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    AMERICA NEGRA No. 3

    DE LOS EDITORES

    El peridicoUnidad Indgena Alvaro Ulcu Chocu, publicado en Popayn por el ConsejoRegional Indgena del Cauca, prepar una edicin especial sobre la nueva constitucin querige en Colombia. Sus editores tuvieron el acierto de sombrear todos los artculosrelacionados con los pueblos tnicos. Para nuestra sorpresa, el artculo transitorio 55 no fueresaltado. La omisin podra parecer insignificante. No para quienes se preocupan por eldestino de las etnias de ascendencia africana. Le hace eco a la exclusin que propone uninciso que ratifica la vieja tesis referente al carcter baldo de las tierras de los gruposnegros, en particular las del litoral pacfico. En otras palabras, parecera concordar con lasreglas para el nuevo juego nacional colombiano que vuelven a negar la territorialidad de losnegros y a poner en entredicho su carcter tnico. Esto puede apreciarse tanto en la seccinDocumenta que hemos intitulado Los Negros ante la Constituyente y la Constitucin de1991,como en el artculo de Jaime Arocha sobre el mismo tema.

    El vaco en la publicacin a la cual hacemos referencia es parte de aquella conductaque persiste en hacer referencias a los pueblos dentro del pas, como si ellos fueran islas.AMERICA NEGRA intenta impulsar una filosofa que le de reverso a esta tendencia,presentado a Colombia como un pas de pueblos, dentro de un mundo tambin diverso quehoy lucha por conciliar unidad y diversidad. De aqu la importancia que esta revista le haconcedido a uno de los ltimos ensayos que el antroplogo mexicano Guillermo BonfilBatalla escribi antes de fallecer en julio de 1991. Se refiere al conflicto que hoy se vivenen el mundo entre las tendencias totalitarias y homogenizantes que, en la opinin de l, seesconden detrs de neoliberalismo y esa diversidad que parecera estar eclosionando en lamedida en que los medios globalizan la cultura y se multiplican los gobiernos elegidosmediante el voto popular.

    Se nos ha preguntado cmo es que AMERICA NEGRA acepta artculos sobreindios o cuando dejar de aceptarlos. Nuestra filosofa: no se puede escribir sobre negros,desechando a quienes comparten el espacio con ellos; ni se pueden analizar los problemasactuales de aniquilamiento y la revitalizacin tnicos sin aportar materiales sobre laconfluencia, las fricciones y los conflictos intertnicos. En este sentido AMERICANEGRA consider indispensable la crnica del arquelogo colombiano Gerardo Ardilasobre su primer contacto con los nukak. Escritos similares permitirn perfilar de manerasms precisas cmo se desarrollan las relaciones entre el Estado, la nacin, la etnia y quienespretenden gobernar a los ciudadanos.

    Tambin se nos ha interrogado por qu la revista no ha elaborado nmerosmonogrficos sobre los indgenas. AMERICA NEGRA no es exclusiva de los negros, niexcluyente de otras poblaciones. Intenta contribuir a la construccin pluralista de Amrica,no de palabra, sino de hecho y derecho. Pero adems de ello, aspita a abrirle un espacio ainnovaciones como las que se estn viendo a raz de la preparacin de los que Gregory-

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    Bateson denomin Epistemologa, ciencia sobre el funcionamiento de la mente, entendidasta no como atributo de la gente, sino de los organismos complejos capaces de procesarinformacin a partir de diferencias que puedan leerse entre datos.

    Esta propuesta, revolucionaria en su propsito de romper con 400 aos de separarmente y naturaleza, ciencia social de ciencia natural, ha tenido consecuencias drsticas enlas relaciones entre biologa y antropologa. Con el tiempo dejamos de hablar deintegrarnos. La nocin pierde sentido en la medida en que, situados dentro de este nuevocampo, comprendemos que los propios genes tienen capacidad de aprender y de transmitirese aprendizaje. Esta resurreccin lamarquiana nos pone en la ruta de revivir el mandatoque ste pionero de los estudios de la evolucin fij para la ciencia: explicar la mente en surelacin con la naturaleza y no la naturaleza como creacin de la mente.

    Espacio abierto a las inquietudes de pensamiento en nuevas fronteras de ciencia.

    AMERICA NEGRA es expresin viva de la diversidad, a finales de siglo.

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    Por la diversidad de futuro

    GUILLERMO BONFIL BATALLA

    AMERICA NEGRA rinde homenaje alantroplogo Guillermo Bonfil Batalla,fallecido en julio de 1991. publicamosel texto de su intervencin en elseminario Identidad cultural ymodernidad. Nuevos modelos derelaciones culturales, celebrado enBarcelona en noviembre de 1990, bajolos auspicios de UNESCO.

    Quiero un futuro plural. Creo en elvalor de los muchos rostros

    BONFIL BATALLA

    1. Los senderos previstos por la modernizacin.

    Los acontecimientos del ltimo ao en Europa del Este han sido interpretacionestriunfalmente como el ltimo golpe, el que da la razn final a la historia nica, la historia deoccidente, hoy en su etapa neoliberal y globalizadora. Esta, como tan reiteradamente, essolo una visin de la Pennsula Europea y su epgono, hoy amo y maestro, los EstadosUnidos de Amrica.

    Los datos que se aducen para fundamentar el fin de la historia son de la ms variadaralea y abarcan casi todo. Casi todo. Algunos son hechos verificables.

    Se menciona, en primer trmino, la globalizacin. El mundo se achic, en todas susdimensiones perceptibles o en las que preferimos percibir. El capital financiero yespeculativo ya no tiene fronteras: llega y se va, sin muchos trmites, segn condicionesnacionales ms o menos favorables, ms o menos estables. Cualquier pas es de prontobendecido con las inversiones externas o maldecido, meses despus, con el peso de unadeuda impagable. Las decisiones que de su control, ajenas; los caminos del capital son,como los del otro Seor, insondables.

    La tecnologa, la diosa madre ms reciente, la Luna que se apareja con el resplandorureo del Sol, tambin se nos ha globalizado. Se pueden hallar tecnologas de punta que sedesarrollan en lugares remotos, porque ah encontr el capital las condiciones ptimas parasu avance y el de las maquilladoras. Los pases del primer mundo compitentecnolgicamente, pero ante todo buscan complementarse. Es como jalar tres o cuatrohilos de una madeja, no importa en que parte se inicien, para despus, juntos, comenzar atejer. Basta que el tejido nos cubra a todos y todos, por supuesto , no somos todos:

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    todos son unos cuantos. La deidad tecnolgica, adems, impone la nueva carrera de lamoda: vase el consumo cotidiano o las aspiraciones de las clases pudientes y las ms omenos de todo el mundo.

    Otro efecto tienen el nuevo culto tecnogrfico: se asume, y se hace asumir , comola encarnacin misma de la modernidad y del futuro. Tanta tecnologa manejas, tantovales; en ese grado ests en el presente, en esa medida tienes futuro; en esa medida eres,existes. Y por tecnologa, por supuesto , se entiende solo la de tradicin occidental aunque no se cree en Japn.

    S globalizan tambin la informtica y las comunicaciones. Son hijas ejemplares dela tecnologa, pero tienen peso propio: comunican, y comunican informacin. Son laprueba evidente de que las fronteras no existen. De una manera o de otra , la gran mayorade los seres humanos contemporneos est en contacto, si no entre ellos mismos, s con losmismos acontecimientos que los barones de la comunicacin deciden en cada momentoque son de inters general, es decir: universal; es decir: su propio inters.

    Y se viaja ms. Algunos por negocios o por el placer de conocer la oferta deMarcos Polos ha devaluado el gnero. Otros por el espejismo de satisfacer, en otro lugar,las necesidades que su patria es incapaz de atender ahora. Los brazos de obra, por qu notambin se han globalizado: salvadoreos en Nueva York, jamaiquinos en Manchester,indochinos en Rtterdam, moros y sudacas en Barcelona. Todos pagados menos quelos dems, en las tareas que los dems no prefieren, insultados por el racismo cada da mssoberbio de los locales. Modernizndose, pues, a cualquier precio.

    Y si no emigran como si lo hicieran otros, a sus propias tierras llega el capital, lamaquinaria y los ingenieros y administradores japoneses, alemanes o gringos. Lamodernizacin globalizadora por la va de las maquilladoras. Si la montaa no va aMahoma (o a la inversa). Los tecncratas llaman a esto divisin internacional del trabajoy de la produccin, y hablan de ventajas competitivas que debemos aprovechar. (Lasmaquilladoras inevitables me hacen recordar los presidios y las reducciones que impusieronlos invasores espaoles en Amrica para civilizar y evangelizar a los indios - y depaso, explotarlos con mejores estndares de productividad).

    Muchos gobiernos de los atribulados pases del todava Tercer Mundo (todava,porque bien puede llegar a ser el Cuarto Mundo: el no-mundo) han decidido jugar la cartade la modernizacin. Piensan supongo : esta vez s, no nos deja el tren de la historia. Yestamos en un s quiero, no puedo, s puedo, frente a procesos de reconversin industrial,apertura de las economas nacionales antes protegidas, desregulacin de precios (queantes, sin disfraz, se llamaba liberacin: libre juego dela oferta y la demanda) yprivatizacin de las empresas que se nacionalizaron o se crearon por iniciativa del Estado,gracias a movilizaciones populares, a veces sangrientas, que entonces se decan tambinnacionalistas, revolucionarias y tambin entonces, (hace apenas pocas dcadas ) enbeneficio de la patria y de los mejores intereses del pueblo.

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    Los estados poderosos, por su parte, deciden formar bloques. El mundo semultipolariza. Europa , sorprendida, avanza (o se desbarranca) hacia la Europa-fortalezaahora bajo la gida de la Alemania unificada; Oriente construye la Cuenca del Pacfico,que solo espera la perestroyka china para arrastrar con los dems; Canad y Estados

    Unidos estrenaron tratado de libre comercio y quieren ir ms lejos , tal vez con Mxicocomo el pariente pobre arruinado pero difcilmente evitable. El resto podra serprescindible, salvo si amenaza con arrebatar y no conformarse con las migajas que se letiran al pie de la mesa: sus materias primas son cada vez menos estratgicas (salvo elpetrleo del Golfo Prsico, motivo hoy de la ms significativa confrontacin Norte/Sur); sumano de obra no calificada representa cada vez menos en el valor total de los productos, ycomo mercado real, ms all de su presencia demogrfica total, cuenta muy poco. Nosvamos volviendo, cada da ms, pura presencia estratgica, pura amenaza potencial. Y (loque es peor): no nos damos cuenta. Un problema de colonizacin intelectual: no falta elespejo, lo que pasa es que no queremos mirarnos.

    Fuerzas tradicionales, decisiones gubernamentales, argumentos tecnogrficos,experiencias particulares, ideologas hegemnicas: todo avanza por el mismo sendero demodernizacin, todo anuncia el mismo siglo XXI, el mismo tercer milenio. Pero no todo:casi todo.

    2. La obcecada realidad de los otros.

    Podemos trazar el fenmeno contemporneo a partir de la independencia de antiguascolonias, despus e la segunda guerra mundial, aunque sus races y su historia son tanantiguas como las de la dominacin de un pueblo por otro de civilizacin distinta. Ennuestra percepcin actual, sin embargo, esa vieja historia adquiere sentido contemporneocon Argelia, Dien Vien Fu/Viet Nam, las revoluciones china y cubana, la lucha todava delpueblo palestino, el movimiento negro y el chicano en Estados Unidos y otros semejantes ypor todas partes desde fines de los cuarenta. Es una percepcin indisolublemente ligada alpensamiento de Fanon, Memmi, Sartre, Reynaga, Mao, Jomeini, Cleaver y tantos otros,pasados, presentes e inminentes, inconsistencias y eventuales renuncias. Hablo, porsupuesto, de la terca demanda de los pueblos reales por el derecho a ser ellos mismos;hablo de la universal lucha por la diferencia.

    Estos ltimos doce meses, ya mencionados, tambin tienen que ver con esto. Nose inici nada nuevo, no s ha creado nada: todo estaba ya. Pero tal vez no suficientementeen la conciencia metropolitana. Desde este punto de vista, lo importante no es tanto elresurgimiento de identidades tnicas y nacionales en el territorio de la pennsula europea,identidades que segn la razn occidental (esta tradicin intelectual privilegia el deber serpor encima del simple pero contundente ser), deberan, o haber desaparecido, o estar envas ltimas de dejar de ser. Y reaparecen. Y los alemanes son alemanes; los lituanos,lituanos, y en las fronteras sur occidentales de la que fue la Unin Sovitica, resulta que lagente del Islam se moviliza como gente e Islam. (Europa quiso expulsar al Islam de suhistoria: deber incluirlo de nuevo). Los europeos no tienen salida: tienen que admitir la

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    visiones concretas de la realidad, producto de la experiencia, ella misma variada ycontradictoria.

    Y, sobre estos cimientos de las diversas existencias sociales, se percibe hoy el

    futuro, la globalizacin, la modernizacin, el siglo XXI, el milenio tercero. Cul es lavisin legtima, la que debemos adoptar y apoyar? Es una? Son muchas, y en este caso,cmo compaginarlas?

    Siento que hemos adoptado una visin unvoca de la modernizacin. Una visinque corresponde exclusivamente al momento actual de las potencias de occidente.Occidente siempre ha postulado una historia nica, un nico camino: el suyo. Y resulta quehasta ahora y desde hace cinco siglos, al menos, estamos en ese camino por meroaccidente y sin buscarlo, pero estamos. Y el cruce de caminos, quiere occidente debe serconvergencia hacia el futuro. Seramos como afluentes que ensanchan el gran ro de lahistoria-occidental. Los viejsimos nuevos rostros culturales de los pueblos cuestionaninexcusablemente el asunto; plantean preguntas que, si vale de experiencia, resulta mejorno tratar de eludir. Hay, por lo menos, varias y muy diferentes ideas de lo que es lamodernidad deseable.

    La historia de la relacin de occidente con el resto del mundo, por lo menos desde laalta edad media y muy probablemente desde los tiempos clsicos de griegos y romanos,puede entenderse como un empeo permanente de imponer a todos el futuro que seconsidera propio, occidental. As se justific la expansin colonial a fines del siglo XV:una empresa de rescate del resto de la humanidad que caminaba hacia un futuro equivocado y, por cierto, empleaba mal las riquezas que la pennsula europea s saba usar paraconstruir el futuro verdadero. As se razon a partir del siglo de las luces, que tantassombras proyecta: ahora ya no era la fe irrazonable en la religin, sino la tambinirrazonable fe en la ciencia, que proclamaba, justamente el destino nico y lo adobabacomo necesario, inevitable y de cumplimiento general obligatorio para todos los pueblos.As de sus epgonos: el marxismo atado a la evolucin unilineal y al concepto de unahistoria previamente escrita (eternamente, como en la Biblia). Y ante la evidencia de queaquella utopa ahora no cuaj, as tambin las trompetas triunfalistas del neo-liberalismonos proclaman hoy que s, que finalmente gan el futuro nico, el que apostaba del ladobueno. Modernizacin es su lema: modernizacin universal e incontestable.

    Tratemos de ver la cuestin desde otro ngulo No ser que aqu hay gatoencerrado? Pudiera ser, por ejemplo que la modernizacin que se nos propone comoinevitable encubriera, simplemente, el proyecto de una nueva dominacin hegemnica deoccidente. Pudiera ser, para decirlo con otras palabras, que slo sea un proyecto necesariodesde la perspectiva y en las circunstancias particulares de un grupo de pases- menos an:de los interese dominantes en ese puado de pases-y arraigado, aqu si necesariamente, enuna particular visin del mundo, en un nico sistema de valores, en un contexto significanteexclusivo y no universal; en una civilizacin, pus, en la civilizacin occidental.

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    Y por ah, creo, aparece la cola del gato encerrado. Si no partimos de la idea de unahistoria general predeterminada e ineluctable, si admitimos la pluralidad de culturas ycivilizaciones diferentes; si estamos convencidos de la capacidad humana para hacer lahistoria y no slo para sufrirla o repetirla como parlamento memorizado; entonces,

    debemos admitir que el futuro modernizado que se nos propone y hacia el cual se pretendearrastrarnos, que se nos propone y hacia el cual se pretende arrastrarnos, esencialmente, unproyecto cultural, el producto ideolgico actual de una matriz cultural especifica: la de lacivilizacin occidental.

    La modernizacin, entonces, no sera un futuro dado ni un simple ajuste tcnico otecnolgico que las circunstancias mundiales nos imponen a todos en forma imperactiva y-ojo-con una sola direccin y hacia un propsito compartido, comn. Sera, en cambio unproyecto entre otros posibles para reordenar las relaciones entre los pueblos en los umbralesdel tercer milenio: uno, entre otros proyectos posibles. Enfrentar as la modernizacin, larelativiza, permite colgarle cuestionamientos y confrontarla con otras opciones. Ladesacraliza y nos acre la posibilidad de construirla de acuerdo a nuestras variadasnecesidades, a nuestros deseos acumulados y a nuestros sueos inditos. Se convierte, en unfuturo construible, no en una bendicin/maldicin impuesta por la que a guevo tenemos quetransitar. El futuro se vuelve algo nuestro, lo que no es poco.

    4. Las races de otros futuros.

    Hay algo mas parece olvidarse con frecuencia: el hecho de que todas las culturas cambianpermanentemente el cambio es su forma de ser. Si lo vemos as, todas las culturasactuales son modernas, porque cada una de ellas ha sabido ajustarse a las circunstancias dehoy, como a cada presente a lo largo de su historia. Unas han actualizado su manera deimponerse a otras; stas han actualizado siempre sus respuestas, desde las formas derebelin hasta los modos de apegarse a su tradicionalismo y recrear su propio universosignificativo. Sabemos poco, si algo sabemos de estas dinmicas culturales contradictoriaspero nuestra ignorancia no nos califica para negarlas.

    Un argumento siempre implcito en la defensa de la modernizacin por un solocamino y hacia una misma meta, descansa precisamente en la constatacin de los cambiosque han ocurrido y estn sucediendo en las culturas tradicionales . Si los campesinosmayas ven televisin que han ocurrido y estn sucediendo en las culturas tradicionales,atrasadas, no modernas. Si los campesinos mayas ven televisin y tienen radios detransistores; si las chicas del pueblo se desviven por los blue-jeans y se prenden oyendo algrupo de rock de moda; si se generaliza la aspiracin de tener electrodomsticos y se hablausando los modismos que emplean los medios; entonces, la modernizacin propuesta es unfenmeno universal, que responde a lo mas intimo y autentico de la naturaleza humana enel ocaso del siglo XX. Para sostener este argumento debemos olvidar algunas cosas que lopodran enturbiar. Debemos pasar por lo alto, por ejemplo, la historia cultura de los pueblescolonizados, la manera recurrente en que han sabido mimetizarse, clandestinizar su vida

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    profunda, o hacer suyos, rasgos de la cultura impuesta para incluirlos al servicio de supropio proyecto histrico. Debemos ignorar, por supuesto, los resortes y los efectos de ladominacin cultural (y aqu incluyo la explotacin econmica), de la ideologahegemnica, de la desigualdad, en el fin. Solo tenemos que hacer abstraccin de la realidad

    y de su historia, y constatar la verdad de nuestra propuesta modernizadora con los datospertinentes-y solo eso- del presente inmediato.

    Y sin embargo ...

    La realidad es terca. Un grupo de jvenes mixes, en la remota Ayutla, Oaxaca.Emplean computadores modernos para inventar la escritura de su lengua y registrar sutradicin oral. Los seris, los purpechas y muchos otros pueblos, usan las grabadoras japonesas de caset para conservar la msica de sus fiestas (no olvidemos que as circularonlos mensajes del Ayatola Jomeini antes de la cada del sha). El video y las estacioneslocales de radio se estn generalizando. Son, digmoslo as, como el caballo y el rifle entrelos indios de las praderas, hace uno o dos siglos apenas. Y esto en lo material. Qu decirde las religiones populares, de ese cristianismo que nos empeamos en llamar sincrtico,entre tantos pueblos supuestamente evangelizados de Amrica, y que hoy el Papa quierevolver a evangelizar?

    La expansin de los mass-media es un hecho, es un fenmeno innegable y encrecimiento continuo, en casi todo el mundo actual. Sectores cada vez ms grandes ydiversificados de la poblacin mundial quedan expuestos y mayoritariamente se vuelvenadictos a la radio y las variantes tecnolgicas de la televisin casera. Los mensajes, por suparte, se producen cada vez ms a nivel transnacional o solo en los pases ms poderosos ycirculan por todo el mundo sin que las fronteras nacionales signifiquen obstculo algunopara ello. Con esto cambian los hbitos cotidianos y las pautas de consumo cultural. Todoesto se aduce como otra prueba evidente de que marchamos hacia la modernizacin decontenido nico. Faltan algunos detalles, sin embargo. Uno particularmente importante:cmo elaboran esos mensajes uniformes los diferentes sectores de la poblacin, los queviven en condiciones sociales distintas, los que participan de otras culturas? La telenovelaDallas es leda de la misma manera por todos? O bien , adquiere un contenido diferentesegn el contexto significante, la cultura, de sus diversos y multitudinarios teleauditorios?Si fuera ste el caso, la uniformidad y la unidireccionalidad de los mensajes masivos, lejosde estar provocando la homogeneidad cultural, estaran fortaleciendo la diversidad, en lamedida en que el proceso permitira a cada cultura incorporar nuevos elementos ajenos ensu propia matriz cultural, en su sistema significante nico y particular.

    El problema no es simple ni admite anlisis reduccionistas. Pero esta ltimahiptesis tiene, al menos, la ventaja de que descansa en el supuesto (o conviccin, oesperanza) de que no somos perritos de Pavlov: tenemos todava margen para salivarsegn nuestro autntico antojo.

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    5. Modernizacin, democracia y pluralismo.

    De las desordenadas reflexiones anteriores extraigo algunas conclusiones que son, comotodas las conclusiones, absolutamente provisionales:

    a. El movimiento de globalizacin y la emergencia de la defensa de las particularidades yespecificidades culturales solo son comprensibles como partes indisociables de unmismo y nicos proceso. Pueden ser corrientes antagnicas, pero pueden tambin llegara ser complementarias: no est en su naturaleza misma ser una o la otra cosa, sino en lanaturaleza de la relacin que exista entre ambas tendencias.

    b. La transformacin de las culturas, que ocurre siempre y en todo lugar, obedece a unacombinacin variable de factores e impulsos internos y externos, es decir, a lascondiciones y tendencias que existen dentro de cada sociedad y las limitaciones yposibilidades que significa su relacin con otras sociedades de cultura diferente. Latransformacin cultural es el resultado de ese juego permanente de tensiones variables.

    c. Cada sociedad tiene el derecho a manejar sus propias fuerzas internas de transformacincultural, segn las decisiones propias que considere legitimas. Para que esto sea posible,sus relaciones con otras sociedades y otras culturas deben ser simtricas, nunca desubordinacin.

    d. El proceso llamado de globalizacin contempornea intensifica los factores externos,exgenos, en la transformacin cultural de las sociedades que involucra. La relacinmas intensa entre sociedades portadoras de culturas diferentes no es, en s misma, ni espeligrosa ni negativa. Al contrario por primera vez en la historia conocida, todas lasculturas del mundo tienen hoy, potencialmente, la posibilidad de estar en contactodirecto, de enriquecerse y fecundarse recprocamente. Pero esa relacin estaactualmente mediatizada: no son los pueblos, todos los pueblos, los que deciden yestablecen las maneras de conocerse en forma reciproca. La globalizacin no es hoy unproceso de convergencia, sino de imposicin. Una nueva imposicin que descansa en lariqueza y en la tecnologa, justificada, una vez ms en la razn etnocntrica de unapequea parte de la humanidad, la que participa de las diversas culturas que expresan ala civilizacin occidental. Entendida as. Como hasta ahora, el proceso demodernizacin niega y excluye al resto de las culturas, al resto mayoritario de laexperiencia humana y de la humanidad misma.

    e. La propia nocin de democracia esta contaminada de esta visin unilateral y exclusiva.Los derechos humanos y la legitimidad de las decisiones se elaboraron nicamente apartir de la voluntan individual. La condicin social, es decir cultural del ser humanopretende relegar a un segundo plano insignificante: t vales un voto. Y si nosotros,trescientos, queremos algo diferente a ustedes, que son un milln? La lgicademocracia occidental responde: se jodieron. La mayora se endiosa y no deja lugarpara la minora. Es una democracia de individuos, no de conjuntos sociales sin loscuales los individuos no pueden existir.

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    f. Debemos avanzar hacia un concepto de democracia cultural globalizada, en el queno se universalicen solo los efectos de la globalizacin, sino fundamentalmente lasdecisiones que conducen y dan sentido a esa globalizacin. Si se reconoce comolegitima la diversidad de civilizaciones y la pluralidad de culturas, no cabe la prioridad

    absoluta de la mayora neo-liberal ni las decisiones del centralismo democrtico: elorden debe asegurar la existencia y los derechos de todos.

    g. La ideologa dominante, la que define los caminos de la modernizacin, es hoy por hoyuna ideologa que ignora, excluye y niega a los Dems, a los Otros. Por eso estacondenada a un dramtico fracaso histrico. Estamos obligados a buscar alternativas. Ya defenderlas, por que en esa barca vamos todos.

    Termino aqu. Pienso, o quiero, un futuro plural. Porque veo en l la continuidad deuna maravillosa diversidad de la experiencia histrica de la humanidad. Porque presiento loque esa riqueza de la pluralidad significar para las generaciones del futuro. Porque creo enel valor de los muchos rostros. Porque los dinosaurios desaparecieron por ser una especiedemasiado especializada. Porque no me gustan los paisajes planos y uniformes, salvocuando los puedo contrastar con otros, diferentes, Porque si la vida es cambio, esdiversidad.

    Pero puedo admitir (sin entusiasmo) la posibilidad de un futuro uniforme. Si cumpleslo un requisito: que no sea impuesto por la voluntad tan slo de algunos; que searesultado de la decisin de todos nosotros. Entonces si, seremos los perritos de PavlovFelices?

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    Negros en Colombia: Identidad e invisibilidad

    NINA S. DE FRIEDEMANN* Antroploga

    Miembro de la Expedicin HumanaUniversidad Javeriana. Bogot

    Hace cinco siglos, el viejo mundo encontr uno nuevo. No pocos han definido eseencuentro como el Gran Desastre en trminos culturales y demogrficos. Muchos fueronlos mecanismos que los europeos usaron en su empresa de dominacin. Crearon la imagendel conquistador civilizado y la del indio y el negro como incivilizados y salvajes. Elpecado cultural inventado por los europeos fue ser distinto a ellos. As se condenaron y seviolaron modos de vivir y pensar de los aborgenes americanos y africanos. El objetivo eraprimordialmente aprovecharse de los bienes terrenales y de la fuerza de trabajo de indios ynegros que se convirtieron en culturas minoritarias o en minoras tnicas.

    La pirmide

    La cruz y la espada, el caballo y el evangelio fueron armas convincentes en esta empresa.Una pirmide de clases socio-tnicas en cuya cima se colocaron los europeos y susdescendientes fue dando cabida a la concentracin y al uso del poder a desmedro de losgrupos dominados. Formados stos por los indios despojados de sus riquezas de oro, desus tierras, de sus habilidades tecnolgicas y de sus mismas vidas. Y por los africanos.Desarraigados de su continente en una emigracin de muerte y vergenza, paradjicamenteterminaron constituyndose en pilares del transcurso de enormes regiones en Amrica. Silos europeos no hubieron arrancado del seno de frica (10, 25 100?) millones detrabajadores que nutrieron el comercio esclavista del Atlntico, otro muy distinto habrasido el destino de la humanidad en los ltimos 500 aos. Por un lado la dislocacin brutalen frica se tradujo en aniquilamiento tnico y subdesarrollo econmico (Rodney 1982).Por el otro lado, en el escenario del drama que trunc tantas civilizaciones aborgenes, ladispora africana ha sido protagnica en la formacin de las culturas negras americanas,participando a su vez en una activa impregnacin cultural y gentica de aborgenes y deeuropeos y sus descendientes en el nuevo mundo americano.

    La identidad

    La identidad, dice el historiador venezolano Angel Lombardi (1989), se ha convertido enAmrica Latina en un tema de actualidad: obsesivo para unos, una simple moda para otros.Y como preocupacin terica aade, responde a una necesidad de nuestros pueblos:reconocerse y encontrarse a s mismos luego de una historia colonial y neocolonial de 500

    * Una versin de este artculo se present en el Seminario sobre Identidad Cultural y Modernidad. Nuevosmodelos de relaciones culturales. Barcelona, Noviembre 1990, bajo los auspicios de UNESCO.

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    aos enmarcada en el etnocentrismo de lo europeo, lo cristiano y lo occidental. Haber sidoconquistador por los espaoles convirti a las poblaciones aborgenes que existan desdehaca ms de 20.000 aos en prehispnicas. A sus territorios se les denomin AmricaHispnica y los miembros de las nuevas clases sociales de la repblica surgieron como

    hispanoamericanos o iberoamericanos, pretendiendo as ahogar su ancestro vernacular.A los pioneros africanos emigrantes forzados de un continente a otro la conquista de

    Amrica los convirti en esclavos, y luego en bozales y ladinos a medida que fuerondesempendose en la sociedad dominante. Y cuando se tomaron la libertad por su propiamano se les seal como cimarrones o palenqueros. A aquel que finalmente compr sulibertad, o que fue manumitido se le conoci como horro o liberto. Y an despus de laabolicin en el siglo XIX a los descendientes de los africanos se les llam libresrecalcando su historia de esclavitud dentro del proceso de identidad y de discriminacinsocio-racial en nacientes repblicas como Colombia. En este proceso, siguieronarrastrndose elementos fundamentales de identidad de la colonia, que en el caso de laNueva Granada se apoy en la pertenencia a una etnia (Melo 1990) y la ausencia de unareflexin en torno a los derechos que tanto indios como negros pudieran tener en torno en elnuevo panorama jurdico.

    Antes bien, para el efecto, se consider deseable la posibilidad del blanqueamientoparticularmente de la poblacin india como una de las rutas hacia la civilizacin. Ydentro de esta posibilidad el llamado cruce de las razas fue mal necesario para alcazarmetas de homogeneidad.

    El mestizaje

    El mestizaje a su vez fue sustento en la construccin de una sociedad de castas, entendidasestas como categoras de gente que sin ser blancas aspiraban a serlo, aunque se encontraranen algn lugar de la pirmide entre la base donde estaban los negros y los indios y el vrticede los blancos, que cuidaban su estatus con celo agudo. Tanto que pasar de una casta a otrarequera entrar en el proceso de blanqueamiento, cuyos resultados podran comenzar aapreciarse y a validarse solo en el curso de una sucesin de generaciones.

    En 1787, por ejemplo, don Juan Ignacio de Salazar declar que viniendo degentehonrada limpia de toda raza de Guinea entablaba querella contra su propio hijo JuanAntonio por haber ste contrado matrimonio de secreto con la joven Salvadora Espinosade calidad mulata. El padre perciba el dao social de este matrimonio en su persona y enel porvenir social de sus otras dos hijas quienes teman no encontraran esposo de su mismacategora, a causa del parentesco en el cual acababan de entrar con la dicha joven. En eldocumento el padre solicita una accin punitiva por parte de las autoridades, al sacerdoteque los haba casado, a tiempo que al hijo delincuente lo deshereda de sus bienes, fuerosy honores, rechazndolo como miembro de la familia, tratando as de recuperar su sitio enla sociedad de castas (AHNC misc).

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    El blanqueamiento

    Aunque la sociedad de castas se derrumb entre otras razones mediada por el nmeroabrumador de uniones entre gentes de una y otra tnia, algunas de sus categoras y las de

    los indios, negros y blancos, permanecieron. Y tambin el blanqueamiento como unaestrategia de participacin en la naciente repblica. Desde las vivencias de la gente negra,es preciso mencionar como su comportamiento en este proceso se ha ajustado a lo queCarrera Damas (1977) ha llamado la guerra de las razas. Dentro de sta, los gruposnegros han apelado a estrategias de huida y enfrentamiento. Una huida de lo negro hacia loblanco con los consiguientes conflictos de la despersonalizacin: un enfrentamiento delnegro con su propia identidad y con la propuesta por una sociedad dominada por blancos.El enmascaramiento de cualquier tradicin y del ser negro fueron ms viables querevalorizar y reconocer cualquier pasado africano para lograr un presente con identidadtnica propia.

    Pero la ideologa del blanqueamiento gentico y cultural lleva implcita el procesode mestizaje. Este a su vez, como meta de accin socio-poltica es discriminatorio a la luzde la existencia de diversidades socio-raciales que reclamen derechos de identidad. Indiosy negros absorbidos en una poblacin mestiza cuyas metas sean el blanqueamientodesapareceran de panoramas especficos de identidad y tambin de los escenarios deidentidad nacional. Como s esto fuera poco empezando el siglo XIX, al acercarse a laconstitucin de las repblicas libres el trmino genrico de ciudadano con significadosimplcitos de emancipacin, ayud a sumergir polticamente a las identidades tnicas indiasy negras en la invisibilidad.

    No obstante, en la mitad de dicho siglo, cuando en Colombia un grupo deintelectuales y escritores de vanguardia aproximaron el tema de la identidad del pas, seapoyaron en el romanticismo europeo, en Rosseau, su buen salvaje y en la imagen del indiocomo smbolo de propuesta. Pero al final los trazos sociales y culturales del indio quedarondesdibujados en los mbitos literarios, exticos, y finalmente se volvieron antigedades oguacas (Friedemann y Arocha 1982, 1986). Dentro de este esfuerzo el negro venasufriendo excluido. La invisibilidad que como lastre el negro vena sufriendo en su calidadhumana e intelectual desde la colonia qued as plasmada en el reclamo de unamericanismo sin negros (Friedemann 1984).

    La invisibilidad

    La invisibilidad en procesos socioculturales es una estrategia que ignora la actualidad, lahistoria y los derechos de grupos e individuos. Y su ejercicio implica el uso de esterotipiasentendidas como reducciones absurdas de la complejidad cultural, que desdibujanpeyorativamente la realidad de los grupos as victimizados (Friedemann 1984).

    Esta invisibilidad es notoria en procesos de identidad que se dan en Colombia, anivel regional. Es el caso de la regin antioquea en el occidente colombiano que en su

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    definicin de lo antioqueo y pese al aporte de indios y negro, suprimi la presencia delltimo, seal la existencia del indgena como salvaje y le asign el protagonismocultural y econmico de la regin exclusivamente al blanco (Melo 1990). Cuando enverdad, Antioquia debe su fisonoma al aporte emprendedor de los negros que abran

    monte, seguidos por los comerciantes blancos que montaban las fondas o tiendas de comiday abastos (Alvarez 1985).

    En el entorno de ejecutorias gubernamentales y sus relaciones con las misionescristianas, vale la pena citar la cesin de terrenos baldos lograda a comienzos de estesiglo por la orden de los capuchinos en el valle indgena de Sibundoy, para la fundacindel pueblo de Sucre. En un principio, la propuesta de los misioneros catalanes fue la detraer inmigrantes espaoles o alemanes. Y cuando sta fracas, la misin se trans porantioqueos, entendidos estos como blancos (Friedemann y Arocha 1982:155-191).

    En la bsqueda de caminos para ingresar en rbitas de progreso, voceros de lapoltica y de las nacientes ciencias sociales volvieron sus ojos al mestizaje en la primeraparte de este siglo. Mientras algunos vean ciertos beneficios en l otros abiertamentesealaron el error fatal para el espritu y la riqueza del pas... esta mezcla de sangresempobrecidas y de culturas inferiores determina productos inadaptable... (Lpez de Mesa1955). Desde luego que en la mezcla apareca la contribucin indeseable del negro,anotaba as en una publicacin de 1928 por el poltico y ms tarde presidente de ColombiaLaureano Gmez:

    El elemento negro constituye una tara. En los pases de donde l ha desaparecido,como en la Argentina, Chile y Uruguay, se ha podido establecer una organizacineconmica y poltica con slidas bases de estabilidad.

    El desarrollo de la raza

    La aparicin de una ley de inmigracin en el congreso de la Repblica de Colombia en1922 concret entonces el triunfo de la ideologa del blanqueamiento como condicin parael desarrollo de la raza. La ley 114 anunciaba que para propender al mejoramiento desus condiciones tnicas, tanto fsicas como morales, el poder Ejecutivo fomentar lainmigracin de individuos y familias que por sus condiciones personales y raciales nopuedan o no deban ser motivo de precauciones. Y ms adelante, la ley reiteraba que:

    queda prohibida la entrada al pas de elementos que por sus condiciones tnicas,orgnicas o sociales sean inconvenientes para la nacionalidad y para el mejordesarrollo de la raza.

    En el marco de la ideologa socio racial del blanqueamiento y de progreso del pas,la intencin de la ley era aumentar el nmero de individuos blancos para atenuar elmestizaje impregnado de elementos no blancos. A mediados de este siglo, los reflejos de

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    foros nacionales e internacionales (1989 a y b, 1990 a) parecera relacionarse por un ladocon la ideologa del blanqueamiento de que para progresar es necesario superar laidentidad tnica , y por otro, adquirir la de la clase social. Desde luego que estas ideacionesson similares a aquellas de la derecha que desde finales del siglo pasado predica que para

    progresar hay que blanquearse dejando de ser indio o negro mediante el paso por elmestizaje.

    Frente a las posiciones de estos dos bandos de ilustrados que justifican elaniquilamiento cultural tnico en pro del progreso, de la modernizacin o de la revolucin,las reacciones de indios y negros en su calidad de tnicas ha sido la desvinculacin. Por unlado, de los proyectos revolucionarios y por otro de los programas de integracingubernamental. Estos en los ltimos aos se han insertado como molinos dehomogenizacin de la identidad cultural y para sus afectos actan en regiones enfocadashomogneamente como el hbitat de clases rurales o urbanas populares. As, en laadministracin de programas se ignoran especificidades como las formas de transporte enzonas tan vastas como el litoral Pacfico, poblado por un 90 % de gente negra cuyaprincipal va de movilizacin son ros y esteros. El testimonio de este tratamiento deinvisibilidad aparece en el Plan nacional de Rehabilitacin, esbozado durante laadministracin del Presidente Belisario Betancur y expedido con mayores agravantes por laPresidencia de Virgilio Barco con fecha de 1988, donde ni siquiera aparece mencionada lapalabra canoa (Arocha 1989 a).

    En el campo de la legislacin, en relacin con los territorios que durante siglo ymedio han ocupado generaciones de mineros negros en el litoral Pacfico, otro testimonioes el despojo que se orden mediante el cdigo de minas con el decreto 2655 de 1988. lasituacin de muchos habitantes en esa rea era la de colones en terrenos baldos que porcarencias de conocimiento jurdico no registraron sus derechos a reclamar los terrenos desu asentamiento secular modelado por la herencia consuetudinaria de sus troncos deparentesco (Friedemann 1985). No puede decirse que las instancias gubernamentales noconocieran este hecho. En 1972 y aos subsiguientes, el respectivo Ministerio de Minas yla opinin pblica nacional fueron informados de los detalles de la investigacinantropolgica que descubri la existencia tal de organizacin social como una creacinadaptativa de selva aurfera en el seno de una regin cultural de dispora africana enColombia. Sin embargo, ello fue ignorado. Tanto como la deliberaciones y conclusionesde la Organizacin Internacional del Trabajo, OIT, expedidas en el decenio de 1950 yratificadas en 1980, a las cuales Colombia se ha adherido. En ellas, se establece elreconocimiento territorial de los espacios ocupados secularmente por comunidades negras.No obstante, las peticiones elevadas en el decenio de 1980 en torno al reconocimientofactual y entrega de tales territorios, el Instituto de Reforma Agraria en Colombia lasrechaz. En tanto que la industria privada interesada en los recursos madereros del reaespecfica del Atrato en el Choc, ejerci presiones para acallar el reclamo de lascomunidades negras. El curso de eventos actualmente seala situaciones de conflicto conintereses multinacionales en el uso de recursos, que ya empiezan a delinearse.Identidad y tecnologa

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    Una reflexin sobre los desafos que la modernidad y la tecnologa actual en el escenariointernacional plantean a culturas tradicionales como las de algunos grupos tnicos indios ynegros en Colombia no ha tenido suficiente cabida en los mbitos donde se dibuja el futurodel mundo. Mucho se habla de la proteccin del medio ambiente y del pnico frente a lo

    que se ha venido a llamar El fin de las especies (Andrade 1990). Sus sntomas aparecen endiversos lugares de Colombia, considerada en el mundo como una potencia bitica deecosistemas frgiles entre cuyas regiones estn el Choc y la Amazonia. Que son el hbitatde grupos tnicos cuya historia cuenta con proceso de experimentacin y d conservacinautctonos muy levemente reconocidos en marcos de identidad cultural y mucho menos enprogramas de desarrollo.

    La irrupcin de planes de desarrollo con capitales y tecnologa multinacionales enreas como la del Litoral Pacfico para intensificar la minera de metales, la cra industrialde camarones y la siembra de palma africana conlleva la tala del bosque tropical y de losmanglares. Y de contera la expulsin de la gente negra en mayora que all ha vivido.Mientras que las tierras que eran de troncos de parientes pasan de baldos a la propiedadde consorcios o asociaciones privadas, por efecto de la nueva legislacin, se desprecia lacontribucin que estos grupos han hecho en el manejo del medio ambiente (Arocha 1990a, Gonzlez 1990). A primer vistazo, el impacto de la modernidad en trminos detecnologa industrial resultara en emigracin de poblaciones humanas. Pero el alcanceentre otros es el del aniquilamiento de especies y del conocimiento autctono sobre laexistencia de variedades de plantas tropicales. Desde luego que algunas recientemente hanentrado a hacer parte de experimentacin agronmica y gentica para nutrir grandes centrossituados en la Orinoquia y en el valle del Cauca, que exportan germoplasma del hemisferiosur hacia el norte (Arocha 1990 b).

    Descontando el significado de este hecho en el escenario colombiano de laidentidad y afirmacin de los valores creativos de futuro para las culturas indias y negras,quedan interrogantes en torno a la calidad de las relaciones de dominio entre los mundosque han sido protagonistas del llamado encuentro hace 500 aos. La exportacin degermoplasma no slo de pases suramericanos sino africanos es un ejemplo de lapolarizacin entre el norte y el sur del hemisferio en el nuevo orden internacional deltrabajo: mientras en los pases del noreste se estimula la produccin de ideas, los del surparecen plegarse al ensamblaje y exportacin de bienes ordenados por los primeros(Arocha Ibdem).

    Identidad y reivindicacin

    Es cierto que a partir del decenio de 1980, y jalonados por la celebracin del PrimerCongreso de la Cultura negra de las Amricas, que tuvo lugar en Cali, en 1977 respaldadopor UNESCO, surgieron grupos de reflexin en torno a las consecuencias del encuentro demundos a partir de 1492. un nmero de organizaciones de gente negra iniciaron trabajos entorno al reclamo de sus derechos culturales y sociales. No obstante, los sistemas decomunicacin y educacin como la universidad, la escuela, las iglesias, los muesos, la

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    televisin o la prensa han sido inmunes a los reclamos de individuos y grupos en torno avisibilizacin de la cultura negra, sus contribuciones y creatividad en la formacin de laidentidad de amplias regiones colombianas. En el reciente llamado poltico para unaconstituyente de todos los colombianos propiciado por la Presidencia de la Repblica, la

    subcomisin 4.6 sobre Igualdad y Carcter multitnico como parte de la Comisin deDerechos Humanos, propuso consagrar el principio de igualdad en origen, raza, color, sexo,religin, idioma, lengua, opinin poltica y posicin econmica o social. Peroseguidamente al aadir la propuesta sobre el reconocimiento de carcter multitnico de lanacin, especific: el respeto a las autoridades de la cultura indgena, as como a lapropiedad de las comunidades indgenas sobre las tierras de resguardo.

    Anotar la especificidad indgena en este contexto de multietnia, equivale a poner en juego encubierto nuevamente el concepto de mestizaje para todos aquellos grupos que nosean indios. Lo cual facilita jurdicamente la permanencia de la invisibilidad de la culturanegra y un trato asimtrico de las propuestas constitucionales de igualdadpara las etniasdistintas a la indgena.

    En la prctica de la vida cotidiana, el reconocimiento y el encuentro individual ycolectivo del presente y del legado africano entre muchos colombianos constituyenurgencias no solo para los grupos negros. No obstante, el requerimiento de ms premura esel apoyo institucional que siga construyndose entre las mismas comunidades colombianasy aquel extremo que provenga de otros grupos y de la comunidad internacional.

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    Los Negros y la Nueva ConstitucinColombiana de 19911

    JAIME AROCHA RODRGUEZ

    Antroplogo, PhDProfesor Asociado,Departamento de Antropologa,

    Universidad Nacional de Colombia

    Gente y No Gente

    Hacia el medio da del 26 de mayo de 1991, en el saln del Consejo Municipal de Cali,ciudad agroindustrial del suroccidente colombiano, Juan de Dios Mosquera termin suanlisis de la discriminacin, afirmando que, con seguridad, la constitucin que comenzaraa regir 39 das despus reiterara una de las aberraciones de la carta de 1886: excluir de lanacin a los descendientes de los esclavos trados de Africa desde el siglo XVI hastamediados del XIX. El fundador del Movimiento Nacional Cimarrn se diriga a uncentenar de adalides y campesinos del litoral Pacfico y la zona plana del norte deldepartamento del Cauca en una jornada que se llam Los Negros ante la Constitucin. Laorganizacin Viva la Ciudadana haba hecho la convocatoria en el marco de una campaade concientizacin poltica. Sin embargo, los congregados ms bien aspiraban a cuestionarla forma como los constitucionalistas indgenas, los de la Unin Patritica y los de laAlianza Democrtica M19 estaban defendiendo las aspiraciones de los negros2. Quedaronatnitos porque como interlocutores no hallaron a quienes haban considerado merecederosde sus votos3. En su reemplazo, los representantes a la Asamblea enviaron a algunos de susasesores, quienes optaron por guardar silencio ante la avalancha de reclamos.

    Este insuceso y la reiteracin del carcter excluyente de la nueva carta, tienen que ver conel desmonte imperfecto del sistema de castas socioraciales que rigi a lo largo de la coloniaespaola: su nomenclatura racial podr haber desaparecido, pero no las conductasdiscriminatorias asociadas con ella. Al reflexionar sobre el proceso, he hallado que las

    1 En su edicin de marzo de 1992, con el ttulo Afro-Colombia Denied, y dentro de su nmero especial TheBlack Americas, 1492-1992, la revista norteamericana Report on the Americas, Nacla public una versinde este artculo en ingls. El doctor Orlando Fals Borda escribi a sus editores la carta que AN traduce yreproduce al final de este artculo, con la respuesta del doctor Jaime Arocha.2 Como resultado de los acuerdos de su paz suscritos en marzo de 1984, entre las Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Colombia y el gobierno del presidente Belisario Betancur surgi la Unidad Patrtica, con

    independencia del Partido Comunista de Colombia. Fracasados esos acuerdos y pese a los asesinatoscometidos contra un nmero significativo de sus militares y de dos de sus candidatos presidenciales, esepartido poltico contina participando en los debates electorales. Por su parte, la coalicin que naci en 1990,despus de que los guerrilleros del Movimiento 19 de Abril entregaran sus armas y retornaran a la vida civil,recibi el nombre de Alianza Democrtica M19 y hoy constituye una fuerza poltica significativa.

    3 La antroploga Nina S. De Friedemann y yo interrogamos a representantes de varias organizaciones de losgrupos negros acerca de las razones por las cuales no haban apoyado a Carlos Rosero, quien en octubre de1990 se lanz como candidato para representarlos en la Asamblea

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    taxonomas espaolas se basaban en intrincados clculos cuantitativos y pobalsticos, loscuales requeran detallar las caractersticas somticas de una persona y contrastarlas con lasde tipo ideal que le daba sentido a la categora en cuestin. Ello a fin de concluir si eseindividuo perteneca o no dentro de tal agrupacin. Estos conjuntos intrincados fueron

    sustituidos por unos ms elementales, de operaciones binarias y numricas4

    basadas ensimples sumas y restas. La paradoja que enfocar aqu consiste en que la sencillez de lasultimas parece haber aumentado la eficacia del proceso de troqueaje cultural de los patronesescisin, a cargo de los sistemas educativos y de comunicacin de masas. De ah lapersistencia de la discriminacin , el ocultamiento y la exclusin de los negroscolombianos, an entre acadmicos e insurgentes radicales.

    Los sistemas de clasificacin sociorracial desarrollados por los espaoles yportugueses durante la colonia originaron un intrincado conjunto de denominaciones quedaba cuenta de tonalidades de piel, forma de nariz, pelo, ojos y estatura . se trataba de unsistema de calculo analgico y probabilstico capaz de discernir cmo los tipos fsicos sealejaban o acercaban del blanco europeo. Al analizar el tratamiento que le conceda a losdescendientes de los esclavos negros trados desde frica, la antroploga Nina S. deFriedemann (1991) habla de trminos como el dequintern o cuartern que se usaban paradenominar a los descendientes de blancos que tuvieran ya fuera la quinta o la cuarta partede sangre negra. Agrega ella que cualificaban la ascendencia mediante taxones como elde tente en el aire,para el hijo de unquintern con unacuarterona, y el de saltatrs,descendiente de unquintern y una mulata. El de negro ladinono slo precisaba lapureza racial del observado, sino que calificaba el dominio que esa persona tuviera de lacultura peninsular. No piense el lector que intento adherirme a la taxonoma hispano-lusitana. Ella la infortuna misin de darle vida a un sistema vertical de castas socioraciales,tan impermeable que indios, negros, o mulatos podan ser sancionados con todo el peso dela ley si no usaban las prendas descritas o se atrevan a arrodillarse en los reclinados de lasiglesias (Friedemann y Arocha 1986: 185-197).

    Me interesa subrayar dos aspectos. Primero, las ventajas que represent la adopcinde terminologas que permitieran distinguir tonalidades. Taxones basados en operacionesmas complejas que las de suma y resta numrica que facultaban manejar cantidades dediversidad fsica, correlacionados congrados de diversidad culturaly por lo tanto,otorgarle peso y funciones a la identidad dentro de los trascursos cotidianos y polticos. Y

    4 En su libro Espiritu y naturaleza, al analizar las continuidades del proceso evolutivo, el antroplogobritnico Gregory Bateson hall pertinente diferenciar los nmeros de las cantidades porque(pag. 44),

    [los primeros] son el producto del recuento; las [segundas,] de la medicin, [Estos son...] exactos, porqueexiste una discontinuidad entre cada entero y el siguiente; entre dos y tres un salto; pero en el caso de[aqullas...], no existe ese salto, y por eso [no son exactas...], puede tener[...] tres tomates, pero jams podrstener exactamente tres litros de agua.

    [...][...] el nmero es el mundo de la pauta, [...] y el clculo digital; la cantidad es el mundo del clculo ana lgicoy probabilstico.

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    en segundo lugar, que este instrumento para reconocer y salvaguardar lo diverso se fueperdiendo con los movimientos de independencia.

    Mestizaje homologanteEl proceso de liberacin de Espaa resulta impensable sin recurrir a la trada que losfranceses formaron uniendo igualdad, fraternidad y libertad. Para algunos, el que AntonioNario hubiera importado estas ideas figuras entre la causas del rompimiento (Ocampo1979:23). Para otros, excusa. Para ambos fuente del mito referente a que el mestizaje actucomo instrumento de liberacin. Se le dio vida argumentando que, pese a la rigidez de lascastas espaolas, la falta de mujeres, las relaciones paternalistas con los de inferior rango yla bsqueda del ascenso social mediante elblanqueamiento de los hijos, fundieron aindios, negros y blancos en una nueva reza de iguales, la mestiza5. Esta adicin simpledaba al traste con el anterior calculo de probabilidades, el delineo de cantidades y laformulacin de analogas.

    A lo largo del siglo XIX, la confluencia de mestizaje e igualdad le imprimi uncarcter muy peculiar a la interpretacin colombiana de la nocin de libertad. as, alconvertir en iguales a los indgenas estos perdieron su estatus de protegidos y con el losresguardos de dominio comunitario que la Corona les haba concedido, para frenar suaniquilamiento a manos de las empresas extractivas coloniales (Friedemann y Arocha1986). Y para los negros, la independencia tan solo significo que los nios concebidos despues del rompimiento con Espaa podran llegar a ser libres (Tirado Mejia 1978:64). As el1851 se hubiera abolido la esclavitud, a los restantes se les sigui tratando como si losCdigos Negros a un estuvieran vigentes. Tales estatutos que permitan a los amos tratara sus esclavos como si fueran mercancas mutilables y torturables (Friedemann y Arocha1986:199 y Comisin de Estudios sobre la Violencia 1987:105-109).

    Muchos consideran que durante la segunda mitad del siglo XIX, a los negros les fueaun peor: despus de las leyes de manumisin, se promulgaron las de vagancia. De estemodo, ya quien adquira su calidad de libre, as fuera sin capital ni herramientas, podrasalir quizs de aquella hacienda con trapiche para moler caa donde haba trabajado de sola sol, de inmediato podra ser reincorporado a la fuerza laboral de la misma empresa.Bastaba la acusacin de habrsele hallado vagando por los caminos de la patria(Friedemann 1991).

    5 Para muchos, la fusin de las tres razas, no solo es fuente de igualdad, sino de fortaleza sobrenatural. As,siguiendo a Jos basconcelos, fals borda (1979:151B) habla de laraza csmica y le atribuye un papelfundamental en la formacin de la sociedad antiseorial de la llanura caribe. Por su parte, Carlos Pizarro(1989: 15), ultimo comandante del M19, asesinado en mayo de 1990, mientras desarrollaba su campaapresidencial, escribi sustres rectificacioneshacia la democracia alentado por (...)la confianza en lasvirtudes de esta nacinmestiza (... y por) la tenacidad que nuestra mujeres ha sembrado en nuestraraza (...)(el nfasis es mo)

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    El intento de generalizar la propiedad privada, apelando al derecho ciudadano de laigualdad, tropez contra la estructura agraria que haba imperado en regiones como las delCauca. All, el rgimen de la gran hacienda era impracticable sin que los terratenientestuvieran acceso a la mano de obra indgena concentrada en los resguardos. Por ello y

    tambin por la beligerancia con la cual algunas comunicaciones defendieron sus derechoscomunitarios, se promulgo la ley 89 de 1890. reconoci la identidad histrica y cultural delos indios as como los derechos territoriales y polticos asociados con ella. Los primerosmediante la ratificacin de los ttulos coloniales sobre las parcialidades comunitarias; lossegundos, legitimando los cabildos de los indios elegan para autogobernarse conautonoma de los poderes centrales. Sin embargo, ambas facultades cesaran tan pronto losindios de integraran al contexto nacional, es decir, a medida que se mestizaran.

    Hasta 1991, esta ley fue la excepcin al ordenamiento constitucional adoptado en1886. El cimiento de esta cara consista en un sistema de calculo digital en el cual elnmero uno gente equivala a los mestizos y el cero no gente a los indios. Y hastaquedo especificado con ideal de progreso el que los colombianos llegaran a convertirse enuna sola raza, hablante de una sola lengua y creyente de un solo Dios.

    Este malabarismo binario ha requerido ocultar la existencia, por una parte, deaquellos descendientes de los esclavos importados de frica que, por razones deaislamiento geogrfico o de resistencia poltica no tuvieron hijos ni con blancos, ni conindios. Y por otra parte, de los pueblos que Friedemann considera impregnados de culturaafroamericana. Los primeros suman el diez por ciento de la poblacin colombiana. Lossegundos, el veinte se simula pues la inasistencia de dos cifras poco despreciables al ladode 2% que representan los indios dentro de la totalidad de los colombianos.

    Creer para ver

    La prestidigitacin digital no puede entenderse sin la hiptesis esbozada por el ya citadoGregory Bateson (1991), en el sentido de que hay creencias capaces de determinar laspercepciones. Ha sido posible hacer invisible la diversidad de lo no indio gracias a ladifusin y consolidacin de la idea de que la colombiana, es una nacin de mestizos y deque el mestizaje representa una fuerza democrtica. Nocin que se construye partiendo deque la igualdad de derechos es incompatible con la salvaguarda de la identidad. Dicho deotro modo, que el acceder a ellos, requiere ni percibirse a s mismo como persona distinta,ni manifestarse como miembro de un pueblo diferente.

    La eficacia del sistema educativo y adoctrinativo que rige al pas es tan alta, que nisiquiera la insurgencia ha descubierto que mientras la palabra mestizaje haga nfasis en elsentido del surgimiento de una masa homognea, har invisible la diversidad, negar elderecho a disentir y a no ser excluido por desviarse de lo normal. Esa conductacontradictoria se ha hecho palpable en los ltimos dos aos, a raz de un proceso que paramuchos ha sido trascendental. Como resultado del plebiscito que se llev a cabo el 27 demayo de 1990, el presidente Csar Gaviria inici su mandato con el compromiso de

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    convocar una Asamblea Nacional Constituyente que reemplazara la carta de 1886. Laeleccin de delegatorios se cumpli el 9 de diciembre de 1990 (Fals Borda 1991:46-59).Por primera vez en la historia colombiana, un cuerpo pblico nacional incluyrepresentantes de minoras tnicas, religiosas y polticas: un indgena guambiano y uno

    ember, un pastor evanglico y casi tres decenas de ex-guerrilleros del Movimiento 19 deAbril, del Ejrcito Popular de Liberacin, del Partido Socialista de los Trabajadores y delgrupo armado indianista Manuel Quintn Lame, todos ellos en trance de reincorporarse a lavida civil , despus de haber pactado la paz con el Estado, entre enero de 1989 y febrero de1991 (Ramrez 1989, 1991)6.

    La agitacin se vena dando desde enero de 1989, cuando el M19 manifest suvoluntad aceptar el plan de desmovilizacin y reincorporacin formulado por el gobiernodel presidente Virgilio Barco en octubre de 1988. una de las condiciones de los insurgentespara reinsertarse a la vida civil consista en que se hablara de la redefinicin del marcoconstitucional. Para ello, se puso en marcha el mecanismo de las Mesas de concertacin yanlisis que hasta el 20 de julio de 1989 trabajaron sobre aspectos de orden pblico,transformaciones socioeconmicas y reformas constitucionales. Esa tarea de imaginar unanacin incluyente continu en octubre de 1990 dentro de las comisiones preparatorias de laAsamblea Constituyente que la presidencia de la repblica convoc.

    Asimetra y exclusin

    Como parte de ese foro antecedente del evento principal, deliber una Comisin deDerechos Humanos, la cual inclua la Subcomisin de Igualdad y Carcter multitnico. Sumbito estuvo dominado por la visin asimtrica y excluyente de la identidad histrico cultural diferenciada como una condicin tan solo alcanzada por los indios. Al inicio delas sesiones, las organizaciones indgenas revivieron el argumento desarrollado por uno desus asesores, Vctor Daniel Bonilla (1989): tan solo los indgenas poseen las credencialesterritoriales, histricas, sociales, legales y polticas para merecerse el reconocimiento dederechos concordantes con su identidad. Recurre a la vieja estratagema de ocultar variosregistros: el primero, de carcter etnogrfico, toca tanto a la territorialidad que los negroshan ejercido en comunidades de ambos litorales, en el valle del Pata y en la zona plana delnorte del Cauca, como a la solidez de las organizaciones evidentes en esas regiones(Friedemann 1985, 1987, 1989; Friedemann y Arocha 1986; Ussa 1989). El segundo,histrico, se refiere a los 300 aos de esa forma de huida rebelde y subversiva que seconoce con el nombre de cimarronaje y la cual extendi fortines militares autnomosdenominados palenques, por los valles de los ros Magdalena, Cauca y Pata, as como porel litoral Pacfico (Friedemann 1985: 31-50). El tercero, poltico, tiene que ver con lasorganizaciones clandestinas que desde el siglo XVI conformaron los esclavos negros para6 Se lleg a pensar que de la Coordinadora Nacional Guerrillera Simn Bolvar, las FARC tomaran parte enla Asamblea Nacional Constituyente, sin embargo, el deceso de uno de sus comandantes, Jacobo Arenas y lasintransigencias de los dems afiliados con la Coordinadora abort un intento que habra detenido deldesangre, los secuestros y los atentados dinamiteros contra instalaciones petroleras y redes elctricas que hancaracterizado la violencia poltica en 1991 y lo que va corrido de 1992 (Ramrez 1991).

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    hacer pactos con sus deidades y otros aliados y confabularse contra sus dominadores(Friedemann 1989). Los ltimos respondieron de mltiples maneras: Inquisicin enCartagena, militarizacin de pueblos como los del norte del Cauca o desaparicin forzadade adalides. As hicieron con quien adoptara el nombre de Kunta Kinte y el 26 de mayo de

    1987 condujera el paro cvico de Quibdo, capital de un departamento del Pacfico negro, elChoc7

    Romper la exclusin a la cual, en el recinto de las reuniones preparatorias de laAsamblea Nacional Constituyente, sometan a los grupos negros tom largas horas dediscusin. Como resultado de este proceso se obtuvo un articulado de compromiso, el cualfue firmado por las organizaciones indgenas y negras que se haban hecho presentes,adems de sus asesores y abogados y de aquellos que asistimos en calidad de acadmicos(vase el texto correspondiente en Documenta de este nmero de Amrica Negra). Pese asus limitaciones, en primer lugar, el acuerdo logr eliminar la distincin que lasorganizaciones indgenas haban introducido entre pueblos indgenas y grupos tnicos.Magnificaba por su carcter constitucional, y por lo tanto difcilmente modificable, ladiferenciacin le haca eco a la insistencia ya mencionada de Bonilla en cuanto a unasupuesta superioridad organizativa de los indios. En los alegatos se seal como enColombia una de las manifestaciones de los patrones de escisin socioracial consista en lamarcada escasez tanto de estudios antropolgicos, histricos y sociolgicos acerca de losnegros colombianos, como de trabajos prcticos en asuntos de poltica y territorialidad. Semostr cmo, al tomar a los amerindios como sus sujetos de estudio privilegiados, si noexclusivos, la antropologa creaba un vaco capaz d distorsionar la forma como se percibenla capacidad organizativa y de movilizacin poltica de los negros. Este tipo de exclusinha dejado su impronta en polticas estatales como las del Plan Nacional de Rehabilitacin,para el cual en Colombia las nicas autoridades tradicionales capaces de representar a lascomunidades de base en los respectivos consejos son las de los indgenas (Arocha 1989).En segundo lugar, los artculos de compromiso ampliaban la concepcin territorial tnicaabrindole opciones de dominio comunitario a los pobladores ribereos del litoral pacfico,entre otros grupos. Por ltimo, rompa el carcter restrictivo de la etnicidad, de manera talque se le daba espacio a la alternativa de imaginar, por ejemplo, programas estatales deetnoeducacin y etnomedicina en poblaciones no indgenas.

    Hemos formado, pero no acataremos

    Empero, el documento de compromiso no tuvo los efectos deseados. Al terminar la ltimasesin de la Subcomisin , con otros participantes, o a varios miembros de la OrganizacinNacional de Indgenas Colombianos diciendo: hemos firmado, pero no acataremos. Porsu parte, el constitucionalista Lorenzo Muelas lo releg al olvido. Constat este hecho a

    7 Las organizaciones de los pueblos negros y los representantes del Movimiento Cvico no se cansan dedenunciar este atropello. Escenarios de este reclamo justo, pero no respondido por las autoridades han sido,entre otros, las Mesas de Concertacin y Anlisis con el M19 y el foro Los Negros ante la Constituyente alcual hice referencia al inicio de este artculo.

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    partir de la intervencin de varios delegatarios constitucionales en foro sobre universidad yviolencia que la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional auspici enfebrero de 1991. uno de ellos, el socilogo Orlando Fals Borda, representante de la AlianzaDemocrtica M19, le critic a profesores y alumnos su baja participacin en las actividades

    de la Asamblea Nacional Constituyente. Quienes habamos actuado en las Comisionespreparatorias objetamos el cargo de Fals y aprovechamos para sealar la importancia de losdocumentos redactados a finales de 1990, en ese escenario. Nuestra reaccin motiv aVctor Daniel Bonilla, asesor del constitucionalista por las Movimiento de AutoridadesIndgenas del Sur Occidente, Lorenzo Muelas, para contactarme y averiguar sobre eldocumento al cual yo me haba referido en el foro de la Universidad Nacional. La reunintuvo lugar el 13 de marzo de 1991 y adems de Bonila y Muelas, participaron otrosindgenas y asesores de ellos. Como manifestaron no conocer el documento de laSubcomisin de Igualdad y Carcter Multitnico, hicimos fotocopiar el ejemplar que yohaba llevado. Durante dos horas expliqu su sentido y di los nombres de los adalidesnegros que haban participado en la Subcomisin y de quienes continuaban buscando lograrque la nueva carta salvaguardara los derechos tnicos de los negros.

    No obstante haber dejado ese encuentro con la sensacin de haber sido escuchado,en abril constat lo contrario. El cuarto da de ese mes, los constitucionalistas Muelas yFals leyeron una propuesta de articulado intitulada: De los Pueblos Indgenas y Grupostnicos (Los Documenta de esta edicin de Amrica Negra reproducen ese texto). No soloreiteraban la distincin en contra de la cual un buen nmero de subcomisionados de lassesiones preparatorias se haba manifestado, sino que no le reconocan la etnicidad a lamayora de los negros colombianos. Reservaron sta tan slo para los pobladorestradicionales del Archipilago de San Andrs, Providencia y Santa Catalina. Adems deello, la sustentacin de sus propuestas persisti en idealizar a los indgenas en desventaja deotros grupos en referencia a asuntos tan delicados como la autonoma poltica, el ejerciciode una territorialidad comunitaria tradicional, la consolidacin de formas organizativaspropias en lo familiar, social y comunitario, y en el manejo racional del entorno fsico. Eneste caso, el desconocimiento de la documentacin pertinente no puede esgrimirse paraexplicar la forma como qued disimulada la ecosofa que tambin enmarca las formaspolifnicas de adaptacin desarrolladas por los negros, en respuesta a la incertidumbre deun mbito tan frgil como el del litoral Pacfico (Arocha 1991=).

    Discriminacin reiterada

    La negativa a reconocer y concederle a los negros un estatus y unos derechos emanados dela tradicin histrica no es una conducta ni nueva ni excepcional. Con insistencia, enligares como el litoral Pacfico, individuos, instituciones y organizaciones pro-indgenashan luchado por la delimitacin de la territorialidad sin tener en cuenta los siglos deocupacin negra (Arocha 1989). Muchos asesores de indios tienden a coincidir en latendencia gubernamental de catalogar a los tradicionales pobladores negros comoinvasores o colonos en tierras baldas y, en consecuencia, requerir su expulsin. Se trata depolticas cuyo corte Hctor Daz Polanco denomina cuartomundista, por cuanto coinciden

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    La condicin paradigmtica de los movimientos indianistas de Colombia es difcilde negar. Tampoco su protagonismo dentro del reemplazo de la constitucin de 1886. sinembargo, resulta frustrante comprobar que dentro de este ltimo proceso, los consejeros yasesores de las organizaciones indgenas no hubieran coadyuvado para que en el mbito de

    la Asamblea Nacional Constituyente se superara el empleo de taxonomas sociales binariasy simples. Tales formas de clasificacin tienen una alta capacidad de enmascarar formas dediversidad, que, como las de los pueblos negros, son frente primigenia de disentimiento.Hecho grave, si se tiene en cuenta que la ausencia de disenso hace vaca la prctica de lademocracia. Pero adems de ello, que hubieran desperdiciado una oportunidad histricanica para romper ese cuartomundismo excluyente que le impide a los pueblos no indiosadherirse a los procesos de fortalecimiento histrico y cultural que hoy por hoy surgen entodo el mundo a medida que se erosiona el totalitarismo.

    Comentarios

    Orlando Fals Borda, abril 12 de 1992

    El artculo bien intencionado de JaimeArocha (Nacla Report on the Americasvol. XXV, No. 4) merece de mi parte lossiguientes comentarios:

    Respuesta

    Jaime Arocha Rodrguez, junio 4 de 1992

    Esta respuesta se enmarca dentro de miinters por la formacin y transmisin dehbitos, en este caso relacionados con la

    percepcin y trato de quien es distinto.

    (1) No particip en ninguna sesinpreliminar de la Asamblea Constituyenteen la cual se acordara una propuesta decompromiso entre las organizacionesindias y negras. As, durante la Asambleano me compromet con ninguna lneaespecfica. Cuando al adalid indio ydiputado a la Asamblea, Lorenzo Muelas,le lleg el momento de hablar a nombre desu movimiento, me levant con l parademostrar mi solidaridad, en vista delpeligro que en la Asamblea, y contra losmovimientos de negros e indios,representaban los poderosos interesesimplcitos.

    (1) El no haber participado en la Comisinpreparatoria de Derechos Humanos, ni ladefensa de la autonoma poltica personalexcusan el haber pasado por alto laPropuesta General de la sub-comisinIgualdad y carcter multitnico. (Ver lasesin Documenta de este nmero). Talpliego hizo parte de la base de datos sobreproyectos constitucionales a la cual losdelegatorios tuvieron acceso preferencial.

    (2) Como es obvio, Muelas y yo nopodamos ignorar la etnicidad de losgrupos negros, pero nosotros y todos losabogados, consejeros y acadmicos,preocupados como el Dr. Arocha, tuvimos

    (2) Fals no capta mi argumento conrespecto a las asimetras. Ni en lassesiones preparatorias, ni en las de laAsamblea parecen haberse halladoescollos para reconocer la etnicidad delos

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    muchos obstculos para definir, desde elpunto de vista jurdico, qu es ungrupotnico o la etnicidad, con el objetode inscribirlo en la constitucin nacional.

    Imagino que ha sido lo mismo en otraspartes en el mundo formal. Empero, hubovictorias para tales grupos en la AsambleaNacional, como explicar de inmediato.

    indgenas. Y si era tan grande ladificultad para encontrarle el sentido jurdico de lo tnico, por qu noconsultaron la constitucin nicaragense o

    la brasilea? Ambas haban resuelto estetipo de problemas entre 1987 y 1988. Enlas sesiones preparatorias, los asesores jurdicos de todas las organizacionesindgenas dieron amplias muestras deconocer esos dos textos. Adems,recibieron plena ilustracin por parte delos representantes de las organizacionesnegras y de los expertos enafroamericanstica. Qu razonesexistieron para no utilizar la ilustracinofrecida al respecto?

    (3) Los antiguos insurgentes de la AlianzaDemocrtica M19 que se convirtieron endelegados, incluido yo mismo, retamos losclculos binarios en etnicidad yconseguimos la aprobacin del artculo 7que reconoce el carcter pluritnico ymulticultural de la nacin colombiana.Este artculo fue una de nuestrasprincipales iniciativas.

    (3) Si en la constitucin, lo multitnicoengloba lo indio y lo negro, por qu lacarta es tan especfica con respecto a losterritorios y representantes polticos de losprimeros, mientras que a los segundos losrelega al artculo 55, el cual es de carctertransitorio? El problema podra tener quever con esa visin del mestizaje comofuerza democratizante.

    (4) En vista de los muchos obstculos enla Asamblea, otra clara victoria para losgrupos negros fue la aprobacin delartculo 55 transitorio, donde por primeravez en la historia de Colombia sereconocen derechos de tierras a lascomunidades ribereas en la regin delPacfico y otros lugares. Introduje esteartculo bajo mi nica responsabilidad y lodefend con el apoyo de los dos diputadosindios y otros. El gobierno colombiano leest presentando al Congreso el borradorde la ley que requiere ese artculoconstitucional.

    (4) El proyecto de ley que menciona Falsdebe emanar de la Comisin para losGrupos Negros, contemplada en el texto delartculo 55 transitorio. Hasta la fecha, esacomisin no ha podido instalarse porque lospolticos tratan de obstruir el acceso real delas organizaciones de los grupos negros.Mientras tanto, persisten la denominacinde baldos para territorios como los delBaud. Hoy figuran sin dueo y, a medidaque avanza la carretera Pereira Tribug,crecen las probabilidades de que los negroslos pierdan, despus de por lo menos 200aos de haberlos ocupado, preservando labiodiversidad de la regin. No es fcilconcebir el que los delegatarios hubieranpersistido en emplear el trmino baldo,sin medir las consecuencias de su accin.

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    los negros como lo hace Fals Borda en eltexto que subrayo en la columna de laizquierda ensea menosprecio e ignora lasrepercusiones de la historia esclavista, as

    como las peculiaridades culturales de lasorganizaciones de los negros.

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    Msica, identidad y creatividad en lasculturas afro-americanas:

    El caso de Colombia1

    EGBERTO BERMDEZMusiclogoUniversidad Nacional de Colombia, Bogot

    Introduccin

    Desde la perspectiva de la historia cultural, la msica ha sido un elemento muy importanteen la formacin, recuperacin y an la invencin de identidades. El proceso de creatividady de innovacin adquiere un especial inters en la msica desde el siglo XVIII. Las nuevasentidades territoriales y las nacionalidades buscaban como adaptar sus tradicionesmusicales a los marcos sociales, polticos y culturales que impona el nuevo orden.Usndolas como fundamento, intentaban delinear culturas con suficientes elementosmarcadores que afirmaran la coherencia de proyectos de identidad colectiva naciones oregionales.

    El caso latinoamericano, especialmente en el ltimo tercio del siglo anterior y elactual, proporciona suficiente material para una reflexin acerca de las complejasrelaciones entre creatividad, innovacin musical y procesos de bsqueda y an invencinde identidades. Sin embargo, desde la perspectiva musical, los casos referentes a lapoblacin de ascendencia africana (con sus correspondientes mezclas con otros grupostnicos) se convierten en los mejores paradigmas debido a que a nivel internacional, losproductos por ellos generados (jazz, rap, salsa samba, reggae, merengue, etc.) se hanconvertido en elementos marcadores de africanidad, afro-americanidad y anlatinidad por excelencia.

    Evidencias Histricas

    Las noticias relativas a la actividad musical de los africanos en tierras americanasprovenientes de fuentes muy variadas. Desde el temprano siglo XVI se sabe de la existenciade esclavos e individuos libres de origen o procedencia africana que habitaban en las tierrasque se iban descubriendo y conquistando en Amrica. Las referencias que se exponen acontinuacin se limitan a tratar algunos aspectos referentes a la cultura y a la actividadmusical de algunos de los grupos, comunidades o sociedades que estos individuos y susdescendientes establecieron en nuestro continente.

    1 Este trabajo es el resultado de mi participacin y de las discusiones que tuvieron lugar en el seminarioMUSIC and Black Ethnicity the Caribbean and South amrica organizado por el North-Sourth Center y laEscuela de Msica de la Universidad de Miami entre el 16 y 19 de Enero de 1992.

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    Mintz y Price (1976:9-10) enfatizan el hecho de que los esclavos que salan delAfrica no componan grupos homogneos sino que eran en realidad gentos (crowds)heterogneos y que slo con el tiempo y a travs de complejos procesos socialesconformaron comunidades que tenan en comn una serie de pautas culturales.

    Los citados autores indican que lo que los esclavos compartan era su esclavitud y quecasi todo lo que crearon fue hecho por ellos mismos. Un elemento importante fue lacreacin de instituciones que se adaptaran a la nueva situacin ya que slo elementosfragmentarios de ellas vinieron con los miembros esclavizados de los grupos que lasposean y dichos elementos no permanecieron intactos ante el choque ofrecido por el nuevocontexto en Amrica. Tal vez una de las instituciones que mejor respondi a estas nuevasnecesidades fue el palenque, comunidad o sociedad cimarrona cuyas manifestacionesculturales y musicales incorporaban elementos extraos a las culturas africanas incluidosde una forma sincrtica a la base cultural africana. Es plausible pensar en que dicha basecultural no fuera muy coherente. Mintz y Price ( 1976: 9-10) la conciben de esta manera:

    Mientras que una inmensa cantidad de conocimientos, informaciones y creenciasdebieron venir en la mente de los esclavos, ellos no pudieron transferir elcomplemento humano de sus instituciones tradicionales al Nuevo Mundo. (...) elpersonal responsable de perpetuar coherentemente instituciones especficas de lassociedades africanas no fue -al menos en cuanto sabemos- transferido intacto a sunuevo contexto.

    Otro elemento fundamental que form parte de esa base cultural fue el lenguaje. LosLenguajes africanos cayeron en desuso en Amrica al perderse el contexto en el cualfuncionaban, sin embargo muchos de ellos perduraron dentro de ciertos contextos rituales yalgo de su vocabulario se encuentra en los lenguajes pidgin (o de trato) aparecidos en elNuevo Mundo o aquellos ya que existentes en Africa. Es importante notar que adems, los pidgin de base portuguesa e inglesa que fueron lenguas muy importantes entre losesclavos en tierras americanas-fueron la base de lenguajes criollos que incluyen elementoslxicos africanos y que continan siendo usados hasta nuestros das. Y en efecto lenguajescriollos (crele) fueron aquellos lenguajes que convirtieron en lenguas nativas de unacomunidad o grupo especifico en su nuevo contexto, algunos dentro del cimarronaje. Deesto son ejemplos entre otros, el lenguaje criollo actual del Palenque de San Basilio enColombia, el lenguajesraran o taki-takide Surinam y el papiamiento de las antillasHolandesas.

    Lo mencionado anteriormente hace que el tradicional modelo de contacto entre dosculturas (Africanas y Europea) consideradas como relativamente homogneas al igualque en muchos casos americanos el modelo tri-tnico (Africa/Amrica Indgena/Europa),merezcan ser revaluados y reformulados, especialmente si son usados desde el punto devista cultural y musical.2

    2 Mintz y Price (1976:4) se limitan a cuestionar el modelo bitnico aunque todas sus observaciones sonpertinentes para aquel que supone elementos culturales de cierta homogeneidad en el contacto entre africanos,indgenas y europeos.

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    El aprendizaje musical por parte de los esclavos estaba en primera instanciamediatizado por su condicin de esclavos y en segundo lugar por el uso que se le debe adicha actividad musical en el proceso global de la aculturacin a la cultura criolla con basehispnica que se consolido en las colonias durante los siglos XVII y XVIII. Como una

    continuacin de la tradicin ibrica de finales del siglo XV en el caso americano fuefrecuente la presencia de esclavos africanos como msicos, especialmente comotrompetistas, clarineros y atabaleros3 en el contexto de la msica militar y la de ceremoniaspblicas civiles y eclesisticas. Desde un comienzo tambin se expidieron normas paracontrolar las manifestaciones musicales entre los esclavos, especialmente cuando estastenan algn contenido ritual. En algunos casos se impona la prohibicin de losinstrumentos adems de severos castigos corporales. Es posible entonces que dentro de esteesquema, la supervivencia de tradiciones musicales africanas se haya concentrado en lospalenques o en grupos aislados que hayan tenido condiciones similares. En trminosgenerales, el esclavo urbano o aquel sometido al trabajo en minas o plantaciones slo pudoincorporar parcialmente algunos elementos africanos a su cultura, delineada como unacultura con un marco catlico pero desde muy temprano con significativos elementos desincretismo. En consecuencia, los estilos musicales afro-americanos actuales tienden sersincrticos en mayor o menor grado, an en la cultura musical de antiguos palenques ogrupos relativamente aislados.

    Por otra parte y de acuerdo con lo expresado por Mintz y Price (1976:cit.), loselementos africanos no se presentan de una forma coherente cada vez que aparecen, amenos de que provengan de una tradicin relativamente reciente, como la de los cultosYoruba y su correspondiente uso de instrumentos musicales y lenguajes rituales en el casode Cuba y Brasil. Algo que aclara un poco esta compleja heterogeneidad en cuanto a loselementos musicales africanos y su presencia en las culturas actuales, es la presencia de ungrupo de instrumentos musicales asociados con un trmino genrico relativo asonido/msica. La palabramarimba contiene el lexemaimba que en algunos lenguajesbant, se refiere a sonido musical. El prefijoma que denota el plural sugiere posiblementeel uso de la palabra marimba para instrumentos u objetos capaces de producir variossonidos y en el caso africano actual se refiere especialmente a los xilfonos (con o sinresonadores) del Africa Occidental y Central. Sin embrago, en Amrica Latina la palabramarimba designa varios instrumentos musicales de diversa ndole, todos de claraprocedencia africana. En primer lugar en algunas regiones de Guatemala, El Salvador,Honduras, Costa Rica, Mxico, Colombia y Ecuador se llama marimba al xilfono conresonadores. Se trata en los diferentes casos de variedades de los xilfonos frecuentes enAfrica Central y Occidental, los cuales en algunos casos reciben el nombre demadimba ytilimba entre otros. En la actualidad se encuentra en las zonas ya mencionadas aunqueexiste evidencia histrica de su presencia en Per, Venezuela y Brasil antes del siglo XIX.Por otra parte en Colombia y Brasil al arco musical sin y con resonador se le denomina3 Dentro de la tradicin de msica ceremonial espaola, las trompetas y clarines eran siempre acompaadospor instrumentos membranfonos como los tambores cilndricos (cajas) que usaban los msicos de a pie, aligual que los atabales o timbales usados por los msicos de a caballo. Con respecto a las caractersticasorganolgicas y la funcin de los instrumentos mencionados, al igual que de otros usados por estos grupos verBermdez (1985)

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    respectivamentemarimba y barimbau(palabras ambas relacionadas con el lexema bant yamencionado), este tambin un instrumento africano especialmente caracterstico de lasculturas musicales del Africa Central y suptentrional,. En tercer lugar en algunas islas delCaribe (Cuba, Curazao) y en Colombia se usa una variedad de lasanza con resonador a la

    que se le llamamarmbula. En algunos lugares de Africa este instrumento se denominambira nombre que est claramente relacionado con los dos anteriores. En esencia la nocoherencia de las supervivencias o elementos residuales africanos en la culturas afro-americanas actuales puede ser corroborada por la polivalencia de la palabramarimba entrminos musicales en contextos regionales sujetos a diferentes condiciones de desarrollocultural, histrico y social y en grupos a los cuales no se les puede atribuir una procedenciaafricana comn.

    La no coherencia en cuanto a los nombres de instrumentos musicales se presentatambin en el caso de algunos contextos musicales y gneros de msica afro-americana. Deigual f orma que lo anterior los siguientes casos apoyan las ya citadas hiptesis de Mintz yPrice4.

    Los casos mas interesantes son aquellos relacionados con el uso de ciertas palabrasde procedencia africana para denominar simultneamente contextos y gneros musicales.En Colombia y Panam la palabracumbia (como genero musical y como baile) se hatomado como un importante elemento de la identidad nacional y regional. Es probable queesta palabra se refiera a la msica oda en los palenques o sitios de vivienda de ncleosesclavos dado que en Venezuela durante el siglo XVIII y XIX se daba el nombre decumba los palenques o sociedades y cimarronas. Es evidente que dicho nombre pudo ser aplicadoha dichas sociedades en toda la costa norte de Amrica del Sur ,aunque en Colombia elnombre de palenque parece haber sido el mas arraigado. La percepcin de la msica de lospalenques por parte de los otros sectores de la sociedad colonial estuvo condicionada antetodo por la falta de comprensin de la actividad musical que all se llevaba acabo y enmuchos casos el rasismo y la condicin de inferioridad que consideraba inherente a dichasmanifestaciones culturales esta presente en designaciones relativas a la msica baile y otrasactividades desarrolladas en estos contextos. El nombrebullerengue obviamente asociado abulla, confusin msica desorganizada, ruido y gento es todava el nombre dado a losbailes cantados de alto contenido estilstico-musical africano en la regin costera del nortecolombiano. Lo mismo ocurre con la acepcin de la palabraquilomboen los pases delcono sur, usada actualmente para denotar confusin, ruido, desorganizacin y en la pocacolonial (tambin en Brasil ) palenque o congregacin de esclavos y cimarrones. Elsignificado original de dicho vocablo y sus variante (de probable origen bant) parecehaber tenido que ver con msica o baile pues en algunos pases centroamericanos

    4 existen otros instrumentos (especialmente tambores) de origen africano que tambin conservan nombre deprocedencia africano pero en los cuales se puede observar la misma falta de coherencia en cuanto a lasidentidades y al tipo de instrumento. Laconga (usada en toda el rea caribea aunque de origen cubano) y eltambormina (del rea de Barlovento en Venezuela) se refiere a regiones africanas ( el congo y el puerto deElMina) de las cuales vinieron gran cantidad de esclavo a Amrica. Adems, EN Brasil se conoce comotambor de mina una de las religiones agro-brasileras mas importantes. Ver Carvalho (1988).

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    (Honduras, El Salvador, Costa Rica) sele da el nombre de quijongo a un arco musical conresonad