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La Santa Sede CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL 1. «Fratelli tutti»[1], escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él»[2]. Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite. 2. Este santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a escribir la encíclica Laudato si’, vuelve a motivarme para dedicar esta nueva encíclica a la fraternidad y a la amistad social. Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. Sin fronteras 3. Hay un episodio de su vida que nos muestra su corazón sin confines, capaz de ir más allá de las distancias de procedencia, nacionalidad, color o religión. Es su visita al Sultán Malik-el-Kamil, en Egipto, que significó para él un gran esfuerzo debido a su pobreza, a los pocos recursos que tenía, a la distancia y a las diferencias de idioma, cultura y religión. Este viaje, en aquel momento histórico marcado por las cruzadas, mostraba aún más la grandeza del amor tan amplio que quería vivir, deseoso de abrazar a todos. La fidelidad a su Señor era proporcional a su amor a los

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La Santa Sede

CARTA ENCÍCLICAFRATELLI TUTTI

DEL SANTO PADREFRANCISCO

SOBRE LA FRATERNIDADY LA AMISTAD SOCIAL

 

1. «Fratelli tutti»[1], escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y lashermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quierodestacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y delespacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él comocuando está junto a él»[2]. Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de unafraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercaníafísica, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.

2. Este santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a escribir laencíclica Laudato si’, vuelve a motivarme para dedicar esta nueva encíclica a la fraternidad y a laamistad social. Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, sesabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes ycaminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de losúltimos.

Sin fronteras

3. Hay un episodio de su vida que nos muestra su corazón sin confines, capaz de ir más allá delas distancias de procedencia, nacionalidad, color o religión. Es su visita al Sultán Malik-el-Kamil,en Egipto, que significó para él un gran esfuerzo debido a su pobreza, a los pocos recursos quetenía, a la distancia y a las diferencias de idioma, cultura y religión. Este viaje, en aquel momentohistórico marcado por las cruzadas, mostraba aún más la grandeza del amor tan amplio quequería vivir, deseoso de abrazar a todos. La fidelidad a su Señor era proporcional a su amor a los

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hermanos y a las hermanas. Sin desconocer las dificultades y peligros, san Francisco fue alencuentro del Sultán con la misma actitud que pedía a sus discípulos: que sin negar su identidad,cuando fueran «entre sarracenos y otros infieles […] no promuevan disputas ni controversias, sinoque estén sometidos a toda humana criatura por Dios»[3]. En aquel contexto era un pedidoextraordinario. Nos impresiona que ochocientos años atrás Francisco invitara a evitar toda formade agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno “sometimiento”, incluso antequienes no compartían su fe.

4. Él no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios.Había entendido que «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn4,16). De ese modo fue un padre fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna,porque «sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no pararetenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre»[4].En aquel mundo plagado de torreones de vigilancia y de murallas protectoras, las ciudades vivíanguerras sangrientas entre familias poderosas, al mismo tiempo que crecían las zonas miserablesde las periferias excluidas. Allí Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de tododeseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos.Él ha motivado estas páginas.

5. Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entremis preocupaciones. Durante los últimos años me he referido a ellas reiteradas veces y endiversos lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas intervenciones situándolas enun contexto más amplio de reflexión. Además, si en la redacción de la Laudato si’ tuve una fuentede inspiración en mi hermano Bartolomé, el Patriarca ortodoxo que propuso con mucha fuerza elcuidado de la creación, en este caso me sentí especialmente estimulado por el Gran Imán AhmadAl-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi para recordar que Dios «ha creado todos losseres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado aconvivir como hermanos entre ellos»[5]. No se trató de un mero acto diplomático sino de unareflexión hecha en diálogo y de un compromiso conjunto. Esta encíclica recoge y desarrollagrandes temas planteados en aquel documento que firmamos juntos. También acogí aquí, con mipropio lenguaje, numerosas cartas y documentos con reflexiones que recibí de tantas personas ygrupos de todo el mundo.

6. Las siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerseen su dimensión universal, en su apertura a todos. Entrego esta encíclica social como un humildeaporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros,seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no sequede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y menutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas laspersonas de buena voluntad.

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7. Asimismo, cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada la pandemiade Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las diversasrespuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente.A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver losproblemas que nos afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejorlo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas yaexistentes, está negando la realidad.

8. Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada personahumana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «Heahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puedepelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude yen la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! […]Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños seconstruyen juntos»[6]. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la mismacarne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riquezade su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos.

 

Capítulo primero

LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO

9. Sin pretender realizar un análisis exhaustivo ni poner en consideración todos los aspectos de larealidad que vivimos, propongo sólo estar atentos ante algunas tendencias del mundo actual quedesfavorecen el desarrollo de la fraternidad universal.

Sueños que se rompen en pedazos

10. Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y sedirigía lentamente hacia diversas formas de integración. Por ejemplo, avanzó el sueño de unaEuropa unida, capaz de reconocer raíces comunes y de alegrarse con la diversidad que la habita.Recordemos «la firme convicción de los Padres fundadores de la Unión Europea, los cualesdeseaban un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones,favoreciendo la paz y la comunión entre todos los pueblos del continente»[7].También tomófuerza el anhelo de una integración latinoamericana y comenzaron a darse algunos pasos. Enotros países y regiones hubo intentos de pacificación y acercamientos que lograron frutos y otrosque parecían promisorios.

11. Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos

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que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos yagresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada pordiversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido socialenmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales. Lo que nos recuerda que«cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas yllevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y lasolidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No esposible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo comosi esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufrensituaciones de injusticia que nos reclaman a todos»[8].

12. “Abrirse al mundo” es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas.Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los podereseconómicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales yel desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer unmodelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero divide a las personas y a las naciones,porque «la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no máshermanos»[9]. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer losintereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bienmercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance deeste globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a símismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolasmás vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente alos poderes económicos transnacionales que aplican el “divide y reinarás”.

El fin de la conciencia histórica

13. Por eso mismo se alienta también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavíamás. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde lalibertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad deconsumir sin límites y la acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos. En estalínea se situaba un consejo que di a los jóvenes: «Si una persona les hace una propuesta y lesdice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lopasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con supropuesta para que solamente hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos,desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a susplanes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todolo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenesque desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendoa lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido»[10].

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14. Son las nuevas formas de colonización cultural. No nos olvidemos que «los pueblos queenajenan su tradición, y por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable negligencia oapatía, toleran que se les arrebate el alma, pierden, junto con su fisonomía espiritual, suconsistencia moral y, finalmente, su independencia ideológica, económica y política»[11]. Unmodo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y loscaminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significanhoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas ydesfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenidoque pueden servir para justificar cualquier acción.

Sin un proyecto para todos

15. La mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitarla desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy enmuchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversoscaminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia deridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y deeste modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política yano es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el biencomún, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro elrecurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipuladohacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación.

16. En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a sersinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o paraponerse al lado del que está caído en el camino? Un proyecto con grandes objetivos para eldesarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y lamarcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso.

17. Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Peronecesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común. Ese cuidado no interesa alos poderes económicos que necesitan un rédito rápido. Frecuentemente las voces que selevantan para la defensa del medio ambiente son acalladas o ridiculizadas, disfrazando deracionalidad lo que son sólo intereses particulares. En esta cultura que estamos gestando, vacía,inmediatista y sin un proyecto común, «es previsible que, ante el agotamiento de algunosrecursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás denobles reivindicaciones»[12].

El descarte mundial

18. Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a

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un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo «no se considera ya a las personas comoun valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas,si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—. Noshemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos,que es uno de los más vergonzosos»[13].

19. La falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con el abandono delos ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina connosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales. Así, «objeto de descarte no es sólo elalimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos»[14]. Vimos loque sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus.No tenían que morir así. Pero en realidad algo semejante ya había ocurrido a causa de olas decalor y en otras circunstancias: cruelmente descartados. No advertimos que aislar a los ancianosy abandonarlos a cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento de la familia, mutilay empobrece a la misma familia. Además, termina privando a los jóvenes de ese necesariocontacto con sus raíces y con una sabiduría que la juventud por sí sola no puede alcanzar.

20. Este descarte se expresa de múltiples maneras, como en la obsesión por reducir los costoslaborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo quese produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza[15]. El descarte,además, asume formas miserables que creíamos superadas, como el racismo, que se esconde yreaparece una y otra vez. Las expresiones de racismo vuelven a avergonzarnos demostrando asíque los supuestos avances de la sociedad no son tan reales ni están asegurados para siempre.

21. Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para eldesarrollo humano integral[16]. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre esque «nacen nuevas pobrezas»[17]. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lohacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual. Porque enotros tiempos, por ejemplo, no tener acceso a la energía eléctrica no era considerado un signo depobreza ni generaba angustia. La pobreza siempre se analiza y se entiende en el contexto de lasposibilidades reales de un momento histórico concreto.

Derechos humanos no suficientemente universales

22. Muchas veces se percibe que, de hecho, los derechos humanos no son iguales para todos. Elrespeto de estos derechos «es condición previa para el mismo desarrollo social y económico deun país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados,florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar susmúltiples iniciativas en favor del bien común»[18]. Pero «observando con atención nuestrassociedades contemporáneas, encontramos numerosas contradicciones que nos llevan apreguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada

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solemnemente hace 70 años, es reconocida, respetada, protegida y promovida en todas lascircunstancias. En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas porvisiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que noduda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad viveen opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y susderechos fundamentales ignorados o violados»[19]. ¿Qué dice esto acerca de la igualdad dederechos fundada en la misma dignidad humana?

23. De modo semejante, la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejosde reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticosderechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritanotro mensaje. Es un hecho que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones deexclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidadesde defender sus derechos»[20].

24. Reconozcamos igualmente que, «a pesar de que la comunidad internacional ha adoptadodiversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto variasestrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas —niños, hombres ymujeres de todas las edades— privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similaresa la esclavitud. […] Hoy como ayer, en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de lapersona humana que admite que pueda ser tratada como un objeto. […] La persona humana,creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida aser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratadacomo un medio y no como un fin». Las redes criminales «utilizan hábilmente las modernastecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo»[21]. Laaberración no tiene límites cuando se somete a mujeres, luego forzadas a abortar. Un actoabominable que llega incluso al secuestro con el fin de vender sus órganos. Esto convierte a latrata de personas y a otras formas actuales de esclavitud en un problema mundial que necesitaser tomado en serio por la humanidad en su conjunto, porque «como las organizacionescriminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a estefenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes queconforman la sociedad»[22].

Conflicto y miedo

25. Guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contrala dignidad humana se juzgan de diversas maneras según convengan o no a determinadosintereses, fundamentalmente económicos. Lo que es verdad cuando conviene a un poderoso dejade serlo cuando ya no le beneficia. Estas situaciones de violencia van «multiplicándosedolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamaruna “tercera guerra mundial en etapas”»[23].

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26. Esto no llama la atención si advertimos la ausencia de horizontes que nos congreguen,porque en toda guerra lo que aparece en ruinas es «el mismo proyecto de fraternidad, inscrito enla vocación de la familia humana», por lo que «cualquier situación de amenaza alimenta ladesconfianza y el repliegue»[24]. Así, nuestro mundo avanza en una dicotomía sin sentido con lapretensión de «garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada poruna mentalidad de miedo y desconfianza»[25].

27. Paradójicamente, hay miedos ancestrales que no han sido superados por el desarrollotecnológico; es más, han sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas tecnologías. Aunhoy, detrás de la muralla de la antigua ciudad está el abismo, el territorio de lo desconocido, eldesierto. Lo que proceda de allí no es confiable porque no es conocido, no es familiar, nopertenece a la aldea. Es el territorio de lo “bárbaro”, del cual hay que defenderse a costa de loque sea. Por consiguiente, se crean nuevas barreras para la autopreservación, de manera quedeja de existir el mundo y únicamente existe “mi” mundo, hasta el punto de que muchos dejan deser considerados seres humanos con una dignidad inalienable y pasan a ser sólo “ellos”.Reaparece «la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón,muros en la tierra para evitar este encuentro con otras culturas, con otras personas. Y cualquieraque levante un muro, quien construya un muro, terminará siendo un esclavo dentro de los murosque ha construido, sin horizontes. Porque le falta esta alteridad»[26].

28. La soledad, los miedos y la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonadas porel sistema, hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias. Porque ellas se afirmanpresentándose como “protectoras” de los olvidados, muchas veces a través de diversas ayudas,mientras persiguen sus intereses criminales. Hay una pedagogía típicamente mafiosa que, conuna falsa mística comunitaria, crea lazos de dependencia y de subordinación de los que es muydifícil liberarse.

Globalización y progreso sin un rumbo común

29. Con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb no ignoramos los avances positivos que se dieron en laciencia, la tecnología, la medicina, la industria y el bienestar, sobre todo en los paísesdesarrollados. No obstante, «subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes yvaliosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y undebilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye aque se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación. […] Nacenfocos de tensión y se acumulan armas y municiones, en una situación mundial dominada por laincertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada por intereses económicos miopes».También señalamos «las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribuciónequitativa de los recursos naturales. […] Con respecto a las crisis que llevan a la muerte amillones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a causa de la pobreza y del hambre—,reina un silencio internacional inaceptable»[27]. Ante este panorama, si bien nos cautivan muchos

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avances, no advertimos un rumbo realmente humano.

30. En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y elsueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómoimpera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que seesconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar queestamos todos en la misma barca. Este desengaño que deja atrás los grandes valores fraternoslleva «a una especie de cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante, si vamos poreste camino de la desilusión o de la decepción. […] El aislamiento y la cerrazón en uno mismo oen los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación,sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura delenfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí»[28].

31. En este mundo que corre sin un rumbo común, se respira una atmósfera donde «la distanciaentre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplíahasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre elindividuo y la comunidad humana. […] Porque una cosa es sentirse obligados a vivir juntos, y otramuy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay quebuscar y cultivar juntos»[29]. Avanza la tecnología sin pausa, pero «¡qué bonito sería si alcrecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas correspondiera también una equidad yuna inclusión social cada vez mayores! ¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevosplanetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbitaalrededor de mí!»[30].

Las pandemias y otros flagelos de la historia

32. Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempola consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal deuno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarsejuntos. Por eso dije que «la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubiertoesas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas,nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esosestereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar;y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos niqueremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos»[31].

33. El mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avancestecnológicos, procuraba reducir los “costos humanos”, y algunos pretendían hacernos creer quebastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado. Pero el golpe duro einesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los sereshumanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. Hoy podemos reconocer que «nos

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hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción,encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de lafraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por laimpaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de larealidad»[32]. El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites quedespertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestrasrelaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia.

34. Si todo está conectado, es difícil pensar que este desastre mundial no tenga relación connuestro modo de enfrentar la realidad, pretendiendo ser señores absolutos de la propia vida y detodo lo que existe. No quiero decir que se trata de una suerte de castigo divino. Tampoco bastaríaafirmar que el daño causado a la naturaleza termina cobrándose nuestros atropellos. Es larealidad misma que gime y se rebela. Viene a la mente el célebre verso del poeta Virgilio queevoca las lágrimas de las cosas o de la historia[33].

35. Pero olvidamos rápidamente las lecciones de la historia, «maestra de vida»[34]. Pasada lacrisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevasformas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un“nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sidocapaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta derespiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojaláque tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramosdefinitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidadrenazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras quehemos creado.

36. Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y desolidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caeráruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío. Además, no se deberíaignorar ingenuamente que «la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólounos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca»[35]. El“sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor queuna pandemia.

Sin dignidad humana en las fronteras

37. Tanto desde algunos regímenes políticos populistas como desde planteamientos económicosliberales, se sostiene que hay que evitar a toda costa la llegada de personas migrantes. Al mismotiempo se argumenta que conviene limitar la ayuda a los países pobres, de modo que toquenfondo y decidan tomar medidas de austeridad. No se advierte que, detrás de estas afirmacionesabstractas difíciles de sostener, hay muchas vidas que se desgarran. Muchos escapan de la

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guerra, de persecuciones, de catástrofes naturales. Otros, con todo derecho, «buscanoportunidades para ellos y para sus familias. Sueñan con un futuro mejor y desean crear lascondiciones para que se haga realidad»[36].

38. Lamentablemente, otros son «atraídos por la cultura occidental, a veces con expectativaspoco realistas que los exponen a grandes desilusiones. Traficantes sin escrúpulos, a menudovinculados a los cárteles de la droga y de las armas, explotan la situación de debilidad de losinmigrantes, que a lo largo de su viaje con demasiada frecuencia experimentan la violencia, latrata de personas, el abuso psicológico y físico, y sufrimientos indescriptibles»[37]. Los queemigran «tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven undesarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, quepierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuandoemigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen»[38]. Porconsiguiente, también «hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener lascondiciones para permanecer en la propia tierra»[39].

39. Para colmo «en algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma ymiedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidadxenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma».[40]. Los migrantes no sonconsiderados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y seolvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Por lo tanto, deben ser«protagonistas de su propio rescate»[41]. Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica,con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos,menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan estamentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas porencima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humanamás allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno.

40. «Las migraciones constituirán un elemento determinante del futuro del mundo»[42]. Pero hoyestán afectadas por una «pérdida de ese “sentido de la responsabilidad fraterna”, sobre el que sebasa toda sociedad civil»[43]. Europa, por ejemplo, corre serios riesgos de ir por esa senda. Sinembargo, «inspirándose en su gran patrimonio cultural y religioso, tiene los instrumentosnecesarios para defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo equilibrioentre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos, por una parte, y, por otra, el degarantizar la asistencia y la acogida de los emigrantes»[44].

41. Comprendo que ante las personas migrantes algunos tengan dudas y sientan temores. Loentiendo como parte del instinto natural de autodefensa. Pero también es verdad que unapersona y un pueblo sólo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura alos otros. Invito a ir más allá de esas reacciones primarias, porque «el problema es cuando esasdudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de

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convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. Elmiedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro»[45].

La ilusión de la comunicación

42. Paradójicamente, mientras se desarrollan actitudes cerradas e intolerantes que nos clausuranante los otros, se acortan o desaparecen las distancias hasta el punto de que deja de existir elderecho a la intimidad. Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado,vigilado, y la vida se expone a un control constante. En la comunicación digital se quiere mostrartodo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan,frecuentemente de manera anónima. El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, almismo tiempo que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo invadir suvida hasta el extremo.

43. Por otra parte, los movimientos digitales de odio y destrucción no constituyen —como algunospretenden hacer creer— una forma adecuada de cuidado grupal, sino meras asociaciones contraun enemigo. En cambio, «los medios de comunicación digitales pueden exponer al riesgo dedependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta,obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas»[46]. Hacen falta gestosfísicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de lasmanos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicaciónhumana. Las relaciones digitales, que eximen del laborioso cultivo de una amistad, de unareciprocidad estable, e incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia desociabilidad. No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificarel mismo individualismo que se expresa en la xenofobia y en el desprecio de los débiles. Laconexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad.

Agresividad sin pudor

44. Al mismo tiempo que las personas preservan su aislamiento consumista y cómodo, eligen unavinculación constante y febril. Esto favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, deinsultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro, en undesenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que termináramosdestruyéndonos entre todos. La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles yordenadores un espacio de ampliación sin igual.

45. Ello ha permitido que las ideologías pierdan todo pudor. Lo que hasta hace pocos años nopodía ser dicho por alguien sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo, hoy puede serexpresado con toda crudeza aun por algunas autoridades políticas y permanecer impune. Nocabe ignorar que «en el mundo digital están en juego ingentes intereses económicos, capaces derealizar formas de control tan sutiles como invasivas, creando mecanismos de manipulación de

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las conciencias y del proceso democrático. El funcionamiento de muchas plataformas a menudoacaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando laconfrontación entre las diferencias. Estos circuitos cerrados facilitan la difusión de informaciones ynoticias falsas, fomentando prejuicios y odios»[47].

46. Conviene reconocer que los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizadostambién por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que «pueden formar parte de redesde violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital.Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y lacalumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena»[48]. ¿Qué se aporta así ala fraternidad que el Padre común nos propone?

Información sin sabiduría

47. La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad. Pero hoy todo se puede producir,disimular, alterar. Esto hace que el encuentro directo con los límites de la realidad se vuelvaintolerable. Como consecuencia, se opera un mecanismo de “selección” y se crea el hábito deseparar inmediatamente lo que me gusta de lo que no me gusta, lo atractivo de lo feo. Con lamisma lógica se eligen las personas con las que uno decide compartir el mundo. Así las personaso situaciones que herían nuestra sensibilidad o nos provocaban desagrado hoy sencillamente soneliminadas en las redes virtuales, construyendo un círculo virtual que nos aísla del entorno en elque vivimos.

48. El sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma deactitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en elpropio círculo. Pero «el mundo de hoy es en su mayoría un mundo sordo. […] A veces lavelocidad del mundo moderno, lo frenético nos impide escuchar bien lo que dice otra persona. Ycuando está a la mitad de su diálogo, ya lo interrumpimos y le queremos contestar cuandotodavía no terminó de decir. No hay que perder la capacidad de escucha». San Francisco de Asís«escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la vozde la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un estilo de vida. Deseo que la semilla de sanFrancisco crezca en tantos corazones»[49].

49. Al desaparecer el silencio y la escucha, convirtiendo todo en tecleos y mensajes rápidos yansiosos, se pone en riesgo esta estructura básica de una sabia comunicación humana. Se creaun nuevo estilo de vida donde uno construye lo que quiere tener delante, excluyendo todo aquelloque no se pueda controlar o conocer superficial e instantáneamente. Esta dinámica, por su lógicaintrínseca, impide la reflexión serena que podría llevarnos a una sabiduría común.

50. Podemos buscar juntos la verdad en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusiónapasionada. Es un camino perseverante, hecho también de silencios y de sufrimientos, capaz de

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recoger con paciencia la larga experiencia de las personas y de los pueblos. El cúmuloabrumador de información que nos inunda no significa más sabiduría. La sabiduría no se fabricacon búsquedas ansiosas por internet, ni es una sumatoria de información cuya veracidad no estáasegurada. De ese modo no se madura en el encuentro con la verdad. Las conversacionesfinalmente sólo giran en torno a los últimos datos, son meramente horizontales y acumulativas.Pero no se presta una detenida atención y no se penetra en el corazón de la vida, no se reconocelo que es esencial para darle un sentido a la existencia. Así, la libertad es una ilusión que nosvenden y que se confunde con la libertad de navegar frente a una pantalla. El problema es que uncamino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestosa encuentros reales.

Sometimientos y autodesprecios

51. Algunos países exitosos desde el punto de vista económico son presentados como modelosculturales para los países poco desarrollados, en lugar de procurar que cada uno crezca con suestilo propio, para que desarrolle sus capacidades de innovar desde los valores de su cultura.Esta nostalgia superficial y triste, que lleva a copiar y comprar en lugar de crear, da espacio a unaautoestima nacional muy baja. En los sectores acomodados de muchos países pobres, y a vecesen quienes han logrado salir de la pobreza, se advierte la incapacidad de aceptar características yprocesos propios, cayendo en un menosprecio de la propia identidad cultural como si fuera laúnica causa de los males.

52. Destrozar la autoestima de alguien es una manera fácil de dominarlo. Detrás de estastendencias que buscan homogeneizar el mundo, afloran intereses de poder que se benefician delbajo aprecio de sí, al tiempo que, a través de los medios y de las redes se intenta crear unanueva cultura al servicio de los más poderosos. Esto es aprovechado por el ventajismo de laespeculación financiera y la expoliación, donde los pobres son los que siempre pierden. Por otraparte, ignorar la cultura de un pueblo hace que muchos líderes políticos no logren implementar unproyecto eficiente que pueda ser libremente asumido y sostenido en el tiempo.

53. Se olvida que «no existe peor alienación que experimentar que no se tienen raíces, que no sepertenece a nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y podrá engendrar el día demañana sólo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que creelazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman; ytambién en la medida que rompa los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada vez máslos unos de los otros»[50].

Esperanza

54. A pesar de estas sombras densas que no conviene ignorar, en las próximas páginas quierohacerme eco de tantos caminos de esperanza. Porque Dios sigue derramando en la humanidad

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semillas de bien. La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros ycompañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces dereconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar adudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida: médicos,enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de limpieza,cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para proporcionar serviciosesenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salvasolo[51].

55. Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo delser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientoshistóricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, devida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosasgrandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz,sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensacionesque estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella ydigna»[52]. Caminemos en esperanza.

 

Capítulo segundo

UN EXTRANO EN EL CAMINO

56. Todo lo que mencioné en el capítulo anterior es más que una aséptica descripción de larealidad, ya que «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres denuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que noencuentre eco en su corazón»[53]. En el intento de buscar una luz en medio de lo que estamosviviendo, y antes de plantear algunas líneas de acción, propongo dedicar un capítulo a unaparábola dicha por Jesucristo hace dos mil años. Porque, si bien esta carta está dirigida a todaslas personas de buena voluntad, más allá de sus convicciones religiosas, la parábola se expresade tal manera que cualquiera de nosotros puede dejarse interpelar por ella.

«Un maestro de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿quédebo hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “Qué está escrito en laLey?, ¿qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, contoda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo”. EntoncesJesús le dijo: “Has respondido bien; pero ahora practícalo y vivirás”. El maestro de la Ley,queriendo justificarse, le volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?”. Jesús tomó la palabra y dijo:“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, quienes, después

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de despojarlo de todo y herirlo, se fueron, dejándolo por muerto. Por casualidad, un sacerdotebajaba por el mismo camino, lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Igual hizo un levita, que llegó almismo lugar, dio un rodeo y pasó de largo. En cambio, un samaritano, que iba de viaje, llegó adonde estaba el hombre herido y, al verlo, se conmovió profundamente, se acercó y le vendó susheridas, curándolas con aceite y vino. Después lo cargó sobre su propia cabalgadura, lo llevó aun albergue y se quedó cuidándolo. A la mañana siguiente le dio al dueño del albergue dosmonedas de plata y le dijo: ‘Cuídalo, y, si gastas de más, te lo pagaré a mi regreso’. ¿Cuál deestos tres te parece que se comportó como prójimo del hombre que cayó en manos de losladrones?” El maestro de la Ley respondió: “El que lo trató con misericordia”. Entonces Jesús ledijo: “Tienes que ir y hacer lo mismo» (Lc 10,25-37).

El trasfondo

57. Esta parábola recoge un trasfondo de siglos. Poco después de la narración de la creación delmundo y del ser humano, la Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros. Caíndestruye a su hermano Abel, y resuena la pregunta de Dios: «¿Dónde está tu hermano Abel?»(Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: «¿Acaso yo soyguardián de mi hermano?» (ibíd.). Al preguntar, Dios cuestiona todo tipo de determinismo ofatalismo que pretenda justificar la indiferencia como única respuesta posible. Nos habilita, por elcontrario, a crear una cultura diferente que nos oriente a superar las enemistades y a cuidarnosunos a otros.

58. El libro de Job acude al hecho de tener un mismo Creador como base para sostener algunosderechos comunes: «¿Acaso el que me formó en el vientre no lo formó también a él y nos modelódel mismo modo en la matriz?» (31,15). Muchos siglos después, san Ireneo lo expresará con laimagen de la melodía: «El amante de la verdad no debe dejarse engañar por el intervalo particularde cada tono, ni suponer un creador para uno y otro para otro […], sino uno solo»[54].

59. En las tradiciones judías, el imperativo de amar y cuidar al otro parecía restringirse a lasrelaciones entre los miembros de una misma nación. El antiguo precepto «amarás a tu prójimocomo a ti mismo» (Lv 19,18) se entendía ordinariamente como referido a los connacionales. Sinembargo, especialmente en el judaísmo que se desarrolló fuera de la tierra de Israel, los confinesse fueron ampliando. Apareció la invitación a no hacer a los otros lo que no quieres que te hagan(cf. Tb 4,15). El sabio Hillel (siglo I a. C.) decía al respecto: «Esto es la Ley y los Profetas. Todo lodemás es comentario»[55]. El deseo de imitar las actitudes divinas llevó a superar aquellatendencia a limitarse a los más cercanos: «La misericordia de cada persona se extiende a suprójimo, pero la misericordia del Señor alcanza a todos los vivientes» (Si 18,13).

60. En el Nuevo Testamento, el precepto de Hillel se expresó de modo positivo: «Traten en todo alos demás como ustedes quieran ser tratados, porque en esto consisten la Ley y los Profetas» (Mt7,12). Este llamado es universal, tiende a abarcar a todos, sólo por su condición humana, porque

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el Altísimo, el Padre celestial «hace salir el sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45). Comoconsecuencia se reclama: «Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes esmisericordioso» (Lc 6,36).

61. Hay una motivación para ampliar el corazón de manera que no excluya al extranjero, quepuede encontrarse ya en los textos más antiguos de la Biblia. Se debe al constante recuerdo delpueblo judío de haber vivido como forastero en Egipto:

«No maltratarás ni oprimirás al migrante que reside en tu territorio, porque ustedes fueronmigrantes en el país de Egipto»(Ex 22,20).

«No oprimas al migrante: ustedes saben lo que es ser migrante, porque fueron migrantes en elpaís de Egipto»(Ex 23,9).

«Si un migrante viene a residir entre ustedes, en su tierra, no lo opriman. El migrante residenteserá para ustedes como el compatriota; lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueronmigrantes en el país de Egipto»(Lv 19,33-34).

«Si cosechas tu viña, no vuelvas a por más uvas. Serán para el migrante, el huérfano y la viuda.Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto»(Dt 24,21-22).

En el Nuevo Testamento resuena con fuerza el llamado al amor fraterno:

«Toda la Ley alcanza su plenitud en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo»(Ga5,14).

«Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermanoestá y camina en las tinieblas» (1 Jn 2,10-11).

«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.Quien no ama permanece en la muerte» (1 Jn 3,14).

«Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve»(1 Jn 4,20).

62. Aun esta propuesta de amor podía entenderse mal. Por algo, frente a la tentación de lasprimeras comunidades cristianas de crear grupos cerrados y aislados, san Pablo exhortaba a susdiscípulos a tener caridad entre ellos «y con todos» (1 Ts 3,12), y en la comunidad de Juan sepedía que los hermanos fueran bien recibidos, «incluso los que están de paso» (3 Jn 5). Estecontexto ayuda a comprender el valor de la parábola del buen samaritano: al amor no le importasi el hermano herido es de aquí o es de allá. Porque es el «amor que rompe las cadenas que nosaíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde

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todos podamos sentirnos en casa. […] Amor que sabe de compasión y de dignidad»[56].

El abandonado

63. Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino, que había sido asaltado.Pasaron varios a su lado pero huyeron, no se detuvieron. Eran personas con funcionesimportantes en la sociedad, que no tenían en el corazón el amor por el bien común. No fueroncapaces de perder unos minutos para atender al herido o al menos para buscar ayuda. Uno sedetuvo, le regaló cercanía, lo curó con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y seocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio sutiempo. Seguramente él tenía sus planes para aprovechar aquel día según sus necesidades,compromisos o deseos. Pero fue capaz de dejar todo a un lado ante el herido, y sin conocerlo loconsideró digno de dedicarle su tiempo.

64. ¿Con quién te identificas? Esta pregunta es cruda, directa y determinante. ¿A cuál de ellos tepareces? Nos hace falta reconocer la tentación que nos circunda de desentendernos de losdemás; especialmente de los más débiles. Digámoslo, hemos crecido en muchos aspectos,aunque somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles denuestras sociedades desarrolladas. Nos acostumbramos a mirar para el costado, a pasar de lado,a ignorar las situaciones hasta que estas nos golpean directamente.

65. Asaltan a una persona en la calle, y muchos escapan como si no hubieran visto nada.Frecuentemente hay personas que atropellan a alguien con su automóvil y huyen. Sólo lesimporta evitar problemas, no les interesa si un ser humano se muere por su culpa. Pero estos sonsignos de un estilo de vida generalizado, que se manifiesta de diversas maneras, quizás mássutiles. Además, como todos estamos muy concentrados en nuestras propias necesidades, ver aalguien sufriendo nos molesta, nos perturba, porque no queremos perder nuestro tiempo porculpa de los problemas ajenos. Estos son síntomas de una sociedad enferma, porque buscaconstruirse de espaldas al dolor.

66. Mejor no caer en esa miseria. Miremos el modelo del buen samaritano. Es un texto que nosinvita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero,constructores de un nuevo vínculo social. Es un llamado siempre nuevo, aunque está escritocomo ley fundamental de nuestro ser: que la sociedad se encamine a la prosecución del biencomún y, a partir de esta finalidad, reconstruya una y otra vez su orden político y social, su tejidode relaciones, su proyecto humano. Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que «la existenciade cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sinotiempo de encuentro»[57].

67. Esta parábola es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo quenecesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta

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herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado delos salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombreherido en el camino. La parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer unacomunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que nodejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitanal caído, para que el bien sea común. Al mismo tiempo, la parábola nos advierte sobre ciertasactitudes de personas que sólo se miran a sí mismas y no se hacen cargo de las exigenciasineludibles de la realidad humana.

68. El relato, digámoslo claramente, no desliza una enseñanza de ideales abstractos, ni secircunscribe a la funcionalidad de una moraleja ético-social. Nos revela una característica esencialdel ser humano, tantas veces olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanzaen el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadiequede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestraserenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad.

Una historia que se repite

69. La narración es sencilla y lineal, pero tiene toda la dinámica de esa lucha interna que se da enla elaboración de nuestra identidad, en toda existencia lanzada al camino para realizar lafraternidad humana. Puestos en camino nos chocamos, indefectiblemente, con el hombre herido.Hoy, y cada vez más, hay heridos. La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costadodel camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos. Enfrentamoscada día la opción de ser buenos samaritanos o indiferentes viajantes que pasan de largo. Y siextendemos la mirada a la totalidad de nuestra historia y a lo ancho y largo del mundo, todossomos o hemos sido como estos personajes: todos tenemos algo de herido, algo de salteador,algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano.

70. Es notable cómo las diferencias de los personajes del relato quedan totalmente transformadasal confrontarse con la dolorosa manifestación del caído, del humillado. Ya no hay distinción entrehabitante de Judea y habitante de Samaría, no hay sacerdote ni comerciante; simplemente haydos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que seinclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso. En efecto,nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de laverdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos paracargarnos al hombro unos a otros? Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerlemiedo. En los momentos de crisis la opción se vuelve acuciante: podríamos decir que, en estemomento, todo el que no es salteador o todo el que no pasa de largo, o bien está herido o estáponiendo sobre sus hombros a algún herido.

71. La historia del buen samaritano se repite: se torna cada vez más visible que la desidia social y

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política hace de muchos lugares de nuestro mundo un camino desolado, donde las disputasinternas e internacionales y los saqueos de oportunidades dejan a tantos marginados, tirados aun costado del camino. En su parábola, Jesús no plantea vías alternativas, como ¿qué hubierasido de aquel malherido o del que lo ayudó, si la ira o la sed de venganza hubieran ganadoespacio en sus corazones? Él confía en lo mejor del espíritu humano y con la parábola lo alienta aque se adhiera al amor, reintegre al dolido y construya una sociedad digna de tal nombre.

Los personajes

72. La parábola comienza con los salteadores. El punto de partida que elige Jesús es un asalto yaconsumado. No hace que nos detengamos a lamentar el hecho, no dirige nuestra mirada hacialos salteadores. Los conocemos. Hemos visto avanzar en el mundo las densas sombras delabandono, de la violencia utilizada con mezquinos intereses de poder, acumulación y división. Lapregunta podría ser: ¿Dejaremos tirado al que está lastimado para correr cada uno a guarecersede la violencia o a perseguir a los ladrones? ¿Será el herido la justificación de nuestras divisionesirreconciliables, de nuestras indiferencias crueles, de nuestros enfrentamientos internos?

73. Luego la parábola nos hace poner la mirada claramente en los que pasan de largo. Estapeligrosa indiferencia de no detenerse, inocente o no, producto del desprecio o de una tristedistracción, hace de los personajes del sacerdote y del levita un no menos triste reflejo de esadistancia cercenadora que se pone frente a la realidad. Hay muchas maneras de pasar de largoque se complementan: una es ensimismarse, desentenderse de los demás, ser indiferentes. Otrasería sólo mirar hacia afuera. Respecto a esta última manera de pasar de largo, en algunospaíses, o en ciertos sectores de estos, hay un desprecio de los pobres y de su cultura, y un vivircon la mirada puesta hacia fuera, como si un proyecto de país importado intentara forzar su lugar.Así se puede justificar la indiferencia de algunos, porque aquellos que podrían tocarles el corazóncon sus reclamos simplemente no existen. Están fuera de su horizonte de intereses.

74. En los que pasan de largo hay un detalle que no podemos ignorar; eran personas religiosas.Es más, se dedicaban a dar culto a Dios: un sacerdote y un levita. Esto es un fuerte llamado deatención, indica que el hecho de creer en Dios y de adorarlo no garantiza vivir como a Dios leagrada. Una persona de fe puede no ser fiel a todo lo que esa misma fe le reclama, y sin embargopuede sentirse cerca de Dios y creerse con más dignidad que los demás. Pero hay maneras devivir la fe que facilitan la apertura del corazón a los hermanos, y esa será la garantía de unaauténtica apertura a Dios. San Juan Crisóstomo llegó a expresar con mucha claridad este desafíoque se plantea a los cristianos: «¿Desean honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecien cuando locontemplen desnudo […], ni lo honren aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir loabandonan en su frío y desnudez»[58]. La paradoja es que a veces, quienes dicen no creer,pueden vivir la voluntad de Dios mejor que los creyentes.

75. Los “salteadores del camino” suelen tener como aliados secretos a los que “pasan por el

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camino mirando a otro lado”. Se cierra el círculo entre los que usan y engañan a la sociedad paraesquilmarla, y los que creen mantener la pureza en su función crítica, pero al mismo tiempo vivende ese sistema y de sus recursos. Hay una triste hipocresía cuando la impunidad del delito, deluso de las instituciones para el provecho personal o corporativo y otros males que no logramosdesterrar, se unen a una permanente descalificación de todo, a la constante siembra de sospechaque hace cundir la desconfianza y la perplejidad. El engaño del “todo está mal” es respondido conun “nadie puede arreglarlo”, “¿qué puedo hacer yo?”. De esta manera, se nutre el desencanto y ladesesperanza, y eso no alienta un espíritu de solidaridad y de generosidad. Hundir a un puebloen el desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto: así obra la dictadura invisible de losverdaderos intereses ocultos, que se adueñaron de los recursos y de la capacidad de opinar ypensar.

76. Miremos finalmente al hombre herido. A veces nos sentimos como él, malheridos y tirados alcostado del camino. Nos sentimos también desamparados por nuestras instituciones desarmadasy desprovistas, o dirigidas al servicio de los intereses de unos pocos, de afuera y de adentro.Porque «en la sociedad globalizada, existe un estilo elegante de mirar para otro lado que sepractica recurrentemente: bajo el ropaje de lo políticamente correcto o las modas ideológicas, semira al que sufre sin tocarlo, se lo televisa en directo, incluso se adopta un discurso en aparienciatolerante y repleto de eufemismos»[59].

Recomenzar

77. Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperartodo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidadcapaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en larehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad demanifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí eldolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos. Como el viajero ocasional denuestra historia, sólo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantese incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído; aunque muchas veces nosveamos inmersos y condenados a repetir la lógica de los violentos, de los que sólo se ambicionana sí mismos, difusores de la confusión y la mentira. Que otros sigan pensando en la política o enla economía para sus juegos de poder. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien.

78. Es posible comenzar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local, hasta el últimorincón de la patria y del mundo, con el mismo cuidado que el viajero de Samaría tuvo por cadallaga del herido. Busquemos a otros y hagámonos cargo de la realidad que nos corresponde sinmiedo al dolor o a la impotencia, porque allí está todo lo bueno que Dios ha sembrado en elcorazón del ser humano. Las dificultades que parecen enormes son la oportunidad para crecer, yno la excusa para la tristeza inerte que favorece el sometimiento. Pero no lo hagamos solos,individualmente. El samaritano buscó a un hospedero que pudiera cuidar de aquel hombre, como

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nosotros estamos invitados a convocar y encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que lasuma de pequeñas individualidades; recordemos que «el todo es más que la parte, y también esmás que la mera suma de ellas».[60] Renunciemos a la mezquindad y al resentimiento de losinternismos estériles, de los enfrentamientos sin fin. Dejemos de ocultar el dolor de las pérdidas yhagámonos cargo de nuestros crímenes, desidias y mentiras. La reconciliación reparadora nosresucitará, y nos hará perder el miedo a nosotros mismos y a los demás.

79. El samaritano del camino se fue sin esperar reconocimientos ni gratitudes. La entrega alservicio era la gran satisfacción frente a su Dios y a su vida, y por eso, un deber. Todos tenemosresponsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra.Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esaactitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano.

El prójimo sin fronteras

80. Jesús propuso esta parábola para responder a una pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Lapalabra “prójimo” en la sociedad de la época de Jesús solía indicar al que es más cercano,próximo. Se entendía que la ayuda debía dirigirse en primer lugar al que pertenece al propiogrupo, a la propia raza. Un samaritano, para algunos judíos de aquella época, era considerado unser despreciable, impuro, y por lo tanto no se lo incluía dentro de los seres cercanos a quienes sedebía ayudar. El judío Jesús transforma completamente este planteamiento: no nos invita apreguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos,prójimos.

81. La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es partedel propio círculo de pertenencia. En este caso, el samaritano fue quien se hizo prójimo del judíoherido. Para volverse cercano y presente, atravesó todas las barreras culturales e históricas. Laconclusión de Jesús es un pedido: «Tienes que ir y hacer lo mismo» (Lc 10,37). Es decir, nosinterpela a dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera.Entonces, ya no digo que tengo “prójimos” a quienes debo ayudar, sino que me siento llamado avolverme yo un prójimo de los otros.

82. El problema es que Jesús destaca, a propósito, que el hombre herido era un judío —habitantede Judea— mientras quien se detuvo y lo auxilió era un samaritano —habitante de Samaría—.Este detalle tiene una importancia excepcional para reflexionar sobre un amor que se abre atodos. Los samaritanos habitaban una región que había sido contagiada por ritos paganos, y paralos judíos esto los volvía impuros, detestables, peligrosos. De hecho, un antiguo texto judío quemenciona a naciones odiadas, se refiere a Samaría afirmando además que «ni siquiera es unanación» (Si 50,25), y agrega que es «el pueblo necio que reside en Siquén» (v. 26).

83. Esto explica por qué una mujer samaritana, cuando Jesús le pidió de beber, respondió

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enfáticamente: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujersamaritana?» (Jn 4,9). Quienes buscaban acusaciones que pudieran desacreditar a Jesús, lo másofensivo que encontraron fue decirle «endemoniado» y «samaritano» (Jn 8,48). Por lo tanto, esteencuentro misericordioso entre un samaritano y un judío es una potente interpelación, quedesmiente toda manipulación ideológica, para que ampliemos nuestro círculo, para que demos anuestra capacidad de amar una dimensión universal capaz de traspasar todos los prejuicios,todas las barreras históricas o culturales, todos los intereses mezquinos.

La interpelación del forastero

84. Finalmente, recuerdo que en otra parte del Evangelio Jesús dice: «Fui forastero y merecibieron» (Mt 25,35). Jesús podía decir esas palabras porque tenía un corazón abierto quehacía suyos los dramas de los demás. San Pablo exhortaba: «Alégrense con los que estánalegres y lloren con los que lloran» (Rm 12,15). Cuando el corazón asume esa actitud, es capazde identificarse con el otro sin importarle dónde ha nacido o de dónde viene. Al entrar en estadinámica, en definitiva experimenta que los demás son «su propia carne» (Is 58,7).

85. Para los cristianos, las palabras de Jesús tienen también otra dimensión trascendente;implican reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido (cf. Mt 25,40.45). Enrealidad, la fe colma de motivaciones inauditas el reconocimiento del otro, porque quien creepuede llegar a reconocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito y que «con ello leconfiere una dignidad infinita»[61]. A esto se agrega que creemos que Cristo derramó su sangrepor todos y cada uno, por lo cual nadie queda fuera de su amor universal. Y si vamos a la fuenteúltima, que es la vida íntima de Dios, nos encontramos con una comunidad de tres Personas,origen y modelo perfecto de toda vida en común. La teología continúa enriqueciéndose gracias ala reflexión sobre esta gran verdad.

86. A veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tantotiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia. Hoy, con eldesarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hayquienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversasformas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e inclusomaltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivoun sentido crítico frente a estas tendencias, y ayudar a reaccionar rápidamente cuandocomienzan a insinuarse. Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan demodo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de laespiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones paraamar y acoger a todos.

 

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Capítulo tercero

PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO

87. Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puedeencontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás»[62]. Ni siquierallega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Sólo mecomunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro»[63]. Estoexplica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar.Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hayvínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobrerelaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemospertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte»[64].

Más allá

88. Desde la intimidad de cada corazón, el amor crea vínculos y amplía la existencia cuando sacaa la persona de sí misma hacia el otro[65]. Hechos para el amor, hay en cada uno de nosotros«una ley de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de su ser»[66]. Por ello«en cualquier caso el hombre tiene que llevar a cabo esta empresa: salir de sí mismo»[67].

89. Pero no puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propiafamilia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones: no sólo el actualsino también el que me precede y me fue configurando a lo largo de mi vida. Mi relación con unapersona que aprecio no puede ignorar que esa persona no vive sólo por su relación conmigo, niyo vivo sólo por mi referencia a ella. Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otrosque nos amplían y enriquecen. El más noble sentido social hoy fácilmente queda anulado detrásde intimismos egoístas con apariencia de relaciones intensas. En cambio, el amor que esauténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones quese dejan completar. La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernoscapaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos. Los grupos cerrados y las parejasautorreferenciales, que se constituyen en un “nosotros” contra todo el mundo, suelen ser formasidealizadas de egoísmo y de mera autopreservación.

90. Por algo muchas pequeñas poblaciones que sobrevivían en zonas desérticas desarrollaronuna generosa capacidad de acogida ante los peregrinos que pasaban, y acuñaron el sagradodeber de la hospitalidad. Lo vivieron también las comunidades monásticas medievales, como seadvierte en la Regla de san Benito. Aunque pudiera desestructurar el orden y el silencio de losmonasterios, Benito reclamaba que a los pobres y peregrinos se los tratara «con el máximocuidado y solicitud»[68]. La hospitalidad es un modo concreto de no privarse de este desafío y deeste don que es el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo. Aquellas personas

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percibían que todos los valores que podían cultivar debían estar acompañados por estacapacidad de trascenderse en una apertura a los otros.

El valor único del amor

91. Las personas pueden desarrollar algunas actitudes que presentan como valores morales:fortaleza, sobriedad, laboriosidad y otras virtudes. Pero para orientar adecuadamente los actos delas distintas virtudes morales, es necesario considerar también en qué medida estos realizan undinamismo de apertura y unión hacia otras personas. Ese dinamismo es la caridad que Diosinfunde. De otro modo, quizás tendremos sólo apariencia de virtudes, que serán incapaces deconstruir la vida en común. Por ello decía santo Tomás de Aquino —citando a san Agustín— quela templanza de una persona avara ni siquiera es virtuosa[69]. San Buenaventura, con otraspalabras, explicaba que las otras virtudes, sin la caridad, estrictamente no cumplen losmandamientos «como Dios los entiende»[70].

92. La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es «el criterio para ladecisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana»[71]. Sin embargo,hay creyentes que piensan que su grandeza está en la imposición de sus ideologías al resto, o enla defensa violenta de la verdad, o en grandes demostraciones de fortaleza. Todos los creyentesnecesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor,el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13).

93. En un intento de precisar en qué consiste la experiencia de amar que Dios hace posible consu gracia, santo Tomás de Aquino la explicaba como un movimiento que centra la atención en elotro «considerándolo como uno consigo»[72]. La atención afectiva que se presta al otro, provocauna orientación a buscar su bien gratuitamente. Todo esto parte de un aprecio, de una valoración,que en definitiva es lo que está detrás de la palabra “caridad”: el ser amado es “caro” para mí, esdecir, «es estimado como de alto valor»[73]. Y «del amor por el cual a uno le es grata la otrapersona depende que le dé algo gratis»[74].

94. El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotande una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, másallá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lomejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistadsocial que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.

La creciente apertura del amor

95. El amor nos pone finalmente en tensión hacia la comunión universal. Nadie madura ni alcanzasu plenitud aislándose. Por su propia dinámica, el amor reclama una creciente apertura, mayorcapacidad de acoger a otros, en una aventura nunca acabada que integra todas las periferias

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hacia un pleno sentido de pertenencia mutua. Jesús nos decía: «Todos ustedes son hermanos»(Mt23,8).

96. Esta necesidad de ir más allá de los propios límites vale también para las distintas regiones ypaíses. De hecho, «el número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que seentrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de latierra […] comparten un destino común. En los dinamismos de la historia, a pesar de la diversidadde etnias, sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidadcompuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de losotros»[75].

Sociedades abiertas que integran a todos

97. Hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia.También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial.Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente nosiento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí. Por otra parte, cada hermana yhermano que sufre, abandonado o ignorado por mi sociedad es un forastero existencial, aunquehaya nacido en el mismo país. Puede ser un ciudadano con todos los papeles, pero lo hacensentir como un extranjero en su propia tierra. El racismo es un virus que muta fácilmente y enlugar de desaparecer se disimula, pero está siempre al acecho.

98. Quiero recordar a esos “exiliados ocultos” que son tratados como cuerpos extraños en lasociedad[76]. Muchas personas con discapacidad «sienten que existen sin pertenecer y sinparticipar». Hay todavía mucho «que les impide tener una ciudadanía plena». El objetivo no essólo cuidarlos, sino «que participen activamente en la comunidad civil y eclesial. Es un caminoexigente y también fatigoso, que contribuirá cada vez más a la formación de conciencias capacesde reconocer a cada individuo como una persona única e irrepetible». Igualmente pienso en «losancianos, que, también por su discapacidad, a veces se sienten como una carga». Sin embargo,todos pueden dar «una contribución singular al bien común a través de su biografía original». Mepermito insistir: «Tengan el valor de dar voz a quienes son discriminados por su discapacidad,porque desgraciadamente en algunas naciones, todavía hoy, se duda en reconocerlos comopersonas de igual dignidad»[77].

Comprensiones inadecuadas de un amor universal

99. El amor que se extiende más allá de las fronteras tiene en su base lo que llamamos “amistadsocial” en cada ciudad o en cada país. Cuando es genuina, esta amistad social dentro de unasociedad es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal. No se trata delfalso universalismo de quien necesita viajar constantemente porque no soporta ni ama a su propiopueblo. Quien mira a su pueblo con desprecio, establece en su propia sociedad categorías de

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primera o de segunda clase, de personas con más o menos dignidad y derechos. De esta maneraniega que haya lugar para todos.

100. Tampoco estoy proponiendo un universalismo autoritario y abstracto, digitado o planificadopor algunos y presentado como un supuesto sueño en orden a homogeneizar, dominar y expoliar.Hay un modelo de globalización que «conscientemente apunta a la uniformidad unidimensional ybusca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad. […] Siuna globalización pretende igualar a todos, como si fuera una esfera, esa globalización destruyela riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo»[78]. Ese falso sueñouniversalista termina quitando al mundo su variado colorido, su belleza y en definitiva suhumanidad. Porque «el futuro no es monocromático, sino que es posible si nos animamos amirarlo en la variedad y en la diversidad de lo que cada uno puede aportar. Cuánto necesitaaprender nuestra familia humana a vivir juntos en armonía y paz sin necesidad de que tengamosque ser todos igualitos»[79].

Trascender un mundo de socios

101. Retomemos ahora aquella parábola del buen samaritano que todavía tiene mucho paraproponernos. Había un hombre herido en el camino. Los personajes que pasaban a su lado no seconcentraban en este llamado interior a volverse cercanos, sino en su función, en el lugar socialque ellos ocupaban, en una profesión relevante en la sociedad. Se sentían importantes para lasociedad del momento y su urgencia era el rol que les tocaba cumplir. El hombre herido yabandonado en el camino era una molestia para ese proyecto, una interrupción, y a su vez eraalguien que no cumplía función alguna. Era un nadie, no pertenecía a una agrupación que seconsiderara destacable, no tenía función alguna en la construcción de la historia. Mientras tanto,el samaritano generoso se resistía a estas clasificaciones cerradas, aunque él mismo quedabafuera de cualquiera de estas categorías y era sencillamente un extraño sin un lugar propio en lasociedad. Así, libre de todo rótulo y estructura, fue capaz de interrumpir su viaje, de cambiar suproyecto, de estar disponible para abrirse a la sorpresa del hombre herido que lo necesitaba.

102. ¿Qué reacción podría provocar hoy esa narración, en un mundo donde aparecenconstantemente, y crecen, grupos sociales que se aferran a una identidad que los separa delresto? ¿Cómo puede conmover a quienes tienden a organizarse de tal manera que se impidatoda presencia extraña que pueda perturbar esa identidad y esa organización autoprotectora yautorreferencial? En ese esquema queda excluida la posibilidad de volverse prójimo, y sólo esposible ser prójimo de quien permita asegurar los beneficios personales. Así la palabra “prójimo”pierde todo significado, y únicamente cobra sentido la palabra “socio”, el asociado pordeterminados intereses[80].

Libertad, igualdad y fraternidad

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103. La fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, nisiquiera de cierta equidad administrada. Si bien son condiciones de posibilidad no bastan paraque ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertady a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntadpolítica de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo, para eldescubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores? Lo que sucede esque la libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura autonomía parapertenecer a alguien o a algo, o sólo para poseer y disfrutar. Esto no agota en absoluto la riquezade la libertad que está orientada sobre todo al amor.

104. Tampoco la igualdad se logra definiendo en abstracto que “todos los seres humanos soniguales”, sino que es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad. Los queúnicamente son capaces de ser socios crean mundos cerrados. ¿Qué sentido puede tener eneste esquema esa persona que no pertenece al círculo de los socios y llega soñando con unavida mejor para sí y para su familia?

105. El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de losintereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. Nisiquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero elindividualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consisteen dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridadesindividuales pudiéramos construir el bien común.

Amor universal que promueve a las personas

106. Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidaduniversal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquiercircunstancia. Si cada uno vale tanto, hay que decir con claridad y firmeza que «el solo hecho dehaber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunaspersonas vivan con menor dignidad»[81]. Este es un principio elemental de la vida social quesuele ser ignorado de distintas maneras por quienes sienten que no aporta a su cosmovisión o nosirve a sus fines.

107. Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y esederecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente,aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidadcomo persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser.Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para lasobrevivencia de la humanidad.

108. Hay sociedades que acogen parcialmente este principio. Aceptan que haya posibilidades

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para todos, pero sostienen que a partir de allí todo depende de cada uno. Desde esa perspectivaparcial no tendría sentido «invertir para que los lentos, débiles o menos dotados puedan abrirsecamino en la vida»[82]. Invertir a favor de los frágiles puede no ser rentable, puede implicar menoreficiencia. Exige un Estado presente y activo, e instituciones de la sociedad civil que vayan másallá de la libertad de los mecanismos eficientistas de determinados sistemas económicos,políticos o ideológicos, porque realmente se orientan en primer lugar a las personas y al biencomún.

109. Algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecenbien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente nonecesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la mismaregla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamentepobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades decurar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios dela libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será unaexpresión romántica más.

110. El hecho es que «una libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones realesimpiden que muchos puedan acceder realmente a ella […] se convierte en un discursocontradictorio»[83]. Palabras como libertad, democracia o fraternidad se vacían de sentido.Porque el hecho es que «mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctimay haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal»[84].Unasociedad humana y fraterna es capaz de preocuparse para garantizar de modo eficiente y estableque todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no sólo para asegurar susnecesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea elmejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada.

111. La persona humana, con sus derechos inalienables, está naturalmente abierta a los vínculos.En su propia raíz reside el llamado a trascenderse a sí misma en el encuentro con otros. Por eso«es necesario prestar atención para no caer en algunos errores que pueden nacer de una malacomprensión de los derechos humanos y de un paradójico mal uso de los mismos. Existe hoy, enefecto, la tendencia hacia una reivindicación siempre más amplia de los derechos individuales—estoy tentado de decir individualistas—, que esconde una concepción de persona humanadesligada de todo contexto social y antropológico, casi como una “mónada” (monás), cada vezmás insensible. […] Si el derecho de cada uno no está armónicamente ordenado al bien másgrande, termina por concebirse sin limitaciones y, consecuentemente, se transforma en fuente deconflictos y de violencias»[85].

Promover el bien moral

112. No podemos dejar de decir que el deseo y la búsqueda del bien de los demás y de toda la

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humanidad implican también procurar una maduración de las personas y de las sociedades en losdistintos valores morales que lleven a un desarrollo humano integral. En el Nuevo Testamento semenciona un fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), expresado con la palabra griega agazosúne.Indica el apego a lo bueno, la búsqueda de lo bueno. Más todavía, es procurar lo excelente, lomejor para los demás: su maduración, su crecimiento en una vida sana, el cultivo de los valores yno sólo el bienestar material. Hay una expresión latina semejante: bene-volentia, que significa laactitud de querer el bien del otro. Es un fuerte deseo del bien, una inclinación hacia todo lo quesea bueno y excelente, que nos mueve a llenar la vida de los demás de cosas bellas, sublimes,edificantes.

113. En esta línea, vuelvo a destacar con dolor que «ya hemos tenido mucho tiempo dedegradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó lahora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todofundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propiosintereses»[86]. Volvamos a promover el bien, para nosotros mismos y para toda la humanidad, yasí caminaremos juntos hacia un crecimiento genuino e integral. Cada sociedad necesitaasegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, laviolencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada atoda trascendencia y clausurada en intereses individuales.

El valor de la solidaridad

114. Quiero destacar la solidaridad, que «como virtud moral y actitud social, fruto de la conversiónpersonal, exige el compromiso de todos aquellos que tienen responsabilidades educativas yformativas. En primer lugar me dirijo a las familias, llamadas a una misión educativa primaria eimprescindible. Ellas constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores delamor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro.Ellas son también el ámbito privilegiado para la transmisión de la fe desde aquellos primerossimples gestos de devoción que las madres enseñan a los hijos. Los educadores y los formadoresque, en la escuela o en los diferentes centros de asociación infantil y juvenil, tienen la ardua tareade educar a los niños y jóvenes, están llamados a tomar conciencia de que su responsabilidadtiene que ver con las dimensiones morales, espirituales y sociales de la persona. Los valores dela libertad, del respeto recíproco y de la solidaridad se transmiten desde la más tierna infancia.[…] Quienes se dedican al mundo de la cultura y de los medios de comunicación social tienentambién una responsabilidad en el campo de la educación y la formación, especialmente en lasociedad contemporánea, en la que el acceso a los instrumentos de formación y de comunicaciónestá cada vez más extendido»[87].

115. En estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar ala solidez[88] que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando undestino común. La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas

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muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es «en gran parte, cuidar la fragilidad.Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo».En esta tarea cada uno es capaz de «dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos deomnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] El servicio siempre mira el rostrodel hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca lapromoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sinoque se sirve a personas»[89].

116. Los últimos en general «practican esa solidaridad tan especial que existe entre los quesufren, entre los pobres, y que nuestra civilización parece haber olvidado, o al menos tienemuchas ganas de olvidar. Solidaridad es una palabra que no cae bien siempre, yo diría quealgunas veces la hemos transformado en una mala palabra, no se puede decir; pero es unapalabra que expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar yactuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de losbienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, ladesigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales ylaborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad,entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen losmovimientos populares»[90].

117. Cuando hablamos de cuidar la casa común que es el planeta, acudimos a ese mínimo deconciencia universal y de preocupación por el cuidado mutuo que todavía puede quedar en laspersonas. Porque si alguien tiene agua de sobra, y sin embargo la cuida pensando en lahumanidad, es porque ha logrado una altura moral que le permite trascenderse a sí mismo y a sugrupo de pertenencia. ¡Eso es maravillosamente humano! Esta misma actitud es la que serequiere para reconocer los derechos de todo ser humano, aunque haya nacido más allá de laspropias fronteras.

Reproponer la función social de la propiedad

118. El mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con lamisma dignidad. Las diferencias de color, religión, capacidades, lugar de nacimiento, lugar deresidencia y tantas otras no pueden anteponerse o utilizarse para justificar los privilegios de unossobre los derechos de todos. Por consiguiente, como comunidad estamos conminados agarantizar que cada persona viva con dignidad y tenga oportunidades adecuadas a su desarrollointegral.

119. En los primeros siglos de la fe cristiana, varios sabios desarrollaron un sentido universal ensu reflexión sobre el destino común de los bienes creados[91]. Esto llevaba a pensar que sialguien no tiene lo suficiente para vivir con dignidad se debe a que otro se lo está quedando. Loresume san Juan Crisóstomo al decir que «no compartir con los pobres los propios bienes es

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robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos»[92]; o tambiénen palabras de san Gregorio Magno: «Cuando damos a los pobres las cosas indispensables noles damos nuestras cosas, sino que les devolvemos lo que es suyo»[93].

120. Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuyacontundencia quizás no ha sido advertida: «Dios ha dado la tierra a todo el género humano paraque ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno»[94]. En estalínea recuerdo que «la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho ala propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada».[95] Elprincipio del uso común de los bienes creados para todos es el «primer principio de todo elordenamiento ético-social»[96], es un derecho natural, originario y prioritario[97]. Todos los demásderechos sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el dela propiedad privada y cualquier otro, «no deben estorbar, antes al contrario, facilitar surealización», como afirmaba san Pablo VI[98]. El derecho a la propiedad privada sólo puede serconsiderado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal delos bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en elfuncionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios sesobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica.

Derechos sin fronteras

121. Entonces nadie puede quedar excluido, no importa dónde haya nacido, y menos a causa delos privilegios que otros poseen porque nacieron en lugares con mayores posibilidades. Loslímites y las fronteras de los Estados no pueden impedir que esto se cumpla. Así como esinaceptable que alguien tenga menos derechos por ser mujer, es igualmente inaceptable que ellugar de nacimiento o de residencia ya de por sí determine menores posibilidades de vida digna yde desarrollo.

122. El desarrollo no debe orientarse a la acumulación creciente de unos pocos, sino que tieneque asegurar «los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos losderechos de las Naciones y de los pueblos»[99]. El derecho de algunos a la libertad de empresa ode mercado no puede estar por encima de los derechos de los pueblos, ni de la dignidad de lospobres, ni tampoco del respeto al medio ambiente, puesto que «quien se apropia algo es sólopara administrarlo en bien de todos»[100]-

123. Es verdad que la actividad de los empresarios «es una noble vocación orientada a producirriqueza y a mejorar el mundo para todos»[101]. Dios nos promueve, espera que desarrollemos lascapacidades que nos dio y llenó el universo de potencialidades. En sus designios cada hombreestá llamado a promover su propio progreso[102], y esto incluye fomentar las capacidadeseconómicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo casoestas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse

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claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente através de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. Siempre, junto al derecho de propiedadprivada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedadprivada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a suuso[103].

Derechos de los pueblos

124. La convicción del destino común de los bienes de la tierra hoy requiere que se apliquetambién a los países, a sus territorios y a sus posibilidades. Si lo miramos no sólo desde lalegitimidad de la propiedad privada y de los derechos de los ciudadanos de una determinadanación, sino también desde el primer principio del destino común de los bienes, entoncespodemos decir que cada país es asimismo del extranjero, en cuanto los bienes de un territorio nodeben ser negados a una persona necesitada que provenga de otro lugar. Porque, comoenseñaron los Obispos de los Estados Unidos, hay derechos fundamentales que «preceden acualquier sociedad porque manan de la dignidad otorgada a cada persona en cuanto creada porDios»[104].

125. Esto supone además otra manera de entender las relaciones y el intercambio entre países.Si toda persona tiene una dignidad inalienable, si todo ser humano es mi hermano o mi hermana,y si en realidad el mundo es de todos, no importa si alguien ha nacido aquí o si vive fuera de loslímites del propio país. También mi nación es corresponsable de su desarrollo, aunque puedacumplir esta responsabilidad de diversas maneras: acogiéndolo de manera generosa cuando lonecesite imperiosamente, promoviéndolo en su propia tierra, no usufructuando ni vaciando derecursos naturales a países enteros propiciando sistemas corruptos que impiden el desarrollodigno de los pueblos. Esto que vale para las naciones se aplica a las distintas regiones de cadapaís, entre las que suele haber graves inequidades. Pero la incapacidad de reconocer la igualdignidad humana a veces lleva a que las regiones más desarrolladas de algunos países sueñencon liberarse del “lastre” de las regiones más pobres para aumentar todavía más su nivel deconsumo.

126. Hablamos de una nueva red en las relaciones internacionales, porque no hay modo deresolver los graves problemas del mundo pensando sólo en formas de ayuda mutua entreindividuos o pequeños grupos. Recordemos que «la inequidad no afecta sólo a individuos, sino apaíses enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales»[105]. Y lajusticia exige reconocer y respetar no sólo los derechos individuales, sino también los derechossociales y los derechos de los pueblos[106]. Lo que estamos diciendo implica asegurar «elderecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso»[107], que a veces se vefuertemente dificultado por la presión que origina la deuda externa. El pago de la deuda enmuchas ocasiones no sólo no favorece el desarrollo, sino que lo limita y lo condicionafuertemente. Si bien se mantiene el principio de que toda deuda legítimamente adquirida debe ser

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saldada, el modo de cumplir este deber que muchos países pobres tienen con los países ricos nodebe llegar a comprometer su subsistencia y su crecimiento.

127. Sin dudas, se trata de otra lógica. Si no se intenta entrar en esa lógica, mis palabras sonarána fantasía. Pero si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del solo hecho deposeer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otrahumanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. Este esel verdadero camino de la paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de sembrartemor y desconfianza ante amenazas externas. Porque la paz real y duradera sólo es posible«desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por lainterdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana»[108].

 

Capítulo cuarto

UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO

128. La afirmación de que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas, si no es sólouna abstracción, sino que toma carne y se vuelve concreta, nos plantea una serie de retos quenos descolocan, nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas reacciones.

El límite de las fronteras

129. Cuando el prójimo es una persona migrante se agregan desafíos complejos[109]. Es verdadque lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los paísesde origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedanencontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no hayaserios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano deencontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de sufamilia, sino también realizarse integralmente como persona. Nuestros esfuerzos ante laspersonas migrantes que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover eintegrar. Porque «no se trata de dejar caer desde arriba programas de asistencia social sino derecorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones, para construir ciudades y paísesque, al tiempo que conservan sus respectivas identidades culturales y religiosas, estén abiertos alas diferencias y sepan cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana»[110].

130. Esto implica algunas respuestas indispensables, sobre todo frente a los que escapan degraves crisis humanitarias. Por ejemplo: incrementar y simplificar la concesión de visados,adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para losrefugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad

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personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, elderecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo ala justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistenciavital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad yasegurarles el acceso regular a la educación, prever programas de custodia temporal o deacogida, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupaciónfamiliar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos[111].

131. Para quienes ya hace tiempo que han llegado y participan del tejido social, es importanteaplicar el concepto de “ciudadanía”, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes bajocuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos paraestablecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatoriode la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara elterreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles dealgunos ciudadanos al discriminarlos»[112].

132. Más allá de las diversas acciones indispensables, los Estados no pueden desarrollar por sucuenta soluciones adecuadas «ya que las consecuencias de las opciones de cada uno repercuteninevitablemente sobre toda la Comunidad internacional». Por lo tanto «las respuestas sólovendrán como fruto de un trabajo común»[113], gestando una legislación (governance) globalpara las migraciones. De cualquier manera se necesita «establecer planes a medio y largo plazoque no se queden en la simple respuesta a una emergencia. Deben servir, por una parte, paraayudar realmente a la integración de los emigrantes en los países de acogida y, al mismo tiempo,favorecer el desarrollo de los países de proveniencia, con políticas solidarias, que no sometan lasayudas a estrategias y prácticas ideológicas ajenas o contrarias a las culturas de los pueblos a lasque van dirigidas»[114].

Las ofrendas recíprocas

133. La llegada de personas diferentes, que proceden de un contexto vital y cultural distinto, seconvierte en un don, porque «las historias de los migrantes también son historias de encuentroentre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son unaoportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos»[115]. Por esto «pidoespecialmente a los jóvenes que no caigan en las redes de quienes quieren enfrentarlos a otrosjóvenes que llegan a sus países, haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran lamisma inalienable dignidad de todo ser humano»[116].

134. Por otra parte, cuando se acoge de corazón a la persona diferente, se le permite seguirsiendo ella misma, al tiempo que se le da la posibilidad de un nuevo desarrollo. Las culturasdiversas, que han gestado su riqueza a lo largo de siglos, deben ser preservadas para noempobrecer este mundo. Esto sin dejar de estimularlas para que pueda brotar algo nuevo de sí

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mismas en el encuentro con otras realidades. No se puede ignorar el riesgo de terminar víctimasde una esclerosis cultural. Para ello «tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir lasriquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades decrecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que laspersonas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura yacoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás»[117].

135. Retomo ejemplos que mencioné tiempo atrás: la cultura de los latinos es «un fermento devalores y posibilidades que puede hacer mucho bien a los Estados Unidos. […] Una fuerteinmigración siempre termina marcando y transformando la cultura de un lugar. En la Argentina, lafuerte inmigración italiana ha marcado la cultura de la sociedad, y en el estilo cultural de BuenosAires se nota mucho la presencia de alrededor de 200.000 judíos. Los inmigrantes, si se losayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita a una sociedad acrecer»[118].

136. Ampliando la mirada, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb recordamos que «la relación entreOccidente y Oriente es una necesidad mutua indiscutible, que no puede ser sustituida nidescuidada, de modo que ambos puedan enriquecerse mutuamente a través del intercambio y eldiálogo de las culturas. El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remediospara algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación delmaterialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente muchos elementosque pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico,técnico y cultural. Es importante prestar atención a las diferencias religiosas, culturales ehistóricas que son un componente esencial en la formación de la personalidad, la cultura y lacivilización oriental; y es importante consolidar los derechos humanos generales y comunes, paraayudar a garantizar una vida digna para todos los hombres en Oriente y en Occidente, evitando eluso de políticas de doble medida»[119].

El fecundo intercambio

137. La ayuda mutua entre países en realidad termina beneficiando a todos. Un país queprogresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad. Necesitamosdesarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. La pobreza, ladecadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo deproblemas que finalmente afectarán a todo el planeta. Si nos preocupa la desaparición de algunasespecies, debería obsesionarnos que en cualquier lugar haya personas y pueblos que nodesarrollen su potencial y su belleza propia a causa de la pobreza o de otros límites estructurales.Porque eso termina empobreciéndonos a todos.

138. Si esto fue siempre cierto, hoy lo es más que nunca debido a la realidad de un mundo tanconectado por la globalización. Necesitamos que un ordenamiento mundial jurídico, político y

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económico «incremente y oriente la colaboración internacional hacia el desarrollo solidario detodos los pueblos»[120]. Esto finalmente beneficiará a todo el planeta, porque «la ayuda aldesarrollo de los países pobres» implica «creación de riqueza para todos»[121]. Desde el puntode vista del desarrollo integral, esto supone que se conceda «también una voz eficaz en lasdecisiones comunes a las naciones más pobres»[122] y que se procure «incentivar el acceso almercado internacional de los países marcados por la pobreza y el subdesarrollo»[123].

Gratuidad que acoge

139. No obstante, no quisiera limitar este planteamiento a alguna forma de utilitarismo. Existe lagratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son buenas en sí mismas,sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio. Esto permiteacoger al extranjero, aunque de momento no traiga un beneficio tangible. Pero hay países quepretenden recibir sólo a los científicos o a los inversores.

140. Quien no vive la gratuidad fraterna, convierte su existencia en un comercio ansioso, estásiempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio. Dios, en cambio, da gratis, hasta el puntode que ayuda aun a los que no son fieles, y «hace salir el sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45).Por algo Jesús recomienda: «Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hacetu derecha, para que tu limosna quede en secreto» (Mt 6,3-4). Hemos recibido la vida gratis, nohemos pagado por ella. Entonces todos podemos dar sin esperar algo, hacer el bien sin exigirletanto a esa persona que uno ayuda. Es lo que Jesús decía a sus discípulos: «Lo que han recibidogratis, entréguenlo también gratis» (Mt 10,8).

141. La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad depensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente enlas épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad degratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y quecerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que noofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y quelos poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore laacogida gratuita podrá tener futuro.

Local y universal

142. Cabe recordar que «entre la globalización y la localización también se produce una tensión.Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismotiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra.Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanosvivan en un universalismo abstracto y globalizante […]; otro, que se conviertan en un museofolklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse

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interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites»[124]. Hayque mirar lo global, que nos rescata de la mezquindad casera. Cuando la casa ya no es hogar,sino que es encierro, calabozo, lo global nos va rescatando porque es como la causa final quenos atrae hacia la plenitud. Simultáneamente, hay que asumir con cordialidad lo local, porquetiene algo que lo global no posee: ser levadura, enriquecer, poner en marcha mecanismos desubsidiaridad. Por lo tanto, la fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedadson dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a unapolarización dañina.

El sabor local

143. La solución no es una apertura que renuncia al propio tesoro. Así como no hay diálogo conel otro sin identidad personal, del mismo modo no hay apertura entre pueblos sino desde el amora la tierra, al pueblo, a los propios rasgos culturales. No me encuentro con el otro si no poseo unsustrato donde estoy firme y arraigado, porque desde allí puedo acoger el don del otro y ofrecerlealgo verdadero. Sólo es posible acoger al diferente y percibir su aporte original si estoy afianzadoen mi pueblo con su cultura. Cada uno ama y cuida con especial responsabilidad su tierra y sepreocupa por su país, así como cada uno debe amar y cuidar su casa para que no se vengaabajo, porque no lo harán los vecinos. También el bien del universo requiere que cada uno protejay ame su propia tierra. De lo contrario, las consecuencias del desastre de un país terminaránafectando a todo el planeta. Esto se fundamenta en el sentido positivo que tiene el derecho depropiedad: cuido y cultivo algo que poseo, de manera que pueda ser un aporte al bien de todos.

144. Además, este es un presupuesto de los intercambios sanos y enriquecedores. El trasfondode la experiencia de la vida en un lugar y en una cultura determinada es lo que capacita a alguienpara percibir aspectos de la realidad que quienes no tienen esa experiencia no son capaces depercibir tan fácilmente. Lo universal no debe ser el imperio homogéneo, uniforme y estandarizadode una única forma cultural dominante, que finalmente perderá los colores del poliedro yterminará en el hastío. Es la tentación que se expresa en el antiguo relato de la torre de Babel: laconstrucción de una torre que llegara hasta el cielo no expresaba la unidad entre distintos puebloscapaces de comunicarse desde su diversidad. Por el contrario, fue una tentativa engañosa, quesurgía del orgullo y de la ambición humana, de crear una unidad diferente de aquella deseada porDios en su plan providencial para las naciones (cf. Gn 11,1-9).

145. Hay una falsa apertura a lo universal, que procede de la superficialidad vacía de quien no escapaz de penetrar hasta el fondo en su patria, o de quien sobrelleva un resentimiento no resueltohacia su pueblo. En todo caso, «siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayorque nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesariohundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Setrabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. […] No es ni la esferaglobal que anula ni la parcialidad aislada que esteriliza»[125], es el poliedro, donde al mismo

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tiempo que cada uno es respetado en su valor, «el todo es más que la parte, y también es másque la mera suma de ellas»[126].

El horizonte universal

146. Hay narcisismos localistas que no son un sano amor al propio pueblo y a su cultura.Esconden un espíritu cerrado que, por cierta inseguridad y temor al otro, prefiere crear murallasdefensivas para preservarse a sí mismo. Pero no es posible ser sanamente local sin una sincera yamable apertura a lo universal, sin dejarse interpelar por lo que sucede en otras partes, sindejarse enriquecer por otras culturas o sin solidarizarse con los dramas de los demás pueblos.Ese localismo se clausura obsesivamente en unas pocas ideas, costumbres y seguridades,incapaz de admiración frente a la multitud de posibilidades y de belleza que ofrece el mundoentero, y carente de una solidaridad auténtica y generosa. Así, la vida local ya no esauténticamente receptiva, ya no se deja completar por el otro; por lo tanto, se limita en susposibilidades de desarrollo, se vuelve estática y se enferma. Porque en realidad toda cultura sanaes abierta y acogedora por naturaleza, de tal modo que «una cultura sin valores universales no esuna verdadera cultura»[127].

147. Reconozcamos que una persona, mientras menos amplitud tenga en su mente y en sucorazón, menos podrá interpretar la realidad cercana donde está inmersa. Sin la relación y elcontraste con quien es diferente, es difícil percibirse clara y completamente a sí mismo y a lapropia tierra, ya que las demás culturas no son enemigos de los que hay que preservarse, sinoque son reflejos distintos de la riqueza inagotable de la vida humana. Mirándose a sí mismo conel punto de referencia del otro, de lo diverso, cada uno puede reconocer mejor las peculiaridadesde su persona y de su cultura: sus riquezas, sus posibilidades y sus límites. La experiencia que serealiza en un lugar debe ser desarrollada “en contraste” y “en sintonía” con las experiencias deotros que viven en contextos culturales diferentes[128].

148. En realidad, una sana apertura nunca atenta contra la identidad. Porque al enriquecerse conelementos de otros lugares, una cultura viva no realiza una copia o una mera repetición, sino queintegra las novedades “a su modo”. Esto provoca el nacimiento de una nueva síntesis quefinalmente beneficia a todos, ya que la cultura donde se originan estos aportes termina siendoretroalimentada. Por ello exhorté a los pueblos originarios a cuidar sus propias raíces y susculturas ancestrales, pero quise aclarar que no era «mi intención proponer un indigenismocompletamente cerrado, ahistórico, estático, que se niegue a toda forma de mestizaje», ya que«la propia identidad cultural se arraiga y se enriquece en el diálogo con los diferentes y laauténtica preservación no es un aislamiento empobrecedor»[129]. El mundo crece y se llena denueva belleza gracias a sucesivas síntesis que se producen entre culturas abiertas, fuera de todaimposición cultural.

149. Para estimular una sana relación entre el amor a la patria y la inserción cordial en la

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humanidad entera, es bueno recordar que la sociedad mundial no es el resultado de la suma delos distintos países, sino que es la misma comunión que existe entre ellos, es la inclusión mutuaque es anterior al surgimiento de todo grupo particular. En ese entrelazamiento de la comuniónuniversal se integra cada grupo humano y allí encuentra su belleza. Entonces, cada persona quenace en un contexto determinado se sabe perteneciente a una familia más grande sin la que noes posible comprenderse en plenitud.

150. Este enfoque, en definitiva, reclama la aceptación gozosa de que ningún pueblo, cultura opersona puede obtener todo de sí. Los otros son constitutivamente necesarios para laconstrucción de una vida plena. La conciencia del límite o de la parcialidad, lejos de ser unaamenaza, se vuelve la clave desde la que soñar y elaborar un proyecto común. Porque «elhombre es el ser fronterizo que no tiene ninguna frontera»[130].

Desde la propia región

151. Gracias al intercambio regional, desde el cual los países más débiles se abren al mundoentero, es posible que la universalidad no diluya las particularidades. Una adecuada y auténticaapertura al mundo supone la capacidad de abrirse al vecino, en una familia de naciones. Laintegración cultural, económica y política con los pueblos cercanos debería estar acompañada porun proceso educativo que promueva el valor del amor al vecino, primer ejercicio indispensablepara lograr una sana integración universal.

152. En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada unosiente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino. En estos lugares queconservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad,solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial[131]. Ojalá pudiera vivirseesto también entre países cercanos, que sean capaces de construir una vecindad cordial entresus pueblos. Pero las visiones individualistas se traducen en las relaciones entre países. El riesgode vivir cuidándonos unos de otros, viendo a los demás como competidores o enemigospeligrosos, se traslada a la relación con los pueblos de la región. Quizás fuimos educados en esemiedo y en esa desconfianza.

153. Hay países poderosos y grandes empresas que sacan rédito de este aislamiento y prefierennegociar con cada país por separado. Por el contrario, para los países pequeños o pobres seabre la posibilidad de alcanzar acuerdos regionales con sus vecinos que les permitan negociar enbloque y evitar convertirse en segmentos marginales y dependientes de los grandes poderes. Hoyningún Estado nacional aislado está en condiciones de asegurar el bien común de su propiapoblación.

 

Capítulo quinto

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LA MEJOR POLÍTCA

154. Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidada partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta alservicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuenciasuele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto.

Populismos y liberalismos

155. El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizandemagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos delos poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tengalugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas.

Popular o populista

156. En los últimos años la expresión “populismo” o “populista” ha invadido los medios decomunicación y el lenguaje en general. Así pierde el valor que podría contener y se convierte enuna de las polaridades de la sociedad dividida. Esto llegó al punto de pretender clasificar a todaslas personas, agrupaciones, sociedades y gobiernos a partir de una división binaria: “populista” o“no populista”. Ya no es posible que alguien opine sobre cualquier tema sin que intentenclasificarlo en uno de esos dos polos, a veces para desacreditarlo injustamente o para enaltecerloen exceso.

157. La pretensión de instalar el populismo como clave de lectura de la realidad social, tiene otradebilidad: que ignora la legitimidad de la noción de pueblo. El intento por hacer desaparecer dellenguaje esta categoría podría llevar a eliminar la misma palabra “democracia” —es decir: el“gobierno del pueblo”—. No obstante, si no se quiere afirmar que la sociedad es más que la merasuma de los individuos, se necesita la palabra “pueblo”. La realidad es que hay fenómenossociales que articulan a las mayorías, que existen megatendencias y búsquedas comunitarias.También que se puede pensar en objetivos comunes, más allá de las diferencias, para conformarun proyecto común. Finalmente, que es muy difícil proyectar algo grande a largo plazo si no selogra que eso se convierta en un sueño colectivo. Todo esto se encuentra expresado en elsustantivo “pueblo” y en el adjetivo “popular”. Si no se incluyen —junto con una sólida crítica a lademagogia— se estaría renunciando a un aspecto fundamental de la realidad social.

158. Porque existe un malentendido: «Pueblo no es una categoría lógica, ni una categoríamística, si lo entendemos en el sentido de que todo lo que hace el pueblo es bueno, o en elsentido de que el pueblo sea una categoría angelical. Es una categoría mítica […] Cuandoexplicas lo que es un pueblo utilizas categorías lógicas porque tienes que explicarlo: cierto, hacenfalta. Pero así no explicas el sentido de pertenencia a un pueblo. La palabra pueblo tiene algo

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más que no se puede explicar de manera lógica. Ser parte de un pueblo es formar parte de unaidentidad común, hecha de lazos sociales y culturales. Y esto no es algo automático, sino todo locontrario: es un proceso lento, difícil… hacia un proyecto común»[132].

159. Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural ylas grandes tendencias de una sociedad. El servicio que prestan, aglutinando y conduciendo,puede ser la base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento, que implicatambién la capacidad de ceder lugar a otros en pos del bien común. Pero deriva en insanopopulismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden ainstrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio desu proyecto personal y de su perpetuación en el poder. Otras veces busca sumar popularidadexacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población. Esto seagrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de lasinstituciones y de la legalidad.

160. Los grupos populistas cerrados desfiguran la palabra “pueblo”, puesto que en realidad nohablan de un verdadero pueblo. En efecto, la categoría de “pueblo” es abierta. Un pueblo vivo,dinámico y con futuro es el que está abierto permanentemente a nuevas síntesis incorporando aldiferente. No lo hace negándose a sí mismo, pero sí con la disposición a ser movilizado,cuestionado, ampliado, enriquecido por otros, y de ese modo puede evolucionar.

161. Otra expresión de la degradación de un liderazgo popular es el inmediatismo. Se responde aexigencias populares en orden a garantizarse votos o aprobación, pero sin avanzar en una tareaardua y constante que genere a las personas los recursos para su propio desarrollo, para quepuedan sostener su vida con su esfuerzo y su creatividad. En esta línea dije claramente que«estoy lejos de proponer un populismo irresponsable»[133]. Por una parte, la superación de lainequidad supone el desarrollo económico, aprovechando las posibilidades de cada región yasegurando así una equidad sustentable[134]. Por otra parte, «los planes asistenciales, queatienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras»[135].

162. El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular —porque promueve el bien delpueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto encada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, elmejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto en que «ayudar a los pobres con dinerodebe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería sersiempre permitirles una vida digna a través del trabajo»[136]. Por más que cambien losmecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que laorganización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar suscapacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y dela dignidad del trabajo»[137]. En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensiónirrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un

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cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a símismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, yen definitiva para vivir como pueblo.

Valores y límites de las visiones liberales

163. La categoría de pueblo, que incorpora una valoración positiva de los lazos comunitarios yculturales, suele ser rechazada por las visiones liberales individualistas, donde la sociedad esconsiderada una mera suma de intereses que coexisten. Hablan de respeto a las libertades, perosin la raíz de una narrativa común. En ciertos contextos, es frecuente acusar de populistas atodos los que defiendan los derechos de los más débiles de la sociedad. Para estas visiones, lacategoría de pueblo es una mitificación de algo que en realidad no existe. Sin embargo, aquí secrea una polarización innecesaria, ya que ni la idea de pueblo ni la de prójimo son categoríaspuramente míticas o románticas que excluyan o desprecien la organización social, la ciencia y lasinstituciones de la sociedad civil[138].

164. La caridad reúne ambas dimensiones —la mítica y la institucional— puesto que implica unamarcha eficaz de transformación de la historia que exige incorporarlo principalmente todo: lasinstituciones, el derecho, la técnica, la experiencia, los aportes profesionales, el análisis científico,los procedimientos administrativos. Porque «no hay de hecho vida privada si no es protegida porun orden público, un hogar cálido no tiene intimidad si no es bajo la tutela de la legalidad, de unestado de tranquilidad fundado en la ley y en la fuerza y con la condición de un mínimo debienestar asegurado por la división del trabajo, los intercambios comerciales, la justicia social y laciudadanía política»[139].

165. La verdadera caridad es capaz de incorporar todo esto en su entrega, y si debe expresarseen el encuentro persona a persona, también es capaz de llegar a una hermana o a un hermanolejano e incluso ignorado, a través de los diversos recursos que las instituciones de una sociedadorganizada, libre y creativa son capaces de generar. Si vamos al caso, aun el buen samaritanonecesitó de la existencia de una posada que le permitiera resolver lo que él solo en ese momentono estaba en condiciones de asegurar. El amor al prójimo es realista y no desperdicia nada quesea necesario para una transformación de la historia que beneficie a los últimos. De otro modo, aveces se tienen ideologías de izquierda o pensamientos sociales, junto con hábitos individualistasy procedimientos ineficaces que sólo llegan a unos pocos. Mientras tanto, la multitud de losabandonados queda a merced de la posible buena voluntad de algunos. Esto hace ver que esnecesario fomentar no únicamente una mística de la fraternidad sino al mismo tiempo unaorganización mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes de losabandonados que sufren y mueren en los países pobres. Esto a su vez implica que no hay unasola salida posible, una única metodología aceptable, una receta económica que pueda seraplicada igualmente por todos, y supone que aun la ciencia más rigurosa pueda proponercaminos diferentes.

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166. Todo esto podría estar colgado de alfileres, si perdemos la capacidad de advertir lanecesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y en los estilos de vida. Es loque ocurre cuando la propaganda política, los medios y los constructores de opinión públicapersisten en fomentar una cultura individualista e ingenua ante los intereses económicosdesenfrenados y la organización de las sociedades al servicio de los que ya tienen demasiadopoder. Por eso, mi crítica al paradigma tecnocrático no significa que sólo intentando controlar susexcesos podremos estar asegurados, porque el mayor peligro no reside en las cosas, en lasrealidades materiales, en las organizaciones, sino en el modo como las personas las utilizan. Elasunto es la fragilidad humana, la tendencia constante al egoísmo humano que forma parte deaquello que la tradición cristiana llama “concupiscencia”: la inclinación del ser humano aencerrarse en la inmanencia de su propio yo, de su grupo, de sus intereses mezquinos. Esaconcupiscencia no es un defecto de esta época. Existió desde que el hombre es hombre ysimplemente se transforma, adquiere diversas modalidades en cada siglo, y finalmente utiliza losinstrumentos que el momento histórico pone a su disposición. Pero es posible dominarla con laayuda de Dios.

167. La tarea educativa, el desarrollo de hábitos solidarios, la capacidad de pensar la vidahumana más integralmente, la hondura espiritual, hacen falta para dar calidad a las relacioneshumanas, de tal modo que sea la misma sociedad la que reaccione ante sus inequidades, susdesviaciones, los abusos de los poderes económicos, tecnológicos, políticos o mediáticos. Hayvisiones liberales que ignoran este factor de la fragilidad humana, e imaginan un mundo queresponde a un determinado orden que por sí solo podría asegurar el futuro y la solución de todoslos problemas.

168. El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma defe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismasrecetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sinmás, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino pararesolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve lainequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. Por unaparte, es imperiosa una política económica activa orientada a «promover una economía quefavorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial»[140], para que sea posibleacrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. La especulación financiera con laganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos. Por otra parte, «sin formas internasde solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propiafunción económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado»[141]. El fin de la historia no fuetal, y las recetas dogmáticas de la teoría económica imperante mostraron no ser infalibles. Lafragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo seresuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no estésometida al dictado de las finanzas, «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro yque sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos»[142].

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169. En ciertas visiones economicistas cerradas y monocromáticas, no parecen tener lugar, porejemplo, los movimientos populares que aglutinan a desocupados, trabajadores precarios einformales y a tantos otros que no entran fácilmente en los cauces ya establecidos. En realidad,estos gestan variadas formas de economía popular y de producción comunitaria. Hace faltapensar en la participación social, política y económica de tal manera «que incluya a losmovimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionalescon ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en laconstrucción del destino común» y a su vez es bueno promover que «estos movimientos, estasexperiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, confluyan,estén más coordinadas, se vayan encontrando»[143]. Pero sin traicionar su estilo característico,porque ellos «son sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que confluyenmillones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en unapoesía»[144]. En este sentido son “poetas sociales”, que trabajan, proponen, promueven y liberana su modo. Con ellos será posible un desarrollo humano integral, que implica superar «esa ideade las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con lospobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a lospueblos»[145]. Aunque molesten, aunque algunos “pensadores” no sepan cómo clasificarlos, hayque tener la valentía de reconocer que sin ellos «la democracia se atrofia, se convierte en unnominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afueraal pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino»[146].

El poder internacional

170. Me permito repetir que «la crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo deuna nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de laactividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara arepensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo»[147]. Es más, parece que lasverdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a másindividualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempreencuentran la manera de salir indemnes.

171. Quisiera insistir en que «dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia,significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado apasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de susagrupaciones sociales. La distribución fáctica del poder —sea, sobre todo, político, económico, dedefensa, tecnológico— entre una pluralidad de sujetos y la creación de un sistema jurídico deregulación de las pretensiones e intereses, concreta la limitación del poder. El panorama mundialhoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y —a la vez— grandes sectoresindefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder»[148].

172. El siglo XXI «es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre

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todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende apredominar sobre la política. En este contexto, se vuelve indispensable la maduración deinstituciones internacionales más fuertes y eficazmente organizadas, con autoridades designadasequitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y dotadas de poder parasancionar»[149]. Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundialregulada por el derecho[150] no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal. Sinembargo, al menos debería incluir la gestación de organizaciones mundiales más eficaces,dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y lamiseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales.

173. En esta línea, recuerdo que es necesaria una reforma «tanto de la Organización de lasNaciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se déuna concreción real al concepto de familia de naciones»[151]. Sin duda esto supone límitesjurídicos precisos que eviten que se trate de una autoridad cooptada por unos pocos países, yque a su vez impidan imposiciones culturales o el menoscabo de las libertades básicas de lasnaciones más débiles a causa de diferencias ideológicas. Porque «la Comunidad Internacional esuna comunidad jurídica fundada en la soberanía de cada uno de los Estados miembros, sinvínculos de subordinación que nieguen o limiten su independencia»[152]. Pero «la labor de lasNaciones Unidas, a partir de los postulados del Preámbulo y de los primeros artículos de su CartaConstitucional, puede ser vista como el desarrollo y la promoción de la soberanía del derecho,sabiendo que la justicia es requisito indispensable para obtener el ideal de la fraternidaduniversal. […] Hay que asegurar el imperio incontestado del derecho y el infatigable recurso a lanegociación, a los buenos oficios y al arbitraje, como propone la Carta de las Naciones Unidas,verdadera norma jurídica fundamental»[153]. Es necesario evitar que esta Organización seadeslegitimizada, porque sus problemas o deficiencias pueden ser afrontados y resueltosconjuntamente.

174. Hacen falta valentía y generosidad en orden a establecer libremente determinados objetivoscomunes y asegurar el cumplimiento en todo el mundo de algunas normas básicas. Para que estosea realmente útil, se debe sostener «la exigencia de mantener los acuerdos suscritos —pactasunt servanda—»[154], de manera que se evite «la tentación de apelar al derecho de la fuerzamás que a la fuerza del derecho».[155] Esto requiere fortalecer «los instrumentos normativos parala solución pacífica de las controversias de modo que se refuercen su alcance y suobligatoriedad»[156]. Entre estos instrumentos normativos, deben ser favorecidos los acuerdosmultilaterales entre los Estados, porque garantizan mejor que los acuerdos bilaterales el cuidadode un bien común realmente universal y la protección de los Estados más débiles.

175. Gracias a Dios tantas agrupaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a paliar lasdebilidades de la Comunidad internacional, su falta de coordinación en situaciones complejas, sufalta de atención frente a derechos humanos fundamentales y a situaciones muy críticas dealgunos grupos. Así adquiere una expresión concreta el principio de subsidiariedad, que garantiza

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la participación y la acción de las comunidades y organizaciones de menor rango, las quecomplementan la acción del Estado. Muchas veces desarrollan esfuerzos admirables pensandoen el bien común y algunos de sus miembros llegan a realizar gestos verdaderamente heroicosque muestran de cuánta belleza todavía es capaz nuestra humanidad.

Una caridad social y política

176. Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de estehecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto seañaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla conalguna ideología. Pero, ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficazhacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?[157]

La política que se necesita

177. Me permito volver a insistir que «la política no debe someterse a la economía y esta no debesometerse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia»[158]. Aunque haya querechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no sepuede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija losdiversos aspectos de la crisis actual»[159]. Al contrario, «necesitamos una política que piense convisión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogointerdisciplinario los diversos aspectos de la crisis»[160]. Pienso en «una sana política, capaz dereformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superarpresiones e inercias viciosas»[161]. No se puede pedir esto a la economía, ni se puede aceptarque esta asuma el poder real del Estado.

178. Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que «la grandeza políticase muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el biencomún a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto denación»[162] y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura. Pensar enlos que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica,porque, como enseñaron los Obispos de Portugal, la tierra «es un préstamo que cada generaciónrecibe y debe transmitir a la generación siguiente»[163].

179. La sociedad mundial tiene serias fallas estructurales que no se resuelven con parches osoluciones rápidas meramente ocasionales. Hay cosas que deben ser cambiadas con replanteosde fondo y transformaciones importantes. Sólo una sana política podría liderarlo, convocando alos más diversos sectores y a los saberes más variados. De esa manera, una economía integradaen un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede «abrir camino aoportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso,sino orientar esa energía con cauces nuevos»[164].

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El amor político

180. Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistadsocial que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrarlos caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea seconvierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una personanecesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y dejusticia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»[165]. Setrata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social[166]. Una vezmás convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas máspreciosas de la caridad, porque busca el bien común»[167].

181. Todos los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia «provienen de lacaridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40)»[168].Esto supone reconocer que «el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es tambiéncivil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundomejor»[169]. Por esa razón, el amor no sólo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sinotambién en «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas»[170].

182. Esta caridad política supone haber desarrollado un sentido social que supera todamentalidad individualista: «La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscarefectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino tambiénen la dimensión social que las une»[171]. Cada uno es plenamente persona cuando pertenece aun pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona.Pueblo y persona son términos correlativos. Sin embargo, hoy se pretende reducir las personas aindividuos, fácilmente dominables por poderes que miran a intereses espurios. La buena políticabusca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, enorden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes.

Amor efectivo

183. A partir del «amor social»[172] es posible avanzar hacia una civilización del amor a la quetodos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construirun mundo nuevo[173], porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograrcaminos eficaces de desarrollo para todos. El amor social es una «fuerza capaz de suscitar víasnuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde suinterior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos»[174].

184. La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta. Sin embargo, hoy «seafirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales»[175].Es mucho más que sentimentalismo subjetivo, si es que está unida al compromiso con la verdad,

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de manera que no sea «presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de lossujetos»[176]. Precisamente su relación con la verdad facilita a la caridad su universalismo y asíevita ser «relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado»[177]. De otro modo, será«excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal,en el diálogo entre saberes y operatividad»[178]. Sin la verdad, la emotividad se vacía decontenidos relacionales y sociales. Por eso la apertura a la verdad protege a la caridad de unafalsa fe que se queda sin «su horizonte humano y universal»[179].

185. La caridad necesita la luz de la verdad que constantemente buscamos y «esta luz essimultáneamente la de la razón y la de la fe»[180], sin relativismos. Esto supone también eldesarrollo de las ciencias y su aporte insustituible para encontrar los caminos concretos y másseguros para obtener los resultados que se esperan. Porque cuando está en juego el bien de losdemás no bastan las buenas intenciones, sino lograr efectivamente lo que ellos y sus nacionesnecesitan para realizarse.

La actividad del amor político

186. Hay un llamado amor “elícito”, que son los actos que proceden directamente de la virtud dela caridad, dirigidos a personas y a pueblos. Hay además un amor “imperado”: aquellos actos dela caridad que impulsan a crear instituciones más sanas, regulaciones más justas, estructurasmás solidarias[181]. De ahí que sea «un acto de caridad igualmente indispensable el esfuerzodirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer lamiseria»[182]. Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo quese realiza, aun sin tener contacto directo con esa persona, para modificar las condiciones socialesque provocan su sufrimiento. Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisitacaridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro concomida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad queennoblece su acción política.

Los desvelos del amor

187. Esta caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por losúltimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor[183]. Sólo con unamirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro,los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio yen su cultura, y por lo tanto verdaderamente integrados en la sociedad. Esta mirada es el núcleodel verdadero espíritu de la política. Desde allí los caminos que se abren son diferentes a los deun pragmatismo sin alma. Por ejemplo, «no se puede abordar el escándalo de la pobrezapromoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres enseres domesticados e inofensivos. Qué triste ver cuando detrás de supuestas obras altruistas, sereduce al otro a la pasividad»[184]. Lo que se necesita es que haya diversos cauces de expresión

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y de participación social. La educación está al servicio de ese camino para que cada ser humanopueda ser artífice de su destino. Aquí muestra su valor el principio de subsidiariedad, inseparabledel principio de solidaridad.

188. Esto provoca la urgencia de resolver todo lo que atenta contra los derechos humanosfundamentales. Los políticos están llamados a «preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad delos pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha yfecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la“cultura del descarte”. […] Significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal yangustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad»[185]. Así ciertamente se genera una actividadintensa, porque «hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de lapersona humana»[186]. El político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, conmirada amplia, realista y pragmática, aún más allá de su propio país. Las mayores angustias deun político no deberían ser las causadas por una caída en las encuestas, sino por no resolverefectivamente «el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias detrata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños yniñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo ycrimen internacional organizado. Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado de vidasinocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismodeclaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestrasinstituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos»[187]. Esto se haceaprovechando con inteligencia los grandes recursos del desarrollo tecnológico.

189. Todavía estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos. Por esola política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el deacabar eficazmente con el hambre. Porque «cuando la especulación financiera condiciona elprecio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren ymueren de hambre. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye unverdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derechoinalienable»[188]. Mientras muchas veces nos enfrascamos en discusiones semánticas oideológicas, permitimos que todavía hoy haya hermanas y hermanos que mueran de hambre o desed, sin un techo o sin acceso al cuidado de su salud. Junto con estas necesidades elementalesinsatisfechas, la trata de personas es otra vergüenza para la humanidad que la políticainternacional no debería seguir tolerando, más allá de los discursos y las buenas intenciones. Sonmínimos impostergables.

Amor que integra y reúne

190. La caridad política se expresa también en la apertura a todos. Principalmente aquel a quienle toca gobernar, está llamado a renuncias que hagan posible el encuentro, y busca la confluenciaal menos en algunos temas. Sabe escuchar el punto de vista del otro facilitando que todos tengan

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un espacio. Con renuncias y paciencia un gobernante puede ayudar a crear ese hermoso poliedrodonde todos encuentran un lugar. En esto no funcionan las negociaciones de tipo económico. Esalgo más, es un intercambio de ofrendas en favor del bien común. Parece una utopía ingenua,pero no podemos renunciar a este altísimo objetivo.

191. Mientras vemos que todo tipo de intolerancias fundamentalistas daña las relaciones entrepersonas, grupos y pueblos, vivamos y enseñemos nosotros el valor del respeto, el amor capazde asumir toda diferencia, la prioridad de la dignidad de todo ser humano sobre cualesquierafuesen sus ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados. Mientras en la sociedad actualproliferan los fanatismos, las lógicas cerradas y la fragmentación social y cultural, un buen políticoda el primer paso para que resuenen las distintas voces. Es cierto que las diferencias generanconflictos, pero la uniformidad genera asfixia y hace que nos fagocitemos culturalmente. No nosresignemos a vivir encerrados en un fragmento de realidad.

192. En este contexto, quiero recordar que, junto con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, pedimos «alos artífices de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente paradifundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible paraparar el derramamiento de sangre inocente»[189]. Y cuando una determinada política siembra elodio o el miedo hacia otras naciones en nombre del bien del propio país, es necesariopreocuparse, reaccionar a tiempo y corregir inmediatamente el rumbo.

Más fecundidad que éxitos

193. Al mismo tiempo que desarrolla esta actividad incansable, todo político también es un serhumano. Está llamado a vivir el amor en sus relaciones interpersonales cotidianas. Es unapersona, y necesita advertir que «el mundo moderno, por su misma perfección técnica tiende aracionalizar, cada día más, la satisfacción de los deseos humanos, clasificados y repartidos entrediversos servicios. Cada vez menos se llama a un hombre por su nombre propio, cada vez menosse tratará como persona a este ser, único en el mundo, que tiene su propio corazón, sussufrimientos, sus problemas, sus alegrías y su propia familia. Sólo se conocerán susenfermedades para curarlas, su falta de dinero para proporcionárselo, su necesidad de casa paraalojarlo, su deseo de esparcimiento y de distracciones para organizárselas». Pero «amar al másinsignificante de los seres humanos como a un hermano, como si no hubiera más que él en elmundo, no es perder el tiempo»[190].

194. También en la política hay lugar para amar con ternura. «¿Qué es la ternura? Es el amor quese hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a losoídos, a las manos. […] La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres másvalientes y fuertes»[191]. En medio de la actividad política, «los más pequeños, los más débiles,los más pobres deben enternecernos: tienen “derecho” de llenarnos el alma y el corazón. Sí, ellosson nuestros hermanos y como tales tenemos que amarlos y tratarlos»[192].

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195. Esto nos ayuda a reconocer que no siempre se trata de lograr grandes éxitos, que a vecesno son posibles. En la actividad política hay que recordar que «más allá de toda apariencia, cadauno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logroayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblofiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena derostros y de nombres!»[193]. Los grandes objetivos soñados en las estrategias se logranparcialmente. Más allá de esto, quien ama y ha dejado de entender la política como una merabúsqueda de poder «tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizadoscon amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierdeningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ningunadolorosa paciencia. Todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida»[194].

196. Por otra parte, una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos seránrecogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra. Labuena política une al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en elcorazón del pueblo, a pesar de todo. Por eso «la auténtica vida política, fundada en el derecho yen un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cadahombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevasenergías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales»[195].

197. Vista de esta manera, la política es más noble que la apariencia, que el marketing, quedistintas formas de maquillaje mediático. Todo eso lo único que logra sembrar es división,enemistad y un escepticismo desolador incapaz de apelar a un proyecto común. Pensando en elfuturo, algunos días las preguntas tienen que ser: “¿Para qué? ¿Hacia dónde estoy apuntandorealmente?”. Porque, después de unos años, reflexionando sobre el propio pasado la pregunta noserá: “¿Cuántos me aprobaron, cuántos me votaron, cuántos tuvieron una imagen positiva demí?”. Las preguntas, quizás dolorosas, serán: “¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hiceavanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, quéfuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se meencomendó?”.

 

Capítulo sexto

DIÁLOGO Y AMISTAD SOCIAL

198. Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscarpuntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar”. Para encontrarnos y ayudarnosmutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir para qué sirve el diálogo. Me basta pensarqué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido

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unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como losdesencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más delo que podamos darnos cuenta.

El diálogo social hacia una nueva cultura

199. Algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentancon violencia destructiva, pero «entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hayuna opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, porquetodos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un paíscrece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la culturapopular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de lafamilia y de los medios de comunicación»[196].

200. Se suele confundir el diálogo con algo muy diferente: un febril intercambio de opiniones enlas redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable. Sonsólo monólogos que proceden paralelos, quizás imponiéndose a la atención de los demás por sustonos altos o agresivos. Pero los monólogos no comprometen a nadie, hasta el punto de que suscontenidos frecuentemente son oportunistas y contradictorios.

201. La resonante difusión de hechos y reclamos en los medios, en realidad suele cerrar lasposibilidades del diálogo, porque permite que cada uno mantenga intocables y sin matices susideas, intereses y opciones con la excusa de los errores ajenos. Prima la costumbre dedescalificar rápidamente al adversario, aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar undiálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora. Lo peor es queeste lenguaje, habitual en el contexto mediático de una campaña política, se ha generalizado detal manera que todos lo utilizan cotidianamente. El debate frecuentemente es manoseado pordeterminados intereses que tienen mayor poder, procurando deshonestamente inclinar la opiniónpública a su favor. No me refiero solamente al gobierno de turno, ya que este poder manipuladorpuede ser económico, político, mediático, religioso o de cualquier género. A veces se lo justifica oexcusa cuando su dinámica responde a los propios intereses económicos o ideológicos, perotarde o temprano se vuelve en contra de esos mismos intereses.

202. La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por elbien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de loscasos, por imponer su forma de pensar. Así las conversaciones se convertirán en merasnegociaciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficiosposibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común. Los héroes del futuro serán losque sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada deverdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se esténgestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad.

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Construir en común

203. El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otroaceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde suidentidad, el otro tiene algo para aportar, y es deseable que profundice y exponga su propiaposición para que el debate público sea más completo todavía. Es cierto que cuando una personao un grupo es coherente con lo que piensa, adhiere firmemente a valores y convicciones, ydesarrolla un pensamiento, eso de un modo o de otro beneficiará a la sociedad. Pero esto sóloocurre realmente en la medida en que dicho desarrollo se realice en diálogo y apertura a losotros. Porque «en un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender elsentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia.Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscarpuntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos»[197]. La discusión pública, siverdaderamente da espacio a todos y no manipula ni esconde información, es un permanenteestímulo que permite alcanzar más adecuadamente la verdad, o al menos expresarla mejor.Impide que los diversos sectores se instalen cómodos y autosuficientes en su modo de ver lascosas y en sus intereses limitados. Pensemos que «las diferencias son creativas, crean tensión yen la resolución de una tensión está el progreso de la humanidad»[198].

204. Hoy existe la convicción de que, además de los desarrollos científicos especializados, esnecesaria la comunicación entre disciplinas, puesto que la realidad es una, aunque pueda serabordada desde distintas perspectivas y con diferentes metodologías. No se debe soslayar elriesgo de que un avance científico sea considerado el único abordaje posible para comprenderalgún aspecto de la vida, de la sociedad y del mundo. En cambio, un investigador que avanza coneficiencia en su análisis, e igualmente está dispuesto a reconocer otras dimensiones de larealidad que él investiga, gracias al trabajo de otras ciencias y saberes, se abre a conocer larealidad de manera más íntegra y plena.

205. En este mundo globalizado «los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamosmás cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de lafamilia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más dignapara todos. […] Pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de lacomunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, internetpuede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algobueno, es un don de Dios»[199]. Pero es necesario verificar constantemente que las actualesformas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsquedasincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir elbien común. Al mismo tiempo, como enseñaron los Obispos de Australia, «no podemos aceptarun mundo digital diseñado para explotar nuestra debilidad y sacar afuera lo peor de lagente»[200].

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El fundamento de los consensos

206. El relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia, terminafacilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según las convenienciasdel momento. Si en definitiva «no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de lasatisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas […] no podemos pensarque los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes. […] Cuando es la cultura la quese corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmenteválidos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos aevitar»[201].

207. ¿Es posible prestar atención a la verdad, buscar la verdad que responde a nuestra realidadmás honda? ¿Qué es la ley sin la convicción alcanzada tras un largo camino de reflexión y desabiduría, de que cada ser humano es sagrado e inviolable? Para que una sociedad tenga futuroes necesario que haya asumido un sentido respeto hacia la verdad de la dignidad humana, a laque nos sometemos. Entonces no se evitará matar a alguien sólo para evitar el escarnio social yel peso de la ley, sino por convicción. Es una verdad irrenunciable que reconocemos con la razóny aceptamos con la conciencia. Una sociedad es noble y respetable también por su cultivo de labúsqueda de la verdad y por su apego a las verdades más fundamentales.

208. Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguracióny ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no essólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de losfundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes.Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias delmomento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y loserán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales,porque derivan de ella.

209. De otro modo, ¿no podría suceder quizás que los derechos humanos fundamentales, hoyconsiderados infranqueables, sean negados por los poderosos de turno, luego de haber logradoel “consenso” de una población adormecida y amedrentada? Tampoco sería suficiente un meroconsenso entre los distintos pueblos, igualmente manipulable. Ya tenemos pruebas de sobra detodo el bien que somos capaces de realizar, pero, al mismo tiempo, tenemos que reconocer lacapacidad de destrucción que hay en nosotros. El individualismo indiferente y despiadado en elque hemos caído, ¿no es también resultado de la pereza para buscar los valores más altos, quevayan más allá de las necesidades circunstanciales? Al relativismo se suma el riesgo de que elpoderoso o el más hábil termine imponiendo una supuesta verdad. En cambio, «ante las normasmorales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hayninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante lasexigencias morales somos todos absolutamente iguales»[202].

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210. Lo que nos ocurre hoy, y nos arrastra en una lógica perversa y vacía, es que hay unaasimilación de la ética y de la política a la física. No existen el bien y el mal en sí, sino solamenteun cálculo de ventajas y desventajas. El desplazamiento de la razón moral trae comoconsecuencia que el derecho no puede referirse a una concepción fundamental de justicia, sinoque se convierte en el espejo de las ideas dominantes. Entramos aquí en una degradación: ir“nivelando hacia abajo” por medio de un consenso superficial y negociador. Así, en definitiva, lalógica de la fuerza triunfa.

El consenso y la verdad

211. En una sociedad pluralista, el diálogo es el camino más adecuado para llegar a reconoceraquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consensocircunstancial. Hablamos de un diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, porargumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntosde vista, y que no excluye la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementalesque deben y deberán ser siempre sostenidas. Aceptar que hay algunos valores permanentes,aunque no siempre sea fácil reconocerlos, otorga solidez y estabilidad a una ética social. Auncuando los hayamos reconocido y asumido gracias al diálogo y al consenso, vemos que esosvalores básicos están más allá de todo consenso, los reconocemos como valores trascendentes anuestros contextos y nunca negociables. Podrá crecer nuestra comprensión de su significado yalcance —y en ese sentido el consenso es algo dinámico—, pero en sí mismos son apreciadoscomo estables por su sentido intrínseco.

212. Si algo es siempre conveniente para el buen funcionamiento de la sociedad, ¿no es porquedetrás de eso hay una verdad permanente, que la inteligencia puede captar? En la realidadmisma del ser humano y de la sociedad, en su naturaleza íntima, hay una serie de estructurasbásicas que sostienen su desarrollo y su supervivencia. De allí se derivan determinadasexigencias que pueden ser descubiertas gracias al diálogo, si bien no son estrictamentefabricadas por el consenso. El hecho de que ciertas normas sean indispensables para la mismavida social es un indicio externo de que son algo bueno en sí mismo. Por consiguiente, no esnecesario contraponer la conveniencia social, el consenso y la realidad de una verdad objetiva.Estas tres pueden unirse armoniosamente cuando, a través del diálogo, las personas se atreven allegar hasta el fondo de una cuestión.

213. Si hay que respetar en toda situación la dignidad ajena, es porque nosotros no inventamos osuponemos la dignidad de los demás, sino porque hay efectivamente en ellos un valor que superalas cosas materiales y las circunstancias, y que exige que se les trate de otra manera. Que todoser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humanamás allá de cualquier cambio cultural. Por eso el ser humano tiene la misma dignidad inviolableen cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negaresta convicción o a no obrar en consecuencia. La inteligencia puede entonces escrutar en la

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realidad de las cosas, a través de la reflexión, de la experiencia y del diálogo, para reconocer enesa realidad que la trasciende la base de ciertas exigencias morales universales.

214. A los agnósticos, este fundamento podrá parecerles suficiente para otorgar una firme yestable validez universal a los principios éticos básicos y no negociables, que pueda impedirnuevas catástrofes. Para los creyentes, esa naturaleza humana, fuente de principios éticos, hasido creada por Dios, quien, en definitiva, otorga un fundamento sólido a esos principios[203].Esto no establece un fijismo ético ni da lugar a la imposición de algún sistema moral, puesto quelos principios morales elementales y universalmente válidos pueden dar lugar a diversasnormativas prácticas. Por eso deja siempre un lugar para el diálogo.

Una nueva cultura

215. «La vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida»[204].Reiteradas veces he invitado a desarrollar una cultura del encuentro, que vaya más allá de lasdialécticas que enfrentan. Es un estilo de vida tendiente a conformar ese poliedro que tienemuchas facetas, muchísimos lados, pero todos formando una unidad cargada de matices, ya que«el todo es superior a la parte»[205]. El poliedro representa una sociedad donde las diferenciasconviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque estoimplique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie esinservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otropunto de vista, ve aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder dondese toman las decisiones más definitorias.

El encuentro hecho cultura

216. La palabra “cultura” indica algo que ha penetrado en el pueblo, en sus convicciones másentrañables y en su estilo de vida. Si hablamos de una “cultura” en el pueblo, eso es más que unaidea o una abstracción. Incluye las ganas, el entusiasmo y finalmente una forma de vivir quecaracteriza a ese conjunto humano. Entonces, hablar de “cultura del encuentro” significa quecomo pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes,proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujetode esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursosprofesionales y mediáticos.

217. La paz social es trabajosa, artesanal. Sería más fácil contener las libertades y las diferenciascon un poco de astucia y de recursos. Pero esa paz sería superficial y frágil, no el fruto de unacultura del encuentro que la sostenga. Integrar a los diferentes es mucho más difícil y lento,aunque es la garantía de una paz real y sólida. Esto no se consigue agrupando sólo a los puros,porque «aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportarque no debe perderse»[206]. Tampoco consiste en una paz que surge acallando las

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reivindicaciones sociales o evitando que hagan lío, ya que no es «un consenso de escritorio o unaefímera paz para una minoría feliz»[207]. Lo que vale es generar procesos de encuentro,procesos que construyan un pueblo que sabe recoger las diferencias. ¡Armemos a nuestros hijoscon las armas del diálogo! ¡Enseñémosles la buena batalla del encuentro!

El gusto de reconocer al otro

218. Esto implica el hábito de reconocer al otro el derecho de ser él mismo y de ser diferente. Apartir de ese reconocimiento hecho cultura se vuelve posible la gestación de un pacto social. Sinese reconocimiento surgen maneras sutiles de buscar que el otro pierda todo significado, que sevuelva irrelevante, que no se le reconozca algún valor en la sociedad. Detrás del rechazo dedeterminadas formas visibles de violencia, suele esconderse otra violencia más solapada: la dequienes desprecian al diferente, sobre todo cuando sus reclamos perjudican de algún modo lospropios intereses.

219. Cuando un sector de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que ofrece el mundo, como silos pobres no existieran, eso en algún momento tiene sus consecuencias. Ignorar la existencia ylos derechos de los otros, tarde o temprano provoca alguna forma de violencia, muchas vecesinesperada. Los sueños de la libertad, la igualdad y la fraternidad pueden quedar en el nivel delas meras formalidades, porque no son efectivamente para todos. Por lo tanto, no se tratasolamente de buscar un encuentro entre los que detentan diversas formas de poder económico,político o académico. Un encuentro social real pone en verdadero diálogo las grandes formasculturales que representan a la mayoría de la población. Con frecuencia las buenas propuestasno son asumidas por los sectores más empobrecidos porque se presentan con un ropaje culturalque no es el de ellos y con el que no pueden sentirse identificados. Por consiguiente, un pactosocial realista e inclusivo debe ser también un “pacto cultural”, que respete y asuma las diversascosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad.

220. Por ejemplo, los pueblos originarios no están en contra del progreso, si bien tienen una ideade progreso diferente, muchas veces más humanista que la de la cultura moderna de losdesarrollados. No es una cultura orientada al beneficio de los que tienen poder, de los quenecesitan crear una especie de paraíso eterno en la tierra. La intolerancia y el desprecio ante lasculturas populares indígenas es una verdadera forma de violencia, propia de los “eticistas” sinbondad que viven juzgando a los demás. Pero ningún cambio auténtico, profundo y estable esposible si no se realiza a partir de las diversas culturas, principalmente de los pobres. Un pactocultural supone renunciar a entender la identidad de un lugar de manera monolítica, y exigerespetar la diversidad ofreciéndole caminos de promoción y de integración social.

221. Este pacto también implica aceptar la posibilidad de ceder algo por el bien común. Ningunopodrá tener toda la verdad ni satisfacer la totalidad de sus deseos, porque esa pretensión llevaríaa querer destruir al otro negándole sus derechos. La búsqueda de una falsa tolerancia tiene que

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ceder paso al realismo dialogante, de quien cree que debe ser fiel a sus principios, peroreconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Es el auténticoreconocimiento del otro, que sólo el amor hace posible, y que significa colocarse en el lugar delotro para descubrir qué hay de auténtico, o al menos de comprensible, en medio de susmotivaciones e intereses.

Recuperar la amabilidad

222. El individualismo consumista provoca mucho atropello. Los demás se convierten en merosobstáculos para la propia tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando comomolestias y la agresividad crece. Esto se acentúa y llega a niveles exasperantes en épocas decrisis, en situaciones catastróficas, en momentos difíciles donde sale a plena luz el espíritu del“sálvese quien pueda”. Sin embargo, todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Haypersonas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad.

223. San Pablo mencionaba un fruto del Espíritu Santo con la palabra griega jrestótes (Ga 5,22),que expresa un estado de ánimo que no es áspero, rudo, duro, sino afable, suave, que sostiene yconforta. La persona que tiene esta cualidad ayuda a los demás a que su existencia sea mássoportable, sobre todo cuando cargan con el peso de sus problemas, urgencias y angustias. Esuna manera de tratar a otros que se manifiesta de diversas formas: como amabilidad en el trato,como un cuidado para no herir con las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de losdemás. Implica «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, queestimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, quedesprecian»[208].

224. La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas,de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que losotros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponiblespara detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias”. Pero de vez encuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades yurgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule,para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido cadadía, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene losconflictos. El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa.Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfiguraprofundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas.Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos lospuentes.

 

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Capítulo séptimo

CAMINOS DE REENCUENTRO

225. En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas,se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro coningenio y audacia.

Recomenzar desde la verdad

226. Reencuentro no significa volver a un momento anterior a los conflictos. Con el tiempo todoshemos cambiado. El dolor y los enfrentamientos nos han transformado. Además, ya no hay lugarpara diplomacias vacías, para disimulos, para dobles discursos, para ocultamientos, para buenosmodales que esconden la realidad. Los que han estado duramente enfrentados conversan desdela verdad, clara y desnuda. Les hace falta aprender a cultivar una memoria penitencial, capaz deasumir el pasado para liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones oproyecciones. Sólo desde la verdad histórica de los hechos podrán hacer el esfuerzoperseverante y largo de comprenderse mutuamente y de intentar una nueva síntesis para el biende todos. La realidad es que «el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es untrabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que seabre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza»[209]. Como dijeron losObispos del Congo con respecto a un conflicto que se repite, «los acuerdos de paz en los papelesnunca serán suficientes. Será necesario ir más lejos, integrando la exigencia de verdad sobre losorígenes de esta crisis recurrente. El pueblo tiene el derecho de saber qué pasó»[210].

227. En efecto, «la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Lastres juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que lasotras sean alteradas. […] La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien ala reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que haocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores deedad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimasde violencia y de abusos. […] Cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en lacarne de la humanidad; cada muerte violenta nos disminuye como personas. […] La violenciaengendra violencia, el odio engendra más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romperesa cadena que se presenta como ineludible»[211].

La arquitectura y la artesanía de la paz

228. El camino hacia la paz no implica homogeneizar la sociedad, pero sí nos permite trabajarjuntos. Puede unir a muchos en pos de búsquedas comunes donde todos ganan. Frente a undeterminado objetivo común, se podrán aportar diferentes propuestas técnicas, distintas

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experiencias, y trabajar por el bien común. Es necesario tratar de identificar bien los problemasque atraviesa una sociedad para aceptar que existen diferentes maneras de mirar las dificultadesy de resolverlas. El camino hacia una mejor convivencia implica siempre reconocer la posibilidadde que el otro aporte una perspectiva legítima, al menos en parte, algo que pueda ser rescatado,aun cuando se haya equivocado o haya actuado mal. Porque «nunca se debe encasillar al otropor lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro deél»[212], promesa que deja siempre un resquicio de esperanza.

229. Como enseñaron los Obispos de Sudáfrica, la verdadera reconciliación se alcanza demanera proactiva, «formando una nueva sociedad basada en el servicio a los demás, más que enel deseo de dominar; una sociedad basada en compartir con otros lo que uno posee, más que enla lucha egoísta de cada uno por la mayor riqueza posible; una sociedad en la que el valor deestar juntos como seres humanos es definitivamente más importante que cualquier grupo menor,sea este la familia, la nación, la raza o la cultura»[213]. Los Obispos de Corea del Sur señalaronque una verdadera paz «sólo puede lograrse cuando luchamos por la justicia a través del diálogo,persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo»[214].

230. El esfuerzo duro por superar lo que nos divide sin perder la identidad de cada uno, suponeque en todos permanezca vivo un básico sentimiento de pertenencia. Porque «nuestra sociedadgana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia,los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad,incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolores de todos. […] En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el biencomún, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hayalgo que no se mueve: ese lazo familiar. Las peleas de familia son reconciliaciones después. Lasalegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso sí es ser familia! Si pudiéramoslograr ver al oponente político o al vecino de casa con los mismos ojos que a los hijos, esposas,esposos, padres o madres, qué bueno sería. ¿Amamos nuestra sociedad o sigue siendo algolejano, algo anónimo, que no nos involucra, no nos mete, no nos compromete?»[215].

231. Muchas veces es muy necesario negociar y así desarrollar cauces concretos para la paz.Pero los procesos efectivos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanalesobradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo devida cotidiana. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos.Entonces «cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir unanueva página de la historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena dereconciliación»[216]. Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas institucionesde la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz quenos involucra a todos. A partir de diversos procesos de paz que se desarrollaron en distintoslugares del mundo «hemos aprendido que estos caminos de pacificación, de primacía de la razónsobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los

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procesos de la gente. No se alcanzan con el diseño de marcos normativos y arreglosinstitucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad. […] Además, siempre esrico incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchasocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienescoloreen los procesos de memoria colectiva»[217].

232. No hay punto final en la construcción de la paz social de un país, sino que es «una tarea queno da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaeren el esfuerzopor construirla unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoquessobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura delencuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a lapersona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común. Que este esfuerzo noshaga huirde toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a cortoplazo»[218]. Las manifestaciones públicas violentas, de un lado o de otro, no ayudan a encontrarcaminos de salida. Sobre todo porque, como bien han señalado los Obispos de Colombia, cuandose alientan «movilizaciones ciudadanas no siempre aparecen claros sus orígenes y objetivos, hayciertas formas de manipulación política y se han percibido apropiaciones a favor de interesesparticulares»[219].

Sobre todo con los últimos

233. La procura de la amistad social no implica solamente el acercamiento entre grupos socialesdistanciados a partir de algún período conflictivo de la historia, sino también la búsqueda de unreencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables. La paz «no sólo es ausencia deguerra sino el compromiso incansable —especialmente de aquellos que ocupamos un cargo demás amplia responsabilidad— de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidadtantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principalesprotagonistas del destino de su nación»[220].

234. Frecuentemente se ha ofendido a los últimos de la sociedad con generalizaciones injustas.Si a veces los más pobres y los descartados reaccionan con actitudes que parecen antisociales,es importante entender que muchas veces esas reacciones tienen que ver con una historia demenosprecio y de falta de inclusión social. Como enseñaron los Obispos latinoamericanos, «sólola cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobresde hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debeconducirnos a la amistad con los pobres»[221].

235. Quienes pretenden pacificar a una sociedad no deben olvidar que la inequidad y la falta deun desarrollo humano integral no permiten generar paz. En efecto, «sin igualdad deoportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo quetarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad —local, nacional o mundial—

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abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursospoliciales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad»[222]. Si hay quevolver a empezar, siempre será desde los últimos.

El valor y el sentido del perdón

236. Algunos prefieren no hablar de reconciliación porque entienden que el conflicto, la violencia ylas rupturas son parte del funcionamiento normal de una sociedad. De hecho, en cualquier grupohumano hay luchas de poder más o menos sutiles entre distintos sectores. Otros sostienen quedar lugar al perdón es ceder el propio espacio para que otros dominen la situación. Por eso,consideran que es mejor mantener un juego de poder que permita sostener un equilibrio defuerzas entre los distintos grupos. Otros creen que la reconciliación es cosa de débiles, que noson capaces de un diálogo hasta el fondo, y por eso optan por escapar de los problemasdisimulando las injusticias. Incapaces de enfrentar los problemas, eligen una paz aparente.

El conflicto inevitable

237. El perdón y la reconciliación son temas fuertemente acentuados en el cristianismo y, dediversas formas, en otras religiones. El riesgo está en no comprender adecuadamente lasconvicciones creyentes y presentarlas de tal modo que terminen alimentando el fatalismo, lainercia o la injusticia, o por otro lado la intolerancia y la violencia.

238. Jesucristo nunca invitó a fomentar la violencia o la intolerancia. Él mismo condenabaabiertamente el uso de la fuerza para imponerse a los demás: «Ustedes saben que los jefes delas naciones las someten y los poderosos las dominan. Entre ustedes no debe ser así» (Mt 20,25-26). Por otra parte, el Evangelio pide perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22) y pone el ejemplodel servidor despiadado, que fue perdonado pero él a su vez no fue capaz de perdonar a otros (cf.Mt 18,23-35).

239. Si leemos otros textos del Nuevo Testamento, podemos advertir que de hecho lascomunidades primitivas, inmersas en un mundo pagano desbordado de corrupción ydesviaciones, vivían un sentido de paciencia, tolerancia, comprensión. Algunos textos son muyclaros al respecto: se invita a reprender a los adversarios con dulzura (cf. 2 Tm 2,25). O seexhorta: «Que no injurien a nadie ni sean agresivos, sino amables, demostrando una granhumildad con todo el mundo. Porque nosotros también antes […] éramos detestables» (Tt 3,2-3).El libro de los Hechos de los Apóstoles afirma que los discípulos, perseguidos por algunasautoridades, «gozaban de la estima de todo el pueblo» (2,47; cf. 4,21.33; 5,13).

240. Sin embargo, cuando reflexionamos acerca del perdón, de la paz y de la concordia social,nos encontramos con una expresión de Jesucristo que nos sorprende: «No piensen que vine atraer paz a la tierra. ¡No vine a traer paz, sino espada! Vine a enfrentar al hijo contra su padre, a

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la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra y así, los enemigos de cada uno serán los desu familia» (Mt 10,34-36). Es importante situarla en el contexto del capítulo donde está inserta.Allí queda claro que el tema del que se está hablando es el de la fidelidad a la propia opción, sinavergonzarse, aunque eso acarree contrariedades, y aunque los seres queridos se opongan adicha opción. Por lo tanto, dichas palabras no invitan a buscar conflictos, sino simplemente asoportar el conflicto inevitable, para que el respeto humano no lleve a faltar a la fidelidad en posde una supuesta paz familiar o social. San Juan Pablo II ha dicho que la Iglesia «no pretendecondenar todas y cada una de las formas de conflictividad social. La Iglesia sabe muy bien que, alo largo de la historia, surgen inevitablemente los conflictos de intereses entre diversos grupossociales y que frente a ellos el cristiano no pocas veces debe pronunciarse con coherencia ydecisión»[223].

Las luchas legítimas y el perdón

241. No se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderosocorrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Estamos llamados a amara todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco eshacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintasmaneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura comoser humano. Perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de losdemás, o dejar que un criminal continúe haciendo daño. Quien sufre la injusticia tiene quedefender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar ladignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama. Si un delincuente me ha hecho daño amí o a un ser querido, nadie me prohíbe que exija justicia y que me preocupe para que esapersona —o cualquier otra— no vuelva a dañarme ni haga el mismo daño a otros. Correspondeque lo haga, y el perdón no sólo no anula esa necesidad sino que la reclama.

242. La clave está en no hacerlo para alimentar una ira que enferma el alma personal y el almade nuestro pueblo, o por una necesidad enfermiza de destruir al otro que desata una carrera devenganza. Nadie alcanza la paz interior ni se reconcilia con la vida de esa manera. La verdad esque «ninguna familia, ningún grupo de vecinos o una etnia, menos un país, tiene futuro si el motorque los une, convoca y tapa las diferencias es la venganza y el odio. No podemos ponernos deacuerdo y unirnos para vengarnos, para hacerle al que fue violento lo mismo que él nos hizo, paraplanificar ocasiones de desquite bajo formatos aparentemente legales»[224]. Así no se gana naday a la larga se pierde todo.

243. Es cierto que «no es tarea fácil superar el amargo legado de injusticias, hostilidad ydesconfianza que dejó el conflicto. Esto sólo se puede conseguir venciendo el mal con el bien (cf.Rm 12,21) y mediante el cultivo de las virtudes que favorecen la reconciliación, la solidaridad y lapaz»[225]. De ese modo, «quien cultiva la bondad en su interior recibe a cambio una concienciatranquila, una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones. Incluso

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ante las ofensas recibidas, la bondad no es debilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar ala venganza»[226]. Es necesario reconocer en la propia vida que «también ese duro juicio quealbergo en mi corazón contra mi hermano o mi hermana, esa herida no curada, ese mal noperdonado, ese rencor que sólo me hará daño, es un pedazo de guerra que llevo dentro, es unfuego en el corazón, que hay que apagar para que no se convierta en un incendio»[227].

La verdadera superación

244. Cuando los conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado,hay silencios que pueden significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero laverdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo através del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente. La lucha entre diversossectores «siempre que se abstenga de enemistades y de odio mutuo, insensiblemente seconvierte en una honesta discusión, fundada en el amor a la justicia»[228].

245. Reiteradas veces propuse «un principio que es indispensable para construir la amistadsocial: la unidad es superior al conflicto. […] No es apostar por un sincretismo ni por la absorciónde uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidadesvaliosas de las polaridades en pugna»[229]. Sabemos bien que «cada vez que las personas y lascomunidades aprendemos a apuntar más alto de nosotros mismos y de nuestros interesesparticulares, la comprensión y el compromiso mutuo se transforman […] en un ámbito donde losconflictos, las tensiones e incluso los que se podrían haber considerado opuestos en el pasado,pueden alcanzar una unidad multiforme que engendra nueva vida»[230].

La memoria

246. A quien sufrió mucho de manera injusta y cruel, no se le debe exigir una especie de “perdónsocial”. La reconciliación es un hecho personal, y nadie puede imponerla al conjunto de unasociedad, aun cuando deba promoverla. En el ámbito estrictamente personal, con una decisiónlibre y generosa, alguien puede renunciar a exigir un castigo (cf. Mt 5,44-46), aunque la sociedady su justicia legítimamente lo busquen. Pero no es posible decretar una “reconciliación general”,pretendiendo cerrar por decreto las heridas o cubrir las injusticias con un manto de olvido. ¿Quiénse puede arrogar el derecho de perdonar en nombre de los demás? Es conmovedor ver lacapacidad de perdón de algunas personas que han sabido ir más allá del daño sufrido, perotambién es humano comprender a quienes no pueden hacerlo. En todo caso, lo que jamás sedebe proponer es el olvido.

247. La Shoah no debe ser olvidada. Es el «símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad delhombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de lapersona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o lareligión que profese»[231]. Al recordarla, no puedo menos que repetir esta oración: «Acuérdate

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de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres,hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciadoy destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu alientode vida. ¡Nunca más, Señor, nunca más!»[232].

248. No deben olvidarse los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki. Una vez más «hagomemoria aquí de todas las víctimas, me inclino ante la fuerza y la dignidad de aquellos que,habiendo sobrevivido a esos primeros momentos, han soportado en sus cuerpos durante muchosaños los sufrimientos más agudos y, en sus mentes, los gérmenes de la muerte que seguíanconsumiendo su energía vital. […] No podemos permitir que las actuales y nuevas generacionespierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir unfuturo más justo y más fraterno»[233]. Tampoco deben olvidarse las persecuciones, el tráfico deesclavos y las matanzas étnicas que ocurrieron y ocurren en diversos países, y tantos otroshechos históricos que nos avergüenzan de ser humanos. Deben ser recordados siempre, una yotra vez, sin cansarnos ni anestesiarnos.

249. Es fácil hoy caer en la tentación de dar vuelta la página diciendo que ya hace mucho tiempoque sucedió y que hay que mirar hacia adelante. ¡No, por Dios! Nunca se avanza sin memoria, nose evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa. Necesitamos mantener «viva la llama de laconciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió» que«despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humanase fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción»[234]. Lo necesitanlas mismas víctimas —personas, grupos sociales o naciones—  para no ceder a la lógica quelleva a justificar las represalias y cualquier tipo de violencia en nombre del enorme mal que hansufrido. Por esto, no me refiero sólo a la memoria de los horrores, sino también al recuerdo dequienes, en medio de un contexto envenenado y corrupto fueron capaces de recuperar ladignidad y con pequeños o grandes gestos optaron por la solidaridad, el perdón, la fraternidad. Esmuy sano hacer memoria del bien.

Perdón sin olvidos

250. El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manerapuede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algoque jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuandohay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. Elperdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdónes gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz depedir perdón.

251. Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa mismafuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las

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fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganzaque tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos. Porque la venganzanunca sacia verdaderamente la insatisfacción de las víctimas. Hay crímenes tan horrendos ycrueles, que hacer sufrir a quien los cometió no sirve para sentir que se ha reparado el daño; nisiquiera bastaría matar al criminal, ni se podrían encontrar torturas que se equiparen a lo quepudo haber sufrido la víctima. La venganza no resuelve nada.

252. Tampoco estamos hablando de impunidad. Pero la justicia sólo se busca adecuadamentepor amor a la justicia misma, por respeto a las víctimas, para prevenir nuevos crímenes y enorden a preservar el bien común, no como una supuesta descarga de la propia ira. El perdón esprecisamente lo que permite buscar la justicia sin caer en el círculo vicioso de la venganza ni enla injusticia del olvido.

253. Cuando hubo injusticias mutuas, cabe reconocer con claridad que pueden no haber tenido lamisma gravedad o que no sean comparables. La violencia ejercida desde las estructuras y elpoder del Estado no está en el mismo nivel de la violencia de grupos particulares. De todosmodos, no se puede pretender que sólo se recuerden los sufrimientos injustos de una sola de laspartes. Como enseñaron los Obispos de Croacia, «nosotros debemos a toda víctima inocente elmismo respeto. No puede haber aquí diferencias raciales, confesionales, nacionales opolíticas»[235].

254. Pido a Dios «que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de lasdiferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de lamisericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; lagracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, dela búsqueda de la paz»[236].

La guerra y la pena de muerte

255. Hay dos situaciones extremas que pueden llegar a presentarse como soluciones encircunstancias particularmente dramáticas, sin advertir que son falsas respuestas, que noresuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregarnuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal. Se trata de laguerra y de la pena de muerte.

La injusticia de la guerra

256. «En el que trama el mal sólo hay engaño, pero en los que promueven la paz hay alegría» (Pr12,20). Sin embargo hay quienes buscan soluciones en la guerra, que frecuentemente «se nutrede la perversión de las relaciones, de ambiciones hegemónicas, de abusos de poder, del miedo alotro y a la diferencia vista como un obstáculo»[237]. La guerra no es un fantasma del pasado,

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sino que se ha convertido en una amenaza constante. El mundo está encontrando cada vez másdificultad en el lento camino de la paz que había emprendido y que comenzaba a dar algunosfrutos.

257. Puesto que se están creando nuevamente las condiciones para la proliferación de guerras,recuerdo que «la guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión alambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuarincansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y los pueblos. Para tal fin hayque asegurar el imperio incontestado del derecho y el infatigable recurso a la negociación, a losbuenos oficios y al arbitraje, como propone la Carta de las Naciones Unidas, verdadera normajurídica fundamental»[238]. Quiero destacar que los 75 años de las Naciones Unidas y laexperiencia de los primeros 20 años de este milenio, muestran que la plena aplicación de lasnormas internacionales es realmente eficaz, y que su incumplimiento es nocivo. La Carta de lasNaciones Unidas, respetada y aplicada con transparencia y sinceridad, es un punto de referenciaobligatorio de justicia y un cauce de paz. Pero esto supone no disfrazar intenciones espurias nicolocar los intereses particulares de un país o grupo por encima del bien común mundial. Si lanorma es considerada un instrumento al que se acude cuando resulta favorable y que se eludecuando no lo es, se desatan fuerzas incontrolables que hacen un gran daño a las sociedades, alos más débiles, a la fraternidad, al medio ambiente y a los bienes culturales, con pérdidasirrecuperables para la comunidad global.

258. Así es como fácilmente se opta por la guerra detrás de todo tipo de excusas supuestamentehumanitarias, defensivas o preventivas, acudiendo incluso a la manipulación de la información.De hecho, en las últimas décadas todas las guerras han sido pretendidamente “justificadas”. ElCatecismo de la Iglesia Católica habla de la posibilidad de una legítima defensa mediante lafuerza militar, que supone demostrar que se den algunas «condiciones rigurosas de legitimidadmoral»[239]. Pero fácilmente se cae en una interpretación demasiado amplia de este posiblederecho. Así se quieren justificar indebidamente aun ataques “preventivos” o acciones bélicas quedifícilmente no entrañen «males y desórdenes más graves que el mal que se pretendeeliminar»[240]. La cuestión es que, a partir del desarrollo de las armas nucleares, químicas ybiológicas, y de las enormes y crecientes posibilidades que brindan las nuevas tecnologías, se dioa la guerra un poder destructivo fuera de control que afecta a muchos civiles inocentes. Es verdadque «nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlobien»[241]. Entonces ya no podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgosprobablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya. Ante estarealidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablarde una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra![242]

259. Es importante agregar que, con el desarrollo de la globalización, lo que puede aparecercomo una solución inmediata o práctica para un lugar de la tierra, desata una cadena de factoresviolentos muchas veces subterráneos que termina afectando a todo el planeta y abriendo camino

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a nuevas y peores guerras futuras. En nuestro mundo ya no hay sólo “pedazos” de guerra en unpaís o en otro, sino que se vive una “guerra mundial a pedazos”, porque los destinos de lospaíses están fuertemente conectados entre ellos en el escenario mundial.

260. Como decía san Juan XXIII, «resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio aptopara resarcir el derecho violado»[243]. Lo afirmaba en un período de fuerte tensión internacional,y así expresó el gran anhelo de paz que se difundía en los tiempos de la guerra fría. Reforzó laconvicción de que las razones de la paz son más fuertes que todo cálculo de interesesparticulares y que toda confianza en el uso de las armas. Pero no se aprovecharonadecuadamente las ocasiones que ofrecía el final de la guerra fría por la falta de una visión defuturo y de una conciencia compartida sobre nuestro destino común. En cambio, se cedió a labúsqueda de intereses particulares sin hacerse cargo del bien común universal. Así volvió aabrirse camino el engañoso espanto de la guerra.

261. Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso dela política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas delmal. No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos lacarne de los perjudicados. Volvamos a contemplar a tantos civiles masacrados como “dañoscolaterales”. Preguntemos a las víctimas. Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieronla radiación atómica o los ataques químicos, a las mujeres que perdieron sus hijos, a los niñosmutilados o privados de su infancia. Prestemos atención a la verdad de esas víctimas de laviolencia, miremos la realidad desde sus ojos y escuchemos sus relatos con el corazón abierto.Así podremos reconocer el abismo del mal en el corazón de la guerra y no nos perturbará quenos traten de ingenuos por elegir la paz.

262. Las normas tampoco serán suficientes si se piensa que la solución a los problemas actualesestá en disuadir a otros a través del miedo, amenazando con el uso de armas nucleares,químicas o biológicas. Porque «si se tienen en cuenta las principales amenazas a la paz y a laseguridad con sus múltiples dimensiones en este mundo multipolar del siglo XXI, tales como, porejemplo, el terrorismo, los conflictos asimétricos, la seguridad informática, los problemasambientales, la pobreza, surgen no pocas dudas acerca de la inadecuación de la disuasiónnuclear para responder eficazmente a estos retos. Estas preocupaciones son aún másconsistentes si tenemos en cuenta las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientalesderivadas de cualquier uso de las armas nucleares con devastadores efectos indiscriminados eincontrolables en el tiempo y el espacio. […] Debemos preguntarnos cuánto sea sostenible unequilibrio basado en el miedo, cuando en realidad tiende a aumentarlo y a socavar las relacionesde confianza entre los pueblos. La paz y la estabilidad internacional no pueden basarse en unafalsa sensación de seguridad, en la amenaza de la destrucción mutua o de la aniquilación total,en el simple mantenimiento de un equilibrio de poder. […] En este contexto, el objetivo último dela eliminación total de las armas nucleares se convierte tanto en un desafío como en unimperativo moral y humanitario. […] El aumento de la interdependencia y la globalización

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comportan que cualquier respuesta que demos a la amenaza de las armas nucleares, deba sercolectiva y concertada, basada en la confianza mutua. Esta última se puede construir sólo através de un diálogo que esté sinceramente orientado hacia el bien común y no hacia laprotección de intereses encubiertos o particulares»[244]. Y con el dinero que se usa en armas yotros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial[245], para acabar de una vez con elhambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudana soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida másdigna.

La pena de muerte

263. Hay otra manera de hacer desaparecer al otro, que no se dirige a países sino a personas. Esla pena de muerte. San Juan Pablo II declaró de manera clara y firme que esta es inadecuada enel ámbito moral y ya no es necesaria en el ámbito penal[246]. No es posible pensar en unamarcha atrás con respecto a esta postura. Hoy decimos con claridad que «la pena de muerte esinadmisible»[247] y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolidaen todo el mundo[248].

264. En el Nuevo Testamento, al tiempo que se pide a los particulares no tomar la justicia porcuenta propia (cf. Rm 12,17.19), se reconoce la necesidad de que las autoridades imponganpenas a los que obran el mal (cf. Rm 13,4; 1 P 2,14). En efecto, «la vida en común, estructuradaen torno a comunidades organizadas, necesita normas de convivencia cuya libre violaciónrequiere una respuesta adecuada»[249]. Esto implica que la autoridad pública legítima pueda ydeba «conminar penas proporcionadas a la gravedad de los delitos»[250] y que se garantice alpoder judicial «la independencia necesaria en el ámbito de la ley»[251].

265. Desde los primeros siglos de la Iglesia, algunos se manifestaron claramente contrarios a lapena capital. Por ejemplo, Lactancio sostenía que «no hay que hacer ninguna distinción: siempreserá crimen matar a un hombre».[252] El Papa Nicolás I exhortaba: «Esfuércense por liberar de lapena de muerte no sólo a cada uno de los inocentes, sino también a todos los culpables»[253].Con ocasión del juicio contra unos homicidas que habían asesinado a dos sacerdotes, sanAgustín pedía al juez que no quitara la vida a los asesinos, y lo fundamentaba de esta manera:«Con esto no impedimos que se reprima la licencia criminal de esos malhechores. Queremos quese conserven vivos y con todos sus miembros; que sea suficiente dirigirlos, por la presión de lasleyes, de su loca inquietud al reposo de la salud, o bien que se les ocupe en alguna tarea útil, unavez apartados de sus perversas acciones. También esto se llama condena, pero todosentenderán que se trata de un beneficio más bien que de un suplicio, al ver que no se suelta larienda a su audacia para dañar ni se les impide la medicina del arrepentimiento. […] Encolerízatecontra la iniquidad de modo que no te olvides de la humanidad. No satisfagas contra lasatrocidades de los pecadores un apetito de venganza, sino más bien haz intención de curar lasllagas de esos pecadores»[254].

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266. Los miedos y los rencores fácilmente llevan a entender las penas de una manera vindicativa,cuando no cruel, en lugar de entenderlas como parte de un proceso de sanación y de reinserciónen la sociedad. Hoy, «tanto por parte de algunos sectores de la política como por parte dealgunos medios de comunicación, se incita algunas veces a la violencia y a la venganza, pública yprivada, no sólo contra quienes son responsables de haber cometido delitos, sino también contraquienes cae la sospecha, fundada o no, de no haber cumplido la ley. […] Existe la tendencia aconstruir deliberadamente enemigos: figuras estereotipadas, que concentran en sí mismas todaslas características que la sociedad percibe o interpreta como peligrosas. Los mecanismos deformación de estas imágenes son los mismos que, en su momento, permitieron la expansión delas ideas racistas»[255]. Esto ha vuelto particularmente riesgosa la costumbre creciente queexiste en algunos países de acudir a prisiones preventivas, a reclusiones sin juicio yespecialmente a la pena de muerte.

267. Quiero remarcar que «es imposible imaginar que hoy los Estados no puedan disponer deotro medio que no sea la pena capital para defender la vida de otras personas del agresorinjusto». Particular gravedad tienen las así llamadas ejecuciones extrajudiciales o extralegales,que «son homicidios deliberados cometidos por algunos Estados o por sus agentes, que amenudo se hacen pasar como enfrentamientos con delincuentes o son presentados comoconsecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para haceraplicar la ley»[256].

268. «Los argumentos contrarios a la pena de muerte son muchos y bien conocidos. La Iglesia haoportunamente destacado algunos de ellos, como la posibilidad de la existencia del error judicial yel uso que hacen de ello los regímenes totalitarios y dictatoriales, que la utilizan como instrumentode supresión de la disidencia política o de persecución de las minorías religiosas y culturales,todas víctimas que para sus respectivas legislaciones son “delincuentes”. Todos los cristianos ylos hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de lapena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorarlas condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas delibertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. […] La cadena perpetua es una pena demuerte oculta»[257].

269. Recordemos que «ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hacesu garante»[258]. El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posiblereconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en esteuniverso. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a todosla posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos.

270. A los cristianos que dudan y se sienten tentados a ceder ante cualquier forma de violencia,los invito a recordar aquel anuncio del libro de Isaías: «Con sus espadas forjarán arados» (2,4).Para nosotros esa profecía toma carne en Jesucristo, que frente a un discípulo cebado por la

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violencia dijo con firmeza: «¡Vuelve tu espada a su lugar!, pues todos los que empuñan espada, aespada morirán» (Mt 26,52). Era un eco de aquella antigua advertencia: «Pediré cuentas al serhumano por la vida de su hermano. Quien derrame sangre humana, su sangre será derramadapor otro ser humano» (Gn 9,5-6). Esta reacción de Jesús, que le brotó del corazón, supera ladistancia de los siglos y llega hasta hoy como un constante reclamo.

 

Capítulo octavo

LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO

271. Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criaturallamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad ypara la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones nose hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos deIndia, «el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores yexperiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor»[259].

El fundamento último

272. Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidasy estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que «sólo con estaconciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros»[260]. Porque «larazón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer unaconvivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad»[261].

273. En esta línea, quiero recordar un texto memorable: «Si no existe una verdad trascendente,con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principioseguro que garantice relaciones justas entre los hombres: los intereses de clase, grupo o nación,los contraponen inevitablemente unos a otros. Si no se reconoce la verdad trascendente, triunfa lafuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone paraimponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. [...] La raízdel totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negación de la dignidad trascendente dela persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural dederechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado.No puede hacerlo tampoco la mayoría de un cuerpo social, poniéndose en contra de laminoría»[262].

274. Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo delos siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las

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distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades.Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros interesesideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, verdaderamentehermanos. Creemos que «cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de lasociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada,sus derechos violados. Ustedes saben bien a qué atrocidades puede conducir la privación de lalibertad de conciencia y de la libertad religiosa, y cómo esa herida deja a la humanidadradicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales»[263].

275. Cabe reconocer que «entre las causas más importantes de la crisis del mundo modernoestán una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos, además delpredominio del individualismo y de las filosofías materialistas que divinizan al hombre y ponen losvalores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes»[264]. Nopuede admitirse que en el debate público sólo tengan voz los poderosos y los científicos. Debehaber un lugar para la reflexión que procede de un trasfondo religioso que recoge siglos deexperiencia y de sabiduría. «Los textos religiosos clásicos pueden ofrecer un significado paratodas las épocas, tienen una fuerza motivadora», pero de hecho «son despreciados por lacortedad de vista de los racionalismos»[265].

276. Por estas razones, si bien la Iglesia respeta la autonomía de la política, no relega su propiamisión al ámbito de lo privado. Al contrario, no «puede ni debe quedarse al margen» en laconstrucción de un mundo mejor ni dejar de «despertar las fuerzas espirituales»[266] quefecunden toda la vida en sociedad. Es verdad que los ministros religiosos no deben hacer políticapartidaria, propia de los laicos, pero ni siquiera ellos pueden renunciar a la dimensión política dela existencia[267] que implica una constante atención al bien común y la preocupación por eldesarrollo humano integral. La Iglesia «tiene un papel público que no se agota en sus actividadesde asistencia y educación» sino que procura «la promoción del hombre y la fraternidaduniversal»[268]. No pretende disputar poderes terrenos, sino ofrecerse como «un hogar entre loshogares —esto es la Iglesia—, abierto […] para testimoniar al mundo actual la fe, la esperanza yel amor al Señor y a aquellos que Él ama con predilección. Una casa de puertas abiertas. LaIglesia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre»[269]. Y como María, la Madre deJesús, «queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que salede sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad […] paratender puentes, romper muros, sembrar reconciliación»[270].

La identidad cristiana

277. La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones, y «no rechaza nada de lo que enestas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar yde vivir, los preceptos y doctrinas que […] no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdadque ilumina a todos los hombres»[271]. Pero los cristianos no podemos esconder que «si la

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música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, habremos perdido la alegría que brotade la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación queencuentra su fuente en sabernos siempre perdonados‒enviados. Si la música del Evangelio dejade sonar en nuestras casas, en nuestras plazas, en los trabajos, en la política y en la economía,habremos apagado la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de todo hombre ymujer»[272]. Otros beben de otras fuentes. Para nosotros, ese manantial de dignidad humana yde fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge «para el pensamiento cristiano ypara la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misteriosagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación detodos»[273].

278. Llamada a encarnarse en todos los rincones, y presente durante siglos en cada lugar de latierra —eso significa “católica”— la Iglesia puede comprender desde su experiencia de gracia y depecado, la belleza de la invitación al amor universal. Porque «todo lo que es humano tiene quever con nosotros. […] Dondequiera que se reúnen los pueblos para establecer los derechos ydeberes del hombre, nos sentimos honrados cuando nos permiten sentarnos junto a ellos»[274].Para muchos cristianos, este camino de fraternidad tiene también una Madre, llamada María. Ellarecibió ante la Cruz esta maternidad universal (cf. Jn 19,26) y está atenta no sólo a Jesús sinotambién «al resto de sus descendientes» (Ap 12,17). Ella, con el poder del Resucitado, quiereparir un mundo nuevo, donde todos seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartadode nuestras sociedades, donde resplandezcan la justicia y la paz.

279. Los cristianos pedimos que, en los países donde somos minoría, se nos garantice la libertad,así como nosotros la favorecemos para quienes no son cristianos allí donde ellos son minoría.Hay un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad yde la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones. Esa libertadproclama que podemos «encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes;atestigua que las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posibleencontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con laalegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios»[275].

280. Al mismo tiempo, pedimos a Dios que afiance la unidad dentro de la Iglesia, unidad que seenriquece con diferencias que se reconcilian por la acción del Espíritu Santo. Porque «fuimosbautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1 Co 12,13) donde cada uno hacesu aporte distintivo. Como decía san Agustín: «El oído ve a través del ojo, y el ojo escucha através del oído»[276]. También urge seguir dando testimonio de un camino de encuentro entre lasdistintas confesiones cristianas. No podemos olvidar aquel deseo que expresó Jesucristo: «Quetodos sean uno» (Jn 17,21). Escuchando su llamado reconocemos con dolor que al proceso deglobalización le falta todavía la contribución profética y espiritual de la unidad entre todos loscristianos. No obstante, «mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión,tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en

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nuestro servicio a la humanidad»[277].

Religión y violencia

281. Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada deDios. Porque «Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismopara cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor. Cuando llegue elúltimo día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas como son, ¡nos vamosa llevar cada sorpresa!»[278].

282. También «los creyentes necesitamos encontrar espacios para conversar y para actuar juntospor el bien común y la promoción de los más pobres. No se trata de que todos seamos más light ode que escondamos las convicciones propias que nos apasionan para poder encontrarnos conotros que piensan distinto. […] Porque mientras más profunda, sólida y rica es una identidad, mástendrá para enriquecer a los otros con su aporte específico»[279]. Los creyentes nos vemosdesafiados a volver a nuestras fuentes para concentrarnos en lo esencial: la adoración a Dios y elamor al prójimo, de manera que algunos aspectos de nuestras doctrinas, fuera de su contexto, noterminen alimentando formas de desprecio, odio, xenofobia, negación del otro. La verdad es quela violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamentales sino en susdeformaciones.

283. El culto a Dios sincero y humilde «no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino alrespeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y alcompromiso amoroso por todos»[280]. En realidad «el que no ama no conoce a Dios, porque Dioses amor» (1 Jn 4,8). Por ello «el terrorismo execrable que amenaza la seguridad de las personas,tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur, propagando el pánico, elterror y el pesimismo no es a causa de la religión —aun cuando los terroristas la utilizan—, sinode las interpretaciones equivocadas de los textos religiosos, políticas de hambre, pobreza,injusticia, opresión, arrogancia; por esto es necesario interrumpir el apoyo a los movimientosterroristas a través del suministro de dinero, armas, planes o justificaciones y también la coberturade los medios, y considerar esto como crímenes internacionales que amenazan la seguridad y lapaz mundiales. Tal terrorismo debe ser condenado en todas sus formas ymanifestaciones»[281]. Las convicciones religiosas sobre el sentido sagrado de la vida humananos permiten «reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores envirtud de los que podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer,permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en vez del griteríofanático del odio»[282].

284. A veces la violencia fundamentalista, en algunos grupos de cualquier religión, es desatadapor la imprudencia de sus líderes. Pero «el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo delas tradiciones religiosas que representamos. […] Los líderes religiosos estamos llamados a ser

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auténticos “dialogantes”, a trabajar en la construcción de la paz no como intermediarios, sinocomo auténticos mediadores. Los intermediarios buscan agradar a todas las partes, con el fin deobtener una ganancia para ellos mismos. El mediador, en cambio, es quien no se guarda nadapara sí mismo, sino que se entrega generosamente, hasta consumirse, sabiendo que la únicaganancia es la de la paz. Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz,uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogoy no levantando nuevos muros»[283].

Llamamiento

285. En aquel encuentro fraterno que recuerdo gozosamente, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb«declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan asentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento desangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso políticode las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —enalgunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de loshombres. […] En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no deseaque su nombre sea usado para aterrorizar a la gente»[284]. Por ello quiero retomar aquí elllamamiento de paz, justicia y fraternidad que hicimos juntos:

«En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en losdeberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar latierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.

En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quienmata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una escomo si hubiese salvado a la humanidad entera.

En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados queDios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular acada hombre acaudalado y acomodado.

En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas yde sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de losdébiles, de cuantos viven en el miedo, de los prisioneros de guerra y de los torturados encualquier parte del mundo, sin distinción alguna.

En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendovíctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras.

En nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales.

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En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por lossistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan lasacciones y los destinos de los hombres.

En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres ydistinguiéndolos con ella.

En el nombre de la justicia y de la misericordia, fundamentos de la prosperidad y quicios de la fe.

En el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra.

En el nombre de Dios y de todo esto […] “asumimos” la cultura del diálogo como camino; lacolaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio»[285].

***

286. En este espacio de reflexión sobre la fraternidad universal, me sentí motivado especialmentepor san Francisco de Asís, y también por otros hermanos que no son católicos: Martin LutherKing, Desmond Tutu, el Mahatma Mohandas Gandhi y muchos más. Pero quiero terminarrecordando a otra persona de profunda fe, quien, desde su intensa experiencia de Dios, hizo uncamino de transformación hasta sentirse hermano de todos. Se trata del beato Carlos deFoucauld.

287. Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con losúltimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba susdeseos de sentir a cualquier ser humano como un hermano,[286] y pedía a un amigo: «Ruegue aDios para que yo sea realmente el hermano de todos».[287] Quería ser, en definitiva, «elhermano universal»[288]. Pero sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos.Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros. Amén.

 

Oración al Creador

Señor y Padre de la humanidad,que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.Impúlsanos a crear sociedades más sanasy un mundo más digno,sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

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Que nuestro corazón se abraa todos los pueblos y naciones de la tierra,para reconocer el bien y la bellezaque sembraste en cada uno,para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,de esperanzas compartidas. Amén.

 

Oración cristiana ecuménica

Dios nuestro, Trinidad de amor,desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divinaderrama en nosotros el río del amor fraterno.Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús,en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana.

Concede a los cristianos que vivamos el Evangelioy podamos reconocer a Cristo en cada ser humano,para verlo crucificado en las angustias de los abandonadosy olvidados de este mundoy resucitado en cada hermano que se levanta.

Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosurareflejada en todos los pueblos de la tierra,para descubrir que todos son importantes,que todos son necesarios, que son rostros diferentesde la misma humanidad que amas. Amén.

 

Dado en Asís, junto a la tumba de san Francisco, el 3 de octubre del año 2020, víspera de laFiesta del “Poverello”, octavo de mi Pontificado.

Francisco

 

[1] Admoniciones, 6, 1: Fonti Francescane (FF) 155; cf. Escritos. Biografías. Documentos de laépoca, ed. Bac, Madrid 2011, 94.

[2] Ibíd., 25: FF 175; cf. ibíd., p. 99.

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[3] S. Francisco de Asís, Regla no bulada de los hermanos menores, 16, 3.6: FF 42-43; cf. ibíd.,120.

[4] Eloi Leclerc, O.F.M., Exilio y ternura, ed. Marova, Madrid 1987, 205.

[5] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi(4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019), p. 6.

[6] Discurso en el encuentro ecuménico e interreligioso con los jóvenes, Skopie – Macedonia delNorte (7 mayo 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (10 mayo 2019),p. 13.

[7] Discurso al Parlamento europeo, Estrasburgo (25 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 996;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 noviembre 2014), p. 3.

[8] Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático, Santiago – Chile (16enero 2018): AAS 110 (2018), 256.

[9] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 19: AAS 101 (2009), 655.

[10] Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 181.

[11] Card. Raúl Silva Henríquez, S.D.B., Homilía en el Tedeum en Santiago de Chile (18septiembre 1974).

[12] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 57: AAS 107 (2015), 869.

[13] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (11 enero 2016): AAS 108(2016), 120; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2016), p. 7.

[14] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (13 enero 2014): AAS 106(2014), 83-84; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 enero 2014), p. 7.

[15] Cf. Discurso a la Fundación Centesimus annus pro Pontifice (25 mayo 2013): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (31 mayo 2013), p. 4.

[16] Cf. S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 14: AAS 59 (1967), 264.

[17] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 22: AAS 101 (2009), 657.

[18] Discurso a las autoridades, Tirana – Albania (21 septiembre 2014): AAS 106 (2014), 773;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 septiembre 2014), p. 7.

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[19] Mensaje a los participantes en la Conferencia internacional “Los derechos humanos en elmundo contemporáneo: conquistas, omisiones, negaciones” (10 diciembre 2018): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (14 diciembre 2018), p. 11.

[20] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 212: AAS 105 (2013), 1108.

[21] Mensaje para la 48.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2015 (8 diciembre 2014), 3-4:AAS 107 (2015), 69-71; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (12 diciembre2014), p. 9.

[22] Ibíd., 5: AAS 107 (2015), 72; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (12diciembre 2014), p. 9.

[23] Mensaje para la 49.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2016 (8 diciembre 2015), 2:AAS 108 (2016), 49; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18-25 diciembre2015), p. 8.

[24] Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019),1:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre 2019), p. 6.

[25] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki – Japón (24 noviembre 2019): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (29 noviembre 2019), p. 11.

[26] Discurso a los profesores y estudiantes del Colegio “San Carlos” de Milán (6 abril 2019):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (14 abril 2019), p. 7.

[27] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi(4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019), p. 7.

[28] Discurso al mundo de la cultura, Cagliari – Italia (22 septiembre 2013): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (27 septiembre 2013), p. 15.

[29] Humana communitas. Carta al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida con ocasióndel 25.º aniversario de su institución (6 enero 2019), 2. 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal enlengua española (18 enero 2019), pp. 6-7.

[30] Videomensaje al TED2017 de Vancouver (26 abril 2017): L’Osservatore Romano (27 abril2017), p. 7.

[31] Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia (27 marzo 2020): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (3 abril 2020), p. 3.

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[32] Homilía durante la Santa Misa, Skopie – Macedonia del Norte (7 mayo 2019): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (10 mayo 2019), p. 12.

[33] Cf. Eneida1, 462: «Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt».

[34] «Historia […] magistra vitae» (Marco Tulio Cicerón, De Oratore, 2, 36).

[35] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 204: AAS 107 (2015), 928.

[36] Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 91.

[37] Ibíd., 92.

[38] Ibíd., 93.

[39] Benedicto XVI, Mensaje para la 99.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (12octubre 2012): AAS 104 (2012), 908; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española(11 noviembre 2012), p. 4.

[40] Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 92.

[41] Mensaje para la 106.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020 (13 mayo 2020):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (22 mayo 2020), p. 5.

[42] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (11 enero 2016): AAS 108(2016), 124; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2016), p. 8.

[43] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (13 enero 2014): AAS 106(2014), 84; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 enero 2014), p. 7.

[44] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (11 enero 2016): AAS 108(2016), 123; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2016), p. 8.

[45] Mensaje para la 105.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (27 mayo 2019):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (31 mayo 2019), p. 6.

[46] Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 88.

[47] Ibíd., 89.

[48] Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 115.

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[49]Del film El Papa Francisco – Un hombre de palabra. La esperanza es un mensaje universal,de Wim Wenders (2018).

[50] Discurso a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático, Tallin – Estonia (25septiembre 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (5 octubre 2018), p.4.

[51] Cf. Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia (27 marzo 2020):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (3 abril 2020), p. 3; Mensaje para la 4.ªJornada Mundial de los Pobres 2020 (13 junio 2020), 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal enlengua española (19 junio 2020), p. 5.

[52] Saludo a los jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela, La Habana – Cuba (20septiembre 2015): L’Osservatore Romano (21-22 septiembre 2015), p. 6.

[53] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 1.

[54] S. Ireneo de Lyon, Adversus Haereses 2, 25, 2: PG 7/1, 798-s.

[55] Talmud Bavli (Talmud de Babilonia), Sabbat, 31 a.

[56] Discurso a los asistidos de las obras de caridad de la Iglesia, Tallin – Estonia (25 septiembre2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (5 octubre 2018), p. 5.

[57] Videomensaje al TED2017 de Vancouver (26 abril 2017): L’Osservatore Romano (27 abril2017), p. 7.

[58] Homiliae in Matthaeum, 50, 3: PG 58, 508.

[59] Mensaje con ocasión del Encuentro de los Movimientos populares, Modesto – EstadosUnidos (10 febrero 2017): AAS 109 (2017), 291.

[60] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 235: AAS 105 (2013), 1115.

[61] S. Juan Pablo II, Mensaje a los discapacitados, Ángelus en Osnabrück – Alemania (16noviembre 1980): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 noviembre 1980),p. 9.

[62] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 24.

[63] Gabriel Marcel, Du refus à l’invocation, ed. NRF, París 1940, 50; cf. Íd., De la negación a la

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invocación, en Obras selectas, ed. BAC, Madrid 2004, vol. 2, 41.

[64] Ángelus (10 noviembre 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15noviembre 2019), p. 3.

[65] Cf. Sto. Tomás de Aquino, Scriptum super Sententiis, lib. 3, dist. 27, q. 1, a. 1, ad 4: «Dicituramor extasim facere, et fervere, quia quod fervet extra se bullit et exhalat» (se dice que el amorproduce éxtasis y efervescencia puesto que lo efervescente bulle fuera de sí y expira).

[66] Karol Wojtyła, Amor y responsabilidad, Madrid 1978, 136.

[67] Karl Rahner, S.J., El año litúrgico, Barcelona 1966, 28. Obra original: Kleines Kirchenjahr. EinGang durch den Festkreis, ed. Herder, Friburgo 1981, 30.

[68] Regula, 53, 15: «Pauperum et peregrinorum maxime susceptioni cura sollicite exhibeatur».

[69] Cf. Summa Theologiae, II-II, q. 23, art. 7; S. Agustín, Contra Julianum, 4, 18: PL 44, 748: «Decuántos placeres se privan los avaros para aumentar sus tesoros o por el temor de verlosdisminuir».

[70] «Secundum acceptionem divinam» (Scriptum super Sententiis, lib. 3, dist. 27, a. 1, q. 1, concl.4).

[71] Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 15: AAS 98 (2006), 230.

[72] Summa Theologiae II-II, q. 27, art. 2, resp.

[73] Ibíd., I-II, q. 26, art. 3, resp.

[74] Ibíd., q. 110, art. 1, resp.

[75] Mensaje para la 47.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2014 (8 diciembre 2013), 1:AAS 106 (2014), 22; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre2013), p. 8.

[76] Cf. Ángelus (29 diciembre 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (3enero 2014), pp. 2-3;Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (12 enero2015): AAS 107 (2015), 165; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (16 enero2015), p. 10.

[77] Mensaje para el Día internacional de las personas con discapacidad (3 diciembre 2019):

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L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (6 diciembre 2019), pp. 5.12.

[78] Discurso en el Encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y otrosinmigrantes, Filadelfia – Estados Unidos (26 septiembre 2015): AAS 107 (2015), 1050-1051.

[79] Discurso a los jóvenes, Tokio – Japón (25 noviembre 2019): L’Osservatore Romano, ed.semanal en lengua española (29 noviembre 2019), p. 15.

[80] En estas consideraciones me dejo inspirar por el pensamiento de Paul Ricoeur, «Le socius etle prochain», en Histoire et vérité, ed. Le Seuil, París 1967, 113-127.

[81] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 190: AAS 105 (2013), 1100.

[82] Ibíd., 209: AAS 105 (2013), 1107.

[83] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 129: AAS 107 (2015), 899.

[84] Mensaje para el evento “Economy of Francesco” (1 mayo 2019): L’Osservatore Romano, ed.semanal en lengua española (17 mayo 2019), p. 5.

[85] Discurso al Parlamento europeo, Estrasburgo (25 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 997;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 noviembre 2014), p. 3.

[86] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 229: AAS 107 (2015), 937.

[87] Mensaje para la 49.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2016 (8 diciembre 2015), 6:AAS 108 (2016), 57-58; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18-25diciembre 2015), p. 10.

[88] La solidez está en la raíz etimológica de la palabra solidaridad. La solidaridad, en elsignificado ético-político que esta ha asumido en los últimos dos siglos, da lugar a unaconstrucción social segura y firme.

[89] Homilía durante la Santa Misa, La Habana – Cuba (20 septiembre 2015): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (25 septiembre 2015), p. 3.

[90] Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (28 octubre2014): AAS 106 (2014), 851-852.

[91] Cf. S. Basilio, Homilia 21. Quod rebus mundanis adhaerendum non sit, 3, 5: PG 31, 545-549;Regulae brevius tractatae, 92: PG 31, 1145-1148; S. Pedro Crisólogo, Sermo 123: PL 52, 536-

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540; S. Ambrosio, De Nabuthe, 27.52: PL 14, 738s; S. Agustín, In Iohannis Evangelium 6, 25: PL35, 1436s.

[92] De Lazaro Concio 2, 6: PG 48, 992D.

[93] Regula pastoralis 3, 21: PL 77, 87.

[94] Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 31: AAS 83 (1991), 831.

[95]Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 93: AAS 107 (2015), 884.

[96]S. Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 19: AAS 73 (1981), 626.

[97] Cf. Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 172.

[98] Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 22: AAS 59 (1967), 268.

[99] S. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33: AAS 80 (1988),557.

[100] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 95: AAS 107 (2015), 885.

[101] Ibíd., 129: AAS 107 (2015), 899.

[102] Cf. S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 15: AAS 59 (1967), 265;Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 16: AAS 101 (2009), 652.

[103] Cf. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 93: AAS 107 (2015), 884-885; Exhort. ap.Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 189-190: AAS 105 (2013), 1099-1100.

[104] Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Abramos nuestros corazones: Elincesante llamado al amor. Carta pastoral contra el racismo (noviembre 2018).

[105] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 51: AAS 107 (2015), 867.

[106] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 6: AAS 101 (2009), 644.

[107] S. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 35: AAS 83 (1991), 838.

[108] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki – Japón (24 noviembre 2019): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (29 noviembre 2019), p. 11.

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[109] Cf. Obispos católicos de México y los Estados Unidos, Carta pastoral Juntos en el caminode la esperanza ya no somos extranjeros (enero 2003).

[110] Audiencia general (3 abril 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española(5 abril 2019), p. 20.

[111]Cf. Mensaje para la 104.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (14 enero 2018):AAS 109 (2017), 918-923; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero2018), p. 2.

[112] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 10.

[113] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (11 enero 2016): AAS 108(2016), 124; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2016), p. 8.

[114] Ibíd., 122; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2016), p. 8.

[115] Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 93.

[116] Ibíd., 94.

[117] Discurso a las autoridades, Sarajevo – Bosnia-Herzegovina (6 junio 2015): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (12 junio 2015), p. 5.

[118] Latinoamérica. Conversaciones con Hernán Reyes Alcaide, ed. Planeta, Buenos Aires 2017,105.

[119] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 10.

[120] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 67: AAS 101 (2009), 700.

[121] Ibíd., 60: AAS 101 (2009), 695.

[122] Ibíd., 67: AAS 101 (2009), 700.

[123] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 447.

[124] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 234: AAS 105 (2013), 1115.

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[125] Ibíd., 235: AAS 105 (2013), 1115.

[126] Ibíd.

[127] S. Juan Pablo II, Discurso a los representantes del mundo de la cultura argentina, BuenosAires – Argentina (12 abril 1987), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (10mayo 1987), p. 20.

[128] Cf. Íd., Discurso a los cardenales (21 diciembre 1984), 4: AAS 76 (1984), 506; L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (30 diciembre 1984), p. 3.

[129] Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia (2 febrero 2020), 37.

[130] Georg Simmel, «Puente y puerta», en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de lacultura, ed. Península, Barcelona 2001, 34. Obra original: Brücke und Tür. Essays desPhilosophen zur Geschichte, Religion, Kunst und Gesellschaft, ed. Michael Landmann, Köhler-Verlag, Stuttgart 1957, 6.

[131] Cf. Jaime Hoyos-Vásquez, S.J., «Lógica de las relaciones sociales. Reflexión onto-lógica»,en Revista Universitas Philosophica, 15-16, Bogotá (diciembre 1990 - junio 1991), 95-106.

[132] Antonio Spadaro, S.J., Las huellas de un pastor. Una conversación con el Papa Francisco,en: Jorge Mario Bergoglio – Papa Francisco, En tus ojos está mi palabra. Homilías y discursos deBuenos Aires (1999-2013), Publicaciones Claretianas, Madrid 2017, 24-25; cf. Exhort. ap.Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 220-221: AAS 105 (2013), 1110-1111.

[133] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 204: AAS 105 (2013), 1106.

[134] Cf. Ibíd.: AAS 105 (2013), 1105-1106.

[135] Ibíd., 202: AAS 105 (2013), 1105.

[136] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 128: AAS 107 (2015), 898.

[137] Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (12 enero 2015): AAS 107(2015), 165; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (16 enero 2015), p. 10; cf.Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (28 octubre2014): AAS 106 (2014), 851-859.

[138] Algo semejante puede decirse de la categoría bíblica de “Reino de Dios”.

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[139] Paul Ricoeur, Histoire et vérité, ed. Le Seuil, París 1967, 122.

[140] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 129: AAS 107 (2015), 899.

[141] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 35: AAS 101 (2009), 670.

[142] Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (28 octubre2014): AAS 106 (2014), 858.

[143] Ibíd.

[144] Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (5noviembre 2016): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (11 noviembre 2016),p. 6.

[145] Ibíd., p. 8.

[146] Ibíd.

[147] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 189: AAS 107 (2015), 922.

[148] Discurso a la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York (25 septiembre 2015): AAS107 (2015), 1037.

[149] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 175: AAS 107 (2015), 916-917.

[150] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 67: AAS 101 (2009), 700-701.

[151] Ibíd.: AAS 101 (2009), 700.

[152] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 434.

[153] Discurso a la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York (25 septiembre 2015): AAS107 (2015), 1037.1041.

[154] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 437.

[155] S. Juan Pablo II, Mensaje para la 37.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2004, 5: AAS 96(2004), 117;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 diciembre 2003), p. 5.

[156] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 439.

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[157] Cf. Comisión social de los Obispos de Francia, Declaración Réhabiliter la politique (17febrero 1999).

[158] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 189: AAS 107 (2015), 922.

[159] Ibíd., 196: AAS 107 (2015), 925.

[160] Ibíd., 197: AAS 107 (2015), 925.

[161] Ibíd., 181: AAS 107 (2015), 919.

[162] Ibíd., 178: AAS 107 (2015), 918.

[163] Conferencia Episcopal Portuguesa, Carta pastoral Responsabilidade solidária pelo bemcomum (15 septiembre 2003), 20; cf. Carta enc. Laudato si’, 159: AAS 107 (2015), 911.

[164] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 191: AAS 107 (2015), 923.

[165] Pío XI, Discurso a la Federación Universitaria Católica Italiana (18 diciembre 1927):L’Osservatore Romano (23 diciembre 1927), 3.

[166] Cf. Íd., Carta enc. Quadragesimo anno (15 mayo 1931), 88: AAS 23 (1931), 206-207.

[167] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 205: AAS 105 (2013), 1106.

[168] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642.

[169] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 231: AAS 107 (2015), 937.

[170] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642.

[171] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 207.

[172] S. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS 71 (1979), 288.

[173] Cf. S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 44: AAS 59 (1967), 279.

[174]Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 207.

[175] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642.

[176] Ibíd., 3: AAS 101 (2009), 643.

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[177] Ibíd., 4: AAS 101 (2009), 643.

[178] Ibíd.

[179] Ibíd., 3: AAS 101 (2009), 643.

[180] Ibíd.: AAS 101 (2009), 642.

[181] La doctrina moral católica, siguiendo la enseñanza de santo Tomás de Aquino, distingueentre el acto “elícito” y el acto “imperado” (cf. Summa Theologiae, I-II, q. 8-17; Marcellino Zalba,S.J., Theologiae moralis summa. Theologia moralis fundamentalis. Tractatus de virtutibustheologicis, ed. BAC, Madrid 1952, vol. 1, 69; Antonio Royo Marín, O.P., Teología de la perfeccióncristiana, ed. BAC, Madrid 1962, 192-196).

[182] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 208.

[183] Cf. S. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 42: AAS 80(1988), 572-574; Íd., Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 11: AAS 83 (1991), 806-807.

[184] Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (28 octubre2014): AAS 106 (2014), 852.

[185] Discurso al Parlamento europeo, Estrasburgo (25 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 999;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 noviembre 2014), p. 4.

[186] Discurso a la clase dirigente y al Cuerpo diplomático, Bangui – República Centroafricana (29noviembre 2015): AAS 107 (2015), 1320;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española(4 diciembre 2015), p. 15.

[187] Discurso a la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York (25 septiembre 2015): AAS107 (2015), 1039.

[188] Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de Movimientos populares (28 octubre2014): AAS 106 (2014), 853.

[189] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 7.

[190] René Voillaume, Hermano de todos, ed. Narcea, Madrid 1978, 15-17.

[191] Videomensaje al TED2017 de Vancouver (26 abril 2017): L’Osservatore Romano (27 abril

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2017), p. 7.

[192] Audiencia general (18 febrero 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lenguaespañola (20 febrero 2015)p. 2.

[193] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 274: AAS 105 (2013), 1130.

[194] Ibíd., 279: AAS 105 (2013), 1132.

[195] Mensaje para la 52.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2019 (8 diciembre 2018), 5:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (21 diciembre 2018), p. 7.

[196] Discurso en el encuentro con la clase dirigente, Río de Janeiro – Brasil (27 julio 2013): AAS105 (2013), 683-684.

[197] Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia (2 febrero 2020), 108.

[198] Del film El Papa Francisco – Un hombre de palabra. La esperanza es un mensaje universal,de Wim Wenders (2018).

[199] Mensaje para la 48.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (24 enero 2014):AAS 106 (2014), 113; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (24 enero 2014),p. 3.

[200] Conferencia de Obispos católicos de Australia – Departamento de Justicia social, Making itreal: genuine human encounter in our digital world (noviembre 2019), 5.

[201] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 123: AAS 107 (2015), 896.

[202] S. Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor (6 agosto 1993), 96: AAS 85 (1993), 1209.

[203] Los cristianos creemos, además, que Dios nos ofrece su gracia para que sea posible actuarcomo hermanos.

[204] Vinicius De Moraes, Samba de la bendición (Samba da Bênção), en el disco Um encontrono Au bon Gourmet, Río de Janeiro (2 agosto 1962).

[205] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 237: AAS 105 (2013), 1116.

[206] Ibíd., 236: AAS 105 (2013), 1115.

[207] Ibíd., 218: AAS 105 (2013), 1110.

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[208] Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 100: AAS 108 (2016), 351.

[209] Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019), 2:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 septiembre 2019), p. 6.

[210] Conferencia Episcopal del Congo, Message au Peuple de Dieu et aux femmes et auxhommes de bonne volonté (9 mayo 2018).

[211] Discurso en el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, Villavicencio –Colombia (8 septiembre 2017): AAS 109 (2017), 1063-1064.1066.

[212] Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019), 3:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre 2019), p. 7.

[213] Conferencia de Obispos de Sudáfrica, Pastoral letter on christian hope in the current crisis(mayo 1986).

[214] Conferencia de Obispos católicos de Corea, Appeal of the Catholic Church in Korea forPeace on the Korean Peninsula (15 agosto 2017).

[215] Discurso a la sociedad civil, Quito – Ecuador (7 julio 2015): L’Osservatore Romano, ed.semanal en lengua española (10 julio 2015), p. 7.

[216] Encuentro interreligioso con los jóvenes, Maputo – Mozambique (5 septiembre 2019):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 septiembre 2019), p. 3.

[217] Homilía durante la Santa Misa, Cartagena de Indias – Colombia (10 septiembre 2017): AAS109 (2017), 1086.

[218] Discurso a las autoridades, el Cuerpo diplomático y algunos representantes de la sociedadcivil, Bogotá – Colombia (7 septiembre 2017): AAS 109 (2017), 1029.

[219] Conferencia Episcopal de Colombia, Por el bien de Colombia: diálogo, reconciliación ydesarrollo integral (26 noviembre 2019), 4.

[220] Discurso a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático, Maputo – Mozambique(5 septiembre 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 septiembre2019), p. 2.

[221] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento deAparecida (29 junio 2007), 398.

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[222] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 59: AAS 105 (2013), 1044.

[223] Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 14: AAS 83 (1991), 810.

[224] Homilía durante la Santa Misa por el progreso de los pueblos, Maputo – Mozambique (6septiembre 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 septiembre2019), p. 7.

[225] Discurso en la ceremonia de bienvenida, Colombo – Sri Lanka (13 enero 2015):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (16 enero 2015), p. 3.

[226] Discurso a los niños del centro Betania y a una representación de asistidos de otros centroscaritativos de Albania, Tirana - Albania (21 septiembre 2014): L’Osservatore Romano, ed.semanal en lengua española (26 septiembre 2014), p. 11.

[227] Videomensaje al TED2017 de Vancouver (26 abril 2017): L’Osservatore Romano (27 abril2017), p. 7.

[228]Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno (15 mayo 1931), 114: AAS 23 (1931), 213.

[229] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 228: AAS 105 (2013), 1113.

[230] Discurso a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático, Riga – Letonia (24septiembre 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 septiembre2018), p. 12.

[231] Discurso en la Ceremonia de bienvenida, Tel Aviv – Israel (25 mayo 2014): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (30 mayo 2014), p. 10.

[232] Discurso en el Memorial de Yad Vashem, Jerusalén (26 mayo 2014): AAS 106 (2014), 228;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (30 mayo 2014), p. 9.

[233] Discurso en el Memorial de la Paz, Hiroshima – Japón (24 noviembre 2019): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (29 noviembre 2019), p. 13.

[234] Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019),2:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre 2019), p. 6.

[235] Conferencia de Obispos de Croacia, Letter on the Fiftieth Anniversary of the End of theSecond World War (1 mayo 1995).

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[236] Homilía durante la Santa Misa, Amán – Jordania (24 mayo 2014): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (30 mayo 2014), p. 6.

[237] Cf. Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019), 1:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre 2019), p. 6.

[238] Discurso a la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York (25 septiembre 2015): AAS107 (2015), 1041-1042.

[239] N. 2309.

[240] Ibíd.

[241] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 104: AAS 107 (2015), 888.

[242] Aun san Agustín, quien forjó una idea de la “guerra justa” que hoy ya no sostenemos, dijoque «dar muerte a la guerra con la palabra, y alcanzar y conseguir la paz con la paz y no con laguerra, es mayor gloria que darla a los hombres con la espada» (Epistola 229, 2: PL 33, 1020).

[243] Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963), 127: AAS 55 (1963), 291.

[244] Mensaje a la Conferencia de la ONU para la negociación de un instrumento jurídicamentevinculante sobre la prohibición de las armas nucleares (23 marzo 2017): AAS 109 (2017), 394-396; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (31 marzo 2017), p. 9.

[245] Cf. S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 51: AAS 59 (1967), 282.

[246] Cf. Carta enc.Evangelium vitae (25 marzo 1995), 56: AAS 87 (1995), 463-464.

[247] Discurso con motivo del 25.º aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica (11 octubre2017): AAS 109 (2017), 1196; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13octubre 2017), p. 1.

[248] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos acerca de la nuevaredacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte (1 agosto2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (3 agosto 2018), p. 11.

[249] Discurso a una delegación de la Asociación internacional de Derecho Penal (23 octubre2014): AAS 106 (2014), 840; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (31octubre 2014), p. 9.

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[250] Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 402.

[251] S. Juan Pablo II, Discurso a la Asociación Nacional Italiana de Magistrados (31 marzo2000), 4: AAS 92 (2000), 633; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (7 abril2000), p. 9.

[252] Divinae Institutiones 6, 20, 17: PL 6, 708.

[253] Epistola 97 (responsa ad consulta bulgarorum), 25: PL 119, 991.

[254] Epistola ad Marcellinum 133, 1.2: PL 33, 509.

[255] Discurso a una delegación de la Asociación internacional de Derecho Penal (23 octubre2014): AAS 106 (2014), 840-841; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (31octubre 2014), p. 9.

[256] Ibíd., 842.

[257] Ibíd.

[258] S. Juan Pablo II, Carta enc.Evangelium vitae (25 marzo 1995), 9: AAS 87 (1995), 411.

[259] Conferencia de Obispos católicos de India, Response of the church in India to the presentday challenges (9 marzo 2016).

[260] Homilía durante la Santa Misa, Domus Sanctae Marthae (17 mayo 2020).

[261] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 19: AAS 101 (2009), 655.

[262] S. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 44: AAS 83 (1991), 849.

[263] Discurso a los líderes de otras religiones y otras denominaciones cristianas, Tirana –Albania (21 septiembre 2014): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26septiembre 2014), p. 9.

[264] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 7.

[265] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 256: AAS 105 (2013), 1123.

[266] Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 28: AAS 98 (2006), 240.

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[267] «El ser humano es un animal político» (Aristóteles, Política, 1253a 1-3).

[268] Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 11: AAS 101 (2009), 648.

[269] Discurso a la Comunidad católica, Rakovski – Bulgaria (6 mayo 2019): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (10 mayo 2019), p. 9.

[270] Homilía durante la Santa Misa, Santiago de Cuba (22 septiembre 2015): AAS 107 (2015),1005.

[271] Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Nostra aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con lasreligiones no cristianas, 2.

[272] Discurso en el encuentro ecuménico, Riga – Letonia (24 septiembre 2018): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (28 septiembre 2018), p. 13.

[273] Lectio divina en la Pontificia Universidad Lateranense (26 marzo 2019): L’OsservatoreRomano (27 marzo 2019), p. 10.

[274] S. Pablo VI, Carta enc. Ecclesiam suam (6 agosto 1964), 44: AAS 56 (1964), 650.

[275] Discurso a las autoridades, Belén – Palestina (25 mayo 2014): L’Osservatore Romano, ed.semanal en lengua española (30 mayo 2014), p. 7.

[276] Enarrationes in Psalmos, 130, 6: PL 37, 1707.

[277] Declaración conjunta del Santo Padre Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolomé I,Jerusalén (25 mayo 2014), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (30 mayo2014), p. 12.

[278] Del film El Papa Francisco – Un hombre de palabra. La esperanza es un mensaje universal,de Wim Wenders (2018).

[279] Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia (2 febrero 2020), 106.

[280] Homilía durante la Santa Misa, Colombo – Sri Lanka (14 enero 2015): AAS 107 (2015), 139;L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (16 enero 2015), p. 5.

[281] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019):L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 10.

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[282] Discurso a las autoridades, Sarajevo – Bosnia-Herzegovina (6 junio 2015): L’OsservatoreRomano, ed. semanal en lengua española (12 junio 2015), p. 5.

[283] Discurso en el Encuentro Internacional por la Paz organizado por la Comunidad de SanEgidio (30 septiembre 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 octubre2013), p. 3.

[284] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, AbuDabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019),p. 10.

[285] Ibíd.

[286] Cf. B. Carlos de Foucauld, Meditación sobre el Padrenuestro (23 enero 1897).

[287] Íd., Carta a Henry de Castries (29 noviembre 1901).

[288] Íd., Carta a Madame de Bondy (7 enero 1902). Así le llamaba también san Pablo VI,elogiando su compromiso: Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 12: AAS 59 (1967),263.

 

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