ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN …

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Facultad de Ciencias Veterinarias -UNCPBA- ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN CANINO CON CARDIOMIOPATIA DILATADA Thieck Hornig, Jacqueline Estefanía; Giangreco, Sergio; Carrica Illia, Mariano; Ghezzi, Marcelo Daniel Marzo 2018 Tandil

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Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y

ECOCARDIOGRAFICO EN CANINO

CON CARDIOMIOPATIA DILATADA

Thieck Hornig, Jacqueline Estefanía; Giangreco, Sergio; Carrica Illia,

Mariano; Ghezzi, Marcelo Daniel

Marzo 2018

Tandil

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II

Estudio electrocardiográfico y ecocardiográfico en canino con

cardiomiopatía dilatada.

Tesina de la Orientación en Sanidad de Pequeños Animales, presentada

como parte de los requisitos para optar al grado de Veterinario de la estudiante

Thieck Hornig, Jacqueline Estefanía.

Tutor: Vet. Giangreco, Sergio

Director: Dr. Ghezzi, Marcelo Daniel

Co Director: Vet. Carrica Illia, Mariano

Evaluador: Dr. Castro, Eduardo

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III

RESUMEN

La cardiomiopatía dilatada (CMD), generalmente idiopática, es una

enfermedad que afecta al músculo cardíaco. Se caracteriza por el deterioro de

la función de contracción miocárdica, dilatación compensatoria de ambos

ventrículos, atrios y adelgazamiento de las paredes cardiacas, es decir hay una

falla sistólica (aunque luego la falla puede progresar a diastólica). La CMD es la

cardiopatía adquirida más frecuente que afecta especialmente a perros de

razas de gran tamaño. Tiene mayor prevalencia en machos y adultos jóvenes.

Comúnmente los pacientes son remitidos a la consulta en las etapas clínicas

de la enfermedad cuando la patología se encuentra avanzada y el pronóstico

en general es reservado a malo. En consecuencia, es importante y beneficiosa

para nuestros pacientes la adecuada adopción de medidas preventivas,

evaluando a todos ellos, desde una edad temprana. El objetivo de esta tesina

es estudiar el papel que juegan la electrocardiografía y la ecocardiografía en el

diagnóstico de CMD cuando hay sospecha de enfermedad cardíaca y la

importancia de hacer controles cardíacos anuales a caninos adultos y

predispuestos genéticamente. Se describe el caso de un canino macho

Labrador Retriever de 10 años de edad con cardiomiopatía dilatada y los

métodos complementarios utilizados para arribar al diagnóstico. Se destaca la

importancia de la realización de los mencionados estudios complementarios

para arribar a un diagnóstico temprano de la enfermedad, que servirá para

implementar un tratamiento el cual será beneficioso para mejorar la calidad de

vida de nuestros pacientes cardiópatas.

Palabras claves: Labrador Retriever, cardiomiopatía dilatada canina,

insuficiencia cardiaca congestiva.

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IV

INDICE

Página

Resumen III

Índice IV

Introducción 1

Anatomía y fisiología del corazón en caninos 2

Etiología 9

Fisiopatología 10

Manifestaciones clínicas 13

Diagnóstico 14

Tratamiento 28

Pronóstico 31

Exposición del caso clínico 31

Datos demográficos 31

Reseña 31

Anamnesis 31

Examen clínico 32

Métodos complementarios 33

Objetivo terapéutico 37

Plan de tratamiento 37

Pronóstico 37

Evolución 37

Discusión 37

Conclusión 39

Bibliografía 40

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1

INTRODUCCION

La cardiomiopatía dilatada (CMD) se define como el desorden

miocárdico primario caracterizado por una reducción de la contractibilidad y

dilatación de las cavidades cardíacas o cardiectasia, sin una causa primaria

subyacente. Por lo pronto, esta enfermedad es de etiología desconocida. Se

denomina idiopática cuando se han descartado las posibles causas

secundarias (O`Grady y O`Sullivan, 2004).

En cambio, las cardiomiopatías secundarias tienen como etiología la

inflamación (miocarditis), que puede ser infecciosa, nutricional (por déficit de

taurina o carnitina); también endócrina (por hipotiroidismo), o infiltrativa, o

isquémica, entre otras (Peddle y Sleeper, 2009; Kittleson y Kienle, 2000). Suele

diagnosticarse en animales de edad adulta (entre los 3 a los 7 años) (Kittleson

y Kienle, 2000), aunque una nueva forma de cardiomiopatía ha sido descrita

afectando a perros jóvenes de entre 2 a 32 semanas de edad, en la raza

portugués de agua (Alroy y col. 2000). Tiene una clara predisposición racial y

afecta principalmente a perros de raza grande o gigante, como las razas Pastor

Alemán, Bobtail o antiguo Pastor Ingles, Cocker Spaniel, Dálmata, Deerhound,

Doberman, Dogo Alemán, Golden Retriever, Lebrel Irlandés, Labrador

Retriever, Rottweiler, San Bernardo y Terranova (Recopilado de Buchanan,

1992; Kittleson y Kienle, 1998; Sisson, 2000b). La presentación clínica suele

ser debida a la descompensación cardiaca congestiva. La CMD constituye el

síndrome caracterizado por deterioro de la función miocárdica (sistólica +/-

diastólica), dilatación ventricular y frecuentemente taquiarritmias (Meurs, K. M.,

2005). La progresión clínica de CMD es descripta en dos fases diferentes. La

fase oculta o asintomática en la cual no hay signos clínicos evidentes; sin

embargo, se presentan anormalidades miocárdicas o eléctricas, estas incluyen,

aumento ventricular y auricular izquierdo, disminución de la contractibilidad

miocárdica y latidos ventriculares prematuros. La duración de la fase

asintomática es altamente variable y puede durar de meses hasta años.

Durante esta fase, el corazón progresivamente aumenta de tamaño y las

arritmias aparecen. Esta fase termina con la aparición de los signos clínicos de

la enfermedad. Aproximadamente el 40% de los Doberman experimentan

muerte cardiaca repentina como el primer signo clínico. Los signos clínicos

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consisten en falla cardíaca congestiva, síncope, intolerancia al ejercicio. Las

arritmias en forma de latidos ventriculares prematuros, taquicardia ventricular, y

fibrilación atrial son comunes. La muerte se debe a la avanzada falla cardiaca

congestiva que es refractaria a la terapia médica o a muerte repentina (Oyama

M. A., 2008).

El objetivo de esta tesina es describir las manifestaciones clínicas de la

CMD halladas en un canino macho Labrador Retriever de 10 años de edad y a

su vez, destacar la importancia del diagnóstico precoz a través de la

implementación de la electrocardiografía (ECG) y ecocardiografía, y así

implementar un tratamiento para mejorar la calidad de vida del paciente.

Anatomía del corazón en caninos

El corazón se encuentra ubicado en el centro de la cavidad torácica, en

el espacio mediastínico medio, cubierto por los pulmones y sostenido por los

grandes vasos (Desmarás y Mucha, 2001).

Imagen 1: Representación esquemática torácica lateral izquierda de las arterias

en la base del corazón y en el mediastino craneal del perro (Done y col., 2010).

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El corazón está rodeado por un saco, el pericardio, formado por dos

capas – la parietal y la visceral- entre las cuales existe el líquido pericárdico, el

cual disminuye el roce entre ambas hojas en los movimientos contráctiles del

corazón, y permite el movimiento del corazón durante sus fases de relajación y

contracción (Desmarás y Mucha, 2001).

Anatomía externa:

Imagen 2: Corazón canino. Vista lateral derecha. Se ha separado el pericardio

de la superficie auricular del corazón seccionando su inserción alrededor de la

base del órgano (Done y col., 2010).

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Imagen 3: Corazón canino. Vista lateral izquierda. Se ha retirado el pericardio

del lado izquierdo del corazón después de cortar su inserción en la base del

corazón (Done y col., 2010).

Anatomía interna:

El corazón es una bomba muscular hueca, que se halla dividida en

cuatro cavidades por medio de válvulas y tabiques. Estas cavidades son la

aurícula izquierda (AI), ventrículo izquierdo (VI), aurícula derecha (AD) y

ventrículo derecho (VD). La AI es la cavidad que recibe la sangre de las venas

pulmonares y se encuentra separada del VI por medio de la válvula bicúspide,

llamada válvula mitral, la cual permite el pasaje de sangre hacia el ventrículo y

éste expulsa la sangre hacia la arteria aorta, a través de la válvula aortica,

ubicada dentro de esta arteria antes del origen de la arteria coronaria

(Desmarás y Mucha, 2001).

La aurícula derecha recibe la sangre de las venas cavas craneal y

caudal, pasa al VD por la válvula tricúspide (que en el perro es bicúspide) y del

ventrículo hacia la arteria pulmonar, a través de la válvula pulmonar. La

separación entre las aurículas y los ventrículos está dada por los tabiques

interauricular e interventricular, respectivamente (Desmarás y Mucha, 2001).

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Imagen 4: Representación esquemática del corazón canino, vista lateral

izquierda. Se han abierto ambos ventrículos. En el derecho, puede verse los

orificios auriculoventriculares y pulmonar con sus correspondientes válvulas. En

el izquierdo, puede verse la válvula auriculoventricular, pero el orificio aórtico y

la válvula se hallan ocultos por el tabique interventricular (Done y col., 2010).

Imagen 5: Corte longitudinal del corazón del perro (preparación plastinada). Se

aprecia la AD, VD, VI, septo interventricular, la aorta y válvula aortica (König y

col., 2008).

Fisiología del corazón en caninos

El ciclo cardiaco se divide en diástole ventricular (cuando las válvulas

auriculoventriculares (AV) abiertas permiten el llenado ventricular) y sístole

ventricular (cuando la contracción de los ventrículos izquierdo (VI) y derecho

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(VD) induce la eyección de sangre a través de las válvulas aortica y pulmonar,

hacia la circulación sistémica y pulmonar). La sístole del perro dura entre 0,15 y

0,28 segundos (seg). La relación de los ruidos cardiacos y el ciclo cardiaco se

basa en que se escucha dos ruidos cardiacos principales, el primer ruido (S1) y

el segundo ruido (S2) (Desmarás y Mucha, 2001). El S1 se asocia con el cierre

de las válvulas AV. Lo que produce el ruido es el reflujo retrógrado

momentáneo de sangre desde los ventrículos a las aurículas al comienzo de la

sístole ventricular que, cuando se detiene de repente contra las válvulas

cerradas, crea una breve vibración en la sangre y las paredes cardiacas que

son las responsables del ruido. El S2 se asocia con el cierre de la válvula

aortica en el lado izquierdo del corazón y de la válvula pulmonar en el lado

derecho. Es más breve, agudo y más intenso que el primero. El torrente de la

sangre dentro de los ventrículos durante la fase de llenado rápido al principio

de la diástole puede crear la turbulencia y la vibración suficientes de las

paredes ventriculares como para que se oiga como un tercer ruido cardíaco

(S3). Un cuarto ruido cardíaco (S4), si es audible, se produce exactamente al

final de la diástole durante la sístole auricular (Stephenson, 2014).

Desde un punto de vista práctico la circulación se puede dividir en

pulmonar y sistémica. Esta última lleva sangre oxigenada de las venas

pulmonares a la AI, de aquí al VI, y por el bombeo a los órganos sistémicos. La

circulación pulmonar tiene como función básica llevar la sangre carboxigenada

proveniente de las venas cavas hacia la aurícula derecha (AD), luego al VD y a

través de la arteria pulmonar, a los pulmones donde se produce el intercambio

gaseoso, y luego por medio de las venas pulmonares lleva la sangre oxigenada

a la aurícula izquierda (AI), donde comienza nuevamente el ciclo. La circulación

pulmonar y la sistémica se encuentran dispuestas en serie, y en consecuencia

el corazón izquierdo y el derecho bombean una idéntica cantidad de sangre por

minuto (Desmarás y Mucha, 2001).

Con respecto a la actividad eléctrica del corazón, las células del músculo

cardíaco en comparación con las del músculo esquelético, tienen conexiones

eléctricas entre sí, de tal manera que cuando en una de ellas se genera un

potencial de acción, éste se propaga por toda la célula, y en los puntos de

contacto especializados entre células contiguas las corrientes iónicas creadas

por el potencial de acción fluyen dentro de la célula vecina e inician potenciales

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de acción también en ella. Puesto que los potenciales de acción cardíacos se

propagan de célula a célula por todo el tejido cardíaco, las células musculares

contiguas se contraen de manera sincronizada, como si se tratase de una

unidad, y a continuación se relajan. Dado que el tejido miocárdico forma un

sincitio funcional y puesto que el potencial de acción provoca una contracción,

cualquier célula muscular cardíaca puede iniciar un latido. La mayoría de las

células musculares cardíacas tienen la propiedad de permanecer estables

cuando el potencial de membrana está en reposo, y no forman uno por sí

mismas. Sin embargo, existen algunas células cardiacas especializadas que

pueden despolarizarse de manera espontánea hasta alcanzar el umbral

necesario para iniciar un potencial de acción. Cuando esto ocurre, se produce

un latido cardíaco. Estas células cardíacas que se despolarizan

espontáneamente se denominan células marcapasos, ya que producen latidos

y determinan la frecuencia o el ritmo cardíaco. Solo una célula marcapasos, la

primera en alcanzar el umbral, genera un latido concreto. En un corazón sano,

las células marcapasos que con mayor rapidez se despolarizan se encuentran

en el nódulo sinoauricular (SA), localizado en la pared auricular derecha, en el

punto donde la vena cava entra en dicha aurícula (Stephenson, 2014).

Cada latido normal se inicia por un potencial de acción generado de

forma espontánea en el nódulo SA. Cuando se ha formado, se propaga con

rapidez de una célula a otra a través de la aurícula derecha e izquierda,

provocando la contracción de ambas. A continuación, el potencial de acción se

propaga lentamente, a lo largo de una ruta especial de células musculares

cardíacas situadas entre las aurículas y los ventrículos, formada por el nódulo

auriculoventricular (AV) y la primera porción del haz AV, (haz de His). Tanto el

nódulo como el haz, proporcionan la única ruta para la propagación de los

potenciales de acción desde las aurículas a los ventrículos. En cualquier otro

lugar, las aurículas y los ventrículos se encuentran separados por una capa de

tejido conjuntivo, la cual no puede ni iniciar ni propagar potenciales de acción.

El nódulo AV y la primera porción del haz AV tienen la propiedad de ralentizar

la velocidad de propagación del potencial, que tarda de 50 a 150 milisegundos

en atravesar esta zona, y alcanzar los ventrículos. Esta conducción lenta a

través de la unión AV es la responsable del retraso entre las contracciones

auriculares y las ventriculares. La zona de transición de las células de

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conducción lenta a las de conducción rápida está situada dentro del haz AV,

compuesto en una primera porción por las células de conducción lenta

(conectadas con el nódulo AV) y en una porción posterior por las de

conducción rápida. La parte de conducción rápida del haz AV se abre en dos

para formar las ramas derecha e izquierda del haz. En el ápice ventricular,

ambas ramas se abren en una red dispersa de células o fibras de conducción

especializada (fibras de Purkinje), que transportan el potencial de acción

rápidamente hacia las paredes internas de ambos ventrículos, a las células

musculares cardiacas situadas en dichas paredes (capas subendocárdicas). De

ahí, se propaga rápidamente de célula a célula y hacia el exterior por las

paredes ventriculares, y a medida que llega a cada fibra muscular ventricular,

esta se contrae. Debido a la conducción extremadamente rápida del potencial

de acción cardíaco a través de la porción final del haz AV, las ramas del haz y

del sistema de conducción especializada (sistema de Purkinje), todas las fibras

ventriculares se contraen de forma más o menos sincronizada (Stephenson,

2014).

Imagen 6: Se observa el sistema de conducción especializado del corazón, el

cual es el responsable de la iniciación y la organización de las contracciones

cardiacas. El sistema está formado por fibras musculares cardiacas

especializadas y no por nervios. Se aprecia el nódulo SA y AV, el haz

aurículoventricular (AV), fibras de conducción especializada (Purkinje) y ramas

izquierda/derecha del haz aurículoventricular (Stephenson, 2014).

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ETIOLOGIA

La cardiomiopatía dilatada (CMD) se caracteriza por una deteriorada

contractibilidad miocárdica con dilatación del ventrículo izquierdo o ambos

ventrículos (Ware, 2007). La cardiomiopatía es definida como una enfermedad

primaria del músculo cardíaco de etiología desconocida. La cardiomiopatía

secundaria puede deberse a toxinas, deficiencias nutricionales,

endocrinopatías y agentes infecciosos (Oyama, 2008). La cardiomiopatía

secundaria es aquella que se debe a una causa identificable. Entre ellas, se

describen causas infecciosas, inflamatorias, traumatismos, isquemia,

infiltraciones neoplásicas, anormalidades metabólicas del miocardio, droga

antineoplásica (doxorrubicina), hipertermia, irradiación, y choque eléctrico.

Entre las causas de cardiomiopatía secundaria se describe en algunos perros,

defectos en el metabolismo miocárdico de la L-carnitina. Sin embargo, se

sospecha de uno o más defectos metabólicos genéticos o adquiridos. La L-

carnitina es un componente esencial del sistema de transporte de la membrana

mitocondrial para los ácidos grasos, los cuales son la fuente energética más

importante para el corazón. También transporta metabolitos potencialmente

tóxicos fuera de la mitocondria en la forma de esteres de carnitina. La L-

carnitina se presenta sobre todo en los alimentos de origen animal y la CMD se

ha presentado en algunos perros alimentados con dietas vegetarianas

estrictas. El hipotiroidismo pronunciado puede ocasionar aterosclerosis de los

vasos coronarios y otros lechos. La enfermedad valvular AV degenerativa

crónica se ha relacionado con la hialinización de los vasos coronarios

pequeños e infartaciones miocárdicas intramurales que en forma progresiva

pueden reducir el funcionamiento ventricular. La reducción del funcionamiento

miocárdico fue asociada con enfermedades como el hipotiroidismo,

feocromocitoma y diabetes mellitus (Nelson y col., 2000).

Participan factores genéticos, especialmente en las razas con elevada

predisposición racial, como el Pastor Alemán, Bobtail o antiguo Pastor Ingles,

Cocker Spaniel, Dálmata, Deerhound, Doberman, Dogo Alemán, Golden

Retriever, Lebrel Irlandés, Labrador Retriever, Rottweiler, San Bernardo y

Terranova (Buchanan, 1992; Kittleson y Kienle, 1998; Sisson, 2000b).

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FISIOPATOLOGIA

El mecanismo desencadenante de la CMD es la deficiencia en la

contractibilidad del miocardio, halladas en todas las observaciones clínicas

(Camacho, 2001). Esta disminución es leve al principio y puede progresar

durante años hasta llegar a ser grave. El corazón compensa esta disminución

de forma crónica haciendo que aumente el tamaño de los compartimientos

ventriculares, es decir, mediante hipertrofia excéntrica (por sobrecarga de

volumen) (Kittleson y Kienle, 2000). En el transcurso del proceso, muchos

miocitos desarrollan una degeneración miofibrilar que resulta en la infiltración

fibrosa y consecuente dilatación ventricular. Esta última, a su vez, irá

promoviendo una alteración en la geometría ventricular, provocando una

distorsión del aparato valvular atrioventricular y produciendo así el reflujo

sanguíneo atrial. Todo este mecanismo tendrá como consecuencia final las

reducciones del gasto cardíaco (cantidad de sangre expulsada por los

ventrículos cada minuto), y de la presión arterial, lo que activará los sistemas

nervioso simpático y renina-angiotensina aldosterona (SRAA) (Camacho,

2001).

El aumento de tamaño de las cavidades ventriculares permite recuperar

el volumen latido normal cuando la enfermedad es leve o moderada. No

obstante, en un momento dado, la insuficiencia miocárdica llega a ser tan grave

que supera la capacidad compensatoria del sistema cardiovascular y los

compartimientos ventriculares no pueden crecer más. En esta fase aumenta la

presión en el VI al final de la diástole y aparece edema pulmonar. Si el corazón

derecho también está muy afectado, aumenta también la presión al final de la

diástole en el VD, lo que produce ascitis en los perros. En esta fase se reduce

también el volumen latido, pero el aumento del tono simpático hace aumentar

la frecuencia cardíaca y ayuda a compensar esa reducción. No obstante, el

gasto cardiaco también acaba por disminuir. En las fases terminales de la

enfermedad la reducción del gasto cardiaco puede llegar a ser tal que, incluso

con un marcado aumento de la resistencia vascular periférica, la presión

arterial sistémica disminuye hasta producir síntomas clínicos (Kittleson y Kienle,

2000). Frente al gasto cardíaco reducido sostenido en el tiempo, se activan una

serie de mecanismos compensatorios; dentro de los cuales se pueden

mencionar: la actividad compensatoria simpática (aumento de la frecuencia

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cardíaca y vasoconstricción periférica), hormonal y renal (epinefrina –

norepinefrina, endotelinas y SRAA; que actuarán provocando vasoconstricción

y retención de sodio y agua a través de la acción de la hormona antidiurética).

Dichos mecanismos estabilizan el gasto cardíaco gracias a un incremento del

volumen sanguíneo circulante, de la frecuencia cardíaca y de la presión

sanguínea. La elevación de la presión al final de la diástole causada por el

aumento del volumen circulante conduce a una dilatación de las cavidades

cardíacas. Con el tiempo progresa hasta provocar congestión venosa y en

último término, en falla cardíaca congestiva; ya que al aumentar la precarga

existiendo de base un compromiso contráctil, provocará un mayor volumen

residual de sangre dentro de las cavidades ventriculares, lo que dificulta el

vaciamiento atrial, produciendo en consecuencia un aumento de la presión

venosa pulmonar y un mayor retorno venoso a nivel de las venas cavas

(edema pulmonar y ascitis, hepatomegalia-esplenomegalia, respectivamente).

Con el paso del tiempo y en etapas finales de la enfermedad, el gasto cardíaco

nuevamente disminuye produciéndose entonces una falla cardiaca de bajo

gasto que eventualmente culmina con un shock de origen cardiogénico. Así

mismo, el bajo gasto cardíaco y el incremento de las presiones diastólicas

comprometen la perfusión coronaria, produciendo hipoxia miocárdica, lo que

empeora aún más la función cardíaca; generándose arritmias, aunque existen

casos en donde los individuos presentan arritmias, como contracciones

ventriculares prematuras, o fibrilación atrial (FA), durante la fase inicial

asintomática. En la FA disminuye severamente el gasto cardiaco y puede

precipitar descompensaciones agudas cardiovasculares (Cavada Sobota,

2014).

En perros con CMD se ha comprobado la existencia de una disminución

de la distensión del VI y también se observa con frecuencia regurgitación mitral.

En la CMD suceden 2 cambios que provocan regurgitación de las válvulas

auriculoventriculares. En primer lugar, el anillo auriculoventricular se dilata a

medida que aumenta el tamaño del ventrículo. En segundo lugar, los músculos

papilares se desplazan lateral y apicalmente a medida que se dilata el

compartimiento ventricular. Ambas alteraciones hacen que las hojas valvulares

no se cierren completamente durante la sístole y el punto de coaptación (en el

que se unen las hojas valvulares) se desplaza en dirección apical, hecho que

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puede observarse en una ecocardiografía y que tiene como resultado una

regurgitación valvular funcional (Kittleson y Kienle, 2000).

Los pacientes con CMD presentan todas las cavidades cardíacas

dilatadas, aunque puede predominar el aumento de la aurícula y el ventrículo

izquierdo. El espesor de la pared ventricular se haya reducido en comparación

con el tamaño luminal. Los músculos papilares se observan aplanados y

atrofiados. Las válvulas auriculoventriculares (AV) a veces se presentan con

cambios degenerativos leves. El estudio histopatológico, revela que hay áreas

esparcidas de necrosis, degeneración y fibrosis del miocardio, en especial en el

ventrículo izquierdo (Nelson y col., 2000).

Las enfermedades miocárdicas provocan disfunciones sistólicas y

diastólicas. La anomalía más importante que tiene como consecuencia una

alteración clínicamente detectable de la función diastólica es la alteración de la

capacidad de distención ventricular. Un VI más rígido o menos distensible tiene

como consecuencia un aumento de la presión diastólica para un mismo

volumen diastólico y, por lo tanto, se produce un edema pulmonar mayor para

cada grado de sobrecarga de volumen. Los perros con CMD mueren

súbitamente a causa de la enfermedad. Algunos pueden debilitarse

progresivamente o presentar episodios de debilidad que son, probablemente,

episodios fallidos de muerte súbita. Es probable que las taquiarritmias

ventriculares sean las responsables de la mayoría de estos casos, aunque

también puede haber bradiarritmias graves (Kittleson y Kienle, 2000).

En perros con CMD grave la distribución de oxígeno en el miocardio

parece no adaptarse a las necesidades del mismo. La presión parcial de

oxigeno normal en el seno coronario en el perro se encuentra entre 24 y 29 mm

Hg. La sangre que se obtiene del seno coronario en perros con CMD es de

color negro, lo que indica una hipoxia miocárdica grave que, casi con total

seguridad es secundaria a las anomalías presentes en un corazón con CMD

(por ejemplo, un marcado aumento de la presión de pared miocárdica durante

la diástole). La hipoxia miocárdica grave contribuye, con seguridad, a una

degradación aun mayor de la función del miocardio que acorta el tiempo de

supervivencia (Kittleson y Kienle, 2000).

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MANIFESTACIONES CLINICAS

En perros en fases iniciales de CMD que no presentan insuficiencia

cardíaca, la exploración física suele ser normal. No obstante, puede

identificarse alguna arritmia, normalmente despolarizaciones ventriculares

prematuras (Kittleson y Kienle, 2000). La fase asintomática puede ser

prolongada. Las arritmias ventriculares en el Doberman Pinscher ocurren

durante meses hasta años antes de los signos clínicos de CMD o signos

ecocardiográficos. Una vez que la función ventricular izquierda comienza a

deteriorarse, la frecuencia de las taquiarritmias aumenta (Ware, 2007).

Las manifestaciones clínicas se pueden desarrollar con rapidez, en

especial en los pacientes sedentarios, en los cuales los signos tempranos

pueden no advertirse hasta que la condición está avanzada (Nelson y col.,

2000). Los motivos de la consulta incluyen alguno o todos de los siguientes

signos: inapetencia, debilidad, letargia, taquipnea o disnea, intolerancia al

ejercicio, tos, que puede aparecer espontáneamente o puede provocarse

mediante palpación traqueal; anorexia, distención abdominal (ascitis), síncope

y polidipsia (Nelson y col., 2000; Kittleson y Kienle, 2000; Dukes-McEwany col.,

2003). Los hallazgos del examen físico varían con el grado de

descompensación cardíaca (Nelson y col., 2000). A su vez, se auscultan rales

pulmonares, ruidos respiratorios aumentados, taquiarritmias cardíacas que

ocasionan deficiencias del pulso y, en algunos perros, soplo sistólico mitral con

una intensidad de leve a moderada intensidad. Otros hallazgos son, el tercer

sonido cardiaco audible (S3), pulso arterial femoral y el choque precordial son

débiles y rápidos, los tonos cardíacos pueden estar apagados por la efusión

pleural o escasa fuerza contráctil, ascitis y distensión o pulsaciones venosas

yugulares, mucosas pálidas, pérdida de peso y perdida muscular y

hepatoesplenomegalia (Dukes-McEwany col., 2003; Nelson y col., 2000;

Kittleson y Kienle, 2000). La muerte se debe a la avanzada falla cardíaca

congestiva que es refractaria a la terapia médica o a la muerte súbita (Oyama,

2008).

Para clasificar la insuficiencia cardiaca según la funcionalidad cardiaca

se han elaborado y utilizado a lo largo de los años diferentes sistemas de

clasificación para describir el grado de severidad de la disfunción cardiaca que

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genera una cardiopatía. Dentro de ellas, podemos mencionar la propuesta por

el ISACHC (International Small Animal Companion Heart Council):

Clase I: asintomáticos, sin (IA) o con (IB) modificaciones cardiacas.

Clase II: con signos de insuficiencia cardiaca leve o moderada.

Clase III: con signos clínicos graves

(Atkins C., Ettinger S. y col., 2009).

DIAGNOSTICO

Clínico:

La CMD es un enfermedad progresiva en la cual las manifestaciones

clínicas se pueden desarrollar con rapidez, en especial en pacientes

sedentarios, en los cuales los signos tempranos pueden no advertirse hasta

que la condición este avanzada (Nelson y col., 2000).

Se basa inicialmente en la historia clínica, asociada a una predisposición

racial. Luego se verifica durante el examen físico; la presencia de signos

clínicos con y sin insuficiencia cardiaca congestiva (ICC), acompañados o no

de la presencia de arritmias cardiacas (Camacho, 2001).

Complementario:

El elemento diagnóstico fundamental es identificar la disfunción sistólica

(siempre en ausencia de patologías congénitas o adquiridas), que puede

incluso preceder la fase clínica (Navalon, 2016). La ecocardiografía, es la

herramienta diagnóstica más útil y con mejor sensibilidad para el diagnóstico de

la CMD, va a permitir de forma no invasiva evaluar la función sistólica y

diastólica, al igual que la propia anatomía cardiaca (Navalon, 2016; Cavada

Sobota, 2014).

Exàmenes complementarios:

Radiografía torácica: Se recomienda, realizar dos incidencias: latero-lateral y

dorsoventral o ventrodorsal (Gabay, 2001). Las radiografías torácicas son

esenciales en la evaluación de los animales en los que se sospecha una

enfermedad cardiaca. Las radiografías deben examinarse cuidadosamente y

evaluar el tamaño de la silueta cardíaca. Existen grandes variaciones en la

forma y el tamaño del corazón entre las diferentes razas de perros; por

ejemplo, en razas de tórax profundo el corazón es alto, estrecho y vertical,

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15

mientras que en las razas de tórax ancho es prácticamente globular. En la

radiografía lateral la distancia cráneocaudal del corazón normal es de 2,5-3,5

espacios intercostales, y su altura es aproximadamente dos tercios de la altura

de la cavidad torácica. La tráquea normalmente diverge desde la columna

torácica, excepto en el caso de las razas de tórax ancho, en las cuales puede

discurrir paralela a la columna. En la proyección dorsoventral, el corazón

normal no debería de ocupar más de dos tercios de la anchura de la cavidad

torácica con el ápex a la izquierda de la línea media. La medida más objetiva

para evaluar el tamaño del corazón en el perro, es el índice vertebral cardiaco

(Herrtage, 2006). El índice vertebral cardíaco se valora tomando el eje

longitudinal cardiaco, desde la base de la carina traqueal, denominándose así a

la cresta ubicada en la base de la tráquea que separa las aberturas derecha e

izquierda de los bronquios principales, hasta el ápex cardíaco, y el eje corto

cardiaco, se toma desde el máximo eje perpendicular al longitudinal en el tercio

medio. Estos valores se trasladan a la columna vertebral, contando desde la

cara craneal (anterior) de la T4 y se determina el número de vértebras torácicas

que corresponde. La suma de las dos medidas resulta en el índice vertebral

cardíaco (Rabanal, 2014). Los valores normales son de 8 a 10, los índices

vertebrales por encima de 11 deben considerarse agrandados (Herrtage,

2006).

En las radiografías torácicas de pacientes con CMD se observa

cardiomegalia, desde leve a severa; reducción del ángulo entre la tráquea y la

columna, aumento del contacto del ventrículo derecho con el esternón,

aumento del contacto del ventrículo izquierdo con el diafragma, el ápex

cardíaco se torna más redondo, el atrio izquierdo puede estar más proyectado,

efusión pleural oscureciendo la silueta cardíaca, las venas pulmonares

distendidas y las opacidades intersticiales o alveolares, indican la presencia de

insuficiencia cardíaca izquierda y edema pulmonar (Camacho, 2001; Kittleson y

Kienle, 2000).

Page 20: ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN …

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Imagen 7: Esquemas representativos de la cavidad torácica basados en

imágenes radiográficas. Imagen izquierda, vista lateral torácica derecha de un

perro normal que muestra la posición de las estructuras anatómicas principales.

Imagen derecha, vista dorsoventral torácica de un perro normal que muestra la

posición de las principales estructuras anatómicas. AA, arco aórtico; CdM,

mediastino ventral caudal; CdVC, vena cava caudal; CL, extremidad craneal del

lóbulo craneal izquierdo; CrM, mediastino craneal; LA, aurícula izquierda; Lau,

apéndice de la aurícula izquierda; LB, apertura común del lóbulo bronquial

medio y craneal izquierdo; LC, cruz izquierda; LV, ventrículo izquierdo; R,

costilla; PA, arteria pulmonar; RA, aurícula derecha; RC, cruz derecha; RV,

ventrículo derecho; T, tráquea (Herrtage, 2006).

Page 21: ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN …

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Imagen 8: Esquemas representativos de la cavidad torácica basados en las

imágenes radiográficas. Imagen izquierda, vista lateral derecha torácica de un

perro con cardiomegalia global que muestra signos de cardiomegalia izquierda

y derecha, generalmente con edema pulmonar y ascitis. La silueta cardiaca

normal se representa por la línea de puntos. Imagen derecha, vista

dorsoventral de la cavidad torácica de un perro con cardiomegalia generalizada

que muestra signos de cardiomegalia izquierda y derecha, generalmente con

edema pulmonar y ascitis. La silueta cardiaca normal se representa con una

línea discontinua (Herrtage, 2006).

Electrocardiografía: El electrocardiograma (ECG) es un registro de la actividad

eléctrica del corazón (despolarización y repolarización), que brinda información

de la frecuencia cardíaca, ritmo cardíaco y conducción intracardiaca (Ware,

2007). Se utiliza como una herramienta clínica para identificar y caracterizar

arritmias cardíacas, alteraciones de la conducción y posibles dilataciones o

hipertrofia de las cavidades cardíacas (Kittleson y Kienle, 2000).

En sus aplicaciones más frecuentes se emplean dos o más electrodos

metálicos sobre la piel, en las extremidades del animal en los miembros

anteriores izquierdo y derecho y en el miembro posterior izquierdo, formando

un triángulo alrededor del corazón; y los voltajes recogidos por ellos se

representan en una pantalla o se dibujan sobre una tira de papel (Stephenson

R. B., 2014; Martin y Corcoran, 2006).

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Imagen 9: Representación esquemática de la ubicación de los electrodos en un

canino (vista ventral del animal). Se aprecia el triángulo de Einthoven que

representa la norma convencional de interconexión de los tres electrodos de las

extremidades para obtener el ECG de las derivaciones I, II y III (Stephenson R.

B., 2014).

El ECG recoge, desde la superficie del cuerpo, los cambios de potencial

del campo eléctrico generado por la actividad eléctrica del corazón a lo largo

del tiempo durante las diferentes fases del ciclo cardíaco. En el ECG la

actividad eléctrica cardíaca se registra en milivoltios y segundos (Kittleson y

Kienle, 2000).

El ECG permite determinar la magnitud del frente de onda y la dirección

en la que se desplaza. Para conseguir esto, se utilizan derivaciones (Kittleson y

Kienle, 2000). Una derivación registra las ondas de despolarización y

repolarización que están alineadas con ella (Ware, 2007). Este sistema de

derivación está compuesto por tres derivaciones bipolares (un polo o electrodo

positivo y uno negativo), que se identifican como I, II y III, y forman un triángulo

(el triángulo de Einthoven) (Kittleson y Kienle, 2000).

Los electrodos se sitúan en los miembros torácicos (anteriores) izquierdo

y derecho, y en el miembro pelviano (posterior) izquierdo, formando un

triángulo alrededor del corazón, que indica que para obtener la derivación I del

ECG se debe recoger la diferencia de potencial en la extremidad craneal

(anterior) izquierda con respecto a la derecha. La derivación II mide el voltaje

Page 23: ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN …

19

que se establece en el miembro pelviano izquierdo con respecto al miembro

torácico derecho, y la derivación III en el miembro pelviano izquierdo con

respecto al miembro torácico izquierdo (Stephenson, 2014).

El trazado del ECG se representa con ondas denominadas P-QRS-T,

que son generadas mientras el músculo cardíaco se despolariza y luego

repolariza (Ware, 2007). La onda P, se produce por la despolarización auricular

(Stephenson, 2014). Esto se representa en el ECG como una deflexión (Martin

y Corcoran, 2006). Al final de esta despolarización, el voltaje del ECG retorna a

cero. En este momento del ciclo cardíaco normal, el potencial se propaga

lentamente por el nodo auriculoventricular y la primera porción del haz

aurículoventricular (de His). Sin embargo, estos tejidos son tan pequeños que

su despolarización no crea una diferencia de potencial detectable en la

superficie corporal. Posteriormente, se genera la despolarización ventricular, en

la que inicialmente, se produce una pequeña diferencia de potencial,

identificada como onda Q. El siguiente acontecimiento en la despolarización

ventricular normalmente produce un voltaje amplio y positivo, denominado onda

R. Esta onda R es grande y positiva, ya que durante la despolarización

ventricular las ramas izquierda y derecha del haz aurículoventricular conducen

el potencial de acción hacia el ápex, desde donde las fibras de conducción

especializadas (de Purkinje) lo transportan rápidamente a las paredes de

ambos ventrículos. Desde aquí, la despolarización se distribuye de una célula a

otra, hacia el exterior del miocardio, a través de las paredes de ambos

ventrículos. Este potencial de acción que se propaga hacia la cara externa del

corazón crea dipolos en cada zona de la pared ventricular. El efecto eléctrico

neto de la propagación de las despolarizaciones hacia la cara externa a través

de las paredes ventriculares es la formación de un gran dipolo eléctrico que

apunta diagonalmente hacia caudal y hacia la pared torácica izquierda del

perro. Este dipolo apunta hacia la izquierda por dos razones. La primera, es

que el eje cardiaco está inclinado hacia la izquierda (la orientación normal del

corazón es con el ápex ventricular inclinado hacia la pared izquierda del tórax).

La segunda razón, es que el ventrículo izquierdo tiene mucha mayor masa

muscular que el derecho, por lo que los dipolos creados por la distribución de la

despolarización en la pared gruesa del ventrículo izquierdo predominan

eléctricamente sobre los que se forman en la delgada pared del lado derecho.

Page 24: ESTUDIO ELECTROCARDIOGRAFICO Y ECOCARDIOGRAFICO EN …

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La onda R es una de las características principales de los ECG. Las

alteraciones en la magnitud o en la polaridad de esta onda tienen un gran valor

diagnóstico. Posteriormente a la onda R sigue la onda S, que es pequeña y

negativa, de la cual sus bases físicas son poco conocidas (Stephenson, 2014).

En general, el proceso de despolarización ventricular genera un patrón de

voltajes en el ECG llamado complejo QRS. La repolarización del músculo

ventricular causa una deflexión del voltaje en el ECG, llamado onda T.

Mientras la onda de despolarización se propaga hacia la cara externa por las

paredes ventriculares, el patrón de repolarización no es tan predecible. En

muchos perros sanos la repolarización ventricular se produce en la misma

dirección que la despolarización (desde el interior hacia el exterior de los

ventrículos), lo que crea una onda T negativa. El patrón de esta última onda,

varía de un perro a otro; así se encuentran ondas T positivas o negativas. La

repolarización auricular no causa una onda identificable en un ECG normal

porque la repolarización auricular no se produce con un patrón lo

suficientemente ordenado como para que se produzca un dipolo eléctrico neto

significativo (Stephenson, 2014).

El ECG se registra, por lo general, sobre papel milimetrado, y en ellos

existen divisiones cada cinco milímetros (mm). El papel está dividido en

cuadrados de 1mm por 1mm, que se agrupan mediante una línea de trazo más

grueso en cuadrados de 5mm por 5mm. La velocidad del papel es de

50mm/seg. Por lo tanto, cada mm representa 0,04 segundos y cada 5 mm

representan 0,2 segundos. La calibración del voltaje del electrocardiógrafo es

de 1 cm=1milivoltio (mV), lo que es igual a 1 mm = 0,1 mV. Por norma general,

el electrocardiógrafo se calibra de modo que la señal eléctrica provoque una

desviación vertical de 1 cm (que se denomina sensibilidad estándar). De esta

forma, la altura de las ondas se puede medir en mV y cada mm de desviación

corresponde a 0,1mV. La mayoría de los aparatos permiten modificar la

calibración para que la señal de 1 mV provoque una desviación de 0,5cm

(denominada sensibilidad media). Esta modalidad se utiliza en perros en los

que los complejos QRS son muy grandes debido a la dilatación ventricular o a

su origen ectópico (por ejemplo, despolarizaciones ventriculares prematuras)

(Kittleson y Kienle, 2000).

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Imagen 10: Ilustración de un complejo normal electrocardiográfico. Aparecen

señaladas la onda P, la onda Q, el complejo QRS, la onda R y la onda T

(Martin, 2007).

En un ECG de un paciente con CMD, se podría encontrar la presencia

de un aumento en las ondas P, que indicarían una posible dilatación auricular

izquierda; además de hallarse los complejos QRS agrandados con desnivel del

ST (Lynne Nelson, 2003; Camacho, 2001). En el momento de presentación de

la enfermedad, entre el 75 y el 80% de perros de raza gigante presentan

fibrilación auricular (Kittleson y Kienle, 2000). Las arritmias supraventriculares

son frecuentes, del tipo fibrilación atrial y las arritmias ventriculares en los

casos clínicos más avanzados (Camacho, 2001). En la fibrilación atrial, la

actividad eléctrica es rápida y desorganizada. No se ven ondas P en el ECG

porque no hay una despolarización auricular uniforme. Las líneas de base del

ECG usualmente muestran ondulaciones irregulares conocidas como ondas F

(ondas fibrilatorias) (Ware, 2007).

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Imagen 11: ECG en derivación II, 25 mm/seg, 0.5 cm = 1 mV. Se observa

fibrilación atrial con frecuencia ventricular incontrolada. Frecuencia cardiaca:

220 latidos por minuto en un macho Labrador Retriever con CMD. Intervalos

R-R irregulares (ondas R) y pequeñas ondas “F” (fibrilatorias) (Ware, 2007).

Ecocardiografía: Se trata de un método diagnóstico no invasivo, seguro (no

emite radiación) y de amplia utilización en la clínica diaria, que permite la

evaluación anatómica y funcional del corazón, no debe ser utilizada en solitario,

sino considerarla una herramienta más del examen cardiovascular completo

(Mucha, 2007; Kittleson y Kienle, 2000; Ware, 2007).

La ecocardiografía permite observar en tiempo real la actividad

mecánica cardíaca, cuantificar el tamaño cardíaco y determinar patologías que

muchas veces, antes de la aparición de la ecocardiografía, solo eran

determinadas en el estudio de necropsia (Mucha, 2007).

La ecocardiografía consiste en el estudio ecográfico o ultrasonográfico

del corazón, en donde un transductor emite ondas de sonido de alta frecuencia

(en un rango entre 2 y 10 MHz), y una vez que estas atraviesan el tejido

cardíaco vuelven hacia el transductor y lo transforman en una imagen visible en

una pantalla (Mucha, 2007). El ecocardiograma permite la representación

morfológica del corazón, brinda información del movimiento del miocardio y las

válvulas, y el flujo de sangre dentro del corazón (Fuentes, 2008).

Hay 3 modalidades ecocardiográficas, el modo M, el bidimensional

(modo B) y el Doppler, que son utilizadas para el diagnóstico de las distintas

patologías y permite evaluar la respuesta al tratamiento implementado (Ware,

2007; Mucha, 2007). La ecocardiografía bidimensional permite la obtención de

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una imagen plana del corazón. Se trata del formato más conocido y permite

determinar las estructuras anatómicas cardíacas y sus relaciones, además

posibilita la fácil identificación de los músculos cardíacos, grandes vasos,

efusiones y también una mejor evaluación del lado derecho cardíaco (con

relación al Modo M) (Mucha, 2007). Produce imágenes anatómicas a tiempo

real del corazón. Suele utilizarse de guía para las otras modalidades de imagen

(modo M, contraste, ecocardiografía Doppler). Los ecocardiogramas

bidimensionales se obtienen utilizando ecógrafos mecánicos o ecógrafos de

fase lineal de control electrónico que emiten un haz delgado o en abanico. Los

transductores de fase lineal permiten realizar estudios en modo M y

bidimensionales simultáneamente. Generalmente, el estudio se visualiza en

una pantalla de video y se registra en una cinta de video, a su vez, es posible

digitalizar las imágenes (Kittleson y Kienle, 2000).

La posibilidad de ver la imagen cardíaca entrando entre los espacios

intercostales, se denomina “ventanas” paraesternales, izquierdas y derecha

(Mucha, 2007). La ventana paraesternal derecha, se localiza entre el 3er y 6to

espacio intercostal, entre el esternón y la unión costocondral (Kittleson y Kienle,

2000; Mucha, 2007). Permite un corte en 4 cámaras, en el que se observan los

dos atrios, los dos ventrículos y las válvulas atrio-ventriculares y con un leve

movimiento del transductor permite otra vista que es la del tracto de salida del

ventrículo izquierdo y raíz de la aorta. Rotando el transductor de esta primera

vista, obtenemos ejes cortos cardíacos (perpendiculares al eje largo), que

permiten ver el ápex cardíaco, músculos papilares, cuerdas tendinosas,

válvulas mitral, aórtica y la aorta ascendente. La ventana paraesternal izquierda

craneal, se localiza entre el 3ro y 5to espacio intercostal, entre el esternón y la

unión costocondral, y permite al igual quela ventana derecha una proyección

longitudinal (eje largo), del tracto de salida del ventrículo izquierdo y rotando el

transductor 90 grados, realizar ejes cortos (Mucha, 2007). La ventana

paraesternal izquierda caudal, se ubica entre el 5to y 7mo espacio intercostal,

lo más cercano posible al esternón (Kittleson y Kienle, 2000; Mucha, 2007).

Permite una proyección longitudinal de las 4 cámaras cardiacas, y girando

levemente el transductor un corte en 5 cámaras (las cuatro más la aorta), esta

imagen permite la colocación del sensor para el método Doppler. Esta ventana

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también permite la realización de una imagen oblicua del lado izquierdo (atrio y

ventrículo) del corazón (Mucha, 2007).

Los planos de imagen obtenidos en cada una de las posiciones del

transductor se denominan en función de su orientación con respecto al lado

izquierdo del corazón, especialmente al ventrículo izquierdo y la aorta. El plano

que secciona el VI paralelamente al eje longitudinal del corazón desde el ápex

hasta la base se denomina plano del eje largo (longitudinal). El plano que

secciona el VI o la aorta perpendicularmente al eje longitudinal del corazón se

denomina plano del eje corto (de la sección transversal) (Kittleson y Kienle,

2000).

La ecocardiografía en modo M, utiliza una sola onda de ultrasonido, que

enfoca una porción muy pequeña del corazón y se caracteriza por representar

la imagen de los ecos en forma de movimiento de barrido. Esta técnica permite

la correcta medición de las dimensiones de cámaras cardíacas, espesor de las

paredes y los movimientos valvulares. Este modo, permite la determinación de

las medidas de la cámara ventricular derecha, septum interventricular, cámara

ventricular izquierda y pared libre del ventrículo izquierdo, tanto en sístole como

en diástole, lo mismo que la relación entre aorta y aurícula izquierda. Los

índices de la capacidad del rendimiento cardíaco, como la fracción de

acortamiento son determinados en este modo, este índice relaciona los

diámetros internos del ventrículo izquierdo en sístole y diástole y da una idea

de la capacidad contráctil cardíaca. Este índice de capacidad contráctil del

ventrículo izquierdo es conocido como fracción de acortamiento (FS%), que

expresado en formula seria:

DiVid: Diámetro interno del ventrículo izquierdo en diástole; DiVis: Diámetro

interno del ventrículo izquierdo en sístole (Mucha, 2007).

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Imagen 12: Examen ecocardiográfico de un paciente canino normal en modo M

(imagen izquierda) y modo B, vista del eje corto, ventana paraesternal derecha

(imagen derecha), mostrando la fracción de acortamiento (valor obtenido 43%;

valor normal: 28-44%). VI: ventrículo izquierdo; MP: musculo papilar; VD:

ventrículo derecho; SIV: septum interventricular; PLVI: pared libre del ventrículo

izquierdo (Mucha, 2007).

Los valores normales de la FS% varían en perros entre un 28 a 44%, y

obviamente animales con FS% menores de 28% indican un déficit contráctil

(Mucha, 2007).

La presentación simultánea de un ECG sirve como referencia de tiempo

del ciclo cardíaco. La calibración del eje vertical permite determinar las

dimensiones axiales y, en la mayoría de los ecógrafos, pueden utilizarse

marcadores electrónicos para determinar directamente el tamaño de las

estructuras cardíacas en la pantalla del monitor (Kittleson y Kienle, 2000).

En el modo M, se puede determinar la relación entre el diámetro de la AI

y el diámetro de la raíz de la aorta (Ao) (Mucha, 2007). La relación entre ambas

sirve para valorar el tamaño de la AI, porque las valoraciones basadas en el

tamaño absoluto son inexactas (Kittleson y Kienle, 2000). El valor normal de

AI/Ao es de 1:1, una relación de AI/Ao mayor a 1,3 indica agrandamiento atrial

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(Tachika Ohara y Mendez Aguilar, 2001) .Cuando aumenta la relación AI/Ao,

existe una dilatación de la AI, pero una relación normal no permite descartar la

existencia de este problema (Kittleson y Kienle, 2000).

Imagen 13: Examen ecocardiografico en modo B de un canino con

cardiomiopatía dilatada en el que se aprecia la relación AI/Ao alterada (valor

obtenido AI/Ao: 2,1:1; valor normal 1:1), revelando una dilatación del atrio

izquierdo. D1: diámetro de la raíz de la aorta, D2: diámetro de la AI (Castro

Eduardo, 2014).

La ecocardiografía es el método complementario de elección para

confirmar el diagnóstico de CMD (Tachika Ohara y Mendez Aguilar, 2001;

Kittleson, 2016). La principal alteración ecocardiográfica en casos de CMD

consiste en un aumento del diámetro del VI al final de la sístole asociado a una

disminución de la fracción de acortamiento. Este aumento puede ir de leve a

marcado en función de la gravedad de la enfermedad. El aumento del diámetro

al final de la sístole disminuye la fracción de acortamiento y el aumento

compensatorio del diámetro al final de la diástole aumenta. Para establecer una

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clasificación conviene utilizar la fracción de acortamiento en vez del diámetro al

final de la diástole cuando se trata de valorar la función ventricular, ya que se

trata de un parámetro que no varía entre animales de distintos tamaños. Por lo

tanto, una fracción de acortamiento de entre el 20 y el 25% es indicativa de

enfermedad leve, entre el 15 y el 20 % indica enfermedad moderada y cuando

es inferior al 15% se considera que el proceso es grave. El grosor de la pared

ventricular izquierda (pared libre y septo interventricular) es normal o menor de

lo normal. El adelgazamiento de la pared no suele aparecer hasta fases

terminales de la enfermedad. El engrosamiento de la pared durante la sístole

(fracción de engrosamiento) esta disminuido. La función miocárdica se ve a

menudo reducida de forma similar en todo el VI. Lo más habitual es que la

pared libre se mueva y se engrose menos que el septo interventricular, aunque

en ocasiones es éste el que está más afectado (Kittleson y Kienle, 2000).

Imagen 14: Examen ecocardiográfico en modo B (imagen izquierda) y en modo

M (imagen derecha) de un canino labrador con cardiomiopatía dilatada en el

que se observa una FS disminuida (valor hallado: 0.20; valor normal: 0.28-

0.44). MP: músculos papilares, VI: ventrículo izquierdo, VD: ventrículo derecho.

(Castro Eduardo, 2016).

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En casos de CMD grave la ecocardiografía bidimensional muestra la

dilatación de las cavidades ventricular y auricular izquierdas. El corazón

derecho también puede estar dilatado (Kittleson y Kienle, 2000). El VI a su vez,

aparece hipocinético. La fracción de acortamiento del VI se reduce, las

dimensiones al final de la diástole están aumentadas como consecuencia de la

sobrecarga de volumen (Herrtage, 2006).

Exámenes de laboratorio

Pocas son las alteraciones de laboratorio observadas, pueden hallarse

azotemia prerrenal que suele ser consecuencia del bajo gasto cardíaco, y

discreto aumento de las enzimas hepáticas (fosfatasa alcalina y

alaninaaminotransferasa), aunque los análisis clínicos de laboratorio son a

menudo no contributivos (Camacho, 2001; Kittleson y Kienle, 2000; Ware,

2007). En un reducido número de casos los pacientes con insuficiencia

cardíaca podrían presentar alteraciones electrolíticas como la hiponatremia, la

hipokalemia e hipoproteinemia (Ware, 2007; Kittleson y Kienle, 2000). El

hipotiroidismo con hipercolesterolemia ocurren en algunos perros con CMD

(Ware, 2007). La concentración sanguínea de lactato puede estar aumentada

en perros con disminuciones marcadas del gasto cardíaco, en los que también

suele observarse una disminución de la presión parcial de oxigeno venosa

(Kittleson y Kienle, 2000).

TRATAMIENTO

El tratamiento de la CMD va dirigido a reducir las manifestaciones de la

insuficiencia cardiaca congestiva, optimizar el volumen minuto, el adecuado

manejo de las arritmias, procurando el aumento de la calidad de vida del

enfermo y retrasar o evitar la muerte súbita (Nelson y col., 2000; Kittleson y

Kienle, 2000). En la mayoría de los perros con CMD es difícil conseguir

cualquiera de estos objetivos (Kittleson y Kienle, 2000).

El uso de un digitalico como la digoxina, acompañado de un inhibidor de

la enzima conversora de angiotensina (IECA) y un diurético como la furosemida

son el núcleo central del tratamiento en la mayoría de los casos (Nelson y col.,

2000).

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El uso de diuréticos (furosemida), se utiliza para remover el líquido

acumulado en el abdomen o pulmones (Prosek, 2014). Los diuréticos que

actúan en el asa de Henle (furosemida, ácido etacrínico, bumetamida)

disminuyen la cantidad de sodio que puede reabsorberse y diluyen la orina

(Sumano y Ocampo, 2006). A su vez, se administra un IECA, para relajar los

vasos sanguíneos y permitir un flujo sanguíneo más eficiente y para facilitar la

carga de trabajo en el corazón (Prosek, 2014). Los fármacos vasodilatadores

producen relajación del musculo liso vascular por una disminución de la

concentración de calcio, o por un incremento del óxido nítrico. Según la zona

sobre la que actúan se pueden clasificar en, vasodilatadores arteriales, que

relajan el musculo liso de las arterias del circuito sistémico disminuyendo la

resistencia y la impedancia vasculares periféricas; los vasodilatadores venosos,

que relajan el musculo liso venoso, redistribuyen parte del volumen sanguíneo

hacia el reservorio venoso sistémico, y esto contribuye a una disminución de la

presión diastólica ventricular y a una reducción de la presión capilar pulmonar y

de la formación de edema, y por último, los vasodilatadores mixtos, que no son

selectivos. Teniendo en cuenta su mecanismo de acción, se clasifican en

vasodilatadores con mecanismo de acción desconocido (hidrazalina), agonistas

de los canales de potasio (minoxidilo y diazoxido), bloqueantes de los canales

de calcio (diltiazem, verapamilo y nifedipino), nitrovasodilatadores (nitroprusiato

sódico, nitroglicerina), antagonistas selectivos de receptores alfa adrenérgicos

(prazosina y terazosina), alcaloides del cornezuelo de centeno y los inhibidores

del sistema renina angiotensina aldosterona, dentro de este grupo los más

importantes en cardiología son los IECA, que impiden la conversión de la

angiotensina I en angiotensina II, lo que conlleva a impedir la vasoconstricción

del músculo liso del sistema vascular; en este subgrupo, los más destacados

son el captopril, enalapril, benazepril (Camiña Garcia, 2002; Greco y

Stabenfeldt, 2014).

Otro medicamento utilizado son los agentes inotrópicos positivos

(ejemplo, el pimobendan) (Prosek, 2014). El pimobendan, es el primer fármaco

inodilatador en cardiología veterinaria que consigue su efecto terapéutico al

actuar a dos niveles, sobre el corazón y sobre la circulación general (Aba

Luciano, 2016). Esta indicado en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca

congestiva canina originada a partir de una cardiomiopatía por dilatación o por

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una insuficiencia valvular (regurgitación mitral y/o tricúspide). Tiene un

metabolismo principalmente hepático y mínimamente renal. Las dosis orales

recomendadas de pimobendan (Vetmedín®) se sitúan entre 0,2 y 0,6 mg/kg al

día (dosis preferible de 0,5 mg/kg/día). Estas dosis deben dividirse en dos

administraciones (0,25 mg/kg cada 12 horas). La mejor absorción oral se

consigue cuando se suministra pimobendan en ayunas, una hora antes de la

comida (Arcuri S.A., 2017).

Los glucósidos digitàlicos se utilizaron por mucho tiempo como fármacos

inotrópicos positivos para aumentar la contractibilidad cardíaca. Hoy en día, se

utilizan más debido a sus propiedades antiarrítmicas (reducción de la

frecuencia cardiaca) que inotrópicas. En medicina veterinaria los más utilizados

son la digoxina, la digitoxina y la uabaina (oouabaina) (Rodríguez Artalejo y

Gilabert Santos, 2002).

Las medicaciones antiarrítmicas se emplean según las necesidades de

cada paciente (Nelson y col., 2000). Los fármacos antiarrítmicos son

clasificados en cuatro grupos en función de sus efectos electrofisiológicos. El

grupo I, son fármacos bloqueantes de los canales de sodio dependientes del

voltaje. A su vez, comprende tres subgrupos: IA (quinidina y procainamida), IB

(lidocaína y tocainida) y IC (encainida y flecainida). El grupo II, son fármacos

bloqueantes de los receptores beta adrenérgicos (propanolol); el grupo III, son

fármacos que actúan prolongando la duración del potencial de acción

(amiodarona), y el grupo IV, son fármacos bloqueantes de los canales de calcio

de larga duración (tipo L: longlasting) dependientes del voltaje (verapamilo)

(Rodríguez Artalejo y Gilabert Santos, 2002).

Como tratamiento complementario, la restricción de la actividad física y

disminuyendo la cantidad de sodio de la dieta pueden colaborar para controlar

la sobrecarga cardiaca y la retención de agua (Nelson y col., 2000). Se

recomienda la suplementación en la dieta con ácidos grasos omega-3 (aceite

de pescado) en todas las fases de la insuficiencia cardíaca y además, son

útiles para prevenir el desarrollo de caquexia cardíaca. A su vez, es importante

en pacientes obesos controlar el peso mediante dietas hipocalóricas

equilibradas, ya que la obesidad aumenta la demanda metabólica y

hemodinámica cardíaca, predispone al desarrollo de arritmias y, además, la

grasa torácica interfiere y dificulta la respiración. La suplementación con taurina

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31

y L-carnitina solo beneficia a animales deficientes (Talavera y Fernández,

2005).

PRONOSTICO

El pronóstico para los perros con CMD en general es reservado a malo

(Nelson y col., 2000). La terapia médica puede ayudar, pero la sobrevida a

largo plazo es variable en cada animal (Prosek, 2014). El pronóstico varía con

la presentación o no de fibrilación auricular. La mayoría de los pacientes

mueren o están en pésimas condiciones en 6 a 12 meses, aunque algunos

sobreviven durante años (Herrtage, 2006).

La respuesta inicial a la terapia juega un rol en el pronóstico a largo

plazo (Prosek, 2014). En un estudio realizado en una población de 369 perros,

la media de supervivencia fueron 19 semanas, donde la supervivencia hasta 1

año es el 28% y de 2 años del 14% (Navalón Calvo, 2016).

EXPOSICION DEL CASO CLINICO

DATOS DEMOGRAFICOS: El presente caso clínico se observó en la clínica

veterinaria “Punto Mascotas” de la ciudad de Mar del Plata en el mes de Mayo

de 2017.

RESEÑA

ESPECIE: Canino

RAZA: Labrador Retriever

EDAD: 10 años

PESO: 53 Kilogramos

PELAJE: Marrón chocolate

NOMBRE DEL PACIENTE: “Tomy”

ANAMNESIS

El paciente llega a la consulta con el propósito de realizarle estudios pre-

quirúrgicos para una cirugía de un tumor testicular y además para el control de

su hipotiroidismo. El paciente tiene una vida sedentaria y la dueña comenta que

últimamente lo nota más “gordo” y se agita más de lo habitual en las caminatas.

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Presenta distrés respiratorio y ha tenido episodios de tos episódica, a su vez,

presentó un síncope.

EXAMEN CLINICO

Inspección general: El paciente ingresa a la consulta decaído con

tendencia al decúbito. Presenta distensión abdominal y una condición corporal

5/5 (obeso).

Inspección particular:

Mucosas: Oral/ Lingual: “secas” / rosadas-pálidas.

Tiempo de llenado capilar: Normal.

Palpación precordial: Atenuación del choque cardíaco. Taquiarritmia.

Pulso femoral: Intensidad: atenuado. Frecuencia: rápida. Ritmo: irregular.

Frecuencia cardíaca: 200 latidos por minuto (lpm)

Respiración: Distrés respiratorio. “Refuerzo” espiratorio. Reflejo tusígeno: (-).

Abdomen: Distendido. “abalonado”. (Obesidad y ascitis).

Auscultación cardíaca: Se percibe a la auscultación, tonos cardíacos

rápidos e irregulares. El refuerzo “espiratorio” que presenta el paciente y los

sonidos irradiados de la vía aérea superior, dificultan la auscultación cardíaca.

Bajo estas condiciones, no se perciben soplos u otros sonidos cardíacos

anómalos.

Auscultación pulmonar: Moderada atenuación de los sonidos

bronquiales, broncoalveolares normales.

Palpación y percusión abdominal: Líquido en abdomen.

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33

METODOS COMPLEMENTARIOS

Análisis serológicos:

Tabla 1. Hemograma

Tabla 2. Bioquímica sanguínea

PARAMETROS VALOR OBTENIDO VALOR DE

REFERENCIA

Glucosa 0.96 g/l 0,70 a 1,20 g/l

Urea 0.10 g/l 0,15 a 0,40g/l

Creatinina 1.43 mg/dl 0,90 a 1,90 mg/dl

GOT 171.10 UI/l hasta 75 UI/l

GPT 175.10 UI/L hasta 70 UI/L

FAS 196.49 UI/L hasta 320 UI/L

Proteínas 5.20 g/dl 5,5 a 7,5 g/dl

Albumina 2.70 g/dl 2,3 a 4,0 g/dl

Globulinas 2.50 g/dl 2,7 a 4,4 g/dl

Colesterol 386.80 mg/dl 140 a 210 mg/dl

Las enzimas hepáticas se hallan aumentadas, siendo una alteración de

laboratorio usualmente observada en estos casos.

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Análisis de orina: La muestra fue tomada por micción espontánea con una

jeringa. Los parámetros fueron obtenidos mediante el uso de tiras reactivas,

refractómetro y reacción de Heller.

Tabla 3. Análisis de orina

PARAMETRO VALOR OBTENIDO VALOR DE

REFERENCIA

Color Amarillo anaranjado Amarillo ámbar

Densidad 1060 1025-1060

PH 6 6-7

Bilirrubina +++ +/-

Sangre + -

Ecografía: Hipertensión portal, gastritis moderada a grave, ascitis leve, tumor

testicular.

Ecocardiograma:

MODO M

Imagen 15: Vista derecha del eje corto del VI, plano de los músculos papilares.

Modo bidimensional a la izquierda y modo M a la derecha.

Se obtiene en este corte las medidas y los parámetros que a continuación se

detallan en la tabla.

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Abreviaturas y Referencias utilizadas en las imágenes Ecocardiográficas: (AD)

Atrio Derecho. (AI) Atrio Izquierdo. (AO) Aorta. (VI) Ventrículo Izquierdo. (PLVI)

Pared Libre del Ventrículo Izquierdo. (PLVD) Pared Libre del Ventrículo

Derecho. (MP) Músculo Papilar. (SF) fracción de acortamiento.

Tabla 4. Diámetros de la aorta, AI y VI en diástole y sístole.

PARAMETROS

(DIAMETRO)

VALOR HALLADO VALOR NORMAL

Diastólico del Ventrículo

Izquierdo

70.4 49.1-55

Diámetro Sistólico del

Ventrículo Izquierdo

62.8 30.9-35.2

Aorta 26.4 30-33.7

Atrio Izquierdo 52.6 28.6-32.5

Del análisis de los parámetros obtenidos se puede calcular la fracción de

acortamiento (10,84%) que indica hipocinesis del músculo cardíaco.

Con respecto a los diámetros del atrio izquierdo y la aorta, se observan

valores anormales que muestran una alteración en la relación AI/Ao (1.9/1),

(valor normal 1:1), lo que revela dilatación atrial izquierda.

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MODO B

Imagen 16: Vista derecha del eje corto. Base cardíaca con aorta. Se obtienen

en este corte, los diámetros comparativos del atrio izquierdo (52,6 mm) y aorta

(26,4 mm). La relación AI/Ao hallada es 1,9/1, es anormal, (normal 1:1),

observándose severa dilatación del atrio izquierdo.

Otros parámetros:

Frecuencia cardíaca: 200 (l.p.m.) (taquiarritmia).

Fracción de eyección: 22 (%) (Anormalmente disminuida).

Volumen sistólico: 60 (ml) (Anormalmente elevado).

Electrocardiograma:

Imagen 17: Registro realizado en derivación II a 50 mm/segundo. Con una

ganancia de 1 milímetro = a 1 milivoltio. Se observa fibrilación auricular y líneas

"f" (fibrilatorias). Aumento de la duración del complejo QRS (normal hasta 0,06

segundos). La frecuencia cardíaca es de 200 latidos por minuto (taquiarritmia).

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Imagen 18: Registro en derivación II, con velocidad 25 mm/segundo.

1cm=1mV. Se observa lo descripto en el trazado anterior, a velocidad más

lenta. Este registro, es más adecuado para ver la frecuencia y ritmo cardíaco.

OBJETIVO TERAPEUTICO: Consistió en mejorar la calidad de vida del

paciente.

PLAN DE TRATAMIENTO: Debido a que el paciente arribó a la consulta con

las manifestaciones clínicas (distrès respiratorio, tos episódica, distención

abdominal, sincope, pulso femoral atenuado, taquiarritmia) se lo encuadró en la

clasificación clase II según el ISACHC. Se prosiguió a tratarlo con dieta

hiposódica, reposo, tratamiento con enalapril (vasodilatador) (0.5 mg/kg cada

12 hs vía oral), furosemida (diurético de asa) (2 mg/kg cada 8 hs) primero

intramuscular y se prosiguió con comprimidos vía oral, amiodarona

(antiarrítmico) vía oral 2 comprimidos cada 12 hs por 7-10 días.

PRONOSTICO: Reservado a malo.

EVOLUCION

Aproximadamente a los 10 días posteriores a la primera consulta en la

veterinaria donde se sospechó de un problema cardiaco, el paciente falleció.

DISCUSION

La CMD es un enfermedad progresiva en la cual las manifestaciones

clínicas se pueden desarrollar con rapidez, en especial en pacientes

sedentarios, en los cuales los signos tempranos pueden no advertirse hasta

que la condición este avanzada (Nelson y col., 2000). Como sucedió con en el

paciente del caso clínico descripto en el presente trabajo.

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Es de utilidad la realización del electrocardiograma y ecocardiograma, ya

que eventualmente podrían detectar anormalidades eléctricas o del miocardio

(Oyama, 2008). Por lo cual, se realza la importancia de la implementación de

estos métodos complementarios de rutina para el diagnóstico de las

enfermedades cardiacas, y así, poder instaurar tratamientos para mejorar la

calidad de vida de los pacientes.

En el paciente del caso clínico desarrollado, se identifica fibrilación

auricular con conducción ventricular rápida, además de complejos QRS

aumentados en su duración. Estos resultados coinciden con los hallazgos

electrocardiográficos que se encuentran en pacientes con CMD, como son la

taquicardia ventricular, fibrilación auricular y QRS agrandados (Kittleson, 2016;

Lynne Nelson, 2003; Camacho, 2001).

La ecocardiografía es el método complementario de elección para

confirmar el diagnóstico de CMD (Tachika Ohara y Méndez Aguilar, 2001;

Kittleson, 2016).

Los perros con CMD grave que presentan falla cardíaca, poseen una

marcada disminución de la fracción de acortamiento ventricular izquierda a

causa de un aumento del diámetro ventricular izquierdo al final de la sístole

(Kittleson, 2016). En la ecocardiografía del paciente, se puede observar lo

antes mencionado, ya que la fracción de acortamiento es del 10,84%, lo que

indica hipocontractibilidad miocárdica; y también se aprecia un aumento del

diámetro sistólico ventricular izquierdo (valor hallado: 62.8mm, valor normal:

30.9-35.2). Asimismo, el paciente presenta un aumento en la relación AI/Ao

que indica dilatación de la AI.

El pronóstico a corto plazo para perros con CMD depende

principalmente de la gravedad de la insuficiencia cardíaca en la presentación.

El pronóstico a largo plazo es malo, con el tiempo de supervivencia medido en

meses. Los perros con insuficiencia cardíaca grave y fibrilación auricular, en

particular la insuficiencia cardíaca izquierda, tienen un peor pronóstico que

aquellos con signos más leves o signos de insuficiencia cardíaca derecha en la

presentación (Kittleson, 2016).

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39

CONCLUSION

En el paciente del caso clínico descripto se observó una etapa

“silenciosa de la cardiomiopatía dilatada” en la fase preclínica en la que a

menudo no hay signos clínicos (o estos son sutiles).

Al realizar la anamnesis y el examen clínico presentó las

manifestaciones clínicas de la cardiomiopatía dilatada en etapas avanzadas.

Los estudios complementarios que permitieron identificar la enfermedad

subyacente fueron la electrocardiografía y ecocardiografía, siendo esta última

la confirmatoria de la cardiomiopatía dilatada.

Se acentúa la importancia de la realización de métodos complementarios

como la electrocardiografía y ecocardiografía en exámenes de rutina para el

diagnóstico de enfermedades cardíacas en perros adultos y predispuestos

genéticamente.

El diagnóstico de la cardiomiopatía dilatada a través de la

implementación del electrocardiograma y especialmente el ecocardiograma,

por lo tanto, brinda la oportunidad de comenzar un tratamiento precoz que

permite disminuir la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida

de los pacientes cardiópatas.

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