AGAMBEN, Giorgio. La inmanencia absoluta, en, Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida

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    LA INMANENCIA ABSOLUTA

    1. LA VIDA

    Por una singular coincidencia, el ultimo texto que MichelFoucault y Gilles Deleuze publicaron antes de morir tiene comoeje, en ambos casos, el concepto de vida. El senti do de esta coin-cidencia testamentaria (tanto en un casu como en el otro se tra-ta, en efecto, de algo semejante a un testamento) va mucho masalla de la solidaridad secreta que puede existir entre dos amigos.Implica la enunciacion de una herencia que concierne de mane-ra inequfvoca a la filosofla que viene. Si quiere recibir esta he-rencia, la filosofia que viene debera partir del concepto de vidaque nos indican, con su gesto ultimo, los dos fi16sofos; tal es almenos la hipotesi s de la que parte nuestra investigacion.

    El texto de Foucault, publicado en la Re vue d e Metapbysiquce t d e M o ra le de enero-rnarzo de 1985 (pero entregado a la revis-ta en abril de 1984; es entonces el ultimo texto al cual el filoso-fo pudo dar su imprimatur, aun cuando retoma bajo una formamodificada un texto de 1978), tiene por titulo La vie: l'expe-rience et la science.' Lo que caracteriza estas paginas, que Fou-

    1. Esre texro csta reedi tado en Michel Foucault , Dits et ecrits, bajo ladireccion de Francois Ewald y Daniel Detert, vol. 4 , Pari s, Gall imard, 1994,pp.763-777.

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    cault concibio como una especie de homenaje extremo a sumaestro Canguilhem, es una curiosa inversion de perspectivaprecisamente ace r ca de la idea de vida. Es como si Foucault, quehabia comenzado en el Nac im i en to d e l a c li ni ca por inspirarse enel nuevo vitalismo de Bichat y su definicion de vida como con-junto de las funciones que resisten a la muerte, terminara porver en ella mas bien el ambiente propio del error. Al lfrnite -es-cribe-la vida [... J es 1 0 que es capaz de error [... J . La vida acabahaciendo del hombre un viviente que no se encuentra nuncacompletamente en su lugar, un viviente que esta destinado a"errar" y a "equivocarse? [A la limite la vie [... J c'est ce qui estcapable d'erreur [... J La vie aboutit avec l'homme a un vivantqui ne se trouve jamais tout a fait a sa place, a un vivant qui estvoue a "errer" et a "se rromper"].' Se puede ver este desplaza-miento como un testimonio ulterior de la crisis que atraviesaFoucault, segun Deleuze, despues de L a v ol un ta d d e s ab er . Peropor cierto hay en juego algo mas que un pesimismo 0 una sim-ple desilusion: algo as! como una nueva experiencia que obligaa reformular las relaciones entre verdad y sujeto y que, en con-secuencia, concierne al dominio especi fico de la investigacionde Foucault. Al arran car al sujeto del terreno del cogito y de laconciencia, 1 0 radica en el terreno de la vida; pero se trata de unavida que, en la medida en que es esencialmente errancia, va masalla de 1 0 vivido y de la intencionalidad de la fenomenologia:2No sera que toda la teo ria del sujeto debe ser reformulada, yaque el conocimiento, mas que abrirse a la verdad del mundo, searraiga en los "errores" de la vida? [Est-ce que toute la theoriedu sujet ne doit pas etre reforrnulee, des lors que la connaissan-ce, plutot de s' ouvrir a la verite du monde, s' enracine dans les

    I. Ibid., p. 774. [Dada la gran canr idad de citas en lengua no iraliana,y para facil irar la lectura , en esre art iculo hemos t raducido primero las frasesde otras lenguas al castellano, y luego citamos, entre corchetes, l a frase en sulengua original; excepto en los casos de citas largas. (N. de los T)]

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    "erreurs" de la vie?]. ' ~Que puede ser un conocimiento que notiene ya como correla to la apertura al mundo y a la verdad sinosolamente la vida y su errancia? ~Y como pensar un sujeto sinoa partir del error? EI propio Badiou -por cierto uno de los filo-sofos mas interesantes de la generacion que sigue inmediata-mente a la de Foucault y Deleuze- piensa al sujeto a partir delencuentro contingente con una verdad y deja de lado el vivien-te en cuanto animal de la especie humana destinado a servirde soporte a este encuentro. Ahora bien: en Foucault es eviden-te que no se trata de un simple reajuste episternologico, sino deuna nueva dislocacion de la teoria del conocimiento que se ope-ra en un terreno absolutamente inexplorado. Yes justamente eseterreno, que coincide con la apertura de la cantera biopolitica,e l que Ie proporciona a Foucault ese tercer eje, distinto tantodel saber como del poder, del que se tiene, segiin Deleuze, tan-ta necesidad en ese momento, y que el texto sobre Canguilhemdefinio in lim in e como una manera distinta de aproximarseala nocion de vida [une autre maniere d'approcher la notionde vie].

    2. FILOSOFfA DE LA INTERPUNCI6N

    EI texto de Deleuze, del que nos ocuparemos ahora, tienepor titulo La inmanencia: una vida ... y ha sido publicado enla revista Philosophic dos meses antes de la muerte del filosofoContrariamente al ensayo de Foucault, se trata de un texto cor-to que tiene el ductus fluido de un apunte sumario. Ya el titulo,a pesar de su apariencia vaga y casi suspendida, tiene una estruc-tura inhabitual que no puede no haber sido atentamente medi-tada. Los dos conceptos clave no estan de hecho unidos en unsintagma, ni tampoco ligados por la particula y (tan caracte-

    1. Ibid., p. 776.

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    ristica de los titulos deleuzianos): sin embargo, cada uno de ellosesta seguido por un signa de interpuncion (prirnero los dospuntos y luego los puntos suspensivos). La eleccion de esta arti-culacion absolutarnente no sintactica (ni hipotactica ni paratac-tica sino, podria decirse, atactica) por cierto no es casual.

    Mas alIa de las breves indicaciones en el ensayo adorniano, Icarecemos casi por completo de elementos para una filosofia dela interpuncion. Se ha podido observar ya que los sustantivos noeran los unicos en poder adquirir una dignidad rerrninologica,sino que los adverbios tarnbien podian hacerlo; Puder y Lowithhan subrayado la funcion particular de los adverbios gleichwohly schon en Kant y en Heidegger, respectivamente. En cambio, esmen os evidente sefialar que los signos de interpuncion -porejemplo, los guiones en una expresion como in -der- Wel t -se in-pueden asumir una fun cion tecnica: e I guion es, desde ese pun-to de vista , e l mas dialectico de los signos de interpuncion en lamedida en que no une sino porque distingue y viceversa. Es De-leuze mismo quien sugiere que la puntuacion es de una impor-tan cia estrategica en sus textos. En Didlogos, despues de haberdesarrollado la idea de que la conjuncion y posee un sentidoparticular, afiade: Lastirna, en este senrido, que muchos escri-tores supriman la puntuacion, que en frances vale tanto comouna "y" [Dommage a cet egard que beaucoup d'ecrivains sup-priment la ponctuation, qui vaut en francais pour autant de et](Dial., 73).2 Si se recuerda el caracter destructive (la ysustitu-

    I . Theodor W. Adorno, In terpunktion, en Akzente, n." 6 , 1956.2. Las obras de Deleuze estan citadas con las siguientes abreviaturas y el

    nurnero de pagina: Dia l . (= Gilles Deleuze, Claire Parnet, Dialogues, Paris,Flammarion, 1977 [rrad . cas t. : Didlogos, Valencia, Pre-Texros, 1997); Crit.(= Cr it iq u e e t c li ni qu e , Pari s, Edit ions de Minuir , 1993 [rrad . cast .: Crftica yciinica, Barcelona, Anagrama, 1996]); 1 1 1 ' 1 1 1 ' 1 . (= -L'imrnanence: une vie..., enPhilosophic, n." 47, 1995); Log. (= L og iq ue d u s en s, ParIS, Editions de Minuit,1973 [rrad, casr.: LOgica de l sen tido , Barcelona, Paid6s Iberica, 2005]); Sp in.(= S pi no za e t le p r ob lem e d e l'expression, Paris, Editions de Minuit, 1968 [trad.

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    ye al es. y desarticula 11ontologia) y, al mismo tiempo, creador(la y hace fluir la lengua e introduce agencement y balbuceo)que esta teorfa atribuye a 11 artrcula en cuestion, esto implicaque en el titulo tanto 11ntroduccion de los dos puntos entre in-manencia y una uida, como los puntos suspensivos finales tienenuna intencion precisa .

    3. DOS PUNTOS:

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    (Crit., 141). Que en la puntuacion hay un elemento asintacticoy,mas en general, asemantico, esta implicito en el nexo constan-te con la respiracion que aparece desde los primeros tratados yque acnia necesariamente como una interrupcion del sentido(

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    132). Forzando este concepto, que Sartre no logra liberar com-pletamente del plano de la conciencia, se trata, para De.leuze, dealcanzar una zona preindividual y absolutamente Imperso-nal mas alla (0 mas ad) de toda idea de conciencia. Si no semide el pasaje sin retorno que estos conceptos curnplen, masalla de la tradicion sineiderica 0 conciencial de la filosofia mo-derna, no se entiende el concepto deleuziano de plano trascen-dental ni aquel estrechamente correlativo de singularidad. Nosolo es imposible, segun Deleuze, entender 10 trascendental ,como hace Kant, en la forma personal de un Yo; tampocoes posible (y aquf el blanco polemico es la fenomenologfa deHusser!)

    lui conserver la forme d'une conscience, merne si 1'0n definitcette conscience impersonnelle par des intentionnalites et re-tentions pures qui supposent encore des centres d'individua-tion. Le tort de toutes les determinations du transcendantalcomme conscience, c'est de concevoir Ie transcendantal al'image et a la ressemblance de ce qu'il est cense fonder (Log.,143).EI cogito, desde Descartes a Husser!, habfa hecho posible

    tratar 10trascendental como un campo de conciencia. Pero sienKant este se presenta como una conciencia pura sin ninguna ex-periencia, con Deleuze, al contrario, 10trascendental se apartadecididamente de toda idea de conciencia para presentarsecomo una experiencia sin conciencia ni sujeto: un empirismotrascendental , como dice el con una formula intencionalmenteparadojica. Liquidando de este modo los valores de la ~oncien-cia, Deleuze prosigue el gesto de un filosofo poco quendo parael, pero -al menos en esto- ciertamente mas cercano que rodootro representante de la fenomenologfa del siglo xx: Heidegger,el Heidegger patafisico del genial articulo sobre Jarry, con ~Icual, a traves de esta incomparable caricatura ubuesca, puede fi-

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    nalmente reconciliarse. IYa que el Dasein, con su i n- de r- We lt -sein, ciertamente no se entiende como la relacion indisolubleentre un sujeto -una conciencia- y su mundo, asi como su ale-theia, en cuyo corazon reinan la oscuridad y la lithe, es 10con-trario de un objeto intencional 0 un mundo de ideas puras: unabismo separa estos conceptos de la intencionalidad husserlianade la que provienen y, deportandolos a la linea que va de Nietz-sche a Deleuze, estes consrituyen las primeras figuras del nuevoplano trascendental posconciencial y postsubjetivo, impersonaly no-individual que el pensamiento de Deleuze deja en heren-cia a susiglo.

    6. EL PRINCIPIO DE INMANENCIA

    Una genealogia de la idea de inmanencia en Deleuze debepartir de los capfrulos 3 y 11 de la gran monografia sobre Spi-noza. AlIi la idea de inmanencia brotaba de la ahrmacion spino-ziana de la univocidad del ser contra la tesis escolastica de laa na lo gi a e n t is , segun la cual el ser no se dice del mismo modo deDios y de las criaturas finitas.

    Chez Spinoza, au contraire, lEtre univoque est partaite-ment determine dans son concept comme ce qui se dir en unseul et merne sens de lasubstance qui est en soi, et des modesqui sont en autre chose [...J . C'est done l'idee de cause imrna-nente qui, chez Spinoza, prend Ierelais de l'univocite, liberantcelle-ci de l'indifference et de la neurralite a u la maintenait latheorie d'une creation divine. Et c'est dans la immanence que

    1. Esta todavfa por hacersc la hisroria de las relaciones entre Hcidegger yDeleuze =rarnbien via Blanchot, a traves de rnucho heideggerianismo incons-cicnte en la filosofia francesa conremporanea-. Es cierro, sin embargo, que clHeidegger de Deleuze es toralmente diterenrc del de Lcvinas y Derrida.

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    l 'univocite trouvera sa formule proprement spinoziste: Dieuest dit cause de toute chose au sens merne [eo sensuJ ou il estdit cause de soi (Spin., 58).Aquf el principio de inmanencia no es entonces mas que

    una generalizacion de la ontologfa de la univocidad, que exclu-ye toda trascendencia del ser. Pero a traves de la idea spinozianade una causa inmanente, en la que el agente es su propio pacien-te, el ser se libera del riesgo de inercia y de inmovilidad que laabsolutizacion de la univocidad, volviendolo igual a sfmismo entodo punto, le hada pesar. La causa inmanente produce perma-neciendo en sf misma, exactamente como la causa emanativa delos neoplatonicos: pero, a diferencia de esta, los efectos que pro-duce no salen fuera de ella. Con una aguda figura etimologica,que desplaza el origen del terrnino inmanencia de manere a ma -nare (

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    Pero la inmanencia no s610 csta amenazada por esta ilusionde la trascendencia, que querrfa obligarla a salir de S 1 y a vorni-tar 10 rrascendente: 0 mas bien, esta ilusion es algo aSI como unailusion necesaria en el sentido de Kant, que la inmanencia mis-rna genera de su interior y en la que todo filosofo cae cuanromas inrenta adherir Intimamente al plano de inrnanencia. Laexigencia irrenunciable del pensamiento rambien es la rarea masdiflcil, en la que el filosofo corre el riesgo de extraviarse a cadainstante. Por cuanto es e I movirniento del infinite ( P h i l. , 4 0 ),mas alia de 1 0 cual no hay nada, la inmanencia se priva de cual-quier punto fijo y de todo horizonte que podr ia permitir laorientaci6n: EI movimiento ha tornado redo. y el unico orien-te posible es el vertigo en e I que dentro y fuera, inmanencia ytrascendencia se confunden incesantememe. Que Deleuze sechoca aqui con algo asf como un punto limite, 1 0 testimonia c Ipasaje en el cual el plano de inmanencia se presenta a la vez como1 0 que debe ser pensado y como 1 0 que no puede ser pensado:

    Peut-etre est-ce le geste supreme de la philosophic: nonpas rant penser le plan d'immanence, mais mont rer qu'il est la,non pense dans chaque plan. Le penser de cette maniere-la,cornrne le dehors et le dedans de la pensee, le dehors non ex-terieur ou Ie dedans non interieur (Phil, 59).

    7. U NA V ID ALa indicaci6n contenida en el testamento de Deleuze ad-

    quiere, en esta perspectiva, una urgencia particular. EI ultimogesto del filosofo consiste en rernirir la inmanencia al diagram aL'immanence: une vie ... , es dee-r n pensar la inmanenciacomo una vida ... . Pero ~que signitica que la inrnanencia abso-luta ahora se presenta como vida? ~yen que senti do el diagram aexpresa el ultimo pensamiento de Deleuze?

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    Dcleuze comienza por precisar, como era de esperar, que de-cir que la inrnanencia es una vida ... no signiflca en ningunmodo atribuir la inmanencia a la vida como a un sujeto. AI con-trario, una vida ... designa precisamente el ser inrnanentc a SImismo de la inrnanencia, el vertigo filosofico que nos es ya fa-miliar:

    On dira de la pure immanence qu'elle est une vie, et r iend'aut re. Elle n'est pas immanence a la vie, mais l'immanencequi n'est en rien elle-rneme une vie. Une vie est l'immanencede J 'immanence, J 'immanence absolue . .. (lmm., 4).

    Llegados a este punto, Deleuze bosqueja un breve escorzogenealogico a traves de la referencia a un pasaje de Fichte y aMaine de Biran. Justo despues, como si se diera cuenta de la in-suflciencia de las indicaciones dadas y temiera que su ultimoconcepto quedara oscuro, recurre a un ejemplo literario:

    Nul mieux que Dickens n'a raconte ce qu'est une vie, en te-nant compte de I 'art ic le indefini comme indice du transcend an-tal. Une canaille, un mauvais sujet meprise de tous est ramenemourant, e t voila que ceux qui Iesoignent manifestent une sorted'empressernent, de respect, d'amour pour Ie moindre signe devie du moribond. Tout Ie monde s'affaire a le sauver, au pointqu'au plus profond de son coma Ievilain homme sent Iui-rnemequelque chose de doux Ie penetrer, Mais a mesure qu'il revienta la vie, ses sauveurs se font plus froids, et il retrouve toute sagrossierete, sa mechancete. Entre sa vie et sa mort, i l y a un mo-ment qui n'est plus que celui d'une vie jouant avec la mort. Lavie de l 'individu a fait place a une vie impersonnelle, e t pourtantsingulierc, qui degage un pur evenernent l ibere des accidents dela vie interieure et exrerieure, c 'esr-a-dire de la subjecrivite et del'objectivire de ce qui arrive. Homo ranturr auquel tout lemond cornpatit et qui atreint a une sorte de beati tude (lmm., 5).

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    La referencia anterior pertenece al episodic del ahogamien-to fallido de Riderhood en Our mutualfriend (capitulo 3). Bas-ta con recorrer estas paginas de Dickens para darse cuenta de 1 0que pudo haber atraido la atencion de Deleuze con tanta fuer-za. Ante todo, Dickens distingue entre e I individuo Riderhoody la chispa de vida en el, que parece curiosamente separable dela canallada en que habita:

    No one has the least regard for the man; with them all, hehas been an object of avoidance, suspicion and aversion; butthe spark of life within him is curiously separable from him-self now, and they have a deep interest in it, probably becauseit is life, and they are l iving and must die.Ellugar de esta vida separable no esta ni en este mundo ni

    en el otro, sino entre los dos, en una suerte de intermundo felizque ella parece abandonar solo de mala gana.

    See! A token of life! An indubitable token of life! Thespark may smoulder and go out, or it may glow and expand,but see! The four rough fellows, seeing, shed tears. Neither Ri-derhood in this world, nor Riderhood in the other, could drawtears from them; but a striving human soul berween the rwocan do it easily.

    He is struggling to come back. Now he is almost here,now he is far away again. Now he is struggling harder to getback. And yet - like us all, when we swoon - like us all, everyday of our lite when we wake - he is instinctively unwilling tobe restored to the consciousness of this existence, and wouldbe left dormant, if he could.

    Lo que vuelve tan inreresanre la chispa de vida" es este es-rado de suspension inasignable, para el cual Dickens se vale sig-niflcativamente del terrnino a beyance, que proviene del lexico

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    juridico e indica el estar en suspenso de normas 0 derechos en-tre la vigencia y la derogacion (

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    nos presenta solo parece emerger a la luz en el momento de sulucha con la muerte ((No habria que contener una vida en elsimple mornento en el que la vida individual afronta la muerteuniversal [II ne faudrait pas contenir une vie dans Ie simplemoment ou la vie individuelle affronte l'universelle mort]'[mm., 5). Pero rarnbien el ejemplo siguiente, que debe ria exhi-bir la vida impersonal por cuanto coexiste con la del individuo,sin confundirse con ella, se refiere a un caso especial, situadoesta vez en proximidad no de la mucrte, sino del nacimiento:"Los nirios muy pequenos se parecen todos y no tienen casi in-dividualidad; pero t ienen singularidades: una sonrisa, un gesto,una rnueca, acontecirnienros que no son de caracter subjetivo.Los nifios muy pequefios estan atravesados por una vida inrna-nente que es pura potencia e incluso beatitud a traves de lossufrimientos y las debilidades [Les tout-petits enfants se res-semblent tous et n'ont guere dindividualite; mais ils ont dessingularites, un sourire, un geste, un grimace, evcnernenrs quine sont pas des caracteres subjectifs. Les tour-petits enfants sonttraverses d'une vie immanente qui est pure puissance, et mernebeatitude it travers les souffrances et les faiblesses] (Imm., 6) .

    Podria decirse que el dificil intento de aclarar a traves deuna vida el vertigo de la inmanencia, nos conduce a una zo-na aun mas incierta, en la que el nifio y el moribundo nos pre-sentan la cifra enigrnarica de la vida desnuda biologica co-mo tal.

    8. EL A NIM A L DE DENTRO

    En la historia de la filosofia occidental, la identificacion dela vida desnuda tiene un rnornento clave. Es cl momenta en elque, en e I De anima, Aristoteles aisla, de entre los varios mod osen que se dice cl terrnino uiuir. e I mas general y separable.

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    Es por el vivir que el animal se dist ingue de 10 inanimado.Vivir se dice sin embargo de much os modos, y si ,610 uno deestes cxiste, decimos que algo vive. EI pensarnieruo, la sensa-ci611, cI movimieruo y el reposo segtln ellugar, el movimienrosegun la nutriciori, la destrucci6n y el crecirniento. Por estotambien todas las especies de vegetales nos parece que viven.Es evidente, en efecro, que ellos ticncn en sf mismos un prin-cipio y una potencia tal que, a traves de ellos, crecen y se des-t ruyen en direcciones opuestas [ ... J . Este principio puede serseparado de los otros, pero estos no pueden ser separados de elen los monales. Esto es evidente en las plantas. En elias no hayotra potencia del alma. Es pues a traves de este principio comoeI vivir pertenece a los vivientes [... J . Llamamos tambien po-tencia nurririva [threptikeJ a esta parte del alma de la que tam-bien los vegetales participan (413-20 y ss.).Arisroteles no define de ningun modo que es la vida: se li-

    mita a descomponerla gracias al aislarniento de la funcion nutri-tiva, para luego rearticularla en una serie de facultades distingui-bles y correlativas (nutricion, sensacion, pensarnienro). Vemosaqui actuar aquel principio del fundamenro que constituye eldispositivo por excelencia del pensamiento de Aristoreles, Esteconsiste en reformular toda pregunta sobre el (que es? por unapregunta sobre "

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    tes viven, es la vida nutritiva (0 vegetativa, como sera Hamada yaa partir de los comentadores antiguos, sobre la base del esratutoparticular, oscuro y absolutamente separado del lOgos, que lasplantas tienen constantemente en el pensamiento de Aristo-teles).

    En la historia de la ciencia occidental, el aislamiento de estavida desnuda constituye un acontecimiento fundamental entodo sentido. Cuando Bichat, en sus celebres Re ch e rc h e s p h y s io -fogiq ues s ur fa vie et fa m ort, 1 distinga de la vida animal, defi-nida por la relacion con un mundo externo, una vida organi-ca, que no es mas que una sucesion habitual de asimilacion yexcrecio 0, todavfa es la vida nutritiva de Aristoteles la que tra-za el oscuro fondo sobre el que se separa la vida de los ani malessuperiores, y el animal v iv an t a u -d eh o rs puede oponerse al ani-mal e x is ta n t au -d e dan s . Y cuando, como Foucault ha mostrado,el Estado, a partir del siglo XVlII, comienza a incluir entre sus ta-reas esenciales el cui dado de la vida de la poblacion, transfor-mandose asf la polttica en bio-polftica, es ante todo por unaprogresiva generalizacion y redefinicion del concepto de vidavegetativa u organica (que coincide ahora con el patrimoniobiologico de la nacion) como este realizara su nueva vocacion. Ytodavia hoy, en las discusiones sobre la definicion e x fe ge de losnuevos criterios de muerte, una identificacion ulterior de estavida desnuda -desconectada de toda actividad cerebral y detodo sujeto- decidira si determinado cuerpo puede ser cons ide-rado vivo 0 si debe ser abandonado a la extrema peripecia deltrasplante.

    Pero 2que separa entonces esta pura vida vegetativa de lachispa de vida en Riderhood y de la vida impersonal de laque habla Deleuze?

    1. Existc traducci6n castellana: Xavier Maria Bichat, lnllestigaciones fi-siofogicas sobre fa uida y fa muerte, Madrid, 1807. (N de los T)

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    9. L A V ID A IN A SIG NA B LE

    Desplazando la inmanencia de la esfera de la vida, Deleuzesabe que se adentra en un terreno peligroso. La vida de Rider-hood moribundo 0 la de aquel nifio parecen, en efecto, limitarcon la zona oscura en la que habitan la vida nutritiva de Aristo-teles y el animal au-dedans de Bichat. Como Foucault, Deleuzese da perfectamente cuenta de que el pensamiento que tomacomo objeto la vida com parte este objeto con el poder y debeenfrentarse a sus estrategias. EI diagnostico foucaultiano sobre larranslormacion del poder en bio-poder no deja dudas al respec-to: Contra este poder todavia nuevo en el siglo XIX -concluyeLa u olu nta d d e s ab er - las fuerzas que resisten se apoyaron sobreaquello mismo que e l invesna, es decir, sobre la vida y sobre elhombre par cuanto es viviente [... J la vida como objeto pol iticoha sido de alguna manera tomada en serio y dirigida contra elsistema que se proponfa controlarla [Contre ce pouvoir encorenouveau au XIX" siecle les forces qui resistent ont pris appui surcela merne qu'il investit =c'est-a-dire sur la vie et sur I'hommeen tant qu'il est vivant [... J la vie comme objet politique a ete enquelque sorte prise au mot et retournee contre le systerne quientreprenait de le controler].' Y Deleuze: La vida se convierteen resistencia al poder cuando el poder asume como objeto lavida. Tarnbien en este caso las dos operaciones pertenecen a unmismo horizonte (Fouc. , 95). En el concepto de resistenciahara f"ilta entender aqui algo mas que una rnerafora politica,algo como un eco de la definicion de Bichat, segun la cual lavida es el conjunro de las funciones que resisten a la muerte.Es lfcito, sin embargo, preguntarse si este concepto es verdade-ramente suficiente para terminar con la ambivalencia del con-flicto biopolirico en curso, en el que Ja libertad y la felicidad de

    I. Michel Foucault, La uolontc de sauoir, Paris , Gall imard, 1976,pp. 190-191 [rrad. cast.: La uoluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 1998].

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    los hombres se juegan sobre cl mismo terrene =la vida desnuda-que seriala su sumision al podcr.

    Si bien todavia esta pcndiente, tanto en Foucault como enDeleuze, una definicion clara del concepto de vida, resulta to-davia mas urgente captar la articulacion que de ella nos ofrece eltestamento de este ultimo. Lo decisivo es que su funci6n se re-vela exactamente contraria a la que la vida nutritiva desarrolla-ba en el dispositive aristotelico, Mientras en este contexto ac-tuaba como el principio que perrnitia atribuir la vida a un sujeto

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    rasgo que define la vida en el ultimo texto. ~En que sentidoDeleuze puede afirmar que une vie .. .. es potencia, completabeatitud (Imm., 4)? Para contestar esta pregunta deberemospnmero profundizar ulteriormente el vertigo de la inrna-nencia,

    10. PASEARSE

    En las obras de Spinoza que han sido conservadas, hay unsolo pasaje en el que se sirve de la lengua materna de los hebre-os sefarditas, el ladino. Es un pasaje del Compendium gramma-tiees linguae hebraeae, I en el que el filosofo esta explicando elsenti do del verbo reflexivo activo, como expresion de una causainmanente, es decir de una accion en la que agente y pacienteson una sola y la misma persona. Para aclarar el sentido de estaforma verbal (que en hebreo se forma afiadiendo un prefijo noa la forma normal, sino a la intensiva, que tiene ya de por si unsentido t ransit ive), el primer equivalente latino que da Spinoza,se visitare [visirarse] , es claramente insuficiente; el lo especif icapor 1 0 tanto inmediatamente con la singular expresion: se uisi-tantern eonstituere, constituirse visitante. Siguen otros dos ejern-plos, cuyos equivalentes latinos (se sistere, se ambulationi dare) leparecen a Spinoza tan insatisfactorios que se ve obligado a recu-rrir a la lengua materna de su gente. Pasear, en ladino (es decir,en el espafiol que los sefarditas hablaban en el momenta de suexpulsion de Espana), se dice pasearse (pasearse, en espariol rno-demo, se diria mas bien: pasear 0 dar un pasco. ' Como equiva-lente a una causa inmanente, es decir a una accion referida alagente misrno, el terrnino ladino es particularmente feliz. En

    1.. Baruch Spinoza, Opera, Carl Gebhardt (cd.), Heidelberg, C. Win-ters, 1925, vol. 3, p. 361.

    2. En castellano en eI original. (N de LosT)

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    efecto, presenta una acciori en la que el agente y el paciente hanentrado en un umbral de absoluta indistincion: el paseo comopasearse.

    En el capitulo 12, Spinoza se plantea el mismo problemaa proposito del sentido de la forma correspondiente al nombreinfinitive (el infinitive en hebreo se declina como un sustan-tivo):

    Ya que a menudo ocurre que el agente y el paciente sonuna sola y misma persona, era necesario para los judios formaruna nueva y septirna especie de infinit ive, con la cual ellos ex-presarian la accion referida tanto al agente como al paciente , yque tendria, entonces, al mismo tiempo la forma de la voz ac-tiva y de la pasiva [... J . Fue pues necesario inventar otra espe-cie de infinitivo, que expresara la accion referida al agentecomo causa inmanente [... Jla cual, como hemos dicho, signi-fica visitarse a sf mismo, 0 bien eonstituirse visitante y , final-mente, mostrarse visitante [eonstituere se visitantem, vel deniquepraebere se visitantem J . IEs decir, la causa inmanente pone en cuestion una conste-

    Iacion semantica que el filosofo-gramatico trata de aferrar no sindificul tad a traves de una pluralidad de ejemplos (constituirse vi-sitante, mostrarse visitante, pasearse) cuya importancia para lacornprension del problema de la inmanencia no debe ser despre-ciada. El pasearse es una accion en la que no solo es imposibledistinguir el agente del paciente (~quien pasea quer) y donde,por tanto, las categorias gramaticales de voz activa y pasiva, su-jeto y objeto, transitivo e intransitivo pierden su sentido, sinotam bien en la que medio y fin, potencia y acto, facultad y ejer-cicio entran en una zona de absoluta indeterrninacion. Por esoSpinoza se vale de las expresiones constituirse visitante, mostrar-

    1 . I b id ., p. 342.

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    se vrsirante donde la potencia coincide con el acto y la ino-perancia con la obra: el vertigo de la inmanencia es que ella des-cribe el movimiento infini te de la autoconstitucion y la auto-presentacion del ser: el ser como pasearse.

    No es por casual idad que los estoicos se sirvieron justamen-te de la imagen de l paseo para mostrar que los modos y los aeon -tecimientos son inmanentes a la sustancia (Cleante y Crisipo scpreguntan: 2quien es el que pasea, el cuerpo movido por la par-te hcgemoriica del alma 0 la misrna parte hegcm6nica?).1 ComoEpictero did. m

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    tal como es aquel que la posee [ djn am is es tin h oia s oz ein to ec bo nauten e toiotitoni. (416 b 13 y ss.). EI caracter mas Intimo de lavida nutritiva no es, pues, sencillamente el crecimiento, sinoante todo la autoconservacion. Esto significa que, mientras latradicion rnedico-fi losofica trata de distinguir cuidadosamentelas diversas potencias del alma y regula la vida human a con elalto canon de la vida dianoetica, Deleuze (como su modelo spi-noziano) retrotrae el paradigm a sobre el esquema mas inferiorde la vida nutritiva, Aun rechazando de manera decisiva la fun-cion que la vida nutritiva tiene en Aristoteles como fundamen-to de una atribucion de subjetividad, Deleuze no quiere, sin em-bargo, abandonar el terreno de la vida y 1 0 identifies con elplano de inmanencia. I

    Pero ~que significa , entonces, en este sentido, nutrirse? Enun ensayo importante, Benveniste ha tratado de unificar los di-ferentes sentidos, no siempre facilmente conciliables entre sf,del verbo griego trephein (nutrir, hacer crecer, coagular):

    croissance narurelle du lait, le laisser atteindre l' etar OL I iltend;'

    En realite la traduction de trepho par nourrir, dans lern-ploi qui est en effet le plus usuel, ne convient pas a tous lesexemples et n'e st elle-merne qu'une acception d'un sens pluslarge et plus precis a la fois. Pour rendre compte de len-semble des liaisons sernanriques de trepho, on doit Ie definir:favoriser (par des soins appropries) le developpernent de cequi est soumis a l a croissance. C'est ici que s' insere un deve-loppement particulier et technique, qui est justement lesens de cailler. Lexpression grecque est trephein gala, quidoit main tenant s'interpreter a la lettre comme favoriser la

    Dejar que un ser alcance el estada al que tiende, dejarse ser:si este es el sentido original de trepho, entonces la potencia queconstituye la vida en sentido primordial (c l nutrirse), coincidecon el desco de conservar su propio ser que define la potenciade la vida como inmanencia absoluta en Spinoza y en Deleuze.

    Se entiende, entonces, por que Deleuze puede escribir acer-ca de una vida que es potcncia, completa beatitud. La vidaesta hecha de virtualidad. (Imm., 6), es pura potencia quecoincide spinozianamente con el ser, y la potencia, por cuantono le falta nada (Imm., 7), por cuanto es constiruirse desean-te del deseo, es inmediatamente beata. Todo nutrirse, rodo de-jarse ser es beato, goza de sf.

    En Spinoza, la idea de beatitud coincide con la experienciade sf como causa inrnanente, que llama a cq uies cen tia in s e ip soy define, precisamente, como laetitia, concomitante idea suitanquam causa (E t h i ca , III, prop. LI, esc.). Wolfson ha obser-vado que en Spinoza el uso del terrnino acquiescent ia referido amens 0 a animus puede reflejar el uso, en Uriel Acosta, de almay espirito acornpafiados con descansada, ' Pero mucho mas deci-sivo es el hecho de que la expresion a cq uies cen tia in s e ip so esuna invencion spinoziana, que no esra registrada en ningunlexico latino. Spinoza debla tener en mente un concepto corres-pondiente al del verbo reflexive hebreo como expresion de lacausa inmanente, pero ropaba con la dificultad de que en latintanto el verbo quiesco como sus compuestos acquiesce son in-

    1. Cuando Arisrorcles define el nous a travcs de su capacidad de pensar-~ea sfmismo, es importante recordar que ya aparecia un paradigma autorre-Icrencial, como habiamos visto, a propos ito de lavida nurri tiva y de su poderde auroconservacion: el pensarse del pensamiento tiene, en cierto scnr ido , suarquetipo en e I conservarsc a sf misma de lavida nurririva,

    1. Emile Benveniste, Problemcs de linguistique g/nh-ale, Paris, Galli-mard, 1966, vol . 3 , pp . 292-293 [trad . cast .: P r ob lema s d e lingiifstictl geJIeml,Mexico, Siglo XXI, 19711.

    2. Harry Aust ryn Wolfson, The p h i lo sop hy o lSp il ZOZ tl , NUCVcl York, Me-r idian . 1958. p . 325.

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    transirivos, y por 1 0 tanto no adrniten una forma del tipo quies-cere (0 acquiescere) se (como elladino le habia sugerido en cam-bio la forma pasearse, cuyo agente y paciente se identifican, yahora le of r ed a el reflexivo descansarse) . Par eso Spinoza for-ma el deverbal acquiescentia y 1 0 construye con el pronombrereflexivo se precedido de la proposicion in. El sintagma acqules-centia in se ipso, que nornbra la beatirud mas alta que el hom-bre pueda alcanzar, es un hcbraismo (0 un ladinismo), formadopara expresar la cumbre del movirniento de la causa inrna-nente.'

    Precisamente en este sentido Deleuze usa el terrnino beati-tud como caracter esencial de una vida ... : beatitudo cs el rno-vimiento de la inmanencia absoluta.

    de esta ult ima cornplicacion ellos pod ran alcanzar 1 0 que busca-ban: el primero l'autre maniere d'approcher fa notion de vie yel segundo, una vida que no consista solo en su confrontaci6ncon la muerte y una inmanencia que no vuelva a producirtrascendencia. Es decir, debemos llegar a vel' siempre en el prin-cipio que perrnite la asignacion de una subjetividad, la rna-triz misma de la desubjetivaci6n, y en el mismo paradigma deuna posible beatitud, el elemento que signa la sumision albio-poder.

    Si tal es la riqueza y, a su vez, la arnbigucdad que contieneel diagrama testamentario Limmanencc: une uie ... , asumirlocomo tarea filos6fica irnplicara retrospectivarncnte la recons-truccion de un trazado genealogico que distinga con claridad enla filosofla moderna -que es, en un sentido nuevo, en gran par-te una filosofia de la vida- una linea de inrnanencia de una li -nea de la trascendencia, segun un esquema mas 0 menos de estetlpo:

    1 2 . PERSPECTIVAS

    Se aclara ahora en que senti do hemos podido afirrnar,al principio, que el concepto uida, como ultimo legado testa-mentario tanto del pensamiento de Foucault como del de De-leuze, debe constituir el tema de la filosofia que viene. Se trata-ra, ante todo, de probar leer juntas las ultimas reflexiones -enaparicncia tan oscuras- de Foucault sobre el bio-poder y sobrelos procesos de subjetivacion, y de Deleuze -en apariencia tanserenas- sobre una vida ... como inrnanencia absoluta y beati-tud. Leerlas juntas no signiflca aquf simplificar y reducir; por elcontrario, esa conjugaci6n irnplicara que cada texto constitui-ra para el otro un correctivo y un obstaculo, y que solo a traves

    TRASCENDENCIA INMANENC IA

    Kant Spinnza

    Husser] Nietzsche

    ~ // H,';d'ggcc \I. El terrnino acquiescentia no se encuentra regist rado ni en cl Thesau-

    rus de Estienne, ni en el Thesaurus teubneriano, En cuanro a la construcci6nde acquiescerc con in y el ablative (en c l s e n ti d o , precisa Esricnnc, de acquics-cerein realiqua in allquo homine, cum quadam anima uoluptate, quieteque con-slstere et oblcctarl in realiqua, in qua prius in dubio aut solicitudine a nima ji,is-te, aut), es com un, pero no se usa nunca con c l p ronombre reflexivo.

    Lcvina s , Dcrrida Foucault, Dclcuze

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    Hara falta, adernas, empefiarse en una busqueda genea16gi-ca sobre el terrnino vida, con respecto a la cual ya podemos ade-lantar que mostrara que no se trata de una noci6n medico-cien-nfica, sino de un concepto filos6fico-polit ico-teo16gico y que,por 10tanto, muchas categorias de nuestra tradici6n filos6ficadebe ran ser repensadas en consecuencia. En esta nueva dimen-sion, ya no rendra mucho sentido distinguir no s6lo entre vidaorganica y vida animal, sino tarnbien entre vida bio16gica y vi-da contemplativa, entre vida desnuda y vida de la mente. Alavida como contemplaci6n sin conocimiento correspondera pun-tualmente un pensamiento que se ha deshecho de toda cogniti-vidad y de toda intencionalidad. La tbeoria y la vida conternpla-t iva, en las que la tradici6n filos6fica ha identificado durante si-glos su fin supremo, tendran que ser desplazadas por un nuevoplano de inmanencia, en el que no se ha dicho que la filosofiapolitica y la epistemologia podran mantener su fisonomia actualy su diferencia con respecto a la ontologia. La vida beata ahorayace sobre e l mismo terreno en que se mueve el cuerpo biopolf-tico de Occidente.

    ~ .

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