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© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXVIII, julio-diciembre 2011, 63-86 ISSN: 0514-7336 EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DEL ARTE RUPESTRE LEVANTINO EN EL CAMPO DE HELLÍN (ALBACETE) 1 The archaeological context of Levantine rock Art in Campo de Hellín (Albacete) Gabriel GARCÍA A TIÉNZAR Universidad de Alicante. Correo-e: [email protected] Recepción: 2011-06-15; Revisión: 2011-07-26; Aceptación: 2011-10-28 BIBLID [0514-7336 (2011) LXVIII, julio-diciembre; 63-86] RESUMEN: Este trabajo profundiza en el conocimiento del poblamiento humano y del Arte rupestre Levantino en un marco geográfico concreto. La lectura espacial de estos elementos permite presentar hipótesis sobre las comunidades humanas que ocuparon tierras del Campo de Hellín (Albacete) durante las primeras fases del Holoceno y cómo éstas construyeron un paisaje que refleja sus necesidades sociales, económicas y simbólicas. Palabras clave: Arte rupestre Levantino. Neolítico. Paisaje. Territorio. Hellín. ABSTRACT: This work explores the knowledge of human settlement and the Levantine rock Art in a specific geographical context. The spatial reading of these elements allows to present hypotheses on human communities that occupied lands of the Campo de Hellín (Albacete) during the first phases of Holocene and how they built a landscape that reflects their social, economic and symbolic needs. Key words: Levantine rock Art. Neolithic. Landscape. Territory. Hellín. El arte, entendido como la creación mediante la cual el ser humano expresa una visión sensible en torno al mundo que le rodea, sea éste real o imagi- nario, no es más que un elemento de cultura humana y, por lo tanto, susceptible de comprenderse en su contexto. La búsqueda de sus códigos interpretativos es consustancial al estudio de cualquier manifesta- ción artística y el arte prehistórico no es ajeno a esta circunstancia. Sin embargo, no siempre la contex- tualización del arte dentro de las sociedades del pasado ha sido homogénea, sino que ha seguido ca- minos diversos, muchas veces vinculados a las cir- cunstancias propias de las distintas épocas en las que vivían los investigadores. Para el caso del Arte rupestre Levantino, la importante tradición histo- riográfica que rodea a su estudio, con más de 100 años de trasiego, permite observar cómo ha cam- biado su visión. No es nuestra intención la de pre- sentar una historia de la historiografía, labor que, por otra parte, ya han realizado otros investigadores recientemente (Martí, 2003; Fernández, 2005; Ma- teo, 2009). Sin embargo, creemos necesario esta- blecer un breve recorrido que permita plasmar en qué punto de la investigación se está y, de esta ma- nera, abordar la contextualización del Arte Levantino en el Campo de Hellín con el bagaje apropiado. 1 Los resultados de este trabajo se insertan dentro del proyecto “VIII-IV milenios cal BC: Arte rupestre, poblamiento y cambio cultural entre las cuencas de los ríos Júcar y Segura” (HAR2009-13723) financiado por el Plan Nacional de I+D+i 2008-2011 del Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno de España.

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ISSN: 0514-7336

EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DEL ARTE RUPESTRELEVANTINO EN EL CAMPO DE HELLÍN (ALBACETE)1

The archaeological context of Levantinerock Art in Campo de Hellín (Albacete)

Gabriel GARCÍA ATIÉNZARUniversidad de Alicante. Correo-e: [email protected]

Recepción: 2011-06-15; Revisión: 2011-07-26; Aceptación: 2011-10-28

BIBLID [0514-7336 (2011) LXVIII, julio-diciembre; 63-86]

RESUMEN: Este trabajo profundiza en el conocimiento del poblamiento humano y del Arte rupestreLevantino en un marco geográfico concreto. La lectura espacial de estos elementos permite presentar hipótesissobre las comunidades humanas que ocuparon tierras del Campo de Hellín (Albacete) durante las primerasfases del Holoceno y cómo éstas construyeron un paisaje que refleja sus necesidades sociales, económicas ysimbólicas.

Palabras clave: Arte rupestre Levantino. Neolítico. Paisaje. Territorio. Hellín.

ABSTRACT: This work explores the knowledge of human settlement and the Levantine rock Art in a specificgeographical context. The spatial reading of these elements allows to present hypotheses on human communitiesthat occupied lands of the Campo de Hellín (Albacete) during the first phases of Holocene and how they builta landscape that reflects their social, economic and symbolic needs.

Key words: Levantine rock Art. Neolithic. Landscape. Territory. Hellín.

El arte, entendido como la creación mediante lacual el ser humano expresa una visión sensible entorno al mundo que le rodea, sea éste real o imagi-nario, no es más que un elemento de cultura humanay, por lo tanto, susceptible de comprenderse en sucontexto. La búsqueda de sus códigos interpretativoses consustancial al estudio de cualquier manifesta-ción artística y el arte prehistórico no es ajeno a estacircunstancia. Sin embargo, no siempre la contex-tualización del arte dentro de las sociedades del pasado ha sido homogénea, sino que ha seguido ca-minos diversos, muchas veces vinculados a las cir-cunstancias propias de las distintas épocas en las

que vivían los investigadores. Para el caso del Arterupestre Levantino, la importante tradición histo-riográfica que rodea a su estudio, con más de 100años de trasiego, permite observar cómo ha cam-biado su visión. No es nuestra intención la de pre-sentar una historia de la historiografía, labor que,por otra parte, ya han realizado otros investigadoresrecientemente (Martí, 2003; Fernández, 2005; Ma-teo, 2009). Sin embargo, creemos necesario esta-blecer un breve recorrido que permita plasmar enqué punto de la investigación se está y, de esta ma-nera, abordar la contextualización del Arte Levantinoen el Campo de Hellín con el bagaje apropiado.

1 Los resultados de este trabajo se insertan dentro delproyecto “VIII-IV milenios cal BC: Arte rupestre, poblamientoy cambio cultural entre las cuencas de los ríos Júcar y Segura”

(HAR2009-13723) financiado por el Plan Nacional deI+D+i 2008-2011 del Ministerio de Ciencia y Tecnologíadel Gobierno de España.

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1. El Arte rupestre Levantino: del panel alcontexto arqueológico

La autoría ha sido, junto con su cronología, unade las cuestiones más discutidas en torno al Arte ru-pestre Levantino. La aproximación a esta cuestiónes casi tan antigua como su propio descubrimiento,aunque ésta no se ha mantenido invariable a lo largode los años. De esta manera, la perspectiva que setenía sobre los protagonistas de esta manifestaciónartística, paleolíticos, epipaleolíticos y neolíticos, havariado notablemente a lo largo de las décadas, man-teniéndose hoy viejas discusiones, aunque con re-novados argumentos.

Dejando de lado la propuesta paleolitista plan-teada por H. Breuil (1912, 1920), y seguida inicial-mente por investigadores de la primera mitad delsiglo XX como H. Obermaier, P. Bosch Gimpera oJ. Cabré a partir de la pretendida representación defauna pleistocena en algunos abrigos y de las simili-tudes técnicas con el Arte Paleolítico del Cantábrico,la discusión se ha centrado en torno a la cronologíaholocena.

La autoría epipaleolítica, planteada en primerainstancia por E. Hernández-Pacheco (1924), calaríacon mayor profusión durante las décadas centralesdel siglo XX (Martínez Santa-Olalla, 1946; Almagro,1952), no limitándose únicamente a la lectura ico-nográfica de los paneles, sino haciéndose eco tam-bién de las evidencias arqueológicas que se habíanido recuperando en las proximidades de los abrigos.En esta línea, M. Almagro (1964) destacaría la pre-sencia de materiales postpaleolíticos en las inme-diaciones de algunos abrigos con Arte Levantino,hecho que ya había sido apuntado décadas antespara los abrigos de la Roca dels Moros de Cogull odel Barranc de la Valltorta. A partir de estas eviden-cias, empezó a considerarse que el Arte Levantinoadquiría su personalidad en el Epipaleolítico, per-durando hasta las “colonizaciones” de las comuni-dades campesinas. También en esta década, y dentrode la lectura cronológica dominante, empezaron arealizarse las primeras propuestas de seriación (Ri-poll, 1964; Beltrán, 1968) en las que se insistía enla larga perduración del Arte Levantino y en el hechode encontrarse a medio camino entre el mundo epi-paleolítico y neolítico.

A finales de los sesenta y durante la década delos setenta se abrió una corriente crítica con la

interpretación del Arte Levantino como mimesis dela realidad social de grupos epipaleolíticos. El puntode inflexión lo marca F. Jordà (1966) al plantearabiertamente la cronología exclusivamente neolíticadel Arte Levantino a partir de la lectura de la icono-grafía y de la distribución espacial de esta y otrasmanifestaciones artísticas. En esta misma línea debesituarse la tesis doctoral de J. Fortea (1973), trabajoa partir del cual empezó a considerarse que el Epi-paleolítico geométrico tenía asociada una manifes-tación artística concreta, el Arte lineal-geométrico(Fortea, 1974), que había sido definido para el horizonte Cocina II y para el cual se establecieronparalelos rupestres en abrigos como los de La Sarga,de la Araña o Cantos de la Visera, lugares en losque esta manifestación se situaba en la base de la estratigrafía pictórica. De esta manera, se proponíaque el horizonte inicial del Arte Levantino, que apa-recía en varios abrigos por encima del Arte lineal-geométrico, era posterior al horizonte Cocina II y,por lo tanto, contemporáneo al desarrollo del primerneolítico, idea esbozada por F. Jordà en su revisiónde la cronología del Arte rupestre Levantino (Jordà,1966: 56).

A inicios de los ochenta, la identificación delArte Macroesquemático (Hernández y CEC, 1982)supuso la redefinición de la secuencia artística post -paleolítica de la región centro-meridional valen-ciana. Esta nueva manifestación, cuyos paralelosmuebles la sitúan en el Neolítico antiguo cardial,incluía algunas de las representaciones que Forteahabía catalogado como Arte lineal-geométrico y,además, se infraponía al Arte Levantino en el abrigoI de La Sarga. De esta manera, se conseguía estable-cer una secuencia pictórica y cronológica en la queel Arte Macroesquemático tenía, por lo menos enLa Sarga, mayor antigüedad que lo levantino. Sinembargo, su autoría siguió asociándose al mundoepipaleolítico ya que, mientras lo macroesquemáticose vinculaba a los llamados neolíticos puros, lo le-vantino sería la manifestación propia de los gruposepipaleolíticos que iniciaban un proceso de neoliti-zación (Fortea y Aura, 1987: 22). Así, durante losochenta y los noventa empezó a imponerse una visión, muy acorde con la corriente de interpreta-ción más aceptada para la explicación del procesode neo litización en el Levante peninsular, el Mo-delo Dual, en la que epipaleolíticos y neolíticosinteractuaban en territorios aislados, pero también

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fronterizos, creando de esta manera contextos arqueo-lógicos diferenciados con manifestaciones artísticascontrapuestas.

Trabajos posteriores desarrollados por algunosde los defensores del Modelo Dual han supuesto uninteresante revés a esta consideración. Centrándosede nuevo en el territorio de La Sarga, y por extensiónen las comarcas centro-meridionales valencianas,observaban (Hernández y Martí, 2000/2001; Martíy Juan Cabanilles, 2002; Juan-Cabanilles y Martí,2002) que los yacimientos que tradicionalmente se habían considerado paradigma del proceso de neolitización del sustrato local (Falguera y Tossal de la Roca) truncaban su evolución epipaleolíticaen la Fase A del Mesolítico Reciente (ca. 6600-6000cal BC). Esto suponía la ruptura de la pretendidadualidad cultural al no documentarse en este terri-torio las poblaciones epipaleolíticas que se neoliti-zaban y, por tanto, tampoco podían ser estos gruposlos autores del Arte Levantino documentado en estastierras. Para apoyar esta postura, se han empleadovarios fragmentos cerámicos con decoración impresaaparecidos en Cova de l’Or y Cova de la Sarsa, ya-cimientos que no evidencian materiales epipaleolí-ticos en su secuencia, cuyos motivos se han parale-lizado con el Arte Levantino (Hernández y Martí,2000/2001). Sin embargo, diferentes autores se hanmostrado críticos con esta asociación, considerandoestos fragmentos propios del Arte Esquemático(Alonso y Grimal, 1994; Mateo, 2009).

Por otra parte, el análisis del registro lítico hapermitido también abordar la ausencia de la deno-minada Fase C (la pretendida fase de contacto entreEpipaleolítico y Neolítico) en la cuenca del Júcar y,por lo tanto, poner en tela de juicio el presumidoproceso de neolitización del sustrato epipaleolíticoen aquellas tierras (Juan-Cabanilles y Martí,2007/2008), quedando éste limitado a otras regionescomo el Bajo Aragón. En esta misma línea apuntala propuesta elaborada por M.ª R. García, Ll. Molinay O. García (2003, 2004), quienes plantean una cro-nología posterior al primer cuarto del V milenio calBC para el inicio del Arte rupestre Levantino, coin-cidiendo grosso modo con las transformaciones ope-radas en el patrón de asentamiento y en la estructu-ración económica del territorio y alejándose de laposibilidad de que esta manifestación se tratase deun arte vinculado al proceso de neolitización, con-texto para el que se ha destacado la significación de

las manifestaciones rupestres esquemáticas de in-fluencia macroesquemática (Hernández, 2006).

Si para una parte de la investigación actual laautoría epipaleolítica del Arte Levantino no es unavisión aceptable, para la otra, y especialmente parainvestigadores que han desarrollado su labor en laregión que ahora nos ocupa, la cuestión se abordadesde otra perspectiva. Así, en regiones como lamanchega, diversos autores plantean abiertamenteque las poblaciones epipaleolíticas seguirían vigen-tes siglos después de la llegada de los primeros gru-pos neolíticos (Rodríguez, 1997/1998; MateoSaura, 2003, 2009; Alonso y Grimal, 2002, etc.).Para ellos, la presencia del Arte Levantino sigueexplicándose como una manifestación asociada aestos últimos cazadores-recolectores o como el re-flejo de esas mismas sociedades que pudieron en-trar, o no, en un proceso de neolitización a partirde los contactos establecidos con los primeros gru-pos campesinos.

Estos dos puntos de vista, antagónicos por defi-nición, han sido defendidos con múltiples criteriosque van desde las superposiciones cromáticas o losparalelos muebles hasta su distribución espacial y,más recientemente, la cronología de las capas deoxalato cálcico que recubren las manifestaciones.Junto a estos argumentos, algunos de los cuales hansido empleados por ambas posturas aunque distintasinterpretaciones, el análisis del poblamiento prehis-tórico (el contexto arqueológico) situado en elmismo territorio que las pinturas rupestres puedeservir para aproximarnos a la cuestión de quiénes,cuándo y con qué intención se ejecutaron las mani-festaciones artísticas.

2. Espacio y tiempo: el contexto arqueológicoen el Campo de Hellín

Tomando como base de partida la afirmación“El arte Levantino […] es el hombre y sus circuns-tancias” (F. Jordà, 1966: 58), el estudio de esta y otrasmanifestaciones artísticas no puede ser abordado sintomar en consideración el conjunto de elementos(las circunstancias) que caracterizan a las sociedadesque las elaboraron. Para ello debemos ahondar enla comprensión de las comunidades prehistóricas apartir del análisis integral de cuantas variables seanposibles. Sólo de esta manera se podrá observar no

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sólo la autoría y cronología del arte, sino tambiénsu valor social y, en última instancia, la interpreta-ción de los códigos ideológicos que entraña su plas-mación sobre las paredes rocosas de los abrigos.

Entra en juego ahora un concepto que en los úl-timos años ha calado hondo en la historiografía ar-queológica: el Paisaje. Este concepto puede ser en-tendido como el resultado de la integración delmedio físico y de la acción del hombre sobre él através de la implantación de un hábitat determinadoy de la explotación de los recursos naturales que esemedio ofrece de acuerdo con unos fines económicos,sociales o políticos que condicionan el grado de eseaprovechamiento (Orejas, 1991). De esta manera,el arte se convierte en un elemento más del paisaje,es decir, de la cosmología de una sociedad concretay, por ello, su estudio no puede ni debe ir desligadodel análisis del resto de parámetros que la componen:patrones de asentamiento, organización social, eco-nomía, etc.

2.1. El Campo de Hellín y el poblamiento humanoentre c. 10000 BP - 4000 BP

Partiendo de las bases apuntadas anteriormente,consideramos que un paso inicial para la correcta

contextualización del arte es establecer estudios de carácter regional, evitando desarrollar análisis deabrigos concretos o zonas puntuales que, por sí solos,no reflejarán la realidad geográfica en la que se desa -rrollaron las sociedades prehistóricas. Aproximacio-nes de este corte ya han sido planteadas para distintosámbitos (Fernández et al., 2002; Mateo, 2003; Fai-rén y García, 2005; Fairén, 2006; etc.), permitién-doles no sólo un exhaustivo análisis de los problemashistóricos allí suscitados, sino también una aproxi-mación al arte desde el territorio (y viceversa). Eneste trabajo seguiremos en la línea de estos autores,aunque centrándonos en un marco geográfico con-creto, el Campo de Hellín, que reúne una serie decaracterísticas que lo hacen idóneo para este tipo de aproximaciones.

El Campo de Hellín supone, además de unaunidad administrativa, una comarca natural conlímites bien definidos al Oeste, Este y Sureste porlos últimos contrafuertes de la sierra del Segura.El resto del territorio se encuentra articulado porla red hidrográfica formada por el tramo final delrío Mundo y por el río Segura a su salida de la se-rranía. Esta red se complementa con un buen nú-mero de arroyos, fuentes y otras surgencias hídricasque configuran un paisaje con una amplia biodi-versidad ecológica (Fig. 1).

Por otra parte, se trata también de una zona in-tensamente reconocida a nivel arqueológico, requi-sito imprescindible para abordar un análisis comoel que aquí se presenta. Los trabajos de J. F. JordánMontes (1981, 1992) permitieron registrar una ex-traordinaria cantidad de yacimientos de cronologíaprehistórica entre los que los asentamientos post -paleolíticos, a pesar de no ser excesivamente nu-merosos, están bien caracterizados. En fechas másrecientes, la revisión de un importante conjuntode materiales y las propecciones llevadas a cabo enpuntos concretos de esta región han permitido au-mentar la base documental y proponer una secuen-cia arqueológica que iría desde momentos finalesdel VI hasta el III milenio cal BC (García Atiénzar,2010). En la actualidad, un proyecto de investiga-ción desarrollado desde la UNED ha realizado ex-cavaciones puntuales en algunos yacimientos ar-queológicos asociados a manifestaciones pictóricas(Mas et al., e. p.; Mingo, e. p.) y cuyos resultadosserán de extraordinario valor para contextualizar elarte prehistórico regional. A esta amplia tradición

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FIG. 1. Localización de la zona de estudio.

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investigadora cabe unir el fuerte impacto que tuvoel descubrimiento de las pinturas rupestres de Mi-nateda en la historiografía de inicios del siglo XX,huella que ha hecho que este yacimiento se hayaconvertido en referente, sirviendo incluso como

paradigma para la secuenciación de esta manifes-tación (Fig. 2).

Centrándonos en los momentos en torno a loscuales gira la actual discusión sobre el Arte rupestreLevantino, Epipaleolítico y/o Neolítico, la comarca

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FIG. 2. Localización de los contextos arqueológicos mencionados en el texto. 1. Abrigo del Tobar; 2. Cueva del Niño; 3. Peñadel Agua; 4. Abrigo de los Húmeros; 5. Covachas de la Igualada Abrigo de la Tienda III; 6. Cueva de los Tejos; 7.Casa de la Marta I; 8. Vega del Talave; 9. Loma de la Alcantarilla; 10. Fuente de Isso; 11. Casas Altas; 12. ElMaeso; 13. Abrigo de Cueva Blanca; 14. Abrigo de la Tienda III.

YACIMIENTO TÉRMINO TIPO DE CRONOLOGÍA FUENTE DEMUNICIPAL YACIMIENTO INFORMACIÓN

Vega del Talave Hellín Aire libre Epipaleolítico? Hallazgo superficialPico de la Tienda Hellín Abrigo Paleolítico superior final/Epipaleolítico Hallazgo superficial

Neolítico antiguoCueva del Niño Ayna Cueva Paleolítico superior final/Mesolítico Excavación

Neolítico antiguoCovachas de la Igualada Elche de la Sierra Abrigo Neolítico antiguo? Hallazgo superficialPeña del Agua Elche de la Sierra Aire libre Neolítico antiguo Hallazgo superficialAbrigo de Cueva Blanca Hellín Abrigo Neolítico antiguo ExcavaciónCueva de los Tejos Liétor Cueva Neolítico final/Eneolítico Hallazgo superficialFuente de Isso Hellín Aire libre Eneolítico ExcavaciónCasas Altas Agramón Aire libre Eneolítico Hallazgo superficialLoma de la Alcantarilla Elche de la Sierra Aire libre Eneolítico Hallazgo superficialEl Maeso Hellín Aire libre Eneolítico Hallazgo superficialCasa de la Marta I Liétor Aire libre Eneolítico Hallazgo superficialAbrigo de los Húmeros Elche de la Sierra Cueva de enterramiento Eneolítico Hallazgo superficial

TABLA 1. Yacimientos arqueológicos del Campo de Hellín mencionados en el texto.

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de Hellín presenta un número reducido de encla-ves aunque, para los más recientes, la informaciónque aportan es relativamente importante.

La presencia durante el Paleolítico superiorfinal/Epipaleolítico en la zona se encuentra limitada aunos pocos enclaves. El primero de ellos fue detectadopor Jordán Montes (1992) en la antigua vega del Talave,estando definido por un escueto conjunto formadopor un microburil y varias laminitas de sílex que difi-cultan defender la cronología epipaleolítica propuestapor su descubridor. Más información aportan los ma-teriales recuperados de un gran abrigo rocoso situadoen la cara sur del Pico de la Tienda (Serna, 1996). Deaquí procede un núcleo piramidal para la extracciónde laminitas y una laminita de borde abatido, mate-riales que permiten inferir, no sin ciertas reservas, unacronología Paleolítico superior final o Epipaleolíticomicrolaminar (cabe recordar la dificultad de separarestos dos horizontes ante la ausencia de estratigrafías;García Catalán, 2007), es decir, anterior al 9000 BP.Tal vez debamos asociar estos hallazgos con los docu-mentados en el abrigo de la Tienda III, yacimiento si-tuado a unos pocos metros de los abrigos con Arterupestre Levantino del mismo nombre. La recienteprospección llevada a cabo en la zona permitió recu-perar un pequeño conjunto de materiales de diversasépocas entre los que cabe destacar la presencia de unpar de raspadores cuyas características los aproximaríanal Epimagdaleniense, aunque otros materiales, comovarios fragmentos de láminas, algunos núcleos lami-nares, un taladro y varios fragmentos cerámicos, abo-gan por reocupaciones en un momento impreciso delNeolítico antiguo (Fig. 3).

La referencia neolítica másantigua la localizamos en laorla montañosa que delimitala llanura del Campo de He-llín por el Este. Se trata de lacueva del Niño (Ayna), yaci-miento conocido desde hacecuatro décadas (Almagro,1971), tiempo durante el cualha servido de referente, juntoa la cueva del Nacimiento(Pontones) y el abrigo de Val-decuevas (Cazorla), para la ex-plicación de la neolitizaciónde las serranías interiores. Lasprimeras noticias que se tie-

nen de la cavidad (Almagro, 1971) se centran en lapresencia de paneles de Arte Paleolítico y de Arte Le-vantino, este último en las paredes del abrigo exterior,aunque también se menciona la presencia de cerámicaimpresa e industria lítica procedente de la zona deentrada y del talud que existía frente a la boca. Tras elcierre de la cueva como medida protectora ante re-mociones de incontrolados, en 1973 el equipo delEarly Agriculture Research Project realizó dos catas enel exterior de la cavidad y una tercera en el interior,actuación de la que tan sólo se ha publicado una es-cueta nota (Higgs, Davidson y Bernaldo de Quirós,1976). La interpretación llevada a cabo con posterio-ridad por I. Davidson (1989) considera la existenciade tres grandes horizontes que abarcarían el Paleolíticomedio, una ocupación que podría situarse en el Paleo -lítico superior (Solutrense) y un horizonte superiorque estaría asociado a un epipaleolítico representadopor una raedera fracturada y una laminita de dorso,materiales que, sin mayores especificaciones, remiti-rían a momentos microlaminares. La presencia enlos niveles superiores de un trapecio simétrico conretoque abrupto en el lado mayor, de varios productoslaminares, algunos con retoques marginales, y de va-rios fragmentos cerámicos decorados (Martí, 1988;García Atiénzar, 2010) puede vincularse al Neolíticoinicial, aunque la evidente mezcla de materiales dediversas épocas en estos estratos (superficial-I-II)obliga a ser cautos a la hora de interpretar cultural-mente esta ocupación.

Lo escaso y limitado de los datos impide valorarcon claridad la ocupación postpaleolítica de la cavidad,aunque el enclave y algunas de las características del

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FIG. 3. Materiales procedentes del abrigo de la Tienda III (Hellín).

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registro arqueológico permiten plantear un uso re-lacionado con la explotación cinegética del entornodel río Mundo. La presencia de restos ovicápridosdomésticos en los niveles superficiales obliga a retenerla posibilidad de un uso pecuario del yacimiento,posibilidad que también queda insinuada a partir dela existencia de laminaciones asociadas a fuegos rea-lizados en el interior de la cavidad y que se observanen los perfiles de las intervenciones realizadas en lasala interior. De poder documentarse mejor estas es-tructuras de combustión, el uso como redil vendríaa completar la información aportada por el abrigodel Molino del Vadico de Yeste (Vega, 1993), yaci-miento situado junto al cauce del río Zumeta en unentorno geográfico parecido al de la cueva del Niñoy que presenta una secuencia similar en la que, trasvarios niveles que pueden situarse entre el Magdale-niense-Epipaleolítico microlaminar (niveles B1-D6),se documentaron evidencias de frecuentaciones degrupos cronológicamente neolíticos (nivel A1.1).

Más recientes son las noticias procedentes delas covachas de la Igualada (Elche de la Sierra), si-tuadas próximas al cauce del Segura. El yacimientose ubica al abrigo de una pared de toba erosionadade unos 2-3 m de altura que se desarrolla a lo largode varios metros en una pequeña elevación locali-zada a unos 5 m por encima del margen derechodel cauce del arroyo de Elche. Este yacimiento fue catalogado originalmente como epipaleolítico

(Jordán, García y Page, 2001),aunque consideramos quelos materiales recuperados enprimera instancia (un par delascas laminares y un frag-mento de cerámica con doscordones horizontales para-lelos y decorados con impre-siones), unidos a los obteni-dos en labores de prospecciónllevadas a cabo más recien-temente (un núcleo agotadode lascas, varias lascas sim-ples y varios fragmentos in-formes de cerámica a mano;García Atiénzar, 2010), im-piden establecer valoracionesconcluyentes más allá deuna ocupación neolítica(epi/postcardial) advertida

por la cerámica decorada.A los pies de la Peña del Agua (Elche de la Sierra)

se documenta un yacimiento que presenta diversosmomentos de ocupación durante el Neolítico, épocaibérica y Edad Media. Este asentamiento, descubiertoen primera instancia por J. F. Jordán Montes, fueprospectado de manera intensiva por miembros delMuseo Comarcal de Hellín, quienes recuperaron unamplio conjunto de materiales. Los típicamente neo -líticos ocupan una extensión aproximada de 2 ha,aunque en el entorno más inmediato, vinculado alparaje de El Tarazo, se recuperaron otros de maneraaislada que configuran un ruido de fondo que apun-taría hacia una ocupación más o menos intensa deeste pequeño valle durante la secuencia neolítica. Elconjunto está caracterizado por un reducido conjuntode cerámicas elaboradas a mano, un fragmento deazuela pulimentada y un buen número de productoslíticos tallados. Aunque el registro lítico está formadobásicamente por lascas simples y restos de talla, lapresencia de elementos como microlitos geométricos(un trapecio y dos segmentos con retoque abrupto),un fragmento de laminita con muesca o preparaciónterminal, una laminita retocada, un buen númerode productos laminares, siempre de módulo reducidoy aristas paralelas, y varios núcleos piramidales deextracción laminar unidireccional apunta hacia unacronología del Neolítico inicial, sin que puedan rea-lizarse mayores precisiones (Fig. 4).

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FIG. 4. Material lítico tallado procedente de las laderas de la Peña del Agua (Elchede la Sierra).

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Recientemente se ha excavado a los pies del abrigode Cueva Blanca (Hellín) un singular contexto arqueológico con un interesante registro lítico en elque destaca la presencia de microlitos geométricos,entre ellos varios trapecios, un par de raspadores, lá-minas de borde abatido, etc., que, según sus excava-dores (Mingo, e. p.), tendría una base industrial re-lacionable con contextos del Mesolítico reciente. Enel mismo horizonte estratigráfico se documentó unapequeña estructura pétrea circular asociada a frag-mentos de un recipiente cerámico y una placa dearenisca rubefactada que podrían interpretarse comouna zona de combustión. Los datos presentados2 han

permitido proponer (Mingo, e.p.) una ocupación durante mo-mentos avanzados del Neolíticoantiguo relacionada con la explo-tación cinegética y recolectora delentorno inmediato, así como sufrecuentación dentro de movi-mientos de trasterminancia a tra-vés de los valles que comunicanlos altiplanos de Jumilla y Hellín.

Junto al cauce del río Mundose localiza la cueva de los Tejos(Liétor), ubicada en el paraje co-nocido como de los Infiernos. Elconjunto, recuperado sin ningúntipo de control, está formado porvarias láminas de módulo medioy sin retoque y por varios frag-mentos cerámicos entre los quedestaca la abundancia de elemen-tos de suspensión, sobre todolengüetas horizontales (una deellas multiperforada), y un frag-mento informe con decoraciónpintada en rojo a base de dos lí-neas paralelas en zigzag. Estas características acercarían la ocu-pación de esta cavidad a momen-tos imprecisos de finales de la se-cuencia neolítica, posiblementeen la primera mitad del IV mile-nio cal BC. Las particularidadesdel entorno y el tamaño de los

vasos cerámicos (medianas dimensiones y con ele-mentos de suspensión abundantes) permiten plan-tear la posibilidad de una ocupación especializada,tal vez relacionada con los recursos naturales vincu-lados al río Mundo. No obstante, debemos tambiénretener la posibilidad de un uso funerario similar alobservado en otras cavidades de la zona, como elabrigo de los Húmeros o el abrigo del Tobar (Garcíay De Miguel, 2009). Esta segunda posibilidad tam-bién concuerda con la presencia de algunos elemen-tos como las cuentas de collar o el fragmento cerá-mico pintado que recuerda a otros documentadosen contextos funerarios del IV milenio cal BC comoes el caso de la cueva de los Tiestos de Jumilla (Mo-lina, 2003) (Fig. 5).

El resto de evidencias pertenecen a localizacionesal aire libre que tienden a ubicarse en las zonas llanas

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2 Agradecemos a Alberto Mingo Álvarez la informaciónofrecida sobre este yacimiento inédito, así como el permisopara presentar aquí algunos de sus datos.

FIG. 5. Materiales arqueológicos procedentes de la cueva de los Tejos (Liétor).

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FIG. 6. Materiales arqueológicos procedentes de Fuente de Isso (Hellín).

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del Campo de Hellín, siempre cerca de antiguasáreas endorreicas o de las vegas de los ríos Mundo ySegura. Los yacimientos de Fuente de Isso (Hellín),Casas Altas (Agramón), Loma de la Alcantarilla (El-che de la Sierra) y El Maeso (Hellín) reflejan la plenaocupación de las tierras llanas del Campo de Hellíndurante la segunda mitad del IV e inicios del IIImilenio cal BC (López y Serna, 1996; García y Ló-pez, 2008; García Atiénzar, 2010). Estos asenta-mientos se ubican próximos a importantes recursoshídricos: una antigua cuenca endorreica en el casode Fuente de Isso, una amplia loma sobreelevadacon respecto a la vega del río Mundo para Casas Altas, una amplia zona de vega para la Loma de la Alcantarilla y una amplia zona de vega situada entrelos cauces de los ríos Mundo y Segura, muy cercade la confluencia de ambos, para El Maeso. A estosyacimientos cabría unir escuetas referencias a la exis-tencia de materiales de cronología eneolítica en elyacimiento de Casa de la Marta I, situado en el punto en el que el cauce del río Mundo se abreformando un amplio valle, cubierto en la actualidadpor el embalse del Talave.

De ellos, tan sólo el yacimiento de Fuente deIsso ha aportado información suficiente como paraabordar las características paleoeconómicas de estetipo de asentamientos. El alto porcentaje de animalessalvajes (algo más del 40% del total del registro),principalmente ciervo, concuerda con el elevadonúmero de puntas de flecha recuperadas en el yaci-miento (García Atiénzar, 2010). El elevado númerode productos laminares, algunos empleados comoelementos de hoz, y de instrumental de moliendadeben asociarse a la importancia jugada por la agri-cultura dentro de este yacimiento y, por extensión,en los localizados junto a las vegas de los ríos Seguray Mundo. De esta manera, los datos ofrecidos porel registro faunístico, el registro material y las data-ciones radiocarbónicas permiten plantear para lossiglos finales del IV e inicios del III milenio cal BC laexistencia de grupos sedentarios con una economíaagropecuaria consolidada, aunque complementadacon la explotación de los recursos silvestres presentesen los entornos próximos (Fig. 6).

2.2. Hábitat y territorio

Con las evidencias expuestas anteriormente, laocupación postpaleolítica del entorno del Campo de

Hellín se resume en una serie de hallazgos aisladosy sin contexto estratigráfico cuya cronología debeser anterior al VIII milenio BP (ca. 7000 cal BC),sin que ninguno de los contextos analizados, a ex-cepción de los problemáticos materiales superficialesde la cueva del Niño, puedan hacer referencia a al-guna de las facies conocidas para el Mesolítico re-ciente en el ámbito mediterráneo. Esta ausencia seenmarcaría dentro de un panorama regional carac-terizado por la escasez de datos para este momentocronocultural en el espacio geográfico situado entrelos focos de la cubeta de Villena y la sierra de Cazorla(Martí y Juan-Cabanilles, 1997; Juan-Cabanilles yMartí, 2002, 2007/2008).

La falta de secuencias arqueológicas completas yel hecho de que muchos de estos datos procedan decontextos arqueológicos poco fiables dificulta inser-tar a las poblaciones de cronología epipaleolítica/me-solítica del Campo de Hellín en la discusión sobrela autoría del Arte Levantino, algo que sí se ha plan-teado para otras regiones como el Bajo Aragón o elMaestrazgo. Buena parte de estas posturas aboganpor una duración a lo largo de toda la secuencia,con un momento de apogeo durante el Mesolíticoreciente y su “neolitización” (Olària, 1999; Alonsoy Grimal, 1999), horizontes que, con los datos evi-denciados, no se constatan para esta región. Podríaargumentarse que la autoría/cronología se limitaríaal horizonte microlaminar, coincidiendo así con losmomentos iniciales de esta manifestación según elplanteamiento de algunos autores (Olària, 1999,2001; Mateo, 2009). Sin embargo, la extraordinariacantidad y variedad de motivos levantinos represen-tados en abrigos como el de Minateda dificultaríalimitar su ejecución a un único momento cronológico,reflejando una notable perduración en el uso temporalde este abrigo, hecho que también se ha podido cons-tatar en otros conjuntos artísticos en los que la diver-sidad formal, temática y compositiva observada hapermitido proponer secuencias evolutivas internaspara el Arte Levantino (Martínez y Villaverde, 2002;Martínez y Guillem, 2005; Domingo, 2005, 2008;Mateo, 2006; Utrilla y Martínez, 2007).

Dentro de esta misma línea de interpretación,se ha propuesto que esta ausencia podría relacio-narse con alteraciones sedimentarias producidas porfenómenos erosivos asociadas a un incremento delas precipitaciones durante el período climáticoAtlántico, debiendo hablarse de ausencia de registroy no de poblaciones (Mateo, 2009: 81). Asociada a

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esta idea, la revisión de las secuencias paleoambien-tales del litoral mediterráneo peninsular ha permi-tido plantear la influencia del evento climático 8200cal BP en los hiatos estratigráficos existentes entreel Mesolítico y el Neolítico antiguo en yacimientosde esta zona (López et al., 2008). Para estos autores(ibid.: 83), esta discountinuidad cabría relacionarlacon alteraciones geomorfológicas sobre la estrati-grafía de esos yacimientos que habrían “borrado”los niveles propios del Mesolítico reciente. No obs-tante, en regiones vecinas como el Alto Vinalopó ola sierra del Segura sí se han determinado las fases Ay B del Mesolítico reciente, tanto en contextos alaire libre como en cueva, presencia que invalidaríala posibilidad apuntada anteriormente si se quisiesehacer extensiva a las tierras del Campo de Hellín.Sin embargo, no cabe duda de que el impacto deeste brusco cambio climatológico debió ser signifi-cativo, pudiendo haber provocado la reorganizaciónde los patrones de asentamiento de las poblacionesmesolíticas, debiendo explicarse estas ausencias noexclusivamente por razones tafonómicas, sino tam-bién por cuestiones socioeconómicas.

Si la incierta imagen que arrojan los datos quesobre el poblamiento epipaleolítico/mesolítico te-nemos en la actualidad no permite abordar la con-textualización del Arte Levantino, el registro vincu-lado a contextos neolíticos tampoco ofrece unpanorama mucho más completo, aunque cabe re-calcar que se observan evidencias claras de ocupaciónininterrumpida durante toda la secuencia, desde ini-cios del V hasta el III milenio cal BC, procediendoalgunas de ellas de excavaciones arqueológicas re-cientes y evidenciando un panorama mucho máscomplejo con distintas tipologías de asentamientosque permiten abordar la reconstrucción de los pa-trones de ocupación y explotación del territorio.

Los hallazgos que remiten a los momentos másantiguos de la ocupación neolítica (ca. V milenio calBC) se centran en localizaciones en cueva o abrigo.Tanto la cueva del Niño como las covachas de laIgualada o el abrigo de cueva Blanca se localizan enentornos agrestes y de difícil acceso, hecho que invitaa pensar en una ocupación esporádica por parte deun grupo reducido. Comentábamos líneas atrás quela posibilidad de una explotación cinegética y pastorilde estos entornos parecía la explicación más plausiblepara estas y otras cavidades de las sierras del Seguray Cazorla. Sin embargo, no tenemos aún parámetrossuficientes como para caracterizar correctamente este

tipo de ocupaciones, aunque los indicios recuperadosen el próximo abrigo del Molino del Vadico de Yeste(Vega, 1993) apuntan hacia asentamientos de carácter estacional y con fines económicos diversifi-cados asociados a la explotación de los recursos sil-vestres del medio (caza, pastoreo, recolección, etc.).

Este tipo de ocupaciones cabría entenderlas den-tro de un sistema de gestión del territorio más am-plio en el cual las cavidades mencionadas jugaríanun papel “satélite” con respecto a uno o varios asen-tamientos al aire libre, que en el espacio aquí anali-zado estarían representados por los yacimientos dela Peña del Agua o el Llano de Jutía (Yeste), amboslocalizados en pequeños valles con recursos hídricosestables y próximos a estas zonas de sierra, algo quefacilitaría el acceso a un buen número de recursos y,por lo tanto, una ocupación más estable que la ofre-cida por las cavidades. No obstante, tenemos queadmitir las limitaciones del registro arqueológico,ya que el hecho de que los hallazgos al aire libreprocedan de recogidas superficiales impide establecerlas características de las mismas, aunque la dispersiónde materiales advertida en la Peña del Agua permi-tiría inferir un modelo disperso caracterizado porun reducido número de unidades habitacionales concierta movilidad residencial.

Los movimientos desde estos sitios estables hacialas zonas de serranía tendrían un ritmo cíclico tal ycomo se desprende de las noticias apuntadas poryacimientos como el Molino del Vadico, pero tam-bién de otros ajenos a esta zona como el abrigo dela Falguera o la cueva del Nacimiento. En este sen-tido, los registros faunístico y paleocarpológico deestas y otras cavidades apuntan hacia ocupacionespuntuales de carácter estival con abandonos durantelos períodos invernales. La duración de las mismases un dato complicado de establecer, aunque la pre-sencia de vasos fácilmente transportables y destina-dos al almacenamiento en la cueva del Niño o elMolino del Vadico y la presencia de fuegos de corraladvertidos en sus estratigrafías apuntarían hacia ocu-paciones de cierta duración.

A partir del IV-III milenio cal BC, la informaciónconocida apunta hacia una mayor estabilización delos patrones de poblamiento, además de una ten-dencia a ocupar zonas de vega y amplios valles enlas cuencas medias de los ríos Mundo y Segura.Buen reflejo de este cambio de tendencia son las ca-racterísticas observadas en el yacimiento de Fuentede Isso, en el que se determinaron una veintena de

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manchas cenicientas con concentraciones de mate-riales que podrían asociarse a áreas de habitacióncuya dispersión ha permitido proponer una exten-sión de unas 6 ha (López y Serna, 1996). La únicaestructura de hábitat excavada refleja la existenciade áreas de residencia de carácter más o menos esta-ble asociadas a estructuras domésticas de diversotipo similares a las observadas en el yacimiento deEl Prado de Jumilla (Lillo y Walker, 1986; García etal., e. p.). Por otra parte, la presencia de silos exca-vados en la base geológica apoyaría la existencia deprácticas de almacenamiento y de una economíaagrícola, así como la estabilización de los lugares dehábitat. Este modelo de ocupación podría extrapo-larse a los yacimientos de Casas Altas, en dondetambién se documentaron concentraciones de ma-teriales y un registro arqueológico similar, o al de laLoma de la Alcantarilla, donde se observaron es-tructuras de habitación similares a la excavada enFuente de Isso.

La dispersión de materiales y estructuras docu-mentadas en el yacimiento de Isso permite plantearla existencia de grupos asentados en zonas concretas,

pero con una cierta movilidad dentro de espaciosgeográficos más amplios donde realizar las distintasactividades reflejadas en el registro arqueológico.Las características económicas observadas para elcaso de Fuente de Isso implicarían unos territoriosde explotación económica no limitados únicamentea las áreas fértiles situadas en sus inmediaciones,sino que afectarían a extensos territorios donde llevara cabo las distintas actividades constatadas a travésdel registro arqueológico (caza, recolección de frutossilvestres, captación de recursos abióticos, etc.). Estehecho podría ponerse en consonancia con la distri-bución espacial de los yacimientos contemporáneosconocidos que tienden a ocupar unidades geográficasindependientes y separadas entre sí.

3. Visibilidad y emplazamiento en la pinturarupestre levantina del Campo de Hellín

La localización concreta de los abrigos con arteen unos determinados accidentes geográficos es sus-ceptible de analizarse desde parámetros tales como la

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FIG. 7. Localización de los abrigos con Arte rupestre Levantino. a: cueva del Niño; b: abrigo de Canalizo del Rayo; c: abrigode la Higuera; d: abrigo de los Cortijos; e: abrigo Grande de Minateda; f: abrigo de Cueva Blanca; g: abrigos de laTienda I-II.

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visibilidad de y desde el abrigo, así como su situaciónen determinados puntos del territorio (Martínez,1998). Centrándose en estos condicionantes geográ-ficos, los abrigos con arte rupestre pueden ser inter-pretados desde un punto de vista espacial y conside-rarse como productos culturales a partir de los cualesuna comunidad concreta lleva a cabo la apropiaciónsimbólica de lugares puntuales desde los que se pro-yecta un significado cultural del espacio (Ingold,1986), conceptuación que, en última instancia, caberelacionar con sistemas de apropiación y/o delimita-ción de un paisaje socializado (Fig. 7).

Este tipo de consideraciones han sido aplicadaspor distintos investigadores para diferentes regionesy para las distintas manifestaciones postpaleolíticas.La primera aproximación de este tipo se la debemosa J. Martínez (1998), quien estableció distintas ca-tegorías de análisis para el Arte Esquemático de lacomarca de Los Vélez (Almería), categorización que,con adaptaciones según nuevos marcos de trabajo,ha sido empleada por otros investigadores (Torre-grosa, 2000/2001; Fairén, 2002, 2006; Mateo, 2003;etc.). La validez mostrada por esta categorización yla premisa inicial aquí adoptada de que el arte es unelemento cultural relacionado con la ocupación so-cial y simbólica del territorio justifican su empleo,

aunque con modificacionesimpuestas por las caracterís-ticas tanto del registro ar-queológico como del espaciogeográfico considerado. Deesta manera, se observa quelas manifestaciones de Arterupestre Levantino se con-centran en puntos concretos de la geografía del Campo deHellín (el Calar del Mundoy las sierras de Cabeza Llana,de Enmedio y de la Tienda),accidentes que, tomando en consideración los pará-metros emplazamiento y vi-sibilidad establecidos porMartínez (1998), pueden sermodelizados.

La manifestación más oc-cidental se localiza en el abrigoque antecede a la cueva delNiño de Ayna y está repre-

sentada por seis figuras antropomorfas, algunas deellas asimilables a arqueros (Almagro, 1971; Alonsoy Grimal, 2002). La cavidad se enclava en un parajetremendamente agreste, el barranco del Infierno,caracterizado por presentar paredes verticales al piede las cuales discurre un pequeño curso tributariodel río Mundo. El abrigo sólo es visible una vezque nos encontramos ante él y la visibilidad haciael exterior queda restringida al tramo del cañón en el que se inserta y a la desembocadura de éste enel río Mundo, punto que presenta también un fuerteencajonamiento. Estas características incidirían, enúltima instancia, en el carácter oculto del abrigo(Fig. 8 y Fig. 9A).

El abrigo de la Higuera se ubica en el interior delbarranco de la Mortaja, un estrecho pasillo de apenas10 m de anchura delimitado por paredes verticalesy que se abre en el seno de la sierra de Cabeza Llana.Las manifestaciones pictóricas se distribuyen en dospaneles, observándose en ellos diferentes estilos. Lasrepresentaciones levantinas se concretan en cuatrofiguras antropomorfas con tocados y un cuadrúpedo,además de otros restos no identificables (Breuil,1935; García del Toro, 1988; Alonso y Grimal,2002). Por su ubicación, su visualización queda li-mitada al interior de este barranco, lo que permitiría

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FIG. 8. Motivos levantinos del panel exterior de la cueva del Niño (Ayna) (calco:Alonso y Grimal, 2007: 63; fig. 3) y vista del barranco de los Infiernos.

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considerarlo como un abrigo de movimiento, aun-que desde la boca del abrigo también se observa unsector muy limitado del llano circundante (Fig. 9B).

El abrigo de Rinconada deCanalizo el Rayo se abre enuna de las estribaciones sep-tentrionales del paraje de LaRetuerta desde donde se vi-sualiza parte del arroyo deTobarra que, en este punto,supera el paso natural exis-tente entre las elevaciones enlas que se enmarca el abrigoy las estribaciones de la Se-rreta de la Rá. En el abrigo Ise identificaron, además demanifestaciones esquemáti-cas y recientes, restos de doscuadrúpedos de estilo levan-tino (Breuil, 1928, 1935;

Acosta, 1968; García del Toro, 1988), uno de elloscorrespondiente a una cierva cuyo soporte arrancó H.Breuil para depositarlo en el Instituto de Paleontología

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FIG. 9. Campo visual desde las pinturas de la cueva del Niño (A) y el abrigo de laHiguera (B).

FIG. 10. Abrigo de la Rinconada de Canalizo el Rayo y visibilidad hacia el entorno.

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Humana de París. Desde el abrigo se tiene una ex-celente panorámica del paraje de La Retuerta, unacubeta natural en la que convergen distintas ramblasy barrancos que desembocan en el arroyo de Tobarra,aunque su ubicación a los pies de la citada elevación

le resta perceptibilidad desde el entorno inmediato,características éstas que permiten considerarlo comoun abrigo de paso (Fig. 10).

El abrigo de cueva Blanca, yacimiento de recientedescubrimiento (Mas et al., e. p.; Mingo, e. p.), seemplaza en un barranco interior de la sierra de En-medio. Los motivos representados han sido incluidosdentro del Arte rupestre Levantino (Mas et al., e.p.), aunque cabe destacar la esquematización de al-gunas figuras que recuerdan a otras, también levan-tinas, del abrigo I de la Tienda. Desde el abrigo sedomina visualmente el barranco en el que se enclava,aunque sectorialmente también se puede observarel llano situado frente a los abrigos de Minateda.Estas características permitirían incluirlo dentro delconjunto de abrigos de movimiento, categorizaciónque podríamos hacer extensiva al abrigo II del Monje(Jumilla), emplazado en esta misma alineación mon-tañosa que marca el tránsito entre el Altiplano deJumilla y Minateda.

Los abrigos de la sierra de Cabeza Llana, el abrigode los Cortijos y el abrigo Grande de Minateda, seabren en sendas paredes rocosas localizadas en elfrente septentrional de la sierra y dominando el dis-currir del arroyo de Tobarra. El estado de conserva-ción del primero de ellos no permite distinguir másque unos pocos motivos pintados entre los que A.Alonso y A. Grimal (2002) individualizan cinco fi-guras antropomorfas levantinas, además de otrosmotivos esquemáticos (Fig. 11).

Por otro lado, en el abrigo Grande de Minatedase distinguen hasta 400 motivos entre arqueros,

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YACIMIENTO TÉRMINO ESTILO CAMPO CATEGORIZACIÓNMUNICIPAL ARTÍSTICO VISUAL

Cueva del Niño Ayna Arte Paleolítico Restringido OcultoArte Levantino

Abrigo de la Higuera Hellín Arte Levantino Sectorial MovimientoArte Esquemático

Abrigo de Canalizo el Rayo Hellín Arte Levantino Panorámico PasoArte Esquemático

Abrigo de Cueva Blanca Hellín Arte Levantino Sectorial MovimientoAbrigo de los Cortijos Hellín Arte Levantino Panorámico Visión

Arte EsquemáticoAbrigo grande de Minateda Hellín Arte Levantino Panorámico Visión

Arte EsquemáticoAbrigos de la Tienda Hellín Arte Levantino Panorámico Visión-Movimiento

TABLA 2. Yacimientos con arte rupestre analizados en el texto.

FIG. 11. Abrigo de los Cortijos. Figura antropomorfa levan-tina (calco: Alonso y Grimal, 2007: 66; fig. 6).

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antropomorfos de ambos sexos, una amplia varie-dad de representaciones zoomorfas (cabras, ciervos,toros, caballos, carnívoros, etc.) que aparecen demanera aislada o formado escenas de distinto tipoque, además, presentan una amplia variabilidad encuanto a su tamaño, observándose motivos queoscilan entre los 5 y los 100 cm (Breuil, 1920;Hernández Pacheco, 1959; Acosta, 1968; Ripoll,1968; Hernández Pérez, 1996). Tomando en con-sideración las características de las manifestacionesrupestres, que este frente rocoso es uno de los ac-cidentes geográficos más singulares y perceptiblesde la zona y que los abrigos presentan una ampliavisibilidad, podríamos considerar a este conjuntocomo abrigos de visión con un carácter de monu-mentalidad y sensibilidad en el paisaje, aunque sindesdeñar el importante componente de control delmovimiento que se establece desde las pinturas rupestres (Figs. 12 y 13).

Por último, los abrigos de la Tienda (Lomba, Sal-merón y Cano, 1999) se ubican en la vertiente me-ridional de la sierra homónima. El abrigo I es elque presenta mayor número de motivos, destacandolas figuras antropomorfas, algunas con los brazoslevantados y otras portando arcos, y las zoomorfas.Desde este emplazamiento se domina visualmentebuena parte del valle que permite el tránsito entrela cubeta de Jumilla y la zona de confluencia de los

ríos Mundo y Segura, características que permitiríanconsiderarlos como abrigos de movimiento. No obs-tante, y al igual que los abrigos de Minateda, resultamuy perceptible desde el entorno lo que le otorgauna cierta monumentalidad (Figs. 14 y 15).

4. Arte rupestre y territorio

Parte de la investigación ha empleado la icono-grafía del Arte Levantino, principalmente las escenascinegéticas, para rechazar la autoría neolítica, aun-que, como hemos observado para distintos asenta-mientos de la zona, la práctica de la caza es una ac-tividad que perdura con fuerza hasta momentosavanzados. Otros investigadores rechazan que la ico-nografía esté relacionada directamente con un sis-tema de representación de las actividades cotidianas,planteando que pudiera ser el reflejo de una serie deconsideraciones simbólicas (Martí, 2003). Comotrataremos de mostrar, esta interpretación miméticadel arte puede tener cabida si tomamos en considera-ción las características de las sociedades postpaleolíti-cas, sin dejar de lado el hecho de que pudieran tenerotra serie de connotaciones sociales y/o rituales quehabrá que entender desde un marco más amplio que nos lleva más allá del propio panel y nos acerca ala construcción de un paisaje social.

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FIG. 12. Abrigo Grande de Minateda (calco: Breuil, 1920: 51).

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Para el establecimiento de una lectura espacialde los abrigos con Arte rupestre Levantino resultaparadigmático el caso de la cueva del Niño, yaci-miento del que proceden algunas de las evidenciasneolíticas más antiguas del interior peninsular ydonde se representa una probable escena de caza enun entorno en el que este tipo de actividad debiójugar un atractivo especial. Por el momento, y antela ausencia de secuencias más amplias, no podemosconcluir si los grupos que ocuparon la cueva delNiño y otros yacimientos de la sierra entre el V y IIImilenio cal BC tenían una economía exclusivamentedepredadora o si, por el contrario, eran comunidadescon una economía diversificada en la que se apro-vechaban los recursos disponibles, tanto domésticoscomo silvestres. A este respecto, el patrón de pobla-miento observado puede ofrecernos algunas clavespara su interpretación. En líneas anteriores apuntá-bamos que para los momentos iniciales del Neolíticoexistiría para esta zona de media montaña una ges-tión de un territorio en la que los abrigos y cavidadespodrían jugar un papel satélite orientado a la activi-dad pastoril y, según los datos de Molina del Vadicoo Nacimiento, también la caza y la recolección defrutos silvestres. Este hecho no es exclusivo de las

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FIG. 13. Abrigos de Minateda y campo visual desde el abrigo Grande.

FIG. 14. Escenas III-IV del abrigo de la Tienda I (calco:Salmerón, Lomba y Cano, 1999: 205; fig. 3).

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zonas exteriores (o “marginales” como se las habíaconsiderado tradicionalmente), sino que es un fenó-meno que se observa prácticamente en todo el ám-bito del Levante peninsular a través de la explotaciónde determinadas especies silvestres como el conejoen el Abric de la Falguera (Pérez, 2006), hecho queno implica la ausencia de prácticas agrícolas y gana-deras. Para otras regiones alejadas de los núcleosoriginales de la neolitización, como en el caso delbarranc de la Valltorta (Castellón), se ha puestotambién de manifiesto la importancia de la explota-ción de los recursos silvestres frente a la marginalidadde las prácticas agrícolas (Martínez y Villaverde,2002: 194). De esta manera, y a expensas de ampliarlos datos paleoeconómicos de la cueva del Niño, lasrepresentaciones artísticas de este yacimiento podríanestar funcionando como demarcadores de las acti-vidades económicas allí desarrolladas, sin obviar quepudieran tratarse también de delimitadores de te-rritorios de caza.

Algo parecido podría plantearse para los abrigosde la Rinconada de Canalizo el Rayo, de la Higueray de la cueva Blanca, categorizados como abrigosde movimiento o de paso al ubicarse controlandolos corredores naturales existentes entre la confluen-cia de los ríos Segura y Mundo y la cubeta de Mi-nateda y entre esta zona y el altiplano de Jumilla.Este patrón de emplazamiento podría estar relacio-nado con el control de las rutas de trasterminanciaestablecidas entre las zonas de hábitat y los lugares

de pastoreo estacional y de las zonas de caza transi-tadas por herbívoros salvajes en sus desplazamientosanuales, adoptando un sentido de delimitación odemarcación económica del territorio, además deinstitucionalización del movimiento a través de estasvías de comunicación.

Por otro lado, en los abrigos de la sierra de laTienda y en el abrigo Grande de Minateda se docu-mentan una serie de motivos que escaparían a lasrepresentaciones de carácter económico, constitu-yendo otro tipo de escenas vinculadas a la esfera delo social. La lectura de este tipo de imágenes ha gi-rado en varios sentidos, desde la presencia de bailesrituales y personajes chamánicos hasta escenas deajusticiamiento o luchas grupales. Sin embargo, lainterpretación exacta de estas representaciones senos escapa sin que podamos establecer una mimesiscon realidades de corte social o con la plasmaciónde elementos de carácter simbólico o, cuanto menos,no estrictamente funcionales. Cabe destacar que esen estos dos conjuntos donde mayor número de re-presentaciones se documentan, aunque el caso delabrigo Grande, con más de 400 figuras, destacaenormemente. En este caso, el empleo reiterado delsoporte pétreo ha generado una suerte de palimp-sesto en el que se han documentado tanto superpo-siciones como repintados, hechos que en última ins-tancia no harían más que refrendar la ampliafrecuentación de este lugar, prolongación que tam-bién quedaría avalada por la propia variabilidad

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FIG. 15. Abrigo I de la Tienda y visibilidad hacia el entorno.

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estilística de los motivos levantinos. Cabría pregun-tarse si esta extraordinaria perduración no estaríarelacionada con la ejecución repetitiva en las inme-diaciones de eventos significativos para la comuni-dad, tal vez relacionados directa o indirectamentecon los representados en los paneles.

5. El paisaje neolítico en el Campo de Hellín

La ausencia de cerámica impresa cardial en lacomarca de Hellín, presente por otra parte en terri-torios vecinos como el Alto Vinalopó, el Altiplanode Yecla o la murciana comarca del Noroeste, inducea situar la primera ocupación neolítica de esta regiónen momentos avanzados de la secuencia neolítica.Esta ausencia podría relacionarse con la no docu-mentación de determinados motivos pictóricos (zig-zags paralelos de desarrollo vertical, a veces en com-posición con figuras antropomorfas y zoomorfas,antropomorfos en Y, doble Y y X, etc.) de lo que ha venido a denominarse Arte Esquemático anti-guo o de influencia macroesquemática (HernándezPérez, 2005, 2006). M. S. Hernández (2005: 55)plantea, en función de la dispersión de estos motivos,la existencia de un territorio de influencia macroes-quemática en el cual el trasfondo simbólico originalse habría perdido o transformado. La presencia deeste tipo de manifestaciones se ha relacionado conel proceso de expansión neolítica fuera del llamado“territorio cardial” (García Robles et al., 2003) ocon la presencia de grupos mesolíticos aculturados(Martínez y Guillem, 2005) y se documenta, entreotras regiones, en la cuenca media-alta del Júcar (AbricRoser, Millares; Barranc del Bosquet, Moixent; cuevadel Tío Modesto, Henarejos; Marmalo IV, Villar delHumo; Los Gineses, cueva de la Araña, Balsa de Calicanto, Bicorp; etc.), el Barranc de la Valltorta(Cova dels Cavalls, Cova dels Ribassals, etc.), el Al-tiplano de Yecla (abrigo II de Cantos de la Visera) ola sierra del Segura/comarca del Noroeste (Solanade las Covachas, Nerpio; Tabla del Pochico, Aldea-quemada; Río Frío II, Santiago de la Espada; abrigode la Fuente y Benizar III, Moratalla). En conso-nancia con la antigüedad de estas manifestaciones“cardiales” fuera del territorio macroesquemático (ocardial) estaría la datación obtenida a partir de oxa-latos que cubren los motivos en zigzags verticalesde la cueva del Tío Modesto (TMD2) y que sitúa la

ejecución de estas manifestaciones antes de 6180± 35 BP (5230-5010 cal BC 2σ; Ruiz et al., 2006),es decir, en el último tercio del VI milenio cal BC.La no constatación de este binomio en las tierras deHellín permite plantear una neolitización tardía,aunque la falta de dataciones impide precisar el mo-mento exacto.

La desaparición de determinadas decoracionescerámicas asociadas al Neolítico cardial coincide enel tiempo con una serie de transformaciones de ca-rácter socioeconómico en el ámbito de dispersiónde esta manifestación cultural (García Atiénzar,2009: 196-197), cambios que debieron afectar tam-bién al horizonte artístico asociado al paradigmacardial. En este sentido, la superposición en variosabrigos de motivos de Arte rupestre Levantino sobreArte Esquemático antiguo (Hernández Pérez, 2006)permitiría situar el inicio de la primera de las mani-festaciones dentro del V milenio cal BC, propuestacronológica ya plantreada por otros autores (GarcíaRobles et al., 2003, 2004). Esta asociación Arte Levantino/transformación de las estructuras socio-económicas neolíticas podría verse reforzada si to-mamos en consideración la datación obtenida a partirde oxalatos que cubren una representación levan-tina de la cueva del Tío Modesto (una escena decaza de cabras; TMD3) que situaría su ejecución entorno al 5855 ± 35 BP (4800/4610 cal BC 2σ) (Ruizet al., 2006). De esta manera, la sustitución de unamanifestación por otra no haría más que representargráficamente la ruptura del mundo cardial, con laconsiguiente desaparición de sus rasgos de identifi-cación social (cerámica cardial, Arte Macroesquemá-tico/Esquemático Antiguo), y la imposición de nuevoscódigos de identificación cultural en lo que podríamosdenominar territorio postcardial o levantino.

En este momento (V milenio cal BC), uno de losrasgos que mejor define a las comunidades asentadasen el territorio del Campo de Hellín es su ampliamovilidad por el territorio, característica que quedaadvertida a partir de los patrones de poblamiento yque debe asociarse a ciclos socioeconómicos relacio-nados con actividades de carácter subsistencial y socialcomo la trasterminancia del ganado entre distintaszonas, la caza, la recolección, el aprovisionamiento ysuministro de materias primas, el intercambio de dis-tintos elementos entre comunidades vecinas, actosde agregación social, etc. Estas prácticas, además dehaber dejado constancia material a través del registro

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arqueológico, también podrían asociarse a las mani-festaciones pictóricas que ocupan lugares directamenterelacionados con estas actividades. Por sus caracterís-ticas de emplazamiento y visibilidad, las manifesta-ciones de Arte Levantino, pero también otras de ArteEsquemático que comparten panel con las anteriores,debieron jugar un papel importante en la creaciónde unos paisajes sociales en los que el control de laszonas de tránsito, importantes para las relaciones deproducción y reproducción social, jugaría un papelesencial. Sin embargo, no estamos en disposición deestablecer si su representación está vinculada con unaapropiación simbólica de los espacios o si está másbien relacionada con su demarcación económica,aunque ambas interpretaciones pudieran resultar com-plementarias para un mismo abrigo o para un mismoterritorio. Así, durante los inicios del Neolítico, laimportancia del movimiento humano, asociado enúltima instancia con los patrones de ocupación y explotación del territorio, podría ponerse en relacióncon el extraordinario desarrollo que el Arte Levantinotiene en la orla montañosa de la submeseta sur de lapenínsula Ibérica.

Frente a este patrón de emplazamiento relacio-nado con el movimiento por el territorio, otros abri-gos como Minateda o los de la sierra de la Tiendaparecen estar vinculados con un sentido de monu-mentalización al resultar visibles desde distintos pun-tos del territorio. Delante del abrigo Grande de Mi-nateda confluyen distintos corredores naturales (hoyfosilizados en importantes vías de comunicación): elarroyo de Tobarra, que conecta toda la comarca ensentido Norte-Sur o la Cañada de Vicente, que enlazaen sentido Este-Oeste la cuenca de Jumilla con elCampo de Hellín. Esta ubicación en un accidentegeográfico bien individualizado desde cualquierpunto del valle, unida al hecho de la extraordinariacantidad y variedad de motivos representados, per-miten la consideración de éste como un conjuntonuclear desde donde se articularía el paisaje socialdel entorno, pudiendo funcionar como centro deagregación inter- o intragrupal. En este punto no sehan determinado asentamientos prehistóricos esta-bles, aunque sí en territorios próximos bien conec-tados con este punto como el foco de poblamientolocalizado en torno a Jumilla (con presencia establepor lo menos desde el V milenio cal BC) a unos 25km al Este, los asentamientos de Casas Altas y ElMaeso, a unos 15 km al sur o Fuente de Isso, situado

a 12 km al Oeste. Durante la ocupación de algunosde estos asentamientos (2.ª mitad del IV-inicios delIII milenio cal BC) el registro arqueológico habla deimportantes redes de intercambio de carácter regionala través de las cuales fluyen materias primas y pro-ductos elaborados (cerámicas con mica dorada comodesgrasante, placas retocadas de sílex tabular, láminasde sílex obtenidas por presión reforzada, etc.). Siconsideramos que conjuntos como los de Minatedapudieron servir como lugares de agregación social,el intercambio de estos elementos, además de otrosde importante valor para la reproducción social delas comunidades prehistóricas, pudo haber quedadode manifiesto en las representaciones pictóricas. Bienes cierto que resulta complejo relacionar todos loselementos representados en este abrigo con estos fe-nómenos de agrupación social, aunque algunas delas escenas descritas han sido interpretadas como en-frentamientos entre grupos o danzas de dos gruposhumanos ante una figura femenina central (Hernán-dez, 1996: 70). Por otro lado, también cabe destacarel hecho de que los animales más representados enMinateda (caprinos, bóvidos, caballos y ciervos) sonlos mejor representados en los espectros faunísticosde Fuente de Isso o El Prado.

Pero estos acontecimientos no sólo pueden serentendidos como el reflejo de hechos acaecidos cercadel abrigo o en el seno del grupo que los representa,sino que también pudieron ser eventos recordadospor la comunidad. Para J. Thomas (1999), la cons-trucción de los paisajes neolíticos puede interpretarsecomo “Paisajes de la Memoria” en tanto la expe-riencia de moverse entre ellos traería al recuerdo delgrupo sucesos ya acaecidos, con la implicación queello tendría en el mantenimiento y recreación de los vínculos del pasado. Así, la manifestación sobre los soportes pétreos no tuvo por qué estar relacionada únicamente con las actividades que allíse realizaban durante el momento de ejecución, sinoque su plasmación podría ser también una expresiónde recuperación de la memoria ideológica transmi-tida entre generaciones, algo que en última instanciano hace más que ahondar en la integración de losmiembros de una comunidad en el paisaje.

La generalización y consolidación a finales delIV milenio cal BC de los asentamientos al aire libreocupando unidades fisiográficas concretas podríarelacionarse con una mayor concreción de los terri-torios sociales y económicos de cada comunidad.

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En relación con esto último, empiezan a documen-tarse en este momento una serie de manifestacionesfunerarias que estarían ahondando en la institucio-nalización de la propiedad de cada territorio (Garcíay De Miguel, 2009). Para esta región, las mejoresevidencias proceden del abrigo de los Húmeros (El-che de la Sierra) y el abrigo del Tobar (Letur), aunquehay otras evidencias en la zona que podrían incluirsedentro de este grupo (García Atiénzar, 2010: 204).Estos yacimientos se localizan en puntos de fácil vi-sualización desde cualquier parte de sus respectivosvalles y sus accesos, hecho que reforzaría la idea deuna delimitación intrasocial del espacio a través deldepósito allí de miembros del grupo que ocupa eseterritorio, institucionalizando así los derechos sobrelos recursos contenidos en cada unidad fisiográfica(Vicent, 1990); a inicios del III milenio cal BC ycoincidiendo con la puesta en circulación de pro-ductos elaborados de procedencia alóctona como elmetal o el marfil, se incorporan al elenco de mani-festaciones pictóricas del Levante peninsular nuevosmotivos como los ídolos oculados y antropomorfos(García, 2006), elementos que también tienen sureflejo en los ajuares funerarios, evidenciando asíuna nueva religiosidad; la irrupción y consolidaciónde esta nueva iconografía y el desarrollo de nuevasformas de apropiación simbólica del territorio pu-dieron traducirse en el abandono de las tradicionessociales y simbólicas propias de las comunidadesneolíticas. Sin embargo, no puede descartarse sumantenimiento si tenemos en cuenta la larga se-cuencia artística apuntada por conjuntos como elabrigo Grande de Minateda o la presencia de otrasmanifestaciones artísticas que pudieron haber here-dado la función social del Arte Levantino, aunquedesde códigos ideológicos y simbólicos distintos.

La propuesta que aquí presentamos, y en la quese asume que el Arte Levantino es una manifestaciónde sociedades de cronología neolítica (V-IV mileniocal BC), aunque con una economía diversificada,no pretende ser más que una primera aproximacióna un territorio que entendemos debe ser clave paraexplicar los fenómenos de cambio social que se des-arrollaron tras la implantación y posterior expansiónde las comunidades neolíticas más allá de las áreasconsideradas como nucleares (cardiales). No obs-tante, son muchas las cuestiones que aún quedanpor resolver en torno a los autores del Arte Levan-tino. ¿Son grupos plenamente neolíticos que ocupan

este territorio en momentos avanzados de la secuenciaen los que los códigos de identificación de las socie-dades cardiales se han diluido definitivamente? o,por el contrario, ¿son grupos mesolíticos que hanadoptado determinados elementos de la cultura ma-terial y la economía neolítica tras contactar –directao indirectamente– con los llamados “neolíticos pu-ros”? Los argumentos a favor y en contra de estasdos posibilidades han sido expuestos y debatidos alo largo de las últimas décadas (García Atiénzar,2010: 225-232), aunque sólo la publicación completade algunos yacimientos y la excavación de nuevoscontextos podrá dar salida a estas cuestiones.

A pesar de estas y otras muchas cuestiones quepodrían plantearse, y tal y como hemos tratado deexponer, parte de los códigos interpretativos de estamanifestación pueden rastrearse a partir de las pautasde comportamiento territorial de estas comunidades,información que no hace más que redundar en laidea plasmada por F. Jordà de que el Arte Levantinoes el hombre y sus circunstancias.

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