LA CONSTRUCCI6N DE LA URBANlsTICA - Inicio · Los problemas que afronta Ia disciplina son 10....

17
LA CONSTRUCCI6N DE LA URBANlsTICA (Alemanl a 1871 . 191 4) Piccinato , Giorg io. EdItorial oikos Espal"ia 1993

Transcript of LA CONSTRUCCI6N DE LA URBANlsTICA - Inicio · Los problemas que afronta Ia disciplina son 10....

LA CONSTRUCCI6N DE LA URBANlsTICA

(Alemanla 1871.1914)

Piccinato, Giorgio.

EdItorial oikos Espal"ia 1993

• ~'<... . ... .. _ v ,

COLECCl6N DE URIIANISMO - 12

LA CONSTRUCCION DE LA URBANlSTICA

(ALEMANIA 1871-1914)

Primt~ mici6n en Ic:nguI caslc:lllna: 199)

Tilulo original italiloo de II obra:

·LA COSTRUZIONE DELt'URRA.NISTICA . GERMAN(A 18'71·1914-Copyrighl e t,. Officina Edizionc:. Roma

Vmi6n casleilana de M. Roo

ISBN 84-281-0801-)

lkp6sito Ltpl: 8-4 .144·199)

© oikos·tau

Dcrechos rescmdo$ para todos los parses de hatHl cascellina

No Ie pennice 1.1 reproducci6n lOUt 0 putill de c:ssc: libro. ni II rompilaci6n en un sislc:mI infOfll'lflico, ni ta 1rInsmisi6a en walquier brma 0 par cuaIquic:r mc:dio. )'I sa e~r6nico. mccinico. boropia. por rqisuo 0

por oems medios. ni el priswno. illquilrr 0 cUllquier oe~ bma de cni6n del uso del ejempbr, sln el penni· so previo 'f por cscrilO de los lilullrtYdc:1 Copyright.

PrinlCd in Splin . Impr'eso en Espana

Oikos-Tlu. S. L .. Induslrias gnlficas y c:dilorial Montscrnl 12·)4 . 08340 Vilassar de Mar (Barcelona)

,.

1. Las razones de una investigaci6n

La penuria de Ia urbanistica

Cien .nos de historia disciplinar corresponden a cien .nos de crecienleS fnrca­sos en relaci6n a la realidad urbana.

EI exito deltnrbajo dirigido por los tecnicos y por las instituciones del gobierno de la ciudad puede exponerse en ttnninos menos crudos, pero la valonrci6n de con­junto resulta negativa.

EI deterioro de las condiciones utbanas se veriflca contemponrneamente a la afIT­maci6n de una ciencia especfflca de la ciudad 00 que no ha sueedido, por ejemplo, en la situaci6n sanitaria, que ha regisuado continuas mejol1lS junto a los progresos de la medicinal y este hecho parece referirse directamente a las bases de la discipli­na y a la capacidad de sus adictos.

Las justifleaciones que se adueen normalmente son de dos tipos. Una, muy de moda desde los primeros tiempos, ve en los urbanistas una categoria de profetas desor­dos y justifiea la poca efieacia de su obnr con los obstaeulos que los sectores tMs atnrsados de la sociedad oponen a la realizaci6n de sus indieaciones. 1 La otnr, actualmente tMs en auge, consiste en subnryar la erecicnte eomplejidad de las implan-

I . • EI urbaniSUI sabc I que funcionc:s sc ha de: dedicar; su!area c:s la de dar a luz un OtJInismo oon las poctncia· lidIdcs 'I condiciones Cl~. (Sigfried Gicdion. Spoa 7i_ ond Ardri~~. HlMrd UniYetSMy Press, Cam-bria<. M"""'""",- 19411. .

Sc Ira.lI de: un lema lipic:o de: b publicidad lipda aI MO"imic:n1O Modcmo en arquil«lul1l. peR) I menudo se Ie vudvc: • tnIXII'\lrIf eft iii COtrTCllCioll£l de iii disriJus sociedadc:s de: urbanistas. No se tralJ solarnerwc de: tc:fIeI' Ie en b capICidad raciona.Iizadora de: II Itcnica. sino mas bien de la llamada I una jmrqula en 111 cualla II!cnia time un papcI dominanlt:.

Lt COl'bt.zsier. rtfuitndose lla lfctIicas urbWsI:icas del AscoI1Il. lfirma: al ... ) ta dot1rina ( ... ) IrpOfWi scguri. dad 'I unanimidad. aqudla unanimidad CfIt no cxcluye las m1Jtipies difert-ntias irI1M:kWcs I .. ·) (Ia doc1tina) hl unido I indivKluos de cualquicr cstraIO social, inac:nios dedicados lias .,.. variadas lCIividJdc::s: obmos y c:rnpre­..nos. ""'I""" y ....rocionorioo.p.r.s y ,~joo . .ociollop. produo:toots. odmi......,.,. polbl'" Y pri­ml:dic05. lrq,JileClOS e illFlic:ros. cimllflCOJ. juristas. de. · (Matrii~ tk ptrISIr I-..tbtvtismt. Editions de: l'Architc:c· IU~ d"Aujoord'hui. P1rls, 1946) .

Em claro que las dedal1lCiones de c:sae l!po lienc:n. sobrt IOdo. II finalidld de endow • ta ~ roooaria la responsabi.lidad de: II no reaHzad6n de 1a I'lII:YI ciudad. En CSIc: esquema J6cic0. que despub sen; uro de los ns difundidos en la littratul1l urbaniSla. el clc:mc:nlO mas impottante c:s II reduccidn de:1 procc:so de: bnnaci6n de: b ciodad I una conrrontaci6n tnl:re los urbanisw 'I )os «m&.

1

6 La cOfUlruccion dt 10 urbonislka

tacianes frente a la relativa elementariedad de un bagaje disciplinar construida para responder a las demandas de las problemas urbanos del sigla pasada. Se multipli­can asi las consideraciones que hacen referencia a nuestro parco conocimiento del fenomeno urbana y de sus leyes.'

Y es precisamente esta la que parece ser la justificacion mas aceptable: mante­ner que la ciudad (y el territorial na son simplemente un campo en dande se verifi­can algunos comportamientas sociales particularmente importantes baja el perfil de la arganizacion del espacia, sino tambicn un arganisma (a un fenomena) autonamo que vive segun sus propias,leyes.

De aquf nace la tesis de la «3utonomla" de la urbanfstica y de su capacidad para resolver las problemas urbanos a traves del empleo de las recnicas de intervencion' y de analisis mas a menas refinadas.

La cansolante imagen de una Ifnea continua de desarrolla disciplinar hace de tras­fanda, por ejempla, a aquellas investigacianes sobre dinamica urbana y territarial que tienden a expresianes cada vez mas farmalizadas, hacienda analogras can las ciencias fisicas y elaboranda madelas interpretativos generales. Estas estudios na son de por si particularmente ideolizadas, sina que mas bien muestran un distancia­mienta programatica de cada hip6tesis finalista-' Sin embarga, a medida que las procedimientos de camprobacion interna se hacen mas complejos, se tiende a atri­buirles una potencialidad cognoscitiva del contexto real que parece injustificada frente a las simplificacianes que caracterizan las hip6tesis iniciales.

Que el adelanta de la sociedad vaya paralela al adelanto de la ciencla es una tesis que siempre ha inspirada la literatura urbanistica, aunque ayer de distinta manera que hoy. A menuda las urbanistas han recanocida haberse dejada engruiar por trans­farmacianes en la arganizacion del espacia que no estaban preparadas para cam­prender ni menos tadavia para cantrolar.'

Y la camprension y el cantrol no serfan mas que las resultadas de una elabora­cion cienlffica mas profunda,

Ambas tesis na resisten un anal isis historica a, por la menas, na encuentran en la histaria de la disciplina bases para su sostenimienta.

2. La inkrpMaci6n -orpnica. cit la ciu.:t.l es un dc:menkllmlrreNe en Ia 1CIOrizxi6n urbanistica. La cullura del siglo subrayl, lIIIuBlmme, una Ymi6n aoiucionisla. que mcuenlra en Patrick Geddes. su rnhimo exponcn­It. pero 11 inlerprcuci6n bioIOgial tiene d CIfJ1XI firme IUn hoy m.db:. par Jo mcnos hastI que se puedIn as( C'lillr k)s pclicrosos Iropic:zos de un juicio ~litico que no Ie quiere exprimir (¥eI" noca 7. cap. 4).

3. \b" noca 8 cap. 1 4. \b". por cjeIrfIo. l.otMtoa Wi~: .~ los lillimos anos. cstudiosos y opendorcs de II cscena urbana hIn

aida CIdI YCl mas II scnsaci6a de que su aproximaci6n I kl5 probIemIs mas u!pIIeS de II urbInizxMSn. no en del IOdo 1decuIda. Como tenmles brilllntcmenle ptpIlIdos I oombaIir II prtccdente guem. los ruestros hIn irRn&ldo raoIver ocasionllmmlle los probIemIS de II ciudad que file. Sus perspcc;tivas I meI'WJdo rdkjan attiguas preocupIciones ILin viVlS m La supcrflcie social. IUnqtJC II fume de IaIc:s preocupIciones bIyan lido IIanSbmIdas I\act)'l ticmpo. 0 sustiluicbs. 0 disuelll$o. (Urban Spau iJt Q Policy PrnpltCtivt: A../Nrotb«rioIt. en Wir.,. L. jr. (I CIIJO de). CititJ QN/ JPoct. 1M FUm" Uu of Urban l..mtd. pip. 3-4. T.d.A .. The Johns Hopkins Prw. Ballimort. 1962. TraducciOn caslcllanl; Ciwlstks :' £spodo. EJwso jilllW dtI $Wlo urbano. Oikos-T.lu. Vilassar de Mar-Barc;Ioru.).

UJj rtJ;.tHlrs tit ulla im'tstigado" 7

La urbanfstica ha tenida una importante y precisa funcion en el proceso de cans­truccion de la gran ciudad industrial. Quedan para su testimania, por la menas la arganizacion de la gestion urbana, la realizacion de calasales redes de infraestruc­tura y la determinacion de los intrumentos normativos esenciales, de moda que, aun­que superadas y ahara sustancialmente inaceptables, han caracterizada un sigla de histaria de la ciudad,

Ahara aquella funcion es rechazada: la urbanistica, en su estructura disciplinar y normativa, aparece incaherente respecta a las fines que declara.

A medida que perdia el papel aperativo que Ie habfa sida asignada en sus ini­cias, la urbanfstica se amparaba en algunas mitas igualitarias: la distribucion gene­ral de las servicios sociales, una accesibilidad indiferenciada, la asuncion de los eslan­dards siempre ascilantes entre minimum y optimum, tienden a prefijar un habitat sin desequilibrias, fracturas y canflictas. S

En este marco, el plan, que es instrumento especificamente disefiada para el control del espacia, habria tenida que realizar la distribucion del beneficia urbana a tada la sociedad. '

Pero la ciudad (y el territorial no es mas que el campo -Q incluso el objeto­de las procesos ecan6micos y polfticas mas generales que represenlan a la socie­dad. Su moda de ser es el moda de ser de su realidad, y una sociedad de desigual­dad no admite una ciudad de iguales.

Un anaJisis de la esencia te6rica de la disciplina debe, necesariamente, basarse en das puntos:

aj Esta nace en un perfada de transformacion social y economica: el proceso de industrializacion.

bj La industrializacion se ha desarrollada en el contexto de la sociedad capita- . lista occidental.

Los problemas que afronta Ia disciplina son 10. problemas que la farmacion de la sociedad capitali.ta industrial plantea en ttrmino. de asentamienta. Los objetivo. que la disciplina se impone cainciden can la afirmaci6n y articulaci6n de este .iste­rna social, politica y ~con6mica. Sus instrumentos, como es natural, son caheren­tes con esto. objetivo.'

S. La ddinid6n dd urbanisu como .i~ general de II socic:dad. Y II terUti .... de reducir sus connictos I WIIlucha entre d bien Y d mal (0. Jo que: es 10 mismo.. ertre La urban£sl.ia. Y sus adYersarios) ha conseguido que II culturJ; utbInfstiCI oflCial perdierllOdl II aalibilidad social que 11 atXCerizaba en sus principios. Basta pensat en II inIdecuaci6n opmtiva de sus instnJmeDloS frenre a los objdnos que Ie propane. A:N- 0tnI pIttC. esIabIccer los OOjcthcs de ~ wbInI: ~ II base de un rcakt de las rnodaIidades de un makmr. en YeZ de hacerIo sobre La critica de SUS causas. DO hi servida pari ~r resultados nwy satisfactorios: sicmprc (pero es estt d IIJIIII'CI1O que rechaza.mos) los objdivos apUcilOS e i"",iC:iaos de II disciplina no coinciden.

6. NMun.lmelllC. II lilml:ul1. urbanfstica. como II clentfrlCl del ocbocien&os en general. abunda en afirmacio­nes de IlIkII10rrUI y objdividad. con III intenciSn de cstab&ccer su propia iien(idad. La preatnsiOn de II UIbanislica de obk1Ier UQl valida mU a1ij de II histxia. es II misma de Ioda:s las ciencias. per<) ISUlTIC un panicullr signifICa­do cuando se considmn SUS orlgenc:s. tan eslrCChamenIc lipdos I II denuncia social de los crflicos de II ciudad industrial. La transbrmaciOO de II denuncia en discipiiTII cieJ1rrlCll parece ronllevat Ia lb5orti6n de los escrilOS

." • .~

i;! j

r ' J • If I

;

1 I ;

J! i ,II'

r • ! It' . ! , J: Ii

I i i

1 11 *-\ ~,' ·1 I ~ :J ~

I'

IJ , ~

i i

1 ~ t

• ,

IIi • • I .~

i

I w ; '1:"'"" ur '. 1

I I r .i ~ . It

IJ

, I I~ .1 !

j • • • I I

I

~ .~ ., u

" ~ iI:. :s~ ~g ~oO

=~ Con

2~ • !!'i ~'" C •

:2~ u . . ij..: 1!'" 0

j

-'

t

Ul.f m:JHIt's dt' unll il/\'tltigacioo 9

Un examen alenlO de las rnzones que esran en los ongenes de la disciplina, acla­ra la suslaneial compalibilidad y congrueneia del aparalo coneeprual con los fines declarados del desarrollo induslrial capilaiisla ..

Los objelivos especfficos se revelan como elemenlos de mediaci6n: rerminos no de una lransforrnaci6n ambienlal pnecursora de 10 social, y por Ianlo forwsamenle en anlilesis con las eslruclUras exislenles, sino de un complejo de provideneias dis­pueslaS a allanar las conlradieCiones mas peligrosas y evidenles.

Teona urbanistica y uso de Ia ciudad

La hisloria del urbanismo y la hisloria de la ciudad se enlrelazan, pero no coin­ciden. Exis!en hoy, y han exislido en el pasado, desfases no ma'llinales enlre proce­sos de lransforrnaci6n urbana y !errilorial y la !eOna urbanislica.' Pero, si dificil­mente la !eOna urbanislica nos ayuda a en!ender la ciudad de su liempo, nos revela en cambio la imagen y el uso que, de la ciudad, ~ propone la cullUra dominan!e.

La invesligaci6n hist6rica sobre los carac!e1eS constilUyenles de la disciplina per­mile en!ender los laws exis!enles enlre la !eOna urbanistica y el con!eX1O socioero. n6mico originario. Permi!e comprobar las posibilidades de transformaci6n y puesla al dia de los instrumenlos nacidos en siruaciones y con objetiyos diversos y, vice­vma, comprobar la permaneneia de los objetivos de fondo y por IanIO la validez de los planleamienlOs melOdol6gicos aun en uso .

Es en suma, mas que nunca, una investigaci6n sobre unas condiciones hist6ri­cas reales y actuales.

Es!a OOsqueda tiende por IanIO a resalrar, a !r.Ms del aruIIisis disciplinar, los com­ponentes eslrucruraies en la formaci6n de la ciudad burguesa. La coherencia que ~ sila IOmar no considera la relaci6n enlre la !eOna de la urbanislica y el ~xilO de sus experienlOs sobre la realidad, sino mas bien entre los modos ·del desarrollo urbano y aquellos de la gesli6n instilUcional de tal desarrollo.

Un reexamen cnlico de la disciplina, aparle del in!erts mol6gico que puede !ener el recoger y reordenar documenlOs y teslimonios sobre un momenlO clave de nues­Ira hisloria uroana, se juslifica lambien por la relaci6n que puede lener con la indi­vidualizaci6n de un modelo in!erprelalivo general del proceso de urbanizaci6n. En este senlido, la indicaci6n esenciaI que eme'll< plan!ea Ia SUSlanCiaI inutilidad de actua-

en un .niculado si:sItrna dt rtlco.os-inle1VenCionc:s. En realidad no es dirlCil darsc roeNJ de que b urbanlSla es II respuesU insl iulcionaliDda . II dmJncia. E5ta Ie contina til el papd de pltwtilfl SIlfW1 mienl:ru SCI COIllroia· bk, 0 lit ClIO modo ip:ndI. como 10 pnd:a d largo Y coqa1O silencio ~ hi rodeado las; posiciones manisw o 11 ricida CUI 11 cuaI her lit tcciben no s6Io por las institucionts., sino wrtitn par d monIlje disciplilw". las ins&ancias de pnticiplci6n popular ala pm de II ciudad.

oLe plan n'cst pas de Ia politique.-: Lc Corbusier 110 anepuso par casualidad esE esIopn a fA Villt &dinm, (Vinetnt Frial &. Cic. Parfs.. 1933 Y 1964).

1. Es I!pico, en (I periodo del ~ se ocuprl esae eshX:Iio. d cIes&sc mK W111COriDci6n ~1ctarnenIe ttt1tn. cia sobrt Ia ciudId Y Ia reaJidad de las uansbmaciones a escaIa nacionaI y rqionallTM.lCho mU sicniralivas y condicionanlcs. En 11cmpos mU recicnces, en los Escados Unidos de los tI10s tteinll 0 en Ia ltalia de los ancuenll. d -bin» lTO'ilizaba los illlt:meS de gran pane de Ia urbInfsliCI of"lciaI, mienlns en realidad 1a urblniuci6n It:

QraatriDbl ada vez nUs como un proceso difushoo de tipo mctropolitano.

Fig. 2. Plan'" del area ~nnal de Wi_n, 1909. DSTB, 1909, 11m. Zl.

lAs razones de uno invesligaciOn /I

lizaciones diseiplinares que no esten conmesuradas con precisas hip6tesis estructu· rales del proceso de fonnaci6n uroana'

Es propiamente la conciencia de esta relaci6n 10 que hace ejemplar la cultura urbanistica alemana entre el ochocientos y el novecientos frente a los mitos de la historiografia urbanistica modema, dedicada toda a la busea de modelos -ideal ... para ofreeer como contrapartida a la ciudad real.

De 10 que se concluye que la constituci6n de una urbanistica distinta tiene que pasar a naves de una manera distinta de producir la ciudad, deber que supera amplia· mente los confines diseiplinarios, por mucho que se quieren ampliar.

EI retraso ~ la permanencia

Desde el nacimiento, en el siglo XIX, de 10 que con rawnable aproximaci6n lIa· mamos la urbanistica moderna, existe una extraordinaria distancia entre la realidad del contexto y aquella a la cuall. nueva disciplina parece referirise. Adernas, existe tambien una notable diferencia, en renninos de amplitud, entre el campo de aplica· ci6n efectivo y el supuesto en las elaboraciones disciplinares' Podemos afirmar tranquilamente que la urbanistica no se ha separado nunca de estos dos vicios de origen: aunque hoy esta privada generahnente de los instrumentos institucionales que Ie pennitirian hacer coincidir el campo operativo con el de Ia investigaci6n, aunque hoy viene regularmente sorprendida por transfonnaciones sociales y ecooomicas que cambiando los renninos generales de referencia, provocan crisis peri6dicas de iden· tidad entre sus cultivadores. o

&. PlCnsesc, poe ejemplo, en 1a scric i~ble de nUC'l'OS modelos morlOl6gicos de origen arquilCCl6nico, des· de l.e c..tx.;o-. K=n ~ Y ~ Ognificado """"'""'*' __ de .. _ :....,uaooo d hori2llnIe de la irwvcnci6n tmUa,las propucstas de los arquitcclos urbanislas parcccn qucrer evitar un cwncn de los fac1&>. res que ban condicionado los orpnismos espaciaJes que han de someterse a ttansf'onnaciones. Es tambien cieno, a veces, 10 contmio: Ia discancia enue 10 descaNe y 10 posible es 1aI, que ella sola pone en evidencia el peso del condicionamicnto impoeslO por el COOIeXIO social sobre las perspectivas de transformatiOn urbana, y este es eI caso de a1gunas denuncias uc6picas.

9. las operac:tones wbanfsticas ochocmistu son, en su pn mayorfa, de ~ puntua!. Son inlm'enciones limitadas ~ lIUC't'U inmlaciones, de ren!MCi6n c:dilicia 0 de reesltUCturaci6n viaria- que cootrutan singular· menlt con 1a idcologfa .1OIal. del plano regu1ador.

Eua praxis fragrneruria hi cstado en los origenes de los scveros juicios expresados en los Ililimos dcccruos sobre Ia h~ urbana del ocbocienlos. ~ sc ha usado pasa juslirar los escasos bi10s de una disciplina a Ia que d dcst.ino no habriI axx:edido IlUIICI. su raliDci6n plena: perc es esta una de tantas maom.s de redwat una res­ponsabilidad imposible de protcsW tus.Sricamc~ Las quejas de \os W'banistas par II limilad6n del imbilO Ieni­tenial a ellos connado institucionaimenIC, nact priccic:amc.ntc con Ia afinnaci6n de la disciplina como insttumenlO de in&ervenci6n pUblica. La inruici6n de P.Wl::k Gt.ddes sobre b bmaci6n de las COJUUbariOfU Y por tanIO sobre 1a nc:cesidad de encuadruias.uninisuativarncl'lle, es s6kl uno de los ~ mas sugesCi¥OlS. Va Gr.ddes. P., Cilia in F.vo/Mricft, William Ii Nofp/t, I..ondro. 1911, Howard Fertig. cap. n y W, NLICVl \brk, I96&.

n fs un hecho)'l adquirido en 1a cu.ltun urbanfstka, dRivel metropolitano Y regional como la base de ~ tipo de Wlisis , de inlervenci6n en b estr\Ktura' de las insWacionc:s. AdcnW. Ia kgislad6n utbanlstica par un !ado ,las ~ Idministrativas por el otro. constllUycn una barrmI que convier1e en extrcmadamtnIe difi· ciI una poIilica urbanfstia mberenIc coo CSb nivtles. Si cste es el caso de ltalia, IOdIvtl lipSa al plam rqubdor comunal como unico instrumeIio de a1guna manm dlaZ, es tambiCn d de Esudos Unidos, doOOe d thoque enlrt una planirlCaCi6n de 5CCIOr a escaIa esIaIaI Y nacKmai (caJ'1'deIp y autopisw) y una pruis de control del uso del suela lipda a ~na constclaci6n de pcquei'I(sqnas coroonidadcs aul6nomas, constituyc Ia ncgaci6n de IOda posibili-

12

BEBAUUNGSPIAPl FOp. DIE QEl<1ElNDE

HmscHAu.

.... ;. }J(". '!C"

fA conslrumOn dt la urbanfstica

_4(~

---- .... .,.....,Q.e.. ~ ........... .............. ;-

l •. ' ... ..,--.- ... - ... ~ .... ............ -~ .... -,.,...,..,_ ... R,.....--._,..¥ .. ~I

f.' .... ~~ ..J • - - - -- .. w.,.,-~ ~ jill ii i I+! II 7 : . t I . IIII i .4~. d'-..

Fig. 3. Planta de construccicSn del territorio comunal de Hruschau. Siegfried Sine, Vtena. 1901 DSTB, t90S, 14m. rI.

!As TUZf)nts df una inwstigadOn JJ

Uno de los datos mas impresionantes que se desprenden estudiando la literatura urbanista ochoctntista, se refiere a la presencia de problemas -0, mas exactamen­te, de un modo de plantear cienos problemas- que todavfa hoy estan vivos y deba­tidos: las casas populares, el verde publico, la expropiaci6n, etc. Donde 10 que sor­prende es la permanencia de un modo de aproxi= y de un tipo de lenguaje, a pesar de la diversidad del momento hist6rico, como si la .duraci6n. de la urbanfsti­ca fuera superior a la de su contexto.

Y aquf, una vez mas, la explieaci6n no esul en la sustancia profetica y, obvia­mente, inescuchada por la disciplina -<:omo querfan sus seguidores-, sin6 mas sen­eillamente, en el ser aun la ciudad un terreno en el euaJ ese modo de entenderla esul en funci6n de los intereses de la clase dominante. Si el urbanismo, entre las cien­eias (no esuln lejoi los tiempos en los que se discutfa en tomo al dramatieo dilema: iEs ane 0 ciencia?), ha conseguido un nivel de elaboraci6n tan modesto, que 0010 recientemente se esul intentando sisterruiticamente cambiar, es porque el planteamiento normativo que 10 caracterizaba en sus inicios se ha demostrado suficientemente para sostener el sistema de valores urbanos deseados.

Por 10 tanto, las modificaciones acaecidas en tantos sectores del contexto socia­econ6mico y tambien especfficamente urbanfstico tan solo han innuido modestamen­te en la disciplina. EI permanecer de las maneras originales revela, con el penna­nert:er de los obje~vos, la realidad de un uso inmutado de las estructuras urbanas.

La ciudad moderna y Ja ciudad del ochocientos

Entre el ISiU y eI 1914, las ciudades de Ia Europa continental asumen aquel car.kter de metropolis que desde entonces las definen. Son aquellos los anos en los que la administraci6n de la ciudad asume caraeteristieas precisas politicas y econ6micas. Son tambien los anos en los que se define la relaci6n entre la esfera publica y esfera privada en la propiedad y en la direcci6n de la ciudad. Es en aqueUos anos euando se forma la estructura urbana en la que vivimos y que hoy nos condiciona, como si fuera una preexistencia hist6rica cada proyecto de rnodificaci6n.

Es en aquellos aiios 'cuando se implantan los grandes parques pIlblicos, las redes de transpone urbano y metropolitado, las mayores instalaciones tc!cnieas en redes. Las estructuras flsicas creadas en aquellos .nos han sido hasta hoy el sopone de las sucesivas expansiones. Los eentros urbanos coinciden todavfa generalmente con los centros ochoctntistas, mientras las zonas de mas reciente desarrollo conservan el car.ic­ter de periferia.

la ciudad modema es todavfa, aI menos por 10 que respecta a la organizaci6n espacial y adrninistrativa, la del ochocientos.

Y antes de esta fecha la ciudad es aun, en la conciencia cornun, ciudad hist6rica .

dad de ICUCrdo pttYIricador. Es&ando as{ las rosas, no cs de alrUu d procresiYO alejamienlo tnlrt II bUsqueda cimlira y II pbnirlCld6n de las iJ*rw:nc:iolio. ni de las Irrativas ada \tt rOO frecutlWeS de demandar I orp­nismos ad It« \a JCSIi6n del I0Il1 proctSO de planirllXiOO. asumiendo como precedentt: illlStrt II Tennessee W1cy AuI.hority. AdeITW.)1U Corbusier. con su habiluallbpreorupactoo. dcdicaba II I~torill su l4 Villt /WiftJSt (cit).

14 La construcciQn dt la urbanlsrica UJJ ru:(NI(! dt' una illwsfigari(HI 15

~

i :.i .s-2;: ~Ol -8~ c~'" '0 on

I 'u 0 .

r;.~ g'i=

,i' u-02! u j _

i gc~ S:MO

• .,;2 ~I

r .~~ I. "-,, a 0.

~.

Fig. 4. Plano de construa:i6n de Alenas: parte oriental de la ciudad en las cercanw de la estaci6n central. Ludwing Hofmann, Berlin, 1911.

DSfB, 1911, lam. 55.

16 UJ cOtlStruccian d~ 10 urbani.slica

, HAUPTBAHNHOFS.vORPLATZ:

Fig. 6. ptaza de la estad6n felTOYiaria de Lipsia. Thecdor Goecke, Berlin, 1912. DSTB. 1912. fig. I pOg. 100.

U. ciudad hist6rica es un bien publico

La ciudad del pasado no es s610 creaci6n colectiva, es Iambi"n propiedad de todos (0 de uno solo, el principe, 10 que es 10 mismo en los Il!rminos de uso del espacio) y es. como Ial, un bien pUblico usado y geslionado en su lOialidad.

Las dimensiones limiladas, bajo el nivel de infraeslructura requerido y la gene­ral accesibilidad de los servicios existentes, no suministran una base suficiente" en el momenlO de la Ibrmaci6n de un sistema de locali1lIciones privilegiadas en el inlerior de los cenlros urbanos . .

La misma distribuci6n del tejido urbano entre las distintas clases sociales esra mas bien limilada, por las dimensiones de los grandes complejos arquileCt6nicos uni­Iarios (cuando exislen), que no exlendida ~ la ciudad enlera. Aunque la presencia de distintas clases sociales en el interior de un mismo lejido (cuando no, como en la Roma barroca, de un mismo edificio) es una prueba uherior del consumo colee­tiva e indiferenciado de la ciudad.

l11s razontS dt uno invtSrigad6n 17

18 Ul CMSlruccitin de la I.lriJanisfica

La apropiaci6n privada de la ciudad

La extensi6n de la ciudad ochocentista mas alIa de toda limite nunca antes ima­ginada, el incremento de la complejidad de las camunicacianes y por tanto un nivel de accesibilidad decreciente del centro hacia la periferia, la acentuaci6n de una has­tilidad de clases que, en rerntinos social6gicos, estlligada a la ahsorti6n de los Droirs . de I'home en el sistema de desigualdades caracteristica de la nueva sociedad capita­lista, el relativo agravarse de las caodicianes sanitarias y de la criminalidad, toda ella, contribuye a hacer surgir unas diferencias sustanciales de apetencia entre los distintas puntos del area urbana.

Pareelanda el suela urbano y afrecieoda al mertada las pareelas resultantes, se abtiene cansecuentemente privatizar un bien, la ciudad, hasta entonces publico e indi-vidida. .

La operaci6n se apoya sabre dos pilares. EI primero es la propiedad agricala que es atacada por el ensanchamiento urbana y asume ipso facto un valar de posici6n que supera con arnplitud el printitivo, gracias a la relatl6n de necesidad que se ins­taura can el proceso de farmaci6n de la gran ciudad industrial. EI segunda es la pro­piedad de las edificios en los tejidos urbanos existentes que, seguldamente a los grands ("'KlUX de transfarmaci6n (que hahian contribuido ampliamente a suscitarl, se eneuen­Ira en condiciones de negociar, a sea, en sustancia, de apropiarse el area urbana entera, camprendidas las espacios tradicianalmente pUblicos coma las calles y las plazas, por na hablar de toda el sistema de espacias peatanales cama las p6rticas, las pos­sages, las squares.

Fig. 8. El mercado nuevo de Viena. St., fig. m, pig. 391

Ut! raZ(NltS de uno im'esrigadoo 19

No es precisamente este el momento para distinguir la propiedad del edificia de la del suela sobre el que se apoya; al cantraria, nace ahara la cuesti6n siempre ahierta de la expropiaci6n y de la relativa indemnizaci6n que la comunidad para al particu­lar cuanda Ie limita el poder apropiarse de la ciudad.

Las grandes abras de infraestructura y de transformacion urbana del sigla XIX

no se pueden explicar fuera de la 16gica de la ' privatizaci6n. de la ciudad y de la intervenci6n de la propiedad edilicia e inmabiliaria como protaganista en el proce­so general de farmaci6n de la sociedad burguesa capilalista; la escala en la que esta sucede es aquella, nueva e innovadara en las dimensianes y en los problemas de racio­naIizaci6n arganizativa, que pone en la ciudad industrial y productiva en la cual tielKle a cancentrarse, toda el desarrolla ecan6ntico.

Por el cantraria, no est! nada claro a los estudiosos ochocentistas el canlcter para­sitaria de la renta inmabiliaria urbana, y se tiende mas bien a despreciar la especu­laci6n, que se verifica cada VOl que se altera la cantribuci6n del suela en un punto gracias a intervencianes urbanisticas especificas," mas que a revelar el arigen pUbli­ca de toda el proceso de valaraci60 del suela urbana.

Las grandes realizacianes publicas de la ciudad ochocentista, los boulevards, las rectes de transporte, los parques y las plazas manumenlales, no haeen mas que repro­poner en una escala diferente las elementos marfal6gicas ya existentes, aunque en rerntinas menas .institucianalizadas>, en la ciudad medieval y barroca. Ahara estos elementas y estas usos es necesaria identificarlas y proveerlas de manera puntual y directa: el parque urbano sustituye los huertas, las boulevards las calles portica­das, las camplejas monumenlales la campacidad farmal de la ciudad entera. Toda aquella que na esta especfficamente definida cama publica es privada a, mas preci­samente, terrena privada, porque es en t~rntinas de propiedad del area y na de usa que crislaliza la relaci6n entre el ciudadana y la ciudad. a

' II. ·La congclaci6n del tem:no es un mttodo generaJizado en \a pr3ctica de Ia espccu1aci6n inmobiliaria en Ale­mania.. Eberstadt. R .. Hondhudr. d~s KbltnIUll~sens WIld ur HOhnwrgsJragt. parte II. pir. 12. FlSC'her, G .• lena. I9U Vcr ~n, sabre este 1mIl, los pasos teialiYOS en Baumc:islcr, R .• Si.adttMltl1Ulgtfl inltrluticMr. baupo­litti/iehu Il!Id winsdtaftlichtr &zidumg. Eras und Konm. par1e I Y pane IV. Berlin. l816. y en Stubben. 1. . lhr SlMtd>a>. """ III , Btepttisset, BerHo, I8lO.

12. ESkl tambien \0 observa Edoatdo SaInno: .Los product:Jres, en ei::cIo, estan divididos y contrapuc:sIOS entre proIdarios y propiewios y puesto que s6Io eSIOS wlimos pucden abasIca:ne libremente de consumos libra, II au­dad del capitalismo hi de ordenane necesariamtnte de manm cui exclusiva aJ sc:rvicio del consumo de los bur­guesc:s. de los propietarios. de los no conltolados y no controlables funcionarios de ta acumulaci6n, y aJ smicio, por 1IlI'O, de 5610 una de las dos c1ases: Ii ~naNe, aunque nWl'll!:ricamenSe sea mU exigua_ (Utbanfujca , sod~ dod opulttlliJ, JMp. 91-98. I..aIem. Sari, 1969). No eswnos de ICUeI'do COIl ~ mismo au1or, aunque sea uno de los pocos :II que sc: dc:ba una rdlai6n crftica sobre eI ~ cuando asume como concluyerK Ia dcfuUci6n de ·funcionaIistaso> dada a los urbanistu~: ~EAOS [ ... J mU bien podrian impedir c:orafooamelVt que las m..Jacioncs """"'.,;g,. tIditW_ en d desonIen, pm~, en """*>. tbw de oqud Olden, de aqueHa racionalidad, de aquella eflCieocia ~ 101\ indispensables paR; eI correcto funcionamienlO de una ciudad con d cambio del proceso prodUCIiw apitalista., Ellos no pueden obrar como inslrumenlOS ittnic:os pal1illa conlf-

. nua 1'eSWi11ilCi6n de las condiciones que hacen de Ia ciudad el emplazamienIo tendenciaJmenie ~nco at rigor de Ia producci6n capitalistica: pucstoque Ole, y no oCto, es d deber que d sistema Ies hOI IS~ (ib., ~ 94). Los tknicos urbanistas son en reaJidad mas bien instrumenlo de esla rxionalilxiOO. pero $Oft tambitn. y en pri­mer~, los guardiano de un mecmsmo de aecimierm que encuertrI. en Ii rera irmlbiIiaria urt.na .. justificaci6n.

20 LD C'OfISlrumm d~ kI urbanistica

De ahora en adelante, la ciudad no es mas que un agregado de areas edificables y de toda opernci6n que se realiza en la ciudad tiene primero que hacer cuentas con la propiedad inmobiliaria y desputs confrontarlo con la efectiva necesidad de recu­perar aquellos modos de disfrute coleetivo que la privatizaci6n de la ciudad ha eli­minado.

Las razones de la urbanfstica

.Cual ha sido la actitud del urbanismo oficial frente al proceso de definici6n de la ciudad reducida a superticie de beneficio inmobiliario?

La respuesta que podemos dar a esta preguhta es mucho menos precisa que aqueUa que estarfamos obligados a ofrecer a una pregunta mucho mas ambigua, del tipo: . Ha sabido el urbanismo hacer frente a los problemas del desarrollo de la gran ciu­dad industrial del ochocientos?"

Se trata en sustancia de comprobar si la urbanistica ha sabido lIegar a los objeti­\'OS por los cuales habra nacido, y que son reconocibles en los modos y en los ins­t'1'mentos adoptados para constituirse disciplinariamente.

Entre todos, el plan regulador es, en el siglo XIX, el instrumento que mas amplia­mente reasume la idea de ciudad sobre la que se basa el urbanlsmo. Es tambien un instrumento que se ha revelado despues ampliamente inadecuado para controlar, para dirigir y para administrar aquellos meeanismos y aquellas actividades que se consi­deran tradicionalmente como caracterfsticos de la organm.ci6n urbana. La imposi­bilidad de fondo de conciliar una imagen ideal de la'ciudad, como objetivo a cubrir a traves de una serie de intervenciones especiales, con la realidad de un desarrollo social y econ6mico que tiende a renovar continuamente sus propias necesidades orga­nizativas especrficas, no ha permitido nunca hacer del plan el instrumento resoluto­rio que se pretend fa que fuera .

De todas maneras, desde el inicio naci61a polemica no contra el plan, sino con­tra un cierto modo <dibujado> de hacer el plan.

Efectivamente, la educaci6n arquitect6nica original de muchos urbanistas pare­ce sostener una atenci6n por el dibujo que va mucho mas a11~ de 10 que no se elabo­ra en rerminos de wlisis, prograrnas y metodologfas graficarnente menos lIamati­vas. EI cuidado minucioso con el que se ilustrnn soluciones planimc!tricas destinadas a permanecer sobre el papel durante muchos alios, parece estar allf para desmentir aquella organizaci6n de 10 urbano que todos sostenian. En resumen, una maiver>a­ci6n de la intuici6n formalm.nte sobre la aproximaci6n cientifica global. Es la herencia

l\ Sobrt el -all"~~ de II cullunI urbaniscica ochocentista. \OCr Ia vcniOn que de clio da la Enciclopcdia hlliaN: ·FItftIe a estIS IIUM:S con1Kiones. II wbantsrica dd ochotienIo&. insetu mre las reminiscencias de II edilicia pros. pmiV4 dt! 5Cltrientos y II rapida del progreso I6:nico. rell'ISI su acciOn de pm-isiOO Y de control sobrr: Ia ciudad en lnO\'i~ Par 0110 Iado. II crisis arquilcd6nica de mediaclos de sip. debida ala nttI ~ de b Iknia del ~, cbon. de llena con II urblnisrk'a: cI problema sc dcsmenuza en sus detalles ittnicos sepalindolos UI'lOS de OlIOS: c:aiItrias. calles. lCUCdudos, tImeS. etc.· (EnlradI: -citd •• £1 .. ..at. X. P'g. 492. Roma, TumineHi. 19311.

2Z W construction d~ fa urbanistica

de las .beaux arts>, es aquel ser para muchos, el urbanismo hijo de la arquitectura, que explicaria el ~nfusis en el dibujo y el escaso interes en las motivaciones econ6-micas y soeiales. Aun hoy, en mucha literatura urbanisla se Yen expresiones de indig­naci6n virtuosa en defensa de la cieneia contra el urbanismo . intuitil'O>.

Nuestro juicio seria muy distinto si pusi~ramos frente a frente aquella manera de hacer urbanfslica con la de entender la ciudad.

Nos dariamos cuenla eDtonees de que el desinteres en los aspectos procesuales de la p1ani/icaci6n, aquella falla de estrategia Y de criterios de valoraci6n de los modos de acluaci6n y la misma generalidad de los objelivos declarados, son todos elemen­los coherentes con un unico fin : hacer del plano odibujado. un proragonisla del desa-rrollo urbano. '

Se trala pues de una urbanfstica que, lejns de proponer metodologfas mistifican­tes, mueslra entender perfecramente la operaci6n reductora realizada sobre la ciu­dad por la renla inmobiliaria.

Si la ciudad es ante todo un patrimonio de ~reas edificables, un plan urbanfstico no puede ser mas que un inslrumento apto para adminislrar lal patrimonio y aume­oar su valor. Para esIe fin eI plan odibujadoo es perfectamente fuocional, y poco impor­Ia si el dibujo repropone mas 0 menos los esquemas compositivos acad~micos; es esencial en cambio definir y precisar las areas de desarrollo en vislaS a una correcla y, sobre todo, eslable identificaci6n de los valores de la renta inrnobiliaria.

No ha sido por casualidad que el plan nnismo se ha revelado un medio extraordi­nariamente eficiente para crear y para destruir la renla a medida que garanlizaba, con la propia autoridad de acto pUblico, el derecho del particular a explotar un ma o en pUblico dominio; que despues la ciudad se encontrara que no . funcionaba' , es mas justa im(llltario a la renla que al plan que de ella deriva.

Cae asf la acusaci6n de poca cientificidad, aunque el uso del repertorio formal c1asiqueanle se revela para 10 que es: un modo inesencial; pero, como veremos, no incogruente para racionaIizar las selecciones de definici6n y delimitaci6n de los suelos.

EI urbanismo del ochocientos no sera entendido como un conjunto incierto y un poco ingenuo de estudios y de remedios que 0010 mas tarde se conslituiran en disci­plina, ni se dar.\ mas crectito a las lesis de la inexisten<ia de una doctrina urbanfslica ni aun en el momenlo en que se forma , se organiza y se estructura I. gran ciudad moderna.

C1aridad de Ia cullura urbanlstica aJemana

La Iccci6n .de los urbanislaS alemanes enlre el ochocienlos y el novecienlos es sobre todo una lecci6n de c1aridad.

La manera de organizar el espacio esIB puesla expllciramente en relaci6n con los mecanismos de formaci6n de la ciudad industrial: el objetivo, no mislificado, es el del crecimienlo .equilibrado>. La estrategia, la del aligeramienlo de los connictos de inte"" y del allanamiento de las punlaS de congesli6n a traves de interveneiones de racionalizaci6n del proceso de crecimienlo.

I..m ral./Nlts dt ulla im'tstigodOn

fig. Xl Concurso para eI proyecto del barrio de Tempelhofc.r FeJd en Berlin. Hermann Jansen, Berlfn, 1910.

Heg .. fig. 3'11, pag. 387, II .

1)

UJ consttUcdOn dt 10 urbanislica

Aquellos que han sido lIamados . funcionarios de urbanismo. muestran , frente a los ut6picos urbanos tan queridoS por la historiografia oficial, un interes mucho mis preciso por las condiciones y las tendencias de desarrollo presentes en la ciu­dad. Indagan, analizan y describen la fenomenologfa, de manera sistematica, y sus­tentan una representaci6n cuantitativa, identificando los indicadores mas importan­tes. Buscan sustitutir la denuncia apasionada por la explicaci6n de datos, peru lambi"n asf testimonian, con sus indicaciones y los temas de su trabajo, algunos caracteres y problemas emergentes de I. ciudad: el prevalecer del interes individual en la ccns­trucci6n del ambiente urbano, las consecuencias sanitarias y sociales de la superpo­blaci6n.

Fig. tI . Concuno 1"" ta ampIiaci6n de t. parte orienla! de Frankenhauscn am KyfThiuse,. II premio: H. Jansen. B<rlfn, 1910.

lAs rD:J)IltS dt uno im'tsrigadoo 2J

. Ademlls, si es util, y tambi"n hist6ricamente correcto, que nos refiramos prefe­. nblemente a la socled.d alemana, aquella que 50 ha lIamado la ciudad del imperia­Iismo, no es necesario olvidar que los urbanistas alemanes han ordenado y sistema­tizado un cuerpo disciplinar en cuya fonnaci6n habfan contribuido mis 0 menos de manera sustancialmente conoordante, todas las sociedades capitalistas modemas:

0, en otras palabras, el anal isis que efectuamos sobre la teoria urb~nfstica ale­mana es perfectamenle aplicable, en sustancia, a otros :imbitos culturaIes en los cuales 10 discusi6n aparezca mas reticente y la eloboraci6n menos incisiva.

2. Los origenes de la urbanistica

La Revoluci6n Industrial

La lIamada Revoluci6n Industrial es un proceso de transfonnaci6n econ6mica y productiva que se desanoUa en un periodo largo y no siempre hist6ricamente homo­geneo, antes de lIegar a consolidme y a carncterizar defmitivamente la sociedad occi· dental . Se reconocen sus ioicios en Inglaterrn en la segunda mitad del siglo XVtll y se puede verificar su progresiva afirrnaci6n, a un ritmo cada VOl mil acelerado, en los parses euorpeos 0 de origen europeo, en tiempos y modos distintos, a 10 largo de todo el siglo xtx. I

Comprender los mecanismos econ6micos y los aspectos politicos y sociales sig­nifica darse cuenta de la ultima verdadera -revoluci6n urbana. en la historia de la ciudad,' de las nuevas relaciones que se instauran entre ciudad y no ciudad, entre ciudad y ciudadanos, y entre ciudad y disciplina urbanlstica.

No es posible definir una relaci6n de continuidad entre la ciudad nacida de la revoluci6n industrial y la barroca mil de cuanto no 10 sea con la ciudad medieval: el saito es radical, cualitativo y cuantitativo y la persistencia de fonnas 0 instituci(}­nes ciudadanas del pasado no bastan para eliminarlo.

Tambi"n se ha consolidado entre los estudiosos la noci6n de ciudad -preindus­trial., como una categoria apta para definir una variedad de situaciones urbanas <en terminos de periodo hist6rico, organizaci6n social y organizaci6n espacial) prece­dente 0 extraiias a la uansfonnaci6n de la sociedad en sentidQ industrial, asimilan­do las estructurns de la ciudad antigua a aquellas de algunos grandes centros africa­nos 0 asiaticos contempor.ineosJ

... I. E1lCtmioo de .re¥OIuc.oo indusuial. 10 usa par primera vc:z Engels. en Conditions of fhl IIfriinI KUJss in EAxfonJ itt 1844, Londm. 1841. om Mauricx Dobb. StutJiu ill 1M Dn't'/~'" of CopilDlism. Cambridge. 1946.

2. Se IBU. para los h~ de 11 squrda mQluci6n urbanadc II humanidad (ode La 1m:mI:Ii K oonsider.l i lid d pmcoo de: tr.lI1sbmacic5n y rtplarwmicnto de II red urbana europa que K desarroU •• Irededor del 51&10

XII). 1.1 primm stria 11 que sip: • 11 lltpdl de II en ncoIilita y que Ie debe JiIUlir alrulcdor del XXX) aC en Moopo&ami.I. \ltrCbilde, V. G .• 1M UrbDn k¥oillliotr, .TheTown PlaMirwlb"iew-, XXI, I. 195Oy. dd mismo. What ItopptMd ill HUltIf'!. Pencuin Boob, HartnoncIs\IIOI. Sobre II rt'<'OIud6n urbana que ICOmpW' 11 moiu­liOn industrial. aislt una .mptia lilerlluf1 . Vunst. para una inbmaci6n sobrt las caracltristitas gentr*i. las p;u1I5 dedic:ad.u • II ciudad ochoc:CIlisu ell IIDbtn. E. Oiciinson. 1M HtJl fiuuptOlt a". Roudc:dJe c1 Regan, I..oft1rcs. 19S1: lDtis Mumbd. 1M C'uy ill HUIOry. Hmoun Btx"C and Vtbrtd. NUM 'trt. t961; Emrys Jonc:s, ]ill_ns und Citi"s: (hbd UP .• Londres. t966.

1 Vtr Emrys Jono, lip. cit .• J Gideon SjobcrJ. 1M PrtindllSlriaJ 0". PwI twi fuM"t. The Free Press. Nue· ~ 'twk. t96O.

28 lA conJlrucciOn dt la urban{srica

Los car-kleres de las lransfonn'tciones inducidas por el desarrollo induslrial en el siglo XIX son muy similares en los parses europeos, por 10 menos en 10 que res­pecta a los origenes de la ciudad induslrial y a la fonnaci6n del proletariado urba­no. Es neeesario todavra tener prescnte, para nueStrOS fines, dos elemenlos: el desa­rrollo induslrial no empieza contemporaneamente en toda Europa y, sabre todo, como mas tarde empieza, son mas r.\pidos tanlO el proceso de transfonnaci6n econ6mica como el proceso'de urbanizaci6n. -

En Alemania no se puede hablar de ve!dadero desarrollo industrial antes de 1850, con una aceleraci6n maxima a partir de la fonnaci6n del Reich en 1871. Despoes de esta fecha el pars debe afmntar aquellos problemas urbanisucos que ya habran aparecido en Inglalerra algupos decenios antes; la respuesta que se intenta dar ali<>­ra es de un lipo mucho mils general y organizado, gracias aI desarrollo de una con­ciencia de la gran lransfonnaci6n que no se podra dar en la primera Inglaterra industrial.

EI proceso de lransfonnaci6n induslrial del ochocienlos se apoya en un excep-cional aumenlO lie pobiaci6n, atribuible en gran parte a los parses europeos (los t1nicos por olra parte de los cuales tenemos estadrslicas fiables) . -

En 1750 la poblaci6n eumpea es de 140 millones, en 1800 de ISO, en 1850 de m, en 1900 de 400. Se ha observado que la revoluci6n demogr.\fica en algunos pai­ses precede a1g1ln deceI:rio a Ia revoluci6n industrial y estarIa mas bien ligada aI aumen-10 de produClividad agricola que se registra aI final del siglo xvm para continuar des­pues en los decenios sucesivos durnnte toda la primera rase industrial.'

A eslO lenemos que aiiadir el aumento, tambitn excepcional, de la tasa de urba­nizaci6n y la tendencia a la concenlraci6n que demuestra el crecimienlO de las dimen­siones de las ciudades ya exislentes. Enlre 1800 y 1900 la poblaci6n mundial pasa de 906 a 1.608 millones de habitantes. En el mismo perlodo la tasa de urbanizaci6n (deducida de los residentes en centrOS de Jll:is de 5JXXl habitantes) pasa del 3 all3'6%; se calcula lambicn que enlre 1750 y 1850 las grandes ciudades europeas habran decu­plicado su poblaci6n. Ya en 1851 mils de la mitad de la poblaci6n de Inglalerra y de Gales estaba urbanizada y en 1901 aproximadamenle el 77% vivfa en la ciudad.'

En 1800 0010 el 2'2 % de la poblaci6n de Europa vivra en ciudades de mils de 100.000 habitantes. Europa es, por tanIO, en su conjunlo, una regi6n sin urbanizar, pero algunos de sus parses esmn a punlo de serlo r.ipidamenle. Cincuenta aiios des­pues de lnglaterra, en 1900, es Alemania quien regislra una mayorla urbana y en 1930 Francia. Aumentan enonnemenle las grandes ciudades; en 1800 0010 una ciu­dad, Londres, se acereaba al mill6n de habitantes, en 1850 ParIs tenia un mill6n y Londres dos. En el 1900 las ciudades .millonarias. eran once, de las cuales nueve de origen europeo: Londres, Paris, Berlfn, Viena, Mosco, Petersburgo, Nueva York, Chicago, Filadelfia, Tokio y Calcuta.'

4. Ver Bairoch. RNolUVOl1ts ituiu..1Irialt t sotlosviluppo, ffinaudi . Thrln. t967. 1 &my. Joo<s. Of' ril .. pi&. 30. 6. \lei' Ki~\cy lbvis. Tht Urbani!tUiOll ofdlt HumtJIt .Iotiotl. oScieoorlC Arnenan.. P'c. 20. 3 Y Emtys

Joo<s. Of' ril .. pla. Jl. "",<mi>«. 00.

!

;

lDs ongtniS dt 10 urbanistica 29

Las trnnsfonmiciones territoriales y la ausencia de 13 urbanfstica

.~n~. ciudadanos ~n frulO, por una parte, del au menlo general de la pobla­CI ?, que empleza a reahzarse, como se ha ViSIO, ya antes del comienzo de la Revo­lucl6~ lndustoal y, por otra, en lenninos pon:enlualmenle mas significalivos por las mlgraclOnes del campo. Para Inglalerra se seiialan dos faclOres predomina~les: el abandono de los campos por parte de las familias de pequeiios cultivadors ex ro­plados en el curso del proceso de lransfonnaci6n inmobiliario, que loma el no!bre de las enclosures, y las constantes carestras irlandesas que hacen que grandes masas de agncultores em.lgren a Inglaterra y, mas tarde, a Norteamerica.'

. La. lransfonnacl6n de 10 economra de agricola a induslrial trae consigo una redis­tnbucl6n general de los cenlms urbanos: la red urbana del siglo XIX no solamente es mas densa y mas pesada, SIno dlsltnta sustancialmenle de la del siglo XVIII I

EI esrudlo del proceso de urbanizaci6n en Inglalerra nos revela que la pobla~i6n de los centrOS ~on menos de 10.000 habitantes liende a disminuir, Iigada eomo esm a la despoblacl6n del campo, mienlras aumenta la de las olras clases.'

1800 1890

Poblaci6n en cenlros IO.!lXJ 21'30~ 61 '73~

PobIad6n en centros 2O.!lXJ 16'94" ~3'm,

Poblaci6n en centros lOO.!lXJ 9'73" 31'82:10

Son dos las directrices fund"?,,,ntales del desplazamienlO de la poblaci6n: las cuencas nuneras, desunadas 0 altmentar las neeesidades crecienles de hierro y de carb6n, y los grandes centrOS urbanos.

Motivos tanl~ tI!cnicos como econ6micos justifican Ia concentraci6n de los pueslOS de lrabajO en I~ industna. EI !ISO del carb6n de cok en la producci6n del hierro lle­va a la fo~cl6n de grandes cenlms carbosiderurgicos: el aumenlo de la produc­c16~ necesano para absorber los alIOS COSIes de producci6n, derivados de la com­plejld~d de los procesos prodUClivos, aumenta constanlemenle. Para las induslrias mecinicas y qufmicas se expltca la concentraci6n con la necesidad de unificar y gene-

3IJ LA cOlISrruccion de 10 urbanistica

ralizar los controles sobre la calidad de la producci6n.1O Para todas, en fin, el ferro­carriI se convierte en uno de los moti*os fundamentales de atracci6n y concentraci6n.

EI otro motivo esli constituido por la necesidad de tener a disposici6n un gran mercado de trabajo donde sea posible tomar mano de obra, tanto fija como estacio­nal, de manera que absorba las fluctuaciones de una producci6n extremadamente sensible a la demanda del mercadou

. La edad de la industrializaci6n en Europa es lambicn una cpoca de enarmes trans­formaciones en la estructura de las instalaciones. Las migraciones de una regi6n a otra, las transformaciones en el uso de regiones enteras, la apertura de nuevas vias de comunicaci6n el abandona del campo y el traslado a la ciudad de grandes masas de poblaci6n, en' un perfodo de tiempo relativamente breve, poco mas de un siglo Den periodos mas pequenos en el interior de paises en particular, camblan radlcal­mente las estructuras econ6micas politicas y sociales, las estructuras terntonales, la localizaci6n de los centros productivos y la relaci6n entre ciudad y campo.

Sin embargo, la urbanfstica es, en sus inicios, exclusivamente una ciencia de la ciudad. 12 Sus orfgenes se han reconocido en aquella crftica del urbanismo, que asu­me a veces tonos de denuncia violenta, a medida que las condiciones del proleta­riado urbano se descubren por la opini6n publica burguesa" Sin intentar jarms investigar las causas, se cree que se puede resolver la situaci6n trayeodo remedios para bomr los aspectos patol6gicos mas relevantes de la fase final del proceso. No se encuentra; en la literatura urbanistica del ochocientos, ninguna menci6n a los orf­genes territoriales de los problemas urbanos. Los males del urbanismo pertenecen ala ciudad y se tienen que cucar en Ia ciudad 0, como mucbo, con otra ClUdad dlstmta.

EI mismo problema edilicio, que ninguna ciudad europea podr.! resolver, se exa­mina siempre desde el interior, como inadecuaci6n de la organizaci6n urbana, en

n \b" David S. L.aOOcs. NdJnologicol ~ and /JnJrk:JptMfll;,. Hfostt'm ~. 17»1914, m H. 1. Habakkuk y M. fbstan (a cargo de). tht Cambridgt E'.t:otwmir His/ory of fJl"¥. Cambridt;t Univ. Press. \01. VI cap. V, Cambridge, 1965. . .. . ..

II . -No en 5UrICicnte coo que b mercancla ~rza-lr3baJO eJtlSllCrI: el1. necesano ~ se dls,ptlsl(I'l dt: ella en II cantidad adecuada en los luglItS adecuados ( ... J. Natulalmente, 00 hay que oIvidar que Ianlo d economista como eI dueiio de fa labrica, cuasdo hablan de abundalJlC disponibilidad de trabajo, no sc reftem\ soIamente I Ia simple cantidxl. sino tambien tI pretio. enlendiendo que: II mana de obra ofrmda no solo fum suflcic:NC pan ~ir WI

nlimero delerminado de los pucsIOS de trabajo ofreddos. sino que tUera ~ :n.1a mr.dida nea:sana ~ deu:nnirar una dc:spiadIda compdeIlC'iI de los trabajadoces enlte eUos mwnos que Impidle~ d aumet*l. ~ plttlO de esla ~ en rone:spondcocil con el aumenlo de b demanda ( ... J. La COOCUtTtllClJ de las teSC11l51Of1eS y de 1a destruccicSn del anesanado en los pueblos al producir una falla de lrabajo rural de maw. habia puesto a 10gb· Ierra·en unas condiciones ucepcioll3lmenlc fMlrablc:s dc:sde el punlO de vista de las condiciones del rootado del lrabajo que el capil3Jismo industrial requerfa_. (Maurice ~. 01'. dt., pigs .. 314-1$). . . .

rl . SignirlCalivamcnle. fa nueva disciplill3 Ioma enscguidl cI nombrt de b (Iudad tunbitn en Fraocla (u~IJ' mt), en los paises de Ic:nguallc:mall3 (SlddltOOu) y en los de lengua c:spa"?!a (urixuri.smo). ~n los Estados Unidos se namara City Planning. Mientras que 5610 en Inglalem. mas tude. se Impondri el temllno 1mm and Counlry !'tanning. .

O. Esta es II versiOn que Ie impondri. t1rededor de los hiSIOricos. Y no hay duda que ooiocidc con Ia klctllZl' ei6n de 11 atenci6n poIilo 50bre Ia dimensiOn urbani del malc:scar Socill. Queda todavi.a por pregu~ne pol'" ~ dcspJb c:stas historias dc:scuidan sustlocilimenlc Ia rtSpucst2 inscilucional que se Ita dado a II denullClI. ~ra UII3

. cuidalba dc:scripci6n de tsIC primer licmpo de b urbanistica. ~r: I...ronanlo 8eneYoIo. Lt origin; drlfNrbanisti(Q motitmf!. LaIerZa. Bari. 1963 J 1968.

Los odg~nes de fa urf'onisr;ca 31

vez de relacionarlo con los grandes movimientos de poblaci6n y la concentraci6n de las fuentes de trabajo.

Las grandes transformaciones fisicas de los territorios, el desarrollo de las redes de transporte de larga distancia, las operaciones de saneamiento hidrico, las gran­des mejoras, 0 sea la construcci6n del pais industrial, se escapa a la urbanistica-ofi­cial. Esta e~ m~ que nunca Stlidtebau, construcci6n de la ciudad: 10 que esli fuera es sujeto de los desarrollos sectoriales y nunca, ni en las elaboraciones te6ricas de desarrollo integrado. Ademas, en la Iiteratura urbanistica, 10 que 110 es ciudarl es

..,. --~ ... -­~'-

Fig. 12. Concurso para ~I plano.de construcci6 de la capital australiana. Camberra . J. premio: W. Griffin. Chicago. 1913.

12 lJJ COfISlfllcdOn dt Ia Ilrbanfstica

campo idOico," un ambiente que,no tiene ninguna relaci6n con la nueva realidad

productiva. - I d' . r EI desfase entre la realidad del contexto y la imagen que nos ofrece a ISC 1P Ina

no podria ser mas nitido.

La industrializacion en Alemania

EI proceso de transfo,!"""i6n industrial se asienta. en Europa con un notable retrasO respecto a Inglaterra. Alemania. n~ est> entre las pflmeras: FranCia y Belglca la pre-ceden, por 10 menos en sus lmclos. . . '.

La mecanica del crecimiento no pareee aleJar.;e mucho del precedente bflt>mco. La emancipaci6n de los campesinos, que sigue a ,'os edictos de 18m, 1811 y 1816,

marca el inicio de la revoluci6n demografica Y agflcola que se venfica entre 1816 y 1865. Se cuhivan nuevas tierras y se introducen metodos de cultlvo mas eficaces, cuyo resultado en cuarenta anos es el aumento de ganado en un 2\3 %, de cosechas enun62%ydepoblaci6nenun59%." . "

En la primera mitad del siglo la industna conserva_las caractensllcas del sete-cienlos de la diseminaci6n Y de la pequena escala: los an~s en I~s que la ~ndustnah­zaci6n consigue la plena madurez en Inglaterra, Alemama es aun un p3.lS agricola.

EI desarrollo industrial aleman, brusco y rapidfsimo despues del 1850, es un hecho unico, en amplirud y ritmo, en la historia econ6mica mundial. Generalmente se con­sidera como periodo de despegue los anos que van del 1848 al 1873 y la decada de madurez alrededor de 1910.· .

EI elemente distintivo de la transfonnaci6n industrial en Alemanla es la eucta politica que la sostiepe. .

La expansi6n de la red ferroviaria es el motor de todo el proceso, del nus~ modo que, casi un siglo antes, 10 habia sido la industria textil en Inglaterra .. AqUl son los estados los que ofrecen el capital para la construCCl6n de los fermearrdes, hasta lIe­gar a ser sus duenos y dirigentes. En 1840, el 92 % de los ferrocamles pruslanos

W. Vbnsc. poe cjempIo. 105 10005 noaiIgicos que asumen los ~ irduidos en ardogil aI traW de las Iipo­Iogw tltensivas y de los modos de vida rurales a las que esW penMen acef'Cl~.

is ~ w W RosIow: ed. 11It UoMmia o{1iJkt-<Jjf into SwtaiMti G~It . cit. en W. A. Cole Y P. Deane, 11It Cm..fh ri N~jonol ~s. H. J. H~ktlk Y ~ . Postan. ~ ot.. VI. I . . ~. I5·Kl C~ en II ~1atel11l del se1ecie~. wnbi4!:n en La Prusia del pnmer ochoclcnlos se reglSt,r1 una declSIV3 Lnlervend6n gulxmallY8 part la abolici6n de los Icmnos cokcti'lOS Y II bmaci6n de gfllndc:s ~ agricolu. A esP ,st hi! ICOOlpanaoo ~ ilCrlXb:ri6n de I'II1iMS cultum 'I ralC\OS sdIemas de cuhi\O. \b F. Dam., 1M T~on of &toptdII Aln-

(lJilUlt. lb.. VI. II. pjp. 626-637. . ." .J.. Idemis \6. ?Ira un turTlen de las ca~icas socilks y econ6mic:as de II Industr~ahuc~.alernana. 'lUnst.

de: Ia cit:ada ."., C4mbridIt £cortomk Hislory cf &~. Ch; Wilson. &ottcmic ConJjfl~. W. Conzr. 1M Ctr­man £mpirt. m F. H. Hinsley ed .• 1M Nrw CDmbridgt MOtkm HisJOry. \01 . Xl: Mil/mol PJorrtSS onJ Ubrld: Wldt Probftms 1870-1898. Cambridge aI the U. P. Clapham. 1M Economic Dnotlopmn1l of Fmnct and GtrmtJl!1. I8IJ.l9I4. Clmbridgc U. P. Londres. 1936. W. J. ~n. Dtu Ztitalltr ~s /mptrialislruu. F'tSChtr. Frankfurt •. M .. 1969. G. Roth. 1ht Sociol DtmocmlS illlmptriDI GmnlJlry. The 8cdmtnsICr Press. TOkIWa. N. J •• 1961 Una sckcci6n de: litenltuT1. sobrt I. indusl:lulizaci6n alemana. escasa como en ae~ral ~ II que no Irati de 1",1.!t~ . 5C cncumn ttl J. Kczynski. LJ ri..aIlVont indIutriDlt ;11 CtrmaniIJ. &5I:udl SklrKI-. II. 3 .... pqs. MC)·89. JUlio·

diciernbte. t961.

i

Lns origmts dt 10 IlrbtJnistico 11

eran privados, pero en 1860 0010 e15'5% no era de propiedad estatal: toda la expan­si6n habia sido provocada por la iniciativa pUblica, y la red, con cerea de 20.000 lan, en 1871, superaba en extensi6n a la francesa en un 2'5%.

A la iniciativa industrial, solicitada por las demanda ligadas aI desarrollo ferro­viario, sigue enseguida la realizaci6n de las infraestructuras; en 1847 se inaugura el primer ferrocarril del Ruhr, en 1849 el prime.r complejo carbosiderurgico.

La aportaci6n de los grandes instirutos bancarios es decisiva; en ningun OIro pars se registra una relaci6n tan estrecha entre finanzas y la industria manufacturera. La fonnaci6n de grandes concentraciones industriales y financieras, la modemidad de las instalaciones, el elevado nivel tecnol6gico, concurren en deteminar, despues de la crisis econ6mica mundial del 73, las bases para la afirrnaci6n de Alemania como gran pais industrial en el 'Primer decenio del novecientos.

En 1910, Alemania exportaba mas hierro y acero que Gran Bretaiia, su produc­ci6n de acero era de 77 toneladas por hombre y aiio, contra 48, y sus precios infe­riores a los ingleses en un 20 %. n

La crisis del 73 trae consigo la caida de los precios agricolas, pero no repercute fuertemente en el proceso de desarrollo industrial; proporciona mas bien una fuer­za de trabajo disponible; obligada a abandonar los campos.

Ala primera·fase de la carbosiderurgica, sigue a una cercana disrancia, despues de 1890, la segunda basada en el desarrollo de la industria quimica, electrica y mecamca.

En estos sectores los alemanes lIegan los primeros y con estrucruras mas ade­cuadas. Los nuevas descubrimientos tecnicos y cientfficos eneuentran una irunedia­ta aplicaci6n en una estrucrura productiva que ahora ya est> muy concentrada. Entre 1882 y 1907 los obreros empleados en empresas de mas de 50 trabajadores, pasan del 26'3 % al 45'5 % y el numero de los ocupados en empresas con mas de 1.000 trabajadores de 205.000 y 879.000. •

EI 30% de la producci6n electrott!cnica mundial en 19\3 es suministrada por Ale­mama, y en 1914 el 85 % de los colorantes sinteticos del mundo son producidos por la industria quimica alemana . . , Los bancos, protagonistas directos del desarrollo iodustrial, favorecen la apari­

cIon de mmensos grupos del carb6n, del acero, de los productos fannaceuticos,con­centrando el poder econ6mico en pocos grupos.·

EI exito de ~te tipo de desarrollo parece excepcional: la renta nacional per capita entre 1890 y 19\3 aumenta en un 70%, a pesar de un aumento de poblaci6n del 25 % en el mismo perfodo.20

. EI aumento de la poblaci6n alemana no se aleja mucho de la media europea: 24'5 mlllon~ en 1800 y 50'6 en 1900, frente a un total europeo de 187 y 401 millones en la ~"sma fecha, pern la densidad es mas alta, despues de Belgica, Ho\anda y Gran Bretana.

17. w. J. Mommsen. op. cil .• ed. iI., ~. 62-61 1& David S. l.Indes. op. cil., pq. STI. 19. \let' w. 1. MOII1fnS(ft, op. cit. , P'gs. 49·7l. 2'0. W. A. Cole, op.cit., pq. 17.