado larvario ori-ginal.
"CE QUE JE SUIS", entonces? Atravesado desde la infanciapor los ujos de leche, de olores, de nanas, de historias, de soni-
dos, de afectos, de sustancias, de gestos, de ideas, de impresiones,de miradas, de cantos y de comida. Esto es lo que soy? Atado
completamente a los lugares, los sufrimientos, los ancestros, losamigos, los amores, los acontecimientos, las lenguas, los recuerdos,
a toda clase de cosas que, evidentemente, no son yo. Todo lo queme ata al mundo, todos los vnculos que me constituyen, todas las
fuerzas que me habitan no tejen una identidad, como la que se meincita a blandir, sino una existencia, singular, comn, viviente y en
la que emerge en algunos lugares, en algunos momentos, ese serque dice "yo". Nuestro sentimiento de inconsistencia no es sino el
efecto de esta tonta creencia en la permanencia del Yo, y del escasocuidado que otorgamos a aquello que nos hace.
Da vrtigo ver coronando as en un rascacielos de Shangai el "IAM WHAT I AM" de Reebok. Occidente avanza por todas partescon su caballo de Troya favorito, esta aniquilante antinomia entre
Yo y el mundo, el individuo y el grupo, entre vinculacin y liber-tad. La libertad no es el gesto de deshacernos de nuestras vincu-laciones, sino la capacidadprctica de operar sobre ellas, moverseen ellas, hacerlas o deshacerlas. La familia no existe como familia,
es decir, como inerno, sino para el que ha renunciado a desar-mar sus dbiles mecanismos, o no sabe cmo hacerlo. La libertadde desgarrarsesiempre ha sido el fantasma de la libertad. No nosliberamos de aquello que nos traba, sin perder al mismo tiempoaquello sobre lo que nuestras fuerzas podran actuar.
"I AM WHAT I AM", entonces, no una simple mentira, una
simple campaa publicitaria, sino una campaa militar, un grito
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de guerra dirigido contra todo lo que hayentre los seres, contratodo lo que circula indenidamente, todo lo que une invisible-mente, todo lo que obstaculiza la perfecta desolacin, contra todolo que hace que existamosy que el mundo no tenga por todas par-tes el aspecto de una autopista, de un parque de atracciones o deuna nueva ciudad: puro aburrimiento, sin pasin y bien ordenado,
espacio vaco, helado, por donde no transitan ms que los cuerpospatentados, las molculas automviles y las mercancas ideales.
Francia no es la patria de los ansiolticos, el paraso de los an-
tidepresivos, la Meca de la neurosis sin ser simultneamente elcampen europeo de la productividad horaria. La enfermedad, la
fatiga, la depresin, pueden ser tomadas como los sntomas indi-vidualesde lo que es necesario curar. Ellas trabajan para el man-tenimiento del orden existente, para midcil adaptacin a las en-debles normas, para la modernizacin de mismuletas. Escondendentro de mila eleccin de las decisiones oportunas, conformes,productivas, e incluso de aquellas decisiones por cuya cesin ne-
cesitar hacer apaciblemente un duelo. "Hay que saber cambiar,t sabes." Pero, tomadas como hechos, mis debilidades tambin
pueden contribuir al desmantelamiento de la hiptesis del Yo. Seconvierten en actos de resistencia de la guerra en curso. Se vuel-
ven rebelin y centro de energa contra todo lo que conspira paranormalizarnos, para amputarnos. El Yo no es quien est en crisis ennosotros, sino la forma con la que se busca imprimirlo en nosotros.
Se quiere hacer de nosotros unos Yo claramente delimitados, bienseparados, clasicables y censables por cualidades; en n: contro-lables, cuando somos criaturas entre las criaturas, singularidades
entre nuestros semejantes, carne viva tejiendo la carne del mundo.Contrariamente a lo que se nos repite desde la infancia, la inteli-gencia no es saber adaptarse -o si esto es una inteligencia, es la de
los esclavos. Nuestra inadaptacin, nuestro hasto, no sonproble-masms que desde el punto de vista de quien nos quiere someter.
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Indican ms bien un punto de partida, un punto de conuencia
para complicidades inditas. Dejan ver un paisaje mucho ms rui-noso, pero innitamente ms compartible que todas las fantasma-goras con las que esta sociedad mantiene sus cciones.
No estamos deprimidos, estamos en huelga. Para quien rechaza
gestionarse, la "depresin" no es un estado, sino un pasaje, unhasta luego, un paso al costado hacia una desaliacin poltica.
A partir de ah, no hay otra conciliacin ms que mdica y poli-cial. Es precisamente por eso que esta sociedad no teme imponer
el Ritaline a los nios demasiado vivos, trenzndonos a todos enla cuerda de la dependencia farmacutica, pretendiendo detectar
desde los tres aos los "problemas de comportamiento". Porque esla hiptesis del Yo la que se agrieta por todas partes.
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Segundo crculo
"La diversin es una necesidad vital"
Un gobierno que declara el estado de excepcin contra los chi-
cos de quince aos. Un pas que pone su salvacin en manos de
un equipo de futbolistas. Un polica en la cama de un hospital quese queja de haber sido vctima de "violencias". Un prefecto quedecreta la detencin de los que construyan cabaas en los rboles.
Dos nios de diez aos, en Chelles, inculpados por el incendio deuna ludoteca. Esta poca se destaca por un cierto grotesco que se
le escapa a cada paso. Hay que decir que los medios de comunica-cin no ahorran esfuerzos para ahogar, en el registro de la queja y
de la indignacin, la carcajada con la que deberan acoger noticiassimilares.
Una carcajada deagrante, esa es la respuesta adecuada a las gra-ves "cuestiones" que se complace en levantar la actualidad media-
tica. Para comenzar por la ms trillada: no existe la "cuestin de lainmigracin". Quin creci dnde ha nacido? Quin vive dnde
ha crecido? Quin trabaja donde vive? Quin vive all dondevivan sus ancestros? Y de quin son los nios de esta poca? De
la tele o de sus padres? La verdad es que hemos sido masivamentearrancados de cualquier pertenencia, que no somos sino parte de
nada, y que como resultado de esto, tenemos a la vez que una in-dita disposicin para el turismo, un innegable sufrimiento. Nues-
tra historia es la de las colonizaciones, las migraciones, las guerras,los exilios, la destruccin de todos los arraigos. Es la historia de
todo lo que ha hecho de nosotros extranjeros en este mundo, invi-
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tados en nuestra propia familia. Hemos sido expropiados de nues-
tra lengua por la enseanza, de nuestras canciones por la radio, denuestra carne por la pornografa masiva, de nuestra ciudad por la
polica, de nuestros amigos por el trabajo. A todo ello se aade,en Francia, el trabajo de individualizacin feroz y secular realizado
por un poder estatal que apunta, compara, disciplina y separa a sussujetos desde su ms temprana edad, que tritura instintivamentelas solidaridades que se le escapan, a n de que no quede ms que
la ciudadana, la pura pertenencia, fantasmagrica, a la Repblica.El francs es el desposedo, por encima de cualquier otro, el mise-
rable. Su odio por lo extranjero se funde con el odio de s mismocomo extranjero. Su envidia mezclada de pavor por las "ciudades"no habla sino de su resentimiento por todo lo que ha perdido. Nopuede evitar envidiar esos barrios llamados "de relegacin", donde
todava persiste un poco de vida comn, algunos lazos entre losseres, algunas solidaridades no estatales, una economa informal,
una organizacin que todava no est desvinculada de los que se
organizan. Hemos llegado a este punto de privacin donde la ni-ca manera de sentirse francs es quejarse de los emigrantes, deaquellos que son ms visiblemente extranjerosque yo. Los inmi-grantes tienen en este pas una curiosa posicin de soberana: si noestuviesen ah, puede que los franceses ya no existieran.
Francia es un producto de su escuela, y no a la inversa. Vivimos
en un pas excesivamente escolar, donde se recuerda el paso por el
bachillerato como un momento marcado en la vida. Donde losjubilados te cuentan todava su fracaso, cuarenta aos atrs, en talo cual examen, y cunto pes esto en toda su carrera, en toda suvida. La escuela de la Repblica ha formado desde hace un siglo
y medio un tipo se subjetividades estatizadas, reconocibles entrelas dems. Gentes que aceptan la seleccin y la competencia, a
condicin de que las oportunidades sean iguales. Que esperan quela vida de cada cual sea recompensada como en un concurso, se-
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gn su mrito. Que siempre piden permiso antes de agarrar algo.Que respetan silenciosamente la cultura, los reglamentos y a losprimeros de la clase. Su mismo apego a sus grandes intelectualescrticos y su rechazo del capitalismo estn impregnados de esteamor a la escuela. Es esta construccin estatal de subjetividades laque se desmorona cada da un poco ms, con la decadencia de lainstitucin escolar. La desaparicin, desde hace veinte aos, de laescuela y la cultura de la calle, en concurrencia con la escuela dela Repblica y su cultura de cartn, es el traumatismo ms pro-fundo que sufre actualmente el universalismo francs. Sobre este
punto, la ms extrema derecha se reconcilia por adelantado con lams virulenta izquierda. El solo nombre de Jules Ferry, ministrode iers durante el aplastamiento de la Comuna y terico de lacolonizacin, debera ser suciente para poner bajo sospecha estainstitucin.
En cuanto a nosotros, cuando vemos a profesores salidos de nose sabe qu "comit de vigilancia ciudadana" llegar lloriqueando
al20Heures8 diciendo que se ha quemado su escuela, recordamoscuntas veces lo habamos soado de nios. Cuando escuchamosa un intelectual de izquierdas eructar sobre la barbarie de las ban-das juveniles que increpan a los transentes en la calle, roban losescaparates, incendian los coches y juegan al gato y el ratn conlos CRS9, recordamos lo que se deca de los pandilleros en los aos60 o, mejor, de los apaches de la "Belle poque": "Bajo el nom-
bre genrico deapaches-escribe un juez del tribunal de la Seineen 1907- , est de moda llamar desde hace algunos aos a todos
los individuos peligrosos, pandillas de reincidentes, enemigos de
la sociedad, sin patria ni familia, desertores de todas los deberes,dispuestos a los golpes ms audaces, a cualquier atentado contra
8 Principal noticiero, a las 8 de la noche.9 Brigadas de intervencin policial.
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las personaso las propiedades". Estas bandas, que huyen del tra-bajo, toman el nombre de su barrio y se enfrentan a la polica,son la pesadilla del buen ciudadano individualizado a la francesa:encarnan todo aquello a lo que l ha renunciado, toda la posible
alegra a la cual ya nunca acceder. Es impertinente existiren unpas en el que un nio que se pone a cantar a su gusto es desairadoinevitablemente con un "Cllate, que vas a hacer llover!", dondela castracin escolar descarga un tenso ujo de generaciones deperfectos empleados. El persistente aura de Mesrine10 mancha me-nos su rectitud y su audacia, que el hecho de haber emprendido
la venganza de aquello de lo que todos deberamos vengarnos. Oms bien de lo que deberamos vengarnos directamente, all don-de continuamos dando rodeos, diriendo. Pues no hay duda quecon mil bajezas inadvertidas, con todas las clases de murmuracio-nes, con una pequea y fra maldad, con una venenosa cortesa,el francs no cesa de vengarse, permanentemente y contra todos,del aplastamiento al que se ha resignado. Es el momento en que
eljode al polica!toma el lugar dels seor agente!En este sentido,la hostilidad sin matices de ciertas bandas, no hace sino expresarde una manera un poco menos sorda que otras el mal ambiente, elmal espritu de fondo, el deseo de destruccin salvadora en la quese consume el pas.
Llamar "sociedad" a la muchedumbre de extranjeros en mediode la que vivimos, es tal usurpacin que incluso los socilogos
suean con renunciar a un concepto que fue, durante un siglo,su sustento. Ahora preeren la metfora de la red para describirla manera en que se conectan las soledades cibernticas, en la quese anudan las interacciones dbiles conocidas bajo nombres como"colega", "contacto", "amigo", "aventura", o de "relacin". Suce-de de todos modos que esas redes se condensan en un crculo en el
10 Ladrn, contrabandista y asesino que gozaba de gran popularidad.
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que no se reparte otra cosa que cdigos, y donde no se juega nada
sino la incesante recomposicin de una identidad.
Se perdera el tiempo en detallar lo que hay de agonizante en lasrelaciones sociales existentes. Se dice que regresa la familia, quevuelve la pareja. Pero la familia que regresa no es la que se fue. Su
regreso no es ms que una profundizacin de la separacin reinan-te, que sirve para engaar, volvindose ella misma el engao. Cada
uno puede testimoniar las dosis de tristeza que condensan de aoen ao las estas familiares, sus trabajosas sonrisas, las molestias
de ver disimular en vano a todo el mundo, ese sentimiento de quehay un cadver ah, sobre la mesa, y que todo el mundo hace como
si no pasara nada. De coqueteo en divorcio, de concubinato en re-composicin, cada cual se resiente de la inanidad del triste ncleo
familiar; pero la mayora parece juzgar que sera ms triste todavarenunciar. La familia no es tanto la asxia de la empresa maternal
o el patriarcado a los cachetazos, sino este abandono infantil a unadependencia algodonosa, en la que todo es conocido, este mo-
mento de desaprensin frente a un mundo que nadie puede negarque se derrumba, un mundo en el que "devenir autnomo" es un
eufemismo que signica "haber encontrado un patrn". Se qui-siera encontrar en la familiaridad biolgica la excusa para corroer
dentro de nosotros cualquier determinacin ligeramente disrupti-va, para hacernos renunciar, con el pretexto de que se nos ha visto
crecer, a todo devenir adulto en relacin a la gravedad que hay en
la infancia. De esta corrosin hay que preservarse.La pareja es el ltimo escaln de la gran debacle social. Es el oa-
sis en medio del desierto humano. Se viene a buscar en ella, bajolos auspicios de lo "ntimo", todo aquello de lo que ha desertadotan evidentemente en las relaciones sociales contemporneas: el
calor, la sencillez, la verdad, una vida sin teatro ni espectador. Peropasado el aturdimiento amoroso, la "intimidad" termina colgando
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los hbitos: ella misma es un invento social, habla el lenguaje de
las revistas femeninas y de la psicologa, est, como el resto, satu-rada de estrategias hasta el hasto. En esto no hay ms verdad queen cualquier otra cosa, all tambin dominan la mentira y las leyes
de extranjera. Y cuando, por fortuna, se la encuentra, esta verdadapela a un compartir que desmiente la propia forma de la pareja.
Por lo que los seres se aman, es tambin por lo que se vuelvenamables, y se arruina la utopa del autismo entre dos.
En realidad, la descomposicin de todas las formas sociales es
una oportunidad. Es para nosotros la condicin ideal para una ex-perimentacin masiva, salvaje, de nuevos acuerdos, de novedosas
delidades. La famosa "dimisin parental" nos ha impuesto unaconfrontacin con el mundo que ha ganado para nosotros unaprecoz lucidez y que augura bellas revueltas. En la muerte de lapareja, vemos nacer inquietantes formas de afectividad colectiva;ahora que el sexo es usado hasta reventar, que la virilidad y la fe-minidad son unos viejos vestidos apolillados, que tres decenios de
continuas innovaciones pornogrcas han agotado los atractivosde la transgresin y la liberacin. Lo que hay de incondicionalen los lazos de parentesco, contamos con hacerlo la armadura deuna solidaridad poltica tan impenetrable a la injerencia estatalcomo un campamento de gitanos. No hay sino interminables sub-venciones por las que numerosos padres se ven obligados a servira su proletarizada prole, cosa que no puede sino convertirse en
una forma de mecenazgo a favor de la subversin social. "Devenirautnomo" podra querer decir, tambin: aprender a pelear en lacalle, a ocupar casas vacas, a no trabajar, a amarse locamente y arobar en los supermercados.
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Tercer crculo
"La vida, la salud, el amor son precariospor qu el trabajo escapara a esta ley?"
No hay una cuestin tan embrollada en Francia como la del
trabajo. No hay relacin ms enrevesada que la de los francesescon el trabajo. Vean a Andaluca, a Argelia, a Npoles. En el fondose desprecia el trabajo. Vean a Alemania, a los Estados Unidos, a
Japn. Se suea con el trabajo. Las cosas cambian, es cierto. Hay,es verdad, otaku en Japn,frohe Arbeitsloseen Alemania yworka-holicsen Andaluca. Pero por el momento estos no son ms quecuriosidades. En Francia se emplean manos y pies para trepar porla jerarqua, pero se halaga en privado no trabajar ms que el otro.Se sigue trabajando hasta las diez de la noche cuando el trabajoest desbordado, pero nunca hubo escrpulos en robar, por aqu ypor all, material de la ocina, o en purgar del stock de la caja laspiezas sueltas para venderlas luego. Se odia a la patronal, pero sequiere a cualquier costo estar empleado. Tener trabajo es un honory trabajar una marca de servilismo. En resumen: el perfecto cua-dro clnico de la histeria. Se ama detestando, se detesta amando.
Y cada uno sabe del estupor y el desarraigo que golpea al histricocuando ste pierde a su vctima, a su amo. Lo ms frecuente es queno se recupere.
En este pas en el fondopoltico que es Francia, el poder indus-trial siempre ha sido sumiso al poder estatal. La actividad econ-mica nunca ha dejado de estar desconadamente dirigida por unaadministracin puntillosa. Los grandes patrones que no provienen
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de la nobleza de Estado tipo Politechnique-ENA11 son los parias
del mundo de los negocios donde se admite, en secreto, que danun poco de
lstima.Bernard Tapie es su trgico hroe: adulado un
da, en la crcel al siguiente, siempre intocable. Que ahora cambiede escena no tiene nada de sorprendente. Contemplndolo como
se contempla a un monstruo, el pblico francs lo mantiene a bue-na distancia y, por el espectculo de una infamia tan fascinante, sepreserva de su contacto. Pese al gran blu de los aos ochenta, elculto a la empresa nunca arraig en Francia. El que escriba un libropara vilipendiarla, tiene un seguro best seller. Los managers, sus
costumbres y su literatura sirven para presumir en pblico, perodejan a su alrededor un cordn sanitario de burla sorda, un ocano
de desprecio, un mar de sarcasmos. El empresario no forma partede la familia. Como mximo, en la jerarqua de lo detestable, se
lo preere al polica. Ser funcionario sigue siendo, contra vientoy marea, contra losgolden boysy las privatizaciones, la denicinaceptada de un buen trabajo. Se puede envidiar la riqueza de los
que la poseen, pero no se envidia su puesto.Es sobre este fondo neurtico que los sucesivos gobiernos to-
dava pueden declarar la guerra al desempleo, y pretender librarla "batalla del empleo", mientras los ex-ejecutivos acampan con
sus porttiles en las tiendas de Mdicos del mundo, que estn le-vantadas a orillas del Sena. Cuando las exclusiones masivas de las
listas de la ANPE12 se esfuerzan infructuosamente por hacer des-
cender el nmero de desempleados por debajo de los dos millones,a pesar de todos los trucos estadsticos. Cuando slo el RMI13 y
11 Se trata de dos instituciones de enseanza: por un lado, Polytechnique es una
prestigiosa escuela de ingeniera que mantiene estrechos lazos con el departamento
de defensa; por otro, ENA, es la escuela nacional de administracin en Francia.
12 Instituto nacional de empleo francs.
13 Ingreso Minimo de Insersin: ayuda estatal para la insercin social de personas
sin ingresos.
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el biz14 son la garanta, segn los servicios de inteligencia, con-tra una explosin social posible en cualquier momento. Es tantola economa psquica de los franceses como la propia estabilidadpoltica del pas la que se juega en el mantenimiento de la ccindel trabajo.
Que se nos permita que nos importe un pito.Pertenecemos a una generacin que vive muy bien sin esta c-
cin. Que nunca pens en la jubilacin ni en el derecho laboral,todava menos en el derecho altrabajo. Que no es tampoco "pre-caria", como se complacen en teorizarla las facciones ms avanza-
das de la militancia izquierdista, porque ser precario es denirsetodava en relacin a la esfera del trabajo, en este caso: en su des-composicin. Admitimos la necesidad de ganar dinero de cualquiermodo, porque en el presente es imposible estar sin l, pero no lanecesidad de trabajar. Por cierto, nosotros no trabajamos: nosotroszafamos. La empresa no es un lugar en el que nosotros existimos,es un lugar que atravesamos. No somos cnicos, somos slo reti-
centes a dejar que abusen de nosotros. Los discursos sobre la mo-tivacin, la calidad, la inversin personal, nos resbalan para mayorangustia de los gestores de recursos humanos. Se dice que estamosdecepcionados de la empresa, que sta no ha honrado la lealtadde nuestros padres, despedidos demasiado a la ligera. Se miente.Para estar frustrado hay que haber esperado algn da. Y nosotrosnunca hemos esperado nada de ella: la vemos como lo que es ynunca ha dejado de ser: un juego con vctimas de confort variable.
Slo lamentamos que nuestros padres hayan mordido el anzuelo,al menos los que se lo creyeron.
La confusin de sentimientos que rodea la cuestin del trabajose puede explicar as: la nocin de trabajo siempre est escondidabajo dos dimensiones contradictorias: una dimensin de explota-cin y una dimensin departicipacin. Explotacin de la fuerza de
14 Informalmente business, en ingls "negocios".
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trabajo individual y colectiva, por la apropiacin privada o social
de la plusvala; participacin en una obra comn mediante loslazos que se tejen entre los que cooperan en el seno del universode la produccin. Las dos dimensiones estn viciadamente con-
fundidas en la nocin de trabajo, lo que explica la indiferenciade los trabajadores, en ultima instancia, ante la retrica marxista,
que niega la dimensin participativa, como ante la retrica delmanagement, que niega la dimensin explotadora. De ah, tam-
bin, la ambivalente relacin con el trabajo, al tiempo deshonradoen tanto nos convierte en ajenos a lo que hacemos, y adorado en
tanto es una parte de nosotros la que se pone en juego. El desastre,aqu, es anterior: reside en todo lo que se ha necesitado destruir,
en todos aquellos que se ha hecho necesario desarraigar para queel trabajo acabe por aparecer como la nica manera de existir. Elhorror del trabajo es menor en el propio trabajo que en la destruc-cin metdica, desde hace siglos, de todo lo que no es trabajo:
anidades barriales, de ocio, de pueblo, de lucha, de parentesco;
apego a los lugares, a los seres, a las estaciones, a las maneras dehacer y de hablar.
Ah reside la actual paradoja: el trabajo ha triunfado sin dudasobre el resto de las maneras de existir, incluso en un tiempo en
el que los trabajadores se han convertido en superuos. Los au-mentos de productividad, la deslocalizacin, la mecanizacin, la
automatizacin, la digitalizacin de la produccin han progresado
tanto, que han reducido a casi nada la cantidad de trabajo vivonecesario para la realizacin de cualquier mercanca. Vivimos la
paradoja de una sociedad de trabajadores sin trabajo; donde ladiversin, el consumo, las distracciones, no hacen sino acentuar
an ms la carencia de aquello de lo que nos deberan distraer.La mina de Carmaux, que se hizo clebre hace un siglo por sus
violentas huelgas, ha sido reconvertida en Cap Dcouverte. Es un"polo multiocio" hecho para el skateboard y la bicicleta, y que
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se distingue por el "museo de la Mina", en el que se simulan lasexplosiones de gris para los veraneantes.
En las empresas, el trabajo se divide siempre de la manera msvisible, en puestos altamente calicados de desarrollo, diseo, con-trol de calidad, coordinacin, comunicacin ligados a la puesta enprctica de todos los saberes necesarios para el nuevo proceso deproduccin ciberntica; y en empleos no calicados de vigilanciay mantenimiento de este proceso. Los primeros, son una pequeacantidad, muy bien pagados y tan codiciados que la minora quelos acapara no tiene en sus planes dejar escapar ni una migaja.
Su trabajo y ellos se hacen uno, en una angustiosa fusin. Direc-tivos, cientcos, lobbystas, investigadores, programadores, con-sultores, desarrolladores, ingenieros no cesan literalmente jamsde trabajar. Hasta lo que hacen en la cama aumenta su produc-tividad. "Las empresas ms creativas son tambin aquellas en lasque las relaciones ntimas son ms numerosas" teoriza un lsofode RR.HH. "Los colaboradores de la empresa, conrma un RR.
HH. de Daimler-Benz, forman parte del capital de la empresa [...]Su motivacin, su saber hacer, su capacidad de innovacin y supreocupacin por los deseos de la clientela constituyen la materiaprima de los servicios innovadores [] Su comportamiento, sucompetencia social y emocional tienen un peso creciente en la eva-luacin de su trabajo [] ste ya no ser evaluado por la cantidadde horas de presencia, sino sobre la base de objetivos alcanzados ya la calidad de los resultados. Ellos son los emprendedores."
El conjunto de las tareas que no pueden ser conadas a la au-tomatizacin, forman una nebulosa de puestos que, al no poderser ocupados por las mquinas, son ocupables por no importa quhumanos operarios de rampa, stockistas, trabajadores en cade-na, jornaleros, etc. Esta exible mano de obra, indiferenciada,que pasa de una tarea a otra y nunca se queda demasiado tiempoen una empresa, no puede constituirse en una fuerza, no estando
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nunca en el centro de los procesos de produccin sino pulveriza-
da en una multitud de intersticios, ocupada en tapar los agujerosde lo que no ha sido mecanizado. El interino es la gura de este
obrero que nunca es uno, que no tiene ms ocio sino una seriede competencias que vende en el curso de sus trabajos, y cuya dis-ponibilidad es todava un trabajo.
Al margen de este ncleo de trabajadores ecaces, necesariospara el buen funcionamiento de la mquina, se extiende a partirde ahora una mayora convertida en supernumeraria, que es cier-tamente til al ujo de la produccin, pero no a mucho ms, yque, en su ociosidad, hace pesar sobre la mquina el riesgo de que
se ponga a sabotearla. La amenaza de una desmovilizacin generales el espectro que hace sus apariciones ante el actual sistema de
produccin. A la pregunta "Por qu trabajar, entonces?" no todoel mundo responde como aquel ex-Rmiste15 a Libration16: "Pormi bienestar. Es necesario que me ocupe en algo". Existe un serioriesgo de que terminemos por encontrar un empleo a nuestra desocu-
pacin. Esta poblacin otante debe ser ocupada, o mantenida.Ahora bien, no se ha encontrado al da de hoy un mtodo discipli-
nario mejor que el asalariado. Ser entonces necesario continuarel desmantelamiento de los "derechos adquiridos" para devolver
al regazo salarial a los ms rebeldes, a los que no se rinden ante laalternativa entre morir de hambre y pudrirse en la crcel. La explo-
sin del sector esclavista de los "servicios personales" debe seguir:
empleadas domsticas, restauracin, masaje, asistencia a domici-lio, prostitucin, cuidados mdicos, ocio teraputico, ayuda psico-
lgica, etc. Todo ello acompaado de una continua revalorizacinde las normas de seguridad, de higiene, de conducta y de cultura,
de una aceleracin en la fugacidad de las modas, que asientan por
15 El Rmiste o Ermiste es una persona que cobra la ayuda estatal para la
insercin social.
16 Diario de centroizquierda.
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s mismas la necesidad de estos servicios. En Rouen, los parqu-metros han dejado paso al "parqumetro humano": alguien que seaburre en la calle nos expide un ticket de estacionamiento y nosalquila, si es el caso, un paraguas para un chaparrn.
El orden del trabajo fue el orden del mundo. La evidencia de suruina contagia la tetania ante la nica idea que resulta de todo esto:trabajar, hoy, se vincula menos a la necesidad econmica de pro-ducir mercancas que a la necesidad poltica de producir produc-tores y consumidores, de salvar por cualquier medio el orden deltrabajo. Producirse a s mismo, est en trance de convertirse en laocupacin dominante de una sociedad en la que la produccin hadevenido sin objeto: como un carpintero al que se hubiera despo-sedo de su taller y que se pusiera, por su desesperacin, a cepillar-se a s mismo. sta es la razn del espectculo de esos jvenes quese entrenan para sonrer en su entrevista de trabajo, que se hacenblanquear los dientes para ascender, que van a los bares noctur-nos para estimular el espritu de equipo, que aprenden ingls para
impulsar su carrera, que se divorcian o se casan para actualizarse,que hacen cursos de teatro para convertirse en leadersmedianteel "desarrollo personal" para poder "gestionar los conictos". "Eldesarrollo personal ms ntimo, pretende cualquier gur, llevara una mayor estabilidad emocional, a una apertura a las relacio-nes ms sencilla, a una agudeza intelectual mejor dirigida, y porconsecuencia a un mejor resultado econmico." El bullicio de este
pequeo mundo que espera con impaciencia ser seleccionado, en-trenndose para ser natural, revela una tentativa de salvar el ordendel trabajo, mediante una tica de la movilizacin. Ser movilizadoes referirse al trabajo no como actividad, sino comoposibilidad. Siel desocupado que se quita sus piercings, va al peluquero y tiene"proyectos", trabaja correctamente en "su empleabilidad", comose dice, es que testimonia su movilizacin. La movilizacin es esteligero desprendimiento respecto de uno mismo, este desgarramien-
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to mnimo en lo que nos constituye, esta condicin de extranjeraa partir de la que el Yo puede ser tomado como objeto de trabajo, apartir de que se vuelve posible vendersea s mismo y no a su fuerzade trabajo, hacerse remunerar no por lo que se hace sino por lo quese es, por nuestra exquisita maestra en los cdigos sociales, nuestrostalentos en las relaciones, por nuestra sonrisa y nuestra manera depresentarnos. Es la nueva norma de socializacin. La movilizacinopera la fusin de los dos polos contradictorios del trabajo: aqu,uno participa en su explotacin y se explota toda participacin. Sees uno mismo, idealmente, una pequea empresa: uno es su propio
patrn y su propio producto. Se trata, se trabaje o no, de acumu-lar contactos, competencias, la "red", en n: el "capital humano".La conminacin planetaria a movilizarse bajo el menor pretexto -elcncer, el "terrorismo", un terremoto, los SDF17- resume la determi-nacin de las potencias reinantes a mantener el reino del trabajo msall de su desaparicin fsica.
La presente apariencia de produccin es pues, de un lado, esta
gigantesca mquina de movilizar psquica y fsicamente, de chuparla energa de los seres humanos convertidos en excedentarios, deotro es esta mquina de clasicar que determina la supervivenciade las subjetividades conformes y abandona a los "individuos deriesgo", a todos aquellos que encarnan otro uso de la vida, y por lotanto, resisten. De un lado, se hace vivir a los espectros y por otro,se deja morir a los vivos. Esta es la funcin propiamente polticadel presente aparato de produccin.
Organizarse mas all y contra el trabajo, desertar colectivamentedel rgimen de la movilizacin, manifestar la existencia de unavitalidad y de una disciplina en la propiadesmovilizacin, es uncrimen que una civilizacin desesperada no esta lista para perdo-
narnos; esta es, de hecho, la nica manera de sobrevivir a ella.
17 Abreviacin en francs de sans domicile xe(sin domicilio jo) para referirsea los vagabundos.
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Cuarto crculo
"Ms simple, ms fun, ms mvil, ms seguro!"
Que ya no se nos hable ms de "la ciudad" y de "el campo", ymenos an de su antigua oposicin. Eso que se extiende a nuestro
alrededor no la recuerda ni de cerca ni de lejos: sta es una nicacapa urbana, sin forma y sin orden, una zona desolada, indenidae ilimitada, un continuum mundial de hipercentros museica-
dos y de parques naturales, de grandes urbanizaciones e inmen-sas explotaciones agrcolas, de zonas industriales y urbanizadas,de albergues rurales y de bares de moda: la metrpolis. Existi laciudad antigua, la ciudad medieval o la ciudad moderna: no hayciudad metropolitana. La metrpolis quiere ser la sntesis de todoel territorio. Todo cohabita en ella, no tanto geogrcamente sinopor el tejido de sus redes.
Es precisamente porque acaba de desaparecer que ahora la ciu-
dad se ha fetichizado, como la Historia. Las manufacturas de Lillese convirtieron en salas de espectculos, el centro de puro hormi-
gn del Havre es patrimonio de la Unesco. En Pekin, los hutongsque rodean la Ciudad prohibida son destruidos para ser falsamen-
te reconstruidos, un poco ms lejos, para la atencin de los curio-sos. En Troyes, se pegan las fachadas ensamblando las vigas sobreedicios en parpaing18, un arte del plagio que no existe sin evocarlas boutiques de estilo victoriano de Disneyland Pars. Los centroshistricos, durante tanto tiempo asientos de la sedicin, encuen-tran sensatamente su lugar en el organigrama de la metrpolis.
18 Muros de piedra tallada
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Son entregados al turismo y al consumo ostentoso. Son los islotes
de los mgicos comercios, que se mantienen por el aquelarre y
laesttica,
y por la fuerza tambin. La asxiante cursilera de losmercadillos de Navidad se paga con siempre ms vigilantes y pa-trullas municipales. El control se integra de maravilla en el paisajede la mercanca, mostrando su cara autoritaria a quien la quieraver. La poca es una mezcla, mezcla de musiquillas, de cachiporrastelescpicas y de algodn de azcar. Eso es lo que supone una vi-gilancia policial: el hechizo!
Este gusto de lo autntico-entre-comillas y de control que traeaparejado, acompaa a la pequea burguesa en su colonizacinde los barrios populares. Arrojada fuera de los hipercentros, va abuscar all una "vida de barrio", que nunca encontrara entre losedicios Phnix. Y expulsando a los pobres, los coches y los inmi-grantes, dejando el terreno limpio, expulsando los microbios, pul-veriza lo que ella misma vena a buscar. Sobre un cartel municipal,un barrendero tiende la mano a un guardin de la paz; un slogan:
"Montauban, ciudad limpia".La decencia que obliga a los urbanistas a no hablar ya de "la
ciudad", que ellos mismos han destruido, sino de "lo urbano",debera incitarles tambin a no hablar ms de "el campo", queya no existe. Lo que hay, en su lugar, es un paisaje que se exhibea las masas estresadas y desarraigadas, un pasado que se puedeponer en escena ahora que los campesinos han sido reducidos a
tan poco. Es un marketing que se despliega sobre un "territorio"donde todo ha de ser valorizado o constituido en patrimonio. Essiempre el mismo vaco congelado que conquista hasta los lugaresms recnditos.
La metrpolis es esta muerte simultnea de la ciudad y el campo,la encrucijada donde convergen todas las clases medias, en este me-dio de la clase media, que se estira indenidamente desde el xodo
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rural hasta la "suburbanizacin". A la vitricacin del territoriomundial, la favorece el cinismo de la arquitectura contempornea.
Un colegio, un hospital, una mediateca, son otras tantas variacio-nes sobre el mismo tema: transparencia, neutralidad, uniformi-dad. Los edicios, masivos y uidos, concebidos sin la necesidadde saber lo que acogern, y quepodran estar aqutan bien comoen cualquier otra parte. Qu hacer con las torres de ocinas de laDfense, de la Part Dieu o de Euralille? La expresin "amante"contiene en s todo su destino. Un viajero escocs, luego de quelos insurgentes hayan quemado la Alcalda de Pars en mayo de
1871, testimonia el singular esplendor del poder en llamas: "[]nunca haba imaginado nada ms bello; es soberbio. Las gentes dela Comuna son horriblemente deshonestas, no lo niego; pero quartistas! Y no han sido conscientes de su obra! [] He visto lasruinas de Amal batidas por el azul oleaje del Mediterrneo, lasruinas de los templos de Tung-hoor en el Punjab; he visto Roma ymuchas otras cosas: nada se puede comparar a lo que ha sucedido
esta noche ante mis ojos".Quedan bien, atrapados en la malla metropolitana, algunos
fragmentos de ciudad y algunos residuos del campo. Pero el vivaz,l, ha establecido su residencia en los lugares relegados. La pa-radoja quiere que los sitios aparentemente ms inhabitables seanlos nicos en ser habitados de cualquier manera. Una vieja chozaocupada siempre parecer ms poblada que esos departamentos
de standing en los que no se puede ms que colocar los mueblesy perfeccionar la decoracin a la espera de la siguiente mudanza.En muchas megalpolis las barriadas son los ltimos lugares vi-vos, vivibles y, sin duda, tambin los ms mortales. Son el reversodel decorado electrnico de la metrpolis mundial. Las ciudades-dormitorio de los suburbios del Norte de Pars, abandonados poruna pequea burguesa lanzada a la caza de los chalets, han sidodevueltas a la vida por el desempleo masivo, resplandeciendo ms
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intensamente desde entonces que el Quartier latin19. Tanto por la
palabra como por el fuego.
El incendio de noviembre de 2005 no nace de la desposesinextrema, como tanto se ha interpretado, sino por el contrario dela plena posesin de un territorio. Se pueden quemar coches por
puro aburrimiento, pero para propagar el motn durante un mes ymantener permanentemente en jaque a la polica, es preciso saberorganizarse, tener cmplices, conocer perfectamente el terreno,compartir un lenguaje y un enemigo comn. Los kilmetros y las
semanas no han impedido la propagacin del fuego. A las prime-ras hogueras, respondieron otras all donde menos se esperaban. El
rumor no se puede detener con escuchas.
La metrpolis es el territorio de un conicto incesante de bajaintensidad, en el que la toma de Basora, de Mogadiscio o de
Nablus, marcan los momentos culminantes. La ciudad, para losmilitares, fue durante mucho tiempo un lugar a evitar, incluso a
asediar; la metrpolis, ella, es totalmente compatible con la gue-
rra. El conicto armado no es sino un momento en su constantereconguracin. Las batallas libradas por las grandes potencias separecen ms a un trabajo policial, siempre a rehacer en los aguje-ros negros de la metrpoli -"que sea en Burkina Faso, en el SouthBronx, en Kamagasaki, en Chiapas o en la Courneve". Las "inter-venciones" no aspiran tanto a la victoria, ni siquiera a restablecer el
orden y la paz, sino a continuar una empresa de seguridad siempre
en marcha. La guerra ya no es aislable en el tiempo, sino que sedifracta en una serie de microoperaciones, militares y policiales,para asegurar la seguridad.
La polica y el ejrcito se adaptan mutuamente y paso a paso.Un criminlogo demanda a las CRS que se organicen en peque-as unidades mviles y profesionalizadas. La institucin militar,
19 Barrio cntrico de Pars, estudiantil e intelectual.
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cuna de mtodos disciplinarios, reencauza su organizacin jerr-quica. Un ocial de la OTAN aplica, a su batalln de artilleros, un"mtodo participativo que implique a cada uno en el anlisis, lapreparacin, la ejecucin y la evaluacin de una accin. El plan esdiscutido y rediscutido durante das, a lo largo del entrenamientoy segn las ltimas informaciones recibidas () Nada como unplan elaborado en comn para aumentar tanto la adhesin comola motivacin".
Las fuerzas armadas no slo se adaptan a la metrpolis sino quele dan forma. As, los soldados israeles, tras la batalla de Nablus,se hacen decoradores de interior. Obligados por la guerrilla pa-lestina a abandonar las calles, demasiado peligrosas, aprenden aavanzar vertical y horizontalmente al seno de las construccionesurbanas, reventando muros para moverse. Un ocial de las fuerzasde defensa israeles, diplomado en losofa, explica: "El enemigointerpreta el espacio de un modo clsico, tradicional y yo me nie-go a seguir su interpretacin y caer en sus trampas (...) Le quiero
sorprender! sta es la esencia de la guerra. Tengo que ganar ()y aqu esta: he escogido la metodologa que me hace atravesar losmuros. Como un gusano que avanza comiendo lo que encuentraen su camino." Lo urbano es ms que el teatro del enfrentamiento,es el medio mismo. Esto no es sin recordar los consejos de Blan-qui, en este caso del lado de la insurreccin, que recomendaba alos futuros insurgentes de Pars tomar las casas de las calles con
barricadas para proteger sus posiciones, romper los muros paracomunicarlas, derribar las escaleras al piso principal y agujerear lostechos para defenderse de eventuales asaltantes, arrancar las puer-tas para tapar las ventanas y hacer de cada piso un puesto de tiro.
La metrpolis no es ms que esta nebulosa organizada, esta co-lisin nal de la ciudad con el campo, es en consecuencia un ujode seres y de cosas. Una corrienteque atraviesa toda una red de
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bras pticas, de lneas del TGV20, de satlites, de cmaras de vi-deovigilancia para que este mundo jams pare de correr hacia suruina. Una corriente que quisiera arrastrar todo hacia una movili-dad sin esperanza, que movilicea cada uno. Donde se es asaltadopor informaciones igual que por fuerzas hostiles. Donde no quedams que correr. Donde se vuelve difcil esperar, incluso el ensimovagn del metro.
La multiplicacin de los medios de desplazamiento y de comu-nicacin nos arranca sin interrupcin del aquy del ahora, con latentacin de ser siempre otros. Tomar un TGV, un RER21, un te-lfono para estarya all. Pero esta movilidad no conlleva sino des-arraigo, aislamiento, exilio. sta sera insoportable para cualquieraque no estuviera siempre amoldado al espacio privado, al interiorporttil. La burbuja privada no estalla sino que se pone a otar.No es el n del cocooning22 sino su puesta en movimiento. Enuna estacin, en un centro comercial, en un banco de negocios,de un hotel a otro, siempre esta extranjera, tan banal, tan cono-
cida que tiene carcter de profunda familiaridad. La lujuria de lametrpolis consiste en esta mezcla aleatoria de ambientes deni-dos, susceptibles de recombinarse indenidamente. Los centrosurbanos se ofrecen no como lugares idnticos, sino como ofertasoriginales de ambientes, entre las que nos movemos, escogiendouna, dejando otra, al extremo de una suerte de shopping existen-cial entre los estilos de los bares, de la gente, de los diseos o entre
losplaylistsde un i-pod. "Con mi lector de mp3, soy el amo de mimundo." Para sobrevivir a la asediante uniformidad, la nica op-cin es reconstituir sin cesar el mundo interior como un nio quereconstuye en todas parte la misma cabaa. Como Robinson re-
20 Train Grande Vitesse, Trenes de alta velocidad.21 Rseau Express Rgional(red ferroviaria exprs regional) Trenes interurbanos.22 Reere a un repliegue de las condiciones estresantes de la vida pblica a el mun-do privado de la familia. Su raz es cocoon, en ingls "capullo".
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8/4/2019 Comit Invisible >> La insurreccin que viene
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produciendo su universo de comerciante en la isla desierta, como
es nuestra isla desierta la propia civilizacin, y que somos milloneslos que queremos bajarnos ahora.
Precisamente porque es una arquitectura de ujos, la metrpolies una de las formaciones humanas ms vulnerables que nunca ha
existido. Flexible, sutil, pero vulnerable. Un cierre total de fron-teras a causa de una terrible epidemia, cualquier carencia en un
abastecimiento vital, un bloqueo organizado de los ejes de comu-
nicacin y todo el decorado se desmorona, no puede seguir escon-diendo las escenas de la masacre que la acosan permanentemente.Este mundo no ira tan deprisa si no estuviese constantemente
perseguido por la proximidad de su desmoronamiento.
Su estructura en red, toda su infraestructura tecnolgica de nu-dos y de conexiones, su arquitectura descentralizada quisieran po-
ner la metrpolis al abrigo de sus inevitables disfunciones. Inter-net debe resistir un ataque nuclear. El control permanente de los
ujos de informacin, de hombres y de mercancas debe asegurarla movilidad metropolitana, la rastreabilidad, asegurar que nunca
falte un palet en el stock de mercancas, que nunca se encuentreun billete robado en el comercio o un terrorista en el avin. Gra-
cias a un chip RFID23, a un pasaporte biomtrico, a un chero deADN.
Pero la metrpolis tambin produce los medios de su propia
destruccin. Un experto norteamericano en seguridad explica laderrota en Irak por la capacidad de la guerrilla para sacar provechoa los nuevos modos de comunicacin. En su invasin, los Estados
Unidos no han importado tanto la democracia como las redes ci-bernticas. Con ellas traen una de las armas de su derrota. La mul-
tiplicacin de los telfonos celulares y de los puntos de acceso a
23 En ingles, Radio Frequency IDentication: identicacin por radiofrecuencia.
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Internet ha provisto a la guerrilla medios inditos para organizarsey para volverse tan difcilmente atacable.
Cada red tiene sus puntos dbiles, sus nudos que hay que des-hacer para que se detenga la circulacin, para que el tejido estalle.El ltimo gran apagn europeo lo ha mostrado: habra bastado un
incidente en una lnea de alta tensin para sumir a buena parte delcontinente en la oscuridad. El primer gesto para que algo pueda
surgir en medio de la metrpolis, para que se abran otras posi-bilidades, es detener su propio perpetuum mobile. Es lo que hancomprendido los rebeldes tailandeses que hacen saltar los repeti-dores elctricos. Es lo que han comprendido los anti-CPE24, que
han bloqueado las universidades para despus intentar bloquear laeconoma. Esto es lo que tambin comprendieron los estibadores
americanos en la huelga de octubre de 2002 por el mantenimien-to de trescientos empleos, y que bloquearon durante diez das los
puertos principales de la costa Oeste. La economa americana estan dependiente de los ujos provenientes de Asia que el costo
del bloqueo fue de mil millones de euros diarios. Con diez milse puede hacer vacilar a la mayor potencia econmica mundial.
Para ciertos "expertos", si la accin se hubiese prolongado un mesms, hubiramos asistido a "una vuelta a la recesin en los Estados
Unidos y una pesadilla para el Sureste asitico".
24 Ley de Contrat Premire Embouche(Contrato del Primer Empleo).
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Quinto crculo
"Menos bienes, ms vnculos"
Treinta aos de masiva desocupacin, de "crisis", de crecimiento
a media hasta y todava se nos quiere hacer creer en la economa.
Treinta aos subrayados, bien es cierto, por algunos entreactos ilu-sionantes: el entreacto 1981-83 ilusin por que un gobierno deizquierda pudiese traer la felicidad al pueblo; el entreacto de los
aos de la plata dulce (1986-89), en el que todos nos bamos ahacer ricos, hombres de negocios y corredores de bolsa; el entreac-
to Internet (1998-2001), donde todos encontraramos un empleovirtual a fuerza de estar conectados, donde la Francia multicolor
pero una, multicultural y cultivada, ganara todas las copas delmundo. Pero, en eso, se han gastado todas nuestras reservas de
ilusin, se ha tocado fondo, estamos secos, si no en descubierto.
A la fuerza se ha comprendido esto: no es la economa la que esten crisis, es la economa quien esla crisis; no es el trabajo lo quefalta, es el trabajo lo queest de ms; bien pensado, no es la crisissino el crecimiento lo que nos deprime. Es preciso reconocerlo: laletana de las cotizaciones burstiles no nos es ms cercana que una
misa en latn. Felizmente para nosotros, somos una cierta cantidadlos que hemos llegado a esta conclusin. No hablamos de los que
viven de estafas diversas, de trcos de cualquier gnero o estn enel RMI desde hace diez aos. De todos los que no pueden iden-
ticarse ms con su trabajo y se reservan para sus diversiones. Detodos los acosos, todos los vagos, de los que hacen lo mnimo,
pero son mayora. De todos a los que toca esta extraa indiferencia
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masiva, que viene a acentuar ms todava el ejemplo de los jubila-dos y la cnica sobreexplotacin de una mano de obra exibilizada.No hablamos de ellos porque, de una u otra manera, deben llegara una conclusin parecida.
Aquello de lo que hablamos es de todos los pases, de continen-tes enteros que han perdido la fe econmica tras haber visto pasarcon prdidas y fracasos los Boeing del FMI, tras haber tanteadoun poco al Banco Mundial. Nada, all, de esta crisis de vocacinque sufre indolentemente, en Occidente, la economa. Aquello delo que se trata en Guinea, en Rusia, en Argentina, en Bolivia es
de un duradero y violento descrdito de esta religin y de su cle-ro. "Qu hacen mil economistas del FMI hundidos en el fondodel mar? -Un buen principio", se bromea en el Banco Mundial.Un chiste ruso: "Dos economistas se encuentran. Uno pregunta alotro: "Entends lo qu esta pasando?" y el otro responde: "Escu-ch, te lo voy a explicar." "No, no, contesta el primero, explicarlono es difcil, yo tambin soy economista, lo que te pregunto es:
Entends lo que est pasando?". El propio clero nge entrar endisidencia y criticar el dogma. La ltima corriente un poco vitalde la pretendida "ciencia econmica" -corriente que se llama sinhumor la "economa no autista" - se propone, en adelante, demos-trar las usurpaciones, las jugarretas, los ndices adulterados de unaciencia cuyo nico papel tangible es agitar el ostensorio en tornoa las elucubraciones dominantes, rodear de liturgia sus llamadasa la sumisin y, en n, como siempre han hecho las religiones,
proporcionar las explicaciones. Pues la desgracia general deja de sersoportable desde que se muestra como es: sin causa ni razn.
El dinero no es ya respetado en ninguna parte, ni por los quelo tienen ni por los que carecen de l. El veinte por ciento delos jvenes alemanes, cuando se les pregunta qu quieren ser enel futuro, responden "artista". El trabajo no se soporta como unestado de la condicin humana. La contabilidad de las empresas
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26 para detener una huelga -como se hizo en la de SNCM27 o du-
rante la ocupacin, el ao anterior, en un centro de clasicacin
enRennes. La mortfera actividad del poder actual consiste en
dirigir esta ruina desde un lado y plantar las bases de una "nuevaeconoma" desde el otro.
Nosotros nos habamos acostumbrado, sin embargo, a la eco-noma. Tras generaciones en que se nos ha disciplinado, se nos
ha pacicado, en las que se ha hecho de nosotros sujetos, natu-ralmente productivos, contentos de consumir. Y he aqu que se
revela aquello que estbamos tratando de olvidar: que la economaes una poltica. Y que esta poltica, hoy, es una poltica de seleccinen el seno de una humanidad convertida, masivamente, en super-ua. De Colbert a De Gaulle pasando por Napolen III, el Estado
siempre ha concebido la economa como poltica, no menos que laburguesa, que obtiene benecios, y los proletarios que la padecen.
No existe ms que este extrao estrato intermedio de la poblacin,este curioso agregado sin fuerza de los que no toman partido, la
pequea burguesa, que siempre ha simulado creer en la economacomo en una realidad -porque as su neutralidad quedaba preser-
vada. Pequeos comerciantes, pequeos patrones, pequeos fun-cionarios, cuadros, profesores, periodistas, intermediarios de to-
das las clases, forman en Francia esta no-clase, esta gelatina socialcompuesta por la masa de los que simplemente quisieran pasar su
pequea vida privada a cubierto de la Historia y sus tumultos. Este
pantano est predispuesto a ser el campen de la mala conciencia,dispuesto a todo para tener, en su somnolencia, los ojos cerradosa la guerra que causa dolor a su alrededor. Cada clarear del frente
est sealado en Francia por la invencin de un nuevo capricho.
26 Grupo de intervencin de la gendarmera nacional
27 Socit Nationale Maritime Corse Mditerrane o SNCMes una compaa de
navegacin privatizada en el ao 2005.
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Durante los ltimos diez aos, ste fue ATTAC28 y su inverosmil
tasa Tobin -cuya instauracin habra requerido nada menos que lacreacin de un gobierno mundial-, su apologa de la "economa
real" contra los mercados nancieros y su conmovedora nostalgiadel Estado. La comedia dur lo que dur, y acab en una inspida
mascarada. De una extravagancia a otra, llega el decrecimiento. SiATTAC con sus cursos de educacin popular ha intentado salvar ala economa como ciencia, el decrecimiento pretende salvarla comomoral. Slo hay una alternativa al apocalipsis en marcha, decrecer.Consumir y producir menos. Convertirnos en alegremente fruga-
les. Comer bio, ir en bici, dejar de fumar y supervisar seriamentelos productos que se compran. Contentarse con lo estrictamente
necesario. Sencillez voluntaria. "Redescubrir la verdadera rique-za en la felicidad de unas relaciones sociales distendidas en un
mundo sano." "No abusar de nuestro capital natural." Avanzarhacia una "economa sana". "Evitar la regulacin por el caos." "No
generar una crisis social poniendo en duda la democracia y el hu-
manismo". Resumiendo: convertirte en ahorrador. Volver a la eco-noma de Pap, a la edad de oro de la pequea burguesa: los aos50. "Cuando el individuo se convierte en un buen ahorrador, su
propiedad cumple por completo su misin, que es la de permitirledisfrutar de su propia vida al abrigo de la existencia pblica o en
la reclusin privada."
Un diseador grco vestido con un suter artesanal bebe un
jugo de frutas, entre amigos, en la terraza de un caf tnico. Somoscultos, cordiales, nos tomamos el pelo moderadamente, no hace-mos mucho ruido ni estamos en silencio, nos miramos sonriendo,
un poco plcidos: somos tan civilizados. Ms tarde unos irn atrabajar una parcela en la huerta del barrio, mientras otros van ahacer cermica, zen o una pelcula de animacin. Se comulga en
28 Asociacin por la Tasacin de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos.
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el planeta como un sistema cerrado que hay que administrar ypretende sentar las bases de una ciencia que integrara la totalidadde los parmetros vitales. Una ciencia as podra hacernos extraaralgn da los buenos tiempos de los indicadores engaosos, en losque se pretenda medir la felicidad del pueblo mediante el creci-miento del PBI, pero en los que al menos nadie crea.
Revalorizar los aspectos no econmicos de la vida es una con-
signa del decrecimiento al tiempo que un programa de reforma delCapital. Eco-ciudades, cmaras de videovigilancia, espiritualidad,
biotecnologas y convivencia pertenecen al mismo paradigma
civilizatorio en formacin, el de la economa total engendradadesde la base. Su matriz intelectual no es otra que la cibernti-ca, la ciencia de los sistemas, es decir de su control. Para imponerdenitivamente la economa, su tica del trabajo y la avaricia, senecesit durante el transcurso del siglo XVII, encerrar y eliminara toda la fauna de los ociosos, los mendigos, los brujos, los locos,
los hedonistas y a otros pobres sin etiqueta, a toda una humani-
dad que desmenta con su sola presencia el orden del inters y lacontinencia. La nueva economa no se impondr sin una seleccinparecida de los sujetos y de las zonas aptas para la mutacin. El tan
anunciado caos ser la ocasin para esta seleccin o para nuestravictoria sobre este detestable proyecto.
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Sexto crculo
"El medio ambiente es un desafo industrial"
La ecologa es el descubrimiento del ao. Hace treinta aos que
dejamos eso a los Verdes, que uno se re groseramente de eso los
domingos, para retomar un aire afectado el lunes. Y ahora nosalcanza. Invade las ondas como una cancin del verano, porquetenemos veinte grados en diciembre.
Una cuarta parte de las especies de peces ha desaparecido de losocanos. El resto no durar mucho tiempo.
Alerta de gripe aviar: se promete acabar rpidamente con las aves
migratorias, por centenares de miles.
La tasa de mercurio existente en la leche materna es diez vecessuperior a la autorizada en la de vaca. Y estos labios que se hinchan
cuando muerdo la manzana -que vena sin embargo del mercado.Los gestos ms simples se han convertido en txicos. Uno muerea los treinta y cinco aos "de una larga enfermedad" que se gestio-nar igual que se gestion lo dems. Hubiera sido necesario sacarconclusiones antes que ella nos llevase ah, al pabelln B del centro
de cuidados paliativos.Es preciso reconocerlo: toda esta catstrofe, que nos entretienetan ruidosamente, no nos afecta. Al menos no antes de que nosgolpee una de sus previsibles consecuencias. Tal vez nos afecta,
pero no nos toca. Y ah est el desastre.
No hay catstrofe medioambiental. Existe esta catstrofe quees el medio ambiente. El medio ambiente es lo que le queda al hom-
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bre cuando ha perdido todo. Los que habitan en un barrio, una
calle, un valle, una guerra, un taller no tienen "medio ambiente",se desenvuelven en un
mundopoblado de presencias, de peligros,
de amigos, de enemigos, de espacios de vida y espacios de muerte,de toda clase de seres. Este mundo tiene su consistencia, que vara
en la intensidad y en la calidad de los vnculos que nos liga a todosesos seres, a todos esos lugares. No somos sino nosotros, hijos de
la desposesin nal, exiliados de ltima hora -que llegan al mundoen cubos de hormign, cosechan los frutos de los supermercadosy esperan los ecos del mundo en la televisin- los que tenemos un
medio ambiente. No hay nadie, sino nosotros, para asistir a nues-tro propio aniquilamiento como si se tratase de un simple cambio
de clima. Para indignarse ante los ltimos avances del desastre yengrosar pacientemente la enciclopedia.
Lo que est coagulado en el medio ambiente, es una explicacin
sobre el mundo basada en lagestin, es decir, en la extraeza. Uninforme sobre el mundo segn el que no estamos hechos del mis-
mo modo que el murmullo de los rboles, los olores de las friturasdel edicio, el goteo del agua, el ruido de los patios de la escuela
o el sudor en las tardes de verano, un relato del mundo por elque existo yo y mi medio ambiente, que me envuelve sin llegar a
constituirme. Nos hemos convertido en vecinos de una reunindel consorcio planetario. No se puede imaginar un inerno ms
completo.
Ningn medio material ha merecido jams el nombre de "me-dio ambiente", salvo, quizs, ahora la metrpolis. La voz com-
putarizada de los anuncios sonoros, tranva con un chillido tandel siglo XXI, luz azulada que reverbera como un fsforo gigante,
peatones disfrazados de frustrados maniques, rotacin silenciosade una cmara de videovigilancia, lcido tintineo de los bornes deltren, de las cajas del supermercado, de los molinetes de la ocina,
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ambiente electrnico de cybercaf, derroche de pantallas de plas-
ma, de vas rpidas y de latex. Jams el decorado prescindi tantode las almas que lo atraviesan. Jams el medio fue ms
automtico.
Jams el contexto fue tan indiferente ni exigi a cambio, para so-
brevivir, tan idntica indiferencia. El medio ambienteno es, nal-mente, ms que esto: el relato del mundo propio de la metrpolis
que se proyecta sobre todo lo que se le escapa.
La situacin es la siguiente: se ha empleado a nuestros padresen destruir este mundo, ahora se quisiera hacernos trabajar en su
reconstruccin y que sta sea, para colmo, rentable. La mrbidaexcitacin que anima actualmente a periodistas y publicistas antecada noticia que demuestre el calentamiento climtico, devela lasonrisa de acero del nuevo capitalismo verde, el que se pronostica-ba desde los aos 70, el que aguardaba a la vuelta del camino y queno llegaba. Pues bien, aqu est! La ecologa, es l! Las solucionesalternativas, tambin son l! La salud del planeta, siempre es l!Sin ninguna duda: el fondo del aire es verde; el medio ambiente
ser el eje de la economa poltica del siglo XXI. A cada episodiode catastrosmo corresponde desde ahora una rfaga de "solucio-nes industriales".
El inventor de la bomba H, Edward Teller, recomienda la pulve-rizacin de millones de toneladas de polvo metlico en la estratos-fera para detener el calentamiento climtico. La NASA, frustradapor haber tenido que guardar su gran idea del escudo antimisiles
en el museo de fantasmagoras de la guerra fra, promete colo-car, ms all de la rbita, un espejo gigante para protegernos delos, desde ahora, funestos rayos del sol. Otra visin del porvenir:una humanidad motorizada, conduciendo con bioetanol desdeSao Paulo a Estocolmo; el sueo de un cerealista de Beauce, quedespus de todo no implica ms que la reconversin de todaslastierras cultivables del planeta en campos de soja y de remolacha
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azucarera. Automviles ecolgicos, energas limpias, consultingmedioambiental coexistiendo sin problemas con la ltima publi-cidad de Chanel a lo largo de las heladas pginas de las revistas deopinin.
Es que el medio ambiente posee este incomparable mrito deser, segn dicen, el primer problema globalque se presenta a lahumanidad. Unproblema global, es decir, un problema al que slopueden dar solucin los que estn globalmente organizados. Aesos ya los conocemos. Son los grupos que, tras casi un siglo, estna la vanguardia del desastre y cuentan con seguir ah, al mnimo
precio de un cambio de logo. Que EDF31 tenga la desvergenza devolver a presentarnos su programa nuclear como nueva solucin ala crisis energtica mundial, dice bastante de cunto se parecen lasnuevas soluciones a los viejos problemas.
Desde las secretaras de Estado hasta los reservados de los cafsalternativos, las preocupaciones se dicen desde ahora con las mis-mas palabras, que son, por lo dems, las mismas de siempre. Se
trata de movilizarse. No para la reconstruccin, como en la post-guerra, no por los etopes, como en los aos 80, no por el empleo,como en los aos 90. No, esta vez es por el medio ambiente. lles da las gracias. Al Gore, la ecologa a lo Hulot y el decrecimien-to se colocan a los lados de las eternas grandes conciencias de laRepblica para representar su papel reanimador de la pequea co-munidad de izquierdas y del consabido idealismo de la juventud.Enarbolando la austeridad voluntaria, trabajan bencamente
para que estemos conformes con el "estado de urgencia ecolgicaque viene". La masa redonda y pegajosa de su culpabilidad golpeasobre nuestras fatigadas espaldas, y quisiera empujarnos a cultivarnuestro jardn, a seleccionar nuestra basura, a fabricar bio-abonocon los restos del macabro festn en el que, y por el cual, hemossido infantilizados.
31 Electricidad De Francia.
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Gestionar la salida de la energa nuclear, los excedentes de CO2
en la atmsfera, el deshielo de los polos, los huracanes, las epi-demias, la superpoblacin mundial, la erosin de los suelos, ladesaparicin masiva de las especies vivas sta seria nuestra carga."Es a cada cual a quien corresponde cambiar sus comportamien-
tos", dicen, si queremos salvar nuestro hermoso modelo civiliza-torio. Es necesario consumir poco para poder consumir todava.Producir biopara poder producir an. Es necesario aguantarsepara
poder aguantar todava. He aqu como la lgica de un mundo es-pera sobrevivir dndose aires de ruptura histrica. He aqu como
se nos querra convencer para participar en los grandes desafosindustriales del siglo que comienza. Como estpidos que somos,estaramos dispuestos a comer de la mano de aquellos que hanpresidido el saqueo, para que nos saquen de esto.
La ecologa no slo es la lgica de la economa total, es tambin
la nueva moral del Capital. El estado de crisis interna del sistema yel rigor de la seleccin en curso son tales que se necesita un nuevo
criterio en cuyo nombre tomar decisiones parecidas. La idea devirtud nunca ha sido, en cada poca, sino una invencin del vicio.
No sera posible, sin la ecologa, justicar la existencia actual dedos redes de alimentacin, una "sana y biolgica" para los ricos
y sus hijos, otra notablemente txica para la plebe y sus retoos,destinados a la obesidad. La hiperburguesa planetaria no sabra
hacer pasar por respetable su tren de vida si sus ltimos caprichos
no fuesen escrupulosamente "respetuosos del medio ambiente".Sin la ecologa, nada tendra la suciente autoridad para silenciarlas objeciones a los exorbitantes progresos del control.
Rastreabilidad, transparencia, certicacin, ecotasas, excelenciamedioambiental, polica del agua, permiten augurar el estado de
excepcin ecolgica que se anuncia. Todo le est permitido a unpoder que se legitima en la Naturaleza, la salud y el bienestar.
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"Una vez que la nueva cultura econmica y comportamental seincorpore a las costumbres, las medidas coercitivas caern sin dudapor s mismas." Es necesario todo el ridculo aplomo de un aven-
turero de estudio televisivo para sostener una perspectiva tan g-
lida y llamarnos, al mismo tiempo, a tener la suciente "nostalgiadel planeta" para movilizarnos y dejarnos sucientemente aneste-siados, y as asistir a todo esto con cortesa y contencin. El nuevoascetismo bio es el control desque es exigido a todos para negociarla operacin de salvataje a la que el sistema se ha conducido pors mismo. Es en el nombre de la ecologa en el que necesitaremos
apretarnos el cinturn a partir de ahora, como ayer se haca en elnombre de la economa. Las carreteras, seguramente, se podran
transformar en ciclovas, puede que incluso nosotros pudiramos,segn nuestras capacidades, ser graticados un da con una renta
garantizada, pero slo al precio de una existencia teraputica. Losque pretenden que el autocontrol generalizado nos ahorrar tener
que soportar una dictadura medioambiental mienten: uno prepa-
rar el terreno de la otra y nosotros tendremos los dos.Mientras existan el Hombre y el Medio Ambiente habr polica
entre ellos.
Hay que dar vuelta los discursos ecolgicos. Donde hablan de "ca-tstrofes" para designar los patinazos del actual rgimen de gestinde los seres y las cosas, nosotros no vemos sino la catstrofe de su
funcionamiento tan perfecto. La mayor hambruna conocida hastaentonces en la zona tropical (1876-1879) coincide con una sequa
mundial, pero sobre todo con el apogeo de la colonizacin. Ladestruccin de los mundos campesinos y de sus prcticas alimen-
ticias hizo desaparecer los medios para hacer frente a la penuria.Ms que la falta de agua, son los efectos de la economa colonial
en plena expansin los que han cubierto de millones de cadve-
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res descarnados toda la supercie tropical. Lo que se presenta pordoquier como una catstrofe ecolgica nunca ha dejado de ser, enprimer lugar, la manifestacin de una desastrosa relacin con elmundo. No habitar nada nos hace vulnerables al menor bache delsistema, al menor imprevisto climtico. Mientras se aproximabael ltimo tsunami los turistas seguan jugueteando con las olas,mientras los cazadores-recolectores de las islas se apresuraban a
huir de las costas siguiendo a los pjaros. La presente paradoja de
la ecologa es que, bajo el pretexto de salvar la Tierra, no salva msque el fundamento de lo que ha dejado desolado este planeta.
La regularidad del funcionamiento mundial oculta, entretanto,
nuestro estado de desposesin propiamente catastrco. Lo que sellama "catstrofe" no es ms que la suspensin forzada de este es-tado, uno de esos raros momentos en los que recuperamos algunapresencia en el mundo. Que se alcance antes de lo previsto el nalde las reservas de petrleo, que se interrumpan los ujos interna-cionales que mantienen el tempo de la metrpolis, que se camine
hacia grandes desrdenes sociales, que suceda el "salvajismo de laspoblaciones", la "amenaza planetaria", el "n de la civilizacin"!Cualquier prdida de control es preferible a todos los escenarios degestin de la crisis. Los ms aconsejable, entonces, no es buscar losconsejos del lado de los especialistas en desarrollo sostenible. Es enlas disfunciones, en los cortocircuitos del sistema donde aparecenlos elementos de respuesta lgica a lo que podra dejar de ser un
problema. Entre los rmantes del protocolo de Kyoto, los nicospases que actualmente cumplen sus compromisos son, a regaa-dientes, Ucrania y Rumania. Adivinen por qu. La experimenta-cin ms avanzada hecha a escala mundial en agricultura "biolgi-ca" se hace desde 1989 en la isla de Cuba. Adivinen por qu. Es alo largo de las carreteras africanas donde se ha elevado la mecnicaautomovilstica a la categora de arte popular. Adivinen cmo.
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ciudad en pasto de los promotores inmobiliarios. Cocinas popu-lares, abastecimiento, medicina callejera, movilizaciones salvajes,
construccin de viviendas de urgencia: todo un saber
prctico acu-mulado por unos y otros a lo largo de la vida ha encontrado aquel espacio para desplegarse. Lejos de los uniformes y de las sirenas.
Quien conoci la despojada alegra de los barrios de Nueva Or-leans antes de la catstrofe, la desconanza frente al Estado quereinaba y la prctica masiva de arreglrselas que existan, no se ha-br sorprendido de que todo esto haya sucedido. Quien, por opo-
sicin, se encuentra atrapado en la anemia cotidiana y atomizadade nuestros desiertos residenciales, podr dudar que se encuentre
tanta determinacin. Reencontrarse con estos gestos sepultadospor aos de vida normalizada es, por tanto, el nico camino prac-ticable para no hundirse con este mundo. Y que venga un tiempodel que nos enamoremos.
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Sptimo crculo
"Aqu se construye un espacio civilizado"
La primera carnicera mundial, la que de 1914 a 1918 permitideshacerse de un solo golpe de una gran parte del proletariado de
campos y ciudades, fue conducida en el nombre de la libertad, dela democracia y de la civilizacin. Es, en apariencia, en nombrede esos mismos valores que desde hace cinco aos se perpetra la
famosa "guerra contra el terrorismo", con asesinatos planicadosen operaciones especiales. El paralelismo se detiene aqu: en las
apariencias. La civilizacin no es ms esa evidencia que se trasladaa los indgenas as como as. La libertad ya no es esa palabra quese escribe en los muros, acompaada como est, como su sombradesde ahora, por la de "seguridad".Y la democracia est notoria-mente disuelta en las puras leyes de excepcin -por ejemplo, en elrestablecimiento ocial de la tortura en los Estados Unidos o en laley Perben II en Francia.
En un siglo, la libertad, la democracia y la civilizacin han sido
devueltas al estado de hiptesis. En adelante, todo el trabajo delos dirigentes consiste en preservar las condiciones materiales y
morales, simblicas y sociales, en las que estas hiptesis sean acep-tablemente vlidas, en congurar espacios donde parezca que pue-
den funcionar. Todos los medios valen para este n, incluidos losmenos democrticos, los menos civilizados, los ms policiales. Es
que en un siglo, la democracia ha posibilitado regularmente laaparicin de los regmenes fascistas, la civilizacin no ha dejado de
rimar, en aires de Wagner o de Iron Maiden, con exterminacin;
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y la libertad ha asumido, un da de 1929, la doble cara de un
banquero que se arroja por la ventana y de una familia de obrerosque se muere de hambre. Desde entonces se convino -decimos:desde 1945- que la manipulacin de las masas, la activid