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    revolucionario Marx como el conservador Disraeli vean la crisis de civilizacinactuante en el 1800 como el encuentro frontal entre dos ciudades recprocamenterepulsivas: la de los haves y la de los have-nots.

    II. LA REVOLUCION DE LAS EXPECTATIVAS CRECIENTES: Esta-dsticas en mano,la historiografa neoliberal ha tratado de demostrar que la revolucin industrial no ha

    conducido, ni siquiera en su fase inicial, a un empeoramiento de las condicionesmateriales de existencia de las clases trabajadoras. Sin embargo, es un hecho que lacondicin obrera fue vivida por los trabajadores como una intolerable degradacin dela vida humana y que as fue descrita por los observadores de la poca. Dosfenmenos concordaron para determinar eso: el aislamiento moral del proletariado,que fue abandonado a su destino -ni la burguesa ni es estado se ocupaban y sepreocupaban de sus condiciones exis-tenciales-, y una transformacin de lamentalidad dominante determinada por la difusin del credo democrtico eigualitario. Aqu, un papel decisivo fue desempeado por la revolucin francesa y porlos inmortales principios. Las clases inferiores en el siglo XIX comenzaron areinterpretar su condicin existencial a la luz de los nuevos valores proclamados porla inteliguentsia radical y reclamaron, al principio confusamente, luego de maneracada vez ms clara, la reorganizacin de la sociedad. Se sentan excluidas de laciudad y por eso pretendieron el pleno derecho de ciudadana poltica y moral.Apremiaron a los empleadores, a los gobernantes, a toda la sociedad para obtener unestatus igual al de los otros grupos que articulan la comunidad nacional. La protestaobrera, revolucionaria o refor-mista, nace del resentimiento colectivo contra lasociedad burguesa que no siente ningn deber frente a las vctimas de laacumulacin salvaje y de la industrializacin acelerada.

    El fenmeno es contagios. Progresivamente todos los grupos que ocupan unaposicin perifrica en la jerarqua social exigen la plena ciudadana poltica y moral.Lo cual produce una fermentacin continua de las demandas. Se verifica as elfenmeno que los cientficos sociales han bautizado revolucin de las expectativascrecientes. Que nace, justamente, de una reformulacin del cuadro de referenciaaxiolgico. Los grupos subalternos ya no perciben como natural e inmodificable sucondicin de ciudadanos de segunda o tercera categora, ahora pretenden un statusigual al de las clases privilegiadas. Y el instrumento para ejercer una presin eficazsobre la sociedad para que sta, mediante sus rganos, satisfaga sus demandas es laprotesta. La poca contempornea es la poca del progresivo avance del principiosocialista de la igualdad a travs de la estrategia de la protesta. Ya no se tolerandiferencias econmicas, sociales o polticas entre los hombres, y las diferencias que,a pesar de todo, permanecen, son percibidas como ilegtimas.

    III. DEL MERCADO AUTORRE-GULADO AL CONTROL SOCIAL DE LA ECONOMIA:La sociedad europea en el siglo XIX est caracterizada por un conflicto fundamental:por una parte, existe una institucin -el mercado- que trata de conquistar la plenaautonoma respecto de la poltica, de la religin, de la moral y en general decualquier instancia no estrictamente econmica; por la otra un valor -la igualdad- quese difunde rpidamente en todos los ambientes sociales como un contagio y que, a

    medida que las generaciones se suceden, adquiere cada vez ms vigor hasta hacerseuna formidable fuerza histrica. Ahora, el mercado autorregulado y el principio deigualdad tienen exigencias incompatibles entre s, puesto que el primero exige la nointervencin del estado y el segundo, por el contrario, postula que el estado debeasumir la carga de eliminar todos los obstculos que objetivamente impiden a losciudadanos menos pudientes gozar de los derechos polticos y sociales formalmentereconocidos. La sociedad trata de defenderse del mercado autorregulado, queproduce miseria, desigualdad, desocupacin y alienacin y, a travs de la accin delestado, trata de poner lmites precisos al imperialismo de la lgica capitalista. Las

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    luchas de la clase obrera contra la burguesa y las alternativas polticas proyectadaspor los pensadores socialistas tienen esto en comn: quieren abolir el mercado o,cuando menos, someterlo al control de la colectividad. La abolicin del mercadoimplica la creacin de un sistema radicalmente distinto: la economa colectivista; elsimple control significa el fin del laissez faire y la creacin de una economa mixta, enla cual la lgica de la ganancia individual sea moderada por la del inters de la

    colectividad. En Europa occidental no es la solucin radical la que prevalece sino lamoderada, es decir la solucin del control social del mercado, el cual no es abolidosino socializado. De tal modo se verifica, como consecuencia ms o menos directa delas enrgicas presiones ejercidas por los partidos obreros, el pasaje del capitalismoindividualista al capitalismo organizado. El estado ya no se limita a desempear lasfunciones de guardin de la propiedad privada y de tutor del orden pblico, sino que,por el contrario, se hace intrprete de valores -la justicia distributiva, la seguridad, elpleno empleo, etc.- que el mercado es hasta incapaz de registrar. Los trabajadores yano son abandonados a s mismos frente a las impersonales leyes de la economa y elestado siente el deber tico-poltico de crear una envoltura institucional en el cualellos estn adecuadamente protegidos de las perturbaciones que caracterizan laexistencia histrica de la economa capitalista.

    Adems de la accin de los partidos socialistas, dos fenmenos facilitan el pasaje delestado liberal al estado asistencial: el espectacular crecimiento de la riqueza y larevolucin keyne-siana. El primero ha permitido extender las ventajas materialesdel industrialismo a categoras sociales cada vez ms amplias, de manera que elcapitalismo de economa del ahorro se ha transformado en economa del consumo.Ha nacido as la sociedad opulenta con sus extraordinarias capacidades productivas,las cuales hacen posible que el estado pueda destinar una cuota considerable delrdito nacional a fines sociales.

    La revolucin keynesiana, por fin, ha conducido a la liquidacin de la poltica dellaissez faire y al nacimiento de una nueva poltica econmica basada esencialmenteen la intervencin sistemtica del estado, al que se asigna un papel econmicocentral. A l concierne, en efecto, la tarea de ejercer una funcin directiva sobre lapropensin al consumo a travs del instrumento fiscal, la socializacin de lasinversiones y la poltica del pleno empleo. En el sistema terico keynesiano lainiciativa privada, aunque contina teniendo un papel decisivo, ya no es consideradael nico motor del progreso, puesto que el equilibrio general del sistema puede sergarantizado slo por una poltica orgnica de intervenciones estatales dirigidas aconjurar las crisis cclicas. Por esto la obra de Keynes es considerada hoy como laplataforma cientfica sobre la que se apoya la moderna filosofa occidental del e. deb.

    IV. LA POLITICA DEL ESTADO DE BIENESTAR: El capitalismo individualista entraen crisis por dos razones principales: por su orgnica incapacidad de evitar las crisiseconmicas y por su insensibilidad frente a las exigencias de las clases sometidas,sin proteccin alguna, a la intemperie de la competencia. Para eliminar estos dosdefectos estructurales del capitalismo individualista, la cultura occidental no ha

    encontrado otra solucin que recurrir a la intervencin del estado, al que se demandael mantenimiento del equilibrio econmico general y la persecucin a fines de justiciasocial (lucha contra la pobreza, redistribucin de la riqueza, tutela de los grupossociales ms dbiles, etc.). De tal manera se ha verificado espontnea-mente elchoque entre la economa keynesiana y la poltica socializadora de los partidossocialdemcratas europeos. Lo cual ha conducido al fin de la era del mercado auto-rregulado y del estado abstencionista y al inicio de la era del capitalismo organizadoy del estado asistencial.

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    La crtica de los tericos del e. de b. (Welfare State) al laissez faire se resume as: Elmercado autorregulado no es capaz de registrar y satisfacer ciertas necesidadesmateriales y morales que adems son fundamentales tanto para los individuos encuanto tales como para la colectividad. En particular el estado liberal deja al libretrabajador prcticamente indefenso frente a las exigencias impersonales del mercadoy expuesto a todos los golpes de las fluctuaciones econmicas. Es necesario, por lo

    tanto, institucionalizar el principio de la proteccin social, y esto exige que el sistemaeconmico capitalista sea sometido al control de la sociedad y que la lgica de laoferta y la demanda sea moderada de alguna forma por la lgica de la justiciadistributiva. El moderno estado asistencial brota del compromiso poltico entre losprincipios del mercado (eficiencia, clculo riguroso de los costos y de los importes,libre circulacin de las mercancas, etc.) y las exigencias de justicia social avanzadasdel movimiento obrero europeo. As, el encuentro entre los liberales y los socialistasque en el siglo XIX pareca imposible, en nuestro siglo se ha realizado a travs de unamezcla pragmtica de principios que parecan mutuamente excluyentes. El alasocialdemcrata del movimiento obrero ha renunciado a la supresin del mercado,en el cual ha reconocido un instrumento insustituible para realizar el uso racional delos recursos limitados y para estimular al mximo la productividad, pero, al mismotiempo, ha logrado hacer prevalecer la instancia de regular la distribucin de lariqueza segn criterios no estrictamente econmicos. De tal modo el capitalismo hasido, al menos parcialmente, socializado, es decir sometido al control de lasestructuras imperativas de la comunidad poltica. En consecuencia, el desarrolloeconmico ya no se regula exclusivamente por los mecanismos espontneos delmercado, sino tambin, y en ciertos casos sobre todo, por las intervencioneseconmicas y sociales del estado que se han concretado esencialmente en lossiguientes puntos:

    - expansin progresiva de los servicios pblicos como la escuela, la casa, laasistencia mdica;

    - introduccin de un sistema fiscal basado en el principio de la tasacin progresiva;

    - institucionalizacin de una disciplina del trabajo orgnica dirigida a tutelar losderechos de los obreros y a mitigar su condicin de inferioridad frente a losempleadores;

    - redistribucin de la riqueza para garantizar a todos los ciudadanos un rditomnimo;

    - erogacin a todos los trabajadores ancianos de una pensin para asegurar un rditode seguridad an despus de la cesacin de la relacin de trabajo;

    - persecucin del objetivo del pleno empleo con el fin de garantizar a todos losciudadanos un trabajo, y por lo tanto una fuente de rdito.

    V. PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS: El Welfare State puede ser concebido como la

    resultante institucional de una verdadera revolucin cultural, es decir de un profundocambio de las actitudes y de las orientaciones tico-polticas de la opinin pblicaoccidental que se ha manifestado en formas particularmente significativas a partir dela Gran Depresin. pero es slo despus de la segunda guerra mundial que losprincipios del e. de b. se afirman de manera casi irresistible gracias sobre todo a laprogramacin econmica con la cual el sistema de mercado es ulteriormentesocializado.

    Sin embargo, a pesar de sus xitos indiscutibles, la accin de e. de b. es duramente

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    atacada, tanto por la izquierda como por la derecha. Para la izquierda revolucionariala poltica del Welfare State y de la programacin econmica no es ms que unaracionalizacin del sistema capitalista y un modo disfrazado para consolidarulteriormente el dominio de clase de la burguesa. Para los animados defensores delliberalismo individualista (Hayek, Mises, Ropke, Friedman) el estado asistencial corroeen sus races las estructuras y los valores de la sociedad libre desarrollando una

    peligrosa tendencia hacia la burocratizacin de la vida colectiva y hacia lareglamentacin estatalista. Segn tales crticos, toda intervencin del estado en elmercado es una amenaza a la libertad individual y una peligrosa concesin alcolectivismo. Adems, el estado asistencial reduce sensiblemente la eficiencia delsistema y frena la expansin econmica.

    A estas crticas de signo opuesto, los partidarios del Welfare State respondenrecordando que la solucin colectivista impulsada por los marxistas hasta ahora hallevado al dominio burocrtico y totalitario, no ya al mtico reino de la libertad, y que,por otra parte, la economa del laissez faire ya ha cumplido su ciclo, tanto porrazones estrictamente econmicas, como por razones de ndole tico-social. Ademsla economa liberista genera automticamente un contraste intolerable entre laopulencia privada y la miseria pblica, es decir una incongruencia entre la enormecantidad de bienes producido y la deficiencia crnica de los servicios sociales. Talincongruencia en cambio ha sido eliminada o, al menos, sensiblemente reducida,

    justamente en los pases donde los principio del e. de b. han triunfado sobre los delcapitalismo individualista. Por fin, y sobre todo, el sistema de mercado abandonadoa sus espontneos mecanismos de desarrollo genera un flujo constante de tensionessociales que son una amenaza permanente frente a las instituciones y los valoresdemocrticos en la medida en que alimentan orientaciones polticas extremistas,tanto de derecha como de izquierda.

    El debate sobre el Welfare State est todava en curso. Pero una conclusin pareceser cierta: un retorno a una economa autorregulada es imposible, y hastainimaginable. Las exigencias tcnicas y morales adelantadas por las fuerzas polticasy culturales que se remiten a la tradicin del Iluminismo reformador ya han echadoslidas races en la opinin pblica y se han traducido en instituciones que forman untodo con la actual estructura del sistema capitalista mundial.

    BIBLIOGRAFIA. W.H. Beveridge, Full employments in a free society, Londres 1944; A. H. Hansen, Economicpolicy and full employment, Nueva York, 1947; H. K. Girvetz, From wealth to welfare, Nueva York, 1950; A.Friedlander, Introduction to social welfare, Englwood Cliffs, 1955; G. Myrdal, Beyond the welfare state, NewHaven, 1960; M. Bruse, The coming of the welfare state, Londres, 1961; A. G. B. Fisher, Economic progressand social security, Nueva York, 1961; G. Myrdal, Challenge to affluence, Nueva York, 1963; J. K. Galbraith,The new industrial state, Boston, 1967; R. Pinker, The idea of welfare, Londres, 1975.

    [LUCIANO PELLICANI]

    Fascismo

    I. DEFINICION Y PREMISA: El f. es un sistema poltico que trata de llevar a cabo unencuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensin dinmica

    y trgica promoviendo la movilizacin de masas por medio de la identificacin de lasreivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.

    Esta definicin exige una demostracin que nos preocuparemos de dar precisamentecon la plena conciencia de las dificultades que hay que afrontar. El f. es, en efecto,como un iceberg. Emerge la parte histrica, la parte relativa al fenmeno en la era desus triunfos y de su derrota final. En cambio, en la poltica actual, slo desde hacepoco tiempo su profundidad ha sido objeto de los primeros escndalos precisamenteporque no existe todava una nocin precisa de lo que es verdaderamente.

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    elementos fascistas existentes en sistemas insospechables y absolver odesenmascarar los falsos f.

    Desde ahora se puede anticipar que para los fines del redescubrimiento del f. comofenmeno ideolgico-poltico del mundo actual, es ms til el examen de ciertos f.menores que el desentraamiento del prototipo italiano. El florecimiento de estudios

    sobre el f. francs, sobre el falangismo, sobre los f. balcnicos y sobre el integrismobrasilero (la Accin Integrista, con ms de un milln de afiliados, es el partido fascistams numeroso del perodo comprendido entre las dos guerras despus del P.N.F. y laN.S.D.A.P.) ayudan a comprender un aspecto plausible y actual del f. sin recurrir demanera resuelta al espejo enceguecedor del f. italiano y de la variante alemana. Almismo tiempo, una serie de ensayos que relaciona el f. con el proceso deindustrializacin introduce en el examen del fenmeno un elemento tal vezinquietante, pero despiadadamente realista.

    II. LAS INTERPRETACIONES: Hasta la dcada de los 60, las interpretacionesitalianas del f. se podan reducir a dos posiciones. Por un lado se entrev en el f. lamanifestacin de las fuerzas ms restrictivas del pas y el resultado de todos losmales y de todas las deficiencias de la historia nacional: Es la teora del f. comorevelacin sostenida por la evaluacin de muchos intelectuales e historiadorescontemporneos. Por el otro lado, siguiendo a Benedetto Croce, se considera al f.como un simple parntesis, un episodio de extravo doloroso, pero momentneo:Es la teora del parntesis (Casucci, 1962).

    La intervencin en el problema del f. de varios investigadores extranjeros de diversaextraccin poltica y cientfica y la necesidad de aislar el fenmeno o bien deextenderlo por encima de sus lmites cronolgicos y geogrficos sugirieron unareagrupacin ms organizada de las diferentes interpretaciones. De Felice enumerapor lo menos seis modelos interpretativos. Est el f. como enfermedad moral, comolo ve, a travs del prisma de un desengao atnito, la inteligencia liberal europea.Est el f. como producto lgico e inevitable del desarrollo histrico de algunospases, concepto apreciado por un moralismo polmico de marca radical. Est el f.como reaccin de clase antiproletaria, que es la interpretacin marxista ortodoxa.Est el f. como fenmeno totalitario anlogo al stalinismo y opuesto, como esteltimo, a la civilizacin liberal. Est el f. como ideologa de la crisis del mundocontemporneo, ya sea que se site en la lnea contrarrevolucionaria, ya sea que sesite en la lnea jacobina y secularizada como alternativa al leninismo.

    En cuanto a los esquemas de juicio ela-borados por las ciencias sociales, stos se vanmultiplicando. Desde el punto de vista psicosocial, Fromm encuentra la explicacindel fenmeno tanto en la estructura del carcter de los que se sintieron atrados porl como en los aspectos psicolgicos de la ideologa, que ofrece un refugio alindividuo atomizado y a la inseguridad de las clases medias. Algunos socilogos, encambio, dan ms importancia a la relacin entre la ideologa fascista y el sectorsocial en ascenso (los grupos intelectuales revolucionarios de Mannheim, los grupostecncratas de Gurvitch, la clase media que protesta de Lipset, las claves disponibles

    para la movilizacin de Germani y, se podra aadir, los managers, de JamesBurhham). De Felice agrupa en esta categora las teoras que consideran el f. comouna poltica de la industrializacin relacionada ntimamente con una etapadeterminada del desarrollo econmico (De Felice, 1969).

    Tal vez una nueva clasificacin debera partir de una premisa discriminante: lanegacin o afirmacin de la supervivencia del f., de su existencia actual y de sureproducibilidad. O sea, por una parte, si alinearan las interpretaciones queconsideran el f. como un episodio histrico bien delimitado en el tiempo,

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    econmica, por un proceso confuso de crisis y de transformacin de los valoresmorales tradicionales, por una crisis del sistema parlamentario que pona en tela de

    juicio la legitimidad del sistema y daba crdito a la idea de una falta de alternativasde gobierno vlidas, por la falta de solucin, a travs de la guerra, de problemasnacionales o coloniales. En esos pases, el f. se consolid a travs de una concepcinde la poltica y, ms en general, de la vida de tipo mstico basada en el primado del

    activismo irracional y en el desprecio del individuo ordinario al que se contrapona laexaltacin de la colectividad nacional y de las personalidades extraordinarias (lites ysuper-hombre) as como el mito del jefe: un rgimen poltico de masa (en el sentidode una movilizacin continua de las masas y de una relacin directa jefe-masa sinintermediarios) basado en el sistema del partido nico y de la milicia de partido yrealizado a travs de un rgimen policaco y un control de todas las fuentesinformativas; un revolucionarismo verbal y un conservadurismo sustancial mitigadopor una serie de concesiones sociales de tipo asistencial; el intento de crear unanueva clase dirigente, expresin del partido, y a travs de este ltimo, expresin,sobre todo, de la pequea y mediana burguesa; la creacin y la valorizacin de unfuerte aparato militar; un rgimen econmico privatista, caracterizado por unatendencia a la expansin de la iniciativa pblica, a la transicin de la direccineconmica de los capitalistas y de los empresarios a los altos funcionarios del estadoy al control de las grandes lneas de la poltica econmica as como de la adopcinpor parte del estado del papel de mediador en las controversias laborales(corporativismo) y por una orientacin autrquica (De Felice, 1969).

    Considerando en cambio las caractersticas del f. como ideologa de laindustrializacin, se pueden establecer una serie de condiciones predisponentes: 1]el dualismo; 2] la humillacin nacional; 3] la industrializacin tarda (como factor quepredispone a la radicalizacin poltica); 4] la disgregacin nacional (la crisis); 5] elevento (o sea, el elemento deflagrador de la crisis). Estas circunstancias predisponenmas no son constitutivas en el sentido de que facilitan el triunfo de f. sobre las demsideologas y los dems modelos polticos. Despus de llegar al poder, el f. secaracteriza por las siguientes modalidades: 1] la exigencia unitaria; 2] la llegada alpoder de una generacin nueva; 3] la llegada al poder de una personalidadcarismtica; 4] la llegada al poder de una nueva clase dirigente; 5] el intento deintegracin de las masas dentro del estado nacional; 6] el eclecticismo doctrinal; 7]la promocin del desarrollo industrial; 8] el empleo de frmulas dirigistas; 9] laadopcin de una poltica y de una economa autrquica (nacionalismo yproteccionismo); 10] la propuesta de un estilo de vida peculiar; 11] el recurso a laviolencia contra toda fuerza nacional centrfuga y conflictiva.

    Los ltimos datos expuestos se refieren al f. triunfante. Sin embargo, la tipologa nosera completa si no abarcara todos los f., tomando en cuenta la definicin inicial ylos dems elementos caractersticos ya enunciados. La clasificacin se puedeelaborar fijndose en la relacin entre el f. y el ordenamiento socio-poltico al que secontrapone.

    Primer caso: el sistema existente est atrasado, ha empezado apenas su

    transformacin, o bien consiste en la superposicin de estructuras modernas a unasociedad tradicional. El f. se presenta como una ideologa de ruptura, como unacontestacin absoluta acompaada de un fuerte componente terico. Es unmovimiento de salvacin con un contenido espiritualista o religioso acentuado (lareligin en una sociedad arcaica es el factor unitario primigenio), con tendenciasromnticas y algunas veces ferozmente racistas; se opone a las tendenciascosmopolitas en que se inspira el proceso de modernizacin. Al presentarse, noobstante su apelacin unitaria, como un factor ms de fragmentacin poltica, el f. esdescartado en esta fase o est precedido de fuerzas capaces de llevara cabo el

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    reordenamiento unitario del pas en el plano coercitivo-represivo sin movilizacin demasa (por ejemplo, Espaa, Portugal, as como Rumania y Hungra en el perodocomprendido entre las dos guerras).

    Segundo caso: el sistema existente ya ha entrado en una fase de descomposicin. Elf. llega al poder como una ideologa cicatrizante y establece un nuevo sistema que

    incorpora los residuos del viejo. La hegemona del nuevo sistema es clara, pero eldualismo no queda completamente eliminado sino resuelto con un compromiso, conuna especie de duopolio poltico, de ah el carcter sin-crtico y bipolar del sistemade poder fascista (monarqua y fascismo en Italia, ejrcito y peronismo en laArgentina), aun a nivel personal (el rey y el duce, Pern y Eva Duarte). En laideologa el elemento eclctico y pragmtico predomina sobre el de la teora.

    Tercer caso: el sistema existente ha superado la crisis de la industrializacin, pero seve sorprendido por una crisis econmica y moral sin precedentes que se prolonga yabre profundas grietas en las estructuras polticas y sociales. El f. se presentanuevamente como contestacin absoluta, como un sistema totalmente nuevo con unfuerte componente terico, mstico, romntico y racista, capaz de movilizar a lasmasas con la frmula del pleno empleo material, y emotivo (en esa fase se puededefinir el f. como una ideologa total del pleno empleo). A pesar de llegar al poder porel camino de un compromiso con parte del establishment, el f. instaura unasupremaca absoluta, es decir el totalitarismo (Alemania nacional-socialismo).

    IV. EL FASCISMO COMO FENOMENO INTERNACIONAL: Los casos descritosanteriormente permiten enmarcar claramente los distintos f. histricos. La Guardia deHierro rumana. las Cruces Flechada hngaras, la Accin Integrista Brasilera, losmovimientos revolucionarios bolivianos de los aos 30, en nacional-sindicalismoportugus, la Falange y las JONS espaolas son fascismos del primer tipo. Hay quesealar que todos han sido bloqueados por seudofascismos, por regmenes contra-revolucionarios que utilizaron unas veces el ritualismo fascista, pero que no llevarona cabo la unidad del sistema a travs de una movilizacin de masa. Esto significanegar cualquier auten-ticidad fascista a los regmenes del rey Carol de Rumania yposteriormente de Antonescu, a la regencia de Horthy, al rgimen de Salazar, alsistema polaco preblico, al movimiento lappista finlands, al franquismo. Msdudosa es la clasificacin del Estado Novo de Vargas, un caso de oportunismopopulista.

    El prototipo del segundo f. es el f.italiano. El peronismo puede incluirsetranquilamente en esta categora. La repugnancia que encuentran algunos aconsiderar fascista un movimiento que tuvo y sigue teniendo una amplia base obreracarece de fundamentos. Se puede decir si acaso que por algunas circunstanciashistricas propias de Argentina y sobre todo por demrito de las organizacionessindicales tradicionales, Pern logr polarizar una fidelidad obrera mejor que elsindicalismo fascista italiano. Por lo dems, Pern no introdujo cambios substancialesen el ordenamiento jurdico de la propiedad (hizo falta hasta una reforma agraria),varias veces afirm la exigencia de la colaboracin de las clases y en el ejercicio del

    poder se apoy ms que en los cuadros sindicales en los cuerpos oficiales, o sea enla pequea burguesa armada: cuando trat de prescindir del apoyo de esta ltimafue derrocado. Se puede en cambio excluir la existencia de un f. japons, por lomenos a nivel del rgimen (la sociedad japonesa no se ha desunido nunca, siempreha permanecido compacta).

    El tercer f. tuvo una realizacin nica: el nacionalismo-socialismo. Aunque enperodos de crisis surgieron en distintos pases industrializados movimientosanlogos como el New Party of Mosley en Gran Bretaa, el P.P.F. de Jacques Doriot, el

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    diplomacia tradicional sin el correctivo de la desprejuiciada flexibilidad que le habapermitido a esta ltima evitar los cambios de rumbo trgicos.

    El rgimen fascista italiano se caracteriza fundamentalmente por un ejercicio delpoder marcado por un pragmatismo absoluto:; obedeciendo a este impulso dinmico,a esta obsesin realizadora que no slo es la polilla de los f., como afirma Camillo

    Pellizi, sino la autntica razn de vida, se dispers en todas direcciones como untorrente de lava, detenindose donde encontraba resistencia y lanzndose haciaadelante donde no la haba. El partido, el sistema totalitario y las corporacionesfueron encontrando, a su turno, su punto de detencin. Y siempre, por ltimo, quedsolo el estado, el viejo estado, con sus sedimentaciones tradicionales, obligado aadoptar el papel revolucionario ya que, en realidad, su expansin pareca la menostemida y, en ltimo anlisis, segua siendo el nico punto de apoyo indiscutible deuna unidad de emergencia. El uso revolucionario de un estado tradicional, de unejrcito tradicional, de una diplomacia tradicional, determinan el resquebrajamientodel rgimen al que, por otra parte, debido al proceso de despolitizacin que se lleva acabo en el pas desde 1937, a la desmovilizacin emotiva de las dirigencias y de lasmasas, a la transformacin del rgimen en direccin, de acuerdo con la afortunadaexpresin de Bottai, no le queda otra cosa que el dilema entre un autoritarismoesttico, o sea el no f., y el verdadero f., o sea la marcha ininterrumpida, eldinamismo aun nihilista.

    VI. LA IDEOLOGIA DEL FASCISMO: Los prejuicios son mallas de hierro o deoropel. No tenemos el prejuicio republicano, ni el monrquico, no tenemos el prejuiciocatlico, socialista o antisocialista. Somos cuestionadores, activistas, realizadores,declara Mussolini en una entrevista al Giornale dItalia despus de la fundacin delFascio de combate de Miln. Missiroli llama al f. hereja de todos los partidos. En elprembulo doctrinal del estatuto del PNF de 1938, Mussolini afirma: El f. rescata delos escombros de las doctrinas liberales, socialistas y democrticas, los elementosque todava tienen un valor vital. Mantiene los que se podran llamar hechosadquiridos de la historia, y rechaza todo lo dems, es decir el concepto de unadoctrina buena para todas las pocas y para todos los pueblos.

    El posibilismo ideolgico est ligado a la subordinacin de las ideas a la accin. Diezaos despus de su asentamiento en el poder, Mussolini le dir a Ludwig: Me heconvencido de que la primaca le corresponde a la accin, aun cuando estequivocada. Lo negativo, el eterno inmvil es condenacin. Yo estoy de parte delmovimiento. Yo soy un marchista. En todos los f. existe un florilegio de declaracionessemejantes: Debis caminar, debis dejaros arrastrar por la corriente [...] debisactuar. Lo dems llega por s solo, exhorta Len Degrelle, No nos preguntarisprimero -escribe Drieu la Rochelle- cul es nuestro programa sino cul es nuestramentalidad. El espritu del PPF es un espritu de vida, de accin, de velocidad.Pern me ha enseado -proclama Eva Duarte- que para conseguir algo no esnecesario, como cree la mayor parte de la gente, hacer grandes planes. Si los planesexisten tanto mejor, pero si no existen, no importa: lo que importa es comenzar aactuar. Los planes vendrn despus. Y Oswald Mosley afirma por su parte: Un gran

    hombre de accin observ: `el que sabe exactamente a donde se dirige no llega muylejos. Para Hitler, el nacional-socialismo era un socialismo potencial que no serealizara nunca porque estaba en una condicin de cambio continuo. Plinio Salgado,que no obstante trata de darle al inte-grismo un contenido doctrinal preciso, habla deuna concepcin integral de la idea, del hecho y del movimiento, atribuyndole aeste ltimo una importancia fundamental. Weber habla del f. como de unactivismo oportunista inspirado en la insatisfaccin producida por el ordenamientovigente, sin la intencin o la capacidad de proclamar una doctrina propia y ms biencon la tendencia a destacar la idea del cambio y la conquista del poder (Weber,

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    1964).

    Respecto de la primaca de la accin, las mismas teoras que se van incorporandopoco a poco a la doctrina fascista, como el corporativismo, el; sindicalismo, eltotalitarismo, el dirigismo econmico, doctrinas que por otra parte se contradicenentre s desde sus premisas, aparecen como meros ejercicios abstractos que slo han

    influido marginalmente en el desarrollo del movimiento. En ese sentido es explicableque el f. no logre negar o rechazar in toto las dems ideologas, incluso elcomunismo: tiende ms bien a conciliarlas, a servirse de ellas una despus de la otrade acuerdo con las circunstancias. El f. hngaro (las Cruces Flechadas) aceptar losvotos comunistas, Mussolini restablecer las relaciones con la Rusia de los Soviets,los fascistas espaoles siguiendo a la izquierda italiana, alabarn simultneamente larevolucin de octubre y la revolucin fascista, Hitler no dudar en pensar en unadivisin del mundo con Stalin, las relaciones entre los actuales sistemas nacional-populistas y los partidos comunistas locales son demasiado ambiguas.

    El activismo no es incompatible con el nacionalismo sino encuentra en este ltimo elinstrumento ms adecuado, no entendindolo en el sentido de la conservacintradicional sino de la consolidacin dinmica y de la expansin permanente de lacomunidad nacional. No obstante, respecto del dinamismo, el nacionalismo es unelemento subordinado. Algunos f. aceptan concientemente la hegemona alemana. Elltimo f. italiano, el de 1945-1946, evocar en el Manifiesto de Verona la idea de lacomunidad europea. Los nazis se consideran a s mismos defensores de Europa. Laconcepcin dinmica de la nacin y el orden europeo explica la catstrofediplomtica y militar de los regmenes fascistas que, no obstante, en el planoeconmico y en parte en el plano social, lograron xitos efectivos.

    Una caracterstica peculiar del f. es la percepcin de la crisis. Este no cuaja como unaideologa de emergencia con un programa de inmovilizacin y de hibernacin de lasociedad enferma (no lo hacen en cambio, los sistemas de tipo militar) sino de huidahacia adelante. La unidad propuesta por el f. no es esttica sino dinmica.

    El f., por lo tanto, vive y lucha en una atmsfera de crisis. Todos los f. seconsideran como el ltimo recurso; todos estn amenazados por un mundo hostil, enun estado de sitio en que la autosuficiencia material e ideolgica es la nicaesperanza (Weber, 1964). En 1929, Gregor Strasser proclama: Nosotros llevamosadelante una poltica de catstrofe porque slo la catstrofe, es decir el derrumbe delsistema liberal nos allanar el camino para la construccin del nuevo edificio quellamamos nacional-socialismo. La revista Die Komenden, rgano de un grupsculonazi, afirma en el mismo perodo: Deseamos el caos porque lo dominaremos. Antesde la intervencin de 1915, Mussolini plantea el dilema: Guerra o revolucin.

    VII. CONCLUSION: El f. es pues una ideologa de crisis. Nace como respuesta a unacrisis a la que Talcott Parsons llama el incremento de las anomias, o sea la falta deintegracin, bajo diversos aspectos, entre muchos individuos y los modelosinstitucionales constituidos (Talcott Parsons, 1956). La crisis puede estar relacionada

    con un evento determinado (una guerra o una desocupacin masiva), pero esnecesario tomar en cuenta que el evento revela la crisis, no la provoca. El sistemademocrtico-liberal italiano ya se haba derrumbado en 1915 antes del ingreso a laguerra.

    La crisis se manifiesta principalmente a travs de la disgregacin del ordenamientoexistente. Un caso tpico de crisis es el del dualismo de la sociedad en vas deindustrializacin (v.). El contenido de la respuesta fascista a la crisis es la unidad.El concepto de unidad est implcito en la denominacin: Fascio. El autoritarismo, la

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    violencia, el racismo, el totalitarismo son derivaciones y algunas veces desviacionesdel principio unitario.

    La unidad sigue siendo el dato prioritario y esencial. La apelacin a la unidad atraede manera particular a la juventud y a las clases medias que se consideran, dentrode la escala social, en una posicin de equidistancia de los extremos y, por lo tanto,

    de interclasismo. Bajo este aspecto, el f. se adapta a las clases medias de tal maneraque se puede definir tendencialmente como la ideologa tpica de las clases medias ysobre todo como la ideologa de las lites juveniles de la clase media. Esto no excluyeque el f. adquiera un consenso masivo an dentro del proletariado y en ciertossectores del establishment. Su sustrato social tpico es la pequea burguesa deorigen proletario que tiene cualidades de combatividad y de agresividaddesconocidas para la burguesa tradicional (las investigaciones recientes sobre loscuadros del integrismo brasilero demuestran su ubicacin dentro del sector social enascenso; la proveniencia de los jefes fascistas italianos y nazis, en su mayora de laizquierda poltica o de lo que se podra llamar la izquierda social, es conocida). Eneste sentido el f. es una ideologa de clases que est emergiendo, radical ms bienque revolucionaria. Tiene por objeto el trastocamiento del establishment (Carsen,1970).

    La conexin entre f. e industrializacin est ya manifiesta en la conexin entre f. ycrisis. En efecto, el recurso a sistemas de tipo fascista o influidos por el f. es casirecurrente en el perodo de la industrializacin. La subordinacin de lasreivindicaciones sociales a las reivindicaciones nacionales se presenta como elinstrumento ms eficaz para proponerse a las masas la prrroga de la era delbienestar. Tambin los sistemas populistas revolucionarios toman esta caractersticadel f.

    Cmo tiende el f. a superar la crisis? Se puede decir que trata de domarla mas no deanularla. El f. es un organizador de la tensin. La tensin es su combustible. Esta lepermite mantener la movilizacin permanente de las masas bajo una disciplina detipo ms blico que militar. El dinamismo fascista es un germen negativo del sistema,un detonador que tarde o temprano provoca su explosin. La conciencia de latragedia final est presente en el sistema fascista an en el momento del triunfo, yde ella se deriva un sentimiento de religiosidad negativa, el pesimismo activista queimpresiona a Malraux en el hombre fascista, el romanticismo desesperado que afloratarde o temprano de manera inevitable en todo f., en sus ritos desde las reuniones deNremberg hasta la Noche de los Tambores Silenciosos de los integristas brasileros.Este pesimismo se pone de manifiesto, dentro de la simbologa fascista, en el colornegro, en la evocacin obsesiva de la muerte y en el lugar que sta ocupa en laiconografa fascista. El declogo del fascio turins proclama la fe en el xito de lasminoras de voluntad y muerte. La agona del f. est rodeada de alusiones a lamuerte bella, a la belleza de morir. La desesperacin se contrapone a laesperanza como un elemento activo. La desesperacin se sublima como activismoabsoluto. La Disperata es el nombre de una escuadra de accin florentina. Por esto,tambin el f. triunfante se presenta al conservador Rauschning como la revolucin

    del nihilismo.

    El dinamismo distingue claramente al f., como se ha sealado, de los dems sistemasde tipomilitar que cuando mucho podran definirse, con una distorsin sustancial deltrmino, como f. estticos.

    El hecho de que se proponga resolver la crisis, aunque se alimente simultneamentede la crisis, distingue al f. an ms de los sistemas populistas revolucionarios, queson capaces de sobrevivir precisamente por su activismo optimista. Talcott Parsons

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    habla, a propsito del f., de una reaccin a la ideologa de la racionalizacin de lasociedad, y en ese sentido ste se contrapone al radicalismo de izquierda y seclasifica como un radicalismo de derecha. Aunque, a su manera, tambin el f. es unintento de racionalizar la sociedad, apoyndose en el factor dinmico y aplicndole ala sociedad un esquema de evolucionismo poltico. Racionalizando en cierto sentidoel pesimismo, o hacindolo trascender en el tema de la fe y de la muerte, propone la

    utopa del fuego y del peligro.

    El f. queda fuera, por lo tanto, de la rgida dicotoma derecha-izquierda. Unas vecesminoritarios y otras mayoritario, pequeoburgus o proletario, siempre plebeyo einterclasista, dispuesto a no apelar a la uniformidad de las condiciones sino a laigualdad y a la unidad de los sentimientos, se le presenta a la sociedad en crisiscomo una alternativa mesinica.BIBLIOGRAFIA. T. Parsons, Society and dictatorship, en Essay on sociological theory, Chicago, 1954; C.Casucci, Il fascismo. Antologia si scritti critici, Bolonia, 1962; J. Plumyene-R. La Sierra. Les fascismesfranais 1923-1963, Pars, 1963; E. Weber, Varieties of fascism, Nueva York, 1964; A. Aquarone,Lorganizzazione dello stato totalitario, Turn, 1965; E. Nolte, Der Faschismus in seiner Epoche, 1965; E.Nolte, Die Krise des liberalsen System un die faschistischen Bewegungwn, 1968; K. P. Hoepke, Diedeutsche Rechte und der italianischer Faschismus, 1966; F. L. Carsten, The rise of fascism, 1967; Thenature of fascism, Nueva York, 1969; A. J. Gregor, The ideology of fascism, Nueva York, 1969; R. De Felice,Le interpretazioni del fascismo, Bari, 1969;

    R. de Felice, Il fascismo. La interpretazioni dei contemporanei e degli storici , Bari, 1970; N. Poulantzas,Fascismo y dictadura, Mxico, Siglo XXI, 1971.[LUDOVICO INCISA]

    Legitimidad:

    I. DEFINICION GENERAL: En el lenguaje ordinario el trmino l. tiene dossignificados: uno genrico y uno especfico. En el significado genrico, l. es casisinnimo de justicia o de razonabilidad (se habla de l. de una decisin, de unaactitud, etc.). El significado especfico aparece a menudo en el lenguaje poltico. Eneste contexto, el referente ms frecuente del concepto es el estado. Naturalmenteaqu nos ocupamos del significado especfico.

    En una primera aproximacin se puede definir la l. como el atributo del estado que

    consiste en la existencia en una parte relevante de la poblacin de un grado deconsenso tal que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo en casosmarginales, recurrir a la fuerza. Por lo tanto, todo poder trata de ganarse el consensopara que se le reconozca como legtimo, transformando la obediencia en adhesin. lacreencia en la l. es, pues, el elemento integrante de las relaciones de poder que sedesarrollan en el mbito estatal.

    II. LOS NIVELES DEL PROCESO DE LEGITIMACION: Ahora bien, si se considera elestado desde el punto de vista sociolgico y no jurdico, se comprueba que el procesode legitimacin no tiene como punto de referencia al estado en su conjunto sino susdiversos aspectos: la comunidad poltica, el rgimen, el gobierno y, cuando el estadono es independiente, el estado hegemnico al que est subordinado. Por lo tanto, lalegitimacin del estado es el resultado de una serie de elementos dispuestos a

    niveles crecientes, cada uno de los cuales concurre en modo relativamenteindependiente a determinarla. Es necesario, por lo tanto, examinar separadamentelas caractersticas de estos elementos que constituyen el punto de referencia de lacreencia en la l.

    a] La comunidad poltica es el grupo social con base territorial que rene a losindividuos ligados por la divisin del trabajo poltico. Este aspecto del estado esobjeto de la creencia en la l. cuando en la poblacin se han difundido sentimientos deidentificacin con la comunidad poltica. En el estado nacional la creencia en la l. seconfigura predominantemente en trminos de fidelidad a la comunidad poltica y de

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    IV. ESTRUCTURA POLITICA Y SOCIAL, CREENCIAS EN LA LEGITIMIDAD EIDEOLOGIA: El influjo del consenso de los diferentes miembros de una comunidadpoltica en la legitimacin de cualquier estado, aun del ms democrtico, no es dehecho equivalente. El pueblo no es una suma abstracta de individuos, cada uno delos cuales participa directamente con igual cuota de poder en el control del gobierno

    y en el proceso de formacin de las decisiones polticas, como aparece a travs de laficcin jurdica de la ideologa democrtica. Las relaciones sociales no subsisten entreindividuos absolutamente autnomos sino entre individuos situados que ocupan unpapel definitivo en la divisin social del trabajo. Ahora bien, la divisin del trabajo y lalucha social y poltica que se deriva de aqulla hacen que la sociedad no se considerenunca a travs de representaciones conformes con la realidad sino con una imagendeformada de los intereses de los protagonistas de esa lucha (ideologa) cuya funcinconsiste en legitimar el poder constituido. Se trata de un representacincompletamente fantstica de la realidad y no de una simple mentira. Cada ideologa,cada principio de l. del poder, para desarrollarse con eficacia, debe, en efecto,contener tambin elementos descriptivos que lo hagan creble y, en consecuencia,idneo para producir el fenmeno del consenso. Por este motivo, cuando lascreencias en que se basa el poder no corresponden ya a la realidad social, seabandonan y se asiste al cambio histrico de ideologas.

    Cuando el poder es estable y es capaz de cumplir de manera progresista oconservadora sus propias funciones esenciales (defensa, desarrollo econmico, etc.),esto hace valer simultneamente la justificacin de su propia existencia, apelando adeterminadas exigencias latentes en las masas, y con la potencia de su propiapositividad se crea el consenso necesario. En los perodos de estabilidad poltica ysocial el influjo sobre la formacin de la conciencia social de los que la divisin deltrabajo ha colocado en el vrtice de la sociedad es decisiva, porque es capaz decondicionar en forma relevante el comportamiento de los que no ocupan papelesprivilegiados. A estos ltimos les parece tan importante la realidad del estado quetienen la sensacin de encontrarse frente a una fuerza natural o condicionesnecesarias e inmutables de la existencia asociada. Por otra parte, para adaptarse a ladura realidad de su condicin social, el hombre ordinario se ve llevado a idealizar supasividad y sus sacrificios en nombre de principios absolutos capaces de hacerrealidad el deseo y de convertir en verdad su esperanza.

    En cambio, cuando el poder est en crisis, porque su estructura ha entrado encontradiccin con el desarrollo de la sociedad, entra tambien en crisis el principio del. que lo justifica. Ocurre esto porque en las fases revolucionarias, o sea cuando elaparato del poder se deshace, caen tambin los velos ideolgicos que lo ocultaban ala poblacin y se manifiesta a plena luz su incapacidad de resolver los problemas quevan madurando en la sociedad. Entonces la conciencia de las masas entra encontradiccin con la estructura poltica de la sociedad; todos se vuelvenpolticamente activos, porque las decisiones son simples y comprometendirectamente al hombre ordinario; el poder de decisin est realmente en manos detodos. Naturalmente estos fenmenos ocurren mientras no se haya formado otro

    poder y, en consecuencia, otro principio de l. La experiencia histrica demuestra, enefecto, que a todo tipo de estado le corresponde un tipo distinto de l., o sea a cadaforma de lucha por el poder le corresponde una ideologia dominante distinta.

    V. EL ASPECTO DE VALOR DE LA LEGITIMIDAD. El consenso hacia el estado no hasido nunca (y no es) libre sino siempre, por lo menos en parte, forzado y manipulado.la legitimacin se presenta de ordinario como una necesidad, cualquiera que sea laforma del estado. Numerosas investigaciones sociolgicas han probado, por ejemplo,que el fenmeno de la manipulacin del consenso existe tambin en los regmenes

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    democrticos. Ahora bien, como el poder determina siempre, por lo menos en parte,el contenido del consenso, que puede ser, por consiguiente, ms o menos libre o mso menos forzado, no parece lcito darle el atributo de legtimo tanto a un estadodemocrtico como a un estado tirnico por el solo hecho de que en ambos semanifiesta la aceptacin del sistema.

    Si nos limitamos a definir como legtimo un estado del que se aceptan los valores ylas estructuras fundamentales, esta formulacin termina incluyendo tambin loopuesto de lo que comnmente se entiende por consenso: el consenso impuesto y elcarcter ideolgico de su contenido. La definicin propuesta al principio se hamanifestado, por lo tanto, insatisfactoria, porque es compatible con cualquiercontenido. Para superar esta incongruencia, que parece invalidar la misma exactitudsemntica de la definicin descriptiva, hay que poner en evidencia una caractersticaque el termino l. tiene en comn con muchos otros trminos del lenguaje poltico(libertad, democracia, justicia, etc.): designa al mismo tiempo una situacin y unvalor de la convivencia social. La situacin que designa este trmino consiste en laaceptacin del estado por parte de una fraccin relevante de la poblacin; el valor esel consenso libremente manifestado por una comunidad de hombres autnomos yconscientes. El sentido de la palabra l. no es esttico sino dinmico; es una unidadabierta, de la que se presupone un cumplimiento posible en un futuro indefinido ycuya realidad actual es slo un asomo. En cualquier manifestacin histrica de la l.brilla siempre la promesa, presentada hasta ahora como irrealizada, de una sociedad

    justa en que el consenso, que constituye su esencia, pueda manifestarse librementesin interferencia del poder y de la manipulacin y sin mistificaciones ideolgicas. Conesto hemos adelantado cules son las condiciones sociales que permitiranaproximarse a la plena realizacin del valor incorporado en el concepto de l.: ladesaparicin tendencial del poder en las relaciones sociales y del elementopsicolgico que est ligado a ellas: la ideologa.

    Ahora bien, el criterio que permite discriminar los diversos tipos de consenso parececonsistir en el distinto grado de deformacin ideolgica a que est sometida lacreencia en la l. y en el distinto grado de manipulacin correspondiente a que sesujeta dicha creencia. de acuerdo con este criterio se podra demostrar que no todoslos tipos de consenso son iguales y que sera ms legtimo el estado en que elconsenso pudiera expresarse ms libremente y en el que fuera menor la intervencindel poder y de la manipulacin y, por lo tanto, menor el grado de deformacinideolgica de la realidad social en la mente de los individuos. Por tanto, cuanto msforzado sea el consenso y ms tenga un carcter ideolgico, tanto ms seraparente. De acuerdo con esto se puede formular una nueva definicin de l. quepermita superar las limitaciones y las incongruencias de la propuesta al principio. Setrata en esencia de integrar en la definicin el aspecto de valor, que es un elementoconstitutivo del fenmeno. Por consiguiente se podr decir que la l. del estado es unasituacin que no se realiza nunca en la historia, sino como aspiracin, y que, porconsiguiente, un estado ser ms o menos legtimo en la medida en que realice elvalor de un consenso manifestado libremente por parte de una comunidad dehombres autnomos y conscientes, o sea en la medida en que se acerque a las idea-

    lmite de la eliminacin del poder y de la ideologa en las relaciones sociales.

    BIBLIOGRAFIA. M. Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, Tubinga, 1922; C. Schmitt, Legalitat und Legitimitat,Munich- Leipzig, 1932; G. Ferrero, Potere, 1942; D. Easton, A systems analysis of political life, Nueva York,1965; AA.VV., Lide de lgitimit, Pars, 1967. [LUCIO LEVI]

    Partidos polticos

    I. DEFINICION: Dar una definicin de p.p. no es simple porque este fenmeno se hapresentado y se presenta con caractersticas notablemente diferentes tanto desde el

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    punto de vista de las actividades concretas que ha desarrollado en lugares y tiemposdistintos como en trminos de estructuracin organizativa que el mismo ha asumidoy asume. Segn la famosa definicin de Weber el p. es una asociacin [...] dirigida aun fin deliberado, ya sea ste objetivo como la realizacin de un programa quetiene finalidades materiales o ideales, o personal, es decir tendiente a obtenerbeneficios, poder y honor para los jefes y secuaces o si no tendiente a todos estos

    fines conjuntamente. Sin embargo, no obstante el hecho de que desde laantigedad han existido grupos de personas que siguiendo a un jefe luchaban contodos los medios para la obtencin del poder poltico, es una opinin compartida porlos estudiosos de poltica la de considerar como p. verdaderos las organizaciones quesurgen cuando el sistema poltico ha alcanzado un cierto grado de autonomaestructural, de complejidad interna y divisin del trabajo que signifique, por un ladoun proceso de formacin de las decisiones polticas en la que participan varias partesdel sistema, y por otro lado que entre estas partes estn comprendidos, terica yefectivamente, los representantes de aquellos a los que se refieren las decisionespolticas. De lo cual deriva que en la nocin de p. entran todas aquellasorganizaciones de la sociedad civil que surgen en el momento en el que se reconoce,terica o prcticamente, al pueblo el derecho de participar en la gestin de poderpoltico y que con este fin se organizan y actan.

    En esta acepcin los p. aparecen por primera vez en aquellos pases que fueron losprimeros en adoptar la forma de gobierno representativo. Esto no significa que los p.nacen automticamente con el gobierno representativo sino ms bien que losprocesos polticos y sociales que llevaron a esta forma de gobierno, que prevea unagestin del poder por parte de los representantes del pueblo, ms adelante en eltiempo han llevado a una progresiva democratizacin de la vida poltica y a lainsercin de sectores cada vez ms amplios de la sociedad civil en el sistema poltico.En trminos generales puede decirse que el nacimiento y el desarrollo de los p. estvinculado al problema de la participacin, es decir al progresivo aumento de lademanda de participar en el proceso de formacin de las decisiones polticas porparte de clases y estratos diversos de la sociedad. Esta demanda de participacin sepresenta de manera ms intensa en los momentos de grandes transformacioneseconmicas y sociales que trastornan la estructura tradicional de la sociedad yamenazan con modificar sus relaciones de poder: es en estas situaciones cuandosurgen grupos ms o menos grandes y ms o menos organizados que se proponenactuar por una ampliacin de la gestin del poder poltico a sectores de la sociedadque anteriormente estaban excluidos o que proponen una distinta estructuracinpoltica y social de la misma sociedad. Naturalmente el tipo de movilizacin y losestratos sociales que estn implicados, adems de la organizacion poltica de cadapas, determinan en gran parte las caractersticas distintivas de los grupos polticosque se forman de este modo.

    II. EL PARTIDO DE NOTABLES: Histricamente el origen de los p. se puede hacerremontar a la primera mitad del siglo XIX, en Europa y en los Estados Unidos. Es elmomento de la afirmacin del poder de la clase burguesa y, desde un punto de vistapoltico, es el momento de la difusin de las instituciones parlamentarias o de la

    batalla poltica por su constitucin. En Inglaterra, el pas de tradicionesparlamentarias ms largas, los p. hacen su aparicin con el Reform Actde 1832 que,ampliando el sufragio, permiti que los estratos industriales y comerciales del pasparticiparan junto a la aristocracia en la gestin de los negocios pblicos. Antes deesa fecha no puede hablarse en Inglaterra de p.p. propiamente dichos: los dosgrandes p. de la aristocracia, surgidos desde el siglo XVIII y presentes desdeentonces en el parlamento, no tenan fuera del mismo ninguna relevancia y ningntipo de organizacin; se trataba de simples etiquetas detrs de las cuales estaban losrepresentantes de un estrato homogneo, no dividido por conflictos de inters o

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    diferencias ideolgicas sustanciales, que adheran a uno o al otro grupo sobre todopor tradiciones locales o familiares. Como afirma Weber, no eran ms que squitosde poderosas familias aristocrticas tanto que cada vez que un Lord, por cualquiermotivo, cambiaba p., todo lo que de l dependa pasaba contemporneamente al p.opuesto.

    Despus del Reform Act comenzaron a surgir en el pas algunas estructurasorganizativas que tenan el objetivo de ocuparse de los cumplimientos previstos porla ley para la eleccin del parlamento y de recoger votos a favor de este o aquelcandidato. Se trataba de asociaciones locales promovidas por candidatos alparlamento, o por grupos de notables que haban combatido por la ampliacin delsufragio, o algunas veces por grupos de inters. Estos crculos agrupaban un nmeroms bien restringido de personas, funcionaban casi exclusivamente durante losperodos electorales y estaban guiados por notables locales -aristcratas ogranburgueses- que elegan los candidatos y suministraban el financiamiento de laactividad electoral. Entre los crculos locales no exista ningn tipo de vnculoorganizativo ni en sentido vertical ni en sentido horizontal. La identidad partidaria delos mismos, as como su expresin nacional, se encontraba en el parlamento; era lafraccin parlamentaria del p. la que tena el deber de preparar los programaselectorales y elegir a su vez los lderes del p. El poder de la fraccin parlamentariadel p., adems, lo aumentaba el hecho de que los diputados tenan un mandatoabsolutamente libre: de su accin poltica no eran responsables ni frente a laorganizacin que haba contribuido a su eleccin ni frente a los electores sino, comoentonces se afirmaba, ellos eran responsables slo frente a la propia conciencia.

    Este tipo de p. que en la literatura socio-lgica se llama p. de notables haciendoreferencia a su composicin social o p. de comit en consideracin a su estructuraorganizativa o de representacin individual por el gnero de representacin queexpresaba es el que prevalece durante todo el siglo XIX en la mayor parte de lospases europeos. Hay, obviamente, diferencias de un pas a otro, ya sea porque enalgunos pases los p. surgieron mucho ms tarde (en Alemania, por ejemplo, slo sepuede hablar de p. despus de la revolucin de 1848 con la formacin de los p.liberales de la burguesa, y en Italia solamente despus de la unificacin nacional) oya sea porque las condiciones sociales y polticas que llevaron a su constitucinfueron parcialmente distintas de las inglesas. Sin embargo puede afirmarse engeneral que la entrada de la burguesa en la vida poltica estuvo signada por eldesarrollo de una organizacin partidaria basada en el comit y que mientras elsufragio fue limitado y la actividad poltica fue casi exclusivamente una actividadparlamentaria de la burguesa, no hubo cambios en la estructura partidaria.

    III. EL PARTIDO DE APARATO: En las dcadas que precedieron y que siguieron laterminacin del siglo XIX la situacin comenz a cambiar como consecuencia deldesarrollo del movimiento obrero. Las transformaciones econmicas y socialesproducidas por el proceso de industrializacin llevaron a la escena poltica a lasmasas populares cuyas reivindicaciones se expresaron inicialmente en movimientosespontneos de protesta, encontrando luego canales organizativos cada vez ms

    complejos hasta la creacin de los p. de trabajadores. Es justamente con elsurgimiento de los p. socialistas -en Alemania en 1875, en Italia en 1892, enInglaterra en 1900, en Francia en 1905- que los p. asumen connotacionesabsolutamente nuevas: un squito de masas, una organizacin difundida y establecon un cuerpo de funcionarios retribuidos expresamente por desarrollar actividadpoltica y un programa poltico sistemtico.

    Estas caractersticas respondan a exigencias especficas de los p. de trabajadores,ya sea por los objetivos polticos que stos se proponan, ya sea por las condiciones

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    sociales y econmicas de las masas a las cuales se dirigan. Los movimientossocialistas haban nacido con el programa de promover un nuevo modo deconvivencia civil, de la que habran sido los creadores las clases subalternasemancipadas social y polticamente. Con ese fin era necesario educar a las masas,hacerlas polticamente activas y conscientes de su propio papel. Para lograr esto noera suficiente una genrica agitacin poltica en la ocasin que representaban las

    elecciones ni asuma una gran importancia la actividad parlamentaria. Era necesarioque en el pas se desarrollara una estructura organizativa estable y articulada, capazde realizar una accin poltica continua que implicara el mayor nmero posible detrabajadores y que tocase todas las esferas de su vida social. Adems era necesarioque a la actividad de educacin y propaganda y al trabajo organizativo se dedicarancompletamente personas calificadas, correspondientemente retribuidas por esto, yaque no era posible que los trabajadores, con duros horarios de trabajo y bajossalarios, dedicaran a la actividad polticas ms que algn recorte de su tiempo libre,ni que abandonasen el trabajo para dedicarse a la poltica a simple ttulo honorario.Se presentaba tambin el problema del financiamiento del p.: al faltar los notablesque financiaban la actividad y la organizacin poltica, se introdujo el sistema de lascuotas es decir las contribuciones peridicas que cada miembro debe dar alpartido.

    La estructura que se desarroll de ese modo tuvo una configuracin de tipopiramidal. En la base estaban las uniones locales -crculos o secciones- con la tareade encuadrar todos los miembros del p. pertenecientes a un determinado mbitoterritorial (ciudad, barrio o pueblo). Las secciones tenan reuniones peridicas en lasque se discutan los principales problemas polticos y organizativos del momento, seocupaban de la actividad de propaganda y proselitismo y elegan los propios rganosdirectivos internos adems de los propios representantes en los niveles superioresdel partido. A su vez las secciones estaban organizadas a nivel de circunscripcinelectoral o a nivel provincial o regional en federaciones, que constituan los rganosintermedios del p. con funciones predominantemente de coordinacin. Finalmente, elvrtice estaba constituido por la direccin central elegida por los delegados enviadospor las secciones al congreso nacional que era el mximo rgano deliberante del p.,el que estableca la lnea poltica a la cual deban someterse todas las instancias delp., desde las secciones hasta la direccin central. Todas las posiciones deresponsabilidad tenan carcter electivo, as como era obligacin de las asambleasdel p. elegir los candidatos a las elecciones. Estos ltimos, una vez elegidos, tenanun mandato imperativo y estaban obligados en consecuencia a mantener una rgidadisciplina de p. en su actividad parlamentaria.

    Junto con la estructura partidaria propiamente dicha, los p. socialistas podan contarcon una gran red de organizaciones econmicas, sociales y culturales -sindicatos,cooperativas, organizaciones de asistencia para los trabajadores y sus familias,crculos de difusin, peridicos e imprentas- que actuaban como instrumentos deintegracin social y contribuan en el reforzamiento de la identidad poltica y de losvalores que el p. propona. Esas organizaciones en general haban nacido antes queel partido y haban contribuido a su fundacin: sin embargo el p. se preocupaba por

    reforzarlas y por crear otras nuevas con el fin, justamente, de ampliar la propiapresencia social.

    La extensin y la complejidad de esta red organizativa indica cmo los p. socialistas,por lo menos en las primeras dcadas de su historia, se preocuparon sobre todo de lamovilizacin permanente de sus adherentes y de la conquista de nuevos espacios deinfluencia, cada vez ms grandes, en el interior de la sociedad civil, en el intento deagrandar la intensidad de la adhesin a su proyecto de gestin de la sociedad. Elmomento electoral y la conquista de los puestos en el parlamento era importante

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    de los ms diferentes problemas sociales. Justamente por sus objetivosesencialmente electorales, la participacin de los inscriptos a la formulacin de lasplataformas polticas de los p. es de naturaleza puramente formal: ms que el debatepoltico de base, la actividad ms importante del p. es la eleccin de los candidatos alas elecciones, que deben cumplir toda una serie de requisitos idneos para elaumento del potencial electoral del p. Por esta razn asumen todava importancia los

    notables, que por el hecho de ocupar posiciones claves en la sociedad civil, puedenprocurar al p. vastas clientelas y suministrar parte de los medios econmicosnecesarios para la financiacin de la actividad electoral. En este tipo de p. no existe,o existe en un modo muy contrastado, una disciplina de p. o una accin polticaunitaria: es muy frecuente, en efecto, que el p. presente rostros diferentes segn lossectores y las zonas geogrficas a los cuales se dirige, y sucede tambin confrecuencia que su lnea poltica sufre variaciones tcticas, inclusive notables,vinculadas con momentos polticos particulares. Por este conjunto de caractersticasel p. electoral de masas ha sido tambin definido p. atrapatodo.

    Elp. atrapatodo es el ltimo en aparecer en la escena poltica europea y en un ciertosentido concluye la historia as como se ha desarrollado hasta ahora. Hay que repetirque se trata de una historia que prescinde en gran parte de los acontecimientosespecficos de los estados particulares ya que las caractersticas sociales y polticasde los distintos estados europeos han influido tanto sobre la fecha de nacimiento delsistema poltico como sobre el perodo de constitucin de este o de aquel p., o de p.con caractersticas mixtas. Adems, si bien entre los p. que acabamos de describirexiste un orden de sucesin, en el sentido de que histricamente han aparecido en elorden sealado, no existe entre los mismos una relacin evolutiva necesaria: enefecto, no es cierto que un tipo de p. produzca inevitablemente otro, con laconsecuente desaparicin del precedente. Ms bien causas sociales o polticasespecficas llevan al surgimiento de una determinada configuracin partidaria quepuede durar por un cierto tiempo, luego modificarse y finalmente asumircaractersticas absolutamente nuevas. Esto significa, entre otras cosas, que distintostipos de p. pueden coexistir en el mismo sistema partidario: en efecto, si bien lamayor parte de los p. burgueses se ha transformado en p. electorales de masas,existen todava pequeos p. de notables, de la misma forma como en algunos pasesexisten contempornea-mente p. electorales de masas y p. de aparato (v. sistemasde partido).

    V. TRANSFORMACION DEL PARTIDO DE APARATO: Lo que se ha dicho hasta elmomento sobre las modificaciones que pueden intervenir en una determinadaconfiguracin partidaria lo demuestran las transfor-maciones que sufre el p. deaparato. Este es el p. que suscitado mayor inters en la literatura y en laspublicaciones sociolgicas y polticas: algunos lo juzgan como el que mejor permite laparticipacin poltica a los ciudadanos, otros lo consideran una estructuraantidemocrtica, dominada por los aparatos y por lo tanto instrumento demanipulacin de las masas. Sin embargo es considerado unnimemente el p.moderno por excelencia, consecuencia necesaria o inevitable de la democracia demasas, destinado a tomar el lugar de todos los otros. Hubo inclusive intentos de

    transformar algunos p. electorales de masas en p. de aparato (por ejemplo, en Italiaexisti en 1954-1958 la tentativa de Fanfani de transformar en este sentido laestructura de la DC), y muchas voces expresaron los augurios por una transformacinde todos los p. en esta direccin.

    Sin embargo estas tentativas y estos deseos non se realizaron jams totalmente,mientras que por otro lado, se ha verificado una progresiva modificacin de los p. deaparato. En particular stos han ido perdiendo algunas de sus caractersticasdistintivas, como la alta participacin de la base en la vida del p., la continua obra de

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    educacin intelectual y moral de las masas, la precisin del programa poltico y laapelacin a la transformacin de la sociedad. Por el contrario, se ha acentuado suorientacin electoral y en consecuencia el empleo de un esfuerzo cada vez mayorpara aumentar su influencia ms all de la propia base tradicional y la importanciasiempre creciente de la actividad parlamentaria. Es decir que se asistira a unproceso de homogeneizacin de los p. tendientes a convertirse en su totalidad en p.

    atrapatodo.

    Las razones que estn en la base de esta tendencia son de orden social y polticoconjuntamente. En los principales pases europeos, despus del perodo de veloz ydesordenado desarrollo econmico posterior a la segunda guerra mundial y que seposterg hasta casi los comienzos de la dcada de 1960, se ha asistido a unprogresivo ajuste social que ha visto el logro de un mnimo de seguridad social yeconmica de amplios sectores de la poblacin, la disminucin de la perceptibilidadde las diferencias de clase y un cierto cambio de las orientaciones bsicas de lapoblacin a favor de una genrica orientacin de tipo escolar y privado. Es decir quese ha pasado de un perodo de movilizacin social que provocaba transformacionesen el sistema de estratificacin social de la sociedad -situacin que en generalprovoca un alto grado de participacin poltica a causa de la necesidad que se sientede tomar parte en la redefinicin del sistema social y por lo tanto favorable alnacimiento o al potencia-miento de los p. de aparato- a un perodo de relativaestabilizacin de las relaciones sociales y a una definicin ms o menos estable delas reglas de convivencia civil, con la consecuente cada de la participacin polticade las masas.

    Adems, ms o menos en el mismo perodo, ha terminado, por lo menosformalmente, el proceso de integracin de las masas populares en el sistema poltico:los p. de origen obrero han sido reconocidos en casi todas partes como legtimoscompetidores en el mercado poltico -especialmente aquellos que han abandonadocompletamente toda referencia a una transformacin radical de la sociedad- y, por lotanto, como posibles detentadores del poder poltico. Esto ha sido favorecido entreotras cosas por la intervencin cada vez mayor del estado en los sectores msdistintos de la sociedad y en consecuencia por la necesidad de una planificacineconmica y social que necesita la colabo-racin, expresa o tcita, de los p. obreros,especialmente cuando stos pueden contar con el apoyo de las organizacionessindicales ms fuertes que existen en el pas.

    Entonces, la posibilidad actual o potencial de administrar el poder poltico, ademsde la estabilizacin de la situacin social con la cada de la participacin poltica delas masas, conlleva la necesidad para estos p. de atenuar los requerimientos de clasepara favorecer una imagen de s que encuentre el consentimiento de distintossectores de la sociedad: es decir que no se habla ms de las instancias y de losintereses de una determinada clase sino que se hace referencia al inters nacionaly alas instancias generales de la sociedad. Todo esto tiene naturalmenteconsecuencias a nivel de estructura organizativa. Ya no es necesario solicitar laparticipacin a nivel de base ms que para fines de propaganda electoral, de la

    misma forma que resulta superflua la obra de educacin moral y poltica de lasmasas. Por el contrario, se hace ms importante desarrollar el profesionalismopoltico en los niveles medio-altos del p., cooptar expertos y ser capaces deenfrentar una actividad poltica cada vez ms compleja y recurrir a los notables paraaumentar las propias posibilidades electorales.

    Excepcin hecha de los p. comunista francs e italiano, que tambin estn sometidosa presin en este sentido, este proceso de transformacin parece afectar a losprincipales p. de aparato europeos. Obviamente los p. pueden encontrar lmites, ms

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    o menos rgidos, a sus propias tendencias atrapatodo: ciertos intereses en evidentecontraste con los de la propia base tradicional no pueden ser representados, si no sequiere incurrir en una defeccin electoral de la misma base as como persistentestradiciones polticas de clase pueden desaconsejar una propaganda intercla-sistamuy fuerte. En general, sin embargo, los p. superan estos obstculos evitando tomarposiciones netas sobre problemas capaces de crear divisiones y conflictos en el

    interior del pas y compiten por la conquista del poder poltico con plataformaselectorales y sistemas de gestin del propio potencial poltico que no presentansubstanciales diferencias con las de los otros p. sino que ms bien son bastantesimilares entre s.

    En sntesis, podra decirse que la persistencia de los p. atrapatodo parece vinculadaa un cierto grado de estabilidad del sistema social y a la capacidad del sistemapoltico de suscitar un consenso generalizado sobre algunos temas y problemasbsicos: en el momento en el cual, por cualquier motivo de orden interno ointernacional, surgieran crisis capaces de cuestionar las relaciones socialesexistentes y naciera la necesidad de una restauracin del sistema con probabilidadse producira un retorno de los viejos p. de aparato a sus caractersticas originales yuna correlativa transformacin de los otros p. presentes en el sistema.

    VI. FUNCIONES DE LOS PARTIDOS. La aparicin de los p. de masa, ya sea bajoforma de p. de aparato como en la de p. electoral, ha convertido en crucial unproblema que en la literatura sociolgica y poltica ha sido muy debatido desde laaparicin de los p., vale decir el problema de sus funciones. Con esta expresin seindican en general todas aquellas actividades de los p. que producen consecuenciasms o menos relevantes en el sistema poltico y social. Especialmente en elmomento en el cual los p. se difundieron en gran parte de mundo y asumieron ungran relieve en la vida poltica, el problema de sus funciones se ha convertido no sloen una cuestin terica sino tambin y sobre todo, en una cuestin poltica queinevitablemente ha suscitado respuesta contrastantes y con frecuencia polmicas.

    Al analizar el desarrollo de los p. se ha visto como stos han sido un instrumentoimportante, si no el principal, a travs de los cuales grupos sociales siempre enaumento se han introducido en el sistema poltico y cmo, sobre todo por medio delos p., esos grupos han podido expresar de manera ms o menos completa susreivindicaciones y sus necesidades y participar, de manera ms o menos eficaz en laformacin de las decisiones polticas. Que los p. transmiten lo que en la literaturasociolgica y poltica se llama la demanda poltica de la sociedad y que a travs delos p. las masas participen en el proceso de formacin de las decisiones polticas,significa el cumplimiento de las dos funciones que se le reconocen unnimemente alos p.p. A la funcin de transmisin de la demanda poltica pertenecen todas aquellasactividades de los p. que tienen como finalidad lograr que a nivel decisional seantomadas en consideracin ciertas exigencias y ciertas necesidades de la sociedad. Almomento de la participacin en el proceso poltico pertenecen actos como laorganizacin de las elecciones, el nombramiento del personal poltico, etc., a travsdel cual el p. se constituye como sujeto de accin poltica, es decir que viene

    delegado para actuar en el sistema con la finalidad de conquistar el poder, y enconsecuencia gobernar.Es evidente que si se hace referencia a los viejos p. de notables no existen alrespecto muchos problemas; stos, en efecto, reunan un estrato homogneo y nodividido por fuertes contrastes de principios o de intereses y no tenan necesidad deuna organizacin ni de procedimientos muy complicados para transmitir la demandapoltica de su base social y para el nombramiento y control de sus representantesoficiales; estos ltimos podan fcilmente actuar para la satisfaccin de lasexigencias de la base que los haba expresado, y a la que perteneca orgnicamente,

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    es decir hacia la mantencin y la proteccin de sus mismos privilegios de clase.

    Con los p. de masa por el contrario, que con frecuencia organizan millones depersonas, que pueden expresar demandas diferentes, de tipo sectorial como de tipogeneral, entre ellas homogneas o contrastantes, y que preven complicadosprocedimientos para el nombramiento y el control de los sujetos que en el sistema

    poltico actan en nombre y por cuenta de estos centenares de miles o millones depersonas, la situacin es diferente y de necesidades muy complejas. Cules son lasdemandas que los p. transmiten preferentemente? Reflejan efectivamente lasexigencias ms amplias de su base social? En qu forma transmiten estasdemandas? De qu naturaleza es el poder que los p. reciben de sus adherentes?Cules son las consecuencias que se verifican en el sistema poltico por el hecho deque un p. o distintos p. desempeen sus funciones de una manera ms bien que deotra?

    La respuesta a estas preguntas en general ha tomado en consideracin laconfiguracin organizativa de los p. Los p. de masas, se sostuvo por mucho tiempo, apesar del texto de sus estatutos y sus complicados procedimientos de control, en lamayor parte de los casos estn constituidos por una mayora de seguidores que porlas ms variadas razones adhieren al p. y por una minora de profesionales de lapoltica -el crculo interno- que toma las decisiones importantes, define la lneapoltica, controla los nombramientos ms all del posible disenso o de los interesesreales de la base del p. Esto debera atribuirse sobre todo a una lgica de tipoorganizativo. Segn Robert Michels, uno de los estudiosos ms ilustres de los p.p.,una participacin poltica extendida necesita estructuras organizativas complicadas,pero es justamente la existencia de la organizacin lo que produce necesaria einevitablemente tendencias oligrquicas. Efectivamente, el progresivo desarrollo dela organizacin, la mayor complejidad de las tareas por desempear con laconsecuente divisin del trabajo y la necesidad de conocimientos especializados queeste hecho conlleva, conducen a la profesio-nalizacin y a la estabilizacin delliderazgo de p., a su objetiva superioridad respecto de los dems miembros de laorganizacin y por lo tanto a su inamo-vilidad y al ejercicio del poder de tipooligrquico. En esta situacin, la delegacin y el control sobre la misma seranficticios y la transmisin de la demanda poltica sera manipulable y manipuladasegn los intereses de poder de la oligarqua del p. A nivel del sistema polticogeneral la consecuencia sera naturalmente la negacin de una gran parte de lasinstancias democrticas que los p. deberan expresar.

    An reconociendo que en muchos casos y en muchas situaciones los p. manifiestantendencias oligrquicas, la interpretacin michelsiana ha sido criticada porquepresenta como ley un fenmeno que puede verificarse en algunas circunstanciashistricas, en otras puede ser una tendencia y en otros casos puede no manifestarsedirectamente. El modo en que funcionan los p. no es de hecho uniforme, puede variaren tiempos y lugares diferentes y por esa razn es difcil encontrar al respecto unaregla universalmente vlida.

    Para dar una respuesta que contemple esta variedad de funcionamiento y que almismo tiempo sea empricamente veri-ficable se ha confeccionado la hiptesis deque tanto la transmisin de la demanda poltica como los procesos de delegacinestn estrechamente vinculados al fenmeno de la participacin poltica. Segn estahiptesis los tipos y las formas de transmisin de la demanda poltica, al igual que lasvarias modalidades de formacin de la delegacin, derivan en buena parte del tipo yla intensidad de la participacin politica que se encuentran en diferentes sistemaspolticos y en distintas circunstancias histrico-sociales. Como se sabe que laparticipacin politica asume varias formas (participacin electoral, inscripcin en los

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    p., frecuencia en las reuniones y en las varias actividades de los p., etc.) y es dediferente intensidad segn los p. y segn los sistemas polticos, as como se expresaen manera diferente en distintos momentos histricos, tambin el funcionamiento delos p. estar sometido a una gran variabilidad. En consecuencia la delegacin tendrcaractersticas diferentes (ser, por ejemplo, genrica o especfica; explcita oimplcita), dependiendo esto de que la participacin se exprese a nivel electoral o con

    la inscripcin al p. o con la frecuencia asidua a las reuniones y en sus momentosdecisionales ms grandes e importantes. En forma anloga la demanda poltica serms o menos homognea, ms o menos general, ms o menos sectorial no slo conreferencia al gnero de participacin sino inclusive con referencia a su nivel y a suintensidad. Se puede hipotetizar, por ejemplo, que en presencia de una granparticipacin las demandas polticas sern de tipo general dado que la intensidad departicipacin, acentuando la solidaridad entre los adherentes a un grupo poltico,lograr que las exigencias particulares de los individuos se basen en el plan general ypierdan relevancia respecto de ste. Tambin para el sistema poltico general elmodo y la intensidad de participacin en la vida partidaria tendr efectos diferentes:una participacin que se exprese predominantemente en trminos electoralescaracterizar de manera distinta el sistema poltico que una participacin que seexprese, por ejemplo, en una permanente movilizacin de los adherentes a losgrupos polticos.

    Para concluir, puede afirmarse que si el fenmeno p., como configuracinorganizativa y conjunto de funciones desempeadas por el mismo, demuestra entrminos generales su tipicidad, desde un punto de vista concreto y analtico sepresenta de maneras muy diferentes, por lo cual, para entender la especificidad y lapredominancia actual en un determinado sistema poltico, es necesario verlo ubicadoen la estructura econmico-social y poltica de un pas determinado en un momentohistrico muy bien definido.

    BIBLIOGRAFIA. M. I. Ostrogorski, La dmocratie et lorganisation des partis politiques, Paris, 1904; R.Michels, Zur soziologie des parteiwessens, 1911; M.Duverger, Les partis politiques, Paris, 1958; R. R.Alford, Party and society. The anglo-american democracies, Chicago 1963; Modern political parties.

    Aproaches to comparative politics, a cargo de S. Neumann, Chicago, 1966; Political Parties and politicaldevelopment, a cargo de J. Lapalombara y M. Weiner, Princeton, 1966; L. D. Epstein, Political parties in

    western democracies, Londres, 1967; Political parties: Contemporary trends and ideas, a cargo de R. C.Macridis, Nueva York, 1967;Aproaches to the study of party organization, a cargo de W. J. Crotty, Boston,1968; A. Pizzorno, Elementi di uno schema teorico con referimenti ai partiti politici in Italia, en Partiti e

    participazioni politica in Italia, a cargo de G. Sivini, Milan, 1969; Sociologia dei partiti politici, a cargo de G.Sivini, Bolonia, 1971.[ANNA OPPO]

    Sistemas de partido

    I. DEFINICION: La definicin de s. de p. presenta una dificultad preliminar. Ladefinicin tradicional y ms difundida destaca, en efecto, la caracterstica decompetencia entre ms de una unidad partidaria y la forma y la modalidad de estacompetencia. la temtica pertinente de los s. de p. est dada por los modelos deinteraccin entre organiza-ciones electorales significativas y genuinas en losgobiernos representativos -gobiernos en los cuales tales sistemas adoptan

    predominantemnte (bien o mal) las funciones de producir las bases para una eficazautoridad y de definir las alternativas que pueden ser decididas por losprocedimientos electorales (Eckstein, 1968, pg 438).

    La mayor parte de los estudiosos parece adherir a la posicin expresada por Eckstein,an cuando muchos otros estudiosos consideren que los sistemas con partido nicoconstituyen un objeto legtimo de anlisis, con la advertencia de que en estossistemas falta cuando menos un importante elemento, esto es la interaccin entrems partidos, elemento que no es nunca completamente reemplazado por la

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    competencia interna entre grupos.

    La posicin ms favorable a la inclusin del sistema con partido nico entre los s. dep. ha sido expresada por Riggs, quien afirma que un sistema partidstico consiste enalgo que va ms all de uno o ms partidos, pues comprende tambin ciertosprocedimientos electivos, una asamblea legislativa y un ejecutivo: En breve, el s. de

    p. ser cualquier sistema que legitime la eleccin de un poder ejecutivo por medio devotaciones y que comprenda a los electores, a uno o ms partidos, y a unaasamblea (Riggs, 1968, pg. 82), destacando tambin que la competitividad o la nocompetitividad son slo una de las caractersticas posibles de un s. de p. Estadefinicin termina por considerar un s. de p. como la variable interviniente entrepartido o partidos polticos y sistema poltico. Adems permite distinguir los distintoss. de p. (tambin los sistemas con partido nico) en base a la caracterstica decompetitividad, de electividad o no electividad del ejecutivo y de la asamblea, dealternancia o de monopolio del ejecutivo por parte de un partido y finalmente, lastbut not leastde distinguir netamente entre sistemas con partido nico y sistema sinpartido (comnmente definidos como tradicionales o feudales). Esta ser laperspectiva aqu adoptada.

    II. GENESIS DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS: Tambin para el que se interesapor la formacin de los s. de p. es posible individualizar una tesis tradicional y unatesis ms moderna (sin que por esto todo lo justo est necesariamente en una solaparte ). Mientras los socilogos durante largo tiempo han estado sustancialmenteinteresados por el problema de las relaciones entre clases sociales y cada partidopoltico, los politlogos dirigan en cambio su atencin a los sistemas electorales encuanto instrumentos adecuados para facilitar o impedir no tanto y no ciertamente laformacin de cada partido, sino su acceso a la representacin parlamentaria.Procediendo as, sin embargo, por un lado era inevitable que los socilogos sedesinteresaran de la temtica del s. de p. y por el otro era igualmente inevitable quelos politlogos descuidaran los sistemas con partido nico (desde el momento que setrata de sistemas no competitivos, por lo que el mecanismo electoral adoptado notiene ninguna influencia sobre el espectro poltico). Los politlogos, por lo tanto,llegaron frecuentemente a conclusiones expresadas de manera ms o menos neta,sobre la influencia de los sistemas electorales respecto de los sistemas partidsticos,vinculando, como hace Duverger (1961, Pgs. 255-333), los plurality systems con elbipartidismo a la inglesa, los majority systems con un multipartidismo limitado y larepresentacin proporcional con un multipartidismo acentuado o extremo.

    Durante largo tiempo la situacin de la clasificacin y de la tipologa de los s. de p. nolograron ninguna mejora a pesar de las numerosas e incisivas crticas dirigidas aDuverger sobre la base de las muchas excepciones respecto de las cuales susgeneralizaciones no estaban en condiciones de tener en cuenta. En cuanto al sectorde estudio de loa partidos, no es actualmente uno de los ms desarrollados en laciencia poltica contempornea; no obstante en la mitad de la dcada de los aos 60aparecieron dos importantes tipologas, una de carcter sociolgico y la otra decarcter politolgico. La primera parece estar en mejores condiciones de explicar el

    origen histrico de los s. de p. (Lipset y Rokkan, 1967); la otra parece ms apta parala explicacin de la mecnica de los s. de p. (Sartori, 1968 b), an cuando el autorha tratado en otra parte de llegar a una explicacin gentica de la configuracin delos distintos s. de p. que sea tambien predictiva y manipu-lativa (Sartori, 1968 a), osea que permita incidir sobre la configuracin misma del sistema.El punto de partida de Lipset y Rokkan est dado por el anlisis de los procesos demodernizacin socioeconmica y democratizacin poltica en Europa occidental apartir de la Contrarreforma y de las tentativas de construccin del estado nacional.Los autores detectan cuatro tipos de fracturas o cleavages sobre los cuales se

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    injertan los conflictos que han sacudido los sistemas polticos occidentales pero cuyatraduccin en partidos polticos no fue para nada automtica. Las cuatro fracturasson: fractura entre el centro y la periferia, que aparece en el perodo que abarca lossiglos XVI-XVII y cuyos dilemas cruciales estaban representados por la adopcin deuna religin nacional o por la fidelidad a la iglesia catlica, por la adopcin de unalengua nacional o por el uso del latn. La fractura entre el estado y la iglesia se

    manifest en seguida de la revolucin francesa y tena como problema fundamentalla creacin de los sistemas nacionales y laicos de instruccin o la aceptacin deescuelas confesionales. La tercera fractura, entre propietarios de la tierra yempresarios industriales surge inmediatamente a la revolucin industrial y semanifest en el conflicto sobre el proteccionismo en el sentido de si deba acordarsea los productores agrcolas o a los product