1930 El Lazo de Medusa

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    EL LAZO DE MEDUSA

    Howard Philips Lovecraftcon Zealia Bishop

    I

    La ruta hacia Cape Girardeau discurra a travs de un pas desconocido, ymientras la luz del ltimo atardecer se volva dorada y casi de ensueo,comprend que deba informarme si deseaba alcanzar la ciudad antes quecayera la noche. No me gustaba deambular por aquellas tierras bajas ydesiertas del sur de Missouri tras el ocaso, ya que las carreteras eran malas yel fro de noviembre bastante formidable para un coche descubierto. Adems,las nubes negras estaban acumulndose sobre el horizonte; por eso, ote laslargas sombras azules y grises que entrevelaban los campos pardos y llanos,ansiando vislumbrar alguna casa donde conseguir la informacin deseada.

    Era una regin solitaria y despoblada, pero por fin descubr un tejado entre unamasa de rboles cerca del riachuelo a mi derecha, como a menos de 1kilmetro de la carretera, y probablemente accesible mediante algn camino ocarretera que yo pudiera utilizar. En ausencia de cualquier casa ms cercana,decid probar fortuna all y me congratul cuando los matorrales de las cunetasmostraron las ruinas de un portal esculpido de piedra cubierto de enredaderassecas y muertas, y sepultado en maleza que explican por qu no pudedescubrir ningn camino en mi primera ojeada desde lejos. V que no podallevar el coche por all y aparqu cuidadosamente cerca de la puerta dondegrandes rboles de hoja perenne pudieran protegerlo en caso de lluvia yemprend el largo camino hacia la casa.Cruzando la senda invadida de maleza bajo los contraluces del ocaso, tuve unafuerte corazonada, probablemente inducida por el aire de siniestra decadenciaque aureolaba la puerta y el antiguo camino. De las tallas en los viejos pilaresde piedra deduje que este lugar tuvo alguna vez una dignidad seorial y pudever claramente que la carretera haba originalmente gozado de la sombra derboles linderos, algunos de los cuales estaban muertos, mientras que otroshaban perdido su particular identidad entre la salvaje maleza parsita de laregin.Mientras avanzaba, cardos y ortigas se pegaban a mis pantalones y comenc apreguntarme si el lugar estara habitado despus de todo. Estaba paseando

    para nada? Durante un instante estuve tentado de retroceder y buscar algunagranja camino adelante, pero un vistazo a la casa despert mi curiosidad yestimul mi espritu aventurero.Haba algo provocativamente fascinante en la decrpita construccin rodeadade rboles que se alzaban frente a m, ya que hablaba del donaire sureo anms pretrito. Era la tpica casa de plantacin construida con madera, en elestilo clsico del temprano XIX, con dos plantas y media, y un gran prticojnico cuyos pilares llegaban hasta el tico y sujetaban un frontal triangular. Suruina era acusada y patente, y una de las grandes columnas se haba podrido,desplomndose al suelo, mientras que la galera superior o balconada secombaba peligrosamente. Llegu a la conclusin que, antao, haba habido

    otras construcciones cerca de la casa.

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    Mientras ascenda los anchos escalones de piedra hacia el porche bajo y eltallado portal con linternas, me sent perceptiblemente nervioso y comenc aencender un cigarrillo, desistiendo al ver cun seco e inflamable era todocuanto me rodeaba. Aunque convencido ahora que la casa estabaabandonada, dud en violar su intimidad entrando sin llamar, por lo que tir del

    oxidado aldabn de hierro hasta conseguir moverlo, y finalmente hice unacautelosa llamada que pareci hacer estremecerse y resonar a la casa entera.No hubo respuesta, aunque agit de nuevo el incomodo y crujiente artefactoms para disipar el sentimiento de impo silencio y soledad que para avisar acualquier posible ocupante.En algn lugar cerca del ro escuch la lastimera nota de un palomo, e imaginque el rumor del agua corriente era dbilmente audible. Como en sueos, as yagit el antiguo picaporte, y finalmente empuj la gran puerta de 6 paneles enun abierto intento de entrar. No estaba cerrada, como pude ver al momento, y,aunque chirri y cruji sobre sus goznes, acab abrindola, encontrndome enun vestbulo inmenso y oscuro al cruzar su umbral.

    Pero, en el momento de dar este paso, lo lament. No era que una legin deespectros me enfrentara en aquel vestbulo penumbroso y polvoriento confastasmales muebles de estilo imperio, sino que descubr que, despus detodo, este lugar no estaba totalmente deshabitado. Se escuchaba un crujido enla gran escalinata curva, as como el sonido de vacilantes pasos descendiendolentamente. Luego vi una alta y encorvada figura perfilada durante un instantecontra la gran ventana palatina del frontal.Mi primer sobresalto de terror pas pronto, y, mientras la figura descenda eltramo final, me dispuse a saludar al propietario de la casa cuya intimidadacababa de invadir.En la semioscuridad, pude verle buscar un fsforo en su bolsillo. Luego surgiun fulgor, mientras encenda una lmpara de queroseno que estaba en unadesvencijada mesa consola, cerca del pie de las escaleras. El dbil resplandorrevel la figura de un demacrado anciano de gran estatura, con ropasdescuidadas y rostro mal afeitado, aunque a pesar de todo, tena el porte y laexpresin de un caballero.

    -No esper a que hablara, sino que comenc a explicar mi presencia alinstante.

    -Usted disculpar que haya entrado as, pero cuando mis llamadas no tuvieron

    respuesta cre que nadie viva aqu. Slo quera saber cmo coger la carreteraa Cape Giraudeau es decir, la carretera ms corta. Quera estar all antes dela noche, pero ahora, por supuesto Al hacer una pausa, el hombre habl; eraexactamente el cultivado tono que haba esperado, con un suave acento taninconfundiblemente sureo como la casa que habitaba.

    -Ms bien debe usted disculparme a m por no responder a sus llamadas conmayor rapidez. Vivo de forma retirada y no suelo esperar visitantes. Al principiopens que era un simple curioso. Luego, cuando se repiti la llamada, vine aresponder, pero no estoy bien de salud y tengo que moverme con lentitud.Neuritis espinal un caso muy problemtico.

    En cuanto a llegar al pueblo antes de la noche es evidente que no podrhacerlo. La carretera en donde est, porque supongo que ha venido por la de la

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    puerta, no es ni el mejor ni el ms rpido de los caminos. Tiene que tomar laizquierda al salir de la puerta es decir, la primera carretera verdadera queencuentre a la izquierda. Hay tres o cuatro caminos de carro que debe ignorar,pero no puede confundirse respecto de la verdadera porque hay un inmensosauce justo en el lado opuesto. Cuando haya dado la vuelta, pase dos

    carreteras y gire a la derecha en la tercera. Despus

    Perplejo ante estas elaboradas indicaciones -datos confusos para un forastero-no puede evitar interrumpirle.

    -Aguarde un instante! Cmo voy a seguir esas indicaciones en plenaoscuridad, sin haber estado nunca por aqu y con solo un par de faros para verqu es y qu no es una carretera? Adems, creo que hay una tormenta a puntode desencadenarse y mi coche es uno de los abiertos. Creo que me vera enserios aprietos si tratara de llegar a Cape Girardeau esta noche. El hecho esque no s que hacer. No me gusta molestar ni nada parecido pero en vista

    de las circunstancias, no me podra albergar por esta noche? No le darningn problema nada de comida o algo parecido. Slo djeme una esquinadonde dormir hasta la maana y estar contento. Puedo dejar el coche en lacarretera donde est Un poco de mal tiempo no le daar si esto empeora.Mientras haca mi repentina peticin pude ver cmo el rostro del anciano perdasu primitiva expresin de tranquila resignacin para tomar un extrao aspectode sorpresa.

    -Dormir Aqu?

    Pareci tan aturdido por mi peticin que la repet.

    -S, por que no? Le aseguro que no le dar ningn problema. Qu otra cosapuedo hacer? Soy forastero por aqu, estas carreteras son un laberinto en laoscuridad y jurara que llover a mares antes de una horaEn este momento fue mi anfitrin quien me interrumpi, y mientras lo hacapude sentir una peculiar cualidad en su voz profunda y musical.

    -Un forastero por supuesto que debe serlo, de otra forma no pensara endormir aqu, no puedo pensar que nadie venga aqu para nada. La gente noviene ahora aqu.

    Se detuvo, y mi deseo de permanecer se multiplic ante la sensacin demisterio que sus lacnicas palabras parecan evocar. Haba seguramente algnseductor enigma en ese lugar, y el omnipresente olor a moho pareca arroparun millar de secretos. De nuevo percib la total decrepitud de todo, perceptiblean bajo los tenues rayos de la sencilla y pequea lmpara. Sent un escalofrodolorido, y vi con pesar que no pareca haber estufas; pero tan grande era micuriosidad que dese an ms ardientemente permanecer all y saber algosobre el recluso y su lgubre residencia.-Permita que me quede -contest-. No puedo recurrir a nadie ms. Peroseguramente pueda hacerme un hueco hasta que amanezca. Adems si la

    gente no visita este lugar, no ser porque est medio en ruinas? Por supuesto,supongo que debe valer una fortuna mantenerla en buen estado, pero si los

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    costes son tan grandes, por qu no busca un sitio ms pequeo? Por qupermanecer en esta forma con todos los inconvenientes e incomodidades?El hombre no pareci ofenderse, pero me respondi con gravedad.

    -Desde luego, puede quedarse si realmente lo desea a usted no puede

    perjudicarle lo que yo s. Pero otros dicen que existen influencias peculiares eindeseables aqu. Respecto a m estoy aqu porque debo hacerlo. Esta casaes algo que considero como un deber el guardar algo que me liga. Quisieratener el dinero, la salud y la ambicin necesarias para adecentar la casa y losterrenos.

    Con mi curiosidad en aumento, me dispuse a tomar la palabra a mi anfitrin y lesegu lentamente escaleras arriba cuando me lo indico. Estaba muy oscuroahora, y un dbil sonido del exterior me indic que la tan temida lluvia haballegado. Hubiera agradecido cualquier refugio, pero ste era doblementebienvenido por los indicios de misterio sobre el lugar y su dueo. Para un

    incurable amante de lo grotesco, nada poda ser mejor.

    II

    Haba una habitacin en la esquina del segundo piso, en estado menosdescuidado que el resto de la casa, y hacia all me guo mi anfitrin, dejando supequea lmpara y encendiendo una ms grande. Por la limpieza y contenidode la estancia, as como por los libros alineados en las paredes, pude ver queno haba errado al considerar a aquel hombre un caballero en cuerpo y alma.Era un eremita y un excntrico, sin duda, pero an mantena niveles einclinaciones intelectuales. Mientras l haca un ademn, invitndome asentarme, comenc una conversacin sobre tpicos generales y me congratulviendo que no era, despus de todo, un hombre taciturno. En todo caso,pareca contento de poder conversar, y no tard en desviarse hacia temaspersonales.Segn supe, era Antoine de Russy, miembro de una antigua, poderosa y cultafamilia de plantaciones de Louisiana. Haca ms de un siglo que su abuelo, unmuchacho entonces, haba emigrado al sur de Missouri y fundado unas nuevasposesiones a la prodiga manera ancestral, construyendo su mansin de pilaresy dotndola de todos los accesorios de una gran plantacin. Haba habido, en

    un tiempo, tanto como 200 negros en las chozas que estaban en el llano de laparte trasera - un solar ahora invadido por el ro-, y escucharles cantar, rer ytocar el banjo durante la noche era saber lo que era la cumbre de un ordensocial y una cultura ahora desgraciadamente extinta. Frente a la casa, dondelos grandes robles y sauces montaban guardia, haba habido un csped comouna gran alfombra verde siempre regada y nivelada, y caminos empedradosbordeados de arriates curvndose a su alrededor. Riverside -que as erallamado el lugar- haba sido un amable e idlico hogar en aquellos das, y mianfitrin poda recordar cuando muchos restos de su mejor periodo anperduraban.En el exterior llova ahora copiosamente, con densas cortinas de agua

    golpeando contra el inseguro techo, muros y ventanas, lanzando gotas a travsde un centenar de grietas y goteras. La humedad goteaba hasta el suelo desde

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    lugares inesperados, y el viento en aumento agitaba los podridos e insegurosbatientes del exterior. Pero no pens en nada de esto, ni tampoco en mi cocheaparcado fuera, bajo los rboles, ya que vea que estaba comenzando unahistoria. Incitado a recordar, mi anfitrin hizo un gest recordando otros dasmejores. Pronto, segn vi, tendran indicios de por qu viva solo en este

    antiguo lugar y por qu sus vecinos lo crean lleno de influencias indeseables.Su voz era muy musical segn hablaba, y su relato pronto adopt un giro queno me dio oportunidad de adormecerme.

    -Si Riverside fue construida en 1816, y mi padre naci aqu en 1828. Tendracerca de cien aos si an viviera, pero muri joven tan joven que apenaspuedo recordarle. Fue en el 64 lo mataron en la guerra, en el Sptimo deInfantera de Louisiana de los C.S.A.*, porque volvi al hogar ancestral paraalistarse. Mi abuelo era muy viejo para luchar, pero vivi hasta los noventa yayudo a mi madre a criarme. Una buena crianza por cierto, puedo afirmarlo.Nosotros siempre hemos tenido fuertes tradiciones -altos conceptos de honor-,

    y mi abuelo supo que yo continuara el camino que los de Russy habanseguido generacin tras generacin, desde las Cruzadas. Estbamos bastanteapurados de dinero, pero nos las arreglamos para vivir bien despus de laguerra. Fui a una buena escuela de Luisiana y ms tarde a Princeton. Luego fuicapaz de hacer prosperar la plantacin aunque ya ve cmo est ahora.Mi madre muri cuando yo tena veinte aos, y mi abuelo dos aos ms tarde.Me quede bastante slo despus de eso, y en el 1885 me cas con una primalejana de Nueva Orlens. Las cosas podran haber sido diferentes de habervivido, pero muri al nacer mi hijo Denis. Entonces slo tuve a Denis. Nointent volver a casarme, pues dediqu todo mi tiempo al chico. Era como yo-como todos los Russy - cetrino, alto y delgado, y con un temperamentoendemoniado. Le eduqu como mi abuelo haba hecho conmigo, pero l nonecesitaba ser aleccionado en lo tocante al honor. Estaba en l, hay queadmitirlo. Nadie tena un espritu ms elevado Todo lo que pude hacer fueimpedirle marchar a la guerra de Cuba cuando tena once aos! Romnticodiablo, demasiado lleno de romnticas ideas puede llamarnos victorianossi quiere el nico problema, si acaso, estaba en apartarle de las mozasnegras. Le envi a la misma escuela que fui yo, y tambin a Princenton. Segradu en 1909.Por fin, decidi ser mdico, y acudi un ao a la Harvard Medical School.Entonces se empecin en la idea de guardar la vieja tradicin francesa de la

    familia y me inst para que lo enviara a la Sorbona. Lo hice, bastante orgulloso,aunque saba cun solo me quedara estando l tan lejos. Quisiera Dios queno lo hubiera hecho! Pienso que era la clase ms sensata de chico que sepuede enviar a Pars. Tom una habitacin en Rue St. Jacques, cerca de laUniversidad en el Barrio Latino, pero segn sus cartas y sus amigos acudatodo lo ms a las peleas de perros. La gente que frecuentaba eran en sumayora jvenes de aqu estudiantes serios y artistas que pensaban ms ensu trabajo que en actitudes estrafalarias o en pintar la ciudad de rojo.Pero, por supuesto, haba grupos de compaeros que estaban en una especiede lnea divisoria entre los estudiantes serios y el diablo. Los estetas losdecadentes, ya sabe. Experimentadores de la vida y los sentidos la clase de

    compinches de Baudelaire. Naturalmente, Denis frecuentaba a muchos destos y apreciaba su forma de vida. Pero haba toda clase de crculos y

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    cultos imitaciones de la adoracin al diablo, Misas Negras y cosas por elestilo. Es dudoso que pudieran hacer mucho dao la mayora probablementelo olvidaba en un ao o dos. Uno de los metidos en este extrao asunto era uncompaero que Denis haba conocido en la escuela ya que viene a cuento,yo conoc a su padre. Frank Marsh, de Nueva Orlens. Discpulo de Lafcadio

    Hearn y Gauguin y Van Gogh un eptome regular de los amarillos noventa. Elpobre diablo se daba aires de gran artista, despus de todo.Marsh era el amigo ms antiguo de Denis en Pars porque, por una especie demaldicin, se tenan un mutuo aprecio hablar sobre los viejos tiempos en laSt. Clair Academy y todo eso. El chico me escribi una buena carta sobre l yno vi ningn mal en sus comentarios sobre el grupo de msticos de Marsh.Pareca algn culto de magia prehistrica egipcia y cartaginesa mezclados conelementos bohemios por el otro lado alguna insensatez que pretenda beberen olvidadas fuentes ocultas verdades de las perdidas civilizaciones africanas -la gran Zimbabwe, las muertas ciudades atlantes en la regin de Hoggar, en elShara, y contena un galimatas conectado con serpientes y cabello humano.

    Galimatas o, al menos, as lo llam entonces. Denis sola citarme que Marshcontaba extraas cosas sobre velados hechos ocultos bajo la leyenda de lacabellera de serpiente de Medusa y bajo el posterior mito ptolemaico deBerenice, que ofreci su pelo para salvar a su hermano-esposo, y que est enel cielo como la constelacin Cabellera de Berenice.No creo que todo eso impresionara demasiado a Denis, hasta la noche en quedurante el extrao ritual en el cuarto de Marsh encontr a la sacerdotisa. Lamayora de los devotos de este culto eran jovenzuelos, pero el lder era unachica que se llamaba a s misma Tania-Isis, dejando que se supiera que sunombre real - su nombre en est ltima encarnacin, segn ella era MarcelineBedard. Se autoproclamaba hija natural del marqus de Chameaux, y parecahaber sido mediocre artista y modelo antes de adoptar esta posee, mslucrativa. Alguien dijo que haba vivido durante algn tiempo en las IndiasOccidentales - Martinica, supongo, pero ella es muy reservada sobre ese tema.Parte de su pose era un gran despliegue de austeridad y alegra, pero nopienso que los estudiantes ms experimentados la tomaran muy en serio.Denis, sin embargo, era poco avezado, y me escribi sus buenas diez pginasde melaza sobre la diosa que haba descubierto. Tan slo pens que yo tenaparte de la culpa por su simplicidad, pero nunca cre que una infatuacin decachorro como esa pudiera durar mucho. Estaba absurdamente seguro que, enlo tocante al honor personal y orgullo familiar, Denis siempre se guardara de

    graves complicaciones.Al pasar el tiempo, empero, sus cartas comenzaron a ponerme nervioso.Mencionaba a esa Marceline ms y ms, y a sus amigos menos y menos, yempez a presentarla a sus padres y hermanos. No pareca haberse informadosobre ella y no dud que le haba llenado de romnticas historias sobre suorigen y divinas revelaciones, as como sobre la forma en que la gente ladesdeaba. Al final, pude ver que Denis estaba separndose totalmente de susntimos, malgastando la mayor parte de su tiempo con aquella fascinantesacerdotisa. Por especial peticin suya, l nunca hablaba a sus amigos de suscontinuos encuentros, as que nadie trat de romper la relacin.Supongo que ella lo consideraba fabulosamente rico, ya que tena el aire de un

    patricio, y la gente de cierta clase piensa que todos los aristcratas americanosson adinerados. En cualquier caso, probablemente pens en la rara fortuna de

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    desposarse con un joven verdaderamente apetecible. Cuando mi nerviosismose convirti en franco temor, ya era demasiado tarde. El chico se haba casadocon ella, escribiendo que abandonaba sus estudios y traa a su mujer aRiverside. Dijo que ella haba hecho un gran sacrificio y abandonado suliderazgo del culto mgico, y que de ah en adelante sera simplemente una

    dama privada la futura ama de Riverside y madre de los vstagos de los deRussy.Bien seor, lo tom lo mejor que pude. S que esos sofisticados continentalestienen diferentes parmetros de los de nuestra vieja Amrica y, de todasformas, no tena en el fondo nada contra la mujer. Una farsante, quizs, peronecesariamente una arpa? Creo que trat de guardar aquello en secreto comofue posible en aquellos das, por bien del chico. Evidentemente, no haba nadaque un hombre sensato pudiera hacer, excepto dar a Denis tanto tiempo comosu nueva esposa necesitara para adaptarse a los modos de los de Russy.Dejarla probarse por s misma quizs no daara a la familia tanto como podatemer. Por eso, no puse objeciones ni habl de castigos. Estaba hecho, y me

    dispuse a dar la bienvenida al regreso del chico, fuera lo que fuese que trajeraconsigo.Llegaron tres semanas despus desde que el telegrama me notificara sumatrimonio. Marceline era hermosa- eso no puede negarse y pude ver que elchico estaba completamente loco por ella. Ella tena aire de raza, y pienso quedeba tener buena sangre en las venas. Aparentemente, tena poco ms deveinte aos; era de mediana estatura, esbelta, y sus posturas y movimientostenan la gracia de una tigresa. Su tez era profundamente olivcea- como elmarfil aejo, y sus ojos eran grandes y muy oscuros. Tena facciones delicadasde regularidad clsica aunque no lo bastante claras para mi gusto y mssingular cabellera de pelo negro azabache que jams haya visto.No me asombr que usara el seuelo del pelo en su mgico culto, ya que conaquella espesa profusin la idea deba habrsele ocurrido de formaespontnea. Peinada, pareca como una princesa oriental de una pintura deAubrey Beardsley. Su cabello suelto poda llegar bajo las rodillas y brillaba a laluz como si poseyera una atroz vida propia, distinta de la de ella. Yo mismopodra haber pensado en Medusa o Berenice sin que nadie me lo sugirieranada ms ver y estudiar aquel cabello.A veces crea que se apartaba ligeramente de ella y tenda a disponerse adistintas cuerdas o grupos, pero esto debi ser mera ilusin. Lo cepillabaincesantemente y pareca utilizar algn preparado. Tuve la sensacin una vez

    una curiosa y extravagante sensacin que era un ser vivo que ella alimentabade alguna extraa manera. Todo insensateces pero que se aadan a midisgusto hacia ella y su pelo.Porque no puedo negar que fui totalmente incapaz de apreciarla, no importa loque me empease. No puedo decir cul era el problema, pero all estaba. Algoen ella me repela muy profundamente y no poda evitar sentir asociacionesenfermizas y macabras conectadas con algo en ella. Su complexin evocabapensamientos de Babilonia, Atlntida, Lemuria, y los terribles y olvidadospases de un mundo pretrito. Sus ojos me atenazaban como los ojos dealguna impa bestia de la selva o alguna diosa-animal uninconmensurablemente antigua que no poda ser completamente humana; y su

    pelo esa densa, extica y nutrida mata de lustroso negrura le hacan a unoestremecerse como si fuera una gran pitn negra. No haba duda que ella se

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    percataba de mi involuntaria actitud aunque trat de esconderlo y ella tratode ocultar que lo saba.Pero la adoracin del chico persista. La adulaba a todas horas y exagerabatodas las pequeas galanteras de la vida diaria hasta un grado nauseabundo.Ella pareca devolverle los sentimientos, aunque yo poda ver que se esforzaba

    en corresponder su entusiasmo y extravagancias. Pero algn detalle, pensque ella estaba defraudada al descubrir que no era tan rico como habaesperado.Era un mal asunto. Yo poda ver que las corrientes sumergidas iban saliendo ala luz. Denis estaba medio hipnotizado por su amor de colegial y comenz aalejarse de m, percibiendo mi aborrecimiento hacia su esposa. La cosa fueagravndose durante meses, y me di cuenta que estaba perdiendo a mi nicohijo el chico que fuera el centro de mis pensamientos y actos durante uncuarto de siglo. Me senta amargado al respecto, y qu padre no lo estara? Y,adems, no poda hacer nada.Marceline pareci ser en aquellos primeros meses bastante buena esposa y

    nuestros amigos la recibieron sin tapujos ni reservas. Yo estaba siemprenervioso, empero, por lo que los jvenes de Pars podan escribir a casa a susparientes cuando circulara la historia de la boda. A pesar del inters de la mujerpor ocultarlo, no se pueden guardar siempre los secretos de hecho, Denishaba escrito a algunos de sus amigos ntimos, en estricta confidencia, tanpronto como se estableci con ella en Riverside.Comenc a permanecer ms y ms tiempo a solas en mi alcoba, con mi dbilsalud como excusa. Fue por esa poca cuando mi actual neuritis espinalcomenz a desarrollarse, lo que haca la excusa muy creble. Denis no parecapercatarse del problema, ni tomarse ningn inters hacia hbitos o asuntos, yme dola ver cun indiferente se estaba volviendo. Comenc a padecer deinsomnio, y sola devanarme los sesos durante la noche, intentando saber culera realmente el problema, que era lo que realmente haca a mi nuera tanrepulsiva, e incluso horrible, para m. Seguramente no eran sus monsergasmsticas, ya que haba abandonado el pasado y no lo mencionaba nunca.Jams realiz tampoco ninguna pintura, aunque yo saba que haba sido unadiletante en tal arte.

    Extraamente, los nicos que parecan participar de mi desazn eran loscriados. Los negros de la casa parecan sumamente hoscos en su actitud haciaella, y en pocas semanas todos, excepto aquellos con fuertes vnculos con mi

    familia, se haban marchado. Esos pocos - el viejo Scipio y su esposa Sara, lacocinera Delilah y Mary, la hija de Scipio - eran tan educados como podan;pero de hecho mostraban que obedecan a su nueva ama por deber ms quepor devocin. Permanecan en su parte remota de la casa tanto como les eraposible. McCabe, nuestro chofer blanco, era insolentemente admirativo a la parque hostil; otra excepcin era una zul muy anciana que deca haber llegadode frica cien aos atrs y que era una especie de lder desde su pequeacabaa, a la vez que una especie de pensionista de la familia. La viejaSophonisba mostraba reverencia hacia dondequiera que Marceline estuvieracerca de ella, y una vez la vi besar el suelo que haba pisado el ama. Losnegros eran animales supersticiosos, y me pregunt si Marceline no habra

    estado soltando algunas de sus insensateces msticas a nuestros criados parasuperar su evidente rechazo.

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    III

    Bueno, as fuern las cosas durante cerca de medio ao. Luego, en el veranode 1916, las cosas comenzaron a precipitarse. A mediados de junio, Denisrecibi una nota de su viejo amigo Frank Marsh, hablando de una especie dedolencia nerviosa que el haca desear el tomarse unas vacaciones en el pas.Estaba matasellada en Nueva Orlens - ya Marsh haba vuelto desde Pars alsentir llegar el colapso y pareca una llana, aunque corts, orden para serinvitado. Marsh, por supuesto, saba que Marceline estaba aqu y pregunt muyeducadamente por ella. Denis qued muy afectado al conocer su problema y le

    invit a venir por tiempo indefinido. Marsh vino y yo me qued impresionadoal percatarme cmo haba cambiado desde que lo viera en su mocedad. Era unhombre pequeo y rubio, de ojos azules y mentn dbil, y pude ver los efectosde la bebida, y no s qu ms, en sus prpados hinchados, dilatados poros dela nariz y marcadas comisuras de los labios. Supongo que haba adoptado supose de decadencia muy en serio y se empeaba en posar como Rimbaud,Baudelaire o Lautramont tanto como poda. Pero, aun as, era delicioso hablarcon l, ya que como todos los decadentes era exquisitamente sensible al color,atmsfera y nombre de las cosas; alguien admirable, vital y con conocimientospersonal en experiencias conscientes sobre oscuros y sombros campos de lavida, y el sentimiento acerca de los que la mayora de nosotros pasamos sinsaber que existen. Pobre jovenzuelo, si su padre hubiera vivido tan slo algoms y le hubiera refrenado! Haba buena madera en aquel chico!Yo estaba contento de la visita, ya que sent que poda restaurar una atmsferanormal en la casa. Esto es lo que realmente pareci ser al principio; porque,como he dicho, Marsh era una compaa encantadora. Era el artista msprofundo y sincero que haya visto en mi vida, y verdaderamente creo que,excepto la percepcin y expresin de la belleza, nada terrenal le importaba.Cuando vea algo exquisito, o cuando estaba crendolo, sus ojos parecandilatarse hasta que los claros irises casi desaparecan dejando slo dosmsticos pozos negros en aquel dbil y delicado rostro de color de la tiza: pozos

    negros abiertos a extraos mundos que ninguno de nosotros poda siquieraconjeturar.Cuando vino, empero, no tuvo demasiadas oportunidades de mostrar taltendencia; ya que haba, segn coment Denis, llegando bastante malparado.Pareca haber sido muy afortunado como artista de extravagante factura -como Fuseli, Goya, Sime o Clark Ashton Smith , pero sbitamente se habaagotado. El mundo alrededor suyo haba cesado de albergar nada que lpudiera reconocer como belleza es decir, lo bastante fuerte y punzante paradespertar sus facultades creativas. Ya haba experimentado todo esto antestodos los decadentes lo hacen pero en aquella poca no poda inventarninguna sensacin o experiencia nueva, extraa u outr> que pudiera suplir la

    necesitada ilusin de nueva belleza o expectacin estimulantemente sugestiva.

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    Est como un Durtal o un Des Esseintes en el punto ms lastimero de sucuriosas trayectorias.Marceline no estaba cuando lleg Marsh. No le haba entusiasmado su llegada,y haba rehusado declinar una invitacin de alguno de nuestros amigos de SanLuis, cursada para Denis y ella. Denis, por supuesto, permaneci para recibir a

    su invitado, pero Marceline se march sola. Era la primera vez que lo veasepararse, y dese que el intervalo sirviera para disipar la especie deofuscacin que estaba convirtiendo en un necio al chico. Marceline no mostrninguna prisa en volver, sino que pareci prolongar su ausencia tanto comopudo. Denis pareca mucho mejor de lo que uno esperara en un maridoembobado, y asuma su antiguo talante cuando hablaba de otros das conMarsh, tratando de animar al aptico esteta.Era Marsh quien pareca ms impaciente por ver a la mujer, quizs porquepensaba que su extraa belleza, o alguna fase del misticismo que le haballevado a su antiguo culto, poda reanimar su inters hacia las cosas y darleotro empujn hacia la creacin artstica. Yo estaba absolutamente convencido

    que no haba otras razones, basndome en mi conocimiento sobre el carcterde Marsh. Con todas sus debilidades, era un caballero y, de hecho, estohaba quedado de manifiesto cuando supe que deseaba venir, porque sucomplacencia en aceptar la hospitalidad de Denis probaba que no habarazones en contra.Cuando, al fin, Marceline volvi, pude ver que Marsh estaba tremendamenteafectado. No intent hablar de las cosas extravagantes que ella habaabandonado definitivamente, pero fue incapaz de esconder una poderosaadmiracin que hizo a sus ojos de nuevo dilatados en esa curiosa forma porprimera vez en el transcurso de su visita clavarse sobre ella cada momento queestuvo en la habitacin. Ella, no obstante, pareci ms desazonada quecomplacida por su agudo escrutinio es decir, lo parecio al principio, aunquesus sentimientos mudaron en pocos das, sentado entre ambos las bases de lamayor cordialidad y frvola compaa. Yo poda ver a Marsh estudindolaconstantemente cuando pensaba que nadie le observaba, y me preguntcunto tiempo podra ser solamente el artista, antes que el hombre primitivo sedespertara ante sus misteriosos encantos.Denis, naturalmente, senta ciertamente irritacin ante este giro de losacontecimientos, aunque comprenda que su invitado era un hombre de honory que, esttica y msticamente, Marceline y Marsh naturalmente tenan cosas eintereses que discutir, y en las que una persona ms o menos convencional no

    tena cabida. No albergada resquemor contra nadie, sino que simplementelamentaba que su propia imaginacin fuera demasiado tradicional y limitadapara ponerse a la altura de lo que Marceline y Marsh hablaban. As estaban lascosas y comenc a tratar ms al chico. Con su esposa ocupada en otrosquehaceres, tuvo tiempo para recordar que tena un padre, y un padre queestaba listo para auxiliarle en cualquier clase de perplejidad o dificultad.Solamos sentarnos en la galera a observar a Marsh y Marceline mientrasrecorran el camino arriba y abajo a caballo, o jugaban al tenis en el patio quehaba al sur de la casa. Hablaban preferentemente en francs, que Marsh,aunque no tena ms que una cuarta parte de sangre francesa, manejaba conmayor soltura Denis o yo. El ingls de Marceline, siempre acadmicamente

    correcto, estaba tindose rpidamente de acento, pero estaba claro que ellagustaba de volver a hablar su lengua materna. Mientras mirbamos la buena

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    pareja que hacan, pude ver cmo los msculos del pecho y garganta del chicose tensaban aunque no por eso fuera menos un anfitrin ideal para Marsh omenos considerado como esposo hacia Marceline.Todo esto suceda generalmente durante la tarde, ya que Marceline selevantaba muy tarde, desayunaba en la cama y gastaba una inmensidad de

    tiempo preparndose para bajar las escaleras. Nunca conoc a nadie tansumido en cosmticos, ejercicios de belleza, aceites de pelo, ungentos yparafernalia de ese estilo. Era en aquellas horas matutinas cuando Denis yMarsh entablaban contacto e intercambiaban confidencias que mantenan suamistad a pesar de la tensin impuesta por los celos.Bueno, fue en una de aquellas charlas matutinas en la terraza cuando Marshhizo la proposicin que precipit el desenlace. Yo estaba postrado por culpa demi neuritis, pero me las haba arreglado para bajar las escaleras y tenderme enel divn del recibidor, cerca del ventanal. Denis y Marsh estaba casi al otrolado, as que no pude evitar escuchar todo. Cuanto dijeron. Haban estadohablando de arte, y los curiosos y caprichosos elementos ambientales

    necesarios para abocar a un artista en la produccin de su obra, cuando Marshbruscamente pas de abstracciones a las aplicaciones personales; algo quedeba tener en la cabeza desde el principio.

    -Supongo estaba diciendo que nadie puede decir exactamente qu escenas yobjetos producen tales estmulos estticos por algunos individuos.Bsicamente, por supuesto, debe haber una referencia para cada patrnhumano y asociaciones mentales almacenadas, ya que no hay dos personasque tengan la misma escala de sensibilidad y respuesta. Nosotros losdecadentes somos artistas para quienes todas las cosas ordinarias han dejadode tener cualquier significado emocional o imaginativo, pero ninguno denosotros responde de igual manera al mismo objeto extraordinario. Ahoratmame a m, por ejemplo

    Hizo una pausa y luego prosigui. S, Denny, que puedo decirte tales cosas ati porque tienes una mente preternaturalmente intacta: limpia, elegante, directa,objetiva y todo eso. No se te puede equivocar o engaar, tal como no puedehacerse con ningn decadente del mundo.

    Se detuvo una vez ms.

    -El hecho es que creo saber lo que necesito para relanzar mi imaginacin atrabajar de nuevo. He tenido una leve idea de esto desde que estbamos enPars, pero ahora estoy seguro. Es Marceline, viejo amigo: ese rostro y esepelo, y el tren de sombras imgenes que provoca. No es simplemente bellezavisible aunque Dios sabe que tiene bastante de eso, sino algo peculiar eindividualizado que no puedo explicar exactamente. Sabes en los ltimos dashe sentido la existencia de tal estmulo, tan afinado que honradamente creoque puedo superarme lograr la obra maestra si puedo conseguir pinturas ylienzos, tal y como cuando su rostro y pelo hacan conmocionarse y flamear mifantasa. Hay algo extrao y de otro mundo en ella algo unido a la tenueantigedad que Marceline representa. No s cunto te ha hablado de ese lado

    suyo, pero puedo asegurarte que rebosa de l. Posee maravillosos lazos con elexterior

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    Algn cambio en la expresin de Denis debi detener al orador en aquelmomento, porque hubo un considerable lapso de silencio antes de quevolvieran las palabras. Yo estaba completamente deconcertado, ya que nohaba esperado un desarrollo tan abierto como ste y me pregunt que estarapensando mi hijo. Mi corazn se desboc y aguc los odos con la ms sincera

    intencin de seguir escuchando. Luego Marsh prosigui.

    -Por supuesto, ests celoso; reconozco que una conversacin como la mapuede sonar pero te juro que es inecesario.

    Denis respondi, y Marsh continu.

    -Para decirte la verdad, nunca podra enamorarme de Marceline, slo puedoser un cordial amigo en el mejor de los sentidos. Por qu, maldita sea, mesiento como un hipcrita hablando con ella estos das, tal y como he hecho?

    -Someramente, una faceta suya medio me hipnotiza de alguna forma - en unaforma extraa, fantstica y oscuramente terrible- casi como otra faceta te mediohipnotiza a ti de una forma mucho ms normal. Veo algo en ella o para serpsicolgicamente exacto, algo a travs o ms all de ella que no acabas dever. Algo que insina un inmenso despliegue de formas surgidas de abismosolvidados y que me hace desear pintar increblemente cosas cuyos perfiles sedesvanecen en el instante en que trato de delimitarlos claramente. No teequivoques, Denny, tu mujer es una magnifica persona, un esplndido foco defuerzas csmicas por las que tienes derecho a ser llamada divina como nadieen la tierra!En ese momento, sent aflojarse la tensin, ya que la abstracta extravaganciade la declaracin de Marsh, ms las lisonjas que ahora acumulaba sobreMarceline, no pudo por menos que desarmar y ablandar a alguien tanprofundamente tan orgulloso de su consorte como era Denis. Evidentemente,Marsh tambin capt el cambio, ya que hubo una mayor confidencia en su tonoal continuar. --Debo pintarla, Denny, debo pintar ese pelo, y no debes negarte.Hay algo ms que mortal en ese pelo, algo ms que hermosuraSe detuvo, y yo me pregunte cul sera la respuesta de Denis. Me pregunt, dehecho, qu estaba realmente pensando yo mismo. Era el presente inters deMarsh el de un artista o estaba tan infatuado como Denis lo que estuviera?Haba pensado, en sus das de escuela, que l haba envidiado a mi chico; y

    ahora senta tenuente que poda suceder lo mismo. Por otra parte, algo enaquel cmulo de excusas artsticas haba sonado portentosamente sincero, porlo que, cuanto ms lo sopesaba, ms inclinado me senta a aceptar aquellasafirmaciones. Denis pareca hacerlo tambin, ya que, aunque no pudeescuchar su respuesta en voz baja, por los efectos que produjo coleg que stadebi haber sido afirmativa.Escuch el ruido de un manotazo en la espalda y tal torrente deagradecimientos por parte de Marsh como nunca pudiera yo recordar. -Esto esmaravilloso, Denny, y te digo que nunca lo lamentars. En cierto sentido, mediolo hago por ti. Sers un hombre diferente cuando lo veas. Te har volver a serlo que eras- abrindote los ojos y dndote una especie de salvacin, pero no

    puedes comprender an lo que significa. Slo recuerda nuestra antiguaamistad, y no te hagas a la idea que no soy el mismo viejo pjaro!

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    Me levant aturdido cuando vi a los dos deambular por el csped, cogidos delbrazo fumando al unsono. Cul era el significado de la extraa y casiominosa afirmacin de Marsh? Cuanto ms se aplacaban mis temores en unsentido, ms crecan en otro. Lo mirara como lo mirase, pareca ser bastantemal negocio.

    Pero, los asuntos siguieron igual. Denis acondicion un tico con luz natural, yMarsh compr toda clase de tiles de pintura. Todos estaban bastanteexcitados con el nuevo asunto, y al final me alegr que algo estuviera a puntode romper la latente tensin. Pronto comenzaron las sesiones y todos tomamoscon bastante seriedad, ya que podamos ver que Marsh lo vea como unimportante evento artstico. Denny yo yo solamos pasear sigilosamente por lacasa, pensando que algo sagrado estaba ocurriendo, y sabiendo que as era enlo que a Marsh tocaba.Con Marceline, sin embargo, era un asunto diferente, como pronto descubr.Cualquiera que fuese la reaccin de Marsh ante las sesiones, ella estabaobviamente a disgusto. Busc cualquier forma posible de revelar un abierto y

    vulgar enamoramiento por parte del artista, as como lograr muestras derepulsin por parte de Denis. Extraamente, me percat de esto mejor queDenis y trat de idear algn plan para mantener feliz al chico hasta que elasunto hubiera concluido. No tena sentido excitarle con eso, si podaayudrsele.Por fin, decid que Denis hara mejor en marcharse mientras se mantuviera ladesagradable situacin. Yo podra representar bastante bien sus intereses enese tiempo y, antes o despus, Marsh acabara su pintura y se ira. Miconcepto sbre el honor de Marsh era tal que no pens en malos desarrollos.Cuando todo hubiera acabado, y Marceline hubiera perdido de vista a su nuevoenamorado, sera tiempo que Denis volviera.As pues, escrib a mi agente comercial y financiero en Nueva York, e ide unplan que alejara al chico por tiempo indefinido. Haba pedido al agente queescribiera informando que nuestros asuntos requeran perentoriamente lapresencia de uno de nosotros en el este y, por supuesto, mi mala salud dejababien claro que yo no poda ser. Se arregl que, cuando Denis llegara a NuevaYork, encontrara plausibles asuntos para tenerle ocupado tanto tiempo comoyo pudiera desear tenerle alejado. El plan funcion a la perfeccin, y Denisparti hacia Nueva York sin la ms minima sospecha; Marceline y Marsh leacompaaron en el coche hasta Cape Girardeau, donde tom el tren nocturnopara San Luis. Volvieron por la noche, y mientras McCabe conduca el coche a

    los establos pude orles hablar en la terraza en esas mismas sillas cerca delventanal del recibidor donde Marsh y Denis se haban sentado cuando lesescuch hablar sobre el retrato. En ese momento decid espiarlosintencionalmente, por lo que fui al frontal del recibidor sigilosamente y me tenden el sof cerca de la ventana.Al principio no pude escuchar nada, pero pronto lleg el sonido de una sillasiendo cambiada de sitio, seguido de un corto y brusco suspiro, y unaexclamacin lastimera de Marceline. Luego escuch a Marsh hablando con vozdistendida y casi formal. - Me gustara trabajar esta noche, si no estsdemasiado cansada.La respuesta de Marceline tena el mismo tono dolido que haba marcado su

    exclamacin. Emple el ingls al hacerlo. -Oh Frank, de verdad es todo

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    cuanto te preocupa? Siempre trabajando! No podemos quedarnos sentadosaqu con esta gloriosa luz de luna?

    l respondi impacientemente, y su voz mostraba cierto desprecio bajo ladominante cualidad de entusiasmo artstico.

    -Luz de luna! Bien Dios, vaya sentimentalismo barato! Siendo una personasupuestamente sofisticada, te queda sin duda algo de los peores tpicos de lasmalas novelas! Con el arte ante ti, tienes que pensar en la luna Barato comouna actuacin de variedades! O quizs te hace pensar en la Danza Sacraalrededor de los pilares de piedra de Auteuill. Infierno, cmo solas hacerbrindar a los ojos embobados! Pero no supongo que has olvidado todo eso.No ms magia atlante, ni los ritos de serpientes de pelo de Madame de Russy!Soy l nico que recuerdo las viejas cosas los seres que recorran lostemplos de Tanit y hacan resonar sus pasos en los terraplenes de Zimbabwe.Pero no quiero ser tramposo con tales recuerdos todo eso quedar en mi

    lienzo la obra que va a capturar la maravilla y cristalizar los secretos de75,000 aos.Marceline le interrumpi con una voz llena de mezcladas emociones. - T eresel que ahora es sentimentalmente barato! Sabes muy bien que es mejor dejartranquilas las cosas antigas. Haras mejor en no espiar si yo entono an losviejos ritos o tratar de despertar a los que yacen ocultos en Yuggoth, Zimbabwey Rlyeh. Cre que eras ms sensato!Careces de lgica. Quieres que me interese en esa preciosa pintura tuya, peronunca me dejas ver qu ests haciendo. Siempre cubierta por ese pao negro!Es ma no s qu puede importar si veo

    Marsh interrumpi en este momento con voz curiosamente dura y tensa.

    -No. Ahora no. La vers en su debido momento. Sabes que eres t s t yalgo ms. Si lo supieras, no estaras tan impaciente. Pobre Denis! Dios mo,es una vergenza!Mi garganta se sec bruscamente mientras las palabras suban hasta un gradocasi febril. Qu quera decir Marsh? Repentinamente, vi que se habadetenido y entraba solo en la casa. Escuch la puerta frontal cerrarse de golpey o sus pisadas subir por las escaleras. Fuera, en la terraza, puede anescuchar la pesada y furiosa respiracin de Marceline. Me deslic con el

    corazn dolorido, sintiendo que haba graves asuntos por dilucidar antes quepudiera dejar volver a Denis con seguridad.Tras aquella tarde la tensin en la casa fue an peor que antes. Marcelinehaba siempre vivido mimada y adulada, y el golpe de aquellas pocas rudaspalabras de Marsh fueron demasiado para su temperamento. Nadie en la casala trataba y, con Denis fuera, volvi su irritabilidad sobre todos. Cuando nopoda encontrar a nadie dentro con quien pelearse, iba a la cabaa de la viejaSophonisba y gastaba horas hablando con la extraa anciana zul. Ta Sophyera la nica persona que la adulaba lo bastante para contentarla, y cuando yointent escuchar su conversacin, descubr a Marceline susurrando sobreAntigos Secretos y Desconocida Kadath, mientras la negra se meca en su

    silla, haciendo inarticulados sonidos de reverencia y admiracin a cadainstante.

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    Pero nada pudo romper su perruna fascinacin hacia Marsh. Poda hablarlespera y secamente, pero se volva ms y ms obediente a sus deseos. Eramuy conveniente para l, ya que era capaz de hacerla posar siempre que l sesenta en disposicin de pintar. l trataba de mostrar gratitud por su buenadisposicin, pero yo crea detectar una especie de desprecio o incluso

    repugnancia bajo su cuidadosa educacin. Por mi parte, odiaba abiertamentea Marceline! Lo que mi actitud no mostraba, ms all de un simple desdn, enaquellos das. Verdaderamente, me alegraba que Denis estuviera fuera. Suscartas, no tan frecuentes como deseara, mostraban signos de tensin ypreocupacin.A mediados de agosto supe, por las afirmaciones de Marsh, que el retratoestaba casi acabado. Su humor pareca volverse ms sardnico, mientras queel temperamento de Marceline mejor, ya que la posibilidad de verlo acariciabasu vanidad. An puedo recordar el da en que Marsh dijo que terminara todoen el plazo de una semana. Marceline se excit claramente, aunque no sinlanzarme una mirada venenosa. Cre ver que su pelo recogido estaba

    estrechamente apretado alrededor de su cabeza.

    -Quiero ser la primera en verlo! -Chaque. Luego, sonriendo a Marsh, dijo: Ysi no me gusta, lo har pedazos!

    La cara de Marsh mostr la ms curiosa expresin que jams le viera cuandorespondi.

    -No puedo afirmar que te guste, Marceline pero te jur que ser magnifico! Nodeseo otorgarte todo el crdito, el arte se crea a si mismo, y tena que serhecho. Tendrs que esperar! Durante los siguientes das sent un extrapresagio, como si el fin de la pintura augurara alguna catstrofe en vez dealivio. Denis no me haba escrito, y mi agente de Nueva York dijo que estabaplaneando algn viaje al pas. Me pregunt qu resultado tendra todo aquello.Vaya una extraa mezcla de elementos!.... Marsh y Marceline, Denis y Yo!Cmo reaccionaramos al final unos respecto a otros? Mientras mis miedos seacrecentaban, trat de achacarlo todo a mi enfermedad, aunque la explicacinnunca me satisfizo del todo.

    IV

    Bueno, todo explot en un martes, el 26 agosto. Me haba levantado a la horahabitual para desayunar, pero no me senta bien por culpa de los dolores en miespalda. Me haba estado molestando ms que de ordinario en los ltimosdas, forzandome a consumir opiceos cuando se haca imposoportable; nadieestaba abajo, excepto los criados, aunque o a Marceline trajinando en suhabitacin. Marsh dorma en el tico anejo a su estudio y haba comenzado atrabajar hasta altas horas, por lo que raramente apareca antes del medioda.Sobre las diez, los dolores se agudizaron, por lo que tom una dosis doble demi opiceo y me tumb en el divn del recibidor. Lo ltimo que o fue los pasos

    de Marceline sobre mi cabeza. Pobre criatura Si yo hubiera sabido! Debahaberse estado paseando ante el gran espejo, admirndose. As era ella.

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    Vanidosa de principio a fin deleitndose en su propia belleza, tal y comohacia con todas los pequeos mimos que Denis era capaz de darle.No despert hasta el ocaso, y supe por la luz dorada y las grandes sombrasms all del ventanal, cunto haba dormido. No haba ms nadie por all, y unaespecie de antinatural quietud pareca cernerse sobre todo. A lo lejos, sin

    embargo, cre or un dbil aullido, salvaje e intermitente, cuya cualidad tenauna ligera pero desconcertante familiaridad para m. No creo mucho en laspremoniciones, pero me sent espantosamente desazonado al despertar. Habatenido sueos an peores que los de semanas previas y en ese momentoparecan odiosamente ligados a alguna negra y supurante realidad. Toda lacasa tena un aspecto malsano. Despus, pens que ciertos sonidos debanhaberse filtrado a travs de mi cerebro inconsciente durante aquellas horas desueo drogado. Mi mal, sin embargo, estaba bastante aliviado, y me levante yanduve sin dificultades.Pronto supe que algo andaba mal, Marsh y Marceline podan estar cabalgando,pero alguien debiera estar preparando la cena en la cocina. Sin embargo, sol

    haba silencio, excepto aquel dbil y distante aullido o lamento, y nadierespondo cuando tir de la vieja campanilla para llamar a Scipio. Luego, almirar arriba, vi la creciente mancha del techo la brillante mancha roja quedeba haberse filtrado por el suelo, desde la alcoba de Marceline.En un instante, olvid mi espalda lisiada y me lanc escaleras arribapreparado para lo peor. Toda clase de posibilidades pasaban por mi mentemientras embesta contra la puerta combada por la humedad de aquellasilenciosa alcoba, y lo ms odioso de todo era un terrible sentimiento de fataldesenlace cumplido. Yo haba sabido, el conocimiento me golpeaba, delindescriptible horror que se aproximaba, ya que algo profunda y csmicamentemaligno se haba introducido bajo mi techo, y slo sangre y tragedia podan serel resultado.La puerta se abri al fin, y yo di un traspis por la gran habitacin contigua, enla penumbra causada por las ramas de los grandes rboles al otro lado de laventana.Durante un instante, no pude hacer sino encogerme ante el dbil aroma queinmediatamente asalt mi nariz. Despus, encendiendo la luz elctrica ymirando, repar en una innombrable blasfemia sobre la alfombra amarilla yazul.Yaca boca abajo, en un gran charco de sangre oscura y cuajada, y tena lasangrienta impronta de un zapato humano en mitad de su espalda desnuda.

    Haba sangre por doquier: en los muros, los muebles y el suelo. Mis piernasflaquearon ante la vista y tuve que tambalearme hacia una silla paradesplomarme en ella. La cosa haba sido obviamente un ser humano, aunquesu identidad no fue fcil de determinar al principio, ya que careca de ropas y lamayor parte de su cabello haba sido cortado y arrancado de la forma mscruda. Tena un color marfil oscuro y supuse que deba ser Marceline. La huellade zapato en su espalda le daba un aspecto an ms infernal. No pudeconcebir qu extraa y espantosa tragedia debi tener lugar mientras yodorma en la habitacin de abajo. Cuando alc la mano para enjugar el sudorde mi frente, advert que mis dedos estaban manchados de sangre. Mesobresalt, comprendiendo que deba proceder del pomo de la puerta., que el

    desconocido asesino haba cerrado tras l al marcharse. Se haba llevado

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    consigo su arma, al parecer, ya que no haba ningn instrumento mortal a lavista.Mientras estudiaba el suelo, descubr una lnea de pegajosas pisadas, como laque viera en el cuerpo, yendo del horror a la puerta. Haba otro rastrosangriento, tambin, y de una clase menos fcilmente explicable; una lnea

    ancha y continua, como el camino de una serpiente gigantesca. Al principiopens que se deba a algo arrastrado por el asesino. Luego, percatndome dela forma en que las pisadas perecan sobreponerse a l, me vi formado apensar que haba sido hecho antes de marcharse el asesino. Pero, qureptante entidad poda haber estado en la estancia con la vctima y su asesino,saliendo antes que ste y cuando todo estuvo hecho? Mientras me haca estapregunta, cre or nuevas manifestaciones de aquel dbil y lejano gemir.Finalmente, sobreponindome a aquel letargo de horror, me puse de nuevo enpie y comenc a seguir las huellas. Quin era el asesino, no poda ni siquieraconjeturar, ni tampoco explicarme la ausencia de los criados. Saba vagamenteque deba acudir al cuarto del tico de Marsh, pero antes de haber aceptado

    plenamente la idea vi que, de hecho, el rastro sangriento llevaba hacia all.Er l el asesino? Se habra vuelto loco bajo la tensin de morbosa situaciny habra perdido sbitamente la razn?En el pasillo del tico, el rastro se volva dbil, y las pisadas casi desaparecanal llegar a la oscura alfombra. An pude discernir, no obstante, el extrao rastrode la entidad que haba salido primero y que llevaba directamente a la cerradapuerta del estudio de Marsh, desapareciendo por debajo en un punto a mediocamino entre las jambas. Evidentemente, haba cruzado el umbral en unmomento en que la puerta estaba abierta de par en par.Con el corazn desfallecido, tante el pomo, encontrando la puerta sin cerrar.Abrindola, me detuve bajo la menguante luz del norte preguntndome qunueva pesadilla poda estar aguardando. Haba, ciertamente, algo humano enel suelo, y busqu el interruptor para encender la luz.Pero mientras la luz relumbraba, mi mirada abandon el suelo y su horror- eraMarsh, pobre diablo para clavarse frentica e incrdulamente en el ser vivo quese agazapaba a la alcoba de Marsh. Era un ser desgreado, de sus ojosenloquecidos y manchado de sangre seca que llevaba en su mano un cruelmachete que fuera uno de los adornos de los muros del estudio. Pero inclusoen aquel terrible momento le reconoc como alguien que haba credo a milesde kilmetros. Era mi propio chico, Denis o la ruina enloquecida que una vezfuera Denis.

    Mi presencia devolvo un resto de cordura o al menos memoria al pobre chico.Se enderez y comenz a sacudir la cabeza como si tratara de librarse dealguna influencia envolvente. No pude articular palabra, pero mov los labios enesfuerzo por recobrar la voz. Mis ojos fueron durante un instante a la figura delsuelo, cado frente al pesadamente cubierto caballete la figura hacia la que elextrao rastro de sangre llevaba y que pareca estar enredado en los anillos dealgn oscuro objeto con forma de cordn. El cambio de mi miradaaparentemente produjo alguna impresin en la castigada mente del chico, yaque sbitamente comenz a murmurar un ronco susurro que rpidamente fuicapaz de descifrar.Tena que exterminarla era el diablo cspide y alta sacerdotisa de toda

    maldad el desove del agujero Marsh lo saba y trat de avisarme. El buenviejo Frank yo no lo mat entonces ese maldito pelo Yo escuchaba

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    horrorizado mientras Denis se sofocaba, haca una pausa y prosegua. -No losabes sus cartas eran extraas y supe que estaba enamorada de Marsh.Luego dej de escribirme. l nunca la mencionaba sent que algo iba mal, ypens que deba volver y descubrirlo. No poda contarte tus ademanes tehubieran traicionado. Quera sorprenderles. Vine hoy al medioda vine en un

    coche y desped a los criados dej solos a los del los campos, porque en suscabaas estn fuera del odo. Le dije a McCabe que fuera a buscarme algunascosas a Cape Girardeau y no se molestara en volver hasta maana. Dije a losnegros que cogieran el viejo coche y dej que Mary les condujera hasta BendVillage de vacaciones les dije que nos ibamos a una especie de excursin yque no los necesitabamos. Les dije que mejor pasaran la noche con la primadel To Scipio, la que tiene esa posada de negros.Denis estaba farfullando incoherencias ahora, y aguc los odos para captarcada palabra. De nuevo pens que oa aquel salvaje y lejano lamento, pero lahistoria tena su primer foco en aquel lugar. -Te vi durmiendo en el divn eintent que no despertaras. Luego fui escaleras arriba sigilosamente para

    sorprender a Marsh y Esa mujer!El chico se estremeci como si eludiera pronunciar el nombre de Marceline. Altiempo, vi dilatarse sus ojos en consonancia con un renacer del distantegritero, cuya vaga familiaridad se haba hecho ahora muy grande. -Ella noestaba en su alcoba, por lo que fui al estudio. La puerta estaba cerrada, y pudeor sus voces dentro. No llam slo irrump y la encontr posando para lapintura. Desnuda, pero con ese infernal pelo cubrindola. Y haciendo todaclase de miradas tiernas a Marsh. Tena el caballete alejado de la puerta, por loque no pude ver la pintura. Ambos se llevaron un buen susto cuando aparec, yMarsh dej caer su pincel. Yo herva de furia y le conmin a mostrarme elretrato, pero l mantuvo la calma en todo momento. Me dijo que no estabaacabado, pero que en un da o dos dijo que lo podra ver entonces ella nolo haba visto. -Pero eso no iba conmigo. Avanc, y l dej caer una cortinaprpura sobre la obra, antes que pudiera verlo. l estaba preparado parapelear antes de dejarme verlo, pero eso eso ella avanz y se puso de miparte. Me dijo que debamos verlo. Frank se alter de forma horrible, y me dioun golpe cuando trat de quitar la cortina. Le devolv el golpe y pareci quedarfuera de combate. Luego estuve a punto de caer yo tambin por culpa del gritoquela criatura lanz. Haba arrancado la cortina ella misma y tena la vistaclavada en la pintura de Marsh. Me di vuelta por la habitacin y la viprecipitarse como una loca fuera de la estancia entonces vi el cuadro.

    La locura fulguro en los ojos del chico al llegar a ese momento, y durante uninstante pens que me iba a atacar con su machete. Pero tras una pausa secalm parcialmente.

    -Oh, Dios qu cosa! Nunca la mires! Qumala con sus cortinas puestas ylanza las cenizas al ro. Marsh saba y quera avisarme. Saba lo que esoera que esa mujer esa pantera, o Gorgona, o lamia, o lo que fueraverdaderamente representa. Trat de insinurmelo desde que la encontr ensu estudio de Pars, pero no poda ser dicho con palabras. Pensaba que todosse equivocaban cuando susurraban horrores sobre ella me hipnotiz deforma que no pudiera creer en la cruda verdad pero esta pintura ha captado

    todo el secreto todo el monstruoso fundamento!

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    Dios Frank es un artista! Eso es la mejor pieza que cualquier alma vivientehaya producido desde Rembrandt! Es un crimen quemarlo pero sera unoan mayor dejarlo existir como hubiera sido un horrendo pecado dejar queesa diablesa siguiera existiendo. En el momento que vi, entend lo que ellaera, y la parte que jugaba en el terrible secreto que ha pervivido desde los

    das de Cthuhu y los Primordiales el secreto que casi desapareci alhundirse la Atlntida, pero que fue mantenido vivo en tradiciones ocultas yalegricos mitos, y ritos furtivos de la medianoche. T sabes que ella era un serreal. No era ninguna impostora. Podra haber sido misericordioso de haberresultado una embaucadora. Era la vieja y odiosa sombra que los filsofosnunca osaron mencionar el ser insinuado en el Necronomicn y simbolizadoen los colosos de la Isla de Pascua.Ella pensaba que no sera descubierta que su falsa fachada la protegerahasta que hubiramos malvendido nuestras almas inmortales. Y casi tenarazn al final me habra tenido. Ella slo esperaba. Pero Frank el buenviejo Frank fue demasiado para ella. El saba todo lo que significaba y lo

    pint. No me extraa que gritara y huyera al ver la pintura. No estaba acabada,pero Dios sabe lo que estaba lo bastante.Entonces supe que tena que matarla matarla a ella y a todo cuanto estuvieraconectado con ella. Era una mancha que la sangre humana no poda llevar.Haba otra cosa tambin pero nunca lo sabrs si quemas el cuadro el cuadrosin mirarlo. Fui dando tumbos hasta tu habitacin con este machete que cogdel muro, aqu, dejando a Frank todava tendido. Respiraba, no obstante, yagradezco a los cielos no haberle matado. -La encontr frente al espejo,trenzando su maldito pelo. Se volvi hacia mi como una bestia salvaje ycomenz a escupir su odio sobre Marsh. El hecho que hubiera estadoenamorada de Marsh y s que as era slo lo hacia peor. Durante un minuto nome mov, y estuve muy cerca de hipnotizarme completamente. Luego pens enla pintura, y en la pintura, y el hechizo se rompi. Vio todo eso en mis ojos ypudo percatarse del machete tambin. Nunca vi nada ms parecido a unabestia salvaje de la jungla. Salt sobre m con las uas como las de unleopardo, pero yo fui demasiado rpido. Bland el machete y todo acab.Denis tuvo que volver a detenerse, y vi que el sudor corra por su frente entrelas salpicaduras de sangre. Pero en un instante la voz ronca prosigui. -Hedicho que todo acab Pero Dios! Algo acababa slo de comenzar! Senthaber combatido las legiones de Satans, y puse mi pie en la cosa que habaaniquilado. Luego vi esa blasfema mata de burdo pelo negro comenzar a

    revolverse por su cuenta. -Debiera haberlo sabido. Est todo en los viejoscuentos. Ese maldito pelo tena una vida propia que no poda ser aniquiladamatando a la criatura. Saba que deba quemarlo, por eso comenc a cortarlocon el machete. Dios, fue un trabajo infernal! Duro como cables de aceropero consegu hacerlo. Y era espantosa la forma en que la gran trenza seretorca y luchaba bajo mi ataque. -Ms o menos en el momento en que habacortado o arrancado la ltima hebra escuch el espantoso aullido tras la casa.Sabes an se oye a ratos. No s lo que es, pero debe estar conectado coneste asunto infernal. Casi parece algo que debiera conocer, pero no lo bastantecomo para ubicarlo. Perd los nervios la primera vez que lo escuch y solt lacercenada trenza en mi espanto. Entonces, sufr un espanto an peor ya

    que, en otro segundo, la trenza se haba enroscado sobre mi cuerpo,comenzando a atacarme venenosamente con uno de sus extremos que se

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    haba anudado en forma de grotesca cabeza. Le golpe con el machete y huy.Luego, cuando recuper la respiracin, vi que esa monstruosidad reptaba porel suelo como una gran serpiente negra. No pude hacer nada durante unmomento, pero cuando desapareci por la puerta me las arregl paraobligarme a dar tumbos en pos de ella. Pude seguir el ancho y sangriento

    rastro, y vi que iba escaleras arriba. Fui hacia all y que los cielos memaldigan si no vi, a travs del zagun, atacar al pobre y aturdido Marsh comouna enloquecida serpiente, tal y como haba hecho conmigo, y finalmente searroll a su alrededor como una pitn. Haba comenzado a volver en s, peroesa abominable serpiente no le dej ponerse en pie. Saba que el odio de esamujer estaba tras todo eso, pero no tuve fuerzas para impedirlo. Lo intent,pero sin resultados. Ni siquiera el machete era til no poda descargarlo sindespedazar a Frank. Vi a esos monstruosos anillos estrecharse vi al pobreFrank Estrangulado hasta la muerte ante mis ojos y, durante todo aqueltiempo, aquel dbil aullar llegaba desde algn lugar ms all de los campos.-Eso es todo. Puse el lienzo prpura sobre la pintura y ruego porque nunca sea

    quitado. Debe arder. No puede quitar los anillos del pobre, muerto Frank seagarran a l como lapas y parecen haber perdido completamente elmovimiento. Es como si esa cuerda serpentina de pelo tuviera una especie deperverso cario hacia el hombre al que mat estrechndole abrazndole.Debes quemar al pobre Frank con l pero, por amor de Dios, no olvidesconvertirlo en cenizas. A eso y a la pintura. Ambos deben desaparecer. Laseguridad del mundo exige que as sea.Denis podra haber susurrado ms, pero un nuevo estallido de distantesgimoteos le interrumpi. Por primera vez supe qu era, ya que un tornadizoviento de poniente traa, por fin, palabras articuladas. Debimos haberlo sabidoantes, ya que sonidos muy parecidos haban nacido otras veces de la mismafuente. Era la arrugada Sophonisba, la anciana bruja zul que habareverenciado a Marceline, aullando desde su cabaa en una forma que era elcolofn de los horrores de esta tragedia de pesadilla. Podamos or algunas delas cosas que ululaba, y supimos de los lazos secretos y primordiales queligaban a esta salvaje bruja con esa otra depositaria de antiguos secretos queacababa de ser extirpada. Algunas de las palabras traicionaban su intimidadcon tradiciones demoniacas y palegenas.-I! I1 Shub-Nggurath! Ya Rlyeh! Ngaginbulu bwana nlolo! Ya, yopobre Missy Tanit, pobre Missi Isis! Marse Clooloo, ven sobre las aguas yrecoge a tu hija Ella ha muerto! El pelo no se mover ms, Marse Clooloo.

    La vieja Sophy sabe! La vieja Sophy que ha ido a la piedra negra exterior dela Gran Zimbabwe en la vieja frica! Vieja Sophy que ha bailado a la luz de laluna alrededor de la piedra-cocodrilo, antes que Nbangus la cogiera y lavendiera a la gente de los grandes barcos! Ninguna otra bruja guardar elfuego en el lugar de gran piedra! Ya, Yo! Ngagi nbulu bwana nlolo! I!Shub-Niggurath! Ella muerta! La vieja Sophy lo sabe!Esto no fue el fin de los lamentos, pero fue todo cuanto pudimos entender. Laexpresin del rostro de mi chico mostraba que estaba recordando algoespantoso, y la presin de la mano que empuaba el machete no presagiabanada bueno. Supe que estaba desesperado, y pens en desarmarle, si eraposible, antes que hiciera nada ms.

    Pero era demasiado tarde. Un viejo con la espalda lesionada no tiene muchafuerza. Hubo una terrible lucha, pero se dio muerte en pocos segundos. No

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    estoy seguro ni siquiera si tambin trat de matarme. Sus ltimas palabrasjadeantes eran algo sobre la necesidad de destruir cuanto hubiera estadoconectado con Marceline, fuera por sangre o por matrimonio.

    V

    Me maravillo de no haber enloquecido aquel da y en aquel instante o en losmomentos y horas posteriores. Frente a mi estaba el cadver de mi hijo elnico ser humano que me era querido, y tres metros ms all, frente al tapadocaballete, el cuerpo de su mejor amigo con un indescriptible lazo de horroralrededor suyo. Abajo, estaba el rapado cadver del monstruo, sobre el que yoestaba casi dispuesto a creer todo. Estaba demasiado aturdido para analizar laverosimilitud de la historia del pelo y, de no haberlo credo, el triste lamentode la cabaa de ta Sophy hubiera sido bastante como para aquietar dudas porel momento.De haber sido sabio, habra hecho cuanto me dijo el pobre Denis quemar la

    pintura y el pelo asido al cuerpo, y todo a la vez y sin mostrar curiosidad. Peroestaba demasiado afectado para ser sabio. Supongo que musit tonterassobre mi chico, y despus record que la noche caa y que los criadosvolveran por la maana. Estaba claro que un asunto como ste nunca podraser explicado, y supe que deba ocultar los hechos e inventar una historia.Ese lazo de pelo alrededor de Marsh era algo monstruoso. Mientras loempujaba con una espada que tom del muro, casi cre sentir cmo apretabasu abrazo sobre el hombre muerto. No me atreva a tocarlo y cuanto ms lomiraba de ms cosas horribles me percataba. Algo me sobresalt. No quieromencionarlo, pero explica parcialmente la nutricin del pelo con extraosaceites que siempre le daba Marceline.Por fin, decid enterrar los tres cuerpos en el sotano, con cal viva que sabatenamos en el almacn. Fue una noche de trabajo infernal. Cav trestumbas con mi chico a mayor distancia que los otros dos, porque no queraque estuviera cerca del cuerpo de la mujer o su pelo. Lament dejar la trenzaalrededor del pobre Marsh. Fue algo terrible bajarlos hasta el stano. tilicmantas para llevar a la mujer y el pobre diablo con la trenza a su alrededor.Luego saqu dos barriles de cal del almacn. Dios debi darme fuerzas, ya queno slo consegu llevarlos, sino que rellen las tres tumbas sin dificultades.Parte de la cal la utilic para cubrir paredes. Tuve que sacar una escalera detijera y fijarla sobre el techo del recibidor, donde la sangre se haba filtrado. Y

    quem casi todo cuanto haba en la habitacin de Marceline, raspando losmuros, el suelo y los muebles pesados. Limpi tambin el estudio del tico, ascomo el rastro y las pisadas que llevaban all. Y durante todo ese tiempo pudeescuchar a la vieja Sophy lamentndose a lo lejos. Tena que tener el diablo enel cuerpo para que su voz sonara as. Pero siempre gritaba extraas cosas.Eso es por lo que los negros de los campos no se sobresaltaron o intrigaronaquella noche. Cerr el estudio y me llev la llave a mi habitacin. Luegoquem mis manchadas ropas en la chimenea. Al alba, toda la casa parecabastante normal, al menos a ojos de una mirada casual. No me atrev a tocar elcubierto caballete, pero pensaba encargarme de l ms tarde.Bueno, los criados volvieron al da siguiente, y les dije que los jvenes se

    haban ido a San Luis. Ningn pen de los campos pareca haber visto ni odonada, y los lamentos de la vieja Sophonisba se detuvieron al alba. Tras aquello,

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    fue como una esfinge y nunca solt una palabra de cuanto hubo en su rumiantecerebro de bruja el da y la noche anterior.Ms tarde simul que Denis, Marsh y Marceline haban vuelto a Pars e hiceque una discreta agencia de correos me enviara cartas suyas cartas quehaba encargado fueran escritas con fingida caligrafa suya. Me cost un buen

    trabajo engaar y vencer las reticencias al explicar las cosas a sus diversosamigos, y s que la gente secretamente sospechaba que ocultaba algo. Hiceque se informara sobre las muertes de Marsh y Denis durante la guerra, y mstarde dije que Marceline haba entrado en un convento. Afortunadamente,Marsh era un hurfano cuya excentricidad le haban alejado de los suyos enLouisiana. Las cosas hubieran podido ir por mejor camino si hubiera tenido elbuen de quemar la pintura, vender la plantacin y tratar de tomarme las cosascomo el producto de una mente sacudida y fatigada. Cosechas perdidas lospeones se marcharon uno a uno el lugar arruinndose y yo mismo unermitao, el blanco de docenas de extraos cuentos locales. Hoy en da, nadiese acerca tras caer el sol ni en otro momento si puede evitarlo. Por eso supe

    que usted era un forastero. - Y por qu sigo aqu? Puedo explicrselo deltodo. Est demasiado en contacto con cosas que estn justo al borde de lacordura. No hubiera sido as, quizs, de no haber mirado la pintura. Deb haberhecho lo que me peda el pobre Denis. Honradamente, pensaba quemarlacuando sub al estudio cerrado una semana despus del horror, pero la mireprimero y todo cambi.No, no tiene sentido hablar de lo que vi. Usted puede, de alguna manera, verlopor s mismo, aunque el tiempo y la humedad han hecho su trabajo. No puedodecir si le afectar por echarle una mirada, pero fue diferente para m.Demasiado s lo que significa.Denis estaba en lo cierto es el ms grande triunfo del arte humano desdeRembrandt, aunque est inconcluso. Lo comprend desde el principio y supepor qu el pobre Marsh haba sido totalmente literal cuando insinu que noestaba pintando tan slo a Marceline, sino que vea a travs y ms all de ella.Por supuesto, ella estaba all era la clave, en cierto sentido, pero su figura sloera un punto en un vasto retablo. Estaba desnuda, excepto por esa odiosamata de pelo alrededor suyo, medio sentada, medio reclinada en una especiede banco o divn, tallado con motivos diferentes a cuanto pueda ser parte decualquier tradicin decorativa conocida. Tena una copa de monstruoso diseoen una mano, con la que escanciaba un fluido cuyo color no he sido capaz dedeterminar o clasificar no s de dnde sac Marsh los pigmentos. La figura

    del divn estaba en la izquierda, en un primer plano de la ms extraa escenaque haya visto en mi vida.Pienso que haba una dbil insinuacin que todos esos seres son una especiede emanacin del cerebro de la mujer, aunque haba tambin una sugerenciatotalmente opuesta como si fuera slo una imagen maligna o alucinacininvocada por la escena misma.No puedo decirle ahora si es un interior o un exterior si esas infernales yciclpeas bvedas se ven desde fuera o dentro, o si hay en efecto tallas depiedra y no simplemente enfermizas arborescencias fungosas. La geometradel conjunto es enloquecida algo con ngulos obtusos y agudos, todosentremezclados.

    Y, Dios! Las figuras de pesadilla que flotan alrededor en ese contraluzperpetuo y demoniaco! Las blasfemias que asechan y observan y se

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    entrelazan en un aquelarre que tiene a la mujer como suma sacerdotisa! Lasnegras entidades peludas que no son cabras del todo la bestia con cabezade cocodrilo, tres piernas y una fila dorsal de tentculos y los chatosegipanos bailando en una escena que los sacerdortes de Egiptoconocieron ymaldijeron!

    Pero la escena no era Egipto era anterior a Egipto; incluso anterior a laAtlntida, la fabulosa Mu o Lemuria, la susurrada por los mitos. Era la fuenteprimordial de todo el horror en esta tierra, y el simbolismo mostraba tan slodemasiado claramente cun parte de ello era Marceline. Pienso que deberepresentar a la innombrable Rlyeh, que no fue contruido por criaturas de esteplaneta la cosa sobre la que Marsh y Denis solan hablar entre las sombras ycon voz baja. En la pintura parece como si toda la escena transcurriera bajo lasaguas aunque todos parecen respirar libremente.Bueno no pude hacer ms que mirar y temblar, y finalmente vi que Marcelineme miraba astutamente desde la tela con sus monstruosos y dilatados ojos. Nofue supersticin Marsh haba captado algo de su horrible vitalidad en aquella

    sinfona de lneas y colores, por lo que ella an rumiaba y asechaba y odiaba,como si la mayor parte de ella no estuviera en el stano bajo cal viva. Y lo peorfue cuando algunas de aquellas serpentinas hebras de cabello, esos retoos deHcate, comenzaron a despegarse de la superficie y tantear por la estancia enmi direccin.Entonces lleg lo que reconoc como el ltimo y supremo horror, y descubr queera un guardin y un prisionero por siempre. Ella era el ser de quien manabanlas primeras y turbias leyendas de Medusa y las Gorgonas, y algo de miestremecida voluntad haba sido capturada y convertida en piedra al fin. Nuncams estara a salvo de esos rizos serpentinos los rizos de una pintura y losque yacan bajo la cal, cerca de las barricas de vino. Demasiado tarde, recordlos relatos sobre la virtual indestructibilidad, an tras siglos de sepultura, delpelo de los muertos.Desde entonces, mi vida no ha sido otra cosa que horror y esclavitud. Siempreme ha acechado el miedo a lo que aguarda bajo el stano. En menos de unmes, los negros comenzaron a murmurar sobre la gran serpiente negra quereptaba entra las cubas de vino tras ponerse el sol, as como sobre la curiosaforma en que su rastro llevaba a otro lugar, dos metros ms all.Luego, los peones del campo comenzaron a hablar de la serpiente negra quevisitaba la cabaa de la vieja Sophonisba despus de la medianoche. Uno deellos me mostr el rastro y, no mucho ms tarde, supe que ta Sophy haba

    comenzado a efectuar extraas visitas al stano de la casa, permaneciendo ymurmurando durante horas en el mismo lugar al que ninguno de los otrosnegros queran acercarse. Dios, cmo me alegr que cuando esa vieja brujamuri! Sinceramente, cre que fue sacerdotisa de alguna antigua y terribletradicin, all en frica. Debi llegar a vivir casi ciento cincuenta aos.A veces, creo escuchar alguna cosa deslizarse alrededor de la casa durante lanoche. Hay un extrao ruido en las escaleras, all donde los peldaos estnsueltos, y el picaporte de mi alcoba resuena como bajo una presin quebuscar entrar. Siempre tengo la puerta cerrada, por supuesto. Y hay ciertasmaanas en que creo captar un nauseabundo hedor mohoso en los corredores,y me percato de un dbil rastro continuo sobre el polvo de los suelos. S que

    debo guardar el pelo de la pintura, ya que, si algo le sucede, hay entidades enesta casa que tomaran segura y terrible venganza. No me atrevo ni a morir

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    ya que la vida y la muerte son una para aquellos que estn en las garras dequienes emanan de Rlyeh. Algo puede estar listo para castigar mi negligencia.El lazo de Medusa me ha atrapado y siempre ser as. Nunca te mezcles con elsecreto y ltimo horror, joven si valoras tu alma inmortal.

    VI

    Al terminar el anciano su historia, vi que la lmpara pequea se haba apagadohaca mucho, y que la grande estaba casi vaca. Saba que deba estar prximael alba, y mis odos me indicaron que la tormenta haba acabado. La historiame haba dejado medio aturdido y casi tema mirar a la puerta, esperando querevelara una presin hacia el interior, fruto de alguna fuente indescriptible. Eradifcil decir cul era mi emocin predominante rgido horror, incredulidad ouna especie de curiosidad fantstica y enfermiza. Estaba completamente sinhabla y tuve que esperar que mi anfitrin rompiera el hechizo. -Desea ver la

    cosa? Su voz era muy baja y vacilante, y vi que estaba tremendamente serio.Sobre todas las emociones, venci la curiosidad y cabece silenciosamente.Se levant, encendiendo una vela de una mesa cercana y alzndola ante smientras abra la puerta. Venga conmigo arriba. Tem afrontar aquellosmohosos pasillos de nuevo, pero la fascinacin se impuso a mis escrpulos.Los tablones crujan bajo nuestros pies, y tembl en una ocasin, creyendo veruna dbil lnea trazada en el polvo cerca de la escalera. Los escalones quellevaban al tico eran ruidosos y desvencijados, con multitud de listonesperdidos. Me senta bastante contento de la necesidad de mirar atentamentedonde pisaba, ya que eso me daba una excusa para no ojear a mi alrededor. Elcorredor del tico era negro como la pez y cubierto de telaraas, y por unostres centmetros de polvo, excepto en un camino abierto hasta una puerta a laizquierda del final. Al percatarme de los podridos restos de una gruesaalfombra, pens en los otros pies que la haban pisado dcadas pasadas enellos y en algo que no tena pies. El anciano me llev directamente hasta lapuerta al final del abierto camino y pele un instante con el oxidado pestillo. Mesent sumamente asustado al darme cuenta que la pintura estaba tan cerca,pero no me atrev a retroceder en aquel instante. En el momento siguiente mianfitrin me introduca en el desierto estudio.La luz de la vela era muy dbil, aunque serva para mostrar la mayora de loscontornos. Me percat del techo bajo y sesgado, la inmensa prolongacin de la

    buhardilla, las curiosidades y trofeos que pendan de las paredes y sobretodo, del gran caballete cubierto en el centro de la estancia. Entonces, DeRussy se dirigi hacia aquel caballete, apartando las polvorientas colgadurasprpuras por el lado contrario a m, y me indic silenciosamente que meaproximara. Me arm de valor para obedecer, especialmente al ver los ojos demi gua dilatarse, bajo la luz oscilante de la vela, mientras miraba el desveladolienzo. Pero de nuevo la curiosidad venci a todo lo dems, y me acerquhasta donde estaba De Russy. Entonces vi la condenable cosa.

    No me desmay aunque ningn lector puede quizs entender el esfuerzoque conllev el no hacerlo. Grit, detenindome bruscamente al ver la

    espantad mirada en el rostro del anciano. Como esperaba, el cuadro estabacombado, mohoso y enturbiado por culpa de la humedad y el abandono; pero,

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    a pesar de todo, pude vislumbrar las monstruosidades insinuaciones decsmica maldad exterior que asechaban a travs del enfermizo contenido y lapervertida geometra de la indescriptible escena. Era tal como dijera el anciano:un infierno abovedado y columnado, de mezcladas Misas Negras yAquellarres y lo que su finalizacin hubiese aadido estaba ms all de mis

    conjeturas. La decadencia slo haba aumentado el total horror de su cruelsimbolismo y aquella sugestin malsana, ya que las partes ms afectada por eltiempo eran justamente aquellas que en Naturaleza o en aquel dominioextracsmico que se burlaba Naturaleza eran ms aptas para degenerar odesintegrarse.El supremo horror, por supuesto era Marceline y mientras observaba lahinchada y descolorida carne tuve la extraa fantasa que quizs la figura dellienzo mantena algn oscuro y oculto lazo con la figura que yaca en cal viva,bajo el suelo del stano. Quizs la cal haba preservado el cuerpo en lugar dedestruirlo pero cmo hubiera podido conservar aquellos ojos negros ymalignos que me observaban, y se burlaban de m desde el pintado infierno? Y

    haba otra cosa tocante a la criatura que no pude por menos que percibiralgo que De Russy no haba sido capaz de expresar con palabras, pero quequizs tena que ver con el intento de Denis de matar a todos los de su sangreque hubieran morado bajo el mismo techo que ella. Quizs Marsh lo saba, oquizs el genio lo retrat inconscientemente, eso nadie puede decirlo. Lo ciertoes que Denis y su padre no pudieron saberlo hasta ver el retrato. Superando atodo horror, estaba el serpentino cabello negro, que cubra el podrido cuerpo, yque no mostraba el ms leve rastro de decadencia. Todo cuanto haba odosobre l quedaba ampliamente verificado. No haba odo nada humano enaquel cordn sinuoso, un semiaceitoso, semiondulado torrente de serpentinaoscuridad. Una vil vida independiente se proclamaba a s misma en cada rizo yvoluta antinatural, y la sugerencia de innumerables cabezas reptilianas en lasrizadas puntas era demasiado marcada para ser ilusoria o accidental.La Blasfemia entidad me apresaba como un imn. Me senta inerme, y no mepregunt por qu el mito deca que la mirada de la Gorgona converta aquienes la contemplaban en piedra. Luego cre ver cambiar al ser. Las lascivasfacciones se movieron perceptiblemente, ya que las podridas fauces cayeron,permitiendo a los gruesos y bestiales labios mostrar una fila de puntiagudoscolmillos amarillentos. Las pupilas de la diablesa se dilataron, y los mismosojos parecieron desorbitarse. Y el pelo Ese maldito pelo! Haba comenzadoa crujir y ondear perceptiblemente, las cabezas de serpiente volvindose hacia

    De Russy y zumbando como si fueran a picar! La razn me abandon porcompleto, y antes de saber lo que haca, saqu mi automtica y descargu lasdoce balas de acero sobre el impresionante lienzo. Todo se hizo pedazos,incluso el marco aposentado sobre el caballete, y reson estruendosamentesobre el polvoriento suelo. Pero mientras este horror se quebraba, otro sealzaba ante m en forma del mismo De Russy, cuyos enloquecidos gritos, al verdesaparecer la pintura, eran casi tan terribles como el cuadro mismo.Con un semi-articulado grito de Dios, ahora la ha hecho!, el frentico ancianome arrebat violentamente el arma y comenz a arrastrarme fuera de lahabitacin por las desvencijadas escaleras. Haba dejado caer la vela preso delpnico, pero el alba estaba prxima y una dbil luz gris se filtraba por las

    ventanas polvorientas. Di traspis y tropec repetidas veces, pero ni por uninstante mi gua aflojo el paso.

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    -Corra, hombre! -gritaba. Corra, por su vida! No sabe lo que ha hecho! No lehaba contado todo! Eso era lo que haba que hacer el cuadro me hablaba yme lo dijo. Tena que guardarlo y vigilarlo y ahora suceder lo peor! Ella yese pelo saldrn de sus tumbas, con sabe qu propsitos! Corra, hombre!

    Por amor a Dios, salga de aqu ahora que an est a tiempo. Si tiene un coche,llveme a Cape Girardeau con usted. Me encontrar de todas formas, pero selo pondr difcil. Salgamos rpido! Mientras llegbamos a la planta bajacomenc a percibir un lento y curioso sonido procedente del fondo de la casa,seguido del ruido de una puerta cerrndose. De Russy no haba odo el golpe,pero el otro ruido s lo captaron sus odos y le arranc el ms terrible grito quepueda emitir una garganta humana.

    -Oh, Dios buen Dios eso era la puerta del stanoviene

    En Ese momento yo estaba luchando desesperadamente con el oxidado

    picaporte y las flojas bisagras de la gran puerta delantera, casi tan frenticocomo mi anfitrin ante el sonido del lento y retumbante pisar que seaproximaba desde desconocidas estancias de la parte trasera de la malditamansin. La lluvia nocturna haba combado las planchas de roble y la pesadapuerta se atascaba y resista con mayor fuerza que cuando forzara la entradala tarde anterior.En algn lugar, un listn cruji bajo los pies de lo que llegaba, y el sonidopareci arrancar el ltimo resto de cordura al pobre anciano. Con un bramidocomo el de un toro enloquecido solt su presa sobre m y salt hacia laderecha, a travs de la abierta puerta de una estancia que consider unrecibidor. Un segundo despus, mientras me abalanzaba por el destartaladoporche para comenzar una loca carrera por el largo paseo invadido de hierbas,cre captar el sonido de muertas y obstinadas pisadas que no me seguan a m,sino que se encaminaban hacia la puerta del recibidor cubierto de telaraas.Mientras me precipitaba entre los espinos y la maleza del abandonado camino,cruzando los moribundos y grotescos robles enanos a la gris palidez de unnuboso amanecer de noviembre, mir hacia atrs tan slo un par de veces. Laprimera vez fue cuando me asalt un olor acre, y pens en la vela De Russyhaba dejado caer en el estudio del tico. Fue cuando estaba confortablementecerca de la carretera, sobre el alto lugar desde donde el techo de la distantecasa era perfectamente visible sobre los rboles que lo rodeaban; tal como

    esperaba, espesas nubes de humo brotaban de las buhardillas y se rizabanhacia los plomizos cielos. Agradec a los poderes de la creacin que unainmemorial maldicin estuviera a punto de ser purificada mediante el fuego yextirpada de la tierra.Pero en ese instante efectu la segunda mirada atrs y vi otras cosas cosasque anularon la mayor parte del alivio y me propinaron el supremo golpe delque jams me recobrar. He dicho que estaba en la parte ms alta del camino,desde donde es visible la mayor parte de la plantacin a mis espaldas. Estapanormica inclua no solo la casa y sus rboles, sino tambin el abandonado,y en parte sumergido, llano junto al ro, as como algunas curvas del caminosepultado por la maleza que tan apresuradamente haba recorrido. En algunos

    de estos ltimos lugares vi entonces algo o indicios de algo que desearadevotamente desmentir.

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    Fue un dbil, distante grito lo que me hizo volverme, y, al hacerlo, capt unasugerencia de movimiento en el plomizo y pantanoso llano tras la casa. Lasdistantes figuras humanas eran muy pequeas, pero aun as supuse que losmovimientos implicaban que una de las figuras era perseguida y la otrapersegua. Tambin cre ver a la figura vestida de ropas oscuras adelantada y

    capturada por la calva y desnuda figura de detrs alcanzada, apresada yarrastrada violentamente en direccin a la ahora ardiente casa.No puede ver el desenlace, ya que una visin ms cercana, en ese momento,se entrometi. Una sugerencia de movimiento entre los arbustos en un punto aalguna distancia, atrs, a lo largo del desolado camino. Inconfundiblemente, lasmalezas y matorrales y espinos se agitaban sin que fuera obra del viento,ondulando como si alguna veloz y gran serpiente reptara por el suelo en mipersecucin.Esto fue cuanto pude aguantar. Hu por el portal, enloquecido, indiferente aldesgarrar de ropas y a los rasguos sangrantes, y salt al coche aparcado bajolos grandes rboles de hoja perenne. Era un espectculo desastrado y

    empapado de lluvia, pero el motor estaba intacto y no tuve problemas paraarrancar. Conduje ciegamente en la direccin haca donde apuntaba el coche,sin pensar en nada excepto en escapar de aquella espantosa regin depesadillas y cacodemonios alejarme tan rpido y lejos como me lo permitierala gasolina.Seis o siete kilmetros adelante, un granjero me salud un amablecampesino de mediana edad, habla arrastrada y considerable conocimientosobre el lugar. Me alegr de detenerme y preguntarle mi direccin, aunquesaba que deba presentar un aspecto bastante extrao. El hombre me indicsin titubear el camino a Cape Girardeau y me pregunt cmo haba llegado aese estado y en una hora tan temprana. Pensando que era mejor contar poco,simplemente mencion que me haba sorprendido la lluvia nocturna y quehaba buscado refugio en una granja cercana, tras lo que me desorient entrela maleza, tratando de encontrar mi coche.

    -Una granja, eh? Me pregunto cul puede ser. No hay ninguna a este ladoexcepto la de Jim Ferris cruzando Barrer`s Crack, y eso esta a treintakilmetros por lo menos.

    Me sobresalt, preguntndome qu nuevo misterio auguraba esto. Luegointerrogu a mi informador sobre si conoca la gran y arruinada casa de labor,

    cuyo antiguo portal flanqueaba la carretera no mucho ms atrs.-Mejor no hablar de ello, forastero! Hubo algo all hace algn tiempo. Pero lacasa ya no est. Ardi hace cinco o seis aos y la gente cuenta extraashistorias sobre ella.

    Me estremec.

    -Se refiere a Riverside la casa del viejo De Russy. Sucedieron cosasextraas all, quince o veinte aos atrs. El hijo del viejo se cas con una mozadel extranjero, y algunos piensan que era de una clase muy rara. No les

    gustaba su forma de ser. Luego, ella y el chico se marcharon de repente y, mstarde, el viejo dijo que l muri en la guerra. Pero algunos negros contaron

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    cosas extraas. Dicen que el viejo se enamor de la chica y que los mat, aella y al chico. El lugar es, de seguro, e