Aime Marco - La Mancha de La Raza

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    La manchade la razaCarta a un nio rumano

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    La mancha

    de la razaCarta a un nio rumano

    Marco Aime

    #cambalach0 inm igracin

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    1a edicin original

    La macchia della razza. Storie di

    ordinaria discriminazione,eluthera

    editrice, Milano, 2013.

    1a edicin Octubre 2014

    Edita: cambalache

    C / Martnez Vigil, 30, bajo. 33010 Oviedo. Tfno.: 985 20 22 92

    e-mail: [email protected]

    www.localcambalache.org

    A u to r : M arc o A im e

    Traducc in: Raquel Bermdez, Ana F inat S ez y Juan J . Gonzlez Corredera

    Diseo y maquetac in: Amel ia Ce laya

    Foto me cn ica: fo tom ec n ica Princip ad o DePsit0 LeSal: AS-00931-2014^ ISBN: 978-84-939633-6-1

    Impresin: La Cooperat iva Impreso en pape! reciclado

    Todos nuestros libros estn editados bajo licencia copyleft; esto significa que est

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    /Indice

    Prlogo............................................................... 7

    Prefacio...............................................................11

    El dedo sucio de Dragan 13

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    Prlogo

    En un estante del local de nuestro colectivo, una carp eta gu ar-da cientos de dibujos. Los han ido pintando un puado de ni-as y nios que, durante varios aos, se arrimaban muchastardes a preguntar si podan coger unos folios reciclados y elestuche de las pinturas y, as, ponerse a dibujar en cualquierrincn del local. A veces venan por separado. Pintaban a so-las, sigilosamente, y traan solcitamente el resultado en bus-

    ca de aprobacin. Otras veces irrumpan en grupo, y en bas-tantes de esas ocasiones la algaraba que se montaba difcilde compatibilizar con otras actividades del local, provocabaque terminasen en la calle. Los dibujos eran sustituidos en-tonces por juegos en la acera, o en el sucedneo de plaza quehay al dar vuelta a la esquina. Pero, a pesar del enfado que

    provocaban sus tumultos, no ta rdaban en volver a en trar enel local a pedir hojas y pinturas. De vez en cuando revisaban

    con orgullo la carpeta con todos los dibujos.Ahora estos nios y nias ya no vienen. Han dejado de vi-

    vir en el portal de al lado. Probablemente sus familias tuvie-ron que abandonar tras varios meses sin pagar el alquilerios pisos donde estab an in stalad as. En aquella poca, tambinlos adultos generalmente las madres, entraban en el local

    para que les echramos una mano en cubrir las m atrculas es-

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    colares; o para que les tradujramos el contenido de una car-ta certificada.

    Las familias hacan vida en las aceras, ocupaban la calle de

    una forma que estaba siendo olvidada en la ciudad. La abue-la, en su silla, a veces mendigando, otras contando historiaso, simplemente, observando el panorama. Deca que quera di-nero para irse a morir a Rumania. Por la tarde acompaabana la abuela algunas de sus hijas y sobrinas. Las nias y nios

    pululaban alrededor con sus juegos y peleas. Y, al anochecer,interru m pan la diversin pa ra acompaar a sus madres en lata rea de rebuscar en las basuras, a la pesca de cualquier cosaaprovechable.

    Ahora estos nios y nias ya no vienen. Hay quienes se hanvuelto a su pas de origen. Pero la mayora no estn lejos. Slohan cambiado de barrio. An nos encontramos, en el rastroquese celebra los domingos por la maana en el parque del Cam

    pilln de Oviedo, con Dani, Larisa y Gabriela la s gemelas,Christian, Marnela... Cualquiera de ellas podra ser Dragan,

    el nio al que se dirige Marco Aime en este libro en forma decarta. Dragan es, tambin, un gitano rumano. As se les llama.A Dani, a Larisa, a Gabriela, a Christian, a Marnela, les

    podramos contar cosas parecidas a las que Marco, desde I ta -lia, cuenta a Dragan. Podramos contarles que, en otra poca,eran millones las personas que, procedentes del Estado espa-ol, emigraban a Amrica u otros pases de Europa. Podra-mos habla rles de esa fa lta de memoria sobre la emigracin, de

    esa desmemoria que facilita la instalacin del racismo aqu yahora. Podramos hablarles como hace Marco con Dragande la historia del fascismo en Europa, en Italia, en Espaa,del exterminio basado en la raza. Podramos nombrarles elracismo de Estado que, hoy en da, a travs de las polticasmigratorias, de la tolerancia cero, del civismo,somete a la po-

    blacin m ig rante y la presenta como enemigo interno, comofuente de inseguridades y peligros.

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    No les resu ltarn extraas estas palabras a los nios y n i-as a las que las dirigimos. Sus cuerpos ya estn marcados

    por la experiencia de la miseria , de los controles racistas de

    identidad, de los dedos manchados en tinta.

    Eduardo Romero

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    Al abordar el trabajo en equipo que ha dado como resultado esta traduccin,nos encontramos con el problema de la utilizacin del masculino como genricoen el texto original: hombre, padre, antepasado,etc. Aunque los textos queemanan de nuestro colectivo tienen presente y por eso procuran evitar lacarga patriarcal del lenguaje, en este caso, al tratarse de una traduccin, hemosoptado por ceirnos al original.

    Todas las notas al pie, excepto una que es del autor y como tal apareceindicada, son notas de la traduccin.

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    Alguno era co munis ta porq ue, con e ste impu lso, cada uno era como... m s que

    uno m ismo. E ra como... dos person as en una. Por un lado, el trabajo diario de

    cada uno y, p or otro, el sentido de pertenencia a una raza que quera alzar el

    vuelo pa ra cam biar realmente la vida.

    No. N ada de lamentaciones . Puede que muchos abrieran las alas s in es tar

    pre para dos para volar... como g avio ta s imaginarias.

    Yahora? Tambin ahora nos sentimos c omo part id os e n dos. Por u n lado, el

    homb re integrado que a traviesa servilmente la miseria de su supervivencia

    cotidiana y, por otro, la gav iota y a sin la intencin de vo lar siquiera, porque el

    sueo se le ha desvanecido .

    Dos miserias en un solo cuerpo.

    Giorgio Gaber, Qualcuno era comunista

    Una poca entiende m al a otra,

    y una poca m ezquina e nt iende m al a todas las d ems en su propia y fe a manera.

    Ludwig W ittgenstein,Aforism os [487]

    S que no lo entiendes, Dragan. No puedes entenderlo. Te mirasel dedito negro y no consigues explicarte por qu y qu signifi-ca esa m ancha en el folio. Habra sido bonito si fuera u n juego.

    Cuntas veces te hab rs ensuciado las manos con tinta, por ca-sualidad o porque te diverta. Pero esta vez no ha tenido nadade divertido. Aunque esos policas intentaban sonrer, no te pa-reca estar jugando. Sonrean, ta l vez ellos tam bin tienen hijoso ta l vez lo entienden, pero no basta. No basta, Dragan.

    No puedes entenderlo y, creme, tambin para nosotros esdifcil comprender cmo y en qu nos hemos convertido. Vacos,marchitos, privados de cualquier conciencia, hombres huecos,

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    hombres rellenos, voces secas y sin sentido, como viento sobrehierba seca, contornos sin forma, sombras sin color, fuerza pa-ralizada, gesto sin movimiento.1As cantaba el poeta de la Tie-rra balda, devastada, descompuesta. Cabezas de paja, atrave-sadas por el viento polvoriento del momento. Cabezas rapadas,

    por dentro y por fuera.Una vez, Dragan, se deca de nosotros los italianos que ra-

    mos desorganizados, chapuceros, imprecisos, ruidosos, un pocoalborotadores, pero simpticos. Ahora no. Ya ni siquiera somossimpticos. Hemos perdido toda irona, aquella carcajada gra-nuja a lo Alberto Sordi2, que borraba, o ms bien ocultaba, nues-tras faltas. Que nos haca ms tolerables a los ojos de los demsy haca nuestra vida ms soportable. Tal vez haya termina-do realmente aquella mutacin antropolgica que Pier PaoloPasolini supo leer en los pliegues de la modernidad. De esta mo-dernidad. De la que intent ponernos en guardia.

    Sin embargo, siempre nos hemos considerado buena gente.Nos lo han repetido, nos lo hemos repetido durante aos, Dra-

    gan. Tampoco muchos, a decir verdad. Comenzamos a pensaras cuando acab la guerra. Tal vez para hacer menos insopor-table el recuerdo de haber compartido con el nazismo un idealdescabellado de desigualdad y de muerte. Para olvidar que hi-cimos la guerra a una gente que no tena nada contra nosotros.Por haber exaltado el mito de la raza y haber escrito y aceptadoleyes que discriminaron y asesinaron en su nombre.

    Poco a poco nos hemos ido convenciendo de que no ramos

    como los otros. Nosotros ramos buenos, Dragan. Cuando ocu-pamos el Lbano, Somalia, Etiopa, fue para hacer el bien. Nocomo los ingleses y los franceses que colonizaron Africa y Asia

    1Versos pertenecientes al poema Los hombres huecos, publicado por T. S.Eliot en 1925.

    2Alberto Sordi (19202000), actor, director y guionista italiano.

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    slo para explotar y depredar. Nosotros bamos a construir ca-rrete ras , escuelas, a instru ir, a civilizar.

    Nos lo han ocultado todo, Dragan, quien saba no habl. Al

    que habl lo m and aron callar, en un a esquina, como a un t ra i-dor. En los libros que estudiamos en la escuela hay poco es-

    pacio, casi nada, dedicado a las masacres que nosotros, buenagente, perpetramos en aquellas tierras, cuando buscbamosun sitio al sol.

    Ningn individuo, ningn pueblo puede soportar creersemalo por mucho tiempo.

    Te cuento un episodio. Una tarde de hace unos aos en Man-tua, una escritora sudafricana present su libro. En l se ha-

    blaba de reconciliacin, del final del apartheid.Del pblico sur-gieron preguntas sobre poltica, sobre historia. A continuacin,una vocecilla, una mujer menuda: Soy madre dijo, como us-ted, y soy israe lita. Nuestros pases tienen m uchas cosas en co-mn. Me pregunto todos los das, y le pregunto a usted, cmohace por las noches para explicarle a sus hijos que somos noso-

    tros los malos, que nosotros somos el mal?. Silencio. No se hizoningn otro comentario intelectual sobre el papel de la literatu-ra, ninguna proclamacin poltica optimista. Silencio, Dragan,silencio.

    Thomas Eliot tena razn al decir que la naturaleza huma-na no puede soportar dem asiada realidad. Tenemos que fingirque somos diferentes de lo que somos, olvidar, Dragan, olvidar.Y mentir.

    Olvidar significa perder el rastro del pasado, no llevar en-cima ningn signo, no escuchar ms las voces de aquellos quenos precedieron. No sentir el peso del traba jo y del cansancio denuestros abuelos. No soportar las arrugas de la historia. Apoya-mos los pies sobre los frutos de aquellos trabajos, pero alzamoslos ojos al cielo para no verlos.

    Olvidar significa perder nue stra historia y la historia de todoslos que son como nosotros. Mirarse en un espejo y no ver nada

    detrs de nues tra imagen. Nada. Slo una oscuridad tenebrosa y

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    penetrante , que absorbe cualquier otra cosa que no forme partedel momento, del presente. Nos hemos vuelto as de planos, sin

    profundidad, sutiles lminas de luz en un espejo.

    Olvidar tambin significa no tener nada por delante. Todoconcluye en el espejo, que devuelve lo que ve. No hay futuro. Elfuturo es una transformacin del pasado, a mejor o a peor, peroes un cambio. A veces es una ruptura, un viraje en seco, pero

    para cambiar tiene que haber u n punto de referencia. Tengo quesaber qu quiero cambiar para decidir cmohacerlo.

    Olvidar significa hacerse cada vez ms sutil, hasta convertir-se en un velo intil. Y ya es triste, pero mentir, Dragan, mentires an peor. Significa colorear el fondo negro del arcoris, pin-tarlo de lo que nos gustara ser. M aquillarnos la cara, igual quese hace con el ordenador, borrar los defectos, inventarse unahistoria, un rostro, llam ar a las cosas por el nombre de otras di-ferentes. Dar transcendencia a lo que no la tiene.

    S, Dragan, todos queremos ser buenos, y para serlo menti-mos dos veces. La primera, cuando decimos ser lo que no somos.

    La segunda, cuando decimos que los otros son lo que no son.Porque, para parecemos buenos a nosotros mismos, necesita-mos a los malos. Son los buenos los que deciden quin es maloy son los ms fuertes los que se consideran buenos, slo porque

    pueden decidir quin no lo es.Nosotros, los buenos, buena gente, necesitamos vernos refle-

    jados en los ojos de los malvados. Y t, Dragan, eres uno deellos. Te necesitamos. Igual que los griegos necesitaban a los

    brbaros para sentirse civilizados. Esos hombres eran, cierta-mente, una solucin, escribi Constantino Kavafis.

    No im porta si al fin y al cabo slo eres un nio de once aosque vive en una caravana, que va a la escuela, puede que nosiempre, pero va. Eres una solucin, Dragan.

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    La historia nos ensea que el pan casi nunca va hacia los po bres

    y los po bres casi siempre van hacia el pa n.

    Enzo B ianchi, Ero staniero e m i avete osp itato

    Ser que construimos ordenadores cada vez con ms memoriapara compensar nuestra prdida de recuerdos? Hacemos m u-seos etnogrficos para preservar el pasado pero, ms all de losobjetos, qu es lo que conservamos en realidad?

    Somos animales extraos, Dragan: dedicamos un montn detiempo a aprender algo, nos cuesta tanto esfuerzo y luego, al poco,lo olvidamos. Sin embargo, nosotros tambin conocamos el olordel mar, la amarga despedida canta mi amigo Gianm aria Testa,y una lengua por desaprender, y otra por aprender deprisa.

    Cuntos del Vneto se fueron a Brasil, Argentina, Libia, enbusca de trabajo . A Alemania a hacer helados y ms tarde a Turn y a Miln a las fbricas, a las minas del Valle de Aosta. Aquen Turn los llamaban terroni3 del Norte. Buena gente, gen-te pobre que no poda im aginar el boom del noreste. Gente quehaba estado sumergida en las aguas fangosas de un ro, quelo haba perdido todo y que parti. Tena que existir en algu-na parte un lugar mejor. Tal vez algunos lo encontraron, otros

    no. Algunos volvieron, otros se quedaron atrapados en la tela-raa de salarios demasiado bajos como para comprar el billetede vuelta. Pero lo intentaron. Fue duro, a veces dursimo, uninfierno. Y ahora?

    3 Terroni: expresin peyorativa para nombrar a quienes proceden del Sur de

    Italia. En castellano, destripaterrones,hombre tosco o cazurro.

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    El espejo se ha empaado, Dragan. Quien se mira en l ya nove al hijo del emigrante, las arrugas de la pobreza, el polvo deldesprecio, la herida del racismo. Olvidados. Se mira en el espe-

    jo, complacido, con la cara bien afeitada, limpia, bronceada, yhace todo lo posible para no mirar alrededor y verse obligado arecordar. Porque la gente como t, Dragan, nos obliga a recor-dar cmo ramos.

    Cuntos del Piamonte, del Vneto, de Lombarda descen-dieron por sus amados senderos pedregosos y vendieron sunica vaca por un billete de esperanza? De aquellos mismosvalles donde ahora resuena el eco de gritos hostiles, llenos deodio hacia aquellos que se ven obligados a descender sus sen-deros en busca del mismo pan. Amos en n uestra casa!, Noa la horda!.

    Cuando la memoria va en busca de ram as secas, vuelve conel haz de lea que prefiere, recita un proverbio africano. La gen-te como t, Dragan, nos obliga a recordar quines somos. Nosobliga a ver lo que preferiramos ignorar o querramos conside-

    rar diferente, mejor. Por el simple hecho de existir entre noso-tros, nos obligas a revelar quines creemos que somos. Tambinla memoria es una vctima inocente de la relacin de fuerzas.

    Sin embargo t, Dragan, aquellos como t, aquellos a los quehan manchado el dedo de negro, sois de la misma estirpe queesos emigrantes nuestros que enfrentaban el mundo para bus-car un lugar donde vivir.

    Sois de la misma estirpe que aquellos italianos que se fueron

    a Kalgoorlie, Australia, a rascar oro en las minas a cielo abierto.No les caan simpticos a los australianos y adem s eran ami-gos de los eslavos, que tambin se buscaban el pan all. Eslavos,Dragan, amigos. Por eso les pegaron, los mataron, destruyeronsus casas, era 1934.

    De la estirpe de aquellos doscientos sesenta y dos minerosmuertos en Marcinelle, un da de agosto de 1956, asfixiados no

    por el calor del sol, sino por el gas de una mina. La mitad eran

    italianos.

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    De la misma estirpe que Yanguin y Fod, que tenan catorcey quince aos cuando vinieron de Guinea. Su muerte, encerra-dos en el tren de aterrizaje de un avin que tendra que haber-

    les transportado a Europa, ocup pocas lneas en los peridicosde principios de agosto de 1999. Seguramente ni siquiera se ha-

    bra hablado de ellos si no hubiese sido por la carta que lleva-ban consigo. Una carta que era una bofetada en la cara, peroque desapareci deprisa, en la cancula estival, sobre las pieles

    pringosas de crema bronceadora .

    Excelencias, seores miembros y responsables de Europa, te-

    nemos el honor, el placer y una gran confianza para escribi-

    ros esta carta y hablaros del objetivo de nuestro viaje y delsufrimien to de los nios y jvenes de Africa. Para nosotros,en Africa, sois aquellos a quienes pedir ayuda.. Os suplica-

    mos por amor a vuestro continente, en nombre de los senti-

    mientos que abrigis por vuestro pueblo y, sobre todo, por elamor que tenis por vuestros hijos, a los que amis ms que a nada. Adems, por el amor de Dios nuestro creador omni-

    potente que os ha dado todas las buenas experiencias, rique-

    zas y poder para construir y organizar bien vuestro con tinen-

    te y hacer que sea el ms bello y admirable de todos. Seoresmiembros y responsables de Europa, por vuestra solidaridad

    y gentileza, os pedimos que ayudis a Africa. Ayudadnos, en

    Africa su frimos mucho, tenemos muchos problemas y estamosprivados de derechos. Hay guerras, enfermedades, hambre,etc. En cuanto a los derechos de los nios, en Africa y sobretodo en Guinea, tenemos muchas escuelas pero una gran ca-

    rencia de instruccin y educacin. Salvo en las escuelas pri-

    vadas, en las que se puede tener una buena educacin, pero hacen falta grandes sumas de dinero. Sin embargo, nuestros

    padres son pobres y tienen que darn os de comer. Adems, tam -

    poco tenemos cen tros deportivos donde poder practicar ftbol,

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    ni baloncesto o tenis. Por eso, nosotros los timos y jvenes deAfrica, os pedimos que organicis Africa de forma eficaz para que podamos progresar. A s que, si veis que nos sacrificamos

    y ponemos en peligro nuestras vidas es porque en Africa se su-fre demasiado y tenemos que luchar contra la pobreza y ponerfin a las guerras. Finalmente, os rogamos que nos perdonispor osar escribiros esta carta a Vosotros, grandes personajespor los que sentimos tanto respeto. No os olvidis de que es avosotros a quienes necesitamos quejarnos de nuestra falta de

    fuerza en Africa.

    Yaguine Koita y Fod Tounkara

    Haban escrito: En caso de que muramos, entregar a los seo-res miembros y responsables de Europa. Murieron.

    De la misma estirpe que los seis millones de hebreos exterm i-

    nados por m entes enloquecidas. Masacrados al lado de aquelloscomo t, gitanos, gente que contaminaba la raza. Haca calor el2 de agosto de 1944 en Auschwitz. Ms calor de lo normal. Elhumo de quinientos muertos caldeaba el ambiente estival. Delos tuyos, Dragan, de los tuyos. Medio milln alimentaron aque-lla columna de humo.

    De la misma estirpe que Samba, asesinado en Rimini porcuatro delincuentes al tratar de defender a un panadero al que

    le estaban destrozando la panadera. Samba era senegals y porun a vez los peridicos tuvieron que escribir el nombre de un in -migrante como la vctima, pero estaba en regla, tena permisode residencia, se apresuraron a decir. Si no lo hubiese estado,habra sido un atenuante para los cuatro delincuentes.

    De la misma estirpe que los quince millones de africanos queemigraron a la fuerza, deportados lejos de su tierra. De la calaoigo subir las maldiciones encadenadas, el estertor de los mori-

    bundos, el ruido de uno que arrojan al mar... los gemidos de una

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    mujer parturienta... el rasgar de las uas que buscan los cue-llos... las r isas y bu rlas del ltigo, el revolverse de los gusanos enla lasitud....4 Pa labras frustradas, pa labras de Aim Csaire.

    Sin embargo, ha habido un momento, Dragan, en el que pa-reca que aquellos como t nos conmovan. Era 1999 y est-

    bamos en guerra con la ex Yugoslavia. En guerra, s, tambinmentimos sobre esto, Dragan. Somos unos cobardes, no tuvi-mos el coraje de llamarlo por su verdadero nombre, lo llama-mos operacin humanitaria, hablamos de efectos colatera-les, personas m uertas com paradas con un a diarrea, hablamosde cero muertos, claro que ese cero vale slo para la primeracolumna, la nues tra.

    Era diciembre, y a quienes ponan en te la de juicio la decisinde bombardear las ciudades, un importante exponente de la iz-quierda les replicaba: vosotros no habis visto nunca los ojosde un n io kosovar. Y pareca realm ente conmovido. A quienes

    preguntaban por qu intervenir all y no tambin en las decenasde pases en los que se violan los derechos humanos de forma

    regular, responda: Por algn sitio hay que empezar. Pero enaquel sitio se dio por term inado.En algn lugar hay que estar, es cierto, pero cuando no se

    tiene el coraje de ser justo, sucede que todos los sitios estnocupados, y como deca Brecht, acabas sentndote en el lugarequivocado.

    No lo volv a ver cuando haba que m irar a los ojos de nioschechenos. Ni a los ojos de nios kurdos, ni a los de nios suda-

    neses, iraques, argelinos, ni a los de... Cuntos nios siguenesperando que alguien les mire a los ojos? Nadie se ha conmovi-do, ni se conmover al mirarlos.

    Reapareci dos aos ms tarde, despus del 11 de septiembre,siempre el mismo, el de los nios kosovares y sus ojos. Esta vezhablaba de los muertos americanos: No podemos recordar otros

    4Frag me nto deRetorno al pas na tal,de Aim Csaire.

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    muertos, estamos ante una tragedia. No lo estbamos ante losnios iraques, muertos por el bloqueo? Ante los argelinos asesi-nados por terro ristas? No lo estbamos ante los monjes birmanos

    asesinados por generales. No se puede hablar de otros muertos,ahora que los muertos son estos, continuaba. En su momento,nadie haba hablado de ninguno de esos otros muertos.

    Lo siento, querido Tot5, te equivocaste. No es cierto que lamuerte nos ponga a todos al mismo nivel. No. Cada sem ana caensetenta, ochenta, cien torres gemelas llenas de nios. De ham-

    bre, comidos por los virus, masacrados por las minas. El 27 deenero es el da de la memoria, memoria del dolor, del Holo-causto. Ms adelante seguramente habr un da en recuerdo deldolor de los gitanos como t, Dragan, asesinados en los mismoscampos nazis, o de los millones de africanos deportados o de los...

    No, ese da no llegar. Y menos para recordar a los milesde indios asesinados, de armenios exterminados, de aborgenesaustralianos, de kurdos... No tenemos tiempo para recordarlosa todos. No tenemos tiempo, Tot. Ni siquiera muertos somos

    iguales. Hay quienes son ms muertosque otros.

    5Tot, nombre artstico de Antonio de Curts (18981967), actor, letrista, poe-

    ta y comediante italiano.

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    Os lo ped imo s exp resame nte, no encontris

    na tural lo que ocurre siempre!

    Que nada se llame natural

    en esta poca de confusin sangrienta,

    de desorden ordenado, de planificado capricho

    y de H umanid ad desh umanizada, p ara que n ada pueda

    considerarse inmutable.

    Bertolt Brecht, La excepcin y la regla

    Verona para los veroneses, Amos en nuestra casa, Primeroel Norte. Tierra y sangre, estos son los nuevos valores. Y dinero.Algn alcalde ha llegado a decir que slo aquellos que superenun cierto nivel de ingresos pueden residir en la ciudad que l ad-

    ministra . Arthur Rimbaud escriba: Hay siempre, al fin, cuandose tiene ham bre y sed, alguien que llega y os echa de all.Tierra y sangre, Dragan. Presumimos de haber inventado la

    democracia. Hemos hecho de ella un a mercanca de exportacin.Democracia: bonita pa labra, de sonido acreditado, tiene el saborde las cosas buenas, como el perfume del pan o la blancura dela leche. Competimos para ser ms democrticos que los otros.Nos hemos envuelto con el estandarte de la democracia, la he-

    mos enarbolado, hasta reducirla a un eslogan casi vaco, marcade fbrica de un ta ller que ha cambiado de trabajadores, de pro-duccin y de modo de producir.

    Democracia significa saber aceptar la diversidad, acogerla enel fuero interno, discutir con el otro, reconocerlo. En una demo-cracia todos los valores son igualmente legtimos, siempre queno perjudiquen los derechos de los otros. Tienen que serlo. Unaverdadera democracia no puede esta r atravesada por un pe nsa -

    miento nico, tiene que convivir con sus mltiples identidades,

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    saber gestionarlas. Tiene que rendirse a la lenta y tormentosaprctica de la discusin para construir una verdadera forma deconvivencia. Democracia y verdad absoluta, democracia y dog-

    ma son incompatibles6 ha escrito con palabras claras GustavoZagrebelsky. Hay que saber practicar el difcil arte de la duda.

    Es pesada la democracia, la de verdad, Dragan. Es muchoms fcil aceptar el eslogan de exportacin, la marca publicita-ria que exalta la belleza y la conveniencia del producto. El me-

    jor, el nico posible. Helo aqu, el nico posible. La mirada seestrecha, como hace por la mirilla de nuestra puerta, hasta re-cortar un pequeo fragmento de vida. Es cierto, puede verse elmundo a travs de un granito de arena y es bonito hacerlo, es

    potico. No lo es, sin embargo, si piensas que ese granito es elmundo. El nico posible. Y que ese mundo es nuestro.

    Tierra y sangre, Dragan, y races. Nos hemos reducido aplantas, condenadas a perm anecer aferradas a un terreno, a eseterreno que les da la vida. No obstante, tenemos pies, Dragan,

    pies, no races, y lo sabemos. Lo sabrn los fanticos de las tra -

    diciones que quieren vernos a todos como rboles? Adems, unrbol tiene flores y frutos y hojas, que se renuevan cada ao.Puede suceder que un da la tie rra de la que nos saciamos se se-que, se vuelva corteza intil. Tenemos entonces que morir en elsitio? Acaso lo hicimos cuando fue nuestra tie rra la que se sec?

    Tierra y sangre. Ya no ba sta con nacer para existir, hay quetener un pasaporte, un sello, una ciudadana. No es cierto queexistan los derechos humanos. Tienes o no derechos, no porque

    eres un ser humano, sino porque que eres un ciudadano, por-que tienes un pasaporte. Hemos transformado el nacimientoennacin. Cuando ocurre un desastre areo o cualquier tipo decatstrofe en la que se cuentan decenas, centenares de muer-tos, nuestros medios de comunicacin se dan prisa en subrayar:

    6En Declogo contra la ap ata poltica, de Gu stavo Zagrebelsky.

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    ningn italiano. Un alivio, los otros muertos cuentan menos,slo son seres humanos, extranjeros.

    T no lo sabes, Dragan, pero el verbo que usamos cuando se

    concede a un extranjero la nacionalidad italiana es natura lizar,Dragan, naturalizar,volver natural. Como si fuese la naturale-za la que nos dota de una ciudadana. Como si estuviese garan -tizada. Fingimos que todo esto es natural. He aqu otra menti-ra. Hemos tejido telaraas de fronteras y nosotros mismos noshemos quedado enredados. Incapaces de liberarnos, de pensarde otro modo.

    La gente como t, los inmigrantes, los extranjeros, los re-fugiados, se vuelven inquietantes, porque revelis la ficcin,rompis la continuidad entre hombre y ciudadano, entre naci-mientoy nacionalidad.No pertenezco a ninguna nacionalidad

    previs ta por las cancilleras, escriba Aim Csaire. Hablabade esclavitud.

    Tierra y sangre. Plantas que se nutren de los jugos que ab-sorben del subsuelo, nos agarramos con las races a esa tierra

    que hemos decidido que es nuestra . Tratemos bien la tie rra enla que vivimos: no es un regalo de nuestros padres, sino un p rs-tamo de nuestros hijos. Hay sabidura en este proverbio masai.La tierra es slo un prstamo, estaba antes que nosotros, segui-r estando despus. Se nace, se muere, la tierra crece, cantanlos pigmeos de la selva. Sin embargo, la idea de propiedad seha abierto camino entre nosotros, ha condicionado de un modotan fuerte nu estra s mentes, que no conseguimos siquiera imagi-

    nar que existan bienes comunes, colectivos. Todo debe pertene-cer a alguien y ese alguien no siempre concede su uso. Pisotearel suelo sagrado se convierte en pecado, a menos que tengas lasangre adecuada.

    /Clandestino!He aqu la nueva marca de la infamia, Dragan.La nueva letra escarlata, cosida a la vida de quien es culpableno slo de no haber nacido aqu, sino de no tener el sello de laautoridad. U na fa lta que cada vez se hace ms grave, y que poco

    a poco nos va encerrando en nuestros propios recintos. Ser a tro-

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    pellado por un extranjero duele ms que serlo por un italiano.El delito es ms grave si lo comete el otro: la autoctona es unatenuante, la clandestinidad una falta, ha sta convertirse en de-

    lito en s misma.

    Porto il norne di tutti i battesimi,

    ogni norne il sigillo di un lasciapassare,

    per un guado una trra una nuvola un canto,

    un diam ante nascosto nel pane

    per un solo dolcissimo umore del sangue,

    per la stessa ragione del viaggio, viaggiareJ

    Qu hermosas palabras dedic Fabrizio De Andr8 a aque-llos como t, Dragan! Pero los que mandan no aman la poesa,no aman a los nmadas, ni tampoco a los pobres. Creen tenerla pa labra de Dios en su boca.

    No basta con vivir para existir, hace falta un documento quediga quin eres. Un sello que confirme que ests vivo, aqu, ahora.

    Los papeles son importantes, lo son todo... para saber quineres... recitaba un personaje de Giorgio Gaber. Mire, sin ofen-der, tengo cuatro bolsas, me echo encima de ellas a dormir. Yasabe cmo es esto... en la confusin todos intentan quitarte los

    papeles. Dejas ah tu partida de nacimiento y... no la vuelvesa ver ms. Ests jodido. Es difcil rehacer una vida... sin habernacido.

    Adbul Guibre, asesinado en Miln el 15 de septiembre de

    2008 por haber robado un paquete de galletas, era de Burkina Faso, pero con ciudadana italiana, subrayaron de forma

    1Llevo el nomb re de todos los bautismos, cada n om bre el sello de un salvocon-

    ducto, por un vado una t ierra una nube un canto, un diamante escondido en

    el pa n, po r un slo dulce tempe ram ento de la sangre, po r la m ism a razn del

    viaje, viajar.

    8Fabrizio De Andr (19401999), ca nta uto r italiano.

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    obsesiva los medios despus de su muerte. Tambin de TongHongshen, el joven chino agredido por un grupo de matones ro-manos, la prensa se apresur a escribir que estaba en regla y

    con el permiso de residencia. Como queriendo decir: entonceses de verdad una vctima.

    Por qu, Dragan, por qu? Puedes morir sin tu nombre es-crito en un papel, pero no puedes vivir. No, Dragan, no eres una

    persona si no tienes ese papel. No han sido tu madre y tu padrelos que te han dado la vida, es este documento el que hace queseas alguien. Por eso te han manchado el dedo de negro, te lohan apretado sobre aquel folio. Has dejado de ser una nulidad,esa m ancha negra sobre el folio es la seal de que el Estado sabequin eres, que puede controlarte, localizarte, echarte.

    Ahora existes, Dragan.

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    Todas la sociedades producen extranjeros,

    pero cada tipo d e sociedad produce su pro pio tipo de e xtranjeros

    y los produce a su propio e in im itable modo .

    Zygmunt Bauman, E ntr evis ta sobre la iden tid ad

    Quin sabe si Bauman pensaba en el clebre ncipit tolstiano

    de Ana Karenina? Es cierto, todos creemos que el extranjero esaquel que atraviesa las fronteras trazadas por nosotros, que nose adapta a nuestro orden mental, a nuestra moral, a nuestraesttica, que con su sola presencia torna opaco lo que debieraser transparen te.

    Un extranjero con su rostro, su lengua, su forma de vestir, derezar, es una pregunta. Una pregunta que no podemos eludir.Qu queremos hacer de l o con l? Le quitamos la palabra, lo

    ignoramos o lo consideramos un enemigo?Todas las tierras han sido recorridas por extranjeros, Dra-

    gan, desde siempre, y todos nosotros, al menos una vez en lavida, hemos sido extranjeros. Lo entiendo, puede haber descon-fianza en un rostro extrao, diferente, en el sonido desconocidoque sale de su boca. Lo entiendo, quiz no podamos soportar de-masiada diversidad, pero hubo un tiempo en que al extranjeroque llegaba se le daba de comer. Era extranjero y me habis

    hospedado, dijo Jess. Algunos lo hacan. Lo hacen los nma-das de todo el mundo. En Tombuct, Dragan, en todos los co-rrales, al lado de la puerta de entrada, hay un recipiente llenode agua. Cualquiera puede en tra r y beber. Recuerdo que las ni -as de las montaas de Pakistn venan a nuestro encuentroofrecindonos albaricoques recin cogidos. Todas las veces quehe entrado en una vivienda en frica me han trado de comer

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    y de beber. Y era extranjero. En frica se habla del huspedcomo mi extranjero. Se enorgullecen de hospedarlo.

    Todos trazam os una lnea donde term ina nuestro mundo, en

    el que hemos crecido, si hemos tenido la suerte de poder hacerlo.Cuando en realidad esa lnea no nos ha sido impuesta por nadie,transformndonos nosotros mismos en extranjeros y margina-dos. Necesitamos puertas, cerraduras, muros, recintos. Pero unrecinto, sin dejar de serlo, tambin tiene que tener aperturas.

    Se habla de ciudades multitnicas, se dice que son peligro-sas, que deben limpiarse. Como si las migraciones fuesen unacosa de hoy en da, una novedad. Qu era la antigua Roma? YJerusaln? Y Bizancio, Venecia, Tombuct, Pekn? Somos rid-culos, Dragan, y ni siquiera nos damos cuenta.

    Nuestro mundo, como el mundo de los otros, ha sido siem-pre atravesado por alguien que vena de fuera, al que llamba-mos extranjero. Traa novedades, puede que inquie tara un poco,

    pero se poda habla r con l, in tercambiar bienes e ideas. No esque todo fuera de color de rosa, claro que no, pero un extranjero

    no supona necesariamente una amenaza.Y ahora? Nosotros, buena gente, que hemos sido extranje-ros en todo el mundo, hemos transformado a los otros, a todoslos otros, en un peligro. Para sentirnos buenos, para no mirarlo que tenemos dentro. Para deshacernos del sentimiento de-vastador de nuestra indignidad, esperando as sentirnos me-

    jor, escribe Bauman. Y por miedo. Un miedo alimentado delcinismo de ciertos polticos y de la mezquindad de otros, del so-

    metimiento al poder de la informacin, de su morbosidad, de suignorancia.

    Las ciudades de las que habla la televisin parecen metrpo-lis enloquecidas, far westurbanos recorridos por bandas de cri-minales, calles invadidas por drogadictos, ladrones, asesinos,manacos. Y por lo que dice la gente, Dragan, todos ellos sonextranjeros. Antes esto era el paraso, ahora, con todos estosextranjeros... se oye decir.

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    Yo vivo en Turn, Dragan, desde hace ya cincuenta aos.Desde que era un chaval sola pasea r por la calle de San Salvario. Desde siempre se vea, bajo los soportales de la calle Nizza,

    por las aceras de la calle Galliari, de la calle Berthollet, de lacalle Ormea, pasear a travestidos con la ba rba m al disimuladacon maquillaje, viejas prostitutas, traficantes, estafadores detodo tipo. Era un mundo al margen de la legalidad, todos lo sa -

    bamos. Como un mal que haba que aceptar, un precio a pagarpor vivir en una gran ciudad. Los zapatos estrechos que debessoportar para ser elegante. Despus, esa humanidad ha cam-

    biado de rostro, se ha hecho marroqu, tunecina, eslava, negra .Y es como que todo hub iera empezado en aquel momento. Comosi lo que hab a antes bajo aquellos prticos fuesen ba res de lujo,locales chic,gente a la moda.

    Vemos a las pro stitutas negras, no a los clientes blancos. Ve-mos a los traficantes extranjeros, no a los compradores autc-tonos.

    Y luego es tn los titulare s, escritos o hablados, siempre los

    mismos: la nacionalidad sustituye al individuo, el lenguaje sevuelve impersonal, cargado de estereotipos y eslganes adecua-dos para construir una forma de pensar y para utilizar en losdebates televisivos. Rumano viola a una mujer... albans con-duce borracho... marroqu atropella a dos nios.... La rab ia po-

    pular, que surge de cada episodio de violencia, viene canalizadapor el tnel de la etnicidad. Y la ecuacin se simplifica: todoslos rumanos son violadores, los albaneses violentos, los marro-

    ques alcohlicos, y as sucesivamente.Lo mismo pasaba en los aos sesenta, cuando en los peridi-cos del Norte se lea: siciliano desvalija un apartamento, cala

    brs sorprendido en pleno robo.... Con una diferencia, Dragan,la poltica, en aquella poca, no explotaba la procedencia de losdelincuentes para hacer cam paa electoral. Los calabreses, si-cilianos, sardos, votaban. Los marroques, albaneses, rum anos,senegaleses, no.

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    El eslogan tolerancia cero se ha convertido en el tormen-to electoral de los ltimos aos, abanderado por la Liga Norte9,apoyado por la derecha, aceptado m irando p ara otro lado o con

    cmplice indiferencia por el resto de partidos.Haban pasado pocos das de la victoria electoral de la de-

    recha, el 30 de abril de 2008, cuando cinco jvenes veronesesgolpearon salvajemente y mataron sin motivo alguno a NicolaTommasoli, de veintinueve aos. Frecuentaban y simpatizabancon movimientos filonazis, pero la poltica no tiene nada quever con esto, se apresuraron a decir las autoridades locales.Aquel grupo ya haba sido protagonista de muchas otras pali-zas similares. No era la primera vez: provocaban a jvenes de

    pelo largo, gente de izquierdas, gente distinta de ellos, suciaescoria que hay que eliminar, pero el alcalde Tosi10 subray alinstante que era un episodio entre mil. Siempre dicen que setrata de episodios aislados. Tambin una guerra se compone demuchos homicidios aislados.

    La Curia veronesa declar que los muchachos no queran

    m atar a nadie. Puede que sea un a tenuante a nivel jurdico, sinduda no lo es a nivel moral, y la Iglesia, creo, debera ocuparsede este ltimo mbito, no de los procedimientos legales.

    Nadie ha invocado la tolerancia cero, Dragan, los polti-cos han soltado la tpica retahila del despreciamos, condena-mos..., frases hechas para la ocasin, vacas de cualquier con-tenido emocional o poltico. Toda ten tativa de profundizar en lascausas ha sido sepultada con rpidas simplificaciones del tipo

    no se trata de un homicidio poltico, la poltica no tiene nadaque ver, y as sucesivamente. Somos indulgentes y tolerantesmuy por encima del cero con nosotros mismos. Y falsos.

    9Lega Nord,pa rtido ultran acion alista y xnofobo de la d erecha italiana .

    10Flavio Tosi, alcalde de Verona desde m ayo de 2007 y vicesecre tario de la

    Liga Norte desde junio de 2013.

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    Hay etnias y poblaciones ms predispuestas al trabajo yotras menos, y tambin con una mayor o menor predisposicina delinquir. Son palabras de Roberto Calderoli11, Dragan. Las

    dijo el da despus de que Gaetano Calicchio, un treintaero milans, violara y dejara em barazada a una nia marroqu de tre -ce aos. El hombre tena antecedentes por pederasta y habasido visto var ias veces rondando los alrededores de la escuela dela vctima. La madre de la muchacha ha tenido coraje y fuerza

    para denuncia r el hecho. Mucho coraje. No lo tuvie ron las fami-lias de otras dos muchachas que haban sufrido igual violenciadel mismo hombre.

    Silencio ensordecedor de las instituciones locales, prctica-mente ninguno de los principales exponentes del gobierno haencontrado una sola palabra que decir. Si los roles se invirtie-ra n hubiese habido el mismo silencio? Si el perpetrador del cri-men hubiese sido extranjero y la vctima italiana?

    Lorena Cultraro tena catorce aos cuando fue asesinada enNiscemi en abril de 2008. La misma edad que sus tres asesinos,

    que la violaron, la m ataron y la tira ron a un pozo. Ellos tambineran de Niscemi.

    Manaco padano viola a una menor marroqu.Matar y violar forma parte del carcter de los adolescentes sicilianos.Los jvenes veroneses son delincuentes por cultura.Las parejas de Erba son propensas a asesinar a sus vecinos.

    Nunca se han visto ni odo titulares de este tipo. Mentimos,Dragan.

    11 Roberto Calderoli es coordinador de la sec retara naciona l de la Liga N or-te. Ha sido reelecto por tercera vez vicepresidente del senado de la Repbli-ca Italiana. Fue ministro de la Simplificacin Normativa en el IV gobierno de

    Berlusconi.

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    A Abdul Guibre lo mataron a palos por robar un paquete degalletas. Padre e hijo lo persiguieron gritando ladrn, negro demierda, pero no fue un homicidio racista, ha afirmado el fiscal.

    No tiene nada que ver con el racismo ni con el color de la piel,corrobor el primer ministro Silvio Berlusconi.

    No hay que alarmarse, el racismo en Ita lia no es t en nues-tro ADN, ha repetido ms de una vez Roberto Maroni12. Seda usted cuenta, seor Maroni, que el racismo est presente ensus palabras? El ADN determinara nuestra actitud no racis-ta, del mismo modo que otro ADN hara que ciertas etnias fue-sen propensas a delinquir, como dijo su colega. No es fcil serracista negando serlo. Usted lo ha logrado, seor ministro. Y loconfirm al da siguiente, cuando en Nettuno tres delincuentes

    prendieron fuego a Navetj Singh Sidhu, que dorma en la esta-cin. As porque s, porque se aburran. Todo lo que usted haconseguido decir es que hay que ser ms hostiles con los clan-destinos. Ms hostiles, Dragan.

    Basta ya de invasin de los Pielolivceal, deca el titular

    de un peridico de Melbourne en 1925. Se refera a aquellos ita-lianos demasiado pequeos y demasiado oscuros de piel, quie-nes, segn el entonces primer ministro australiano Alfred Deakin, podan contaminar la pureza de la raza blanca llamadaa gobernar Australia. Puede que tambin entonces alguien seapresurara a decir que no se trataba de racismo.

    Muchos de aquellos italianos, que se amontonan comoanimales y son un vivero de enfermedades fsicas y sociales,

    eran del Vneto, como Giancarlo Gentilini, teniente de alcaldede Treviso, que quera disfrazar de conejo a los inmigrantes

    para despus dispararle s con la escopeta, y tem a que su raza

    12Roberto Maroni, pres iden te de la regin de Lom bardia desde marzo de 2013,secretario federal de la Liga Norte de julio de 2012 a diciembre de 2013. Fueministro del Interior en los gobiernos I y IV de Berlusconi y ministro de Tra-

    bajo en los gobiernos II y III.

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    Piave13 acabara aguada por los inm igra ntes, gente a la queen su casa los perseguan gacelas y leones.

    Odiamos las matemticas y no llegamos nunca a dominar-

    las, pero acabamos por reducir la vida a una ecuacin. La vidade los otros, Dragan. La simplificamos para hacer la nuestrams sencilla. Preferimos el eslogan fcil, lanzado sin ms, al es-fuerzo diario de pensar, al agotador trabajo de comprender. Laecuacin, mejor dicho, la equivalencia: rumanosladrones, gitanossecuestradores de nios, islamistasterroristas, se vuelvenorma, ley na tura l. Una a ritmtica racial que nos ayuda a sen-tirnos mejor que esos nmeros en los que hemos convertido a las

    personas. Una matemtica ignorante en la que todo se mezcla,religin, etnia, cultura, ciudadana... Se oye decir: un hombrede etnia peruana. Como si Per no fuera un Estado sino unatribu. Has odo decir alguna vez: una joven de etnia piamontesa m ata a su madre y a su herm ano en Novi Ligure?

    Acusamos a los otros, aquellos perseguidos por gacelas y leo-nes, de ser tribales. Y nosotros? Hemos llegado a la etniza

    cin del crimen, al tribalismo jurdico: en junio de 2008 el Tri-bunal de Casacin14 decret que no era delito discriminar a losgitanos rumanos, dado que los gitanos roban. Por lo tanto, eslegtimo discriminar a la gente de Tortona porque tiran pie-dras desde los puentes o a las madres de Cogne porque m atana sus hijos.

    Y sin embargo, nosotros, italianos, nos indignamos cuandohace unos aos en la portada de un semanario alemn sala un

    pla to de espaguetis con una pisto la encima. No es cierto quetodos los italianos seamos mafiosos!, fue el grito que se alz enlas ciudades. Nos indignamos cuando el 14 de marzo de 2007 eltribunal alemn de Buckeburg dict una sentencia en la que a

    13Piave,ro de la regin del Vneto.

    14E quiva lente al Tribu nal Supremo.

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    un joven sardo que haba pegado, violado y maltratado a su ex-novia, se le concedan atenuantes porque se tenan que tener encuenta las particulares huellas culturales y tnicas del impu-

    tado. Es sardo, deca la sentencia, se considera que los rolesdel hombre y de la mujer existentes en su pa tria obviamente no

    pueden valer de excusa, pero deben ser tenidos en consideracincomo atenuante.

    Trazando continuamente fronteras, puede suceder que seacabe del otro lado. Lo han estado ya muchas veces nuestrosabuelos, obligados a emigrar y a sufrir la vergenza y el des-

    precio, pero lo hemos olvidado, Dragan. Siempre olvidamos loque nos molesta.

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    Youve throw n the w or stfea r

    That can ever be hurled,

    Fear to bring ch ildren

    In to the w orld.

    For threatening m y baby,

    Unborn and unnam ed,

    You airit worth the blood

    That runs in yo ur veins.

    Bob Dylan, M ast ers o f W ar

    Generalmente son de baja estatura y de piel oscura. No lesgusta el agua, muchos de ellos huelen mal porque llevan lamisma ropa durante semanas. Se construyen chabolas de ma-

    dera y aluminio en las pe riferias de las ciudades en las que vi-ven, cerca los unos de los otros. Cuando consiguen aproximar-se al centro alquilan apartamentos ruinosos a precios muyaltos. Normalmente se presentan de dos en dos y buscan unahabitacin con derecho a cocina. En pocos das pasan a sercuatro, luego seis, diez.

    Entre ellos hablan lenguas incomprensibles, probablementeantiguos dialectos. Muchas veces utilizan a los nios para pedir

    limosna, pero a menudo, delante de las iglesias, mujeres vesti-das de oscuro y hombres casi siempre ancianos inspiran lstima,en tonos quejumbrosos o petulantes. Tienen muchos hijos, quea duras penas pueden mantener, y estn muy unidos entre s.

    Se dice que se dedican a pequeos hurtos y que son violentossi encuentran resistencia. Nuestras mujeres los evitan no slo

    porque son poco atractivos y rudos sino porque se ha extendidoel rumor de que acechan a las mujeres en las calles perifricas

    para asaltarlas y viola rlas cuando vuelven del trabajo.

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    Nuestros gobernantes han abierto demasiado las fronteras,pero sobre todo no han sabido seleccionar entre los que vienen anuestro pas a trabajar y los que vienen a vivir del cuento o, in-

    cluso, de actividades criminales.No, Dragan, no hablan de vosotros, ni de los rumanos, ni si-

    quiera de los albaneses. Son pa labras sacadas de un informe dela Inspeccin de inmigracin del Congreso americano. Es de oc-tubre de 1912 y habla de los italianos. El informe continua as:

    Propongo que se privilegie a vnetos y lombardos, les cues-ta comprender las cosas y son unos ignorantes, pero estn msdispuestos a trabajar que otros. Se adaptan, con tal de que lasfamilias permanezcan unidas, a viviendas que los americanosrechazan, y no cuestionan el salario. El resto, aquellos a los quese hace referencia en buena parte de este primer informe, pro-viene del Sur de Italia. Os invito a controlar los documentos deprocedencia y repatr iar al mayor nmero posible. Nuestra segu-ridad debe ser lo primordial.

    Antes ramos nosotros los que molestbamos, ahora sois vo-

    sotros los que fastidiis y, segn nos dicen, dais miedo. El fas-tidio es una cosa, el miedo, otra. El fastidio se puede soportar,se puede gruir, gritar, quejarse, pero se sigue adelante. Nosacostumbramos, Dragan, los seres humanos se acostumbran atodo, si quieren. Al miedo no. Este se mete en el estmago, teestrangula, no lo controlas, te vuelve malo. He aqu lo que noshan hecho, nos han inculcado el miedo. Un miedo que no sabe-mos de dnde viene, y eso nos asusta todava ms. Hace tiempo

    eran los enemigos, los tiranos, los que daban miedo, pero eranamenazas visibles, se conoca su rostro, su nombre. Ahora esosnombres y esos rostros se han sustituido por categoras infor-mes: los inmigrantes, los extracomunitarios, los extranjeros. Elmiedo ya no tiene un responsable, es confuso, igual que lo sonlas respuestas.

    Dicen que lo hacen por tu bien, Dragan, para evitar quese aprovechen de ti, pero en realidad son ellos los que sacan

    provecho. Para generar miedo, para convencernos de que los

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    necesitamos, a ellos y a sus mtodos. El miedo es un negocio,un negocio poltico pa ra el que sabe ve nder un antdoto hechoabase de palabras vacas, frases genricas, medidas imprac-

    ticables. Hay un mercado del miedo.Antes erais feos y sucios, ahora tambin sois malvados. El

    miedo se ha mediatizado, amplificado, vuelto intangible, paravendernos esa mercanca poltica y meditica a la que llamanseguridad. Porque cuando la gente tiene miedo se la controlamejor, se le puede imponer cualquier cosa en nombre de la se-guridad. Poco importa si las causas son complejas, siempre se

    pueden proponer soluciones fciles y falsas. Eslganes.As podemos dormir tranquilos. Ahora sabemos que lo que

    amenaza nuestra existencia no es la precariedad laboral, nila banca que incentiva la compra de acciones de empresas enquiebra, ni siquiera las multinacionales que hacen crteles

    para alzar los precios, ni la s guerras que alimentamos por elmundo. Quien nos promete la seguridad no nos dice que elmiedo, el m alesta r, nacen de un capitalismo salvaje, de la fa l-

    ta de reglas, de una actividad financiera feroz. No lo dicen yno queremos verlo. La verdadera amenaza son los limpiacristales, los vagabundos y las prostitutas, ellos son los verdade-ros criminales: los extranjeros .

    La seguridad no es de izquierdas ni de derechas, repitenuna y otra vez todos los polticos, indistintamente. Quiz, perolas soluciones s. El uso del miedo para hacer poltica no es deizquierdas ni de derechas, es tan slo retorcido y canalla. Inclu-

    so la izquierda ha abdicado en su vocacin de defender a los msdbiles, a los ms pobres, y ha hecho suya esa vaga y abstractanocin tom ada del vocabulario de la derecha: seguridad. De estemodo, hoy en da, la poltica de la seguridad le ha quitado el si-tio a las polticas sociales.

    Tenemos derecho a vivir seguros en nuestra propia casa,vocean muchos. La nica cosa de la que estamos seguros a dade hoy es de que Nicola y Abdul fueron asesinados. Otros apa-

    leados, insultados, maltratados.

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    Cuntos son los muertos en carretera por exceso de veloci-dad? Ninguno de ellos a manos de un limpiacristales. Nunca heodo hablar de reducir la velocidad de los coches. Hay muertos

    por cncer de pulmn, pero vendemos tabaco. Se muere de al-coholismo, pero nadie impide la venta de bebidas alcohlicas.Existe una organizacin criminal? Es justo combatirla: comba-tmosla. Hay limpiacristales agresivos: persigmoslos. Los de-lincuentes, sin importar su procedencia, son castigados segnel Cdigo Penal. No se necesitan leyes especiales. Adems, porqu un gobierno que se demuestra incapaz de aplicar las leyesnormales podra ser capaz de hacer respetar leyes especiales?

    Los mendigos y los limpiacristales molestan porque chocancon nuestro sentido de la esttica. As, alcaldes y asesores com-

    piten p ara alejar a los mendigos de los centros histricos de susciudades. La esttica es mucho ms importante que la tica,Dragan. Vivimos en un pas en parte controlado por la mafia,

    pero nos dan miedo los mendigos y los extranjeros.Cuando se empieza a hacer limpieza a menudo sucede que

    uno acaba por volverse obsesivo, manitico. Cada mota de pol-vo nos molesta y resquebraja la pulcritud de nuestro mundo.Hablan de libertad, pero el poder hoy se traduce en una sola

    palabra: prohibir. El poder de los mezquinos, de los miserables.Cunto ms mezquino e insignificante se es, ms se prohbe.As que fuera las prostitutas, fuera los gitanos, los vagabun-dos, los mendigos. De este modo se sienten fuertes, importan-tes, pero sobre todo se impide vivir al resto.

    En algunas ciudades pretenden prohibir los restaurantestnicos en el centro para salvaguardar la tradicin culinaria,han sentenciado. Slo hay que comer italiano. Tambin el go-

    bernador del Vneto dice que debemos defender nuestra trad i-cin. Luca Zaia es vneto e imagino que prohibir a sus con-ciudadanos comer polenta cuando descubra que el maz vienede Amrica.

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    En Venecia se ha prohibido a los nios jugar al campanon15.Es un juego en el que se dibujan unos cuadrados en el suelo,

    para despus saltar de uno a otro, Dragan. Cuadrados que se

    dibujan con una tiza, con un trozo de ladrillo. Lo han prohibido.La primera lluvia los habra borrado. Ni todas las lluvias

    del mundo bas tar an p ara borrar la ignorancia de quien proh -be jugar a los nios dibujando cuadrados con una tiza. La estu-pidez enferm iza de quien, en vez de la alegra de estar juntos,ve el suelo sucio. No la contaminacin del aire, Dragan, no: ra -yas de tiza en la calle.

    El miedo a la suciedad se convierte en fobia. Tememos lacontaminacin y nos asusta toda forma de contacto. Cada veznos encerramos ms en nosotros mismos y nos estamos que-dando tan solos que nos parecen sospechosos quienes todavatienen valor para hablar en tre ellos.

    En esto pensaba Massimo Giordano, alcalde leguis ta16 deNovara, cuando emiti la ordenanza que prohiba reunirse ams de dos personas en parques pblicos en tre las once y me-

    dia de la noche y las seis de la maana. Me vienen recuerdosde tantas noches de verano de la adolescencia pasadas char-lando con los amigos en algn parque, tocando la guitarra , dis-cutiendo hasta muy avanzada la noche sobre cmo cambiar elmundo, o simplemente hablando de chicas. Se discuta, se cre-ca debatiendo entre muchos, no necesariamente entre dos. Seaprenda a convivir con los otros, en la diferencia. Pero al leerque no se puede estar en grupos de ms de dos personas me

    vienen por desgracia a la mente las palabras de Amos Oz: Elfantico slo puede contar has ta uno, ya que dos es un nmerodemasiado grande para l. Estar sentados en un banco char-lando es una falta, un delito. Es un indicio de que no trabajas,

    15Juego v aria nte de la rayuela.

    16De la Liga Norte.

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    Ghana ni siquiera tiene apellido, deben de haber pensado: connegro basta r.

    Emanuel negro, con una sola eme, una grafa incierta, que

    revela slo una mnima parte de la ignorancia que se escon-de tras la mano que la traz. Que manifiesta la rabia estpidade quien no sabe con quin tomarla por el hecho de vivir en unmundo absurdo, en el que siempre se llega tarde a la ca rrera delconsumo. De quien es sacrificado por la inutilidad de las nece-sidades creadas, tan vacas que necesitan parecer indispensa-

    bles. De quien se asusta ante la idea de encontrarse en un m un-do demasiado grande y variado, y sin embargo, no se da cuentade que vive en el trastero polvoriento de su provincia mental.

    Aquellos como t, Dragan, encarnan lo que ms tememosque nos suceda a nosotros: convertirnos en pobres.

    El problema se traslada entonces a un plano formal y legis-lativo, los individuos quedan anulados. Ya no hay ms perso-nas con vidas al desnudo,11sino un grupo informe, sin pa tria ninombre, que ante todo constituye un problema. La cuestin se

    traslada del plano tico a un plano de gestin, en el que no que-da espacio para la moral humana. Los adm inistradores se sien-ten eximidos de eventuales objeciones de conciencia y actan

    pragmticamente, resolviendo el problema por va burocrtica.De verdad, frente al dram a de millones de personas que su-

    fren hambre, que padecen enfermedades, que mueren en gue-rras, nos hemos vuelto tan mezquinos y miserables como paraconsiderar ms insoportable la molestia de un mendigo que la

    pobreza del resto del mundo?Todo se simplifica, se reduce a un eslogan tranquilizador,para aleja r el espectro (reciente, todava caliente) de la pocaen que nosotros ramos los albaneses. Tolerancia cero con loshinchas que destrozan gratuitamente trenes, calles, plazas, que

    17 Referencia al concepto de Giorgio Agam ben. Ver su libro E l poder soberano y la nuda vida.

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    ocupan las ciudades por la fuerza? Tolerancia cero con las em -presas que hacen negocios con la camorra y con la mafia? Conel que se juega el dinero ajeno en las finanzas? O con los pol-

    ticos cmplices?No, Dragan, no. Contigo, que ahora intenta s limpiarte el de

    dito negro en los pantalones.Incluso sin el cero, Dragan, toleranciaes una palabra fea. Es

    fea porque finge ser buena, finge llevar consigo buenos senti-mientos, notas de amor, gestos de paz. No es as. Esconde la hi-

    pocresa de quien se siente superior, pero no osa admitirlo, pormiedo a pa sa r por presuntuoso y por polticamente incorrecto.

    Tolerar:aceptar con paciencia cosas o situaciones desagra-dables o dolorosas; admitir la presencia, la compaa, de al-guien poco grato; admitir, respetar opiniones, conviccionesdistintas de las propias; aceptar actitudes y comportamientosajenos, mostrando compasin e indulgencia incluso cuando sedesaprueban. Leamos atentamente estas definiciones del dic-cionario de la lengua. Lemoslas no pensando en cosas abstrac-

    tas como la diversidad cultural o el multiculturalismo, sino enesas personas, en esas mujeres, esos hombres, esos nios quequerramos tolerar. Una imagen se forma, como en una foto-grafa en blanco y negro. Qu ves, Dragan? Un hombre conrostro bondadoso, sonriente, que te mira mientras corres por lacalle con tus ropas un poco sucias y radas. El sabe que t noeres malo, y que si robas es porque te ves forzado a ello. Noshan enseado maravillas acerca de la gente que roba pan....18

    Te entiende, te acepta con paciencia, es indulgente: te tolera.El puede hacerlo porque se sabe ms fuerte. Puede soportar tu

    presencia aunque a lo mejor le seas poco grato. Puede hacerloporque est suficientemente alejado de t i como para no sentir elolor de tu sudor, el hedor de tu ropa.

    18De la cancin Nella mia ora di liberta,de Fabrizio De Andr.

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    Y los dems? Los dems se volvern intolerantes porque nolo soportan. No tienen las ganas, la fuerza o la capacidad de ha -cerlo. Porque les han dicho que tienen que tener miedo de aque-

    llos como t. Vosotros sois la causa de su m alestar. Necesitamossiempre un enemigo, Dragan, sobre todo cuando las cosas novan demasiado bien, y si no hay enemigo, se inventa. Visto quehay que hacerlo, ms vale buscrselo fcil de identificar y, a ser

    posible, dbil. Fcil de identificar, como los malos en las anti-guas pelculas mudas, con la m irada torva y el ceo fruncido, el

    bigote un poco tosco y descuidado. Quin mejor que vosotros losrom, los gitanos? Quin mejor que los limpiacoches y los men-digos? Sois mucho ms fciles de ver, adems sois ms feos quenosotros, y nos sois ms extraos que esos elegantes seores detraje y corbata, esos que mueven capitales y escriben leyes con-denando a la miseria y a la explotacin a tantas personas. La

    banalidad del m al hoy tiene el rostro sonriente y encorbatado deempresarios planetarios.

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    Se pod ra pon er precio a los pensamientos.

    Algunos cues tan mucho, otros poco.

    Y con qu se pa gan los pensamientos?

    Creo que con nimo .

    Ludwig W ittgenstein, A fo rism os [296]

    Qu es lo que nos ha vuelto as? Qu es lo que nos ha hechohundimos tan profundamente en el pozo del olvido? Qu les ha

    pasado a nuestros ojos que ya no son capaces de distinguir elcontorno de las cosas, el bien del mal?

    Era 1955. Haca poco ms de diez aos que la guerra habaacabado y la Shoah todava no haba entrado en la dimensinlejana y abstracta de la historia. Una mujer de cuarenta y dosaos, Rosa Parks, se neg a levantarse del asiento del autobs

    en el que estaba sentada. Estaba cansada despus de una jor-nada de trabajo, y queran mandarla al fondo, donde se senta-

    ban los negros.No se levant, Dragan, no se levant.La insultaron, la amenazaron. Ella no se levant.

    No se levantaron las doscientas cincuenta mil personas que,el 25 de agosto de 1963, fueron a Washington a escuchar aMartin Luther King decir que soaba que sus cuatro hijos pe-

    queos viviran un da en una nacin donde no seran juzgadospor el color de su piel, sino por la calidad de su carcter.

    No se levant M uhammad Ah, el boxeador ms fuerte delmundo, cuando lo arrestaron porque se neg a combatir en Vietnam. Le preguntaron por qu se negaba y respondi: Porqueningn vietnam ita me ha llamado jam s sucio negro.

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    En aquellos das un muchacho desgreado cogi una guita-rra y con los tres acordes ms fciles del mundo entrelaz nuevesimples y terribles preguntas. E sta quizs la ms dura:

    Cuntas veces puede un hombre girar la cabezay hacer como que no ha visto nada?

    Cuntas? Muchas ms de las que se piensa, Dragan. Cuandoen octubre de 1938 el gobierno italiano dict las leyes raciales,se les pidi a todos los docentes universitarios que las suscribie-ran. Eran mil doscientos. Doce se negaron. Uno de cada cien.

    En 2008 fueron las Olimpiadas de Pekn. Se abri un grandebate sobre la violacin de los derechos humanos en China, so-

    bre la cuestin del Tibet, se llam al boicot. Despus, en el mo-mento de la inauguracin, todos los represen tan tes de los pasesdemocrticos estuvieron presentes en el palco de honor, delprimero al ltimo. Ni un slo atleta dijo una palabra. No hemosvisto nada... el deporte no tiene nada que ver con la poltica, uno

    se entrena durante aos para las Olimpiadas....Cuarenta aos antes, Tommie Smith y John Carlos subieronal podio de los doscientos metros en Ciudad de Mxico. Meda-lla de oro y de bronce. Y un rcord mundial. En el momento delhimno, inclinaron la cabeza y alzaron el puo, envuelto en unguante negro. Era el smbolo de los Panteras Negras, Dragan,el movimiento que luchaba por los derechos de la comunidad ne -gra. Diecinueve segundos y ochenta y tres centsimas pa ra reco-

    rrer doscientos metros. Tres minutos ante el mundo entero conel puo alzado. Cuarenta aos de rencor en su contra. Les qui-taron las medallas, el rcord, fueron descalificados de por vida,

    pero aquel gesto ha quedado marcado como una cicatriz en elrostro, no sobre el de los racistas, sino sobre el de quienes ha-can como que no vean. Sm ith y Carlos no giraron la cabeza. EnPekn lo hicieron, lo hicimos, todos.

    Nos hemos rendido, nos hemos convencido de que ya nada

    puede cambiar, que somos impotentes con respecto a lo que su-

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    cede. No slo nos parece inevitable, nos parece cada vez menosgrave, hasta llegar a parecemos normal. He aqu la tragedia.

    Normal.

    Normal que a ti, Dragan, se te pida que mojes tu dedito en latinta, registrando tu vida en este pas. Una m ancha que no estslo en tu dedo, est en tu rostro, en tu alma. Es la mancha dela raza.

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    sangre que une a los italianos de hoy con las generaciones que hanpoblado Italia desde hace milenios. Esta antigua pureza de sangre esel ttulo de nobleza ms grande de la Nacin italiana.

    As qued escrito en aquel manifiesto racista.S, Dragan, porque el racista no slo piensa que la hu m ani-

    dad est hecha de jaulas, sino que tambin hay jaulas mejores,como la suya, sa en la que l mismo se ha encerrado. Le saca

    brillo a los barrotes, para que su resplandor le impida ver loque hay fuera.

    Y adems busca la pureza, el grado cero de su estirpe, de laque se siente orgulloso, de la que presume que no ha sido nun-ca contaminada por sangre extranjera. Contaminada, Dragan,contaminada. Qu fea palabra! Evoca enfermedades infeccio-sas, epidemias, la peste, la gripe aviar, el antrax.

    Tambin la pureza, cubierta por su glida luminosidad, vi-brante en el sonido cristalino de su imagen, es una palabra peli-grosa. Ha causado ms vctimas la pureza que la impureza. De-

    masiada pureza crea fanticos, la excesiva transparencia ciegala mente. El diamante es pursimo, Dragan. Pero tambin estmuerto. Pero es duro, dursimo de romper. Como su imagen.Como el prejuicio.

    Las fronteras demasiado ntidas acaban convirtindose encuchillas de afeitar, que hieren, cortan, amputan. Un da se le

    pidi a Albert Einstein que rellenara un formulario con sus da-tos personales. Ju nto a la casilla en la que deba indicar la raza,

    Einstein escribi: human.La raza, Dragan, significa reducir al individuo a pura biolo-

    ga. Por consiguiente, borra la historia, las decisiones, los sue-os, las esperanzas. La vida. Significa convertirlo en un amasijode clulas, objeto a clasificar siguiendo un orden inventado porquien se considera superior.

    Nosotros hemos inventado las razas, Dragan, no nos bastabacon ser seres humanos.

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    Las pa labras que usamos son importantes. Dicen mucho msque su significado explcito, reve lan una forma de pensar. Se ha -

    bla de inmig rantes de segunda generacin. Qu significa eso?

    Si son los hijos de aquellos que inmigraron a Italia, ya no soninmigrantes. Han nacido aqu. O llevarn siempre el estig-ma del extranjero? Tendremos inmigrantes de tercera, cuarta,quinta, duodcima generacin?

    Visto que estamos tan obsesionados con la bsqueda de nues-tra s races, vayamos hasta el fondo, hagmoslo en serio. La hu-manidad en tera desciende de un millar de individuos, que hacecasi cien mil aos abandonaron las sabanas africanas para ve-nir a Europa. Si tenemos ta n buena mem oria sobre el origen delos otros, tenemos tambin que admitir que nosotros europeossomos todos inmigrantes africanos, de cuadringentsima gene-racin, pero siempre inm igrantes.

    Hagamos otro jueguecito, Dragan. Cada uno de nosotros tie -ne dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, diecisis tata-rabuelos, etctera. Por lo tanto, hace diez generaciones, sobre

    el 1750 ms o menos, tenamos mil veinticuatro antepasadoscada uno. Cada uno de nuestros antepasados, a su vez, dos-cientos cincuenta aos antes tena otro millar de antepasados.Haciendo un clculo rpido podemos a segurar con certeza que,siendo las cosas as, cada uno de nosotros desciende de aproxi-madamente un milln de antepasados que vivieron en el 1500.A da de hoy somos siete mil millones en el mundo, que multi-plicado por otro milln, hacen siete mil billones. Sin embargo,

    en aquella poca slo haba quinientos millones de personasen el planeta. Y bien? Esto significa que muchos de nuestrosantepasados se juntaron y tuvieron hijos con sus consangu-neos. Si cogiramos a dos cualesquiera de nosotros, habitantesdel planeta, aunque fueran uno de Italia y otro de Indonesia,descubriramos que hace ms o menos tres mil aos tuvimosun antepasado comn. No slo somos todos africanos, Dragan,tambin somos parientes!

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    Era un jueguecito, Dragan, aunque muy serio, y s bien queesto no servir para que los racistas cambien de idea. De igualmodo que sirve de poco o nada explicarles que la ciencia ha de-

    mostrado que no es posible clasificar grupos humanos en base ala gentica. Puede que fuese posible si las poblaciones hubiesen

    permanecido siempre aisladas, pero tenemos pies, Dragan, ycaminamos, cambiamos de sitio, dejamos nuestros pases p arair a otras tierras. Siempre lo hemos hecho. Nos casamos con ex-tranjeros y tenemos hijos. Nuestros rboles genealgicos estnmuy ramificados, sus ramas se pierden a lo largo de los cami-nos de los continentes, y si furamos a buscar el punto cero denuestra estirpe, quiz descubriramos que somos todos de unaraza distinta a la que creamos pertenecer. Todos somos bas-tardos, lo digo en el buen sentido de la palabra. A lo mejor ten -dra que decir mestizos, es ms fino, pero bastardos me gustams. Somos hijos, nietos, bisnietos de antepasados que vinie-ron quin sabe de dnde, y quin sabe dnde se encontraron.Pero nos gusta creernos puros, Dragan, puros. Y aquellos como

    t amenazan nuestra idea de pureza.S que no sirve de mucho repetir que, aunque existieran las ra -zas, la gentica no tiene nada que ver con las actitudes de un pue-

    blo, con su cultura. Nada. No escucharan por no tener que afron-ta r el esfuerzo de buscar respuestas alternativas. Las razas estnen la mente de ciertas personas, o peor, en la barriga, como un malincurable. Es una bata lla perdida, lo s, Dragan, pero librmosla.

    En cierto momento nos hemos vuelto ms correctos, Dragan,

    o puede que ms hipcritas. Ha sido necesario todo el horrorde las imgenes de aquellos cuerpos esquelticos supervivientesde Auschwitz, Mauthausen, BergenBelsen. Han sido necesa-rios sus relatos repletos de angustia y miedo. Ha sido necesarioel trgico poder de los nmeros, seis millones, para que levant -semos la mirada de la punta de nuestros zapatos y mirsemosaquellos rostros, que no eran sino los rostros de la realidad. Deuna realidad donde los verdugos han tenido muchos, demasia-

    dos cmplices mudos.

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    Durante un tiempo nos hemos avergonzado, Dragan, es ver-dad. Hemos proclamado con insistencia el nunca ms y hemosconstruido monumentos a la memoria. Y por un segundo pa re-

    ca de verdad que no fuera a suceder nunca ms, que aquellasheridas hubiesen dejado algunas cicatrices en nuestros corazo-nes. Cicatrices sanas, que nos recordaran lo terriblem ente fcilque es hacer el mal.

    No ha durado mucho.La raza se volvi impresentable, al menos durante un pero-

    do. Nos refinamos, empezamos a hablar de etnias, de culturas.Culturaes una palabra elevada, Dragan, no tiene la vulgaridadcarnal de raza,huele a saber, a estudio, a escuela. Decir que haydiferentes culturas no ofende, ms bien pensbamos muchossignifica reconocer la riqueza del mundo. H a habido un momentoen el que pensbamos que el mundo poda vivir alegremente en

    paz, que era un prado habitado por flores distin tas, una mezclade perfumes y colores. O puede que slo algunos de nosotros lo

    pensramos. Los otros estaban escondidos, en silencio: el arco

    ris embellece el cielo despus de una tormenta , pero dura poco.Las nubes han vuelto, silenciosas, oscuras, hinchadas de unrencor mal reprimido. Han cubierto el cielo, borrando las som-

    bras, destiendo los colores, deformando el horizonte. La pa la-bra culturase ha convertido en un estigma, el adjetivo diferen-te la ha hecho sospechosa, la ha arrastrado hacia el desprecio,incluso al odio. Se dice cultura,pero se piensa raza, Dragan.

    La cultura es un animal extrao, en continuo movimiento,

    que m uta en el tiempo y el espacio. Es una obra siempre ab ier-ta, donde se tra baja de da y de noche, una obra que se desm on-ta y se monta continuamente, y que utiliza tambin trozos ymateriales provenientes de lejos. La cultura es un caleidosco-

    pio, puedes mezclar de mil form as diversas los trocitos de co-lores y siempre obtienes un dibujo. Diferente de los otros, perosiempre bello y curioso.

    Las culturas se dibujan a lpiz, Dragan, y siempre puedes

    usar una goma para modificarlas. Sin embargo, las han endu

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    retido, alisado y sacado brillo, las han transformado en armaspara golpear, en cuchillas cortantes, enjaulas de acero p ara en-cerrar a los otros. Pero nosotros tambin nos hemos quedado

    atrapados. Hay que combatir y m antener alejadas las otras cul-tura s p ara defender la nuestra de su nefasta influencia. Esta-mos en una poca de choque de culturas, dicen. Alguien havisto alguna vez chocar dos culturas? T, Dragan, no eres unacultura, eres un nio al que han sumergido el dedo en tinta.Tienes un padre, una madre, hermanos y herm anas, que no sonculturas, son personas. Han transformado a los individuos en

    piedras, en monolitos amorfos, destinados a una inercia eterna.Condenados a sufrir la marca indeleble de su tierra natal, de sucomunidad de origen, de su raza, Dragan. Utilizando la cultu-ra como tapadera, nos hemos vuelto racistas sin necesidad si-quiera de la raza. Somos fundamentalistas culturales, para losque slo hay un modo de vivir y de pensar. Lo dems hay querechazarlo. Hablamos de choque de culturas, cuando en reali-dad somos nosotros mismos los que alimentamos la cultura del

    choque. Nos hemos acostumbrado a razonar contra, como esoshinchas que ya no animan a su equipo sino que pasan noventaminutos insultando al adversario. Esos hinchas que han hechodel color de una camiseta una tierra a la que pertenecer, por laque vale la pena luchar, hacer el mal, m atar . Una tierra no pa raamar, sino desde la que odiar al resto.

    Pero no son tan distintos de muchos de nosotros, de tantasmentes liquidas19, sa turadas de mezclas ideolgicas y raciales,

    de ese odio obtuso que bebe del ro de la ignorancia. Nos hemosvuelto hoscos, sin sombras, grises, informes. Malvados.

    Hemos perdido tambin esa irona que nos haca aceptar ladiversidad. La ocurrencia que derribaba, con la explosin de lacarcajada, el muro de la diferencia. Que disolva los opuestosmediante la deformacin exasperada del otro. Tan exagerada y

    19 Concepto del psiclogo W alter Riso.

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    caricaturesca que resultaba divertida, que adormeca cualquierinstinto de rabia. Rerse del otro, de su diversidad, y dejar queel otro se ra de la tuya. Qu bonito mundo en el que reconocer

    las respectivas diferencias, sin transform arlas en motivo de en -frentamiento!

    Y, sin embargo, nos miramos torvo. Buscamos las imperfec-ciones para sealarlas con el dedo y decir: aqu est!. Es unavieja historia de vigas y pajas, Dragan, buscamos la imperfec-cin en el otro para expulsarlo de nuestro universo perfecto.

    Sabes cmo defini la cultura un viejo antroplogo? Un con-junto de fragmentos, piezas y trapos. El cumplido ms bonito quese le poda hacer a esta criatura multiforme. Y nosotros? Hemosvuelto a caer en la tram pa esmaltada y pulida de la pureza.

    Pureza, limpieza, higiene, frutos de una ilusin que quiereque seamos perfectos y que nuestro mundo sea perfecto, tal ycomo nosotros lo hubiramos creado, si no hubiese tantos de es-tos extran jeros que caminan en l con sus zapatos sucios. Quere-mos vivir en una esfera de cristal transparen te y asptica, desti-

    nada a ser cada vez ms y ms frgil, a desvanecerse en la nada.Entonces volvemos a limpiar, Dragan. Enviamos patrullas ahacer la ronda, pero en realidad escondemos el polvo debajo dela alfombra. Echaros es una victoria simblica. Tenemos la ne -cesidad de creer que, una vez que os hayis ido, todo se volve-r limpio y bueno. Es preciso hacer limpieza, porque slo existelo que ves. Y lo que se quiere ver es una normalidad hecha de

    bienestar, de gente guapa y bien vestida. Si escondes a los po-

    bres, ya no hay ms pobreza. Nos lo hacen creer todos los das,pero entonces alguien se tropieza con la alfombra y el polvosale fuera. Entonces lo que hacemos es intentar distraer a loshuspedes, m ostrndoles slo los adornos ms bonitos.

    Mentimos, Dragan, y lo sabemos.

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    Primero vin ie ron a por los comunistas,

    y yo no habl porq ue no e ra comun ista.

    Lue go vin ieron a por los socialdemcratas

    y yo no habl porq ue no e ra socialdem crata.

    Lue go vin ieron a por lo sind icalistas,

    y yo no habl porq ue no e ra sindica lis ta.

    Lue go vin ieron a por los judos,

    y yo no habl porq ue no e ra judo .

    Lue go vin ieron a por m,

    pero no haba que dado nadie para hablar en mi defensa.

    M artin N iemoller, Primero vinieron

    La globalizacin, Dragan, la globalizacin, nos lo han repetidohasta la extenuacin, iba a transformar el mundo en un ni-

    co gran pueblo. Nuestros horizontes se iban a ensanchar, ba-mos a ser protagonistas y espectadores de un mundo nuevo, decada evento del planeta. Todos nos comunicaramos con todos,en tiempo real. Un gran carrusel, una inmensa plaza en la queencontrarnos, charlar. Ciudadanos del mundo, Dragan, al fin.

    Im agine theres no countries, it isn t, hard to do, nothing tokill or die for, and no religin too, cantaba John Lennon. Era1971. No ha sido as. Hemos conseguido derribar las fronteras

    para hacer circular bienes y dinero a cualquier punto del pla-neta, pero nosotros, los seres humanos, poco a poco nos hemoshecho cada vez ms tribales. Cada vez ms encerrados en una

    jaula angosta, en un frgil caparazn que nos hemos construidopara defendernos. De qu? Del miedo de acabar disueltos en ellquido de la humanidad. Del miedo a perder un recinto al queaferramos, en el que apoyarnos para m irar fuera furtivamente

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    y con desconfianza. Como se mira por la mirilla pa ra identificara los visitantes no deseados.

    Nos hemos vuelto provincianos, mezquinos, in tolerantes

    ante la ms mnima variacin de nu estra ru tina cotidiana. Pre-ferimos un encefalograma plano a los sobresaltos del corazn.La costumbre, Dragan, es una mala enfermedad, una maestraautoritaria y manipuladora, como ya nos advirti Montaignehace ms de cuatro siglos.

    Nos hemos encerrado en nuestroprado a pacer nuestra hier-ba y ni siquiera nos parece mejor la del vecino. Lo pequeo eshermoso se ha convertido en el eslogan del momento. Lo gri-tan los polticos, que demandan profesores de casa, jueces decasa, todo de casa. Lo autctono es sello de garanta. Como silos profesores, los polticos y los jueces fueran un producto tpicode la tierra , especialidades locales, como la trufa, y no el fruto deuna vida de estudio y trabajo. Tierra y sangre, Dragan.

    La globalizacin ha producido muchas pequeas burbujasque no vuelan en el aire, ligeras, con reflejos de colores; se es-

    tancan pesadamente en el agua con miedo a explotar. Desdedentro de las burbujas se ve lo que hay fuera, se ve bien. Se ve loque ocurre, pero la gente de dentro da cada vez ms importanciaa ese sutil velo transparente que la separa del exterior. Somosas, Dragan, constructores de fronteras. De verdad parece queno seamos capaces de otra cosa. T perteneces a un pueblo deviajeros y conoces las fronteras.

    El cerco en torno a nosotros se estrecha, lo hemos reducido,

    hasta aislarnos. Y nos hemos quedado solos. Solos y tribales.La soledad nos ha llevado a empequeecer, a volvernos descon-fiados, hostiles. Nos hemos dejado comprar con espejitos y perlitas, como aqullos a los que llamamos salvajes.

    Qu es lo que nos ha llevado a estar tan solos? La prisa? Elviajar siempre en coche, de un punto a otro, perdindonos todolo que est entre,sin mirar a nadie a la cara. Una vida de pun-tos, como los que se unen en aquel pasatiempo de la Settimana

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    en igmistic20, esperando que surja alguna forma con sentido.Esperando.

    Nos ha llevado a estar solos una poltica vaca, hecha por po-

    lticos mediocres, incapaces y falsos. Una poltica sin ideas, re-ducida a pura gestin. Una poltica que ha bajado la vista al ho-rizonte que termina en la colilla del cigarrillo recin tirado alsuelo. Que no calienta los corazones, que no empuja a que las

    personas se unan, sino que las divide, una a una, con la indife-rencia.

    Slo les oyes lanzar eslganes, nunca dar un discurso. Pala-bras vacas, informes, previsibles, siempre las mismas, sin pielni alma. Palabras que no se cree ni siquiera quien las pronun-cia, que simplemente sirven a los polticos para fingir que ha-cen poltica. Vacas. Si alguno alude a los ideales, lo acusan deideolgico. Ideologa se ha convertido en una palabra vieja, acondenar. Sin embargo, ideologa significa pensar en el modelode sociedad que te gustara, Dragan. De lo contrario, para qusirve la poltica?

    Nos ha llevado a estar solos el haber querido libera rnos delpeso del Estado, de la familia, de la escuela, de cualquier for-ma de organizacin colectiva. Nos pesaba estar sometidos aesos vnculos que imponen el trabajo diario de compartir conlos otros tiempos, espacios, ideas, vida. Antiguos grilletes de losque no veamos la hora de desembarazarnos, para planear li-geros, en el cielo de la libertad. Libertad, Dragan, otra palabramal usada. Cuntas vctimas en su nombre. Vctimas que no

    han sido libres de elegir ser otra cosa.Como globos inflados con helio, nos hemos alejado del gru-po, donde estbamos con los otros globos. Hemos huido de lamano del feriante, hemos emprendido el vuelo. Nos hemos sen-tido bien, libres, durante un tiempo. Veamos a los otros globosun poco distantes, lo ba stante p ara no sentir el molesto contacto

    20 Sem anario de pasatiem pos y crucigramas.

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    de la piel. Luego el cielo se ha hecho ms grande, el aire ms li-gero y los globos ms pequeos. Cada vez ms pequeos, hastadejarnos solos. Libres, pero solos.

    La libertad no consiste en estar encima de un rbol....21 Lalibertad se ha transformado en un eslogan para los intolerantes,un ttem al que inmolar cualquier regla.Libertades una bellsi-ma palabra, incluso el sonido es bello, Dragan, pero es insidiosa:no distingue el singular del plural22. Si estuviese siempre decli-nada en plural sera preciosa. Si se reduce a una sola voz, se tor-na violenta, lasciva o, peor, intil.

    La soledad acrecienta el miedo, Dragan, y nos inventamos unenemigo comn para creernos unidos y solidarios. En realidadslo somos capaces de un individualismo colectivo. Cunto mssolos nos sentimos ms nos aferramos a ideas abstractas y va-gas como identidad,otra palabra que ha devenido til para es-conder todas las avaricias, todos los egosmos. La identidad la

    pensamos, pero luego no la practicamos. La empuam os comoun bastn contra los otros, pero no la frecuentamos ni siquiera

    con los que son como nosotros. Identidad significa considerarseigual a otra persona. Pero hacemos todo lo posible para ser dife-rentes los unos de los otros.

    Identidad23 tam bin es una palabra ambigua, no tiene plural,se presenta como portadora de una idea solitaria. No obstante,s que tiene plural: tenemos un a identidad de gnero, religiosa,

    poltica, futbolstica... somos portadores de mltiples identida-des. Tenemos una baraja y en cada vuelta jugamos la ca rta que

    cogemos o la que nos dan. Pero hoy, cuando se pronuncia la pa-labra identidad,pensamos automticamente en la tnica. Hoy,identidad significa tierra y sangre.

    21 Cancin de Giorgio Gaber.

    22 Libe rtad en italia no libertatiene la misma form a en sin gula r y p lu ra l.

    23 Con identita sucede lo mismo que con liberta.

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    Nos hemos vuelto tribales, nos hemos apelotonado en tor-no al ttem de nuestra cultura, dispuestos a defenderlo. Enrealidad queremos defender nuestro dinero, nuestras costum-

    bres, no nuestra cultura. No ramos siquie ra conscientes de te -nerla, no lo somos ni siquiera ahora. Nos lo cuentan. Lo hacen

    para hacernos creer que tenemos algo que perder y que sloellos pueden defendernos. El saber, la cultura, son las nicasriquezas que podemos compartir, sin que haya menos, Dragan.Si t tienes una m anzana y yo tengo una m anzana y las inte r-cambiamos, entonces ambos seguiremos teniendo una manza-na. Pero si t tienes una idea y yo tengo una idea y las inter-cambiamos, entonces ambos tendremos dos ideas, dijo GeorgeBernard Shaw.

    Hemos preferido guardarnos cada uno nu est ra idea y nos he-mos quedado cada vez ms solos. Y ms pobres, de ideas y delenguaje. Ya no somos capaces de mirar lejos, que es lo que hahecho humanos a los seres humanos. Animales de pensamientosedentario, eso es lo que somos. Usamos pocas palabras, siem-

    pre las mismas, porque tenemos poco que decir, repetimos siem-pre lo mismo. Abrirse a los otros es el m otor de la cultura. La di-versidad ofrece nuevas opciones, enriquece nuestro mundo, nosenriquece a nosotros mismos, deja entrar aire nuevo. Pero he-mos preferido cerrar las persianas y respirar el aire viciado dela pureza. Lo pequeo no siempre es hermoso, si no sabes lo quehay fuera. Si no respiras oxgeno nuevo, que abone tu pequeo

    ja rdn . Siempre ha sido as, Dragan, las personas han intercam -

    biado mercancas e ideas. Tambin espadazos y tiros, s, es cier-to. Haba encuentros y desencuentros. Nadie se quedaba quieto,anclado en sus races.

    Cunta diferencia podemos soportar? No demasiada, lo s,no demasiada, pero mucha m s de la que pensamos. Y lo hace-mos, todos los das, sin darnos cuenta. Sabes, Dragan, lo quedeca un manifiesto alemn de los aos noventa? Tu Cristo eshebreo. Tu coche japons. Tu pizza italiana . Tu democracia grie-

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    ga. Tu caf brasileo. Tus vacaciones turcas. Tus nmeros ra-bes. Tu alfabeto latino. Slo tu vecino es un extranjero.

    Soportamos toda la diferencia del mundo, nos resulta cmo-

    do, y ni siquiera nos damos cuenta. Consumimos comida extran-jera, usam os objetos de todo el mundo, pero defendemos nues-tra tierra, nu estras races, nuestra tradicin, nuestra identidad.

    Da miedo esto de hablar demasiado de identidad, esto de ne-gar la naturaleza multiforme de nues tras cu lturas, de nuestrasexistencias. Itali.ani.dad,