Leila Guerriero Guillermo Sánchez Cervantes …...18 122 arte yoko ono en méxico 126 cine El patio...

59

Transcript of Leila Guerriero Guillermo Sánchez Cervantes …...18 122 arte yoko ono en méxico 126 cine El patio...

12

Felipe Restrepo [email protected]

César Gaviria TrujilloJavier Tello Díaz

Rigoberto de la [email protected]

Diego [email protected]

Leila [email protected]

Guillermo Sánchez [email protected]

Rodrigo [email protected]

María Dolores [email protected]

Alejandra González [email protected]

Regina [email protected]

Marcela [email protected]

Armando Ortega

Oswaldo Rodríguez

Alejandro Noriega

Laura Helena CastilloAlberto Salcedo RamosLaura CastellanosIrma GalloAndrea López EstradaFabrizio PozoMariana Estudillo Teresa CristoDiana Buendía

David FrancoCamilo ChristenAdrián DuchateauPaulina FigueroaGiulia IacoluttiAna Lorenzana

Alejandro MagallanesDiego Huacuja Zé Otavio

Director eDitorial —

consejeros eDitoriales —

Director creativo —

eDitor De FotograFía —

eDitora para américa latina —

coorDinaDor eDitorial —

eDitor gráFico —

proDuctora De FotograFía —

perioDista —

reportera —

eDitora Web —

retoque Digital —

proDucción —

corrección De estilo —

Directorio eDitorial

teXtos

FotograFía

ilustración

travesiasmedia.com

Gatopardo nú me ro 170, abril 2016. revista de publicación mensual.

editor responsable: Felipe restrepo pombo.

número de reserva otorgado por el instituto nacional de Derechos de autor:

04-2007-100313213700-102

número de certificado de licitud de título: 14037.

número de certificado de licitud de contenido: 11610.

travesías editores, s.a. de c.v., amatlán 37, alt. 1 ofna., col. condesa,

méxico D.F., del. cuauhtémoc, c.p. 06140.

impresión: Foli de méxico, negra modelo 4 bodega a, col. cervecería modelo naucalpan,

estado de méxico, c.p. 53330.

Distribución: ibermex Distribuidora, s.a. de c.v., t. 5347-1165 / alfesa comercializadora y

logística, s.a. de c.v. t. 68409-7791.

los artículos, la publicidad pagada y los anuncios son responsabilidad exclusiva de sus autores

o representantes legales y no necesariamente reflejan las opiniones y juicios de travesías media.

los interesados en reproducir algún contenido publicado en esta revista deben enviar su solicitud

a [email protected] o llamar al 5211 0665.

14

Antonio García

Javier Arredondo

Luz Arredondo

Juan Martín Osorio

Marco Gutiérrez [email protected]

Ana Milena [email protected]

Estados Unidoscharney / palacios & co-publicitas latin america

t. (786) 388 6360

[email protected]

Alejandro Gonzá[email protected]

Eduardo Sá[email protected]

Jorge Iván Dí[email protected]

Imelda [email protected]

Teresa [email protected]

María del Carmen García [email protected]

Marcela [email protected]

Joaquín Té[email protected]

Claudia ReyesMónica ReyesManuel Martínez

Erika ArellanoJulio LaraArturo RamirezAlejandro LópezFelipe Aguado

Andrea Olguí[email protected]

[email protected]

Director general —

presiDente Del consejo —

Directora De comunicación y alianzas creativas —

Director De Finanzas —

Director comercial —

Directora De patrocinios —

gerente De circulación —

auXiliares De circulación —

coorDinaDora De alianzas e intercambios —

coorDinaDora De marketing y relaciones públicas —

asistente De la Dirección general —

asistente De la Dirección comercial —

sistemas —

auXiliares De contabiliDaD —

auXiliares De oFicina —

cartera —

suscripciones en méXico —

Directorio comercial

ventas De publiciDaD

travesíasmedia.com

méXico travesías editores, s.a. de c.v., amatlán núm. 33, colonia condesa, 06140, méxico, D.F., t. 5211 4000,

F. 5286 4169. colombia calle 72 #10-70, centro comercial, av. chile torres a, oficina 1003, t. 313 4196.

los editores publicarán los avisos autorizados por los anunciantes, bajo la total responsabilidad de éstos.

16

066 El reportero desafiante

cuando jorge ramos se convirtió en presentador de la cadena univisión en los ochenta, había 14 millones de hispanos en estados unidos.

en 2015 esa cifra alcanzó los 55 millones y con ella se disparó también la popularidad e influencia de ramos, que nunca ha tenido miedo

a hacer preguntas incómodas. muy a pesar de sus detractores, hace periodismo desde la indignación, y eso, más allá de las críticas, le

ha ganado credibilidad en una enorme comunidad latina que marcará cada vez más el rumbo del proceso electoral en estados unidos.

teXto De FELIPE RESTREPO FotograFías De DAVID FRANCO

080 Las migrantes

Fundación banorte, de la mano de Gatopardo, editó el libro ¿Oprimidas o empoderadas? Dónde están las mexicanas del siglo xxi, que

incluye reportajes, crónicas y ensayos sobre el papel y el lugar de las mujeres mexicanas. éste es el texto de laura castellanos sobre las

mujeres migrantes que, a pesar de su trabajo arduo, enfrentan discriminación racial y de género, violencia, explotación, acoso sexual y

hasta el robo de salario. la gran mayoría sobrevive en medio de pobreza y marginación.

teXto De LAURA CASTELLANOS FotograFías De GIULIA IACOLUTTI

092 Los ángeles de Lupe Pintor

alberto salcedo ramos es una figura emblemática de la crónica latinoamericana. su más reciente libro Los ángeles de Lupe Pintor (almadía)

reúne las historias de personajes que pintan de cuerpo entero a latinoamérica: paramilitares, sobrevivientes, víctimas, luchadores y artistas.

éste es un fragmento de dicho libro, dedicado a guadalupe pintor, el boxeador que le dio el puñetazo fatal a johnny owen en 1980.

teXto De ALBERTO SALCEDO RAMOS ilustraciones De DIEGO HUACUJA

102 El heredero del traje pesado

en la segunda entrega del especial los presidentes, toca el turno a nicolás maduro. Ha sido activista de izquierda, constituyente, diputado,

canciller y vicepresidente de venezuela antes de que cayera en sus manos la herencia de la revolución que Hugo chávez comandó durante

15 años. a media gestión, maduro perdió la mayoría chavista en el parlamento y se enfrenta a una oposición decidida a que salga del poder.

mientras que los venezolanos encarnan escasez de alimentos, inflación, inseguridad, pobreza y una creciente desesperanza.

teXto De LAURA HELENA CASTILLO

Contenido

El periodismo que hace Jorge Ramos es ya una marca en la televisión latina de Estados Unidos.

Reportajes

Fo

tog

rafí

a d

e D

avid

Fra

nco

portada: esmoquin y camisa — burberry

18

122 arte

yoko ono en méxico

126 cine

El patio de mi casa, de carlos Hagerman

128 arte

mario garcía torres en el museo tamayo

130 libros

lydia cacho escribe para niños

132 libros

una entrevista con joyce carol oates

133 escena

Translúcido en el centro cultural del bosque

134 cine

los 400 años de shakespeare

136 postal

una ilustración de alejandro magallanes

Contenido

028 selección gatopardo

los objetos del mes

030 grooming

cuatro lociones de la temporada

032 moda

un recorrido por la tienda silver Deer

040 viajes

visita a la mitad del mundo

044 coches

el 911 carrera s de porsche

046 coches

alfa romeo giulietta

048 restaurantes

Fonda Fina en la colonia roma

056 tragos

louis Xiii, rey del coñac

Atelier Portafolio

Yoko Ono presenta "Tierra de esperanza" en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México.

Fo

tog

rafí

a d

e r

od

rig

o m

arm

ole

jo

058 tiendas

apc en tokio

062 reporte de marca

entrevista a marc Forster, embajador de iwc

064 relojes

royal oak offshore de audemars piguet

20

Editorial

Felipe restrepo pomboDirector editorial

Durante el más reciente congreso internacional

de la lengua española que se llevó a cabo en

san juan, puerto rico, uno de los temas cen-

trales fue el futuro del periodismo en español.

Fue una discusión constante entre los editores,

escritores, estudiosos y lectores que nos reuni-

mos en medio de los impresionantes paisajes

de la isla caribeña. Desde luego, el periodismo

en general atraviesa una crisis y se enfrenta a

retos conocidos por todos: la disminución de

los presupuestos, las complicaciones de la dis-

tribución, los despidos masivos de periodistas

en grandes conglomerados y una migración

—incierta— hacia las plataformas digitales. en

medio de esta transición uno de los mayores

perjudicados es el lenguaje. aunque nadie pue-

de prever el futuro, para casi todos los partici-

pantes en el congreso, uno de los caminos más

claros es un periodismo con voz. un oficio que

no se quede en la inmediatez de las noticias dia-

rias sino que profundice en historias.

en nuestra portada de este mes tenemos

a un periodista que es un ejemplo de esto. se

trata de jorge ramos, un mexicano que se ha

convertido en un referente moral para la comu-

nidad hispana en estados unidos. Desde hace

treinta años ramos es el presentador y reporte-

ro del Noticiero Univisión, uno de los más vistos

en territorio estadounidense. además de eso

trabaja en varios otros programas, uno de ellos

en inglés, y escribe una columna que se publica

en varios diarios. Desde esas diferentes tribunas,

ramos tiene claro su objetivo: es una voz que

aboga por las injusticias en contra de la comuni-

dad latina estadounidense. esto quedó muy cla-

Fo

tog

rafí

a d

e a

na

Ho

p

ro el año pasado cuando fue expulsado de una

conferencia de prensa de Donald trump. ramos

se ha convertido en un contrincante de las ideas

racistas del candidato republicano y será una

figura trascendental en las próximas elecciones.

pero sería impreciso reducir su trabajo a

una confrontación. ramos ha tenido una larga

carrera y ha sido testigo de la historia reciente.

Ha entrevistado a varios de los personajes más

influyentes de las últimas décadas. muchas pu-

blicaciones —la revista Time, por ejemplo— lo

han elegido como uno de los hombres más influ-

yentes de los medios de comunicación. su estilo

confrontador y comprometido tiene detractores

que dicen que su activismo traspasa los limites

del periodismo. el retrato que publicamos en

esta edición busca explicar todas las facetas

de ramos, en un momento fundamental de su

carrera. quiero agradecer el tiempo y el acce-

so que jorge nos dio —a mí y a todo el equipo

de Gatopardo— para conocer más a fondo su

trabajo. también quiero agradecer al argentino

martín caparrós por los comentarios certeros

de editor que le hizo al texto.

este mes continuamos con el especial de

presidentes latinoamericanos. en esta segun-

da entrega presentamos una extenso retrato de

una de las figuras políticas más controvertidas

del continente. se trata del mandatario venezo-

lano nicolás maduro. la venezolana laura Hele-

na castillo hace un recuento de la travesía que

llevó a maduro a ser el sucesor de Hugo chávez.

y muestra cómo maduro ha tenido que gober-

nar bajo la sombra del comandante de la revo-

lución bolivariana. como ocurrió el mes pasado,

cuando retratamos a Dilma rousseff en uno de

los momentos críticos de su gobierno, el perfil

de maduro llega cuando su permanencia en la

presidencia se está tambaleando.

Finalmente, tenemos el gusto de publi-

car fragmentos de los nuevos trabajos de dos

autores queridos en Gatopardo. la primera es

la mexicana laura castellanos, colaboradora

desde hace varios años de la revista. en esta

ocasión nos entregó un texto sobre mujeres mi-

grantes que será publicado en un libro editado

en conjunto por Gatopardo y Fundación banorte.

laura tiene una sensibilidad única para plasmar

los grandes conflictos sociales de su país.

el otro autor es alberto salcedo ramos,

uno de los grandes cronistas latinoamericanos.

el narrador colombiano conoce como pocos la

riqueza del idioma y eso se hace evidente en el

dibujo que hace del boxeador mexicano lupe

pintor. el texto está incluido en el libro Los án-

geles de Lupe Pintor (almadía).

mientras sigan existiendo periodistas como

jorge ramos, laura castellanos, laura Helena

castillo o alberto salcedo ramos, podemos es-

tar tranquilos. sus voces —potentes, brillantes e

informadas— son garantía de que el periodismo

tendrá buena salud por mucho más tiempo.

22

Correo

Gatopardo en Twitter

@aka_don: gran reseña de @Amilcaracol sobre lo nuevo de salman rushdie en

@Gatopardocom.

@HillinsMolina: @Gatopardocom @lorenzomorales muy bueno el reportaje

(sobre simón vélez)!!!

@eduardosuarez: qué gran historia sobre @HillaryClinton escribió aquí @EileenTruax

para @Gatopardocom gracias @ampique por compartir.

@alondradlp: muchas gracias a la revista @Gatopardocom por la nota sobre la beca

montblanc & alondra de la parra 2016.

@MaraElvira3: orgullo que @Gatopardocom ponga mi obra: ellas, tecleando su historia, como

uno de los 10 libros hechos por y para mujeres periodistas en el mundo.

@MaraElvira3: @Gatopardocom: gracias mil ¡un abrazo afectuoso! soy fan de su periodismo.

¡son una gran revista!

@_fuckart: no te pierdas la última edición de la revista @Gatopardocom con gael garcía

bernal en la portada.

@latinfashionews: ¡listos para leer estas revistas! btW guapo @GaelGarciaB.

Cartas

El nuevo gatopardo.com

en un esfuerzo por reflejar la calidad gráfica que tiene la revista en su versión impresa, presenta-

mos la nueva cara de gatopardo.com. se trata de un sitio fresco, fácil de navegar, con contenido

exclusivo de nuestra redacción digital, que lleva a la red la experiencia inigualable de Gatopardo.

sobre "Dilma y el arte de sobrevivir"

un gran texto que llega en un momento acer-

tado. este perfil explica bien el peso de Dilma,

y cómo los problemas se han profundizado en

brasil. para nosotros, éste es un buen paso

para entender la crisis actual. las fotos tam-

bién son muy interesantes; por ejemplo, nun-

ca había visto su ficha policial. ¡Felicitaciones

a arturo lezcano y a todo el equipo por este

trabajo!

—catalina ríos

si quieres comunicarte con nosotros, escríbenos a [email protected].

también puedes seguir a @gatopardocom en twitter, unirte a nuestra página en Facebook

(www.facebook.com/gatopardocom) o dejar comentarios en el sitio www.gatopardo.com

24

ColaboradoresColaboradores

Laura Helena Castillo periodista venezolana, egresada de la universidad católica andrés bello. trabajó en varias áreas del diario El Nacional: la unidad de revistas, la jefatura de la sección de ciudad, el equipo de periodistas senior y la

jefatura del suplemento dominical Siete días. participó en reportajes de investigación premiados nacional e internacionalmente. es editora en Planeta de venezuela y profesora en la carrera de comunicación social de

la ucab y el programa de periodismo de investigación del instituto prensa y sociedad. vive en caracas.

David Franco

es fotógrafo. estudió producción en medios de comunicación en el colegio americano de Fotografía y se especializó en la academia de artes visuales. Ha sido premiado en los leones de cannes, círculo de oro, the one show, el ojo de iberoamérica y nominado al grammy por la mejor fotografía en el arte del disco Hombre

Invisible de ely guerra. Ha trabajado en campañas para marcas como johnnie Walker, buchanans, gatorade y casa palacio, entre otras. además, la revista Fahrenheit lo nombró como uno de los 5 mejores fotógrafos de

moda en méxico.

Alberto Salcedo Ramos cronista colombiano, autor de obras como La eterna parranda, De un hombre obligado a levantarse con el

pie derecho, Botellas de náufrago y El oro y la oscuridad. es maestro en la Fundación nuevo periodismo iberoamericano, y ha dictado talleres de crónica en varios países. Fue ganador en dos ocasiones del premio a la excelencia de la sociedad interamericana de prensa, del premio ortega y gasset de periodismo y del

premio internacional de periodismo rey de españa, entre otras distinciones. algunas de sus crónicas han sido traducidas al inglés, alemán, francés e italiano.

Laura Castellanos periodista independiente y todoterreno. escribe sobre migración, guerrilla y temas transgresores de la cultura

popular. es autora de cuatro libros, tres de los cuales surgieron de reportajes de Gatopardo. entre ellos “corte de caja, entrevista con el subcomandante marcos”, traducido al alemán e italiano, y “ovnis, historia y pasiones de los avistamientos en méxico”. Ha trabajado en los diarios La Jornada, Reforma y El Universal. en

este número escribe sobre mujeres migrantes.

Diego Huacujaes un ilustrador y animador mexicano. estudió Diseño gráfico en la universidad tecnológica de méxico. Ha

colaborado como ilustrador en distintas revistas y publicaciones editoriales, y ha participado en distintas ferias y exposiciones colectivas de ilustración. es cofundador y director creativo de basa, un estudio de

animación y diseño en el que experimenta con nuevas dinámicas de trabajo. ahí la ilustración y animación comulgan para generar nuevos contenidos.

27

Atelierel ejército de Westpor DIANA BUENDÍA

el pasado invierno, kanye West

presentó su colección yeezy season

3 en el madison square garden al

ritmo de su nuevo álbum The Life

of Pablo. la publicación Business

of Fashion lo incluyó en su lista

de los quinientos más influyentes

del mundo de la moda, ya que su

nombre aparece siempre una y

otra vez ligado a las firmas más

importantes. Con el apoyo de Adidas

y la artista Vanessa Beercroft, West

logró exaltar su estilo utilitario con

colores uniformemente apagados.

Los casi mil modelos elevados

en una tarima veían sólo hacia el

horizonte sin registrar emoción

alguna. Parecían esculturas vivas:

cuerpos esbeltos, con un aire y

actitud revolucionaria, en body suits,

pantalones cargo y chaquetas para

la lluvia oversize. Está claro que West

ha convocado su propia armada. — Ilustración de Zé otavio

2928

Atelier selección gatopardo

Fotografía de adrián Duchateau / texto de teresa cristo

a

c

F

e

i

g

H

j

kl

n

m

o

b

D

g. maceta pascal de

colectivo axioma

un pequeño prisma

de concreto repleto de

pliegues y con base

de nogal que puede

utilizarse como maceta.

Fusión entre procesos

artesanales e industriales.

axmcollective.com.mx

H. ukulele de bacalar

ukulele soprano de

cuatro cuerdas fabricado

a mano con maderas de

michoacán.

i. zapatos caballeria,

en common people

estos botines forman

parte de una de las

colecciones de zapatos

caballeria common

people man. están

elaborados en piel de

ternera color café, con

propuesta de estilo pero

manteniendo una línea

clásica.

commonpeople.com.mx

j. bowl con

utensilios de ayres

esta pieza

contemporánea de

inspiración prehispánica

está hecha de forma

artesanal con piedra

volcánica. en conjunto

con el set de servicio,

puede funcionar como

ensaladera. utensilios

simples y estéticos que

resaltan la belleza de

los materiales. joana y

karim son quienes están

detrás del proyecto.

ayresmx.com

k. lámpara Hank

de colectivo axioma

base para lámpara

elaborada en su

totalidad con madera de

nogal. otra pieza única,

simple y funcional del

colectivo axioma.

l. mantel de mesa

de Diario shop

la tienda viaja por todo

méxico para acercarse a

las manos productoras

detrás de piezas únicas.

el objetivo es retomar

artículos de uso diario

e impulsar una mejor

apreciación de los

objetos que rodean

nuestro entorno. camino

de mesa fabricado por

los hermanos Felipe y

josé en tradicional telar

oaxaqueño.

diarioshop.com

m. Set de mezcaleros

de malte taller

pequeños y

encantadores

mezcaleros realizados

con peltre, diseñados por

malte taller.

n. cartera de

robin archives

remontándonos a los

años veinte, las piezas

de esta marca se

definen por su diseño

clásico y porque se

pueden personalizar.

Hay que hacer cita para

visitar el showroom

y elegir entre bolsos,

clutches y carteras para

hombres y mujeres. Esta

cartera color beige es

simplemente impecable.

robinarchives.com

o. Set de cuidado para

la barba de Mr. Man

Se trata de el paraíso

cuando nos referimos a

barbas y bigotes. Con

una tienda en línea, Mr.

Man ofrece los mejores

consejos y productos

para el cuidado del

vello facial masculino.

Desde aceites,

shampoo, pre y

aftershaves, jabones,

ceras y hasta

tratamientos para

el crecimiento,

todo está aquí.

kichink.com

La Lonja mx evoluciona. Se transforma en una feria abierta a diseñadores

latinoamericanos, una plataforma importante en el diseño de la Ciudad de

México. Los objetos de esta selección se pueden encontrar en la próxima

Lonja mx del 21 al 24 de abril en General Prim 30, colonia Juárez.

A. Cuadro de

Tania Zaldívar

La diseñadora mexicana,

de formación en Artes

Plásticas y Diseño

Industrial, experimenta

con la tipografía

diferentes trazos

y repetición de los

elementos.

zaldivartania.com

D. Huevera Gallinero

de rituales

Contemporáneos

Cualquier espacio

es propicio para

reconciliarse con el

diseño incluso cuando

es algo tan sencillo.

Huevera de alambre

de acero, pintura

electrostática, asa

de madera de pino.

B. Lámpara de rituales

Contemporáneos

El estudio de productos

Slow Design busca

crear objetos a través de

la tradición y el diseño

contemporáneo. La

lámpara luciérnaga de

papel plegado y hoja

de oro es reflejo de la

búsqueda del estudio.

ritualescontemporaneos.

com.mx

C. Charola de

Diario Shop

retoma el diseño de

los objetos cotidianos

para redescubrirlos

con nuevas texturas

y colores. La charola

de pan surge de la

reivindicación del objeto.

diarioshop.com

E. Juego de café

de Malte Taller

Set que, con una

reinterpretación en el

diseño de utensilios con

peltre, explora un sinfín

de frescas posibilidades

en el impacto visual

de objetos cotidianos.

Deni y olaria conforman

Malte Taller, donde

producen piezas de

estilos geométricos,

constelaciones,

calaveras y animalitos.

maltetaller.com

F. Lentes Malcolm

de Ben & Frank

Clásicos lentes de

medio marco hechos

con acetato italiano,

resultado de un proyecto

de tres amigos —y que

ahora es una tienda en

línea— que decidieron

crear armazones de

excelente calidad y

diseños increíbles.

benandfrank.com

30

cuarteto de aromaspor TERESA CRISTO

abril ha llegado y trae consigo nuevas fragan-

cias, un abanico de posibilidades, notas y fami-

lias olfativas para gustos y momentos diversos.

este cuarteto está compuesto por los aromas

más irresistibles de la temporada para los hom-

bres en busca de sensaciones nuevas. para em-

pezar, z zegna energy es una fragancia llena

de vitalidad para el hombre urbano, con notas

de mandarina, hojas de limón, geranio, lavanda,

musgo y almizcle. go Far es parte de la recien-

te colección de united Dreams of benetton;

Fotografía de adrián Duchateau

Atelier grooming

a

c

b

D

A. 212 VIP Men Wild Party, Edición Limitada.eau de toilette, 100 ml, carolina Herrera.

B. Spicebomb Extreme.eau de parfum, 90 ml. viktor&rolf.

C. United Dreams Men Go Far. eau de toilette,100 ml. united colors of benetton.

D. Z Zegna Energy. eau de toilette,100 ml. ermenegildo zegna.

una fragancia que busca ir más allá con notas

originales como marinas, lavanda, cardamomo,

ámbar, cedro y musgo. en seguida, carolina He-

rrera tiene un nuevo integrante inspirado en la

noche: el irresistible 212 vip Men Wild Party, que

fusiona exquisitos ingredientes cítricos, espe-

ciados y amaderados. Finalmente, Spicebomb

Extreme trae la tradición de la familia oriental

olfativa, especiada con notas de pimienta negra,

comino, tabaco, vainilla, canela y lavanda que

detonan una composición profunda.

32

Playera de cuello de algodón.Polo azul marino con detalles tricolor.Pantalones cortos de cuatro bolsillos.

Thom Browne, disponible en thesilverdeer.com

experiencia sartorialpor MARIANA ESTUDILLO

la historia detrás de silver Deer está defini-

da por la visión del canadiense robert Hirsch,

quien después de radicar en los últimos años en

México, logró identificar el gran potencial de un

consumidor ávido por encontrar en la moda una

experiencia completa que implique lujo, estilo y

exclusividad. Fue en 2012 cuando Hirsch fundó

Silver Deer en la Ciudad de México.

Hoy es la tienda que está recorriendo

minuciosamente las grandes capitales de la

moda, con el único propósito de encontrar las

mejores propuestas y tendencias para colo-

carlas en el terreno del sofisticado pero prag-

mático universo masculino. El resultado de la

impecable curaduría y selección de la tienda

permite encontrar en México prendas y colec-

ciones de firmas como Thom Browne, A.P.C.,

3X1 Denim, Kaweco, Isaia, entre otras. Una de

las predilectas de Hirsch, por ejemplo, es la

del diseñador neoyorquino Thom Browne, que

apuesta por un estilo americano clásico con

prendas 100% de algodón como los pantalones

cortos de cuatro bolsillos en color caqui, polo

azul marino de inspiración navy y playera blan-

ca con bolsillo en pecho con detalle en punta

en tres colores.

Atelier Moda

Fotografía de Adrián Duchateau

34

Sandalias Monterreybirkenstockmexico.com

primavera a tus piespor MARIANA ESTUDILLO

birkenstock es sinónimo de evolución. el lega-

do familiar de johann adama birkenstock ha

logrado colocarse, por más de 230 años, den-

tro de la lista de prendas indispensables que

ofrecen libertad, comodidad y estilo. el éxito

de la marca radica en el uso de plantillas ana-

tómicas que se ajustan a la estructura natural

del pie. las sandalias monterrey tienen bolsas

microscópicas de aire que permite que la sue-

la respire y se mantengan flexibles. Su diseño

con dos correas ajustables, piel de 3 mm de es-

pesor y revestimiento de piel de napa en negro,

son la conciliación entre el estilo y el confort.

Atelier Moda

Fotografía de Adrián Duchateau

40

La Ronda (arriba), Gary Vera,

artista plástico (en medio).

Típica comida ecuatoriana:

locro de papa y seco de

chivo, (abajo).

a la mitad del mundopor ALEJANDRA GONZÁLEZ ROMO

quito es un pequeño valle en medio de una

enorme cordillera de más de 7 mil kilómetros,

que le alcanzan no sólo para recorrer por com-

pleto américa del sur, sino para ser la cadena

montañosa más larga del mundo. la cordillera

es visible desde cualquier punto de la ciudad y,

aun después de varios días, la vista al horizonte

no deja de sorprender.

su riqueza natural es incuestionable y

bastante más homogénea. estando en ecua-

dor es posible desayunar en la costa del pa-

cífico, comer en los Andes y cenar en la selva

amazónica. A unas horas de viaje en coche

puede disfrutarse de esta diversidad de climas,

alturas y 48 ecosistemas distintos; ya que,

además, las carreteras en este país son muy

buenas. Estando en Quito, mirar por la ventana

para elegir la ropa que se va a usar puede ser

engañoso. El sol brilla y el cielo está despejado,

pero el aire que baja de los Andes es muy frío.

Los quiteños salen de casa preparados para

todo, y no se cansan de recordarnos que aquí

los rayos del sol pegan de forma más directa

que en cualquier otra parte del mundo.

Ecuador recibe hoy a millón y medio de tu-

ristas al año, pero lograr que un creciente núme-

ro de ellos se quede en la capital ha requerido

un esfuerzo importante por parte del gobierno

local. En nuestro primer recorrido por el centro

de Quito nos encontramos con el pintoresco en-

canto de una ciudad colonial de la región andina,

con construcciones de poca altura y techos de

teja, entre las que sobresalen las torres y cúpulas

de sus muchísimas iglesias. Hay siete de ellas en

una sola calle, cuyo nombre oficial, García More-

no, ha sido sustituido por uno más certero: Calle

de las Siete Cruces. El recorrido empieza de nor-

te a sur, y por la iglesia más antigua, la de Santa

Bárbara, construida en 1550. De todas, la más

suntuosa y espectacular es la de la Compañía de

Jesús, creada en 1613 con una portada exterior

hecha de piedra volcánica y un interior que está

cubierto totalmente por láminas de oro talladas.

Siguiendo con el recorrido por el centro, se

encuentran antiguos negocios, como relojerías,

peluquerías y especierías que remiten a la época

colonial. Las especierías son atendidas por mu-

jeres de origen indígena que no siempre domi-

nan el español y que venden, en costales reple-

tos, hierbas y semillas con nombres en quichua.

Por la tarde llegamos a La ronda, la calle

más famosa y antigua de la ciudad. Era punto

de reunión de intelectuales y bohemios en las

décadas de 1920 y 1930. Hay una tienda, Chez

Tiff, que además de vender chocolate artesanal

hecho con cacao ecuatoriano, tiene un área

destinada a explicar a sus visitantes el largo

Atelier Viajes

Fotografías de Misha Vallejo

Ecuador

Quito

42

Atelier viajes

proceso que hay detrás de este producto y la

razón por la que el chocolate ecuatoriano está

logrando posicionarse entre los mejores del

mundo. un poco más adelante hay otra simi-

lar, pero que vende y promueve la producción y

consumo de miel local. también se puede com-

prar hojalatería, sombreros, trompos y varios ti-

pos de artesanías que representan a la escuela

quiteña, un conjunto de tradiciones y técnicas

artesanales que vienen desde la real audien-

cia de quito, en la época colonial. empedrada,

colorida y demasiado angosta para el paso de

los autos, caminar por la ronda implica tam-

bién escuchar a gritos toda clase de ofertas e

invitaciones para pasar a restaurantes, bares y

karaokes, a tomar vino, cerveza o un canelazo,

el antídoto local para el frío. se trata de una be-

bida tradicional de la sierra que se prepara hir-

viendo agua con canela, azúcar y jugo de naran-

jilla, una fruta de la región que tiene un aspecto

y sabor entre naranja y jitomate. a la mezcla se

le añade aguardiente y el resultado es una es-

pecie de ponche caliente que cumple muy bien

con su misión de endulzar una noche fría. las

empanadas son otra cosa que hay que probar.

entre las especialidades están las de morocho,

un refrito de carne molida, arroz, chícharo y za-

nahoria; las de plátano verde, que llaman sim-

plemente “empanadas de verde”; y las de viento,

que están hechas de trigo y rellenas de queso,

pero obtienen su nombre porque al freírse se

inflan tanto que parecen no llevar nada adentro.

Al día siguiente tomamos el teleférico. En

diez minutos de recorrido se superan los 4 mil

metros de altura y la vista es espectacular. Está

permitido subir bicicletas a los vagones para

pasear al llegar a la cima de la montaña, ya que

los Andes son un gran escenario para el turismo

de aventura. otra alternativa para disfrutar de

una vista, quizás aún más impresionante, es el

hotel El Cráter, ubicado en el mirador del volcán

Pululahua. Está apenas a 30 minutos de Quito,

pero desde ahí todo lo que se ve es cielo, monta-

ñas y áreas verdes. ofrece un menú de comida

típica ecuatoriana que incluye platillos como el

locro de papa, cuyo nombre en quichua es rucru.

La receta es de origen inca, y es un guiso de

papas, con ají y hierbas. Los españoles le agre-

garon refrito de cebollas, ajo, leche y trozos de

queso, y así es como se sirve ahí. Entre los pla-

tillos quiteños más tradicionales también están

varios tipos de cebiche, con la particularidad de

que se sirven acompañados de granos de maíz

en varias presentaciones: hervidos, asados y

hechos palomitas, que aquí llaman canguil. Uno

de los platillos fuertes más típicos de Ecuador

es el seco de chivo, un estofado de carne de bo-

rrego macerada en cerveza o jugo de naranjilla.

A fuego lento se le añade agua, cebolla, toma-

te y achiote. Se acompaña con arroz amarillo,

papa entera, lechuga y aguacate. La comida y

la vista en El Cráter se suman para regalarnos

otra gran tarde.

GUÍA PRÁCTICADE QUITO

Dónde dormir

Casa Gangotena Bolívar oe6-41 y Cuenca

casagangotena.com/es/

Hotel Plaza GrandeGarcía Moreno y Chile, García

Moreno N5-16

plazagrandequito.com

Boutique Hotel Mansión del Ángel Los ríos N13-134 y Pasaje Ascencio

Gándara

mansiondelangel.com.ec

Dónde comer

ZazuMariano Aguilera 331 y La Pradera

zazuquito.com

Nuema

república del Salvador y Suiza

T. +593 (2) 510 7922

Chez Jérôme. Whymper 3096 y Coruña

chezjeromerestaurante.com

Monumento oficial en Ciudad Mitad del Mundo (arriba).

Casa Gangotena (abajo).

44

Atelier autos

vuelve una leyendapor TERESA CRISTO

Desde hace cinco décadas, porsche ha de-

mostrado que la perfección sí existe. por eso

en Gatopardo probamos el nuevo 911 carrera

s por las calles de la ciudad de méxico, en la

carretera rumbo a puebla y en el autódromo

Hermanos rodríguez, donde su circuito es tan

legendario como este automóvil. su desem-

peño responde con agilidad a cada maniobra;

en cada curva se confirma que el viaje abordo

puede ser seguro y estable incluso a 250 kiló-

metros por hora.

Desde su lanzamiento en los sesenta, el

911 ha conservado su esencia y ha incorporado

mejores tecnologías con los años. Hoy llega la

octava generación de este deportivo con mo-

tores de configuración bóxer con 6 cilindros de

El 911 Carrera S, de Porsche, es uno de los deportivos

más sobresalientes de todos los tiempos.

3 litros y dos turbos. Gracias a la transmisión

de doble embrague pdk, los cambios son tan

rápidos que la velocidad se mantiene, y con el

paquete Sport Chrono podemos modificar la

configuración del auto en 4 modos de manejo,

ambas son opcionales. Con una potencia de

420 hp acelera de 0 a 100 kilómetros por hora

en 3.9 segundos. El rendimiento de combusti-

ble permite recorrer en promedio 13 kilómetros

por litro. El eje trasero direccional activo hace

que las llantas traseras giren, consiguiendo así

que dinámica de conducción en curvas a altas

velocidades.

La sobrealimentación y el sistema de es-

cape emiten el inconfundible sonido del motor

deportivo que puede ser apreciado también en

el interior del auto. El nuevo sistema de frena-

do anticolisiones múltiples reduce las conse-

cuencias de los accidentes frenando automá-

ticamente el auto después del primer impacto.

El exterior incluye refinados detalles ópti-

cos como los faros y luces de freno de cuatro

puntos y pilotos traseros tridimensionales. Las

rejillas de la parrilla trasera ahora son vertica-

les y las manijas de las puertas están integra-

das a la carrocería. Las tomas de aire frontales

han crecido, los alerones se abren y cierran se-

gún sea necesario.

Se dice que sólo un 911 supera a otro 911

y, esta nueva generación no es la excepción.

Porsche continúa mejorando lo inmejorable

con uno de los deportivos más sobresalientes.

46

Atelier autosAtelier autos

Dinamismo italianopor FABRIZIO POZO

Desde su aparición en 2010, alfa romeo giu-

lietta ha robado suspiros por todo el mundo,

en el viejo y en el nuevo continente. ahora,

este refinado hatchback ha sido renovado

por dentro y por fuera, convirtiéndolo en un

estandarte de la filosofía Made in Italy, que

combina dinamismo y estilo como nadie en

la industria.

La nueva versión del Giulietta cuenta con

una exclusiva transmisión automática de do-

ble embrague automatizado de seis velocida-

des, lo que brinda una sensación digna de un

auto deportivo sin sacrificar la suavidad en la

marcha o comprometerse con un despilfarro

de gasolina. Incluso, el motor de 1.75 L de este

modelo emite 10% menos co2 que los moto-

res tradicionales.

El Alfa romeo Giulietta alcanza 244 kiló-

metros por hora y va de 0 a 100 km/h en seis

segundos. La firma italiana que lo ha creado

sabe que con este nivel de fuerza —especial-

mente en un auto compacto— corresponde a

un alto nivel de seguridad. Este bólido ha sido

nombrado como el más seguro por la Euro

ncap, con una calificación de 5 estrellas, por

la máxima autoridad en el tema en el conti-

nente europeo.

Este modelo es una gran muestra de la

dimensión del diseño italiano, y no sólo en el

exterior: destaca por su atención a los deta-

lles, desde el color de los asientos hasta los

acabados del volante, complementado con

el sistema Uconnect y una pantalla de cinco

pulgadas, así como el sistema de sonido Bose

de 500 watts.

Dentro de sus innovaciones en materia

de ingeniería, ofrece una dirección de doble

piñón que proporciona un manejo de primer

nivel y un tacto deportivo único, que se com-

plementa con las asistencias de seguridad y

el diferencial de derrape limitado. Para esto,

incorpora frenos delanteros de disco autoven-

tilados con calipers Brembo.

renovada, pero manteniendo el espíritu

elegante y enérgico que tanto ha caracteriza-

do a Alfa romeo, Guilietta es una gran mane-

ra de acercarse a los vehículos italianos y a un

refinado giro a los hatchbacks familiares. Un

vehículo para salir y recorrer la ciudad como

los grandes.

El nuevo Alfa Romeo

Giulietta se ha

convertido en un

estandarte de la

filosofía Made in Italy.

4948

recuerda los auténticos sabores de los ingre-

dientes de la cocina nacional, como el sabor

del comino o el pápalo, el orégano intenso o la

pimienta gorda porque usan la que venden en

el costco”, dice.

aunque ha trabajado en restaurantes de

cocina japonesa y francesa, cabrera no imagi-

naría su vida haciendo otra cosa que no fuera

comida mexicana: el olor del epazote, probar

unos frijoles, hacer tortillas de maíz, o prepa-

rar una cochinita pibil con una buena carga de

pimienta, orégano, manteca y chile habanero,

hasta volverla algo especial. la misión de su

carta es rescatar los sabores locales tal como

se cocinan en sus lugares de origen, con la

mejor calidad de los productos que uno pue-

de encontrar en la ciudad de méxico. el menú

es resultado de un viaje por méxico, yendo a

comer a todos lados, al norte, al bajío, al sur,

por las cocinas más tradicionales, probando de

cuchara en cuchara.

“la carta es resultado a nuestros antojos,

de la memoria degustativa. no podría aven-

tarme una cochinita si nunca la he probado.

todos los platos del menú son platos que he

comido desde mi infancia, y de ahí surgen nue-

vas interpretaciones”, dice.

Fonda Fina tiene como base el sabor. por

eso, nunca se servirá aquí un tradicional arroz

con leche dentro de una jaula dorada. la comi-

da habla por sí misma, sin artificios. La carta

recuerda a las tradicionales fondas mexicanas,

pues está diseñada por tiempos y grandes por-

ciones para compartir. De entrada, pedimos

una suculenta memela de maíz con cecina de

Yecapixtla, jícama y granos de granada; y un

aguachile negro de camarón con chiles serra-

nos, cabellas y rábano negro. El chef recomien-

da probar el fideo seco que viene servido en

forma de un tabique cubierto de chilaquiles ro-

jos, crema y queso; y la ensalada de espinacas

y betabeles orgánicos, hummus de almendra y

requesón. Como plato fuerte un short rib per-

fectamente cocinado bañado sobre una salsa

de adobo con chilacayotes. Además, hay que

pedir los especiales que van cambiando sema-

na a semana.

“Hoy está la discusión de que si los coci-

neros somos artistas o artesanos. Pues no me

siento un artista, pero me gusta ver cosas vi-

vas y alegres. La cultura mexicana es colorida

y viva. Quise traducir eso en sabores e ingre-

dientes. La comida entra por los ojos”, dice el

chef, quien no pretende presentar platos mini-

malistas donde encuentre el comensal la carne

debajo de un chícharo. No. “Pretendo que sea

una comida de todos los días, pero con la exi-

gencia del más alto nivel de perfección, aten-

ción a los detalles, que la juliana de la cebolla

sea perfecta”, dice. Así, la comida enamora en

Fonda Fina. Por algo los platos regresan siem-

pre a la cocina, limpios.

Chef Juan Cabrera (izquierda).

Memela de maíz con cecina

de Yecapixtla (derecha).

Fonda FinaMedellín 79, roma Norte.

fondafina.com.mx

Atelier restaurantes

Un viaje gastronómicoPor GUILLERMO SÁNCHEZ CERVANTES

Son las trece horas de la tarde cuando más de

diez personas trabajan ya como reloj suizo en

la cocina de Fonda Fina. Pronto comenzarán a

llegar los primeros comensales que vienen a

degustar los deliciosos platillos que comanda

desde aquí el chef Juan Cabrera. La atención

a los detalles parece ser el motor que mueve

el día a día en este restaurante de la colonia

roma. Esto se refleja en los productos con los

que cocinan cada platillo del menú, hasta en

la vajilla de barro que se sirve en las mesas, la

decoración que enamora con cucharas de ma-

dera por doquier y unas lámparas de latón que

cuelgan del techo, simulando ser esas cazue-

las en las que se han cocinado por generacio-

nes los platillos más famosos de México.

“Nuestra gastronomía es tan basta que

nunca terminaré por conocerla. No me alcan-

zaría la vida”, dice Cabrera, chef ejecutivo de

este restaurante que dedica gran parte de su

tiempo libre —junto a sus socios Jorge Vallejo

y ramón orraca— a ir investigando sabores y

recetas, ensayando todos los días. Como fiel

discípulo de Enrique olvera cuando trabajó en

el Pujol —o cuando estuvo en El Bulli de Ferrán

Adriá en España—, hace auténticas búsque-

das de sabores. Se va a la raíz de la cocina y

entonces idea cosas como un peneque —tor-

tillas capeadas— pero en lugar de rellenarlo

de chicharrón, le pone requesón, perejil y ver-

duras curtidas, y luego finalmente lo baña con

salsa de pipián. “He visto que la gente ya no

Fotografías de rodrigo Marmolejo

Restaurante Fonda Fina (izquierda). Short rib bañado en salsa de adobo

(arriba derecha). Decoración tradicional mexicana (derecha abajo).

56

Atelier tragos

centenario de lujopor FABRIZIO POZO

si alguien bebe hoy una copa louis Xiii tiene

que saber que está probando el coñac que un

maestro bodeguero puso a añejar en una ba-

rrica de roble de limousin hace 100 años, en

tiempos de la primera guerra mundial. su

sabor es el resultado del trabajo de cuatro ge-

neraciones de maestros bodegueros en la casa

rémy martin en grande champagne, una re-

gión de cognac, Francia.

louis Xiii se produjo en 1874. se nombró en

honor al rey de Francia que impulsó la produc-

ción y el comercio de este producto a principios

del siglo Xvii. en cada uno de sus emblemá-

ticos decantadores de cristal hay una mezcla

muy compleja, resultado de la alquimia de 1,200

aguardientes de entre cuarenta y cien años de

añejamiento. el resultado evoca notas de cata

y aromas de mirra, miel, siempreviva, ciruela,

madreselva, corteza de madera, cuero y frutas

de la pasión. por todo ello, dice rodolphe de

lapeyrouse, embajador de la marca, no existe

en el mundo otro producto así.

“la primera vez que lo probé estaba en

cognac, en una sala de barricas con más de

trescientos años de antigüedad. eran las

diez de la mañana, había bruma en el valle

y todo parecía una película. entendí que es-

taba por probar algo muy especial” recuer-

da. “a pesar de que es un método que no ha

cambiado en lo absoluto en siglos, las per-

sonas que trabajan ahí sienten una absoluta

pasión por su trabajo, y se aseguran de que

el mismo sabor y nivel de perfección salga

de Francia para llegar a china, méxico y a

donde sea”, afirma.

Actualmente, este coñac se sirve en los

hoteles y restaurantes más prestigiosos del

mundo, desde el Hôtel George V en París, al

Burj Al Arab en Dubái, y el ritz-Carlton en

osaka, hasta La Gloutonnerie, The St. regis,

Brasserie Lipp, y Sir Winston Churchill en

México. De Lapeyrouse no deja de sorpren-

derse en cada ocasión que lo prueba. “Es

fascinante saber que alguien trabaja hoy en

algo que se consumirá un siglo después. Son

maestros que con sus manos logran dominar

al tiempo para entregarnos un legado exclu-

sivo del más alto nivel”, concluye.

Rodolphe de

Lapeyrouse es

embajador del

coñac exclusivo

Louis XIII.

Fotografías de Paulina Figueroa

58

Atelier tiendas

apc

sarugakuchou 25-2, shibuya, tokio.

touitou viste a tokiopor reGina sienra

la firma francesa apc se ha movido sigilosa-

mente por el mundo de la moda. Sin embargo,

ha hecho de esta discreción el vehículo para

abogar por lo subversivo en las tendencias

que llegan año con año. Creada en 1987, esta

compañía ha dejado que sus sencillas pero

vanguardistas piezas hablen por ellos. Para la

firma, la clave está en los detalles de las pren-

das básicas, sin caer en excesos de diseño.

apc, por las siglas de Atelier de Produc-

tion et de Création, fue concebida por el con-

troversial Jean Touitou, como una respuesta a

las marcas ostentosas, pues lanzó sus prime-

ras colecciones sin etiqueta que identificara a

las piezas. The Guardian le ha dedicado a este

protagonista de la moda historias enteras a sus

declaraciones, que incluyen haber llamado a

Kanye West el “David Bowie del siglo xxi”. Hoy

Touitou es el director creativo de esta marca

que tiene presencia en 10 países, prefiere ofre-

cer descuentos a maestros y apoyar a músicos

emergentes —cuyos álbumes pueden encon-

trarse en sus boutiques— que ser asociado con

celebridades y lo mainstream.

Este espíritu empapa la tienda apc Hom-

me en Daikanyama, en la ciudad de Tokio; ho-

gar de boutiques de lujo y cafeterías hip, los

cuales, combinados con un ambiente relajado,

lo han convertido en uno de los distritos más

sofisticados de la ciudad japonesa. El icónico

Hillside Terrace y la librería T-Site son otros de

los protagonistas con los que comparte espa-

cio en este barrio.

La mente detrás del limpio diseño de esta

boutique es el despacho Wonderwall, quie-

nes en 2007 se ampliaron al local de junto y

lo renovaron por completo. En lugar de derruir

la estructura original de bloques de cemento,

los arquitectos visionarios la convirtieron en

parte de la decoración, que la hace de lo más

vanguardista.

Uno de los puntos clave de apc Daikanya-

ma es la entrada. originalmente, este espacio

era tan sólo un hueco entre los dos edificios

que conforman la tienda. En él, los arquitectos

crearon un jardín que conecta ambos espa-

cios y facilita la circulación de los clientes.

La sensación etérea de la tienda, com-

binada con la elegante sencillez de la ropa y

accesorios para hombres de apc, la han con-

vertido en un indispensable para los trendse-

tters de Tokio.

Fotografías de Diego Berruecos / Instagram A.P.C.

apc Homme es una de las

tiendas más importantes

en Daikanyama, Tokio.

6362

La manufactura de IWC en Schaffhausen, Suiza (arriba). Marc Forster

durante el Salon International de la Haute Horlogerie Genève (abajo).

"georges kern, ceo de iwc,

tiene una visión y me gusta,

porque se dedica a contar

historias a través de sus

productos."

terminarla, estamos viendo si la lanzamos en

uno de los festivales.

G› En términos de premios, ¿qué estás bus-

cando?

MF› Con los premios nunca se sabe. Mira a

Kubrick y a Hitchcock, nunca ganaron un pre-

mio de la academia, así que al final no significa

nada. Siempre es agradable que te reconozcan

y ser nominado. Mira a los directores mexica-

nos, que llevan una buena temporada siendo

nominados. Después de Cuarón, Iñárritu, dos

veces. Lo conozco desde que hizo Amores Pe-

rros. Conozco a todos desde hace quince años

y me caen muy bien.

G› Has realizado todo tipo de películas en tu

carrera, ¿de qué manera ha sido bueno explo-

rar todos los ángulos posibles?

MF› Para mí existen muchos directores que

hacen lo mismo una vez y otra vez. Por ejemplo

Hitchcock, que se volvió el maestro del suspen-

so. A mí me gusta Howard Hawks o Billy Wilder,

que han hecho tantas películas tan diferentes.

Así es como vi mi carrera, necesito un reto cada

vez. Si ya hice un género y necesito repetirlo

para dominarlo estaría fallando en el reto. Si

hiciera el mismo tipo de películas cada vez me

aburriría, es lo que me mantiene despierto. Es

como un niño que acaba de ver el mundo, que

aprende y observa todo. Si estoy haciendo algo

diferente que no he hecho antes, es como un

descubrimiento y tengo que poner atención. Si

es algo que ya he hecho antes, me vuelvo flojo,

pienso que ya sé cómo asustar a alguien o crear

tensión, pero realmente todo gira en contar his-

torias que hagan sentir algo a las personas.

G› ¿Cómo manejas las personalidades de las

celebridades con las que trabajas?

MF› He sido muy afortunado casi todo el tiem-

po porque la mayoría de la gente con la que he

trabajado ha sido muy respetuosa. Cada perso-

na es diferente y tiene distintas necesidades y

siempre se llega a un punto en el que los retos

creativos que tienes y tu visión pueden entrar en

conflicto. Yo no veo el conflicto como malo, creo

que el conflicto siempre puede crear algo mejor.

G› Hablemos de la precisión, una característi-

ca muy importante en el mundo de la relojería.

¿Cómo funciona esto en una película?

MF› Para mí, crear un ambiente y crear magia

es lo que hace que el actor se sienta seguro.

Cuando tenemos el guion que estamos tratando

de hacer simultáneamente, quiero ir mas lejos y

encontrar dónde está la magia y capturarlo. Y si

no sucede, tengo que regresar y volverlo a hacer.

Pero siempre depende de qué tipo de películas

estás haciendo, si es una pieza que gira alrede-

dor de un personaje versus una gran película de

acción versus realismo mágico o comedia. Creo

que cada quien tiene un ritmo diferente y nece-

sidades diferentes. Si estás haciendo una gran

película de Hollywood tienes que administrar

mucho porque no puedes controlar todo, tienes

que organizar sabiamente, mientras que si estás

dirigiendo una película pequeña y solamente es-

tán el director y el actor, el enfoque es distinto.

G› ¿En qué proyecto estás trabajando actual-

mente?

MF› Estoy terminando una película, en pos-

producción, que se llama All I See is You con

Blake Lively como protagonista y Jason Clarke

como el marido. Es una película que se pre-

sentará más adelante este año, acabamos de

Atelier reporte de marca

Dirigiendo el tiempo

Entrevistamos al reconocido director de cine en Ginebra, Marc Forster,

amigo de la manufactura relojera iwc, durante el Salon International de la

Haute Horlogerie Geneve (sihh), una de las principales ferias en el mundo.

Por LUZ ARREDONDO

Gatopardo› Este año vienes a Guadalajara,

pero no precisamente con una película, ¿cierto?

Marc Foster› El Festival Internacional de

Cine de Guadalajara me invitó para darme un

premio. Espero que un premio por mi trayec-

toria de vida —ríe—. No, estoy bromeando, me

van a dar algún reconocimiento y proyectarán

mis películas. Me encanta México.

G› Cuéntanos sobre tu relación con iwc. ¿Qué

valores compartes con la marca?

MF› Para mí todo gira alrededor de las perso-

nas, cada historia que cuento en una pelícu-

la gira alrededor de los personajes. Georges

Kern, ceo de iwc, tiene una visión y me gusta

la gente que tiene visión, él también se dedica

a contar historias a través de sus productos.

Creo que sus relojes son piezas de arte, así que

la combinación entre su personalidad, contar

historias y su visión hizo muy fácil para mí con-

vertirme en embajador.

G› Para algunos, dirigir es coordinar tiempo y

ritmos. ¿Cuál es la relación del tiempo en tu

trabajo?

MF› Sabes que el tiempo es lo único que te-

nemos porque eventualmente todos vamos

a quedarnos sin él. Cuando eres joven tienes

esta imagen de que nunca vas a morir, que

tienes todo el tiempo y que la vida siempre

va a estar allí. Hasta que de repente te das

cuenta de que el tiempo pasa rápido y más

rápido, y que tienes que ser muy organizado

porque se puede perder completamente la

noción del tiempo, más cuando tienes pasión

por lo que haces. Puedes siempre trabajar sin

parar, así que tienes que contenerte. Necesito

tiempo para compartir con mi familia, con mi

madre. De repente te das cuenta que tu ma-

dre envejeció y que no va a vivir mucho más,

así que necesitas administrar tu tiempo para

aprovecharlo con la gente que quieres. En el

momento en que mueras, no vas a contar si

hiciste diez películas o si ganaste diez pre-

mios oscar.

64

Atelier relojes

amantes del buceopor LUZ ARREDONDO

Hay tantos destinos por descubrir para los que

disfrutan uno de los deportes más fascinan-

tes, bucear. y qué mejor que hacerlo junto a un

cronógrafo único. la manufactura suiza aude-

mars piguet presentó en ginebra en enero de

2016 este nuevo diver de la colección royal oak

offshore. En esta pieza relojera, el diseño y la

tecnología parecen renovarse. Este cronógrafo

ofrece una perfecta legibilidad en profundida-

des de hasta 300 metros. Es un reloj deportivo

que refleja carácter y es perfecto para salir a ex-

plorar el mundo submarino. Su gama de colores

evoluciona también, puesto que viene en mode-

los con colores que son mucho más atrevidos y

vibrantes, como mandarina, lima, limón y azul.

Royal Oak OffshoreDiver CronógrafoMovimiento mecánico

automático, caja de acero

inoxidable, 42 mm, esfera con

motivo Mega Tapicería y pulsera

en caucho. Disponible en las

tiendas Audemars Piguet.

67

Elreportero

desafianteRetrato de Jorge Ramos, el periodista latino

más influyente de Estados Unidos

Texto

Felipe Restrepo Pombo

Fotograf ías

David Franco para 13/TRECE

traje — ermenegildo zegna / camisa — thomas pink / cinturón — ermenegildo zegna / mancuerni l las — mont blanc

Asistentes de fotograf ía — María Fernanda Molins y Coco Toledo / Coordinadora de moda — Luz

María Carrera / Asistente de moda — Carol ina Franco / Locación — Four Seasons Ciudad de México

6968

Durante casi treinta años, el mexi-cano Jorge Ramos se ha dedicado al periodismo. Salió de su país des-pués de ser censurado y se instaló en Miami, donde se convirtió en la estrella del canal Univisión. Ha entrevistado a líderes, presidentes, criminales, deportistas y víctimas: siempre con un enfoque personal y sin miedo a hacer preguntas in-cómodas. Hoy es un referente mo-ral de los hispanos en Estados Uni-dos y no piensa detener su cruzada hasta que su comunidad sea respe-tada. Tampoco le dará tregua a la corrupción y a los abusos de poder. Para Ramos, el periodismo es una cruzada personal.

traje — ermenegildo zegna / camisa — thomas pink

7170

No muchos conocen a fondo el poder de la televisión. Jorge Ramos es uno de esos pocos. Mientras lo espero en una sala del aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, miro una pequeña pantalla. En el noticiero de esa gélida mañana de sábado de febrero transmiten imágenes de la visi-ta del papa Francisco al país: en particular, repiten las de su llegada y recibimiento, la noche anterior, al mismo aeropuerto. Veo, en primera fila, el resplandor de la blan-quísima sonrisa del presidente, Enrique Peña Nieto, y la emoción desbordada de la primera dama, Angélica Rivera, quien lanza besos al aire. El papa también aplau-de, encantado, ante el show musical que prepararon para su bienvenida. Todos parecen felices: los problemas, frente a las cámaras, no existen.

Me distrae el anuncio del arribo del vuelo proveniente de Miami, en el que viaja Ramos. Unos minutos después, el periodista atraviesa las puertas de cristal de migración. Viste unos jeans, camiseta azul celeste y botas desgastadas. Su pelo blanco está, como siempre, impecable. La recepción no es multitudinaria como la del papa. Pero sí causa revuelo. Algu-nos curiosos lo reconocen y se acercan para tomarse fotos a su lado. Ramos acepta con amabilidad, los escucha y se despide con palabras afectuosas.

Comento las imágenes del noticiero. Ramos viene a México —la ciudad donde nació—, justamente, a cubrir esa visita. Así que le pregunto sobre el tema:

—Eres muy crítico de la Iglesia, ¿qué esperas de esta visita?

—Vengo a ver al papa de una manera diferente. Quiero preguntarle, si tengo la oportunidad, por qué el Vaticano está defendiendo pederastas. Ése es el asun-to que más me preocupa: los abusos por parte de los sacerdotes.

—El recibimiento al papa ha sido im-presionante y una prueba irrefutable de la popularidad de la Iglesia, ¿crees que al-guien se atreva a hablar del tema del abuso?

—No hay en México un cuestiona-miento al poder de la Iglesia. El problema está en que muy pocas personas se atreven a enfrentarse a ese poder. Tal vez le temen demasiado. Y la Iglesia en México, como el Vaticano, ha decidido tomar partido por los victimarios y no por la víctimas.

Ramos camina rápido y trato de se-guir su ritmo. Mueve la cabeza de lado a lado, como buscando algo. Observa, con sus ojos intensamente azules, todo lo que ocurre en el aeropuerto. Tiene prisa: la prisa característica de los reporteros que no quieren perder ni un segundo. A sus 57 años, Jorge Ramos es una estrella de la televisión, una celebridad en diferentes países y autor de varios libros. Pero nunca ha dejado de ser, sobre todo, un reportero.

Caminamos hasta el estacionamien-to. Antes hace una parada para cambiar dólares en efectivo que trae en su cartera y para tomarse más fotos con los fans que lo abordan.

—Habría que preguntarle al papa Francisco por qué decidió hacer santo a Juan Pablo II cuando éste abiertamente defendió a Marcial Maciel. Un líder como él debería hablar de los desaparecidos, de los escándalos políticos y de los múlti-ples abusos. Pero me temo que no va a to-car esos temas. Así que mi pregunta sería: ¿por qué tanto silencio frente a los temas importantes?

La otra razón de la visita de Ramos a México es el lanzamiento de su más re-ciente libro, Sin miedo. En éste, el doceavo que ha publicado, hace un recorrido por toda su carrera. Vuelve sobre algunos de los reportajes, crónicas y entrevistas más relevantes de su larga trayectoria. Sin mie-

do es también una narración de cómo se convirtió en periodista y, de cierta forma, una declaración de principios.

En el libro cuenta que estudió en un colegio en el que los sacerdotes abusaban de los alumnos: los maltrataban, los hu-millaban y los golpeaban. Desde muy jo-ven, Ramos quiso enfrentar esos abusos. En el prólogo escribe: “De niño le tuve que rezar innumerables oraciones a un dios lejano, inalcanzable y, francamente, im-posible de comprobar. Las misas y los re-zos colectivos eran, para mí, un ejercicio hipócrita, inútil y aburrido”. Más adelante relata que el temprano enfrentamiento a la injusticia lo llevó a querer ser reporte-ro. Lo impulsó a desenmascarar los vicios del poder: “El periodismo, en el fondo, es una conducta frente a la vida: te empuja a cuestionarlo todo; filosóficamente te enfrenta a los poderosos; moralmente te obliga a denunciar abusos y, en la prác-tica, te convierte en un rebelde”.

Nos subimos en una camioneta que nos llevará hasta la Basílica de Santa Ma-ría de Guadalupe, donde Francisco oficia-rá una misa en la tarde. Ramos transmitirá desde ahí una emisión del noticiero del ca-nal Univisión, del cual es reportero y pre-sentador desde el 3 de noviembre de 1986. Es, quizás, el programa más influyente en la comunidad latina de Estados Unidos. Él revisa sus notas y hace varias llamadas para coordinar la producción.

Las calles están más congestionadas de lo normal. Además del tráfico habitual de un sábado por la tarde en la Ciudad de México, varias vías están bloqueadas por el recorrido que hará el papa. La camio-neta avanza muy despacio entre camio-nes y motos.

—¿Crees que el gobierno utiliza esta visita como un distractor para los proble-mas que atraviesa el país?

—Éste es un gobierno que no da la cara. Que no se atreve a tocar los temas di-fíciles. Es un presidente asustado. Podría terminar siendo un sexenio mucho más violento que el de Calderón. Las cifras ofi-ciales lo dicen: éste podría ser el gobierno más sangriento en la historia moderna de México. Y, en medio de esto, el tema del Chapo Guzmán y del papa son dos enor-mes distractores. Una vez que esos dos distractores se disipen, la gente se dará cuenta del engaño. Quedará claro que es un gobierno que ha decidido callarse.

—¿Ves una respuesta clara por parte de la sociedad civil?

—Veo un levantamiento, sí. Creo que México está lleno de indignados. Por todos lados hay voces contestatarias muy fuer-tes. Los jóvenes, sobre todo, que están en las redes sociales y en contacto con otros países, no les gusta cómo están ocurriendo las cosas y no quieren lo que está pasando.

—Pero, al mismo tiempo, da la impre-sión de que no pasa nada más allá de la indignación…

—Mi teoría es diferente: yo creo que sí pasó. La desaparición de los 43 estu-diantes en Ayotzinapa desenmascaró a este gobierno. Luego vino el tema de la Casa Blanca que terminó de derrumbar al gobierno. Ya nadie cree en ellos. El cuen-to que nos trataron de vender sobre las grandes reformas al comienzo del sexenio ha quedado destruido frente a las grandes evidencias de corrupción e incapacidad.

—¿Crees en una posible renuncia del presidente Peña Nieto?

—No lo sé. Pero creo que es un go-bierno cansado y temeroso. El rey ya está caminando desnudo entre nosotros y na-die cree su cuento.

Finalmente llegamos a nuestro des-tino: una de las avenidas principales que conduce hasta la basílica. Pero un policía

de tránsito nos dice que la vía está blo-queada y que no hay paso para los carros. Ramos salta a la calle. Saca su mochila, una corbata, unos zapatos y un traje que vestirá para la emisión. Llegó su momento favorito del día: salir al campo de batalla.

Una búsqueda rápida en internet sobre Ra-mos revela una trayectoria impresionante. La revista Newsweek lo incluyó en la lista de los cincuenta políticos y periodistas más importantes de Estados Unidos. La revista People lo seleccionó como uno de los 100 latinos de mayor influencia en el mismo país. Ha obtenido los premios Moors Cabot, Emmy (ocho veces), Latino Book Award y el Premio Internacional de Periodismo otor-gado por el Club de Periodistas de México, entre muchos otros reconocimientos. Ha entrevistado más de sesenta presidentes. Además, ha recibido doctorados honoríficos de varias universidades. Y, claro, la revista Time lo puso en su portada como una de las 100 personas más influyentes del planeta.

Llegar hasta ahí, claro, no fue sencillo.Ramos nació y creció en la Ciudad

de México. Estudió comunicación en la Universidad Iberoamericana y luego se especializó en las universidades de Cali-fornia en Los Ángeles y de Miami. Cuando regresó a trabajar en México tuvo un paso fugaz por Televisa. Su primer reportaje fue censurado porque tocaba temas sensibles sobre la libertad de prensa y algunos de sus entrevistados cuestionaban a Emilio Azcárraga. Ante la frustración, decidió migrar, de nuevo, a Estados Unidos. En 1983, a los 24 años, llegó a trabajar a Uni-visión, entonces un canal pequeño, como presentador del programa Mundo Latino. Por esa misma época, el mexicano Jacobo Zabludovsky fue nombrado director de noticias del canal. Su nombramiento fue

Muchos le han preguntado por qué es tan activo. Él siempre

responde: “Soy un inmigrante. Necesito

muchos trabajos”.

7372

smokin y camisa — burberry / cinturón — salvatore Ferragamo / corbata — ermenegildo zegna

7574

mal recibido por el equipo de periodistas, que renunció en grupo. Ante la presión, Zabludovsky renunció y regresó a su país. El noticiero nocturno se quedó sin presen-tador y el elegido para ocupar la posición fue el joven Ramos. Noche a noche, Ramos se convirtió —al lado de la presentadora María Elena Salinas— en una voz que le hablaba al oído a la comunidad hispana y que les contaba la actualidad de Estados Unidos con un enfoque más cercano.

El ascenso de Ramos como presen-tador coincidió con el crecimiento de esa comunidad. Ese grupo pasó de 14 millo-nes en los ochenta a 55 millones en 2015. Pero también tuvo que ver con la empatía y confianza que Ramos transmitía frente a las cámaras. “La gente lo reconoce, pero más que reconocerlo, le cree. Y ése es el gran desafío de la prensa. No hay rostros, hay textos. Pero alguien tiene que tener el oficio, como lo tiene él y es un acicate para su competencia. Es una forma de hacer periodismo, que él no inventó, pero pocos saben hacerlo. Y él siente que está obli-gado a hacerlo. Entiende el periodismo como un servicio”, dice Porfirio Patiño, quien fue productor y jefe de la oficina de Univisión por venticinco años.

La disciplina de trabajo de Ramos fue evidente desde ese momento. Llegaba a la redacción del canal temprano. Asistía a las largas reuniones editoriales y, a las seis y media de la tarde, estaba frente a las cáma-ras para presentar las noticias. Durante al-gunos eventos especiales —las elecciones presidenciales estadounidenses o mexi-canas, por ejemplo— apenas salía de los estudios. Sólo se ausentaba para viajar por el planeta a cubrir todo tipo de historias y a entrevistar personajes de diferentes ám-bitos. Al mismo tiempo, Univisión fue cre-ciendo en tamaño y audiencia y Ramos se convirtió en una ficha clave para su éxito.

La periodista colombiana Ángela Patri-cia Janiot lo conoce hace más de veinticinco años. Cuando ella llegó a trabajar a Estados Unidos, a comienzos de los noventa, Ramos le ayudó a entrar a un programa en Univi-sión en Los Ángeles. Hoy ella es una de las figuras principales de cnn en Español. “Es un referente fundamental para los perio-distas hispanos en Estados Unidos. Abrió un camino para todos nosotros. Su enfoque es muy original y ha sido un testigo privile-giado de la historia reciente”, me dijo du-rante el reciente Congreso Internacional de la Lengua en Puerto Rico. Ambos han compartido el cubrimiento de diferentes eventos a lo largo de su carrera: “He visto de primera mano cómo la importancia de Jor-ge ha crecido entre los estadounidenses, los que hablan inglés y español. Tiene una alta credibilidad entre su audiencia y eso es vital para cualquier periodista”.

Su ritmo de trabajo era intenso desde esos inicios. Se involucraba en todos los procesos del noticiero, lo cual no es común para los presentadores. Colaboraba con todos los miembros del equipo para dar-le una impronta personal a cada emisión. “Después de tantos años, el periodismo que hace Jorge Ramos ya es una marca en televisión. Hay muchos jóvenes que quie-ren seguir su modelo. No sé si a él le guste el término, pero yo diría que es periodismo de corazón. No ‘del corazón’, no es rosa. Pero tiene la desesperación de la gente que perdió a un familiar. El señor que perdió el empleo. El hombre que perdió a la familia. Tiene la indignación y el temple de hacer la pregunta incómoda. Yo lo he visto hacer crónicas con una cámara y se conecta de inmediato con la gente”, continúa Patiño desde su oficina en la colonia Roma en la Ciudad de México. Y ésa es una de las cla-ves de Ramos: dejó de ser sólo un periodis-ta y ahora es una marca registrada.

Llegué a los estudios de Univisión en Do-ral, un distrito del condado Miami-Dade, una tarde calurosa y húmeda de septiem-bre de 2015. A pesar de mi retraso de más de 40 minutos —por culpa del caótico trá-fico de las autopistas de Florida—, Ramos me recibió con su característica amabili-dad. Lo primero que me dijo esa tarde fue que tenía un cariño especial por Gatopar-

do. “Hace unos años, cuando salí por pri-mera vez en la portada, me encontré con una mujer en una fiesta. Ella me dijo: ‘Ah, eres el de la portada’. Hoy somos novios”, narró entre risas.

Además de estar todas las noches al frente a la emisión central del noticiero —que tiene un promedio de 1.9 millones de espectadores por noche— Ramos tiene otras ocupaciones. Es presentador de Al

punto, que se transmite los domingos en la mañana. También está en el programa America with Jorge Ramos, de la cadena Fusion, un canal aliado de Univisión (en el que presenta en un perfecto inglés). To-das las semanas escribe una columna que se publica en varios diarios del mundo. Muchos —entre ellos el comediante Jon Stewart— le han preguntado por qué es tan activo. Él siempre responde igual: “Soy un inmigrante, necesito muchos trabajos”.

Eso mismo me dijo mientras recorría-mos los frenéticos sets, salas de produc-ción y de edición del canal. Me confesó que por momentos se sentía un dinosaurio en el mundo contemporáneo de la informa-ción. Me dijo que a veces pensaba que la televisión estaba muriendo y que las nue-vas audiencias estaban migrando hacia las redes sociales a una velocidad insospecha-da. Por eso Univisión —una de las cadenas más grandes del mundo con cientos de empleados— busca nuevos formatos digi-tales. La empresa busca conectar con las

A pesar de tener tantas ocupaciones, no se le ve agobiado. “Sí es verdad que tie-ne un montón de cosas. Pero tiene un equi-po enorme de productores que lo apoyan. Cuando tiene que viajar, alguien lo reem-plaza en la conducción de sus programas. Aun cuando está en todas partes nunca está ausente. Lo que más me sorprende es su capacidad tremenda de reinventarse, de crear cosas nuevas”, dice la periodista.

Quienes han trabajado con Ramos, coinciden en su entrega al oficio. “Es un hombre con una curiosidad casi adoles-cente. Una curiosidad que yo llamaría “transgeneracional”, porque atraviesa todo tipo de temas y generaciones. Y, además, siempre está analizando el im-pacto que tendrán sus historias. Además de su ética de trabajo —en una industria cada vez menos limpia— yo destaco esas dos cualidades de Jorge: la curiosidad y la búsqueda de impacto periodístico”, dice León Krauze desde su oficina en Los Án-geles. Krauze es presentador del noticiero de Univisión en la costa oeste y ha traba-jado en diferentes ocasiones con él. Se conocieron cuando comenzó el proyecto de Fusion y, desde entonces, discuten los temas centrales de su profesión. “Para entender la labor de Jorge hay que com-prender, primero, la relación de Univisión con su audiencia. Univisión les ayuda a los latinos a enfrentar su retos y los defiende de las injusticias. Muchos periodistas no entienden ese tipo de relación. Para Jorge es un compromiso”, dice Krauze, que tiene muchos puntos en común con Ramos y es una de las estrellas ascendentes del perio-dismo en Estados Unidos.

El género favorito de Ramos es la en-trevista. Cada vez que tiene que hacer una, la prepara durante semanas. Busca datos y hechos que, tal vez, el entrevistado ya no recuerda. Su técnica se fundamenta

nuevas generaciones de latinos estadou-nidenses, sin perder el público original. La televisión sigue teniendo mucha audien-cia pero Ramos sabe que las figuras como él tendrán que buscar otros panoramas. Cada vez más se interesa en producir con-tenidos específicos para Facebook y otras plataformas. De hecho bromea: “Mi jefe más exigente se llama Facebook. Mi tra-bajo en redes sociales es tan importante como el que hago en televisión”. A pesar de eso, está convencido de que lo que va a per-durar de su trabajo son los libros. “El libro te permite pensar, es el único medio que te permite tomarte el tiempo. Al final lo que va a quedar de mi trabajo son mis libros.”

Borja Echevarría es el encargado de hacer la transición hacia lo digital. “Lo que más me gusta de Jorge es que está mi-rando hacia el futuro. El carácter rebelde que tiene con la información y contra las injusticias también lo tiene con el estab-

lishment del periodismo. No es alguien que esté anclado en el pasado o en lo esta-blecido”, me dijo también en Puerto Rico. “No estoy de acuerdo en que sea un dino-saurio. Necesitamos líderes como él para que nos acompañen en esta transición que están viviendo los medios”, continúa el español, quien es el vicepresidente del área digital de Univisión. En los últimos dos años Univisión ha reclutado más de sesenta periodistas latinoamericanos para que trabajen, exclusivamente, en las plataformas digitales.

El presentador es, claramente, una de las estrellas del conglomerado. Todos lo saludaban y observaban mientras re-corríamos los pasillos. “Es un tipo muy sencillo, afable. Aun siendo tan popular. Cuando ve algo bueno en el trabajo de otro se interesa y le da crédito. El carisma que refleja en la pantalla es natural”, cuenta una joven periodista latina en Univisión.

7776

en dos puntos: hacer preguntas directas y hablar con los gestos. De hecho, cuando empezó su carrera una de sus obsesiones era el lenguaje corporal. Lo estudió y se preparó para aprender a mover su cuerpo, sus manos y los músculos de su cara.

“Jorge es agresivo en la pregunta y en la contrapregunta. Es muy hábil y no suel-ta su presa hasta que consigue la respuesta que buscaba. Ese estilo genera molestias inevitablemente”, dice Ángela Patricia Ja-niot. Ramos se plantea la entrevista como una batalla estratégica en la que, en los primeros cinco minutos, debe “descubrir y romper”, al personaje. En ese sentido, sus entrevistadores favoritos son Oriana Fallaci, Christiane Amanpour, Barbara Walters, Terry Gross y Charlie Rose.

La marca tan personal en el estilo de Ramos genera críticas. Muchos dicen que le falta profundidad y que sus preguntas son previsibles. Una periodista que con-tacté en Miami, y que prefirió el anonima-to, me dijo: “Queda en evidencia cuando se sale de su zona de confort, como ocurrió en el programa Real Time with Bill Maher. Como periodista no puedes machacar un mismo argumento una y otra vez, en este caso el de los migrantes. Se agota su dis-curso y puede ser previsible”.

Sus principales detractores sostienen que su activismo sobrepasa los límites del periodismo. Describen a Ramos como un agitador y no como un periodista.

Las entrevistas con Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto, Fidel Castro o, incluso, con Barack Obama, han sido criticadas por sus preguntas impertinen-tes. O, como ocurrió con el reciente alter-cado con el candidato republicano Donald Trump, que le dio la vuelta al mundo. Sin duda esa escena le dio una popularidad in-ternacional, pero muchos condenaron su actitud. Para Krauze, en cambio: “Fue un momento televisivo perfecto”.

“Anchor baby”, un juego de palabras pe-yorativo que alude al origen mexicano de Ramos. El tema obsesiona al periodista, quien recuerda, indignado, cuando fue expulsado de la conferencia de prensa el pasado agosto en Dubuque, Iowa. Trump le gritó “vuelve a Univisión”. Aunque en realidad quería decir “vuelve a tu país”.

Sólo una vez en su carrera le había ocu-rrido algo así: cuando un guardaespaldas de Fidel Castro lo empujó por hacer una pregunta incómoda. Ramos cayó al piso y el líder cubano se marchó sin decir nada.

Nos sentamos en una acera. Ramos pone su traje y mochila en el piso. No se siente incómodo ahí, en la calle, entre la gente. Es una estrella y, sin embargo, su ambiente natural es el terreno.

—¿Qué ocurre cuando desprecias o no respetas a tu entrevistado?

—Primero tienes que asumirlo. Eso me ha traído muchas controversias. Cuando se trata de discriminación, racis-mo, corrupción o derechos humanos, es-tamos obligados a tomar partido. En los casos de Trump, Castro, Salinas o Peña Nieto, todos ellos abusadores, me siento obligado a tomar partido.

—¿Qué opinas sobre el equilibro del reportero?

—Hay que asumir que desde el mo-mento en que decidimos cubrir un tema hacemos una elección. No hay manera en que te puedas enfrentar de la misma forma a un victimario que a una víctima. Lo que nos corresponde como periodistas es que el público sepa dónde estamos pa-rados, con absoluta transparencia. Desde luego que hay espacios para todo: no pue-do tener el mismo enfoque cuando doy las noticias que cuando escribo un editorial.

En ese momento nos interrumpe una mujer que lo reconoce. “Soy mexicana de Houston y vine a ver al papa. No pensé que lo fuera a encontrar a usted. Soy gran ad-

Cuando nos despedimos en la puerta de los estudios de Doral, Ramos me dijo que aunque siempre se sentía un extran-jero, Florida era una fortaleza. Allí vive, en Coral Gables, junto a la presentadora ve-nezolana Chiquinquirá Delgado, su novia, y Nicolás, su hijo menor (de otro matri-monio). Su hija mayor, Paola, trabaja en la campaña de Hillary Clinton. Pero Ramos no habla de ese tema con ella. En una en-trevista reciente con Marcela Valdés para el New York Times, contó que conversaban, sobre todo de “Relaciones, viajes, y familia. Cosas más importantes que la política”. Su familia y la apacible costa estadounidense son su refugio cuando se siente agobiado con eventos tan intensos como el del en-frentamiento con Donald Trump.

Cuando bajamos de la camioneta, Ramos se despide del conductor y le indica que conti-nuaremos a pie. Llama a su productor para avisar que pronto estará listo para la trans-misión. Avanzamos por una de las avenidas empinadas que lleva hasta la Basílica de Guadalupe. Las calles están cerradas y cus-todiadas por soldados. Varios helicópteros militares sobrevuelan la zona. Los ríos de creyentes confluyen frente a nosotros: to-dos caminan extasiados con la esperanza de ver al papa lo más cerca posible. Llevan afiches, fotos, rosarios y cualquier cantidad de souvenirs alusivos a Francisco.

Ramos intenta atravesar la multitud que, metro a metro, se hace más densa. Se detiene un momento y dice que lo difícil de vivir entre dos países es que hay que dividir la cabeza. En ese momento está cu-briendo la historia del papa pero no puede dejar de pensar en Donald Trump. Justo esa mañana, el candidato millonario escri-bió en Twitter que estría dispuesto a darle una entrevista al “Presentador estrella de Univisión”. Lo llamó, específicamente,

traje — ermenegildo zegna / corbata — calvin klein / camisa — ermenegildo zegna / cinturón — salvatore Ferragamo

7978

miradora de su noticiero”, dice. La señora saca un celular y se toma una selfie con su presentador favorito. Se despide con un abrazo prolongado y jura que le enviará la foto a sus hijos después de recibir una bendición del papa. Casi entre lágrimas exclama: “¡Qué día!”

—¿En qué punto el periodista com-prometido deja de informar y se convierte en activista?

—El punto está en no ser partidista, ése es el gran límite. Debo enfrentar todos los temas con independencia. En el mo-mento en el que decido ser parte de una ideología, entonces ahí dejo de ser perio-dista. Ese paso no lo he dado.

—¿Y te gustaría dar el paso hacia la política?

—No, no soy miembro de ningún par-tido u organización y no defiendo ninguna ideología.

—¿Quién te parece un buen ejemplo de rectitud periodística?

—El ejemplo más claro de indepen-dencia periodística en México es Carmen Aristegui y su equipo. Ellos enfrentaron el poder de la Iglesia, el del presidente y el de sus empleadores. Su búsqueda por la verdad les costó su puesto. Y estoy absolu-tamente convencido de que quienes están del lado correcto son Carmen y su equipo.

—En un país como México, donde la vida de muchos periodistas está en juego, ¿en qué punto se debe poner un límite al ejercicio de la reportería?

—Ninguna noticia justifica la muer-te de un reportero. Pero esa frontera se cruza todos los días. En México desafor-tunadamente están matando la voz del periodismo.

La multitud se agolpa en los pocos rincones vacíos que quedan. Los guardias de seguridad hacen su mayor esfuerzo para contener a los creyentes pero, por un momento, parece que van a desplomar

las barreras de seguridad. Ramos dice que tiene hambre y necesita comer antes del noticiero. Nos refugiamos en una tiendi-ta ínfima en la esquina contigua. Pide un refresco y un paquete de Churrumais, una golosina de maíz que se acompaña con limón y chile. Se lleva una manotada a la boca. Mientras los saborea dice que son “lo que más extraño de México”.

—¿Qué te indigna?—Me enoja que todos los expresiden-

tes de México son millonarios. Miras su carrera y todos tuvieron puestos públicos toda su vida. Y, sin embargo, son ricos. No entiendo cómo puede pasar desapercibi-do eso.

—En el caso específico de Salinas, a quien le preguntaste si se había enrique-cido ilícitamente, ¿crees que te dio una respuesta convincente?

—No sé si me respondió pero, franca-mente, no sé si importa: lo que me parece más significativo fue desenmascararlo. Al final de cuentas ya no importa si se roba-ron millones de dólares. Es su reputación la que ha quedado destruida. No hay dinero que compre eso de vuelta.

—¿En el caso de Peña Nieto?—Creo que su castigo es que ya no po-

drá volver a salir a la calle sin que la gente lo señale como corrupto e incompetente.

El tiempo se acaba. Es hora de ir al no-ticiero. Ramos atraviesa los anillos de segu-ridad y llega hasta donde está su equipo de producción, ya impaciente. Las cámaras se prenden y las luces iluminan su rostro.

Algunas mañanas de primavera en la Ciu-dad de México son especialmente lumi-nosas. Un viento frío entra en el valle en el que está enclavada la ciudad y limpia el cielo. Así ocurre en la madrugada de un día de febrero en el que me encuentro para mi última conversación con Ramos.

Esta vez la cita es en la terraza de un lujo-so hotel ubicado frente a la avenida Refor-ma. Encuentro a Ramos trabajando con los editores de su libro en México. Uno de ellos me dice que el momento para publi-car Sin miedo es inmejorable: después del incidente con Trump, Ramos adquirió una nueva dimensión. Ahora es visto en su país como el adversario principal del ogro millonario que promete deportar a todos los mexicanos. La imagen es cari-caturesca, claro, pero tiene mucha razón: Ramos —como se ha visto también en al-gunos debates de los candidatos demócra-tas— se convirtió en una figura central de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Nunca antes la opinión de un comunicador latino había tenido tanta influencia entre los votantes.

A esto se le suma otro momento estelar —un poco anterior pero todavía muy fres-co en la memoria de los televidentes— en abril de 2015. Ese día, durante la cena que la revista Time ofreció para homenajear a los líderes más influyentes del planeta, Ra-mos tomó el micrófono y pidió la renuncia del presidente Peña Nieto. El discurso fue muy mal recibido por el gobierno priista y, aunque no hubo una comunicación oficial, algunas personas cercanas a Los Pinos di-cen que: “Sus palabras cayeron muy mal. La reacción de algunos miembros del go-bierno fue brutal y muy vengativa”.

Nos sentamos en una terraza con vista a un jardín espléndido. Ramos habla, como de costumbre, con tono firme, con una voz que ha sido educada y trabajada cuidado-samente por años. Tiene poco acento: la entonación chilanga ha ido despareciendo para dar paso a un español neutro.

—La comunidad latina va a ser la más importante de Estados Unidos. En el año 2050, habrá 125 millones de hispanos. Los latinos somos ahora una parte fundamen-tal en la construcción cultural estadouni-

“Éste es un gobierno que no da la cara. Que no se atreve a tocar los temas difíciles. Es un presidente asustado.”

dense. Influimos en cómo viven los ameri-canos: lo que comen, lo que bailan, lo que ven. En Houston, Los Ángeles o Miami los noticieros en español son los que más au-diencia tienen.

—¿Por qué los mensajes racistas en contra de los latinos siguen teniendo tantos seguidores?

—Los latinos estamos creciendo y lo que estás viendo ahora son patadas de ahogado. La resistencia de una minoría blanca racista que sabe que está perdien-do el poder.

Algunas horas antes, Ramos posó para el fotógrafo David Franco. Su postura fren-te al lente era precisa y sabía qué ángulos le favorecían más. Pidió poco maquillaje y seleccionó el tipo de ropa que quería vestir.

—¿Te sientes bien en el papel de es-trella?

—Sería absurdo resistirme a cierta fama. He ido ganado reconocimiento y mi voz se escucha cada vez más fuerte. Tengo que asumirlo. Sería tonto escon-derme. No sólo eso, creo que uno se hace periodista para que su voz sea escuchada.

—¿Regresarías a trabajar a tu país?—Es algo que no descarto. Pero tam-

bién pienso que, desde que los satélites empezaron a funcionar, nunca he deja-do de estar aquí. Publico mis columnas y mis libros en México. Mis programas tienen muchos espectadores mexicanos. Así que no tengo que estar físicamente. Mi convicción es nunca dejar de hablar sobre los problemas de mi país. Pero, si regresara a México, dudo que pudiera ha-blar con la misma libertad que tengo en Estados Unidos.

—¿Qué te falta por hacer?—Me faltan dos cosas. La primera es

poder entrevistar al primer presidente his-pano de Estados Unidos. Espero con ansias ese día. La otra es ver un gobierno verdade-ramente democrático en México.

81

Las migrantes

Las que se van, las que se quedan y las que van y vienen

Texto

Laura Castellanos

Fotograf ías

Giulia Iacolutti

82

Fundación Banorte, de la mano de Gatopardo, editó el libro ¿Oprimi-das o empoderadas? Dónde están las mexicanas del siglo XXI, que incluye reportajes, crónicas y ensayos so-bre el papel y el lugar de las mujeres mexicanas con respecto a sus dere-chos económicos: de las migrantes a las empresarias exitosas, de las tra-bajadoras domésticas a las amas de casa, de las indígenas cooperativis-tas a las universitarias emprendedo-ras. Presentamos el texto de Laura Castellanos sobre las mujeres mi-grantes —las que salen del país y las que migran internamente— y las mujeres de hombres migrantes. Este libro llegará pronto a las librerías.

8584

Houston, TexasConcepción Gaytán, Conchita, cierra con llave el cuarto de alquiler que renta en una casa modesta de un suburbio popular en Houston, Texas. Es un sábado soleado, pero para ella no es día de descanso. Fal-tan unos minutos para las dos de la tarde, por lo que acelera el paso y recorre las tres cuadras de distancia a su nuevo trabajo: la cocina de una fuente de sodas reluciente y colorida en una pequeña plaza comercial.

Es regiomontana, indocumentada, de 53 años. Tuvo suerte de encontrar un trabajo de cocinera por el que le pagan 8 dólares la hora, 75 centavos más que el sueldo promedio. Gana 320 dólares a la semana en una jornada laboral mucho menos agobiante que la que abandonó días antes. Apenas se pone el delantal cuando en su cocina desfilan las órdenes: 4 tortas de El Chavo y 2 chicharrones con cueritos, col, jitomate y aguacate. “Piden de a montón”, dice mientras prepara las tortas favoritas de los comensales que llevan tres rebanadas de jamón de pavo y una de jamón de puerco. “Éste es mi tra-bajo de todos los días”, y pone las tortas a calentar en la plancha.

Conchita realiza su labor con denue-do. Es jefa del hogar, de un hogar en el que no vive. Tiene como reto enviar a su familia en Monterrey alrededor de 240 dólares al mes, unos 4,000 pesos: 2,000 para la hija, 1,000 para los camiones de su hijo universitario, 1,100 para pagar el crédito de su casa de interés social.

La cocinera de manos pequeñas no es la única en esa plaza comercial que envía remesas. También lo hace su patrona, dueña de una estética en el local aledaño, de nombre Angélica Morales e inmigran-te guerrerense. Está también en calidad de indocumentada, como sus otros seis empleados, tres de los cuales son muje-res que subsidian a sus familiares en Ma-tamoros, Cuernavaca y Oaxaca.

La patrona trabaja al mismo ritmo que sus trabajadores. Ese sábado, mien-tras Conchita se aplica en hacer tortas

y tostadas, en el local contiguo Angélica seca el cabello a una mujer que no deja de mirar su celular. La guerrerense manda entre 500 y 600 dólares al mes para apo-yar a sus padres, suegros, una hermana y un hermano, porque “allá, ¿de dónde?”

El dinero de estas trabajadoras ali-mentó el flujo de 23,606,000 pesos de remesas internacionales que el Banco de México registró en 2014, 98% del cual fue enviado desde Estados Unidos. Sus dóla-res fueron parte de 26% del total de las transacciones monetarias que realizaron emigrantes mexicanas, de acuerdo con el estudio La migración femenina y el ingre-so de México por remesas (2015), elabora-do por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, el Banco Interameri-cano de Desarrollo (bid) y Banorte.

Estas trabajadoras integran la pobla-ción de 11,581,000 mexicanos emigrantes en Estados Unidos, 47% de ellos mujeres, de acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos (2013). El Pew Research Center estima que de esa población, casi la mitad, 5.9 millones de mexicanos, es-tán indocumentados.

Gretchen Kühner, directora del Ins-tituto para las Mujeres en la Migración (Imumi) con sede en la Ciudad de México, piensa que el tema de la migración femeni-na y las remesas generalmente se ve desde la perspectiva macroeconómica, sin con-siderar el impacto social y de salud física y psicológica para las que envían, pero tam-bién para las que las reciben. Tal dinámica económica femenina no sólo es patente en la migración transnacional sino tam-bién en la interna, dice Kühner, tanto para la mujer emisora de remesas como para la receptora. “Hay mucho más de relaciones de poder de lo que imaginamos”, dice.

En el caso de las receptoras, los hom-bres pueden ejercer la violencia de distin-tas formas —emocional, física, patrimo-nial—; enviarle el dinero no directamente a su esposa sino a los padres de él como forma de control sobre ella; condicionar los envíos o decidir su uso. “Muchas veces

tes en Estados Unidos (2013), de acuerdo con el estudio La migración femenina y el ingreso de México por remesas (2015).

Laura Pérez Boston, consultora de Texas Organizing Project, en Houston, dice que en el estado con el segundo lugar en concentración de migración mexica-na —después de California—, las mexica-nas se incorporan a trabajos informales de limpieza de casas o edificios, cuidado de niños y ancianos y en la elaboración de alimentos, como lo hace Conchita. Pérez Boston opina que la condición de género, racial e indocumentada de esta pobla-ción hace que su labor sea devaluada: “Las mujeres latinas ganan como 58 cen-tavos por cada dólar que gana un hombre blanco por el mismo trabajo”, dice.

Además, los derechos laborales de estas mujeres son comúnmente violados por “el acoso sexual, hostigamiento labo-ral, amenazas, discriminación racial y el robo de salario”, y afectan su envío de re-mesas, porque “muchas mujeres vienen acá para poder ayudar a sus hijos o papás en México”. Conchita sufrió el llamado “robo de salario” en el restaurante previo al de la fuente de sodas: “Trabajé tres me-ses y no me quisieron pagar dos meses”.

La directora de la organización no gu-bernamental Centro de Trabajo Fe y Justi-cia en Houston, Concepción Ojeda, explica que el robo de salario se realiza de diversas maneras: no pagando la fracción que suma el pago global de 7.25 dólares la hora, no pagando horas extras, no dándoles las pro-pinas en los restaurantes cuando el cliente paga con tarjeta. La dimensión del robo de salario es de tal magnitud en Texas, que en seis años su organización “ha recuperado un millón y medio (de dólares) en salarios no pagados o robados, y la variante del gé-nero no es determinante, pues son míni-mas las personas que se atreven a denun-ciarlo por temor a la deportación”.

Conchita muestra en su celular una foto de sus hijos. No está el padre. Dice que

se separó de él porque nunca contribuyó en la manutención del hogar. Ella fue —y sigue siendo— la jefa del hogar. Trabajó como secretaria en un negocio de venta de autos pero, cuando se quedó sin empleo, dejó a sus hijas de año y medio y 10 años a cargo de su mamá y cruzó por primera vez la frontera por el río Bravo. Volvió, nacie-ron sus otros dos hijos —niña y niño—, los dejó con su madre y se fue de nuevo. Ésta es su séptima estancia en Estados Unidos en 27 años. Las primeras dos veces in-gresó “de mojada”. La deportaron. Luego pudo obtener una visa de turista por 10 años. Así ha entrado en cinco ocasiones, la más reciente hace tres años. Su visa ya caducó, pero ella permanece aquí indocu-mentada, sin poder ir a ver a su familia. En estos tres años, sólo una de sus hijas pudo sacar visa y visitarla una vez.

Con las remesas que envía por Money-gram le pagó la carrera de ingeniera a una de sus hijas. Su objetivo ahora es apoyar a su hijo menor que recién ingresó a la ca-rrera de Comercio Internacional. Cuando estuvo en el desempleo y su hijo, entonces preparatoriano, la llamaba por teléfono, Conchita sufría de impotencia. Reme-mora y las lágrimas le corren: “ ‘Mami ¿Ya está trabajando?’, me preguntaba, ‘mami, es que necesito dinero’, me daba vergüenza y me ponía a llorar”. Dice que tanta presión laboral y económica ya mi-naron su salud: padece diabetes, se le sube la presión, tiene reumatismo en las manos por las horas que ha permanecido frente al fuego en los restaurantes sin que tenga acceso a algún servicio de salud. “Por la plancha caliente”, alza su mano derecha, “mire mis dedos, no los puedo doblar, me duelen mucho mis dedos.”

Además de ayudar a su familia, tiene otra razón para permanecer en Houston: “Quiero hacerme un ahorro para mi ve-jez, no quiero ser una carga para mis hi-jos”. Lleva en una libreta la cuenta de sus gastos y de su meta en ahorros: 10,000 dólares de aquí a diciembre de 2016. Así podrá tener “un negocito” sin depender

“Les dicen que ese dinero es para construir la casa. Pero ellas no han podido

comprarse zapatos.”

a las mujeres las llaman por teléfono y les dicen que ese dinero es para construir la casa, pero ellas no han podido comprarse zapatos”, ejemplifica Kühner.

En la migración interna, las emigran-tes enfrentan discriminación racial y de género, violencia y explotación laboral. Lo saben Conchita Gaytán en Houston, Ana María Hernández en el ejido Emiliano Zapata del Valle de San Quintín, Baja Ca-lifornia, y Elvia Lara en el ejido El Rodeo, del municipio de Jurécuaro, Guanajuato.

Conchita renta un cuarto pequeño, limpio y ordenado en el que está su cama, un par de sillones, una mesita y la pantalla que le regaló una de sus hijas. Tiene una hija treintañera y tres hijos de veintitantos. Al lado del sillón hay bolsas negras con ropa usada que compró para enviar a su familia en Monterrey con alguna visita.

En su clóset improvisado almacena lo necesario para las otras dos actividades que le generan dinero: cajas rellenas de piezas sueltas de bisutería vistosa con las que arma collares y pulseras para vender a sus conocidas. Ahí también guarda sus tesoros: tres máquinas de coser Singer portátiles con las que hace compostura de ropa. Saca una por una, presume sus cualidades. Las compró usadas en ventas de garaje. “Allá nunca pude comprarme una máquina de Singer y aquí tengo tres”, se ufana cuando muestra la más moderna.

Pero su trabajo principal es el de co-cinera. Antes de ingresar a la fuente de sodas se empleó en restaurantes en los que hacía casi dos horas de trayecto en camión con dos transbordos, para realizar jornadas en las que era explotada, no tenía descansos y no le daba tiempo de probar alimento mientras preparaba ollas enor-mes de arroz, frijoles, caldos. “[Estaba tan cansada que] llegaba de trabajar, me sentaba en el sillón y me quedaba dormi-da, sin comer, sin bañarme”, recuerda. Su trabajo ha sido parte de 52.9% de fuerza laboral aportado por mexicanas emigran-

8786

de nadie y vivir en su casita de interés social. Con la meta cumplida, Conchita retornará a Monterrey.

Otras mexicanas migrantes, sin em-bargo, no cruzaron la línea fronteriza. No piensan en su vejez. Están muy ocu-padas tratando de resolver cada día qué comerán ellas y sus familias.

Valle de San Quintín, Baja CaliforniaAna María Hernández sale a las 5:30 am de su casa de madera en la colonia de inmigrantes Las Aves, en el valle agrí-cola de San Quintín, considerado el más rico de Baja California. Es el valle que en marzo de 2015 fue escenario de una insurrección de jornaleros, la mayoría indígenas, sin precedente en el país. Su marido, que es “aguador” o regador de sembradíos, se ha alistado por su lado y ha salido a su trabajo.

Cierra la puerta y se persigna: “En el nombre sea de Dios, que todo salga bien”. La acompaña su hija Lucía, de 23 años, que vive con su familia en la casa vecina. Las dos mujeres de tez blanca van armadas para la guerra: abrigadas con sudaderas de manga larga y capucha para protegerse del frío matinal y, luego, del sol inclemente; un paliacate les cubre la cabeza para im-pedir la insolación, otro más, doblado en dos, les tapa buena parte del rostro para evitar quemaduras en la piel; la cabeza va coronada con una gorra de beisbol. Lle-van además pants cómodos y por encima una falda de tela elástica por mero decoro: hay que agacharse en la labor. “Es para no mostrarle el rabo a los hombres y por la menstruación”, dice Ana María.

Descienden por caminos solitarios, mal iluminados, que cruzan el cerro de-sértico salpicado de pequeñas viviendas sin agua potable ni drenaje. Caminan 15 minutos hacia el punto en el que el ca-mión de la empresa agrícola para la que trabajan recogerá a los empleados y los trasladará a los campos de cultivo. Hora y media más tarde la jornalera de 45 años que emigró hace 10 de Sonora es parte de

un pequeño enjambre de trabajadores agrícolas. Una veintena, casi la mitad mujeres, caminan con agilidad entre surcos y en su marcha van perforando con un “marcador” de metal la superficie de camas de tierra cubiertas de plástico, de unos 30 centímetros de ancho y alar-gadas. En los orificios se colocarán las di-minutas semillas de las fresas que luego serán exportadas a California. Pero ésta no es una jornada más para Ana María en la que percibirá 180 pesos y ninguna prestación. Es la última.

Su patrón así lo decidió por un asunto administrativo: Ana María no tiene acta de nacimiento porque nació en Guanajua-to y su familia emigró con ella en brazos a Sonora, sin papeles. Sin un ingreso seguro, ignora cuándo podrá enviarle dinero a sus dos muchachos que viven en Sonora, tam-bién jornaleros y en la penuria. Su última remesa salió hace un mes: 270 pesos.

Ana María tuvo nueve hijos y fue jefa del hogar; dice que la búsqueda de trabajo para alimentarlos fue la razón por la cual emigró al Valle de San Quintín en busca de un nuevo hogar. La cantidad de hijos le im-pidió considerar cruzar la frontera hacia Estados Unidos: “Por mis chamacos que estaban chiquitos, como fueron muchos”.

Ella es parte de la migración interna del país. No la de carácter temporal, sino la que se asienta a residir en el lugar. El censo de 2010 reveló que ese año hubo 3,292,310 migrantes internos, de los cuales la mitad, 1,652,115, fueron mujeres. En el caso de las mujeres indígenas, los principales estados expulsores ese año fueron Oaxaca, Gue-rrero y Chiapas. El estudio Niños y adoles-centes migrantes en México 1990-2010 del inegi apuntó que la migración interna de menores no ha tenido variaciones signifi-cativas en las últimas dos décadas (el por-centaje oscila entre 3 y 5 por ciento). Sin embargo, reveló que en cuanto a la rela-ción hombre-mujer de los migrantes de 5 a 17 años hubo un aumento importante de la presencia femenina en algunos estados como Jalisco, Sonora y Baja California Sur.

A diferencia de la migración trasna-cional, en la interna no hay estudios na-cionales que indiquen las dinámicas de las remesas de mujeres migrantes, mu-cho menos de las indígenas. Denise Ca-sas, del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, considera que se debe parcial-mente a que “estas remesas son difíciles de contabilizar porque no siempre se en-vían en forma de depósito”, sino que se entregan de mano a mano. También por-que en México “ha habido invisibilidad de los procesos migratorios de mujeres”.

Es domingo y el sol requema en Las Aves cuando la pequeña caravana sale de la casa de Ana María hacia la carretera. La inmi-grante toma una de las asas de la maleta de plástico de su amiga María del Refugio Solís, Cuca, para cargarla entre las dos. Las acompaña su hija Lucía, que lleva una caja con 10 docenas de pitayas que pizcaron en los cerros. Atrás van sus dos niñas y el niño.

La caravana tiene dos misiones: acom-pañar a Cuca a la carretera e ir a vender las pitayas. A paso vencido recorren el límite de la colonia fundada por inmigrantes en 2009, la mayoría indígenas, y avanzan por el camino de terracería contiguo a los campos de cultivo de fresa cercados. Des-de ese punto se observa abajo la carretera, luego más campos de cultivo y tras ellos un horizonte azulado: el mar.

La marcha de las dos amigas de talla robusta es penosa. Ana María tiene una vieja lesión muscular en un brazo y una pierna, producto de una caída al cosechar fresa. Las dos, además, van con desánimo: están en el desempleo y con exigencias familiares. Si bien Ana María vive con su pareja, no es el padre de sus hijos. Su casa es aledaña a las de dos hijas y un hijo vein-teañeros, y seis pequeños nietos. Su preo-cupación es no poder apoyarlos en el día a día. Tiene otros cinco hijos en distintos lugares: uno en Chihuahua, otro en Baja California, y tres más en Hermosillo. En particular, le preocupan las carencias que

Celia Pérez y su madre son indígenas triqui que inmigraron de Oaxaca y hoy viven en el Valle de San Quintín, Baja California.

8988

pasan los últimos. “Ya no les he mandado, ¿de dónde?”, dice.

Cuca va de regreso a Hermosillo. In-migró fugazmente en un fallido intento de trabajar como jornalera. Recorrerá de vuelta las 12 horas de trayecto para buscar empleo en las empacadoras agrí-colas de Sonora. El padre de Cuca tiene 85 años, está enfermo de la próstata y vive en Cananea. Cada quincena le envía 1,000 pesos para sus medicinas. “Llevo un mes sin mandarle dinero a mi papá”, se queja Cuca. No lo ve hace unos tres meses. En Sonora se siembra calaba-za, sandía, chile, uva, nuez. Ana María cambió esos cultivos por los de fresa, tomate, cereza, pepino, arándano que se siembran en el Valle de San Quintín. Su fisonomía blanca y gruesa contrasta con la de la mayor parte de la mano agrí-cola de la región, que es de alrededor de 50,000 jornaleros, la tercera parte mu-jeres. Estos jornaleros trabajan en con-diciones no muy lejanas a la esclavitud: en algunos de los campos de cultivo no les permiten tomar descansos para be-ber agua, para ir al baño, no cuentan con prestaciones médicas y sus jornadas ex-tenuantes bajo un sol quemante son re-tribuidas con un pago de 150 a 180 pesos por día, sin que se paguen horas extras. La jornada laboral y la paga son iguales para mujeres y para hombres. Ellas, sin embargo, enfrentan una doble jornada cotidiana al atender las necesidades fa-miliares, y contadas son las que obtienen prestaciones de salud que las beneficien en caso de embarazo o enfermedades. La gran mayoría no son contratadas en estas condiciones y deben buscar otras formas de sobrevivencia, situación que se agrava cuando son jefas del hogar.

Han migrado particularmente de Oaxaca, Michoacán y Sonora, y la ma-yoría son indígenas. El yerno de Ana María, marido de Lucía, es un indígena triqui. Su hermana, Cecilia Pérez, y su madre inmigraron de Oaxaca y viven a espaldas de la vivienda de Ana María.

La investigadora Denise Casas considera que si prácticamente no hay estudios en México sobre mujeres emigrantes, mu-cho menos los hay sobre las indígenas. El reporte Mujeres, indígenas, migrantes lí-deres, del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, señala que puede deducirse que gran parte de la migración femenina interna en México es indígena, pues los tres estados que el Censo de 2010 regis-tró como los principales expulsores de mujeres emigrantes concentran el ma-yor porcentaje de población indígena del país: Oaxaca (27%), Guerrero (15%) y Chiapas (34 por ciento).

Manuela Méndez, una de las conta-das exlíderes de la Alianza de Organiza-ciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, frente que encabezó el movimiento insurreccional de jornaleros que exigía el aumento de la jornada dia-ria a 200 pesos más prestaciones, y que se fracturó tras las negociaciones fallidas con el gobierno, dice que esta inmigra-ción interna pervive en la pobreza y mar-ginación. “Se migra por falta de dinero”, dice Manuela, que también vive en Las Aves. Ese asentamiento es representa-tivo de dicha inmigración: la mayoría de sus pobladores son de origen mixteco, zapoteco, purépecha, nahua, triqui. “Mu-chas tienen hombres que migran (a Es-tados Unidos), y tienen entre 3 y 8 hijos y entre 20 y 30% son mujeres solas”, es decir, jefas del hogar.

El niño José Felipe, nieto de Ana María, carga sus docenas de pitayas en bolsas de plástico para venderlas. Lucía se des-pertó al amanecer de su día de descanso para pizcar en la serranía esos frutos es-pinosos, color sangre oscura, carnudos y dulces. Debe colectar un centenar para vender a 15 o 20 pesos la docena e incre-mentar sus ingresos semanales. Sus ven-tas diarias son de entre 150 y 200 pesos, más o menos lo que pagan por una jorna-da en los campos agrícolas.

“Las mujeres latinas ganan como 58 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco por

el mismo trabajo.”

Gran parte de la migración femenina interna en México es indígena, de acuerdo al Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.

9190

El movimiento de jornaleros se di-vidió porque el gobierno logró que los líderes firmaran un acuerdo con un apa-rente aumento de sueldo, pero en el que se integraban las prestaciones sociales, en vez de que éstas se manejaran por se-parado, lo que en los hechos benefició a los empresarios agrícolas. Los dueños de los campos además han despedido u hostigan a quienes participaron en la su-blevación, como es el caso de la mayoría de los habitantes de la colonia Vicente Guerrero, cercana a Las Aves. La familia de Ana María tuvo una participación me-nor pero sus hijos tuvieron que mostrar comprobantes domiciliarios de que no vivían en esa colonia para poder seguir laborando con su patrón. Ante la penuria económica, la venta de pitayas es su úni-ca posibilidad de sobrevivencia.

La primera opción del niño de ojos grandes es ir a las casas de los alrededo-res. Va a la casa de Cecilia. “No gracias”, le dice la triqui mientras sus cuatro niños corretean de un lado al otro. No tiene di-nero. Su tanque pequeño de gas está va-cío. En una gran bolsa negra se acumulan morrales y prendas de telar que ella y su anciana madre elaboran artesanalmente y no tienen a quien vender. En Las Aves no hay dinero.

El niño regresa con sus bolsas. En casa de su abuela Ana María las caren-cias crecen: “No tenemos ni para el gas ni para el agua”, dice. Gastan 900 pesos en agua potable que les surten en pipas cada semana. Ana María no ve opciones en su futuro. No tiene dinero para ir a Guana-juato a tramitar su acta de nacimiento para así regresar al trabajo agrícola, a pe-sar del dolor que le produce hacerlo por sus lesiones musculares.

Sólo le quedan las pitayas. “Me verá en la colonia Vicente Guerrero con las pi-tayas cargando en el lomo”, dice.

Guanajuato queda lejos. Ahí también hay pitayas. Y está poblado de rancherías con mujeres de jornaleros emigrantes que viven esperando sus remesas.

Ejido del Rodeo, GuanajuatoEs mediodía en el ejido del Rodeo, en Guanajuato, un pueblo rural enclavado en el Bajío, a hora y media de Apaseo el Alto, donde muchos hombres emigraron a Estados Unidos y las mujeres se queda-ron solas. Un funeral recorre las calles empedradas y solitarias del poblado. En la pequeña caravana de dolientes van mujeres mestizas con vestimenta senci-lla: algunas llevan ropa modesta y con-servadora, otras, pantalón de mezclilla o pants y blusas de algodón.

Elvia Lara, desde fuera de su casa, observa a la distancia el cortejo fúnebre. Su actitud es altiva y su vestimenta con-trasta con la de la mayoría de las mujeres de esta zona rural, una de las principales receptoras de remesas en el país. Elvia porta una falda azul marino floreada, una blusa rosa y un saco sastre de algodón beige. Pero lo que a ella le da distinción en el pueblo es su sombrero con una banda estampada con diseño de piel de jaguar que remata en un moño trasero, y las chalinas que se acomoda alrededor de sus hombros, con un dejo de presun-ción. “No fui al funeral, estoy enferma, y una señora me dijo que me pueden robar la energía”, dice al tiempo que avienta la chalina sobre su hombro derecho. Am-bos accesorios protegen el cuello de la mujer de 52 años porque se ha tratado de un pequeño mioma cancerígeno, pero lo cierto es que le gusta usarlos diario, in-cluso dentro de su casa. Se sabe privile-giada. Ella no se ha visto en la necesidad, como muchas de las lugareñas, de irse a trabajar a las maquilas de ropa de la re-gión para sobrevivir económicamente. Su marido, que emigró a Texas, trabaja en la construcción y mensualmente le envía por Western Union alrededor de 550 dó-lares al mes: de 8,000 a 10,000 pesos.

El estudio Remesas y género de Imu-mi revela que los cuatro principales estados receptores de remesas son Mi-choacán, Guanajuato y Jalisco, los cuales absorben 70% de las remesas enviadas

desde Estados Unidos. La remesa pro-medio varía entre 3,000 y 3,500 pesos y 97.7% se envía por medios electrónicos. Un 63.2% llega a hogares con mujeres jefas de familia, que destinan el dinero especialmente a la manutención (86.4%), educación (6.3%) y mejora de viviendas (3.2 por ciento). El estudio concluye que “prácticamente no hay ahorro”.

Evelyne Sinquin, representante legal de la Red de Mujeres del Bajío, con sede en Celaya, que articula a decenas de mu-jeres en poblados del Bajío de Guanajua-to cuyos maridos emigraron a Estados Unidos, considera que el caso de Elvia es excepcional, y que han surgido una serie de mitos a partir de las dinámicas macroeconómicas del ingreso de reme-sas al país. La idea de que las familias receptoras tienen resueltos sus gastos básicos es falsa: “En el caso de las reme-sas de bolsillo, que no son para inversión, son irregulares y a veces pocas”. Además hay muchos casos en los que el emigrante forma otra familia y cesa el apoyo o busca ejercer el control del mismo enviando el dinero a su madre o a su padre.

Más allá del valor monetario, dice Sinquin, las remesas tienen un precio muy alto.

Elvia vive en una casa modesta que fincó con ayuda de su padrastro. En su terreno se mandó hacer un estanque rústico, que permanece con cierto descuido, donde pasean algunos gansos. Tiene una hija y un hijo. La primera se casó y vive con su familia. El segundo emigró a Texas y, como es la tradición, dejó a su joven es-posa bajo la custodia de su propia madre, Elvia. La nuera, Arizbeth Patiño, tam-bién recibe remesas: unos 350 dólares al mes, alrededor de 6,000 pesos. Ambas mujeres cohabitan sin mucho contacto. Generalmente cada una permanece en su cuarto viendo la televisión, sin hacer ninguna otra actividad en el día; salen poco de casa.

Elvia se dice orgullosa de su recáma-ra. Ella misma la eligió: blanca, con una cabecera enorme que tiene un espejo al centro, adornada con motivos rosados. En su buró izquierdo reposa una escultu-ra de yeso con un oso adulto, sentado, so-bre el que juguetean dos osos pequeños. Uno tiene una oreja desportillada. Toma la pieza entre sus manos: “Ésa es mi fami-lia, porque siempre nomás estamos solos nosotros tres”, se refiere a ella y sus hijos, como la familia de los osos. Se detiene en el osezno roto: “Se me cayó y se le rompió una oreja”.

Sinquin dice que la salud física y psi-cológica de las receptoras de remesas se ve impactada por la incertidumbre eco-nómica, la carga de responsabilidades familiares (en las zonas rurales se vuel-ven responsables de la parcela) y la estig-matización local, porque se les ve como “abandonadas”. “Son mujeres que casi toda su vida la pasan solas”, detalla.

Su organización realizó el diagnós-tico El costo psicosocial en la migración de las familias migrantes (2007) con un grupo de 30 mujeres de siete ejidos, en el cual 64% estaba casada y 78% tenía nivel educativo de secundaria o primaria. El estudio reveló que 51% de las mujeres se consideró “enferma” y 79% experimen-taba depresión, miedo o angustia cuando el marido o el hijo se iban al norte. Las mujeres reportaron padecer migraña, presión alta o baja, falta de apetito, alta o baja de azúcar, gastritis, colitis nerviosa, tabaquismo y alcoholismo.

Elvia no sólo ha vivido en soledad, sino también sufrió violencia doméstica desde que se embarazó de su primer hijo. Cuenta que su marido la golpeaba porque el niño lloraba o porque lo amamantaba. “Te voy a matar a tu perro”, la amenazaba el hombre. Las agresiones cesaron cuan-do le diagnosticaron cáncer en 2014.

Sinquin afirma que esta población sufre distintos tipos de agresiones. Su organización realizó la investigación La violencia de género no es un destino (2013)

en 100 mujeres residentes en medios urbanos, semiurbanos y rurales, de las cuales la mitad eran amas de casa, 74% tenía pareja y 19% eran jefas del hogar. Un 68% del total —la mayoría de ellas del medio rural— dijo vivir algún tipo de violencia: física, psicológica, patrimo-nial (despojo o amenaza de despojo de bienes), económica o sexual.

Elvia sale de su casa y se encuentra a su hermana Lilia Lara pastoreando 24 bo-rregos en la calle empedrada. El esposo de su hermana también fue emigrante, pero lo deportaron. Ahora trabaja de albañil y su familia apenas sobrevive. Los borregos pastan cuando la herma-na expresa: “Mi esposo me da 500 pesos cada semana, pero yo soy bien jaladora. Vendo zapatos y cosméticos y bolsas por catálogo, mochilas en tiempo de escue-la, chácharas, borregos”. La hermana voltea a ver a Elvia y le reprocha: “A us-tedes les mandan dinero cada ocho días y se lo acaban en dos horas, y yo tengo que estirarlo”.

A Elvia le hace gracia.Después del encuentro con su her-

mana, regresa a casa. Muestra las cajas sin abrir de baterías de cocina que se apilan en una esquina. Varias son de importación. Dice que algún día las es-trenará. “Por eso no tengo dinero”, dice divertida.

La última vez que vio a su marido fue hace un par de años. No sabe cuándo regresará, pero lo que sí sabe es que la cantidad de la remesa aumentó a partir de su enfermedad. “Es la pura culpa”, dice sonriendo. Pero la culpa no impidió que con toda alevosía y ventaja su ma-rido la despojara de su terreno y de su casa para ponerlos a su nombre; ni que en su última visita llegara al pueblo con una nueva mujer. Eso sí, a diferencia de Conchita y Ana María, no pasa penurias económicas. A Elvia las remesas le lle-gan puntuales.

“Mi esposo me da 500 pesos cada semana,

pero yo soy bien jaladora. Vendo zapatos, cosméticos y bolsas por

catálogo.”

Losángelesde Lupe

Pintor Entrevista con un pícaro del ring

Texto

Alberto Salcedo Ramos

I lustraciones

Diego Huacuja T.

95

En los últimos años, Alberto Salce-do Ramos ha destacado como una de las plumas más prolíficas de la crónica latinoamericana. Es un prosista que conoce el idioma y lo ha desplegado en recursos narra-tivos de toda índole. Originario de Barranquilla, Colombia, y ganador del Premio Ortega y Gasset de Pe-riodismo en 2013, publica su más reciente libro Los ángeles de Lupe Pintor (Almadía). Se trata de una recopilación de sus crónicas más memorables, historias tan magné-ticas como esta entrevista que le hace al boxeador mexicano Lupe Pintor, conocido por generaciones como el Indio de Cuajimalpa.

9796

Quien quiera saber cuánto pesa un muer-to que venga y le pregunte a Lupe Pintor. Lo sugiere él mismo mientras se sienta a horcajadas en un banco de madera. Pin-tor se alisa el bigote frondoso con los de-dos. Luce tranquilo, recio. Nunca ha car-gado ataúdes en los cortejos fúnebres —aclara— pero ha lidiado durante años con una tragedia ocasionada por sus puños.

¿Que cuánto pesa un muerto?Mucho, responde. Sobre todo si hay

sentimientos de culpa. En 1980, cuando realizó aquella pelea que terminó en des-gracia, se sentía muy mal consigo mismo. Le pesaba el finado, le pesaba la familia que se quedaba enlutada. Cargó esa cruz durante muchos años. Después aprendió a verse con indulgencia, y entonces ya no se sintió aplastado. En todo caso, el muerto todavía le duele.

A estas alturas se sabe condenado a convivir por el resto de su vida con el morbo de la gente. Aunque hoy es capaz de sobrellevarlo, aún se desconcierta ante algunas preguntas recurrentes.

—En especial hay una que me da mu-cho coraje.

—¿Cuál? —Bueno, no es una pregunta, exacta-

mente. Es cuando me dicen: “El boxeador ese al que usted mató”.

—El fantasma de esa pelea contra Johnny Owen...

—Yo sé que siempre me van a pregun-tar por eso. Entonces frunce el ceño, aprie-ta las mandíbulas. Pintor vive en Cuajimal-pa, una de las dieciséis delegaciones que conforman la Ciudad de México. En este sector popular nació y se crio. Y aquí mo-rirá, según ha dicho en varias entrevistas.

—Hay muchas maneras de preguntar sin ofender —dice ahora—. Es absurdo que me pregunten cómo maté a Owen. En el ring no hay asesinatos.

—¿En serio alguien usó la palabra asesinato?

—No. Pero si me dicen que yo maté es como si me dijeran asesino. Un boxeador no mata a otro: ahí lo que hay es un accidente.

—Tremendo usted. —Nada más me hacía respetar. Yo

aprendí a pelear para que no se burlaran de mi nombre.

—Me parece exagerado suponer que el nombre lo empujó hacia el ring. Si se llamara Pedro...

También hubiera sido boxeador. En-tonces aclara que su historia no es la tí-pica del chico pobre que se vuelve boxea-dor para conjurar el hambre. A él le gustó pelear desde siempre. En la infancia se soñaba dentro de un ring, cargado en hombros y con los puños en alto.

Luego cuenta que duró poco tiempo en la calle, pues un vecino de Cuajimalpa lo descubrió por casualidad en el Centro del D.F. y en seguida reveló su paradero. Entonces tuvo que devolverse para la casa. Eso sí: a partir de ese momento, el padre empezó a tratarlo con respeto.

—Yo he sido un luchador.—Eso se sabe. —Pero me siguen preguntando cómo

maté a Johnny Owen. —Hay tantas preguntas sobre ese

tema. ¿Le molestan? —No, no. Ya le dije que todo depende

de cómo me pregunten. —¿Cuánto le pesa esa muerte en este

momento? —Sería preocupante que no me pesa-

ra. Pero tengo las manos limpias.

Virginia Martínez besa las manos de su marido, luego las muestra.

—No parecen de un boxeador, ¿cierto?—En absoluto. Si estuviera viendo sólo

las manos diría que son de un oficinista. —Son delicadas. Se lo digo yo, que lle-

vo años tocándolas. —Y pequeñas. Virginia pone su mano extendida enci-

ma de la mano también abierta de su ma-rido. Las empareja, las compara, las mide.

—¿Sí ve? Son casi del mismo tamaño. —Conozco secretarias de manos más

grandes.

“Se burlaban en mi cara los escuincles. El que lo

hacía una vez, no lo hacía dos. No daba chance de

que se amañaran.”

Lupe Pintor sonríe, dice que nunca le gustaron sus manos.

—Las tenía regordetas hasta cuando era flaco. Mire este dedo tan feo.

Muestra el meñique torcido de la mano izquierda. Entonces dice que en sus tiempos de boxeador era propenso a las lesiones. Si no se partió trece dedos —exa-gera— fue porque Diosito sólo le dio diez.

En este punto extiende las manos abiertas a la altura del rostro. No hubo un solo dedo que no se fracturara, dice.

—¿Se fracturó los diez? —Los diez. Pintor empieza a razonar sobre su

oficio. El puño quiebra lo que golpea y también se quiebra contra lo que es gol-peado. Él solía terminar sus combates con las manos inflamadas. Debía sumer-girlas en cubos de hielo o acudir adonde un fisioterapeuta. En varias ocasiones, fue sometido a cirugías ortopédicas para reparar algún cartílago roto. De ahí las cicatrices que enseñó hace un momento.

Todo el mundo recuerda su arrojo como boxeador pero pocos mencionan las veces que combatió ante rivales que lo superaban tanto en peso como en al-cance. Algunos le sacaban hasta una ca-beza de estatura. Para borrar de un tajo la desventaja física con la que subía al ring debía arriesgar demasiado. ¿De qué otro modo podía vencer el cerco de unos brazos muy largos si no era arrimándose temerariamente a ellos? Pintor no era de estrategias sino de impulsos. Cuando recibía un puñetazo desacataba las ins-trucciones de su entrenador y se preci-pitaba contra el oponente sin medir las consecuencias. Como además carecía de una técnica defensiva exquisita, era in-capaz de protegerse moviendo el tronco o dando pasos laterales. Simplemente se exponía al castigo con la esperanza de encontrar en ese ataque suicida su opor-tunidad. Ganara o perdiera, Pintor siem-pre se estaba inmolando. Eso sí: muchos lo rebasaban en fuerza o en velocidad, pero nadie en determinación.

—Me imagino la cantidad de veces que le habrán planteado el tema de ese modo.

—Muchas. Pregúntele a Vir. Vir es Virginia Martínez, su compañe-

ra, quien hoy se encuentra de compras en el mercado. Ella le dio tres de sus veintitrés hijos. Con las tres esposas anteriores tuvo doce, y por fuera de sus matrimonios, ocho. Cuando se le pregunta cuántas fueron las mujeres de sus deslices extramatrimonia-les, responde: “Una que otra”. Y sonríe.

Pero en este momento Lupe Pintor no luce sonriente sino tenso. Su rostro abo-tagado dista mucho del perfil magro que exhibía en sus tiempos de campeón gallo. Entonces pesaba apenas ciento diecio-cho libras. Ahora, a los sesenta años, pesa ciento cuarenta. Si volviera al ring hoy tendría que combatir como wélter junior, y así estaría en desventaja con su estatura de uno sesenta y cinco.

Pintor insiste en que, de todos modos, ha aprendido a lidiar con los imprudentes.

—Me encabrono pero no puedo po-nerme a pelear con ellos.

—Estoy de acuerdo con usted en que la muerte en el ring es un accidente.

—Los que no saben nada de boxeo de-berían hablar de otra cosa.

—Pero no creo que quieran llamarle asesino.

—Igual me molesta. —Entiendo. —Así como murió Johnny hubiera

podido morir yo. —En el ring el peligro es para todos.

Quienes han pasado por ese trance tienen que convivir con él durante el resto de sus vidas. Emile Griffith, Ultiminio Ramos, Ray Mancini, Alberto Dávila... la lista es larga. Todos ellos han oído el comentario sobre el boxeador al cual “mataron”.

—Vir me ayudó a entender eso. Aun-que no me guste me mantengo tranquilo.

—... El semblante de Pintor se ha torna-

do apacible. Ahora se lleva las manos a la cabeza, esboza un gesto a medio camino entre la sonrisa y la mueca.

La melena azabache por la cual lo apo-daban el Indio de Cuajimalpa ha despare-cido. En su lugar queda una calva lustrosa con dos mechones grisáceos a los costa-dos. Cualquiera se sorprendería al descu-brir que tiene la piel tan achocolatada. Por televisión parecía trigueño.

El boxeo le dejó muchas cicatrices: sobre las cejas, la frente, en el dorso de las manos. Cuando se le pide hablar del tema no sólo muestra los surcos sino que además suelta una broma:

—Y también me dejó la nariz como si-llín de bicicleta. Yo no la tenía así.

Y vuelve a sonreír. Las marcas más grandes siempre quedan por dentro. En este punto Pintor luce melancólico.

—Lo de Owen fue lo más triste. —Pero no lo único triste. Sé que en la

infancia huyó de su casa y tuvo que vivir como indigente.

—Eso también fue terrible. —¿Qué edad tenía? —Ocho años. —¿No le dio miedo enfrentarse a la

calle? —Era más cañón quedarme en la casa

con ese padre agresivo. Me pegaba por cualquier bobada.

—¿Qué hacía en las calles? —Pedía para sobrevivir. Nunca hice

nada indebido. —Tengo entendido que en la calle

empezó a tirar trompadas para hacerse respetar.

—Así fue. —También he leído que tener un

nombre femenino determinó su destino, pues lo llevó a pelear más de una vez.

—Yo me iba a llamar José Guadalupe, pero a última hora como que se arrepin-tieron y me dejaron Guadalupe nada más.

—¿Le gusta su nombre?—Es el de la virgencita. —¿Y sí le trajo problemas? —Se burlaban en mi cara los otros

escuincles. El que lo hacía una vez no lo hacía dos. Yo no daba chance de que se amañaran.

9998

—Yo llegué más lejos de donde debía gracias a mi valor.

Virginia vuelve a agarrarle las manos. Las muestra otra vez.

—Mire bien y ponga cuidado: esta par-te de acá —se refiere a los nudillos— sólo tuvo trabajo cuando Lupe fue boxeador.

—Era mi chamba, Vir. —Cierra bien los puños, mi amor. Virginia roza con su mano abierta los

nudillos de su marido. —Ustedes, los fanáticos del box, sólo

han visto a Lupe usando esta parte de las manos.

—Yo cada tanto vuelvo a verlo en You-Tube.

—Lo que usted ve es esta parte. —Así es. —Fuera del ring, estos nudillos no le

han pegado a nadie. —Sí, mi amor. Cuando era niño le par-

tí la madre a muchos en las calles. —Todos los niños pelean. La mujer enseña ahora las palmas de

las manos de su marido. —En cambio, esta parte es pura suavi-

dad. Si quiere, tóquelas. —Espere... —Esta nunca se ve por televisión y es

la parte que me tocó a mí. —Muy suaves. —Lupe atendía a los boxeadores con

esta parte, y a las demás personas, con esta. —Entiendo lo que quiere decirme. —Él le pegó a Johnny Owen porque

estaban en un ring. Si hubieran estado en un bar le hubiera puesto esta parte de la mano sobre el hombro.

—Seguro ahora seríamos cuates, mi amor. Tú sabes que soy amigo de varios que pelearon conmigo.

Virginia es menuda. Su piel blanca contrasta con el color cobrizo del mari-do. Tiene un lunar en el mentón y lleva el pelo teñido de rubio. Ella no recuerda qué hacía el 19 de septiembre de 1980, mien-tras Pintor y Owen se enfrentaban en Los Ángeles. Quizá adelantaba alguna tarea o quizá jugaba con sus vecinas. En todo caso,

—Claro que no. ¡Cómo se le ocurre! —Él era un hombre, y usted, una niña. —Lupe no me lleva tantos años, fíje-

se: él nació en 1955 y yo, en 1967. —Cuando usted lo espiaba tras la

ventana tenía diez años y él, veintidós. —Pero es que en ese momento no

pasó nada. Entonces Lupe mete la cuchara en

tono burlón: le dice a Virginia que el perio-dista ya la tiene descubierta. Por toda res-puesta, ella le atiza un puño juguetón en el brazo. A continuación cuenta que el muy descarado olvidó asistir a la primera cita. Habían convenido encontrarse en una he-ladería a las diez de la mañana. Puro hora-rio de chava de colegio, aclara, sonriente. A Virginia le daba menos susto escaparse de la escuela que de la casa. Al fin y al cabo, estaba dando un paso temerario al correr hacia los brazos de un hombre mayor que tenía fama de mujeriego. Un hombre que, además, era amigo de sus padres.

Virginia acudió puntual a la cita, pero Lupe no apareció. Horas después, cuando ella le preguntó por teléfono qué había sucedido, él le confesó sin inmutarse que se había quedado dormido.

Ahora ella lo golpea por enésima vez en el hombro.

—Ya, mi amor, me vas a noquear. —¿Cuándo fue esa primera cita? —Tuvo que haber sido en 1983. —¿Por qué? —Porque fue cuando yo tenía dieci-

séis años. —Empezamos cuando tenías quince,

Vir. —Dieciséis.Virginia se queda pensativa durante

varios segundos. Junta las manos y mira hacia arriba, como hacen ciertos devotos en la misa.

—Usted, que es un periodista afiebra-do por el box, ¿ha vuelto a ver las peleas de Salvador Sánchez?

—Por supuesto. —¿Sabe en qué año murió él? —En 1982.

pronto, dice que Chava —así llamaba a Sal-vador Sánchez— era su amigo del alma. Se emborrachaban juntos cuando no tenían combates a la vista, participaban en carre-ras clandestinas de automóviles.

Fue la segunda vez que perdió a un amigo en forma trágica. En la infancia ya había pasado por una pena similar.

—Me quedé sin Enrique. En Cuajimal-pa le llamábamos el Ruso. Era mi mejor amigo, el que me defendía en la escuela cuando me atacaban chavos más grandes.

—¿También murió en un accidente? —Peor que eso: lo asesinaron cuan-

do era apenas un niño, y nunca se supo quién ni por qué.

Pintor dice que quisiera ser recordado como lo acaba de definir su esposa: el mejor amigo de sus amigos. Quienes lo conocen saben que él ha cultivado una relación afec-tuosa con varios de sus rivales. Entonces menciona al puertorriqueño Wilfredo Gó-mez. Primero se contramataron en una de las peleas más sangrientas de la historia del boxeo, y luego se convirtieron en hermanos.

—Yo quiero mucho a ese pinche gordo. Por primera vez, su voz se quiebra.

Virginia le acaricia la calva. —Usted sabe que Willy y yo nos rom-

pimos la madre. —Fue una pelea brutal. —Ambos salimos del ring para la clínica. —Fue como si los dos hubieran perdido. —Perdí yo, pero quien vea una foto de

la pelea pensaría que el perdedor fue Willy. Quedó con la cara totalmente desfigurada.

—Estaba irreconocible.—Yo terminé roto de todas partes.

Cuando pasó el calor del combate me do-lían hasta los botones de la camisa.

—Terrible. —Pero eso quedó en el ring. ¿Sabe

cómo nos saludamos Willy y yo cuando nos encontramos? Nos saludamos de beso, como dos mujeres.

—En esta casa amamos a Willy. —Yo aprendí a quererlo cuando ya es-

tábamos retirados. En el ring me caía mal porque era un hijo de puta.

—Tú lo has dicho, mi amor: en el ring. —Un hijo de puta completo. —¿Por qué lo dice? —Era capaz de pegarle a un rival que ya

tenía una rodilla en la lona. A mí esa parte de él nunca me gustó, pero ahora se la en-tiendo: estaba defendiendo su chamba.

—Fuera del ring, Willy es como tú, mi amor, un caballero.

—Un tipo padrísimo, con un corazón humilde y lleno de bondad. ¡Cómo quiero a ese pinche gordo!

—Volvió a casarse hace poco, y noso-tros fuimos a la ceremonia en San Juan.

—A todo dar. —Nosotros nos alojamos en la casa de

ellos y luego ellos vinieron a la nuestra. Ahora vuelven a tomarse de las ma-

nos. Entrelazan los dedos, juntan las meji-llas. Virginia menciona otra vez a Johnny Owen. Cuando sucedió la tragedia —in-siste— ella apenas tenía trece años. Fue una época en que vio poco a Lupe, pues según los rumores permanecía encerrado lidiando con la depresión.

Tiempo después lo vio reaparecer con sus botas de piel de avestruz y sus carros deslumbrantes. Le encantó que hiciera bromas, que tomara tequila como en el pasado, que contara detalles de sus viajes. Para colmo de dichas, él descubrió que ella lo espiaba, y eso trajo como consecuencia el comienzo del romance. Entonces Virgi-nia conoció el reverso de la escenografía. Como en el antiguo mito del circo, el pa-yaso, más allá del maquillaje, estaba lasti-mado. Lupe daba en público la impresión de ser un hombre al que las cosas le iban bien, pero en la intimidad se echaba a la pena. Algo no funcionaba en su vida.

Virginia detectó el problema muy pronto: seguía sin superar la muerte de Johnny Owen. Aunque repitiera sin tar-tamudear el argumento que mandan los cánones —“fue un accidente de trabajo”—, en el fondo se culpaba. A ratos expresaba el deseo de devolver el tiempo para negar-se a hacer esa pelea. A ratos lamentaba ha-ber lanzado aquel ataque feroz en el round

—¿Sí ves, mi amor? Mis quince fue-ron en 1982.

—¿Por qué cita la muerte de Sánchez?—Porque cuando Sánchez se mató en

el accidente, Lupe y yo todavía no había-mos platicado.

—¿No? —No. Cuando él iba a mi casa, yo lo

veía sin que él me viera. —¡Pero un día te vi, mi amorcito, tú lo

sabes! —Sí, sí, y eso me dio mucha vergüenza. —Yo estaba en la sala con sus papás

cuando de pronto veo a la chavita. —¿Qué hizo usted? —Miré a Eulalia, su madre, y le dije:

“Mamá”, yo siempre le digo mamá, “qué onda con esta chavita”. Ella me contestó: “Pos, hijo, ¿qué, no te acuerdas? Es la Vic-ky”. “Pero, ¿dónde la tenías escondida que no la vi crecer? ¡Qué bonita se ha puesto la escuincla!”

—Ahí fue cuando empezamos a plati-car, mi amor.

—Yo sé.—En ese momento, ya tenía dieciséis

años. Tras una pausa, Virginia vuelve al

sepelio de Salvador Sánchez. Ese día, vio a Lupe por televisión evocando entre so-llozos a su colega, quien había muerto en un accidente de tránsito cuando apenas contaba veintitrés años.

—Tenía una gabardina larga que le llegaba hasta aquí.

Y se toca un tobillo. Lupe, que estaba alisándose el bigote

con los dedos, sonríe de manera malicio-sa. Sus ojos pequeños relampaguean.

Virginia vuelve a juntar las manos, calla. Cuando rompe el silencio, es para decir que Lupe era el más golpeado de cuantos entregaban declaraciones en el cortejo fúnebre. Ella creyó descubrir un corazón amoroso, y recordó que su pa-dre y sus hermanos lo describían como el mejor amigo de sus amigos.

Lupe se queda serio, ensimismado. Fiel a su costumbre, se alisa el bigote. De

no vio la pelea. En aquel momento era una colegiala de trece años que usaba trenzas y falda escocesa. Ya conocía a Lupe en per-sona, pero jamás había cruzado palabras con él. Lupe se aparecía de vez en cuando porque era allegado al padre y a los her-manos de ella. Traía regalos, hacía bromas. A ella le encantaba contemplar esta ver-sión juguetona del señor que en la televi-sión sólo dejaba ver su aspecto feroz. Se sentía testigo de algo especial, reservado a unos cuantos privilegiados. Los hombres de la casa alababan el desprendimiento de Lupe y decían que tenía un gran sentido de la amistad.

Virginia también oía el chismorreo permanente de los adultos sobre las ex-centricidades del campeón. Lo más men-cionado en tales casos era su asombroso repertorio de zapatos extravagantes: te-nía botas de piel de avestruz, zapatos de piel de víbora, botines de piel de cocodrilo.

Y ni hablar de su colección de automó-viles lujosos. Cuando se anunciaba que el campeón vendría, Virginia jugaba consigo misma a adivinar en qué vehículo llegaría.

—Yo solita armaba un diálogo mental. Me asomaba por la ventana y decía: “Hoy viene en el Audi”. “No, no, hoy viene en el Mercedes Benz.” Nunca adivinaba, pues él llegaba siempre en un auto que nunca le había visto.

—¿A qué edad empezó a asomarse para verlo llegar?

—Como a los diez años. —Caramba, qué precoz fue usted. Virginia ríe, se tapa los ojos con la

mano. Lupe se da bofetadas teatrales en la

mejilla derecha—Mírele la cara a este muñecón. La

traía loquita.—Mentiroso. —Bueno, pero un momento: su cu-

riosidad sí iba más allá de los carros y los zapatos excéntricos.

—Eso fue algo que supe después. —Supongo que en ese momento no

hubo ni siquiera un coqueteo...

101100

doce, justo cuando notó que para retener el título estaba obligado a noquear. Debió permitir que Johnny ganara por decisión, tal y como lo iba logrando hasta ese mo-mento. ¿Qué tanto daba perder esa pinche corona frente al valor de una vida huma-na? Después hubiera podido encerrarse en el gimnasio, entrenar como si fuera todavía un muchacho hambriento y recu-perar sus credenciales de campeón.

En el edificio de apartamentos donde vi-ven Lupe Pintor y Virginia Martínez hay seis automóviles estacionados. Cuando van a salir juntos, casi siempre es Virginia quien decide cuál usarán. Esta semana han salido en el Corolla, el Cambridge y el Ford Fiesta. Ahora, mientras se suben a la camioneta Mazda cx-9 que utilizarán para ir a un restaurante, Lupe señala un Volvo color gris ratón.

—Ese es el de dominguear. Es sábado. Día soleado en la Ciudad de

México. Lupe dice que su afición por los autos comenzó en la adolescencia. Cuando fantaseaba con la idea de ser un campeón se veía rodeado de carros lujosos. Él no cree que lo suyo sea un fetiche derivado de su infancia pobre. Simplemente, ama los autos y punto. Entonces encoge los hom-bros como con fastidio, y se queda callado.

Cuando abre la boca de nuevo es para decir que sus sueños se cumplieron gra-cias a la virgencita de Guadalupe. A estas alturas ha tenido tantos vehículos que ya perdió la cuenta. Lo que sí sabe con preci-sión es cuántos accidentes lleva: tres.

—En dos ocasiones me volqué, y en la otra choqué de frente contra una ca-mioneta.

—Llevas cuatro accidentes, mi amor. —Tres, Vir. —Cuatro. —... —Llevas cuatro. —Ah, cuatro si incluimos el de la mo-

tocicleta. —El más terrible de todos.

De repente, Lupe comienza a hablar de los vehículos en miniatura que ateso-ra en la sala: Lamborghini, Ferrari, Rolls Royce, Porsche. Es una colección que ha armado durante años con las piezas ad-quiridas en sus viajes. Muchos visitantes suponen erróneamente que los pequeños coches están allí como un simple adorno, pero en realidad él suele sacarlos de la vitrina para deslizarlos por las barandas: necesita verlos rodar.

Pintor es un chofer de espanto: se fil-tra con suma imprudencia entre los vehí-culos, acelera más de lo debido.

—Maneja muy rápido, ¿no? —Normal. —Va a ciento cuarenta kilómetros por

hora. —... —Ciento veinte ahora que disminuyó. —En estas calles atascadas uno no

puede ir encima de sesenta kilómetros. —En este momento va a cien. —... —¿Ya le habían dicho que conduce

muy rápido? —No se fíe del tablero, que está dañado. —¿Cómo fue ese accidente en moto-

cicleta? —Un tipo se comió el semáforo en

rojo y casi me mata. Estuve un año aleja-do del boxeo. Me reventé todo. Tuvieron que atarme las mandíbulas con alambre.

—Terrible. —Encima del labio hay una cicatriz

fea. Por eso ando con este bigote greñudo. —Si no tuviera esa cicatriz, ¿se afei-

taría? —Claro. Lupe Pintor sonríe. —Es que el accidente también me

dejó chimuelo. —¿Chimuelo? —Me arrancó varios dientes de arriba. —Ha podido ser peor... —Tengo prótesis. La camioneta se introduce por el es-

pacio entre dos vehículos. Como la aveni-da está descongestionada, Pintor acelera.

Sobrepasa a todo el mundo, zigzaguea. Muy pronto, el velocímetro vuelve a ciento cuarenta.

—¿Alguien le había dicho que conduce a velocidad excesiva?

Pintor ignora por segunda vez la pre-gunta. Tras varios segundos señala, por fin, que sus amigos lo acusan de parecer más un ex automovilista que un ex boxeador.Entonces sonríe. Luego, mientras frena ante un semáforo en rojo, insiste en que el tablero de la velocidad está estropeado.

—Usted dijo hace dos días que había participado con Salvador Sánchez en ca-rreras clandestinas de automóviles.

—Varias veces. Virginia saca del bolso un espejito y

empieza a maquillarse. Pintor arranca de nuevo, pero esta vez despacio.

—A Chava sí que le gustaba la velocidad. —A él y a usted. —Muchas veces corrimos juntos. —¿Usted imaginó que él moriría, pre-

cisamente, dentro de un carro? —Nunca pienso en eso. —Pero tiene lógica temer algo así cuan-

do uno ve a alguien conduciendo tan rápido. —Lo de Chava fue distinto. —¿Por qué? —Chava no murió por estar dentro de

un auto, sino por andar manejando borra-cho. A él nunca le pasó nada malo cuando participábamos en las carreras.

—¿Usted quiere decir que si uno está so-brio puede manejar a cualquier velocidad?

—No. Hay límites. —Ya. —Chava estaba en una fiesta. Dicen

que se caía de la borrachera. —¿Usted nunca ha manejado borracho? —Ni loco haría eso. —... —He sido muy sano. Usted no me lo ha

preguntado, pero le voy a decir algo: no he probado ninguna droga. Una vez, cuando era campeón mundial, me pusieron por delante una bandeja con cocaína.

—La lista de boxeadores destruidos por la droga es larguísima.

—Quien entra, no sale. —Así es. —A mí me costó mucho llegar adonde

llegué como para salir a botar mi lana en el vicio.

Virginia se aplica lápiz labial. A través del espejo retrovisor, parece ausente de la conversación. Frota los labios, luego los posa sobre un pañuelo facial.

Pintor sostiene que la renta le alcan-zaría para quedarse sentado, pero ense-guida aclara que, por su salud mental, prefiere mantenerse activo. Por eso tra-baja como instructor particular de boxeo, y además tiene un contrato temporal con el sistema de transporte público del D.F. Esa vida desahogada sería impensable si hubiera despilfarrado en droga el dinero.

Virginia guarda el espejo en el bolso. Toma la palabra.

—Yo le respondo la pregunta de hace un ratito.

—¿Cuál? —A Lupe sí le han pedido que saque el

pie del acelerador. —¿Usted se lo ha pedido?—Yo no. Y se ríe. —Un día llegó en motocicleta a mi

casa.—Ajá. —La motocicleta del accidente. —Ajá. —Mi hermana le pidió un paseo, y se

fueron. Cuando regresaron, ella estaba pálida. Me dijo que no sabía quién era peor, si él por manejar como loco o yo por no decirle nada.

Vuelve a reírse. Pintor acelera. —¿Usted no teme morir en un acci-

dente? —Nunca pienso en eso. —...—... —Me parece que ahora lo comprendo

todo.—¿Qué comprende, señor periodista? El chofer apresurado y el boxeador

están forrados con la misma piel. Ambos

transparentan una personalidad vin-dicativa. Necesitan desquitarse de algo que en su momento los martirizó, como un puñetazo o una carencia. El primero hunde el acelerador sin preocuparse por las consecuencias, el otro se acerca a la zona de peligro aunque tenga el rostro ensangrentado y las manos rotas. Los dos asumen riesgos para encontrar más grandioso el arribo a su destino. Al final de la pelea, el campeón levanta su coro-na; al final del viaje, el chofer desciende orondo de su auto lujoso.

Pintor oye, impasible, la exposición. Disminuye la marcha, se alisa el bigote con los dedos. Desafiar las carreteras y ponerle el pecho a los golpes son dos ca-ras de la misma moneda. Virginia asiente con la cabeza. Marido y mujer siguen, ex-pectantes, el curso del argumento.

Barry McGuigan, que nació en el Reino Unido como Johnny Owen, le contó a la escritora Joyce Carol Oates que se convir-tió en boxeador cuando descubrió que no podía ser poeta ni narrar historias. Quien elige lanzar golpes, acepta recibirlos y, en ese intercambio feroz, la muerte es una po-sibilidad aunque todos prefieran ignorarla.

Los boxeadores ascienden hacia la cima por una escalera edificada con los huesos de sus rivales. Se muere y se mata, decía el legendario Archie Moore. Justo por lo aterradora que resulta una acti-vidad tan próxima a la tragedia, Joyce Carol Oates confiesa que prefiere ver los combates en diferido, “cuando ya están definidos como historia”. Pero los boxea-dores no tienen semejante opción. Para verse a sí mismos en diferido, deben tre-parse antes en el ring. Pegar, recibir.

Se muere y se mata. Pintor frena ante un nuevo semáforo.

Subraya la frase mientras se alisa el bigo-te por enésima vez.

—Se muere y se mata. A la posibilidad de morir se le contra-

pone la no menos terrible de matar. —¿Estás oyendo, Vir? Así es la cham-

ba de nosotros.

Terminaba sus combates con las manos

inflamadas. Las sumergía en cubos de hielo o iba con el fisioterapeuta.

103

Nicolás Maduro en el Panteón Nacional de Caracas, durante la ceremonia

conmemorativa del Día de la Independencia, Julio 5, 2014.

Elherederodel trajepesado

¿Cuál es el costo político que hoy enfrenta Nicolás Maduro?Texto

Laura Helena Castillo aF

p p

Ho

to

/pr

es

iDe

nc

ia

E S P E C I A L L O S P R E S I D E N T E S

L A T I N O A M é R I C A V I S T A A T R A V é S D E S U S M A N D A T A R I O S

Activista de izquierda desde la adolescencia, Nicolás Maduro fue constituyente, diputado, canciller y vicepresidente de Venezuela. En las manos de Maduro fue deposita-da la herencia de la revolución bo-livariana que Chávez comandó du-rante 15 años. A mitad de su gestión, Maduro enfrenta la pérdida de la mayoría chavista en el Parlamento y el planteamiento de la oposición de activar todos los caminos consti-tucionales para que salga del poder antes de que finalice su mandato. Escasez de alimentos, inflación, in-seguridad y la dificultad para crear un perfil con conexión popular han debilitado el gobierno de Maduro y ponen en riesgo el legado chavista.

Die

go

giu

dic

e/b

loo

mb

erg

via

get

ty i

ma

ges

107106

Nicolás Maduro está en el mausoleo de Hugo Chávez. Ha ido a visitarlo y le lleva una derrota. Es la noche del 8 de diciem-bre de 2015. Dos días atrás se celebraron las elecciones parlamentarias que reno-varon todos los escaños de la Asamblea Nacional (como se llama al Congreso en Venezuela), y hace frío en el Cuartel de la Montaña, al oeste de Caracas. Desde allí transmiten En Contacto con Maduro, un programa semanal de radio y televisión en el que el jefe de Estado venezolano hace anuncios, lee tuits, publica los suyos, celebra los retuits que le hacen, recibe in-vitados y grupos musicales. Un magacín político de amplio target. El tema de hoy es la administración de un descalabro.

Tres años antes, el 8 de diciembre de 2012, también de noche y también por te-levisión, a unas cuadras de allí, en el Pala-cio de Miraflores, el entonces presidente Hugo Chávez —enfermo, agotado— le en-comendó a Maduro una victoria. Ese día, después de 14 años de gobierno, Chávez dejó el juego en manos del sucesor que él mismo había elegido, rogó a sus segui-dores que le transfirieran su apoyo y se fue a Cuba para operarse del cáncer que padecía desde 2011. Maduro cumplió la primera de las encomiendas: Chávez mu-

estaban, en el Despacho Uno del Palacio de Miraflores, sede del Ejecutivo venezo-lano: Chávez acababa de ganar por cuar-ta vez la jefatura del Estado; a su derecha, Diosdado Cabello, militar y presidente de la Asamblea Nacional; a la izquierda, Maduro, civil y vicepresidente de la Re-pública. Los tres sabían para qué habían ido. Pero antes, un poco de John Travolta y de Olivia Newton John.

“Sábado 8 de diciembre. Nueve y me-dia de la noche. Un poquito más. Nueve y treinta y tres, y treinta y cuatro. Buenas noches a toda Venezuela, buenas noches al pueblo venezolano. ¿Te acuerdas de aquella película, Diosdado? Saturdei fi-ber… ¿cómo es?”, preguntó Chávez.

Fiber y radioterapia, inflamación, “seguramente producto del esfuerzo de la campaña”, células malignas, otro pro-cedimiento quirúrgico, “es necesario, es absolutamente necesario”. Chávez, que ha sido operado tres veces desde 2011, se está muriendo. Esa noche va a anunciar que se va, que regresa a un quirófano de La Habana. Sabe que volvió el cáncer, peor que antes, como vuelve siempre el cáncer. Es el día de la despedida y va a revelar el nombre del elegido. Pero antes, un poco más de disco music.

“John Travolta. ¿Ése es el nombre de él? ¿Del actor? Y Olivia Newton John, ¿te acuerdas? Bueno, entonces no es mi esti-lo una cadena nacional un sábado por la noche.”

Entonces lo dice: “Si algo ocurriera, repito, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, el periodo, sino que mi opi-nión firme, plena como la luna llena, irre-vocable, absoluta, total, es que en ese es-cenario que obligaría a convocar de nue-vo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezue-la. Yo se los pido desde mi corazón”.

Maduro abre las fosas nasales, mira a Chávez, mira al infinito. El rostro le cuel-ga como una sábana remachada por el bi-gote. Usa una camisa clara y un saco gris oscuro que, por la postura rendida de los hombros, parece de plomo. No hace nin-gún gesto, no agradece el nombramiento.

El lunes 10 de diciembre Chávez voló a La Habana. Setenta y dos días después, a las 2:30 de la madrugada del 18 de fe-brero de 2013, regresó a Caracas. Nelson Bocaranda Sardi, el periodista que reveló en 2011 la enfermedad de Chávez antes

que la vocería oficial, asegura en el libro Nelson Bocaranda. El poder de los secre-tos (Planeta, 2015) que Chávez no quiso fallecer en Cuba para no perjudicar la percepción del sistema de salud de la isla, orgullo de los Castro.

La versión oficial es que el martes 5 de marzo de 2013, a las 4:25 con 5 segundos de la tarde, Hugo Rafael Chávez Frías mu-rió de un infarto pulmonar. Tenía 58 años y un sarcoma metastásico. “Alrededor de las 11 de la mañana habían desconectado a Chávez, ¡pero lo volvieron a conectar mi-nutos más tarde porque Maduro apareció con la angustia de que algo muy malo e inminente podía suceder! La situación se tornó muy confusa. Por unas horas todo el mundo perdió los papeles. Finalmen-te, a media tarde reinó la sensatez y pasó lo que pasó”, escribió Bocaranda en su li-bro. Acompañado de funcionarios del alto gobierno y jefes militares, Maduro dio la noticia de la muerte de Chávez a través de una cadena de radio y televisión. Con aplomo pidió aplomo; con respeto pidió respeto; con calma pidió calma. “Asumi-mos su herencia, sus retos, su proyecto”, dijo sin soltar las manos de un podio de madera. “Cuando me paré allá en el Hos-pital Militar a decirles a ustedes esa noti-

Raul Castro, Carlos Lage, Felipe Roque, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Alí Rodríguez en la cuarta sesión de Petrocaribe en Cuba, diciembre de 2007.

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello junto al ataud del expresidente Hugo Chávez, el 6 marzo de 2013.

rió el 5 de marzo de 2013 y él venció, un mes y medio después, en las elecciones presidenciales, ganándole a su principal contrincante, Henrique Capriles, por una diferencia exigua de votos.

Pero en las elecciones del 6 de di-ciembre de 2015, después de casi dos dé-cadas de revolución bolivariana, Maduro perdió el control del Parlamento con una victoria implacable de la oposición: de 167 curules, 112 fueron para la coalición Mesa de Unidad Democrática (mud) y 55 para el Polo Patriótico, agrupación de partidos chavistas. Por primera vez en 17 años la oposición es mayoría abso-luta y es, también, la primera vez que se habla de la posibilidad de que el gobier-no madurista llegue a su fin de manera constitucional. Maduro, vestido con una camisa azul de corte militar idéntica a las que le confeccionaban a Chávez, está en el mausoleo, sentado en un escritorio a unos metros de la tumba de su predece-sor. Hace un programa de 5 horas, igual a todos los anteriores, para un país que dio señales de haber cambiado por completo en las elecciones de hace sólo dos días. A pesar de la expectativa que hay sobre lo que va a decir, apenas deja claras algunas cosas. Su manera de perder: “Yo quería

construir 500 mil viviendas el próximo año, ahorita lo estoy dudando. Pero no porque no pueda construir, yo puedo construirlas, pero pedí tu apoyo y no me lo diste”. Lo versátil de su identidad: “Mientras este hombre esté aquí llamado Nicolás Maduro, iba a decir Hugo Chá-vez. Jajaja. Soy Hugo Chávez vale, sí, sí”. Sus preferencias reposteras: “¿A ustedes les gusta el sánduche de cambur con le-che condensada? Levanten la mano los que han comido cambur con leche con-densada. Eso sabe a gloria”. Y, finalmen-te, un título: “Ganaron los malos”.

La transmisión termina de madruga-da con el video en el que Chávez anunció al país que, en caso de que él no pudiera seguir al frente del socialismo del siglo xxi, Maduro sería el encargado de hacer-lo. Es el video que recuerda cómo fue que todo esto comenzó.

“Yo quiero decir algo, quiero decir algo, aunque suene duro, pero yo quiero y debo decirlo, debo decirlo”, dijo Hugo Chávez. Y luego lo dijo y esa noche de un sábado de diciembre de 2012, en una cadena de radio y televisión, a Nicolás Maduro le cayó un país en la cabeza. Ahí s

ven

cre

utz

man

n/m

amb

o p

ho

to/g

etty

im

ag

es

aF

p p

Ho

to

/pre

sid

enci

a

109108

cia, no me salía por acá la voz, no me salía de aquí, parecía una pesadilla”, recordó en un acto de campaña.

Pero la pesadilla se convirtió en pre-sidencia. Él, que había pasado la mitad de su carrera en el chavismo fuera del país como ministro de Relaciones Exteriores, que no se fogueó dentro del partido, que no gobernó ninguna región, aceptó to-mar el relevo y se convirtió el 14 de abril de 2013 en el 51° Presidente de la Repú-blica Bolivariana de Venezuela para el período 2013-2019.

Maduro nació el 23 de noviembre de 1962, a las 9:03 de la noche, en un lugar que ya no existe. La Policlínica Caracas, el centro médico privado que se men-ciona en su partida de nacimiento, fue demolida en 1965. Maduro llegó antes del desplome. En cambio, a la Jefatura Civil de la parroquia Candelaria donde se convirtió en ciudadano lo llevaron sus padres con demora: tenía dos años y cua-tro días. El acta de nacimiento dice que lo hicieron el viernes 27 de noviembre de 1964. El domingo siguiente lo bautizaron junto con su hermana María Adelaida, de 3 años y 4 meses.

De ese fin de semana, Maduro tiene apuntes borrosos. Se le extraviaron unos meses y unos sacerdotes: “Yo nací en Ca-racas en un lugar llamado Los Chagua-ramos, Valle Abajo. Allí, en la iglesia San Pedro, muy conocida, me bautizó el pa-dre Luoro, italiano, que después trabajó con Pablo VI. A un año de edad, un poqui-to menos me bautizaron”, dijo en Roma el 17 de junio de 2013, delante de varios integrantes de movimientos sociales ita-lianos. En la partida de bautismo —hecha pública en una investigación privada conocida como el Informe Orta— no se menciona al padre Luoro, sino al padre Angelo Mazzari, y el niño no tenía “un año de edad, un poquito menos”, sino dos, un poquito más.

Católico y formado en la primaria por las monjas españolas del Colegio San Pedro de Caracas, vivía en un hogar don-de se escuchaba Radio Habana Cuba a través de un aparato de onda corta here-dado del abuelo paterno. “Vengo de una familia progresista, de izquierda, como eran mi padre y mi madre.”

Su padre, Jesús Nicolás Maduro Gar-cía, economista, de Falcón, Venezuela, se casó el 1 de septiembre de 1956 en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Bogotá con Teresa de Jesús Moros Ace-vedo, encargada del cuidado del hogar, de Cúcuta, Colombia, según las partidas de nacimiento de los hijos, y de Táchira, Ve-nezuela, según manifestó el propio Nico-

lás en su partida de defunción. El matri-monio tuvo cuatro hijos: María Teresa de Jesús (21 diciembre 1956), médico; Jose-fina (30 de enero de 1960), odontóloga; María Adelaida (20 de julio de 1961), ad-ministradora y Nicolás (23 de noviembre de 1962), sin estudios superiores y presi-dente de una república.

La familia tenía un apartamento en el edificio San Pedro de Los Chaguaramos y el padre era dueño de un Ford Fairlane, el ca-rro de moda. Un choque en el parafango iz-quierdo, que jamás repararon, era su seña.

—A la mamá, bajita, la recuerdo muy humilde; y al papá alto, simpático y con-versador. Las hermanas eran de muy poco hablar. No se me olvida un perrito fasti-diosísimo que hacía mucho ruido. Cuando lo íbamos a visitar le pegábamos un grito desde la calle y él bajaba —recuerda David Nieves Banchs, excónsul de Venezuela en las Islas Canarias, miembro de la direc-ción nacional ampliada del psuv, guerri-llero en los años 70 y preso por el secues-tro en 1976 del estadounidense William Frank Niehous, presidente de la Owens Illinois en Venezuela, al que la izquierda acusaba de ser agente de la cia.

Cuando Maduro tenía 6 años, en 1968, sus padres participaron en la fun-dación del Movimiento Electoral del Pueblo. El mep promovía las premisas de erradicar la explotación oligárquica e imperial y promover la propiedad social sobre el petróleo y las industrias básicas. Oligárquica, imperial, propiedad social. De eso se hablaba en el hogar Maduro Moros, de eso hablaba Hugo Chávez, de eso sigue hablando Nicolás.

Sin mayor interés por la formación académica, Maduro dedicó su juventud a otras materias: militó en la agrupación de izquierda radical Ruptura y luego se adhirió a La Liga Socialista (“una pequeña organización de izquierda que aglutina-ba a luchadores sociales del campo estu-diantil, sindical, de barrio, campesino”); descubrió la salsa brava (“yo bailo salsa, bailo reggeaton, bailo de todo”); tocó gui-tarra, bajo y batería en una banda de rock (“creo que Escaleras al cielo es la canción más completa de todo el rock”); era disci-plinado televidente (“los martes pasaban Starsky y Hutch; los miércoles, Kojak; los jueves, Columbo”); estudiaba en el liceo y hacía trabajos ocasionales. A su primer oficio, vendiendo en la urbanización El Valle helados de colores al mayor, llegó de la misma forma que a la presidencia de la República: cubriendo una falta temporal.

—Una persona que trabajaba conmi-go tuvo un problema y él con su Fairlane lo cubrió unos días. Manejaba muy bien. Vendíamos por los barrios y ahí había que tener cierta destreza, ir ligero en ca-

Miembros de una banda de música sentados junto a un grafiti que llamaba a votar por Henrique Capriles, en Barlovento, estado Miranda, 2014. m

erid

ith

ko

hu

t/b

loo

mb

erg

/get

ty i

ma

ges

111110

lles angostas —dice Leonardo Corredor, apodado “Pancho”, hijo del dueño de la heladería Siglo xxi, copiloto de la trave-sía y líder en su juventud del grupo de educación media de La Liga Socialista.

Aunque vecino de Los Chaguaramos, Maduro era un asiduo de El Valle, una zona de clase media en la entrada prin-cipal de Caracas. En agosto de 2013 dijo que el trabajo, de apenas dos días a la se-mana, le rendía para sus gastos musica-les, pese a que en 1979 la inflación llegó por primera vez en la historia a 20.4%, todavía muy modesta comparada con la de 180.9% que se registró en su gobierno en 2015: “Por allá por los años 79, 80, 81, 82, no tenían gente que vendiera helados al mayor. La gente que venía a comprar-les para vender al mayor especulaba, en-tonces Pancho y yo comenzamos a hacer una ruta y nos ganábamos 500 bolos yo y 500 bolos él. Era bastante. En esa época ensayábamos rock y salsa, entonces yo con eso que ganaba compré la batería, las guitarras, los bajos, los distorsionadores de guitarra, las tumbadoras. Bueno, y ayudábamos a mucha gente, pues”.

La heladería en la que trabajó Madu-ro todavía funciona en una casa sin letre-ro. Hortensia Corredor, hermana de Leo-nardo, despacha a través de una puerta siempre abierta. El nombre de Maduro la entusiasma.

—El primer sueldo prácticamente se lo ganó aquí —dice.

Ahí, con los once hermanos Corre-dor, también conoció las tareas de La Liga Socialista que concertaban la parti-cipación en el sistema formal de partidos con la guerrilla urbana, convocando a co- lectivos obreros, universitarios y liceís-tas en una época en la que los gobiernos de Acción Democrática y Copei —los dos partidos que polarizaban el voto y se turnaron el mando entre 1973 y 1988— enfrentaban los fantasmas de las cons-piraciones civiles y militares, a pesar de que los partidos de izquierda habían sido legalizados y muchos de sus miembros

dejaban las armas para incorporarse en el juego político.

—Aunque mi papá era de Acción De-mocrática, nos permitía reunirnos aquí. Siempre decía: ‘Tuve este montón de hi-jos para dárselos al comunismo’ —reme-mora Hortensia Corredor.

—A Maduro lo conocí a finales de los setenta porque pertenecía a los grupos de la ultra izquierda y yo a un grupo de iz-quierda moderada, que era el Movimien-to Al Socialismo. Él hacía un activismo febril como militante raso de La Liga So-cialista. Organizaban actividades de pro-moción por la gente detenida, que en ese momento era bastante. Maduro no tenía un liderazgo notable en esa época —dice Carlos Raúl Hernández, doctor en Socio-logía y maestro en Ciencias Políticas.

Estudiantes en protesta, como él; inconformes, como él; inspirados, como él; tira piedras, como alguna vez él: en fe-brero de 2014, a poco de cumplir un año como presidente, Maduro enfrentó un reto político que dejó expuesto el tempe-ramento de su mandato ante lo que con-sideraba las amenazas del Movimiento Estudiantil. Se enfrentó a lo que él mis-mo fue y, sobre todo, a lo que dejó de ser.

Comenzó con un tiro en la cabeza del estudiante Bassil Alejandro Da Costa, el primer asesinado durante La Salida, como se llamaron las manifestaciones en contra del gobierno promovidas es-pecialmente por el partido Voluntad Po-pular, liderado por Leopoldo López. El 12 de febrero de 2014, Día de la Juventud en Venezuela, fue convocada una marcha hasta la Fiscalía General de la República. “Tenemos que entender que no será fá-cil. La Constitución nos propone varios caminos: la renuncia, la enmienda, el re-vocatorio y la constituyente”, dijo López cuando invitó a participar y argumentó que “hacer colas de siete horas por un pollo”, la falta de medicinas y la insegu-ridad eran motivos para salir a la calle a protestar. La convocatoria cobró vida y, más tarde, la represión cobró muertes.

Desde ese momento y en varios esta-dos del país se sucedieron marchas, ba-rricadas, campamentos espontáneos en plazas y avenidas, guayas atravesadas en las calles para cortar el paso, lacrimóge-nas, basura quemada: fueron dos meses de rutinas desfiguradas. “Candelita que se prenda, candelita que se apaga”, exigió Maduro a las agrupaciones de base cha-vistas. La orden se cumplió. Entre febrero y mayo fallecieron 42 personas y fueron detenidas 3,127. Casi todos los muertos y detenidos eran jóvenes, casi todos los vic-timarios pertenecían a las fuerzas de se-guridad del Estado. Dos años después, la mayoría de los casos de asesinato no han sido resueltos según datos de la organiza-ción no gubernamental Foro Penal.

Leopoldo López fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de cár-cel acusado de asociación para delinquir, instigación pública y delitos de incendio. López es considerado por la oposición el preso político de Maduro, por lo que ha promovido una Ley de Amnistía que el jefe de Estado ha dicho que se negará a firmar.

Las imágenes que guarda Nieves Banchs de las circunstancias en las que Maduro intentaba una revuelta urbana en los 70, también tienen voltaje:

—Era una época de riesgos. Por hacer una pinta en una pared te podían caer a tiros. Nos detenían por ratos en celdas malolientes. Pero la militancia en esas condiciones elevaba los afectos y en La Liga educábamos para que la camarade-ría surgida de allí fuera un símbolo.

Compañeros consultados dicen que a Maduro lo incorporaron a La Liga Socia-lista cuando estudiaba bachillerato en el Liceo de Ensayo Luis Manuel Urbaneja Achelpohl. Una exalumna —que pide no ser identificada— dice que desde enton-ces ya mostraba interés por el alboroto. “Se manejan dos fechas de su salida del liceo: una al finalizar primer año y otra al finalizar segundo. Lo que está claro es que fue expulsado por el bajo rendimien-to académico y la incitación a suspender

las actividades por cualquier causa. Lo llamaban Pajarote, por lo grande.” Otra compañera, que también pide no revelar su nombre, rememora distintos modales: “Defendió a un amigo de mi hermano en un incidente en una parada de autobús. Como era grande y alto espantaba a los bravucones”.

“Yo recuerdo cuando tenía 14, 15 años, me sentía muy identificado con la canción Indestructible de Ray Barreto. Ahora me siento muy identificado tam-bién”, dijo Maduro en noviembre de 2015 durante la campaña de las parlamenta-rias en la que su partido fue derrotado. “Unidos venceremos, yo sé que llegare-mos / Con sangre nueva, indestructible / Yo traigo la fuerza de mil camiones / A mí me llaman el invencible”, dice la canción del percusionista puertorriqueño de jazz latino Ray Barreto.

Indestructible. Así se siente Maduro.

Es tan grande que cuesta enfocarlo. Suele ser el más alto del grupo pero

inclina la cabeza con ese gesto de la gente grande que necesita descender a la ta-lla de los demás. Avanza lento, es lento; nada de su volumen intimida, como un Big Hero 6 con bigote. En la pantalla se ve tan cansado como maquillado para di-simularlo. Reconoció el agobio en uno de sus programas semanales: “Soy el presi-dente y tengo que atender no sé cuántos asuntos internacionales, nacionales, mil cosas; es una gran responsabilidad, más de lo que uno pudiera imaginarse”. Es el presidente. Le ha costado ser, pero ha sa-bido estar. Sin ansias aparentes. Sentado donde no estorba ni amenaza. Así llegó a Miraflores, a los 51 años, y así llegó tam-bién a Cuba, a los 24.

—A mediados de los años ochenta, el Partido Comunista de Venezuela le otorgó a la Liga Socialista dos cupos para la formación de jóvenes en Cuba. Había que irse sin sueldo, para estudiar. Yo era el responsable nacional del grupo de

Un sábado de diciembre de 2012, en una cadena de radio y televisión, a

Nicolás Maduro le cayó un país en la cabeza.

113112

Nicolás Maduro declara “emergencia económica” frente a diputados de mayoría opositora en sesión de la Asamblea Nacional, en enero de 2016.

educación media y me correspondía ir, pero a los 17 años ya tenía hijos y estaba enredado, no pude. Entonces mandaron a Nicolás —recuerda Leonardo Corredor.

Las clases eran en La Habana, entre 1986 y 1987, en la Escuela Nacional de Cuadros Julio Antonio Mella. “Fue una gran escuela y no sólo por la formación política, sino por la escuela diaria de la calle: conocer qué es en verdad el pueblo cubano, y descubrir que tenemos los mis-mos valores”, dijo Maduro mientras era canciller, en 2009, para un libro conme-morativo del 50 aniversario de la Revolu-ción cubana.

—Se notó el avance en su aprendi-zaje cuando regresó de La Habana, me comentaron en ese momento sus compa-ñeros —dice Leonardo Corredor.

Maduro le dijo al periodista venezo-lano Roger Santodomingo, en el libro De Verde a Maduro (Debate, 2013), que al re-gresar decidió irse de la casa familiar y al-quilar un apartamento en Caricuao, una urbanización al suroeste de la capital, con montañas, raperos y un zoológico. “Intuía que sus actividades, tarde o tem-prano, pondrían en riesgo a su familia”, escribe Santodomingo.

Esos días Maduro también se dedicó a la militancia sentimental. Las primeras visitas que hizo al entonces Congreso Nacional fueron por amor. David Nieves Banchs era el único diputado de La Liga Socialista y Adriana Guerra, novia de Maduro, era su secretaria.

—Él entraba al Congreso para ver a Adriana, a la que conoció en la casa del partido. Ella todavía trabaja en la Asam-blea, en una de las comisiones legislativas.

Nicolás y Adriana se casaron el 11 de junio de 1988 en la capilla de la Univer-sidad Central de Venezuela. Se mudaron al edificio Fetratransporte en la calle 14 de El Valle, según relatan amigos de esos años. El 21 de junio de 1990 nació Nicolás Ernesto, el único hijo del presidente y de la pareja, que se separó poco después. En el archivo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales se verifica que Gue-rra aún trabaja en la Asamblea Nacional, donde Maduro fue constituyente, dipu-tado, presidente del Parlamento y luego marido de Cilia, también presidenta del Parlamento. Él no menciona a su primera esposa y la imagen de ella siempre ha esta-do fuera del encuadre de la foto de familia.

Dice Nieves Banchs que fue en una de las tertulias en la casa del partido que Maduro habló de su interés por una de las cualidades que más se han usado para conectarlo con el electorado chavista: su ascendencia sindical. “Si vas a hacer trabajo obrero, lo primero que tienes que ser es convertirte en obrero”, le dijo.

Tenía 29 años y debía buscar un empleo remunerado para cumplir con el anhelo de oponerse a su empleador. El metro de Caracas, para la época una de las ins-tituciones públicas más eficientes y me-jor mantenidas del país, estaba abriendo cursos de operador de Transporte Super-ficial para conducir metrobuses, los au-tobuses que ofrecían un servicio integra-do al subterráneo. Después de pasar las pruebas, Maduro entró como conductor en el año 1991.

De sus destrezas al manejar no tiene buena evaluación Ricardo Sansone, ex-gerente del metro de Caracas:

—El primer contacto que hice con él fue cuando un señor llegó molesto a la compañía porque un metrobús le había roto el retrovisor. Había sido Nicolás, que no le dio mucha importancia y tampoco lo reportó como obliga el reglamento. Él manejó muy poco.

Prefería, dice Sansone, la química sindical. Para las reuniones pedía presta-do a la empresa un salón subterráneo en la estación de metro de La Paz:

—Yo no le daba permiso, pero des-pués descubrí que un amigo mío sí. Ni-colás montó un sindicato paralelo para agrupar sólo a los empleados de trans-porte superficial. Eso no prosperó, por-que el gremio que ya existía no vio a la nueva asociación con buenos ojos. Nico-lás se replegó y comenzó a faltar al traba-jo y a meter reposos. Siempre fue un poco rebelde, de mucho observar, de poco ha-blar. Siempre a la sombra.

Y, una mañana, la luz. “Entonces apa-reció el sol de América, el sol del siglo xxi, aquel 4 de febrero de 1992 fue el día en que nuestro corazón revoloteó de revolución”, dijo Maduro desde Roma, a dos meses de haber sido electo presidente.

El comienzo de la década de los noventa fue para Maduro el final de la búsqueda: conoció a Hugo Chávez y a Cilia Flores. Todavía se recogían en el país los vidrios rotos de “El Caracazo”, una convulsión social espoleada por el anuncio del aumento de la gasolina, el alza del pasaje del transporte público y un programa de ajuste estructural de la economía propuesto por Carlos Andrés Pérez, elegido presidente en diciembre de 1988. Los disturbios se alargaron del 27 de febrero al 1 de marzo de 1989 y to-davía no hay consenso alrededor de una cifra oficial que cuantifique los despojos y los cadáveres de esos días de noches te-nebrosas que han durado más de 25 años.

“Los solos avisos de devaluación, li-beración de intereses, ajustes en servicios y levantamiento de controles de precios bastaron para desatar los temores por un aumento violento en el costo de la vida, m

erid

ith

ko

hu

t/b

loo

mb

erg

/get

ty i

ma

ges

115114

además de agudizar la crisis de desabas-tecimiento que ya llevaba ocho meses. Lo que se avecinaba se presentía catastrófico, y las ofertas para contrarrestar esa catás-trofe lucían exiguas”, reseñó la periodista Mirta Rivero en el libro La rebelión de los náufragos (Alfa, 2010).

Para Maduro, “el paquetazo” de Pé-rez, como pasó a la historia el programa económico, “fue una entrega al poder imperialista ejercido a través del Fondo Monetario Internacional y una traición a la patria”. La tarde del miércoles 17 de enero de 2016, después de 18 años con el precio congelado, Maduro tomó la deci-sión económica más drástica de su man-dato: aumentó la gasolina venezolana, igual que hizo Pérez. El litro de 91 octa-nos subió de 0.07 bolívares a 1 bolívar y el de 95 de 0.09 a 6 bolívares. Llenar el tan-que de un carro pequeño pasó de costar 4 bolívares a 180: una empanada de queso vale 150 bolívares.

Ahora Maduro no parece dispuesto a aplicar un ajuste en profundidad que pueda ser asociado con “el paquetazo” y que tenga un costo político impagable. Pero la incertidumbre y el descontento, así como las cifras económicas del socia-lismo bolivariano de 2016, son equipara-bles a las del capitalismo a secas de 1989. El propio Maduro, en la presentación de la Memoria y Cuenta, admitió que la si-tuación era “catastrófica”: 180.9% de in-flación en 2015 —la más alta desde 1950— y el precio del petróleo —fundamental para la economía— cayendo en picada y rondando los 24 dólares el barril, cuando nada más producirlo cuesta 20. La pobre-za, que Chávez logró bajar a 20%, aumen-tó a 73%, según estudios privados, porque los públicos no se conocen desde 2013. Se suma a esto la excentricidad de un esque-ma cambiario con varios tipos de precio para el dólar, divisa controlada por el gobierno desde 2003. La más reciente devaluación del bolívar la hizo Maduro minutos después de aumentar la gasoli-na: el dólar preferencial (para alimentos

y medicinas) pasó de 6.30 bolívares a 10 bolívares. El dólar negro —que sirve de referencia para decidir el valor de todo lo que no está regulado por el Estado— se vende en la calle a 900 bolívares. Chávez vivió la fiesta del petróleo a 100 dólares el barril y Maduro llegó cuando ya se había acabado hasta el hielo.

El descontento por “el paquetazo” no sólo perforó en su momento la legitimi-dad de Pérez, sino que alimentó los bríos de militares de rango medio agrupados en el Movimiento Bolivariano Revolu-cionario 200 que al amanecer del 4 de febrero de 1992 despertaron a los vene-zolanos con un fallido y sangriento golpe de Estado. Uno de los líderes de la inten-tona fue el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Acusado de rebelión, estuvo preso dos años y fue indultado por el presiden-te Rafael Caldera, en 1994. En las visitas a la penitenciaría, convertida en un despa-cho de amigos, familiares y admiradores de los golpistas, se conocieron Cilia y Ni-colás. Ella, abogada del equipo defensor de los militares; él, militante de izquierda con mucho tiempo libre.

“Cilia era abogada del comandan-te Chávez y me comenzó a picar el ojo”, reveló Maduro cuando celebraron su primer año de matrimonio, el 15 de ju-lio de 2014. Aunque llevaban juntos más de 10, decidieron casarse sólo después de convertirse en la pareja presidencial. También contó que, entrecasa, les gusta llamarse “Cilita” y “Niquito”.

El día en que Hugo Chávez salió de la cárcel, Nicolás Maduro estaba en la puer-ta. Fue el sábado 26 de marzo de 1994 y empezaba la Semana Santa. Un video de una concentración con los seguidores que ya tenía Chávez en ese momento muestra a Maduro caminando con él, zancada a zancada, apartándole la gente con braceadas suaves. Es el tipo que está al lado y que sabe estar al lado. Un guar-daespaldas devoto. Chávez sonríe, levan-ta los puños; Maduro va concentrado en no perder el paso, en no perder a Chávez.

“Estábamos ahí nosotros, un montón de chamos sin chamba, y nos fuimos con él por todo el país a construir una fuerza”, recordó Maduro.

Esa construcción fue casa a casa, po-blado a poblado. Exmilitares y militantes de izquierda se adherían al proyecto boli-variano de Chávez que se transformó en el Movimiento V República para participar en las elecciones presidenciales de 1998, contienda que el teniente coronel ganó con 56.2% frente a 39.97% de Henrique Salas Römer, líder de Proyecto Venezuela.

“Yo me acuerdo clarito que el 18 de octubre de 1997 fuimos a entregar las firmas para legalizar el Movimiento V República con el comandante Chávez (...) Esta corbata era mi corbata de metrobús; esta camisa era una camisa que me ponía yo normal con un blue jean; y este paltó me lo prestaron. Yo era de la Dirección Nacional del recién creado Movimiento V República, ¿yo tenía aquí cuánto? Yo nací en el 62: 72, 82, 92, 97, 35 años, no había cumplido 35, 34 años. Y bueno, me puse mi pinta, pues”, recordó Maduro viendo una fotografía de ese momento durante una de las emisiones de su pro-grama de televisión.

En 1994, Maduro perdió a su madre; en 1989, había muerto el padre. Huérfa-no, adoptó a Hugo Chávez.

—No me sorprendió que Chávez se deci-diera por Nicolás, viendo el contexto. La-mentablemente liderazgos como el suyo no admitían el auge de otros dirigentes. Nicolás viajó mucho con el presidente, estuvo mucho tiempo con él. ¿A quién más iba a poner? —se pregunta Ana Eli-sa Osorio, exministra de Ambiente de Chávez, abiertamente distanciada del gobierno de Maduro porque sus críticas a la corrupción de funcionarios públicos no fueron bien recibidas.

—Sí me sorprendió muchísimo que lo nombrara su sucesor porque Nicolás tenía más de seis años en el servicio exterior, co-

nocía más las cancillerías extranjeras que el territorio nacional; era muy dado para la ejecución de políticas y no para la toma de decisiones —dice Giovanna De Miche-le, miembro de la Comisión Presidencial Negociadora con Colombia para la deli-mitación de áreas marinas y submarinas durante el ejercicio de Maduro como can-ciller, entre los años 2006 y 2012.

—¡Qué va! Él estaba en el metro de Ca-racas. No me imaginaba que iba a ser pre-sidente —dice Jormar Duven, un primo hermano que vive en Tocópero, el pueblo del padre de Maduro, en el estado Falcón.

—Era el más adecuado —asegura Hortensia Corredor, en su heladería.

—Nunca vi a más nadie con posibili-dad de ser el sucesor que no fuera Nico-lás. Sin desprecio por los demás, él era el político entre los que rodeaban a Chávez. Y eso que yo, que lo conozco desde caraji-to, puedo decir que jamás le conocí ningún tipo de ambición de ocupar altos cargos. No aspiraba ser ni jefe civil de la Parroquia El Valle —dice David Nieves Banchs.

Carlos Raúl Hernández sí piensa que hubo cálculo por parte de Maduro para promoverse.

—Estaba seguro de que iba a ser él por varias razones: siempre fue muy cu-banófilo. Jugó un papel muy hábil por-que mientras Diosdado Cabello se las daba de anticomunista y se vanagloriaba de no haber ido nunca a Cuba antes de la gravedad de Chávez, Maduro se dedicó sistemáticamente a cultivar a los Castro, a presentarse como alguien de confian-za. Cuando Diosdado quiso cambiar esa imagen ya era tarde. Uno nunca sabrá qué fue lo que pasó en Cuba, no se sabe si a Maduro lo nombró Chávez, Raúl o Fidel. En todo caso, logró que lo hicieran con la anuencia de las hijas de Chávez.

En la cotidianidad venezolana, con-vertida durante dos años en la sala de espera de un hospital, no se leían las señales que enviaba Chávez. Una de las más claras fue la de nombrar a Maduro vicepresidente ejecutivo a los pocos días

de ganar las presidenciales el 7 de octu-bre de 2012: “La burguesía se burla de Nicolás Maduro porque fue conductor del metro de Caracas, y miren ahora por dónde va. ¡Es el nuevo vicepresidente!”, dijo. Pero la hemoglobina y las plaquetas del primer mandatario eran datos más oportunos que las conjeturas sobre un posible sucesor. Dueño incontestable del discurso del poder, Chávez había conven-cido a seguidores y a muchos detractores de que lideraría su revolución hasta la victoria. Y siempre.

El comandante de la revolución bo-livariana logró, desde sus primeros men-sajes públicos, animar a los venezolanos más pobres y hacerlos sentir beneficia-rios de toda su atención. Las misiones sociales —programas de salud, educación y alimentación dirigidos, en su mayoría, a los sectores populares— se arraigaron como patrimonio comunitario y le hicie-ron merecer fama mundial. Maduro ha concentrado esfuerzos en continuar la entrega de casas gratuitas de la Gran Mi-sión Vivienda Venezuela y en ampliar el plan Barrio Nuevo, Barrio Tricolor, que restaura edificios y casas deteriorados. También ha mantenido las ayudas eco-nómicas a los pensionados y a las madres en pobreza extrema, con menos éxito y menos flujo de caja que Chávez.

Los tres meses previos a su muerte sólo se sabía que Chávez estaba convale-ciente en La Habana. Los medios reseña-ron a Maduro como el vocero de la ago-nía. Decía sin decir, como si los órganos del cuerpo no tuvieran nombre o no fue-ra capaz de mencionarlos. Las maniobras para informar sin entrar en zonas de pe-ligro desembocaban en mensajes confu-sos: “El presidente se encuentra con una iluminación especial en sus pensamien-tos, en el manejo de todos los asuntos que trabajamos a través de documentos, a través de conversaciones de la informa-ción. Como siempre meditando, esto sin apartarse de sus tratamientos”, dijo Ma-duro el 26 de enero regresando de Cuba.

117116

Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores en las celebraciones de los 70 años de la Segunda Guerra Mundial.

Papa Francisco recibe a Nicolás Maduro y a la delegación venezolana el 17 de junio de 2013, en el Vaticano.

El comandante enmudecía fuera del país y Maduro, dentro, proyectaba la voz.

Entre los años 2000 y 2005 Maduro fue diputado por primera vez. Usaba traje oscuro con medias blancas. Un grupo de periodistas, inquietas por el atuendo, pidió permiso a Cilia, la novia-parlamen-taria, para regalarle medias oscuras en su cumpleaños. “Maduro era un sujeto de gran talante. Nos recibió amablemente en su despacho. Después Cilia nos decía que le regaláramos más medias”, recuer-da una reportera que pidió resguardar su nombre. En el Palacio Federal Legislati-vo, donde Maduro fue diputado principal por Distrito Federal y el primer jefe de la fracción parlamentaria del Movimiento V República, es ése el recuerdo que mu-chos tienen de él: conciliador, respetuo-so, negociador.

—Yo los saludaba a Cilia y a él de la forma como se hace en India: juntando las manos e inclinando la cabeza. Ellos me respondían igual —recuerda Walter Márquez, exembajador en India que, al igual que la pareja, tiene devoción por Sai Baba.

Los Maduro Flores se perfilaron des-de el principio como una dupla activa y cercana a Chávez. Gracias al impulso de

ambos se aprobaron normas necesarias para el proyecto bolivariano que todavía no llevaba el apellido socialista. Maduro integró la comisión que analizó la Ley Habilitante a través de la cual se delegó en Chávez la facultad de legislar. Fue la aprobación de 49 leyes habilitantes en el año 2000 uno de los motivos de un goteo de protestas encabezadas por trabajado-res, empresarios y la sociedad civil que desembocó en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, cuando Chávez fue sa-cado del poder y regresó después de que se derrumbara, en 48 horas, el nuevo y breve gobierno.

Esos días de abril, Maduro, hasta en-tonces incondicional, no estuvo junto a Chávez. El fallecido diputado del mvr, Luis Tascón, lo acusó públicamente de haber huido a Cúcuta con Cilia y de vol-ver dos días después, cuando ya la insu-rrección militar había fracasado. Lo que sí quedó claro es que no les dio tiempo de preparar un bolso con ropa: “Vistiendo un mono prestado y mocasines llegó el diputado Nicolás Maduro acompañado por Cilia Flores. Eran evidentes las se-ñales de cansancio y la angustia de horas anteriores que pasaron en un pequeño barrio de Los Chorros, donde les dieron refugio hacía dos días tras haber sido perseguidos, según contaron”, escribió

la periodista Valentina Lares en el diario Tal Cual el 15 de abril de 2002.

En junio de 2006, siendo presidente del Parlamento y a pocos meses de ini-ciar su segundo periodo como diputado, Maduro fue ascendido por Chávez a can-ciller. Los que coincidieron con él en el despacho de Relaciones Exteriores dicen que, con el cambio de rol, también cam-bió el talante.

—A Maduro jamás lo vi en seis años. Ni a las fiestas del Día del Trabajador iba. Antes, los cancilleres entraban por el lo-bby, como todo el mundo, pero él mandó a hacer un acceso exclusivo por el esta-cionamiento. Puso una garita y habilitó un ascensor directo al piso 2. Se bajaba de su camioneta y subía al despacho, para no cruzarse con nadie —asegura una mu-jer, empleada del Ministerio de Relacio-nes Exteriores cuando Maduro lo dirigió.

—Los embajadores iban a Miraflores a reunirse con Chávez y el que mandaba en la Cancillería era Carlos Erik Malpica Flores, un sobrino de Cilia. Maduro era un cero a la izquierda —dice otra emplea-da de la institución.

Con algunos funcionarios de más responsabilidad no había modalidad ba-ticueva:

—Era sumamente respetuoso. Me pa-reció alguien que sabía escuchar, curioso

de la historia menuda. Tengo compañe-ros con opiniones completamente dis-tintas, pero mi caso fue así. En Cartagena de Indias tuvimos una cena informal con el canciller de Colombia, Fernando Arau-jo, y Maduro fue muy cauteloso, de poco hablar, observador. No llamaba la aten-ción ni tomaba el liderazgo. Nunca abusó de las bebidas alcohólicas y no fue come-lón. No sé si había comido antes —dice Giovanna De Michele, exfuncionaria de la Cancillería.

Pero en la distancia corta, Maduro su-bía la guardia si se sentía presionado. “Hay gente que llega a un cargo y se envanece y ve por encima del hombro”, dijo en un discurso delante de estudiantes universi-tarios cuando era canciller. Por debajo del hombro dicen que lo agarró una sindica-lista. En el brazo, cerca del codo. Quería que le prestara atención a los insistentes reclamos salariales de los empleados de la Cancillería. “Un ministro no se toca”, res-pondió él, remoto, incómodo, recuerdan dos testigos de ese día. Cercanos coinci-den en que el cambio de actitud fue por exigencias del guion. Le tocó ponerse un traje de talla muy holgada.

—Él y Cilia fueron al Ashram de Sai Baba, en Puttaparthi, al sureste de India. Allí Sai Baba le materializó un anillo que, extrañamente, le quedó grande, como le

ha quedado grande la presidencia de Ve-nezuela. Aunque Maduro dice ser su se-guidor, su manera intolerante de actuar lo aleja de esa doctrina —asegura Walter Márquez, exembajador en India entre 1999 y 2004.

Así también lo cree Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis:

—Desde el punto de vista de la capaci-dad de resolver los problemas, Maduro es, en materia prima, mejor que Chávez. Su historia previa lo define como un negocia-dor: parlamentario, ministro de Exterior. Nunca se conoció como alguien sectario, lo que Chávez sí era, pero en la acción ha terminado siéndolo aún más que su ante-cesor por la necesidad de mostrarse fuerte sin serlo. La necesidad de rellenar un va-cío gigante lo lleva a ser lo que no es.

“Meternos allí, multiplicarnos, así como Cristo multiplicó…”, hace una pausa, “los penes”. Corrige, pero ya Cristo hizo el trabajo: “perdón, los peces y los panes”.

Maduro se da cuenta cuando se equi-voca. Hace silencio. Se da cuenta cuando dice libros y libras, cuando dice que no dudó ni un milímetro de segundo, cuan-do pide estar alertas y alertos. “No se dice alertos, ¿verdad? Jajaja. Porque éstos es-tán cazando cualquier cosa.”

Habla sin comas; ni punto y coma. Ni punto y seguido. Ni aparte.

Sus errores ya son un género propio, una cátedra de estudio, una obsesión en Youtube. Le gusta leer en vivo y directo los tuits en los que se burlan de él. Ex-pone a quienes los envían con nombre y apellido. “Maduro, ¡chúpalo!”, le escribió uno. “Chúpate tú tu cambio”, le respondió él, todavía desencajado por la derrota de las parlamentarias de diciembre de 2015. Y también está la ópera prima: el pajarito. La narración, en plena campaña presiden-cial, en la que él reza mientras Chávez le habla y lo bendice transformado en pájaro se convirtió en el video revelación.

Pero ese estilo tiene sus adeptos. —Era un flaco alto, todas las muje-

res estaban detrás de él. Tenía buenos discursos, no se le notaba debilidad —re-cuerda Leonardo Corredor.

—Es jugaletón, de esa gente que se juega con los conocidos —dice Jormar Duven Maduro, un primo hermano del pueblo de Tocópero.

Y sus detractores:—Es de esa gente que está siempre

echando broma y uno se pregunta: “¿Cuán-do se va a enseriar?” A veces banaliza un poco las situaciones —dice Ana Elisa Oso-rio, exministra de Ambiente de Chávez y exdiputada al Parlatino por el psuv.a

na

do

lu a

gen

cy/g

etty

im

ag

es

vat

ican

po

ol/

get

ty i

ma

ges

119118

—Creo que fue una lástima que no hubiera terminado su vida pública como canciller, hubiera salido menos golpeado —dice Giovanna De Michele, compañera en el despacho de Relaciones Exteriores.

En esos años como canciller, Maduro encabezó un world tour promoviendo el proyecto de exportar la revolución cha-vista siendo portavoz del discurso anti-imperialista del jefe. Reuniones, acuer-dos, firmas, almuerzos diplomáticos, room service. Despegar. Aterrizar. Des-pegar. Consolidar el alba, crear Unasur, llevarle una taza de azúcar a los vecinos para que Venezuela formara parte del Mercosur; provocar a los gobiernos oc-cidentales con el acercamiento a países como Irán, Libia, Rusia y Siria. Despe-gar. Aterrizar.

Como presidente, a Maduro le que-dó el tic del movimiento perpetuo: “Ha pasado 12% del total de su mandato en el extranjero. El país más visitado es Cuba, a donde ha ido 12 veces”, contabilizó el periodista Franz von Bergen en la web El Estímulo. ¿Un ave?, ¿un avión? Un here-dero volador.

Maduro no ha vuelto al pueblo de su ni-ñez, donde aún queda parte de su familia. La última vez que lo vieron fue en 1989, cuando viajó a buscar el cuerpo de su pa-dre que murió el 22 de abril en un acci-dente de tránsito.

Google Maps calcula que el camino desde Caracas a Tocópero, en la costa del estado Falcón, toma 4 horas 17 minutos sin tráfico y 5 horas 3 minutos con. Es uno de esos caseríos que alguien puso a los lados de la Carretera Nacional y ol-vidó recoger antes de que anocheciera: veinte calles, veinte casas, calor, polvo, fallas diarias en el servicio de luz, lico-rerías, licorerías, licorerías. Hay 5,837 habitantes en todo el municipio costero que no tiene balnearios ni piña colada.

“Ahí en Falcón, ahí vive la madurera, los Maduro, tía, tíos. Una tía murió hace

Erick Malpica Flores, ha sido designado en cargos públicos muy cerca de Maduro desde sus inicios en el poder y, ya como presidente de la república, lo eligió para dos empleos con acceso directo a la bi-lletera de la nación: vicepresidente de Finanzas de Petróleos de Venezuela y te-sorero Nacional. El clan Flores ha aporta-do más sobrinos: Efraín Campos Flores y Franqui Francisco Flores De Freitas fue-ron detenidos en noviembre de 2015 por la Drug Enforcement Administration en Haití y están acusados de intentar traficar 800 kilos de cocaína. Son juzgados mien-tras permanecen en una prisión de Nueva York. Maduro, que ha evitado hablar del caso, sólo hizo una solicitud directa al pri-mer mandatario norteamericano a pocas horas de conocerse la detención: “Amarre a sus locos, presidente Obama”.

Los Maduro, en apariencia más dis-cretos, no han intentado promocionar Tocópero como un lugar de peregrinaje. El presidente no busca en sus parientes el hilo de un relato público, no hurga en la genética de sus ademanes, no constru-ye su propia aventura. No ha hecho lo que Chávez con Sabaneta de Barinas, la población llanera donde nació y creció, y donde se formó mimado por su abuela Rosa y con el influjo de antepasados que pelearon guerras de fin de siglo. Maduro, al tema de su procedencia, lo transita por el borde.

Nicolás Maduro carga con dos fallas de origen: la duda sobre su lugar de naci-miento y las denuncias de irregularida-des en su elección presidencial. Durante el primer semestre de 2013, investigacio-nes privadas de genealogía forense halla-ron documentos oficiales que mostraban que Teresa de Jesús Moros, madre de Maduro, había nacido en Cúcuta, Colom-bia, por lo que su descendencia obtenía la nacionalidad colombiana de manera automática. La información pudo ha-berlo inhabilitado para ser candidato

presidencial porque la Constitución Bo-livariana de Venezuela prohíbe al jefe de Estado tener doble nacionalidad.

La suspicacia creció porque la parti-da de nacimiento venezolana de Maduro jamás fue mostrada antes de convertirse en presidente en abril de 2013. Seis me-ses después de la victoria, Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electo-ral, enseñó en televisión durante 4 segun-dos una copia del libro de actas de naci-miento donde estaba la del jefe de Estado.

Así como persisten las sospechas sobre su nacionalidad, las hay sobre las elecciones en las que ganó como presi-dente con 1.49% de ventaja (50.61 a 49.12 por ciento). Henrique Capriles, su con-tendor, desconoció los resultados el mis-mo día de los sufragios y poco después los impugnó, pero el Tribunal Supremo de Justicia no admitió el caso por falta de pruebas. “Maduro no tendrá legitimidad nunca”, sentenció Capriles.

Tampoco se sabe, oficialmente, dón-de vive el primer mandatario. La Casona, residencia oficial, es un patio desolado y los militares que la custodian miran aburridos los carros pasar. Por algunas actividades que hacen Nicolás y Cilia en pareja, es seguro que al menos un jar-dín debe haber en el hogar presidencial: “Cilia y yo tenemos 60 gallinas ponedo-ras. Todo lo que nos comemos en ñema [yema] es producido por nosotros”, dijo el 29 de octubre de 2015 desde la ciudad de Barquisimeto. Aunque no se sabe dón-de, sí se sabe cómo duerme.

—¿Qué le quita el sueño?, ¿qué le preocupa a usted en las noches?, —le pre-guntó el 7 de marzo de 2014, en el hervor de La Salida, Christiane Amanpour, pe-riodista de cnn.

—Duermo tranquilo toda la noche. Duermo feliz, duermo como un niño, res-pondió Maduro.

Lo primero que hizo fue saludar al ad-versario. Así lo exige el protocolo y así lo

un año. Me quedan primos”, dijo en la campaña electoral para presidente, en marzo de 2013, una de las pocas veces que ha hablado del tema.

Aquí viven. En casas pequeñas, de colores. Como todos los demás, así vive la madurera, un clan de judíos sefardíes de Curazao que navegó el mar Caribe hasta Falcón a principios de 1800. Los hombres de apellido Maduro se asoman y saludan cuando los llaman por la ventana: tienen pelo y bigotes muy negros, y porte presi-denciable.

De sangre directa con el presidente son Milagros y Jormar, hijos de Susana Maduro de Duven, única hermana de padre y madre de Nicolás Maduro Gar-cía. Los primos hermanos del presiden-te, solteros y mayores que él, tienen una casa del lado del cementerio. Milagros invita al porche, pero prefiere que sea su hermano el que hable.

—Cuando era pequeño Nicolás hacía las travesuras típicas, pero no era tremen-do. Recuerdo que vino cuando se casó un hermano mío, en 1965; después, con su primera esposa y, hace más de 20 años, a buscar el cuerpo de su papá, que nos esta-ba visitando y de regreso a Caracas tuvo un accidente. Ésa fue la última vez —dice Jormar que está saliendo de la ducha.

Él ha intentado comunicarse con el presidente.

—Yo fui a Barquisimeto durante la campaña electoral y le di mis números a Cilia para pedir una audiencia con Nico-lás, pero nada —dice.

Y lo ha seguido buscando: en su cuen-ta de Twitter le pide insistentemente una cita. “Primo Nicolás Maduro, su familia de Tocópero le pide una audiencia con usted”, publica y deja el número de te-léfono. Entre noviembre y diciembre de 2015 le envió más de 120 mensajes. El presidente, frecuente usuario de la red social, aún no lo había contactado.

Con los familiares políticos, los de Cilia, sí tiene el primer mandatario más trato. Uno de los sobrinos de ella, Carlos

hizo: “Buenas tardes, ciudadano diputa-do Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional de la República Boli-variana de Venezuela”, comenzó Madu-ro la lectura de la Memoria y Cuenta de 2015, la tarde del viernes 15 de enero de 2016. Por primera vez a un jefe de Estado chavista le tocaba rendir cuentas ante un Parlamento opositor.

—Haber ido a presentar, siendo mi-noría, la Memoria y Cuenta, fue un quie-bre en su gestión, porque significó un reconocimiento del adversario. Si él lo-grara salirse de ese autoacorralamiento al que entró por su propia voluntad, po-dría hacer un suave aterrizaje y formar un gobierno de coalición para enfrentar la crisis. Sería lo más práctico si no tuvie-ra el peso de sus espectros ideológicos y, sobre todo, el miedo de no saber qué pue-de pasar con su entorno cuando pierda la inmunidad —dice el politólogo Carlos Raúl Hernández.

Maduro habló en el hemiciclo un poco más de tres horas. Tumbó de un manotazo la copa de agua y mencionó 19 veces a Hugo Chávez, a diferencia de la del año anterior, cuando fueron 33.

—Chávez va a ser la sombra de Madu-ro durante mucho tiempo, pero creo que el día que fue a la Asamblea estuvo muy bien, comenzó a sentirse más su verda-dera personalidad. Y los nuevos minis-tros que puso en enero también tienen su impronta, algunos son amigos de él de toda la vida —dice Nieves Banchs.

—Maduro es una prolongación muy limitada de Chávez. Hasta Lula le reco-mendó hacer su propio perfil, sus pro-pios cambios. Maduro desarrolla el mis-mo proyecto populista e irresponsable de Chávez sin la astucia ni la plata —dice Carlos Raúl Hernández.

Sin la plata, sobre todo. Lo reconoció en su intervención el día de la Memoria y Cuenta el diputado adeco Ramos Allup: “Presidente, usted no es el culpable de esto, porque usted heredó una situación terrible”. Un desfalco cambiario recono-

120

cido por el Banco Central de Venezuela de más de 20,000 millones de dólares preferenciales entregados a empresas de maletín que decían importar, sobre todo, alimentos y medicinas, reveló el calado de la corrupción en tiempos de Chávez. Además, el gobierno chavista expropió en la última década empresas que in-cumplen año a año las metas de produc-ción. Ni se importan suficientes produc-tos, ni se elaboran suficientes productos. El resultado es que en el último trimes-tre de 2015 la escasez general fue 87% y la inflación de alimentos y bebidas llegó a 315 por ciento.

Maduro se ha aferrado al argumento de que es imprescindible mantener el sistema de controles estatales porque la burguesía venezolana y el imperio nor-teamericano se han complotado en una “guerra económica” con la finalidad de derrocarlo. Mientras tanto, la expresión más cruda de las fallas del modelo eco-nómico socialista se agrava: las colas, tensas y desmoralizadoras para comprar comida y productos regulados, son la fo-tografía del país. “El sector demagógico dice que las colas son culpa de Maduro. Yo espero propuestas a las colas que está haciendo nuestro pueblo. Asumo mi cul-pa porque soy libre”, dijo el presidente en enero de 2016. Cada vez con más fre-cuencia Maduro asume públicamente las fallas de su gestión y, con el mismo énfasis, continúa haciendo las mismas cosas en las que reconoce haber fallado. Persiste la sospecha de que no está go-bernando, sino haciendo una suplencia.

La tarde de la Memoria y Cuenta, Maduro escuchó atento la intervención de Ramos Allup, y varias veces pidió silencio a los parlamentarios del psuv que intentaron interrumpir al opositor. A pesar de la tensión entre el Ejecutivo y el Parlamento, el contrapeso le sentaba bien.

—Es mejor comunicador hoy de lo que era cuando fue elegido. Es ahorita el único líder, por mucho que se haya

debilitado. Se ha subestimado su capaci-dad de control dentro del gobierno y se piensa que no tiene influencia en el par-tido, y eso no es verdad. No quiere decir que no esté cometiendo errores críticos: mientras más se demore en tomar las de-cisiones económicas de fondo, los costos serán mayores —dice Luis Vicente León, de Datanálisis.

A Maduro podría quedarle poco tiempo: la mayoría absoluta obtenida por la mud en las parlamentarias es la válvu-la constitucional para una enmienda de la carta magna que reduzca el mandato de Maduro y acerque las presidenciales pautadas para 2019; también para blin-dar legalmente un referéndum revoca-torio y para convocar manifestaciones de calle exigiendo la renuncia del presiden-te. El 8 de marzo la mud anunció estas opciones en la presentación de la Hoja de Ruta 2016. Todos son escenarios que pueden desembocar en un cambio de go-bierno en 2017 y en el declive prematuro del legado revolucionario.

“El hijo de Chávez”, se considera él; “un gran servidor público”, lo considera-ba Chávez; “presidente obrero”, le dicen sus seguidores; “un error histórico”, lo llama Henrique Capriles; “el bobo feroz”, lo apodan en las redes sociales; “un hom-bre muy bien intencionado”, lo definió Luiz Inácio Lula Da Silva en febrero de 2014. Aún es difícil interpretar la natu-raleza de Maduro y, a pesar de que tiene tres años en el cargo, todavía da señas de no calzar sus propios zapatos. Unos días antes de las parlamentarias de 2015 es-taba montado en el capot de un vehículo rojo durante la inauguración de una au-topista y se animó a cantar unos versos que le salieron tan mal entonados que él mismo se rio y prefirió despedirse. “¡Que viva la patria, que viva Chávez, que viva el pueblo, que viva Bolívar! Le doy el pase a la periodista”, dijo. De pronto, como quien se da cuenta de que se ha olvidado de algo, se acercó otra vez el micrófono y gritó: “¡Y que viva Maduro también!”

Es el presidente. Le ha costado ser, pero ha sabido estar. Sin ansias aparentes. Sentado donde no estorba

ni amenaza.

121

PortafolioPáginas de cultura en Gatopardo — Abril, 2016

La tierrade la

esperanza se llama

Yoko Ono

Lydia Cacho explora los terrenos de la novela gráfica

Carlos Hagerman se consagracomo un contador de historias

Las búsquedas en la escriturade Joyce Carol Oates

123

La culpa no es de Yoko OnoUno de los personajes más controversiales del arte contemporáneo expone su visión del mundo por medio de una veta contestataria feminista.Por Marcela Vargas Fotografías de Rodrigo Marmolejo

Arte

Vestida de negro y con gafas para el sol, la artista conceptual japonesa Yoko Ono (Tokio, 1933) recibió a un grupo de perio-distas mexicanos en una sala del Museo Memoria y Tolerancia, una mañana de febrero de 2016. Era una mesa redonda previa a la inauguración de su exhibición retrospectiva en México, “Tierra de espe-ranza”, compuesta por 30 piezas actuali-zadas al contexto mexicano. A todos los reporteros, se les prohibió previamente hacer mención a John Lennon.

“Estoy consternada porque este mundo se ha vuelto cada vez más violen-to, porque no hay una total y suficiente comunicación entre hombres y muje-res”, expresó durante la conversación con medios nacionales. “Estoy preocupada e involucrada por encontrar la manera en la que podamos detener esto. Y la única forma en que esto puede ocurrir es con el poder de la mujer”, dijo en entrevista. El empoderamiento femenino ha sido

122

justo un tema recurrente en su obra, des-de la década de los sesenta cuando con el performance Cut Piece (1964), criticó la violencia a la que estaba sujeta la mujer, además de la objetificación de su cuerpo.

En 1973, con el lanzamiento de su ál-bum Feeling the Space —que grabó con su banda Plastic Ono Band—, Ono expuso su concepto de feminismo al público fuera del mundo del arte. Canciones como “Wo-man Power” y “Angry Young Woman” expresaban su veta contestataria: “Every woman has a song to sing / Every woman has a story to tell / Make no mistake about it, brothers / We women have the power to move mountains”. Estas ideas se mantie-nen en piezas como Arising para la que Ono invitó a mujeres de todo el mundo a contribuir con una fotografía de sus ojos y una historia sobre el daño que han vivido por el hecho de ser mujeres. Estas foto-grafías están colgadas cubriendo un muro del museo en la Ciudad de México.

“En 1952, Yoko Ono fue la primera mujer en

estudiar filosofía en Tokio.”

La guerra ha terminado (War is over, 1969).Póster que cuestiona la guerra, realizada en conjunto con John Lennon.

Asombro, (Amaze, 1971).Laberinto de cristal que reflexiona sobre el rumbo de la vida.

“Nosotras tenemos nuestro pro-pio poder para dar, sin la necesidad de tomarlo de los hombres. El poder de la mujer es el que nosotras otorgamos”, ex-plicó la artista.

Parte fundamental de “Tierra de es-peranza” son las piezas que Ono realizó durante los años sesenta y setenta, cuan-do estaba enfocada en el movimiento

Fluxus y compartía su energía creativa con John Lennon: el poster War is over! (If you want it), el laberinto interactivo Asombro (Amaze) —con un teléfono al centro, del que sólo Ono tiene el número y estará llamando sin aviso previo—, entre muchas otras. Obras como éstas han sido adaptadas al clima de violencia y guerra de las últimas décadas en el mundo; pero su origen sirve como recordatorio de que no necesariamente todo tiempo pasado fue mejor. “No quiero que se malentienda lo que voy a decir, pero los años sesenta son un mito. Lo que pasó, un sueño. Ahora te-nemos que olvidar el pasado porque nada de lo que pasó fue tan bueno. Ahora te-nemos esta sociedad tan complicada que tenemos que lidiar con ella”, sugirió Ono.

De acuerdo con la artista, lo único que queda hacer es seguir adelante y dejar ir esos tiempos, como muestra su pieza Memoria horizontal, actualizada para pre-sentarse en esta exhibición: en el suelo, a lo largo de un pasillo, han sido colocadas fotografías de personas marginadas, olvi-dadas, gente que vivió hace tiempo y sobre la que el espectador debe pasar para llegar al otro lado. “No es que uno quiera pisar-las a propósito, pero a veces sólo te queda moverte hacia delante. Podemos olvidar el pasado y pensar en lo que podemos hacer en el presente”, afirmó.

Con más de 60 años rompiendo pa-radigmas —en 1952, Ono se convirtió en la primera mujer en estudiar filosofía en la Universidad de Gakushuin en Tokio—,

Tierra de esperanza

Del 2 de febrero al 29 de mayo de 2016Museo Memoria y Toleranciamyt.org.mx

“Los años sesenta son un mito. Tenemos que

olvidar el pasado, porque nada de lo que pasó fue

tan bueno.”

Arising/Resurgiendo.

Instalación de fotografías con textos acerca de lo difícil que ha sido ser mujer. Bolsa de tela (Bag piece, 1964).Performance donde espectador interactúa con la bolsa representando a la autoconciencia.

124 125

la artista todavía encuentra alegría vital y compromiso en su trabajo multidiscipli-nario. “Sigo haciendo las cosas en las que creo y eso es lo más importante.” En se-guida comparó las acciones humanas con una piedra que cae al centro de un océano y genera ondas que se convierten en una ola poderosa al llegar a la orilla. “Los artis-tas pueden cambiar a la sociedad porque su poder es humilde. Cada pequeña cosa que haces, puede hacer una gran diferen-cia en la sociedad. Quiero cambiar a toda la sociedad.”

Ejemplo de esta filosofía de cómo las pequeñas acciones —e incluso los pensa-mientos— pueden generar un cambio es la pieza Imagina la paz, pieza de mapas, dos muros convergentes tapizados con mapas de la república mexicana y de sus regiones más inseguras y violentas. Esta pieza, que se ha presentado anteriormen-te en Inglaterra, India y Estados Unidos con planos alusivos a distintos conflictos internacionales, depende también de la participación del espectador. Ono invita al visitante a estampar un mensaje de paz en el sitio que desee, uniendo cada sello en una oración conjunta para alcanzar el cambio. “Me gustaría ver a una sociedad pacífica, ver a todos sonriendo, amando y divirtiéndose”, concluye.

127

Cine

El placer de contar historiasEl cineasta mexicano Carlos Hagerman estrena un documental íntimo en el que reflexiona sobre el legado familiar y la proximidad de la muerte.Por Marcela Vargas

Para Carlos Hagerman la familia es un tema fundamental alrededor del cual ha construido sus películas. Los que se que-dan (2008) y Vuelve a la vida (2013) son documentales que abordan la unidad familiar desde perspectivas distintas: la primera —que codirigió con Juan Carlos Rulfo— cuenta la historia de los migran-tes mexicanos a partir de las familias que dejan tras de sí cuando parten rumbo a Estados Unidos; mientras que la segunda desentraña la historia del matrimonio acapulqueño Martínez Sidney, ligado misteriosamente a la caza legendaria de un tiburón en los años setenta. En El

de un punto culminante en la vida laboral de ambos: la decisión de ceder sus proyec-tos profesionales a la siguiente generación y, de esa manera, asegurarse de que no se desvanecerán cuando ellos falten.

Tanto Óscar, arquitecto, como Doris, educadora, se especializaron en el apoyo a zonas rurales y comunidades indígenas. Con El patio de mi casa, Hagerman sigue a ambos en sus recorridos por la sierra, donde han construido una “familia ex-tendida” a partir de ahijados, discípulos y colegas, que recibirán el legado profesio-nal del matrimonio Hagerman Galindo. “Es lo que ellos decidieron hacer con sus vidas y eso involucró a la familia extendi-da que generaron y que cada vez se mul-tiplica”, cuenta. “Creo que sustituye una conversación que todos debemos tener con nuestros padres: el poder preguntar-les por qué tomaron las decisiones que afectaron quiénes somos.”

La pasión de Hagerman por hacer, difundir y enseñar cine refleja el impulso vital y compromiso de sus padres con sus respectivas carreras. Además de filmar do-cumentales, produce contenido para niños con el taller de animación Brinca, y parti-cipa como tallerista y asesor en progra-mas de formación cinematográfica juvenil como Ambulante Más Allá —organizado por la gira de documentales Ambulante— e Identidad y Pertenencia —del Festival In-ternacional de Cine de Guanajuato.

Como se aprecia en sus trabajos an-teriores, particularmente en Vuelve a la vida, Carlos Hagerman siente un interés profundo por el concepto de “legado” o “herencia” familiar. En El patio de mi casa explora esta idea desde expresiones tangibles como las filmaciones en Super 8 con las que sus abuelos documentaron el crecimiento de la familia. “Creo que la película habla también del legado que recibí de mis abuelos que, sin quererlo, también estaban haciendo películas… pero también habla del legado del padre al hijo y del maestro al alumno.”

En El patio de mi casa, Hagerman aborda la próxima muerte de sus padres desde una pregunta sensible pero certe-ra: ¿cómo se prepara uno para ese mo-mento? Con los mismos métodos socrá-ticos que usan sus padres en la película, Hagerman plantea preguntas para que el espectador encuentre su propio camino. Esta introspección obliga a la audiencia a cuestionar su relación con las figuras paternas, con el legado que han recibido y con el futuro que les espera para cons-truir su propio destino.

Hagerman asegura que la relación de un director con su película empieza cuando la presenta con el público. “Es a través de los diferentes públicos que lo-gras entender lo que hiciste, a quererlo, a darte cuenta de sus defectos y a vivir con ellos”, concluye.

126

Después de Los que se quedan y Vuelve a la vida, el documentalista Carlos Hagerman se ha convertido en un gran contador de historias.

El patio de mi casa es un largometraje documental que cuenta la historia de los padres de Carlos Hagerman.

patio de mi casa (2015), su más reciente documental que se estrenará este abril en salas mexicanas, Hagerman voltea la cámara hacia sus propios padres, un ma-trimonio que lleva cuatro décadas ayu-dando a comunidades indígenas al inte-rior de la República mexicana.

“Sabía que quería hacer una película sobre mis padres”, cuenta Carlos Hager-man en entrevista. “El día que me di cuen-ta que ya se habían hecho viejos, dije ‘no quiero que me gane el tiempo’. Con esa ur-gencia tuve que resolver el cómo iba a ha-cerla.” Para contar la historia de Óscar Ha-german y Doris Galindo, el director parte

“Cuando presentas la película con el público, logras entender lo que

hiciste, a quererlo, y a vivir con sus defectos.”

“Carlos Hagerman ha explorado a través de sus documentales el

concepto de ‘legado’ y ‘herencia familiar’.”

128

Arte

Mario García Torres tiene el olfato y la disciplina de investigación de un buen reportero. Encuentra historias, estructu-ras y personajes enterrados u olvidados, y sigue pacientemente los rastros y evi-dencias que han dejado tras de sí. Una vez que reúne toda la información y calma su curiosidad, presenta los resultados con-vertido en un artista al que no le espanta ningún canal de expresión. Usa el cine, la fotografía, proyecciones, audio, texto, y hasta dramaturgia para cuestionar ver-dades asumidas.

“Caminar juntos” es una retrospecti-va de su obra producida durante 15 años, recorre gran parte del Museo Tamayo y varias sedes alternas en la Ciudad de Mé-xico. “Es una exposición que me obliga a preguntarme si esto que he hecho du-rante los últimos años de mi vida vale la pena”, dice el artista, originario de Mon-clova, Coahuila, desde la cafetería del museo. “Es una pregunta ética que se re-laciona con otra: ¿para qué sirve el arte?”, se cuestiona.

Es difícil hacerle justicia a la exhi-bición completa en un solo texto. Cada pieza tiene detrás una historia larga de contar. Las variables dimensiones del arte es buen ejemplo. García Torres investigó el robo de varias obras de la exposición “Cien años de pintura en Francia: De 1850 a nuestros días”, que se presentó en 1963 en el Museo de Bellas Artes de Ca-racas. No fue un robo cualquiera. Estuvo a cargo de las Fuerzas Armadas de Libe-ración Nacional en Venezuela (faln), y tenía la finalidad de atraer miradas y atención mediática para denunciar la re-presión política que se vivía en el país. Lo que se exhibe es una serie de fotografías y un par de mapas que siguen la pista de estas pinturas, desde antes de llegar a Ca-racas, hasta el momento en que son recu-peradas y enviadas de regreso a Francia. De la mano de Nancy Zambrano, miem-bro de las faln y una de las principales responsables del robo, García Torres reconstruye la historia, y a través de ella habla de mercado, política, opresión, le-

Bitácora del artistaMario García Torres revela los rastros, las evidencias y las anécdotas que conformaron la creación de sus piezas más emblemáticas.Por Alejandra González Romo Fotografía de Diego Berruecos

vantamientos sociales, poder y el lugar que ocupa el arte en medio de todo esto.

Un ejemplo mucho más complejo es el trabajo que hizo por ocho años en tor-no al One Hotel, una pensión para artistas creada en 1971 en Kabul, Afganistán, por el italiano Alighiero Boetti, figura central del arte conceptual. De aquel hotel, y de la pre-sencia de Boetti en ese país, existían ape-nas un par de fotografías como evidencia. García Torres se propuso reconstruir ese episodio y encontrar el hotel.

Su viaje de búsqueda en el año 2010 está documentado, entre otras piezas, por ¿Alguna vez has visto nieve caer?, un video hecho con diapositivas de 35 mm, acompañadas de audio, en el que el artis-ta se reconoce confundido y perplejo ante la realidad política y social de Afganistán y su trágica evolución. Al mismo tiempo, habla del desconcierto de no encontrar el hotel que lo llevó hasta allá. Tras termi-nar el video, el artista finalmente encon-tró el hotel abandonado y le hizo algunas

Mario García Torres presenta en el Museo Tamayo, y varias sedes alternas, una retrospectiva de 15 años de trabajo.

129

A cada forma de pensamiento le corresponde

un tipo de detector magnético.Bronce y piedra.

reparaciones estructurales. Vivió ahí por algún tiempo y recibió a visitantes para contarles la historia del hotel y promover su reactivación en un país tan necesitado de espacios para la reflexión. García To-rres así establece un diálogo con un artista al que nunca conoció, a través de un lugar que creía perdido. En esta pieza, presenta al arte como una forma de comunicarse a través del tiempo y la distancia.

“El arte permite ver las cosas de ma-nera distinta. Tiene un potencial de auto-nomía, de cuestionar paradigmas, gobier-nos y todo lo que hay a tu alrededor”, dice convencido. “Olvídate del libro de texto, de lo que dijo el presidente, el periódico, o Gatopardo. Un individuo tiene el poder de cambiar las cosas. Ésa es mi esperanza y por lo que yo he trabajado”, finaliza. Su exposición “Caminar juntos” estará hasta el 19 de junio en el Museo Tamayo y sedes alternas, como el Teatro El Granero, el Museo de Geología, la Casa del Cine, Ho-tel Montecarlo, entre muchos otros.

131130

terminaban hablando de cómo había au-mentado el abuso infantil por parte de abuelos y padres en sus comunidades. Me metí en el tema para entenderlo, tomé di-plomados, y terminé haciendo eco de la voz de las mujeres”, dice.

Este año Cacho publica En busca de Kayla, una novela gráfica en colabora-ción con el artista Patricio Betteo, bajo el sello de Sexto Piso. Se trata ahora de una ficción que cuenta la historia de Myriam, una niña a la que le encantan los libros, jugar beisbol y comer waffles caseros. Un día se entera que su compañera del colegio, Kyla, ha desaparecido. Entonces ella y un grupo de amigos comienzan a in-vestigar lo sucedido, hasta enterarse que Kayla fue engañada a través de las redes sociales por una banda criminal.

“Myriam es la muestra de la cantidad de niñas que he conocido en todas mis en-trevistas, que tienen una reincidencia tre-menda, que no son convencionales, sino listas, rebeldes que escudriñan el mundo de los adultos para entenderlo”, dice.

Cacho asegura el libro es un reflejo de lo que está pasando con los niños. “Vas a un salón de clases de sexto de primaria y sorprende los niveles de preocupación que tienen. Yo siempre les pregunto a qué le tienen medio. Y me han respondido co-sas como ‘a que me secuestren, me maten, desaparezcan a mis papás, me corten la cabeza’. Esto permeado, desde luego, por las noticias”, dice. En esta ficción, Cacho logró captar cómo los niños viven entre la fantasía y la realidad, intentando inter-pretar el mundo. Lo que no comprenden, lo imaginan. Así construyó el relato.

Myriam y Lydia Cacho no son muy diferentes. Tienen esa mirada que no se conforma con las apariencias, que busca cuestionar y encontrar un porqué a la realidad. “Escribir ficción me permitió atreverme a seguir explorando el mismo tema, cuando creía que ya había dicho todo lo que tenía que decir como perio-dista. Este libro me ha ayudado a recor-dar que no”, finaliza.

131

Este 2016, la periodista Lydia Cacho ganó el Premio alba/Puffin al Activismo en Pro de los Derechos Humanos.

Libros

La rebeldía de Lydia CachoUna de las periodistas y defensoras de derechos humanos en México lleva el tema del tráfico de menores a una novela gráfica: En busca de Kayla.Por Guillermo Sánchez Cervantes Fotografía de Camilo Christen

Lydia Cacho asegura que muchos pien-san que ella sólo entrevista a mujeres y niñas cuando, en realidad, su trabajo se ha enfocado a un problema de la socie-dad en su conjunto. Es uno de los pre-juicios a los que se ha enfrentado una de las periodistas más emblemáticas en la lucha por la libertad de expresión y de-rechos humanos en México, que ha dado voz a las víctimas de las redes de prosti-tución y trata de blancas. Lleva más de veinte años ejerciendo el periodismo en lo que ella denomina tiempos de crisis. “La pregunta más difícil que he hecho es decirle a alguien, en entrevista, si es consciente de que su vida está en riesgo si habla conmigo. Lo más difícil y con-movedor, porque me han respondido que ‘sí’, lo están”, dice.

Autora de libros como Esta boca es mía o Esclavas del poder, Cacho está vestida de negro, sentada en una biblio-teca en casa de su amigo Alberto Ruy Sánchez. Ha aceptado esta entrevista luego de anunciarse que ganó el Premio alba/Puffin al Activismo en Pro de los Derechos Humanos, que se suma a una lista de reconocimientos como el Premio Mundial unesco-Guillermo Cano de Li-bertad de Prensa 2008 o el World Press International Hero 2010.

Fue hace diez años cuando su libro Los demonios del edén puso al descu-bierto la protección que Jean Succar Kuri recibía de políticos y empresarios mexicanos, sentenciado a 112 años por comandar una red de prostitución y por-nografía infantil entre Cancún y Los Án-geles. Cacho enfrentó hostigamientos, secuestro, tortura y persecución, como cuando fue detenida arbitrariamente en 2005 por agentes de la Procuraduría Ge-neral de Justicia de Puebla en represalia por haber relacionado al empresario Ka-mel Nacif con la red de Succar Kuri.

“Desde muy chica pude reconocer todo tipo de violencia contra las mujeres. Mi mamá era psicóloga y activista, traba-jaba con chicos de la calle. Entonces crecí

“Creí que ya había dicho todo lo que tenía

que decir como periodista. Este libro me recordó que no.”

en un ambiente de activismo donde ser ciudadano era algo totalmente natural. No había un discurso detrás. Lo éramos y ya”, dice. Aunque lleva años viviendo en Cancún, fue en el barrio de Mixcoac en la Ciudad de México donde ella creció. Su madre la llevaba a las ciudades perdidas y ella, siendo una niña, sin entender mucho del mundo, se indignaba al ver que otras niñas de su edad no tuvieran qué comer. Veía que en su casa todo era igualitario, pero afuera, en la calle, las cosas eran dis-tintas. “Fui una niña rebelde a la que no le gustaban las cosas que veía. Y en el fondo sigo siendo esa misma persona”, dice.

Bajo esa rebeldía, Cacho construyó la mirada con la que ha reporteado. Co-menzó trabajando para medios locales en Quintana Roo. Tenía 26 años cuando empezó a hacer entrevistas a mujeres mayas, porque estaba escribiendo so-bre la pobreza y la situación política del estado. “Al final todas mis entrevistadas

Escena

Mucho ruido y muchas nuecesSe cumplen 400 años de la desaparición de William Shakespeare. Su producción ha sido una mina de oro para la industria cinematográfica.Por Andrea López Estrada

Decía el académico Mark Bayer, en un artículo publicado por la Universidad de Texas, que una parte de la gran noto-riedad de William Shakespeare ha sido predicada por el bombo publicitario. Así es como se ha mantenido vigente en la memoria colectiva, en gran medida gra-cias a las historias y ejes temáticos que abarca su obra como el amor, la traición, la muerte y la lealtad. Las obras teatrales de Shakespeare, divididas en 10 trage-dias, 18 comedias y 11 dramas históricos, han sido revisitadas un sinfín de veces, y memorables adaptaciones han llegado al cine y la televisión.

Han pasado 400 años desde que Wi-lliam Shakespeare dio su último respiro.

En 2010, Helen Mirren protagonizó una versión de La tempestad, dirigida por Julie Taymor.

Cine

El cuerpo de Agnes Torres Hernández, de 28 años de edad, apareció abandona-do en una barranca de la Autopista Si-glo XXI en Atlixco, Puebla, en marzo de 2012. Tenía huellas de tortura, quemadu-ras y una enorme herida en el cuello que le provocó la muerte. Agnes era académi-ca, psicóloga y activista por los derechos humanos de la comunidad lgtb. Desde muy pequeña se dio cuenta de que nació en el cuerpo equivocado, uno masculino, y en la adolescencia tuvo el valor de rein-ventarse como mujer. Ésa es la razón por la que la asesinaron.

La dramaturga Elena Guiochins con-fiesa que hace teatro porque le interesa transformar la conciencia de las perso-nas. Ha escrito más de treinta obras, en-tre las que destacan Mutis, Plagio de Pa-labras, y Bellas Atroces. En Translúcido, que escribe y dirige, habla de la violencia

Identidad mutante Llega a los teatros mexicanos Translúcido, una compleja puesta en escena que explora las construcciones de género y la transexualidad. Por Alejandra González Romo Fotografía de Adrián Duchateau

que genera una sociedad hacia sí misma al no entender, tolerar, y mucho menos respetar la diversidad sexual. Translúci-do es su más reciente esfuerzo por con-frontar al público con la realidad que vi-ven millones de personas en el mundo, al no identificarse con el cuerpo que tienen.

Esta obra se está presentando en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cul-tural del Bosque, en la Ciudad de México,

hasta el 26 de julio de 2016. Está com-puesta por varias historias que parecen no seguir una forma lineal. Cada actor interpreta más de un personaje y todos, a su vez, tienen identidades y preferencias sexuales distintas. Adei es un médico ciru-jano y padre de familia que lucha porque su esposa e hija comprendan su necesidad de salir a la calle vestido de mujer. Ador-no es una prostituta y cantante a la espera de someterse a una cirugía para cambiar de sexo. Agnes —personaje inspirado en la historia de Torres Hernández— tiene una relación violenta con Adrián, su fu-turo asesino. Y Nicté nació con el síndro-me Klinefelter, la anomalía cromosómica xxy; su familia la sometió a agresivos tra-tamientos hormonales para tratar de que fuera un hombre “normal”. Sus historias se cruzan en salas de terapia, encuentros violentos, espectáculos de transgénero, y en las calles donde piden a gritos que se respeten sus derechos.

El elenco está conformado por Juan Navarrete, Alejandra Maldonado, Juan Cabello, Geralldy Nájera y Monserrat Monzón. “Aún en la ficción, crear la sen-sación de no pertenecer a tu cuerpo es agobiante. Lo que estas personas logran sólo con salir a la calle a confrontar al mundo es admirable”, dice Juan Cabe-llo. “Es muy fuerte darte cuenta del odio que puede habitar en una persona, y has-ta dónde somos capaces de llegar por no aceptar lo que llevamos dentro”, agrega.

“Esa idea de que el mundo está divi-dido en hombres y mujeres, como opues-tos que no se pueden conciliar, genera conflictos muy profundos en la psique humana, y es increíble que eso sea lo que se considera normal. Normal en una so-ciedad profundamente disfuncional y enferma”, reflexiona Elena Guiochins. Translúcido analiza el misterio de la construcción de la identidad, sacude y reta al espectador a descubrir quién es, independientemente de su cuerpo, y a entender la sexualidad, no como un con-cepto fijo, sino libre y mutable.

132

Elena Guiochins dirige una historia sobre la violencia que se genera por no entender la diversidad sexual.

The Guardian para celebrar su aniversa-rio luctuoso, ha realizado una serie de vi-deos en la que figuras como Eileen Atkins, Ayesha Dharker y David Morrissey, inter-pretan con osadía algunos de los monó-logos más fascinantes de su producción. Shakespeare tenía la habilidad de crear personajes con todas las texturas y mati-ces, algunos nobles y heroicos, sensibles, otros atormentados, algunos leales, ocu-rrentes, traidores de la más baja calaña y mientras que otros fascinaban por ser mordaces. Así robaba la atención de un público variado, desde la más alta nobleza y los intelectuales, hasta los estratos más bajos de la sociedad. La palabra siempre fue su principal atributo y eje con el que

formaba diálogos que pasaron a la histo-ria y que enmarcaban su destreza lírica y prosa impecable. Todas estas cualidades le valieron la apreciación de la crítica y la historia se encargaría de colocarlo en lo más alto de la literatura universal.

En el siglo xx, la cultura popular en-contró la forma de adaptar sus historias. No es de sorprenderse que desde finales de los noventa la industria cinematográfi-ca haya encontrado en él una mina de oro como para nutrir todo tipo de produccio-nes. Al grado de trasladar el argumento de una tragedia como Hamlet a una película de dibujos animados como El rey león. Lo mismo ha sucedido con Romeo y Julieta: la obra ha tenido diversas adaptaciones, incluso una ambientada en 1996 a cargo de Baz Luhrmann. Están además las ver-siones de George Cukor y Franco Zeffi-relli; en terrenos del cine mexicano, una atinada mirada es El peñón de las ánimas, por Miguel Zacarías, hasta las extraoficia-les como West Side Story, Grease, entre otras. En busca de más ejemplos, en 1999 Touchstone Pictures buscó su propia ver-sión de La fierecilla domada a una come-dia contemporánea y también hit de una generación: 10 things I Hate About You.

También se ha replanteado su obra con una mirada más sofisticada. Julie Taymor comenzó su versión de La Tem-pestad en 2010, en la cual se tomó la li-bertad de cambiar el género del persona-je principal, Próspero, para que pudiera ser interpretado por Helen Mirren. Joss Whedon hizo una adaptación contempo-ránea de Mucho ruido y pocas nueces para 2012, filmada en blanco y negro. Y ape-nas en 2015, se estrenó la más reciente versión de Macbeth, protagonizada por Michael Fassbender y Marion Cotillard.

A los 400 años de su muerte, no se le debe reconocer como piedra angular de la literatura, sino reconocerle la ca-pacidad de darnos historias y temas que hemos sido capaces de contar una y otra vez. De tomar las emociones intrínseca-mente humanas y darles una voz.

“Es una obra que sacude y reta al espectador a descubrir quién es.”

133

Libros

Doloroso ser norteamericanaJoyce Carol Oates es una de las voces más prolíficas de Estados Unidos. Su obra refleja un universo oscuro y doloroso producto de las políticas bélicas.Por Irma Gallo

Cada año el nombre de Joyce Carol Oates suena en las quinielas sobre el Premio No-bel de Literatura. Quizá por su maestría al describir la naturaleza humana, sin ador-nos, con la violencia de sus secretos más sórdidos. Ha escrito más de un centenar de obras entre novelas, libros de relatos, ensayos, novelas cortas, poesía y teatro. Maestra de Literatura en la Universidad de California de Berkley y crítica literaria en The New York Review of Books, Oates dedica las 24 horas del día a las letras.

Gatopardo conversó con la escritora en San Miguel de Allende, durante el pa-sado Festival Internacional de Escritores que se celebra en el bajío mexicano. Es una mañana helada de febrero de 2016. La au-tora de La hija del sepulturero está vestida de negro, con un sombrero también oscu-ro y de ala ancha que enmarca su rostro alargado y pálido, y ojos pintados de rojo quemado. Alta y muy delgada, asemeja una aparición.

Joyce afirma, sin embargo, entre risas discretas, que ella “no ha oído” que se le mencione como candidata al Nobel. Para la autora de Mamá y Blonde —la libérrima biografía novelada de Marilyn Monroe—, su trabajo no se centra solamente en la sociedad norteamericana con sus vicios, aspiraciones, creencias y por supuesto, sus zonas veladas: “Creo que escribo más bien sobre los seres humanos. Aunque sucede que son norteamericanos. Con frecuen-cia escribo sobre familias, sobre madres e hijas y sobre la gente joven. Hablo de los lazos de las familias situados en contextos históricos porque algunas veces el ambien-te propicia un cierto tipo de familia”.

Los personajes que surgen de la mente de Oates son siempre personajes al límite, figuras de la oscuridad a punto de envolverse en llamas. Como Jacobo Schwart, en La hija del sepulturero, que le vuela los sesos a su esposa y luego hace lo propio con los suyos; Betsey, la madre de una estrella infantil del patinaje sobre hielo que asesina a su niña de seis años para intentar retener a su marido en

Hermana mía, mi amor; o el soldado Brett Kincaid en Carthage, que regresa trastor-nado de la guerra de Irak a Nueva York, convirtiéndose en el principal sospechoso de la desaparición de su cuñada Cressida, de 19 años de edad.

Carthage es justo su novela más re-ciente traducida al español, editada bajo el sello de Alfaguara. Aquí ideó a un perso-naje al que la guerra lo vuelve huraño, con explosiones de violencia, agobiado aun en las horas de vigilia por las pesadillas de tanques, morteros y llamas. “El mundo de afuera, que está lleno de corrupción, lo implosiona y lo destruye”, dice la autora. Oscuro, el mismo soldado Kincaid no se reconoce en este ser que regresó de “de-fender a su país”.

“Creo que hoy es doloroso ser nortea-mericana, porque el país está haciendo estas guerras, como la de Irak, la de Afga-nistán. Quise escribir sobre el destino de un hombre joven idealista que quiere

servir a su país. Así que se va a la guerra y ve estas cosas terribles; cae herido, regre-sa a su comunidad y ya no puede encajar. Entonces empieza a beber y su compro-miso se rompe. Es una historia muy nor-teamericana”, dice.

Es probable que esta mujer que escri-bió Memorias de una viuda, después de perder a su esposo Raymond J. Smith, esté harta de hablar de su “extensa” obra. Pero, maestra como es, de profunda vocación, le emociona compartir un poco de su méto-do de escritura: “Es una pregunta difícil de responder porque la escritura comien-za con el pensamiento. Así que pienso en un proyecto, y medito. Me gusta correr y caminar, y después de caminar algunas millas puedo trabajar en una novela que tengo en progreso. Las atmósferas tam-bién se crean por medio de la meditación, del pensamiento. Escribo como si estuvie-ra recordando. No es que lo invente, pero lo recuerdo con una emoción que es una especie de nostalgia”.

La imagen de esta delgada mujer con ropa deportiva, corriendo con agilidad aún a sus 78 años de edad en los bosques tupidos y fríos de su natal Nueva York, es casi natural. No se siente forzada. “Co-rrer es importante. Pero si una no puede correr, entonces hay que caminar rápido. Lo importante es que no hables con nadie. Porque la imaginación se esfuma.”

La extensión de sus textos tampoco le preocupa. Aunque las obras por las que es más conocida son novelas de más de 600 páginas, quien ha leído sus cuentos sabe que también es capaz de desarrollar histo-rias complejas y profundas, con persona-jes bien delineados, como los de “La hem-bra de nuestra especie”, en unas cuantas cuartillas.

“Un texto se tiene que mover. Tiene que tener espíritu de movimiento. Puede estar lleno de hechos y resultar interesan-te, pero si es demasiado pesado para mo-verse será como un avión que no despegue o un águila que no planee”, apunta la auto-ra de textos que vuelan alto.

134 135135

Carthage es la más reciente novela de Joyce Carol Oates traducida al español, bajo el sello de Alfaguara.

Dre

w F

arre

ll /

ret

nac

eleb

s

“Un texto se tiene que mover. Si es demasiado

pesado, será como un avión que no

despegue.”

Postal

136

La voz interna Lea otra vez la pregunta y escuche las palabras en su mente.

¿Es su voz o es la voz de alguien más?

Por Alejandro Magallanes