Fabbri Paolo - El Giro Semiotico

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    EL GIRO SEMIOTICO }

    por

    Paolo Fabbri

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    Titulo del original italiano:La suolta eemiotica 1998, Gius. Laterza & Figli Spa, Roma-Bari

    I..

    Traducci6n: Juan Viv:~ncoGefaellFoto cubierta: Angela Ackermann

    Primera edieidn: mayo 2000, Barcelona

    Derechos reservados para todas las ediciones en castellano Editorial Gedisa, S.A.I 1999Paseo Bonanova, 911 1808022 Barcelona (Espana)correo electronico: [email protected]://www.gedisa.com

    ISBN: 84-7432-774-1D e p 6s ito 1egal: B-16.280/2000Im prcso po r: CarvigrafClot, 31 - Hi pellet

    Im p N '!iO en EspanaPrva! in Spa;'1

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    Qut"dn pruh ib idn In reproduccion total 0 parcial por cualquier media de im-.~n-ti6n. ('n [orrnn identlca, extractada 0 modificada de esta versi6n caste-Ib .n.'\ d e b obrn, .

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    '"INDICE

    Prologo a la version castellana '11Introducci6n 17Capitulo 1:La caja de los eslabones que faltanUna historia tendenciosa .

    Pars destruens .Pars construens .Palabras, casas, objetos .EI hojaldre y los dos 8e50S .Cuadros, atomos, partes del discurso " " ..Acci6n y pasi6n .Niveles semi6ticos y eslabones que faltan .

    --" _ .-Capitulo II: La conocible y los modelosLa elasticidad y la palabra dada .La narratividad .La pasionalidad ..Tipologia y configuraciones pasionales ..Cuatro componentes de la pasidn ..La continuidad .EI sentimiento de duda ..El analisis pasional ..La imagen y e1gesto .U h ,. .'t'na ermeneutica serruo ica .La enunciaci6n y el interpretante .M taf ..e aroras y cognicion .

    Capitulo III: Cuerpo e interacci6nAfinnar y enunciar ... Cuerpo y esquemas abstractos ..

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    El organon semi6tico : ..Hechos y factiches .Lides textuales .L fi . . b ;1 ' .a e caCla 81m 0 lea , ..La fuerza de los modelos .La semiotica del sobrepensamiento .

    991011041091 1 21 1 6

    Apendiee : Preguntas y respuestas ' ' 119Bibliografia y notas...................................................................... 143Bibliografia de Paolo Fabbri........................................................ 151S ab re el autor ~ o i I I ' ~ ~ " ~ lifI ll"tl I".. ' II I fl i I I I t " . , . " , . , . , . . ; .. . . . 157

    i. .

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    PROLOGO

    Cuando un discurso, por su propio impulso, acaba deri-vanda en 1 0 inactual, elude cualquier forma gregaria y pue-de llegar a ser ellugar, aun exiguo, de una afirmaci6n.

    ROLAND BARTHES,Fragmentos de un discurso amoroso

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    EI afan 0 la apuesta de Ia semi6tica es decir alga sensato sabre elsentido. Por consiguiente, se supone que debe ayudarnos a captarel significado de las introducciones. lPor que un prolcgo a un libraya publicado? En el fondo, habent sua rata libelli (los libros tienen supropio destino).Sabemos que las introducciones van antes de los textos, aunque

    se hayan escrito despues, y que a menudo son decorativas, cuandono dedicatorias del autor a sf mismo, U ocasiones subrepticias pararetirar una palabra dada.Les aseguro que en este caso no es asi. Este prologo a la versionespanola de L a su olta sem iotica -obra publicada originariamente

    en 1998 y que recogia unas lecciones dictadas en la Universidad dePalermo en 1996- es necesario por una paradoja: la creciente faltade actualidad de la semi6tica y el creciente desarrollo de la investi-gacion sobre los signos y e1sentido. Este proceso divergente requie-re algunas aclaraciones.En 1996 yo intentaba recapitular la situaci6n de la investigacionen el punta de cruce de dos experiencias decisivas de la semiotica: laque se refiere a sus dos grandes y fragmentarios padres fund adores,Saussure y Pierce. La Universidad de Bolonia -lugar de encuentro

    y debate de las dos escuelas europeas vinculadas a esta tradicion yrepresehtadas por Umberto Eco y Algirdas J. Greimas- perrnitia11

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    hacer una ordenaci6n general de la teo ria semi6tica de fin de siglo, ydistinguir, m as aHa de los idiornas teoricos, 1 0 que esta en juego eneste proyecto de inteligibilidad que responde a1 nombre de semi6ti-ca. Con c ierta do s is d e desavenencia, pero las palabras d on y dos i stienen una etimo1ogia c omu n .La caja de los eslabones que faltan era la metafora de la dificilconexi6n entre el p lano d e la teo r ia, e1 d el metoda descr ip t ivo y el d esu fu erza h eu r is tic a. La im p res io n era, y s igu e s iend o, qu e las inves-tig ac io nes en s em i 6 tic a se acumulan como derroteros s in u n m ap a ge-neral. 0 qu e los resultados locales se distribuyen can arreglo a unadistinci6n falaz en tr e s em i 6 tic a pura (reducib le a la fi losofia del len-guaje) y serni6ticas aplicadas (a los textos periodisticos, politicos, li-terarios, etc.) que usan con fines practices, y sin ningun efecto retro-activo, conceptos elahorados en niveles filos6ficamente depuradas. Elefecto general era e1 de un bouge, como de esos signos confusos que enel cine dan una idea del movimiento y e1paso del tiernpo. Par eso, eluso acrobatico de las preposiciones (pre y post estructuralismo, pre ypost semi6tica) sustituyen la interdefinici6n conceptual y la funda-mentacion teorica de los problemas que querria plantear.Pero eso no es todo, Desde la edicion italiana algunas casas hancambiado: la semi6tica se ha vuelto inactual en medida creciente. No S8trata de tiempos historicos, aunque Ia semiotics (y la semantics), c omotamb i sn las vanguardias a rtfs tic as , tie ne ya par 1 0 m enos un siglo.Esta falta de actualidad es alga singular, ya que por un lado ladiscip l ina parece en p lena evo lu ci6 n -desde entonces se h an p u b li-c ad o alg un os textos im p o rtantes : E co , Fo ntanille, C oqu et, G eninas-ca, Latour, Lorman, etc.-, perc par otro hay signos evidentes deagotamiento. No es un agotarniento de posibilidades, p u es la inves-t igac io n ni s iqu iera h a d esarro l1 ad o los tem as ins inu ad o s p o r Sau s-su re c uand o aseguraba q u e e llu g ar de la d is cip lina es tab a (assure al'auant. Mas bien es la incapacidad de crear un lugar de debate don-de las critic as desde dentro y desde fuera (pienso en E. Benveniste yP. Goodman , en las investigaciones cognitivas d e D . Sperber, etc.)permitan Ia formaci6n y el asentamiento de unparadigma teorico.lLas causas? Muchas, pero los cambios de ep i s teme -del estructu-ralismo al cognitivisrno- y los nuevos estiIos filos6ficos -de la filo-sofia analitica a Ia nu eva fenom eno lo gia- no son unfvocos, yhayque definirlos y configurarlos de nuevo en la teoria general.Por ejemplo, Eco en Kant y el ornitorrinco no parece tener encuenta las tearias sabre la enunciacion, cabeza de Medusa -por de-cirlo en palabras de Benveniste- que se situa en la frontera entre

    In lengua y el d i scu r so . Y las invest igaciones de la escuela francesa,que han profundizado en e1 estudio de la narratividad y el analisis12

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    d e la e nu nc ia ci6 n (C o qu et ), tienen much a s dificultades a la hora deintegrar los estudios de la argumentacion natural. En cambia, la:tripartici6n de Peirce es integrada hoy por la escuela greimesianacomo base para renovar los fundamentos fenomeno16gicos de la per-cepcion (Fontanille). Pero los estudiosos de Peirce -gran epistemo-logo con escasos conocirnientos lingiiisticos- tienen dificultadescuando se trata de integrar la representacion del lenguaje como dis-curso, como conjunto de fuerzas y narraciones; y sabre todo detransformar las operaciones cognitivas (inferencias, abducciones,etc.) en metodologfas descriptivas de varias clases de textos.Se podrfan y deberian poner muchos ejemplos. S 6 1 0 asf se puederesistir a los grandes simplificadores, el tiempo y el exito, y al impe-rativo d e lo s manuales: para recordar hay que aprender y olvidar.

    2Por 1 0 tanto, debemos abordar sin rodeos algunas figuras sernicti-c a s d e st ac a d as : a) I a o rie nta ci6 n e pis temo lo gi ca , b) el organon de lo smetodos y c) la oposicion entre e1 saber y la practica,a) Can respecto a la orientaci6n epistemologies, la pretension se-mio t i ca de trabajar en vista de Ia cientificidad (la formula es deGreimas) es respaldada por la reflexi6n filos6fica y las indagacionessabre Ia actividad practica y discursiva de las ciencias.Mientras que la Iwine hermeneutica habia reducido 1a actividadde las d isc ip linas del sentido a tipologias historicas de aetas inter-pretat ivos, 18 . r efle xio n filo s o fic a tiende a . ac t u al iaar la opos i c ion

    decimon6nica entre ciencias herrneneuticas del espfritu y cienciasexplicativas de la naturaleza. Segun Ricosur, la serniotica textualha revel ado que en las disciplinas del sentido es preciso explicarmas para entender rnejor. En este sent ido -dice-, me pareciaque la semi6tica textual de A. J. Greimas ilustraba a la p er fe cc io neste enfoque objetivador, analitico, explicativo del texto, deacuer-do can u na no cirin estructural, no causal, de la explicacirin. l.Unaherrneneutica material proxima a la filologia (como propane F.Rastier) 0 una semi6tica del discurso en el ambito postfencmeno-logico-? Sea como fuere, pareee que el entredicho filcsofico, respon-sable en parte de la falta de actualidad de la sernidtica, se ha le-vantado.

    b) Por otro lado, los estudios sabre la actividad practicn y discur-siva de las ciencias y e1 reconocimiento de su complejidad hacen unUSD explici to de la scmiotica como organon conceptual (Latour) , De-bide a su capacidad heuristica, sus modelos han sido utilizados -y

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    genialmente dis torsion ados- par Deleuze y Guattari en las investi-gaciones antropologicas de Milles plateaux (donde Hjelmslev es eloscuro principe spinozistadanes-) 0 en el estudio sabre el cine (eneste easo Peirce es e1primer pragmatista, y el semi61ogo es P. P. Pa-solini, por su uso cinernatografico del estilo indirecto libre).De ahi la importancia clave del trabajo semi6tico sabre esas me-

    taforas operativas interdefinidas que son los modelos. Pensemos enla urgencia de poner orden en la confusion babelica de las figuras re-toricas, que es preciso volver a definir en el marco de una estilisticabasada en la sernantica y el discurso, y en las posibles extensiones asustancias expresivas diversas. Por ejemplo, L. Marin ha aplicadoadecuadamente la instancia de la enunciacion a la imagen pictdrica,extendiendo y concretando el coneepto de punta de vista, y B. Latourla aplica a los objetos-protesis, construyendo una tipologia de debra-yage y embrayage, es decir, de objetivacianes y subjetivaciones decompetencias humanas. Tambien B. Latour y los sociologos de lasciencias naturales (pero no humanas) nos indican que hay que tra-tar ellenguaje, los instrumentos y las practicas como texto incon-su til , un co -texto que va m ucho m as alla d e 1 a distinci6n entretexto y contexto.

    c ) D eleu ze, en cam b io , nos b rind a la acep cio n m as precisa de 1 a s e-mi6tica como intercesora entre las disciplinas de 1a significacidn, enun proyecto filosofico y ant ropa16gico. (Para el se trata de una cien-cia descriptiva de 1a realidad: esa es la naturaleza desconocida de laserni6tica, m as alla de lo s lenguajes existentes, verbales 0 no verba-les.s.)En la raiz de muchas arborescencias sernioticas, adernas de la 16-

    gica 0 la filosofia del lenguaje, esta la linguistica comparativa, en es-trecha relacion can la antropalogia (como vemos en la relaci6n entreJakobson y Levi Strauss, 0 entre Propp y Greimas). No es tanto unfundamento ontologico, cuanto un programa comparativo, en cuyadireccion se orientan hoy algunas lineas de la investigaci6n antro-pologica angolsajona. La propia historia de la filosofia del signo y dellenguaje, tal c omo la va trazando la escuela de U. Eco, puede in~'cluirse en un proyecto comparative -constructivo y experimental,como dina M. Detienne. Es'la orientaci6n que ha tornado el trabajode filosofia comparada de F. Jullien, quien partiendo de una semio-Log ie de la s inologie llega ala comparacion entre el discurso especu-lativo de Occidente y el de la China clasica,

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    3En este sentido, 1a semidt ica , para avanzar, debe pertrecharse deotra forma. Ya no pueden bastarle los manuales corrientes, verdade-

    ros equipos de supervivencia metodo16gica. Por ejemplo, para afron-tar las viejas cuestiones del simbolismo, su caja de herramientas(denotaciones y connotaciones, sintagmas y paradigmas, etc.) debecornpletarse con la idea de valor y eficacia, pasion y creencia. En Elg iro s emioti co se insiste en el papel decisive del estudio de las pasio-nes en la semiotica de los arios ochenta y noventa. Los conceptos detension y aapectual izacion-, valor y moralizacion, estesia y sornati-zacion, son una respuesta coherente a R . Barthes, quien no crefa enla separacion entre el afecto y el signo .Aqui, junto can la integracion de la enunciacion en el aparato me-to do lo gico , h ay una clara d isc r iminac i6n entre la sernio tic a d e p ri-rnera y d e seg un da generacion, E I conoc im iento de la ac cio n y la p a-s io n p erm i te integrar las no cio nes d e m a nip ulac io n y conflicto en la sexploraciones de los universos discursivos, y plantear de otra formala c u e st io n d e la e fi ca ci a s imb o l ic a, que ya Saussure anticipara comoarticu lacion de sema y soma, significac io n y cuerpo .

    E l p ro p io titu lo , El giro semiot ico, reco rdaba y anunc iab a un giroya producido pero actual con respecto a Ia oulgata semi6tiea en cur-so, que es la de los anos sesenta. Faltaba, en cambio, un desarrolloadecuado del concepto de traduccion intersemi6tica. Es un campo fe-eundo de investigacion que prolonga 1 0 mas esencial del gesto se-miotico: estudiar los reeorridos de sentido a traves de las sustanciasde la expresion. No se trata, pues, de separar los distintos signifi-cantes (visualss, auditivos, etc.), sino de tamar en consideracion sucaracter sincretico, y mostrar las transferencias y los pasos discursi-vas entre distintas manifestaciones sensibles.Por un lado, hay que profundizar en la indagacicn de los canalessensoriales. Hoy las investigaciones se refieren sobre todo a la ima-gen) desde ellenguaje de los sordomudos hasta el cine (aunque V.J. Fontanille estudia ellenguaje olfativo). Es un campo importan-te para los estudios de metodologta, que aeiertan al insistir en ladiferencia entre comunicar y transrnitir, es decir, en Ia necesidadde tener en cuenta, en la construccion y recepcion del sentido, ladimension tecnica y sensible de los aparatos de traslacion del sig-nificado. \\Por otro lado, hay que comprobar el paso entre distintos mediasde cornunicacion, que intervienen reflexivamente en la traduccion,introduciendo transformaciones y nuevas definiciones en las lenguasde partida y de llegada.

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    Es ellegado dela semi6tica de la cultura de Y . Lotman (bien co-:nocido en Espana gracias ala labor de J. Lozano), que ha sabido in-tegrar la tradicion formalista, las intuiciones de Jakobson y las in-vestigaciones infonnacionales can la obra de Bajtin, incorporandosus hip6tesis y objeciones, CTodo slo s tip os d e comportamien to sig ni-ficante -tanto para Lotman como para Bachtin- tienen caracter deduilogo) La -semiosfera- de Lotman -a imagen de la biosfera- deV.I.Vernarski- es un campo interesante de traducciones. La na-turaleza del acto intelectual =-dice Lotman- puede deecribirse enterminos de traducci6n: la definicion del significado es una traduc-c ion de una lengua a otra, y la propia realidad extralingiiistica debeentenderse como un tipo de lengua.Es evidente que no se trata de un coletazo historicista, como se ha

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    INTRODUCCIONEI genera de discurso que me han pedido que asuma en

    esta ocasi6n es el de las lecciones. Lo eual conlleva determi-nadas obligaciones y limitaciones a las que debe y quieroatenerrne. Pero la indicaci6n del genera, en el fondo, tam-bien me da cierta seguridad. No estoy aqui, digamcis, paracontar historias ni para discutir ciertas teorias. Estoy aquipara dictar unas lecciones, para ensefiar algo a alguien, pa-ra compartir con ustedes algunas ideas sobre un asuntoco nc reto . .Pero son unas lecciones especiales, que tienen varias ven-tajas importantes. Ante todo, no hay ningun examen final:no habra ningun control para saber si ustedes han entendi-d o y aprendido algo , d e m od o que no tendre el p od er d e ca-

    lifiearles. Ademas, se trata, par suerte, de un discurso re-versible, dotado de la posibilidad de hablar de igual a iguale intercambiar ideas sin esa asimetria jerarquica tipica delos examenes finales. .Pero son Ieeciones, al fin y ai cabo, y se trata de un gene-ra discursivo concreto. He puesto a mis lecciones un titulopara cada dia, y he optado por mantenerlos en los capftulos

    de este libra. El prirnero se llamara, pues, (La caja de loseslabones que faltan-, e1 segundo Lo conocible y los mode-los, y el final, en cambia, estara dedicado a los problemasde 1a estesia y la intersubjetividad, y se llamara Cuerpo ei n t eracc ion ,Antes de empezar es necesario hacer una breve introduc-

    ci6n. Creo que merece la pena sentar las bases te6ricas de17

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    1 0 que tratare de decir a continuacion, y adomas creo quedebo una explicaci6n, digamos, topol6gica.Ante todo que ria hacer una consideracion de caracterpractico, destacando una evidencia. Precisamente aquf en

    Palermo un grupo de amigos estuvimos discutiendo sabrela vanguardia. Una de las primeras conclusiones a las quellegamos fue que la vanguardia es un rnovimiento muy vie-jo en Europa. La vanguardia, en realidad, tiene un siglo.Pues bien, se da la circunstancia de que en 1997 han pasa-do cien arios desde la publicacion de un libra de Michel Bre-al titulado Essai de semaniique, Iel primero en el que sei, aboga par un estudio linguistico de 1a sernantica. No es queantes de ese momento no se hubiera estudiado sernantica,pero hace exactamente un siglo alguien dijo por primeravez de un morio explicito: hay que estudiar semantica, demodo que la cuesti6n del significado -aun antes de quefuera tratado par disciplinas como 1a psicologia y la filoso-fia- es, ante todo, una cuesti6n vinculada al estudio de laslenguas. Como dirfa Emile Benveniste) otro gran escritorde temas linguisticos, esta es nuestra cabeza de medusa,"EI sentido es 1a cabeza de medusa can la que se encuentrantodos los que tienen algun interes no s610 por el lenguaje,sino en general -vo1veremos sabre ello- por cualquierprocedimiento de significaci6n.Vernos, puss, que aunque a los hombres siernpre les ha

    interesado el significado, s 610 desde hace un siglo se re-flexiona de un modo especifico y coherente sabre este te-rna, Sin embargo -yes la cuesti6n te6rica que quieroplantear como introducci6n a esta serie de lecciones- meparece que desde unos afios se ha producido un giro en elmodo de estudiar los problemas de la significaci6n. Estegiro no es -como se habria dicho hace pocas decadas-una ruptura epistemologica. Digamos, si acaso, que dealguna manera el estudio de 1a semantica ha tornado uncariz distinto del programa de investigaci6n propuestopor Br.~al y aplicado en 10 fundamental a 10 largo de un si-glo. ~eJenme usar una metafora: este giro es como un nue-vo pltegue en la semiotica, otro m odo de plegar 1a tela muy18

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    compleja farm ada par e1 modo estratificado que tenemosde significar,Este giro serniotico, por supuesto, no se ha producido degolpe. Lo han propiciado muchas transformaciones gradua-

    les, muchas reflexiones y muchos debates. Por una meracuestion de exposici6n de los hechas y losproblemas sere yoquien mantenga entre parentesis estas transformacionesprogresivas, tratando de aislar -con una serie de cortes yorientaciones- un autentico plano de consistencia, y as! po-ner en evidencia por 1 0 menos 1a marca de este pliegue en laindagacidn actual sabre el significado. De modo que en el es-tudio de la significacion no, indicare una historia 0 una ge~nealogia, sino un diagram a, 1 0 mas abstracto posible. A pe-sar de que los rasgos de 1a disciplina semi6tica son muchos,tratare de hacer una caracterizaci6n general de la misma.AI ir en busca de generalizaciones sc muy bien que vay en

    contra de la tendencia de la estetica y 1a episternologia con-temporancas, que hacen hincapie en e1 [ragmenio. Pero 1 0hago a proposito. Michel Serres -un epistem61ogo al queaprecio mucho- sostiene que no hay que tener ningiin mie-do ala totalidad. Serres dice, acertadamente, que solo hayque temer la solidez, es decir, que las casas se solidifiquen,y - senala que los fragmentos son casas que, a1 haberse rotoya, no pueden seguir rompiendose. Por eso son muy solidus.As! que de entrada no podemos pasar por alto que el frag-mente, de alguna manera, es ante todo la afioranza de unatotalidad perdida: cada fragmento es nostalgico, Pero a con-tinuacion debemos entender que e1 fragmento es 1 0 menosfragmentario que puede haber. El fragmento es duro, no serompe, es e1resultado de una rotura que ya no se repetira,De modo que los ensalzadores del fragmento, los fragmen-tistas, esteticos 0 epistemo16gicos, se equivocan a1 pasarpar alto que si hay alga fragil, es la generalizaci6n. La tota-lidad y la generalizaci6n, opuestas a1 fragmento, son com-pletamente fragiles, Como bien sabernos, en cuanto illtenta-mos generalizar algo siempre aparece un colega inteligentey un poco malicioso dispuesto a senalar algun fallo de 1a ge-neralizacion, Pues bien, Ia generalizaci6n es una forma de

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    responsabilidad, en el sentido de que invita al otro a res-ponde~ .Eso es, precisamente, 1 0 que quiero haeer. AI generalizar,al decir que hay un giro semi6tico, quiera exponerme a la,respuesta y a la observacion, pero al mismo tiempo reivin-' -

    dicar la necesaria fragilidad de la gcneralizacion. AI darlela vuelta a 1a idea de que la generalidad es dura y compac-ta y los fragmentos fragiles e indefensos, quiera plantear laidea de un giro semiotico bajo el signo de una generaliza-cion fnigil. En una epoca en la que predomina la problema-tica de las redes conceptuales y la m u ltip lic id ad (con la lu -cha implicita y necesaria contra t oda forma de jerarquia apriori), buscar la generalidad es para mi no tan solo un de-berintelectual, sino tarnbien, en el fondo, un placer del es-piritu. Placer que sin embargo no excluye una obligacion derespuesta .

    ..-SegUn Nietzsche nunca es al principio cuando alga nuevorevel a su esencia, sin embargo, lo que habia desde el comien-20 s610 puede reuelarse en uri giro de su evoluci6n. En otraspalabras, al principia no sucede nada especial. Pero 1 0 que es-taba en forma potencial solo puede manifestarse en el mo-menta de su giro, gracias.a una revoluci6n que puede defi-nirlo. He tornado, pues, de Nietzsche el terrnino giro porqueconcibo el giro semi6tico justamente en ese sentido.Una vez aclarado este punto (eso espero), pasernos a 1 0

    que he Hamada explicacion topological). Alguien se habrapreguntado: GPor que se dan estas lecciones justamente enPalermo y no, po r e jemplo , en R om a 0 en Rimini? Tengo dosrespuestas. La primera quiza no sea n1UY razonable: comodecia e1 otro, una elecci6n se hace por buenas razones, 0 sino par buenas pasiones. Hay elecciones que se hacen en-trando en razrin, y otras que se hacen entrando en pasion,I\1i elecci6n de esta ciudad la hice entrand o en pasi6n: ten-go amigos en Palermo, y siempre esperamos que los amigosnos hagan las observaciones mas agudas.Pero hay otra respuesta. Palermo es una ciudad que tien-de a olvidar algunosmeritos. No me corresponde ami re-cordarlos, pero en este momento me apetece hacerlo. Me20

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    gustarfa scnalar, pues, que si en aquella ocasi6n antes cita-da alguien record6 que fue en Palermo donde se reuni6 porprimera vez e1 Gruppo '63, hoy no deberiamos olvidar queesta e8 una de las pocas ciudades del mundo donde se ha ce-lebrado una reunion de 1a Asociaci6n Internacional de Es-tudios Semi6ticos. Hace unos afios, concretamente en 1984,se reunieron en Palermo casi todos los semi6ticos del mun-do para discutir sabre e1 destino de esta disciplina.Ademas, quiza alguien recuerde que Yuri Lotman, e1 fa-moso semi61ogo rUSG, cuando por primera vez tuvo la pos i -bilidad de salir de la Union Sovietica, 1 0 hizo para venir aPalermo. La cual, una vez mas, demuestra que en esta ciu-dad el discurso sabre la semi6tica no es algo exterior, sinoque forma parte -ya seque esto suena muy rimbornban-te- de BU historia. En Palermo hay una continuidad de ac-cion y reflexi6n sobre la semi6tica, como evidencia la labordocente de amigos y colegas, algunos de los cuales estanhoy presentes.Por eso se dictan en Palermo estas lecciones sabre e1girosemiotico, Me interesa dejarlo bien sentado: no es tan s6lo

    una, digarnos, opcion estrategica de la Fondazione Sigma-Tau, que quiere estar presente en muchos centros intelec-tuales italianos. Tambien es una opcion mia, par buenaspasrones y razones.

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    CAPITULO ILa caja de los eslabones que

    faltan

    Una historia tendenciosaPermftanme que empiece con una historia terulenciosa, 0mejor dicho, con un borrador historiografico -a partir del

    que presumo que es un giro- que se propane reconstruir laconsolidaci6n y la difusi6n de la semi6tica. Sabre el signo seha reflexionado siempre, en todas las epocas y todas las cul-turas: Arist6teles en Grecia, Panini en la India, algun otroen el siglo XVII , y as! sucesivamente. Pero esta no es la cues-ti6n. Lo que a mi me interesa es reconstruir Ia consolida-c ion de la semi6tica como disciplina, es decir, como plano deconsistencia te6rica que asume cierto numero de enuncia-dos en una epoca determinada. Podemos situar esta conso-lidacion de la semi6tica c om o disciplina aut6noma a prinei-pios de los alios sesenta, no hace mas de una generaci6n.La semi6tica que se ha practicado desde entonces se pue-de resumir en dos caracteristicas fundamenta1es, que a suvez pueden asociarse con e1nombre de un estudioso, aun-que esos nombres no abarcan to d a Ia investigacion semioti-ca de 1a epoca, y 1a semi6tica de la epoca tampoco agota supersonalidad intelectual.Semiologia y tradici6n humanista. Resumire Ia prirneracaracteristica can el nombre de Roland Barthes. Barthespracticaba una semiologia (min no era una autentica se-miotica) como critica de las conn otaciones id eol6 gicas pre-sentes de uno U otro modo en e1hipersistema de signos que

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    para 131ra la lengua. La semiologia, segun Barthes, derivade 1a idea de que en determinadas culturas hay varios sis-temas de signos, Estos signos no se estudian por separado,cada uno en S 1 mismo, sino como regimenes de significaci6n,es decir, como elementos de sistemas semi6ticos organizadosy autosuficientes. El problema es el hecho de que -segUnBarthes- todos estos sistemas de significacion son com-prensibles y traducib1es en el sistema supremo yextremode signos que es 1a lengua. La lengua natural se entiendecomo un sistema de signos que, si por un lado es como todoslos demas (signifies como un comportamiento gestual 0 unasinfonia musical), por otro posee una caracterfstica funda-mental: la "de haber especializado una parte de sf mismapara poder hablar ~mediante elementos y reglas especia-les-> de los sistemas de signos. A diferencia de otros siste-mas (visualvgestual, musical, espacial, etc.), la lengua escapaz de nombrarse a S1 misma y a los otros signos de lacultura.Para Barthes hay una irreversibilidad que, en definitiva,

    hace de la semi6tica una suerte de translingiiistica, es de-cir, una linguistica capaz de hablar no s610 de la lengua, si-no tambien de todos los sistemas de signos. Estoy simplifi-cando, pero a grandes rasgos es asi.'De ahi la idea de que, a1 hallar signos distintos ocultos en

    la lengua 0 a traves de ella, la semiologta llega a ser unacritica de las connotaciones ideolcgicas, una revelaci6n delos signos de la ideologia social. Tengo la impresi6n de quela mayoria de nosotros hemos olvidado quien era Barthesantes de hacerse semi61ogo: en los anos cincuenta era uncritico teatral, propagador y defensor de la obra de BertoltBrecht en Francia. Si recordamos este data biografico (y teo -rico), no tendremos dificultad en entender 1 0 que significapracticar la semiologia como critica de las connotacionesideologicas, Barthes es, ante todo, un brechtiano, y como talpiensa en Ia posibilidad de que la serniologia sea una disci-plina capaz ~con su organizaci6n conceptual- de destruir,disipar, desconstruir (por usar un termino actual) e1 con-junto de connotaciones cultura1es, sociales e ideol6gicas que24

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    la burguesfa ha introducido en Ia lengua.' Su idea es des-construir estas connotaciones ideo16gicas _:_que tienen uncaracter sistematico- y liberal' un grado cera de la lengua,una forma blanca de [a lengua, forma que evidentementeestaba relacionada eri ese periodo con e1proyecto de una 80-ciedad libre, sin ideologta, sin clases.'Si no recordamos esto, si no destacamos estas dos cone-

    xiones, no podremos entender e1exitode la semi6tica -qui-zit inmerecido, pero sin duda fundamental en su momento--ni sus limites futuros. Hoy, por ejemplo, podremos conveniren que la critica de la dimension ideo16gica de la sociedad haperdido un poco de actualidad: la palabra ideologia ni si-quiera se menciona (una vez intente llamarla ideologia, pa-ra conferirle el derecho a ser considerada de otro modo, perono dio resultado),La difusi6n de la semiologia barthesiana se debe precis a-mente al hecho de haber sido una sfntesis entre la dimen-

    sion critic a brechtiana y 1a idea del predominio de11enguajeverbal sabre todos los demas sistemas semio16gicos. Enton-ces la cuesti6n te6rica fundamental era la translingliistica.Par otro lado, era la epoca deillamado linguistic turn de lospaises anglosajones, el intento filos6fico de situar e1 len-guaje en el centro de la problernatica humana y social.' Seacomo fuere, este privilegio otorgado al lenguaje so basabaen una dimensi6n te6rica razonable. La idea era que paraestudiar al hombre habia que analizar por 1 0 menos su len-guaje, es decir, todo 1 0 que ocurre cuando se comunica y seentiende con sus semejantes. Era un modo segura de' nopensar en e1hombre como si fuera una cosa 0 un sujeto se-parade (a la rnanera del positivismo), analizando la dimen-sian humana y social a traves del modo en que los hombresse representan y comunican entre sf.Varias decadas despues es facil entender e1 motivo delexito de esta semiologia linguistizante y del linguisticturn. En el fondo ambos reflejaban la aspiracion profunda

    de nuestra cultura humanista a las llamaclas artes libera-, Ies. Nuestra vieja cultura humanista es un conjunto de co-nocimientos basados en las artes liberales -gramatica, re-

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    torica, filosoffa, etc.-, un conjunto de conocimientos en losque ellenguaje verbal mantiene una posicion de privilegioabsolute, como lugar unico de expresi6n de Ia humanidad ymanifestacion de la civilizacion, Hoy la herrneneutica no esmas que la continuaci6n de esta tradici6n humanista, quecoloca la verbalidad en el centro de la socialidad (a mi meparece polvorienta y comp1etamente superada por la condi-cion epistcmologica contemporanea).Una semio1ogia entendida como translinguistica -que seconectaba idealmente con la tradici6n humanista- estaba

    destinada a tener exito. Pero eso fue tarnbien, erea yo, 1 0que acabo ton ella. AI seguir una estela cultural que quizano le perteneciera de pleno derecho, e1estudio de la signifi-cacicn se disolvi6 en el humanismo general que dominabala cultura ~ los afios sesenta, y acab6 desapareciendo con131.La capacidad de ruptura epistemo16gica implicita en lacuestion de la construcci6n del sentido, filtrada por la viejacultura humanista -gramatica, retorica, filosofia, etc.-,lagro su mayor exito solo cuando traiciono su fin principal yoriginario. 'lPara que estudiar la semictica cuando no esmas que una translinguistica, 0 una pretension de saber yapresente en la vieja tradici6n humanista? l.Para que fundaruna teoria del discurso cuanda ya esta implicita, por ejem-plo, en la antigua retorica? Basta con reanudar los estudioshumanistas sabre ellenguaje -como al final se ha hecho-para que la semi6tica se consolide y se repudie, se difunday se diluya al mismo tiempo.El caso mas evidente de esta difusi6n y disoluci6n de 1a se-

    miologfa barthesiana en 1a tradicion humanista es e1 de lavuelta ala ret6rica antigua," La recuperaci6n de Ia ret6ricada lugar a 1 0 que a mi juicio es un ejemplo perfecto de unBabel desafortunado. La acumulacion de las figuras retori-cas -como se hace, por ejemplo, en los grandes manuales deLausberg" a Perelmant->- es un claro intento de juntar, conuna perspectivateorica en principia unitaria, definicionesacuriadas y problemas discutidos en teorias, fi1osofias y es-pistemologias m uy distintas entre S 1 . Las figuras ret6ricaspropuestas a 1Qlargo de dos milenios responden a definicio-26 .

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    nes dellenguaje completamente distintas. Por ejemp1o, bastepensar que Fontanier -un gran teoricode la ret6rica clasi-ca, quiza e1ultimo- consideraba dentro de su teorfa las fi -guras de pasion: imprecaci6n, deploracion, etc." Perc en unmomento dado las figuras de pasion desaparecieron de ladoctrina ret6rica par 1a sencil1a razon de que la problemati-ca de 1a pasionalidad ya no se consideraba pertinente. Ve-mas, pues, que cierto tipo de teoria del funcionamiento lin-guistico y conceptual (la ret6rica) ha variado en funci6n deltipo de tom as de posicion sobre el1enguaje, y han aparecidotipologias de figuras retoricas muy distintas entre sf.Poner juntas -como han hecho muchas neorret6ricas se-miologizantes-las figuras del discurso definidas a partir de

    teorias dellenguaje muy distintas, ha acabado implicando laproduccion de enormes popunis de cosas incongruentes, in-comparables, inconmensurables entre S 1 . Asf, la vuelta de laret6rica ha contribuido a un estilo particular de confusion,porque ha hecho que parezca coherente un cumulo de ele-mentos cuyo origen te6rico eran varios tipos de clasificacio-nes y orientaciories del fen6meno del significado discursivo.El paradigma semi6tico En el preciso momento en que-como acabamos de decir-1a semiologfa de cufio barthesianose disolvia en las artes liberales, otro tipo de serniotica, encambia, se consolidaba en un paradigma preciso de investi-gaci6n. Pondre este paradigma semi6tico baj 0 e1nombre deUmberto Eco. Lo peculiar del paradigma de investigacion se-mi6tica consolidado a traves de la figura de Eco es que seplantea de un modo radical contra ellegado saussuriano, e sdecir, contra todo 1 0 quepara Barthes y otros representabaelmomento de ruptura que a comienzos de siglo (digamos queentre Breal y Saussure) constituia 1a fonnaci6n de una disci-plina cientifica como la semiotica." Eco valoriza una tradici6ndistinta (que ya estaba implicada en el proyecto semiotico):la que inaugura 'Charles Sanders Peirce."La semi6tica de Peirce parte de la idea de no valorizar deun modo especial ellenguaje. Para Peirce la teoria del signa

    era una semi6tica, un estudio de todos los tipos de signos, y nos610 una semiologia, un estudio de los signos a partir del len-

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    guaje verbal y humano. Pero quiza se podria modificar la hi-p6tesis cliciendo que Peirce no tenia una idea nada clara de 1 0que es ellenguaje; Peirce era un fildsofo con una formaci6nlingGistica muy insuficiente, pero en cambia era un gran epis-tem61ogo, quiza uno de los mas grandes de nuestro tiempo.De modo que e1 micleo de 1a posicion radical de Eco esque excluye una semiologia de tipo barthesiano y se remon-ta -mas alla de la ruptura epistemo16gica saussuriana- ala idea de que hay una historic del signa, una historia de la

    nocirin de reenvfo del signa que no necesita definirse a par-tir de la apertura del paradigma teorico de la semiotica,pues se remonta por eaminos filosoficos hasta e1 comienzo'..de nuestra cultura. En cuanto se inaugura e1pensamientogriego surge una reflexi6n sabre el sema, el semeion, e1nous, un pensamiento sabre el signa que aparece como e1e-men to de : m propia filosofia."Pero leoma se establece este paradigma de 1a semi6tica

    (con respecto a 1 e ua l se hace despues el giro)? Una vez mas1 0 simplifieo con unos cuantos rasgos, evidentemente cari-caturescos. Como es sabido, uno de los modos de hacer cari-caturas es reforzar un solo rasgo del modelo que se deseacaricaturizar, dejando los demas en segundo plano. Se tomauna caracteristica del rostro, corno par ejemplo la frente, yse hincha desmesuradamente; al mismo tiempo se reducela boca) las orejas, etc.: asi nace la caricatura. De modo que lacaricatura es el engrosamiento de un rasgo fision6mico. Pe-ro se trata de una operacion inevitable: cualquier forma dereproducir una cara -observaba agudamente Wittgens-tein- es, de alguna manera, una caricatura.Si es asi, < , q u e caricatura- inevitable podemos hacer delas estrategias que constituyen el paradigma semiotico? Laprirnera estrategia empleada por Eco es la de una clasifica-cion a priori de los signos, linguisticos y no Iingutsticos. Lamismo que en Peirce hay una gigantesca catalogacion designos y una grandiosa tipologfa de las posibles combina-ciones de signos entre S1 , y por 1 0 tanto una morfologia yuna jerarquia muy complejas de los signos, en Eco este tipode semiotica se plantea como una teoria de tipo taxonorni-28

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    co. Empieza clasificando los tipos de signos, y sigue con elestudio de las maneras de pasar de un signa a OtTO. Junto a1 ,:componente clasificador hay, pues, otro componente sintac-tico, que se ocupa de movimientos y acciones. '\\Pero lcomo se constituye la sintaxis de los signos? En elcaso de Eco, representante del paradigma semi6tico, este ti-po de movimiento que se introduce en 1a materia del signaes definido por la propia idea del signa: el signa es un reen-vio, esta presente cuanda algo se encuentra en el1ugar deotra cosa. Pero "conlD se constituye este reenvio? La ideade Eco-yen general delparadigma- es que este reenvfose puede explicar de un modo claro y legible con el viejo mo-delo de la inferencia logica. La inferencia es el modo de po-ner en marcha la maquina de los signos. Se pasa de un sig-no a otro a traves de tipos de inferencias que son =-segun elmodelo aristotelico-v la induccion, la deducci6n y Ia abduc-c ion . Para pasar de un signa a otro nos limitaremos, portanto, a las estrategias de tipo silogistico e inferencial. Asiel paso entre signos no es que se reduzca; pero sf se enfocaen esta direccion.Otra estrategia, mas a menos explicita, que sirve paraconstituir e1 paradigma semi6tico, es la que se refiere a1marco en el que tienen lugar estas inferencias, estos movi-mientos de signa a signa. Es un marco eminentemente tex-tual. Asi, despues de un momenta de interes mas 0 menosacusado par los signos arquitectonicos, visuales, cinemato-graficos, gestuales, etc., se ha vue1to rapidarnente a1 texto,y el texto en e1que se piansa, una vez mas , es de tipo emi-nentemente escrito, a veces quiza hablado, en todo caso s o -lo Iinguistico. Asi, subrepticiarnente, despues de haber pro-clarnado la importancia teorica de 1 0 no linguistico, e1 textoha vuelto a ser el modelo de todos los funcionarnientos se-mioticos, tanto si es un texto literario (de cultura re1ativa-mente alta) como un texto de los medios de cornunicaci6nde masas (de cultura llamada baja), Se ha vuelto as! a unareflexi6n de tipo lingiHstico.Remala el conjunto de estas estrategias teriricas la idea-antes recordada- de una historia del signo, una histo-

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    riografla que se preocupe de reconstruir los modos en que 1afilosoffa, sabre todo la gran filosofia, ha pensado y vuelto apensar la problematica del signa. Se trata ante todo de unaopcion de tipo estrategico y universitario: tratar de recons-truir un posible pedigrf intelectual para una disciplina jo-ven como la semi6tica. Perc este es un problema de historiade las ciencias, historia objetiva, que probablemente pode-mas dejat de lado.En segundo Iugar, sin embargo, 1apropuesta de una his-toria de Ia semi6tica da cuenta de una opcion intelectualpertinente, en ciertos aspectos fundamental. Es Ia idea de

    que la historia del modo en que ha sido tratado el signa esuna manera de mostrar c om o se ha llegado a cierta imagendel signo. Es un problema clasico de historia que, sin em-bargo, plantea problemas muy delicados y cornplejos, aun-qu e s6 1 0 sea4iPporque en ocasiones lIeva a situaciones franca-mente desconcertantes.Recordars solo dos de ellas. Si estudian el D e ciuitate deipueden descubrir que Agustin utilizaba una semantica coninstrucciones. Ahora bien, el hecho de que Agustin -comoMonsieur Jourdan, que hacia prosa sin saberlo-- tambien hi-ciera sin saberlo una semantica con instrucciones procede delhecho de que hoy tenemos una idea de la sernantica con ins-trucciones. Par consiguiente, hemos reconstruido en e1pen-

    samiento agustiniano la existencia de una semantics que po-tencialrnente incluye instrucciones." Pero luego, cuandovemos el modo en que Agustin analiza una frase (pongamosque de siete u echo palabras), resulta que el filosofo sostieneque esta forrnada por siete u ocho signos. Yes desconcertan-te: Agustin llama signos, sin ningiin problema y sin diferen-ciarlos, a una conjunci6n, un verba, un nombre, un articulo,ete., pero tambien ala propia frase en su conjunto.Esto plantea un problema muy delicado, como puedenver: el de la posibilidad de una reconstruccion historica co-herente de todo un pasado, cuando nos dames cuenta de queen este pas ado se ha usado el termino signa para indicar ca-sas muy distintas. Ningun estudioso de las ciencias fisicasaceptaria que, dado que Dem6crito y Bohr llamaron aiomo30

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    a una cosa, siempre es posible comparar el atorno de Dem6-crito can el de Bohr. Ambos hablaban de titomo ; pero nopensaban en 1amisma cosa. El problema de la historia delsigna es, por consiguiente, un problema de coherencia y dereconstruccicn, a veces muy delicado.Dejcnme poner otro ejemplo muy preciso y a1 mismotiempo rnuy trivial. Hace poco Eco escribi6 un libra imp or-tante e interesantfsimo para nuestra cultura (y sigue sien-do interesante pese a 1a afirmacion que hare a continua-cion), que habla de la constitucion de las 1enguas perfectasen la cultura europea." En la reconstruccion de las lenguasperfectas, en la cultura occidental, la documentacion delli-bra es absoluta, perfecta e impecab1e. Pero en un momentodado aparece un curioso problema. En dos capitulos se jun-tan -como el atorno del que hablaba antes- 8 1 esperanto yRamon LIuIl. Cabe preguntarse si para un semi61ogo queanaliza los sistemas de sign os y de lenguaje se trata, efecti-vamente, de la misma cosa.En el caso de Ramon Llull se trataba de reorganizar lasemantica, es decir, la organizaci6n de los contenidos deuna lengua deterrninada. Esta organizaci6n abordaba no-ciones que aun no estaban linguistizadas, conceptos quepodian expresarse en italiano, ingles, frances, arabe, he-breo, etc. Eran representaciones conceptuales que tambienpodian dibujarse en un papel. El problema de Llull, por 1 0tanto, era estructurar una forma del contenido, una organi-zacion conceptual independiente de la forma de la expre-sian en la que se encuentra. El esperanto, en cambio, nopretende organizar, ni mucho menos, el contenido de unalengua. Si acaso persigue la reorganizacion de su forma ex-presiva, prescindiendo del sistema de conceptos, desde laforma del contenido que esta lengua transmite luego. EI es~peranto intenta producir palabras distintas que sean capa-ces de organizar contenidos en lo s que no interviene.De modo que ambos esfuerzos -el de Llull y el del espe-ranto- son proyectos de lenguas perfectas. 8610 que el pri-mero no intents construir un lenguaje, sino una forma decontenidos conceptuales transmisible en todas las lenguas

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    que 5e quiera, incluidas las lenguas no Iinguisticas (se pue-d en hacer c u ad ro s, p elfc u las , b allets , etc, con la metodicade R am on Llu11...). IV Iientras qu e el otro intenta reorganizaruna forma expresiva distinta, basada en la sustancia fone-tica.Como yen, son dos cosas fundamentalmente distintas. Se

    podrian escribir dos historias de las lenguas perfectas. Porun lado una historia de las lenguas orientadas a una reor-ganizaci6n semantica de sus estructuras internas, por otrouna historia de las lenguas orientadas a una reorganiza-cion de sus formas expresivas. Entonces las casas empiezana ponerse interesantes, y es precisamente p o r aqui por clan-de pretendia l1evarles.

    Pars destruens

    lCuales son los resultados de la restricci6n historiograficaque he mencionado hasta ahora? Creo que merece la penaempezar a examinarlos detenidamente, punta por punto,para poder orientarnos.

    La imagen. del lexica. El primer resultado atane a la no-cion d e signa. E n efec to , tengo la sospecha de que esta no-c ion es m as bien un obstaculo d e tipo eplsternologico para lasemi6tica. Mi impresion es que, en la m ayo ria de lo s casas ,cuando pensamos en e1 signa -a no ser que abordemos demanera vigorosa el problema de 1a diferencia entre los len-guajes- tenemos en la men te algo su stanc ialm e nte p arec i-do al sistema dal Iexico. Siempre que docimos signa esta-mos pensando en una palabra, y la serniotica, desde estaperspectiva, vuelve a ser rapidamente una serniologia, en elpeor sentido, e1de lexicologia. Los signos de una cultura pa-san a ser de alguna forma las palabras 0 los equivalentes alas palabras de una cultura.Ahora bien, al igual que ningun linguista aceptaria la

    idea de que ellenguaje esta hecho de palabras, creo que32

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    ningun serniologo deberia aceptar la idea de que los siste-mas de significacion estan hechos de signos. La semi6tica,como la lingufstica, si acaso deberia interesarse por e1mo-do en que producimos sistemas y procesos de significaci6nmediante una forma sonora (0 significante de otra manera),es decir, par e1modo en que somas capaces de significar me-diante cierto tipode organizaci6n (fonetica, iconica, gestual,etc.). Lo eual nos lleva a unos modelos de explicaci6n quenada tienen que ver con sumas de palabras. La lengua noes una suma de palabras, y un sistema de significacion, asu vez, no es un conjunto de signos.Par desgracia, tengo la impresi6n de que cada vez que seaye hablar de semiotica, de una manera gradual pero cons-tante se va cayendo en esta idea de la Burna : los signos seconsideran partes de un diccionario de elementos previos,exactamente igual que -algunos 1 0 dicen ya de manera ex-plicita- un imaginario seria un diccionario de imagenes,un conjunto de signos ic6nicos dados, utilizables a conve-niencia. Pensemos en los estudiosos, desde luego no muyavisados, que intentan estudiar los gestos ( c omo Desmond

    Morris); estes estudiosos intentan construir desesperada-mente una autentica lexicologia gestual, en la que se data acada gesta de un significado especifico, como en una entra-da loxicografica.Asi, poco a poco, imperceptiblemente, la semiotica vuelvea ser una semiologia, un estudio de Ia significacion que ade-mas de pensar en la prirnacia dellenguaje verbal sobre losotros sistemas semioticos, sobre todo imagina el lenguajeverbal mediante un modelo te6rico de tipo lexical. Barthesno c reia en esta hipotesis, sino que tenia m uy claro que lossignos s610 son puntas de intersecc ion de co rnp lejo s siste-mas subyacentes. Es precise superar este obstaculo episte-mologico de 1a nocion de signa, porque no da cuenta de lacomplejidad de la lengua.Recuerden e1 viejo chascarrillo del escritor. lQue estashaciendo?, le preguntan. Estey escribiendo un libro-, COl1-tes ta. (,C6m o 1 0 llevas?, le d icen. Muy adelantado. Yatengo todas las palabras, s610 me falta juntarlas. Entre do-

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    minar un lexica y escribir un libra hay un trecho enorrne.La serniotica que sigue razonando par signos se ha paradeen el primer momento.C6digos y desconstruccionismo. Este obstaculo epistemo-16gico de la nocion del signa esta estrechamente unido a laimagen que tenemos de 1 0 que relaciona los signos entre sf,el equivalente semi6tico de la grarnatica linguistica. La or-ganizacion de la gramatica semiotica se ha traspuesto, gra-cias al modele informacional, bajo la idea de un codigo. Asf,a la idea de un signa pensado como simple entrada lexica seIe asocia la de una gramaticalidad imaginada como codifi-cacidnapriorista. 8i hay sign os y comunicaci6n es porquehay un c6digo subyacente que regula sus funcionamientos,posibilidades y limi tes.Esta jmagen del c6digo como sistema de elementos mini-mos y reglas de funcionamiento tUYO mucho exito en 1a se-miotica de los aries sesenta, y todavia hoy son muchos losque 1a consideran pertinente para la descripcion de los len-guajes, verbales 0 no verbales. Hasta el punto de que en lossubversives aries setenta Ia nocion de c6digo se entendi6como una suerte de imposicion par arriba que habia quedestruir a toda costa. La idea de la desconstrucci6n obedeceprecisamente a que se tom a en serio 1a noc ion semiotica decodigo, con 1a consiguiente radicalizacion. Se pens6 que pa-ra descodificar habia que desconstruir, romper las cadenasde una imposici6n externa y arbitraria y recuperar el espa-cio de una interpretacion libre. La descodificaci6n no se en-tendia como una operacion unida ala comprensi6n, sino co-mo una accion, politicamente necesaria, de ruptura de losc6digos, como una destrucci6n de la ccdificacion para poderlibrarla de unos enemigos no menos solapados.Fue as! como una vision simplista de la significacion haconcitado las criticas de una legion de detractores de la se-miotica. Y la propia semi6tica -al ir en busca de puntas dereferenda seguros para construir e indicar el significado(precisamente en el concepto de codigo)- se ha sumido enuna contradiccion muy fuerte consigo misma. La afirma-cion inicial de Eco como sabemos era 1a obra abierta," De. . '. ,34

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    alguna manera Eca proponia la idea -fundamental paraPeirce- de que en e1babel de los signos cada signa puederemitir a otro signa practicamente hasta e1infinito. Sucedi6as! que, [rente al furor de la nocion semi6tica de c6digo, enlos arios setenta (perc sobre todo en los ochenta) los parti-darios del desconstruccionismo fueron los que volvieron a laidea de la obra abierta, citando incluso a Peirce, pero sin re-ferirse a el de un modo correcto: y afirmaron que can cual-quier texto se puede hacer exactamente este trabajo, sepuede poner todo en contacto can todo.Estoy exagerando, pues los desconstruccionistas no sontan tajantes. Pero sf 1 0 son en la caricatura construida por

    Eco para clefenderse y distanciarse de ellos. Con una f6rmu-la ejernplar, Eco dijo en un momento dado: Hay que meterbarras de grafito en la central nuclear; si todos los signos seremiten a otros signos, ya no hay ninguna posibilidad decontrol. Y si ya no hay posibilidad de control estamos en unasociedad babelica, 0mejor dicho posbabelica.De ahi la idea defensiva: Lque se puede introducir codifi-

    cado en ellenguaje para evitar e1peligro de esta gigantescaexplosion nuclear? Barras de grafito, es decir =-mataforasaparte-, criterios que establezcan la separaci6n necesariaentre las explicaciones aberrantes y las interpretaciones co-rrectas. Es precisa, empezo a sostener Eco, una interpreta-cion del texto, que sea tanto mas correcta cuanto mas acep-te el presupuesto de que no se pueden decir algunas casas.De ahi la necesidad de volver a introducir en ellenguaje unadimension tradicional de la racionalidad, para controlar lafuga irresistible de los signos que remiten incesantemente aotros signos." Es como decir que hay personas serias y nor-males si y s610 si hay tambien locos y paranoicos, cuya acti-vidad fundamental es remitir un signa a otro signo."

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    Pars construensPues bien Ite}f'gola impresion de que asi no podemos sa-li r del paso . Creo qu e es ab so lu tam ente necesario volver apensar todos los problemas relacionados con e1 significado,e1 t exto , el c 6d igo y, sabre todo, el signa. Y hago la siguientepropuesta: los signos no son perceptibles como tales a tra-ves de un lexico (asignacion apriorista del significado, posi-ble tarnbien en una lengua muy ambigua) ni a traves de

    una enciclopedia (reconstrucci6n de la significaci6n con cri-terios de tipo cultural). El problema que la semi6tica debeestudiar esel de los sistemas y procesos de significacion.Can esta perspectiva, la cuesti6n no es desembarazarse toutcourt de la noci6n de signa, sino pensar que los signos sonestrategias .omo cualquier otra, los lexernas son estrate-gias semioticas c om o cualquier otra, necesarias para util i-zar la lengua, para hacer que funcione el sentido, para arti-cular la significaci6n.Se trata, en surna, de contraponer a los program as de in-vestigacion descritos hasta ahara otro tipo de organizacionconceptual Hamad a glosetruitica, Louis Hjelmslev, uno de

    los fundadores de 1a glosematica, clefendfa una idea muyprecisa: no nos fiemos de los signos, los signos s610 son su-cesos determinados historicamente y variables en funci6nde las distintas historias en las que estan implicados." 8iacaso procuremos dividir el significado de la lengua (0 me-jar dicho: e1 sentido 'que circula en ella) en unidades ele-mentales, 1 0 mismo que somos capaces de construir el soni-do concreto de una lengua relacionando sus unidadeselementales (los rasgos fonemicos). Veremos asi que 1a com-binacion de estas unidades elernentales (0 sememas) produ-ce sucesos de sentido distintos, es decir, distintas unidadesde significado, que los contextos hacen pertinentes.lQue presupone un analisis como este? Presupone un mo-vimiento razonable e inteligente: el de dividir las dos carasdel signa en un significante y un significado, en un plano dela expresi6n y unplano del contenido. La idea es que hay una36

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    cara significante y una cara significada de la lengua, y paraanalizar estas caras hay que separarlas primero, Si la rela-ci6n entre significante y significado es arbitraria (mas ade-lante volvere sobre esto, pues creo que una de las caracte ..risticas del giro semi6tico es que no acepta el principiosaussuriano de la arbitrariedad del signa), las dos caras delsigno (significante y significado) se puec1en separar para de-mostrar que estan relacionadas de alguna manera entre sf, Yde a1guna manera son isomorfas. Sin una separaci6n pre-via de los dos planos dellenguaje no se puede hacer ningunacomparaci6n. Y esta comparacion conduce a una conclusioninevitable: expresion y contenido se presuponen reciprocamente (si hay un significante, hay un significado; si hay unsignificado, hay un significante) pero no son en absoluto coin-ciclentes. Cada plano del1enguaje tiene estructuras propiasque resultan sirnilares, 0 isomorfas, s6lo en un nivel superfi-cial del analisis, y no en los profundos. Este es el envite teo-rico fundamental de la glosematica, que en el fondo era e1envite saussuriano: una escisi6n en e1concepto de signa.Es evidente la diferencia con la hip6tesis de Peirce, paraquien cada signa como globalidad remite a otro signa comoglobalidad. Para Peirce los signos S8 distinguen de otrossignos, pero no tienen una carasignificante y otra signifi-eada. No estrin divididos asi. Por 10 tanto la hip6tesis dePeirce es anterior -te6ricamente, mas que en e1 tiempo-

    a la sa ussuriana.La cual no fue advertido de inmediato, y dio lugar a unaserie de equfvocos. Un equivoco garrafal, par ejernplo, es e1que encontrarnos en las primeras obras d e Derrida. Piensoen e1 fam os is im o D e La grcmmciologie I" d ond e el s ignifi-cante era id entificad o co n 1 0 percept ive y el significado con1 0 conceptual. De este modo, para Derrida e1 problema se-mi6tico era tan sencillo que ya estaba resuel to: el signifi-cante es 1 0 que llega aloido, mientras que el significado esIa articulaci6n producida en el momento de Ia recepci6n.Fuera de esto -segUn Ia imagen derridiana de la sernioti-ca- esta la realidad. El referente es expulsado, evacuado;Ia realidad esta fuera de los signos. Esta 1 0 real, que es co-

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    rno es, articulado, dispucsto, insignificante, como querais,Lleno de ruido y de rabia, como quien dice. Luego estabanlos signos, y los signos se dividian en dos partes: una signi-ficante y la otra significada. La primera afectaba a los sen-tidos yel cuerpo, la segunda a los problemas complejos queestan en 1a mente.Se ve perfectamente que una serniotica pensada as! vuel-ve a introducir distinciones conceptuales muy antiguas, co-mo la distinci6n entre cuerpo y alma, materia y espiritu, y

    . otras par el estilo. Perc sobre todo introduce una idea rnuyextrafia, la de 8~e la serniotica no se ocupa de cosas reales,dado que no es mas que un trabajo sabre los signos. No seocupa de quieti intercambia los signos, sino de la problema-tica de las relaciones entre el signa yla realidad, es decir,del problema de-la verdad en la referencia entre los signos,por un Iado, y el referente, por otro. Quien intercambia sig-nos, quien realiza la operacion de la referencia, es excluidode esta idea de la semi6tica, salvo que se cuele mas adelan-te a traves de la cuesti6n lateral de la pragrnatica. Por de-cirlo con una frase hecha, por un lado estrin las palabras ypor otro las cosas.Esta imagen de 1a semi6tica plantea un p r ob l ema espe-

    cialmente delicado, porque todavfa estamuy vigente. Cuan-do oimos una crftica esencial a la semi6tica, suele ser algoaS1 : Vosotros estudiais los textos pero no os ocupais de Iarealidad; estudiais los textos cientificos pero no Bois capacesde explicar c om o se organiza un laboratorio; porque un la-baratorio consta de palabras -textos, conversaciones, nom-bres ...-, pero tambien de maquinas y sustancias que pas ande un lado a otro,

    Palabras, casas, objetosD e todos modes, tambien cunde la idea de que la semioti-

    ca es una disciplina vagamente idealista -como 5e ha di- '38

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    cho a menudo=- que tiene que ver can algunos funciona-mientos de la representacion conceptual. POI' ejernplo: comonos imaginamos el mundo, como e1 mundo esta de algunamanera recortado para hacerlo inteligible. Perc e1mundo~se afirma~ tiene una independencia radical, exterior] yel gran problema es demostrar como se relacionan entre si elmundo recortado por la lengua y e1que es exterior a ella, ypor 10 tanto a nosotros.Para entender esta vision reductora de Ia semi6tica de-

    bemos tener en cuenta que durante algiin tiempo la propiasemiotica declar6 que no disponia de ninguna estrategia decorrelacion entre los signos y las cosas. En efecto, dentro de sumodele te6rico no tenia previsto ningun sujeto que hicierauna operacion de referencia; no habia nadie que Ie dijera aotro: yo a esto 10 llama asf, Si acaso se planteaban exclu-sivamente cuestiones de este orden: leomo es posible decirque Aquiles es un leon, si Aquiles es Aquiles mientras el1e-o n es esa cosa ahi fuera en e1mundo que tiene esta y aque-lla caracterfstica? Y se daba esta soluci6n: e1problema noes que Aquiles sea identificado tanto con la persona deAquiles como con el leon, en 8 1 sentido de que esa personaes un leon. Si acaso es un problema de significado, un pro-blema que se refiere ala relaei6n entre un significante y unsignificado, entre dos signos que de alguna manera se con-sideran correlacionables.Pero hoy podemos preguntarnos: les real el leon? ~y

    Aquiles como persona? lQue hacemos con los dos? Si parala primer a semi6tica no se planteaba este problema, hoy , encambio, es una cuestion de gran importancia para nosotros.Tratare de explicarme con un ejemplo tornado de dos filo-sofos, Michel Foucault y Gilles Deleuze, quienes desde ha-ce tiempo y con un interes enorme han tratado de resaltarla importancia de las formaciones discursiuas. Para Fou-cault y Deleuze una carcel no es una realidad, sino unaautentica formaci6n discursiva." Se podria objetar que hay ,\que distinguir entre la palabra carcel (es decir, e1 signifi ~cante cdrcel que se relaciona con ciertos tipos de significa-dos variables segiin las epocas) y las distintas carceles rea-

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    les, que no tienen nada que ver con las formaciones discur-sivas. Una formaci6n discursive referente a la carcel s 6 1 0seria e1 modo en que la gente se represents. la carcel real.La respuesta, muy interesante, que da Deleuze e.Q.su librasobre Foucault es muy distinta. Dice: hay que ielacionaruna forma de la expresion, que es la carcel, con una formadel contenido, que es la delincuencia, 1a ilegalidad."En e1 analisis foucau1 tiano de Vigilar y castigar, segun

    Deleuze, la ilegalidad se entiende como una forma del con-tenido, y Ia carcel como una forma de Ia expresi6n. Para en-tender la noci6n variable de ilegalidad, es decir, la imagenque tiene cierta epoca de la delincuencia, hay que ver c6mose construyen en esa epoca las carcelcs reales, y no los dis-cursos externos sabre las carceles cancretas. Entonces se ve-r a que es un w,ontaj e arqui tec t6nico especial, en e1 que lasceldas se organizan de un modo, los espacios de otro modo,etc, Hoy, por ejernplo, la carcel puede ser s 6 1 0 un brazaleteelectr6nico en e1brazo de un hombre, la carcel se convierteen el conjunto de remisiones, de senales de la centralitae1ectr6nica que controla al hombre. As! se reerea cierta for-ma de la expresion y una forma correlativa del contenido.En este sentido, e1 problema fundamental-como repiti6el propio Foucault- es que no hay oposiciones entre las co-sas y las palabras. Despues de escribir Historia de la locuray Las palabras y las casas, Foucault afirrno que se habfaequivocado al pensar que existe una historia del referenteindependiente del discurso. Por ejernplo, no es verdad que lahistoria de la locura sea una historia de discursos y repre-sentaciones conceptuales, mas alla de los cuales habria unahistoria del referente, es decir, de la locura real, esa locuraque sabe 1a verdad sabre nosotros, seres presuntamente ra-zonables. La unica realidad, decia Foucault, no esta en laspalabras ni en las casas, sino en los objetos. Los objetos sone1resultado de ese encuentro entre palabras y casas que ha-ee que la materia del mundo, gracias a la forma organizati-va conceptual en la que es colocada, sea una susiancia quese encuentra can cierta forma." Es decir, la materia vista en1a direcci6n de 1a forma se convierte en 1a sustancia (las sus-40

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    tancias del mundo son tales porque ya estrin de alguna rna-ner a p refo rmad as ), y la fo rm a es una o rganizac lo n d e es tasustancia que mantiene cierto rnimero de relaciones conella, mas 0menos motivadas a inmotivadas.Esta es una hip6tesis esencial: pensar que existen obje-

    tOB, no casas, y que las cosas, en tanto que forrnadas, di-chas, expresadas, puestas en escena, representadas, son ob -jetos, conjuntos organicos de farmas y sustancias. Se tratade una hipotesis fuerte, que nos libera definitivamente de-la idea de que es preciso descomponer los objetos en unida-des minirnas de significados, 0 los sonidos en unidades mi-nimas de la fonacion, para reconstruirlos luego y entendersu estructura interna. Toda nuestra epoca ha estado mar-cada por la idea constructivista, radicalmente utopica, deque esposible trocear la complejidad dellenguaje, la corn-plejidad de las significaciones, la complejidad del mundo enunidades rnmimas (siguiendo en cierto modo el modele ato-mista), y luego, mediante combinaciones progresivas de ele-mentos de significado y de rasgos de significantes, produciro reproducir el sentido. Es una idea que encontramos enCarnap, pero en otro plano tambien la encontramos en elBauhaus, e incluso en la linguistics de la que hablaba an-tes, 1a hjelmsleviana.La idea basica del giro semi6tico es 1 0 contrario: no sepuede, como se creia, descomponer ellenguaje en unidadessemi6ticas minimas para recamponerlas despues y atri-buir su significado al texto del que forman parte. Debernostener claro que a p rio ri nunea lograremos hacer una ope-racion de este tipo. En cambia, podemos crear universes desentido particulares para reconstruir en su interior unasorganizaciones especificas de sentido, de funcionamientosde significado, sin pretender con ello reconstruir, al menosde memento, generalizaciones que sean validas en ultimainstancia. 8610 por este camino se puede estudiar esa cu-riosa realidad que son los objetos, unos objetos que puedenser al mismo tiempo palabras, gestos, movimientos, siste-mas de luz, estados de materia, etc., 0 sea, toda nuestra co-municaci6n.

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    El hojaldre y los dos sesosSi aceptamos una hip6tesis de este tipo podemos descar-tar una idea dellenguaje --que los 16gicos y algunos se-

    miologos siguen defendiendo-. modelada sobrela escritura.A menudo, cuando pensamos en una lengua, imaginamosconsciente 0 inconscientemente una suerte de transposi-cion de un texto escrito. En realidad, ellenguaje -comosolia decir Barthes en la ultima parte de su vida- esta do-tado de entonaciones, se articula con la gestualidad de ma-nera decisiva, y les'ta acompafiado de unos rasgos fision6-micas precisos. Es decir, lejos de ser alga lineal (contra 1 0que tantos se han estrellado, por su supuesta raciona1i-dad), el lenguaje-eiene su espesor, que se eonsidera en e1momenta del analisis.Ellenguaje es una especie de hojaldre muy complejo deelementos, de signos con un valor muy distinto. Lo eual noslleva a eliminar otra de las grandes contraposieiones de 1asemi6tica mas comun: 1a que se hace entre anal6gico y di-gital. Segtin la vulgata semi6tica, 1 0 ana16gico correspondea las casas que se parecen a sus referentes, mientras que 1 0digital tiene que ver con todo 10 que esta caracterizado concierta discontinuidad, que no se veri fica facilmente en elmundo llamado real. La analogia se bas a en 1 0 continuo y ladigitalidad en 1 0 discontinuo; par consiguiente, ellenguajeverbal se situa en ellado de 1 0 dis continuo, mientras que laimagen y la musica estan en e1 analogico. Todo esto basadoen una teoria cientffica que divide e1cerebra en dos y colo-ca a Ia izquierda 1 0 digital, es decir, el lenguaje, y a la dere-eha 1 0 analogico, la imagen y la gestualidad.Mas prudentes, los investigadores actuales del cerebrodicen que este es flexible, que los recorridos en su interiorno se pueden asignar a priori, que en cualquier caso es m uy\~plastico y que todas las localizaciones pueden cambial' Ytransformarse. Pensemos en ellenguaje de los sordomudos=-del que nos ocuparemos en la p r ox ima leccion->, que esun lenguaje muy sintactico, per consiguiente digital, pero al42

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    mismo tiempo completamente visual} y por 1 0 tanto teorica-mente analogico. Cabe preguntarse ante un lenguaje de es-te tipo: i..conque parte del cerebra hablan los sordomudos?Pero piensen 'tambien en que cuando hablamos 1 0 hacemossin duda mediante sistemas discontinues, pero tambien 1 0hacemos con entonaciones, que desde luego no son disconti-nuas (por 1 0 menos en el sentido que le dan a est a palabralos que distinguen entre analdgico y digital). Asi pues, ellenguaje habla simultaneamente con dos sistemas de sig-nos, uno digital y otro ana16gico, que hablan al mismo tiem-po. Ellenguaje es a la vez analogico y digital. Dicho de otraforma: esta distinci6n carece de sentido. Podemos decir quehernos avanzado alga con respecto a los que todavia propo-non utilizar esta clase de categorias.

    Cuadros, atomos, partes del discursoMe gustarfa mantener esta sencilla idea de una dimen-s i o n estratificada dellenguaje, diciendo que en ellenguaje

    existen dos niveles, uno de organizacion expresiva y otro deorganizacion del contenido. Perc no se trata de simplescuestiones de forma sin ninguna relaci6n con los objetos, setrata, si acaso, de niveles que establecemos deniro de losobjetos.Para no estar hablando siernpre y s610 de serniologos,

    aprovechare para citar a otros cientfficos, En su libra sobreLa nueva mente del emperador , Penrose recoge la opinionque Ie expres6 Einstein a1matematico Hadamard en res-puesta a una investigaci6n, opinion que consideramos algaexagerada pero muy interesante, como resultado de una se-rie de estudios sobre el funcionamiento de la mente: Noparece que las palabras 0 ellenguaje, escritos 0 hablados,desemperien ningun papel en e1mecanismo del pensamien-to. Las entidades psfquicas que parecen funcionar como ele-mentos de pensamiento son ciertos signos e imageries mas

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    Q menos claros, que se pueden reproducir y combinar "vo-luntariamente' [...] de tipo visual y en parte muscular."Dejando aparte la cuesti6n -de Ia que ya nos ocupare-mos- de la relacirin fundamental dellenguaje con e1 cuer-po (cuestion que vuelve a ser fundamental en el analisis dellenguaje), si aceptamos esta sugerencia de Penrose cabepensar que hay una organizaci6n del pensamiento al mar-gen de la expresi6n inmediatamente Iingufstica. Dicho deotra forma, existe una organizaci6n de los contenidos lin-gufsticos, si se quiere de los conceptos, al margen del hecho

    de que se interprete a traves de una sustancia de la expre-si6n. Lo eual significa que es posible que unas formas designos distintas dellenguaje verbal sean capaces de organi-zar formas del contenido, 0 significantes, que el lenguajeverbal no es necesariamente capaz de transmitir. Alga quepor otro lade ne es tan nuevo, s 6 10 que no estaba contem-plado en la organizaci6n te6rica de la primera semiologia,1a cual, por definicion, supon ia que s6 10 1 0 que es decible esde alguna manera pensable.Pondre un ejemplo rnuy sencillo. Tomen un cuadro, y tra-ten de decir 1 0 que hay en 81. Cualquiera de ustedes es ca-paz de nombrar todo 1 0 que hay en e1 cuadro. Despues ana-1icen las casas que hay eli e1cuadro. En realidad, 2 , q U 8 cosasestan analizando? Estan analizando las palabras con lasque han descrito los elementos del cuadro. Dicho de otraforma, los elementos que aparecen en el cuadro Sail, sim-plemente, los que sus palabras han logrado describir.Pero Lexis te un significado del cuadro que pueda perci-birse de otro modo? Es decir, z.existe una organizaci6n delsentido del cuadro que recurra a unidades expresivas nocoincidentes con 1 0 que pueden descubrir las palabras en e1cuadro? La respuesta, por definicion, es sf. Tarnbien se pue-de apreciar una organizaci6n analoga en una pelicula, unballet, los gestos de los animales 0 la estructura de un pai-saje. Pero 1 0 primero que hay que hacer -como dice Penro-se- es librarse de una semi6tica convencida de que tododepende de las palabras, de significados que de alguna ma-nera pueden decirse y describirse lingii.isticamente:44

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    Es as! como acaban una serie de ilusiones de la primorasemi6tica. Por ejemplo, una de ellas era que se pod tan tra-tar com o s igno s tanto algunas unid ad es mas pequef iascuanto las unidad)~ m as grandes forrnadas por las prime-ras. Por ejemplo, si como decia Agustin hay siete signos pa-ra formar una frase, entonces la frase puede descomponer-se en siete signos. Pero la frase tambien es un signo, sindud a. D e ah f Ia cuesti6n: lcuaI es el tamafio de los signos?La unica respuesta posible es ratificar que no hay ninguntamafio de los signos decidido a priori: los signos, si acaso,se deciden en funci6n del tipo de segmentaci6n que haec-mos en el texto.Si tenemos un conjunto de significados, como sucede en-tre nosotros en este momento, un discurrir de sonidos 0 designos escritos, de percepciones y reacciones conceptualesrecfprocas, podremos hacer descomposiciones progresivasen niveles m u y co rnp lic ad o s, segun 1 0 que no s proponga-mos. Por ejemplo, si queremos hilar rnuy fino, llegar a lasparticulas de mi voz, podemos hacerlo. No hay ningunaunidad u ltim a d el sentido preestablecida, dependera delplano de pertinencia de analisis en el que decidimos mover-nos, es decir, de 1 0 que de uno U otro modo andamos bus-cando. E l p ro b lem a de Ia unidad ul t ima no puede plantear-se construyendo abstractamente unas tipologias de seriesde signos, se reconstruyen en cada ocasion.Naturalmente, no se puede impedir la idea de que exis-

    ten alguno s signo s que para c ierto s fines se consideran 1 .11 -timos. Pero ella no signifiea que siempre existan signos ulti-mos, como laspalabras, euya combinaci6n produce frases 0textos. Si acaso podemos afirrnar 1 0 contrario: s610 exis tentextos, texto s d e objetos, no textos de palabras 0 de referen-c ias , textos de objetos comple jos , pedazos de palabras, degesto s , d e im agenes , d e sonidos, de ritrnos, etc., es decir,conjuntos que se pueden segm ental' segu n la necesidad 0 laurgencia.Algo parecido ocurre en las ciencias. Recordemos e1gran

    debate que se entablo a comienzos de siglo entre Millikan yEhrenhaft sabre el problema del electron: GPuede descom-

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    ponerse el electron? Ehrenhaft sostenia que el electron po-dia descom ponerse, mientras que Millikan dacia que no,que el electron es la unidad minima de la materia. El deba-te se acab6 cerrando con la conclusion de que e1 electron,efectivarnente, era la unidad indivisible, pero hoy seguimoshaciendonos preguntas: lpor que no se puede dividir, y has-ta que punta se puede dividir todavia?"Como vemos, esa es exactamente nuestra cuesti6n. Alaque la semiotica responde diciendo que hay que tra nsf er-mar el sentido e n 'significaci6n, algo que puede parecer unatautologia perc no 1 0 es. En efecto, la idea consiste en que el

    significado que fluye entre nosotros, si 1 0 pens amos un po-co, se divide en-tipos de categorias, y estos tipos de catego-rias S8 definen entre sf. Dicho de otra forma, no hay catego-rfas y partes de significado antes de Ia cornunicacion que secombinan de distinta forma despues, en el memento de lacomunicacion. Lo que hay son subdistinciones del flujo delsentido que se hacen en e1preciso memento en que se veri-fica el proceso comunicativo: la comunicaci6n es un retazoformal de la materia (de la expresi6n y e1 contenido) que,como decia Hjelmslev, produce una sustancia (de la expre-sian y el contenido),Pondre otro ejemplo muy sencillo, el de las partes de la

    oracion, Todos sabemos que en Occidente, desde hace por 1 0menos dos mil afios, las partes de la oraci6n se dividen ennombres, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones y de-Intis. Pero, como sin duda sabran, se requirio un gran es-fuerzo te6rico para producir estas categorias que hoy nos pa-recen naturales, y el resuItado ni siquiera es definitivo. Porejemplo, para los aristotelicos e1 adjetivo no iba con el nom-bre sino con el predicado, por la sencilla raz6n de que un ad-jetivo caracteriza a un sujeto, en e1sentido de que 10 predi-ca, le da calificaciones. Hombre es un sujeto, corre es unpredicado, pero alto tambien es un predicado que calificaal sujeto hombre: por 1 0 tanto.el verba y e1 adjetivo estanen e1 mismo lado, calificando al sujeto. Hoy, en cambia, nocolocamos e1 adjetivo en ellado del verbo, sino que tendemosa ponerlo con e1 nombre. Lo hacemos asf porque hemos46

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    adoptado otro criteria de pertinencia: hemos decidido que yaque el nombre y el adjetivo concuerdan en e1plural y el sin-gular, as! corno en el masculino y e1 femenino, se trata dedos partes de 1a oraci6n con cierta afinidad. Para los aristo-telicos e1 criteria dependia de una cuesti6n semantica, paranosotros de una cuesti6n gramatical. Es evidente que nin-guno de los dos criterios es mas exacto que el otro, puesdepende de 1 0 que se considere pertinente en el momento delanalisis, La cuestion; ante ciertos significados, es: leomazanjamos esto, como interdefinimos estas nociones?En realidad no hay adjetivos, ni nornbres, ni verbos: to-

    dos los que han estudiado un poco de linguistica saben desobra que todas estas categorias cambian constantemente.Hay categorias, gradualmente interdefinidas, gradualmen-te concordadas, que S8 usan para segmentar provisional-mente algunos fen6menos de sentido, y gracias a su inter-definicion podemos ponerlas juntas con cierta eficaciainterpretativa. La semiotica se propane, precisamente, tra-bajar con las interdefiniciones, reconstruir los criterios depertinencia para formar en cada ocasi6n el significado de lostextos.

    Acc i on y pasionEn el capitulo siguiente volvere a ocuparme de algunos

    puntas te6ricos que, en la investigacion actual, a partir de1 0 que hemos dicho hoy, modifican radicalmente 1a imagenque tenemos de la semiotica, y ante todo la idea de que lossignos son representaciones. Quedara claro, por ejemplo,que los objetos-textos de los que he hablado --como conjun-tos significantes y no simples cosas opuestas a las pala-bras)}- no son en absoluto representaciones conceptuales amentales, como hoy se tiende a pensar.Para separar la noci6n de signa de la de representaci6rihay que hacer una serie de operaciones.

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    La primera es recurrir a la narratividad. La idea de quela narratividad es un modo de poner en movimiento la sig-nificacion combinando especificamente no s610 palabras,frases 0 proposiciones, sino tambien agentes especialessintactico-semanticos a los que unas veces llamamos acto-res, otras personajes y asi sucesivamente. La narratividadtiene una funci6n configurante, con respecto a un determi-nado relate, remitiendo de inmediato a cierto significado."El conjunto de la Odisea, por ejemplo, remite a un sentidoglobal que se da a su articulaci6n narrativa. Es decir, e1sentido de este poema no depende del conjunto de las pala-bras 0 frases que 1 0 componen, sino de una articulaci6n se-mantica global que es de tipo narrative y configura un uni-verso de significados de un modo totalmente aut6nomo. Enotras palabras, e1problema de la Odisea no es tanto remitira un significado (cultural, psicol6gico 0 de otro tipo) exterioral poema cuafito, si acaso, la articulaci6n configurativa deacciones que existe dentro del poema y produce una articu-laci6n significativa particular, que es a1mismo tiempo cul-tural, psico16gica, etc.La noci6n de narratividad convierte la semi6tica, ante to-do, en una teorfa de 1a accion, que en e1fondo, en la medidaen que modifiea radicalmente el paradigma semi6tico deBarthes de Eco, vue1ve a 1a vieja idea de la historia de lalinguistica, que se remonta a Humboldt, par ejernplo." Se-gun esta idea ellenguaje no sirve para representar estadosdel mundo sino, en todo caso, para transformar dichos es-tados, modificando al mismo tiempo a quien 1 0 produce y 1 0comprende. Una hip6tesis tan fundamental que, si no la te-nemos en cuenta, podemos seguir pensando csterilmenteen ellenguaje como un problema de reenvios y juegos es-peculares.El segundo movimiento teorico fundamental es afiadir a

    la noci6n de narratividad como logica de las acciones un es-tudio de las pasiones, tambien presentes con fuerza e insis-tencia en la actividad configuradora del relata. Examinar laaccion y 1a pasion juntas puede damos algunas indicacio-nes para librarnos de falsas oposiciones idealistas, como la48

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    gran oposici6n entre pasion y razon, que_a menudo se cuelaen las investigaciones semi6ticas (leoma evitar las inter-pretaciones alocadas, dslirantes, paranoicas, etc?).La relacion narrativa entre acci6n y pasion puede q G ! l " v i r -nos, de alguna manera, para introducir la dimension de laafectividad, ausente par completo en el analisis semi6tico an-terior. Uno de los dramas del ultimo Barthes era que se pre-guntaba c6mo podia introducir en e1modelo semi6tico de cu-fio linguistico, 0 translingufstico, casas como los afectos: e1miedo, la desesperacion, la nostalgia, etc. Hoy 1a entrada per-tinente de la dimensi6n pasiona1 en el analisis semi6tico al te-ra raclicalmente toda la teoria de la significacion." En efecto,por limitarnos al nivel linguistico, podemos comprobar que ladimension pasional requiere pertinencias gramaticales pro-fundas y desconocidas: se puede decir rnontar en colera pe-ro no, por ejemplo, montar en avaricia, Perlinencias grama-ticales a las que cabe afiadir matices de lexico, entonaci6n 0interjeccion rnuy importantes y profundos, basta e1punto deque 1a propia imagen dellenguaje cambia par completo. Lallegada de la afectividad altera el viejo modelo semi6tico,construido sabre cimientos cognitivos y referenciales.Ahora bien, si los signos no son representacion, se plan-tea otro problema fundamental del que me ocupare mas

    ---adelante: el de los tipos de signos no lingiiisticcs. Pense-mas, por ejemplo, en e1gesto, y sabre todo en la problema-tica dellenguaje de los sordomudos, que me parece un testfundamental a la hora de replantearse la r elacion con lagestualidacl ysu integraci6n en la problernatica sintactica.Hay otra cuesti6n que surge inevitablemente poreste ca-mino: la confirmaci6n del papel fundamental del cuerpo. Es

    una cuesti6n que debemos plantearnos radicalrnente. Lasinvestigaciones sobre la naturaleza de 1a mente, que habianpartido de un analisis totalmente construido y abstracto,estan volviendo a descubrir el papel esencial de la corporei-dad. La cuesti6n del cuerpo presagia toda esta serie de con-secuencias que nos introducen en una problernatica de tipofenomenologico, reflejada -en una direccion que postula, sinembargo, un tipo diferente de filosofla."

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    Niveles scmioticos y eslabones que faltanAntes de tenninar este capitulo tengo que explicar su ti-tulo. l .Que es la caja de los eslabones qu e faltan? ,Hay do s tipos d e tftu lo s . E l p rim ero es el, d igam o s , meto-nimico, que a menudo tiene poco que ver con los contenidosdel texto que titula. Podemos recordar, al respecto, la famo-sa anecdota de George Bernard Shaw. Un amigo le pidi6consejo para poner1e titulo a su Iibro, y Bernard Shaw le hi-zo u nas preguntas ..1(i,Hay pifanos? No , contest6 e1 ot ro .lI-Iay tambores? No, de nuevo. Entonces llamalo: Ni pi-

    [anos, ni tam bores, concluy6 Shaw. No es una mala mane-ra de poner un titulo.Otra rnanera, effcambio, es de tipo metasememic, cuan-do e1titulo resume una serie de cuestiones que se planteanen su texto de referencia. Pensemos en Orgullo y prejuicio:es un titulo que nos dice que en la novela se hablara de Of-gullo, se hablara de prej uicio, perc se hablara sabre todo dela y)~ es decir, un modo especial de relacionar el orgullocon el prejuicio. De este segundo tipo es mi titulo, La cajade los eslabones que faltan.Si la semiotica tiene una vocacion cientifica -como espe-ro aclarar en el proximo capitulo-, 1 0 que tiene ante todo esuna uocacion . empir ica . Lo eual n18 parece absolutamentefundamental. Pero tambien tiene el deber de ponerse encontacto no con las grandes teorias filos6ficas sobre el signa,sino sobre todo con todas las practicas complejas de signifi-cacion de las que pueden desimplicarse funcionamientosde sentido. La cuestion, pues, no es tanto ir en busca de to-das las ideas sobre el signo que se han formulado en la his-toria de la filosofia, 0 saber 1 0 que pensaba del signa, parejemplo, Spinoza. No cabe duda de que son averiguacionesimportantes, pero 1a vocacion empiric a de la semi6tica noslleva tambien, y sobre todo, a inquirir si en la pintura, parejemplo, de la epoca de Spinoza, no habria par casualidaduna idea implicita del signo, que can los instrumentos ac-tuales podamos desimplicar- de los cuadros que produjo50

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    esa pintura. 0 bien, del mismo modo, debemos preguntar-nos si este tipo de practica-teoria de 1a pintura del siglo XVIIde Amsterdam se puede comparar con la idea de signa que,tarnbien en este caso de forma implicita, podia tener 1a cien-cia de la epcca. As! par ejemplo Boyle, por citar un caso co-nocido, es el cientifico que mas 0menos en ese periodo vuel-ve a inventar la nocion de vacio; can 1 0 que enfurecio a unfilosofo como Hobbes. Si quitamos todo el aire de una esferade vidrio =-simplifico horriblemente-, todo 1 0 que quedaahi dentro, dice Boyle, es el vacio. Lo importante para noso-tros es que, para formular esta idea, Boyle necesita modifi-car la nocion de referencia de un modo, repito, implicito. SiHobbes Be enfurece tanto por el vacio de Boyle es porque es-te indica el vacio, se refiere a alga que desde los tiempos deTales, al no existir, no podia incluirse en una operaci6n sfg-nica de reenvio. Boyle, 1 0 misrno que Spinoza y los pintoresde la epoca, tenia una idea del signa que la vocaci6n empfri-ca de la semi6tica, trabajando con sus textos, puede ayudar aentender. Si la serniotica es una disciplina eminentemente fi-losofica no es porque estudie los signos filoscficamente, niporque indague sabre 1 0 que dicen los filosofos de los signos.E s filos6fica porque traL..:;a can las inuigenes del pensamien-to subyacentes a los textos que sabe y qui ere analizar. Unostextos que, obviamente, tarnbien pueden ser filos6ficos.Asi, si el empfrico es e 1 primer nivel de la semiotica, hay

    que relacionarlo con el segundo nivel, el metodol6gico. Paradescribir los funcionamientos de sentido necesitamos mete-dos. Par metodos entiendo una serie de conceptos formadose interdefinidos, pero sabre todo responsables de su propiainterdefinici6n. 8i alguien habla de sujeto y predicado,al mismo tiempo debe ser capaz de explicar la re1aci6n en-tre ambos. Igualmente, si se habla de sujeto y objetohay que explicar su relacion, Y si se habla de intersubjeti-vidad quiero saber que significa este terrnino, pero tam-bien quiero saber que significa su posible correlate, la in-terobjetividad (un termino menos extrafio de 1 0 que pareceen una epoca como la nuestra, en que los objetos conversanentre sf y a menudo hablan de nosotros).

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    Este nivel metodo16gico, que es e1 segundo nive1 de la se~miotica, esta conectado con otro nivel, el teorico. Se trata deun nivel necesario, porque en 81debemos ser capaces de de-finir y justificar las categorias que se usan en el momentoempfrico y el metcdologico. Si se habla de intersubjetividad(0 interobjetividad), sera necesario que alguien explique 1 0que se entiende par sujeto, cual es la relaci6n entre unsuieto y, digamos, un actor. La semi6tica debe dotarsede un lenguaje te6rico que sea responsab1e en relaci6n conlos metcdos que usa.Cuarto y ultimo nivel: e1 epistemol6gico. Todas las buenasteorfas, para ser responsables, deben explicitar su posic ionfilosofica. De modo que si