De La Costilla de Eva Gioconda Belli

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De la costilla de Eva Gioconda Belli

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Una escritora que resalta la esencia femenina.

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  • De la costilla de Eva Gioconda Belli

  • AMOR EN DOS TIEMPOS

    I

    Mi pedazo de dulce de alfajor de almendra

    mi pjaro carpintero serpiente emplumada

    colibr picoteando mi flor bebiendo mi miel

    sorbiendo mi azcar tocndome la tierra

    el anturio la cueva la mansin de los atardeceres

    el trueno de los mares barco de vela

    legin de pjaros gaviota rasante nspero dulce

    palmera nacindome playas en las piernas

    alto cocotero tembloroso obelisco de mi perdicin

    totem de mis tabes laurel sauce llorn

    espuma contra mi piel lluvia manantial

    cascada en mi cauce celo de mis andares

    luz de tus ojos brisa sobre mis pechos

    venado juguetn de mi selva de madreselva y musgo

    centinela de mi risa guardan de los latidos

    castauela cencerro gozo de mi cielo rosado

    de carne de mujer mi hombre vos nico talismn

  • embrujo de mis ptalos desrticos ven otra vez

    llmame pgame contra tu puerto de olas roncas

    llname de tu blanca ternura silnciame los gritos

    djame desparramada mujer.

    II

    Campanas sonido ulular de sirenas

    suelto las riendas galopo carcajadas

    pongo fuera de juego las murallas

    los diques caen hechos pedazos salto verde

    la esperanza el cielo azul sonoros horizontes

    que abren vientos para dejarme pasar:

    "Abran paso a la mujer que no temi las mareas del amor

    ni los huracanes del desprecio

    Venci el vino aejo el tinto el blanco

    salieron brotando las uvas con su piel suave

    redondez de tus dedos llovs sobre m

    lavas tristeza reconstrus faros bibliotecas

    de viejos libros con hermosas imgenes

    me devolvs el gato risn Alicia el conejo

  • el sombrerero loco los enanos de Blancanieves

    el lodo entre los dedos el hlito de infancia

    ests en la centella en la ventana desde donde

    nace el rbol trompo tacitas te quiero te toco

    te descubro caballo gato lucirnaga pipilacha

    hombre desnudo difano tambor trompeta

    hago msica

    bailo taconeo me desnudo te envuelvo

    me envuelves

    besos besos besos besos besos besos besos besos

    silencio sueo.

  • RBOLES DESPEINADOS

    Estan rosados

    rosados

    los robles.

    Rosado

    rozado

    est mi corazn.

    En la herida de la temporalidad

    te guardo.

    Te alojo en mis pulmones

    con el aire de la respiracin.

    Los vientos alisios los despeinan

    los rboles.

    Yo me descalzo

    ando por las flores rosadas

    como si as

    lograra el polen

    la sustancia para dejar detenido

    el gesto que te acerca

    con el que me llamas.

  • Convocada por los vientos

    en el volcn me yergo

    te invito a este mundo de jaguares

    este mundo de helechos

    este mundo tendido

    que mira y se entrega

    abierto en lagos y veredas oscuras

    cubierto de musgo

    mirando

    -mira que nos est mirando el mundo

    este mundo de rboles-.

    A ritmo de robles

    se hacen preguntas.

    Me oculto de faunos ninfas infancias

    que vuelven una y otra vez a buscarme

    con sus flautas, sus risas seductoras.

    Me escondo en el volcn.

    suspiro palabras que no logran desprenderse

    de mi aire interior

    palabras que tendras que descifrar

  • como piel insospechada

    que repentina se convierte en gemido.

    Te sealo la cima.

    con flores hago hogueras perfumadas

    seales de humo

    para que vengas

    toques

    encontrs

    rosado.

    rozado

    corazn.

  • COMO GATA BOCA ARRIBA

    Te quiero como gata boca arriba,

    panza arriba te quiero,

    maullando a travs de tu mirada,

    de este amor-jaula

    violento,

    lleno de zarpazos

    como una noche de luna

    y dos gatos enamorados

    discutiendo su amor en los tejados,

    amndose a gritos y llantos,

    a maldiciones, lgrimas y sonrisas

    (de esas que hacen temblar el cuerpo de alegra)

    Te quiero como gata panza arriba

    y me defiendo de huir,

    de dejar esta pelea

    de callejones y noches sin hablarnos,

    este amor que me marea,

    que me llena de polen,

    de fertilidad

  • y me anda en el da por la espalda

    hacindome cosquillas.

    No me voy, no quiero irme, dejarte,

    te busco agazapada

    ronroneando,

    te busco saliendo detrs del sof,

    brincando sobre tu cama,

    pasndote la cola por los ojos,

    te busco desperezndome en la alfombra,

    ponindome los anteojos para leer

    libros de educacin del hogar

    y no andar chiflada y saber manejar la casa,

    poner la comida,

    asear los cuartos,

    amarte sin polvo y sin desorden,

    amarte organizadamente,

    ponindole orden a este alboroto

    de revolucin y trabajo y amor

    a tiempo y destiempo,

    de noche, de madrugada,

  • en el bao,

    rindonos como gatos mansos,

    lamindonos la cara como gatos viejos y cansados

    a los pies del sof de leer el peridico.

    Te quiero como gata agradecida,

    gorda de estar mimada,

    te quiero como gata flaca

    perseguida y llorona,

    te quiero como gata, mi amor,

    como gata, Gioconda,

    como mujer,

    te quiero.

  • DEFINICIONES

    Podramos tener una discusin sobre el amor.

    Yo te diria que amo la curiosa manera

    en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,

    exploradores que renuevan

    el ms antiguo acto del conocimiento.

    Dira que amo tu piel y que mi piel te ama,

    que amo la escondida torre

    que de repente se alza desafiante

    y tiembla dentro de m

    buscando la mujer que anida

    en lo ms profundo de mi interior de hembra.

    Dira tambin que amo tus ojos

    que son limpios y tambin me penetran

    con un vaho de ternura o de preguntas.

    Dira que amo tu voz

    sobre todo cuando decs poemas,

    pero tambin cuando sons serio,

    tan preocupado por entender

    este mundo tan ancho y tan ajeno.

  • Dira que amo encontrarte

    y sentir dentro de m

    una mariposa presa

    aletendome en el estmago

    y muchas ganas de rerme

    de la pura alegra de que exista y ests,

    de saber que te gustan las nubes

    y el aire fro de los bosques de Matagalpa.

    Podramos discutir si es serio todo esto que te digo.

    Si es una quemadura leve, de segundo, tercer o primer grado.

    Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.

    Yo slo una simple frase afirmo.

    Te amo.

  • ESQUINAS DEL MIEDO

    No debera estar triste

    No debera hoy

    noche de la primera lluvia del invierno

    entristecerme

    Al menos

    debera entender donde est la cuerda rota

    el pjaro dormido

    cul de los diques se hizo poroso a las lgrimas

    Es verdad que duermo sola

    Es verdad que odio las noches solitarias

    el abrazo de recuerdos vaco entre las sbanas

    pero vos no te has ido para siempre

    Por el contrario

    tu voz desde lejos ya no teme pronunciar el amor

    deletrearlo en todos sus sonidos

    Ya aceptamos vivir juntos las tempestades

    en la pequea arca del diluvio

    vos con tus animales

    yo con los mos

  • y esta ausencia es solo travesa

    necesidades del pasaje

    y no la total escasez del desierto

    ni la helada sensacin de la soledad

    Quiz por esto la aoranza tiene algo ms:

    Un aire de desperdicio

    Y sin embargo el tiempo es fruto

    maduro en mis manos

    Y los das se me ocupan en tejidos de todos

    los colores

    Y vivo un espacio lleno de m

    que tambin tiene algo de vos

    Quiz las hormonas conspiran

    las fases de la luna

    el cambio de las estaciones

    la aoranza de la piel es ms fuerte que los razonamientos

    o quizs no me concedo el permiso la licencia de la felicidad

    ahora cuando la mesa est servida

    y la espera de vos no es ms que un asunto de relojes

    que pasen cedan su espesura las horas

  • hasta el punto de confluencia del abrazo

    Por eso

    ms que decirte que te extrao

    aunque te extrao

    formo palabras como diminutos gatos quejosos

    aullndole a la noche

    al lado oscuro de mi sangre que no entiendo

    al regazo de mi madre que quiz vengo extraando

    desde siempre

    y pienso que maana soplar las brumas

    pulir el sol

    No tendr miedo

    No temer los trayectos solitarios

    o despertar sin techo

    Espantar las nubes de fantasmas

    las aproximaciones de la muerte

    Aceptar que soy feliz

    Muy feliz

    Le perder este miedo profundo

    a la felicidad.

  • ESTA NOSTALGIA

    Este sueo que vivo,

    esta nostalgia con nombre y apellido,

    este huracn encerrado tambaleando mis huesos,

    lamentando su paso por mi sangre...

    No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,

    el valle de mis das

    est lleno de sombras innombrables,

    voy a la soledad como alma en pena,

    desacatada de todas las razones,

    herona de batallas perdidas,

    de cntaros sin agua.

    Me hundo en el cuerpo,

    me desangro en las venas,

    me bato contra el viento,

    contra la piel que untada est a la ma.

    Qu har con mi castillo de fantasmas,

    las estrellas fugaces que me cercan

    mientras el sol deslumbra

  • y no puedo mirar ms que su disco

    -redondo y amarillo-

    la estela de su oro lamindome las manos,

    surcndome las noches,

    desvivindome,

    hacindome desastres...

    Me entregar a los huracanes

    para pasar de lejos por esa luz ardiendo.

    Estoy murindome de fro.

  • EVOCACIN A LA MAGIA

    Te encontrar, Mago?

    Alguna vez volver a llorar

    con la cara escondida en las rodillas?

    Alguna vez volveremos a los aeropuertos

    sin salas de espera

    de donde salamos como pjaros

    prendidos del tiempo y de la ltima mirada?

    Volver a dejarte solo la ltima noche del ao,

    saliendo detrs del portazo con mis libros,

    o viajaremos cmplices en el secreto,

    amndonos y odindonos,

    sentados en una terraza

    bajo los fuegos artificiales?

    Te ver acaso cuando otra vez regrese de alguna parte,

    llorando el amor mojado de la desesperacin,

    contndote que yo pensaba ser Sherezada de tus noches

    para que nunca me cortaras la cabeza?

    Te encontrar, Mago, en un da sin citas,

    sin premeditacin,

  • entre los corteses de tu calle o la ma,

    con esta misma nostalgia prendida en la punta de los dedos,

    dolindome las ganas de romper el hechizo que nos hicimos,

    el tiempo que desconstrumos

    -no vernos para sabernos lejos-

    mientras el ojo que no engaa

    te refleja en todas las vidrieras de la vida,

    en los charcos, las bujas, el cansancio,

    en las noches que paso con tu fantasma a cuestas,

    ese que me ama

    como un loco suelto en meda Revolucin,

    para siempre jams,

    para siempre, Mago,

    para siempre.

  • FURIAS PARA DANZAR

    Voy a cantar mi furia iluminada,

    desembarazarme de ella

    para poderte amar

    sin que cada beso

    sea mi cuerpo extendido y desnudo

    sobre la piedra ritual.

    Yo he amado hombres hermosos,

    violentos, dulces, tristes y joviales.

    En todos he buscado la luna,

    los flujos y reflujos, la marea.

    Yo he sido un volcan desparpajado

    arrojando lava

    y una gaviota volando a ras del agua.

    Una paloma alimentando sus pichones,

    una leona recorriendo majestuosa las selvas.

    He andado veredas de todas suertes

    y he sorbido y sudado la vida que me dieran.

    He conocido inviernos tormentosos

    y los veranos secos en que la piel se parte

  • con la tierra.

    He caminado a lo largo y lo ancho

    volado mquinas de todas las especies.

    He conocido muertes

    y las he amado cubiertas de musgo y lagrimas.

    Mas heme aqu levantando arenas de castillos de agua.

    Heme aqu danzando alocadamente espejos sin imgenes.

    rbol que se sacude enfurecido las flores

    para quedarse desnudo y solo en el atardecer.

    Esgrimo bandadas de aves migratorias

    que buscan perseguirte en el espacio.

    Doblo las ramas del mundo enardecido

    y te doy a beber sudor de multitudes.

    Te desdeo y acaricio los rizos negros

    de la cabellera.

    Callo o me lanzo a decir incendidos discursos.

    Uso hechizos de mujer o fros razonamientos de sabios.

    Agoto municiones en un combate de enemigos invisibles.

    Algn da saldrs del laberinto.

    Caminars por jardines pacficos atado de recuerdos.

  • Yo rabiar las noches

    y el tesoro de mis alondras submarinas

    estar sumergido en el valle donde nace el huracn.

    Ahora salgo descalza piel

    a recorrer avenidas

    en la desenfrenada carrera de los venados.

    Ya se sosegar mi corazn

    tejedor de suerte y telaraas.

    Ya me sacudirn terremotos

    para crear tenues ciudades

    paisajes delineados en la espuma.

    Algn da morir de morirme.

    Te dejar tatuado de ruiseores.

    Crecer enredaderas en torno

    a tus noches lejanas.

    Las espirales de este tiempo que se esfuma

    te traern en el olor de las azaleas

    esta mujer que canto

    contra Penlopes

    para un sordo Ulises navegante.

  • IN MEMORIAM

    Como una inmensa catedral,

    ahumada de tiempo y peregrinos,

    abierta de vitrales,

    cobijada de musgo y pequeas violetas olorosas,

    esta noche oficio para vos

    un In Memoriam clido,

    una lmpara ardiendo.

    Por los ms oscuros pasadizos de mis muros internos,

    a travs de intrincados laberintos,

    de puertas canceladas,

    de candados y rejas,

    camino hacia el encuentro de tu sombra.

    Tu efigie de largas vestiduras monacales

    me espera en el atrio del recuerdo

    junto a la fuente silenciada.

    Arrastro las largas vestiduras del encierro.

    No s si notars,

    cuando callada te me acerque,

    como mi corazn semeja un cirio

  • y como se me amontonan en los ojos

    todas las mieles espesas de la sangre.

    En el redondo espacio temporal

    de esta noche en que invoco tu nombre,

    alzo el manto que oculta quedamente el secreto,

    te muestro el altar de los suspiros,

    la caja cincelada donde guardo tus gestos,

    el conjuro de rosas que perfuma mis huesos.

    Mi cuerpo tu perenne habitacin.

    Tu morada de las suaves paredes.

    Quizs ya no recuerdes

    como ocupabas sus entraas,

    sus celdas enrejadas,

    pero ellas conocen los murmullos, los cnticos.

    Basta una chispa y lo muerto revive,

    lo que pensbase dormido, despierta.

    Oficio as esta resurreccin,

    este rito de invierno,

    abierta, florecida como las limonarias.

    Te enrostro mi amor enclaustrado,

  • sepultado tras das y barrotes de acero,

    este amor sumergido tras ptalos de agua,

    conservado en archivos subterrneos

    lapidado, proscrito, negado miles de veces,

    intacto zarzal sin consumirse,

    delicado reducto que la sangre preserva.

    Lo pongo de nuevo en su lugar,

    en su jaula del jardn de maduras manzanas,

    lo condeno otra vez a la ceguera, lo silencio.

    Ya maana

    tratar de olvidar

    que, de luto, esta noche

    me habitaste de nuevo

    y fui aquella mujer que te llamaba

    sin que jams tu voz le respondiera.

  • LOS PORTADORES DE SUEOS

    En todas las profecas

    est escrita la destruccin del mundo.

    Todas las profecas cuentan

    que el hombre crear su propia destruccin

    Pero los siglos y la vida que siempre se renueva

    engendraron tambin una generacin de amadores y soadores;

    hombres y mujeres que no soaron con la destruccin del mundo,

    sino con la construccin del mundo de las mariposas y los ruiseores.

    Desde pequeos venan marcados por el amor.

    Detrs de su apariencia cotidiana

    guardaban la ternura y el sol de medianoche.

    Sus madres los encontraban llorando por un pjaro muerto

    y ms tarde tambin los encontraron a muchos

    muertos como pjaros.

    Estos seres cohabitaron con mujeres traslcidas

    y las dejaron preadas de miel y de hijos reverdecidos

    por un invierno de caricias.

    As fue como proliferaron en el mundo los portadores de sueos,

  • atacados ferozmente por los portadores de profecas habladoras de catstrofes.

    Los llamaron ilusos, romnticos, pensadores de utopas,

    dijeron que sus palabras eran viejas

    -y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraso es antigua

    en el corazn del hombre-

    los acumuladores de riquezas les teman

    y lanzaban sus ejrcitos contra ellos,

    pero los portadores de sueos todas las noches hacan el amor

    y segua brotando su semilla del vientre de ellas

    que no slo portaban sueos sino que los multiplicaban

    y los hacan correr y hablar.

    De esta forma el mundo engendr de nuevo su vida

    como tambin haba engendrado a los que inventaron la manera

    de apagar el sol.

    Los portadores de sueos sobrevivieron a los climas glidos

    pero en los climas clidos casi parecan brotar por generacin espontnea.

    Quiz las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales

    tuvieron algo que ver con esto,

    la verdad es que como laboriosas hormiguitas

    estos especmenes no dejaban de soar y de construir

  • hermosos mundos,

    mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compaeros,

    que se enseaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes,

    se curaban y cuidaban entre ellos, se querrn, se ayudaban en el

    arte de querer y en la defensa de la felicidad.

    Eran felices en su mundo de azcar y viento

    y de todas partes venan a impregnarse de su aliento

    y de sus claras miradas

    y hacia todas partes salan los que los haban conocido

    portando sueos

    soando con profecas nuevas

    que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseores

    en que el mundo no tendra que terminar en la hecatombe

    y, por el contrario, los cientficos disearan

    fuentes, jardines, juguetes sorprendentes

    para hacer ms gozosa la felicidad del hombre.

    Son peligrosos -impriman las grandes rotativas

    Son peligrosos -decan los presidentes en sus discursos.

    Son peligrosos -murmuraban los artfices de la guerra

    Hay que destruirlos -impriman las grandes rotativas

  • Hay que destruirlos -decan los presidentes en sus discursos

    Hay que destruirlos -murmuraban los artfices de la guerra.

    Los portadores de sueos conocan su poder

    y por eso no se extraaban

    Y tambin saban que la vida los haba engendrado

    para protegerse de la muerte que anuncian las profecas.

    Y por eso defendan su vida aun con la muerte.

    Y por eso cultivaban jardines de sueos

    y los exportaban con grandes lazos de colores

    y los profetas de la oscuridad se pasaban noches y das enteros

    vigilando los pasajes y los caminos

    buscando estos peligrosos cargamentos

    que nunca lograban atrapar

    porque el que no tiene ojos para soar

    no ve los sueos ni de da, ni de noche.

    Y en el mundo se ha desatado un gran trfico de sueos

    que no pueden detener los traficantes de la muerte;

    y por doquier hay paquetes con grandes lazos

    que slo esta nueva raza de hombres puede ver

    y la semilla de estos sueos no se puede detectar

  • porque va envuelta en rojos corazones

    o en amplios vestidos de maternidad

    donde piecesitos soadores alborotan los vientres que los cargan.

    Dicen que la tierra despus de parirlos

    desencaden un cielo de arcoiris

    y soplo de fecundidad las races de los rboles.

    Nosotros slo sabemos que los hemos visto

    Sabemos que la vida los engendr

    para protegerse de la muerte que anuncian las profecas.

  • MAYO COMBATIENTE

    Se nos vino este Mayo

    de malinches florecidos y sangre;

    este Mayo de bandas y emboscadas,

    de futuro peleado a plomo y fuego,

    este Mayo de vainas y flores

    donde sigue creciendo,

    tenazmente,

    como rbol de ceibo indestructible

    la sangre que sembramos,

    la amorosa semilla exigiendo la vida,

    atravesando aceros asesinos

    con la savia de un pueblo

    que levant la frente para siempre.

    Ellos ignoran que nuestros muertos resucitan,

    que no ofrendan su muerte

    sino que dan la vida

    y que violentos puos sostienen los machetes

    con que da con da

    segaremos los campos de malezas

  • para que crezcan, revienten, florezcan,

    nos inunden de rojo los malinches,

    las enhiestas banderas sandinistas.

  • NACIMIENTOS

    Me estoy haciendo de lentos acontecimientos silenciosos

    como esto de que hayas entrado en mi vida

    atravesando una puerta de rboles y sol a medio da

    para mirarme cmo quien comprende

    lo que apenas balbucea el corazn

    y darme risa y compartir conmigo los malinches

    o la niebla brumosa de mi infancia

    en un jardn que guarda ecos de fuente y una nia juguetona

    corriendo entre las milflores.

    Nadie meda entre nosotros.

    Ni siquiera existe el tiempo en el beso furtivo

    o el caluroso contacto de la piel.

    Estamos en un momento en que el mundo gira sobre la voz,

    la languidez luminosa del parque por la noche,

    la cerveza terminando su espuma perezosa sobre nuestras palabras,

    miel que brota inesperada

    cuando te hablo de la lluvia

    o ves brotar mgicas lagunas en el fondo de los volcanes

  • mientras cada uno guarda sus enigmas,

    y el tacto reemplaza lo desconocido

    los escondites de tus ojos

    lo efmero que no se quiere descubrir o conjurar

    porque aqu estamos hoy

    y en este minuto cabe el Universo

    como suspendido de la arista filosa de una estrella

    cuyo rumbo desconocemos.

  • PARA JUAN GELMAN

    Pienso Juan

    que somos

    exactamente lo que somos,

    un hombre y una mujer

    andando de corrido por el mundo,

    con una suave interrogacin

    detrs de los ojos

    y las manos abiertas

    buscando pjaros azules,

    victorias,

    calmantes para el dolor,

    sombras para guarecernos de las lgrimas,

    espejos donde mirar

    para encontrar quien ve

    s dulcemente, con la misma dulzura,

    s tiernamente, ternura desde adentro;

    quin nos desaloja de la soledad,

    nos deja sin ms sol que el sol,

  • calientitos;

    quin nos pasa

    todo el calor de vida que llevamos,

    las cosas lindas que tambin juntamos

    las revoluciones que ganamos,

    la esperanza que nos levanta al viento,

    de ojo a ojo,

    de sangre a sangre.

    Quin nos junta como amaneceres

    de un mismo pas

    para mezclar alegra con tristeza

    y sacarnos andando bajo los rboles

    como tercos animalitos

    husmeando el amor.

    Pienso Juan

    que hay un espejo

    donde nos reflejamos

    al mismo tiempo.

  • PEQUEAS LECCIONES DE EROTISMO

    I

    Recorrer un cuerpo en su extensin de vela

    Es dar la vuelta al mundo

    Atravesar sin brjula la rosa de los vientos

    Islas golfos pennsulas diques de aguas embravecidas

    No es tarea fcil - si placentera -

    No creas hacerlo en un da o noche de sbanas explayadas

    Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas

    II

    El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado

    Encuentras un astro y quiz debers empezar

    Corregir el rumbo cuando nubehuracn o aullido profundo

    Te pongan estremecimientos

    Cuenco de la mano que no sospechaste

  • III

    Repasa muchas veces una extensin

    Encuentra el lago de los nenfares

    Acaricia con tu ancla el centro del lirio

    Sumrgete ahgate distindete

    No te niegues el olor la sal el azcar

    Los vientos profundos cmulos nimbus de los pulmones

    Niebla en el cerebro

    Temblor de las piernas

    Maremoto adormecido de los besos

    IV

    Instlate en el humus sin miedo al desgaste sin prisa

    No quieras alcanzar la cima

    Retrasa la puerta del paraso

    Acuna tu ngel cado revuelvele la espesa cabellera con la

    Espada de fuego usurpada

    Muerde la manzana

  • V

    Huele

    Duele

    Intercambia miradas saliva impregnate

    Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre

    Pie hallazgo al final de la pierna

    Persguelo busca secreto del paso forma del taln

    Arco del andar bahas formando arqueado caminar

    Gstalos

    VI

    Escucha caracola del odo

    Como gime la humedad

    Lbulo que se acerca al labio sonido de la respiracin

    Poros que se alzan formando diminutas montaas

    Sensacin estremecida de piel insurrecta al tacto

    Suave puente nuca desciende al mar pecho

    Marea del corazn susrrale

    Encuentra la gruta del agua

  • VII

    Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza

    navega loco en la juntura de los ocanos

    Cruza las algas rmate de corales ulula gime

    Emerge con la rama de olivo llora socavando ternuras ocultas

    Desnuda miradas de asombro

    Despea el sextante desde lo alto de la pestaa

    Arquea las cejas abre ventanas de la nariz

    VIII

    Aspira suspira

    Murete un poco

    Dulce lentamente murete

    Agoniza contra la pupila extiende el goce

    Dobla el mstil hincha las velas

    Navega dobla hacia Venus

    estrella de la maana

    - el mar como un vasto cristal azogado -

    durmete nafrago.

  • PERMANENCIA

    Duro decir:

    Te amo,

    mira cuanto tiempo, distancia y pretensin

    he puesto ante el horror de esa palabra,

    esa palabra como serpiente

    que viene sin hacer ruido, ronda

    y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,

    ahuyentndola como un mal pensamiento,

    una debilidad,

    un desliz,

    algo que no podemos permitirnos

    -ese temblor primario

    que nos acerca al principio del mundo,

    al lenguaje elemental del roce o el contacto,

    la oscuridad de la caverna,

    el hombre y la mujer

    lamindose el espanto del estruendo-

    Reconocer

    ante el espejo,

  • la huella,

    la ausencia de cuerpos entrelazados

    hablndose.

    Sentir que hay

    un amor feroz

    enjaulado a punta de razones,

    condenado a morir de inanicin,

    sin darse a nadie ms

    obseso de un rostro inevitable.

    Pasar por das

    de levantar la mano,

    formar el gesto del reencuentro y

    arrepentirse.

    No poder con el miedo,

    la cobarda,

    el temor al sonido de la voz.

    Huir como ciervo asustado del propio

    corazn,

    vociferando un nombre en el silencio

    y hacer ruido,

  • llenarse de otras voces,

    slo para seguirnos desgarrando

    y aumentar el espanto

    de haber perdido el cielo para siempre.

  • PETICIN

    Vestime de amor

    que estoy desnuda;

    que estoy como ciudad

    -deshabitada-

    sorda de ruidos,

    tiritando de trinos,

    reseca hoja quebradiza de marzo.

    Rodeame de gozo

    que no nac para estar triste

    y la tristeza me queda floja

    como ropa que no me pertenece.

    Quiero encenderme de nuevo

    olvidarme del sabor salado de las lgrimas

    -los huecos en los lirios,

    la golondrina muerta en el balcn-.

    Volver a refrescarme de brisa risa,

    reventada ola

    mar sobre las peas de mi infancia,

    astro en las manos,

  • linterna eterna del camino hacia el espejo

    donde volver a mirarme

    de cuerpo entero,

    protegida

    tomada de la mano,

    de la luz,

    de grama verde y volcanes;

    lleno mi pelo de gorriones,

    dedos reventando en mariposas

    el aire enredado en mis dientes,

    retornando a su orden

    de universo habitado por centauros.

    Vestime de amor

    que estoy desnuda.

  • PREMONICIN

    Temo tus ojos

    rasgando las mudas cuerdas de mi canto,

    alborotando pjaros

    frente a las cerradas puertas del olvido,

    espantando fantasmas

    de la vasta fortaleza que terca alc,

    para que nada me tocara

    o atravesara jams

    el foso de mis lgrimas.

    Una pequea luz ha traspasado

    el umbral de la sombra.

    Tus ojos me buscan

    y los mos se ren

    -y se me re el cuerpo desde adentro-.

    Te niego

    pero ando contenta

    -indecisa, trivial, sabelotodo-

    intelectualizando el nuevo sonido de las venas,

  • cruzando el ro antes de construir el puente,

    sumando, restando, posibles lgrimas, posibles risas,

    mientras vos

    -tambin arisco de miedos-

    meditas, calculas el nmero,

    limpias las trompetas

    que podran botar,

    atronadoramente,

    las murallas de Jeric.

  • REGLAS DEL JUEGO PARA HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A MUJERES

    I

    El hombre que me ame

    deber saber descorrer las cortinas de la piel,

    encontrar la profundidad de mis ojos

    y conocer lo que anida en m,

    la golondrina transparente de la ternura.

    II

    El hombre que me ame

    no querr poseerme como una mercanca,

    ni exhibirme como un trofeo de caza,

    sabr estar a mi lado

    con el mismo amor

    con que yo estar al lado suyo.

  • III

    El amor del hombre que me ame

    ser fuerte como los arboles de ceibo,

    protector y seguro como ellos,

    limpio como una maana de diciembre.

    IV

    El hombre que me ame

    no dudar de mi sonrisa

    ni temer la abundancia de mi pelo,

    respetar la tristeza, el silencio

    y con caricias tocar mi vientre como guitarra

    para que brote msica y alegra

    desde el fondo de mi cuerpo

    V

    El hombre que me ame

    podr encontrar en m

    la hamaca donde descansar

    el pesado fardo de sus preocupaciones,

  • la amiga con quien compartir sus ntimos secretos,

    el lago donde flotar

    sin miedo de que el ancla del compromiso

    le impida volar cuando se le ocurra ser pjaro.

    VI

    El hombre que me ame

    har poesia con su vida,

    construyendo cada da

    con la mirada puesta en el futuro.

    VII

    Por sobre todas las cosas,

    el hombre que me ame

    deber amar al pueblo

    no como una abstracta palabra

    sacada de la manga,

    sino como algo real, concreto,

    ante quien rendir homenaje con acciones

    y dar la vida si es necesario.

  • VIII

    El hombre que me ame

    reconocer mi rostro en la trinchera

    rodilla en tierra me amar

    mientras los dos disparamos juntos

    contra el enemigo.

    IX

    El amor de mi hombre

    no conocer el miedo a la entrega,

    ni temer descubrirse ante la magia del enamoramiento

    en una plaza llena de multitudes.

    Podr gritar -te quiero-

    o hacer rtulos en lo alto de los edificios

    proclamando su derecho a sentir

    el ms hermoso y humano de los sentimientos.

  • X

    El amor de mi hombre

    no le huir a las cocinas,

    ni a los paales del hijo,

    ser como un viento fresco

    llevndose entre nubes de sueo y de pasado,

    las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados

    como seres de distinta estatura.

    XI

    El amor de mi hombre

    no querr rotularme y etiquetarme,

    me dar aire, espacio,

    alimento para crecer y ser mejor,

    como una Revolucin

    que hace de cada da

    el comienzo de una nueva victoria.

  • SEGUIREMOS NACIENDO

    Ests all,

    de pie en la plaza.

    Estamos las dos,

    mujeres,

    una frente a la otra

    bajo la intensa mirada de Carlos,

    bajo el cielo dorado de la tarde

    y toco la eternidad con mis dos manos.

    Me toco y te toco

    cuando firmemente pronuncis tu juramento,

    cuando jurs ser valiente

    ser como Brenda Rocha combatiendo

    y sonriendo

    ser digna militante de la juventud

    sandinista

    No s dnde termina mi sangre y empieza la tuya.

    La plaza es como un gigantesco vientre dando a luz

    y mi carne se nace de nuevo para parirte,

  • ahora que has germinado

    -muchacha amapola

    arrancada del Universo

    brotada del fondo de mi cuerpo-.

    Dada a la luz estas

    hoy que tus ojos brillan

    y aman los grandes nombres

    la dulce sencillez de nuestro pueblo.

    Llena de luz te veo

    y la piel se me enciende de orgullo

    y el pecho se me invade de campanas

    anunciando este parto jubiloso.

    Ven y dame la mano,

    esa tu mano joven, militante.

    Ahora que nos unen Revolucin y sangre

    enfrentaremos juntas

    este futuro de guerra y de victoria

    y cuando ames a un hombre

    y tambien brote vida de tu vida,

    naceremos otra vez,

  • muchas veces,

    prolongando roja nuestra bandera;

    hija,

    mujer,

    compaera

    Maryam

  • SENCILLOS DESEOS

    Hoy quisiera tus dedos escribindome historias

    en el pelo

    y quisiera besos en la espalda

    acurrucos

    que me dijeras las ms grandes verdades

    o las ms grandes mentiras

    que me dijeras por ejemplo

    que soy la mujer ms linda del mundo

    que me quers mucho

    cosas as

    tan sencillas

    tan repetidas,

    que me delinearas el rostro

    y me quedaras viendo a los ojos

    como si tu vida entera dependiera de que los mos

    sonrieran

    alborotando todas las gaviotas en la espuma.

    Cosas quiero como que ands mi cuerpo

    camino arbolado y oloroso,

  • que ses la primera lluvia del invierno

    dejndote caer despacio

    y luego en aguacero.

    Cosas quiero como una gran ola de tenura

    deshacindome

    un ruido de caracol

    un cardumen de peces en la boca

    algo de eso

    frgil y desnudo

    como una flor a punto de entregarse a la primera

    luz de la maana

    o simplemente una semilla, un rbol

    un poco de hierba

    una caricia que me haga olvidar

    el paso del tiempo

    la guerra

    los peligros de la muerte.

  • SI YO NO VIVIERA

    Si yo no viviera en un pas asedado

    que rodeado de muerte nos da vida.

    Si no creyera en la fuerza del pensamiento

    y pensara que slo es til

    para ejercicio del cerebro.

    Si no me despertara cada maana

    con algo menos,

    algo que ya no est:

    -el jabn, las bujas, la leche-

    y no supiera que en adelante

    tendr que inventarme hasta la luz

    y volver contenta

    a lo primitivo y bueno

    que hay en cada casa,

    en cada corazn.

    Si no caminara cotidanamente

    en la navaja que separa las nubes

    del cielo y el infierno

    y fuera una mujer de lino en un pas planchado

  • desarrollado

    lleno de todo lo que aqu nos falta...

    Seguramente

    hubiera pasado a tu lado

    sin mirarte

    sin que me vieras.

    Seguramente

    ni vos

    ni yo

    estaramos ahora sentados

    mirndonos

    tocndonos

    acariciando

    como a un nio

    el tiempo.

  • SIN PALABRAS

    Yo invent un rbol grande,

    ms grande que un hombre,

    ms grande que una casa,

    ms grande que una ltima esperanza.

    Me quede con el aos y aos

    bajo su sombra

    esperando que me hablara.

    Le cantaba canciones,

    lo abrazaba,

    le rascaba su rugosa corteza

    entretejida de helechos,

    mi risa reventaba flores en sus ramas,

    y a cada gesto mio le crecan hojas,

    le brotaban frutas...

    Era mo como nunca nada ha sido mo,

    pero no me hablaba.

    Yo vivaa pendiente de sus ruidos,

    oyendo su suave aleteo de mariposa,

    su crujido de animal de la selva

  • y soaba su voz como un hermoso canto,

    pero no me hablaba.

    Noches enteras llor a sus pies,

    apretujada entre sus races,

    sintiendo sus brazos sobre m,

    vindolo erguido sobre m,

    sabiendo que me estaba pensando,

    pero no me hablaba...

    Aprend a cantar como pjaro

    a encenderme como lucirnaga,

    a relinchar como caballo.

    A veces me enfureca y haca que se le cayeran

    todas las hojas,

    lo dejaba desnudo y avergonzado

    ante los guanacastes,

    esperando que -tal vez- entendera por mal,

    como algunos hombres,

    pero nada.

    Aprend tantas cosas para poder hablarle,

    me desnud de tantas otras necesidades

  • que olvid hasta cmo me llamaba,

    olvid de dnde vena,

    olvid a qu especie de animal perteneca

    y qued muda y siempreverde

    -esperanzada-

    entre sus ramas.

    TODO SEA POR EL AMOR

    Tantas cosas he hecho por vos

    que tengo que cuidar

    que su recuento no te suene a reclamo;

    porque todo ha sido hecho en virtud del amor

    y los relmpagos y ciclones que solt

    de la caja de Pandora

    que un da me pusiste en las manos

    si es verdad que han dolido,

    que muchas veces me han arrancado piel de la raiz

    y me han hecho buscarme el corazn

    con miedo a no encontrar su pasito de soldado,

  • han sido mi propia, soberana decisin,

    mi perdicin, mi gozo,

    por los que me he conocido ms mujer

    capaz de escaladas, acrobacias,

    tenacidad de burra rentada,

    por los que he recorrido sendas ignotas,

    mareada por el olor tan cercano de la felicidad

    y te he buscado detrs de gestos y puertas

    y hasta de la manera de abandonar tu ropa

    y cuando te he encontrado

    me he abierto de par en par

    como jaula repleta de ruiseores

    y he sabido tambin como se siente

    tener un astro deslumbrante en las entraas.

    No quiero pues, equivocarme con reclamos;

    me hago responsable del sol y de la sombra,

    pero, ay amor, cmo me duele

    que estando yo en tu espacio

    como estrella errabunda

    fieramente colgada por vos en tu Universo,

  • no me hayas descubiero el resplandor,

    no me hayas habitado,

    tomado posesin de mi luz

    y slo te hayas atrevido

    a palparme

    -como un ciego-

    en la oscuridad.

  • VIGILIA

    Uno tras otro se amontonan los das de la vida.

    Pasan. Se suceden.

    Soy yo la que construye esperanza sobre la hierba.

    La que se ve desnuda aun rosa y piel calida.

    Alla estan las colinas de mi retozar.

    Los arroyos y los valles de las correrias bajo la lluvia.

    Veo pasar los rostros que alguna vez alzados como

    lamparas

    iluminaron el mio y me poblaron de simbolos y

    palabras nuevas.

    Los poemas vuelan como bandadas de palomas

    sobre la cabeza.

    Todo esto lo observo desde mi celda virgen donde

    nadie penetra.

    Al final del encuentro con el mundo de los sueos

    desperte con la anunciacin del jbilo

    pero no hubo quien abrazara mi cuerpo y soplara

    caricias en mi oido.

    Sin embargo soy feliz.

  • Veo los vientres hinchados de vida que vendr.

    Los campos arados.

    Es la hora de la meditacin y tejo un sueo

    porque aprend que los sueos son posibles.

    Escribo manuscritos viejos y reescribo una nueva historia del mundo.

    Esta es la tierra prometida de la cual nos haban arrojado.

    Ejrcitos de querubines, coros de ngeles

    cuidan a los moradores del paraso

    para que soporten las privaciones

    y no coman la manzana de la perdicin.

    Me han dejado la lmpara de las vrgenes prudentes

    pero tambin las visiones de los bosques

    donde habitan los unicornios.

    El amado no llega.

    A veces pareciera que diviso su sombra acercndose

    y que su voz como las tropetas de Jeric parece pronta a alzarse

    para derrumbar los muros que contienen el amor.

    Me dicen que la perseverancia es virtud de los triunfadores.

    La paciencia seguro escudo contra los espejismos que producen falsos sueos.

    Entonces doy vuelta al reloj de arena

  • y dibujo en largos pergaminos la sustancia de mi felicidad.

    Esa que slo espero habr de levantarse

    de la niebla y el vapor

    hacerse hombre y venir a habitarme

    aparecida en medio de todos

    puerto final de mis tempestades

    por los siglos de los siglos

    Amn.

    De la costilla de EvaGioconda Belli