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socialismo y participación Lima, Perú, Octubre 2008

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socialismoy participación

Lima, Perú, Octubre 2008

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socialismoy participación

CONSEJO EDITORCarlos Amat y LeónCarlos FrancoFrancisco Guerra GarcíaFélix JiménezFederico VelardeFélix Wong

Director:Héctor Béjar

COLABORADORES PERMANENTESRoland Forgues (Francia)Hélan JaworskiDaniel MartínezHugo NeiraJulio Ortega (Estados Unidos)José RiveroHeraclio Bonilla (Universidad de Colombia)

Publicaciones recibidas: Ana Lucía CastañedaComposición: Patricia Rivas

Depósito Legal: 99-1174ISSN : 0252-8827

© CEDEPAv. José Faustino Sánchez Carrión 790, Lima 17.Teléfono: (511) 460-2855 / 463-0099Fax: (511) 461-6446E-mail: [email protected]: www.cedepperu.org

Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación

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En este número 105 11

Antonio Romero ReyesFALACIAS DEL NEOLIBERALISMO EN EL PERÚ 13

José Cornejo"Una semana crucial en la prensa europea ¡CRISIS! ¿QUÉ CRISIS? 35

Ronald TorresPERIODISMO Y SOCIEDAD ¿Libertad de expresión o desperdiciode la inteligencia? 41

César Bedoya/Javier Caravedo ChocanoCONFLICTO SOCIAL EN CONTEXTO DE ¿BONANZA? 49

Manuel CastilloGLOBALIZACIÓN Y MOVILIZACIÓN SOCIAL: La doble lógicade la acción colectiva, crisis del gran otro y la reemergenciadel cooperativismo comunitario 53

Daniel Martínez¿ES EL TRABAJO UN BIEN PÚBLICO GLOBAL? 77

Ricardo Sánchez/ Miguel Ángel CadenaDISCUTIR LA DEMOCRACIA: Propuesta educativa 114

Óscar UgartecheELEMENTOS PARA COMPRENDER LA CRISIS ESTADOUNIDENSE:La crisis del milenio vuelta a mirar 131

Alberto GrañaLA GRAN BANCA NORTEAMERICANA EN SU LABERINTO:El caso Bears Stearns 151

Heraclio BonillaLA CUESTIÓN AGRARIA EN EL PERÚ después de la reforma agraria 155

Víctor S. RiveraTRASPIÉS POR EL KÁISER: Charles Maurras y José de la RivaAgüero 163

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Luis CuevaHACIA UN SISTEMA DE BIBLIOTECAS DE LA AGRICULTURAEN EL PERÚ: Lineamiento de una propuesta 181

POLÉMICA

José CornejoContra Ratzinger: La irreductible incompatibilidad entreverdad y cristianismo 185

LITERATURA

Ixchel BarredaARQUETIPOS Y COSMOVISIÓN en el cuento maravilloso 195

POESIA

DESMEMORIAS, Sergio Caller 207

PINTURA

Fidel Ponce Ccana 209

Publicaciones recibidas 213

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En este número 105

Este número 105 aparece cuando la crisis financiera de los EstadosUnidos ha sido declarada oficialmente por el propio presidente Bush,

luego de haber sido precedida por la crisis inmobiliaria de ese país y deInglaterra.

Ya no se puede discutir que se trata de un derrumbe financierocomparable solamente al «crash» de 1929. Sus efectos son impredecibles.

Podría tratarse del fin del ciclo neoliberal que empezó en el mundoen 1973 con el golpe de Pinochet y continuó con la elección de

Margaret Thatcher en Inglaterra. Y llegó a su clímax con el 11 deseptiembre y la guerra de Irak.

Van quedando varias lecciones de esta crisis que puede estarempezando recién.

La primera lección es que no hay mercados perfectos. En el mundocapitalista, cuando los mercados fallan, intervienen los Estados, usando

dinero de los contribuyentes para salvar a las poderosas empresasacreedoras, no a los modestos deudores. Los neoliberales son

antiestatistas cuando el Estado pretende regularlos, pero se conviertenen estatistas cuando se trata de socializar las pérdidas.

La segunda lección es que las empresas privadas también pueden serineficientes. Desde la instauración del capitalismo especulativo y el

pensamiento único han quebrado decenas de miles de bancos yempresas privadas en el mundo, muchas de ellas no sólo por ser

deficientes sino por corrupción. No son las burocracias estatales lasúnicas que pueden ser corruptas en el mundo, también las empresas

privadas pueden serlo.La pregunta es qué consecuencias tendrá todo esto para el Perú.

Hasta hace poco, nuestros economistas y políticos oficialistas nosdecían que un asimétrico TLC con los Estados Unidos era conveniente

para el país. Nuestros políticos conservadores hicieron firmarlo «sí o sí»,sostuvieron que era el momento de aliarse «con la primera potencia

mundial» y satanizaron todo lo alternativo. Ahora que empiezan laslamentaciones por atarnos a una economía en quiebra, renace lo

razonable: no nos conviene estar atados a una sola economía sinobuscar siempre un abanico de posibilidades con otros actores

mundiales: India, China, Rusia, Brasil, la Unión Europea y otrasgrandes economías son opciones distintas a ser consideradas por una

política exterior inteligente y soberana. Eso nos obliga a una conductainternacional moderada y verdaderamente abierta a todas las nuevas

corrientes mundiales.

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12 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

Al parecer, quienes dirigen al país desde los gabinetes ejecutivos delas empresas, los bufetes de abogados, los lobbies del Congreso y el

poder político y mediático, no quieren aprender estas simples lecciones.Insisten en sus dogmas y siguen viviendo en la guerra fría.

Deberían aprender, sobre todo en un país como el Perú, donde elcrecimiento económico no ha reportado una mejoría de igual

dimensión en la situación de los hogares sino apenas unos cuantosmodestos puntos de disminución estadística de la pobreza, ahora

puestos en discusión por una inflación renaciente. Y donde emergentodos los días reclamos gremiales, protestas locales y hay una explosión

de expectativas que no encuentra correlato en la capacidadpresupuestal del Estado sino que debe dar lugar a un diálogo en la

búsqueda de objetivos nacionales comunes.La opción independiente que nuestro país adoptó en la época de la

Revolución Peruana liderada por Juan Velasco Alvarado, ahora que serecuerdan los cuarenta años del 3 de octubre de 1968, es una de las

lecciones positivas que nos ha dejado el pasado, a pesar de todo lo quese diga para denostarla. Debería ser hora de pensar y actuar con

objetivos nacionales, como se hizo en aquella época.Este número de Socialismo y Participación dedica a la situaciónmundial los artículos de Alberto Graña, Oscar Ugarteche y otros

colaboradores. Agradecemos a todos ellos sus contribuciones a larevista y deseamos a nuestros lectores una agradable lectura.

CONSEJO EDITOR

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13LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

Introducción

Se ha dicho y comentado insistentemente en los últimos años que el neoliberalismo ha sido “derrotado” o está

en retirada a lo largo y ancho de AméricaLatina, particularmente en la región sudame-ricana. Esta afirmación se apoya sobre todoen la naturaleza de los gobiernos elegidosen los últimos años y/o por el discurso enar-bolado de los nuevos gobernantes, en dis-tintos países (Venezuela, Bolivia, Ecuador,de un lado; Brasil, Chile, Uruguay, Argenti-na, Paraguay, de otro).3 Sin embargo, distade ser una verdad plenamente comproba-da. Tanto el discurso como las acciones ydirectrices principales que orientan las po-líticas macroeconómicas en los distintospaíses no han dejado de identificarse conlo que genéricamente y en el lenguajepopular se conoce como “neoliberalismo”.Destacamos a México, Brasil, Chile, Uruguayy el Perú, donde los respectivos regíme-nes están plenamente identificados con elneoliberalismo y sus políticas. En el casodel Perú lo que se ha profundizado es elneoliberalismo más que las reformas estruc-turales y sociales. En síntesis, la política la-tinoamericana neoliberal o de otro tipo nopuede ser juzgada esencialmente por eldiscurso sino por la praxis.4

Aun bajo regímenes “nacionalistas” o decentro-izquierda en nuestra región, elneoliberalismo ha logrado permanecer enla conducción de las principales instanciaspúblicas donde se toman las grandes deci-siones económicas, financieras y moneta-rias en los diferentes países, como son losno menos decisivos ministerios de econo-mía, finanzas, bancos centrales y/o empre-sas públicas estratégicas.

Antonio Romero Reyes2/FALACIAS DEL NEOLIBERALISMOEN EL PERÚ1

Si bien nuestros argumentos guardanrelación con América Latina, vamos a ocu-parnos del neoliberalismo en el Perú.5 Comose sabe, el neoliberalismo tuvo –y aún tie-ne- un formato básico común para toda laregión, consagrado en las políticas del Con-senso de Washington y que se prolongancon la suscripción de los Tratados de LibreComercio. Esto en lo concerniente a laspolíticas económicas y comerciales. Perotambién existe un cuerpo doctrinario, filo-sófico e ideológico, que forman el substra-to –o el summum- que inspiran aquellaspolíticas. La conjunción de ideología y me-didas de política dan lugar a un corpus quees filtrado hacia la “opinión pública”, a tra-vés de los medios masivos de comunica-ción. Esta filtración viene expresada a tra-vés de “verdades” que se consideran váli-das por sí mismas, así como de mensajescuidadosamente elaborados que buscan ins-talarse como “sentido común” en el sub-consciente colectivo, moldeando y homo-genizando la forma de pensar del gran pú-blico hacia los temas económicos y asun-tos públicos en general, perpetuando así laideología subyacente.

Enfocamos entonces nuestro tema endichas “verdades” y en el “sentido común”que el neoliberalismo, sus propagandistasy publicistas destilan cotidianamente ha-ciendo creer a la población, especialmentesectores populares, que las medidas toma-das por el gobierno en el tema económicoson las mejores, las más adecuadas, quetraerán “desarrollo para todos” y resolve-rán la pobreza, etc. Todo esto forma partede un todo más complejo que podemosrepresentar como una larga cadena de pro-ducción, distribución y circulación de infor-mación, ideas y conocimientos en la que

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14 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

participan universidades e instituciones aca-démicas, centros empresariales, fundacio-nes, ministerios y entidades del Estado, res-ponsables de la conducción y gestión eco-nómica del país, medios informativos, pe-riodismo de opinión, revistas especializa-das, expertos y otros especialistas, ademásde líderes, movimientos y/o partidos polí-ticos que se adscriben y defienden las tesisneoliberales así como la economía de mer-cado en general. Ni el espacio ni el tiempodisponible nos permiten dar cuenta de todoese andamiaje. Sin embargo, con lo aquíexpuesto, se aspira brindar un punto departida para un trabajo de mayor profundi-dad y largo aliento.

El neoliberalismo latinoamericano care-ce de doctrina propia. Como han sostenidohace más de 20 años Max-Neff, Elizalde yHopenhayn (el subrayado es de los auto-res): “Si el desarrollismo fue generador depensamiento, el monetarismo ha sido fa-bricante de recetas; por lo menos el quehemos visto aplicado en nuestros países.En nuestro medio no es posible detectarpropiamente un pensamiento o una filoso-fía neo-liberales. Ello no se debe, por cier-to, a que la mencionada escuela carezcade tales sustentos. Basta leer para ello a loseconomistas austriacos. El problema radicaen que el esquema aquí aplicado ha sido elde un neo-liberalismo inculto, dogmático yfuera de contexto.”6

El neoliberalismo económico fue impor-tado de las universidades norteamericanas,principalmente de la llamada Escuela deChicago liderada por Milton Friedman(1912-2006), la cual arraigó especialmen-te en Chile durante la dictadura de Pino-chet. Por aquí vino su implantación teórica,acompañada paralelamente por las políti-cas fondo-monetaristas del FMI y el BancoMundial, inspiradas en los preceptos de di-cha escuela para resolver los problemas dela demanda agregada, el déficit fiscal y lainflación. Finalmente, el Consenso de Was-hington vino a consagrar el recetario queen su momento recibió separadamente

cada país latinoamericano, elevándolo a unconjunto de principios de alcance hemisfé-rico. Según la periodista canadiense NaomiKlein (2007), las crisis económicas en dife-rentes partes del mundo, junto con las ca-tástrofes ambientales, fueron utilizadas porlos poderes fácticos para instalar sobre lassociedades lo que ella denomina “doctrinadel shock”.

Las tres primeras secciones forman unprolegómeno largo para ubicar al lector/lectora en el contexto de nuestro trabajo,contexto que hemos distribuido en tres ni-veles: una perspectiva panorámica del re-corrido histórico que siguió la “ciencia eco-nómica” desde Europa (la cuna del libera-lismo), la presencia del liberalismo en elPerú en el s. XIX, y el Consenso de Was-hington a nivel latinoamericano. En cadauno de esos niveles se plantean varias te-sis. La última sección constituye la materiaen sí, nuestro objeto de discusión.

Liberalismo y neoliberalismoEn lo que sigue intentamos establecer

la relación genética entre el liberalismo clá-sico del siglo XIX y el neoliberalismo delsiglo XX. Milton Friedman (1935, 1956,1960), Friedrich von Hayek (1944, 1948)y Ludwing von Mises (1935) son conside-rados los padres fundadores del neolibera-lismo doctrinario, a los cuales se asocia KarlPopper (1967, 1985) desde la epistemolo-gía (Gómez 2005).

Entre ambos median otras escuelas eco-nómicas, desde la economía vulgar hastala revolución keynesiana, pasando por larevolución marginalista y la síntesis neoclá-sica. Nuestra tesis es que el neoliberalis-mo, si bien toma elementos y principiosde los clásicos, y sobre todo de los neoclá-sicos,7 es una escuela que se ha esforzadopermanentemente por hipostasiar la reali-dad; donde la realidad de la economía, enesa concepción, es reemplazada por la “rea-lidad del mercado”. Podría decirse, por eso,que carece de una propuesta de desarrolloexplícita.

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15LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

No obstante lo anterior, Friedman tuvouna influencia decisiva en el diseño de laspolíticas monetarias y fiscales recomenda-das por los organismos de Breton Woods(FMI, Banco Mundial) desde los años 70,llegando a hegemonizar mediante un en-foque monetarista la conducción económi-ca de los países latinoamericanos en los 80y 90. Se ha llegado a considerar que la po-lítica de desarrollo del neoliberalismo se vaconformando mediante los efectos, acumu-lados en el tiempo, que van generando laaplicación sucesiva e invariable de sus po-líticas de corto plazo. Al menos así vinosucediendo en el Perú desde la segundamitad de los 70 (Schuldt, 2005: 373).

Por liberalismo económico suele enten-derse el cuerpo de doctrina de los llama-dos “economistas clásicos”, principalmen-te de Inglaterra y Francia, de la segundamitad del siglo XVIII y la primera mitad delXIX, cuyos máximos exponentes fueronAdam Smith y David Ricardo. La obra delprimero (Smith, 1958) fue la más difundi-da y popularizada, sobreviviendo inclusoal paso del tiempo, debido al recurso deuna metáfora (la mano invisible) para ex-plicar el comportamiento de los agentes(productores y consumidores), como si lasacciones y decisiones de aquellos, expre-sadas en ofertas y demandas diversas, fue-ran coordinadas providencialmente por unmecanismo o fuerza superior.8 La condiciónbásica para el despliegue y desenvolvi-miento de todo ello es el postulado de unmarco de absoluta libertad, es decir, de li-bre entrada y salida de los mercados, sinrestricciones ni trabas ni controles por par-te del Estado, cualquiera fuera su naturale-za, excepto para garantizar el orden públi-co. Este liberalismo económico proveyó deargumentos y principios que sustentaron elliberalismo político; entre dichos principios,el más popular de los cuales, “dejar hacer,dejar pasar” (laissez faire, laissez passer),heredado de la fisiocracia, se convirtió asi-mismo en una especie de consigna o caba-llito de batalla contra la persistencia del

“viejo orden” representado por el sistemamonárquico-absolutista europeo y la insti-tución del mercantilismo. Otro principio,indesligable de la mano invisible, es el or-den natural en virtud del cual el egoísmoindividual conduce al bienestar de la socie-dad, haciendo del gobierno -o del estado-algo “superfluo”. En resumen, traduciendoambos principios al lenguaje de la política,el liberalismo inculcado por Smith significa:“libertad de toda interferencia gubernamen-tal”.9 Es importante añadir que las ideas li-berales surgieron en un contexto históricoe intelectual influido por la reforma protes-tante, las revoluciones científicas en la as-tronomía (Copérnico, Kepler) y la física(Newton), así como por el pensamiento dela Ilustración.

Esos mismos principios constituyen almismo tiempo la savia de la que se nutreel neoliberalismo, concretamente: i] su re-chazo visceral del Estado (todo estado), alque se le consideraba, en principio, inefi-ciente y mal administrador; y ii] su con-cepción de “sociedad” entendida como unacolección de individuos disgregados, sepa-rados y que compiten por recursos “esca-sos” para satisfacer sus propios “fines”egoístas. Para el neoliberalismo es incon-cebible, o, en todo caso, constituye una gra-ve herejía, plantearse fines sociales o con-cebir actores colectivos.

Para entender un poco más de dóndeproviene la famosa metáfora, mucho antesde la aparición de la Riqueza de lasNaciones10Adam Smith ya era conocido enlos círculos académicos y políticos de In-glaterra y Escocia, por la publicación de suTeoría de los sentimientos morales (1759).En esta obra, junto con las Conferenciassobre Jurisprudencia (Justicia, Gobierno,Ingresos y Defensa), se encuentran los fun-damentos filosóficos, ontológicos y axioló-gicos de la “mano invisible”: la considera-ción de la naturaleza humana y sus fines; laética, la moral y el “orden natural”; la inte-racción entre egoísmo y altruismo, entrelos instintos y las pasiones. Estos temas son

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retomados en su obra de economía y lesirvieron en su argumentación contra elmercantilismo. Conviene recordar que Smithestuvo imbuido de la filosofía moral esco-cesa (mezcla de teología, moral, derechonatural y política) y de los principios teoló-gicos de la Ilustración, que constituyeronlos soportes de su visión del mundo.

Podríamos establecer un parangón algoforzado pero útil: el neoliberalismo hizo deSmith lo que el estalinismo y el “marxismoortodoxo” hicieron del pensamiento deMarx. La doctrina de la “mano invisible” haconstituido la parte más manoseada y so-corrida de la obra del economista escocés,para darle ropaje de “ciencia” a la vulgari-zación de sus ideas por los epígonos, perotambién para justificar las políticas depre-datorias de las riquezas y el empobrecimien-to creciente de los trabajadores.

Entre Milton Friedman -uno de los re-presentantes más conspicuos de la corrien-te neoliberal- y Adam Smith media un lar-go periodo, en que la economía políticapasó a convertirse en “teoría económica”.Smith (en palabras de Marx) dio a la pri-mera su expresión más acabada, ya quevenía de un proceso de elaboración al quecontribuyeron otros autores como Cantillon,sir James Stuart y los fisiócratas. Estos últi-mos influyeron sobre Smith en los temasde la renta de la tierra y la distribución delproducto nacional. La decadencia de la eco-nomía ricardiana fue el comienzo del finde la economía política clásica inglesa. Ensu reemplazo surgió la revolución margi-nalista que produjeron Stanley Jevons, LeonWalras y Wilfredo Pareto en el último ter-cio del XIX, cuando el capitalismo estabapasando de su etapa victoriana y competi-tiva (la que teorizaron Smith y Ricardo ensus trabajos) a otra monopólica. Esa revo-lución en el conocimiento involucró un cam-bio del paradigma económico ya que apartir de allí se fue borrando no sin inten-ción todo rastro societal que antes se podíaapreciar en el estudio de las relaciones eco-nómicas (de allí el nombre de economía

política), y gran parte de ello se explicapor la incomodidad que significaba para losposricardianos y marginalistas seguir lidian-do con la teoría del valor-trabajo.

Si anteriormente la tradición clásica ha-bía estudiado las relaciones de produccióny distribución así como las condiciones decrecimiento en el largo plazo, con el nue-vo paradigma se van a privilegiar las rela-ciones de circulación, esto es, la formaciónde precios y su dinámica a través del inter-cambio de mercancías en el mercado. Esteconcepto es vaciado para pasar a ser llena-do por las curvas de oferta-demanda y losmodelos matemáticos del equilibrio gene-ral. La economía se simplificó al extremopero se complejizó en su presentación for-mal: dados ciertos supuestos y postuladoslógicos sobre racionalidades y comporta-mientos maximizadores/minimizadores,ante cualquier perturbación en el sistemaeste era restablecido por providencialesmecanismos automáticos. Ello se convirtióen el nuevo credo de la economía; esta ganóen simplificación y elegancia instrumentalpero a costa de su eficacia explicativa paradar cuenta de la compleja realidad. Se pro-dujo así lo que podríamos denominar unproceso de fetichización de las categoríaseconómicas, mientras que la nueva teoríao el nuevo paradigma fue un producto ne-cesario de su autoalienación (Romero,2008a).

En el siglo XX, la relectura que hicieronFriedman (desde la economía) y Hayek(desde la filosofía) del pensamiento liberaldecimonónico representado en Adam Smi-th, así como de la “síntesis neoclásica” re-presentada en la Ley de Say y los modelosde equilibrio general, apuntaron a una re-elaboración conceptual con vistas a despla-zar al keynesianismo de la conducción dela política económica en los países más in-dustrializados. Después de los años 30 yde la Segunda Guerra Mundial el sistemacapitalista no volvió a experimentar gran-des depresiones; por el contrario, bajo lasorientaciones de la revolución keynesiana

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sobrevino la reconstrucción de Europa oc-cidental y el crecimiento de las economíasaliadas en el marco de la “guerra fría” (elsistema tuvo un ciclo de 25 años de relati-va prosperidad). Fue entre fines de los 60y comienzos de la década siguiente queaparecieron nuevas conmociones, aunquede otra índole: la devaluación del dólar ysu consiguiente afectación al sistema depagos internacionales (en 1967 expiró elsistema de Breton Woods y del patrón orose pasó al patrón-dólar en el comercio in-ternacional); la famosa “crisis de los pre-cios del petróleo” de 1973-74 que desen-cadenó la expansión del crédito internacio-nal -abundante y barato- proveniente delos petrodólares (antecedente inmediato delproblema de la deuda externa de los paí-ses del Tercer Mundo); y la insuficienciamostrada por los enfoques de política anti-cíclica basados en la demanda para mane-jar los nuevos factores de perturbación.

Más que por una debilidad intrínseca, laeconomía keynesiana reveló su crisis bajolos nuevos cambios y necesidades que ex-perimentaba el capitalismo, siendo este elcontexto histórico en que la crisis de dichoparadigma debe ser explicada. La gestiónkeynesiana del Welfare State en Europa yNorteamérica con sus controles y reglamen-taciones, particularmente del mercado la-boral, sus políticas económicas intervensio-nistas, junto a la rigidez del sistema mo-netario internacional y del comercio exte-rior; todo ello resultaba una camisa de fuer-za y una traba para la creciente movilidaddel capital especialmente financiero o enla forma de inversión extranjera directa, quetendía a rebasar los marcos de los estadosnacionales (la globalización). En este mar-co, el “triunfo neoliberal” tiene una doblelectura. De un lado, la apertura total delcomercio así como la libre flotación de lasmonedas que requerían los capitales enexpansión, encontraron en el recetario neo-liberal la respuesta “científica” que necesi-taban para justificarse. De otro lado, losneoliberales tuvieron la audacia de presen-

tarse como “la” solución en el momentopreciso, con un discurso económico que ledaba en la yema del gusto a los interesesdel capital, es decir, que el nuevo “mode-lo” prescindía del Estado e inclinaba la “ba-lanza de poder” en la economía hacia lasfuerzas más dominantes (las grandes em-presas, corporaciones y banca internacio-nal).11

El neoliberalismo económico proporcio-nó entonces los fundamentos “científicos”para la conducción y gestión política de laeconomía (el neoliberalismo político), es-pecialmente a partir de los años 80 en quefue encarnado por el “dúo dinámico” Re-agan-Thatcher en Estados Unidos e Ingla-terra, respectivamente.12 De esta manerafue como el neoliberalismo económico yel político se fundieron en un solo “mode-lo”, o, más bien, en recetario/plantilla deaplicación universal, que luego será consa-grado en forma de consenso de alcancehemisférico por parte de los Estados Uni-dos (en realidad, para imponerlo sobreAmérica Latina). Sin embargo, muchos tien-den a ver o critican solamente uno de losaspectos del neoliberalismo.13

Otra confusión bastante generalizada esla identificación que se hace entre la eco-nomía neoclásica y el neoliberalismo encualquier sentido. Que haya una relacióngenética entre ambas corrientes no signifi-ca necesariamente “identidad”. En primerlugar, y tal como hemos visto, ambas nofueron contemporáneas ni en tiempo nilugar. En segundo lugar, mientras que paratodo efecto teórico los neoclásicos prescin-den o abstraen al Estado en sus modelosde equilibrio (sea este parcial o general),los neoliberales buscan llevar a la prácticala “prescindencia del estado” en la econo-mía real. Obviamente, una cosa es “abstraer”al Estado del análisis económico y otra muydiferente pretender “desaparecerlo” de larealidad o al menos reducirlo a su mínimaexpresión; pretensión que es consustanciala “la realización de la utopía del anarquis-mo mercantil del Estado mínimo” (Beck,

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1998: 17). La “ineficiencia del estado” o el“estado es un mal administrador”, antes queser consideradas como proposiciones con-trastables con la realidad y/o demostradasen la práctica, se convirtieron con el trans-currir del tiempo en prejuicios y “verda-des” inmutables del pensamiento único.

Los comienzos del liberalismoen el PerúSon muy escasos los trabajos y publica-

ciones sobre la historia de las ideas y delpensamiento económico en el Perú.14 El tra-bajo más reciente del que el autor de estaponencia tuvo conocimiento es de hace 28años (Revilla, 1980); está referido a un pe-riodo bastante acotado (1890-1910) y a untema sectorial (la industrialización) en tornoal cual se enfrentaron las dos corrientes pre-dominantes de esa época. Carecemos deestudios o tratados completos en el país, queabarquen el “tiempo largo” y sean, además,actualizados.15 No creemos exagerar si deci-mos que esta misma situación la atraviesanotros países latinoamericanos.

Falacias del neoliberalismo en el Perú1

El liberalismo hizo su ingreso oficial alescenario peruano años después de la De-claración de Independencia por San Martínen julio de 1821. Antes de esta fecha, elliberalismo en las postrimerías del XVIII fuesinónimo de “libertad política”, mientras queen materia económica era identificado con“libertad de comercio” (Manuel Vidaurre)o asimilado con la “libertad de comerciomarítimo” (Riva Agüero), figurando másbien como reivindicaciones frente al mo-nopolio español antes que como elemen-tos de un programa político y económicoalternativo, es decir, de ruptura con el or-den colonial. Según Emilio Romero (1945:289), el liberalismo al menos en la historiadel s. XIX nunca pasó de ser “un conceptopolítico” y, como corriente de ideas, “ja-más atacó a los grandes propietarios”.

Fue el Congreso de 1827 donde, en elmarco de las discusiones en torno a una

nueva ley proteccionista, tuvo lugar la ex-posición del liberalismo como discurso pro-gramático, a través de la intervención deManuel Vidaurre que destacó por su defen-sa de los principios liberales.16 La principalreferencia teórica de Vidaurre en dichodebate fue el economista francés Jean-Bap-tiste Say (1767-1832), considerado por Marxun “economista vulgar”.17

Mientras en nuestros tiempos actualesde globalización la política económica, uotros asuntos públicos vinculados con laeconomía, enfrenta a neoliberales y “na-cionalistas”18 o “populistas” o “(pos) key-nesianos”, llevando la batuta muchas ve-ces los primeros;19 en los primeros tiemposrepublicanos de formación del estado-na-ción en el Perú predominaba la confronta-ción entre los defensores del proteccionis-mo, de un lado, y los promotores del libe-ralismo económico en su sentido pleno, deotro, en el debate público. Este enfrenta-miento giraba principalmente, si es que noexclusivamente, en torno a la política adua-nera que era el instrumento de gestión demayor importancia con que contaba el Es-tado en formación. Más aun, la aduana y elpuerto del Callao constituían si se puededecir así el sistema mejor organizado de laadministración y las finanzas gubernamen-tales, teniendo en cuenta el “pasado ex-portador” del país en la época colonial.

Si bien la Independencia produjo la rup-tura política con la metrópoli, no hizo lomismo con el régimen colonial, “que conti-nuó vigente hasta el ocaso del siglo XIX”(Bonilla y Spalding, 1981: 70). El régimencolonial siguió imperando en la nueva re-pública y este contexto se mostrará abier-tamente reñido con la difusión de ideas li-berales por parte de “escritores políticos”.

Identificamos a manera de tesis dosgrandes constantes históricas, en el senti-do de su recurrencia y/o permanencia enel tiempo a lo largo de la historia del Perú:

1) La agricultura, el campo, el hom-bre y la mujer andinos, la comunidad rural,siempre fueron deliberadamente manteni-

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dos en el atraso y/o dejados a un lado a supropia suerte por las prioridades de las eli-tes gobernantes. Esta constante es de ín-dole estructural y explica buena parte del“problema nacional” del Perú en términosde desintegración social y exclusión étni-ca, fragmentación territorial e inequidad deldesarrollo.

2) El permanente desencuentro en-tre la realidad idealizada por las palabras(aspiraciones y deseos de las elites) y larealidad mostrada por los hechos (el atra-so y la exclusión), que el caso peruanomuestra en todo momento y lugar comoflagrantes contrasentidos. Este aspecto esigualmente aplicable al discurso con res-pecto a la acción política y los actos degobierno.

El Partido Civil es considerado “el pri-mer partido moderno de la vida políticanacional” (Contreras y Cueto, 2004: 153),por ende, la primera organización políticaliberal que hubo en el país. Al gobierno deManuel Pardo y Lavalle (1872-1876) le tocóvivir el periodo de declive del guano. Losgobiernos “liberales” que le antecedieron,como el de Ramón Castilla, cuyo primerperiodo (1845-1851) coincidió con el ciclode auge de la exportación del recurso, so-lamente “hicieron la parte grata de la refor-ma liberal” (op. cit: 115). Pardo era un po-lítico con grandes iniciativas para empren-der la integración física y el desarrollo delpaís, para lo cual su “gran proyecto” fue-ron los ferrocarriles, animado o inspiradopor lo que había visto cuando se educó enEuropa. Sin embargo, su gobierno heredóuna economía del derroche debido a la “fie-bre del guano” de la que se benefició laplutocracia limeña (comerciantes y consig-natarios privados convertidos en nuevosricos); se lucraba también a costa del erariopúblico por el mecanismo de la consolida-ción de la deuda interna vía emisión debonos;20 el presupuesto estatal dependía delos ingresos guaneros (43% de los ingresosdel Estado en 1854 y 79% en 1861), y másde la mitad del gasto se utilizaba para am-

pliar la planilla estatal (burocracia civil ymilitar) en el interior del país; el ContratoDreyfus (1869-1877) había sido negocia-do deficientemente por el gobierno deBalta, resultando todo lo contrario a lo pre-visto, pues el estado peruano terminó so-bre endeudado y obligado a declararse enmoratoria en 1876. Por si fuera poco, Par-do y los civilistas eran combatidos por el“pierolismo”, reflejando las desavenenciasregionales entre costa y sierra.21

El periodo del guano fue también defuertes convulsiones sociales, políticas yeconómicas, como la crisis económica de1873-1876; la rebelión liderada por Maria-no Ignacio Prado contra el Tratado Vivan-co-Pareja suscrito por el gobierno de Pezetcon la metrópoli (enero 1865) y el subsi-guiente combate del Callao contra la flotaespañola (2 de mayo 1866); los golpesmilitares como el de Castilla en 1851 con-tra Echenique y del mismo Prado en 1872para derrocar a Balta.

Apreciando el contexto precedente,bien podemos afirmar que desde antes dela Guerra del Pacífico, ya se había produci-do la decepción de las expectativas ante laimposibilidad de llevarse a cabo la espera-da “revolución liberal” en el Perú. El ciclodel guano (1841-1878) fue la oportunidadúnica e inmejorable ciertamente inespera-da, al propio tiempo que irrepetible, comopara haber emprendido el desarrollo nacio-nal cristalizando los postulados liberales. Conrazón Mariátegui, observando la agriculturacosteña de su tiempo, sostuvo: “La políticaliberal del laissez faire, que tan pobres fru-tos ha dado en el Perú, debe ser definitiva-mente reemplazada[… ]” (Mariátegui, 1967:87). ¿Fracasó entonces el liberalismo en elPerú republicano del siglo XIX?22

Tesis sobre el Consenso de WashingtonEl llamado «Consenso de Washington»

(en adelante CW) fue el resultado de uncónclave, recogiendo las lecciones que ha-bían dejado las experiencias de aplicaciónde las políticas económicas en los 80, así

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como la sistematización de estas mismaspolíticas, promovidas y/o recomendadaspor el FMI y BM cuyas sedes se encuen-tran en la capital norteamericana (William-son, 1990). Este autor llega a identificar 10instrumentos de política económica cuyomanejo “razonable” es apreciablementevalorado por las instituciones de BrettonWoods, referidos al déficit fiscal, gasto pú-blico, reforma tributaria, tasas de interés,tipo de cambio, política comercial, inver-sión directa extranjera, privatizaciones, des-regulaciones y derechos de propiedad.

EL CW consiste entonces en política ma-croeconómica estandarizada, consensuadaentre los organismos internacionales, los paí-ses más desarrollados y las grandes multina-cionales, para “gobernar” nuestras economíasincluyendo también a los pobres. Aun cuan-do los postulados del CW hayan inspirado laspolíticas neoliberales que luego cayeron enel descrédito, en muchos países, logró impo-ner un lenguaje y forma de pensar que sehan legitimado en la opinión de políticos,banqueros, empresarios y de muchos econo-mistas locales. Basta escuchar en noticierosde radio y televisión, o en programas espe-cializados para verificar la identidad de len-guaje y en contenidos. Los medios masivosde comunicación convirtieron los postuladosdel CW en sentido común, porque se habla yrepite todos los días siempre “lo mismo”.

A continuación nuestras tesis sobre elCW con relación a la América Latina (AL):

i) En términos sociales (educación, sa-lud, seguridad social, pobreza, empleo, dis-tribución del ingreso) los resultados obte-nidos por las políticas económicas del CWfueron contraproducentes en AL. Se pro-fundizaron y ensancharon la desigualdadsocial y la inequidad, afectando a la gober-nabilidad de los países. Los perdedores deesas políticas fueron y siguen siendo lostrabajadores de la ciudad y del campo, losdesempleados, los habitantes que viven enla periferia de las ciudades, los nuevos po-bres (sectores medios urbanos), las muje-res, los jubilados y los niños.

ii) En términos económicos el CW fa-voreció con creces y en primer lugar a labanca internacional, inversionistas extran-jeros, grandes compañías, financistas y es-peculadores; en segundo lugar a los gru-pos empresariales con mayor poder eco-nómico de cada país, esto es, a los princi-pales exportadores y grandes banqueros,seguidos por los capitales privados queproducen para el mercado interno y queen algunos casos son socios menores deempresas extranjeras. El crecimiento eco-nómico cuando se dio se produjo en fun-ción de las decisiones y los intereses cor-porativos de estos sectores, siendo los gran-des ganadores y destinatarios del CW.

iii) El CW fue concebido para removerla ingerencia del Estado en la economía ylo logró en las cuestiones que se propusohacer (privatizaciones, reducción del apa-rato público, desregulaciones, apertura ylibre entrada de capitales, “flexibilidad” la-boral). Paradójicamente, el Estado recibióla responsabilidad de realizar con aplicaciónel mismo recetario en todas partes, y poreso fue también un gran perdedor. Esto hapermitido develar la incapacidad de la cla-se política que se turnó en el poder paradefender los intereses de cada país. Dadoque la sociedad siempre ha dependido delEstado en AL, al perder el Estado perdiótambién de carambola la sociedad excep-tuando a las elites económicas, y la clasepolítica se desprestigió.

iv) El CW impuso a los estados latinoa-mericanos una doctrina económica cerradaque bajo el manto de un “consenso” ocul-taba los intereses del gran capital. La revo-lución económica mediante la cual las eco-nomías de la región son desestatalizadas,significó también la sistemática desestruc-turación de los estados-nación en la regióny de los esfuerzos relativamente autóno-mos de integración que se habían dado;23

era y sigue siendo la condición sine quanon para transitar hacia el reinado del mer-cado (léase: de las grandes transnaciona-les). La alianza que hubo entre capital esta-

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tal y capitalismo privado, que rigió con elmodelo de sustitución de importacionespara desarrollar los mercados internos, fuequebrada y reemplazada por una nuevafórmula: la del minimax (menos Estado ymás Mercado),24 con una gran diferencia:de ahora en adelante las economías de lospaíses dependerán sola y exclusivamentede los mercados mundiales. El Estado fuereducido y refuncionalizado para resguar-dar las fronteras, mantener el orden inter-no y asegurar condiciones irrestrictas a lalibre entrada / colocación / circulación decapitales en cada territorio.

v) El CW y otros instrumentos similarestraducen la voluntad política del Norte dequerer gobernar a las economías latinoa-mericanas con el mismo rasero. Los paísesexperimentan la enajenación de sus políti-cas económicas, lo que equivale a perdersu auto-determinación. Las políticas econó-micas en realidad son gobernadas y moni-toreadas desde afuera por una tecnocraciainternacional y desde los centros de podereconómico financiero.

vi) Las políticas económicas del CW pri-vilegian las variables monetarias (déficit fis-cal, tasas de interés, tipo de cambio, encajebancario, circulante) sobre las variables rea-les (producción, empleo, ingresos), lo queexpresa la preeminencia del capital-dinerosobre las otras formas de capital en el ma-nejo de la economía de un país (incluyendoal capital humano, el capital social y el capi-tal natural). La gestión macroeconómica queimpone una estrategia imperial como la delCW se posiciona en dos áreas claves, en tor-no de las cuales hace girar todo lo demás:pago de la deuda y gasto público, lo cualhace que toda gestión pública de la econo-mía sea convertida en asunto de fondos:cuando hay crisis es por el factor NHP (“NoHay Plata”), como se mostró patéticamenteen Argentina en el 2001.

Falacias de hortelanosEl neoliberalismo se manifestó con fuer-

za en el Perú a partir del primer gobierno

de Alberto Fujimori (1990-1995), que he-redó una situación económica sumida enel desastre, a consecuencia -para muchos-del “experimento heterodoxo” del primergobierno de Alan García Pérez (1985-1990).Antes de eso, lo que se había venido apli-cando desde mediados de los años 70 eranpolíticas económicas “ortodoxas” de esta-bilización, incidiendo sobre todo en la co-rrección de los desequilibrios en las princi-pales cuentas internas y externas del país(déficit fiscal y de balanza de pagos), fun-damentándose para ello en las Cartas deIntención del FMI.25 En agosto de 1991 elrégimen de Fujimori inaugura “el más bru-tal ajuste económico de la historia del Perú”(Gonzales y Samamé, 1991: 38). A dife-rencia del pasado reciente, ya no se tratasolamente de corregir los desequilibriosseñalados, pues el propio Estado será elobjeto de un tipo de política conocida comoajuste estructural, que con el tiempo -enel ámbito de la opinión pública- se le co-nocerá con el nombre de neoliberalismo.Un hecho que refuerza el argumento ante-rior y le es consustancial fue que el receta-rio del CW orientó efectivamente la con-ducción y gestión de la economía peruanaen toda la década del 90, prolongando suinfluencia en lo que va del s. XXI y alzán-dose como un “saber colonial” sobre lamanera de pensar y el sentido común.26

Si el liberalismo del s. XIX tuvo como cen-tro de sus ataques al Estado “proteccionista”y al mercantilismo, en las postrimerías del s.XX los prejuicios neoliberales tendrán comoblanco principal a los trabajadores y sindica-tos, pequeños productores y comunidades.Reducir la planilla debilitando los convenioscolectivos y la estabilidad laboral, deterioran-do las condiciones de empleo, flexibilizandola contratación y liberalizando el mercado detrabajo; todo ello se convirtió en sinónimo de“eficiencia empresarial” en un país como elPerú.27 Otro rasgo característico de los neoli-berales criollos, sea en la empresa o el esta-do, es la persistencia en ver “la paja en el ojoajeno” pero nunca en el propio.28

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Si el neoliberalismo es la ideología delcapitalismo en esta época de globalización(Boron, 2006), se designa como globalis-mo al predominio de la ideología y discur-so economicista del mercado mundial so-bre otras dimensiones de la globalización(ecológica, política, cultural, social) que sonsistemáticamente ocultadas, negadas opuestas en relación de subordinación (Beck,1998: 27, 164). La ideología del globalismoneoliberal se apoya en un aparato concep-tual de pretendida validez universal (mer-cado, crecimiento, progreso y otros) cuyaprincipal finalidad consiste en ocultar, velare incluso blindar los intereses privados (gru-pos de poder nacionales o extranjeros, trans-nacionales), presentándolos como intere-ses “universales” de la sociedad. Frasescomo: “el mercado es más eficiente que elEstado”, “la globalización lleva a la moder-nidad”, “el crecimiento económico trae bien-estar”, “la inversión privada genera em-pleo”, “las exportaciones generan riqueza”,así como tantas otras, tienen el propósitode hipostasiar la realidad (en el sentido deocultarla) pues “mercado”, “globalización”,“crecimiento”, “inversión” y “exportaciones”entre otros conceptos “universales” referi-dos a campos diferentes al económico(como “libertad”, “régimen democrático”,“justicia social”, etc.) se convierten en ob-jetos sagrados y “divinidades”. En virtud deeste fetichismo del discurso, la realidad so-cial y sus conflictos, la política y el poder,la explotación y la dominación desapare-cen, o mejor dicho, son “desaparecidas”. Sialgún significado tiene la tesis del fin de lahistoria, es precisamente ese.

Se entiende entonces sobre qué basesel discurso (económico y político) neoli-beral proporciona solamente argumenta-ciones falaces.29 Lógicamente, las mismascategorías “universales” (mercado, creci-miento, globalización, etc.) son utilizadasen todos los países latinoamericanos conmayor o menor insistencia, mayor o me-nor repercusión, dependiendo de la orien-tación ideológica del régimen político im-

perante y la influencia del neoliberalismo.La particularidad del caso peruano es quenuestro país, aparte de Colombia y Chile,ostenta el dudoso mérito de tener el Esta-do más neoliberal de la región (Romero,2008b). Además, Alan García, en este susegundo mandato que inició en julio del2006, ha imprimido su sello propio conrelación al neoliberalismo que siguieronAlejandro Toledo y Alberto Fujimori antesque él.

En la campaña presidencial del 2006Alan García tuvo un discurso efectista, con-venciendo al “pueblo” mediante una ofer-ta de reformas sociales, recusando las polí-ticas del neoliberalismo y hasta reconocien-do sus errores o pecados “de juventud”como ex-gobernante en 1985-1990. Pro-yectaba nítidamente una imagen de cen-tro izquierda moderada, frente al otro can-didato también con opciones de alcanzarla presidencia (Ollanta Humala, militar reti-rado y fundador del Partido Nacionalista Pe-ruano). Este último fue prácticamente de-monizado y tildado de “anti-sistema” portoda la prensa y los medios de comunica-ción con cobertura nacional. En el trancehacia la segunda vuelta electoral, y viendoen Humala una “amenaza”, García fue res-paldado por la derecha peruana cuya can-didata Lourdes Flores quedó fuera en laprimera vuelta, así como por el “centris-mo” representado por el ex-presidenteToledo y otras fuerzas menores. Los resul-tados de la segunda vuelta permiten apre-ciar que García recibió la adhesión popularen Lima y de regiones de la costa, mientrasHumala fue apoyado por el voto de lasregiones más deprimidas y pobres de lasierra. De esta manera quedó también con-figurado el mapa político del país.

Sin embargo, nadie supo en qué mo-mento y bajo qué circunstancias –empe-zando su segundo gobierno- el presidenteGarcía dio un viraje no solamente de dis-curso,30 volviéndose un neoliberal conse-cuente, traicionando sus promesas electo-rales y a los electores mismos. ¿Fue la pre-

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sión del gobierno norteamericano? ¿Fueronlos empresarios y las grandes corporacio-nes que operan en el país? ¿Participaronlos fujimoristas? La inconsecuencia con laoferta de campaña se había producido, asi-mismo, con Fujimori en 1990-1991 y conToledo en 2000-2001. Cada uno, en sumomento, fue un crítico y férreo opositorde quien le antecedió: el Fujimori de 1990con relación al primer García, prometien-do que no aplicaría la temida “política deshock”; el Toledo del 2000 con respecto aFujimori cuyo régimen había degeneradoen corrupción; el segundo García, todavíasocialdemócrata, contra el neoliberalismo yla corrupción de Toledo.

El segundo gobierno de García significaentonces la continuación de las políticasneoliberales iniciadas en el país en 1990.Más aun, busca profundizar y estrechar lasrelaciones y vínculos con la globalizacióncapitalista,31 a través de acuerdos de librecomercio con los gobiernos de los paísesdesarrollados y las potencias emergentes(China en primer lugar), así como brindan-do incentivos tributarios -o manteniendo losexistentes- al ingreso de capitales y la in-versión de las grandes multinacionales, prin-cipalmente en minería y petróleo.

La serie de artículos con el común epí-teto de “perro del hortelano” tiene el méri-to de dar expresión doctrinaria - en len-guaje popular- al pensamiento neoliberalen el Perú; algo que ningún político, ni si-quiera de centro derecha, como tampoconingún economista de esa tendencia, ha-bía logrado en los años más violentos del s.XX en el país (la década del 90). De ahí sunovedad y rápida popularidad. El antece-dente más cercano fue el libro El Otro Sen-dero a fines de los 80 (De Soto, 1986). Estelibro fue escrito con relación al fenómenode la “informalidad” y desde la perspectivaliberal, siendo un alegato -económico ypolítico- contra el sistema mercantilista en-tendido como un sistema de favores y pri-vilegios imperante en el Estado y la activi-dad empresarial (es la “tesis fundamental”

del libro); sistema que bloquea e imponetrabas legales y administrativas al desarro-llo de una genuina economía de mercado.32

Allí se investiga y describe la informalidadexistente en los ámbitos de la vivienda, elcomercio y transporte. Cabe señalar queparte de su “agenda para el cambio” fuerealizada en los 90, concerniente a la sim-plificación administrativa y la desregulación(op. cit: 301-2 y 304-7). Más aun, en elsegundo gobierno de Fujimori (1995-2000)el ILD había recibido el encargo de diseñare implementar un sistema o programa deformalización de las pequeñas propiedadesrústicas, predios urbanos y viviendas infor-males. En cambio, la descentralización en-tendida como “el traspaso de responsabili-dades legislativas y administrativas del go-bierno central a los gobiernos e instanciaslocales y regionales” (op. cit: 302), fue re-tomada y reemprendida a partir del gobiernode Alejandro Toledo. En otros términos, elprograma liberal de De Soto y el ILD fuellevado a la práctica, al menos en parte,por regímenes neoliberales.33

Cabe aclarar que tanto Fujimori comoToledo representaron regímenes políticos queejecutaron políticas macroeconómicas su-puestamente inspiradas en los principios li-berales de la economía de mercado y la libreempresa, pero mantuvieron y aun fortalecie-ron el sistema de prebendas y favores políti-cos (el mercantilismo en la política y las insti-tuciones del estado que atacaba De Soto).

Volviendo a los artículos presidenciales,sus contenidos proporcionan orientacionesy directrices de gobierno. Constituyen almismo tiempo la justificación ideológica ypolítica del primer mandatario para la “ava-lancha” de más de 100 decretos legislati-vos,34 que se diera al poco tiempo en mayo,en virtud de las competencias concedidaspor el Congreso con la finalidad de que elEjecutivo “adecuara” -fue el pedido expre-so- la legislación del país al TLC con EE.UU.(CAAAP, 2008; CEPES, 2008),35 desatandolas protestas en todo el país, especialmen-te de las organizaciones indígenas de la

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amazonia.36 En el mensaje oficial del 28 dejulio, García atribuyó la mayor parte de lasdificultades económicas internas -particu-larmente la inflación- a la coyuntura inter-nacional (crisis de los mercados hipoteca-rios en USA, alza en los precios del petró-leo y la crisis alimentaria), intentando justi-ficar las medidas dictadas en el “huayco”legislativo y atosigando al país medianteun discurso pletórico de cifras y estadísti-cas que pretendían demostrar los “logros”de su gobierno, y culminando con la invo-cación a la “reforma del alma”.37

Son tres artículos escritos en un lengua-je accesible y comprensible, destinados jus-tamente al gran público. El primero de ellos(García, 2007a) lanza la tesis de “poner envalor” los recursos y capacidades “sin uso”refiriéndose, concretamente, a los millonesde hectáreas de tierra deforestadas y aban-donadas en la amazonia, las tierras sin culti-var en la sierra, la hidrografía (mar y ríosque nacen en la cordillera), hasta los traba-jadores informales que carecen de accesoa la seguridad social y al sistema de pensio-nes. Esa tesis generaliza de manera prácti-ca una de las recomendaciones sobre des-regulación, contemplada en la “agendapara el cambio” de De Soto.38 Sin embargo,el método político recomendado por estediverge sustancialmente con relación a lohecho por García y su gobierno: mientrasDe Soto propuso hacerlo mediante la “pro-ducción (democrática) del Derecho”, esdecir, incluyendo transparencia y consultapopular, García arremetió mediante la im-posición de los 100 y más decretos legisla-tivos, sin consulta previa a los potencialesafectados (comunidades campesinas y na-tivas, pescadores artesanales, pequeñoscentros poblados), violando incluso com-promisos internacionales como el «Conve-nio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenasy Tribales», suscrito por el Perú el 5 de di-ciembre de 1993. El presidente optó en-tonces por el “mejor estilo mercantilista” yneoliberal, obviando procedimientos demo-cráticos.

El segundo artículo (García, 2007b)abunda en “propuestas de solución”, don-de en el numeral [I] da expresión concretaa uno de los componentes del “programamínimo” liberal de El Otro Sendero (la des-regulación). Según De Soto (1986: 304):“Por ‘desregular’ entendemos el incremen-to de las responsabilidades y oportunida-des de los particulares en ciertas áreas yla reducción de las del Estado en lasmismas.”[Subrayado mío, AR]. De las cua-tro soluciones sobre este tema, solamentela tercera (“Tercerizando el control de lainversión”) es coherente con dicha defini-ción. Los numerales [IV] y [VI] proponenmedidas concretas con relación a lo argu-mentado en el primer artículo.

En el tercero y último (García, 2008)alcanza una retahíla de cifras en términosde avances en la ejecución del gasto socialen el 2007 (primer año de su segundo go-bierno), para rebatir los prejuicios psicoló-gicos o intelectuales existentes supuesta-mente “en muchos de nosotros”.

Es importante señalar que el calificativoperro del hortelano lo aplica el autor paradesignar las “ideologías superadas” y a to-dos aquellos que se oponen a la mercantili-zación de sus recursos sin utilizar u “ocio-sos”, entre los cuales se encuentran las pro-pias comunidades andinas y amazónicas. Estádirigido asimismo contra el mercantilismo dela burocracia estatal. Conviene distinguir, eneste contexto, el proceso de “mercantiliza-ción” estimulado por un régimen económi-co y político mercantilista, del desarrollo deuna genuina economía de mercado, tal comolo preconizan desde hace más de una déca-da nuestros liberales criollos “modernos”.Para liberales como De Soto y Vargas Llosa,la economía informal representa “la rebe-lión más importante contra el status quo”(i.e. el mercantilismo, las prácticas mercan-tilistas y el sistema mercantilista, de los em-presarios y el Estado coludidos en “colisio-nes redistributivas), pues “La opción de lalibertad no fue jamás aplicada seriamenteen nuestros países.”39

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El marco interpretativo brindado por DeSoto es limitado, hasta incurre en un deter-minismo legal, que impide comprender alPerú realmente existente en los umbralesdel siglo XXI. La fragmentación territorialen términos de desigualdades; la exclusiónde localidades, recursos y capacidades; lasdesarticulaciones y heterogeneidades; ladébil cohesión social, la deslegitimidad ins-titucional y política, desbordan dicho mar-co haciéndolo insuficiente. En cambio Gar-cía, en los artículos que venimos comen-tando, evita u omite deliberadamente lahistoria de los conflictos -al menos los dis-tributivos- que marcaron fuertemente al paísen el último tercio del s. XX, y donde élfue uno de los protagonistas como políticoy gobernante. El efecto de este malabaris-mo mental busca ocultar algo, tal comoveremos a continuación.

Después de la defenestración del Ge-neral Velasco en agosto de 1974, el país haatravesado por más de 20 años de desmon-taje de reformas, así como por la aplicadaejecución de políticas económicas orto-doxas y neoliberales; proceso histórico delque desprendemos al menos tres elemen-tos de continuidad. El primero es que laspolíticas macroeconómicas respondieronsiempre, directa o indirectamente, a los in-tereses inmediatos de las distintas frac-ciones del capital en el Perú, sea que fueseutilizada como instrumento de negociaciónen las diferentes coyunturas o ciclos, seapara generar cierta acumulación interna, oaun para llevar al país por el camino de lainserción directa en el mercado internacio-nal. En segundo lugar, los trabajadores sinexcepción -del campo y la ciudad, forma-les o informales-, sectores populares engeneral y los “pobres” fueron los más per-judicados por dichas políticas, aun cuandoen determinadas circunstancias parecieronobrar a su favor (la “comunidad industrial”de Velasco y el “experimento heterodoxo”en el primer gobierno de García). En ter-cer lugar, las políticas económicas de corteortodoxo fueron no solamente el instrumen-

to privilegiado para reorganizar la econo-mía peruana a favor de los capitalistas. Di-chas políticas sirvieron también para latransformación del Estado en “Estado delcapital”. En este contexto, la invocación ala “economía de mercado” siempre resul-tó un eufemismo.

Sin romper con el sistema ni con susbaluartes ideológicos e institucionales, lossectores populares siempre han querido ydeseado algo muy sencillo: participar enigualdad de condiciones en la “economíade mercado”, pero el sistema -mercantilis-ta o no- se los ha negado permanente-men-te. Los millones de micro y pequeños em-presarios, hombres y mujeres, del campoy la ciudad, así como sus familias, amigos yparientes, siempre desearon «competir» yser «eficientes», así como producir y ven-der, tener mercados, participar, tener opor-tunidades, recibir apoyo efectivo del Esta-do, no solamente promesas electorales yverborrea populista. Es sobre esta cuestióndonde varias generaciones de políticos, in-cluyendo la de García, así como los parti-dos y grupos económicos que estuvieronen el poder, fracasaron en el Perú y otrospaíses de AL, particularmente los andinos.En consecuencia, a la luz de la historia re-ciente de nuestro país, ¿quiénes deberíanser entonces considerados como los verda-deros “perros del hortelano”?

Una cuestión que los liberales y neoli-berales se han abstenido de abordar y tam-bién el presidente García es la siguiente. Siel «pueblo» peruano quiere mercado, ¿el«pueblo» quiere entonces capitalismo? ¿Ca-pitalismo es sinónimo de «economía demercado»? Para los dogmáticos y fundamen-talistas seguramente la respuesta es eviden-te, pero nunca fue ni será así de sencillo.La trampa que contiene la consigna presi-dencial: “poner en valor los recursos queno utilizamos” (García, 2007a) consiste enque dichos recursos terminan necesariamen-te concentrados y centralizados como pro-piedad de terceros. Dicho con otras pala-bras, “poner en valor” mediante el alquiler

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o la compra-venta, cualquiera sea el recur-so (tierras de comunidades, áreas de bos-que tropical en desuso o abandono, ríos ymares, etc.) es en realidad un mecanismode expropiación / apropiación utilizado his-tóricamente por el capital para la “acumu-lación originaria”. La novedad es que aquíno se propone una suerte de despojo o deapropiación violenta de los recursos, bie-nes y pequeños capitales de los producto-res independientes o comunitarios, comoen el pasado; se propone, simplemente,un mecanismo de “libre” concurrencia quepermita atraer al inversionista y generar asíempleo a los millones que lo necesitan. Esla misma figura que en su momento pro-pusieron De Soto y el ILD a fines de los 80para crear un “capitalismo popular” en elPerú, pero a partir de la validación de jurede las tierras, viviendas y otros activos enposesión de los informales urbanos.

En cualquier caso, lo que se hace esocultar la lógica profunda con la que operael capital y el sistema capitalista en el país.La “fe ciega” en el mecanismo del merca-do les impide, sea a García o a De Soto y alos seguidores de ambos, plantearse y me-nos responder cuestiones como estas: ¿quégarantiza que al final del circuito económi-co la distribución de la renta sea tal quedisminuyan los diferenciales de ingreso ypor ende los indicadores de pobreza en elpaís?; en países como el Perú, ¿la acumula-ción por más de 500 años con presenciaoccidental, ha sentado ya las bases de un“capitalismo popular y moderno”?; ¿qué sepodría esperar de políticas económicasque, en el marco de la globalización capi-talista, tienden a agudizar la centraliza-ción del capital, la concentración del po-der económico, el desigual reparto del pro-ducto, la inequidad en la distribución deingresos, así como la fragmentación terri-torial en espacios de desarrollo locales?¿Puede una propuesta de transformación delas relaciones sociales y de poder, en unpaís como el Perú, prescindir de la econo-mía de mercado? ¿Es posible el desarrollo

en base al mercado pero sin capitalismo?¿Es compatible el capitalismo con la demo-cracia (hablamos de algo distinto a la de-mocracia del billete: «un dólar un voto»)?Estos asuntos rebasan los límites de la po-nencia y ameritarían otro trabajo.

Mercado y capitalismo, en el discursoneoliberal, aparecen como realidades me-tafísicas descritas en términos de «variables»(precios, inversión, consumo, crecimiento,PBI, etc.) cuya lógica de comportamientosolamente pueden entender los «expertos»y los iniciados. Este enmascaramiento de larealidad económica, mediante variables ycifras, impide apreciar que «mercado» y «ca-pitalismo» no son realidades neutras, es-tando más bien atravesadas por relacionessociales y de poder, sistemáticamente ocul-tadas por ese discurso. El discurso políticodel neoliberalismo, como el que enarbolael presidente García, se presenta arropadocon el discurso económico liberal que aspi-ra a la utopía (imposible) de “un país depropietarios”.40 Se comprende el esfuerzoque normalmente se tenga que hacer si sequiere adquirir una comprensión cabal dela situación real, pues la «verdad» es perma-nentemente ocultada. La verdad misma esuna relación de poder.

Finalmente, la falacia más evidente delDr. García, aunque no por ello menos impor-tante: “La batalla ya no es económica porqueel mundo aplastó en ese tema al perro delhortelano” (García, 2008). Todo lo contrario,la batalla recién comienza y ni es ni será ex-clusivamente económica, sino “civilizatoria”;41

cuestión que debe ser necesariamente colo-cada sobre una plataforma más amplia y com-pleja, partiendo de la pregunta: ¿Representala globalización capitalista el comienzo delfin de la «prehistoria del capital»? Aníbal Quija-no había adelantado desde hace tiempo estatesis: “El capitalismo, La Historia del Capital,avanza ahora más rápida e irreversiblementeen la dirección de su última realización. Cuantomás exitoso y más plenamente realizado ygracias exactamente a su éxito, se despidede sí mismo.” (Quijano, 1996: 25).

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El Dr. García alude como “perro delhortelano” al “marxismo” en general, y a laizquierda peruana en particular. Olvida odesconoce que lo que “el mundo aplastó”con la caída del muro de Berlín en 1989fue la versión anquilosada, deformada yburocrática del socialismo, o, en otras pala-bras, el “marxismo” de Stalin y sus suceso-res tanto en la desaparecida URSS comoen el resto del mundo. El aparente fin dela historia suscitado por ese acontecimien-to, y su celebración como el triunfo delcapital y la democracia a secas (es decir,burguesa) no le ha durado mucho a estosprofetas porque nuevos acontecimientoshan ido permitiendo una “vuelta a Marx”para superar la época de derrotas y frustra-ciones.42 Estamos a favor del retorno de un“Marx sin marxismos” (Sáenz, s/f).43 Peroseamos concesivos con el Dr. García y ad-mitamos, en cambio, que el marxismo “ra-cional y abierto” (Boron, 2004) está demo-rando en aparecer en el Perú, lo cual tal

vez nunca suceda si persiste lo que el pe-riodista César Hildebrandt constata obser-vando a las izquierdas del país, agrupándo-las del siguiente modo: “versión armada delmarxismo”, “señores de Sipán del leninis-mo”, “vieja izquierda viuda de Mariátegui”.(Hildebrandt, 2008a). Al respecto, una co-rriente de opinión proveniente de intelec-tuales y políticos de izquierda ha venidoseñalando,44 desde los años 80, la crisis dela izquierda peruana y la importancia de surenovación. Si bien tendremos “perro delhortelano” por algún tiempo, en la izquier-da peruana, somos optimistas como paravaticinar que esa situación no durará mu-cho. De hecho, la restitución de un marxis-mo liberado de ataduras dogmáticas es unproceso que ya está presente en el Perú yAmérica Latina, en concordancia con lo di-cho hace tiempo por James Petras: «... Elcrecimiento del socialismo programático sinestalinismo es un evento histórico de cate-goría mundial» (Petras, 2001).

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NOTAS

1 Versión con ligeros cambios de la ponen-cia presentada al IV Coloquio Internacio-nal: «América Latina: escenarios del nue-vo siglo. Nuevos desafíos y horizontes detransformación». Sociedad Latinoamerica-na de Economía Política y PensamientoCrítico (SEPLA). Buenos Aires, 22 al 24de octubre 2008.

2 Sobre el currículum del autor véaseSocialismo y Participación 104.

3 Ver p. ej. Urrutia (2008).4 Véase al respecto la evaluación de Petras

(2006).5 En términos de la clasificación de los ac-

tuales regímenes latinoamericanos reali-zada por Petras (2007), el Perú compartecon México, Chile y Colombia el grupode los gobiernos “neoliberales doctrina-rios”. Un examen completo del panora-ma latinoamericano, por parte del mismoautor, se ofrece en Petras (2008).

6 Manfred Max-Neff; Antonio Elizalde; Mar-tín Hopenhayn (1986: 12).

7 Friedman fue con un conocedor a fondode los clásicos (Smith y J. S. Mill), margi-nalistas (Walras y Cassel), así como delos representantes de la síntesis neoclási-ca (Marshall y Pigou). Ver Friedman(1976). A Mises se le conoce por haberiniciado y provocado -basándose en losneoclásicos y sus modelos del equilibriogeneral- el debate sobre la racionalidadde la economía planificada, debate en elque participaron también Oskar Lange yMaurice Dobb (Napoleoni, 1968: 133-147).

8 En toda la obra, el único lugar donde seencuentra la célebre metáfora es el capí-tulo II del Libro Cuarto, y en el siguientepárrafo (Smith, 1958: 402): “Ahora bien,como cualquier individuo pone todo suempeño en emplear su capital en soste-ner la industria doméstica, y dirigirla a laconsecución del producto que rinde másvalor, resulta que cada uno de ellos cola-bora de una manera necesaria en la ob-tención del ingreso anual máximo parala sociedad. Ninguno se propone, por logeneral, promover el interés público, ni

sabe hasta qué punto lo promueve. Cuan-do prefiere la actividad económica de supaís a la extranjera, únicamente conside-ra su seguridad, y cuando dirige la pri-mera de tal forma que su producto re-presente el mayor valor posible, sólo pien-sa en su ganancia propia; pero en estecomo en muchos otros casos, es condu-cido por una mano invisible a promoverun fin que no entraba en sus intenciones[subrayado mío, AR]. Mas no implica malalguno para la sociedad que tal fin noentre a formar parte de sus propósitos,pues al perseguir su propio interés, pro-mueve el de la sociedad de una maneramás efectiva que si esto entrara en susdesignios. No son muchas las cosas bue-nas que vemos ejecutadas por aquellosque presumen de servir sólo el interéspúblico.” El lector atento coincidirá enque el “fin” al que se refiere Smith es labúsqueda y satisfacción del “propio inte-rés” por parte de cada individuo.

9 Introducción de Max Lerner a Smith(1958), p. XXXV.

10 Esta conocida obra se publicó en el mis-mo año en que se produjo la indepen-dencia de las 13 colonias angloamerica-nas (1776).

11 “En el conjunto de las formulaciones queconstituyen el pensamiento burgués laque responde mejor a las exigencias dela fase particular del despliegue capitalis-ta considerada, conquista entonces fácil-mente una posición de pensamiento do-minante, ella se torna en el ‘pensamientoúnico’ del momento.” (Amin, 1998).

12 Para una caracterización del reaganomicsy del thatcherismo, véase Borja (2003:1169-70 y 1383-4).

13 Como bien sostiene Boron (2006): “[Lacorriente neoliberal] no es sólo ni exclu-sivamente económica, sino una filosofíaintegral. Sería un gravísimo error de nues-tra parte concebir al neoliberalismo sim-plemente como un programa económi-co.” Y más adelante: “el neoliberalismoes la corriente teórica específica del capi-

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talismo en su fase actual.” Véase másadelante la nota 26.

14 Tenemos en cuenta aquí la distinción es-tablecida por Schumpeter (1971: 51-52)entre “economía política”, “pensamientoeconómico” y “análisis económico”.

15 Los pocos estudios que conocemos -ensecuencia temporal- son los de Romero(1945), Reinaga (1969), Iguiñiz (1977), Igui-ñiz (1979), y el ya mencionado de Revilla(1980). Merecen ser mencionados tam-bién los trabajos de Macera (1977), Ma-cera y Hunt (1977), Portocarrero (1983).

16 “Era la primera vez que en el Perú se pro-nunciaba un discurso con semejantes re-ferencias a la ciencia nueva, a la econo-mía política.” (Romero, 1945: 299).

17 Las apreciaciones de Marx con relacióna esta corriente se encuentran en sus Teo-rías de la Plusvalía (Marx, 1974: 392-395).

18 Como sostiene Bonilla (1981: 69) con re-lación al surgimiento del nacionalismo pe-ruano: “No se forja como resultado deun conflicto colonial contra la metrópoliespañola…, ni como resultado de la crea-ción de un Estado nacional por parte dela clase dominante, sino que empieza asurgir dentro de los conflictos armadosque se suscitaron después de la Indepen-dencia entre las antiguas colonias con-vertidas inesperadamente en Repúblicas.”

19 Tanto en el Perú como en América Latinase ha vuelto un denominador común -por parte de neoliberales, sicofantes, pu-blicistas e ideólogos defensores de la “li-bre empresa”- medir con la misma vara ometer en el mismo saco a nacionalistas ypopulistas, keynesianos y socialdemócra-tas, incluso a heterodoxos y socialistas,por el “delito” de defender la gestión/participación estatal en la economía, opor propugnar medidas redistributivas delingreso nacional, más aun si de atenderlas demandas y necesidades sociales setrata. En la literatura especializada, a todoeso se le ha llamado, para simplificar,“populismo económico” (Dornbush y Ed-wards, 1992).

20 La consolidación de la deuda interna fuecreada por ley en 1850 y tuvo el propósi-to de “forjar una clase empresarial”. “Unaenorme suma de dinero fue puesta enmanos de un grupo relativamente redu-

cido, de quien se esperaba iniciasen lasinversiones y negocios.” (Op. cit: 131). Enun país como el Perú tal cosa nunca ocu-rrió, ya que era más rentable hacer nego-cio con el Estado prestándole dinero acambio de jugosos intereses. El guanoposiblemente haya sido el primer caso de«enfermedad holandesa» de la era repu-blicana. Acerca de este tema véase Schuldt(1994).

21 “El pierolismo era una reacción y un sen-timiento contra el cariz plutocrático delos civilistas. Las contiendas entre el civi-lismo y el pierolismo dominaron la políti-ca peruana hasta inicios del siglo veinte.”(Contreras y Cueto, 2004: 156).

22 A diferencia del proceso independentistalatinoamericano, la independencia nor-teamericana “fue un proyecto nacionalreal, una manifestación de que los diri-gentes y los empresarios del nuevo paísquerían el desarrollo de su propio suelopara beneficio de su propio pueblo,[...]”(Durand, 2004: 29).

23 La evidencia se pudo apreciar en la divi-sión de posiciones de los países de laComunidad Andina de Naciones (CAN)con relación a los TLC con Estados Uni-dos; asimismo, con ocasión de la V Cum-bre de Presidentes de ALC-UE celebradaen Lima (12 al 17 de mayo 2008).

24 “El Estado es, fundamentalmente, un obs-táculo para el desarrollo y, por lo tanto,cualquier sistema liberal que aspire a serserio deberá tender a reducir al Estado asu mínima expresión, a quitarle cada vezmás prerrogativas o nivel de injerenciaen el funcionamiento del mercado.” (JohnQuiñonez y Rudolph Pendavis, Manualde Idiotas Liberales), cita tomada de Hil-debrandt (2008b).

25 Las siguientes lecturas permiten adquiriruna mirada panorámica y de largo plazosobre la evolución de la economía perua-na y las políticas económicas concomi-tantes en el Perú, desde el último deceniodel s. XIX: Thorp y Bertram (1985), Porto-carrero (1980), FitzGerald (1981), Gonza-les y Samamé (1991), Gonzales (1998).

26 “[E]l neoliberalismo es debatido y con-frontado como una teoría económica,cuando en realidad debe ser comprendi-do como el discurso hegemónico de un

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modelo civilizatorio, esto es, como unaextraordinaria síntesis de los supuestos yvalores básicos de la sociedad liberalmoderna en torno al ser humano, la ri-queza, la naturaleza, la historia, el pro-greso, el conocimiento y la buena vida.Las alternativas a las propuestas neolibe-rales y al modelo de vida que represen-tan, no pueden buscarse en otros mode-los o teorías en el campo de la economíaya que la economía misma como disci-plina científica asume, en lo fundamen-tal, la cosmovisión liberal.” (Lander, 2000:11).

27 “En general, la retirada del Estado y elfortalecimiento del sector privado han di-bujado un nuevo mapa de poder econó-mico. No obstante, hasta ahora no ha dadolugar a un mayor desarrollo. Parte delproblema es que el camino escogido seapoya, como antes, en la explotación dematerias primas con mano de obra bara-ta. También, a que el Estado, sea conpolíticas proteccionistas o neoliberales, haido desarrollando una relación de fuerteconnivencia con el sector privado, conaltos índices de favoritismo y corrupción.”(Durand, 2004: 43).

28 Tal fue la tónica del mensaje presiden-cial del 28 de julio 2008 en el Congresodel Perú.

29 Las falacias del discurso tienen que vercon el fetichismo de la teoría. VéaseRomero (2008a).

30 Véase Schuldt (2008) donde se reseñanlos detalles de tal “viraje” ideológico.

31 Perú fue sede de la V Cumbre de Presi-dentes de ALC-UE (Lima, 12-17 de mayo2008), y lo será de la APEC (Asia-PacificEconomic Cooperation) en noviembre delpresente.

32 En dicho libro se equipara neoliberalis-mo con neoconservadurismo (neo-con-servatism). (De Soto, 1986: 295).

33 Un examen más detallado debería des-lindar en qué medida fue realizada la“agenda del cambio” propugnada por DeSoto.

34 La “avalancha” de decretos fue para algu-nos el verdadero discurso del 28 de julio(Campodónico, 2008).

35 “[E]n un país donde el Poder Ejecutivoproduce casi el 99% de las normas y elParlamento sólo decide sobre el 1% res-

tante no es de extrañar que, en el mejorestilo mercantilista, el Derecho esté divor-ciado de la realidad y las necesidades delmercado, y que favorezca el juego de lascoaliciones redistributivas y el voluntaris-mo centralista.” (De Soto, 1986: 308). Bajoel actual contexto del segundo gobiernode García, las “coaliciones redistributivas”aludirían al Estado en alianza con gran-des empresas mineras y el capital trans-nacional, como principales beneficiariosdel TLC con EE.UU.

36 Para una contextualización de la protestaindígena véase Romero (2008c).

37 Como observó Dammert (2008), el men-saje justificatorio de García era el de un“neoliberalismo tardío”.

38 Es necesario reconocer la paternidad delas ideas de De Soto con relación a esatesis de García: “[…] el Estado debe alen-tar y proveer las formas contractuales quepermitan a todos combinar trabajo, ideas,capital y recursos. Se trata de hacer delnegocio y del acuerdo un asunto senci-llo que facilite poner los recursos a sumás alto valor de utilización [subraya-do mío, AR] y de hacer predecible el re-sultado de las transacciones, para hacerposible así, espontáneamente, un merca-do eficiente.” (De Soto, 1986: 306).

39 “Prólogo” de Mario Vargas Llosa a Elotro sendero (De Soto, 1986: XXVI).

40 De Soto lo expresa negativamente: “… elPerú nunca ha sido un país de propieta-rios sino a lo sumo de usufructuarios.”(De Soto, 1986: 289).

41 Véase la nota 26, supra.42 He aquí un testimonio: “En Francia, las

huelgas del invierno de 1995 marcaronun giro antiliberal, confirmado luego, aescala internacional, por las manifestacio-nes contra la mundialización capitalista:‘¡El mundo no está en venta! ¡El mundono es una mercancía!’. Sobre los escom-bros del siglo XX han vuelto a reflorecer‘mil marxismos’. Sin tornarse escarlata, elaire recobra los colores. En 1993 se pu-blican Los espectros de Marx de JacquesDerrida y La miseria del mundo bajo ladirección de Pierre Bourdieu. En el oto-ño de 1995, justo cuando comenzaba elmovimiento huelguístico, por iniciativa dela revista Actuel Marx se realizó el primerCongreso Marx Internacional. Marx

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l´intempestif apareció en noviembre. Laprensa se asombró ante esta resurrecciónintelectual paralela al ‘regreso de la cues-tión social’.” (Bensaïd, 2003: 12-13).

43 Recomendamos también la lectura de Ri-bera (s/f).

4 4 Nos referimos a Alberto Adrianzén, Eduar-do Ballón, Carlos Iván Degregori, AlbertoFlores Galindo (1949-1990), Carlos Fran-co, José Ignacio López Soria, RodrigoMontoya, Javier Diez Canseco, entre otros.

45 Países estudiados y evaluados: Argentina(1973-76), Brasil (1930-90), Chile (1970-73),Colombia (1970-88), México (1970-82), Ni-caragua (1979-89) y Perú (1985-90). Eneste grupo el único caso con “ausenciade populismo económico” es Colombia,mediante la prueba empírica de “la sua-vidad de las curvas” (p. 423).

46 En esta obra (p. 3-21) se encuentra la re-formulación de su teoría cuantitativa deldinero (traducción española en M.G.Mueller, Lecturas de macroeconomía,México, CECSA, 1979, p. 153-167).

47 Contiene referencias históricas y biblio-gráficas al pensamiento económico delperiodo.

48 Reproducción de la traducción españolapor Editorial Cartago (Buenos Aires, 1956),a su vez, en base a la edición de Kautsky(Stuttgart, Dietz Verlag, 1905-1910).

49 Originalmente publicado en alemán: DieWirtschaftsrechnung in Sozialistischen Ge-meinwesen, en «Archiv für Sozialwissens-chaften», 1920 (Napoleoni, 1968: 133).

50 Subtítulo según fichero en la BibliotecaNacional del Perú (Sala Perú), cód. 330.98/P418.

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No es siempre leyendo las páginasfinancieras o los análisis políticos delas páginas editoriales que uno pue-

de tener una idea concreta, gráfica y me-nos especulativa, de los sucesos interna-cionales. Muchas veces las páginas sobremoda y los placeres mundanos nos propor-cionan más de una sorpresa interesante. Eldiario parisino Le Monde, en su edición delmartes 17 de setiembre, nos da un buenejemplo al dedicarle su tercera página al31 Festival Internacional de Yates de lujoen Cannes. Como si este acontecimientose desarrollara en un otro planeta, aquí nose ven las caras angustiadas y nerviosas delos traders de las bolsas de Nueva York ode Londres, o las lágrimas inconsolables delos 30 mil despedidos de Lehman Brothers.En vestimenta veraniega y con una copade champagne o de vino blanco en lamano, los participantes admiran con aten-ción los nuevos modelos de yates, cada vezmás rápidos, más grandes, más lujosos, mássofisticados tecnológicamente y por su-puesto más caros en una loca carrera delos súper, súper, ricos de este planeta porderrochar su dinero y manifestar su arro-gancia. La talla, la velocidad, la decoracióninterior, poco importa, lo esencial es dife-renciarse de los demás. Si hace 20 años unyate de 25-30 metros era considerado lujo-so, hoy en día se piensa en joyas flotantesde más de 100 metros sobre los cuales nose indica ningún precio en el catálogo; elsimple hecho de preguntar por el precio,es un índice de que no tienes suficientedinero. Para la élite de privilegiados de esteplaneta el precio es una cuestión sin inte-res. Un yate con departamentos lujosos, unasala de gimnasia, una piscina, una sala de

José F. Cornejo/Una semana crucial en la prensa europea¡CRISIS! ¿QUÉ CRISIS?

squash, o una cancha de basketball, un heli-coptero y porque no, un submarino de bol-sillo para hacer turismo solitario en los pro-fundos paisajes marinos, nada detiene la ca-rrera entre los súper, súper millonarios parademostrar que uno tiene un barco más bo-nito que el otro. El mercado mundial de ya-tes de lujo (más de 25 metros) ha explota-do literalmente, representa aproximadamen-te una cifra de 10 mil millones de dólares ymuestra una progresión anual de 20%. Sin-embargo las fuentes de financiamiento deestas joyas flotantes son algunas veces opa-cas y levantan sospechas, a tal punto que elperiodista de Le Monde sin darnos mayoresdetalles, afirma que en algunos ocasiones sepuede legítimamente pensar, que la com-pra de un yate es una operacion de lavadode dinero a gran escala.

Como una suerte de termómetro de loscambios geopolíticos que se están operan-do en las finanzas mundiales los compra-dores ya no son solamente los principesdel Golfo Pérsico, o los ricos especulado-res inmobiliarios americanos o europeos.Michel Karsenti, presidente del grupo Lux-Media que publica la edición internacionalYachts Magazine confiesa: “Los Rusos sonlos Sauditas de los años 1980. Hoy en díase encuentran más millonarios en Moscúque en Nueva York. Están en el petróleo,el gas, el acero, el níquel, las inmobilia-rias, los seguros y ellos quieren también,sus joyas flotantes, como los americanos,los ingleses [...]”

Para confirmar esta lenta tendencia decambios en la geopolítica de las finanzasmundiales, la página de “Moda y Design”de La Repubblica de Roma en su edicióndel 15 de setiembre nos aporta una pinto-

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resca sobre “Los Oligarcas rusos al descubri-miento del arte”. Además de comprarse ya-tes fastuosos y lujososas residencias en lacosta azul francesa, algunos magnates de laex-URSS comienzan a interesarse por el arte,lo que ha ocasionado un aumento en losúltimos 10 años de los objetos de arte rusode los siglos XVII y XIX en más de 150%.Estos nuevos ricos no parecen manifestarningún tipo de problema financiero. La Re-pubblica nos comenta que un magnate rusose atrevió a comprar un cuadro en 11,3 mi-llones de U$ dólares cuando su valor en elmercado no superaba, según los expertos,los 2,3 millones de dólares. Hay pues eneste mundo personas para quienes la crisisde Wall Street no genera aún ningún tipo devértigo ni de malestares nerviosos.

La escalera social inmóvil y la nausea-bunda xenofobiaEste derroche pantagruélico de dinero,

que nos permite ver concretamente lo quesignifica la cifra proporcionada por ATTAC deque, sólo 100,000 personas super-super mi-llonarias en este planeta controlan a ellas so-las ¼ de las riquezas mundiales, se puedecontrastar con el interesante dossier que LaRepubblica (15/9) le dedica a la crisis delmodelo social europeo. El diario italiano sedetiene a analizar porque los jovenes diplo-mados, las madres solteras, los hijos de “emi-grantes de color” o los cincuentenarios enbusca de reconversión profesional, tienen muypocas esperanzas en ver un futuro mejor enla Europa de hoy. Según el informe del diarioitaliano, la escalera de la pirámide de clasesen Europa está bloqueda. En Francia un tra-bajador sobre cuatro realiza un trabajo menoscualificado que sus progenitores, en Italia lascifras se discuten en algo entre el 16% y el22%, pero la realidad es la misma. El 53% delos italianos se mantiene toda su vida en elmismo sector social de origen.

Este fenómeno de una generación eu-ropea sin mayores promesas de ascenso

social es el telón de fondo de un descon-tento que por ahora toma, en varios paísesde Europa, los nauseabundos caminos dela xenofobia y la diabolización de los inmi-grantes extranjeros, más que el de la pro-testa social. Los cobardes crímenes de ex-tranjeros, sobretodo de origen africano, seestán convirtiendo en una vanalidad enEuropa y, sobre todo, en Italia. Luego delasesinato de un joven italiano de origennigeriano la semana pasada en Milano, estasemana se ha asesinado con metralleta aun grupo de trabajadores emigrantes afri-canos en Sicilia. El gobierno de Berlusconiha querido presentar este crimen como unaquerella interna de grupos vinculados alcontrabando y el narcotráfico, pero por sulado, los familiares denuncian un cobardecrimen racista, en una país, en donde losideales fascistas son defendidos publica-mente por altas autoridades del estado sinningún escrupulo y en la más completaimpunidad.

El angustiante fantasma de SchroederLa reciente elección en el SPD alemán

de Steinmeir como candidato a Primer Mi-nistro para las próximas elecciones germa-nas ha desatado una ola de pánico en algu-nosos sectores políticos que sólo ha sidoopacada por el terror causado por el hura-cán financiero en Nueva York. La revistaDer Spiegel (N 38 2008) presenta en supágina de cobertura, la elección de Stein-meir como el regreso del fantasma deSchroeder. El semanario Newsweek (22/09)califica al candidato socialdemocrata comoel representante de una izquierda alemanadesquiciada. Es, sin embargo, el editorial delHerald Tribune (22/09/) el que mejor nosilumina sobre las razones del profundomalestar que provoca el candidato del SPDen los sectores atlantistas en Europa. El si-logismo para entender esta visceral reac-ción es el siguiente: Steinmeir fue un es-trecho colaborador de Schroeder, Schroederes un aliado político de Putin, en conclu-sión, la elección de Steinmeir es vista como

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un triunfo de Schroeder con el peligro deque, en caso de un triunfo electoral del SPD,Alemania asuma posiciones conciliadorascon Rusia, se distancie de las posicionespro-americanas dominantes hoy en día enEuropa y se agudizen las divisiónes al inte-rior de la Unión Europea. El gran peso quetiene Alemania en la UE, hace temer aleditorialista del Herald Tribune, que unaposición no-alineada de Berlin, equidistan-te de Moscu y de Washington, provoqueuna grave crisis en la OTAN y la UE.

En este ambiente moroso y deprimen-te de la crisis financiera y los problemascon Rusia, un informe del Consejo Euro-peo de Relaciones Internacionales sobre lainfluencia de la Unión Europea en las Na-ciones Unidas, aportó una mala noticia su-plementaria. El Guardian de Londres (18/9) comenta que según el informe arribamencionado, los esfuerzo de los paíseseuropeos por controlar e imponer su agen-da en las instancias de Naciones Unidas estáfracasando. El golpe más duro sufrido re-cientemente ha sido el triunfo obtenido porSerbia de que el caso de la separación deKósovo sea tratado por una comisión inter-nacional de las Naciones Unidas. A pesarde un intenso y agresivo cabildeo por par-te de los EE.UU. y la Unión Europea paraimpedir esta resolución, el pedido de Bel-grado fue aprobado. Según el diario londi-nense, de los 192 miembros del sistemade Naciona Unidas, sólo 46 han reconocidohasta ahora la independencia del Kósovo.

El “socialismo” del siglo XXILos diarios europeos han dedicado abun-

dates páginas para explicar a sus lectoreslas causas y las perspectivas de la crisis eco-nómica, invitando en sus editoriales a pro-fesores universitarios, consultores financie-ros, grandes empresarios e incluso gruposcontestarios como ATTAC, un movimientociudadano crítico de la globalización neo-liberal que propone la instauración de unimpuesto internacional a las transaccionesfinancieras especulativas ( la tasa Tobin).

No es mi intención hacer una síntesis delos análisis producidos, más aun que no soyun especialista en economía, pero sí megustaría comunicarles algo del humor quetranspiraban algunos de los editoriales.Empezemos con el semanario alemán DieZeit, un diario del tamaño de El Comerciolleno de artículos con muy pocas fotos yque son un verdadero desafío intelectualpara el común de los mortales. Un gran ti-tular, digno del país que ha dado nacimien-to al “Imperativo Categórico” llama en gran-des letras a “Civilizar el Capitalismo”. Esconocido que el dinero no tiene olor, peroal parecer en Alemania no se dan por en-terados que el capitalismo tampoco tienealma y que por ello la prédica moralizado-ra no encuentra feligreses en el despiada-do mundo de las finanzas. Es cierto que lastesis weberianas sobre la ética protestantey el espíritu del capitalismo siguen gozan-do de buena salud en los medios academi-cos teutónicos, como nos lo muestran lostrabajos de Habermas.

El Guardian del 20 de setiembre sinto-niza más con los comentarios de la prensalatinoamericana. El jefe editorial de la pági-na económica nos dice que Paulsen y Ber-nanken, el ministro del Tesoro americanoy el presidente de la Reserva Federal, hanhecho más por divulgar las ideas socialistasestos últimos días que Marx y Engels entodo el siglo XX. Otro comentarista, en elmismo Guardian, precisaba que las inter-venciones de salvataje del gobierno ameri-cano iban a significar un duro golpe paralas economías de las capas medias y popu-lares y que por ello era más correcto hablarde un “socialismo de los ricos”. Chávez notiene porque preocuparse de esta nuevavariante de socialismo del siglo XXI.

Algunos analistas coinciden en que estameganacionalización de las pérdidas de losbancos no será suficiente para corregir lascausas profundas de la crisis y que la eco-nomía americana sigue al borde del preci-picio. No es otra cosa lo que ha manifesta-do Paulsen ante el Congreso americano

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cuando afirmó que si estas medidas no sur-tían efecto sólo les quedaba encomendar-se a Dios. Se olvidó precisar que esta solu-ción sólo funciona para los que creen en“God save America”, en los superhéroes ylos cuatro fantásticos.

¿China salvará el mundo?Aparte de los llamados moralizantes para

salvar el capitalismo, o la espera de unaintervención divina, los analistas más lúci-dos veían la necesidad de abrir el equilibriode poderes en el manejo de las finanzasmundiales y que esta crisis había marcadoel fin del G7 y de la hegemonía americana.Un editorialista de El País (18/9) en sinto-nía con otros comentadores, sacaba a luzlos temores que hay frente al nuevo table-ro mundial que se diseña. Tras esta crisis,nos dice, es previsible que las UE y losEE.UU. se encojan y que China consolidesu protagonismo mundial. Pero no es sóloel temor a China, sino al grupo de paísesemergentes que algunos analistas denomi-nan el BRIC (Brasil, Rusia, India, China). Lapregunta clave es si hay la voluntad políti-ca en el G7 de soltar el mango de la sarténdel manejo de las finanzas internacionales.

Un último comentario sobre estetema, que confieso no fue en una biblio-teca sino en Internet que lo leí, es el artí-culo de la Pravda en inglés (20/09) sobrelas posibilidades de que China salve a laeconomía americana. "China no puedesalvar al mundo" afirma un economista dela banca suiza UBS desde su oficina deHong Kong, el peso económico de lospaíses emergentes China, Brasil, India sig-nifica algo como 6 trillones de dólares PNBmientras que el de las economias deEE.UU., Europa y Japón representan 32trillones de dólares. Si los EE.UU. quiebra,habrá de todos modos una crisis global.Según los analistas consultados por la Pra-vda, habrá que esperar el mes de noviem-bre para tener nuevos indicadores sobrela tendencia en la situación internacional.No tanto por el resultado de las eleccio-nes americanas, que tendrán un impactocasi nulo en el desarrollo de la crisis, sinoporque en noviembre se conocerán losdatos de la Reserva Federal sobre el es-tado de sus bonos. Los analistas estaránobservando con sumo cuidado el compor-tamiento de Beijing y si China está em-pezando a vender sus dólares.

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Juan Pedro Mora/ PERÚ HOY: CONTROLARLA INFLACIÓN, contener la demanda interna oaprovechar los recursos para garantizar elcrecimiento sostenido

Las últimas informaciones periodísticasdan cuenta de que el punto neurálgico,hoy por hoy, en la agenda del Ministro

de Economía sería:“Controlar la inflación vía la contrac-ción de la demanda interna”. Quieredecir que se gaste menos, tanto en el

sector público como en el sector privado.La primera impresión que esta orienta-

ción causa es contradictoria.

Hace sólo unos meses, por ejemplo,se sostenía que los gobiernos regionales – sobre todo los que reciben

canon – eran ineficientes y que no gasta-ban sus recursos. Algunos de ellos se pusie-ron a elaborar proyectos y prepararon sucalendario de inversiones. Hoy se les dice,“hay que limitar el gasto”.

Que hay que controlar la inflación, na-die lo duda. Más aún, si con cada punto desubida del índice de precios se pierde elpaso en la necesaria mitigación de la po-breza. Sin embargo, habría que ver que loque hagamos afecte menos el crecimientode la economía ó lo que sería mejor, cortar“el gasto allí donde sea más razonable”.

En relación con el Gasto Público, cree-mos que no es prudente recortar los gastosde inversión. Obras como: Construcción decarreteras, electrificación, canales de irriga-ción, represas e infraestructura en salud yeducación, por mencionar las más significa-tivas, no deben pararse toda vez que per-mitirán aprovechar los recursos en dos di-recciones: la primera de ellas, para garanti-zar que en las regiones del interior del país

se cuente con infraestructura social y pro-ductiva básica que vaya cerrando brechasentre la parte “más moderna” y la porción“menos moderna” – que es la mayoritaria –en el Perú; la segunda, tiene que ver con lanecesidad de contar con los activos necesa-rios para mantener el proceso de crecimien-to sostenido que venimos teniendo hastahoy. Por lo que, lo más aconsejable seríarecortar en lo que se pueda el gasto co-rriente.

En relación con el gasto privado, es cla-ro tanto que ha habido un crecimiento ace-lerado del consumo cuanto que hay necesi-dad de desacelerar este crecimiento. Sinembargo, no podemos mirar la realidadcomo si fuera pareja. Habría que analizarlas importantes diferencias en el consunopara que los recortes se hagan con una do-sis importante de prudencia. Una cosa es loque pueden consumir familias de clasemedia baja y familias pobres, quienes ga-nan el mismo salario de antes, pero ahorapueden comprar: viviendas de Techo Pro-pio ó Mi Hogar, electrodomésticos y a par-tir de la subida de precios alimentos a cré-dito, y otra cosa es el consumo de quienespertenecen a la clase media alta y a la clasealta que se están beneficiando cómo nun-ca antes, del crecimiento ó, que duda cabe,los dueños de las empresas: Mineras, Petro-leras, de generación y distribución de Ener-gía Eléctrica; de Comunicaciones, Bancos óAgro exportación, cuyas ganancias se vandel país.

Si este es el panorama, reducir el consu-mo que está creciendo a pasos agigantados

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debe hacerse con medidas selectivas orien-tadas en dos direcciones: De un lado, limi-tar el consumo a los sectores de mayoresingresos y de otro lado, a controlar el creci-miento del crédito sobre todo el que sostie-ne consumos insostenibles, con el riesgo deun alto costo futuro para las familias y parael país.

Una medida que nos llevaría a mirar eltema desde otra perspectiva es la urgentenecesidad de distribuir mejor los costos ylos beneficios, del crecimiento económico.Es hora de que el crecimiento beneficie atodos los ciudadanos y ciudadanas del Perú.Y sobretodo, que el que más tiene paguemás impuestos.

No es posible que las más importantesganancias, que todos sabemos, se están ha-ciendo en la explotación minera y de pe-tróleo, que, por lo demás, como dice nues-tro texto constitucional, pertenecen a lanación – o sea a todos -, beneficien más aempresas e intereses transnacionales que anosotros los peruanos.

Alentar hoy en el Perú que para contro-lar la inflación debemos limitar los gastosen educación, salud, electrificación, apoyoal agro (canales de irrigación y represas) ola construcción de carreteras y caminos ru-rales, no sólo sería dejar de invertir en loque garantizará el crecimiento sostenido yla creación de empleo que tanta falta lehacen al país, Sino, lo que es peor aún,seguir abriendo la puerta para que unospocos se beneficien y muchos sigan vien-do postergada la solución de sus necesida-des y legítimos intereses con el consiguien-te clima de inestabilidad y desgobierno, queno tiene por que continuar.

Controlar la inflación, que finalmente debeser una tarea de política monetaria de la quese debe encargar el Banco Central de Reser-va, no puede estar primero que invertir bieny en lo que es necesario para así mantenerel crecimiento sostenido de la producción yla economía condición necesaria, aunque noúnica ni menos exclusiva, para que el desa-rrollo llegue a todos y todas.

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El carácter de grosería que alcanzan los medios periodísticos hoy en día resu- me el estado deplorable de la expe-

riencia cotidiana: a medida que sepragmatiza la vida social el sujeto solamen-te recibe como significado orientador aque-llo que ingresa como mera distracción. Lalógica del deseo, de la oralidad desborda-da1 dirige lo que antes se consideraba fun-ción ejemplar de una conciencia públicailustrada. Es decir, lo que no llegó a ser su-primido por la tecnología escribal adquiereen los intersticios de la barbarie socializadaun condicionamiento exclusivo y perver-so, lo cual subraya lo desamparada y ex-puesta que se halla la subjetividad ante laembestida de la imagen y de la sordidezlingüística. La prensa, sobre todo la más es-pectacular, desplaza la tarea de edificar unanoticia que desenmascare los tentáculos delpoder por un artefacto que profundiza eldesconocimiento de los recursos públicospara desenvolverse como organización in-dividual2 . A pesar que el negocio de fabri-car noticias-ideologías no estrangula total-mente la reinterpretación que el discursoordinario pueda efectuar, lo cierto es quela consecuencia crítica que se pueda des-pertar queda neutralizada tan pronto el pro-ducto que se consume recrea y desestresala mirada.

En la medida que la noticia desactiva yhace retroceder las socializaciones educati-vas que la personalidad necesita recibir paraleer con credibilidad lo que se le somete,ésta se conforma con quedar perdida en lapraxis de lo inmediato, de la certidumbre

Ronald Jesús Torres Bringas/PERIODISMO Y SOCIEDAD.¿Libertad de expresión o desperdiciode la inteligencia?

de lo existente como un medio que anulay permite olvidar la autodestruccióncivilizatoria3 . La noticia escandalosa quedesoculta lo privado, lo íntimo de lo vulgar,oculta con total desparpajo el padecimien-to del espíritu social que queda maniatadopor el rostro sediento de lo pornográfico yviolento. No es que la brutalidad se hayainstalado en el código periodístico por ac-cidente sino que ésta es la ganancia de undiscurso que pretende ensombrecer la evi-dencia de lo injusto, del sufrimiento desnu-do, ante el cual somos indiferentes por te-rapia. Si bien la ideología es el frutodescontrolado de una identidad que no de-sea deshacerse de su sometimiento, lo cier-to es que el bien periodístico orientado porel principio de realidad facilita y reportalos recursos necesarios para que el indivi-duo favorezca y perfeccione su propia su-jeción4 . Como el individuo es devorado porel universalismo del mercado que lo obligaa sofisticar su propia iniciativa de consumi-dor-apropiador, esta estandarización que lodisminuye lo arroja a los brazos de un con-sumo que lo desfigura y lo hace marionetade su propio goce5 .

En la noticia el individuo se proyecta,se hace personaje embelesado de un dra-ma doloroso que sólo le produce satisfac-ción y disipación. Cuanto más la realidadsocial lo exilia hacia las fauces de lo obso-leto y lo fugaz, acrecentando la sensaciónde ser sólo un cuerpo atrapado en un es-pacio y tiempo insoportable, tanto más elindividuo se hunde en la proyecciónmediática como un modo de abarrotar los

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silencios y los vacíos que el desgarramien-to fáctico le provoca6 . Sin embargo, a me-dida que se prolonga en las selvas de laabstracción sensorial tanto más sedesconfigura la mentira de no ser más queun contenido extraviado en una jungla deformas esporádicas y frívolas. La subjetivi-dad se hace presa de una mediatización quele permite acceder a la lascivia de lo abs-tracto y al show de una metafísica que esviolentada por el contoneo absurdo de lofestivo y caótico. El dolor de la objetividadlacerada se convierte en mercancía del gocetan pronto aumenta el desamparoontológico del sujeto: el individuo se ali-menta de su propia condición incompleta,de su propia escasez y pobreza semántica:la noticia nos empequeñece a medida quenos hace reír, a medida que nos distrae, amedida que nos agranda.

En las líneas que siguen trato de bos-quejar una fenomenología de lo periodísti-co para defender la conjetura de que la no-ticia es un producto rebelde de lo socialperiférico y que si bien en sus orígenes es-tuvo afiliada a una labor contestataria y hu-manista ha devenido en instrumento servilde los agentes de la globalización periférica,por lo cual se sustenta que la noticia esobjeto producido y condicionado por la evo-lución o precariedad de la formación socio-histórica. En la medida que ésta estuvo encontrol de los actores internos se percibióun compromiso combativo del periodismopor desocultar y ridiculizar las relaciones tra-dicionales de dominación que asfixiaban eldesarrollo7 ; sin embargo, al desactivarse elprogreso endógeno y al internacionalizarseel mercado interno se va hacia el extremode ser considerado el periodismo como unaactividad que reproduce y encubre la ideo-logía dominante8 .

En la última parte del ensayo ejercitaréuna reconstrucción de la ideología perio-dística con el propósito de elevar un dis-curso propositivo de lo que podría llegar aser la producción de las noticias. Que sesepa de antemano que en lo particular no

estoy a favor de lo que es hoy en día eloficio periodístico; por eso creo que se debeejercitar una noticia que reconstruya el es-pacio público, y que nos provea de los ele-mentos de juicio suficientes para consoli-dar el desarrollo de la totalidad social.

Historicidad de lo periodísticoDesde sus orígenes la prensa cumplió

la función de resguardar el espacio públicodel control siempre huidizo de la racionali-dad particular. En un mundo estratificado yjerarquizado que agotaba la plena expan-sión de lo humano, lo periodístico no exis-tía como actividad profesional, ya que losdiscursos que reflexionaban sobre la vidasocial y que orientaron ulteriormente su des-empeño informativo no eran más que vo-ces aisladas y engarrotadas en los océanosdel oscurantismo feudal. A medida que lavoluntad burguesa lograba desafiliarse delestancamiento productivo de la realidad tra-dicional y conseguía tejer relaciones pro-ductivas superiores a una economía de lasubsistencia el pensamiento burgués, urgíaconvertir su proyecto de revolución socialen un discurso que toda la sociedad some-tida asumiera9 . Esta labor de ideologizaciónque trataba de desactivar la gramáticaestamental que estrangulaba el pleno de-sarrollo del individuo, en sus inicios fueafrontada como un programa que encum-braba a la humanidad a una posición debienestar general, del cual la burguesía erasólo un representante estratégico de larazón histórica. Al confundir la tarea parti-cular con la necesidad de emancipar a lasociedad del yugo tradicional, la razón pe-riodística en consonancia con la justificaciónepistemológica que elaboraba el discursointelectual logró articular un relato lo sufi-cientemente convincente y radical comopara dinamizar la expresión de la lógica deproducción capitalista. El discurso revolu-cionario que buscaba presentarse como uncompromiso social de todos los actorestomó la forma del panfleto, del libelo, delfolletín combativo y de la retórica periodís-

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tica que sin perder el compromiso huma-nista alimentaba un programa de cambioontológico de la sociedad basado en el mo-delo del sujeto individual, aquel que ampa-rado en la razón debía minar las bases ob-jetivas del régimen antiguo para liberar atodas las fuerzas concretas que hicieranposible la metafísica burguesa10 .

En este contexto la noticia periodísticano sólo constituía una opinión pública partí-cipe del nuevo contrato social sino que ayu-daba a conformar los tejidos sociales quefacilitaron la reproducción de la sociedadburguesa, y de todas sus subjetividades típi-cas11 . A medida que se producía el desman-telamiento de la sociedad de castas, la pren-sa cumplía la función de cotidianizar todo eldiscurso del programa ilustrado como unaorientación proselitista que buscaba acele-rar la consolidación del mecanismo mercan-til. La conciencia colectiva ya no hallabamensajes de reproducción comunicativa enla información de la ideología religiosa queperdía seguidores ante la pujanza de la dis-ciplina puritana, ni en las formas tergiversa-doras de la retórica popular, que fueron con-sideradas chisme o fanfarronadas, sino quecentraba sus esfuerzos de darle viabilidad ala empresa capitalista cambiando la gramá-tica vernácula por una mentalidad centradaen la tecnología escribal y en los proyectospsicopedagógicos del Estado nación12 . Laprensa fue el primer procedimiento institu-cional que barrió las formas de socializaciónoral y las memorias arcaicas, y que logró darsolidez a una forma de socialización repre-sora acorde con los fundamentos ideológi-cos del liberalismo económico. En tanto con-siguió cumplir a cabalidad la tarea de repro-ducir la agenda de la esfera pública13 la pren-sa logró a su vez aplastar los dogmatismosdesaceleradotes de los residuos pre-capita-listas y asfixiar todo intento de socializar losmedios de producción, como una dimen-sión de equilibrio estratégico desde el cualincentivar la iniciativa privada y multiplicarla gestión de los actores empresariales. Sibien en la práctica pretendía difundir la li-

bertad económica y cierta apertura limitadadel sistema político, en realidad preservabaun modelo de realización individual bastan-te conservador en materia religiosa y de es-tilos de vida cotidiana, lo cual explica que lacultura escribal subordinaba la felicidad indi-vidual a las responsabilidades de la maqui-naria productiva.

En la medida que desaparecían los últi-mos vestigios de la cultura popular, y sealfabetizaba completamente a toda la po-blación, la prensa cumplía la función deresguardar los lineamientos de la libertadnegativa con el propósito de que el sujetodesarrollara y desplegara sus abrumadoraspotencialidades a salvo de los constreñi-mientos despóticos, y así éste lograra sus-tituir la incertidumbre que el colapso delmundo tradicional le producía por una cul-tura del éxito y de la aventura empresarial.Es decir, en un contexto en que la revolu-ción individual se supeditaba al progresode la totalidad social, la prensa constituíaun canal institucional que recogía las inquie-tudes de la opinión pública de modo talque la preservación del sistema social de-pendía de individuos que concebían aúnsu existencia al interior de organizacionese ideologías colectivas que todavía no sehallaban debilitadas14 .

De esto se comprende que la noticiaera un resultado particular que enriquecíala esfera pública de una lucha de saberessingulares y oficiales que terminaban poragotar la discusión de la agenda social, lo-grando así la consolidación de consensos yalternativas que eran expresión de singula-ridades que interactuaban al interior de unasociedad plural15 . Al proponer se invitabaa la opinión pública a movilizar argumen-tos y recursos organizativos para involucrarseal interior de la autogestión social. En lamedida que la sociedad civil participaba enel fortalecimiento de las políticas públicasla prensa legitimaba su misión particular deocupar a la subjetividad de temas serios eimportantes, y de este modo producir unaciudadanía consciente y responsable de su

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rol de autoconducción social. Si bien la ima-gen que propalaba de la sociedad erareduccionista y de excepción de temas dela vida privada, la prensa desplegaba suaccionar alrededor de temas que sí eran deinterés público, y por lo tanto, era unaempresa de la información comprometidacon el mejoramiento ético de la sociedadorganizada. Al servir al desarrollo de la cul-tura y en la medida que el sistema educati-vo moldeaba el espíritu social la prensa erauna actividad creativa sujetada a las nece-sidades de reproducción de la sociedad, ca-reciendo, por consiguiente, de una racio-nalidad específica del éxito económico queluego sería la responsable de la degrada-ción informativa y moral16 .

Es a raíz del agotamiento del paradig-ma escribal y la revolución informacionalque supondrían los medios audiovisualesque la hegemonía educativa y politizadorade la prensa culmina. La vida que habíaestado aplastada y encorsetada al interiorde grandes programas de organización in-dustrial, atrapada en un tiempo repetitivoe insoportable reacciona en contra de laconducta estandarizada de los procesos dis-ciplinarios de un modo que no se tenía pre-visto: ésta que había estado encapsulada alinterior del mundo administrado toma elcontrol de las ideologías que la esclavizanresensorializando el sistema productivo ydesdibujando los esquemas represores quecuadriculaban su expresión17 . La lógica dedeseo, que antes había sido combustible deun proceso de sublimación civilizatorio quepermitía la reproducción del principio derealidad capitalista18 , domina hoy por hoylos escenarios de la vida social, ajustando lalógica sistémica a las necesidadesabsolutistas de la personalidad individual,en un contexto en donde las institucionesque anteriormente habían socializado al in-dividuo se flexibilizan ante sus caprichos.Así, al agotarse los grandes referentes queesquematizaban la acción social se ingresaa un escenario en que el único discurso quecuenta es la realización individual, en don-

de el cambio social depende de la habili-dad que disponga el sujeto para mutar ace-leradamente su biografía íntima ante la sen-sación de estancamiento y vértigo simbóli-co19 . El peligro de quedar fuera de las co-ordenadas del poder obliga a la subjetivi-dad a circunstancializar sus emociones enaras de conseguir los recursossocioeconómicos para hundirse en las aguasde la sensualidad y el caos.

Teniendo en cuenta este panoramabiopolítico en donde hasta nuestras fanta-sías experimentan el riesgo de desapare-cer ante la arremetida de lo precario y ga-seoso las instituciones que habían sido res-ponsables de la reproducción de la esferapública, como la prensa, pierden legitimi-dad para definir el rumbo de la agenda so-cial, pero en compensación ganan suficienteautonomía ideológica para convertirse enuna descarada empresa del sensacionalis-mo periodístico y del simulacro noticioso20 .Ante la superioridad tecnológica que signi-fica la mediatización del discurso social laartesanía periodística se ve obligada aco-modar sus productos culturales a las nue-vas condiciones de la proyección sensorialesclavizando sus contenidos semánticos alas urgencias de reproducción oral que noencuentran oposiciones. Así, el registroescribal es sustituido por la jerga informalmás plástica de modo tal que ya no se bus-ca edificar una opinión pública preocupa-da en responsabilizarse del todo social sinoque busca agigantar el apetito dereafirmación individual que provoca a lalarga el desentendimiento de la concienciade su obligación con la realidad social.

El periodismo preocupado por consoli-darse en un negocio millonario cumple alpie de la letra la tarea de justificar el pre-dominio de la organización empresarialcomo el único camino formalizado para con-seguir la supervivencia y la tan ansiada rea-lización individual. En este sentido su fun-ción específica es disfrazar al avance de lagran propiedad trasnacional ahogando a losgrupos sociales en la reproducción de se-

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ducciones que son creadas a iniciativa delas singularidades subalternas pero que pro-longadas y rediseñadas por la producciónmediática adquieren un significado clara-mente entorpecedor. El objetivo es crearun noticia que no despierte compromisocrítico sino que sature a la individualidadcon informaciones e imágenes que pierdensu carácter real, y que por consiguiente,quedan neutralizadas y que sirven deinsumos que el individuo utiliza para ges-tionar rutinariamente su deseo de sentirsereconocido por la sociedad. En otras pala-bras, el afán de diferenciarse constantemen-te en una realidad cargada de obligacionesempuja al individuo a reinterpretar la noti-cia según sus urgencias inmediatas que sonhundirse conscientemente en su propia alie-nación con el propósito de olvidar el em-pequeñecimiento objetivo que le ha repor-tado el hundimiento de las grandes narrati-vas. Ahora que la dominación ya no estor-ba la noticia es consumida como un sedan-te que distrae, que sólo exhibe la pura cás-cara sin causar alarma o preocupación, por-que lo único que importa es el showmediático, el discurso chismográfico quedesoculta la intimidad de las bajezas no paraproducir conciencia moral sino para mofar-se de los defectos internos de la naturalezahumana21 .

Imperialismo mediático en la periferiaA diferencia del rebasamiento

ontológico que supuso la sociedad de lainformación con respecto a la modernidadescribal industrial que terminó pordesdibujarse, en las regiones periféricas laprolongación de la tecnología electronal sereveló en un momento en que el modelodesarrollista no terminó por desactivar elregistro oral-mitológico de las sociedadestradicionales22 . Con diferentes matices elpoder de reinterpretación y decodificaciónciudadana que las sociedades hegemónicasdesarrollaron para conservar su sector in-dustrial a salvo de la corrupción hedonistay del quietismo del ocio no evolucionó con

la misma intensidad en las sociedadesperiféricas. Aquí el populismo político y laideología nacional-desarrollista no consi-guieron hacer madurar una estructurasocioeconómica lo suficientemente avan-zada como para negociar ideológicamenteel impacto negativo que posteriormenteocasionaría la mas media al sintonizar, acre-centar y desterritorializar los discursosontológicos de sus espacios de origen con-creto23 . Al autonomizarse ciertamente laproducción de la cultura de su referenciamaterial se generan socializaciones indivi-duales y colectivas que se divorcian de sufunción social provocándose una brecha cre-ciente entre subjetividades que viven enun mundo gaseoso y cargado de ficcionesque no hallan correspondencia real, y unaestructura material encarcelada en la invo-lución económica24 . La existencia de unaasimetría objetiva entre significados, gramá-ticas y actitudes que experimentan lavacuidad del espectáculo, y circuitossocioeconómicos que no llegan a constituirun mercado internacional, conduce al de-sarrollo de personalidades desconectadas desu realización ciudadana e incapaces, portanto, de repeler el impacto de la vida con-formista y estandarizada. Siendo nuestra in-dividualidad producto de una desvincula-ción objetiva de la totalidad esta se mues-tra incapaz de esquivar la desestructuracióno fragmentación simbólica, porque no secuenta con una base material y emocionallo suficientemente repartida en el universosocial. En contextos como los periféricos,sostengo que la cultura oral al serengrandecida y estirada por su armonía conla mediatización bloquea el desarrolloprogramático de la economía, exponiendola psicología individual a una situación deinmadurez cognitiva, que genera una re-cepción acrítica y frívola de los productosmediáticos25 . Así, legitimada la voracidadde un espíritu desregulado, la espectacula-ridad de los reportajes se dedican a sobreestimular la lógica de este deseo desborda-do con el único propósito de hacer dinero

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de un negocio que engarrota el ciclo deformación de las economías nacionales yque interrumpe el desarrollo de una racio-nalidad sensata capaz de revertir el cinis-mo e instrumentalización que se percibeen el mundo social.

Si bien al principio los medios de co-municación incentivaron en la regiónperiférica la configuración de imaginariosnacionales acordes a la urgencia de consti-tuir una identidad comunitaria, en el siguien-te período al descomponerse el patrón decrecimiento industrializante, y al apoderar-se los agentes privados de la producciónde lo real se ingresa en una escenario endonde la monopolización mediática produ-ce una diferenciación multiétnica adialécticay disfuncional que se encarga de expulsarde las coordenadas del poder simbólico atodos aquellos actores subalternos que ex-perimentan el padecimiento objetivo26 . Nose busca tejer una estratif icacióncognoscitiva democrática que persiga la par-ticipación solidaria del entramado social, re-produciendo una redistribución justa y pro-ductiva, sino un astuto plan de culturalizarlos hechos sociales con el único propósitode alcanzar un desentendimiento objetivode una realidad que empequeñece la cali-dad de vida, una indiferencia sistémica quevalidad la monopolización del saber. Alinterferirse abruptamente la democratiza-ción del conocimiento social, debido al pa-réntesis perpetuo que supuso la reestruc-turación económica neoliberal, se aperturandimensiones desunidas entre sí que seautogestionan y crean su propio entornode acción, desligándose de la obligación defiscalizar la corrupción del poder político yeconómico27 . El hecho de que no se hayalogrado insertar a las categorías popularesen la confección del poder público y queno se haya logrado conformar una clasedirigente consciente de su responsabilidadcon el todo social, ha ocasionado el servi-lismo de las instituciones a la inversión pri-vada, deteniendo la expresión de una mes-tizaje cultural y relegando la consciencia

crítica a un resentimiento envilecedor quela autodestruye28 .

Dueño de la totalidad desordenada elagente particular invierte sus recursos enjustificar la privatización de los saberes yrecursos materiales, difundiendo a travésde la prensa una plantilla de la realizaciónindividual y de todas aquellas amenazasque se ciernen sobre ella, con el objetivode reformar una subjetividad que funcio-ne y se adapte rápidamente al ritmoplastificado del mercado. Con esto no quie-ro decir que toda la prensa asegura el pre-dominio de la cosificación capitalista, loque trato de afirmar es que en perspecti-va todo el saber periodístico se ve obliga-do a convertir la noticia en algo atractivoy agradable, pues de ello depende la ren-tabilidad de su oficio informativo. A la gen-te no le importa traducir la denuncia pe-riodística en movilización ciudadana, por-que lo que se apetece es una imagen se-ductora e irreflexiva que le reporte unacerteza relajante y recreativa. El periodis-mo aunque sostenga que defiende al li-bertad de expresión y de pensamientoestá diseñado de tal modo por la sociedadque su eficacia depende la ceguera e in-sensatez que propague para legitimar ladominación social. Su ocupación es pro-palar una idea neutralizada, grotesca y ser-vil que reproduzca la instrumentalizaciónde la biografía individual, pues increíble-mente la supervivencia del lenguaje so-cial depende de que muestre indiferenciahacia el cáncer social que amenaza la re-producción objet iva. Ladescontextualización ahistórica de la noti-cia garantiza el surgimiento de actitudesque critiquen lo existente sean percibidascomo desvaríos e irracionalidaddelincuencial, que sólo buscan perturbaro desestabilizar el todo social por una cues-tión de supuesta envidia y descontentosocial. Y si asimila la crítica lo hace al inte-rior de un marco social reformista que basala solución de los problemas sociales en lapostergación simulada del conflicto o del

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dolor. El falso acuerdo que la noticia cons-truye maquilla la insurgencia instalada enlos cimientos del edificio social con el so-borno y la corrupción institucional, pueses inviable engañar todo el tiempo a lasociedad, y a los reducidos segmentos quese organizan para vigilar la democracia, conel chorreo económico y la política social.La prensa presenta el debate de la agen-da social que la tecnología electronal dis-fraza y amortigua; es decir, la palabra es-crita al supeditarse a la tiranía de la ima-gen, y a pesar que exhibe un humanismoexquisito y digerible, termina por plasmar-se en una caricatura cosmética que nadietoma en serio. A pesar que en las regio-nes de mayor avance capitalista y de pre-dominio de las relaciones tradicionalesexiste una mediatización contestataria yresponsable, creo que esta no llega a ago-tar sino a sofisticar artificialmente el espí-ritu alegórico y festivo, ocultando, por con-siguiente, los elementos institucionalessuficientes para solucionar los conflictos yproblemas locales. El medio, sobre todo laradio y la prensa local, cuestionandespiadadamente los eternos males delcentralismo y de la concentración econó-mica, pero por ese mismo criticismo e im-pavidez regional son incapaces de reco-nocer el atraso socioeconómico provincialno sólo es culpa de la falta de condicionesy servicios sociales básicos sino de la ca-rencia de una iniciativa colectiva paraenfrentar sus problemas sin necesidad deexigir que el maltrecho Estado central loresuelva todo. La ausencia de unos saberesregionales auténticos y autónomos orga-nizados alrededor de elites locales efica-ces dificulta una negociación más simétri-ca con los flujos trasnacionales, por esosestos últimos se aprovechan de la inma-durez estructural de las sociedades regio-nales y locales para imponer descarada-mente sus condiciones, apoyados en elsobredimensionamiento benéfico de losmedios de comunicación que se propa-gan en la experiencia social. Así exista una

prensa consciente de la necesidad de ilus-trar y educar al ciudadano de a pie creoque el pragmatismo mediático que hoypredomina en los medios periodísticosevidencia lo lejos que esta y estuvo la pro-fesión de formar un periodista que no sóloinforme emocionalidades, sino que seaventura resguardar el bienestar generalcon el desenmascaramiento de los gruposde poder que estrangulan nuestro desa-rrollo y que hacen negocio de nuestra fal-ta de entendimiento propositito.

Consideraciones finalesCreo que en los límites de estas reflexio-

nes nada conformistas he tratado de ubicaral oficio periodístico al interior de su mar-co social de origen y acción concreta paraevidenciar que bajo la etiqueta de libre ex-presión y de la susodicha democracia in-formativa el discurso de la prensa hadevenido en un instrumento de justifica-ción ideológica del poder global. De formaaislada he anotado también que si bien eltejido social es capaz de reinterpretar yresponder el bombardeo audiovisual de lanoticia esta contrarrestación se genera parareformar o mejorar la sofisticación del capi-talismo, a veces interrumpiendo momen-táneamente la capacidad de regeneraciónde la acumulación privada, pero casi nuncapara despertar una conciencia crítica y res-ponsable por la autodestrucción civilizatoria.

En este sentido, llego a concluir que sibien en apariencia los monopoliosinformáticos tienen un gran poder de fa-bricación de la realidad simbólica, lo cier-to es que la sociedad aún conservando ungran margen de maniobra para humanizarel sistema social, demuestra la conformi-dad de seguir siendo apabullada por pro-ductos digitales que la degradan moralmen-te y desvalorizan el contenido de su inte-ligencia individual; a contracorriente de servíctima receptiva de la maquinaria socialcreo que el individuo ya mediatizado escómplice absurdo de la precariedad de unarealidad que sólo es superable a través que

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NOTAS1 ZAPATA Y BIONDI. La palabra permanente.

Fondo editorial del congreso 20062 HABERMAS Jürgen. Historia de la opinión

pública.Editorial Taurus 19853 SARTRE Jean Paul. El existencialismo es un

humanismo.4 SLOTERDIJK Peter. El extrañamiento del

mundo. 2da Ed. Eds Pre.textos. 20015 UBILLUZ Juan Carlos. Nuevos súbditos. IEP

Eds. 20056 MUÑIZ SODRE. Reinventando la cultura.

Eds Gedisa. 20017 PRIETO CASTILLO. Daniel. Notas sobre la

formación del periodista.8 Es evidente esta alcahuetería mediática en

la prensa actual. ELIAS Carlos. Los moder-nos alcahuetes mediáticos.

9 GUERIN Daniel. Estas apreciaciones seubican a cerca de sus estudios sobre elfenómeno panfletario durante la revolu-ción francesa.

1 0 MCPHERSON.C.B. La democracia liberaly su época. Eds Alianza editorial. 1982.

1 1 HABERMAS Júrgen. Ibid.1 2 MCLUHAN Marshall. La galaxia de

Guttenberg. Ed. Paidos 20001 3 WEBER Máx. Notas para una sociología

de la prensa.1 4 TOURAINE Alain Crítica de la moderni-

dad. Eds SXXI 19921 5 SARTORI Giovanni. La sociedad

multiétnica. Taurus eds. 19991 6 HABERMAS Jürgen. Ibid.

1 7 Estas ideas están en la línea de las argu-mentaciones de Lyotard y Braudillard.

1 8 MARCUSE Herbert. Eros y civilización.Editorial FCE 1975

1 9 LIPOVESTKY Pilles. La era del vacío. Ed.Anagrama. 2000

2 0 BAUMAN Zymunt. Vidas en consumo. FCE1ª Ed 2007.

2 1 Gran parte de estas ideas se hallan en lasreflexiones del sociofilósofo Mattelart, ensu libro geopolítica del conocimiento.

2 2 MORANDE Pedro. Cultura ymodernizacion en América Latina. Insti-tuto de sociología de la pontificia univer-sidad católica de Chile 1984

2 3 BARBERO Josús-Martín. De los medios a lasmediaciones.Editorial Gustavo Pili, S.A 1987

2 4 GARCÍA CANCLINI CulturasHíbridas.Editorial Paidos SA 2001

2 5 Argumento expresado y contrario a las tésisdiogenescas de Zapata y Biondi.

2 6 Tésis que desarrolla los argumentos de Je-sús-Martín Barbero.

2 7 Conjeturas que desarrollan actualizandolas contribuciones de Cardoso y Falletoen su libro Dependencia y desarrollo enAmérica Latina. S XXI Eds 1969.

2 8 Ideas que se coligen de las reflexiones deBoaventura de Sousa Santos

2 9 SLOTERDIJK Meter. Crítica de la razón cí-nica. Eds. Siruela. S.A. 2003

3 0 HARDT y NEGRI. Multitud. Eds. Paidos. 2002

éste se decida a revertir la parálisis y lametástasis social29 . De lo que se trata esde no hacer colapsar el capitalismo puesya esparte de nuestra carne biopolítica,sino de combatirlo en el propio núcleo desu corrupción y poder estigmático, reba-sando la gramática de las dominaciones conuna cultura que rematerialice la experien-cia social, socializando así las ventajas de lapropiedad privada a todo el cuerpo social,aún al riesgo de temer que se escabulla untotalitarismo resemantizado. Debemos con-vertir al mercado en un discurso más,desactivando y anulando su hegemonía conteorías sociales de la convivencia y de laresponsabilidad en medio de un mundoinvadido por máquinas30 .

En esta línea argumentativa la prensadebe ser el puente que una el análisis deuna inteligencia escribal desdogmatizadacon los múltiples dialectos de la culturaoral para domesticar apropiadamente elbombardeo audiovisual acrítico e irreflexi-vo, y para invitar a la sociedad civil a ex-poner y discutir la agenda social en el es-fera pública. La prensa debe convertirseen el instrumento crítico del ocultamientodel poder social para reorientarlo al bien-estar global, y a partir de ahí hacer nego-cio con la cultura de masas o hacer co-mentarios irónicos a cerca de la vida socialde un personaje mediático o público. Elperiodismo está obligado a hacer lo seriosumamente agradable.

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No obstante el crecimiento económicode los últimos años, se respira en el am-

biente una intranquilaautosuficiencia de quienes lideran el

escenario político y económico. Autosu-ficiencia basada en los logros alcanza-dos por el desempeño económico, pero

teniendo como telón de fondo un climasocial caracterizado por conflictos de

distinto carácter e intensidad.La pregunta se desprende por sí sola:

¿por qué si económicamente estamos “enazul” el conflicto social se mantiene acti-

vo y hasta se agudiza?

Como lo establece la teoría, todo conflictosocial tiene que ver con la búsqueda porsatisfacer necesidades e intereses entremúltiples actores o grupos de interés quese encuentran en situación de relación. Estotrae como consecuencia la disputa de re-cursos que son percibidos como escasos.El análisis en torno a este tema puede ad-quirir distinto grado de complejidad, depen-diendo a qué tipo de recursos nos estamosrefiriendo; por ejemplo, si se trata de re-cursos tangibles o intangibles (simbólicos).Generalmente ambos van complejamentearticulados: los grupos de interés no sola-mente disputan bienes tangibles, que pue-de ser dinero, territorios, etc; sino tambiéntodo lo que va aunado a ellos, que son losrecursos intangibles, que pasan por el re-conocimiento, inclusión, respeto, prestigio,poder, status y/o la autoridad que puedagenerarse sobre manejo, uso o control deaquellos recursos tangibles.

Mientras más recursos tangibles mayortensión distributiva por obtener un pedazo

César Bedoya G./Javier Caravedo ChocanoCONFLICTO SOCIAL EN CONTEXTODE ¿BONANZA?

más grande de la torta y afirmar lo intangi-ble. En otras palabras: muchos recursos,muchas necesidades insatisfechas y altasensación de exclusión, tiene como corre-lato mayor nivel de conflictividad social.Una razón que explica la dificultad para veresta realidad es porque aún prevalece elantiguo paradigma que equipara desarro-llo a crecimiento económico. Irónicamenteeste viejo paradigma parece haberse ali-mentado y sostenido de nuestras urgenciasy premuras como sociedad: salir de la po-breza tan rápido como sea posible; sobretodo luego de tantos fracasos en el intento.

Como consecuencia de ello hemos con-centrado la mirada en lo económico sin ad-vertir otras dimensiones. En ese sentido,cerrar la brecha entre lo tangible e intangi-ble pasa por incorporar como parámetro dedesarrollo no solamente el crecimiento eco-nómico, entendido como la mayor disponi-bilidad de recursos materiales. La transfor-mación de los conflictos sociales pasa porpensar en términos de Desarrollo Sosteni-ble, sobre todo, considerando el contextoglobal actual del que no podemos escapar(cambio climático, apertura y competenciade mercados, globalización de la informa-ción y la sociedad civil, internacionalizaciónde conflictos nacionales, consolidación debloques regionales, etc.). Esto implica quelos parámetros para enrumbar hacia el de-sarrollo deben considerar avances simultá-neos en otros campos como el social (nive-les de promoción, respeto y acceso a dere-chos vinculados a la salud, educación, segu-ridad ciudadana, asistencia social, aspectoslaborales, seguridad social, justica, diversidadcultural), institucional (promoción y conso-

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lidación del Estado Democrático de Dere-cho, participación ciudadana, derechos hu-manos, lucha anticorrupción, descentraliza-ción del poder político, mayor eficiencia yeficacia del aparato estatal) y ambiental(manejo adecuado de las recursos naturales,energéticos, tratamiento de residuos, reme-diación de pasivos ambientales).

Analicemos qué está pasando en las re-giones, tomando como marco general unaeconomía en expansión, con una tasa decrecimiento sostenido que bordea el 7%anual, con una inflación relativamente baja,superávit en las cuentas externas, incremen-to sostenido de la inversión privada, la re-caudación y el consumo interno. A ello cabesumar el ingreso de recursos que haceaproximadamente un quinquenio atrás noformaban parte -por lo menos en las canti-dades actuales- de las arcas públicas, nosreferimos al canon, sobre canon y regalías.

De acuerdo con cifras del Ministerio deEconomía y Finanzas, al cierre del 2007 sehabían transferido por concepto de canon alas regiones un total de 7,279 millones deNuevos Soles, y para el 2006, 2005 y 2004,las transferencias totales fueron de 3,487millones, 2,139 millones y 699 millones deNuevos Soles, correspondientemente. Si re-gresamos al 2007, tenemos que del total delmonto transferido por concepto de canon,el 55% se concentró en las regiones de An-cash, Cajamarca, Cusco y Tacna.

En concreto, Ancash, por canon minero,percibió 1 628 000 Nuevos Soles; le siguióCajamarca con 586 000 Nuevos Soles; Pas-co con 354 000 Nuevos Soles y La Libertadcon 283 000 Nuevos Soles. Según cifras re-cientes de la Sociedad Nacional de MineríaPetróleo y Energía, para el año 1996, los in-gresos de canon al fisco peruano bordeabanlos 15 millones de Nuevos Soles, para el año2005, esta cifra ya había escalado los tresdígitos y las proyecciones al 2008, es posi-ble que superen los 8,000 millones de Nue-vos Soles.

A ello se debería sumar los 2,500 millo-nes de Nuevos Soles derivados del Progra-

ma Minero de Solidaridad con el Pueblo, elmismo que ha venido beneficiando a 16regiones, 57 provincias y 234 distritos, através de proyectos de desarrollo socialorientados a mejorar la nutrición, educación,salud, fortalecimiento de capacidades, en-tre otros. Tal como lo evidencia un recien-te del informe del Congreso de la Repúbli-ca sobre transparencia fiscal, por todo con-cepto, las regiones del Perú tienen parainvertir durante el 2008, 20 mil millonesde Nuevos Soles. Para el año 2007, el mon-to disponible fue de 10 mil millones deNuevos Soles, del cual se llegó a ejecutarel 51.4%.

Uno de los sectores que han venido ge-nerando más ingresos al fisco es el extracti-vo. A nivel de América Latina, el Perú es elprimer productor de plata y oro. Durante elaño 2006, el monto total de exportacionesllegó a un record histórico, 14,715 millonesde dólares, cifra que representó el 62% deltotal de exportaciones del país. Para el pe-ríodo 1994-2004, la producción de oro cre-ció en un 14%, mientras que el cobre y elzinc, lo hicieron en un 11% y 6% respecti-vamente; mientras que para inicios de losnoventa la minería representaba el 2% dePBI, ahora llega al casi 7%, esta cifra se ele-va al 11.6% si es que se suman las activida-des conexas (refinación o industrializaciónposterior); del total de impuestos recauda-dos por la Superintendencia Tributaria (SU-NAT), el 20% corresponde a pagos hechospor empresas mineras.

En efecto, una lectura de las cifras “enazul” puede generarnos el espejismo de unpaís que por fin está encaminado por la sen-da del desarrollo. De aquí se pueden deri-var explicaciones de la conflictividad socialbasadas en la existencia de agitadores pro-fesionales o agentes desestabilizadores, antisistema que lo único que buscan es aprove-charse de la coyuntura para su propio be-neficio o, de la existencia de una burocraciaineficiente e incapaz que como no puedeproponer prefiere confrontar o que finalmen-te invierte tarde, mal o nunca.

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Si bien estas lecturas pueden explicaralgún elemento presente en los conflictossociales, no pueden explicar la persisten-cia de un patrón que se repite una y otravez y menos aun la insatisfacción que pa-rece generalizada en un gran sector de lasociedad peruana. Así, el principio de reali-dad asoma y nos muestra que aún segui-mos siendo un país con altos índices depobreza, inequidad y severos problemas deredistribución. Según recientes cifras delINEI, si bien hay cierto declive en los índi-ces de pobreza en el Perú, está todavía afec-ta a casi la mitad de la población total (45%)y de dicho porcentaje, casi un tercio viveen condiciones de pobreza extrema.

Todo ello, no tiene necesariamente quever con la presencia de reales o imagina-rios “perros del hortelano”, sino con estruc-turas seculares que han ido moldeandodeterminados circuitos de mercado que nollegaron, en alguna zonas, a erradicar siste-mas pre capitalistas de producción; queconfiguraron esquemas de relacionamien-to social que aún perviven y cuya más for-ma de expresión se da a través de racis-mos ultramontanos y exclusión cultural. Ensíntesis, un súbito y ostensible incrementode las arcas fiscales no va a solucionar au-tomáticamente los distintos y complejosproblemas del país, sobretodo en el cam-po de la pobreza, inequidad y desigualdad.Es más, en términos de conflicto social, éstepuede agudizarse justamente por la per-cepción de los múltiples grupos de interésrespecto a la disponibilidad de recursos. Deun lado, están los que no se sienten inclui-dos en la “bonanza” y protestan por ello;de otro lado, están los que se exasperan ono entienden por qué los agentes estatales(dígase gobiernos regionales y gobiernoslocales) y otros agentes privados (comuni-dades, organizaciones de sociedad civil) envez de quejarse no hacen uso eficiente yeficaz de los recursos disponibles.

Para reorientar constructivamente laenergía de los conflictos sociales hacia unaoportunidad para impulsar el desarrollo sos-

tenible, desde un enfoque de prevencióny transformación de conflictos es fundamen-tal abordar esta compleja problemática des-de distintas dimensiones: estructural, rela-cional, cultural y personal.

En este punto, y en relación a la dimen-sión estructural, resulta interesante la pre-gunta que recientemente planteó el pre-mio Nobel Joseph Stiglitz: ¿Será que los paí-ses con muchos recursos naturales tienenun desempeño peor que los países conmenos recursos? Es decir, la “paradoja de laabundancia” o “la maldición de los recursosnaturales”. Resumiendo atrevidamente, nose trata de retraer la inversión en la indus-tria extractiva, se trata de cómo hacer paraque agentes estatales y no estatales ganen.Ello pasa por observar varios elementos ala vez: atender al cabal cuidado del medioambiente (aquí entra todo el tema del re-pago por la contaminación de recursos es-casos y sensibles como el agua, los suelos,el aire), pues de no hacerlo, se estaría ge-nerando pobreza; disponer de sistemascontables que permitan determinar las con-tribuciones netas de la industria extractivaa la sociedad; contar con procesos más trans-parentes que permitan evaluar las transac-ciones operadas entre el Estado y los agen-tes privados y poder comparar los benefi-cios que por las mismas actividades obtie-nen otros países; contar con fondos de es-tabilización para ampararse de las épocasde “vacas flacas”. A ello habría que sumarotros cambios y transformaciones de fondoque pasan por diversos planos de acción;por ejemplo, contar con una autoridadambiental con real capacidad reguladora yfiscalizadora, un instancia de planeamientoestratégico nacional que oriente el sentidodel desarrollo nacional al cual se aspira ysobre el cual todos los sectores deberíanaportar (extractivo, agroexportador, de ser-vicios, etc.); disponer con cada vez máscompetentes funcionarios regionales y lo-cales que estén en capacidad de diseñar,ejecutar y monitorear proyectos de inver-sión que logren canalizar los fondos asigna-

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dos, siguiendo los lineamientos y mecanis-mos de gestión de la inversión pública.

En cuanto a la dimensión relacional, esnecesario trabajar en la construcción de es-pacios de diálogo y consenso desde el quelos actores políticos, sociales y económicospuedan modificar los lenguajes confronta-cionales desde los que no se construye in-clusión ni colaboración, y menos aún visio-nes compartidas de futuro. Sólo a partir degenerar una dinámica constructiva podremosinsertar una nueva forma de hacer las cosasy actuar desde un nuevo paradigma. Unacultura de concertación es indispensable. LaGestión Concertada del Desarrollo debieraser nuestro empeño. Para que este tipo deproceso sea posible, es indispensable quequienes tienen posiciones de liderazgo asu-man su responsabilidad y apertura al nuevo

Instituto de Ingenieros de Minas del Perú“Competitividad del sector minero”. IIMP. Lima,2007.

Macroconsult “Impacto económico de laactividad minera en el Perú”. Sociedad Na-cional de Minería Petróleo y Energía. Lima,2008.

paradigma, el cual requiere de liderazgosconstructivos, dialogantes, proactivos y concapacidad de propuesta, antes que a la con-frontación verbal.

Se suele pensar que los conflictos so-ciales se activan en períodos de escasez,pero es sumamente importante tener encuenta que un elemento fundamental quejuega en todo conflicto es el de la percep-ción y las circunstancias que viven y expe-rimentan las personas o los grupos involu-crados. Hagamos un esfuerzo por ejercerla empatía: pongámonos un momento enlos zapatos de los que se sienten y perci-ben excluidos. Si no lo hacemos por consi-deraciones éticas y de justicia, hagámoslopara que no se repitan los niveles de vio-lencia y anomia que ya hemos vivido enépocas recientes.

REFERENCIAS

Sociedad Nacional de Minería Petróleo yEnergía “Minería en cifras”. SNMPE. Lima, 2008.

Stiglitz, Joseph; Abusada, Roberto e Iguiñiz,Javier “Recursos naturales desarrollo y demo-cracia. EED, Propuesta Ciudadana, Oxfam In-ternacional, Revenue Watch, PUCP. Lima, 2008.

www.mef.gob.pe / www.inei.gob.pe

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Introducción

La intención del presente trabajo es al-canzar una cierta sistematización so- bre las características actuales que

muestra la Acción Colectiva, contemplán-dolas a la luz de las políticas neoliberales ybajo el proceso actual de globalización1 . Loque pretendemos es dar cuenta de ciertastendencias en la Acción Colectiva que, em-pezando a visibilizarse fenoménicamente,dejan entrever por dónde están transitan-do los procesos recientes de la misma enAmérica latina. Nos interesa, también, enun plano paralelo, dar cuenta como se laha analizado y teorizado en la sociologíanacional. Tal temática podría pecar de an-tigua entre los temas sociológicos recien-tes, mas tentados a la problemática herme-néutica y subjetivista. Precisamente, unode sus objetivos es contemplar el tema ala luz de teorías mas recientes. Por otrolado, sería sumamente simplista, o muyabusivo, pretender señalar generalizacionesque buscan abarcar lo acontecido en todaAmérica Latina. Por eso, y aún cuando pa-reciera que sí se puede efectuar tal gene-ralización, dado el carácter de la época quenos envuelve -la globalización- vamos acircunscribir nuestra observación al casoperuano, y a las tendencias de los paísessituados en la región andina. Es de suponerque el caso central a partir de cual realiza-mos nuestra observación es el Perú.

La hipótesis que guía nuestra reflexión,y de la cual queremos dar cumplimiento

Manuel Castillo Ochoa /GLOBALIZACIÓN Y MOVILIZACIÓN SOCIAL:La doble lógica de la acción colectiva, crisisdel gran otro y la reemergencia delcorporativismo comunitario

aquí, es que la Acción Colectiva (AC deahora en adelante) pareciera bifurcarse endos nítidos cauces de movilización social.Empieza a visualizarse una doble lógica dela AC que se dinamiza, en simultaneo y sinmayores muestra de dialogo y entendimien-to entre ambas. Como dos movilizacionesen paralelo, más allá de los coyunturales ycircunstanciales enfrentamientos en tantoestán involucradas en el mismo espaciosocial. No queremos aludir aquí a la cono-cida doble lógica de la AC colectiva clasis-ta. En ella, desde el inicio y como supuestode la teoría, la doble lógica se inscribe na-turalmente. La oposición entre capital y tra-bajo, o entre valor de uso y valor de cam-bio, da origen a una pulsión social que seexpresa en el campo de la diferenciaciónsocial, como una actuación de clases tam-bién diferenciada2 . La doble lógica de la ACnace espontáneamente y no hay sorpresasobre su obviedad. No. Nosotros, sin dejarde lado esta doble lógica clasista de la AC,nos referimos a otra doble lógica, aún cuandodespués de todo nos situamos y movemosen sistema de valorización del valor. A laque se enmarca y se produce bajo el pro-ceso de globalización y la consecuenteimplementación de sus políticas económi-cas y neo liberales.

La doble lógica de la AC a la que aludi-mos, y que empieza a mostrarnos recien-temente sus características más relevantes,expresa y relaciona aspectos que anterior-mente se hallaban separados. A gruesomodo, y como presentación de lo que será

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el derrotero de nuestra exposición poste-rior, ellas son:

a) Relaciona la AC con el espacio so-cial –y por ende con la ecología- como nose había presentado anteriormente. De estaforma se releva la “geografía política” de lamisma. Es decir, se desabscribe de situacio-nes y movilizaciones urbanas tradicionaleshasta como las conocíamos recientemente.

b) Establece una comunicabilidad vi-tal entre AC y cultura local. De esa formarealiza un camino inverso al clásico pasajede lo particular a lo general, de lo econó-mico a lo político, o de lo local a lo nacio-nal, tal como lo había fraseado y racionali-zado el paradigma identitario al dar cuentade ello en sus estudios.

c) En un plano teórico fusiona las dosgrandes clasificaciones paradigmáticas bajolas cuales la “teoría sociológica” había en-cauzado el análisis de la AC. De manera talque no se puede separar, en el análisis dela misma, tanto la lectura de la AC como“movilización de recursos” y como “forma-ción identitaria”3 .

d) Desafía, por consiguiente, la uni-versalización de su propio movimiento yal no ceñirse a pautas referenciales comomodelo de acción social –llámese mesocrá-ticas nacionales o valores occidentales- re-valoriza la relación entre lo general y loparticular haciendo ingresar a la teoría, quebusca dar cuenta de ella, en situaciones deindeterminación (indecidibilidad). El ingresoa situaciones de “indeterminación” hace quela teoría conocida –oficial y legitimada- o larechace o la sublime, pero en todo caso seindetermina para encauzarlas racionalmen-te en propuestas teóricas apropiadas.

e) Recoloca nuevamente la AC en ladialéctica de lo alterno y lo subordinado,de lo dominante y lo dominado, haciendoa un lado las generalizaciones “in grosso”de lo dominante, y enfatizando análisis cul-turales detallísticos de lo dominado. Es de-cir, si los recientes análisis de la Acción Co-lectiva analizaban pormenorizadamente almovimiento popular, y dejaban casi sin

análisis lo dominante (en la “teoría de laAC” los estudios del polo “dominante” soncasi inexistentes), ahora se fuerza a anali-zar el espacio de relacionabilidad entreambas acciones colectiva (dominante-do-minado). Es decir, hace ingresar la fenome-nología del construccionismo social comofilosofía básica del análisis colectivo4 . Porello, también, enfatiza la etnometodologíade la acción colectiva popular.

Es obvio que estos cinco aspectos (a, b,c, d y e) sin mayor explicación no pasande ser una provocación diletante. Debemospor consiguiente explicar su aparición. Paraello, no nos queda más que echar de manoa un recorrido histórico que ensamble dosdimensiones, la teórica y la histórica. La teó-rica, por que se trata de cómo es que se haestado dando cuenta de la AC y, por con-siguiente, cómo es que la teoría asimilabaestos cambios, cómo daba cuenta de ellosdesde su espacio de observador teórico. Elseguimiento de los cambios en las percep-ciones teóricas nos permitirá mostrar cómose procesaban tales cambios y que impli-cancias traían a la formulación teórica. Lahistórica cae por su propio peso. Es la fuen-te de donde beben y se alimentan las es-peculaciones teóricas. Pero la lectura delrecorrido de la historia, de sus coyunturas yetapas no puede ser efectuada a cabalidad,recogiendo toda la riqueza de sus innova-ciones, sino es comparándola con la formaen que la teoría va modificando sus per-cepciones sobre la misma, sobre la historia,sobre sus formas de clasificarla y enmar-carla. Al final de este recorrido señalaremoslas hipótesis de “causalidad” de esta doblelógica. Introduciremos ahí algunos concep-tos que relacionan modernidad, globaliza-ción, post modernidad, y sicohistoría, so-bre el tema que estamos tratando. Una demis observaciones es que sino fusionamosestos aspectos teóricos, no se puede darcuenta de lo que estás sucediendo actual-mente con la AC.

Al respecto, no vamos a usar las cate-gorías que usaba Zermeño, cuando habla-

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ba también de la “doble lógica” social de laAC en sociedades dependientes. La exter-na y la interna, tomadas a su vez de Toura-ine, para analizar la acción colectiva5 , aun-que es conveniente observar su pertinen-cia actual dada la imposición hegemónicaglobalizadora de los diez últimos años enLatinoamérica. Y su pertinencia viene dadadesde afuera. Es obvio que la globalizaciónha traído situaciones que muy bien pue-den englobarse bajo los análisis dependen-tistas, que se hicieran décadas atrás, talcomo hace poco señaló Theotonio DosSantos6 , uno de sus más profesos repre-sentantes. El desgarramiento entre prefe-rencia de políticas externas y preferenciade políticas internas nos estructura, encua-dra y determina más allá de nuestras pro-pias voluntades. Se nos presenta como unaestructura fuerte, cuasi objetivada, casi convida propia. Como una férrea nomologíadecisiva. Pero nosotros incluiremos, sobreesa realidad, varias distinciones.

La primera hace referencia a uno de losúltimos trabajos de Melucci7 . La globaliza-ción impone a los movimientos socialesnuevos desafíos. Ellos van desde el lengua-je expresivo que deben usar, hasta las for-mas de manifestación colectiva. La segun-da, hace referencia al surgimiento de nue-vos actores de la acción colectiva que nose habían manifestado antes del procesode globalización. Tercero, el recurso a nue-vas formas instrumentales de AC comono los había antes. Y, por último, a la parti-cipación en redes y alianzas internaciona-les e intercontinentales como tampoco lashabía anteriormente. A eso debe añadirse,aunque Melucci no lo señale, las nuevaspulsiones consumo hedonistas e individua-listas que el mercado global señala. Y, ob-viamente, la crisis que la globalización traesobre el saber moderno y su revalorizacióncomo saber post moderno8 .

Con estos elementos, y otros más queiremos introduciendo a medida que desa-rrollamos el trabajo, hagamos el recorridode exponer nuestra hipótesis.

1. Análisis de la Acción Colectiva (AC)desde el Perú

Unas primeras palabras de introducciónal tema, al situarlo en el Perú, son necesa-rias. Importante es apreciar que, la mayorparte de los científicos sociales peruanos,han sido bastante renuentes a la teoría so-cial, llegando, incluso, a conformar un hábi-to “académico” anti teórico.

Por esa razón, probablemente, es queno se pueda hablar de una tradición teóricaque analice la teoría de la AC desde el casonacional. Es decir, un stock acumulado deteoría en la cual podamos apoyarnos valida-mente. Más allá de casos aislados, de algu-nos estudiosos que produjeron trabajos res-pecto al tema en determinados momentos,tal como veremos más adelante, no se pue-de hablar de una corriente de pensamientoque haya ido produciendo hitos renombra-dos sobre tal temática. Hitos como paraconformar, un observatorio, un andamiajeteórico desde el cual podamos sistematizarel tema con perspectiva de largo aliento. Alo sumo, análisis de períodos coyunturales.Si bien, probablemente, está advertenciapueda colocarse también al conjunto de lasnaciones latinoamericanas, creemos que, enel Perú, toma visos dramáticos. Hay variasexplicaciones al respecto. Mirada, la teoría,como producto importado y sofisticado –tal como pasó cuando se introdujo el deba-te de la post modernidad en el caso nacio-nal-9 , como un bien simbólico ajeno a nues-tra realidad, no se la toma en cuenta condetenimiento y, es más, se rechaza su pro-ducción como especulaciones alámbicadasy externas a las necesidades nacionales. Enpocas palabras, en lugar de apropiarnos dela teoría de la AC primero, y después, anali-zarla para iluminar el caso nacional, aquí sehace al revés. Primero, se mira a la realidady después se ve si se la puede compararcon las referencias generalizantes que la teo-ría entrega. En nosotros el caso produce suteoría, aquí se va de lo particular a lo gene-ral, somos cuasi inductivos por naturaleza. Y

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eso bien puede ser tanto positivo como,también y como veremos, sumamente ne-gativo.

Y, sin embargo, la sociedad se muevepor movimientos, con movimientos, a tra-vés de movimientos. ¿Cómo ha dado cuen-ta de ellos la sociología peruana aún sinlograr institucionalizarlos? Veamos, enton-ces, la dialéctica de evento y teoría de laAcción Colectiva en el Perú.

2. El “Horizonte Clasista”.

Partamos de un presupuesto. El Hori-zonte clasista de los setentas descubre a laAC. Pero, entonces ¿No había movimientosen la sociedad antes del asentamiento delhorizonte clasista? Sí los hubo, y mayormen-te campesinos, dadas las características dela sociedad peruana hasta los años cincuen-ta. Pero no había la mirada sociológica quediera cuenta de ellos. Recordemos que lasociología peruana recién se funda comodisciplina profesional en 1961, y hasta an-tes, en el largo ciclo anterior de los pensa-dores sociales no profesionales, la “miradasocial” no los ve como movimientos, esdecir como Acción Colectiva. Por ejemplo,los sociólogos (de cátedra pues no habíaentonces sociólogos profesionales) de lageneración del 900, aquellos que se sen-tían y se decían a sí mismos, seguidores deRodó y el Arielismo Argentino, miraban alos campesinos como parte del paisaje10 .El enfoque organicista aristocrático, una raramezcla entre organicismo cristiano Toma-siano y la complaciente geografía conser-vadora de Ratzel, los veía como parte de laexótica geografía rural peruana. No se ha-cía alusión a sus levantamientos como mo-vilizaciones orgánicas, síntomas de conflic-tos sociales profundos, sino como veleida-des díscolas y malcriadas de algunos cam-pesinos indígenas, indios que merecían uncastigo ejemplar por su comportamientoresentido y vengativo.

La generación del veinte, más bien, re-invindicará a los movimientos campesinos.

Asimilando el marxismo y estrechando con-tactos con los indigenistas cusqueños, loslideres e intelectuales de está generación,imbuidos del corpus teórico del marxismoy de las categorías de representación de larealidad afines a ella, los harían ingresar alpensamiento nacional como parte del diag-nóstico de la problemática peruana. Con-ceptos como clases sociales, imperialismo,campesinado, fuerzas productivas, oligar-quía, pequeña burguesía, poblaran el con-tenido de las significaciones del imaginariode la generación del veinte. En medio deellas, las movilizaciones campesinas11 . Perola teorización todavía era incipiente, ade-más varias matrices conceptuales políticascruzaban a está generación. Y ellas se re-presentaban en las figuras correspondien-tes de José Carlos Mariátegui y Víctor RaúlHaya de la Torre. Al inicio ambos estuvie-ron juntos en la matriz de nueva interpre-tación que proponían, posteriormente lasdivisiones harían a cada uno de ellos andarpor su lado. Pero el problema del análisisde la AC bajo el clasismo inicial no fuetanto lo que sus iniciadores propusieroncomo lo que asimilaron sus continuadores.En el caso de Mariátegui, él más proclivede ambos para relacionar AC, organizacióny política, sus continuadores no distingui-rían lo que en él era quizás lo más innova-tivo y creador: la organización de la ACcomo base inicial fundadora de la proyec-ción hacia el socialismo. Víctor Raúl, en cam-bio, enfatizaba mayormente partido, frentepoliclasista bajo conducción de clases me-dias, y reformas industrialistas anti oligár-quicas. Los continuadores de Mariáteguicercenarían sus propuestas y el análisisde la acción colectiva quedaría mayormen-te apegado al clisé Browderiano del frentepopular. La otra línea, la adversa y compe-tidora aprista, no se caracterizaría precisa-mente por crear una generación de analis-tas de la AC y sus inclinaciones y motiva-ciones irían mayormente por el énfasis enla acción del partido –el aprista- como instru-mento fundamental de la acción política12 .

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Los sucesos posteriores a la confronta-ción de 1931, la dictadura de Benavides,ahogaría y asfixiaría la discusión bajo la pre-potencia del autoritarismo. Cómo en todasituación autoritaria no había discusión niflorecimiento de los “pensadores sociales”.Estos y sus análisis o lo que pudo ser pro-ducto de ellos, se evaporaron. La genera-ción del cincuenta y sus “sociólogos” –McLean y Estenós, García, Recavarren- másremarcables, aún cuando se veían influen-ciados por la impronta creativa de la gene-ración del veinte, caso del énfasis en elculturalismo nacionalista andino como pro-piamente peruano, irían paulatinamentedejando de lado los incipientes análisis, enespecial del movimiento campesino, quehabía florecido bajo el auge e influencia dela generación marxista del veinte.

La generación sociológica del sesenta,aquella que hizo que se transitara de la so-ciología como cátedra a la sociología comoprofesión, no estaba interesada en los mo-vimientos de la sociedad, pues el horizon-te de motivaciones que daba contenido asus análisis, se inclinaba nítidamente bajoel marco teórico del desarrollismo parso-niano. De ahí, bajo la notoria influencia deteóricos como Medina Echevarría, a su vezseguidor de la obra Weberiana, se estable-ció como marco de distinción sociológicola antinomia de la sociedad tradicional y lasociedad moderna. Se encaminarían, de esamanera, por la preferencia a observar loscambios de la sociedad rural a la urbana. Seempataba, entonces, con las concepcionesdesarrollistas de las sociedades de tránsitoen donde el rol del sociólogo era comocoadyuvar al pase de la sociedad tradicio-nal a la moderna. Pero, obviamente, en estasdisquisiciones el movimiento de la socie-dad, aún cuando producía movilizacionesintensas en la sierra alto andina peruana,no era tratada por el “ojo sociológico” yaque la mirada de los mismos focalizaba suretina sobre otros intereses.

Pero la mirada social del horizonte cla-sista, es el que nuevamente va recobrando

presencia y el que se va imponiendo hastaculminar en los años setentas. La sociologíacrítica hace su presencia. Pero hace su pre-sencia ante el notorio “default” de la socio-logía desarrollista. Como señala Kuhn, todoparadigma entra en crisis cuando hay unaacumulación de anomalías que el mismono puede asimilar ni integrar explicativa-mente, en este caso la dinámica de la so-ciedad hacía entrar en crisis la sociologíadesarrollista. La modernización, la urbaniza-ción y la industrialización no se producíande forma lineal ni mucho menos homogé-nea. El modelo europeo de lo tradicional alo moderno no se producía de manera si-milar entre nosotros. Al contrario. Despuésde las experiencias desarrollistas Américalatina se encontraba en medio de convul-sas guerrillas que afectaban en especial, lazona del Pacífico. Sobre ese vacío de expli-cación, esa creciente anomalía en el análi-sis, ese flanco débil del desarrollismo, sevisualizaría la alternativa sociológica de lateoría de la dependencia. El problema noera lineal ni progresivo, se trataba de la for-mación histórica de las naciones Latinoame-ricanas al interior de una estructura mun-dial, un sistema político que desde la colo-nia dividía al mundo en dos tipos de nacio-nes: dependientes y autónomas. La situa-ción de dependencia hacia su ingreso triun-fal. Los referentes beberían ahora de otrasfuentes sociológicas. La teoría de la depen-dencia, acompañada por el “reavival” mar-xista de los setentas, acompañada a su vezde los movimientos estudiantiles del mayoparisino del 68, del verano californiano tam-bién del 68, y de los estudiantes mexica-nos caídos en la plaza de Tlatelolco del67, se fusionarían en un todo heterogéneoy con disímiles formas y escuelas de pen-samiento, pero atadas y unidas por la re-flexión que el horizonte marxista imponíaa las universidades del mundo. Se le podíadenominar de varias maneras, “Koiné es-tructuralista”, economicismo, pensamien-to crítico, sociologías de la emancipación,disociación, o por último formalismo sisté-

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mico como la designó, en su momento,Manuel Castells, etc. pero había un cambionotorio en el horizonte de las explicacio-nes sociales. La idea de fondo se sustenta-ba sobre un marxismo revivido que iba encontra de las explicaciones sociales estruc-turalistas y humanistas. Ella fue la que re-descubrió la acción colectiva, pero recubier-ta como acción de clase, como parte delhorizonte clasista de la sociedad.

Por eso, uno de sus teóricos latinoame-ricanos mas distinguidos hacia finales de ladécada del sesenta, escribiría sobre losmovimientos campesinos en América lati-na tomando como clara alusión al caso pe-ruano. Aníbal Quijano13 se hacía así cargolatinoamericano de lo que otros autores, bajola fuerte influencia del horizonte clasistamarxista, y en otras disciplinas –antropolo-gía, economía política- también lo hacían.Hobsbawm editaría un libro14 sobre movi-mientos rebeldes en el mundo incluyendoa campesinos, y los trabajos de Wolf, bajoclara influencia marxista, recogerían el guan-te echando una mirada antropológica his-tórica hacia atrás. Wolf, incluso, llegaría aafirmar que la solidaridad de los movimien-tos campesinos de América Latina, en es-pecial de México y la zona alto andina, noeran tanto una tradición cultural prehispá-nica como un sistema defensivo ante laofensiva económica hispana15 . Ahora sínacía y se originaba un análisis detalladodel tema de la acción colectiva como mo-vimiento social, pero, en el Perú básicamen-te, tomaba la forma de análisis marxista delmovimiento campesino.

Posteriormente vendrían los estudios delmovimiento obrero, otra de las formas dela acción colectiva bajo el horizonte clasis-ta. Con los estudios sobre la organización,movimiento, reinvindicaciones y acciónobrera se consolidaba el horizonte teóricoclasista16 . Después de todo ahí se encon-traba el núcleo central, el core, de la pro-puesta marxista. Bajo la lógica del capitalla clase obrera se convertía en proletaria-do, pero el asunto, era, precisamente, cómo

convertirse en proletariado. Los alcancesteóricos eran varios, pero en éstas el do-minio del juego recayó en las propuestasdel ganador. Casi todas ellas se inclinabanpor la propuesta del “Qué hacer” de Le-nin. De lado quedaron las propuestas deRosa Luxemburgo y la teoría del esponta-neísmo obrero. Una idea que hacía énfasisen que la AC se proletarizaba mecánica-mente por la intensificación de la produc-ción fabril. Las ideas de Lenin sobre el na-tural trade unionismo de la clase obrera,consolidaban y justificaban de mejor ma-nera la acción del intelectual sobre la claseobrera. Pero, en todo caso, aún las pro-puestas de Lenin afirmando el paso de obre-ro a proletario, de economía sindicalista apartido político de clase, necesitaban un sus-tento, un argumento, un núcleo crítico so-bre el cual hacer descansar las propuestas.Era necesario, entonces, introducir, la ar-queología histórica, el seguimiento de lashuellas que los obreros habían dejado en lahistoria de cada nación. Como reguero depólvora, entonces, recorrieron América La-tina los enfoques para analizar la historiadel movimiento obrero. Y la historia delmovimiento obrero llevaba, sin duda, elsello característico de cómo se había dado,que procesos, articulaciones, modulaciones,formaciones, había sellado la acción colec-tiva del mismo, tanto en Latinoamérica comoen el Perú. Desde sus núcleos fundadoresiniciales –anarquistas casi todos ellos- hastael recorrido de la fundación de las grandescentrales sindicales latinoamericanas, pasan-do por la investigación de sus líderes y pro-tagonistas, la mirada de ese momento so-ciológico crítico no dejaba de tener encuenta la AC obrera como base del análisisde los movimientos sociales.

Ese período se puede resumir en variosaspectos: 1) El nacimiento, en el caso pe-ruano, de los estudios de la AC se dieroninicialmente por el lado del análisis de losmovimientos campesinos dada las condi-ciones históricas que presentaba particular-mente el caso nacional. 2) Pero si bien ese

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fue el paso inicial, cuando se constituye lasociología crítica, hacia la década de lossetentas, la ampliación y consolidación delos estudios de la acción colectiva deriva-ron en el análisis del movimiento obrero.3) Se entroncaban de esa forma tres ten-dencias. Por un lado, el horizonte marxistaque imprimía su impronta y característicasmuy propias a la sociología crítica –clasis-mo, antiimperialismo, auge del eje econo-mía política, etc.-. Por otro lado, la consoli-dación de una sociología agudamente críti-ca en tanto el horizonte marxista imprimíasu sello de compromiso y radicalidad, ter-cero, la necesidad de destacar al movimientoobrero como base de la acción colectivaradical, de cambio total. Ánimo que empa-taba y encajaba con la sociología crítica yel horizonte marxista.

Precisemos y ajustemos algunas ideasmás. Lo anterior no significaba un despla-zamiento absoluto de la atención sobre loobrero descartando lo campesino. Al con-trario, en el caso peruano, se fusionabanambas. Y se fusionaban porque, al contra-rio de las otras tendencias políticas alterna-tivas y radicales de América Latina, en no-sotros el horizonte marxista se cargaba yse influenciaba también de maoísmo. Mien-tras que por el lado del Atlántico –Brasil,Argentina, Chile- esas tendencias políticaseran casi inexistentes, en el caso peruano,dada sus condiciones estructurales históri-cas, ocupaban una presencia mayor. Porconsiguiente, dada la presencia del maoís-mo convivían en los análisis de la AC tantoel interés por lo campesino como por loobrero. Pero ambos, a su vez, eran cruza-dos por el horizonte marxista que imprimíasu sello y características. En el caso de Ecua-dor y Bolivia, países más parecidos al casonacional, el maoísmo era traducido comolo indio, por lo cual frenaba la influenciadirecta de esas tendencias políticas. En elcaso nacional, dado el “proceso de Cholifi-cación”17 que se constituyó en la sociedadperuana del cincuenta en adelante, parale-lo al continuo flujo de migraciones hacia

las zonas costeras, lo indio quedo descar-tado como parte de la identidad de lo po-pular. Ese proceso hizo que las expresio-nes políticas de lo popular, en la décadadel setenta, momento en que la sociologíacrítica se acerca a observar y estudiar laacción colectiva, se detuvieran mayormen-te en la observación del sindicalismo y laacción obrera.

Señalemos, por último, que si bien lasociología del análisis de la AC bajo el hori-zonte marxista se detenía en estudiar almovimiento campesino y al movimientoobrero, no lo hacía, en ningún momento,bajo el paradigma de la “movilización derecursos”. Es más, esa entrada era descarta-da por funcionalista. Ello explica por queun autor como Smelser –padre del análisisde la sociología de la AC como “moviliza-ción de recursos” en Estados Unidos desdela década de los sesentas– en el caso de lasociología nacional fuera un completo des-conocido18 . Tampoco, en ese momento, sehacía presente el paradigma identitario,pues el clasismo ocupaba el centro de lainterpretación. Pero tampoco pasara mu-cho tiempo para que hiciera su aparición.

3. Reduccionismo, economicismo y cam-bio de enfoque

Hacia finales de la década del setentael clasismo empezó a mostrar sus límites ya agotarse como paradigma de interpreta-ción de la acción colectiva. ¿Cuáles eran lasrazones para ese agotamiento? Recorde-mos que el paradigma de análisis de la ACbajo horizonte marxista, el clasismo, se ha-bía convertido en reinante y referencial enlos análisis sociológicos. Quijano, uno de losrenombrados teóricos de referencia, se con-vertía en marco teórico obligado de las in-vestigaciones sociológicas de ese entonces.Y la traducción del marxismo a la realidadlatinoamericana, tomaba la forma de “Teo-ría de la Dependencia. Sucesos políticosposteriores dejarían relativamente sin pisoa esas referencias analíticas. Recordemos,

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también, que hacia fines de la década delsetenta, en el caso nacional, el militarismoautoritario y reformista se encontraba enretirada. Los análisis clasistas lo habían de-nunciado como corporativo y favorecedorde los grandes intereses trasnacionales. Algoque no se condecía con las reformas que alinterior de la nación –estatismo, nacionali-zaciones a corporaciones extranjeras, refor-ma agraria, estabilidad laboral, creación deempresas públicas- había realizado el mili-tarismo. Por eso, también, hacia finales dela década empezó a haber un cambio enlas referencias teóricas sociológicas. No setrataba ya tanto de presentar las reformasde los militares como producto de las neotendencias del eje imperialista como deanalizar las contradicciones internas e his-tóricas que habían propiciado su aparicióny programa de acción política.

Ante ello los enfoques sociológicos queprivilegiaban los cambios externos (léase neoimperialismo, teoría de la dependencia) comobase del análisis social quedaban como unformalismo economicista sin mayor asidero.Se prefería empezar a leer la sociedad na-cional desde adentro, desde su propia histo-ria, para entender su política. Los análisis queenfatizan la lectura desde fuera hacia aden-tro, desde las nuevas tendencias imperialis-tas para explicar los cambios políticos, per-dían notoria consistencia. Así, lejos de expli-car los cambios reformistas que el militarismoefectuó a lo largo de la década de los seten-tas, como reflejos en los nuevos cambios dela dominación imperialista, se empezaron aobservar estos cambios como un desembal-se de reformas sociales que el Estado oligár-quico y el mecanismo interno de domina-ción oligárquica, había bloqueado desde losaños veinte19 . Lo que el militarismo de Velas-co hizo fue sólo desembalsar esos propioscambios, eliminando las bases del poder oli-gárquico –reforma agraria antilatifundista- ypretendiendo llevar a cabo un proceso demodernización. Para ello retomaba la propialógica procesal que la historia nacional habíaconfigurado internamente.

De esa forma, más que valorizar el sis-tema económico mundial como eje delanálisis social, aspecto fundamental de lateoría de le dependencia que había tenidopresencia indudable a lo largo del primerlustro de la década de los setentas, se valo-raba las contradicciones políticas internas,los mecanismos de reproducción del po-der oligárquico de acuerdo a nuestra cultu-ra política. Las interpretaciones sociales bajomarcos de referencia dependentistas que-daban denunciadas como formalistas, de-ductivas. Una manera de análisis social quedebería dejarse de lado por que, si bienproporcionaba una visión macro planetariaerudita y panorámica, conducía a accionespolíticas voluntaristas y sectarias bastantealejadas de la realidad. El caso anecdóticolo proporciono la caída del ARI (AlianzaRevolucionaria de Izquierda) capitaneadopor el líder Hugo Blanco, precisamente, elcual tenía como uno de sus asesores al so-ciólogo Anibal Quijano.

Por otro lado, el énfasis en el esquemade análisis de clase, la fijación deterministade la conducta de los actores de acuerdo asu infraestructura económica, no permitíadar cuenta de conductas y actores inéditosque no encajaban con los tradicionales pro-gramas marxistas. Tal como es conocido elhorizonte marxista enfatiza análisis de ac-tores sociales como sujetos pre constitui-dos. La conducta es deducida de la posi-ción económica, y la psicología social delos mismos no es observada como produc-to de una construcción social inter activasino como epifenómeno de “otra” instan-cia que la determina. Así, el análisis de laacción colectiva terminaba siendo reducti-va a sus propios planteamientos teóricos.El desliz hacia análisis axiomáticos de la ACcaía por su propio peso. Pero lo más im-portante era que este esquema axiomáti-co de actores sociales bajo el peso de lasinterpretaciones clasistas, no permitía com-prender la emergencia de actores, situacio-nes y condiciones sociales que escapan alestricto marco clasista. Ello se hizo eviden-

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te con la presencia creciente de la infor-malidad. Los informales, producto de las mi-graciones del cincuenta en adelante, deja-ban sentir su presencia con mayor notorie-dad. La descampenización sin obrerización,lentamente convertía a las ciudades coste-ras, y en especial a Lima, en centro de re-ferencia de una nueva situación social queno encajaba en los cánones clasistas. Erauna nueva AC emergente que escapaba alhorizonte marxista.

La revalorización de estos dos aspectos–el énfasis de los análisis desde adentrodescartando los análisis con mayor influen-cia de aspectos externos, y la emergenciade acciones colectivas que no encajabancon el horizonte marxista- produjo el relati-vo agotamiento de las “lecturas” con lascuales se explicaba la AC. La necesidad derevalorar la teoría con la que se venía efec-tuando el análisis de la AC, devenía, cadavez más, en una urgencia. Pero este cam-bio de enfoque no podía efectuarse ni pro-cesarse desde la propia teoría. Ella teníaque realizarse en contrapunto con la activi-dad factual de los nuevos fenómenos so-ciales emergentes. Debía de tener en cuen-ta los nuevos contingentes urbanos que seposicionaban en una híbrida zona social, niandina ni tradicionalmente criolla. Debía,también, dar cuenta de las nuevas simboli-zaciones sociales ni netamente rurales nipropiamente urbanas. Debía, así mismo, darcuenta de acciones colectivas que involu-craban tanto el trabajo formal y el amplioespectro de trabajo informal que los nue-vos contingentes sociales expresaban. Lasteorías de encajamiento clasista que lasociología proporcionaba o se quedabanchicas o eran demasiada grandes. Ni lum-pen proletarios, como señalaba el ideariotradicional clasista, ni masa marginal, comohabía querido referirlo la polémica socioló-gica de inicios de los setentas (Nun, Quija-no). Tampoco encasillarlos como urbanotradicionales como decía el PREALC deacuerdo a los esquemas de Paul Singer. Enel caso peruano, la redefinición de los mar-

cos teóricos para analizar la AC vino porotro lado. Vino por el lado del (re) descu-brimiento de la sociedad civil, del análisisde sus movimientos sociales o lo que sedenomino los análisis movimientistas, y tra-to de enlazar movilizaciones con culturanacional.

4. El descubrimiento de la sociedad civily el análisis de la acción colectiva (AC).

En el primer lustro de la década de losochentas los dispositivos de cambio teóri-co para el análisis de la acción colectiva yaestaban dados. Había un agotamiento delhorizonte marxista, aún cuando en ciertossectores intelectuales, especialmente endepartamentos andinos fuera de Lima, ellamantenía vigencia. Había una emergenciade actores sociales y de nuevas situacionessociales ansiosas de explicación. Los enfo-ques sociológicos desplazaban el foco desu atención desde la influencia externa ha-cia los mecanismos interiores de conforma-ción de la sociedad peruana. Se consolida-ba, entre la tradicional cultura criolla y laresistente cultura andina, una nueva hibri-dación cultural con formas expresivas su-mamente propias. Y la acción política, es-pecialmente de las corrientes de renova-ción y cambio, se iban paulatinamente di-vidiendo en dos. Por un lado, la de aquellosque afianzaban y consolidaban las interpre-taciones marxistas, aún más ante los proce-sos sociales emergentes que consolidabancada ves más su presencia; y la de aque-llos que buscaban una renovación teóricaque pudiera dar cuenta, con nuevos esque-mas de interpretación, lo que venía suce-diendo. Fue de estos últimos de donde sur-gió una nueva propuesta para analizar laAC y los movimientos sociales.

Y ella se hizo presente acompañada porlo que se denomino el descubrimiento dela sociedad civil20 . ¿Cómo se hizo presenteeste nuevo enfoque teórico? ¿Cuáles fue-ron sus influencias? Es difícil dar un cuadrodefinido de tal acontecimiento, pero sí pue-

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den efectuarse algunas inferencias a modode hipótesis. En primer lugar, este redes-cubrimiento también paso por resignificary revalorar la imagen que hasta el momen-to se había hecho de José Carlos Mariáte-gui, Su figura de icono así lo demandaba.Para ello, dando un salto hacia atrás para irhacia delante, se la imprimió ahora de otrapostura. El no era el marxista militante or-todoxo como la historia oficial de los PCs(Partidos Comunistas) Latinoamericanos asílo presentaba, sino un heterodoxo en supropia momento histórico. En este sentidolas indagaciones e investigaciones del Ar-gentino Arico fueron invalorables. Pero nosólo en ese sentido. Desde la influencia dela editorial “Pasado y Presente” también serescataba la idea de la sociedad civil y enespecial a Antonio Gramsci. Eso se trasladoy se tradujo a la escena nacional. Lentamen-te se fueron incorporando en el imaginariosociológico el corpus teórico de lo que sedenominó el marxismo heterodoxo, y sur-gieron publicaciones que asumían esa pro-puesta. A su vez, entonces, el clasismocomo forma fundamental de analizar la ACera ampliado y se incorporaba a su anda-miaje teórico conceptos cómo la culturapopular, la hegemonía, la voluntad de po-der, la formación histórica del movimiento,el pase de lo particular a lo universal, lascorrelaciones de fuerza, el intelectual orgá-nico, etc.

La AC era mirada ahora bajo otra lecturaque, lentamente, también fue entroncán-dose con el paradigma del análisis identita-rio de la misma. Los trabajos de Tourainese compatibilizaban con está propuesta.Posteriormente se leerían también los tra-bajos de Melucci. Pero todo ello cortado,cruzado transversalmente, por la idea derevalorización del concepto de sociedadcivil, y sus antinomias de lo público y loprivado. Bobbio culminaba el ansia teóricade los nuevos tiempos y se terminaba con-virtiendo en el referente teórico indispen-sable. Además, la política factual engarza-ba y consolidaba tal propuesta. En 1983 la

izquierda en bloque alcanzaba la alcaldíade Lima, colocando a un socialista en el si-llón municipal de la ciudad. Qué mejordemostración de la fortaleza de los nuevosconceptos, y la fortaleza también de la so-ciedad civil. En este nuevo imaginario paraanalizar la acción colectiva destacaban, ob-viamente, los análisis culturales, la identi-dad, las simbolizaciones, los dispositivosdiscursivos, las metáforas, los recursos lite-rarios. La sociedad civil, desde su lado po-pular se presentaba densa, sólida, anti or-todoxa.

El análisis de la AC, ahora bajo sus for-mas de movimiento y de conformaciónidentitaria, daría origen al estudio de la te-mática de los movimientos sociales. Ella seconstituía en el eje programático para elanálisis de la temática colectiva. Bajo esapropuesta se produjeron foros y semina-rios que trataban de dar cuenta de ello.Además, el clima de la “época” ayudabaen ese sentido. Bajo el padrinazgo de Pa-blo Gonzales Casanova, renombrado soció-logo mexicano, un conocido centro de in-vestigaciones realizo varias publicacionessobre los Movimientos Sociales Naciona-les21 . Lo importante es destacar que, enmedio de estudios sobre movimientos so-ciales de genero, regionales, municipales,populares, obreristas, sindicalistas, se resig-nificaban conceptos y se utilizaba el instru-mental del construccionismo social comomarco de nuevas formas de análisis de laidentidad social. Pero tampoco podemosdejar de lado lo más importante de todoello: la idea de una sociedad civil fuerte,densa, sólida que caminaba reconstruyén-dose a si misma hacia su emancipacióndefinitiva. Junto a ello conceptos como re-valorización de la democracia –tan denos-tado bajo el paradigma marxista ortodoxoy el horizonte clasista anterior- también sehacía presente. Por eso, las propuestas teó-ricas de Norberto Bobbio alcanzaban rele-vancia al juntar socialismo y democraciabajo la fórmula de liberal socialismo. Peroesa propuesta podía no ser tan adecuada,

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más aún en una sociedad tan heterogéneay poco uniforme, y eso, precisamente, sele escapaba a los nuevos teóricos de la so-ciedad civil.

5. La crisis de la sociología de los movi-mientos sociales como acción colecti-va (AC).

Una pregunta quedaba flotando en ladécada de los ochentas, en medio del pala-cio municipal ocupado por un socialista. ¿Erarealmente sólida la sociedad civil? ¿No se lasobreestimo? Responder a esas dos pre-guntas haciendo intervenir un conjunto deaspectos plausibles para presentar una res-puesta integral, sería sumamente largo ha-cerla aquí. Empleemos otro camino quepermita sintetizar, brevemente, las pregun-tas. El auge alcanzado por Sendero Lumi-noso hacia finales de la década de los ochen-tas hizo notar que, efectivamente, se habíasobre estimado la densidad de la sociedadcivil. Peor aún. Se la había leído desde Lima,desde la zona costera, desde las urbaniza-ciones y desde los circuitos más cercanos auna integración occidental más plena. Peroen un país sumamente heterogéneo, talcomo había fraseado José María Arguedas amediados de los sesentas con su afirmación“No hay país más diverso”, esa lectura des-de lo occidental urbano olvidaba una granparte de la sociedad peruana, lo andinooriental. Arguedas, el literato antropólogoque a lo largo de su vida había afirmado eldesgarramiento del hombre peruano entredos culturas, entre dos mundos, había se-ñalado, justamente, que ese olvido iría con-duciendo a la nación peruana a ser un “paíshirviente de todos los días”. Así pues, el“olvido” regresó y de forma cruenta, vio-lenta, sangrienta. Cómo el regreso de loreprimido sobre la presencia consciente detodos los días, como una pesadilla que des-orientaba y enceguecía el panorama na-cional. Obviamente, esta nueva situacióntambién hizo astillas y perforó a la “socio-logía de la sociedad civil”. Era difícil, em-

pezando los noventas, en medio de un cli-ma violentista nacional en auge, volver ahablar de densidad de la sociedad civil, deorganizaciones populares, de culturas cívi-ca, institucionalidad política. La brecha so-cial que desde la década del veinte Mariá-tegui y su generación habían fraseado, enlas palabras de otro insigne autor de la ge-neración del veinte, Jorge Basadre, comoel “abismo social entre el Perú Oficial y elPerú Real” ahora se hacía más presente quenunca. Sendero, sociológicamente, se leyócomo un síntoma, pero un síntoma que ibamucho más allá de su significación laten-te22 . Desplazaba y dejaba sin piso todo eldiscurso sociológico que se había teorizadosobre la AC. Qué podían decir los temas alo Bobbio sobre la sociedad civil, más alláde una defensa voluntarista de lo que de-bía ser pero que no era. En efecto, y en laconcreta situación de todos los días, la rea-lidad iba más allá de la teoría. Cómo hablarde la secularización de lo público y lo pri-vado, del pase de lo local a lo universalEstadista, de la cultura popular política, delmovimiento social si ellas mismas se ibandesvaneciendo a medida que avanzaban lasacciones violentistas.

La crisis de la “sociología de la sociedadcivil” también, fue, por consiguiente, unacrisis del análisis de la AC bajo su forma demovimiento social y paradigma identitario.Poco podían decir, desde mediados de ladécada del ochenta hasta los primeros añosde los noventas, las lecturas a lo Touraineo Melucci. Pero había algo más incisivo ysutil en la teoría que terminó por devastarel análisis de los movimientos sociales. El“Efecto perverso”, o al decir de Boudon “losespacios vacíos” de las propias accionesviolentistas. Recordemos que, en la pers-pectiva del enfoque clasista, la aceleraciónde contradicciones es un paso casi inevita-ble para impulsar la acción consciente delcambio social radical. Los contragolpes dela reacción, en la teoría, deben producir unaaún más reacción violentista de la masa.Bajo un espiral dialéctico de la violencia

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se producen, o deberían producirse, lossaltos cualitativos en la historia. La historiaal final de cuentas es una espiral con untrasfondo lineal, tal como la configura He-gel en la “Fenomenología del espíritu”. Pero,también, como decía Kant citando el viejorefrán: “Lo que es cierto en la teoría de nadasirve en la práctica”23 .

El “efecto perverso” de lo sucedido conla AC de los movimientos sociales, que has-ta mediados de la década del ochenta sehabía expresado con una dinámica muy ac-tiva, fue su desactivación casi total. El régi-men de Fujimori24 desde los inicios de ladécada de los noventa (asumió el poder enjulio de 1990) expresa e intencionalmente,a la vez que buscaba extinguir al violentis-mo político, le paso la cuenta también a losactivados movimientos sociales .sindicalistas,obreristas, barriales, estudiantiles, que fun-cionaban como marcos de referencia delaccionar colectivo de la década anterior. Así,la lucha contra el violentismo fue también laexcusa para la desactivación de los movi-mientos sociales. Junto a ello, y tras esa ex-cusa, el paquete liberal cortó como mante-quilla, y con facilidad, a la sociedad. El con-senso de Washington, el ajuste estructural,la liberalización, la privatización, la desesta-tización, la reestructuración de las leyes la-borales, el monitoreo del Fondo MonetarioInternacional, fueron pan de todos los días alo largo de la década del noventa. El enfren-tamiento entre Guzman y Fujimori copabala escena nacional, aún cuando su epicentrose focalizaba en el área andina. Una socie-dad, en general, deseosa de orden, estabili-dad y paz, terminaba apoyando al régimeny sus “reformas estructurales” tanto de polí-tica económica como de ordenamiento so-cial. Las consecuencias para el movimientosocial, no el violentista sino el de las simplesreivindicaciones sociales, fue que paulati-namente empezó a desaparecer abrumadopor la “otra” contradicción. Además, el atis-bo de una movilización mínima por algunamedida reivindicatoria social, era rápidamen-te acusada de extremismo político, con la

consiguiente desaparición del liderazgo y delmovimiento en si mismo. Fue, probablemen-te, el mejor momento para una clase em-presarial que necesitaba de la “disciplinasocial”, no sólo para barrer los logros obteni-dos por las movilizaciones sociales, sino parabarrer también las reformas sociales quevenían de treinta años atrás, tal como susnumerosos apoyos así lo demostraron.

Arrastrados por está situación excepcio-nal, la teoría social de la AC que, bajo losparámetros de la identidad, cultura política,hegemonía (el marco grasmciano del mar-xismo heterodoxo introducido por los teóri-cos argentinos y afianzado por los teóricosdel historicismo italiano), y apoyándose enlos movimientos sociales como objeto deestudio, había logrado ciertos avances signi-ficativos, fue quedando de lado. La otra pro-puesta, el paradigma de la “movilizaciónde recursos” para el análisis de la AC que,en el caso nacional no había tenido mayorensamblaje ni consolidación sino de maneraesporádica y mínima, simplemente desapa-reció. El efecto perverso de la violencia po-lítica fue intensificar aún más la desteoriza-ción social, y la despolitización de la socie-dad. ¿Hablar de sociedad civil? ¿De los mo-vimientos sociales que le dan consistencia?Igual que en las grandes polémicas de lasciencias sociales un tema gana cuando na-die recuerda al otro, ni siente que es nece-sario recordarlo. En las ciencias sociales nose gana por Knockout sino por walk over.La temática de la AC, de los movimientossociales fue desvaneciéndose más allá de al-gunos análisis individuales25 .

6. El “retorno” de la acción colectiva con-tra el autoritarismo.

Hacia el final de la década del noventael régimen empezaba a morderse su pro-pia cola. Envuelto cada vez más en clarosescándalos políticos, en medio de una cri-sis económica que retraía a los años ante-riores a cuando el régimen asumió el po-der, empeñado en ganar -por tercera vez-

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las elecciones presidenciales, las moviliza-ciones sociales empezaron nuevamente ahacerse sentir en la sociedad. Esta vez, ve-nían como demandas políticas contra elautoritarismo, la corrupción, contra la alian-za entre el régimen y los militares. Se unían,así, movimientos políticos de forma parti-daria con estudiantes de derecho y pobla-ción democrática. Pero lo interesante esque, una ves capturado Guzmán en 1992,y desarticulado los remanentes violentistashacia finales de la década, el miedo a la“represión” hacia los movimientos sociales,se evaporaba. Ya no surtía el efecto deantes. Era rebalsado por la movilizaciónpolítica democrática. El final de éste capí-tulo es conocido.

El régimen de Fujimori, pese a ello sepresentó a las elecciones del año 2000, ganólas elecciones, pero duro poco tiempo. Elescándalo de la divulgación de casettessecretos del servicio de inteligencia hizosu efecto. En ellos se apreciaba nítidamen-te los manejos autoritarios e intrumentalesdel poder sobre casi todos los poderes dela sociedad. Su divulgación hecho abajo elpropio acto electoral con el que Fujimorihabía ganado las elecciones. Todo estabadeslegitimado. Así, ante la indignación ma-siva nacional, Fujimori se refugio en Japón,abandonando su gobierno. La secuela estambién conocida. Le sucedió un gobiernode transición –Valentin Paniagua- que duronueve meses. Después nuevamente elec-ciones presidenciales. La ganó uno de losopositores que había sabido atraer, mayor-mente en campañas de denuncia, la opi-nión popular democrática. El 2001 se ins-tauro el gobierno de Alejandro Toledo.

Lo importante para el análisis de la ACes que este cambio de régimen no fue sóloproducto de las contradicciones y desave-nencias de “juegos en el poder”. Hubo mo-vilizaciones detrás de ellos que le daban fuer-za y consistencia. Sin éstas es poco proba-ble que los desenlaces se hayan dado de laforma en que se dio. Hubo un cambio deforma y contenido en la acción colectiva26 ,

pero justamente ahí radicaba su debilidad.Era una acción mayormente política y comotal cruzaba el conjunto del ánimo nacional.Pero también, y por lo mismo, una vez quese instaló la democracia de esfumo rápida-mente. No pudieron cristalizarse más allá delas movilizaciones por la democracia. Nopudieron superar la acción movimientista einstitucionalizarse. O su “institucionalización”fue la representación política que ahora ocu-paba el sillón presidencial. Ahí radicaba supotencialidad…y su límite.

Pero también es importante resaltar queésta nueva situación no tenía mayor trámiteen el plano de la teoría de la AC. No habíaun sujeto nítido en el cual apoyarse. A lateoría también le pasaba lo que al resto dela sociedad. Su objeto, las movilizacionesdemocráticas que daban consistencia a lareaparecida acción colectiva, se esfumabanrápidamente. Así, la teoría de la acción co-lectiva no tenía un sujeto con cierta perma-nencia como para empezar a efectivizar unconjunto de apreciaciones que, posterior-mente, dieran lugar, a teorías no coyuntura-les. Si bien había renacido la AC bajo movi-lizaciones pro democracia, ellas no eran tandurables en el tiempo como para dar lugar aapreciaciones teóricas de más largo alcance.El estado de ánimo democrático que habíacruzado estas movilizaciones se (in) repre-sentaba en su propia representación27 . Unavez obtenida la colocación de un nuevogobierno, éste absorbía lo democrático demanera tal que las fuerzas de la sociedad sevolvían a desactivar.

7. La “doble” lógica de la acción colecti-va, la “evaporización del “gran otro” yel “encierro” comunitario.

¿Qué sucedió posteriormente? Para res-ponder a esta pregunta debemos situarnosya en el gobierno que se instaló en el 2001,el gobierno de Alejandro Toledo, y queterminó en julio del 2006. Nuevamentepedimos cierta comprensión. No trataremosaquí del conjunto de vicisitudes acaecidas

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durante el período. Solo señalaremos, agrandes rasgos, las tendencias más relevan-tes, a manera de un marco que nos permi-ta situar y entender la acción colectiva.

El gobierno de Alejandro Toledo conti-nuó lo que puede considerarse una carac-terística reciente de los gobiernos pro de-mocráticos que llegan al poder en Américalatina. Terminan siendo promesas incum-plidas. Y es, justamente, en ese hiato, enese vacío, ese espacio de interderminaciónque se abre entre la promesa y el incum-plimiento, el que permite comprender don-de se gesta la emergencia social. Ese vacíodel incumplimiento no es un espacio más,no es una zona simplemente oscura, no es,paradójicamente, un incumplimiento más.Es, justamente, el espacio donde se trans-parencia lo que no está visible en la socie-dad, pero que la mueve, la dinamiza, le dasu autopoiesis, permite su autoinvención.Y es que el gobierno peruano, al igual quela mayoría de los gobiernos que irrumpie-ron como promesas democráticas, si bienabrió la puerta a la democracia, buscó con-tinuar con el modelo económico implemen-tado por su antecesor. Pero la idea de lademocracia no era sólo de democracia, eratambién la de una promesa incumplida queno se había podido hacer realidad a lo lar-go de la década global liberal. En esa mis-ma década la sociedad peruana había vistocomo, tras el desmontaje del populismo, ode los restos que quedaba de él en su faseterminal de hiperinflación y desmanejoburocrática (léase corrupción), la sociedadse encaminaba hacia la sociedad de los “dostercios”, de la “doble vía”. La elitización yconcentración de la riqueza en una cadavez menor, cuantitativamente, clase alta conmayor capacidad de recursos y manejos fi-nancieros, la caída de las clases medias ha-cia la popularización y la interminable in-formalización de los sectores populares,ejemplificaban esta diferenciación social.Esta sociedad de los dos tercios, era para lamayoría, también, la sociedad de las vitri-nas, del ver pero no tocar, del mirar pero

no vivir. Y lo más importante, la accióncolectiva, en el caso peruano, y por lo re-ferido anteriormente, no había podido pa-sarle la cuenta de sus quejas al gobiernoque implementó la globalización neo libe-ral. La acción colectiva se había quedadomuda, aguantada, pues bajo el pretexto dela lucha contra el violentismo político, nadapodía moverse, so pena de ser acusada deviolentismo extremo. Se juntaban, por con-siguiente, dos estados de ánimo. La pro-mesa económica de la globalización, y el“ahora sí” puedo quejarme, el desahogarsedel movimiento social.

El momento no se hizo esperar. El es-tado de ánimo ya estaba cuajado, sólo fal-taba el detonante para que el mismo pu-diera expresarse. Eso ocurrió con el “are-quipeñazo”. Se trataba de una privatiza-ción postergada desde los tiempos del Fu-jimorismo. Cuando Toledo planteo priva-tizar la Empresa Eléctrica en Arequipa, elpueblo, en una movilización de enverga-dura se opuso tenazmente. Era una claraseñal de oposición a la continuidad delmodelo neoliberal. Lo ocurrido desde esesuceso (2001) en adelante es conocido.El gobierno no pudo seguir avanzado ensu propuesta de continuidad neo liberal(léase privatizaciones). De ahí en adelan-te la recomposición de las finanzas públi-cas vendría por el lado de las inversionesprivadas en minería, un control ajustadodel gasto público y un manejo hacia la bajadel dólar para evitar presiones inflaciona-ria, vía lo que se denominó “flotación su-cia” (intervención del Banco Central deReserva comprando o vendiendo dólarespara alzar o disminuir el precio del dólar).Pero lo importante es observar que aquíes, precisamente, donde se genera lo quedenominamos “la doble lógica de la ac-ción colectiva”.

¿Qué es la doble lógica de la acción co-lectiva? Se la puede entender como dosmodalidades diferentes de expresar y ob-tener demandas del Estado. Para el capi-tal, más aún si es privado y extranjero, dada

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la necesidad de soporte en ese aspecto dela política económica del gobierno –pre-sencia inalterable de entrada de capitalescomo forma de equilibrar la balanza depagos y cuenta corriente-, el establecimien-to de vínculos institucionales entre Estadoy capital se hace intensivo, institucionaliza-do y fuerte. Pero ¿es esto una novedad ensociedades bajo dominio privado de fuer-zas de mercado? Aquí es donde debemosintroducir algunas ideas que, desde antañolos estudios de la AC, tanto bajo el horizon-te clasista, como el de las movilizacionesidentitarias de formación de una hegemo-nía colectiva, no habían dado cuenta. Nohabían dado cuenta, precisamente, cómose conforma y actúa la AC de las clases yactores dominantes. Algunos estudios enesa dirección se efectuaron a mediados dela década del ochenta, bajo el paradigmade las movilizaciones sociales en el análisisde la acción colectiva. Y el caso no sóloincluyo estudios nacionales, sino incluso selogro editar, en México28 , una compilaciónde estudios sobre conformación de actoresdominantes. Lo interesante es que elloshacían una inferencia que se podía genera-lizar para Latinoamérica. El momento po-pulista, como experiencia sociológica pro-pia de países latinoamericanos, había pre-sentado, de alguna manera, autonomías delos estados frente a sus clases dominantes.En su momento ello fue denominado devarias formas: empate hegemónico, gobier-nos bonapartistas, populismos poli clasis-tas, etc29 . Pero en todos ellos se manifesta-ba que la vinculación, en teoría armónica,entre clase dominante y Estado latinoame-ricano no lo había sido tanto. Posteriormen-te, Guillermo O’Donnell con su propuestadel Estado Burocrático Autoritario, avanza-ría en profundizar el análisis de la vincula-ción electiva entre el Estado y los Gruposde poder bajo situaciones de profundiza-ción capitalista industrialista dependiente yla necesidad de la disciplina social y la des-activación político populista. Sin embargo,sus trabajos fueron descartados rápidamente

por el exceso de economicismo que habíaen sus propuestas. Se le criticaba que laacción política, la intensificación de la re-presión y desmovilización, las deducía delas necesidades de la profundización capi-talista dependiente. De ahí que la necesi-dad de apreciar la AC de clases dominan-tes y Estado, incluyendo no sólo aspectoseconómicos sino de subjetividad y psicolo-gía social, vuelvan a hacerse presente.

Lo que las actuales circunstancias histó-ricas señalan es que ahora estaríamos, enel caso nacional, frente a una vinculaciónbastante intensa, compatible y estratégica-mente de largo aliento entre sistema eco-nómica global y clase nativa, como no seha visto anteriormente... La “pastoral admi-nistrativa”30 con sus campañas diseminato-rias de reingeniería empresarial, liderazgos,administraciones flexibles, cultura empren-dedora, etc. no están ajenas a este proce-so, aún cuando lo principal sea una alianzaestratégica que proviene de los centros másencumbrados de la propia globalización.Algunos textos como el de Hardt y Negriempiezan a dar cuenta de ello31 , señalan-do que el sistema económico mundial seha convertido en un imperio, ha sellado ycerrado su dominación planetaria. Algunosvoceros anti globalización hacen campañacontra ello mundialmente, caso NoamChomsky. Pero queda pendiente la nece-sidad de que los estudios de AC incidan so-bre la clase alta, los núcleos de poder, lasformas estratégicas del mismo, del capitaltransnacionalizado, su nueva psicología so-cial, sus estrategias de correlaciones de fuer-za. Las hipótesis que se han empezado atrabajar inciden en que las clases altas lati-noamericanas, establecen una vinculacióntrasnacional que atrasan al propio Estadonacional. Así, se convierte a una lógica deacción privilegiada, que le permite despe-garse, también, de la sociedad en su con-junto. Estaríamos ante un proceso social ypolítico inédito de sobre intensificación delsistema económico mundial. La novedadresidiría en ello y en pormenorizar ese pro-

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ceso, y no tanto en repetir la vulgata de lahistórica y necesaria vinculación actor do-minante-estado de clase. Los iniciales atis-bos que se dieron en el caso nacional en ladécada del ochenta no se han continuadoy ahí se debe incidir en el estudio. Esa esuna de las lógicas nuevas que la accióncolectiva presenta. La otra es la popular.

¿Cuáles son las características nuevasque la lógica de la acción colectiva, en suversión popular, manifiesta? Desde el “are-quipeñazo”, 2001, hasta los primeros me-ses del gobierno que reemplazo a Toledo,es decir el actual gobierno de Alan Garcíaquien asumió el gobierno en Julio del 2006,se han dado un conjunto de movilizacio-nes que han tomado una forma novedosade acción colectiva en la sociedad perua-na. Toman la forma de “Asonadas”, “Tumul-tos”, “irrupciones masivas violentas de po-bladores”32 . Esta forma de acción colectivaque deja de lado a la acción clasista, que asu vez incidía en la acción sindicalista y enla educación político partidaria, tal comose daba en los setentas, queda de lado. Laacción clasista es descartada. En la asonadano hay relación partido-sindicato-movimien-to-clase. Se ha roto la línea de continuidadtrade unionista, sindicato-partido-emancipa-ción. La “asonada” actúa como estallido rup-turista. Puede alcanzar acciones sumamen-te violentistas –toma de ciudades, de ca-rreteras- que sobre pasan incluso a sus diri-gencias. Son desbordantes33 .

Pero así como deja de lado la accióncolectiva de horizonte clasista, o en todocaso no la recupera dado que había sidodescartada desde fines de los noventas, tam-poco retoma la acción colectiva bajo la for-ma de movimiento identitario. No se tratade un movimiento que acumulando movi-lizaciones, eventos, va dando forma a unaccionar socio político cada vez más den-so, mayor, reflexivo, maduro y político.Recordemos que en el paradigma identita-rio de la acción colectiva, tal como señala-ba Gramsci inicialmente o Touraine des-pués, la acción colectiva se moviliza desde

lo local a lo universal, de lo particular a logeneral, desde lo corporativo a lo hegemó-nico. Existía, probablemente, una epistemo-logía lineal en éste señalamiento, pero laidea del pase de lo privado a lo público, delo civil a lo estatal, estaba presente. Ahora,la “asonada”, los “tumultos” rechazan esalógica. No hay una linealidad, son localistasy localistas se quedan. Reivindican lo cor-porativo popular –bajo la forma de regio-nalismo- y ahí estancan sus demandas. Noles interesa el pase a lo político general.

Por eso mismo la “asonada”, el “tumul-to”, bebe de su propio pozo. Su causa cen-tral está en que actúa acompañada, junto,a una profunda revalorización del saberepistémico occidental. Su causa final no estáen la demanda ni en la forma que toma,está en el ambiente de la época. Por esono se aceptan comparaciones molestosas,no está en función del “gran otro”34 . No esparanoico del vecino, en todo caso es his-térico a profundidad de sus propias reivin-dicaciones. Las comparaciones no le valende nada. Obvia la “Deprivacion Relativa”.Las rechaza tajantemente como tajantemen-te rechaza las teorías que desde fuera laenmarcan. Afuera el de fuera, de que nosvale que nos hable sino es en nuestro pro-pio leguaje. Su localismo llega hasta la su-blimación de las identidades locales másidiosincrásicas. Idiomáticas, en primer lu-gar, costumbristas, lugareñas, hasta culina-rias. En pocas palabras, lo étnico en su to-talidad.35 Es el lado “local” de lo que teóri-cos de la globalización denominan “Globa-localización”, pero también tiene que vercon la globalización. Y tiene que ver comorechazo, como oposición. Parece ser, poreso, una contracultura contra la cultura he-gemónica dominante, pero no lo es, por-que las contraculturas –desde la bohemiaparisina, los parnasianos latinoamericanos,los hippies del sesenta, los Jonquies ameri-canos, o los “intelectuales doctos universi-tarios” enamorando a sus estudiantes comorememora Milán Kundera- están presos delo mismo que quieren combatir. Son el otro

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lado de una misma moneda. La “asonada”no tiene interés en ser la contra de la cultu-ra dominante. Simplemente es otra cosa.Está, en su “sentido”, en otro lado.

La “asonada”, además tiene su propiageografía. No es netamente urbana ni per-tenece a las grandes urbes, aunque recien-temente parecería expresarse en los suce-sos de Sao Paulo (2005) o Rio de Janeiro(2006), con las bandas y pandillas armadasdesolando la ciudad. O en Centroaméricacon el auge de las “Maras”, entre lo urbanoempobrecido y lo campesino semi urbano.A lo que nos referimos, y ponemos el casonacional por delante, es que se (des) ads-cribe a ser urbana. No quiere pertenecer ala gran ciudad. No es moderna, pero si per-tenece a la pequeña ciudad marginal, olvi-dada, con baja calidad de vida. Una de lascaracterísticas de este proceso es que laasonada surge en provincias, en sitios apar-tados de la capital, pero apartados geográ-ficamente, no comunicativamente. Hay te-levisión, hay radio. Pero los símbolos deidentidad cotidiana son resignificados de otramanera. El significado suplanta al significan-te. Y el significado es local, el significantepuede ser local, nacional, internacional, nointeresa, Ya ha sido redefinido. Pero comohay Sur dentro del Sur, también se dan enla capital. Pero en los barrios periféricos.En las “barriadas”, como se dice en Lima.

Y hay un cambio de significado porquesus demandas son muy propias. En la reta-híla de “asonadas” que se han dado en elPerú desde el arequipeñazo a la actualidad–aproximadamente treinta- pasando por lossucesos de toma de ciudad como en An-dahuaylas, o los de Ilave en Puno, con muertedel alcalde, la demanda central es una rei-vindicación, pero la reivindicación no siem-pre es económica. Puede ser un patrimonioancestral que la comunidad siente comopérdida frente a otra comunidad. Puede seruna reivindicación política ante una autori-dad que la comunidad siente que la ha de-fraudado, puede ser una cruenta moviliza-ción para castigar a un violador de niños.

Puede ser una movilización que empiezapor un partido de “futbol” y termina en unamovilización contra la policía y tomando lo-cales públicos. Puede, también, ser el le-vantamiento de una comunidad contra laempresa minera trasnacional que, según lacomunidad, le esta envenenando y conta-minando el agua y sus pastizales. Puede to-mar diferentes formas y contenidos, pero unalógica invariable parece encontrarse en elcorazón de ella. Termina tomando la formade “Asonada”, “Estallido”, “Multitud”.

Por eso es que ella fusiona de maneraetnográfica y localista, bajo un leguaje muypropio y lleno de sentido idiosincráticoparticular, tanto la acción colectiva de mo-vilizaciones estratégicas para la obtencióny consolidación de recursos –reposición deantiguos o demandas por nuevos- como laacción colectiva en base a movilizacionesque le refuerzan su identidad localista. Silas leemos desde los dos grandes paradig-mas que enmarcan, desde la teoría social laAC -movilización de recursos y el identita-rio- ellas son un punto de unión entre am-bas. Contienen a ambas.

Lo irónico es que las “asonadas” queempezaron a darse sistematicamente con elarequipeñazo, pasando por la de Andahua-rylas, que no termina de culminar –la ultimafue la toma de la ciudad de Abancay (No-viembre, 2006)-, y que se repite incansa-blemente en barriadas pobres, pueblos mar-ginales, localidades, la sociedad peruana nola había visto desde la sociedad oligárquica.Esa sociedad que los estudiosos de la gene-ración del veinte denominaron “Aristocráti-ca” por su concentración latifundista, su eli-tismo y sus prejuicios racistas, se veía, casicierto tiempo, remecida por sacudones mul-titudinarios, “asonadas” que remecían la so-ciedad en su conjunto. Y al igual que ahora,después del estallido, de los muertos y heri-dos, la irrupción se apagaba y se desmovi-lizaba. Casi no queda nada, pero algunascenizas estarán hirviendo, hasta otros mo-mentos. En algunos casos, Huanuco, despuésde tres años volvió a repetirse. Pero en la

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sociedad “Oligárquica Aristocrática” la aso-nada era relativamente explicable. Funcio-nando mayormente bajo una rígida concen-tración del poder, en esa sociedad, sin ma-yores canales de participación política, ce-rrada y excluyente hasta el racismo comoen el caso peruano, era explicable que lademanda soterrada tomara la forma de “es-tallido”. No había forma política que diera“forma” a la demanda36 . Pero en una socie-dad democrática, en tiempos de globaliza-ción, bajo formas partidarias, aunque suma-mente deficitarias y debilitadas, es sorpresi-vo y casi como que deja sin piso a las teo-rías sociológicas de la AC en esta parte delcontinente. Y señalamos, “esta parte delcontinente”, porque casos similares de AC alos peruano, bajo forma de estallidos y aso-nadas, se han dado en Bolivia y Ecuador. Peroahí, por sus propios procesos de mestizaje,se han dado bajo la forma de movimientosindios, bajo la conducción de partidos indios.En el caso peruano la “cholificación”, comodecíamos anteriormente, quebró críticamentela reivindicación de lo indio, pero la formadel estallido, de la acción colectiva buscan-do dar cuenta de una demanda bajo la mo-vilización espontánea de multitudes, es igualque en esos países. Este regreso de la “aso-nada” en tiempos de globalización proba-blemente, como un síntoma, nos este di-ciendo mucho de la “neooligarquización”bajo tiempos de globalización. La concen-tración y la elitización, por un lado, frente ala exclusión y, como señala Bauman37 , eldesperdicio de vidas que la globalizaciónimpone, están entre las causas que permi-ten encontrar el “sentido” de este nuevo tipode AC.

Pero ¿Cuáles son las “causas” que nospermiten conocer esta emergencia irrupto-ra, y por lo tanto encontrar su salida? Nosparece que las explicaciones tradicionales–comprendiendo en ellas la marxista clasis-ta, la hermenéutica culturalista- se quedancortas. Es desde otro ángulo, desde otro “cor-pus” teórico del que debemos obtener unarespuesta. Para ello, en primer lugar, situé-

monos en el tránsito de la modernidad a lapostmodernidad. En segundo, lugar, intro-duzcamos el andamiaje conceptual sico his-tórico38 para realizar nuestro apreciación.Según ella, en el modernismo y el capitalis-mo inicial, el gran otro estatal se convierteen el ideal del yo que sojuzga y enmarca alyo ideal. El padre es el Estado y, como elpadre, el Estado hace que el individuo inte-riorice en su estructura yoica la matriz sim-bólica del orden y, a partir de ahí, puedacomunicarse con los demás, conviviendo conel otro, aceptando lo nómico social. Por esoel yo ideal – la sublimación del sujeto en sualcance personal- comprende, y de algunamanera, establece lazos de comunicabilidady convivencialidad con el otro, internalizan-do al ideal del yo. Este, el ideal del yo –laidealidad de la sociedad en su alcance nor-mativo ético moral-, estructura su concien-cia yoica, bajo remordimiento y culpa, perotambién de acatamiento de la normatividady la convivencialidad grupal comunitaria. Lofuerza a interesarse por el “gran otro”, loestatal, lo universal.

Con el avance del capitalismo tardío, delas nuevas comunicaciones y de lo que sedenomina la post modernidad, traída de lamano con el avance arrollador del mercadoglobal, el ideal de yo es suplantado drástica-mente por el yo ideal, lo individual pulsio-nado por el mercado, se impone sobre locomunitario. El gran otro es desplazado des-piadadamente por el yo individualizado. Elpadre, como el estado, ha perdido capaci-dad de normativizar al individuo, ha perdidola capacidad de “nombrarlo” o institucionali-zarlo. El mercado, a su vez, despliega laspulsiones individualistas del consumo atizan-do la individualidad hedonista. Como señalaDeleuze el mercado “desterritorializa” al su-jeto, lo convierte en una maquina deseante,le despliega su imaginación, pero después,“perversamente” lo tiene que terretorializar,terrenalizar, volverlo un ser conformista paraadaptarse a la sociedad. Es que, como seña-la Zizeck, en el mercado hedonista, el sacri-ficio ascético no es valorado, el que no trans-

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grede es el perdedor. Y la trasgresión es in-dividualismo auto hedonista. Por eso tam-bién la modernidad valora al ascetismo y, talcomo dijo Weber, la moral protestante puri-tana es la base del capitalismo. La post mo-dernidad, en cambio, al echarse abajo los va-lores puritanos, al eurocentrismo y sus cá-nones, al señalar que todo es juego, que todoes ilusión, como señalara Nietzsche, nos li-bera de las cadenas de la moral occidental.La postmodernidad del mercado abre lascompuertas para la liberación de la metafísi-ca de la presencia, como afirma Derrida. Yal final de cuentas la metafísica es occiden-tal. Hay, por consiguiente, crisis de la racio-nalidad eurocéntrica modernista, estamos enel post modernismo. La erosión post mo-derna nos libera de los referentes que en-marcaban la moral del individuo, y esos re-ferentes eran lo occidental, la teoría, sus le-yes, el gran otro idealizado39 . Las nuevascondiciones del mercado global, en el planode la moral, traen la crisis de la modernidadpor la exacerbación del nuevo referentesocial, el individualismo transgresor propi-ciado por el mismo mercado. Nos liberamosde la pesada carga de la moral occidental,pero libre el individuo -suelto su yo idealque ha suplantado al ideal del yo-, tras lascompuertas abiertas de la desvalorización delas ideas del gran otro modernista, del idealdel yo, el individuo puede caer nuevamen-te preso en la esclavitud del mercado o,apreciando, su salida de la metafísica mo-dernista, ser realmente libre para la recrea-ción de nuevos lazos comunitarios. Un yoideal que se “reconcilia” con un “nuevo”ideal del yo40 . Hasta aquí brevemente elmarco referencial. Ahora traduzcamos al casode la AC irruptora, multitudinaria.

El pueblo, la comunidad, la región, lo ét-nico ha asimilado la crisis del gran otro. Elgran otro no le dice nada, y lo que es peor,no le establece normas, ha deslegitimado suautoridad sobre la AC. El gran otro, leído comolo universal, lo teórico, lo occidental, ha que-dado desvalorizado. La comunidad reempla-za el ideal del yo occidental por el yo ideal

comunitario étnico. Hay una sobre estima-ción de las propias fuerzas, una revaloriza-ción. El momento de transición de la moder-nidad a la post modernidad, de la política re-gulada nacionalmente bajo populismo a laglobalización abierta del mercado planetario,los afecta como revalorización de lo local so-bre lo global, de lo comunitario sobre lo na-cional. Y se revalora lo local en la mismamedida que el estado, arrollado por los siste-mas financieros internacionales pierde pesoy protagonismo frente al mercado global, a laglobalización. Lo local revalorado emerge confuerza, con su idiosincracia, con su etnicidad.Ahora se está en ese momento de hiato, decreación, de autopoíesis, pero pueden que-dar nuevamente presos del mercado, aun-que se sientan libres de lo nacional como co-munidad, o pueden –las opciones están abier-tas- reestructurar el lazo social e ir hacia iden-tidades comunitarias de, incluso, mayor efec-tividad que las anteriores. Pero este momen-to se expresa como disrupción, como multi-tud, como caos. La libertad del estallido, perotodavía no sabemos su desenlace final. Sóloatisbamos las nuevas formas que va toman-do como acción colectiva.

¿Significa ello que la AC popular se vaconducir por caminos irruptores, sin orga-nicidad, y quizás sin proyección más alládel corto placismo? Lo que queremos real-zar aquí es que, creemos, esta es la predo-minancia que se puede obtener de las nue-vas apreciaciones sobre la AC. No significamás que ello. Obviamente hay otras “ex-plicaciones”. Tanto aquellas que señalan quela inorganicidad de los movimientos se debeal vacío de partidos, como aquella que afir-ma en la base de la fragmentación esta elbajo nivel educativo. Ambas, aún cuandotiene razón relativa, no toman en cuentalas nuevas condiciones de cambio de épo-ca, el ingreso de la postmodernidad contodas sus características sociales y la nuevaconfiguración que va adquiriendo la vidasocial actualmente. Los que hemos señala-do anteriormente es una tendencia queempieza a predominar. Después de todo

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este es un debate abierto. Otros investiga-dores de la AC popular plantean situacio-nes y perspectivas diferentes41 . La solidari-dad, la participación organizada, la educa-ción de sus líderes en formas estratégicasde acción colectiva, la negociación dispues-ta a entablar diálogos, es según ellos lo quecaracteriza a la AC. Nos parece, como de-cíamos, que se sitúan en un aire melancó-lico de formas de actuación anteriores a laconsolidación de la sociedad de los dos ter-cios, de la institucionalización crecienteentre la elitización económica y los víncu-los estatales. Por lo menos, creemos, en lospróximos tiempos la predominancia de laAC (re) caerá mayormente sobre la irrup-ción desbordante por sobre la racional ac-ción negociadora.

Ciertamente han surgido algunas expli-caciones sociológicas ante tal proceso. Falta

de estado, falta de clase dirigente aún cuan-do hay clase dominante, ha sido uno de losargumentos. Al final falta de política. Otrosenfocan por el lado del modelo de desarro-llo o patrón de acumulación. El modelo im-puesto por el neo liberalismo y su sociedadde doble vía trae el alza de los marginados:la alternativa, superar la exclusión. Falta deintegración de lo nacional frente a lo global,es otra. Ciertamente puede haber varias eincluso muchas. Ya las polémicas irán dandocuenta de ellas. Sólo nos resta decir que,creemos, esta doble lógica de la acción co-lectiva -“asonada”, “tumulto” y multitud”para los sectores populares, y enlazamientovinculación y protección para los privilegia-dos- marcan y caracterizan la acción colecti-va actual bajo tiempos de globalizaciónmientras la misma continúe, en el último opróximos lustros, transitando por donde está.

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1 Sobre la globalización existe una vastaliteratura. Pero, entre lo que más tendre-mos en cuanta, están: David Lyon “Lapostmodernidad y sus consecuencias”, edi-ciones Cátedra, Madrid, 1988. También “ElOjo Electrónico”. Cátedra, Madrid, 1994.Bauman, Zygmunt “La globalización y susconsecuencias humanas”, Ediciones Fon-do de Cultura Económica, Buenos Ai-res. 1999. También del mismo autor: “Lapost modernidad y sus descontentos”. Edi-ciones Akal, 2001; “Vidas desperdiciadas,la modernidad y sus parias”, EdicionesPaidos, Barcelona, 2005.

2 Demás está señalar que aquí nos referi-mos al clásico de Marx, “El Capital”, y enespecífico a la sección primera del tomoI. Para observar análisis más contempo-ráneos de la disociación concreto y abs-tracto como disociación de la sociedadactual véase Debord, Guy “La sociedaddel espectáculo”, ediciones Tercer tiempo,Madrid, 1981.

3 Los dos paradigmas que han encuadra-do clásicamente la teoría social de la ac-ción colectiva son el paradigma de la “mo-vilización de recurso” abdicado a Smelsery la “teoría identitaria” adscrito aMellucci. Para el caso pueden leerse losartículos de Melucci, Calvillo y Tamayoen la revista “Sociológica”, Año 10, nú-mero 28, 1995. Ediciones UniversidadAutónoma Metropolitana. D. F. México.Véase también Zald Mayer “Lookingbackward to look foward. Reflections onthe past and the future of the resourcemobilization research”. Yale Press, 1992.Mc Adam, Doug, John Mc Carthy y ZaldMayer. “Comparative perspectives on socialmovements. Political oportunities,mobilizing structures and culturalframings”. Ed. Cambridge UniversityPress, 1977.

4 Algo de esto, pero enfocado hacia el pla-no de los estudios de los “epistemes” ylas mentalidades es lo que ha realizadolo que se denomina la escuela sociológi-ca latinoamericana de la “Descolonialidaddel saber”. Es decir un cambio de énfasisde objeto de la estructura al saber. Noso-tros desplazamos del análisis del propio

NOTAS

movimiento al de “relacionabilidad” conotros actores. Al respecto puedeconsultarse un texto ahora clásico, quetrata sobre el espacio simbólico. Bordieu,Pierre. “Razones Prácticas: sobre la teoríade la acción”, Ediciones Anagrama, Bar-celona, 1977.

5 Touraine, Alain. “Actores Sociales y siste-mas políticos en América latina”, edicio-nes PREALC, Santiago de Chile, 1982. So-bre las propuestas de Zermeño puede leer-se: “Sobre actores y movimientos: perspec-tivas de la acción social en América lati-na y México: Entrevista a Sergio Zermeño”en revista “Sociológica”, citada anterior-mente, véase cita número 4.

6 Dos Santos Theotonio. “La teoría de ladependencia. Balance y perspectivas”, Edi-ciones Plaza-Janes, Buenos Aires, 2003.

7 Melucci, Alberto “Acción colectiva, Vidacotidiana y democracia”, Ediciones ElColegio de México, D. F. México, 1999.Véase especialmente el item VI “Demo-cracia de la complejidad”.

8 Castillo Ochoa, Manuel “La Razón del va-cío. Saber social, epistemología yglobalización”, Ediciones UniversidadParticular Ricardo Palma, Lima. 2001.

9 En un Seminario realizado en Cuzco elaño 1991 se trató el tema de lapostmodernidad y que le decía la mismaal Perú. En masa, pero con las debidasexcepciones, los intelectuales nacionalesrechazaron tajantemente que el tema po-día servir para algo en el Perú por serextranjerizante eurocentrista. Sólo cuandoaños después -2000- Gustavo Gutierrezcon su legitimación dijo que el tema de lapost modernidad retaba al pensamientonacional es que el tema empezó a tomar-se en serio. Para el caso puede consultarse“Modernidad en los Andes”, Henrique Ur-bano, compilador, Ediciones CentroBartolomé de las Casas, Cuzco, 1991.

1 0 De la Riva Agüero, José. “Paisajes perua-nos”, Ediciones Fondo Editorial de laPontificia Universidad Católica, Lima, 1972

1 1 De esto pueden dar cuenta las numero-sas obras de José Carlos Mariátegui. Véa-se, así mismo, su clásico “Siete Ensayosde interpretación de la realidad peruana”,

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Ediciones Amauta, Lima, varias ediciones.1 2 Seguimos aquí la ahora clásica y acepta-

da interpretación que iniciará el cordovesJosé María Arico en sus libros “La críti-ca literaria en la obra de José CarlosMariátegui” (compilador), Ediciones Cua-dernos de Pasado y Presente, 2da. Edi-ción. México, 1980. Y, especialmente,“Mariátegui y los orígenes del marxismolatinoamericano”. Cuadernos Pasado yPresente No. 60, Ediciones Siglo xxi, Méxi-co, 1980.

1 3 Quijano, Aníbal “El movimiento campesi-no en el Perú y sus lideres”, Revista de Mu-seo de Historia, Ediciones museoantropológico, Lima, 1967.

1 4 Hobsbawm, Eric “Rebeldes primitivos. Es-tudios sobre las formas arcaicas de los mo-vimientos sociales en los siglos xix y xx”,Editorial Crítica, España, 2001. (primeraedición 1966).

1 5 Wolf, Eric “Peasants”, Ciencie Socialsbooks, London, 1974.

1 6 La proliferación de estudios sobre el mo-vimiento obrero tuvo muchos autores alo largo de América latina, en ese tiempo.En el caso Peruano son de destacar loslibros de los sociólogos Sulmont y Kapsoli.Véase del primero “Historia del Movimien-to Obrero”, Ediciones Tarea, Lima, 1974.

1 7 Quijano, Aníbal “La emergencia de lo Cho-lo en el Perú y sus implicancias en la socie-dad peruana”, Tesis Doctoral. Archivo deCiencias Sociales. UNMSM, Lima, 1966.También véase del mismo autor, peroredefiniendo sus anteriores propuestas ala luz de la teoría de la dependencia “Do-minación y Cultura”, Ediciones MoscaAzul, Lima, 1985.

1 8 Así mismo otros autores ahora conside-rados “clásicos” en el análisis de la ac-ción colectiva como Mc Carthy, Zald,Heberle, no era considerados parte rele-vante de los estudios. Véase de SmelserN.J. “Hacia una teoría de la moderniza-ción” en Amitai Etzioni (compilador), “Loscambios sociales”, ediciones Fondo deCultura Económica”, D. F. México, 1984.También de Zald. M. N. y J. M. Mc Carthy“Social Movements in an organizacionalSociety: Resource, mobilization, conflictand institucionalization”, Ed. TransactionBoocks, New Brunswick, 1987.

1 9 En el caso nacional la perdida de piso dela teoría de la dependencia no se proce-so como una crítica a los defensores deesa posición. Dada la esaza discusiónteórica simplemente dejo de ser paulati-namente usada como enfoque y marcoreferencial de los trabajos de investiga-ción social. Pero textos referentes al cam-bio de enfoque pueden ver se en Pease,Henry “El Ocaso del poder oligárquico”,Ediciones DESCO, Lima, 1981. Tambiéndel mismo autor “Los caminos del Poder”,Ediciones DESCO, Lima, 1983.

2 0 Como referencias pueden observarse lostextos citados anteriormente de HenryPease. Como referente del cambio de estáóptica y el “descubrimiento de la socie-dad civil” véase el texto de Lopez, Sinesio“El Dios mortal. Estado, sociedad y políti-ca en el Perú del siglo xx”, Ediciones Ins-tituto Democracia y Socialismo, Lima,1991. El libro contiene ensayos escritosdesde los inicios de los ochentas. Véasetambién de Castillo Ochoa, Manuel “Re-descubriendo a la sociedad civil. De bue-nas intenciones está empedrado el caminodel infierno”. Revista “El Zorro de Abajo”,Ediciones Zorro de Abajo, Lima, 1985.

2 1 Los textos más destacados, desde el Perú,para evidenciar el análisis de la accióncolectiva como movimiento social son:“Movimientos sociales y crisis: el caso pe-ruano”, Eduardo Ballón editor, EdicionesDESCO, Lima, 1986. Entre los autores queescribieron el libro se encuentran Parodi,Degregori, Castillo Ochoa, Tovar. El otrofue “Movimientos sociales: una relectura”,Eduardo Ballón editor, Ediciones DESCO,Lima, 1990. Para una proyección y exten-sión de está temática hacia el conjuntode América latina véase el texto de Calde-rón, Fernando, Alejandro Pisticelli y JoséLuis Reyna “Social Movements, Actors,Theories, Espectations” en Arturo Esco-bar y Sonia Alvarez (editores), “”TheMaking of Social Movements in LatinAmerica. Identity, Strategy andDemocracy”. West view Press, Boulder,Colorado, 1992.

2 2 En este contexto de resignificaciones yredefiniciones que la violencia implicabadebe tenerse en cuenta el libro de Alber-to Flores Galindo, en que desde una óp-

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tica sicohistórica, trataba de dar cuentade la situación. Flores Galindo, Alberto“Buscando un Inca. Pensamiento y Uto-pía”, Ediciones Horizonte, Lima, 1988. Ellibro fue premiado por la Casa de lasAméricas, la Habana, Cuba

2 3 Kant, Inmanuel. “Filosofía de la Historia”,Ediciones Caronte, Buenos Aires, 2005,pp. 97.

2 4 Existen varios textos relativamente recien-tes que dan cuenta del “fenómeno”Fujimori. Entre ellos Cotler, Julio y RomeoGrompone, “La Gobernabilidad en el Perú:entre el autoritarismo y la democracia enel Fujimorismo. Ascenso y caída de un ré-gimen autoritario”. Ediciones Instituto deestudios Peruano, Lima, 2000. Carbtree,John . “Neo populismo y el fenómenoFujimori” en libro “El Perú de Fujimori”,Jhon Thomas Editor, Ediciones Universi-dad del Pacífico, Lima, 1999.

2 5 Véase la cita siguiente.2 6 Existen pocos estudios que dan cuenta

sobre la lógica de la acción colectiva enesos momentos. Pero uno de los autoresque más ha rastreado ese momento des-de la perspectiva de la acción colectivaes Martin Tanaka. Pueden consultar sesus textos Tanaka , Martin “Individualis-mo metodológico, elección racional, mo-vilización de recursos y movimientos so-ciales: elementos para el análisis” en revis-ta “Debates en Sociología”, No. 19, Edi-ciones Pontificia Universidad católica delPerú, Lima, 1995. También del mismoautor “La participación social y políticade los pobladores populares urbanos: ¿Delmovientismo a una política sin ciudada-nos: el caso del Agustino?”, en Martin Tankaeditor, “El poder visto desde abajo. De-mocracia, educación y ciudadanía enespacios locales”, Ediciones Instituto deEstudios Peruanos, Lima, 1999.

2 7 Véase de Grompone, Romeo una tesis cer-cana a nuestra hipótesis, pero desde unenfoque mas centrado en la política queen la acción colectiva, en su libro “La esci-sión inevitable: partidos y movimiento en elPerú actual”, Ediciones Instituto de Estu-dios Peruanos, Lima, 2005. También deMartin Tanaka “Democracia sin partidos,Perú 2000-2005. Los problemas de represen-tación y las propuestas de reforma política”.

Ediciones Instituto de Estudios Peruanos,Lima, 2005.

2 8 Garrido, Celso (compilador), “Empresa-rios en América latina”, ediciones Uni-versidad Nacional Autónoma de México,D.F. 1992. Véase también de CastilloOchoa, Manuel “La identidad confundi-da: el movimiento empresarial frente a lacrisis”, en Eduardo Ballón, compilador,“Movimientos sociales y crisis: el caso pe-ruano”, DESCO, Lima, 1986,

2 9 Al respecto léase en Revista “David yGoliat, No. 59, Ediciones CLACSO, Bue-nos Aires, 1993, varios artículos – de Cam-pero, Acuña, Castillo Ochoa, Garrido, Ri-vera, entre otros- sobre el tema. El “Dos-sier” de la revista se denominó, precisa-mente, “Empresarios para Armar”.

3 0 Castillo Ochoa, Manuel “Liderazgo, pas-toral administrativa y erosión post moder-na”, en Revista de Sociología, , VolumenXI, No. 12, Ediciones Universidad Nacio-nal Mayor de San Marcos, Lima, 1999.

3 1 Hardt, Michael y Antonio Negri, “Impe-rio”, Ediciones Paidos, Buenos Aires,2001,

3 2 Antecedentes teóricos de esta situacióncomo casos históricos pueden leerse enlos clásicos de George Rude “”El rostrode la multitud”, Ediciones UNED, Valen-cia, 2001. También en el clásico, “Bandi-dos” de Eric Hobsbawm, ediciones críti-ca, Valencia 2001.

3 3 Desde el 2001 a la actualidad se han dado32 asonadas, 16 de ellas en capitales dedepartamento, el resto en provincias dedepartamentos. Es decir , han ocupadoel 80% del territorio nacional

3 4 Tuvimos oportunidad de viajar a la ciu-dad de Puno después de los sucesos deIlave, y conversamos con un participanteen esos sucesos, un actor protagónico.Después de nuestra conversación con élpudimos darnos cuenta que también re-valoraba el saber andino, la medicina tra-dicional andina, sus formas ancestralesde educación. No descartaba lo moder-no pero lo fusionaba con una revaloriza-ción de lo andino inédita.

3 5 El tema no ha pasado desapercibido enAmérica latina, sobre todo en su zonaandina. Para el caso puede verse la com-pilación realizadas por Daniel Matos “Po-

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líticas de identidades y diferencias socia-les en tiempos de globalización”, Edicio-nes Universidad Central de Venezuela, Ca-racas, 2003. En ese mismo textoconsúltese de Ramón Pajuelo “Fronteras,representaciones y movimientos étnicos entiempos de globalización”. Aunque confrondosa información esos textos, noanalizan la propia lógica de la accióncolectiva, la forma innovativa de accio-nar por sus demandas. Al situarse sobrela lógica étnica, lo cual no deja de tenerimportancia, se alejan de la propia ac-ción colectiva de estos movimientos. No-sotros, en cambio destacamos, que “eso”,justamente (la asonada, la multitud, lairrupción descontrolada, el estallido) eslo que está marcando predominantemen-te la acción colectiva de estos sectoresen está parte del continente. Y eso se debea que junto a ello hay una revalorizaciónde la episteme eurocéntrica y un ence-rrase hacia dentro –culturalmente- de es-tos movimientos. Obviamente no de ma-nera absoluta pues el mercado está per-manentemente presente.

3 6 Varios autores nacionales destacan la cri-sis de representación política que vive elPerú y que extiende incluso aLatinoamérica. Véase de Quijano, Anibal”El laberinto de América Latina: ¿Hayotras salidas?” en Revista Venezolana deEconomía y Ciencias Sociales, Volumen10, No. 1, Caracas, 2003.

3 7 Bauman, Zygmund. “Vidas desperdicia-das”, Ediciones Fondo de Cultura Econó-mica, Buenos Aires, 2006.

3 8 Adaptamos libremente las propuestas depsicoanálisis histórico que se encuentran

en el Freud de la segunda etapa, postaños veinte. Así mismo retomamos losanálisis sicoanálíticos de Lacan. Esas ten-dencias analíticas las fusionamos con eldebate modernidad-postmodernidad y laensamblamos con el proceso deglobalización y el paso, que Jameson, yGiddens, denominan, época del capita-lismo tardío. Creemos que éste “corpus”teórico puede dar luces interesantes a las“nuevas” lógicas de la acción colectiva.Los trabajos de Freud son sumamente co-nocidos y no vale la pena citarlos, tam-bién los de Lacan. .El trabajo que men-cionamos de Jameson, Fredric es: “Postmodernidad o la lógica cultural del capi-talismo tardio”, Ediciones Paidos, BuenosAires, 1987. El de Giddens, Anthony, es“Consecuencias de la modernidad”, Edi-ciones Paidos, Buenos Aires, 1996. DeDerrida, Jacques véase su clásico “De laGramatología”, Ediciones Siglo xxi, D. F.México. Varias ediciones.

3 9 En ese sentido no es gratuito que uno delos libros más relevantes de Gutarri yDeleuza, llevara por titulo “El Anti-Edipo”.

4 0 Ideas expuestas en Castillo Ochoa, Ma-nuel “La razón del Vació: Globalizacióny saber social”, Ob. Cit. Véase tambiénde Ubilluz, Juan Carlos “Nuevos Sudbitos:maldad y perversión en la sociedad perua-na”, Ediciones IEP, Lima, 2005

4 1 Carrión, Julio et al. “Participación demo-crática en el Perú”, Ediciones USAID-IEP,Lima, 1999. Tocón, Carmen “Entre ollas ycucharones ¿movimiento social o movi-miento de bases? Las organizaciones demujeres para la alimentación”, EdicionesLa Casa de la Mujer, Chimbote, 1999.

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INTRODUCCIÓN

La literatura sobre Bienes Públicos (BP),a pesar de ser cada vez más abundante suele estar limitada a cómo produ-

cirlos y cómo financiarlos. Además, se cir-cunscribe generalmente a unos pocos bie-nes como son el medio ambiente, la salud,la educación básica, la seguridad pública, laestabilidad macroeconómica, la informaciónestadística generada por organismos públi-cos, y pocos bienes más.

Sin embargo, las personas viven de sutrabajo (excepción hecha de aquellos po-cos que viven de la asistencia pública), ylos ingresos provenientes del trabajo gene-ran, en promedio, el 70% del ingreso delas familias. Entonces ¿no debería ser consi-derado el trabajo también como un BienPúblico? Y si la libre movilidad internacio-nal de las personas para facilitar la búsque-da de trabajo es considerado un derecho(no reconocido por muchos Estados, a noser que se trate de la movilidad dentro delas fronteras de un determinado proceso deintegración como la Unión Europea o Mer-cosur), ¿no debería ser por ello considera-do el trabajo también como un Bien Publi-co Global (BPG)?

Hasta donde conozco, no hay ensayoso estudios que conceptúen al trabajo nicomo un BP ni como un BPG. Sin embar-go, ¿se debe ello a que no es un Bien Públi-co o a que nadie se ha interesado en exa-minar este tema?

Si asumiésemos como hipótesis a de-mostrar que el trabajo sí es, efectivamente,un BPG, entonces, ¿qué importancia ten-dría que lo fuese, y para quien sería impor-

Daniel Martínez/¿ES EL TRABAJO UN BIENPÚBLICO GLOBAL?

tante?, Es decir, ¿qué cambiaría por ello denuestra percepción del trabajo como fenó-meno vital, cultural, sociológico, jurídico yeconómico? Son estas interrogantes las quenos hacen pensar que está totalmente jus-tificado detenerse en el tema para tratarde responder a la pregunta planteada acer-ca de si el Trabajo es un Bien Público Glo-bal o no.

En las páginas que siguen se hará hin-capié en la definición y tipología de BienesPúblicos y en su relación con el mercado;en los procesos de producción y provisiónde Bienes Públicos Globales y, finalmente,en un análisis del mundo del trabajo, nacio-nal y global, a efectos de dar respuesta a lainterrogante planteada en relación al traba-jo como Bien Público Global.

Los aspectos concernientes a las Institu-ciones Internacionales de Justicia desarrolla-dos en este ensayo fueron consultados a Ja-vier Mujica, especialista peruano en dere-cho público internacional, cuya colaboraciónagradezco muy especialmente, si bien yosoy el único responsable, para bien y paramal, del contenido del presente ensayo.

I. DEFINICIÓN Y TIPOLOGÍA DE BIENESPÚBLICOS GLOBALES

I.1.Definición de Bien Público, nacional,regional, internacional y globalSi bien Adam Smith y David Hume ya

hicieron referencia, aunque indirecta, a losBienes Públicos nacionales (no a los globa-les), la primera formulación de lo que es unBien Público corresponde a Samuelson ensus escritos de 1954 y 1955 acerca del gas-to público. El concepto siguió siendo desa-

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rrollado por diferentes teóricos del temahasta llegar a la definición actual, la que entérminos generales es aceptada por prácti-camente todos sin mayor discusión teórica.

Según dicha definición, un Bien Públi-co es aquel que es asequible a todos losconsumidores sin distinción, una vez queel mismo ha sido producido, e independien-temente de quien haya participado en suprovisión –es decir, es un bien cuyo consu-mo no es exclusivo de nadie–, y cuando,además, el consumo de ese bien por partede un individuo o grupo de individuos noimpide que el mismo pueda ser consumi-do también por el resto de las personas –es decir, no hay rivalidad por su consumo–.Por ello, un Bien Público es aquel cuyosbeneficios ni son exclusivos ni son rivales1 .

Ahora bien, la anterior definición se cir-cunscribe al Bien Público que es producidoy proveído a nivel nacional. La realidad esque en el actual proceso de globalizaciónde los mercados de bienes, servicios y capi-tales, así como de la tecnología de informa-ción y comunicación, muchos Bienes Públi-cos o no pueden ser producidos y proveí-dos a nivel exclusivamente nacional (porejemplo, la lucha contra la degradación dela capa de ozono) o su provisión tiene unamayor efectividad y eficacia si se efectúa anivel global (por ejemplo, la lucha contrauna pandemia). De ahí la importancia cadavez mayor de los Bienes Públicos Globales.

Un Bien Público Global añade a las ca-racterísticas de no exclusividad y de no ri-validad consideradas en la definición delBien Público Nacional, el hecho de que suprovisión afecte a un grupo importante depaíses en todo el mundo y a una parteimportante de la población mundial, y cuyoconsumo por parte de las actuales genera-ciones no afecte el derecho a su consumopor parte de las futuras generaciones. Esdecir, se trata de un bien no exclusivo y norival, pero también mundial, interpersonale intergeneracional.

Es importante tomar en cuenta que enla definición de Bien Público Global se in-

siste en su dimensión mundial; es decir, quebeneficie a muchos países que no esténconcentrados en una misma región, ya quede ser así se estaría hablando de BienesPúblicos Regionales (BPR), pero no de Bie-nes Públicos Globales. Pero, además, no setrata de unos pocos países localizados endiferentes regiones, sino de la mayoría delos países actualmente existentes. De noser así, (es decir, si se tratase de solo unospocos países en diferentes continentes) seestaría hablando de Bienes Públicos Inter-nacionales (BPI), pero no globales.

En cuanto a la dimensión interpersonal,la condición de global requiere del BienPúblico Global que el mismo pueda serconsumido por una parte importante (ma-yoritaria) de la población mundial total, yno sólo por la población de un gran núme-ro de países, que podrían ser de pequeñotamaño y población. Así, sería difícil consi-derar como un BPG a aquel de cuyo con-sumo pudiera estar excluida la poblaciónde, por ejemplo, Brasil, China, la India yMéxico, por más que se trate de sólo cua-tro países.

De igual modo, y como señala J. García-Arias2 , “desde un punto de vista estrictamen-te teórico tendría sentido hablar de BienesPúblicos Globales intergeneracionales y deBienes Públicos Globales intrageneraciona-les; no obstante, en la practica resulta difícilencontrar un BPG cuyas características notengan algún tipo de efecto sobre las gene-raciones futuras, salvo casos extraordinaria-mente puntuales” (como pudiera ser, porejemplo, el reparto y uso de los pasillos aé-reos para la aviación comercial).

Como más delante se demostrará, laacción colectiva mediante la cual determi-nados valores sociales dan lugar a las nor-mas que regulan la producción y provisiónde Bienes Públicos debe responder al do-ble criterio de racionalidad y utilidad. Estosdos criterios son exigibles, por tanto, tam-bién a los bienes públicos. Es decir, se exi-ge de esto no sólo que sean bienes no ex-clusivos y no rivales, sino también raciona-

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les y útiles; además de mundiales, inter-personales e intergeneracionales en el casode los bienes públicos globales.

I.2.Tipología de Bienes Públicos GlobalesEn base a la definición de Bienes Públi-

cos Globales anteriormente desarrollada sepuede establecer la siguiente clasificaciónde los mismos3 , la que sin duda ayuda auna mejor comprensión del propio concep-to de Bien Público.

i. Bienes Públicos Globales naturales (esdecir, no creados por los seres humanoscomo, por ejemplo, la capa de ozono, elclima, la biodiversidad, los océanos, etc.)

ii. Bienes Públicos Globales de producciónhumana (por ejemplo, los principios yderechos universales, las normas y es-tándares universales, las estadísticas ofi-ciales de organismos intergubernamen-tales, el conocimiento, el Internet, etc.)

iii. Bienes Públicos que son objetivo de lapolítica global (es el caso de la pazmundial, de la erradicación de enferme-dades epidémicas, de la estabilidad eco-nómica, del libre comercio, de la erradi-cación de la pobreza, de la sostenibili-dad medioambiental y de la equidad yla justicia, entre otros objetivos globa-les).

Si bien esta es una tipología muy frecuen-temente utilizada, ella no es la única. Unamás amplia es la que plantean autores comoGarcía-Arias4 . “Las interacciones que emer-gen entre las propias características de no ri-validad y no exclusividad y estas tres dimen-siones (se refiere a bienes que se proveanpara la mayor cantidad de los países existen-tes, para la mayor parte de la población ypara diferentes generaciones) son riquísimasy permiten establecer innumerables clasifi-caciones de BPG”, como por ejemplo:

1. Dependiendo de la intensidad que losBPG muestran de sus características deno rivalidad y no exclusividad:

- BPG puros: cuando los beneficiosson plenamente no rivales y no ex-cluibles (la recuperación de la capade ozono, la erradicación de las pan-demias, etc.).

- BPG impuros: cuando no tienen aplenitud ambas características de norivalidad y no exclusividad.

- BPG parcialmente rivales (por ejem-plo, reducción de los accidentes detransito).

- BPG parcialmente exclusivos (porejemplo, Internet).

- Bienes de Club Globales: cuando elcosto de excluir a alguien de losbeneficios del bien global es lo sufi-cientemente pequeño como paraestablecer una cuota que permita alos no excluidos (los miembros delclub) disfrutar de los beneficios delbien (por ejemplo, los parques na-turales en los que se paga un billetede entrada, los museos nacionales,etc.).

2. Dependiendo de la tecnología utilizadapara la producción del BPG:- BPG con tecnología de agregación.

La contribución de cada persona sesuma para producir la totalidad delBien, siendo cada contribución (y,por tanto, cada aporte tecnológico)perfectamente sustituto de cada unade las demás (por ejemplo, la re-ducción de la emisión de CO2, lacatalogación de nuevas especies,etc.).

- BPG con tecnología del contribuyen-te menos capaz. Cuando el nivel deprovisión del bien se correspondecon la menor de las contribucionestecnológicas realizadas (por ejemplo,garantizar la seguridad de las tarje-tas de crédito).

- BPG de tecnología del contribuyen-te más capaz. Cuando el nivel deprovisión del Bien se correspondecon la mayor de las contribucionestecnológicas realizadas (por ejemplo,

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el descubrimiento de un medica-mento contra una determinada en-fermedad).

3. Dependiendo de la naturaleza de losbeneficios generados por el BPG:- BPG que proporciona un beneficio

directo a la población, aumentando lautilidad económica o la productividadde factores (por ejemplo, la reducciónde la desertificación, la paz social).

- BPG que reduce riesgos; es decir, quereduce o elimina “un Mal PublicoGlobal” (por ejemplo, la reducciónde los riesgos de crisis financieras olos acuerdos de paz).

- BPG que permite aumentar las ca-pacidades de las personas y/o de lainstituciones para producir otros BPG(por ejemplo, la educación, la bue-na gobernanza, etc.).

4. Dependiendo del origen del BPG:- Bienes Públicos Globales Naturales:

los no creados por el ser humano(por ejemplo, la atmósfera).

- Bienes Públicos Globales no natura-les, producidos por el ser humano(los derechos humanos, las NormasInternacionales del Trabajo, etc.).

- BPG resultante de una acción políti-ca sostenida a lo largo del tiempo(por ejemplo, el mantenimiento dela paz). Se trata de un Bien PúblicoGlobal no natural, pero con la dife-rencia de que en este caso requierede una acción sostenida (la acciónpolítica) para que el bien pueda se-guir beneficiando a las personas.

5. Finalmente, dependiendo de los secto-res en los que el BPG se genera:- BPG medioambiental- BPG relacionado con la salud- BPG relacionado con el conocimiento- BPG relacionado con la paz y la se-

guridad mundial- BPG relacionado con la gobernanza

mundial.En relación a la tipificación de los BPG

dependiendo del origen de los mismos, que

es lo que más interesa a los efectos de ana-lizar si el trabajo es un Bien Público Global,existe una evidente relación de causalidadentre los PBG no naturales y aquellos queson resultado de una acción política soste-nida en el tiempo. Así por ejemplo, lasnormas internacionales de derechos huma-nos, incluidas las laborales, son resultado dela decisión de las organizaciones sociales ypolíticas de garantizar condiciones para unapaz duradera después de las dos guerrasmundiales el siglo XX. Al mismo tiempo,tanto la paz como la justicia requieren deun orden que garantice el ejercicio de es-tos derechos y libertades fundamentales5 .

En suma, a partir de la definición básicade lo que es un Bien Público, y de las tresdimensiones que a dicha definición añadeel carácter global de mismo, se puedenestablecer muy diferentes tipologías deBPG, algunas de las cuales, las más conoci-das pero no necesariamente las mejores,son las la que he presentado en esta sec-ción. Lo importante, es tomar siempre encuenta que, cualquiera sea la topología uti-lizada, los Bienes Públicos Globales no pue-den renunciar a sus características básicasde ser bienes no rivales, no exclusivos, ra-cionales, útiles, mundiales, interpersonalese intergeneracionales.

II. LOS FALLOS DE LOS MERCADOS Y LAACCIÓN COLECTIVA EN RELACIÓNCON LOS BIENES Y LOS MALES PÚBLI-COS GLOBALES: DESARROLLO DE LALIBERTAD VS. PRIVACIÓN DE CAPA-CIDADES

No existen mercados cuyo funciona-miento sea absolutamente perfecto, sinoque más bien estos tienen fallos debidos ala existencia de externalidades que impi-den que la operación de los mismos seaperfecta. Este aserto vale, además, tantopara el mercado de bienes y servicios comopara el de trabajo y el de capitales. Es elcaso de, por ejemplo, la mala calidad de lainfraestructura de comunicaciones en una

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determinada área geográfica, externalidadque genera costos de transporte que haceque productos agrícolas de zonas alejadasse vean imposibilitados de competir en elmercado. O es el caso también de las ac-ciones corporativistas en la negociación desalarios y condiciones laborales en los sec-tores de los servicios públicos esencialespara la población, como pueden ser la pro-visión de agua potable o de energía eléc-trica; acciones que acaban generando cos-tos de tal magnitud que ponen en riesgo lapropia viabilidad económica del serviciopublico esencial del que se trate. Estos fa-llos de mercado generan “males públicos”que obstaculizan la producción y provisiónde Bienes Públicos demandados por la po-blación.

Ahora bien, ¿son estos “fallos” de losdiferentes mercados producto sólo de in-eficiencias derivadas de externalidades quehacen que el funcionamiento de los mis-mos no sea perfecto, o estos fallos sonresultado, además, de una lógica intrínse-ca del sistema capitalista, que genera, comoconsecuencia, “males públicos globales”?.

La pregunta no deja de ser relevante,porque si los males públicos globales sonsólo consecuencia de los fallos del merca-do, cualquiera sea este, entonces podríatambién argumentarse que los BPG no na-turales son consecuencia, fundamentalmen-te, del buen funcionamiento del mismo.Pero, ¿son los fallos de los distintos merca-dos consecuencia de externalidades nega-tivas, o más bien efecto de las “internalida-des” estructurales de los mismos? Probable-mente la respuesta comparta un poco deambos planos, puesto que la producción ytransacción de bienes en el mercado, o detiempo de trabajo, claramente puede ver-se afectada por limitaciones estructurales ocoyunturales de muy variado origen, perotambién por variables de desempeño fuer-temente condicionadas por estructurasmonopólicas u oligopólicas, o por compor-tamientos corporativistas o por la existen-cia o ausencia de normas reguladoras, como

son, por ejemplo, las normas de orden pú-blico que sacrifican determinados márge-nes de la autonomía individual y/o colecti-va en favor de la realización de propósitossuperiores (bienestar general, bien común,orden público, seguridad colectiva, etc.).

Del mismo modo que determinadaspracticas corporativistas han generado enmuchos casos instituciones obsoletas queacaban siendo financiadas por el conjuntode la población (un ejemplo de ello son,en muchos países, los regimenes especia-les de jubilación creados en su propio be-neficio por las corporaciones de jueces, ode parlamentarios o de militares o por cier-tos sindicatos de servidores públicos), “tam-bién la ausencia o la débil presencia de re-gulación, nacional e internacional, favoreceel desarrollo de una ilimitada acumulaciónde capital, del monopolio, de los oligopo-lios, del carácter predatorio de ciertos pro-cesos productivos que afectan a la econo-mía humana y al ambiente, del predomi-nio de lo financiero sobre lo productivo; lacosificación y mercantilización de bienes yservicios que por su relación con el bienes-tar individual y esencialmente colectivo nodeberían ser tales (empezando por la fuer-za de trabajo). Es por ello que la solidari-dad sistémica (como antitesis del egoísmocorporativista), y la regulación, y en parti-cular aquella que esta dirigida a salvaguar-dar lo que progresivamente ha sido defini-da como la dimensión esencial de la digni-dad humana, son bienes públicos globalespor excelencia”6 .

Hasta aquí he estado refiriéndonos a losmercados nacionales. Sin embargo, debe-mos considerar también al mercado global,ya que la actual fase de globalización de laeconomía y de la tecnología de informa-ción y comunicación ha dado, y sigue dan-do, lugar a una mayor interdependencia delas economías nacionales y a una mayorintegración de los mercados, en especialde bienes, servicios y capitales, a tal puntoque algunos autores hablan, creemos quesin razón suficiente, de una perdida total

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de soberanía económica por parte de losEstados-nación.

Como se acaba de señalar, la evidenciaempírica hace que difícilmente se puedanegar que los mercados, donde se articulatoda actividad económica y social, tenganfallos, de igual modo que, y por extensión,es evidente que la mayor integración delos mercados mundiales genera un compor-tamiento del mercado mundial también conimportantes fallos. Enumeraremos algunasde estos fallos del mercado global:1. La degradación del medio ambiente, en

muchos casos resultado de la propiaactividad económica (deforestación,emisión de CO2, etc.), que afecta laactividad productiva y la calidad de vidaen amplias zonas del planeta.

2. La concentración de los activos producti-vos y de los activos financieros mundia-les en manos de muy pocas empresas ygrupos financieros (incluidos los grandesfondos de pensiones). De hecho, se esti-ma que más de dos tercios del comerciomundial corresponde a las empresas mul-tinacionales, la mitad de ese volumencomo comercio intraempresa (es decir,entre la principal y sus sucursales)7 .

3. La exclusión de los productos agrícolasy pecuarios (sector económico en el quelos países pobres tienen mayores ven-tajas tanto comparativas como compe-titivas) de los acuerdos internacionalesde comercio, debido a la reticencia delos países ricos a eliminar los subsidiosa sus productos agropecuarios.

4. La existencia de grandes flujos de capi-tales externos que emigran en muy bre-ves períodos de tiempo de un país aotro en busca de un mayor rentabilidad,con una dinámica incontrolada y volátilque en cualquier momento puedengenerar gravísimas crisis cambiaras enun país e incluso en una o más regio-nes. Capitales que, además, en bastan-tes casos se originan en los que Castells8

denomina la “economía criminal” o enla simple y pura evasión tributaria.

5. La no apertura y, por tanto, la no globa-lización del mercado de trabajo de losdiferentes países, en especial los masdesarrollados, en un contexto en el quetodos los demás mercados sí se hanabierto y globalizado; situación esta queincentiva las migraciones laborales irre-gulares e ilegales.

6. Las altas tasas de desempleo, en espa-cial de mujeres y jóvenes, aun en paí-ses en los que hay libertad absoluta desalarios; es decir, sin que el salario míni-mo y la negociación colectiva de lossalarios –los grandes causantes del des-empleo, según la teoría neoclásica- exis-tan en la práctica.

Estos y otros fallos del mercado global,tanto de bienes y servicios como de capitaly trabajo, constituyen verdaderos “MalesPúblicos Globales”, junto con otros que, comoya se ha señalado, no están directamenterelacionados con el funcionamiento del mer-cado, como son el irrespeto de los derechoshumanos, la guerra y el terrorismo, la faltade seguridad personal y colectiva, entreotros. Desde esta perspectiva, muchos Bie-nes Públicos Globales, en especial los queson objeto de políticas públicas (ver tipolo-gía de Bienes Públicos en la sección I.2.),permiten corregir los fallos de los mercados,combatiendo los Males Públicos Globalesresultantes de esos fallos y carencias.

Obviamente, y como se señaló en elpárrafo anterior, no todos los BPG estánrelacionados con fallos del mercado, ya que,por ejemplo, los Bienes Públicos Naturalesson independientes del mercado, no así supreservación, ya que en muchos casos es-tos Bienes son afectados negativamente porla acción del mercado, como, por ejemplo,el medio ambiente, dañado por las emisio-nes de CO2.

Debe tenerse en cuenta, además, quehay muchos Bienes Públicos que no sólocorrigen los fallos del mercado, sino que suproducción y provisión evita el surgimien-to de nuevos fallos del mismo. Así por

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ejemplo, si no se adoptasen normas inter-nacionales reguladoras en materia de sani-dad de los productos alimenticios, tantoagrícolas como pecuarios, aquellos paísesmenos cuidadosos del control de enferme-dades del ganado o del uso indiscriminadode insecticidas o de la utilización de hor-monas para el engorde de los animales,tendrían ventajas comerciales sobre lospaíses que sí cuidan estos aspectos, gene-rándose una nueva fallo del mercado queperjudica la salud de los consumidores detodo el mundo.

Es cierto que muchos gobiernos y mu-chas organizaciones sociales de los paísesmenos desarrollados sostienen, como másadelante veremos a propósito de las Nor-mas Internacionales del Trabajo, que estetipo de estándares internacionales no sonsino un dumping social que los países ri-cos imponen a los pobres para restringirel acceso de sus productos al mercado in-ternacional. Nosotros no compartimos estepunto de vista, como más adelante expli-caremos.

Ahora bien, existe una relación entre losBienes Públicos, el desarrollo y la libertad,tal como lo ha mostrado Amartya Sen9 ensus más recientes escritos. El premio Nóbelde economía parte de considerar como unaparte constitutiva del desarrollo a la per-manente expansión de la libertad en susmúltiples dimensiones instrumentales: a) lalibertad política; b) las oportunidades eco-nómicas; c) los servicios sociales (laborales;educativos, de salud); d) las garantías detransparencia (libertad de pensamiento, deexpresión, de organización política, social,cultural) y e) la seguridad protectora (jubi-laciones, protección de los ingresos, segu-ridad ciudadana, etc.).

Siendo la libertad en sus diferentes di-mensiones, en cuanto parte constitutiva deldesarrollo, sinónimo de capacidad de elec-ción, de acción y de disfrute de los benefi-cios inherentes al ejercicio de las capacida-des humanas, entonces el desarrollo debeser visto, fundamentalmente, como la per-

manente expansión de las capacidades dela persona, considerada esta no sólo comoser individual sino también como ser social.

Siendo ello así, el no desarrollo o, si sequiere, el subdesarrollo no sería sino la pri-vación de ciertas capacidades humanas quesufre buena parte de la población mundial.O dicho de otro modo, a la libertad se opo-nen las “antilibertades”, entendidas estascomo la privación de dichas capacidades;privaciones resultantes de diferentes cau-sas como son los fallos del mercado, lasprácticas políticas antidemocráticas y dic-tatoriales, la actividad de organizacionescriminales, incluido el terrorismo, entre otras.

En relación a las privaciones de capaci-dades10 debidas a los “fallos del mercado”,habiendo sido definidas las consecuenciasde estos fallos y carencias como “MalesPúblicos Globales” (MPG), puede afirmar-se que la privación de capacidades huma-nas, las “antilibertades”, constituyen MPG,mientras que, por el contrario, se producenBienes Públicos Globales para luchar con-tra esas privaciones, promoviendo exter-nalidades que generan capacidades y gra-dos de libertad en continua expansión, ocontrarrestando las externalidades genera-das por los fallos del mercado y que, portanto, generan Males Públicos Globales. Enúltimo término, los BPG no son sino las dis-tintas manifestaciones (dependiendo delorigen, del sector, de la tecnología utiliza-da, etc.) de un único Bien Público Global -la libertad- destinado a generar las capaci-dades humanas que los “fallos” de los mer-cados, o las políticas antidemocráticas, o laactividad criminal han constreñido, o inclu-so eliminado.

Amartya Sen explica con mucha clari-dad esta relación entre la libertad y el mer-cado de bienes y servicios11 . “La relacióndel mecanismo del mercado con la libertady, por lo tanto, con el desarrollo económi-co plantea, al menos, cuestiones de dos ti-pos muy distintos que es necesario distin-guir claramente. En primer lugar, la dene-gación de la oportunidad de realizar tran-

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sacciones, por medio de controles arbitra-rios, puede ser en sí misma una fuente defalta de libertad. En ese caso, se priva a losindividuos de hacer algo que se puede con-siderar que –en ausencia de razones depeso en contra- tienen derecho a hacer.Esta cuestión no depende de la eficienciadel mecanismo del mercado ni de un análi-sis general de las consecuencias de tener ono un sistema de mercado; depende sim-plemente de la importancia de la libertadpara realizar intercambios y transaccionessin impedimentos ni obstáculos.

Este argumento a favor del mercado hade distinguirse de otro, que se utiliza muya menudo en la actualidad; que los merca-dos normalmente contribuyen a aumentarla renta y la riqueza y las oportunidadeseconómicas que tienen los individuos. Lasrestricciones arbitrarias del mecanismo delmercado pueden provocar una reducciónde las libertades debido a las consecuen-cias de la ausencia de mercados. Puedehaber privaciones cuando se niega a losindividuos las capacidades económicas y lasconsecuencias favorables que los mercadosofrecen y fomentan.

Estos dos argumentos a favor del meca-nismo del mercado, importantes ambos des-de la perspectiva de las libertades funda-mentales, deben distinguirse. En la literaturaeconómica moderna, es el segundo argu-mento –basado en el funcionamiento eficazdel mecanismo del mercado y en sus favo-rables resultados- el que es objeto casi ex-clusivo de atención. Se trata, desde luego,de un argumento de peso, en general, yexisten abundantes pruebas empíricas deque el sistema de mercado puede ser unmotor de rápido crecimiento económico yde mejora del nivel de vida. Las medidasque restringen las oportunidades de merca-do pueden limitar la expansión de las liber-tades fundamentales que se conseguirían pormedio del sistema de mercado, principal-mente por medio de la prosperidad econó-mica general. Eso no quiere decir que losmercados no sean a veces contraproducen-

tes (como señaló el propio Adam Smith aldefender, en particular, la necesidad de con-trolar el mercado financiero). Existen seriosargumentos a favor de la regulación en al-gunos casos. Pero en la actualidad se reco-nocen, en general, los efectos positivos delsistema de mercado mucho más que haceunas cuantas décadas”.

En esta relación entre libertad y merca-do, es conocida la discrepancia de AmartyaSen con los planteamientos de Rawls en loque a la igualdad y equidad se refiere. Se-ñala el premio Nóbel: “Un contrate queconsidero especialmente importante es elque trazo entre mi evaluación basada en lacapacidad, y el enfoque de Rawls (1971)basado en la tenencia de «bienes primarios»,que incluyen recursos tales como ingresos,riqueza, oportunidades, las bases socialesdel respeto de uno mismo, etc. Este últimoenfoque es una parte de ese «Principio dela diferencia», que es parte integrante de lateoría de Rawls de la “justicia como equi-dad». Mi propio enfoque está profundamenteinfluido por el análisis de Rawls, pero, apesar de ello, sostengo que la particular basede información en la que se concentraRawls deja de lado algunas consideracio-nes de gran importancia para la evaluaciónsubstantiva de la igualdad, así como de laeficiencia”.

Continúa Sen, “nuestra diferencia deopinión tiene importancia porque, de nue-vo, nace de mi insistencia en la diversidadhumana. Dos personas que tengan el mis-mo haz de bienes primarios pueden gozarde muy diferentes libertades de perseguirsus respectivas concepciones de lo que esbueno (coincidan o no tales concepciones).El evaluar la igualdad, y también la eficien-cia, en el espacio de los bienes primariosequivale a dar prioridad a los medios paraconseguir la libertad, en vez de lo extensode la libertad, y esto puede ser un defectode profundas consecuencias en muchoscontextos reales. La importancia práctica denuestra divergencia se notará especialmenteal tratar de las desigualdades de sexo, lugar,

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y clase socia], así como variaciones genera-les de características heredadas”12

También Habermas discrepa con el pen-sador norteamericano en su crítica a la teo-ría rawlsiana sobre el liberalismo político13 .

En suma, al existir fallos de los merca-dos, debidos bien a la existencia de exter-nalidades negativas para el funcionamientode los mismos bien a la propia lógica inter-na del sistema capitalista, se producen ma-les públicos que limitan el desarrollo de lalibertad en sus diferentes dimensiones; ma-les que profundizan la privación de capaci-dades que sufre buena parte de la pobla-ción. Estos males públicos, al profundizar laprivación de capacidades y al limitar la li-bertad, constriñen las propias posibilidadesde desarrollo, por cuanto, como se señaló,la libertad es parte constitutiva y esencialdel mismo. Por el contrario, la producción yprovisión de bienes públicos, incluidos losglobales, permiten enfrentar las situacionesde privación de capacidades y, por tanto,alimentan las diferentes dimensiones de lalibertad, y de su extensión, así como deldesarrollo en sus diferentes facetas.

Hasta aquí se ha avanzado en la defini-ción de Bien Público, nacional, regional, in-ternacional y global, en la presentación dediferentes tipologías de BP dependiendo dealgunas de las características de los mismos,en el análisis de la relación entre los BP y losmercados, así como en el papel que los BPdesempeñan en materia de desarrollo de lascapacidades humanas y, por ende, de laexpansión de la libertad como parte consti-tutiva del desarrollo, tal como Amartya Senconceptúa a este último.

Ahora bien, ¿quién, por qué y cómo sedetermina qué bien es o debe ser públicoy cual no? Es cierto que la definición de BPconsidera como características esenciales lano rivalidad y no exclusividad, de maneraque ambos elementos determinan porquéun bien es público y no privado, pero¿quién decide que así sea y cómo lo hace?

La literatura sobre BP no se enfoca mu-cho en este tema, si bien la casi totalidad

de autores consideran que es mediante unaacción colectiva que se establece, en undeterminado contexto, cuál es un Bien Pú-blico y cuál no.

Por acción colectiva se entiende el es-fuerzo persistente y continuado de uno omás grupos de individuos, o de la sociedaden su conjunto, para alcanzar un determi-nado resultado que afecte a la mayoría delas personas o a un buen número de ellas,sin que para ello la intervención del Estadosea absolutamente necesaria14 .

El contexto en el que se desarrolla laacción colectiva es importante. Por ejem-plo, hace cien años la preservación delmedioambiente no era especialmente im-portante y, de hecho, no era consideradaun Bien Público Global. Fue a partir de losaños setenta del siglo pasado cuando laacción colectiva impulsada por ciertos gru-pos ecologistas empezó a construir unaconciencia mundial sobre la progresiva de-gradación del medio ambiente y los ries-gos que ello implicaba. De igual modo, caberecordar que durante la edad media euro-pea era la migración del campo a la ciudadlo que permitía a la persona liberarse delrégimen de servidumbre rural y adquirir laciudadanía, la que era un derecho exclusi-vo del sector urbano de la población. Fuela acción colectiva desarrollada posterior-mente la que, al extender ese derecho atodas las personas, independientemente desu lugar de residencia, convirtió a la ciuda-danía en un Bien Público.

Ahora bien, la acción colectiva al igualque determina qué Bien es Público y, ade-más, exige y contribuye a su producción yprovisión, también puede, dependiendo delcontexto, contribuir a generar Males Públi-cos (y no sólo el mercado como resultadode sus fallos), como es el caso, en algunospaíses, de la exigencia social de, por ejem-plo, un absoluto y permanente control deprecios, lo que afecta el buen funcionamien-to del mercado e imposibilita que, como seseñala en el texto de Amartya Sen antes re-señado, muchos ciudadanos y ciudadanas

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desarrollen capacidades económicas y sebeneficien de las consecuencias favorablesque los mercados ofrecen y fomentan.

Es por ello que para que la acción co-lectiva concluya efectivamente en la ge-neración de un Bien Público, esta debe res-ponder al doble criterio de racionalidad yde utilidad (adicional al de no rivalidad yno exclusividad de los bienes producidos),ya que de no ser así se estaría en presenciade un proceso de generación colectiva deun nuevo mal público.

Sin embargo, cuando se señala que la ac-ción colectiva concluye en la generación deun Bien Público no debe entenderse esto ensentido literal, sino más bien que dicha ac-ción es un proceso social al cabo del cual lasociedad concluye que determinado bien espúblico, y, en consecuencia, el estado aprue-ba la normas o normas que regulan la pro-ducción y provisión de dicho Bien Público.

El criterio de racionalidad de la acción co-lectiva al que me he referido en párrafos ante-riores se basa en el hecho de que la racionali-dad individual no es suficiente para garantizarla racionalidad colectiva. “En este contexto, laracionalidad exige que tanto los individuoscomo los colectivos que dispongan de infor-mación apropiada consigan el mejor resultadoposible […]. Si una persona o colectivo esco-ge un resultado que es inferior a otros queestán también a su alcance, se dice que sucomportamiento no cumple el criterio de ra-cionalidad, y en el caso del grupo aparece unproblema de actuación colectiva”15 .

El criterio de utilidad, por su parte, noes ajeno a lo que en economía se conocecomo el óptimo de Pareto, según el cual laasignación de recursos es óptima cuandono es posible mejorar la situación de alguiensin empeorar la de otra persona. Llevado alcampo de la acción colectiva, esta será útilsólo si logra generar Bienes Públicos sin queello conlleve la aparición, simultánea oposterior, de Males Públicos que perjudi-quen a toda la población o a una parte deella (asunto diferente al de los free ridersque se verá más adelante).

Para abordar el tema de la racionalidady la utilidad de la acción colectiva en rela-ción al Bien Público debemos dejar de ladomomentáneamente la literatura sobre Bie-nes Públicos, que no trata este tema, y aden-trarnos en los terrenos de la filosofía moraly de la sociología política.

La validez de la norma que establece laproducción, provisión o conservación de unBien Público –norma que es resultante deuna acción colectiva y que, al igual que esta,debe ser racional y útil- vendrá determinadapor el hecho de que, siguiendo a Rawls16 ,“todos los afectados por la misma puedanconsentir como participantes de un discursoracional”. Es exigible, por tanto, para la vali-dez de dicha norma no sólo su racionalidady su utilidad sino también cuestiones forma-les de procedimiento que aseguren la uni-versalidad y la imparcialidad de la misma.

Respecto de la universalidad de la nor-ma me detendré más delante, el capítuloIV. En cuanto a la imparcialidad de la mis-ma, esta debe ser una característica funda-mental del proceso en el que concluye laacción colectiva para el establecimiento dela norma reguladora de la producción yprovisión del Bien Público, por cuento, alestar todas las culturas y sociedades carac-terizadas por la diversidad, solo la impar-cialidad, la neutralidad, de la norma garanti-za que la misma responda a las diferentesconcepciones existentes en su seno a cer-ca del Bien Público del que se trate.

En este proceso de formulación y legi-timización jurídica de la norma17 (la defini-ción del concepto de norma y su diferen-cia con la definición del concepto de valo-res se desarrolla mas adelante en el capitu-lo IV), las organizaciones internacionales,en especial la ONU, garantizan la universa-lidad de la misma, mientras que el Estadonacional desempeña un papel fundamen-tal como ente neutral que garantiza (aun-que, lamentablemente, no siempre) la im-parcialidad de dicha norma.

La función esencial del Estado, aunqueno la única, viene dada por su poder de

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obligar, resultado de la delegación volunta-ria que las personas hacen de su responsa-bilidad individual sobre ciertos asuntos18 .Esta delegación se basa en una especie depacto implícito al que solemos denominarcomo “contrato social”, y está condiciona-da –la delegación– por el hecho de que sehace siempre en el seno de una sociedadconstituida, y por el hecho también de que,siguiendo a Hobbes19 , en una sociedad plu-ral y con intereses diversos sólo se puedevivir en libertad si se delega al Estado elmanejo de ciertos aspectos, renunciandopor ello a ciertos espacios de libertad indi-vidual. Es en esta concepción que se basael carácter neutral del estado y su capaci-dad de actuar con imparcialidad frente a ladiversidad que caracteriza a la sociedad.

A diferencia del Estado, los organismosinternacionales tienen ciertas limitaciones encuanto al “poder de obligar” (la OIT es uncaso típico), lo que hace que, por más quela norma sea universal en su concepción ynaturaleza, no lo sea en su aplicación. Sobreeste tema, central a nuestra argumentación,me detendré en los capítulos IV. Y V.

III. LA PRODUCCIÓN Y PROVISIÓN DEBIENES PÚBLICOS GLOBALES Y LAACCIÓN COLECTIVA A NIVEL SUPRA-NACIONAL

Las formas en las que la acción colecti-va se desarrolla para producir y proveer unBien Publico (aquí consideramos a cada unade esas formas como una tecnología espe-cifica) se pueden agrupar en, al menos, tresgrandes alternativas tecnológicas, tal comoya se adelantó en el ítem I.2. sobre la tipo-logía de Bienes Públicos.

a) Tecnología de agregaciónLa producción y provisión de algunos

Bienes Públicos es producto de la suma demuchas contribuciones de múltiples indivi-duos, a todos los cuales se les atribuye igualimportancia; es decir, las contribuciones in-dividuales de cada individuo o de cada país

sin importar ni la identidad del contribu-yente ni la cuantía de su contribución, yaque cada una de ellas hace que aumenten,en mucho o poco, los beneficios totales alos que da lugar el Bien Público producido.Un caso típico de Bien Público proveídocon esta tecnología es la energía eléctrica;quien consume menos dicho bien pagamenos, y lo contrario, pero todos debenpagar algo, si es que consumen.

Sin embargo, en esta alternativa tecno-lógica es frecuente que el individuo que dis-pone de más recursos sea explotado por losque tienen menos, que encuentran un in-centivo para comportarse como free riders;es decir, como una multitud de individuosque reciben un beneficio por utilizar un bieno un servicio pero evitan pagar por él.

En una estructura de interacción colec-tiva, los free riders, que son aquellos juga-dores o actores que bajo diversas circuns-tancias, se ven beneficiados por las accio-nes de los demás, sin ellos mismos cargarcon el coste de esas acciones. En econo-mía pública un free rider es aquel indivi-duo que tiene interés en beneficiarse deun bien público, el ejército, la policía, elalumbrado público, pero no está dispuestoa pagar por él. Los bienes públicos se defi-nen como aquellos bienes en que nadiepuede quedar excluido. Precisamente ydebido a esta propiedad de no exclusión,los bienes públicos generan el problemadel free rider”20 .

En el caso de la energía eléctrica, estecomportamiento de los “free riders” semuestra en el sistemático robo de energíaeléctrica en los barrios pobres. Si bien laenergía sería más barata si todos pagaranpor ella (aun con tarifas preferenciales paralos pobres), muchos prefieren no pagarnada, aun a sabiendas de que así se perju-dica a la mayoría que debe pagar tarifasrelativamente mayores. Por eso, como se-ñalan Marín Quemada y García Verdugo:21

“Esta tecnología suele estar asociada confallos colectivos y una insuficiente provi-sión del Bien Público”.

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b) Tecnología del contribuyente menos ca-pazEn este caso, la provisión total del Bien

Público es igual a la menor de las diferen-tes contribuciones individuales, por lo quela cantidad de bien público producido estadeterminada por el esfuerzo de las perso-nas o países que menos contribuyen Así, elimpacto de un programa de la lucha contrauna pandemia estará determinado por lamenor de las contribuciones nacionales aesa lucha.

Esta tecnología está basada en la con-fianza, ya que si la contribución del agentemenos capaz fuese cero, todos lo imitarían,por lo que el Bien Público no se produciría.Por ello, todos los individuos tienden a con-tribuir en la mayor medida que les es posi-ble, pues no hay beneficios adicionales porcontribuir con una cantidad menor.

Un ejemplo de BP producido con estatecnología son las campanas internaciona-les para controlar la expansión de una en-fermedad contagiosa, y para erradicarlaposteriormente, como puede ser la epide-mia del ébola en África o la gripe aviar. Lasposibilidades, mayores o menores, de ex-pansión de la misma vienen dadas por elnivel de contribución del que es capaz elpaís con menos posibilidades de cooperar.

c) Tecnología del contribuyente más ca-pazCon esta tecnología, la provisión total

del Bien Público es igual a la mayor contri-bución realizada por quien mas contribu-ye. Esta tecnología se utiliza cuando la so-lución de un problema relacionado con lainsuficiente producción y provisión de unBien Público requiere la contribución delagente más capaz, como es el caso, porejemplo, de la investigación para encon-trar una forma de curar el cáncer. En estecaso, los agentes menos capaces se retirandel proceso y dejan que sea el más capazel que produzca y provea el Bien Publico.

Cualesquiera de estas tecnologías apli-cadas por los individuos ante una acción

colectiva puede fallar si el número de quie-nes deciden no hacer ningún tipo de con-tribución es demasiado grande. En ese casose estaría ante una situación extrema deanomia social generada por multitud de“free riders”.

Ante una situación de estas característi-cas solo cabe aplicar mecanismos de co-operación basados en algún tipo de penali-zación a quienes no cooperen. ¿Cuáles sonesos mecanismos y cuales las penalizacio-nes a los no cooperantes? Básicamente haydos tipos de mecanismos22 .

i. Incentivos para producir bienes públi-cos que generen beneficios tanto pú-blicos como privadosSe trata, con este mecanismo, de otor-

gar incentivos que vinculen la producciónde determinados bienes públicos con laobtención de beneficios privados que noestán disponibles para los individuos queno han contribuido (“free riders”). Por ejem-plo, los incentivos a la investigación cientí-fica en busca de un nuevo antibiótico. Esteúltimo es un bien público, pues beneficia atodos, pero también produce beneficiosprivados para el investigador. En este caso,el incentivo lo constituyen las leyes sobrepropiedad intelectual y patentes, que ga-rantizan que el investigador, empresa opersona individual, obtendrá un beneficiopor la inversión de dinero y tiempo quepermitió descubrir el nuevo medicamento.

Ahora bien, además de estos incentivosde tipo “natural”, también se pueden otor-gar incentivos especiales creados artificial-mente con un carácter selectivo. Un buenejemplo, son los incentivos otorgados porel Protocolo de Kyoto por el que los go-biernos premian a aquellas empresas quereducen la emisión de CO2. Otro ejemplolo constituye la política de la Unión Euro-pea -“todo excepto armas”- de abrir susmercados sin restricciones a las importacio-nes procedentes de países menos desarro-llados (49 en el año 2005), exceptuadaslas importaciones de armas. En esta inicia-

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tiva no se vincula el tema de los derechoshumanos y el comercio, si bien se promue-ve una mayor cooperación para garantizarel respeto de dichos derechos en los paí-ses de menor desarrollo relativo.23

Donde Europa sí establece un vínculoclaro entre derechos fundamentales en elTrabajo y comercio es el Sistema Generali-zado de Preferencias, mediante el cual seexoneran total o parcialmente de derechosde aduana a productos manufacturados y aalgunos agrícolas provenientes de paísesen desarrollo, aplicándose incentivos espe-ciales a los países que protegen los dere-chos de los trabajadores (eliminación detrabajo forzoso u obligatorio; libertad deasociación y derecho de negociación co-lectiva; no discriminación en el empleo yeliminación real del trabajo infantil): unareducción adicional de cinco puntos por-centuales para el caso de los productosdenominados sensibles.

Como señalan Marín Quemada y Gar-cía- Verdugo: “Una abundante literatura teó-rica y empírica ha analizado el tema de losincentivos específicos, y las conclusionesconfirman que la presencia simultánea debeneficios públicos y privados elimina lano cooperación como estrategia dominan-te, aumenta el nivel de provisión del bienpúblico y consigue que las cargas asocia-das a la producción de estos bienes se dis-tribuyan de acuerdo con los beneficios re-cibidos. Además, la producción de bienespúblicos con incentivos específicos no cum-ple necesariamente el teorema de la neu-tralidad, por lo que no cierra la puerta a laspolíticas de redistribución de la renta comoinstrumentos para mejorar el nivel de pro-visión del bien público”24 .

ii. Modificación del marco institucionalEl otro tipo de mecanismos para superar

los problemas de no cooperación que en-frenta la acción colectiva a la hora de produ-cir BP consiste en la modificación del marcoinstitucional en el que se desarrolla la accióncolectiva para eliminar los motivos que alien-

tan la no cooperación, y, por el contrario,incentivar comportamientos cooperativos.

Uno de los mecanismos para modificarel contexto institucional consiste en lamodificación de la propia tecnología de pro-ducción de los BP, no solo en lo que a laforma en la que los esfuerzos individualesse combinan para producir el nivel máximodel BP se refiere, sino también a la manerade repartir los costos que deben ser finan-ciados por los que decidan cooperar.

Otro mecanismo para fomentar la co-operación es crear instituciones que gene-ren condiciones que promuevan y alientenla cooperación. Un buen ejemplo de estetipo de mecanismos son los Centros deconciliación y arbitraje, o instituciones comoUNICEF y similares.

Un tercer mecanismo tiene que ver conla formación de clubes.”Un club es un co-lectivo al que pertenece voluntariamenteun conjunto de individuos que obtienenbeneficios mutuos, bien del reparto de cos-tos de producción, bien de las característi-cas de otros miembros, o bien del disfrutede un bien público impuro con beneficiosen parte exclusivos. A este tipo de bienespúblicos se denominan bienes de club. Elcarácter compartido de estos bienes haceque sea necesario disponer de un métodode exclusión a un costo razonable que per-mita impedir que alguien se beneficie delbien sin contribuir a su provisión. Si los cos-tos de ese mecanismo de exclusión sonmenores que las ganancias de eficienciaobtenidas al asignar el consumo de un bienpúblico impuro por medio de un club, estaforma de organización colectiva es un mé-todo factible, alternativo al mercado, paraasignar el consumo de los bienes públicos.Los costos de exclusión surgen por el esta-blecimiento de barreras que permiten vigi-lar los accesos al bien público y recaudarun peaje por su disfrute”25 .

Son bienes de club, por ejemplo, la obrasde infraestructura de transporte por cuyautilización se paga un peaje o los sistemascontributivos de seguridad Social.

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Ahora bien, en una perspectiva global,si no hay una acción colectiva a nivel su-pranacional que concluya en compromisoso normas internacionales que regulen laproducción y provisión de los BPG, enton-ces muchos países tenderán a comportar-se como free riders, cualquiera sea el tipode incentivos que a nivel nacional se otor-guen, ya que esperarían beneficiarse dedichos bienes sin costo alguno para ellos.

Por ello, los incentivos y las sancionespara fomentar la cooperación en pro de losBP en un mundo globalizado solo tienenefectiva eficacia si se aplican a nivel globaly si son resultado de una acción colectivasupranacional.

Los bienes producidos con la tecnolo-gía del agente menos capaz (lucha contrauna pandemia, por ejemplo) son un buenejemplo de la necesidad de una accióncolectiva supranacional. También lo son lasnormas internacionales sobre patentes, puesde lo contrario no habría investigación, y ladefensa del medio ambiente y la lucha con-tra el calentamiento global, así como lasnormas sobre movimiento internacional decapitales.

Ahora bien, como señala Portes26: “La im-portancia de los valores incorporados en lasnormas se refleja, en la práctica, en el nivelde sanciones anexas a estas mismas [...]. Elaspecto coercitivo de las normas (las san-ciones) puede ser formal e informal, peroen general cuanto más importante es elvalor implícito, mayores son las sancionescodificadas y escritas en la ley u otros tex-tos explícitos”.

Es la necesidad de otorgar incentivos anivel global y de imponer sancionar a aque-llos que se comportan como free riders, loque justifica, junto con la función normati-va, la existencia de organismos supranacio-nales, sean estos regionales o mundiales. Aestos organismos nos referiremos en el ca-pítulo V.

Como ya ha sido señalado anteriormen-te, un buen ejemplo de este sistema deincentivos y sanciones determinados a ni-

vel supranacional –si bien no son resultadode una acción colectiva, son los SistemasGeneralizados de Preferencias

En suma, hay básicamente tres tipos detecnologías de producción y provisión deBienes Públicos, si bien sus resultados noson siempre los esperados, por cuantomuchos de lo participantes en la produc-ción, sean estos individuos o países, tien-den a comportarse como free riders.

Es por ello que se recurre generalmen-te bien a la aplicación de incentivos y san-ciones, a los individuos o a los países nocooperantes, bien a modificar el marco ins-titucional existente a efectos de desalentarla existencia de free riders. Son los incenti-vos y las sanciones, junto con la funciónnormativa del proceso de producción yprovisión de los Bienes Públicos Globales,los que justifican la existencia de los orga-nismos supranacionales e internacionales.

IV. ¿ES EL TRABAJO UN BIEN PÚBLICOGLOBAL?

El término “trabajo” se utiliza aquí paraexpresar el tiempo que una persona dedicaa ejercer un empleo o a desarrollar una acti-vidad por cuenta propia, lo que genera acambio un ingreso económico27 . Tambiénse define al trabajo como el esfuerzo perso-nal para la producción y comercialización debienes y/o servicios con un fin económico,que origina un pago en dinero o cualquierotra forma de retribución. La OIT, por suparte, define al trabajo como el conjunto deactividades humanas, remuneradas o no, queproducen bienes o servicios en una econo-mía, o que satisfacen las necesidades de unacomunidad o proveen los medios de sus-tento necesarios para los individuos28 .

En la tipología de los BPG que se pre-sentó en el ítem I.2. se incluyen diferentestipos de BPG a los que las anteriores defi-niciones del trabajo se adecuan con ciertafacilidad.

En primer lugar, el trabajo es una activi-dad de producción humana, o lo que es lo

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mismo, hecha no por la naturaleza sino porel ser humano, tal como es el caso de losBPG de producción humana, o no natural,según la clasificación que se hizo de los BPatendiendo a su origen.

En segundo lugar, el trabajo es una acti-vidad que, por una parte, reduce riesgos y,por otra, aumenta las capacidades de laspersonas para producir Bienes Públicos, talcomo se postuló de los BPG en la clasifica-ción de los mismos atendiendo a la natura-leza de sus beneficios.

Se considera que reduce riesgos porcuanto el acceso a un trabajo evita el des-empleo, el que, como se sabe, constituyeen una de las causas principales de la po-breza, la exclusión y fragmentación socialy, como consecuencias últimas, la inesta-bilidad o la anomia social; inestabilidad y/oanomia que afectan el propio funcionamien-to del sistema democrático y de las institu-ciones políticas y sociales, y desincentivanla inversión productiva, el crecimiento eco-nómico y la generación de empleo.

Pero además de reducir estos riesgos,el trabajo permite avanzar en la realizaciónpersonal y en aumentar las capacidadeshumanas (las competencias profesionales)para producir Bienes Públicos.

Dada esta identificación de determina-das características de los BPG con el con-cepto de trabajo, tal y como este ha sidodefinido en los párrafos anteriores, es quese formula la pregunta que orienta este en-sayo: ¿es el trabajo un Bien Publico Global?

Debido a esta similitud apuntada entrelas características de algunos BPG y la na-turaleza del trabajo, cabría pensar que eltrabajo es, efectivamente, un Bien PúblicoGlobal. Aquí postulamos que no es así, queel trabajo no es un Bien Público sino unbien privado, si bien la normatividad inter-nacional de los derechos y las condicionesbásicas que debe reunir el trabajo sí es unBien Público Global.

El trabajo es una actividad productivaresultante o bien de un acuerdo contrac-

tual al que llegan un demandante indivi-dual de trabajo (el empleador o empresa-rio) y una persona oferente de trabajo (eltrabajador en relación de dependencia la-boral), ambos privados, o bien de la nece-sidad que tienen determinadas personas degenerar un ingreso derivado de una activi-dad económica, sin que para ello debanestablecer una relación de dependenciarespecto de un empleador; es decir, se tra-ta de aquellos que trabajan de forma autó-noma o por cuenta propia. Visto así, y noenteiendo otra forma de conceptualizar eltrabajo como actividad económica, el mis-mo no puede ser considerado en modo al-guno como un bien público, sino sólo comoun bien privado.

Ahora bien, aun siendo un bien priva-do, ello no significa que la sociedad no hayaestablecido, como resultado de una accióncolectiva desarrollada a lo largo del tiem-po, ciertas condiciones exigibles al trabajopara que este sea ética y moralmente acep-table por parte de la misma.

Así, toda sociedad (cualquiera sea elpaís29 y el nivel de desarrollo del mismo)rechaza el trabajo esclavo y el trabajo in-fantil, de igual modo que rechaza la discri-minación contra la mujer o contra determi-nados colectivos raciales y religiosos, asícomo el no pago de un salario justo para,al menos, subsistir dignamente, etc. etc.

Salvo excepciones, la actividad econó-mica –desde los viajes de placer hasta lainversión productiva- se dirige preferente-mente (pero, lamentablemente, no siem-pre) hacia países y sectores económicos enlos que se respeta esta especie de “impe-rativo ético” establecido por la sociedad enlo que hace a las relaciones y condicionesde trabajo30 .

Si bien privilegiamos aquí el sustentoético de este imperativo, no se puede des-conocer que tras el mismo hay tambiénrazones económicas. Así, como nos recuer-da Arturo Bronstein31 , en el curso de Eco-nomía Industrial que dictaba Auguste Blan-qui en París, en 1838, se sostenía que el

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único medio de realizar una reforma socialy reglamentar el trabajo, evitando conse-cuencias desastrosas para la competitividadinternacional, consistía en adoptar al mis-mo tiempo medidas parecidas en todos lospaíses industriales que se hacían compe-tencia en el exterior. Aún antes, el indus-trial Robert Owen había solicitado en 1818al Congreso de la Santa Alianza que esta-bleciera un límite legal internacional a lajornada de trabajo, al tiempo que plantea-ba la convocatoria de un congreso interna-cional para estudiar la situación de los obre-ros en el mundo. De la misma manera Da-niel Legrand (1783-1859), que como Owenera un industrial, consideraba que una leyinternacional sobre el trabajo industrial erala única solución posible «para el gran pro-blema social de dispensar a la clase trabaja-dora los beneficios morales y materialesdeseables, sin que ello perjudique a los in-dustriales y sin que la competencia entrelas industrias de los países reciba el menorperjuicio”.

¿Cómo ha llegado la sociedad a estable-cer este imperativo ético? En este punto, ysin que debamos abundar demasiado en ello,el papel de los gremios o agrupaciones depersonas con un determinado oficio a partirde los siglos XI y XII, y de los sindicatos apartir de la segunda mitad del siglo XIX has-ta ahora, ha sido fundamental. Fue la accióncorporativa de los gremios, primero, y laacción reivindicativa-corporativa de los sin-dicatos, después, la que desencadenó y dioforma a la acción colectiva que desembocóen instrumentos internacionales como elCapítulo laboral del tratado de Versalles, eltexto de la Constitución de la OrganizaciónInternacional del Trabajo, la DeclaraciónUniversal de Derechos Humanos de la Na-ciones Unidas (ONU), el proyecto de códi-go OHADA en África32 , la Carta de dere-chos económicos y sociales de la Organiza-ción de Estados Americanos (OEA), la crea-ción de la International Organization for Stan-darization (ISO) relacionadas con el trabajo,las directrices laborales de la Unión Euro-

pea, la Declaración Sociolaboral del Merco-sur33 , entre otras muchas. Es en estos instru-mentos en los que se condensan las exigen-cias mínimas que la sociedad ha ido estable-ciendo para que el trabajo sea social y ética-mente aceptable.

Este imperativo ético no es, sin embar-go, resultado de una acción colectiva inde-pendiente de la moral. Como señala Ha-bermas34 , existe una prioridad de la moralsobre la dimensión ética, en la medida enque la moral actúa como “control” de laacción colectiva que genera, en este caso,el “imperativo ético” al que nos estamosrefiriendo. Este control consiste en la apli-cación del “punto de vista moral” en todoproceso de constitución y conformación delas voluntadas, como es el caso de la ac-ción colectiva.

¿En qué consiste el “punto de vistamoral”? Para nosotros es aquel según el cualla persona considera que para “ser” tal, sedebe ser social, de modo que “buscamosindividualmente nuestro bien, o el de nues-tra familia y amigos, pero también lo bus-camos incluyendo el bien de los demás, através de la acción social”35 .

En consecuencia, el punto de vista mo-ral que guía todo compromiso ético es queeste privilegia sobre todas las demás cosasla libertad individual, pero compatible conla libertad de los demás. Esto constituye,“moral y políticamente, el primer valor con-junto de las preferencias individuales”36 .

Es el hecho de que las exigencias socia-les a las que me estoy refiriendo (el impe-rativo ético), alumbradas por el “punto devista moral” que la sociedad aplica, seanresultado de una acción colectiva global (esdecir, no es una acción constreñida a unospocos países, sino que se trata de una ac-ción universal) a lo largo de varios siglos, loque hace que las mismas tengan que serconsideradas como Bienes Públicos Globa-les. Por ello, son estas exigencias plantea-das por la sociedad global respecto del tra-bajo como actividad económica y produc-tiva en el contexto de una empresa o rea-

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lizado de forma autónoma sea moralmenteaceptable, las que hacen que las mismassean en sí, y no el trabajo considerado ensu dimensión individual y privada, un BienPublico Global.

Examinemos esta conclusión a la luz dela definición de BPG que se presentó en lasección I.1. según la cual se trata de unbien no exclusivo, no rival, mundial, inter-personal e intergeneracional.

Ya se ha visto en los párrafos anterio-res que las exigencias que la sociedad haestablecido para que un trabajo sea moraly éticamente aceptable son de aplicaciónmundial, interpersonal e intergeneracional.Pero ¿son no exclusivas y no rivales? Comose señaló en la sección mencionada, unBien Público es aquel que es asequible atodos sin distinción, una vez que el mis-mo ha sido producido, independientemen-te de quien haya participado en su provi-sión (es decir, es un bien no exclusivo denadie), y cuando además el consumo deese bien por parte de un individuo o gru-po de individuos no impide que el mismopueda ser consumido también por el res-to de los individuos (es decir, es un bienpor cuyo consumo las personas no rivali-zan entre ellas).

No es difícil concluir que, a la luz deesta definición, el imperativo ético expre-sado en las exigencias establecidas por lasociedad respecto del trabajo, ni es exclu-sivo ni es rival. No es exclusivo por cuantoes un imperativo que se aplica a todos lostrabajos. No hay, en este sentido, excep-ciones. Y si algún trabajo no respeta eseimperativo, no es porque sea reconocidocomo una excepción, sino porque quien lodemanda o quien lo realiza actúa al mar-gen de dichas exigencias y, por tanto, elmismo constituye un trabajo no aceptabledesde el punto de vista de la ética pública.

Pero ¿existe una ética pública respectodel trabajo? Sin duda que sí, aunque la rea-lidad cotidiana pareciera mostrar lo contra-rio. No hay duda de que existe un perma-nente conflicto entre las exigencias plan-

teadas por quienes invierten capital paraasegurar que recibirán un adecuado retor-no del mismo, y las exigencias de los tra-bajadores acerca de mayores salarios, me-jores condiciones de trabajo y mayores pres-taciones sociales, todo lo cual incide en elnivel de costos laborales por unidad produ-cida, si es que el aumento de la productivi-dad es inferior al de los costos. Es ciertoque el Estado, olvidándose frecuentemen-te de la neutralidad propia de su naturale-za, no siempre media en este conflicto enlos términos que de él se espera. Sin em-bargo, ello no niega que en una perspecti-va menos dependiente del corto plazo yde los avatares de la política del día a día,las exigencias establecidas en torno al tra-bajo sean parte de las reglas que la socie-dad ha ido construyendo a lo largo de lahistoria (la “ética pública”). En consecuen-cia, sí existe una ética pública respecto deltrabajo, por más que en muchas ocasiones,lugares y circunstancias la realidad laboralse aparte de las condiciones que dicha éti-ca pública establece.

Este imperativo ético tampoco generarivalidad entre los consumidores, debidoprecisamente al carácter universal del mis-mo. Toda persona tiene derecho a que eltrabajo que realiza o desempeña respondaa ese imperativo ético, y dicho derecho nomerma el derecho de los demás a disfrutardel mismo.

Como señalé anteriormente, el conjun-to de exigencias que determinan la natura-leza de este imperativo ético que la socie-dad ha ido estableciendo en torno al mun-do del trabajo, está contenido en diferen-tes instrumentos internacionales, en espe-cial de las Naciones Unidas. Solo a modoilustrativo, y sin querer ser exhaustivos, re-cordemos algunos de los principales ins-trumentos en esta materia:- Constitución de la OIT (1944) y Nor-

mas Internacionales del Trabajo apro-badas por la Organización.

- Declaración Universal de DerechosHumanos de la ONU, (Viena, 1948).

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- Declaración Americana de los Derechosy Deberes del Hombre, de la Organiza-ción de Estados Americanos 1948.

- Proyecto de código OHADA en África.- Declaración Universal de los Derechos

del Niño, de las Naciones Unidas, 1959.- Carta Social Europea. 1961.- Declaración de Beijing sobre los dere-

chos de la mujer, 1995.- Declaración de Principios Laborales y de

Relaciones Industriales del CARICOM.1995.

- Declaración SocioLaboral del MERCO-SUR. 1998.

Llegados a este punto, y reconociendoque las normas internacionales37 que esta-blecen las condiciones básicas para que untrabajo sea moralmente aceptable por lasociedad global constituyen un BPG, es quese puede formular la pregunta siguiente:¿ese reconocimiento de que el imperativoético –expresado en un marco normativoconcreto- establecido por la sociedad entorno al trabajo es un Bien Público Global,en qué altera, o podría alterar, el actual fun-cionamiento del mundo del trabajo y, lo quees mas importante, en qué modifica nues-tra percepción del mismo y el comporta-miento del Estado al respecto?

Esta pregunta, que en una primera re-acción podría ser considerada como baladí,es, sin embargo, una pregunta medular ami argumentación.

Pero no solo se trata de un proceso ra-cional y útil, sino que la producción y pro-visión de BP es también un proceso nor-mado, no anárquico; norma que, como seseñaló anteriormente, es el resultado con-creto de la acción colectiva racional y útil.

Debemos, sin embargo, antes de seguiradelante, establecer claramente las diferen-cias entre valores y normas, a fin de evitarla confusión a la que, como bien señalaPortes38 , ha conducido en muchas ocasio-nes el actual desarrollo de la teoría institu-cionalista planteada por North, uno de losrecientes premio Nobel de Economía. Se-

ñala Portes: “Los valores constituyen la fuer-za motivadora de la acción moral, indivi-dual y colectiva. Los valores pueden abar-car desde los imperativos fundamentales deuna sociedad hasta las tradiciones aprecia-das por la fuerza de la costumbre. En cadacaso, los valores indican una continuidadclara entre lo bueno y lo deseable, lo maloy lo aborrecible”.

“Los valores no son normas, y la distin-ción es importante porque los primerosrepresentan principios morales generales,y las segundas directivas concretas para laacción. Los valores están implícitos en lasnormas, que son reglas que prescriben loque se debe hacer y lo que no se puedehacer en el comportamiento individual co-tidiano”.

En lo que hasta aquí avanzado es claroque lo que he denominado “el imperativoético” que conduce a la producción de de-terminados Bienes Públicos no es sino elconjunto de valores que la sociedad quiereque sean incorporados en la acción cotidia-na o, dicho de otro modo, los valores a losque se quiere que responda el comporta-miento cotidiano de los individuos, los co-lectivos, los grupos sociales y las institucio-nes. Las normas determinan “las reglas dejuego” para asegurarse que los valores “es-tén siempre ahí”, en la actividad diaria, y,en nuestro caso, para regular la produccióny provisión de Bienes Públicos que respon-dan a dichos valores.

En materia laboral, la sociedad ha desa-rrollado determinados valores sociales y, enbase a ellos, ha generado normas sobre lascondiciones de trabajo y los derechos fun-damentales en el trabajo39 . Normas respectode la libre elección del trabajo; la edad mí-nima para trabajar; la no discriminación la-boral por razones de raza, sexo, religión ycondición social y el derecho a organizarsey negociar libremente. Normas relativas aestas materias existen desde hace décadasen la OIT.

Sin embargo, ¿esas normas se aplican? Esdecir, ¿el imperativo ético contenido en esas

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normas es realmente mundial, universal einterpersonal? No es necesario insistir aquíen que la vocación de toda norma regulado-ra es que la misma se aplique y que se san-cione su inobservancia cuando ello ocurra(recordemos la mención ya hecha anterior-mente sobre el trabajo de Portes). De ahíque el tema de la aplicación no sea de me-nor importancia, sino todo lo contrario.

Si nos atenemos a la multiplicidad deconflictos laborales existentes en todos ycada uno de los países del planeta, así comoa las innumerables quejas presentadas antelos órganos de control de la OIT, la CorteInteramericana de Derechos Humanos, elTribunal de Justicia de Estrasburgo, etc. porviolación de dichas normas, se podría con-cluir que, en ocasiones, el principal destinode ciertas normas relativas a los derechoshumanos, incluidos los laborales, es el deno ser aplicadas, al menos a cabalidad, ensu generalidad y con la vocación universalque les es inherente.

Ello significa que el déficit existente enrelación a la normativa laboral internacio-nal como BPG no es tanto la cantidad, laextensión o la naturaleza de las normas deltrabajo (o lo que es lo mismo, las exigen-cias internacionales al respecto), sino suaplicación. Si ello es así, y extremando laargumentación, si el imperativo ético glo-bal respecto al trabajo no es respetado,entonces –en la práctica– alguien podríadecir que este ni es un Bien, ni es Públiconi es Global. El aspecto de la aplicación es,por tanto, medular. Es por ello que el reco-nocimiento de dichas exigencias como unBPG nos lleva al tema del respeto de lasmismas, por lo que la pregunta acerca decómo este reconocimiento podría alterar lasituación actual no es baladí, en absoluto.

Ahora bien, en materia de aplicación delas normas internacionales, el no cumplimien-to de las mismas no las priva necesariamen-te de legitimidad ni de materialidad norma-tiva, como tampoco de sustento ético ymoral. Su incumplimiento puede poner encuestión esta afirmación, pero ello puede

tener que ver con los procedimientos e ins-tituciones instituidos para asegurar su cum-plimiento más que con su contenido.

Sin embargo, el incumplimiento de lanorma podría incluso no depender de lainexistencia de procedimientos e institucio-nes instituidos para salvaguardar la aplica-ción de la ley o de la complejidad de losprocedimientos. Variables como una cultu-ra de impunidad, (tanto en la esfera publi-ca como en la privada), organizada sobrela base de la delimitación y ejercicio deresponsabilidades cuyo incumplimiento nogenera consecuencias, así como la aplica-ción de un doble estándar, interactúan recí-procamente para alimentar el proceso deinaplicabilidad y no efectividad de las nor-mas internacionales sobre derechos huma-nos, incluidos los laborales.

En todo caso, no puede perderse devista que otro factor determinante en estemismo plano es, por un lado, el de la exis-tencia de voluntades políticas para crearnormas, o para asegurar su aplicación, que,históricamente, siempre han derivado deuna determinada correlación de fuerzaspolíticas y sociales, y, por otro, el hecho deque esas mismas correlaciones y sus varia-ciones explican los avances y retrocesosocurridos y por ocurrir en el proceso.

¿Por qué no se actúa, entonces, másdecididamente respecto a esas exigenciassociales y a las normas internacionales a tra-vés de las cuales las mismas se expresan?¿Es un problema de conflicto entre el capi-tal y el trabajo? ¿Es un problema derivadode las características específicas de las di-ferentes culturas –también la cultura labo-ral– nacionales? ¿Es un problema relaciona-do con los mecanismos internacionales decontrol de la aplicación de dichas normas?

En nuestra opinión es todo ello. No esinfrecuente que, en el marco de la globali-zación económica y financiera, muchos Es-tados, cuyas sociedades presionan para quesirvan al fin para el que fueron concebidos(esto es, asegurar los derechos y libertadesde sus ciudadanos/as), se vean compelidos

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–en violación de esta finalidad– a descono-cer obligaciones legales, nacional o inter-nacionalmente contraídas, como efecto dela presión de otros compromisos interna-cionalmente asumidos. La cuestión se tras-ladaría entonces a los cambios económicos,políticos y sociales ocurridos durante laspasadas décadas afectando las correlacio-nes de fuerzas que sostuvieron en el pasa-do la generación de normas e institucionesdestinadas a garantizar los derechos de laspersonas.

Sin embargo, no es nuestro propósitoexaminar aquí el rol que en relación a laaplicación de la normativa laboral interna-cional desempeñan bien la nueva divisióninternacional del trabajo, bien el conflictoentre el capital y el trabajo o las especifici-dades de la cultura laboral de cada país (omejor, las “costumbres laborales”). Nuestrointerés se centra, más bien, en analizar lamayor o menor eficiencia de los mecanis-mos supranacionales de control de la apli-cación de las normas internacionales sobrederechos humanos, incluidos los laborales,y cómo esa eficiencia afecta la eficacia delas normas en cuanto BPG.

Estos mecanismos internacionales sepueden agrupar en, al menos, los tres gran-des grupos siguientes40:

(a) El sistema universal de protecciónde los derechos humanos (ONU), que in-cluiría además de los órganos de controlregular y especial de la OIT (el comité deexpertos en aplicación de normas y reco-mendaciones y el comité de libertad sindi-cal), aquellos otros instituidos para asegu-rar la vigencia de las obligaciones contraí-das al amparo de otras normas internacio-nales de derechos humanos, como son losórganos convencionales, es decir, los deri-vados de la Carta de las Naciones Unidas:el actual Consejo de Derechos Humanos,que sustituyo a la antes Comisión de Dere-chos Humanos de la ONU; los dos Comitésde los Pactos Internacionales de la ONU enmateria de Derechos Civiles y Políticos, y

de Derechos Económicos, Sociales y Cul-turales; los Comités instituidos en virtud deotros Convenios, (como el aprobado paracombatir la discriminación de la Mujer opromover los derechos de los Niños); y losórganos extraconvencionales, como, porejemplo, la Oficina de la Alta Comisionadapara los Derechos Humanos de las Nacio-nes Unidas; el sistema de presentación deinformes periódicos a los Comités de su-pervisión del cumplimiento de los tratadosde derechos humanos (casi todos tienenuno); la operación de Grupos de Trabajo yrelatorías temáticas o por países, las misio-nes en el terreno, la presentación directade denuncias por parte de las víctimas (sibien no en todos los tratados se contemplaeste mecanismo, y a veces se agregan conprotocolos adicionales o facultativos), etc.;

(b) Los sistemas regionales de protec-ción de los derechos humanos, que enAmérica incluyen a la Comisión y a la CorteInteramericana de Derechos Humanos, enÁfrica a la Comisión Africana de DerechosHumanos y de los Pueblos, y en Europa ala Corte Europea de Derechos Humanoscon sede en la ciudad de Estrasburgo; y

(c) Los mecanismos relativos a la pro-tección de los derechos laborales relaciona-dos con acuerdos de comercio, tales comodel sistema generalizado de preferenciasarancelarias de los EE.UU., y los AcuerdosLaborales incluidos en los Tratados de LibreComercio suscritos por los EE.UU. con Ca-nadá, México, Centroamérica, Singapur, Jor-dania, Chile, entre otros, y en negociacióncon Vietnam, Panamá, Colombia y Perú, asícomo, en Europa, el sistema de preferen-cias arancelarias generalizadas.

En cuanto a los mecanismos de controlde la aplicación de las normas relativas alos derechos humanos en el campo labo-ral, los más conocidos y recurridos son losde la OIT41 . En América Latina solo excep-cionalmente se recurre bien a la Corte In-teramericana de Derechos Humanos, bien

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al Departamento de Comercio de los Esta-dos Unidos de América –en el marco delSistema Generalizado de Preferencias Aran-celarias–, bien a los mecanismos (bastanteineficientes) establecidos en los Tratadosde Libre Comercio que incluyen un capitu-lo laboral. En Europa, las instituciones antelas que se recurre en caso de violación sis-temática de las directrices de la Unión Eu-ropea son, en primera instancia, la propiaComisión europea o, en segunda, el tribu-nal de justicia de Estrasburgo.

Si bien la eficacia de instituciones comola Corte Interamericana de Derechos Hu-manos o el Tribunal de Estrasburgo es in-cuestionable, lo cierto es que los órganos decontrol de la OIT constituyen la única ins-tancia de control de la aplicación de la nor-ma laboral internacional, que tiene cobertu-ra universal. Sin embargo, la OIT es consi-derada por muchos como una “institucióndesdentada”, tal como se la denominó en elInforme de la Comisión del Parlamento Ale-mán sobre “La democracia en tiempos de laglobalización”.42 . Ello sería así porque, se-gún esta percepción, la OIT, primero, noimpone sanciones y, segundo, los órganosde control con los que cuenta la Organiza-ción tienen una composición tripartita. Estaafirmación puede resultar no solo sorpren-dente sino, incluso, dura, dado que ha sidoel tripartismo la característica más valoradade la OIT a lo largo de su historia. Sobreeste tema volveré más adelante.

Sin embargo, no sólo la OIT sería unainstitución “desdentada” en lo que a susmecanismos de control se refiere. Esta si-tuación también afecta a los mecanismosde control que tienen muchas otras institu-ciones internacionales. Citando nuevamentea Javier Mujica43 , el que algunos de estossistemas internacionales de control de lasnormas relativas a derechos humanos seanmás “desdentados” que otros, depende dediversos factores. En primer lugar, de sucontenido, (a veces vago, limitado, retóri-co o indeterminado). En segundo lugar, delas débiles consecuencias previstas en caso

de incumplimiento de sus preceptos, yaque la desatención de sus observaciones,comentarios, etc. no solo desafía la obliga-ción de cumplir de buena fe los compro-misos internacionales libremente contraídos(principio de pacta sunt servanda), sino que– mas allá de exhortaciones más o menosjurídicas, mas o menos políticas que se pro-ducen al respecto - no acarrea sancionesefectivas. En tercer lugar, puede consignarseel escaso uso de tales mecanismos y la sub-siguiente debilidad tanto de los preceden-tes jurisprudenciales generados, cuanto delimpacto político y social interno derivadodel trámite de este tipo de reclamaciones.En cuarto lugar, del hecho de que las recla-maciones ante los órganos de control nosuelen ir acompañadas de vigorosos pro-cesos organizativos, de movilización socialy/o del uso de los medios de comunica-ción, así como de presión política y social,a nivel local, nacional e internacional. Enotras palabras, el buen funcionamiento deestos mecanismos depende también, aun-que sea indirectamente, de los niveles deacumulación de fuerzas políticas y socialesen uno y otro sentido; es decir, persiguien-do u obstaculizando el cumplimiento de ladecisión que emana de dichos mecanismosde control de la aplicación de la norma.

Por el contrario, en el caso de las insti-tuciones menos “desdentadas” en lo que asu función de control y sanción se refiere,ello parece deberse a que sus mecanismoscontroladores se encuentran vinculados asanciones o condicionalidades de tipo co-mercial o financiero que parecen ser bas-tante mas efectivas que los mecanismos detipo jurídico/político/moral. Esencialmen-te, porque a los Estados cuyo interés pri-mario es incrementar su articulación comer-cial internacional (y los beneficios de susempresas) les interesa más preservar estosbeneficios que ser vistos como Estadosmoralmente responsables. Este es uno delos motivos por los cuales muchos gobier-nos acatan sin mayores miramientos las “re-comendaciones del Fondo Monetario Inter-

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nacional, o del Banco Mundial o de la Or-ganización Mundial del Comercio. Si no haytal acatamiento puede haber sanciones di-rectas (caso de la OMC) o indirectas (comoes el cierra puertas a la hora de acceder alClub de Paris o a la Banca privada interna-cional). Claro está, esto funciona, tambiénesencialmente, en el caso de economíasdébiles, de escaso nivel de desarrollo, pocodiversificadas o urgidas de divisas para aten-der sus abultadas obligaciones financierasinternacionales. Puede funcionar con Perúy Colombia, pero no funciona con paísescomo China, los EE.UU. o la India. Esta pro-blemática del doble estándar es, sin embar-go, objeto de honda controversia, ya que,por una parte, se reconoce el carácter uni-versal de las normas y, por tanto, la obliga-ción que todos tienen de respetarla, pero,por otra, se teme que el cumplimiento delas mismas ralentice el ritmo de desarrollode países que como China constituyen hoyen día uno de los motores de la economíamundial; ralentización que afectaría muyespecialmente a los países más pobresexportadores de productos primarios.

Regresemos a examinar con más aten-ción el asunto antes planteado, referido alos órganos de control de la OIT. La esenciade toda norma relativa a Bienes Públicos laconstituye su propia secuencia: primero, laacción colectiva que establece cuál es el BienPúblico a producir; después, la elaboracióny aprobación de la norma que regula la pro-ducción y provisión de dicho Bien; final-mente, la aplicación de la norma aprobaday la sanción en caso de incumplimiento.

En cualquier país, la elaboración de lasnormas legales corresponde al Parlamen-to44 (proceso que concluye con la promul-gación de las leyes) y, en caso de normasde carácter administrativo, también al Po-der Ejecutivo. Supervisar la aplicación dela norma corresponde al Ejecutivo, mien-tras que la determinación si alguien ha vio-lado la norma o no, y la aplicación de lasanción correspondiente en caso afirmati-vo corresponde al Poder Judicial.

Desde estos principios, observamos quela OIT desempeña, en el ámbito interna-cional, el papel que en el ámbito nacional,desempeñan el Poder Ejecutivo (elabora lanorma), el Poder Legislativo (la aprueba ola rechaza) y el Poder Judicial (sanciona suno aplicación). El problema es que si bienha sido un gran avance establecer en la OITuna facultad “ejecutivo-legislativa” de na-turaleza tripartita –pues le da un enormesustento social a la norma aprobada-, la otrafacultad, la sancionadora, ejercida por losórganos de control, también tripartitos, dela Organización45 , no ha mostrado ser igual-mente eficiente. Y ello, por dos motivos.El primero porque al ser estos órganos tri-partitos, la practica usual es que los trabaja-dores (a través de los delegados designa-dos por el Grupo de trabajadores del Con-sejo de Administración de la OIT) se limi-tan a defender los planteamiento de la or-ganización nacional o internacional de tra-bajadores que ha planteado una queja odenuncia –defensa que en muchos casosno toma en consideración, en absoluto, loshechos que motivaron la queja-, mientrasque los delegados de los empleadores (de-signados por el Grupo de empleadores endicho Consejo) generalmente hace lo con-trario, y los gobiernos tratan de “minimizarlos daños” producidos por la presentacióny tramitación de la queja o denuncia encuestión. Es decir, es un sistema de controldominado en la mayoría de los casos porlos intereses corporativistas de cada uno desus tres integrantes. El resultado es un pro-ceso de examen de quejas y denunciasgeneralmente estéril que se puede prolon-gar “ad infinitum”.

La segunda razón es que la OIT, al igualque otros muchos organismos internacio-nales, no impone, no puede imponer, san-ciones en el caso de que los órganos decontrol, al examinar una queja presentada,concluyan que efectivamente se está antela violación de una norma internacional deltrabajo. Los órganos de la OIT solo formu-lan observaciones y plantean recomenda-

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ciones sobre como corregir o superar la si-tuación que dio lugar a la queja. En el “mun-dillo” de la OIT se dice que esas observa-ciones (sobre todo si ameritan un “párrafoespecial” en los informes de la Comisiónde Libertad Sindical) y recomendacionesconstituyen una “sanción moral”. Puede ser,pues toda sanción es siempre moral. El pro-blema con las sanciones que aplica la OITes que son sólo morales, y no económicaso políticas, por lo que en la mayoría de lasocasiones constituyen sanciones absoluta-mente ineficaces en la práctica. El país queno toma realmente en cuenta una obser-vación de los órganos de control no en-frenta ninguna consecuencia, ni política,ni económica ni, en muchas ocasiones,moral46 . El ejemplo más evidente, y másreciente, de esto es el de Myanmar. Esepaís viene siendo “condenado moralmen-te” por la OIT desde hace varios años porutilizar “legalmente” trabajo esclavo, lo queviola un convenio sobre un derecho fun-damental cual es el de la libre eleccióndel trabajo. Sin embargo, esa “condena”no es tomada en cuenta por el gobiernode la antigua Birmania. ¿Resultado prácti-co de la “condena moral” impuesta por laOIT?: Ninguno47 .

Dada la imposibilidad, en nuestra opi-nión, de que, con sus limitadas facultades ycon su composición y características actua-les, los órganos de control de la OIT cum-plan la función de sancionar las violacionesde las normas internacionales del trabajo –tanto por su carácter tripartito como por laimposibilidad de aplicar sanciones efectivas-cabe preguntarse ¿cómo garantizar, enton-ces, que el imperativo ético respecto deltrabajo sea realmente un Bien Público Glo-bal?, ¿modificando para mejor los propiosmecanismos de la OIT, adaptando otros yaexistentes o creando nuevos mecanismos?

En principio, los actuales órganos inter-nacionales de control de la aplicación de lanorma y de protección de los ciudadanospueden ser reconfigurados para hacerlosmás efectivos en cuanto al fin para el que

fueron instituidos. Se pueden crear, porejemplo, nuevos mecanismos de adminis-tración de justicia ante violaciones a losderechos humanos (laborales), como la ins-titución – hoy en proceso – de un Protoco-lo Facultativo al Pacto Internacional de De-rechos Económicos, Sociales y Culturales(PIDESC) para permitir canalizar, como ocu-rre ya en el caso del Pacto Internacional deDerechos Civiles y Políticos (PIDCP), peti-ciones individuales para encarar estas vio-laciones; o a través de nuevas y específi-cas Declaraciones o Convenciones como larecientemente adoptada, en el ámbito dela ONU, Declaración relativa a los derechosde los Pueblos Indígenas, que refuerza elestatuto de protección adelantado por elConvenio 169 de la OIT.

Otros órganos internacionales, sin nece-sidad de ser reconfigurados, podrían ser uti-lizados más intensamente para encarar laviolación de los derechos de los trabajado-res. Por ejemplo, mediante la utilización(hoy todavía incipiente) del Protocolo Adi-cional a la Convención Americana sobreDerechos Humanos en materia de Dere-chos Económicos, Sociales y Culturales (Pro-tocolo de San Salvador), que tiene cláusu-las especiales de protección para defenderlas libertades sindicales. Otra vía sería ha-cer un mayor uso del Comité de la CEDAW(que se encarga de velar por el cumpli-miento de la Convención Internacional so-bre la erradicación de todas las formas dediscriminación contra la mujer), o, también,mediante la presentación de informes som-bra o alternativos (esto es, informes prepa-rados por las organizaciones de la sociedadcivil) en todos los Comités de las NacionesUnidas. Igualmente, presentar más casos enel sistema interamericano. Si existen pocasdecisiones de la Corte Interamericana deDerechos Humanos al respecto, ello esdebido en gran medida a que existen po-cos casos presentados en materia de viola-ción de derechos laborales.

Una iniciativa que comienza a ser deba-tida es la de crear una Corte Penal Econó-

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mica Internacional, al uso de la Corte PenalInternacional (CPI), con el fin de juzgar cri-minalmente aquellas violaciones vinculadasa los derechos económicos, sociales y am-bientales. La actual Corte Penal Internacio-nal (llamada en ocasiones Tribunal PenalInternacional) es un tribunal de justicia in-ternacional permanente, con sede en LaHaya, cuya misión es juzgar a las personasque han cometido crímenes de genocidio,guerra y de lesa humanidad como la escla-vitud, el racismo, el exterminio, los asesi-natos, las desapariciones forzosas, las tortu-ras, los secuestros y la agresión, entre otros.

El trabajo realizado por muchos Estadosy organismos de la sociedad civil interna-cional, en el marco de las Conferencias deRoma de julio de 1998, dirigidas al estable-cimiento definitivo de una Corte Penal In-ternacional, puso en evidencia la existen-cia de voluntades e iniciativas que puedenser comprometidas también para hacer fren-te a crímenes que, en no pocas oportuni-dades, se encuentran también vinculados ala violación sistemática o masiva de losderechos y libertades de los trabajadores.

La criminalización internacional de losactos de autoridades estatales nacionalesque supongan graves agravios a los dere-chos humanos, cualquiera que fuera el lu-gar en que la violación se produzca, o elámbito subjetivo lesionado (derechos civi-les, políticos, económicos, sociales y cultu-rales), es imprescindible; en particular, por-que reservar este tipo de protección ex-clusivamente para las violaciones graves dederechos civiles (como son los derechos ala vida y a la integridad de la persona, agra-viadas por un asesinato, genocidio, ejecu-ción extrajudicial, secuestro o tortura) y noa los derechos económicos, sociales y cul-turales (que también ocasionan muerte ydolores inconmensurables), socavaría fuer-temente el consenso internacionalmenteaceptado acerca de la condición de univer-salidad y plena justicia (además de inter-dependencia e indivisibilidad) de todos losderechos humanos.

Sin embargo, en nuestra opinión, cual-quiera sea la institución o instancia globalevaluadora y sancionadora en caso de vio-lación de una norma, sus miembros debe-ría ser elegidos exclusivamente por los Es-tados, es decir, sin ningún carácter triparti-to, y debería estar premunida de la másabsoluta autonomía jurisdiccional.

Esta propuesta debe considerar, muyespecialmente, los aspectos procedimen-tales. Quienes conocen bien a la OIT sa-ben por experiencia que en muchísimasocasiones se presentan quejas ante los ór-ganos de control sin el debido sustento ju-rídico o que, como lamentablemente suce-de en ocasiones, se trata de quejas queobedecen a intereses muy particulares dedirigentes sindicales y/o de sus asesores ju-rídicos. Obviamente, mecanismos como lospropuestos en los párrafos anteriores no de-bieran verse atiborrados por multitud dequejas de este tipo. Se deben establecer,por tanto, criterios para determinar quécasos pueden ser planteados ante ese me-canismo jurisdiccional a crearse, y qué ca-sos deben verse en el ámbito jurisdiccionalpropio de cada país.

En el supuesto de que fuera creada unaCorte Penal Económica Internacional (o quelas competencias reconocidas a la actualCorte Penal Internacional por el Estatutode Roma se extendieran con este cometi-do), las quejas a someter a su conocimien-to deberían versar sobre casos graves y sis-temáticos de violación a las normas relati-vas a derechos y libertades fundamentalesen el trabajo (por ejemplo, el asesinatomasivo de dirigentes sindicales o la “legali-zación” del trabajo forzoso, o la “oficializa-ción” del trabajo infantil). Tales quejas de-berían ser presentadas por las victimas deestas violaciones, por organismos de dere-chos humanos, sindicatos u otras partes in-teresadas, o por otros Estados contratantesdel Estatuto que define las competenciasde la Corte. Sólo se deberían llevar a cono-cimiento de la Corte los casos en los que lajusticia nacional no hubiera resultado idó-

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nea para sancionar y reparar las violacio-nes cometidas, (lo que se entiende comojusticia subsidiaria), en razón de que la jus-ticia internacional es un complemento (queopera por defecto) y no substituye el de-ber estatal de proteger a los ciudadanos/assometidos a su jurisdicción.

En cuanto a los criterios a utilizar a lahora de determinar qué tipo de quejas pue-den presentarse ante los órganos suprana-cionales encargados del control de la apli-cación de las normas internacionales deltrabajo, los siguientes, si bien no son todoslos que se podrían utilizar, sí parecen serlos criterios imprescindibles de utilizar:a) Vulneración de derechos fundamenta-

les en el trabajo o de normas esencialesen materia de condiciones de trabajo.

b) Casos que involucran a una gran canti-dad de trabajadores y que no han sidoresueltos por la justicia ordinaria del paísdel que se trate en un plazo de tiempoa determinar.

c) Casos presentados sólo por organismossindicales internacionales, previamentereconocidos como tales.

d) Casos presentados por trabajadores depaíses donde la nueva institución de con-trol de aplicación de las normas interna-cionales de trabajo considere que no exis-ten garantías de un justo proceso.En relación a las sanciones a aplicar en

caso de violación de las normas internacio-nales sobre derechos humanos, incluidos loslaborales, estas deberían ser penales (pri-vativas de la libertad), restitutivas e indem-nizatorias.

Otras formas de sanción corresponde-rían a otro tipo de órganos. Por ejemplo,ante la existencia de inconductas gravesviolatorias de los derechos humanos (labo-rales), los estatutos constitutivos de organi-zaciones u asociaciones de carácter regio-nal o comercial (como, por ejemplo, la OEAo un Tratado de Libre Comercio entre laUnión Europea y la Comunidad Andina deNaciones) podrían prever la inclusión deCláusulas Democráticas o Sociales, o enmar-

carse en Cartas Sociales existentes, queprevean la exclusión del Estado infractorde la organización o de la asociación; laexclusión de este de los mecanismos decooperación técnica, financiera o comercia,el pago de multas e indemnizaciones, o laimposición de otro tipo de sanciones, másbien de tipo político, como someter el casoa consideración de la Asamblea Generalde la Organización.

Las siguientes son, si bien no todas lassanciones posibles, las que parecen corres-ponder adecuadamente a la extrema gra-vedad que conlleva el hecho de la viola-ción sistemática de los derechos humanos,en este caso los derechos fundamentalesen el trabajo definidos por la OIT.1. “Imponer” cooperación técnica si se

considera que la violación esta estrecha-mente relacionada con un problema dedesarrollo.

2. Requerimiento de que en un plazo de-terminado el Estado del país involucra-do adopte medidas para asegurar el res-peto del derecho conculcado y que, deno adoptarse estas, se aplicaran algunade las sanciones que se señalan en losnumerales siguientes.

3. Suspender la afiliación del Estado encuestión a los organismos de las Nacio-nes Unidas o a otras organizaciones yasociaciones internacionales.

4. Suspensión de cooperación por partede organismos de las Naciones Unidasasí como de los organismos financierosinternacionales.

5. En casos extremos y reiterados, solici-tud al Consejo de Seguridad de Nacio-nes Unidas de imposición de sancionespolíticas, económicas, comerciales y fi-nancieras.

6. Sanciones penales y/o económicas aaquellas personas que hayan sido indi-vidualizadas por la justicia como respon-sables directas de una grave y sistemá-tica violación a los derechos humanoslaborales.Ningún país debería estar exceptuado de

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la facultad sancionadora de las institucionesresponsables de esta función, aun cuando elpaís no haya ratificado los tratados o los con-venios o las declaraciones sobre derechoshumanos, incluidos los laborales, precisamen-te por el carácter universal de dichos dere-chos. Esto plantea, obviamente, problemascon la legislación interna de países que, comoCanadá y Estado Unidos, no reconocen a losconvenios un rango jurídico superior a la leyordinaria de esos países. Sin embargo, estadificultad deberá ser progresivamente supe-rada, si es que realmente los estados inte-grados en las Naciones Unidas están real-mente interesados y dispuestos a garantizarla universalidad de las normas sobre dere-chos humanos.

En conclusión, si bien el trabajo en sí noes un bien público, sí lo es el marco norma-tivo internacional sobre las condiciones bá-sicas exigibles al trabajo y los derechos fun-damentales que amparan al trabajador; mar-co que responde al imperativo ético cons-truido tras un largo proceso histórico de ac-ción colectiva para garantizar que valorescomo el sustento económico de la familia yla disponibilidad de recursos para enfrentardiferentes riesgos que se presenten durantela vida, así como la propia realización perso-nal, estén presentes en la actividad laboralcotidiana, cualquiera sea esta.

Sin embargo, hemos visto cómo el prin-cipal problema que enfrenta este marconormativo internacional en materia laboralno es ni su extensión ni su contenido, sinosu puesta en práctica, su aplicación. Losdiferentes mecanismos de control de laaplicación de las normas no han mostradohasta ahora su eficacia debido a que losórganos controladores carecen de la facul-tad de sancionar su no aplicación. Las limi-taciones que en este campo enfrenta la OITson la mejor prueba de ello.

Se deben, por tanto, explorar iniciati-vas que permitan superar este déficit, demodo de lograr que las Normas Internacio-nales de Trabajo sean efectivamente unBien Público Global: desde la reforma de

algunas de la instituciones internacionalesya existentes, incluida la propia OIT, hastala constitución de una Corte Penal Econó-mica Internacional con competencias enmateria de control de la aplicación de lasnormas laborales internacionales, así comode imponer sanciones, incluidas las pena-les, políticas, económicas y financieras, siasí fuese necesario.

V. LA DEMOCRACIA GLOBAL, LAS NOR-MAS INTERNACIONALES DEL TRABA-JO Y LAS REALIDADES NACIONALES

El presidente de la Comisión parlamen-taria alemana que elaboró el informe pre-sentado al Parlamento de su país a finalesdel año 2001 sobre la “Globalización de laeconomía mundial: desafíos y respuestas”,el diputado, Ernst-Ulrich von Weizsäcker,señaló en la presentación del mismo que“como denominador común de las partessombrías de la globalización puede definir-se la puesta en peligro de los bienes públi-cos. Entre ellos se cuentan en el sentido másvasto los derechos humanos, la participaciónpolítica y un mínimo de justicia social”48 .

Por ello, y compartiendo el enfoque delpolítico alemán, un elemento clave de lagobernanza de la globalización será desa-rrollar las instituciones, los instrumentos ylos procedimientos que aseguren la defen-sa de los actuales BPG y la promoción deaquellos otros que en el futuro la accióncolectiva de la sociedad global impongacomo tales.

Con posterioridad a este informe, en elaño 2002, un alto funcionario del Ministe-rio de Relaciones Exteriores francés nue-vamente planteó ante un Foro Internacio-nal el tema de la relación entre la gober-nanza global y los BPG: “Francia cree quela forma correcta de responder a la globali-zación es reglamentarla, en el espíritu delmultilateralismo y justicia a la que acabode referirme. En este contexto, el concep-to de bienes públicos globales se convier-te en un concepto operacional central. Para

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reglamentar la globalización, debemos prio-rizar la producción, el financiamiento, lagestión y la conservación de los BienesPúblicos Globales”49 .

Sin embargo, dicha defensa y promo-ción de los BPG debe ser resultado de unproceso democrático global (“formas glo-bales de democracia” como se la denomi-na en el informe ya citado de la Comisiónparlamentaria alemana), ya que de no serasí se podrían estar privilegiando puntosde vista que responden a intereses muyparticulares y no a intereses mundiales, in-terpersonales e intergeneracionales. La re-ticencia, por ejemplo, de algunos gobier-nos a ratificar el Protocolo de Kyoto por elimpacto que ello podría tener en la activi-dad de la industria nacional es una muestrade cómo en materia de BPG los interesesparticulares de un país o de unas empresaspueden acabar imponiéndose.

¿Cómo plantear una dinámica democrá-tica global de defensa y desarrollo de losBPG y, en particular, de los Derechos Hu-manos y de las Normas Internacionales delTrabajo? En mi opinión, tres elementosdeben orientar y conducir dicha dinámica.

1. Identificar los estándares mínimos co-munes en cuanto a los derechos hu-manos, incluidos los derechos funda-mentales en el trabajo.Se trata, obviamente, de derechos no

exclusivos, no rivales, universales (mundia-les), interpersonales, intergeneracionales eimparciales o, si se quiere, que no generandiscriminación ni diferenciación alguna porrazón de raza, sexo, religión o posición so-cial. En este sentido, los derechos huma-nos fijan límites a las diferenciaciones queconlleva la multiculturalidad.

Se ha avanzado mucho en materia deestándares mínimos universales de Dere-chos Humanos. Desde, por mencionar lomás importantes, La Declaración Universalde derechos Humanos de 1948 y la Decla-ración Americana de los derechos y debe-res del hombre, de la OEA, también de

1948, hasta la Carta Social europea de 1961y la Declaración de la OIT sobre los Princi-pios y Derechos Fundamentales en el Tra-bajo de 1998.

De todos ellos, sin duda la más ampliay a la vez la más comprehensiva es la De-claración Universal de Derechos Humanos,de la ONU, pues se orienta a la promociónde derechos de cobertura universal y noen un solo campo (como podría ser el cam-po laboral al que se circunscribe la Declara-ción de la OIT de 1998), sino a aspectostan amplios como la vida, la libertad, la nodiscriminación, la seguridad, el trato digno,la identidad personal, la protección de laley, la libertad de pensamiento y de ex-presión, la privacidad personal y familiar, lalibre circulación, el asilo, la nacionalidad, elmatrimonio libremente contraído, la propie-dad privada, el trabajo, la educación, la sa-lud, la vivienda, la cultura y la participaciónpolítica y social.

Todos son temas que tienen que ver conla libertad personal, en un marco reguladode que el ejercicio de mi libertad no afecteel derecho de los demás de ejercer su liber-tad. Es decir, como ya se ha señalado, el BPpor excelencia es la libertad. Los demás BPno son sino desarrollos de las diferentes di-mensiones de la libertad y la seguridad.

¿Por qué las Normas Internacionales delTrabajo forman parte del ámbito de esosintereses mínimos comunes?

En primer lugar, porque los estándaresmínimos relativos al trabajo no podrían es-tar ausentes de este conjunto de estánda-res, ya que ellos son esenciales a la liber-tad. La carencia de trabajo (es decir, el des-empleo), en especial de un trabajo queresponda al imperativo ético al que se hahecho referencia en capítulos anteriores (yque adquiere su expresión concreta en lasnormas internacionales de la OIT sobre losDerechos Fundamentales en el Trabajo)constituye una elemental privación de lacapacidad de, por una parte, realizarse comopersona y, por otra, de poder constituir ymantener una familia. La falta de trabajo

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es, por ello, una de las principales “antili-bertades” que deben enfrentar las perso-nas. Por el contrario, el desempeño de untrabajo, libremente elegido y amparado porlas normas de la OIT sobre Derechos Fun-damentales, constituye uno de los princi-pales elementos del ejercicio de la liber-tad, en los términos en que este ejercicioha sido planteado por Amartya Sen, y alque ya me he referido anteriormente.

En segundo lugar, porque la propia De-claración Universal de los Derechos Huma-nos formula una serie de Derechos en mate-ria laboral: i) el Derecho al trabajo y a la libreelección del trabajo, a condiciones equitati-vas y satisfactorias de trabajo y a la protec-ción contra el desempleo (artículo 23.1); ii)el Derecho a la seguridad social (artículo 22);iii) el Derecho a igual salario por trabajo igual(artículo 23.2); iv) el Derecho a una remune-ración equitativa y satisfactoria (artículo 23.3);v) el Derecho a fundar sindicatos y a sindi-carse para la defensa de sus intereses (artícu-lo 23.4); vi) el Derecho al descanso, al disfru-te del tiempo libre, a una limitación razona-ble de la duración del trabajo y a vacacionesperiódicas pagadas (artículo24); vii) el Dere-cho a seguros en caso de pérdida de susmedios de subsistencia por circunstancias in-dependientes de su voluntad (artículo 25).

En tercer lugar, existen razones no soloéticas (el imperativo ético) para que losderechos laborales sean considerados comoparte de los estándares mínimos universa-les de Derechos Humanos, sino también ra-zones económicas. Como señala Bronstein50 ,el no respeto de los Derechos Fundamenta-les en el Trabajo otorga a los países que si-guen esta política, ventajas competitivas (pormenores costos laborales) que atentan con-tra el comercio justo entre las naciones.

2. Asegurar la aplicación del principio deuniversalidad de los derechos humanosy el adecuado tratamiento de las asi-metrías y de las diferentes etapas dedesarrollo de los paísesEs frecuente leer o escuchar, a propósito

de la exigencia de muchos países desarro-llados de que los tratados de libre comercioincorporen cláusulas que obligan a las par-tes a respetar los derechos fundamentalesen el trabajo y otros estándares laborales,que tal “imposición” constituye una nuevabarrera al comercio justo entre los países,por cuanto los menos desarrollados no tie-nen la posibilidad, por su bajo nivel de pro-ductividad y competitividad económica, deoperar con las mismas condiciones laboralesque los países ricos sí pueden afrontar. Eldilema que se plantea es, por tanto, el si-guiente: ¿Los derechos laborales que he de-nominado mínimos, son universales o admi-ten en su aplicación una gradualidad depen-diente del nivel de desarrollo de cada país?51

Si son universales y no admiten excep-ciones, ¿no actúan, entonces, dichos dere-chos como una nueva barrera al comercioexterior de los países más pobres? En laDeclaración de Quito de 1998 acerca de laExigibilidad de los Derechos Económicos,Sociales y Culturales se señala que “Losderechos económicos, sociales y culturalesfijan los límites mínimos que debe cubrir elEstado en materia económica y social paragarantizar el funcionamiento de sociedadesjustas y para legitimar su propia existencia.Para el logro de este orden económico-so-cial mínimo los instrumentos internaciona-les de derechos económicos, sociales yculturales no imponen fórmulas uniformes,pero requieren al menos que el Estado ar-bitre los medios a su alcance para cubrir lasnecesidades mínimas de la población en lasáreas involucradas y defina políticas demejoramiento progresivo del nivel de vidade los habitantes mediante la ampliacióndel disfrute de estos derechos”52 .

En este sentido, las normas internacio-nales de derechos humanos, incluidos losDerechos Fundamentales en el Trabajo, fi-jan estándares mínimos y no máximos encuanto a la garantía de tales derechos paratodas las personas. El consenso alcanzadopor las naciones al adoptar tales normasrefleja, en realidad, una determinada corre-

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lación de fuerzas políticas y sociales inter-nacionales y locales53 . En el ámbito de lapolítica –creación y aceptación o imposi-ción de la cosa pública- la multiculturalidadtiene sus límites. En cierta forma, los dere-chos humanos fijan un límite al multicultu-ralismo, en la medida en que, sin que setrate de imponer una particular concepcióndel bien, se llegue a un acuerdo basado enuna concepción política pública de justicia,que no está fundada en una determinadaidea de lo moral, que puede ser aceptadatanto por sociedades liberales como jerár-quicas; es decir por el conjunto de la co-munidad internacional de naciones en or-den a garantizar su convivencia pacífica.Como señala Luis Villar Borda (Op. Cit, pg.25), “La condición sine qua non de eseacuerdo es el respeto a los derechos hu-manos, entendidos como “derechos míni-mos” aceptados y reconocidos en cualquiersociedad “decente” (sic), es decir, digna deser miembro de la comunidad de naciones,así su régimen político no se conforme alparadigma del ordenamiento liberal”.

Sobre la sustentación de estos derechoshumanos, incluidos los Derechos Funda-mentales en el Trabajo definidos por la OIT,en una concepción pública de la justicia yno tanto en una determinada idea de lamoral, Habermas ha escrito que “el con-cepto de derechos humanos no tiene ori-gen moral, sino una acuñación específicadel concepto moderno de derechos subje-tivos, esto es, de una terminología jurídica.Los derechos humanos tienen originaria-mente una naturaleza jurídica. Lo que lespresta la apariencia de derechos moralesno es su contenido, y con mayor motivotampoco su estructura, sino su sentido devalidez, que trasciende los ordenamientosjurídicos de los Estados nacionales”54 .

Rawls, por su parte, agrega que “[…] esosderechos no dependen de ninguna doctrinamoral comprehensiva o concepción filosófi-ca de la naturaleza humana según la cual,por ejemplo, todos los seres humanos sonpersonas morales y tienen igual dignidad u

ostentan ciertos poderes morales e intelec-tuales particulares que les invisten de esosderechos”. Para Rawls, el enfoque marchapor otro lado: “Los derechos humanos fun-damentales expresan un patrón mínimo deinstituciones políticas bien ordenadas paratodos los pueblos que pertenecen, comomiembros de buena fe, a una justa sociedadpolítica de los pueblos”55 .

Ahora bien, la vocación de universali-dad de los derechos humanos, incluidos loslaborales, no debería significar uniformidadni menos convertirse en instrumento polí-tico para imponer determinadas formas devida. Pero, como agrega Villar Borda56 , “losEstados tienen la obligación de comportar-se, como miembros de la comunidad inter-nacional, con responsabilidades frente a susnacionales y extranjeros residentes en suterritorio, conforme a preceptos estatuidosen las convenciones por ellos mismos apro-badas o aceptadas”.

Un ejemplo de esta responsabilidad esel trato a los inmigrantes extranjeros. Elestado del país que los acoge está obligadoa respetarlos y a hacer que se les respetensus derechos, sin distinción alguna con losnacionales. ¿Por qué no tendría, entonces,que exigírsele al estado del país de emi-gración que respete y haga respetar esosmismos derechos? Si no fuese así, es decir,si no se respetase el principio de la univer-salidad de los derechos humanos, incluidoslos laborales, se daría la paradoja de queuna misma persona que migró tendría de-rechos en el país que lo acoge que le sonnegados en sus propio país, con lo cual, ycircunscribiéndonos a los derechos labora-les, esa ausencia de derechos se converti-ría en una elemento indoctor de una ma-yor competitividad internacional –por losmenores costos laborales– de su país. Estasituación es totalmente contraria al conceptode comercio justo, que los países reclaman,y ella sí se convertiría en un modalidad dedumping social. Es por esta razón que, comoseñalé anteriormente, no comparto los re-paros que los países subdesarrollados, en

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especial sus organizaciones sindicales, po-nen a la inclusión de cláusulas laborales enlos Tratados de Libre Comercio.

3. Desarrollar mecanismos eficaces decontrol de la aplicación de las normassobre derechos humanos, incluidos loslaborales, y de sanción de su no apli-cación.Ya señalé en el capítulo precedente que

la efectiva aplicación de las normas sobrederechos humanos, y en nuestro caso so-bre los derechos fundamentales en el tra-bajo, es esencial a los efectos de conside-rar o no a las mismas como un Bien PúblicoGlobal. Señalé también que la vocaciónde toda norma es que la misma sea aplica-da y que se establezcan y apliquen sancio-nes en el caso de que ello no ocurra. Dehecho, la aplicación de la norma es un temamedular, ya que de no ser así ella no ten-dría ninguna función práctica.

Hemos visto también que el frecuenteincumplimiento de las normas en materiade derechos humanos, incluidos los labora-les, se debe no tanto al contenido de lasmismas sino más bien a la ineficacia de losprocedimientos y a la ineficiencia de las ins-tituciones, además de otras causas como lacultura de la impunidad, la correlación defuerzas desfavorable a los trabajadores, etc.

La ineficacia de los procedimientos sedebe principalmente a que las propias nor-mas no establecen cuáles serán las conse-cuencias de no ser aplicadas, por lo que elincumplimiento de las mismas no acarreasanciones efectivas (salvo en el caso de lasnormas sobre comercio y movimiento decapitales57 ).

La ineficiencia de las instituciones sedebe, generalmente, a la existencia de unacorrelación de fuerzas entre los diferentessectores sociales, que favorece a aquellosque no tienen interés en que las normassobre derechos humanos, incluidos los la-borales, se apliquen de manera efectiva.

Es por todo ello que se requiere desa-rrollar mecanismos eficaces de control de

la aplicación de las normas sobre derechoshumanos, incluidos los laborales, y de san-ción de su no aplicación. Para ello, podríaseguirse cualesquiera de las estrategias si-guientes. Primera, modificar los mecanismosactuales de control y de sanción, en espe-cial los de la OIT. Segunda, adaptar otrosmecanismos ya existentes. Tercera, crearnuevos mecanismos de control de aplica-ción de las normas.

La primera estrategia es posible, perono creo que sea la más adecuada, ya que,por una parte, si así fuera ya habría sidoexplorada o al menos demandada, en es-pecial por parte del movimiento sindicalmundial y, por otra, en el caso específicode la OIT ya argumenté en el capítulo an-terior que, además de la imposibilidad deaplicar sanciones más allá de las estricta-mente “morales”, es la composición tripar-tita de los órganos de Control con los quela Organización cuenta, la que atenta con-tra la propia eficacia a dichos órganos, al“corporativizar” su funcionamiento. Unamodificación substantiva para hacerlos efi-caces exigiría una voluntad política que noexiste en la inmensa mayoría de los consti-tuyentes, en especial los trabajadores y losempleadores, ya que ella implicaría la de-cisión de abandonar la composición tripar-tita de los órganos de control, lo que, almenos en estos momentos, parece impo-sible, pues significaría alterar la propia na-turaleza de la OIT.

La segunda estrategia, relativa a adap-tar otros mecanismos como la Corte Pe-nal Internacional, sí sería eficaz, y a elladebería trasladársele la responsabilidadque actualmente tiene la Corte de la Hayade interpretar, en última instancia, los pro-pios convenios de la OIT. Además, encuanto Corte Penal, tendría la facultad deaplicar sanciones que vayan más allá dela simple sanción moral. Obviamente,esta alternativa implicaría modificar elestatuto de la Corte, para lo cual seríaconveniente tomar en consideración loque he planteado anteriormente sobre

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quienes y porque podría recurrir a estetipo de instancia y sobre las posibles san-ciones a aplicar.

La tercera estrategia, consistente encrear nuevos organismos internacionales decontrol de la aplicación de las normas so-bre derecho humanos, hace referencia a laalternativa anteriormente sugerida de crearuna Corte Penal Económica Internacional.Sea esta la estrategia a seguir o la de refor-mar la actual Corte Penal Internacional, lasustancia de la propuesta no varía en abso-luto, tanto en cuanto a quien y porqué re-curre a dicha instancia, cuanto al tipo desanciones a aplicar.

Obviamente, adoptar la segunda o latercera estrategia aquí planteada no implica“desmantelar” los actuales órganos de con-trol con los que cuenta la OIT. Se trata másbien de transferir a otro órgano “extra OIT”la facultad de controlar la aplicación de lasnormas, pero los órganos de la OIT podríanseguir desempeñando un importante papel,sea informando sobre la jurisprudencia exis-tente en la OIT para casos similares, sea acla-rando aspectos relativos a la norma cuya vio-lación ha sido denunciada, sea desempeñan-do otras funciones en apoyo a la instituciónque asuma la responsabilidad de controlar laaplicación de las normas.

No se puede negar la dificultad de po-ner en marcha cualquiera de estas estrate-gias. En el campo internacional toda modifi-cación del status quo es difícil, más aun enel caso de las Normas Internacionales delTrabajo, en el que la Constitución Políticade países federales tan importantes como,por ejemplo, Canadá y Estados Unidos deAmérica, hacen más difícil el proceso. Porello, quizá la propuesta más razonable y via-ble en las actuales circunstancias, sea con-vocar una Conferencia Internacional paraestudiar las diferentes estrategia posibles enmateria de control de la aplicación de lasnormas sobre derechos humanos, incluidoslos laborales, y adoptar la decisiones perti-nentes, tal como sucedió con la actual Co-misión de Derechos Humanos.

Esta Conferencia debería realizarse enel marco de las Naciones Unidas (el ECO-SOC, más específicamente), y si bien de-biera ser una Conferencia de representan-tes de los Estados integrantes de las Nacio-nes Unidas, debiera también llevar a cabola más amplia y democrática consulta conlas organizaciones sociales, en especial contodas las organizaciones de los trabajado-res y con todas las organizaciones empre-sariales, y no sólo con las organizacionesde ambos sectores que los representan antela OIT58 .

EPÍLOGO

En este breve texto me he detenidoen la definición de Bienes Públicos, tantonacionales como regionales, internaciona-les y globales, y en la tipología de estosúltimos. También me he referido a la tec-nología de producción y provisión de losBienes Públicos y he intentado adentrar-me en el mundo del trabajo, en la condi-ción de Bien Público Global de las Nor-mas Internacionales que regulan el traba-jo, y en su relación con el desarrollo y conla libertad como elemento central y sus-tantivo del desarrollo económico, políticoy social. He intentado, además, explicarporqué dichas Normas Internacionales nose aplican efectivamente, lo que en partese debe a la debilidad intrínseca de losmecanismos de control de dicha aplicación,en especial los mecanismos de la Organi-zación Internacional del Trabajo. En el ca-pítulo final he planteado cuales son loselementos que deberían orientar y con-ducir una dinámica democrática global dedefensa y desarrollo de los Bienes Públi-cos Globales y, en particular, del trabajointernacionalmente normado.

Avanzar en un camino como el aquí pro-puesto haría que la normativa internacionalsobre derechos en el trabajo sea efectiva-mente un Bien Público Global; es decir, unanormativa cuya efectiva aplicación es exigi-ble a todos los estados, so pena de recibir

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una sanción real y efectiva, de modo que laviolación sistemática de dichos derechos nose convierta en una ventaja competitiva es-puria en la economía global. Es bueno in-sistir aquí en que, en mi opinión, el verda-dero dumping social no es el que estable-cen los países desarrollados cuando exigena los demás respetar dichos derechos, sinoel dumping que establecen los países endesarrollo cuando, argumentando su condi-ción de subdesarrollados, desconocen en lapráctica dichos derechos como una vía parareducir los costos de producción y obtenergracias de competitividad.

El tema del bajo nivel de desarrollo es,en ocasiones, una excusa para no enfren-tar dos de las principales causas del subde-sarrollo. La primera, la falta de alicientesoficiales a la inversión productiva (en es-pecial en los países con Gobiernos popu-listas). La segunda, el absoluto desinterés,en muchos países, por elevar la producti-vidad de los distintos factores productivos;desinterés que se observa no sólo en losgobiernos (más allá del discurso oficial parael registro de la historia) sino también en elmundo sindical y en gran parte del sectorempresarial, especialmente en el caso deaquellas empresas que han optado por so-brevivir en una economía abierta en base auna “permanente” reducción del costo la-boral absoluto (uno de los pocos costosabsolutos que el empresario puede redu-cir, ya que no se puede hacer lo mismocon los costos financieros y tributarios) yno en base a un aumento sostenido de laproductividad.

Ahora bien, ¿qué ocurriría en el casocontrario; es decir, qué ocurriría si no selograse realmente elevar la normativa in-ternacional en materia de derechos labora-les a la categoría de Bien Público Global,asegurando su efectiva aplicación?

Es muy difícil, si no imposible, ser pro-feta o vidente y poder predecir el futuro.De todos modos, no es aventurado estimarque, en esta hipótesis, las peores manifes-taciones del mundo del trabajo en la actua-lidad no sólo se mantendrían sino que, muyposiblemente, se exacerbarían.

Más en concreto, mantener la actual si-tuación caracterizada por una muy relativa ydispersa aplicación de las normas internacio-nales en materia laboral muy posiblementeharía que se extendiese la “individualización”de la relación de trabajo, con el consiguientedeclive sindical, y se expandiesen las formasde trabajo no regulado por la legislación la-boral internacional y nacional (es decir, traba-jo no registrado y trabajo regulado comercial-mente, no laboralmente). Todo ello quizásde pie, si así ocurriese, al resurgimiento deuna nueva “cuestión social”, que, al igual queen el siglo XIX, estará referida a los derechosfundamentales en el trabajo y a las condicio-nes de trabajo, pero, a diferencia de hace másde un siglo, también planteará temas másnuevos como la distribución del ingreso, lacorrupción, la anomia social y la atrofia políti-ca. Es decir, cuestiones que tienen que vercon la viabilidad del actual modelo económi-co y político y, en última instancia, con eldesarrollo de las capacidades humanas enbusca de la plena libertad.

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1 Ver Bienes Públicos Globales, política eco-nómica y globalización (pagina 35), J.M.Marín Quemada y J. García-Verdugo. Edi-torial Ariel. Barcelona 2003.

2 J García-Arias. La estabilidad cambiariacomo Bien Público Global. Algunas consi-deraciones de eficiencia. ICE. Julio-Agos-to 2004. Nº 816.

3 Clasificación tomada de J.M. Marín Que-mada y J. García-Verdugo. Obra citada,pagina 108.

4 Jorge García-Arias. Obra citada.5 Esta relación de causalidad está presente

en la Carta de las Naciones Unidas, la De-claración de Filadelfia/Constitución de laOrganización Internacional del Trabajo, laDeclaración de Roosevelt (“Las cuatro li-bertades”), la Declaración de las Nacio-nes Unidas (1942), la Conferencia deDumbarton Oaks (1944), la Conferencia deChapultepec (1945), entre otros instrumen-tos del derecho internacional.

6 Javier Mujica (correspondencia personalcon el autor).

7 Datos del Observatorio8 Castells M. La sociedad red. Alianza edito-

rial. 2006.9 Amartya Sen. Desarrollo y libertad (Pági-

nas 16 y 17) Editorial Planeta. Barcelona,España, 2000.

1 0 En general, no existe una carencia abso-luta de capacidades, salvo en los casosde esclavitud, extremos de dependencia,etc.

1 1 Amartya Sen. Desarrollo y libertad (Pági-nas 43 a 48) Editorial Planeta. Barcelona,España, 2000.

1 2 Amartya Sen. Nuevo examen de la desigual-dad (pagina 20). Alianza Editorial. 1995

1 3 Habermas J. Reconciliation through thepublic use of reason: remarks on John RawlsPolitical liberalism (Páginas. 50-51). TheJournal of Philosophy XC N3. Marzo 1995.

1 4 Ver Alsamar Olsen. The Logic of CollectiveAction. Harvard University Press.Cambridge MA, 1965.

1 5 J.M. Marín Quemada y J. García- Verdugo.Obra citada. Página 46.

1 6 Rawls J. Teoría de la Justicia. Fondo deCultura Económica. México, 1995.Ver también: Habermas/Rawls. Debate so-

bre el liberalismo político. Ediciones Paidós.ICE de Barcelona, 1998.

1 7 La legitimidad moral y social de la normaviene determinada por la propia accióncolectiva que da lugar al proceso de par-ticipación de los ciudadanos en su for-mulación.

1 8 Es evidente que estamos refiriéndonossólo al Estado que actúa en el marco deun sistema político democrático.

1 9 Sobre el poder de obligar que tiene el Es-tado, y el origen del mismo, ver EmilioAlbi, “Público y privado. Un acuerdo nece-sario” (Capítulo I). Editorial Ariel. Barce-lona, 2000.

2 0 Definición tomada de Pampillon R. Insti-tuto de la Empresa. Madrid, 2007.

2 1 J.M. Marín Quemada y J. García- Verdugo.Obra citada. Capitulo 3.

2 2 J.M. Marín Quemada y J. García- Verdugo.Obra citada. Capítulo 3.

23 Martínez D. El mundo del trabajo en l inte-gración económica y la liberalización co-mercial. Una mirada desde los países ame-ricanos. OIT. Perú, 2004.

2 4 J.M. Marín Quemada y J. García- Verdugo.Obra citada. Página 88.

2 5 Marín Quemada y García- Verdugo. Obracitada Páginas 90-93.

2 6 Portes A. Instituciones y desarrollo: una re-visión conceptual. Revista de Ciencias So-ciales nº 184 (pagina 479). Instituto de De-sarrollo Económicos y Social. Buenos Ai-res Argentina. Marzo 2007.

2 7 Mc Connel, Mcpherson. Economía Labo-ral (página 16). Mc Graw Hill. Madrid, 2003

2 8 Tesauro de la Organización Internacionaldel Trabajo (OIT).

2 9 Salvo sectores muy minoritarios de la so-ciedad o de algunos países con gobier-nos dictatoriales.

3 0 Diferenciamos aquí, siguiendo aHabermas, entre “lo moral”, entendidocomo aquello orientado a la resoluciónde conflictos interpersonales, y “lo ético”,entendido como la interpretación y defen-sa de valores culturales en un contextodeterminado.

3 1 Arturo Bronstein, «Comercio Internacionaly Normas Laborales», publicado en Memo-rias y Comunicaciones del Congreso In-

NOTAS

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ternacional de Derecho del Trabajo quese llevó a efecto en la Isla Margarita-Vene-zuela, Abril-Mayo 2007. Revista de Dere-cho del Trabajo. Fundación Universitas(No.39/2007).

3 2 Se trata de un proyecto de “código uni-forme de trabajo dentro del marco de laOrganización por la Armonización delDerecho de los Negocios en África(OHADA), que agrupa a dieciséis estadosde dicho continente, casi todos ellos delengua oficial francesa. De llegar aaprobarse el Código OHADA los códigosdel trabajo de los Estados Miembros que-darían automáticamente derogados y se-rían reemplazados por aquel texto.[…]Todos los Miembros de la OHADA sontambién Miembros de la OIT y a ese títulohan sido ratificados convenios internacio-nales del trabajo; sin embargo, muy po-cos convenios de la OIT han sido ratifica-dos por todos los miembros de la OHADA.De ahí que para que el Código OHADApueda ser aceptado por todos sus miem-bros, y estos al mismo tiempo puedan darcumplimiento a sus obligaciones con res-pecto a los convenios de la OIT que hanratificado, sería indispensable que el Có-digo OHADA tenga como piso a la totali-dad de los convenios de la OIT que hansido ratificados por todos y cada uno delos estados parte en el Tratado de laOHADA”. Bronstein A. Obra citada.

3 3 Ver al respecto “El mundo del trabajo en laintegración económica y la liberalizacióncomercial. Una mirada desde los paísesamericanos”. Martínez, Daniel. OIT. Lima,2002.

3 4 J. Habermas /J. Rawls. Debate sobre Libe-ralismo político (Página 29). PAIDOS. Pen-samiento contemporáneo. Barcelona 1998.

3 5 Albi Emilio. “Público y Privado. Un Acuer-do necesario” (página 19). Editorial Ariel.Barcelona, España. 2000.

3 6 Albi. Obra citada (página 21).3 7 No hago aquí la distinción usual entre nor-

mas internacionales, aplicables a todos lospaíses del mundo que las han ratificado,y normas supranacionales, aplicables soloa los países que integran un determinadoproceso de integración, como pueden ser,por ejemplo, la Unión Europea o Mercosur.

3 8 Portes A. Obra citada. Página 479.

3 9 Los Derechos Fundamentales en el Tra-bajo y los convenios de la OIT relativos adichos derechos son los siguientes:Libertad sindical .- Convenio sobre la libertad sindical y laprotección del derecho de sindicación,1948 (núm. 87) (147 ratificaciones al31.01.2007).- Convenio sobre el derecho de sindica-ción y de negociación colectiva, 1949(núm. 98) (156 ratificaciones al 30.10..2006) Abolición del trabajo forzoso.- Convenio sobre el trabajo forzoso, 1930(núm. 29) (170 ratificaciones al 31.01.2007)- Convenio sobre la abolición del trabajoforzoso, 1957 (núm. 105) (166 ratificacio-nes al 31.01.2007).Igualdad- Convenio sobre la discriminación (em-pleo y ocupación), 1958 (núm. 111) (165ratificaciones al 31.01.2007).- Convenio sobre igualdad de remunera-ción, 1951 (núm. 100) (163 ratificacionesal 31.01.2007).Eliminación del trabajo infantil- Convenio sobre la edad mínima, 1973(núm. 138) (147 ratificaciones al 31.01.2007)- Convenio sobre las peores formas detrabajo infantil, 1999 (núm. 182) (163 rati-ficaciones al 31.01.2007).

4 0 Esta clasificación de los mecanismos in-ternacionales de control de aplicación delas normas supranacionales ha sido toma-da textualmente de documentos que sonde autoría de Javier Mujica, (correspon-dencia personal con el autor).

4 1 En el caso de la OIT estos mecanismos uórganos de control son el Comité de Ex-pertos, la Comisión de Normas y el Comi-té de Libertad Sindical.

4 2 La Comisión fue creada en diciembre de1999 para analizar el tema general de la“globalización de la economía mundial:desafíos y respuestas”, y estuvo integradapor 13 diputados y 13 expertos. El Infor-me de la Comisión fue presentado al Par-lamento alemán en septiembre de 2001.

4 3 Correspondencia personal con el autor.4 4 Excepto cuando el Parlamento le delega

facultades legislativas al Poder Ejecutivo.4 5 Es obvio que la utilización del término “po-

der judicial” en la OIT no debe ser toma-da sino como una forma sencilla de pre-

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sentar nuestro argumento y no como queestemos considerando a la labor de con-trol de la OIT como si fuera una instanciade administración de justicia similar a laque existe en el ámbito de cada Estadonacional.

4 6 Sin embargo sí podría tener consecuen-cias en el futuro, a la hora en que un paísnegocie un Tratado de Libre Comercio conlos Estados Unidos de América.

4 7 Salvo la solicitud de la OIT a los Estadosmiembros para que “habida cuenta de lasconclusiones de la Comisión de Encues-ta, examinen las relaciones que puedanmantener con el Estado Miembro en cues-tión y adopten medidas adecuadas con elfin de asegurarse de que dicho Miembrono pueda valerse de esas relaciones paraperpetuar o desarrollar el sistema de tra-bajo forzoso u obligatorio a que hace re-ferencia la Comisión de Encuesta y decontribuir en la medida de lo posible a laaplicación de sus recomendaciones”.

4 8 Deutsche Bundestang, 14/6910.4 9 Bruno Delaye. Presentación en el semina-

rio internacional sobre el tema “Financian-do bienes públicos globales: Nuevos ins-trumentos para nuevos desafíos”. PNUD yMinisterio de Relaciones Exteriores de Fran-cia. New York, 2002.

5 0 Bronstein. Obra citada. Página 155 1 El sistema normativo de la OIT no permite

que los convenios que desarrollan las Nor-mas Internacionales del Trabajo sean rati-ficados con reservas, si bien confiere alos Estados que los ratifiquen la facultadde aplicarlos con modalidades cuando suscondiciones económicas y sociales no lespermiten aplicarlos en su totalidad.

5 2 Declaración de Quito acerca de laExigibilidad de los Derechos Económicos,Sociales y Culturales. párrafo 20.

5 3 Sobre el consenso en materia de estándaresuniversales, ver Hans Kung. Una éticamundial para la economía y la política.Paginas 117-125.

5 4 Habermas. Obra citada.5 5 Jhon Rawls, “The Right of Peoples. En “On

Human Rights”. Basic Books. New York. 1993.5 6 Villar Borda L. Derechos Humanos, respon-

sabilidad y multiculturalismo, UniversidadExternado de Colombia, 1998, página 46.

5 7 Acuerdos del GATT y de Basilea II.5 8 El doble proceso de, por una parte,

transnacionalización y, por otra,informalización de la actividad económi-ca hace que en muchos países las organi-zaciones de empleadores miembros de laOIT sean muy poco representativas del en-tramado empresarial de dichos países.

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114 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

La democracia, aunque tiene unalarguísima historia es difícil de definir.Antes de ofrecer un concepto de demo-

craciaes importante hablar de sus dificultades,de sus exigencias, y de todo lo que cada

unode nosotros tiene en contra de ella.

En estas condiciones un criterio de de-mocracia

reclama mucho de nosotros.

Estanislao Zuleta

Conviene recordar la caracterización dela democracia dada por Abraham Lin-coln: “gobierno del pueblo, por el

pueblo, para el pueblo”1 , en otras palabras:autogobierno. La definición de Lincoln apun-ta al derecho y a la necesidad de que unasociedad particular, en su fuero interno,tome las decisiones colectivas que consi-dera correctas y adecuadas sin la interfe-rencia de países o gobiernos extranjeros.Que cada pueblo en su inteligencia, deter-mine en el transcurso de su desarrollo, laestructura organizativa para el ejerciciodemocrático de la política.

Así, la reflexión y definición de la de-mocracia transita el espacio que va delmodelo, como presupuesto a realizar, aldesarrollo en la práctica de las sociedadesque se consideran democráticas. Lo que seconoce como la diferencia entre democra-cia ideal y democracia real. Puesto que, enrigor, una democracia en que todos sus ha-bitantes, en uso de la mayoría de edad, pue-dan participar sin intermediarios en las de-cisiones colectivas implica, una sociedad sin

Ricardo Sánchez Ángel, Miguel Ángel Cadena/DISCUTIR LA DEMOCRACIA:Propuesta educativa

Estado, el fin de la política como la cono-cemos.

El sistema democrático conquistado a lolargo de muchos esfuerzos revolucionariosen lo político e intelectual no puede darsepor supuesto; como una obra humana eldesarrollo de la idea y de los regímenesdemocráticos, su conquista, tiene unas di-mensiones históricas que deben siempreatenderse. La democracia es un procesohistórico en permanente cambio, con avan-ces y retrocesos.

1. Definiciones básicas: Bobbio y Dahl

Una definición básica de democracia,entendida como opuesta a las formas degobierno autocráticas, no es otra que unade democracia política, la cual se caracteri-za por el conjunto de reglas que han esta-blecido quién y bajo qué procedimientosestá autorizado para tomar las decisionescolectivas.2 Esto es, que se define por: a)la atribución del derecho de participar, yasea directa o indirectamente a un númeromuy elevado de los miembros del grupo:aquellos que gozan de la condición de ciu-dadanos; b) la existencia de reglas proce-sales claras para la toma de decisiones, y c)la posibilidad de tener alternativas entre lascuales elegir, para quienes están en dere-cho de hacerlo.

Vale decir, hay una definición básica dela democracia y unas definiciones más am-plias de ella. Como objetivo y logro. Comoproceso de construcción, la democracia ensu definición básica se refiere a lo presu-puesto, a lo que determina el edificio so-bre el cual es posible la construcción de-

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mocrática de la política, del Estado, de lasociedad, la cultura, lo internacional.

Se trata de las reglas del juego que Nor-berto Bobbio presenta así: a) todos los ciu-dadanos que hayan alcanzado la mayoríade edad, sin distinción de raza, de religión,de condición económica, de sexo, etc.,deben gozar de los derechos políticos, osea, del derecho a expresar con el voto supropia opinión y/o de elegir a quien laexprese por él; b) el voto de todos los ciu-dadanos debe tener el mismo peso (o sea,debe contar por uno); c) todos los ciudada-nos que gozan de los derechos políticosdeben ser libres de votar según su propiaopinión, formada lo más libremente posi-ble; d) deben ser libres también en el sen-tido de que deben ser puestos en condi-ciones de tener alternativas reales, o sea,escoger entre diversas soluciones; e) tantopara las deliberaciones colectivas como paralas elecciones de los representantes valeel principio de la mayoría numérica, si bienpueden establecerse diversas formas demayoría (relativa, absoluta, cualificada), pre-viamente establecidas; f) ninguna decisióntomada por la mayoría debe limitar los de-rechos de la minoría, particularmente elderecho a convertirse, en paridad de con-diciones, en mayoría. En otras palabras quese garantice la alternancia en el gobierno.3

Estas reglas le dan un significado pre-ponderante y al mismo tiempo son restrin-gidas, según el autor. Por eso habla de de-mocracia básica, que no abarca, ni compren-de la totalidad de la idea y la aspiracióndemocrática, pero es su presupuesto, sucondición necesaria, aunque no sea suficien-te. Se trata de elecciones libres, con dere-chos claros de competencia, con alternati-vas reales y derechos de minoría. Los dere-chos de la oposición están privilegiados enesta definición de la democracia, de susprocedimientos básicos.

Por su parte, Robert A. Dahl define cin-co criterios que un gobierno democráticodebe satisfacer para cumplir el derecho detodos los ciudadanos de participar en las

decisiones colectivas, estos son: 1) Partici-pación efectiva. Antes de que se adopteuna política por la asociación, todos losmiembros deben tener oportunidades igua-les y efectivas para hacer que sus puntosde vista sobre la política sean conocidospor los otros miembros. 2) Igualdad de voto.Cuando llegue el momento en el que seaadoptada finalmente la decisión sobre lapolítica, todo miembro debe tener una igualy efectiva oportunidad de votar, y todoslos votos deben contarse como iguales. 3)Comprensión ilustrada. Dentro de límitesrazonables en lo relativo al tiempo, todomiembro debe tener oportunidades igua-les y efectivas para instruirse sobre las po-líticas alternativas relevantes y sus conse-cuencias políticas. 4) Control de agenda.Los miembros deben tener la oportunidadexclusiva de decidir cómo y, si así lo eli-gen, qué asuntos deben ser incorporadosa la agenda. De esta forma el proceso de-mocrático exigido por los tres criterios pre-cedentes no se cierra nunca. Las políticasde la asociación están siempre abiertas acambios introducidos por sus miembros, siéstos así lo deciden. 5) Inclusión de losadultos. Todos o, al menos, la mayoría delos adultos que son residentes permanen-tes, deben tener los plenos derechos deciudadanía que están implícitos en los cua-tro criterios anteriores.4

Hay que anotar que los jóvenes no adul-tos y los niños tienen todos los derechoshumanos.

El control de la agenda resulta un asun-to de gran importancia, pero queda el inte-rrogante de quiénes, exactamente, lo lle-van a cabo: ¿los parlamentarios, asociacio-nes civiles, el mismo Ejecutivo, o se da conel cambio de gobierno en nuevas eleccio-nes? Un asunto para reflexionar.

Estos principios y criterios, expuestos porBobbio y Dahl, requieren que los derechosde libertad de opinión, de expresión, de re-unión, de asociación, de elegibilidad para lacosa pública, es decir, los derechos inviola-bles del individuo, estén garantizados.

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Dahl reconoce la práctica imposibilidadde que una asociación humana llegue a serplenamente democrática, que todos susmiembros tengan en realidad igual oportu-nidad de participar, de lograr una compren-sión ilustrada de los asuntos y de influir enla agenda, por ello los criterios que ha enun-ciado actúan como cualquier estándar idealy además son una medida a partir de lacual se pueden evaluar las actuaciones delas agrupaciones que se pretenden demo-cráticas y servir como guías para reajustesde prácticas, instituciones y constituciones.

Por ello, Dahl ha propuesto el cambiodel concepto de democracia por el de po-liarquía, dándole el siguiente alcance: “…ca-bría considerar las poliarquías como regí-menes relativamente (pero no completa-mente) democráticos; o, dicho de otra for-ma, las poliarquías son sistemas sustancial-mente liberalizados y popularizados, esdecir, muy representativos a la vez que fran-camente abiertos al debate público.”5

Aunque en términos prácticos la pro-puesta de Dahl de englobar a los regíme-nes democráticos bajo la denominación depoliarquía, resulta más cercana a la reali-dad, la persistencia en el uso de la acep-ción democracia, tal como lo afirma Gio-vanni Sartori es necesaria para efectos nor-mativos: “Un sistema democrático es ubi-cado por una deontología democrática y elloporque la democracia es y no puede serdesligada de aquello que la democraciadebería ser.”6

Estamos hablando de la democraciapolítica y se trata, claro está, de una demo-cracia incompleta, recortada, ligada en prin-cipio a una concepción propia de la cien-cia o de la filosofía política, entendida comoforma de gobierno. La definición en singu-lar y en plural de la democracia es horizon-tal y busca extenderse a la sociedad, la eco-nomía, la cultura, lo internacional. En elbarrio, la fábrica, la ciudad y los medios decomunicación, desde una perspectiva máscercana a la sociología, mejor aun, entendi-da como forma de vida.

Esto lleva a pensar y afirmar que puedeexistir un gobierno más o menos democrá-tico en una sociedad no democrática. O unasociedad con importantes niveles de orga-nización, reparto de poder, movilización,deliberación, en una palabra, algo demo-crática y un gobierno y sus instituciones nodemocráticas, a la manera de regímenesautoritarios y/o dictatoriales en transición.Pero no será completamente, mejor aún,básicamente democrática, si no existe lademocracia política. Lo mismo es cierto paraaquellas sociedades que tienen algunos ovarios elementos de democracia políticapero son escasos los derechos sociales, eco-nómicos, ambientales, culturales y el paísocupa un lugar subordinado en las relacio-nes internacionales.

Los horizontes de libertad y las garan-tías que la democracia ofrece a la ciudada-nía, no garantizan sin embargo, que aque-llos que éstos elijan sean buenos gobernan-tes. De allí que sea necesario enfatizar laresponsabilidad compartida entre los diri-gentes políticos y los ciudadanos comunes.La posibilidad de realizar cambios y ajusteses una de las bases de un régimen demo-crático. Por lo que resulta ilógico cuestio-nar el régimen de libertades públicas quegarantiza la democracia y sustentar o aus-piciar proyectos de corte autoritario sobrela base de las fallas de los gobiernos o lasinstituciones.

La relación entre la democracia políticay los otros ámbitos en que se afirma la ideay las prácticas democráticas es compleja,de doble vía; exige ser pensada como unacausalidad estructural en la que la demo-cracia política es causa inicial, necesaria, perono suficiente y la democracia económico-social es causa determinante, en el sentidoen que es imposible concebir una sociedaddemocrática más o menos estable, en unperíodo histórico relativamente largo, sinderechos sociales y sin democratizaciónsocial. De otra manera estamos frente a unademocracia vacía. Y en este punto la pre-gunta sobre lo público, sobre la manera

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como en una sociedad lo construye, se tor-na definitiva.

2. La necesidad de lo público

El fortalecimiento del tejido de lo públi-co y una recomposición de las relacionescon lo privado pasa por superar la visiónde lo público asociado-restringido a lo es-tatal y repensar la dicotomía que ha puestoa lo privado en el escenario de lo lucrativoy lo comercial únicamente. Un primer as-pecto tiene que ver con la publicidad delpoder. Norberto Bobbio, en un recorrido his-tórico de la dicotomía entre lo público y loprivado, señala:

"No debe confundirse la dicotomía pú-blico/privado que hasta aquí se ha analiza-do (se refiere al desarrollo del derechopúblico frente al derecho privado) con lamisma distinción en la que por ‘público’ seentiende manifiesto, abierto al público, rea-lizado frente a espectadores, y por ‘priva-do’ lo opuesto, lo que se dice o se hace enun círculo restringido de personas, en se-creto.7 "

Siendo esta distinción la que más inte-resa cuando nos ocupamos de los avataresdel desarrollo democrático, como escena-rio real y simbólico de las relaciones socia-les, tanto en su carácter colectivo -cuandolas cuestiones a definir afectan a toda o unabuena parte de la población ya sea local,regional o nacional- como de su carácteríntimo, privado, de las relaciones particula-res que ocupan lugar y se desarrollan liga-das a la construcción de un imaginario com-partido por todos, de un espacio de lo pú-blico. Sin olvidar, por supuesto, que la pro-piedad privada, la determinación y el usode tal institución es clave en el carácter de-mocrático de una sociedad.

Bobbio liga el problema de la publici-dad del poder a la forma de gobierno:

Conceptualmente, el problema de lapublicidad del poder siempre sirvió paramostrar la diferencia entre las dos formasde gobierno: la república, caracterizada por

el control público del poder y en la épocamoderna por la formación libre de una opi-nión pública, y el principado, cuyo métodode gobierno contempla el recurso a los ar-cana imperii, es decir, al secreto de Estadoque en un Estado moderno solamente estáprevisto como remedio excepcional.8

Siguiendo la argumentación de Bobbio,un punto de partida de la historia del po-der político en la vida moderna, entendidocomo poder que está a la vista del público,estaría en el precepto de Kant, quien ad-vertía: “Todas las decisiones referentes alDerecho de otros hombres cuya máximano es susceptible de publicidad son injus-tas.”9 El significado de este principio se aclaracuando se observa que hay máximas queuna vez hechas públicas provocarían talreacción que harían imposible su cumpli-miento.

De manera que el principio de la publi-cidad de los actos de aquellos que deten-tan el poder político está en abierta contra-posición con la teoría del secreto de Esta-do. Significa esto que la sociedad tiene lanecesidad y el deber de conocer y hacersepartícipe de los programas y proyectos queafecten directamente su bienestar. El con-trol público al Estado y a los grandes pode-res privados puede frenar ciertas decisio-nes y además impide la sorpresa.

Los aportes de Hannah Arendt y AdelaCortina

Otro aspecto de la discusión apunta ala creación social de códigos y símboloscompartidos que brindan seguridad psico-lógica. En esa línea de argumentación, Han-nah Arendt presenta lo público a través dela metáfora de la luz dura, que resalta yhace visibles los objetos; así, lo público esresponsabilidad de todos y por tanto debeestar a la vista de todos, porque es a la vezel propio mundo, común a todos pero di-ferenciado del lugar que se ocupa-poseeen él. No es lo homogéneo o lo que hasido unificado, es el lugar de lo plural, unmundo de perspectivas encontradas al ana-

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lizar objetos, situaciones comunes. Es ellugar de la negociación, como ha de ser elproceso de una nueva ‘nación’. Fruto de lanegociación y el reconocimiento. Ético yno sólo del poder material.

Para Hannah Arendt el término (públi-co) implica dos fenómenos que se hallanestrechamente ligados, pero que no sonidénticos entre sí. “En primer lugar signifi-ca que todo lo que aparece en públicopuede verlo y oírlo todo el mundo y tienela más amplia publicidad posible.” Es elespacio que nos permite reconocernos yautorreferenciarnos como miembros de ungrupo social en el cual nos desarrollamos,e interactuamos como ciudadanos en lamedida en que: “La presencia de otros queven lo que vemos y oyen lo que oímosnos asegura la realidad del mundo y denosotros mismos...”10 De manera que eldesarrollo pleno de una vida privada, sola-mente podría hacerse a expensas de laseguridad en la realidad del mundo y delos demás. Por tanto, nuestra sensación derealidad, diría Arendt, depende de la apa-riencia, de lo que está iluminado por la luzdura de la esfera pública.

En segundo lugar, el término (público)significa, “el propio mundo, en cuanto escomún a todos nosotros y diferenciado denuestro lugar poseído privadamente en él.”La esfera de lo público se constituye en-tonces en el intermediario de un mundocomún, que permite a los ciudadanos, laposibilidad de realizarse en tanto que, es elmedio en donde se hallan relacionados yseparados a la vez. En palabras de Arendt,“nos junta y no obstante impide que caiga-mos uno sobre otro.” Posibilita, el diálogo,la deliberación, la negociación…

De otra parte, en la revisión sobre la‘cosa pública’ Adela Cortina indaga en elproyecto de la modernidad, de los ilustra-dos, sobre el pacto por el que los hombresse comprometían a formar una sociedadcivilizada, que se regiría por leyes e institu-ciones justas, el cual constituía un contratopara ganar en libertad. Este pacto estaba

compuesto por cinco nuevas claves de lasociedad nacidas de la fe razonable de losilustrados: la autonomía de las personas; lacivilidad de los ciudadanos, por la cual sehacen responsables de la vida pública; lalegitimidad de las leyes, atendiendo losdeseos racionales de los ciudadanos; la jus-ticia de las instituciones siempre atentas alprincipio de imparcialidad, y la toleranciade las religiones.

Ninguna podría fallar, ninguna faltaría ala cita, porque ¿quién sería tan lerdo comopara renunciar a alguna de las cinco, unavez descubiertas? (así), Ética personal au-tónoma, política de los ciudadanos, Estadode Derecho, instituciones justas y religio-nes tolerantes irían haciéndose poco a pocojuntos, a lo largo de un día que ya habíacontemplado el amanecer [...]11

La cosa pública así organizada, era ven-tajosa para todos, estaba en manos de to-dos: era cosa nuestra. Aunque una ‘cosa’que excluía a las mujeres y soslayaba losocial hay que decirlo.

Un estado de cosas así permite, desdeuna posición constructiva, a la que aludeCortina como innovadora, retomar la ideade Hegel de que la libertad no consiste sóloen poder elegir, sino sobre todo en poderhacerlo en una comunidad política queofrezca buenas alternativas entre las queoptar.... Donde no hay buenas opciones noes posible ser en verdad libre, aunque seaposible elegir. Hoy con más fuerza que enotros períodos de la historia de Occidenteasistimos a un escenario en donde se pue-de ‘elegir’ de la oferta producida por losgrandes imperios políticos, ideológicos, fi-nancieros que controlan aquello que se ten-drá por real y, por tanto, necesario. Perono se puede optar por elegir revertir el pro-ceso de miserabilización para la gran ma-yoría de la humanidad; la tendencia domi-nante sigue estando de lado de la gran pro-piedad como derecho incuestionable. En-cubiertas en moldes democrático-formalescrecen la exclusión, la muerte, la servidum-bre, el liberticidio. Hoy, la cosa pública, ya

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no es cosa nuestra, como asevera Cortina,sino de las mafias, de las solidaridades gru-pales, de la cosa nostra, que siembra deobstáculos casi insuperables cualquier pro-yecto de justicia global. Las mafias econó-micas y políticas, de periodistas y de jue-ces, de sindicatos y de académicos, de nar-cotraficantes y de terroristas sin entrañas,de paramilitares y gobiernos. Todas conigual mecanismo, aunque modulado de for-mas diversas: el pacto secreto –jamás pú-blico– para defender a sangre y fuego losintereses del grupo, la moral de la sociedadcerrada que condena por traidores a los quecaen en la tentación de creer que la justi-cia es global, la libertad, para todos los se-res humanos.

El desafío es la reapropiación de lo pú-blico a través de la palabra y la acción, dela defensa y ejercicio de los derechos so-ciales, económicos, políticos, ambientales,culturales, de género, de alternativas a launidimensionalidad, del ejercicio de unaciudadanía amplía, de doble vía, desde elsujeto a la sociedad.

3. Una ciudadanía democrática: el le-gado de Kant

El desarrollo de la ciudadanía en el mun-do moderno puede ligarse a la lucha por elreconocimiento de los derechos humanosen todas sus dimensiones y situados en susrespectivos contextos históricos. Como tam-bién al afianzamiento de la idea de la per-sona, de la humanidad, como un fin en símismo y al desarrollo progresivo del con-cepto y ejercicio de la autonomía, fundadaen la capacidad humana de pensar por símisma y, en plantearse la posibilidad deconstruirlo al acomodo de sus sueños ynecesidades por vía de la participacióndemocrática en las decisiones colectivas.

Un primer acercamiento al desarrollo delas condiciones para una ciudadanía demo-crática –pero no el único– puede situarseen torno a la reflexión sobre la autonomíaa partir de los ensayos de Kant sobre la

ilustración, el progreso humano y la histo-ria universal. En éstos, Kant parte de la ideade que los hombres son mayores por natu-raleza (naturaliter majorennes)12 y de queexisten disposiciones naturales en el géne-ro humano para el uso de la razón, median-te la cual debe cumplir con su destino; sinembargo, el hombre es culpable de su es-tado de ignorancia, pues no se atreve apensar sin la presencia de un tutor. No haceuso de su razón, ni pública, ni privada.

El filósofo alemán consideraba al hom-bre como el único animal dotado de la ca-pacidad de razón, por tanto destinado a serel centro de la creación de un mundo cadavez mejor gracias al conocimiento acumu-lado por generaciones. Aclara que ser elcentro de la creación es el lugar de la es-pecie humana y no de los individuos. Lahumanidad es la autora indefectible delprogreso, y es sólo en ella que puede en-contrar su realización la persona, en susformas de organización social, política yeconómica.

En este sentido, un asunto central paraKant era el de la justicia, el cual debía re-solverse primero en cada uno de los Esta-dos y luego en el planeta, confiando enque la disposición natural del género hu-mano conduciría al establecimiento de laciudadanía mundial o cosmopolita para to-dos los hombres. El autor suponía que elmismo antagonismo –con el que obra lanaturaleza– que había llevado al hombre areunirse en sociedad para garantizarle salirde su salvaje libertad (la insociable sociabi-lidad), que además le permitía lograr unstatus entre sus conciudadanos para poseer,o mandar de acuerdo con leyes estableci-das, se mostraría como una dificultad in-mediata para la constitución de la federa-ción de Estados, pero sin impedirla en ellargo plazo, por ser el motor de la razón,parte de la naturaleza humana.

La postergación del establecimiento dela liga de Estados como un Estado civil cos-mopolita es un problema que se refieredirectamente al hombre como ser racional

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en tanto que ser moral, por ello recuerdaque Rousseau, ‘el maestro de la vocacióninnata a la autonomía’, como Kant solía lla-marlo, estaba tentado de preferir el estadode los salvajes dado que en la etapa ante-rior al ‘universalismo Kantiano’ “[...] la na-turaleza humana padece los peores malesbajo la apariencia engañosa de nuestro bien-estar [...]”

Dicha autonomía, propuesta en princi-pio sólo para el varón, necesita para suejercicio, además de un proceso de ilus-tración, de unas condiciones materiales deexistencia que impidan que los seres hu-manos sean impelidos a sacrificar sus li-bertades, su condición de ciudadanía, parasobrevivir. Esas condiciones materiales, pro-ducto del progreso científico y técnico, hansido conquistadas por medio de la luchareivindicativa por los derechos civiles,políticos, económicos, sociales, culturalesy del ambiente. Luchas que históricamen-te se han configurado esencialmente comoconflictos de clase, por lo menos de for-ma evidente hasta la primera mitad delsiglo veinte. Posteriormente apareceránotros grupos con reivindicaciones socialesque refuerzan la tendencia a la ampliacióny garantía de las libertades, quizá el másimportante de ellos sea el movimiento delas mujeres, que paulatinamente ha llena-do de nuevos significados y contenidos ala democracia, abriendo caminos para nue-vos grupos sociales, como los gays y laslesbianas.

La síntesis de David Held: Marshall yGiddens

David Held explora la naturaleza de laciudadanía, a través de la evaluación losestudios de su significado en el contextode las estructuras sociales y económicasrealizados por T. H. Marshall y AnthonyGiddens.13 El objetivo de Held es mostrarcomo el marco por medio del cual Giddensy Marshall examinan la relación entre lasclases y la ciudadanía es parcial y limitado.Sin embargo rescata los importantes apor-tes de éstos al estudio de la ciudadanía yde aspectos vitales en la vida democráticamoderna.

Para comenzar, muestra cómo para am-bos autores la lucha reivindicativa juega unpapel crucial en el reconocimiento de losderechos de los individuos y de su estatuscomo ciudadanos, aunque Giddens argu-mente que no existe la suficiente atencióna los conflictos de clase en los estudios deMarshall. Para Marshall el concepto y la rea-lidad de la ciudadanía son dos de las fuer-zas motrices de la era moderna, en tantoque ha habido una tendencia que aunqueirregular, es persistente, hacia la expansiónde los derechos de ciudadanía, que, parafines de comprensión, divide en tres ‘ha-ces’: los civiles, los políticos y los sociales.Los civiles compuestos de los elementosnecesarios para la libertad individual: liber-tad de persona, palabra, pensamiento, fe,a la propiedad y a establecer contratos vá-lidos y derecho a la justicia; los políticos:

* Nota: Según Held, esta categoría está particularmente subdesarrollada en el análisis de Giddens.

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derecho a participar en el ejercicio del po-der político a elegir y ser elegido y; los so-ciales que abarcan todo el espectro “desdeel derecho a la seguridad y a un mínimobienestar económico, al de compartir ple-namente la herencia social y vivir la vidade un ser civilizado conforme a los están-dares predominantes en la sociedad.”14 Conéstos el individuo puede ejercer la ciuda-danía, mientras el Estado se encarga demantener unas instituciones que ofrezcanrespuesta a los requerimientos hechos porlos individuos en ejercicio de su ciudada-nía, tales como los tribunales de justicia, losorganismos representativos locales y regio-nales, los servicios sociales y el sistemaeducativo.

Para Marshall, basado en la experienciahistórica británica, los derechos civiles fue-ron los primeros en desarrollarse y ser san-cionados en forma parecida a la actual, du-rante el siglo XVIII. A continuación de és-tos, se fueron desarrollando los derechospolíticos cuyo principal rasgo fue su exten-sión a lo largo del siglo XIX y hasta bienentrado el XX, cuando el principio de laciudadanía política universal fue plenamen-te reconocido. En tanto que los derechossociales prácticamente desaparecieron enel siglo XVIII y comienzos del XIX y sólotuvieron un renacimiento a poco tiempode iniciarse el siglo XX, hasta lograr su con-solidación con los estados del bienestar enla época de la segunda postguerra. Frentea éstos, apunta Held: “La idea de Marshalles que los derechos sociales constituyenun elemento vital de una sociedad que to-davía es jerárquica, pero que ha mitigadolas desigualdades -y aliviado las tensiones-derivadas del sistema de clases.”15

En tal sentido la conquista progresivade los derechos civiles, del reconocimien-to del sujeto como libre e igual, se convier-te en el prerrequisito para el desarrollo delos derechos políticos, pues sólo si los indi-viduos son considerados libres e iguales,autónomos, están en condiciones de parti-cipar en la ejecución del contrato moder-

no, pueden ser pensados como responsa-bles políticamente. A su vez el reconoci-miento de los derechos políticos se con-vierte en un importante expediente paragarantizar las libertades individuales. Ele-mento en que coincide plenamente conGiddens, quien sostiene: “Las distintas ca-tegorías de los derechos ciudadanos se de-berían entender como áreas de disputa oconflicto específicas, cada una vinculada atipos peculiares de poder regulatorio y vi-gilancia, donde dicho poder es una ins-tancia necesaria del dominio de los grupossupraordinados y, a la vez, un eje alrede-dor del cual los grupos subordinados pue-den reclamar un mayor control sobre susvidas.”16 Y que Held resume en el siguien-te cuadro:

Según el marco explicativo del desarro-llo de los derechos propuesto por Giddens,en la medida en que se iba expandiendo laautoridad soberana del Estado y que sus cen-tros administrativos se iban haciendo máspoderosos, el Estado ya no podía dependerdel uso de la fuerza como medio directo degobierno, por tanto ésta empezó a reducir-se, en tanto que las relaciones sociales decooperación fueron ganando terreno y segeneró un espacio de reciprocidad entregobernantes y gobernados que aumentó lacapacidad de los últimos para incidir sobresus autoridades. Para Giddens la lucha por laextensión de derechos debe entenderse enese contexto, en tanto la expansión de lasoberanía estatal contribuyó a fomentar laidentidad de los dominados como sujetospolíticos, como ciudadanos.

En dicho proceso la lucha por la ciuda-danía adoptó diversas formas, pero paraGiddens la de más largo aliento e impor-tancia fue el conflicto de clase. Primero elde la burguesía contra los rezagos de losprivilegios feudales y luego el del proleta-riado contra el monopolio del poder de laburguesía. Generando dos cambios institu-cionales masivos. El primero de ellos la pro-gresiva separación del Estado de la econo-

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mía, el establecimiento de los derechos ci-viles y políticos por parte de la burguesía,que favoreció la liberación de la sociedadcivil de la intervención directa del Estado.El segundo cambio se consiguió luego dela obtención del sufragio universal a finesdel siglo XIX y comienzos del XX, con eltriunfo de las clases trabajadoras en favorde los derechos sociales, que dio origen alEstado intervencionista moderno. Por lotanto desde la perspectiva de Giddens lalucha de clases ha sido y sigue siendo elmedio fundamental de la ampliación y ladefensa de los derechos ciudadanos, puesnada garantiza que éstos no se desvanez-can según determinadas condiciones eco-nómicas y sociales. Son conquista frágil quesiempre y en todo momento hay que estarlistos a defender.

Ahora bien, la crítica de Held a los tra-bajos de Marshall y Giddens, en particularal trabajo de este último, está dirigida amostrar cómo sus esquemas explicativossobre el movimiento por los derechos ciu-dadanos, la lucha por su ampliación, sonparciales y limitados pues se restringen ael conflicto de clase, aunque Giddens reco-nozca que existen conflictos y luchas queno pueden ser explicadas dentro de estemarco analítico.

En palabras de Held: “el argumento encontra de Marshall y Giddens puede, en-tonces, formularse de la siguiente manera.El conflicto de clase puede ser perfecta-mente un importante medio para el desa-rrollo de los derechos ciudadanos pero deninguna manera es el único que reclamaatención.”17 Por lo que: “Tratar el dominiode los derechos es tratar tanto los derechosque los ciudadanos disfrutan formalmentecomo las condiciones bajo las cuales losderechos ciudadanos se realizan o hacenvaler efectivamente. Sólo este ‘doble enfo-que’ permite captar los grados de autono-mía, interdependencia y restricciones quelos ciudadanos afrontan en su sociedad.”18

En opinión de Held, las explicaciones deMarshall y Giddens tienen otra importante

limitación, al concentrarse exclusivamenteen la relación del ciudadano con el Estado-Nación, relación cada vez más compleja ydifícil por el proceso de globalización eco-nómica y cultural y su influencia sobre lapolítica y el derecho.

La importancia de la revisión de Heldradica, entonces, en recordar que el debatede la ciudadanía debe ir más allá, y dar cuen-ta de las luchas y reivindicaciones que plan-tean diferentes grupos y movimientos quetrascienden la noción de clase, como losde género, los movimientos antirracistas(afrodescendientes, indígenas, latinos, etc.),los ambientalistas, los grupos de diversidadsexual, etc. Es necesario que el estudio yejercicio de la ciudadanía se preocupe detodas aquellas dimensiones que favoreceno restringen la participación de las perso-nas en la comunidad en la cual viven sucotidianidad y, la compleja relación e in-fluencia de los procesos nacionales e inter-nacionales que las atraviesan, en la perma-nente transformación de la cultura política‘nacional’. Una dimensión definitiva es ladel ejercicio de la oposición, social y políti-ca, como forma de control, que se convier-te en un factor clave para el desarrollo deuna cultura política democrática.

4. El derecho a la oposición

Giampaolo Zucchini al redactar el alcan-ce de la expresión: Oposición en el Diccio-nario de política, nos aclara, lo que es ob-vio, en una mentalidad crítica, moderna: “Laoposición no se reduce a la oposición par-lamentaria … la oposición parlamentaria noagota la tipología de la oposición aun si estees el modelo más difundido y más impor-tante.”19

Las razones son múltiples. Subrayemossu matriz; el sistema político y el parlamen-tarismo son parte o subsistemas del ampliosistema social que vive y se reproduce nosólo a través de estructuras, sino tambiénde conflictos de intereses, ideas y motiva-ciones religiosas, étnicas, culturales, pasio-

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nales y por último, pero no de último, porperversiones.

Sabemos bien que los conflictos pue-den y deben procesarse creativamente através del diálogo, la negociación, el acuer-do, la aceptación de las decisiones de lamayoría, el respeto a la minoría. O pue-den expresarse por medio de las violen-cias y guerras... O pueden combinar en unarco iris de situaciones y posiciones las an-teriores dinámicas.

La oposición ofrece entonces un marcotipológico amplio y sofisticado de acuerdocon el régimen de partidos existente, al gra-do de legitimidad del sistema, a los alcan-ces de la homogeneidad social, a la exis-tencia del pluralismo –cultural, regional, re-ligioso, político–, la importancia de la frag-mentación, el desarrollo de la cultura polí-tica. Si hay bipartidismo o multipartidismo.A la existencia de la democracia en la polí-tica; el Estado con sus consecuentes insti-tuciones, en lo social y cultural. Al tipo detradiciones para las soluciones de los con-flictos. Todo esto explica la presencia, quees siempre histórico-concreta, de los parti-dos y movimientos de oposición y es de-ber del pensamiento político el saber reco-nocerlos, explicar sus dinámicas y propósi-tos. Su sentido político e histórico. Final-mente las valoraciones necesarias.

La oposición puede ser, en primer lugar,intrasistema, extrasistema o antisistema. Laprimera se da en el interior del sistema po-lítico. La segunda está afuera por exclusióny pugna por entrar con modificaciones almismo, buscando su ampliación, reforma,democratización o cambio, en tal o cual di-rección. La tercera busca el cambio del sis-tema de manera significativa, sustancial, porla vía revolucionaria o reaccionaria.

Las oposiciones extra y antisistema pue-den ser caracterizadas de acuerdo con lasformas y estrategias con que se adelanten.Así puede ser no violenta, pacífica pero ma-siva y beligerante, puede darse en desa-rrollo de una guerra revolucionaria o reac-cionaria; a través de conspiraciones, golpes

de Estado. O en una combinatoria sofistica-da de muchos elementos.

En segundo lugar, la oposición puedeser parlamentaria. Parte del principio queésta institución expresa la representaciónnacional y popular y oficia de constituyen-te derivado. Por lo tanto es el epicentropolítico de los partidos, las controversias yla nación. Este modelo surgió por primeravez en los albores de la democracia capita-lista, en el siglo XVIII, en Inglaterra a partirde la alternación –como lo recuerda Zuc-chini– de dos grupos socialmente homo-géneos, los Whigs y los Tories, que teníanen común el objetivo del mantenimientodel sistema en una visión sustancialmenteunitaria del marco político general, disin-tiendo, por el contrario, sobre las estrate-gias y, solo en parte, sobre los fines últi-mos del desarrollo del país. En ésta situa-ción los contrastes fueron más de carácterpersonal que de tipo ideológico-político.20

Desde entonces a hoy esta oposiciónparlamentaria ha adquirido distintas face-tas, siendo a veces distintos partidos los queejercen la oposición cuando se trata de unrégimen multipartidista en el propio parla-mento. Especialmente importantes por laampliación democrática del voto fueron enInglaterra la reforma electoral de 1867, queadmitió el voto al proletariado industrial yla de 1884, que lo hizo con los agrícolas.Hasta la incorporación de las mujeres y losjóvenes al ejercicio del sufragio.

En tercer lugar, la oposición puede serextraparlamentaria o combinada con pre-sencia en el parlamento. Esto es especial-mente cierto cuando se trata de los parti-dos de masas laboristas, socialistas, popu-listas, comunistas. Las oposiciones extrapar-lamentarias pueden ser políticas y/o socia-les, adelantadas por agrupaciones o coali-ciones que son minoritarias y no alcanzan asalir por la estrechez de la representacióno por cualquier otra circunstancia. Tambiénpueden ser adelantadas por agrupacionesque teniendo presencia política significati-va deciden abstenerse de participar en elec-

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ciones. O las adelantadas por grupos y mo-vimientos sociales, campesinos, trabajado-res, mujeres, estudiantes, intelectuales, in-dígenas, afros, periodistas, ambientalistas...

Dentro de esta tipología que hemos sin-tetizado y advirtiendo de nuevo el gradode complejidad y sofisticación con que sue-le darse el juego político gobierno-oposi-ción en singular y en plural es posible asu-mir una orientación metodológica sobre laoposición, a la manera de la presentada porRobert A. Dahl, quien distingue los seis ele-mentos más importantes sobre los cualeses posible construir un análisis comparadoentre modelos de oposición: 1. Cohesiónorganizativa y concentración de los oposi-tores; 2. Carácter competitivo de la oposi-ción; 3. Puntos claves de desarrollo de lacompetitividad entre oposición y mayoría;4. Carácter distintivo e identificable de laoposición; 5. Objetivos de la oposición; 6.Estrategia de la oposición.21

Hasta aquí hemos enunciado precep-tos y condiciones básicas para el ejercicioy análisis de la democracia, en el siguienteapartado abordaremos el papel de las per-cepciones y del orden simbólico, de valo-res y prácticas que propician el desarrollode una cultura política democrática.

5. La pareja democracia y socialismo

Lo esencial del pensamiento de Marx-En-gels, Rosa Luxemburgo sobre la democraciapuede sintetizarse en los siguientes aspectos:

1) La democracia es una forma política yestatal que responde a procesos históri-cos desiguales y combinados, y porende, no se reduce a una forma abs-tracta aplicable como modelo a realida-des espacio-temporales disímiles. Comotal la democracia va a tener una formaconstitutiva y evolutiva.

2) El pensamiento crítico sobre la demo-cracia, en palabras de Luxemburgo, sabediferenciar adecuadamente el conteni-do social de la forma política de la de-

mocracia burguesa, dado que en el ca-pitalismo con la libertad y la igualdadformales se busca encubrir “el durocontenido de desigualdad social y la fal-ta de libertad.”22

3) El proceso histórico debe orientarse ha-cia una transición en que la democraciano se elimina sino que se amplía, sevuelve más real, “se debe avanzar pasoa paso partiendo de la participación ac-tiva de las masas… bajo su influenciadirecta, sujeta al control de la actividadpública; debe surgir de la educaciónpolítica conciente de la masa popular.”23

4) El único camino dice Luxemburgo, pasapor la escuela de la misma vida pública,por la democracia y opinión pública másilimitadas y amplias. Y en relación conlos disidentes u opositores, polemizan-do con Lenin y Trotsky, afirma: “La li-bertad es siempre y exclusivamente li-bertad para el que piensa de maneradiferente.”24

5) La democracia debe relacionarse con losvalores, con los derechos humanos enque la vida y su dignidad es el principioordenador para actuar por la justicia so-cial en clave de Derechos. En La cues-tión judía, Marx no rechaza la emanci-pación política, la ciudadanía que con-quistó la Revolución Francesa, sino queseñala que es limitada, recortada, ya queno ofrece la emancipación social, y porende, la superación de la explotación.Se debe transitar hacia la igualdad ma-terial en el marco de la diversidad. Lalibertad implica superar la opresión detodo orden, la humillación y la ofensa.Colocar a las mujeres de toda condicióncultural y étnica, entre nosotros afrodes-cendientes, indígenas, rom y trabajado-ras de todos los colores, en condicionesciertas de lograr igualdad, es decir, deejercer la libertad en su plenitud. Libe-rarse de la explotación es el paradigmade la libertad como expresión de la di-versa dignidad humana. Esta perspecti-va anterior implica la crítica al fetichis-

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mo jurídico, a la alienación de la vida ala ciencia y artes instrumentales. A con-cebir la cultura en todas sus dimensio-nes como un campo de lucha; se tratade la dinámica de la emancipación entodas sus dimensiones.

6) En el horizonte de la Democracia el trán-sito al socialismo como superación dela explotación capitalista, del sexismo,el racismo, la humillación y la ofensa noopera contra la democracia sino contrala dictadura del capital y el Estado. Esun proceso de transición territorial ysocial, de abajo arriba, de la región y laperiferia al centro y las capitales. RosaLuxemburgo indagó sobre esto en mu-chas direcciones: como control obrero,público, de debate abierto, sufragio uni-versal, consejos de distinta conforma-ción, órganos de poder dual, comunas,construcción de gobiernos locales y na-cionales. Todo esto contextualizado ensu formación dialéctica de reforma yrevolución, y la estrategia de huelga demasas. Temas a los que dedicó dos desus libros más destacados.En el pensamiento de Luxemburgo el

espontaneísmo de los trabajadores es ele-mento creativo y democrático clave, indis-pensable, del cual emana toda la sabiduríapolítica que hace posible la revolución so-cialista. La espontaneidad es creatividad delas masas en lucha, en despliegue de susiniciativas, donde el programa, la política,los dirigentes y las organizaciones viven sumomento de prueba decisiva. Donde lateoría y la reflexión se nutren de las expe-riencias, de los avances y derrotas. En elprincipio fue la acción, decía Luxemburgo,repitiendo a Fausto, ella que era doctoraen ciencia política y notable teórica delmarxismo. Se trata de una teoría radical dela democracia como política emancipadoraconstruida por los trabajadores en sus ex-periencias, sus praxis colectivas. Una ver-sión propia del partido de los trabajadores,diferente a la de Lenin y Trotsky, que tie-ne su correlato en el socialismo. Luxem-

burgo enunció para ello el aserto: No haydemocracia sin socialismo, no hay socialis-mo sin democracia. De hecho, su pensa-miento fue el primero y mejor elaboradopara criticar los aparatos burocráticos de lossindicatos y la socialdemocracia alemana.

Sabemos que el socialismo debe inscri-birse en esta reflexión y ser al mismo tiem-po internacional. Debe hablar colombianoy latinoamericano, acudir a sus orígenes,tradiciones, experiencias y proyectarse ala sociedad mundo. Sabemos que debe usarlas ciencias y las técnicas, la creatividad paraacompañar la planeación democrática dela economía y la sociedad. Los gobiernos ylas instituciones deben expresar y descan-sar en los trabajadores, con el principio sa-grado de que las élites, profesionales y di-rigentes, deben servir y no usufructuar enla gestión pública.

Sabemos que no debe ser el socialismo.El modelo estalinista de los socialismos real-mente existentes con su cortejo de fraca-sos y crímenes no es el socialismo, comotampoco la conversión socialdemócrata degobernar y administrar el capitalismo. Sineste deslinde de posturas el socialismo estácontaminado y los trabajadores hacen bienen no respaldar las propuestas que inequí-vocamente no rechazan el ‘comunismo’burocrático y los cantos de sirena de la so-cial-democracia.

Hay una presencia de las ideas y lapraxis de Rosa Luxemburgo en NuestraAmérica y en Colombia. En su momentoJosé Carlos Mariátegui llamó la atenciónsobre su importancia.25 En Colombia sulibro científico en economía La acumula-ción del capital26 , tuvo una influencianotable en los maestros del socialismo:Luis Eduardo Nieto Arteta cita ampliamen-te a Luxemburgo en sus escritos econó-micos, es claramente luxemburguista. An-tonio García destaca en primer lugar suaporte entre los científicos sociales heré-ticos, dice: “Por el camino del análisis dia-léctico, Rosa Luxemburgo, Baran o Sweezydescubrieron no solo la morfología, sino

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las raíces históricas del atraso.” Y afirma:“El aporte fundamental de Rosa Luxem-burgo consistió en mostrar el papel esen-cial desempeñado por las naciones nocapitalistas como mercado suplementarioy elemento condicionante de la acumu-lación en el sistema capitalista, si bienpartió de la hipótesis equivocada de iden-tificar países atrasados y dependientescon países no capitalistas.”27

Desde su cátedra de teoría y políticade comercio internacional en la Universi-dad Nacional en los años cuarenta, y en suslecciones recogidas en el libro Bases deeconomía política, García destacó a RosaLuxemburgo como una de las grandes teó-ricas del marxismo. Allí afirma:

Es corriente encontrar este mismo jui-cio en los grandes teóricos del marxismo.Rosa Luxemburgo en La acumulación delcapital, [en el apartado La lucha contra laeconomía campesina] analiza certeramen-te los elementos que constituyen la “co-yuntura revolucionaria” del capitalismo nor-teamericano: los transportes, la presión fi-nanciera, la industrialización de la agricul-tura, la circulación monetaria, la organiza-

ción privada de los capitales, el desarrollomecánico.28

Por su parte, Gerardo Molina en su Bre-viario de ideas políticas, en el capítulo so-bre El revisionismo, sigue de cerca los li-neamientos de reforma y revolución y losalcances del socialismo de esta gran diri-gente. A Molina pertenece este criterio:

En un folleto aparecido en Alemania altérmino de a Primera Guerra Mundial y quese atribuyó con fundamento a Rosa Luxem-burgo, se lee lo siguiente: (48) “En las revo-luciones burguesas, la sangre, el terror, losasesinatos políticos eran las armas inevita-bles en las manos de las clases insurgentes.”“la revolución proletaria no tiene necesidaddel terror para alcanzar su fin: ella detesta elasesinato. Por eso no necesita apelar a losmedios violentos, porque no combate con-tra los individuos, sino contra las institucio-nes.” Pero desde luego el folleto agregabaque “toda resistencia debe ser rota.”29

Hay una huella destacada de Luxem-burgo , incorporada a nuestra tradición quehay que recuperar y poner a vivir en elfecundo campo de las ideas y las expe-riencias revolucionarias.

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1 Discurso pronunciado en Gettysburg en1863 el original en inglés: government ofthe people, by the people, for the people. Veáse:Sartori, Giovanni. ¿Qué es la democracia?Bogotá. Altamir, 1994.

2 Véase: Bobbio, Norberto. El futuro de lademocracia. México. Fondo de CulturaEconómica, 1986.

3 Bobbio, Norberto. ¿Qué socialismo? Bar-celona. Plaza & Janés, 1977.

4 Dahl Robert. La democracia. Una guíapara los ciudadanos. Madrid. Taurus, 1999.

5 Dahl Robert. La poliarquía. Participacióny oposición. Madrid. Tecnos, 1989.

6 Sartori, Giovanni. ¿Qué es la democracia?.7 Bobbio, Norberto. Estado, gobierno y so-

ciedad. Capítulo I. Fondo de Cultura Eco-nómica. México, 1989.

8 Ibídem.9 Kant, Emmanuel. La paz perpetua. Segun-

do apéndice. Varias ediciones.1 0 Arendt, Hannah. La Condición Humana.

Taurus. Barcelona, 1995.1 1 Cortina, Adela. Hasta un pueblo de demo-

nios. Ética pública y sociedad. Taurus. Ma-drid, 1998.

1 2 Kant, Emmanuel. Respuesta a la pregunta¿Qué es la Ilustración? En: Filosofía de lahistoria. Editorial Fondo de Cultura Eco-nómica. México, 1994.

1 3 Held, David. Ciudadanía y autonomía. En:Revista La Política. Paidós. Madrid, 1997.

1 4 Marshall, T. H. Ciudadanía y clase social.Alianza. Madrid, 1998.

1 5 Held. Ciudadanía y autonomía.16 Ibídem.1 7 Ibíd.

NOTAS

1 8 Ibíd.19 Bobbio, Norberto; Nicola Mateucci y

Gianfranco Pasquino. Diccionario de po-lítica. La voz: Oposición. México. Siglo XXI,1998.

2 0 Ibídem.2 1 Dahl Robert. La poliarquía. Participa-

ción y oposición. Madrid. Tecnos, 1989.2 2 Luxemburg, Rosa. La Revolución Rusa – 8.

Democracia y dictadura. En: Obras esco-gidas. Bogotá. Editorial Pluma, 1976. TomoII, p. 215.

2 3 Ibídem.2 4 Ibíd., p. 209.2 5 Ver: Sánchez, Ricardo. El ángel de la revo-

lución. Ponencia en el V Seminario Inter-nacional Marx Vive. Alternativas y gobier-nos alternativos en América Latina. 31 deoctubre, 1 y 2 de noviembre de 2006, Bo-gotá. Universidad Nacional de Colombia /Universidad Distrital Francisco José deCaldas.

2 6 Luxemburgo, Rosa. La acumulación delcapital. Estudio sobre la interpretación eco-nómica del imperialismo. Madrid. Cenit,1933.

2 7 García, Antonio. La estructura del atrasoen América Latina. Hacia una teoría lati-noamericana del desarrollo. Bogotá. Con-venio Andrés Bello, 2006, p. 72.

2 8 García, Antonio. Bases de economía política.Bogotá. Tiempo americano, 1984. Antologíadel pensamiento económico y social de Amé-rica Latina. Nota 3 al capítulo: Coyunturasrevolucionarias del capitalismo, p. 274.

2 9 Molina, Gerardo. Breviario de ideas políti-cas. Bogotá. Tercer Mundo, 1982, p. 133.

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Texto preparado para el III Seminario deEconomía Mundial. Hegemonía estado-

unidense y crisis actual, IIEC-UNAM, 21-22 de mayo, 2008

Hay varias entradas para analizar lacrisis de los Estados Unidos. Comen-zando por el hecho histórico inédi-

to que una nación líder, un imperio, se hayaconvertido en deudora neta mundial enlugar de banquero del mundo, y seguidopor la aparente desconexión o desacopla-miento de las economías emergentes de ladinámica de la economía líder, el orden mun-dial está cambiado y el papel de los Esta-dos Unidos en la economía mundial estáigualmente cambiando. La interrogante esentonces no cómo se entró en esta crisissino cómo se produjo el cambio en el pa-pel de los Estados Unidos en la economíamundial y qué significa. El orden económi-co establecido en 1944 ha terminado juntocon la funcionalidad de las instituciones deBretton Woods y la llamada Pax Americanaal haber dejado de ser los Estados Unidosel centro y motor esencial de la economíaglobal.

La burbuja de Nueva York. 1995-2000El reacomodo a lo que comenzó como

un aparente problema financiero de eco-nomías menores, conocido como la crisisasiática desatada por especulación contrael Baht de Tailandia, fue seguido por unacrisis mundial importante expresada en loscambios de tendencia del crecimiento delos PBI del G7 y de América Latina en ge-neral; y dentro de los grupos de países, in-clusive en las economías lideres como la

Óscar Ugarteche/ELEMENTOS PARA COMPRENDER LA CRISISESTADOUNIDENSE: La crisis del mileniovuelta a mirar

de Estados Unidos que venía sosteniendola mayor tasa de crecimiento dentro del G7.Lo que ocurrió fue una “exuberancia irra-cional” en términos de Alan Greenspan,entre las bolsas de valores y las tasas decrecimiento de los PBI de las economíaslíderes. Así se bautizó la burbuja financierarecordando the South Sea Bubble del sigloXVIII y otras burbujas financieras más re-cientes.

Dijo Alan Greenspan, presidente de laReserva Federal de los Estados Unidos en1996, anticipando el problema:

“But how do we know when irrationalexuberance has unduly escalated assetvalues, which then become subject tounexpected and prolonged contractions asthey have in Japan over the past decade?And how do we factor that assessment intomonetary policy?”1

La peculiaridad de esta burbuja es sucomponente de “nueva economía”: lasacciones tecnológicas y la expectativa decrecimiento económico basada en la “nuevaeconomía”. En principio, no puede haberun crecimiento en los índices de bolsamucho mayor que el crecimiento esperadodel PBI. Mucho menos puede haber uncrecimiento de los índices de bolsa cuandolas economías están entrando en declivesde crecimiento porque no hay base real parala rentabilidad esperada que se expresa enel precio de las acciones en las bolsas. Larealidad es que las bolsas de las economíaslíderes primero tuvieron una conductamaníaca, usando siempre el término deKindleberger (1965), separada de latendencia del PBI, pero desde el 2000acompañaron la tendencia a crecimiento

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cero de los PBI, cayendo en pánico cuandolas cuatro mayores bolsas del mundoexpresaron tendencias declinantes de largoplazo a futuro. Estos son los índices de laBolsa de Nueva York, Dow Jones IndustrialIndex, el NASDAY de acciones tecnológicasde Nueva York igualmente, el índice de labolsa de Londres, el Financial Times StockExchange index FTSE 100 y el DAX de labolsa de Frankfurt.

Al temido fin de la burbuja financiera,anticipada por el propio presidente del FED,Alan Greenspan, quien advirtió que no habíaque seguir inflando los precios o podríaprecipitarse una catástrofe, le siguió elpinchazo de enero del 2000 cuando lasbolsas líderes del mundo, las que en 1998se beneficiaron de la crisis asiática, por serel refugio de los inversionistas globalesbuscando seguridad, observaron desplomesen sus índices de precios. Hubo advertenciassobre el particular que fueron ignoradas.2 El

10 de septiembre del 2001, se advirtió quela crisis podía ser “sincronizada”, sin embargo,como se aprecia,3 ya lo era.

Ésta podría ser como la recesión que supadre conoció. Ya había transcurrido toda unageneración desde que las economías sehundieran al mismo tiempo y que muchoscreían que la combinación de avancestecnológicos, la sofisticación de los pronósticoseconómicos y la moderna política monetariahabían eliminado la posibilidad de volver auna caída global. Pero el aumento deldesempleo en los Estados Unidos, anunciadola semana pasada, junto con las novedadesdeprimentes de Japón parecerían estardejando al mundo un poco más cerca de latemida “recesión sincronizada”.

Esto ha querido decir que se debilitó laconfianza sobre el futuro del crecimientode las economías líderes porque, comoseñaló Dow en su teoría, la relación entrelos índices de precios de bolsa y el

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Gráfico No. 1Principales índices de bolsa

Fuente: Bloomberg. Elaboración Manuel Elías Mendoza

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crecimiento económico es estrecha alexpresar el valor presente de los flujosfuturos esperados de las empresas. De estemodo, el crecimiento esperado de laactividad de las empresas determina elcrecimiento de la actividad económica ensu conjunto, hoy articulado en torno aservicios a través de la nueva tecnologíamás que por bienes. El resultado del año2000 para las bolsas líderes de EstadosUnidos, Alemania, Japón y Gran Bretaña fuemalo, prediciendo una recesión marcada.Nótese el ángulo del declinio de Nasdaq,de acciones tecnológicas, frente a lamodesta contracción del Dow Jones. Luegoesto se va a profundizar los años siguienteshasta el 2003.(gráfico No. 1) Nótesetambién la simultaneidad de las caídas enlas cuatro bolsas seleccionadas.

La crisis sincronizadaSe ha hecho el ejercicio de aparear los

índices de bolsa cuya trayectoria es más

parecida y se ha encontrado que los índicesde tecnológicas de Nueva York y la bolsade Tokio tienen trayectorias idénticascuando revienta la burbuja de Nueva York.Es decir, la crisis estadounidense arrastró aúnmás abajo a los índices japoneses (GráficoNo. 2) y a la economía japonesa que yaestaba afectada desde hacía una década.

Luego se ha comparado las bolsas deacciones generales Dow Jones Industrialsde Nueva York y FTSE 100 de Londres yse ha encontrado que están perfectamenteinterconectadas, de manera que la caídade una y otra ocurren al mismo tiempodesde inicios del 2000 y tocando un pisoen marzo del 2003. Esto hace de ladoque los atentados del 9/11/01 sean losresponsables de la crisis mundial y parecensugerir en cambio que la guerra de Irakexplica la recuperación de los índices decapitalización. El gatillo que dispara la caídaparece estar explicado por el cambio de

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Gráfico No. 2Bolsas de Acciones Tecnológicas de Nueva York y Tokio

Fuente: Bloomberg. Elaboración propia.

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milenio y desinversiones por el temor al 0a la medianoche del 31 de diciembre del1999 (2YK), que podría haber borrado lasmemorias de las computadoras. La razón reales que las empresas tecnológicas teníanproblemas de rentabilidad generados por supropia esencia: la celeridad en elconocimiento y la puesta en marcha de lasinnovaciones. A más velocidad, mayor elcosto de la innovación y menor el tiempode la recuperación de la inversión. (GráficoNo. 3)

Lo que es evidente en las bolsas vistases que se aprecia un rebote de expectativasde mejora a partir del segundo trimestre del2003, posiblemente asociado con la invasióna Irak.

Finalmente, toda la economía global hasufrido el impacto de la crisis del milenio.Desde Asia, pasando por Estados Unidos,el G7, la OECD y América Latina, seobservaron reducciones en el crecimiento

económico y retracciones en los flujos decapital, acompañando desplomes de lasbolsas de valores en órdenes de magnitudque van de 30% en el New York StockExchange hasta, el otro extremo, ladesaparición de la bolsa tecnológica enFrankfurt. La suma de las pérdidasacumuladas en los cinco años que van desde1998 hasta el segundo trimestre del 2003resentirá en el crecimiento futuro y losflujos de capital disponibles, dichas pérdidastienen un impacto directo sobre los fondosmutuos y los fondos de pensión en laseconomías lideres, y, por lo tanto, sobre elconsumo en las economías lideres en elmediano plazo.

De otra parte, el único actor dinámicoque no ha sido afectado por estosfenómenos es la China, que, lejos demantener una economía abierta, ha logradoesquivar las flujos negativos de capitales,los desplomes de bolsa y la desaceleración

Fuente: Bloomberg. Elaboración propia.

Gráfico No. 3Índices de Londres y Nueva Cork

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de su crecimiento al mismo tiempo queestá al margen del G7, y del FMI, comoespacios de coordinación o diseño depolíticas macroeconómicas.

La siguiente crisis: o ¿la continuación dela original?

Los Estados Unidos están atravesandodesde el 2006 por la peor crisis financieray de bienes raíces desde la Gran Depre-sión. Con caídas en el PBI de construcciónde viviendas desde el 2004, caídas del pre-cio de las viviendas del orden de 10% enpromedio –se redujeron de 219,000 dóla-res en el año 2005 a 193,900 en febrerodel 20084 –, un sistema financiero no ban-cario –fondo de inversión, fondos de co-bertura y fondos de pensiones– dañadopor la compra de hipotecas en el mercadode derivados y un impacto sobre el merca-do de tarjetas de crédito aun no medido, laperspectiva de la economía mayor delmundo aparece poco brillante.

El contexto de la crisis estadounidenseque se comenzó apreciar a mediados delaño 2007 es un manejo poco responsablede la política macroeconómica cuando enel año 2002 ante la inminencia de la de-presión económica con deflación resultan-te de la caída masiva de las bolsas entreenero del año 2000 y entonces, se tomó ladecisión de reducir las tasas de interés acom-pañando la reducción de impuestos y au-mento del gasto militar característico de losgobiernos republicanos. Esto es idéntico alo que antes hicieran Reagan en 1981 yNixon en 1971. Los efectos de estas medi-das de 1971 y 1981 fue una fuerte depre-ciación del dólar frente a sus pares, una ex-portación de la inflación y eventualmente,en un año o dos, un alza de las tasas deinterés para frenar la inflación que regresaa los Estados Unidos a través de los preciosde las materias primas y la energía. Estavez será igual que entonces solamente quede mayor profundidad y de plazo más lar-go. (Gráfico No. 4)

Esta vez al igual que en otras ocasionesel gobierno republicano ha utilizado el gas-

to militar para empujar el crecimiento eco-nómico. Sólo que esta vez la inyección deldéficit fiscal por defensa no ha implicadoun incremento del PBI sino entre el 2003 y2004. Si se elimina el pico del 2003 de7.5%, la tasa de crecimiento promedio se-ría de 2.31% en lugar de 2.47%. Luego dedicho pico la tasa de crecimiento comenzóa descender hasta niveles de 0.4% en elprimer trimestre del 2008. Quien arrastrópara abajo el crecimiento estadounidensefue el sector construcción porque los pre-cios de dicho sector fueron alimentados poruna tasa de interés cercana a 0 entre 2002y 2003, pero en el año 2004 ésta comenzóa subir nuevamente llevando a queinversionistas en dicho sector salieran delmismo. La burbuja de bienes raíces de ini-cios del siglo XXI es el espejo de la caídade las bolsas del período enero del 2000 amarzo del 2003.

La inyección fiscal mediante la reduc-ción de impuestos y el incremento del gas-to en defensa, pre Irak y post Irak, empujóel déficit fiscal a niveles sin precedentes yel déficit externo llegó a casi 8% del PBI.En América Latina sabemos lo que eso sig-nifica. Endeudamiento para poder consu-mir más de lo que se produce a ritmos deal menos 8% del PIB al año. Esto multipli-cado por toda la administración Bush, sim-plificando, es el tamaño del déficit externoacumulado de dicho país.

Algunos sostienen que eso es lo quemueve a la economía mundial y que por lotanto es el precio que hay que pagar por laprosperidad movida por el manejo irrespon-sable de la economía mayor del mundo. Alotro lado, analistas de balanza de pagos afir-man que no hay déficits permanentes.Déficits externos muy grandes eventual-mente explotan en crisis de la economíanacional porque el exceso de consumo sehace con crédito interno en el país defici-tario, mientras la brecha externa se cubrecon crédito externo. En algún momento oel sistema financiero hace agua o la balan-za de pagos hace agua, o ambos hacen

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Gráfico No. 4Cambio porcentual del PBI de Estados Unidos

(en dólares del 2000 encadenados)

Gráfico No. 5Crecimiento del PBI de Estados Unidos por componentes

Serie 1 desestacionalizadoSerie 2: estacionalizadoBureau of Economic Analysis

http://www.bea.gov/newsreleases/national/gdp/2008/pdf/gdp108a.pdf. 05 de mayo de 2008

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agua. Lo hemos visto en toda América Lati-na. El vecino del norte tan propio para cri-ticar los errores de sus vecinos del sur pa-rece que no aprendió nada.

Como Estados Unidos es quien emite eldólar, su señoreaje le permite imprimir losdólares que quiere internamente y expor-tarlos como medios de pago. La contrapar-tida es que las reservas internacionales semantienen en dicha moneda y por lo tantolos Bancos Centrales del resto del mundo,esencialmente en desarrollo, financian a laeconomía más rica guardando sus reservasen bonos del Tesoro de los Estados Unidos.La lógica de esto según algunos es que deese modo se retroalimenta el crecimientopara las economías exportadoras. Lo quemás se trasmite, empero, es la inflación endólares.

Sin embargo, la dinámica de la economíaestadounidense se vio impactada cuando al-gunos agentes se percataron que el PBI deconstrucción estaba en un curso fuertemen-te descendente y que encima, los bancoscomerciales a partir de 1995 habían vendidosus carteras hipotecarias regularmente a fon-dos de inversión de pensión, y de cobertura,en lo que se conoce como la securitizaciónde la industria. (Gráfico No. 6)

Esto fue acompañado de lo que algu-nos analistas temían: inversionistas extran-jeros de pronto tomaron conciencia queentre la devaluación del dólar y la caída dela rentabilidad de los fondos de pensiones,de inversión y de cobertura, estaban mejorfuera de las bolsas y lejos del dólar. En esemomento, 14 de octubre del 2007, el áni-mo en las bolsas de valores estadouniden-ses cambió y se inició la caída libre enmedio de la cual nos encontramos. Losanalistas en la bolsa de Nueva York antici-pan que el piso podría ser 10,000 puntos,o 40% de pérdida del valor de capitaliza-ción desde su punto máximo de 14,162puntos.

En el camino, algunos bancos deben serrescatados no por sus préstamos hipoteca-rios directos, sino por los bancos de inver-

sión de su propiedad que compraron hipo-tecas a bancos comerciales. Esto ha llevadoa lo que se conoce como una retraccióncrediticia (credit crunch) donde los bancosprestan menos de lo que recuperan. Esanálogo a lo que le pasó a América Latinaentre 1998 y 2001. Por primera vez unbanco de inversión fue rescatado con dine-ro del Federal Reserve Bank (FED), BearStearns, el quinto banco de inversión másgrande recibió una inyección de 29,000millones de dólares a través de JP Morganque fue quien recibió el préstamo del FEDpara esta compra. Esto puede ser usual enotras partes, solo que en Estados Unidosesto no ocurre. De pronto ha aparecido laconciencia que al lado de los préstamos hi-potecarios están las tarjetas de crédito cu-yos saldos son igualmente vendidos por losbancos emisores y comprados por entida-des financieras no bancarias. También lle-gó la evidencia de que las empresas no fi-nancieras están tomando menos gananciasdespués de impuestos.

La apuesta de Bush el año 2002 fue quela inyección del déficit mediante el gastoen defensa llevaría a una recuperación eco-nómica. Lo que no estaba en su baraja eraque las multinacionales de la defensa ha-bían hecho ya outsourcing y el déficit fiscalse iba a volver déficit externo de manerainmediata. Parecería que el andamiaje dela economía exportadora se está cayendoa pedazos. Las ganancias de las multinacio-nales, madre del concepto de globalización,no resulta en mayor crecimiento en la eco-nomía de Estados Unidos ni en mejores ín-dices de bolsa. Estados Unidos parece unaeconomía latinoamericana cualquiera.

La economía global parece haber teni-do un viraje importante en relación con losaños 70 y 80 del siglo pasado, por variasrazones:1. Los gobiernos sustituyeron deudas ex-

ternas por internas entre 1990 y 2007,tras el Brady. Éste fue el destino real delos ahorros nacionales tras las reformasdel sector pensiones. El resultado es que

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hay menos vulnerabilidad frente a va-riaciones de tasa de interés internacio-nales y de tipos de cambio.

2. Los bancos centrales, conscientes de laincertidumbre creada por ladesregulación financiera de los años 90,ante la crisis asiática y la deslegitimacióndel FMI, acumularon reservas a niveleshistóricamente incomparables.

3. El efecto indeseado de la emigración fru-to de los cambios productivos de las úl-timas décadas en el grueso del mundoha llevado a que las remesas de trabaja-dores en el exterior sean una fuenteimportante de ingresos. Esto aumentamás las reservas internacionales.

4. El incremento de reservas internaciona-les llevó a la posibilidad de dejar que eldólar se devaluara en todo el mundo.Es un instrumento de control inflacio-nario para todos los que no están pega-dos al dólar. Las excepciones en Améri-ca Latina son las economías que estándolarizadas. Los asiáticos están flotando

lentamente sus monedas, aunque man-tienen su referencia al dólar aún, en es-pecial Japón y China. Los africanos delsur están referidos al Rand Sudafricanoy los países petroleros de Medio Orien-te, que estuvieron con el dólar desdelos años 50 cuando dejaron la libra es-terlina, han comenzado a pasarse o aleuro o a una canasta de monedas, queincluyen la libra esterlina, el yen, el euroy el dólar.

5. Hay más motores que impulsan el creci-miento de la economía global. Lo nuevoglobal es regional. Europa tiene más del50% de su comercio intrarregional; Asiaigualmente; hay una tendencia crecien-te en América del Sur, incluso para lospaíses con TLC con Estados Unidos; ylos africanos de la parte sur de África seestán integrando. Igualmente el concep-to Bahrein en Medio Oriente acompañaa la iniciativa de Chiang Mai en Asia y ala declaración de Quito en la construc-ción de una nueva arquitectura financie-

http://www.bea.gov/newsreleases/national/gdp/2008/pdf/gdp108a.pdf. 05 de mayo de 2008

Gráfico No. 6Crecimiento del total PBI de Estados Unidos

y del sector de construcción residencial

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139LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

ra regional. El aporte del Perú a eso fuela iniciativa de Alan García de lanzar enQuito el concepto del peso sudamerica-no, actualmente en construcción.

6. Ésta no es sólo una crisis de la econo-mía estadounidense sino del orden in-ternacional construido desde 1944 alre-dedor del dólar y de las instituciones,ahora moribundas, de Bretton Woods.

Esta es la primera crisis estadounidense

de gran envergadura que no ha implicadoque de forma instantánea y sincrónica, losmercados de valores arrastren a su paso alos mercados de materias primas. Históri-camente ante las grandes crisis, el dólarsube, como valor de reserva, todo lo de-más baja, por efecto de las caídas en la pro-ducción. En los años 70 se estancó la eco-nomía de Estados Unidos, subió el oro y elpetróleo y todo lo demás decayó fuerte-mente. La tasa de interés se volvió negati-

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

US Dólar 100 84 84 101 138 183 214 235

Euro 100 90 76 77 96 145 153 150

China - Renminbi 100 84 84 102 138 179 202 208

Japon - Yen 100 97 88 95 125 188 222 231

Korea - Won 100 88 79 97 115 149 159 174

Singapur - Dólar 100 90 84 100 130 176 189 196

Tailandia – Baht 100 86 83 93 124 173 175 164

Brasil - Real 100 104 155 149 189 220 234 214

Chile - Peso 100 100 101 108 135 164 199 204

Colombia - Peso 100 89 109 130 148 187 222 215

Perú - Nuevo Sol 100 86 86 103 128 178 201 203

Suráfrica - Rand 100 134 97 90 103 154 197 212

Variación2000-2007

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

US Dólar 135.30% 27.29 23 22.81 27.69 37.66 50.04 58.3 64.2

Euro 50.50% 28.98 25.96 21.88 22.18 27.69 42.15 44.28 43.62

China - Renminbi 107.90% 225.91 190.59 189.03 229.46 312.07 404.14 455.78 469.57

Japón - Yen 130.90% 3123.89 3016.22 2734.92 2964.49 3913.63 5872.54 6936.42 7213.77

Korea - Won 74.00% 34576.43 30442.8 27367.44 33499.36 39629.62 51370.56 54829.28 60160.54

Singapur - Dólar 96.30% 47.32 42.57 39.59 47.14 61.71 83.41 89.43 92.88

Tailandia - Baht 63.90% 1185.75 1016.44 985.73 1097.33 1472.92 2053.53 2069.67 1943.33

Brasil - Real 113.90% 53.24 55.34 82.78 79.25 100.59 117.29 124.64 113.9

Chile - Peso 104.00% 15661.73 15619.53 15887.17 16969.54 21078.3 25745.58 31154.12 31952.34

Colombia - Peso 114.70% 61129.6 54560.6 66742.06 79334.62 90384 114406.5 135415.7 131249.2

Perú - Nuevo Sol 103.10% 96.28 82.78 83.21 99.13 123.68 171.56 193.05 195.57

Suráfrica - Rand 112.30% 207.27 278.53 200.91 186.7 213.97 318.44 408.23 440.05

Cuadro No. 1Precio nominal de 1 barril de petróleo en moneda nacional

Cuadro No. 2Precios del barril de petróleo en moneda nacional (año 2000 = 100)

Precio en USD tomado de http://inflationdata.com/inflation/Inflation_Rate/Historical_Oil_Prices_Table.asp

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140 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

va y se inyectó liquidez al sistema interna-cional en forma de préstamos. América delSur creció de forma sustantiva hasta 1975.Cuando la tasa de interés comenzó a subiren 1976, ante la falta de ingresosexportadores por petróleo y materias pri-mas esperados desde 1974 se introdujo elciclo crítico que demoró 25 años en resol-verse.

Esta vez, con una estructura primarioexportadora que no se está viendo afecta-da, sin un peso gravitante de la deuda ex-terna en el presupuesto nacional, consuperávits fiscales y externos sustantivos, conenergía propia, y, sobre todo, con la rele-vancia del mercado estadounidense en nues-tras exportaciones aún no determinante,quizás podamos esquivar la neumonía. Méxi-co con 90% de su comercio con EstadosUnidos, no lo podrá hacer. Centroaméricaestá en cuestión dependiendo del peso delcomercio con los Estados Unidos y la velo-cidad en virar los mercados.

La inflación estadounidense de los años70 acompañó por vez primera su estanca-miento económico. Esta será la segundavez, solo que no arrastrará al resto del mun-

do en la misma medida. La evidencia mues-tra que hay presión de precios por alimen-tos y petróleo, ambos medidos en dólares,pero cuando se hace en otras monedas elimpacto inflacionario es menor. En una mues-tra donde se incluyen al euro, renminbi, yen,won, dólar de singapur, baht, reales brasile-ños, pesos chilenos, Soles peruanos y randssudafricanos, el país que tiene el mayor im-pacto del alza del precio del petróleo esEstados Unidos. Por ejemplo, el precio deun barril de petróleo ha subido 135% desdeel 2000 en USD pero ha subido 50% eneuros, 108% en renminbis, 131% en Yenes,74% en wones. 96% en dólares de Singapur,64% en bahts, 114% en reales, 104% enpesos chilenos, 115% en pesos colombia-nos, 103% en soles y 112% en rands.

Lo que ocurre es que el dólar se ha de-valuado frente a todas las monedas y noante las fuertes. Las excepciones son lasde los países que tienen el grueso de sucomercio exterior con Estados Unidos comoson México, Centroamérica y Venezuela. Ladevaluación del dólar se puede apreciar enel cuadro debajo donde salta a la vista larelación con el euro. Un dólar compraba

Variación

2000-20072000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

Euro -36.00% 1.062 1.1289 0.9593 0.801 0.7353 0.8424 0.7596 0.6794

China – Renminbi -11.60% 8.2782 8.2867 8.2871 8.2869 8.2865 8.0763 7.8179 7.3141

Japón – Yen -1.80% 114.47 131.14 119.9 107.06 103.92 117.357 118.978 112.364

Korea – Won -26.00% 1267 1323.6 1199.8 1209.8 1052.3 1026.59 940.468 937.08

Singapur – Dólar -16.60% 1.734 1.8509 1.7355 1.7025 1.6387 1.6668 1.534 1.4467

Tailandia – Baht -30.30% 43.45 44.193 43.215 39.629 39.111 41.0378 35.5003 30.27

Brasil – Real -9.10% 1.951 2.4063 3.6292 2.862 2.671 2.3439 2.1379 1.7741

Chile – Peso -13.30% 573.9 679.11 696.5 612.84 559.7 514.5 534.376 497.7

Colombia – Peso -8.70% 2240 2372.2 2926 2865.1 2400 2286.3 2322.74 2044.38

Perú – Nuevo Sol -13.70% 3.528 3.5993 3.648 3.5801 3.284 3.4285 3.3114 3.0462

Suráfrica – Rand -9.80% 7.595 12.11 8.808 6.7425 5.6816 6.3637 7.0022 6.8543

Cuadro No.3Tipos de cambio por 1 USD*

* al 30 de diciembre de cada añohttp://www.oanda.com/convert/fxhistory

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141LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

más de un euro (1.062) en el 2000 y paradiciembre de 2007 un dólar sólo compra68 centavos de euro, esto equivale a unadepreciación del dólar frente al euro de –36%. Con respecto a las otras monedas eldólar se ha depreciado desde –1.8% frenteal yen , -9.1% frente al real y –9.8% frenteal rand, hasta -26% frente al won y -30.3%frente al baht.

Hay quienes argumentan que deprofundizarse la crisis a inicios del 2009 ve-remos cambios tendenciales. Es posiblepero los precios de los futuros de casi to-dos los minerales son estables o están alalza de forma que no hay por ahora nadaque indique que los agentes estén previen-do esto. El 31 de diciembre del 1999 lasacciones tecnológicas en el mercado devalores neoyorquino comenzaron su des-censo acompañadas de la baja generaliza-da en los mercados de valores del resto delmundo. Lo que se inició como un recono-

cimiento de una burbuja especulativa enacciones de empresas de alta tecnología setransformó en una crisis de las bolsas devalores alrededor del mundo y expresó unproblema de la economía real que aún enel 2008 no se ha superado.

Algunas explicacionesEl ex secretario del Tesoro de los Esta-

dos Unidos Larry Summers dijo que piensaque su país ingresará en una recesión en elaño 2008 que tendrá efectos en los añossiguientes. Léase una recesión prolongadaaunque no se le llame de esta manera(Fortune, 6 de febrero, 2008, “How bad willit get?”). Warren Buffet dijo en abril que seráuna recesión más profunda y larga que lasanteriores. Otros analistas críticos, comoRobert Bremmer, dicen que estamos anteuna crisis devastadora en ciernes. En la re-vista electrónica Sin Permiso, Bremmer afir-ma que la crisis actual es la manifestación

Gráfico No. 7Crecimiento del PBI trimestral total y residencialdel 2do. trimestre del 2004 al 1er. trimestre 2008

tasas anuales estacionalizadas

http://www.bea.gov/newsreleases/national/gdp/2008/pdf/gdp108a.pdf

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142 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

de hondos problemas acumulados desdehace varias décadas. La acumulación de ladeuda subyacente por la acumulación delcapital más el resquebrajamiento del siste-ma financiero hace de esta crisis una po-tencialmente muy grave. Señala que losindicadores de crecimiento económico, in-versión, empleo, salario han ido deteriorán-dose desde 1973 y que desde 1979 el sala-rio real de los trabajadores productivos nose ha movido, fenómeno análogo al que seobserva en América Latina. (http://www.sinpermiso.info/#). Afirma que el creci-miento económico de los últimos cinco añosse explica por el sector construcción que esel que se ve más afectado. Todo parece in-dicar que las empresas han concentrado ga-nancias pero éstas no las han reinvertido, esdecir que no ha habido un proceso de acu-mulación de capital análogo a la masa deganancias extraída de la producción. En losúltimos cuatro o cinco años, dice Bremmer,el reparto de dividendos y la recompra deactivos como participación de las utilidadesacumuladas han alcanzado los niveles másaltos de todo el período de Post guerra. Éstehabría sido el sentido del manejomacroeconómico de la administración Bush,

sus rebajas tributarias, sus incrementos delgasto en defensa, su reducción del gastosocial, y su abierta política de fomento deconcentración del ingreso.

Cómo está el panorama de la econo-mía real de Estados Unidos

Primero, la descripción de los hechoseconómicos de Estados Unidos es como si-gue: Las importaciones tienen una tasa de

crecimiento descendiente desde el 2004,pero la mejora en las exportaciones no lle-ga a cubrir la demanda externa de maneraque tienen un déficit importante en cuentacorriente de la balanza de pagos. El gastogubernamental en defensa tiene una ten-dencia creciente mientras que el gasto pú-blico para otros fines ha venido descendien-do y en el 2007 tiene tasas de crecimientonegativas. La aprobación del presupuestodel 2009 incluye más dinero para defensaque implica más guerra. “The war on te-rror” a todas luces es el gran negocio delgobierno estadounidense, pero en estavuelta es un negocio privado del complejomilitar industrial que no beneficia a la eco-nomía en su conjunto porque todo parece-ría indicar que los eslabonamientos se es-tán soltando dentro de dicho país. Este se-ría un rasgo que hace diez años era impen-sable.

La tasa de inversión bruta fija que refle-ja la inversión real dentro de la economíaha estado con una tendencia a reducir sudinámica de crecimiento desde el año 2004cuando el gasto militar comenzó a crecermás aceleradamente. De hecho, en el 2007,la inversión bruta fija se contrajo 4.6%. De-tallando si la porción que se redujo más esresidencial o no residencial se aprecia quela inversión fija no residencial ha perdidodinámica y crece al 4.8% en el 2007. Lapérdida de impulso viene desde el 2005,que fue de 7.1%. Dentro de la inversiónno residencial la parte de estructuras es laque gana más impulso que podría dar apensar que el gasto en defensa se trasladaa la construcción de nuevas plantas perocuando se ingresa a detalle de la inversiónen estructuras se puede apreciar que esinversión en minería y petróleo, en comu-nicaciones y en centros comerciales y ofi-cinas. Es lo que más creció. El mejor reflejoque el gasto militar no se traslada a la in-versión real es que la inversión en equiposy software ha venido perdiendo impulso.De haber crecimiento en capacidad pro-

Estados Unidos 2004 2005 2006 2007

Crecimiento del PBI 3.9 3.1 2.9 2.2

Inversión bruta fija privada 9.8 5.6 2.7 -4.6

Inversión fija 7.3 6.9 2.4 -2.9

No residencial 5.9 7.1 6.6 4.8

Estructuras 2.2 0.5 8.4 13.2

Equipos y Software 7.3 9.6 5.9 1.4

Residencial 9.9 6.6 -4.6 -16.9

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143LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

ductiva, este ramo se vería beneficiado, yclaramente no lo está. De otra parte, la in-versión residencial se viene reduciendodesde el 2004 habiendo ingresado a cifrasnegativas en el 2006. El efecto de la con-tracción en hipotecas residenciales aún nose traslada a pérdidas en oficinas y centroscomerciales que brindan servicios a esasnuevas viviendas que están siendo devuel-tas a los constructores, de manera que sepuede prever que en un futuro cercano elsector de centros comerciales y oficinas sen-tirá el efecto de la crisis residencial.

Las cifras en el cuadro debajo reflejanesto:

La itemización detallada de la inversiónfija no residencial en estructuras se encuen-tra en el gráfico debajo donde se puedever en primer lugar que la inversión fija noda un salto el 2003 con el inicio de la gue-rra de Irak, sino que sigue la tendencia decrecimiento (línea gruesa) y que ésta esarrastrada por la inversión física en bancose intermediarios financieros, seguido de

plantas para la construcción de equipo detransporte aéreo, marítimo y ductos, y bie-nes raíces no residenciales (centros comer-ciales y oficinas). El gasto militar está direc-tamente relacionado con estos sectores,pero no con los manufactureros del restode las ramas ni a un auge en la infraestruc-tura para software para la fabricación deequipos de telecomunicaciones.

Es decir, la crisis estadounidense serefleja sobre todo en la caída de la inversiónresidencial y en que el aumento del gastoen defensa no lo compensa. Esto indicaríaque los multiplicadores de la inversión fijaresidencial son altos y que los mismos parael gasto en defensa son bajos dentro delpaís posiblemente porque ahora estaríaneslabonados al exterior. Lo más serio es queparecería que el aumento del gasto endefensa engancha con el sector externo,posiblemente como resultado del“outsourcing” internacional de las empresasdel complejo militar industrial donde laslíneas de producción están ahora

Gráfico No. 8Inversión fija por sectores de alto crecimiento

Gráfico a partir de BEA Table 3.2S. Chain-Type Quantity Indexes for Net Stock of Privatestructures by Industry [Index numbers, 2000=100].http://www.bea.gov/national/FA2004/TableView.asp?SelectedTable=25&FirstYear=2001&LastYear=2006&Freq

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144 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

globalizadas. Por esto el aumento del gastode defensa va directo al déficit externo apesar del efecto inhibidor de la devaluacióndel dólar sobre los consumidores. En parteesa producción se hace en México y enparte en China, pero la suma es que el gastoen defensa en lugar de activar la economíade Estados Unidos, activa otras economías.

El incremento del gasto en defensa,único sector que observa un incrementoentre 2005 y 2007 no va de la mano conun incremento en la inversión fija sino deun déficit externo creciente (Ver el GráficoNo. 5). El deterioro de la calificacióncrediticia de General Motors y de Ford porla calificadora de riesgo Bear Sterns el 6 defebrero del 2008 muestran el grado al cualno hay eslabones fuertes entre la inversiónen defensa y la economía del país. Elcomplejo militar industrial específicamente,en las tres áreas de transporte aéreo,marítimo y de ductos sin duda sonbeneficiarios con eslabonamientos internos.Estos sectores, sin embargo, no compensanpor sí solos a los demás. Es decir, que la

crisis de viviendas es fruto de un problemadiferente de la falta de eslabonamientosindicada que agrava el problema del sectorreal presente. Si el sector de intermediaciónfinanciera fue uno de arrastre delcrecimiento entre el 2002 y el 2007, ahoralo será de contracción.

El joker: el papel del déficit externo delos Estados Unidos

Un elemento que coadyuva a la burbujade las bolsas es el inmenso déficit externoestadounidense que por una parte requierede financiamiento extranjero y por otroasegura la devaluación de la moneda enprincipio estable y unidad de referencia. Eldéficit de la balanza de pagos de los EstadosUnidos no ha sido un elemento durante elperiodo anterior a 1980, cuando se lanzóel así llamado Reaganomics, cuyosresultados sobre el resto del mundo fuerondevastadores al incrementarse las tasas deinterés estadounidenses a niveles históricosde 26% en reales en 1982 lanzando a laseconomías en desarrollo a crisis de la

Fuente: US Bureau of Economic Analysis, http://www.bea.gov/international/xls/table1.xls

Gráfico No. 9Balanza en cuenta corriente de los Estados Unidos 1980-2007

(en US dólares)

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145LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

balanza de pagos y a lo que luego se llamóla crisis de la deuda.

Sin embargo, al final de la década del80 se cerró la brecha en lo que fueronpolíticas monetarias correctivas y de recortedel gasto público. A inicios de los años 90la demanda estadounidense parece habersido la locomotora de la economía chinaporque el crecimiento del déficit de bienesno fue acompañado por el crecimiento delas economías del G7 como se aprecia enla primera parte. Asimismo, ocurre porprimera vez un superávit del comercio deservicios que siendo la nueva economía noparece haber compensado la pérdida de lavieja economía. De una economíaequilibrada hasta inicios de los 80, a finesdel siglo XX la mayor economía del mundoparece estar singularmente desequilibradacon una tendencia que aparece imparablemientras existan acreedores externos quefinancien dicho déficit. El secretario delTesoro Snow dijo en su declaración dediciembre del 2004 al Congreso de losEstados Unidos, como explicación deldéficit, que éste resultaba convenienteporque había inversionistas extranjerosinteresados en invertir en papeles de losEstados Unidos. Reconoce en su alocuciónparlamentaria que el déficit de los EstadosUnidos es la inversa del superávit del restodel mundo, es decir, absorbe todo el créditodisponible por los superávits comercialesdel resto del mundo. Snow en ningúnmomento se refirió a la necesidad de buscarel equilibrio de las cuentas ni de tener

prudencia por el impacto devaluatorio desu moneda. Antes bien le echó la culpa alGobierno de la China por mantener laparidad existente entre el dólar y elrenminbi desde 1994. Aparentemente loque era bueno para la Argentina (1991-2001) no lo es para la China. China de suparte, con el Japón son los principalesacreedores de los Estados Unidos. Lainmensa diferencia entre China y Argentinaes que el primero tuvo un masivo superávitcomercial desde la década de los años 80 ytiene reservas internacionales en el bordedel trillón de dólares mientras no tiene casideuda externa. (Gráfico No. 9)

Los cambios tecnológicos no parecenhaber favorecido la balanza de pagos de laeconomía de Estados Unidos. Parecería ha-ber una simetría entre el déficit externo delos Estados Unidos y la burbuja de las bol-sas en la parte expansiva, pero no así en lacontractiva donde después de absorberselas pérdidas en las bolsas no existe un cie-rre del déficit estadounidense. Es decir, elnivel de consumo público habría crecidode manera tal, que compensaría las reduc-ciones de consumo y ahorro privados. Se-ría el efecto de la economía de guerra deEstados Unidos y de, en general, la políticafiscal expansiva, con reducciones tributariasal mismo tiempo que ampliaciones del gas-to empujado por lo militar. Lo peculiar esque el inmenso y creciente déficit no arras-tra el crecimiento de las economías del G7,en general, y solo tuvo un impacto sobrela economía japonesa durante la fase 2003-

Japón 15 14.2 13.7 12.6 11.9 9.8 10 11 10.7 9.5 6.6 6.4 6.3

Estados Unidos 7.3 7.7 5.8 4.8 4.6 4 3.6 4.3 2.4 2.3 1.8 2 1.4

Alemania 13 13 12.3 11.6 11.2 10.8 10.4 10.3 9.8 9.7 10.2 10.5 10.7

Francia 8.7 9.7 10.4 9.8 11.2 10 11.3 10.8 10.4 10.9 11.5 12.1 11.1

2002 20031998 1999 2000 20011994 1995 1996 19971991 1992 1993

Cuadro No. 5Tasa de ahorro neto de hogares

como proporción de ingresos de hogares

Fuente: OCDE

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146 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

2004, es decir, en el auge de la guerra. Laseconomías de Francia y Alemania que noentraron a la guerra no vieron esa mejora.Aparentemente las economías del G7 noestán eslabonadas entre sí a través del co-mercio y no se dinamizan a partir de lanueva economía de la forma que lo hacíanantes de los cambios. Ese sería un gran cam-bio que impacta sobre la crisis del milenio.

La tasa de ahorro personal de la econo-mía mayor del mundo es la menor del G5y con una tendencia declinante hacia cero,lo que explicaría los requerimientos definanciamiento externo creciente tanto parainversión privada como para inversión pú-blica. Es decir, el déficit estadounidenseestaría generado por el consumo de hoga-res de productos que son extra G7 y agra-vado por el incremento del gasto públicodespués del 2000 para reactivar la econo-mía a través de la guerra.

Las bolsas y su incertidumbreEn este encuadre las bolsas de valores

han tenido un desempeño muy por enci-ma de lo esperado. En la etapa de recupe-ración económica posrecesión iniciada el12 de marzo del 2003 el Índice Dow Jonesha crecido en 86% hasta el 10 de octubredel 2007 sin que los índices de inversiónreal de esos sectores lo reflejen de ningunamanera. Es decir que la rentabilidad espe-rada de la economía estadounidense y susempresas era mucho mayor que lo que lacapacidad real productiva podía generar.

El último trimestre del 2007 fue el ini-cio del descenso de las bolsas acompañan-do la pérdida de impulso de la economía.La expectativa desde entonces es que lascosas no van a mejorar y que podrían em-peorar. Desde entonces, 10 de octubre del2007, comenzó el regreso a la realidad. Laburbuja de bienes raíces estuvo acompa-ñada por una burbuja de bolsas sobre la basede que “la economía más grande del mun-do está bien” que es una base gaseosa. Loque ha habido es un acto de fe más queun análisis económico y la pérdida de la

confianza se ha mostrado cuando la econo-mía reveló su falta de impulso. Las bolsashan sido tan gaseosas como el valor deldólar, como estos últimos cinco años vinie-ron a demostrar.

La economía estadounidense ha creci-do entre el segundo trimestre del 2003 yel tercer trimestre del 2007 a una tasa me-dia menor de 2.5% anual. El precio del orodesde el 2003 repuntó como un reflejo dela falta de fe en el dólar como un depósitode valor. La recuperación de la economíamediante la guerra convenció a losinversionistas que han estado especulandoen Wall St pero otros han estado guardan-do sus reservas en oro en lugar de dólares,junto con los que no van a Wall St. a inver-tir. El precio del oro en dólares en el año2001 era de 200 dólares la onza, en el 2003al momento del inicio de la guerra yrepunte de las bolsas, 353 dólares la onzay al 1 de febrero del 2008 a esta en 930dólares la onza. De otro lado el dólar hacaído frente a todas sus principales mone-das comerciales

La crisis del dólar y el final del ordende Bretton WoodsTomás Palley5, fundador del Proyecto

de una Economía para una Sociedad De-mocrática y Abierta, hombre de centro ycrítico de la ortodoxia, inicia un artículo conuna defensa del papel del dólar como mo-neda de reserva internacional y dice queeso no está por cambiar. Lo mismo haceBarry Eichengreen6 en el Financial Times.Tal vez no hayan seguido las discusionesen torno a la Unidad Monetaria Asiática, lareconversión de las reservas de países ára-bes en euros y su comercio de petróleo enuna canasta de monedas, la propuesta rusade unirse a China para una moneda de re-servas en común, ni tampoco se hayan fija-do que se está expandiendo y fortalecien-do la zona rand en África ni tampoco queel comercio dentro del Mercosur comienzaa hacerse en las monedas de los países. ASuramérica le falta la unidad monetaria

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suramericana para completar el cuadro dela regionalización financiera y esa deberíade estar diseñada en el curso del 2008. Deforma que sí está habiendo un cambio enlas monedas en las que se guardan las re-servas internacionales.

El dólar estadounidense es la sangre delsistema internacional que está atravesandograndes cambios regionales para seguirleel paso a Europa con el euro. Los más im-portantes son los asiáticos que detentan el67% de las reservas internacionales delmundo y que cada vez son más renuentesa financiar una guerra que no les parececorrecta. En general, los bancos centralesde los países emergentes guardan las re-servas internacionales en dólares en bonosdel tesoro de los Estados Unidos. Es decir,son los créditos de la deuda externa de losEstados Unidos. Los acreedores a todas lu-ces no estamos impresionados ni por la in-vasión a Irak ni por la performance san-grienta en el Medio Oriente. Recordemosque ahora los acreedores de Estados Uni-dos somos todo el resto del mundo. Tam-poco olvidemos que los exportadores depetróleo son ahora empresas estatales,esencialmente de países islámicos y quepara todos ellos financiar una guerra va encontra de sus creencias políticas o religio-sas. Mucho más si esa guerra es contra unpaís en desarrollo y peor si es contra otrosmusulmanes.

Hay una salida del dólar y eso en efec-to va a tener un impacto inflacionario so-bre la economía estadounidense que acom-pañará el estancamiento económico que seestá iniciando semejando el escenario de1973-74. Al fin y al cabo para la mayor partedel resto del mundo el alza del precio delpetróleo es menor que,para los EstadosUnidos donde es de 135% en dólares.

Palley dice correctamente que una de-clinación en la demanda por activos endólares podría llevar a una caída de preciosde activos en dólares y un alza en la tasade interés. Eso es exactamente lo que estáocurriendo con el mercado de bienes raí-

ces desde el 2004, pero recién se está vien-do. La tasa de interés no la dejan subir por-que están intentando tener un políticacontracíclica, como Japón en la década del90, tras el derrumbe de su mercado inmo-biliario y de bolsa, y que no logró reactivarsu economía.

Palley afirma de manera bastantesesgada que los analistas ven en la “depre-ciación del dólar contra el euro” el final delpatrón dólar. Quizás sería bueno recordarque es el secretario del Tesoro, Paulson,quien está insistiendo en que los asiáticospermitan al dólar devaluarse frente a lasmonedas asiáticos y más específicamentede China. También hay que recordar quetodos los demás que no somos euro hemosvisto la devaluación del dólar convirtiéndo-se en un activo barato y que abarata lasimportaciones de dicho país. Para Palley estoes saludable. Para el resto del mundo, esdecir para todos nosotros los no estadouni-denses y que no usamos al dólar comomoneda de pago, es un problema porquelos medidores internacionales se establecie-ron en dólares en la década de los años 40cuando Estados Unidos era el acreedor delmundo. Hoy es el mayor deudor del mun-do y dicha divisa sigue siendo la unidad demedida internacional.

Los miedos nuestros están bien puestosporque para el resto del mundo los proble-mas económicos estadounidenses siemprese exportan. En 1971 terminaron con el sis-tema de las paridades fijas y con el sistemade Bretton Woods firmado en 1944, en 1981fabricaron una crisis de deuda en el restodel mundo al presionar una políticaexpansiva fiscal al mismo tiempo que semantenía una política monetaria ajustada. Sítenemos miedo porque la responsabilidadglobal no ha sido un fuerte de Washington yel problema estadounidense se parece al depaíses en vías de desarrollo: consume másde lo que produce y lo hace tomando dine-ro prestado. Lo serio es que Bush y sus ase-sores han logrado convertir a la economíamás grande del mundo en la deudora ma-

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yor del mundo sin haber pasado por unaguerra que les haya destruido la base pro-ductiva, como antes a los países europeos.

Palley y Eichengreen confían en que elpapel de Estados Unidos como compradorde última instancia será lo que moverá al res-to del mundo a prestarle dinero. Lo que seve es una reestructuración de los mercadosinternacionales. La publicidad de Washing-ton es que China es el motor del mundo.Todo parece indicar que el motor del mun-do está en la guerra y el manejo del déficitfiscal estadounidense por la guerra. ¿pue-den sostener esa guerra y esas lógicas pormucho más tiempo?

El resto del texto de Palley invito a leerloporque se podrá apreciar la lectura pecu-liar que tiene de las políticas exportadorasy cómo llegaron a nuestros países. La muer-te del FMI y la debilidad del Banco Mundialson parte del problema que Palley yEichengreen ignoran: las institucionesmultilaterales no hicieron nada por preve-nir este problema y no son parte de la so-lución tampoco. Entonces, ¿para que son?Estas son bajas derivadas de la irresponsa-bilidad fiscal del gobierno del país del nor-te y de la impotencia de las institucionesbasadas en Washington para lidiar con ellas.Solo que el FMI fue creado para que no serepitiera una crisis global nuevamente, y locreó conceptualmente el Tesoro en 1935/36. Quizás le dio alzheimer al gobierno es-tadounidense y se olvidó lo que fabricó ypara qué era.

Finalmente la pérdida de confianza enel dólar es inédito. El oro ha tenido un mer-cado oscilante desde 1971 pero no se ha-bía visto antes un problema de falta de se-guridad en el dólar como reserva de valor.En parte la baja de las bolsas de valores esun reflejo de esto. Los extranjeros están ven-diendo sus activos en Estados Unidos, y esoestá depreciando el precio de la tierra, pri-mero, de los valores, luego, y del dólar, fi-nalmente. Es decir esta es una crisisagudizada por la actuación de los extranje-

ros dentro de Estados Unidos en su replie-gue. La interrogante es si esta crisis es lamisma que la del 2000-2003 llamada poralgunos la crisis de las tecnológicas o si es-tamos ante algo distinto. De ser cierto quela economía de guerra se eslabona al exte-rior, se estaría ante una crisis paradigmáticaporque las trasnacionales del complejo mi-litar industrial hacen dinero con el gastopúblico orientado a la guerra, pero este nose refleja en la dinámica de la economía deEstados Unidos debiendo llevarnos a unarevisión de las teorías económicas y de lasinstituciones existentes.

Todo parece indicar que el modo deoperación del capitalismo globalizado, pues-to en marcha para ampliar mercados, aba-ratar costos y aumentar ganancias, no lohabría logrado. Inclusive parecería que elmodelo de acumulación basado en la in-dustria de la información no habría obteni-do el afianzamiento necesario para permi-tir una tasa de crecimiento estable. La gue-rra de Irak inyectó crecimiento a la econo-mía mundial, aumentó los precios de lasmaterias primas y benefició a algunos paí-ses, pero paradójicamente no al que se lainventó. La mejor noticia en este panora-ma es que parecería que la regionalizacióneconómica ha prevenido la entrada en re-cesión de algunas regiones. La actuaciónde los BRIC (Brasil, India, Rusia y China)como demandantes finales está paliando losbemoles de la economía exportadora pen-sada en torno a la mayor del mundo.

¿Cuánto tiempo se requiere hasta queEstados Unidos salga de esta atrición? ¿Po-drá cambiar el modelo de capitalismoglobalizado por uno que le convenga más?¿Las trasnacionales estarán de acuerdo?Mientras tanto los negociantes de la gue-rra desde la Casa Blanca siguen haciendodinero con la destrucción de Irak – y delmundo– mientras escuchan la música delhundimiento del Titanic. Los horizontesabiertos son dos: un estancamiento eco-nómico con inflación, por la baja tasa deinterés, o un estancamiento económico

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REFERENCIAS

con inflación acompañado por una tasade interés 0, como Japón, llevando a uncambio en el uso de la moneda del país.Hay pocas probabilidades de que haya unestancamiento sin inflación y menos deque no haya estancamiento. En las bol-sas, la inestabilidad seguirá siendo su sig-no, quedando claro que 86% de aumento

del valor del índice cuando la tasa de cre-cimiento ha sido 3% al año, es una bur-buja especulativa que ha reventado yacompaña al desplome de la burbuja delos bienes raíces. Si ambas burbujas hanreventado, estamos ante una crisis ma-yor: una crisis de patrón de acumulación,de bolsas y de la moneda.

Eichengreen, Barry and Flandreau, Marc,“Why the euro is unlikely to eclipse the dollar“,FT, 03. April 2008 13:01 Uhr en http://w w w . f t d . d e / w i r t s c h a f t s w u n d e r /index.php?op=ViewArticle&articleId=1263&blogId=16

Greenspan, Alan, “The Challenge of Cen-tral Banking in a Democratic Society” At theAnnual Dinner and Francis Boyer Lecture ofThe American Enterprise Institute for PublicPolicy Research, Washington, D.C.December5, 1996 http://www.federalreserve.gov/boarddocs/speeches/1996/19961205.htm

National Realtor Association, http://www. rea l to r.o rg/wps/wcm/connec t /

33b49900497a31b193d1bbe1ee4c0197/research__REL0802A.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=33b49900497a31b193d1bbe1ee4c0197

Palley, Thomas, “No apuesten contra eldólar” en http://www.thomaspalley.com/?p=92#more-92.

Ugarteche, Óscar, “Otra mirada a la crisisestadounidense” en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62031

El Comercio Perú, 1 de enero del 2000.Wall Street Journal Americas, 4 de enero

del 2000.Wall Street Journal Americas, 5 de enero

del 2000.Wall Street Journal Americas, 10 de sep-

tiembre del 2001.

1 http://www.federalreserve.gov/boarddocs/speeches/1996/19961205.htm2 El Comercio Perú, 1 de enero del 2000., WallStreet Journal Americas, 4 de enero del 2000.Wall Street Journal Americas, 5 de enero del 2000.3 Wall Street Journal Americas, 10 de setiembredel 2001.4 Los interesados pueden ver el portal delNational Realtor Association, http://www. rea l to r.o rg/wps/wcm/connec t /33b49900497a31b193d1bbe1ee4c0197/research__REL0802A.pdf?MOD=AJPERES

NOTAS

&CACHEID=33b49900497a31b193d1bbe1ee4c01975 Ver mi texto “Otra mirada a la crisisestadounidense” en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62031 y el de T. Palley “Noapuesten contra el dólar” en http://www.thomaspalley.com/?p=92#more-92.6 Barry Eichengreen and Marc Flandreau“Why the euro is unlikely to eclipse the dollar“,FT, 03. April 2008 13:01 Uhr en:http://www.ftd.de/wirtschaftswunder/index.php?op=ViewArticle&articleId=1263&blogId=16

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Existe un amplio y justificado malestaren EEUU por los inéditos montos defondos públicos que se destinan para

financiar la insolvencia de los grandes ban-cos, mayormente norteamericanos. Más auncuando la política monetaria y financierade la última década y media, toleró y hastaalentó riesgosas operaciones bancarias y fi-nancieras, creando una arquitectura muycompleja que vincula mercados,inversionistas y países. La dinámica es tanfrenética que ahora parece que ni ellos mis-mos la logran entender. No obstante, la ca-beza de la Reserva Federal -Ben Bernanke-es un académico y estudioso del crack del29 y de la stagflación de los 70 y 80. Estacrisis es un engendro nuevo y es muchomás compleja que otras grandes crisisglobales. En la nota sugerimos que este dra-mático rescate cambia la historia del largoproceso de desregulación y globalizaciónfinanciera iniciado en 1981 y abre una eta-pa nueva.

Cuando un banco de inversión -comoel Bear Stearns- declara valer $ 17 000 mi-llones hoy y, pasado mañana, solo paganpor debajo de 15 veces su valor en libros,cuando menos, algo raro pasa en el siste-ma.

En efecto, el rescate financiero que co-mentamos representa una segunda pruebade fuego (la primera, aunque de menor ca-libre, fue la nacionalización del banco in-glés Northern Rock) en la que el sistemafinanciero formal norteamericano (y global)literalmente se tambaleó (a juzgar por lacorrida poco ortodoxa en la que losinversionistas vendieron sus acciones de undía a otro) por sus operaciones en el siste-ma bancario informal o en la sombra. ¿Cómoes esto posible si la Ley Glass Steagall, en

Alberto Graña/LA GRAN BANCA NORTEAMERICANA EN SULABERINTO: El caso Bear Stearns

1932, estableció explícitamente la separa-ción de las operaciones bancarias de las bur-sátiles, precisamente porque esta combi-nación crédito-especulación llevó más rá-pido al desastre de1929? En la lógica dedesregulación y globalización financiera real-mente existente, todo era posible.

Este rescate es un hito muy importantede la actual crisis financiera, pero no se creaque es la única ni, desafortunadamente, serála última: un día antes, el Carlyle Capital -Hegde Fund (de una familia del círculo cer-cano de la familia Bush), se declaró en morade pagos por 18 000 millones de dólares;semanas antes, fuimos testigos de una corri-da bancaria clásica que llevó a la nacionali-zación del emblemático banco NorthernRock de Inglaterra. En EEUU, a mediadosdel 2007, sucedió la quiebra del Countrywide(el mayor banco hipotecario de los EEUU),y se reportaron grandes pérdidas del siste-ma mixto de vivienda. Por la época, en Fran-cia, el banco Sociedad General anunciaba es-pectaculares desfalcos y tuvo que ser tam-bién rescatado de emergencia. Ya durante2008, las pérdidas, también astronómicas, seexpresaron en los balances de los más gran-des bancos formales de EEUU y del mundo;hasta ahora, entre los más notables, pode-mos citar a CIT Group Inc. JP Morgan, CreditSuisse Group, Citigroup, Merryl Linch y otros(ver Leveraged Losses WP FMI, marzo 2008).La burbuja estalló cuando hubo que cotejarbalances formales con balances en la som-bra y revalorizar activos y pasivos. En laactualidad 75 bancos norteamericanos (deun total de 1 500 en toda la Unión) debencorregir- reducir sus ganancias por las pérdi-das de sus inversiones en los derivados fi-nancieros.

Lo singular del rescate del Bear es que,

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según todas las fuentes confiables y, a nues-tras propias hipótesis, el peligro de colap-so del sistema fue tan real que el Equipoeconómico de emergencia (La ReservaFederal, El Tesoro, etcétera) tuvo que lite-ralmente fabricar un nuevo marco legal paraenfrentar esta “nueva” situación (en sesio-nes cerradas con el Congreso y al más altonivel del ejecutivo).

Como se sabe, el Bear Stearns es unbanco de inversión (por ello, no podía ac-ceder a las ventanillas de créditos de emer-gencia del FED), lo que explica por qué elmega salvataje se hizo a través de un ban-co formal (JP Morgan). Además, hubo queinyectarle 30 000 millones de dólares defondos públicos, en condiciones crediticiasmuy concesivas, nunca vistas en otras crisisfinancieras de esa magnitud (1929, 1970-1980, 2001). Además de la reducción de latasa de referencia a 2.25% y también unainyección de 200 000 millones de $ al sis-tema bancario global. Por primera vez el17 de marzo del 2008 el New York Timesescribió sobre el peligro del colapso de sis-tema bancario.

En varios artículos publicados en Actua-lidad Económica (uno de ellos, El gran cam-balache financiero, AE junio-julio del 2007)calculamos –en base a cifras del BIS-FMI-OECD– que el mercado de derivados fi-nancieros de los 10 mayores bancos norte-americanos, fue casi 10 veces el PBI de losEE.UU del 2005. Según el BIS (Banco In-ternacional de Pagos de Basilea, Suiza), enla actualidad, el mercado total de deriva-dos financieros excede los 500 trillones dedólares, casi 40 veces el PNB de los EEUUdel 2005. También, en 2005, reportamosuna aceleración extraordinaria de la tasa delcrédito de los bancos norteamericanosorientados a la especulación en los merca-dos de derivados financieros (hegde funds).La tasa de aumento de crédito bancariopara este fin fue de 56% en 2003, 134%en 2004 y, 156% en 2005. Cifras histéricase insostenibles. Se vivía en la fase maníacadel ciclo del crédito, de la expansión irres-

ponsable de la liquidez y el crédito impro-ductivo. Hoy entramos a la fase queKindleberger denominaría de pánico.

El artículo del New York Times (SlumpMoves From Wall St to Main Street. Peter S.Goodman March 21 2008) reporta que lacrisis financiera se está esparciendo al sectorreal de la economía de los EEUU. Pero estefenómeno resulta visible desde finales del2007. En efecto, nuestros indicadores degrupos empresariales con fuertes pérdidasen por lo menos un trimestre (o algunasen proceso de quiebra- Capítulo 11 y otros)están nada menos que: Nike, GeneralElectric, Medic Assets, Caterpillar,Wall Mart-Borders, Amazon.com, Fed Express, FederalMogul-Bujías Champion,Ford, GM, Chrysler,la industria de autopartes y aérea. Todas,grandes y emblemáticas empresasnorteamericanas.

La recesión también se extiende a nivelregional acentuando la tendencia que ob-servamos a mediados del 2007, en los es-tados de California (particularmente en elsur), Florida y Nevada, entre otros estadosdonde la euforia de la burbuja inmobiliariafue maníaca. Pero también, según el NYT,en la actualidad “la recesión se extiende aespacios y comunidades que hace solopocos meses se suponía estaban inmunes”.

Hace solo unas semanas los altos costosdel crédito de los bonos municipales (que yanadie compra en las subastas precisamentepor el alto riesgo lo que a su vez aumenta elcosto del crédito) amenazan con paralizar oreducir el financiamiento local corriente dehospitales, escuelas, refugios de desampara-dos, becas estudiantiles, etcétera.

Toda esta información sobre tan extraor-dinarias ganancias en el “período expansi-vo más largo de la historia de los EEUU”,en la actualidad, contrasta con el 22% deniños norteamericanos que viven en po-breza. Según UNICEF, entre los países dela OECD, EEUU tiene el índice más alto deniños viviendo debajo de la línea de po-breza (21.9%), con excepción de México,que tiene 22.7%. Dinamarca, Noruega, Fin-

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landia están entre 2% y 4%. (InnocentiReport, UNICEF Issue Nº 6)

En verdad, en el caso de las insolven-cias bancarias que observamos en las úl-timas décadas y, en particular, en estacrisis financiera, la acción pública se haconvert ido crecientemente enfinanciadora de las pérdidas privadas, perocon fondos públicos (moral hazard). Su-pongamos que si se conserva la política

(después de haber privatizado las ganan-cias) de seguir cargando las pérdidas pri-vadas a los contribuyentes, inversionistasy demás simples pensionistas o consumi-dores, por la magnitud de las pérdidas ypor el complejo andamiaje de derivadosfinancieros a nivel global, tendremos quecargarla, no sólo los contribuyentes nor-teamericanos, sino también todos los ciu-dadanos del mundo.

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Conferencia pronunciada en el V Cursode Historia de América organizado porel Centro Cultural y Educativo Español

Reyes Católicosy el Grupo de Historia Económica del

Departamento de Historia de la Universi-dad Nacional de

Colombia, Bogotá, mayo 13 del 2008.El autor agradece la eficiente colabora-

ción de Luis Daniel Morán en la búsque-da de la información que sustenta los

razonamientos de esta propuesta.

Introducción

La inequidad presentada por el sistemade tenencia de la tierra en el Perú, de raízcolonial pero con cambios significativos quese produjeron después, aunque sin que sealterara de manera significativa su perfil, fueenfrentada a lo largo de la segunda mitaddel siglo XX en el primer gobierno del Ar-quitecto Fernando Belaúnde Terry, perocuyas propuestas fueron bloqueadas poruna coalición de terratenientes que contro-laba el Poder Legislativo, pese a que la ini-ciativa nació en la Conferencia de Puntadel Este, bajo la recomendación de nadiemenos que Nelson Rockefeller, a fin deevitar que los Andes, por contagio, se con-virtieran en otra Sierra Maestra. En 1962,una efímera Junta Militar de Gobierno pro-mulgó una Ley de Reforma Agraria que nohizo sino convalidar la ocupación de tierrasen el Valle de La Convención, en el Cuzco,realizada por campesinos del entorno bajoel liderazgo del connotado dirigente HugoBlanco. Finalmente, en 1969, otros oficia-les, bajo el liderazgo del General JuanVelasco Alvarado, conformaron el auto-titu-

Heraclio Bonilla/LA CUESTIÓN AGRARIA EN EL PERÚdespués de la reforma agraria

lado Gobierno Revolucionario de las Fuer-zas Armadas (GRFA), quienes como partede un paquete de medidas radicales desti-nadas a cancelar el viejo orden tradicional,y cansados que los terratenientes siguieranalimentándose de la pobreza de los cam-pesinos, realizaron la última y definitivareforma agraria, la cual fue incluso más ra-dical que la de Cuba, si se tiene en cuentaque los antiguos propietarios, luego de re-cibir bonos por la expropiación de sus tie-rras, fueron permitidos retener en su po-der una superficie no mayor de 150 hectá-reas en la costa y 30 y 75 hectáreas. en lasierra. En la América Latina, esta reformafue la tercera por su radicalismo, luego dela de México en 1910, y la de Bolivia, en1952. Las de Ecuador y Colombia no se to-man en cuenta, porque en el fondo fueronmás metáforas que realizaciones efectivas.

Tres son los temas que serán abordadosen esta ponencia: los antecedentes, los re-sultados de la reforma agraria, y los nuevosrumbos y dificultades que confronta la agri-cultura peruana en el inicio de una nuevacenturia, la del siglo XXI.

Los antecedentes

Como antecedente cabe mencionar queantes de la reforma agraria de 1969 el pai-saje rural estuvo constituido por haciendasy fundos que representaban el 3.9% de lasunidades agropecuarias, pero que contro-laban el 56% de la extensión agrícola, mien-tras que en el otro extremo las explotacio-nes familiares y comunales representabanel 96% de estas unidades, pero tenían sóloel 44% de la extensión agrícola (Matos yMejía, 1980).

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En ese contexto, la reforma agrariaimplementada por el régimen militar obe-decía a algunas premisas, entre las cualesse contaban: 1) exclusión de la burguesíaagraria y los gamonales; 2) la eliminacióndel mercado de tierras; 3) colectivizacióncooperativa en lugar de distribución fami-liar; 4) compensación e inclusión campesi-na; 5) integración económica y planifica-ción regional a través de los Proyectos In-tegrales de Asentamiento Rural, PIAR); 6)control e intervención estatal (Caballero,1980: 77-81)

A cuatro décadas de realizada la refor-ma agraria, sus logros y sus consecuenciasson aún motivo de un álgido debate entrequienes la defienden, por una parte, y quie-nes, por otra, la atacan sin reserva. Los pri-meros son calificados de “estatistas”, “po-pulistas”, “cepalistas”, “antimodernizadores”,mientras que los que la cuestionan se ubi-can en el campo de la modernización y delprogreso. La Constitución de 1979, promul-gada con ocasión del retorno de los milita-res a sus cuarteles, consideraba que la re-forma agraria era un proceso permanente,mientras que la Constitución de 1993, lue-go del autogolpe del Ing. Alberto FujimoriFujimori, ni siquiera la menciona (Eguren,2006: 14). Quienes la cuestionan mencio-nan entre sus argumentos ladescapitalización del agro, el retroceso téc-nico de la agricultura y de la ganadería, al72.5 % de la población rural que sigue sien-do pobre y al 40.3% extremadamente po-bre pese a la reforma agraria; la incoheren-cia entre repartir tierras y alentar la impor-tación de alimentos subsidiados que depri-mían los precios de los bienes producidospor los mismos beneficiados de la reforma(Eguren, 2006: 4). Quienes la defienden,en cambio, argumentan que la reforma fueun acto ejemplar de justicia redistributivaque favoreció a los pobres, que desplazó alos terratenientes tradicionales, que elimi-nó las relaciones serviles imperantes den-tro de las haciendas, contribuyendo a de-mocratizar la sociedad y la incorporación

de miles de siervos a la ciudadanía y colec-tividad políticas. En un mundo como elperuano, donde no es posible estableceruna frontera precisa entre el bien y el mal,estos argumentos contrapuestos puedenencontrar sustento empírico, como lo de-muestran las centenas de investigacionesrealizadas sobre la agricultura y la reformaagraria en estas últimas décadas. El proble-ma radica en qué es lo que se prioriza, ypor parte de quién

Los resultadosVeamos entonces los resultados contra-

dictorios que produjo la reforma agraria. Paraempezar, la reforma agraria fue aplicada enla costa y en la sierra del Perú, las zonascon mayor población rural y actividadagropecuaria, dejando intocada a la regiónde la selva, si bien en 1974 el GobiernoMilitar con la Ley de Comunidades Nativasy Promoción Agraria de las Regiones de laSelva Alta y Selva Baja (ley 20653) reco-nocía el derecho de los asentamientos in-dígenas a la propiedad legal de las tierras,declarando la tierra comunal indígena comoinalienable, imprescriptible e inembargable,pese a que sólo reconocía a losasentamientos locales y no a los pueblosindígenas en tanto pueblos originarios(Eguren, 2006: 13).

En términos de transferencia de las tie-rras cultivadas, el cuadro siguiente(Montoya, SEPIA I, 1986: 273) muestra lanaturaleza y el número de las unidades quelas recibieron, el total en hectáreas y susporcentajes relativos, así como el númerode familias beneficiadas hasta 1981. (Vercuadro No. 1)

Con esta transferencia de 9’385,531hectáreas al 30 de septiembre de 1993, losbeneficiarios fueron 285,497 mil familias,que corresponde aproximadamente a unmillón y medio de habitantes, es decir, cer-ca de la cuarta parte del total de la pobla-ción rural (Eguren, 2007: 12). Estos guaris-mos señalan de manera contundente los lí-mites de la reforma agraria como mecanis-

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mo de redistribución, porque no satisfizo atodos. Y no lo hizo ya sea porque una par-te importante de la población rural era yapropietaria, de minifundios, por cierto, oporque la tierra distribuible era insuficien-te, como consecuencia de los extensos de-siertos de la costa, o la erosión de enormessuperficies de terreno en la sierra. Aun más.Como lo demostraran las investigacionespioneras de Richard Webb y de AdolfoFigueroa, en términos de la distribución delingreso el impacto de la reforma agraria nohizo sino reproducir e incrementar la des-igualdad al beneficiar, por ejemplo, a lossocios de las nuevas cooperativas agrarias,quienes antes de la reforma agraria conta-ban con ingresos superiores a quienes seencontraban en los peldaños más bajos dela pirámide. Con la reforma agraria, los so-cios de las cooperativas, que agrupaban alos trabajadores de las plantaciones másmodernas, vieron incrementados sus ingre-sos reales en un 78% entre 1968 y 1976,revirtiéndose después esa tendencia comoconsecuencia de la crisis (Figueroa, y Webb,1975).

Las limitaciones de la reforma agraria,empero, no fueron sólo de orden cuantita-tivo, ya sea en términos del monto de tie-rra transferida y del número de familias be-neficiadas, o en la modificación de la pirá-mide del ingreso, sino que igualmente de-rivaron de las tensiones internas de los me-canismos utilizados para implementarla, me-canismos que eran inherentes al modelo “nicapitalista ni comunista” que el GRFA que-ría implementar para el conjunto de la so-ciedad y la economía peruanas. En el caso

de la costa, antes de 1969 estuvieron ubi-cadas las enormes plantacionesagroindustriales, de propiedad de los “ba-rones” de la caña de azúcar y del algodón.Ahí las haciendas fueron tomadas “manumilitari”, muchas veces sin que los trabaja-dores, que eran obreros rurales y no cam-pesinos la reclamasen, y sin que sus due-ños tuviesen tiempo ni siquiera para retirarsu correspondencia personal, lo que fueimportante para la investigación de la his-toria agraria posterior, porque con esos do-cumentos nació el Archivo del Fuero Agra-rio, y en cuya constitución jugaron un pa-pel importante historiadores de la talla deun Eric J. Hobsbawm, o de un Juan MartínezAlier. Para evitar la fragmentación de la pro-piedad, y permitir por lo mismo el mante-nimiento de economías de escala, esas plan-taciones se convirtieron en CooperativasAgrarias de Producción, (CAP), con los an-tiguos trabajadores convertidos ahora ensocios de las flamantes cooperativas. Losantiguos propietarios fueron desplazados,y en su lugar oficiales de las fuerzas arma-das y técnicos se encargaron de su direc-ción, impartiendo órdenes muchas veces através de alto-parlantes. No tardó muchotiempo para que dificultades de diversoorden empezaran a surgir, como conse-cuencia de la confusión de los roles entreser a la vez propietario, como socio de lacooperativa, y trabajador de la misma. Estaesquizofrenia laboral afectó negativamen-te la productividad: las utilidades eran re-partidas por igual, independientemente delrendimiento de cada quien. El resultado fi-nal era previsible: las cooperativas fueron

Modalidad Número Hectáreas PorcentajeFamilias

beneficiadas

SAIS 58 2’702,182 28.8 49,056

CAP 612 2’234,072 23.8 102,339

Grupos campesinos 1043 1’980,173 21.1 55,681

Comunidades campesinas 587 1’186,789 12.6 21,845

Individuos 906,210 9.7 55,069

Otros 376,155 4.0 1,057

TOTAL 2300 9’385,531 100.00% 285,497

CUADRO No. 1

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desmanteladas, los cultivos abandonados,la producción cayó en picada, con la consi-guiente necesidad de importar alimentos,incluso la papa, es decir, el tubérculo queel Perú se enorgullece en reconocer comooriginario de sus suelos. Más aun, en las an-tiguas plantaciones los trabajos eran efec-tuados por los obreros estables, pero enciertas coyunturas era necesario agregar aesta fuerza laboral trabajadores itinerantes,los “golondrinas”, a fin de atender requeri-mientos adicionales de mano de obra. Elegoísmo de los socios impidió la continui-dad de esta práctica, y por lo mismo la con-tribución de estas cooperativas en la gene-ración de empleo, aunque precario, des-apareció. La moraleja de esta historia es muysimple y cruel a la vez: distribuir tierras esnecesario, pero en modo alguno suficien-te. Las cooperativas fueron dejadas a susuerte, luego se parcelaron, porque no con-taron ni con la asistencia técnica ni finan-ciera para su funcionamiento. Los “barones”no sólo eran del azúcar y del algodón, sinoque tenían asientos en el directorio de labanca privada, mientras que ahora estos im-portantes funcionarios locales, eran perfec-tamente desconocidos en las altas finanzasdel país.

En la sierra peruana el modelo y las di-ficultades que generó fueron idénticos. Paraevitar la concentración de la renta, y per-mitir por lo mismo su reparto con los cam-pesinos del entorno, fueron creadas las So-ciedades Agrícolas de Interés Social (SAIS’s).Por consiguiente, un nuevo tipo de con-flicto agrario emergió, esta vez de tipo ho-rizontal, entre los mismos campesinos, esdecir, entre aquellos que trabajaban y aque-llos que no lo hacían al ser integrados den-tro de estas empresas, con el agravante deque estas organizaciones y las tierras quecontrolaban fueron objeto del asedio per-manente por parte de los numerosos cam-pesinos que no recibieron beneficio algu-no de la reforma agraria, sea porque la tie-rra era insuficiente o porque no hicieronparte de estas nuevas organizacionesasociativas.

Los resultados de estos procesos fuerondeplorables. En términos de su participa-ción en el Producto Interno Bruto (PIB) laagricultura pasó de representar el 20% aun 13% del total, reducción que no fue con-secuencia del crecimiento de los otros sec-tores. Mientras que el crecimiento del con-junto de la economía era de un 5% entre1970 y 1976, el promedio del sectoragropecuario fue solamente de un 0.9%anual, creando una balanza comercialagropecuaria deficitaria por la necesidad deimportar alimentos. Para mencionar sólo elcaso del azúcar, mientras que en 1971-75se producía un promedio anual de 927 miltoneladas, entre 1981-84 la producción seredujo a 534 mil, a la vez que las exporta-ciones eran la mitad de las 120 mil tonela-das exportadas en 1900. En términos derendimiento, a comienzos de la década del70 era de 18 toneladas, un tercio menosdel alcanzado en 1936, mientras que el costode producción pasó de 133 dólares por to-nelada a 661 dólares en 1982. El patrimo-nio de la industria, que era de 88 millonesde dólares en 1973, diez años más tardeno alcanzaba a los 20 millones, presentan-do siete de las doce cooperativas instauradassaldos negativos (Gamarra, 2008:163-210).Además, para 1978 la PEA agropecuariarepresentaba cerca de 2 millones de traba-jadores, de los cuales sólo un tercio estuvoadecuadamente empleado, el .3% desocu-pado y el 65.4% figuraba como desemplea-do (Fort, 2008: 19-79). Si se pensaba quela transformación agraria era la premisa dela industrialización a través de la amplia-ción del mercado interno, esta meta no sealcanzó, penalizándose más bien a la agri-cultura a través de un rígido control de pre-cios, en contraste con las experiencias clá-sicas de la Inglaterra, o las recientes delsudeste asiático. Tampoco las profundasdesigualdades regionales fueron corregidaspor la reforma, sino que prevaleció el pa-trón anterior como consecuencia de lossesgos de la política crediticia y la asisten-cia técnica. Fort, en efecto, reporta que entérminos del valor de la producción agríco-

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la sólo cinco departamentos de la costa nor-te y central (La Libertad, Piura, Lambayeque,Lima e Ica) lograron la mitad de la produc-ción nacional; Ancash, Junín, Cajamarca,Huánuco, Cuzco y Arequipa aportaron el30% del total, mientras que los doce de-partamentos restantes sólo contribuyeroncon el 20% del total nacional, al tiempoque el éxodo del campo no sólo se detuvosino que aumentó.

La contrarreformaComo se conoce, la política del GRFA

no fue homogénea durante todo su gobier-no. Luego del contragolpe implementadopor uno de sus colegas, el general Francis-co Morales Bermúdez, se dio inicio a lallamada Segunda Fase, caracterizada por elcomienzo del desmontaje de las realizacio-nes más radicales. Este retroceso continuódurante el segundo gobierno del arquitec-to Belaúnde y, con contradicciones, duran-te el primero de Alan García, para ser máscontundentes durante los dos gobiernos delIng. Fujimori, desde 1990 hasta el 2000,en el marco de un neoliberalismo radical.Por Decreto Legislativo 653 de agosto de1991, denominado por el propio Fujimori,“la reforma de la reforma agraria”, se auto-rizó a las sociedades anónimas a ser pro-pietarias de tierras, preparó las condicio-nes para eliminar el fuero agrario, estable-ció un trato igual a nacionales y extranje-ros, y aumentó a 250 hectáreas el áreainafectable (Eguren, 2004:43). La Ley deTierras 26505 de 995 profundizó esos cam-bios al cancelar todo límite al tamaño de lapropiedad, permitir la privatización de lastierras de las comunidades campesinas ynativas, reconocer el derecho de los pro-pietarios afectados por la reforma agrariade reclamar su pago mediante la conce-sión de tierras eriazas del Estado (Eguren,2004:46). En su segundo gobierno, a partirde 1995, Fujimori autorizó la privatizaciónde las acciones que el Estado mantenía enlas empresas azucareras en un intento portransferir la propiedad de las cooperativas

a los inversionistas privados, lo que fortale-ció la tendencia a una prontareconcentración de la propiedad en manosde grandes conglomerados financieros, y node familias terratenientes como antes de lareforma (Bonilla, 2006: 152). En la costa sepuede ya encontrar varias empresas conmás de 500 ha. de extensión, y algunas queincluso superan las mil hectáreas (Eguren,2006: 21). Pese a que son tecnológicamen-te más avanzadas y capital intensivo, estesector exportador no tradicional no ocupani el 10% de las tierras agrícolas de la costa,y comprende apenas el 1.5% de las tierrasde cultivo del país, de modo que es impro-bable que jalone al conjunto del sector agra-rio a una mayor eficiencia productiva. En1994 el Censo Nacional Agropecuario esti-mó en 5.5 millones de hectáreas el total detierras bajo cultivo, de las cuales 1.7 millo-nes están bajo riego, mientras que en lacosta, toda bajo riego, el total es de 800mil hectáreas (Eguren, 2006: 17).

En la sierra peruana están localizadas lamayor parte de las comunidades campesi-nas y las dos quintas partes de las tierrasagropecuarias, cubiertas con pastos natura-les, y donde radica cerca del 40% del totalde la población rural y cuyo nivel de vidaes de pobreza extrema. Fue el escenariodel enfrentamiento entre Sendero Lumino-so y las Fuerzas Armadas, y cuya conse-cuencia más visible fue un mayor deterio-ro de sus condiciones de vida, con el consi-guiente éxodo de contingentes importan-tes hacia Lima o las ciudades aledañas. Lue-go del desmantelamiento de la protecciónque les otorgaba la legislación agraria colo-nial, las decisiones tomadas por Bolívar ylos libertadores levantaron estas barreras,situación que fue revertida durante la Re-pública, al garantizarles la intangibilidad desus terrenos. Aquí también la Constituciónde 1993 representó una inflexión en estatendencia, al facultarles a disponer de ellascon la simple aprobación de la mayoría deuna asamblea comunitaria. Pero, además,al estar localizadas en el entorno de gran-

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des yacimientos mineros, la explotación delos mismos afecta negativamente su rendi-miento, a la vez que contamina las aguas yel medio ambiente, configurando de estamanera un nuevo escenario de conflicto.En el caso de la selva amazónica, sus co-munidades son seguramente las más afec-tadas con el cambio del sistema de propie-dad, al suprimirse la protección del Estado.El resultado ha sido el desplazamiento eincluso la destrucción de los grupos nati-vos. En el caso de los asháninkas, por ejem-plo, la Comisión de la Verdad estableció quede 55 mil personas, 10 mil fueron despla-zados a los valles del Ene, Tambo y Perené(en la selva central), 6 mil fallecieron, y 5mil estuvieron cautivos por Sendero Lumi-noso. En los años de conflicto entre 30 y40 comunidades asháninkas desaparecie-ron (Eguren, 2006: 25).

Las perspectivasA fines del 2007, la tasa de crecimiento

de la economía peruana era del 8 % anual,la más alta de la región, hecho celebrado ycalificado por algunos como “la revolucióncapitalista en el Perú” (De Althaus, 2007).Aunque ese crecimiento está jalonado poruna coyuntura excepcional de altos preciosde los minerales que exporta, y por lo mis-mo fuera del control de los agentes nacio-nales, así como por la expansión de la de-manda de países como la China y la India,sin duda que se trata de una auténtica “re-volución”, completamente esperable, ade-más, como consecuencia de las profundastransformaciones en la propiedad y en lasinstituciones realizadas desde los comien-zos de la década de los 90. Lo paradójicoes que este proceso asombre y conmuevaincluso a sus apologistas. El capitalismo tie-ne la capacidad de desencadenar ese pro-ceso, pero al mismo tiempo generar, e in-cluso incrementar, pobreza y miseria. Esteescenario de luces y sombras también en-vuelve a la agricultura peruana, y constitu-ye el entorno de los nuevos desafíos en elumbral de un nuevo siglo.

En la costa peruana la reapertura delmercado de tierras, la inversión de capita-les nacionales y extranjeros, y el desplie-gue de la irrigación de Chavimóchic, unas15 mil hectáreas, produjeron un verdaderoboom de las exportaciones de caña,lideradas por empresas agro-industrialescomo Cartavio, Laredo, y Casagrande, reor-ganizadas sobre la base de las antiguas Coo-perativas Agrarias. Cartavio, por ejemplo,en 1998, tenía 5 600 hectáreas, de las cua-les se cultivaban con dificultad unas 4 mil,con un rendimiento de 360 mil toneladasde caña. Dos años más tarde, fueron culti-vadas la totalidad de sus tierras, las que pro-dujeron 650 mil toneladas de caña, y a co-mienzos del 2007 controlaba 10,800 hec-táreas y cosechaba 1’250,000 toneladasanuales de caña (De Althaus, 2007: 116).Lo mismo ocurre con Casagrande, la queantes de la reforma agraria tenía 23 milhectáreas sembradas con caña, las cualesse redujeron a 8 mil en el 2006, cuando elgrupo Gloria compró el 57% de las accio-nes de la empresa. En menos de un añovolvió a sembrar 7 mil hectáreas, con unrendimiento de 6 mil toneladas diarias decaña. Pero estos cambios no sólo se cons-tatan a nivel de las grandes empresas, sinoque pequeñas y medianas propiedades searticularon al mercado internacional, a tra-vés de la producción de espárragos, uva,alcachofas, pimiento, cebolla amarilla dul-ce, banano orgánico, palta, cítricos,páprika, y otros productos. La páprika fueun cultivo inexistente en el Perú antes de1998, y su introducción fue el resultadodel desplazamiento de la demanda delmercado español como consecuencia delos altos costos de su producción domésti-ca y del fracaso de alternativas que Espa-ña buscó en Marruecos, Zimbabue, Argen-tina y Chile. Como consecuencia, su culti-vo se introdujo en los valles de Tacna yArequipa, en el sur, expandiéndose a otros,llegando a cubrir 14,126 hectáreas desembrío a nivel del país, con una exporta-ción de 3,540 toneladas en el 2000 para

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alcanzar 55 mil toneladas en el 2005, loque convirtió al Perú en el primerexportador mundial de este producto. Lonotable es que entre el 80% y el 85% deltotal de la producción, lo realizan peque-ños propietarios que tienen 5 hectáreasen promedio (De Althaus, 2007: 174).

Pero no todo el escenario es exultante.La expansión agrícola es también el resul-tado de altos precios derivados del incre-mento del consumo de carne en el tercermundo, especialmente en China e India,pero ese incremento afecta negativamen-te la canasta de consumo de los pobres,cuya pobreza no ha disminuido frente a unapróspera economía agro-exportadora de 75mil hectáreas y cuyas ventas al exterior, enel 2007, eran de 1,500 millones de dólares.Otro factor es el desplazamiento de las tie-rras de cultivo hacia la producción de lacaña y del maíz para la producción deletanol, proceso que arrastra el incrementode los precios de los otros cultivos (La Re-vista Agraria (Lima), N 90: 4 -5, diciembredel 2007). El precio del pan, por ejemplo,pasó de 10 a 30 centavos por unidad enmenos de un año, cuyo insumo, el trigo,en un 90% es importado, haciendo que elvalor de las importaciones en el 2007 su-peren los mil millones de dólares. Para ate-nuar el impacto del incremento de los pre-cios, el 19 de julio de 2007 el gobiernosuprimió los aranceles al trigo y a la harinade trigo, medida que provocó la protestainmediata de los productores domésticos(La Revista Agraria (Lima), N 86: 8-9, agos-to del 2007. Esta desprotección aumentala vulnerabilidad de los productores frentea una eventual caída de los precios interna-cionales, o cuando el Tratado de Libre Co-mercio aprobado recientemente entre fi-nalmente en funcionamiento.

Si bien el alza de los precios los afectacomo consumidores, a nivel de la produc-ción también enfrentan dificultades comoconsecuencia del aumento de los preciosde insumos importantes, como la urea, elfertilizante más utilizado, cuyo precio au-

menta por el alza del barril del petróleo, elque a su vez incide en los fletes de trans-porte y por ser el petróleo uno de losinsumos en la producción de este fertili-zante. Como consecuencia, el Perú impor-ta cada vez menos úrea, pero cada vezpaga más caro: en el 2000 se importaron352.8 mil toneladas por un valor de 44.85millones de dólares, mientras que en el 2006se importaron 295.4 mil toneladas por unvalor de 74.75 millones de dólares (La Re-vista Agraria N 84: 16, abril del 2007). Aestas dificultades, que no son pocas, debeañadirse el descenso de la tasa de cambio.Los dólares son cada vez más baratos, loque afecta a los exportadores, quienes re-ciben un precio menor en términos demoneda nacional, y favorece a losimportadores, quienes compran más bara-to en el extranjero.. Para los grandes pro-ductores, la caída de la tasa de cambio secompensa con el aumento de los precios,pero los productores locales se verían afec-tados si los precios internacionales caen,productos que inundarán los mercados alamparo de un dólar barato. Finalmente, lospequeños productores, como consecuen-cia de lo señalado anteriormente, enfren-tan la amenaza de perder sus tierras al nopoder cancelar los préstamos adquiridospara mejorar sus cultivos. Los desastres na-turales, el incremento del “interés compen-satorio” (mora) impidieron la continuidadde los pagos de la deuda. Según el últimoreporte de la Superintendencia de Banca,Seguros y AFP, al 31 de diciembre de 2007existían 1,191 deudores agrarios en situa-ción de cobranza judicial por un monto de25.3 millones de soles, es decir 9’035,714dólares (Reyes, 2008).

¿Cuáles son las implicaciones políticasde esta situación? La política neoliberal seimpuso en el Perú prácticamente sin resis-tencia alguna por parte de la sociedad ci-vil, y cuya anomia y fragmentación fue elresultado de las acciones de Sendero Lumi-noso, de la crisis de los partidos políticos, ydel desmantelamiento del movimiento

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De Althaus, Jaime, La revolución capita-lista en el Perú (Lima: Fondo de Cultura Eco-nómica, 2007).

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Eguren, Fernando, “Reforma agraria y de-sarrollo rural en el Perú”, en Fernando Eguren(ed.), Reforma agraria y desarrollo rural en laregión andina (Lima: CEPES, 2006).

REFERENCIAS

obrero y campesino. Sólo en una sociedadatomizada fue posible la emergencia defenómenos tan singulares como el repre-sentado por el fujimorismo. En el campo,como se ha mencionado, la transformaciónde las haciendas agroindustriales se produ-jo sin que los trabajadores rurales la pidie-ran, mientras que en la sierra la reformaagraria fue el resultado de décadas de lu-cha de los campesinos en rechazo a la ex-clusión y a la explotación. Como constataMontoya (Sepia I, 1986), producida la re-forma agraria las luchas campesinas desapa-recieron desde 1980 y se agotaron los re-clamos por la tierra. Quedaron en el olvidolas acciones de la Confederación Campesi-na del Perú y de la Confederación NacionalAgraria impulsada por Velasco y sus segui-dores. En su lugar surgió desde 1983 el Con-

greso Unitario Nacional Agrario (CUNA), unaamalgama de medianos y pequeños pro-pietarios, organizados precariamente en de-fensa de intereses mutuamente contradic-torios, por consiguiente dotado desde susinicios con una fragilidad extrema, comoevidencia la deserción del grupo de la Or-ganización Nacional Agraria (ONA) que re-presentaba los intereses de la burguesíaagraria. En su lugar, las acciones en contrade la depredación del medio ambiente, dela polución del agua y del entorno son asu-midos ahora o por comunidades campesi-nas, o por organizaciones ambientalistas decarácter regional, frente al rechazo y la des-calificación de las autoridades del gobier-no. Este es un problema que hace impen-sable toda modificación real de la situacióndescrita, por lo menos en el corto plazo.

Figueroa, Adolfo y Richard Webb, Distri-bución del ingreso en el Perú (Lima: Institutode Estudios Peruanos, 1975).

Fort, Ricardo, “Texto base sobre la refor-ma agraria en el Perú”, Fundación M.J.Bustamante de la Fuente, A 38 años de la re-forma agraria (Lima: Fundación M.J.Bustamante de la Fuente, 2008).

Gamarra, Luis, “Un testimonio personal”,en Fundación M.J. de la Fuente, Ibid.

Matos Mar, José y José Mejía, La reformaagraria en el Perú (Lima: Instituto de EstudiosPeruanos, 1988).

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En la presente contribución se intentamostrar los vínculos entre el nacionalistafrancés Charles Maurras y el filósofo ehistoriador peruano Marqués deMontealegre de Aulestia (José de la Riva-Agüero y Osma) sobre la base de la situaciónde ambos en 1913-1914, fecha de un viajea París del segundo en visita a los hermanosGarcía Calderón Rey. Para esto se estudiael contexto ideológico y político, sus redessociales de contactos y, finalmente, seexplica un hecho sorprendente para elestudioso de las ideas políticas peruanas del900: que, siendo Maurras el más cercanomaestro vivo de Montealegre, ambos nomantuvieran trato personal directo el restode sus vidas.

L’Ordre et le DésordreEsta contribución tiene un propósito

histórico: Esclarecer la relación entre unperuano y un francés. Se trata del Marquésde Montealegre (1885-1944) y CharlesMaurras (1868-1952). El primero es el líderde la Generación del 900; el segundo, juntocon Maurice Barrès, el fundador delmovimiento, la revista, y luego el diariol’Action Française, con certeza el pensadornacionalista con mayor eficacia social en laEuropa anterior a la Segunda Gran Guerra1.No existe hasta el día de hoy ningún estudioque los comprometa, de ninguna manera,ni en el orden de los conceptos ni, muchomenos, en el orden de las relacionessociales. En realidad, cuando el investigadorimparcial se acerca al proceso conceptualy las fuentes de José de la Riva-Agüero yOsma, Marqués de Montealegre de Aulestia2,la ausencia de estudios sobre este vínculoafecta su sensibilidad histórica; se trata de

Víctor Samuel Rivera / TRASPIÉS POREL KÁISER: Charles Maurras yJosé de la Riva-Agüero

un caso particularmente alarmante dedescuido del patrimonio de la memoriahistórica. La sensación que proporciona lahistoriografía peruanista y los estudiosactuales de la historia del pensamientopolítico peruano no dan pista alguna de ello;eso no quita que Charles Maurras sea unantecedente inexcusable de la clase depensamiento polít ico que cultivóMontealegre. Hay que decir que, mutatismutandis, es el mismo tipo depensamiento, que podemos llamar«tradicionalismo político»3. Ambos,Montealegre y Maurras, pertenecen a unacomunidad difusa –pero poderosa– depensadores políticos antiliberales ycontrarrevolucionarios típicos del 900 y, másaun, del 900 francés. De hecho, comovamos a intentar mostrar ahora, ambos seconocieron personalmente hacia 1913, enParís, en realidad, justamente comoconsecuencia de pertenecer a unacomunidad difusa de pensadores políticosantiilustrados. Por desgracia, sería unencuentro desdichado para una relaciónensombrecida por un fastidio que duraríatoda la vida. Montealegre, sin embargo,expresaría una vez en carta reservada lagratitud tras un silencio tan grande. A pesarde todo, había sido «un maestro luminoso»,escribió4.

La historiografía hasta hoy vigente sobreel pensamiento político de Montealegre–que en el Perú conocemos más por sunombre civil–, establece una periodizaciónsimplificadora de la evolución de sus ideaspolíticas, de tal modo que éstas puedendividirse con un hito, alrededor de 1932,que separaría a un primer de un segundoRiva-Agüero; el primero sería liberal, elsegundo «conservador», ultramontano o

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fascista5. La división en dos periodos hacede lo más fundamental e interesante de laobra del marqués una extensión –tal vezmás erudita– del lenguaje ecumenalpromedio de sus vecinos menos ilustres del900, cuya memoria hacemos bien enabreviar; la división hace de su obrainteresante de 1905, 1910 o 1916 comoalgo que en ningún caso tendría parentescocon los tópicos de personajes como Maurraso Barrès. Aceptada la leyenda, secomprende la apatía y la ignorancia de loshistoriadores por una relación que cualquierinvestigación seria daría por inmediata ymanifiesta. Pero, por muchas razones, estaperiodización es errada. Nos referimosademás a razones conceptuales, derivadasdel estudio de las ideas de Montealegre, yno a sus actos políticos tales o cuales, quese explican suficientemente por sucontexto y en él sumergen su interpretaciónhistorial. Aquí partiremos de la ideasubversiva, pero históricamente verdadera,de que Montealegre fue, a lo largo de todasu vida intelectual, lo que un francésllamaría un maurrasiano royaliste, autortradicionalista político cuyas fuentes seenlazan con el pensamiento monarquistafrancés de inicios del siglo XX y,singularmente, con el contexto de ideaspolíticas y filosóficas de los integrantes del’Action Française. Es cuestión de unestudio independiente el tratamientohistórico del tema, al cual estamos yaconsagrados.

Las coordenadas conceptuales delmarquésLos inicios del 900 vieron el surgimiento

de un conjunto de intelectualidadessingulares en el Perú. Estos, apenas unosjovencitos al comienzo del siglo XX, seríanlos creadores –o difusores– de (al decir deAlfred Fouillée) las «ideas fuerza» que seríandirectivas para los hechos sociales ypolíticos relevantes para el recuerdoefectual del siglo XX. En lo que refiere a lateoría y la filosofía políticas, se dieron cita

de manera más o menos difusa elpragmatismo americano –con su primosimpático, el democratismo emersoniano–,el irracionalismo y el voluntarismo, en susdiversas vertientes, también los liberalismosneokantiano y utilitarista y el positivismoprogresivo y liberal. En este apretadoresumen vemos (bajo otro ropaje) nuestrapropia geografía conceptual en filosofíapolítica. Los pragmatistas eran unos HilaryPutnam tardíos o unos Richard Rorty de losaños 90’, los irracionalistas eran unosGianteresio Vattimo, los neokantianos unosJürgen Habermas y el primer John Rawlsdel 900. Por cierto, el desarrollo de laepistemología y la filosofía posmoderna hanacabado con el positivismo «progresivo» ytambién con cualquier otro positivismo6.Estaba también el tradicionalismo, enparticular à la Maurras; que se define, enla cultura filosófica francesa, como unaapelación a la tradición como horizonte desentido sobre la base del rechazo relativistadel racionalismo7. Aunque ahora la posturainstitucional tradicionalista parece unareliquia cultural y una excentricidad, comopostura filosófica tenía insospechadosaliados. De un lado, podía contar entonces–como no ahora– con la venia de la (hoycaduca) sociología positivista. De hecho, lostradicionalistas franceses eran positivistas.De otra parte, el tradicionalismomaurrasiano, laico o neutral en religión,podía sostener su acción política en lavigencia social del pensamientoreaccionario, al que se adherían hacia el 900los católicos educados. Es interesante anotarque esta concepción de la política escompatible con la ontología y las estrategiasepistemológicas pragmatistas eirracionalistas –como ha ya tratado depasada Carlos Thiebaut–8. En este sentido,esto es notorio en la actualidad en elpensamiento de Alasdair MacIntyre, que esquien más se le acerca9. Una hermenéuticasolidaria de unas y otras en función de latradición se consideraba en la Europa deltemprano siglo XX como una alternativa

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viable y «futurista» para enfrentar la –ya paraentonces– inevitable tecnologización ymercantilización del mundo, también unaalternativa tanto para dar sentido como paracriticar el emergente universo políticoburgués. Riva-Agüero era, pues, unMacIntyre del 900, con la diferencia de quela idea del orden tradicional en base aontologías contingentistas y criteriosepistemológicos relativistas y pragmatistasparecía más razonable, más cercana yexitosa socialmente que hoy; la agitaciónen ese sentido no parecía sorda, como esla apariencia de los lamentos de MacIntyrepor la virtud perdida.

Hacia el tiempo en que Montealegreredactaba sus tesis juveniles y comenzabala lectura de Maurras (circa 1907-1912),existía aún el Imperio Austro-Húngaro, nose habían dado las revoluciones mexicanao rusa; la China era aún una monarquíamilenaria. Con la amplia receptividadpropia del tradicionalismo, Montealegre eraen su teoría política lo que se llama un«espiritualista», en su teoría social se nutríadel irracionalismo bergsoniano10 y lapsicología social positivista11; en filosofía eraun voluntarista nietzscheano, como todo elmundo pensante. En cuanto esto último –ytambién por Bergson y la psicología social–era furibundo antikantiano y más bienfavorable a las más generosas teorías delutilitarismo y el pragmatismo12. Es en esteespectro que este marqués peruano dabauna traducción social a sus ideas comonacionalista, vale decir, defendía una versióndel tradicionalismo que lo ligaba al quehacernarrativo de una identidad política en tornoal Estado nacional. En esto no estaba solo,pues puede asociárselo rápidamente aVíctor Andrés Belaunde, por ejemplo, quetambién lo era13. Montealegre debe habersido, sin embargo, el único monárquicoperuano de su tiempo. Parece unaafirmación arbitraria. El marqués habíasostenido brevemente esa tesis, sinembargo –y de forma extremadamentecautelosa– en un apartado de su primer libro,

Carácter de la literatura del Perúindependiente (1905), un texto que, másque de literatura, es una obra de sociologíapolítica14, un género ligado a la psicologíade los pueblos y que estaba de moda en elperiodo en el que le tocó vivir, herenciapeculiar en su caso de la Historia de laliteratura inglesa, de Hyppolite Taine15. En1910 volvió a la carga con ideasmonárquicas en un libro que le abriría laspuertas en la Real Academia de Historia en1914, La historia en el Perú16. Favorecer lamonarquía institucional desde la sociología,la historia o la filosofía en el 900 peruanoera una idea posiblemente casi tandesdichada como sostenerla ahora, pero lasuerte de las ideas no es correlativa con suverdad y, sin duda, la eficacia del pensardepende también de su contexto. Fueduramente combatido por estas ideas enprivado por su profesor de espiritualismo,Alejandro Deustua, que era en realidadquien lo había introducido a buena partedel aparato conceptual que utilizaba en susobras17. En todo caso, como ya precisamos,su actitud calificaba de «futurista», y ellenguaje y la ciencia social del 900 quealbergaba a Maurras y Barrès estaban lejosde considerar esa postura como una (pura)mera excentricidad.

Nunca se ha subrayado esto: Elmonarquismo incomprendido de Riva-Agüero lo llevó a ensayar una teoríaespiritualista e irracionalista sobre elfundamento de los regímenes políticos, quees en realidad una ontología política y unasociología del origen del Estado, Conceptodel Derecho, de 1912. Una tesis central allíes la posición voluntarista de que lasociedad polít ica surge de unaespontaneidad de la conciencia colectiva,de un acto original de afirmación centradoen la voluntad destinal de un rey primitivo,en oposición al contrato social de losliberales y sus teorías sobre los «derechoshumanos»18. Terminada e impresa la obra,que es en realidad el fundamento filosóficode la retórica monarquista de los tratados

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anteriores, se fue a España y Francia por elperiodo 1913-1914 con su madre Doloresde Osma y su tía Rosa Julia, hermana de laanterior. Había ilusión de mostrar su obraallí, donde podía ser comprendida, y no máscon interlocutores que, en el mejor de loscasos (o sea, el de Alejandro Deustua),tenían para él reproches desde elpensamiento «correcto», junto con alarmadasy hueras frases del pensamiento «normal».A través de los Condes de Casa Valencia yla Condesa de Doña Marina –amistades desu madre– iba a tener el contacto en Madridcon el jefe del bando tradicional español,el Marqués de Cerralbo, entonces en lasCortes Españolas, así como con el Marquésde Rodezno, el Conde de Cerrajería y loscarlistas de su círculo, los tradicionalistasreligiosos españoles19. En Francia, ¿no debíaRiva-Agüero tener expectativa de conocera Maurice Barrès y Charles Maurras? Elloseran, justamente, los líderes delnacionalismo francés y los monarquistaseuropeos por antonomasia. Deseaba elmarqués con certeza difundir su obra, enparticular la de 1910. Era un mal momento,sin embargo. La Primera Guerra Mundial iríaa ser implacable contra la solución nacional-tradicionalista de las epistemologíaspragmatistas y las ontologías contingentistas«futuristas». Los países que sostenían su causaen la historia efectual europea, los ImperiosAlemán y Austro-Húngaro, perecerían antela maquinaria militar de la democracia delos Estados Unidos. En 1913, sin embargo,aún no había pasado nada. Y era el casoque Riva-Agüero querría ser comprendidopor alguien. Debía ir a buscar a CharlesMaurras.

Riva-Agüero en ParísMadrid y París: Dos paradas

fundamentales entre 1913 y 1914, en unviaje que abarcaría también San Sebastián,Biarritz, Vichy y Roma, y muy posiblementeSuiza. El joven Riva-Agüero eraacompañante de su madre, que iba a visitar

a sus parientes. Es un hecho curioso queestos parientes fueran parte del círculotradicionalista español, entoncesplenamente activo. El objeto de su visitaeran los Condes de Casa Valencia y el Condede Guaqui y, a través de ellos, a la Condesade Doña Marina, «la mejor amiga de sumadre»20. La primera era una antigua vecinade Dolores y Rosa Julia, entonces de hecho(aunque no de jure) las marquesas deMontealegre y Casa Dávila. Por un meroaccidente social, estas señoras hacían uncírculo de amistades con famososreaccionarios españoles, el Conde deCerrajería y el Marqués de Rodezno, ésteúltimo varias veces ministro, en una redamplia que incluía a pensadoresreaccionarios notables, como elparlamentario carlista Juan Vásquez deMella. El hijo de Doña Mercedes, para 1913,sin embargo, no podía estar tan interesadoen las amistades vetustas de la ramafemenina de la familia. Era un intelectualabierto, amigo de pragmatistas demócratas,voluntaristas y nietzscheanos. En particular,hay que insistir en que la relación conCerralbo y compañía en Madrid era fortuita,pues Montealegre no compartía las ideasdel tradicionalismo religioso de losespañoles, hijos dilectos de la reaccióncatólica del siglo anterior, y menos en laversión mellista, que era la de Cerralbo21.Él mismo no era religioso. Lo sería desdesu regreso de Europa, pero eso ya es otrotema. Hay que agregar que los españolesque conoció a través de las amigas de sumadre eran en su mayor parte legitimistas(o sea, carlistas), mientras que respecto deltrono español, Montealegre siempre fue–hasta su muerte en 1941–, partidario desu precario ocupante, el Rey Don Alfonso.

«Futuristas» es el último adjetivo para elcircuito de españoles de 1913, que pocotenían del futuro. El Riva-Agüero de eseaño estaba más interesado en realidad enel universo auténticamente futurista de laCiudad Luz. Deseaba bastante más sin dudavisitar a los hermanos Francisco y Ventura

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García Calderón, que vivían en París desde1906 y eran sus queridos compañeros delColegio Recoleta de Lima. Para 1913 losGarcía Calderón eran además ya unoslargamente reputados intelectualesperuanos en París y, por cierto, cultivadoresde la bibliografía futurista de la queMontealegre se había servido en sus tesisde 1910 y 1912 para defender las mismasposiciones que Deustua identificaba–malamente– con ideas de países«atrasados», esto es, España. Estaba lejosDeustua de comprender que a Riva-Agüerole interesaba la monarquía como programadel «futuro», la monarquía de los países«adelantados», como claramente habíaescrito de los Imperios de Alemania y Japóny del Reino de Italia en 190522. El profesorDeustua estaba lejos de imaginar que Riva-Agüero estaba pensando entonces no enla liberal España del Rey niño Don Alfonso,sino en la Francia republicana de cuyaintelectualidad futurista sus amigos deescuela eran ahora parte militante. FranciscoGarcía Calderón era un medio propicio paraconocer a los actores de esa Francia futurista.Vivía en medio de ella, la había conquistado.Ellos, lectores de William James, conocíana los filósofos contingentistas del entornode París, como Émile Boutroux, a losrelativistas y antikantianos de la atmósferaescéptica de la Belle Époque. Conocían aMaurras y a Barrès. Eran la acogida esperadapara los libros recién impresos en Lima.

Francisco García Calderón, «parisíen»Francisco García Calderón vivía en

Francia desde 1906, en que había muertosu padre y él, en un ataque de neurastenia,había tratado de matarse en el Puente dePiedra de Lima. Se trasladó con su madre yhermanos a París. Ya era una pequeñapersonalidad, pues era consideradoheredero intelectual de José Enrique Rodó,quien ya le había prologado un libro en190423. En París había generado un entornoliterario francés y latinoamericano. Los

alcances del circuito de García Calderóncubrían lo más graneado y exitoso deFrancia: el entonces ya venerable ycelebérrimo filósofo Alfred Fouillée, su obralargamente el vademécum de filosofía quese usaba en la Universidad de Lima24, asícomo los no menos difundidos sicólogosThéodore Ribot y Gustave Le Bon, algunosde los autores más socorridos en la SanMarcos positivista y liberal del 900, aquienes ya trataba socialmente desde190625. En esa lista hay que señalar a loscontemporáneos de Francisco, los muycercanos Émile Boutroux, el científico HenriPoincaré –quien poco después le prologaríaun libro–, aunque también loscontrovertidos nacionalistas Barrès yMaurras. Varios de ellos eran lecturasrecomendadas (más bien obligadas, pueseran parte del syllabus de sus cursos) porDeustua y conocidas por tanto, admiradas,por Riva-Agüero y compañía26. El ámbitoamericano del circuito no era menos surtido:Había que contar en esta categoría aGonzalo Zaldumbide, Rufino BlancoFombona o Rubén Darío, el último autoradmiradísimo por el Montealegre joven ycuya concepción modernista del lenguajehabía utilizado él mismo en notas de paisajesde 1912, que hoy conocemos comoPaisajes peruanos27. Los latinos hacían uncircuito internacional, además28.

García Calderón habría comenzado aponer en obra la creación de su red franco-latinoamericana de contactos sociales yacadémicos desde 1906, apenas llegar, loque habría sido un factor muy importantepara influenciar en la publicación de suprimer gran libro, Le Pérou Contemporain,escrito e impreso en francés al año siguiente–sin duda, una manera de legitimarse enun ambiente social de escritores–29. LuegoFrancisco se desempeñaría como miembrode la Legación Diplomática del Perú enParís, lo que, sin dudarlo, le facilitó losmedios para aglutinar a los famosos de lasletras en torno de su casa, lo cual terminóhacia fines de la Primera Gran Guerra en

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ser casi su oficio. El de García Calderón eraun circuito social-académico amplio yheteróclito, pluralista e interesante, lleno defiguras que debían parecer más grandes delo que realmente eran para un Riva-Agüeroque aún no tenía cumplidos los 25 años.No hay duda de que la alternativa de entraren contacto con esta gente debía parecerlemaravillosa. Ahora bien, por alguna razónMontealegre no terminaría de cuajar nuncaen ese ámbito de redes de influencia tanatractivo y del que salió huyendo ensetiembre de 1914.

Montealegre debió llegar a París con lasmarquesas madre y tía, hacia el invierno de1913; sabemos que se fue a Italia en abrilde 1914 y que retornaría poco antes delestallido de la guerra. Para esa fecha Franciscoya había publicado los libros más importantesde su vida, había recibido un premio de laAcademia Francesa y era reconocido comoensayista, crítico de prensa y diplomático.Lo podemos imaginar deambulando con lasamistades franco-latinoamericanas de iniciosde siglo ya consolidadas, en los cafés deBoulevard Haussman, en el arrondissement18, lleno de añoranzas imperiales, simpáticoscafés y teatros, o bien por las galerías deChamps Elysées, al lado de Poincaré o RubénDarío. Ventura era también bastante famoso–aunque menos–; en 1911 había impresoen París una antología literaria peruana en laque estaba incluido el propio Riva-Agüero.Ambos hermanos esperaban con ansia elreencuentro con el aristócrata; tenían graninterés en recuperar las antiguasconversaciones escolares, los debatesinterminables de los tres entre los palacetesde Lártiga y Amargura, que recorrían juntoslos amigos –escribe Ventura– «cinco o seisveces»30. Al parecer, por cierto, Ventura noterminaba de estar presente siempre enalguno de esos extenuantes paseos, y habíaocasiones en que se aburría antes de que laapasionada conversa hubiera concluido. Unade las discusiones favoritas parece haber sidola forma más apropiada de régimen políticoy, entre ellos, la preferencia de nuestro

personaje por la monarquía sobre larepública, un asunto obsesivo, el tema familiarheredado del gran papá31. Francisco erafavorable a la República, más aun en privadoque en público; Ventura dudaba a veces enfavor de la monarquía; la cercanía parisinade Maurras y sus libros, que a Francisco lodejaban en una cierta indiferencia escépticafrente al tipo de régimen, habían contribuidoen algo a modificar la inclinación de labalanza a favor de los reyes en el caso delhermano (lo cual quiere decir que no ledisgustaba la idea monárquica para el Perú).

Las discusiones sobre la pertinencia y lavigencia efectual del sistema monárquicoentre Riva-Agüero y los García Calderón nose interrumpieron en lo más mínimo. Ladistancia hacía de sus diálogos algo bastantemás grave y más meditado que la proximidadinfantil. En 1907 Francisco gozaba de la justafama de su Le Pérou Contemporain,mientras Riva-Agüero lo hacía de su Carácterde la literatura. En ambos textos puederastrearse la idea monárquica, pero en ambashay un subtexto teórico que vamos a revisar.Ninguno de ellos afirma o niega tajantementela realidad efectual de la monarquía, pero estema aparte la perspectiva del subtexto deambas, que explica también el giro(aparente) de los dos autores en tiemposposteriores. Ambos estaban embebidos ensu formación del antijacobinismo de lacultura francesa de fines del XIX y ningunoera un entusiasta del republicanismo en símismo; ambos eran antikantianos,contingentistas y negadores de la fuerzapolítica de la «verdad», no creían en losderechos individuales liberales yconsideraban la Revolución Francesa comouna catástrofe histórica. Pero de allí a sertradicionalista hay cierta distancia, y es esadistancia la que separaba a Riva-Agüero deFrancisco.

Riva-Agüero, consecuente con eltradicionalismo, pensaba en la pertinenciadel régimen monárquico como formapolítica. La monarquía había regido el Perú

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tres siglos, la República 80 años. En rasgosgenerales, las suyas estaban entre las ideasde más éxito cultural en la Francia del 900,al menos hacia las fechas entre la instalaciónparisina de los García Calderón y 1914, yellos lo sabían. El 21 de abril de 1907tenemos una extensísima carta de GarcíaCalderón sobre el problema del régimen,cuyo tenor es casi una reprimenda por otraextensa carta de Riva-Agüero sobre elmismo asunto, trágicamente perdida32. Losniños seguían discutiendo. En realidad, lacarta de abril de 1907 no era un casosingular; era la secuela de un conjunto másgrande de la correspondencia, igualmenteperdida, que se habría dado aparentementepor la gestión del libro de Francisco de1907, y también por el de Riva-Agüero, quehabría de esperar a 1910. Le dice de pasadaFrancisco a su amigo: «Tu primera réplicame ha impresionado, es sugestiva; y dicesbien al escribir que estamos de acuerdo enlo esencial y que nos separa algo sin interésfuturo o presente»33. Esto, claro, en elsentido de que no había muchas esperanzasentonces de hacer realidad el principiomonárquico en el Perú de Mariano Cornejoo Augusto B. Leguía. Agrega Francisco: «Teconfesaré que por aquí, en esta repúblicaanarquizada, se ama y se simpatiza con lamonarquía. Es un principio de estabilidad yde equilibrio que parece necesario»34.Francisco dedica varias páginas a refutar larazonabilidad del principio monárquico enAmérica a pesar de que éste no le parecía–no era– inefectual en la Europa que lorodeaba, y menos antes de la Primera GranGuerra, en que era manifiesto el éxito socialde Maurras y el impecable esplendormaterial y moral de los Imperios Alemán yAustro-Húngaro35. En un arrebato deindulgencia, y casi por aburrimiento,Francisco concluye la discusión de estamanera, concediendo retóricamente lapostura del amigo: «Estoy, pues, de acuerdocontigo en teoría: La monarquíaparlamentaria es el mejor gobierno»36. Claro,otra cosa era la práctica, pero el punto es

que Riva-Agüero estaba por la realidadefectual de la monarquía, incluso si ésta erainviable en términos prácticos para el Perúde 1907. Montealegre había sido unfuribundo monarquista infantil. Pero lasdiscusiones de los niños no eran por ellodiscusiones infantiles. Charles Maurras losabía en París.

Charles Maurras, pensador políticoDurante las primeras dos décadas del

siglo XX Charles Maurras era una de lasfiguras vivas más interesantes de laactualidad del pensamiento francés. Poeta,reconocido que habría de ser en 1937 porla Academia Francesa, era también el tipode ensayista panfletario típico de la Franciadel 900, el francés de los discursos efectistasy cortos, de gran solución retórica y escasocuidado académico, el ensayista francéscuyo modelo era el lenguaje de los alegatosparlamentarios. Por coincidencia feliz, juntoa Maurice Barrès, Maurras venía de fundarjustamente para la época del viaje deMontealegre la revista y luego el periódicol’Action Française, el órgano nacionalistade mayor relevancia histórica del primertercio del siglo XX europeo y membretetambién del movimiento político francésdel que la prensa del mismo nombre eraexpresión. El propio Montealegre llegaríaa escribir alguna vez allí37. Maurras, entérminos generales, es relevante para elpensamiento político europeo (y por ende,para nuestra historia) por dos razones: 1.Ser el articulador retórico del nacionalismointegrista (francés) y 2. Ser el organizadory virtualmente el profeta supremo de lacontrarrevolución monárquica continental.Que no nos engañen las palabras, sinembargo. Aunque, como Cerralbo ycompañía, era un incendiario negador de1789 y su consecuencia política, el régimenliberal burgués38, su versión delpensamiento reaccionario estaba atravesadapor la experiencia de la Europa del tren ydel teléfono, alimentada por el modernismo

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literario y el sofisticado ambiente de laontología científica relativista de ÉmileBoutroux y Henri Poincaré, los Rorty y Kuhndel 900. Afecto a los cambios urbanos y lainterpretación polít ica del mundotecnológico, que los tradicionalistas másrecalcitrantes no asumían, Maurras eraconsiderado por ello un futurista, y suposición era cercana a lo que hoy sería unaconcepción posmoderna y laica de lahermenéutica del régimen tradicional. Sinduda debía ser simpático a un peruano queen Madrid había alternado con los difícilesRodezno, Cerrajería y Cerralbo, y máscuando en el pensamiento no era otrotradicionalista, sino parte militante ydecisiva de lo que se consideraba larevolución conservadora europea. Cerralboera viejo, Maurras joven. Las lecturas y losautores afines a Maurras eran bastante máscercanos –si cabe– a la formaciónintelectual de nuestro filósofo: AnatoleFrance, Maurice Barrès, el viejo ErnestRenan –y bajo esta óptica– también a loshistoriadores franceses restauracionistascuyas obras García Calderón le habíacomprado para su tesis de 1910, comoFrançois Guizot y Thiers. Sumemos lainfantil sonrisa de su admirado FedericoNietzsche.

Maurras hacía una defensa delnacionalismo que estaba ligada al panfletoliberal de Ernest Renan ¿Qué es unaNación?, de 1882. Este texto era una suertede catecismo postradicional delnacionalismo y está transido de un idealliberal de ciudadanía39. Adherente hacia elfinal de sus días a posiciones monárquicas,Renan había creado sin embargo unaatmósfera para el discurso sobre lasinstituciones políticas tradicionales en basea una concepción positivista y cuasipragmatista de la práctica social. Justificabala monarquía por su utilidad, porreconocimiento a su rol histórico en lagénesis de la nacionalidad francesa, comoelemento identitario, por lo tanto. Eraopuesto al mero tradicionalismo, pues

admitía la contingencia normativa de lasinstituciones (cosa que los liberales nosuelen hacer). Esto llevaba consigo unainterpretación ambivalente, pues aunque eltexto hace descansar la nacionalidad en lainiciativa, su argumentación cuasipragmatista en favor de las institucionessociales podía ser aplicada para justificar larestauración (como hizo Maurras), o almenos al reconocimiento social de lamonarquía y la nobleza, como parece serla idea original del texto. Hay que recordarque la interpretación novecentista delnacionalismo, fuera por Maurras, fuera porel más presentable Renan de 1882, teníapor contrario conceptual siempre a algúntipo de «internacionalismo» político, esto es,a lo que en la teoría política corresponde alas diversas formas de universalismo. Suenfoque de la nacionalidad es pragmatista,y se basa en la idea de que las institucionessociales merecen un reconocimientopolítico en la medida de su utilidad para laconservación de un cuerpo social concreto.A esto se debe la posibilidad de interpretareste nacionalismo, construido como untexto positivista y liberal, de una maneraciertamente no liberal ni positivista, a saber,rechazando los aspectos más «universalistas»de la posición renaniana. De una manerageneral, eso aproxima la lectura de Renanal nacionalismo del que el propio Renanera adverso, a saber, la versión delromántico J. G. Fichte, casi literalmente elideólogo del Imperio Alemán40.

El nacionalismo del 900 francés no erademocrático; era aristocrático, incluso si esinterpretado según los parámetros delrégimen representativo. Aparte de supostura sobre el nacionalismo, Maurrasalcanzó notoriedad periodística por susingular defensa del régimen monárquicoen Europa. En el contexto francés, es fácilobservar que se trataba de una posturapolémica derivada de un nacionalismo queen Francia estaba (y está) ligado a la defensade la unidad religiosa y la monarquía y, porlo mismo, con el rechazo de las

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consecuencias del programa normativo de178941. No es en absoluto sorprendente lacercanía de la primera consideración conel pensamiento del Montealegre de suetapa universitaria. En el 900, el problemacentral del pensamiento político era lacuestión del régimen, esto es, de la formade gobierno. Los novecentistas tradujeronel problema en términos de nacionalidad42.La segunda, como ya sabemos, era tambiénla posición que el marqués había hecho suyaen relación con el Perú, al menos desde lacomposición de La historia en el Perú, quetanto alivio debía haberse sentido decomentar en el aireado ambiente de losRodezno, Cerrajería, Guaqui y Cerralbo. ¿Notendría el Riva-Agüero de 1913 interés dellegar a París y hablar con Maurras? No haytestimonio realmente público de eso. Peroesto se debe a que media en realidad unproblema privado, personal: El pleito delos imperios.

Libros para Charles MaurrasVamos a ocuparnos ahora de los textos

claves para determinar qué pasó conMaurras. Es importante, pues Maurras es unode los autores centrales en la concepciónpolítica (de praxis política) del Montealegrede la posterior década de 1920. No hayprueba de que Maurras hubiera sido leídopor Riva-Agüero antes de 1913. No aparece,por ejemplo, en las listas de librosencargados a París, Londres o Madrid parala composición de las tesis de 1910-1912,que dicen mucho de los intereses delfilósofo, hurgando entonces en la teoría yla historia políticas. Francisco le envióinnumerables paquetes de libros por sucuenta que Riva-Agüero debe haberlecomentado, aunque no se conservan lascartas que lo atestigüen. No estamoshuérfanos, sin embargo, de fuentes. De unlado, sabemos por García Calderón que elpensador de Lártiga deseó mandarle suspropios libros a Maurras en 1916 o 1917.Tenemos luego documentos fundamentales

de Charles Lesca. Este Lesca era unacadémico francés más o menos irrelevante,que nos interesa sin embargo por dos razones:Fue colaborador del fundador de l’ActionFrançaise y anduvo por Lima hacia 1910, enlas fechas de publicación –justamente– dellibro La historia en el Perú. En el viaje aLima vino como subalterno de unacadémico francés, M. Martinenche, amigode Ventura, experto en literaturalatinoamericana. Para variar, Martinencheera, como Lesca, un tradicionalistamaurrasiano. Sabemos también queMontealegre mantendría trato indirecto conMaurras en tiempo posterior, a travésjustamente de este mismo Lesca de 1910,sólo que no vale para nuestro propósito,que es relevar la dimensión reaccionaria delpensamiento de Montealegre a través,justamente, de la idea de su cercanía conMaurras en 1913, cuando se supone queera «liberal». Como sea, el intercambioepistolar con Lesca desde 1935 a 1944aclarará un poco más –si cabe- lo que indicael episodio de los libros a través deFrancisco en 1916. Pasemos, pues, a revisarprimero la carta sobre Maurras de esa fecha.

Montealegre, unos meses después desu regreso de Europa, le preguntó enFrancisco cómo hacer para entregarle suslibros a Charles Maurras. La consulta debehaber sido en 1916, en carta perdida, perode cuya existencia sabemos por la respuestade Francisco García Calderón del veranosiguiente43. Es evidente que quería mandara Maurras su recién impreso folleto Elogiodel Inca Garcilaso, salido de la imprentaen 1916, con la intención de ofrecerle,además, ejemplares de las obras de fechasanteriores, las ya tratadas piezasmonárquicas y futuristas de 1910 y 191244.Riva-Agüero poseía aún ejemplares de ellaspara su viaje a España de 1919-1921. GarcíaCalderón le revela que ya Maurras se habíamostrado interesado en tener sus textos«sobre todo de historia», sin duda enreferencia no al Inca Garcilaso, sino al textomonarquista de 1910 (el de 1905 estaba

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agotado), lo cual sugiere que el interés pormantener el contacto era recíproco45.Maurras no sabía español, así que ni el regaloni el interés por «sus libros de historia»podían albergar propósitos académicos ode divulgación, ni menos podía ser unapresentación personal o una manera dedarse a conocer, ya que era muy difícil conlibros que largamente excedían lashabilidades lingüísticas del fundador del’Action Française. Pero esto es una clave:Los regalos constituían un halago personal,una ofrenda, un detalle. El sentido comúndicta que una acción de esta naturaleza sólotiene sentido si ambos personajes se habíanconocido ya personalmente. Uno podríapreguntarse por qué, si estaba tan dispuestoa halagar a Maurras, entonces Montealegreno le propuso que se hubieran escrito entresí, por qué no se hicieron amigos en París,por qué no aunaron fuerzas, cruzaronmateriales o contactos, pues no hay rastrorazonable ni siquiera de meros saludos entreellos, algo bastante más extraño si seconsidera que Montealegre, desde 1921hasta 1940, regresó innumerables veces aParís. Tomemos en cuenta este punto: Poralgún motivo, Riva-Agüero no adoptótampoco ninguno de los pompososcontactos de su amigo Francisco, el delcírculo de celebridades franco-latinoamericanas, es casi como si –porabsurdo- no hubiera sabido él el idiomafrancés. Para cualquier historiador de las ideasqueda claro que la distancia con Maurrasobedece a las mismas razones que loalejaron del resto de los franceses, habríaque decir, también de los francófilos. Entodo esto subyace la sombra de la PrimeraGuerra Mundial y, digámoslo de una vez,las de Sus Majestades Imperiales, el KáiserGuillermo y Francisco José, Emperador deAustria-Hungría.

Tras los imperiosEs conocida la posición de Maurras antes

de la Primera Gran Guerra. Éste, como

nacionalista francés, era antigermanófilo, eraopuesto a la política europea de losemperadores de Alemania y Austria-Hungría, que consideraba expansiva yantifrancesa46. Montealegre, en cambio, ydesde muy joven, era un leal y apasionadoadmirador de los imperios, especialmenteel alemán47, como en efecto continuaríasiendo después de terminada la guerra. Loera desde su propia concepción delnacionalismo, lo que implicaba además enel contexto de 1914 la afirmación de lasidentidades de los Estados-Naciones; sudefensa germánica estaba vinculada,además, a su propia agenda nacionalista,cuya praxis sería el Partido NacionalDemocrático, que fundaría apenas volvercon Víctor Andrés Belaunde48. En estesentido hay que interpretar el epílogo (ypor tanto el balance del propósito) delCarácter de la literatura que dedica, a esterespecto, varias líneas de elogio al Imperiode Alemania49. La hermenéutica aplicativadel nacionalismo de Montealegre seafirmaba sobre la base de la ambivalenciade Renan que ya hemos anotado respectodel reconocimiento pragmatista de lasinstituciones sociales, más unainterpretación fichteana que liberal delconcepto de nación, y ocurre que la guerrade 1914 era en buena medida un conflictoentre ambas posiciones. Esto era monedacomún, por lo demás. Por otro lado, elrégimen francés de la época, que eraizquierdista y liberal, le resultaba aMontealegre desagradable en sí mismo,igual que a Maurras50. Como anécdota,anotemos que Riva-Agüero no tuvoempacho en hacer defensa pública de losimperios incluso después de concluida laguerra, cuando ya no tenía el menor caso.De hecho, desde 1918, por ejemplo, esnotoria la distancia personal con Francisco,que no se explica sino, justamente, por esteasunto de los imperios.

Media aquí la cuestión de Estados Uni-dos. El asunto del antinorteamerica-nismo

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era bastante serio para el marqués y susamistades antes de 1914, que diagnostica-ban en la geopolítica americana un peligroen la expansión de Estados Unidos a costade la América Española. Así, antes de suseparación de 1906, Francisco y el marquéscompartían una postura sustancialmenteantinorteamericana. En este sentido, tantoLe Pérou Contemporain como Carácter dela Literatura eran (cada libro a su manera)un diagnóstico social antiyankee. Para losdos compañeros generacionales lo anglo-sajón tenía cualidades que rivalizaban conlo español o lo latinoamericano; esto co-rrespondía en Francisco a una postura másradical, pues iba de la mano con presupues-tos raciales cientificistas, que acentuaban loque en ambos era una mezcla de análisisestratégico y psicología social al estilo delas obras sobre carácter nacional de Taine.El contexto social francés de Francisco ibaa ser decisivo en el cambio de esta situa-ción. Las críticas a los Estados Unidos y auna lo sajón en general iban a invertir su sig-nificado. En 1912 había salido en francésLes Démocraties Latines d’Amérique, queligaba la idea de un proyecto americanoespañol-latino-francés contra un anglosajón.Pero las cuestiones polémicas con el Kái-ser y sus aliados deben haber forzado amitigar, y luego a fulminar, la hermenéuti-ca política basada en presupuestos racia-les. Estos cambios, tan razonables en elcontexto de la guerra, debían parecerle aMontealegre poco consecuentes desde unpunto de vista racional. Hacia 1913 Fran-cisco García Calderón –quien esperaba yala inminente llegada a París de su mejoramigo– estaba publicando ese año su Lacreación de un Continente, un tipo deamericanismo que ya no era especialmen-te antiyankee51. Ese texto, por lo demás,en nada había cambiado la retórica contra-ria, tan afrancesada, que alojaba en el libroanterior al enemigo geopolítico y al rivalpsicológico en Japón o Alemania52, justa-mente dos de los Imperios favoritos delnacionalismo de Riva-Agüero. A este res-

pecto, el encuentro final entre ambos debehaber resultado difícil.

A Francisco no le había sido nunca nadasimpático el nacionalismo del Káiser. Dehecho había escrito ensayos contra losImperios, en particular conforme seacercaba la confrontación bélica francesacon Alemania; sus ideas conservadorasdebían sucumbir frente a la presión socialde las redes de franceses a las que les debíaparte de su éxito académico. Para 1914había redactado ya e impreso el panfletoSobre el germanismo, que habría dereimprimir varias veces después de laguerra53. Francisco había sostenido sólo en1912 la ilusión de que Francia y lo francéseran un soporte tanto cultural comogeopolítico para la América Española, queél –a la francesa– llamaba «Latina»54. Suinterpretación liberal del nacionalismo deRenan se había ido haciendo más radicalcon el tiempo, en especial con el tiempofrancés de preguerra. Montealegre, a pesarde sus múltiples y perennes influencias deFrancia, había ido desarrollando –por elcontrario- un cada vez más intensosentimiento de lo que habría de llamarsedespués «hispanismo». La razón eraideológica: la Francia del 900 era un paísliberal, el más militantemente liberal deEuropa. Francia había adoptado una políticade Estado anticlerical, había roto elConcordato con la Sede Apostólica, elgobierno controlaba y retiraba a los católicosde las instituciones públicas y habíaconfiscado los bienes de la Iglesia, inclusola utilería del culto divino. Era la Franciapro semita que había resuelto a favor delacusado el caso Dreyfuss; esta Franciarepresentaba, para Riva-Agüero, el principiorevolucionario. España, en cambio,especialmente después de 1910, era lafuente histórica de la efectividad de lasinstituciones sociales contrarrevolucionarias,que para el Montealegre de 1910 erantambién el motor de la esperanza políticae histórica para la América Española. Bienlo había visto en los activísimos –aunque

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poco futuristas– amigos nobles de su madreen Madrid.

Con buenas razones, en diversos lugaresque no es el caso precisar ahora, el marquésasociaba su concepción del significadopolítico de España frente a la revolucióncon la causa de los imperios y, por contraste,la causa de la Francia izquierdista de la pre-guerra con la ideología democrática de losEstados Unidos, ideología «niveladora», estoes, opuesta a los criterios de diferenciaciónestamental, que él consideraba naturales.Lo mismo habían hecho los carlistas. Debíahaberle resultado especialmente incómodoy molesto ver la rápida evolución de suamigo, y ver escribir a Francisco un librollamado El wilsonismo55, una obra endefensa de la política exterior de EstadosUnidos luego de vencer este país,finalmente, a sus amados imperios. Aunquenunca hubo un pleito por eso, la frecuenciay la calidad de la amistad variaríansensiblemente después de este indicadorcronológico: 1918. Montealegre estuvo enParís hasta septiembre de 1914, con lapresión de los amigos de los GarcíaCalderón, a no dudarlo, también ellos unosantigermanófilos.

Un buen día de septiembre de 1914,de buenas a primeras, sin interés de hacerpolémicas con la gente francesa,Montealegre resolvió irse de la antiguaCapital de los Borbones56. Incluso lo hizosin despedirse, sin avisar, entre gallos ymedianoche. No se despidió ni siquiera deFrancisco ni de Ventura. Sólo cogió a sumadre y tía, se fue y ya. Típico de sucarácter. El motivo lo confirmamos con unacarta a Francisco apenas de regreso deFrancia. No nos sorprenda que, ya en lacomodidad de Lima, detalle y reduzca laimportancia de su posición en favor de losimperios centrales en la guerra europea57.Casi con inocencia, Riva-Agüero intentaexcusarse ante el autor de Sobre elgermanismo de que lo llamen«germanófilo»58; una carta amable, pero cuyoentorno debe haber sido el horrible

resentimiento de los franceses, parte decuyo intenso nacionalismo, incluido el deMaurras, estaba basado en la experienciahistórica de derrota francesa ante el ImperioAlemán en 1870. De hecho –y Montealegreno podía ignorarlo– esto estaba incluso alorigen del libro central que tanto gustaba aMaurras y García Calderón, el ¿Qué es unaNación?, de Ernest Renan, que es, demanera manifiesta, una definición de lanación alternativa a la que Fichte había dadopara el uso de los alemanes y que era casila ideología del régimen del KáiserGuillermo. Aunque seguidor de Renan,Montealegre parece haberlo interpretadofichteanamente. Adjudica desde Lima laposición francófila a los «paisanos» (o sea,se cuida de no adjudicar esto a losfranceses). «Lo que nuestros paisanosadmiran en ella (en Francia) no es ladecisión y empuje de hoy, sino la flojedad,la inconexión y el escepticismo de ayer; yesto es lo que me subleva, no por Franciani por Europa, que no me interesandirectamente»59. Entendamos bien: «hoy» esun eufemismo para tratar del país afectadopor la guerra, mientras que la Francia de«ayer» se refiere sin duda al París de 1914,del que acababa de salir. Se justifica en suempatía por los Imperios afirmando que «Loque me sucede es que, oyendo a cadainstante las mentiras, las exageraciones ylas balandronadas de los aliadistas (…)propendo por reacción necesaria al ladoopuesto»60. Era la excusa por la salidaapurada. Un artículo impreso en 1915 entorno del nacionalismo francés, l’ActionFrançaise y la postura frente al régimenimperial es sin duda la respuesta deFrancisco a este imperialismo «nacionalista»de su mejor amigo61. Esta conversación,hecha en París, en persona, hubiera sidoun verdadero problema. El germanófilorecalcitrante, furibundo de la causa de losimperios, vería en el triunfo de los aliadosun avance del internacionalismo americanoy el igualitarismo democrático. Debía estarmuy desconcertado por posiciones

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prácticas como las de Maurras, que a su juicio,aunque justificadas, debían hacerle el juegoal progreso de la malvada democracia62.

Es evidente que Montealegre y Maurrassí se conocieron. Montealegre era el mejoramigo de Francisco y Ventura GarcíaCalderón, y ambos participaban del circuitode Maurras (y afines), y se contaban entresus lectores y consumidores editoriales, alextremo de que resultaría increíble que nopresentaran en una inusual y deseada visitaa París, en 1913 o 1914, a su mejor amigo,el monarquista peruano, la gran promesareaccionaria de las letras americanas, quizála única de su tiempo. Al fin, la posturafuribunda del joven peruano en favor delKáiser y del Emperador de Austria-Hungríasólo debe haber aparecido no demasiadotemprano, ya avanzada la conversación, conlugar para hablar de literatura peruana y latesis monárquica de 1910. Pero si la carta aFrancisco sobre los libros para Maurras de1916 no parece aún lo suficientementeelocuente a favor de esto, debemosentonces abordar una confirmación indirectade lo que venimos de argumentar, a travésde la correspondencia con Charles Lesca, elmaurrasiano que trabajaba con Ventura hacia1911.

Maurras, el «maestro luminoso»Charles Lesca llegó a Lima en 1910, con

M. Martinenche. Ambos ambos conocidos deVentura, quien los habría recomendado aRiva-Agüero para un sencillo recorridohistórico por la ciudad63. Luego Franciscointentaría que lo ayudara con ciertabibliografía, ignorando que Lesca se habíaregresado a París a fines de ese mismo año.Montealegre parece haber vuelto a ver aLesca en París, en algún momento de suestadía europea de 1919-1930, aunque nohay testimonio de que el intercambio fueramuy intenso. Sin duda, no para la primera,sino para la segunda fecha, habrían habladosobre Maurras. Esto explica una carta tardía,de 193564, que es una típica causa política:

Se busca solidaridad para el Maurrasencarcelado entonces por la izquierdistaRepública Francesa. A Lesca se le ocurresolicitar unas palabras de aliento del pensador,que contesta con líneas que, aunque no estánincluidas en la Correspondencia IRA,pueden hallarse reproducidas después nadamenos que en l’Action Française del mismoaño65. Montealegre escribe con ciertaincomodidad, sin embargo, esto debido a unainterdicción papal de la que Maurras iría aser objeto hasta 1937. En realidad, para 1935-1936 –correspondiendo a un contextocompletamente distinto– Riva-Agüero seesmeraba en dar una imagen pública deultramontanista radical, lo que hacía quetuviera especial interés en evitarcomplicaciones con un pensador agnóstico.El Rey de España había emigrado en 1931.Síntoma de la reacción de Montealegre fuealiarse con los monárquicos españoles, queeran religiosos. En 1932 había hecho sufamoso Discurso de la Recoleta, en realidadun manifiesto en favor de estos mismosespañoles, de fuerte entronque carlista; eldocumento sería rápidamente difundidoentre la nobleza hispánica66. Estaba al tantode los movimientos antirrepublicanos de lasucursal española del movimiento deMaurras, la Acción Española, entoncesconspiradora contra la República de Azaña67.Debía fiarse mucho, pues, de que sucolaboración no apareciera en el mediohispánico (como efectivamente sucedió). Adiferencia de lo que solía hacer con sus textospanfletarios y folletos, este artículo del’Action Française no sería ni traducido nireimpreso nunca y –que nosotros sepamos–jamás lo mencionó como un mérito suyo,orgullosa y justa costumbre que acompañabaa todos sus textos impresos, al extremo deque podemos afirmar que reprodujo –inclusoinnumerables veces– todos los artículos queescribió.

Montealegre había escrito una carta endefensa de Maurras. Ésta implicaba, en elcontexto de su prisión, confesar la deuda

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con este personaje. Implicaba hacer públicala condición de maurrasiano. Lesca, por lodemás, no se detuvo en sus solicitudes deayuda a Maurras, sino que, insaciable,incomodaba más y más con compromisosal que quería aparecer no tan cercano del’Action Française. Esta presión de Lesca(que a no dudarlo, Montealegre preferíaevitar) dio como fruto la composición deuna carta de confesión de la que –como entodos los casos en que el autor suponíahabría de escribir algo con interés histórico–conservó copia, justamente para usos comoel de este texto: Para que quedaran claraslas cosas. Se trata de la Carta a Charles Lescadel 7 de enero de 193768. El párrafo inicialde la carta merece ser reproducidoíntegramente:

«Señor donCarlos LescaParís.

Mi recordado amigo:

Con gran placer he leído la carta de ustedfechada el 6 de diciembre último. No puedeusted pedirme cosa que más se avenga conmis ideas y convicciones –se refiere a laadhesión a Maurras–, aunque como católicolamento la actual posición religiosa deMaurras y la excomunión vigente,reconozco sus altísimos méritos políticos,coincido con sus apreciaciones diplomáticasy antidemagógicas, y ha sido y es para míun maestro luminoso, uno de los que máshan influido en mi formación intelectual.Le ruego a usted que cuando tenga ocasiónasí se lo exprese, porque quiero que enestos momentos se persuada de laexistencia y fidelidad de sus discípulos enel Perú, aunque éstos sean tan medianos ymodestos como yo»69.

El tenor de la carta es casi el de unmilitante religioso (o sea, no laico, máscercano a Cerrajería o Rodezno) de l’ActionFrançaise. Está motivado por una serie de

cartas que van de la mano con un segmentointenso de la vida de Maurras, que estabapor recibir un reconocimiento de laAcademia Francesa en 1937 e iba a postularpara el Premio Nóbel en 1938. De hecho,desde 1935 hay una colaboración directade Montealegre para la causa de Maurrasque habremos de abreviar aquí. Este apoyoexplica una composición de por sí bastanterara para un filósofo, historiador político ysociólogo, a saber, los Estudios de literaturafrancesa, impresos por su autor en 1944,la última obra escrita en vida.Increíblemente, esta obra puedeconsiderarse –y lo es– un homenajeperuano para Charles Maurras70.

Como es fácil observar, la carta paraLesca descubre el tipo de relación entreMaurras y Montealegre, y éste lo ratifica, alextremo de que se dedica a la literaturaque a Maurras le gustaba. Pero al procederde este modo aclara también involun-tariamente la relación en 1913 con esemismo Maurras, y –sin saberlo tal vez Lesca-el motivo de su distancia durante tantosaños, que nosotros hemos anticipado. Yalo sabemos: Siendo pensadores análogos,tradicionalistas, casi franceses de tradición,entraron en querella por los imperioscentrales y dejaron de hablarse.Montealegre se reconoce maurrasiano,deplora como católico el agnosticismo desu admirado intelectual, pero no lo hacecomo político ni como filósofo pues en eso–fácil es notarlo– no difieren. Por el contrario,le reafirma 1. Que coincide con sus«apreciaciones diplomáticas». Quiere decir:No es como en 1913 o 1914, en que deseguro no coincidían en ese rubro, y el Riva-Agüero favorable al Káiser de Berlín y alEmperador de Viena tenía gran distancia conel antigermánico Maurras. 2. Que por«antidemagógico», adopta su misma posturafrente al liberalismo y el socialismo, en loque está fuera de duda coincidían ambosen 1913 y 3. Utiliza la dulce expresión«maestro luminoso», frase exquisita, que

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indica los más hondos sentimientos que,para 1937, llevaban dos décadas sinexpresar, desde alguna fecha perdida antesdel asesinato del Archiduque FranciscoFernando. Es bueno recordar que la palabra«maestro» sólo había sido dedicada antes aMarcelino Menéndez y Pelayo71 y a Miguelde Unamuno, los, en efecto, dos «maestros»de Montealegre en las letras españolas72.Pero hay un tono de diferencia temporalde contraste encodificado en la carta, queenfatiza que el «maestro» que «es» (en 1937)también lo «había sido» antes (en 1913). Quelo había sido siempre, pues, y a pesar detodo.

Es interesante que la carta a Lesca de1937 concluya en que Montealegre selamenta por haber pasado entre 1920 y1940 innumerables veces por París sinhaber nunca cursado una palabra siquieraal ahora revelado «maestro luminoso», porel que iba ahora a redactar su último libro,consagrado a poetas que eran los preferidosde Maurras, ante todo, un eximio poetafrancés. No se explica cómo el «maestro»que «es» y «había sido» no recibiera una visitaen los muchos años de estar en Europa.«Una de mis más grandes desilusiones»durante el Oncenio en que estuvo«emigrado» fue «no haberlo visto» –agregael filósofo–. Es manifiesto que esto últimovale sólo para la década que corre desdesu llegada a París en 1921 hasta 1930. Esde una gran delicadeza que este texto secuide de no decir nada de la estanciaanterior, que es la que nos incumbe, entre1913 y 1914, para reservar para esa fechaesto de sus «discípulos en el Perú». La ideadel texto es que, con seguridad, en 1913 o1914, en que había tenido la ilusión de verlo,gracias a sus ideas imperiales, Montealegreno le habría dado finalmente a Maurrasmotivo suficiente para confiar en el sesode los «discípulos» peruanos. Pero lostiempos, habían cambiado. Ya, a pesar delos años de distancia, había llegado la horade que Maurras comprendiera que sí habíadiscípulos peruanos, así éste no fuera capazde valorarlos porque escribían en castellano

y los tuviera todavía por «medianos» enrelación consigo mismo, que esos discípulos,mejor ahora que nunca, le tributaban honoren la adhesión, pero más en la prácticapolítica de la reacción universal. En todocaso, ya le había entregado «sus libros dehistoria» en 1917, al parecer, sin llegar amayores ternuras. En 1936, en plenacolaboración con Maurras, el Marqués deMontealegre fundaría su propia sucursalperuana, la Acción Patriótica, esto es, laversión peruana de l’Action Française.

ConclusiónQuedan pocas dudas ya –si cabe tal

cosa– de que hubiera un incidente hacia1913 o 1914 entre Maurras y Montealegre.El contacto lo tomaron a través de Ventura,el más cercano a Maurras, en el circuitofranco-latinoamericano de Francisco. Alconocerse hablaron con holgura de susafinidades sobre la monarquía y elnacionalismo, sobre Ernest Renan y MauriceBarrès, pero luego hubo un desenlacedesagradable, cuando pasaron al tema dela situación de Francia frente a la políticamenuda de los emperadores de Alemaniay Austria-Hungría, los preferidos delcorajudo marqués en la guerra que venía.El prudente Riva-Agüero se alejó desdeentonces de Maurras y se abstuvo –en lamedida de sus posibilidades– de volver atratar más del asunto con otra gente. AFrancisco le mandó una excusa por suafición por los emperadores, pero sedistanciaría después de él por motivoanálogo. Francisco, cada vez más entusiastapor los intereses contrarios, se dedicaría aplasmar su posición contra el nacionalismogermánico y la monarquía católica enartículos de 1914 y 1915. En todo caso, aúnen París, cuando la situación se pusoincómoda con las tropas de los imperioscruzando la frontera de Francia, Montealegreregresó raudo con las marquesas caminopara su casa. En realidad no tan raudo. Tomóun barco para atravesar el mar por el Asia,

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un paseo extra para visitar anónimamenteImperios admirables, casas reales reinantes,esta vez las monarquías de Malasia y laCochinchina, que eran un poco francesasy, sobre todo, que le quedaban en la ruta.De regreso cumplió con la promesa hechaa Maurras de mandar «sus libros de historia»,esto es, los libros sobre la monarquía, enocasión de una publicación nueva, queabsorbería su atención todo 1915 y partede 1916. Dejó un respiro para ambos. Talvez mandó los libros para tender un puente

y salvar la diferencia, pero fue inútil.Maurras no daría signo de nada nunca más.Por esas paradojas de la historia, elantigermanista Maurras sobreviviría a laSegunda Gran Guerra de parte de laRepública de Vichy, esto es, del lado delos nuevos Imperios. En el Perú, claro está,a Montealegre le tocaría ser un maurrasianosin muchos alardes, como no cabe de otramanera en un país signado por larevolución, como lo son los países deAmérica Española.

1 Sobre Maurras en general cfr. la biografíareciente de Giocanti, Stéphane; Maurras. Le Chaoset l’Ordre. París, Flammarion, 2006, 568 pp.2 Para la biografía del marqués, cfr. José JiménezBorja, José de la Riva-Agüero. Lima: Universo,1966, 64 pp.3 Cfr. Le Senne, René; Tratado de moral general.Madrid: Gredos, 1973 (1967), pp. 452-453.4 Para la citación de las obras del Marqués deMontealegre vamos a seguir un orden canónico.En vista de que la mayor parte de su obra estáincluida en los once volúmenes que publicó a lolargo de una década el Instituto Riva-Agüero(IRA), las referencias de las cartas indicarán laedición, el tomo en números romanos y la páginao páginas correspondientes en arábigos, en eseorden. La correspondencia va con una numeracióncorrelativa a partir del tomo XII, hasta el XX.Hasta la fecha (2008), se halla aún incompleta.Para lo de «maestro luminoso» cfr. Carta a CharlesLesca del 9 de febrero de 1935, IRA t. XVIII, p.624.5 Cfr. Planas, Pedro ; El 900. Balance yrecuperación. Lima, CITDEC, 1994, especialmentepp. 97-134. El esquema básico es en gran medidaconsecuencia de la introducción al pensamientode Montealegre por parte de los legatarios de suobra, en particular Mario Alzamora Valdez y CésarPacheco Vélez, que apenas si tenían informaciónfilosófica. Cfr. Pacheco, César: «Prólogo». En: Riva-Agüero, José de la; Afirmación del Perú,fragmentos de un ideario. Lima, PUCP, 1960, p.XXXIX.

6 Ante esta realidad manifiesta, es indispensablediscrepar del profesor Pablo Quintanilla, cuyasapreciaciones sobre la continuidad del eje de losdebates filosóficos en el Perú no parecen estaramparadas en el examen que hace él mismo delsiglo XX, en el que sobredimensiona algunosautores en ese sentido, descuidando el contextogeneral, ¡al que aplica luego la conclusión! Elautor sostiene con cierta holgura retórica, derivadade su conocimiento sobre debates de inicios delsiglo XX (y que no eran ni remotamente problemas«peruanos» y con toda certeza son problemaspasados) que estaríamos condenados a unapresunta «compulsión a la repetición» que nosretrotraería en la actualidad a polémicas del 900entre espiritualismo y positivismo (¿?). Cfr.Quintanilla, Pablo; «Del espejo al caleidoscopio:aparición y desarrollo de la filosofía en el Perú».En: Areté (Lima), Vol. XVI, núm 1, 2004,especialmente pp. 78-79.7 Cfr. la entrada «Traditionalisme» del diccionariode época de Blanc, Élie; Dictionnaire dePhilosophie Ancienne, Moderne etContemporaine. París, P. Lethielleux, 1906, p.1176.8 Sobre pragmatismo, contingentismo ytradicionalismo y su conjunto horizonte conceptualantiliberal cfr. Thiebaut, Carlos; Los límites de lacomunidad. Madrid, Centro de EstudiosConstitucionales, 1992, cap. I.9 Cfr. Las referencias clásicas de MacIntyre,Alasdair; After Virtue. Notre Dame, Indiana: NotreDame University Press, 1981, caps. V, VI y XV;

NOTAS

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también MacIntyre, Alasdair; Whose Justice? WhichRationality? Notre Dame, Notre Dame UniversityPress, 1988, caps. I, XVII, XVIII. Cfr. en generalMurphy, Mark C. (Ed.); Alasdair MacIntyre.Cambridge, Cambridge University Press, 2003.217 pp.10 Para el periodo que nos ocupa singularmente através de Bergson, Henri; Matière et Mémoire. Essaide la Relation du Corps à l’Esprit. París, PressesUniversitaires de France, 2001, 2001, 280 pp. Parainformación general, cfr. Salazar Bondy, Augusto;La filosofía en el Perú. Lima, Studium 1984 (1967),p. 97; Historia de las ideas en el Perú. Lima,Campodónico, 1965, t. II, pp. 238, 241.11 Wundt, Guillermo; Psicología. Madrid: La Españamoderna, s/f . Este texto era un manual,universitario, con tesis altamente simplificadas delconjunto de la obra de Wundt.12 Cfr. para esto su opúsculo Concepto del derecho.Ensayo de filosofía jurídica. Lima, LibreríaFrancesa Rosay, 1912, 114 pp.13 Sobre Belaunde, cfr. Santiváñez, Martín; Elconcepto de peruanidad en Víctor AndrésBelaunde. Lima, Universidad de Lima, 2003, 193pp.14 Riva-Agüero, José de la; Carácter de la Literaturadel Perú independiente. Lima, Librería FrancesaCientífica Galland, E. Rosay editor, 1905, 299 pp.15 Taine, Hyppolite; Histoire de la LittératureAnglaise. París, Hachette, 1873, 5 v.16 Riva-Agüero, José de la; La historia en el Perú.Lima: Imprenta Barrionuevo, 1910, 555 pp.17 «Hoy, hijo mío, esas ideas (que tienes) sólo sondogmas en España; en esa nación bárbara defrailes y toreros; pero no lo son en ningún otroEstado europeo». Carta de Alejandro Deustua del4 de noviembre de 1909, IRA t. XV, p. 191 (cfr. p.206).18 Cfr. mi Rivera, Víctor Samuel; «El autócrataliberal. Riva Agüero y John Stuart Mill». En:Escritura y pensamiento (UNMSM), 2006, añoCVIII, # 20.19 Sobre los líderes tradicionalistas españoles delperiodo de 1913-1914 cfr. Ferrer, Melchor; Brevehistoria del legitimismo español. Madrid, EdicionesMontejura, 1958, pp. 100 y ss.20 Carta a Francisco García Calderón del 6 deenero de 1938, IRA t. XVI, p. 758.21 Sobre el pensamiento mellista, cfr. Lira, OswaldoSS.CC.; Nostalgia de Vásquez de Mella.Fundamentos de la tradición política hispánica(Con prólogo de Miguel Ayuso). Buenos Aires:Ediciones Nueva Cristiandad, 2007, 310 pp.22 Cfr. El carácter de la literatura, IRA t. I, sobreel Reino de Italia, pp. 278-279, 302; sobre elImperio del Káiser, pp. 278-279.23 García Calderón, Francisco; De Litteris (ConPrólogo de José Enrique Rodó). Lima: Librería eImprenta Gil, 1904, 134 pp.

24 Fouillée, Alfred; Historia general de la filosofía.Buenos Aires, Librería «El Ateneo» Editorial, 1951.Ignoro la fecha del original, pero corresponde ala etapa universitaria de Montealegre.25 Cfr. Carta de 30 de mayo de 1906, IRA t. XVI p.606.26 Sobre las enseñanzas de Deustua cfr. Iberico,Mariano; «La obra de don Alejandro Deustua». En:El nuevo absoluto. Lima: Minerva, 1926, pp. 24-42.27 Paisajes peruanos (con estudio preliminar deRaúl Porras Barrenechea). Lima: Santa María, 1955,202 pp.28 Para los contactos latinoamericanos cfr. una listaen Carta de Francisco García Calderón del 13 deenero de 1911, IRA t. XVI, p. 685.29 Le Pérou Contemporain. Un Étude Sociale. París:Dujarric et Cie., 1907. Sobre García Calderón, engeneral cfr. mi Rivera. Víctor Samuel;«Hermenéutica, política y racionalidad para 1907».En: Socialismo y Participación, núm. 103, 2007,pp. 75-88.30 Carta a Ventura García Calderón de 1909, IRAt. XVI p. 789.31 Respecto del asunto del gran papá, reaccionarioen cuya juventud desordenada fundó la RepúblicaPeruana, cfr. Rávago, Enrique de; El Gran MariscalRiva-Agüero, Primer Presidente y Prócer de laPeruanidad (sucesos y documentos de laindependencia). Lima, Industrial Gráfica, 1999(1959), 589 pp.32 Las posiciones monárquicas de Riva-Agüero seacentuarían en la correspondencia privada. Porsuerte, conservamos sus cartas monárquicas de1931, año del retiro del Rey Don Alfonso XIII yla proclamación de la Segunda República Española.33 Carta de Francisco García Calderón del 13 demayo de 1907, IRA t. XVI, p. 617.34 Ibíd.35 Ibíd., pp. 618-620. Para la situación general deViena, su vida cultural y política y su comparacióncon París cfr. Janik, Alan y Stepeh Toulmin; LaViena de Wittgenstein. Madrid, Taurus, 2001(1973), cap. 2. No comparto para nada los juiciosmorales sobre el Imperio de este libro, por lodemás académicamente impecable.36 Ibíd., p. 619.37 Cfr. Carta de Charles Lesca del 9 de febrero de1935, IRA, t. XIX, p. 624.38 Sobre su postura frente a la Revolución cfr.Maurras, Charles; L’Ordre et le Désordre. París,L’Herme, 2007 (1948).39 Renan, Ernest; Qu’est-ce qu’une Nation?(Introduction de Toland Breton. Suivi de Préfaceaux Discours et Confèrences et Préface à Souvenirsd’Enfance et de Jeunesse). París, Le Mot et leReste, 2007 (1882), 48 pp.40 Fichte, Johann Gottlieb; Discursos a la naciónalemana (Estudio preliminar y traducción de

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María Jesús Varela y Luis Acosta). Madrid, Tecnos,2002 (1807-1808), 292 pp.41 Cfr. Taguieff, Pierre-André; «El nacionalismode los «nacionalistas».Un problema para la historiade las ideas políticas en Francia». En: Delannoi,Gil y Pierre-André Taguieff (comps.); Teorías delnacionalismo . Buenos Aires, Paidós, 1993,especialmente pp. 137 y ss.42 Cfr. Por ejemplo Cubas, Ricardo; Rediscoveringthe Peruvian Culture. A study of the IntellectualInfluence of Francisco García Calderón and theGeneration of 900 in the Peruvian Political Debateduring the Early Twenty Century (Tesis para elgrado de maestría). Cambridge: Center of LatinAmerican Studies, 2000.43 Carta a Francisco García Calderón del 7 demarzo de 1917, IRA t. XVI pp. 718-719.44 Dice Francisco: «No tienes sino que remitirmelos libros para Maurras, a quien conozco».«También me ha pedido algo tuyo, sobre todo dehistoria». Cfr. ibíd., p. 179.45 Ibídem.46 Cfr. Giocanti, op. cit., caps. IV, V.47 Cfr. El Carácter de la Literatura, IRA t. I, pp.278-279.48 Partido Nacional Democrático. Declaración deprincipios y estatutos. Lima: Imprenta «La OpiniónNacional», 1915, 45 pp.49 Cfr. ibídem.50 Cfr. Giocanti, op. cit., especialmente pp. 256-257.51 Cfr. La creación de un continente. Lima: FondoEditorial del Congreso de la República, 2001(1913), cap. II.52 Cfr. Las democracias latinas… Libro VI.53 Cfr. Ideas e Impresiones. Madrid, EditorialAmérica, 1919, pp. 185-194, reimpreso como«Teoría del germanismo». En: Ideologías. París,Garnier, 1920, pp. 309-315.54 Cfr. Tudela, Francisco; «Prólogo». En: GarcíaCalderón, Francisco; Las democracias latinas deAmérica. Lima: Fondo del Congreso de laRepública, 2001 (1913), pp. 18 y ss.55 García Calderón, Francisco; El wilsonismo (Conuna semblanza del autor por Gonzalo Zaldumbide).París, Imprenta Vertongen, 1920, 68 pp.56 Cfr. Carta de Francisco García Calderón del 18de septiembre de 1914, IRA, t. XVI, p. 712.57 Carta a Francisco García Calderón de 1915,IRA t. XVI, p. 715.58 En Lima, los demócratas hacían campaña enfavor de Francia. Cfr. Sánchez, Luis Alberto;Conservador no, reaccionario sí, ensayoheterodoxo sobre José de la Riva-Agüero y Osma,

Marqués de Montealegre y Aulestia, seguidas desu correspondencia con el autor. Lima, Mosca Azul,1985, p. 35.59 Ibíd.60 Ibíd.61 «Un antagonismo milenario. Francia y Alemania»(1915). En: Ideologías, pp. 331-339.62 De manera incomprensible, el distanciamientode Francisco y el marqués no es tratado en elúnico texto dedicado a la relación entre ambosque existe, Andújar, Jorge; «Francisco GarcíaCalderón y José de la Riva-Agüero y Osma». En:Boletín del Instituto Riva-Agüero, Vol. 21, 1994,pp. 19-32.63 Cfr. Carta de Charles Lesca al Marqués deMontealegre del 9 de febrero de 1935, IRA t. XVIII,p. 624.64 Cfr. Carta a Charles Lesca del 9 de febrero de1935, IRA t. XVIII, p. 624.65 Escribe Lesca: «Le envío un recorte de ayer (8de febrero de 1935) que publica fragmentos desu carta». Cfr. ibíd. p. 624.66 Un discurso notabilísimo del doctor José de laRiva-Agüero y Osma. Conmovedora retractaciónde un pensador peruano. Madrid, Huelves y Cía,1932, 19 pp. En Perú fue reimpreso en el BoletínEscolar Recoletazo y en Puno; reimpreso por elautor en 1937 en Por la verdad, la tradición y lapatria, t. I, pp. 371-378. En España fue reimpresoese mismo año de 1932 varias veces.67 En términos generales sobre la Acción Españolacfr. Morodo, Raúl; Acción Española, orígenesideológicos del franquismo. Madrid, Tucar, 1980,especialmente cap. II.68 Cfr. IRA t. XVIII, pp. 625-626.69 Ibídem. El subrayado es nuestro.70 Riva-Agüero, José de la; Estudios sobre literaturafrancesa. Lima: Lumen, 1944, 162 pp.71 Carta del Marqués de Montealegre a MarcelinoMenéndez y Pelayo del 24 de septiembre de 1905,IRA t. XIX, p. 352. Cfr. en general Pacheco Vélez,César; «Menéndez Pelayo y Riva-Agüero. Apropósito de su epistolario». En: Boletín delInstituto Riva-Agüero (Lima), No. 3, 1958, pp. 9-59.72 Pacheco, César; «Unamuno y Riva-Agüero: undiálogo desconocido». En: Ensayos de simpatíasobre ideas y generaciones en el siglo XX. Lima,Universidad del Pacífico, 1993, pp. 112-222.Creemos que cualquiera que conozca las cartasde ambos coincidiría conmigo en que el apreciodel Marqués de Montealegre por Unamuno fuecosa efímera y de poco alcance.

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PRESENTACIÓN

En el mundo del conocimiento científicoy filosófico, es axiomático afirmar que

todo lo que hacemos o dejamos de haceres producto de dos componentes indesli-

gables: i) Una concepción filosófica deHombre (antropología filosófica) de la

que no necesariamente se es consciente.ii) Las características socioeconómicas

de la sociedad en la que se vive; en estecaso, los patrones de conducta socioeco-

nómica de nosotros los peruanos.Teniendo en cuenta esta realidad es que

el presente ensayo se inicia con unoslineamientos de Antropología Filosófica

y con aquellos patrones socioeconómicosperuanos que guardan relación con la

problemática de una biblioteca especia-lizada en la agricultura. Concluye con lapresentación de la propuesta a la que se

refiere el título de este ensayo.

I ALGUNOS LINEAMIENTOS DE ANTRO-POLOGÍA FILOSÓFICA

Si una persona pregunta a dos o máscientíficos y a dos o más filósofos, consta-tará que al responder una es la conductade los científicos y otra la de los filósofos.

Si a dos o más científicos se les pregun-ta ¿por qué “esto” o “aquello” es oro y noes cobre?; ¿Por qué diagnostican que un pa-ciente tiene tuberculosis y no tiene neu-monía? Al responder los científicos van acoincidir no sólo en el contenido concep-tual sino, incluso, en los términos (palabras)con los que lo expresan.

Luis Cueva Sánchez /HACIA UN SISTEMA DE BIBLIOTECAS DE LAAGRICULTURA EN EL PERÚ: Lineamientos deuna propuesta

Otra es la realidad con los filósofos; si ados o más de ellos se les pregunta ¿ qué esel hombre? Ni en contenido, ni en forma serecibirá respuesta única, sino muchas; tan-tas cuantas sean las corrientes filosóficas delos filósofos que respondan: aristotelismo(realismo), platonismo (idealismo), tomis-mo, agustianismo, Cartesianismo, marxismo,kantismo, existencialismo, etc.1

El presente ensayo sobre “un sistema”de bibliotecas de la agricultura en el Perútiene éstas y no otras características por-que es producto tanto de una personalantropología filosófica como de algunascaracterísticas socioculturales de la conduc-ta de nosotros los peruanos.

a. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA:una concepción

El ser humano y el animal compartenuna serie de semejanzas; asimismo, tienenun conjunto de diferencias. Ambos tienenen común el ocupar(vivi En ) un espacioy estar En un tiempo determinados.

Sin embargo, en este compartir espacioy tiempo, entre el hombre y el animal hayuna diferencia substancial: mientras el hom-bre es un ser espacial y temporal; el Ani-mal no es ni espacial, ni temporal; por-que se limita a estar en (vivir) un tiempoy EN (ocupar) un espacio determinados;porque carece de conciencia de esteestar "en" un espacio y tiempo determi-nados.

A diferencia del animal, el hombre nosólo está “en” un espacio y tiempo deter-minados, sino que es consciente de es-

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tar en un espacio y en un tiempo deter-minados; y este tener conciencia hace queel hombre sea un ser espacial y un sertemporal.

Un ser espacial. El hombre y el ani-mal para existir necesitan ocupar (estar en)un espacio; sin embargo, por carecer deconciencia de este hecho, el animal no esespacial, mientras que el hombre tiene ca-pacidad de tener conciencia que ocupa unespacio; por ello es espacial.

Asimismo, el hombre tiene concienciano sólo del espacio que inmediatamenteocupa, sino también que este espacio in-mediato forma parte indeligible de unaunidad indesligable de círculos concéntri-cos que va desde lo local a lo universal. Porejemplo, en el caso del Perú, esta unidadla integran siete círculos concéntricos: 1)distrital, 2) provincial, 3) regional (antesdepartamental), 4) nacional, 5) subconti-nental (América del Sur), 6) continental (Lastres América: del Norte, Centro y Sur); 7)Mundial (toda la tierra).

Nada de lo que haga el hombre puedeser ajeno a este conjunto de círculos con-céntricos. La denominación y número decada uno de ellos varía según los países.

Un ser temporal. A diferencia del ani-mal, el hombre no se limita a estar EN eltiempo, sino tiene conciencia de este “estarEn el tiempo”. Como consecuencia de ello,el hombre es un ser dotado de tres carac-terísticas esenciales: el tener: un ayer; estoes un pasado, una historia); un hoy, esdecir, un presente; un mañana, vale decir,un futuro que debe construir. En otros tér-minos, está en la esencia del hombre: el te-ner una historia, el estar proyectado al fu-turo; y el vivir un presente (un hoy) que acada instante se le escabulle.

¿Qué es lo que hace que el hombre seano sólo un concepto sino una realidad?

La vida, al unir substancialmente lo espa-cial y lo temporal, hace que el hombre nosólo sea un concepto, sino una realidad con-creta; es decir, una realidad aquí y ahora ( hic

et nunc). Por ello, cuando “Juan Pérez”; mue-re se dice “quien en vida fue Juan Pérez” ;una vez muerto ya no es Juan Pérez.

La vida al unir substancialmente lo es-pacial y lo temporal hace que en el hom-bre lo espacial y lo temporal se unan subs-tancialmente; y cuando esta unidad se rom-pe con la muerte, el hombre desaparececomo realidad concreta.

Obsérvese que la vida es imposible sinalimento, vestido y vivienda; bienes queson inpensables sin la tierra.

La tierra es la que proporciona al hom-bre los bienes que le permiten alimentarse,vestirse y tener vivienda. Ahora bien, estafunción de la tierra de proporcionar al hom-bre alimentos y materiales para que confec-cione sus vestidos y construya su viviendaes imposible sin la agricultura; esto es, sinla producción agrícola, pecuaria y forestal lavida del hombre es imposible.

Ahora bien, para producir alimento encalidad y cantidad suficiente, se requierecada vez más cantidad y calidad de conoci-mientos agrícolas, pecuarios y forestales.Conocimientos que el hombre ha ido crean-do, incrementando y conservando en libros,revistas especializadas y folletos, antes sóloen formato impreso y hoy también en for-ma electrónico. Materiales que la humani-dad conserva gracias a las bibliotecas, eneste caso especializadas en agricultura.

II. ALGUNOS PATRONES SOCIOECONÓ-MICOS DE NOSOTROS LOS PERUANOS

Este ensayo presenta únicamente aque-llos patrones de conducta socioeconómicaque guardan estrecha relación con la lectu-ra; en consecuencia, con el mundo de loslibros, revistas, folletos, en formato tantoimpreso como electrónico; material consti-tutivo de toda biblioteca.

Según informe de UNESCO, en lecturael Perú ocupa el penúltimo lugar de todoel continente americano; ello indica que laMayoría de peruanos no lee, carece dehábito de lectura. Hecho que trae como con-

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secuencia que la actividad editora ser muyreducida y con trajes: que rara vez supe-ran los mil ejemplares; esto hace que ellibro editado en el Perú ser más caro que eleditado en el extranjero.

La realidad antes bosquejada se com-plica más aún si de la agricultura se trata,puesto que en el Perú la mayoría de pro-ductores de este sector radica en la Sierra(los Andes) y son de raza india, quechua oaimara hablantes, con limitado manejo delcastellano (español); asimismo, constituyenel grupo poblacional económica, social yculturalmente más marginado; asimismo,víctima de un racismo solapado, típicamen-te peruano.

Lo hasta aquí esquematizado, permitededucir que en el Perú una biblioteca parala agricultura no puede ni debe circunscri-birse a ofrecer el mejor y más completomaterial de lectura (en formato impreso yelectrónico) sobre agricultura, sino que ne-cesariamente, además de cumplir con la clá-sica y tradicional función de toda biblioteca,debe asumir otras funciones indesliga-bles de la lectura, sin las que una bi-blioteca de y para la agricultura en elPerú, sólo sería una bella irrealidad.

A modo de sugerencia, propongo lassiguientes:i) Conseguir que los propios trabajadores

de la agricultura escriban sobre lo queellos producen, así como sobre sus tra-diciones, costumbres, etc. Es necesarioque en una biblioteca sobre agricultura,quien se acerque a ella encuentre lec-tura no sólo sobre productos agrícolas,pecuarios y forestales, sino también re-ferente a las costumbres, tradiciones,comidas, vestimenta, festividades, etc delos productores.

ii) Realizar concursos de lectura para adul-tos, jóvenes, niños, de ambos sexos.

iii) Asumir función editora para autoresagrícolas, pecuarios y forestales. Nece-sariamente esta función editora tieneque realizarse con criterio económico yno de beneficencia o dádiva.

III. CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMADE BIBLIOTECAS QUE SE PROPONE

a. PRECISIÓN TERMINOLÓGICAEn este ensayo, el término “agricultura”

no se lo utiliza en el sentido tradicional quese hace de él; esto es, circunscrito a signifi-car la tierra y todo lo que ella produce; eneste ensayo se lo utiliza en sentido holísti-co; esto es, comprende tanto la tierra y susproductos (agrícolas, pecuarios, forestales)como al hombre (productor agrícola, pe-cuario, forestal) que la hace producir; sin elhombre la agricultura es un imposible.

Dentro de este contexto, el sistema debibliotecas de la agricultura debe ofrecer ma-terial de lectura sobre los productos agrícolas,pecuarios y forestales de la tierra y sobre elhombre (varón y mujer) que la hace producir.

Asimismo, es pertinente recalcar que enla actualidad todo el material bibliográfico deuna biblioteca debe estar tanto en formatoimpreso como en formato electrónico.

b. ESPACIALIDAD Y TEMPORALIDADDEL SISTEMALas características del sistema se enraí-

zan en la Antropología Filosófica antes es-quematizada; en ella se demuestra que elhombre (varón y mujer) es un ser esencial-mente espacial y temporal. Estas mismascaracterísticas constituyen la esencia del Sis-tema de Bibliotecas que aquí se propone.

a) ESPACIALEl Perú ha organizado su territorio (es-

pacio) en REGIONES (antes denominadasDepartamentos) 25 en total, incluyendo LaProvincia Constitucional del Callao.

Cada Región (excepto el Callao) se sub-divide en provincias, 194 en total (sin con-tar el Callao). Cada Provincia se subdivideen distritos.

El sistema de bibliotecas aquí propues-to está integrado por una (1) bibliotecanacional; veinticinco (25) bibliotecas regio-nales; y cientonoventicuatro (194) biblio-tecas provinciales).

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i) Bibliotecas provinciales de la Agri-culturaCada una de estas bibliotecas estará do-tada de material bibliográfico sobre losproductos agrícolas, pecuarios y fores-tales que produce la Provincia; ademásde éstos, también ofrecerá material bi-bliográfico de aquellos productos agrí-colas, pecuarios y forestales de su re-gión, del país, del continente america-no y de los otros continentes que ten-gan presencia e influencia en la vida eco-nómica de la provincia.

ii) Bibliotecas Regionales de la Agricul-turaCada una de estas bibliotecas estará do-tada de material bibliográfico sobre losproductos agrícolas, pecuarios y foresta-les que produce la región; además deéstos, también ofrecerá material biblio-gráfico de las otras regiones del país, delcontinente americano y de los otros con-tinentes que tengan presencia e influen-cia en la vida económica de la región.

iii) Biblioteca Nacional de la Agricultu-ra en el PerúEsta Biblioteca nacional debe estar do-tada de material bibliográfico sobreTODA la producción agrícola, pecuariay forestal del País. Asimismo, sobre losproductos agrícolas, pecuarios y fores-tales de nuestro Subcontinente, de todaAmérica y la de los otras continentesque tengan presencia e influencia en lavida económica del país.

b) TEMPORALAl inicio de este ensayo, vimos que el

hombre necesariamente tiene un AYER,por esto es SER HISTORICO, tiene histo-ria; asimismo, vive un HOY (presente), asi-mismo tiene un MAÑANA (futuro). Estecarácter también debe reflejarse en el Sis-tema de Bibliotecas de la Agricultura en elPerú; ello exige bibliografía no sólo sobrela producción actual, sino también de aque-

lla que nos permita conocer la producciónagrícola, pecuaria y forestal, preínca, incay colonial; quien no conoce su pasado, nopuede entender su presente ni proyectarsu futuro. Asimismo, el sistema debe ofre-cer Literatura especializada sobre lo quedebemos producir los peruanos para ga-rantizar nuestra existencia futura como paísviable y vivible.

IV. FINANCIACIÓN YADMINISTRACIÓN

El Sistema de Bibliotecas de la Agricul-tura en el Perú necesariamente debe seradministrado y financiado por las organiza-ciones de productores agrícolas, pecuariosy forestales.

Los gobiernos provinciales, regionales yel Nacional pueden y deben prestar ayudaeconómica y tener un representante en elórgano de gobierno de las bibliotecas; perono dirigirlas, ni administrarlas.

A MODO DE CONCLUSIÓNNo sé si el Sistema de Bibliotecas para

la Agricultura en el Perú es posible y, porlo tanto, real a medida que el futuro seapresente o simplemente es un afiebrado ybello sueño de verano. Si sólo es un sueño,vale la pena soñar y sin salir de el desper-tar en la eternidad.

a) Este ensayo es de mi exclusiva res-ponsabilidad; por lo tanto, en nada com-promete al Ministerio de Agricultura delPerú, en el que eventualmente trabajo.

b) Su contenido y forma son productotanto de mi formación académica y docen-cia universitaria en: Filosofía, Sociología, Lin-güística, y Educación como de mi expe-riencia de vida: una adolescencia acompa-ñada de abejas y hortalizas; los primerosaños profesionales vividos en comunidadesde Pasco y Junín, las que me enriquecieroncon su amistad, confianza, música sentida,coraje a toda prueba ante la adversidad.

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En la cámara «Stanza della Segnatura» alinterior de la Ciudad del Vaticano se

encuentra uno de los cuadros másfamosos y admirados de la

llamada pintura renacentista. El nombrecon el que se le conoce hoy en día le fueatribuido en el siglo XVII, «La Escuela de

Atenas», pero no sabemos con certeza,qué nombre fue el que le dio

Rafael Urbinate (1483-1520) o el que lepropusieron sus mecenas de la curia

romana. La mayoría de las interpreta-ciones sobre esta magnífica obra se

contenta en especular sobre quiénes sonlos personajes históricos que la compo-

nen.

Rafael: "La Escuela de Atenas"A exclusión de los dos personajes cen-

trales claramente identificados como Platóny Aristóteles por los libros que cada unolleva en la mano, «El Timeo» en el caso de

Polémica/José F. Cornejo/CONTRA RATZINGER: La irreductibleincompatibilidad entre verdad y cristianismo

Platón y «La Ética» en el caso de Aristóteles,muchas interpretaciones existen para iden-tificar algunos de los otros personajes se-cundarios de esta afamada obra renacentis-ta. Sin embargo, muy pocos críticos de artebuscan una comprensión más integral dela complejidad del mural de Rafael, comen-zando por interrogarse cuáles fueron lasinstrucciones y las intenciones de los quelo solicitaron y qué significa para la historiade las ideas, el ver encerrados al interior delas murallas de la Ciudad del Vaticano, laMeca del catolicismo, a los más importan-tes filósofos y sabios de la antigüedad he-lénica. Para comprender «La Escuela de Ate-nas» y esta sorprendente apropiación y con-cordancia entre el cristianismo y la tradi-ción filosófica del helenismo clásico son ne-cesarias algunas informaciones complemen-tarias que escapan generalmente a la mi-rada «estetizante» de los críticos de arte.

Ad praescriptum Julii PontificisLa composición del conjunto de los

murales de la cámara «Stanza della Segna-tura» no son una creación debida a la inspi-ración personal de Rafael. No se trata denegar la genialidad artística del Urbinate,pero no se puede imaginar la realizaciónde este complejo espejo doctrinal de laépoca que presentan a la teología, la filo-sofía, la literatura y el derecho tal como seconcebían a inicios del siglo XVI, por lasmanos de un joven pintor de 25 años conuna rudimentaria formación intelectual. Ladecoración de la cámara fue realizada se-gún las informaciones dejadas por Paolo

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Giovio (1483-1552): «ad praescriptum JuliiPontificis».

El papa Julio II della Rovere (1443-1513) será más recordado por la historiacomo un aguerrido y autoritario monarcaque como un apacible guía espiritual delcatolicismo romano. Su desmesurada am-bición imperial, que buscó plasmar en di-ferentes batallas para expandir los territo-rios pontificios, se expresa a su vez demanera metafórica en el complejo refina-miento especulativo de la composición pic-tórica de esta cámara de la Ciudad del Vati-cano.

La pintura mural más importante y laque nos da la clave interpretativa al con-junto de las obras de la cámara es la deno-minada «Disputa del Santo Sacramento». Estetítulo tradicional se debe a un error de in-terpretación datado en el siglo XVII, cuyotítulo más apropiado sería: «El triunfo de laEucaristía» o «La Iglesia Triunfante». Estemural es una glorificación de la Iglesia Ca-tólica romana y de la fe cristiana. El centro

«Logos» (Verbo/Razón), la palabra de Dioshecha hombre que confirma con su venidaal mundo, la verdad revelada en las santasescrituras.

Frente al mural de la «Disputa del SantoSacramento» se encuentra «La escuela deAtenas». A la exaltación de la verdad reve-lada en el Cristo como «Logos» se le sumade manera complementaria la verdad na-tural y racional, el «Logos» (razón) de la filo-sofía helénica, que concuerda y confirma asu vez, la verdad de la doctrina cristiana. Lafilosofía helénica (philosophia naturalis),considerada en la época como la expre-sión más elaborada del conocimiento es-peculativo de la razón humana es presen-tada como subordinada, como sierva de lateología cristiana (ancilla theologiae). Elpapel del mural «La escuela de Atenas» esel de confirmar a través del «Logos» de lafilosofía griega, la verdad del «Logos» de lafe cristiana representada en la «Disputa delSanto Sacramento». El conjunto de los mu-rales de la «Stanza della Segnatura», es unespejo artístico-doctrinal de las ideas pro-fesadas por la curia romana renacentista,es una maravillosa metáfora visual de laexaltación del cristianismo como verdad yde la Iglesia Católica romana como su úni-ca y legítima vocera y heredera.

La concordancia entre el Logos cristia-no y el Logos de la filosofía helénica

La idea de una convergencia o concor-dancia entre la Razón/Logos de la filosofíagriega y el Logos en la teología cristiana seremonta a los albores del cristianismo, a lasprimeras interpretaciones especulativas queelaboran, los llamados «Padres de la Igle-sia», de la primera frase del Evangelio deJuan: «En el principio era el Verbo (Logos)»,una frase de clara procedencia estoica. Elprimero en realizar una interpretación apo-logética es Justino (años 100-165) en su«Diálogo con Tryphon». Para responder alas críticas paganas que objetan al cristia-nismo su carácter de ser una religión nue-va, carente de tradición, Justino responde:

de la composición es la hostia consagradasímbolo del Cristo resucitado, el hijo de Diosencarnado, que realiza para la teología cris-tiana la unión entre el cielo y la tierra. Laiglesia triunfante, es decir los personajesbíblicos e históricos del panteón cristianocontemplan el milagro y la excelencia dela eucaristía como expresión del Cristo como

Rafael: La Disputa del santo Sacramento

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«Para que no se venga a reprocharnos, porfalta de reflexión y para descartar nuestradoctrina, que si nosotros afirmamos que elCristo ha nacido hace ciento cincuentaaños, bajo la procuraduría de Quirinius yque más tarde, bajo Poncio Pilatos, ha pre-dicado la enseñanza que nosotros le debe-mos, se infiera que todos los hombres quehan vivido antes que El son inocentes, no-sotros vamos a responder a esta dificultadpara resolverla. Nosotros hemos aprendidoque el Cristo es el primogénito de Dios, yhemos indicado anteriormente que él esLOGOS (Razón/Verbo), a la cual participael género humano entero. Los que han vi-vido en conformidad con el LOGOS perte-necen a Cristo, hayan pasado en su tiempopor ateos, como por ejemplo en Grecia,Sócrates, Heráclito y sus semejantes, y,entre los bárbaros, Abraham, Ananías, Aza-rías, Misael, Elías y tantos otros que noso-tros sabemos que sería demasiado largoenumerar. Aquí las acciones y los nombres.[ ...] Aquellos que han vivido y que viventodavía en conformidad con Él (LOGOS)son cristianos sin temor y miedo» (subra-yado nuestro). Justino será el gran precur-sor de la concordancia entre los Logos pa-gano y cristiano y de la recuperación delos filósofos helénicos como «cristianos anó-nimos».

En la época en que Rafael ejecutó losmurales de la «Stanza della Segnatura» laideología dominante de la concordanciaentre la racionalidad de las doctrinas paga-nas del helenismo clásico y el Logos de lafe cristiana se expresaban en la filosofía deMarcilio Ficino (1433-1499), una versiónrenacentista de neoplatonismo cristiano. Alpartir de la idea que el Dios «Logos» (Ver-bo/Razón) creador del universo se revelaen toda su obra, la creación en su totalidades vista como una manifestación de Dios ycomo una historia de la salvación cristiana.El universo, para el neoplatonismo de Fici-no, funciona como un «circuito espiritual»continuo que conduce de Dios al mundo ydel mundo a Dios. No hay contradicción

posible en la totalidad de un cosmos crea-do por el Dios del cristianismo, es por elloque para Ficino, no hay incompatibilidadentre el cristianismo y el paganismo helé-nico-romano, hay una concordancia naturalotorgada por la fuente originaria del Dios/Logos creador del universo. Para Ficino, Pla-tón es un Moisés que habla griego. La filo-sofía y las doctrinas del helenismo, de Her-mes Trismegisto, Zoroastro y los sabios delantiguo Egipto, son complementarias yconcuerdan finalmente con la verdad reve-lada en la religión cristiana; expresan cadauna a su manera, verdades parciales queconducen finalmente a la única y verdade-ra religión del Dios del cristianismo. Estaterrible lógica de la concordancia recorreráun largo camino en la historia de la filoso-fía, alcanzará su súmun intelectual en el si-glo XIX con la idea del «aufhebung» en elsistema dialéctico hegeliano, al que su au-tor llamaba un «spekulativen Charfreitag» (un Viernes Santo especulativo).

La recuperación de la hegemonía ita-liana sobre la Iglesia cristiana.

Para enriquecer el marco interpretativode esta composición triunfalista del catoli-cismo romano hay que tomar en cuenta doselementos históricos adicionales. El prime-ro es la recuperación por parte de las aris-tocráticas familias italianas del control so-bre el Vaticano a mediados del siglo XV. Elsiglo XIV está marcado por una crisis insti-tucional de la Iglesia Católica debida en par-te al deseo de someter el Vaticano al po-der de los monarcas de la época, una con-tinuación de la encarnizada lucha entregüelfos y gibelinos. Entre 1309 y 1337 elrey de Francia consigue trasladar la sededel papado a la ciudad de Aviñón. Entre1378 y 1417 el cristianismo latino no tieneuno, sino dos papas, uno en Roma y el otroen Francia. Se llega incluso en un corto pe-ríodo (1409-1417) a tener a tres personasque reclamaban al mismo tiempo el títulode legítimo heredero de San Pedro. El se-gundo dato histórico es la caída y la toma

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de Constantinopla en 1453 por los turcosotomanos, hecho que marcará el fin de laorgullosa rival bizantina de la Iglesia Católi-ca romana. A inicios del siglo XVI, cuandoRafael ejecuta los murales de la «Stanza dellaSegnatura», la curia romana tiene suficien-tes motivos para exultar, puede finalmen-te proclamarse como la única y verdaderaheredera de la iglesia de Cristo, se permitepor ello representarse a través de los pin-celes del Urbinate como «La Iglesia triun-fante» y busca al mismo tiempo rehabilitarla grandeza de Roma como la capital im-perial del occidente cristiano. Irónicamen-te, este delirio de grandeza y de orgulloimperial, que se manifiesta en los muralesde la «Stanza della Segnatura», y en la deci-sión paralela del papa Julio II della Roverede construir la grandiosa Basílica de SanPedro, financiada a través de la venta deindulgencias, marcará el inicio de una nue-va crisis y de la gran fractura que produciráen el cristianismo occidental la ReformaProtestante.

De Julio II della Rovere a Benedicto XVIRatzinger

El anónimo italiano autor del libro «Con-tra Ratzinger» observa con perspicacia la fas-cinación que ejercen en Benedicto XVI lospapas monarcas del Renacimiento. Una desus primeras manifestaciones altamente sim-bólicas ha sido su decisión de rehabilitar yrestaurar la moda vestimentaria del «camau-ro» (el gorro) y la «muceta» (la capa roja). Laelección de los trajes del papa Joseph Rat-zinger es más que metafórica, un Papa delsiglo XXI que decide vestirse como los au-toritarios papas monarcas del siglo XVI yXVII. Si las apariencias vestimentarias dejanentrever un gusto y tal vez una nostalgiapor el autoritarismo eclesiástico romano, losmedios para alcanzarlo son hoy en día muydiferentes. El papa Julio II della Rovere lehabría comentado a Miguel Ángel que, élprefería ser retratado con una espada quecon un libro; una idea completamente des-cabellada para su sucesor Benedicto XVI queforja delicadamente su imagen de académi-

co y gran intelectual, y que busca pasar a lahistoria como el «Papa filósofo». Las batallasimperiales que Benedicto XVI quiere ganarse sitúan en el terreno de las ideas, en loque él considera como su lucha central: afir-mar la racionalidad filosófica del cristianismocomo la religión verdadera.

Lo que alimenta este nuevo triunfalis-mo romano en Benedicto XVI es la derrotadel comunismo ateo, en la que jugó unpapel protagónico, su antecesor el papaWojtyla. Esta doctrina rival, «intrínsecamenteperversa» - según el papa Pío XI -, que«amenazaba llevar a los pueblos a la barba-rie» y que dibujaba en la tierra la línea de-marcatoria «de la lucha entre el bien y elmal», ha dejado de ser más una amenazapara la Iglesia y para la rebautizada «civili-zación occidental y cristiana». Como la caí-da de Bizancio en el siglo XV, la caída delcomunismo ateo a finales del siglo XX abrelas perspectivas, a los ojos del avisado in-telectual Joseph Ratzinger, de un regresotriunfal del catolicismo. Para el Papa Bene-dicto XVI y la ultraconservadora curia ro-mana que lo rodea la tarea por delante esclara, se trata de garantizar en el nuevo si-glo XXI la perpetuidad del cristianismocomo religión verdadera y de la IglesiaCatólica romana como su única y fiel re-presentante en la tierra. Para llevar adelan-te este proyecto de una reconquista católi-ca de Europa, el principal obstáculo quequeda, una vez derrotado el comunismoateo, es el pensamiento moderno de la Ilus-tración.

El cristianismo como «religio vera» se-gún el papa filósofo Benedicto XVI

Según el anónimo italiano autor de «Con-tra Ratzinger», la estrategia cultural de Be-nedicto XVI que tiene en su línea de mira ala Ilustración y la Modernidad se desarrollaen tres movimientos. El primer movimien-to consiste en sustraer a la modernidad supretendida racionalidad afirmando, en latradición de la concordancia inaugurada porlos padres de la Iglesia y expresado de

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manera artística en la cámara de la «Stanzadella Segnatura», que es el cristianismo, yno la Ilustración, el auténtico heredero dela filosofía griega de la que se reclama lacultura occidental. El «Papa filósofo» buscarecuperar la idea de la razón (Logos) de lafilosofía griega exclusivamente para el cris-tianismo a fin de cuestionar la pretensiónde racionalidad del pensamiento modernoque afirma la irrelevancia y la inutilidad deDios. El segundo movimiento consiste enapoyarse en el pensamiento filosóficopostmoderno, para poner de manifiesto lasdebilidades del concepto moderno de ra-cionalidad a fin de limitar sus pretensio-nes a la verdad. En este aspecto el papaBenedicto XVI se muestra como un fino co-nocedor de los debates contemporáneosen el terreno de la filosofía y busca aprove-char las armas que le proporcionan los lla-mados filósofos «postmodernos» para ata-car las bases epistemológicas de la menta-lidad ilustrada. El tercer movimiento, ver-dadero jaque-mate intelectual en todo sen-tido del término, se estructura a través dela simple enumeración de las tragedias delos últimos siglos (guerras, nazismo, comu-nismo, crisis ecológica, etc.) atribuyéndo-las todas, con un determinismo causa-efec-to realmente ingenuo y elemental, al pen-samiento moderno, es decir, a la preten-sión del hombre de prescindir de Dios. LaIlustración y la Modernidad han fracasado,lo que necesitamos es una vuelta de la re-ligión, una reconversión a los valores mo-rales enseñados por el catolicismo romano.

Si hay un texto que condensa el pensa-miento de Joseph Ratzinger en su críticade la Ilustración y que considero lecturaobligatoria para quienes quieran entendersu elaborada argumentación filosófica, suconferencia «¿Verdad del cristianismo?»; pro-nunciada en la Universidad de la Sorbonaen París el 27 de noviembre de 1999, cuan-do aún era cardenal y prefecto de la Con-gregación para la Doctrina de la Fe, es eldocumento imprescindible. A pesar de lospuntos de interrogación del título de la con-

ferencia, en la argumentación desarrolladapor el entonces cardenal filósofo no hayningún lugar para la duda: el cristianismoes una religión verdadera porque desde susorígenes se inspira del conocimiento y dela tradición filosófica griega. Las pretensio-nes del cristianismo a su condición de «reli-gio vera» nos dice el futuro Benedicto XVI,se basan en el hecho de que desde sus ini-cios: «la fe cristiana no se basa en la poesíani en la política, esas dos grandes fuentesde la religión; se basa en el conocimiento.Venera a este Ser que se halla en el funda-mento de todo lo que existe, el «Dios ver-dadero». En el cristianismo, la racionalidadse volvió religión y no su adversario». Ra-tzinger critica por ello con insistencia, derelativista, el «ethos de la tolerancia moder-na», porque pone en duda la verdad delcristianismo. Interpretando la frase del evan-gelio de Juan «In principiat erat Verbum»como «Al inicio de todas las cosas estaba lafuerza creadora de la razón», el prefecto dela Congregación para la Doctrina de la Feafirma que:» «La fe cristiana es hoy comoayer la opción por la prioridad de la razóny de lo racional... Por esta opción en favordel primado de la razón, el Cristianismocontinúa siendo aún hoy en día «racionali-dad», y pienso que una racionalidad que sedeshace de esta opción debería significar,contrariamente a las apariencias, no unaevolución sino más bien una involución dela racionalidad». Aunque en su discurso Rat-zinger critica a Hegel, porque en su siste-ma no le da el justo valor a la fe cristiana ymás bien busca transformarla en razón filo-sófica, su defensa firme y tenaz del cristia-nismo como verdad y como racionalidadno dejan de tener un tufillo hegeliano.Como Hegel, Ratzinger busca presentar alcristianismo como un armonioso resultadode la razón filosófica y de la fe cristiana,fundamentando las bases del cristianismo,no en la espiritualidad esperanzadora delos oprimidos y los miserables del Sermónde la Montaña, sino en las especulacionesmetafísicas de la «theologia naturalis» de lafilosofía griega.

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La crisis de la concordancia de Logosen la “Stanza della Segnatura”

La interpretación de la historia de la fi-losofía como una continuidad armoniosaentre la razón helénica y el cristianismocomo racionalidad, sobre la que basa su ar-gumentación el papa filósofo Benedicto XVI,deja traslucir el heleno centrismo de su for-mación filosófica típicamente alemana. Latiranía de la Grecia clásica en la formacióncultural alemana se ha transformado en unasuerte de tiranía de la filosofía alemana enla forma de estudiar la historia de las ideasy la filosofía que es hoy en día casi hege-mónica en el mundo académico universi-tario, sobre todo el dominado por la Iglesiacatólica. A esta narración idealizada de las«exclusivas raíces griegas» de la cultura oc-cidental hay que hacerle dos observacio-nes. Una primera es que no hay en estaaventura inmaculada de la «razón occiden-tal» ningún espacio para estudiar lo que DeLabriolle llamó «La reacción pagana»: la re-sistencia y la lucha que libraron los filóso-fos helénicos contra el cristianismo al queacusaban de ser, al contrario de lo que sos-tiene Ratzinger, «una religión irracional».Tampoco se encuentra ninguna perspecti-va para considerar lo que el historiador delImperio Romano Gibbons calificó como «Laextirpación del paganismo», el proceso porel cual, el cristianismo en el siglo IV con-vertido ya en religión oficial del imperioromano, se dedicó a destruir los templos ylas bibliotecas paganas, a perseguir a losfilósofos helénicos hasta que el fanático em-perador Justiniano decidiera en el año 529cerrar definitivamente la Academia neo-pla-tónica de Atenas. Qué rabia e indignaciónsentirían estos filósofos neoplatónicos sipudieran visitar el mural de la «La Escuelade Atenas» y descubrir asombrados a susvenerados maestros representados comosiervos intelectuales de los mismos inquisi-dores que los persiguieron y expulsaron delos territorios del imperio romano cristiani-zado. Contrariamente a lo que enseña He-gel, el espíritu filosófico no viaja de oriente

hacia Occidente, sino a donde puede ex-presarse libremente.

Una segunda observación es que Ratzin-ger no se da cuenta de que la ciencia mo-derna y aunque utiliza el lenguaje concep-tual del conocimiento especulativo y con-templativo de la «ciencia» y de la «racionali-dad» que hereda de la filosofía helénica yen particular del aristotelismo; marca tam-bién un punto de ruptura al dejar de seruna reflexión especulativa y transformarseen una racionalidad crítica experimentalque matematiza su relación con lo real. Porello la ciencia moderna abandona los pre-supuestos teológicos de la «philosophia na-turalis» de Aristóteles y se proclama meto-dológicamente atea. Al buscar apropiarsedel logos helénico exclusivamente para elcristianismo, Ratzinger no se está apropian-do de las bases racionales de la ciencia mo-derna ni de la epistemología de la Ilustra-ción como pretende.

Como no tenemos el propósito, en estebreve ensayo, de presentar una lectura al-ternativa de la historia de las ideas a la for-mulada por el papa filósofo Benedicto XVI,es tiempo de que volvamos a la cámara dela «Stanza della Segnatura» para averiguarqué fue lo que sucedió con esa armoniosaconcordancia de Logos expresada de ma-nera tan bella en los murales de Rafael. Eltrabajo del Urbinate en la decoración deesa cámara se realizó entre los años 1509 y

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1511, es decir varios años antes de la apa-rición en 1543 «De Revolutionibus OrbiumCoelestium» de Copérnico. Lo que «La es-cuela de Atenas» nos presenta como «ver-dad científica» es el universo comprendidodentro de los parámetros de la física aristo-télica y la cosmología de Tolomeo, es deciruna física que explica los movimientos enel mundo sublunar según su substancia(agua, aire, tierra o fuego) y una cosmovi-sión de un universo cerrado, geocéntrico,dividido en dos espacios (el mundo sublu-nar y el mundo supralunar) que se rigenpor criterios «racionales» completamentediferentes y en donde existen solamente 9esferas celestes, detrás de las cuales seencuentra el Cielo como lugar divinizado,residencia del Dios cristiano y de las almasque han alcanzado la salvación.

(Cosmovisión helénica del universo so-bre la cual se elaboran las interpretacionesreligiosas del Islam y del Cristianismo me-dieval: 1. El Dios aristotélico, motor inmó-vil de la esfera propulsora invisible e inmó-vil. 2. La primera esfera de las estrellas quetransmite el movimiento a las otras esferasefectuando una revolución alrededor de latierra en un día. 3. La esfera de Saturno efec-túa una revolución de 29 años. 4. La esferade Júpiter efectúa una revolución de 12 años.5. La esfera de Marte que efectúa una revo-lución de 2 años. 6. La esfera del Sol queefectúa una revolución en 1 año. 7. La esfe-ra de Venus que efectúa una revolución de6 meses. 8. La esfera de Mercurio que efec-túa una revolución de 3 meses. 9. La esferade la Luna que efectúa una revolución de 1mes. 10. La esfera terrestre inmóvil, alrede-dor de la cual gira el universo entero. Fuen-te: Histoire Illustrée de la Philosophie, Eds.Nagel, París, 1962)

Esta visión religiosa del mundo y del cos-mos, concebida por varios siglos como ver-dadera, se vería remecida, para ser finalmen-te superada, con el desarrollo de la cienciamoderna. ¿Cuál fue la reacción de esta «reli-gión racional» que nos presenta el papa filó-sofo Benedicto XVI a los desafíos que le plan-

teaba la balbuceante razón científica moder-na? No queremos convertir este ensayo enun relato de horror, pero ante las pretensio-nes a la verdad del papa filósofo JosephRatzinger, no nos podemos quedar en me-dias tintas. Si seguimos cronológicamente loshechos guiándonos por el libro de Alexan-dre Koyré (Del mundo cerrado al universoinfinito) el primero en haber gozado de lafuria «racional» de la curia vaticana fue Mar-cellus Stellatus Palingenius. Su poema neo-platónico «Zodiacus Vitae» que afirmaba lainfinitud del universo fue sospechado deherejía, pero fue solamente quince añosdespués de su muerte (1543), que en 1558su libro fue condenado al Índex. Bajo el rei-nado del Papa Paulo II, sus huesos seránexhumados y quemados públicamente. Laotra víctima universalmente conocida fueGiordano Bruno. Arrestado por la Inquisiciónen 1592, por haber criticado en sus obrasalgunos dogmas del cristianismo y haberdefendido el carácter infinito del universo,Bruno fue encarcelado y sometido a cruelestorturas durante varios años, para finalmen-te ser quemado vivo en 1600 en el Campode Fiore después de habérsele arrancado lalengua «por las horribles palabras» que ha-bría proferido contra «las verdades enseña-das por la religión cristiana». En 1616 la obrade Copérnico será condenada al Índex.Como ya estaba muerto y enterrado lejosde los territorios de la Inquisición romana,se salvó de sufrir los suplicios de Palinge-nius y Bruno. En 1633, luego de un humi-llante proceso inquisitorial, Galileo sería con-denado a prisión de por vida y reducido alsilencio. Por temor y prudencia, Descartes,una vez conocida la noticia de la condenade Galileo, no publicará sus trabajos sobre larotación de la tierra que serán solamenteconocidos después de su muerte en 1650.A la curia romana le tomará más 100 añosen aceptar el sistema heliocéntrico del uni-verso moderno y pasarán 359 años antes deque reconozca sus errores en la condena aGalileo. Esta es la verdad histórica de cómoafrontó el debate con la ciencia moderna la,

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«Ratzinger dixit», racional religio vera del ca-tolicismo romano. El precio pagado por quie-nes se atrevieron a cuestionar la armoniosaconcordancia de Logos de la «Stanza dellaSegnatura» fue bastante alto y no podemosde ninguna manera olvidarlo.

La hora de la verdadEl autor de este ensayo es ateo, pero

no pretende de ninguna manera revivir unateísmo militante decimonónico y abando-nar la consensual postura liberal modernade tolerancia con las religiones monoteís-tas y las espiritualidades orientales. Perocomo lo observa con mucho coraje, un in-telectual católico, Christian de Duve, Pre-mio Nobel de Medicina, profesor eméritode la Universidad Católica de Lovaina y dela Universidad de Rockefeller en NuevaYork; los tiempos hoy en día son otros y elrespeto de la verdad no nos permite másuna postura de indiferencia, de mutua ig-norancia, de tolerancia, hacia las nuevascorrientes intelectuales dominantes en laIglesia Católica y en algunas iglesias evan-gélicas fundamentalistas en los EstadosUnidos. En su libro «A l’écoute du vivant»(2002) De Duve se esfuerza en vulgarizarlos conocimientos que ha logrado acumu-lar la biología moderna sobre la vida, desdelas primeras formas de células vivientes,hasta la complejidad neuronal del cerebrohumano. Aunque confiesa su calidad decreyente y se mantiene en la creencia deun misterio no antropomórfico que él lla-ma «La última realidad», tiene la valentía yla honestidad intelectual de afirmar la in-compatibilidad fundamental entre la cien-cia moderna y la religión. Para dialogar senecesita un lenguaje común y esto lamen-tablemente no existe. La ciencia modernase basa en la observación y en la experi-mentación guiadas por la razón; la religiónestá construida sobre creencias que sonconsideradas como revelaciones divinas ysobre las cuales, en el caso de la IglesiaCatólica, se tiene la pretensión de ofrecer-le la garantía suplementaria de la infalibili-

dad de una persona presentada como guar-diana de la veracidad de la fe. Entre estasdos actitudes intelectuales no puede habercompromisos posibles. No se trata de quecada uno ceda un poco para al final llegar aun entendimiento mutuo. Lamentablemen-te, nos dice De Duve, no se trata de unconflicto político o ideológico, sino del res-peto de la verdad (subrayado de De Duve).Sobre lo que ha sido demostrado de mane-ra convincente, la ciencia no puede hacerconcesiones. Si hay lugar a conflicto entrelo que la ciencia sabe y la religión cree, esesta última la que tiene que ceder.

En el terreno de la moral y los valoresque rigen las sociedades modernas y de-mocráticas, no se puede aceptar para dis-cutir abiertamente estos temas, que unode los participantes exija de antemano quese le reconozca el monopolio de la ver-dad y que a partir de ahí, pretenda impo-ner a la sociedad su punto de vista parti-cular. Porque en el fondo, lo que el papafilósofo Benedicto XVI busca con su ela-borada especulación filosófico-teológicapost-moderna, es apropiarse de la verdadpara erigir a la Iglesia Católica romana enla única autoridad moral en la sociedad yesto es absolutamente inaceptable. Seequivocan los que piensan que se puededialogar, haciendo declaraciones de respe-to y tolerancia, con una posición como laque defiende el papa Benedicto XVI y susafiebrados seguidores. Lamentablementeno hay entendimiento posible y por ello,como nos indica Christian de Duve, es horade defender la verdad frente a lo que es,a todas luces, un pensamiento autoritarioy obscurantista.

Epílogo sudacaEntre enero de 1920 y marzo de 1922,

un paisano mío recorrió Italia, disfrutó de suspaisajes, de los museos, de la comida, de losvinos y de la gente –y como él lo dirá pos-teriormente– desposa «una mujer y algunasideas». Escribió muchos artículos que fueronpóstumamente recopilados en dos volúme-

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nes de sus obras: «Cartas de Italia» y «Almamatinal». Los firmaba indistintamente con losseudónimos de Jack y Juan Croniqueur y al-gunas veces usaba su nombre propio, JoséCarlos Mariátegui. En las diversas ocasionesen que he tenido la oportunidad de visitarItalia, estos dos libros me han acompañadosiempre como lectura de cabecera; de lamisma manera como algunos turistas alema-nes se pasean por Italia con el libro deGoethe «Italianische Reise». Lo que me in-terpelaba más, es la insistencia de Mariáte-gui en advertir al lector de no dejarse im-presionar por la historia y la belleza del pai-saje italiano, de hacer el esfuerzo de no verItalia con los ojos estetizantes de la superfi-cialidad del turista y de sus innumerablesguías de viajes. He tratado, en lo posible, deser fiel a este sabio consejo de mi paisano.Me impresionaron también sus comentariossobre Roma, ciudad en la que vivió durantevarios meses, y la Ciudad del Vaticano. Es-tos, de alguna manera, han orientado variasde mis lecturas que están detrás del presen-te ensayo. Sobre sus impresiones del Vati-cano, Mariátegui escribió: «San Pedro no esun templo cristiano. El templo cristiano es

el templo gótico... Roma no ha sido nadacristiana, por consiguiente tampoco son cris-tianos sus templos. Son a lo sumo católicos.San Pedro no es una obra del espíritu cristia-no. Es una obra del espíritu romano del siglodieciséis. ...El Vaticano, como los demás pa-lacios de los papas, los cardenales y los prín-cipes de la Iglesia, está decorado pompe-yanamente con cuadros del Olimpo. Estánhabitados por Venus, Cupido, Adonis, Baco,Pan, Fátinos, Sátiros y Sirenas. Los cuadrosde la historia sagrada tienen más valor deco-rativo que contenido místico. El tema es bí-blico, pero el verso es pagano. En estos pa-lacios, el cristianismo respira una atmósferademasiado pecadora para conservarse puroy ascético».... «Roma no es una Meca cristia-na. Los templos romanos descristianizan». Ensintonía con estas agudas reflexiones de Ma-riátegui, me atrevo a concluir diciendo que,las especulaciones filosóficas postmodernasde Joseph Ratzinger alejan al cristianismo desu verdadera fuente original, la mística y laespiritualidad esperanzadora de los pobres.La teología racionalista del neocatolicismo ro-mano autoritario del papa filósofo Benedic-to XVI, descristianizan.

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Literatura/Ixchel Barreda/ARQUETIPOS Y COSMOVISIÓN en el cuentomaravilloso

Tradición oral popular

Los cuentos populares son tan antiguos,que con ellos podríamos tejer la histo-ria de la humanidad… Narrados duran-

te incontables generaciones, quedaron pre-servados en la memoria colectiva hasta for-mar parte de la tradición oral popular.

Para comprender el mundo del cuentopopular y, específicamente, del cuentomaravilloso, es necesario definir la tradiciónoral. Para Jan Vansina, se trata de una cade-na de testimonios orales, narrados, concer-nientes al pasado: «testimonios que comu-nican un hecho que no ha sido verificadoni registrado por el mismo testigo, pero quelo ha aprendido de oídas».1

Más allá de la relevancia que Vansinaotorga al testimonio –lo cual obedece a suintención de demostrar la validez de la tra-dición oral como fuente histórica–, interesarescatar la cuestión de la cadena de narra-ciones aprendidas de oídas. Pues si bien escierto que el cuento maravilloso no refierea hechos que pudieren constatarse –yamediante hallazgos arqueológicos, ya me-diante fuentes documentales–, sí contem-pla una cadena de narradores cuyo relatoles ha sido transmitido oralmente.

En las sociedades ágrafas, las tradicio-nes orales han sido el medio idóneo paraconservar y transmitir el conocimiento, deahí el desarrollo de estrategias para salvar-las del olvido, como la versificación de losrelatos o el uso de objetos mnemotécni-cos. Los relatos que, por su carácter sagra-

do, debían reproducirse con toda fidelidad–pues de ello dependían el orden cosmo-gónico y la benevolencia de los dioses– sesometían a rigurosas reglas de aprendizajey de transmisión, dando lugar a lo que JanVansina designa como tradiciones cuajadas.

Desde el punto de vista formal puedendistinguirse dos tipos de tradiciones: las queson cuajadas en su forma, aprendidas dememoria y transmitidas tal cual son, y lasque son libres, que no se aprenden dememoria y que cada cual transmite a sumanera. Un ejemplo de texto cuajado esel poema; un ejemplo de texto libre, elrelato. Las palabras de un poema pertene-cen a la tradición, mientras que en el casodel relato son un añadido del narrador. Sóloel «cañamazo» del relato pertenece a la tra-dición.2

La manera más eficaz de garantizar elcontrol de las tradiciones cuajadas era me-diante la formación de narradores especia-lizados, encargados de resguardar las tradi-ciones esotéricas. Vansina refiere la exis-tencia de escuelas donde había especialis-tas encargados de conservar y transmitir lasabiduría ancestral, que eran empleados amodo de biblioteca viviente, y que no trans-mitían sus conocimientos más que a sussucesores en el cargo. Dichas institucionestambién contaban con un funcionario es-pecialmente destinado a recitar las tradi-ciones durante las celebraciones públicas.3

En cambio, las tradiciones libres, al notener que transmitirse literalmente, se hanrecreado en la interacción que el narrador

El narrador responde a la sed de saber oa la curiosidad del otro y satisface sus ganas

de mundo, de existencia, de experiencia.Gadamer, Mito y razón.

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establece con sus oyentes, al adaptar la his-toria a su propio vocabulario, incorporarexplicaciones de ciertos pasajes, omitirdetalles insignificantes o ajustar las situa-ciones al contexto en que se produce lacomunicación.

Dentro de las tradiciones libres se en-cuentran los cuentos folclóricos, tambiénconocidos como cuentos populares porqueforman parte del legado tradicional de lospueblos. Cuando en el siglo XIX los folclo-ristas se dieron a la tarea de recopilar losrelatos populares de diversas regiones delmundo, descubrieron una gran similitudentre ellos. De los primeros intentos dedesentrañar la causa de ese parecido, sur-gieron las escuelas monogenéticas, inclina-das a atribuirles un origen común.

Dentro de esa línea se inscriben las es-cuelas prehistórica y neolítica, que sostie-nen que los relatos populares son una he-rencia del hombre primitivo.4 La escuelateológica, que atribuye la fuente a textosescritos en épocas muy antiguas, y la es-cuela difusionista, que remite la creacióndel cuento a la India, de donde se habríaextendido a todo el mundo mediante prés-tamos.5

Aun cuando las evidencias no permitendescartar por completo la monogénesis delcuento popular, dicho argumento ha sidodesplazado por la teoría poligenética, queexplica el nacimiento de un mismo temade manera independiente en diversos lu-gares y épocas, pero en condiciones cultu-rales primitivas.

Sin embargo, todo intento de precisarel nacimiento de los relatos de tradición oralpopular es infructuoso, pues son creacio-nes anónimas que se han reelaborado in-cansablemente a través de incontables ge-neraciones de narradores. Para ellos, aplicalo dicho por Durkheim respecto de las re-ligiones:

Si por origen se entiende un primercomienzo absoluto, la cuestión no tiene nadade científica y debe descartarse resuelta-mente. No hay un instante radical en que

la religión haya comenzado a existir (…).Como toda institución humana, la religiónno comienza en ninguna parte. Por eso,todas las especulaciones de este tipo estánjustamente desacreditadas; no pueden con-sistir más que en construcciones subjetivasy arbitrarias que no tienen ningún tipo decontrol.6

Importa, de especial manera, que apesar de haberse creado en un pasado re-moto, los cambios introducidos por el na-rrador enriquecen la versión con elemen-tos particulares de su cultura sin llegar aalterar la estructura básica del relato, quefunciona como un patrón que dirige el en-tramado y, asimismo, es el principal recur-so para guiar a la memoria en la reproduc-ción de la historia contada.

Al respecto, Joseph Campbell explicaque pese a la infinidad de narraciones quecirculan por todo el mundo, «las pautas alas que se atienen los cuentos popularessuelen ser las mismas a lo largo y anchodel planeta (…), todo el mundo parececoincidir en atribuir esta correspondenciaglobal a la uniformidad psicológica de laespecie humana».7

Por su parte, Stith Thompson sostieneque las limitaciones de la vida humana y lasimilitud de sus situaciones básicas produ-cen, en todas partes, cuentos que son muysimilares en cuanto a los aspectos estructu-rales de importancia, en los que es posibleobservar una estructura sujeta a reglas fijaso determinadas que establecen un patrónnarrativo.8

Los arquetipos del inconsciente colec-tivoEl patrón narrativo al que se refiere Stith

Thompson adquiere, según la teoría de Jung,la dimensión de una estructura arquetípicainscrita en el inconsciente colectivo, enten-dido como «esa parte de la psique que con-serva y transmite la común herencia psico-lógica de la humanidad».9

En el inconsciente, además de los pen-samientos, recuerdos, imágenes e impre-

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siones que han sido olvidados o reprimidospor la conciencia, se encuentran formasaborígenes, innatas y heredadas por lamente humana, a las que Freud denominó«remanentes arcaicos».10 Sin embargo, Jungdetectó en los sueños de sus pacientescontenidos que no procedían de la expe-riencia individual, que nunca estuvierondentro de la conciencia. Al analizar las des-cripciones de esas imágenes oníricas des-cubrió sorprendentes similitudes con losdogmas religiosos y los motivos mitológi-cos, por lo que dedujo la existencia de unestrato más profundo que el inconscientepersonal: el inconsciente colectivo.

Este inconsciente no es de naturalezaindividual sino universal, es decir, que encontraste con la psique individual tienecontenidos y modos de comportamientoque son, cum grano salis, los mismos entodas partes y en todos los individuos (…)es idéntico a sí mismo en todos los hom-bres y constituye así un fundamento aní-mico de naturaleza suprapersonal existen-te en todo hombre.11

Las características biológicas comunes ala especie humana determinan una estruc-tura psíquica universal, que proporcionapatrones sobre los que se configuran lasposibilidades del comportamiento, que ad-quiere rasgos particulares una vez que seinserta en cada cultura y se combina con elcarácter de cada individuo. Por eso Jungseñala al inconsciente colectivo como elfundamento anímico de naturaleza supra-personal existente en todo hombre.

Para designar a los contenidos del in-consciente colectivo, Jung retomó el tér-mino arquetipo, del latín archetypus, quesignifica modelo o ejemplar originario. Elconcepto de arquetipo se remonta al mo-delo de las cosas sensibles del eidos plató-nico12, que cuatro siglos más tarde adquie-re la forma de Imago Dei en el místico ju-dío Filón de Alejandría y que en el siglo IVd. C. emplea San Agustín para referirse a lainteligencia divina.13 La concepción filosó-fica de los arquetipos como imágenes per-

fectas vinculadas con lo divino es recupe-rada por Jung cuando atribuye a estas imá-genes eternas la capacidad de atraer, fasci-nar, dominar al ser humano, por la fuerzade su numinosidad que propicia la revela-ción interior.14

Los arquetipos no constituyen un reper-torio fijo de imágenes heredadas, son pa-trones de energía que se manifiestan a laconciencia a través del simbolismo de lossueños individuales y de los ensueños co-lectivos, por lo que pueden adquirir unainfinidad de representaciones: «el arqueti-po representa esencialmente un conteni-do inconsciente, que al conciencializarse yser percibido cambia de acuerdo con cadaconciencia individual en que surge».15

Para Jung, los símbolos de los sueños,rituales primitivos, mitos, doctrinas religio-sas, leyendas y cuentos populares permi-ten elaborar las vivencias psíquicas de ca-rácter decisivo, al formular metáforas y ale-gorías que pueden ser asimiladas por elintelecto humano, sin reducir el alcance dela vivencia ni dañar su significación.16

En concordancia con la idea de Jung, elíndice de motivos en la literatura folclóricarealizado por Stith Thompson17 podría leer-se como un inventario de las preocupacio-nes trascendentes de la humanidad, cuyostópicos principales son: el origen del mun-do; el reconocimiento de atributos supra-humanos, ya en los animales, ya en las fuer-zas de la naturaleza; la magia; la muerte yel destino del alma; las maravillas; la luchadel débil contra el fuerte; la exaltación dela fuerza, inteligencia, astucia y sabiduría;el amor de pareja y el sexo; el futuro, eldestino y el azar.

Por el carácter sobrenatural y sagradoque se atribuye al origen del mundo, delCielo y de la Tierra, a la etiología de losrasgos topográficos de ésta, a la creacióndel hombre y de los animales, los relatoscosmogónicos adquieren un carácter míti-co. La creación se expresa como el resulta-do del enfrentamiento entre las fuerzas delBien y del Mal, la luz que surge de la oscu-

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ridad, el orden que se instaura a partir delcaos, como producto del combate entre losdioses (teomaquia).

Los motivos de animales presentan cria-turas de rasgos fantásticos, dotadas conpoderes extraordinarios, que amenazan alos humanos o les transmiten sus atributos.Bajo estos motivos se vislumbra la fascina-ción experimentada hacia las capacidadescon que los animales superan a los hom-bres, lo que explica el prevalecimiento deanimales aéreos y marinos. Se aprecia tam-bién la tendencia a imaginarlos con rasgosantropomorfos, principalmente en cuantoal uso del lenguaje articulado.

La magia, entendida como la adquisiciónde poderes extraordinarios que se relacio-nan con el incremento inusitado de las ca-pacidades sensoriales, funciona, principal-mente, como recurso para revertir el em-bate del tiempo, para traspasar librementela frontera hacia el Más Allá, para escapardel peligro y castigar al agresor o para ase-gurarse el sustento.

En torno a la muerte se abordan los te-mas de la resurrección, de la reencarnacióny del destino del alma; el mundo del MásAllá, y la coexistencia entre los humanos ypersonajes del Otro Mundo, como fantas-mas, aparecidos y almas errabundas.

Las maravillas refieren la imaginaciónhacia mundos desconocidos, allende fron-teras inexpugnables. El deseo de trascen-der los confines de la Tierra se proyecta enviajes hacia el Cielo o el interior de la Tie-rra, hacia parajes recónditos (bosques, de-siertos, cavernas, mares y montañas) po-blados de espíritus y personajes dotadosde poderes maravillosos.

La diversa tipología de los ogros –queincluye brujas, diablos, gnomos, ogros, ser-pientes y monstruos– proyecta la lucha deldébil contra el fuerte en un antagonista po-deroso que, no obstante, siempre cae víc-tima de las astutas estratagemas del héroe.En estos motivos, el engaño es el recursopor excelencia para burlar al poderoso –yasea un gigante, el rey, un bandido o cual-

quier otra personificación del antagonista–y obtener su riqueza, escapar del peligro,derrotarlo.

El cambio de fortuna, el orden del futuroy el papel del azar en el destino revelan eldeseo de conocer, mediante predicciones,lo que acontecerá a la vida del hombre, depenetrar en los secretos del tiempo, de cam-biar la suerte que se presenta adversa.

Todas estas preocupaciones, inherentesa los seres humanos, hallan una respuestasignificativa al configurarse en una fórmularecurrente en todas las épocas y todas lasculturas: el camino mítico del héroe, quesimboliza la necesidad de emprender unproceso de introspección para encontrarsecon los demonios interiores, y enfrentarlospara fortalecer el espíritu.

El camino mítico del héroeEn El héroe de las mil caras. Psicoanáli-

sis del mito, Joseph Campbell sostiene laexistencia del monomito, entendido comoestructura básica que subyace bajo la vastavariedad de relatos míticos. Para determi-nar la fórmula del monomito, Campbell re-visó los elementos constantes de los mitos,dogmas religiosos, cuentos populares, le-yendas y sueños individuales, a partir delos cuales identificó un patrón compuestopor tres etapas: la partida, la iniciación y elregreso.

La fórmula del monomito desarrolla, en17 fases18, el camino del héroe, que iniciadesde el mundo de todos los días hasta sermarcado fatalmente por un llamado a laaventura que lo obliga a partir hacia unmundo desconocido, donde encuentra unpersonaje sobrenatural que lo ayuda a ven-cer en la batalla, cuyo triunfo le depara ri-quezas, reconocimiento y un saber quedeberá utilizar para el enriquecimiento desu grupo social, al que se reintegra trans-formado.

Paul Diel traza un camino similar en supsicogeografía de la Tierra, donde la su-perficie plana representa el mundo cons-ciente que el héroe debe abandonar para

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adentrarse en el mundo subterráneo, el MásAllá, donde radican todos los monstruos ydemonios del inconsciente; al enfrentarsea ellos los convierte en aliados que lo forta-lecen y le brindan dones que, al ascenderal Cielo, lo ayudan en la conquista de losupraespiritual, donde se enfrenta con elantagonista y lo vence.19

El héroe del monomito tiene por pri-mera misión retirarse de la realidad mun-dana para adentrarse en los confines de unmundo regido por leyes desconocidas, tanoscuro como las profundidades de la psi-que. Ese espacio simboliza la introspecciónnecesaria para fortalecerse, pues el hallaz-go del poder interior requerido para la trans-figuración es una tarea solitaria. La finalidadde este recorrido es vencer los obstáculosque impiden la renovación del espíritu. Porello, los incidentes que se presentan al hé-roe adquieren dimensiones maravillosas querepresentan triunfos psicológicos y no físi-cos, mucho más cercanos al mundo de lossueños que al de la vigilia.20

El mito y el cuento maravilloso, comoportadores de contenidos arquetípicos, cum-plen con la función de equilibrar la psiquedel ser humano.21 No obstante, en la actua-lidad el mito presenta el problema de quealguna vez fue experimentado como pen-samiento religioso, con una alta carga coer-citiva y preceptiva al haberse atribuido elestatuto de sistema ordenador del mundo.El que las religiones organizadas hayanempleado mitos cosmogónicos con una ri-gidez dogmática derivó en la fractura y eldesgaste de las creencias, hoy en día vícti-mas de la desacralización.

En cambio, el cuento popular se pro-pone como elemento cohesionador, de in-tegración social por su carácter lúdico, ima-ginativo y maravilloso. Bruno Bettelheimmenciona que los mensajes de los cuentosmaravillosos brindan un alivio mayor queel de los mitos, debido a una diferencia tras-cendental entre ambos géneros: el desen-lace, trágico en el mito y siempre feliz enel cuento.22

De menor importancia aunque no porello soslayable, es la caracterización de lospersonajes: por su origen divino o semidi-vino, el héroe mítico tiende a presentarsecon poderes sobrehumanos que favorecensu rápido encumbramiento, pero sus atri-butos divinos lo alejan del hombre común.En contraste, el cuento facilita la identifica-ción con el héroe porque se muestra comocualquier ser humano, y sólo una vez queha demostrado mediante sus virtudes y susacciones que merece los dones prodigio-sos, puede obtenerlos.

El mito conduce a la catarsis a través desu trágico final. El mensaje alcanza un ca-rácter ejemplar, de reconocimiento de lahybris23, cuya función preponderantemen-te preceptiva la asimila el receptor al ad-vertir en el protagonista el terrible castigopor cometerla. Y la posibilidad de revertirel efecto de las conductas reprobables es através de inconmensurables sanciones, quesirven de escarmiento para la humanidad eimpiden todo intento de trasgresión de unaserie de normas que se presumen fijadaspor los dioses.

En cambio, esta fatalidad no está pre-sente en la travesía del héroe del cuentomaravilloso, quien siempre tiene tres opor-tunidades para corregir sus defectos de ca-rácter. Su viaje se sugiere ligero; al asumircon naturalidad los sucesos, por extraordi-narios que parezcan, provoca la sensaciónde que toda vida normal posee situacionesexcepcionales que implican riesgos de losque puede salirse bien librado gracias a lascualidades personales.

Al elegir un camino que puede ser rec-tificado, disminuye la angustia ante la in-certidumbre del destino, lo que transmiteuna sensación de confianza en sí mismo.Independientemente de cuán temible pue-da ser el peligro que acecha al héroe, siem-pre queda garantizada la eliminación delmal. Por lo que el cuento es una promesade felicidad.

La mejor prueba de la riqueza conteni-da en los cuentos maravillosos es su per-

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durabilidad. Narradores y receptores de to-das las épocas y lugares los han interpreta-do y adaptado, plasmando en ellos sus vi-vencias, como los cuenteros guatemalte-cos, quienes reconocen la importancia dela herencia que resguardan en su memoria.Como dice Juan Crisóstomo García, son re-latos «pa’que los patojos (muchachos) se-pan a ser hombres», y reafirma Lucila delCid: «como estos cuentos se le dicen a loschirices cuando son muy chiquitíos, puesalgo se les pega y se vuelven hombres debien».24

El cuento popular como visión delmundoCada tipo de cuento presenta diversas

versiones que son muy parecidas a la vezque mantienen un toque peculiar que lasdistingue entre sí. Según un testimonio deFrank Hamilton Cushing –que data de1886–, un año después de haber contadoa un grupo de indios zunis el cuento popu-lar italiano de «El gallo y el ratón» (AT 2032),encontró que su cuento había arraigado porcompleto, pero, lejos de conservar el tinteitalianizado, lo escuchó en una versión com-pletamente zunificada.25 Esta peculiaridadde los cuentos populares para adquirir fá-cilmente el tinte de la cultura en que senarran sin perder su esencia, se debe a que«los cuentos folclóricos existen en el tiem-po y en el espacio y son afectados por lanaturaleza de la tierra donde son comunes,por el contacto social y lingüístico del pue-blo y por el transcurso del tiempo y los

cambios históricos».26

Para el historiador francés Robert Darn-ton, los cuentos populares constituyen unamuestra de la cosmología de la gente co-mún, pues en ellos se expresa la maneracomo la gente organiza la realidad en sumente y la forma en la que se ha plasmadoen su conducta. A diferencia del plantea-miento psicoanalítico de Bruno Bettelheim,para quien los cuentos de hadas reflejanun funcionamiento inmutable del ser inte-

rior del hombre, Darnton opina que no re-velan verdades inherentes a la naturalezahumana sino la manera como las mentali-tés han cambiado, pues ordenan el pensa-miento respecto del mundo a través de unsistema de significados que conduce a cons-truir una visión del mundo.

Los cuentos populares permiten intro-ducirse en un universo mental desconoci-do, que de no ser por la huella impresa enlos relatos hubiera caído en el olvido por laausencia de testimonios escritos, pues latradición oral de contar cuentos se vinculacon las culturas analfabetas, sean de cam-pesinos iletrados, sean regiones prealfabe-tas. Para comprender ese mundo, es me-nester relacionar los relatos con el arte denarrar los cuentos, ya que el narrador adap-ta para sus oyentes un tema heredado, conel objeto de que la especificidad del tiem-po y del lugar se muestre mediante la uni-versalidad de los lugares comunes. De ahíque para comprender el ethos particular yla visión del mundo27 que comunican loscuentos, es imprescindible insertarlos en elcontexto de su narración.

Los etnólogos consideran que cada tra-dición comunica hechos sucedidos en elpasado, pero revestidos de elementos fic-ticios. Para Beier, las tradiciones son esen-cialmente fuentes para la historia de lasideas y de la filosofía de un pueblo.28 Porello, aunque sería un error vincular los su-cesos narrados en los cuentos con aconte-cimientos específicos, tampoco deben «di-luirse en una mitología universal intempo-ral», pues la perspectiva presentada estárelacionada con una elaboración social dela realidad, que varía de una cultura a otra.

A través del cuento popular es posible,entonces, incursionar en la experiencia vi-tal común a los seres humanos así como enla manera como ésta se particulariza encada cultura. Pues si bien es cierto que laherencia biológica de la especie determinala configuración de la psique humana, laexperiencia de cada individuo en su rela-ción con el mundo circundante produce

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diversas costumbres, religiones, modos deentender la vida y el universo.

Así, los cuentos populares comunicanuna experiencia universal e innumerablesexperiencias particulares de interpretacióndel mundo con rasgos, valores y actitudesespecíficos. Cuando Robert Darnton sostie-ne que los cuentos populares advierten node los peligros simbólicos que entraña laexistencia sino de los peligros reales a quese enfrenta la gente en su mundo, no con-tradice sino enriquece la teoría junguianade los arquetipos.

La magia de la oralidadAnte el desencantamiento del mundo

que prevalece en la actualidad, los cuentospopulares se proponen como un asideroen la búsqueda de sentido a la existencia.Y es que además de comunicar la sabiduríaancestral, incitan a revivir la comunicaciónoral, al restablecer un proceso de interac-ción que conjuga miradas, entonaciones,gestos, caricias… contacto personal me-diante su narración.

Incluso si el acercamiento a los cuentospopulares se lleva a cabo a través de tex-tos escritos, su lectura siempre evoca supasado oral. Los cuentos populares exigenser contados, así como los buenos versosexigen leerse en voz alta. Al respecto, hadicho Borges:

"La entonación y la acentuación son loprincipal, cada frase debe ser leída y es leí-da en voz alta. Digo es leída en voz altaporque cuando leemos versos que son real-mente admirables, realmente buenos, ten-demos a hacerlo en voz alta. Un verso bue-no no permite que se lo lea en voz baja, oen silencio. Si podemos hacerlo, no es unverso válido: el verso exige la pronuncia-ción. El verso siempre recuerda que fue unarte oral antes de ser un arte escrito, re-cuerda que fue un canto".29

El narrador, mediante el poder de lapalabra, hace renacer el conjuro que haencantado a oyentes de todas las épocas.Su arte consiste en revivir, a través de su

imaginación, las vivencias del pueblo quecreó el cuento, y detonarlas en su audito-rio, al que involucra en una interacción car-gada de emotividad.

No son muchos los testimonios respec-to de la manera como se han comunicadolos cuentos populares a lo largo de la histo-ria de la humanidad. Los contextos de co-municación de cuentos populares son múl-tiples y tan diversos como las particularida-des de las culturas en que han cobrado vida.Quizá la imagen más difundida es la deaquellas narraciones contadas al final del día,junto al calor del hogar, como entreteni-miento mientras se realizaban labores ma-nuales, tanto en las viviendas como en lostalleres artesanales.

En 1697, época de apogeo de los cuen-tos populares en la Corte de Versalles, elMercure Galant30 publicó una nota atribui-da a Charles Perrault. En respuesta a las crí-ticas sobre el contenido ordinario de susContes de ma mère l’Oye, Perrault aclara-ba que, lejos de haberlos inventado, no hizosino reproducirlos como los escuchó en suinfancia. Por su prima Marie JeanneL’Héritier se sabe que cuando Perrault eraniño, iba a sentarse en torno al fuego don-de ella bordaba junto con sus hermanas ysu madre para aumentar su escasa econo-mía, y ahí escuchaba los cuentos: «… al caerla noche, cerca del fuego, a la hora en quelos niños, la sirvienta y los gatos se reuníanalrededor de los leños que crepitan en bra-sa y protegidos por momentos de deste-llos danzantes, luminosos como rondas deduendes».31

Charles Perrault publicó en 1694 susContes de ma mère l’Oye y en 1697 His-toires ou contes du temps passé, avec desmoralités. Sin embargo, el interés por lo queen esa época se conocía como «patrañasde nodriza», se remontaba a unas décadasatrás: en 1677, Madame de Sevigné revelóque las damas de Versalles, encantadas porla magia de los cuentos populares, se con-virtieron en sus más entusiastas admirado-ras. Una de ellas fue Marie Catherine le Ju-

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mel de Barneville, baronesa de Aulnoy, pri-mera en publicar un cuento maravilloso, «Laisla de la felicidad», en 1690, y ocho añosmás tarde, Contes nouveaux ou les fées àla mode.

En esa época, la literatura se regía porla razón y la disciplina y, sin embargo, lasmiradas se volcaron hacia lo maravilloso.Así lo señala Luis Alberto de Cuenca en laintroducción a El cuarto de las hadas, deMme. D’Aulnoy: «Es curioso advertir que elmismo siglo XVII que perfecciona las no-ciones del rigor y de la etiqueta se entre-gue, y encantado, a los caprichos de la fan-tasía, como si descubriese que, en un mun-do en el que todo pasa y se desmorona, larazón es efímera y mortal y es preferibleabandonarse al vértigo de la ilusión».32

Aunque en opinión de Jeanne Roche-Mazon, la pasión que los cuentos maravillo-sos desataron en la Corte de Versalles, sur-gió por el interés de divertir a una princesade 11 años, Marie-Adelaide de Savoie, futu-ra duquesa de Bourgogne, en su diario, LaPorte, el ayuda de cámara de Luis XIV, con-signa que el rey se lamentaba de la falta dealguna mujer que le contara cuentos paradormir, tal y como lo hicieran sus nodrizas.33

Así como Luis XIV satisfizo su necesi-dad de relatos populares incluyendo en sucorte a la célebre narradora Mme. le Ca-mus de Melsons, se cuenta que el ministroColbert llamó a París a «gentes para que loentretuvieran refiriéndole cuentos semejan-tes al de Piel de asno».34

Borges cita al barón Hammer Purgstall–orientalista admirado por Lane y Burton,traductores de Las mil y una noches–, paradar cuenta de la existencia de confabulato-res nocturni, hombres dedicados exclusiva-mente a contar cuentos durante la noche.Y refiere que Alejandro de Macedonia fueel primero –o el primero de los personajesfamosos– en reunir a confabulatores noctur-ni, que lo entretenían durante su insomnio.35

Jeanne Roche-Mazon (1885-1953), es-tudiosa de los cuentos populares de la Fran-cia prerrevolucionaria, relata que en su in-

fancia escuchó cuentos tradicionales de lossiglos XVI y XVII, narrados por su abueladurante veladas donde se extraía el frutode la nuez y se sacaba el aceite.

Todavía en ciertos espacios rurales seconservan las costumbres de antaño. EnKurdistán –donde la literatura disponibleestá en lengua extranjera, accesible sola-mente a pequeños grupos urbanos– la granmasa de campesinos y pastores, en su ma-yoría analfabetas, se expresan a través dela oralidad, que constituye uno de los en-tretenimientos populares. Cada regióncuenta con su propio acervo de relatos,leyendas y proverbios, que conservan na-rradores profesionales llamados dangbej otchirokbej, capaces de memorizar y contarlargas historias.

En Guatemala hay cuenteros de granmemoria y dotes narrativas excepcionales,como don Tereso Fajardo Peñate, que rela-ta sus cuentos en cantinas y velorios, y a«los patojos de la aldea, que me friegan enhoras de la tarde y la noche».36 Otro narra-dor guatemalteco, Jorge Bonilla, tambiénrelata en los velorios, para despertar a lagente adormecida por las letanías.37

Ahora que la gente ya no está obligadaa reunirse en torno a una hoguera para eco-nomizar energía, en que se ha perdido lacostumbre de reunirse por las noches paraconversar, la comunicación de cuentos haadquirido características diferentes, sobretodo en las ciudades, donde la práctica dela oralidad se ha desplazado de los narra-dores analfabetos a los profesionistas –ac-tores, antropólogos, profesores e intelec-tuales–, constituyendo una actividad quepugna por su institucionalización.

El mundo del cuento maravillosoJoseph Campbell ha propuesto al psi-

coanálisis como el instrumento idóneo paraleer la gramática de los símbolos38; sinembargo, al colocar los relatos popularesen el diván para desentrañar su simbolis-mo es necesario realizar un ejercicio de tra-ducción del lenguaje mítico al lenguaje ra-

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cional, lo que presupondría considerar lapreponderancia de éste sobre aquél, untanto a la manera de Lévy-Bruhl, quien con-fiere al pensamiento mitológico la condi-ción de pensamiento prelógico y prepon-derantemente afectivo.

Sin embargo, al leer lo mítico desde loracional se incurre en el riesgo de despojaral arquetipo de su poder de fascinación, desu fuerza numínica, por lo que resulta másadecuada la perspectiva de Lévi-Strauss,quien sostiene que ambos pensamientosposeen una lógica, aunque distinta: mien-tras el racional opera con conceptos, elmitológico lo hace con imágenes sensibles,en una «lógica de lo concreto». Por estemotivo, se propone la comprensión delcuento maravilloso desde su interior, esdecir, a partir de sus propias reglas. Al ha-cer explícita su estructura particular, se vol-verá innecesaria la traducción, dejando alreceptor libre de rendirse a su hechizo.

En primera instancia, habrá de definirseel concepto «cuento maravilloso». Los nom-bres dados al cuento maravilloso varían deuna cultura a otra. En Occidente se les co-noce como «cuentos de hadas», no obstan-te que estos seres no son una representa-ción universal sino pertenecen fundamen-talmente a la tradición celta. Antes del si-glo XX, salvo Madame D’Aulnoy con su li-bro El cuarto de las hadas (1697), los reco-piladores de estos relatos populares les asig-naron nombres que excluían por completoa las hadas: Jacob y Wilhelm Grimm, Cuen-tos de la infancia y del hogar (1812); Char-les Perrault, Cuentos de Mamá la Oca(1694); Antoine Galland, Noches arábigas(1704-1717).

En Palestina, pueblo que cuenta con unarica tradición oral, se les llama jrefiyye, quesignifica tanto cuento de viejas como con-versación falsa en la que no se puede creer–sentido similar al «patrañas de nodriza» dela época de Perrault–. Incluso existe unaleyenda sobre el origen de dicho término:un hombre que fue raptado por los demo-

nios, volvió al mundo de los humanos con-tando historias sorprendentes y extrañas.39

Con independencia de la amplia gamade denominaciones que circulan a lo largodel mundo, el cuento maravilloso se defi-ne como un relato tradicional popular cuyaestructura desarrolla el camino del héroe,que inicia desde una situación de tranquili-dad, es afectado por una carencia o dañoque se presenta de manera fatal y le obligaa emprender la partida hacia un mundoregido por leyes desconocidas, donde reci-be un atributo mágico que le ayuda a triun-far sobre los obstáculos que le interpone elantagonista, a quien derrota para culminaren un final feliz.

La propuesta de Vladimir Propp deemplear la designación «cuento maravillo-so» tiene la ventaja de ponderar el aspectomás importante del mundo en que se des-envuelven estos relatos: lo maravilloso. ParaTzvetan Todorov40, se trata del universo delo imaginario que coexiste y arregla la rea-lidad de una manera armoniosa. Aunque losfenómenos que se presenten resultaríaninexplicables en el contexto de la realidadcotidiana, su aparición no provoca extrañe-za ni a los personajes del relato ni a losoyentes, pues convive de forma comple-tamente natural dentro del espacio delcuento.

Así, parece del todo normal que el jo-ven que salió de casa para aprender a sen-tir miedo acepte la invitación a jugar unapartida de cartas con una pareja de gatos;que Bahram el Gauro tenga a su disposi-ción un caballo alado tan solo con tañer untambor; que Hassan al Bassri se enamoreperdidamente de una mujer que tiene elpoder de convertirse en cisne, o que alquemar el mechón de la barba del jequede los jeques Padre de las Plumas, ésteaparezca de inmediato.

Cabe aclarar que el adjetivo fantásticoresulta totalmente inadecuado para desig-nar este tipo de sucesos, ya que lo fantásti-co refiere la incertidumbre experimentada

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por quienes sólo conocen las leyes natura-les y se encuentran ante un suceso extraor-dinario. Cuando en el Manual de zoologíafantástica de Borges, leemos: «La gente cre-yó en la realidad del dragón», hay un llama-do a sorprendernos ante la ingenuidad delas creencias premodernas que, aún en elsiglo XVI, conferían veracidad al que ahorase experimenta como «el menos afortuna-do de los animales fantásticos. (Porque) Nosparece pueril y suele contaminar de pueri-lidad las historias en que figura».41

El cuento fantástico «Los cautivos deLongjumeau» relata la historia de una pare-ja que, pese a sus desesperados intentospor salir de viaje, no logra nunca abando-nar su lugar de residencia. Los motivos desu cautiverio son inexplicables tanto parael protagonista como para el narrador, yquedan sin develarse ante los lectores. Elprimero señala que durante 15 años per-dieron todos los trenes y vehículos públi-cos, a causa de innumerables torpezas yfracasos «ocasionados por la circunstanciaincreíble de que jamás pudimos alejarnosde Longjumeau». Mientras que el segundose refiere a:

"[...] La funesta resolución que ha con-cluido con sus vidas tan generalmente en-vidiadas tiene que parecer inexplicable [...]La infortunada pareja era víctima de unamaquinación tenebrosa del Enemigo delhombre, que los condujo a ese rincón ma-léfico de Longjumeau, de donde no ha ha-bido poder humano que los arranque. Creoque no podían huir, que había alrededor desu morada un cordón de tropas invisibles,cuidadosamente elegidas para sitiarlos, con-tra las cuales era inútil toda energía. Cosa

increíble, sus baúles estaban siempre lis-tos".42

A diferencia del género fantástico, quepondera lo insólito e increíble de los suce-sos narrados a través de la admiración queprovocan en los personajes, el cuento ma-ravilloso abre un mundo donde «se olvidacompletamente la experiencia real por elpoder de las palabras».43

Jacques Le Goff recuerda que la etimo-logía de mirabilis –el equivalente a maravi-lloso en la Edad Media– refiere a miroir,mirari, que además de implicar lo visual alu-de a las cosas sorprendentes «ante las cua-les (el hombre) abre tamaños ojos [...] por-que todo un mundo imaginario puede or-denarse alrededor de esa apelación a unsentido, el de la vista, y alrededor de unaserie de imágenes y de metáforas que sonmetáforas visuales».44

Por su origen remoto, el cuento maravi-lloso es esencialmente pagano, pero unavez permeado por la religión, el universode las mirabilia, considerado por la Iglesiacomo rezago de una mentalidad antigua,adquiere una nueva significación y se trans-forma en lo sobrenatural, donde sólo hayuna causa para lo inexplicable: la voluntaddivina, el milagro. Sin embargo, a pesar dela influencia monoteísta, en el cuento per-siste la atribución de lo maravilloso a unamultiplicidad de fuerzas o seres sobrenatu-rales. 45

Una vez definidas las característicasesenciales del cuento maravilloso, en el si-guiente capítulo se expondrán los elemen-tos metodológicos que permitirán incursio-nar en el análisis de su estructura y su cos-movisión.

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Jan Vansina, La tradición oral, México,Labor, 1966, p. 34.

2 Ibidem, p. 36.3 Ibidem, p. 45.4 Por las similitudes que hay entre algu-

nos de sus motivos y los ritos funerariosy de iniciación, en las Raíces históricasdel cuento, Vladimir Propp remite el ori-gen del cuento maravilloso al neolítico,como una inversión de sentido de losrituales paleolíticos.

5 Roger Piñón, El cuento folklórico, Bue-nos Aires, Universitaria, 1965, pp. 12-13.

6 Émile Durkheim, Las formas elementalesde la vida religiosa, México, Colofón,1991, p. 13.

7 Joseph Campbell, El vuelo del ganso sal-vaje: exploraciones en la dimensiónmitológica, Barcelona, Kairós, 1998, p.26.

8 Stith Thompson, The folktale, Berkeley& Los Angeles, University of CaliforniaPress, 1977, p. 7.

9 Joseph L. Henderson, «Los mitos antiguosy el hombre moderno», en Carl G. Jung etal., El hombre y sus símbolos, Madrid,Aguilar, 1966, p. 107.

10 Jung, «Acercamiento al inconsciente»,ibidem., p. 67.

11 Jung, Arquetipos e inconsciente colecti-vo, Barcelona, Paidós, 1994, p. 10.

12 Nicola Abbagnano, Diccionario de filo-sofía, México, FCE, 1986, pp. 99 y 373.

13 Jung, Arquetipos e inconsciente colecti-vo, op. cit., p. 10.

14 El concepto numinosum procede delnumen romano como fuerza de mani-festación de lo divino, y fue empleadopor Rudolf Otto (1917) para designar alenigma que se experimenta en la rela-ción con lo sagrado.

15 Jung, Arquetipos e inconsciente colecti-vo, op. cit., p. 11.

16 Ibidem, p. 17.17 Stith Thompson, op. cit., pp. 488-500.18 Siete de éstas coinciden con las fun-

ciones principales de la morfología delcuen to de P ropp . Véase JosephCampbell, El héroe de las mil caras.

Psicoanálisis del mito , México, FCE,1993.

19 Paul Diel, Los símbolos de la Biblia, Méxi-co, FCE, 1989, pp. 154-163.

20 Campbell, El héroe de las mil caras. Psi-coanálisis del mito, op. cit., p. 35.

21 La abundante literatura actual dedicadaa sostener el valor terapéutico y peda-gógico de los cuentos se ha nutrido es-pecialmente de las obras de Campbell yde Bettelheim.

22 Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de loscuentos de hadas, Barcelona, Crítica,1983, p. 53.

23 Término empleado en la Grecia antiguapara designar cualquier transgresión a lasnormas de relación con los humanos y,principalmente, con la divinidad, asícomo la alteración al orden de las co-sas.

24 Celso Lara, «Muestra de cuentos popularesmestizos del oriente de Guatemala», en Fo-lklore Americano, N° 52, Guatemala, Ins-tituto Panamericano de Geografía e His-toria, julio-diciembre 1991, p. 22.

25 Citado por Robert Darnton, La gran ma-tanza de gatos y otros episodios en la his-toria de la cultura francesa, México, FCE,2002, p. 27.

26 Stith Thompson, op. cit., p. 37.27 Darnton, op. cit., p. 21.28 En Vansina, op. cit., p. 22.29 Borges, «La Divina Comedia» en Siete no-

ches, México, FCE, 1996, pp. 13-14.30 El Mercure Galant era una revista litera-

ria que se publicaba en Francia en elsiglo XVII. Citada por Jeanne Roche-Mazon, Autour des contes de fées, Paris,Didier, 1968.

31 Ibidem, p. 161.32 En Madame d’Aulnoy, El cuarto de las

hadas, Madrid, Siruela, 1991, p. X.33 Ibidem, p. XI.34 Idem.35 Borges, «Las mil y una noches» en op. cit.,

pp. 64-65.36 Celso Lara, «Presencia del cuento popu-

lar en Guatemala» en Folklore america-no , N° 52, Guatemala, Inst i tuto

NOTAS

205LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

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Panamericano de Geografía e Historia,julio-diciembre 1991, p. 15.

37 Celso Lara. «Los cuentos de nunca acabaren el folklore guatemalteco» en Folkloreamericano, No. 39, Guatemala, InstitutoPanamericano de Geografía e Historia,enero-junio 1985, p. 10.

38 Campbell. El héroe de las mil caras. Psi-coanálisis del mito, op. cit., p. 9.

39 Monserrat Rabadán, La jreffiye palestina:literatura, mujer y maravilla. El cuentomaravilloso palestino de tradición oral,México, El Colegio de México, 2003, pp.42 y 43.

40 Tzvetan Todorov, Introducción a la lite-ratura fantástica, México, Coyoacán,1994.

41 Borges, Manual de zoología fantástica,México, FCE, 2001, p. 65.

42 León Bloy, «Los cautivos de Longjumeau»en Borges et al, Antología de la literaturafantástica, México, Hermes, 1996, pp.108-112.

43 Roger Pinón, op. cit., p. 19.44 Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en

el Occidente medieval, Barcelona,Gedisa, 1986, pp. 9-10.

45 Ibidem, pp. 9-17.

206 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

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Sergio Caller, Desmemorias

Rendimos homenaje al desaparecido Sergio Caller, antiguo luchador social ypolítico peruano, con la publicación de uno de los poemas de su libro

Desmemorias, Fondo Editorial del Congreso de la República 2006

Me decías Gonzalo hermano:"Para comerse un hombre en el Perúhay que sacarle antes las espinaslas vísceras heridaslos residuos de llanto y de tabacopurificarlo a fuego lento..."(Juan Gonzalo Rose, Hallazgos y extravíos)

Desde Uchuraccay enmudecidosperiodistas hermanos responden:

Para comerse niños en el Perúhay que arrojarlos a la nochesin mañana envejeciéndolos de inútil esperaparrilla de extinciones a fuego lento.

Si pese a estosiguen siendo niños,importar felipillosdeshumanizadosgraduados del West Pointsustraerles el tuétanocreador de sus mañanasdescolgarles las pupilasadornos de pedagogíasobre la perspectivade vaginas bayonetadas.

Para cerrar todo el silenciodolarizar periodistasllamarmesas redondasde intelectuales proclivesque teorizan, teorizansublimacionesde las trece monedas.

207LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

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1. LIBROS Y DOCUMENTOS

A. Nacionales:

ANÁLISIS DE PROGRAMAS, PROCESOS YRESULTADOS EDUCATIVOS EN EL PERÚ.Contribuciones empíricas para el debate.Benavides, Martín. <ed.>.— Lima: GRADE,2008.408 p.

El libro aborda temas tan diversos como losfactores asociados al rendimiento estudiantilidentificados en las últimas evaluaciones na-cionales, los determinantes de la decisión deabandonar la escuela secundaria en el ámbi-to rural, la calidad y pertinencia de la ofertade educación superior en el país, las dificul-tades de inclusión que enfrentan las mujeresque estudian en las especialidades de inge-niería; la experiencia de acceso de los jóve-nes indígenas a la UNMSM, el grado de con-creción que las políticas descentralizadorashan alcanzado en la gestión escolar, la inte-racción de los niños en la escuela y la vio-lencia como una de las formas de relaciónmás recurrentes.

A 38 AÑOS DE LA REFORMA AGRARIA.Conterno Martinelli, Elena; Fort Meyer, Ricar-do; Del Castillo, Laureano; Barrantes Cáce-res, Roxana.— Lima: Fundación Manuel J.Bustamante De la Puente, 2008.210 p.

Contiene el texto base sobre la reforma agra-ria en el Perú; comunidades, tierras, recursosnaturales y desarrollo incluyente; y una re-flexión sobre la seguridad jurídica y los in-centivos a la inversión a partir de la reformaagraria peruana.

BALANCE DEL PROCESO PERUANO DEDESCENTRALIZACIÓN DESDE LOS GO-BIERNOS REGIONALES: el caso de Ica.Rodríguez Doig, Enrique.— Lima: CEDEP;EED; Escuela para el Desarrollo; Grupo Pro-puesta Ciudadana, 2008. 88 p.

Da a conocer los avances y la agenda pen-

Publicaciones Recibidas

diente de la descentralización en la regiónIca al año 2007, en el marco de las activida-des de análisis e incidencia política que de-sarrolla en la región.

BUSCANDO SALUD. Para consolidar la de-mocracia y superar la pobreza.Saco, Alexandro.— Lima: CIES; CARE-Perú, 2008.162 p.

Presenta un enfoque general que describe lasituación de la salud en el país; y luego de-sarrollan seis ámbitos en los que la saludpública se desenvuelve: participación ciuda-dana en salud, derechos de los usuarios delos servicios de salud, aseguramiento en sa-lud, salud y ambiente, salud mental y saludsexual y reproductiva.

CIFRAS PARA LA DESCENTRALIZACIÓN.Versión temática.Bernedo Alvarado, Jorge; Piscoya Figueroa,Miriam.— Lima: PNUD, 2008.393 p. + CD. (Desarrollo Humano, 13)

Contiene información sociodemográfica yeconómica a nivel departamental, que ayu-da a describir el comportamiento reciente delas principales variables sociales y económi-cas peruanas.

CONDICIONES LABORALES Y COMPETITI-VIDAD EN LAS MYPE PERUANAS. Hacia unSistema Municipal para mejorar las condi-ciones de trabajo para las Micro y PequeñasEmpresas.Quedena, Enrique.— Lima: CEDEP; BID;Swisscontact, 2008.199 p.

Sintetiza la experiencia de intervención del pro-yecto “Sistema Municipal para la mejora de laproductividad y condiciones de trabajo paralas MYPE”, ejecutado en las regiones de Ica,La Libertad y Lima durante el período 2004-2007. Este libro es un aporte significativo paramejorar la competitividad en el sector MYPE,a partir de la revaloración del recurso huma-no como factor clave de la productividad.

213LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

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214 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

DEFENDIENDO DERECHOS Y PROMO-VIENDO CAMBIOS. El Estado, las empresasextractivas y las comunidades locales en elPerú.Scurrah, Martin; <ed.>.— Lima: IEP; OxfamAmérica, 2008.377 p. (Minería y Sociedad, 3)

Permite conocer el impacto regional de lasindustrias extractivas (como la minería, el pe-tróleo y el gas) en el Perú y los esfuerzos dealgunas instituciones por promover los dere-chos fundamentales de las poblaciones ale-dañas a las operaciones extractivas, como elderecho a controlar su entorno ambiental yel acceso a sus recursos naturales.

DESARROLLO TERRITORIAL Y NUEVARURALIDAD EN EL PERÚ.Claverías Huerse, Ricardo.— Lima: CIED,2008.196 p.

Contiene las experiencias del CIED, sistema-tizadas entre los años 1990 y 2007, dondedivulga sus propuestas integrales sustenta-das en los conceptos de desarrollo territo-rial y nueva ruralidad, y llevadas a cabo encinco sedes regionales: Cajamarca, Puno,Huancayo, Lurín-Lima, Tambo y Sogay enArequipa.

ENTRE LA CHACRA Y LA OLLA: economíapolítica y las vendedoras de mercado en elPerú.Babb, Florence E.— Lima: IEP, 2008.328 p. (Urbanización, Migraciones y Cam-bios en la Sociedad Peruana, 23)

Estudia la vida de las mujeres que trabajanen el mercado central de Huaraz, una histo-ria femenina donde un grupo de mujeres seganan la vida entre la chacra y la olla. Laautora presenta un espacio repleto de rela-ciones de poder, de género, de clase, de lu-gar, de educación y de ideologías, ocurridoentre los años 1977 y 1997.

EVALUACIÓN DEL PROCESO DE DESCEN-TRALIZACIÓN. Periodo Legislativo 2007-2008.Lima: Congreso de la República, 2008.77 p.

Este informe evalúa la situación del procesode descentralización durante el año 2007, locual contribuirá a mejorar el desempeño del

propio proceso y proponer la agenda queoriente su labor legislativa.

FEMINISMOS EN AMÉRICA LATINA. Suaporte a la política y a la democracia.Vargas Valente, Virginia.— Lima: Centro dela Mujer Peruana Flora Tristán; UniversidadNacional Mayor de San Marcos, 2008.374 p.

Presenta una recopilación de diversos artícu-los de la autora que nos permite hacer un se-guimiento de la acción y el debate del movi-miento feminista en el Perú y en América Lati-na. Analiza los cambios vividos por el movi-miento y las tensiones entre las distintas expre-siones feministas que lo han complejizado yenriquecido; y la relación con el Estado.

FE Y VALORES EN LA GESTIÓN DEL DE-SARROLLO LOCAL: experiencias en Ancashe Ica.Berta Herrera, Liliana; Orccottoma Cárdenas,Jesús.— Lima: CEDEP; EED, 2008.87 p.

Analiza la influencia de las corrientes evan-gélicas, especialmente las pentecostales, enla gestión local de dos regiones del país:Ancash e Ica. Los autores afirman que enambas regiones se han logrado impactos detrascendencia en la conducción de proyec-tos de desarrollo, la participación en planesde gestión local y la sostenibilidad de losespacios de concertación.

GESTIÓN DE LA PARCELA Y PEQUEÑOSPRODUCTORES.Silva Guzmán, Jorge; Cabrera Vigil, Carlos; To-rres Quispe, Teo; <et.al.>.— Ica: CEDEP, 2008.14 p.

Este documento está dirigido principalmentea los pequeños productores de la Región Ica,dentro del marco del Proyecto “Desarrollode Capacidades para el Mejoramiento de laProducción de los Pequeños Agricultores dela Región Ica”. Contiene: sistema de produc-ción parcela; problemas que enfrenta la pe-queña agricultura; estrategia de gestión de laparcela; y, mirando al futuro.

GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO EN ELSECTOR AGROEXPORTADOR.Matute, Genaro; Alanota, Edith; Arias, Mari-

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215LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

sa; Llontop, Amalia; Portela, Waldy.— Lima:Universidad ESAN, 2008.185 p. (Gerencia Global, 2)

La presente investigación propone una estra-tegia de gestión del conocimiento, dirigida alos agricultores y a los empresarios agroex-portadores, para contribuir con el desarrollodel sector agroexportador.

GESTIÓN DE RESIDUOS SÓLIDOS MUNI-CIPALES.Fuentes, César; Carpio, Javier; Prado, Javier; Sán-chez, Patricia.— Lima: Universidad ESAN, 2008.246 p. (Gerencia para el Desarrollo, 3)

La gestión de residuos sólidos domésticos enel Perú es un tema municipal. La presenteinvestigación busca guiar a las municipalida-des en la definición del modelo de gestiónde residuos sólidos acorde a su realidad,determinar quienes son los actores relevan-tes y cuáles son las estrategias que permitenviabilizar los modelos de gestión de residuossólidos más eficientes.

INVERSIÓN EN GENERACIÓN EFICIEN-TE ANTE LA CRISIS DEL MERCADO ELÉC-TRICO.Alarcón Hidalgo, Patricia; Rocha Miranda, Fi-del.— Lima: Universidad ESAN, 2008.139 p. (Publicaciones en Finanzas y Dere-cho Corporativo, 2)

La presente investigación analiza la proble-mática del sector eléctrico peruano relacio-nada con el retraso de inversiones en nue-vas centrales de generación.

MERCADO NEGRO, <EL> (y las estrategiasinformales de acceso a la telefonía móvil).Mujica Pujazon, Jaris.— Lima: IEP, SUR Casade Estudios del Socialismo, 2008.135 p. (Colección Mínima, 61)

Estudia brevemente la normatividad básica so-bre la telefonía en el Perú, así como el uso delas tecnologías de telecomunicaciones en elmarco económico actual. Analiza los merca-dos informales y el uso de la telefonía móvilen un barrio de escasos recursos, el Asenta-miento Humano Hatary Llacta, distrito limeñoEl Agustino. Vemos también como el merca-do informal y el mercado negro de telefoníamóvil de Hatary Llacta se relaciona con losgrandes mercados informales de la ciudad.

MODELO DE GESTIÓN DE LA CALIDADPARA LA CONTRALORÍA GENERAL DE LAREPÚBLICA.Matute, Genaro; Luisa Izquierdo; Mejía, Car-men; Porras, Jorge; Solano, Nuria.— Lima:Universidad ESAN, 2008.202 p. (Gerencia para el Desarrollo, 1)

El presente trabajo de investigación proponeun modelo de gestión de la calidad para laContraloría General de la República del Perúque sirva como herramienta para llevar a cabosus actividades con criterios de excelencia,economía y eficacia.

MODELO PARA LA CONCESIÓN DE CEN-TROS EDUCATIVOS PÚBLICOS.Huerta Amoretti, Hernán; Ledesma Calderón,David; Paulet Bobba, Jorge.— Lima: Univer-sidad ESAN, 2008.129 p. (Publicaciones en Finanzas y Dere-cho Corporativo, 3)

Este estudio identifica los principales proble-mas que afectan a la educación escolar públi-ca en los ámbitos urbanos de nuestro país, yanaliza el marco normativo vigente en materiade educación escolar y de concesiones deobras y servicios públicos. Asimismo, proponeun modelo de participación del sector privadoen la gestión de la educación escolar públicaque permita la generación de una nueva infra-estructura idónea y la prestación de servicioseducativo-pedagógicos de calidad.

PEQUEÑOS NEGOCIOS GRANDES RES-PONSABILIDADES. La responsabilidad so-cial empresarial en las micro y pequeñas em-presas en Lima.Fernández-Maldonado Mujica, Enrique; Gál-vez León, Luis.— Lima: Red Puentes Perú;CEDEP, 2008.151 p.

El libro comienza con una breve presenta-ción sobre la realidad económica y social delas MYPE peruanas, identificando las opor-tunidades institucionales y políticas que po-drían contribuir a promocionar la responsa-bilidad social en este sector. Además, pre-senta la experiencia de un conjunto de PYMEque vienen trabajando con el apoyo de ins-tituciones del tercer sector en programas defortalecimiento de organización, desarrollo

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216 SOCIALISMO Y PARTICIPACIÓN, No 105

productivo y promoción de las buenas prác-ticas laborales.

REGULACIÓN TARIFARIA EN LA BOLSADE VALORES DE LIMA.Abanto Bossio, Renzo; Gutiérrez Ochoa,Omar; Okumura Susuki, Arturo.— Lima:Universidad ESAN, 2008.104 p. (Publicaciones en Finanzas y Dere-cho Corporativo, 1)

Este trabajo analiza la necesidad de que elEstado intervenga en la regulación de las ta-rifas por los servicios brindados por la Bolsade Valores de Lima, e identifica el mercadorelevante de estos servicios.

ROMPER LA MANO: Una interpretacióncultural de la corrupción.Huber, Ludwig.— Lima: IEP; PROÉTICA,2008.150 p. (Lecturas Contemporáneas, 9)

Este libro analiza los pequeños actos de co-rrupción en el marco de los contextos socio-culturales en que se producen., tomando comoejemplo el sector público de Ayacucho.

SISTEMA NACIONAL DE CAPACITACIÓNPARA LA MYPE PERUANA.Albújar, Haydeé; Janampa, Luis; Odar, Rena-to; Osorio, María del Carmen./ Lima: Univer-sidad ESAN, 2008.130 p. (Gerencia para el Desarrollo, 2)

En el Perú no existe un sistema nacional decapacitación para la mype. El presente traba-jo invoca al Estado peruano adoptar estrate-gias necesarias para lograr que el país cuentecon un sistema nacional de capacitación dela mype, que se encargue de articular eficien-temente a todos los actores y logre en el me-diano plazo cambios en el desarrollo y com-petitividad de la micro y pequeña empresa.

SISTEMA ORGANIZACIONAL PARA ME-DIANOS AGRICULTORES: Agro Paracas.Chirinos, Octavio; Morris, Eddie; Ortiz, Chris-tian; Suárez, Alain; <et.al.>.— Lima: Univer-sidad ESAN, 2008.162 p. (Gerencia Global, 3)

El presente estudio propone un modelo desistema organizacional con incorporación detecnologías de información para los media-nos productores agrícolas del valle de Ica.

TÍTULOS SIN DESARROLLO: Los efectos de latitulación de tierras en los nuevos barrios de Lima.Caria, Antonio Stefano.— Lima: DESCO, 2008.110 p. (Estudios Urbanos, 4)

El estudio empieza con una sección intro-ductoria sobre la historia y las característicasde los asentamientos informales en Lima, paraposteriormente explorar los aspectos teóricosrelacionados con la política de titulación detierras. Analiza el tema de la percepción dela seguridad en la tenencia, y explora temasde vivienda y consolidación de los asenta-mientos, así como acceso al crédito y em-pleo. Finaliza presentando propuestas depolítica y conclusiones del estudio.

UNIDOS NOS HACEMOS RESPETAR: Jóve-nes, identidades y violencia en Ayacucho.Strocka, Cordula.— Lima: IEP; UNICEF, 2008.389 p. (Urbanización, Migraciones y Cam-bios en la Sociedad Peruana, 22)

Analiza las pandillas juveniles en el Perú. Laautora utiliza una rigurosa metodología, com-bina la antropología y la psicología social,realizando un fascinante trabajo de campocon jóvenes ayacuchanos.

VIGILANCIA DE LAS INDUSTRIAS EX-TRACTIVAS: Sector Minero. Reporte Regionalde Moquegua.Mamani Meza, Fernando; Marquina Manche-go, Elena.— Ica: CEDEP; Grupo PropuestaCiudadana, 200846 p.

Contiene: Uso de los recursos del canon, so-brecanon y regalías; generación y distribu-ción de la Renta Fiscal; relaciones entre lasempresas y la sociedad local; y potenciali-dad de las industrias extractivas en la región.

VIGILANCIA DEL PROCESO DE DESCEN-TRALIZACIÓN. Balance Anual 2007.Muñante Moquillaza, Orlando; Torres Quis-pe, Teodosio.— Ica: CEDEP; Grupo Pro-puesta Ciudadana, 2008.34 p. (Reporte Regional de Ica, 14)

Contiene: gestión presupuestal; gestión de lascontrataciones y adquisiciones; transparencia yacceso a la información; participación ciudada-na; Consejo Regional y producción normativa; ladescentralización en los sectores de educación ysalud; y conclusiones y recomendaciones.

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217LIMA, PERÚ, OCTUBRE 2008

B. Extranjeros:

AGRICULTURA TROPICAL CON ENFO-QUE HUMANO Y VISIÓN SISTÉMICA.Rodríguez García, Roberto.— Bogotá, D.C.-Colombia: Centro Agroecológico La Cosmo-politana; MISEREOR, 2007.312 p.

El autor pone de relieve la experiencia fun-damental que el ser humano es el motor deldesarrollo para trazar cualquier proceso sos-tenible de desarrollo rural. El libro es un ins-trumento valioso para el trabajo de campoporque recoge la experiencia laboral y pro-fesional de muchos años y de muchos pro-yectos e instituciones que trabajan en mu-chas regiones de América Latina, a favor dela población rural marginalizada.

2. REVISTAS DE DIVULGACIÓN E INVES-TIGACIÓN

A. Nacionales:

AGRONOTICIAS. Revista para el Desarrollo,No. 335, agosto 2008. Lima: Agronoticias.APUNTES AGRARIOS, No. 95, junio 2008. Lima:ASPA (Asociación de Promoción Agraria).BOLETÍN RAAA, No. 60, abril 2008. Lima:RAAA (Red de Acción en Agricultura Alter-nativa).BULLETIN, No. 1, Tome 37, 2008. Lima: IFEA(Institut Francais d´Etudes Andines)COYUNTURA. Análisis Económico y Socialde Actualidad, No. 18, año 4, mayo-junio2008. Lima: Pontificia Universidad Católicadel Perú, CISEPA.DESDE ADENTRO, No. 60, agosto 2008.Lima: Sociedad Nacional de Minería, Petró-leo y Energía.ECONOMÍA, No. 61, volumen XXXI, semes-tre enero-junio 2008. Lima: Departamentode Economía, Pontificia Universidad Católi-ca del Perú.IDEELE, No. 187, agosto 2008. Lima:Instituto de Defensa Legal.MONEDA, No. 137, mayo 2008. Lima:Banco Central de Reserva del Perú.PÁGINAS, No. 211, septiembre 2008. Lima:CEP (Centro de Estudios y Publicaciones).QUEHACER, No. 170, abril-junio 2008. Lima:DESCO (Centro de Estudios y Promoción delDesarrollo).

REVISTA ANDINA, No. 45, Segundo semes-tre dek2007. Cusco: Centro de Estudios Re-gionales Andinos Bartolomé de las Casas.TAREA. Revista de Educación y Cultura, No69, agosto 2008. Lima: Asociación de Pu-blicaciones Educativas TAREA.

B. Extranjeras:

DEUTSCHLAND. Revista de política, cultu-ra y economía, No. 3, junio/julio 2008. Bonn-Alemania: Meter Hintereder.EDUCACIÓN DE ADULTOS Y DESARROLLO,No. 70, 2008. Bonn-Alemania: DVV Interna-cional.FINANZAS Y DESARROLLO, Volumen 45,No. 2, junio de 2008. Washington D.C.-EE.UU.: Fondo Monetario Internacional.NUEVA SOCIEDAD, No. 216, julio-agosto2008. Caracas-Venezuela: Nueva Sociedad.PAPELES DE POBLACIÓN, No. 55, año 14,enero-marzo 2008. México D.F.: Centro deInvestigación y Estudios Avanzados de laPoblación, UAEM.PERFILES LATINOAMERICANOS, No. 32, año16, julio-diciembre 2008. México D.F.: FLA-CSO México (Facultad Latinoamericana deCiencias Sociales, Sede México).PERSPECTIVAS ALIMENTARIAS. Análisis delos Mercados Mundiales, Junio 2008. Roma-Italia: FAO.PERSPECTIVAS DE COSECHAS Y SITUACIÓNALIMENTARIA, No. 3, julio 2008. Roma- Ita-lia: FAO.REALIDAD ECONÓMICA, No. 235, 1º abrilal 15 mayo 2008. Buenos Aires-Argentina:IADE (Instituto Argentino para el DesarrolloEconómico).REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES, No. 2, vol.XIV, mayo-agosto 2008. Maracaibo-Venezue-la: Universidad de Zulia. Facultad de Cien-cias Económicas y Sociales.REVISTA ESPAÑOLA DE ESTUDIOS AGRO-SOCIALES Y PESQUEROS, No. 217, 1/2008.Madrid-España: Ministerio de Agricultura,Pesca y Alimentación.THE DEVELOPING ECONOMIES, No. 3, vo-lumen XLVI, september 2008. Chiba-Japan:Institute of Developing Economies.

Elaborado por Ana Lucía CastañedaCentro de Documentación