Giro Hermeneutico

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Derrida, los cambios más importantes en el pensamiento de Occidente en cuanto ala interpretación

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    de Holderlin "sobre las montaas ms distantes entre s"29.Ello tienesu propia dignidad, pues no debemos olvidar que fue la separacindel pensamiento de la poesa lo que hizo posible la ciencia, lla-mando as a la filosofa a su vocacin conceptual, por muy cuestio-nable que pueda parecer esta tarea de la filosofa en una poca deciencia. No me resulta posible constatar que deconstruccin puedasignificar para Nietzsche, para Derrida mismo, una simple Suspen-sin de esta historia.

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    m letamente en el marco del pensamiento metafsi-que se queda co p l b' tivos del deconstructivismo en el fondoco. Segn ellos, para os o le 1 .

    no significa nada en abfslolutf?' uede haber en realidad fronterasS b go en uoso la no p . dm em ar . : tan claras como si diversas cornentes e

    arbitrales y paClficadoras.. ~l lado de otra sin tocarse. Cadapensamiento pudieran eXistIr.una - podemos hacer todos. En esteId u a expenenClas quecua acu e_aq ible oder llegar por medio de preguntas

    )

    caso, tendna que ser pos Puestas comprobadas es decir, porque pretenden comprob~~ y re~p a un entendimie~to respecto amedio de u~a conversacion .af ica, a el partidario de la hermenu-

    , opiniones d1v~rgentes. ~.~ estab O~g~de "dissmination" y recono-tica no negara que tam ien sa seente en forma de referencias, insi-' esta se encuentra precera que . cualquier discurso con el que uno tenga quenuaciones y :n~tlCes en insistir es que con ello el pensamiento sevrselas. Lo UDlCOen qu~,1 eva que invita a un nuevo enten-en todo caso, ante una tarea nu !ve, .

    dimiento. 6 nt mi propio esbozo de una filosofaCu~nd.o en 19 O ~~e~emirar de nuevo qu haba en el mundo, ,

    hermeneutlC,a y com~n d on los trabajos del Wittgenstein tardo;me encontre, ademas e c mi Por un lado conoc a Pauld .mportantes para .con otras os cosas 1, , profundizar. Por otra parte;1 u a obra ltima comence a , ,Ce an, en c y. . , h r de Beaufret, con el artculo de De-_di, en la recoPl~Clon e~'31o;odespus con los libros de 1967, que ,_rrida "OUSIa et .rarnm , . Ah se vea muy claramente cmo lacomenc ense?U1da a ~s~dl~~cho a partir de Husserl a la defcrma--crtica que Hedegger a lf~' d 1 concepto de ser se haba hecho. , parte de la meta lSlca e , dClan por D id Esto vale por lo menos para la ontoteologa eefectiva en e~l a. 1 odia como quien dice deducir el s~n: ,Aristteles, segun la cua se p Con todo la forma que end d " " partir del ente supremo. , . d 7~e~ld~ :~~p~aba esta crtica de Heide~ger al cond~epto ~nego os~--.

    ue los temas del Heidegger tar la servian, p "ser y la manera en q . a asar de la destruccin a la de;?tiva o crticamente denvados, par p blemas Me preocusz;

    .-n comenz a causarme no pocos pro . , ','_CO~truC~lO. , Derrida aplicaba su pensamiento no solg~:.paoa espec~almente ~~~i~as sino tambin a la literatura, en cuantg;':..:.,a construc~lOne~i:e ;;rma~entemente atento a esa savia vital. qu~;: ;

    ~r:;~rt:~~~los~fa y la literatura. Tambin ~n las mi;;c~ ~~c~:i~~'~'....saciones. de Heidelberg me. resultaba a menu o muy. . ,.,' t

    ...-. (-.--::

    .: . ?---;..d M es de la pbilosopbie, Pars, 197.,., pa.31 Ahora tambin en Jacques Derri a, al'g .', dra 1994] '''''. " '! 'mnas 31-78. [Trad. esp.: Mrgenes de lafilosofia, Madrid, Cate,. .

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    cerme en lo que Derrida deca sobre el arte y la literatura, auncuando me pareciera que siempre que acuda a estos "textos" lostrataba Con gran profundidad. Ambos, Derrida y Heidegger, se inter-pretan en realidad a s mismos y no lo que respectivamente creeninterpretar. Esto no debera llevar, sin embargo, a menospreciado.HeJ.oeiger se toma tan en serio lo que se manifiesta a travs delarte, que se arriesga a aproximarlo violentamente al propio proyectode pensamiento. LQsieI!() r::~.q:Le no.~~~~eda ~r:-la antesalj de laneutralidad esttica. Lo mismo puede decirse del modo en que-Heidegger y tambin Derrida hacen suyos a Nietzsche. Lo que 'Hei-degger haba desarrollado en Ser y tiempo hacia una crtica de laconcepcin del ser. por parte de la metafsica, al distinguir entre elestar-presente !Vorhandenheitl, el estar-a-mano !Zuhandenheit} yel ser-ah !Dasein}, fue cobrando intensidad hasta llegar al lema. dela "superacin de la metafsica". De esta forma, Heidegger se viO,con-fron"Bi.c!OC'Onetzsche, al cual acab por comprender como una es-pecie de consecuencia ltima y radical de la metafsica, Frente aesto, Heidegger intent elaborar en sus trabajos posteriores una nue-va comprensin del ser. Por otro lado, Derrda remita a Nietzsche,; a'su "gaya ciencia", nico lugar en el que Derrida vea abiertos carn-,

    .~ nos para empear todo su esfuerzo en proseguir la empresa enonnef de la deconstruccin. y con. todo, ambos, tanto Heidegger, como .Derrida~ son plenamente conscientes de que la filosofa jams podr ~liberarse del todo de su origen histrico en la metafsica de. Oca:! 'dente. Esta es la 'razn por la cual Heidegger introdujo la.frmula

    , ms suave de "sobreponerse a la metafsica'~, que es. lo que 'le~'sirveprecisamente .a Derrida para emprender incansablemente su.Iabordeconstructivista. Tambin, estos puntos en comn dan qu pensar:

    Desde mis propios esfuerzos hennenuticos me veo, pues;-obli.::gado a repensar siempre de nuevo la relacin entre d~tv.!cc~n y,deconstruccin. En el fondo, slo puedo recurrir a formas interroga-tivas'-para intentar averiguar cul es el sustrato comn en-el- que"quizs, nos' apoyamos todos. '. . . ;;;,i-:~,x.:,.

    Qu se esconde en realidad tras el concepto de "prsencer;trmino que' ocupa el lugar central en la concepcin que rDerrida'tiene de la' metafsica? -La determinacin .del. ser como presencia:constituye para Derrida prcticamente. la matri?de la historia' de.la:metafsica. ':'Se podra' demostrar", escribe Demda,"que: to

  • es precisamente la cuestin, saber si nos encontramos aqu ante pre-sencia con el sentido verdadero de "lagos". Se trata_UQ....JJJ~jO.L~ni-camente de la verdad de una proposicin? Este sera el caso en quems fcil resultara reconocer aquello que constituye el objeto de ladestruccin heideggeriana. Es cierto, efectivamente, que Derrida in-trodujo el trmino de "logocentrismo" bajo la impresin de aquelloa lo que se refera Heidegger con su crtica a Husserl. Tambin escierto que esto se encontraba muy cerca del mximo empeo deljoven Heidegger en lib...erarse de la imposicin de la lgjca del juicioneokantiana. Cuando Heidegger inici sus estudios sobre Kierke-gaard y Aristteles, y cuando tuvo ante s la metafsica de Aristteles,pudo comprobar que efectivamente se postulaba que..,!l 'J~r':~e- ~aba su verdad en el ente supremo, en lo divino. Esta es la manera

    'en que tambin yo comprenda por entonces la metafsica. - Con-cuerda con ello que Heidegger encontrase, tal como se puede leertodava en el apndice a su obra S'obre Nietzsche, en Platn el ante ...cedente al planteamiento por parte de Aristteles de la pregunta porel ser en cuanto ser. Hoy me parece que esto no hay por qu cons-tatarlo forzosamente en Platn, si uno se fija en cmo este buscelevar la dialctica como quien dice "ms all del ser" hacia lobueno en s mismo, lo bello en s mismo o lo uno en s mismo. Me-jor se le puede aplicar a Aristteles en la medida en que ste le-vant sobre el fundamento de su fsica la doctrina .del dios-motor, sibien el mismo Heidegger anduvo siempre tras las huellas'''ae "acon-tecimiento" del "ah", tal como muestra su interpretacin tarda delAristteles de la Fsica B l.

    En todo .caso, la doctrina eclesistica posterior adopt en sudogmtica la metafsica de Aristteles como "tea logia rationalis",reinterpretndola a la manera cristiana, mientras que Platn siemprese mantuvo durante la edad media cristiana al borde de la hereja..

    Ahora bien. Resulta desde luego evidente que la corriente grie-ga de pensamiento no se encuentra incluida en su totalidad: en ladoctrina aristotlica del motor primero ..Es.muy significativo, por elcontrario, que la nueva interpretacin que Heidegger hace de, Aris-

    , tteles no arranque de la metafsica de Aristteles, sino de la ret-rica y la tica. Fue especialmente la doctrina del conocimiento prc-tico la que adquiri para el camino que haba de seguir Heideggeruna importancia fundamental, y.fue Hedegger. quien me sirvi ma-yormente de gua en esta cuestin .. Mejor. todava' hubiera: hechoHeidegger en fijarse en la crtica expresa que Platn realiza.en el ex-curso de la sptima carta al logocentrisrno de la metafsica.vlis-ahidonde, con ocasin de un escrito que sobre las enseanzas de Pla-tn.se lee ante la corte del tirano Dionisio, se encuentra esta cono-

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    cida observacin crtica. Este fue al parecer e!' hecho que motiv aPlatn a redactar un manifiesto preciso sobre la cuestin de cmopuede resultar ni siquiera posible transmi~ un pensamie~~ a otro.s ..~yem. se podra ensear a~pertsar32 Aqu se recoge tambin .expl~- \1citamente la definicin lgica, afirmndose ..s;!e_elJaque es tan insufi- Iciente como el nombrar la so...sa......9-1a~sirnpleilustracin. S,-incluso Iaquello que se transmite. por mediode estasvas y que se hace !efectivo en todo pensarruento, aunque nunca llegue a ser desdeluego manifestable de forma adecuada, se convierte en el alma ensaber y en opinin verdadera , finalmente, en participacin parcialen el "nous". En todo esto . tamos todava ante formas de transmitirla cosa en s en cuestin, que queda inserta en la vivacidad de laconversacin, a la cual se encuentra tambin subordinada, Este es elpunto crucia!: no es slo a trayf~ de medios escritos, sino nica ...mente en la conversaci6n en donde puede saltar la chispa de unlado a otro.

    As, no es casualidad que Platn, en vista de la vivacidad pro-pia de la conversacin, denomine el camino que sigue su propiopensamiento "dialctica". En la "Politeia", cuando se habla del plande estudios de los futuros gobemariies, se exige expresamente ladialctica como paso que va ms all de las matemticas. Ella es laque aparece representada. tambin .en el juego de ideas de los dilo-\gas platnicos. No pret~~.2:.."~~_rsunple~nte ug modo de sup~rarargumentos y no debe COI}?lStl,ren, ~n simple arte argurnentatrvo.Ms bien lleva al otro, al interlocutor, 'aque ste confiese su falta de Q)conocimiento y a que piense, en consecuencia, por s"miSi1iCi:-En 1este sentido, .la dialctica tiene una funcin exclusivamente prope-dutica, tal como se muestra por ejemplo con tanto arte y de formatan desconcertante en el dilogo platnico de Parmnides. Difcil...mente se puede englobar todo esto bajo el trmino comn de "pen-samiento metafsico", Ahora. bien. Si partiendo de la fsica aristot ...lica se da el paso hacia los principios ("archai"), que es el paso porencima del logos.. es decir, haci el "hous", ben se podra denomi ...nar esta nueva dimensin un paso hacia la metafsica, En la medidaen que el "arch" superior recibe ahora en tanto motor primero ladenominacin de "lo divino", comprendindose el mismo comopura entelequia, este pasoadquiere una nueva forma de accesibili-dad, El modo en que se llega a l yendo. ms all de la fsica se po-dra entender desde el punto de vista de la religin popular como lo

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    . 32 Este 'asunto se trata con mayor amplitud en "Dialektik und Sophistik im seben-ten platonischen Brief", en 'Gesammelte. Werke, tomo 6 (Nr. 6). . .. ... ."

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  • divino. Sin embargo, qu puede significar en realidad "metafsica"en Platn? Este paso por encima del lagos al que se refiere Platn(Repblica 509 b9), Y que encuentra su expresin en la transcen.dencia, se denomina expresamente un. aS.2.-ill~_all_?eJser, hacia

    _ "alLen2!;.~.Lser". Derrida quiz debera ver eso que l llama pensa-miento metafsico ms desde este punto de vista transcendente quea partir de las concreciones conceptuales de Aristteles, las cualeshan quedado fijadas como "sustancia" o "esencia".

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    Volviendo ahora a Derrida tras esta aclaracin conceptual sobrelo que es en realidad la metafsica y cmo la lgica la desgaj de ladialctica griega, nos aproximamos 'a aqueTlo ala que elmismo De-

    trriaa se refiere con la formacin "artificiosa de~diffrance". Derrida!parte del concepto de signo y de cmo a partir de eso se realiza encada signo un paso que va ms all. Ciertamente, no ha sigu. querergita_!2~.clusiv.menteJ.a s mismo. Habr ahora que preguntarsecmo pretende Derrida, teniendo en cuenta este punto de partida,evitar el logocentrismo. Cabe esperar que el papel que desempeael estructuralismo en el pensamiento de la filosofa francesa, que elconcepto de signo, que tiene races norteamericanas, y de forma to-dava ms completa, eso que Derrida denomina fq...noc~ntrismo,quetodo ello siga concediendo al concepto de ser de la metafsica la im-portancia determinante que posee.' As, me pregunto ahora si conello no alcanzamos la frontera de lo ue tenemos en comn, quebien se puede denominar 'Fenomenologa" y que como tal fenome-nologa adopta frente a toda construccin un punto de vista crtico.Este impulso ya lo haba recibido Heidegger de Husserl, dejndo-noslo en herencia para que nos pudisemos oponer precisamente aeso que Derrida denomina "logocentrismo" .. Hay que comprendersimplemente cul es la meta verdadera que Derrida tiene ante scuando critica en Husserl el dominio de la presencia no slo en ellagos sino incluso tambin en. toda "manifestacin" de la voz. Habrque estar de acuerdo con Derrida en que la voz es aqu una "voixpense", una voz. imaginada,del mismo modo que la "criture" es(nicamente una escritura imaginada, . -, .

    De lo anterior extraigo la consecuencia de que ambas cosas sonen realidad inseparables del leer. Qu sera la escritura sin el leer,qu sera el leer sin la escritura, y sin una entonacin y articulacin,quizs carente de sonidos? Uno no debe dejarse confundir sin mspor cmo Husserl desill:i' en su lucha contra la scolgico la unidad

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    ideal del significado. En este punto es preferible escuchar con odos tfranceses. En francs "significado". se traduce generalmente por ~"~rer de~ir" ("vouloir dire"): E~ste un giro que parece dejar sinfooamento a la identidad del significado. Y, efectivamente, da laimpresin de que en "querer-decir" se esconde el trasfondo de quenunca podemos decir totalmente lo que queramos decir. Hay ahfuertes determinaciones previas que nos condicionan de antemanotanto en el hablar como en el pensar. Con la primera palabra nosvemos ya completamente enredados en el juego del lenguaje. Eneste sentido, Heidegger apunta hacia una experiencia comn a to-dos nosotros cuando dice: "El l~n a~ ha~l~." En el giro francsesto aparece de forma todava ms clara, pues expresa simple apro-ximacin y proximidad al sentido, y qu es "sentido" sino aquelloque iQSlica la direccin y que por lo tanto resulta determinante? Lacrtica que Heidegger hace a la metafsica y el programa de Derridade la deconstruccin deben reconocer esta diferencia y esta "diff-rance" que se encuentra en el "vouloir-dire" . Nadie-puede imag-narse sin ms fuera de la forma de pensar en la que est insertocomo en un molde'. Aun cuando entremos ms y ms en contactocon otras lenguas y otros mundos de cultura, ello nos beneficia ant~ ,todo a nosotros mismos. Somos nuestro ongen, y nuestro hogar estaen nuestra lengua materna, que piensa con nosotros. __ .~.__

    Cuando Heidegger inici. como sucesor de 'Husserl su activi-dad docente en Friburgo, plante en su leccin inaugural una pre-gunta que como toda pregunta verdadera deja algo abierto: "Ques la metafsica?" Ello no prentenda ser desde luego una nuevadeclaracin' en favor de la metafsica. La pregunta hay que enten-derla 'ms bien as: Qu es .metafsica en. realidad, a diferencia delo que la metafsica misma cree que es? Cuando la pregunta _prs.-gunta por el ser se imagina la totalidad de lo existente, q~izs. ~n-:tendiendo precisamente por ello el pensar el ser, es decir, ese serpor el que al fin y al. cabo pregunta. De ah que quiz haya quedecir tambin que nunca puede existir "filosofa" sin metafsica. Esposible que la filosofa no sea filosofa hasta que no haya dejadotras de s el pensamiento metafsico y la lgica proposicional. Eseste un camino siempre-presente, desde la anamnesis de Platnhasta la lgica de Hegel. Bajo la forma singular de "concepto" y"categora" atraviesa la totalidad del recuerdo que se va determi-nando a s mismo y que vuelve siempre a s mismo. Debido a queexperimenta una y otra. vez que en el . lenguaje y en el pensa-miento. domina, la' comprensin del ser corno- presencia, Heideggerhabla de. una simple preparacin de .Ia pregunta por el ser. Estovale todava para Nietzsche,' tal como se muestra distintamente

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  • !"le*tfW UIf.rt.M7ZST"' __ _

    en la lucha que durante toda su vida mantuvo Heidegger conNietzsche.

    Tampoco la ontologa fundamental de Heidegger, como sepuede denominar Ser y tiempo, iba a ser desde luego su ltima pala-bra. Muy pronto dej detrs de s su propia interpretacin transcen-dental, aunque no fuera esto lo nico. Siguieron una serie de cami-nos y de caminos errneos, y es precisamente la propia evolucinde Heidegger la que muestra cmo sus ensayos de pensamiento seven sometidos a unos condiciona mientas lingsticos cada vez msapremiantes. Ello no equivale desde luego a afirmar que Heideggerviera en el deconstructivismo la meta ltima. Es que no existen re-almente otros caminos de superar la metafsica aristotlica de la sus-tancia o tambin su realizacin ltima en el saber absoluto de Hegelquerenunciar a todo pensamiento ~~onceptualo al mismo lagos?

    unque, qu es en realidad.eso de lagos? No se debe infrava-lorar, desde luego, el hecho de que ya el modo socrtico-platnicode refugiarse en los logoi representa u~ _giro que vino preparadopor la metafsica, la lgica de la definicin conceptual y de la de-mostracion. Sin embargo, acaso el lagos es slo eso? Qu significalagos en Herclito, qu en el no saber nada de Scrates, qu en ladialctica de Platn? Que sigifica el lagos "spermatikos" de la Stoa -o incluso el lagos del Evangelio segn San Juan? Ah, el "lagos" pre-senta dimensiones totalmente diferentes, las cuales le abrieron mscaminos a la idea de encarnacin del Nuevo Testamento que lo hizola renovacin de Aristteles a cargo de la metafsica de la baja edadmedia, por no hablar de la lucha por sobrevivir que libra esta ideadesde la edad moderna, tras el neokantismo. De esta manera, Hei>degger (y quien quiera que le siguiera en ello) pudo orientarse crti-camente por la tradicin de la metafsica con el fin de destruir laoncepcin tradicional del ser de la lgica y la metafsica. En este. --;;-

    !punto yo me pregunto: no tiene que ser de validez general queel:pensamiento deba preguntarsesiempre.jaun considerando la mayor

    , pluralidad que pueda alcanzar,' s, las palabras y los conceptos entr".\- los que se mueve no deben unirse de-nuevo en re aciones de seo-t,'''-\tido? .Ante esta pregunta, Derrida afirmara, si bien a lo mejor d

    (orina vacilante; que ya estbamos de nuevo ante el logocentrsmo,de la tradicin metafsica predominante. Pero no es l mismo. quien:~entiende la diferencia anta lgica de Heidegger como ruptura, como,apertura, como "diffrance"? .:r,;::,. :'> ',: "'.: ,', , ..u' .> :hr-'- " Opino 'que, tambin paraDerridarel desvelar .rupturas es unforma .-d seguir- pensando: -:Es :cierto. que' su' deconstruccincnpuede' considerarse por ningn lado como interpretacin de.te:go.l sera el primero, en ver "en.ello un completo error. Sin eIn,

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    bargo, es precisamente la violencia de las rupturas lo que acaba porsealar hacia un orden interior, que no consiste sin duda ni en ver-dades lgicas ni tampoco en un sisterpaJiLosqfls:o. Este tratamientoviolento que se aplica a los textos se justifica nicamente si a partir de ello se abren nuevos horizontes, y esto es algo que tiene efecti-Ivame'nr lugar para quien piensa.

    Es difcil seguir y desarrollar el pensamiento de un mundo lin-gstico extrao, no slo por lo que se refiere al alemn sino tam-bin por lo que se refiere a Heidegger. En Derrida se nota, sobretodo en sus escritos ms tempranas, que Husserl sigue presente,pero se nota tambin la tendencia objetivadora del estructuralismo..Asoma ah un fondo filosfico. En el es~ctu~q.o es la lgica de';.l~;,o;..-"'f'mundo mtico. Es esta una lgica a la, que_no_s~ refiri, 01 que 'in:tuy jams, un griego. Con todo, aflora por entre el legado ms ex-trao, en Lvi-Strauss o en 'Foucault y mucho ms en la teora lin-gstica de Saussure. Es como un paso hacia una nueva Ilustracin.No hay duda de que tambin Derrida quiso seguir el camino deHusserl, radicalizndolo. Sin embargo, posteriormente se percat deque de la dedicacin del Heidegger tardo a Nietzsche poda extraerconsecuencias para su propio camino. En Derrida, como tambin enHeidegger, la metafsica apenas pasa de una contraposicin real-mente realizable. Y es que no se puede pensar de una forma dis-tinta a cama se da en uno el pensamiento. Tambin a m me ocurrelo mismo cuando me parece reconocer ahora en la elaboracin con-ceptual de Derrida, por ejemplo en el caso de "Dissmination" y"Diffrance", la conciencia histrica de las influencias o la fusin dehorizontes. No hay duda de que a Heidegger le molest especial-mente' el uso que yo haca de la palabra "conciencia". En realidad!""conciencia histrica de las influencias" no es ms que un recurso. - tpara subrayar la temporalidad del ser. Aquello que quiero sealaraparece con mayor""lana"dsi hablo deun "carcter lingstico", traslo cual asoma la tradicin cristiana del "verbum interius". Tambinaqu se trata de una especie de condicin cuasi-transcendental de laposibilidad, que es ms una condicin de la imposibilidad, tal comola representa para el entendimiento humano la encarnacin. Intentoahora continuar la "superacin" heideggeriana de la metafsica enun estilo fenomenolgico, comprobndola por medio de la dialc-tica de pregunta y respuesta. Sin embargo, esto significa que separte de la conversacin. Ah se realiza la "diffrance", a travsde lacual-acaba manifestndose, con re@ntas_ v; respuestas la alteridadde: lo v~rdadero; ,En esta diarctica~de pregunta y respuesta se tras-pasa permanentemente una frontera. Tanto en la pregunta como enla respuesta es. posible que ..hable tambin 'algo inefable, lo cual

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  • pueda desvelarse entonces de manera deconstructiva. Con todo, noes que hable por el simple hecho de que sea desvelado. Es ms:quIZ ese sea el momento en que deje de hablar. Tampoco en laconversacin estamos ante rupturas cuando aparecen nuevos pun-tos de vista, cuando se plantean siempre nuevas preguntas y res-puestas, que aplazan todo una y otra vez. Se produce, de todos __modos, una aproximacin. Se empieza _a comprender, aunque nq_--=---se sepa adnde se'va a parar.

    All donde se trate de filsofa hay sin duda buenos motivospara afirmar el que se cae .una y otra vez en~lenguaje dt:...1a_m.s:taJ..-,si9L.Lo que ocurre es que uno no debera imaginarse que los con- ,ceptos filosficos se encuentran, a disposicin como en un archivo (del cual se puedan simplemente extraer. Pensar en conceptos no esalgo muy diferente del uso normalque hacemos ae 'leguaje. Eneste caso tampoco hay nadie qu~;.pueda introducir un uso del len-guaje. Ms bien es el uso del lenguaje el que se introduce a s mis-mo, el que se forma en la vida del lenguaje hasta que encuentra

    1 firme bajo los pies. El p-'ensam!~to cOllceptual mantiene siemprecontornos imprecisos, tal como dijo Wittgenstein. Por lo tanto, re-sulta conveniente seguir la vida conceptual del lenguaje, lo cual sg-

    r nifica: situarse en el lugar ~n elque surge el con~ept~ del hablarmismo, en el "lugar en que se encuentra la vida". Esto es .algo queocurre en la destruccin de Heidegger, este de~velamiento. Tam-poco la deconstruccin se encuentra muy alejada de esto. Y es quela construccin aparece ah de forma expresa en 'la denominacin.Tambin ella busca la ruptura con restricciones constructivas a tra-vs de las cuales el lenguaje se hace dueo del pensamiento. Lameta comn est siempre en romper las convenciones del discursoy del pensamiento para abrir horizontes nuevos. En consecuencia,el lema de la fenomenologa era: "Hacia las cosas mismas!" Estopuede ocurrir de forma muy drstica." na-:f}arabra adqere depronto un significado completamente diferente. Al derrumbarse loque hasta, ahora era usual, se posibilita precisamente que se.haganisibles relaciones completamente nuevas. Al final, toda buena oc~

    rrencia lo es porque incide sobre el pensamiento en camino, dmodo que cambia completamente la direccin. Precisamente porello me parece que' en el pensamiento se esboza siempre' una meta:nueva, por muy difuminada que est todava.

    En todo caso, uno no remitira a la recuperacin por parte deHeidegger del concepto griego de ser" si Heidegger hubiera -preten-dido nicamente. dejarlo al ,desc1JQi~Ito:'quitndoler"de, encima, losequivalentes conceptuales latinos de la filosofa griega, tales comqesencia, sujeto. o sustancia. Este es slo un primer paso, aunque ne-

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    cesario. Lo importante es ms bien que el sentido de los conce tos~egos,_muy prximo a la lengua hablada, y el de todos los con-ceptos hablantes e incisivos de la filosofa se ve enriquecido. Deesta manera puede enriquecerse tambin un concepto fosilizado enla propia lengua materna, por ejemplo en el momento en que Hei-degger comprende "Sein", ser, como hacienda, como "enseres", conlo cual "ser" queda libre para funcionar como verbo (que escribe in-cluso bajo la forma "Seyn"). y es que el recurso al lenguaje descan-sa sobre el hecho de que en el uso de 1a palabra va implcita unaexperiencia que carece de palabras pero que entra y se encuentraen la palabra pensada. Es cierto naturalmente que el pensamientopuede enredarse en aporas, tal como muestra Kant en su dialcticatranscendental. Pero tambin puede ser as que la experiencia sinpalabras penetre por s misma en el concepto;como ocurre en'lacosmovisiri' grega" En este caso, el pensamiento griego mostrarcon la inmediatez de una ruptura o de un rayo la verdad como si deotro mundo se tratara. Cuando una palabra empuja de esta manerahacia una nueva forma depensar, es como un afitecimiento, locual el lenguaje ~'produce frecuentemente sin mayor esfuerzo,cuando encuentra las palabras adecuadas. Si, por el contrario, se leconfa al' pesaminto 'una ruptura verdadera, se derrumba todo porcompleto, como cuando Heidegger invierte el ttulo de "Qu signi-fica pensar?'"y lo transforma en "A qu obliga el pensar?". Con unainyersin..asl, a la vez que algo desaparece algo nuevo surge.

    De esta forma, existen entre el deconstructivismo y la herme-nutica en tanto filosofa coincidencias- queDas deberan ayudar aavanzar. Al fin y al cabo, ambas tienen un mismo punto de partida,que es la crtica por parte de Heidegger al olyido_d~ la_pe :sistenciarde la ontologa griega. Tal como demostr el Heidegger posterior enDie Zeit deS Weltbildes [El tiempo de la cosmovisin!, esta crtica filo-sfica incluye tambin a la ciencia de la edadmoderna, la cual estfundamentada sobre el concepto de mtodo y de objetividad. En ..3.._este sentido, resultan evidentes las semejanzas de tono entre el lemaheideggeriano de la destruccin y el lema de Derrida de la decons-truccin. Es cierto, por otra parte, que el concepto de metafsica conel que trabaja Derrida necesita, tal como he intentado demostrar, deuna cuidadosa delirnitacin.. En el fondo, para Derrida "metafsica"no es nada griego. Para l consiste en aquello que se encuentra li-gado a la palabra desde-la Critica de la razn pura de Kant. Conse-cuentemente; el enfoque deconstructivista de la dialctica apunta enDerrida nicamente. aquello que en el neokantismo .se denomina"metafsica. dogmtica", Tambin en el lenguaje de, Derrida se puedeobservar cmo su teora de los signos penetra en "el lenguaje dela

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  • metafsica, por ejemplo en el momento en que se distingue en lossignos entre un mundo de signos sensible y uno inteligible. Elpunto central es aqu, sin embargo, que para Kant la crtica a la me-tafsica de los conceptos "puros" experimenta una delimitacindeterminante por parte de la-razn prctica. La Crtica de la raznpura no quiere demostrar la existencia, por ejemplo, de la libertad oapoyarse incluso en tanto merafsica en_la fsica. Se trata ms biende construir a partir del factor razn que se encuentra en la libertad.La metafsica slo resulta posible como metafsica moral, "en la fron-tera de la razn pura", como gustaba de decir Natorp.

    Nos encontramos aqu muy alejados de la experiencia originariaque desde Parmnides, Platn y Aristteles y la recuperacin delpensamiento griego en el primer cristianismo decidi el lenguajeconceptual de la filosofa y determin con el nominalismo de laedad moderna el concepto de ciencia.

    Los trabajos de Derrida ofrecen dificultades especiales al enten-dimiento en la medida en que se aplican a s mismo la eliminacinde toda construccin. De ello se deriva que incluso en eT caso dequeDerriaa iii:entase dar a sus trabajos una nica direccin, se veraamenazado con caer de nuevo en un pensamiento metafsico. Y sinembargo, no puede evitar ser l quien representa tanto lo uno comolo otro. Por lo tanto, uno no slo tiene el derecho, sino que incluso est obligado a convencer al aufOr de su identidad, para que de estaforma pueda llegar a constituirse siquiera en interlocutor. Y es quela identidad que tiene en una conversacin un interlocutor no es unaidentidad determinada de antemano, y por tanto tampoco manifiesta.Se trata sencillamente de que la identidad va con la conversacin. Alfinal, tendremos que insistir siempre en que el lagos no es monlogoy que todo pet;sar es un dilogo consigo. mismo y con el otro.

    Una dificultad especial la encontraba yo en la crtica que De-rrida haca a Husserl, publicada bajo el ttulo de Die Stimme unddas Pbnomen (La voz y el fenmeno): Sorprendente. Por entonces,cuando ramos jvenes estudiantes de Heidegger, mucho antes deSer y tiempo, habamos intentado hacer la misma crtica. En aquelmomento nos sentamos bastante ms cerca de Wilhelm van Hurn-boldt y de sus comienzos en la filosofa del lenguaje que de la teo-ra de los significados que Husserl presentaba en sus Investigacioneslgicas. Es cierto que an no habamos sabido dar forma a nuestraextraeza.e.Todava hoy, y mirando hacia atrs, siento dificultades ala hora de contemplar la crtica que Derrida hace a Husserl.El papelque Derrida.le otorga a la.voz en su crtica a Husserl me. sigue. pare-ciendo bastante extrao. Y es que Hu~~rL era ms que nada un ma-temtico que transfiri el sentido del ser del ser ideal, objeto de las

    96

    matemticas, a su teora de los significados. Esto es lo que nos lleven su momento a recurrir contra Husserl a la filosofa del lenguajede Humboldt. Ahora nos parece reconocer de repente, en la crticaque Derrida hace a Husserl, la crtica de Heidegger. Para su crtica,Heidegger haba tomado como punto de partida la obra maestra delanlisis fenomenolgico husserliano, su tratado acerca de la con-ciencia del tiempo. Partiendo del concepto de Dasein, de la factici-dad y de la futuridad, la fuerza ontolgica que formaba la base deHeidegger desestabiliz al concepto de conciencia. Cmo llegar apartir de aqu al giro que Derrida realiz hacia los conceptos desigI!:0J_qu.

  • II

    La razn por la cual Derrida pretende concederle a la escritura ya lo que en ella va implcito un lugar preeminente resulta comprensi-ble viniendo de donde viene. El aliento de la soledad rodea todo loescrito. Tambin nosotros sabemos desde hace tiempo que no sepuede comprender la relacin entre lenguaje y letra como un hechoprimario y un hecho secundario. Resulta desde luego razonable: laescritura no es la reproduccin de la voz. Al revs, la escritura pa ede la-condici previa-de que se le "Concedavoz a lo ledo. Y es quela capacidad de escritura dene-nguaj rio es un fenmeno secunda-rio, y en este sentido resulta significativo a la vez que natural que noexista una escritura .realment fntia. Las coincidencias profundasse encuentran al final en el concel?to mismo de lagos, aunque desdeluego no en la lgica de la proposicin. El significado originario de"lagos" es, como subray Heideggerl.,.!eer, es decir, juntar; reun~ l~"Lese", la cosecha, la recoleccin. De esta manera, yo rrusmo ligumi enfoque hermenutica al concepto de leer33: En Derrida ech demenos la constatacin de que la escritura posee en la lectura tantavoz como el lenguaje verdaderamente hablado. .

    Opino, por lo tanto, Que mucho de lo que hay aqu remite alcarcter lingstico como tal.iDel mismo modo en que Ia voz se arti-cula en relacin con la voz que habla --quiz tambin cuando al-guien lee sin emitir ningn sondo=-, as tambin el carcter de loescrito, y mucho ms el del alfabeto, constituye una articulacin deun alto grado de complejidad. La voz que "oye" el que escribe o ellector alcanza desde luego un g ado-bastant ma alto de articula-cin que pueda alcanzar lo escrito, sea del tipo que sea. Y es quehay todava muchos otros SigIlGS,.gestos, .indicios y huellas. Sepuede decir tambin que todo lo que se muestra es signo, delmismo modo que Goethe aplic el concepto de lo simblico a logeneraL Cualquier cosa que se muestre se diferencia necesaria.mentede cualquier otra existente que se muestre. En la misma medida enque se diferencia del otro se refiere al otro. Esto es cierto, sin duda.Sin embargo, esta multiplicidad que todo lo abarca est reservada alconcepto metafsico de Dios: Para nosotros slo existe el emplaza-miento mltiple y la ambigedad .. Resu~ta, efectivarnente.: acertado

    ., '.' r_,' ~ . _ :. . ..' -". f " -. '.' ; J ,: !~.. 33 Vid. los-trabajos que se centran en esta cuestin en Gesammelte Werke, to~o 8;

    "St:irJ1deundSprache" (Nr. 22), "Horen .; Sehen - Lesen" (Nr. 23), "Lesen ist wie Uber-setzen" (Nr. 24) y otros. . .~, .. r, ,'c

    98

    ... )

    que Derrida acabe sustituyendo el concepto de sign? por el .::oncep-to de huella. En ua ocasn.T'ln (lija: '''L--_IJ)1. . e ad obedece ala cirruSt'cia de que es posible observar en cualquier objetodiSfifS facetas pulimentadas que muestran al objeto desde distin-tos ngulos, en varias 'refracciones' y 'fraccionamientos.' ~ue ..~oson desde luego simple 'apariencia'. Yo-intento reproducir Iings-ricamente por lo menos fragmentos del anlisis espectral de las co-sas mostrndolas de forma simultnea de varios aspectos y entre-lazadas con otras cosas: con cosas vecinas, consecutivas, contra-puestas. Y ello porque soy desgraciadamente incapaz de mostrarlas cosas en su totalidad" 34.

    Se comprende ese lamento irnico de Celan, y se comprendetambin por qu Derrida prefiere el trmino de "huella". Con ello selibera de todo proceso combipatoriQJvatemtico s, por otro lado,tambin de toda limi~aci

  • al significado de la palabra. Ijuella designa en ambos casos a loque se ha dejado atrs. Y sin e~bariO':" el encuentro con el rastroseala en una titrec:cin completamente diferente d l refaci-entre iscurscfyesritTaen que Derrida centra su atencin. EnDerrida a veces parece como si la huella ("trace") fuese una ins-cripcin violenta, como el engram!,_que, hundindose en la me-moria, permanece. A menudo, la huella se tuerce hacia el uso de .-los signos. Entonces ya solo importa q~os SIgnos quera serc01YIpredidos. ' , -

    I Quien encuentra una huella sabe sin duda tambin que ah ha

    (' estad_S?algo y que algo ha qeda~S9.D~ro'''qU:ien~dice. Pero esto

    ndse comprueba sin ms, A partir de ah urio comienza a buscar, 8t~8::mtndose. as,t90deyuede llevar la huella. Slo para quien se

    pone en marcha y busca el camiO:-~adecuado,la huella guarda rela-cin con el buscar y el rastrear, que se inicia con el descubrimientode la huella. Esta es la manera de hacerse con una direccin pri-

    fT'\ {lle~~,_yalgo se desvela. Adnde la huella pueda evar-esalgo queif' ) $e mantiene todava .abierto. \1no se de'a QUiar int~I}t~cj,o'no -er-:Vid:=.... l~J1l.:.~!!.~_X~q~!le:2~~ir_eccin. Si se pierde la ~l1.~ se Ei~r~ :.i:

    d~_e1camilla. En es~ 5aso, uno se errcuentra p_efch5: X n~~abe Eor ;:,dn9.~~g.~iL Hay que volver a buscar y retomar de nuevo la hue- ~_lla. Al final, en tomo a Ia huella se constituye, desde el momento enque ocupa el lugar del signo, un campo de accin muy particular.La huella se va desarrollando. Si se sigue muy a menudo acaba:transformndose en camino. El final del camino puede mantenersedesde luego en la incertiduinbre. -Quien busca y finalrfierite ruebaun camino puede equivocarse. No sellga a donde se ret~nda lle;ar. A-nQ.ser'que s "hya ldS? a_1?aLar"al camino' acertado .. _- --: ',

    Ahora quedac1aro qV

  • ejercicio que tiene lugar en el acto de preguntar. La,pregunta nospone en la situacin de tener que decidir entre posibilidades, Sinembargo, en vista de la multitud de diferenciaciones posibles, lal misma forma de plantear la pregunta implica una decisin, No re-

    :I sulta, por lo tanto, fcil plantear preguntas, Es un antiqusimo temaJ platnico que q\iien-doe- respondetquiera ser, cuando carezca ya

    de respuesta, el que pr~gunta" Entonces se demuestra: preguntar estodava ms difciL'A quien responde, la pregunta misma le sirve degua, Sin embargo, quien deba preguntar tiene que encontrar lmismo la huella y permanecer en ~l camino, que no es simplementeel que ha tomado otro, De ah que sea ms difcil preguntar queresponder. ' ", ",

    Se entiende que no estamos hablando aqu de preguntas quebuscan simple informacin, Tiene gue ser una pregunta abierta, detal manera que la forma de plantearla redunde en una preguntafructfera, Un viejo dicho dice: "En ciencia' decide la forma_de I2lan-

    _ tear la pregunta." Que uno se encuentre en el camino acertado nose reconoce exclusivamente por el hecho de que este, conduzca auna respuesta. Lo contrario puede ser el caso. Quien se encuentraen el camino acertado del preguntar no tiene por, qu tener fcil-mente a mano una respuesta. Al revs, quien' tenga dificultades pararesponder aprende a ver preguntas nuevas, A pesar de los desvos yextravos, este es el camino de la investigacin cientfica. Los cami-nos de la investigacin conforman caminos hechos de preguntas. . ;

    Otras son las condiciones en la conversacin verdadera, puesaqu el comprender recibe confirmacin inmediata, a la vez que secorrigen los malentendidos. En una conversacin no se debe tomarcada palabra en su sentido pleno ni evitar quisquillosamente cual-quier desvo en el significado, cualquier desajuste. Cuando se in- .",.tenta decir algo a alguien, tienen que ser en realidad las palabras Zadecuadas las que lleguen hasta el otro. Uno se encuentra de en- 'trada y siempre sobre la huella, y nunca con la distancia suficiente '~como para ver extendido 'ante s e-semundo imprevisible de Signos.',Uno se ve guiado. Desde aqu se comprende lo difcil que es escri- ~bir, que no es sino intentar llegar a alguien desconocido, al lector;Adems,' toda escritura posee un carcter tan terriblemente irrevoca-ble ... .La escritura.: eso' s9,!.1,~ignpsdados, cincelados: de' antemano,como quien 'dice, y por lo'tanto, 'tambien prescritos.' x, ~ .:: . '1

    : Conforman textos. A ello se debe que-ambos,- huella' y signo,no figuren por s mismos en lugar deLsentido conceptualdelapala>braindividual. El mismo cuerpo de-escritura puede representar.paa-labras de significado completamente diferente, ELsignificado respec- 'tivo viene determinado por el contexto. -Slo esto' es oque::.denomi.:...

    \

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    j

    11

    namos textos que se leen y vuelven a leer. Un texto es la unidad deun_~ejido, y como te~ra se presenta en una t"32tlidad, y no encuanto signos de escritura, ni tampoco siquiera en lasunidades gra-maticales con que se constituye la frase. Todo esto no hace todavaa un texto, a no ser que se trate de una "composicin", que escomo se denomina significativamente en tipografa. En el fondo,slocse comprende si se comprenqe completamente y se ha com-p~.idoJ.wQjal'dad. Quien s6 o entiende a medias puede ser ma-linterpretado completamente, y entonces no se sabe si uno debe es-tar de acuerdo o qu es lo que debe responder. Por lo tanto, sedebe preguntar de nuevo hasta que se haya comprendido. Pero estotampoco significa que se est de acuerdo con el otro.

    El uso que se hace de la escritura es semejante a la notacinmusical. Se da el caso de que se escribe msica para textos, y conmayor frecuencia todava ocurre que, cuando se trata slo 'de m-sica, no se haya "comprendido" una composicin. Tanto en el textocomo en el caso de la msica ello no significa que uno no se hayapercatado sin ms de la sucesin de palabras o de signos, sino quealgo mltiplernente diferenciado no se ha representado como unatotalidad. Las composiciones, que no hay duda constituyen el textopor medio de letras; slabas, palabras y frases, se convierten as eninstruccin para comprender la totalidad. En este sentido, la anota-cin musical representa una totalidad semejante, que no slo se lee,sino que se sigue como instruccin para actuar. De ah que resultedifcily tambin cuestionable leer "de la partitura". Quien pretendacomprender la, msica tiene o bien' que ser conocedor de la totali-dad o dejarse llevar. Si uno se ha dejado llevar sabe tambin cundola msica ha finalizado. Sin embargo, esto es adelantarse a obras dearte que .son en un sentido eminente una totalidad y que yo llamoen consecuencia textos "eminentes:'. .

    Aquellos textos que no son obras de arte dejan la cuestinabierta de si iin texto finaliza 'de forma repentina o si, simplementese interrumpe, del mismo modo en que finaliza una conversacin ola vida. Es posible que haya otros textos .eminentes que pongan unVerdadero punto final, como por ejemplo la sentencia que se pro-nuncia en un juicio o el mensaje que se expresa como promesa,como el amn en la iglesia. Y es que existe tambin un arte del, sim-ple escribir yd~~ discurso q~e pon~ como_quien dice un punto fii'\.nal, 'La puntuacin fue un~ invencion tarda __En. todo caso, qued _\ IJsiempre claroq~e~cualquier tipo de textos semejantes est insertado~enllILcontexto;.;..El significado de las referencias. de un, signo. de-pende siempre de aquello a lo que remite; De esta manera, un textopuede representar la unidad de sentido que quiera, pero- siempre

    103

  • depender d~u contexto, que a menudo es el que determina deforrCigequvoca ese significado de emplazamientos mltiples. Esesta una anti usima regla hermenutica que se refiere a toda com-prensin de textos. Es sabido cmo el texto obtiene un significadonuevo cuando el entorno que forma el contexto se ordena de nue-vo. Hay que ser consciente de que ya la unidad de la palabra estdeterminada por la unidad de la frase y esta, a su vez, por relacio-nes textuales mayores. Esto es lo que sucede tambin al leer. Quientenga que deletrear no puede leer y tampoco puede comprender to-dava. De la misma manera es vlido que si se desgaja parte de untexto d_esu contexto, aqul enmudece. Se pierde entonces la fuerzas periouk sentido.~e es el aspecto problemtico a la hora de intentar compren-

    der citas, paso de frontera delicado con el que cuenta la teora de laintertextualidad. Toda frase no es -por s misma una unidad, sinoque pertenece a una unidad de S-'entidoque confiere a la totalidaddel texto su tensin interior y su propio tono. Todos sabemos quees el tono lo que muchas veces importa al hablar, y por lo tanto sa-bemos tambin lo difcil que es, a cunta responsabilidad va unido,hablar cuando se levanta acta de nuestras palabras sin que sepamosexactamente cul es nuestro interlocutor, pero para el cual hay queencontrar el tono adecuado. El tono y la entonacin resultan de unmovimiento inasible que se produce entre los nterlocutores. Pinse-se lo inasible que es la irona y lo mucho que une all donde el otrola comprende, siendo, al' revs, la falta de comprensin motivo dealejamiento. Es el caso particular el que nos hace ver hasta qu ex-tremo la unidad de sentido de un texto o de una conversacin seconstruye a partir de las relaciones de intercambio.

    Se abre aqu un campo de investigacin completamente nuevoque abarca mbitos completamente distintos a los del llamado lego-centrismo. Al fin y al cabo, es as que no todas las conexiones y de-rivaciones, sean cuales sean, y tampoco todos los matices o insinua-ciones pueden llegara expresarse sin estorbar el acto comn de lacomunicacin. Aunque acepte eso que Derrida llama "dissmina-tion", no puede ser esa la ltima palabra. Con ello se-expresa nica-mente una condicin previa a partir de la cual una nueva forma decomprender el sentido puede plantear sus exigencias. Acepto conagrado que el poder de las convenciones, o, hablando con Heideg-ger, la omnipotencia de la charlatanera, pero tambin las exigenciasde la lgica o el poder de conviccin de prejuicios. firmemente en-raizados no sirven en cuanto tales de legitimacin.' Al .revs, .tam-poco pueden ser cualesquiera ocurrencias las que' hagan de gua'.Incluso en el caso de giros muy escogidos, tanto en el, uso retrico

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    como potico del lenguaje, puede ser as que algunas combinacio-nes de sentido se limiten a seguir el juego. Sin embargo, tambinpuede ser que resulten determinantes. As, segn mi punto de vista,sera una hiptesis errnea plantearse la intertextualidad como basede toda comprensin del texto, puesto que ello se corresponde sim-plemente con un determinado estilo de poca. No siempre est jus-tificada la exigencia de un tratamiento temtico. Hay que saber msbien: las insinuaciones tienen que seguir siendo a menudo vagas, yaprehender la insinuacin difcilmente podr aportar algo a la inter-pretacin. Es precisamente en el mantener cubierto, en la discrecinde la insinuacin donde se encuentra la manifestacin del arte, y enla entonacin conjunta. "Ars latet arte sua."

    Cuando se trata de lenguaje y del arte del lenguaje se deberaconsiderar el concepto de lenguaje con la mayor amplitud posible.La msica se impone a s misma. Con todo, es as que el arte -yespecialmente por lo que se refiere al estilo de una poca- semuestra en las diferentes manifestaciones artsticas de forma clara-mente unitaria. Pinsese por ejemplo en el papel dominante que de-sempea hoy da la iconografa en las ciencias del arte, la cual, aunrepresentando una sin duda importante dimensin histrica, pres-cinde casi siempre del paso hacia la "transformacin en textura". Sinembargo, esto significa que ni siquiera alcanza el mbito del arte.

    Pinsese tambin en el estilo arquitectnico actual, en el que lacita desempea un gran papel.: Casi siempre lo nico que se reco-noce ah es una .vaga calidad de lo ya visto, siendo precisamenteesta vaguedad la que constituye una posible aportacin a la "expre-sin" de lo construido. Si se permite o incluso se provoca que unacita as sea el nico objeto, se deja de prestar atencin a aquelloque ms atencin debera merecer. Esto es algo que conocemos es-pecialmente de los estilos historizantes del siglo XIX. Ah nos encon-tramos con iglesias neogticas, estaciones romnicas, grandes alma-cenes neoclscos.. Pero -tambin conocemos la respuesta que dioel arte en el siglo de la revolucin industrial, que concluy final-mente en la eliminacin completa en arte y literatura de toda ten-dencia hstorizante. Ahora bien. Hay que ser consciente de que la.experiencia dem~estra que el arte siempre juega con la vaga memo-ria estilstica de pocas pasadas y que uno estropea_ el juego si en-tremezcla. derivaciones precisas. Lo que de la transformacin delgusto y,. de las modas pueda resultar, como si. fuese algo a mercedde las olas, se puede adivinar. en la nueva interpretacin del barrocoe- incluso del modernismo, que-posibilitaron verdaderos redescubr-mientos. ,. _" " .

    Asi ser tambin con la intertextualidad, que. se corresponde

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  • 106

    muy bien con el gusto, muy propio de nuestra poca, por un estilo'de citas literarias. Incluso en el caso de la' correspondencia ms ~pura, que quiz pueda resultar de inters histrico, lo irnportann, .ijser, y aqu ms que en ningn otro lado, que en el encuentro con *-el texto no se oculte la unidad de aquello que expresa. No sepre: ~::c:tende afirmar de ningn modo que las tendencias de estilo contem; -:;;:porneas sean algo a lo que un artista no pueda sustraerse casi por _~completo. De ah que al lado de elaboraciones artsticas de gran val :;;.lor se puedan encontrar siempre imitaciones 'que, siguiendo "-Ia /'~.moda, provocan sonrojo. El principio de la intertextualidad no pue- ~.de ocultar, sin embargo, cules son las empresas artsticas fundas =~mentales. Lo que ah se cierne como una amenaza es algo. que se ~~:conoce muy bien de las 'artes plsticas.' A la insinuacin, contenida, .~recogida y obligada por lo que a la creacin artstica se refiere .no i:le ser fcil imponerse frente 4;Ja necesidad de representacin de--:~ .'los contemporneos, que en realidad no se refieren al arte, En el ';;,;,caso del retrato, por ejemplo, difcilmente se puede 'esperar qu ~"~.el cliente que haya encargado el retrato y el pintor puedan estar d -acuerdo en cuanto a los resultados. Pero tambin, en otros mbitos}el cambio en el gusto de las pocas o tambin la continuacin delahistoria bajo la dictadura de la orientacin reproductora de la iconografa no pueden impedir que incluso' las-mayores obrasmaestrasde las artes plsticas sean desterradas a los almacenes o sometidasal tratamiento acomodaticio ms brutal.rPinsese en el caso paradg?mtico de Rembrandt, en la Ronda de noche por ejemplo, cuadro-en'el que la mutilacin lateral que sufri aparece ahora, que-s ha"r-e""cuperado esa luz diurna, de forma dolorosarnerite manifiesta, o "ta~bin en la salvacin milagrosa de' La conspiracin de Auricio,' qtYtJrecuperado de un-stano de Arnsterdam pudo ponerse a salvo.errEstocolmo, ',' ( ,

    , La' proximidad entre huella y escritura y" la lectura que siguei;-"esta ltima redunda, en vista de la multiplicidad de relaciones-demundo de los signos, y especialmente de ese mundo riel lengUaj~que' se articula corno escritura, enunamultplicidad infinita-de rel.cienes posibles en que' cada relacin puede dar lugar a peispectiv.Cnuevas. Sin embargo,' se tratar de, caminos; transitables? Las digf~siones, los caminos laterales que se abren ante uno, lis- perspectivcambiantes, 'todo ello puede alejar del camino' adecuado. En 'casoeun .texto escrito pueden' hacerse "or de repente-tonos-laterales-qtn-?e pretendan:' Cmo 'difer~nciar siquiera si algo debe perteneceo noavlacontinuacin de'n-pensamiento?Cunfas cosas n''deparecen y cuntas no surgen de las que estaban registradas 'en;(memoria' y. que ahora se reconocen en- el' texto sin que "se hubit(

    pretendido que estuvieran ah! No hay realmente criterios en vistade esta mult~plicidad. de referencias a otras palabras y cosas? Qusignifica aqUl, e~ camino adecuado? Es que la continuacin lgicapuede llevar unicamente a un camino de confusin?

    III

    Ser. ir:teresante h~cer la prueba mediante nuevos ensayos de-constructrvistas de que es lo que puede considerarse segn estoacertado y qu confuso. Para ello elijo las reflexiones en tomo a la"chra" que Derrida expone en un trabajo reciente altamente reco-mendable. No se refiere ello a un vocablo, sino al concepto de"chra" tal como lo conocen los platnicos del Timeo de Platn.Aqu, el Demiurgo, que atenindose a nmeros y medidas construyeel cosmos, las esferas celestes y el mundo terrestre, compuesto decuatro elementos, narra el mito. En este contexto aparece algo sin locual todo el proceso de ordenacin del mundo y el intercambio en-tre los cuatro elementos ni siquiera podra encontrar espacio. Esaquello que otorga espacio y que aqu se llama "chra". Ahora bien.~abe preguntarse qu. es lo que significa "chra" en realidad. A par-ur del uso que se hace de la palabra es posible que nos encon-tremos .con relaciones completamente diferentes en las que "chra"denomina por ejemplo un dominio territorial que deba ser adminis-trado. Sin embargo, en relacin con nuestro: relato sobre la construc-cin ' del 'mundo, :la palabra. constituye un, marc, conceptual, elmarco, que lo a~arca todo; de imagen primaria y reflejo en el quese mueve al corruenzo la narracin. Esto que otorga espacio aparececomo algo nuevo de lo que hasta ahora no se tena noticia. Qu es,pues, eS,e.tercer elemento? Es posible mostrar desde' el lenguaje dela metafsica del cual se' sirve la narracin la perspectiva a partir del~ cual .se muestra ese tercer elemento. Se afirma que no. es ni espi-ntual ru material. Es un, como quien dice, tercer gnero, del cual sepuede decir que no es ni una cosa ni otra. Qu se nos' dice enton-ces sobre esta "chra'? La vasta narracin de Timeo deja a uno bas-tante' indefenso ante la obligacin de decir en qu consiste en reali-dad ese tercer gnerodelser ..Se habla ah CSOass.) de un oro quepuede encontrarse en muchos oros distintos, -despus incluso de lasustancia bsica de lacual se. elabora, ya que carece de olor, de per-

    _.~m:;, Arnba~ ~osas recuerdan ms bien el concepto de materia, el:- ,hy~~ de Aristoteles, esa materia ltima que carece de toda.determi-nacIo~ forma~"y1)o recuerda desde Juego al espacio que concedeespaCIO. Es CIerto, la "chra" , que, como se dice CSOd),lo recoge

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  • ...

    todo en s, aparece expresamente caracterizada como "carente de fi-gura", como si fuese la masa informe de la que el panadero o el al-farero va a elaborar algo. En otra ocasin, la "chra" es como la ma-dre, como la nodriza, que portan y alimentan a ese ser vivo queest todava en proceso de gestacin y de formacin; estamos aquante otro mundo completamente diferente.

    Con todo, la introduccin de esta "chra" en el Timeo se pro-duce en forma de una interrupcin sorprendente en la narracin, enla que hasta ahora se haba mostrado el mundo que el Derniurgohaba elaborado con "nous" como un reflejo excelente de la imagenprimaria de mundo. Ahora se afirma de repente que al lado del la-gos hay-que poner tambin aquello que ocurre por necesidad. Quela creacin del mundo obedece a una mezcla de "nous" y "ananke";de razn y necesidad. La razn convence a lanecesidad de que co-labore en medida suficiente como ,para que al final pueda resultar lobueno. As se produce la introduccin misteriosa de ese tercer g-nero entre ser y hacerse, idea y figura, imagen primaria y reflejo. Loque al parecer se pretende es que todos esos matices, esas insinua-ciones mito lgicas y figuras cambiantes nos, confundan para queaquello' a lo que se refiere la "chra" aparezca como un comienzocompletamente nuevo ..Si bien se anuncia previamente, esto se hacede una forma. tan general, que resulta difcil llegar a comprendereste nuevo gnero, tan propio y particular. En l se encuentran am-bas cosas: ser ,y hacerse, lo- inmutable del ser y aquello que carecede figura y que, precisamente a causa de su variabilidad,. se' resiste atoda comprensin fcil. Esto ltimo aparece introducido prctica-mente como "motivo' de la figura oscilante": " . ~!

    .. Nosotros' seguimos el principio hermenutica de preguntar:: porla reacnglobal. Qu nos ensea el contexto acerca del texto?Despus de anunciar ese comienzo completamente nuevo se dejapor lo menos muy claro que se trata de los cuatro elementos, ya tra-tados con anterioridad y para Platn. como quien. dice dados, y deaquello que ocurre con ellos C48b5 Patbe): Si se observa. con deteni-miento, .se constata, que todas estas. mltiples descripciones de 10que pretende ser ese tercer gnero en cuanto aquello que recibe ens desembocan finalmente en que el ser de ese tercer gnero se' in-troduce explcitamente con la denominacin de "chra" C52ass.). y alfinal, en .el resurnen.vel "chra" aparece situado en el medio, entreser-y hacerse, presentndoselo como aquello

  • ,

    letra, criticndolo, ello obedece a que pretende sacar adelante supropia concepcin, que es la de defender la primaca de la natura-leza frente el carcter secundario de las matemticas. El Timeo hayque imaginrselo en general como un juego de Platn.

    La necesidad de la que se habla ahora, una vez comenzado estejuego, no es desde luego un juego, y Platn afirma m~y en se~o queya no basta la descripcin al uso, basada en la dualidad de imagenprimaria y. reflejo, de ser y hacerse. Se diga. lo que se diga sobre lamala interpretacin por parte de Aristteles del platonismo como doc- _trina de los dos mundos, hay que reconocer que Platn la habaanunciado con mucha antelacin en el dilogo de Parmnides, en Elsofista y el Filebo, expresndola ahora claramente en el Timeo como"comienzo segundo" (48b) del cuento demirgico del mundo. Esto esalgo que al parecer vio tambin Derrida, sintindose inmediatamenteatrado por ese tercer gnero, pu~s;.,aqu se manifiesta de forma ex-presa que la diferenciacin entre/ser y hacerse resulta insuficiente.y es que la "chra" del Timeo hace pensar efectiva.mente en esa nuevaciencia natural basada en las matemticas que se opone a la fsica te-leolgica de un Aristteles y que haba sido vlida durante un milenio.

    Cul es entonces el texto del cual parte Derrida para cuestio-narse al modo deconstructivista aquello que l llama metafsica?Pues al parecer es la doctrina de .los dos mundos la que le sirve aDerrida como punto de partida y en tanto metafsica, elaborandoa partir de aqu un ensayo tan interesante como imaginativo: Ques lo que dan los textos? Derrida cita el Politeia de Platn. Segn -Derrida, 'la "chra" aparece contemplada aqu como' un ms all delser. Sibien es cierto que la expresin "chra" no aparece en el Poli-teia, y teniendo en cuenta que la "chra" del' Timeo se refiere' a algoas como un ms all que no es ni sensitivo ni espiritual, Derridacree reconocer en la "chra" del Timeo el mismo ms all que el Po- .eliteia introduce como el ms all del ser, A ello Derrida. une ahora el .~.platonismo tardo de la primera poca cristiana. A la hora de retratar ,f'.lo Uno y loc Divino.. Dionisio Aeropagita habla, efectiva.mente de -.:: .'"chra", el lugar extraordinario que ocupa lo Uno. Derrida cree po- . ~ ~der recurrir entonces a los tres testimonios respecto al mismo sen- ':~:tido antirnetafsico y poderseguir una huella triple. Segn l, en.las ,-tres: direcciones se muestra algo inasible. el ms all del, ser de, lo :bueno.. el ms all del espacio o lugar que se .debe conceder yi elms all de lo .Uno divino. Desdesu punto.de vista, todos ellos:fo:t:--.~.:'man una especie, de compaa .multiemplazable., :. _ .. ?__,'t-'-'Lo .~.xotengpmis. dudas.jAunque admiro mucho los fuegos artificia:-les que.Derrida organiza en forma de insinuaciones destelleantes.ala hora de. prestar. odo a las escenas. introductorias del Timeo; -no

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    dejo, por otro lado, de percatarme de que Platn hace aqu todolo posible para que no se olvide la relacin entre la construccindel mundo, la del Estado y la del alma. A travs de una gran re-presentacin dialgica, Platn se muestra aqu sin duda como undeconstructivista perfecto. Ahora bien, aunque es cierto que estoyde acuerdo con Heidegger, Derrida y Vemant (al cual tuve ocasinde escuchar hace aos, asintiendo yo a lo que entonces dijo) en el.hecho de que la frmula convencional de la ilustracin "del mitoal lagos" no es exacta y violenta ambos conceptos, me parece queel contexto en el que se introduce el chra en el Timeo se refiere aalgo completamente dstnto.. constituyendo una huella que llevaa un lugar muy diferente del ms all de lo Uno o lo Divino. Lleva auna. necesidad, sin que quepa duda posible acerca de cul es esanecesidad: la necesidad de las matemticas. Es algo maravilloso ysorprendente, la forma en que se construye la geometra euclidiana,y tambin que los matemticos de la poca de Platn hubiesen ave-riguado y demostrado que slo pueden existir cinco cuerpos regu-lares, los cuales pueden inscribirse dentro de la esfera. Qu miste-riosa racionalidad de la tercera dimensin es esa, que lo que otorgaespacio permite nicamente estos cinco cuerpos perfectos, los cua-les estn adaptados a la esfera perfecta del ser? Qu lmite se mues-tra aqu y, al mismo tiempo, qu condescendencia por parte de lanecesidad si esta nicamente concede a esos cinco cuerpos regu-lares algo de la perfeccin de la esfera? Respecto a esto no puedecambiar nada el Demiurgo, tanta. es la necesidad que hay en ello.

    Me ocupo del tema del "chra" para tratar de dilucidar la cues-tin fundamental de si hay que aceptar tal cual las remisiones,aun-que vayan en diferentes direcciones, o si hay, por el contrario, quedecidir cules son los contextos en los que uno debe prestar aten-cin a las referencias.' Las huellas tienen unadeterrninacin previa,no son arbitrarias. Mientras creo comprender el ms all de la ideade lo bueno,. no pienso desde luego en el aqu de los elementos yen los cuerpos- regulares. Si uno tiene la vista fija. en el ms all delo Uno, tal como aparece. en el Aeropagita y en su correspondienterepercusin en el cristianismo,' se pensar a la hora de plantearse elms all del ser ms bien esx es.Polueia de Platn. Con todo, aqu noser posible constatar' otra cosa que no sea el que nos encontramosen la .lnea de la recepcin' histrica neoplatnica de la metafsicaarstotlica, de la cual aprendimos. a 'pensar el espacio que acogetanto lo ms all divino como todo lo existente. Esto se lo debemosa la fsica de Aristteles, que introdujo al dios como motor; primero.Si, por el.contraro, pensamos.el ideal de. simetra y orden matem-tico en las cinco aproximaciones de los cuerpos "bellos" a la forma

    "

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  • esfrica del universo y a su construccion hecha de tringulos, e!"chra" sirve ah para ilustrar la necesidad matemtica y hacemoscomprender por qu los elementos deben entenderse, a pesar desus cambiantes formas de aparicin, como ser. Sin embargo, el mis-mo narrador admite que esto no resulta muy convincente. Se tratade un alarde matemtico, de uno de esos juegos matemticos de losque gusta Platn. Las matemticas mismas no constituyen por elloun juego.

    Con todo, el final de! sptimo libro del Politeia basta paraconstatar que hay que leer los dilogos platnicos como si se tratarade un juego. Se ofrece ah una solucin de lo ms fcil para conver-tir en hecho la posibilidad de una ciudad ideal: no hay ms quedesterrar de la ciudad a todos los habitantes que hayan cumplidodiez aos. Entonces, el paraso de nios bien adiestrados se harrealidad. Estos juegos permiten hacer referencia a problemas serios,y es muy cierto que en las utopas de Platn aparece reflejado elhundimiento de la gran cultura ateniense y e! fin de la poca doradade la democracia griegas'. Por contra, la construccin matemticadel Timeo ejerci sobre la fsica de la modernidad, y sobre todo ennuestro siglo, una fascinacin inmensa. La imagen de! mundo quese recoge en el Timeo se mantuvo vigente siglo tras siglo, lleg has-ta Kepler, pas por la filosofa natural romntica de Schelling y si-gue presente hoy. La forma en que las relaciones matemticas pue-den. aproximarse a la realidad sigue siendo un problema actual, talcomo nos ensea la fsica cuntica. Pero dejemos ahora este vastocampo.

    La forma potico-dialgica de Platn se esfuerza mucho en evi-tar definiciones fijas, mostrndose, por el contrario, al servicio de lacontinuidad de pensamiento. De esta forma, la imagen que resultade ponerle delante el espejo a la democracia tica tiene tambinpara nosotros una gran fuerza expresiva y crtica. La manera en quediscurre e! pensamiento platnico guarda algo del misterio del len-guaje y de la' comunicacin humana a travs del lenguaje que prac-ticamos a diario. Arriba hemos citado de la sptima carta las nicaspalabras autnticas que Platn dijo al respecto. La dialctica tieneque convertirse una y otra vez en dilogo, y el pensamiento tieneque mostrar su validez a travs del acto conjunto de la conversa-cin. Aunque es cierto que hay muchas huellas claras en Platn quellevan a la lgica y a las matemticas de su tiempo, no me resulta.

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    36 Vid. sobre esto "Platos Denken in Utopien", eri Gesammelte Werke, torno :;(Nr.9).

    posible ver en ello forma alguna de logocentrismo. Ms dispuestoestara yo a que la metafsica, que se hizo cannica desde Aristte-les recibiera, bajo las condiciones de la cultura lectora de la moder-nidad, el nombre de "monologocentrismo". Por lo que se refiere aAristteles mismo, hay que tener siempre presente que como obrassuyas conocemos nicamente lo que son dictados, los cuales le ser-van como apuntes para la enseanza y la conversacin. Se haranecesario un anlisis particular a partir de los afanosos comenta-ristas de Aristteles para demostrar lo poco que se corresponde elideal metdico de la lgica demostrativa con el pensamiento filos-fico de Aristteles, de manera que esta tuvo que ser impuesta a basede comentarios como si se tratara de aprender una leccin. En eleplogo a las dos analticas (B 19) se encuentra la mejor de las infor-maciones acerca de cmo procede en realidad la investigacinguindose por determinados principios ("archai"). A este captulo deAristteles se le debera conceder tanta importancia como al excursode la sptima carta de Platn. Tambin aqu se muestra cmo seconstituyen conceptos y la forma en que el lenguaje y el saber co-mn que vive en"l actan en este sentido. A Aristteles no le fal-taba razn cuando criticaba e! concepto de "dihairesis'' y con l lafuerza demostrativa de la dialctica platnica. Estaba sin duda en locierto en cuanto a que las diferencias que se establecen en la con-versacin viva y tambin a travs del arte dialgico de Platn no po-seen desde luego el carcter de imperiosa demostracin lgica. Peroes que Platn lleg a considerar esto en alguna ocasin? l tienepuestos los ojos en la conversacin, y todo el mundo sabe que rarasveces se alcanza una comunicacin entre los seres humanos recu-rriendo a una estricta.demostracin lgica. Somos, desde luego, cons-cientes de las ventajas que se derivan para las ciencias de un proce-dimiento demostrativo asentado sobre la lgica. Pero conocemostambin los espacios de libertad que hay en toda actuacin humanay mucho ms el trabajo que rea.liza la fantasa creadora en la investi-gacin misma; igualmente sabemos cul es el mbito que se le otorgaal lenguaje literario. A todo ello hay que concederle lo que le.es pro-pio. No se puede hacer de todo objeto de' conocimiento. Hay otrasexperiencias que no son las de la ciencia, sean las que. se hacen entreel expectante pblico de un teatro, sean las que nacen, pensativas, dela comedia y tragedia completa que es la vida, sea como testigode acontecimientos emocionantes o como oyente intrigado de narra-ciones emocionantes. Aquello que se puede afirmar especialmentedel lenguaje artstico de la poesa no es sin duda slo vlido para l:que no pretende ser objeto de la ciencia, sino que, como toda expe-riencia artstica, exige que le acompaemos y que participemos de

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  • l. Por ello que me parezca que la deconstruccin, que sin dudapuede abrir horizontes nuevos, carece en este caso de objeto.

    Una interpretacin es siempre un asunto delicado. Ello se da yapor el slo hecho de que por su carcter ey por la palabra misma)es siempre "interpelacin" [Zunscbenrede]. La interpelacin interrum-pe el acto de acompaamiento. Esto es algo que nos es conocidode textos literarios. No es que esta interrupcin sea innecesaria. Alldonde nos topamos con algo incomprensible se requiere.la ayudade una interpretacin. Sin embargo, esta slo puede cumplir su ob-jetivo verdadero si ayuda a la realizacin completa, la cual se veraobstaculizada en caso contrario por ese elemento incomprensible.Es esta una vasta problemtica ante la cual, cuando se trata de arte,nos encontramos en realidad permanentemente. Pues, dnde hayah fronteras claras?

    Adems, el campo del lenguaje Va ms all de los textos poti-cos. Incluye tambin la reflexin rneditativa, y con ello el uso con-ceptual sobre el que descansa la prosa del pensamiento. Todo estose manifiesta en su realizacin, aunque al final incluso resulte hastacierto punto aplicable atada interpretacin. Ser interpelacin, peroaquello que deba ser lo ser nicamente en la medida en que se in-terrumpa a s misma para que la conversacin reflexiva pueda li-garse a ella. Tmese como ejemplo la manera en que el libro deltade la Metafsica de Aristteles se ofrece como simple medio auxiliar.Esto es algo que. debera servir en general como ejemplo. No valeslo para el lenguaje literario, sino tambin para toda lectura. Parahablar sobre l he escogido de entre los textos a los que Derridacree poder aplicar el mtodo deconstructivista intencionadamenteaquel que yo llamo el texto eminente. Por texto eminente entende-ra toda experiencia artstica en su sentido ms amplio. No se refierenicamente a lo que rima, sino que tiene mbitos bastante ms ex-tensos. Los textos y las obras de arte se caracterizan porque no essuficiente con tomar simple nota de ellos. Uno quisiera saberse laspoesas de memoria y poder as dar realce a las, conversaciones' enque participa; todas las obras de arte lo son porque no agotan laconversacin, sino que se ofrecen siempre de nuevo para que se:intente agotarlas. No hay duda de que los textos filosficos no sontextos eminentes en este mismo sentido. A no ser que' se trate dedilogos al uso platnico, los textos filosficos no constituyen msque interpelaciones. en la, interminable conversacin del. pensa-

    . ' ..... ~..!. ''-

    37 Vid. "Der 'eminente' Text und seine Wahrheit", en Gesamme/te Werke, tomo 8-(Nr. 25). . . . .

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    miento. Es cierto, se busca una y otra vez consejo en ellos, pues to-dos vivimos en la continuidad de nuestras experiencias. No leemos,desde luego, los textos filosficos como una poesa que lo supieratodo. Estudiamos un texto filosfico ms bien en cuanto texto quetampoco llegar a averiguarlo, pero cuyo autor se ha preguntado yha reflexionado sobre el asunto durante ms tiempo que nosotros,sin haberse visto expuesto con tanta facilidad a las distracciones quepuedan nacer de la actualidad y de analogas no queridas fruto desu propio tiempo. As, un texto filosfico equivale a una conversa-cin con otro. "No es mi palabra, diga lo que diga."

    Volvamos, sin embargo, al lenguaje y a la escritura. Ligada atoda esta problemtica va una pregunta, sin duda carente de contor-~os precisos, que me ocupa desde hace tiempo: Qu es lo quetiene que saber el lector? No se puede esperar una respuesta inequ-voca. Quiz haya que plantear la pregunta de otra manera: Qupuede esperar poder saber el lector?38. Quiz sea esto a lo que serefera Scrates cuando finalizaba su conversacin con Fedro diri-giendo una plegaria a Pan y a los dems dioses. Parece como si in-terpretase de nuevo al modo socrtico una plegaria, que incluatambin el deseo de riquezas, pues deca: "Rico quiero considerar alsabio, y quisiera poseer un tesoro que estuviera compuesto de eseoro que nadie, a no ser hombre sereno, pudiera portar o llevar con-sigo."

    38 Vid. sobre esta cuestin "Was rnuis der Leser wissen?", en el marco de la inter-pretacin de Celan, en Gesammelte Werke, tomo 9, pgs. 443 y ss.