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C O M I T é E D I T O R I A l :

Gonzalo de Luis | José Luis Soriano | Gloria Tena | Antonio Tenorio | Lucía Villaescusa

hA N I N T E R V E N I D O E N l A R E V I S I Ó N D E l O S T R A bAJ O S :

Clara Alcalá

Alberto Álvarez

Gabriel Arenas Ybarra

Juan Manuel Blanco Rojas

Joaquín Blasco

Hortensia Chamorro Villanueva

Miguel del Corro

Adrián de la Fuente

Pilar García Martín

Julio Gisbert

Gonzalo de Luis

Luis Rey

José Luis Soriano

Antonio Tenorio

Lucía Villaescusa

Carmen Ybarra

n Ú M e r o 3 * 1 5 d e J u l I o d e 2 o 2 odisponible en apuntesdeelponderal.wordpress.comprimera edición: julio de 2o2o * 5oo ejemplares

C u b I E RTA : Montaje de Lucía Villaescusa y Ernesto Hidalgosobre detalle de foto del azulejo decorativo del banco del parque de Alcántara, Hoyo de Manzanares

GONzAlO DE luIS: Al recobro de lo oído y lo vivido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

luCíA VIllAESCuSA ● ElVIRA GARCíA ● ChARO GÓMEz ● SANDRA GÓMEz:

el Yacimiento de la Cabilda. tendiendo lazos entre la arqueología, el patrimonio cultural y la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

GAbRIEl ARENAS YbARRA: el despoblado de Carbonero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

GlORIA TENA: pajares y corrales en Hoyo de Manzanares . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

JuAN MANuEl blANCO ROJAS: rebatiendo al cura párroco del Hoyo, don Francisco Ignacio Muñoz, 1786 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

ISAbEl PéREz VAN KAPPEl: una historia real de bandoleros entre Hoyo de Manzanares y torrelodones a principios del siglo xIx . . . . . . . . . . . . . 55

hORTENSIA ChAMORRO VIllANuEVA: José Muñoz del Castillo, pionero de los estudios radiactivos en españa, y la histórica casa tanuchi de Hoyo de Manzanares . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

RAMÓN JIMéNEz MARTíNEz ● M.a PIlAR hERNáNDEz PINIllA ●

M.a JOSé TORRES MATIllA ● RuTh GONzálEz lAGuNA:

el patrimonio mineralógico de Hoyo de Manzanares . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

DIEGO GIl TAPETADO ● ANTONIO ORDÓÑEz VAlVERDE:

la ciencia ciudadana y el estudio de la biodiversidad: el observatorio Ciudadano de la Biodiversidad de Hoyo de Manzanares . . . . . . . 87

JulIO PAREJA: la Colonia Vindel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

PIlAR GARCíA MARTíN: Hoyo de Manzanares. ¡salud, agua y mus! . . . . . . . . . . . . . . 100

GONzAlO DE luIS: Crónicas del serrejón: y los cucos juegan al chito . . . . . . . . . . . 105

GlORIA TENA ● ANTONIO TENORIO: proyecto tavera. rescatando documentos históricos para nuestro archivo municipal . . . . . . . . 120

Apuntes de el ponderAl se publica en edición impresa y en internet bajo licencia Creactive Commons Atribución-no comercial- sin derivar 4.oInternacional. • los trabajos presentados han sido revisados anónimamente y modificados o retirados por su autor o autora siguiendo sus reco-mendaciones o las sugerencias editoriales. • en apontesdeelponderal.wordpress.com se puede acceder a las versiones en formato pdf y htmlde este número y de los anteriores. • editado por Asociación Cultural el ponderal • elponderal.wordpress.com • [email protected]

C O O R D I N A C I Ó N : Gonzalo de Luis y Antonio Tenorio |D I S E Ñ O : Alfonso Meléndez | I M P R E S I Ó N : Artes Gráficas San Miguel

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APUNTES DE EL PONDERAL * N.º 3, JULIO DE 2020

PRESENTAMOS este nuevo númerode la revista APUNTES DE EL PONDERAL,y es imposible no hacer mención

al COVID-19. Cuando escribimos estas líneas, llevamos ya más de tres sema-nas encerrados, al menos los que notrabaja mos en profesiones que permi-ten el mantenimiento y cuidado de unasociedad: el virus nos ha devuelto a lostiempos en que las profesiones se cen-

traban en el suministro de alimentos y materiales necesiarios para la super- vivencia, así como en la atención sanitaria. Nos ha devuelto tambiénnuestra propia imagen de miembros de la naturaleza, quitándonos la vendade los ojos que nos impedía ver que somos seres vulnerables y que las leyes de la naturaleza también nos afectan como a cualquier otro ser vivo.

¶ Es difícil concretar qué es lo que nos hace humanos, qué nos define,pero parece que uno de los rasgos que podemos rastrear en esa búsquedade nuestra propia humanidad es el cuidado de los miembros del grupo. Sehan hallado restos fósiles de individuos con patologías, en algunos casosgraves, que aún así llegaron a la edad adulta en sociedades de cazadores recolectores de hace hasta 200.000 años. Necesariamente debieron contarcon el apoyo del grupo para sobrevivir, debieron recibir cuidados y unaatención especial por sus patologías. Parece que estos seres humanos de la prehistoria ya habían entendido que la cooperación nos hace más fuertes.Y en estas semanas, a golpe de necesidad, hemos entendido que sólo laayuda mutua y la colaboración puede ayudarnos.

¶ En este número de la revista, cuando echamos la vista atrás vemos esepasa do en el que la vida parecía más sencilla y las labores se centraban enlo más esencial: encontramos en La Cabilda un poblado de hace 1.300 añosen el que se utilizaba lo que el medio circundante disponía para subsistir;buscamos la localización del olvidado poblado de Carbonero, donde seaprovecha rían todos los recursos del monte, incluido el carbón derivadode la combustión de la madera; nos asomamos a los antiguos pajares y corrales, en los que se guardaban los productos agrícolas y los animalesde la rabaños ganaderos; rebatiendo la visión negativa que de los hoyensesdel siglo XVIII tenía el párroco de aquel momento, vemos un pueblo dedi-cado al pastoreo, a la cantería y al aprovechamiento de la leña y el carbón,cuyos exce dentes eran llevados a Madrid por los carreteros para venderlos.Aunque, como se nos muestra en el artículo sobre los bandoleros entre

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Editorial

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Hoyo y Torrelodones en el siglo XIX, siempre ha habido malhechores queaprovechan cualquier ocasión para beneficiarse personalmente.

¶ Además de la cooperación y solidaridad, otro elemento que nos ayu-dará a salir de la situación actual es el conocimiento científico. Si bien escierto que somos parte de la naturaleza, nuestro intelecto nos ha permitidodesa rrollar las ciencias que nos han ayudado en el conocimiento de nues-tro entorno, la optimización de los recursos y la cura de enfermedades.Como vemos estos días, invertir en ciencia es imprescindible. Así, en estenúmero de nuestros APUNTES DE EL PONDERAL, también nos asomamos al cono-cimiento científico que se ha desarrollado en relación a nuestro entorno:repasamos la figura de José Muñoz del Castillo, pionero en los estudios deradioactividad a principios del siglo XX que le trajeron hasta Hoyo, convir-tiéndole en el primer propietario de la actual Casa Tanuchi; valoramos elpatrimonio minerealógico del municipio, analizando los principales aflora-mientos y minas presentes en el término; y vemos, una vez más, cómo lacolaboración ciudadana con la ciencia da resultados tan favorables comola creación del Observatorio Ciuda dano de la Biodiversidad de Hoyo deManzanares.

¶ Dos reclamos publicitarios y un juego nos trasladan a la parte más social del pueblo: el folleto sobre la Colonia Vindel sirve de excusa para conocer más sobre el proyecto de Marcelo Usera, y el eslogan «Hoyo de Manzanares, ¡Salud, agua y mus!» es el pretexto para hacer una crónica social de parte del siglo XX, que queda completada con un trabajo sobreel juego del chito que, conocido desde hace siglos en distintas parte de España, sigue más que vivo en nuestro pueblo.

¶ Abrimos este número con un trabajo con el que hemos querido hacerun homenaje a la primera revista que tuvo el pueblo, La Voz de Hoyo, asícomo a sus promotores, sintiéndonos unidos en el deseo de plasmar lo hoyense por escrito. Lo cerramos contando el trabajo que estamos llevandoa cabo en el Archivo de Tavera, rescatando documentos históricos sobreel pueblo para que la labor de estudio e investigación sobre nuestro pasadopueda continuar en el futuro.

¶ Desde EL PONDERAL siempre hemos creído en el papel de la ciudadanía enla sociedad, por eso, además de agradecer a todos los profesionales que durante esta crisis sanitaria nos están cuidando –en el amplio sentido de lapalabra–, queremos aplaudir todas las iniciativas vecinales que se han dadoen Hoyo y que están sirviendo para ayudarnos los unos a los otros. Que almenos esta situación nos sirva para aprender y para estar más unidos. *

N.º 3, JULIO DE 2020 * APUNTES DE EL PONDERAL2 *

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dirección a Salamanca, Valladolid y másallá. Por lo que los catorce mesones que,según recoge el catastro del marqués dela Ensenada, había en Torrelodones de-bían estar por aquellos años o desapare-cidos o con un nivel muy bajo deactividad. Pero, por su estratégica situa-ción geográfica, Torrelodones seguía

siendo lugar de paso habitual para lascomunicaciones de menor distancia,como entre Madrid y La Granja de SanIldefonso y entre Las Rozas y Hoyo deManzanares. Su posición próxima a lacapital y la morfología de su terreno, quelo hacía muy adecuado para agazaparseen espera de las víctimas y para escon-

APUNTES DE EL PONDERAL * N.º 3, JULIO DE 2020 * 55

EL bandolerismo, entendido como lasegunda acepción que ofrece el dic-cionario de la Real Academia de la

Lengua para este término («existenciacontinuada de bandoleros en una co-

marca») es un fenómeno que ha aparecido, a lo largo de la Historia, en función de lasituación política, económica y social del momento, en cualquier lugar del mundoque cuente con despoblados y caminos, que son los entornos en los que comete susfechorías este tipo específico de malhechor. Se podría decir que el bandolerismo es alos caminos lo que la piratería a las rutas marítimas: un peligro más –y no menor–para los viajeros.

En la época y ámbito geográfico que nos ocupa, la carretera principal de Castillaque partía de Madrid se desviaba en Las Rozas hacia Galapagar, para seguir en

UN� HistO�a R�l Ð

b�NdolE�s entRE HOYOdE M�N�NarEs Y tORRelOdones

A pRIncipIOsdEl sIglO XiXIsabel Pé�ez van Kappel

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En nuestro ámbito geográfico más in-mediato tenemos el caso del desertorFrancisco Muñoz, según relata el Diariode Madrid de 28 de agosto de 1811 al in-formar de la ejecución de la pena demuerte por garrote a la que había sidocondenado tras su detención por este yotros hechos:

Francisco Muñoz, natural del lugar deMaello, en la provincia de Segovia, de 25años, soltero, abandonó su exercicio decriado de labor en el año pasado de 1809, yse agregó á la partida de guerrilla del man-do del Empecinado. Descontento, comootros muchos, de estar por mas tiempo álas órdenes de este gefe, desertó á princi-pios de junio de este año, y reunido conotros tres desertores, formaron el proyectode robar quanto se les presentase á la vis-ta. Equipados á este efecto de caballos y dearmas de fuego y blancas, se apostaron enel camino real que dirige desde las Rozas áTorrelodones á las 10 de la mañana del dia10 del citado mes de junio, y auxiliados eneste parage de las paredes de una casa in-habitada, que antes fue de postas, sorpre-hendieron á mas de 6o personas quepasaron por aquel camino hasta las tres dela tarde, maltrataron y dieron de golpesá la mayor parte para hacerlas entrar en lacasa; á todas las ataron los brazos fuerte-mente, y obligaron a echar boca abaxo; hi-rieron á algunas de ellas, y á otras laspusieron en el caso de morir, si no decíanprontamente donde ocultaban el dinero; yfinalmente robaron mas de 1000 reales enmetálico y alhajas de oro y de plata, que re-partieron entre los quatro.

Que los entornos de Torrelodones es-tuviesen plagados de bandoleros no sig-

derse después de cometida la fechoría,favorecieron la presencia continua debandoleros. Esta circunstancia no hizomás que reforzar aquel dicho popularsobre la población, «Torrelodones, vein-ticinco vecinos, cincuenta ladrones» (entodas sus variantes) y popularizar elnombre oficioso de la villa de Torre La-drones. En 1848, Manuel Cuendías escri-bía —de manera algo hiperbólica, esosí— que Torrelodones, a pesar de contarcon solo veinticinco vecinos, daba mástrabajo a los alguaciles que una provin-cia entera.

La abundancia de salteadores en laEspaña de finales del siglo XVIII y princi-pios del XIX se explicaría sobradamentepor la masa de personas de las clases so-ciales más desfavorecidas para las quelas olas de cambios sociales, políticos yeconómicos que se extendían por todaEuropa no representaron mejora algunaen sus condiciones de vida y que seguíansumidas en la más absoluta pobreza. Aesta situación se sumó la formación departidas, primero contra el ocupantefrancés y después realistas o liberales yque, con su disolución, dejaban un grannúmero de hombres desocupados, perocon rudimentos de una formación de lu-cha en la guerra de guerrillas que se de-dicaron a aplicar en su provecho. Uno deestos antiguos combatientes fue el céle-bre bandido madrileño Antonio Sán-chez, alias Chorra al aire, quien, alterminar la guerra de la Independencia,utilizó los conocimientos adquiridos du-rante su participación en la misma en lapartida de Vicente Sardina para cometernumerosos asaltos en la carretera deFrancia, hasta su detención en 1816.

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rico Nacional se conserva la Causa con-tra Cayetano Terol, Vicente Muñoz y con-sortes por robos y asesinatos endespoblado con armas y en cuadrilla, quenos permite descubrir al único bandole-ro natural de Torrelodones del que ten-gamos constancia documental, yhacernos una idea bastante precisa delas circunstancias que impulsaron a mu-chos hombres a «echarse al monte» en elprimer tercio del siglo XIX.

La causa principal por la que se con-dena a muerte en 1826 a Vicente Muñozy a Cayetano Terol son dos asesinatos cometidos en Rascafría el 6 de octubrede 1824, entre las ocho y las nueve de lanoche.

A tenor de lo que relataron los testi-gos, esa noche entraron tres desconoci-dos en la taberna de Rascafría. Uno deellos se quedó apostado en la entrada,haciendo guardia y obligando, medianteamenazas con el trabuco, a entrar a lospocos transeúntes que pasaban por allí.Mientras, a gritos, los otros dos descono-cidos exigieron al tabernero que les pu-siese media arroba de vino (elequivalente a 8,65 litros), le pagaron, sa-lieron y volvieron a entrar para exigirmedia azumbre de vino más (1,08 l),aprovechando entonces para arrebataral tabernero el tapón de la tinaja y tirar-lo a la calle. Luego reclamaron las llavesde la taberna y se fueron, dejando ence-rrados a todos los presentes, con el vinodesparramándose por el suelo. Los clien-tes confinados se pusieron a gritar pi-diendo auxilio, consiguiendo que seacercasen algunos vecinos y el alcaldepara ver qué ocurría. Puesto al tanto dela situación, el alcalde fue a buscar al he-rrero para que desatrancase la puerta.

nifica, ni mucho menos, que todos ellosfueran oriundos de este municipio. Dehecho, solo a una de todas las figuras le-gendarias del bandolerismo madrileñodel siglo XIX se le atribuye Torrelodonescomo lugar de origen. Se trata, por su-puesto, del conocido «Isidro el de Torre-lodones», perteneciente a la banda dePablo Santos, a quien mató de un trabu-cazo por su disconformidad con el repar-to de un botín. Por lo menos, esta es laversión que le contó un cabrero de Mataelpino, Braulio Montalvo, a Cons-tancio Bernaldo de Quirós, quien la in-mortalizó en su obra sobre La Pedriza.La verdad es que el testigo era un niñoen el momento de los hechos que narra yque la versión de la prensa de la época(por ejemplo, la de la Revista española de16 de diciembre de 1834) es que PabloSantos murió el 10 de diciembre de 1834a consecuencia de los disparos recibidosde la partida de tropa que había salidoen su persecución.

Otro bandolero vecino de Torrelodo-nes aparece en la obra de Francisco M.Morales Sánchez Páginas de sangre - His-toria del Saladero, en la que recapitulatodas las ejecuciones llevadas a cabo enMadrid desde 1801 hasta la fecha de pu-blicación de la obra, en 1870. En un escueto párrafo del capítulo correspon-diente al año 1826 nos informa de que el20 de septiembre de ese año se ejecuta-ron las penas de muerte en horca por losdelitos de robos y homicidios de VicenteMuñoz (28 años, viudo, de Romanillos deAtienza, Guadalajara) y de Cayetano Te-rol (natural de Torrelodones).

De este Cayetano Terol no existe, quesepamos, leyenda ni memoria popularalguna. Por fortuna, en el Archivo Histó-

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de haber cometido robos en las carrete-ras y caminos de travesía, junto conotros cinco o diez hombres.

Mi�uel Salvador también estaba ya fa-llecido en el momento del juicio. Habíasido prendido junto con Cayetano Terolpero, estando en prisión, se había puestoenfermo y había sido trasladado a unhospital, de donde había conseguido es-capar embozándose en la capa de otrapersona. En el verano de 1825 lo mata-ron a pedradas unos pastores a quieneshabía amenazado para que sacrificasenuna oveja para poder comer él. El fiscalconsideró que su muerte había sido«desastrada y decretada sin duda por laJusticia Divina».

Vicente Muñoz ya había sido acusadoanteriormente de asesinato. En 1821 ha-bía matado de una puñalada a su suegraen presencia de su mujer, el hermano deesta y su suegro. Después huyó y sesumó, en algún momento, a las tropasdel Empecinado. Detenido y preso enAtienza, intentó escapar junto a otro pre-so: no lo consiguieron, pero el alcaide yuna niña resultaron heridos, y otro pre-so muerto por los disparos con los que sepretendía detener a los fugados. Por es-tos dos hechos fue condenado a diezaños de presidio en África y se subasta-ron sus bienes para pagar las costas delproceso. Parece evidente que nunca lle-gó a partir hacia su destino, porque fuedetenido el 23 de octubre de 1824 en elVentorrillo de Cercedilla.

Tanto el tabernero como el hermanodel difunto Ramón García reconocierona Vicente Muñoz, en las rondas de pre-sos, como uno de los atacantes de la ta-

Pero el herrero estaba durmiendo y noresultaba fácil despertarlo, por lo que, enel ínterin, sin saberse muy bien cómo, lapuerta se abrió de golpe y se oyeron treso cuatro disparos que hicieron que todoslos presentes se echasen a correr.

Según la declaración de un testigoque pasaba por allí y que oyó los gritosprocedentes de la taberna, los malhe-chores se llevaron, amenazados, a cua-tro hombres, parapetándose detrás deellos para escapar. A dos de estos hom-bres los dejaron marchar al cabo de unrato, después de haberlos maltratado yhaberles preguntado en qué regimientohabían servido.

Un par de días después, el 10 de octu-bre de 1824, unos pescadores encontra-ron los cadáveres de las otras dospersonas en el estanque de Las Peñas.Fueron los mismos cirujanos del monas-terio del Paular quienes examinaron loscuerpos. El pastor llamado Tomás, «dequien desconocen el apellido por ser na-tural de Gargantilla», fue muerto por losgolpes que le propinaron en la cabeza es-tando ya en el agua. La segunda víctima,Ramón García, también presentaba gol-pes contundentes, compatibles con cula-tazos de fusil, aunque la causa delfallecimiento fue, probablemente, el aho-gamiento.

En las distintas piezas que recoge lacausa aparecen cinco encausados: JoséRivas, José Martín, Miguel Salvador, Vi-cente Muñoz y Cayetano Terol.

De �osé Rivas solo aparece el nombre,tachado, una única vez.

�osé Martín era, según los alguaciles, ElPájaro de Miraflores, ya fallecido en elmomento del juicio, y a quien se acusaba

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que este era natural de Miraflores de laSierra), todos ellos conocidos por sus fe-chorías.

Cayetano Terol, natural de Torrelodo-nes y bracero de profesión, había cum-plido una sentencia en el presidiocorreccional del Prado porque habíasido condenado en 1819 por el robo deun carnero. Según el fiscal, fue al salir deeste presidio cuando se juntó con la ban-da de El Pájaro y cometió tropelías enMataelpino, Moralzarzal, Manzanares,Navacerrada y El Carrascal (cerca delarroyo de Trofas). Otra versión sostieneque Cayetano Terol se encontraba en laprisión de Colmenar Viejo cuando de ellaescapó, con unos cuantos hombres, JoséAntonio Llorente Pelayo, militar realistadetenido por su participación en los he-chos de 7 de julio de 1822 cerca del Pala-cio Real. Cayetano Terol se sumó a estapartida realista, según testificó el gana-dero de Torrelodones Ignacio Bravo,quien dijo que la última vez que lo habíavisto había sido en Madrid, que llevabaen esa ocasión una gorra de cuartel yque Cayetano le había comentado queestaba en la partida realista de Pelayo.Y, según el ayuntamiento de Torrelodo-nes, fue al deshacerse la partida de Pela-yo cuando Cayetano se unió a la bandade El Pájaro.

En cualquier caso, a finales de 1824 seabrió un expediente contra Cayetano Te-rol y Miguel Salvador, por sospechas derobos en camino. Habían sido detenidosjuntos, en las proximidades de la Puertade Segovia, el 30 de octubre de ese mis-mo año. Un tal Pedro Sáenz había reco-nocido a Cayetano y avisado a losguardias, quienes lo apresaron por ha-

berna el 6 de octubre de 1824. Funda-mental para el desarrollo del juicio fue eltestimonio de un tal Pedro del Barrio,quien declaró que la víspera del día deautos se encontró en una majada dondeestaba con su rebaño con tres ladrones alos que conocía de vista y que conmina-ron a su acompañante a que bajase alpueblo de Rascafría a por media arrobade vino, que el tabernero no le quiso dar.Según este testimonio, Miguel Salvadorera Miguelillo de Zamarramala, VicenteMuñoz era el llamado Francisco el Ara-gonés (a pesar de ser natural de la pro-vincia de Guadalajara), y Cayetano Terolera el llamado Manuel Setecientos (aun-

Eugenio Lucas Velázquez, Bandoleros, ca. 186O [ Museo Nacional del Prado ]

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vino blanco, cerca del arroyo de Trofas,en el paraje El Carrascal; y poco despuésy en el mismo lugar, a Gregorio Díaz, ve-cino de Las Rozas y trajinero, cuando vol-vía de llevar vino a la taberna deTorrelodones (aunque este no pudo iden-tificar a Cayetano, ya que dijo no habervisto la cara de los ladrones).

En esas mismas declaraciones, Perica-cho refirió que, unos días después del su-ceso con el cerotero en el camino deHoyo a Torrelodones, Cayetano Terol en-tró en la taberna de Hoyo para amena-zarlo a él, haciendo saber a laconcurrencia que le dijeran que se metie-ra en sus asuntos o que tendría un pro-blema.

En el proceso por los hechos de Rasca-fría, los testigos del pueblo que reconocie-ron a Vicente Muñoz como uno de losatacantes no reconocieron, sin embargo,a Cayetano Terol. Ni siquiera Manuel Ra-mírez, el tabernero de Rascafría, lo reco-noció como uno de los tres hombres queentraron en su posada esa noche. Los tes-tigos de Torrelodones declararon que ha-cía tiempo que no lo veían, pero quenunca nadie le había llamado por el motede «Setecientos», ya que en el pueblo eraconocido por «el de Cartajena» (por elapodo de su padre), y que les resultabamuy extraño que él, que había servido enuna partida realista, se hubiese juntadocon otros que provenían de una partidaconstitucionalista. Fue condenado a pesarde todo esto, junto con Vicente Muñoz, amuerte en horca por «ladrones, asesinosy otros varios excesos», sufriendo ambosla pena el 20 de septiembre de 1826, en laplaza de la Cebada.

Además del interés que pueda tenerpara la historia local, por tratarse de un

llarse sin pasaporte y «por ser conocidopor ladrón forajido».

Este Pedro Sáenz, alias Pericacho, eranatural de Hoyo de Manzanares, de ofi-cio carretero y, desde hacía unos meses,guía del comandante y las tropas que ha-bían destinado las autoridades exclusi-vamente para «buscar y prender a losmalhechores que se habían adueñado dela carretera de Castilla la Vieja y de todoslos pueblos de la zona».

Pericacho también declaró que Caye-tano Terol era miembro de la banda deEl Pájaro, con el nombre de Manuel Sete-cientos, versión que dio por buena elAyuntamiento de Torrelodones. Fue,además, el testigo que con más ahíncotestificó en favor de la culpabilidad deCayetano Terol.

Según la versión del carretero, era pú-blico y notorio que Cayetano Terol era elcriminal que, el 13 de julio de 1824, ha-bía robado y herido con arma de fuegoal cerotero (vendedor de cera) GabrielArance Bueno, natural de Maranchón,en el camino de Hoyo a Torrelodones. Lehabría quitado un macho mular, cera ymonedas. Aunque salió gente en su per-secución siguiendo las huellas de la ca-ballería, cuando llegaron a Moralzarzal,donde unos pastores de Torrelodones lesdijeron que Cayetano había estado conellos bebiendo leche y que llevaba unaespada y dos carabinas, tuvieron quedesistir de atraparlo porque se hizo denoche.

Además, Pericacho acusó también aCayetano de ser el autor de dos asaltosocurridos en las cercanías de Torrelodo-nes. El primero, a unos merineros, aquienes robó dos caballos y un pellejo de

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que la vida de estas personas tenía muypoco valor. Quedaría además por estu-diar el papel del alcohol en estos aconte-cimientos, como se puede desprenderfácilmente del caso específico del asesi-nato en Rascafría, pero que se puede in-ferir también del hecho frecuente de quelas ventas, mesones y posadas fueran loslugares de reunión de los bandoleros.

Tampoco es de extrañar que uno delos principales actores en el apresamien-to y juicio de Cayetano Terol fuese el ca-rretero Pericacho, puesto que lapresencia de bandoleros afectaba muyespecialmente a su gremio. Sin contarcon la ganancia económica que le pudie-se producir actuar de guía de una parti-da militar.

La ejecución de Vicente Muñoz y deCayetano Terol, que para las autoridadesdebía suponer el fin de la banda de ElPájaro de Miraflores, no conllevó, sinembargo, el final del bandolerismo en lazona, como se puede ver simplementeconsultando la prensa de la época. Segúncuentan las crónicas, hasta el mismísimoLuis Candelas, que pocas veces traspasólos límites de la capital para cometer susfechorías, asaltó el 30 de octubre de1836, en Matas Altas, una galera mensa-jera que se dirigía a Madrid.

Habrá que esperar a la segunda mitaddel siglo, con la creación y despliegue dela Guardia Civil y con el avance del fe-rrocarril, para que, lenta pero inexora-blemente, fuesen desapareciendo losasaltos en estos caminos, cosa que no sehabía podido conseguir ni con las nume-rosas disposiciones legales que se suce-

bandolero de Torrelodones a quien per-sigue un carretero del pueblo vecino deHoyo de Manzanares, las piezas de lacausa contra Vicente Muñoz y CayetanoTerol nos dan pistas para entender el fe-nómeno general del bandolerismo en lasproximidades de Madrid a principios delsiglo XIX.

Por su condición de bracero del cam-po y su pertenencia a una partida, Caye-tano Terol refleja perfectamente el perfilhabitual de los salteadores de caminosde su época: hombres jóvenes sin modode subvenir a sus necesidades vitalesmás básicas en un entorno político su-mamente inestable que apelaba fácil-mente a las soluciones violentas y en el

Eugenio Lucas Velázquez, Bandoleros, ca. 1817-187O [ Colección particular ]

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UNA H ISTOR IA RE AL DE BANDOLEROS [ . . . ] A PR INC IP IOS DEL S IGLO X IX * I SABEL PÉREZ VAN K APPEL

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dieron bajo los reinados de Carlos III yCarlos IV, ni con la participación del ejér-cito y de los propios bandoleros en su per-secución. De hecho, a Cayetano Terol y aVicente Muñoz se les concedió un indulto«por algunos excesos que habían cometi-do» a cambio de «contribuir a la persecu-ción y arresto de los demás forajidos quese ocupan en robar en los pinares inme-diatos a este Real Sitio [La Granja]», de-biéndoseles proporcionar subsistencias,armas y municiones, así como los volun-

tarios necesarios para la persecución ycaptura de sus compañeros.

Aunque este indulto fue revocadocuando se les acusó del horrendo crimende Rascafría, por lo que no llegó a tenerefecto, es una muestra más de lo deses-peradas que estaban las autoridadespor eliminar el bandolerismo, no solopor el deseo de acabar con los proble-mas de seguridad pública, sino por lavoluntad de controlar las vías de co-municación y el territorio. *

PÁ G I N A S W E B

Pérez van Kappel, Isabel. 2018.«Salteadores, bandidos y ban-doleros en Torrelodones». Sociedad Caminera del Real deManzanares. (http://sociedadcamineradelreal.org/?p=4030)

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Madrazo, Santos. 1991. La edad deoro de las diligencias: Madrid yel tráfico de viajeros en Españaantes del ferrocarril. Madrid:Nerea.

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N.º 3, JULIO DE 2020 * APUNTES DE EL PONDERAL128 *

PROYECTO TAVERA. RESCATANDO DOCUMENTOS H ISTÓR ICOS * GLOR IA TENA * ANTONIO TENOR IO

extraordinaria pieza de valor y rareza, firmada en 1928 por A. García Villar, de la escuela de Cerámica de

Francisco Alcántara. es un conjunto de veintiséis placas que seguramente se engloben –dado su diseño–

en un conjunto mayor y están adosadas en el exterior de la Casa Alcántara, en el centro de Hoyo de

Manzanares. dicho edificio y los jardines que lo rodean fueron donados, para fines sociales, al pueblo por los

herederos de Francisco Alcántara y de su hijo, Jacinto Alcántara, que le sucedió en la labor artística y docente.

Fotografía de Ernesto Hidalgo Membiela (Asociación Cultural el ponderal)

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