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Número suelto € 1,50. Número atrasado € 3,00 L ’O SSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Non praevalebunt Año LIII, número 3 (2.700) 15 de enero de 2021 Ciudad del Vaticano MOTU PROPRIO DEL PONTÍFICE EL P APA PIDE QUE LOS MINISTERIOS DEL LECTORAD O Y EL ACOLITAD O SE ABRAN A LAS MUJERES (PÁGINA 3) Garantizar el acceso a los tratamientos a los más vulnerables

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Año LIII, número 3 (2.700) 15 de enero de 2021Ciudad del Vaticano

MOTU PROPRIO DEL PONTÍFICE EL PA PA PIDE QUE LOS MINISTERIOS DEL LECTORAD O Y EL ACOLITAD O SE ABRAN A LAS MUJERES (PÁGINA 3)

Garantizarel accesoa lostratamientosa los másvulnerables

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L’OSSERVATORE ROMANOpágina 2 viernes 15 de enero se 2021, número 3

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En el Ángelus el llamamiento del Papa tras el asalto al Capitolio

Reconciliación nacional y tutela de la democraciaen Estados Unidos

Francisco durante el rezo dominical

Más esfuerzos para alcanzar la pazen Sudán del Sur

Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Hoy celebramos el Bautismodel Señor. Dejamos, hace po-cos días, a Jesús niño visita-do por los Magos; hoy lo en-contramos como adulto en laorilla del Jordán. La Liturgianos hace realizar un salto deunos treinta años, treintaaños de los que sabemos unacosa: fueron años de vida es-condida, que Jesús pasó enfamilia —algunos, primero,en Egipto, como migrantepara huir de la persecuciónde Herodes, los otros en Na-zaret, aprendiendo la profe-sión de José—, en familiaobedeciendo a sus padres,estudiando y trabajando. Im-presiona que el Señor hayapasado así la mayor parte deltiempo en la Tierra, viviendola vida de todos los días, sinaparecer. Pensemos que, se-gún los Evangelios, fuerontres años de predicaciones,de milagros y tantas cosas.Tres. Y los otros, todos losotros, de vida escondida enfamilia. Es un bonito mensa-je para nosotros: nos revelala grandeza de lo cotidiano,la importancia a los ojos deDios de cada gesto y mo-mento de la vida, también elmás sencillo, también el más

escondido.Después de estos treintaaños de vida escondida em-pieza la vida pública de Je-sús. Y empieza precisamentecon el bautismo en el ríoJordán. Pero Jesús es Dios,¿por qué se hace bautizar?El bautismo de Juan consis-tía en un rito penitencial, erasigno de la voluntad de con-vertirse, de ser mejores, pi-diendo perdón por los pro-pios pecados. Realmente Je-sús no lo necesitaba. De he-cho Juan Bautista trata deoponerse, pero Jesús insiste.¿Por qué? Porque quiere es-tar con los pecadores: poreso se pone a la fila con ellosy cumple su mismo gesto. Lohace con la actitud del pue-blo, con su actitud [de lagente] que, como dice unhimno litúrgico, se acercaba“desnuda el alma y desnudoslos pies”. El alma desnuda,es decir, sin cubrir nada, así,pecador. Este es el gesto quehace Jesús, y baja al río parasumergirse en nuestra mismacondición. Bautismo, de he-cho, significa precisamente“inmersión”. En el primerdía de su ministerio, Jesúsnos ofrece así su “manifiestop ro g r a m á t i c o ”. Nos dice queÉl no nos salva desde lo alto,

Un doble compromiso por la «reconciliación nacional» y la tutela de los«valores democráticos arraigados en la sociedad» fue pedido por el Papaa las autoridades y «al pueblo de Estados Unidos de América, sacudidopor el reciente asedio al Congreso». El llamamiento fue lanzado el do-mingo 10 de enero, al finalizar el Ángelus rezado —todavía sin la pre-sencia de los fieles a causa del Covid-19— en la Biblioteca privada delPalacio apostólico vaticano. En precedencia, comentando como es habitualel Evangelio del día, Francisco había ofrecido una meditación sobre elBautismo de Jesús.

con una decisión soberana oun acto de fuerza, un decre-to, no: Él nos salva viniendoa nuestro encuentro y toman-do consigo nuestros pecados.Es así como Dios vence elmal del mundo: bajando, ha-ciéndose cargo. Es tambiénla forma en la que nosotrospodemos levantar a los otros:no juzgando, no insinuandoqué hacer, sino haciéndonoscercanos, com-padeciendo,compartiendo el amor deDios. La cercanía es el estilode Dios con nosotros; Élmismo se lo dijo a Moisés:“Pensad: ¿qué pueblo tienesus dioses tan cercanos comovosotros me tenéis a mí?”. Lacercanía es el estilo de Dioscon nosotros.Después de este gesto decompasión de Jesús, sucedealgo extraordinario, los cielosse abren y se desvela final-mente la Trinidad. El Espíri-tu Santo desciende en formade paloma (cf. Mc 1,10) y elPadre dice a Jesús: «Tú eresmi Hijo muy querido» (v.11). Dios se manifiesta cuan-do aparece la misericordia.No olvidar esto: Dios se ma-nifiesta cuando aparece lamisericordia, porque ese essu rostro. Jesús se hace sier-vo de los pecadores y es pro-clamado Hijo; baja sobre no-sotros y el Espíritu desciendesobre Él. Amor llama amor.Vale también para nosotros:en cada gesto de servicio, encada obra de misericordiaque realizamos Dios se mani-fiesta, Dios pone su miradaen el mundo. Esto vale paran o s o t ro s .

Pero, antes de que hagamoscualquier cosa, nuestra vidaestá marcada por la miseri-cordia que se ha fijado sobrenosotros. Hemos sido salva-dos gratuitamente. La salva-ción es gratis. Es el gestogratuito de misericordia deDios con nosotros. Sacra-mentalmente esto se hace eldía de nuestro Bautismo; pe-ro también aquellos que noestán bautizados reciben lamisericordia de Dios siem-pre, porque Dios está allí, es-pera, espera que se abran laspuertas de los corazones. Seacerca, me permito decir, nos

acaricia con su misericordia.La Virgen, a la que ahora re-zamos, nos ayude a custodiarnuestra identidad, es decir laidentidad de ser “misericor-diados”, que está en la basede la fe y de la vida.

Después de la oración mariana, elPontífice habló de la situación es-tadounidense; también saludó a losfieles que le siguen a través de losmedios de comunicación, se lamentópor no haber podido bautizar —porlas limitaciones impuestas por lapandemia— a los niños en la Ca-pilla Sixtina como es tradición, ydirigió un saludo «a todos los ni-ños que en este periodo reciben» elsacramento. Finalmente recordó laconclusión del tiempo litúrgico deNavidad y el inicio del Tiempo or-dinario, exhortando «a vivir conamor las cosas» para «hacerlase x t ra o rd i n a r i a s » .

Queridos hermanos yhermanas:Dirijo un afectuoso saludo alpueblo de Estados Unidosde América, sacudido por elreciente asedio al Congreso.Rezo por aquellos que hanperdido la vida — cinco—, lahan perdido en esos dramáti-cos momentos. Reitero quela violencia es autodestructi-va siempre. No se gana nadacon la violencia y se pierdemucho. Exhorto a las Autori-dades del Estado y a toda lapoblación a mantener un al-to sentido de responsabili-dad, con el fin de calmar losánimos, promover la reconci-liación nacional y tutelar losvalores democráticos arraiga-dos en la sociedad america-na. La Virgen Inmaculada,Patrona de los Estados Uni-dos de América, ayude amantener viva la cultura del

encuentro, la cultura del cui-dado, como vía maestra paraconstruir juntos el bien co-mún; y lo haga con todosaquellos que habitan en esatierra.Y ahora os saludo de cora-zón a todos vosotros, que es-táis conectados a través delos medios de comunicación.Como sabéis, a causa de lapandemia, hoy no he podidocelebrar los Bautismos en laCapilla Sixtina, como es ha-bitual. Aún así, deseo igual-mente asegurar mi oraciónpor los niños que estabaninscritos y por sus padres,padrinos y madrinas; y la ex-tiendo a todos los niños queen este periodo reciben elBautismo, reciben la identi-dad cristiana, reciben la gra-cia del perdón, de la reden-ción. ¡Dios bendiga a to-dos!Y mañana, queridos herma-nos y hermanas, concluido elTiempo de Navidad, retoma-remos con la liturgia el cami-no del Tiempo Ordinario.No nos cansemos de invocarla luz y la fuerza del EspírituSanto, para que nos ayude avivir con amor las cosas ordi-narias y así hacerlas extraor-dinarias.

Es el amor que cambia: lascosas ordinarias parecen se-guir siendo ordinarias, perocuando se hacen con amor sevuelven extraordinarias.

Si permanecemos abiertos,dóciles, al Espíritu, Él inspi-ra nuestros pensamientos ynuestras acciones de cadadía.Os deseo a todos vosotrosfeliz domingo.

Por favor, no os olvidéisde rezar por mí. ¡Buen al-muerzo y hasta pronto!

Publicamos, a continuación, el mensaje enviado a loslíderes de Sudán del Sur por el Papa, el Primado an-glicano y el Moderador de la Iglesia de Escocia.

EXCELENCIAS:

En este tiempo de Navidad, recorda-mos que nuestro Señor Jesucristovino al mundo entre los últimos, enun polvoriento establo con anima-

les. Más tarde, llamó a los que quieren sergrandes en su reino a ser siervos de todos (Mc10, 43).Permanecemos fervorosamente conscientesde los compromisos asumidos en el Vaticanoen abril de 2019: el vuestro de llevar vuestropaís a una aplicación armoniosa del Acuerdode Paz, y el nuestro de visitar Sudán del Sura su debido tiempo, mientras las cosas vuel-ven a la normalidad. Nos ha alegrado ver lospequeños progresos que habéis conseguido

pero sabemos que no son suficiente para quevuestro pueblo sienta plenamente los efectosde la paz. Cuando lo visitemos, anhelaremosdar testimonio de una nación cambiada, go-bernada por líderes que, en palabras del San-to Padre el año pasado, «con las manos uni-das...de simples ciudadanos os convertiréisen Padres (y Madres)de la Nación».Rezamos, esta Navidad, para que halléis unamayor confianza entre vosotros y una mayorgenerosidad en el servicio a vuestro pueblo.Rezamos para que conozcáis la paz que su-pera todo juicio en vuestros propios corazo-nes y en el corazón de vuestra gran nación(Flp 4, 7).

FRANCISCO

JUSTIN WELBY

MARTIN FAIR

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L’OSSERVATORE ROMANOnúmero 3, viernes 15 de enero de 2021 página 3

Entrevista al Papa en la televisión italiana

El mundo necesita unidady fraternidad

El Papa pide que los ministeriosdel Lectorado y el Acolitado se

abran a las mujeres

El Espíritu del Señor Jesús,fuente perenne de la vida y dela misión de la Iglesia, distribu-ye a los miembros del pueblode Dios los dones que permitena cada uno, de modo diverso,contribuir a la edificación de laIglesia y al anuncio del Evan-gelio. Estos carismas, llamadosministerios, en cuanto son pú-blicamente reconocidos e insti-tuidos por la Iglesia, se ponen adisposición de la comunidad yde su misión de manera esta-ble.En algunos casos, esta contri-bución ministerial tiene su ori-

gen en un sacramento específi-co, el Orden sacro. Otras ta-reas, a lo largo de la historia,han sido instituidas en la Igle-sia y confiadas a través de un ri-to litúrgico no sacramental alos fieles, en virtud de una pe-culiar forma de ejercicio del sa-cerdocio bautismal, y en ayudadel ministerio específico de losobispos, presbíteros y diáco-nos. Siguiendo una venerabletradición, la recepción de los“ministerios laicales” que sanPablo VI reguló en el Motu Pro-prio Ministeria quaedam (17 deagosto de 1972), precedía a mo-

do de preparación a la recep-ción del Sacramento del Or-den, aunque tales ministeriosse conferían a otros fieles idó-neos de sexo masculino.Algunas Asambleas del Sínodode los Obispos han evidencia-do la necesidad de profundizardoctrinalmente en este argu-mento, de modo que respondaa la naturaleza de los mencio-nados carismas y a las exigen-cias de los tiempos, ofreciendoun apoyo oportuno al papel deevangelización que correspon-de a la comunidad eclesial.Acogiendo tales recomenda-ciones, se ha llegado en estosúltimos años a un desarrollodoctrinal que ha evidenciadocómo determinados ministe-rios instituidos por la Iglesiatienen por fundamento la con-dición común de estar bautiza-dos y el sacerdocio real recibi-

do en el Sacramento del Bau-tismo; estos son esencialmentedistintos del ministerio ordena-do que se recibe con el Sacra-mento del Orden. Tambiénuna praxis consolidada en laIglesia latina ha confirmado,de hecho, cómo tales ministe-rios laicales, estando basadosen el sacramento del Bautismo,pueden ser confiados a todoslos fieles que resulten idóneos,de sexo masculino o femenino,según lo ya previsto de maneraimplícita en el canon 230 § 2.En consecuencia, después dehaber escuchado el parecer delos Dicasterios competentes,he considerado proceder a lamodificación del canon 230 § 1

del Código de Derecho Canó-nico. Por lo tanto, dispongoque el canon 230 § 1 del Códigode Derecho Canónico tenga enadelante la siguiente redacción:“Los laicos que tengan la edady las dotes determinadas pordecreto de la Conferencia Epis-copal, pueden ser asumidos, demanera estable, mediante el ri-to litúrgico establecido, paralos ministerios de lectores y deacólitos; sin embarco, tal atri-bución no les da derecho a unsustento o a una remuneraciónpor parte de la Iglesia”.Dispongo además la modifica-ción del resto de procedimien-tos que tienen fuerza de ley yque se refieren a este canon.

Lo que se ha deliberado con es-ta Carta apostólica en forma deMotu Proprio, ordeno que ten-ga firma y estable vigencia, noobstante cualquier cosa contra-ria, aunque sea digna de espe-cial mención, y que sea promul-gado a través de su publicaciónen L’Osservatore Romano, entran-do en vigor el mismo día y queluego se publique en el comen-tario oficial de las Acta ApostolicaeSedis.

Dado en Roma, en San Pe-dro, el día 10 de enero del año2021, Fiesta del Bautismo delSeñor, octavo de mi pontifica-do.

FRANCISCO

El Papa Francisco ha establecido con un Motu Proprio que los ministerios delLectorado y del Acolitado están en adelante también abiertos a las mujeres, deforma estable e institucionalizada con un mandato especial. Publicamos, a con-tinuación, la Carta del Pontífice “Spiritus Domini”, que modifica el primer pá-rrafo del canon 230 del Código de Derecho Canónico. Francisco especifica que haquerido aceptar así las recomendaciones que surgieron en varias asambleas delSínodo de los Obispos.

Redescubrirnos más unidos, máscercanos a los que sufren, sentir-nos como hermanos para superarjuntos la crisis mundial causadapor la pandemia. Al principio dela entrevista con el Tg5, transmiti-da el domingo 10 de enero por lanoche en la televisión italiana,Francisco reiteró que «uno nuncasale de una crisis como lo hizoantes, nunca. Salimos mejor o sa-limos peor».

Para el Papa, «hay que hacer larevisión de todo. Los grandes va-lores están siempre presentes en lavida, pero los grandes valores de-ben traducirse en la vida del mo-mento histórico». A continuación,enumera una serie de situacionesdramáticas, desde los niños quepadecen hambre y no pueden ir ala escuela hasta las guerras quegolpean muchas zonas del plane-ta. «Las estadísticas de las Nacio-nes Unidas —subraya— son aterra-doras en esto». Advierte que, sisalimos de la crisis «sin ver estascosas, la salida será otra derrota.Y será peor. Miremos solo a estosdos problemas: los niños y lasguerras».

Vacunarse es una acción éticaEl Papa respondió después a unapregunta del periodista FabioMarchese Ragona sobre las vacu-nas. «Yo —afirmó— creo que ética-mente todos deben ponerse la va-cuna. No es una opción, es unaacción ética. Porque juegas con tusalud, juegas con tu vida, perotambién juegas con la vida de losdemás». Y explicó que en los pró-ximos días las vacunas comenza-rán a ponerse en el Vaticano y éltambién ha «reservado» una citapara esto. «Sí, debe hacerse», re-pite, «si los médicos lo presentancomo algo que puede ir bien y notiene peligros especiales, ¿por quéno tomarlo? Hay una negaciónsuicida en esto que no puedo ex-plicar». Para el Pontífice, este esel momento de «pensar en el no-sotros y borrar por un período detiempo ‘el yo’, ponerlo entre pa-réntesis. O nos salvamos ‘noso-t ro s ’ o nadie se salva». Sobre estohabla largo y tendido ofreciendosu reflexión sobre el tema, que esmuy importante para él, de la fra-ternidad. «Este —observó— es eldesafío: hacerme cercano al otro,

cercano a la situación, cercano alos problemas, hacerme cercano ala gente». El enemigo de la cerca-nía es «la cultura de la indiferen-cia». Se habla —señaló— «de unasaludable indiferencia ante losproblemas, pero la indiferencia noes saludable. La cultura de la in-diferencia destruye, porque medistancia».

Es el «tiempo del nosotros» parasuperar la crisis«La indiferencia nos mata porquenos distancia». En cambio, la pa-labra clave para pensaren las formas de salirde la crisis «es la pala-bra cercanía». Si nohay unidad, no haycercanía, advierte elPapa, «se pueden creartensiones sociales in-cluso dentro de los Es-tados». Así, habla dela «clase dirigente» enla Iglesia como en lavida política. En estemomento de crisis, ex-hortó, «toda la clasedirigente no tiene de-recho a decir 'yo'... de-be decir 'nosotros' ybuscar la unidad frentea la crisis». En este momento, rea-firmó con fuerza, «un político, unpastor, un cristiano, un católico,incluso un obispo, un sacerdote,que no tiene la capacidad de decir'nosotros' en lugar de 'yo' no estáa la altura de la situación». Yañadió que «los conflictos en lavida son necesarios, porque estánahí, pero en este momento debentomarse vacaciones», hacer espa-cio para la unidad «del país, de laIglesia, de la sociedad».

El aborto es un asunto humanoantes que religiosoFrancisco observó que la crisiscausada por la pandemia ha exa-cerbado aún más la «cultura del

descarte» de los más débiles, yasean pobres, migrantes o ancia-nos. Se centra especialmente en eldrama del aborto que descarta alos niños no deseados. «El pro-blema del aborto», advirtió, «noes un problema religioso, es unproblema humano, pre-religioso,es un problema de ética humana»y luego religioso. «Es un proble-ma que incluso un ateo debe re-solver en su conciencia». «¿Es co-rrecto —pregunta el Pontífice—cancelar una vida humana pararesolver un problema, cualquier

problema? ¿Es correcto contratara un sicario para resolver un pro-blema?»

El Capitolio, aprendiendo de lahistoria: nunca la violenciaEl Papa no deja de comentar losdramáticos acontecimientos en elCapitolio el pasado 6 de enero.Confesó que estaba «asombrado»,considerando la disciplina delpueblo de los Estados Unidos y lamadurez de su democracia. Sinembargo, señaló, incluso en lasrealidades más maduras, siemprehay algo que no funciona cuandohay «gente que toma un caminocontra la comunidad, contra lademocracia, contra el bien co-

mún». Ahora que esto ha estalla-do, continúa, ha sido posible «verbien» el fenómeno y es posible«poner el remedio». Franciscocondenó la violencia: «Debemosreflexionar y comprender bien ypara no repetir, aprender de lahistoria», estos «grupos para-re-gulares que no están bien inserta-dos en la sociedad, tarde o tem-prano cometerán estos actos deviolencia».

La fe, un don que hay que pediral Señor

El Papa finalmente respon-dió cómo él personalmenteestá experimentando las res-tricciones debido a la pan-demia. Confesó que se sien-te «enjaulado», se detuvoen los viajes cancelados paraevitar las multitudes, hablóde la esperanza de visitarIrak. En este tiempo, dedicamás tiempo a la oración, ahablar por teléfono y reiteralo importante que fueronpara él algunos momentos,como la Statio Orbis en SanPedro el pasado 27 de mar-zo, «una expresión de amora todas las personas» y quehace que uno «vea nuevos

caminos para ayudarse unos aotros». Así, ofreció una reflexiónsobre la fe en el Señor, la cual—dijo— es ante todo «un don».«Para mí», dice, «la fe es un rega-lo, ni tú, ni yo, ni nadie puede te-ner fe por su propia fuerza: es unregalo que el Señor te da», queno se puede comprar. Retomandoentonces un pasaje del Deutero-nomio, el Papa Francisco exhortóa invocar la «cercanía de Dios».Esta cercanía «en la fe es un donque debemos pedir». La entrevis-ta concluye con la esperanza deque en 2021 «no haya desperdicio,que no haya actitudes egoístas» yque la unidad pueda prevalecersobre el conflicto.

Enumera una serie de situacionesdramáticas, desde los niños que padecenhambre y no pueden ir a la escuela hasta lasguerras que golpean muchas zonas delplaneta. «Las estadísticas de las NacionesUnidas —subraya— son aterradoras en esto».Advierte que, si salimos de la crisis «sin verestas cosas, la salida será otra derrota. Y serápeor. Miremos solo a estos dos problemas:los niños y las guerras»

Motu proprio: Que los ministerios del Lectorado y el Acolitado se abran a las m u j e re s

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XXIX Jornada mundial del enfermo

Es prioritario invertir recursosen el cuidado y la asistencia

«La pandemia actual ha sacado a la luz numerosas insuficiencias de los sistemas sanitarios ycarencias en la atención de las personas enfermas»: sobre todo «a los ancianos, los más débiles

y vulnerables no siempre tienen garantizado el acceso a los tratamientos, y no siempre es de ma-nera equitativa». La denuncia del Papa está contenida en el mensaje difundido el 12 de enero

en vistas de la XXIX Jornada mundial del enfermo, que se celebra el próximo 11 de febrero. Enplena emergencia de coronavirus, la cita de este año ofrece la la ocasión para reflexionar sobre

las consecuencias que derivan « de las decisiones políticas, del modo de administrar los recursosy del compromiso de quienes ocupan cargos de responsabilidad» en el ámbito sanitario. El lla-

mamiento de Francisco es a invertir más «en el cuidado y la atención a las personas enfer-mas»: se trata, resalta el Papa, de «una prioridad vinculada a un principio: la salud es un

bien común primario».

Uno solo es vuestro maestro ytodos vosotros sois hermanos

(Mt 23, 8)

La relación de confianza, fundamentodel cuidado del enfermo.

Queridos hermanos y

hermanas:La celebración de la 29.a Jorna-da Mundial del Enfermo, quetendrá lugar el 11 de febrero de2021, memoria de la Bienaventu-rada Virgen María de Lourdes,es un momento propicio parabrindar una atención especial alas personas enfermas y a quie-nes cuidan de ellas, tanto en loslugares destinados a su asisten-cia como en el seno de las fami-lias y las comunidades. Pienso,en particular, en quienes sufrenen todo el mundo los efectos dela pandemia del coronavirus. Atodos, especialmente a los máspobres y marginados, les expre-so mi cercanía espiritual, al mis-mo tiempo que les aseguro lasolicitud y el afecto de la Igle-sia.1.El tema de esta Jornada se ins-pira en el pasaje evangélico en elque Jesús critica la hipocresía dequienes dicen, pero no hacen(cf. Mt 23, 1-12). Cuando la fe selimita a ejercicios verbales estéri-les, sin involucrarse en la histo-ria y las necesidades del próji-mo, la coherencia entre el credoprofesado y la vida real se debi-lita. El riesgo es grave; por estemotivo, Jesús usa expresionesfuertes, para advertirnos del pe-ligro de caer en la idolatría denosotros mismos, y afirma:«Uno solo es vuestro maestro ytodos vosotros sois hermanos»(v. 8).La crítica que Jesús dirige aquienes «dicen, pero no hacen»(v. 3) es beneficiosa, siempre ypara todos, porque nadie es in-mune al mal de la hipocresía, unmal muy grave, cuyo efecto esimpedirnos florecer como hijosdel único Padre, llamados a viviruna fraternidad universal.Ante la condición de necesidadde un hermano o una hermana,Jesús nos muestra un modelo decomportamiento totalmenteopuesto a la hipocresía. Proponedetenerse, escuchar, estableceruna relación directa y personalcon el otro, sentir empatía yconmoción por él o por ella, de-jarse involucrar en su sufrimien-to hasta llegar a hacerse cargode él por medio del servicio (cf.Lc 10, 30-35).2.La experiencia de la enferme-dad hace que sintamos nuestrapropia vulnerabilidad y, al mis-mo tiempo, la necesidad innatadel otro. Nuestra condición decriaturas se vuelve aún más níti-da y experimentamos de modoevidente nuestra dependencia deDios. Efectivamente, cuando es-tamos enfermos, la incertidum-bre, el temor y a veces la cons-ternación, se apoderan de lamente y del corazón; nos encon-

tramos en una situación de im-potencia, porque nuestra saludno depende de nuestras capaci-dades o de que nos “angustie-mos” (cf. Mt 6, 27).La enfermedad impone una pre-gunta por el sentido, que en lafe se dirige a Dios; una pregun-ta que busca un nuevo significa-do y una nueva dirección para laexistencia, y que a veces puedeser que no encuentre una res-puesta inmediata. Nuestros mis-mos amigos y familiares nosiempre pueden ayudarnos enesta búsqueda trabajosa.A este respecto, la figura bíblicade Job es emblemática. Su mu-jer y sus amigos no son capacesde acompañarlo en su desventu-ra, es más, lo acusan aumentan-

do en él la soledad y el descon-cierto. Job cae en un estado deabandono e incomprensión. Peroprecisamente por medio de estaextrema fragilidad, rechazandotoda hipocresía y eligiendo elcamino de la sinceridad conDios y con los demás, hace lle-gar su grito insistente a Dios,que al final responde, abriéndoleun nuevo horizonte. Le confir-

Al mismo tiempo, la pandemia ha puesto también de relieve la entrega yla generosidad de agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores ytrabajadoras, sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad,abnegación, sentido de responsabilidad y amor al prójimo han ayudado,cuidado, consolado y servido a tantos enfermos y a sus familiares

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XXIX Jornada mundial del enfermo

Es prioritario invertir recursosen el cuidado y la asistencia

El mensaje del Papa Franciscopor la Jornada mundial del enfermo

un rostro, incluso más de uno:tiene el rostro de cada enfermo yenferma, también de quienes sesienten ignorados, excluidos,víctimas de injusticias socialesque niegan sus derechos funda-mentales (cf. Carta enc. Fra t e l l itutti, 22). La pandemia actual hasacado a la luz numerosas insu-ficiencias de los sistemas sanita-rios y carencias en la atenciónde las personas enfermas. Losancianos, los más débiles y vul-nerables no siempre tienen ga-rantizado el acceso a los trata-mientos, y no siempre es de ma-nera equitativa. Esto depende delas decisiones políticas, del mo-do de administrar los recursos ydel compromiso de quienes ocu-pan cargos de responsabilidad.

ma que su sufrimiento no es unacondena o un castigo, tampocoes un estado de lejanía de Dioso un signo de su indiferencia.Así, del corazón herido y sanadode Job, brota esa conmovida de-claración al Señor, que resuenacon energía: «Te conocía sólo deoídas, pero ahora te han vistomis ojos» (42, 5).3.La enfermedad siempre tiene

Invertir recursos en el cuidado yla atención a las personas enfer-mas es una prioridad vinculadaa un principio: la salud es unbien común primario. Al mismotiempo, la pandemia ha puestotambién de relieve la entrega yla generosidad de agentes sanita-rios, voluntarios, trabajadores ytrabajadoras, sacerdotes, religio-sos y religiosas que, con profe-sionalidad, abnegación, sentidode responsabilidad y amor alprójimo han ayudado, cuidado,consolado y servido a tantos en-fermos y a sus fa-miliares. Unamultitud silencio-sa de hombres ymujeres que handecidido miraresos rostros, ha-ciéndose cargo delas heridas de lospacientes, quesentían prójimospor el hecho depertenecer a lamisma familia hu-mana.La cercanía, dehecho, es un bál-samo muy valioso,que brinda apoyoy consuelo aquien sufre en laenfermedad. Como cristianos,vivimos la projimidad como ex-presión del amor de Jesucristo,el buen Samaritano, que concompasión se ha hecho cercanoa todo ser humano, herido porel pecado. Unidos a Él por laacción del Espíritu Santo, esta-mos llamados a ser misericordio-sos como el Padre y a amar, enparticular, a los hermanos enfer-mos, débiles y que sufren (cf. Jn13, 34-35). Y vivimos esta cerca-nía, no sólo de manera personal,sino también de forma comuni-taria: en efecto, el amor fraternoen Cristo genera una comunidadcapaz de sanar, que no abando-na a nadie, que incluye y acogesobre todo a los más frágiles.A este respecto, deseo recordarla importancia de la solidaridadfraterna, que se expresa de mo-do concreto en el servicio y quepuede asumir formas muy dife-rentes, todas orientadas a soste-ner al prójimo. «Servir significacuidar a los frágiles de nuestrasfamilias, de nuestra sociedad, denuestro pueblo» (Homilía en LaHabana, 20 septiembre 2015). Eneste compromiso cada uno es ca-paz de «dejar de lado sus bús-quedas, afanes, deseos de omni-potencia ante la mirada concretade los más frágiles. […] El ser-vicio siempre mira el rostro delhermano, toca su carne, sientesu projimidad y hasta en algu-nos casos la “padece” y busca lapromoción del hermano. Por esonunca el servicio es ideológico,ya que no se sirve a ideas, sinoque se sirve a personas» (ibíd.).4.Para que haya una buena tera-pia, es decisivo el aspecto rela-cional, mediante el que se puedeadoptar un enfoque holístico ha-cia la persona enferma. Dar va-lor a este aspecto también ayudaa los médicos, los enfermeros,los profesionales y los volunta-rios a hacerse cargo de aquellosque sufren para acompañarles enun camino de curación, gracias auna relación interpersonal deconfianza (cf. Nueva Carta de losagentes sanitarios [2016], 4). Se tra-ta, por lo tanto, de establecer un

pacto entre los necesitados decuidados y quienes los cuidan;un pacto basado en la confianzay el respeto mutuos, en la since-ridad, en la disponibilidad, parasuperar toda barrera defensiva,poner en el centro la dignidaddel enfermo, tutelar la profesio-nalidad de los agentes sanitariosy mantener una buena relacióncon las familias de los pacien-tes.Precisamente esta relación con lapersona enferma encuentra unafuente inagotable de motivación

y de fuerza en la caridad deCristo, como demuestra el testi-monio milenario de hombres ymujeres que se han santificadosirviendo a los enfermos. Enefecto, del misterio de la muertey resurrección de Cristo brota elamor que puede dar un sentidopleno tanto a la condición delpaciente como a la de quien cui-da de él. El Evangelio lo testi-monia muchas veces, mostrandoque las curaciones que hacía Je-sús nunca son gestos mágicos,sino que siempre son fruto deun encuentro, de una relacióninterpersonal, en la que al donde Dios que ofrece Jesús le co-rresponde la fe de quien lo aco-ge, como resume la palabra queJesús repite a menudo: “Tu fe teha salvado”.5 .Queridos hermanos y herma-nas: El mandamiento del amor,que Jesús dejó a sus discípulos,también encuentra una realiza-ción concreta en la relación conlos enfermos.

Una sociedad es tanto máshumana cuanto más sabe cuidara sus miembros frágiles y quemás sufren, y sabe hacerlo coneficiencia animada por el amorfraterno.

Caminemos hacia esta meta,procurando que nadie se quedesolo, que nadie se sienta exclui-do ni abandonado.Le encomiendo a María, Madrede misericordia y Salud de losenfermos, todas las personas en-fermas, los agentes sanitarios yquienes se prodigan al lado delos que sufren.

Que Ella, desde la Gruta deLourdes y desde los innumera-bles santuarios que se le han de-dicado en todo el mundo, sos-tenga nuestra fe y nuestra espe-ranza, y nos ayude a cuidarnosunos a otros con amor fraterno.

A todos y cada uno les impar-to de corazón mi bendición.

Roma, San Juan de Letrán,20 de diciembre de 2020,

cuarto domingo de Adviento.

Al mismo tiempo, la pandemia ha puesto también de relieve la entrega yla generosidad de agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores ytrabajadoras, sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad,abnegación, sentido de responsabilidad y amor al prójimo han ayudado,cuidado, consolado y servido a tantos enfermos y a sus familiares

La cercanía es un bálsamo muy valioso,que brinda apoyo y consuelo a quiensufre en la enfermedad. Como cristianos,vivimos la projimidad como expresióndel amor de Jesucristo, buen Samaritano,que con compasión se ha hecho cercanoa todo ser humano, herido por elpecado. Unidos a Él por la acción delEspíritu Santo, estamos llamados a sermisericordiosos y a amar a los hermanosenfermos, débiles y que sufren

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L’OSSERVATORE ROMANOpágina 6 viernes 15 de enero se 2021, número 3

El periodista Miguel Pérez narra en este librola historia de once misioneros españoles

Misioneros, hasta el confínde la tierra

Todos hermanosen el ecumenismopolítico del amor

ros en todo el mundo. «Es una cifra im-portante que muestra que nuestro país si-gue teniendo un gran empuje evangeliza-dor», indica Miguel. Del mismo modo,subraya que el trabajo de los misionerossiempre ha tenido gran acogida en Espa-ña, que valora mucho su trabajo social yespiritual, muchas veces incluso dando lavida. Pero, al mismo tiempo, hay una cier-ta distancia, una barrera. «La idea del mi-sionero queda como algo abstracto parauna gran parte de los españoles» lamenta.Por eso cree que es necesario acercar alciudadano de «a pie» los testimonios delos misioneros, que sean ellos los quecuenten en qué consiste su labor, su voca-ción, su motivación. Qué es lo que les em-puja, por qué deciden dejar su país, su tie-rra, para irse, quizás, al otro punto delglobo a anunciar el Evangelio. Por estarazón, Pérez asevera que el libro está des-

tinado a ello y, por eso, los testimonios es-tán acompañados por un gran número defotografías de gran calidad que muestrana los misioneros «en acción».Para concluir, el autor de Misioneros, hasta elconfín de la tierra, señala que hay rasgos co-munes en todas estos misioneros: la con-fianza en Dios, en que Dios actúa por me-dio de ellos. «Eso les lleva a una gran hu-mildad, se ven como instrumentos al ser-vicio de la Iglesia y del Evangelio», obser-va. Quizás donde mejor se explica esto esen el testimonio de Paul Schneider, sacer-dote de la diócesis de Getafe que se en-cuentra en Etiopía. Dice: «He venido aevangelizar a un entorno muy sencillo, agentes sencillas, y para que Dios renueveen mí toda la fuerza y la gracia del Evan-gelio de Jesucristo, su Hijo. En otras pala-bras, no he venido porque sea yo muy va-liente, generoso y abnegado, que son vir-tudes que no siempre tengo, sino para al-canzar la salvación». Otro elemento co-mún entre los misioneros —añade Mi-guel— es el modo en que se identificancon las comunidades en las que viven, có-mo se integran hasta el punto de entrar aformar parte de esos pueblos, de sentirloscomo propios, de experimentar sus ale-grías y sus sufrimientos. Finalmente, des-taca como elemento común la fortaleza.Una fortaleza —precisa el periodista— quepuede parecer inverosímil. Ahí está porejemplo el P. Andrés Díaz de Rábago enTaiwán con más de 100 años. Una fortale-za, un empuje que sólo puede venir de suvocación, de su ser instrumentos en ma-nos de Dios.

RO CÍO LANCHO GARCÍA

Un sacerdote de 102 años misionero enTaiwán. Una religiosa que descubrió unaenfermedad en Benín, y hoy es referenciamundial. Un obispo que ejerce de escudohumano ante los terroristas para defenderal pueblo. Un religioso que construye es-cuelas por el Himalaya. Son algunosejemplos de los misioneros españoles cu-yo testimonio recoge Misioneros, hasta el con-fín de la tierra, un libro con más de 100 fo-tografías. Escrito por el periodista MiguelPérez Pichel y publicado por EdicionesPalabra, ha contado con la colaboraciónde Obras Misionales Pontificias (OMP).El autor explica a L’Osservatore Romanoque el libro se centra en la aportación deEspaña a la misión ad gentes, por lo tanto,un primer criterio para elegir las historiasfue que fueran misioneros españoles. Des-pués siguió diferentes crite-rios, como la pluralidadgeográfica; que hubiera sa-cerdotes, religiosos, perotambién algún obispo, ylaicos, hombres y mujeres.De todos modos, al finalpriorizó el mensaje que letransmitieron los misione-ros en sus testimonios. «Hebuscado testimonios que,por un lado, sean narrativa-mente impactantes peroque, al mismo tiempo, re-flejen la actuación de Diospor medio de los misione-ros», explica Miguel. Esohizo que quizás haya uncierto «desequilibrio geo-gráfico». Por ejemplo, haymuchos más testimonios demisioneros en África queen otros sitios, pero no esalgo premeditado. «Sim-plemente fueron testimo-nios que me impactaronmás», precisa el periodista.Respecto a las historias quenarra, asegura que puedecitar 3 ó 4 que le tocaronespecialmente. Pero, si tie-ne que elegir se queda conel testimonio del padre Jo-sé Alfaro, misionero escola-pio en Nepal. El autor dellibro asegura que la historiade este misionero es casi denovela, «y no lo digo como frase hecha,ya que él es una persona que recurre cons-tantemente al ejemplo del Quijote, y suhistoria es a veces muy quijotesca en elbuen sentido del término». Es decir, queun misionero de más de 70 años se enfren-te a los retos que se enfrenta, es increíble.Miguel cuenta que José Alfaro se dedica afundar escuelas en India y Nepal, en lasfaldas del Himalaya, y su testimonio des-prende un gran sentido del humor y unagran confianza en Dios, en la providencia,al enfrentarse con dificultades que vandesde los choques con la guerrilla maoístay los problemas del terreno para construiriglesias, hasta las complicaciones para tra-sladarse de un lugar a otro en un territoriomontañoso y de difícil acceso. «Inclusosobrevivió al terrible terremoto que asolóNepal en 2015, aunque estuvo varios díasdesaparecido», asegura. Alfaro ha decidi-do vivir como las gentes a las que sirve enNepal. Por lo tanto, no tiene ordenador,no tiene electricidad ni agua… «Comeapenas un plato de arroz cocido al día»,explica Miguel. Asimismo, precisa que es-ta experiencia misionera aparece recogidaen más de 100 cartas escritas a mano conletra muy pequeña y prieta, pero al mismotiempo muy clara, que ojalá algún día al-guien se anime a publicar. En ellas se re-fleja su sentido del humor, pero tambiénuna gran inteligencia, una profunda espi-ritualidad y una fe absoluta en Dios.Por otro lado, el autor del libro explica laimportancia que tiene hoy en día dar visi-bilidad a la misión de estas personas anó-nimas. España tiene casi 11.000 misione-

MARCELO FIGUEROA

D esde hace un par deaños, pero especial-mente en estas últi-mas semanas, hemos

sido testigos como ciudadanosdel mundo, y particularmentecomo personas de fe, de una es-calada de expresiones de funda-mentalismos, integrismos y divi-siones socio-religiosas, que con-cluyeron con la trágica pinturade imágenes de un caos políticopara muchos inimaginable.

Releyendo las declaracionesdel «Documento sobre la frater-nidad humana por la paz mun-dial y la convivencia común» enel contexto mencionado, mu-chas de ellas tomaron un reno-vado peso. Especialmente aque-lla donde se hace un lla-mado «en el nombre deesta fraternidad golpeadapor las políticas de inte-grismo y división y por lossistemas de ganancias in-saciable y las tendenciasideológicas odiosas, quemanipulan las acciones ylos destinos de los hom-bres». El hecho de queesos textos sean el sustra-to basal y formen un apar-tado especial en Fratelli tut-ti (FT 285), impulsa nece-sariamente a releer esaEncíclica para entender eldevenir de estos hechos políti-cos, sociales y religiosos. Algu-nos párrafos sobresalen enton-ces a nuestra mirada de una ma-nera muy significativa, comopor ejemplo donde el PapaFrancisco expresa que: «Con-viene reconocer que los fanatis-mos que llevan a destruir a otrosson protagonizados tambiénpor personas religiosas, sin ex-cluir a los cristianos, que «pue-den formar parte de redes deviolencia verbal a través de in-ternet y de los diversos foros oespacios de intercambio digital.Aun en medios católicos se pue-den perder los límites, se suelennaturalizar la difamación y la ca-lumnia, y parece quedar fueratoda ética y respeto por la famaajena». ¿Qué se aporta así a lafraternidad que el Padre comúnnos propone? (FT 46)

Del mismo modo, y sin el mí-nimo anhelo de autoreferencia-lidad, muchos colegas y herma-nos han revalorizado el artículo«Fundamentalismo evangélicoe integrismo católico, un ecume-

nismo sorprendente» que escri-bimos con el padre AntonioSpadaro s.j. Resulta interesanterepasar algunos párrafos de esedocumento para cruzarlos pro-féticamente con la actualidad yhacerlos entrar en diáogo con laespiritualdiad social de Fra t e l l itutti. Algunas expresiones deaquel trabajo de hace cerca detres años bien podrían acercarsea esa doble dinámica. Como porejemplo cuando expresamosque: «Basándose en los valoresdel fundamentalismo se está de-sarrollando una extraña formade sorprendente ecumenismoentre fundamentalistas evangé-licos y católicos integristas, uni-dos por la misma voluntad deuna influencia religiosa directaen la dimensión política… Ta n -to los evangélicos como los cató-

licos integristas condenan elecumenismo tradicional y, sinembargo, promueven un ecu-menismo del conflicto que losune en el sueño nostálgico de unEstado de rasgos teocráticos...La palabra «ecumenismo» setraduce así en una paradoja, enun «ecumenismo del odio». Laintolerancia es marca celestialde purismo, el reduccionismo esmetodología exegética y el ul-traliteralismo es su clave herme-néutica… Hoy más que nuncaes necesario despojar al poderdel pomposo ropaje confesio-nal, de sus corazas, de sus arma-duras oxidadas. El esquema teo-político fundamentalista quiereinstaurar el reino de una divini-dad aquí y ahora. Y, obviamen-te, la divinidad es la proyecciónideal del poder constituido. Es-ta visión genera la ideología deconquista. En cambio, el esque-ma teopolítico verdaderamentecristiano es escatológico, es de-cir, mira al futuro y quiere orien-tar la historia presente hacia elreino de Dios, reino de justicia y

de paz. Esta visión genera elproceso de integración que sedespliega con una diplomaciaque no corona a nadie como«hombre de la Providencia».

Nuevamente, el diálogo conFratell tutti, nos ayuda a encon-trar una luz actual y mas profun-da de aquellas reflexiones pasa-das y mirar la actualidad conuna vigencia inocultable. El pa-pa Francisco viene a nuestro au-xilio con reflexiones como la si-guiente: «Mientras vemos quetodo tipo de intolerancias fun-damentalistas daña las relacio-nes entre personas, grupos ypueblos, vivamos y enseñemosnosotros el valor del respeto, elamor capaz de asumir toda dife-rencia, la prioridad de la digni-dad de todo ser humano sobrecualesquiera fuesen sus ideas,

sentimientos, prácti-cas y aun sus peca-dos. Mientras en lasociedad actual pro-liferan los fanatis-mos, las lógicas ce-rradas y la fragmen-tación social y cultu-ral, un buen políticoda el primer paso pa-ra que resuenen lasdistintas voces. Escierto que las dife-rencias generan con-flictos, pero la uni-formidad genera as-fixia y hace que nos

fagocitemos culturalmente. Nonos resignemos a vivir encerra-dos en un fragmento de reali-dad». (FT 191)

Esta decantanción de hechos,sucesos políticos, miradas reli-giosas y especialmente la bús-queda de una fraternidad dondese practique el ecumenismo po-lítico del amor, me lleva a con-cluir estas líneas en el sentidoque fueron comenzadas. «En es-te contexto, quiero recordarque, junto con el Gran ImánAhmad Al-Tayyeb, pedimos «alos artífices de la política inter-nacional y de la economía mun-dial, comprometerse seriamentepara difundir la cultura de la to-lerancia, de la convivencia y dela paz; intervenir lo antes posi-ble para parar el derramamientode sangre inocente». Y cuandouna determinada política siem-bra el odio o el miedo haciaotras naciones en nombre delbien del propio país, es necesa-rio preocuparse, reaccionar atiempo y corregir inmediata-mente el rumbo» (FT 192).

Mientras vemos que todo tipo deintolerancias fundamentalistas daña lasrelaciones entre personas, grupos ypueblos, vivamos y enseñemos nosotrosel valor del respeto, el amor capaz deasumir toda diferencia, la prioridad de ladignidad de todo ser humano sobrecualesquiera fuesen sus ideas,sentimientos, prácticas y aun sus pecados

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L’OSSERVATORE ROMANOnúmero 3, viernes 15 de enero de 2021 página 7

El Papa Francisco celebra la misa en la solemnidad de la Epifanía

En la escuela de los Magos para aprender a adorar

El evangelista Mateo subraya que losmagos, cuando llegaron a Belén,«vieron al niño con María, su madre,y cayendo de rodillas lo adoraron»(Mt 2, 11). Adorar al Señor no es fácil,no es un hecho inmediato: exige unacierta madurez espiritual, y es el pun-to de llegada de un camino interior, aveces largo. La actitud de adorar aDios no es espontánea en nosotros.Sí, el ser humano necesita adorar, pe-ro corre el riesgo de equivocar el ob-jetivo. En efecto, si no adora a Diosadorará a los ídolos ―no existe un

punto intermedio, o Dios o los ído-los; o diciéndolo con una frase de unescritor francés: «Quien no adora aDios, adora al diablo» (Léon Bloy) ―,y en vez de creyente se volverá idóla-tra. Y es asís, aut aut.En nuestra época es particularmentenecesario que, tanto individual comocomunitariamente, dediquemos mástiempo a la adoración, aprendiendo acontemplar al Señor cada vez mejor.Se ha perdido un poco el sentido dela oración de adoración, debemos re-cuperarlo, ya sea comunitariamente

como también en la propia vida espi-ritual. Hoy, por lo tanto, pongámo-nos en la escuela de los magos, paraaprender de ellos algunas enseñanzasútiles: como ellos, queremos poner-nos de rodillas y adorar al Señor.Adorarlo en serio, no como dijo He-rodes: «Avísenme dónde se encuen-tra para que vaya a adorarlo». No,este tipo de adoración no funciona.De verdad.De la liturgia de la Palabra de hoyentresacamos tres expresiones, quepueden ayudarnos a comprender me-

El Papa presidió, el miércoles 6 de enero, a las 10, en el altar de laCátedra de la basílica Vaticana, la misa en la solemnidad de la Epi-fanía. Antes de la celebración se rezó el rosario. Estaban presentesveinte cardenales y, en el momento de la oración eucarística, se acer-caron al altar el decano Giovanni Battista Re y el vice decano Leo-nardo Sandri. Después de la lectura del Evangelio, fue proclamado elanuncio del día de Pascua, que esta año se celebrará el 4 de abril. Enla oración de los fieles, fueron recordadas «las jóvenes Iglesias y las deantigua tradición», para que «crezcan juntas y se ayuden come Igle-sias hermanas, en el común compromiso de suscitar nuevos discípulosdel Evangelio». Se rezó también «por los pastores del pueblo de Dios

y sus colaboradores: que imitando a la Virgen Madre anuncien a loscercanos y a los lejanos a Cristo, verdadera luz del mundo». Tambiénpara que «los misioneros, compartiendo los cansancios, los dolores ylas esperanzas de las personas a las que son enviadas, sean claros tes-tigos de la misericordia del Padre». Además fueron elevadas intencio-nes por «los hombres de cultura y de ciencia: que como los Magos se-pan reconocer en la creación los signos de Dios y se abran al don detoda la verdad». La celebración concluyó con el canto de la antífona«Alma Redemptoris Mater»: el Papa acarició la imagen marianapara después hacerse el signo de la cruz. Se entonó entonces el canto«Tu desciendes de las estrellas». Publicamos la homilía del Papa.

En el Ángelus el Papa habla del significado de la Epifanía

La luz que atraviesa las tinieblas de la vida

jor lo que significa ser adoradores delSeñor. Estas expresiones son: «levan-tar la vista», «ponerse en camino» y«ver». Estas tres expresiones nosayudarán a entender qué significa seradoradores del Señor.La primera expresión, levantar la vis-ta, nos la ofrece el profeta Isaías. A lacomunidad de Jerusalén, que acaba-ba de volver del exilio y estaba abati-da a causa de tantas dificultades, elprofeta les dirige este fuerte llamado:«Levanta la vista en torno, mira»(60, 4). Es una invitación a dejar delado el cansancio y las quejas, a salirde las limitaciones de una perspecti-va estrecha, a liberarse de la dictadu-ra del propio yo, siempre inclinado areplegarse sobre sí mismo y sus pro-pias preocupaciones. Para adorar alSeñor es necesario ante todo «levan-tar la vista», es decir, no dejarse atra-par por los fantasmas interiores queapagan la esperanza, y no hacer delos problemas y las dificultades elcentro de nuestra existencia. Eso nosignifica que neguemos la realidad,fingiendo o creyendo que todo estábien. No. Se trata más bien de mirarde un modo nuevo los problemas ylas angustias, sabiendo que el Señorconoce nuestras situaciones difíciles,escucha atentamente nuestras súpli-cas y no es indiferente a las lágrimasque derramamos.Esta mirada que, a pesar de las vicisi-tudes de la vida, permanece confiadaen el Señor, genera la gratitud filial.Cuando esto sucede, el corazón seabre a la adoración. Por el contrario,cuando fijamos la atención exclusiva-mente en los problemas, rechazandoalzar los ojos a Dios, el miedo invadeel corazón y lo desorienta, dando lu-gar a la rabia, al desconcierto, a la an-gustia y a la depresión. En estas con-diciones es difícil adorar al Señor. Siesto ocurre, es necesario tener la va-

lentía de romper el círculo de nues-tras conclusiones obvias, con la con-ciencia de que la realidad es másgrande que nuestros pensamientos.Levanta la vista en torno, mira: el Se-ñor nos invita sobre todo a confiar enÉl, porque cuida realmente de todos.Por tanto, si Dios viste tan bien lahierba, que hoy está en el campo ymañana es arrojada al horno, ¿cuántomás hará por nosotros? (cf. Lc 12, 28).Si alzamos la mirada hacia el Señor,y contemplamos la realidad a su luz,descubriremos que Él no nos aban-dona jamás: «el Verbo se hizo carne»(Jn 1, 14) y permanece siempre connosotros, todos los días (cf. Mt 28,20). Siempre.Cuando elevamos los ojos a Dios, losproblemas de la vida no desaparecen,no, pero sentimos que el Señor nosda la fuerza necesaria para afrontar-los. «Levantar la vista», entonces, esel primer paso que nos dispone a laadoración. Se trata de la adoracióndel discípulo que ha descubierto enDios una alegría nueva, una alegríadistinta. La del mundo se basa en laposesión de bienes, en el éxito y enotras cosas por el estilo, siempre conel «yo» al centro. La alegría del dis-cípulo de Cristo, en cambio, tiene sufundamento en la fidelidad de Dios,cuyas promesas nunca fallan, a pesarde las situaciones de crisis en las quepodamos encontrarnos. Y es ahí, en-tonces, que la gratitud filial y la ale-gría suscitan el anhelo de adorar alSeñor, que es fiel y nunca nos dejasolos.La segunda expresión que nos puedeayudar es ponerse en camino. Levan-tar la vista [la primera]; la segunda:ponerse en camino. Antes de poderadorar al Niño nacido en Belén, losmagos tuvieron que hacer un largoviaje. Escribe Mateo: «Unos magosde Oriente se presentaron en Jerusa-lén preguntando: “¿Dónde está elRey de los judíos que ha nacido?Porque hemos visto salir su estrella yvenimos a adorarlo”» (Mt 2, 1-2). Elviaje implica siempre una trasforma-ción, un cambio. Después del viajeya no somos como antes. En el queha realizado un camino siempre hayalgo nuevo: sus conocimientos se hanampliado, ha visto personas y cosasnuevas, ha experimentado el fortale-cimiento de su voluntad al enfrentarlas dificultades y los riesgos del tra-yecto. No se llega a adorar al Señorsin pasar antes a través de la madura-ción interior que nos da el ponernosen camino.Llegamos a ser adoradores del Señormediante un camino gradual. La ex-periencia nos enseña, por ejemplo,que una persona con cincuenta añosvive la adoración con un espíritu dis-tinto respecto a cuando tenía treinta.Quien se deja modelar por la gracia,normalmente, con el pasar del tiem-po, mejora. El hombre exterior se vadesmoronando —dice san Pablo—,mientras el hombre interior se renue-va día a día (cf. 2 Co 4,16), preparán-dose para adorar al Señor cada vezmejor. Desde este punto de vista, losfracasos, las crisis y los errores pue-den ser experiencias instructivas, noes raro que sirvan para hacernos caeren la cuenta de que sólo el Señor esdigno de ser adorado, porque sola-mente Él satisface el deseo de vida yeternidad presente en lo íntimo decada persona. Además, con el pasodel tiempo, las pruebas y las fatigasde la vida —vividas en la fe— contri-buyen a purificar el corazón, a hacer-lo más humilde y por tanto más dis-puesto a abrirse a Dios. También lospecados, también la conciencia de serpecadores, de descubrir cosas muyfeas. «Sí, pero yo hice esto… come-tí…» Si aceptas esto con fe y conarrepentimiento, con contrición, teayudará a crecer. Dice Pablo que to-

«La oscuridad está presente y amenazadora en la vida de ca-da uno, pero la luz de Dios es más poderosa»: lo aseguró elPapa Francisco hablando de la solemnidad de la Epifanía enel Ángelus del 6 de enero. Publicamos la meditación pronun-ciada por el Papa antes de la oración mariana del medio día,que tuvo lugar todavía sin la presencia de fieles, a causa delCovid-19, en la Biblioteca privada del Palacio apostólico va-ticano.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!Celebramos hoy la solemnidad de la Epifanía, esdecir, la manifestación del Señor a todas las gentes:en efecto, la salvación realizada por Cristo no co-noce confines, es para todos. La Epifanía no es otromisterio, es siempre el mismo misterio de la Nativi-dad, pero visto en su dimensión de luz: luz que ilu-mina a cada hombre, luz que hay que acoger en lafe y luz que hay que llevar a los demás en la cari-dad, en el testimonio, en el anuncio del Evangelio.La visión de Isaías, recordada en la liturgia de hoy(cf. 60,1-6), resuena en nuestro tiempo más actualque nunca: «La oscuridad cubre la tierra, y espesanube a los pueblos» (v. 2). En este horizonte, elprofeta anuncia la luz: la luz dada por Dios a Jeru-salén y destinada a iluminar el camino de todos lospueblos. Esta luz tiene la fuerza de atraer a todos,cercanos y lejanos, todos se ponen en camino paraalcanzarla (cf. v. 3). Es una visión que abre el cora-zón, infunde aliento, invita a la esperanza. Por su-puesto, la oscuridad está presente y amenazadoraen la vida de cada uno y en la historia de la huma-nidad, pero la luz de Dios es más poderosa. Se tra-ta de acogerla para que brille sobre todos. Pero po-demos preguntarnos: ¿dónde está esta luz? El pro-feta la vislumbraba de lejos, pero ya era suficientepara llenar el corazón de Jerusalén de gozo incon-tenible.¿Dónde está esta luz? El evangelista Mateo, por suparte, al relatar el episodio de los Magos (cf. 2, 1-12), muestra que esta luz es el Niño de Belén, es Je-sús, aunque no todos acepten su realeza. Es más,algunos la rechazan, como Herodes. Él es la estre-

lla que apareció en el horizonte, el Mesías espera-do, Aquel a través del cual Dios realiza su reino deamor, su reino de justicia, su reino de paz. Nació nosolo para algunos, sino para todos los hombres, pa-ra todos los pueblos. La luz es para todos los pue-blos, la salvación es para todos los pueblos.¿Y cómo tiene lugar esta “irradiación”? ¿Cómo sedifunde la luz de Cristo en todo lugar y en todomomento? Tiene su método para difundirse. No lohace a través de los poderosos medios de los impe-rios de este mundo, que siempre están buscandodominarlo. No, la luz de Cristo se difunde a travésdel anuncio del Evangelio. El anuncio, la palabra yel testimonio. Y con el mismo “méto do” elegidopor Dios para venir entre nosotros: la encarnación,es decir, hacerse prójimo del otro, encontrarlo, asu-mir su realidad y llevar el testimonio de nuestra fe,cada uno. Sólo así la luz de Cristo, que es Amor,puede brillar en quienes lo acogen y atraer a los de-más. La luz de Cristo no se extiende solo con pala-bras, con métodos falsos, empresariales... No, no.Fe, palabra, testimonio: así se amplía la luz de Cris-to. La estrella es Cristo, pero también nosotros po-demos y debemos ser la estrella, para nuestros her-manos y hermanas, como testigos de los tesoros deinfinita bondad y misericordia que el Redentorofrece gratuitamente a todos. La luz de Cristo nose expande por proselitismo, se expande por el tes-timonio, por la confesión de la fe. También por elmartirio.Por tanto, la condición es acoger esta luz en unomismo, acogerla cada vez más. ¡Ay de nosotros sipensáramos que la poseemos!, ¡ay de nosotros sipensáramos que sólo tenemos que “administrarla”!También nosotros, como los Magos, estamos lla-mados a dejarnos siempre fascinar, atraer, guiar,iluminar y convertir por Cristo: es el camino de lafe, a través de la oración y la contemplación de lasobras de Dios, que continuamente nos llenan dealegría y de asombro, un asombro siempre nuevo.El asombro es siempre el primer paso para avanzaren esta luz. Invoquemos la protección de María so-

bre la Iglesia universal, para que ella difunda en to-do el mundo el Evangelio de Cristo, luz de todaslas gentes, luz de todos los pueblos.

Al finalizar el Ángelus el Pontífice lanzó un llamamiento porla República Centroafricana y dirigió un mensaje de felicita-ción a los fieles de las Iglesias orientales, católicas y ortodoxas,que el jueves 7 celebraron la Navidad. También recordó la Jor-nada mundial de la infancia misionera y saludó a la Funda-ción polaca Procesión de los Reyes Magos, que promueve ini-ciativas solidarias.

¡Queridos hermanos y hermanas!Sigo con atención y preocupación los hechos ocu-rridos en la República Centroafricana, donde re-cientemente se realizaron las elecciones, con lasque el pueblo expresó su deseo de continuar por elcamino de la paz. Por tanto, invito a todas las par-tes a un diálogo fraterno y respetuoso, a rechazar elodio y evitar toda forma de violencia.Me dirijo con afecto a los hermanos y hermanas delas Iglesias orientales, católicas y ortodoxas, que,según su tradición, celebran mañana la Natividaddel Señor. Les expreso mis más sinceros deseos deuna santa Navidad, a la luz de Cristo nuestra paz ynuestra esperanza.

En la fiesta de hoy de la Epifanía, se celebra la Jor-nada Mundial de la Infancia Misionera, en la queparticipan muchos niños y jóvenes de todo el mun-do. Doy las gracias a cada uno de ellos y los animoa ser testigos gozosos de Jesús, procurando siem-pre llevar la fraternidad entre sus coetáneos.Saludo cordialmente a todos los que estáis conec-tados a través de los medios de comunicación. Unsaludo especial va dirigido a la Fundación “Pro ce-sión de los Magos”, que organiza eventos de evan-gelización y solidaridad en numerosas ciudades ypueblos de Polonia y otros países.Os deseo a todos una feliz fiesta. Por favor, no osolvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hastap ro n t o ! SIGUE EN LA PÁGINA 8

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L’OSSERVATORE ROMANOpágina 8 viernes 15 de enero se 2021, número 3

La catequesis sobre la oración

También los momentos oscurosson tiempo para la alabanza

En la escuela de los Magos para aprender a adorarVIENE DE LA PÁGINA 0

«No solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difíciles»y «oscuros»: es «también ese el tiempo de la alabanza». Lo subrayó el Papa en la ma-ñana del miércoles 13 de enero, en la audiencia general que tuvo lugar todavía sin la pre-sencia de fieles a causa de la pandemia. Prosiguiendo en la Biblioteca privada del Palacioapostólico vaticano las catequesis sobre la oración, el Pontífice se detuvo en la importanciade alabar a Dios cuando «el camino sube cuesta arriba».

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!Proseguimos la catequesis sobre laoración y damos espacio a la di-mensión de la alabanza.Hacemos referencia a un pasaje crí-tico de la vida de Jesús. Despuésde los primeros milagros y la impli-cación de los discípulos en el anun-cio del Reino de Dios, la misióndel Mesías atraviesa una crisis.Juan Bautista duda y le hace llegareste mensaje —Juan está en la cár-cel—: «¿Eres tú el que ha de venir,o debemos esperar a otro?» (Mt11,3). Él siente esta angustia de nosaber si se ha equivocado en elanuncio. En la vida siempre haymomentos oscuros, momentos de

noche espiritual, y Juan está pasan-do este momento. Hay hostilidaden los pueblos del lago, donde Je-sús había realizado tantos signosprodigiosos (cf. Mt 11,20-24). Aho-ra, precisamente en este momentode decepción, Mateo relata un he-cho realmente sorprendente: Jesúsno eleva al Padre un lamento, sinoun himno de júbilo: «Yo te bendi-go, Padre, Señor del cielo y de latierra, porque has ocultado estascosas a sabios e inteligentes, y selas has revelado a pequeños» (Mt11,25). Es decir, en plena crisis, enplena oscuridad en el alma de tan-ta gente, como Juan el Bautista, Je-sús bendice al Padre, Jesús alaba alPadre. ¿Pero por qué?

Sobre todo lo alaba por lo que es:«Padre, Señor del cielo y de la tie-rra». Jesús se regocija en su espíri-tu porque sabe y siente que su Pa-dre es el Dios del universo, y vice-versa, el Señor de todo lo que exis-te es el Padre, “Padre mío”. De estaexperiencia de sentirse “el hijo delAltísimo” brota la alabanza. Jesússe siente hijo del Altísimo.Y después Jesús alaba al Padreporque favorece a los pequeños. Eslo que Él mismo experimenta pre-dicando en los pueblos: los “sa-bios” y los “inteligentes” p ermane-cen desconfiados y cerrados, hacencálculos; mientras que los “p eque-ños” se abren y acogen el mensaje.Esto solo puede ser voluntad delPadre, y Jesús se alegra. Tambiénnosotros debemos alegrarnos y ala-bar a Dios porque las personas hu-mildes y sencillas acogen el Evan-gelio. Yo me alegro cuando veo es-ta gente sencilla, esta gente humil-de que va en peregrinación, que va

a rezar, que canta, que alaba, gentea la cual quizá le faltan muchas co-sas pero la humildad les lleva a ala-bar a Dios. En el futuro del mundoy en las esperanzas de la Iglesia es-tán siempre los “p equeños”: aque-llos que no se consideran mejoresque los otros, que son conscientesde los propios límites y de los pro-pios pecados, que no quieren do-minar sobre los otros, que, en DiosPadre, se reconocen todos herma-nos.Por lo tanto, en ese momento deaparente fracaso, donde todo estáoscuro, Jesús reza alabando al Pa-dre. Y su oración nos conducetambién a nosotros, lectores delEvangelio, a juzgar de forma dife-rente nuestras derrotas personales,las situaciones en las que no vemosclara la presencia y la acción deDios, cuando parece que el malprevalece y no hay forma de dete-nerlo. Jesús, que también recomen-dó mucho la oración de súplica,

precisamente en el momento en elque habría tenido motivo de pedirexplicaciones al Padre, sin embar-go lo alaba. Parece una contradic-ción, pero está ahí, la verdad.¿A quién sirve la alabanza? ¿A no-sotros o a Dios? Un texto de la li-turgia eucarística nos invita a rezara Dios de esta manera, dice así.«Aunque no necesitas nuestra ala-banza, tú inspiras en nosotros quete demos gracias, para que las ben-diciones que te ofrecemos nos ayu-den en el caminode la salvaciónpor Cristo, Señornuestro» (MisalRomano, Prefaciocomún IV). Ala-bando somos sal-vados.La oración dealabanza nos sir-ve a nosotros. ElCatecismo la define así: «Participaen la bienaventuranza de los cora-zones puros que le aman en la feantes de verle en la gloria» (n.2639). Paradójicamente debe serpracticada no solo cuando la vidanos colma de felicidad, sino sobretodo en los momentos difíciles, enlos momentos oscuros cuando elcamino sube cuesta arriba. Tam-bién es ese el tiempo de la alaban-za, como Jesús que en el momentooscuro alaba al Padre. Para queaprendamos que a través de esacuesta, de ese sendero difícil, esesendero fatigoso, de esos pasajesarduos, se llega a ver un panoramanuevo, un horizonte más abierto.Alabar es como respirar oxígenopuro: te purifica el alma, te hacemirar a lo lejos, no te deja encerra-do en el momento difícil y oscurode las dificultades.Hay una gran enseñanza en esaoración que desde hace ocho siglosno ha dejado nunca de palpitar,que San Francisco compuso al fi-nal de su vida: el “Cántico del her-mano sol” o “de las criaturas”. ElPobrecillo no lo compuso en unmomento de alegría, de bienestar,sino al contrario, en medio de lasdificultades. Francisco está ya casiciego, y siente en su alma el pesode una soledad que nunca anteshabía sentido: el mundo no hacambiado desde el inicio de su pre-dicación, todavía hay quien se dejadestrozar por las riñas, y ademássiente que se acercan los pasos dela muerte. Podría ser el momento

de la decepción, de esa decepciónextrema y de la percepción del pro-pio fracaso. Pero Francisco en eseinstante de tristeza, en ese instanteoscuro reza, ¿Cómo reza?: “Laudatosi’, mi Señor…”. Reza alabando.Francisco alaba a Dios por todo,por todos los dones de la creación,y también por la muerte, que convalentía llama “hermana”, “herma-na muerte”. Estos ejemplos de losSantos, de los cristianos, tambiénde Jesús, de alabar a Dios en los

momentos difíciles, nos abren laspuertas de un camino muy grandehacia el Señor y nos purificansiempre. La alabanza purifica siem-p re .Los santos y las santas nos de-muestran que se puede alabarsiempre, en las buenas y en las ma-las, porque Dios es el Amigo fiel.Este es el fundamento de la ala-banza: Dios es el Amigo fiel, y suamor nunca falla. Él siempre estájunto a nosotros, Él nos esperasiempre. Alguno decía: “Es el cen-tinela que está cerca de ti y te haceir adelante con seguridad”. En losmomentos difíciles y oscuros, en-contramos la valentía de decir:“Bendito eres tú, oh Señor”. Ala-bar al Señor. Esto nos hará muchobien.Con una exhortación «a poner a Cristo enel centro de la vida para ser portadores deluz y de esperanza en la sociedad», Fran-cisco saludó a los varios grupos de fielesque siguieron la audiencia a través de losmedios. Publicamos las palabras pronun-ciadas al saludar al grupo de lengua es-pañola, antes de rezar el Padre Nuestro yde impartir la bendición.

Saludo cordialmente a los fieles delengua española. Pidamos al Señorque nos conceda la gracia de serhumildes y de alabarlo en cual-quier situación de nuestra vida,también en este tiempo de pande-mia, porque sabemos que Él es elamigo fiel que nunca nos abando-na y que nos ama sin medida. QueDios los bendiga.

En el futuro del mundo y en lasesperanzas de la Iglesia están siemprelos “p equeños”: aquellos que no seconsideran mejores que los otros, queson conscientes de los propios límites

do, todo, ayuda al crecimiento espiritual,al encuentro con Jesús; también los pe-cados, también. Y añade santo Tomás«Etiam mortalia», aún los pecados másfeos, los peores. Si tú lo afrontas conarrepentimiento, te ayudará en este viajehacia el encuentro con el Señor y a ado-rarlo mejor.Como los magos, también nosotros de-bemos dejarnos instruir por el camino dela vida, marcado por las inevitables difi-cultades del viaje. No permitamos quelos cansancios, las caídas y los fracasosnos empujen hacia el desaliento. Por elcontrario, reconociéndolos con humil-dad, nos deben servir para avanzar haciael Señor Jesús. La vida no es una demos-tración de habilidades, sino un viaje ha-cia Aquel que nos ama. No tenemos queandar enseñando en cada momento de lavida nuestra credencial de virtudes. Conhumildad, debemos dirigirnos hacia elSeñor. Mirando al Señor, encontraremosla fuerza para seguir adelante con alegríare n o v a d a .Y llegamos a la tercera expresión: ver.Levantar la vista, ponerse en camino,ver. El evangelista escribe: «Entraron enla casa, vieron al niño con María, su ma-dre, y cayendo de rodillas lo adoraron»

(Mt 2, 11). La adoración era el homenajereservado a los soberanos, a los grandesdignatarios. Los magos, en efecto, ado-raron a Aquel que sabían que era el reyde los judíos (cf. Mt 2, 2).

Pero, de hecho, ¿qué fue lo que vie-ron? Vieron a un niño pobre con su ma-dre. Y sin embargo estos sabios, llegadosdesde países lejanos, supieron trascenderaquella escena tan humilde y corriente,reconociendo en aquel Niño la presenciade un soberano. Es decir, fueron capacesde «ver» más allá de la apariencia. Arro-dillándose ante el Niño nacido en Belén,expresaron una adoración que era sobretodo interior: abrir los cofres que lleva-ban como regalo fue signo del ofreci-miento de sus corazones. Para adorar alSeñor es necesario «ver» más allá del ve-lo de lo visible, que frecuentemente serevela engañoso. Herodes y los notablesde Jerusalén representan la mundani-dad, perennemente esclava de la apa-riencia. Ven pero no saben mirar ―no di-go que no crean, sería demasiado― p erono saben mirar porque su capacidad esesclava de la apariencia y en busca de en-t re t e n i m i e n t o .

La mundanidad sólo da valor a las co-sas sensacionales, a las cosas que llamanla atención de la masa. En cambio, en losmagos vemos una actitud distinta, que

podríamos definir como realismo teolo-gal ―una palabra demasiado «alta», peropodemos decir así, un realismo teolo-gal―. Este percibe con objetividad la rea-lidad de las cosas, llegando finalmente ala comprensión de que Dios se aparta decualquier ostentación. El Señor está enla humildad, el Señor es como aquel ni-ño humilde, que huye de la ostentación,que es el resultado de la mundanidad.Este modo de «ver» que trasciende lo vi-sible, hace que nosotros adoremos al Se-ñor, a menudo escondido en las situacio-nes sencillas, en las personas humildes ymarginales. Se trata pues de una miradaque, sin dejarse deslumbrar por los fue-gos artificiales del exhibicionismo, buscaen cada ocasión lo que no es fugaz, bus-ca al Señor. Nosotros, por eso, como es-cribe el apóstol Pablo, «no nos fijamosen lo que se ve, sino en lo que no se ve;en efecto, lo que se ve es transitorio; loque no se ve es eterno» (2 Co 4, 18).Que el Señor Jesús nos haga verdaderosadoradores suyos, capaces de manifestarcon la vida su designio de amor, queabraza a toda la humanidad. Pidamospara cada uno de nosotros y para toda laIglesia la gracia de aprender a adorar, decontinuar adorando, de practicar muchoesta oración de adoración, porque sóloDios debe ser adorado.