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    taller de diseo en comunicacin visual

    1- Necesidad de una visin integralEl estado actual de la comunicacin visual en las ciudades, tanto en nuestropas como en toda Latinoamrica es simplemente catica,un verdaderodescontrol, es evidente que no existe ninguna voluntad planificadoraque tenga en cuenta la necesidad de ordenar los distintos nivelesdel fenmeno comunicacional.Los mensajes pblicos: identificacin,informacin y sealizacin muestranun descuido que afecta el funcionamiento urbano.En este caso es necesario formar un sistema de continuidad, dotado de losrecursos necesarios para mantener su actualizacin material y comunicativa.La realidad muestra el bajo valor que se le asigna a un tema tan importante

    para el ordenamiento de la ciudad.Los mensajes privados, institucionales y comerciales son el impacto dominantede la comunicacin urbana. En este caso todovale, la cantidad, el tamao,la acumulacin. El comercio ocupa su espacio propio e invade el espaciopblico. No se trata solamente de un empaste visual que llega a loilegible, la saturacin de la informacin provoca desinformacin, es ms gravean, provoca la destruccin y desvalorizacin del patrimonio arquitectnico,en este caso est en juego la prdida de identidad de la ciudad.En algunas arterias comerciales la mirada queda desconcertada, es imposibleorientarse, las fachadas desaparecen detrs del gigantismo de los carteles.La indiferencia en la planificacin y cuidado de los mensajes pblicos y el caosque produce el descontrol privado pone a la ciudad en una situacin crtica ysus consecuencias son en muchos casos irreversibles.Estas consideraciones de la comunicacin visual en el marco de la ciudad,aparentan ser males menores frente a la carencia de servicios bsicos,el crecimiento del parque automotor, la organizacin del transporte,la contaminacin ambiental, la superpoblacin, la marginalidad social, etc.A pesar de la urgencia de estos problemas y la cantidad de discursos y argu-mentos para prioritarlos no han sido solucionados y en la mayora de los casosla solucin es hoy muy lejana.La ciudad surgi como una concentracin humana organizada, en buscade una mejor calidad de vida.En los distintos modos de convivencia las dificultades se plantean como unconjunto complejo, la organizacin y seleccin de las soluciones, debebuscarse tratando de construir el mejor equilibrio posible.

    La comunicacin visual es un fenmeno que de no tener soluciones mnimases fuente de permanentes desequilibrios en el funcionamiento urbano.Una mirada sobre la distribucin cuantitativa y cualitativa de la comunicacinen la ciudad presenta zonas donde la comunicacin est sobredimensionada,es un elemento perturbador que satura el espacio.En otros la desinformacin son el producto de la insuficiencia de un sistemacomunicacional descuidado e ineficiente y en la periferia es inexistente, all lamarginalidad y la pobreza significan todas las carencias.

    2- La ciudad como texto socialLa ciudad sintetiza la diversidad de la vida humana, esta proyeccin dinmicase expresa como contenidos sociopolticos, econmicos, productivos

    y culturales.Cada uno de sus componentes est impregnado con el sello de las acciones

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    humanas individuales y colectivas que a travs del tiempo, han consolidadosus formas y su contenido, en suma su perfil cultural.El orden poltico dej sus marcas segn las etapas, el autoritarismo genertodo tipo de interferencias para una verdadera construccin colectiva,la participacin democrtica recupera la ciudad como bien comn y debeponer en equilibrio los intereses pblicos y privados confirmandosu legitimidad.El poder econmico sustentado en el progreso tecnolgico dio lugar a lasgrandes transformaciones. La tecnologa posibilit mejores nivelesde eficiencia, para una vida ms confortable. Paralelamente introdujograves desequilibrios, provoc diversas fracturas y contaminaciones visibles:

    ambiental, vehicular, auditiva, visual, el desborde poblacional, la marginalidady la violencia urbana.El orden cultural construye cotidianamente la formas de vida que se expresandesde las concepciones del mundo, religiosas y polticas hasta las ms sencillasy sutiles formas de relacin y convivencia humana.La ciudad articula la complejidad de los acuerdos y conflictos de los distintosintereses sociales, pero ms all de la extensin del trmino cultura, su mani-festacin ms ntida se expresa mediante la necesidad siempre renovada,de la produccin simblica.Lo urbano se expresa en los simbolismos, las marcas identitarias que estnpresentes en la historia poltica, econmica y cultural. La conciencia de losciudadanos est presente en los elementos que lo identifican, instaladosen la ciudad y expresando su historia, las etapas que configuran su desarrolloen los signos, los smbolos, la arquitectura, la plaza, el barrio,que representan, ms all de su materialidad y sus funciones concretas.Los objetos y las funciones urbanas y arquitectnicas tienen bsicamenteun uso, una utilidad prctica, que frente a la inmediatez de la vida cotidianason slo eso: cosas y usos de las cosas. Pero frente a esta aparente certezase oculta un universo de mltiples significaciones.En realidad la complejidad de los cdigos culturales se transforma en signos,podemos decir que desde su materialidad utilitaria son significantes,portadores de significados, denotan su referencialidad directa y se abrena un espectro de connotaciones posibles permitiendo una multiplicidadde lecturas.Desde esta ptica podemos considerar a la ciudad como un texto social,un texto donde el conjunto urbano desborda de significacin,donde distintas materias significantes concebidas intencionalmenteo no, nos colocan bajo el dominio de los signos y los smbolos.La calle, dice Henri Lefevbre, es "lugar de paso, de interferencias,de circulacin y de comunicacin, la calle representa la cotidianeidadde nuestra vida social".A partir de estos conceptos, podemos decir que el texto social urbano poseeuna diversidad que se expresa en la vida misma de la ciudad: categorizalos lugares, smbolos del poder, del consumo, de la vivienda.Sectoriza y a la vez articula, la riqueza y la pobreza. Expresa la violenciay tambin garantiza la seguridad colectiva. Une y separa a los distintossectores sociales que conviven en los espacios de uso pblico.

    Existe una ciudad que no miramos, sobre la cual podemos preguntarnoscunta riqueza queda reducida a la indiferencia?, como si parte de ese texto

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    cayera en la insignificancia para dar paso a otras lecturas donde la signifi-cacin est condicionada porlas rutinas, la prisa, el fetichismo del consumo,la especulacin econmica, una especie de acoso de la trivialidad. Pocosreparan hoy en los smbolos de la nacionalidad, en las marcas histricasimpregnadas de sus funciones y sus estticas, en los rboles y las flores,en la calle como un espacio pblico de encuentro y socializacin.Recorrer las calles, leer sus textos permite vivenciar y categorizarla multiplicidad de sentidos que stos expresan. Calles donde el privilegiomercantilista minimiza otras lecturas. Calles donde la magnificenciade los edificios muestra los privilegios sociales. Calles de casas simplesy de movimientos lentos. Avenidas con ramblas arboladas que permiten

    la distensin y la mirada pausada, avenidas despojadas de ramblasy de forestacin donde automovilistas y peatones se sienten compulsadosa dejar el lugar lo ms rpido posible. Donde la seguridad se ha vueltoun fantasma que hace que la gente se desplace a grandes velocidades. Callesde barrio donde la vivienda y el comercio conviven. De esta manera se puedenleer diariamente las rutinas cotidianas, la vereda, el encuentro y la charla.Se puede hacer una lectura selectiva de la multiplicidad de acontecimientosque conforman la ciudad.

    3- La ciudad como smboloEn el smbolo la significacin trasciende la mera referencialiad, la cargade significacin desborda la representacin. A travs de los signos un grupohumano consolida su pertenencia, los smbolos expresan los acuerdosy los conflictos, compacta y separa a los hombres.En la historia de las ciudades se leen los momentos de predominiode los simbolismos religiosos, polticos, econmicos, estticos,y sus decadencias. Los diferentes signos conviven en la ciudad con distintasadhesiones, tolerancias e intolerancias. Hay muchos ejemplos dondela violencia y otros en oposicin a la violencia. Y en algunos casos dondela violencia derriba los smbolos americanos, los nazis demolieron los smbolosdel poder en su invasin a Rusia, la restauracin capitalista liberal derribluego smbolos del socialismo.

    La selva de los smbolosExisten ejemplos fascinantes de las caractersticas simblicas

    que han alcanzado algunas urbes del mundo, Nueva York es un casomuy especial considerada como la exaltacin del monumentalismoms exagerado del planeta, a tal grado que Marshall Berman la denominala selva de los smbolos, una selva donde crecen especies gigantescasy donde luego se las derriba y all vuelven a crecer y as indefinidamente.Dice Berman:Durante ms de un siglo la ciudad de Nueva York ha servido como centrointernacional de comunicaciones. La ciudad no solamente se ha convertido enteatro, sino en una produccin, en una representacin en diversos medioscuyo pblico es el mundo entero. Esto ha dado una resonanciay una profundidad especial a mucho de lo que aqu se hace y dice. Buenaparte de la construccin y desarrollo de Nueva York durante el siglo pasadodebe ser visto como una accin y comunicacin simblica; no ha sidoconcebida y ejecutada simplemente para satisfacer unas necesidades polticas

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    y econmicas inmediatas sino lo que es al menos igual de importante-para demostrar al mundo entero lo que pueden construir los hombresmodernos y como puede ser imaginada y vivida la vida moderna.Muchas de las estructuras ms importantes de la ciudad fueron planificadasespecialmente como expresiones simblicas de la modernidad: Central Park,el puente de Brooklin, la Estatua de la Libertad, Money Island, muchosrascacielos de Manhattan, el Rokefeller Center y muchos ms. Otras reasde la ciudad el puerto, Wall Street, Broadway, el Bowery, el LowerEast Side, Greenwich Village, Harlem; Time Square, Madison Avenue han adquirido peso y fuerza simblica con el transcurso del tiempo.El impacto acumulativo de todo esto es que el neoyorquino se encuentra

    en medio de una selva de smbolos Baudelariana. La presencia y profusin deestas formas gigantescas hace de Nueva York un lugar extrao y rico paravivir. Pero tambin hacen de ella un lugar peligroso, pues sus smbolosy simbolismos luchan interminablemente entre s por el sol y la luz,se esfuerzan por aniquilarse unos a otros y se desvanecen en el aire.Por lo tanto Nueva York es una selva de smbolos, es una selva en la que lashachas y las excavadoras estn siempre en funcionamiento.

    El abuso de los smbolosOtro ejemplo es Las Vegas, a quien Tomas Maldonado cuenta entre las msbrutales, envilecidas y corruptas que jamshaya creado la civilizacindel consumo.Aqu se ha invertido el sentido, ya no se trata de edificio con carteles aplica-dos sino de la sensacin de que no hay edificios, los carteles gigantes se hanconvertido en edificios.Esta mole de figuras, colores, letras que adquieren los ms diversos efectoscinticos, asombran hasta saciar. Una sociedadque simboliza la opulencia llegando al extremo de una saciedadde la percepcin visual.Dice Maldonado Las Vegas es la primera ciudad de la cual se puede hablaren trminos de signo sin necesidad de utilizar conceptos semiticosdemasiado sofisticados, conceptos que, por otra parte, no han dadohasta ahora los resultados que se esperaban de ellos. En el caso de Las Vegas,no se trata de llamar signo a una calle, a una escalera, a una puerta o a unaparticular articulacin entre espacio externo y espacio interno. En Las Vegas

    signos son casi exclusivamente los signs, gigantescos letreros de neno no menos gigantescos emblemas icnicos. En un artculo sobre estaciudad escrito en colaboracin con D. Scout Brown, Ventura observa el signogrfico en el espacio ha llegado a ser la arquitectura de este paisajeElsmbolo domina el espacio.La arquitectura no es suficiente. Puesto que las relaciones espacialesestn dadas por smbolos ms que por formas, en este paisaje la arquitecturase torna en un smbolo en el espacio y no en una forma en el espacioedificioes sign.Aqu debemos reafirmar, no por puritanismo cultural sino por fidelidad auna consciencia crtica, que no aceptamos a Las Vegas como ejemplo deriches of meaning. Al contrario a nuestro entender, Las Vegas constituye unejemplo del grado de pobreza comunicativa a que puede llegar una ciudadlibrada a un proceso de crecimiento arbitrario y que no responde

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    slo a las exigencias de los fabricantes de signos y a los interesesde los propietarios de los casinos y moteles y de los especuladoresinmobiliarios.En esa ogiatica proliferacin de signos, la ambigedad tan cara de Ventura,falta por completo. Cada signo es un mensaje estereotipado, cristalizado,un vehculo semntico cuya fidelidad a lo que pretende designar, denotaro significar jams se pone en duda. Lo que resulta es una comunicacinepidrmica, carente de densidad y de espesor; en suma, una comunicacin,slo charla, slo ruido.Las Vegas es analizada aqu slo como fenmeno de comunicacinarquitectnica, no nos ocuparemos de sus valores. De este modo pretendeevitar identificarse con el objeto que describe pero su argumentono convence.Sobran motivos para suponer, sin correr el riesgo de ser demasiado injustosque Ventura cree en Las Vegas. En su artculo procura a menudo hacernosintuir que slo no le fastidia esa alucinante selva de carteles luminosos sinoque por el contrario, para el constituye un revolucionario cambio deorientacin en la historia ambiental del hombre. Considera a Las Vegascomo autntica explosin de fantasa popular. Pero aqu se equivoca:Las Vegas no es una creacin del pueblo, sino para el pueblo. Constituyeel producto final casi perfecto en su gnero, de ms de medio siglode enmascarada violencia manipuladora tendiente a formar un universourbano aparentemente libre y festivo como es libre y festivo unLuna Park, pero donde los hombres estn completamente privados de todavoluntad innovadora, de toda resistencia frente a losefectos de la intoxicacin seudocomunicativa ya sealada.

    El simbolismo planificado y desvirtuadoLa ciudad de La Plata fue creada en forma planificada, fue diseadacomo una totalidad. Su concepcin est basada en lo ms avanzadode las teoras urbansticas del Siglo XIX.Su realizacin contribuy en alguna medida a resolver importantes conflictospolticos y econmicos de la poca. La ciudad como tal se constituyen un smbolo de trascendencia nacional.Desde el punto de vista urbano y arquitectnico, el simbolismo ms profundoest concentrado en el eje monumental que divide a la ciudad por el centro y

    une el espacio pampeano con el puerto.Esta significacin es muy explcita de la posicin que la Argentinatena en la divisin internacional del trabajo en el Siglo XIX.Podemos decir que la riqueza agropecuaria que produca nuestro pas estabavinculada directamente a la exportacin, siendo el puerto uno de los protago-nistas ms relevantes.No hay teora urbana que niegue la importancia de que toda ciudad tengaun centro, corazn o ncleo de las mayores tensiones de su vida y su funciona-miento.La Plata tuvo un centro planificado y edificado: el doble eje de las avenidas51 y 53 con su sucesin de palacios, servicios y equipamientos, sus parques,sus grandes plazas y ramblas. El llamado Eje Monumental de la ciudad, conce-bido atravesando la ciudad, desde el bosque hasta la circunvalacin.Si bien en el plan, se distribuyeron actividades centrales tambin en otras

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    reas (Av. 7 y Av. 13), ellas siempre convergen al eje, lo descongestionan sindesnaturalizarlo.Pero esta heredad no se consolid en el devenir de las tendenciasespontneas. Ciertas direcciones predominantes de desarrollo (hacia BuenosAires y hacia la estacin ferroviaria) y de las localizaciones comerciales,privilegiaron ciertas reas y calles.En el caso del sector que se ubica desde dicho eje hacia los cuadrantes nortey noroeste. Tcnicamente este fenmeno denuncia la no coincidenciadel ambiente fsico con el ambiente de la vida. La ciudad posee un centrofsicamente pleno, esplndido, disponible para ser llenado de actividadescvicas, recreativas y culturales, acompaadas de actividades comerciales,

    compatibles con dicho nivel. Pero la falta de algunos incentivos, el deteriorode algunas actividades, y el desarrollo despersonalizado de calles exclusiva-mente comerciales, desvalorizaron dicho centro y lo desplazaron.El centro actual es annimo, sin mbito fsico significativo, como todo centroexclusivamente fundado en actividades comerciales. Y el centro planificadoest all, contiguo, algo vaco, desperdiciado. Adems, ese vaco actade borde divisorio que tiende a fracturar la ciudad en dos. Hacia el noroesteel centro dinmico, hacia el sureste, el centro casi en sordina.Siendo que toda ciudad necesita un gran centro y que La Plata lo tiene,construido, esplndido, se impone un reconsideracin del mismo, su ajustepara adaptarlo a lasnuevas demandas y su puesta en valor.La urbanidad (saber hacer y saber vivir la ciudad) es una de las conquistasmayores de la vida urbana. Y es el centro urbano, apropiadopara los contactos humanos y el desarrollo pleno de la capacidad cvica,cultural y recreativa de los ciudadanos, donde dicha urbanidad puedetornarse plena.Estas consideraciones fueron hechas por el Centro de Estudios y Proyectacindel Ambiente (CEPA) con motivo del centenario de la ciudad de La Plata.Aquel propsito simblico que tena una visin integral, ese eje monumentalque cruzaba la ciudad uniendo la inmensidad de la pampa, en ste casosmbolo del trabajo y la produccin, con el puerto, lugar clave para aquelmomento del crecimiento econmico argentino, hoy como hemos vistoha quedado totalmente desvirtuado a tal punto que el habitante de la ciudadno tiene conciencia, no vive ni siente la profundidad de su manifestacinsimblica.

    4- La comunicacin visual en la ciudad y su legibilidadEl concepto de texto social nos permite comprender que la dinmica complejade la ciudad no se agota en sus funciones. La ciudad es un fenmeno culturalque otorga a sus componentes la validez de los signos, todos los hechosculturales son ante todo comunicacin. Muchas ciudades se definenpor la relevancia de sus signos.Sobre este espacio de protagonismo del sentido se puede establecerla especificidad de la comunicacin visual. Los pioneros del diseo modernoentendieron que la planificacin de la comunicacin visual deba ocuparun lugar importante en la proyeccin y en la vida urbana. Las complicacionesde la ciudad moderna, el aumento demogrfico, la construccin de vasrpidas en funcin de un crecimiento desmedido de los medios de transporte,sobre todo el automvil, las estaciones, los aeropuertos, etc., requerir

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    de criterios ordenadores, hasta el momento la respuesta fue dada en el marcoconceptual y proyectual del funcionalismo. La tarea del diseo visualse concentr en la creacin de sistemas de sealizacin. En la mayorade los casos la grfica de va pblica, utilizada fundamentalmentecomo publicidad, es considerada otro aspecto del diseo grfico, que si bienforma parte del diseo urbano, est encarado desde un lugar parcialen la prctica del diseo.Las teoras racionalistas y las urgencias concretas legitimaron un imaginarioque sobredimension una visin conductista de la comunicacin,la seal fue su protagonista principal. Otros aspectos de la comunicacinfueron minimizados en este marco proyectual. Lo simblico qued como

    perteneciendo a otra poca, a otro momento de la historia. El estilofue definitivamente desestimado. El avance tecnolgico y consecuentementelos cambios que se produjeron en la vida cotidiana privilegiaronla inmediatez, las reacciones automticas necesarias para sobreviviren el vrtigo de la ciudad.Adrin Frutiger ubica la importancia de las seales destacando su hegemonacomo algo incuestionable que pertenece a la razn misma de nuestra poca:"Con la segunda revolucin industrial, con el desarrollo de la tecnologa,el concepto de signo ha sido transformado en sus mismos fundamentos.Si el mundo de la Fe se caracterizaba por la preponderancia del smbolo,y el de la Razn Ilustrada lo fue por el uso del signo, nuestro mundode la comunicacin omnmoda y de la transmisin inmediata apareceregulado y estructurado por la seal".La exaltacin de la sociedad tecnolgica, y sus consecuencias en la vidaurbana, sin ninguna alternativa crtica, puede llegar a la conclusinde que nuestro "mundo de la comunicacin" est regulado y estructuradopor los sistemas de seales que ordenan, prohben y orientan las conductashumanas en las calles, los edificios, las fbricas, etc.Es verdad que las seales y los sistemas de seales no existan en el mundomedieval cristiano, ni en el siglo de la luces, con la importancia regulatoriaque hoy tienen, pero no podemos llegar a creer que la capacidademocional y seductora de los smbolos o la racionalidad de los signosno forman parte sustancial de la estructuracin de la comunicacin socialcontempornea.Una propuesta con mayor perspectiva, que apunte a una visin integral

    del problema, tiene necesariamente que reconocer la complejidade interrelacin de las diferentes modalidades de comunicacin,teniendo en cuenta la estructura social de produccin, circulacin y consumode los mensajes.En este contexto, los objetos o mensajes especficos de la comunicacin visualadquieren una significacin que desborda la visin unilateral del diseo comoun sistema autosuficiente. Hoy ms que nunca es necesario ver el fenmenodesde una visin integradora, por un lado sustentando un marco tericoque sea capaz de integrar la diversidad de la comunicacin,y por otro la formacin de equipos interdisciplinarios que puedan abarcarla complejidad del problema urbano.Henri Lefevbre en su teora del campo semntico, desarrollalas especificidades de seal, signo y smbolo.

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    Seal"Las seales. La luz doble (roja, verde) es experimentalmente para cada unode nosotros el prototipo de la seal. Binaria y disyuntiva, obedece a leyesestrictamente lgicas, el "todo o nada", el "bien o mal". No soporta interme-diario, ni transicin, ni evolucin.Abre o cierra un camino. Indica una bifurcacin o un cruce. Designa unaopcin y la suprime. Un tercer trmino (la luz amarilla en la circulacinde las calles) puede intervenir para suavizar la dureza imperativa de la seal.Comparndola, este tercer trmino disminuye su eficacia; es un temade discusiones perpetuas.La seal no puede dirigirse ms que a un nico rgano sensorial. Es visual

    o auditiva. La ambigedad de la seal no se tolera, no puede darse. No tiene,por otra parte, relacin alguna con lo que significa imperativamente.Su arbitrariedad es completa. Un timbre obtiene los mismos resultadosque una seal ptica, supuesto que comience y termine distintamente.Tericamente, una corriente de aire perfumado podra tener la mismaeficacia. Enteramente externas a la conciencia, las seales dejan exterior ypasivo al "sujeto" actuante, que se vuelve su objeto inerte.Y sin embargo la seal no sigue siendo exterior al objeto-sujeto humanosobre el cual ejerce su accin. Produce un efecto muy definido:el condicionamiento. Sin perder mi tiempo en reflexionar, freno ante la luzroja y paso con la luz verde. Adquiero un reflejo. Estoy condicionadopor las repeticiones de la seal. Y est bien que sea as.Cmo conducir un automvil de otra manera que con un encadenamientode reflejos, encadenamiento en el cual se insertan las seales de circulacin?Yo las he aprendido. Constituyen un cdigo. Una vez aprendidas, las sealespasan por as decir a mis manos, a mi cuerpo y a mis pies, por unaprctica bien determinada, en relacin con una tcnica o tcnicasdeterminadas.Simples, evidentes (claras y distintas a la perfeccin), las seales debentambin poseer la estabilidad perfecta. Un cambio de seales desconcierta;perturba profundamente una serie de actos sociales constituidos y estables,por ejemplo la circulacin callejera o ferroviaria. Constante y repetitivapor esencia, siempre ah, la seal es automtica.Funciona segn una frecuencia regulada, sin que voluntad conscientealguna intervenga, al menos cuando su funcionamiento es impecable. Debeconsiderarse que la seal no informa, o muy poco; prohbe o autoriza:incluye o excluye nunca se sabe por qu y por otra parte no se tiene necesidadde saber por qu. La seal perfecta, perfectamente impersonal, se repiteindefinidamente, incluso cuando no hay nadie frente a ella. Define unaredundancia, no una informacin. Si se la concibe y utiliza bien, no aportasorpresa alguna: siempre en el mismo lugar, reiterando sin comienzoy sin fin la orden imperiosa o la prohibicin.En la seal, la significacin coincide con la cosa, es decir el signo. Luz verde,luz roja, la orden dada (o la prohibicin) est totalmente dada por la cosa.No se necesita distinguir la significacin. En y por la seal, la significacinunida a una cosa tomada arbitrariamente como signo, coincide con la cosasin significacin. La racionalidad perfecta y el absurdo perfecto se encuentran.

    Si la seal significa otra cosa -o alguna cosa distinta- para m, es que en lugarde obedecer la interrogo, la desafo y mas all de lo que est, enteramente

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    presente o ausente, me pregunto lo que quiso alguien inaccesible,que precisamente no est aqu y del cual no se nada. "Ellos pusieron una luzen este cruce...".Aislada en su funcionamiento a la manera de una pura cosa, la seal no est,sin embargo, sola. Siempre forma parte de un sistema y de un sistemadefinido (codificado).As, el cdigo caminero, el sistema deseales ferroviarias, u otros sistemas ms curiosos, el de los guardabosques,el de los scouts, etc. Un sistema bien combinado puede pretender alcanzaruna gran generalidad, e incluso la "mundialidad" (seales camineras, cdigoMorse, por ejemplo). En un sistema, dada la multiplicidad de situaciones

    prcticas, la pureza objetiva de la seal (brutalmente binaria y disyuntiva)se altera. Junto a las seales propiamente dichas, se ven aparecer otroselementos (las palabras: "peligro", "parking"; signos o smbolos:la calavera, etc.) lo que, oscurece la definicin del signo y del sistema.Estos elementos se cargan de cierta informacin (mnima, enteramentecognoscible por adelantado, que no deja lugar a ninguna incertidumbreni a ninguna interpretacin discutible, sin lo cual el sistema es defectuoso).Tal sistema debe, pues, ser cerrado, estar saturado, ser coherente, riguroso.Puede haber conflicto en l entre las exigencias de la prctica y las del rigor,lo que no debe ocultar a nuestros ojos la naturaleza (perfectamente abstractay antinatural) de la seal y del sistema de seales.No examinaremos aqu el caso de sistemas altamente complejos,ya transicionales hacia otra cosa. Nos ocuparemos de esto a propsitodel "modelo de las comunicaciones". As, el sistema de los nmerostelefnicos, cada uno corresponde a una seal posible (llamada o respuesta).Ellos constituyen un conjunto riguroso, que deja poco lugar al error(al "ruido", en el vocabulario de la teora de la informacin). Por otra parte,el conjunto de los nmeros refleja una trama. Cada uno correspondea un lugar determinado en un espacio determinado y tambin a un tiempodeterminado (lineal, discontinuo, pues no puedo llamar a ste o responderlems que despus de haber respondido a aquel y as siempre, por disyuncin).Al ser cada llamado o respuesta un acontecimiento posible, el conjuntode los nmeros define un espacio de acontecimientos.

    Signo

    El prototipo del signo es evidentemente la palabra, cuya definicinno es sencilla.La palabra tiene ciertas cualidades de la seal, o ms bien la seal tomalgunas de sus propiedades de la palabra. En el lmite, la palabra dirige.Imperativa, transmite una orden: "significa" una direccin.Ante la palabra "Pare!" me detengo; pero la palabra "Siga!" provoca mso menos poderosamente y segn el contexto, un sentimiento de aceptacin ode eviccin. Sin que haya un poder de las palabras, ciertas palabras tienenpoder; esto no es msque un polo o un lmite que no podra ser suficiente para definir el signoy lo queconviene a la seal.La palabra es auditiva y tambin visual. Desde que la escritura existe, lalectura se mezcla estrechamente con la audicin y la contamina. A tal puntoque los lingistas, para aprehender la lengua como forma (estructura),

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    deben realizar primeramente esta operacin a la vez concreta y abstracta:separar la cadena del lenguaje de su contorno y de su contexto visual, ponereste contexto entre parntesis. Realizada esta operacin, los lingistasno tienen ms que una abstraccin: la lengua como sistema verbal.La palabra como signo se esfuma o se oscurece desde que se la reduce al signopuramente verbal. La lectura, experiencia prctica precoz, aunque un pocoposterior en el nio al aprendizaje auditivo, forma parte del lenguaje comoinstrumento de accin y de comprensin. No es acaso muy curiosoque lo audiovisual, actualmente, sacuda al lenguaje en la prctica luegode haber contribuido fuertemente a constituirlo, hace muchos siglos?En la lengua hablada (o escrita), los elementos deben ser claros, fcilesde distinguir entre s, comprensibles con la mayor economa de esfuerzosy el menor riesgo de error, por ello disyuntivos (exclusivos fonticamentey semnticamente).Sin embargo, nunca el elemento ltimo alcanza la simplicidad de la seal.Este elemento ltimo, desprovisto de significacin (no significante),a saber el fonema, no aparece como tal en el lenguaje.La lingstica estructuralista contempornea puso claramente en evidenciaestos fenmenos.La doble articulacin, al implicar una diferencia interna caracteriza al signolingstico: la palabra. Su anlisis revela, pues, dos niveles: el fonema(desprovisto en s de significacin) y el morfema (significante).El primero, en la prctica, no aparece ms que en el seno del segundo,y slo el anlisis los separa. Esta dualidad de niveles establecela irreductibilidad del signo a la seal, a pesar de las analogas. El signo tieneuna especificidad, que se manifiesta por la triple determinacin que no tienela seal: signo, significante, significado. Aunque teniendo un contenido,tanto del lado del sujeto (movimientos de la faringe, de la glotis,de la lengua) como del lado del objeto (las cosas y objetos designados,con sus conexiones, sus relaciones propias de accin recproca, de presenciay de ausencia, de inclusiones y de exclusiones), esta triplicidad tiende haciala pura forma. Se vuelve entonces lo que Roland Barthes llama un torniquete.El contenido no determina, pues, el empleo de las palabras su ordeny sus conexiones aunque entra en la estructura lgica de este empleo. Por otraparte, el orden formal de los signos deja lugar a lo imprevisto (a lo aleatorio)y las combinaciones -aunque fuertemente estructuradas aportan sin cesar

    lo nuevo, salvo en el discurso chato, trivial. Aqu lo repetitivo deja lugara la invencin sin desaparecer, lo que plantea curiosos problemas.Esta novedad perpetua del discurso posible tiene ella misma sus leyes(la ley de Estoup-Zipf sobre la frecuencia de las palabras empleadas). El ordende los signos deja lugar a la incertidumbre, a la espera a lo imprevisto,por ello al juego y al hallazgo. La elasticidad de la frase es grande, mientrasque la de la palabra es muy reducida.La palabra debe tener un sentido definido, convencionalmente fijado,sin locual los interlocutores no se entienden. Toda conversacin oscila pues,entre dos polos. En los alrededores de uno, las oportunidadesde malentendido se minimizan, pero la conversacin permanece trivial.En los alrededores del otro, el crecimiento del azar y de las oportunidadesde malentendido aumentan las oportunidades de invencin,de descubrimiento, de reconocimiento recproco y de victoria sobre

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    los obstculos a la comprensin. En el nivel del discurso, el margende incertidumbre y de libertad es considerable; en el nivel de los signos(palabras, morfemas), es dbil. El papel del lenguaje en la vida cotidianaresulta de esta dualidad, o doble posibilidad.Oscila entre la chatura y la retrica, entre lo trivial y lo expresivo.Se deduce que los signos (repertorio, vocabulario, lxico) con sus reglasformales de empleo (sintaxis gramtica) forman un sistema coherente:una lengua. Este sistema tiene una eficacia anloga a la de un sistemade seales; dirige; ordena tanto los sentimientos y las emociones comolos objetos,porque contiene un orden y la impone al caos de los estadosfugaces; manda porque une estrechamente y porque desune.

    Abre los posibles y luego los cierra. El orden en una lengua, determinalas palabras y de las frases; forma parte de un orden mas amplio,en la prctica social. Imperioso e imperativo el lenguaje obliga a travsde las palabras a discernir los sentimientos y los actos.Sin cesar elimina las ambigedades y los malentendidos, que por otra parterenacen siempre. En el tumulto y las vibraciones de la vida cotidiana,tiende a crear estabilidades, estados estacionarios determinados,a pesar de sus resonancias ilimitadas y sus armnicos sofocados.Hablar es actuar. Emplear palabras y frases (incluso hablando consigo mismo),influye sobre quien habla tanto como sobre aquel a quien se dirigeel discurso. Lo que se dice cambi por el hecho de decirlo o ms bienpor el hecho de haber sido dicho. Separado de la inconcienciay del desconocimiento, distinguido del ciego tanteo y aclarado por el discurso,lo que se dice se discute, se clarifica, se empobrece, se vuelve comn- y sin embargo se enriquece con su presencia en la claridad social:

    de todas formas, hay que decirlo, y pasar por aqu para someter lo fugazy lo oscuro a la prueba del lenguaje y saber lo que subsiste de l.Acontecimiento y acto, el discurso anuncia la accin; la prepara; obligaa actuar y a elegir, a menos que el decidor se contente con hablary que lo previo a la decisin le baste. Hablar, decirse, estimula y daa.La continuidad de los discursos lleva a entrar en la trama de estos discursos,y en consecuencia de los actos sociales que ellos refractan y estipulan;esto est permitido; aquello prohibido.La discontinuidad del discurso pasa por la criba de los trminos distintos, enun conflicto constante y real, lo que surge de los niveles inferiores. El Logos

    no es slo un medio de comunicar. Es un filtro para los sentimientosy las emociones que lo provocan y que l reglamenta. Por esto, es una especiede ser, una forma.Llevar al lenguaje lo que no fue dicho an, es seguramente una victoriay un xito. Este acto, en si mismo, crea algo y abre nuevas posibilidades;preludia sorprendentes creaciones. En tal acto consiste tal vez lo esencialde lo que se llama tradicionalmente filosofa. Cuando la praxis permitey cuando sus problemas exigen que un sector importante pase al lenguaje,es una fecha en el conocimiento. Y sin embargo, cmo habra victoriaabsoluta, ganancia sin prdida? Lo que se dice, lo que fue dichoest ahora aqu, ante nosotros.Antes, se realizaba en el silencio, espontneamente, felizmente, quizarmoniosamente- o no se realizaba, pero el sufrimiento no era msque sordo. Nunca lo que fue dicho se har espontneamente. Habr que

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    reflexionar y, si se trata de una exigencia (de una funcin) ponerla a puntopor tanteos y por errores corregidos, luego ordenar pacientementesu ejecucin consciente. Lo dicho es ahora abstracto: planteado en el planode la abstraccin, en el nivel del lenguaje y del signo.Un poco ms de la espontaneidad y de la infancia, y tambin de la naturalezao del "ser", se pierde.Sabemos bien que es necesario arriesgar, perder todo para poder ganar todo.El riesgo y la prdida no son menos riesgo y prdida.El sistema de los signos (lenguaje, discurso) semeja, pues, un sistemade seales, pero tiene incomparablemente mayor amplitud y flexibilidad. Nopuede concebirse a partir de esta analoga. Es un sistema abierto,

    que una coherencia casi lgica domina. Esta aproximacin, este casi,tiene una importancia capital En el lenguaje como forma, el elementono significativo (el sonido, la slaba, el fonema) figura pero siempredesconocido como tal. En la palabra efectiva, prctica y social, este elementodesempea un papel considerable y conciente. Es la interjeccin, laexclamacin: "Oh! Ah!", etc. En este empleo de lo no significante(que se opone al estructuralismo dogmtico), la expresin triunfa sobrela significacin.Ahora bien, el discurso efectivamente hablado, tomado en su contextointegral - gestos, msicas, muecas -, es expresivo. Las inflexiones de la vozsostienen sin cesar las relaciones formales de los trminos del discurso.As y slo as entra en el tejido de la cotidianeidad, del cual constituye latrama pero no la totalidad.

    SmboloEl smbolo tiene ciertas cualidades o propiedades de la seal y del signo,diferencialmente. El smbolo incluye y excluye, pero es a los miembros de ungrupo a quienes l une y a otros individuos o a otros grupos a quienes lsepara. Ordena o prohibe, pero son actos complejos, que comprometendramticamente y a veces implican una concepcin del mundo y de la vida.Revela y disimula, pero la pertenencia a un grupo, las razones de esta perte-nencia y las razones mismas del grupo. Entra en una forma,pero esta forma se desarrolla alrededor del smbolo, concretamente: rito,ceremonial.El smbolo inicia e inhibe.

    El smbolo difiere del signo y ms an de la seal en que parece inagotable.Lo es, efectivamente. La seal pasa enteramente en su funcin y se agota;el signo (la palabra) no vale ms que por su lugar en la serie de los signosy en su reciprocidad de accin. Hecho y valor ilimitado, el smbolo (inclusocuando no es religioso y sagrado), se impone.Se presenta. Es presencia y presente. Rico de sentido y desbordando por estecarcter la "re - presentacin". Expresara tanto y ms de lo que significa. Enel signo de la cruz, para un cristiano, la evocacin de la cruz importa mas queel gesto formal; el creyente traza sobre su propio cuerpo el instrumentodel suplicio redentor; se santifica identificndose por la intencin con el dioscrucificado. Si l se significa afuera, al ser el gesto prueba y manifestacinde pertenencia, adentro el creyente realiza un acto de fe, y mas an,

    de participacin. Se une a la Palabra absoluta, al Verbo encarnadoy muerto por l. Examinado desde afuera, el gesto revela una multiplicidad

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    de significaciones, pero desde dentro es propiamente inagotable.El contenido simblico tiene, pues, ms realidad y valor que el signo comotal. Un smbolo es mucho ms que un signoen el sentido preciso. Expresa,al tener la expresin primaca sobre la significacin que la manifiestapara el afuera. Cuando el signo como tal se basta, la forma y la letra triunfansobre el "espritu". Socilogos y etngrafos observaron en los hechoslas propiedades opuestas y complementarias (disyuncin e inclusinen la prctica social) de los smbolos. En cuanto a su carcter inagotable,diferente de lo que el discurso y la representacin elaboran, distinguindoloy decantndolo, prximo a la participacin oscura y casi mgica, los filsofoslo han aclarado. Especialmente Hegel hizo, en su Esttica un anlisis

    de la diferencia entre el smbolo, la alegora, la comparacin, la metfora,la analoga. Si digo de alguien: "Es un zorro astuto", le atribuyo cualidadesque posee (en mi opinin) el zorro. Seguramente, s que un ser humanono es un zorro y se tambin que no hay en ninguna parte una idea platnicade la astucia, en la cual participaran los zorros entre los animales y ciertosindividuos entre los hombres. Sin embargo, yo permanezco ms ac de estasrepresentacionesclaras, demasiado claras, cuya clarificacin develala incoherencia lgica. En un nivel afectivo, prximo, a pesar de lo que mesepara de ello, a lo infantil (cuentos y fbulas) y a lo arcaico (mitos),y tambin a lo imaginario (historias extraordinarias), digo que este hombretiene algo en comn con el zorro, realmente - al punto que me comportocon l como ante un animal astuto y carnicero, peligroso para mis bienesy para m, y ante el cual aconsejo mucho a otros (a aquellos a quienes hablo)que se comporten como yo. El smbolo atribuye una comunidad de naturalezaafectiva, real, prctica, a dos seres diferentes en apariencia y en realidad,pero que declara menos diferentes en apariencia que en realidad.Identifica parcialmente estos dos seres.Indica una participacin del uno en el otro. Evoca al uno a propsito del otroy recprocamente. Al contrario, la comparacin los deja exteriores y no los unems que por la relacin "como", "tal como". En cuanto a la analoga,proseguida a ttulo de razonamiento, pone en evidencia las diferencias.O bien se resuelve en un simbolismo que la orienta. Podriamos dar una listade estos smbolos. Enumerar, es decir nombrar en nmerolimitado una cantidad de smbolos. Probablemente sea til a efectos delestudio, aunque siempre ser parcial. Se trata evidentementedel sol, de los astros y de los signos del zodaco, y tambin del mary de la montaa, de los elementos (agua, fuego, tierra, aire)y de las direcciones del espacio, del padre, de la madre. etc.Cada uno, tomado aisladamente, tiene su eficacia y su prestigio. Provocadirectamente emociones e incluso sensaciones. Interviene en el discurso comouna exclamacin: La tierra!... El sol!... La noche!... arrastran su cortejoafectivo e imaginario. Sin embargo, los smbolos no se aslan. Podemos decirque constituyen sistema.El trmino no vale ms que para las representaciones elaboradas, y por elloverbalizadas y formalizadas. Los smbolos se agrupan. Diremos que consti-tuyen configuraciones o constelaciones: simbolismos trgicos, simbolismoscsmicos, simbolismos religiosos, etc. La elaboracin

    sistemtica puede yuxtaponerse a una configuracin simblica. Por ejemplo,la astrologa (tal como la encontramos actualmente en la prensa - cotidiana,

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    semanal o mensual- y sobre todo en la prensa femenina) se vuelveun sistema elaborado de interpretacin psicolgica de la vida cotidiana,son temas bastante bien definidos, es un sistema superpuesto a antiguossimbolismos csmicos, siempre eficaces en la afectividad.De dnde vienen los smbolos?De las profundidades de un "inconsciente" colectivo o individual?De arquetipos misteriosos, de matrices emocionales o existenciales ocultas?De frescos descubrimientos de la infancia o de la desesperacin ante la vejezy la muerte?De magias arcaicas o de la poesa involuntaria y espontnea?De los impulsos o de los fracasos?

    Del "mundo" o del hombre y sus relaciones primitivas y oscuras?Del poder sobre la naturaleza o de la impotencia, o del esbozo de un poder?Lo importante de estas aproximaciones en lo concerniente a nuestro proyecto,es poner el acento sobre la especificidad del smbolo, sobre su carcterinagotable para la reflexin que se aplica a l y su eficacia emocional(afectiva) directa".

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