La Diaria-20141017-Dia Del Futuro 33

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     FUTUROdía del

    MONTEVIDEO, URUGUAY · VIERNES 17 DE OCTUBRE DE 2014 · Nº 33 [EDICIÓN ESPECIAL]

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    Redactor responsable: Lucas Silva / Editor: Federico Gyurkovits / Diagramación: Martín Tarallo, Jessica Stebniki y Pablo Paredes / Edición gráfica: Fernando Morán / Producción

    periodística y textos: Natalia Calvello, Vanina Di Blasi, Elisa González Carmona, Florencia Pagola, Lucía Pedreira, Laura Rey y Stephanie Demirdjian / Fotos: Alessandro Maradei /

    Corrección: Maura Lacreu, Silvia Rodríguez y Karina Puga / Coordinación Día del Futuro: Lucía Pardo, Irene Rügnitz y Agustina Santomauro / Comerciales:Pablo Tate / Coordinación

    operativa: Antonieta Giannarelli / Logística: Alessandro Maradei / Distribución: Martín Álvez.

     FUTUROdía del

    Puede servir Vida útil: de las cosas, de las per-sonas. Cuándo se es útil o no, paraqué, para quién y por qué. Cuan-do se puede tirar algo, aunquetodavía ande mucho, poquito onada, entonces queda en eviden-cia que la utilidad es relativa alentorno, a la oportunidad, al de-seo y a la necesidad. ¿Es un jovenque busca empleo un inútil conreferencias?, ¿cuándo deja de serinútil y cuándo joven? ¿Y cuándose es viejo; para qué, para quién,por qué? ¿Es un preso una perso-

    na inútil socialmente?, ¿por qué?,¿para quién? ¿Cuál es la utilidadde un niño…? ¿Y la de un menor?

    ¿Por qué prefiero o necesitocomprar zapatos más seguido?

     ya hasta el de zapatero parece serun oficio en retirada. Cuando unoficio deja de ser útil, ¿qué másse pierde, quién lo decide y porqué? Una vieja vuelve a ser jovenporque ya es inútil para trabajar:¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?

    Sobran respuestas para es-tas preguntas, bucear entre ellas

     y pretender concili arlas puedeconducir a la conclusión inevi-table, como tantas veces, de queel sistema es así, de consumo, de

     vidas útiles e inútiles, y que salirsede él es imposible, o que en to docaso el costo sería por lo menostan terrible como las actuales cir-cunstancias.

    La obsolescencia progra-mada es el eje de esta propuestaperiodística del equipo de co-bertura del Día del Futuro, quese fue construyendo y nutrien-

    do en paralelo a la cobertura ensí misma de esta cuarta ediciónde este espacio de pensamiento,de sus temáticas, de sus asisten-tes, de sus convocantes, de losque fueron invitados a pensar

     y a a portar conocimiento en lasdistintas actividades, una suertede ejercicio explícito del oficiomás viejo y útil del mundo, y asu vez el más joven e inexperto,siempre lleno de interrogantes.El oficio de saber cuestionarpara poder preguntar y analizar

    desde el presente una realidadque viene dada y que empuja supropia inercia, en la búsqueda deanticiparse a la que vendrá. Parapensarla con tiempo, sin fecha de

     vencimiento.Que lo disfruten. Ojalá que

    sí, incluso en el caso de que sucontenido no les parezca útil, o, loque ya sería mucho peor, que di-rectamente lo consideren inútil.Ojalá que no.

    eFeGe

    Laboratorio de Fotome-

    tría en la Facultad de

    Ingeniería de la Univer-

     sidad de la Repú blica.

    / FOTO: ALESSANDRO

    MARADEI

    Leer al dorsoObsolescencia programada, el origen y el fin

    B M es un empresariocatalán que dice haber inventado lalamparita de luz eterna, que puede serreparada. Dice que lo logró tras inves-tigar los componentes de una que estáprendida desde 1901, cuando DennisBernal, con su empresa LivermorePower and Light Co., la instaló comoluz nocturna en un antiguo garaje qu eservía tanto de comisaría de Policíacomo de estación de b omberos. Desdesu invención han pasado ya 113 años,

     y se ha mudado varias veces de insta-lación hasta situarse definitivamenteen la Estación Uno de bomberos de Li-

     vermore, Ca lifornia, Estados Uni dos.Muros dice que lo amenazaron cuan-

    do sacó su producto al mercado, y quesu fin no es el lucro, sino el cuidadodel ambiente. Aspira a convertirse enreferente mundial de los grupos quese oponen a la obsolescencia progra-mada, mediante la creación de unaplataforma virtual que reúna los dis-tintos movimientos nacionales.

    Otros dicen que es un chanta, unfraude, y que sus bombillas en realidadson similares o iguales a la tecnologíaled, y que para saber si duran tan-to como ésas (60.000 horas o, mejor,“toda la vida”) falta mucho aún. Mu-ros argumenta que al poder abrirse esreparable. Incluso sus ex compañerosde activismo, de quienes se abrió paracrear su empresa OEP Electrics, lo acu-san de haber empezado a perseguir el

    lucro con su grupo Sin ObsolescenciaProgramada y su correlato empresarial

     Word SOP Corporation. Incluso, segúnel portal Informativos.net  (que aportaun documento: http://www.informati-vos.net/public/images/2014/1008_sop/ industria_edited.html ), el gobierno deCataluña le ordenó recientemente, el 2de octubre, que presentara documen-tación que demuestre que su productocumple con la normativa de seguridad

     vigente, luego de que el desarrolladorde ese objeto, y ex socio de Muros, lodenunciara por estafa. Asegura que,cuando los clientes le mandaban uni-dades para reparar, directamente lesenviaba una nueva. Él contesta que lo

    quieren desacreditar porque está po-niendo en jaque a la industria que estáseñalada como el origen de la prácticade la obsolescencia programada.

    Se sabe. Las empresas Osram, Phi-lips y General Electric conformaron en1924 el primer cártel empresarial, queduraría formalmente 15 años y que in-cluía a otras compañias menores, quese repartieron el mercado mundial,

    estandarizaron la producción y fija-ron en 1.000 horas la duración de lasbombillas incandescentes, la mismaque tienen actualmente. El cártel exis-tió hasta que una firma escandinavalogró no sólo fabricar una lamparitamás económica, sino también romperel monopolio e introducirla con éxitoen el mercado, obligando al monopolioque lo dominaba de hecho a replan-tearse su estrategia.

    Según varias fuentes de informa-ción, el término obsolescencia pro- gramada fue creado en 1932, cuandoBernard London, un comerciante pode-roso que proponía terminar con la GranDepresión, propuso hacer obligatoria la

    obsolescencia programada con el fin dereactivar la economía. En 1932, Londondesarrolló este concepto en su libroTeNew Prosperity . El tema quedó picando

     y, aunque sumó varios adeptos, nuncallegó a convertirse en ley. No sería hasta1954 que el término se popularizaría,esta vez por el diseñador industrial esta-dounidense Brooks Stevens, quien brin-dó una conferencia sobre publicidad en

    Minneapolis bajo ese título.De aquel pacto entre los fabrican-

    tes de lámparas, que se bautizó Phoe-bius, a la actualidad, muchas cosas hancambiado, y en la lógica de los hechos yde las tecnologías no siempre lo dura-dero es bueno, ni lo fugaz corto. El pun-to parece radicar en la intencionalidad

     y en la información que se le brinda alusuario sobre las características de lascosas que compra y le venden.

    En Uruguay, desde hace un lustrose viene poniendo énfasis desde dis-tintos organismos en la calidad de laluz que se consume en el país: desde laDirección Nacional de Energía y UTE sealienta un cambio en la matriz de lám-

    paras, que incentiva el ingreso al mer-cado de las fluorescentes compactas,que utilizan la misma tecnología quelos tubos fluorescentes, más conocidascomo de bajo consumo, cuya duraciónes de entre 6.000 y 8.000 horas.

    En mayo de este año, el Institutode Ingeniería Eléctrica de la Facultadde Ingeniería de la Universidad de laRepública y la Dirección Nacionalde Energía del Ministerio de Indus-tria, Energía y Minería inauguraronlas ampliaciones del Laboratorio deEficiencia de Lámparas, que aumentósu capacidad de testeo e incorporónuevos aparatos para verificar que la

     vida ú til anu nciada s e cumpla.

    El mecanismo, según lo explicóel director del laboratorio a la dia-ria, Nicolás Rivero, consiste en unaprueba efectiva de encendido sobreuna muestra de una partida de lám-paras que quiere ingresar al mercado.Para el caso de las incandescentes,es de 100 horas. Quedan prendidasdurante ese lapso, luego son medidasen fotómetros y, según el procentajede respuesta positiva, se aprueba ono el producto. Para el caso de lasfluorescentes la prueba insume 2.000horas reales para establecer si la du-rabilidad promocionada es real. ParaRivero, la historia de la bombilla cen-tenaria en el cuarto de bomberos deLivermore resume la contradicciónentre duradero y bueno, en el enten-

    dido de que la tecnología disponibleen aquellos años no necesariamentese ajusta a ciertos parámetros queactualmente tienen un peso especí-fico mayor, como la contaminaciónambiental o la propia calidad de laluz. Rivero cree que pensar que lobueno sería que todas las lámparasde ahora fueran como ésa, con luz enapariencia eterna, puede terminar enun sinsentido en pocos años, ante laaparición de nuevos conocimientosque permitieran mejorar la eficiencia,reducir la contaminación o mejorar lacalidad lumínica.

    Federico Gyurkoivts

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    Camino al andarEspecialistas desarman la madeja de la obsolescencia programada

    L programada es unaherramienta más del sistema capitalis-ta mediante la cual se producen bienes

     y servicios sin limitaciones. Se crea unnuevo producto y una nueva necesi-dad, se lo vende como una comodidadde última generación; el consumidor locompra, se le rompe, lo tira y lo vuelve acomprar. Los costos sociales y ambienta-les son menores para un sistema basadoen el lucro y en una sociedad que ha mer-cantilizado hasta la vida de las personas.

    El secreto de esta herramienta esque los productos tengan fecha de ven-cimiento. Ya no existe más la heladeraque la abuela se compró cuando se casó

     y la heredaron los hijos. Tampoco arre-glar el lavarropas, remendar las sábanasrotas o tejerse un buzo; es más práctico

     y económico comprar el producto nue- vo. El consumo es el motor del sistema:permite tener las fábricas activas, losobreros con trabajo y los comercios con

     ventas; en contraste, se va destruyendoo erosionando el ambiente, y la brechade desigualdad entre ricos y pobres seamplía cada vez más.

    Las políticas neoliberales son la

    bandera de la economía occidental,que mediante los patrones de consumocontrolan la vida de las personas. La ex-plotación laboral y la depredación de losbosques y los océanos son algunas de lasconsecuencias más extremas que se leendilgan a este sistema. Sin embargo, losexpertos señalan que la obsolescenciaprogramada trae aparejadas innovaciónen ciencia y tecnología, y renovación yespecialización de productos. Para mu-chos no se puede volver atrás: el capi-talismo, el consumismo y el neolibera-lismo son un hecho, pero sí se puedendesarrollar alternativas.

    ¡Compre ya!Existen dos tipos de obsolescencia: laprogramada y la percibida. La primera es

    la manera en que las empresas producensus bienes con una fecha de vencimientocalculada y deliberadamente impuesta.Uno de los ejemplos más notables es elde las impresoras: mediante un chip sedetermina la cantidad de copias durantelas que van a funcionar. También estánlos productos que por su mala calidadduran poco. Otro caso es el de bienesque funcionan, pero una nueva ver-sión los deja obsoletos, como pasa, porejemplo, con los productos electrónicos.Descartar celulares que todavía tienen

     vida útil porque salió una versión connuevas aplicaciones es una práctica másque extendida.

    En lo que respecta a la obsolescen-cia percibida, se puede decir que es más

    sutil, pero no menos intencionada. Eneste caso, la atención recae en la cons-trucción simbólico-cultural de cada pro-ducto. Mediante el fenómeno social delconsumismo, la publicidad y la creaciónde deseos, se condiciona a las personas acomprar nuevos bienes cada cierto tiem-

    po por más que no tengan necesidad dehacerlo. Este es el caso de renovar el ro-pero cada temporada según lo imponela moda, o el estatus que genera tener elúltimo modelo de auto. Así, el valor sim-bólico de los bienes sobrepasa al valorde uso, generando que el tener sea unacondición exclusiva del ser humano.

     Andrés Rius es economista inves-tigador del Instituto de Economía de laFacultad de Ciencias Económicas y de

     Administración de la Universidad dela República (CCEE-Udelar). Si bien laobsolescencia de los bienes no es objetode estudio de los economistas urugua-

     yos, Rius sostiene que el concepto es“relativamente conocido” para quienesestudian el fenómeno del consumo. Parael especialista, “es probable que muchasde las empresas practiquen deliberada-mante” la obsolescencia programada,aunque corran riesgos, ya que no es to-talmente seguro y puede que les salga “eltiro por la culata”. Uno de los ejemplos esMicrosoft. La productora multinacionalde software informático y equipos elec-trónicos tuvo que sacar de circulaciónsistemas operativos “porque la gente no

    los quería”. “Eran malos y obviamenteestaban hechos para hacerte compraruna versión nueva que no aportabanada”, relató Rius.

    Muchas son las prácticas que utili-zan las empresas para estimular el con-sumo, o incluso para tomar las riendasdel mercado frente a sus competidores.En lo que respecta a la telefonía celular,Rius comentó que sería mucho más be-neficioso y práctico para los usuarios quetodos los cargadores sirvan para cual-quier celular, pero ninguna empresa va adejar que el cliente, una vez que rompióo perdió el suyo, pueda reponerlo concualquier marca. Las lógicas de merca-do y el poder de las empresas generansituaciones de las cuales el consumidormuchas veces sale perdiendo.

    De todas formas, el economistatambién reconoció que hay otros casosen los que el consumidor es favorecido.Rius residió un tiempo en Estados Uni-dos y allá se compró una computadora.Le costó 1.500 dólares, pero vio en algúncartel del comercio que si en otro ladoencontraba el mismo producto por me-nor precio, con la boleta, se le devolveríala diferencia. No encontró precio másbarato, pero sí reclamó por otro asunto.Unos días después de efectuada la com-pra, pusieron la computadora en oferta;la política del comercio era que no teníapor qué pagar más que quienes la com-praron unos días después con el preciorebajado. Así fue que le devolvieron 200dólares. Ésta es una competencia mucho

    más agresiva; “no es que las empresasse ponen de acuerdo con los precios,sino que realmente se están quitandomercado entre ellas todo el tiempo”, re-conoció Rius.

    Más allá de los tira y aflojes propiosde la competencia entre empresas, el

    profesional contó que algunos colegasentienden que esta “renovación perma-

    nente de los bienes y servicios estimulala innovación y el cambio”. Existen casosen los que tecnologías que tienen un usoimportante en la salud o la educaciónson resultados de investigaciones reali-zadas por empresas que buscan mejorarla producción de sus bienes de consumo.Por ejemplo, la investigación que se re-quiere para fabricar televisores más so-fisticados y visión tridimensional, segúnRius, está hermanada con la búsquedapor mejorar las imágenes en medicina,o los “programas que se usan para asistira personas con discapacidad”. “Algo queempieza con una finalidad recreativa ter-mina teniendo una finalidad productivasocial”, especificó el investigador.

    OrejónPor sus dimensiones, el mercado uru-guayo cuenta con lo que Rius llamó “ca-pitalismo periférico”, ya que “nos llegan

     versiones desvirtuadas de las normas yfuncionamientos del mercado del norte”.Muchas veces las empresas transnacio-

    nales no tienen repuestos para sus pro-ductos en Uruguay, sin embargo, para

    un mismo bien no se le puede decir queno al cliente estadounidense porque esobligatorio tener stock suficiente, contóel economista, y agregó que esa empre-sa en Estados Unidos compite con otrascuatro o cinco de grandes dimensionespor la calidad del servicio.

    Una de las mayores problemáticasque detecta Rius en el mercado locales que está poco regulado, lo cual de-termina que el Estado “no tiene muchacapacidad de hacer cumplir sus propiasleyes de competencia”. El Estado debemantenerse alerta a los casos de abusode las empresas hacia los consumidores,siempre respaldado por investigación ycon la certeza de que la situación de des-ajuste sea veraz. Para Rius esto es difícil

    de aplicar, porque en el caso de que sesancione a una empresa de forma inde-bida, se abre espacio a la judicialización.“La idea es aplicar reglas mínimas queimpidan los abusos”, opinó Rius.

    Para las economías abiertas a em-presas extranjeras también hay otros de-

    La sociedad de consumo, el sistema capitalista, el neoliberalismo, el mercado.Los individuos, el bienestar, la calidad d e vida, la conciencia, la solidarida d. Con

    estos conceptos como punto de partida , dos economistas, un especialista en

    desarrollo y un sociólogo tiraron líneas para desentrañarlos y analizar cómo

    repercuten en la vida de todo ser humano, de las comunidades y del mundo

    entero. Algunas alternativas sistémicas ya comenzaron a mostrar sus primeras

    hojas, pero el árbol es alto, y quiere llegar al cielo.

    Werba, empresa

    dedicada al reciclaje de

     metales.  / FOTO:ALESSANDRO MARADEI

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    safíos a enfrentar. Rius dio el ejemplo delmercado cervecero en el país, dominadopor una empresa multinacional con baseen Brasil que es dueña de todas las marcasque se comercializan dentro de fronteras.Si bien “no se ha podido probar que abusede su poder, ya que podría poner el precioa tope porque no tiene competencia, so-

    mos muchos los que creemos que la cali-dad y la variedad empeo ró”, confesó Rius.Esta situación obliga a los consumidores aofrecer resistencia y plantearse alternativas.

     Así es que de la mano de clubes cervecerosse formó un pequeño circuito de cervezaartesanal, que supera ampliamente en ca-lidad a la industrial.

    Otra de las consecuencias de ser pe-riféricos y chicos es tener una capacidadnegociadora limitada. “Muchas veces lasempresas te dicen: ‘en estas condiciones me

     voy’ y efectivamente se van, y alguno de esosquerías que se vaya, pero otros no”, relatóRius, para quien no sólo las transnacionalescometen abusos, sino que hay “una lógicacomún económica” que también rige paralas empresas nacionales.

    ¿Tener o no tener?“El consumo se transformó en un factor cul-tural de primer orden en todo el mundo”,destacó el sociólogo Eduardo Morás. En lasociedad de consumo, los individuos siguenun “determinado patrón de comportamien-to acorde a lo que occidente entiende quees el bienestar y mejores formas de vida”,completó Reto Bertoni, coordinador de laLicenciatura en Desarrollo de la Facultad deCiencias Sociales de la Udelar. En este senti-do, para estar legitimado e incluido social-mente, se deben compartir los patrones deconsumo que se imponen. Para Bertoni, la

     visión negativa de la obsolescencia es por-que tiene detrás “la idea de acumulación”.“No es que tener algo mejor sea malo, elproblema es que te impongan la necesidad

    de tenerlo”, profundizó el especialista.

    En este entramado social donde elconsumo es elleitmotiv , ¿qué ocurre conlos sectores más bajos de la sociedad? Elhecho de que grupos de individuos conpocos recursos imiten a referentes conmás dinero, por ser íconos populares opor considerarlos exitosos, desvela a mu-chos de los académicos. Bertoni dejó en

    claro la contradicción: “Existe una per-cepción de privación por parte de algu-nos sectores sociales, a quienes se les pideque se conformen con lo que tienen; sinembargo, las señales de las empresas y elgobierno les indican que la falta de accesoa un bien es un síntoma de exclusión”.

    En el terreno de la economía de estu-dio, Rius indicó que esta problemática hademostrado que es una buena justifica-ción para poner impuestos a quienes con-sumen mucho. Hay un grupo de personasde altos niveles de ingresos y consumo, yotro que trabaja más horas, se endeuda, ydeteriora su calidad de vida. En definitiva,unos viven peor que otros por tratar deimitarlos. Para Rius, con los impuestos seconsumiría menos, bajaría el despilfarro,

     y se achicaría la brecha; “habría menosesfuerzos infructuosos por tratar de con-seguir un nivel más alto”.

    Sin embargo, el economista advierteun inconveniente: “¿Cómo hacés para ex-plicarle al grupo de abajo que éste no esun buen estilo de vida? […] Por un lado,son fenómenos que se podrían corregir,pero por otro son decisiones individua-les de la gente que deben ser respetadas”,diferenció. Por su parte, Bertoni va másallá del planteo economista: “No alcanzacon limitar a los que tienen para que noconsuman tanto si la sociedad entiendeque el prestigio está asociado exclusiva-mente al tener”. Y si bien reconoce que“los impuestos pueden ayudar como undesestímulo”, necesariamente deben iracompañados de un “cambio cultural

    muy fuerte”.

     Yabba Dabba DooPartiendo de la base de que el sistema ca-pitalista tiene el objetivo del crecimientopor el crecimiento, y que la produccióneconómica actual trae aparejados cos-tos sociales y ambientales notorios, se

     vislumbran cada vez más caminos alter-nativos a los tradicionales. Uno de ellos

    es el “decrecimiento”. Esta corriente depopularidad creciente en Europa, confundamentos teóricos de pensadoresdel siglo XX, rechaza principalmente elcrecimiento económico, el liberalismo,

     y el productivismo.Tomas Marois, economista inglés

    que estudia temas de desarrollo y neo-liberalismo y que visitó Uruguay a prin-cipios de setiembre para participar en elSeminario de Empresas Públicas organi-zado por Antel y rasnational Institute enel marco del Día del Futuro, contó ala dia-ria que no es adepto a esta corriente, por-que “tiene muchos riesgos sociales”. Entreotras cosas, dijo, implica principalmenteque los individuos “pierdan su trabajo”,mientras que “al pueblo no le importala estrategia política, sólo necesita pan

     y agua”. Desde el ángulo del desarrollo, y sin referirse al decrecimiento, Bertoni“no tiene una visión naif ”: “odos somoshijos de determinado entorno y pautasculturales que nos trascienden, entoncesparece fundamentalista plantearse quese puede vivir mejor sin luz eléctrica osin computadora. No podemos volver ala edad de piedra”, insistió el especialista.

    “Una alternativa real tiene que empe-zar fuera del mercado. Es lo más poderosoque podemos hacer para superar el neo-liberalismo”, planteó Marois, abriendo lapuerta a lo que puede ser un recorridodiferente. Su apuesta es a que los princi-pios de la vida estén fuera del mercado, yno bajo la influencia del consumo; con-cebir una justicia diferente, en la que “se

    incluya el pensamiento de la comunidad,

    la posibilidad de trabajar y decidir juntosde manera productiva. Poder plantearnossi necesitamos más juguetes de plástico uotras maneras de mejorar la calidad delagua”, se explayó Marois.

    La obsolescencia programada es in-terpretada por el economista como “unaestrategia poderosa del capital, que tie-

    ne una implicación muy profunda parala sociedad”; por esta razón, insistió, lasolución está fuera del mercado. El mis-mo hincapié hizo en la eliminación delos commodities. Además, para Marois,el cambio debe ser “sistémico, no parti-cular”: “Generar juntos nuevas manerasde producir cosas, con una idea diferenteque no sea sólo ganar”. Una “economíasolidaria”, con “ideas verdes, […] igualdadde género […] y sin racismo” son las “ideassociales” que propone para reestructurarlos principios que rigen a las sociedades.

    Un lugar especial ocupan las finan-zas: “El control de la moneda es muyimportante para crear alternativas”. Eleconomista inglés aclaró que el dinerono es exclusivo del sistema capitalista, yque “el capital financiero es tan poderosoque cualquier alternativa al sistema va afallar si no hay opciones financieras paracombatirlo”. En este sentido, destacó lacreación por parte del gobierno uruguayodel Fondo para el Desarrollo (Fondes),

     y de toda iniciativa que estimule “finesprogresivos”. El control de la moneda esun tema del que “debemos hablar más”,enfatizó el entrevistado.

    Nuevas alternativas surgen para unsistema que muchos consideran obsoleto.Nuevas voces plantean el descontento yreflexionan sobre cuál es el mejor por-

     venir de la sociedad. Falta generar másinstancias de discusión y reflexión, y quecada individuo tome conciencia y se cues-tione qué camino prefiere transitar.

    Florencia Pagola

    Joven se buscaLa búsqueda de empleo y la acumulación de conocimientos

    M diseñador gráfico de en-tre 21 y 30 años podrá integrarse a unaagencia digital en crecimiento, mujeresde entre 23 y 27 años son posibles candi-datas a asistente de ventas de productosde informática. Estos son sólo algunos delos perfiles que los empleadores buscan ycuyos avisos pueden verse en un diario decirculación nacional publicado la sema-

    na pasada. ¿Existe fecha de vencimientopara integrarse a determinados empleos?

    “Lo primero que aprendí a usar esel Lotus 123. Un día cambiaron a Excel ypasé de ser una especialista a una analfa-beta”, cuenta Gabriela Pintos rías, quiendicta clases sobre comportamiento orga-nizacional en la Licenciatura en Adminis-tración de Empresas de la Universidad dela República, al tiempo que trabaja comoconsultora en diseño organizacional. Éstees sólo un ejemplo de algunos conoci-mientos que se vuelven obsoletos y pier-den sentido ponerlos en un currículum.

    Por otra parte, aunque para algunasprofesiones es más políticamente correc-to buscar un determinado rango de edad,esto no sucede en todos los casos. Si bien

    difícilmente se cuestione que en primeradivisión de fútbol los jugadores de mayoredad pisen como máximo los 35 años, po-dría ser mal visto que una persona de 50años no sea seleccionada para atenderla barra de un boliche únicamente porsu edad. Según Pintos, no se trata de que

    las personas tengan una “fecha de venci-miento”: las decisiones de los empleado-res así como las trayectorias laborales se

     ven atravesadas por varios factores.Desde el punto de vista del emplea-

    do, seguramente, los factores que lo mo-tivaban para la realización de una tareaal ingresar a un empleo luego de 20 años

     ya no representan un incentivo, “y, si lo

    sigue haciendo de igual manera, va a ren-dir menos”, asegura Pintos. Por tanto, al-gunas tareas terminan siendo propias deun momento específico de la trayectorialaboral de una persona, lo que no signi-fica que hayan perdido la capacidad pararealizarla. Es claro, por ejemplo, en unacarrera como medicina, en la que tomarla presión puede ser una tarea relevantepara un practicante que se inicia en la ac-tividad, mientras que para un médico deaños será un elemento muy básico en surutina. Según Pintos, a eso se le suma lafalta de costumbre por parte de las em-presas de planificar carreras, y el cambiomismo que se da en el desarrollo de ac-tividades dentro de un trabajo, ya sea porcambio de tecnología, por la tendencia

    del mercado o por la necesidad de pa-recerse y generar empatía con el cliente.Esta empatía está directamente vin-

    culada a la capacidad de consumo y alpúblico al que se dirige el mercado. Loslocales de indumentaria femenina para

     jóvenes difícilmente sean atendidos por

    hombres mayores de 40 años, ya que pa-recerse al cliente resulta entonces unanecesidad para asociar la marca a undeterminado estilo. Por otra parte, Pin-tos entiende que puede existir una suertede “mitología” según la cual se consideraque si el candidato es joven entonces seráinnovador, proactivo, “sin mañas”, cuandoen realidad son rasgos de la personalidad

    que no se determinan por la edad.En diálogo con la diaria, el sociólo-

    go Eduardo Morás expresó que una delas problemáticas principales de Uru-guay vinculadas a la juventud es lo quellama la “persistencia de la desigualdadestructural”. Entre otros aspectos, lo s jó-

     venes siguen siendo los más afectadosen términos de desempleo, empleo demala calidad e informalidad. Y peor aún,se trata de una condición estructural dela sociedad, no es una coyuntura ni unmal arrastrado de unas pocas décadas.“Los jóvenes son los primeros en perderel trabajo en la época de crisis y los últi-mos en recuperarse en la época de altoeconómico”, aseguró.

    En la actualidad el desempleo es his-

    tóricamente bajo, con una tasa que rondael 6,9%. Sin embargo, hay una constante y es que “si querés saber de cuánto es eldesempleo en los jóvenes menores de24 años, multiplicalo por tres”, expresóMorás. Para el caso del trabajo informal,una regla también sencilla puede apli-

    carse duplicando la cifra cuando se tratade jóvenes de ese rango de edad.

    “El trabajo se ha hecho precario y enlos más jóvenes los porcentajes de infor-malidad son sumamente elevados”, expresaMorás, quien cita uno de los fascículos del Atlas sociodemográfico y de la desigualdaddel Uruguay , donde se da cuenta de que laspersonas de entre 15 y 17 años tienen una

    informalidad de 93,2%, y en los menores de24 alcanza a la mitad de esta población. Estacondición implica falta de cobertura, de se-guridad social y, seguramente, un menorsalario. A ello se le suma otra realidad y esque la educación, según Morás, ha perdido

     valor instrumental para la inserción laboral,en la medida en que encuestas del InstitutoNacional de la Juventud muestran que nue-

     ve de cada diez experiencias laborales de jóvenes entre 15 y 17 años se dan por redesde contacto y no por razones de formación.

    Sobre este aspecto, la investigaciónpresentada a fines de setiembre por PaulaCarrasco, del Instituto de Economía de lafacultad pública de Ciencias Económicas y

     Administración, revela que las condicionesde ingreso de los jóvenes en el mercado in-

    fluye fuertemente en lo que será el resto desu trayectoria. Por tanto, el haber carecidode cobertura social en el empleo inicial au-menta las probabilidades de que esa condi-ción se traslade a lo largo de su carrera.

    Elisa González Carmona

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    “Las tecno-

    logías son

    parte de la

    vida, son

    seres vivos,

    no son seresmuertos”.

    Es una cienciaLas tecnologías y sus consecuencias desde una mirada filosófica

    E de varios libros acerca deuno de sus principales objetos de es-tudio: las tecnologías y el rol de lasciencias humanas en la constituciónde las culturas y sus relaciones mu-tuas. La entrevista fue vía skype  y esta-rá separada en tres partes (páginas 6, 8

     y 11), ya que aborda, disc ute, contra-dice algunas y reafirma otras de lasperspectivas que se reflejan en estaedición especial de la diaria.

    “La filosofía que yo practico, queahora se conoce como posfenomeno-logía  -porque todo es pos   ahora- esbastante nueva, aunque arranca conHeidegger. Un profesor americano,Don Ihde, de 80 años, hace una sínte-sis entre fenomenología y pragmatis-mo, que es lo que yo desarrollo con mitrabajo sobre tecnologías rotas y otroslibros. He tratado mucho el posmoder-nismo en relación con otros temas, y lagente que toma contacto se da cuentadel potencial enorme que hay en esta

    metodología, que tiene la posibilidadde darnos una perspectiva totalmentenueva respecto a cosas que se vienendiscutiendo hace mucho tiempo y engeneral se dan siempre las mismas res-puestas, clichés. Se dan por sentadascosas que muchas veces contradicenla lógica del sentido común, pero no sepuede explicar muy bien por qué. Estesistema nos permite penetrar muchomás a fondo en cuestiones como la ob-solescencia programada, si es posible,en qué casos, cómo...”

     –¿Se discute la obsolescenciaprogramada (OP) en la Filosofía?

     Yo lo discuto y lo e studio porque tie-ne que ver con las tecnologías rotas,pero en general se sigue discutiendoen escenarios tradicionales: en eco-nomía, el pensamiento que dominalas universidades hoy tiene una me-todología positivista que intenta cal-cular si hay pérdidas o ganancias, y

    por otro lado en la tradición marxista,

    ecologista-marxista, se diaboliza elcapitalismo. En general, la economíapositivista defiende el derecho a la OPcomo una medida económica lógicadel mercado, mientras que la tradi-ción marxista la condena por su res-ponsabilidad medioambiental, porsu consumismo. Tenemos una tradi-ción muy importante de la Escuelade Frankfurt con [el filósofo Herbert]Marcuse, en los años 60, construidasobre la crítica al consumismo. De ahí

     viene un poco ese tema que es muchí-simo más complejo de lo que se pint a

     y tiene que ver con, entre otras cosas,la capacidad o no de la sociedad hu-mana de planificar el futuro, aunqueparezca mentira. Creo que está muyrelacionado con el proyecto comu-nista de planificar la economía, quetermina fracasando, y el estudio depor qué fracasa nos aporta muchísi-mo para entender por qué la OP es enrealidad imposible.

    Es un fenómeno del monopolioeconómico, es negativo a veces yotras, positivo, a veces se logra y otrasno. En realidad no existe, se inventa.Es un tema muy interesante, se rela-ciona con la planificación económica

     y la previsión del futuro. Pero en prin-cipio la exageración con la que se ma-

    neja y se asegura es totalmente traída

    de los pelos, no se puede argumentar.

     –¿Exageración?Hay sectores, como el ambientalista,que son verdaderamente militantes eneste tema, insisten en que hay manipu-lación, que el circuito de circulación decapital es muy intenso, que nos impul-sa al consumismo, etcétera. Que tene-mos que ir a una ética, y ¿cómo definísesa ética?, que se pregunte: ¿qué es loque no vas a consumir y de qué vas aprescindir? Si los ordenadores PC deMicrosoft son mucho más baratos ytienen más o menos el mismo serviciotécnico, ¿por qué no suprimimos losproductos de Apple que son más caros

     y en general sólo venden diseño? Perola mente humana no funciona sola-mente con base en lo que es práctico

     y hay otros elementos, como la belleza,que impulsan el consumo.

    Por otro lado, la intensidad delcircuito de capital genera trabajo yriqueza. La riqueza, el querer mejo-rar, el querer trabajar, es parte de lanaturaleza humana, no se puede res-tringir. La Unión Soviética es el mejorejemplo de eso: cuando lo intentaroncon su política económica realista,

    Fernando Flores Morador es uruguayo, pero vive en Suecia desde 1982, cuandose fue del país como exiliado político tras haber pasado cinco años preso,

    desde 1972 a 1977, por su militancia contra el régimen militar que se instalaría

    en 1973. Entonces era todavía un estudiante de filosofía, disciplina en la que

    finalmente se diplomó. Desde 1998 es docente de la Universidad de Lund,

    desde donde se proyecta y relaciona con el mundo.

    continúa en página 8

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    Mundo del revésDerechos del consumidor sobre tela de juicio

    E de consumo se pasa la vida con-

    sumiendo. Y aunque sea una de sus ac-tividades principales, según los especia-listas, en Uruguay poco se respetan susderechos ni se ataca fuertemente unode los problemas que más padece: el so-breendeudamiento. A la vez, le falta or-ganizarse con sus pares y ser más crítico.

    El mercado está constituido por lasempresas, el Estado y los consumidores.En esta tríada, quien corre con desven-taja es el consumidor, porque está solo.“Te vendieron una cosa que duró menosde lo estipulado, y por eso no hacés unamarcha”, expresó el economista AndrésRius. En este sentido, Estado y consumi-dores deben trabajar juntos. El primero,a través de la incorporación de técnicosque investiguen el tema, además de re-gular el mercado y fijar reglas a las em-presas para que no incurran en prácticasabusivas. Los segundos, por su parte, de-ben tomar conciencia de sus derechos

     y fortalecer las organizaciones socialesque los representen.

    Para Rius, “muchos de los logros quehay en países más avanzados respecto ala protección de consumidores surgie-ron de los movimientos sociales”. Si bien“hemos agotado este modelo para vivir,admite muchas modificaciones, no esrígido”, afirmó. Uno de los ejemplos esBrasil. Un referente en la región que halogrado grandes cambios gracias a unaorganización social muy fuerte y un Es-tado que la respalda. Así es que Uruguaytiene el ojo puesto permanentemente enel desarrollo que el vecino ha tenido en la

    materia, tomando como ejemplo y adap-tando muchos de sus avances.

    Otro pasitoDentro del Ministerio de Economía yFinanzas (MEF) está constituida el Áreade Defensa del Consumidor. Su encarga-da, Ana María Sánchez, contó a la dia-ria los pasos a seguir cuando llega unadenuncia. Se recepciona el reclamo, senotifica al proveedor y este tiene diezdías para responder, puede que prefie-ra arreglar el problema directamentecon el denunciante, que no respondao que no se haga cargo. En este último

    caso se realizan audiencias en el edificio

    de la dependencia. Existen dos grandessectores que evidencian de qué trata lamayor cantidad de denuncias: productos

     y servicios, y finanzas. El rol de la defen-soría es negociar para que ambas partessalgan beneficiadas. Según la encargada,la mayoría de los casos se resuelve antesde pasar a audiencia.

    De los 26.000 reclamos que tuvo elárea en 2013, la mayoría tuvo respues-ta satisfactoria. En el caso de que no sellegue a un acuerdo, se pasa a la vía ju-dicial. El área ya extendió oficinas a losdepartamentos de Salto, Maldonado yCanelones, y tiene convenios con lasintendencias de Río Negro y Flores. Suaspiración es llegar a todo el país. Una delas herramientas que tienen las diversasoficinas conectadas entre sí es el SistemaNacional de Defensa del Consumidor,importado de Brasil. Les sirve para sabercuántos reclamos hay en cada departa-mento y de qué tratan.

    Sánchez también cuenta con orgullolos avances de los vecinos. En Brasil yatienen Secretaría de Defensa del Con-sumidor, lo que les da más jerarquía eindependencia a los derechos de los con-sumidores; en Argentina, lo mismo, y enParaguay se está por formar. En Uruguay,dar este paso de independencia es de-cisión del Poder Ejecutivo, de todas for-mas, Sánchez cree que “hay un determi-nado camino a seguir”, que es el mismoque “el de los países que nos rodean”. Sibien el Área de Defensa del Consumidorha mejorado mucho en los últimos años,

    queda camino por recorrer, hacen faltaconsumidores más organizados, cons-cientes y demandantes. Es necesario queno estén totalmente dominados por lasempresas y que les hagan contrapeso enel mercado, “esto justifica que el Estadointervenga y ayude a que el movimientode consumidores crezca”, enfatizó Rius.

    Según el economista, el mismoapoyo debe darse a las asociaciones,

     ya que en este momento “son chicas ypoco visibles”. Consumidores y Usuarios

     Asociados (CUA) es una asociación civilcreada en 1998 que defiende el derechode los consumidores y que ha luchado

    mucho desde su inicio, contó su directo-

    ra general, Yandira Vega. “Uruguay es elúnico país de la región que no apoya a lasasociaciones de defensa del consumidor,a pesar de que la ley lo exige”, lamentó

     Vega. Por esta razón, a pesar de sus 1.200socios, CUA “está muy sola”, enfatizó.

    Sin códigoEn agosto de 2000 fue promulgada la Leyde Relaciones de Consumo Nº 17.250.Esta ley de orden público regula las re-laciones de consumo y resguarda los de-rechos de los consumidores. Según Vega,esta legislación fue aprobada “porque elMercosur lo exigió”, principalmente Bra-sil, que “tiene la mejor ley del mundo”. Detodas formas, insiste en que en Uruguayno es respetada.

    Mirta Morales trabajó muchos añoscomo abogada en el Área de Defensa delConsumidor del MEF. Además, integra elCentro Interdisciplinario de Relacionesde Consumo de la Facultad de Derechode la Universidad de la República. SegúnMorales, a pesar de los años que tiene laley, “tiene poco marketing”. Al no estar enconocimiento de los consumidores, estosno conocen sus derechos y, por lo tanto,no exigen. Tampoco los proveedores es-tán informados, “por lo que no cumplencomo deberían; y lo que a veces asusta unpoco es que no está en conocimiento delos mismos decisores, nos sorprendenalgunos fallos judiciales que no toman encuenta la ley”, declaró la abogada.

    Morales cuestionó que los jueceshagan primar el uso del Código Civil

    de 1868 por sobre la Ley de Relacionesde Consumo, más reciente y específica. Además, muchas veces cuestionan la“calidad del consumidor”, y “se ponenmás formalistas, a pesar de que la leyno es tan formal como el código”, agre-gó. Para Morales esto ocurre en parteporque en Uruguay la formación de losabogados carece de una materia sobrerelaciones de consumo, “se dan comocoletazos, te dicen que es una ley comootras tantas”, relató.

    Entre los bienes y servicios másreclamados en la repartición del MEFse encuentra la telefonía celular: An-

    tel es quien encabeza el ranking de los

    20 proveedores con más reclamos en2013, con 1.736; Claro está en segun-do lugar, con 733. “Hay que tener encuenta el vo lumen que tie ne Antel”,especificó Sánchez. Los reclamos sebasan principalmente en los celularesque se rompen enseguida; incumpli-miento del contrato, de la garantía ode la prestación de servicio; no seentrega el producto; productos engarantía que con más de tres entra-das al servicio técnico deberían sercambiados; vicios aparentes y ocul-tos; servicio no solicitado; falta deinformación; publicidad engañosa;no hay cobertura en la zona y cláusu-las abusivas. Según Vega, de CUA, elproblema de Antel “es que tiene queasegurarse de que las empresas quetrabajan para ellos deben hacer lascosas bien”, porque “la tercerizarió nno le sir ve al con sumidor”.

    Otra de las categorías más recla-madas, tanto en Defensa del Consumi-dor como en CUA, son los préstamos:“Gente que saca un crédito y despuésno lo puede pagar; pide en otro lado yse forma la famosa calesita”, contó Vega.Para Morales, éste es un problema detoda Latinoamérica, pero en Uruguayparte de la base “del aluvión de prés-tamos que se dan sólo con la cédula”, ysin ningún tipo de control.

    Según las especialistas, actualmenteen el país hay un sobreendeudamientoimportante de la población. Moralesentiende que está bien darles la opor-

    tunidad a quienes no acceden a ciertacalidad de vida, mediante créditos, peroque “sean razonables”. Necesariamentese debe chequear el sueldo de las perso-nas, si tienen casa propia o cuenta en elbanco hipotecario, “porque eso influye”,ilustró la abogada. Lo ideal sería que lospréstamos los den sólo los bancos, perolas personas con menor poder adquisi-tivo no acceden allí, por lo que terminansacando “préstamos de los supermerca-dos o de una zapatería”. “Incluso, una vezque las personas están en el clearing , seles sigue dando préstamos a sola firma”,agregó Morales. FP

    HipervínculosLa psicóloga Sylvia Montañez aportó ideas sobre los nuevos modos de relacionarse

    “S existencia singular se abre al mun-do y, en vez de encontrar la completud,se constata la separación con los otrosque nos permite acercarnos y, en el mis-mo momento, nos distancia de nosotrosmismos, la búsqueda de ‘comunión’ y/ola búsqueda de unión es un anhelo queno encuentra una ficción reparadora quepueda mediar para el logro de una comu-nidad cultural colectiva y configuradorade la subjetividad, ¿qué nos queda? ¿Eldesarrollo tecnológico puede ocupar ellugar de mediación? ¿Son los vínculos

    sociales la fuerza productiva principal olo es la tecnología?”, se pregunta la psi-cóloga Sylvia Montañez en su artículo“Mediación y conciencia. Hegel y el pre-sente de la comunicación”.

    “¿Cómo influye el cambio tecnoló-gico en las relaciones humanas?” fue el

    punto de partida para el diálogo con ladiaria. En tiempos de continuos cambiostecnológicos y de imposición de la cul-tura del “úselo y tírelo”, es muy probableque se generen nuevas subjetividades.Según el pensador Umberto Galimberti,citado por Montañez durante la entrevis-ta, el ser humano ya no usa la tecnologíacomo un medio ni la domina, sino que seha sumergido en un mundo tecnológico,que denominaposhumanista, porque latecnología “nos habita, forma parte denuestra vida”. Montañez sostiene que vi-

     vimos una etapa de transición en que lascategorías alguna vez entendidas como“sustantivas” actualmente adquieren elapellido de “zombis”. La familia, la es-cuela, el trabajo y las ideologías, que ensu momento tuvieron un “horizonte desentido, que conformaban creencias, va-

    lores, hoy han cambiado y colapsado y ya no significan nada”. Asimismo, si bienesos espacios generaban pertenencia,también eran coercitivos. Por eso, ladocente adjetiva esta época como másliberadora en este sentido.

    Montañez mencionó a Martin Hei-degger, que en su libo El Ser y el tiempo explica la diferencia entre el miedo y laangustia, entendiendo al primero comoun temor a algo concreto, mientras queel segundo supone desconfianza a lonuevo y desconocido. “La sociedad se

    angustia porque no sabe y porque nadadura”, expli có. Sin embargo, antes ha-bía ilusiones o creencias establecidasque actuaban como puntos de apoyo

     y ahora ya no.Las ventanas hacia la intimidad

    que permitió la tecnología han provo-

    cado dificultades para discernir entrelas fronteras de lo público y lo privado.Según Montañez, en la modernidad,el ámbito privado era un refugio delámbito público, hostil y de difícil par-ticipación. Hoy los blogs y otras tecno-logías han llevado a un cambio en esasfronteras. Los blogs se posicionan comoespacios de mera narración personal enlos que se comparte públicamente in-formación privada. “Hay una exacerba-ción del yo donde estalla el espectáculo,es un espacio público que no dice nada

    o casi nada”. Aunque los rostros ya nose busquen y ahora miren pantallas, lapsicóloga sostiene que “hay un anhelode encontrarse y en esa búsqueda pro-bablemente media la tecnología”.

    Laura Rey Gonnet

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    te daban casa, trabajo, educación,salud y no alcanzaba, la gente no erafeliz. Eso lo corrigen los chinos hoy,con el mercado socialista que tienen.En verdad no es un invento chino, yalo había probado Lenin en Rusia, perosin querer -no creía mucho en eso, quedio resultados fabulosos durante unos

    años y después lo abandonaron-.

    –¿Sin monopolio no hay OP?No, porque la competencia, si empie-zo a producir con menor calidad, sacaalgo mejor y me tira para afuera delmercado.

     –En general pareciera que losproductos de ahora son de menorcalidad...¿Qué es la calidad? Suponete quecomprás un refrigerador que dura50 años. ¿A qué empresa le puedeconvenir construir refrigeradores?Lo más probable es que los elimine-mos porque no va a haber un merca-do. Para que haya un mercado tieneque haber trabajadores que cobrentodos los meses y tiene que haber ac-cionistas que cobren todos los añossu capital de retorno. ¿Quién decideeso? Lo decide la sociedad mediantemecanismos muy complejos que sonimposibles de describir racionalmen-te. Eso ya es bastante claro en el casoparadigmático de las lamparitas eléc-tricas. Fue un monopolio que duróunos 15 años; el monopolio cuandodura poco generalmente es buenoporque genera estándares, en esecaso concreto abarató la producción

    taminan, entonces, ¿para qué querésun refrigerador de hace 50 años quecontamina, consume mucha energía

     y encima enf ría poco?

     –¿Qué son las tecnologías?Las tecnologías son parte de la vida,son seres vivos, no son seres muertos.

    Tienen existencia en tanto la sociedadles da vida, y tampoco son fijos, pue-do usar un refrigerador para guardarlibros, el hecho de que lo use comorefrigerador es lo que lo hace refri-gerador. Las cosas no tienen una vidaindependiente de la nuestra, son loque nosotros queremos que sean, laduración es un aspecto físico, comolas moléculas, los átomos. La máqui-na de vapor dura, está entera ahí. Lapodríamos seguir usando, pero ¿porqué no la usamos? Porque la sociedaddonde creció no existe más, pasa aser un objeto de museo. Un ecologistapodría decirte “usémosla, es muchomás sana que los motores el éctricos”,sí, pero porque sea más sana no po-demos volver a la edad de piedra. Esoquedó atrás, la sociedad de la edadde piedra eran 20 personas, nosotrossomos miles de millones para alimen-tarnos y educarnos, no podemos vol-

     ver a tecnología s de aquellas ép ocas.

     –¿Qué pasa con el costo social?La gente padece mucho por elsobreendeudamiento. Y cuandodijo que en la Unión Soviética condeterminado régimen la gente noera feliz, yo me pregunto si con estesistema consumista sí lo es.

     y tod o el mundo pudo acceder a l aslámparas. La obsolescencia sacó almercado una bombilla que duraba1.000 horas cuando en aquel entonces

     ya se podía produci r una que duraba20.000. Ahora, ¿de dónde se saca quela duración es igual a la calidad, cali-dad de qué? ¿Porque es físicamente

    más resistente? Pero la física en laeconomía no tiene nada que ver, yen el gusto de las personas tampoco.El mercado humano de comercio esantropológico, no físico.

     –Sin embargo, hay una tendencia aasociar la calidad de las cosas con sutiempo de vida útil.Hay que ver también de qué artefact ohablamos, si es una casa y a los diezaños se te hace agua es un desastre.Hay un mínimo de duración de lascosas; puede que haya productos queestén por debajo de lo que la sociedadacepta. Es muy probable que sea así,

     y hay compañías que desaparecen, elmercado las elimina. Siempre hubo

     y va a haber producto s inferiores a lanorma. Pero los estudios de mercadoque hacen las empresas más estable-cidas arrojan el mismo cálculo queharía cualquier persona con sentidocomún. Un ordenador después decinco años no me interesa que vivaporque va a estar anticuado. Ahoracon las tablets, que son pantallas sen-sibles, los sistemas operativos que noson sensibles a las pantallas ya sonobsoletos. En los refrigeradores no estan así, pero los de ahora consumenmuchísima menos energía, no con- continúa de página 11

    En Uruguay, como en todas partes,hay una clase media muy competi-dora, eso genera muchísimo estrés. Yeso lo provoca la propaganda comer-cial. Es un problema muy difícil deresolver porque existe en todos lados.No veo una solución simple, porqueel tema de los grupos sociales y del

    prestigio ante la competencia es in-cluso anterior al capitalismo, existióen todas las sociedades. Sobre todoen las clases medias, que quieren pro-gresar económicamente, que viventratando de cambiar el aut o, hacer un

     viaje, tener la ropa de moda. Eso e sun problema grave. Probablementedeba resolverse con grandes discu-siones, la participación de partidospolíticos, los sectores civiles, las reli-giones, la iglesia; son procesos muylentos, muy largos. Que la gente estéendeudada se podría controlar me-diante medidas económicas que elgobierno puede tomar para limitarel endeudamiento privado, eso sepuede hacer. Que la gente deje detener ese estrés del consumo, eso esalgo que solamente se puede ponera discusión.

     –¿Es ética la OP?Cuando hablamos del análisis filo-sófico de la OP, dejamos de lado laparte ética y hacemos un análisispor el análisis en sí, para encon-trar, describir el fenómeno, analizarlas ideas que aparecen, más allá detomar posición a favor o en contra.

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    En puntoLa ética profesional y la producción uruguaya

    L , el auto, la televisión yunos cuantos artefactos más nunca seles rompieron a los abuelos. Pero ya noes así. No importa la marca ni el precio,a veces los aparatos duran menos de loesperado y no vale la pena arreglarlos,mejor comprarse uno nuevo. Otras ve-ces, aunque no se rompan, los nuevos

    modelos que salen al mercado invitanal recambio. Aunque este tipo de pro-ducción parece moverse por otra órbi-ta, Uruguay no escapa a esta realidad.Tampoco escapa al dilema ético de losingenieros y fabricantes cuando se en-frentan a la obsolescencia programada.

    “Últimamente no conviene arreglarnada porque las cosas están diseñadaspara que eso sea así”, contó GianfrancoPremuda, mientras su reloj de 1870, queencontró en la feria de Tristán Narvaja,no cumple con esta premisa. Lo reparóunas semanas atrás y ahora se mueve alcompás del tiempo. Premuda es inge-niero industrial y, entre otras cosas, fuepionero de la producción automotriz enUruguay, en 1967. Aunque no compra unauto “por la pinta”, considera que ya no

     vale la pena fabricar uno que dure variasdécadas: “Ahora todo el mundo quiereuno conairbag . Los autos rusos duraban60 años, nadie los quería, pero andaban”.

    Carlos Gera, gerente de la Asocia-ción de Informáticos del Uruguay, coin-cide con el ingeniero y agregó que “la du-rabilidad ya no es tan importante parael consumidor”. El astrónomo SantiagoRoland, quien investigó sobre la temáticaen su época de estudiante, entiende quehay una “obsolescencia psicológica”, yaque “se le da valor al objeto como si fueradiez veces mejor que el otro”.

     A Roland siempre le interesó laobsolescencia, a tal punto que prefierebuscar objetos que le duren más antesque guiarse por las tendencias. Por eso

    se arma sus computadoras: “En vez decomprarme una que sale 200 dólares y a los dos años la tengo que cambiar,prefiero gastar 800 y que me dure cuatro

     veces más”. Algo similar ocurre con sucelular a prueba de todo: caídas, agua,suciedad. Roland no quiere “forzar sumente” a darle a la obsolescencia uncelular cada dos años.

    Made in UruguaySegún Premuda, los fabricantes urugua-

     yos no toman en cuenta la obsolescen-cia: “Cuando hacemos una máquina, unproducto o algo, tratamos de que dure lomás posible”, expresó. Fernando Silveira,director del Instituto de Ingeniería Eléc-trica de la Facultad de Ingeniería de laUniversidad de la República, coincide: “A

    nadie se le pasa por la cabeza que dejende andar, el desafío es que no fallen”, yaque la mayoría de los ingenieros trabajaen sistemas que así lo requieren, comoen su caso, que diseña equipos médicos.

    Premuda contó que en los comien-zos de la producción automotriz en Uru-guay la Fiat era una “industria modelo”.Se fabricaba un “paragolpes en serio”, asíque cuando el italiano Gianni Agnelli,presidente de la compañía, vino a Uru-guay, le preguntó al ingeniero cómo sefabricaba una matriz tan cara: “Le ex-pliqué que estaba hecha en partes, conartesanos, y que había mucho ingeniopero poco costo”. No o bstante, cuando

     Agnelli supo el precio de cada auto, él ylos demás italianos se empezaron a reír:

    “Gli uruguaiani sono tutti matti! Questaporquería más caro que un Ferrari? ”.Uruguay también cuenta con la par-

    ticularidad de ser uno de los pocos paí-ses que fabrica calefones de cobre, contóPremuda, y añadió que este tipo de mate-rial dura “para toda la vida” y es más caro.

    “Un fabricante no puede pensar en queno va a seguir vendiendo, salvo en paísescomo el nuestro, donde competimos encalidad”, señaló. Holanda es uno de lospaíses que los sigue fabricando con estematerial. En ese país hay una reglamen-tación que descuenta de los impuestos,durante cinco años, todos los artículosque se compren para el hogar. Aunque elcalefón de cobre dure más tiempo, “ellosigual lo tiran porque no les cuesta”, asegu-ró. Sin embargo, el ingeniero contó queel cobre se recicla, los holandeses logranque se tire menos y que su industria fun-cione. “No sé si es ética o es inteligenciadel sistema”, expresó.

    No obstante, para Premuda, Uru-

    guay todavía no es un país industrial.Expresó que “la industria nuestra decayócon la china”, ya que “los chinos decidie-ron ganar 30 dólares por mes y que unkilo de pan cueste medio dólar, entoncesno se puede competir”. A su vez, “cuando

     vamos a China a comprar las partes de

    las motos para armar, nos ofrecen cuatroamortiguadores iguales, pero uno cuestael doble que el otro, la diferencia está enla obsolescencia”, aseguró y sostuvo quelos compradores eligen la calidad segúnsu propio mercado.

    Hacer o no hacer Algunas impresoras tienen un contadorde páginas programado para que dejende funcionar tras determinada cantidadde copias. Este es uno de los tantos ejem-plos que conlleva un dilema ético dentrodel campo de la ingeniería. Por un ladoestán los ingenieros de la vieja escuelaque consideran que “sus creaciones sonintelectuales y que tienen que ser cada

     vez mejores”; por otro, están los de la nue- va escuela, a quienes “se les paga parahacer cierto trabajo y eso puede implicarfabricar una cosa débil”, ilustró Roland.

    No obstante, Gera sentenció que “nopasa por la ética ni por los ingenieros,es un tema comercial” y agregó que el

    fabricante tendrá mayores ganancias enla medida en que se vendan más pro-ductos. En este sentido, “el ingeniero seencarga de diseñar un aparato según losrequerimientos comerciales”. En contra-posición, para Roland no hay que pensarsólo en el mercado, ya que “si no tenésplaneta tampoco vas a tener mercado”. El

    astrónomo indicó que no vivimos en unplaneta de recursos infinitos, por lo cualcomprar un celular por año implica con-taminar el planeta doblemente: cuandose fabrica y cuando se tira.

    “Cada vez que uno habla de obso-lescencia, mete el dedo en el sistemacapitalista, entonces ahí la discusión escasi política, más que técnica y más quemoral incluso”, sentenció Premuda. Ro-land agregó que el capitalismo se mue-

     ve en una lógica de recursos ilimitados:“El ingeniero puede trabajar en uno o enotro sistema, pero al planeta le sirve unode esos dos. Capaz que muevo menosplata, pero la ganancia se ve reflejada enotras cosas, en algo más a largo plazo”.

    Para Silveira, la evolución de la tec-nología de las comunicaciones es la másacelerada, por eso los aparatos son cada

     vez más potentes. Las consecuencias deesto son industrias más costosas, queexigen un mercado mayor y, al tratarsede tecnologías de punta, la confiabilidades cada vez menor. Según él, se sobre-entiende que las nuevas tecnologías seaplicarán en productos con una vida útilde pocos años, como celulares, tabletas ycomputadoras. Si bien “recortarle la vidaútil deliberadamente a un equipo es undilema ético al que los profesionales de-berían resistirse”, Silveira considera quela escasa durabilidad de un productoestá más vinculada a bajar los costos deproducción según las reglas del mercado.

    La ética profesional es un tema quepreocupa al ingeniero químico Raúl

    Prando. Para él la tecnología no es neu-tra, por eso en la toma de decisiones sedebe responder a un “cuadro de valoresque depende del valor máximo que ten-ga cada persona”. Según Prando, hay undilema ético si de obsolescencia progra-mada se trata y además falta información

     veraz para el consumidor: “Si sabemosque tal artículo tiene una vida útil de cin-co años, deberían decirlo”.

    Para el filósofo Fernando Flores, eldilema ético afecta no sólo al fabricantesino también al consumidor: “Todo tie-ne una dimensión ética, pero debe colo-carse en términos de lo que es realista”.Ejemplificó que “no se puede cerrar unafábrica y dejar a la gente sin trabajo”, yaque hay cosas que “serán muy éticas,pero son utó picas”. No obstante, ante

    un caso personal, Prando consideraque “hay ciertos valores que no se pue-den claudicar”: “No sé si correspondeque el profesional siga conservando eltrabajo o que busque otros horizontes.Lo que digo no es teoría, yo lo viví endeterminado momento y esa fue la de-cisió n que tomé”.

    Con el paso de los años, la tecno-logía avanza y el tiempo entre el descu-brimiento y su aplicación es cada vezmenor. Por eso, en 2060 “el tiempo se

     vuelve cero y el hombre podrá resol- ver cualquier problema”. Así resumióPremuda un artículo de su colega JuanGrompone y agregó que “en un mundode locos como éste, y al mismo tiempomaravilloso, la obsolescencia es abso-

    lutamente necesaria”, aunque se tratade una “cadena maléfica”: “Es un mun-do sin moral, no podemos ni hablar demoral, porque ya no existe. No se puedetener algo que no existe”.

    Natalia Calvello

    Gianfranco Premuda, ingeniero, en su domiicilio con su reloj de péndulo de procedencia alemana.  / FOTO: ALESSANDRO MARADEI

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    Las posiciones éticas tienen que vercon los sentimientos o ideas. Losmarxistas tienen determinadas ideas,los liberales otras, y pueden teneréticas irreconciliables. Pero ambospueden coincidir en la descripciónde un fenómeno, aunque despuéslos sentimientos frente al fenómeno

    sean distintos. Es eso lo que creo quehace mucha falta. Hay mucha pasión,mucha ética y poco análisis. Cuandodecimos “la OP es un hecho porque seproducen co sas que no duran”, ahí yaestamos promoviendo la superficia-lidad, es decir, ¿que no duran en quésentido? ¿Socialmente, físicamente?Una lámpara vieja es como no tenerlámpara, entonces que prenda no nosayuda. Hay que empezar a entenderque no es un problema para quími-cos y físicos, sino que es un problemapara sociólogos, antropólogos y psi-cólogos. La lámpara va a seguir dandoluz, pero en una sociedad qu e no es lanuestra, sino la de nuestros abuelos opadres. ¿Y dónde está la diferencia?Eso es lo que tenemos que estudiar, yhay que promover el estudio.

     –¿Qué son las tecnologías rotas?Las tecnologías no se reducen a losartefactos. Hay tecnologías sociales,políticas. Votar, por ejemplo, es unatecnología. Muchas no las vemos, esnecesario reflexionar e ir descubrién-dolas. Empezaron para cubrir ciertasnecesidades. Éste es el tema centralde mi estudio de las tecnologías ro-tas; las tecnologías son interesantesde estudiar porque son como pedazos

    de sociedad coagulados, están ahí, fá-ciles de observar, sobre todo las rotas.El último Iphone  es difícil de analizarporque estamos enamorados del ob-

     jeto, pero después de que queda viejolo podés empezar a estudiar y analizar.Es necesario que haya una cierta pers-pectiva para estudiar las tecnologías.

     –¿La teoría económica del de-crecimiento es una alternativa alcapitalismo?Si lo que se quiere decir con esto esque se abandona este capitalismo ra-paz que sólo produce ganancia, creoque vamos en camino a eliminarlo,porque la sociedad en su complejidadle pide desarrollarse más. Una de lascosas que hay que tener en claro esque el capitalismo no es el Diablo oDios, porque a veces se dice que es elresponsable de todas las cosas, comosi fuese casi imbatible. El capitalis-mo es un conjunto de tecnologíashumanas que surge por una necesi-dad, y desaparecerá el día en que notengamos más esa necesidad. Mien-tras nos siga dando resultado va a se-guir siendo usado. Como el marti llo,mientras no encontremos un métodomejor, seguiremos usándolo. Creoque se va a ir llegando a un decrec-imiento y se va a ir dejando de buscarel crecimiento. Pero hay un proble-ma, en la medida en que la poblaciónaumenta, hay un crecimiento que esinevitable, que es el de abastecer a esagente. Cuando nací, en 1950, existíaen el mundo la mitad de las personasque hay hoy; en mi vida, la sociedad

    mundial ha tenido que alimentar aldoble de personas. Si mirás estadísti-cas, la gente vive mejor hoy que hace50 años, incluso en los países más po-bres. Esto no es gracias al capitalismo,es gracias al socialismo, a la guerrafría, a los movimientos de liberaciónnacional, a las iglesias, a la experien-

    cia acumulada, a la conciencia de quela pobreza genera guerras, y por esecamino vamos. Yo soy muy optimista,tremendamente optimista.

     –¿En qué casos es claro que no esútil consumir sólo por el hecho deconsumir?Hay muchas cosas que lo están mos-trando claramente, en pri mer lugar,si vamos a las tecnologías del cuer-po humano, hoy somos conscientesde que fumar, beber en exceso, estarmuy gordo o muy flaco no es bueno;hacer ejercicio es positivo. Son todastecnologías. Exigen una disciplina, uncontrol, motivarse permanentemen-te, y vemos que ya no alcanza: a míla propaganda de cigarrillos ya no meentra, estoy inmune. Y como éste haymuchos otros ejemplos. Hay propa-gandas que ya no calan. ¿Hasta quépunto me puede influir a mí cierto tipode propagandas que están destinadasa la moda o la ropa? En Europa se pre-guntan mucho si hay trabajo infantildetrás de esto, y si la tal Zara empleaa niños o no, y dónde los compran yqué sueldos pagan. Se sigue consu-miendo, pero eligen a la empresa quetrata mejor a sus obreros y q ue no em-plea mano de obra infantil, y eso es

    un cambio de consumo importante.Si me compro un coche que es híbridoestoy tratando de no contribuir con losgases; hay una serie de cosas que seestán imponiendo. Las empresas estántratando, en su comercialización, deimponerse como verdes. En Uruguaysiguen dando muchas bolsas en los

    súper. Eso es una cuestión concreta,se pueden usar biodegradables y si lascobran capaz que te acordás de llevarla tuya. Muchas veces son pequeñascosas que son tecnologías también.Eliminar la bolsa no se puede, pero sies biodegradable, mejor.

     –¿La sociedad de consumo es frutode la posmodernidad?El consumismo voraz tiene su mo-mento más alto en los años 50 y 60.Como producto del posmodernismonace el ecologismo. El ecologismonace en Estados Unidos en esos años,como reacción al consumismo voraz,más voraz en aquella época. El con-sumismo más peligroso es aquel queno es consciente de las consecuen-cias económicas, sociales, políticas

     y ecol ógicas. En ese sentido hay qu etrabajar: mucha educación, círculode estudio, investigación, muchosprogramas de radio, tv y revistas; queno sea sólo el análisis superficial delas cosas. Ir transmitiendo ese saber.Dejar los lugares comunes, esas cues-tiones fáciles que se repiten una y mil

     veces y que no apor tan mucho y, a veces, so n total mente er róneas.

    Florencia Pagola

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    Vida inútilLos residuos tecnológicos tras la obsolescencia programada

    “U y se desentien-de, pero si lo tira en el fondo de su

    casa, mediría muy distinto cómo ha-cerse cargo de l as cosas”, sentenció e lastrónomo Santiago Roland, estudio-so de la obsolescencia programada.Las máquinas se vuelven obsoletascada vez más rápido y por esto segeneran más residuos tecnológicos.En un escenario mundial en el quefalta conciencia y medidas concretassobre la disposición final de los apa-ratos eléctricos y electrónicos, tone-ladas de basura terminan en paísescomo Ghana, India, Nigeria, Vietnam,Bangladesh y China. Estos residuosllegan desde Europa y Estados Uni-dos, muchas veces en forma de “do-naciones solidarias” y son destruidosa través de quemas a cielo abierto, loque genera gases que contaminan el

    entorno. Mientras estos países son los vert ederos del mundo, en Urugu ay vari os acto res no está n ajeno s a laproblemática y exigen aprobar unproyecto de ley que está estancadodesde hace años.

    Cuando un aparato eléctricoo electrónico deja de funcionar sepuede separar una parte del equipoque sea reutilizable, pero hay otroscomponentes que no son tan fácilesde reciclar. Cromo, cadmio, plomo ymercurio son algunos de los metalescontaminantes que se ubican en lasplacas de las computadoras o en lostubos de los monitores. Estos últimos,aunque están obsoletos, se siguen

     vendiendo e n el mercado local.

    Estos aparatos rotos o en de-suso terminan generalmente en los verte deros munici pales, se rompen y libera n los meta les nocivo s, con-tó Carlos Gera, gerente general dela Asociación de Informáticos delUruguay (Asiap). Por eso se trata de

    un asunto de salud pública, más quemedioambiental, señaló. Para el re-

    ciclaje de los materiales tóxicos serequieren instalaciones especialesque eviten la contaminación. Estatecnología no está aún disponibleen el país y su exportación hasta lasplantas de reciclado europeas, quees “cara y complica da”, se reali za porintermedio de empresas locales.

    Alternativas clasificadasDesde hace nueve años, Raúl Rodrí-guez está vinculado a los residuoselectrónicos a través de lo que empe-zó siendo la cooperativa Crecoel, enla organización San Vicente. Surgiócomo un experimento, cuenta Rodrí-guez. En la organización había quetirar una computadora, él se la llevó

     y la desarmó: “Vi que era un comien-

    zo, un residuo que le vas sacando un jornal”. Con los añ os var ió mucho elemprendimiento; lo cierto es que des-de entonces han aportado una solu-ción para las empresas que quierendeshacerse de sus equipos obsoletos.“Cuando se le termina la vida a unacomputadora, cuanto más rápido serecicle es menos contaminante; heentrado a empresas que hacía tres ocuatro años que [las computadoras]estaban guardadas y había un olorácido muy fuer te en esa habit ación”.

    Una vez que tienen los equiposcomienzan a desguazar y a clasificarentre materiales ferrosos y no ferro-sos. Los primeros, conocidos comochatarra, se llevan a Laisa, una em-

    presa fundidora de estos elementos.Los materiales no ferrosos son lleva-dos a otra empresa, Werba, dondeademás reciben los monitores de ra-

     yos catódicos para exporta r a Alema-nia, explicó Rodríguez. Actualmentela microempresa aguarda la habilita-

    ción de un espacio para realizar lastareas de desguace; sin embargo, se

    encargan del traslado de aparatos quegeneralmente vienen clasificados porlas propias empresas. Por ejemplo,Direct TV cada dos meses renueva lasantenas y decodificadores y es unode los clientes estables de Rodríguez.

    El trabajador reflexionó que “larenovación tecnológica está bien,pero no en form a tan acel erada”.

     Adem ás ale rtó sobr e la nece sida dde controlar la tecnología que en-tra a Uruguay: “Ahora está entrandobasura de Estados Unidos y Chinaque se termina más rápido; es tantala cantidad de desechos que tienen,que tratan de cambiarlo y mandarlopara acá como la gran novedad, peroen realidad es residuo lo que estamoscomprando”.

    Otra oportunidadCada mes, la Intendencia de Montevi-deo (IM) retira entre 15 y 30 ordenado-res, aunque en el organismo se utilizanmáquinas por más tiempo del estima-do, contó Pablo Damseaux, coordi-nador de Microinformática de la IM.Según Damseaux, hace unos años losdesechos se remataron, se procesaron

     y los restos volvieron a la usina; a partirde ahí se decidió empezar a trabajarde otra manera. La idea es comenzaruna preclasificación del estado de losequipos, quitarles las partes útiles,como discos y memoria, y embalar-los para aislar los materiales tóxicos.El paso siguiente será una licitación y

    quien retire el material deberá detallarel procesamiento final de l os residuos.Damseaux agregó que también se es-tán donando máquinas al programa

     Antel Integra. Además, el organismoadquirió 400 equipos nuevos que gas-tan menos energía y se está explorando

    la “virtu alización de escritorio”, paraconectar las máquinas viejas a un ser-

     vidor que realice el procesamiento deinformación, de forma de “centralizarrecursos para alargar la vida útil”.

    Por su parte, el programa AntelIntegra recibe computadoras y celu-lares en desuso. Mediante un equi-

    po conformado por funcionarios delorganismo y estudiantes de UTU, lascomputadoras se reacondicionan y sedistribuyen entre quienes lo necesi-ten. La presidenta de Antel, CarolinaCosse, explicó a la diaria que “el pro-

     yecto parte de tomar varios proble-mas de la realidad”, como el medioambiente y el acceso, para “generarconocimiento y habilidades”. Además,se sumó el deseo de Antel de “inves-tigar, trabajar y promover el softwarelibre y la investigación tecnológicadentro de la empresa”, indicó Coss e.

     Ya se recib ieron 4.0 00 equi posque fueron reciclados; no obstante,la presidenta indicó que se necesitanmás donaciones. En el caso de los ce-lulares y monitores de tubo, estos vana parar a un contenedor que se llevaal exterior para su reciclaje.

    Las computadoras reacondicio-nadas tienen el respaldo de Antel ydurarán algunos años más. Cosse ase-guró que hasta el momento no ha pa-sado que las computadoras presentenproblemas “porque tienen softwarelibre y muy buena imagen, ademáslas recibe gente que recién empieza,entonces no van a poner un Matlabni un Autocad”. La ingeni era explicóque el objetivo del programa está endarle una computadora a alguien quenunca la tuvo: “ Yo propongo darle unaen buenas condiciones, con softwa-re libre, buena capacidad, al mismotiempo que el país está teniendo una

    realidad de telecomunicaciones comomuy pocos país es del mun do”. En estesentido, estimó Gera, “cualquier ini-ciativa que tomes para alargar la vidaútil de un aparato es una actitud am-biental mente responsab le”. Aunqueesto no resuelve completamente elproblema de qué hacer con los resi-duos tecnológicos en el futuro.

    Una forma de mitigar los daños dela contaminación tecnológica se llevaadelante desde el Servicio de Evalua-ción y Control de Calidad Ambientalde la IM. Su directora, Gabriela Feo-lla, contó que se está estudiando elsuelo de los asentamientos a travésde una nueva tecnología que permiteevaluar en el momento la concentra-ción de metales. Esta contaminación

    se debe a un manejo informal de re-siduos, como la quema de chatarraelectrónica.

    Sin recetaLos involucrados en la temática coinci-den en la necesidad de una reglamen-tación sobre la manipulación de estosdesechos. Para Gera no es un temafácil, ya que “ningún país del mun-do lo tiene completame nte resuelt o”.El gerente de Asiap considera que siexistiera una regulación se les podríadecir a las empresas qué hacer: “Hayempresarios que nos han dicho enconfianza que tenían un depósito lle-no de equipos, contrataron una vol-queta, sacaron las cosas y pasa ron los

    carritos a lle várselas”. Además se lespodría exigir determinados controlesa las empresas recicladoras.

    Federico Souteras, jefe del Depar-tamento de Residuos Sólidos y Sus-tancias de la División de Planificación

     Ambiental de la Dirección Nacional

    Trabajadores recicladores de desechos electrónicos. 

    / FOTO: ALESSANDRO MARADEI

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    Pocos pero buenosSobre los oficios en vía de extinción

    “Buenos eran l os de antes”. ¿Cuántas veces hemos escu chado decir eso?¿O afirmar que lo nuevo es tan maloque, cuando se rompe, es preferibletirarlo y comprar otro que mandarloa remendar? Pensemos en los oficiostradicionales que emergieron de lanecesidad de arreglar lo que se rom-pió. Parecería que, a medida que laobsolescencia invade las lógicas deconsumo, algunos oficios emp iezana desaparecer.

    No es fácil contactar a un afilador.Sin embargo, con Juan Carlos Ramosfue bastante sencillo: alcanzó conbuscar por internet. Nunca se puedesaber por qué barrio anda, pero essencillo reconocerlo gracias al clási-co sonido de su flauta dulce. Ramosejerce hace ya un cuarto de siglo. “Afi-ladores verdaderos seremos cuatro enMontevideo”, señaló mientras ponía apunto unas tijeras. Contó que la ma-

     yoría de l as veces “hay que b uscar eltrabajo” y que es un oficio fluctuanteen tanto depende “del tiempo, de si lagente tiene plata y de las costumbresde los uruguayos, que por ahí prefie-ren ponerse un champión de marcapero no afilar u n cuchillo”. En cuantoa la obsolescencia de su empleo dijoque el mundo está hecho “de cosasdescartab les”, lo que fomenta el us ar

     y tirar más que el repara r. Ademá s,señaló que “la gente busca lo práctico,compra la carne cortada, entonces nousa el cu chillo”.

    Mirta estaba sentada, cosiendocon la máquina el cierre de una cam-pera roja de nailon. Modista desdehace diez años, admite que “ya va-mos quedando pocas” y que “en los

    barrios ya no e xisten”. “Hoy en día l a vida es muy rápida, entonce s na diequiere esperar a que le arreglen lascosas”, expresó. Otra de las razonesque para ella influyen en que hayacada vez menos modistas es la ventade prendas “muy baratas y de malacalidad”, y mencionó que esto se com-prueba, por ejemplo, por el hecho deque “hay gente que te trae las prendas

     y no las v iene a buscar nunca más ytú las llamás y te contestan que con-siguieron algo más barato y es nuevo,por lo que no van a pagarte lo mismopor el ar reglo”.

    El caso de Antonio es muy similar.Sentado en un banquito de madera

     y es condido bajo la visera de su go-

    rro azul, mira a la gente pasar por laplaza Cagancha. La distancia de cadaherramienta de trabajo -el banco, lasilla para el cliente, el cajón de lus-trar- parece estar meticulosamentecalculada. “Cuando yo arranqué,hace 30 años, éramos diez lustrado-

    res; hoy so mos tres o cua tro”, afirmóa la diaria. Dijo también que “anteshabía zapateros y taller de zapatos portodos lados” y “hoy hay pocos porque

    la gente no los lleva a arreglar, estánlos chinos que son baratos, no vale lapena pagar el arreglo”, salvo que “seanunos muy bue nos”. Consult ado acer-ca del futuro del oficio consideró quees probable que desaparezca, sobretodo porque “en las casas que venden

    calzado, zapatos de cuero hay pocos” y todo lo que se ve nde es “sintét ico”.

    María es zapatera y, desde atrásde su mostrador, comentó que su ru-

    bro no se ve afectado por las nuevastendencias de consumo, aunque ase-guró que para mantener el negocio aflote es necesario asociar otros ser-

     vicios: “Venta de artícul os para cal-zado, reparación de carteras, cierresde camperas; se complementa con

    muchas cosas. Ya no es más aquellode sólo ar reglar zapa tos”. Sin embar-go, coincidió con los demás en queha disminuido el número de perso-nas que ofrecen este servicio, porque“no hay quien quiera seguir con losoficios” y porque “la gente arregla loque realmente val e la pena arreglar ”.

    Si hay un oficio que uno no se es-pera encontrar en Montevideo es el delguasquero, que trabaja con el cuero“crudo y fresco” de forma natural, sinquímicos, tal como aseveró José An-drés Acuña, mejor conocido como elGuasquero de Nuevo París. Este casoes peculiar, porque si bien no es co-mún dar con alguien que tenga este co-nocimiento en Montevideo, donde hay“tres o cuatro” según contó Acuña, sí eshabitual en el interior del país. De to-das formas, los objetos que fabrica -elapero completo para los caballos, loselementos de uso personal del gaucho

     y otros como cinturones, materas, posamates y llaveros- compiten tambiéncon lo sintético, y los interesados enel oficio lo hacen más bien por hobby  que como medio de vida.

    Otra juventudMuchos de los entrevistados se refirie-ron a la ausencia de jóvenes interesa-dos en aprender aquellos oficios quesupieron ser claves socialmente hastano hace mucho tiempo, pero que hanperdido peso y mercado al impulso deldesarrollo tecnológico.

    Para María, hoy la juventud pre-fiere estudiar que dedicarse a un ofi-cio. En este sentido, indicó que “antesponías un aviso y tenías un montón degurisada que quería venir, pero hoy

    buscan preparación por otro lado, nose empieza de abajo hacia arriba”. Y sibien “estudiar y prepararse” le “parecedivino”, remarcó que saber “un oficiotambién es bueno en la vida porquenunca te deja sin comer”.

    Según opinó Juan Carlos, hay jó- venes que a prenden el o ficio d e a fi-lador “pero lo toman como una cosamomentánea, sin seriedad, no es algoa lo que se dedicarían de por vida”.

    Por su parte, Acuña brinda cursosde guasquería desde hace una década

     y afirmó que la mayoría de los alum-nos tiene más de 30 años, aunque a

     veces concu rren “jóvenes de 1 8 a 25años”, generalmen te alumnos d e lasfacultades de Agronomía o Veterina-

    ria, que lo hacen como complementopara su carrera. Muchos, sin embargo,se inscriben atraídos por la posibili-dad de aprender a crear sus propiasherramientas, en vez de comprarlas.

    Stephanie Demirdjian

    de Medio Ambiente (Dinama), con-sideró que, si bien existieron algunaspropuestas del Poder Legislativo parala normativa, éstas tenían “algunas fa-llas”, “no desde lo que está escrito, sinode cómo lo podés aplicar después”. Ex-plicó que el problema tiene dos partes:tener qué hacer con los residuos y que

    la población tenga a dónde llevarlos.Una de las carencias que identifica eraque “se decía que había que llevar elaparato a la casa donde lo compraste,

    Marmolejo, afilador y

     paragüero minuano,

     24 años en el oficio. / FOTO: FERNANDO

    MORÁN

    ponían restricciones que en la prácti-ca es complicado de cumplir, por esofue quedando un tanto congelada, noporque no sea relevante, esos intentostuvieron limitaciones y queda ron ahí”.

    Desde la Dinama se generó ungrupo de trabajo en 2012, con la fi-nalidad de hacer un programa pilo-

    to sobre residuos electrónicos, quefinalmente no se pudo concretar.Igualmente, Souteras cuenta que laexperiencia fue positiva porque “par-

    ticiparon una cantidad de empresasque empezaron a bajar a tierra enqué consiste hacerse cargo de los re-siduos ele ctrónicos”. Pero no se llegóa realizar la experiencia piloto “por-que partimos de una base de que lasempresas estaban un tanto más lejosdel problema que lo que pensábamos

    originalment e”, indicó.El técnico expresó que en la Di-

    nama el problema de los residuoselectrónicos “nos importa, pero en la

    agenda también empezaron a pesarotros temas que tenían que ser aten-didos”. En este sentido con sideró queavanzando en otras reglamentacionesrespecto a los residuos “de todas for-mas se está contribuyendo a la partede resid uos e lectrónicos”. Tambiénaseguró que es uno de los temas de la

    agenda para conversar con la próximaadministración.

    Vanina Di Blasi, Natalia Calvello

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    Todo se transformaAlternativas al sistema de consumo

     A por alejarse de ese

    sistema de consumo llevan a personascomo Elda Villalba a recorrer un cami-no hacia la permacultura, una filosofíade vida que, según ella, es posible deser extendida a la sociedad, tanto enel campo como en la ciudad.

    Este modelo también es un siste-ma, según explicó la maestra perma-cultora Villalba. Está diseñado paralograr un hábitat humano sostenible,con sus bases en la ética respecto alcuidado de la tierra y de las personas.Es una cultura sostenible que parte dela creencia de que todo está interre-lacionado, “mis acciones tienen unarepercusión: lo que me pasa incide enlas personas que me rodean, las plan-tas, los animales y en la tierra”, enfatizó.Una de las premisas que motivaron a

     Villalb a a acercarse a este modo de vida hace unos 20 años fue la nece-sidad de cerrar círculos. “Si será unaalternativa al consumismo, uno tomasólo lo que necesita estrictamente ytrata de devolver siempre a la tierra dealguna manera, sea en energía, tiem-po, conocimientos o materia orgánica”,expresó.

    De todos modos, la permaculturano significa ponerle fin a la sociedadde consumo, sino más bien un límiteque parte de la toma de conciencia.“No quiere decir que no vayas a com-prar nada, no somos autosuficientesni vamos a serlo”, afirmó l a maestra.Igualmente plantea alternativas inclu-so para el comercio, como por ejem-

    plo el trueque o las “gratiferias” que

    se desarrollan en distintos barrios deMaldonado. En estas ferias las perso-nas llevan los objetos que les sobran yestos quedan a disposición de quienlos necesite; del mismo modo ellospueden tomar los objetos de ot ros sintener que pagar con dinero. Esta expe-riencia también se realizó alguna vezen Montevideo.

    Otra manera de librarse del con-sumo es produciendo sus propios ali-mentos, cuenta Villalba, que con sus 72años mantiene un bosque de alimen-tos en la Sierra del León, donde vive.“Cualquier persona, aunque no tengarecursos, puede tener su propio bosquede alimentos, es muy sencillo”. Sobre loscultivos en la ciudad señaló que pue-de plantarse en un balcón, con huertas

     verticales, una terraza o en las huertascomunitarias: “no hay límites, va en lacreatividad de cada uno”, comentó.

    Otro asunto que está contempladoes el uso de energía eléctrica, esto varelacionado también con la biocons-trucción y el diseño bioclimático de la

     vivienda. “Trato de vivir con el mínimogasto energético, no puedo reducirlodel todo porque cuando tienes que

     viajar no hay más remedio que gastarcombustible”. Sin embargo, cuenta quepara calefaccionar su casa o calentar elagua utiliza el sol, a través de un panelsolar, o ramas caídas que encuentra.

     Además, utilizan baños secos para re-utilizar hasta los desechos humanos,que sirven como fertilizantes naturales.

    La maña no quedó obsoleta

    “Tengo que comprar herramientas an-tiguas en la feria porque las de ahora serompen todas, no duran nada”, lamentó

     Villalba. En tanto desde la Escuela Uni- versitaria Centro de Diseño (EUCD),Rosita de Lisi, encargada del área Pro-

     yectual, indicó que “las acciones desdeel diseño deberían incluir la sustentabi-lidad como algo innato y en realidad noha sido así”. En este sentido, agregó quemundialmente se está haciendo unarevisión respecto a que “la sustentabi-lidad, tanto ambiental como económica

     y social tendría que estar presente desdeel vamos”.

     Villaba cree en la obsolescenciaprogramada e incluso le preocupa “sino estarán programando también laobsolescencia del ser humano, porquecon tanto consumir comida chatarra ter-minás por pensar eso”, reflexionó. “Losaparatos se descomponen y casualmen-te todo es efímero, y ¿con qué viviría laindustria si no fuera así?”, se pregunta.Sobre esto, De Lisi indicó que se da unchoque entre el diseño sustentable y losintereses comerciales, que “ha llevadoa que los empresarios quieran que serompa el producto para que comprenuno nuevo”. Ahí también entra en juegola ética del diseñador e insistió en quehace