barbaglio, giuseppe - jesus hebreo de galilea.pdf

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  • Giuseppe Barbaglio

    JJESUS, HEBREO DE GALILEAInvestigacin histrica

    SECRETARIADO TRINITARIO

  • Tradujo Alfonso Ortlz GarCl, sobre el ongmal!tallano Gesu ebreo dI Ga{rlea

    1[) CENTRO EDITORIALE DEHONIANO, 2002YIa Nosadella, 640123 BOLOGNA (Itaha)

    1[) SECRETARIADO TRINITARIO, 2003Flhberto YIIJaJobos, SOTeJef y Fax 923 23 56 02secretnmtano@pJanaJfa eswww aecae es/secretnmtano37007 SALAMANCA (Espaa)

    I S B N 84-88643-88-8DepsIto Legal S 1342-2003

    GRAFICAS CERVANTES, S ARonda de Sanco Spmtus 9-1137001 SALAMANCA (Espaa)

  • En memoria de mis queridos padres

  • Contenido

    PREFACIO 11-13

    ABREVIATURAS 15-18

    EDICIONES y TRADUCCIONES DE LAS FUENTES 19-20

    1. HISTORIA DE LA INVESTIGACIN: ETAPAS, TENDENCIAS,RESULTADOS 21-40

    2. FUENTES DE INFORMACIN 41-83

    3. LA TRAMA DE SU VIDA: CERTEZAS, FIABILIDAD, HIPTESIS,LAGUNAS 85-112

    4. CARNET DE IDENTIDAD 113-136

    5. EL MUNDO EN QUE VIVI 137-179

    6. EN LA ESCUELA DEL BAUTISTA 181-210

    7. SANADOR EN UN MUNDO DE SANADORES 211-248

    8. EVANGELISTA DEL REINO DE DIOS 249-291

    9. CREADOR DE FlCfIONS NARRATIVAS: LAS PARBOLAS 293-335

    10. CARIMTICO ITINERANTE y SUS SEGUIDORES 337-386

  • 11. SABIO ENTRE LOS SABIOS DE LA ANTIGUEDAD 387-449

    12. CRUCIFIXUS SUB PONTIO PILATO 451-511

    13. CREEMOS QUE DIOS LO HA RESUCITADO 513-552

    14. FE DE JESS y FE EN JESS 553-604

    NDICE DE LAS FUENTES CITADAS 605-369

    NDICE DE AUTORES CITADOS 641-647

    NDICE GENERAL 649-658

  • Prefacio

    Desde hace casI tres siglos la Investigacin hlstnca se ha vemdoocupando de Jess de Nazaret con diversa fortuna, SIn que haya dichotodava la palabra defInitiva. Los ltimos veInte aos, por otra parte,han conocido por todas partes, pero sobre todo en los Estados Umdosy ms en general en el rea anglfona, el florecimiento de estudIOS dealto alcance y no pocos de ellos valiosos y renovadores. En una palabra,fervet opus. El resultado de todo ello ha Sido una sene ImpresIOnantede hiptesIs y de reconstruccJOnes que podran hacemos caer en cmodasposlcJOnes de pereza y de falta de compromiso. Limitndonos a estosdos ltimos decemos, he aqu una lista de las lecturas ms difundidas,a menudo teidas de umlateralismo: fue un profeta escatolgico Inte-resado por la reconstItucIn de las doce tnbus de Israel (Sanders); uncansmtlco fascInante capaz de gestos taumatrgicos (Vermes);un maestro de Vida subverSIVo o un gur revolucIOnan o (Borg); uncampeSInO hebreo mediterrneo de tendencia cmca (Crossan) o Inclusoun filsofo cmco SIn ms (Mack, DownIng); un revolucJOnano SOCialno VIOlento (Horsley y Thelssen); un judo que exalt la ley mOSaIcaradlcahzando sus eXigencias, especialmente el mandamiento del amoral prJimo (Flusser), Incluso un fanseo partldano de Hillel (H. Falk);un judo margInal, dice Meler, un rabInO, como B. Ch]ton titula surecentsima Intlmate BlOgrahy, y podemos aadir a M. Smlth, que lorepresenta con ropajes de mago y recurnendo a las artes secretas paracurar a los enfermos y liberar a los endemomados.

    SIn embargo, no creo que sea una empresa desesperada el Intentode arrostrar de nuevo la cuestIn, con la esperanza de aclarar mejor lostrmInOS y proponer solucJOnes slidas Me he mostrado atento a losresultados consegUIdos a lo largo de la hlstona centenana de la Inves-tigaCin, he valorado crticamente las diversas propuestas y lecturas,pero sobre todo me he CUIdado de tomar en examen toda la comunica-cin cnstIana que poseemos, SIn exclUIr por tanto los Evangelios apcnfos,y de revisar a fondo los escntos judos de la poca, que ponen de relieveel contexto hlstnco-cultural en que VIVi los manuscntos de Qumran,

  • los textos seudoepigrficos o apcrifos del AT, las obras de dos grandesescritores judos contemporneos, el historiador Flavio Josefa y el fil-sofo Filn de Alejandra (Egipto) y la literatura rabnica.

    Las antiguas fuentes cristianas se caracterizan por la parcialidad delas presentaciones de su figura: ninguna de ellas ha pretendido haceruna obra estrictamente histrica; los recuerdos de sus acciones y de suspalabras han sido filtrados con gran libertad creativa por los interesesespirituales concretos de los primeros cristianos interesados en dar voza la fe que tenan en l. Por eso la investigacin histrica se presentaardua: tiene que captar elementos histricamente ciertos, o incluso sloplausibles, en documentos no estrictamente histricos, sino de fe y depiedad cristiana, aunque interesados siempre por una persona histrica.Hemos procedido con rigor crtico y con nimo libre de prejuicios fide-stas, reconociendo a la investigacin histrica su terreno especfico deinvestigacin y su mtodo de bsqueda, que excluyen invasiones decampo por parte de ortodoxias domsticas o tambin por parte de escep-ticismos filosficos suspicaces.

    Para evitar equvocos, me gustara precisar que, fieles al estatuto dela investigacin histrica, no nos hemos fijado de antemano la recons-truccin de quin fue verdaderamente el nazareno; slo por ingenuidado por ligereza culpable, de la que no se han escapado algunos de losautores mencionados anteriormente, se puede decir: He aqu el verda-dero Jess. Nuestro objetivo es mostrar qu es lo que podemos decirde l sobre la base de las fuentes documentales crticamente valoradas,que no es poco! Es verdad que A. van Harnack afirm que es impo-sible escribir de l una biografa (Vita Jesu scribi nequit) y hoy nadiele puede contradecir; pero pueden indicarse algunos rasgos de su vida,bien con suficiente seguridad, bien con notable probabilidad y verosi-militud.

    El ttulo de este libro quiere dar cuenta enseguida de una peculia-ridad importante de los estudios actuales: Jess era un hebreo de hacedos milenios, hijo de su tiempo y de su tierra de origen, Galilea, reginseparada del centro cultural y religioso de Jerusaln, de la que por otrolado nunca estuvo ausente; fue artesano de una pequea aldea, de laque comparti una cultura campesina, no sin una cierta distancia crticade las dos ciudades importantes de su regin, Sforis y Tiberades.La confrontacin con los fenmenos, movimientos y figuras de la tierrapalestina de entonces, en los que he insistido, lo muestra bien insertoen su mundo, heredero de la noble tradicin religiosa juda, pero conuna presencia incmoda que suscit oposiciones tenaces y reaccionesviolentas que lo llevaron a la cruz. Ningn hombre es una isla; tampocolo fue Jess.

  • No he querido recargar el ya voluminoso texto con notas analticasy citas bibliogrficas al pie de pgina. Al comienzo de cada captulorecojo una rica lista de estudios, elegidos generosamente entre los innu-merables que se han publicado. Aludo a ellos en el texto con brevesalusiones. El dilogo con las muchas y diversas voces de los estudiososenriquecer sin duda la investigacin.

  • LIBROS BBLICOS

    Primer Testamento

    Ab = AbdasAg = AgeoBa = Baruc1.2.Cro = 1-2 CrnicasDn = DanielDt = DeuteronomioEsd = EsdrasEst = EsterEx = xodoEz = EzequielGn = GnesisIs = IsaasJb = Joble = JuecesJdt = JuditJI = JoelJos = JosuJr = JeremasLm = LamentacionesLv = Levtico1.2M = 1-2 MacabeosMi = MiqueasMI = MalaquasNe = NehemasNm = NmerosOs = OseasPr = Proverbios

    Abreviaturas

  • Qo = Qohelet (Eclesiasts)1.2 Re = 1-2 Reyes1.2.S = 1-2 SamuelSal = SalmosSb = SabiduraSi = Sircida (Eclesistico)So = SofonasTb = TobasZa = Zacaras

    Segundo Testamento

    Ap = Apocalipsis1.2 Co = 1-2 CorintiosCol = ColosensesEf = EfesiosFlp = FilipensesGa = GlatasHeb = HebreosHch = Hechos de los apstolesJn = Evangelio de Juan1.2.3 In = 1-2-3 Cartas de JuanLc = LucasMc = MarcosMt = Mateo1.2 Pe = 1-2 Carta de PedroRm = RomanosSt = Santiago1.2Tm = 1-2 Timoteo1.2 Ts = 1-2 TesalonicensesTt = Tito

    REVISTAS, ENCICLOPEDIAS Y COLECCIONES

    ABDANRWBibBKBTZBZ

    = Anchor Bible Dictionary= Aufstieg und Niedergang der Romischen Welt= Biblica= Bibel und Kirche= Berliner Theologischen Zeitschrift= Biblische Zeitschrift

  • CC = Civilta CattolicaCBQ = Catholic Biblical QuarterlyConc = Concilium Cedo esp.)DBS = Dictionnaire de la Bible. Supplment.EstBibl = Estudios BblicosETI... = Ephemerides Theologicae LovaniensesEvTh = Evangelische TheologieGLAT = Grande Lessico dell'Antico TestamentoGLNT = Grande Lessico del Nuovo TestamentoGreg = GregorianumHTR = Harvard Theological ReviewJBL = Ioumal of Biblical LiteratureJBTh = Ioumal fr biblische TheologieISNT = Ioumal for the Study of the New TestamentJThSt = Ioumal of Theological StudiesMTZ = Mnchener Theologische ZeitschriftNRT = Nouvelle Revue ThologiqueNT = Novum TestamentumNTS = New Testament StudiesPG = Patrologia graecaPL = Patrologia latinaRasT = Rassegna di TeologiaRB = Revue BibliqueRivBib = Rivista BiblicaRechSR = Recherches de Science ReligieuseSBL = Society of Biblical LiteratureStPat = Studia PatavinaST = Studia TheologicaTeol = TeologiaThBeitr = Theologische BeitrageThBer = Theologische BerichteThQ = Theologische QuartalschriftThR = Theologische RundschauTThZ = Trier Theologische ZeitschriftTyndBull = Tyndale BulletinVF = Verkndigung und ForschungZNT = Zeitschrift fr Neues TestamentZNW = Zeitschrift fr die neutestamentliche WissenschaftZTK = Zeitschrift fr Theologie und Kirche

  • Otras abreviaturas

    ATFSJHWHLXXNTntpar.parr

    = Antiguo Testamento= Festschrift (en honor de)= Tetragrama sagrado no pronunciado= Traduccin griega del AT= Nuevo Testamento= neotestamentario

    texto paralelo= textos paralelos de Mt y Lc respecto a la fuente Mc.

  • Ediciones y traducciones de las fuentes

    BIBLIA

    BIBLIA HEBREA: sigo, con algunas modificaciones, la traduccin de laBiblia de Jerusaln.

    LIBROS DEL NT: presento mi propia traduccin

    LITERATURA CRISTIANA ANTIGUA

    En general, Sources chrtiennes; Corpus Christianorum; PG y PL.Apocrifi del NT Cedo L. Moraldi, Piemme, Casale Monferrato 1994,

    3 vol.JUSTINO, Dialogo con Trifone Cedo G. Visona), Ed. Paoline, Miln 1988

    Cedo espaola: Padres apologistas griegos (s. 1I), BAC, Madrid1979,300-548.

    ORGENES, Contra Celsum Ced, A. Colonna), UTET, Turn 1971.

    LITERATURA JUDA

    Delante de los tratados de la Misn, de la Tosefta y de los Talmuds deBabilonia y de Jerusaln, se aaden respectivamente las letrasm, t, b,j.

    Apocrifi del!' AY. Cedo P. Sacchi, I-II, UTET. Turn 1981,1989); I1I-V,Paideia, Brescia 1997,1999,2000.

    Bereshit Rabba Cedo A. Ravenna), Commento alla Genesi, UTET, Torino.FILON DEALEIANDRA, Oeuvres, Cerf, Pars 1966-1988.- Hypotetica, en EUSEBIO, Praeparatio evangelica, 1. VIII CSources

    chrtiennes).

  • - La vira contemplativa (ed. P. Graffigna), Il Melangolo, Gnova 1992.FLAVIO JOSEFO, Antichita giudaiche (ed. L. Moraldi), UTET, Torino

    1998, 2 vols.- In difesa degli Ebrei (Contra Apione) (ed. F. Calabi), Marsilio, Venecia

    1993.La Misn (ed. C. del Valle), Sgueme, Salamanca 1997, 2a ed.Detti dei rabbini/Pirqe Avot (ed. A. Mello), Qiqajon, Comunita di Bose

    1993.Pirqe R, Eliezer (ed. M. A. Ouaknin- E. Srnilevitch), Verdier 1992,Testi di Qumran (ed. F. Garca Martnez), Paideia, Brescia 1996.The Babilonian Talmud (ed. 1. Epstein); The Talmud 01 Babilonia. An

    american translation (ed. J. Neusner).- Tratado Berakhot (ed. S. Cavalletti), UTET, Turn 1968.The Talmud ofthe Land ofIsrael (Talmud jerosolimitano) (ed. J. Neusner)Te Tosefta translatedfrom the Hebrew (ed. J. Neusner), New York 1977-

    1984.

    LITERATURA CLSICA GRIEGA Y ROMANA

    En general The Loeb Classical Library / Les Belles LettresDIGENES LAERCIO, Vite dei filosofi (ed. M. Gigante), Laterza, Bari

    1962.FILSTRATO, Vita di Apolonio di Tiana (ed. D. Del Corno), Adelphi,

    Miln 1988.HESIODO, Le opere e i giomi (ed. A. Colonna), Istituto Editoriale Italiano,

    Miln 1968.JUVENAL, Satire (trad. E. Barelli), Rizzoli, Miln 1980.MARCO AURELIO, Ricordi (ed. E. Turolla), Rizzoli, Miln 1980.PLATN, Opere complete (trad. M. Gigante et al.), Laterza, Bari 1971-

    1988.SNECA, Epistulae (trad. G. Monti), BUR, Miln 1980.SUETONIO, Le vite dei Cesari (ed. F. Dess), Rizzoli, Miln 2000.TITO LIVIO, Storie di Roma I-Il (ed. G. Reverdito), Garzanti, Miln

    1999.

  • 1Historia de la investigacin:

    Etapas, tendencias, resultados

    Blbl AA Vv, L'exgese et la thologIe devant Jsus le Chnst, en RechSR 87(1999),3, R AGUIRRE, Estado actual de los estudios sobre el Jess hIstnco despus de Bult-mann, en EstBlbl 54(1996), 433-463, J N ALETTI, Exgete et thologIen face auxrecherches hlstonques sur Jsus, en RechSR 87(1999), 424-444, H D BETZ, WeIl-hausen's Dlctum "Jesus was not a Chmslian, but a Jew" en LIght ofPresent ScholarshIp,en ST 45(1991), 83-IlO, M J BORG, Jesus A New Viszon Spznt, Culture and the LifeofDIsclpleshlp, London 1993, ID , Refleclions on a DIscIplme A North Arnencan Pers-peclive, en B CHILTON - CA EVANS, (eds ), Studyzng the HIstoncal Jesus Evalua-tzons ofthe State ofCurrent Research, LeIden 1994,9-31, ID,

  • cosldetto Gesu stonco e l'autentlCO Cnsto blbllco, M D' Auna, Napoh 1991, E KASE-MANN, en Ensayos exegetlcos, Salamanca 1978, 159-189, ID,
  • histrico e inspirada en exigencias estrictamente teolgicas, de que laatencin ha de dirigirse, no ya al Jess terreno, poco conocido y detodas formas no significativo para la fe cristiana, sino al Cristo predi-cado y credo, fuente de una preciosa comprensin existencial delhombre. Pero vuelve a encenderse en los aos 50 el inters por el Jesshistrico gracias a algunos exponentes de la misma escuela bultman-niana, sobre todo Kasemann y Bornkarnm, que afirman con fuerza, encontra de su maestro, que la investigacin histrica sobre Jess no sloes posible -no ya en el sentido de una reconstruccin de su vida, espe-jismo quimrico del siglo XIX, sino dentro de los lmites de la defini-cin de algunos de sus rasgos caractersticos y calificativos-; es ademsteolgicamente necesaria, ya que el Cristo resucitado que confiesan loscreyentes no es ms que el Jess terreno, mientras que la insistenciaunilateral sobre aqul expone al riesgo de tener entre manos una Palabradesencarnada, un Lagos sin carne. Por sugerencia de J. M. Robinsonse llam a esta segunda etapa convencionalmente la new quest. Hoy,finalmente, para sealar un nuevo giro en la investigacin histricasobre Jess, se habla siguiendo las huellas de N. T. Wright, de thirdquest, dominada sobre todo por autores norteamericanos, ms opti-mistas sobre las posibilidades de definir no slo algunos rasgos delnazareno, sino tambin de encontrar para ellos un contexto histrico-social adecuado, el contexto judo de aquel tiempo, apartndolo delaislamiento artificial en el que haba sido encerrado por los estudiosprecedentes.

    1. Los PUNTOS CLAVE DE LA OLD QUEST

    Hasta el siglo de las luces el mundo cristiano no perciba ningunadstanca entre el Jess que vivi en Galilea y muri en Jerusaln yelSeor glorioso que atestiguaban los primeros creyentes, presentado enlos Evangelios y confesado por la fe de las Iglesias: lo sobrenaturalcubra igualmente las dos esferas y el esplendor de la gloria del segundoirradiaba sobre la historia terrena del primero. El que rompi este encantocon un anlisis lcido pero tambin con una intencin ideolgica, aunqueprecedido por los destas ingleses (cf. Krnmel, Il Nuovo Testamento,64-S0), fue S. Reimarus, profesor de lenguas orientales en Hamburgoy autor de escritos ponderados en defensa de los derechos de la raznen el campo religioso. Antes de Reimarus nadie haba intentado enfren-tarse a la vida de Jess con criterios histricos, declara Schweitzer (p. 65).De hecho, contrapuso la realidad histrica de Jess a la presentacinque de l hacen los Evangelios. La dada Jess histrico y Cristo de

  • la fe, que en trminos antitticos constituir la bandera de los expo-nentes de este periodo de la investigacin y que es el ttulo de una obradel clebre Strauss, Der Christus des Glaubens und der Jesus derGeschichte de 1865, hace su entrada en la escena de los estudios acad-micos. Afirma en lnea de principio: Creo que existen fuertes motivospara mantener la distincin entre lo que cuentan los apstoles en suspropios escritos y lo que realmente expres y ense Jess en su vida(Iframmenti, 358). Y he aqu los dos cuadros de su reconstruccin hist-rica: Jess, vuelto hacia el establecimiento del reino mesinico en latierra y, por eso mismo, revolucionario que luch por la liberacin desu pueblo del dominio romano, fracas en su empresa y fue colgado enla cruz por obra de los opresores romanos; pero sus discpulos hist-ricos, incapaces de digerir el luto por su prdida -diramos hoy-,pusieron en obra un ingenioso fraude que tuvo un extraordinario xito:despus de robar el cadver de su venerado maestro y pretendido mesaspoltico, atestiguaron que era el mesas espiritual resucitado del reinode los muertos y el hijo del hombre, que haba de venir pronto a cerrarla historia y a crear un reino celestial de salvacin, no sin haber inter-pretado su horrible muerte como un sacrificio de expiacin por lospecados de la humanidad.. Nuestros Evangelios son el resultado de estepiadoso fraude de los primeros creyentes, dispuestos a echar sobre lasespaldas de Jess el manto de Seor espiritual y quitndole al mismotiempo de sus manos la espada del mesas guerrero de Israel, cuyashuellas siguen sin embargo apareciendo por doquier entre las redes delos textos evanglicos, por ejemplo, en el relato de su accin subver-siva en el templo de Jerusaln. Su objetivo no fue el de sufrir y morir,sino el de establecer un reino terreno y liberar a los judos de la prisin;y en esto Dios lo haba abandonado y haba resultado vana su espe-ranza; despus de la muerte de Jess, se invent por primera vez lanueva doctrina de un redentor espiritual doliente, simplemente porquela pura esperanza se haba derrumbado (Frammento VII, 8 y 9; p. 454).Ms tarde volveremos sobre la astuta estratagema de los discpulos,que hicieron desaparecer el cadver de Jess para proclamar que habaresucitado.

    En concreto, fueron varios los tipos de lectura histrica de Jess.La de los racionalistas que acometieron esta empresa, entre los que porbrevedad nos limitamos a mencionar a H. G. Paulus, autor de La vidade Jess como fundamento de una pura historia del cristianismoprimitivo (1828), centr su inters en la explicacin naturalista de lossucesos milagrosos presentes en los Evangelios. De este modo, las cura-ciones que se crean prodigiosas fueron ledas como el resultado delinflujo de la personalidad de Jess sobre el frgil sistema nervioso delos beneficiarios, o del uso que haca de medicamentos desconocidos

  • para los dems. El despertar de personas catalptic'ls fue consideradopor los ignorantes e ingenuos discpulos como una resurreccin de lamuerte; del mismo tipo es la explicacin que dan de la resurreccin delpropio Jess. En la tempestad calmada del lago de Galilea debe leersela indicacin providencial del maestro a los asustados discpulos de quesacaran la barca fuera del ojo del cicln. La multiplicacin de los panesfue un acto de compartir que pidi a los que estaban cerca de l, segnel ideal de repartir los bienes con los necesitados. Al ver a Jess cami-nando junto a la orilla envuelto en la niebla, los discpulos tuvieron lasensacin de que caminaba sobre las aguas: unerror.

    Fue Strauss el que mostr con su obra en dos volmenes La vida deJess elaborada crticamente (1835-1836) el carcter artificial de estasexplicaciones y el ciego apriorismo de los racionalistas, y propuso comoalternativa una interpretacin mtica del aspecto sobrenatural de losrelatos evanglicos. La resurreccin del crucificado, la subida alos cielos del resucitado, las curaciones del nazareno, el despertar de losmuertos con su llamada, etc., son mitos, es decir, revestimientos narra-tivos de ideas religiosas de los creyentes de la primera hora, que expre-saron de este modo su fe en Jess, venerado en el culto como hijo deDios celestial, que haba venido a la tierra a salvar a la humanidad.Por 10 dems, tambin fuera de la corriente cristiana estaba presente yoperante el proceso de mitificacin de las grandes figuras fundadorasde una ciudad, de una religin, de un pueblo. En Roma, por ejemplo,Rmulo era venerado como dios nacido de un dios (deum deo natum)>>y subido al cielo: ... qued envuelto en una nube tan compacta quedesapareci de la vista de sus soldados (Livio, Hist.l,16). Pues bien,la reconstruccin histrica de Jess se obtiene, segn Strauss, depu-rando su figura de los numerosos rasgos mticos y legendarios: elimi-nada toda esta ganga que 10 cubre, descubrimos su verdadera realidadde mesas que esperaba de Dios la palingnesis.

    Si Strauss salvaba la historicidad substancial de la fi'gura del maestrode Nazaret, debidamente desmitizada, Bruno Bauer (1809-1882) fue elpionero de aquellas lecturas radicalmente escpticas de la vida de Jessque apareceran ms tarde, en los primeros aos del siglo XX. Peromientras que Bauer vea en l la encarnacin ficticia del ideal mesi-nico de la tradicin juda, sus sucesores Drews, Jensen, etc. hicieron del la expresin literaria de mitos orientales, incluso de mitos astrales,y lo describieron, por ejemplo, al estilo de Gilgamesh, siguiendo as decerca a Strauss y extendiendo la interpretacin mtica a la persona mismade Jess. Se trataba, sin embargo, de un filn sin futuro, dada la obje-cin obvia e insuperable de que poseemos de el vlidos testimonios noslo cristianos, o sea, partidistas pero no por ello desprovistos a prioride todo valor histrico, sino tambin judos, como Flavio Josefa y la

  • lIteratura rabnica, y de historiadores romanos, como Tcito y Suetonio.Yes sorprendente que todava hoy haya personas que se atreven a aven-turarse por caminos sin salida (ese autor tan osado merece ser llamadopor su nombre y apellido: G. A. Wells, The Jesus Myth, Chicago 1999).

    La segunda parte del siglo XIX conoci la aparicin de numerosasVidas de Jess dentro del protestantismo liberal de la poca, empe-ada en presentar a un Jess moderno, de gran personalidad, que proponauna religin racional y una tica universal, depurado de los elementosparticularistas de su origen judo y privado de toda aureola sobrena-tural. En resumen, un grande e incomparable maestro de vida para lahumanidad, que ense verdades espirituales fundamentales comola paternidad de Dios y la consiguiente fraternidad humana, la dignidadde la persona humana y el valor inestimable del alma. Se lleg a estareconstruccin a travs de un proceso interpretativo radical que dej delado la tensin escatolgica de Jess, proponiendo una lectura espiri-tualista e interior de su anuncio del reino de Dios a partir del dichorecordado por Lucas en 17,21: El reino de Dios est dentro de vosotros(entos hymon)>>, y cerrando los ojos sobre los numerosos pasajesevanglicos que atestiguan su colocacin concreta en el marco de laapocalptica juda de la poca.

    Merece al menos una alusin La vida de Jess de E. Renan (1823-1892) de 1863, que obtuvo un xito clamoroso y prolongado -en 1923se contaron ms de 400 ediciones-, incluso ms all de sus dudososmritos cientficos: un catlico francs se introduca entonces en unainvestigacin de cuo alemn y protestante, hacindola suya y dndolaa conocer fuera de los estrechos confines del centro de Europa.En realidad, describe con pinceladas de artista bien dotado la figura delfascinante profeta de Galilea, siguiendo el hilo de las narraciones evan-glicas y supliendo sus lagunas con su ardiente fantasa, encendida porla experiencia directa de los lugares palestinos que haba visitdo.

    Pero la lectura del Jess histrico de la old quest que ms influjo hatenido -preciosa herencia!-, junto con otros resultados de crticaliteraria, ha sido sin duda la interpretacin escatolgica, que tuvo suinsigne paladn en J. Weiss con su obra La predicacin de Jess delreino de Dios (1892 y 1900). El nazareno no es un maestro de verdadesreligiosas y morales universales, sino un profeta de la venida prximadel reino de Dios, que pondr la palabra fin a esta historia y a este mundo.Un anuncio, el suyo, que se combina con la invitacin a sus oyentespara que se abran con confianza a esta alegre perspectiva. En J. Weiss,A. Schweitzer ve la ltima de las tres alternativas que, a su juicio, hanorientado la investigacin histrica sobre Jess hasta comienzos delsiglo XX: Weiss reviste a su modo la misma importancia que la primera

  • vida de Strauss, formulando el tercer grande aut...aut... de la investi-gacin sobre la vida de Jess. El primero haba sido puesto por Strauss:o pura historia o pura sobrenaturaleza; el segundo haba sido sostenidopor algunos profesores de Tubinga y por Holtzmann: o los sinpticoso Juan; y he aqu el tercero: o la escatologa o su negacin (Storia dellaricerca, 326). Esta ltima alternativa recorrer tambin los senderos dela new quest de los aos 1950-1970 y la third quest del ventenio 1980-2000 bajo signos opuestos: s a la interpretacin escatolgica para aquelperiodo y, en general, lectura no escatolgica de Jess para ste.

    Despus de su padre reconocido, pero sin olvidar la lectura poltico-revolucionaria de Reimarus y la mtica de Strauss, es el mismo A.Schweitzer un exponente de primera magnitud de la interpretacin esca-tolgica. En la ltima parte de su clebre obra, que ya hemos recor-dado, expone con acentos originales su propia Vida de Jess,interpretada bajo el signo de la escatologa consecuente (pp. 494-550).Jess entra en la luz de la historia slo cuando en Galilea predica queel reino est cerca. Su confianza en este acontecimiento prximamentefuturo, esperado como iniciativa exclusiva de Dios, es tan grande que,cuando manda a sus discpulos en misin a anunciar el reino, se esperaque ya no regresarn, porque se realizar muy pronto su esperanza.Pero regresan. Entonces, desilusionado por el retraso en la realizacindel reino, sube a Jerusaln para morir all, decidiendo padecer en sucarne los sufrimientos previstos de los ltimos tiempos, como medionecesario para forzar la mano a Dios. Tambin las exigencias ticasradicales de Jess son interpretadas por Schweitzer en clave escatol-gica: tica ad interim la llama, propia de un breve periodo de transicinque tiene que preparar a los espritus de quienes le sigan para la citadecisiva con el ltimo da, cuando este mundo deje su sitio al mundofuturo en el que la paz y la justicia se besen, segn la feliz expresindel Salterio hebreo.

    De hecho el reino de Dios no tuvo su cumplimiento ni entonces niluego. Jess es hijo de su tiempo y de su tierra, habitados ambos porsoadores. Se enga. Por tanto, no podemos seguirle por este sendero.No tiene nada de moderno, pero est muy lejos de ser insignificantepara los hombres de hoy; en este sentido Jess es algo para nuestromundo, ya que de l naci una gran corriente espiritual, que invadetambin nuestro tiempo. Ningn conocimiento histrico puede sacudiro reforzar este dato de hecho (p. 745); Dejado en su tiempo escato-lgico, est por encima de l y, a pesar de su carcter extrao, acta demanera ms elemental y poderosa (p. 749). En concreto, concluye elgran Schweitzer, podemos compartir su fe y su esperanza en el reino(p. 755); pero nosotros, a diferencia de l, lo entendemos como resul-tado del trabajo tico (p. 753).

  • Al final de este prrafo, se impone una valoracin general.Los autores que en los siglos XVIII y XIX se empearon en la aven-tura fascinante de la investigacin histrica sobre Jess, no se sentanmotivados por un puro inters cientfico. Los incitaban normalmentedos impulsos colaterales: el rechazo polmico del dogma de las igle-sias que, a su juicio, haban transformado a Jess de Nazaret en lamscara deslumbrante de un dios bajado a la tierra, y la intencin dedescubrir a travs de una lectura crtico-histrica de los Evangelios surostro genuinamente humano de mesas poltico o espiritual, pero sobretodo de genio religioso, portador de una religin racional basada enperspectivas ticas universales y que podan compartir las modernasgeneraciones. De hecho, la ingenua pretensin de descubrir quin erarealmente Jess en oposicin al dogma eclesistico se revel ordina-riamente engaosa; se acab de ordinario creando varios Jess a imageny semejanza de los historiadores y con el sello del esprit du temps, revis-tindolo de ropaje moderno y arrancndolo de la cultura religiosa de sutiempo: un proceso proyectivo. La denuncia despiadada de Schweitzer,abrazando con entusiasmo y desarrollando por su parte la interpreta-cin escatolgico-apocalptica de Weiss, pudo concluir con fina ironaque la gloriosa investigacin vio al nazareno saludando a los modernospara volver a su vida de hombre antiguo y muy poco moderno: Extraodestino el de la investigacin sobre la vida de Jess! Parti para encon-trar al Jess histrico, pensando que poda situarlo en nuestro tiempotal como es, como maestro y como salvador. Rompi las cadenas quedesde haca siglos lo mantenan atado a la roca de la doctrina eclesis-tica; se alegr cuando la vida y el movimiento impregnaron de nuevosu figura y cuando vio que sala a su encuentro el hombre histrico.Pero no se detuvo aqu, pas por delante de nuestro tiempo, lo ignory regres al suyo. La teologa de los ltimos decenios se escandaliz yse asust, al hacerse consciente de que todas sus tcnicas interpreta-tivas y sus manipulaciones no eran capaces de retenerlo en nuestrotiempo, sino que tenan que dejarle marcharse al suyo (pp. 744-745).Esta crtica, naturalmente, no vale para los escatologistas como Weissy Schweitzer.

    Fue todo esto tiempo perdido? No, porque los resultados conse-guidos no han sido irrelevantes. Ante todo, en trminos negativos, laold quest sobre Jess ha excluido una vez para siempre que pueda escri-birse sobre l una vida en el sentido moderno de esta palabra en la histo-riografa actual. Harnack ha dicho de forma lapidaria, con el consensode todos: Vita Jesu scribi nequit. No lo permite la naturaleza de la docu-mentacin histrica que poseemos, especialmente de los Evangelios,como veremos ms adelante. Adems, el anlisis histrico-crtico delos testimonios evanglicos ha dejado bien asentados algunos puntos

  • firmes: como fuente histrica los Evangelios sinpticos, Mateo, Marcosy Lucas, deben preferirse claramente al de Juan, en donde la interpre-tacin de Jess como palabra encamada de Dios lo aleja regularmentedemasiado de su densidad humana y terrena. Por otra parte, la solucinque predomina entre los estudiosos actualmente opina que Marcos,como el ms antiguo y primer Evangelio, es fuente de Mateo y de Lucasque, sin embargo, en el material que les es propio y que est ausente enMarcos, usaron una segunda fuente que se ha perdido y que se conocecomo fuente Q. A ello hay que aadir que el estudio de Wrede ha demos-trado cmo el propio Marcos no nos ofrece una presentacin neutra delJess terreno, sino que lo interpreta teolgicamente a la luz del llamadosecreto mesinico, un expediente redaccional que busca indicar enel nazareno el punto de partida y el factor de legitimacin del mesia-nismo cristiano. En tercer lugar, la interpretacin escatolgica supoencontrar una colocacin concreta de Jess en el cuadro del judasmode su poca, profundamente marcado por corrientes escatolgico-apoca-lpticas. Transmitida a las siguientes gener,ciones, conocer matiza-ciones preciosas, logrando un amplio consenso en la lectura del anunciopor obra de Jess del reino de Dios como acontecimiento que surge enla historia, mientras que su cumplimiento final queda asignado al futuro.

    2. Los AOS DE UNA PRETENDIDA FALTA DE INTERS: NO QUEST

    En su Historia de la Leben-Jesu-Forschung Schweitzer no tomen consideracin a M. Kahler e hizo mal, ya que la posicin de steresult muy importante: en 1892 se aplic a fondo a la investigacinhistrica sobre Jess con su obra El llamado Jess histrico y el autn-tico Cristo bblico, inaugurando una nueva direccin en el movimientopendular de la investigacin moderna. Sus afirmaciones son polmicas:el Jess histrico de los escritores modernos esconde al Cristo viviente.Los Jess de las "Vidas de Jess" son una subespecie moderna de losproductos del arte inventivo humano (p. 62). Lo prueba la ausenciade fuentes histricas fiables (p. 66). Y positivamente afirma: El Cristoreal, es decir el Cristo eficaz, el que atraviesa la historia de los pueblos,con el que millones de hombres han mantenido una relacin de fe filial[... ], el Cristo real es el Cristo predicado, en otras palabras, el Cristode la fe (p. 83). En la contraposicin que establecan entre el Jess hist-rico y el Cristo de la fe, los protagonistas de la old quest se habanalineado en favor del primero, con la conviccin -que se revel enga-osa, como hemos dicho- de tener as entre manos al verdadero Jess.Kahler, por el contrario, escogi al segundo como el nico verdadero.

  • Lo seguir de hecho R. Bultmann, movido por dos impulsos, diversospero convergentes. El primero, de naturaleza literaria, lo convirti encompaero de camino de Dibelius, Albertz, Schmidt, unidos todos ellosen la llamada escuela de la Formgeschichte (historia de las formas).Remontndose ms all de nuestros Evangelios, estudiaron las tradi-ciones de stos que se conservaban por escrito, llegando a la conclu-sin de que se trataba de unidades dispersas, desarticuladas, dedimensiones muy reducidas, modeladas segn unos esquemas adecuadosde expresin e inspiradas no por un inters histrico, sino por la exigenciade satisfacer las necesidades espirituales de las primeras comunidadescristianas, palestinas y helenistas. Dibelius haba indicado en la acti-vidad de los anunciadores del evangelio el catalizador de la formacinde las tradiciones: En el principio era la predicacin. Pero Bultmannlogr mostrar la incidencia de mltiples necesidades: misioneras, cate-qusticas, exhortativas, apologticas, polmicas, litrgicas (Die Geschichteder synoptischen Tradition). De esta manera, lo que Jess haba hechoy dicho fue filtrado por la fuerza creadora y plasmadora de la fe de losprimeros cristianos; por eso, nuestros Evangelios, que se haban limi-tado a un trabajo de ordenacin y de yuxtaposicin (Geschichte, 393)de los frutos de este proceso actualizante, no pueden de ningn modocatalogarse en el gnero histrico, ni siquiera en el gnero ms ampliode la biografa. Jess desaparece detrs de las comunidades cristianasde los orgenes; de l podemos saber muy poco, ciertamente insufi-ciente para trazar, aunque slo sea a grandes lneas, la evolucin de suexistencia humana y mucho menos la parbola de su personalidad.En este sentido, y slo en ste, en la introduccin de su libro sobre Jessafirmar Bultmann que de l no se sabe prcticamente nada. De hecho,en su confrontacin seria con Ktisemann, de la que pronto hablaremos,por los aos 1960, llegar a distinguir entre la persona de Jess y supersonalidad, afirmando que los Evangelios se interesan por aquella,no por sta (cf. Schlosser, 376).

    Pero no hay por qu lamentarse, incluso porque la historia de lainvestigacin de Schweitzer haba desacreditado notablemente muchosde los intentos pluriformes de escribir la vidas de Jess. Sobre todo sepone aqu de relieve el segundo y ms importante motivo que impulsal luterano Bultmann: la pura fe, suscitada por la palabra, no slo nonecesita apoyarse en el Jess terreno presentado histricamente, sinoque incluso debe prescindir de l, si desea conservar su pureza y su inte-gridad. El verdadero Jess que hoy interesa a los creyentes es el Cristopredicado, no el Jess predicador. En efecto, slo en aquel Dios ofrecehoy la salvacin al oyente de la palabra, llamndolo eficazmente a deci-dirse por una autntica existencia de acogida del don divino ofrecidoen Cristo. Del Jess terreno el anuncio evanglico presupone solamenteel hecho (dass) de su crucifixin, no el contenido (wass) de su existencia

  • histrica: qu es lo que dijo, qu es lo que hizo, sobre todo con quintencin arrostr la muerte. Y en la confrontacin con sus discpulosque, por el contrario, afirmaban como teolgicamente necesaria la inves-tigacin del Jess histrico y sostenan una continuidad fundamentalentre los dos polos de la sinttica frmula de fe Jesu-cristo, l consi-dera como discontinuos el anuncio teolgico del reino por parte deJess y el anuncio cristolgico de la iglesia centrado en la muerte yresurreccin de Cristo. Efectivamente, slo en este anuncio Dios llama,en el presente, una vez por todas (ephapax) a los hombres a que sedecidan por el don de la salvacin ltima, mientras que el mensaje deJess reson una vez/un tiempo, en el pasado, como ofrecimientosalvfica limitado a sus oyentes histricos. Y esto sobre todo si tenemosen cuenta que no sabemos nada de cmo Jess vivi su muerte y si leatribuy un valor salvfica. De hecho, dice Bultmann, Jess acab enla cruz por un malentendido de su accin entendida en sentido pol-tico. As pues, desde el punto de vista histrico sera un destino privadode sentido ("Das Verhaltnis", 453).

    De todas formas Bultmann se ha hecho todava ms clebre por sutrabajo de desmitificacin del material evanglico. Se relaciona de estemodo con Strauss, pero con una diferencia importante: ste haba sea-lado en los Evangelios diversos mitos o leyendas sagradas y se habapropuesto reconstruir al Jess histrico eliminndolos. Bultmann, librede este inters, los interpreta en clave existencial: son el fruto de unamentalidad y de una cultura premoderna, que los modernos leen comoexpresin profunda del sentido de la existencia. As por ejemplo, elnacimiento virginal de Jess expresa no un hecho biolgico, sino unacontecimiento de gracia que no es de este mundo: Jess es el don salv-fico de Dios; en l, muerto y presente en el anuncio evanglico, Diosllama gratuitamente a cada uno de los hombres a que crean y se decidanpor una existencia autntica abierta a las nuevas posibilidades del futuro.Del mismo modo, la resurreccin de Jess quiere decir que l est vivoy presente en el anuncio evanglico, como lugar de la accin salv-fica definitiva de Dios.

    En sntesis, como ha dicho, no sin cierta exageracin J. Reumann,estos aos, marcados por la presencia imponente de Bultmann, sepresentan como tiempo de no quest: no hay nada que buscar sobre elJess histrico.

    3. LA REANUDACIN DE LA NEW QUEST

    En la investigacin histrica que hasta ahora hemos venido trazandoaparece central un cuarto aut...aut, adems de los tres sealados por

  • Schweltzer o el Jess hlstnco o el Cnsto de la fe La old quest se hablamchnado por el pnmer polo, mgenuamente convencIda de poder captara travs del anhsls cIentfICO al verdadero Jess, despOjado de aquelesplendor dlvmo con que lo haba arropado la fuerza creatlva de la fede los creyentes de la pnmera hora, fe que se ha celebrado en el cultode las IglesIas de todos los tlempos Por su parte, Kahler y BultmannescogIeron el segundo polo del dl1ema el mco Jess verdadero, esdeCIr el Jess de la hzstona, no el creado zn vztro por los estudIOSOS,smo el que ha mfluldo y SIgue mfluyendo en las penpeclas de loshombres, atrayendo haCIa s a los creyentes y esplfltualmente presentey operante en ellos, es el Cnsto predIcado y credo

    Pues bIen, contra esta contrapOSICIn o alternatIVa se pronuncI enpnmer lugar Kasemann en 1953 en la conferenCIa que tuvo en la seSInde antIguos alumnos de Marburgo sobre El problema del Jess hzst-neo Puso de reheve cmo en los Evangehos est totalmente ausenteese aut aut ,sustltUIdo por un claro et et aquel que es confe-sado como Seor en la fe es por Identldad el Jess terreno, pero aparecerodeado de glona dlvma, ya que la tradICIn protocnstlana se CUId detransrrntlrnos no bruta jacta, smo aconteclrrnentos mterpretados por losoJos de la fe, es deCIr, cargados de SIgnIficado salvfico Y esto es norma-tlvo para nosotros tampoco nosotros podemos ehrrnnar la IdentIdaddel Seor exaltado con el Seor terreno, sm caer en el docetlsmo y smpnvarnos de la poslblhdad de dlstmgUIr claramente entre la fe pascualde la comUnIdad y el rrnto (p 46) Por tanto, son conSIderaCIOnes teol-gIcas y que tocan a la naturaleza rrnsma de nuestros Evangebos las quereqUIeren una contmUIdad fundamental entre el Jess terreno y el CnstoresucItado y credo

    El Jess terreno, por otra parte, puede ser captado hlstncamente--contma Kasemann-, no en el sentldo de trazar una VIda del rrnsmocaractenzada por una evolUCIn externa de los acontecImIentos y porla evolUCIn mterna de su personabdad, de las que sabemos respectl-vamente demaSIado poco e mcluso nada, smo en el sentIdo de mostraralgunos de sus puntos esenCIales (pp 55-56) Se opone a que lareSIgnaCIn y el esceptIcIsmo tengan la ltlma palabra y conduzcan adesmteresarse del Jess terreno (p 56) Nos lo perrrute el anhsls atentodel matenal tradICIOnal de los Evangehos, en donde hay elementosque el hlstonador, SI desea segUIr SIendo lo que es, debe SImplementereconocer como autntlcos Lo que pretendo es mostrar que de la oscu-ndad de la hlstona (Hzstone) de Jess surgen rasgos caracterstICOS desu predlcacIOn (p 56), como la frmula Pero yo os dIgO de Mt 5,donde se expresa su extraordmarIa autondad, VISIble mcluso a propo-SItO del mandarrnento sabatlco y de las prescnpcIOnes sobre lo puro ylo Impuro Se trata de un anlISIS nguroso que sabe valorar el matenal

  • evanglico aplicando el criterio de la desemejanza o discontinuidad uoriginalidad, definido de esta manera por Kasemann: Tenemos unterreno en cierto sentido slido bajo los pies solamente en un caso:cuando una tradicin, por cualquier motivo, no puede ni sacarse deljudasmo, ni atribuirse a la cristiandad primitiva, y especialmente cuandoel judea-cristianismo ha suavizado o retocado algo en el material reci-bido de la tradicin, por ser demasiado atrevido (p. 48). El exgeta esconsciente del carcter minimalista de este criterio: Pero hemos de serconscientes ya desde el principio del hecho de que a partir de aqu nose obtiene ninguna claridad sobre lo que uni a Jess con su ambientepalestino y con su comunidad posterior (p. 48). Pero le basta para suplanteamiento del problema, sobre todo para poder mostrar, contra sumaestro, que no se da slo una continuidad histrica o personal entreel Jess terreno y el Cristo de la fe, que admite Bultmann, sino tambinuna continuidad real, es decir, una continuidad en el anuncio que hacaJess del reino y el evangelio cristiano sobre su muerte y resurreccin(Sackgassen, 55ss). Y no tiene miedo de afirmar que entre el Jessterreno que promete la salvacin a los sin-salvacin y la doctrina paulinade la justificacin del impo se da una continuidad real: En esto nohay ninguna ruptura entre el tiempo pre- y post-pascual (Die neueJesu-frage, 52).

    Volvi sobre esta cuestin veinte aos ms tarde con su aportacinque acabamos de citar en las Jornadas bblicas de Lovaina, repitiendocon fuerza su ataque a la posicin bultmanniana de querer y deber pres-cindir del Jess histrico para fijarse en el Cristo predicado y credo, yrenovando su lucha contra el escepticismo radical de los que piensanque no se puede salvar histricamente casi nada del fuego de la crtica(p. 48). Subraya sobre todo la importancia teolgica del Jess terreno,presente en los escritos del Nuevo Testamento que todos, pero sobretodo los Evangelios sinpticos, lejos de reducir al Cristo resucitado apuro mito, han preservado intencionalmente su rostro de nazareno: poralgo estos ltimos han insistido en el seguimiento del crucificado y hanpropuesto la solidaridad de Jess con los marginados p. (53). Kasemannno vacila en atribuirles una tendencia historizante, dado su indiscu-tible inters por el pasado de Jess, y llama la atencin sobre las frmulasde fe como Rm 1,3-4, 1 Ca 15,3ss, que encierran elementos narrativosesenciales (p. 54). En resumen, no se puede separar el vere Deus delvere horno, sin caer en la supersticin. Por eso la new quest, ms allde puros intereses histricos, posee una dimensin dogmtica (p. 55).

    Por su parte, G. Bornkarnm con su obra Jess de Nazaret, de 1960,ha ofrecido una aplicacin clara y extensa de las nuevas orientacionesmetodolgicas, resumidas de esta forma en el captulo 1: Nadie estya en disposicin de escribir una vida de Jess (p. 7); los testimonios

  • evanglicos unen, en un vnculo extraordinariamente intenso, la infor-macin sobre Jesucristo y la confesin en l, testimonio de la comu-nidad que cree en l y narracin de su historia (p. 9), anuncian quines Jess, no quin fue (p. 12). En realidad, dice Bomkamm, los Evan-gelios son el rechazo del mito (p. 19); no justifican ni la resignacinni el escepticismo (p. 20). Y si Kasemann en su estudio de 1953 sehaba limitado a aludir a los elementos seguramente histricos que carac-terizan a Jess, su colega se detiene en esta reconstruccin, presentn-dolo en clave escatolgica como pregonero de la proximidad del reinode Dios y como mediador de los signos que indican su participacinparcial, pero real, en l, por ejemplo su convivencia escandalosa conlos publicanos y con los pecadores pblicos.

    La difcil lnea divisoria en que se mantuvieron los dos autoresmencionados llev a Kasemann a oponerse con fuerza al intento de1. Jeremias (Teologa del Nuevo Testamento), demasiado optimista a lahora de reconstruir todo lo que Jess dijo e hizo, pero sobre todo deudor,adrede o involuntariamente, del viejo protestantismo liberal que tendaa hacer del Jess reconstruido histricamente el objeto de la fe.Es verdad, reconoce Kasemann, que Jess es para Jeremias el hijo encar-nado de Dios, no ya un simple hombre como para los ilustrados, peropiensa que puede captarlo con la investigacin histrica (Sackgassen40-41). Sin decir -podemos aadir- que la gran confianza del exper-tsimo Jeremias en los recursos filolgicos, como criterio de autenti-cidad histrica de los dichos de Jess atestiguados en los Evangeliosresulta problemtica, ya que no va ms all de la antigedad del testi-monio literario. En resumen, el material evanglico que nos permiteatisbar connotaciones arameizantes no se remonta necesariamente aJess; puede proceder muy bien de la primitiva comunidad palestina.

    En conclusin, la new quest ha intentado ensanchar el Dass (el purohecho de la existencia de Jess) de Bultmann al Wer, al Wie y al Was,es decir determinar quin es Jess, su forma de vivir y el contenidoobjetivo de su existencia (H. Zahnt, A vueltas con Dios, Zaragoza 1972,306ss).

    4. LA THIRD QUEST ACTUAL

    A partir de 1980, fecha puramente indicativa, se registra una fuertereaccin en el mundo angloamericano contra el predominio de la inves-tigacin alemana, y no slo en nuestro terreno. Baste pensar, por ejemplo,en la demolicin sistemtica que ha hecho E. P. Sanders de la interpre-tacin luterana de la doctrina paulina de la justificacin por la fe y nopor las obras de la ley (cf. Pablo y el judasmo palestino). El mismo

  • autor en Jess y el judasmo de 1985 -pero vase tambin Jess.La verdad histrica de 1993- abre nuevos caminos a la investigacinhistrica sobre Jess. Insiste ante todo en los hechos atestiguados enlos Evangelios -Jess bautizado por Juan Bautista / galileo que predic,devolvi la salud a los enfermos / llamada de los doce discpulos / limi-tacin de su actividad a Israel/controversia a propsito del templo /crucificado por las autoridades romanas / despus de su muerte siguieronlos discpulos como un movimiento identificable-, mientras que laescuela alemana de la new quest se basaba sobre todo en los dichos,mostrndose as heredera de Bultmann, que en 1928 escribi el libroJess, donde expone solamente su "doctrina", su predicacin (p. 106),ya que es imposible reconstruir su vida o su personalidad. Y de estaforma el exegeta alemn atena su proclamado escepticismo: Si sabemospoco de la vida y de la personalidad de Jess, sabemos sin embargomucho de su predicacin, hasta el punto de que podemos hacernos deella una imagen coherente (p. 106).

    Es sobre todo desde el punto de vista del planteamiento del problemacomo Sanders lleva a cabo una ruptura con la investigacin histricaanterior de la new quest, pero tambin de la escuela bultmanniana: liberael estudio del Jess terreno de todo vnculo con las cuestiones teol-gicas, concretamente con el problema de su continuidad o disconti-nuidad con el Cristo del anuncio y de la fe. La investigacin histricatiene que seguir su propio curso, sobre la base de las fuentes literariasde que disponemos, conscientes de sus limitaciones debidas a la natu-raleza y a la escasez de los testimonios. Es sta una caracterstica generalde la third quest.

    El mismo ttulo de la obra indica adems que Sanders quierecomprender a Jess dentro del judasmo del siglo 1, rompiendo tambinaqu con el Jess de la new quest, visto en una discontinuidad radicalcon el ambiente judo de la poca y artificiosamente arrancado de susraces histrico-culturales: un Jess inexistente como tal. De todasformas, la cualidad judaica del nazareno, que algunos estudiosos comoG. Yermes y S. Freyne califican de galileidad - sir venia verbo-,para Sanders no significa el sacrificio de su peculiaridad. sta destacasobre el fondo del

  • vida, cuando con un gesto simblico y unas palabras polmicas sepronunci por la destruccin del templo y su reedificacin esperadapara los ltimos tiempos.

    Como vemos, Sanders se mantuvo siempre dentro del cauce de lainterpretacin escatolgica de Jess, presentado como profeta orien-tado hacia el cumplimiento futuro de las esperanzas judas, es decir, encontinuidad con la investigacin anterior. Y con l hemos de mencionara B. F. Meyer (The Aims ofJesus), que de una forma bastante parecidase propone dar cuenta de la escatologa del nazareno, constituida pordos factores complementarios: la restauracin de las doce tribus deIsrael y la venida del reino de Dios, que no puede disociarse del destinode Israel, so pena de caer en una magnitud no bblica y a-historica(Jesus-Christ, en ABD I1I, 779b).

    Por otra parte nos encontramos con un frente que ha propuesto lainterpretacin de un Jess privado de toda dimensin propiamente esca-tolgica. No se niega que hablara del reino de Dios, pero se lee estafrmula en clave de cambio tico o social del tiempo presente. En concreto,Borg habla de escatologa sapiencial: Jess fue un maestro de sabidurano convencional, e incluso revolucionaria y alternativa, capaz detransformar el sentido de la vida humana y la praxis de las personasaqu y ahora. Los testimonios nos dicen adems que fue un hombre deEspritu (holy man), inserto en la corriente carismtica del judasmo yun profeta social defensor de la pureza del corazn. El fin inminentedel mundo y la venida gloriosa del hijo del hombre no pertenecen a suanuncio, sino que son creaciones de la comunidad cristiana de losprimeros tiempos. En este sentido se ha hablado justamente de una revo-lucin copernicana.

    Por el mismo sendero sapiencial se encaminaron los defensores deun Jess a imagen de los filsofos cnicos, Mack, Downing, y sobretodo el ms clebre de todos ellos J. D. Crossan. ste define a Jesscomo un campesino judo mediterrneo que, al estilo de los cnicos quel define como hippies en un mundo de yuppies distinguidos (Jess,237), intentaba revolucionar con su palabra, y especialmente con suejemplo, la vida del campesinado galileo de su tiempo. De hecho propusouna tica del igualitarismo radical y de la comensalidad abierta atodos, sin discriminaciones, poniendo en discusin el cdigo del honory de la vergenza que imperaba entonces en los pases mediterrneosy practicando una curacin taumatrgica de las enfermedades, perosobre todo preocupado por el malestar que de all se derivaba en trminosde marginacin y de ostracismo en un ambiente obsesionado por lapureza. Desde el punto de vista metodolgico hay que sealar que esteautor recurre tambin a los datos de la antropologa cultural, refirindose

  • al cdigo del honor tpico de la cultura mediterrnea y a la estructuradel patronus-clientes de la sociedad romana.

    Tuvo una gran resonancia, incluso fuera del estrecho mbito de losestudiosos, el Jesus Seminar, constituido en 1985 por R. W. Funk conla participacin de unos 70 estudiosos norteamericanos, entre ellosCrossan y Borg. Se ocup especficamente de la autenticidad de laspalabras de Jess que recogen los Evangelios cannicos y el Evangelioapcrifo de Toms: por eso hablan de cinco evangelios. Dejandoaparte el escepticismo de cuo bultmanniano en la valoracin de suautenticidad, ha impresionado el procedimiento que han seguido: losparticipantes votaban democrticamente sobre el valor histrico de cadauno de los dichos evanglicos, decidiendo por mayora de votos ysiguiendo una pauta de valoracin de cuatro grados de juicio sealadoscon los colores rojo (autntico: slo el 18% de los dichos evanglicosy 26 parbolas debidamente expurgadas), rosa (probablemente Jessdijo algo parecido), gris (Jess no dijo eso, pero las ideas expresadasestn cerca de las suyas) y negro (10 que pertenece por completo a latradicin protocristiana).

    La lectura poltico-revolucionaria de Reimarus, recogida no hacemuchos aos por S. G. F. Brandon (Jess era un zelote enemigo de losromanos: Gesu e gli zeloti, Rizzoli, Miln 1983) y poco antes porR. Eisler, no ha encontrado prcticamente adeptos en esta etapa de lainvestigacin. El hecho de que el prefecto romano no haya arrestado niejecutado a los seguidores del rey de los judos muestra con evidenciaque Jess no estaba al frente de un movimiento poltico de rebeldesarmados. Por el contrario, se advierte un gran inters por la situacinsocial de la Palestina de entonces, particularmente de Galilea. Horsleyen sus estudios sostiene la tesis de que el conflicto no enfrentaba tantoa los judos contra los romanos, sino que era totalmente interior al mundojudo, entre la clase dominante de la aristocracia sacerdotal y laica,simpatizante por otra parte con el dominador extranjero, y las clasessubalternas, entre la ciudad y el campo, entre Jerusaln y la periferia.Sobre todo los campesinos y los artesanos de las aldeas de Galilea vivanuna vida precaria, aplastados por los impuestos exorbitantes que tenanque pagar al poder poltico y al templo jerosolimitano. El bandolerismoy los actos de rebelin que, segn el testimonio de FIavio Josefo, sobre-saltaban entonces con cierta periodicidad a la gente indican un malestardifuso. En esta situacin Jess aparece como un revolucionario paci-fista, contrario a la violencia, anunciando un reino de Dios de tipo socialque tena que realizarse aqu y ahora, haciendo justicia a los oprimidos.Por su parte, G. Theissen, que se ha distinguido por sus importantesestudios de historia social y de sociologa del cristianismo de los orgenes,ha profundizado en una lectura de Jess como leader de un movimiento

  • de carismticos itinerantes, sin casa y sin trabajo, es decir desarraigadosde la sociedad y portadores de exigencias radicales, apoyados por algunossimpatizantes y discpulos que, a diferencia de ellos, llevaban una vidatranquila sedentaria: movimiento que continu incluso despus de lamuerte de Jess y que podemos vislumbrar tras la llamada fuente Q ode los dichos de Cristo (cf. Jess y su movimiento). Para completar elpanorama, me gustara citar los estudios de E. Schssler-Fiorenza, empe-ada en mostrar a un Jess que combate todo poder dominante, tambiny sobre todo el de signo masculino y patriarcal.

    Siempre en relacin con la Galilea de su poca, el estudiosoG. Yermes, basndose en la literatura rabnica como punto de referenciay confiando en el valor histrico substancial de los Evangelios sinp-ticos -el Evangelio bsico se presenta como crnica de la vida deJess (p. 23)- encuadr a Jess en el contexto de los hassidim ovarones piadosos de Galilea, entre los cuales sita a las figuras caris-mticas significativas de dos rabinos del siglo I. d. c.: Honi, el trazadorde crculos y Hanina ben Dosa, capaces de hacer milagros y caracte-rizados por una gran familiaridad religiosa con Dios. De la misma forma,Jess obtuvo una gran fama y no pocos seguidores como curador, essta la peculiaridad que lo inserta muy dentro del judasmo de su gene-racin, fiel a la preciosa herencia religiosa de los padres, privado detoda pretensin mesinica; un rabino dotado sobre todo del don de lascuraciones.

    y aqu es obligatorio sealar el gran inters de otros autores judos,entre los que destaca D. Flusser, pero sin olvidar a su precursorJ. KIausner a comienzos del siglo XX, por la figura de su clebre conna-cional, visto con creciente simpata hasta darle el nombre de HennanoJess, como indica el ttulo de la obra de Ben Chorin. Flusser se preo-cupa sobre todo de subrayar el carcter de judo piadoso y observantey de sostener que fue conducido a la muerte de cruz, no por culpa delas autoridades judas, sino por decisin y por obra del prefecto romanoPoncio Pilato.

    En resumen, no es fcil indicar las peculiaridades unitarias y unifi-cadoras de la third quest: los autores presentados son una buena pruebade ello. Estn igualmente representadas la interpretacin sapiencial yla lectura escatolgica. La contextualizacin de Jess en el terreno judo-siguen siendo significativos en este sentido el ttulo de la obra deJ. H. Charlesworth, Jess en el judasmo de su tiempo, la frase de J.Wellhausen proclamada a los cuatro vientos: Jess no es un cristiano,sino un judo, yel propsito de la repatriacin necesaria de Jess aljudasmo (Heimholung Jesu in das Judentum) - se empareja con autoresque lo comprenden en perspectiva cnica, fenmeno claramente griego.

  • Es grande la vanedad de defimclOnes con que se le ha comprendIdo:profeta escatolgIco (Sanders), maestro cansmtIco de sabIdura revo-luclOnana (Borg), campesmo Judo mediterrneo de tendencIa cmca(Crossan) o fIlsofo cmco sm ms (Mack, Downmg), revolucIOnarIosocIal pacfIco (Horsley y TheIssen), Judo que exalt la Ley radIcalI-zando sus eXIgencias, especIalmente el mandarrnento del amor al prjimo(D. Flusser), farIseo segUIdor de la tendencIa de HIllel (H. Falk, Jesusthe Pharisee), o sImplemente un rabmo, como tItula B. ChIlton su Intz-mate BlOgraphy (2000) A estos autores hay que aadIr a M. Srrnth quelo concIbe como un mago (1esus the Magzczan), IdentIdad camufladaa sabIendas por el cnstIamsmo de los orgenes en los relatos rrnlagrososde los gestos y las palabras mgIcas del nazareno, pero que Ilummala coleccIn de los Papyri Graecae Magicae que poseemos. Por eso lathzrd quest ha sIdo llamada, Justamente en rrn opmIn, una nebulosaformada por dIversos ejes de mveStIgacIn (Marguerat, 400), dondela novedad de esta mvestIgacIn respecto a la anterIor est a rrn JUICIOen el hecho de que Jess ha sido reconstruIdo con la ayuda de un para-dzgma de contmuidad con su ambzente natural (Marguerat, 416).

    Tampoco en el plano de valoracIn de las fuentes documentales seda una OrIentacIn comn. El Jesus Seminar, como hemos VIStO, ponealIado de los EvangelIos canmcos, y a menudo sobre ellos, el Evan-gelIo apcrIfo de Toms. Crossan, portavoz de los que proclaman-Abajo la tIrana del Jess smptIco!, fIndose del CrIterIO -mcodecIsIvo para l- del testImomo mltIple y antIguo, destaca los datosde las fuentes antenores a los aos 30-60, que sorprendentemente, y nosm una arbItrarIedad macroscpIca, percIbe en Q, la verSIn pnrrntIva,y en los EvangelIos apcrIfos de Toms, de Pedro en su verSIn ongmalde EvangelIo de la cruz, de los Hebreos, del evangelIo secreto de Marcosy de la fuente de los SIgnos de la que depende Juan. En partIcular, sedice de la fuente Q -a pesar de que autores de fama dIscuten su valIdez-que conOCI una prImera versIn de cuo sapIencIal, lImpIa de todafrase escatolgIca de Jess, y se exalta su carcter orIgmal de prImerEvangelIo, del que estn ausentes los rrnlagros y la pasIn, que apare-cern solamente ms tarde en el EvangelIo de Marcos (cf. Kloppen-borg). Pero no pocos exaltan los EvangelIos smptIcoS como fuenteCrIstIana y, entre la lIteratura no crIstIana, conceden un gran peso a loseSCrItos Judos de marca rabmca, apocalptIca, qumrmca y seudoepI-grfIca (Vermes y Sanders). De todas formas, es un hecho la reva-lOrIZaCIn de la lIteratura CrIstIana apcrIfa, as como la atencIn a lahIstOrIografa de FlavlO Josefo. M. SmIth por el contrarIO cantafuera de tono con su referencIa a los papIros mgIcos de lenguagrIega. La aportacIn de la arqueologa es aprecIada sobre todo por

  • Charlesworth, que se muestra sin embargo demasiado optimista sobrelas posibilidades de una investigacin histrica ms amplia y profundasobre Jess, muy cerca de un positivismo histrico.

  • 2Fuentes de informacin

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    Podemos decIr algo, mucho o poco, sobre los personajes y los acon-teCImIentos del pasado remoto con una sola condICIn que haya fuentesde mformacIn crebles El caso ms afortunado lo tenemos cuandodIsponemos de autotestlmomos escntos, por ejemplo Pablo de Tarso senos presenta con clandad en sus cartas, fuente pnmera de COnOCImIentode su personalIdad y de su vIda Pero Jess no ha dejado nada escntode su puo y letra Slo podemos captarlo por la palabra de algunostestIgos cercanos a l y a su eXIstencIa terrena De todas formas, nosomos tan pobres en este sentIdo tenemos a nuestra diSpOSICIn mformesantIguos sobre su persona, sobre el ambIente en que VIVI, as comosobre el mOVImIento que SUSCIt Es verdad que de ordmano slopodemos escuchar la voz de personas comprometIdas por su fe enl, de testIgos no neutrales, smo favorables, pero no por esto fide zndzgnz,de los SIglos 1 y 11 Tampoco faltan algunos pocos, pero Importantes,testlmomos dIrectos no cnstIanos, de ongenJudo, como FlavIO Josefo(ltImo tercIO del SIglo 1) y la lIteratura rabmca de fecha postenor, ascomo de hlstonadores romanos, como Suetomo, TcItO y PlImo, acomIenzos del SIglo 11 Y tampoco de stos se puede declf que seanImparCIales, como se ver Se ha hablado a este propSIto de un szlen-tzum saeculz Los autores no cnstIanos de los SIglos 1 y 11 guardansIlencIO caSI todos y de caSI todo en torno a Jess (MartmI, 341) Perohay que deCIr que no es un sIlencIo absoluto, smo relatIvo y sobre todocomprensIble, ya que la hlstona de Jess, fuera de los que apelan a l,tuvo en realIdad muy poca e mcluso nula ImportancIa poltIca y relI-gIOsa una de las no pocas presencIas mcmodas en una regln penf-nca del Impeno romano, oblIgadas muy pronto a callar de forma vIOlentapor la autondad romana del lugar con la colaboraCIn ms o menosdeCISIva de los dmgentes Judos

    Los testlmomos mdlrectos, relatIvos al ambIente que lo VIO nacer yal cnstlamsmo de los orgenes que de l se denv no son menos nume-rosos Para los orgenes cnstIanos podemos contar sobre todo con losescntos cnstlanos de los SIglos 1y 11, zn przmzs con las cartas autntIcasde Pablo de los aos 50 El mundo Judo de la poca se nos presenta atravs de los escntos de Qurnran, los lIbros ms reCIentes de la BIblIadel Pnmer Testamento, como SabIdura, Dame!, 1-2 Macabeos, unnmero conSIstente de escntos seudoeplgrflcos de tradICIn hebrea,

  • por ejemplo Henoc, Testamentos de los 12 patriarcas, Salmos de Salomn,Carta de Aristeas, ms tarde las obras de Filn de Alejandra y de FlavioJosefo, y finalmente la literatura rabnica: Misn, Talmud, Midrsh, porno hablar de los Targums arameos.

    Last but not least, es preciosa la documentacin arqueolgica consus hallazgos, sus inscripciones y los restos de carcter mural que seremontan a nuestro periodo. Insiste en ellos especialmente Charles-worth en su obra Jess y el judasmo de su tiempo. Entre las inscrip-ciones que han llegado hasta nosotros baste citar aqu tres importantespara la contextualizacin histrica de Jess. La primera lleva el nombrey el ttulo oficial de Pilato, prefecto romano en Judea en los aos 26-36.Est inscrita en latn sobre un bloque calcreo encontrado en 1961 enel teatro romano de Cesarea martima, capital de la provincia de Judea,reutilizado para esta construccin. Aunque con algunas lagunas, indicaun monumento, que no se precisa aqu, erigido por Poncio Pilato enhonor de Tiberio Tiberieum / [PoJntius Pilatus'/praeJfectus luda[ea]e.La segunda se refiere directamente al mundo judo: es la inscripcin engriego de la sinagoga de Teodoto, fechada en la primera mitad del siglo1 d. C., donde este personaje, arquisinagogo, es decir, miembro dederecho del consejo de ancianos del lugar, transmiti su nombre comoaquel que edific en Jerusaln la sinagoga. He aqu la traduccin deltexto de la inscripcin, segn Boffo: Teodoto, hijo de Vetteno, sacer-dote y arquisinagogo, hijo de arquisinagogo, nieto de arquisinagogo,edific la sinagoga para la lectura de la Ley y para la enseanza de lospreceptos (eis an[ag]na[sin] nomou kai eis [d]idach[e]n entolan), yelhospedaje y las habitaciones y las instalaciones hidrulicas para uso delhospicio para quienes 10 necesiten (procedentes) del extranjero, la cual(sinagoga) la fundaron sus padres y los ancianos y Simnides.La tercera nos documenta de visu sobre la norma que prohiba a losgentiles pasar del patio que tenan asignado al rea del templo de Jeru-saln y entrar en la parte interior reservada a los judos y compuesta detres patios (para las mujeres, para los israelitas y para los sacerdotes) ydel templo propiamente dicho. Una balaustrada de piedra delimitaba elpatio de los gentiles y de all partan las escaleras que llevaban a la zonareservada. Flavio Josefo habla de ello en estos trminos: El que atra-vesaba este rea para alcanzar el segundo patio, lo encontraba rodeadopor una balaustrada de piedra, de la altura de tres codos y finamentelabrada; sobre ella, a intervalos regulares, se haban colocado lpidasque recordaban la ley de la purificacin, unas en lengua griega y otrasen lengua latina, para que ningn extranjero entrase en el lugar santo(Bell. 5, 193-194) precisando luego que los transgresores seran casti-gados con la pena de muerte (Bell. 6,126; cf. Antiq. 15,417). Pues bien,en 1871 Ch. Clermont Ganneau encontr una de estas lpidas en la parte

  • norte del rea del Templo; una piedra calcrea de 56 cm. de alta, 86 deancha y 37 de espesor. El texto original est en griego y dice as:Que ningn gentil (allogenes) traspase la balaustrada del recinto del(segundo) templo. El que fuere sorprendido dentro, ser causa l mismode la muerte con que se le castigar.

    Finalmente, se impone aqu una breve alusin, sobre la que volve-remos luego en el captulo de la muerte de Jess, al hallazgo de loshuesos de un joven crucificado del mismo periodo que Jess, Yeho-hanan, encontrados en un osario descubierto hace algunos decenioscerca de Jerusaln. El hallazgo, adems de confirmar los testimoniosliterarios sobre la prctica de la crucifixin en el suelo palestino poraquella poca, nos dice que el condenado fue colgado con los brazosatados, no clavados, de un trozo de madera horizontal y hace pensarque estaba con las piernas cruzadas sobre el otro poste vertical, concada uno de los pies clavados lateralmente en la cruz. La crucifixin sepracticaba entonces de varias maneras. El mencionado descubrimientonos ofrece el testimonio de una de ellas. Naturalmente, no nos dice dequ manera colgaron a Jess.

    l. DEL MUNDO ROMANO. TCJTO, SUETONIO, PUNJO

    Son los tres testimonios ms importantes del mundo latino que seremontan al primer ventenio del siglo 11, relativos a los cristianos, alnuevo culto, a su fundador. En su ltima obra, escrita probablementeentre el 115 y el 120, al hablar del incendio de Roma, Tcito acusa aNern de haber inculpado injustamente a los crestianos que apelabana un tal Cristo (Ann. 15,44,2-5): (2) Pero ni las intervenciones humanas,ni la prodigalidad del prncipe, ni los sacrificios a los dioses lograbansofocar la voz infamante de que el incendio haba sido ordenado (quiniussum incendium crederetur). Entonces, para hacer callar todos losrumores, Nern declar culpables y conden a los tormentos ms refi-nados a los que el vulgo llamaba crestianos, odiosos por sus delitos(quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos appellabat). (3) Aunquetomaban el nombre de Cristo, que haba sido sometido al suplicio porobra del procurador Poncio Pilato bajo el imperio de Tiberio (auctornominis eius Christus Tiberio imperitante per procuratorem PontiumPilatum supplicio adfectus erat); reprimida por algn tiempo, estafunesta supersticin (exitiabilis superstitio) cobraba fuerza ahora noslo en Judea, lugar de origen de aquel mal, sino tambin en la urbe,adonde confluyen de todas partes y encuentran seguidores todas lasatrocidades y vergenzas. (4) As pues, fueron arrestados primero losque confesaban (ser cristianos) y luego, por las denuncias de stos,

  • fueron condenados una gran muchedumbre (ingens multitudo), no tantocomo incendiarios, sino como enemigos del gnero humano (odiohumani generis). Y a su muerte se aadi la burla, como revestirlos depieles de bestias para hacer que los desgarraran los perros, o clavarlosen cruces (crucibus adfixi) o quemarlos al atardecer para que sirvierande antorchas nocturnas. (5). Nern haba ofrecido sus jardines (hortossuos) para estos espectculos y organizaba juegos en el circo (circenseludicrum edebat), bien mezclndose con la plebe vestido de auriga, bienmontado en el carro. De este modo, aunque criminales y merecedoresde las mayores penas, suscitaban la compasin (miseratio oriebatur),ya que eran ajusticiados no por el bien de todos, sino para saciar lacrueldad de uno solo.

    Tcito transfiere aqu su conocido antijudasmo (cf. Hist. V) a loscrestianos, variante nominal de los cristianos, reos de funestasupersticin, enemigos del gnero humano, odiosos por sus delitos,criminales y merecedores de las mayores penas, pero vctimas de lacrueldad de uno solo, es decir, dignos de piedad. Sobre todo mencionaa su fundador, conocido no slo con su nombre Jess, sino con el ttuloCristo (= ungido), que sin embargo aparece ya en Pablo como nombrepropio, muchas veces alIado de Jess. El historiador, de fuente propiao ms probablemente por informaciones cristianas directas o indirectas,conoce su condenacin a muerte: haba sido sometido al suplicio porobra del procurador Poncio Pilato bajo el imperio de Tiberio. La penacapital del suplicio indica por s misma, en trminos generales, la muertepor tortura, no por crucifixin, que era una de tantas formas junto conla hoguera (crematio) y la decapitacin (decollatio). Tambin la damnatioad bestias era considerada como pena mxima, pero no siempre fcilde ejecutar. Se hace recaer toda la responsabilidad slo en la autoridadromana local, el procurador Poncio Pilato (26-36). Tcito cae aqu enuna pequea inexactitud: el gobernador de la provincia romana de Judeaslo fue llamado procurador a partir de Claudio: Poncio Pilato era portanto prefecto de Judea, como atestigua la famosa inscripcin de Cesarea.La implicacin de los cristianos en el incendio de Roma est confir-mada igualmente por Suetonio en Nero 16: Afflicti suppliciis christiani,genus hominum superstitionis novae ac maleficae.

    Ms breve, pero no menos precioso, es el testimonio de Suetonioen De vita Caesarum, escrito en el 121: hablando de la expulsin delos judos de Roma, menciona a Cresto, que ocupa el lugar de Cristo,lo mismo que los crestianos de Tcito el de cristianos. Habla de lcomo si hubiera sido el promotor activo y personal de los desrdenes.Un conocimiento impreciso, pero vlido: Cristo debi ser en realidadel casus belli de los contrastes entre seguidores y adversarios dentro delas comunidades de la dispora juda en Roma, agrupada en al menos

  • cinco sinagogas. (Claudio) expuls de Roma a los judos que estabancontinuamente organizando tumultos por instigacin de Cresto (/udaeosimpulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit) (Claudius, 25).Tambin parece referirse a l Din Casio (155-235) en Hist 60,6,6.En realidad, ste no habla de desrdenes, sino slo de judos que semultiplicaron notablemente en la ciudad: excluye que hubiera una expul-sin en masa, un ostracismo general; indica como medida represiva laprohibicin de tener reuniones; seala para este hecho el primer ao deClaudio, que ocup el poder del 41 al 54, esto es el ao 41: una fechacontrovertida, ya que el historiador cristiano Pablo Orosio (siglo V), ensu Historia adversus paganos 7,6, 15 indica el ao 49. De todas formas,sabemos que por los aos 40 haba ya en Roma un grupo cristianoconsistente, y todava dentro de las sinagogas.

    Plinio el Joven, gobernador de Bitinia probablemente en los aos111-113, mantuvo durante este periodo un rico intercambio epistolarcon el emperador Trajano. En una carta le pide normas sobre el modode portarse con los cristianos que denunciaban ante su tribunal (Epist.10,96): (1) Seor, es para m una regla someterte todas las cuestionessobre las que tengo dudas. En efecto, quin podra mejor que t aclararmi incertidumbre o instruir mi ignorancia? Nunca he participado enprocesos a cristianos (cognitionibus de christianis interfui numquam);por tanto, no s qu hechos ni en qu medida deben ser castigados operseguidos. (2) Y con no pequea vacilacin me he preguntado si nohabr discriminaciones debido a la edad o si la tierna edad debe sertratada de forma distinta que la adulta; si hay que perdonar al que searrepiente, o si no le ayudar nada abjurar al que fue totalmente cris-tiano (qui omnino christianusfuit); si se castiga slo el nombre (nomen)cuando non haya hechos delictivos o los delitos (jlagitia) relacionadoscon ese nombre. Entre tanto, he aqu cmo me he portado con los queme han sido trados como cristianos (qui ad me tamquam christianideferebantur). (3) Les pregunt a ellos mismos si eran cristianos (anessent christiani). A los que respondan afirmativamente, les repet doso tres veces la pregunta, amenazndoles con el suplicio, y orden matara los que perseveraban. En efecto, no dudaba de que, confesasen lo queconfesasen, haba que castigar al menos esa pertinacia y esa inflexibleobstinacin (pertinaciam certe et inflexibilem obstinationem). (4)A otros, llevados de la misma locura, como eran ciudadanos romanos,los apres para mandarlos a Roma. Muy pronto, como suele ocurrir enestos casos, al extenderse el crimen (diffundente se crimine) y prose-guir la investigacin, se presentaron casos diferentes. (5) Se presentuna denuncia annima que contena los nombres de muchas personas.Los que negaban ser o haber sido cristianos (qui negabant esse se chris-tianos autfuisse), si invocaban a los dioses con la frmula que les impuse

  • y si ofrecan sacrificio de incienso o vino delante de tu imagen, que hicellevar con esta finalidad, y adems maldecan a Cristo (male dicerentChristo), cosas que, segn me dicen, es imposible conseguir de los queson verdaderamente cristianos (qui sunt re vera christiani), juzgu quedeban quedar libres. (6) Otros, que haban sido denunciados por alguien,dijeron que eran cristianos y luego lo negaron (esse se christianos dixe-runt et mox negaverunt); lo haban sido, pero luego dejaron de serlo,unos haca tres aos, otros ms y alguno incluso haca ms de veinteaos. Todos ellos adoraron tu imagen y la estatua de los dioses y maldi-jeron a Cristo (et Christo male dixerunt). (7) Por otra parte, afirmabanque toda su culpa y su error haban consistido en la costumbre de reunirseun da determinado, al amanecer, y cantar alternativamente un himnoa Cristo como a un dios (quod essent soliti stato die ante lucem conve-nire carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem) y obligarsecon juramento (sacramento), no a perpetrar cualquier delito, sino a nocometer robos o atropellos o adulterios, a no faltar a la palabra dada, nia negarse, si les invitaban, a efectuar un depsito. Realizados estos ritos,tenan la costumbre de separarse y de reunirse de nuevo para tomar unacomida (rursusque coeundi ad capiendum cibum), pero comn e inocente.Pero incluso de esta prctica haban desistido despus de mi decreto,con el que haba prohibido las asociaciones (hetaerias) segn tus rdenes.(8) Por ello consider necesario arrancarles la verdad, incluso mediantela tortura, a dos esclavas que eran llamadas ministrae. Pero no logrdescubrir ms que una supersticin irracional y desmesurada (supers-titionem pravam et immodicam). (9) Por eso, suspendiendo la encuesta,recurro a tu consejo. El asunto me parece digno de esta consulta, sobretodo por el gran nmero de denunciados; en efecto, son muchos, detoda edad, de toda condicin, de los dos sexos, los que estn o puedenestar en peligro. Y no es slo en la ciudad, sino que tambin en lospueblos y aldeas se ha propagado el contagio de esta supersticin. Perocreo que es posible contenerla y hacer que cese. (lO) Me consta sinduda que los templos, ahora casi abandonados, empiezan a frecuentarsede nuevo y que se han reanudado las ceremonias rituales (sacra sollemnia)interrumpidas desde hace tiempo, y en todos los sitios se vende la carnede las vctimas, que hasta ahora encontraba pocos compradores.De aqu es fcil deducir que muchos podran curarse, si se aceptase suarrepentimiento.

    Trajano respondi fijando los siguientes criterios de conducta conlos cristianos: No deben ser perseguidos de oficio (conquirendi nonsunt). Si se les denuncia y confiesan, deben ser condenados, pero deeste modo: el que niegue ser cristiano (qui negaverit se christianumesse) y d pruebas manifiestas de ello, es decir, sacrificando a nuestrosdioses, aunque sea sospechoso su pasado, sea perdonado por su

  • arrepentimiento (veniam, ex poenitentia impetret). En cuanto a lasdenuncias annimas, no deben tener valor en ninguna acusacin, porqueson un ejemplo detestable y no propio de nuestro tiempo (Plinio elJoven, Epist. 10,97),

    As pues, a comienzos del siglo II los cristianos eran un grupo visibleen la regin, portadores de un nuevo culto contrario a la religin oficialy por eso haba que perseguirlo como supersticin irracional y desme-surada, como crimen. Sus expresiones religiosas son una doblereunin: una por la maana temprano, aclamando con himnos a Cristocomo a un dios y pronunciando un juramento tico; la otra, de cultoritual de comida en comn, podemos pensar que por la tarde. Tambines importante la noticia de mujeres cristianas comprometidas en unministerio eclesial. El testimonio de Plinio nos hace percibir ademsel proceso de divinizacin de Jess de Nazaret que se sigui en el cris-tianismo de los orgenes.

    Que el movimiento cristiano y su fundador fueron mirados despec-tivamente se percibe en algunas voces posteriores de escritores delimperio. As Marco Camelia Frontn (100-160), autor de un Discursocontra los cristianos, recogido en el Octavius de Minucia Flix, se burladel hecho de que un hombre castigado por su delito con la pena suprema(summo supplicio) y el leo de una cruz (et crucis ligno) constituyanla lgubre substancia de su liturgia, de esos cristianos, unos forajidossin ley (9,4). Ms custico se muestra Luciano de Samosata (120-190)que, en su obra De morte Peregrini no slo denuncia las astucias frau-dulentas de un cristiano llamado Proteo y acusa la credulidad de loscristianos, sino que incluso denigra al fundador de la nueva religin:(11) Fue entonces cuando, tratando en Palestina con sus sacerdotes ysus escribas, Proteo entr en conocimiento de la portentosa doctrina delos cristianos (ten thaumasten sophian tan Christianan). Y qu pas?En un instante los hizo parecer a todos nios, porque l era profeta,maestro del culto, jefe de sus reuniones" todo por s solo. No slo inter-pretaba y explicaba sus libros, sino que incluso compuso muchos, yellos lo veneraban como a un dios, se servan de l como legislador ylo elevaron a protector suyo, a semejanza de aquel a quien seguan vene-rando, el hombre que haba sido crucificado en Palestina (anthroponton en te Palestine anaskolopisthenta) por haber introducido esta nuevareligin en el mundo. Y poco despus dice de los cristianos: (13)Adems, su primer legislador (nomothetes) los convenci de que erantodos hermanos entre s (has adelphoi pantes eien allelon), una vez quese pusieran para siempre fuera de la legalidad, renegando de los diosesgriegos, adorando a aquel mismo sofista crucificado (ton de aneskolo-pismenon ekeinon sophisten) y viviendo segn sus leyes. Por tanto, lodesprecian todo indiscriminadamente y lo consideran como propiedad

  • comn (kai koina hgountai), acogiendo tales doctrinas por tradicin,sin ninguna prueba en concreto.

    En resumen, es fcil destacar que nos encontramos con un escasobotn: en el mundo romano entre el siglo 1y 11 se sabe que, en el origendel nuevo culto de los cristianos, una asociacin execrable, est el judoCristo, condenado al suplicio bajo Tiberio por el prefecto de Judea,Poncio Pilato. Poco, demasiado poco, pero suficiente para inscribirloen los anales de la historia romana de la poca.

    Para concluir, recogemos un texto siriaco de fecha incierta, peroantiguo sin duda alguna, del siglo 1 o 11. Est contenido en la carta deMara bar Sarapin, un filsofo estoico, a su hijo que estudiaba en Edesa.El autor, pagano, le recuerda al hijo tres figuras ejemplares de la historia,pero de las que renegaron sus paisanos, castigados por ello por lavenganza divina. Bajo el apelativo de rey sabio de los judos aparececiertamente una referencia a Jess. Qu provecho sacaron los ateniensesde haber matado a Scrates, delito que tuvieron que pagar con la carestay con la peste? O bien los de Samos de haber quemado a Pitgoras, siluego su pas se vio sepultado en un instante por la arena? O los hebreosde la ejecucin de su rey sabio, si desde entonces se vieron despojadosde su reino? En efecto, un Dios de justicia veng a aquellos tres sabios.Los atenienses murieron de hambre; los de Samos quedaron sumer-gidos bajo el mar; los judos fueron matados y echados de su tierra paravivir dispersos por todo el mundo. Scrates no muri, gracias a Platn;ni tampoco Pitgoras, por causa de la estatua de Hera; ni el rey sabio,gracias a las nuevas leyes promulgadas por l.

    2. TESTIMONIOS JUDOS

    El ms importante es el de Flavio Josefo, judo aristocrtico defamilia sacerdotal (

  • ao 93, por no hablar de la Autobiografa y del Contra Apin. Se reco-noce universalmente la autenticidad de su testimonio sobre Santiago,hermano de Jess, condenado ilegalmente a muerte en el 62 por el sumosacerdote Ans, hijo de Ans II el Viejo, es decir, del Ans de los Evan-gelios, que tuvo cinco hijos y todos fueron sumos sacerdotes de Dios,despus de que ocupara el mismo este cargo durante largo tiempo(Antiq. 20,198), o sea, desde que Quirino lo escogi hasta que fuedepuesto por Valerio Grato, esto es, desde el 6 hasta el 15 d. C. (Antiq.18,26 Y 34). El historiador judo habla de l para acusar al astuto ycruel Ans el Joven: Con el carcter que tena, Ans pens que tenauna ocasin favorable al morir Festo, mientras Albino estaba todavade viaje; entonces convoc a los judos del sanedrn (kathizei synedron)y trajo ante ellos a un hombre llamado Santiago, hermano de Jess, queera llamado Cristo, y a algunos otros, con la acusacin de haber trans-gredido la ley, y los entreg para que fueran lapidados (Antiq. 20,200).Acusado ante el prefecto romano Albino que estaba de viaje, al volvera Judea, de la reunin ilegal del sanedrn, por carecer del consenso dela autoridad romana local, perdi el cargo por la intervencin del reyAgripa (Antiq. 20,203). Flavio Josefa, adems del nombre del conde-nado a muerte, indica su parentela: hermano del ms conocido Jess.Pero como era un nombre bastante comn, especifica de qu Jess setrata, identificndolo de hecho con el sobrenombre Cristo. Ntese quela frmula hermano de Jess llamado Cristo no aparece como tal enlos escritos cristianos, en donde se habla de hermano del Seor(1 Co 9,5; Ga11,19).

    Bastante discutido es, por el contrario, su testimonio ms difuso enAntiq. 18,63-64: (63) Por aquel tiempo vivi Jess, hombre sabio, sies que conviene llamarlo hombre (eige andra autan legein chre); enefecto, realizaba obras extraordinarias, enseaba a los hombres queacogen con gozo la verdad y convenci a muchos judos y griegos.l era el Cristo (ha Christos houtos en). (64) y despus que Pilato, porla acusacin de los mayores responsables de nuestro pueblo (ton protonandron par'hemin), lo conden a la cruz (stauroi epitetimekotos), nodesfallecieron los que desde el principio lo haban amado. En efecto,se les apareci el tercer da nuevamente con vida (ephane gar autoistriten