Alfredo Castillero Calvo - Panama 500 · Alfredo Castillero Calvo Apertura de la ruta transístmica...

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Nueva historia general de Panamá Calvo Alfredo DIRECTOR Castillero VOLUMEN II OR DIRECT DIRECT

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  • Nueva historiageneral de Panamá

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    Castillero

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    Castillero

    Nueva historiaNueva historiageneral de Panamágeneral de Panamá

    VVOLUMENOLUMEN II II

    EL SIGLO XIX

  • ISBN 978-9962-706-60-1 (obra completa)ISBN 978-9962-706-64-9 (volumen II)

    Nueva historia general de PanamáDirector y editor de la obra: Alfredo Castillero Calvo, con la colaboraciónde Fernando Aparicio.

    © Las ideas, opiniones y la presentación de los datos que aparecen enesta obra son responsabilidad de los autores y constituyen su propia pro-piedad intelectual. Se reservan todos los derechos.

    Ni la totalidad ni parte de esta obra puede reproducirse por ningún pro-cedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabaciónmagnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de re-cuperación, sin autorización expresa de sus autores, de acuerdo a loque establecen las leyes de la República de Panamá.

    Ilustración de cubierta delantera:Fotografía del Cabildo de la ciudad de Panamá, por E. Muybridge, 1875.

    Ilustración de guardas:Vista de la ciudad de Panamá desde playa Prieta, por J. Cardero, dibujantede la expedición Malaspina, c 1790. Museo de América, Madrid.

    Edición y diagramación:Editora Novo Art, S.A.www.editoranovoart.comPedro Antonio Argudo, concepto gráfico, diagramación y cubiertas.Montserrat de Adames, edición de textos y estilo.

    Impreso por Phoenix Design Aid A/S, una empresa CO2 neutral acredi-tada en los campos de calidad (ISO 9001), medio ambiente (ISO14001)y responsabilidad social corporativa (DS49001); proveedora aprobadade productos certificados FSC™. Impreso en papel reciclable, ecológicosin cloro y con tintas vegetales.

    Esta obra forma parte de la Biblioteca 500, iniciativa de la Comisión 500años de Fundación de la Ciudad de Panamá (1519-2019) de la Alcaldíade Panamá. La Comisión 500 años cuenta con el apoyo estratégico, lo-gístico y administrativo del Programa de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD). Sitio web: www.ciudadpanama500.org

  • Índice

    Capítulo I Factores económicos de la independencia: 1808-1821 . . . . . . . 7Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo II La independencia de 1821 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo III Transformaciones de la economía en el siglo XIX . . . . . . . . . . . 101Alfredo Castillero Calvo

    Capítulo IV La crisis política posindependencia: 1821-1841 . . . . . . . . . . . . . 139Marixa A. Lasso

    Capítulo V La administración de justicia en Panamádurante la unión a Colombia: 1821-1903 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161Carlos H. Cuestas G.

    Capítulo VI Tensiones diplomáticas y tratadosdel Canal: 1845-1903 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187Everardo Bósquez De León†

    Capítulo VII El Istmo en el mundo: elementos parauna historia ambiental de Panamá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225Guillermo Castro H.

    Capítulo VIII Aquellos tiempos de La California:el Ferrocarril de Panamá y la transformación dela zona de tránsito durante la «Fiebre del Oro» . . . . . . . . . . . . . 257Aims Ch. McGuinness

    Capítulo IX Actividades productivas y comercialesen Panamá: 1869-1880 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287Pantaleón García B.

  • Capítulo X El conflicto azuerense de 1854-1856 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309Armando Muñoz Pinzón

    Capítulo XI Justo Arosemena y el Estado federalde Panamá: 1855-1863 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325Fernando Aparicio

    Capítulo XII Federalismo e inestabilidad:Panamá bajo la Constitución de Río Negro . . . . . . . . . . . . . . . . . 361Fernando Aparicio

    Capítulo XIII Represión y explotación en Panamádurante la Regeneración: 1886-1903 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389Fernando Aparicio

    Capítulo XIV Manifestaciones literarias del siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419Isabel Barragán de Turner

    Capítulo XV Transformaciones de la mentalidad urbana: 1880-1890 . . . . . 439Vilma Chiriboga

    Capítulo XVI Proyectos para la construcción deun canal por Panamá: siglos XVI-XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471Alfredo Castillero Calvo y Michael Conniff

    Capítulo XVII Constituciones decimonónicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497Denis Javier Chávez

    Capítulo XVIII Panamá en la guerra de los Mil Días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 531Humberto E. Ricord†

    Capítulo XIX Sociedad y vida cotidiana en el Panamá de 1903 . . . . . . . . . . . . 559Fernando Aparicio

    Capítulo XX «Alcanzamos por fin la victoria…»: tensionesy contradicciones de 3 de noviembre de 1903 . . . . . . . . . . . . . . . 591Fernando Aparicio

    Bibliografía del volumen II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629

  • CAPíTuLO I

    Factores económicos dela independencia: 1808-1821

    Alfredo Castillero Calvo

    Apertura de la ruta transístmica al comerciocon las colonias neutrales: 1808-1819

    Entre 1808 y 1819 Panamá experimentó un extraordinario despegue comer-cial, cuando se convierte, gracias a la crisis política que azotaba al Imperio espa-ñol, en la ruta privilegiada de la plata que fluía tanto de las minas novohispanascomo del Alto Perú. Torrentes de plata cruzaron el Istmo para dirigirse a Jamaica,convertido en un gran depósito de mercancías británicas de sus colonias asiáti-cas, para de allí ser reembarcadas a Panamá y distribuidas por los ávidos mer-cados del Pacífico. La oportunidad fue exitosamente aprovechada por loscomerciantes panameños, que mostraron gran agresividad y competitividadpara hacer negocios a escala, gracias a su cosmopolitismo, y a su extensa red deconexiones internacionales. Este es el tema de que trataré en este capítulo.

    Luego de largos años de atonía comercial, a partir de 1799 el comercio transíst-mico había empezado a mostrar indicios de recuperación. Se trataba, sin em-bargo, de una recuperación todavía muy incierta, pues según relata un testigocontemporáneo de excepción, Mariano Arosemena, el año 1803 había transcu-rrido «sin que hubiera venido al Istmo ni un solo buque mercante de España»1.De hecho, es entre 1808 y 1810 cuando el comercio realmente despega con fuerza.Así lo recuerda Mariano Arosemena en sus Apuntamientos2, al afirmar que en1810 una gran parte de la carga de varios buques mercantes procedentes de laPenínsula que estaba destinada a la Nueva Granada, «a consecuencia de los em-barazos que la revolución del reino oponía para llevarlo al interior de él», tuvo

  • que trasladarse a Panamá. Este incidente, agrega, trajo como consecuencia «laapertura de las relaciones con el Perú», formándose, a partir de esa fecha, «es-pediciones a Paita i Lima»3. Mariano Arosemena hacía memoria de su propiaexperiencia personal, pues sus intereses comerciales estuvieron relacionados conPerú. Muy poco después, como ahora veremos, también despegó con ímpetu elcomercio por el Pacífico con México por la vía de Guadalajara, entrando por elpuerto de San Blas (en el actual estado de Nayarit). Pero como es evidente, paraArosemena la nueva coyuntura repunta a partir del renovado comercio entrePerú y Panamá.

    Sigue explicando Mariano Arosemena que, tras la independencia de BuenosAires y Chile, la navegación de la marina española por el cabo de Hornos se hizocada vez más arriesgada debido a la presencia de las fuerzas navales de esos dospaíses en o cerca de ese paso estratégico. Como resultado, ya no solo el comerciodel Perú, sino también todo el de Quito, Cuenca y Guayaquil, del Chocó, y delas provincias del sur de México se tuvo que hacer por el Istmo4. Sin embargo,la apertura de «las provincias del sur de México» –en particular el actual estadode Jalisco y su capital Guadalajara– no tuvo que ver con la situación en el cabode Hornos, sino con el bloqueo del puerto de Acapulco por las fuerzas insur-gentes del padre Morelos. El hecho es que, debido al estallido de las guerras deinsurgencia, el istmo de Panamá volvía a ser la ruta por excelencia, como lo habíasido históricamente.

    Para ese entonces, sigue diciendo Arosemena, el tráfico con la isla de Ja-maica, hasta hacía poco mantenido en la clandestinidad, había asumido «gran-des proporciones»5. Poco tiempo atrás, «el comandante general, gobernador dePanamá, para acallar nuestro deseo de emanciparnos de España, que se anun-ciaba por la conducta de los istmeños»6, había autorizado ese comercio. Pero haybuenas razones para dudar de que el gobernador lo hubiese hecho por esos mo-tivos. Según Mariano Arosemena, sus hermanos Juan y Blas se encontraban en1810 en Bogotá al terminar sus estudios de abogacía, cuando se produjo la ten-tativa revolucionaria de la capital del virreinato en la que ambos quedaron «com-plicados», teniendo que salir «precipitadamente para este Istmo»7. Líneasdespués agrega que «nadie dudaba ya que había sonado la hora de nuestra in-dependencia». Sin embargo, puede discutirse si para esas fechas ya existía unamayoría de criollos que aspiraba realmente a separarse de España o, en todocaso, que el sentimiento separatista era lo suficientemente fuerte como para cons-tituirse en un factor de presión capaz de forzar al gobernante a conceder la citadalibertad comercial; además, hay pocas dudas de que las razones por las que seabrió el comercio fueron más económicas y fiscales que políticas.

    Arosemena se refería a la decisión que tomó en 1808 el gobernador y co-mandante general de Panamá Juan Antonio de la Mata quien, según se sabe porotras fuentes, recurrió a esta medida como un acto desesperado en vista de quehabían dejado de llegar los Situados de Cartagena y Lima. Esta omisión se debía

    8 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • a que, al parecer, se enviaron a España grandes sumas de dinero de Américapara hacerle frente a las fuerzas invasoras de Francia, o bien porque en Lima yCartagena –lugares de donde se enviaba el Situado a Panamá–, se retuvo la asig-nación correspondiente al Istmo porque allá eran indispensables para su segu-ridad militar. En consecuencia, las Cajas Reales de Panamá se encontraban vacíasy esto era particularmente grave en tiempos de guerra.

    En respuesta a esta emergencia, el gobernador del Istmo solicitó al virreyde Nueva Granada se le autorizase a tomar arbitrios extremos para sortear lacrisis, lo que le fue concedido, dejándole prácticamente en libertad de tomarcualquier decisión8. La medida fue luego confirmada por la Junta Central queasumió la soberanía de España tras la invasión napoleónica. España acababa deentrar en guerra con Francia y de aliarse a Gran Bretaña, cuya ayuda militar eraindispensable para combatir a Napoleón y, bajo estas circunstancias, la nuevaaliada le pidió acceder a los mercados americanos aduciendo que carecía de nu-merario para costear la campaña, a lo que España accedió el 9 de abril de 1809,permitiendo que extrajera pesos fuertes de sus colonias9. Pero esto probable-mente no lo sabía Mariano Arosemena. Esta situación era por supuesto inde-pendiente de la decisión del gobernador Mata, que habría sido anterior, peropone en evidencia lo esencial; a saber, que para adoptar una medida como esta,que tan frontalmente contravenía toda la legislación y las tradiciones comercialesdel Imperio, debían pesar factores más poderosos que las simples presiones deuna comunidad diminuta de criollos descontentos.

    La decisión de Mata fue tan expeditiva como eficaz: se abrió el Istmo al co-mercio con las naciones amigas y neutrales, es decir, con Estados unidos y másque nada con Inglaterra, a través de su activa posesión caribeña de Jamaica. Bajoel amparo de esta liberal disposición –decidida unilateralmente por el goberna-dor, según dan fe algunos testimonios– se inició una intensa actividad comerciala partir de 1809, fecha que ha de tomarse como punto de partida para la nuevacoyuntura alta.

    Mata había nacido en Aragón en 1738. Estudió matemáticas en la Real Aca-demia de Barcelona y más tarde hizo estudios de fortificación con el inspectorgeneral conde de O’Reilly. Se inició como cadete de granaderos en 1751, y fueprogresivamente ascendiendo en la carrera militar. Su primera prueba de fuegola tuvo en 1762, durante el sitio y rendición de Salvatierra y Almeyda; luego fuedestacado a la plaza de Melilla, que fue atacada por los moros en 1764. En 1769,a sus 30 años de edad, se trasladó a Panamá con el segundo batallón de Murcia,participando en las campañas contra los ingleses y los cunas desde 1779; estuvoa cargo del fuerte de San Lorenzo del Chagres; fue nombrado gobernador inte-rino del Darién «a fin de procesar al gobernador de ella don Luis de Ariza», yocupando este cargo encabezó una incursión con 70 soldados para combatir alos cunas. En 1784 el virrey de Santa Fe lo envió a Chiriquí para «apaciguar lasinquietudes de sus moradores que fomentó don Antonio Montero a quien trajo

    Nueva historia general de Panamá X 9

  • preso a esta plaza de Panamá después de haber apaciguado la citada provincia»,alusión a un episodio del que no hay registro en la historiografía. Luego com-batió a las órdenes del general Antonio de Arévalo en las campañas para exter-minar a los cunas en 1785, destacado en el fuerte recién construido de SanFernando10.

    En 1787 era teniente coronel del Batallón Fijo de Panamá y en 1804 ya erabrigadier de infantería. El 15 de marzo de 1803 tomó posesión como teniente derey, segundo en jerarquía en la Gobernación y Comandancia General de Panamá.El 22 de febrero de 1805 murió el gobernador y comandante general Juan de ur-bina, y Mata asumió el mando interinamente, según lo establecía la ley en casosde acefalía11. Ocupó el cargo en propiedad el 20.VII.1806, tras enterarse de ha-bérsele conferido este por una Gaceta de Madrid que llegó con un pasajero em-barcado en Cádiz en abril anterior12. En 1810, al suprimirse la Audiencia y elvirreinato de Santa Fe como resultado de la insurrección, se creó la CapitaníaGeneral interina con sede en Panamá, recayendo el cargo de capitán general enMata13.

    Mata ejerció el cargo de gobernador y comandante general durante sieteaños y medio, hasta su muerte el 11 de julio de 1812. Cuando murió tenía elrango de mariscal de campo. Ostentaba, además, la orden de caballería de Car-los III. Le sucedió temporalmente el brigadier de Infantería Víctor de Salcedo,quien juramentó en Panamá ante el virrey Benito Pérez14.

    Mata desposó a una dama panameña, doña María Dolores Palazuelos15, hijade Nicolás Palazuelos, teniente coronel de los Reales Ejércitos, comandante enjefe de los batallones de milicia de Tierra Firme, y en 1788 gobernador interinode Portobelo. En 1787, Mata y la Palazuelos tenían cinco hijos nacidos todos alparecer en Panamá, siendo el mayor el cadete Manuel Silvestre de la Mata. Otrohijo, que era alférez en 1812, se llamaba José Joaquín Mata. Su hija Juana de laMata casó con Bernardo José de Arze, padre de Bernardo de Arze Mata, ambasfiguras prestantes de la élite en el siglo XIX. Tras vivir en Panamá la friolera de43 años, cuando Mata murió, dejaba una extensa parentela con varias ramifica-ciones en el criollismo local.

    El anterior repaso biográfico nos instruye sobre un caso representativo depeninsular que llega y se radica para siempre, a la vez que nos ayuda a com-prender las posibles motivaciones que le animaron para declarar abiertos lospuertos del Caribe al comercio con las colonias amigas y neutrales.

    Gracias a su ascendente carrera militar y política, y a sus vínculos familiares,Mata quedó estrechamente insertado en la élite, de modo que cuando asumió lamáxima magistratura del país en interinidad, rápidamente el Cabildo lo reco-mendó al rey para que le ratificara en el cargo como gobernador y comandante16.Por una venenosa carta del obispo González de Acuña, que era declarado ene-migo suyo, consta que en el círculo de Mata se encontraban conspicuos miem-bros de la élite local, como el maestrescuela de la catedral Juan José Cabarcas, el

    10 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • contador de la Real Hacienda Ramón Díaz del Campo, el abogado Rafael Ma-cías, los capitulares Gabriel Guerrero, Manuel Diez Colunje, José Prieto y Ramosy Juan Ducer, quien redactó en 1812 un reglamento para la creación de un Tri-bunal del Consulado en Panamá, y que ya en 1787 había sido elegido alcaldeordinario de la ciudad17. Pero estos personajes obviamente no eran sus únicosallegados. Coherente con su filiación social, para Mata debió ser poco menosque natural abrir los puertos panameños del Caribe al comercio exterior a quese refiere Arosemena.

    Pronto se hicieron sentir los efectos. El padre Francisco León y Fajardo, crí-tico de esta política mercantil, afirmaba alarmado que al poco tiempo se encon-traba en Panamá un comerciante inglés «con un cargamento de más de 200,000pesos a cuya vista ha anclado una fragata cargada de dinero procedente delPerú». Y denunciaba a continuación: «El motivo de la introducción de este inglésfue la compañía que tiene hecha con Martín de Villamil, yerno del teniente derey de esta plaza don Manuel Remón»18. Alianzas de este tipo no eran por su-puesto ninguna novedad.

    Con toda seguridad este primer embarque de plata procedente del Perú erael que llegaba en la fragata Santa Margarita, que salió del Callao el 11.V.1811 conel registro de aduana en el cuadro siguiente.

    En 1811 la regencia española, nuevamente a solicitud del gobernadorMata, amplía los libertades a los mercaderes panameños para realizar el co-mercio «en buques y por comerciantes del país, con las colonias alzadas y re-beldes»20. A esto debía referirse Mariano Arosemena, cuando afirma que hacia1810 Mata permitió este comercio aún «más abiertamente que antes, derivandoel tesoro del Rei algunas sumas de dinero, por los derechos de importación delas mercadería»21.

    Jamaica se había convertido en un gigantesco almacén de mercancías britá-nicas (la gran mayoría de sus colonias en Asia), al que acudían ávidamente loscomerciantes panameños para abastecer los mercados del Pacífico americano,cuyo comercio con España virtualmente había cesado. La dependencia de lasmercancías británicas era tan notoria y hasta escandalosa, que los barcos mer-cantes empezaron a viajar en convoy protegidos por buques de la armada in-glesa para evitar ser asaltados por naves de guerra insurgentes. Este comerciode contrabando se venía haciendo desde mucho antes que el gobernador Mataconcediese las citadas libertades, lo que sugiere que se trataba de una situaciónde hecho que resultaba tan inútil como contraproducente combatir.

    El contrabando que se hacía por el Pacífico vía Panamá era así recordadopor Andrés Baleato, un marino destacado en el Istmo en 1817:

    Entre estos últimos años de desolación, la guerra que nos hizo la Inglaterratruncó repentinamente la correspondencia y comercio de España con sus Amé-ricas, protegiendo al mismo tiempo por el norte el comercio de Panamá a

    Nueva historia general de Panamá X 11

  • Jamaica como exento de ella; y prescindiendo de los buques que llegaron su-cesivamente al Callao con pasavante y permiso de cargamento extranjero,montaron el cabo de Hornos embarcaciones inglesas desde 1801, para hacer elcontrabando en estos Reinos con patentes al efecto dadas por su Soberano ysosteniéndolo por ocho años con varios buques de fuerza que tuvieron cons-tituido el comercio de esta mar. En estas costas se persiguió un contrabandotan maligno que unido a las circunstancias siguientes, en el río de la Platadesde 1806 conspira eficazmente á la subversión de estos dominios; pero sinterminación de aquella guerra voraz, el Perú llegó a la necesidad de surtirsede géneros de Panamá22.

    Hacia 1810 –relata Mariano Arosemena–, los extranjeros «nos visitaban yaen crecido número, sin cuidarse de la prohibición para ello por las leyes colo-niales»; mientras que por su parte, agrega, los mismos istmeños hacían frecuen-temente viajes de negocios a «algunos lugares del Atlántico i el Pacífico»23. En1812 la presencia en Portobelo de la fragata británica Arethusa, del capitán Coffin,alarmó tanto al virrey Benito Pérez, que temía que estos viajes causaran «des-confianza al pueblo»24. Se trataba de una situación que venía sucediendo en lascostas panameñas cada vez con más frecuencia25. Varios mercaderes ingleses in-cluso llegan con sus mercancías a la misma ciudad de Panamá, algunos por elsolo placer o «curiosidad de ver el Pacífico».

    Al abrirse los puertos americanos al comercio libre a partir de esta década,varias empresas inglesas establecidas en Jamaica se desplazan a Panamá pararedistribuir los tejidos de algodón asiáticos en los mercados del Pacífico ameri-cano, tanto del sur como de la Nueva España. Desde esas fechas, y sobre todoen el período que se inicia con las guerras de Independencia en América, losbritánicos utilizaron a Panamá como un gran depósito para sus mercancías, en-trando en frontal competencia con los talleres sudamericanos donde se produ-cían textiles bastos y ocasionando su ruina. De hecho, los británicos queríanprovocar la ruina de los telares españoles y penetrar el mercado americano, ypara ello fraguaron una conspiración en Jamaica en la que se propuso invadirla Nueva España para separarla de la Península26.

    Además de Panamá, los británicos pusieron su mira en Guatemala, Perú yGuadalajara. Su llegada a esta última ciudad, situada en el lado Pacífico deNueva España, coincidió con el bloqueo del puerto de Acapulco, en el Pacífico,por las fuerzas insurgentes del cura Morelos, circunstancia que aprovecharonpara empezar a introducir mercancías de contrabando por el puerto de San Blas.

    Para recuperar los mercados americanos, la Corona había intentado res-tablecer la Casa de Contratación de Indias, pero –añade Arosemena–: «Pareceque la renovación de la guerra con Europa, i la que la misma España empren-diera con la Gran Bretaña, fuera el obstáculo que se presentara a la realizacióndel proyecto»27. En tal estado de cosas, concluye, no quedó a los istmeños «otro

    12 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • espediente que abrazar, que proveer, como remedio al mal, a sus poblaciones,de géneros de contrabando»28. La descripción que hace Mariano Arosemenasobre la forma de hacer el contrabando reproducía los mismos métodos cono-cidos a lo largo del siglo XVIII en las costas del Caribe panameño. No eran,pues, ninguna novedad. Escribe.

    Nueva historia general de Panamá X 13

    Registros de plata en moneda transportados de Perú a Panamáen junio de 1811 en la fragata Santa Margarita

    Pesos fuertes Cajones Destinatario o consignatario(o «pesos dobles encoradosde cordoncillo»)

    6,000 2 José Vicente Jaén, Juan Domingo Iturralde, Juan de Herrera y Torres, Ramón Díaz del Campo

    4,982 2 José Vicente Jaén, Tomás Herrera, Juan José Martínez Cotilla, doña María Mercedes Valdés

    10,982 2 No dice3,000 1 Ramón Díaz del Campo

    11,900 4 Tadeo Pérez de Ochoa, Juan Jiménez, Ramón González deBernedo, Juan Amunátegui

    3,000 1 Tadeo Pérez de Ochoa, Nicolás Remón9,000 3 Bernardo José de Arce

    36,000 6 Bernardo José de Arce, Juan de Herrera y Torres, Juan Domingode Iturralde, José Prieto y Ramos, Miguel de Quesadas

    9,000 3 No dice6,000 2 No dice3,475 2 José Simón Buzi, José del Carmen Triunfo, Antonio Maravon

    («vecinos y del comercio de Panamá»)48,356 p 2 r Para La Habana. José de Arismendi, Andrés de Jauregui,

    Juan de Herrera y Torres 22,500 * Martín Villamil25,000 Manuel de Rivas, Juan Antonio de Argote

    3,746 ** Remite don José Ponceano de Ayarza para entregar a Pablo Arosemena

    13,500 No dice3,000 Para La Habana. A consignación del brigadier Luis de Alava

    Total: 199,441 p 2r

    Fuente: Archivo General de la Nación, Lima. Aduanas, c16, legajo 972, 2101, expediente 61, año 1811. El pase autori-zando la salida de la embarcación Santa Margarita se dio el 10 de junio 1811. Notas: Cada cajón encorado llevaba 3,000 pesos. (*) = Nueve zurrones con 2,500 pesos c/u. (**) = Cajón forrado decuero. Además de la plata, que era sin comparación lo de mayor valor, la embarcación llevaba azúcar «criolla», cebo,cubiertos de plata, cómodas y sofás de caoba, velas de sebo, cajas y tarros de dulces, harina en flor, barajas, aguar-diente, aceitunas, cajones de chocolate, baúles de equipaje, telas, loza, vidrio. Para consumo en el viaje se llevabanajos, 4 cargas de papas19, aceite de comer, azúcar, aceitunas, galleta prieta y blanca, vino, miel, vinagre, chocolate, fri-joles, garbanzos, quinoa, lentejas, tocino, una ternera, velas, 40 gallinas, grasa en doce botijas, 3 barriles de mantecacon 4 quintales, y carne en botijas.

  • Los buques contrabandistas unas veces se presentaban en la costa de Coclé,otras en la de Chagre, i los interesados en obtener las mercancías iban a em-barcaciones menores hacia los buques, a bordo de los cuales se ajustaban loscontratos. Viniendo a tierra los cargamentos, había luego que vencerse lamayor de las dificultades, que era la traslación de las mercancías a nuestraspoblaciones, aquellos en que se acostumbraba importar los productos agrícolase industriales del país, de uno a otros lugares, i algunas veces bajo otras formas,aprovechándose la oscuridad de la noche29.

    Testigos contemporáneos coinciden en afirmar que esta bonanza comercialenriqueció al país «hasta un punto increíble»30. Así lo evocaba en 1832 El Cons-titucional del Istmo:

    Aunque entraba poca parte en las aduanas por la facilidad del contrabandoque se hacía, era tanto el comercio, que bastaba aquella para todos los gastosy dilapidaciones del país, i se olvidó la necesidad del Situado. Los gastos deltránsito se difundían en abundancia sobre el pueblo que gastaba también sinreparo en cuanto apetecía, haciendo el círculo diario superior diez tantos másdel necesario. El lujo tomó un incremento inconcebible, i hasta lo más super-fluo se creía de buena fe un simple necesario31.

    14 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

    Monedas de plata de un peso de 8 reales de Carlos V y Fernando VII, procedentes de Perú y de México,encontradas en la isla Taboga en 1997. Préstamo del INAC, en depósito en el MUCI.

  • Pero como hemos visto, a partir de 1808, gracias a las disposiciones de Mata,ya no era necesario practicar el contrabando. Ya sea por el contrabando o prac-ticando el comercio legítimo, lo cierto es que el despegue comercial del períodoprodujo fortunas considerables y es obvio que la situación económica del Istmomejoró notablemente durante esos años. La política de apertura comercial ini-ciada en 1808 fue continuada por el virrey Benito Pérez en 1812, quien desdetemprano quedó atrapado en el mismo círculo social que había apoyado a Mata.La misma política fue continuada por el gobernador Carlos Meyner, sucesor deMata, y luego por el comandante Alejandro Hore en 1816, argumentando esteúltimo que, dada la ruptura de los circuitos comerciales debido a las guerras deIndependencia, las Cajas Reales estaban vacías y se tenían que hacer muchosgastos por el tránsito de tropas realistas con destino al Perú32. Y, contrario a loque afirma Mariano Arosemena, el propio virrey Francisco Montalvo, sucesorde Benito Pérez, defendió las ventajas de este comercio y endosó la política deHore.

    Durante este período un número plural de criollos aprovecharon la oportu-nidad de hacer negocios. El mercader cartagenero radicado en el Istmo, ManuelJosé Hurtado –«negociante grueso», como lo calificara Santander en carta a Bo-lívar de 6 de diciembre de 182333– viajó en aquella época a Inglaterra. Hurtado,tenía reputación por su «instrucción comercial»34, su «mucha práctica en los ne-gocios de cambio y de créditos» y de estar familiarizado con las grandes plazasmercantiles americanas y europeas35. Fue el fundador de una tradición comercialfamiliar que alcanzó gran prominencia en el Istmo durante el siglo XIX. Su hijo,Manuel José, heredero directo de esta tradición, se aprovechó del aluvión mi-gratorio de La California de mediados de siglo, transportando con sus recuasde mulas a viajeros, tesoros y mercancías en el camino de Cruces a Panamá, lle-gando a ser –al decir de Salvador Camacho Roldán, quien le trató personal-mente36– «inmensamente rico».

    Nuevas oportunidades de negociosy el mercado de Guadalajara

    Otro de los frentes comerciales que se abrió durante este período fue el mer-cado de Guadalajara, como ya he mencionado, y del que ahora se sabe más gra-cias a recientes investigaciones. Durante la guerra de Independencia, Guada-lajara estuvo bajo control del ejército realista, de modo que el puerto de San Blaspudo permanecer abierto al contrabando de mercancías británicas que desde en-tonces serían conducidas desde Jamaica por la vía de Panamá. Entre 1812 y 1821ya se encontraban varias firmas con sede en Jamaica establecidas en Guadala-jara, y su prosperidad fue tan llamativa, que en 1815 el gremio de comerciantes–o Consulado–, de México elevó una airada protesta. Argumentaban que

    Nueva historia general de Panamá X 15

  • mediante este comercio ilícito se extraían grandes cantidades de plata mexicanaen prejuicio del Erario y de la economía virreinal, calculando que en cinco añosse habían extraído por el puerto de San Blas más de 10 millones de pesos deplata37. El virrey Félix Calleja, alarmado por la situación, proclamó un bando el12 de julio de 1816, prohibiendo este tráfico en consideración a que «un torrentede buques» había salido de Panamá «a inundar de mercancías extranjeras lascostas del Mar del Sur». El comercio entre el puerto de San Blas y Panamá, y va-rios puertos peruanos, ya venía realizándose desde antes, pero se había intensi-ficado notablemente a partir de 1804. Como el comandante militar de la plaza,José de la Cruz, consideraba que este comercio era ventajoso para Guadalajara,desatendió el bando del virrey38.

    En la documentación tapatía de la época cada vez más se habla de los comer-ciantes «panameños», que frecuentaban el puerto con mercancías británicas pro-cedentes de Jamaica, y que, al parecer, eran los que obtenían las mayoresganancias, y de hecho haciendo grandes fortunas en este negocio. Se mencionanmás de 30, entre los que destacan Manuel Jesús y Pedro Juan de Olazagarre, Ma-nuel Luna y Sotero Prieto Olazagarre (ambos sobrinos de Olazagarre), José Prietoy Ramos (cuñado de Olazagarre), Salvador Batres, José Manuel Berguido, José Vi-cente Landázuri, José María Lasso de la Vega, Ventura Martínez, entre otros. Variosde ellos llegaron a contraer matrimonio en Guadalajara y se establecieron allí39.

    Jaime Olveda, del Colegio de Historiadores de Jalisco, basado en los archi-vos notariales de Guadalajara, afirma que el panameño «más audaz y empren-dedor del grupo» era Pedro Juan de Olazagarre (y Vera). Agrega que cuandollegó a Guadalajara ya poseía experiencia mercantil, «porque desde 1807 sosteníarelaciones con la firma Juan y Jorge Moravia, establecida en Kingston, Jamaica,de la que recibió varios créditos; entre 1813 y 1814 entabló negocios con la mismacasa en Londres, pero ahora con la Moravia y Palaches». Llegó por primera vezal puerto de San Blas en 1812, en la fragata de su propiedad Reina de los Ángeles,repleta de mercancías, una bolsa llena de miles de pesos (obviamente pesos pe-ruanos) y con una nueva visión para cambiar la forma de hacer negocios. Paraentonces habría cumplido unos 32 años. En otra ocasión, seis años más tarde,daba un poder para vender en Acapulco la carga de la fragata Cazadora, tambiénde su propiedad40, con la que comerciaba por todo el Pacífico americano.

    El caso de Olazagarre era al parecer típico entre los comerciantes que hacíanel giro con Guadalajara. Eran comerciantes que practicaban el crédito y manejabansus negocios en familia. Pero no solo se interesaban en el comercio, ya que inver-tían en cualquier oportunidad de negocios, sorprendiendo incluso a muchos pro-pietarios de Guadalajara que hasta su llegada habían conservado durantegeneraciones sus grandes latifundios, aletargados en sus tradiciones agrícolas.

    A lo largo del siglo XVIII los vínculos económicos de Panamá con Españase habían ido retrayendo de manera progresiva, y cada vez más el Istmo era de-pendiente del comercio con Gran Bretaña, primero, en el período que se inicia

    16 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • con el Asiento Inglés en 1713 y que se extiende hasta el fin de las grandes contratasnegreras de 1767; luego repunta durante la breve coyuntura contrabandista de1799 a 1802. Pero al estallar por todos lados las guerras de Independencia, loscanales previamente abiertos se ensancharon aún más. Se cortaron las rutas re-gulares de comercio y la vía del Istmo vuelve a ser usada de manera casi exclu-siva para abastecer, a partir de Jamaica sobre todo, los ávidos mercados delPacífico, ampliándose hasta México su radio de acción tradicional. De esa ma-nera, Panamá pudo asegurarse una posición de privilegio durante los largosaños de guerra –1810 a 1824–, recuperando virtualmente el carácter de mono-polio comercial que había gozado en los tiempos de las ferias, con la circunstan-cia adicional de que, además de la plata alto peruana, también seguía esa ruta laplata mexicana. Estas ventajas causaron gran alarma en la universidad de Co-merciantes de Cádiz y en el Tribunal del Consulado de México, al ver amenaza-dos sus intereses monopolistas. Pero sus protestas, contenidas en diversosimpresos que se hicieron circular, fueron en vano.

    Con objeto de garantizar la necesaria protección durante los años de gue-rra, las naves que transportaban la plata de México y Perú, primero hacia elIstmo y luego de allí hacia Jamaica o Baltimore, eran a menudo de la armadade guerra británica, aunque también se emplearon algunas de bandera esta-dounidense. No se trataba de una práctica nueva, ya que con anterioridad,cuando el contrabando que se hacía desde Jamaica, antes de la guerra, las mer-cancías se transportaban en barcos británicos. Sin embargo, también el trans-porte de mercancías se hacía en ambos mares en embarcaciones de distintosorígenes, incluso de propiedad de panameños. una relación de comerciantesdeudores de las Cajas Reales de Portobelo entre 1817 y 1818, revela que cincoembarcaciones llegaron al puerto procedentes de Baltimore, 16 procedían deJamaica y solo una de Cartagena. Se trata de un movimiento mercantil típicodel período. La mayoría eran barcos de bandera británica o de los Estados uni-dos, aunque los destinatarios de las mercancías son mercaderes locales, la granmayoría criollos: Justo y Juan García de Paredes, José Vicente Jaén, Ramón Va-llarino, José Pablo Martínez, Manuel Lara, Bernardo José de Arze, NicolásRemón, Luis de la Barrera Negreiros, Vicente Robles, Manuel José Borbúa, Fer-nando Barsallo, Juan José Díaz, Carlos de Icaza y Juan de Arosemena, entreotros. Los únicos extranjeros son Carlos Plicet, italiano, y José Villamil, oriundode Nueva Orleans. Son nombres que se repiten reiteradamente en la documen-tación mercantil de esos años. Plicet y Villamil desde hacía tiempo ya se habíanradicado en Panamá.

    Por su parte, el negocio transportista a través del Istmo, así como el de al-macenaje de mercancías, seguía siendo, como siempre lo había sido, un negociocontrolado por los criollos locales, lo que daría a los propietarios de almacenes,bongos, chatas, piraguas, mulas y esclavos, pingües beneficios debido al altocosto de los fletes y de almacenaje.

    Nueva historia general de Panamá X 17

  • No se conocen muchos detalles sobre los beneficios directos que este comer-cio produjo al comercio panameño, pero no hay duda de que fueron enormes,pues, hacia el año 1823 un millón de pesos se le adeudaba a los comerciantes pa-nameños en el puerto de San Blas, suma que, aseguraba un cónsul británico, unavez pagada sería reinvertida varias veces en productos traídos de Jamaica.

    Las largas nóminas de comerciantes panameños en el rubro fiscal de prés-tamos al Gobierno dan una prueba convincente de su liquidez y nueva prospe-ridad. En la coyuntura mala de los años 1788, 1791 o 1794, los préstamos de losmás acaudalados comerciantes oscilan entre 50 y 500 pesos, con promedios in-feriores a 150 pesos; todavía en 1807 y 1808, los promedios apenas alcanzan a200 y 219 pesos respectivamente. Sin embargo, ya en 1816, en plena coyunturaalta, Ventura Martínez puede prestarle al Fisco la suma de 10,000 pesos. PabloArosemena presta 6,000 pesos, cuando en 1791 no pudo prestar más que 400.Pedro Juan de Olazagarre y Luis Lasso prestan cada uno 4,000 pesos. BernardoArze, que no pudo prestar más que 500 en 1788, presta 2,000 pesos. Y así otros.El promedio de los préstamos otorgados por todos los prestamistas durante eseaño ascendió a 1,812 pesos.

    La generación de comerciantes que resistió la penuria de los malos años delúltimo cuarto del siglo XVIII y que sacó ventaja de la breve coyuntura de 1799-1802, también se aprovecha de la nueva bonanza. Es decir, que ya existía unavieja generación que había estado acumulando experiencia en el comercio. A ellase suma una nueva generación, la de los hermanos Mariano, Juan y Gaspar Aro-semena, que se enrolan con pujanza en las nóminas de prestamistas, se enrique-cen y participan en la vida pública con agresividad y éxito. Resulta significativoseñalar que en 1817, es el entonces joven Mariano Arosemena –figura central delmovimiento separatista de cuatro años más tarde– quien da, junto a VenturaMartínez, el mayor préstamo al Gobierno, con 1,500 pesos, lo que conviene re-tener al invocar el 1821, año de crisis comercial y de pago a préstamos congela-dos, y tal vez por ello mismo, de revolución e independencia.

    Así pues, Panamá se convierte en un gran depósito de mercancías, sobretodo textiles de algodón asiático adquiridos en Jamaica, que luego eran distri-buidos por el Pacífico, hacia Guayaquil, Lima y Guadalajara. Guadalajara a suvez también se convierte en gran depósito de estas mercancías para distribuirlaspor el interior de Nueva España. Los comerciantes iban y venían de Guadalajaraa Panamá, a Guayaquil o a Lima y por supuesto a Jamaica e incluso a otras islasdel Caribe. No era raro encontrar en Panamá, Lima o Guadalajara a agentes co-merciales británicos haciendo negocios. un ejemplo es Hugo Dick, «comercianteinglés establecido en Panamá», yerno del «rico banquero don Tomás Coutts»,de Londres, a quien Francisco Bourdet O’Connor pidió prestado dinero paravestir el Batallón del Istmo41. En Panamá se había establecido, además, la Wilsony Cía., a la que, según Jaime Olveda, basado en los archivos notariales de Gua-dalajara, le debía José Álvarez Sagástegui más de 17,000 pesos42.

    18 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • un episodio de 1818 nos revela interioridades insospechadas sobre estas ac-tividades. Se trata del proceso que se siguió en Guadalajara al escocés de Glas-gow, Guillermo Dollar, apoderado de la casa comercial de George Conmdie, oCommdie (sic), con sede en Londres y sucursal en Jamaica. En febrero de 1818,el gobernador y comandante de Panamá, Alejandro Hore, le había otorgado pa-saporte y licencia para viajar a Guadalajara a «realizar varios cobros de ciertosindividuos españoles residentes en esta ciudad [Guadalajara], los intereses quese les habían fiado en la isla de Jamaica cuando han pasado a hacer allí su co-mercio». Dollar se embarcó en Panamá el 21 o 22 de febrero en el buque SanPedro Nolasco, alias Flor de Mar, capitaneado por el español Juan Antonio Lomba,y arriba al puerto de San Blas en compañía de varios comerciantes panameñosy de un español. Solo llevaba su ropa y los documentos que le acreditaban comoapoderado para «cobrar deudas y poner pleitos en cualquier parte de Américao del continente español lo que se debiere a dicha compañía». Pero por órdenesdel gobernador de Guadalajara fue arrestado y embargado. En su defensa, Dollarrecordaba la alianza entre España y Gran Bretaña, la frecuencia con que los bar-cos de guerra de su nación escoltaban «a cuantos buques españoles las piden,como ha sucedido recientemente con el bergantín mercante procedente de Ca-taluña». Recordaba también que el propio virrey de Nueva España había auto-rizado a Pedro Pablo Vélez, «la introducción en Veracruz de un cargamento deefectos de Jamaica comprados al fiado a comerciantes ingleses y no se hizo re-paro alguno». (Pudo haber alegado también que en Veracruz tenía raíces muyextendidas la célebre Casa Murphy, que virtualmente monopolizaba en NuevaEspaña el tráfico de rescates con Jamaica y cuyos negocios se extendían a todaEuropa y América)43.

    Luego de permanecer detenido en el cuartel de Toluca, Dollar fue finalmentepuesto en libertad bajo fianza, tras declarar en su favor numerosos comerciantesque habían viajado con él en el mismo barco desde Panamá o que le conocíanpor haberle visto en otras partes de la región haciendo negocios legítimos. Ensus testimonios los declarantes coincidían en que Dollar viajaba siempre con li-cencia y pasaba largas temporadas de negocios en Panamá, Lima, Cartagena,Habana y Santa Marta. Entre sus documentos llevaba una cuenta por cobrar pormás 11,000 pesos a Vicente Berguido, teniente de cazadores de milicias de Por-tobelo y «del comercio de Panamá»; dos cuentas de Juan Jiménez, también dePanamá; otra de Benito José Ortiz Pérez, por más de 13,500 pesos; y una cartadel comandante del bergantín inglés Pelican.

    En el mismo barco que viajó Dollar, iban los comerciantes panameños PedroJuan de Olazagarre, Juan Manuel Berguido, José Pablo Martínez de Retes y suhermano José María Martínez de Retes, Antonio Jiménez, y Manuel María Mar-tínez; también iba Daniel de Orrian, de Sevilla44. Los seis primeros, así comoJuan Jiménez y Vicente Berguido, todos tenían firmes lazos y raíces en Panamá.Juan Manuel Berguido, Olazagarre, y Jiménez eran capitulares del Ayuntamiento.

    Nueva historia general de Panamá X 19

  • José Prieto y Ramos era miembro del Cabildo en calidad de alcalde de la SantaHermandad y había sido síndico procurador del Ayuntamiento capitalino. Jimé-nez era o había sido alcalde ordinario del Ayuntamiento de Panamá. Berguidoera alcalde ordinario en ausencia de Olazagarre «por privilegio de su vara». Enotro barco iba el español de Bilbao, don Manuel Orcullo, quien también declaróa favor de Dollar45.

    Entre los mencionados existían estrechos lazos, o bien de negocios, o de pa-rentesco cercano. Y al parecer, estos lazos de parentesco parecen haber sido esen-ciales para el negocio. Olazagarre, como ya se dijo, era cuñado de José Prieto yRamos, a quien en una ocasión le dio poder para viajar a Londres a liquidarcuentas. Ambos formaron compañía con Ventura Martínez, que era miembro delCabildo de Panamá y también tenía intereses en Guadalajara, donde manejabamucho capital. En 1807 los tres disolvieron la compañía y le reconocieron a Mar-tínez una deuda de 84,741 pesos46. Prieto y Olazagarre pertenecían a la Casa Ro-dulfo, cuyo principal era Josef Rodulfo y Soparo, comerciante genovés radicadoen Panamá desde 1786, y casado con una hermana de Olazagarre. El apoderadode esta casa mercantil era Prieto47. Los vínculos comerciales de la Casa Rodulfoeran impresionantes. Por el Atlántico se extendían a Cádiz, Cartagena, La Ha-bana y otros puertos, y por el Pacífico a Guayaquil y diversos puertos peruanos.Hacía el comercio, además, en embarcaciones propias48.

    Olazagarre había nacido en Veragua, posiblemente en su capital, Santiago,el año 1780. Era hijo de don Martín Vicente de Olazagarre, que era de Vizcaya,y de doña María Manuela de Vera, natural de Santiago de Veragua e hija de es-pañol. Poco se conoce del padre, ya que casi no dejó rastro en la documentación.Se sabe que era vecino de Capira, un remoto villorrio. Su hija legítima, JosefaGregoria Olazagarre y Vera (hermana de Pedro Juan) nació en Santiago de Ve-ragua el 9.V.1773 y se desposó por primera vez en Chepo, otro pueblo marginal.Su marido fallece y con 22 años cumplidos, casa en segundas nupcias, el25.III.1796, en la iglesia de Santa Ana, extrarradio de la capital, con el ya men-cionado Josef Rodulfo y Soparo, natural de Calizano, obispado de Alba, en laRepública de Génova; hijo legítimo de don Francisco Domingo Rodulfo y Soparoy doña Teresa Estella, ambos naturales y vecinos de Calizano49. Para entoncesJosefa Gregoria era vecina de Santa Ana, y probablemente también lo eran suspadres.

    Para nuestro análisis Rodulfo es una figura clave. Antes de radicarse en Pa-namá había llevado una vida bastante agitada, particularmente ligada al mar ylos viajes. Su gran aventura vital empezó en 1774 cuando abandona Calizanopara dirigirse a Cádiz, donde «tenía un tío avecindado». En Cádiz ingresó en elservicio de la Marina Real. Estando en este servicio naufragó con la fragataGraña, donde perdió todo su equipaje y papeles. Luego fue enviado a otras mi-siones, participando en acciones navales hasta que se embarcó con el Regimiento

    20 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • de Nápoles con destino a Puerto Rico. Luego de esto se trasladó con su urca SantaJusta a La Habana, donde enfermó gravemente. Tras estos doce años de peripeciasse traslada a Panamá donde, como ya se dijo, se establece desde 1786. Rozaría en-tonces la treintena. Su experiencia de viajes por mar le permitió visualizar a Pa-namá como plataforma ideal para sus actividades comerciales. Aunque sedesconocen los detalles, el hecho es que en Panamá acumuló una considerablefortuna en bienes raíces, barcos de su propiedad y esclavos, dedicándose con éxitoa la agricultura y al comercio con Cádiz, Cuba, Cartagena, Quito y Perú.

    Su sólido posicionamiento social en Panamá lo evidencia el hecho de queen 1803 fue elegido alcalde ordinario de la ciudad, siendo ya regidor del Cabildo.También en el Cabildo había sido alcalde de la Santa Hermandad, y antes de esocomisario de barrio en la capital. Como era de esperarse de un vecino conspicuoy adinerado, en varias ocasiones había realizado donativos voluntarios «paragastos de guerra», y cuando naufragó la fragata real Leocadia con el Situado dePanamá, aportó 300 pesos para costear el salvamento. También contribuyó condinero para obras públicas, como la construcción de un «conducto subterráneode bovedilla de ladrillo por donde las aguas de lluvias que se recogen desde laplaza Catedral y calles de San Juan de Dios que se quedan empozadas tieneahora su desagüe hasta el mar, en cuya obra dio abundantes pesos». En 1802 fuecomisionado para salvar a la capital, acosada entonces por una severa carestíade alimentos, sobre todo de maíz y arroz, los granos básicos de la comida delpobre. Para empeorar las cosas, la crisis se agravó acompañada por una epide-mia. Se dirigió a Chorrera, Arraiján, Capira y otros pueblos, para obligar a loscosecheros de maíz y arroz a que entregaran lo que tenían «escondido en losmontes» con la abusiva intensión de disparar los precios. Su misión fue exitosay la crisis pudo superarse.

    En 1804, la fortuna de Rodulfo se calculaba «en mucho más de 4,000 duca-dos». Pero su fortuna era sin duda mucho mayor, ya que la suma mencionadaera solo la que se exigía a los extranjeros que deseaban naturalizarse españoles,como era su caso. Cabe especular, que siendo Pedro Juan de Olazagarre, comoera, cuñado de Josef Rodulfo y Soparo, sería natural que lo acogiera como sumentor durante sus años mozos, enseñándole las destrezas necesarias para ejer-cer con éxito el comercio y hacer negocios internacionales. (Cuando Rodulfo secasa con su hermana, Olazagarre tendría 16 años). Y qué duda cabe que debióaprovecharse no solo de su fortuna, gracias a su hermana Josefa Gregoria, sinotambién de sus sólidos y extendidos vínculos comerciales50.

    El hecho es que, gracias a su fortuna y contactos, Pedro Juan de Olazagarrese convertiría en el más agresivo y exitoso de los comerciantes de este período.En Panamá, Olazagarre hizo negocios con los hermanos Blas y Mariano Arose-mena, con quienes contrajo una deuda de 23,320 pesos que cancelaron en 1833sus albaceas Manuel Jesús y Juan José Romero51.

    Nueva historia general de Panamá X 21

  • Algunos comerciantes panameños amasaron tal fortuna que en Guadalajarapudieron comprar al contado inmensos latifundios trigueros y ganaderos, o in-virtieron en la fabricación de textiles, o en la minería, como Pedro Juan de Ola-zagarre, quien adquirió en remate público y al contado el latifundio trigueroAtequiza, que además de ser uno de los más bellos de la región, gozaba de unamagnífica temperatura aún en temporadas calurosas. A los desprevenidos y ale-targados jaliscienses esta compra les tomó totalmente por sorpresa, ya que esta-ban acostumbrados más bien al crédito. Olazagarre también adquirió ellatifundio triguero La Huerta, y la hacienda Huejotitán, que le compró a su sue-gro José María Villaseñor por 50,000 pesos. Gracias a estas vastas posesionesllegó a controlar el abasto agropecuario de Guadalajara. Siguiendo sus pasos, susobrino Manuel Luna, pagó al contado 161,000 pesos por la hacienda ganaderaSan Clemente.

    Varios comerciantes panameños decidieron afincarse en Guadalajara, ca-sándose con mujeres de la élite local y convirtiéndose a su vez en troncos de laélite tapatía, como José Catarino Gómez, Manuel Luna, Pedro Juan de Olazaga-rre, Sotero Prieto Olazagarre (hijo de José Prieto y Ramos y sobrino de PedroJuan) o Luis y José María Lasso de la Vega (que también habían pertenecido alAyuntamiento de Panamá). Y así otros más. Según Juan Olveda miembros deeste grupo fueron responsables de la primera industrialización tapatía52. Peroantes de abandonar Panamá, la gran mayoría, como vimos, formaba parte de laélite capitalina y habían sido miembros conspicuos del Cabildo.

    El siguiente episodio ilustra el movimiento de dinero que circulaba por Pa-namá durante esos años de abundancia. Debió ser uno que se repetiría cada vezmás durante el período, por lo que merece la pena citarlo. Sucedió el 30.III.1813,mientras se trasegaba a lomo de mulas de Panamá al puerto fluvial de Crucesuna gran cantidad de plata en pasta y en moneda. En Cruces la carga se embar-caría en chata o bongo por el río Chagre, para salir al Caribe y de allí tomarrumbo a Jamaica. La situación era totalmente normal, salvo que uno de los pro-pietarios de la carga y de la recua que la transportaba, Juan de la Cruz Pérez, co-nocido como Juancho Pérez, no pudo exhibir la «guía» que acredita la legalidadde la carga. Al no poder mostrarla, un celoso oficial procedió a decomisarle lacarga, iniciándose el levantamiento de un extenso y nutrido expediente y el em-bargo de algunos bienes de uso doméstico en la ciudad de Panamá. Pérez apelóy continuó reclamando durante los años siguientes para que se le devolviera esasuma, por lo que su caso llegó hasta el Consejo de Indias, a cuyos archivos pasóel expediente. De no ser por esta circunstancia, no nos habríamos enterado delasunto ni conocido sus detalles.

    Ese día, además de Pérez, los comerciantes y dueños de recuas (y tambiéndueños de la plata que cargaban), Antonio Jiménez, Luis de la Barrera Negreiros,José María Lasso, y el rico mulato José Ponceano de Ayarza, enviaban su carga

    22 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • de plata en sus propias recuas. Sus respectivos arrieros no tuvieron dificultaden mostrar sus correspondientes «guías». El total de la carga registrada sumaba76,592 pesos: 37,592 pesos correspondían a Pérez y los restantes 39,000 pesos alos otros cuatro comerciantes y transportistas53. Aunque no consta, se trataba,al parecer, de plata procedente del Perú, como lo sugieren los frecuentes viajesa Lima de dos de ellos: Ayarza y Pérez. Desde Lima, Ayarza le enviaba plata aPablo Arosemena en 1811, como ya vimos. Y de acuerdo a una declaración dela esposa de Pérez, María José Barranco, este había vuelto a viajar a Lima el19.II.1815.

    Para conocer de manera confiable la cantidad de plata que se enviaba delCallao a Panamá durante este período, un fuente segura es la sección Aduanadel Archivo General de la Nación, en Lima, como lo comprobé en una corta visitaque realicé en diciembre de 2017, donde encontré el embarque de plata enviadoa Panamá en 1811, tabulado al comienzo de este capítulo, y es con lo que debe-mos conformarnos por ahora. En Panamá han desaparecido todos los archivosde ese período, de modo que ha sido providencial el que se conserve el expe-diente que aquí se analiza. Reconozco que es poco útil para tabular una serie oidentificar una tendencia, pero nos ayuda a comprender algunos aspectos delsistema transportista, y a conocer otros extremos sobre el movimiento de la plata,por lo que me permitiré ordenar esta información en el cuadro que sigue.

    Nueva historia general de Panamá X 23

    Transporte de plata a lomo de mula de Panamá a Cruces, junio de 1813

    Dueño de recua y de la plata Carga Valor en pesosde 8 reales

    Antonio Jiménez 2 cajones 6,000

    Doctor José Ponceano de Ayarza 4 cajones 10,000

    Luis de la Barrera Negreiros 1 cajón 3,000

    José Lasso 8 cajones 20,000

    Juan de la Cruz Pérez 28 barras de plata en barras 27,592en 13 cajones*

    Idem. 2 talegos** 2,500

    Idem. 3 cajones** 7,500

    Total 76,592

    Notas: (*) = El peso de las 28 barras de plata se da en arrobas y libras. El total hacía 68 arrobas con 24 libras y media,o unas 1,725 libras, con un promedio de 61.6 libras cada barra y un valor por barra de 985½ pesos. He calculado elvalor de las barras a razón de una onza por peso de 8 reales. La carga de plata de Pérez era transportada por 9 mulas,en 16 cajones encorados y 2 talegos. Cuando se le embargó su recua, siete de las mulas fueron evaluadas en 80 pesos,una en 90, y otra en 60 pesos, por considerarse vieja. La plata era de propiedad de los transportistas. (**) = «Pesosfuertes de cordoncillo». En promedio cada cajón lleva de 2,000 a 3,000 pesos de plata. Todo esto en AGI Panamá 294,expediente 31.

  • Lo anterior es, por supuesto, solo un episodio entre otros. Transportes deplata semejantes debieron ser frecuentes durante la coyuntura alta. Así lo ilus-traba un tal F. A. Prinsep en un texto impreso que le enviaba en forma de cartaal embajador de España en Londres, fechada el 11.XI.1820, aunque refiriéndosea la plata que bajaba de Nueva España. Se quejaba de la devastadora compe-tencia que le hacía al comercio de Veracruz el que se realizaba entre Guadalajaray Jamaica vía Panamá. Afirmaba que desde 1812 por lo menos 3 millones depesos anuales eran desviados de la ruta de Veracruz a la de Panamá, aunqueagrega que algunos calculaban mucho más (45 millones entre 1812 y 1818, esdecir, 7½ millones anuales)54.

    Manifestaciones y consecuencias delauge económico del período

    uno de los primeros signos exteriores de la bonanza es el crecimiento de lapoblación. Según Andrés Baleato, el censo de 1802, arrojaba «poco más de 8,000habitantes» para la capital, contando San Felipe y Santa Ana55. El censo de 1822daba ya una población de 10,730 habitantes56. El crecimiento había sido sensible,sobre todo si consideramos que a lo largo del siglo XVIII la población capitalinase mantuvo con muy pocos cambios en torno a los 7,000 a 8,000 pobladores. Ala vez, el auge del comercio y el incremento del transporte harían necesaria laintroducción de esclavos de las islas británicas del Caribe. Esto último lo evi-dencia un testigo escocés que pasó por Panamá en 1822, el capitán Basil Hall,quien observó al desembarcar en el muelle:

    … nuestra sorpresa fue mucha oyendo a todos los negros y negras que pu-lulaban en el muelle hablar inglés con fuerte acento que reconocimos ser delas Islas Occidentales, peculiaridad, según deducíamos, adquirida por el con-tinuo trato con Jamaica mantenido a través del Istmo57.

    A Hall le impresionó el hecho de que muchos de los locales hablaran inglés,«aunque algo corrupto, y que innumerables circunstancias triviales de traje, apa-riencia y maneras conspiraban para hacernos sentir que habíamos dejado los pa-íses puramente españoles [...] debido a la convivencia con extranjeros». unhospitalario vecino capitalino que le invitó a su casa a beber té, hablaba un «in-glés perfecto». Como la mayoría de las casas comerciales locales estaban rela-cionadas con Jamaica, uno de los comerciantes de la ciudad le mostró un paquetede periódicos en inglés, sobre todo Gacetas de la isla, gracias a lo cual se puso aldía de lo que ocurría en el mundo. A Hall le quedó también una fuerte impresiónde que a los panameños les resultaba indiferente la situación bélica que teníalugar en el sur y estaban más pendientes de las noticias de Jamaica, Estados uni-dos o Inglaterra58.

    24 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • Otros testigos contemporáneos, como el francés Gaspar Mollien, se admira-ban también de la atmósfera cosmopolita que se respiraba en el ambiente urbanode la capital, donde las modas europeas habían desplazado totalmente a las tra-dicionales, que habían quedado relegadas a los sectores populares. Escribe:

    Tanto los hombres como las mujeres se visten a la inglesa; estas van sinsombrero y llevan el pelo recogido en trenzas, que les caen por la espalda [...].Las calles [...] durante las noches están bastante bien alumbradas por las lucesde las tiendas que hay en ellas y en las que los comerciantes se ocupan en ponerorden y en mantener una limpieza, que demuestra a la legua las relaciones quetienen con los ingleses [...] se encuentran muchos artículos de los Estados uni-dos y una gran cantidad de vinos y de licores de todas partes. Hay un sitio enPanamá donde no se sirve sino café59.

    Ya lo había notado el marino Andrés Baleato, en 1817, cuando señalaba que«los hombres, sin embargo de que el clima es caluroso, visten paño y casimir».También las señoras usan «el traje de Europa», aunque las:

    … demás mugeres tienen la vestimenta antigua del país, que es una fajaancha en la cintura, de la faja para arriba la camisa sola y para abajo la pollera,una y otra con encages adornándose con rosarios y cadenas de oro colgadas alcuello, cuyo trage es el comun de sus casas y con que van a visitas; en algunasse ve todavía el llavero antiguo pendiente de la cintura, que consta de una ca-dena de plata como de una tercia de largo y en ella ensartadas monedas y digesde oro asta las llaves que están en el extremo inferior60.

    La provisión de los transportes –marítimo, fluvial y mulero–, en un tiempoen que la escasez de las recuas y de las embarcaciones hacía ascender el costode acarreo de Cruces a Panamá a 25 pesos, y a 50 pesos por el transporte de Pa-namá a San Blas61; y la celebración de contratos para el avituallamiento de losejércitos que llegaban al Istmo para combatir a los independentistas americanos,ofrecieron una oportunidad adicional para realizar pingües negocios.

    El ya citado Andrés Baleato, rememorando el impacto del auge mercantilde esos años, y los pingües beneficios que obtenían los mercaderes panameños,señalaba que solo del Perú habían salido para Jamaica por la ruta del Istmo entre1797 y 1817 «más de medio millón de pesos anuales». Es decir 10 millones depesos en 20 años:

    Los comerciantes del Istmo ganaban 100 por 100 en los efectos que habíantraído de Jamaica, cuya utilidad estimuló a los del Perú a pasar a hacer suscompras a la misma isla, y hecha la paz y repentina alianza de Inglaterra conEspaña, en 1808, el estado doloroso de la Europa y de la América precisó a con-tinuar aquel giro, que sigue en la actualidad muy lucroso para algunos sujetos

    Nueva historia general de Panamá X 25

  • de Panamá. Desde 1797 hasta hoy se regula en unos años con otros, haber sa-lido en dinero del solo Virreinato del Perú para Panamá y Jamaica más demedio millón de pesos anuales62.

    Gracias a los derechos de excepción que se le otorgaron al Istmo desde 1808para que pudiera servir nuevamente de pasaje privilegiado, sus ingresos fiscalesle permitieron no solo cubrir «sus cargas ordinarias», sino también «pagar lossueldos de la Audiencia y del virrey que existen en su seno» y socorrer «a losempleados que emigraron de las provincias disidentes»63. Ahora se sabe que,gracias al incremento de sus ingresos, también el Istmo pudo equipar tropas ypagar salarios a los soldados del ejército peninsular para que pudieran seguirluchando contra los rebeldes americanos. Y fue gracias precisamente a ello, quele fueron una y otra vez renovados los privilegios que le permitían contribuirde tal manera a retardar la independencia de los pueblos vecinos.

    Al respecto, sin embargo, los textos de los observadores contemporáneos pue-den inducir a cierta confusión, por lo que no se deben tomar al pie de la letra. Ma-riano Arosemena asegura que a un mes de haberse concedido estos privilegios, laRegencia, presionada por el comercio gaditano, ordenó el 27 de junio de 1814, queestos fuesen suspendidos. En cambio, no menciona que esto sucedía casi al mismotiempo que los consulados del comercio de México y Veracruz presionaron al vi-rrey de Nueva España para que detuviera el intenso comercio que hacía Guada-lajara con Panamá, el cual, según ellos, perjudicaba los intereses de la Corona y,como se hacía con colonias extranjeras, insinuaron que rayaba en la traición. Bajoestas presiones el virrey Calleja prohibió bajo amenazas este comercio64.

    De acuerdo a Mariano Arosemena, la revocatoria de 27.VI.1814 afectó di-rectamente a Panamá, pues sería «el principal agraviado, por cuanto su posicióngeográfica lo hacía el depósito de mercaderías extranjeras. Y la Aduana de sunacionalización»65. Según él, esta medida provocó un cambio de actitud radicalentre los criollos capitalinos. Entonces, comenta Mariano Arosemena, solo en-tonces «empezó a conocer Panamá la importancia de su independencia»66. Peroagrega que en los años siguientes a la revocatoria, la élite comercial todavía pudoseguir beneficiándose de sus actividades económicas, sobre todo mediante elcontrabando. Es decir que, después de todo, no causaron mayor impacto nega-tivo en el comercio, y solo sirvieron para estimular el deseo de independencia.

    Sin embargo, sólidas referencias documentales hacen dudar del supuestoefecto que le atribuye Arosemena a la revocatoria de 27 de junio de 1814. Por unlado, quedan consistentes pruebas fiscales que indican la continuidad de la di-námica comercial de los años anteriores, la cual no se interrumpe hasta proba-blemente 1817 o 1818. Por otro, se ha conservado una nutrida documentaciónque evidencia el interés de las autoridades del más alto nivel, tanto de Panamá,como del virreinato neogranadino y del propio Consejo de Indias, que apoyaronde manera enfática la continuación de la política comercial aplicada al Istmo.

    26 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • En 1816, el virrey Francisco Montalvo envía un prolijo informe al secretario deEstado del Despacho de Hacienda, en Madrid, justificando las ventajas de man-tener abiertos sus puertos caribeños, e incluso le remite un detallado reglamentopara la mejor administración de este comercio. A su vez, el gobernador y coman-dante general de Panamá, el general Alejandro Hore, respalda el planteamientodel virrey, aunque recomendando privilegiar al puerto de Chagre en lugar dePortobelo, para evitar las pérdidas que ocasionaba tener que llevar las mercan-cías desde este último por la costa en ligeras embarcaciones sin quilla dondeeran frecuentes las pérdidas por accidentes. uno de los argumentos alegadospor Montalvo y por Hore sostenía que la situación del Istmo era diferente a otrosterritorios, y que gracias a los elevados ingresos que se obtendrían de esta aper-tura comercial, podrían sostenerse no solo el Istmo sino incluso plazas militarescomo Santa Marta. Hore recordaba que, gracias a este comercio, cuando llegó aPanamá en 1816, encontró en su Caja más de 100,000 pesos, es decir, con un am-plio superávit, e insinuaba, además, que las ventajas comerciales contribuían amantener a los panameños leales a la monarquía67.

    Lo cierto es que las estadísticas fiscales sugieren que las supuestas restric-ciones de la Regencia a que alude Mariano Arosemena, no produjeron la menormella en el comercio panameño, cuyos ingresos fiscales habían aumentado enun 33% para 1816, dos años después de dictadas aquellas, como ahora veremos.Por otra parte, entre 1816 y 1818, el Consejo de Indias volvía a renovar a Panamásus privilegios comerciales y desautorizó totalmente las prohibiciones del virreyFélix Calleja. De hecho, todavía el 5 de enero de 1819 el Consulado de Cádizenviaba una representación al rey oponiéndose a los conceptos vertidos en lasconsultas del Consejo de Indias para que se sancionara «el comercio que los ex-tranjeros hacen por el istmo de Panamá, y que los efectos extranjeros quedenreputados como españoles»68, lo que confirma que la política de apertura co-mercial que favorecía al Istmo se mantenía plenamente vigente.

    Nueva historia general de Panamá X 27

    Plata transportada por Panamá del Pacífico al Caribe,según fuentes contemporáneas

    Origen Período Pesos de plata Promedio anual (de 8 reales)

    México 1810-1815 10 millones 2 millones(por el puerto de San Blas)México 1812-1820 24 millones 3 millonesMéxico 1812-1818 45 millones 7½ millonesPerú 1797-1817 (20 años) 10 millones ½ millónTotal 20 a 55 millones 2½ a 8 millones

    Fuentes: Para México, Vera Valdés Lakowsky, op. cit., p. 243 y F. A. Prisep, op. cit. Para Perú, Andrés Baleato, op. cit., yacitados en este capítulo.

  • Las evidencias fiscales: 1800-1816

    Pero hace falta examinar las estadísticas fiscales del período analizado paramedir la magnitud del impulso económico que cobró Panamá a partir de 1809.Su evolución puede apreciarse claramente en el cuadro que sigue.

    Explico el cuadro anterior. En 1800 el impuesto de Aduana –el mejor indi-cador del movimiento mercantil–, fue de 40,874 pesos. El Situado, para gastosadministrativos y del ejército, sumó 186,625 pesos. El Cargo, es decir, la totalidadde los ingresos fiscales, sumaba 534,374 pesos. En 1801, el Cargo fue de 671,968pesos; el impuesto de Aduana, de 52,260 pesos y el Situado, 372,916 pesos. En1802, el Cargo fue de 598,806 pesos, el impuesto de Aduana de 56,473 pesos y elSituado 262,250 pesos. En 1803, el Cargo fue de 570,635 pesos, el impuesto deAduana, de 20,691 pesos y el Situado de 221,441 pesos. En 1804 y 1805 las ten-dencias del quinquenio anterior se mantienen. En 1805, el Cargo es de 544,296pesos, el impuesto de Aduana es de 15,204 pesos y el Situado asciende a 388,836pesos.

    Durante los cinco años considerados, el total del Situado recibido fue de1,434,068 pesos y el Cargo, 2,920,079, correspondiéndole al Situado casi el 50%del total de los ingresos fiscales. Es decir, que el Fisco prácticamente se sostienecon el Situado de Lima y Cartagena, ya que los impuestos locales representanmuy poco para sufragar las necesidades más elementales. Sin embargo, a partirde 1809, gracias al cambio de la situación comercial apuntada antes, el panoramamejora sensiblemente. En 1809, el Cargo es de 556,191 pesos, el Situado suma

    28 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

    Ingresos fiscales de Panamá entre 1800 y 1816(en pesos de 8 reales)

    Año Cargo Aduana Situado

    1800 534,374 40,874 186,6251801 671,968 52,260 372,9161802 398,306 56,473 262,2501803 570,635 20,691 221,4411805 544,296 15,204 388,8361808 Se esperaban 130,000 pesos pero no llegaron1809 556,191 197,717 221,1121811 (Hubo 170,000 pesos No llegó el Situado de Lima

    de superávit)1812 115,128 No llego Situado ni de Cartagena ni de Lima1813 396,147 No llegó el Situado1814 478,980 Sin Situado1816 637,665

    Fuentes: AGI Panamá 337 a 339.

  • 221,112 pesos, pero el impuesto de Aduana había ascendido a la respetable can-tidad de 197,717 pesos. Según los datos anteriormente indicados, entre 1800 y1805 la totalidad recaudada en la Aduana sumó 185,502 pesos, con una mediaanual de 37,100 pesos, lo que significa que en 1809 este impuesto se había incre-mentado en más de cinco veces. El salto era realmente notable.

    Esta tendencia alcista continuó en los años siguientes. A partir de 1811, elSituado de Lima deja de llegar, y sin embargo, el año finalizó con un superávitde más de 170,000 pesos, luego de haberse pagado las guarniciones, los sueldosde los funcionarios y los sínodos de los curas. En 1812, el Cargo ascendió a115,128 pesos, sin contar con el Situado, que ya para entonces Lima y Cartagenahabían dejado de remitir debido a las guerras revolucionarias. En 1813 el Cargollegó a 396,147 pesos, también sin el Situado. En 1814, solo el impuesto deAduana recaudó 478,980 pesos. Y en 1816 el Cargo era ya de 637,665 pesos69.

    Se observa, pues, una clara tendencia al incremento de los ingresos fiscalesa partir de 1809, lo que coincide con la liberalización de los puertos autorizadapor el gobernador desde el año anterior y que confirman otras referencias tex-tuales. Esta tendencia se hace aún más manifiesta si consideramos que una grancantidad de mercancías entraba al país de contrabando, lo que significaba queno estaba sujeta a registro fiscal y por tanto no pagaba impuestos. De acuerdo auna fuente, la proporción de mercancías de contrabando superaba en cuatroveces la que se registraba en las Aduanas.

    El empuje comercial de estos años no podía ser más evidente. Los ingresosfiscales por concepto de Aduana se multiplicaron por trece entre 1805 y 1809, ypor veintiséis en 1814. Entre 1813 y 1815, años de mayor esplendor de la coyun-tura, las mercancías que cruzaron el Istmo para los mercados del Pacífico teníanun valor de 24,000,000 pesos. No debe ser casual que para estos mismos añosidéntica suma en pesos de plata cruzaba el Istmo, como acabamos de ver. Si setoma en cuenta lo recaudado en algunos años de la coyuntura, la recaudaciónaduanera resulta ser incluso superior a la de las tres últimas ferias consideradasen conjunto que se celebraron a fines del XVII, las de 1685, 1691 y 1697. El volu-men de las transacciones recuerda claramente los años de esplendor de las me-jores ferias, con una diferencia significativa: se trataba de una feria continua, queduraría una década.

    El ya citado Prinsep, en su carta al embajador español en Londres, resumíala sorprendente evolución fiscal de Panamá entre 1808 y 1818, basado, según él,en un «informe del supremo Consejo de Indias de agosto de 1818», y con cuyosuperávit pudo detener las rebeliones en Quito, Isquandé y Popayán:

    En 1808 faltaron los 130,000 pesos de Situados de Lima y Santa Fe, y aunquese pusieron los militares y empleados a medio sueldo, en poco tiempo subióel déficit del Erario a 253,000 pesos. En estas circunstancias el gobernador acu-dió al Virrey de Nueva Granada, quien le contestó que usase de los arbitrios

    Nueva historia general de Panamá X 29

  • que estuviesen a su alcance: se consultó pues en Junta de Real Hacienda, des-pués de bien discutido el asunto, que era forzoso imitar al reciente ejemplo dela Habana, permitiendo en Portobelo y río Chagre la introducción de toda clasede efectos desde países extranjeros con bandera Española: su libre circulaciónpor el tránsito de Panamá, y la extracción de los metales preciosos en monedapara el reintegro de su costo. Estas disposiciones merecieron la aprobación dela Junta Central, y en poco más de dos años se habían restablecido los sueldosenteros, pagado las deudas atrasadas y juntado un sobrante en las cajas de Pa-namá de 300,000 pesos fuertes. Así pudo aquel Gobierno acudir a las urgenciasde las provincias limítrofes y desbaratar las insurrecciones de Quito, Isquandéy Popayán. Con todo, después de servicios tan notables y otros muy oportunosde igual clase hechos al Señor Virrey del Perú, sin los cuales hubiera sucum-bido el imperio de S.M.C. en la América meridional, todavía en febrero de 1811quedaban en cajas 178,000 pesos y ha seguido subministrando de varios modosá las urgencias de la guerra70.

    Como es obvio, al Consejo de Indias le sobraban razones políticas para se-guir apoyando las libertades comerciales que favorecían la ruta panameña. Esevidente, pues, que la política comercial de la Corona privilegió a la élite pana-meña concediéndole todas las ventajas posibles. Así lo confirmaba un observa-dor externo, el capitán de la Royal Navy, Basil Hall, que llega a Panamá en 1822,a escasas semanas de su independencia:

    Quizá ningún otro lugar, entre todas las posesiones españolas trasatlánticas,sufrió menos de los erróneos sistemas de la madre patria que Panamá; en parte,a consecuencia del constante intercambio que ha mantenido con Jamaica yotras islas británicas del Caribe, y en parte, por ser el puerto a través del cuallas mercancías pasaban a través del Istmo para Perú y la costa occidental deMéxico. Este grado de intercambios y negocios le dio tal importancia y facilitólos medios para acumular riqueza que la rigurosa naturaleza del sistema co-lonial no le concedió a ningún otro lugar71.

    Siendo esto así, podríamos hacernos la siguiente pregunta. ¿Cabría, en talescircunstancias, esperar que la élite pensara en otra cosa que en sus beneficios mer-cantiles o que, por el contrario, deseara que las cosas cambiaran? Mariano Arose-mena y toda la élite podrían haberse dado muchos golpes de pecho patriótico,pero es difícil creer que, marchando como marchaban tan bien los negocios, desea-ran romper lazos con una España que tanto les favorecía. Ese no era el momento.Para que un cambio así ocurriera, hacía falta que la situación comercial se tornaranegativa y ya no fuera necesario depender del favor de España. Solo entonces lavoluntad independentista empezaría a aflorar. Dicho lo cual, no es cierto, comoafirma Mariano Arosemena, que fue cuando España empezó a endurecer los con-troles comerciales que despertó la voluntad separatista. Sencillamente la bonanza

    30 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • había cesado de golpe y él conocía muy bien las causas, que nada tenían que vercon la buena o mala voluntad de la madre patria y que, dadas las circunstanciasen las que esta se encontraba, no tenía la más remota posibilidad de intervenir enlo que ocurría, pero se necesitaba buscar una justificación o un culpable.

    Guerras de independencia y crisis comercial

    Sin embargo, la bonanza comercial ya era cosa del pasado a medida queavanza el año 1819. Pero es evidente que la contracción que empezó a padecerel comercio poco tuvo que ver con las prohibiciones o autorizaciones que anteshabían privilegiado a Panamá. Sencillamente al hacerse cada vez más amena-zante la guerra de insurgencia los circuitos de intercambio habituales quedaroninterrumpidos. Los efectos se sintieron inmediatamente en Panamá.

    Cuando el capitán general Juan de la Cruz Mourgeon asumió el mando enPanamá en agosto de 1821, escribió al Despacho de Gobernación de ultramarque las Cajas Reales estaban virtualmente vacías, de modo que tuvo que recurrira los vecinos para solicitarles préstamos repetidas veces; agregaba que en febrerode 1819 el déficit fiscal consistente en empréstitos, era de 53,834 pesos, y que elcomercio con Lima estaba interrumpido debido a la insurgencia. Como resultadode todo ello faltaba circulante, y el poco que había se les exigía a los vecinos me-diante constantes empréstitos y contribuciones72.

    En 1822, cuando llegó a Panamá el coronel venezolano José María Carreñopara ocupar el cargo de intendente y gobernador por órdenes de Bolívar, el de-terioro de la economía ya era patente. Carreño escribía al mes de haber llegado:

    La pobreza del Istmo toca en la miseria; su carestía y no tener más víveresen su territorio que los granos de consumo y subsistir de los frutos que vienende Guayaquil y del Perú, la falta de capitales, de haciendas verdaderas y detodos los elementos que constituyen la riqueza de su territorio, no abren re-cursos para subsistir73.

    La pendiente de la crisis ya no se detendría hasta casi un cuarto de siglodespués. Es interesante evocar la percepción que tuvieron los contemporáneosde este proceso. Consideraban que hasta la independencia de 1821, el Istmohabía vivido demasiado confiado de sus posiciones adquiridas. Y como «se teníapor invariable el estado del comercio en que se hallaba, porque no se conocíanexactamente las causas que lo habían producido»74, los panameños no tuvieronotro objeto que el de satisfacer las necesidades del tráfico de larga distancia; ymientras este duró, «no se pensó en mejorar ni abrir caminos, en proteger la agri-cultura, ni en economizar los capitales»75, y habiéndose concentrado solo en losservicios, después de pasados los años de prosperidad transitista, el país volvióa encontrarse impotente para mejorar una situación que empeoraba cada día.

    Nueva historia general de Panamá X 31

  • Según esto, los criollos creían tener asegurado definitivamente el comerciointeroceánico. De esa manera, cuando casi inesperadamente el impulso econó-mico se detuvo, como si se hubiese agotado, no quisieron darle crédito a susojos. Y esto fue precisamente lo que sucedió el día en que «la revolución comenzóa mudar de aspecto, i cada pueblo empezó a calcular sus intereses, i abrir suspuertos a los extranjeros, hasta hacer necesario disminuir las erogaciones, eco-nomizar los gastos, i meditar mucho las empresas»76. El Istmo vuelve entoncesa sumergirse en una honda depresión económica de la que no pudo salir hastadespués de varias décadas.

    Cabe legítimamente conjeturar que la prolongada bonanza mercantil de ladécada había aplacado el ímpetu revolucionario de los criollos panameños, cua-lesquiera que este haya sido, lo que podría explicar que los arrestos abiertamenteseparatistas llegaran a manifestarse con relativo retraso, sobre todo si se les com-para con los tempranos pronunciamientos de otras partes de América, aunquepor supuesto lo económico sería solo un factor entre otros. Los textos apuntan aque entre 1819 y 1821, los progresos de la revolución latinoamericana en generaly muy particularmente la invasión de MacGregor a Portobelo, las incursionescorsarias de John Illingworth y los tres bloqueos al Callao de la flotilla chilenade Thomas Cochrane, que además de entorpecer las rutas del comercio pana-meño amenazaron su propio territorio, frenaron el trepidante ritmo de los ne-gocios. La ruptura de las líneas de comunicación, abiertas desde una décadaatrás y hasta entonces indemnes, desató un ambiente de ansiedad y descon-fianza. Y nada puede ahuyentar más a los negocios que los truenos de guerra ola inseguridad de las rutas marinas del comercio.

    Eso fue precisamente lo que sucedió. La situación resultaría catastrófica paraPanamá, ya que se vio amenazada tanto por el Caribe como por el Pacífico. Ade-más, el cambio de situación llegó de golpe y, en cuestión de meses, todo acabó.Ya en enero de 1814, en pleno furor independentista de la vecina Nueva Gra-nada, se había producido la primera amenaza, cuando entró a la ensenada deBuenaventura una escuadra de ocho goletas que salió de Cartagena con 460hombres al mando del comandante francés, Benito Chasserieux, con objeto decapturar Portobelo. Atacó con brío pero desordenadamente, y la guarnición dela plaza, capitaneada por Joaquín Rodríguez de Valcárcel, logró sin dificultadrechazar el asalto. Los invasores regresaron desmoralizados a Cartagena. Pasóel susto y el tráfico de la plata continuó.

    Pero desde comienzos de 1819 llegaron amenazas mucho mayores y estavez sus consecuencias fueron definitivas. Thomas Cochrane invadió con su es-cuadra chilena las costas peruanas, donde bombardeó el puerto del Callao, lobloqueó y capturó varios barcos de bandera española, entre ellos la goleta deguerra Moctezuma. Las defensas del Callao estuvieron a cargo del virrey Joaquínde la Pezuela, y le hizo frente a Cochrane con las fragatas Esmeralda y Venganza,las corbetas Sebastiana, Cleopatra y Resolución, los bergantines Pezuela y Maipú, el

    32 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • pailebot Aranzazu y 26 lanchas cañoneras. Desde tierra apuntaban 165 cañonesdesde la fortaleza del Real Felipe y otros fuertes conexos.

    El 28.II.1819, Cochrane lanzó el primer ataque y se produjo un reñido com-bate sin mayores daños para los defensores. un segundo ataque se produjo el22 de marzo siguiente, cuando Cochrane entró audazmente en la bahía al co-mando de la fragata O’Higgins, de 50 cañones, y se batió a duelo con los fuertesy las naves españolas, aunque fracasa en este segundo ataque por falta de vientopara maniobrar. El 25 de marzo los buques realistas atacan la escuadra enemigacon varias lanchas cañoneras y algunos botes armados, pero fueron rechazadospor la O’Higgins al soplar un viento que le resultó favorable. Pero Cochrane noconsigue doblegar las fuerzas realistas, y a principios de abril leva anclas y aban-dona el bloqueo, para dedicarse desde entonces, hasta junio siguiente, a atacardestacamentos realistas de la zona y distribuir propaganda revolucionaria paraatraer a la población a la causa de la independencia. Lima celebró el rechazo aCochrane en este su primer intento de bloqueo, e hizo acuñar una medalla con-memorativa77. Pero el daño al comercio sería ya irreversible y a partir de entoncescada vez menos buques se atreverían a salir con carga de plata para Panamá.

    El siguiente golpe lo produjo el general Gregor MacGregor a Portobelo. Salióde Glasgow en diciembre de 1818 al mando de una expedición compuesta por417 hombres, apoyada por capital escocés y en asocio con insurgentes cartage-neros. Ocupa sin dificultad a Portobelo el 10 de abril siguiente (o sea casi almismo tiempo que los ataques de Cochrane por las costas del virreinato). Perode inmediato se produjo un fulminante contraataque con tropa veterana y mili-ciana enviada desde la capital. Portobelo es liberado en pocas horas y 400 inva-sores son hechos prisioneros. Solo MacGregor logra escapar.

    De los poco más de 400 prisioneros, un grupo quedó en Portobelo, dondefueron tratados con severidad. El resto, cerca de 340, fue conducido a Panamá,de los cuales 34 oficiales fueron repartidos entre Chimán y Cana, en Darién. Elresto de la oficialidad y la tropa fueron conducidas a la capital.

    Al principio, el comandante Alejandro Hore les dio un tratamiento razona-blemente benigno a los prisioneros. Weatherhead sugiere que esto pudo debersea un exceso de confianza y seguridad, o por presiones que recibiría del Gobiernobritánico de Jamaica. Después de todo los había derrotado en Portobelo, susprincipales oficiales estaban muy lejos, en el distante Darién, y a la mayor partede los prisioneros los mantenía dispersos por la ciudad destinados a diferentesoficios. Tan divididos como estaban no había por qué temerles. unos fueron des-tinados al trabajo en obras públicas y en los dos hospitales de la ciudad, comofue el caso del doctor Weatherhead (destinado al hospital-convento de San Juande Dios), otros fueron acomodados en casas de vecinos como sirvientes, y unos50, que eran católicos, ingresaron voluntariamente en el Batallón Cataluña porun período de cinco años. Lo hicieron para librarse del duro trato al que, segúnles advirtieron, se les sometería78. Pero estas contemplaciones durarían muy poco

    Nueva historia general de Panamá X 33

  • y la mano, al principio engañosamente blanda de Hore, se tornaría cruel e im-placable. Este cambio se produjo tan pronto surgieron los primeros amagos defuga, lo que sucedió una vez los prisioneros se enteraron de los ataques de Coch-rane en Perú o –según veremos más adelante y sugiere Weatherhead– motivadospor el ambiente de intranquilidad y expectación que producían las noticias delos triunfos insurgentes en Río Hacha, Santa Fe, Lima y otras partes.

    Según Weatherhead, era voz común que el propósito del comandante Horeera en realidad matarlos a todos, y que le había dado instrucciones a un san-guinario oficial de apellido Bush, que ajusticiara a los oficiales presos en Canatan pronto trataran de escapar. Hore era furibundo realista, y fue él a quienFernando VII le encargó clausurar las Cortes de Cádiz. Luego de esto, y tal vezcomo premio, recibió honores y el nombramiento para Panamá. Se embarcapara América en la expedición de reconquista de Pablo Morillo y cuando sesepara para dirigirse a su destino, ya frente a las costas de Cartagena, su navees capturada por una simple cañonera insurgente. Hore, toda su oficialidad,su mujer y sus dos hijas, fueron conducidos a la cárcel de la Inquisición y esamisma noche una turba enardecida de cartageneros insurgentes la atacó conintención de masacrar a los prisioneros. Hore y su familia se salvaron graciasa que poco antes un vecino los había trasladado a su casa para protegerlos.Permaneció preso en Cartagena durante seis meses, hasta que Pablo Morillollegó con su tropa liberadora y finalmente Hore pudo dirigirse a Panamá paraocupar la Comandancia. En su condición de militar, su captura y prisión de-bieron constituir experiencias humillantes y aterradoras, lo que podría explicarsu firme repudio a la insurgencia, así como la cruel severidad con la que tratóa los prisioneros de la expedición MacGregor.

    Sabedores de lo que podía esperarles, no sorprende que muy pronto variosde los prisioneros hicieran planes para liberarse. unos se limitaban a querer es-capar, pero otros, más audaces, de nombres Cox y Hayes, idearon un plan paraatacar la armería, apropiarse de algunas armas, atacar el pueblo, saquearlo e in-cendiarlo y capturar la goleta Venturosa que estaba en la bahía y con ella navegarpor el sur para unirse a la escuadra de Cochrane. Era pues evidente que ya ha-bían llegado noticias a Panamá de la presencia del vicealmirante frente a la es-cuadra chilena, de su primer intento de bloqueo al Callao en febrero anterior yde sus ataques por la costa peruana. En tiempos de tantas tensiones y expecta-tivas debido al estado de guerra era natural que las noticias volaran.

    Pero el complot de Cox y Hayes fue pronto descubierto y se les aprehendió.Para ajusticiarles se les forzó a ponerse de rodillas, ultimándoseles de un tiro enla nuca. Según M. F. Rafter, Alejandro Hore, era de talla pequeña y de porte pocoimpresionante. Pero era de carácter firme y no le tembló la mano cuando dio lasórdenes de ejecución. Para él los prisioneros no eran otra cosa que piratas, y porlo tanto les trataría como a tales. Tanto Rafter como Weatherhead escriben su

    34 X Factores económicos de la independencia: 1808-1821

  • apellido con una tilde en la e, tal vez por el extraño significa