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1 TESIS DOCTORAL 2015 EL SENTIDO ESTETICO DE LA EXISTENCIA HUMANA ANGEL BONET CAÑADELL LICENCIADO EN HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA FACULTAD DE FILOSOFÍA DE LA UNED DIRECTORA DE LA TESIS: Dra. Dª MARÍA TERESA OÑATE Y ZUBÍA Catedrática de filosofía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

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    TESIS DOCTORAL

    2015

    EL SENTIDO ESTETICO DE LA EXISTENCIA

    HUMANA

    ANGEL BONET CAADELL

    LICENCIADO EN HUMANIDADES

    DEPARTAMENTO DE FILOSOFA

    FACULTAD DE FILOSOFA DE LA UNED

    DIRECTORA DE LA TESIS: Dra. D MARA TERESA OATE Y

    ZUBA

    Catedrtica de filosofa de la Universidad Nacional de Educacin a

    Distancia

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    DEPARTAMENTO DE FILOSOFA

    FACULTAD DE FILOSOFA DE LA UNED

    EL SENTIDO ESTTICO DE LA EXISTENCIA HUMANA

    NGEL BONET CAADELL

    LICENCIADO EN HUMANIDADES

    DIRECTORA DE LA TESIS: Dra. D MARA TERESA OATE Y

    ZUBA

    Catedrtica de filosofa de la Universidad Nacional de Educacin a

    Distancia

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    INDICE

    INTRODUCCIN 1

    CAPTULO I: FUNDAMENTOS

    DE LO ESTTICO Y LO ARTSTICO .. 32

    Primera seccin ...32

    Finalidad sin fin, intencionalidad

    sin intencin 39

    Analtica de lo sublime .55

    Las vinculaciones existentes

    entre lo sublime y lo siniestro

    en base a la kantiana Crtica del

    juicio esttico, segn Eugeni Trias .. 69

    Segunda seccin 79

    De la crtica del juicio

    esttico .. 79

    La dialctica del juicio esttico ..... 79

    Conclusiones ... 82

    La creacin de las formas artsticas .90

    El punto de vista marxista sostenido

    por Tearry Eagleton .. 95

    Lo imaginario kantiano segn

    Eagleton .100

    La censura respecto a la rutina

    de la propia cotidianidad y la

    convencionalidad del se de lo

    establecido 105

    La intimidad de la experiencia

    artstica .. 111

  • 4

    La intimidad de la lengua ..116

    Opinin pblica y sentido comn ...145

    Las estrechas correlaciones

    existentes entre lo ntimo y lo

    artstico . 156

    Experiencia esttica versus

    experiencia artstica .. 172

    La esencia de lo esttico y lo

    artstico . 177

    Aparecer y Apariencia .. 183

    Aparecer e Imaginacin .. 184

    Teorias estticas y no estticas . 197

    Constelaciones del arte 206

    La necesidad de lo novedoso

    para que pueda causar un cierto

    grado de sorpresa en el espectador.. 210

    Tercera seccin: El papel de la

    educacin esttica en la Bildung

    del ser humano . 223

    La concepcin esttico-moral

    del pensamiento schilleriano ... 223

    Javier Gom o la tica contra

    la esttica . 243

    Dualidades y contrastes en la

    Montaa Mgica de Thomas Mann.. 249

    Imitacin y experiencia .. 255

    La actualidad del pensamiento

    schilleriano .262

    Las insuficiencias de una educacin

    en la poca de la barbarie . 266

    La esttica schilleriana analizada

    por Eagleton . 274

    La Ontologa esttico-moral en

  • 5

    Frederich Nietzsche 280

    Nietzsche, el atizador de las

    consciencias en Sobre Verdad

    y mentira en sentido extramoral.. 291

    La Genealoga de la moral.

    Introduccin ........................... 300

    Tratado I. Bueno y malvado,

    bueno y malo 303

    Tratado II. Culpa, mala conciencia

    y similares . 311

    Lo apolneo y lo dionisaco .. 319

    La esttica nietzschiana bajo el

    crtico punto de vista de

    T. Eagleton 338

    La vinculacin existente entre

    arte y la vida en la obra esttica

    de Eugeni DOrs ...... 344

    El en barroco versus el en

    clasicista: El seny 345

    El debate en torno a lo barroco:

    formas que vuelven, formas

    que pesan .. 350

    La belleza de Eros y Poiesis

    en la filosofa platnica.. 368

    El artista y la ciudad 371

    De Platn al neoplatonismo

    de Pico della Mirandola . 372

    Esttica del lmite 374

    Artes del lmite: Msica y

    Arquitectura .. 375

    Matemtica sensible ... 378

  • 6

    Esttica de los lmites 382

    Artes apofnticas: La pintura .. 385

    Artes literarias . 387

    Recapitulando .. 392

    CAPTULO II: LA CONCEPCION DEL

    SER-EN-EL-MUNDO Y LA OBRA DE

    ARTE EN LA FILOSOFIA DE HEIDEGGER . 395

    Sein und Zelt 396

    La Lichtung del Dasein . 402

    El estado de la cada

    (Verfallenheit) del Dasein . 403

    Sorgen, el cuidado del Dasein 404

    El Dasein es la verdad .. 407

    El Dasein es un ser para la muerte ... 409

    El origen en la obra de arte

    en Heidegger .. 413

    El proceso de gestacin de la

    obra de arte . 422

    La obra de arte: el ser-objeto

    de la obra y el ser-obra . 427

    La aletheia, el ser del ente i la

    verdad del ente .. .432

    La obra de arte como escenario

    en el que es puesta en operacin

    la verdad del ente . 436

    La autenticidad/estado de

    deyeccin del Dasein y la

    obra de Arte .. 442

    La correlacin Dasein-ser obra

    de la obra de arte: su capacidad

    fundante . 448

    La Re-surreccin del Ser en

  • 7

    Mahler y Shostakovitch . 453

    En las in-mediaciones de la

    Montaa Mgica de Thomas

    Mann . 462

    Un ser de su tiempo 466

    Un ser para la muerte .. 469

    El devenir musical en la

    montaa mgica () ... 477

    La cuestin del sujeto en el

    pensamiento de Martin Heidegger

    segn Teresa Oate ... 486

    La crtica heideggeriana a la

    doctrina tradicional de la verdad,

    centrada en la cuestin del sujeto

    y en el problema de la Kehre . 487

    Identidad i Diferencia 492

    Tiempo y ser ... 497

    Supuestas limitaciones e

    insuficiencias en la teora

    esttica heideggariana .. 511

    Analogas entre el existencialismo

    heideggariano y la plstica-poesa

    de la China i el Japn 515

    El pincel y la tinta .. 537

    La experiencia del paisaje en

    la dinasta Song . 542

    Semejanzas y desemejanzas

    Entre el existencialismo de

    Heidegger, Ser y Tiempo, () y el

    de Sartre, El Ser y la Nada 545

    Sobre la libertad .. 547

    Anlisis crtico sobre las

    concepciones existencialistas

  • 8

    heideggarianas y sartreanas en

    relacin al ser y la libertad . 551

    La plstica de Antoni Tpies . 555

    Tpies y la esttica del Wabi-Sabi 574

    El significado de la Cruz en la

    obra de Tpies .. 577

    La dualidad y el conocimiento

    en la obra de Tpies . 582

    Algunas analogas y reflexiones

    sobre la antologa del Ser y la obra

    de arte en Heidegger en relacin a

    la novela Der Mann ohne

    Eigenschlaften, de Robert Musil 591

    Prospecciones sobre lo moral

    en Musil: el caso Moosbrugger . 610

    Del ser arrojado al ser artstico . 617

    La funcin del arte en Musil 624

    Una visin ciertamente

    hermenutica . 631

    Sobre la inconsistencia del

    mundo y el propio ser humano .. 632

    La dinmica del sentimiento en

    la novela de Musil . 640

    Algunos metarrelatos .. 647

    La Viena finisecular .. 651

    La obra-bsqueda interminable 657

    Decadencia de los instintos,

    decadencia de la sociedad .. 661

    CAPTULO III: EL PUENTE TENDIDO POR

    GADAMER SOBRE EL ABISMO

    HEIDEGGARIANO ..675

    Introduccin . 675

  • 9

    La superacin de la dimensin

    esttica ..676

    La ontologa de la obra de

    arte y su significado hermenutico 692

    Esttica y hermenutica .. 702

    Texto e interpretacin .. 721

    Hermenutica clsica y

    hermenutica filosfica .... 724

    Semntica y hermenutica .. 729

    Gadamer contemplado des de la

    perspectiva de Teresa Oate: los

    presocrticos y a teologa de la

    esperanza en el lmite oculto de la

    hermenutica732

    Hermenutica primera:

    la referencia presocrtica 732

    Hermenutica segunda:

    filosficos a partir de Nietzsche 737

    El punto de vista hermenutico

    de L. Pareyson aplicado a la

    esttica . 742

    El proceso de creacin de la

    obra artstica .. 745

    La percepcin de la obra

    artstica 747

    La esttica goethiana examinada . 748

    Un problema schellingiano:

    arte y filosofa 751

    Juicio y interpretacin . 753

    La obra de arte y su pblico .. 754

    Tradicin e innovacin 757

    Kierkegaard y la poesa de ocasin... 759

  • 10

    CAPTULO IV: PAUL RICOEUR Y LA

    IDENTIDAD NARRATIVA . 760

    Ser, igual a ser interpretado 762

    Existencia y libertad . 768

    La metfora que abre y constituye

    el mundo . 774

    La metfora en el mbito

    esttico-potico 781

    La verdad es metafrica . 785

    Hermenutica y metfora 792

    La Razn Potica 798

    La identidad narrativa de Thomas

    Mann: en las inmediaciones de la

    Montaa Mgica .. 805

    Die Lichtung 813

    La construccin de la identidad

    narrativa por mediacin de la

    terapia psicoanaltica y a travs

    de la literatura .814

    La identidad narrativa a travs

    de los heternimos de Fernando

    Pessoa . 828

    La concepcin sensorial del texto

    y su absolutizacin en Roland

    Barthes examinado desde la

    perspectiva hemenutica de

    Paul Ricoeur 832

    CAPTULO V: VATTIMO Y LA EXPERIENCIA

    ARTSTICA EN LA SOCIEDAD

    TRANSPARENTE 838

  • 11

    Vattimo y las supuestas

    bondades de la sociedad

    trasparente . 841

    La banalidad de la sociedad

    actual segn Jos Luis Pardo 859

    Comunidad e intimidad .. 862

    El punto de vista sostenido por

    Rubert de Vents respecto a las

    modas del siglo XX y XXI que

    supuestamente se habran

    convertido en estilos 872

    Teora y realidad del nuevo arte 879

    Continuidad: una necesidad interna..883

    Contraste: el arte implicado 884

    CAPTULO VI: LA PERSPECTIVA ABIERTA

    POR TERESA OATE A PARTIR DE

    GADAMER Y VATTIMO .888

    Introduccin 888

    La densa ligereza de la

    post-modernidad: el final de la

    modernidad y el tiempo de la

    post-modernidad .. 890

    Al final de la Modernidad 892

    Finito, Infinito, Transfinito ..897

    Aspectos teleolgicos del

    pensamiento esttico-hermenutico

    de Teresa Oate 901

    Respecto a Ser y Tiempo 904

    La ontologa esttica en relacin

    a los ideales polticos del

    Pensamiento Dbil de Vattimo ..910

  • 12

    CAPTULO VII: LA CONSTRUCCIN DE UN

    TIEMPO-ESPACIO-NTIMO-ESTTICO/

    ARTSTICO .. 915

    La lgica representacional en la

    pintura de Egon Schiele de

    acuerdo con el pensamiento

    esttico de Heidegger i

    Wittgenstein 951

    La lgica representacional en

    la msica de Robert Gerhard en

    su aspiracin a la eternidad ...959

    CONCLUSIONES 971

    La creacin de un Tiempo-

    Espacio ntimo-esttico-

    artstico en relacin a la notica

    del Espacio-Tiempo ..978

    La permanencia de la experiencia

    esttica y la configuracin de una

    identidad esttico-narrativa 980

    Esttica y hermenutica ..988

    Sobre la esencia de la verdad

    en Heidegger . 995

    El mundo abierto por la Palabra

    potica y el juego artstico . 1000

    La Bsqueda de la Palabra

    que a Moiss le falta ..1004

    Las artimaas de Zeus y

    Prometeo: la resolucin de las

    aporas ..1008

    La deriva irremisiblemente

    esttica de la existencia humana1014

  • 13

    Vuelta al Paraiso .1019

    Una definicin de lo artstico ..1022

    La banalidad y el estril

    nihilismo del mundo actual . 1024

    COROLARIO: EL SER ESTTICO ... 1033

    El mbito de la intimidad

    y la esttica ..1039

    La construccin de la Forma

    y la necesidad de una preceptiva-

    lmite .1044

    El ser trgico ..1048

    La vivencia esttica ..1051

    BIBLIOGRAFIA 1059

  • 14

    Introduccin

    1- Tesis: la existencia humana como experiencia esttica. Hasta qu punto

    podemos considerar que la experiencia esttica es inherente a la existencia

    humana? Podemos considerar que la existencia humana gira alrededor de la

    interaccin existente entre los mbitos tico-moral y esttico?

    Es el ser humano un ser consustancialmente esttico? En qu medida

    podemos considerar que la existencia humana siempre se desenvuelve, de una

    u otra forma, en un mbito fundamentalmente esttico? Constituye lo esttico

    algo irremisiblemente unido a la Bildung de la identidad humana? Podramos

    imaginar un mundo sin arte ni esttica? Estos son los principales interrogantes

    que a lo largo de esta obra irn encontrando respuesta a travs del estudio de

    los muy diversos pensadores que a lo largo del tiempo han focalizado su

    inters en el arte y la esttica.

    En lneas generales el ser humano viene a quedar definido por dos

    dimensiones que siendo opuestas no dejan de resultar al mismo tiempo

    complementarias:

    1- En primer lugar, por el hecho der vivir en sociedad y ser un animal poltico

    (tal como seala Aristteles), se constituye como un ser tico-moral que se

    encuentra en el deber de respetar aquellas normas y principios establecidos

    por la polis a travs del consenso comn. Debe en este aspecto responder ante

    una serie de exigencias de orden meramente externo, que al mismo tiempo le

    obligarn a adoptar las correspondientes mscaras para desempear los

    distintos roles dentro de la sociedad en la que habita. En este mbito deber,

    en mayor o menor medida, adaptar sus deseos y necesidades privadas a las

    circunstancias derivadas de su adscripcin a la sociedad, debiendo en muchos

    casos renunciar a determinadas aspiraciones y expectativas para favorecer el

    Bien Comn. Es en este aspecto, un ser obligado a moverse en la Oficialidad

  • 15

    del Das Man de lo establecido, respondiendo a los estndares y

    condicionamientos vigentes en su poca, viniendo a desarrollarse en lo que

    Heidegger denomina como nivelacin en la mediana e inautenticidad de su

    propio ser (Da-sein). sta sera entonces la condicin de partida en la que a

    priori inevitablemente se halla inmerso.

    2- En segundo lugar y en total consonancia con lo anterior, por el hecho de

    albergar una determinada individualidad deber tambin atender a sus deseos

    y necesidades interiores, desarrollando una experiencia de naturaleza ntima

    irreductible a las exigencias de la polis. Es en este segundo mbito donde sus

    particularidades quedarn a resguardo de la oficialidad y lo socialmente

    establecido, desarrollando lo que Jos Luis Pardo y Franois Jullien denominan

    como una vida ntima, que no siendo susceptible de ser expresada mediante la

    palabra, deber permanecer oculta e indecible en el mbito de su propia

    intimidad. Heideggerianamente hablando, se trata del ser (Da-sein) autntico

    que ha conseguido desmarcarse de la oficialidad para devenir en su poder-ser-

    ms-propio, desarrollndose en lo que Berger y Luckmann denominan como

    zonas de significado limitado, ajenas a la rutina del marco de la cotidianidad.

    En la dialctica existente entre el mito del dios Hermes, el mensajero de los

    Dioses del Olimpo asociado a la exterioridad, y Hestia, la diosa de la

    interioridad del Hogar, constatamos la existencia de estas dos dimensiones que

    caracterizan y conforman al ser humano. Mientras Hermes es representado

    por una serie de piedras apiladas en lnea recta apuntando al cielo colocadas

    justo en la entrada de la casa, Hestia queda simbolizada por el calor del fuego

    del hogar que ocupando el lugar central de la estancia principal, da acogida al

    ser tras haber dado respuesta a las exigencias de la polis. En este aspecto,

    mientras el Dios alado hace referencia al mbito exterior de la polis y sus

    exigencias universal-abstractas, la Diosa del Hogar simboliza con su

    estabilidad y permanencia, la interioridad del propio ser con sus infinitas

    particularidades, permitindole canalizar el mundo concerniente a su propia

    intimidad. Dado que el ser humano en la prctica totalidad de los mbitos que

    circundan su existencia: el tico, el profesional, el poltico, el social, se ve

    obligado a dar prioridad absoluta a sus obligaciones de la polis en detrimento

    de lo que podran ser sus deseos y necesidades ms particulares, precisar

    encontrar en la experiencia esttico-artstica una especie de refugio en el que

    salvaguardar la interioridad de su propio ser. Es por esta razn que las

    manifestaciones artsticas han existido desde tiempos inmemorables en la

    medida en que han supuesto el medio ms adecuado para la preservacin y

    desarrollo de la experiencia ntima del ser humano, constituyendo un excelente

    medio para la expresin de su vida interior. Desde la prehistoria la experiencia

    artstica ha venido constituyendo un medio para la construccin de las redes de

    su propio ser, al mismo tiempo que constitua una manera de sustraerse al

  • 16

    caos derivado de un mundo implacablemente cargado de contingencias y

    adversidades en el que se hallaba sumergido.

    A lo largo de la historia el ser humano ha necesitado refugiarse peridicamente

    en el sosegado y acogedor recinto de Hestia para dar rienda suelta a sus ms

    ntimos sentimientos, sensaciones, recuerdos y vivencias, alejndose del

    mundanal ruido del mundo circundante, buscando en la detenida

    contemplacin de un lienzo, la atenta lectura de una obra literaria o la escucha

    de una composicin musical, un volver a sentirse como en casa (in zu Hause

    Sein), pues una existencia ms o menos cargada de solicitudes externas,

    exigencias, deberes tico-morales y muy variadas contingencias, promueve el

    enajenamiento respecto a uno mismo, viniendo a resultar ms o menos difcil

    recuperar el contacto con la intimidad del propio mundo interno. En su propia

    finalidad sin fin, sta sera una de las principales funciones de la experiencia

    artstica: restablecer el contacto con ese ser-ms-propio subyacente al estado

    de inautenticidad del Da-sein, que en mayor o menor medida, siempre se

    mueve en y a partir de las exigencias que resultan ser inherentes a la

    oficialidad de la polis, encontrndose sumergido en el cotidiano transcurrir de

    unos acontecimientos que resultando ser ajenos a su poder-ser-ms propio, no

    dejan por otra parte de constituir el punto de partida de su autenticidad. La vida,

    la verdadera vida, siempre est en otra parte, esto es, lejos del das Man de lo

    establecido, en aquel mbito donde reinan las ms intrnsecas particularidades

    y matices del propio ser, siendo todo lo dems sumisin a la impersonalidad y

    mediana del mbito universal-abstracto. El ser humano que carece de vida

    ntima, no es ms que un muerto viviente que jams podr confesar que ha

    vivido, sino a lo sumo, deambulado por los mrgenes de su propio ser.

    A lo largo de los prximos captulos iremos constatando que otra de las

    principales cualidades de la experiencia del arte consiste, principalmente, en su

    carencia de objetivo, esto es, en ser esa finalidad sin fin e intencionalidad sin

    intencin que Kant tan acertadamente seala en su Crtica del Juicio esttico,

    pues el resto de disciplinas que conforman la existencia humana siempre

    albergan una determinada finalidad prctica o moral, tratndose entonces de

    distintos medios para la consecucin de algn fin. Esa falta de finalidad es la

    que precisamente permite al espectador utilizar la obra de arte en provecho de

    sus ms intrnsecas necesidades internas, a modo de espejo en el que puedan

    encontrar reflejo sus ms ntimos y profundos sentimientos, afectos, ideas,

    recuerdos y formas de ser que conforman el marco de su existencia. Por esta

    razn, pondr en tela de juicio todas aquellas manifestaciones pretendidamente

    artsticas que a lo largo de la historia, y de modo mucho ms especfico,

    durante buena parte del siglo XX e inicios del actual, han optado por suplantar

    lo artstico por lo esttico, lo filosfico o lo poltico, subvirtiendo la experiencia

    artstica en experiencia meramente esttica o filosfica. En su mana por hacer

  • 17

    cotidiano aquello que precisamente siempre destac por no serlo, algunos

    movimientos de vanguardia encontraron la manera de hacer efectiva la

    hegeliana idea de la muerte del arte a manos de la filosofa, pues eso mismo es

    lo que ha acontecido con el llamado arte conceptual, el land-art, el body-art o el

    pop art, por citar tan solo unos ejemplos, y en no menor medida determinados

    compositores, si as se les puede llamar, que tambin se encargaron de

    destruir la msica en aras del pensamiento1. La consecuencia ms inmediata

    de la destruccin del arte en beneficio de la esttica o la filosofa no es otra que

    la disolucin del mbito de intimidad de Hestia, en el cual el espectador poda

    ver reflejados como en un gran espejo sus ms particulares sentimientos,

    pasiones, afectos y vivencias, sintindose como en casa. No obstante,

    analizar con ms detalle y profundidad esta cuestin en el captulo sobre La

    Sociedad transparente de Vattimo y la actual confusin de mbitos estticos y

    artsticos en el contexto de la cotidianidad.

    Tambin es destruida la experiencia artstica cuando el arte queda reducido a

    ser una especie de herramienta para la propaganda ideolgica y el activismo

    poltico, en lo que se ha dado en llamar arte comprometido, esto es, condenado

    a no ser ms que un medio de naturaleza meramente propagandstica en la

    medida en que la obra constituye un medio para otro fin que no es

    precisamente artstico. Algunas obras de pintores tan representativos como

    Antoni Tpies pueden ser consideradas como pertenecientes a esta ltima

    rbita, por hacer unas veces referencia al nacionalismo catalanista y otras a los

    ideales socialistas. Cuando la obra se convierte en vehculo para la expresin

    de ciertas ideologas polticas, pierde su razn de ser y pasa a convertirse en

    simple panfleto propagandstico asimilable a cualquier cartel de tipo electoral o

    slogan poltico. Como muy bien seala Saulo Alvarado:

    A diferencia del pensador, al que se le suele exigir, adems de un pensamiento

    hermoso y riguroso, compromiso, al artista "slo" se le exige que se sumerja en

    el mundo pero sin juzgar nada. Es decir, la labor fundamental del artista no

    sera el activismo, slo el artista tiene derecho a la inocencia, de mirar todas las

    cosas con los ojos de un nio2

    sa y no otra es la mirada que podemos y debemos reclamar al artista, y no la

    mirada interesada en tal o cual ideologa, pensamiento o teora, pues slo la

    mirada desinteresada, inocente, puede espaciar y crear espacio all donde la

    tcnica, las modas, el mercantilismo, lo propagandstico, parecen haber

    monopolizado el mundo. El arte debe recordarle una y otra vez al ser humano

    que es un esclavo del olvido del Ser3, como un perro de paja en manos de un

    1 Como John Cage en su clebre obra 3 44 consistente en la interpretacin por parte de un

    conjunto musical de un silencio de la misma duracin que el ttulo de la obra. 2 P. 267, Captulo: La recepcin de Martin Heidegger entre las artes plsticas, de Saulo

    Alvarado, perteneciente a la obra El Segundo Heidegger, escrita por varios autores (Teresa Oate, Amanda Nez, scar Cubo, Flix Duque, etc.), edit. Dykinson, Madrid, 2012 3 P. 267, Ibd.

  • 18

    mercado que ha convertido lo artstico en un simple medio para obtener dinero,

    reputacin social, mero placer esteticista o una mayor cuota de poder poltico,

    esto es, que ha perdido su inocencia, su libertad y su principal razn de ser.

    Nos lo recuerda Rilke, seala Saulo Alvarado, en el siguiente verso:

    !Me aterra la palabra de los hombres

    lo saben expresar todo tan claro!4

    Porque el arte tan solo debe aspirar a sealar, apuntar, insinuar, inspirar,

    sugerir, pero nunca explicar, clarificar o asegurar, y es por esta razn, que un

    arte claro es tan poco artstico como poco razonable sera una razn que fuera

    confusa, pues slo entre penumbras y espesos vahos de incertidumbre puede

    el ser albergar una experiencia que resulte idnea para reconciliarse con su

    propia intimidad.

    Otro aspecto a destacar sobre la experiencia artstica concierne a su

    pertenencia a lo que Berger y Luckmann denominan mbitos de significado

    limitado o restringido, que principalmente se caracterizan por sustraerse a la

    cotidianidad marcando una clara cesura respecto a la misma, si bien como ms

    adelante podremos comprobar, no es sta una prerrogativa exclusiva de lo

    artstico, ya que la experiencia cientfica, filosfica o religiosa tambin participa

    de la misma. No obstante la experiencia artstica sigue diferencindose por su

    ausencia de finalidad propiamente dicha, pormenor que despus me ver

    obligado a matizar de manera ms detallada y profunda.

    Por otra parte, si la actividad artstica puede insertarse dentro de las

    actividades que albergan una naturaleza simblica, es la nica que consigue

    aunar la materia y el pensamiento, el mundo de las Ideas y el mbito sensible,

    las formas y los contenidos, lo visible y lo invisible, y en definitiva, a Apolo y

    Dionisio, esto es, lo universal-abstracto y lo particular-concreto. De este modo,

    tenemos que mientras los dems mbitos se decantan por una u otra de las

    categoras, lo artstico siempre mantiene un determinado grado de interrelacin

    entre stas, permitiendo que tanto el pensamiento (la filosofa) como la vida (lo

    sensible) hagan acto de presencia a travs de la contemplacin de la obra

    artstica. Es por esta razn, que no deja de resultar ciertamente absurdo el

    obcecamiento de algunas vanguardias artsticas por reducir la experiencia

    artstica a meramente esttica o filosfica, pues una obra de carcter

    conceptual nunca podr responder a las ms vitales necesidades del

    espectador que la contempla, en la medida en que ver sustituida la actividad

    propiamente artstica por un pensamiento o reflexin filosfica a travs de una

    4 P. 267, Ibd.

  • 19

    obra que habr constituido un simple medio para dicho fin, y si de lo que se

    trata es de inducir a una reflexin sin ms, para ello ya disponemos del

    pensamiento filosfico. Otra cuestin muy distinta es que la obra de arte

    induzca al espectador a una actividad reflexiva tras haberle despertado

    determinadas sensaciones, sentimientos, recuerdos y vivencias a travs del

    contacto con la forma-materia de la obra. Despus de todo, para el espectador

    aficionado al arte lo importante no son los contenidos informativos de las obras,

    sino su alma que resulta ser irreductible al significado e ideologas de las

    vanguardias, entendiendo por alma no aquella abstraccin de la que hablan

    aquellos que en realidad no saben de qu hablan, sino del alma corporal,

    sensible y amorosa, pues segn seala Ferrater Mora en un artculo publicado

    por la revista Laye en 1952, alma es aquello que los iletrados llaman

    psicologa5. Si la obra artstica es reducible a un determinado significado del

    cual la forma-materia de la misma tan solo constituye un mero soporte para la

    ejemplificacin de la Idea o el concepto, le ha sido extrada la esencia corporal

    y sensible de su alma, quedando reducida a los escombros del pensamiento, y

    si de pensar o reflexionar se trata, mejor utilizamos como medio cualquier obra

    de naturaleza filosfica. Al pensamiento occidental le ha costado ms de dos

    mil aos abandonar las estriles arenas del desierto en el que su tradicin

    metafsica haba quedado embarrancada, desde Platn con su drstica

    separacin entre el mundo superior de las Ideas y el mbito de lo particular-

    sensible, hasta llegar al vitalismo del pensamiento nietzschiano y a la Zrrick zu

    den Sachen selbst6 de Husserl y el existencialismo de Heidegger, ha mediado

    un largusimo camino, como para ahora seguir separando el cuerpo del alma, lo

    abstracto de lo sensible, sobre todo si tenemos en cuenta que aquello ms

    caracterstico de la experiencia artstica siempre ha sido la interrelacin

    existente entre categoras de opuesta naturaleza. Si el Sr. John Cage propone

    una obra titulada 344 consistente en interpretar un silencio de esta misma

    duracin con la finalidad puramente conceptual de demostrar la imposibilidad

    de asistir a un silencio absoluto debido a los muchos ruidos existentes en la

    sala, hubiese sido ms coherente y productivo escribir un panfleto, opsculo o

    tratado sobre la dificultad que entraa escuchar el silencio absoluto, en la

    medida en que su supuesta obra musical (si as puede llamarse) tan solo habr

    servido para llevar a cabo una mera reflexin exenta de todo contacto con el

    mbito particular-sensible. De este modo, la obra musical tan solo sirve al

    objetivo de ejemplificar una determinada reflexin o manera de pensar,

    habindose entonces convertido en simple comparsa del pensamiento y/o de la

    ideologa poltica.

    Al fin y al cabo, si la experiencia artstica es hipostasiada por el pensamiento

    filosfico o la mera experiencia esttica, cmo el ser humano podr hacer

    efectiva la necesidad de preservar su intimidad en un mundo tan

    5 P. 81, Vida de la Pintura, Enrique Andrs

    6 Vuelta a las cosas mismas

  • 20

    ostensiblemente plegado a las exigencias y requerimientos de lo universal-

    abstracto? no correr en tal caso un grave peligro de alienacin y

    descentramiento ante la posibilidad de quedar finalmente engullido por las

    obligaciones tico-morales derivadas de su adscripcin a la sociedad y al

    Estado?

    No creo que el ser humano pueda permitirse permanecer excesivamente

    alejado de su mundo interno sin perder su propia razn de existir, pues

    recurriendo nuevamente al mito de Hestia-Hermes, el hombre o la mujer que

    han salido de casa para hacer frente a las correspondientes exigencias

    laborales, jurdicas, polticas y sociales, necesitan, ms pronto que tarde, re-

    encontrarse a s mismos/as alrededor del clido y acogedor fuego del Hogar de

    Hestia, Y qu mejor manera de hacer efectivo dicho re-encuentro que a travs

    de la experiencia artstica derivada de la contemplacin/audicin/lectura de una

    obra plstica, musical o literaria? Porque si las exigencias tico-morales deben

    ser acatadas de manera imperativa en virtud de su propia naturaleza

    categrica, la satisfaccin de las necesidades interiores reclama un espacio

    completamente hipottico y subjetivo, particular e ntimo, acorde con las

    peculiaridades de cada sujeto en cada momento de su existencia, esto es, un

    espacio en el que poder ver re-presentado su propio ser-en-el-mundo para

    adquirir la necesaria consciencia-de-s. Esta importante confrontacin existente

    entre la interioridad del propio ser y la exterioridad del mundo, lo que expresado

    en trminos heideggerianos no sera otra cosa que el-ser-en-el-mundo (Sein-

    Umwelt), es la que mximamente es puesta de manifiesto mediante la obra de

    arte y la correspondiente experiencia artstica que se teje entre sta y el

    espectador que la contempla. De hecho, el problema central de toda la

    tradicin metafsica de occidente, que no es otro que la escisin existente entre

    las dos categoras fundamentales que configuran al ser humano, entindase, lo

    universal-abstracto y lo particular-concreto, o si se prefiere, entre la razn y el

    cuerpo o entre el pensamiento y la sensibilidad, se ha ido manifestando a lo

    largo de la historia en el conflicto desde siempre planteado y nunca del todo

    resuelto (pues las ms importantes contradicciones que golpean la existencia

    humana parecen estar llamadas a mantenerse eternamente irresueltas), entre

    la forma de la obra artstica, su materia y corporalidad, y el fondo o significado

    de la misma, su Idea o concepto. Ello ha dado lugar a lo que Luis Enrique

    Andrs establece como conflicto entre la Vida de la Pintura7 y el estudio

    historiogrfico y esttico de las obras de arte, atendiendo la primera a las ms

    particulares necesidades del espectador que busca en la experiencia artstica

    un camino para el re-encuentro con su propia intimidad, y haciendo referencia

    la segunda al estudio terico del arte tanto en su dimensin puramente

    historiogrfica como filosfica, satisfaciendo otro tipo de inquietudes del todo

    7 Obra en al que analiza dicha problemtica de forma bien exhaustiva. Editorial Pre-Textos,

    Barcelona

  • 21

    ajenas al espectador o aficionado8. Huelga decir que en dicha ecuacin

    dialctica se encuentra implcito el gran problema de la metafsica occidental

    que no es otro que la lucha por la materia y el cuerpo (mbito sensible) por

    salvaguardar su propia integridad frente a las devoradoras fauces del Begriff,

    del concepto (mbito abstracto) en su pretensin de sostener la identidad del

    pensamiento con respecto a los objetos de la realidad, que tras haber sido

    pensados, han venido a quedar diluidos dentro del territorio del significado. Si

    por una parte Enrique Andrs opta por defender la Vida de la Pintura, esto es,

    la experiencia artstica que viene a desarrollarse entre la obra de arte y el

    propio espectador que la contempla con la finalidad de encontrar un adecuado

    espacio para la salvaguarda y enriquecimiento de su intimidad, en detrimento

    de la historiografa y la crtica oficial ms interesada en pensar, clasificar y

    comprender abstractamente las obras de arte que en vivirlas, atendiendo ms a

    la comprensin de su significado que a dejarse impactar por su forma-materia,

    no deja de reconocer la relevancia de dicho significado, pero vinculndolo

    siempre en y a partir de la experiencia derivada del contacto del espectador (el

    aficionado) con la materia sensible de la obra. Lo que bajo su punto de vista no

    resulta viable es hipostasiar la forma-materia de la obra en su significado

    conceptual, hasta el punto de pretender reducirlo en muchos casos a puro

    pensamiento, pues en tal supuesto, Para qu sirve la obra de arte si

    finalmente acaba convirtindose en mero soporte para el concepto o la idea?

    Poco o nada puede entonces sorprendernos que en su momento Hegel

    anunciara la muerte del arte a manos de la filosofa, como tampoco debe

    extraarnos que algunos de los ms exitosos movimientos de la vanguardista

    artstica hayan tambin optado por reducir la forma-materia de la obra al ms

    puro significado conceptual (arte conceptual, body-art, land-art, pop art, arte

    surrealista, dadasmo, etc.), pues han sido precisamente dichos movimientos

    vanguardistas quienes en la prctica mejor han sabido certificar el acta de

    defuncin del arte a manos del pensamiento filosfico. De este modo, gracias

    al pensamiento hegeliano y a los ms inmediatos plasmadores del mismo en la

    prctica artstica; Duchamp y sus seguidores, ms creadores de arte-factos

    ideolgicos y conceptuales que de obras artsticas propiamente dichas, el arte

    y la experiencia artstica han muerto por doble partida: en primer lugar por

    haber quedado sustituidos por el pensamiento filosfico o la ideologa poltica, y

    en segundo lugar por haberlos reconvertido en experiencia meramente esttica

    tras haber sido alienados y confundidos con el tedioso mbito de la cotidianidad

    misma, ese lugar en el que, de hecho, la obra de arte y la experiencia artstica

    nunca han podido existir y desarrollarse.

    8 Que es como en realidad Enrique Andrs entiende que es el espectador: un aficionado a la

    contemplacin de s mismo y de su propia intimidad a travs de la obra artstica, ya que el inters por la historia del arte y las ideas estticas pertenece al filsofo esteta o al crtico-historiador del arte para quien las obras artsticas acostumbran a reducirse a su contenido.

  • 22

    Desde los inicios del siglo XX, un potente fantasma ha recorrido el mundo

    pretendiendo, en nombre de la igualdad entre los seres humanos, hacer

    cotidiana aquella misma experiencia que siempre se haba caracterizado por

    mantenerse ms o menos al margen del ruido de cada da, del bruit autour de

    notre me, dira Musil por boca de la Bella Diotima en su conocida novela. El

    resultado? Era del todo previsible: la muerte del arte por inanicin y la

    estetificacin de la vida cotidiana que ha terminado provocando tambin la

    muerte de la propia esttica por sobresaturacin de la misma. Menos mal que

    el espectador que acostumbra a ser mucho ms sensato que algunos tericos

    y acadmicos del arte y la esttica, y sobretodo mucho ms realista e

    inteligente que algunos promotores de las llamadas vanguardias, ha continuado

    siendo ese aficionado que sigue buscando su propia intimidad a travs de la

    experiencia artstica para continuar tejiendo las redes de su ser-en-si. No

    siempre la erudicin constituye un camino para alcanzar la sabidura, pues en

    muchos casos tan solo conduce a hacer gala del ms estruendoso de los

    ridculos. Desde que Walter Benjamn estableciera en su clebre texto9 la

    superacin de la obra aurtica (nica y destinada a ser admirada dentro de un

    mbito apartado de la cotidianidad) por la obra reproductible que no es otra que

    aquella infinitamente repetible y susceptible de ser vista (ya no contemplada)

    en cualquier lugar, excepto en lo que sera un espacio de significacin

    limitada10, no han dejado de sucederse todo tipo de excentricidades y

    quimeras. En la pretensin de las vanguardias (progresistas?) por oponerse

    frontalmente a lo establecido, ms por intereses y prejuicios ideolgicos y

    polticos que por necesidad propiamente interior, al considerar como burgus y

    retrgrado aquello que en definitiva se encontraba mucho ms all de tales

    consideraciones11, qued establecida la premisa de que el arte deba

    abandonar su condicin aurtica, salir de los museos, galeras de arte y salas

    de concierto para hacerse completamente cotidiano y accesible a todo el

    mundo. Y s, digamos que en parte lo consiguieron, pero al elevado precio de

    haber acabado con el arte mismo y la posibilidad de albergar una autntica

    9 La obra de arte en los tiempos de su reproductibilidad tcnica

    10 As denominan Berger y Luckmann aquellos mbitos que se sitan al margen de la

    cotidianidad para situarse de forma restringida respecto a la misma 11

    Lo burgus, siendo hoy en da un concepto ya caduco, tampoco en su momento histrico poda hacerse nicamente restringible a la correspondiente clase social burguesa, pues numerosos aspectos del mal llamado arte burgus no dejaban de ser emparentables con aquellas manifestaciones artsticas ms populares, que no siendo burguesas, tambin reclamaban un espacio segregado de la propia cotidianidad para ser contempladas. Por lo tanto, no podemos considerar que la obra aurtica siempre ha sido, necesariamente, burguesa, ya que el pueblo llano tambin necesit desarrollar sus experiencias artsticas fuera del mbito mismo de la cotidianidad. Este gnero de reduccionismos son bien caractersticos en muchos pensadores de corte marxista, cuya propia ideologa les conduce de manera infructuosa a considerar como propios de una determinada clase social numerosas particularidades que no son, ni mucho menos, exclusivos de la burguesa. Despus de todo, no podemos olvidar que un miembro que pertenece a la clase aristocrtica o burguesa, antes que noble o burgus, es fundamentalmente un ser humano que a pesar de las lgicas distancias sociales que lo separan de las clases sociales ms bajas, alberga unas inquietudes existenciales que tampoco difieren tanto como algunos autores marxistas como Eagleton pretenden hacernos creer.

  • 23

    experiencia artstica. Por suerte, una parte de los espectadores, aquellos que

    Enrique Andrs llama aficionados, no dejndose embaucar por tales

    consideraciones de orden ideolgico-poltico, ha seguido satisfaciendo sus

    deseos y necesidades personales acudiendo a los museos y galeras de arte

    para seguir contemplando las obras pictricas de todos los tiempos, o

    frecuentando las salas de concierto y teatro para seguir viendo representadas

    aquellas obras que podan seguir enriqueciendo el mbito de su intimidad.

    Incluso hoy en da, el cine como paradigma de obra de arte reproductible, sigue

    requiriendo por parte del espectador cierta segregacin respecto al espacio de

    la cotidianidad si tenemos en cuenta el silencio y la oscuridad que se instaura

    en el momento en que es iniciada la proyeccin cinematogrfica, de forma en

    nada distinta a como se levanta y cae el teln en el teatro para anunciar el

    comienzo y final de la representacin dramtica. Esto es as, sigue siendo as,

    por ms que algunos intelectuales "progresistas" se empeen en que sea de

    forma contraria, pues finalmente la lgica, el sentido comn y los deseos de los

    espectadores se imponen por encima de las ideologas y dems engendros

    conceptuales que son el punto de referencia de algunos movimientos de

    vanguardia. Todo ello pone en evidencia algo que de hecho ya sabamos

    desde hace mucho tiempo, que no es fcil tarea la de intentar superar a las

    tradiciones, ya que en muchsimos casos, el carcter ciertamente superficial y

    meramente pretencioso de una buena parte de los experimentos llevados a

    cabo por algunas vanguardias, no ha conseguido otro logro que el de provocar

    el ms sonoro de los ridculos. Al respecto, los arte-factos del seor Duchamp,

    sus ready-made12 por ms celebridad que hayan tenido en la historia del arte

    del siglo XX, no son ms que eso, ridculos objetos de consumo cuya nica

    finalidad ha sido crear provocacin, revuelo y controversia, nuevamente ms

    bruit autour de note me, encaminados a destruir el arte y la propia experiencia

    artstica, como destruy tambin la experiencia musical John Cage con obras

    tan absurdas y ridculas como la interpretacin de un silencio de 344" anotado

    en la partitura de los msicos, o Karlheinz Stockhaussen con su Cuarteto de

    cuerdas para helicptero13 .Quizs por esta razn, tericos de la esttica como

    Dino Formaggio proclamaron que arte es todo aquello a que los hombres

    llaman arte14, y as de este modo, quedaban justificadas las mayores

    extravagancias ms generadoras de ruido que de verdadera trascendencia,

    ms adecuadas a ciertos intereses poltico-ideolgicos que orientadas en la

    direccin de aportar alguna luz a los problemas existenciales de los

    espectadores. De este modo, quedaban justificadas y aplaudidas las ms

    12

    Su famoso urinario colocado cual obra artstica en una galera de arte y otros objetos de parecidas caractersticas, susceptibles de ser encontrados y comprados en cualquier establecimiento dedicado a su venta. 13

    Ridcula obra consistente en la interpretacin llevada a cabo por un cuarteto de cuerdas a bordo de un helicptero, en la que se mezclan los sonidos procedentes de los instrumentos de cuerda y los desagradable ruidos de los motores y hlices del aparato, dando lugar a una estruendosa y esperpntica cacofona. 14

    P. 11, Arte, Dino Formaggio, Edit. Labor, 1976, Barcelona

  • 24

    esperpnticas creaciones pseudo-artsticas, sin necesidad de responder a otro

    criterio que no fuera el libre albedro de cada artista, de tal modo, que unos

    trozos de carne bovina podan ser impunemente colocados dentro de un

    sistema de tubos de plstico para de este modo ir contemplando el proceso de

    putrefaccin de la misma15... beaucoup de bruit et rien plus que de bruit...

    Al respecto, no pueden ser ms elocuentes las siguientes palabras escritas por

    Saulo Alvarado:

    Decir que todo es arte, que todo vale, significa ponerse de lado del que somete.

    Si todo vale en arte, todo valdr. Valdrn las injusticias, considerar al ser

    humano como un medio. Las guerras, los malos tratos..., incluso, podramos

    llamarlos arte16

    Todo ello conduce a la conformacin de esa sociedad que segn Zygmunt

    Bauman17 es cada vez ms lquida e inconsistente, en la cual los individuos ya

    ni tan siquiera son conscientes de su esclavitud y sometimiento a la industria

    consumista, creyndose libres mientras su consciencia reflexiva se encuentra

    atada a unos invisibles pero potentes grilletes, sucedindoles lo mismo que a

    los marineros del barco de Ulises tras haber sido hechizados y convertidos en

    cerdos por la maga Circe, que habindose habituado a su nueva condicin

    animal preferan seguir revolcndose en el lodo y alimentarse de bellotas que

    asumir su libertad y verdadero destino. Es por esta razn, que considero

    altamente peligrosa esa desidia intelectual que en la actualidad es capaz de

    justificar que en el mbito del arte todo vale. Quizs el problema resida en que

    la propia mente humana ya se vislumbra incapaz de controlar aquello mismo

    que su propia actividad ha engendrado, atisbndose como una terrible

    monstruosidad puede llegar a cernirse sobre quien ha sido su propio creador.

    Si en el arte todo est permitido, de alguna manera contribuimos a que

    cualquier planteamiento al margen de toda moralidad tambin acabe siendo

    considerado como aceptable en los dems mbitos de la existencia.

    Por otra parte, como seala Mara Antonia Gonzlez, tambin cabe

    preguntarse si esos gadgets o aparatos electrnicos de comunicacin (I-pods,

    I-pads, sistemas wi-fi, ordenadores porttiles, telfonos mviles, Tablets y

    dems), as como la estetificacin de los espacios urbanos y dems engendros

    cotidianos, que Rubert de Vents18 considera como mxima manifestacin del

    arte actual, pueden ser realmente considerados como obras artsticas:

    15

    Tal como llev a cabo el artista Barcel en una exposicin que en su momento tuvo lugar en la va pblica barcelonesa 16

    P. 283, Captulo: La recepcin de Martin Heidegger entre las artes plsticas, de Saulo Alvarado, perteneciente a la obra El Segundo Heidegger, escrita por varios autores (Teresa Oate, Amanda Nez, scar Cubo, Flix Duque, etc.), edit. Dykinson, Madrid, 2012 17

    Modernidad Lquida, Zygmunt Bauman, FCE, Mexico, 2002 18

    En su Teora de la Sensibilidad

  • 25

    Es esto arte? En esto consiste la presencia y efecto del arte en la

    actualidad? Ms bien parecera que hay que volver a hacer las preguntas

    primeras, desandar el camino, deconstruir la inmediatez de lo real mundano

    hiperestetizado, y ver si de este modo encontramos alguna luz en medio de

    tanta luminosidad colorida y oscura19

    Y sta y no otra es la cuestin, volver a hacernos las correspondientes

    preguntas y desandar un camino que con el paso del tiempo ha devenido

    excesivamente alejado de lo que podra ser la experiencia artstica, pues no es

    precisamente la descomunal presencia de la luz que hoy en da nos invade en

    cualquiera de los espacios de nuestra cotidianidad20 lo que nos permite

    vislumbrar la realidad, pues la Lichtung ( la luz del Claro en el Bosque) tambin

    necesita de la oscuridad, el reposo y el sosiego para hacer efectiva su

    clarividencia, en no menor medida en que la experiencia artstica tambin

    precisa del tranquilo mbito de la intimidad de Hestia para que pueda darse.

    Por otra parte, considero que algunos de los movimientos de la vanguardia

    artstica tambin han perdido de vista que en el mbito del arte no hay,

    propiamente hablando, progreso sino cambio, evolucin de un estilo-tendencia

    hacia otro, o dicho de otra manera, cambio de una Weltanschauung a otra, ya

    que los nicos progresos habidos se han limitado a determinadas cuestiones

    de carcter tcnico en los comienzos de algunos perodos muy concretos,

    durante el clasicismo griego o el Renacimiento, para muy prontamente fenecer

    una vez el estilo ya haba alcanzado la madurez. Al respecto, Andr Comte-

    Sponville seala que el arte cambia, evoluciona, pero no progresa21y que de

    alguna manera, la propia nocin de vanguardia no deja de ser un tanto vaca

    de contenido y consistencia, pues Cul es la vanguardia de un ejrcito que no

    avanza?22, se pregunta Sponville, aadiendo acto seguido que en todo caso el

    arte muchas veces retrocede padeciendo sus crisis y situaciones de

    decadencia-ocaso, tal como sucedi durante la etapa manierista o rococ por

    poner tan solo un par de ejemplos, preguntndose entonces, Cul es la

    vanguardia de un ejrcito en retirada?23. La propia nocin de progreso, ya tan

    desgastada y descolorida tras haber abusado tantas veces de ella desde la

    Ilustracin hasta nuestros das, ya es en s misma suficientemente

    19

    P. 531, Captulo: Arte y Ontologa (Crtica de los saberes establecidos), de la obra El Segundo Heidegger, editado por Teresa Oate y otros autores a travs de la editorial Dykinson, Madrid, 2012 20

    Contra dicha profusin de luz, pompa y colorido, desarroll el artista Antoni Tapis su arte pobre, caracterizado por ser marcadamente expresivo mediante la utilizacin de los ms prosaicos y simples materiales (paja, arena, tierra, barniz, cola, etc.) 21

    P. 104, Sobre el cuerpo, A. Comte-Sponville 22

    P. 105, Ibd. 23

    P. 105, Ibd.

  • 26

    controvertida si tenemos en cuenta aquello que Walter Benjamn nos comenta

    en sus Tesis sobre la historia, que en definitiva el progreso es un movimiento

    que pretenciosamente siempre cree avanzar hacia adelante sin tener en cuenta

    dos cuestiones bien relevantes: los grandes retrocesos que todo avance

    comporta y los numerosos cadveres dejados en las cunetas de la historia,

    esto es, aquello mismo que ha tenido que sucumbir para hacer efectivo dicho

    progreso. No obstante, dejando a un lado el carcter relativamente retrgrado

    que dicho concepto hoy en da encierra, poco pertinente resulta, sin duda

    alguna, su utilizacin en el contexto del arte y la experiencia artstica, dado que

    se puede considerar como un progreso el hecho de que algunas vanguardias

    nos hayan colocado frente a objetos tan poco artsticos como pueden ser un

    urinario, la rueda de una bicicleta o un montn de carne podrida en proceso de

    descomposicin? Podemos entonces afirmar sin ningn gnero de dudas que

    estos artefactos son preferibles y ms instructivos para el espectador que las

    obras de antao? Muy dudosamente, desde luego...principalmente por el hecho

    de no ser, propiamente hablando, ms que un soporte para las ms

    descabelladas ideologas. Si el arte nunca ha progresado, est bien claro que

    si ha habido un momento de la historia en el que en parte parece haber

    retrocedido, ha sido durante el siglo XX y lo que ya llevamos del XXI. No

    obstante, la nocin de progreso es una de las ms preferidas de las

    vanguardias y movimientos de izquierda que siempre creyeron estar en

    disposicin de albergar la Verdad, esa misma Verdad que Nietzsche ya se

    encarg de desmitificar en su ber Wahrheit und Lge in aussermoralischen

    Sinne, y que ellos siguen insistiendo en asegurar que estn en posesin de la

    misma. Discursos salvficos que ms bien producen grima y estupefaccin al

    seguir escuchndolos a estas alturas de la historia, contundente seal, en todo

    caso, de lo poco que realmente hemos progresado...

    Una vez ya hemos conseguido apartar buena parte del innecesario ruido que

    nos impide permanecer en contacto con nuestro ser-ms-interno, ese mismo

    ser que es al mismo tiempo un ser-en-el-mundo, esto es, un Dasein,

    seguiremos examinando las distintas maneras en que la experiencia artstica

    contribuye a crear las redes del ser-en-si, esto es, a conformarlo y construirlo.

    Aunque Kant no es, propiamente hablando, el iniciador de la esttica como

    disciplina autnoma respecto a la filosofa, puede ser considerado como uno de

    sus mximos iniciadores al establecer una clara diferenciacin entre los juicios

    de naturaleza racional o moral y los juicios del gusto, atenindose los primeros

    a una finalidad dada al estar encaminados bien a resolver una cuestin de tipo

    lgico o a dilucidar cules pueden ser las conductas que socialmente son

    susceptibles de ser consideradas como adecuadas o inadecuadas, y no

  • 27

    atendiendo los segundos ms que a las particulares e ntimas necesidades del

    propio espectador que contempla la obra artstica. De este modo, tenemos que

    la experiencia artstica no respondiendo a ningn gnero de exigencia exterior,

    constituye en s misma, una experiencia en s para el espectador, cuyo

    significado se encontrar en consonancia tanto con las caractersticas formales

    y significado de la obra de arte, como con aquellas particularidades derivadas

    de la propia receptividad hermenutica de cada espectador. Al fin y al cabo, la

    experiencia artstica que tiene lugar entre una obra y quien la contempla no

    deja de estar sujeta a las particularidades del universo simblico en el que

    habita cada espectador, esto es, a su Weltanschauung o forma de ver el

    mundo, albergando entonces la obra de arte aquellos sentidos y significados

    acordes con dicha visin particular. Nos encontramos de este modo

    obligatoriamente sumergidos en un mbito claramente hermenutico, teniendo

    entonces que aceptar aquello que George Lckacs muy acertadamente

    denomina como la disolucin de la obra de arte, del artista y del espectador en

    la pluralidad de las vivencias, pues al fin y al cabo, qu importancia puede

    albergar el sentido que haya deseado imprimir un autor a su obra, si despus

    albergar aquellos significados generados en base a la receptividad

    hermenutica y necesidades particulares de cada espectador? Cuando J.S.

    Bach compuso sus ms de quinientas cantatas para el culto religioso de la

    iglesia luterana, jams pudo ni remotamente imaginar que en un futuro no muy

    lejano iban a ser escuchadas como obras-en-s al margen del culto litrgico,

    sindoles asignadas unas significaciones bien distintas por los muy diferentes

    espectadores que en cada momento histrico las han podido escuchar. Estos

    significados meramente derivados de la propia disolucin de la obra de arte en

    la pluralidad de las muchas vivencias, ya se encontraban potencialmente

    presentes en las obras y slo faltaban aquellos espectadores (traductores al fin

    y al cabo) capaces de ir desvelndolos en cada momento de su trayectoria

    histrica. Dado que la obra de arte escapa obviamente a las intenciones de su

    creador, ser el propio receptor de la obra quien pueda descubrir sus ms

    oscuros y ocultos tesoros, quien a lo largo del tiempo podr ir abriendo las

    mltiples perspectivas subyacentes a lo que en un principio fueron las

    intenciones de su autor, pues resultando evidente que ni el propio sujeto es

    capaz de conocer el alcance de sus propias palabras cuando habla, pues

    yendo su discurso mucho ms all del plano denotativo, alcanza a poner en

    evidencia las ms insospechadas connotaciones, mucho ms rico y de mayor

    alcance ser el plano connotativo que resulta ser consustancial a la obra

    artstica. No obstante, tampoco podemos perder de vista que la apertura a la

    multiplicidad de significados que tiene lugar en la experiencia artstica es

    posible gracias a la finalidad sin fin e intencionalidad sin intencin que segn

    Kant son inherentes al juicio esttico, ya que si poseyeran algn tipo de

    finalidad o intencin, tal multiplicidad rpidamente quedara constreida por

    aquella univocidad que es propia del juicio lgico o moral, al ser regido el

    primero por el principio de no contradiccin segn el cual algo no puede ser y

  • 28

    no ser al mismo tiempo, y estar dominado el segundo por la naturaleza ms o

    menos categrica de sus principios. Huelga decir, que es en los juicios

    estticos donde se abre un amplio espacio para la libertad personal del ser,

    especialmente en lo que a la respuesta a sus necesidades ms existenciales

    se refiere, pues es en este mbito donde el sujeto a nadie y a nada debe dar

    cuenta excepto a s mismo, y ello es posible en la medida en que la obra de

    arte es algo-en-s y para-si susceptible de responder a las particularidades de

    cada ser humano en todos y cada uno de los momentos de su trayectoria

    existencial. De ah la escasa utilidad que puedan encerrar aquellas obras

    pseudo-artsticas que tan solo constituyen un medio para otro fin, dejando de

    responder a la kantiana finalidad sin fin del juicio esttico.

    Resulta por tanto bien evidente la correlacin existente entre obra de arte-

    experiencia artstica y filosofa hermenutica, en la medida en que esta ltima

    encuentra su mxima expresin y florecimiento en el mbito artstico,

    obviamente sujeto a una abierta y rica actividad interpretativa. En este aspecto

    si para el pensamiento hermenutico ser equivale a "ser interpretado" en la

    medida en que no hay realidades sino interpretaciones sobre la realidad, el ser

    de la obra artstica es tambin un "ser interpretado" inexistente como realidad

    en s, y carente de una condicin sustancial que pudiera ser inherente a la

    misma. Al fin y al cabo, nos recuerda Marc-Allein Ouaknin que en hebreo el ser

    humano es definido como una interrogacin (nahout), una cuestionabilidad24,

    cambiando el cogito ergo sum de Descartes por el jinterrogue, donc je suis,

    abriendo de este modo una nocin sobre el ser consistente en su

    interpretabilidad en paralelo con una concepcin del mundo que es

    fundamentalmente esttica, en un sentido no muy distinto al orden de

    fabulacin al que Nietzsche hace referencia en algunos de sus escritos25.

    Tenemos entonces que los fundamentos de la existencia humana vienen a

    corresponderse con esas mismas metforas, ilusiones y ficciones que ya hace

    tanto tiempo olvidamos que lo eran, llegando por ello a la nietzschiana

    conclusin de que el arte es la autntica actividad metafsica de esta vida26,

    siendo entonces el ser un ser esencialmente metafrico cual coleccionador de

    innumerables ilusiones de bella apariencia. En Nietzsche aquella misma

    hamarteia27 que en el pensamiento aristotlico es la causa principal de la

    desazn humana, pasa a constituirse en presuncin y cuna de todo

    conocimiento hasta convertir el vivir en ese mismo error y engao permanente

    que es la esencia del arte y la razn de ser de toda ciencia. Por este motivo las

    historias de ficcin de la literatura por ms inverosmiles que a la razn le

    puedan resultar, no dejan de albergar ms verdad que la mismsima realidad,

    pues muerte es todo cuanto vemos estando despiertos, nos recuerda Herclito.

    24

    En francs, questionabilit, palabra que al ser traducida al espaol se convierte en un neologismo. 25

    A partir del texto: ber Warheit und Lge in aussermoralischen Sinne 26

    P. 132, El nacimiento de la tragedia, F. Nietzsche 27

    El errar, el equivocarse como consecuencia directa de la ignorancia

  • 29

    Por esta razn, Hlderlin afirma que la palabra cientfica no es la ltima sino la

    potica...esto es, aquella que siendo ya plenamente consciente de su propia

    naturaleza ilusoria y metafrica, se erige en referente para la existencia del

    propio ser.

    No obstante, tambin podemos contemplar la experiencia artstica desde un

    punto de vista ms existencial si nos atenemos a la definicin heideggeriana

    del ser como Dasein, como ser-en-el-mundo que comportando una

    determinada manera de verlo y entenderlo (Weltanschauung), puede utilizar la

    obra de arte como un medio para abandonar el estado de inautenticidad

    correspondiente al das Man de lo establecido (Die Offenlicht) y orientarse hacia

    la autenticidad de su ser-ms-autntico. De hecho, toda la historia del arte no

    deja de ser un constante re-planteamiento de lo socialmente establecido a

    partir del cuestionamiento y la Aufhebung28de las formas vigentes en cada

    momento histrico, pues siempre se ha tratado de ir ms all de lo ya visto con

    la finalidad de abrir otros nuevos mundos. De la lectura y estudio de El origen

    de la obra de arte y, Ser y Tiempo de Heidegger, resulta evidente la correlacin

    existente entre las respectivas capacidades fundantes del Dasein y la obra de

    arte, pues ambos aspiran, de una u otra manera, a abrirse camino ms all de

    la oficialidad en la que inicialmente se han encontrado arrojados

    (Gewordenheit), para discurrir en la direccin de una autenticidad cada vez

    ms plena. Es por esta razn, que hoy en da si bien podemos seguir

    disfrutando de la escucha de un cuarteto de cuerdas mozartiano, carecera de

    sentido que en la actualidad un compositor se dedicase a componer obras en

    estilo clasicista, entre otras razones porque la Weltanschauung

    correspondiente a los tiempos de Mozart ya pas y el mundo en que vivimos es

    otro muy distinto al que dio lugar a la creacin del Don Giovanni. Sera por

    tanto, un autntico anacronismo componer al estilo haydiniano o bacchiano en

    pleno siglo XXI, ya que dichos estilos se corresponden con unas circunstancias

    y unas realidades que ya dejaron de existir, y como resulta completamente

    comprensible, no responderan de ninguna manera a las condiciones de la

    realidad de hoy en da, y esto es as, a pesar de que la escucha de dichas

    obras musicales al igual que la contemplacin de unos lienzos barrocos o

    clasicistas, no deja hoy en da de proporcionar un importante grado de

    satisfaccin al espectador actual. En este punto, hay que separar y no mezclar

    lo que es la creacin artstica de su correspondiente disfrute contemplativo, ya

    que en este ltimo caso no existe anacronismo alguno debido a que una obra

    creada en cualquier momento de la historia siempre ser algo susceptible de

    seguir siendo interpretada, y en este sentido, nunca estar del todo acabada29,

    pues continuar siendo tejida en consonancia con cuantos espectadores a ella

    28

    Superacin que al mismo tiempo conserva en s misma algo de lo ya superado (Hegel) 29

    Siempre y cuando se trate de una verdadera obra de arte y no un objeto que responde a las pasajeras y efmeras modas o constituye un mero vehculo para la propaganda ideolgica, pues no creo que los ready-made duchampianos tengan mucho mayor recorrido que aquel proporcionado por los libros de la historia del arte.

  • 30

    se acerquen para desentraar sus propios misterios30. No obstante, en el

    mbito del arte, al igual que en el territorio del ser-en-el-mundo se impone la

    innovacin, el cambio constante, la ruptura y la transformacin, sin que ello

    pueda conducirnos a pensar errneamente que se trata de un progreso, pues

    no podemos afirmar, propiamente hablando, que se trata de un progresar en el

    sentido que histricamente ha encerrado dicha palabra. De otro modo, cmo

    podramos explicar que al dorado siglo de Pericles que dio lugar a unas de las

    ms magnnimas creaciones de la historia del arte, le siguiera en el tiempo un

    estilo romnico caracterizado por el hieratismo y la ms absoluta ausencia de

    naturalidad? Si Fidias y Policleto supieron esculpir aquellas hermosas estatuas,

    hemos de suponer que los escultores medievales de habrselo propuesto,

    tambin hubiesen llegado a tan magnnimos resultados, pero fueron otras

    razones muy distintas las que los indujeron a representar al ser humano de

    forma tan poco expresiva y natural. As, la funcin de la experiencia artstica se

    vislumbra como camino de transformacin y cambio a partir de una

    determinada Weltanschauung que viene a corresponderse con el estado de

    inautenticidad del Dasein, hacia una nueva Weltanschuung que lentamente ir

    abrindose paso sobre los restos calcinados de la etapa anterior. Y en este

    aspecto, conviene recordar que para Nietzsche la esencia del arte consiste en

    la creacin de posibilidades de la Voluntad de Poder, pues el arte es la esencia

    de todo querer, que abre perspectivas y las ocupa31, siendo entonces

    comprendido el mundo cual obra de arte procrendose a s misma, al ser la

    obra artstica el gran estmulo de la vida que permite activar e incrementar la

    Wille zu macht (La Voluntad de Poder) en s misma y ms all de s misma. En

    este aspecto, para un neonietzschiano como Michel Onfray el ser humano es

    entendido como una Sculpture de soi que disponiendo de todos los recursos

    dados por la tradicin y el momento presente, posee la libertad de construirse a

    s mismo como si de una obra artstica se tratara, dirigiendo sus destinos con la

    misma intrepidez y aplomo con que antiguamente, durante el Renacimiento, el

    Condottiero llevaba las riendas de su propio caballo, en lo que sera una

    concepcin del ser-en-el-mundo fundamentada en la nietzschiana Voluntad de

    Poder.

    Otro punto de vista que desarrollar en esta obra ser la cuestin concerniente

    a la Bildung del ser humano a travs de la educacin esttica y la experiencia

    artstica, entendiendo la obra de arte como un amplio campo de posibilidades

    para su desarrollo, esto es, como una Bildungkunst o una Bildungroman, tal

    como Schiller apunta en sus Cartas a la educacin esttica del ser humano,

    donde apela a la urgente necesidad de instruirlo tanto en el aprendizaje de las

    materias del conocimiento como al ennoblecimiento de sus sentimientos.

    Podemos atribuir buena parte del fracaso del Estado Ilustrado y de la mayor

    30

    Entendiendo por tales tanto los referentes al objeto artstico como aquellos otros correspondientes a la propia interioridad del espectador. 31

    P. 179, Caminos de Bosque, Heidegger

  • 31

    parte de mitos y meta relatos de la Modernidad al hecho de haber confiado

    demasiado ciegamente en la Razn, o lo que vendra a ser lo mismo, al hecho

    de haber desatendido el mbito de lo particular-concreto en beneficio casi

    exclusivo de lo universal-abstracto, de lo que se ha derivado un individuo tan

    racional como escasamente emptico con las necesidades particulares de su

    propia existencia y las de los dems. La excesiva generalidad siempre ha

    comportado alienacin y miseria para el alma, y en definitiva, frustracin,

    resentimiento, destruccin y barbarie, algo que ya hemos tenido ocasin de

    comprobar en los que han sido las grandes revoluciones habidas desde 1789

    hasta nuestros das, y en las desastrosas consecuencias de las dos grandes

    conflagraciones mundiales. Dicho aspecto es claramente puesto de manifiesto

    por Thomas Mann cuando en su magnnima novela Der Zauberberg, dos de

    los personajes ms carismticos que intervienen en el desarrollo de la trama

    argumental, el humanista italiano Settembrini y el ex-jesuita Naphta que an

    vive anclado en los Ideales de la escolstica medieval, se baten en duelo a

    muerte tras una acalorada discusin intelectual, poniendo de manifiesto el

    fracaso, si as puede decirse, de sus exquisitas educaciones recibidas, que no

    han podido impedir sus mutuas intransigencias hacia las ideas de su contrario.

    Esta desagradable y casi ridcula escena que aparece hacia el final de la

    novela, viene a constituir el preludio de aquello mismo que estaba por devenir;

    el inicio de la Primera Guerra Mundial con los desastrosos resultados que ya

    conocemos y no es menester aqu detallar.

    Resultando evidente la necesidad de establecer una educacin encaminada a

    conseguir lo que Schiller denomina ennoblecimiento de los sentimientos, que

    hoy en da podramos traducirlo o interpretarlo como la necesidad de restituir al

    cuerpo y las emociones, esto es a la vida misma, el valor que el abuso de la

    lgica y la razn le han ido usurpando a lo largo de la historia. Esto mismo nos

    devuelve a la misma necesidad sealada al inicio de este captulo introductorio,

    el re-torno al fuego del Hogar de Hestia como espacio en el que puede ser

    factible recuperar la intimidad perdida, pues es el respeto hacia las

    particularidades del sentimiento lo que Schiller, a diferencia de Kant, propone

    recuperar de las garras de la universalidad de la razn, sin que en ningn

    momento ello deba suponer prescindir de esta ltima, sino encontrar un

    adecuado equilibrio entre ambas. En este aspecto, la experiencia artstica

    ofrece un marco especialmente idneo para el desarrollo de la Bildung en el ser

    humano, al hacer especial hincapi en la correlacin existente entre la idea o

    concepto (el contenido de la obra artstica) y la forma-materia en que es

    materializada, y en este aspecto, cabe recurrir a la teora esttica de T.W.

    Adorno cuando sta ensalza la obra de arte como contenido de verdad

    (Wahrheitsgehalt) en el que lo universal-abstracto se encuentra ntimamente

    ligado a lo particular-concreto, siendo posible entender la historia del arte como

    una escritura inconsciente de la historia a travs de la cual podemos

    comprender el modo de funcionamiento que han tenido las sociedades a lo

  • 32

    largo de la historia. En este aspecto, la experiencia artstica permite contactar

    con lo ms abstracto y lo ms concreto, pues a pesar de su inherente

    subjetividad, no deja tampoco de albergar cierta validez universal, pues lo bello

    es definido en la teora esttica kantiana como aquello que sin concepto es

    objeto de una satisfaccin universal32, si bien en este aspecto, Kant no concede

    valor gnoseolgico alguno al juicio del gusto, algo en lo que estn obviamente

    en desacuerdo Heidegger, Gadamer, Adorno y Ortega y Gasset, entre otros

    pensadores.

    A travs del pensamiento de Paul Ricoeur, se nos hace evidente la importancia

    que alberga la obra de arte como medio para el desarrollo de la identidad

    narrativa del espectador, al quedar diluidos los contornos existentes entre la

    realidad y la ficcin, siendo finalmente esta ltima la que determina el ser-ms-

    autntico del espectador, de tal manera que el s-mismo es desvelado como un

    otro, como una otredad que en realidad viene a ser mismidad. En este

    contexto, retornamos sobre la mmesis de la Potica aristotlica, en la que se

    hace patente la identificacin entre el espectador y la obra contemplada que a

    modo de espejo le permite re-encontrarse con su ser-ms-profundo-y-

    autntico, expulsndolo de su cmodo estar-como-en-casa para abrirlo a las

    extraezas propias del sentirse-fuera-de-casa. Aunque ello pueda en un

    principio parecer contradictorio con la idea inicialmente expuesta en el inicio de

    esta introduccin, al haber entendido la experiencia artstica como un retornar a

    la clida y acogedora intimidad del Hogar de Hestia, no existe contradiccin

    alguna si tenemos en cuenta que la obra de arte sacude al espectador para

    despertarlo de su letargo y permanencia en lo ya conocido de s-mismo para

    abrirle el horizonte de sus ms insospechadas posibilidades, viniendo

    finalmente a formar parte estas ltimas del propio mbito de su intimidad. Al fin

    y al cabo, su sentirse-fuera-de-casa no deja de ser otra manera distinta de

    permanecer en contacto consigo mismo en aquellas esferas ms desconocidas

    e inexploradas hasta el momento, pero que sin duda alguna, tambin forman

    parte de su ser, pues el hecho de que el propio yo las desconozca no significa

    que no existan. La cuestin trascendental de la identidad narrativa desemboca

    en el juego metafrico en base al cual dos realidades en principio distintas y

    carentes de parentesco alguno, son puestas en relacin de tal manera que,

    siendo diluidos sus respectivos contornos, dan lugar al nacimiento de una

    nueva realidad, un nuevo ser-en-el-mundo, podramos decir, que conteniendo

    elementos procedentes de las dos realidades iniciales, no coincide con ninguna

    de las dos. Es precisamente en esa interseccin donde acontece el acto

    metafrico como corazn de la accin potica, donde la palabra se vuelve

    plena y donde el objeto artstico nos es desvelado en toda su amplitud y

    esplendor, como esas madalenas que el protagonista de la novela de Proust (

    la recherche...) sumerge en su te con leche, repentinamente transmutadas en

    recuerdos del pasado ahora materializados en momento presente, de tal modo 32

    P. 136, Crtica del Juicio, Kant

  • 33

    que ya no se trata ni de las madalenas del pasado ni de las del presente sino

    de unas terceras madalenas surgidas de la propia actividad metafrica una vez

    han sido transmutadas en pura poesa. Tal como defini Aristteles el acto

    metafrico, traslacin del sentido de una cosa a otra que en principio es

    completamente distinta, y con la que a priori no guardara relacin alguna, para

    dar lugar a una tercera que conteniendo elementos de ambas constituye una

    realidad en s. Este gnero de actividad es la que acontece tanto en la

    experiencia artstica como en algunas actividades que en principio pareceran

    totalmente alejadas de lo esttico, como por ejemplo, en la relacin

    transferencial existente entre el analista y su paciente durante el proceso

    psicoanaltico, algo que ya veremos con ms detenimiento y profundidad en

    otro captulo.

    Desde muy distintos ngulos y puntos de vista vamos configurando una serie

    de muy estrechas relaciones existentes entre la existencia humana y la

    experiencia esttica, que nos permiten vislumbrar esta ltima como algo

    inherente al proceso existencial mismo, sin perder de vista, claro est, el

    mbito tico-moral cuya importancia y trascendencia huelga aqu considerar al

    centrarse esta obra en lo esttico-artstico. No obstante, el hecho de que dichos

    mbitos respondan a muy diferentes finalidades, no dejan por otra parte de

    guardar importantes paralelismos que en un captulo posterior proceder a

    analizar con ms detenimiento. Desde Aristteles que consideraba lo bello

    como algo bueno, hasta Wittgesntein que en su Tractatus seala que tica y

    esttica son una misma cosa, no han faltado autores que de una u otra manera

    han remarcado las estrechas vinculaciones existentes entre estos dos mbitos

    que en la Crtica del Juicio kantiana aparecen tan claramente diferenciados.

    Por otra parte, resulta bien evidente que en el eterno conflicto que ha

    caracterizado nuestra tradicin metafsica en occidente, entre el mbito de la

    lgica, la razn y el concepto versus el territorio de lo sensible, el cuerpo y los

    sentimientos, la experiencia artstica alberga grandes posibilidades de aportar

    una interesante religio, esto es, cierto equilibrio entre aquellas categoras que

    tradicionalmente han permanecido ms o menos escindidas o escasamente

    vinculadas. Las dualidades que son puestas de manifiesto a travs de la

    creacin/contemplacin de la obra artstica son innumerables, de tal manera

    que aqu solo voy a considerar aquellas que me han parecido ms

    fundamentales:

    Forma y contenido, pues en principio toda obra debe-(ra) estar constituida

    por una forma como expresin de lo sensible-concreto y un contenido como

    representacin del concepto-abstracto, sin que en ningn caso la forma llegue

    a ser nunca mero vehculo de una mera idea (tal como sucede con el realismo

    socialista o los engendros duchampianos), ni que sta carezca de forma (tal

  • 34

    como acontece con el llamado arte conceptual al ser reducida la obra artstica a

    puro concepto). De alguna manera, la verdadera obra artstica siempre

    mantiene una unidad indisociable entre la forma y el contenido, de tal modo

    que no podemos aislar ninguno de los dos elementos que configuran la obra

    sin correr el riesgo de destruirla, y siempre ha sido en los momentos de

    decadencia estilstica cuando la forma ha tendido a ser forma-en-si al margen

    de su capacidad para expresar contenido alguno, y as podemos constatarlo al

    contemplar las obras realizadas durante el perodo manierista que sigue a la

    etapa renacentista. Una vez han sido ms o menos agotados los presupuestos

    terico-formales que sostenan un determinado estilo tras haber alcanzado ste

    su mximo desarrollo, se inicia una etapa caracterizada por la utilizacin de la

    forma por la forma, ya exenta del espritu que inicialmente la haba inseminado,

    tratndose entonces de un sub-estilo que utiliza lo formal de manera

    meramente redundante.

    Tal como seala Carla Carmona, la obra artstica nunca debe ser confundida

    con un documento explicativo de la realidad, sino comprendida como una

    forma-en-si que alberga su propio contenido, sucediendo al respecto lo mismo

    que acontece con los juegos lingsticos segn Wittgenstein, en base a los

    cuales cada proposicin, al igual que cada obra artstica, muestra su sentido,

    ya que la expresin con la cual es interpretada una determinada sonata o

    sinfona depender de su propia construccin. No hay diferencia entre el gesto

    y el contenido del gesto. El gesto expresa su sentido, al modo de la

    proposicin33, existiendo por tanto una estrechsima relacin entre el contenido

    de una obra (o proposicin) y su representacin, esto es, entre lo expresado y

    la forma en que es expresado. Por esta razn, una obra cuya forma queda

    reducida a ser un simple medio para la expresin de un contenido, sin que en

    realidad responda formalmente al mismo, como es el caso de la escultura de

    Frederic Amat ubicada en Barcelona en homenaje a Salvador Espriu, titulada

    Solc34, que no adquiere ningn sentido hasta que el propio artista nos lo

    desvela al explicarnos que este Surco sera la consecuencia que tendra el

    impacto de una hipottica cada del obelisco que se encuentra situado a

    escasos metros del lugar. Obelisco en su momento dedicado en homenaje al

    tambin poeta Pi i Margall en 1936, y que en su versin desplomada (Solc)

    simbolizara la huella o impronta que Salvador Espriu habra dejado sobre la

    tierra. Todo un aparato conceptual que a pesar del inters que intelectualmente

    pueda tener, no deja de ser, un aparato conceptual apoyndose en una forma

    (si as puede llamarse) que no remitiendo al contenido, constituye un simple

    medio para su ejemplificacin. Es la Idea lo que en el caso de esta obra

    prevalece muy por encima de una forma que tan solo constituye una excusa

    33

    P, 211, Captulo: De Arte y otros miradores, Carla Carmona, correspondiente a la obra escrita por varios autores y dirigida por Julian Marrades, Wittgenstein, Arte y Filosofa, Plaza y Valds, Pozuelo de Alarcn, 2013 34

    Surco

  • 35

    para llevar a cabo un determinado despliegue conceptual, y como suele

    suceder, con el paso del tiempo dicha obra pasar a ser un engendro carente

    del menor sentido e inters, pues no estar al alcance del espectador ningn

    manual de instrucciones que le permita comprender su significado original.

    Como seala Carla Carmona, el artista tiene que desarrollar las posibilidades

    de su medio de trabajo. Toda innovacin sucede dentro de unos lmites. Cavar

    una fosa inmensa35 y llamarle arte no es suficiente. Uno tiene que preocuparse

    por sus caractersticas, por ejemplo, sus proposiciones. En otras palabras, hay

    que preguntarse si el medio ha sido tratado con coherencia. Aqu es donde

    entran los juegos del lenguaje de Wittgenstein. Todo juego de lenguaje tiene

    sus propios lmites. Una obra de arte, en tanto juego del lenguaje, tambin36

    Es decir, que para respetar dichos lmites resulta imprescindible ser

    consecuente con el medio en que el artista est trabajando, desarrollando sus

    posibilidades, y no como sucede con la obra de Amat, utilizando el medio como

    simple ejemplificacin de un Concepto, ya que en tal caso, hubiese resultado

    mucho ms oportuno escribir un Opsculo sobre el poeta que ha sido

    merecedor de dicho homenaje. La falta de lmites es uno de los grandes

    problemas de algunos movimientos de vanguardia en tanto en cuando innovan

    al margen de toda demarcacin, sustituyendo la actividad propiamente creativa

    por una fcil improvisacin que es justificada en nombre de una libertad mal

    entendida, olvidando ese nietzschiano bailar en las cadenas que constituye el

    medio ms idneo para el desarrollo de la creatividad artstica. Despus de

    todo, qu clase de creatividad ha desarrollado un artista como Amat al cavar

    un agujero en el suelo que con el paso del tiempo, y dada la imposibilidad de

    encontrarle un sentido, los Okupas que habitan cerca del lugar donde est

    instalada la obra acabarn utilizndola como urinariio pblico o papelera

    municipal? No corre mejor suerte otra obra realizada por dicho artista, titulada

    Fachada con ojos en el Hotel Ohla de Barcelona, que obliga a los vecinos de la

    casas circundantes a contemplar decenas de ojos mirando en direccin a sus

    35

    En este caso, el comentario de dicha autora no se refiere exactamente a la obra creada por Frederic Amat, sino en general a todas aquellas creaciones supuestamente artsticas que optan por desarrollar una concepcin conceptual de la obra de arte. 36

    P. 213, Captulo: De Arte y otros miradores, Carla Carmona, correspondiente a la obra escrita por varios autores y dirigida por Julian Marrades, Wittgenstein, Arte y Filosofa, Plaza y Valds, Pozuelo de Alarcn, 2013

  • 36

    inmuebles, en lo que es una realizacin que careciendo del ms mnimo rodeo

    metafrico, expresa una idea o concepto de manera directa y sin la ms

    mnima elaboracin retrica. Simplemente se trata de unos ojos colocados en

    la fachada de un edificio que mirando hacia el centro de la ciudad, no dejan de

    incordiar a los sufridos vecinos que inevitablemente los contemplan cada da.

    Esta ausencia de rigor a la hora de tratar el medio da lugar a las ms

    superficiales y esperpnticas creaciones pseudo-artsticas, dejando al

    espectador en la complicada situacin de no saber, en muchos casos, a qu

    atenerse debido a la ausencia del ms mnimo rigor constructivo. La misma

    suerte corre las fachada del Hotel

    En otros casos, la pretendida obra artstica no es ms que un mero producto de

    la mercadotecnia, como sucede con las creaciones (si as pueden llamarse) de

    Jeff Koons, quien tras iniciarse en el negocio artstico al hacerse fotografiar

    practicando sexo con su mujer, la actriz porno Cicciolina, se presenta como el

    clsico artista pretendido rompedor de esquemas que tan solo aporta ruido

    meditico con sus creaciones, y sobretodo, hacindose rico y famoso con sus

    gratuitas extravagancias. Como seala el crtico de arte Juan Bufill37, se trata

    37

    Artculo: El artista Yuppie, aparecido en el peridico La Vanguardia el 26 de noviembre de 2014

  • 37

    de un artista yuppie que complacindose en la ms absoluta banalidad, una

    broma interesante por motivos sociolgicos, no deja de mantener un perfil

    ciertamente bajo y banal inspirado en la esttica de los productos vendidos en

    lso comercios del "Todo a 100", con la nica diferencia consistente en que tales

    productos son vendidos en el mercado del arte por astronmicas cifras de

    millones de dlares. En este aspecto, sigue sealando Bufill, la obra de Koons

    viene a significar un paso ms abajo en la escala descendente de Warhol y

    anteriormente de Duchamp, esto es, un paso ms en la direccin de la

    banalidad ms absoluta. Tales creaciones adems de constituir una clara

    expresin del narcisismo de su autor, no dejan de ser meros productos de

    consumo que persiguen una finalidad claramente lucrativa, como ya en su da

    lo fueron las obras engendradas por este gran maestro del marketing que es

    Andy Warhol. El inters que los monigotes, muecos o perros pergeados con

    globos hinchados por Koons se encuentra en las antpodas de lo que cualquier

    espectador puede esperar de una obra artstica. No deja no obstante de

    sorprender que el Museo George Pompidou haya exhibido sus obras

    presentndolo como uno de los artistas ms relevantes de la actualidad

    artstico-cultural, y que algunos incautos sobradamente millonarios paguen

    ingentes sumas de dinero por unos objetos que carecen del ms mnimo valor

    artstico, pero en ello radica, sin duda alguna, el nico motivo por el cual Koons

    puede ser considerado un genio.

    La Forma y el contenido nos conducen de manera implcita e inmediata a la

    confrontacin desde siempre existente a lo largo de la historia del arte, entre el

    en clasicista y el barroco, en una denominacin comnmente utilizada por

    Nietzsche en El Nacimiento de la Tragedia, y por Eugeni DOrs en sus

    teorizaciones sobre la esttica, y que vienen a corresponderse respectivamente

    con ambos conceptos. De hecho, ambos eones represen