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La conversación terapéutica y la construcción de una etnia 21 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIII / No. 1 / 2004 1 Médico-psiquiatra, profesor del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental y del Departamento de Medicina Preventiva y Social en la Pontificia Univeridad Javeriana. 2 Terapeuta sistémica, directora de Formación en Terapia Sistémica. Sistemas Humanos, Bogotá, Colombia. Docente de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá y Cali; de la Universidad del Valle, Cali, y de la Universidad de la Sabana, Bogotá. La conversación terapéutica y la construcción de una etnia José Antonio Garciandía 1 , Jeannette Samper 2 Resumen El objetivo de este artículo es compartir algunas ideas y prácticas que sobresalen cuando se construye la relación terapéutica en una cultura latinoamericana, luego de tener en cuenta en nuestras conversaciones las diferencias de clase social, raza, educación y etnia que exis- ten entre terapeuta y consultante, y que se hacen evidentes desde el primer momento. Los problemas vividos por nuestros consultantes señalan un amplio espectro de matices de creencias, símbolos y mitos familiares, sociales y culturales, que se han entrelazado en la evolución del problema. Así, exploramos los problemas de nuestros consultantes a la luz de su historia y cultura particular, y mostramos la participación de los seres cercanos, con sus mitos y los discursos y prácticas del entorno que dan sentido a sus éxitos y fracasos. Palabras clave: construcción, etnia terapéutica, conversación. Title: Therapeutic Conversation and the Construction of an Ethnia Abstract The purpose of this article is to share some of the beliefs and practices that stand out when a therapeutic relationship is built in a Latin-American culture, after taking into account in our conversations the differences in social class, race, education and ethnicity that exist between therapist and consultant and that are evident from the start. The problems lived by our consultants show an ample spectrum of cultural and social beliefs, symbols and family myths, that have become twined in the evolution of the problem. So we explore the problems of our consultants in the light of their particular history and culture and we show the participation of close ones, with their myths and the discourses and practices of the environs that give meaning to their successes and failures. Key words: construction, therapeutic ethnia, conversation.

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1 Médico-psiquiatra, profesor del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental y del Departamentode Medicina Preventiva y Social en la Pontificia Univeridad Javeriana.2 Terapeuta sistémica, directora de Formación en Terapia Sistémica. Sistemas Humanos, Bogotá,Colombia. Docente de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá y Cali; de la Universidad delValle, Cali, y de la Universidad de la Sabana, Bogotá.

La conversación terapéutica y la construcciónde una etnia

José Antonio Garciandía1, Jeannette Samper2

Resumen

El objetivo de este artículo es compartir algunas ideas y prácticas que sobresalen cuando se

construye la relación terapéutica en una cultura latinoamericana, luego de tener en cuenta

en nuestras conversaciones las diferencias de clase social, raza, educación y etnia que exis-

ten entre terapeuta y consultante, y que se hacen evidentes desde el primer momento. Los

problemas vividos por nuestros consultantes señalan un amplio espectro de matices de

creencias, símbolos y mitos familiares, sociales y culturales, que se han entrelazado en la

evolución del problema. Así, exploramos los problemas de nuestros consultantes a la luz de

su historia y cultura particular, y mostramos la participación de los seres cercanos, con sus

mitos y los discursos y prácticas del entorno que dan sentido a sus éxitos y fracasos.

Palabras clave: construcción, etnia terapéutica, conversación.

Title: Therapeutic Conversation and the Construction of an Ethnia

Abstract

The purpose of this article is to share some of the beliefs and practices that stand out when

a therapeutic relationship is built in a Latin-American culture, after taking into account in

our conversations the differences in social class, race, education and ethnicity that exist

between therapist and consultant and that are evident from the start. The problems lived by

our consultants show an ample spectrum of cultural and social beliefs, symbols and family

myths, that have become twined in the evolution of the problem. So we explore the problems

of our consultants in the light of their particular history and culture and we show the

participation of close ones, with their myths and the discourses and practices of the environs

that give meaning to their successes and failures.

Key words: construction, therapeutic ethnia, conversation.

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Introducción

En Europa y Estados Unidos,desde la mitad del siglo pasado, te-rapeutas de todos los modelos deintervención individual se dieron ala tarea de integrar ideas sistémicasy nuevas teorías sobre la comuni-cación y la influencia del contexto asu forma de comprender e interve-nir en los problemas. En nuestromedio colombiano nos hemos dadoa la tarea de adaptar y de utilizarestos avances en condiciones biendiferentes a la de los pioneros dereconocimiento internacional. Que-remos hacer hincapié en la influen-cia de la cultura como un organi-zador trascendental en la vida delindividuo y del quehacer terapéuti-co. Como observadores-participan-tes de la cultura colombiana, nues-tra visión refleja las distinciones quehacemos y cómo hemos afinadonuestra mirada y nuestro oído paraentender que las historias de dolory frustración expresan las marca-das diferencias que existen en elentorno étnico-cultural. En el tras-fondo de cada historia contada, vis-lumbramos cómo se hacen presen-tes las características de clase, raza,origen étnico, nivel educativo, géne-ro y lengua para lograr, como diríaHumberto Maturana, “el reconoci-miento del otro como un legítimootro en la relación” (1).

En su libro Terapia sistémica de

Milán, Luigi Boscolo y GianfrancoCecchin comparten con Lynn Hoff-

man, Peggy Penn y los lectores cómoel equipo terapéutico y el sistemaconsultante se integran y confor-man un sistema significante que ela-bora nuevos significados sobre elproblema que los reúne. Desdenuestra experiencia, queremos resal-tar la dimensión étnica, donde elvalor principal se logra cuando seintegran las comprensiones del con-sultante y su terapeuta en la crea-ción de una más abarcadora. Esdecir, se crea un nuevo sistema enel cual se funden las complejidadescontadas y vividas por todos susmiembros, que generan un exclusi-vo tejido desde el cual se puede co-menzar a vivir de manera diferente.Este grupo terapéutico lo hemosnombrado sistema étnico signifi-cante o etnia terapéutica.

Esta etnia terapéutica recogetodas las características del con-sultante y del terapeuta a fin decrear una relación cuyo objetivo eslograr, en un tiempo y espacio sin-gular, la transformación de creen-cias y acciones para luego disolverel sistema. Por ejemplo, en uno delos casos que analizaremos, la pri-mera frase expresada por la pacien-te identificada (mujer blanca de 24años que llega acompañada por suspadres) crea una apertura al “símismo” de la joven y a la etnia fami-liar que ha creado el problema. Así,cuando la madre intenta excusar-se, a los pocos minutos de iniciadala sesión, diciendo “... me acabo deacordar de que dejé una olla en el

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fogón”, Susy comenta con tono devoz fuerte y acusatorio: “Ella mien-te, siempre hace eso, me deja en losmomentos difíciles, ella no quiereestar aquí, ella nunca toma partido”.

Luego de esta escena y aludien-do a la clase social de los consultan-tes, la terapeuta sugiere hacer unallamada telefónica a la empleadapara que se resuelva ese inconve-niente. Ahí es donde se evidencianlos primeros hilos de significado quese entrelazan en la evolución delproblema de la consultante. El pa-dre, quien ha mantenido silenciohasta que la madre se ausenta, ex-presa que desde su estadía en Esta-dos Unidos, cuando Susy tenía doceaños, la familia se acostumbró a notener empleada, explicación quejustifica a la madre el ausentarse ydejar a su hija enfurecida y sola conel papá. Este inicio da pie para ex-plorar la aparición del problema deSusy en Estados Unidos, cuandoella dice que “observé que mi her-mana mayor iba al psiquiatra yobtenía grandes atenciones y privi-legios, entonces yo también quisetener esos beneficios, así que em-pecé a actuar como loca, como ellalo hacía”.

Susy cuenta que desde enton-ces lleva doce años asistiendo amúltiples terapias, donde la handiagnosticado como “...esquizo-frénica, paranoide, ‘borderline’,trastorno de personalidad, TAB,trastorno de identidad sexual...”,

entre otros. Este discurso de Susy,aparentemente aceptado por su pa-dre, genera curiosidad sobre el sig-nificado que cada uno de estosdiagnósticos puede haber tenido enel desarrollo del problema y en elsentido que Susy y su familia hanlogrado de “sí misma”. Tom Harré,en su libro La mente discursiva (2),resalta cuatro coordenadas en lasque se mueve y evoluciona el “símismo”, elementos que, hemos en-contrado, nos ayudan a orientarnuestra conversación con Susy.Harré ubica la primera coordenadaen el espacio físico donde la perso-na se relaciona para crear su pro-pia visión del mundo. La segundacoordenada tiene que ver con eltiempo y la secuencia de eventosusados por cada ser humano mien-tras traza su propio camino. Latercera se observa en las manifes-taciones de responsabilidad quesurgen a partir de las obligacionesy compromisos que la persona in-corpora desde su entorno. Final-mente, la identidad social provienedel lugar que ocupa la persona enrelación con otros de su estatus,edad, reputación y género.

En las frases iniciales de Susyestas cuatro coordenadas se visibi-lizan de la siguiente manera: el in-tercambio entre terapeuta y familiasobre el motivo para ausentarse lamadre refleja elementos del espaciofísico histórico y actual de esta fa-milia. En los comentarios de Susysobre su observación de las conduc-

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tas que inicialmente llevaron a suhermana mayor a recibir un tratopreferencial deseado por ella se evi-dencia la segunda coordenada men-cionada por Harré. Igualmente sehacen visibles los hilos que mostra-rán la dinámica que se establecióentre padres e hija frente a los diag-nósticos de enfermedad mental,donde ellos, como padres respon-sables, buscan una y otra vez unprofesional que pueda diagnosticar,tratar y curar a su hija enferma,mientras ella se convierte en exper-ta manipuladora de esos hilos.Finalmente, Susy adquiere la iden-tidad de una enferma mental cróni-ca frente a sus hermanos, familiaextensa, colegio y los profesionalestratantes. Por lo anterior, conside-ramos necesario para conocer acada persona y su motivo de con-sulta hacer preguntas sobre el es-pacio familiar, los eventos históricossignificativos, la distribución de res-ponsabilidades y el lugar que elconsultante ocupa en relación conotras personas de su medio social.

Nuestro interés se centra en com-prender la interacción de nuestroconsultante con personas significa-tivas a lo largo de su historia, tenien-do en cuenta la visión genial deGregory Bateson, cuando afirmacómo “la interacción es la unidadelemental en la evolución de los sis-temas humanos” (3). El estudio deldesarrollo relacional del problemadesde los primeros instantes de lacomunicación terapéutica nos indi-

ca que el individuo y su problemaestán sumergidos en un universo derelaciones y relatos, muchos de loscuales lo han precedido (4) y otrosse han generado en la convivencia.

El relato sobre el motivo de con-sulta y las palabras utilizadas paradescribirlo reflejan la complejidadde relaciones y relatos que conflu-yen en la creación, evolución y per-manencia del síntoma. Sin laspalabras y acciones de las relacio-nes interpersonales sostenidas a lolargo del tiempo, el problema y laidentidad problematizada, así comola cultura familiar serían diferentes.Sin embargo, el hecho de presen-tarse tal y como lo describen es parael terapeuta una invitación a inda-gar sobre el entrelazamiento demundos privados, mundos públicosy palabras expresadas que los co-nectan y los mantienen.

Las personas y los problemasque somos invitados a comprendertienen que ver con “...un ancestrocomún a través del cual los indivi-duos han evolucionado valores ycostumbres compartidas [...] la fa-milia es la trasmisora [...] ejercien-do una influencia muy poderosa enla determinación de la identidad”.McGoldrick prosigue diciendo que“La etnicidad puede equipararse,junto con el sexo y la muerte, comoun tema que toca intensamente lossentimientos inconscientes pro-fundos de la mayoría de las perso-nas” (5).

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En la interacción, los partici-pantes van creando un espaciorelacional donde se comparte la his-toria pasada del consultante, se viveel presente con dolor y donde elfuturo está por definir (6). El pro-blema vivido en el presente general-mente habla de experiencias yrelaciones que adquieren significa-do a la luz de los mitos y prácticasque conforman el entorno delconsultante. En el encuentro cadaparticipante aporta palabras y ges-tos que el otro lee y que se convier-ten en preguntas, aclaraciones onegaciones, para crear así un de-rrotero común. Los miembros deeste sistema étnico recién constitui-do llevan su diálogo a partir de losocial y público, para luego cons-truir una relación donde lo íntimo,lo privado y lo sagrado se convier-ten en hilos que se entrelazarán enun tejido único, exclusivo de esosencuentros.

Los hilos que conforman el teji-do que soportará la etnia terapéuti-ca parten de la polifonía de vocesque expresan las historias de dolorque han iniciado la terapia. Cadavoz aporta las creencias y vivenciasque su autor necesita canalizar conla esperanza de que sea escuchaday compartida por otros. En ese de-sarrollo el tejido se va complejizandoy va formando el entramado de unmural que cobrará sentido en el fu-turo. La riqueza de la expresión delas imágenes contenidas en el mu-ral se logra merced a las preguntas

y respuestas que se entrelazan apartir de los mitos y ritos que en elentorno externo han dado sentidoa la situación actual.

La experiencia con dos familias,donde el paciente identificado, miem-bro menor de la familia, se comportade maneras que la familia y otrosprofesionales han calificado como“extrañas, bizarras, incomprensiblesy problemáticas; merecedoras dediagnóstico y tratamiento psiquiá-trico”, nos permiten explicar nues-tro entendimiento de la etnia tera-péutica.

Las historias

La familia de Susy procede deun estrato socioeconómico alto, co-lombiano. El padre, ingeniero profe-sional, alto ejecutivo de una empre-sa multinacional, es trasladado porsu empresa a Estados Unidos, don-de viven durante diez años, en tresciudades diferentes. Entre Susy y suhermana mayor hay una diferenciade quince años, la cual se convierteen una diferencia importante al tra-tar de entender el historial de susdiagnósticos y tratamientos; “psico-sis, trastorno bipolar, etc.”.

El motivo de consulta de la fa-milia de Susy tiene que ver con sumolestia en relación con la situa-ción que están viviendo. En el pri-mer encuentro Susy se describecomo “Soy TAB”, a lo cual la tera-

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peuta intencionalmente pregunta“...y eso ¿qué es?”. “Usted es tera-peuta y no sabe qué es un TAB”,añade Susy con sorpresa, para lue-go relatar la larga historia de susmúltiples diagnósticos y tratamien-tos, que la terapeuta aprovecha conel objetivo de deconstruir con elloslos entendimientos familiares.

Entre preguntas, respuestas yrecuentos se comienzan a eviden-ciar las creencias de su familia fren-te a sus conductas, es decir, las‘patologías’ que han causado hos-pitalizaciones, fracasos académicosy el aislamiento de la familia exten-sa y de la sociedad en general. A sus24 años, Susy ha estado en tres uni-versidades y ha iniciado tres carre-ras profesionales diferentes. Lospadres reportan un novio, para ellos‘imaginario’ y muerto hace variosaños. Susy pelea con este conceptoy alega que Germán sí fue su novioy que son ellos quienes quieren ima-ginar lo contrario, para mantenerlaalejada de amistades y familiares.

Susy relata su enamoramientode un sacerdote, el cual vivió ellaunilateralmente, pues sólo su ma-dre lo sabía, lo que la llevó a aislar asu hija de la comunidad y del confe-sionario. La madre igualmente leprohibía a Susy establecer amista-des, aun con sus primas; porqueconsideraba que ella era muy pre-guntona e imprudente y que le pro-vocaba vergüenzas a la familia.Orgullosamente ambos padres resal-

taban su amor por Susy, demostra-do en sus múltiples terapias, las cua-les no habían dado los frutos espe-rados.

Luego en una sesión individual,Susy presenta a su amiga “cons-cientemente inventada y secreta”(Anabella Falatori), a quien admiraen secreto y pretende emular. Des-cribe a Anabella como la personaque ella anhela llegar a ser. Tienetodos los atributos del “yo ideal” deSusy: “es linda, habla varios idio-mas, tiene dinero, viaja por el mun-do, tiene muchos admiradores y haestado casada varias veces”, lo cuales un problema según la religión ca-tólica profesada por ella y por su fa-milia. “Pero”, dice Susy, “aun losconflictos de valores y costumbreslos maneja bien Anabella, y yo qui-siera poderlo hacer también”.

En ese momento Susy está enun tratamiento psiquiátrico farma-cológico, donde toma olanzapina,sinogan, ácido valpróico y fluoxe-tina. Los padres traen a su hija enbusca de un nuevo diagnóstico conposibilidades de nueva formulación.Teniendo en cuenta la composiciónde nuestro equipo, dos terapeutasde familia, uno psicólogo y otro psi-quiatra, nuestra primera acción secentra en iniciar una terapia conSusy, su madre y su padre; reva-luar el tratamiento farmacológico,y deconstruir el diagnóstico psi-quiátrico realizado por prestigiososprofesionales para comprender

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cómo se construyeron y mantuvie-ron éstos.

En nuestras conversacionesvamos extrayendo los hilos que hantejido una densa y tupida malla quesostiene la ‘enfermedad mental’, quelos padres ya consideran heredita-ria y compartida por otros miembrosdel sistema familiar. La enfermedadde la hermana mayor, tratada enNueva York por un prestigioso pro-fesional en Park Avenue, se convier-te para Susy en un ideal que elladesea para sí misma. La joven re-clama, sin embargo, que cuando:

Me tocó mi turno, ya no me lle-varon a la elegante oficina, conescaleras sugerentes […] A mí meatendió el psiquiatra inicialmen-te en consulta y luego hablamosperiódicamente sólo por teléfono.Esta diferencia me llevó a bus-car otras conductas que pudie-ran darme a mí la importanciaque veía que tenía mi hermana[...] Ahí comencé a inventar va-rias cosas que pudieran ser efec-tivas en darme la atención quequería. Me inventé ser lesbiana,anoréxica, rebelde y esquizo-frénica [...] pero cada vez las co-sas iban peor.

Greg es un joven estadouniden-se de 22 años, que se retiró de unaprestigiosa universidad donde estu-diaba matemáticas porque ambi-cionaba ser “músico callejero”,actividad que lo llevó a trasladarsede Boston a San Francisco, en bus-

ca de éxito. Allí vivió durante dosaños, y es el lugar donde ocurre elprimer incidente. Él también es elhijo menor de una familia con doshijos, padres separados hace cincoaños, su madre vive sola en NuevoMéxico y su padre (recién casado)vive en Colombia con su segundaesposa. El padre de Greg trae a suhijo a este país, porque la madredice que las conductas bizarras deljoven le causan problemas, auncuando ella no comparte el diagnós-tico de los médicos. Ella quisieracruzar la frontera y llevar a Gregadonde un brujo que pueda sanar-lo de los espíritus que lo han domi-nado, en vez de seguir el tratamientofarmacológico-hospitalario reco-mendado en Estados Unidos.

Buscando ayudar a la madre yoponiéndose al tratamiento alterna-tivo, el padre decide traer su hijo aColombia. En la primera cita solici-tada por su empresa multinacional,el padre relata que:

...estando en los Estados Unidos,hace unos meses, Greg fue reco-gido por un policía que lo obser-vó actuando de manera bizarra(hablando solo y gesticulando os-tentosamente como si hablaracon alguien) en una estación detren. Al acercarse, Greg continúay se ríe cuando el policía le pre-gunta si habla con alguien. Gregresponde afirmativamente auncuando se encuentra solo, lo cualimpulsa a la autoridad a llevarloa un centro psiquiátrico donde es

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diagnosticado y formulado comoesquizofrénico.

El padre continúa su relato di-ciendo que:

Greg fue retenido dos veces, locual lo llevó a tener que cambiar

de Estado e irse a vivir con su

mamá, quien ahora dice que nopuede tenerlo más porque está

persiguiendo y ahuyentando a

sus inquilinos [...] especialmen-te a una joven que se queja [de]

que Greg la observa, la persigue

y luego se le para adelante en si-lencio, riéndose sin hablar”.

A la primera cita llegan papá,su nueva esposa y Greg, quien apa-rece algo dopado, con dificultadpara hablar, riéndose y hablando uninglés incoherente. Varios aspectosimpactan a la terapeuta: su estatu-ra, un nistagmo, su albinismo y surisa, que fue acogida como burlonay desafiante. Ante las preguntas dela terapeuta se inicia un intercam-bio lúdico, pero a la vez evasivo,como un baile entre un toro y quienbusca encerrarlo de nuevo. Sorpren-dentemente, cuando el padre rela-ta un episodio vergonzoso recienteen una recepción, donde Greg leresponde al saludo de la gerente dela empresa que “las vacas que vue-lan dan leche color café”. Greg aña-de “Yo sé que dije eso, quería que élse riera, y lo logré... Me gusta hacerreír a la gente... Fue lo mismo quehice en Estados Unidos”.

Greg continúa hablando en una‘ensalada’ de palabras incoherentes,que llevan a la terapeuta, quienrecuerda la habilidad de MiltonErickson, a responderle de la mis-ma manera. Esto genera una pri-mera conexión entre los dos, dondeGreg reitera su deseo de “tener ami-gos y hacer feliz a la gente”. En eseinstante el nistagmo de Greg apa-rece como un elemento paradójica-mente distorsionador y conector, almismo tiempo ante la preguntasobre el efecto que su mirada ha te-nido en sus relaciones interper-sonales.

Etnia y terapia

Nosotros entendemos comoetnia un grupo social que interactúay se organiza de forma particularbasándose en una serie de símbo-los, mitos y lenguajes que son ex-clusivos para sus miembros. Comoconsecuencia del entrelazamientoconversacional, la etnia desarrollauna forma idiosincrática de en-tender la vida pasada, presente yfutura.

Desde una perspectiva antro-pológica, la etnia suele caracterizar-se por ciertas señas de identidadrelacionadas, entre otras cosas, porel vestido, cuyo tejido surge al en-trelazar hilos de diferentes texturasy colores para generar su propiodiseño. La metáfora del tejido noses especialmente ilustradora, por-que éste rige como una prolonga-

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ción de la piel, es decir, es lo queestá en contacto con la piel y con elmundo. El tejido es la hermeneusis,el Hermes o mensajero que tradu-ce, comunica e interpreta a otros lascaracterísticas que resaltan las di-ferencias.

Una etnia es una forma parti-cular de traducir e interpretar ensímbolos, mitos y lenguajes la rea-lidad, así como una forma de tejerel mundo, la realidad y el universo.En este sentido, cada etnia constru-ye sus propias metáforas para lacomprensión del mundo, y cada unatiene sus símbolos, que son la ex-presión de la canalización de lasenergías personales y sociales, lascuales congregan la fantasía y laimaginación, que a su vez son recur-sivamente los creadores del símbo-lo. Todo ello sucede en el lenguaje,con éste y para éste. De esto surgeuna hermeneusis personal en losindividuos de la etnia, de modo queinterpretan el mundo y sus hechosen función de ésta.

“El universo simbólico tambiénposibilita el ordenamiento de lasdiferentes fases de la biografía” (7).Cada una de las fases biográficasde la niñez, la adolescencia, laadultez, etc. Se legitima como modode ser en el universo simbólico (muya menudo como modo particular devincularse al mundo de los dioses).

De la confluencia entre símbo-lo y lenguaje se deriva el mito. La

mitología organiza los símbolos enel lenguaje, con éste y para éste, ydesde allí se construyen las metá-foras que la etnia condensa en lasvivencias y experiencias del univer-so. La mitología congrega los sím-bolos individuales en una mismavisión común e integrada que per-mite a los miembros de la etnia elacceso a entendimientos y a com-prensiones comunes, compartidos.

“La mitología representa la for-ma más arcaica para el manteni-miento de universos, así como enverdad representa la forma más ar-caica de legitimación en general...”(7). Así, desde la etnia se constru-yen sentidos de la experiencia quepueden ser comprendidos en pro-yecciones donde el significado escompartido.

Entiendo un sentido como unaproyección cultural, pero confundamento en re, es decir, confundamento en la experiencia, enla vivencia profunda. Para mí elsentido no dice meramente laverdad, sino verdad y bondad almismo tiempo y, por lo tanto, meaparece como una posibilidad deromper desde dentro el entra-mado escolastizante que asfixia-ba nuestro pensamiento. (8)

En este sentido, la crisis psicó-tica o esquizofrénica (de Susy y deGreg) puede consistir en una desim-bolización; en una pérdida del uni-verso simbólico anterior, que no seencuentra en la nueva fase biográ-

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fica de la persona, o en el intentode utilizar en la misma fase biográ-fica el mismo universo simbólicocuando se exige otro. Por ello, des-de nuestra perspectiva, en el en-cuentro terapéutico creamos sím-bolos y mitologías. Por ejemplo,desde la mitología psiquiátrica ofi-cial, la esquizofrenia es presentadacomo una entidad monstruosa demente dividida. En nuestro encuen-tro terapéutico podemos construiruna mitología basada en símbolosque expresan una forma de relación,como en los casos mencionados, enlos cuales en uno construimos lamitología de una Susy ‘malcriada’ yen el otro, la de un Greg ‘perezoso’.Tales reformulaciones les permitie-ron abrir ventanas hacia un nuevoespacio de relación.

Por ello, desde la terapia, la et-nia se funda en la experiencia delcontacto íntimo entre terapeuta ypaciente, y permite el olvido inicialde las etnias desde las que se pro-vienen. En las conversaciones conSusy y Greg, el cuestionamiento delTAB y de las vacas que dan lechecafé posibilitó dejar a un lado en-tendimientos de la cultura psiquiá-trica tradicional, para crear unarelación donde es posible extraerotros significados que facilitan laconstrucción de un mundo nuevo.

La diferencia entre la descripcióndel proceso basada en la expe-riencia sensorial y la clasificaciónde la forma, abstracción de or-den superior, no es nada trivial.

En la obra de Bandler y Grinder(1979) se destaca que la mayoríade clínicos (y sus clientes) habi-tualmente confrontan el mundosin distinguir entre su experien-cia sensorial y las abstraccionesque han creado acerca de ella. Elproblema reside en que estasabstracciones de orden superiorcreadas por los clínicos se con-vierten con frecuencia en losdatos primarios de la terapia,remplazando a su experienciasensorial inmediata. (9)

El contacto íntimo (encuentroconversacional genuino) es, en sín-tesis, un acto fundacional de la et-nia, siempre y cuando éste permitala expresión de voces y experienciassilenciadas, que no han tenido po-sibilidad de expresión. En este sen-tido, la vida cotidiana está llena demomentos fundacionales que, en lamayoría de los casos, no progresanhacia la construcción de una etnia.Sin embargo, el contacto íntimo enel contexto temporo-espacial delencuentro terapéutico le da un ca-rácter, además de cotidiano, simbó-lico, ritual y mitológico.

Las tipificaciones del otro son tansusceptibles a mi interferencia,como lo eran las mías a la suya.En otras palabras, los dos esque-mas tipificadores entran en ne-gociación continua cuando setrata de una situación cara acara. En la vida cotidiana es pro-bable que esta clase de negocia-ción pueda de por sí disponersede antemano, de manera típica,

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como en el típico proceso de re-gateo entre clientes y vendedores.De tal modo, la mayoría de lasveces mis encuentros con losotros en la vida cotidiana son tí-picos en un sentido doble: yoaprehendo al otro como tipo yambos interactuamos en una si-tuación que de por sí es típica.(7)

Desde la perspectiva de la et-nia terapéutica, estamos proponien-do que más allá de una terapia enla que contextualizamos la patolo-gía y sus soluciones, existe la posi-bilidad de crear un nuevo universosimbólico con el paciente, quienindependiente de sus contextos co-tidianos puede convertirse por símismo en una verdadera realidadétnica, con el poder suficiente paragenerar alternativas de vida quesuperen el sufrimiento que el sín-toma genera.

Para nosotros, el encuentro te-rapéutico se desarrolla como unproceso simbólico, es decir, como unproceso de significación que serefiere a realidades que no son lasde la experiencia cotidiana. Éste esun proceso que tiene un carácterfundacional de una nueva mitolo-gía, basado en una concepción dela realidad que plantea la continuapenetración del mundo de la ex-periencia cotidiana por fuerzassagradas.

Cada etnia tiene su simbologíaconectada a una mitología. Inunda-dos como estamos por la mitología

de los poderosos con la serie de suDSM I, II, III o IV, nos atrevemos aplantear otra mitología, una quepretendemos construir y reconstruircon el consultante. Si a nuestrosdos consultantes presentados eneste artículo el mito de la esqui-zofrenia (el monstruo de mente di-vidida, de dos cabezas devorador ydestructor) no les ha servido paraseguir una vida creativa, ¿por quéno intentar en nuestra etnia tera-péutica un nuevo mito, uno quepermita la lucha por la vida? Por ellonuestra elaboración conjunta de la‘malcriadez’ y la de la “mente ágilen un cuerpo perezoso” ayudaron aconstruir categorías de entendi-miento personal y acción diferentes.

La esquizofrenia (el monstruode mente dividida) es un mito delpoder (la ruptura de la conciencia ydel inconsciente, una herida que nosutura), y como todo mito su fin es“reconstruir el universo partiendode aquel punto en torno al cual ydesde el cual el sujeto que busca larazón de ser se organiza a sí mis-mo, de aquel punto en el que esespontáneo” (8).

La mitología no busca explicar,busca fundar o motivar. El mons-truo de mente dividida (esquizo-frenia) funda y motiva un modo deser y de mostrarse en el mundo.Nuestra idea se inicia en el puntoen que podemos generar mitos di-ferentes que fundan y motivan otroscomportamientos diferentes, y que,

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a la vez, exigen actitudes diferentesde ser y de mostrarse en el mundo.Para Susy, con su ideal de ser comoAnabella Falatori –una mujer edu-cada, exitosa y con modales impeca-bles–, la descripción de ser ‘mal-criada’, mas no loca, le sirvió paratransformar sus conductas bizarrasen comportamientos funcionales.Un ejemplo de esto fue su respues-ta a un aviso en el periódico, que lallevó entrevistarse y a aceptar untrabajo como recepcionista en unhotel.

En el caso de Greg, la metáforade tener una mente ágil, pero uncuerpo perezoso, permitió que de-jara de sentarse por horas en unsillón frente a un ventanal, dondehablaba y escribía incoherencias,para aceptar invitaciones de sumadrastra a jugar tenis, tomar uncurso de español para extranjerosofrecido en una universidad local yparticipar de un grupo de jóvenesde la comunidad estadounidenseresidenciada en Bogotá.

Desde la mitología del poder seimpone la necesidad de destruir oacabar el mal (monstruo de mentedividida: esquizofrenia). Lo terriblees que éste es parte de nosotros mis-mos, y por ello tratar de extirparloabsolutamente equivale a destrui-mos. Es necesario dejar de proyec-tarlo fuera (el paciente tiene esqui-zofrenia, dice el terapeuta, como sieso no tuviera que ver con él) y asu-mirlo, aceptar que ese “monstruo de

mente dividida” está también en lamente del terapeuta y lo que nece-sitamos el consultante y terapeutaes tragárnoslo, para poder digerirloy asimilarlo, es decir, transfor-marlo.

Paradójicamente el presunto malcomparecería así como relativa-mente bueno pues sería, preci-samente, la materia prima parala obtención del simbólico oro osentido humano de la regenera-ción. Lo que sí cabe, pues, es es-perar y trabajar como quisoBaudelaire, para que del mismomal broten flores. (8)

La transformación sucede cuan-do con el consultante nos integra-mos en una etnia, una que es nue-va y necesita mitos fundacionalesque dirijan su existencia y sus ac-ciones, es decir, interpretamos eluniverso desde una mitología nue-va. Donde estaba el mito de la esqui-zofrenia, terapeuta y consultanteconstruyen nuevas explicaciones ysignificados que amplían el rangode acción, ahora se habla de la mal-criadez y de la mente ligera en uncuerpo perezoso.

Con Susana, la mitología ante-rior estaba compuesta, por una par-te, de múltiples diagnósticos detrastorno afectivo y psicosis-esquizofrenia, elegidos por profesio-nales anteriores, y, por otra, por losde ella: ser lesbiana, rechazada, queimaginaba cosas (por ejemplo, que

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Germán, un novio difunto, sí la ha-bía querido). Con ella se construyeuna nueva mitología de actuar comoniña malcriada, donde el símbolo dela malcriadez se convierte en algoque, colaborando con sus terapeu-tas, logra superar y que nos permi-te hablar sobre formas de relacióne interacción socialmente aceptadasque ella se apropia y practica to-mando clases en un centro de idio-mas, y buscando un trabajo (aespaldas de su familia) en un hoteldonde logra desempeñarse durantevarios meses como una personaadulta normal.

Etnia terapéutica

En la antropología, una etnia esuna agrupación natural o grupo mi-noritario que comparte caracterís-ticas similares de lengua y cultura.Mirado así, una etnia es un grupoespecífico de una raza o nación, lacual es una agrupación mayor. Enel mundo grande de la terapia, cadamodelo terapéutico o grupo de pro-fesionales define su forma de hacer-la por medio de características simi-lares en forma de pensar y actuar.Para el Grupo de Milán, la relaciónentre terapeuta y consultantes creaun sistema significante con rasgosparticulares; así, Harlene Andersony Harry Goolishian describen surelación terapéutica como unacolaborativa donde el problema creael sistema. Tom Andersen describela importancia de la voz y las obser-

vaciones de otros para ampliar el en-tendimiento sobre el problema; no-sotros queremos aportar el concep-to de etnia terapéutica para hacerhincapié en las características per-sonales y culturales de los partici-pantes del encuentro terapéutico.

Entendemos que la etnia tera-péutica surge de una relación sa-grada, que ocurre en un tiempo yespacio separados del mundo de lacotidianidad y de lo profano, dondese genera un lenguaje y cultura ex-clusiva e irrepetible. Se conformacomo comunidad minoritaria que seautodetermina con objetivos perso-nales, acuerdos y normas que ladistinguen: la periodicidad y propó-sito de los encuentros, los mitos ycreencias que cada miembro apor-ta, los símbolos que se crean consentido trascendental, el interés entransformar historias paralizantesen relatos de crecimiento y evolu-ción y, finalmente, el intercambio demotivos que dan paso a la destruc-ción de la etnia (por ejemplo, la cele-bración de la pérdida de lo patoló-gico como el ordenador del sentidode los encuentros). De esta mane-ra, la etnia terapéutica se constitu-ye en un ritual de paso, en un mo-mento histórico de la vida de losparticipantes.

Para nosotros, la etnia terapéu-tica se organiza a partir de lo habla-do entre las personas, quienes másallá de compartir significados, van adar sentido diferente a las historias

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vividas y a las historias que se cons-truirán a partir del encuentro. Tan-to consultante como terapeutaaportan a la conversación hechos eideas escogidos que van tejiendoen el ir y venir de palabras e histo-rias con nuevos significados para eldesempeño en el espacio vitalextraterapéutico. Se establecen lími-tes entre lo de adentro y lo de afue-ra, lo público y lo privado, lo profanoy lo sagrado, donde lo característicodel mundo terapéutico es la virtua-lidad que adquieren las palabras.

En las conversaciones con Gregel discurso del diagnóstico deesquizofrenia quedó bloqueado, y,en cambio, en la conversación tera-péutica se dialogaba sobre los mo-vimientos que deseaba hacer en susrelaciones interpersonales, especial-mente con sus padres y sus pares.Greg entendía su dificultad de con-versar con otros como el obstáculomás grande para su bienestar y ala normalidad. Añoraba aprender aconversar “fluidamente”, como ob-servaba que otros lo hacían, y refe-ría que las frases que su madre lehabía recomendado años atrás yano le ayudaban a mantener la con-versación. En el espacio sagrado dela terapia Greg pudo poner en co-mún, pero en privado, el temor, laangustia y la dificultad que viven-ciaba cada vez que quería acercarsea una persona que deseaba cono-cer y convertir en “amigo”, porque aél no se le ocurría de qué hablar. Eldiscurso médico que traía de

esquizofrenia había tenido el efectode congelar aún más sus esfuerzosde socialización, pues sus padres yfamiliares privilegiaban la importan-cia de la dificultad, haciendo invisi-ble en lo cotidiano la incapacidadde Greg por conversar para salir desu aislamiento. Él mismo relatabaque algunas veces recurría al usode ‘ensalada’ de palabras para ha-cer reír a su interlocutor, pues sesentía más conectado con el otrocuando veía que podía generar unarespuesta amable. Igualmente,cuando la reacción de su interlocu-tor era de asombro o confusión,Greg sufría y se entristecía al versu incapacidad “de hacer al otro fe-liz”. En una intervención le fue su-gerida la idea de “hacer preguntasa su interlocutor sobre lo que estedecía, pues así el otro al responderpodía vivenciar el interés de Greg yademás continuar con su respues-ta la conversación”. De esta mane-ra fue posible obviar la tensión ycrear un diálogo fluido, ya que notenía que preocuparse de sí mismoy su única tarea era elaborar unapregunta sobre lo que el otro esta-ba hablando.

Para comprender por qué pen-samos en términos étnicos y cultu-rales como esenciales para el éxitode las conversaciones terapéuticas,es importante mencionar que desdehace varios años los autores noshemos reunido semanalmente a re-flexionar sobre nuestro rol como te-rapeutas. Los encuentros personales

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y conversaciones con grandes maes-tros y terapeutas del mundo de laterapia familiar sistémica nos lleva-ron a crear un espacio de reflexión yevaluación sobre nuestro trabajo.Nos fuimos sensibilizando frente ala presencia de nuestros maestrosen nuestras conversaciones y toma-mos conciencia de que algunasdificultades vividas con nuestrosconsultantes adquirían sentidocuando entendíamos que nuestrosmaestros y sus experiencias perte-necían a una cultura diferente a lade nuestros consultantes.

Hoy, mirando hacia atrás, ve-mos en nuestro actuar un mestiza-je de prácticas y comprensiones queenriquecen nuestro acercamiento alotro. Hemos intentado incorporar ennuestro quehacer terapéutico ras-gos de la habilidad de Peter Langpara construir contextos conversa-cionales y agotar la riqueza de uncontexto antes de abrir otros; la ca-pacidad de escucha y reflexión deTom Anderson, que luego abrenenormes espacios de movilización;la ingeniosidad para formular pre-guntas de John Burnham y Gian-franco Cecchin, y la sensibilidadhumana de Karl Tomm y MichaelWhite, enriquecidas por la habilidadque tienen para sumergirse en elmundo del otro y construir nuevasposibilidades.

En nuestros encuentros surgióde manera inesperada, pero intere-sante, nuestra propia biculturali-dad, por ello partimos de la realidadde vivir en un contexto multiétnico,multicultural que vive en guerra concuatro facciones en conflicto (el Es-tado, la guerrilla, los paramilitaresy los grupos de narcotraficantes), lascuales tienen la pretensión de ob-tener el control y el dominio de losdemás. De esta manera, en este con-texto de intolerancias, el sentido delo colaborativo no parece ser impor-tante y posible; sin embargo y demanera inesperada, comprendimosque, debido a nuestras identidadesbiculturales y bilingüistas, ambosautores nos hemos pasado la vidaintegrando y resignificando diferen-cias de manera familiar y cotidia-na, razón por lo cual hacerlo enterapia se ha vuelto algo esencial.

En un artículo anterior (10) nosreferimos de manera detallada a lanecesidad de traer a la conversaciónlas voces silenciadas y las caracte-rísticas subyugadas del consultante.Así, el concepto de etnia terapéuticaintegra una multitud de voces pro-venientes de una multiplicidad de lu-gares: las voces de nuestros maes-tros, las voces nuestras y las denuestros consultantes, unidas en unrico vaivén generador de alternati-vas multiétnicas.

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La construcción de la etnia

terapéutica

La experiencia del contacto

Nuestro objetivo es compartir loque entendemos ocurre en el inter-cambio conversacional del terapeu-ta y del consultante, al centrar laatención en la riqueza de los sím-bolos, de los mitos y de las com-prensiones compartidas. Hemosilustrado nuestra comprensión condos casos específicos, donde cree-mos que las historias contadas re-flejan aspectos críticos de la culturafamiliar y la forma de vivir de nues-tros consultantes, que no han sidosuficientemente tenidos en cuentapor terapeutas anteriores. Los rela-tos de nuestros consultantes mos-traron personas, hechos y temas desu vida anterior que se han conec-tado para crear un diagnóstico clí-nico que ellos nos traen como‘verdadero’ y limitante. La historiarelatada por ellos era una concate-nación de situaciones vividas en untiempo lineal, donde muchos fami-liares y profesionales han participa-do en la organización de la historiatal y como es contada y vivida. Nues-tro esfuerzo se centró en conocer demanera minuciosa a nuestro con-sultante y a su familia a través dela historia del problema, por ellocentramos nuestra atención en losmitos, en los símbolos y en laspalabras usadas por diferentespersonajes para describir las accio-nes que dieron sentido al ‘diagnós-tico’.

Escuchamos y nos mantene-mos atentos a las múltiples formasque podríamos conectar con la his-toria contada: desde la medicina,desde la patología, desde lo fami-liar, desde lo social, desde lo perso-nal, etc. En nuestra conversacióninicial buscamos entrar en la lógicade quien vive los acontecimientospara entender los significados inter-nos que éste le ha dado y que son lagramática en la que se escriben. Noscentramos en el mundo que nosoculta con sus palabras y con laspalabras de otros (diagnósticos, opi-niones, prejuicios, criterios, etc.),para abordar lo que en ese mundooculto se esconde: las imágenes, lossímbolos, los mitos, los significadosy los sentidos desde los cuales seconstituye la forma de vivir la expe-riencia del consultante. Pensamosque la gramática individual nosmuestra las reglas con que el con-sultante vive y elabora su situacióny las reglas que le indican si las ex-plicaciones ofrecidas por un inter-locutor son válidas.

Cuando el policía en la estaciónde tren se acercó a preguntarle aGreg sobre su conducta bizarra ypreguntó “¿Usted, oye voces?”, Gregle respondió que sí. Ésta es una delas múltiples conexiones posiblesentre Greg y su interlocutor que, sinembargo, fue privilegiada dada lacultura donde ocurrió. Una vez ennuestra consulta, el terapeuta lepregunta cómo son las voces que elinforme reporta que él oye, a lo cual

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Greg responde “Sí oigo voces, perono son imaginarias... Es mi propiavoz, yo hablo conmigo mismo”. Laterapeuta le pregunta: “Y tú no ledijiste eso a la persona que te eva-luó en tu país?”, “No, dice Greg,porque no me lo preguntaron”. Éstaes una segunda posible conexiónentre Greg y su interlocutor. Am-bas preguntas se dirigen a aquelloque pasa en su mundo interior, yambas generan diferentes alterna-tivas de relación y de significado. Enla primera, Greg es apresado yhospitalizado; en la segunda la res-puesta generó hablar más de susconversaciones internas, sobre eldeseo de tener amistades, el gustoque le produce hacer reír a la gen-te, sus dificultades relacionales ysus fracasos recientes, al no poderrealizar el sueño de ser músico.Desde las reglas gramaticales deGreg, no se habla de lo que no sepregunta, así esto tenga consecuen-cias graves, lo cual hace que unaconversación con él sufra de enor-mes encubrimientos.

En el encuentro entre Greg y elpolicía, y luego con los profesiona-les de la clínica donde fue hospita-lizado, lo que se privilegió para darsentido al encuentro fueron lascreencias sobre patología y conduc-ta del contexto social donde suce-den las conversaciones. Por ello sehacen presuposiciones sobre elcomportamiento ‘extraño’ del joven,que desembocan en un diagnósticopsiquiátrico y en una hospitaliza-

ción. En nuestra consulta, dondeprivilegiamos la experiencia prima-ria del contacto como un encuentropersonal, las preguntas y los signi-ficados surgen momento a momen-to, para dar sentido a lo que ocurreentre nuestros mutuos entendi-mientos, donde no cabe la presu-posición ni lo sobreentendido. (Pue-de ser importante mencionar aquíque Greg es un joven albino, conuna cabellera rubia y desordenada,que mide más de 1,85 m y que pre-senta desde su infancia un nis-tagmo marcado que impacta a pri-mera vista a cualquier interlocutor.Al darse cuenta de esto, la terapeu-ta se propuso en su mundo interiorno dejar que el nistagmo entorpe-ciera el intercambio entre ellos.)

El significado, los sentidos y losmatices de lo dicho se constituyenen el aquí y ahora en los elementosque permiten andar paso a paso enla construcción de una nueva expe-riencia y posibilidad de vida. Es laexperiencia del contacto la que diri-ge el encuentro y en ese intercam-bio realizado por múltiples preguntassobre lo obvio, surgió la historia delnistagmo, que lo aislaba de sus com-pañeros de colegio y del mundosocial que tanto anhelaba. Surgetambién la música y los chistes comoformas de socialización.

En la primera consulta Susy sepresentó como TAB y se asombrócuando la terapeuta pide explicacióna la sigla. Sorprendida, Susy excla-

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ma “¡Cómo!, usted es terapeuta y nosabe qué es TAB”. “No, no sé... (pau-sa) Por favor cuéntame qué es”, res-ponde la terapeuta desde su interéspor generar un entendimiento local,en busca de crear una conversaciónque las lleve a ambas a un nuevoencuentro de posibilidades.

“Que yo soy psicótica maniacodepresiva y por eso no puedo ir a launiversidad y he tenido tantos pro-blemas” afirma Susy sorprendida yun tanto confusa, cuando mencio-na que es la primera vez que unaterapeuta parece ignorante y permi-te que ambas cuestionen algo queha sido tan obvio para ella.

“Bueno, cuéntame más sobre loque haces y lo que te pasa”, dice laterapeuta aprovechando la confu-sión y la sorpresa como medio deiniciar un encuentro diferente nopredeterminado por el diagnósticoanterior.

Al final de esa sesión Susy y laterapeuta hablan sobre acciones,experiencias, historias y creenciasque han sido parte del mundo per-sonal, familiar y social de la prime-ra; pero que pueden ser cuestio-nadas y miradas por ambas paragenerar un nuevo sentido. Sólo asíse abre la posibilidad de desarro-llar nuevos entendimientos. En unasesión posterior, la terapeuta le pre-gunta a la madre si cuando ellahabla con Susy se dirige a ella comoTAB o como persona. La madre que-

da en silencio, su mirada comunicaasombro, dolor y un crudo encuen-tro con algo que había sido incues-tionable. Luego la madre dice: “Yome comunico con una TAB. Creoque llevo años haciéndolo. No sé loque es hablar CON Susy”.

Susy relata que ha estado enmúltiples terapias donde sólo se leha preguntado sobre su enferme-dad, pero no se le ha preguntado“y, usted, ¿qué cree que le pasa?”.Igualmente, Greg nos relata que enel momento de sus crisis se limita-ban a preguntar si oía voces, si veíacosas raras; pero ninguno le pregun-tó “usted, ¿qué cree que le pasa?”.Ambos comparten la importancia dela pregunta que solicita su versiónpersonal y la posibilidad de dar voza la descripción que consideranesencial. El diagnóstico y el rótulolos ha llevado al momento actualdonde dicen: “No tengo amistades...Quisiera tenerlas pero no sé comohacerlo sin ser evaluado y corregi-do por quienes me rodean”.

Durante todo el proceso tera-péutico se busca, a partir de las his-torias compartidas, crear un lugarétnico donde Greg y Susy puedanincluir en su repertorio de conver-sación nuevos significados y posibi-lidades suscitados en este entorno,donde los prejuicios y las limita-ciones del mundo familiar, social ypsiquiátrico pueden cuestionarse.Terapeuta y consultante se convier-ten en un equipo colaborador, en el

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cual nada puede ser más importan-te en el proceso que las descripcio-nes del consultante, a veces expre-sadas con mucha dificultad y otraspor primera vez en busca de alter-nativas. Algunas toman la forma detareas o mapas de acción que elconsultante puede ensayar a mane-ra de aprendizaje. Cuando el ensa-yo produce reacciones diferentes,éstas se vuelven tema de conversa-ción en busca de nuevas historias.Es decir, las acciones no están diri-gidas por la incorporación de pres-cripciones de orden técnico, sino porla deriva que adquieren en el pro-ceso mismo de la terapia. Privilegia-mos el lenguaje y el discurso delpaciente como una expresión váli-da de la objetividad constitutiva (1).

Símbolos, mitos y narrativas:

tejido de la etnia terapéutica

La trama y la urdimbre del teji-do conversacional terapéutico estáncompuestas de lo que terapeuta yconsultantes traen al encuentro.Como dice Shotter, “el terapeutatrae un mundo complejo de ideaspersonales y profesionales que que-dan en el trasfondo mientras demanera activa escucha, observa yse entrelaza con el discurso delconsultante con el propósito de en-tender desde adentro al otro” (11).Al oír la historia del consultantesobre “lo que me pasa”, el terapeu-ta pone a un lado momentáneamen-te sus ideas para escuchar y elabo-rar una primera comprensión delotro, presentada en sus palabras y

gestos, cargados de significados pro-fundos. Son dos lenguajes, dos hi-los disímiles que se van entrelazan-do para elaborar un nuevo materialcompuesto de símbolos y significa-dos (colores y texturas) diferenteselaborados en un espacio relacionalque queremos llamar la etnia tera-péutica.

Retomando al Grupo de Milány su uso de las ideas geniales deGregory Bateson, esta etnia toma delas historias compartidas los mitos,las creencias y los símbolos de losparticipantes para conformar unaecología de ideas que dan sentido aesta relación sagrada. Lo que ocu-rre entre terapeuta y consultanteproduce esa unidad elemental de laevolución cultural (la relación ointeracción) que Bateson entendióal observar las tribus de Nueva Gui-nea, donde los participantes setransformaban el uno al otro, mo-dificando a su vez la cultura en re-lación con su entorno.

En su observación de las tribusIatmul, Bateson comprendió que to-dos los componentes del entornosociocultural de estos seres se lo-graban por medio de procesos deinteracción y de evolución perma-nentes, marcados por elementosque sólo tenían sentido para ellos.Estos sentidos y estos procesos quelos identificaban como un grupoparticular constituían el elementoesencial de su evolución individualy grupal. El sistema terapéutico

significante, como lo llamó el Gru-

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po de Milán, resalta esta caracte-rística de la búsqueda y coevoluciónde significados logrados en la con-versación terapéutica. Los dos ca-sos que hemos incluido nos llevarona entender que sin la comprensiónconsensuada de las experiencias ylos diagnósticos históricamente vi-vidos por los consultantes, nuestrosistema significante carecería de losentendimientos que habían dadosentido a la patología como organi-zadora de las relaciones y que aho-ra requerían ser transformadas enesta nueva relación.

En la conversación con Gregsobre su encuentro con la gerentede la empresa donde trabaja elpapá, él le habló sobre unas vacasvoladoras que dan leche color café.Allí se suscita una creencia de uncontenido delirante que lleva a labúsqueda de un nuevo terapeuta.En nuestro encuentro terapéutico,Greg comparte el relato de esteacontecimiento y luego habla en ‘en-salada’ de palabras. Al buscar com-prender desde adentro, la terapeutaindaga sobre el sentido de ambospara el joven, y surge el sentidorelacional que el relato de las vacasy la ensalada de palabras poseen.Entre nosotros, Greg y terapeuta,se comienza a hablar sobre el sen-tido de su expresión de las vacasvoladoras y su ensalada de palabrascomo medios para lograr su inten-ción de conectarse haciendo reír alotro y para unirse emocionalmentecon ellos.

En el caso de Susy, cuando laterapeuta dice que no conoce el sig-nificado de TAB, entre ellas se pue-de comenzar a hacer las siguientesdistinciones que dieron lugar a ex-plorar una identidad diferente a laTAB y a buscar nuevos sentidospara sus conductas y los diagnósti-cos anteriores. La terapeuta pideuna definición del término y da piepara que Susy relate cómo duranteaños le han dicho que tiene diferen-tes enfermedades que hacen parteesencial de su personalidad. Sinembargo, la curiosidad y el cuestio-namiento permiten que entre ellasse establezcan diferencias entre su

ser y su poseer, y, en cambio, se con-sidere una relación que le permitadeshacerse de tantas enfermedadesasignadas para encontrar a Susy.

En el encuentro terapéutico seinterrumpe el tiempo y el espaciosocial y profesional anterior, y eneste nuevo espacio sagrado el en-cuentro se da en una situación deex negativo (de vacío), donde tera-peuta y consultantes aportan a estevacío contenidos previos de ambos.Nosotros aportamos una firme con-vicción en la capacidad de cada serhumano para encontrar nuevossentidos y posibilidades para suvida. Lo hacemos con el propósitode crear nuevos entendimientos,creencias y símbolos exclusivos anuestra relación.

Greg traía inicialmente la creen-cia del diagnóstico de la esquizo-

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frenia como el sustrato de un mitoque es el de la mente dividida, locual genera un símbolo que es el delloco o el monstruo social. En nues-tro encuentro terapéutico no reto-mamos esa simbología, sino que apartir de indicios de diferencias en-tre su mente y su cuerpo construi-mos un nuevo símbolo de tener una“mente ligera con un cuerpo pere-zoso”. Greg pasaba largas horas deldía sentado frente a la ventana y elcomputador englobado con susideas o escribiendo frases inco-nexas, apersonado de su ‘locura’.Ocasionalmente se sentaba al pia-no y tocaba notas improvisadas.Al indagar por el sentido de lasconversaciones internas –que traíaescritas en papel, pero sólo él en-tendía– y de sus obras musicales –que igualmente describía como algoque sólo él entendía–, Greg se sor-prendió por que éstas se volvierancontenido conversacional terapéu-tico y no exclusivamente pruebas desu locura. A pesar de su deseo desocializar y de hacer amigos, Gregexplicaba que su enfermedad no lepermitía salir de la casa. Tomamosesta división entre la actividadmental agitada y su parálisis socialcomo una excelente descripción de“una mente ligera en un cuerpo pe-rezoso”.

Esta metáfora congrega una mi-tología, creencias y símbolos que aambos nos permitieron construirconversaciones donde Greg se vuel-ve un actor que hace esfuerzos por

coordinar su mente y cuerpo de ma-neras que le ayuden a lograr su ob-jetivo de relacionarse socialmentemejor. Greg comenzó a ir a un gru-po de jóvenes en su iglesia, asistióa un curso para mejorar su espa-ñol y buscó trabajo como profesorde inglés en un instituto de lenguas.La nueva mitología actuó sobre laanterior para convertirse en unaforma de acercarse a la terapeutapor medio del humor, y luego paraacercarse al mundo externo y con-vertirse en un objeto de colabora-ción comunicativo, donde se preten-de lograr un acoplamiento estruc-tural a través del lenguaje y suconversación con otros (1).

En el caso de Susy, el cuestio-namiento en la conversación tera-péutica de su identificación con laTAB, abrió el espacio a una nuevadescripción de ella como persona yno como enfermedad, donde la te-rapeuta con su ‘no saber’ facilitóque algo nuevo pueda ocurrir entreellas (cuestionar ideas aceptadaspor todos). Para sorpresa de su fa-milia, Susy aprovechó un viaje desus padres para responder a unaviso del periódico y consiguió tra-bajo en un pequeño hotel, donde lefue posible utilizar sus conocimien-tos de tres idiomas. Adicionalmente,su relación con sus hermanos cam-bió cuando ella les consultó sobreaspectos de la vida cotidiana rela-cionados con “...cómo abrir unacuenta bancaria, cómo vestirseapropiadamente, etc.”.

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Si bien escuchamos las catego-rías diagnósticas, usamos estos ró-tulos como metáforas muertas queejercen un poder restrictivo en lasconversaciones y en el proceso decambio que pretendemos lograr apartir de las descripciones indivi-duales de los impedimentos quenuestros consultantes viven cotidia-namente. Así es como ambos jóve-nes hablaban de “mi problema esque no sé cómo hacer amistades...Quiero tener amigos, pero me dicenque no sé cómo comportarme conellos”, y ambos encuentran a tra-vés del proceso que pueden traba-jar y relacionarse con otros. Al igualque Jill Freedman y Gene Combs,“trabajamos para hacer de la con-versación terapéutica un espacioritual en donde se lleva a cabo laactuación de significados. Idealmen-te, las personas reviven los eventoscuando los relatan. Nosotros facili-tamos con nuestras preguntas eldesarrollo de una historia rica endetalles y significados” (12).

La legitimación de la etnia

terapéutica

Compartimos con Freedman yCombs la siguiente idea en la queinfluye Foucault:

El modelo médico y otros discur-sos modernos sobre el poder, pue-den llevar a las personas a adquirirun sentido de sí mismo como cuer-po dócil, sujeto al conocimiento ya procedimientos donde no puedetener una voz activa [...] Creemosque nuestra responsabilidad como

terapeutas está en cultivar unaconciencia creciente de las histo-rias que predominan y las domi-nantes [...] cuando sentimos queestán trabajando activamente enla vida y las relaciones de nues-tros consultantes. (12)

Por ello, cuando enfrentamoslos hechos brutos mentales que nostraen en sus relatos los consultan-tes –por ejemplo, el hablar solo, la‘ensalada’ de palabras, los compor-tamientos sociales bizarros, lasideas irreales (como Anabella Fala-tori, el novio imaginario/real muer-to)–, encontramos que desde unaperspectiva social estos hechosgeneran una tendencia a la exclu-sión con reacciones de carácter pre-lingüístico (es decir, se evita la con-versación sobre ello y cuando se dael componente lingüístico está alservicio de una comprobación de laenfermedad). Esta reacción prelin-güística genera acciones como hos-pitalizaciones o incursiones farma-cológicas para limitar los hechosbrutos mentales. Al evitar la conver-sación, se elude construir un dis-curso lingüístico de diálogo y se losustituye por un discurso lingüísti-co de enunciados que ya están insti-tuidos desde el poder, como sonDSM-IV, CIE 10, Tratado de psiquia-

tría, etc.

Desde esta mirada se institu-cionaliza el hecho como uno pato-lógico, donde se describe al indivi-duo, se comunica algo sobre éste yno con él y se impone un patrón

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relacional que se basa en el enun-ciado, lo cual invade y atraviesa eltiempo y los espacios del individuo.Lo lingüístico se ha constituido nocomo una conversación donde exis-te la posibilidad de la interpretación,sino como un enunciado que afir-ma un hecho, esquizofrenia y TAB,que consolidan la exclusión socialen la forma del estigma de una en-fermedad mental.

Desde la etnia terapéutica esehecho mental bruto invita al con-tacto incipiente, donde el lenguajecomo enunciado está supeditado allenguaje como conversación. En elcaso de Greg, su ‘ensalada’ de pala-bras invita rápidamente a una co-dificación teórica, sin embargo, laterapeuta establece una prioridadpreteórica: la conversación sobreello. Al hacerlo, el hecho lingüísticose torna conversacional y en ésteimporta construir, buscar y hallarlas palabras que constituyan un vo-cabulario simbólico del encuentro,donde lo importante es la conexióngenuina con el otro, no con susenunciados, con lo que está en eltrasfondo de ellos.

Al conectar con ese trasfondose vierten en la conversación nue-vas proposiciones y rudimentos queorganizan la experiencia en esque-mas y acciones concretas, que de-rivan en nuevas narraciones, lascuales a su vez son puertas que seabren hacia la elaboración de nue-vos mapas, espacios y tiempos de

un universo simbólico y una nuevarealidad ecológica. Este universosimbólico sostenido por los hilos dela conversación ordena los aconte-cimientos y la historia del consul-tante en una unidad coherente enla que el tiempo pasado, presente yfuturo cobran un sentido creativo.

A su vez el universo simbólicootorga al nuevo discurso conversa-cional un carácter de realidad posi-ble en la acción. En la medida enque la conversación se aleja designificados viejos, el consultante escapaz de ir más allá de los obstácu-los que lo han encadenado para ac-tuar de maneras inesperadas, perocongruentes con los nuevos signifi-cados desarrollados en la etnia te-rapéutica y que interpretan el lugarinterior anulado por los enunciados,lo que le da posibilidad de expresión.

Se constituye así la etnia tera-péutica como un universo simbóli-co, donde lo fundamental es elvínculo con el otro con un sentidode trascendencia. Esto es, el en-cuentro terapéutico se constituye enel puente entre el antes y el despuésde la historia del individuo, con unnuevo sentido de coherencia, queubica el concepto y la experienciade la muerte en un doble sentido:legitima y da sentido a la muertecomo un elemento esencial de lavida y no como un recurso de hui-da, como son las hospitalizacionesy los intentos de suicidio de nues-tros consultantes.

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