Levinas - Etica e Infinito (fragmento)

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Capítulo 8 de 'Ética e infinito' de Emmanuel Lévinas

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Emmanuel Levinas

Etica e infinito

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Labalsa de la Medusa, 41

Col ec ci6 n d ir ig id a p or

ValerianoBow

fndice

R ela ci6 n d e a brev ia ru ra s ... 10 .

Primera edicion 1991

Segunda edicicn 20.0.0.

Presentacion de la edicion espanola 11

Inrroduccion de Philippe Nemo 19

Biblia y filosoffa 23

35

43

del ser., 51

~fikcio~ ~

Secreto y 63EI rostro, 71

La responsabilidad para con el otro ... 79

La gloria del tesrimonio.. 87

La dureza de la filosoffa y los consuelos de la re-

ligion. 95

Obras de Emmanuel Levinas., 105itulo original: Etmque et infini

© Fayard et Radio-France. 1982© de la presentacion, traduccion y noras,

Jesus Maria Ayuso Dtez, 1991

© de la presente cdicion, A. Machado Libros, SA. 20.0.0.

Tomas Breton, 55. 280.45 Madrid

ISBN: 84-7774-541-2

Deposito legal: M-41 .521 -2DDD

Visor Forocornposicion

Impreso en E spana - Printed in Spain

Graficas Rogar, SA

Navalcarnero (Madrid)

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Relaci6n de abreviaturas Presentaci6n de la edici6n espanolaI

AE AUTREMENT QU'ETRE OU AU-DELA DE

L 'E SSE NC E; K luw er A cadem ic Publishers, Dcr-

drecht, 1978 [rrad. e ,p ., DOMS].

DEE DE t:EXISTENCE A I:EXISTANT; Vrin, Paris,

1986.

DL DIFFICILE LIBERTE; L e Livre de Poche, 1984.

DOMS DE OTRO MODO QUE SER 0MAs ALLA DE

LA ESENCIA; Slgueme , Salamanca, 1987.

DQVI DE DIEU QUI VIENT A UDEEE; Vrin, Paris,

1986.EDE EN DECOUVRANT I:EXISTENCE AVEC HUS-

SERL ET HEIDEGGER; Vrin, Pari ,,1949.

HS HORS SUJET; Fata Morgana, 1987.

TA LE TEMPS ET t:AUTRE; rur;'1985.TI TOTALIDAD E INFINITO; Sfgueme, Salamanca.

1977.

<lEIantisemirismo ( ... ) no es en modo alguno acciden-

t al : r ep re se nt a l a repulsion qu e el Orro inspira, el malestar

ante 1 0 que viene d e le jo s 0 de orro lugar, la n ec es ic la d d e

matar al OtrO, es decir, de someter a la omniporencia de la

muene 1 0 que no se mide en terminos de Pcder-'.

La xenofobia, por 10 general. ha sido y es objeto de es-

tudio preferememente desde un pumo de vista psicologi-

co. antropologico, hist6rico 0 socioI6gico. Emmanuel Le-

vinas 10 enfoca desde la perspectiva ontologica, en Ia via

abierta por hombres que, como Franz Rosenzweig, pien-

san que «sec judie es sec en exilio-", aun habitando la pro-'

p ia t ie rr a.

Su modo de discutirle Ia primada a Ia onrologla heideg-

geriana ofrece las claves para entender por que no son el

antisemirismo y la xenofobia una eventualidad esporadica,patrimonio de personalidades especiales, sino la caracteris-.

rica de un pensamiento y un modo de ser en el mundo que

algunos' han calificado de sedentario, y frente al cualla exis-

tencia exiliada significa que «el orden de las realidades er!

"1M. Blancher, L'Entretim Irfini. Gal li ma rd , 1 96 9, p. 189.

1F . Rosenzweig, Briefe. p . 3 98 , cirado p or S . M os es , Systeme e t R l vi -

lat ion. La Philosophic d e F r an z R o se n zw e ig . eds. du Seuil, Paris, 1982.

pp. 185 Y226.

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que hay enraizarnienro no guarda la clave de' todas las rela-

ciones a las que debemos responders".

La pasion por 1 0 propio (e l etnocentrismo y el egocen-

trismo) no es ningun accidente, sino la caracrerfsrica cons-

titutiva del Yo. Si este es identico a 5 1 mismo, Io es por-

que puede identificar todo 10 que le rodea, es decir,

hacerlo identico a el, en definiriva, apropiarselo, EntiendeLevinas que el enre no puede renunciar al conatus essendi

sin renunciar a sf mismo, pues esa es su naruraleza, pues

no en eso consiste ser. Pero tambien entiende -y esra es su

tesis fuerte- que el hombre no es sin mas ni mas un «lujo

del ser»", D a en el que el ser se recreara consigo mismo

contemplandose: que la desaparicion de una comunidad

no es condenable s610 ni en primer lugar por suponer

una disminucion en e l inventario de todos los modos de

Ser.

Si bien el hombre no deja de pertenecer al mundo que

habira, no cabe inerustarlo en el convirriendolo en una

propiedad del mundo -en mero «WL»del scr--: su sentido

hay que buscarlo en otra parte, en un «de otro modo que

ser» -y no solo en un «ser de otro modos-i.Resumiendo,

cabria deeir que fa humano del hombre no consiste en su

pertenencia a un mundo -0en su «ex-sisrencia»>, sino en

un estar permanentemente abocado al «afuera» mas exte-

rior, a ese que le anuncia 10 otro par exeelencia: e l otro

hombre, e l extrafio inapropiable. jii, como sostenia Heideg-

ger, 10 aurentico del hombre se cxpcrimcnta en la inhospi-

tali dad, esta solo cs de verdad sentida -entiende Levinas-

frenre al menesteroso, e l unico capaz de sacudirme y cues-

tionarme 0, como decimos corminrnente, de sacarmc de

mis casillas. La necesidad que el otro hombre padece no la

vivo, humanamente, como objeto de percepcion 0 de anali-

sis ecpnornico, sino como demanda, mejor dicho, como

exigencia de auxilio. Adernas, la orden primera que me diri-

ge entrafia una renuncia a mf mismo, a mi natural tenden-

cia a la apropiacion; su primera palabra es: «No mararas»,

Ese mandamiento inaugura redo discurso, 1 0 carga de sig-

nificacion y justicia la busqueda de la verdad. En este senti-do, anterior a la onrologia es la etica, arnerior a la verdad,

la justicia, y previa al errar (das I rren ), el escandalo de la

iniquidad.

Todo esto significa que la pregunta primera que el hom-

bre ha de formularse no es la leibniziana que Heidegger

gustaba recordar: ,Por que hay alga y no mas bien nadal,

sino estas otras. ~Por que exisre e l mal? ,C6mo hacer para

que 10 que es estalle en Bien? EI senti do de 10 humane,

dentro de la eeonomfa del ser, reside pues en perrurbar la

mismidad de esre, en sacudirlo eticamente.

Por otro lado, esta reivindicaci6n de la ctica como filo-

sofia primera -freme a otros aspirantes a tal rango rradicio-

nalmente reconocidos, como es el caso de la ontologia- sig-

nifica discutirle la prioridad a la Total idad y a la dimension

teoretica 0 especufativa de la Razon. A la idenrificaci6n que

el hegelianismo establece entre la conciencia de sf y la con-

c ie n ci a d el t odo , Franz Rosenzweig habta opuesto, en 1917,

el «yo. que soy polvo y ceniza»" 0, 10 que es igual, el yo

como simple mortal para quien su propia muerte siemprecareee de justifieaci6n. La muerte propia no es una simple

nada para e l hombre real; con palabras de Miguel de Una-

muno", «el hombre de carne y hueso, el que nacc, sufre y

3 M. Blanchor, foe. cit ., p. 186.

4 E. Levinas, E n D eco ura nt [e xisten ce a vec H usse rl et H eide gg er, Vein,

Paris, 1949. p. 213.

} F . Rosenzweig, «t'Celula Originaria" de La E str el la d e L a R e de nc io n»

e n E l n ue vo P en sa mien to , La balsa de la Medusa, Visor. Madrid, 1989,

p.23.

6 M. de Unamuno, D el se ntim ie nto trdg ic ode la vida (l912), ed. Lo-

sada, Buenos Aires, 1977, P: 7.

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muere -sobre todo muere- ( ... » ) ) -y no su idea: la humani-dad- siente su muerre como alga, 1 0 cual indica que yo,

«sujero privado normals", sigo ahi sin haber hallado sirio en

el sistema, esto es, sin dar can el sentido que, en el seno de

la totalidad, tiene mi propia muerte, y no fa rnuerte en ge-

neral. Dicho esta vez can palabras del mismo Levinas, «la

muerre es, en ese senrido, el lfrnite del idealisrno-". La pro-ximidad de la rnuerte, que se an uncia en e l sufrimiento,

rnuestra a las daras la pasividad del sujero, quien no se reco-

noce en la muerte, y cuyo caracrer de desconocida denora su

resistencia a la luz, a la conciencia -cuyo imperio dibuja el

idealisrno-. La muerte Hega siempre demasiado pronto -an-

tes que cualquier posible totalizaciori-. Como cementa, a

proposiro del fin de Macbeth -yen clara alusi6n al ser-a-la-

rnuerte heideggeriano-, «Ia rnuerre no es asumida; llega»

simplemenre".

De esa manera, Rosenzweig rescata al yo que el llama

«metaetico», es decir, esa dimension suya refractaria a la To-

talidad, que no se diluye en «la comunidad considerada

como un pedazo de sen) y en la que, «a ] final, roda etica de-

sernbocaba-". Abierta esta via, Levinas la radicaliza. No se

va a trarar ya de oponerle a 1 ser un existente, «hipostasis»

suya, como algo que se afirma frenre a 1 ser anonimo, que se

porie a sl mismo frenre a 1 moralmente neutral «hay», sino

de d esp ose er e ste e nte de su ser. Si ya Rosenzweig reconocla

en la subjetividad la condicion primera del pensarniento -y

no el de obstaculo suyo- cuando escribia que «querernos 6-

losofar como hombres. y no como filosofos-", Levinas se-

iiala en el «des-inter-es» la condici6n humana: ser hombre

equivale a no ser, vivir humanamente significa desuiuirse ...

por el otro hombre.

As], la presencia del hombre en eI seno del ser no equivale

a un lujo de este, sino a su crisis 0 critica, a su conmoci6n y a

su volteamiento a modo de r es po ns ab il id ad p ar a c on e I otro

hombre, del que el yo «es» reben. La subjerividad humana noes autonornia a auto-afirmacion, sino que significa sujeci6n al

orro, quien, de esta peculiar guisa, me singulariza al asignar-

me la irrenunciable tarea infinita de socorrerle y, al mismo

tiempo, me arranca 0 libera del ser (del mfo siempre) que me

embruja -ofreciendorne excusas- al darme fa orden en que

consiste su palabra primera: «No me dejaras morir-". Como

dice el propio Levinas, el yo se declina, antes que en nomina-

tivo, en acusativo ---{jiO bajo la acusacionl-".

7 F . Rosenzweig, lac. cit.

IE . Levinas, L e T em ps e t l 'Au t re , PUF, Paris, 1985, p. 58 [hay rrad.

esp. de Jose Luis Pardo, Paidos, Barcelona, 1993],

'Ibid., p. 61 .

10 F . Rosenzweig, L a E strella de la R eden cio n, trad. esp. de Miguel

Carcla-Baro, Sfgueme, Salamanca, 1997, P' 50.

II Id., Brie/e, p. 718, cirado po c S. Moses, l ac . c it ., P: 34.

11 Porque -escribe Levinas-. «e] prisionero no sabrla liberarse el solo

de su encierro» (el,a souffrance inutile», en L es C ah ie rs de to . nuit Suruei-

l tee, Eds. Verdier, 1984, p. 331, n. 3). Desde este puma de vista, rcsulta

elocuente e I silencio de P laron al comienzo dellibro VII de su Republica

(515e), euando dice, a proposito de los prisioneros encadenados: «Exa-

mina (... ) que pasarfa S l ( .. . ) uno de ellos fuera liberado y forzado a le-

vantarse de repeme ( ... ) > ) para acceder crabajosamenre al mundo noeti-

co. Pero ~que 0 quien habrfa de forzarlo a elloi ~Se rrara del Ursprung

heideggeriano? Segun Levinas, no es tan originario este salro . Anterior a

1a Eigentl ichkeit 0 «aurenticidad», como afronramiento y hacerse cargo

de la finirud propia, es la sensible proximidad del Orro, el eual me suje-

ta a el . Esta significacion prelogica cs la que dora de senrido a mi dis-

curse, a rni logos. Sujecion prelogica que Levinas llama en orro contexte

significatividad del rostra, 10unico capaz de cargar de sentido allengua-

je. EI sent ido que en 10Dicho se mucstra 0 se dice, sin [a existencia con-

creta y exigence del Otro seria in-significante: (Por que y para que/para

quien hablar y decir? No obsranre es comprensible el silencio de Plat6n:(como decir la presencia inmediata del orro si eI es anterior a cualquier

rnediacion que pudiese hacernoslo com-prensiblei La proximidad del

Orro es, pues, pre-logica, si bien foente de todo logos. «L a que sf me

reme es cometer injusticia», afirma Socrates (Gorgias, 522e).

Il E. Levinas, D e otro modo que ser, 0 mas alld de to . esencia, eds. Sf-

gueme, Salamanca, 1987, p. 108.

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,Que pasa entonees con el Ser y con el Yo? ,Puede afir-

marse que la renunciacicn etica implica 1anegacion de am-

bos? A primera vista, asi parece; sin embargo. ya e l viejo

Platen rnostro en el Sofisra (258a-258c) que e l no-ser tam-

bien es, de igual modo que la falsedad y Ia rnenrira juegan

en el juego de la verdad. Hay que hallar, pues, un no-se~

que no se recicle 0 reanude en se c 0 que, siendo, se desbac:_de 0 salga fuera de sf; en dos palabras, se de . Esre es e I asun-

(0. El yo no se niega para, una vez negado, darse: ~que que-

dada en ese caso para dar? Dandose es como eI yo renuncia

a sf, pero rambien como da vida a su primogenitura. Cabe

asi cntender que la etica es una explosion de la ontologla, y

no su negaci6n. No se nata, pues, de abandonar e l mundo

eual angeles que no sornos, sino de reconocerle a la ontolo-

gia un sentido secundario, fundado: «la etica (. .. ) es mas

ontologica que la onrologta, un enfasis de la onrologia»

-son palabras del mismo Levinas'v-. Si puede decirsc quesomos «seres hurnanos», la etica significa que el susrantivo

encuenrre su raz6n de se r en el adjerivo, que el ser se volree

o se convierta en alga humane, es decir, que seam os «seres

humanoss; en pocas palabras, que el hombre lleve a cabo el

estallido etico de Ia ontologia.

Vemos que Ia pregunta acerca del senti do de la moral,

asf enfocada, desemboca en una discusi6n a fondo con toda

la rradicion occidental y con e I primado concedido en ella a

la ontologfa y al saber -aunque esre se lIame «comprender»

heideggeriano-. Y ello porque esa pregunta, que aspira a

mostrar que 10 «perrnirido» no se reduce a 10 «posible-",

arranca, de la lucida constaracion de «l a posibilidad perma-

nente de la guerra-".

Puede opinarse que todo esto no pasa de ser una dulzo-

na monserga, pero tam bien cabe ver en ella el desafio radi-

ca l que interpela a nuestra tradicion y a nuestro mundo -a

nuestro propio ser- para que inaugure otro modo de pensar-se, ya que «es a partir del orden erico (. .. ), como las abstrac-

ciones meraflsicas -esos sonajeros de nuestros juegos rerori-

cos- adquieren una significacion y una eficacia»".

S610 me resta afiadir que 10 esencial de estos asuntos es

tratado en este pequcno Iibro y adernas con la claridad y la

maestrla que 5610la madurez de un pensamiento y un pen-

sador permirc.

14 fd., D e D ios que oiene a /. a idea, rrad. esp. de Graciano Conzalez y

Jesus M.a Ayuso, Caparros eds., coleccion Esprit, Madrid,' 1995.

p. 153. Me pregumo si no es csra la inruicion profunda que subyace al

pensamienro de Wittgenstein y que late en la afirmacion siguiente: « ( . . . )

si un hombre pudiera escribir un l ibro de etica que realmente fuera un

libro de erica, esre libro destruirfa, como una explosion, todos los dernas

libros del mundo». (Conferencia sabre Etica de 1929/30, Paid6s y U.

Auronorna de Barcelona, P' 37; subr. rnfo.)

IS r a . , D e o tro modo que ser. . . , p. 48.

16 rd.• Totalidad e Infinito, Slgueme, Salamanca, 1977, p. 47. «La

guerra es la gesta 0 e] drama del inreres de [a esencia. Ningun ente pue~

de esperar su rurno. Todo enrra en conflicro, a pesar de la diferencia de

regiones a las que pueden pertenecer los rerminos en conflicto. D e esta

manera, la esencia es el sincronismo exrremo de la guerra». (D e otro .

m odo q ue se r:.. , pp. 46-47).

17 D i fJ ic il e L i b er ti , L e Livre de Poche, Paris, 1988, P' 147.

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Acerca de nuestra traducci6n

Observara e I lector la profusion de notas que, a pie de

pagina, acompafian a l texto. Cieno es que pueden resultar

enojosas para una lectura seguida del rnismo, pero nOS .ha

parecido esta una ocasion ideal para, al hilo de las reflexlO-

nes del mismo Levinas, acercarnos a aquellos aspectos de supensamiento que s610 resulraban apuntados en estas coo-

versaciones 0 que daban par supuesros otros desarrollos. De

todos modos, para facilitar la lectura, hemos distinguido de

las del traductor las notas del original frances con un aste-

risco *, por si el lector deseara prescindir de aquellas, "

Para las equivalencias de las abreviaturas, le remirirnos a

la r ef ae i6 n d e a b re vi at ur as .

Antes de terminar, me gusrarla agradecer a Justa, a Elisa

y a Isidoro su interes y su ayuda, y dedi car este trabajo a los

alumnos de 3.° de BUP de 1988-89 del l. B. de Trujillocan quienes -espero que ellos no piensen que «contra

ellos,)- ernpece a estudiar y a traducir este libro.

Introducci6n

Jesus Marla Ayuso Dfez

L a s conversaciones presentadas en este volumen fueron

grabadas y difundidas por France-Culture durante los meses

de febrero y marzo de 1981. Han sido ligeramente retocadas

y completadas para la edicion, Constituyen una presentaci6n

sucinta de la filosoffa de Emmanuel Levinas, y al conjunto

podna convenirle, sin duda, e I rltulo de E tica e injinito. Las

diez conversaciones siguen el desarrollo del pensamiento de

Levinas desde sus afios de formaci6n hasta los articulos mas

recientes consagrados a l r ema de Dios -articulos que acaban

de ser reunidos en una coleccion-, pasando por dos obras

breves pero irnportantes: De I'E xi ste ne e a l 'Existan t [D e fa

Existeneia a l Existen te], L e Tem ps et l'Autre [EI Tiempo y el

Otro], y las dos obras filosoficas mayo res: T ata lite e t in fin i

[ To ta lid ad e i nfi nit ol y A utrem en t q u~tre o u a u- dela d e l 'essen-

ee [D e otro m odo que ser 0 m as a lld d e fa esen eia ].

Sucinta -numerosos aspectos de la filosoffa de Levinasno son abordados-, esta presentacion no resulta por ello

menos fiel, en un sentido especial. Esta, en efecto, formula-

da por e I propio autor, quien adopta sobre su obra un pun-

to de vista general y acepta simplificar la expresion de sus

argumenros, sin refugiarse tras su propia reputaci6n y la lis-

ta de sus obras completas -siruandose de esta manera a

I D e Dieu qu i uient a I'Idle, Vrin, 1982 [hay rrad. esp. en Caparros

eds., Madrid, 19951.

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conrracorriente de una falscdad y un desatino habimales en

nuestras academias-. Resulta, asi, ser fiel can esa fidelidad

que la presencia viva de su autor asegura a un discurso.

Comentando el Fedro de Platon, el mismo Levinas ha

insistido a menudo en esa soberania y en esa modestia del

autor, padre del discurso, que defiendc oral mente el discur-

so escrito interpelado y rnalentendido, volviendolo a poneren juego y sornetiendolo a la prueba del instance, del otro

hombre acrualrnente presence a quien esta finalmenre desti-

nado. En esre senti do, y en esra situacion, el decir del autor

vivo da autenticidad a 10 dicho de la obra entregada, porque

solo el puede desdecir 10 dicho y , aS1, rea!zar su verdad. EI

autor, a1 hablar de su pensamiento, decide acerca de 1 0 que

quiere volver a decir. Aquello en 10 que, a veces, cede por

las exigencias del interlocutor da valor, con mayor nitidez, a

10 que por encima de rodo esrirna. Tal es el ejercicio al que

Levinas ha aceptado entregarse respondiendo a nuestras

preguntas. Bien es verdad que esras no le inviraban a expre-

sarse sobre temas distintos de los que habia rratado smplia-

mente en sus' libros -1 0 que no excluye esre desarrollo 0

aquella aclaracion inediros.

Emmanuel Levinas es el filosofo de la erica, sin duda el

unico rnoralisra del pensamienro conrernporaneo. Pero a

quienes le creen especialista de la etica, como si la erica fue-

se una especialidad, las pocas paginas esras, antes de la lee-

rura de las obras, les ensefiaran la tesis fundamental: que la

erica es la filosofia primera, esa a partir de la cuallas dernas

ramas de la metaflsica adquieren sentido. Pues la pregunta

primera, esa por la que e l ser se desgarra y 1 0 humano se

instaura como «de otro modo que sen} y trascendencia a l

mundo, esa sin la cual, en cambia, cualquier otra inrerroga-

cion del pensamiento se queda en vanidad y en caza de

vienros, csa es la cuestion de la justicia.

20

Emmanuel Lcvinas nacio en enero de 1906 en Kaunas,

en Lituania. Estudios secundarios en Lituania y Rusia, Es-

rudios de filosoffa en Esrrasburgo de 1923 a 1930. Estancia

en Friburgo en 1928-1929 junto a Husser! y a Heidegger.

Nacionalizado frances en 1930. Profesor de filosofla, direc-

tor de la Escuela normal israelira oriental. Profesor de filo-

sofia en la Universidad de Poitiers (1964), de Paris-Nante-rre (1967), despues en la Sorbona (1973), Murio en Paris

en 1995.

Philippe Nemo

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L a responsabilidad para con e l otro

P h. N-En su ultimo gran libra publicado, D e otrom odo q ue ser 0 m as a iM de la esen cia , usted habla de la res-

ponsabilidad moral. Husser! ya habia hablado de la respon-

sabilidad, pero de una responsabilidad para con la verdad:

Heidegger habia hablado de la autenticidad. ,Que entiende

usted mismo por responsabilidad?

E . L.-En ese libro hablo de la responsabilidad como de

la estructura esencial, primera, fundamental, de la subjeti-

vidad. Puesto que es en terrninos eticos como describe la

subjetividad. La erica, aqui, no viene a modo de suplernen-

to de una base existencial previa; es en la etica, entendida

como responsabilidad, donde se anuda el nudo mismo de

1 0 subjetivo.

Entiendo la responsabilidad como responsabilidad para

can el otro, asl, pues, como responsabilidad para con 1 0

que no es asunto mio 0 que incluso no me concierne; a que

precisamente me concierne, es abordado por mi, como ros-

tro.

Ph . N-,C6mo es que, habiendo descubierto al otro en

su rostro, 1 0 descubrimos como aquel con respecto a quien

s oma s r es pon sab le s?

E. L.-Describiendo positivamente el rostra, y no 5 6 1 0

de modo negative. Recuerda usted 1 0 que deciamos:d

78 79

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abordaje del rostra no es del orden de la percepcion pura y

simple, de la intencionalidad que va hacia la adecuaci6n.

Positivarnenre, diremos que, desde e l momento en que e l

otro me mira, yo soy responsable de el sin ni siquiera tener

que tamar responsabilidades en relacion con eli su responsa-

bilidad me incumbe. Es una responsabilidad que va mas alia

de 1 0 que yo hago. Habirualmenre, uno es responsable de 1 0que uno mismo haec. Digo, en D e otro modo que ser; que la__

responsabilidad es inicialmente un p ara el o tro . esto quie(c

decir que soy responsable de su misma responsabilidad.

Ph. N-iEn que esta responsabilidad para con el orro

define la esrructura de la subjetividad?

E . L.-La responsabilidad, en efecro, no es un simple

atributo de la subjetividad, como si esta exisriese ya en ella

misma, antes de la relaci6n etica, La subjerividad no es un

para-sl, es, una vez mas, inicialmente para otro. La proximi-

dad del orro es presentada en ellibro como el hecho de que

cl otro no es proximo a mi sirnplernenre en e l espacio, 0_

allegado como un parienre, sino que se aproxima esencial-

mente a mi en tanto yo me siento -en tanto yo soy- res-

ponsable de el'. Es una esrrucrura que en nada se asemeja a

la relacion intencional que nos liga, en e l conocimienro, al

I «En la conciencia de sf ya no hay presencia del yo a S I mismo, sino

senescencia. Es en tanto scnescencia mas al ia de la recuperacion a rraves

de la memoria como el tiernpo =nernpo perdido y sin retorno- es dia-

cronla y me concierne. Esra diacronia del tiempo ( ... ) cs disyunci6n de

la idenridad en la cuallo mismo no alcanza a 10 mismo; es no-sfnresis,

laxirud. E I para sf de la idenridad ya no cs para 5 1. La idenridad de 10

mismo en cI "yo" Ie viene de fuera a su pesar. como una elecci6n 0 como

[a inspiracicn al modo de [a unicidad de 10 asignado. EI sujero es para eI

otro, su ser desaparece para eI otro, su ser muerc en significacion. En eI

envejecimiento, la subjetividad es unica, irreemplazable, yo y no orro,

pero 10es a su pesar dentro de una obcdiencia sin desercion, en la cual

la rebelicn va cociendo a fuego lenro. Caracterfsricas que se excluycn y

que se resuelven en responsabilidad para can e l Otro mas priminva que

cualquier cornpromiso.» (DOMS, p. 106.) (N. del T.)

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objeto -no irnporta de que objeto se rrare, aunque sea un

objeto humanc--. La proximidad no rernite a esta inrencio-

nalidad, en particular. no rernite al hecho de que e l orro me

sea conocido.

Ph. N-Yo puedo conocer a alguien a la perfeccion, pero

<jamas sera esre conocimienro, par el rnismo, una proximi-

dad?E . L.-No. Ellazo can el otro no se anuda mas que como

responsabilidad, y 1 0 que de menos es que esta sea aceptada

o rechazada, que se sepa 0 no como asurnirla, que se pueda

o no hacer alga concreto por e l otro. Decir: heme aquf. Ha-

cer alga por otro. Dar. Ser espiriru humano es eso. La en-

carnacion de la subjetividad humana garantiza su espiritua-

lidad (no veo 1 0 que los angeles podrfan darse a como

podrian ayudarse entre sip. Dia-conla antes de todo dialo-

go; analizo la relacion interhumana como si, en la proximi-

dad del orro -enas alla de la imagen que del orro hombre

me hago-, su rostro, 10cxpresivo en el otro (y rodo el cuer-

po cs, en este sentido, mas 0 menos, rostro), fuera 10 que

me ordena servirle. Empleo esra formula extrema. El rostro

me pide y me ordena. Su significaci6n es una orden signifi-

2 «E I retorno del Yo en Sf mismo, la de-posicion ~ la dcstirucion del

Yo es la modalidad propia del des-interes a modo de vida corporal vol-

cada a la expresion y al dar, pero volcada y no volcandose: es un sf mis-

rno a su pesar en la encarnaci6n como posibilidad propia de [a ofrenda,

del sufrimienro y el rraumarismo.» (DOMS, p. 104.) Conrrastar este

con orro texro anterior puede darnos la medida de 10que entrafia decir

que la humanidad significa un resquebrajarnienro erico de la onrologfa

y una superacion de la liberrad por [a responsabilidad: «[La mareriali-

dad] acompana =necesariamenre- al surgimienro del sujero, en su libe-

rad de exisrenre. Comprender asf eI cuerpo a parti r de la marcrialidad

-econrecimiento concreto de la relaci6n ent re Yo y Sf misrno- es remi-

rir lo a un aconrecimienro ontologico. Las relaciones onrologicas no son

lazos desencarnados. L a rc!aci6n entre Yo y Sf rnismo no es una inofen-

siva reflcxi6n del esplrfiu" sabre e J mismo. Es roda la matenalidad del

hombre .• (TA, pp. 37-38.) (N. del T.) -

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cada. Marizo que si e l rostra significa una orden dirigida a

ml, ~o ~s de la manera en que un signa cualquiera significa

su Slgntficado; esa orden es la significatividad rnisma delrosrro'.

Ph. N.-Usred dice a la vez «me pide» y «me ordena».

~No hay ah f una conrradicci6n?

E. L.-Me pide como sc pide alga que se ordena, comocuando se dice: «jse as ruega que ... !» .

Ph. N-,Pero el otto no es tambien responsable can res-pecto a mf?

E. "I.-Puede ser, pero esto es asunto suyo. Uno de los te-

mas fundamentales de To ta l idad e In fi n it o, del que aun no

hemos hablado, es que la relaci6n intersubjeriva es una rela-

c.i6n asimetrica. En este senrido, yo soy responsable del otro

sin esperar la reciproca, aunque ella me cueste la vida. La re-

dproca es asunto suyo. Precisarnenre, en la medida en que en-

tre el otro y yo la relaci6n no es recfproca, yo soy sujecion alorro; y soy «sujeto» esencialmente en este sentido. Soy yo

quien sopona todo'. Canace usted esta frase de Dosroievski:

«Todos nosotros somas culpables de todo y de todos ante to-

dos, y yo mas que los orros»?", No a causa de esta 0 de aque-:

lIa culpabilidad efecrivamenre mia, a causa de faltas que yo

hubiera comerido, sino porque soy responsable de/con una

responsabilidad total', que responde de todos lo s otros y de

redo en los otros, incluida su responsabilidad. EI yo tiene

siempre una responsabilidad de mds que los otros,

Ph. N-,Es decir que si los otros no hacen 1 0 que tienen

que hacer es par mi causa?E. L.-En algun lugar he lIegado hasra decir -son pala-

bras que no me gusta mucho citar, dado que deben ser

completadas par otras consideraciones- que soy responsable

de las persecuciones que yo sufro. iPero s610yo! Mis «allega-

dos» a «rni pueblo» son ya los arras, y, para ellos, reclamo

justicia,

Ph.N-jHasta ese extrema lIega usted!

E. L.-Ya que soy responsable incluso de la responsabili-

dad del otro. Son f6rmulas extrernas que no hay que sacar

de su contexte. Yendo a 1 0 concreto, muchas otras conside-raciones intervienen y exigen la justicia incluso para mi. Las

leyes descartan ciertas consecuencias de modo practice.

Perc la justicia tan s610 tiene sentido si conserva el espiriru

del des-interes que anima la idea de la responsabilidad para

can el otro hombre. En principio, el yo no se arranca de su

«primera persona»;. el sostiene al rnundo' La subjetividad,.. a S ig n if i. ca ti vi da d (f ra n c es : s ig n if ia n ce ), e sto e s, apenura, donacion, ini-.

CI0 inapropiable 0 irrecuperable (an-arquico), de todo sencido. (N. del 1:)

4 « ( E I sujeto que decimos encarnado no resulra de una rnarerializa-.

c~6n, de una entrada denrro del espacio y las relaciones de conracro y de

dinero que habrfa realizado una conciencia: eseo es, una conciencia de,

5 1, ~r~v!sta contra .r~~o ataque y previamenre no espacial . Porque iasubJet!~l~ad e~sensibiiidad -exposicion a los orros, vulnerabilidad y res-

~on~abtlldad en la proximidad de los orros, uno-para-el-orro, esto es,

significacion-, y porque la materia es el lugar propio del para-el-orro, el

modo como la significacion significa antes de mostrarse como Dicho

denrro del sistema del sincronismo, denrro del sistema Iingtllsrico, es

par 10 que el sujeto es de carne y sangre, hombre que tiene hambre y

que come, enrrafias en una piel y , par ello, susceptible de da r el pan de

su boca a de dar su piel». (DOMS, p. 136.) (N. del T.)

~*L es j7 ms K ar am az ov , L a Ple iade , p. 310 .

6 Dice e1 original frances: «je suis responsable d'une responsabilire

totale». Creemos que la preposici6n "de" encierra los dos sentidos verti-

dos con "de/con", como lacontinuacion parece confirmar. (N. del T. )

7 ~(EI Yo es e] punto que soporta la gravedad del mundo, 10 que en

el ser deshace [a obra de ser, imperturbable y sin exenci6n. Ser aculado

contra sf , d es e] no-ser del ser. No la nada, puesro que ese deshacer es

ambiguo 0 "mixto" 0mas alla del ser .

...,. No es porque entre los seres exista un ser pensante estructurado

como Yo, persiguiendo unos fines, por 10 que eI ser adquiere una signi-

ficaci6n y se convierte en mundo; es porque en la proximidad del sec se

inscribe la huella de una ausencia -0del lnfinito- por 10que hay aban-

dono, gravedad, responsabilidad, obsesion y Yo. EI no-inrercambiable

por excelencia -el yo- es, en un mundo sin juego, 10que, en un sacrifi-

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al constituirse en e l seno del movimiento rnismo en el que a

ella Ie incumbe ser responsable del otro, va hasta la sustitu-

cion del otro. Asume la condicion --0 la incondicion-, de re-

hen. la subjerividad como tal es inicialmente rehen: respon-

de hasta expiar por los otros.

Uno puede mostrarse escandalizado por esa concepcion

uropica y, para un yo, inhumana. Pero la humanidad de 10humano -la verdadera vida- esta ausente. La humanidad

dentro del set hist6rico y objetivo, la breeha misma de 10

subjetivo, del psiquismo humano, en su original vigilancia

o deshechizamienm, es e l ser que se deshace de su condi-

cion de ser: el des-inrer-er". Eso es 1 0 que quiere decir e l

titulo dellibro: "de o tro m odo que ser» . La condicion onrolo-

gica se deshace, 0 es deshecha, en la condicion 0 la incondi-

cion humana. Ser human a significa: vivir como si no se

fuera un ser entre los seres. Como si, pa c la espiritualidad

humana, se volrearan las carcgortas del sec en un «de otro

modo que sen •. No 5610 en un «ser de otro modo»; sec de

0[[0 modo es aun ser. La «de otro modo que ser», en ver-

dad, no riene un verba quedesignarta el acontecimienro de

su inquierud, de su des-inrer-es, de la puesra-en-cuestion de

esre ser ~ de esre essemiento- del enre.

Soy yo quien sopona a] ocro, quien es responsable de el.

Asi, se ve que en eI sujeto humano, al rnisrno tiernpo que

una sujeci6n total, se manifiesra mi prirnogenitura. Mi res-'

ponsabilidad es inrransferible, nadie podria reemplazarrne".

De hecho, se rrata de decir la identidad misma del yo hu-

mana a partir de la responsabilidad, es decir, a partir de esa

posicion 0 de esa deposicion del yo soberano en la concien-

cia de sf, deposicion que, precisamenre, es su responsabili-

dad para con el otro, 'La responsabilidad es 10 que, de ma-

nera exclusiva, me incumbe y que, humanamente, no puedo

rechazar. Esa earga es una suprema dignidad del unico. Yo

no intercambiable, soy yo en la sola medida en que soy res-

ponsable. Yo puedo sustituir a rodos, pero nadie puede sus-

tituirme a mf. Tal es mi identidad inalienable de sujeto. Enese senrido preciso es en e I que Dostoievski dice: « T od os so -

m os resp on sa bles d e to do y de todos an te todos, y yo mas que to -

d os l os o tr os s" ,

cia permanemc, subsriruye a los otros y trasciende el mundo. Perc es la

Fuente del hablar, pues es la esencia de la comunicacion ... .. .. .. .. .

No es que cl Yo sea solo un ser dotado de ciertas cualidades llama-

das moralcs que Ileva como arributos. La "egoidad" del yo, su unicidad

ex-cepcional y extrafia, es ese aconrecimiento incesanre de subsrirucion,

el hecho para un ser de vaciarse de su sec, de no-sec. El aconrecimienro

erico de [a "expiacion par otro' ' es la situacion concrera dcsignada par eIverba no-set: Por la condicion de rehen es par la que puede haber en el

mundo piedad, ccmpasion, perdon y proxirnidad (incluso 10poco que

de eilo hay). Todas las "rransferencias de sentimienro" par las que los

ceoricos de [a guerra original cxplican el nacimiento de la gcnerosidad,

no llegartan a fijarsc en el Yo, si este no fuese can rodo su sec (0 con

rodo su no-ser) r ehen . No es segura que Ia guerra fuese a] comienzo.

Ames que laguerra eran los altarcs». (EDE. pp. 233-234.) (N. del T)

a K ( . .. ) 1 0 que llamo la brecha del ser par media de 10humano (. .. ),

brecha que serfa 1 0 bfblico». (Entretien avec Emmanuel Leuinas, en Revue

de mttaphysique etde morale, 1985, n.o 3. p. 307.) (N. del T.)

~, «EI "descubrimiento" del otro -no ya como dato precisarnenre,

[sino como rostra! subvierte la aproximaci6n trascendenral del yo, pero

conserva el primado egologico de esc yo que permanece unico y elegido

en su responsabilidad irrecusable.» (Ibid., P: 309.) (N. del T.)

10 «[Vosotros piadosos -se dira- y palabras generosasl Se que ya no sepuede creer en las palabras, pues no se puede ya hablar en esre mundo

arormenrado. No sc puede hablar mas porque nadie puede comenzar su

discurso sin dar testimonio enseguida de alga rctalmenre disrinro de 1 0

que dice. Psicoanalisis y sociologfa acechan a los inrerlocurores. Denun-

ciando la rnisnficacion, uno da ya la impresion de mistificar de nuevo.

Perc nosorros, judfos, musulmanes y cristianos -nosorros, monorelsras-,

esramos aqui para romper cl encantamienco, para deci r palabras que se

arrancan al conrexro que las deforma, para decir palabras que cornienzan

en quien las dice, para recuperar la palabra que corta, la palabra que de-

sanuda, 1apalabra profenca .» (DL, pp. 251-252.) (N. del T.)

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